cerezo 1993

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Iggers, C). G. (1983), 'I'he German ()rticeptiorr oJ llistrtry, wcslcy:rrr ll¡lir,. l,rt,ss, Mirltllt.- town, Conn. Jamnre, Chr. (1991), Gott an *hat ein Cewand,, Suhrkamp, Fr¿rnl<furt ¡. M. Jaspers, K. (1938), Existenzph.ilosophie, v. de Gruyter, Berlín, 19.56:, v.e . [.. lloclrígtrt.z Aranda, Aguilar, Madnd, 1961. Jaspers, I(. (1932), Philosophie, W. de Gruyter, Berlin,3 vo1s. Nicol, E. (1960), Historicismo y existencialismo, Tecnos, Madrid. Pareyson, L. (1985), Esistenza e persona, Nuova Eclizione, Genova. Póggeler, o. (1986), El camino der pensar tre M. Heideggn, ¡19sz.), Aria'za, A,4acrricr. Póggeler, o. (1983), Heidegger und tiie henne,eutiscte philosop'iie, r. ¡i¡er, ¡ri- burg/Munich. Póggeler, o. (198s)' "Dilthey und die phánomenoiogie der Zeit,: DiLthey-Jahrbucb 3, I 05-139. Rühle, v. (1991), "Experiencia de ra historia y experiencia histó¡ica". (Sobre ei concepro de consciencia histórico-efectual en Gadamei): lsegoria (Madri<l), 4, 74_87. Sartre, J.-P. (1981), L'étre et le néant 119431 , Gallimárd, paris. sartre, J.-P. (1980), El exisrencialisnto es un humdnismo, Sur, Buenos Aires, B3 ed. Schürmann, R. (1982), Le principe d'anarchie. Heidegger et ra quástion tle !'agir, éeuil, paris. Vattimo, G. (1991), Ética tle la interpretaciór, poá¿s, Barcelona. rüTachterhatrser, B. R' (comp.) (1986), Herrneneutics anrJ Mc¡dern I'hirost:phy, state univ. of New York Press, Albany, N.y. \7ahl, J. j971), flktorid ¿lel existencialismo, La pléyade, Buenos Aires. lfaisrnanrr, A. (1960), El hist<¡ricismo corttem¡:oráneu Nova, Buenos Aires, r66 167 I-A RAZON HISTORICA EN ORTEGA Y GASSET Pedro Cerezo I. INTRODUCCION l:n toda gran filosofía, el rigor del concepto (noema) ha estado prece- tliclo por el otro rigor de la prueba o experiencia (pathema), que, a gol- pcs reflexivos, en el yunque del pensamiento, origina su cornbustión inte- ¡ior. Así -recordaba Platón- se enciende la llama de la idea rras Lrn l)ilciente contecto con la cosa que da que pensar. Ortega no fue una excep- t ión a esta regla. No se ha insistido lo suficiente en que su filosofía sur- gió precisamente del afronte valeroso de la crisis delarazón. Antes, pues, tle conseguir la acuñación de la nueva forma de racionalid ad -la razón vital e histórica-, el pensamiento orteguiano ha sido un lúcido ejercicio tle conciencia histórica, confrontada con la crisis finisecular de la cul- tura ilustrada. Como bien se sabe, Descartes inauguró la época moderna lrajo el signo auroral del racionalismo. "Dar razón" eÍa p^ra él dar el fundamento a priori de tra posibilidad de la cosa en el cálculo lógico de l¿ mente que la concibe. "La rnatemática es el producto ejemplar de la razón pura>> (I1I,21.4)r, esto es, el arquetipo o modelo del pensamiento; pero la matemática significa el triunfo de la idea, de lo en perfecto y absoluto, sobre 1o contingente y relativo. "Racionalismo -aseguraba Ortega- es radicalisms" (III,315), el empeño de fundar el mundo de nueva planta y disponerlo según orden y medida. La filosofía se convierre lrsí en mdthesis uniuersalis. Ahora bien, esta fe racionalista, fe en el poder deTarazónpara gober- nar el mundo ex decreto, o, si se prefiere, fe en la ecuación ilustrada saber/poder, de que deriva la ciencia moderna, es la que había entrado en una crisis de consunción. Nietzsche había sido el prirnero y el más 1. Los textos de Ortega son citados según la edición d,e Obras completas, Revista de Occidente, Madrid, t966, en doce tonos.

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Page 1: Cerezo 1993

Iggers, C). G. (1983), 'I'he German ()rticeptiorr oJ llistrtry, wcslcy:rrr ll¡lir,. l,rt,ss, Mirltllt.-town, Conn.

Jamnre, Chr. (1991), Gott an *hat ein Cewand,, Suhrkamp, Fr¿rnl<furt ¡. M.Jaspers, K. (1938), Existenzph.ilosophie, v. de Gruyter, Berlín, 19.56:, v.e . [.. lloclrígtrt.z

Aranda, Aguilar, Madnd, 1961.Jaspers, I(. (1932), Philosophie, W. de Gruyter, Berlin,3 vo1s.Nicol, E. (1960), Historicismo y existencialismo, Tecnos, Madrid.Pareyson, L. (1985), Esistenza e persona, Nuova Eclizione, Genova.Póggeler, o. (1986), El camino der pensar tre M. Heideggn, ¡19sz.), Aria'za, A,4acrricr.Póggeler, o. (1983), Heidegger und tiie henne,eutiscte philosop'iie, r. ¡i¡er, ¡ri-

burg/Munich.Póggeler, o. (198s)' "Dilthey und die phánomenoiogie der Zeit,: DiLthey-Jahrbucb 3,

I 05-139.Rühle, v. (1991),

"Experiencia de ra historia y experiencia histó¡ica". (Sobre ei conceprode consciencia histórico-efectual en Gadamei): lsegoria (Madri<l), 4, 74_87.

Sartre, J.-P. (1981), L'étre et le néant 119431 , Gallimárd, paris.sartre, J.-P. (1980), El exisrencialisnto es un humdnismo, Sur, Buenos Aires, B3 ed.Schürmann, R. (1982), Le principe d'anarchie. Heidegger et ra quástion tle !'agir, éeuil, paris.Vattimo, G. (1991), Ética tle la interpretaciór, poá¿s, Barcelona.rüTachterhatrser, B. R' (comp.) (1986), Herrneneutics anrJ Mc¡dern I'hirost:phy, state univ.

of New York Press, Albany, N.y.\7ahl, J. j971), flktorid ¿lel existencialismo, La pléyade, Buenos Aires.lfaisrnanrr, A. (1960), El hist<¡ricismo corttem¡:oráneu Nova, Buenos Aires,

r66 167

I-A RAZON HISTORICA EN ORTEGA Y GASSET

Pedro Cerezo

I. INTRODUCCION

l:n toda gran filosofía, el rigor del concepto (noema) ha estado prece-tliclo por el otro rigor de la prueba o experiencia (pathema), que, a gol-pcs reflexivos, en el yunque del pensamiento, origina su cornbustión inte-¡ior. Así

-recordaba Platón- se enciende la llama de la idea rras Lrn

l)ilciente contecto con la cosa que da que pensar. Ortega no fue una excep-t ión a esta regla. No se ha insistido lo suficiente en que su filosofía sur-gió precisamente del afronte valeroso de la crisis delarazón. Antes, pues,tle conseguir la acuñación de la nueva forma de racionalid ad -la razónvital e histórica-, el pensamiento orteguiano ha sido un lúcido ejerciciotle conciencia histórica, confrontada con la crisis finisecular de la cul-tura ilustrada. Como bien se sabe, Descartes inauguró la época modernalrajo el signo auroral del racionalismo. "Dar razón" eÍa p^ra él dar elfundamento a priori de tra posibilidad de la cosa en el cálculo lógico del¿ mente que la concibe. "La rnatemática es el producto ejemplar de larazón pura>> (I1I,21.4)r, esto es, el arquetipo o modelo del pensamiento;pero la matemática significa el triunfo de la idea, de lo en sí perfecto yabsoluto, sobre 1o contingente y relativo. "Racionalismo -asegurabaOrtega- es radicalisms" (III,315), el empeño de fundar el mundo denueva planta y disponerlo según orden y medida. La filosofía se convierrelrsí en mdthesis uniuersalis.

Ahora bien, esta fe racionalista, fe en el poder deTarazónpara gober-nar el mundo ex decreto, o, si se prefiere, fe en la ecuación ilustradasaber/poder, de que deriva la ciencia moderna, es la que había entradoen una crisis de consunción. Nietzsche había sido el prirnero y el más

1. Los textos de Ortega son citados según la edición d,e Obras completas, Revista de Occidente,Madrid, t966, en doce tonos.

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{i;lúcido en advertir las ilusiones de la razón ilustrada y la banc¿rrrot¿r clclracionalismo:

La cultura socrática sostiene ya el cetro de su infalibilidacl con mano temblorosrr,pues se ve asaltada por dos temorcs a l:r vez: por mredo a sus propias corsccucrcjrrs,cluc ya comienza a presertir poco a poco, y porque ella rnisma no tier¡e ya la con-fianza ingenua que tuvo en otro tiempo en el valor eterno de sus fundamentosl.

Estas consecuencias no eran más que el extremo escepticismo gene-rado por la razón raciocinante, autodigiriéndose a sí misma. Para salvarest:r crisis, unos habían huido hacia el ir racionalismo; orros se habíanrefugiado en la última trinchera del positivismo, aun al precio de renun-ciar al gran ideal de una razón consrituyente; los menos, en fin -tal esel caso de E. Husserl-, habían intentado restaurar larazón pura, jugandoa la contra del naturalismo y el psicologismo dominantes. Ortega cono-cía el diagnóstico nietzscheano y había explorado sus posiciones últimasen la crítica de Simmel y Spengler. Se había ilusionado también, por algúntiempo, con l¿1 e*pr.é" fenJmenológica, pero pronto rorp..hó qué elúltimo secreto de la Fenomenología era de nuevo el trascendentalismocartesiano. Era, pues, necesario ir rnás lejos: tratar de restañar la esci-sión entre la razón y la vida. Porque de esto se trataba:

Nótese bien la escisión ejecutada en nuesrra persona. Dc un lado queda todo loque vital y concretamente sonros, nuestra re¿rlidad palpitante e histirricii. De otro,ese núclco racional qlre nos capacita para alcanzar la verdad, pero quc, en cambio,no vive, espectro irreal que se desliza inmutable:r tr:rvés clel ticmpo, ajeno a lasvicisitudes qLre son síntoma de la vitalid¿rd (fll, 158).

La razón matemática era incapaz de hacerse cargo de la vida en susapremios e inminenciasi y, a lur inversa, la vida perecía bajo la legisla-ción universal del racionalismo. A la des-orientación de la r.ida, que nosabe a ciencia cierta <a qué estrellas viviro, corresponde el des-arraigode una razón espectral, segregada en un dominio autónomo, que pre-tende poner bajo su imperio la espontaneidad de la vida.

Curiosamente estos rasgos -desorientación

y desarraigo- son carac-terísticas de 1as épocas de crisis. Cuando años más tarde (en torno a Gali-leo), se hace cargo del problema de la crisis histórica, no puede menosOrtega que aducir la desorientación por la pérdida de las creencias, enlas que se estaba, así como el desarraigo existencial de una cultura, quese ha vuelto impersonal e inerte, y que acaba falsificando la vida (V,70-79) desde su raíz.En tales casos sólo salva la retracción del individuoa su soledad radical en búsqueda de su autenticidad:

No tiene, pues, más remedio que arretlerer contra esa cultura, sacudírse1a, desnu-derse de ella, rctirarse de ella, para poncrse de nuevo ante cl unir,erso en carne rivay volvcr ¡ vivir clc ver:clecl {\'', 79-80).

2. lrr.Nictzschc, lt,l ttrigtrrtlL: Lttrt,gr:tlia,Aguilar,Madrid. l95l,l, 148,r.e.E.Or.ejeroyl4aury.

