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Conferencia Episcopal de Colombia San Juan María Vianney, presbítero Patrono de los párrocos “Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina” Santo Cura de Ars. La celebración de la Memoria Obligatoria del Santo Cura de Ars, (4 de agosto) será siempre para todo párroco, confesor y pastor, la oportunidad de contemplar a un sacerdote haciendo con su vida, entrega y servicio la voluntad de Dios, santificando al pueblo encomendado a su trabajo pastoral e iluminado con su testimonio de vida el corazón de los hombres. Lejos de reducir la figura de san Juan María Vianney a un ejemplo, aunque sea admirable de la espiritualidad católica del siglo XIX, es necesario, al contrario, percibir la fuerza profética, de suma actualidad, que distingue su personalidad humana y sacerdotal. En la Francia posrevolucionaria que experimentaba una especie de "dictadura del racionalismo", orientada a borrar la presencia misma de los sacerdotes y de la Iglesia en la sociedad, él vivió primero -en los años de su juventud- una heroica clandestinidad, recorriendo kilómetros durante la noche para participar en la santa misa. Luego, ya como sacerdote, se caracterizó por una singular y fecunda creatividad pastoral, capaz de mostrar que el racionalismo, entonces dominante, en realidad no podía satisfacer las auténticas necesidades del hombre…” Benedicto XVI, audiencia general, palacio pontificio de Castelgandolfo, Miércoles 5 de agosto de 2009. La Comisión Episcopal para los Ministerios Ordenados de la Conferencia Episcopal de Colombia, desea por este medio saludar a todos los párrocos, sacerdotes que ejercen su ministerio sacerdotal, en la cura pastoral de los fieles y unen sus oraciones por la santificación de quienes han sido ungidos con el don del sacerdocio ministerial. Que el Santo Cura de Ars, patrono del clero diocesano, sea nuestro valioso intercesor, para que todos los sacerdotes de Colombia, iluminados por la memoria de San Juan María Vianney, lleguen por su virtud y creatividad pastoral a auténticos caminos de santidad y señalen a muchos el camino que conduce a Dios. Se ha preparado un sencillo material, con fin de unir las plegarias de los sacerdotes y de los fieles, por la santificación de quienes han sido revestidos del sacramento del orden sacerdotal, esperamos sea de provecho para todos los sacerdotes de Colombia.

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Conferencia Episcopal de Colombia

San Juan María Vianney, presbítero

Patrono de los párrocos

“Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios,

es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia,

y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina”

Santo Cura de Ars.

La celebración de la Memoria Obligatoria del Santo

Cura de Ars, (4 de agosto) será siempre para todo

párroco, confesor y pastor, la oportunidad de

contemplar a un sacerdote haciendo con su vida,

entrega y servicio la voluntad de Dios, santificando al

pueblo encomendado a su trabajo pastoral e iluminado

con su testimonio de vida el corazón de los hombres.

“Lejos de reducir la figura de san Juan María Vianney

a un ejemplo, aunque sea admirable de la

espiritualidad católica del siglo XIX, es necesario, al

contrario, percibir la fuerza profética, de suma

actualidad, que distingue su personalidad humana y

sacerdotal. En la Francia posrevolucionaria que

experimentaba una especie de "dictadura del

racionalismo", orientada a borrar la presencia misma

de los sacerdotes y de la Iglesia en la sociedad, él

vivió primero -en los años de su juventud- una heroica

clandestinidad, recorriendo kilómetros durante la

noche para participar en la santa misa. Luego, ya

como sacerdote, se caracterizó por una singular y

fecunda creatividad pastoral, capaz de mostrar que el

racionalismo, entonces dominante, en realidad no

podía satisfacer las auténticas necesidades del hombre…” Benedicto XVI, audiencia general,

palacio pontificio de Castelgandolfo, Miércoles 5 de agosto de 2009.

La Comisión Episcopal para los Ministerios Ordenados de la Conferencia Episcopal de Colombia,

desea por este medio saludar a todos los párrocos, sacerdotes que ejercen su ministerio sacerdotal,

en la cura pastoral de los fieles y unen sus oraciones por la santificación de quienes han sido

ungidos con el don del sacerdocio ministerial. Que el Santo Cura de Ars, patrono del clero

diocesano, sea nuestro valioso intercesor, para que todos los sacerdotes de Colombia, iluminados

por la memoria de San Juan María Vianney, lleguen por su virtud y creatividad pastoral a auténticos

caminos de santidad y señalen a muchos el camino que conduce a Dios.

Se ha preparado un sencillo material, con fin de unir las plegarias de los sacerdotes y de los fieles,

por la santificación de quienes han sido revestidos del sacramento del orden sacerdotal, esperamos

sea de provecho para todos los sacerdotes de Colombia.

NOVENA A SAN JUAN MARÍA VIANNEY, EL CURA DE ARS

(La novena empieza el lunes 26 de julio y concluye con las vísperas del miércoles 3 de Agosto)

DÍA PRIMERO

Fe ardiente. San Juan María Vianney, tu naciste de una madre profundamente religiosa; de

ella recibiste la santa Fe, aprendiendo a amar a Dios y a rezar. Ya a temprana edad se te

pudo ver arrodillado delante de una estatua de María. Tu alma fue arrebatada de forma

sobrenatural hacia las cosas más elevadas. A pesar del alto costo respondiste a tu vocación.

Contra muchos obstáculos y contradicciones tuviste que luchar y sufrir para llegar a ser el

perfecto cura que fuiste. Pero tu espíritu de profunda fe, te sostuvo en todas estas batallas.

