cartografia critica

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Santos-Herceg, José, Cartografía crítica. El quehacer profesional de la filosofía en Chile, Libros de la Cañada, 2015

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    Cartografa crticaEl quehacer profesional de la filosofa en Chile

    Jos Santos Herceg

    Impreso en Santiago de ChilePrimera edicin: mayo de 2015 ISBN: 978-956-358-478-3Registro de propiedad intelectual N 247.450

    Impreso por Imprenta Salesianos

    Diseo y diagramacinM. Alejandra Norambuena

  • Prlogo 7

    Antecedentes 15

    I. Enseanza 43

    II. Investigacin 85

    III. Publicacin 135

    IV. Gestin 191

    Eplogo 241

    Referencias 277

    ndice 297

    C O N T E N I D O S

  • 7P R L O G O

    Casi como en un lema se me ha transformado eso de que la filosofa no debe desterrar de sus consideraciones la manera en que el filsofo mismo est implicado y complicado en aque-llo que explica, pues de lo contrario corre el riesgo de perder su seriedad vital, sus referencias concretas (Cf.: Giannini, 2004:17). En un gesto anti o contra hegeliano, si se quiere, sin esperar el atardecer para elevar el vuelo, sin dejar que los acontecimientos ya hayan tenido lugar para llevar la historia al concepto; Giannini nos llama a involucrarnos en lo que pensa-mos, a incorporarnos en los problemas que analizamos. De una filosofa auroral, de una del amanecer, hablaron Maritegui, Sa-lazar Bondy, Roig, Cerutti Guldberg, Fornet-Betancourt: toda una tradicin de pensadores latinoamericanos. Esa es la filosofa que parafraseando nuevamente a Giannini no exilia de su reflexin el modo en que el filsofo est implicado y compli-cado en lo que busca explicar o, aludiendo al ttulo del libro de Cecilia Snchez, es la filosofa que deja de ser una disciplina de la distancia (1992). Dicho ahora positivamente, es una filosofa que considera su sujeto y lugar de enunciacin.

  • 98

    PrlogoCARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    Pretendo dice Giannini nuevamente no llegar tarde a comprender las cosas de mi mundo y de mi tiempo, proyec-to que jams un pensador debera perder de vista (1981:10). Arturo Roig llam a esto a priori antropolgico (1981). Esa es la nomenclatura que usa el mendocino para referirse a un yo que aparece y con ello afirma que tiene valor, que lo tiene el pensar y el pensarse. Este acto valorativo originario sera el antece-dente necesario e indispensable para la existencia de la filosofa. Ponernos a nosotros mismos como valiosos implica tener lo nuestro como valioso, muy especialmente, nuestro lugar. Si nos es valioso el pensarnos, tiene sentido pensar lo nuestro. Deseo ponerme muy cerca de la vida lejos del gabinete de estudio a contemplar cmo transcurre lo efmero, lo cotidiano en el seno de lo eterno (Giannini, 1981:10). Una filosofa que acom-paa los acontecimientos del mundo, los observa y, por eso mismo, tiene una innegable funcin descriptiva y un ineludible perfil crtico. Mirar cuidadosamente la realidad para mostrar sus escorzos, sus contornos, para dibujar su cartografa, es decir, describir con atencin y delicadeza sus perfiles ms escondidos, poniendo en evidencia sus cumbres ms altas y sus abismos ms insondables: sus virtudes y sus falencias, sus maravillas y sus desperdicios, destacando sus logros y relevando sus pecados.

    Estar en el mundo como una suerte de filsofo-fotgra-fo, uno como el Roberto Michel en Las babas del diablo de Julio Cortzar. Como se dice en el cuento, cuando se anda con la cmara hay como el deber de estar atento, de no perder ese brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una vieja piedra, o la carrera trenzas al aire de una chiquilla que vuelve con un pan o una botella de leche (1969:81). Cortzar mismo describe de manera brillante este gesto cuando habla de pensar foto-grficamente las escenas (Idem). Como el David Hemmings

    de Blow Up (1966), cuando revela y ampla la fotografa que ha sacado en el parque. La pelcula sugiere que con la cmara y al margen de su voluntad expresa, el fotgrafo capta una rea-lidad que se escapa a la simple mirada del que tambin est en la escena, del que forma parte del paisaje que se fotografa. Las ampliaciones sucesivas podran mostrar un detalle, un escorzo de la escena que se haba pasado por alto.