'e aquí'",",:" ;.,:""il. :; .:,.. l'r]'o,,e)-3' com<¡

f :rsc clc alumbramiento del raciovitalismo. Éste es tanto una reforma del

coltccpto de razón como una autentificación de la vida. Se trata precisa-

nrcfrtc cle supefar la escisión razónlvida,cultura/esp.ontaneidad' mediante

.n nuevo régimen de equilibrio. Ni absolutismo de la razón abstracta,

l).ra, como fretetrde el rácionalismoi ni puro relativismo escéptico, como

i...lr .ur ponentes. .[-a sensibilidad de la época que ahora comienza se

caracrerlza por su lnsumisión a ese dilema> (l]. , rcz¡. Frente al segundo,

subraya Oriegu con energía que .la fe en la_ verdad es un hecho radicalcle la vida hurianu, (III, 158)tpero, frente al primero, ha de ser un-a ver-

dad útil, consonante con las exigencias y necesidades cle la vida, a la que

pueda éáta adherirse. La razónt-iene, pues, qüe hacerse cargo de la vida,orientarla y justificarla, poniéndola en realidad, y la vida,-"qu^e^es pecu-

liari<lad, .áÁbio, desarrbllo, en una palabra: histr¡ria" (III, 198), ha de

ser inminencia dé verdad, que 1e pe.mita saber a qué vivir'' Años más

tarde acertará Ortega con la fórmula definitiva:

El hombre se cncuentra :rnte las cosas teniéndo que habérselirs con ellas, y ¿r este

fitr necesita forntarse Lln prograna de su conducta frente á c¿da cosa, esto es, qné

puede haccr con clla, qué no puede hacer, qué puede csperar de ella. En efecto,

yo r-r"aesito s:,Lber a qué aten"a-a aor-r fespecto n l,rs cos,rs de mi circunstancia. Este

cs el scnticlo verdadcro, originario, del saber: saber y0 a qué :rtenerme (v, 85).

He aquí la formulación más cabal de la razón vital. De ahí que el

raciovitalismo sea ya in nuc¿ un progrema de razón histórica, pues no

perseguía otro objétivo que hallar un régimen saludable de comunica-.iótr étrt.. la verdad y la individualidad. Se ha exagerado, a.rni iuicio(Nicol, 7960,343,3i6,367,368), la declaración de Ortega de.que "lai¿." dé la razón uiíal represenra, en el problema de la vida, un nivel más

eleva<lo que l. idea deia razón histórica' donde Dilthey se.qllsi$" (VI,175), sin advertir que se trata de un texto crítico contra Dilthey, á cuyanrn énhistórica" sé refiere, y eue, por lo demás, más que una distinciónentre ambas, viene a reconocei qué la propi a tazón históric:1, cuando se

la lleva a su nivel metafísico de-radicálidad, tiene que ser razónvkal4.En consecuencia: la razón histórica, para ortega, no puede reducirse a

un simple método ni a una racionalidad específica de ámbito -el de las

ciencia.s humanas a diferencia de las ciencias naturales-, sino que es larazón misma en cuanro órgano de la vida, g, dicho a la inversa, la histo-ria misma en cuanto órgano de la verdad. Esta es, en efecto, la paradojaradical en que consiste la razón histórica: el reconocimiento de que ia

3. En cste senticlo l¿r r¿zón r.it¿rl es una razón inherente a Ia vida, "esld uida misma -puntoalizjt

Julián Marías- en su función cle comprender, de dar razón, instrufttelúuftt red¿lendi rationem" (ortega,

II. Las trayectorias, Alianza, Madrid, 19113, p. 2't2).4. L.arazón hist6rica no scría más que una especificación de l¿ razón vital. Cf. sobre este Plrnto

la opinirln concorclc de Morón Arroyo, 1 978, 229; Rodríguez Fluéscar, 1 966, 1 79; Marías, 1'983 , 1 97

y 212; W¡algrave,1965, 217;Bayón, I972' 221' y Molcro, 1981' 38-39'

168 1.69

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t; #PFDIO CI iI,/L)

historia, es decir. el cambio, el tiempo y la facticrdad, lej.s clc sc'rrr .bs.táculo, como asegura el racionalismo, es el modo de

'uestrrr ¡rrrrriei¡r:r-ción en la verdad. E,n otros términos: que el interés y la peculirrr¡rl,r.l tlclindividuo histórico, todo lo que nos afinca al ,,¿q¡jo y ál *ahora,, e rrrrlugar y a un tiernpo definidos, en vez de un estorbó, constituyen el puest<ry Ia ocasión de abrirse a la realidad. El programa de la razírn hiiróricase inicia así con una crítica severa alutopisrno, por su pretensión absolu-tista y antihistorica:

Lo Jako es la utL:¡tía, la uertíad no ktcalizula, uistd desde lugar ninguno. El u:r'-pista *y esto ha sido cn esencia ei raci<¡¡alismo- cs el quc m:is ycrra, porque escl hombre que no sc conse¡va fiel a su punto dc'ista, que desert¿r de i,, pu.rt,,(rrr, 200).

. . La utgpía es 1a expresión de la voluntad de poder de un¿r razón legis-ladora. No se adapta :r la realidad, sino qr.re iJdecreta; no la reconoce)sino que la construye; no responde a la pretensión de verclad, de atenersea lo que es, sino a la :rpoteosis de la razón, eue hace prevalecer su nornr¿l.Dc ahíc}re la crítica al utopismo sea consustancial én ortega con s. crí-tica al rigorisnr. érict.r y su repulsa cle la revolución. Fodrñ decirse quela utopía es l;r r¿rz-ón práctica actu¿rnclo more geometrico, imprsniendo sinreserv¿rs su rt priori nor¡rrativo sobre el curso c{el rnundo:

Cu¡rndo el racionalistno sc ha converticlo en el moclo general dc funcionar las almrs,el proceso rcvolucionario se dispara ¿rutor¡¿iricanrcnte, includibienrente (lll, 22.!)',

l)esde esta razón vitai. circrlnstanciÍlda y perspectivística, que hacedel interés y de la peculiaridad un instrumento de cónocimie'to, ie dejanver las prin-reras te.sis fund:rcionales de la razón histór:ica, tal como orte¡;alas formula en El tema de nuestro tiempo (,1923'1:

l . "Tod¿l filosofía que quiera curarse de ese inveterado primitivismo.de.e.sa pertina.z utopía, necesita corregir ese error, euitancjo que lo qwees blando y dilatable horizonte se anqwiktse en mundo, (III, ZdZ)" "Hóri-zonte> y .,¡¡6¡6|¿' sc contrapoiren aqui como lo abiertolexpansivo y locerrado/clausurado, es decir, como la apertura histórica y el :sistema con-ceptual ahistórico. Horizonre significa apertura en profundidacl, sirr pla-nos ciegos ni síntesis absoluras. Y al igual que hay i_m:r profindidad espa-cial, específica de la conciencia perceptiva, hay otra tém¡loral, hecha depresencias y l:ltenci;rs, constitutiva de la razón hisrórica. El horizonte decada época está definido por ]a altura y anch'ra de sus prsilriiidades.I-a falta dc'conciencia histórica hace que el horizonte, qüe es cie suyo

.5. Dc al¡i quc pucda escribir C)rtega quc (lo tc ¡ruccle scr rcvrilucionaric¡ si¡o en la medid¡ cnque se es incaprrz de sentlr la historia, de percibir er cl prsrdri y cr el prescrte la otrl especio de razón.que Do cs pura, sino vitrl, (III, 161).

l,l;rntlo ),tlil:rt:rlrlr', sc rttttlttilosc crl url rllr.llr(lrl; r-'s tlcc:ir, sc c:icrrc so-l,,rt sí nrsnro.v c'rriglr err eI cspcjisnro r-[e ccinfundirsc con r¡n llunclo cn-

)" "(.ItLltt uidtt -puntu¿rliza

Ortega en otro momento- es un. punto,lt' t.tisltt sol¡re el ttúuerso.Iin rigor, lo que ella ve no lo puede ver otra.(.:rcle indivirluo

-persona, pueblo, época-- es un érganrl insustituible

l,rrra l;,r conquista de la verdad" (III,200). Se comprende que el hori-/()nte n() sc¡r más que el ensanchamiento de una perspectivir, deterlni-rrild¿r por la posicirin en la realidad y por el modo como ésta se dejavcr elesde Lu1;r concret;,r situación. La perspectivá 11o es ciega ni albiir¿r-li:i. No sólo tiene su propia ley de refracción ohjetiv;r, sino que está,r[rierta y orclenada il otr¿ls pcrspectrvds, sucesiv:rs o sirnuitáneas, afinesi) r.{lnt,r'ari;is per{} t:n todo caso cclmplement¿rrias en la conquist:r de la',crrl¿d" {.-'acl:l perspectir'rr consrituy€ nna virr, únic:r e intr¿-rnsferible expe-'t:nci.r de 1a realidad. [-:r rnultiplicación, pues, de las perspectiv:is, lejosrlc inducir rrl escepiicismo, ensancha y profuirdiza la tare¿ del conclci-iiiiento" tr]crfenece, por 1:.1i1t(), nr'!'csilr;illllr'11te, a la eco¡rorní¿r histónica

'!c la verci:¡cl''. i{e ar¡uí cótno ést:r, clue por sí r¡isma cs ajcna a las",'¿iria¡:iones iristóricas *-concluye {)rteg:r- "adt¡ttiere unrt dínrcnstórt uital.:',iil cl deslrrolio, el camhir¡ perpetuo y la in:igot:tble ¿ventura que cons-titr,rye lr vicla, el universo, i¿r omnirlo.la vertiad, gued:lria ignorado"(ttri, 200).

3. ['eri¡ esto siglrifica qr-re la razón histórica comprencle cada pers-

i)cctiva en su unicidarl y singuiariclad y, a la vez., ia cornpreireride o ¿rti-¿uia en Lirl prllces() vivir-irte de comrtnic¿lcirin, qur- conslrtrlvtr'e1t sLl cre-eirnientri tE-¡dr¡ el paisaje de la espi,rcit-. La concienci:r histórica curriple;rsí llna s-{ohie funci¿¡n: si cle un l:rdc, rcl;rtiviza tod,-i sisterrn;i:rbst¡lufo"lr:¡cicnd<¡ r'cr: la perspeciiv:l de que ha et.n¿in¿rdo (lll,20l ), *1el otro, lrti-¡:r,11¿nilo los horizctntes p:rlciaies, clesr:ubrierldo ei ordci.r de su progre-:,ion y conrpier:rientariedacl, promueve una lcvcl:rción absr-¡[uta. P¿lradó-

1ic;rme;rlc, 1a raztln his¡órir:;r coi.rsii{r,¡,i/e tina inst¿rncia rie pretr:nsión;rbsolr¡ta. l{o trray sr¡brc cll¡ rtingun:l otra instancie totalizatlor:r.. Comclrdvir:rte Crteg¿, "Llir¡s no es r¿lcionaiistíi . Su purtto de vista es el de cadauiro de nos()tr(ls; t¡uestrc tterclat! ftan".iaL as también uerddd ¡tara [)kts"(iti, 202-); lo qr.re pncde valer como 1¿1 tcrcera tesis de la razlln histt'rrice,q{ie $e airt{icor1}prcn¿{e comt; el r-injco órgano de la lc'rdecl. Se partía deuna paracloja: la hrstt¡ri¿i es efecfivt.l conocrmiento, mcldo cle participa-r:ión r:n ia verda<1. y se descmbt)ca en otrír par:icloj:r: sólo ia razón histó-ricil, en criirnto progresiva integraciitn cle las perspectiv:ts, es el úniccrórgano c{e tot:rlización de la verd:rd. l{e acluí e1 primer:rtisbcl cle l¿r his-tori¿r como sis¡ema. ¿l'do estaba acaso el hegelianismo actuanclo implíci-t¿lmente en esta primer;r fclrmr-rlación?

6. L.n este punto ha ,. isto Dujovne (1968, 27) ucl t pritvi fu¡d¿vlental de l¡ historiao p¡ru Ortcg¡y Gassi.t. SoLxe el cariict,:r ilinrimico de la perspectiva y su rcltciórt con la historia, puedcn consultrrrsc

lrs precisas y bien documeut¡dls ¡cflexiones de Rodrígucz Iluéscar, 1.966,175-l )().

t70 171

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?lII. EL SENTIDO HISTOR](]O

Mas si emerge una nueva forma de razón, se da con ello una nueva reve-lación: no ya la realidad en cuanto naf¿raleza objetivable, sino en cuantosentido. Lo que capta la razónvital es el sentido de la circunstancia, ioque ésta signifique y valga en función del omundo de la vida". La salva-ción de la circunstancia no es más que el hacerse cargo de su sentido oel integrarla en un proyecto existencial; es decir, el tránsito de su nudarealidad a su realidad como sentido. Congruentemente, la razón histó-rica, en cuanto vital, no tendrá otra pretensión que comprender el sen-tido de otras vidas, otros mundos ya sidos. Ortega recoge fielmente ladistinción neokantiana entre "explicar" (erkláren) y "comprender" (uer-stehen):

En vez de explicar, 1a historia trata de entender. Sólo se entiende lo que tiene sen-

tido. El hecho hum:rno es precisamente el fenómeno cósmico del tener sentido" (III,310).

