como orar por la voluntad de dios para tu vida stormie omartian

2Como orar / FINAL PAGES / A&W PublishingMonday, April 26, 2004 7:46:47 PM

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Betania es un sello de Editorial Caribe, Inc.

© 2004 Editorial Caribe, Inc.

Una división de Thomas Nelson, Inc.

Nashville, TN., E.U.A.

www.caribebetania.com

Título en inglés: Praying God's Will for Your Life

© 2001 por Stormie Omartian

Publicado por Thomas Nelson Publishers

A menos que se señale lo contrario, todas las citas bíblicas

son tomadas de la Versión Reina-Valera 1960

© 1960 Sociedades Bíblicas Unidas en América Latina.

Usadas con permiso.

Traductora: Raquel Monsalve

Diseño y tipografía:

A&W Publishing Electronic Services, Inc.

ISBN: 0-88113-805-3

Reservados todos los derechos.

Prohibida la reproducción total

o parcial en cualquier forma,

escrita o electrónica, sin la debida

autorización de los editores.

Impreso en E.U.A.

Printed in U.S.A.

3a Impresióna Impresión6 , 1/2008

ISBN: 908-0-88113-805-47

CONTENIDO

PRIMERA PARTE:

LA RELACIÓN ÍNTIMA

1. Cómo orar para conocer la voluntad de Diospara tu vida 3

2. Cómo orar para conocer a Dios como una presenciapoderosa 11

3. Cómo orar para conocer a Dios como tu Salvador 17

4. Cómo orar para conocer a Dios como tu Padrecelestial 25

5. Cómo orar para conocer a Dios comoEspíritu Santo 29

6. Cómo orar para conocer a Dios como Señorsobre todos los aspectos de tu vida 33

7. Cómo orar para conocer a Dios como un Nombreque responde a todas tus necesidades 39

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SEGUNDA PARTE:

EL FUNDAMENTO SÓLIDO

8. Cómo orar para seguir adelante con el Señor 49

9. Cómo orar por un fundamento sólido en la verdadde Dios 53

10. Cómo orar para conocer el poder de la oración 61

11. Cómo orar para entender la libertad que hayen la alabanza 73

12. Cómo orar para ser liberados de pecadosno confesados 83

13. Cómo orar para perdonarte a ti mismo,a Dios y a otros 91

TERCERA PARTE:

CAMINAR EN OBEDIENCIA

14. Cómo orar para ver la conexión entre laobediencia y la bendición 99

15. Cómo orar para decirle «sí» a Dios cada díade tu vida 105

16. Cómo orar para permanecer separados del mundo 111

17. Orando para ser bautizados 119

18. Cómo orar para tener comunión con otroscreyentes 125

19. Orando para saber cómo hacer una entregaabsoluta 133

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20. Cómo orar para tener presente el sacrificiode Jesús 141

21. Cómo orar para poder caminar en fe 147

22. Cómo orar para encontrar solaz en el centrode la voluntad de Dios 153

Notas 159

Acerca de la autora 161

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PRIMERA PARTE

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LARELACIÓN

ÍNTIMA



CAPÍTULO 1

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CÓMO ORAR PARA CONOCER

LA VOLUNTAD DE DIOS

PARA TU VIDA

Desde que puedo recordar, me despertaba todas las mañanascon un abrumador sentido de pavor. Es el mismo sentimientoque tienes cuando te despiertas por primera vez después que al-guien que amas ha muerto en forma trágica y súbita. La realidadte llega como una inundación y te das cuenta de que no se tratade una pesadilla. Con todo tu ser quisieras que no fuera verdad,pero lo es, y lo debes enfrentar. El pensamiento de llegar al findel día trae tal peso de depresión que solo salir de la cama requie-re un esfuerzo muy grande.

Así es comome sentía, aunque nadie había muerto. Nadie, esdecir, excepto yo. Yo estaba muriendo todos los días. Lo sentía,pero no sabía qué hacer en cuanto a eso.

Nadie vio jamás mi lucha, así que yo pretendía que todo es-taba bien. Y era experta en eso. Me mantenía tan ocupadacomo podía, con tantas personas como era posible, para crearuna diversión tan grande que no tenía que sentir la terrible fal-ta de propósito en mi vida. Pero siempre existía ese momentode extrema soledad, sin ruido ni actividad, cuando cruzaba del

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sueño a la conciencia. En esos primeros momentos al desper-tar, la quietud ensordecedora exponía la futilidad de mi vida, yera intolerable.

A menudo pensé en el suicidio como una vía de escape por-que no quería despertar de nuevo con ese pavoroso sentimiento ytener que enfrentar otro día. Por cierto que ni siquiera podía ima-ginar que las cosas pudieran ser diferentes de como eran. Habíapasado toda una vida tratando de transformarme a mí misma y decambiar mis circunstancias, y encontré que era totalmente inca-paz de hacerlo. Por demasiado tiempo mi propia manera de ser yla forma en que iba mi vida habían sido inaceptables para mí. Yno podía ver otra salida.

Por supuesto que había estado en una búsqueda extensa paraencontrarle significado a mi vida. Pero el dios que yo buscaba enmis prácticas ocultistas era un dios débil y distante que no podíahacer nada por mí a menos que yo fuera lo suficientemente bue-na, o lo suficientemente iluminada, o lo suficientemente religio-sa o inteligente como para llegar a él y probarle que era digna. Yoestaba bastante segura de que él tenía cosas mucho más impor-tantes que hacer que ayudarme a mí.

Dándome cuenta de que estaba sin un dios o alguna otra per-sona queme pudiera ayudar, decidí que todo dependía de mí. Yoestaba a cargo de mi destino. Yo tenía que hacerme aceptable alos demás. Yo tenía que hacer de mi vida lo que mi vida deberíaser. El problema era que sabía que eso era algo que no podía ha-cer.

Había sido cantante y actriz de televisión por cerca de ochoaños, y estaba encontrando cada vez más difícil ocultarme detrásde cualquiera de esas dos ocupaciones por más tiempo. El vacíodentro de mí estaba creciendo a un ritmo alarmante, y me sentíatan frágil que sabía que no se requeriría mucho para que me hi-ciera pedazos como una cáscara de huevo.

Una semana me pidieron que cantara en una serie de graba-ciones para una obra musical cristiana. Yo estaba contenta por el

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CÓMO ORAR POR LA VOLUNTAD DE DIOS PARA TU VIDA



trabajo, y grabar discos era muchomás fácil que el horario tan in-tenso de los programas de televisión. En aquellos días, los progra-mas de televisión se grababan en vivo, así que el horario deensayos era muy intenso. Tenías que saber tu rutina de baile, diá-logo y canciones tan perfectamente que no cometieras un errorcuando las cámaras estaban filmando y te veían actuar millonesde personas.

Cuando llegué al estudio de grabaciones para la primera se-sión, estaba lleno de gente, y no conocía a la mayoría de ellos.Habían una sensación de paz y de calma, y todos eran amables,amigables y me recibieron bien, algo muy diferente a lo que yoestaba acostumbrada en la televisión. Sentí que mi espíritu se co-menzaba a elevar inmediatamente. Esto fue sorprendente, por-que era una sesión de grabación temprano en la mañana, lo quesignificaba que no había tenido mucho tiempo para salirme demi depresión matutina tradicional.

Durante el primer receso del día, conocí amás cantantes, mú-sicos y personal de grabación. Todos tenían ciertas cualidadesque encontré muy atrayentes: un sentido de simplicidad, pleni-tud y propósito. Tal vez alguien se pregunte cómo pude identifi-car el sentido de plenitud, y no sé cómo explicarlo, excepto queera algo que se destacó en absoluto contraste con mi propio va-cío. También sentí que ellos no estaban en las drogas, el alcohol yla promiscuidad. De nuevo, había un gran contraste.

Mi amiga Terry era la directora de esa sesión, lo que quieredecir que estaba a cargo de contratar a todos los cantantes. Ellaera una de las mejores cantantes de los estudios de Los Ángeles, yyo había trabajado con ella a menudo. Terry siempre cantaba laparte principal, y yo estaría a su lado, cantando la segunda. Creoque a ella le gustaba cantar conmigo porque yo nunca traté decompetir con ella. En cambio, yo reconocí su habilidad, y tratabade seguirla lo mejor posible cuando cantábamos. Ella me «tomóbajo sus alas» en esta sesión porque sabía que yo no conocía amucha gente allí.

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CÓMO ORAR PARA CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS PARA TU VIDA



La forma en que cantábamos era la de tres personas usandoun solo micrófono. En el nuestro, Terry estaba en el medio y otrachica y yo a ambos lados de ella, mirando a la música del mismopedestal de metal. Después de terminar el primer receso y cuan-do estábamos grabando de nuevo, yo levanté la mano para tratarde ajustar mis audífonos. Cuando bajé la mano, el anillo de oroque tenía en uno de los dedos le pegó al pedestal de metal e hizoun ruidomuy fuerte. Eso trajo la sesión a una inmediata interrup-ción.

Esto sucedió en aquellos días en el pasado cuando no esta-ban disponibles ninguno de los artificios tecnológicos con losque contamos hoy en día. Un error de esta magnitud significa-ba que teníamos que comenzar toda la sesión de música denuevo, lo que no fue algo bueno, porque había sido perfectahasta ese momento. Temí que mi carrera en grabación habíaterminado. Por lo general, algo así hubiera significado que nome llamaran para trabajar de nuevo. No era solamente que ha-bía cometido un error; era el dinero que les costaba a los pro-ductores por el tiempo involucrado en tener que grabar todode nuevo.

Me sentí muy mal por lo que había pasado y me disculpé mu-cho. Esperé recibir miradas enojadas, que nadie se arrimara a mía la hora del almuerzo, y una llamada pidiéndome que no regre-sara para el resto de las sesiones. En cambio, todo elmundo actuócomo que no fuera gran cosa y como que aún me valorabancomo persona. Lo único que sucedió fue que la directora dijocon mucha gentileza que si alguien más estaba usando anillos obrazaletes, que por favor, se los quitara, lo cual todos hicimos. Aesa altura sentí ganas de llorar, no solo por haber cometido elerror, sino por el amor y la misericordia queme habían brindado.En mi experiencia, eso no era lo que normalmente ocurría.

Fue durante nuestro receso para almorzar, cuando todos sali-mos a comer juntos, que supe que todos en la sesión de grabacióneran creyentes menos yo. Todos hablaron de su futuro, algunos

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de los cuales, me di cuenta que eran más precarios que el mío. Ysin embargo ninguno de ellos le tenía miedo al futuro como le te-mía yo. Yo temía no tener un futuro. Ellos sabían que tenían unfuturo porque entendían que Dios tenía un plan para sus vidas.Decían que mientras estuvieran caminando en la voluntad deDios, el futuro de ellos estaba seguro en las manos de Dios. Yonunca había escuchado nada semejante.

Era obvio que el Dios de ellos era diferente a los dioses que yohabía estado buscando. Era personal. Era amoroso. Tenía unplan para la vida de cada persona. Yo no dije nada en cuanto a misituación porque no quería exponer que no era creyente y posi-blemente poner incómoda a Terry. Ella sabía que yo no era cre-yente, pero yo creía que los demás no lo sabían. Ahora, mirandohacia atrás, estoy segura de que todos lo sabían. Es probable queestuvieran tan conscientes de mi vacío como lo estaba yo de suplenitud.

Todos los días, durante las sesiones, me encontraba atraídacada vez más al sentido de propósito que estas personas tenían ensus vidas. Yo quería también ese sentido con todo mi ser, pero nosabía qué hacer para siquiera estar cerca de él. Estaba segura deque una persona tendría que haber nacido bajo una estrella dife-rente de la mía para obtenerlo. Y sin embargo, no podía quitarmede la mente la idea de la voluntad de Dios.

Me pregunto si Dios tiene un plan para mi vida, pensé. Esoquerría decir que no tendría que tratar que las cosas sucedieranen mi vida. ¿Pero qué pasaría si Su plan para mí es que sea misio-nera en Siberia? Lamuerte sería mejor. ¿Cómo puedo saber cuál esel plan de Dios para mí?

Pensé en esto durante los próximos días de las sesiones. Trata-ba de saber más sobre cada uno de los cantantes durante nuestrosalmuerzos sin dejarles saber por qué estaba interesada. No queríaque nadie me presionara para tener una vida de propósito. Ade-más, ser desdichada era algo familiar para mí, y yo me sentía máscómoda en terreno conocido.

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Después de la última sesión del día final de las grabaciones,yo estaba en mi automóvil camino a casa, y oré a este Dios deellos sin saber si Él siquiera podía oírme. «Dios, si tienes una vo-luntad para mi vida», dije, «necesito saber cuál es y qué hacer encuanto a ella».

No escuché respuesta alguna. Como lo había sospechado,este Dios tal vez nunca escucharía a una persona como yo. Asíque continué con mi vida tal como era, yendo cuesta abajo a unavelocidad cada vez mayor.

En el transcurso de los siguientes meses, me sucedieron mu-chas cosas, una de las cuales cambió mi vida para siempre: cono-cí al Dios del que Terry y sus amigos me habían estado hablando.La simple oración que había pronunciado en el automóvil, a unDios que no conocía, había sido contestada.

Eso sucedió hace treinta y un años, y ahora sé que la volun-tad de Dios no es algo misterioso que solamente una pocas per-sonas escogidas pueden entender. Está disponible para cadauno de nosotros, pero debemos dar los pasos necesarios paraencontrarla. Los pasos son simples, pero a menudo por esamisma razón no nos molestamos en darlos. Pero debemos daresos pasos porque nunca seremos felices hasta que entenda-mos la voluntad de Dios para nuestras vidas y vivamos deacuerdo a ella.

Hasta que no vivamos en la voluntad de Dios, estamos desti-nados a vivir vidas que son insatisfactorias e incompletas. El co-nocimiento de que Dios tiene un plan para ti le da a tu vida unpropósito como ninguna otra cosa puede hacerlo. Simplificatodo, porque no es necesario que tengas que dilucidar todas lascosas y que hagas que sucedan. Lo que tienes que hacer es miraral Señor, sabiendo que Él tiene todas las explicaciones y que Élhará que sucedan.

Desde ese momento en adelante, oré continuamente: «Dios,dime lo que debo hacer. Muéstrame qué pasos dar. Guíame adonde debo ir». Y Dios contestó esas oraciones. Habló a mi

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corazón diciéndome: «Tu parte es estar en mi presencia. Yo haréque las cosas sucedan como tienen que suceder».

En los siguientes meses y años aprendí que la vida puede sermucho más simple de lo jamás había soñado posible. No impor-taba cuál fuera mi situación en el momento; todo lo que yo teníaque hacer era dar el siguiente paso que el Señor me estaba mos-trando. Y al hacerlo, comencé a ver una forma sólida de vivir, lacual podría explicar a otras personas. Yo podía decir: «Simple-mente da esos pasos. Mientras tanto estés caminando con Dios yviviendo de acuerdo a Sus caminos, no es probable que te salgasde la senda. Y si por casualidad lo haces, Él te va a colocar en lasenda de inmediato. Eso es porque has estado escuchando la vozde Dios, y sentirás en tu corazón cuando has violado uno de Susmandatos».

Los siguientes capítulos de este libro son los pasos básicos quese deben dar para establecer una relación íntima con Dios, paracolocar un sólido fundamento en Su verdad, y para aprender losprincipios básicos de la obediencia. Todas estas cosas son la vo-luntad de Dios para tu vida, según ha sido revelada en Su Pala-bra, y tú debes dar estos pasos para estar en la voluntad de Dios.

Al final de cada capítulo hay oraciones cortas y una secciónllamada «Herramientas que señalan la verdad». Estos son ver-sículos bíblicos que son la verdad deDios para tu vida. Puedes re-clamarlos como la voluntad deDios para ti, y te darán seguridad yconfianza.

Mi sugerencia es que ores por ti mismo todos los días duranteun mes, usando cada una de las veinte esferas de enfoque de ora-ción que he incluido en este libro. Ora un capítulo por día du-rante veintiún días en un camino de oración hacia el bienestarespiritual.

Ahora quiero compartir contigo sobre cada uno de los pasos ycómo aprendí en cuanto a su importancia para nuestras vidas.

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CAPÍTULO 2

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A DIOS COMO UNA PRESENCIA

PODEROSA

Tomé el puñado de píldoras para dormir que me acababa dedar una amiga y las agregué a mi pequeña colección, que iba enaumento, en una pequeña cajita dorada que estaba en el cajón deabajo demi tocador. «Casi tengo lo suficiente como para lograrloesta vez», me dije a mí misma. En forma metódica y deliberada,había planeado mi suicidio. Yo quería hacerlo ver como una so-bredosis para que mi hermana y mi padre no tuvieran sentimien-tos de culpa.

Yo había tratado de matarme cuando tenía catorce años toman-do una rara combinación de drogas en el cuarto de baño, pero loúnico que conseguí fue que me hicieran sentir muy enferma. Des-de aquel intento fracasado, yo me había lanzado a todas las cosasque podía encontrar para salir demi oscura prisión emocional. Des-dichadamente, todas las llamadas «llaves para la vida» que traté solome llevaronmás cerca de lamuerte, ymás lejos de la libertad, la pazy el alivio que con tanta desesperación buscaba.

Obtuve muy buen asesoramiento psiquiátrico y psicológico,especialmente si se mide por la cantidad de dinero que pagué, y

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estaba agradecida a todos esos doctores porque me ayudaron a nodestruirme a mí misma. Y, sin embargo, a los veintiocho años deedad, catorce años después de mi intento de suicidio, todavía mesentía como si estuviera en un hoyo oscuro, y no podía sacar lasfuerzas para levantarme una vez más. De nuevo, la muerte era laúnica solución que podía ver. Yo estaba sorprendida que en todosesos años de lucha, mi vida no significaba nada.

En ese punto bajo, que se presentó unos meses después de laserie de sesiones de grabación,mi amiga Terryme dijo: «Veo queno estás bien, Stormie. ¿Por qué no vienes conmigo y hablas conmi pastor?» Viendo mi renuencia, con rapidez agregó: «No tie-nes nada que perder».

En silencio estuve de acuerdo con su evaluación exacta de misituación y accedí a acompañarla aunque no quería saber nadade ninguna clase de religión. Mi experiencia con las iglesias eraque me habían hecho sentir más muerta de lo que estaba.

Terry me llevó para conocer al pastor Jack Hayford de unaiglesia cercana llamada Church on the Way (La iglesia en el ca-mino), y resultó ser una reuniónmuy diferente a las que yo estabaacostumbrada. Nos encontramos con él en un restaurante paraalmorzar, y desde el momento en que comenzó a hablar, contócon mi completa atención. Él me preguntó algunas cosas sobremí, pero yo no me sentía con la confianza de revelarle mis cir-cunstancias desesperadas. Aun a esta altura de mi vida, yo queríaaparentar ser una persona de éxito. Por más de una hora, el pastorJack habló de Dios de la misma forma que alguien habla de sumejor amigo. Él me dijo que si yo lo invitaba, Dios vendría a vivirconmigo y transformaría mi vida desde adentro hacia afuera.

«Si tú recibes a Jesús, la relación que puedes tener con Diosserá tan personal que cada parte de tu vida puede ser compartidacon Él, y la vida de Él contigo», explicó el pastor Jack. «Nuncamás vas a estar sin esperanza y sin propósito».

No tuve ningún problema en escucharlo hablar sobre Diosporque sabía que había una dimensión espiritual. Había visto

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suficientes manifestaciones sobrenaturales por mis incursionesen el ocultismo como para estar convencida de su realidad. Perocuando él comenzó a hablar en cuanto a recibir a Jesús y ser naci-da de nuevo, me sobresalté.

Yo había visto con frecuencia a personas que estaban paradasen las esquinas, esgrimir libros negros y gritarles a cada transeún-te que pasaba por su lado: «¡Jesús salva!», y «¡Todos ustedes vancamino al infierno!» Por causa de estas personas, yo temía queaceptar a Jesús significaba que me harían una lobotomía intelec-tual, la cual me convertiría en una persona que no piensa, que secree justa, de corazón frío, que le pega a la gente en la cabeza conla Biblia, para quien la realidad del verdadero dolor y las circuns-tancias nunca se registran. Sin embargo, yo había notado que niel pastor Jack ni Terry eran así.

Gracias a Dios que el pastor Jack vio a través de mis temores yno me empujó a que tomara una decisión. En cambio, me man-dó a casa con tres libros: el primero, acerca de la vida de Jesús, erael evangelio de Juan en forma de libro; el segundo, The Screwta-pe Letters (Cartas del diablo a su sobrino) por C. S. Lewis, era encuanto a la realidad del mal; y el tercero era un libro acerca de laobra del Espíritu Santo de Dios en la vida de las personas.

«Hablemos la semana próxima en mi oficina y me dirás quépiensas de estos libros», me dijo el pastor Jack cuando terminónuestra reunión. Estuve de acuerdo, y me fui a mi casa a comen-zar a leer. Algo de lo que el pastor Jack y Terry dijeron aquel díame hizo querer averiguar qué era lo que tenían que yo no tenía.

Amedida que leía esos libros, me di cuenta de que durante añosyo había creído mentiras sobre Jesús, juzgándolo por lo que habíaescuchado sobre Él sin en realidad conocerlo. Su nombre y Su repu-tación habían sido tan calumniados, tan burlados, tan mal interpre-tados, se habían dicho chistes y dicho mentiras en cuanto a Él portanto tiempo que yo lo había descartado de cualquier posible cone-xión con mi vida. A medida que leía también me di cuenta de queDios no era la fuerza fría y distante que yo había creído, sino que era

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CÓMO ORAR PARA CONOCER A DIOS COMO UNA PRESENCIA PODEROSA



un Padre amoroso y poderoso que nos envió un medio de total res-tauración a través de Su Hijo Jesús.

Cuanto más leía, tanto más me di cuenta de que mi creenciade la nueva era que decía que no existía el mal en el mundo, ex-cepto el que existe en lasmentes de las personas, era unamentira.Amedida que C. S. Lewis dramatizaba la actividad de Satanás, seme hizo obvia cuál era la fuente de las cosas horribles que le su-ceden a la gente. Hay una fuerzamaligna que quiere destruirnos,y Satanás, que es quien encabeza esa fuerza, es real y es nuestroenemigo declarado.

A medida que meditaba seriamente en todo lo que leía, tam-bién pensé en Terry y en el pastor Jack, y en cuánto los admiraba.No eran farsantes, tontos o desagradables. Tenían una belleza in-herente y una confianza valiente que reflejaba el poder de Diosporque lo habían reconocido a Él como Señor de sus vidas.

EL PASO MÁS IMPORTANTE QUE POR SIEMPRE DARÁS

Todos necesitamos aceptar a Dios, reconocer que Él está denuestra parte, y dejar que sea Señor de nuestras vidas.

El profeta Jeremías le formuló a Dios una pregunta que todosnosotros formularemos: «¿Por qué no se ha restaurado la salud demi pueblo?» (Jeremías 8.22, Nueva Versión Internacional).

Y Dios le respondió: «Porque van de mal en peor, y a mí nome conocen» (Jeremías 9.3, Nueva Versión Internacional).

Una de las razones por las cuales las personas se sienten solita-rias y afligidas es porque no han conocido a Dios como Salvador,como Padre y como Espíritu Santo, como Señor en todas las esfe-ras de sus vidas, y como el Nombre que responde a todas las nece-sidades. Hasta que no nos hayamos colocado en la posicióncorrecta en cuanto a Dios, nada en la vida va a estar en el lugarque debería estar.

Cuando leí esos libros me di cuenta de que Dios estaría dis-puesto a ayudarme si yo lo necesitaba. Reconocí la presencia de

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Dios en mi vida, y esperé con ansias mi próxima reunión con elpastor Jack y Terry.

No mucho tiempo después, yo estaba mirando libros en unalibrería cristiana y vi un encantador libro titulado Three in One(Tres en uno), por Joanne Marxhausen.1 La autora usó el ejem-plo de unamanzana con sus tres partes, la cáscara, la fruta en sí, yel corazón, o la parte de las semillas, para ilustrar que esas trespartes son realmente una manzana. En forma similar, describiólas tres partes de Dios: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Trespartes, pero sólo un Dios. El mensaje de esta simple ilustraciónfue tan claro que me di cuenta de que no podemos conocer real-mente a Dios hasta que lo conocemos de todas esas formas.

Si nunca has reconocido la presencia de Dios en tu vida, tal vezquieras hacerlo ahora orando la primera oración que se encuentra acontinuación. Si ya lo has hecho en el pasado, tal vez quieras reno-var tu compromiso con Dios orando la segunda oración.

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ORACIONES

PARA RECONOCER LA PRESENCIA DE DIOS

Señor, no te he reconocido como el Dios del universo. Perdónamepor ese pecado. Ayúdame a sentir tu presencia tan fuerte en mivida que nunca la dude.

PARA RENOVAR TU RECONOCIMIENTO DE LA PRESENCIA DE DIOS

Señor, yo sé que tú eres el Dios del universo, y reconozco que estáspresente en mi vida. Por favor, ayúdame a sentir tu mano sobre mivida a medida que realizo mis tareas cotidianas. Te amo, Señor, yte doy gracias por tu amor y tu cuidado de mí.

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CÓMO ORAR PARA CONOCER A DIOS COMO UNA PRESENCIA PODEROSA



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HERRAMIENTAS QUE SEÑALAN LA VERDAD

He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin delmundo.

MATEO 28.20

Reconócelo en todos tus caminos,Y él enderezará tus veredas.

PROVERBIOS 3.6

El temor del SEÑOR es fuente de vida.

PROVERBIOS 14.27(NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL)

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo.

1 JUAN 5.4

Tú eres mi Señor;No hay bien para mí fuera de ti.

SALMO 16.2

Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

ROMANOS 8.31



CAPÍTULO 3

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CÓMO ORAR PARA

CONOCER A DIOS

COMO TU SALVADOR

Amedida que leía los libros que el pastor Jack me había dado,de inmediato pude ver dos razones para reconocer a Jesús comomi Salvador. La primera razón era para estar completamente librede culpa.

Mi sentimiento de culpa era abrumador, pero debido a razo-nes equivocadas. Yo no sentía remordimiento por cosas que ha-bía hecho que estaban mal. Yo veía acciones tales comomentir ylas aventuras amorosas como formas de sobrevivir, y me rehusabaa permitirme a mí misma sentirme mal por causa de ellas. Cuan-dome sentía culpable, asumí que era por lo quemimadreme ha-bía inculcado con su constante enojo. Ella tenía una forma dehacer que todo lo que yo hacía pareciera malo; algunos días mesentía culpable de estar viva.

He relatado la historia del abuso de mi madre en mis librosStormie, y en Señor, quiero sentirme restaurada,mi libro sobre lasanidad emocional. No la voy a volver a contar en su totalidadaquí, pero para que entiendas la forma en que me sentía es preci-so que sepas que algunas veces mi madre me encerraba en un

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pequeño closet cuadrado donde se guardaban cosas, debajo de laescalera, y donde ponían la canasta de mimbre con la ropa sucia.Cuando lo hacía me gritaba: «¡No vales nada, y nunca llegarás aser alguien!»

Nunca estuve realmente segura de qué era lo que había he-cho para merecer ser encerrada en ese lugar, pero sabía que de-bía ser algo malo. Yo sabía que debía ser mala, y creía que todaslas cosas negativas que me decía eran verdad. Después de todo,ella era mi madre.

Todo el mundo siente algo de culpa por los errores del pa-sado. Algunas veces es por cosas que sabemos que hemos he-cho; otras veces es profundo remordimiento sobre lo quepodríamos haber evitado; y otras veces es por la violación deciertas leyes naturales de las cuales no estamos siquiera cons-cientes de violar. Por cualquiera que sea la razón, el peso de laculpa se cierne sobre nosotros aplastándonos con fuerza demo-ledora, y a menos que sea eliminado, nos separa de la plenitudde la vida.