    No hay paisaje en el que hoy los filsofos estn ms im-plicados y complicados que el mundo de la institucionalidad acadmica. La filosofa actual en Chile, en Amrica Latina en el mundo se ejerce mayoritariamente en forma profesional. Hace ya aos, cuando recin me integraba a este mundo de la filosofa profesional, se me solicit que participara en un en-cuentro acadmico1 cuyas actas se publicaron bajo el ttulo de La filosofa en la Universidad. El tema no poda sino ser fasci-nante para alguien que comenzaba recin su carrera, asumien-do su primer cargo de profesor, iniciando su labor profesional. Entend que era una oportunidad para transformar una serie de inquietudes concretas que me rodeaban en una investigacin concreta. Escrib un texto que se titul El trabajo filosfico en el tiempo de la profesionalizacin. La finalidad de aquel texto era aclarar pero sobre todo aclararme a m mismo qu sig-nifica desarrollar la actividad filosfica profesionalmente.

    La inquietud, como atestigua la existencia de este libro, no ha desaparecido con los aos; por el contrario, los proble-mas se fueron complejizando. En aquel entonces intent una suerte de distincin entre ser un filsofo de profesin y un

    1 Primer Congreso Regional del COMIUCAP, Universidad Catlica Argentina (Argentina), junio de 2001.

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    PrlogoCARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    profesional de la filosofa. La distincin permita, por una parte, sostener la existencia de filsofos que no ejercen profe-sionalmente dicha actividad, situacin que hoy es en extremo escasa, pero que an se da. Por otra parte, haca posible hablar de una cierta manera de ejercer la actividad filosfica de forma profesional, pero en la cual el ser un filsofo fuera lo funda-mental y la profesionalidad lo secundario, lo aleatorio, un dato casi anecdtico. Como deca entonces, El filsofo de profesin sigue siendo, como se dice expresamente, un profesional (). Lo esencial aqu, sin embargo, no es el ser o no profesional sino el ser filsofo (2003:150).

    La distincin me sigue pareciendo seductora, aunque ahora tambin creo que es algo inocente, a ratos incluso insos-tenible. Aquel sujeto recin doctorado, que se integraba con ganas e ilusiones al mundo laboral quera creer que exista una manera de desarrollar la actividad filosfica hoy en da, en la cual su carcter de profesionalidad fuera tan solo un dato alea-torio, secundario, incluso intrascendente. El tiempo, las lecturas y sobre todo la experiencia se han encargado de poner en evi-dencia que la relacin entre el trabajo filosfico y su profesio-nalidad es ms compleja de lo que imagin entonces. El ejercicio profesional de la filosofa afecta, incluso determina la actividad profunda y definitivamente a niveles que, por el mismo hecho de estar inmiscuido en ella, son difciles tal vez imposibles de ver en toda su magnitud.

    Siguiendo una descripcin que hace Adela Cortina (1980), el ser profesional significa haber pasado por un proceso de capa-citacin, haber llevado a cabo estudios que hacen merecedor de una acreditacin, de una licencia que habilita para ejercer como tal. Quin puede ser o no un profesional en un rea y cmo deba ejercerse esa actividad es, adems, algo que determinan

    aquellos que ya estn habilitados, pues los profesionales de un rea conforman una comunidad de colegas, un colectivo que expresa o tcitamente ejerce un control sobre el ejercicio de la profesin. El ejercicio de una profesin implica, por otra parte, siempre un servicio especfico a la sociedad y, en tanto que tal, se lleva a cabo institucionalmente. Las funciones que cualquier profesional ha de realizar en una institucin estn ntidamente definidas, de manera que se tiene claridad respecto de lo que se puede esperar de ellos. El caso del ejercicio profesional de la filosofa no es una excepcin. Exige un proceso de capacitacin, de acreditacin regulado y administrado por los mismos fil-sofos profesionales. La actividad filosfica est normada en su forma de ejercerla con funciones claramente establecidas. De lo que se trata aqu es de ciertas prcticas que conforman el ejerci-cio profesional de la filosofa y de ciertas reglas que organizan su quehacer.

    Sobre el asunto de las prcticas filosficas y, por supues-to de la normativa que est detrs, me detuve hace unos aos (2008). En aquel momento result interesante aplicar las con-clusiones de Foucault acerca de las prcticas discursivas al tema de las prcticas disciplinares en general. Sostuve, enton-ces, que lo que caracterizara al mbito disciplinar de la filosofa son ciertas prcticas. La filosofa sera, entonces, la prctica de la filosofa o, dicho de otro modo, la filosofa sera el filosofar de cierta forma, esto es, de acuerdo con determinadas normas. Parafraseando al francs deca que dichas prcticas se rigen por un conjunto de reglas annimas, histricas, siempre determi-nadas en el tiempo y el espacio, que han definido en una poca dada y para un rea social, econmica, geogrfica o lingstica, las condiciones de ejercicio de una determinada actividad, en este caso la filosfica (Cf.: Foucault, 2001:198).

