conferencia tricontinental

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Colegio de Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Foro Internacional. http://www.jstor.org Colegio de Mexico La formación de la línea castrista desde la Conferencia Tricontinental Author(s): Roberto F. Lamberg Source: Foro Internacional, Vol. 8, No. 3 (31) (Jan. - Mar., 1968), pp. 278-301 Published by: Colegio de Mexico Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27755539 Accessed: 07-10-2015 02:53 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 158.170.10.44 on Wed, 07 Oct 2015 02:53:23 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Estudio sobre las repercusiones de la tricontinental

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Colegio de Mexico

La formación de la línea castrista desde la Conferencia Tricontinental Author(s): Roberto F. Lamberg Source: Foro Internacional, Vol. 8, No. 3 (31) (Jan. - Mar., 1968), pp. 278-301Published by: Colegio de MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/27755539Accessed: 07-10-2015 02:53 UTC

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Page 2: Conferencia Tricontinental

LA FORMACI?N DE LA L?NEA CASTRISTA DESDE LA CONFERENCIA TRICONTINENTAL

Roberto F. Lamberg,

Fundaci?n Friedrich-Ebert

No pocos observadores de la escena cubana se inclinaban a creer a prin cipios de 1966, despu?s de la Conferencia Tricontinental, que Fidel Castro hab?a dado un viraje hacia la l?nea del comunismo ortodoxo. Los indicios al respecto se observaban sobre todo en el desarrollo de la citada Conferencia y en la selecci?n de sus participantes,1 pero tambi?n en las divergencias que surgieron entre La Habana y Pek?n en aquel tiempo. ?Pensaba Castro renunciar a sus aspiraciones continentales pre cedentes y cambiarlas por las garant?as ofrecidas por Mosc? de una "construcci?n del socialismo en una isla"?

Quiz? tales prop?sitos se tuvieron temporalmente en La Habana en 1966 bajo la presi?n de las necesidades econ?micas y de la pol?tica de

bloqueo, pero tal vez ?y es lo m?s probable? no se ten?an esas inten ciones. Sea como fuere, en el curso del mismo a?o se pudo llegar al convencimiento de que las conjeturas de los observadores externos no ten?an validez: la disputa entre Pek?n y La Habana, que hab?a adoptado formas dram?ticas despu?s de la Tricontinental, parec?a haber sido arre glada, por lo menos aparentemente, con la firma en mayo de 1966 de un nuevo convenio comercial entre ambos pa?ses.2 En esa fecha se manifest? adem?s en Cuba una crisis pol?tica interna que se agudiz? por reveses econ?micos. Las campa?as contra bur?cratas, diplom?ticos que viv?an la dolce vita y otros usufructuarios de los cambios sociales realizados bajo Castro, alcanzaron su apogeo con la detenci?n de un grupo de oficiales y el enjuiciamiento del excompa?ero de lucha de Fidel Castro, Rolando C?belas, por supuestos proyectos de atentado.3

En esta etapa de inseguridad interna parece surgir tambi?n un des contento con la ideolog?a revolucionaria y la pol?tica exterior, que impulsa a Fidel Castro a formular radicales ataques a la pol?tica exterior en un discurso pronunciado con motivo del XIII aniversario del primer levantamiento contra Batista, el 26 de julio de 1966. Su cr?tica se dirige principalmente contra la Uni?n Sovi?tica, que precisamente por esa fe cha intenta establecer relaciones econ?micas m?s estrechas con Chile, que, con su declarada "revoluci?n en libertad", es uno de los adversarios

1 V?ase al respecto el trabajo del autor, "Lateinamerika und die Drei-Kontinente Konferenz", en Vierteljahresberichte del Instituto de Investigaciones de la Fundaci?n Friedrich-Ebert (Bad Godesberg, Alemania), N?m. 24.

2 ap (La Habana), mayo 28, 1966. 3 The New York Times ?International Edition (Par?s), abril 7, 1966.

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ene?mar 68 La l?nea castrista 279

naturales de Cuba y que por eso mismo es atacado repetidamente por Castro. Otro objeto de cr?tica por parte de La Habana son los partidos comunistas latinoamericanos fieles a los sovi?ticos, los "seudorrevolucio

narios", que le hacen el juego a los ''imperialistas".4 Este ataque parec?a dirigirse particularmente contra el Partido Comunista de Chile (pcgh) por apoyar la nueva pol?tica chilena de los sovi?ticos, pero tambi?n contra los comunistas de Venezuela y quiz? de otros pa?ses.

I

En vista del estilo y la vehemencia de los ataques de La Habana, se

opinaba en los c?rculos extremistas latinoamericanos que Castro hab?a cambiado de t?ctica y de lenguaje respecto a los gobiernos latinoameri canos, debido al desarrollo pol?tico en el continente (consolidaci?n de los reg?menes democr?ticos, como en Venezuela, Colombia y Guatemala;

golpe militar en Argentina) y a los nuevos matices pol?ticos de la Uni?n Sovi?tica y sus partidos. En comparaci?n con su actitud en la Confe rencia Tricontinental, se habr?a llegado a una vuelta, o ?mejor dicho? a un renovado apoyo de la l?nea guevarista.6

El sector oficial de La Habana se mantuvo en esta posici?n, refor z?ndola al hacer resaltar el propio camino cubano (y latinoamericano) hacia el socialismo y el comunismo 6

y con sus declaraciones sobre la

incompatibilidad entre la coexistencia y la liberaci?n latinoamericana.7 La nueva delimitaci?n del frente se presentaba cada vez m?s extremista, tanto m?s cuanto que la pol?tica latinoamericana de los sovi?ticos no

pretend?a restringirse a un s?lo pa?s, Chile, por lo que la diferenciaci?n entre los izquierdistas radicales tendr?a que seguir su desarrollo en di versos pa?ses del continente.8 Con ello se plantea la pregunta ya formu lada anteriormente de si las tendencias cubanas en desarrollo represen taban en ese momento un viraje propiamente dicho o si eran s?lo una renovada acentuaci?n de las tendencias existentes desde un principio de un "camino cubano", tanto en lo que se refiere a la pol?tica interior como a la pol?tica continental. La mayor?a de los observadores de los acontecimientos latinoamericanos sostienen la segunda respuesta.9 En ocasiones se escucha incluso la opini?n de que s?lo por las intrigas so

4 upi-Reuter (La Habana), julio 27, 1966. 5 V?ase, v. gr. Carlos M. Guti?rrez: "Fidel: Nuevas condiciones, nuevo lenguaje'*.

Marcha (Montevideo), N?m. 1315, agosto 5, 1966. 6 Declaraci?n de Castro, seg?n afp-upi (La Habana), agosto 31, 1966. 7 Carlos Rafael Rodr?guez, uno de los m?ximos funcionarios cubanos, en conver

saci?n con Marcha, N?m. 1333, diciembre 9, 1966. 8 Es significativo que los trotzkistas, de cierta importancia en algunos pa?ses

latinoamericanos, que despu?s de la desaparici?n de Guevara del panorama cubano

(1965) atacaron a Castro y por ello fueron condenados por ?ste en la Tricontinental, comenzaran a juzgar positivamente la nueva pol?tica cubana. V?ase por ejemplo, una

declaraci?n del Bur? Pol?tico del grupo uruguayo "Partido Obrero Revolucionario" en Marcha, N?m. 1331, noviembre 25, 1966.

9 V?ase, por ejemplo, Marcel Niedergang, "La voie cubaine: ni Moscou, ni P?kin", Le Monde (Par?s), abril 12, 1967.

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vi?ticas y por la capacidad de organizaci?n de los partidos comunistas en Am?rica Latina se vio llevado Castro a tomar las medidas que le

imprimieron a la conferencia de enero de 1966 su sello de fidelidad a Mosc? y de comunismo ortodoxo.10

No obstante lo anterior, una buena parte del cambio en la actitud cubana podr?a atribuirse tambi?n a la inseguridad ideol?gica, cuya pro fundidad se reflejaba, por ejemplo, en el hecho de que Castro suspendi? en febrero de 1967 la publicaci?n de su revista ideol?gica Cuba Socia lista, aduciendo que se deb?a esperar hasta el Primer Congreso del Par tido (que deb?a ser convocado en 1967) para llegar a f?rmulas t?cticas, estrat?gicas e ideol?gicas definitivas para la construcci?n del socialismo

y del comunismo y para la lucha de liberaci?n en Am?rica Latina.11 La regla marxista-leninista de la negaci?n dial?ctica parece poseer en

Cuba una fuerza vital especial, seg?n lo demuestra el cambio de l?nea

pol?tica en medio de una inseguridad ideol?gica, la suspensi?n de la pu blicaci?n del ?rgano central ideol?gico (en el que los residuos de la

vieja guardia comunista cubana prosovi?tica todav?a ten?an cierto mar

gen de acci?n) y, casi simult?neamente, la publicaci?n y difusi?n de la obra ?Revoluci?n en la Revoluci?n? de Julies R?gis Debray,12 estudio

que puede considerarse, sin exageraci?n, como el manual y el "regla mento de servicio militar de campa?a" cubano-fidelista m?s importante desde la Guerra de guerrillas de Ernesto Guevara. Especialmente en vista de las relaciones recientes entre Cuba y la Uni?n Sovi?tica y sus

partidos latinoamericanos leales, no se puede menos que considerar el ensayo del escritor franc?s 13 como el abc ideol?gico del castrismo ac tual, como directriz para la actuaci?n revolucionaria. Aun cuando el

10 De conversaciones del autor con delegados del Parlamento Latinoamericano en

Montevideo, a fines de abril de 1967. 11 afp (La Habana), febrero 9, 1967. 12 La primera edici?n apareci? en espa?ol como el N?m. 1 (enero 1967) de

Cuadernos de la Casa de las Americas (La Habana), a la que siguieron otras edicio nes latinoamericanas. La obra se public? tambi?n en Estados Unidos, en Francia y Alemania Occidental. En los pa?ses comunistas no se ha publicado hasta ahora nin

g?n trabajo de Debray. El autor utiliz? la edici?n uruguaya (en: mro Am?rica La tina [Montevideo], N?m. 1, abril 1967).

is Jules R?gis Debray, nacido en 1941, de familia burguesa conservadora, ex

miembro del pc de Francia, egresado de la ?cole N?rmale Sup?rieure, disc?pulo del fil?sofo marxista Louis Althusser, visit? Cuba en 1961, posteriormente unos cuantos

pa?ses m?s de Am?rica Latina, entre ellos los pa?ses objetivos de las guerrillas, Ve nezuela y Colombia. En 1965 residi? temporalmente en La Habana, donde pudo establecer relaciones personales con Castro. Alcanz? renombre en los c?rculos iz

quierdistas radicales por dos an?lisis procubanos del castrismo: "Le castrisme: la

longue marche de l'Am?rique Latine", Les Temps Modernes (Par?s), N?m. 224, enero, 1965 (en espa?ol, entre otros, en Cuadernos de Marcha, Montevideo, N?m. 3, julio, 1967), y "Am?rique Latine: quelques probl?mes de strat?gie r?volutionnaire", Cahiers

marxistes-l?ninistes du cercle des ?tudiants communistes de V?cole N?rmale Sup?rieure (Par?s), N?m. 5, 1965 (ediciones espa?olas, entre otras, Casa de las Am?ricas, N?m. 31, julio/agosto 1965; en forma de libro en Edit. Banda Oriental, Montevideo, 1967). Respecto a Debray como ser humano v?ase, entre otros, su entrevista en Granma (La Habana), febrero 1967, as? como Le Monde, abril 23/24, 1967 y mayo 26, 1967.