¿Qué es lo que puede quitar nuestra culpa? Considera, porejemplo a un hombre que dio marcha atrás en su automóvil y ac-cidentalmente mató a su hija de dos años. O la mujer que tomódrogas mientras estaba embarazada y dio a luz un hijo con dañoscerebrales. ¿Y qué diremos de la madre que accidentalmente dis-paró y mató a su hijo que llegaba a casa tarde creyendo que eraun ladrón? ¿Cómo encuentran estas personas liberación de laculpa de daños tan devastadores e irreparables?

¿O cómo vivimos tú y yo con remordimientos dolorosos? Sisólo hubiera…; Si no hubiera…. Estos pensamientos reflejan laagonía de situaciones que no pueden cambiarse. ¡Está hecho! Yno hay forma de vivir con la verdad de esos pensamientos a me-nos que los empujes muy hacia adentro y nunca te permitas sen-tirlos de nuevo. No hablas de eso. Nunca los traes a colación. Elproblema con esto es que crees que has resuelto la situación hastaque comienza a salir a la superficie sin tu ayuda. Pero entonces

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surge en forma de una enfermedad. O tal vez te afecta la mente ylas emociones, haciéndote enojar o retraer, o ser una persona fó-bica o deprimida.

¿Cómo podemos vivir con nuestros sentimientos de culpa so-bre cosas que no han sido culpa nuestra pero que tememos quehayan sido? «Si yo hubiera sido más obediente, tal vez nuestropadre no nos hubiera abandonado». «¿Empujé a mi esposo paraque tuviera una aventura amorosa?» «Si no hubiera dejado salir ami hija adolescente aquella noche, no hubiera tenido un acci-dente con un conductor ebrio». La culpa se apila una sobre laotra hasta que llega a ser una carga que es literalmente insoporta-ble.

Finalmente, ¿qué diremos de la culpa que sentimos por cosasque hemos hecho que han violado las leyes de Dios, leyes de lascuales no estábamos conscientes en ese entonces? No importa siuna mujer que se ha hecho un aborto cree que su decisión fue lacorrecta, nunca he escuchado decir a una mujer: «He sido enri-quecida y me siento completa con esta experiencia». Tal vez sesienta liberada de una carga, pero nunca piensa: «¡Qué cosa tanmaravillosa he hecho! Sé con toda certeza que he cumplido el plande Dios para mi vida y soy una persona mejor por esto». Ya sea quelo reconozca o no, la culpa está allí porque ha violado una ley dela naturaleza.

¿Qué o quién puede quitar esta culpa? Que una amiga tediga: «No te preocupes…No ha sido culpa tuya…No debes cul-parte a ti misma», nunca quita lo que sientes por dentro. Sola-mente el perdón de Dios puede hacer eso. Cuando recibimos aJesús, de inmediato quedamos libres de la paga de nuestros peca-dos pasados. Por primera vez en mi vida me sentí libre de tenerque enfrentar el fracaso de mi pasado a cada momento.

La segunda razón importante para recibir a Jesús fue tener lapaz de saber que puedo tener seguridad en mi futuro. Y no sola-mente puedo tener seguridad en mi futuro eterno, porque Jesúsdijo que todo el que cree en Él tendrá vida eterna (Juan 6.40),

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CÓMO ORAR PARA CONOCER A DIOS COMO TU SALVADOR



sino que también puedo tener seguridad en mi futuro en estavida. Dios nos promete que si lo reconocemos, Él nos guiará adonde debemos ir (Proverbios 3.6). Esto no quiere decir que enforma instantánea vamos a tener todos los problemas resueltos ynuncamás sentir dolor, sino que dentro de nosotros tendremos elpoder de alcanzar todo nuestro potencial. Nunca podremos en-contrar una seguridad más grande que esta.

VIDA ANTES DE LA MUERTE

Cuando Jesús murió en la cruz, también resucitó de los muertospara romper el poder de la muerte sobre cualquier persona querecibe Su vida. Jesús venció a la muerte, ya sea al final de nuestravida o en las múltiples situaciones que enfrentamos todos losdías. En la muerte de nuestros sueños, finanzas, salud o relacio-nes, Jesús puede traer vida para resucitar esas cosas que hanmuerto en nosotros. Por lo tanto, no debemos sentirnos sin espe-ranzas. Él también le da a todos los que lo aceptan, una calidadde vida que es significativa, abundante y plena. Él trasciende to-das nuestras limitaciones y nos capacita para hacer cosas quenunca hubiéramos podido hacer aparte de Él. Jesús es el únicocon poder y autoridad sobre las emociones o esclavitud que nostorturan. Él es el único que puede darnos vida antes de la muertecomo así también vida de aquí en adelante. Sin Él morimos unpoco todos los días. Con Él llegamos a tener más y más vida.

Cuando Terry y yo nos reunimos con el pastor Jack a la sema-na siguiente para la primera de nuestras reuniones, él me pregun-tó directamente: «Bien, ¿qué piensas de los libros que te di?»

«Creo que son la verdad», respondí con una confianza que noera característica en mí.

«¿Quisieras recibir la vida de Dios en tu vida?», me preguntóabiertamente.

«Sí», respondí sin vacilación. «Sí, quiero eso y quiero todo loque Dios tiene para mí».

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Ese día, en el mes de octubre de 1970, decidí creer que Jesúsera quien Él decía que era y recibirlo en mi vida.

Después de orar aquella oración con el pastor Jack, Terry y yoestábamos saliendo de su oficina cuando él tomó del brazo a unjoven que pasaba por allí.

«Stormie, quiero que conozcas a Paul, mi pastor asistente»,me dijo. «Dile lo que acaba de pasar».

Me sentía un poco inquieta mientras estrechaba la mano dePaul, y le decía tímidamente: «Acabo de aceptar a Jesús comomiSalvador».

Yo había esperado que él se riera y me dijera: «Debes estarbromeando». Pero para mi completo asombro, él dijo con unacombinación de sinceridad y seriedad: «Alabado sea Dios. Esmaravilloso». Le sonreí en respuesta y me sentí bien.

Existe algo liberador cuando le dices a alguien que has recibi-do a Jesús No importa a quien se lo digas. Todo lo que importa esque has reconocido a Jesús frente a otra persona y tu testimonioestá firmemente establecido. Aun si has conocido al Señor pormucho tiempo, es bueno hacerlo frecuentemente. Tu creenciaen Él debe ser reconfirmada en forma periódica. Recuérdate quela vida resucitada de Jesús vive en ti y que Él puede resucitar cual-quier cosa que esté muerta en tu vida.

También es bueno que escribas la fecha en que recibiste aJesús en tu Biblia o en un registro que no vayas a tirar a la basu-ra. Esto registra tu nuevo día de nacimiento, para que si algunavez estás confundida o tienes duda de que haya sucedido, lotendrás escrito con toda claridad. Una de mis amigas nació denuevo seis o siete veces porque sus emociones eran muy frági-les, y tenía la mente tan borrosa por la opresión, que nunca es-taba segura de haberlo hecho bien la primera vez. Eso no esnecesario.

Tú nunca naces de nuevo por casualidad. Cuando recibes aJesús, es porque Dios el Padre te está acercando a Él. Jesús dijo:«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió»

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CÓMO ORAR PARA CONOCER A DIOS COMO TU SALVADOR



(Juan 6.44, Nueva Versión Internacional). Una vez que el Padrete atrae, está hecho, de una vez por todas. Eres liberada de la cul-pa, tu futuro está seguro, y eres salva de la muerte en todas las es-feras de tu vida.

El cristianismo es una relación viva con Dios a través de Je-sucristo, Su Hijo. La salvación no es simplemente algo que Je-sús hizo por nosotros; es Jesús viviendo en nosotros. Tal vez túnaciste en una familia cristiana o has asistido a una iglesia cris-tiana toda tu vida, pero si no le has dicho a Dios que quieres re-cibir a Jesús, no has nacido dentro del reino de Dios. No lopuedes heredar, obtenerlo por osmosis, un transplante, un im-plante, o por simplemente desearlo. Tienes que declarar tu fedelante de Dios.

Después que acepté a Jesucristo, comencé a hablarles a misamigos acerca de mi experiencia, particularmente a mi mejoramiga, Diane. Siempre habíamos sido amigas íntimas, y ahorano podíamos compartir la experiencia más importante de mivida. Habíamos participado del ocultismo juntas, y ella creíaque yo estaba loca por involucrarme con este «asunto de Je-sús». Un día, sin embargo, ella me llamó y se sentía muy depri-mida.

«El Señor en realidad haría una diferencia en tu vida», ledije. «Jesús no es como los dioses de los que estudiamos en elocultismo. Esos dioses no tienen el poder de darnos la libertad.Jesús tiene ese poder. Él te puede liberar de tu depresión».

Aparentemente la convencí de la mayor diferencia que el Se-ñor había hecho en mi vida, porque me pidió que orara con ellapara recibir a Jesús como su Salvador. Era la primera vez que yoguiaba a una persona al Señor, y estaba nerviosa en cuanto a ha-cerlo bien. Pero yo había escuchado al pastor Jack conducir apersonas al Señor con su manera tan conmovedora, y recordabaalgunas de las cosas que él decía. La oración a continuación es si-milar a la que le pedí a Diane que orara. Si quieres recibir a Jesúsen tu vida, puedes también orar esta oración.

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7

ORACIONES

PARA RECIBIR A JESUS COMO SALVADOR

Jesús, reconozco que tú existes. Creo que eres el Hijo de Dios,como dices que eres. Aunque es difícil entender un amor tan gran-de, yo creo que tú diste tu vida por mí, para que yo ahora pueda te-ner vida abundante y eterna. Te pido que me perdones por no vivirde acuerdo a tus caminos. Te necesito para que me ayudes a llegara alcanzar la plenitud que tú diseñaste para mí. Ven a mi vida ylléname con tu Espíritu Santo. Que todo lo que está muerto en mísalga por el poder de tu presencia, y hoy cambia mi vida para quetenga un nuevo comienzo.

Si no te sientes cómoda con esta oración, entonces háblale a Je-sús como le hablarías a un buen amigo, y confiesa que has co-metido algunos errores. Dile que no puedes vivir sin Él. Pídeleque te perdone y que venga a vivir en tu corazón. Dile que lo re-cibes como Señor, y agradécele por Su vida eterna y Su perdón.

Si quieres renovar tu compromiso con tu Salvador, ora la si-guiente oración:

PARA RENOVAR TU COMPROMISO CON JESUS COMO TU SALVADOR

Jesús, reconozco tu presencia en mi vida. Sé que tú vives en mí por-que te he aceptado como mi Salvador. Sé que moriste por mí y quepuedes resucitar las áreas muertas de mi vida. Muéstrame los lu-gares en los cuales no estoy caminando en todo lo que tú tienespara mí. Hago un nuevo compromiso para vivir como tú quieresque viva.



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Y nosotros hemos visto y testificado que el Padre ha enviado alHijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese queJesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.

1 JUAN 4.14, 15

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadieviene al Padre, sino por mí.

JUAN 14.6

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombrebajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

HECHOS 4.12

El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

JUAN 3.3

Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres entu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

ROMANOS 10.9



CAPÍTULO 4

7


A DIOS COMO TU PADRE

CELESTIAL

Reconocer a Dios como Padre celestial a veces le resulta difí-cil a la gente, especialmente si no tuvieron padre o si fueron mal-tratados por un padre o una figura de autoridad en sus vidas.

Una joven mujer me dijo: «No me hable de Dios como sien-do un padre. Mi padre me obligó a tener relaciones sexuales conél hasta que me fui de mi hogar, y ahora no puedo tener una rela-ción normal con ningún hombre». Otra me confió: «Mi padreme pegaba cada vez que venía a casa ebrio, y ahora lo odio. ¿Có-mo puedo pensar en Dios como un padre?» Un hombre madurome dijo: «Mi padre nunca hizo nada por mí. Era un hombre dé-bil. Nunca hizo una contribución positiva a mi vida y finalmentenos abandonó. No me mencione la palabra padre».

Yo no tuve un padre que abusara de mí, y estoy muy agradeci-da por eso. Sin embargo, mi padre nuncame rescató del maltratode mi madre, y él era el único con el poder y la autoridad de ha-cerlo. Debido a esa experiencia, subconscientemente sentí queDios tampoco me podría ayudar. No me rebelé ni me resentícontra Dios de manera abierta; en cambio me sentí olvidada.

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Las experiencias de tu vida tal vez te hagan sentir como esas per-sonas. Pero déjame asegurarte que Dios nunca será un padre quellega al hogar ebrio, se esconde detrás de un periódico, te pega, teabusa sexualmente, te miente, te traiciona, te abandona o está de-masiado ocupado para ti. Él es diferente. Es un Padre que, comodice la Biblia «sabe de qué cosas tenéis necesidad» (Mateo 6.8), yque «dará buenas cosas a los que le pidan» (Mateo 7.11). Nunca tedejará ni te abandonará, siempre va a querer lo que es mejor para ti,y siempre tendrá para ti más de lo que tú jamás has soñado poseer.

Examina tu relación con el Padre celestial y fíjate si alguna delas siguientes declaraciones se aplica a ti:

• «Dudo ser un hijo o hija a quien mi Padre celestialama».

• «Me siento distante de Él».

• «Le tengo miedo».

• «Estoy enojado (o enojada) con Él».

• «El pensamiento de mi Padre celestial me trae lágrimasde dolor más bien que de gozo».

Si alguna de estas declaraciones se aplica a ti, definitivamentenecesitas una mayor comprensión del amor de tu Padre celestialpor ti. Pídele que te lo muestre con claridad. Ora la oración al fi-nal de este capítulo, y luego toma la determinación de que no tevas a cerrar al Padre que te ama. Dale una oportunidad de probar-te Su fidelidad y mostrarte Su poder.

Enmi nueva relación conDios, yo estabamuy consciente de Suamor, especialmente Su amor por otras personas, pero no creía queÉl me amaba amí tanto como las amaba a ellas. La enormidad deldolor y la falta de perdón que cargaba de mi pasado, sumadas a laculpa, la tristeza y el temor, servían como una barrera gigantescaque me impedía sentir Su amor. Debido a todo esto, tuve que darun gran paso de fe para reconocer a Dios como Padre.

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Una cosa es conocer a Jesús; otra cosa es conocer al Padre. Elpropósito de la salvación no es solamente que lleguemos a Cristo,sino que lleguemos al Padre, donde entendemos nuestra relacióncon nuestro Creador. Tal vez tengamos imágenes distorsionadas deÉl debido a todo lo que nos ha pasado, pero no vamos a poder verquienes en realidad somos hasta que podamos ver a Dios como enrealidad es. Entonces, dentro del contexto de una relación que nosda seguridad y satisfacción, podemos comenzar a crecer. Cuandohacemos esto, nos esperan muchas cosas que vamos a aprender.

Si quieres comenzar este proceso, o si quieres renovar tu rela-ción con tu Padre celestial, di una de las siguientes oraciones:

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ORACIONES

PARA CONOCER A DIOS COMO TU PADRE CELESTIAL

Dios, hoy te reconozco como mi Padre celestial. Sana los concep-tos erróneos que tengo sobre ti. Quítame el dolor que me causó mipadre terrenal cuando me hirió con sus fracasos, y perdóname porecharte la culpa a ti, Padre. Espero con ansias recibir la herenciaque les has prometido a tus hijos.

Si conoces a Dios como tu Padre, pero a veces te sientes distantede Él, pronuncia la siguiente oración:

PARA RENOVAR TU RELACIÓN CON DIOS COMO PADRE

Señor, sé que tú eres mi Padre celestial y que me amas como nadiepuede amarme. Pero algunas veces no puedo sentir tu amor incon-dicional. Ayúdame a entender la verdad de tu Palabra en mi vidahoy, y ayúdame a acercarme más a ti.

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CÓMO ORAR PARA CONOCER A DIOS COMO TU PADRE CELESTIAL



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Y seré para vosotros por Padre,Y vosotros me seréis hijos e hijas,dice el Señor Todopoderoso.

2 CORINTIOS 6.18

Tan compasivo es el SEÑOR con los que le temencomo lo es un padre con sus hijos.

SALMO 103.13(NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL)

No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le haplacido daros el reino.

LUCAS 12.32

Tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuoes tu nombre.

ISAÍAS 63.16

Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio alHijo.

JUAN 5.22



CAPÍTULO 5

7

CÓMO ORAR PARA

CONOCER A DIOS COMO

ESPÍRITU SANTO

Cuando escuché los nombres Ayudante y Consolador en refe-rencia al Espíritu Santo, supe inmediatamente que quería esosatributos de Dios en mi vida. Me di cuenta de que para conse-guirlos, primero debía reconocer la existencia del Espíritu Santoy luego abrir mi corazón a Su obra enmí. Cuando lo hice, apren-dí tres razones importantes para ser llenos con el Espíritu Santode Dios:

• para adorar a Dios más plenamente

• para experimentar y comunicar el amor de Dios en formamás profunda

• para apropiarme del poder de Dios en mi vida y usarlocon eficacia

Si tú reconoces a Jesús como Salvador y a Dios como Padre,debes reconocer al Espíritu Santo. Hay algunos creyentes quecasi no pueden pronunciar el nombre del «Espíritu Santo» sincasi ahogarse, mucho menos reconocer Su obra en la vida de

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ellos. Tal vez sea porque no saben mucho en cuanto a Él. O talvez participaron en alguna situación en que se hizo algo en elnombre del Espíritu Santo. (O tal vez le tengan miedo a la pa-labra «espíritu», la cual se puede usar con significados negati-vos.) Cualquiera que sea la razón, déjame asegurarte que elEspíritu Santo es el Espíritu de Dios enviado por Jesús paraconsolarnos, para enseñarnos, para guiarnos a toda verdad,para darnos dones espirituales, para ayudarnos a orar con máseficacia, para darnos sabiduría y revelación, y para ayudarnos aconocer la voluntad de Dios para nuestras vidas. ¿Existen per-sonas que con toda honestidad puedan decir que nunca nece-sitan alguna de esas cosas?

No se puede pasar por alto al Espíritu Santo. No podemos pre-tender que no exista o no creer lo que Jesús dijo cuando expresóque nos enviaría el Espíritu Santo, o sugerir que Dios estaba bro-meando cuando dijo que derramaría su Espíritu sobre toda car-ne. El Espíritu Santo no es un vapor o una nube mística; es unaparte de Dios. (¿Recuerdas la cáscara, la fruta en sí y el corazónde la manzana?) El Espíritu Santo es el poder de Dios y por inter-medio de quienDios nos habla. Si lo pasamos por alto o lo recha-zamos, vamos a impedir que obre en nuestras vidas ese poder yesa comunicación.

Si puedes pronunciar las palabras: «Jesús es Señor», puedesestar segura de que el Espíritu Santo está trabajando en tu vida.Enmuchas partes de la Biblia semenciona el ser lleno del Espíri-tu. Debido a que parecen haber tantas interpretaciones de estocomo hay denominaciones, no voy a confinarte ami propia inter-pretación. Simplemente pregúntale al Espíritu Santo lo que esasescrituras significan, y deja en Sus manos que te responda.

La Biblia dice: «Pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haréque andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pon-gáis por obra« (Ezequiel 36.27). El Espíritu Santo es el que obrala santidad de Dios en nosotros. Y no es necesario tener temor nitampoco hay ningún misterio en cuanto a esto, porque nosotros

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somos los únicos, de toda la creación de Dios, que tenemos unlugar especial dentro de nuestro ser donde puede residir el Espí-ritu Santo. Ese lugar siempre estará vacío hasta que sea llenadopor el Espíritu.

Nosotros no queremos tener una «apariencia de piedad» yal mismo tiempo negar «la eficacia de ella» (2 Timoteo 3.5). Sinegamos el poder de Dios estamos limitando lo que Él puedehacer en nuestras vidas y eso nos impide movernos hacia todolo que Dios tiene para nosotros. Tampoco queremos estarsiempre aprendiendo y nunca poder llegar al «conocimientode la verdad» (2 Timoteo 3.7). A menos que el Espíritu Santonos dirija desde adentro, nuestro conocimiento de la verdadserá siempre limitado, y nuestra salud espiritual será incom-pleta. No limites lo que Dios puede hacer en ti al no reconoceral Espíritu Santo en tu vida.

Sin embargo, a través de los años he descubierto que la llenu-ra del Espíritu Santo es algo que ocurre todo el tiempo y siemprepuede ser más profunda. Debemos estar dispuestos a abrirnos alos nuevos niveles y dimensiones para que Él pueda capacitarnospara cumplir lo que nunca podríamos lograr sin la plenitud de Suamor, poder y vida.

No importa cuanto tiempo hace que has conocido al Señor,es bueno que ores la siguiente oración con frecuencia:

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ORACIÓN

Señor, ayúdame a entender todo lo que necesito saber acerca de tiy de la obra de tu Espíritu en mi vida. Lléname con tu EspírituSanto de una manera nueva hoy y obra poderosamente en mí.

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CÓMO ORAR PARA CONOCER A DIOS COMO ESPÍRITU SANTO



7


Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que estécon vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual elmundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; perovosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará envosotros.

JUAN 14.16, 17

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas avuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará elEspíritu Santo a los que se lo pidan?

LUCAS 11.13

Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda laverdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino quehablará todo lo que oyere, y os hará saber todas las cosas quehabrán de venir.

JUAN 16.13

Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre deJesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don delEspíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y paravuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos elSeñor nuestro Dios llamare.

HECHOS 2.38, 39



CAPÍTULO 6

7


A DIOS COMO SEÑOR SOBRE

TODOS LOS ASPECTOS

DE TU VIDA

Cuando comencé a conocer a Dios como mi Salvador, comoPadre y como Espíritu Santo, encontré que tenía que exponermuchas áreas de mi vida a Su influencia. Esto fue difícil porquerequería una confianza profunda. Hasta ese entonces yo había te-nido muy pocas experiencias positivas cuando alguien que nofuera yo misma estaba en control de mi vida.

En todas las casas en que viví mientras crecía, siempre habíacuartos que no se le permitían ver a nadie. Contenían una canti-dad enorme de objetos que no servían para nada debido al núme-ro de ellos y a su desorden. Una razón por la que mi madre noquería que nadie viniera a nuestra casa (aparte del hecho que erademasiado agotador para ella tratar de mantener las aparienciasde normalidad) era que tenía miedo de que alguien viera loscuartos secretos. Esos cuartos reflejaban nuestra vida familiar. Elsecreto de la enfermedad mental de mi madre debía ser ocultadoa toda costa. Cuando crecí, fue como si esos cuartos secretos en

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nuestro hogar se hubieran convertido en lugares secretos en micorazón. Mantenía ocultas tantas partes de mi vida que vivía ate-morizada de que fueran descubiertas y yo fuera rechazada.

Cuando recibí a Jesucristo como mi Salvador, lo hice pasaral cuarto de huéspedes. El problema fue que Él no se confor-mó con estar allí. Continuó tocando en una puerta tras otrahasta que yo le estaba abriendo puertas a cuartos que ni siquie-ra sabía que estaban allí. Él expuso todos los rincones oscurosde cada cuarto a Su luz limpiadora. Pronto me di cuenta deque Él quería que yo lo reconociera como Señor sobre todaslas áreas de mi vida.

Uno de esos cuartos en mi corazón era el asunto de tener hi-jos. Me casé con mi esposo, Michael, unos tres años después dehaberme convertido, y debido a que tantas cosas estaban suce-diendo en nuestras vidas en aquel entonces, nunca hablamos delasunto de tener hijos. Yo tenía unmillón de razones para no que-rer hijos, y unamuy importante era el temor de perpetuar mi pro-pia crianza que me había afectado tan adversamente. Yo nopodía ni siquiera soportar el pensamiento de que fuera a destro-zar una vida inocente. A medida que Dios fue golpeando en unapuerta tras otra, las finanzas, mi matrimonio, mis actitudes, miapariencia, mis amistades, yo comencé a abrirme a Su señorío.Pero no lo escuché cuando golpeaba vez tras vez en la puerta dela maternidad, la cual estaba trancada con doble cerradura pormi egoísmo y temor. Si embargo, los toques a la puerta continua-ron, desafiando mi oración diaria que decía: «Jesús, quiero queseas el Señor de cada área de mi vida».

Una mañana, cerca de un año después de habernos casado,unos amigos nos detuvieron antes de entrar a la iglesia paramostrarnos su bebé recién nacido. Mientras lo tomé en misbrazos por un breve momento, tuve una visión de tener en bra-zos a un bebé mío. Mas tarde, en la iglesia, pensé en ese mo-mento, y la posibilidad de tener un bebé de pronto me parecióagradable.

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Está bien, Señor, pensé, si en realidad se supone que tenga-mos un hijo, quiero queMichael me diga algo al respecto. Y coneso, me quité la idea totalmente de la mente.

Esa misma tarde, Michael se volvió hacia mí y me dijo: «Elbebé que tenías en tus brazos estamañana en la iglesia era tan lin-do. Tal vez deberíamos tener un bebé».

«¿Qué?», le dije sin creer lo que escuchaba. «¿Hablas en se-rio?»

«Por supuesto. ¿Por qué no? ¿No es eso lo que hace la gen-te?», me preguntó.

«Si, pero nunca te había escuchado decir nada así antes».Recordando mi breve oración de aquella mañana, oré silen-

ciosamente: Señor, me asusta cómo puedes responder con tanta ra-pidez algunas veces. Que tu perfecta voluntad sea hecha en mivida.

Aunque yo todavía sentía miedo y recelo, supe que había lle-gado el tiempo en el cual Dios iba a traer vida a un lugar en micorazón que había muerto hacía muchos años. Sentí que al per-mitirle a Dios ser Señor sobre esta esfera de mi vida sería una par-te importante en la redención de todo lo que había sido perdidoen mi vida.

DEJANDO QUE ÉL DIRIJA TU HOGAR

Cuando invitas a Jesús a que entre a la casa de tu ser (nacer denuevo), también se supone que le des la dirección de tu casa (esdecir, que lo haces Señor de tu vida). Sin embargo, muchos denosotros somos lentos para hacer eso en forma completa. Ya seaque lo admitamos o no, somos renuentes para creer que podemosconfiar en Dios en todas las esferas de nuestra vida.

La Biblia dice:

Fíate de Jehová de todo tu corazón,no te apoyes en tu propia prudencia.

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CÓMO ORAR PARA CONOCER A DIOS COMO SEÑOR SOBRE TODOS…



Reconócelo en todos tus caminos,Y él enderezará tus veredas.

(Proverbios 3.5, 6, énfasis añadido)

Fíjate en las palabras todo y todos. Son muy específicas. Si quere-mos que las cosas nos resulten bien, tenemos que reconocerlocomo Señor sobre todas las esferas de nuestra vida. Yo tenía queestar dispuesta a darle a Dios el derecho de paso diciéndole confrecuencia: «Jesús, sé Señor en todas las esferas de mi vida».Entonces a medida que Él me señalaba lugares en los cuales yono le había abierto la puerta a Su señorío, yo lo dejaba entrar.

Yo sé que Dios hace esto con toda la gente que lo invita a mo-rar en su vida. Algunas personas le dan a Él acceso total a todo suser de forma inmediata. Otros lo dejan de pie en la entrada inde-finidamente. Muchas personas hacen lo que hice yo y le permi-ten que entre lentamente. Cuando Él toca a diferentes puertasdentro de ti, debes saber que nunca va a forzar la entrada y rom-per las paredes. Simplemente Él va a tocar con persistencia y sua-vemente, y cuando tú lo invitas, entrará con ternura y ocuparácada rincón de tu vida para limpiarlo y reconstruirlo.

