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41 40 Ciudad Virtual, Ciudad Real: conflicto y emergencia de un nuevo entorno urbano Los entornos urbanos ya no se entienden sólo como una escena material que soporta nuestras prácticas sociales, sino que como un entorno complejo, dinámico y diverso que incorpora, entre otras dimensiones, el hábitat construido, las formas de organización social, las prácticas cotidianas y los imaginarios personales. Sin embargo persiste en la discusión académica sobre la ciudad una fuerte resistencia a incluir las redes digitales de información e interacción dentro de los referentes del concepto. La exclusión de estas redes se sustenta en una supuesta incompatibilidad entre la experiencia social e individual en la ciudad y los rasgos propios de los entornos digitales. No obstante, los casos estudiados en el presente trabajo demuestran que la escisión entre las redes de información y la vida cotidiana es una ficción culturalmente construida y políticamente cargada. Binomios como los de privado y público, nómade y sedentario, humanista o bárbaro pierden su eficacia como descriptores de los entornos urbanos contemporáneos. Las nuevas prácticas cotidianas y políticas en el contexto de un entorno social digitalmente aumentado interpelan estas categorías, hasta ahora casi hegemónicas en la discusión y planificación de lo urbano como sistema. Urban environments are no longer understood as a material scene that contains our social practices, but rather as a complex, dynamic and diverse surrounding that incorporates, among other dimensions, built habitat, social organization forms, everyday practices and personal imaginaries. Within the academic discussion about the city, however, a strong resistance persists to include digital information networks among the referents of the concept. The exclusion of these networks is based on a supposed incompatibility between social and individual experience in the city and digital environments own features. However, cases studied within the present work demonstrate that the split between information networks and everyday life is a culturally constructed, politically charged fiction. Couples like private and public, nomadic and sedentary, humanist or barbarian lose their ecacy as descriptors of contemporary urban environments. New quotidian and political practices in the context of a digitally augmented social environment challenge these categories, until now almost dominant in the discussion and planning of the urban thing as a system. Realidad aumentada _ política digital Oliver Mongin _ prácticas íntimas Augmented reality _ digital politics Oliver Mongin _ intimate practics DISEÑA DOSSIER Introducción Quienes vivimos en entornos urbanos usamos espontáneamente la palabra ciu- dad para nombrar un continuo de edificaciones, mobiliario y espacios públicos. Sin embargo, en el debate sobre lo urbano ya no se considera la ciudad como una escena material que soporta nuestras prácticas sociales, sino que como un entor- no complejo, que incorpora, entre otros, hábitat construido, formas de organiza- ción social, prácticas cotidianas e imaginarios personales. Lo urbano adquiere hoy especial relevancia, debido a que los asentamientos humanos desarrollan nuevas configuraciones, tamaños, condiciones de vida y dinámicas de interconectividad. Un reflejo de estos cambios en el debate es que las nuevas urbes, hipertrofiadas e inter- conectadas, reciben calificativos distintos al de ciudad, como son los neologismos “‘metrópolis’, ‘megápolis’, ‘megalópolis’, ‘ciudad mundo’, ‘ciudad global’ y ‘metápo- lis’”. (Mongin 2005, p. 21). Consecuentemente, las ciudades están siendo sometidas a una metamorfosis planificada por sus gestores y administradores, con el propósito de ganar relevancia en el concierto global. Intelectuales como Olivier Mongin 1 han argumentado que los cambios morfológicos, metabólicos, de interconectividad e in- terdependencia en las ciudades contemporáneas estresan el sistema de lo urbano, modificando tanto la experiencia personal como la organización social. A pesar de la tendencia a incorporar en el concepto de lo urbano variables que le exigen representar una realidad diversa, dinámica y compleja, persiste una fuerte resistencia a incluir las redes digitales de información e interacción dentro de sus referentes. De hecho, uno de los fenómenos más demonizados, suerte de amenaza al ideal europeo de ciudad, es la denominada “ciudad virtual” (Mongin 2005, p. 217), plataforma sucedánea de lo urbano, simulacro de la ciudad que pende de las redes digitales de información. 1 La caracterización que el autor hace es representa- tiva de una corriente de pensamiento central en la reflexión contemporánea sobre la ciudad. Reseñan- do “La Condición Urbana: La ciudad a la hora de la mundialización”, Felipe Link describe el marco de referencias con que Mon- gin construye su libro: “... el autor entrega en este libro una presentación exhaustiva de los diver- sos discursos, abordajes y argumentos en torno a la ciudad, recopilando y sis- tematizando los trabajos de importantes autores de este campo, como Choay, Magnaghi, Ascher, Sassen, Veltz, Donzelot, entre otros.” (Link, 2007). Fotografías: Pablo Hermansen, Felipe Pattillo. Ilustración realizada en Processing.org: Marcos Chilet. “La condición urbana (... ) designa tanto un territorio específico como un tipo de experiencia de la que la ciudad es, con mayor o menor intensidad según las circunstancias, la condición de posibilidad.Olivier Mongin, 2005, p. 31 “I Want to Spend the Rest of My Life Everywhere, with Everyone, One to One, Always, Forever, Now.” Damien Hirst, 2006 Pablo Hermansen _ Diseñador y Doctor (c) en Arquitectura y Estudios Urbanos Pontificia Universidad Católica de Chile _ Docente e investigador en la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Marcos Chilet _ Diseñador Pontificia Universidad Católica de Chile _ Licenciado en Artes Universidad de Chile.