Oh gran santo, tú conoces el deseo de mi alma. Quisiera servir a Dios mejor. De El he

recibido muchas buenas cosas. Por esto, obtén para mi, más valor y especialmente una

profunda fe.

Muchos de mis pensamientos, palabras y acciones son inútiles para mi santificación y mi

salvación porque ese espíritu sobrenatural no impulsa mi vida. Ayúdame a ser mejor.

Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y

especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro,

Avemaría y Gloria.

DÍA SEGUNDO

Completa confianza en Dios. San Juan María Vianney, ¡cuánta confianza tenía la gente en

tus oraciones! No podías abandonar tu humilde iglesia sin verte rodeado por almas

implorantes, que recurrían a ti al igual que hicieron al mismo Jesús durante su vida terrenal.

Y tú, oh buen santo, les dabas esperanza con tus palabras que estaban llenas de amor para

Dios.

Tú, que siempre confiabas enteramente en el corazón de Dios, obtén para mí una confianza

filial y profunda en su Providencia. Así como la esperanza de bienes divinos llena mi

corazón, dame valor y ayúdame a obedecer siempre los mandamientos de Dios.

Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y

especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro,

Avemaría y Gloria.

DÍA TERCERO

Amor verdadero al prójimo. San Juan María Vianney, por causa de tu amor a Dios

mostraste una gran caridad hacia tu prójimo. No podías predicar el amor de Dios sin

derramar lágrimas de amor. Durante tus últimos años parecía como si no pudieras hablar

acerca de otra cosa o vivir para cualquier otra cosa. Así te sacrificaste a ti mismo por tu

prójimo mediante el consuelo, la absolución y santificándoles hasta el límite de tus fuerzas.

Tu caridad me inspira a un mayor amor a Dios, un amor que se muestra más por los hechos

que por las palabras. Ayúdame a amar a mi prójimo con igual generosidad, como Cristo los

ama.

Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y

especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro,

Avemaría y Gloria.

DÍA CUARTO

Rechazo al pecado. San Juan María Vianney, tú fuiste tan inflexible contra el pecado, y sin

embargo, tan amable y dispuesto a acoger al pecador. Acudo a ti hoy como si aún

estuvieras vivo, como si estuviera arrodillado ante tus pies y pudieras oírme. Inclínate hacia

mí, escucha al confidente arrepentido por las debilidades y acciones que me separan del

querer de Dios.

Cura del Señor, infatigable confesor, obtén para mí el rechazo al pecado. Tú quisiste sobre

todo que evitáramos la ocasión de pecar. Quiero tomar tu consejo y hacer la resolución de

romper con los malos hábitos y evitar las ocasiones peligrosas de pecar. Ayúdame hoy a

examinar mi corazón.

Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y

especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro,

Avemaría y Gloria.

DÍA QUINTO

Confesor de almas. Oh Santo Cura de Ars, tu sabías cuán importante era una buena

confesión para la vida cristiana. Para procurar felices frutos a millones de almas era por lo

que tú aceptabas estar en un incómodo confesionario, hasta 15 y 16 horas en ciertos días.

Voy a intentar a desarrollar el hábito de la confesión frecuente, a prepararme

adecuadamente cada vez y a tener siempre arrepentimiento de mis pecados, para que así la

gracia de la final perseverancia y también la santificación de mi alma sean aseguradas. Pide

por mí esta gracia.

Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y

especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro,

Avemaría y Gloria.

DÍA SEXTO

Presencia real. Oh Santo Cura de Ars, cuyo único consuelo en este mundo era la presencia

real de Jesús en el tabernáculo, ¿acaso no era tu gran felicidad distribuir la comunión a los

peregrinos que te visitaban? Tú negabas la comunión a las almas que se negaban a

reformarse, pero a las almas de buena voluntad les abrías de par en par las puertas de la

fiesta de la eucaristía.

Tú, que cada día en la Santa Misa recibías la Santa Comunión con gran amor, dame algo de

tu fervor. Libre de pecado mortal, obtén para mí un sincero deseo de beneficiarme al recibir

la Santa Comunión.

Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y

especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro,

Avemaría y Gloria.

DÍA SÉPTIMO

Ahuyentador del demonio. Oh Santo Cura de Ars, los infames ataques del demonio que

tuviste que sufrir y las pruebas que te desalentaban hasta la fatiga no te hicieron abandonar

la sublime tarea de convertir las almas. Durante muchos años el demonio vino a interrumpir

tu corto descanso, pero tú ganaste gracias a la mortificación y las oraciones.

Poderoso protector, tú conoces bien el deseo del tentador por dañar mi alma bautizada y

creyente. El quisiera verme pecar rechazando los Santos Sacramentos y la vida de virtud.

Buen santo de Ars ahuyenta de mi toda incidía del enemigo.

Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y

especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro,

Avemaría y Gloria.

DÍA OCTAVO

Pureza exquisita. Oh Santo Cura de Ars, de ti un testigo de tu vida dijo esta frase: "Le

hubiéramos tomado por un ángel en un cuerpo mortal".

Tú edificaste a tantos otros: la modestia y la exquisita pureza radiaban de tu cuerpo. Con

ese encanto y con ese entusiasmo predicaste a otros acerca de esas bellas virtudes que tu

decías se asemejaban al perfume de un viñedo en flor.

Por favor yo te imploro que unas tus súplicas a las de María, Madre de Dios y Madre

nuestra, para que siempre guarde, tal y como Dios me pide, la pureza de mi corazón. Tú,

que has dirigido a tantas almas hacia las alturas de la virtud, defiéndeme en las tentaciones

y obtén para mí la fortaleza para conquistarlas.

Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y

especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro,

Avemaría y Gloria.

DÍA NOVENO

Deseo de cielo. Oh Santo Cura de Ars, tus restos preciosos están guardados, incorruptos,

pero esta gloria terrena es sólo una pálida imagen de la gloria indescriptible que estas

disfrutando con Dios. Durante el tiempo que permaneciste en la tierra solías repetir en tus

horas de abatimiento: "ya descansaré en la otra vida". Ahora ya está hecho: ya estás en la

paz y felicidad eternas.

Deseo seguirte algún día. Pero hasta entonces te oigo diciéndome: "debes trabajar y luchar

mientras estés en el mundo". Enséñame entonces a trabajar por la salvación de mi alma, a

difundir la Buena Nueva, el buen ejemplo y a hacer el bien a los que me rodean y así poder

recibir la felicidad de los elegidos contigo.

Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mí durante esta novena y

especialmente por… (Mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro,

Avemaría y Gloria.

HORA SANTA EN LA FIESTA DEL SANTO CURA DE ARS

Para pedir por los sacerdotes

y por las vocaciones sacerdotales

EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

DE RODILLAS

El sacerdote revestido expone el Santísimo Sacramento y lo inciensa,

mientras se entona este canto

Pan transformado en el Cuerpo de Cristo

Vino transformado en la Sangre del Señor.

EUCARISTÍA MILAGRO DE AMOR

EUCARISTÍA PRESENCIA DEL SEÑOR. (2)

Cristo nos dice tomen y coman

este es mi cuerpo que ha sido entregado.

Cristo en persona nos viene a liberar

de nuestro egoísmo y la división fatal.

¡Oh gran invento de Cristo sabio y bueno

para alimentarnos con su Sangre y con su Cuerpo!

Con este Pan tenemos vida eterna

Cristo nos invita a la gran resurrección.

Este alimento renueva nuestras fuerzas

para caminar a la gran liberación.

Cuando comulgamos nos unimos al Señor,

formamos todos juntos la familia del amor.

En la familia de todos los cristianos

Cristo quiere unirnos en la paz y en el amor.

Palabra hecha pan que nutre la confianza

en la promesa de que Tú estás con nosotros.

Pan que nos da entusiasmo y valentía

para predicar tu Evangelio a todo el mundo.

Oración

Esta Oración solía recitarla San Juan María Vianney

Te amo, oh mi Dios.

Mi único deseo es amarte

hasta el último suspiro de mi vida.

Te amo, oh infinitamente amoroso Dios,

y prefiero morir amándote

que vivir un instante sin amarte.

Te amo, oh mi Dios,

y la única gracia que deseo es amarte eternamente.

Dios mío, si mi lengua no es capaz de decir

a cada momento que os ama,

quiero que mi corazón lo diga

tantas veces cuantas respiro.

Te amo, oh Divino Salvador,

porque has sido crucificado por mí,

y me tienes aquí crucificado contigo.

Dios mío, concédeme la gracia de morir

Amándote y sintiendo que te amo. Amén.

SENTADOS

MONITOR: Este 4 de agosto, cundo conmemoramos al Santo Cura de Ars, patrono de

todos los sacerdotes, oramos por la santificación de quienes dedican su vida a la cura de las

almas, con la predicación del evangelio, la celebración de los sacramentos, en especial el

sacramento de la reconciliación y el testimonio de vida en el seguimiento del Señor Jesús.

Hoy, en la fiesta de san Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, nos reunimos en torno a

Jesús Sacramentado para adorarle, para alabarle y para llamar a su Corazón que renueve la

vida de sus sacerdotes.

San Juan María tenía una fe muy grande en Jesús e invitaba a los fieles a visitar a Jesús

presente en el Sagrario: "Nuestro Señor está ahí escondido, -decía en una ocasión-

esperando que vayamos a visitarle y a pedirle. Él está ahí, en el sacramento de su amor; él

suspira e intercede sin cesar junto a su Padre por los pecadores. Está ahí para

consolarnos, de esta forma, debemos visitarle a menudo. Cuanto le agrada ese pequeño

rato que quitamos a nuestras ocupaciones o a nuestros caprichos para ir a rezarle, a

visitarle, a consolarle de todas las injurias que recibe. Cuando ve venir con prisa a las

almas puras.... ¡él les sonríe! ¡Y que felicidad experimentamos en la presencia de Dios,

cuando nos encontramos solos a sus pies, delante de los santos sagrarios!

Nosotros, en este acto de adoración Eucarística, acogemos estas palabras del Santo Cura de

Ars y renovamos nuestra fe en la presencia real de nuestro Señor Jesucristo, diciendo:

Señor, yo creo; pero aumenta mi fe.

R/. Señor, yo creo pero aumenta mi fe.

Creemos, Señor Jesús, que en la noche de la última cena instituiste el sacramento de

la Eucaristía convirtiendo el pan en tu Cuerpo y el vino en tu Sangre.

Creemos, Señor Jesús, que en la última cena confiaste a los apóstoles la renovación

del Sacrificio de tu Cuerpo y de tu Sangre para el perdón de los pecados.

Creemos, Señor Jesús, que cada vez que un sacerdote celebra la Santa Misa te haces

presente en el pan y el vino consagrados.

Creemos, Señor Jesús, que estás presente en el Sacramento de la Eucaristía.

Creemos, Señor Jesús, que te das a nosotros como alimento para la vida eterna en la

Sagrada Eucaristía.