Ésta ha sido la contribución específica del siglo XX: la conciencia his-tórica,.la nueva pupila, como un nuevo órgano hutnano, el más humanode todos, porque con é1 el hombre percibe al hombre" (III, 307). Perci-bir, esto es, darse cuenta de otros hombres y otros mundos en cuantootros que yo y, en su contraplrnto, caer en la cuenta del propio sí mismo.La conciencia histórica es radicalmente autognosis, percatación del sen-tido de la propia vida, de su significado y valor en comparación a otrosmundos sidos. El sentido histórico no es más que la percepción del mundohumano en su específica diferencia. "La difeiencii es la distancia cuali-tativa> (III, 308). Se trata, por consiguiente, de un nuevo modo de con-siderar la realidad humana, no swb specie aeternl, como en la subie-tividad trascendental, sino sub specie temporis, esto es, concretic,tnis etdifferentiae, en su individualidad característica.

En cuanto sentido de la diferencia, supone ya una descentración delespontáneo absolutismo con que el hombre tiende a considerar su mundocomo el mundo; pero, alavez, reconoce una comunidad intrínseca entre1os distintos mundos. Porque, ¿cómo serían éstos connotables si no fue-ran otras posibilidades de lo humano, otros modos de ser-hombre? Deahí 1o que llama Ortega ola antinomia de la óptica histórica", ni dema-siado cerca ni demasiado lejos, ni tanta aproximación que borre la dife-rencia ni tanto alejamiento que pierda de vista la comunidad (III, 309y 311). I-a justa distancia representa, pues, e1 equilibrio dinámico, nosólo gnoseológico, sino en cierto modo ético, existencial, entre lo ajenoy lo propio, el alter ¿g.o como otro yo, pero, a lavez, otro que yo; o dichoa la inversa, el propio yo como otro tú y otro que tú; incluso el adversa-rio, siendo muy otro que yo, no deja de ser mi otro tú. "Yo desconfíodel amor de un hombre a su amigo o a su bandera

-escribía enlas Medi-

tacion.es del Q,uijote (1914)- cuando no le veo esforzarse en compren-

172 t73

,rcr ar c,rc,'ig., ,, ,,;"';;;.:^ .,:,:': ;; ;;; se criría que er orro gc'r.ri,r<,

no srilo tiene la capacidad de reciprocarme, como dirá más tarde Ortega(VlI. 179), esto ei, de corresponderme, sino también la de alterarme,sacarÍre de mis casillas y enclaustramientos, descentrarme; y a la recí-

proca, yo soy un alter tu de éI cuando reconozco-su específica diferenciay quedo en franquía para lo que no es mío en él y, con todo, lo alteroy des..r.t.o de sí mismo. La razón histórica es así un ejercicio de genero-sidad intelectual, de altruismo existencial:

Pero el historiador necesita iustamente elevarse sobre 1o que constituye el armazón

mismo de su eristencia, necesita trasponer e1 horizonte de su propia vida, desvalo-

rar las convicciones y tendencias más radicales de su espíritu (III,308).

¿Cómo es esto posible? En este punto tiene que debatirse Ortega de

nuevo con el dilema absolutismo/relativismo, qlle ya hizo su apariciónen El tema de nuestro tiempo. El absolutismo racionalista se presentaahora, no en su intención utópica, sino en su pretensión exclusivista de

.*orir-o culturalr. La razón ilustrada se ha entendido como toda larazóny ha impuesto su derecho a una cultura universal' Se diría que el

universalismoiubjetivo, por el que toda cultura tiende espontáneamentea entenderse como única -"de hecho siempre aparecerá al hombre que

sz horizonte es elhorizonte, y que más allá de é1 no hay nada" (III, 305)-,se refuerza en este caso con un universalismo objetivo, que cree tenerla medida universal delarazón. Esto es lo característico de la concienciailustrada; .ha pretendido deliberadamente tomar un punto de vista uni-versal, pero, ett rigor, no ha fabricado sino historia europ,ea> (III' 305).El Rornanticismo vino a librarnos de este espejismo y devolvernos la con-ciencia histórica de Ia diferencia, pero no supo precaverse de la seduc-

ción de Ia continuidad. ¿Qué fue la historia universal hegeliana sino lasíntesis entre Romanticismo e Ilustración, en el gigantesco intento de inte-gración progresiva de toda diferencia? De ahí que pronto,cediera la sen-

iiUiti¿"d romántica, según Ortega, en la segunda mitad del siglo xtx, al

embate de los progresistas liberales, de los darwinistas y de los marxis-tas, <<tres castai depensadores (que) coinciden en creer que la estructuraesencial de la vida humatta ha sido siempre idéntica, (III, 308). Pero el.hoyo histórico representaba, al entender de Ortega, "el desperta-r de laretriibilidud europea, hasta ahora reclusa en un sueño provincial, a unhorizonte de radio mucho más vasto y más universal" (ilI, 306). La etno-logía ha sido uno de los grandes impulsos en esta dirección (II1,296),y pot urt primera se ha hecho posible una "historia universal Policén-irica" (III, 307) ¿Significa esto una recaída en el extremo opuesto del rela-tivismo histórico y-cultural? Y en este segundo frente tiene que habérse-

las Ortega con .ei relativisrno extemporáneoo de Frobenius y Spengler,debido á hnbe. elevado "la intuición del pluralismo universal" a una*dimensión metafísica,. Pero si nos confinamos en la heterogenidad radi-cal de las culturas (y de los ciclos históricos), como totalidades monádi-

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c¿ls, ircnlrétices e incornuuicablcs --r'cpliclr ()rtcgl--, t[t.s;r¡r:rrt'cc l:l l)r )\rbliiiad de articularlas históricamente.

La crítica clrteguiana a este doble frente deja entre\¡er :rlgunos sLrpr.rcs-tos de Ia trasposición histórica del horizonte. Err primer lugar lo qr-rcpodríamos llanrar l¿ comunic:rción (Gadarner, 1977 , 376-377) de hori-z{)ntes, en virtud ile su misrla estrucrura. Reconocer la limitación delpropio horizonte es tanto como quedar en fi-anquía para abrirse a otrosiroriz<xrtes en su clif-erencialidad específic¿r. Paraclójicarnenre, la concicnciacle la iir¡ti¿rcii'rn es l¿ única forma de trascenderia, de errigr:rr de eliaim:lgin:rtivamerrte hacia otras formas de re¿rliz-ar 1o humano. l-os distin-tos horizontes histriricos, en virtud de su estructura l-rorizónf ica qua .aper-

fura en profundidad, remiten los unos a los olros y cornunic:ln entresí, con.ro l¿rs distintas dimensiones temporales se co-implican y reenví:inen la unidad ext:itic¿l cle un único tiempo. Y algo análogo puede decirsede los distintos círculos culturales. Estos serían inconstatables e incorn-parables en cuanto ctilturas, si no supusieran cierta comunicación enti:eellos en virtud de Ia identidad, siqr-riera sea estructural, de ia condiciónhum:rna:

El problor.ra histórico tle Lds tult.uro.s ni resuelvc, iri siiluiere olantca, cl problem:,1filosófico cle la cultura, rlc ia ve¡riad, clc l¡ norm:r riltiirra 1.hnica morai, dc labeileza objetiva, ctc. (IIi, 30,{).

Err otras paiabras, sinun criterio hermenéutico, ¿cómo podrían arti-cularse en el sistema cie l¿l historia y de la cultura l¿ls diversas culturas?,¿cómo podrían c()lnp¿lrarse y tr¿lzarse la líne¿,r de si-r desarrollo en cuantoformas de Cultura?... En segundo lugar, los horizontes (y ai igual l;rscultur:rs) se complement¿rn enrre sí. A diferencir de las especies anirn¿-les, "ningún hclmbre

-recuerda Orteg:r- ha vivido íntcgro el paisrrjcque sóio se deja experimentilr entre todos, en 1¿r cliferencialidacl de esri-los y culturas" Ahclra bien, est:r multiplicidad no es rapsóclica; responclca 1¿l uomnímoda conexión>, como ley estructural del universo

-tambiénclei histórico/cuifural-, en cu¿lnto ltaces o l'acies de la condición hum:rna..Cada cultura sería eso: una melodía con su ritmo y su línea sofloraincc¡nfundible" (III, -300), pcro la com-posición misma scrí:r sinfónicrr,en l:i rleclida elr que clej:l oir, resonar simultáncamente l:rs cliferencias.El sentido hist<irico no cor.rsisrc srilo en captar las clifercncias, sino ensaber organizurlas cn Lrll pr()ccso urritario. De ahí c¡ue la raz-ón histórica¿rvance elr rlos clirecciclrrcs. tJn¿ dc ellas sería io que enrpieza ahora aliam::lrse "psicología cle lu evolución". gs trata en ella cle reconstruir la.estructura radic¿lrlentc clifcrcnte qr-re ha tenido 1¿r conciencia humanaen sus diversos estaclios (lll , 3l l). La expresión "estadios evolutivosumuestra inequívocitmente la concepción teleológica que tiene Orteg:r deldesarrollo. Pero todo prog,reso slrpone un criterio hermenéutico/valo-rativo y de esto se ocup¿l l:l scgunda dirección de avance dei senticlo his-ttirico:

(,r",tt,, ,,,,r,,,''., '-*i" :".. ;." r::::;""rt" cn su perso'alidati rlircrcn-ciul, no h¿rbrcmos agotado la posible perfección de la sensibilidad histórica. Es menes-

tcr que clc cst¿ fina comprensión se saqlren consecucncias de orden cstrmativo (III,.1 il-.r 2).

Psicología de l¿l evolución y axiología se perfilan, a la altura de 7924,,r los ojos de Ortega, como las dos disciplinas fundamentales del sentidohistórico.

tr,a polémica contra el relativismo v¿1 a conducir finalmente a Ortega,en consonancia con la tercera tesis destacad a en El tema de nuestro tiempo,¿r convertir la razófi. histirrica en una .faena absoluta". [-a declaraciónno plrede ser más explícita: "La historia, al rec{rnocer la relatividad de

las formas humanas, inicia una forma exenta de relatividad" (III, 312-313); al com-poner en el tiempo las diversas perspectivas, expone un pro-ceso unitario de descubrimiento del todrt. Cabe concluir' en consecuen-cia, que en1924 Crtega se movía en un historicismo de ascendencia vaga-menti hegeliana. El hegelianismo de fondo se reconoce en diferentesrasgos: de un lado, en la concepción de ia uniclad monádica del tiemprlhistol'ico en un <espiritu,, que define cada época y constituye la unidadinterna de todas sus manifest¿lciones culturales (Althusser-B allbar, 7970I,'112-1.49); del otro, en la versión teleológica y unitaria de desarrollo,y, por últirno, en el ideal de totalización de la razón en la historia'

En un segun'Jo asalto al tema que nos ocupa, realizado en1928 -He-gel y la historir,tlogía-, afronta en diálogo con Hegel y la Escuela histó-iica los problemas epistemológicos de la historia. En cierto rnodo, la crí-fica a un historicisrno totalizador ya venía de unos ¿rños antes. Fn Larebelión de lds masas (L926-1928) rolnpe Crtega decididamente con latesis lregeliana de l¿r absoluta determinación de la historia (IV, 193). Enun sentido análogct hai:ía criticado en 1925 la creencia marxista en ladeterminación unívoca por la infraestrltctura económica (II' 52-5 ss.). Sinmenoscabo de la categoría de Marx como pensador al reconocer' acordecon el espíritu de su tiempo (el siglo rtx), la importancia del factor eco-nómico, Ortega no puede aceptar que toda la historia se reduzca a lamodulación de la economía:

La utílidacl, especi:rlmente la cconrjrnica -los nreclios de producción y tráfico, comtr

dice M:irx-, es una gr:ln ruetla dc l::r historia, pcro cllre rueda cngranada con otr¿ls

nruclras... M¿ís verosímil es que existcrr v¿rrias potorcills últirnas, cuyo diferente aco-

nrodo y combinación trac consigo los grandes canrbios históricos (ll,527--528).

Y como prueba, en contrapllnto a la exageración de Marx, exponeOrtega otra exageración, la interpretación bélica de la historia, por l:lque lá rueda maestra no la juegan los medios de producción sino los de

destrucción. En definitiva, 1o fundamental es el reconocimiento, siguiendoa tü7eber y Scheler, del "maravilloso entrecruzamiento de las causas dcrr-tro de la realidad histórica" (Itr, 540), donde todo influye en todo y refluyc

174 175

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sobre todo, l:r economía en cl todo de la cr-rltur,l, c()nl() t¡rrcr'írr lVl:¡r'r,pero viceversa, en la economía el todo de l¿r cultura, por cjcnr¡rlo, l;r lcligión (\X/eber).