  • 1312

    PrlogoCARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    No es lo mismo ser un profesional de la filosofa en la Alemania de mediados del siglo XVII que serlo en Burundi a principios del siglo XX. Aunque puedan coincidir, lo razonable es esperar que la formacin, las capacitaciones y acreditaciones requeridas sean diferentes, que las actividades que se desarro-llen no coincidan, que lo exigido y evaluado cambie radical-mente de un lugar a otro, de un tiempo a otro. La intencin de este trabajo ha sido detenerse nica y exclusivamente en el caso del ejercicio profesional de la disciplina filosfica en el Chile actual, en aquel ejercicio profesional del que este texto es parte, es decir, en nuestro ejercicio profesional de la disciplina filosfi-ca. La fotografa se vuelve un auto-retrato o, como se dira ms actualmente, una selfie.

    Ensayar una suerte de trptico: tres fotografas que buscan captar tres escorzos, tres perspectivas de un solo ros-tro, el del quehacer filosfico profesional en el Chile de hoy. Estudios para un Autorretrato-Trptico podra haberse lla-mado este texto, como la obra que pintara Francis Bacon entre 1985 y 1986. La enseanza ser la primera imagen la de la izquierda, la investigacin y la publicacin ser la segunda la central que, como sucede habitualmente en este tipo de obras, es la de mayor envergadura, y la ltima imagen la de la derecha la constituye la gestin. Con esto no se pretende dar cuenta de todo y menos an de la verdad sobre el quehacer filosfico profesional en Chile. Se trata de una representacin posible, de un cierto levantamiento, una proyeccin entre otras imaginables.

    Un ejercicio cartogrfico, de all el nombre del texto. El objetivo es elaborar un cierto mapa del territorio filosfico aca-dmico actual. Como todo mapa, se trata de llevar al escrito, al dibujo, al plano una realidad tridimensional y representar all

    los contornos de las cosas, las superficies y los ngulos. Hay aqu un desfase, una prdida; la deuda de cualquier represen-tacin. Hay, junto a este lmite, una eleccin, pues no todo se registra, no todo cabe en un mapa: el cartgrafo escoge una perspectiva, cierto escorzo, una escala. El que aqu se intenta es uno de aquellos llamados mapas temticos, pues est dedica-do a un asunto especfico y dirigido a un audiencia en particular. Interesa dibujar, para los acadmicos en general y especialmente para los que se dedican a la filosofa, algunos de los principales accidentes geogrficos del territorio en que habitan cotidiana-mente, en el que se desenvuelven profesionalmente.

    Un mapa topogrfico o, tal vez, simplemente topolgi-co. Tan solo cuatro accidentes conforman esta representacin del ejercicio profesional de la filosofa: la enseanza, la investi-gacin, la publicacin y la gestin. Se representan nicamente cuatro relieves en un mundo con mucha ms sinuosidad. Como sea, parece tratarse de los accidentes geogrficos ms destaca-dos, ms sobresalientes de este territorio. Ellos encarnan lo que hace o debera hacer todo licenciado o doctor en filosofa que trabaje en cualquier universidad del pas: ensea, investiga, publica y gestiona. Las formas en que se puede ensear y de he-cho se ensea la filosofa, no obstante, son variadas; las maneras de investigar y los modos de publicar filosofa son mltiples, as como mltiples son los estilos en que es posible gestionar el propio desarrollo como filsofo. La cuestin es, entonces, la del tono en que se desarrolla, en que desarrollamos hoy en Chi-le nuestro quehacer: el tono con que enseamos, investigamos, publicamos y gestionamos la filosofa.

    La cartografa se vuelve crtica, como se indica en el ttulo de este texto. Crtica como la de un Kant, guardando por supuesto la distancia. Un tribunal, un juicio. El quehacer

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    CARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    filosfico sometido a proceso con el objeto de poner al descu-bierto sus lmites, sus pretensiones, sus facetas escondidas, disi-muladas, su cara oculta. Escogemos, entonces, una proyeccin negativa, desagradable, fea, incluso vergonzosa. Decir lo que no quisiramos tener que decir, lo que no nos gusta reconocer, lo que nos produce pudor. Decirlo con tristeza, pero tambin con esperanza, con la intencin de que las cosas se muevan, transi-ten, cambien. A N T E C E D E N T E S

    Antes de iniciar el ejercicio cartogrfico, es necesario algo de historia, pues los contornos actuales del quehacer profesional de la filosofa en Chile son el resultado de una serie de aconte-cimientos que los han conformando. Lamentablemente, lo que se ha hecho en el mbito de la historia de la filosofa en Chile es poco. Como seala acertadamente Cecilia Snchez refirindose a los cultores de la disciplina en nuestro pas, los filsofos del lugar escasamente haban dado testimonio de la historia de la disciplina (2005:25). Algo as como la historia de la filosofa en Chile est apenas escrita; aunque hay una serie de textos que buscan dar cuenta de perodos ms o menos extensos de dicha historia. Entre ellos existen algunos ms ambiciosos que pre-tenden hacerse cargo de grandes etapas en su desarrollo1, otros que se abocan al anlisis de fases ms acotadas2 y unos pocos

    1 Cf.: Muoz, Jorge, 1941; Barcel L., Joaqun, 1956 y 1982; Caiceo, Jaime, 1988; Vidal M., Santiago, 1977; Santos-Herceg, Jos, 2010.