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ene-mar 68 La linea castrista 281

trabajo de Debray no tiene formalmente un car?cter oficial, no existe duda alguna de que el estudio, elaborado en estrecha colaboraci?n ideo

l?gica con Castro, debe haber recibido la aprobaci?n de este ?ltimo. El libro ?Revoluci?n en la Revoluci?n? desarrolla las tesis b?sicas de

Guevara, as? como las tesis t?cticas y estrat?gicas de la "Segunda Decla raci?n de La Habana" (febrero de 1962), tomando particularmente en consideraci?n las experiencias adquiridas en los ?ltimos a?os en los pa? ses que han sido escenarios de acciones izquierdistas radicales, principal

mente Venezuela, Guatemala, Colombia y Per?. Debray y su mentor

postulan lo siguiente:

En lo estrat?gico-pol?tico

Deben rechazarse las t?cticas comunistas ortodoxas del frente

popular y de la v?a pac?fica. Cierto que sin vanguardia pol?tica no es posible la revoluci?n, pero la vanguardia no necesita ser id?ntica a un

partido comunista.

La guerrilla, el n?cleo militar, tiene la primac?a en todos los sentidos. Por lo tanto, la guerrilla no est? subordinada a agrupa ci?n pol?tica alguna, como siempre hab?a sido el caso (con excepci?n de la misma Cuba), No puede tolerarse a la larga un dualismo de los centros de poder (n?cleo pol?tico-n?cleo militar), menos

a?n en vista de que por lo general los cuadros dirigentes del par tido no pueden comprender la problem?tica de la guerrilla, que quieren dirigir desde la ciudad.

Consecuentemente, los cuadros del partido comunista deben abandonar las ciudades y trasladarse a las monta?as para fortalecer el n?cleo militar. Los aspectos pol?ticos ceden a los militares; el centralismo democr?tico es sustituido por la subordinaci?n militar.

Si los partidos comunistas no adoptan este camino, el papel de la vanguardia pol?tica debe pasar a otras manos. En todo caso, la

guerrilla tiene que asumir tareas pol?ticas; de ella surge el ele mento pol?tico, ella se convierte en vanguardia pol?tica.

En lo t?ctico-militar

Se rechaza los grupos armados de autodefensa, como existieron en Colombia ("rep?blicas libres"), Brasil (las Ligas Agrarias de Ju liao), Bolivia (milicias mineras de Lech?n), Guatemala (los grupos de defensa de Yon Sosa) o en Per? (los grupos campesinos de auto defensa de Hugo Blanco), ya que con ellos no puede conquistarse el poder.

Tambi?n deben rechazarse las acciones armadas de propaganda,

preferidas por los partidos comunistas prosovi?ticos y los simpati zantes mao?stas, ya que frecuentemente no logran convencer a los

campesinos y generalmente atraen la atenci?n de los ?rganos re

presivos .?obre la guerrilla.

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Las bases guerrilleras fijas deben rechazarse por razones t?cni cas militares (particularmente despu?s de las experiencias de Per? en 1965).

La fragmentaci?n del grupo dirigente en uno pol?tico (en la

capital) y otro militar (con los guerrilleros en las monta?as) tam bi?n debe ser desechada por razones t?cnicas militares y de segu ridad.

Con ello, Debray y Castro se vuelven tanto contra los teoremas de Mosc? como contra los mandatos de Pek?n. Se basan principalmente en las experiencias cubanas; su punto de partida es la lucha armada, son las monta?as y los campesinos como fuentes de abastecimiento a las guerrillas (que por cierto no se han revelado como tales ni en Cuba ni ?en los ?ltimos a?os? en Guatemala o en los pa?ses andinos). El tal?n de Aquiles de la nueva teor?a es el mismo que el de las tesis guevaristas y el de la "Segunda Declaraci?n de La Habana": la gene ralizaci?n fundamental del desarrollo cubano, su elevaci?n a modelo b?sico aplicable en todas partes; la identidad asumida entre la Sierra Maestra y los Andes o las cadenas monta?osas de Am?rica Central, en tre la lucha contra la dictadura de Batista y la lucha contra gobiernos democr?ticos abiertos a las reformas, del tipo de Leoni, Lleras Restrepo y Bela?nde; la supuesta identidad entre los Estados Unidos de 1958 y de 1967, de los ej?rcitos nacionales de entonces y de hoy; la equivalen cia de los estudiantes y la clase media cubana con los indios peruanos o guatemaltecos, etc.

Para Mosc? y sus partidarios en Am?rica Latina, las tesis de Debray ?que, seg?n veremos, fueron adoptadas inmediatamente por Castro y la Cuba oficial, y aplicadas por lo menos en la propaganda pol?tica? represetnan, en todo caso, uno de los desaf?os m?s grandes. Se com prende que en la prensa de Europa oriental y en los ?rganos de los partidos comunistas latinoamericanos no se consider? apropiado men cionar positivamente la nueva contribuci?n al pluralismo de extrema izquierda. S?lo se dieron a conocer algunas posiciones expresamente

negativas, sobre las que se informar? m?s adelante.

II

En el d?cimo aniversario del asalto realizado por estudiantes rebeldes al Palacio Presidencial de La Habana, el 13 de marzo de 1967, Fidel Castro pronunci? un discurso de varias horas que entrar? indudablemente en la agitada historia de su relaci?n con el comunismo mundial como un

momento crucial. Castro critic? duramente al Partido Comunista de Venezuela (pcv) por abandonar la t?ctica de guerrillas, y a la Uni?n Sovi?tica por sus esfuerzos por negociar relaciones comerciales con los gobiernos latinoamericanos, entre ellos los de pa?ses que son considera dos adversarios de Cuba. Finalmente, Castro utiliz? esta oportunidad

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ene-mar 68 La l?nea castrista 283

para expresar en t?rminos generales su punto de vista sobre el car?cter de un partido comunista y sobre el movimiento comunista internacional controlado por Mosc?. La cr?tica y las tesis de Castro14 pueden resu mirse de la manera siguiente:

En Am?rica Latina solamente pueden llamarse comunistas a

quienes apoyan la guerrilla. El pcv, con su nueva t?ctica de "paz democr?tica" y rechazo de la lucha armada, revela "cobard?a" y "derrotismo", demuestra su "traici?n" y su "charlataner?a".

La cr?tica a este partido abarca tambi?n sus m?todos preceden tes para la conducci?n de las guerrillas. El pcv trat? de dirigir la lucha armada desde la ciudad, subestim? a los campesinos, aplic? viejas t?cnicas partidistas y, entre otras cosas, tambi?n especul? con revueltas militares de las que quer?a servirse.16

Sobre las relaciones comerciales que intenta establecer la urss con ciertos gobiernos latinoamericanos se dice: "Nosotros no ayu daremos financieramente a ninguna oligarqu?a a reprimir en san

gre el movimiento revolucionario. Y quien quiera que sea que ayude a esas oligarqu?as donde est?n combatiendo los guerrilleros, estar? ayudando a reprimir la revoluci?n..."16

"El movimiento comunista internacional, tal como lo concebi mos nosotros, no es una

iglesia, no es una secta religiosa o mas?

nica que nos obligue a santificar cualquier desviaci?n, que nos

obligue a seguir una pol?tica de compadreo con todo tipo de refor mistas y seudorrevolucionarios."17

".. .esta Revoluci?n seguir? su l?nea propia, esta Revoluci?n no ser? jam?s sat?lite de nadie..." 18

No son nuevas las acusaciones de Castro dirigidas al pcv y a Mosc?; ya hab?an sido expresadas el a?o anterior (comp?rese el discurso de Castro del 26 de julio de 1966)). Lo nuevo es, naturalmente, su tono violento, as? como su tratamiento minucioso. M?s adelante volveremos

sobre el nexo Cuba-URss; por lo pronto haremos algunas observaciones 14 V?ase afp (La Habana), marzo 14, 1967; Le Monde, marzo 17, 1967; Carlos

Mar?a Guti?rrez: "El discurso de Fidel", Marcha, N?m. 1346, marzo 31, 1967. El discurso completo apareci?, entre otros, como folleto en una editorial prochina de

Montevideo (Fidel Castro: Criticas a la Direcci?n del Partido Comunista de Vene

zuela, Nativa Libros, 1967) y en varios ?rganos castristas. En los peri?dicos de los

partidos comunistas de Am?rica Latina y Europa Oriental no se discuti?, que sepa mos, mayormente el discurso de Castro.

15 Por lo dem?s, la cr?tica cubana a estas medidas t?cticas concretas del pcv no

es nueva. Ya en 1966 Castro se declaraba en su contra en una entrevista con la

revista mexicana Sucesos para todos (v?ase al respecto Sucesos, N?m. 1738, septiem bre 10, 1966 y Bohemia, La Habana, N?m. 43, octubre 28, 1966). Esto confirma nue

vamente que las tesis de Debray sobre la pol?tica y la t?ctica de la guerrilla, que concuerdan con la cr?tica de Castro al pcv, representan postulados oficiales.

16 V?ase p. 32 del folleto citado en la nota 14. it Ibid., p. 27. 18 Ibid., p. 34.

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sobre el car?cter de la crisis en las relaciones de ambos partidos del Caribe.