Cuando Jesús estaba en la tierra, tocó cuerpos que estabanmuertos y los resucitó. También tocó a leprosos y les restauró lasalud. También hará lo mismo por ti ahora. Nunca te va a decir:«No puedo tocarte; has ido demasiado lejos; hueles muy mal; tufracaso es demasiado grande; tus circunstancias están demasiadomuertas».

Si algo hamuerto dentro de ti o en tu vida, Dios siente compa-sión por esto. Donde hay lugares muertos en ti, Él va a soplar vidaen ellos. A Él le importan tus sentimientos y tus debilidades. Élquiere tocarte con sanidad y vida, pero no lo hará a menos queprimero tú lo reconozcas como Señor sobre esas áreas y lo invitesa que entre en esa situación. El hecho de que Él no va tocar nin-guna de esas esferas sin tu invitación no quiere decir que es indi-ferente; sino más bien que te ha dado una elección. ¿Elegirás

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abrir las puertas de cada parte de tu vida y permitir que Él reineen ellas?

Cuando mi esposo y yo vivíamos en California, teníamos unacasa que era abierta, con pocas paredes dentro. La gente solía de-cirme: «Cuando entro a tu casa, no me puedo quedar en el vestí-bulo. Tengo que entrar a la sala, a la cocina o al cuarto de estar».Debido a la falta de barreras, la casa en sí invitaba a la gente a queentrara. Yo creo que esto refleja la forma en que se supone quesea nuestra relación con Dios. Cuando las barreras caen, Él noestá restringido de ir a ninguna de las áreas a las que desea entrar.Esto quiere decir que estamos abiertos a todo lo que Dios quierehacer en nosotros, sin importar lo incómodo que puedas sentirteen el momento. Las personas más felices que conozco son lasque ponen toda su vida en las manos deDios, sabiendo que cuan-do Él está en el trono, ninguna amenaza del infierno puede teneréxito en sus vidas.

Reconocer a Dios como Señor sobre todas las áreas de tu vidaes un hecho continuo de la voluntad. Debido a eso, te recomien-do que cuando te despiertas todas las mañanas, ores una cortaoración como la que se encuentra a continuación.

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ORACIÓN

Señor, te reconozco hoy como Señor sobre todas las áreas de mivida. Ayúdame a caminar en tu perfecta voluntad en todo lo quehaga y en todo lo que diga.

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CÓMO ORAR PARA CONOCER A DIOS COMO SEÑOR SOBRE TODOS…



7


Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio unnombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre deJesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en latierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese queJesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

FILIPENSES 2.9-11

Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque losoy.

JUAN 13.13

Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para elSeñor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos,del Señor somos.

ROMANOS 14.8

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, ycon toda tu alma, y con toda tu mente.

MATEO 22.37

Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tupropia prudencia.

PROVERBIOS 3.5



CAPÍTULO 7

7


A DIOS COMO UN NOMBRE

QUE RESPONDE A TODAS

TUS NECESIDADES

Unas pocas semanas antes de tener aquella conversación conTerry en cuanto a ir a conocer a su pastor, me desperté a media-noche ahogando sollozos y haciendo esfuerzos para respirar. Mesobrecogieron sentimientos desesperados de soledad al igual quecuando un niño se siente solo en la oscuridad, y tuve la sensaciónde una presencia extraña en el cuarto, poderosa y sofocante, pare-cida a la muerte. Me senté de un salto, para ver con alivio que es-taba a salvo en mi propio dormitorio.

«Gracias a Dios que esto no es real», exclamé mientras trata-ba de despejarme los recuerdos de un sueño queme era demasia-do familiar.

Parte del tormento emocional de los años antes de que le die-ra mi vida al Señor fueron pesadillas recurrentes tan reales quecuando me despertaba me tomaba tiempo determinar si eranparte de la realidad o no. En esas terribles pesadillas, yo me en-contraba en un cuarto grande y vacío que se agrandaba cada vez

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más hasta que me sentía sobrecogida y embargada de un terrorparalizante. La terrible desesperación que sentía durante esas pe-sadillas llegó a ser tan intensa que gradualmente también comen-zó a afectarme durante el día.

Cuando compartí esto con Terry, ella me dio un consejo queen aquel entonces me pareció muy raro.

«Cuando te suceda esto», me instruyó ella, «simplementemenciona el nombre de Jesús una y otra vez. Eso hará que desa-parezca el miedo».

«¿Eso es todo lo que tengo que hacer?», le pregunté, dudandopero almismo tiempo dispuesta a hacer cualquier cosa que dijeraque me ayudaría. No habíamos hablado mucho del Señor antes,así que esta sugerencia me pareció muy extraña.

No pensé mucho acerca de nuestra conversación hasta la si-guiente vez que me desperté de una pesadilla e inmediatamenteme acordé del consejo de Terry.

«Jesús», dije mientras me esforzaba por respirar. «¡Jesús!»,dije en voz más alta y aguanté la respiración por un momento.«Jesús, Jesús, Jesús», dije una y otra vez como si me estuviera afe-rrando al sonido de ese nombre para salvar la vida. En unos pocosminutos, el temor había desaparecido.

Es tal como ella me dijo que sucedería, pensé, y completamen-te asombrada me di vuelta en la cama y volví a dormirme.

Esa fuemi primera experiencia con el poder del nombre de Jesús,y nunca la he olvidado. Si para una persona que apenas lo conoce, elnombre de Jesús tiene tanto efecto sobre el poder de las tinieblas, ima-gínate el poder para aquellos que lo conocen y lo aman.

UN NOMBRE QUE SIRVE EN TODO MOMENTO

Hay ciertas garantías y recompensas por el simple reconocimien-to del nombre de Jesús. Por ejemplo, la Biblia dice: «Torre fuertees el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado»(Proverbios 18.10).

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Hay una cobertura de protección para todos los que claman elnombre del Señor. Es por eso que cuando repetí Su nombre unay otra vez (no en una especie de repetición sin sentido, sino cla-mando a Él pidiéndole Su ayuda), trajo al reino de Su vida paraque prevaleciera en mi vida. Es cierto que a esa altura yo todavíano lo había recibido como Salvador, pero yo estaba siendo atraídahacia Él, como probaron los acontecimientos de las siguientes se-manas.

El Señor tiene muchos nombres en la Biblia, y cada uno ex-presa un aspecto de Su naturaleza o uno de Sus atributos. Cuan-do lo reconocemos por esos nombres, lo estamos invitando a quesea eso para nosotros. Por ejemplo, Dios es llamado Sanador.Cuando oramos: «Jesús, tú eres mi Sanador», y lo hacemos confe, este atributo va a obrar en nuestra vida.

Una de las razones por las cuales no tenemos la realización, laplenitud y la paz que deseamos es que no hemos reconocido aDios como la respuesta para cada una de nuestras necesidades.Pensamos:Élme ha dado vida eterna, pero no sé si puede ocuparsede mis problemas financieros.Opensamos: Sé que me puede guiara un trabajo mejor, pero no sé si puede arreglar mi matrimonio. O:Me sanó del dolor de espalda, pero no sé si puede hacer que se mevaya la depresión. La verdad es que Él es todo lo que nosotros ne-cesitamos, y debemos recordar eso siempre. De hecho, es buenoque te digas todos los días: «Dios es todo lo que yo necesito», yluego di el nombre del Señor que responde a tu necesidad espe-cífica en ese momento.

¿Necesitas esperanza? Su nombre es Esperanza. Ora: «Jesús,tú eres mi Esperanza».

¿Te sientes débil? Él es nuestra Fortaleza. Ora: «Jesús, tú eresmi Fortaleza».

¿Necesitas consejo? Él es nuestro Consejero. Ora: «Jesús, túeres mi Consejero».

¿Te sientes deprimida? Él es nuestro Liberador.¿Te sientes sola? Él es nuestro Compañero y Amigo.

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CÓMO ORAR PARA CONOCER A DIOS COMO UN NOMBRE QUE RESPONDE…



Su nombre también es Emanuel, que quiere decir «Dios connosotros». Él no es una persona distante y fría que no tiene inte-rés en tu vida. Él es Emanuel, El Dios que está contigo en estemomento al grado en que tú lo reconozcas en tu vida.

En la siguiente página he anotado treinta nombres bíblicosdel Señor. Lee esa lista teniendo presente que Dios quiere ser to-das esas cosas en tu vida. Cada día que puedas, escoge un nombrede esa lista que se aplica a tus necesidades y agradécele a Dioscon frecuencia que Él es eso para ti. Reconocer que Él es estascosas es el primer paso hacia que lleguen a ser una realidad en tuvida. Recuerda que todo en Su personalidad es más fuerte quecualquier cosa negativa en la tuya.

PARA CONOCER MEJOR A DIOS

Otra buena razón para reconocer el nombre del Señor es que Je-sús dijo que si lo reconocemos a Él, entonces Él nos reconocerá anosotros. Y mientras tanto se mantenga este reconocimiento, hayuna intimidad que va a aumentar entre tú y Dios.

Cuando mi madre me encerraba en aquel lugar de guardarcosas durante horas cada vez, yo me sentía indefensa y con mie-do. «Se han olvidado de mí», solía decir llorando. «Nadie seacuerda de que estoy aquí». Así que no fue sorprendente cuandomás tarde tuve temor de que Dios también se fuera a olvidar demí. Me sentí como el rey David cuando dijo: «Mira a mi diestra yobserva, pues no hay quien me quiera conocer; no tengo refugio,ni hay quien cuide de mi vida « (Salmo 142.4).

Algunas veces sentimos que a nadie le importa o se preocupa porquien en realidad somos. Pero Dios lo sabe y se preocupa. Una pre-gunta común de la gente que ha sidomaltratada es: «¿Dónde estabaDios cuando ocurría ese abuso o maltrato?» La respuesta es queDios está en el lugar donde se le pide que esté. Él sabía y a Él le im-portaba que yo estuviera encerrada en ese lugar. Y sin embargo, nofue sino hastamuchos años después que le pedí queme sanara yme

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7

TREINTA ATRIBUTOS DEL SEÑOR

1. Él es mi Confortador (Salmo 23.3).2. Él es mi Consolador (Juan 14.16).3. Él es mi Fortaleza (Isaías 12.2).4. Él es mi Redentor (Isaías 59.20).5. Él es mi Esperanza (Salmo 71.5).6. Él es mi Paciencia (Romanos 15.5).7. Él es la Verdad (Juan 14.6).8. Él es mi Descanso (Jeremías 6.16).9. Él es mi Vencedor (Juan 16.33).

10. Él es mi Luz (Juan 8.12).11. Él es el Poder de Dios (1 Corintios 1.24).12. Él es mi Pan de vida (Juan 6.35).13. Él es mi Escudo (Salmo 18.2).14. Él es mi Refugio contra el turbión (Isaías 25.4).15. Él es mi Padre eterno (Isaías 9.6).16. Él es el Autor de la fe (Hebreos 12.2).17. Él es mi Libertador (Salmo 70.5).18. Él es mi Consejero (Salmo 16.7).19. Él es mi Paz (Efesios 2.14).20. Él es mi Galardonador (Hebreos 11.6).21. Él es mi Sanador (Éxodo 15.26).22. Él es mi Escudo (Salmo 33.20).23. Él es mi Sabiduría (1 Corintios 1.24).24. Él es mi Purificador (Malaquías 3.3).25. Él es mi Refugio en la angustia (Salmo 32.7).26. Él es mi Sombra (Isaías 25.4).27. Él es mi Refinador (Malaquías 3.2, 3).28. Él es mi Resurrección (Juan 11.25).29. Él es Quien levanta mi cabeza (Salmo 3.3).30. Él es mi Fortaleza en el día de la angustia (Nahum 1.7).



librara de los efectos de esemaltrato. Hubiera sucedido antes si yo lohubiera recibido y hecho Señor demi vida antes. No importa quiénnos haya abandonado o nos haya fracasado de una forma u otra en elpasado, el Señor siempre va a estar a nuestro lado hoy. La Bibliadice: «Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo Jehováme recogerá» (Salmo 27.10). Estas palabras cobran un significadomuy particular, si en realidad tu padre o tumadre te hanmaltratado,desilusionado o abandonado. Sin embargo, el Señor nunca nos va adefraudar o se va a olvidar de nosotros.

Jesús dice que cuando conozcas la verdad serás libre. Siemprecreí que eso era saber la verdad en cuanto a una situación, pero enrealidad es conocer la verdad de Dios en cada situación. Y nuestrosojos nunca van a ser abiertos a Su verdad hasta que nuestros corazo-nes no estén completamente abiertos a Él y lo reconozcamos comotodo lo que necesitamos. Porque esa es la voluntad de Dios paranuestras vidas.

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ORACIONES

Jesús, gracias porque tú eres Emanuel, Dios con nosotros. Graciasque estás conmigo y que eres todo lo que necesito.

Menciona tus necesidades y luego refiérete a cualquiera de losnombres de Dios que se aplican a tu situación. Por ejemplo:«Tú eres mi Vencedor, y yo necesito vencer mis sentimientos desoledad». O: tú eres mi Paciencia, y hoy yo necesito pacienciacon ».

Gracias, porque tú siempre estás atento a mis necesidades. Porfavor, ayúdame a sentir tu presencia de una forma nueva hoy.

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7


Él invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y éldirá: Jehová es mi Dios.

ZACARÍAS 13.9

Porque todo aquel que invocara el nombre del Señor, serásalvo.

ROMANOS 10.13

No te desamparé, ni te dejaré.

HEBREOS 13.5

Nuestro socorro está en el nombre de Jehová.

SALMO 124.8

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio unnombre que es sobre todo nombre.

FILIPENSES 2.9

A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yotambién lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo.

MATEO 10.32(NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL)



SEGUNDA PARTE

7

ELFUNDAMENTO

SÓLIDO



CAPÍTULO 8

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CÓMO ORAR PARA SEGUIR

ADELANTE CON EL SEÑOR

«Todavía estoy en terreno que no es firme», me dije amímis-ma mientras conducía hacia la iglesia un domingo de mañanacasi un año después de haber aceptado a Jesús comomi Salvador.Aunque mi vida había mejorado mucho, todavía tenía ese senti-miento inquietante de que podía perder la estabilidad que habíaobtenido. Temía que mis vislumbres de esperanza por el futurono se fueran a cumplir.

Era obvio que había progresado desde aquel día en el mes deoctubre con Terry y el pastor Jack. Después de todo, en el co-mienzo de mi relación con el Señor, no podía llegar a la iglesiasola. Durante meses, Terry y su esposo me despertaban todos losdomingos de mañana con una llamada telefónica y luego me ve-nían a buscar, lo cual no les quedaba de camino, sabiendo que yono era lo suficientemente fuerte en mente, cuerpo ni espíritupara ir a la iglesia por mí misma. Después que ellos dejaron dellevarme a la iglesia, mi asistencia fue esporádica por algún tiem-po hasta que resolví asistir a la iglesia en forma regular sin la ayu-da de ellos. Ahora que estaba conduciendomi automóvil hacia laiglesia por el quinto domingo consecutivo, pensé en lo que habíaaprendido.

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Había escuchado al pastor Jack predicar todas las semanasen cuanto a «seguir adelante con el Señor» y finalmente esta-ba comenzando a registrarse en mi mente. Cada vez que él lomencionaba, movía su brazo lentamente sobre la congrega-ción, como un pastor que está tratando de conducir a sus ove-jas en una cierta dirección. Una mañana, mientras él movía elbrazo sobre la congregación, me di cuenta de que uno no sequeda en un lugar después de haber recibido al Señor. Hayque comenzar a crecer.

Yo creía que recibir a Jesús en tu corazón era todo lo que senecesitaba. Que lo habías logrado. No tendrías más proble-mas. Pero me estaba comenzando a dar cuenta de que no eraasí. La verdad es que yo tenía entrada en la eternidad al haber-me apropiado de la vida después de la muerte. Sin embargo,todavía era necesario que algunas cosas en mi vida en la tierrafueran arregladas. Había ciertas cosas que tenía que hacer to-dos los días para mantener la vida y llegar a ser saludable en loespiritual y emocional. ¡Qué revelación! Habiéndole siempreprestado atención al buen estado físico y al concepto de cuidarbien el cuerpo durante muchos años, con mucha rapidez pudecaptar esta disciplina, la disciplina de hacer algo bueno por timisma, sin importar si querías o no hacerlo, para disfrutar bie-nestar y buena salud. Comencé a entender que al igual que elcuerpo físico necesita alimentos, ejercicio e higiene, así tam-bién el espíritu y el alma necesitan ser nutridos.

Aquella mañana en la iglesia pensé:Mi fundamento no es tanfuerte como debería ser. Tal vez eso sea por lo que tengo momentosde dudas y que siento que estoy en terreno que no es firme. Dios,muéstrame cómo fortalecer mi relación contigo para que mi funda-mento se haga sólido.

Durante los siguientes meses aprendí acerca de cinco ele-mentos clave, bloques de construcción espirituales, que fortale-cerán nuestra relación con Dios:

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1. La Palabra de Dios2. La oración3. La alabanza4. La confesión5. El perdón continuo

Si descuidamos siquiera uno solo, terminaremos con fisuras ennuestro fundamento. Cuando tenemos fisuras en nuestro funda-mento, nunca llegaremos a donde se supone que lleguemos ynunca podemos conocer completamente la voluntad de Dios.

Algunas personas «se las arreglan» haciendo algunas de estascosas, pero yo no estaban interesada en simplemente «arreglár-melas». Eso es lo que había estado haciendo por años. Quería unverdadero bienestar espiritual, y un sentido de propósito y direc-ción. Quería la voluntad de Dios para mi vida.

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ORACIÓN

Señor, ayúdame a recordar la importancia que tienen en mi cami-nar diario, tu Palabra, la oración, la alabanza, la confesión y elcontinuo perdón. Ayúdame a no descuidar ninguna de esas cosas.Abre mi mente y mi corazón para que pueda caminar en formaaún más profunda en cada una de esas esferas.

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CÓMO ORAR PARA SEGUIR ADELANTE CON EL SEÑOR



7


Como pasa el torbellino, así el malo no permanece;Mas el justo permanece para siempre.

PROVERBIOS 10.25

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, lecompararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre laroca.

MATEO 7.24

Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello:Conoce el Señor a los que son suyos; y apártese de iniquidadtodo aquel que invoca el nombre de Cristo.

2 TIMOTEO 2.19



CAPÍTULO 9

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CÓMO ORAR POR

UN FUNDAMENTO SÓLIDO

EN LA VERDAD DE DIOS

Una mañana, mientras el pastor Jack nos estaba animandouna vez más a seguir adelante, esta vez en la Palabra de Dios,pensé: Primero, el Pastor nos pide que traigamos nuestras Biblias,¿y ahora quiere que también las leamos? Yo había comprado unaBiblia que era de una versión que podía entender, tal como él noshabía sugerido, pero pensé que él nos enseñaría de la Biblia y no-sotros simplemente seguiríamos lo que él enseñaba.

Hacía años que había dejado de leer la Biblia cuando variosintentos infructuosos me habían traído desaliento y frustración.Había encontrado que la manera de escribir era extraña, y no lapodía entender en absoluto. Pero el pastor Jack enseñaba de lasEscrituras con sorprendente claridad, y yo no me perdía ni unasola de sus palabras. Era como mirar una película que reflejabatanto mi propia vida que yo me involucraba en la acción.

¿Podría suceder,me pregunté a mí misma, que sintiera lo mis-mo si leía la Biblia sola en mi casa?

A la mañana siguiente comencé a leer en los Salmos y Prover-bios, los cuales tenían capítulos cortos y parecía un lugar seguro

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para comenzar. En el transcurso de pocas semanas, me aventuréen los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Me sorprendíde la forma en que cada palabra cobraba vida con un nuevo signi-ficado.Muy pronto sentí tantos deseos de conocer toda la historiaque empecé en el principio de la Biblia y la leí hasta el final.Cuando terminé de leerla, varios meses después, sentí como queconocía el corazón del Autor demi vida, y que se había efectuadoun cambio en mí.

Mientras leía con bastante fidelidad todos los días, me dicuenta de algunos beneficios singulares e innegables. Descubríque era especialmente beneficioso leer la Biblia como lo primeroque hacia de mañana, porque disponía a mi corazón y mente enel curso correcto para el día. También leer la Biblia antes de acos-tarme de noche aseguraba que no tendría pesadillas, las que ha-bían sido un problema por tanto tiempo como podía recordar.

En forma gradual, la Biblia se convirtió en la voz de Dios parami oído. Cuando escuchaba ciertas palabras antiguas y familiaresen lamente, tales como:No sirves para nada. Nunca llegarás a sernada. ¿Por qué esforzarte?, también escuchaba las palabras deDios que me decían: Eres una creación admirable. Te he sacadode las puertas de la muerte. Serás bendecida porque has puesto tuconfianza en mí (Salmo 139.14; 9.13 y 2.12).

Cuanto más leía, tanto más vi que las leyes de Dios eran bue-nas. Estaban allí para mi beneficio, y yo podía confiar en ellas. Seme hizo claro que la conciencia no era un indicador adecuadodel bien y del mal. Pude ver que el bien y el mal solamente sepueden determinar a la luz de la Palabra de Dios. Tales pautas,en lugar de ser restrictivas, fueron liberadoras para mí.

Aun cuando Su Palabra no decía en forma específica: «Estoestá bien», o «Esto está mal», mi espíritu estuvo tan afín con elEspíritu de Dios que podía sentir lo que era correcto. Por ejem-plo, aunque la Biblia dice que uno no debe embriagarse, yo sentíque para mí no era una buena idea tomar bebidas alcohólicaspara sentirme «relajada», especialmente a la luz de mi antigua

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historia de abuso del alcohol y de las drogas. Además, la sensa-ción de «euforia» que estaba experimentando por estar en la pre-sencia del Señor eramuchomayor que ninguna sensación que sepudiera experimentar de otras fuentes. Este fue uno de los mu-chos comienzos de madurez espiritual que estaban ocurriendoen mi alma, y su fundamento estaba apoyado en la Palabra deDios.

¿QUÉ? ¿LEER, YO?

Tal vez estés pensando: Yo no tengo tiempo para leer la Biblia to-dos los días. Permíteme desafiarte a que consideres esto: En la si-guiente página he anotado quince razones para leer la Bibliadiariamente. Después que leas esa lista, te darás cuenta de que nopodemos permitir que pase un día sin absorber por lo menosunos pocos versículos de la Palabra en nuestro corazón ymente.

Las buenas relaciones, la buena salud, y destacarnos en lo queestamos haciendo, todas esas cosas requieren algún tipo de sacri-ficio, disciplina, incomodidad y aun un poco de dolor. La pleni-tud espiritual también es un poco como esto. Leer la Palabra deDios debe llegar a ser una disciplina diaria porque necesitamosuna comprensión sólida de la manera en que Dios quiere que vi-vamos si nuestra vida le va a agradar a Él. La Biblia dice: «No solode pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la bocade Dios» (Mateo 4.4). Si nos alimentamos en forma regular de laPalabra de Dios nuestras almas estarán satisfechas espiritualmen-te y eso nos evitará que estemos emocionalmente agotados y espi-ritualmente famélicos. También nos mantiene en el centro de lavoluntad de Dios.

Tal vez te formules la misma pregunta que yo me hice unavez: ¿Cómo podemos estar seguros de que la Biblia es en reali-dad la Palabra de Dios? Te respondo a esta pregunta con otra:«¿Cómo podemos estar seguros de que no lo es?» La única ma-nera en que se puede saber en cuanto a un libro es leerlo

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CÓMO ORAR POR UN FUNDAMENTO SÓLIDO EN LA VERDAD DE DIOS



página por página. No puedes juzgar al Autor hasta que hayasleído Su libro.

No permitas que otra gente te diga lo que dice la Biblia(aun si son muy buenos maestros bíblicos como el pastor Jack);lee la Biblia por tu cuenta, teniendo presente que fue escritapara ti. Levántate temprano para leer la Biblia de mañana, si tees posible, para darle el tono a todo el día. Si no la puedes leera esa hora, decide cuándo lo puedes hacer. ¿A media mañana?

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7

QUINCE RAZONES PARA LEER LA BIBLIATODOS LOS DÍAS

1. Para deshacernos de la ansiedad y tener paz (Salmo 119.165).2. Para arreglar las cosas en nuestra vida cuando todo está fuera

de control (Salmo 19.7, 8).3. Para tener dirección y conocer la voluntad de Dios

(Salmo 119.105).4. Para experimentar sanidad y liberación (Salmo 107.20).5. Para crecer en el Señor (1 Pedro 2.2).6. Para tener fortaleza, consuelo y esperanza (Salmo 119.28,

50, 114).7. Para que tu vida lleve la dirección correcta (Salmo 119.11).8. Para poder ver con claridad (Salmo 119.30).9. Para saber lo que en realidad hay en tu corazón

(Hebreos 4.12).10. Para aumentar la fe (Romanos 10.17).11. Para tener gozo (Salmo 16.11).12. Para entender el poder de Dios (Juan 1.3).13. Para tener más vida en esta vida (Salmo 119.50).14. Para saber la diferencia entre el bien y el mal (Salmo 119.101,

102).15. Para entender el amor de Dios por ti (Juan 1.14).



¿A la hora del almuerzo? ¿Después de la cena? ¿A la hora deirte a dormir? Haz de este tiempo una cita con Dios y anótaloen tu agenda.

Si la versión de la Biblia que estás leyendo te resulta difícil,consigue otra traducción. En este libro he usado la versión ReinaValera y la Nueva Versión Internacional; también hay otras ver-siones que son fáciles de leer como La Biblia al Día y la Biblia delas Américas. Si no puedes comprar alguna de estas Biblias, píde-la prestada. Pídesela a tu pastor. Hay muchas personas alrededordel mundo a las que les gusta mucho regalar Biblias, y es posibleconseguir una.

¿QUÉ PASA SI ME SIENTO HERIDA?

Algunas veces, en mi lucha con el temor y la depresión, yo mesentaba a leer la Palabra deDios sintiéndome tan agotada, tan pa-ralizada de miedo o preocupada, que casi no podía entender elsignificado de las palabras que leía. No solamente no me sentíacerca de Dios sino que también sentía que era inútil esperar queÉl pudiera cambiarmi vida de una forma permanente. A pesar deesto, a medida que leía, experimentaba un sentimiento de tre-menda liberación de esas emociones negativas. Después, tal vezno hubiera podido pasar un examen del pasaje, perome sentía re-novada, fortalecida y con esperanza.

Cuando sientes temor, depresión o ansiedad, toma la Bi-blia en tus manos y di: «Mi alma se muere de hambre, y esto esalimento para mi espíritu. Quiero hacer lo que es correcto, yleer la Biblia es lo correcto». Ora la oración que se encuentraal final de este capítulo, y entonces comienza a leer la Palabrade Dios hasta que sientas que la paz está inundando tu cora-zón.

La Biblia fue escrita para que tú conozcas al Señor, pero elEspíritu Santo es el que hace que un pasaje particular cobre vidaen tu corazón. Cuando eso sucede, recíbelo de parte de Dios,

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quien te habla palabras de consuelo, esperanza y guía directa-mente a tu corazón. La Biblia dice: «Porque las cosas que se es-cribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin deque por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamosesperanza» (Romanos 15.4).

¡PERO ESO YO YA LO SÉ!

No digas: «Yo sé bien la Biblia. He aprendido de memoria cienversículos bíblicos, e inclusive enseño clases bíblicas, así que nonecesito leer la Biblia todos los días». Esta manera de pensar espeligrosa. Cuando comes o cuando bebes agua, no dices: «No lotengo que hacer de nuevo», ¿o lo dices? Por supuesto que no. Tucuerpo necesita ser alimentado todos los días. Lo mismo sucedecon tu espíritu y tus emociones. Y debido a que no eres la mismapersona hoy que fuiste ayer, cada vez que lees la Palabra de Dios,la recibirás de una manera nueva y diferente. De hecho, si hasleído la Biblia varias veces, compra una Biblia nueva en una tra-ducción diferente, o la misma traducción en una forma diferen-te, y léela de nuevo completamente. Te vas a sorprender de lascosas nuevas y del refrigerio que la Palabra deDios te va a propor-cionar.