    2 Molina, Enrique, 1953; Hanisch E, Walter, 1963 y 1982; Vidal M., Santiago, 1982; Villalobos, Alejandro, 1998; Santos-Herceg, Jos, 2009.

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    AntecedentesCARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    que abordan directamente algn momento aislado de esa histo-ria que puede ser pasado3 o presente respecto del autor4. Entre estos escritos hay cuatro especialmente destacables, pues son los de ms largo aliento, en tanto que relatan gran parte de la historia de la filosofa en Chile. Esto son, en orden de aparicin, el libro de Roberto Escobar (1976), el de Ivn Jaksic (1989), el de Cecilia Snchez (1992) y el de Roberto Escobar nuevamente (2008), que es una ampliacin del anterior.

    Interesa ahora ensayar un acercamiento exclusivamente dirigido a la historia de la conformacin del quehacer profesio-nal de la filosofa en Chile. Abordarla implica tomar algunas de-cisiones respecto de su organizacin. Hay mltiples formas de organizar; se pueden considerar diferentes criterios para hacerlo y que permiten dar continuidad al relato histrico. La continui-dad es y ha sido, sin embargo, objeto de sospecha5. Creo con Roig que la continuidad es ante todo una expresin de deseo de los historiadores, que es tan solo un proyecto de continui-dad, incluso una desesperacin por la continuidad (Roig, 1994:101). El mendocino sugiere utilizar el concepto de histo-ria episdica que toma de Gramsci. Se tratara de una () his-toria que se reduce a momentos puntuales que quedan sealados como rupturas sin significado, momentos de irracionalidad que no encajan dentro de una racionalidad que podra justificarlos (Roig, 1994:101). Momentos que se describen renunciando a

    3 Barcel L., Joaqun, 1982; Snchez, Cecilia, 1997; Devs, Eduardo y Salas, Ricardo, 1999; Santos-Herceg, Jos, 2013.

    4 Finlayson, Clarence, 1939; Marchant, Patricio, 1970 y 2000; Escobar, Roberto, 1976; Vidal M., Santiago, 1982, 1984 y 1989; Maldonado, Carlos, 1995; Estrella, Jorge, 1999; Snchez, Cecilia, 2005; Santos-Herceg, Jos, 2012.

    5 Roig mismo refiere expresamente al aporte de Foucault en este punto (Cf.: 1994:98).

    justificarlos racionalmente dentro de una totalidad de sentido y que, por lo tanto, dejan fuera toda pretensin de articularlos, de organizarlos. Al modo de una suerte de lbum de fotos, de una coleccin de momentos, la historia comprendida como conjun-to de episodios se agota en la descripcin de instantes.

    Dejando de lado la pretensin exagerada de sostener que estos sean los nicos episodios que se relacionan con la con-formacin del ejercicio profesional de la filosofa vigente hoy en Chile, quisiera detenerme brevemente solo en algunos espe-cialmente significativos, pues si no se les tiene en cuenta pare-ce imposible comprender del todo que nuestro quehacer haya adquirido los caracteres que tiene. Los sucesos a los que me refiero se pueden ordenar cronolgicamente. En primer trmi-no, la normalizacin que tiene lugar aproximadamente en la dcada de los aos 40 del siglo pasado, a la que sigue algo des-pus fundamentalmente durante los aos 50 el proceso de profesionalizacin de la actividad acadmica. Luego de este acontecimiento ahora durante la dcada del 60 tiene lugar el proceso de reforma universitaria que escinde a los culto-res de la disciplina. Lo sigue el Golpe Militar de 1973, que cercena y mutila gran parte de los desarrollos filosficos de ese momento y, finalmente, la mercantilizacin a consecuencia de la implementacin de polticas neoliberales en los aos 80.

    1. Normalizacin

    El que el trabajo filosfico en Chile a partir de mediados del siglo veinte entre en una etapa de normalidad conmueve y altera radicalmente el modo en que se vena practicando la

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    AntecedentesCARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    filosofa hasta ese momento. La categora de normalidad, como se sabe, fue acuada por el argentino Francisco Romero6. Hoy es habitual su uso entre los que trabajan el tema de la filo-sofa en Amrica Latina para designar una etapa del desarrollo de la disciplina en el continente. Lo que pretenda Romero con ella era aprehender un determinado estado de cosas, un mo-mento especfico en el que se habra encontrado la filosofa en Argentina y en Amrica Latina. Romero constata que el lugar de la filosofa en el continente ha cambiado, pasando de ser un acontecimiento excepcional, extraordinario, incluso raro, a ser algo habitual. La filosofa, dice el autor, se generaliza, alcan-zando el sentido de una comn funcin de la cultura (1952:11). Observa el argentino que ya a nadie le extraa que esto que se llama filosofa circule en la sociedad integrndose a la cultura como una ms de sus funciones. Se ha vuelto, dice, una activi-dad ordinaria a la comn vida del espritu (61), al punto de que, agrega, se va consolidando (11).