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Ciudad Virtual,Ciudad Real: conflicto y emergenciade un nuevo entorno urbano

Los entornos urbanos ya no se entienden sólo como una escena material que soporta nuestras prácticas sociales, sino que como un entorno complejo, dinámico y diverso que incorpora, entre otras dimensiones, el hábitat construido, las formas de organización social, las prácticas cotidianas y los imaginarios personales. Sin embargo persiste en la discusión académica sobre la ciudad una fuerte resistencia a incluir las redes digitales de información e interacción dentro de los referentes del concepto. La exclusión de estas redes se sustenta en una supuesta incompatibilidad entre la experiencia social e individual en la ciudad y los rasgos propios de los entornos digitales. No obstante, los casos estudiados en el presente trabajo demuestran que la escisión entre las redes de información y la vida cotidiana es una ficción culturalmente construida y políticamente cargada. Binomios como los de privado y público, nómade y sedentario, humanista o bárbaro pierden su eficacia como descriptores de los entornos urbanos contemporáneos. Las nuevas prácticas cotidianas y políticas en el contexto de un entorno social digitalmente aumentado interpelan estas categorías, hasta ahora casi hegemónicas en la discusión y planificación de lo urbano como sistema. Urban environments are no longer understood as a material scene that contains our social practices, but rather as a complex, dynamic and diverse surrounding that incorporates, among other dimensions, built habitat, social organization forms, everyday practices and personal imaginaries. Within the academic discussion about the city, however, a strong resistance persists to include digital information networks among the referents of the concept.The exclusion of these networks is based on a supposed incompatibility between social and individual experience in the city and digital environments own features. However, cases studied within the present work demonstrate that the split between information networks and everyday life is a culturally constructed, politically charged fiction.Couples like private and public, nomadic and sedentary, humanist or barbarian lose their efficacy as descriptors of contemporary urban environments. New quotidian and political practices in the context of a digitally augmented social environment challenge these categories, until now almost dominant in the discussion and planning of the urban thing as a system.

Realidad aumentada _ política digital Oliver Mongin _ prácticas íntimasAugmented reality _ digital politicsOliver Mongin _ intimate practics

DISEÑA DOSSIER

Introducción

Quienes vivimos en entornos urbanos usamos espontáneamente la palabra ciu-

dad para nombrar un continuo de edificaciones, mobiliario y espacios públicos. Sin

embargo, en el debate sobre lo urbano ya no se considera la ciudad como una

escena material que soporta nuestras prácticas sociales, sino que como un entor-

no complejo, que incorpora, entre otros, hábitat construido, formas de organiza-

ción social, prácticas cotidianas e imaginarios personales. Lo urbano adquiere hoy

especial relevancia, debido a que los asentamientos humanos desarrollan nuevas

configuraciones, tamaños, condiciones de vida y dinámicas de interconectividad. Un

reflejo de estos cambios en el debate es que las nuevas urbes, hipertrofiadas e inter-

conectadas, reciben calificativos distintos al de ciudad, como son los neologismos

“‘metrópolis’, ‘megápolis’, ‘megalópolis’, ‘ciudad mundo’, ‘ciudad global’ y ‘metápo-

lis’”. (Mongin 2005, p. 21). Consecuentemente, las ciudades están siendo sometidas

a una metamorfosis planificada por sus gestores y administradores, con el propósito

de ganar relevancia en el concierto global. Intelectuales como Olivier Mongin1 han

argumentado que los cambios morfológicos, metabólicos, de interconectividad e in-

terdependencia en las ciudades contemporáneas estresan el sistema de lo urbano,

modificando tanto la experiencia personal como la organización social.

A pesar de la tendencia a incorporar en el concepto de lo urbano variables que le exigen

representar una realidad diversa, dinámica y compleja, persiste una fuerte resistencia

a incluir las redes digitales de información e interacción dentro de sus referentes. De

hecho, uno de los fenómenos más demonizados, suerte de amenaza al ideal europeo de

ciudad, es la denominada “ciudad virtual” (Mongin 2005, p. 217), plataforma sucedánea

de lo urbano, simulacro de la ciudad que pende de las redes digitales de información.

1 La caracterización que el autor hace es representa-tiva de una corriente de pensamiento central en la reflexión contemporánea sobre la ciudad. Reseñan-do “La Condición Urbana: La ciudad a la hora de la mundialización”, Felipe Link describe el marco de referencias con que Mon-gin construye su libro: “...el autor entrega en este libro una presentación exhaustiva de los diver-sos discursos, abordajes y argumentos en torno a la ciudad, recopilando y sis-tematizando los trabajos de importantes autores de este campo, como Choay, Magnaghi, Ascher, Sassen, Veltz, Donzelot, entre otros.” (Link, 2007).Fotografías: Pablo Hermansen, Felipe Pattillo. Ilustración realizada en Processing.org: Marcos Chilet.

“La condición urbana (... ) designa tanto un territorio específico como un tipo de experiencia de la que la ciudad es,con mayor o menor intensidad según las circunstancias, la condición de posibilidad.”

Olivier Mongin, 2005, p. 31

“I Want to Spend the Rest of My Life Everywhere, with Everyone, One to One, Always, Forever, Now.” Damien Hirst, 2006

Pablo Hermansen _ Diseñador y Doctor (c) en Arquitectura y Estudios Urbanos

Pontificia Universidad Católica de Chile _ Docente e investigador en la Escuela de Diseño de la Pontificia

Universidad Católica de Chile.

Marcos Chilet _ Diseñador Pontificia Universidad Católica de Chile _ Licenciado en Artes

Universidad de Chile.

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Nueva urbanidad y nuevas prácticas ciudadanas

“El espacio de los flujos y el tiempo intemporal son así los fundamentos materiales de una nueva cultura que trasciende e integra la diversidad de los sistemas de representación transmitidos por

la historia: la cultura de la virtualidad real en la que el simulacro es la realidad en gestión.”

(Manuel Castells, La société en réseaux, tomo I: L’Ere de l’information, pág. 424; en Mongin 2005, p. 284)

Simulacro y urbanidad serían exclu-yentes, ya que “la experiencia urbana es primero corporal” (Mongin 2005, p. 290) y en la ciudad virtual, inconsistente y sin tiempo, el cuerpo no tiene cabida. Mon-gin, referenciando a Castells, hace foco en la tecnología que soporta el flujo de información y en la élite que hace de es-tos flujos su entorno. Microchips, nodos, computadores y un tech-set errante serían la materialización de la ciudad virtual: “La red como forma espacial, los nodes y los hubs como no lugares, vale decir, como simples lugares de articulación de la red, y el nomadismo de las élites mundializa-das son las tres características que permi-ten comprender los resortes de la ciudad virtual.” (Mongin 2005, p. 283)