Pese a estos apuntes críticos, le faltaba a C)rtega enÉrent¿rrsc corr lametafísica hegeliana de la historia:

Su filosofía cs, en Llno Lr otro rilluroso sentido, lógica, y oper:r mediante un rnovi-micrrto de plrros conceptos lógir:os, y pretendc deducir lógicart¡¿:¡¡¿¿ los heclrosd-lógircs, no hay dud:r que la I{istoria debc rebelarse contra su intolerable irnpc-ri¿rlismo (IV, 525).

Un par de añcls más tarde, en los apuntes En el centenario de Hegel(1931), vuelve Ortega sobre su crítica a la filosofía hegeliana cle la histo-ria. Se aciara ahora la culpación del imperialismo: Ia razón especularivedecreta a la historia slr ácontecer:

Cuando I{egel se ilcerc¿l ¿r la historia, sirbe de antem¿rno Lr que en ell:r tiene que haberpasaclo y quién es el alguien de su i:Lcontccinier-rto. Llega, pucs, a Io histórico aururi-tari:rrnente, no con ánimo de aprencler dc la historia, sino, al rcvós, resuelto a avcri-gulr si la historirr, si lrr cvo]ucitjn hum¿ir¿r se ha portacio bien, quíero decir, si ha cum-pliclo su deber clc ajustlrsc ¿ lrr verdird clue la filosofia he descubierto (V,419).

Aunque la objeción no es nuev¿r, Ortega acierta a presentarla en Llnaf<irmula de especial vigor. Se diría que hay un círculo vicioso en la filo-sofía de la historia hegeliana, pues l:r r¿rzón supone en ella a priori untracion¿rlidad, que luego obvi¡rmente acaba encontrando. "Inyecta asíHegel en la historia el formalismo de su lógica, (VI, 49-50), una *razónfcrrastera'

-puntualiza en Flistoria como sistemd- ala dramaticidad delo real. Pero, con ello, no sólo se supl¿rnta a la historia real, sino quese la desfigura desde el apriorismo de la metafísica del espíritu. La clavereside en la categoría de "espíritu",lo que se comprende a sí mismo por-que está plena y absolutamente presente a sí en la realidad de su propiaobra. El <espíritu> es el <sí mismoo racion:rl como autorrealiz:rción y pro-ducto de sí. "En su juventud preferí¿r [l{egel] -precisa

Ortega- hablarde vida. Hoy le acompañaríamos en esta preferencia. ¿Por qué?" (V, 420).Porque en est¿r categoría especulativa Ia vida se ha enmascarado y ciesfi-gurado en la forma plenaria de una libertad ¿rbsoluta. l,a vida, en caül-bio, es pura inquietud, problema de sí y decisión de ser, sin que puedahallar nunca cabal satisf¡cción. "Por esto la vida humana no puede serlo que Hegel llama "espíritu", sino sólo movimiento y estación hacia éiu(V,422)'. El espíritu hegeliano resuelve el drama de la vida, al elevarla

7. [n sus not¿rs de archivo sobre Hcgcl, Ortega advierte la ¡finiclad entre el "espíritu, hcgclianoy 5u catcgoría de la "rida,. "El espíritu no puede descans¿rr ni ocuparse de otr¿r cosa hasta s¿ber lcr

iltrc cs. I'1n vez de espiritu -precisa Orteg¿r- porgamos yida cl mi sentido. L¿r vicl¿ cs un busc¿rrse

r sí nrisrnl, una lucha por la propil autocl¿rrid¿rcl. Esto cs buscar el sentido cle la r,ida. Y todo lo quecle clctcrrrrin¡do se hacc, sc hace por eso, (Archivo Ortcga,JH 93/132).

s,,r,r.t. r,r r;rct icirt,rcl ;, :,,,-,; ;,, :",:".':,, ;;.,,',r"r,,, c,ttt. v itl:t itt t.irr it.. l'crt I

tst,L irrlclcpcrlclencilt y absolutez lc pag.¿al-p-recio de su cnc¿rnaci<in cll lrr

,f ,ri.,, ".f¿'r^ "t.","y

absoluta, el E.stado' "He aquí.por q.ue' según He¡iel'

Cl L,spíritu no ¿lpafece et1 el mundo, no tiene realidad efectiva sino en lorma

olcirr",l,r, (V,426). ¿Mas cómo pódría la vida orteguiana' como inquietud

y quehacer, r..or-rn..r.. sin destiuirse en tan soberíln¡ y utliversei figura?' ' ño obstante, Hegel ha tenido el mérito indiscutible de elevarse a un¿l

"perspectiva hisiórióluniversal,-que.incluye l" p:1:ptt'1I'r individual-y

t,i ru.lrl, es la perspectiva integral áe 1o humano' (V,416)' Fsto ha sido

nosible por el elnpleo de cateforías metafísicas. volviendo de nuevo al

l .rj.ñi. rszi ifr,,.. HegeL y"ta histrtriología, Ortega le co*cecle a Hegel'

il;",. r la Escuela históri"ca, que la histoiia necesita de una ¿eternrina-

¡árr ."r.J"tial de la realidaá Éistórica, aunque ésta.no puede ser ya del

árJ." nUíut"to del .espíritu,. Así, entre Ia Escuela histórica y la filoso-

il^ .rp.."t"riva cle la Éistoria, opta Ortega.por une teoría construccitl-

nirt^, ."',f,,.me con el espíritu nioderno de la ciencia. La historia' como

ilJ" f¡.n.in cle realiclad, ér, prr.t, construcción' pero' alavez, en cllanto

."".r"*" a la experiencia .de

la vida humana, no es el suycl Lrn conoci-

nliento meramenó sirnbirlico, como el de las cicncias naturales' sino expe-

riencial/directo, esto es, verdadero descubrimiento de realidad:

Por eSto tienc quc partir de la realidatl nliSrnl y ln.rnttnefsc ell c()nt.lcto illintcrrull-

pidoconella,.nn.,orclccotlprensiónynosimplet.trentcenoperircioncsmccáni-cas que sustituyen a aqué1la (IV' -532-'533)'

curios:r y sorprendentemente, falta en este contexto una neta difereli-

cia entre los'n-rétódos cle la "explicación' y la "compre¡sió¡",.que ya se

hnbín.rtobl.ciclo en L¿s A ttántiáas. Supuesta esta diferencia metódica, per-

manece icléntic. el armazón epistémicó. Toda ciencia de realidad -precisaó.i.r"-, y la historia es une de ellas, se c.mporrc de esos cuetro elemen-

ros: a") un r1ú.i.o a priori,la analítica del género .le realidad que_se intenta

nt.ríigot -la materia en física, ¡¡ histórico en 1a historia-; á) .un sis-

tema cle hipótesis, que enlaza ese núcleo a priori con los hechos observa-

bles; .) .rn,l ,on" dé i'ducciones dirigidas por esas hipótesis; d) una vasta

periferia rigurosarnente empírica-descripción de los puros-hechos o datos

ftV, S:O). És 1,, q.,e llamaiá más tarde el "galileísmo de la historia", en

q"..1 o'priori c-tntológico especuiativo e.s sustituido por el ¿l priori^cons-

Jr**o,'f""dado en rin análisis cle rc'alidad (cf' IV, 528, n' 1 y V' 13-20)'

El interés orteguiano se centra en ia determinación de este nuevo ¿1 prictri,

;;;; ;;;"rrEln ¿.,..-inación caregorial dei nuevo género.d.e realidad.

"iJá"*-i"ación de ese núcleo catégórico, de lo esencial histórico, es

.fr..^ primario de la historiología' (IV, 534). La historia _r_emr_t:1pues';;;;;;.l"gi, a. la existencia iristórica o Antropología (IV-.535)'' El

;.;;¡.;; ¿.íser histórico pasa así al primer plano de consideración-

8.C)bvi¿rrncnte,tallbiénaunasociología,queOrtegedesarrollarásobrctodocnElhoml¡n,yla gente (1,()49-I()50). Cf. sobre cste punto Pellicani, 1987' 37-60'

1771,76

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flIII. LA HISTOIIIA COMO SIS]'EMA

Ésta es la problemática que encaran los trabajos más importantes clc ladécada de los treinta, En torno a Galileo (1,920) e Historia como sist:ema(1935). De nuevo aquí el progreso orteguiano en la determinación cle la ra'zón histórica viene de mano con una profundización en la crisis de larazón. Ésta no se hace consistir tanto niian sólo en la escisión razónlvtdacuanto en la naturalización de la vida, al someterla a ia ley abstracta deIa razón formal. En otros términos, el naturalisrno ha vaciado el mundode sentido. En su empeño por reducir toda realidad al orden natural dela mera cosa ha conducido a la pérdida de significación humana de laciencia (VI, 20). De otra parte, el naturalismo clásico estuvo vinculadogeneralmente con el sustancialismo, una interpretación del ser como

"substrato de cualidades y sujeto permánente de variaciones", incornpa-tible con la idea de vida como tarea de ser. De ahí que la sustancíaIiza-ción del cogito por Descartes supusiera un modo de cosificación o natu-ralizacíón de la esencia fluida del pensar (VII, 399). Urge, pues, unades-naturalización categorial de la vida, para librarla dei maleficio de lacosificación.

E,sta instancia abre un nuevo flanco crítico contra Hegel. Ni siqr.iierasu historicismo escapa a la sospecha naturalista, en la medida en que sumetafísica especulativa se basa en la lógica de la identidad. La crítica es

tan rotunda que merece el honor de una larga cita:

En Hegel el movimiento del espíritu es pura ficción, porque es un movimiento irternoal espíritu, cuya consistencia es en su verdad fija, estática y preestablecida. Ahorabien, toda entidad cuyo ser consiste en ser idéntico posee cvidentemente ya y desdeluego todo lo que necesita para ser. Por esta razón. e1 ser idéntico es el ser subs-tante o substancia, el ser que se basta a sí mismo. el ser suficiente. Esto es la cosa.El espíritu no es sino una cosa... )aprot:ocosa,la urding. cs eI inte]ecto. Él identi-fica, cosi-fica--uer-dinglicht- todo lo demás (VI,31).

El espíritu identi-fica, esto es, se establece como idéntico consigomisrno, y en este mismo acto hace que cada cosa devenga idéntica consu ser. En este sentido cosi-fica o hace ser a la cosa lo que es. Pero Ortegacarga deliberadamente el término de un sentido peyorativo, alienante, puesel espíritu en su realización se hace cosa o <pone la coseidad,, como pre-fiere decir Hegel, con 1o que se pone Iarazón en la realidad. Esto significael triunfo de la identidad sobre la dispersión y la diferencia, del repososobre la inquietud del movimiento. En sus apuntes inéditos, se queja Ortegade la estrechez delarazón hegeliana. .Saber es tener conciencia de un objetoracional", traduce Ortega un texto hegeliano, y añade críticamente: "Elmismo error de que él acusa al entendimiento lo comete con su razónr;y acaba la nota crítica "... es preciso incluir lo irracional,e. Pero esto es

9. Archivo Ortega, JH 94/1.32.

178 179

ir¡sri,,,,c,,tc ,,, u,.';.;.; .t";^: ;;". ,;.,'";"",. haberlo cligerido

t,sr.rccrrl:rtiv:¡ltc¡te. De ahí que la razón sea, en última instancia, poder

.l.j i,l.,rti-fic,rrion, de produciion de la identidad en el seno de la diferencia.- También Dillhei cae bajo la sospecha orteguiana de naturalismo:

Noconsiguiónuncapensaflarealidadhumanacomoalgoarajatabla-histórico'sino que iecayó siemp.e de nuevo en la idea traclicional cie que el hombre tiene y

es una <naturaleza" (VIII, 286).

claro está que el concepto de naturaleza no tiene en Dilthey un sen-

,iao .rri"fOgico fuerte y tan sólo designa una constante descriptiva de

.i.*ou ,"rgJo clisposicionales de comportamiento. Fero aun esto le parece

o óri.g" el..siuó. La destrucción de la metafísica sustancialista de Occi-

d;t; ñ; de ser para é1, como para Heidtgger, total' Así, frente al natu-

ralismo, Ortegá se siente oblifado a defender un historicismo extremo'

ñ;; il mis#o raclicalmente abierto, una nueva metafísica de 1a vida

de inspiración heraclitea:

Porquc el hombre no tiene naturaleza. El hombre no es su cuerpo, que es una cosa;

ni es su alma, psique, conciencia o espíritu, que es también una cosa' El hombre

noescosaninguna,sinoundrama-suvida'unpuroyuniversalacontecimientoque aeonlece I cadl cr¿l y cll ql'c e¿drt r'ull no c\' ¿ \u vc7' lllJ\ quc aconte(i-

miento (VI, 32).