Creemos, Señor Jesús, que vives y nos escuchas, que estás y que nos esperas en

cada Sagrario.

Creemos, Señor Jesús, que a pesar de que nuestros ojos no te ven y que somos

indignos de este don, tú estás presente en medio de nosotros.

DE RODILLAS

Entonemos ahora este canto donde confesamos nuestra fe en la presencia de Jesús.

Cantemos al Amor de los amores, cantemos al Señor. ¡Dios está aquí! Venid, adoradores;

adoremos a Cristo Redentor. ¡Gloria a Cristo Jesús! Cielos y tierra, bendecid al Señor.

¡Honor y gloria a ti, Rey de la gloria; amor por siempre a ti, Dios del amor!

SENTADOS

MONITOR: En una ocasión el santo Cura de Ars definió la oración como "la elevación de

nuestro corazón a Dios, una dulce conversación entre la criatura y su Creador". Con este

espíritu estamos aquí delante de Jesús Eucaristía. Hemos venido a orar, a elevar nuestro

corazón a Dios, a tener una dulce conversación con Nuestro Creador. Una oración que debe

ser expresión de nuestra fe, de nuestra confianza en Dios y que ha de ser presentada con

pureza de corazón. Decía el Santo Cura: “¡Cuántas veces venimos a la iglesia sin saber a

qué venimos ni qué queremos pedir! Sin embargo, cuando se va a casa de cualquiera, se

sabe muy bien por qué uno se dirige a ella. Los hay que parecen decirle a Dios: «Vengo a

decirte dos palabras para cumplir contigo...». Con frecuencia pienso que, cuando venimos

a adorar a nuestro Señor, conseguiríamos todo lo que quisiéramos, con tal de pedirle con

fe viva y un corazón puro".

Acogiendo esta enseñanza, digamos con fe y con un corazón puro:

R/. Señor, acepta nuestra oración.

Tú que dijiste: Pedid y recibiréis, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá:

Tú que enseñaste que si dos o más se reúnen en la tierra para pedir algo, el Padre del

Cielo lo concederá:

Tú que dijiste que todo lo que se pida con fe en la oración será concedido:

Tú que dijiste que todo el que pida el Espíritu Santo a Dios Padre le será dado:

Tú enseñaste que Dios Padre sabe cuáles son nuestras necesidades:

Tú que dijiste que hemos de orar en toda ocasión sin desanimarnos:

Tú que enseñaste a tus discípulos a orar dándoles la oración del padrenuestro:

Tú que oraste durante tu vida terrena, ante los grandes misterios de tu misión

redentora, que te entregaste a la voluntad del Padre en la pasión y en la muerte:

Tú que en tu oración intercediste por tus discípulos para que fuesen fieles:

Salmo

Entonemos ahora este salmo (140) donde pedimos que nuestra oración suba hasta el cielo y

sea agradable a Dios:

El alzar de mis manos, Señor,

suba a ti como ofrenda de la tarde,

y el clamor de mi humilde oración,

suba a ti como incienso en tu presencia.

Coloca, Señor, una guardia en mi boca,

un centinela en la puerta de mis labios,

y no dejes, Señor, que me incline

a la maldad de mi corazón.

Mis ojos, Señor, están vueltos a Ti,

en Ti me refugio, no me abandones,

guárdame del lazo que me han tendido,

líbrame de la trampa del malhechor.

ACCIÓN DE GRACIAS POR EL SACERDOCIO

MONITOR: Queremos que nuestra oración, que en esta tarde está centrada en pedir por

los sacerdotes, suba como incienso ante la presencia de Dios. Los sacerdotes son un

inmenso don no sólo para la Iglesia sino también para la humanidad entera –nos

recordaba el Papa Benedicto XVI en la carta que escribió a los sacerdotes con motivo del

Año Sacerdotal. El santo Cura de Ars se admiraba ante la grandeza del sacerdocio y llegaba

a decir que “si no tuviésemos el sacramento del orden sacerdotal, no tendríamos a Nuestro

Señor. ¿Quién le ha puesto ahí, es ese tabernáculo? El sacerdote. ¿Quién ha recibido el

alma en su entrada a la vida? El sacerdote. ¿Quién la alimenta para darle fuerza para

hacer su peregrinación de la vida? El sacerdote. ¿Quién la preparará a presentarse ante

Dios, lavando esta alma, por última vez, en la sangre de Jesucristo? El sacerdote. ¿Y si

esta alma va a morir por el pecado, quién la resucitará?, ¿quién le devolverá la calma y la

paz? Otra vez el sacerdote. No os podéis acordar de una buena obra de Dios, sin encontrar

al lado de este recuerdo a un sacerdote”. Como el Santo Cura de Ars, asombrémonos ante

el don del sacerdocio y demos gracias a Dios diciendo: Gracias, Señor, por tus sacerdotes.

R/. Gracias, Señor, por tus sacerdotes.

Te damos gracias, Señor, porque en la tarde del Jueves Santo instituiste el

sacramento del orden para seguir presente en tu Iglesia como Pastor, Maestro y

Pontífice de tu pueblo. R/. Gracias, Señor, por tus sacerdotes.

Te damos gracias, Señor, porque en tus sacerdotes sigues presente en medio de

nosotros predicando el amor de Dios, sus designios de salvación, y enseñando el

camino del cielo y de la felicidad cada vez que predican y nos exhortan. R/.

Gracias, Señor, por tus sacerdotes.

Te damos gracias, Señor, porque en tus sacerdotes sigues guiando a tu pueblo a

través de la historia cada vez que nos reúnen como miembros de tu Iglesia, cada vez

que nos libran de los falsos pastores y de los lobos que amenazan nuestra vida. R/.