    Para probar que la filosofa ha tomado un cauce normal, Romero alude a una serie de acontecimientos de orden insti-tucional: la existencia de sociedades de filosofa, ctedras, de-partamentos universitarios de la especialidad, programas de estudios en filosofa, publicacin de libros, de revistas, reali-zacin de encuentros y congresos nacionales e internacionales, enriquecimiento de las bibliotecas, trabajo de traduccin tanto de los autores clsicos como de los ms contemporneos, in-corporacin de la asignatura en la enseanza media, creacin de centros de investigacin, etc. Gran parte de la historia de la

    6 El concepto fue estrenado, al parecer, en un homenaje que hiciera Romero a Manuel Garca Morente en el PEN Club de Buenos Aires en 1934.

    institucionalizacin de los estudios filosficos en Chile ya ha sido escrita. Cecilia Snchez (1992) la ha referido para el caso de la Universidad de Chile y, para el de la Pontificia Universidad Catlica de Chile, son Luis Celis y su equipo quienes lo hacen (1982). A estos trabajos habra que agregar textos como el de Jos Jara (2009), Jorge Estrella (1999), Ivn Jaksic, (1989 y 2013) y Mi-guel Da Costa (1992), que proveen en su conjunto de un pano-rama del proceso de institucionalizacin de la filosofa en Chile.

    De acuerdo con la informacin recopilada por estos au-tores, los acontecimientos de orden institucional asociados al proceso de normalizacin del trabajo filosfico en Chile seran: 1922, se instala el Curso Superior de Filosofa en la Pontificia Universidad Catlica de Chile, un ao ms tarde se funda en esta misma universidad la Academia de Filosofa y en 1924 la Facultad de Filosofa; 1935, Pedro Len Loyola introduce el Curso especial para la formacin de Profesores de Filosofa en el Instituto Pedaggico; 1943, se crea en la Pontificia Universi-dad Catlica de Chile la Escuela de Pedagoga al interior de la Facultad de Filosofa y Letras, que ms tarde pasar a llamarse Facultad de Filosofa y Ciencias de la Educacin; 1949, se crea, en la misma universidad, el Departamento de Filosofa al in-terior de la Escuela de Pedagoga; ese mismo ao se funda la Sociedad Chilena de Filosofa y aparece el primer nmero de la Revista de Filosofa; en 1951, tienen lugar las Conversaciones Cartesianas para celebrar el tricentenario de la muerte de Des-cartes; 1956, se funda la Asociacin Chilena de Lgica y Filo-sofa de las Ciencias y se lleva a cabo en Chile el IV Congreso Interamericano de Filosofa.

    La filosofa que se vuelve normal en Chile se asocia a un determinado esquema institucional o, como tambin ha sido llamada, a un cierto aparato filosfico (Dussel, 1983:30) cuya

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    AntecedentesCARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    finalidad es organizar, administrar, pero tambin controlar, mantener dentro de determinados cauces la actividad filosfica. La normalizacin es un proceso que va ms all de ser sim-plemente la instalacin de una institucionalidad. Como ha sido observado, ella afecta radicalmente el modo de hacer filosofa que vena primando. El mismo Romero constata expresamente que el inters filosfico se ampla, gana en hondura y se logra una cierta continuidad (1952:11). La labor filosfica se vuelve un trabajo profundo, ms radical. Se impone, segn sus trminos, un determinado rigor, seriedad y severidad. Se adopta una metodologa especfica de la disciplina, esto es, un trabajo lento y sistemtico, que est al da con la discusin y que ope-ra con el pensamiento en su fuente originaria (15). El trabajo filosfico deja de ser, observa Romero, una actividad plcida, es decir, relajada, tranquila, y comienza a exigir de un gran es-fuerzo, en el sentido de que pasa a ser una labor que requiere de voluntad, de temple, de trabajo duro (17). Ya no se trata de una simple palabrera cuyo objetivo es la mera diversin, sino que la gua la parquedad y el rigor, dice Romero (17); un rigor que no es otra cosa ms que un estudio severo (54).