La crisis de la extrema izquierda venezolana se perfilaba ya a fines de 1963, cuando su t?ctica de la lucha armada sufri? una derrota total con las elecciones presidenciales. Desde entonces el pcv que junto con el mir (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) de tendencia castrista, encabezada la organizaci?n pol?tica (fln: Frente de Liberaci?n Nacio

nal) y la militar (faln: Fuerzas Armadas de Liberaci?n Nacional) del

extremismo, parece haber buscado una salida del guerrillismo en las

provincias y del terrorismo urbano en Caracas y un retorno a la vida

pol?tica legal. La situaci?n interna del frente de extrema izquierda, caracterizado por tendencias separatistas, y las medidas de pacificaci?n social, pol?tica y militar del gobierno de Leoni aceleraron y reforzaron estas tendencias.19 La nueva f?rmula t?ctica de "paz democr?tica", la retirada al juego pol?tico normal, que desde 1965 determinaba la pol? tica del pcv, promovi? entretanto una diferenciaci?n entre los cuadros del partido: se dice que desde principios de 1966 (pero probablemente ya desde 1965) se produjo una crisis abierta entre la direcci?n del pcv

y La Habana, desde que Castro apoy? en contra del Bur? Pol?tico del pcv al dirigente guerrillero Douglas Bravo, quien se opon?a a la nueva l?nea t?ctica y continuaba dando la preeminencia a la lucha armada.20

Como el pcv continuaba trabajando en la clandestinidad, el debate suscitado en las relaciones entre Castro y los comunistas venezolanos

pudo seguirse principalmente en las numerosas publicaciones izquierdis tas radicales del extranjero, particularmente en las revistas mexicanas Sucesos para todos (procastrista) y Pol?tica (procomunista), que dedica ron atenci?n y espacio suficiente tanto a la fracci?n de Douglas Bravo y sus camaradas como al Bur? Pol?tico del pcv.21

Poco antes de iniciarse la ?ltima fase de la "lucha" cubano-venezo lana, la extrema izquierda venezolana presentaba el siguiente panorama: el Bur? Pol?tica del pcv apegado en principio a la "paz democr?tica", controlaba desde Caracas a un sector del faln ?inactivo por razones

t?cticas?r2 mientras que algunas unidades guerrilleras activas y grupos 19 La revista Punto Final (Santiago de Chile), Num. 45, enero 2, 1968 (suple

mento) public? una serie de interesantes documentos sobre los cambios pol?ticos del pcv entre su III Asamblea Geenral del Partido (1961) y el octavo Pleno del Comit? Central del Partido (1967).

20 Cf., entre otros, Jos? Manuel Quijano: "Manuitt, Debray y la revoluci?n ve

nezolana", Marcha, N?m. 1348, abril 14, 1967; Juan Rodr?guez, "Lo nuevo en la l?nea pol?tica del Partido Comunista en Venezuela", Revista Internacional (Praga), ed. espa?ola, N?m. 8, 1967.

21 V?anse, entre otros, los reportajes de Mario Men?ndez Rodr?guez en Sucesos

(diciembre 10, 1966 y enero 7, 1967), los escritos de representantes del pcv en Pol? tica (diciembre 15, 1966 y ediciones subsecuentes).

22 El pcv declar? repetidamente que la lucha armada se suspend?a s?lo "tempo ralmente" (v?ase Mario Szichman: "Venezuela: ?hacia d?nde va la izquierda?" en

Marcha, N?m. 1360, julio 7, 1967; as? como particularmente Rodr?guez, cf. nota 20). En el pcv reinaba bastante confusi?n, seg?n puede verse por la posici?n asumida por el Secretario General del pcv, Jes?s Far?a, quien perdi? este puesto en las elecciones

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terroristas de la capital estaban subordinados a Douglas Bravo. En el verano de 1966, este ?ltimo hab?a perdido su puesto en el Comit? Cen tral; en abril de 1967, el VIII Pleno del Comit? Central del pcv expuls? a Douglas Bravo del partido.23 Pero esto suced?a ya en un momento en que las diferencias entre Castro y el pcv eran dirimidas a la luz p? blica (y por el ?ltimo, incluso en la prensa burguesa de Venezuela).

El preludio a esta ?ltima fase lo constituy? el asesinato, a principios de marzo de 1967, de un inofensivo alto funcionario p?blico por terro ristas urbanos; el Bur? Pol?tico del pcv se distanci? de este acto, mien tras que los guerrilleros de Bravo asumieron la responsabilidad en una declaraci?n publicada en La Habana de su presidente Elias Manuit Ca mero, que se hallaba en Cuba.24 Este motivo condujo a las violentas acusaciones de Castro del 13 de marzo, que ten?an que ser tanto m?s enconadas cuanto que el pcv se hab?a quejado anteriormente de la in tromisi?n cubana y sus acciones de apoyo al ''aventurero" Bravo; ade

m?s Castro, en vista de las nuevas tendencias de la pol?tica latinoameri cana de los sovi?ticos, deb?a temer que el fantasma de la "paz demo cr?tica" hiciese de las suyas no s?lo en un ?nico bur? pol?tico.

A continuaci?n se desencaden? una aut?ntica guerra de propaganda entre La Habana y Caracas,25 en la que Castro hizo intervenir tambi?n a sus diferentes aliados latinoamericanos26 y que en unos cuantos d?as

adquiri? tanta fuerza que algunos observadores ya contaban con la di visi?n continental de los izquierdistas radicales.27 La ?ltima nota dra

de abril de 1967; seg?n ?l, el partido manten?a en alto "ambas formas de lucha". Esta declaraci?n se produjo en el momento de las m?s violentas disputas entre Castro

y el pcv, debidas precisamente a la "traici?n" a la guerrilla. V?ase L'Humanit? (Pa r?s), marzo 17, 1967.

23 V?ase Po?tica, febrero 1/14, 1967; La Ma?ana (Montevideo), abril 22, 1967; Le Monde, abril 23/24, 1967.

24 Granma, marzo 6, 1967. 25 Cf. Ultimas Noticias (Caracas), marzo 17, 1967; Le Monde, marzo 18, 1967;

upi (Caracas), abril 27, 1967; ansa (Caracas), abril 19, 1967; posteriormente tambi?n Le Monde, diciembre 7, 1967 y diciembre 31, 1967.

26 Granma (marzo 20, 1967) public? una declaraci?n del partido guatemalteco pgt y su organizaci?n militar far, que se declaraban solidarios con Castro. No obs

tante, parec?a no haber una opini?n uniforme en el pgt (cf. m?s adelante), aun cuan do el partido se declaraba formalmente partidario de la guerrilla; v?ase Jos? Manuel

Fortuny, Revista Internacional (Praga), N?m. 2, 1967. En forma similar se expresa ron los representantes del eln (Ej?rcito de Liberaci?n Nacional) peruano y del mro

(Movimiento Revolucionario Oriental) uruguayo, los cuales, ciertamente, carecen

completamente de importancia. 27 V?ase, por ejemplo, Neue Z?rcher Zeitung (Z?rich), abril 2, 1967. Cu?n hon

das son las divergencias entre la direcci?n del pcv y los guerrilleros lo documenta un amplio reportaje de Carlos Mar?a Guti?rrez ("El cisma en Venezuela, I ? II ?

III", Marcha, N?ms. 1371-1373, septiembre 22 y 29 y octubre 7, 1967), en el que se

reproducen principalmente las declaraciones del dirigente guerrillero Francisco Prada. ?ste da a entender, incluso, que los funcionarios del Partido Comunista fueron c?m

plices en la muerte de guerrilleros. Pero tambi?n entre los guerrilleros castristas

parecen darse varias tendencias. As?, el comandante de las faln y representante del

mir, Am?rico Mart?n, detenido y recientemente condenado a prisi?n por varios a?os, declar? que ?l no pod?a identificarse con la l?nea de Bravo, ya que estaba en contra

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m?tica la recibi? la lucha fraternal en mayo de 1967, con el env?o de un grupo invasor cubano-venezolano a Venezuela que fue capturado y dio al gobierno de Caracas motivo para desarrollar una considerable actividad pol?tica exterior (como la convocaci?n de la conferencia de

Ministros de Relaciones Exteriores de la oea en septiembre de 1967). Sin embargo, parece ser que los cubanos, quienes despu?s de cierto titu beo aceptaron oficialmente este acto de intervenci?n,28 deseaban ante todo protestar simb?licamente contra la pol?tica de Mosc? en Am?rica

Latina y manifestar su apoyo a Douglas Bravo y sus seguidores. Elias Manit Camero, Persidente de la Comandancia de las faln y

representante de las guerrillas venezolanas en La Habana, se?ala para los hechos mencionados el punto m?s importante de esta "batalla por

Venezuela". Como ?l puso de xelieve en una entrevista con el semanario

uruguayo Marcha, las fuerzas de Bravo se hab?an reorganizado de acuer do con las tesis de Debray. Para el grupo dirigente del pcv, la guerrilla no hab?a sido m?s que un "grupo de presi?n" en su juego pol?tico. Pero ahora se hab?a modificado la situaci?n: hab?a una direcci?n pol?tico militar ?nica, y precisamente en las monta?as, con la guerrilla.29 En c?rculos en torno a Douglas Bravo se escuchaba adem?s que los guerri lleros ten?an el prop?sito de formar un nuevo partido basado en el n?cleo militar: el "Partido de la Revoluci?n Venezolana".30

As?, R?gis Debray hace escuela, ya que articula no solamente las

experiencias t?cticas y las demandas pol?tico-estrat?gicas de Castro, sino

que responde tambi?n a las preguntas de los partidarios latinoameri canos de Castro suscitadas en la ?poca actual de una nueva t?ctica con tinental comunista y del resultante proceso de diferenciaci?n en el seno de la extrema izquierda latinoamericana. Las faln de Douglas Bravo son el primer ejemplo. Para Guatemala se anunciaba un proceso simi lar31 en el que el partido comunista pgt (Partido Guatemalteco del Tra

bajo), que gozaba de la confianza cubana, deb?a seguir a las monta?as a su organizaci?n militar far (Fuerzas Armadas Rebeldes). Poco antes de los ataques de Castro contra el Partido Comunista de Venezuela, el pgt y las far se hab?an lanzado en un llamamiento conjunto contra el "seudomarxismo" y los "seudorrevolucionarios" (sobre todo de Cara cas).32 Pero parece que posteriormente el partido se apart? de esta po

de la tesis de una "internacionalizaci?n', de la guerrilla, propagada por Debray y sustentada por Bravo. Pensaba que Bravo representaba en Venezuela una "l?nea externa" (Interpress, Santiago de Chile, diciembre 22, 1967). Adem?s, se cree que entre algunos representantes del "mir insurreccional" se han manifestado ?ltima

mente tambi?n tendencias de uni?n a la pol?tica de "paz democr?tica" (v?ase Le Monde, diciembre 31, 1967) y con ello, amenazar seriamente la unidad de los cuadros revolucionarios que han permanecido en el mir (afp, Caracas, enero 31, 1968). 28 Granma, mayo 18, 1967.