Gracias, Señor, por tus sacerdotes.

Te damos gracias, Señor, porque en tus sacerdotes sigues santificando a tu pueblo

tendiendo un puente entre Dios Padre y nosotros cada vez que celebran los

sacramentos dándonos la gracia y el perdón de los pecados. R/. Gracias, Señor, por

tus sacerdotes.

Te damos gracias, Señor, porque en tus sacerdotes sigues curando enfermos,

denunciando el mal, haciendo el bien a los más pobres y necesitados, acogiendo a

los que la sociedad desprecia, defendiendo la vida desde su inicio hasta su fin

natural, potenciando la entrega a la obra del Reino, orando e intercediendo por los

pecadores y por el mundo entero. R/. Gracias, Señor, por tus sacerdotes.

Un breve momento de silencio

PETICIÓN POR LOS SACERDOTES

MONITOR: El don del sacerdocio es muy grande para la Iglesia, para el mundo y para los

mismos sacerdotes. El Papa Benedicto XVI nos recordaba que “el Cura de Ars era muy

humilde, pero consciente de ser, como sacerdote, un inmenso don para su gente. Hablaba

del sacerdocio como si no fuera posible llegar a percibir toda la grandeza del don y de la

tarea confiados a una criatura humana: ¡Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese

cuenta, moriría... Dios le obedece: pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo

al oír su voz y se encierra en una pequeña hostia...” Pero, a veces, los sacerdotes no son

totalmente conscientes de este gran don que es su vocación llevándoles a una vida

mediocre, monótona, desganada, sin hálito de santidad, poco evangélica e incluso

escandalosa para los mismos cristianos. Los mismos cambios sociales, los medios de

comunicación como también la actitud de muchas personas hacia la figura del sacerdote

pueden ser causa de que el primer ardor de la vocación y de aspirar a ser según el Corazón

de Cristo haya decaído.

Por eso se hace necesaria la oración por los sacerdotes. Nuestro Señor Jesucristo ya lo hizo

antes de entregarse a la Pasión durante la Última Cena. Escuchemos puestos en pie:

DE PIE

Del Evangelio según San Juan 17, 1-17

1. Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu

Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. 2. Y que según el poder que le has dado sobre toda

carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. 3. Esta es la vida eterna: que te

conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. 4. Yo te he

glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. 5. Ahora,

Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese.

6. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo.

Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. 7. Ahora ya saben que todo lo

que me has dado viene de ti; 8. porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y

ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que

tú me has enviado. 9. Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has

dado, porque son tuyos; 10. y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido

glorificado en ellos. 11. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo

voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como

nosotros. 12. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado.

He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se

cumpliera la Escritura. 13. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que

tengan en sí mismos mi alegría colmada. 14. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha

odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. 15. No te pido que los retires

del mundo, sino que los guardes del Maligno. 16. Ellos no son del mundo, como yo no soy

del mundo. 17. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad.

Breve reflexión

DE RODILLAS

Nosotros queremos continuar tu oración, Señor, y por eso te pedimos:

A todos los sacerdotes, dales pureza, Señor R/. Te rogamos, óyenos

Dales tu ciencia y tus virtudes, Señor R/. Te rogamos, óyenos

Dales paciencia, caridad, obediencia y benignidad, Señor R/. Te rogamos, óyenos

Dales amor al estudio y un intenso amor a la Eucaristía, Señor R/. Te rogamos,

óyenos Dales celo ardiente por las almas y fuego divino para que abrasen los corazones,

Señor R/. Te rogamos, óyenos

Dales humildad, talento y respeto a su dignidad, Señor R/. Te rogamos, óyenos

Dales delicadeza en observar las rúbricas y en cuidar la celebración de los

sacramentos, Señor R/. Te rogamos, óyenos

Dales grande sumisión al Santo Padre el Papa Francisco y a sus obispos, Señor R/.

Te rogamos, óyenos Dales rectitud y justicia, Señor R/. Te rogamos, óyenos

Dales un gran amor a María y a los santos, Señor R/. Te rogamos, óyenos

Dales el don de consejo, fortaleza en sus trabajos y un grande amor a la Cruz, Señor

R/. Te rogamos, óyenos Dales resignación en sus penas, caridad universal con las almas y generosidad,

Señor R/. Te rogamos, óyenos

Dales arrepentimiento de sus pecados, ansia de enmendar su vida, de ser sacerdotes

según tu Corazón y de alcanzar la santidad, Señor R/. Te rogamos, óyenos

Un breve momento de silencio

Y porque las funciones y ministerios que cada sacerdote ha de desempeñar en la Iglesia son

muchas, pidamos para que Dios los asista y ayude:

A nuestro Santo Padre, el Papa R/. Envuélvelo en tu gracia, Señor

A los Cardenales, Nuncios y legados del Papa R/. Envíales tu luz, Señor

A los Obispos, prelados y abades R/. Dales tus dones, Señor

A los sacerdotes de seminarios R/. Dales tu sabiduría, Señor

A los sacerdotes diocesanos R/. Nunca los dejes, Señor

A los sacerdotes religiosos R/. Hazlos perfectos, Señor

A los sacerdotes en los hospitales R/. Dales constancia, Señor

A los sacerdotes enfermos R/. Sánalos, Señor

A los sacerdotes pobres R/. Socórrelos, Señor

A los sacerdotes ancianos R/. Sostenlos, Señor

A los sacerdotes jóvenes R/. Impúlsalos a tu gloria, Señor

A los sacerdotes misioneros R/. Protégelos, Señor

A los sacerdotes predicadores R/. Ilumínalos, Señor

A los sacerdotes directores de almas R/. Instrúyelos, Señor

A los sacerdotes párrocos R/. Dales tino, Señor

De los sacerdotes vicarios R/. No te apartes, Señor

A los sacerdotes celosos R/. Ayúdalos, Señor

A los sacerdotes que desean amarte R/. Enciéndelos, Señor

A los sacerdotes tristes R/. Consuélalos, Señor

A los sacerdotes turbados R/. Dales paz, Señor

A los sacerdotes aislados R/. Acompáñalos, Señor

A los sacerdotes atados a lo terreno R/. Rompe sus cadenas, Señor

A los sacerdotes difuntos R/. Dales la gloria, Señor.