    La instalacin de un determinado aparato institucional as como la imposicin de un cierto modo de trabajar filosfi-camente tienen como consecuencia una clausura o cierre (Cf.: Silva, 2012). Detrs del concepto de normalidad late una idea de filosofa clara y definida que adhiere a un modelo europeo y europeizante. Segn ha sealado Fornet-Betancourt, la concepcin de filosofa que inspira la categora de normalidad filosfica es de clara raigambre europea y de tendencia eu-ropeizante, y, para ser ms preciso, su concepcin de la filoso-fa es tributaria de la tradicin filosfica universitaria europea (2003:32). Horacio Cerutti-Gulberg, por su parte, comparte

    este juicio al referirse a una normal actividad europeizante en-tre nosotros (1986:92). La idea de una normalidad es, entonces, esencialmente cerrada, y, por lo tanto, marginante: excluye toda otra filosofa que no sea la del tipo europeo-occidental. Para ser normal en Chile, la actividad filosfica tuvo que adecuarse a una serie de prescripciones, tuvo que cumplir ciertas condiciones, pues, como seala nuevamente Fornet-Betancourt, la filosofa verdadera, la forma paradigmtica de la filosofa no puede ser otra que la que se presenta y trasmite en su forma cannica de filosofa normalizada por la academia (2001:11).

    Este carcter cerrado y excluyente del quehacer filos-fico normalizado acarrea necesariamente una elitizacin de la actividad. La tan trada y llevada normalizacin filosfica escribe Cerutti-Guldberg fue, en realidad, la muerte del filosofar, del filosofar entendido como una prctica ms inserta en la praxis global de la sociedad. La filosofa normalizada se convirti en la prctica de una minora privilegiada, de una lite de filsofos poseedores de la verdad y, por qu no decirlo, en la verdad de una clase, la clase dominante (1992:34). Un ejem-plo de esto puede encontrarse en el relato que hace Roberto Escobar acerca del quiebre generado al interior de la Sociedad Chilena de Filosofa con la irrupcin de los que llama pro-fesionales (2008:467). Ellos habran comenzado a restringir el acceso a la institucin mediante criterios formales ttulos y grados as como tambin mediante una suerte de prueba que buscaba determinar el carcter filosfico del trabajo del postulante. Los defensores del profesionalismo no conside-raban aptos a los poetas y humanistas, ni sus planteamientos filosficos, sino que se fijaban mucho en el ttulo o grado del postulante (2008:467). La consecuencia fue que los no pro-fesionales fueron arrinconados, como relata Escobar, hasta

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    AntecedentesCARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    que se vieron obligados a agruparse en un pequeo contingente que bautizaron irnicamente como El Exilio, funcionando en forma paralela a la Sociedad durante varios aos hasta desa-parecer finalmente.

    2. Profesionalizacin

    La normalizacin y profesionalizacin son acontecimientos que se traslapan temporalmente y se vinculan esencialmen-te, por lo que no es posible hablar aqu de perodos o etapas diferenciadas. El proceso de profesionalizacin se caracteriza por el paso de una formacin fundamentalmente autodidacta y desorganizada a una de carcter sistemtico y estructurado. Ya no se tratar de buscar en solitario y a tientas el camino, sino que se es guiado, al menos orientado de forma organizada. As el filsofo adquiere mayores herramientas e informacin para desarrollar su tarea: herramientas conceptuales, metodolgicas, categoras, etc. En el caso de Amrica Latina, Mir Quezada se refiere al paso de la primera generacin de filsofos, llamada los fundadores o patriarcas, a la segunda de los forjadores, para finalmente llegar a la tercera denominada joven o tcnica (1974:4-5). Dice este autor que empiezan a surgir aproxima-damente desde 1940, ensayos, trabajos de investigacin y libros que se caracterizan todos por determinado tipo de formacin tcnica, semejante a la formacin tcnica que requieren ciertas obras europeas de gran especializacin filosfica (1974:20).

    Con la profesionalizacin los filsofos chilenos adquie-ren los conceptos, los mtodos propios del trabajo filosfico de

    origen europeo. Joaqun Barcel se refiere a este acontecimiento en los siguiente trminos: en nuestro pas ha desaparecido de este modo el tipo de filsofo autodidacta. El filsofo chileno se forma hoy a travs de estudios regulares; se le exige un t-tulo profesional o un grado acadmico en la especialidad y con ello comienza a gozar de un cierto status universitario y social (1982:110). La profesionalizacin tiene para la filosofa en gene-ral y para el caso de Chile en particular, consecuencias de orden prctico, pues a raz de ella surgen recursos econmicos que ha-cen posible vivir de la filosofa. El mismo Barcel constata en el texto antes citado que la ctedra universitaria ofrece a algunos profesionales de la filosofa la oportunidad de desarrollar su ac-tividad sin que necesiten depender de otros medios para ganarse la vida. Esta posibilidad, que ya se abri para los filsofos euro-peos en el siglo XVII, no se daba en Chile a comienzos del siglo XX (1982:110). Se ofrece, por primera vez la alternativa de de-dicar tiempo completo a la actividad filosfica y por lo tanto, de no tener que compartirlo con otra funcin remunerada.