29 Quijano, op, cit. V?ase tambi?n la declaraci?n de Mart?n mencionada en la

nota 27. 30 Le Monde, junio 30, 1967. 31 Granma, mayo 26, 1967. 32 Granma, marzo 20, 1967.

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ene-mar 68 La l?nea castrista 287 sici?n: C?sar Montes, Comandante de las far, acus? al pgt, a principios de 1968, de "oportunismo'' y de incapacidad de adpotar una "posici?n o

concepci?n revolucionaria".33 Parece ser que en el "rompimiento de

finitivo" (Montes) entre el pgt y las far tambi?n desempe?? un papel el establecimiento de relaciones comerciales entre Guatemala y la urss,

apoyado por el pgt. Pero, sea como fuere, el rompimiento est? consu

mado, y con ello la relaci?n entre comunistas y castristas est? sujeta en Guatemala a las mismas leyes que en Venezuela (y, como veremos, en la Bolivia de la guerrilla). Debray parece servir aqu? de catalizador que refuerza y articula una tendencia objetivamente presente.34 Con el rom

pimiento entre partido y guerrilla, que indudablemente debilita el fren te de extrema izquierda, no se han dado en modo alguno, las bases para una pacificaci?n pol?tica. Para ello todav?a son demasiado grandes los extremos, tanto el de izquierda como el de derecha.

Tambi?n en Colombia existe un proceso de diferenciaci?n provocado, en parte, por las ense?anzas de Debray: la nueva l?nea es sustentada por el movimiento guerrillero eln (Ej?rcito de Liberaci?n Nacional), inde

pendiente del Partido Comunista de Colombia, bajo la direcci?n de Fa bio V?zquez Casta?o y V?ctor Medina Mor?n, que rivaliza con las farc

(Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), organizaci?n militar

sujeta al Partido Comunista y que es dirigida por Oscar Reyes e Isauro Sosa. Uno de los m?s altos funcionarios del Partido Comunista de Co lombia, Diego Monta?a Cu?llar, hubo de renunciar recientemente a sus funciones, ya que sostuvo ante la direcci?n del partido las tesis de Debray y la l?nea de Guevara y de Castro.35

Sin embargo, el intento m?s importante de organizar una guerrilla seg?n el nuevo modelo pol?tico-estrat?gico parece haberse producido por ?ltimo en Bolivia. Antes de ocuparnos de este caso, veamos, por lo me nos someramente, el nuevo curso sovi?tico en Am?rica Latina.

III

Se remontan a 1962 los or?genes de la nueva pol?tica latinoamericana de la Uni?n Sovi?tica, que actualmente consiste en entablar negocia ciones con los gobiernos de estos pa?ses ?ya sean progresistas o reaccio narios?, establecer relaciones comerciales con ellos o, en su caso, am

pliarlas y eventualmente ofrecerles ayuda t?cnica y econ?mica. Por esa &3 Le Monde, febrero 16, 1968; afp (La Habana), febrero 24, 1968. 34 La ruptura entre el partido y la guerrilla del Partido Comunista en Guatemala

se produjo en una fecha en que las far se hab?an reconciliado otra vez (cf. Tri

continental, La Habana, N?m. 4-5, enero-abril 1968) con la guerrilla mr-13 ("Movi miento Revolucionario 13. de Noviembre"), otrora atacada por Castro como "trotskis ta". La guerrilla en su conjunto parece estar perdiendo fuerza (cf. M. Niedergang, "Violence et Terreur", Le Monde, enero 19, 1968).

s5 Cf. Diego Monta?a Cu?llar; "Los problemas estrat?gicos y t?cticos de la revo luci?n en Colombia", Punto Final, N?m. 47, enero 30, 1968 (suplemento); v?ase tam bi?n los argumentos contrarios del Partido Comunista en Voz Proletaria (Bogot?), aqu? seg?n afp (Bogot?), noviembre 4, 1967.

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288 Roberto F. Lamberg FI VIII-3

fecha, la crisis del Caribe parec?a se?alar los l?mites de la actividad so

vi?tica en el Hemisferio occidental. Desde entonces no se han vuelto a

producir intentos serios para modificar la posici?n de empate sovi?tico

norteamericano, y la urss enfrenta con mayor realismo la existencia de zonas de influencia de pol?tica mundial. Las experiencias de Mosc? con Cuba y el peligro que se perfilaba de compartir con el protegido el "cord?n sanitario" continental,36 seguramente contribuyeron en los a?os

siguientes a una revaloraci?n de la pol?tica de la Uni?n Sovi?tica en Am?rica Latina, sobre todo en el sentido de un mayor dinamismo pac? fico de esta pol?tica.37 En el curso de los ?ltimos dos a?os las nuevas

medidas moscovitas ya han conducido a los primeros ?xitos; en todo caso, revelan la magnitud del inter?s de los sovi?ticos por Am?rica La tina.38

En Argentina, la administraci?n de Ill?a acept? en 1966 una oferta sovi?tica de cr?dito por valor de 15 millones de d?lares para el desarrollo de la industria petrolera nacional. Con la toma del poder de Ongan?a parece ser que ?ltimamente se ha detenido el proceso de acercamiento econ?mico. En 1966 se otorg? un cr?dito comercial para el gobierno de Castello Branco en Brasil por valor de 100 millones de d?lares. Para este convenio se firm? en Mosc? un acta el 9 de agosto de 1966. Se

prev?, entre otros, el otorgamiento de ayuda t?cnica sovi?tica en la cons trucci?n de un complejo petroqu?mico en el Estado de Bah?a. En enero de 1967 se form? un convenio econ?mico entre Chile y la urss sobre el cual ya se hab?a negociado en 1966. La parte central del convenio es la concesi?n de un cr?dito comercial de 57 millones de d?lares. Se cuenta tambi?n con el otorgamiento de asistencia t?cnica y se prev? un incremento considerable en el intercambio de mercanc?as.39 Al mismo tiempo, una delegaci?n comercial sovi?tica que se hallaba en Costa

Rica, pr )pon?a estimular el intercambio de mercanc?as entre ambos pa?ses por medio de la importaci?n de caf? costarricense por valor de 7 millones de d?lares. A partir de 1967 ofreci? la urss un cr?dito comercial a Colombia. Simult?neamente se negociaba sobre relaciones consulares y diplom?ticas, que ya han sido establecidas.40 En 1966, la Uni?n Sovi?tica hab?a presentado a Uruguay una oferta de cr?dito por valor de 20 millones de d?lares. Al instalarse la administraci?n de Ges

3<> La urss manten?a hasta 1964 relaciones diplom?ticas con cuatro pa?ses latino americanos no comunistas (Argentina, Brasil, M?xico y Uruguay). Desde 1965 existe tambi?n una representaci?n sovi?tica en Santiago de Chile, y desde 1968 en Bogot?.

Actualmente se prepara el establecimiento de relaciones con Venezuela. 3? Cf. un art?culo en el Pravda de Mosc? de marzo 5, 1967, en el que se explica la nueva pol?tica sovi?tica. &8 Cuando en lo sucesivo no se haga referencia a otras fuentes, los datos se

basan en materiales del Archivo del Instituto de Investigaciones de la Fundaci?n Friedrich-Ebert (Bad Godesberg, Alemania).

39 Granma, enero 21, 1967; Guti?rrez: "El discurso de Fidel", op. cit. Frei fue invitado tambi?n a ir a la urss.

40 H?ctor Mordej?n, "Colombia entre dos amores", Marcha, N?m. 1346, marzo 31'

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ene-mar 68 La l?nea castrista 289 tido se renov? la oferta.41 Una delegaci?n comercial sovi?tica que se hallaba en Venezuela se interes? en el verano de 1967 en la compra de cacao.42

La irritaci?n de los castristas por estos avances sovi?ticos se debe no solamente a que tienen un car?cter sistem?tico y que los pa?ses m?s

peque?os de Europa oriental imitan el ejemplo de los sovi?ticos y tratan de presentarse en el subcontinente como comerciantes y asistentes t?c nicos. A Castro y sus partidarios los resulta particularmente repulsivo que el inter?s de los pa?ses comunistas de Europa est? dirigido a gobier nos que Cuba considera como enemigos jurados, tales como Chile, Ve nezuela y Colombia.43 "Quien comercie con Frei y con el gorila del Brasil no puede ser amigo nuestro", declaraba Fidel Castro en 1966.44 Este tono no se ha modificado posteriormente, y el mejor ejemplo del distanciamiento entre Cuba y la Uni?n Sovi?tica consiste sin duda en la confrontaci?n de la nueva pol?tica latinoamericana de los sovi?ticos que pretende, como efecto secundario, reforzar y mejorar la posici?n de los

partidos comunistas ortodoxos en el juego tradicional de las fuerzas

pol?ticas de Am?rica Latina, con el llamamiento de Ernesto Guevara a los pueblos de Am?rica Latina para la acci?n violenta, que irrumpi? en plena ofensiva comercial sovi?tica.

En La Habana se dec?a el 16 de abril de 1967 que el "Che" Gue vara hab?a redactado un llamado a la lucha como contribuci?n a la Conferencia de la Organizaci?n Latinoamericana de Solidaridad a punto de celebrarse, y que aparecer?a en el primer n?mero de una nueva pu blicaci?n, Tricontinentalj, en el verano de 1967. Pero su contenido era

tan importante que deb?a darse inmediatamente al conocimiento de las "fuerzas progresistas". As? se hizo; el llamamiento45 apareci? tanto en

Cuba como en otros pa?ses,46 y proclama los puntos siguientes: 41 Le Monde, mayo 30, 1967. 42 Carta de Venezuela (Caracas), N?m. 135, agosto 28, 1967. Ahora los siguen

los dem?s pa?ses de Europa oriental. As?, por ejemplo, Hungr?a ha concedido ?ltima

mente a Argentina, Brasil y Chile cr?ditos comerciales por valor de 30, 45, y 5 mi

llones de d?lares. 43 En su discurso de marzo 13, 1967. Castro se?al? el hecho de que exactamente

en la fecha de las negociaciones sovi?tico-colombianas en Bogot?, fue detenido todo

el equipo dirigente del pg de Colombia con el secretario general Gilberto Vieira a la

cabeza, y ocupada la oficina de la tass en Bogot?. Pero tambi?n se reprueban me

didas de ayuda para un pa?s como Uruguay, que se manifiesta muy poco anticubano,

porque con ello se frena y detiene la crisis econ?mica de ese pa?s, de la que espera consecuencias pol?ticas la extrema izquierda.