SENTADOS

Un breve momento de silencio

PETICIÓN POR LAS VOCACIONES

MONITOR: Convencidos con el Santo Cura de Ars que “tras Dios, ¡el sacerdote lo es

todo!” y que “si no tuviésemos el sacramento del orden sacerdotal, no tendríamos a

Nuestro Señor” acudimos a Jesús Sumo y Eterno Sacerdote para que dé a su Iglesia

muchos y santos sacerdotes.

DE RODILLAS

R/. Danos, Señor, muchos y santos sacerdotes.

Para que no deje de celebrarse la Santa Misa, para que tengamos siempre en

nuestros templos la Sagrada Eucaristía, para que no nos falte Jesús en la Comunión.

Para que haya intermediarios entre Dios y los hombres, abogados que nos defiendan

ante el Señor y padres que nos perdonen nuestros pecados.

Para que sean bautizados los niños, santificado el amor de los esposos y auxiliados

los que dejan este mundo.

Para que los niños aprendan la fe salvadora, para que los jóvenes reciban protección

y los adultos adquieran fortaleza.

Para que todos, pobres y ricos, nos amemos como hermanos.

Para que nuestros ojos vean a Jesús en sus ministros, para que nuestros oídos

escuchen la divina palabra, para que nuestras almas reciban su consuelo.

Un breve momento de silencio

BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO Y RESERVA

Se puede cantar: “Tantum ergo sacraméntum…” o “Bendigamos al Señor”

Bendigamos al Señor

que nos une en caridad

y nos nutre con su amor

en el pan de la unidad.

¡Oh, Padre Nuestro!

Conservemos la unidad

que el maestro nos mandó

donde hay guerra que haya paz,

donde hay odio que haya amor

¡Oh, Padre nuestro!

El Señor nos ordenó

devolver el bien por mal,

ser testigos de su amor

y consuelo fraternal,

¡Oh, Padre nuestro!

Al que vive en el dolor

y al que sufre en soledad

entreguemos nuestro amor

y consuelo fraternal

¡Oh, Padre nuestro!

El Señor que nos llamó

a vivir en la unidad

nos congregue con su amor

en feliz eternidad

¡Oh, Padre nuestro!

Oración final

Dios todo poderoso, que en este admirable sacramento nos dejaste el memorial de tú

Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y

de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y

reinas por los siglos de los siglos. R/. Amen.

Una vez que ha dicho la oración, el sacerdote o el diácono toma el velo humeral, hace

genuflexión, toma la custodia o el copón, y sin decir nada, traza con el Sacramento la señal

de la cruz sobre el pueblo, que devotamente está arrodillado. A continuación se pueden

decir:

Bendito sea Dios.

Bendito sea su santo Nombre.

Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.

Bendito sea el Nombre de Jesús.

Bendito sea su Sacratísimo Corazón.

Bendita sea su Preciosísima Sangre.

Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.

Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.

Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.

Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.

Bendita sea su gloriosa Asunción.

Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.

Bendito sea San José, su castísimo esposo.

Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Después se hace la reserva, mientras se entona este canto u otro canto eucarístico.

ROSARIO POR LOS SACERDOTES

Por la señal de la santa cruz + de nuestros enemigos + líbranos,

Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del

Espíritu Santo +

Acto de Contrición

Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados

que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, ofendí a un Dios

tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confió en que, por tu infinita

misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida

eterna. Amén.

Ofrecimiento del santo rosario

Ofrecemos este santo rosario por la santificación de todos los sacerdotes del mundo,

consagrados, religiosos y servidores, especialmente por el Santo Padre el Papa Francisco,

nuestro Obispo N.N y nuestro párroco el padre N.N. y todos los sacerdotes del mundo.

Oración a la Santísima Virgen María por los sacerdotes

Oh María, Madre de Jesucristo y Madre de los sacerdotes:

acepta este título con el que hoy te honramos para exaltar tu

maternidad y contemplar contigo el Sacerdocio de tu Hijo

unigénito y de tus hijos, oh Santa Madre de Dios. Madre de

Cristo, que al Mesías Sacerdote diste un cuerpo de carne por la

unción del Espíritu Santo para salvar a los pobres y contritos de

corazón: custodia en tu seno y en la Iglesia a los sacerdotes, oh

Madre del Salvador. Madre de la fe, que acompañaste al templo

al Hijo del hombre, en cumplimiento de las promesas hechas a

nuestros Padres: presenta a Dios Padre, para su gloria, a los

sacerdotes de tu Hijo, oh Arca de la Alianza. Madre de la

Iglesia, que con los discípulos en el Cenáculo implorabas el

Espíritu para el nuevo Pueblo y sus Pastores, alcanza para el

orden de los presbíteros la plenitud de los dones, oh Reina de

los Apóstoles. Madre de Jesucristo, que estuviste con Él al comienzo de su vida y de su

misión, lo buscaste como Maestro entre la muchedumbre, lo acompañaste en la cruz,

exhausto por el sacrificio único y eterno, y tuviste a tu lado a Juan, como hijo tuyo: acoge

desde el principio a los llamados al sacerdocio, protégelos en su formación y acompaña a

tus hijos en su vida y en su ministerio, oh Madre de los sacerdotes. Amén (Oración por los

sacerdotes de la Exhortación Apostólica Pastores Dabo Vobis de San Juan Pablo II)