    No solo se trata de la posibilidad de tener puestos de trabajo para los filsofos, sino tambin financiamiento para in-vestigacin que permita llevar a cabo trabajos especializados, posibilidad de viajar y conocer a cultores de la disciplina en otras latitudes y especializarse. Esta consecuencia de la profe-sionalizacin implica, no obstante, un potencial peligro. Existe la posibilidad de que la actividad filosfica termine siendo nada ms que una simple pega cuya finalidad sea solamente el be-neficio econmico. Barcel lo dice algo irnicamente cuando habla de la amenaza de que la condicin de filsofo pueda tender a asimilarse con un empleo pblico o particular, es decir, con un cargo remunerado cuya finalidad ltima sea el beneficio de jubilacin (1982:111).

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    AntecedentesCARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    La profesionalizacin de toda actividad y en particular de la filosofa en Chile acarre tambin una mayor claridad en cuanto a las actividades que le son propias. Las funciones pasan a estar ms definidas de manera que se pueda tener certeza res-pecto de lo que debe hacer y de lo que se puede esperar. Esto habra tenido como consecuencia un aumento en los niveles de calidad del trabajo (Cf.: Schumacher, 1997:24 y Ortiz y Mario, 2005:1). El establecimiento taxativo de las actividades que debe realizar un filsofo, puede, no obstante, tener efectos negativos sobre la disciplina misma. Entre ellos el primero que salta a la vista es la instalacin de una suerte de monopolio acerca de la forma adecuada o correcta de hacer filosofa que se reprodu-ce con su carga evidentemente marginante de otras maneras de entender la actividad. En el caso chileno esto se puede ver con claridad en el ejemplo ya referido de la expulsin de los auto-didactas de la Sociedad Chilena de Filosofa, primero, y de las universidades, despus.

    Superada la etapa de los autodidactas y estandarizados los procesos de formacin, la filosofa se abre como alternativa de estudio y desarrollo laboral para toda persona que quiera tomarla. A partir de la profesionalizacin, cualquiera puede ser filsofo. No es necesario ser un genio, ni siquiera se re-quiere estar especialmente dotado, pues la filosofa se puede aprender. La inspiracin genial ya no es indispensable, para ello est el aprendizaje de la metodologa. Como dice muy bien Schumacher, con la profesionalizacin la filosofa deja de ser un destino y se convierte en un oficio (1997:25). Esta democratizacin de la actividad filosfica es para algunos, sin embargo, una banalizacin del carcter de filsofo. Es a raz de ello que un autor como Joaqun Barcel seala respec-to del proceso de profesionalizacin que en virtud de l los

    trminos filsofos y pensador han dejado de ser converti-bles (1982:110).

    El proceso de profesionalizacin tiene como consecuen-cia, por otra parte, la especializacin: solo aquellos que tienen la formacin completa y manejan por tanto los cdigos, los modos de decir y hacer, los autores, etc., pueden ejercer la actividad. Para velar porque ello sea as, se establece una serie de mecanis-mos de control. Ellos deben asegurar que ella se realice como debe hacerse y siempre de la misma forma. De esta manera, el trabajo filosfico, en tanto que profesional, adquiere rasgos conservadores e incluso policiacos. En el fondo late lo que se denomina autonoma de la disciplina, pues son sus mismos cultores los que determinan quines pueden ejercerla y de qu manera deben hacerlo.

    El filsofo profesional adquiere entonces el perfil de un especialista, miembro de la lite y, por lo tanto, aislado del resto del mundo. Una consecuencia inmediata de la profesionaliza-cin fue el enclaustramiento de la actividad reflexiva. Aparece la figura del filsofo de despacho, como ha llamado Cecilia Snchez a aquel pensador que trabaja en su oficina, solo. El despacho encierra, asla, pero tambin libera, pues es all donde como dice Snchez se abstrae del mundo y de s mismo. A medida que profundiza en sus lecturas, se despersonaliza e ingresa en el logos de filosofas ya dichas (1992:29). El despa-cho se vuelve una suerte de pasadizo al no-lugar de la filosofa. Se pierde todo vnculo con el mundo, con el contexto, con lo terreno y con ello se libera de la carga del cuerpo.

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    3. Escisin

    Podra parecer que lo ocurrido en el contexto del proceso de Reforma Universitaria no tuvo repercusin alguna sobre la configuracin de lo que es hoy en da el quehacer profesional de la filosofa en Chile. La razn para sostener algo as es simple: la existencia innegable de lo que ha sido denominado contra-reforma y que ha llevado a algunos autores a sostener que la universidad de los 80 no es ms que un regreso, un retroceso a la de los 50, pues en el mbito de la educacin superior la Dictadu-ra Militar habra logrado retrotraer todo al momento previo a la Reforma Universitaria. Esta afirmacin ignora el hecho de que no todos los logros del proceso reformista fueron desmantela-dos, pues muchos de los temas que all se instalaron quedaron latentes y como se ha mostrado en los movimientos estudianti-les de los ltimos aos, resurgen hoy con enorme fuerza.