44 Mauricio Gatti, "La organizaci?n de la solidaridad", Marcha, N?m. 1334, di

ciembre 16, 1966. 45 "Crear dos, tres... muchos Vietnams, es la consigna." 46 V?ase Granma, abril 17, 1967, posteriormente tambi?n publicado como folleto

en La Habana y difundido en toda Am?rica Latina por diversas publicaciones fide

listas. El llamamiento de Guevara fue pasado en silencio por la urss, asi como

tambi?n por la mayor?a de los Partidos Comunistas de Am?rica Latina. Que no

sotros sepamos, solamente el ?rgano del partido uruguayo trajo el texto completo inmediatamente despu?s de su publicaci?n en Cuba (cf. El Popular, Montevideo,

abril 17 y 18, 1967).

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Roberto F. Lamberg FI VIII-3

No existe alternativa alguna a la lucha armada. El enemigo debe ser provocado en todas partes ?s?lo as? se convierte en rea

lidad la liberaci?n nacional. El cisma entre Mosc? y Pek?n es condenable porque dificulta

la ayuda a Vietnam, por la que debe correrse incluso el riesgo de una guerra nuclear.

Asia y el Medio Oriente constituyen importantes centros revo

lucionarios; ?frica, por el contrario, es menos importante; en Am? rica Latina est?n dadas en todas partes las condiciones revolucio narias. Actualmente son focos revolucionarios Venezuela, Guate

mala, Colombia, Bolivia y Brasil. Se hace ineludible coordinar la lucha en Am?rica Latina. De

ben lanzarse a la lucha ej?rcitos proletarios internacionales. En Am?rica Latina deben crearse "dos, tres Vietnams".

Hemos tenido noticias de tan s?lo una r?plica p?blica desde el cam

po sovi?tico a este llamamiento que ya en su estilo revela una nota

nihilista-rom?ntica; el discutido escritor checo Stanislav Bud?n acus? al autor del llamamiento de "aventurerismo" y "romanticismo" y de imitar a Bakunin y los anarquistas.47 A continuaci?n, incluso el Ministro de la Defensa, Ra?l Castro, consider? necesario replicar con energ?a al cam

po sovi?tico 48

IV

Unas cuantas semanas antes de la publicaci?n del llamamiento de Gue vara, en marzo de 1967, la prensa mundial inform? sobre acciones gue rrilleras espor?dicas en el sureste de Bolivia, en las proximidades de la zona fronteriza con Bolivia y Paraguay. Los acontecimientos en Boli via pasaron r?pidamente al primer plano del inter?s general. Pero no tanto por los ?xitos de la guerrilla o por otras razones pol?tico-militares, sino sobre todo porque el 20 de abril de 1967 cay? en manos de las autoridades bolivianas en la zona guerrillera Jules R?gis Debray, el autor de aquellas tesis guerrilleras que precisamente en ese momento eran discutidas ampliamente en los c?rculos latinoamericanos de extrema iz quierda. En buena parte debido al eco mundial que despert? la deten ci?n del amigo franc?s de Castro 49

y posteriormente tambi?n por los rumores de que el mismo Ernesto Guevara organizaba la guerrilla,50 los

47 Stanislav Bud?n, "Dva, t?i... dal?? Vietnamy?", Reporter (Praga), N?m. 10, 1967. (La revista Report?r es el ?rgano de la Asociaci?n Checoslovaca de Periodistas.)

El art?culo de Bud?n fue reproducido en Marcha (N?m. 1363, julio 28, 1967). 48 V?ase Grartma, julio 30, 1967, as? como Report?r, N?m. 18, 1967. 49 El peri?dico del pg boliviano El Pueblo (agosto 15, 1967) llamaba, por cierto, a Debray un "diletante". Es interesante el hecho de que en la patria de Debray, en Francia, los defensores de Debray se reclutaban de entre las filas de la derecha, los degolistas y los liberales de izquierda, pero en mucho menor grado del pcf.

50 Estos rumores encontraron su confirmaci?n muy pronto, primero por deser tores y luego por las declaraciones tomadas al mismo Debray. Posteriormente, sobre

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ene-mar 68 La l?nea castrista 291

c?rculos interesados se ocuparon de la lucha que se estaba desarrollando en Bolivia y principalmente con las circunstancias de la formaci?n de este nuevo centro guerrillero de una manera mucho m?s intensa de lo

que requer?an en realidad los resultados pr?cticos de los grupos que operaban en los distritos selv?ticos.

La Bolivia del general Ren? Barrientos, que fue elegido Presidente en 1966, dista mucho de ser una democracia ejemplar,51 lo cual no puede extra?ar en uno de los pa?ses m?s atrasado del subcontinente. Sin em

bargo, y prescindiendo de M?xico, fue en Bolivia donde se produjo, en

1952 la primera revoluci?n socialista de Am?rica Latina, dirigida por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr), que llev? a la nacio nalizaci?n de la industria minera y a una reforma agraria completa. (Problema distinto es que esta revoluci?n no haya podido subsanar m?s

profundamente la miseria econ?mica y el marasmo pol?tico.) Para Ba

rrientos, que desplaza al r?gimen del mnr despu?s de m?s de 12 a?os de duraci?n, pero que no suspendi? sus reformas b?sicas, deb?a de ser de una importancia decisiva la posici?n que adoptara la direcci?n del mnr

y del prin 52 respecto a la guerrilla de 1967.

Pues bien, adopt? una posici?n negativa. Cierto que el jefe del mnr, V?ctor Paz Estenssoro, expres? cautelosamente en el exilio peruano, su

simpat?a personal por los guerrilleros,53 y Juan Lech?n salud? desde el vecino Chile a los combatientes "por la liberaci?n de la patria",54 pero estas manifestaciones no pod?an tomarse m?s en serio que la declaraci?n emanada del c?rculo en torno a Barrientos, con fines pol?ticos internos, de que el mnr, el prin y el partido derechista de oposici?n Falange So cialista Boliviana (fsb) financiaban la guerrilla.65 Una vez que se revel? finalmente que, pese a algunas demostraciones perif?ricas de simpat?a, las manifestaciones estudiantiles del verano de 1967 y los graves desorden nes obreros que llegaron a la ocupaci?n militar de los distritos mineros de Huanun?, Catavi y Siglo Veinte,56 no se encontraban en relaci?n

todo despu?s de la muerte de Guevara (octubre 9, 1967), pudieron reconstruirse

hasta en sus detalles las circunstancias y el desarrollo de la guerrilla en Bolivia

?incluido el asesinato de Guevara?, especialmente con ayuda de las notas de Gue vara y las declaraciones e informes de Debray.

61 V?ase por ejemplo, la informaci?n del Dr. Mario V. Guzm?n Galarza, "Boli

via: Represi?n contra Uni?n de Mujeres", Bolet?n del Bur? Coordinador de la In ternacional Socialista en Am?rica Latina (Montevideo), N?m. 3, 1967. Particular

mente en el a?o guerrillero de 1967, se lleg? en Bolivia a muchas medidas represivas. i52 "Partido Revolucionario de la Izquierda Nacionailsta", partido del l?der mi

nero Juan Lech?n Oquendo, quien en un tiempo perteneci? al mnr. 53 El Popular, mayo 16, 1967; El Diario (La Paz), junio 16, 1967; de una entre

vista con la "Interpress" (Lima), agosto 2, 1967, parece inferirse que Paz Estenssoro

estaba poco informado sobre la guerrilla. (V?ase tambi?n ?ltimas Noticias, Caracas,

agosto 5, 1967.) 54 afp (La Paz), mayo 2, 1967. 55 Declaraci?n de la agrupaci?n de Barrientos "Movimiento Popular Cristiano",

marzo 28, 1967. 56 V?ase Le Monde, junio 9, 1967; afp (La Paz), junio 10, 12 y 20, 1967; Visi?n

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directa con la guerrilla selv?tica en el sureste del pa?s, se pudo formular un juicio sobre el nuevo centro de la insurrecci?n ?estallido guerrillero que en la lejana Europa hab?a sido considerado ya como "el intento revolucionario m?s serio en Am?rica Latina desde hace diez a?os".67

?Qui?n se hallaba en realidad detr?s de la nueva guerrilla? En todo caso, ninguno de los importantes grupos de oposici?n no comunistas

(mnr, prin, fs, Dem?cratas Cristianos). Aunque en abril de 1967 mani festaron su solidaridad ambos partidos comunistas de Bolivia y las dos fracciones rivales del Partido Obrero Revolucionario (por) trotzkista, que viv?a en la clandestinidad,58 esto ten?a muy poca importancia: el actual secretario general del pcb prosovi?tico, Jorge Kolle Cueto, ad miti? que no obstante toda la solidaridad, no hab?a habido ninguna "participaci?n organizadora" en la guerrilla "prematura", a la que ?l le reprochaba incluso desestimaci?n de factores nacionales bolivianos, tanto pol?ticos como sociales.59 De una manera m?s clara, y m?s rele vante para esta investigaci?n, se expres? Mario Monje, predecesor de Kolle como secretario general del pcb, en un informe dirigido al Comit? Central del Partido sobre sus negociaciones con el "Che" Guevara.60 Se dice ah? que Monje fue a ver a Guevara el 31 de diciembre de 1966 en ?ancahuaz?; ?ste le hab?a ofrecido la direcci?n pol?tica de la gue rrilla, pero con la condici?n de que la direcci?n pol?tica suministrada por el pcb se subordinara a su direcci?n militar. Monje no pudo llegar a un acuerdo sobre esto y suspendi? las negociaciones.