Como nómades, las “élites mundializa-das” serían un grupo desterritorializado y en movimiento constante, al ritmo del flujo de las redes mundiales de comercio e información. Prácticas e imaginario de quienes están sometidos a la “vecindad absoluta” (Serres, 2008) y que dependen más del tránsito y de las interacciones a distancia que del trabajo cara a cara son distintos a los de quienes permanecen atados funcional y emocionalmente a un lugar geográficamente definido. Pero Mongin, quien ve el modelo de ciudad europea como paradigma político, no usa la caracterización de nómade de manera simplemente descriptiva: esta denomina-ción es ciertamente peyorativa. La erran-cia, considerada un estadio primitivo de la humanidad, supone barbarie.2

El nomadismo como forma de vida, a ojos del espacio institucional construido sobre la base de la propiedad de lugar, se traduce como vagancia. Ilustra lo ante-rior el ancestral desprecio europeo a las culturas con asentamientos precarios o transitorios, que no dan garantías de res-ponsabilidad social vinculante a terceros, ejerciendo la sospechosa vocación de ex-tranjeros permanentes (Simmel, 1908). Pero hoy, ¿está restringido sólo a una éli-te el nomadismo por las redes globales?, ¿podemos distinguir entre élites informa-tizadas y globalizadas y un grueso de po-

Pero, como la misma autora concluye, estas categorías obedecerían a una distin-ción de origen histórico y no a una empí-ricamente determinada: urge mirar con mayor detenimiento las consecuencias que su uso conlleva.

Detrás del concepto de Ciudad Virtual, se encuentra la arraigada creencia de que lo digital y lo material son dos espacios paralelos de la experiencia y que, por lo tanto, se pueden analizar independiente-mente y aplicarles juicios de valor diferen-ciados, lo que ha afectado tanto el análisis teórico como las estrategias de implemen-tación de las nuevas tecnologías. Si bien escindir materia de información proviene en parte de la obsesión positivista por la disección de problemas9, el abismo en-tre los primeros computadores (como el ENIAC) y la vida cotidiana de los no espe-cialistas invitaba a considerar la informá-tica como un fenómeno aislado, digno de categorías nuevas y especiales. Mientras el piélago entre la informática y lo cotidia-no se mantuvo, virtual era una palabra útil para describir las representaciones digi-tales del mundo. Sin embargo, después de seis intensas décadas ―que no reseñare-mos en el presente trabajo―, dicha brecha se diluyó. Hemos incorporado en nuestra experiencia cotidiana artefactos digitales interconectados que han transformado nuestra vida social e íntima, cuestionando la validez de las categorías tradicionales usadas en el análisis de nuestra cultura.

Entorno digitalmente aumentado: de discreto a continuo

A diferencia de los parsimoniosos tiempos de reflexión de la esfera aca-démica, las industrias productivas de-penden de su capacidad de adaptación a las tendencias sociales, permeando sus productos con lo aprendido en la obser-vación de las prácticas cotidianas. En las estrategias de desarrollo de productos de consumo posteriores a la revolución di-gital se ha asumido de hecho la existen-cia de la idea de Entorno Digitalmente Aumentado10 (en adelante EDA), donde la diferenciación entre experiencia vir-tual y real ha dejado de estar vigente. Por ejemplo, el foco de la industria de los juegos digitales ha olvidado la fantasía de que podríamos habitar una nueva reali-dad en un espacio digital11. Hoy, el finan-ciamiento para Innovación y Desarrollo en Realidad Virtual es escaso (Skrebows-ki, 2006). Los productos actuales tienden

blación urbana sometida a una forma de vida predigital? No parece ser así. Hoy el urbanitas común y corriente puebla, con creciente número y entusiasmo, las redes de información. Si es que la cíber-barba-rie nómade está ya generalizada, ¿cuáles son las consecuencias para nuestros en-tornos urbanos de la naturalización de estas tecnologías?

La no-permanencia constituye una amenaza para quienes han construido sus signos de poder mediante el levantamien-to de los monumentos y edificaciones que dominan la ciudad.3 Ante la emergencia de un entorno digital de interacción so-cial donde esos signos pierden eficacia y donde un joven anónimo puede construir referentes más memorables y verosímiles que las grandes instituciones4, quienes defienden el modelo tradicional de ciu-dad hallan dificultades en relocalizar su poder. Así, frente al progreso lineal hacia estados de organización ideales que nos alejan de la barbarie anárquica, son sos-pechosas las organizaciones sociales es-pontáneas y provisorias.5

Hipertrofia e interconectividad urbana: de lo íntimo a lo global

Como inmensos centros de manufac-tura, servicios globales o procesamiento de materias primas, las megalópolis, hoy hipertrofiadas y hasta hace poco some-tidas al sistema monopólico de comercio impuesto por las potencias coloniales europeas, desafían con su creciente peso específico la hegemonía económica del primer mundo.6 Participan de manera desequilibrante en la red global de infor-mación y comercio, ya sin centro ni peri-feria, compuesta de nodos de distinto y fluctuante tamaño y grado de influencia. No obstante su importancia, para avanzar en el conocimiento de las consecuencias de la interconectividad digital en lo urba-no, ¿basta con reflexionar sobre el conflic-to entre ciudad y red global?

No basta con lo macro. Nuestro entor-no urbano no es sólo producto de grandes estructuras sociales y de conflictos entre estrategias institucionales y corporativas.

2 Pierre Clastres critica la idea positivista de los diferentes estados de desarrollo lineal desde un primitivismo anár-quico hasta el surgimiento de un estado cuya existencia trasciende a la sociedad que representa y administra (Clastres, 1974).

3 Interpelando el histórico te-rror europeo a los bárbaros, existen tradiciones de orga-nización sustentadas en la no-permanencia, que dan lu-ces sobre formas de sociedad abiertas al flujo. Por ejemplo, Strother (2004) expone el Kibulu, símbolo del poder de la tribu, que debe ser construido con materiales precarios, dada la resistencia del pueblo a vincular poder político e inmortalidad de la construcción.

4 Son ejemplos los conocidos casos de Shawn Fanning y Napster o de los estudiantes secundarios en Chile y las manifestaciones del año 2006, asunto este último que comentaremos más adelante.