Algunos grupos de personas rechazan la Palabra de Diosadoptando un estilo de vida que se opone al designio de Diospara sus vidas. Creen que lo saben todo y que no necesitan Suverdad. Sin embargo, si los observas el tiempo suficiente, final-mente los verás destruirse a sí mismos. Tal vez este estilo de vidaparezca dar buenos resultados por un tiempo, pero no te dejes en-gañar pensando que siempre lo hará. Todo el que rechace la ver-dad de Dios va a terminar perdiendo. También perdemos partede nuestra armadura de protección cuando conocemos la verdaddeDios pero no le damos la oportunidad de que en forma regularpenetre nuestras vidas en una forma nueva y que nos traiga refri-gerio a nuestras almas.

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Ayuda tener presente que la Biblia es la carta de amor de Diospara ti. Cuando tú recibes cartas de alguien a quien amas, no laslees solamente una vez y luego nuncamás las vuelves a mirar. Túlas lees una vez tras otra, saboreando la esencia de esa persona, le-yendo entre líneas buscando cualquier posible mensaje. Las car-tas de amor de Dios para ti están llenas de mensajes. Te dicen:«Yo te amomucho a ti».No te dicen: «Esto es lo que debes hacerpara que yo te ame». La Biblia no es simplemente una colecciónde información; es un libro de vida. No debe ser leída como unritual o por temor de que algo malo pase si no la lees. Debes leer-la para que Dios pueda edificarte en Su amor desde adentro ha-cia fuera, y dejar marcada, para toda la vida, Su naturaleza en tucorazón para que nada pueda apartarte de Su presencia o de Suvoluntad.

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ORACIÓN

Señor, te doy gracias por tu Palabra. Revélate a mí de acuerdo ami necesidad, y permite que tu revelación esté viva en mi corazóny en mi mente. Muéstrame las cosas que necesito saber. Que tuPalabra penetre todo aquello que me impediría recibir todo lo queme quieres decir hoy.

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Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,pedid todo lo que queréis, y os será hecho.

JUAN 15.7

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante quetoda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y elespíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne lospensamientos y las intenciones del corazón.

HEBREOS 4.12

Envió su palabra y los sanó,Y los libró de su ruina.

SALMO 107.20

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran elcorazón;El precepto de Jehová es puro, que alegra los ojos.

SALMO 19.7, 8

Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Diosnuestro permanece para siempre.

ISAÍAS 40.8



CAPÍTULO 10

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CÓMO ORAR PARA

CONOCER EL PODER

DE LA ORACIÓN

Durante los primeros dos años de mi caminar con el Señor,mis oraciones eran más o menos así:

• «Señor, ayúdame a conseguir trabajo».

• «Jesús, por favor sáname la garganta».

• «Señor, envía suficiente dinero para pagar estas cuentas».

• «Padre, quítame el temor».

Me tomó un tiempo darme cuenta de que esas oraciones, quelas decía casi sin pensar, no estaban lograndomucho. Yo pensabaque debía hacer lo mejor que podía por mí misma, y que enton-ces si necesitaba una cuerda de salvamento hacia Dios, entoncesla podría agarrar. El único problema era que yo necesitaba unacuerda de salvamento cada dos minutos.

Me gustaba mucho la escritura que dice: «Pedid, y se os dará;buscad, y hallaréis, llamad, y se os abrirá» (Mateo 7.7). Yo creíesas palabras con todo mi corazón y pedía, buscaba y llamaba,

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orando a medida que se presentaban las necesidades. Tambiénme apropié de la escritura que dice: «No tenéis lo que deseáis,porque no pedís» (Santiago 4.2). ¡Fantástico! Con toda facilidadpuedo hacer eso, pensé, y procedí a pedir por todas las cosas. Perotodavía no era feliz, no veía la clase de oración contestada que de-seaba ver.

Un día, mientras estaba leyendo el mismo versículo, mis ojosvieron el siguiente versículo: «Pedís, y no recibís, porque pedísmal, para gastar en vuestros deleites» (Santiago 4.3). ¿Podría serposible que la clase de oración que yo hacía «Dios, dame esto,haz aquello, mueve tumano en esta situación, sácame de este en-redo», no fuera lo que Dios quería para mi vida de oración? Encompleta frustración, dije: «Señor, enséñame cómo se suponeque deba orar».

¡Y Él lo hizo!Llegué a la comprensión de que orar no es simplemente pedir

cosas, aunque por cierto que eso es parte de la oración. Pero mu-cho más importante, orar es hablar con Dios. Es acercarse a Diosy pasar tiempo con el Que amas. Es buscarlo a Él primero, tocar-lo, llegar a conocerlo mejor, estar con Él, y esperar en Su presen-cia. Es reconocerlo como la fuente de poder de la cual túdependes. Es tomar el tiempo para decir:Habla a mi corazón, Se-ñor, y dime lo que necesito oír.

Más tarde descubrí el versículo bíblico que dice: «Porquevuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que voso-tros le pidáis« (Mateo 6.8). Estome confundió, así que le pregun-té al pastor Jack: «Si Dios ya sabe lo que necesito, ¿por qué tengoque pedirle entonces alguna cosa?»

En su manera tan clara y usual, él me explicó: «Porque Dioste ha dado libre albedrío. Él ha dispuesto las cosas de forma quesiempre tenemos una elección en cuanto a todas las cosas que ha-cemos, incluyendo si escogemos o no comunicarnos con Él.Dios nunca va a intervenir en donde el hombre no quiere que in-tervenga».

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¡Por supuesto!, pensé. Dios quiere que nosotros deseemos estarcon Él. No existe una relación de amor si una persona tiene quedictarle a la otra cómo debe pensar, sentir y actuar.

«Dios conoce nuestros pensamientos», continuó el pastorJack, «pero Él responde a nuestras oraciones. Debemos llegar aun lugar donde nos damos cuenta de que la oración es un privile-gio que siempre es nuestro, pero el poder en la oración es de Él.Sin Dios, no podemos hacerlo. Sin nosotros, Dios no lo va a ha-cer».

Eso me dio una perspectiva completamente nueva sobre esteasunto. Las cosas no sucederían enmi vida a menos que yo orara.Y ahora no solamente estaba pidiendo cosas; estaba asociándomecon Dios. Estaba alineando mi espíritu con el de Él, y juntos ve-ríamos que Su perfecta voluntad fuera hecha.

Un ejemplo significativo de esto fue mi oración pidiendo unesposo. Yo había estado casada antes de llegar a ser creyente, perodespués del fracaso en ese matrimonio, tenía serias dudas de quealguna vez pudiera estar felizmente casada. Eso era lo que yomásquería, pero no fue hasta que comencé a orar que empecé a teneresperanza.

Señor, ¿hay alguien con el que yo pueda compartir mi vida?,oré. ¿Alguien a quien yo pueda amar sin ser rechazada? ¿Alguienque te ame a ti y a mí, y que nos sea fieles a los dos?

Yo había estado orando de esa forma por muy poco tiempocuando comencé a salir con Michael Omartian, y tenía muchomiedo de cometer otro error. Pero Dios me había enseñadocómo debía orar por esos asuntos, así que oré.

«Señor, te doy gracias por Michael», oraba todos los días, «perosi él no es el esposo que tú tienes para mí, sácalo de mi vida. Cierrala puerta a nuestra relación. Yo no quiero continuar viviendo a mimanera. Quiero que tu voluntad sea hecha en mi vida. Te buscoprimero a ti, sabiendo que proveerás para todas mis necesidades».

Cuanto más oraba esa oración, tanto más nuestra relación seestrechaba, hasta que finalmente los dos estuvimos seguros de

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CÓMO ORAR PARA CONOCER EL PODER DE LA ORACIÓN



que debíamos estar juntos. En los veintiocho años que hemos es-tado casados, ninguno de los dos se ha preguntado si se ha casadocon la persona equivocada, aun en los tiempos difíciles. Eso esporque nuestra relación estaba cubierta por la oración y entrega-da a Dios desde el principio. Y sabemos que la oración nos hamantenido juntos. Poder llegar a la presencia de Dios con nues-tros corazones abiertos a ser cambiados, nos ha mantenido juntosen lugar de apartarnos. Como dije en mi libro El poder de una es-posa que ora, la oración y el compromiso de hacer las cosas comoDios quiere que las hagamos, nos ha mantenido fuera de las cor-tes de divorcio cuando nuestra carne tal vez lo hubiera queridoen momentos de debilidad.

Desde un asunto tan importante como casarse con la personacorrecta hasta algo tan trivial como preparar una comida para in-vitados, todo lo que hice fue cubierto por la oración. Poco a poco,la fibra demi vida comenzó a cambiar, y las células dañadas se re-pararon y se volvieron sanas en respuesta al bálsamo sanador.

CÓMO ORAR EFIZCAMENTE

Sabemos que cuando los amigos no se ven y no se comunicancon frecuencia, se pueden sentir separados emocionalmente.Bueno, sucede lo mismo entre tú y Dios. Si no te mantienes encontacto con Él, comienzas a sentirte distante de Él aun si no loestás. Es por eso que debes orar diariamente. También, cuandopasas tiempo con alguien que respetas, el carácter de la personacomo que se te contagia. Cuando estás en la presencia de Dios,Su carácter se forma en ti.

Muchas personas son especialmente vulnerables al ataquedel enemigo en cuanto a su valor propio. No toma mucho tiem-po para que nos sintamos desanimados, y si nos sentimos aparta-dos deDios, va a suceder. Es por eso que es importante comenzarel día con oración. Tenemos que establecernos a nosotros mis-mos y a nuestras vidas como que tenemos conexión con Él.

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Solamente a través de la oración podemos recibir lo mejorque Dios tiene para nosotros, y también apartar de nuestra vidaaquello queDios nunca tuvo la intención de que tuviéramos. Te-nemos que aprender que no podemos dejar nuestras vidas libra-das a la casualidad. Debemos orar por todas las cosas que nosconciernen, sin importar lo grandes que sean («Nada hay imposi-ble para Dios», Lucas 1.37), o lo pequeñas que sean («Pues aunvuestros cabellos están todos contados», Mateo 10.30).

Si tienes alguna duda sobre la importancia de la oración, o sitodavía estás orando en forma esporádica, ora por las quince razo-nes que se dan a continuación. Yo encuentro que leer los pasajesbíblicos que las acompañan también es muy motivador.

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QUINCE RAZONES PARA ORAR

1. Para buscar el rostro del Señor y conocerlo mejor (Salmo 27.8).2. Para quitar los ojos de tus problemas y colocarlos en el Señor

(Salmo 121.1).3. Para hablar con Dios (1 Pedro 3.12).4. Para quitar las cargas de tu corazón (Salmo 142.1, 2).5. Para que tus peticiones sean conocidas a Dios (Mateo 21.22).6. Para escuchar a Dios (Proverbios 8.34).7. Para estar libre de sufrimiento (Santiago 5.13).8. Para resistir la tentación (Mateo 26.41).9. Para ser rescatados de la aflicción (Salmo 107.19).

10. Para recibir la recompensa de Dios (Mateo 6.6).11. Para resistir al diablo (Efesios 6.13).12. Para tener gozo (Juan 16.24).13. Para acercarnos a Dios (Isaías 64.7).14. Para ser sanados emocionalmente (Santiago 5.13).15. Para tener paz (Filipenses 4.6, 7).



Haz cualquier cosa que sea necesaria para tener un lugar yapartar un tiempo para orar. Cuando era soltera, y durante los pri-meros años de casada, eso no era un problema. Sin embargo, des-pués que nació nuestro primer hijo, se hizo mucho más difícil.Cuando nació nuestra hija, la única manera en que podía pasartiempo a solas con el Señor era si me levantaba a las 5.30 de lamañana. El único lugar al que podía ir a esa hora sin molestar anadie, era a un closet en el que cabía una persona, contiguo albaño de nuestro dormitorio. Qué contraste a mis años de la niñezcuando me encerraban en un closet como castigo. Ahora yo ibaallí a comunicarme con Dios. Esto me resultó bien durante uncorto tiempo, hasta que me descubrieron. Primero, era visitadaregularmente por mi hija de dieciocho meses, quien aprendió asalir de su cuna y venía a buscarme. A continuación, ella era se-guida por su hermano de seis años.

Una mañana, cuando ellos dos, además de mi esposo, dos pe-rros, y varios conejillos de la India entraron al closet donde yo es-taba, supe que era hora de o levantarme más temprano, o debuscar otro lugar. Algunas veces es preciso que reexaminemosnuestros planes, pero apartar una hora y conseguir un lugar don-de estar a solas con Dios vale la pena el esfuerzo.

No pretendo reducir la oración a una fórmula, pero encontréqueme ayudaba incluir algunos puntos clave en cada uno demistiempos de oración, y quiero compartirlos contigo:

• Dile al Señor cuánto lo amas.

• Agradécele por todo lo que ha hecho por ti.

• Declara que dependes totalmente de Él.

• Dile todo lo que tienes en el corazón.

• Confiesa todo lo que debe ser confesado.

• Dale todas tus peticiones.

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• Espera hasta que Él hable a tu corazón.

• Alaba a Dios por obrar poderosamente en tu vida.

Nunca sientas inhibición porque piensas que no sabes orar.Si puedes hablar, puedes orar. Y no te preocupes en cuanto alas palabras que se usan en las oraciones, que se usan en lasiglesias, que hablan los cristianos. La Biblia nos dice los úni-cos requisitos que son necesarios: «Es necesario que el que seacerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los quele buscan» (Hebreos 11.6). Tenemos que creer que Él es unDios bueno.

Cuanto más ores, tanto más encontrarás cosas por las cua-les orar, y tanto más serás guiado a orar por otras personas:miembros de la familia (como explico en mis libros El poderde la esposa que ora y El poder de los padres que oran), amigos,enemigos y todas las personas que están en autoridad en tuvida (pastores, maestros, jefe, gobernador, presidente). Oraráspor ellos no solamente porque ejercen influencia en tu saludemocional, y porque parte de la paz que experimentes será elresultado directo de ese tipo de oración, sino porque Jesús teha pedido que lo hagas.

¿ESCUCHA SIEMPRE DIOS MIS ORACIONES?

Una persona de oración nunca puede ser descalificada, así queno te desanimes por voces negativas tales como: No eres lo sufi-cientemente bueno como para ir al trono de Dios, o: Has falladootra vez, así que no vayas llorando a Dios. ¡Todo eso es mentira! Yno escuches a ninguna de esas mentiras. Imagínate a un Padreque nunca llega a casa temprano por tener que trabajar hasta tar-de, nunca está demasiado ocupado, y siempre está esperando quetú vayas a hablar con Él. Y que aunque tengas muchos hermanosy hermanas, nunca estás compitiendo por su atención, porque Élno tiene favoritos. Sé que esa clase de amor es difícil de recibir si

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nunca has sido amado así cuando eras niño, pero así es la formaen que tu Padre celestial está a tu disposición. El pastor Jack Hay-ford explica esto en forma concisa: «Tu Padre celestial está espe-rando que le hables. ¡Llama a casa!»

No permitas que el desaliento por la oración que no ha sidocontestada te haga dudar de que Dios te ha escuchado. Si tú hasrecibido a Jesús y oras en Su nombre, entonces Dios te escucha, yalgo está sucediendo, sea que lo veas manifestado en tu vida o no.De hecho, cada vez que oras, estás avanzado los propósitos deDios para ti. Sin oración, no se logra el propósito total de lo queDios tiene para ti.

HAY PODER EN UN GRUPO

Es importante tener presente que el bienestar espiritual dependede dos clases de oración regular. Una de ellas es la oración pro-funda e íntima que realiza la persona sola; tú y Dios. La otra ora-ción es la que se hace junto a otros creyentes, cuando estos oranlos unos por los otros. La batalla de enfrentar la tentación y depermanecer en el centro de la voluntad de Dios llega a ser dema-siado difícil de pelear cuando se está solo. Necesitamos a otraspersonas que oren con nosotros para que nos den fuerza, paraque nos ayuden a pensar correctamente, y para elevar nuestrosojos por encima de las circunstancias.

La Biblia dice: «Porque donde están dos o tres congregadosen mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18.20).Hay poder en una reunión de dos o tres personas que oran juntas,porque Dios asiste a esa reunión. Esta es una de Sus promesas, ycuando Él promete algo, Él no trata de cumplir sus promesascomo hacemos tú y yo; Él las cumple. Yo no creo que tú puedasencontrar total bienestar espiritual a menos que haya personasque se unan a ti en oración.

Mi amiga, Diane, a quien yo conduje al Señor, había sido mimejor amiga desde la secundaria. Debido a que ambas teníamos

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situaciones familiares disfuncionales, entendimos las necesida-des de oración una de la otra, y teníamos la costumbre de orarjuntas por teléfono, en forma regular, varias veces por semana.En realidad me resultaba más fácil orar por ella que orar por mímisma, porque las posibilidades que yo veía para ella no teníanfin. (Yo he encontrado que tú puedes orar por ti misma hasta cier-to punto sin aburrirte o frustrarte debido a que estás demasiadocerca de la situación.) Nuestras oraciones de la una por la otrafueron muy importantes en nuestro crecimiento espiritual.

En forma gradual, mis compañeras de oración aumentaronde una a tres, luego cinco, y finalmente siete. Estos grupos se reu-nieron en mi hogar todas las semanas durante años. Tambiénuna vez al mes, mi esposo Michael y yo recibíamos en nuestrohogar a varios matrimonios con los cuales orábamos. Con ese nú-mero de personas unidas en oración las unas por las otras, alguienestá orando por una persona del grupo todo el tiempo. No mepuedo imaginar enfrentar la vida sin ese apoyo.

Cuando mi familia y yo nos mudamos a otro estado, tuvimosque comenzar de nuevo porque no conocíamos a mucha genteallí. Pero fuimos bendecidos porque mi hermana, Suzy, y su fa-milia, y mi íntima amiga Roz, con su familia, se mudaron a lamisma ciudad al mismo tiempo. Ellas han sido parte demi grupode oración por muchos años. Esto no fue una coincidencia. Yocreo queDios estaba en el centro de su decisión, tal como lo estu-vo en el centro de la nuestra.

Enseguida, Suzy, Roz y yo comenzamos un grupo de ora-ción formado por las tres. Al principio, pensé: Señor, ¿serán losuficientemente poderosas nuestras oraciones con solamentetres personas orando? Pero yo sé que tú dices que donde dos o trespersonas están reunidas en tu nombre, tú estás en medio deellas. Necesitamos desesperadamente que estés en medio nues-tro todos los días.

En aquellos días cuando comenzamos a reunirnos, oramosque Dios enviara nuevos miembros a nuestro grupo. Oramos por

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nuestra iglesia, por nuestros vecindarios, por nuestras comunida-des. Si una de nosotras estaba enferma, las otras dos estarían conella en oración. Si una de nosotras se sentía débil, las otras dos lasostendrían en oración. Estábamos muy agradecidas por la forta-leza de las oraciones mutuas, y nos volvimos cada vez más depen-dientes de Dios para cada paso que dábamos. Las tres estamos deacuerdo en que no sabemos cómo habríamos sobrevivido esa difí-cil transición sin aquellas oraciones.

Todo el mundo necesita una o dos personas con las cualesorar y ponerse de acuerdo todos los meses, todas las semanas, oaun todos los días si es necesario. Tú también lo necesitas. Esto esun camino de dos vías. Tú también debes estar orando por esaspersonas. No tengas miedo o timidez en cuanto a dar este impor-tante paso. Pídele a Dios que te guíe por lo menos a otra personacreyente, y ten la valentía de preguntarle a esa persona si él o ellaquiere orar contigo en forma regular. Si la primera persona a laque le pides no lo puede hacer, o no resulta, no te sientas recha-zado o desanimado; sigue buscando a la persona correcta paraque ore contigo. Y no vaciles en orar por las peticiones de alguienpor temor de que tus oraciones no sean contestadas, como hiceyo en el principio. Recuerda que tu trabajo es orar; el trabajo deDios es contestar tus oraciones.

Si tienes la bendición de tener un esposo con quien orar regu-larmente, es excelente. Sin embargo, si tu esposo no parece muyentusiasmado con la idea, no te alteres, te molestes o te quejes.No podemos dictar cómo se supone que otras personas actúen,especialmente si se trata de nuestro esposo. Simplemente no insis-tas. Tu bienestar espiritual y tu felicidad no dependen de él. De-penden de Dios. No permitas que el desánimo en cuanto a laespiritualidad de tu esposo te haga desistir. Esta es una trampa delenemigo para causar conflictos en el hogar e impedirte que avan-ces hacia todo lo que Dios tiene para ti.

Ya sea que ores sola o que ores con alguien, es bueno leer laPalabra de Dios antes de orar porque prepara tu corazón para

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orar de acuerdo a la voluntad de Dios. Ten papel y lápiz amano para escribir lo que Dios le hable a tu corazón. Si necesi-tas ayuda para orar más allá de tu capacidad porque te sientesmuy débil, disgustada o amedrentada, pídele al Espíritu Santoque te ayude.

Una vez que ores acerca de algo, ponlo en las manos de Dios.Eso no quiere decir que no volverás a orar por eso de nuevo; loque quiere decir es que has dejado esa carga a los pies del Señor.La respuesta siempre va a venir, aunque tal vez no sea de la formaen que esperabas o de acuerdo al tiempo que esperabas. Lo másimportante es que has pasado tiempo en la presencia de Dios, yallí es donde puedes escuchar aDios hablándote acerca de Su vo-luntad para tu vida.

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ORACIÓN

Señor, tengo un deseo profundo de acercarme a ti en oración. Ayú-dame a elevarme por encima de las distracciones y las ocupacio-nes que me roban el tiempo que puedo estar contigo. Ayúdame ahacer una prioridad de la oración para así aprender cuál es tu vo-luntad para mi vida.

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La oración eficaz del justo puede mucho.

SANTIAGO 5.16

Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

MATEO 21.22

Con mi voz clamaré a Jehová…Delante de él expondré mi queja;Delante de él manifestaré mi angustia.

SALMO 142.1, 2

¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración.

SANTIAGO 5.13

Porque los ojos del Señor están sobre los justos,Y sus oídos atentos a sus oraciones.

1 PEDRO 3.12



CAPÍTULO 11

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CÓMO ORAR PARA

ENTENDER LA LIBERTAD

QUE HAY EN LA ALABANZA

«No lo puedo hacer», le clamé a Dios en oración poco tiem-po después de que Michael y yo nos habíamos casado. «No pue-do manejar estos platos sucios. No puedo manejar la casa. Nopuedomanejar mi trabajo. No puedomanejar la soledad de ser laesposa de alguien que trabaja todo el tiempo. No puedo manejarmis propios altibajos emocionales, ¡y mucho menos los de mi es-poso! ¡No puedo soportar ninguna de esas cosas! ¡Ninguna deellas!» Lloré delante del Señor con una mezcla de frustración yculpa por sentirme de esa forma en cuanto a mi esposo, a mi ho-gar y ami vida. Diosme había rescatado yme había dado un futu-ro y una esperanza. ¿Cómo podía yo, que sabía lo que era serpobre y tener hambre, y sentir que no había amor o propósito enmi vida, decirle a Dios que no podía manejar esas respuestas amis propias oraciones?

Afortunadamente, el Señor no hizo que me cayera un rayoencima; en cambio, esperó pacientemente hasta que yo hubeterminado y luego con suavidad me recordó: Estás tratando dehacer todas las cosas con tu propio esfuerzo. Mientras estaba

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allí sentada, completamente desalentada, sentí que el EspírituSanto me hablaba al corazón, simplemente diciéndome: Todolo que tienes que hacer es alabarme en medio de lo que enfren-tas, y yo haré el resto.

«Oh, gracias, Señor», oré a través de las lágrimas, «creo quepor lo menos puedo hacer eso».

Levanté las manos y dije en voz alta: «Señor, te alabo en me-dio de mi situación. Gracias que eres Todopoderoso y no haynada demasiado difícil para ti. Gracias por quien eres y por lo quehas hecho pormí. Te alabo, Jesús, Dios Todopoderoso, Santo Pa-dre, Señor de mi vida.

«Señor, te doy mi hogar, mi matrimonio, mi esposo y mi tra-bajo. Son tuyos», dije y sentí que los hombros perdían la tensión yel nudo en el estómago desaparecía. Suspiré entre lágrimas dealivio. La presión había desaparecido. Me sentí libre de la cargaque había estado llevando porque ahora esa carga era de Él. Yano tenía que tratar de ser perfecta, tampoco tenía que amargarmesi no era todo lo que pensaba que debía ser.

Desde aquel tiempo, la alabanza ha llegado a ser una actitudhabitual enmi corazón que dice: «Sin importar lo que sucede enmí y alrededor de mí, ¡Dios está a cargo de eso! Yo confío en Élpara que traiga algo bueno de esta situación y que haga que lascosas obren para bendecirme grandemente».

Sin embargo, la alabanza no es mi primera reacción a las co-sas, así que a menudo me tengo que recordar a mí misma sobrelas enseñanzas del pastor Jack Hayford. Él dice: «No se trata desimplemente decir: “Hago todo lomás que puedo y el Señor lo vaa bendecir”, sino que más bien es el Señor diciéndote a ti: “Sim-plemente bendice mi nombre, y yo voy a hacer todo en tu situa-ción”».

Y cuando llego al lugar en que mi carne no puede seguir niun paso más adelante, dejo de hacer lo que estoy haciendo y ala-bo al Señor. Esta llave ha abierto aún la más grande y pesadapuerta, y ha iluminado la oscuridad de la noche más oscura. Te

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da la libertad para quitar tus pensamientos de ti misma y colocar-los en el Señor. Te ayuda a encontrar el camino cuando no sabescuál es el siguiente paso que debes dar.

UNA CLAVE PARA LA TRANSFORMACIÓN

La alabanza es poderosa porque la presencia de Dios viene a mo-rar en nuestro medio cuando lo alabamos, y en Su presencia en-contramos sanidad, transformación y dirección para nuestrasvidas. En realidad, cuanto más tiempo pasamos alabando al Se-ñor, tanto más veremos que nuestras circunstancias se van a res-taurar y arreglar. Eso es porque la alabanza ablanda nuestroscorazones y los hace maleables, dóciles. También nos cubre deprotección. Cuanto más dóciles son nuestros corazones, tantomás rápidamente pueden ser moldeados y sanados.

Por favor, lee el párrafo anterior otra vez. Subráyalo, trazaun círculo alrededor de él, dibuja flechas que lo señalen,apréndelo de memoria, escríbelo en tu mano, o haz cualquiercosa que tengas que hacer para recordarlo. Esta importanteverdad es lo primero que olvidamos y lo último que recorda-mos porque no es algo que nuestra carne por naturaleza quierahacer.

La alabanza y la adoración a Dios son siempre actos de la vo-luntad. Algunas veces nuestros problemas o las cargas que lleva-mos ahogan nuestras buenas intenciones, así que tenemos quehacer el esfuerzo para establecer la alabanza como una forma devida. Y se convierte en una forma de vida cuando la hacemosnuestra primera reacción a lo que enfrentamos, en vez de nuestroúltimo recurso. Entonces es cuando encontramos verdadera li-bertad en el Señor.

Ahora es el momento en que debes comenzar a agradecerle aDios por todo en tu vida. Dale gracias por Su Palabra, Su fideli-dad, Su amor, Su gracia, Su sanidad. Agradécele por todo lo queha hecho por ti personalmente. Si tienes dificultad en pensar en

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CÓMO ORAR PARA ENTENDER LA LIBERTAD QUE HAY EN LA ALABANZA



algo, entonces agradécele porque todavía estás respirando y por-que puedes leer. Ten presente que cualquier cosa por la que ledes gracias a Dios (paz, bendiciones financieras, salud, un traba-jo nuevo, el fin de tu depresión) va a comenzar el proceso de queeso te sea concedido en ese momento. Lee la lista de «Quince ra-zones para alabar al Señor» a continuación, para ayudarte a sen-tir motivación. Tiene que haber por lo menos una que te hagaquerer alabar a Dios.