En tales circunstancias se estar? de acuerdo con el uruguayo Carlos M. Guti?rrez, por cierto persona de confianza de Castro, cuando de clar?:161

La guerrilla boliviana, por sus caracter?sticas de organizaci?n, por su alienaci?n de los partidos pol?ticos existentes, por la solidez de su mantenimiento y su efectividad... ha sido evidentemente estructurada dentro de la nueva teor?a insurreccional. Ya se puede decir que el "Che" Guevara ha intervenido directamente en esa

organizaci?n... es aquella misma estructuraci?n la que revela cu?l fue la misteriosa tarea de Guevara en los ?ltimos dos a?os... El plan pol?tico inmediato de la guerrilla es convertirse en un irrita tivo, no s?lo para el gobierno, sino para el sistema de seguridad interamericano... Pero el hecho m?s significativo de la situaci?n

(M?xico), junio 23, 1967; afp-upi-ap (La Paz), junio 26, 1967; Frankfurter Allgemeine Zeitung (Frankfurt/M.), julio 7, 1967.

57 As? el experto franc?s conocedor del castrismo, Niedergang, en Le Monde, mayo 18, 1967.

58 Las declaraciones de simpat?a compiladas en La Ma?ana, mayo 19, 1967. 59 V?ase el peri?dico del pc, IJHumanit?, noviembre 15, 1967, reproducido en Le Monde, noviembre 16, 1967.

60 M. Monje, "Las divergencias del pc Boliviano con 'Che' Guevara", Punto Final, N?m. 49, febrero 27, 1968.

Carlos Mar?a Guti?rrez, "Bolivia: otra forma de guerrilla", Marcha, N?m. 1352, mayo 12, 1967.

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ene-mar 68 La l?nea castrista 293

boliviana... es la inexistencia de toda declaraci?n oficial, en cual

quiera de los partidos bolivianos, que reclame responsabilidad ?aunque fuera parcial? por la guerrilla, o afirme expl?citamente

que la integra...

Y tambi?n el fiscal en el proceso contra R?gis Debray parece haber tenido raz?n cuando afirmaba que Bolivia deb?a de proporcionar el cam

po de prueba para las doctrinas t?cticas del joven franc?s y un "segundo Vietnam'' de acuerdo con los deseos expresados demostrativamente por Guevara.62 De las partes del diario de Guevara accesibles a la opini?n p?blica y de las declaraciones de Debray se pudo saber que la operaci?n boliviana, preparada desde el verano de 1966, deb?a constituir solamente el punto de partida de un programa de acci?n mucho m?s amplio y a largo plazo, en el que estaban incluidos el Alto Per? (l?nea Ayacucho Puno), norte de Argentina y Paraguay,03 o sea un programa de car?cter internacional que preve?a una especie de "vietnamizaci?n" en el coraz?n de Am?rica del Sur.

Bajo tales signos, es casi incre?ble con qu? ligereza procedieron los

organizadores de las acciones (Guevara y los antiguos comunistas boli vianos Guido y Roberto Peredo Leigue). Prescindiremos aqu? de repetir las razones tantas veces mencionadas de por qu? ya no puede llegarse actualmente en Am?rica Latina a una segunda Cuba; razones que est?n

ligadas particularmente con el car?cter de la comunidad interamericana y con el desarrollo pol?tico y la pol?tica de seguridad del ?ltimo decenio.64 La guerrilla boliviana padeci? m?s bien de otras debilidades, algunas de ellas de muy graves consecuencias: las apreciaciones pol?ticas err? neas, sobre todo la desestimaci?n de los resultados revolucionarios de

1952, condujeron a juicios equivocados sobre la posici?n de los campesi nos y mineros y sobre las cualidades de los militares bolivianos.05 Varias

apreciaciones t?cnicas err?neas y traiciones condujeron, ya en los prime ros meses, a reveses militares y sobre todo al descubrimiento, contra

todos los planes, de la guerrilla; con ello hubo de modificar los planes t?cticos e incluso estrat?gicos.06 Tambi?n la elecci?n de la zona de ope raciones fue equivocada,67 como se?ala Debray, as? como la incorpora ci?n de extranjeros (cubanos y otros latinoamericanos) no conocedores de la lengua en una zona predominantemente ind?gena. A ello puede agregarse finalmente que ?prescindiendo, para mayor simplificaci?n, de

?2 AFP (Camiri/Bolivia), octubre 11, 1967. 63 Marcel Niedergang, "L'?pilogue du proc?s de Camiri", Le Monde, noviembre

19 y 20, 1967. 64 As? caracteriz? tambi?n en La Habana el dirigente guerrillero venezolano Prada

las acciones bolivianas (Guit?rrez, "El cisma... Ill", op. cit.). 65 V?ase al respecto tambi?n L'Humanit?, novimebre 17, 1967. 66 As?, la presencia de Guevara en Bolivia y la existencia de la base guerrillera

de ?ancahuaz? fueron dadas a conocer prematuramente a las autoridades. Cf. partes del Diario del Che, citadas por AFP-AP-Reuter (Camiri), noviembre 14, 1967; entre vista a Debray en The Times (Londres), octubre 28, 1967.

67 Ibid.

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los militares como factor pol?tico?, en la Bolivia actual no pueden obtenerse resultados pol?ticos arraigados en la poblaci?n ind?gena (ya sean los de la oposici?n ?los mineros del mnr y prin y los campesinos de Paz Estenssoro? o los del r?gimen dominante, tales como el cam

pesinado de Barrientos en Cochabamba); sin estos grupos, se est? aislado. Por otra parte, en los distritos selv?ticos no pueden establecerse tales relaciones aun cuando quisiera hacerse. Adem?s, en la medida en que los guerrilleros renunciaban a la ayuda directa del aparato comunista

y trotzkista, renunciaban tambi?n al ?ltimo apoyo organizador. Siguien do las reglas de Debray y de Guevara (como lo asegur? el primero, Gue vara se mostr? de acuerdo con la mayor parte de los postulados de De

bray), este ?ltimo factor no tardar?a en tener efectos negativos en otros

pa?ses del subcontinente. Es necesario formular una pregunta concreta que se refiere a un

punto fundamental: ?Cu?l es la magnitud de la guerrilla latinoameri cana? He aqu? algunas estimaciones de fuentes predominantemente oficiales:

En Bolivia, la guerrilla estaba compuesta de 50 hombres, entre los

que predominaban intelectuales, bohemios, revolucionarios profesiona les y cerca de una docena de comunistas bolivianos. A fines de 1966 las tropas guerrilleras sumar?an 36 hombres (entre ellos 18 bolivianos);

Guevara calculaba su unidad en 44 hombres en agosto de 1967, oficial mente se les calculaba entre 50 y 60, Debray hablaba en oto?o de 1967 de 85-90 guerrilleros.08 Desde febrero de 1968 no existen ya combatientes guerrilleros en Bolivia. En Colombia se calculaba el n?mero de guerri lleros en un total de 300 hombres, en Venezuela hab?an descendido de unos 400 a 40 hombres, y en Guatemala eran todav?a entre 200 y 400 hombres.69 Seg?n c?lculos norteamericanos en el verano de 1967

70 no hab?an habido m?s de 750 guerrilleros entre el r?o Bravo y La Plata. Probablemente esta estimaci?n era demasiado baja. Pero aun si existie sen diez o veinte veces m?s grupos de combatientes castristas en los veinte pa?ses del subcontinente, no podr?an representar, en las actuales condi ciones pol?tico-sociales y militares, m?s que un "grupo de presi?n" que har?a sentir su presencia s?lo espor?dicamente. De esta situaci?n no puede exceptuarse desde 1959 un solo caso (porque Santo Domingo fue un levantamiento popular democr?tico, no un experimento aislado pro totalitario de Fidel Castro).

?8 Le Nouvel Observateur (Par?s), julio 26, 1967 (declaraci?n de Francois Mas p?ro); Santiago Pena, "Juicio a Debray", Marcha, N?m. 1373, octubre 7, 1967; general Ovando Cand?a seg?n Le Monde, octubre 12, 1967; ap-afp-Reuter (Camiri), noviem bre 14, 1967.

?9 afp (Bogot?), julio 12, 1967; International Herald Tribune (Par?s), agosto 14, 1967; Ministro de Relaciones Interiores Leandro Mora, seg?n Carta de Venezuela,

N?m. 156 (enero 1968). 70 International Herald Tribune, agosto 14, 1967.

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ene-mar 68 La l?nea castrista 295

V

Las escaramuzas previas a la conferencia de la Organizaci?n Latinoame ricana de Solidaridad, que hab?a sido organizada en enero de 1966 en la Conferencia Tricontinental, comenzaron en marzo de 1967 cuanto el secretario general del partido comunista uruguayo, Rodney Arismendi,

amigo personal de Castro y a la saz?n vocero principal de Mosc? en Am?rica Latina, inici? un viaje que lo llev? a la Uni?n Sovi?tica, Roma

y La Habana. Algunas detalladas declaraciones de Arismendi que fue ron publicadas en los meses posteriores a su regreso, son testimonio de la l?nea "media'' que el partido comunista uruguayo quer?a imponer en Am?rica Latina ?o por lo menos en el Cono Sur?, probablemente a instancias de Mosc?.71 Pero estos intentos fracasaron al chocar con la

intransigencia de los cubanos. Esto pod?a verse, por ejemplo, en el infructuoso viaje de Kosiguin

a La Habana, quien, seg?n el vicepresidente norteamericano Humphrey, hab?a sido requerido por el presidente Johnson para intervenir con Cas tro en sentido moderador. Pero el "esp?ritu de Glassboro" no prendi? en Cuba. S?lo as? puede interpretarse la declaraci?n de Ra?l Castro de que las relaciones cubano-sovi?ticas ?nicamente pod?an desarrollarse "sobre la base de absoluta independencia".72 Tampoco se sabe a ciencia cierta si los ataques lanzados nuevamente en esa ?poca contra Belgrado, que hab?a sido acusada de una pol?tica de "traici?n y oportunismo", se dirig?an exclusivamente a Yugoslavia y su rudimentario liberalismo econ?mico.73

Poco antes de la convocaci?n a la conferencia de las olas, llegaron las esperadas advertencias de Mosc?. En la revista de los partidos co

munistas, Revista Internacional, el secretario del partido comunista chi

leno, Luis Corval?n, se expres? m?s abiertamente sobre las divergencias.74 Polemiz? contra la subestimaci?n de las condiciones revolucionarias

objetivas, contra las formas "unilaterales" de lucha, contra un "estilo de

pensamiento del mismo tipo" (como pensaba hacer prevalecer Castro en la conferencia de las olas). Frente a ello, abogaba por el "frente

popular" en la medida en que ?ste fuere posible, y recomendaba a los

71 V?ase al respecto el Discurso de Rodney Arismendi con motivo del 97 Aniver

sario del natalicio de Lenin (El Popular, abril 28, 1967), sus consideraciones sobre

las tareas del partido comunista ("La Izquierda Uruguaya Ante la Hora de Am?rica

Latina", Ibid., junio 9, 1967. Revista de los Viernes), y la "Declaraci?n conjunta de los Partidos comunistas de Chile y Uruguay" (ibid., mayo 30, 1967), en la que fue reafirmada la "unidad", fueron declaradas apropiadas ambas formas de lucha

de acuerdo con las condiciones locales y se abog? por un entendimiento mutuo entre

el "proletariado" (= los partidos comunistas) y las "otras corrientes antimperialis tas*' (? fidelistas).