5 Esta sospecha transluce la an-siedad humanista por ganar la guerra de domesticación de la barbarie (Sloterdijk, 1999): si la domesticación deja de ser el conflicto que mueve lo urba-no, se vacía de interés prácti-co la pregunta humanista de cómo se puede llegar a ser un humano real y verdadero. El entorno urbano, que es visto como medio de formación y orientación, está a la base del cambio en las reglas del juego (Sloterdijk, 1999), por lo que la ciudad tradicional sería el refugio a defender.

DISEÑA DOSSIER

desde una disciplina. ¿Nos permite la escisión información-materia dar cuenta de la experiencia de un habitante común de una ciudad contemporánea me-dianamente informatizada? Si este habitante ya ha natu-ralizado la plataforma digital y la ha integrado a su vida cotidiana, ¿son aplicaciones como Facebook, Twi#er, ChatRoullete o cualquier otra menos reales que el teléfono, las postales impresas o un post-it con un mensaje pegado en el refrigerador?

10 La idea de ENTORNO DIGI-TALMENTE AUMENTADO es adecuada para nombrar el espacio interaccional que une lo íntimo y lo global en plataformas colectivas que combinan materia e información. Describe una experiencia donde lo virtual y lo material constituyen un continuo. La creciente capilarización de los nuevos medios, su infiltración inédita en el espacio de lo íntimo y las posibilidades de proyectar esa intimidad globalmente, exigen repensar las categorías con que se ha construido nuestro imagi-nario tecnológico y también las categorías con que se analizan los impactos de lo digital en individuos, colecti-vos e instituciones. Binomios como público-privado ya no describen lo que ocurre en contextos de encuentro digitalmente aumentados y donde los límites han sido reemplazados por el flujo de información entre lo íntimo y lo global.

11 Gracias a un voluminoso cas-co, esta realidad virtual digi-tal nos permitiría cumplir la utopía geek de un espacio sin las limitaciones personales para socializar impuestas por el cuerpo desde el que habito el espacio físico.

La no-permanencia

constituye una

amenaza para quienes

han construido

sus signos de

poder mediante el

levantamiento de

los monumentos y

edificaciones que

dominan la ciudad.

La cultura además emerge de agencias in-numerables y anónimas. Cada miembro de una colectividad con sus “micro-prácticas cotidianas” (De Certeau, 1974) puede lenta pero constantemente subvertir el sentido de las instituciones en las que participa y usarlas para sus propios fines. Dichas tác-ticas7 pueden poner en jaque estructuras sociales aparentemente infranqueables, o simplemente ignorarlas. Ya que lo urbano, entendido desde el cuerpo, no sólo depende de la estructura social, sino que también de la agencia individual, ¿de qué manera las redes digitales, al modificar las capacidades de los individuos, impactan bo!om-up en la configuración de nuevos entornos urbanos?

La actual ubicuidad de los micropro-cesadores en red, que aumentan las ca-pacidades individuales de producción, edición y publicación de información, a la vez que de asociación y coordinación co-lectiva, amplía el rango de las operaciones posibles y el impacto de las micro-prácti-cas cotidianas. La percepción individual respecto de su entorno se modifica, per-mitiendo y potenciando nuevas formas de acción e interacción colectiva, posibles en un nuevo espacio social aumentado tec-nológicamente. ¿Cómo describir las prác-ticas cotidianas que emergen en este nue-vo entorno? Con el análisis de una serie de casos, nos proponemos aportar luces que nos permitan avanzar respuestas, aún provisorias, a las preguntas planteadas.

De la infraestructura a la prótesis: la capilarización de la tecnología digital

Categorías aún presentes en el aná-lisis de las redes digitales provienen y responden al estado que esta tecnología presentaba en sus orígenes: destaca por su uso la noción de Realidad Virtual. Ésta ha servido como categoría descriptiva, como modelo de aplicación tecnológica y como utopía social, suerte de Dorado para investigaciones científicas, aventu-ras cinematográficas, cultos místicos y otros productos culturales. Sin embargo, la capilarización8 de las tecnologías di-gitales hace imposible homologar digital con virtual; más aún, la distinción entre Realidad y Realidad Virtual (digital) pierde interés práctico. Como explica Katherine Hayles, si definimos la virtualidad como “la percepción cultural de que los objetos materiales están penetrados por patrones de información”, podemos distinguir en-tre materia e información (Hayles, 2000).

6 “El crecimiento de las ciudades es un hecho sin dis-cusión, especialmente desde la segunda mitad del siglo pasado, cuando se desatan las cifras de población y de crecimiento urbano en las principales urbes del mundo. Así lo afirma Delcourt al precisar ‘...el mundo cuenta ya con más población urbana que rural [...] es de suponer que la tendencia [...] conti-nuará. En 2030, las ciudades albergarán [...] dos tercios de la población mundial’ (Delcourt 2008:7). ‘...el 95%

de esta explosión demográ-fica de las ciudades tendrá lugar en las zonas urbanas

de los países del tercer mundo’.” (Naranjo, Gloria. Apuntes de Investigación. En referencia a: Delcourt, Laurent; Cheru, Fantu;

Asian Coalition for Housing Rights; Ziccardi, Alicia; Lungo, Mario y Alliance Internationale des Habitants: Explosión Urbana y Globa-lización. Madrid: Editorial Popular; pp. 5, 7 y 8).

7 Como contraparte de la estrategia, una táctica es una acción “que no cuenta con un espacio ‘propio’ (una localiza-ción espacial o institucional) ni con una frontera que per-mita distinguir al adversario como una totalidad.” (De Certeau, 1974, p. xix).

8 Con capilarización de las tec-nologías digitales nos referi-mos al proceso de creación de la densa red de dispositivos digitales multipropósito, como son los netbooks o los teléfonos celulares.

9 La compartimentación positivista garantiza a las disciplinas su “casa propia”, pero esto ocurre a condición de ser distintas (Latour 1991). Pero si lo que nos interesa conocer requiere incorporar diversas clases de problemas, deja de ser comprensible

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a incorporar las interacciones mediadas informáticamente con las presenciales. Soportes como Twi#er hacen posible pu-blicar comentarios desde el teléfono ce-lular creando un continuo entre la red y la intimidad cotidiana, lejos de la utopía de una proto-realidad paralela.