En el Antiguo Testamento, la gente que llevaba el arca delpacto, se detenía cada seis pasos para alabar. Nosotros tambiéndebemos recordarnos a nosotros mismos a no ir demasiado lejossin detenernos para alabar. Para tener bienestar espiritual, noso-tros también debemos ser personas que caminan seis pasos y queinvitan la presencia del Señor para que continuamente gobierneen nuestras situaciones. Tenemos que ser libres para alabar aDios sin importar nuestras circunstancias.

La razón por la cual las personas no le dan gracias a Dios enalabanza es porque no lo conocen muy bien. Cuanto más cono-ces a Dios, cuanto más percibes Su bondad, tanto más le vas aagradecer, alabar y adorar por Quien es Él y por lo que ha hecho.Y cuanto más lo hagas, tanto más gozo habrá en tu corazón. Elpastor Jack Hayford describe al gozo de esta manera: «Es esa con-fianza interior, la felicidad de saber que no hay nada que puedaresistir con éxito el triunfo seguro de Cristo en mí, porque esetriunfo es inevitable». Eso es algo maravilloso para que sepas so-bre ti. Tal conocimiento del Señor es el fundamento de tu bie-nestar espiritual, y el paso principal en cuanto a entender lavoluntad de Dios para tu vida.

LA ALABANZA A LA MANERA DE DIOS

Para tener bienestar espiritual y conocer la voluntad de Dios, de-bemos alabar a Dios a la manera de Él. Sin embargo, la manerade Dios a menudo no encaja con nuestro horario o nuestro estilo.

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Hay varias maneras de alabar a Dios que no siempre nos resultanfáciles pero que son cruciales para la salud espiritual. La libertaden la alabanza trae una liberación poderosa.

1. La alabanza debe ser cantada. El rey David dice en el Sal-mo 147.1 (Nueva Versión Internacional): «¡Aleluya! ¡Alabado

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QUINCE RAZONES PARA ALABAR AL SEÑOR

1. Para poner a Dios en Su trono y reconocer su grandeza(Salmo 95.1-5).

2. Para aumentar nuestra conciencia de la presencia de Dios(Salmo 103).

3. Para tener el gozo del Señor (Salmo 30).4. Para reconocer la mano de Dios en todas las esferas de

nuestras vidas (Salmo 91).5. Para que el poder de Dios sea derramado en nuestras

situaciones (Salmo 144).6. Para conocer mejor a Dios (Salmo 50.23).7. Para romper las cadenas de esclavitud y traer liberación

(Salmo 50.14, 15).8. Para estar bajo la cobertura de protección y seguridad de Dios

(Salmo 95.6, 7).9. Para fortalecer el alma y ser transformados (Salmo 138.1-3).

10. Para recibir guía y establecer los propósitos de Dios ennuestras vidas (Salmo 16.7-11).

11. Para desbaratar los planes del diablo para nuestra destrucción(Salmo 92).

12. Para disipar nuestras dudas y aumentar nuestra fe (Salmo 27).13. Para ser librados del miedo (Salmo 34).14. Para traer un nuevo derramamiento del Espíritu en nuestras

vidas (Salmo 40).15. Para poseer todo lo que Dios nos ha prometido (Salmo 147).



sea el SEÑOR! ¡Cuán bueno es cantar salmos a nuestro Dios, cuánagradable y justo es alabarlo!» A menudo esto nos resulta difícilporque hay veces que lo último que quisiéramos hacer es cantar,o estamos tan cohibidos en cuanto a nuestra voz, que no abrimosla boca, aun cuando estamos solos. Sin embargo, en la Biblia loscantores fueron delante de las tropas porque sus cánticos alaba-ban a Dios y confundían al enemigo. Eso trabaja exactamente dela misma manera para nosotros hoy en día.

Muchas veces cuando recién comenzaba a caminar conDios, mi alma estaba atormentada con una depresión tal, queen plena noche, que yo me levantaba, me encerraba en micuarto de oración, y le cantaba suavemente al Señor para nodespertar a nadie. Le cantaba un himno o un coro, o tal vez lehacía una canción. Algunas veces lo único que podía cantarera: «Gracias, Jesús. Te alabo, Señor», una y otra vez hasta quesentía que la opresión desaparecía y la fortaleza y la vida ve-nían a mi alma.

Tal vez estés con tanta depresión que sientes que ni siquierapuedes abrir la boca. Cuando eso te suceda di: «Dios, dame unacanción en mi corazón para cantártela a ti», y comienza a tara-rear para el Señor cualquier melodía que te venga a la mente.Luego ponle palabras que salgan de tu corazón. No te preocupesen cuanto al tono, el ritmo, la melodía, o el sonido de tu voz.Cántala toda en la misma nota si quieres. Recuerda que el verda-dero cantante es el que tiene la canción de Dios en su corazón.El Señor piensa que tu voz es hermosa. La diseñó con el propósi-to de que lo alabaras a Él. Continúa cantando en tu situación,porque a medida que lo haces, algo sucede en el ámbito espiri-tual y verás que se levanta el peso que sientes.

2. La alabanza debe ser expresada levantando las manos:«Alzad vuestras manos al santuario, y bendecid a Jehová» (Sal-mo 134.2). Levantar nuestras manos al Señor cuando lo alaba-mos es un acto de la voluntad que no nos resulta natural. Noes en realidad la fuerza de los brazos lo que nos levanta las

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manos, sino que es más bien el corazón. Cuando nuestros co-razones están llenos de agradecimiento a Dios, es mucho másfácil levantar las manos y alabarlo. Sin embargo, cuando nues-tros corazones están cargados, tristes, deprimidos, enojados,desanimados o cansados, también debemos obligarnos a ele-varlos en alabanza. La alabanza es el ejercicio del espíritu ven-ciendo nuestra carne. Debemos decirnos a nosotros mismos:«Me regocijaré y estaré contento; alzaré mis manos al Señor».No podemos esperar tener un sentimiento agradable primero.Tenemos que levantar las manos y olvidarnos de nosotros mis-mos para que el gozo del Señor pueda elevarse en nuestro co-razón.

La razón más importante para que hagas esto es que dejestodo a lo que te estás aferrando y que te entregues a Dios. «Señor,me entrego a ti». También puedes pensar en esto como que to-mas tu vida en tus manos y se la ofreces a Él: «Te doy todo lo quetengo, Señor, me entrego completamente a ti».

Cuantomás cosas eleves a Dios en sumisión, tanta más libera-ción experimentarás. Recuerda que todo lo queDios pide de ti espara beneficio tuyo, no de Él. Dios no te pide que hagas cosasque te darán vergüenza o que te harán sentir tonto. Él te pide quehagas cosas que te van a restaurar y a dar un significado más gran-de a tu vida.

3. La alabanza debe ser hecha junto a otras personas como asi-mismo estando solos. «En medio de la congregación te alabaré»(Hebreos 2.12). Yo solía entrar a la iglesia apresuradamente trein-ta minutos tarde los domingos de mañana. Para cuando encon-traba un asiento y me sentaba, el tiempo de la alabanza ya habíaterminado y el pastor estaba predicando. No me preocupaba poresto, porque estaba allí para recibir enseñanza. Y, sin embargo,mi mente divagaba por todas partes, y no me concentraba en elsermón hasta que iba por la mitad.

Un día llegué temprano y me senté antes que comenzara elservicio, y participé completamente en el tiempo de alabanza.

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Ese día me di cuenta que pude recibir el mensaje como si Diosme lo estuviera diciendo directamente a mí.Mi corazón se suavi-zó y fue receptivo a lo que el Espíritu Santo quería enseñarme de-bido a los treinta o cuarenta minutos que había pasado adorandoaDios con otros creyentes. Las actitudes negativas con las que ha-bía llegado se derritieron y fueron reemplazadas con otras que es-taban de acuerdo a lo que Dios deseaba.

No pierdas el tiempo de adoración con otros creyentes. Laadoración del cuerpo de Cristo es poderosa al punto que rompefortalezas en tu vida y permite cambios que de otra manera talvez no ocurrirían. La adoración en grupo hará que muchas emo-ciones negativas salgan de tu corazón, y esto te protegerá de todolo que te roba la paz.

UN ARMA CONTRA EL ENVANECIMIENTO

Sin alabanza experimentamos una erosión que lleva a la esclavi-tud y a la muerte. La Biblia dice: «Habiendo conocido a Dios, nole glorificaron como aDios, ni le dieron gracias, sino que se enva-necieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebre-cido» (Romanos 1.21, énfasis añadido). Con alabanza, tú y tuscircunstancias pueden ser cambiadas, porque la alabanza da en-trada a Dios a todas las esferas de tu vida y le permite tener Su tro-no allí.

Así que cada vez que luches con emociones negativas, talescomo el enojo, el no perdonar, el temor, el dolor, la depresión, osi te sientes que no vales nada, dale gracias a Dios porque Él esmás grande que todo eso. Dale gracias porque Sus planes y Suspropósitos para ti son buenos. Dale gracias porque en todas las es-feras débiles de tu vida, Él es fuerte. Dale gracias porque vinopara restaurarte. Recuerda los nombres del Señor y úsalos en tuadoración. «Te alabo, Señor, porque eres mi Liberador y mi Re-dentor». «Te alabo, Señor porque eres mi Sanador y mi Provee-dor». Una vez que tu vida está alineada con los propósitos de

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Dios por medio de la alabanza, le puedes dar las gracias por cosasque no puedes ver en tu vida como si estuvieran allí.

Por ejemplo, si estás enojado con tu cónyuge o con un amigo,puedes orar: «Señor, no creo poder quitarme el enojo con estapersona, pero tú eres Todopoderoso y puedes ayudarme a que seme quite el enojo. Te doy las gracias y te alabo por tu poder enmivida». Esta es tu armamás grande contra los sentimientos de eno-jo o insuficiencia que debilitan paulatinamente todo lo que Diosquiere que seas.

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ORACIÓN

Señor, te doy las gracias porque tú eres mi fortaleza. Gracias queno importa lo que enfrento en este momento, tú eres más grandeque eso. Te doy gracias porque me das el conocimiento y la fuerzaque necesito para llegar a donde debo ir. Te alabo hoy por Quieneres y por tu bondad para conmigo.

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Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificiode alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.

HEBREOS 13.15

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderosadoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porquetambién el Padre tales adoradores busca que le adoren.

JUAN 4.23

Estad siempre gozosos… Dad gracias en todo, porque esta esla voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

1 TESALONICENSES 5.16, 18

Te tributaré alabanzas. Porque has librado mi alma de lamuerte.

SALMO 56.12, 13

Mas vosotros sois … pueblo adquirido por Dios, para queanuncies las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a suluz admirable.

1 PEDRO 2.9



CAPÍTULO 12

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CÓMO ORAR PARA SER

LIBERADOS DE PECADOS

NO CONFESADOS

Los pecados no confesados afectan nuestra vida. Y a menudono los reconocemos.

Después que conocí al Señor y experimenté ese sentimientocálido y agradable de caminar con Él, todavía volví a caer en al-gunos hábitos viejos y familiares. Solamente había conocido alSeñor por unos cuantos meses cuando salí en una gira con ungrupo musical. Ninguno de ellos era creyente, así que fue fácilser arrastrada a su estilo de vida de beber y de ir a fiestas.

Cuando llegué a mi hogar después de un mes de ese estilo devida decadente, fui a la iglesia pero no sentí la intimidad conDios que había experimentado antes de ir en la gira. Reconocíque probablemente fuera debido a que aDios no le había agrada-do la forma en que yo había vivido durante las últimas cuatro se-manas. Comencé a sentirme otra vez culpable, deprimida y sinesperanzas en cuanto a mi vida.

Al siguiente domingo, el pastor Jack habló sobre el daño que elpecado que no ha sido confesado le puede hacer al alma. Yo sabíaque Dios me estaba hablando a mí. Allí mismo en la iglesia,

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calladamente le confesé al Señor mis acciones pecaminosas delmes anterior. En el momento en que lo hice, sentí de nuevo la ma-ravillosa sensación del amor de Dios, y no pude contener las lágri-mas que rodaron por mis mejillas. Yo había estado pensando queDios me había dado la espalda, pero la verdad era quemis accionesme habían separado de Él. Yo odiaba ese sentimiento de sentirmedistante deDios, yme prometí amímisma nunca dejar que el peca-do no confesado se interpusiera entre Dios y yo otra vez. Yo haría lomejor posible para vivir de acuerdo a Sus caminos, pero si fracasaba,lo confesaría inmediatamente para poder recibir Su perdón y noperder la comunión íntima con Él que yo valoraba tanto.

EL PESO DEL PECADO NO CONFESADO

Cuando no se confiesa el pecado, se convierte en algo que crecesin que casi nos demos cuenta, y envuelve sus tentáculos alrede-dor de cada parte de nuestro ser hasta que quedamos paralizados.El rey David describe la agonía del pecado no confesado en for-ma clara en la Biblia:

Mientras callé, se envejecieron mis huesosEn mi gemir todo el día.Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;Se volvió mi verdor en sequedades de verano.Mi pecado te declaré,Y no encubrí mi iniquidad.Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;Y tú perdonaste la maldad de mi pecado (Salmo 32.3-5).

Cuando el pecado no es confesado, se levanta una pared entretú y Dios. Aun cuando tal vez el pecado ya no continúe, no hasido confesado ante Dios, y se va a convertir en un peso que tearrastrará al pasado que estás tratando de dejar atrás y te impedirámoverte hacia el futuro que Dios tiene para ti. Lo sé porque yo

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solía acarrear sobre la espalda una bolsa llena de fracasos que eratan pesada que casi no podía caminar. Cuando confesé mis peca-dos, sentí que el peso me era quitado.

Muchos sufrimos por tener una imagen de nosotros mismosmuy mala, tenemos miedo y nos sentimos culpables. Mentalmentenos atormentamos, tenemos la tendencia de pensar lo peor sobrenuestra situación, y nos sentimos responsables de todo lo que salemal. Es cierto que podemos experimentar tiempos de culpabilidadpor las cosas que hemos hecho, pero no debemos ser torturados porvivir con un sentimiento de culpa constante.Dios nos ha dado la lla-ve de la confesión para librarnos de todo eso.

A menudo no nos vemos a nosotros mismos como culpablespor algunas acciones. Por ejemplo, mientras que no es culpa tuyaque alguien te hiera, tu reacción es responsabilidad tuya. Tal vezte sientas justificado en cuanto a tu enojo o amargura, pero debesconfesarla porque no está de acuerdo con lo que Dios tiene parati. Si no lo haces, es un peso que finalmente te va a aplastar. Te vaa sacar del camino que Dios tiene para ti.

LA CLAVE ES EL ARREPENTIMIENTO

Para que la confesión dé resultado, el arrepentimiento debe irjunto a ella. Arrepentirse quiere decir literalmente un cambio demente. Significa darle la espalda, alejarse, y decidir no hacer unacosa otra vez. Quiere decir que tumanera de pensar debe estar deacuerdo con Dios. Es posible confesar sin ni siquiera reconocerninguna falta. De hecho, nos podemos convertir en personas queson diestras para disculparse sin intención de cambiar. La confe-sión y el arrepentimiento deben decir: «Esto es culpa mía. Losiento, y no lo voy a hacer otra vez».

Para que seas liberado de la esclavitud, todo pecado debe serconfesado y debes arrepentirte, ya sea que te sientas mal en cuan-to a ello, o que lo reconozcas como pecado o no. La Biblia dice:«Porque aunque la conciencia no me remuerde, no por eso

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CÓMO ORAR PARA SER LIBERADOS DE PECADOS NO CONFESADOS



quedo absuelto « (1Corintios 4.4, Nueva Versión Internacional).Cada vez que confiesas algo, examina para ver si honesta y

verdaderamente no lo quieres volver a hacer. Y recuerda queDios «conoce los secretos del corazón» (Salmo 44.21). Que tehayas arrepentido no quiere decir necesariamente que nuncamás vayas a hacer eso, significa que no tienes la intención de vol-verlo a hacer. Si te encuentras que estás cometiendo el mismopecado una y otra vez, es preciso que lo confieses cada vez. Si co-metes un pecado que has confesado ayer, no permitas que eso seinterponga entre tú y Dios. Confiésalo de nuevo. Mientras estésverdaderamente arrepentido cada vez, serás perdonado y final-mente serás libre. La Biblia dice: «Así que arrepentíos y conver-tíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan dela presencia del Señor tiempos de refrigerio» (Hechos 3.19).

Debido a que no somos perfectos, la confesión y el arrepenti-miento deben ser continuos. Siempre hay nuevos niveles de la vidade Jesús que deben obrarse en nosotros. Estamos destituidos de lagloria deDios demaneras que ni siquiera podemos imaginar. Por lotanto debemos confesar también nuestras faltas ocultas.

CONFESANDO LAS FALTAS OCULTAS

Cuando estás construyendo los cimientos, debes cavar en la tie-rra. El problema es que nosotros, mayormente, no cavamos lo su-ficientemente profundo. Es cierto que tú no puedes ver todas tusfaltas todo el tiempo, pero puedes tener un corazón que está dis-puesto a recibir las enseñanzas de Dios. Pídele a Dios que te trai-ga a la luz los pecados de los cuales no estás consciente para quelos puedas confesar, te puedas arrepentir de ellos, y recibas el per-dón de Dios. Reconoce que hay algo que debe ser confesado to-dos los días, y ora con frecuencia, tal como lo hizo David:

Ve si hay en mí camino de perversidad,Y guíame en el camino eterno (Salmo 139.24).

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Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,Y renueva un espíritu recto dentro de mí (Salmo 51.10).¿Quién podrá entender sus propios errores?Líbrame de los que me son ocultos (Salmo 19.12).

Algunas veces si sientes que no tienes nada que confesar, orapidiéndole a Dios que te revele cualquier actitud de la que no tehas arrepentido, tal como el criticar, la falta de perdón, que se haarraigado en el corazón. Si confesamos esas cosas, no vamos a te-ner que pagar el precio emocional, espiritual y físico que nos vana cobrar. También va a beneficiar nuestra vida social puesto quelas imperfecciones en nuestra personalidad, las que no podemosver, son a menudo obvias para los demás.

El pecado conduce a la muerte; el arrepentimiento conducea la vida. El lapso que pasa entre el pecado y el arrepentimientotendrá que ver con la cantidad demuerte que se cosecha en nues-tra vida. Si cosechamos mucha muerte, los problemas no van adesaparecer de inmediato aun si los confesamos. Pero nuestraconfesión ha comenzado el proceso de revertir lo que ha tenidolugar como resultado del pecado.

También experimentamos sanidad cuando confesamos nues-tras faltas a otra persona con el propósito de que ore. La Bibliadice: «Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos porotros, para que seáis sanados» (Santiago 5.16). Pídele al Señorque te muestre cuando debes hacer eso. Elige una persona paraconfesarle que es digna de confianza y que no va a usar esa infor-mación en contra de ti.

Ten siempre presente que los caminos de Dios te van a bene-ficiar. La confesión no es para que Dios se entere de algo; Él ya losabe. La confesión es para que tú seas restaurado. Él no está espe-rando para castigarte por algo que hayas hecho mal. Él no lo tie-ne que hacer, porque el castigo es inherente al pecado. Laspersonas que confiesan encuentranmisericordia y el poder ilimi-tado de Dios.

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CÓMO ORAR PARA SER LIBERADOS DE PECADOS NO CONFESADOS



7

ORACIÓN

Querido Padre, sé que he pecado de esta manera: .Perdóname por mi error. Me duele tropezar de esta manera, y teprometo que le voy a dar la espalda a este pecado. No solamente losiento, sino que estoy verdaderamente arrepentido. Ayúdame avencer mi tendencia hacia esto en mi vida.

También te pido que me limpies de mis pecados secretos.Muéstrame en las esferas en que no estoy viviendo de acuerdo atus caminos y ayúdame a corregir esos errores.

Señor, no quiero perder ninguna de las cosas que tú tienespara mí. No quiero cubrir mis pecados y no prosperar. Quieroabandonarlos y vivir en tu misericordia.

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7


El que encubre sus pecados no prosperará;Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.

PROVERBIOS 28.13

Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianzatenemos en Dios; y cualquier cosa que pidiéramos larecibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, yhacemos las cosas que son agradables delante de él.

1 JUAN 3.21, 22

Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada.

SALMO 32.1

Y no hay cosa creada que no sea manifestada en su presencia;antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojosde aquel a quien tenemos que dar cuenta.

HEBREOS 4.13

Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira;Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado.Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza;Como carga pesada se han agravado sobre mí.Hieden y supuran mis llagas, a causa de mi locura.

SALMO 38.3-5



CAPÍTULO 13

7

CÓMO ORAR PARA

PERDONARTE A TI MISMO,

A DIOS Y A OTROS

Luché durante años con perdonar a mi madre. Aun ya de adul-ta, ella continuaba maltratándome y yo tenía que perdonarla to-dos los días. Algunas veces yo permanecía lejos de ella y dejabaque mi padre se enfrentara solo a ella. Desdichadamente, ellavolcaba su enojo en él. Cuando mi padre se enfermó de una in-fección pulmonar, en lugar de tratar de ayudarlo, ella se prepara-ba sus propias comidas y las comía delante de él sin ofrecerlenada. Ella decía que si él tenía hambre, se podía levantar y prepa-rar sus propias comidas por sí mismo.

Cuando me enteré de todo esto, yo estaba muy disgustada conella. ¡Qué cambio en los acontecimientos! Yo había pasado todosesos años tratando de perdonarla por lo cruel que había sido conmi-go, y ahora tenía que perdonarla por la manera en que trataba a mipadre. Y por cierto que no parecía haber ninguna forma de cambiarla situación. Habíamos tratado de quemi padre pusiera a mi madreen el hospital, pero cuando llegaba el momento en que tenía quefirmar los papeles, no lo podía hacer. Él todavía esperaba que ella al-gún día llegara a ser la persona con la que creía que se había casado.

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Señor, oré, sé que mi madre es enferma mental y en realidad nosabe lo que hace. Pero todavía hay algo en mí que cree que sí losabe, y eso me hace enojar. De nuevo te pido que me des un cora-zón perdonador hacia mi madre.

El Señor contestó esa oración una vez tras otra a medida quecada ofensa traía nuevas razones para perdonar. Sé que nuncapodría haber escuchado la dirección de Dios para mi vida si hu-biera tenido el corazón y la mente empañados por no perdonar.

ESCALERA A LA RESTAURACIÓN

Perdonar lleva a la vida. No perdonar es una muerte lenta. El noperdonar a alguien no pone en peligro tu salvación ni te impideque entres al cielo, pero sí quiere decir que no disfrutas de todo loque Dios tiene para ti. Y te verás a ti misma caminando fuera delcentro de la voluntad de Dios.

El primer paso para perdonar es recibir el perdón de Dios ypermitir que su realidad penetre en las partes más profundas detu ser. Cuando nos damos cuenta de todo lo que se nos ha perdo-nado, es fácil entender por qué no tenemos derecho de juzgar alos demás. Ser perdonados y quedar libres de todas las cosas ma-las que hemos hecho es un donmilagroso, ¿cómo podemos rehu-sarnos a obedecer a Dios cuando nos pide que perdonemos aotros como Él nos ha perdonado a nosotros? Es muy fácil, porqueenfocamos nuestros pensamientos en la persona que nos ha he-cho dañomás bien que enfocarlos enDios quien arregla todas lascosas.

El perdonar es una calle de dos vías: Dios te perdona, y tú per-donas a otros. Cuando tú confiesas tus pecados, Dios te perdonarápida y completamente. La mayor parte del tiempo las personasno sienten como que hubieran hecho algo mal, y si lo sienten,por cierto que no quieren admitírtelo a ti.

El perdonar es una elección que realizamos. Basamos nuestradecisión no en lo que sentimos que queremos hacer, sino en lo

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que sabemos que es correcto. Yo no sentía deseos de perdonar ami madre. Pero en cambio escogí perdonarla porque la Palabrade Dios dice: «Perdonad, y seréis perdonados» (Lucas 6.37). Eseversículo también dice que no debemos juzgar si no queremosser juzgados.

Yo tuve que entender que Dios ama a mi madre tanto comome ama amí. Él ama a toda la gente tanto comome ama amí. Élama a un asesino, a un violador, a una prostituta y a un ladrón. YÉl odia todos los pecados de ellos tanto como odia los nuestros.Él odia el asesinato, la violación, la prostitución y el robo tantocomo odia el orgullo, los chismes y el no perdonar. Tal vez com-paremos nuestros pecados a los de otras personas y digamos: «Losmíos no son tan malos». Pero Dios dice que todos los pecadoshieden, así que no deberíamos preocuparnos por lo de qué perso-na huelen peor. Lo más importante que debemos recordar encuanto al perdón es que perdonar no hace que la otra persona estéen lo cierto; te hace libre a ti.

PERDONÁNDOTE A TI MISMO Y PERDONANDO ADIOS

Mientras que perdonar a otras personas es muy importante, elperdón también es necesario en otras dos esferas. Una es la deperdonarte a ti mismo. Muchos pensamos: Debería estar alcan-zando este logro; debería ser esta clase de persona; debería haberhecho más a esta altura de mi vida. Por cierto que yo me sentíaagobiada por esa clase de pensamientos.

Dios es el único que es perfecto. Tenemos que poder decir:« » (coloca aquí tu nombre), te perdono por no serperfecto (o perfecta), y te doy gracias, Dios, que me estás forman-do en todo lo que me creaste para que fuera».

Algunos de nosotros tenemos que perdonarnos a nosotrosmis-mos por los errores que hemos cometido. Antes de conocer al Se-ñor, yo malgasté mi vida tomando drogas, participando en el

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CÓMO ORAR PARA PERDONARTE A TI MISMO, A DIOS Y A OTROS



ocultismo, e involucrándome enmalas relaciones. Cuando final-mente pude perdonarme a mí misma, me di cuenta de que Diospodía usar aun esas experiencias para Su gloria. Ahora puedo ha-blarles a mujeres que han cometido estos mismos errores. Venque lo que Dios me ha ayudado a vencer, también puede ser po-sible en sus vidas.

Además de perdonar a otros y a ti mismo, también debes exa-minar si es preciso que perdones a Dios. Si has estado enojadocon Dios, dilo: «Dios, he estado enojado contigo desde que mihermano murió en aquel accidente». «Dios, he estado enojadacontigo desde que mi bebé murió». «Dios, he estado enojadocontigo desde que no conseguí aquel trabajo por el que habíaorado». Sé honesto. No vas a dañar el ego de Dios. Entrega el do-lor, y permítete llorar. Las lágrimas producen libertad y sanidad.Di: «Señor, te confieso mi dolor y mi enojo, y mi dureza de cora-zón hacia ti. Ya no te hago responsable por esas cosas».

El perdón es continuo, porque una vez que has tratado con elpasado, hay constantes infracciones que ocurren en el presente.Ninguno de nosotros está exento de que le hieran el orgullo oque lo manipulen, lo ofendan o lo hieran. Cada vez que eso ocu-rre, deja una cicatriz en el alma si no se confiesa y se trata delantedel Señor. Además, el no perdonar también te separa de las perso-nas que amas. Ellas sienten que hay en ti un espíritu que no per-dona, aun cuando no lo puedan identificar y hace que se sientanincómodas y se distancien.