72 International Herald Tribune, julio 28, 1967; afp (La Habana), julio 25, 1967. 73 Granma, julio 22, 1967; afp (La Habana) julio 24, 1967. 74 Num. 6 1967. Significativamente, la pol?mica de Corval?n fue reproducida en

Pravda, de Mosc? un d?a antes de la inauguraci?n de la Conferencia de la olas, el

30 de julio de 1967.

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cubanos que dejaran a las respectivas fuerzas locales las iniciativas revo lucionarias y la elecci?n de los medios de lucha. Lo m?s importante era el "entendimiento entre los revolucionarios provenientes del proleta riado y los revolucionarios provenientes de la peque?a burgues?a", aunque

... la corriente revolucionaria que emerge de la peque?a bur

gues?a suele subestimar al proletariado y a los partidos comunistas, es m?s permeable al nacionalismo, al aventurerismo, al terrorismo

y a veces incurre en actitudes anticomunistas y antisovi?ticas.

Esta advertencia fue complementada en el mismo n?mero de la revista citada por los funcionarios comunistas latinoamericanos Waldo At?as y Jos? Manuel Fortuny, con la indicaci?n de que la olas deb?a dar "su aporte a la superaci?n de las divergencias en el movimiento revolucionario de Am?rica Latina", porque

.. .en la b?squeda indispensable de la unidad de las diferentes fuerzas antimperialistas y democr?ticas, la debilidad mayor consis tir?a en querer dejar de lado a los comunistas.

VI

Bajo la direcci?n de Hayd?e Santamar?a, miembro del Comit? Central del pc cubano y secretaria general del Comit? Organizador de la olas

encargado de los preparativos para la conferencia, se hab?a enviado a 197 grupos "progresistas" de Am?rica Latina cuestionarios detallados

que, reunidos en 14 vol?menes, formaban parte de los documentos de trabajo y de organizaci?n de la agrupaci?n de solidaridad. El traba jo m?s importante del Comit? Organizador compuesto por delegados de Cuba, Brasil, Colombia, Guayana, Guatemala, M?xico, Per?, Uruguay y Venezuela fue la organizaci?n y ratificaci?n de los comit?s nacionales de la olas, o sea aquellas agrupaciones cuyos representantes participar?an en la conferencia.75 Que esta tarea era dif?cil e importante es evidente despu?s de todo lo se?alado. En la opini?n p?blica latinoamericana se sab?a hasta principios de 1967 solamente de la existencia de dos comit?s nacionales de la olas ?el chileno y el uruguayo?, y en ambos se re flejaba la oposici?n entre comunistas y castristas: en el comit? chileno entre el Partido Socialista y el Partido Comunista de Chile (otros gru pos no fueron incluidos en el comit?), en el comit? uruguayo, en el que Rodney Arismendi llevaba la direcci?n, entre comunistas y los re presentantes del min?sculo Partido Socialista y otros peque?os grupos castristas, aceptados tan s?lo despu?s de largas luchas internas70 Pero estos dos comit?s parec?an ser tambi?n los m?s problem?ticos; en los

75 Carlos Mar?a Guti?rrez: "Los oleajes de la olas", Marcha, N?m. 1344, marzo 10, 1967.

76 Sobre las discusiones en Montevideo v?ase Guti?rrez (nota 75), as? como, del mismo autor, "olas, dos l?neas, una acci?n com?n", Marcha, N?m. 1364, agosto 5, 1967.

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ene?mar 68 LA l?nea castrista 297 dem?s comit?s nacionales se presentaba en esta ocasi?n ?en contraste con la Conferencia Tricontinental de 1966? una s?lida mayor?a a favor del castrismo. Esto se obtuvo entre otras causas debido a la exclusi?n o no invitaci?n de ciertas organizaciones "progresistas". Para esto, se trataba no solamente de agrupaciones trotzkistas y prochinas, que tam

poco hab?an estado presentes en 1966, y que, por lo dem?s, tienen pocas objeciones que hacer a la posici?n ultra-fidelista. Se trataba m?s bien de organizaciones relativamente tan importantes como los Partidos Co munistas de Venezuela, Brasil y Argentina.77 Pero aun as?, hubo algunas incongruencias. De otra manera no puede explicarse que de Bolivia no hayan participado representantes de la guerrilla, sino enviados del Partido Comunista prosovi?tico, que desde luego votaron varias veces contra las proposiciones de los cubanos.78

En la conferencia, que se reuni? por primera vez la noche del 31 de julio de 1967 bajo la direcci?n de la presidente Santamar?a 79

pronto cundieron tan graves divergencias que la sesi?n tuvo que ser prolongada por dos d?as m?s (concluy? el 10 de agosto), hasta que fueron tratadas todas las resoluciones. Como los trabajos de la conferencia se desarro llaron en cuatro comisiones cerradas y las discusiones eran secretas, la

opini?n p?blica solamente se enter? de fragmentos de las divergencias.80 Se provocaron reacciones del p?blico mediante las intervenciones de los invitados de Vietnam y del "delegado honorario" norteamericano Stokely

Carmichael, la presentaci?n de supuestos "agentes de la c?a", la infor maci?n sobre un avi?n colombiano secuestrado y aterrizado en La Ha

bana, etc. El hecho de que las m?s delicadas del total de 50 resolu ciones votadas por la conferencia fuesen en parte diferentes de los pos tulados sovi?ticos debe atribuirse principalmente a la habilidad media dora de Arismendi y de la delegaci?n chilena. No obstante, la confe rencia de la olas constituy? una clara derrota para el comunismo orto doxo. En las resoluciones principales

se aprobaron las tesis militares y pol?tico-estrat?gicas de Debray (y ?como gesto prosovi?tico? se mencion? de paso la "v?a pac? fica" como subordinada a la lucha armada);

77 V?ase al respecto, entre otros, Carlos N??ez: "La hora de las definiciones",

Marcha, N?m. 1363, julio 28, 1967; Reuter (La Habana), julio 19, 1967; afp (Cara

cas), julio 20, 1967. 78 Marcel Niedergang: "Une d?claration de M. Fidel Castro", Le Monde, agosto

23, 1967. 79 El presidente honorario fue el ausente Ernesto Guevara, Vicepresidentes los

jefes de delegaciones de Uruguay (Rodney Arismendi, pg de Uruguay), Venezuela

(Francisco Prada ?faln, castrista), Guatemala (Nestor Valle ?far, castrista) y de la

Rep?blica Dominicana (Gerardo S?nchez ?Movimiento Revolucionario 14 de Junio

[mr-14J], castrista). V?ase al respecto, Guti?rrez: "olas ?dos l?neas", op. cit. 80 ?o obstante, periodistas bien conectados pudieron obtener una buena visi?n;

v?ase por ejemplo los informes de Marcel Niedergang en Le Monde, 2, 3, 5, 8, 9, 10, 11 y 12 de agosto de 1967; Guti?rrez, op. cit. (Nota 79), as? como, del mismo,

"olas: Nace una Internacional", Marcha, N?m. 1365, agosto 11, 1967.

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se ratific? que los cubanos eran la vanguardia de los movimien tos de liberaci?n de Am?rica Latina; se conden? a los comunistas venezolanos; se reprobaron las t?cticas pol?ticas de "ciertos pa?ses socialistas"

en Am?rica Latina (con quince votos a favor y tres en contra

[Uruguay, El Salvador, Bolivia] y nueve abstenciones).

Hubiera podido considerarse como un punto a favor de los comu nistas el hecho de que la resoluci?n dirigida contra la pol?tica sovi?tica no fuese publicada, si Castro no hubiese repetido en un discurso final sus acusaciones contra la Uni?n Sovi?tcia, el pc venezolano y todos los

"partidos hermanos" latinoamericanos, aquella "mafia de los seudorrevo lucionarios" que trata de introducir una cu?a entre Cuba y el campo socialista. La conferencia termin? as? con la perspectiva, no precisamen te agradable para la urss, de volver a reunirse en dos a?os. Entre las conferencias, un comit? permanente de tendencia castrista y compuesto de nueve miembros, coordinar? la actividad de los comit?s nacionales de la olas, es decir, los vigilar? pol?ticamente.

VII

El proceso de diferenciaci?n en las filas de los radicales de izquierda en Am?rica Latina ha recibido indudablemente un impulso adicional con la conferencia de la olas. Desde la conclusi?n de la conferencia van en aumento en la Europa oriental y en los partidos comunistas, sobre todo de Am?rica Latina, los an?lisis pol?micos de la conferencia de la olas y de la ideolog?a del castrismo en general. Ya durante las sesiones de la olas los comunistas franceses hab?an polemizado contra los "grupos fraccionarios de izquierda" con "posici?n anticomunista y antisovi?tica" ah? representados.81 Posteriormente, casi todo partido comunista de cier ta importancia tom? una posici?n cr?tica hacia la conferencia de la olas,

m?s tarde difundida en las publicaciones partidarias ?desde el Rinascita italiano hasta La Voz de M?xico?2 Los trabajos de Debray y el llama

miento de Guevara, debido a su fuerza de atracci?n e importancia, fue ron objeto de discusiones particularmente cr?ticas, a las que frecuente

mente no les faltaba una nota pol?mica.83 Entre las cr?ticas m?s detalladas est?n los trabajos de los altos dirigentes comunistas Rodolfo Ghioldi (Argentina) y Gerardo Unzueta (M?xico), cuyos trabajos fueron publi cados por los m?s diversos ?rganos comunistas.84 Esta campa?a al

81 V?ase L'Humanit?, agosto 4, 1967; el ataque fue retrasmitido por Radio Mosc? el 8 de agosto de 1967.

82 V?ase por ejemplo, Libertad (San Jos?, C. R.), agosto 12 y 19, 1967; Rinascita

(Roma-Mil?n), agosto 25, 1967; Voz Operar?a (R?o de Janeiro), agosto 31, 1967; La Voz de M?xico, septiembre 17, 1967.