Un ejemplo es el proyecto Plix del di-señador Juan Cristóbal Carvallo. Con-siste en un dispositivo digital portátil que permite el intercambio de datos personales en contextos de interacción presencial. Este dispositivo, mediante un gesto físico ―acercar dos Plix―, ac-túa como prótesis de transferencia de información que actualiza el perfil y la presencia de quienes participan en redes sociales digitales, lo que transforma un encuentro presencial en un evento EDA. ¿Podríamos describir esto como una ex-periencia virtual? ¿Podemos separar lo virtual de lo real, como quien con un tamiz intenta separar el oro de la tierra en el lecho de un río? Este producto entra en una ecología de objetos que no son ni sordos ni mudos entre sí y que, a diferen-cia del gigantesco y aislado ENIAC que en 1951 hizo tambalear la red eléctrica en la Universidad de Pensilvania, basan su poder en que sus procesos y lógicas de operación puedan hacerse triviales y ubicuos. Con la emergencia de nuevas formas de interacción y coordinación colectiva, reconfiguramos nuestro en-torno, corroborando el impacto del EDA en lo social y, por lo tanto, en lo político.

La revolución pingüina y el bypass a las instituciones

El levantamiento de los estudiantes secundarios en Chile, conocido como la Revolución Pingüina, es un claro ejemplo del impacto de la EDA en política12. Entre los meses de abril y agosto de 2006, más de un millón de estudiantes se coordi-naron y movilizaron, tomándose sus es-cuelas y exigiendo al gobierno terminar con las desigualdades en la educación. Sus reclamos comprendían las tarifas de transporte para escolares, los costos de la Prueba de Selección Universitaria, la re-forma a las políticas de jornada completa y la abolición de la LOCE13.

Como destaca el historiador Gabriel Salazar (2006), esta movilización tuvo particularidades que la distinguen de cualquier otra: fue ajena a los partidos políticos y levantada por una generación caracterizada ―por los mismos miem-

DISEÑA DOSSIER

bros de los partidos― como políticamente abúlica. Dos tecnologías fueron condición de posibilidad; primero, las plataformas Fotolog y Blog, usadas cotidianamente por estudiantes, donde crean y mantienen co-munidades y coordinan acciones colecti-vas; segundo, la apropiación y reinterpre-tación de la red “Enlaces”, un programa de Gobierno que, desde 1992, se encargó de instalar computadores en instituciones de educación para digitalizar la educación pública. Esta red, en manos de estudian-tes airados, dejó de ser un instrumento para la domesticación humanista y pasó a ser una plataforma de coordinación a escala nacional, en una movilización con-tra el sistema, el gobierno y sus políticas educacionales. Dicho por un estudiante entrevistado durante las movilizaciones:

“Conseguimos que el computador tenga acceso a internet. El colegio entero está informado gracias a este Fotolog, que sirve como medio de comunicación principal, para que estas tomas sigan surgiendo y haya un medio de comunicación mutua y funcione el comité político que es uno de los más importantes dentro de la toma”.

La apropiación y reinterpretación de la red “Enlaces” permitió un canal de coor-dinación que volvió a los partidos políti-cos irrelevantes. El monopolio de la coor-dinación política a escala nacional que ostentaron los partidos en Chile se fisu-ra14. La capilarización de lo digital hasta la prótesis masifica un cyborg en red (Ha-raway, 1985) que reinventa el orden polí-tico. ¿Cómo cambia la ciudad cuando sus habitantes pueden coordinarse con los habitantes de otras ciudades sin la aduana de las instituciones? Desde la perspectiva de Mongin, el bypass al filtro institucio-nal, producto del ínfimo costo de coordi-nación colectiva, conduce a la barbarie. O quizás la interpretación catastrofista se alimenta de la ansiedad humanista por reubicar su influencia domesticadora en el contexto político de la EDA.

Blogs y Fotologs dan cuenta de nuevas formas de manifestación política, difí-ciles de aprehender desde la perspectiva estratégico-institucional. El programa de acción abierto por el movimiento es-tudiantil secundario demuestra que la coordinación alrededor de un conflicto no requiere de la legitimación de grupos con sedes a lo largo del país y trato directo con los medios de comunicación masiva, ni de

El levantamiento

de los estudiantes

secundarios en Chile,

conocido como la

Revolución Pingüina,

es un claro ejemplo

del impacto de la EDA

en política.

12 Esta gran convocatoria estudiantil, inédita para los gobiernos de la Concertación, sólo se compara en tamaño con aquellas movilizaciones ocurridas entre 1983 y 1989 bajo la gran tensión política de los últimos años de dic-tadura militar (Chovanec y Benítez, 2008).

13 Ley Orgánica Constitucional de Educación.

14 La emergencia del movimien-to de estudiantes no requirió ni de un edificio corporativo ni de medios de comuni-cación masivos, ya que sus redes se tejieron con pixeles sin costo. En el marco de EDA, el bajo costo-oportuni-dad de asociarse amenaza a lo urbano tradicional, al invadir los cotos de poder que las ins-tituciones republicanas han construido para controlar los flujos entre lo privado y lo público, reteniendo, cual aduana, la manifestación pú-blica de supuestas anomalías o patologías sociales. Una vez terminado el conflicto, sus huellas quedaron en cientos de blogs abandonados. ¿Cómo el sistema tradicional de lo urbano se enfrenta a una fuerza que surge de la nada, que no posee territorio, ni personalidad jurídica, pero que sin embargo existe, se manifiesta e impacta la admi-nistración del Estado? ¿Cómo interpreta las señales cuando su nuevo oponente mezcla reivindicaciones locales, personales y colectivas con mensajes y expresiones de origen íntimo?

¿Cómo cambia la ciudad cuando sus habitantes pueden coordinarse con los habitantes de otras ciudades

sin la aduana de las instituciones?

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la evaluación del impacto por expertos, ni del análisis respecto de la conveniencia de cada acción, ya que en la EDA el costo de involucrarse y participar en un colectivo disminuye proporcionalmente a los cos-tos de coordinación (Shirky, 2008).