Primer Misterio:

El Bautismo de Jesús en el Río Jordán

Cristo, como inocente que se hace “pecado” por

nosotros, entra en el agua del río. Se abre el cielo,

y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto,

mientras el Espíritu Santo desciende sobre El para

investirlo de la misión que le espera. Pidamos a la

Virgen para que interceda para que los jóvenes

sean generosos, y al oír la voz del Padre,

respondan con valentía con un sí a su llamada y

para que todos los cristianos vivamos la vocación a

la santidad, como fruto de nuestro Bautismo.

Concede, Señor, la gracia necesaria e ilumina con Tu

Espíritu a todos los que has llamado a emprender el camino hacia la vocación sacerdotal o

religiosa. Haz que vivan este misterio con gozo y plenitud para que puedan alcanzar con fe

y santidad su entrega perenne. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

LA VOCACION

“Después Jesús subió a un cerro y llamó a los que le pareció bien. Una vez reunidos, eligió

de entre ellos a doce, para que lo acompañaran y para mandarlos a anunciar el mensaje. A

éstos, les dio el nombre de apóstoles, y les dio autoridad para expulsar a los demonios.

Estos son los que escogió: Simón, a quien puso el nombre de Pedro; Santiago y su

hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes puso el nombre de Boanerges (hijos del

trueno); Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás y Santiago, hijo de Alfeo; Tadeo, Simón

el zelote y Judas Iscariote, el que lo traicionó” (Mc. 3,13-19)

El Señor llama e invita a seguirlo. Su invitación es con nombre y apellido, con un amor

personal, con cariño e ilusión.

Pedimos por el florecimiento de vocaciones en la Iglesia.

Ofrecemos este misterio por los seminaristas y novicias de todo el mundo, para que vivan

en la luz y la gracia del Espíritu Santo y sea Dios quien les de la fortaleza para mantener

viva la esperanza de la Iglesia.

Segundo Misterio:

La Autorevelación en las Bodas de Caná

En las bodas de Caná ocurre el primer milagro

de Jesús. Gracias a la intervención de su Madre,

se adelanta a su hora, y transforma el agua en

vino. Cómo no pedir a tan poderosa intercesora

que atienda a tiempo nuestras necesidades, en

especial a lo referente a las vocaciones

sacerdotales, religiosas y misioneras, en la

seguridad de que la “omnipotencia suplicante”

nos ha de conseguir la gracia que estamos

pidiendo, y para que los esposos vivan

fielmente su vocación matrimonial y hagan de

su hogar una Iglesia doméstica.

Señor Jesucristo, que transformaste el agua en vino manifestando tu poder, haz que los

sacerdotes sean capaces de escucharte y “hacer lo que tú digas” para que a través de ellos el

mundo sea transformado. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

LA MISIÓN

“Jesús los mandó de dos en dos delante de él, a todos los pueblos y lugares donde tenía

que ir. Les dijo: Miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni

monedero, ni sandalias; y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren

en una casa, saluden primero, diciendo: Paz a esta casa. Y si allí hay gente de paz, su

deseo de paz se cumplirá; pero si no, no se cumplirá. Quédense en la misma casa. Coman y

beban de lo que ellos tengan, pues el trabajador tiene derecho a su paga. No anden de casa

en casa. Al llegar a un pueblo donde los reciban, coman lo que les sirvan; sanen a los

enfermos que haya allí y díganles: El reino de Dios ya está cerca de ustedes …” (Lc.10,1-

9)Jesús da a sus discípulos la misión de ser mensajeros de paz y de salvación. Los

sacerdotes continúan extendiendo en el mundo ese mensaje gozoso para hacer un mundo

más humano y más cristiano.

Pidamos que los sacerdotes sientan la fuerza y el acompañamiento divino para ser fieles al

encargo que Dios le ha confiado. Por los que han respondido a la llamada al sacerdocio,

para que escuchen y hagan lo que Jesús les diga

Tercer Misterio:

Jesús anuncia el Reino de Dios invitando a la conversión

Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la

conversión, perdonando los pecados de quien se acerca a

Él con humilde fe. Así se inicia el ministerio de la

misericordia que Dios continuará ejerciendo hasta el fin

del mundo, especialmente a través del Sacramento de la

Reconciliación confiado a la Iglesia. ¡Virgen Santa! Para

que el Sacramento de la Reconciliación pueda seguir impartiéndose a lo largo del tiempo,

necesitamos muchos santos sacerdotes. Por tu intercesión, la de San José, y la de todos los

santos, rogamos a Dios nos conceda el aumento de las vocaciones sacerdotales para que

todos los Sacramentos puedan ser administrados.

Oh Jesús, que invitas a todos los hombres a la conversión, concede a los sacerdotes gracias

abundantes para que, luchando por la propia conversión, puedan ser valientes anunciadores

de tu Reino y ministros perseverantes para la conversión de todos los hombres y mujeres.

Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

LA INSTITUCIÓN DEL SACERDOCIO

“Jesús, aceptando una copa, dio gracias a Dios y les dijo: Tomen esto y repártanlo entre

ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que llegue

al Reino de Dios. Después tomó pan y dando gracias lo partió y se lo dio diciendo: Esto es

mi cuerpo que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía” (Lc.22, 17-20)

Cristo sacerdote eterno, instituye los sacramentos de la eucaristía y del orden sagrado,

confiando a sus apóstoles la misión de continuar su salvación en el mundo.

Pedimos que los sacerdotes y fieles sean una sola alma y un solo corazón. para que les

concedas a los ministros ordenados las fuerzas que necesitan para anunciar tu reino

con valentía.

Cuarto Misterio:

La Transfiguración del Señor

Según la tradición, tuvo lugar en el Monte Tabor. La

Gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo,

mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados

para que lo escuchen. “Qué bien se está aquí” dice Pedro y,

olvidándose de sí mismo, quiere construir tres chozas, una

para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. Todos

querríamos como Pedro estar en la Gloria, para lo cual

debemos seguir a Jesús. ¿Cómo seguirlo hoy día si no

tenemos sacerdotes y personas consagradas que nos

enseñen cómo hacerlo? Roguemos a la Santísima Virgen

su intercesión para que en el mundo no falten sacerdotes.

Oh Dios, te pedimos que ilumines las vidas de todos los que has

llamado a la vida religiosa y al sacerdocio para que, a ejemplo de María, por la escucha

atenta y asidua de Tu palabra, puedan ser transformados en valientes pregoneros de Tu

Evangelio. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

LA DIVINA MISERICORDIA

“Jesús les volvió a decir: ¡La paz esté con ustedes!, como el Padre me envió a mí, así los

envío yo también. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo, a

quienes les perdonen los pecados les serán perdonados, y a quienes se los retengan, les

serán retenidos” (Jn.20, 21-22)

Jesús se aparece a sus apóstoles para consagrarlos como ministros de la alegría pascual

celebrando la Eucaristía y la Reconciliación.

Pidamos que los sacerdotes sean “comunicadores del amor del corazón de Cristo a los

demás” (Benedicto XVI) pidamos para que los seminaristas y novicias estén siempre atentos a

la voz del padre que dice: “este es mi hijo, el elegido, escúchenlo”.

Quinto Misterio:

La Institución de la Eucaristía

En la última cena, Jesucristo, Supremo y

eterno sacerdote, hace la primera

consagración del Pan y el Vino, diciendo

“Esto es mi cuerpo” y “Esta es mi

Sangre”, e instituye a continuación el

sacerdocio ministerial, al decir “Haced

esto en memoria mía”.

Es el milagro perenne de amor y que puede

suceder porque el que lo instituye es Amor y Todopoderoso. Pero sin sacerdocio no hay

Eucaristía. Pidamos a la Santísima Virgen su intercesión para que muchos jóvenes puedan

prepararse para el sacerdocio y una vez ordenados, administrar este admirable sacramento

dignamente. Oremos también por la santidad de los sacerdotes, para que imiten en su vida

lo que realizan en la Eucaristía.

Oh Dios, que en la Eucaristía has querido manifestar tu amor a todos los hombres, permite

que los sacerdotes, tengan un corazón eucarístico, para que así puedan entregar sus vidas

con generosidad como Tú, “hasta el extremo” .Tu que vives y reinas por los siglos de los

siglos. Amén.

EL ENVÍO

“Jesús se acercó y les dijo : Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, por lo

tanto, vayan y hagan mis discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del

Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar las cosas que les he

enseñado; y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final del mundo ”

(Mt.27,18-20)La voluntad divina es conquistar el mundo para Cristo para que los pueblos

en Él tengan vida.

Pidamos para que los sacerdotes sean en Cristo sacramento de vida para el mundo. Pidamos

para que los seminaristas, a través de la eucaristía, puedan vivir la auténtica experiencia de

amor en la entrega “hasta el extremo”.

Oración final

Oración del Santo cura de Ars

por la Santificación de los Sacerdotes

Omnipotente y eterno Dios, mira el rostro de tu Divino Hijo y por

amor a Él, ten piedad de tus sacerdotes. Recuerda que no son sino

débiles y frágiles criaturas, mantén vivo en ellos el fuego de tu

amor y guárdalos para que el enemigo no prevalezca contra ellos y

en ningún momento se hagan indignos de su santa vocación. Te

ruego por tus sacerdotes fieles y fervorosos, por los que trabajan

cerca o en lejanas misiones y por los que te han abandonado.

¡Oh Jesús! te ruego por tus sacerdotes jóvenes y ancianos, por los

que están enfermos o agonizantes y por las almas de los que estén

en el purgatorio.

sacerdotes que perdo

¡Oh Jesús! te ruego por el sacerdote que me bautizó, por los nan

mis pecados, por aquellos a cuyas misas he asistido y asisto, por

los que me instruyeron y aconsejaron, por todos para los que tengo

algún motivo de gratitud.

¡Oh Jesús! guárdalos a todos en tu Corazón, concédeles

abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad. Amen.

Cibergrafía

https://misionmas.wordpress.com/2013/05/04/por-los-sacerdotes-el-santo-cura-de-

ars/

http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=4398

http://novenascatolicas.blogspot.com.co/p/novena-san-juan-maria-vianney.html

http://annussacerdotalis.blogspot.com.co/2009/08/hora-santa-en-la-fiesta-del-santo-

cura.html

http://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/juan/17/

http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_exhortations/documents/hf_jp-

ii_exh_25031992_pastores-dabo-vobis.html

https://redmundialcristianadeoracion.wordpress.com/2013/11/21/1887/