Tal vez estés pensando: No me tengo que preocupar por esto,porque no tengo que perdonar a nadie. Pero el perdón tambiéntiene que ver con criticar a otras personas. Tiene que ver con te-ner presente que la gente a menudo es como es por la forma enque la vida las ha formado. Yo comencé en verdad a perdonar ami madre cuando me di cuenta lo difícil que había sido su niñezy los problemas que tuvo que enfrentar de adulta. Todos debe-mos recordar que Dios es el único que conoce toda la historia ypor lo tanto nunca tenemos derecho a juzgar. Estar encadenada a

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no perdonar te impide recibir sanidad, gozo y restauración, loscuales están disponibles para ti. Ser liberada para entrar al futuroque Dios tiene para ti significa dejar todo lo que te ha sucedidoen el pasado.

7

ORACIONES

PARA PERDONARTE A TI MISMO

Señor, sé que me has perdonado de mis muchos pecados de. Te doy las gracias por tu amor incondicional y

por tu gracia. Siento verdadero arrepentimiento y quiero vencerestas tendencias. Ahora, Padre, ayúdame a perdonarme a mí mis-mo. Borra mi culpa y crea un nuevo corazón en mí.

PARA PERDONAR A DIOS

Señor, admito que estoy muy disgustado contigo debido a.

Ayúdame a ver estas cosas desde tu perspectiva. Yo sé que túeres un Dios bueno y que siempre quieres lo mejor para mí. Perdó-name por hacerte responsable de esto. Sana mi desilusión.

PARA PERDONAR A OTROS

Señor, me ha herido de esta forma:. No entiendo por qué ha pasado esto,

pero sé que tú quieres que lo (la) perdone. Ayúdame a caminar pordonde él (ella) ha caminado y ayúdame a entender lo que ha he-cho que hiciera o dijera esto. Ayúdame a estar completamente li-bre de falta de perdón.

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CÓMO ORAR PARA PERDONARTE A TI MISMO, A DIOS Y A OTROS



7


Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contraalguno, para que también vuestro Padre que está en los cielosos perdone a vosotros vuestras ofensas.

MARCOS 11.25

Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería ymaledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos conotros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Diostambién os perdonó a vosotros en Cristo.

EFESIOS 4.31, 32

No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréiscondenados; perdonad, y seréis perdonados.

LUCAS 6.37

El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no haytropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, yanda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas lehan cegado los ojos.

1 JUAN 2.10, 11



TERCERA PARTE

7

CAMINAREN

OBEDIENCIA



CAPÍTULO 14

7

CÓMO ORAR PARA VER

LA CONEXIÓN ENTRE

LA OBEDIENCIA

Y LA BENDICIÓN

Yo no me quería mudar desde California a Nashville. Teníauna iglesia muy buena, buenos amigos y una casa hermosa. PeroMichael sentía algo diferente. Él había estado viajando a Nashvi-lle unas dos veces por mes por asuntos de trabajo, y se había ena-morado de la ciudad.

Pero yo no había estado en Nashville desde hacía casi veinteaños, y no me había enamorado de la ciudad, así que me resistía.«Si Dios te está diciendo que te mudes para Nashville», le dije aMichael, «¿por qué no me lo dice a mí también?»

Yo estaba orando en mi grupo de oración semanal pidiéndolea Dios que memostrara Su voluntad, pero no había recibido unarespuesta.

Dos meses más tarde, acompañé aMichael en un viaje de ne-gocios a Nashville. Cuando fui a nuestro cuarto a descansar antesde la cena, no pude dormir. Sentí que el Señor me decía: Tú de-bes estar aquí.

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¿Eres realmente tú, Señor?, oré.Cuanto más tiempo me quedé recostada allí, tanto más segu-

ra estaba de que el Señorme estaba diciendo que era Su voluntadpara nosotros que nos mudáramos a ese lugar.

Un par de meses más tarde nos mudamos, y nos alegramosde haberlo hecho, porque nuestra casa en California fue des-trozada por el terremoto de Northridge. Estábamos agradeci-dos de haber escuchado a Dios y de haberle obedecido cuandonos dio dirección para nuestras vidas. Ha sido nuestro recorda-torio más grande de que la obediencia y la bendición van asi-das de la mano.

LOS BENEFICIOS DE LA OBEDIENCIA

¿Cuántas veces le pedimos a Dios que nos dé lo que queremos,pero no queremos darle a Dios lo que Él quiere?Nos falta lo quemás queremos, entereza, paz, satisfacción, gozo, porque no obe-decemos a Dios.

A menudo no somos obedientes porque no entendemos queDios ha colocado ciertas reglas para protegernos y para que obrenpara beneficio nuestro. Los DiezMandamientos no fueron dadospara que nos hicieran sentir culpables, sino como una coberturade bendición y protección contra el mal. Si escogemos vivir fuerade la esfera de protección, la oscuridad espiritual y la confusiónvan a tener acceso a nuestras vidas, y vamos a estar privados de lomejor queDios tiene para nosotros. Cuando obedecemos, la vidaes simple y clara, y las bendiciones no tienen límite.

Necesitamos las leyes de Dios, porque no sabemos vivir sinellas. La Biblia dice: «Y también el que lucha como atleta, no escoronado si no lucha legítimamente» (2 Timoteo 2.5). Si la res-tauración es lo que buscamos, entonces la obediencia es una delas reglas. Cuanto más he buscado en las Escrituras, tanto más heencontrado que la Biblia está llena de promesas para los que obe-decen a Dios:

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• Hay una promesa de sanidad. «Haced sendas derechaspara vuestros pies, para que lo cojo no se salga delcamino, sino que sea sanado» (Hebreos 12.13).

• Hay una promesa de oración contestada. «Si en micorazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor nome habría escuchado» (Salmo 66.18).

• Hay una promesa de que Dios peleará las batallas pornosotros. «¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo, si en miscaminos hubiera andado Israel! En un momento yohabría derribado a sus enemigos, y vuelto mi mano contrasus adversarios» (Salmo 81.13, 14).

• Hay una promesa de vivir un largo tiempo en paz. «Hijomío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mismandamientos; porque largura de días y años de vida ypaz te aumentarán» (Proverbios 3.1, 2).

Hay muchas más promesas como estas, y tambiénmuchas ad-vertencias de lo que no va a suceder en nuestras vidas si no obede-cemos a Dios. Después de leerlas, sentí la inspiración de pedirlea Dios que me mostrara exactamente lo que necesitaba estar ha-ciendo. Él me respondió esa oración inmediatamente. Examinatu corazón,me dijo. ¿Estás en realidad dispuesta a obedecer? Si esasí, las promesas están a tu disposición, y también lo están para to-dos mis hijos.

LA ELECCIÓN ES NUESTRA; EL PODER ES DE ÉL

Yo he aprendido que el Señor no nos obliga a obedecer. A menu-do quisiéramos que lo hiciera, porque sería más fácil, pero Él nosda la elección. Yo tuve que pedirle que me enseñara a ser obe-diente porque lo amo y deseo servir a Aquel que ha hecho tantopor mí. Si tú quieres los mismos beneficios, tendrás que hacer lomismo. Ayuda saber que el Señor está de tu parte y que el

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CÓMO ORAR PARA VER LA CONEXIÓN ENTRE LA OBEDIENCIA Y LA BENDICIÓN



llamado a la obediencia no es para hacerte sentir como un fracasoabsoluto si no haces todas las cosas correctamente.

La Biblia dice que a Noé se le dio una nueva vida porque hizotodo lo que Dios le había mandado que hiciera (Génesis 6.22).La palabra todo parece dar miedo cuando se trata de la obedien-cia porque nos conocemos a nosotros mismos lo suficientementebien como para dudar de que lo podamos hacer todo. Y la verdades que no podemos. Pero le podemos pedir a Dios que nos capa-cite para dar pasos de obediencia.

En el instante en que damos un paso de obediencia, Dios abreoportunidades de nueva vida. Desdichadamente, lo opuesto tam-bién es cierto. En el instante en que comenzamos a pensar que noes necesario obedecer, hemos abierto la puerta al mal. OswaldChambers lo dijo: «Si [una persona] quiere tener un vislumbre delo que enseña Jesucristo, solamente lo puede conseguir por mediode la obediencia… las tinieblas espirituales vienen debido a algoque no quiero obedecer».1

Para alguien que ha sido herido emocionalmente de algunamanera, ocurrirá una cierta cantidad de sanidad en tu vida sola-mente por ser obediente a Dios. La Biblia dice: «El que guarda elmandamiento guarda su alma« (Proverbios 19.16). Cuanto másobedezcas, menos esclavitud habrá en tu vida. También hay unaconfianza saludable que viene cuando obedeces a Dios. Estaconfianza edifica el amor propio y nutre a una personalidad da-ñada.

Cuando estás tratando de saber cuál es la voluntad de Diospara tu vida, la obediencia a seguir en los caminos de Dios y aobedecer su dirección, son imprescindibles. Nunca estarás en elcentro de la voluntad de Dios para tu vida si vives continuamenteen desobediencia. Hay muchas esferas diferentes de obediencia,pero yo he incluido solamente ocho pasos básicos que te llevaránen la dirección correcta. Son pautas, no una amenaza. Simple-mente da un paso por vez, recordando que el poder del EspírituSanto está en nosotros y nos capacita para obedecer a Dios.

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7

ORACIÓN

Señor, no quiero ser una persona que se desmorona cada vez quealgo me sacude. No quiero que nada me separe de tu presencia yde tu amor. En realidad tengo un corazón que quiere obedecer.Por favor, muéstrame las esferas en que no estoy viviendo en obe-diencia a ti, y ayúdame a hacer lo que es necesario para obedecer-te. No quiero estar fuera de tu perfecta voluntad para mi vidaporque neciamente no te obedezco.

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CÓMO ORAR PARA VER LA CONEXIÓN ENTRE LA OBEDIENCIA Y LA BENDICIÓN



7


Mucha paz tienen los que aman tu ley,Y no hay para ellos tropiezo.

SALMO 119.165

Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra.

ISAÍAS 1.19

No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así seengañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.

SANTIAGO 1.22(NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL)

Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.

SANTIAGO 4.17

El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, eltal es mentiroso, y la verdad no está en él.

1 JUAN 2.4



CAPÍTULO 15

7

CÓMO ORAR PARA

DECIRLE «SÍ» A DIOS

CADA DÍA DE TU VIDA

Cuando compras una casa, primero debes hacer un pago gran-de como pago inicial. Luego, para que la casa sea tuya, debes ha-cer pagos más pequeños en su fecha de vencimiento. No puedescambiar de idea y decir: «No tengo ganas de hacer estos pagos»,sin serias consecuencias.

Lo mismo es cierto en cuanto a tu relación con Dios. Para ha-cer que Él sea tu lugar de residencia permanente, tu pago inicialconsiste en hacerlo Señor de tu vida. Después de eso, debes con-tinuar haciendo pagos todo el tiempo, lo que significa decir sícuando Dios te pide algo. Todos son parte de la compra, perouno es el inicial, y los otros son continuos eternamente (¡al igualque los pagos de una casa!). La diferencia es que el Señor va a re-cibir tanto pago demí como yo esté dispuesta a darle. Y puedo po-seer solamente tanto de lo que Él tiene para mí, como yo estédispuesta a asegurarme por medio de mi obediencia.

Dar el paso inicial de hacerlo Señor sobre tu vida es lo mis-mo para todo el mundo. Decirle a Dios sí todos los días es unasunto individual. Dios te da direcciones personalizadas así

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que tal vez Él te pida que hagas algo que no le está pidiendo anadie más que haga. Por ejemplo, tal vez te esté dirigiendo aque dejes un trabajo específico y te mudes a otra ciudad. Tútienes que confiar que Dios quiere lo mejor para ti, y debes es-tar dispuesto a hacer lo que Él te pide, aun si en el momentono entiendes por qué. La obediencia comienza con un cora-zón que le dice «sí» a Dios. No podemos vivir en la voluntadde Dios si no hemos aprendido a decir sí cuando Dios nos dadirectivas para nuestras vidas.

ENTREGANDO TUS SUEÑOS

Siempre quise ser una artista de éxito. Suena vergonzosamentesuperficial aun mencionarlo aquí ahora, pero era algo que meimpulsaba desesperadamente cuando era más joven. Quería serfamosa y respetada, sin tener en cuenta que tal vez no tenía lo ne-cesario para alcanzar ninguna de las dos metas. Después de ha-ber recibido al Señor y de haber estado casada por unos cuantosmeses, con toda claridad Dios me impresionó en el corazón queno debía continuar en la televisión o filmando anuncios comer-ciales. No estaba segura del porqué, pero sabía que no era lo co-rrecto para mí. Cada vez que mi agente me presentaba unaentrevista, que antes hubiera dado la vida por la oportunidad, elpensamiento de llevarla a cabome producía una sensación de va-cío, inquietud, como de muerte. Debido a que la paz de Dios noacompañaba la posibilidad de hacer esto, rechacé todos los traba-jos que me ofrecieron.

Sí, Señor, no voy a filmar ese anuncio comercial. Sí, Señor, novoy a aceptar otro programa de televisión. Sí, Señor, no voy a can-tar más en clubes. Sí, Señor, me voy a ir de la agencia.

En forma gradual, mi trabajo desapareció. Dios había cerradotodas esas puertas y me había pedido que dejara de golpear en lasque no eran Su plan para mí. La experiencia me dio miedo, peroahora, mirando hacia atrás veo con toda claridad las razones de

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esto. Actuar era un ídolo para mí. Lo hacía por la atención y laaceptación que me proporcionaba, no porque me gustara el tra-bajo. Mi identidad estaba completamente envuelta en lo que ha-cía. Para que Dios cambiara eso, tenía que quitarme mis mediosde definir quién yo creía que era y ayudarme a establecer miidentidad en Jesús. Él sabía que no podía ser sanada de mis pro-fundos sentimientos de inferioridad si me ponía todos los días enuna posición de ser juzgada por normas superficiales.

La parte que no queremos escuchar es que llega un tiempocuando cada uno de nosotros debe poner sus deseos y sueños enlas manos de Dios para que Él pueda librarnos de aquellos queno son Su voluntad. En otras palabras, tu aseguras tu futuro en-tregándole tus sueños a Dios, y si es necesario, permitiendo quemueran. Si siempre has tenido una cierta imagen de lo que creesque deberías ser, tienes que estar dispuesto a dejar que esa ima-gen sea desbaratada. Si es en realidad lo queDios tiene para ti, Élte capacitará para hacer eso y mucho más. Si no es, vas a estarfrustrado mientras te aferres a ella.

A menudo los deseos de tu corazón son los deseos de Su co-razón, pero deben ser logrados de acuerdo a Sus caminos, no alos tuyos, y debes saber que es Él el que los logra en ti, y que túno los logras por ti mismo. Dios quiere que dejemos de aferrar-nos a nuestros sueños y que comencemos a aferrarnos a Él paraque pueda capacitarnos para volar sobre nosotros mismos ynuestras limitaciones. Cuando entregamos lo que anhelamos,Dios nos los va a devolver en otra dimensión.

EL ARTE DE LA RESPUESTA RÁPIDA

Decirle sí a Dios quiere decir estar dispuestos a obedecerle inme-diatamente cuando escuchamos Su voz, y no esperar hasta quetodo lo demás ha fracasado o nos encontramos al final de la cuer-da. Para que Dios nos transforme en personas íntegras, tenemosque estar completamente a su disposición. Si Él nos dice: «Haz

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CÓMO ORAR PARA DECIRLE «SÍ» A DIOS CADA DÍA DE TU VIDA



esto», entonces si le decimos inmediatamente: «Sí, Señor», trae-rá los resultados deseados con más rapidez.

Esto se hace un paso a la vez. Si no puedes confiar en Dioscomo para decirle: «Cualquier cosa que me pidas, la haré», en-tonces continúa trabajando en eso. Debo admitir que amíme re-sultaba muy difícil decirle sí a Dios hasta que leí en la Biblia:«Como no me escucharon cuando los llamé, tampoco yo los es-cucharé cuando ellosme llamen» (Zacarías 7.13, Nueva VersiónInternacional, énfasis añadido). Esto pone todo en la perspectivacorrecta, ¿no es verdad? Si queremos que Dios escuche nuestrasoraciones, debemos estar listos para responder cuando escucha-mos Su voz.

Estar dispuesta a decirle sí a Dios me hizo una candidata paramucha sanidad y bendiciones. Por supuesto que no siempre loescucho, y no siempre le digo que sí inmediatamente, pero mideseo es hacerlo. Decirle sí a Dios sin reservas es el primer pasode obediencia que comienza a construir una vida satisfactoria yexitosa en el fundamento que has puesto en la Palabra: oración,confesión, alabanza y continuo perdón.

7

ORACIÓN

Querido Señor, ayúdame a decirte sí continuamente. Ayúdame ano tener miedo de confiar en ti y en tu voluntad para mi vida.Quiero experimentar todo lo que tú tienes para mí.

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7


Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne;pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.

ROMANOS 8.5

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quierasalvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida porcausa de mí, éste la salvará.

LUCAS 9.23, 24

Deléitate asimismo en Jehová,Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

SALMO 37.4

Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.

MATEO 4.10

El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado.

SALMO 40.8



CAPÍTULO 16

7

CÓMO ORAR PARA

PERMANECER SEPARADOS

DEL MUNDO

La primera vez que escuché hablar a Dolores Hayford, supeque el pastor Jack había heredado el don de la enseñanza de sumadre. En voz clara y suave, ella relató la historia de Jim, su hijomenor.

Un día, el joven Jim se dio cuenta de que algunas personastienen muchas bendiciones mientras que otras no. Él le pregun-tó a su madre: «¿Por qué algunas personas parecen ser favoreci-das por Dios?»

Después de pensarlo por unos momentos, la señora Hayfordle respondió: «Hijo, los que parecen ser favorecidos por Dios sonaquellos que se separan del mundo».

Ese consejo maternal se me grabó en la mente tan profunda-mente quemedité en él durante semanas. ¿Qué exactamente es elmundo?, le oré al Señor. ¿Y cómo me separo de él?

Durante los próximos meses de estudio bíblico me di cuentade que el mundo es cualquier cosa que se opone a Dios y a Suscaminos. La Biblia dice: «Cualquiera, pues, que quiera ser ami-go delmundo, se constituye en enemigo deDios» (Santiago 4.4).

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Supe que definitivamente no quería ser enemiga de Dios.También leí: «Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario

el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quiendevorar» (1 Pedro 5.8). La Biblia describe a Satanás como nues-tro «enemigo» y el «príncipe de este mundo», y si seguimos lossistemas del mundo y hacemos las cosas según el mundo, esta-mos siguiendo al diablo.

En el pasado, yo había rechazado la idea de la existencia deldiablo como algo ingenuo. Solamente la gente más necia e igno-rante apoyaría semejante tontería. Además, mis prácticas en elocultismo me habían convencido de que el mal solo existía en lamente de las personas. Pero cuanto más estudiaba la Palabra deDios y veía su exactitud, tanto más enfrenté la realidad de unafuerza oscura y maligna que controla las vidas de los que le per-miten hacerlo. ¿Cómo podía negar que existía cuando la veíamanifestada en cada clase de mal en el mundo a mi alrededor?Ahora me doy cuenta de que la gente necia e ignorante es la queniega que existe una esfera satánica. Separarse del mundo quieredecir reconocer a nuestro enemigo y rehusarse a alinearse a él decualquier forma.

LAS REGLAS DE ESTE MUNDO

Una y otra vez en el Antiguo Testamento, se nos dice de algún reyque seguía al Señor en todas las cosas pero que no destruía los lu-gares altos de adoración pagana. Como resultado, él y su pueblono disfrutaron de todas las bendiciones, protección, sanidad yoraciones contestadas que Dios tenía para ellos. Ellos, al igualque nosotros, no identificaron claramente al enemigo ni se sepa-raron completamente del mundo.

Nuestro enemigo es Satanás, el príncipe de este mundo,quien fue creado hermoso, sabio, y sin pecado. Él tenía acceso altrono deDios, pero cayó de esa posición cuando escogió poner supropia voluntad sobre la voluntad de Dios. Nadie lo tentó; él

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decidió por sí mismo rebelarse. Cuando su rebelión lo llevó a serexpulsado del reino de Dios, Satanás se dedicó a oponerse a Diosy a todo lo que Él hace.

Pero Satanás tiene límites. Él no puede estar en todos la-dos, no puede hacer todas las cosas, no es todopoderoso, y noes omnisciente. Dios, por otra parte, es todo eso. Lo que Sata-nás y Dios tienen en común es que ambos tienen un plan paranuestras vidas, planes que solamente pueden operar cuandonos sometemos a ellos. No tenemos que tenerle miedo a Sata-nás porque la Biblia dice: «Mayor es el que está en vosotros,que el que está en el mundo» (1 Juan 4.4). La muerte de Jesúsen la cruz ha roto el poder de Satanás, así que no tenemos queestar intimidados por él.

No hay indicación en la Biblia de la posibilidad de que Sata-nás pueda ganarle a Dios; el poder de Dios sobrepasa totalmenteal del diablo. El único acceso que tiene Satanás viene por mediodel engaño, tratando de que creamos que él no existe, o que no esnuestro enemigo, o introduciendo gradualmente mentiras encuanto a nosotros mismos, a nuestras situaciones, a otras perso-nas, a sí mismo o a Dios. Una vez que creemos sus mentiras, élcontrola nuestras vidas.

Me preocupa cuando la gente me dice que el diablo noexiste. Yo reflexiono en las vidas de esas personas, un matrimo-nio que se está desmoronando, o un hijo que toma drogas, ouna hija adolescente que tiene su segundo aborto, o un esposoque se embriaga, o una madre depresiva, o una aventura amo-rosa secreta, y pienso:Querida persona, no hay nada en tu vidaque me convenza de que el diablo no existe. Sus situaciones sonpeores, porque existe un enemigo, y ellas no lo saben. Él lasconducirá por el camino de la destrucción, y ellas lo seguirán yluego culparán a Dios por lo que sucede. Los planes del diablopara tu vida van a tener éxito si tú crees que él no existe o quede alguna forma está de tu parte.

Mi amiga, Diane, quien había participado en el ocultismo

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CÓMO ORAR PARA PERMANECER SEPARADOS DEL MUNDO



conmigo, no quería deshacerse de sus libros sobre ocultismo odejar sus prácticas cuando aceptó a Jesús como Salvador. Ellacreía que podía mezclar un poco del ocultismo con el cristia-nismo y tener lo mejor de dos mundos. Pero cuanto más resis-tencia ponía a dejar esas prácticas, tanto más desdichada ydeprimida se volvía. Nada en su vida parecía estar yendo bien.Quería más que nada en el mundo tener un hijo, pero no que-daba embarazada. Tenía problemas en su matrimonio que lecausaban mucha aflicción. Siempre sentía que sus oracionesno eran contestadas.

Yo continuaba animándola a que leyera la Biblia por sí mismay a que asistiera a la iglesia en forma regular. A medida que lohizo, comenzó a ver que no podía pertenecer a dos mundos: elmundo del diablo y el mundo deDios. Debía elegir uno o el otro.Finalmente tomó la decisión de deshacerse de sus libros y apar-tarse de todas las asociaciones y prácticas del ocultismo.

A los pocos meses de haber tomado esa decisión, ella y su es-poso comenzaron a ver a un consejero matrimonial cristiano. Larelación de ellos mejoró, y en el periodo de un año, tuvo un hijoal que llamó John. No creo que todo eso haya sido coincidencia.Solamente esas dos cosas en su vida fueron milagros y ella los re-conoció como tales. No creo que hubieran sucedido si ella no sehubiera apartado del mundo del enemigo y se hubiera alineadocon el reino de Dios. Los milagros no suceden cuando tenemosun pie en el campo del enemigo.

El aceptar las normas del mundo para nuestras vidas nos haceinsensibles a la voluntad de Dios. Nos separa de lo que Él nos hallamado que seamos. Reservamos un lugar en el corazón paraque sea la excepción. Pensamos: Estoy por encima de los caminosde Dios.No necesito obedecer. Pero eso es lo que dijo Satanás an-tes de su caída del cielo.

La manera de combatir este engaño es simple. La Bibliadice: «Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vo-sotros» (Santiago 4.7). Debemos separarnos de los hábitos

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mundanos y de la forma de pensar del mundo y destruir los lu-gares altos en nuestro corazón. Debemos decirle a Satanás quenos rehusamos a creer en sus mentiras y a hacer las cosas a sumanera. Cuando rechazamos a Satanás, la promesa es: «ElSEÑOR marchará a la cabeza, ¡el Dios de Israel les cubrirá laespalda!» (Isaías 52.12, Nueva Versión Internacional). El Se-ñor nos protegerá de cualquier cosa que podamos enfrentaradelante, y nos cubrirá de cualquier peligro que pueda atacar-nos por la espalda.

EXAMINA PARA VER SI HAY LUGARESALTOS EN TU CORAZÓN

Separarte del mundo no requiere que vivas como un ermitaño elresto de la vida. Pero es preciso que con frecuencia examines tucorazón para ver que no estés demasiado apegado al mundo. For-múlate las siguientes preguntas:

• ¿Me juzgo a mí mismo según las normas del mundo encuanto a belleza, aceptación y éxito?

• ¿Dependo de revistas y libros mundanos para que medigan cómo vivir?

• ¿Estoy dispuesto a pasar por alto ciertas convicciones quetengo para tener favor con la gente?

• ¿Me siento inclinado a copiar de alguna forma los estilosde vida de las celebridades en lugar de llegar a ser quienDios me creó para que fuera?

• ¿Estoy dispuesto a contemporizar en cuanto a lo que séde los caminos de Dios para obtener algo que quiero?

Si has respondido afirmativamente a alguna de estas pre-guntas, estás cortando las posibilidades que Dios tiene para tuvida. Dios te formula la pregunta en este versículo: «Pues si

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habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mun-do, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a [sus]preceptos?» (Colosenses 2.20). Con toda claridad nos instru-ye: «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por me-dio de la renovación de vuestro entendimiento, para quecomprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable yperfecta» (Romanos 12.2).

Créeme que sé lo difícil que es tratar de entregarle todo aDios de una vez. Muchos de nuestros lugares altos han sido erigi-dos para que pudiéramos sobrevivir, y tal vez sintamos que toda-vía los necesitamos. Pero cuanto más permitimos que Dios reineen nosotros, tanto más fácil será abandonar cualquier cosa que seexalta a sí misma sobre Dios.

No estoy haciendo en forma deliberada una lista de «No ha-gas esto», porque se trata de que tú te separes en tu corazón. Vas aaprender lo que debes eliminar a medida que buscas a Dios yoras de la forma que te sugiero al final de este capítulo.

Nunca pensé que resistía a Dios, pero aprendí que casi todaslas cosas que hacía antes de recibir a Jesús se oponían a Sus cami-nos. Nos podemos enfermar estando descontentos con lo queDios nos da o por tratar de conseguir cosas que no vienen de Él.Dios quiere sacar de nuestro corazón todas las cosas del mundoque se nos pueden antojar y reemplazarlas con un hambre pormás de Jesús.

La Biblia dice: «Salid de en medio de ellos, y apartaos, diceel Señor» (2 Corintios 6.17). No puedes avanzar hacia adelan-te si te aferras a cosas que te separan de Dios. Es un paso deobediencia que ocurre en el corazón y que pavimenta el cami-no para el verdadero bienestar espiritual en el centro de la vo-luntad de Dios.

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7

ORACIÓN

Señor, si en mi corazón hay cosas que no provienen de ti, no lasquiero. Por favor, sácalas de allí y libérame de anhelarlas. Ayúda-me a depender de ti para todas mis necesidades. Enséñame a reco-nocer a mi enemigo y dame la fortaleza para resistirlo. Ayúdame aalejar mi corazón del mundo, y a mirarte a ti como mi única fuen-te y guía.

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7


No améis al mundo, ni las cosas que hay están en el mundo. Sialguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porquetodo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseosde los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre,sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el quehace la voluntad de Dios permanece para siempre.