Las plataformas digitales de encuen-tro y asociación convierten en agentes de cambio social a personas que, en el modelo urbano tradicional, habrían sido sólo espectadores. El surgimiento de manifestaciones colectivas15 en el EDA amenaza al modelo tradicional de ciu-dad como una suerte de cíber-barbarie, compuesta de agentes e intereses tan diversos y particulares que en otro con-texto habrían sido invisibles o ignorados. Que una acción colectiva manifieste una patología social a través de la expresión de un conflicto privado tiene importan-tes consecuencias. Los grupos de poder tienden habitualmente a definir las ma-nifestaciones colectivas como simples reacciones a crisis provocadas por la disfuncionalidad de un mecanismo del sistema (Melucci, 1996). Tras su arreglo ―vía censura, disolución, castigo, etc.―, las relaciones de poder volverían a su es-tado original. Asumir que las manifesta-ciones colectivas asociadas a la EDA son la expresión de un conflicto social pro-ducto de una patología, sería socavar las bases del propio poder.16

La multiplicación del conflictoDado que en un entorno aumentado

digitalmente el costo de afiliación y coor-dinación es bajísimo, éste es favorable para que, en colectivos de diversas esca-las, actores con conflictos particulares se reconozcan en sintonía con otros y surjan manifestaciones. Un ejemplo fue “Noquea Escuela”, semana de acción y reflexión desarrollada por el Centro de Alumnos de la Escuela de Diseño de la Pontificia Uni-versidad Católica de Chile (en adelante EDPUC) el año 2009, que sirvió como caso para la investigación-acción desarrollada por Marcos Chilet para su tesis de grado. La hipótesis de trabajo, consecuente con las claves obtenidas en el estudio de la Re-volución Pingüina, fue que la no expresión colectiva de conflictos al interior de dicha Escuela podía ser revertida mediante la incorporación de un espacio digital para la expresión de conflictos latentes. Al igual que en la Revolución Pingüina, la percep-ción de estudiantes no participativos y con cierta abulia política era común a todos sus

miembros, quienes a pesar de compartir un espacio físico común no interactuaban.

En consecuencia, se levantó h#p://no-queaescuela.cadpuc.cl, con el lema “Hacer Escuela vs. Consumir Educación”. El auto-cuestionamiento del alumnado respecto de su rol en la construcción de su entor-no sirvió de provocación a la expresión vía web, lo que aumentó digitalmente el espacio de la escuela. El foro, donde cual-quiera podía presentar y comentar temas, tuvo un mes de intensa actividad, donde se postearon más de 50 temas de discu-sión, con respuestas de los alumnos que sumaron más de 50.000 palabras (equi-valentes a un libro de 200 páginas). Dado un universo de 400 alumnos, la participa-ción habla de la potencia de la plataforma digital. La disminución del costo-opor-tunidad de aportar al debate favoreció la emergencia de micro-conflictos que hasta ese momento no tenían espacio de discu-sión. Asuntos ni propiamente públicos ni privados, temas que emergían de la esfe-ra íntima prendieron el interés colecti-vo. Un ejemplo es el posteo realizado por el alumno Tomás Dintrans para el tema “construyamos nuestra propia escuela”:

“(...) creo fuertemente que tenemos la obligación de construir nuestro propio edificio con todos aquellos materiales que encontremos en nuestro camino, y exigir módulos de clases en nuestra futura escuela autosustentable. Si les da lata, también podríamos hacer nuestro propio camping pirata, todos acampando en la tierra de nadie, las aguas internacionales de Lo Contador.”

Lo que aquí se manifiesta es la voluntad de constituir comunidad para producir el espacio común. Esta demanda, que emer-ge como una expectativa personal con el objetivo de transformar un espacio que se transita en uno que se habita, se manifestó cuando se dieron las condiciones. La ines-perada aprobación llevó a la realización del denominado camping pirata dentro de la facultad durante una semana. En un contexto sin EDA, el costo-oportunidad de publicar y discutir habría impedido que Dintrans manifestara este conflicto y, por lo tanto, la acción colectiva no habría ocu-rrido. En este contexto no sólo aumenta el número de las movilizaciones, sino que además se abren nuevos espacios y formas de interacción política. Nuevos flancos y acciones inéditas dificultan el control a las instituciones tradicionales.

documentos en colecciones de libros y artículos impresos. Estos métodos esta-ban orientados a especialistas, estudian-tes, bibliotecarios, investigadores, etc.; buscaban de forma comprensiva y de-tallada; por lo tanto los sistemas de bús-queda se adaptaban a la catalogación y así los documentos estaban sistematizados (Henzinger, 2007).

La masificación de Google no se explica sólo por su interfaz: al privilegiar la repe-tición de palabras, en los antiguos busca-dores los sitios competían redundando el mensaje, mientras que en Google, donde se privilegia el vínculo, los incentivos es-tán puestos en la interconectividad, en re-conocer las rutas trazadas por los mismos usuarios que buscan. En el primer caso, la indexación depende de criterios impues-tos por el administrador de los conteni-dos, mientras en el segundo dependerá de su adaptabilidad al flujo de los relatos en la red. Uno incentiva la coherencia inter-na, el otro la interacción: ambos son a la vez lugar y ley, reflejo de distintas formas de organización social.

En este ámbito participan los proyectos de los diseñadores Nicole Miño y Felice Sciaraffia. Miño produce una red distri-buida de aplicaciones web, cuyo objetivo es capturar flujo y canalizarlo a un blog, mien-tras Sciaraffia crea una red de comunida-des asociadas a la esfera geek, usando como incentivo el que sus interacciones serán la base de un guión para un cómic on-line.

Nicole Miño trabajó su tesis con el concepto de Red Viral: conjunto de sitios e intervenciones digitales mutuamente vinculados que constituyen un ecosiste-ma narrativo abierto, donde personas de intereses aparentemente disímiles inte-ractúan en una red invisible para ellos. Sutilmente asociados entre sí, los sitios de la red desarrollaban variaciones de una te-mática común: ecología urbana. Del total, una intervención destacó en su convoca-toria: el video conocido como El fantasma del Alto Las Condes. Basada en testimonios de empleados del lugar, Miño produjo un video supuestamente destinado a docu-mentar el volumen de basura producido por dicho centro comercial, en el que sor-presivamente aparecía un fantasma. Este video, estratégicamente publicado, obtuvo más de 60.000 visitas durante su primer mes, rebotando cerca de 6.000 visitantes al sitio central. El video fue incorporado en innumerables sitios de internet, la po-lémica causada ocupó parte de la portada

DISEÑA DOSSIER

Las plataformas

digitales de encuentro

y asociación convierten

en agentes de cambio

social a personas que,

en el modelo urbano

tradicional, habrían

sido sólo espectadores.