La nueva ontología fundamental no pue<ie refugiarse,. por ende, en

.t ..tnt"to lógico de'io, conceptos, que no es otro que la identidad. De

,f-ri qr. oti.[" op.le , .on..pru' 'otasionrles". que n() manrienen fiia

. i¿ü,i." r.r"rlgr-rifi.noión, sino q'e en cada caso la concretan y modu-

i"rr, .r,o es. la"especifican a tenór de las circunstancias y experiencias

singulares cle cada vida (Vi, ?6 37)''. Por otra-parte,.la nueva antropo-

iu!?"i.f".rra 1as categoiias dinámicas, -qu.e

yl habÍa desarrollado a par-

fir"d,e 7929 para 1-rrceise cargo del ser de la vida. La vida no es natura-

leza ni sustancia. sir-to enérglia ergon, en un sentido radical. La vida es

tarea de ser y, por tanto, q-ue-ho.ér, .tr la doble irnplicación ontológica

de (menestei-rér, y "L"ss¡-por-ser'. Ortega no duda en echar mano dc

i" t.ologí" negativa para definir tan extraáa realidird. .Pero el hombre

no sólo"tiene!,'e ha'.crse a sr mism., sino que lo mes grí1\e que tierle

clue hacer es déterminar /o que va a.ser. Es causa stti en segrtndrr potcn-

cia, (vI,33). Pero a diferencia de Dios, su creación no es absoluta, sinrr

iltri,!¿" a 1á ocasión. .Es un Dios de ocasión> (VI, 36)' Si no espírittr

p"rá, t. quedaba la vicla, al menos, corno.signo de su estirpe, el.espírittr

i. tr'inqui.,ud. En cuanro quehacer. la vida es dr:.na. en la triplc u.i-

10. M. Heic{egger, en su analítica existcncial, hzrbía ll¿rmado "cxistenci¿rles" r las Iltlcvils cill! ll()

rías de la.eJ<-sistenciao, heterogéneas con las de la ontokrgía clásica Ortega preficre clcrrolrtiltrttlrts "r'crt

sionales, en virtud de su rnisira concreción coyuntural o temporal Cf Rodríguez ¡¡t'¿'tt¡¡' l()6(r'

180-181.

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*tF

dad cle problerna, proyecto y urgunrcnto clc sí. (bnro cn r'l tcrrlr'()i.rrlurno hay lugar para el eleatislno: todo es representacirjn. .(lrro l:r vitl:res un drama que acontece y el sujeto a quien le :rcontece lr() cs ntrncllcosa aparte y antes de su drama, sino que es función de é1, qr-riere dccirscque la sustancia sería el argumento> (VI, 35), o dicho a la invcrsa, clucel argumento y sólo el argurnento es la sustancia misma de la vicla.

Este creador,/criatura ocasional consiste en una figura de fantasía ytiempo. Es congruente que Ortega abandone en está época todas las cate-gorías antropológicas clásicas, por su sabor naturalista, para acuñaL unatermincllogía más afín a la creación literaria. Entre las potencias huma-nas destaca ahora la fantasía por su capacidacl autoinventiva y plas-madora:

Se olvida clern:rsi¿rdo que el hombre es imposiblc sin rmagrnación, sin la cap:rciclaclcle ilrventarse una figura de vida, clc idear el personaje llue va i1 ser. El hombrc cs

novelista de si mismo, original o plagiario (\4, 34).

Podría ser: definido, en cú¡]secuencia, como .un animal fantástico",(enfermo de fantasía, lo llarnar¿i Orteg:r), en continlr¿1 :lnticipación y auro-plasmación de sí. Figur:r de invención, no tiene más realidad que Ia qucle proporcion:r su propio argumento. Con esta primacía de l:r imaginl-ción creadora se reclrpera la dimensión utópica, no en el sentido abstractoy norm:rtivo -la mal¿r Lltopía racionalista- que ya se h¿rbía recusado,sino en el propi:rmente existencial. Más que de contenido utópico, h¿rbríaque hablar de fr-rnción utópica, :lnticipativa y aspirante de un programaíntegro de vida (XiI,213), que queda siempre en est¿rdo de fragmentoy esbozo. La pretensión de ser, en clue el hornbre consiste, nunca puedellegar a consumarse, porque el tiernpo inexorable la condena de ante-mano :1 permanente inacabamiento:

Dc ahi que el clestino -el privilegio y el honor- dcl hombrc es no lograr nunca1o que se propone y scr pura prctensión, viviente utopia. Parte siempre hacia cl fra-caso, y:rntes cle entrar en la pele:,1 lleva ya hcrida i¿ sien (V,4.34).

Mas ésta es la buena utopí¿i, porque no peca por el exceso de suspretensiones, sino por Ia intrínseca relatividad de la cclndición temporal.El mal utopista no tiene conciencia del lírnite, y cree ingenuamente quetodo Io deseable es posible; el buen utopista, en cambio, se emba¡ca enla ¿rventura de una poíesis incesante de lo posible, aun a sabiendas deque no toclo lo posible habrá de ser real. En definitiva, 1a mai:r utopíaes sustancialmente absolutismo y alucinación1 1:r buen:r, tensión de bús-queda y ensayo.

La otra car¿l de la imaginación creadora no miril hacia el porvenir,en cuanto concienci¿r anticipativa, sino hacia e1 pasado, tratando de recu-perar lo sido. Pero hacer memoria es también una form:r de imaginaciónreconstructiva. Además, pues, de "animal uttlpicoo, es ei hornbre "ani-

rrr:rr *inrolirgr.",, *;;. a.;;,t"r,.., .' ,,tr.,"r,,tI. vit:rltrrt'tttt't tr t s' t't

rcrcccr ru, áíaar. Éstas determinan su facticiclad, y it la vcz lo st¡sttrrt,t¡r

;üt,1.;;;tnáo, rntt inapropiable en.su integride.-l ct'nr.' ttlr!'itrr t .irr;tl

canzable és el prcrgrama íntegro de existencia. Si la volunt;ltl LlL ir\'crrltrrrr

:;;r"..p.;á. itii^t utópicí del hombre, la otra voluntad clc sctrtitl'r'

.lc rut',rcscllrccimicnro e inrerpreracion. nos revele su f;tz clillrolr'rqit.r.

.l ,orrd.n de la oscura plncenia <Jel pasado, en qu-e está.irnplantatl'r l't

vid¿l. Muy cl¿lramente sá percibe el fondo nutricio de sentido en los Lls()s

,á.llf.r, í .n "rp..i.t. en el uro de los usos. el lenguaie, c()lrro ('()nrtrrri-

clad fáctica e histórica:

L:Ls palabras no tiencn etimologítr porque se¿1n palabras' sitlo porque son Llsos' l)cr<r

esto nos obliga a reco]]ocef y clecl:rrar que el honrbre es (:onstit]-rtivamente' p()f sll

inexclrabic.destinocclmon.iembrocleun¿sociedad,eTanimaletimológiul.Scy,únesro, la historia tod¿r no sería sino una inmensa etimologia, el grandioso sistcllrrr

cle las etirnologías'.. Etimolog,i¿r es el nombre concreto dc lo que m:ís abstrrtclrt-

mente suelo llamar mztjn histtirica (VII' 220)'

Fieura cle fantasia, utópica y etimológicamente proyectada' y' p()r

f. *ir"-,i fi;; J;'d¿-pn. S. á'tiende eI uso orteguiano del gerunclitr

.lÁ" .f tienípo propio cle la vida en cuanto queh¿rcer' un faciendunt rt

.rt^r-h".i.n¿t (iI, 3: y xtt, 217)' Sienrpre se está en un presente' pcr()

,.o d. *odo quieto y fí¡o, sino siendo o.haciendo por se.r' esto. es' (lc-

.,i",ü,, v p"r-iie,'ldo, .nnrr-.ndo p'rsado 1 cortsumietldo áviditnr(rrt('

;;;;;;,1 é.ritiU¿r¿: .L¿rvi<la comó re¿rlidad es absoluta presencie: tttr

;;;á;i.Jt;;"qi" i,y algo si no es pre.sente actual' si' pue-s-' üav pasetkr'

io habrá como'present. ! .r. cuantó ahora en nosofros> (Vt' 39); y otr()

,ln,o.rU..lec¡i.lel iurrr,-,. Prsrdo i futurol.s hay en crrrntodilnerrsi"-

;; ;";" presenre in fieri, que reri;ne lo sido en forma .1e haberl,-sirl.

io i.n.rlo \¡ .,ido), y .rnricipa proyectivxmente el futuro en la fornr:r tlt'

i.;;;;iJe,-,er. l" '¡¿o n., e, ló .¡r. hr cle¡ado de 'er, sin' lo que sc ricrr('

,].ii.".." cuanro sido v ¿sr .e nirnrien. en lo que se esra rien.lo. M:rrc:r.

;;;;:;; i,,n-¡,. .onr,iruiir., del esrar-sicndo, su scr-origirtado en [r.tr. r

l-f"¿ (vr.4l). Pero' c.-,n¡un,"''t-t"nte c(.)n el pro-ccder del paseclo' 'c 'l'rel tr.rr_cenrler rrl porvenir. si l.r ftlncion etirnoloP,lcs me de-yecla ( rr rlrr

in*.i¿o¿, la.,tirpica me pro-yecta 9n ml posibilidad' En su conjtrrrttr

e;;;;*"; ei proyecto/y..,o qttt es la vidr humana' Y' puesto que ósl;t

es quehacer, ei la posibilidad la que manda:

Es, pttcs, vicla esa paradójica realidad que consistc en decidir 1o que v'ltlros 't tt r

-por tanto, att ,.a 1,, que aún no somos' e: empezar por ser futuro-'.Al cortt r'rr i' '

qu."lr".c<ismico,cluivientecouicnzaporlodeluego'porcicspués(VIl'4lZ-'llt)'

se cliría que la función anticipativa, rebotando hacia atrris o' si st'

ou¡ara. ,aar,-r-ccclicndo para huscer'inlpulso. llumbra ll catltcr,t tit l'r titl"':;;;iür¡iá-, nánirnar de lo p.,iibt.. A su rez. cl rtb,rt'r' r'((rr\r('

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Page 9: Cerezo 1993

#F

cicl ¡rasado ilI presenfe le clcvuclvc 11 óstc sLl rlclrsitl,rtl \' (,r\,( rr1:r,lrrr.r ,1,.ser cn el campo efectivo de su experiencia. ul recíproi:o rr',r'nví,,,1. 1,rstres dimensiones constituye la unidad ext¿itica del ticrn¡ro, sobrc lrr t¡rrr.halrí;u li:rinado li.r atencién tanto L)ilthey corno llusserl y tici,l"ggcr . Nounidad cle tcltalización o sírrtesis conceptu;rl, sino unidrld ¡rr,ri.:ir,,,l .,,'tra refluencia e iinplicación de sus respe-tivos horiz-onrel;. Ijn cjefirir.ir,¡,el presente es una ecuación din:imic:l éntre el pasado y el porverrir, segúnel peso variable de estos vectores; ecu;rcirin que irrrpiica ri"r.r-,pr" rensirjn.Es el juegc,r rnodal erirre necesidad y ¡rosibiliáacl 1o-que hace clel presenreuna erperiencia grávicla cje [ibertr.d, porque ósfa se pro-ciuce en el quiu:iodramático cntre cl clestino yla resolucirln. [-]c;rhí qu. e1 tiempo, pc.,. moclocollstituti\'o, sea lr"lsis."escisión dr: carninos y cle"i:lsión en cl crilcc rle lrordirccciclnes a seguir.