1 JUAN 2.15-17

Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte deDios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni éltienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de supropia concupiscencia es atraído y seducido.

SANTIAGO 1.13, 14

De modo que se despierten y escapen de la trampa en que eldiablo los tiene cautivos, sumisos a su voluntad.

2 TIMOTEO 2.26(NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL)

El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo pecadesde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, paradeshacer las obras del diablo.

1 JUAN 3.8



CAPÍTULO 17

7

ORANDO

PARA SER

BAUTIZADOS

«Debemos bautizarnos,Michael», le dije tarde una noche alpoco tiempo de habernos casado. Habíamos estado hablando so-bre el sermón del pastor Jack del día antes sobre el bautismo, y decómo Jesús mismo había sido bautizado por Juan el Bautista(Mateo 3.13-16).

Durante meses yo había visto que los domingos por la nocheen la iglesia, la gente se bautizaba, pero lo había catalogado comoun ritual religioso que no necesitaba. Además, había sido bauti-zada cuando era bebé, como lo habían sido todos los niños ennuestra familia. Pero en aquella reunión de oración del miérco-les por la noche, el pastor Jack había explicado que el bautismono es un ritual o una tradición opcional sin significado; es unmandamiento de Jesús.

«Ir en contra de una tradición que Jesús ha ordenado causaproblemas, y pones en peligro tus frutos si la pasas por alto», dijoél. «Cuando vienes a bautizarte, le das la espalda a tu antigua for-ma de vivir. Estás diciendo: “Señor, tú hasmuerto pormí, y ahorayo estoy muriendo a mí mismo para recibir tu vida”. La muerte

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de Jesús en la cruz selló el pacto de Su parte. Tu respuesta al bau-tizarte es decir: “Señor, yo sello el pacto de mi parte, pero es tupoder el que hace que dé resultado”».

CuantomásMichael y yo hablábamos sobre el hecho de que es-tábamos limitando lo que Dios podía hacer en nosotros y posible-mente acarrearnos problemas en nuestras vidas al no ser obedientes,tantomás urgente nos pareció.Oramos pidiéndole al Señor que nosayudara a dar este paso en obediencia. «Deberíamos bautizarnosenseguida», me dijo él cuando terminamos de orar.

«¿Cuán enseguida quieres decir?», le pregunté.«Esta noche», dijo firmemente.«¿Esta noche? ¿Dónde vamos a encontrar a alguien que nos

bautice esta noche? Son más de las diez».«Pat Boone bautiza a la gente en su piscina», me dijoMichael

con entusiasmo.«¿Pat Boone? ¿En su piscina? ¿Y eso cuenta? ¿No tiene que

ser en una iglesia? ¿Con un pastor?»«Puede ser en cualquier lugar. Y Pat Boone es uno de los an-

cianos de la iglesia. Ellos bautizan a creyentes en su casa todo eltiempo».

«¿Pero a esta hora?», continué con mis preguntas. Nosotroshabíamos asistido a algunos estudios bíblicos en la casa de Pat yShirley, pero no estaba segura de que estuvieran dispuestos a quelos visitáramos sin previo aviso, y a esa hora de la noche.

«Llamémoslo y preguntémosle», me dijo Michael mientrastomaba el teléfono. Dentro del lapso de noventa segundos se ha-bían hecho todos los arreglos. Tomamos ropa para cambiarnos, ynos pusimos en camino.

La casa de Pat y Shirley Boone quedaba a unos veinte minu-tos en automóvil desde nuestra casa, y por el camino sentimos unfuerte viento frío del mes de octubre que hacía mover nuestro pe-queño vehículo. Comencé a sentir ansiedad y temor.

«Debemos estar haciendo algo importante», dije. «Sientoesta voz en la mente una y otra vez que me dice: “Esto es tonto.

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Regresa a tu hogar y vete a dormir. Es muy tarde. Hace muchofrío. Esto no es necesario”».

Pero continuamos manejando hasta que ingresamos por laentrada circular y estacionamos el automóvil cerca de la puer-ta principal. Una vez que estuvimos dentro de la casa de dos pi-sos de Pat, me sentí segura. Habíamos estado en la enorme salacuando asistíamos a las reuniones de oración, o cuando íba-mos a escuchar a algún predicador visitante, y siempre podíasentir la presencia del Señor allí.

La casa estaba en silencio, con solamente unos dos cuartoscon la luz encendida, y Shirley y sus hijas estaban en el piso supe-rior alistándose para ir a dormir. Pat no hizo preguntas en cuantoa la hora ni dio ninguna indicación de que le estuviéramos cau-sando alguna molestia. El Espíritu Santo que nos había puesto eldeseo en nuestros corazones, debe de haber preparado también elde él.

Michael y yo nos sentamos en el sofá y Pat se sentó frente anosotros en el suelo. Hablamos por casi media hora en cuantoal significado de lo que íbamos a hacer, repitiendo mucho delmensaje del pastor Jack. Una vez que Pat se convenció de quehabíamos entendido, él nos condujo a una pequeña casa afue-ra donde nos cambiamos la ropa. Mientras caminábamos ha-cia la piscina, el frío viento se hizo muy fuerte, y casi no podíasostener la toalla con la que me envolvía. El bautismo demorómenos de un minuto, y cuando salí del agua el viento se habíacalmado. Sentí que había una correlación clara con el ámbitoespiritual.

Habíamos esperado mucho tiempo para dar este paso de obe-diencia porque no habíamos entendido su importancia. Todavíano estoy segura de entenderlo todo hoy, pero sí entiendo que des-pués de eso, nuestro crecimiento espiritual prosiguió más rápida-mente. Y sentí un nuevo gozo en mi corazón por saber que habíaobedecido al Señor.

121

ORANDO PARA SER BAUTIZADOS



UN PASO DE BEBÉ DE ENORME SIGNIFICADO

El bautismo es un primer paso muy simple en el aprendizaje deobedecer a Dios, y solo tiene que ser hecho una vez si entiendeslo que estás haciendo. Pero si tu bautismo no tuvo significadopara ti (ya sea porque eras un bebé cuando te bautizaron o no te-nías una relación con el Señor), es preciso que seas bautizadoahora. Mientras que no estás negando nada de lo que hicistecuando eras niño o cuando no conocías al Señor, ahora estás di-ciendo: «Dejo que mi vida, tal como hasta ahora la he vivido, seasepultada en esta agua. Entro a una corriente en la cual me llevael poder del Espíritu Santo. Coloco a Dios como Capitán de mivida y quiero que Él sea el que me guíe a donde debo ir. Ahoravivo en el poder de Su vida».

Jesús mismo fue bautizado para hacer lo que era correcto ynosmandó a todos nosotros a que hagamos lomismo al decir: «Elque creyere y fuere bautizado, será salvo» (Marcos 16.16). Nopuede ser más claro. El bautismo en agua es un hecho de obe-diencia que declara el señorío de Jesús en tu vida.

Mientras que no existe magia en el agua, tampoco simple-mente te estás mojando. Ya sea que lo sientas en ese momento ono, las fortalezas de tu pasado han sido derribadas en el ámbitoespiritual. Tal vez no observes nada diferente en el tiempo comoobservé yo, y tal vez tampoco veas ninguna paloma o escuches lavoz de Dios como la escuchó Jesús, pero puedes tener fe de queel Espíritu Santo ha descendido sobre ti y abrirá el reino de Diospara ti.

Conozco a algunos creyentes que sufren de terribles heridasde su pasado, pero se rehúsan a dar este simple paso. No estoy se-gura de por qué. Una jovenme pidió consejo, y yo repasé con ellaestos simples pero fundamentales pasos, pero ella se rehusó a dareste paso y bautizarse. Año tras año la veo aun sufriendo, todavíacon problemas en su matrimonio, todavía luchando con el enojo

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y la falta de perdón, todavía luchando con la depresión. Todoporque no ha hecho un compromiso total a vivir de acuerdo a loscaminos de Dios.

No dejes que Satanás te robe lo que Dios tiene para ti di-ciéndote: «No es importante». «Te vas a ver como un tonto».«Es un ritual sin significado». «No hay poder en esto». Recha-za esas mentiras. Aun si has sido creyente durante treinta añosy eres líder en tu iglesia, no permitas que el orgullo te impidarecibir lo que Dios tiene para ti. Si eres una persona con impe-dimentos físicos o estás en un hospital u hogar de ancianos, pí-dele a alguien que llame a un pastor para que venga y tebautice. Si estás en la cárcel, dile al capellán que quieres serbautizado, o busca a un creyente que ha sido bautizado y píde-le que derrame agua sobre tu cabeza en el nombre del Padre, ydel Hijo y del Espíritu Santo. El poder no está en el agua, estáen tu deseo de obedecer a Dios y al mandamiento del Señor Je-sús. Dios no toma un cetro y lo mueve sobre nuestra cabezacomo lo haría un hada. Él quiere más que eso para ti. Él quierecaminar contigo con tu mano en la de Él, y darte las llaves de laautoridad para vivir una vida victoriosa.

7

ORACIÓN

Querido Señor, quiero obedecerte en todo. Ayúdame a dar los pa-sos necesarios para obedecerte. Quita el orgullo, el escepticismo,la duda o el temor que me impiden dar los pasos de obedienciaque manda tu Palabra.

123

ORANDO PARA SER BAUTIZADOS



7


Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotrosen el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; yrecibiréis el don del Espíritu Santo.

HECHOS 2.38

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados enCristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porquesomos sepultados juntamente con él para muerte por elbautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertospor la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vidanueva.

ROMANOS 6.3, 4

Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y heaquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios quedescendía como paloma, y venía sobre él.

MATEO 3.16

Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lavatus pecados, invocando su nombre.

HECHOS 22.16



CAPÍTULO 18

7

CÓMO ORAR PARA TENER

COMUNIÓN CON OTROS

CREYENTES

Una tarde, varios años después de habernos casado, Michael yyo tuvimos una acalorada discusión mientras nos estábamos pre-parando para ir a la casa de unos amigos para cenar. Habíamosmalinterpretado las intenciones el uno del otro y nos habíamosdicho palabras que nos causaron dolor y pena. Yo lloraba, y élpermanecía en silencio.

¡Fantástico!, pensé. Lo último que quiero hacer sintiéndomeasí es estar con otras personas. Mentalmente repasé una lista deposibles razones para cancelar, pero todas parecían demasiadodébiles así que me resigné a la velada.

Durante todo el trayecto hasta la casa de nuestros amigos, es-tuvimos en silencio, excepto por la pregunta de Michael: «¿Nome vas a hablar en toda la noche?» A lo cual yo le respondí inge-niosamente: «¿No me vas a hablar en toda la noche?»

Comencé a pensar en la pareja que íbamos a visitar. Bob ySally Anderson eran una de las primeras parejas cristianas de lasque habíamos sido amigos cuando recién nos casamos. Tenía-mos muchas cosas en común, incluyendo nuestros hijos. La hija

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de ellos, Kristen, había nacido casi al mismo tiempo que nuestrohijo, Christopher y eran buenos amigos. Nos encantaba estar conellos porque eran sólidos en su relación tanto como en su fe y sa-bíamos que no habría sorpresas extrañas para nosotros.

Desde el momento en que llegamos a su hogar, sentí que latensión entre Michael y yo se disipaba. A través de la velada,nuestros corazones se suavizaron, y para la hora en que regresa-mos a nuestra casa, nos estábamos riendo. Fue como si la bondaddel Señor que había en la familia Anderson se nos hubiera conta-giado y fuimos fortalecidos con eso.

Esta clase de experiencia sucedió tantas veces, que cuando elpastor Jack nos exhortó a que «estuviéramos en comunión conotros creyentes», y movió la mano sobre la congregación comopara hacer que sus ovejas se movieran, entendí la necesidad deeso.

MÁS QUE SIMPLEMENTE AMISTAD

La palabra comunión o confraternidad me sonó extraña y como un«término de iglesia» la primera vez que la escuché. Me recordabacuando después de una presentaciónmisionera tomábamos té y co-míamos galletitas, o teníamos una comida en la que todos traenalgo, en el sótano de la iglesia. Desde entonces he descubierto quees mucho más que un tiempo para tomar café. La definición deldiccionario es: «compañerismo, una asociación amigable, compar-tir mutuamente, un grupo de personas con los mismos intereses».En el sentido bíblico es mucho más que eso.

«La comunión tiene que ver con la reciprocidad en todas las es-feras de la vida», nos enseñó el pastor Jack. «Ustedes llevan los unoslas cargas de los otros y así cumplen la ley de Cristo. Oran los unospor los otros, se aman los unos a los otros, se ayudan mutuamentecuando hay una necesidad material, lloran con los que lloran y seregocijan con los que se regocijan. Es crecer dentro de una asocia-ción con personas que se mueven por el mismo sendero que te

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mueves tú, y compartir juntos en tusmomentos de victoria o necesi-dad, en tus momentos de prueba o de triunfo. Es crecer dentro deuna relación».

La comunión es instrumental en cuanto a darnos forma. LaBiblia dice que llegamos a ser como aquellos con los que pasa-mos tiempo, y que los buenos amigos se «aguzan» los unos a losotros de la forma en que el hierro se aguza con hierro (Proverbios27.17). Ésta es razón suficiente como para pasar tiempo con otroscreyentes, pero todavía hay más.

DENTRO DE LA IGLESIA

Lo primero y lo más básico de todo, es que es muy importanteque encuentres una iglesia y que pases tiempo con ese cuerpo decreyentes dentro de la iglesia. Créeme que te entiendo si has sidoherido o desilusionado por una iglesia. Pero por favor, escúcha-me. No hay dos iglesias iguales. Cada una tiene su propia perso-nalidad. Algunas son fantásticas, otras son buenas, y otras no todolo que esperaríamos que fueran. En algún lugar hay una iglesiaque es buena para ti y debes pedirle a Dios que te ayude a encon-trarla.

Contrario a lo que algunas personas piensan, no es precisoque la iglesia tenga un edificio lujoso. Puedes encontrar una bue-na iglesia donde hay un cuerpo de creyentes con un líder pastoralque también está sometido a otro liderazgo pastoral. Deben creerque la Biblia es la Palabra de Dios y ofrecer enseñanza bíblicabuena y sólida.

La siguiente indicación importante de una buena iglesia es quesientas el amor de Dios allí y que lo recibas en abundancia de partede la gente. Algunas iglesias muestran un despliegue de amor conti-nuo,mientras que otras tal vez seanmás reservadas pero igual de ge-nuinas. Si notas sentimientos de orgullo, competencia, egoísmo,sentimientos de creerse mejores que nadie o frialdad, debes deter-minar si esa es la atmósfera en general o un caso aislado. Recuerda

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CÓMO ORAR PARA TENER COMUNIÓN CON OTROS CREYENTES



que en cada iglesia puedes encontrar a alguien que sea ejemplo deestas tendencias. Pregúntate si por lo general sientes amor y acepta-ción allí. También debes tener presente que no puedes ir a una igle-sia y demandar que las personas te amen o se preocupen por ti.Puedes comunicar tus necesidades, pero no puedes dictar cómootros deberían relacionarse contigo.

Si vas a una iglesia que no cree en el nuevo nacimiento o enser bautizado, es preciso que encuentres una iglesia que crea eneso. Si el pastor no puede hablar sobre el Espíritu Santo obrandocon poder en tu vida, y los miembros de la congregación no ala-ban y adoran al Señor, todavía no has encontrado el lugar ade-cuado. Dios no puede obrar con tanto poder en una iglesia que lolimita y que no practica ciertos pasos básicos de obediencia. Con-tinúa buscando hasta que encuentres una iglesia que puedas lla-mar «Mi iglesia».

Si estás en una iglesia en donde te sientes desdichado, sal deella. Es difícil recibir el amor deDios y vida de una iglesia que note gusta. Esto no es una licencia para estar «buscando otra igle-sia» cada vez que la presión aumenta, pero no caigas en la trampade que no puedes hacer un cambio. Sal de cualquier iglesia quetrata de controlar cada aspecto de tu vida.

Pídele a Dios que te guíe al lugar adecuado. Cuando lo en-cuentres, haz un compromiso de permanecer allí y crecer en eselugar. Asiste a la iglesia todas las veces que puedas. Si una vez porsemana te parece un gran compromiso, comienza allí. Si una vezpor semana te resulta fácil, entonces comienza a asistir a los servi-cios de mediados de semana. Una vez que aceptas a Jesús, tienesvida eterna, ya sea que vayas a la iglesia o no, pero yo te estoy ha-blando de vivir en la plenitud de lo que Dios tiene para ti. Estoyhablando de quitar el dolor que puede estar arraigado muy pro-fundamente y vivir en amor, paz y gozo. Estoy hablando de hacerla voluntad de Dios. Algunas visitaciones del poder de Dios sola-mente ocurren en tales reuniones de creyentes. Dale mucha im-portancia a ser parte de eso.

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FUERA DE LA IGLESIA

También existe poder en reunirse con creyentes fuera de la igle-sia. Cuando haces amistad con personas que siguen al Señor, hayun fuerte vínculo de amor que hace que otras relaciones parez-can superficiales. Ese tipo de amistad es el que más satisface y esel más sano. También pueden ser las más frustrantes porque es-peramos que los creyentes sean perfectos, cuando en realidad elúnico que es perfecto es Cristo.

Es de ayuda pensar que toda la comunión con los creyentes esbeneficiosa: los encuentros agradables producen sanidad, y losdesagradables nos ayudan a ir más allá de nuestra zona de confort.Cuando estás alrededor de creyentes que te colocan en lugaresmás allá de los que tú sientes que puedes manejar, no te alejes deDios. Recuerda que Dios es perfecto y bueno aun si algunos deSus hijos no lo son. Dios siempre te ama y te respeta aun si algu-nos de sus hijos no lo hacen. Sé que no hay nada que duela másque una herida infligida por un hermano o hermana en el Señor.Habiendo sido herida de esamaneramuchas veces yomisma,mefuerzo a recordar que vamos a ser imperfectos hasta que llegue-mos a estar con Jesús. Así que debemos ser misericordiosos conaquellos que nos «sacan fuera de nuestra zona de confort», y per-donar inmediatamente. Además, es posible que nosotros tam-bién les estemos haciendo eso a otras personas.

La Biblia dice que no nos debemos «unir en yugo desigualcon los incrédulos» (2 Corintios 6.14), pero esto no quiere decirque los tenemos que eludir. Significa que tus relaciones más ínti-mas, las que tocan y cambian tu vida profundamente, es necesa-rio que sean con creyentes. Pregúntate: ¿Soy una influenciapiadosa en la vida de mis amigos inconversos? Si la respuesta es sí,entonces considera que la relación es buena. Sin embargo, siejercen influencia en tu vida para apartarte de los caminos deDios y del Señor, entonces corta la relación inmediatamente.

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CÓMO ORAR PARA TENER COMUNIÓN CON OTROS CREYENTES



Si tu cónyuge no es creyente, no permitas que su influencia nega-tiva te impida recibir la restauración del Señor para tu vida. Busca ungrupo cristiano de oración, estudio bíblico o un grupo con interesessimilares a los tuyos. Conozco a alguien que se unió a un grupo cris-tiano de arte y manualidades, y encontró gran sanidad para su vida.

Comienza en algún lugar. Llama por teléfono a un creyente ypídele que ore por ti. Haz una cita para almorzar y habla de loque el Señor ha hecho en tu vida. Sé franco y extiéndete de algu-na forma. Tal vez pienses que no tienes nada que compartir, perosi tienes al Señor, Él es todo lo que necesitas.

Si nuestra meta principal en una relación es la satisfacción, en-tonces finalmente nos vamos a sentir defraudados o desilusionados.Tan doloroso como pueda parecer, debemos abandonar ese deseo yponerlo a los pies de Jesús. Sin embargo, tal vez haya momentoscuando hemos hecho todo lo que hemos podido en una relación ytodavía está llena de problemas. Tanto como tratas de hacer que lascosas marchen bien, una cierta persona tal vez siempre te hace sen-tir deprimido, enojado, inseguro, atemorizado o herido. Cuandoeso sucede, lomejor es dejar la relación y dársela aDios para que Élla restaure o la quite de tu vida, según Él lo desee.

La comunión es un paso de obediencia que hace agrandar nues-tro corazón, cierra brechas, y derriba paredes. Anima, satisface y leprovee balance a nuestra vida. Todo esto es necesario para el bienes-tar espiritual y una vida fructífera en la voluntad de Dios.

7

ORACIÓN

Señor, reconozco que necesito a otras personas. Te pido que meguíes a relaciones en las cuales pueda crecer en ti y que tu volun-tad pueda cumplirse en mi vida. Muéstrame qué pasos debo darpara que esto suceda.

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7


Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y alas buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunostienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más,cuanto veis que aquel día se acerca.

HEBREOS 10.24, 25

Practiquen la hospitalidad.

ROMANOS 12.13(NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL).

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos.

2 CORINTIOS 6.14

Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemoscomunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijonos limpia de todo pecado.

1 JUAN 1.7



CAPÍTULO 19

7

ORANDO PARA SABER

CÓMO HACER UNA

ENTREGA ABSOLUTA

Cuando tenía diez años, estaba acostada en la cama, en la mi-tad de una noche fría y oscura, despierta porque estaba demasia-do hambrienta como para dormir. Los dolores de estómago eranmás grandes por el conocimiento de que no había comida en lacasa ni dinero para comprarla. Mi madre dormía en el otro dor-mitorio que tenía la casa, en el lado opuesto del mío, al lado delporche, y me sentí aislada, solitaria y con miedo.

«No hay nada para comer», había dicho yo temprano aquellanoche después de haber buscado por todos lados en la pequeña co-cina. Todo lo que había visto en el refrigerador eran botellas de salsade tomate y de mayonesa medio vacías. Ella había tirado sobre lamesa lo que quedaba de algunas comidas viejas para la cena, nadade eso me pareció apetecible, sin expresar ninguna disculpa de queeso no era suficiente para el sustento de ninguna de las dos.

«Deja de quejarte. No tenemos dinero para comprar comi-da», me dijo con voz cortante, y volvió a seguir hablando sola dela forma en que lo hacía durante varias horas seguidas por vez.Ella odiaba que yo interrumpiera su mundo imaginario.

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Ahora, mientras estaba acostaba, la mente me daba vueltascon temor en cuanto al futuro. Temía que me iba a morir dehambre y a nadie le importaba. Me sentí vieja.

Pasar hambre era algo que me daba mucho miedo. Tenerque depender totalmente para la vida y el sustento de alguienen quien no se podía depender en absoluto, era algo que metrajo mucha inseguridad. Ahora estoy segura de que mi madresabía que papá traería dinero cuando llegara a casa, pero ellame dijo que no había nada para comer ni dinero para comprarcomida, y eso era todo. No teníamos amigos, y mi mamá siem-pre aparentaba que tampoco teníamos familia, puesto que ellalos consideraba sus enemigos. No tenía ningún lugar al que irni nadie que me ayudara. No teníamos nada que pudiéramosvender, y por lo que podía ver, tampoco ninguna perspectivade hacer ningún dinero. Me llené de pavor en cuanto a mi fu-turo.

Una vez que terminé mis estudios y comencé a sostenerme amí misma, manejé el dinero con mucho cuidado. Sentí el pesode ser completamente responsable por mi vida, y siempre burbu-jeaba debajo de la superficie de mi mente el horror de algún díamorirme de hambre. Después de haber conocido al Señor y ha-ber comenzado a asistir a la iglesia, ponía dinero en el platillo dela ofrenda de acuerdo a lo que tenía conmigo; primero un par dedólares, luego cinco, después diez, y finalmente veinte. Era máscomo que estaba haciendo una donación a una buena causa, odándole la propina al que tocaba el piano que pensar que en rea-lidad le estaba dando a Dios. Pero cuando escuché al pastor Jackenseñar lo que dice la Biblia en cuanto a dar, supe que tenía mu-cho más que aprender acerca del tema de lo que jamás había so-ñado.

Lo primero que aprendí fue que darle a Dios era en realidaddevolverle a Dios de lo que Él me había dado, y que al hacerlo,nunca iba a perder nada. De hecho, sería enriquecida. Tambiénaprendí que la Biblia enseña que le debemos dar al Señor el

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diezmo (10 por ciento) de nuestras entradas. Cuando comencé ahacer eso, vi quemis bendiciones financieras eranmayores y quemis gastos eran menores. También vi que cuanto más daba, me-nosmiedo tenía en cuanto a no tener suficiente. Sentía más segu-ridad en cuanto a mi futuro. Debido a que experimentaba talflujo de bendiciones en mi vida, el pensamiento de no dar medaba más miedo que dar.

Dar es un paso de obediencia que trae vida, salud, sanidad yabundancia. Cuando no damos, nuestros cuerpos y nuestras vi-das se estancan, y finalmente llevará a enfermedad física y emo-cional, y a la pobreza. La Biblia dice que una persona que da va atener un corazón firme y que va a triunfar sobre sus enemigos.Hay dos tipos de dar que son importantes: darle al Señor y darcomo al Señor.

DÁNDOLE AL SEÑOR

Debido a que no podemos separar nuestra vida de nuestro di-nero, Dios debe ser hecho Señor de nuestras finanzas y debe-mos obedecerlo. Dios dice en Su Palabra que le debemos dar aÉl de vuelta, para Sus propósitos, diez por ciento de lo que ga-namos. Cuando nos damos cuenta de que, en primer lugar,cada centavo que tenemos viene de Él, el suyo no es un pedidoirrazonable. Un buen mayordomo del dinero se da cuenta deque nada le pertenece sino que simplemente administra loque se le ha dado.

Si diezmamos, la Biblia nos promete que recibiremos devuelta la abundancia y el poder de Dios multiplicados. El Señornos pide que lo probemos y que veamos Su fidelidad en proveer-nos bendiciones hasta que sobreabunden. Cuando nos aparta-mos de este principio de vida, llega el devorador y nos saqueatodo lo que tenemos. Veo a personas que no dan, y luego pierdenlo que tenían pagando cuentas de doctores, gastos de reparacio-nes de aparatos domésticos y de automóvil, y una falta de poder

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ORANDO PARA SABER CÓMO HACER UNA ENTREGA ABSOLUTA



para cambiar sus vidas. Dios todavía los ama, pero ellos han dete-nido el flujo de Sus bendiciones que corre hacia ellos. La únicamanera en que el alfolí de las bendiciones de Dios puede serabierto es si ellos comienzan el proceso de abrirse y comenzar adar.

A menudo sentimos como que perdemos algo si damos. Pen-samos: Si no tuviera que dar esto, tendría más dinero para mí mis-mo. Pero en realidad esta actitud nos causará pérdidas. La Bibliadice que si le damos al Señor, vamos a tener todo lo que necesita-mos en nuestras vidas. Si no lo hacemos, no lo tendremos.

Cuando Michael y yo nos mudamos a Tennessee, se nosaconsejó que esperáramos para mudarnos hasta haber vendidonuestra casa en California. Pero sentimos que debíamos mudar-nos inmediatamente, así que nos fuimos y compramos una casaen Tennessee. Muy pronto tuvimos dos pagos de hipoteca, im-puestos dobles, cuentas de electricidad y de gas dobles. Creímosque íbamos a estar ahogados por la tensión financiera. Duranteesos meses, oramos que Dios nos enviara al comprador adecua-do. No pudimos entender que nuestra casa en California no seiba a vender hasta después que ocurriera el terremoto; entoncesnos dimos cuenta de que Dios no solamente nos había salvado lavida a nosotros, sino que también les había salvado la vida a laspersonas que hubieran estado viviendo allí entonces.

Aunque teníamos seguro contra terremotos, este no cubrió to-dos los gastos, así que perdimosmucho dinero. Pero no contamosla pérdida. Nos regocijamos de que nadie fuera herido o murieraen esa casa. A través de todo ese tiempo continuamos diezmandoy dándole al Señor. Y Dios nos cuidó todos esos años, y finalmen-te restauró todo lo que habíamos perdido.