15 Es indispensable distinguir entre manifestación colectiva y conflicto para entender la acción de nuevos colectivos. Entendemos manifestación colectiva como una reacción grupal a la percepción de crisis en el sistema social. Esta puede ser de funciona-miento o de capacidad para integrar un grupo o un modo de relaciones sociales. Por este motivo la manifestación colectiva ha sido interpretada como una patología en el sistema social, una fisura en el orden urbano (Melucci, 1996). El conflicto, por otra parte, es definido como la lucha entre dos o más agentes para controlar un recurso que se considera valioso (Ibíd.).

16 Es ilustrador el uso del aparato legal en beneficio de la cultura patriarcal: por ejemplo, durante décadas se definió la violencia doméstica como un asunto “privado”, impidiendo la legítima discusión pública de ciertos derechos de la mujer (Nancy Fraser, 1990).

Las categorías de Privado y Público ya no son marco obligado para la descripción de las prácticas urbanas. Que la utopía de ciu-dad europea, con su esfera pública única y libre de intereses privados, pueda mante-nerse en un entorno en que se han modi-ficado las capacidades de sus miembros, la manera como se organizan y las condicio-nes de producción, olvida la dependencia entre lo público, los medios de comunica-ción masiva, el Estado-Nación y el sistema productivo (Fraser, 1990). Lo urbano tradi-cional hace del encuentro cara a cara en el espacio público la única alternativa de flujo bo!om-up; al contrario, en los nuevos me-dios electrónicos casi nada existe si no hay participación individual.

Reconocer las posibilidades que las nue-vas tecnologías abren para la construcción social del entorno urbano, nos obliga a observar con detenimiento su constitu-ción y la influencia que ejercen. La mani-festación del alumno Dintrans en h#p://noqueaescuela.cadpuc.cl, no es posible en una ciudad dividida entre lo público y lo privado, ya que no califica como materia de interés: su lógica destempla las catego-rías concebidas en los salones y cafeterías europeas. Acontecimientos donde prima el nomadismo, el flujo y la multiplicación exponencial de conflictos ―invisibles para una esfera pública sin intereses pri-vados (Habermas, 1962)― exigen nuevas categorías para describir la EDA, distin-tas al binomio Público-Privado: estas son lo íntimo, lo colectivo y lo global, los que funcionan más como coordenadas de un continuo que como esferas cerradas.

Ecosistema narrativoEn la esfera EDA, el so%ware usado su-

giere los límites de las nuevas posibilida-des de interacción colectiva. Algoritmos incrustados en programas actúan como infraestructura y norma, doble condición que corrobora el carácter político de las aplicaciones digitales. Uno de los prin-cipales aportes de Google a las búsque-das on-line es generar un algoritmo que privilegia el despliegue y jerarquización de sitios web por sus vínculos entre sí. Su sistema PageRank se diferencia am-pliamente de sus predecesores, los que utilizaban criterios no asociativos, por ejemplo la cantidad de veces que una pa-labra se repite en un archivo html. Estos criterios de indexación fueron concebidos muchos años antes que la www, y fueron pensados principalmente para archivar

CIUD

AD V

IRTU

AL, C

IUDA

D RE

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Fotografía basada en la obra People Counter 2.500 de John Maeda.

4948

y las dos páginas principales de uno de los diarios impresos de mayor venta en Chi-le y fue comentado en varios programas de televisión. Una estrategia de difusión como ésta es exitosa sólo bajo la premisa de que el principal algoritmo de búsqueda en internet privilegia la interconectividad por sobre las palabras clave en el conteni-do. La narración audiovisual de un evento paranormal, entre otros desarrollos pre-sentes en la Red Viral de Miño, llevó a per-sonas con diversos intereses a interactuar respecto de contenidos medioambienta-les. El orden por categorías, tan relevan-te en el archivismo bibliotecario y en las primeras formas de búsqueda, es reem-plazado por la construcción asociativa de narrativas colectivas, sin una estricta coherencia formal, basadas en la provoca-ción y la creatividad.

Felice Sciaraffia incorpora el modelo de Red Viral a su propuesta Project Rendez-vous. Concibe una red de sitios, la que se integra con los sitios previamente habita-dos por sus usuarios potenciales. Concep-tuado como Ecosistema Narrativo, se aloja en los intersticios de grupos temáticos geek: su éxito estaba en lograr el número crítico de interacciones necesarias para que la inercia alimentara la narrativa y los productos del sitio.

En Project Rendezvous se aplica la distin-ción entre una red de información y una red de personas: de los conflictos entre usuarios emergen los contenidos que constituyen y dan sentido a la comunidad. Esto como reacción a los sitios monográficos con Temas-Dios, llamados así por generar inte-racciones dogmáticas, sin conflictos entre distintos y donde es difícil distinguir en las huellas de la participación las particulari-dades de sus habitantes. El desarrollo del conflicto marca la evolución de la historia. Bajo un Tema-Dios se construye un santua-rio con seguidores que responden fielmen-te a los mismos códigos y usan un mismo juego de lenguaje, mientras éste plantea un campo de conflicto entre comunida-des de temas disímiles pero con una cierta afinidad, como si fueran los habitantes de distintos países pero con la misma lengua madre. Con esta experiencia observamos que la red se constituye por los vínculos in-terpersonales y que si bien la información articula la red, no es la red.

Los archivos del sistema británico en el siglo XIX eran singularidades estables,

que se ordenaban bajo categorías consis-tentes: se asemejaba al ordenamiento de un estado utópico (Richards, 1992): biblio-teca y enciclopedia reflejaban un anhelado ordenamiento social. Sus formas de bús-queda son la sinécdoque de los modos de acceso al conocimiento y, por lo tanto, al poder. El éxito de proyectos on-line, como los de Miño y Sciaraffia, no dependen del sistema de categorías fijas, sino de juegos narrativos abiertos, que se reproducen a través de las metástasis del contenido, di-luyendo bordes para infiltrarse finamente en una red ya radicalmente capilarizada. Así, surge nuevamente la pregunta de cómo la institucionalidad del conocimien-to y del poder se adecúa a cartografías di-gitales desprovistas de límites, donde la identidad institucional, antes flanqueada por edificios, monumentos y signos esta-bles, está sometida a las nuevas tracciones de lo táctico, en un continuo que reempla-za los límites cartesianos por coordenadas de navegación.