Esta uniclad esr¿ítica dei tiempo crxrstituye el lrastidor cic la vivcrrci¿rpsíqrrica. D-ilthey yir se había referidr¡ a la concrión esfructur¿ri (ZLts¡*t-menhan;4) cle la vivcnci:l c()mo un todo, cr_r1rr:'s e.li:itintos eienrr-"ntbs sc in-flrryen y cletcr¡rrintrn cnrrt.si. U¡tirjrtl , l.ni r¡tr¡ í);lrte, cn des:lrrol1o yfcllsirll lr:tr:i,r i,r re;rlir;rciri¡ clcl firr, j¡rrclc sc ciír¡ su signlfic;lclo intcnciu-n¡1. [.] vir,tncirr t's rrsí csl ructurir proccsurrl tcleoiógica. .lin suma, lo lnáscscrrei;rl tlc l,rrlo llr',. lrr¡ rlt'colrcicrrci¡ --r-ccu1-¡rL'()rtr-grr, erponicnri<¡ a l)il-tlrey-- ('s (lu('s('tlrr cn i'olr¡rlero, c'orrexirin, interdelrenclcnci¡ y c{)nr.;rct.(}c()n ()lros lrccllos clc conciencirr. h,ste es un c{)i1Jr-utt{} er} que tr¡do:rndarrrrlr¡rtlr' (vll, l(.t7-). 'fal cs el criso cle la vid¡ .* ,r, tr,,r-,.,o orgáriru. Arsto li:rll;rr-ri ()rte¡',rr

"historia c<xlo sistema, r.r sr:rie dialéctica-rfr: expe-¡it'rrci:ts. ,,ltst:t clieléctic:l 'o es de la razón ltlgic'. sino precis;l*enre r{el;r lrir;lriricrr -es i:r Itedldialehtih con que en-un rincón *-tc s¡.rs papelesr'oil:rbrr l)illhcy,, (vI,41)-. Dialéctica ¡:e¿l yr por lo rnislno, di¡iécric¡rle lrr rrrzr'rn.vivicnte, como la ll¿rm:r en otro momento (V, Í-l5). eit qr;csc Prodirce la real transformaciriu rtrc ia vid¿r. en virtud cfu crri: ir;,,,¡ r;r,lo¡r rctlid,J lrur rivirl,r. pretis;rntenit en Lu.uri() )lt sr,l,¡,, u¡,,,,..i,.1., -¡¡f,:;t,.hrhen), se cr¡nl'iertc en impuls' cle lc, por ve,'rir. I-n l.irla :lcontcc* .ni l"meclida en qLle se tras-ciendc en su pro-cedenciir" se reahz¿i cl despiieE;rill con-r,ertir 1a experiencia de io viviclo en su insufic:iellci¿r e ¡ns¡i;sf,ic-cirin. r'n rltztin Jc l1' por'-r rr ir.

. l-:l experie'cia de la vici¡ es l:l pelcaf:rcidrn cl"- sí. de lo rlue se estásienci., cn el curso etre un proccs.! qu{j cL}rrserva lci sido, y c{esiie y sobreellr:r se p{'oyect;l ele co'tinu,, r.n i<, por-ser (VI, 37). Se

'trat:r, p.res, cie

u¡r conricimiento lr¡ .{ieri, al filo cle lo vivido, on L-úsayo y t¿inteo, Llueaprende cic sr-rs c'rrores prececlentes y se orienta tent¡tiv,ime¡te haci:i ¡_rnanilev:r posición. l)e airí.que el tienlpo (la historia n:risma) no sca m:ís que"la serie dialéctica de las experiencias,, (Vi,41), en i:rs que l:r vida va:g[rTdg figura.y conciencia de kr que es (Rubio Feireres. 19g4,347-356). Ahora bie',_si la experiencia define ei horiz.nie crer presente,ésta n' pr-rede darsc sin la retención acumulativa de kr ya rzivido yi,, .t}r..-t¿rci<in pro-tensiva hacia lo porvenir. Quiere esto clecir qu. to"dn viila eshereder:r. "Fll hombre no es nunca un prirner hombre, (IV, 136). L¿r f¿lc-

'r,i.r;rtr .rigi,,rri,, : ,';:::'. ",:;;"; ,,..,ríbe u' c'mienz' ¿rbr;.lr-rt..

':-¡ri.' 'rt,,i"clicnclo y sustent:índose de lo ya vivido, de aquello que' por

' ,[- ,] i,, siclo, tr<l puecle volver a ser' Pero coniuntlmen",t?l

]a--1aída,i,.ll ,rr¡i,,,,.l,rltric., dc urr primer hrlmbre. cae igualnre,llte cl clel holrrbrc

i,,r,,1. N,, h,ty, tt,r pucdc lraber. un hombrc dcfinitivo' Lr vidrr se da stetn-

r)t.r: c()lltr) Droveeto (n trJnce de ser'. Pero rste tlallce está ct-rllstitutiva-

l";";;;';-;;;:i;;t,;" la úitima instancia, condenado a ser *intento frus-

i;.;;,;';;ü.;;ráo n Ín i.,it.'n (zn-urano, i955, 246-2ss)' En la unidad

.i;k;tit;l i; otro,ln vida es un tray€cto-o-.tiernpo,emplazado:nlre un

t;rigen no elegido y un final ineluctable' Vivir e plazt-rs o en plazos es

u,uit."" rrrr"á.ta.*inacla 'edad'' 'La edacl es estar el hombre siempre

;;;;t.;razo desu escaso tiempo' (V,37), en-iplaz:rdo a unas posi-

bilidacles específicas y contadas en su kaitós. Por otra parte' en clranto

l¿r trayecto;a no se óo*p,r't. de puntos horn.géneos ctlrno el.trayecttl

;;i.", sino heterog.,t.o, y cueiitativt's,.cn 'irtud de la relación man-

Lenicl;r c,' cl 'rigcn'y cl iií angtrrncntrl. lit lrxlectori.r irnpiica alturas

i, "*.f.t, t.gun L dcnsiclad dJl" t"pttienct"r de la vida' acumulada y

operativa en cada situación.Sobre la estructnra temporal cle la vicla se deja constituir el nuevo

,.riuui ¿. inlristoria, al traspor.e, la mei.día a Llna nueva escala argurnen-

;;i,";i;;;;;;i.' pítrti.o áe u,", s"jet" coiectivo.I e' .9n mundo cc'mún

J. .rr", e instituáones. Es a 1o qút Llegel y Dilthey liamaron "espíritu.fri-otá", ., d..lr,.spí.itu realizaclo y eiterioritado en un medio públiccr

v comun. como susrento cle las viclas particuiares. En este sentido clama

t).r"gu por unir historia antipositivista' pero' a l:r vez, no-nleralnente mor-

f"l¿sl.J,"ri"o't.,rrrr[.,g.,,.ric:a. qrre ,epa. recrn¡.lazrr el fetichit*?^9: l:tllech"os. talrtu conlo el psic.rlogisrno de l¡* iritcncioncs, el st¡troloS,lsin()

;n;;;.i;',en inutituii.,naleí,,,.por e1 ¿'álisis draléctico cie "cómo ha

variado Ia estructura ob¡..,.'" ..le la v¡da' (V , 27)' Tal.variación afecta

"f "r""¿. de la vida, a la sersibilidad vital, así c.mr al sistema vigente

J. ini..pr.trción y n..ión, que constituye el rnundoi Y' Por tanto' a la

i*"fiJrll¿. ias ¿imensi.¡nes pr.rg*ráti.ns "1e

1¿r vida: 1a ideología y 1a téc-

"ii", i" rnoralidad y el clerecho, cl rrrte,y.la religién'TritspucstJs a escal,t llistorito/toci'll' las c'rrcg'oril".tjc.la i rJ¿ reci-

b",, ;;;;;;",,, "-J"l".i<i.. L¿r hercrcia, en ranro que colectiv:r, es ahora

i*¿i.1,1", el depósito viviente cle otras form¿rs de vida' que.condicionen

;;;;;";. to ui,1" cle un pueblo desde sr-r raiz.l,a eficacia de esra heren-

.i* ,. o"fr.,rya en el hecho áe poder vivir.a crédito de Ia ,-risma y- a.expen-

,n.o á. ,u. ,é.u.u,rr. p..o,.o*pl.mentariamente, su re'tabiiided .lependc

cle la actrtud rcceptivx. operdtivs, con rcsPccto a lr tnrsmrt. que es lo qtlt'

;;;;t;; ;.t ,.r-t,run.ié,-,'i. Análogamente, el horizonte de expectativ't se

1 l. lln este cnrpeñ. clc evitar cl psicologisno coluo el socioJogisno, la sociologia ortcgtri rrr'r \r

,1rr,,*i-r, scgún Pellicani (l9ll7, 57) al "inclividualismo institrrci¡rn¡l' de T¿rl¡rrtt P:rrsons'

12. Sobre la re[sión e.tre'la eficie*ci¡ del pasaclo, que se sufre, y lrr reccpción clcl ¡r'ts:t'lt' '¡rr'

oper¿1rnos, cf. Ricoeur, 1985, I1l, 316-31 8'

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ü#

trlltrsfirrlrtlt cll el horizorrtc histriric<l clc i¡rlrov¿rcirjrr. Si, ¡rtr.s, rlt.rrr l:rtl.l¿l historia es tradición, del .trcl es pro_greso, qr-rc i'tcgrlr'cr trrry.c.t,r rct.r-rrido y lo determina en su porvenii -piogreso> no es.quí urrrr c¿lrcfr()ríirideológica, sinohistórico/estrucrural. No ómporta la creénci.ln "r

,,u,,,,."necesario, indefectible, hacia un sisrema de ieferenciai rulrl"ur. sin. e lcrrácrer producriro de lr superacion de ro r ivido en ,;;;;;;;;,,^erir."51:fl::: :.*]s. -qu.

esra nueva tor'"n ,up.." l;;;;.ri"; ;;í;; .,,,p._rerla la conserve v aproveche. progresar es atumurar r.r, ,.áouiiror reali-dad (Vt, 42-B):.n d"lini,i,r. l;?";.;;;ón dc le. experierrcias prsadrsen un sistcmr opcrarivo. q.u. .prou".ña el esfrerzo ú.;;;;;;. "

Entre l¿r tradición y Ia innovación se disden.l. .l:;;;á.'."p.ri.rr-cia del presente en una tensión cargada de rnmr'enclas. esto es. de ini-ci.riv.rs ) cn\ryos. pero lasrrader, i lu u.r. a. ,..r¡.,r.*i;;.

'ir;;'r;;ri;;;

+i-:lll!t.'t^ 9s In qu:,represenrr en Orrega el irrego de lrs generaciones.r r.olcron e rnnovAcl.n no son fuerzas operativas sino a trarrés de los agen_tes historicos concretos. que no son ras cr,rses sociares sino ras gcrreracio-nes' Tal planreamiento se creriva de la concep.¿;;.1;i;pJr,,irr¿rr.ocomo emplaz:ldo er edades y estructurado en n'iveles d. nltitJ.-úno g..._racirín es un¿l "variedad hu.manao, marcada por Ia unidal fl"*¿n., a.la edad,.v, por Jo nrism., de sensiti[dad ;irit ;.*;l'r'pái," ,rur"-yrr (rrc la se.iibilidecl virrll('onsriruye prra oriega

"l ,.i.ná-.no prilnn_

ll^::^11^li :' oria ... porq.ue i.leologr,r, gu \ro ),n.írl tá,,¿-no'r.rn'i,-'';, qu.

:::*.^"^.lills,,cspccrlicrrcirnes de la sensnción radical¿nre la vida,'clecom() se srr'nr:l rr e\isrencia en su .l¡.169¡idad indilerenciade (lll, r46).Pues bien. c.ade generacirn, en r irtucl dc i, .,"plrr". "- *prri]),)'r),t cicrtaaltitud vr¡¿1, desde le crr,rr se sienre ra erist.nci,l ,le un,r,'.n.r.'J.r"r-i_n:rdau {III, 148). Podría decirse que cada generación es una ecuación diná_mica difere're enrre receptividád y .rp.into'r.idod, t.rái.i¿;;;;"o""-ción. Esta ecuación tn"..l r,, prnpin perfir o estiro'genern.in"rr.'p", rodemás. en crento cada genera.ión t.'.niuentra sirurda sohrc ra Drece-denre. llevr en .í. de.rnñdo positivo

" ".g.,i,",;f"n.;,i;;; rlr'.ri,o.su experiencia de la vide; mis aún, .lleva*en sí iodas t"r r,"r.rior., y ",como un escorzo de Ia historia universal" (v, 45). Lo d..i;i;; ;;,-, todoes que, aun siendo cronológicamarrta araarirros, se superponen y entrela_zan en e1, tiempo. Hay así1res generaciones qlle comparten un mismopresente histórico:

Es l¿r unidad el un tiernpo histó¡ico dc rrcs edades distint:rs... Alojaclos en un rnismotiemp. externo o cronológico, conviven tres tiempos vitarcs clisti'tos. Esr' es roque suelo llamar el anacronismo de ra historia. Meiced a esc cresequiliúr¡'i,.,,"rro'-se mueve' cambia' rueda, fluye. si todos los contempor:ineos fuésámos coeráneos,la historia se detendría.anquirosada, plrrrcfacre, en un gesro clefinitivo, sin posibiJi-dad de innov¿rción radicai alguna (V, 3g).