DANDO COMO AL SEÑOR

Además de darle al Señor, debemos hacernos el hábito de dar aotras personas como al Señor. Esto quiere decir que debemos dar

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a otras personas porque eso bendice al Señor; dar sin esperarnada de vuelta. La manera de pensar «qué voy a recibir de vuel-ta» nos conduce a desilusiones e infelicidad, pero cuando damosy no esperamos nada de vuelta, el Señor nos recompensa.

Podríamos decir que dar es un principio de soltar: «Dad, yse os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando da-rán en vuestro regazo; porque con la misma medida con quemedís, os volverán a medir» (Lucas 6.38). Para recibir cosasque duren, tú debes dar de lo que tienes. Si necesitas libera-ción en cualquier esfera, da algo de ti mismo, de tus posesio-nes, de tu vida, y verás que las cosas comienzan a mejorar parati.

Hay tantomás que dar además del dinero y de obsequios com-prados en la tienda. Podemos dar comida, ropa, servicios, tiem-po, oración, ayuda, llevar a alguien en nuestro automóvil, ocualquier posesión o habilidad que pueda ayudar a otra persona.Sin embargo, es importante pedirle a Dios sabiduría y direcciónen cuanto a dar. Una vez mi esposo y yo le dimos dinero a unapersona que estaba necesitada, y en lugar de comprar comidapara su familia y pagar el alquiler, lo gastó comprando drogas.Hemos aprendido a usar discernimiento cuidadoso y a buscar laguía de Dios al dar para servir a Sus propósitos.

Tal vez estás tan reducido que sientes que no tienes nada quedar, o tan abrumado por las circunstancias que dar de ti mismo teparece sobrecogedor. Si es así, ora: «No siento que tenga nadaque dar, Señor. Provéeme los recursos más allá de mí mismo».Mientras tengas al Señor en tu vida, siempre vas a tener por lomenos una cosa que dar: Su amor. Las personas necesitan que al-guien las ame, las escuche, las aliente, y que ore por ellas. Tal vezle puedes decir a alguien: «Mi regalo para ti es una promesa deque voy a orar por ti todos los días durante un mes». ¿A quién nole gustaría ese regalo? A mí me encantaría.

Cuando vivimos con el temor de no tener suficiente, es difícildar. Pero la verdad es que cuanto más damos a otros, tanto más

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recibimos nosotros. Recogeremos una cosecha espiritual comoasimismo una material. Mientras que es sabio ahorrar y planearen forma sabia para el futuro, porque la extrema pobreza incapa-cita emocionalmente, darle al Señor y a otros no debe ser exclui-do. Si no damos como el Señor no dirige, terminamos perdiendolo que creíamos que estábamos ahorrando.

Mi madre nunca regaló nada, y creo que eso fue parte de suenfermedad mental y emocional. Ella guardaba todo temiendoque algún día lo iba a necesitar. Sus armarios, sus cobertizos, suscuartos y garajes estaban llenos de «cosas». La Biblia dice: «Elque recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos»(2 Corintios 8.15). El volumen de cosas que mi madre tenía ha-cía que no se pudieran usar.

Cuando mi vida parece estar estancada, el dar de mí mismaen forma deliberada, me ayuda a salir de la situación. No se tratade dar para recibir, sino de dar este paso de obediencia para desa-tar el flujo de todo lo que Dios tiene para ti. No se trata de que nopuedes recibir ninguna de las bendiciones de Dios si no das, sinoque no puedes recibir todas las bendiciones de Dios y la vida seconvierte más en una lucha. Y no puedes estar en la voluntad deDios si no das, porque dar es la voluntad de Dios. Y el dar traebendiciones a tu vida que tal vez parezcan que no están relacio-nadas al dar.

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7

ORACIONES

PARA DARLE A DIOS

Señor, ayúdame a dar de la forma en que tú quieres que lo haga,porque quiero ser obediente en esta esfera de mi vida. Ayúdame adiezmar siempre, para no robarte de lo que es tuyo. Quiero vivir enel centro de tu voluntad para recibir todo lo que tienes para mí yllegar a ser todo lo que tú quieres que sea.

PARA DAR A OTROS

Querido Señor, muéstrame todas las áreas de necesidad en lascuales yo podría dar algo de mí mismo o de lo que tengo. Muéstra-me lo que puedo dar de mi vida a la vida de otra persona y ayúda-me a hacerlo.

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7


Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando ledes; porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tushechos, y en todo lo que emprendas.

DEUTERONOMIO 15.10

Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segaráescasamente; y el que siembra generosamente, generosamentetambién segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: nocon tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dadoralegre.

2 CORINTIOS 9.6, 7

Bienaventurado el que piensa en el pobre;En el día malo lo librará Jehová.Jehová lo guardará, y le dará vida;Será bienaventurado en la tierra,Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor;Mullirás toda su cama en su enfermedad.

SALMO 41.1-3

Hay quienes reparten, y les es añadido más;Y hay quienes retienen más de lo que es justo,Pero vienen a pobreza.El alma generosa será prosperada;Y el que saciare, él también será saciado.

PROVERBIOS 11.24, 25



CAPÍTULO 20

7

CÓMO ORAR PARA

TENER PRESENTE EL

SACRIFICIO DE JESÚS

Cuando tenía trece años de edad, dejamos nuestra dilapidadacasa detrás de la estación de servicio de automóviles en la que mipadre trabajaba, y encontramos una casa en un barrio mejor.Cada vez que nosmudábamos, la condiciónmental demimadremejoraba un poco y parecía tener nuevo interés en la vida. Mi-rando hacia atrás, creo que ella trataba de hacer lo mejor que po-día en esos momentos, pero su confusión mental era demasiadopara que la pudiera soportar sola. Al poco tiempo, perdía la bata-lla y se retraía a su mundo de fantasía otra vez.

Durante uno de esos breves momentos de mejoría, cuandonuestras vidas parecían normales, mamá nos llevó a mi hermanamenor Suzy y a mí a una iglesia cercana. Aunque allí enseñabansobre la divinidad de Cristo, no recuerdo ningún énfasis personalen una relación con Jesús. Lo que recuerdo es que el servicio dela santa cena era formal y hermoso, y que yo lloraba cada vez queescuchaba en cuanto al sufrimiento de Jesús. Yo pensaba: Quécrueldad tan grande haber torturado y matado a ese buen hombre,porque yo me podía relacionar muy bien con el castigo injusto.

141



La experiencia con la iglesia no duró mucho, porque mimadre pronto volvió a caer en sus costumbres de aislarse. Esafue la última vez que alguna de nosotras asistió a la iglesia has-ta que yo fui a Church on the Way (La Iglesia en el Camino)muchos años después. Allí, dos aspectos distintivos de la santacena me impresionaron. Primero, se le llamaba «La mesa delSeñor». Se consideraba Su mesa, no la nuestra. Era Él quiennos invitaba, no la iglesia. Segundo, la santa cena era una cele-bración gozosa de lo que Jesús había hecho por nosotros en lacruz, algo opuesto a una conmemoración dolorosa de Su sufri-miento. El pastor Jack la llamaba «una celebración de victo-ria, un recordatorio de la victoria completa de Jesús sobrenuestro adversario, el enemigo».

Las palabras del pastor Jack sonaron como con un eco en mialma cuando explicó: Lo que Jesús dice en cuanto a la mesa delSeñor es: «Fui maltratado por ustedes, me desangré y morí porustedes, y quiero que nunca olviden la liberación, la victoria y eltriunfo que tiene la intención de darles todo el tiempo. Porque yohice eso, ustedes no tienen que vivir en esclavitud, en sufrimien-to, agonía, y un infierno en la tierra. Quiero que participen demimesa en forma regular y que cada vez lo hagan como una decla-ración de mi triunfo, para que lo recuerden».

Cada vez que tomé la cena del Señor, eso me recordabaque cualquier cosa que necesitara en mi vida, ya había sidoprovista en la cruz. ¡La batalla que yo enfrentaba ya había sidoganada!

UN RECORDATORIO GOZOSO

La santa cena es un paso de obediencia a Jesús, quien dijo: «Ha-ced esto en memoria de mí» (Lucas 22.19). Si no hubiera otrasrazones, esa sería suficiente. Pero también nos sirve para recor-darnos que Jesús perdona, sana y nos da liberación, para que nin-gún poder del pecado, la enfermedad o Satanás pueda prevalecer

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entre los que reconocen el poder de la muerte de Jesús cuandoparticipan en la santa cena. Participamos de la santa cena para re-conocer con gozo lo que Él ha provisto para nosotros personal-mente en la cruz, y para reclamarlo para nosotros. Dios sabe quetenemos mala memoria y que es preciso que con frecuencia senos ayude a recordar.

De la misma forma que no hay nada especial en el agua delbautismo, tampoco hay nada especial en el vino, el jugo de uva,el pan o la galleta que se usan en la santa cena. El poder yace ennuestra participación. Es por eso que es bueno tomar la cena conregularidad, si es posible una vez por mes, o con tanta frecuenciacomo te lo indique el Señor. Si no puedes asistir a un servicio desanta cena en tu iglesia, entonces haz uno en tu hogar. Todo loque necesitas es una pequeña cantidad de jugo de uva y un peda-zo de pan o una galleta. (Aunque es verdad que Jesús y sus discí-pulos tomaron vino en la última cena, muchas iglesias sustituyenel vino por jugo de uva.)

Mientras comes el pan o la galleta, recuerda que es un sím-bolo de Su cuerpo, el cual fue roto para que tu vida pudiera serrestaurada. Estás tomando Su santidad para que puedas ser nu-trido y llegar a ser la persona totalmente restaurada para lo cualÉl te creó. Mientras tomas el vino o el jugo, recuerda que Susangre fue derramada para que tú pudieras ser perdonado y notuvieras que vivir con las consecuencias de tu pecado.

Felizmente, las bendiciones de recibir la santa cena no de-penden de nuestra completa comprensión de lo que significa.Dios dice que jamás vamos a entender Sus caminos completa-mente. Mientras tanto participemos de la santa cena sin permitirque llegue a ser un ritual religioso, y mientras tanto le asignemosel valor apropiado a lo que Jesús hizo en la cruz, hay poder tam-bién en simplemente obedecer en este paso.

143

CÓMO ORAR PARA TENER PRESENTE EL SACRIFICIO DE JESÚS



7

ORACIÓN

Querido Jesús, gracias por el sacrificio que hiciste por mí. Sé quediste tu vida para que yo pudiera tener vida eterna. Y cada vez queparticipo de la santa cena, ayúdame a comprender el valor totalde lo que hiciste en la cruz. Quiero que toda mi vida disfrute de lavictoria que tú has asegurado para mí.

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7


El Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; yhabiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; estoes mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto enmemoria de mí.

Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado,diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced estotodas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues,todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, lamuerte del Señor anunciáis hasta que él venga.

De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiereesta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo yde la sangre del Señor. Por lo tanto, pruébese cada uno a símismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el quecome y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor,juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos ydebilitados entre vosotros, y muchos duermen.

1 CORINTIOS 11.23-30



CAPÍTULO 21

7

CÓMO ORAR

PARA PODER

CAMINAR EN FE

¿Yqué pasa si todo este asunto de Jesús es simplemente un en-gaño?, pensé horrorizada unos dos años después de haber acepta-do a Cristo como mi Salvador. ¿Y qué si nada de esto es verdad?¿Qué pasará si de pronto el pastor dice: «Todo esto era una broma,y ustedes cayeron, Jesús no es real y ustedes no son salvos»?

Aquel día, una pared de dudas se erigió alrededor demí comosi barras de acero me separaran de mi futuro. La posibilidad deuna vida sin significado llegó a ser una realidad temporaria, y medio pánico. ¿Qué es lo que trajo esto de repente?,me pregunté. Lu-ché con ese relámpago de duda durante varios días, y cuanto máspensaba en eso más infeliz me sentía. Supe que tenía que reeva-luar todo.

¿Cómo era tu vida antes que conocieras a Jesús?, me preguntéa mí misma.

Estaba muriendo por dentro, respondí.¿Cómo te sentías?, fue la siguiente pregunta que me hice.Llena de dolor, de temor y sin esperanza, respondí.¿Son las cosas mejores ahora?

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Mucho mejores.¿Qué es diferente?Ahora no me siento deprimida, temerosa y sin esperanza, res-

pondí.¿Cuándo ocurrió el cambio?Cuando recibí a Jesús comencé a sentirme mejor.¿Fue real tu experiencia con el Señor?, me pregunté.Sí, creo que sí.Entonces, ¿cuál es tu problema?, me pregunté.El problema es que no puedo probar que Jesús es real.¿Puedes probar que no lo es?No, respondí.Bien, entonces parece que te corresponde hacer una elección,

¿no lo crees? Creer o no creer. La decisión es tuya.Es mi decisión, respondí.¡Sí!Bien, entonces considerando la calidad de mi vida antes de co-

nocer a Jesús y la calidad de vida desde que lo conocí, entonces elijocreer en Él.

¿Estás segura?, pregunté.Sí. He decidido seguir a Cristo. No vuelvo atrás, no vuelvo

atrás.Este pequeño argumento se repitió unas cinco o seis veces en los

primeros diez años de mi caminar con el Señor. Mirando haciaatrás, creo que sucedió en tiemposmuy ocupados y llenos de tensio-nes, cuando no había pasado suficiente tiempo en la Palabra deDios o había descuidado estar sola con el Señor en oración y alaban-za. Finalmente me di cuenta de que una de las tácticas favoritas deldiablo es enviar un espíritu de duda para que nos atormente.

SIN NINGUNA DUDA

La fe es un músculo espiritual que necesita ser ejercitado paraprevenir que se atrofie, lo cual si sucede, hace que nuestro ser

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espiritual sea débil. La fe es primero una decisión, luego un ejer-cicio en obediencia, y después un don de Dios a medida que semultiplica. Nuestro primer paso de fe es el que damos cuandodecidimos recibir a Jesús. Después de eso, cada vez que decidi-mos confiar en el Señor por alguna cosa, edificamos esa fe. Ycuando decidimos no confiar en Él, la destruimos. La fe es nues-tra decisión diaria de confiar en Dios.

La Biblia dice: «Todo lo que no proviene de fe, es pecado»(Romanos 14.23). No creo que pueda ser más claro. La fe es obe-decer. La duda es desobedecer. La fe es un don de Dios porqueÉl nos capacita para creer, pero nosotros tenemos que obedeceral construir sobre esa fe.

La Escritura también dice que una persona que no cree esinestable en todos sus caminos y no puede agradar a Dios. Si esoes verdad, entonces el bienestar espiritual es imposible sin fe.Para reforzar tu fe, lee las quince características de la fe en la si-guiente página.

EDIFICADOS EN LA PALABRA

¿Cómo comenzamos a ser edificados en la fe? Una vez que tene-mos un poco de fe, ¿cómo es posible obtenermás? El primer pasoes ser totalmente abiertos y honestos en cuanto a cualquier dudaque podamos tener en la habilidad de Dios de proveer para todasnuestras necesidades. Oswald Chambers dijo: «La fe es confian-za absoluta en Dios, la clase de confianza que nunca sueña queÉl no va a estar a nuestro lado».1 La duda viene de una mentiradel enemigo, que nos dice que Dios no es Todopoderoso. Si lehas prestado atención a esta mentira, confiésala como pecado.

El siguiente paso es que debes llenarte la mente de la Palabrade Dios: «Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, yel mensaje que se oye es la Palabra de Cristo» (Romanos 10.17,Nueva Versión Internacional). Leer la Palabra todos los días,

149

CÓMO ORAR PARA PODER CAMINAR EN FE



someterse a la enseñanza bíblica en forma regular, y hablar la Pa-labra en voz alta edificarán la fe. Tu boca y tu corazón tienen queestar unidos en esto. Uno no puede estar diciendo: «Dios pue-de», y el otro: «Dios no puede». Tumente va a convencer a tu co-razón a medida que lees o hablas la Palabra de Dios.

Cuando tengo miedo o dudo de que mi vida sea segura, leo laBiblia hasta que siento paz. Cuanto más leo, tanto más esperanzatengo. Entonces, cuando oro, tengo la confianza de queDios va acontestar mis oraciones.

Aun si no eres propenso a tener miedo o a dudar, puedes seratacado por un espíritu de duda, como lo fui yo. Cuando eso

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7

QUINCE CARACTERÍSTICAS DE LA FE

1. La fe es una elección.2. La fe es un paso de obediencia.3. La fe es un ejercicio espiritual.4. La fe es creer lo que dice Dios en Su Palabra.5. La fe es decirle sí a Dios.6. La fe es mirar a Jesús para todas las cosas.7. La fe es saber que nunca estamos sin esperanza.8. La fe es lo que nos eleva de nuestras circunstancias.9. La fe es nuestra disposición de no ocultarle nada a Dios.

10. La fe es ser obediente aun cuando no tenemos ganas deobedecer.

11. La fe es un don de Dios que recibimos a medida queleemos Su Palabra.

12. La fe es saber que todo nos va a ayudar a bien.13. La fe es un camino que nos ayuda a salir de nuestras

limitaciones.14. La fe es la madre de la esperanza.15. La fe es el camino hacia la paz.



sucede, no lo lleves tú solo. Llévalo al Señor inmediatamente.O si lo necesitas, pídele a un creyente maduro que ore contigo.

Sentir que tienes limitaciones no quiere decir que no tienesfe. Sentir queDios tiene limitaciones es lo que indica falta de fe.Cuando la fe florece en tu vida, da lugar a la esperanza y dice:«Hay un final para esto. No voy a estar en esta situación parasiempre. No me voy a sentir siempre así. No voy a sufrir parasiempre». La esperanza y la fe juntas te van a dar una visión paratu vida.

La Biblia dice lo siguiente de las personas que no pudieronentrar a la Tierra Prometida: «Y vemos que no pudieron entrar acausa de incredulidad» (Hebreos 3.19). No permitas que esto tesuceda a ti. Escoge entrar a todo lo que Dios tiene para ti toman-do este importante paso de obediencia.

7

ORACIÓN

Señor, he tomado la decisión de seguirte. Sé que tú escuchas misoraciones aun cuando yo no vea la respuesta enseguida. No im-porta lo que pase, sé que tengo esperanza. Tengo fe. Señor, por fa-vor, fortalece mi fe en las áreas en que es débil.

151

CÓMO ORAR PARA PODER CAMINAR EN FE



7


Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesarioque el que se acerca a Dios crea que le hay, y que esgalardonador de los que le buscan.

HEBREOS 11.6

Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda essemejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento yechada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga,que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimoes inconstante en todos sus caminos.

SANTIAGO 1.6-8

Pero el mensaje que escucharon no les sirvió de nada, porqueno se unieron en la fe a los que habían prestado atención a esemensaje.

HEBREOS 4.2(NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL)

Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tupropia prudencia.

PROVERBIOS 3.5

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis endiversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe producepaciencia.

SANTIAGO 1.2, 3



CAPÍTULO 22

7

CÓMO ORAR PARA

ENCONTRAR SOLAZ

EN EL CENTRO DE LA

VOLUNTAD DE DIOS

En todos los años que he seguido este camino de oración haciael bienestar espiritual, he recibido muchas bendiciones del Se-ñor. Una de mis bendiciones especiales fue mi amistad con Dia-ne, mi amiga a quien conduje al Señor en una conversacióntelefónica.

Diane y yo nos habíamos conocido en la clase de teatro enla secundaria e inmediatamente nos hicimos buenas amigas.Encontramos que ambas compartíamos experiencias similarescon nuestras madres. Como resultado, ambas crecimos conprofundos temores, inseguridades, sentimientos de haber sidoabandonadas, y una severa falta de amor maternal. Ningunade las dos jamás trajo amigas a la casa, porque no sabíamos enqué condición estarían nuestras respectivas madres cuandollegábamos a casa.

Asistimos a diferentes universidades, pero después comparti-mos un apartamento en Hollywood, donde ambas seguimos la

153



profesión de actrices. También compartimos el mismo caminoespiritual. Cuando una de las dos se involucró en alguna prácticadel ocultismo o en una religión oriental, la otra se involucraba eneso con el mismo entusiasmo. Después que las dos recibimos alSeñor, pasamos aún más tiempo juntas. Compartimos los altiba-jos en nuestros matrimonios y el nacimiento de nuestros hijos.Mis dos hijos tienen cuatro años de diferencia en sus edades, y elhijo de ella, John, tenía dos años menos que el mayor de mis hi-jos. Así que eran un trío feliz cuando estaban juntos. De hecho,nuestras familias pasaban las fiestas juntas.

Cuando su hijo John tenía seis años, a Diane le diagnostica-ron cáncer de mama. Nuestras dos familias estaban devastadas.Ella tuvo que someterse a una operación y tratamiento tras otro, ytodo ese tiempo continuamos orando por su sanidad. Pero enton-ces, un día, nuestros temores más grandes fueron confirmados.El cáncer se le había extendido a las glándulas, el estómago, loshuesos y el cerebro.

«Yo quería ver crecer a John», me dijo Diane llorando cuan-do me llamó para informarme del diagnóstico del doctor.

Ese verano, a medida que la enfermedad de Diane progresa-ba, yo cuidé a John para que su esposo pudiera cuidarla y tam-bién cumplir con sus obligaciones en su trabajo. Diane estabasufriendomucho, y no quería que su hijo la recordara como esta-ba en esos últimos días. Yo continuaba orando que la voluntad deDios se hiciera en la vida de Diane. Todos queríamos verla sana-da, pero no podíamos soportar verla en esa agonía que tenía quesufrir hora tras hora todos los días.

Unos pocos días antes de su muerte, la fui a ver al hospital.Casi no podía hablar porque estaba con muchas náuseas y su-friendomucho dolor. Sus bellos ojos casi no tenían expresión. Lepuse un paño frío en la frente, le di hielo para la sequedad de lagarganta, y le coloqué bálsamo en los labios secos.

Entonces le pregunté si le había escrito una carta a John. No-sotras habíamos hablado de eso en los últimos meses, pero Diane

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había estado un poco indecisa en cuanto a hacerlo. Yo sabía porqué. La carta era algo final. Quería decir que sabía que estabamuriendo, y ella quería hacer todo lo posible para evitar enfren-tar esa posibilidad. Pero esta vez asintió con la cabeza y me dijodónde había puesto la carta.

La semana que nació John, Diane y su esposo me habían pre-guntado si yo estaría dispuesta a cuidar a John si algo les ocurría aellos. Por supuesto que dije que sí, y ellos indicaron en su testa-mento que si algo les pasaba, John debía venir a vivir con noso-tros. Aquel día en el hospital, ella me preguntó de nuevo. Leaseguré que siempre lo iba a cuidar.

John tenía ocho años cuando Diane murió. Durante muchosmeses después de la muerte de ella, él vivía con nosotros durantela semana. Los lunes de mañana, temprano, su padre lo traía anuestra casa, y luego lo recogía el viernes de noche. Nome gusta-ba verlo irse.

Al año siguiente, el padre de John se mudó al estado de Ore-gón, donde él iba a poder trabajar desde su casa, y así podría cui-dar a su hijo durante el día. Los extrañamosmucho, pero durantelos próximos años los veíamos para las fiestas y las vacaciones deverano.

Entonces, una tarde, recibimos una llamada telefónica de lapolicía de Oregón. El padre de John había muerto en un acci-dente automovilístico, y a la edad de dieciséis años, John se habíaquedado huérfano. Nuestros corazones estaban angustiados porél.

Aquel otoño, John se convirtió en nuestro hijo espiritualadoptado, y yo me convertí, oficialmente, en la persona encar-gada de su custodia. Él siempre había sido como un hermanopara mis hijos, y había sido como mi propio hijo. Ahora la rela-ción era oficial.

Qué bendecidos fuimos de tenerlo como parte de nuestra fa-milia. Él era la parte que nos faltaba, que nosotros ni sabíamosque nos faltaba. Dios sabía que nosotros necesitábamos a alguien

155

CÓMO ORAR PARA ENCONTRAR SOLAZ EN EL CENTRO DE LA VOLUNTAD…



que completara nuestra familia. Todos lo queríamos mucho,pero yo, en forma especial, estaba muy agradecida por él, porqueme recordaba tanto a su mamá. John tiene la inteligencia y el in-genio de Diane, como así también algunos de sus gestos y expre-siones.

A través de todo esto aprendí que pasar por cosas difíciles yque causan dolor no quiere decir que estás fuera de la voluntadde Dios. De hecho, puede ser lo opuesto. La voluntad de Dios aveces envuelve circunstancias que no son cómodas. Debido atodo lo que les pasó a John y a su familia, mis tres hijos han apren-dido que, cuando sucede lo que uno ni se imagina, Dios todavíaestá en control. Vieron que a medida que oras paso a paso, cuan-do sucede una tragedia, Dios puede traer bien de esa situación.Saben que cuando caminas cerca deDios y vives en obediencia aSus caminos, puedes confiar de que estás en el centro de Su vo-luntad, sin importar cuales sean las circunstancias que te rodean.

Esta y otras experiencias me han hecho comprender que elcentro de la voluntad de Dios no es un destino al que se llega; esun proceso en sí. La voluntad de Dios es un lugar en el cual esco-gemos vivir todos los días mientras buscamos una relación íntimacon el Señor, establecemos un fundamento firme en Él, y apren-demos a caminar en Sus caminos.

7

ORACIÓN

Señor, ayúdame a andar siempre en tus caminos, para que en for-ma continua pueda encontrar solaz en el centro de tu voluntad.

156




7


Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad deDios permanece para siempre.

1 JUAN 2.17

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padrede misericordias y Dios de toda consolación, el cual nosconsuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamostambién nosotros consolar a los que están en cualquiertribulación, por medio de la consolación con que nosotrossomos consolados por Dios.

2 CORINTIOS 1.3, 4

Cantad alabanzas, oh cielos,y alégrate, tierra,y prorrumpid en alabanzas, oh montes;porque Jehová ha consolado a su pueblo,y de sus pobres tendrá misericordia.

ISAÍAS 49.13

Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, nocesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis lleno delconocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligenciaespiritual, para que andéis como es digno del Señor,agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, ycreciendo en el conocimiento de Dios.

COLOSENSES 1.9,10



NOTAS

CAPÍTULO 21. JoanneMarxhausen, Three in One (St. Louis, Missouri:

Concordia, 1973), pág. 67.

CAPÍTULO 141. Oswald Chambers, My Utmost for His Highest (West-

wood, Nueva Jersey: Barbour & Co., 1984), pág. 151.

CAPÍTULO 211. Ibídem, pág. 177.

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ACERCA DE LA AUTORA

Stormie Omartian es una escritora famosa, excelente cantantey oradora. Es autora de diez éxitos de librería, entre los que se en-cuentran El poder de la esposa que ora, El poder de los padres queoran, Señor, quiero sentirme restaurada, y Stormie, que es la histo-ria de su camino desde que era una niña maltratada hasta llegar aser una persona restaurada.

Stormie ha sido invitada a participar enmuchos programas detelevisión, incluyendo el Club 700, Parent Talk, Homelife,Cross-talk, y Today’s Issues. Ella es invitada a compartir en iglesias enlos Estados Unidos, retiros de mujeres y conferencias. Duranteveinte años, Stormie ha estado alentando a las mujeres a queoren por sus familias. Su deseo es ayudar a otras personas paraque lleguen a ser todo lo que Dios las ha creado para ser, a esta-blecer fuertes vínculos familiares y matrimoniales y a ser instru-mentos del amor de Dios.

El esposo de Stormie es el conocido productor de discos,ganador de premios Grammy, Michael Omartian, y ellos hanestado casados por casi treinta años. Tienen tres hijos adultos,Christopher, Amanda y John David.

Puedes ponerte en contacto con Stormie a través de su sitioWeb:

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