83 As?, por ejemplo, Giorgio Amendola, alto funcionario del pc italiano, tild? de "estrategia de caf?" el llamamiento "Vietnam" de Guevara (Carlos Quijano en

Marcha, N?m. 1377, noviembre 3, 1967). S? El escrito de Ghioldi "No puede haber una revoluci?n en la revoluci?n" fue

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canz? su climax en los meses de oto?o de 1967, en la ?poca de las festi vidades por motivo del cincuentenario de la existencia del poder sovi? tico. En el Pravda moscovita, el ya mencionado Ghioldi public? un art?culo al respecto,85 dos d?as m?s tarde tambi?n lo hizo el secretario

general del Partido Comunista chileno, Luis Corval?n, y en la revista internacional de los partidos comunistas 86 lo hicieron funcionarios co

munistas de Brasil y Centro Am?rica. Parece ser que estos avances pe riod?sticos, que prosiguieron al comenzar el siguiente a?o, fueron tambi?n una reacci?n a las relaciones cada vez peores entre La Habana y Mosc?.

Los puntos de controversia entre Cuba y la Europa oriental comu

nista, a la que Castro est? atado econ?micamente, son en los ?ltimos a?os ?como ya se mencion?? principalmente la pol?tica latinoamericana de los pa?ses del bloque sovi?tico y su l?nea de pol?tica mundial global edificada sobre el relativo principio de la coexistencia, as? como la po l?tica econ?mica reformista que se va abriendo paso en Europa oriental

y que Castro, no obstante toda la dependencia, no quiere seguir.87 Tal

parece que Mosc? ha tratado ?ltimamente en diversas ocasiones de ejer cer presi?n econ?mica sobre La Habana para asegurar la efectividad de la ayuda econ?mica suministrada a Cuba y del sistema econ?mico cubano en s?, as? como frenar las iniciativas pol?ticas caprichosas de Castro y hacerlo m?s d?cil a los medios y objetivos de la pol?tica exterior de la

urss.88 La actitud provocadora de La Habana con motivo de las festi

vidades conmemorativas de noviembre de 1967 en Mosc?89 y la negativa del Partido Comunista cubano de participar en la reuni?n de Budapest

(febrero-marzo de 1968) caracterizan la profundidad y el dramatismo

de las contradicciones cubano-sovi?ticas. Con el juicio entablado hace

poco tiempo en La Habana contra una "microfracoon" prosovi?tica, comunista ortodoxa, y dispuesta a la coexistencia, dirigida por An?bal

Escalante, proceso que llevaba claramente rasgos antisovi?ticos, pudo Castro poner en evidencia su intransigencia en cuestiones de pol?tica tanto exterior como interior.^0 Dio a entender inequ?vocamente que, no

publicado por la revista Documentos Pol?ticos del pc venezolano (N?m. 8, enero 31,

1968); por otra parte, las tesis de Unzueta fueron publicadas, entre otros, en el pe ri?dico del pg chileno El Siglo (enero 21 y 28 y febrero 4, 1968).

&5 octubre 25, 1967; exactamente una semana antes apareci? en el mismo pe ri?dico un art?culo necrol?gico sobre Guevara.

86 N?m. 10, 1967. s7 Para la relaci?n econ?mica Cuba-Europa Oriental, v?ase m?s extensamente

un trabajo del autor en Neue Z?rcher Zeitung, marzo 2 y 6, 1968. V?ase tambi?n

Punto Final, N?m. 50 (marzo 12, 1968). 88 Es significativo que ?ltimamente Castro se ha ocupado m?s por la nacional

comunista Rumania y los pa?ses "duros", alejados de la coexistencia, Corea del Norte

y Vietnam del Norte. 89 El env?o de una delegaci?n de segundo orden desde el punto de vista protocola

rio, dirigida por el Ministro de Sanidad Jos? Ram?n Machado, quien no pudo o no

quiso pronunciar un discurso ante la asamblea, y el regreso anticipado de ?sta a Cuba.

90 V?ase el informe del ce del pg de Cuba y la acusaci?n contra Escalante y camaradas en Granma (Weekly Review), N?ms. 5 y 6, 1968. La actitud de Europa

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3?? Roberto F. Lamberg FI VIII-3

obstante toda la dependencia econ?mica, no est? dispuesto a subordinarse a los deseos de pol?tica continental y de pol?tica de bloque de Mosc? y sus aliados. Sus medidas econ?micas internas, llevadas a cabo en el mo

mento de escribir el presente estudio, destinadas a eliminar los ?ltimos restos de econom?a privada, demuestran adem?s que Castro tambi?n en el terreno de la econom?a no piensa abandonar su camino "econ?mico stalinista".

Todo esto agudiza el proceso de diferenciaci?n entre castrismo y co munismo en su campo propio de acci?n: Am?rica Latina. Se dice que los partidos comunistas del Hemisferio hab?an aprobado ya en el verano de 1967 la convocaci?n de una conferencia de partidos, para enfrentarse al reto de Castro y revisar la l?nea pol?tica.01 En Colombia surgi? una

guerra de propaganda, en cuyo transcurso la organizaci?n castrista fln/ eln amenaz? a los "traidores" en torno a Gilberto Vieira, jefe del Partido Comunista con la aplicaci?n de la "justicia revolucionaria" y que fue denunciado por Vieira en Pravda.m En Costa Rica, el Partido Vanguar dia Popular se lanz? contra la "exportaci?n de la revoluci?n" y el "culto a la violencia".93 Tambi?n en M?xico existen hondas divergencias entre los ortodoxos prosovi?ticos del pcm y las agrupaciones fidelistas mln y onar 94 En el clandestino Partido Comunista brasile?o, hubo una de

puraci?n, que abarc? al grupo del pcb encabezado por Carlos Marighella y Jovert Teles, que se hab?a identificado con los postulados de Castro y atacado a la direcci?n del pcb. Marighella mismo, hab?a participado en la conferencia de la olas en contra de la voluntad de la direcci?n del

partido 95 Estos no son m?s que ejemplos, ya que casi no existe pa?s del

continente en el que no se hayan dividido comunistas y castristas y no diriman en p?blico sus divergencias.

Desde luego, hay que tener precauci?n en los juicios, debido al corto

tiempo transcurrido; sin embargo, es posible hacer varias deducciones de los hechos y se?alar perspectivas basadas en un per?odo que, m?s que cualquier otra ?poca pasada, ha contribuido a la formaci?n m?s definida de la l?nea del castrismo.

Es dif?cil predecir c?mo se desarrollar? en un futuro pr?ximo la re laci?n entre Cuba, la Uni?n Sovi?tica y sus disciplinados partidarios la tinoamericanos, ya que esta relaci?n descansa no solamente en situaciones objetivas, tales como la dependencia econ?mica de La Habana respecto a Mosc? y las necesidades de la pol?tica latinoamericana de los sovi?

oriental, negativa al proceso, la ejemplifica Stanislav Bud?n: "Kub?nsk? mikro frakce". Reporter, N?m. 9, 1968.

91 afp (La Habana), agosto 5, 1967; Le Monde, agosto 23, 1967; Guti?rrez; "El cisma... II", op. cit. La ?ltima conferencia de este tipo se hab?a realizado en La

Habana a fines de 1964. 92 Pravda, noviembre 25, 1967. 9(3 Libertad, octubre 10, y noviembre 11, 1967. 94 V?ase, por ejemplo, La Voz de M?xico, septiembre 17, 1967; tanjug (M?xico),

septiembre 25, 1967. 95 ap (R?o de Janeiro), septiembre 23, 1967; L'Humanit?, octubre 30, 1967.

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ene-mar 68 La l?nea castrista

ticos, sino tambi?n en factores subjetivos como por ejemplo, las necesi dades de prestigio de l?der cubano. Es de suponerse, sin embargo, que la discordancia cubano-sovi?tica seguir? operando. Al mismo tiempo, de estas divergencias es muy poco probable que surjan juicios espect aculares definitivos, ya que la direcci?n sovi?tica sabe lo que est? en juego con Cuba, los partidos comunistas latinoamericanos necesitan del ejemplo cubano de una "revoluci?n socialista triunfante", y Castro dif?cilmente tendr? prop?sitos de suicidio pol?tico: sin la Uni?n Sovi?tica y sus alia dos europeos la Cuba actual no podr?a sobrevivir econ?micamente y en La Habana parece pensarse mucho menos de lo que ser?a realmente conveniente en un acercamiento a los Estados Unidos y los vecinos la tinoamericanos.

En lo que respecta al castrismo en el resto de Am?rica Latina hay que distinguir entre su aspecto proclamatorio y su aspecto activo: al cas trismo proclamatorio, que se manifiesta en la formaci?n de clubes y gru pos y su limitada influencia sobre los medios de difusi?n de masas (y que pueden tener ascendencia en los m?s peque?os c?rculos de intelec tuales, pero muy poco en los c?rculos obreros), no le son impuestos l?mi tes o tan solo l?mites imperceptibles en los pa?ses con sistemas pol?ticos democr?ticos. En los pa?ses cuyo dinamismo social es insuficiente, este castrismo proclamatorio puede tener un papel positivo como "grupo de

presi?n" movilizador, como ya ha sido muchas veces el caso en algunos pa?ses. Otra cosa sucede con el castrismo activo, el guerrillerismo:

Para el futuro de la guerrilla castrista latinoamericana valdr?n exac tamente los mismos juicios que ya fueron se?alados anteriormente en el an?lisis de los sucesos bolivianos de 1967. Expresan, en otras palabras, que la formaci?n de nuevos n?cleos guerrilleros dif?cilmente puede ser evitada, pero sus ?xitos habr?n de ser menores que antes, ya que los castristas, por su desarrollo en los ?ltimos tiempos, por ahora casi no

pueden contar con el apoyo de los partidos y aparatos comunistas ?por dudoso que ?ste haya sido hasta el momento?. A fin de cuentas, la gue rrilla latinoamericana no ha recibido refuerzo alguno, aun con la aplica ci?n de las tesis de Debray y de Guevara (independizaci?n de los n?cleos

militares, internacionalizaci?n de la lucha conservando el modelo cubano, etc.). Solamente una cosa puede mostrar hoy el castrismo como resul rado de los ?ltimos dos a?os: una l?nea ideol?gica m?s definida.

Marzo de 1968

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