, Se trata, pues, de un juego de fuerzas, que genera una tensión pro-ductiva y que, en cierto modó, reproduce o ót.o*rriu.l I" t.rrriJ'irri.r',n,

lr)li ( ill r)lill( A \' !,^ "'l

I

,lr;rltttic;r tlt,l,r rlltrl:ttl c'xtliliclt tlc los trcs vcct()rcs tctlt¡r<trltlcs. l,rt gcrtt'

r,rt.r<irr jrrvt.rril tientlc l scr [tiogr:if]icrr, cstrt cs, vitalrtrctttc irrrlovaclttrrt, rtl

rt,,Llrl clrrc lrr:tnci:ute, conservadorit. En cu:rnto a la frania cle l¿ cclrrcl

.i.1,'lte, sc cnc¡enfra gcupada por dos generaciones en fases diferentesrlc irn¡-rlantacirin, un:l en gesta-ión o lucha con la precedente, tratancltl,1.'cleiplaz-:rrla de la.scená histórica; la otra en fase de gestión o predo-rrri¡io (Marías, 1969, VI, 86-93). Obviamente, la cgnvive¡cia genera-

cirlnal no puede por menos de ser conflictiva, en virtud de las respectivasrrltitudes histórióas. "La polémica no es por fuerza de signo negativo"(V ,44),puntualiza Ortega; por eso la vengo llamando "tensión produc-iiun", q.t. en algunos caios, así en épocas de crisis histririca,puede lle-g,,l.

" rét violenia oposición. Pero rle esta tensión se libera la fuerza que

'iro." ¡nou..te a la historia. El conflicto histórico es, pLles, formal/estruc-

tural; no depende tanto de intereses antagonistas o de convicciones ideo-lirgicas, .r"ilto de la diferencia intrínseca de sensibilidades por la altitudvit¿I. No se niega con ello otras posibles fuentes de ant:rgonismo' pero

en todo caso, ei.conflicto generaiionirl p:rra C)rtega es el catalizador de

la dinámic¿r histórica.Podría pensarse que perdura aquí un resto de biologismo, al patitar

1¿r historia cotrforme nl ritmo de las edades; mas la edacl no es un datcl

cronológicg, sino un existencial biográfico, que mcldula así decisivamenteel propió nivel de la experiencia. De ahí que, en última insrancia, la opo-sición del individuo en función de intereses y creencirrs siempre se encllen-tra modulada por el se1lo generacional. Por eso cabe también una histtl-ri¿l de institu¿iones sociales y políticas, que defienden unos mismosintereses y creenciits, porque en ellas opera igualmente el conflicto gele-racional.'En definitiv¿t, el tiempo histórico es constirutivamente críticoen virtud de la convivencia polémica de tres edades diferentes. Lo es tarn-bién formah¡ente cuando él cclnflicto resulta ser decisivo para la confi-guración del mundo histórico, esto es, cuando se vuelve radicalmente pro-6lemático el horizonte del presente. Es 1a coyuntura de ia crisis histórica,el tiempo de la radical soledad y la creación.

IV. LA RAZON HISTORICA

Sobre este amplio friso ontológico es posible determinar qué sea la razón

histórica. La tesis orteguialla es bien precisa: no es Llna razónparalahis-toria, en sentido restrictivo metodológico, ni una raz,ón en en la historirr,como pensaba Hegel, sino la razón de la historia

-genetivo subjetivo-,

o la hiitoria misma en cuanto razón. Dicho en otros términos: no se trat¿l

de una racionalidad específica de las ciencias humanas, a diferencirr clc

las naturales, colno habían sostenido los neokantianos y el mismo I)ilt-hey. Tampoco de la razón inmanente a la historia, pero inyect¿tc1a c¡ t'll,rdeide el óielo .le la lógica especulariva, sino de una razón const¡tilliv.rde la historia, po.quelo es originariamente de la vida. A c{ifcrcrrci;r tlt'

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flF

Hegel o de Buckle, "mi prop<isito --¿rsegur¿r Ortcgl- cs cstrict:rnrcntcinverso. Se trata de encontrar en la historia su original y allt(ictonll r:rz<irr,(VI,50). En suma, en la expresión "razón histórica", el acljctivo no esuna mera cualificación, sino su propia sustancia. La razón es hist<iricaporque la historia, y la vida misma, es constitutivamente razón: d:rr cuent:ry hacer la cuenta de sí. Pero que la historia sea de suyo razón

-inclusotoda la razón- no significa 1o mismo que una "historia racional,, estcres, cargada de razón (como se habia de cargar un arma o la estufa), puesno es la materia histérica sino su forma 1o que determina la razón. Deahí la necesidad

-piensa Ortega- de "inverrir la fórmula de Hegel y

decir que, muy lejos de ser la historia racional, aconrece que la razónmisma, la auténtica, es histórica" (IX,366, r-rota). La <auténtica> no essólo una precisión contra Flegel, sino que está aquí significando larazónpor antonomasia y, por tanto, integral, en cuanto concierne a la "reaii-dad radical" (V, 95) en sí misma:

Porqtrc lr verdacl es c¡Ltc 1l rrrztin históric¿ cs la base, fundamento,v suprrestri del¡ r¡zórr físicrt, tttrttcttlitirrr v lrigicrr, (lue s()n no ruris clue particulariz:rciones, espe-cificuci<¡rrcs y rbstrrcciorrt--s tlclicicntes clc ac¡utilla (lX, S9).

[:.n clcfinitivrl, sc tráttrl clc un¿r fesis dur¿l y fuerte, no metoclológicasino ontolrigir:rrrnerrte, del scr mismo cle la razdrn, que no sólo tiene his-l{)ri;r. srll() (lu(' {'-{ llist()ri:t.

F,strr rrrcionulidad la tiene la historia de su condicilln de sistema, alquc yl sc h¿r hccho referenci:r. "La historia es sistema -e] sistema delrts cxpcricncias humanas, que forman una cadena inexorable y /rnicao-(VI,43). Ahora bien, las experiencias no se tienen, sino qué se hacen,rr lo l:rrgo de un camino de auto-experimentación de lo que cada situir-ci<in de la vic{a d:r de sí, esto es, de la comprobación existencial de lalinritación propia de cada una. Por las experiencias se va pasando, per<rno de un modo r:rpsódico, sino sistemático, viniendo d¿ unas y yéndohacia oftas. en una dirección que impone el camino:

Ésta, ia verdadera erprricnci:r, cs siernpre negiltiv:r... (Mas) la negativirli:rd cle laexpericnci:r posee en consecuenci¿r un particular senticlo productivo. No es simple-mcnte L1n engaño que sc vuelve.risible y en consecuenci¿ un:r corrccción, sino quelo que se adquierc es un sabcr abarcante ((iad:rmcr, 1977, 428-429).

Ésta es la vieja y mejor herencia del hegelianismo. Por eso puede con-cluir Gadarner, como antes habian hecho Dilthey y Ortega, que .a estaforma de experiencia le damos el nombre de dialéctica" (Ibid., 429). Elsistema de tras experiencias es la conexión dialéctica de las mismas. Dela historia se puede dar cuenta al hacer la cuenta de este camino, repa-sándolo, no de un modo inerte, sino en la autocornprensión viviente delque guarda su experiencia. La historia se puede contar por lo mismo quese puede hacer, porque hay una unidad sistemática en el seno de las expe-

l/r ll^,/1) | l 'l'r! tA ll {)lill1'

r it ilt t:ts, (lrl(| tr:llllil totl<l cl pr()ccs()' 'l'lt Pritllcrlt cotltlicit!lr tlt l:r ¡r()s'ilri

lr,l;rtl tlc lrr 6ist,ri. --tr",lui. Ortega un tcxto clc l)ilthcy--.s tlLtc t'l t¡ttt

,,,u..r,i¡¡,, l:t l-ristoria.o.'i*iu*o qi't l'tott histori¿''t" Al rrtergcrr tlc stts

.tr)Unl(\ :ilt()lil ( )rtegil (luc se trlrl; de "trn- punto itrtp()|litlllr\iltl() ' (lll('

,,1; .,."i;' j.';,.,,;;¡?;. 'p.r. .l nricleo ¿c l:r cucnrió. r, r\ ()tr() (lrr(' l:r

,, t,r'i,tr.t c\fru('l ,r,,1. inia,p"t""-ttt l' hiqt(lri.il porqle, solll()s historitos'

r lo r,,tnos ell lJnto que n{'\ Jutoconlpretltlcmos Jl llilccrlíl' il lo l;lr!'()

i"il;;;. i;,.j,;;Ñriencias. co'ciencia y realidad histórica obedecc,r

rr '. rnismo,,.d.r-, urtrrr.tural' l'a historia ás de suyo,rtrzón -conexirr,rr;;.gá;i;; cle experiencias-- y por eso la. razón es intríilsecrrlrente hrsto-

rica. autoco*or",]u,ou-"á aJtágnc'sis, al hacer la cuenta de 1o vivido:

P:rra cornprcncler algo humanti, personll o colectivtt' cs precistr eotrtrtr un'l histo-

ria. Este hombre, eita n,rcirin ú"." t"1 cosa y es asi porque ¿rntes hiz-o tal otrr ri

fue cle t¿.rl o,.o,rn¿,r.-in viila sólo se vuelve Lln poco tlansp¿lellte anrcIa rtt:i¡n

histórica (VI, 40).

Se trata, pues' clc una razón narrativa' que aporta el córno' el dóndc

y hacia dónde, p.,, q,i. y p;;qyt" de ttrra'scrie de cxperiencias' y sol"

.rsi nuede hacerse..rgo áti senll¡o de las tnt'ntac' La razon histtiric:t "v'

:;.n\;;#;;l;;i';; (vt, so); por eso puede comprenderto' porqLre lo

capta cn su génesis y ;;"f "r'ó"

áiga"t.". Laratón hiitórica se encarga clc

Gcubrir lairamn argumental de la vida misma. Pero en tanto que se tral-11

Je la vida d.ln, otror. J. nt'ot mundos ya sidos'.rt la vez que,cue,f tf inler

,,r",r, hn c{c ser. colliulltamente. rizon hcrmenéutica y rltl()n dla.lecllcil'

""'ü.ri.i.i;;;;;;;, ;oÚ.. .ir", climensiones de la razón histórica

o',;;il;l;;;l;;',; sólo breves apuntes' Al ensavo sobre-E/ s¿rr-

tirlo histórico d,e tgzihabría que añadir las breves reflexiones en En tort'o

a calileo ( I 9J3) y en Historia como sistema i 1935) y,.l qllllt:1" 'i,t'-ir¿-o ,.gt.". .".rlisión-sobre el sentido histórico' en el prólogo a la Hls-

,-i a"-t" i'tá'áiti ¿ri.siéhter Osaz), más algunS^t :".s::':":i's suelt¿rs

" ¿¡,o.rr^í aquív alláiRc'dtigut) Huescar' 1966'434-4.31) E: q'rrricrr-

il. fi;; .i:;;'¿;;; i. Ji'r?"¡" rr. ha sido muv .explíciro' A difert rr-

.1"'¿. i^ r"r¿n anaiírica, la dialéctica es razón sintética o progresrva' quc

avaflzaen cuanto ."patittt"t" la insuficiencia de lo ya pensado -su ttrri-

i;ffi,i"d y p-"r.i"rura_ y se ve forzada íl completarlo.con otfo pens¿r-

miento. No es, p".t, ."-pli'tativa, couforme al vínculo de causa/efecto'

sino com-plicativa; ,.ái"t"tt" en la necesidad de proseguir pensanclo'

de vincular *n p.r.r*i""i" to" otro, buscando su figura integral' N"

se rransira en ella d.i;;;;;" al efecto, sino del fragmento a la totaliclrrtl ,

á.'i. ó"..i"1 y provisional a lo cabal y definitivo:

l.a ,lialéctica -precisa

C)rtega i,igorosamente- es la obligación de seguir pctts:ttttl"'

yestonocsunananerad"tl"tit,sinounaefectivarealidad'Esclhccl¡<'rrli'rtr"

13. Archivo Ortege' Apuntes sobre Dilthey' 2l partc' JK 58/134'

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Page 12: Cerezo 1993

frFlt,t t)R() ct til 1()

clc la condición irumana, pucs cl hombre, cn efecto, no ticrc nlis rcnrt.rlio (llr( s(l]lrrpensando, porquc siempre se enclrentra con que no ha pensado nrrtlrr PoI trrrrr¡rltlrr(rx, 352).

E,n definitiva, Ia razón es dialéctica porque la vida es historia; seencuentra siempre en una situación y perspectiva determinaclas y tieneque abrirse, trascendiéndose, hacia nuevas perspectivas, cn un procesode progresiva com-plicación.