ConclusionesHay acuerdo en que la ciudad es un sis-

tema diverso, complejo y dinámico. Pero ¿son las redes globales un virus del que la ciudad debe ser inmunizada? Quienes ven una “ciudad virtual” distinta de lo urbano olvidan no sólo que la condición urbana contemporánea es inexplicable sin las redes de información, sino que además ignoran que la nueva urbanidad es condición de posibilidad para superar importantes falencias del sistema demo-crático de participación y representa-ción política. Evitando la referencia a la agencia individual, se menciona al cuer-po como parte sustancial de lo urbano, pero fijando como unidad de análisis a la ciudad interconectada y no al individuo tecnológicamente aumentado, que, como observamos en los casos expuestos, de-muestra ser el punto de emergencia de nuevas formas de vida y organización social. Si bien la escala de la ciudad es adecuada para reflexionar sobre ciertos aspectos de la vida social, esta perspecti-va impide obtener la resolución necesaria para visualizar el origen de las nuevas formas de socialización, que resultan de redes digitales naturalizadas en las prác-ticas cotidianas, utilizadas en la globaliza-ción de lo íntimo y como plataformas para la constitución de nuevas comunidades.

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DNA

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Los nuevos colectivos han naturalizado la autonomía respecto al Estado, gobierno, administradores e instituciones en general.

La antigua configuración de la ciudad europea pierde relevancia e influencia como sistema. La perspectiva reaccionaria de Mongin se manifiesta no sólo en su de-fensa del ideal europeo de ciudad, sino que en mantener en las sombras las redes de explotación global con que las potencias colonialistas europeas mantenían funcio-nando sus ciudades modelo. Como hemos argumentado, su lugar de dominio está siendo permeado simultáneamente por la red global y las prótesis digitales indivi-duales, que hacen de la distancia entre la intimidad y el mundo un camino posible de recorrer a pie.

Binomios como los de privado y público, nómade y sedentario, humanista o bárba-ro pierden su eficacia como descriptores de los entornos urbanos contemporáneos. Las investigaciones empíricas ―como las expuestas en el presente artículo― sobre las nuevas prácticas cotidianas y políticas en el contexto de nuestra realidad social aumentada problematizan estas catego-rías, hasta ahora casi hegemónicas en la discusión y planificación de lo urbano como sistema. Su uso, como el que hace Mongin, implica un separarse del mundo para sostener la ilusión de que la Ilustra-ción, con base en el Viejo Continente, es aún un programa posible de implementar. Mientras tanto, nuevas formas de organi-zación, expresión, gobierno e interacción social se visibilizan en las microprácticas cotidianas, las que permean lentamente el funcionamiento de empresas, institucio-nes y gobiernos.

La dinámica que prevalece en las redes digitales tiende a desplazar la dialéctica entre lo público y lo privado por el conti-nuo que constituyen (Richards, 1992) lo íntimo, lo colectivo y lo global. Este cam-bio de paradigma es fundamental para entender los nuevos entornos urbanos, ya que en la “Esfera Pública” y el “Espacio Público” (Habermas, 1962, et al) se excluye lo personal y lo íntimo, materia prima de las Redes Sociales Digitales. De la trilogía compuesta por lo íntimo, lo colectivo y lo global emergen prácticas, paisajes y for-mas de organización que reducen la in-fluencia que las instituciones republica-nas de gobierno y administración tienen sobre la vida social.

Las nuevas redes telemáticas y su univer-so de artefactos periféricos son, primero y fundamentalmente, prótesis que aumen-tan las capacidades individuales de pre-sencia y registro; de análisis, producción, edición y publicación de información; de asociación de personas, coordinación y acción colectiva, y mucho más. Si en un principio la infraestructura computa-cional consistía en un número reducido de grandes ordenadores que procesaban centralizadamente la información que era posible digitalizar, hoy los microprocesa-dores han capilarizado el procesamiento digital de información más allá del com-putador personal, formando parte de más artefactos de los que podemos dar cuenta, incluyendo la ropa, las mascotas, los elec-trodomésticos, etc.

Desde el punto de vista del habitan-te de cualquier ciudad contemporánea ―medianamente informatizada― no es claro ni intuitivo ―ni siquiera útil― distinguir lo que en su vida es “real” de lo que es “virtual”, entendidos ambos conceptos a la luz de Mongin. Activida-des como encontrarse con otros, coordi-narse políticamente, comprar, conversar o trabajar transcurren simultáneamente sobre átomos y pixeles, sin que quien las lleva a cabo diariamente ni necesite ni se preocupe en distinguir entre ambas pla-taformas: desde la perspectiva cotidiana y en comparación con el ideal de ciudad europea, nuestra realidad urbana ya está de hecho aumentada.

En los espacios de internet se coordinan colectivos que se legitiman socialmente y se sustentan económicamente llevando formas de vida que, en otro tiempo, habrían sido imposibles. El asentamiento seden-tario que ha sido el rasgo transversal de aldeas y ciudades, en donde la proximidad física entre las personas ha generado valor, ya no es indispensable para la producción de artefactos con valor de uso y cambio. Las instituciones surgidas de ese seden-tarismo ya no son las únicas formas de or-ganización colectiva, gracias a las nuevas ortopedias digitales de interacción social. Quienes se interesan en el urbanismo como sujeto de estudio o planificación, no pueden ya hacer caso omiso de las prác-ticas efectivas y permanentes de reor-ganización colectiva que emergen desde los individuos y se practican en los nue-vos entornos aumentados digitalmente.

Vista de Santiago, Google Earth.

La dinámica que prevalece en las redes digitales tiende a desplazar la dialéctica entre lo público y lo privado por el continuo que constituyen lo íntimo, lo colectivo y lo global.