Precisamente este carácter de drarnaticidad viviente le impide a Ortega¿rcept:rr el modelo especulativo hegeliano. En el sistema especulativo deHegel la dialéctica ha quedado subordinada al automatismo lógico dela síntesis de la contradicción. No hay drama real, porque no hay riesgoni incertidumbre, en 1¿r rnedida eri qLie el apriorismo de la idea decidede antemano la suerte clei conflicto. De ahí el formalismo de ia dialécricaespeculativa, con el proceso pautado de tesis/:rntítesis/síntesis, como unaLrtomatismo del entendimiento. Pero si triunfa el formalismo sobre laexperiencia drarnática re:rl, ¡rorque la rlstucia de la razón dirige el juego,entonccs el necesitarisrrro ltigico ecrrlra clegiutiendo la libertad real. Delrnisrno rnoclo rccr¡srr ()l'tes:r lri iclcntidad como est:ltuto ontológico de 1<r

rc;rl (XIl, 2.32) --vrrclvc l;r ¿rcusacirin de natur:rJismo-, en qlle h:lbía per-\r\t r(l() l;r logit;t ( \l)r('uiilti\lr tlt Hrgr'i. []n ilistoricistn() c(]nsecLtenle rirnc(lr.rc üs;tiir ni:is allá cle todo apriorismo y necesitarismo. I-o cu¿,rl no impiderlu€r r,rtilice c¿rtegorí:,rs di¿rlécticas como 1¿l de dltsorción, :r la que llarnapor slr ¡rrrrnbre de pila (AuJhebung)

-el movimienro cie ¿rbolir conser-'¿:rrrrlo o c{jnservar superando (IX, 359, v Xll, 262-263)-. Fero si hay¿rbsorci¡in es porque est;í tr:rl--:rjando la negatiuidarl, que destruye todapcrsición rrnilateral ./'. por 1o rnisrno, irrsatisl¿rctoria, y la ¡nediución hacesu jLlego reflexion¿rndo las oposiciones. Al recusar ia dialéctica especula-tiva, Ortega reivinclic;,r con L)iltirey una "dialéctica real, (V{,41)o delo real , no de mera r¿\zón. E,ll geirer:rl, la dialéctica real, a diferencia dela lógica, no se alimenta dei iiic¡¿o de las contradiciones -al que en algúnmomento llama Orteg¡l ola ni,rrclr:l de las épocas estúpidas> (XII,24B)por rec{r.rcir la historia a pur:l nrc.ánic¿-, sino de antítesis reales, ten-siones polares entre fuerzasr'r, cliy-a mediación histórica no se puedeconstruir a priori ni anticipar ex decretc¡. Y de todos los conflictos, elpolarizador y cataiizador esr como se h¿r rnostrado, el generacional, encllanto represent¿r la misma unidad dialéctica del tiempo histórico en latensión de sus eclades. Propiamente hablando, l:r dialéctica descubre elnexo histórico que se genera al afrontar el futuro con vistas al pasado;o, dicl-ro a la inversa, al asr,rmir el p:.rsado en función del porvenir. Estenexo constituye el presente viviente. Nada est¿i aquí predeterminado.fodcl depende de ciimc¡ la mediación rcal cle las lucrzas entagónicas abraun nuevo campo de experiencia en virtud de lo que ya se tiene vivido. La

14. Llna relación complcta de los textos rr:is significaLivos sobrc ]a r¡zón históric¿ cn Ortegapucdc verse en Rodrígucz 11uéscar, 1966,434-345. t<tt¿t 24L.

,,rlr'1',r)ll.l.lt .litit (s:l\lLll tlttttir't' I tt trt'tlt¡tli(l r;l\t'' ll'ttl t lt't ttll'l t

,.r,1,, ( )t.l(.q.1 r'()il l:tnt{) Vig()f e()lllr) l:l ilttltltrlllilt;ttiolt rlt'L'l(l'l (()\llll

,',,r,, .riri..,i rrmbiv¿rlente p"o. r-t-rodo constitutivo, pucs est:i. xbicrt:l tilrrl()

,,'i l;; ;g.;;;'.*o n la involución. No hay, p.ues, ninguna tele.l,gírt ttrctrt-

1,ri,.,,i. l;t histr¡ril que guarde sus pas()s' Al igual quc l'r vide nt.r rrcct'sil't

,lc 'i¡gu¡:r

finalidacl trascendente, según.Orteg.l' rjcnlt al propr().rrrrpcttr

ir,,t r.i",lit tlá" y bur.r., 1a satisfacciiin de sus proceso.s' la hist'ria cr':cc

l.,,rr:rlelarnente nprovechando las energías liberadas en los antagonisnros,

i, 1.".i."¿" J. l" ,t...riJ"J virtud, sin n"ingún deus ex mdchinLt que le señalc

lrr ruta.Encu¿rntohermenéutica,larazónhistóricasólopuedecomprender

,,r."1 "lárr-y

L""J"r históoléos si logra unarelación dialógicr con ellos.

i,;ü ¿d. diiná. p"rtii? P'rque_.la ú"nica tida que me es dada c1e rn'cl<r

,,"r"'¿i"r. es 1a propia y,.uoi clle, el nlturdo de mis creencias y valo't-ciones. "Sólo nu'estra uiáa tiette por sí misme sentido, y por tanto es intc

iü;i;... ñr"*r,, .¡¿" _aseglrr; Ortega- es el intérprete u'iversal" (Vl,

lEt't" E" la percatación ori[inaria, eñ 1:r experiencia de sí, está la d¡vc;;i;;i J*i ,.nti,lo. En eite punto, Ortega retoma la c¿rracteriz¡cititr

;li;ir;;;;;á;i tu¿,u¿,, r1e la cérnprenst<in hermenéutie,a. Dilthey h;rbírr

cspecificauir¡ los mo'lenlos internirs de la comprensión c(ltno transfcrir'

;;;;;r;i; v r.r,ivir. La transierenci¿r es un:l transposición cle mis erpc

*.,.rci.,s en Í¡, tr,liiifcsa.rci¡¡ne:; ajcna!, y:l scan ésflts texlos, vesttglos' tfrl

zas, etc. Sc trata, corn* precisn i-ltttt-r.i, cie tra'sf<¡rrn¿tr crde maniltcstrr-

.¡.',,, .,' trna viJrt. :i prltrl cl. 1.rs r ire nci:¡s Jel ¡tr''lrl() )(,i,Jilrli',J/11l//'/(animarh Cl reaninr¡rl¿r) en r:uantc) cS expresl()n de tirlrt \l(tl .111i'itog,ll il

i;;;it. Esta operiLción es nlenos arbitraria t1e lo que a primer¿r \ist'r

;;;ii-;- pnr",r.r', ti se [íerre en cuenta quc mis propias vivenci¿'ts soli y:r

resona[c[a el1 mi y() de lo,*,uda apelación, que 1]lc rJc'rnzr a p'rrtir dc

los vestigios y hucllas de la r¡tra vid;r. Ll,sto lto stgttrficrl, stn cnltrarg,o'

.o-o .ráyO itigenuamcnte la herntenéutic:r rornántiia, qrie rt,cl¡s l¡r vidrrs

"i.it"t p"i-¿r,.".utn, igualmerrte-prescfltes y casi contem,por:íneas e nlico'l-

nrensifin. [.o aieno es ia*biérl io dlttont. y extraño. L{ay, pues, que sabe r

l"lt¿"t-f" ,.t-r.,ii, dirrntrcia de 1¿r relación hermenéutica' eri l¿l ,quc plrc-

i.n .onui, ir I. cxrrrño ) lo cntrañ(), sin que rringuna de c"1¿ls d.imensi.r

,., Iiá"iá. preciprtadnmenre el 'udo clc i" .,t.tt1ór-t; esto es'. sin.qttc. ltr

."irnno ,. i,,reiun enig*áric. o lo entrailo famili¿lr y.afín. Aquí rt:sitlc

i;;;"r]" funclarnenti dc rodr he'.cneutica. Con palabras de,C)rte¡irt'

i; |,ir;;;i";t el esfuerzo metóclico par:r hacer de todo otro ser hunrarrt¡

;"- ;í;;; ;8., donde amb.s términos -.eI ego y el alter-han de t.urrtrst'

"n p.rf..," éficacia. Esto es lo c.ntradictorio-y por es() constitl.tye url Pr()-

U-t'.ittn pnt" 1¿r razón (VI, 385-386)' Un problema yJ además' Lrnrr trlrc:l

irri,,,iin', p.,.s la interpretación de un múndo históric', la cclmprcrtsiritt

Je vidrr, n¡.nor. nun.á pod. contrr con criterios t-rbletivist,rs dc ;tr'it'tl.'Trasestemomentodeproyecciónesprecisoproceder-aunil(lCSCCll-

t.^.iór, de 1a perspectiva, esto és, "l

r..olócimienio de 1a alterid.tl . tlilt'..".i" t.rf entreio p.op;o y lo áieno, el yo y el tú' La difererrcirr yoltti

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#3

es ull efécto dcl progrcso dc la corrprcnsirjn. l-a ilctitucl tlcl ()rtcgr ru;r<lrrrorechaza aquel ingenuo "sin f:r:onismo' de otro tiempo (1 , f 6:j) o rtlini-dad espiritual, que tanro sabía a hermenéutica rom./intica, y lo s.sritrryepor un proceder metódico rigoroso. "l)e aquí que conocer otra vida c1r-r.^

no es la nrie stra obliga a intentar verla no désde nosotros, sino desde jlarnisma, desde el sujeto que la vive (V,31). La primera anirnación pro-yectiva tiene clue ser, por tanto, corregida en una segunda operaciix.rreconstructiva -el verdadero núcleo de la hermenéutica- que aspira areproducir el sistema de experiencias, integrando cada fragrnento en latotalidad de la vida y en el curso de su efectivo acontecer. En este sen-tido, yo entiendo por: historia

-precisa Ortega- la faena de retrotraertodcl dato sohre el pasado a su fuente vital pira asistir a su nacimiento,diríamos, p:rr:a obligarlo a nrrcer y ser de t-tnev,_,, hay que ponerlo en std-lus nds(cns, c()mo rccién n:rcido (V,.S6). Esfc es el nromento verdtdera-rl-}ente ereativo, poético, de la hermenéutica, en cuanto reconstruccióncle una síntesis orgánica y sus nexos estructurales, 1o que exige del intér-prete Lrna extraordinaria combinación de adivinación poética y rigor docu-mental. Y,_tras é1, se accede al tercer rnolnento dela faená in-terpreta-tiva, verciadera consurnación práctica de la hermenéutica, la reapropiacióncle aquellas.posibilidades históricas, abiertas en l:r comprensión, que vie-nen a ampliar y corregir e1 sentido de la propia erpériencia:

La cornprensitín 1e ¡bre al ir.rtérprcte un ilncho campo de posibilidades, que no est:incortenidas cn la dererminación de su vida real (Dilthey, 1978,240).

Acontece así, en la unidad de los tres momentos, un verdadero diá-logo he'nenéutico, en el doble movirniento de descentración del vo v devuelta de éste sobre sí a través del otro, de modo que, mediant. .í ,od.ode la comprensión de vidas ajenas, en el juego de las difere'cias históri-cas con otras formas de vida, se alcanza realmente la autognosis libera-dora. El sentido hisrórico cumple así su función humanístiia de ampliary esclarecer el rnundo humano:

Reprcsenta l¿ m:ixima evasión de si misrno, que es p.sible al hornbre, y, ala vez,por retroefecto, la última claridad sobre kr que el hombre indiviclual puede alcan-zar... Conoce, pues, mediante el rodeo dc la historia, sus propios límites, y éstaes la única manera otorg¿rda al hombrc de tr¿,Lscenderlos (VI,3gg).

Se comprende, en fin, por qué 7a razón histórica es intrínsecamenterazón pr:íctic:l, qlle permite no sólo saber, en cada- coyuntura y circuns-tancia, a c¡ué arenernos, sino cómo vivir. De un lado amplía el horizontede nuestras ¡rosibilid:rdes de car¿ :rl futuro; del otro profundiza nuestradeuda his¡ó''c¿l c'n el pasado; y, por último, de cara al presente, deter-mina el alcance efectivo cle nuestr.rs respr>'sabilidades. En todos, ahondala experienci¿r de la vicla, hrrciéndola más lúcida y grávida, más cargadade razón.

"r ,¡ s*rvc.- ";;;;",;;";,";.,.r,,"' u-5). ill

'utur, cs grrtvc,

uo stilo pi<,r incleterminado, sino por su carácter abierto trlllto:r la posi-

l,ilirlrrcl il" l.-,,r-r"jot como de 1o peor. Esta arnbigüed:rd constitutiva clel

l)r-csc¡te con respecto a su porlrertir no puede Ser exorcizada por ninguua

¡,i,rdosa inuocociór, a un eipíritu absoluto, que exonerara al hombre de

,,, ,esponsobilida<l. sólo la-razón historica puede devolver al hombre la

...,llciÉncia plena de sí mismo, .la aclaración de la realidad humana, ycon ello de qué es bueno, qué es malo, qué es lo mejor y qué. es 1o peor"(Y\,42); y por tanto la responsabilidaá en-la autoplasm.ación. y direc-

.i¿ri ¿.'ru "i¿". Sólo la razén histórica puede ser, en medio del naufra-

gio, que es para Ortega tod¿r vida humani, también la histórica, trna tabl:r

clc salvación.

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