    La llamada Reforma Universitaria, como es bien sabi-do, tiene lugar en Chile hacia finales de los aos 60, aunque comienza a gestarse al menos desde los primeros aos de esa dcada, y se interrumpe bruscamente con el Golpe de Estado de 1973. Se trata de un proceso con fundamentos muy profun-dos, cuya base la constituye un entramado de crticas al sistema universitario imperante. Entre los reproches ms importantes Scherz menciona su estrechez profesionalizante y utilitaria, adversa al quehacer cientfico y, asimismo, su escasa presencia en la orientacin de los cambios sociales y en la denuncia de abusos, injusticias y alienaciones. Es ms, se censura su depen-dencia de poderes externos (locales e internacionales), la falta de democracia en su conduccin y la escasa apertura de sus aulas a los sectores ms vastos y desamparados del pueblo (1986:94).

    En el caso de la filosofa, Cecilia Snchez hace ver que se imponen dos temas durante la Reforma: la cuestin del esta-tuto poltico del saber y la necesidad de abrir la filosofa a las mltiples provocaciones provenientes de las ciencias sociales, la literatura, el arte y las ciencias en general (1992:163). Ambos asuntos, segn la autora, arrancan del horizonte de la situacin deficitaria de un cierto tipo de profesionalizacin, adoptado por la filosofa en las universidades (163). Uno de los elementos articuladores de la Reforma tuvo que ver, sin duda, con los aca-dmicos, su lugar en la universidad, el modo en que ejercen su labor y la relacin que ellos tienen o deben tener con el mundo y la poltica. El tema ms general de la funcin del intelec-tual Snchez lo resume acudiendo a Toms Moulian, quien lo planteaba en trminos del conflicto entre el gran intelectual (artista, filsofo o cientfico) y el intelectual orgnico (mi-litante) (Cf.: 1992:172). Para el caso de la filosofa, Snchez lo explica aludiendo a la distancia entre Marx y Heidegger: Marx apuntando hacia fuera, con su famosa interpelacin a los intr-pretes para transformar el mundo, y Heidegger hacia adentro, con su lectura interna de la tradicin filosfica (1992:172). En este sentido habla la autora de profesor militante y profesor lector homologndolo a la idea platnica de un pastor de ove-jas y de un perro guardin respectivamente (176).

    Ivn Jaksic en alguna medida apunta a esta misma distin-cin cuando divide a los cultores de la filosofa en Chile entre crticos y profesionalistas; distincin que utiliza para leer toda la historia del pensamiento filosfico en Chile (Cf.: 1989 y 2013). Los profesionalistas7, segn Jaksic se caracterizan por

    7 Jaksic encuentra en figuras como Millas, Gianinni, Vial Larran, Torretti, Soler y Martnez Bonati ejemplos de este tipo de filsofo.

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    tomar bsicamente dos posturas frente a la poltica: ignorarla o rechazarla. Los que la ignoran, se centraron en problemas altamente especializados de la disciplina filosfica o bien pre-sentar al ser humano como un ser espiritual y no como un ente poltico (2013:249). Los que rechazaron expresamente la pol-tica tornaron, con ese mismo gesto, en poltico su discurso. Los profesionalistas, explica Jaksic, intentaron resucitar el rol tra-dicional de la disciplina, desde sus races platnicas, como una gua para la sociedad (2013:258). Se trata del ya mencionado filosofo de despacho, del filsofo Ariel como le he llama-do antes (Santos-Herceg, 2010:270-273). Paulo Freire describe a este tipo de acadmico de la siguiente forma: lee horas sin parar, se domestica ante el texto, con miedo de arriesgarse, habla de sus lecturas casi como si las estuviera recitando de memo-ria, no percibe ninguna relacin, cuando realmente existe, entre lo que ley y lo que ocurre en su pas, ciudad, en su barrio (1997:28).

    Snchez habla, por otro lado, del surgimiento de la figura de un filsofos crtico. Ella lo grafica con el caso paradig-mtico de Juan Rivano. Con este mismo nombre de crticos denomina Jaksic a los antagonistas de los profesionalistas que tambin ejemplifica con el caso de Rivano, su maestro, segn confiesa en el prefacio de la edicin original de su libro sobre la filosofa en Chile (1989:XIII). Para Jaksic, a diferencia de lo dicho por Snchez, los crticos ya existan antes en la historia de la filosofa en Chile, al punto de que, como se deca, propone leer toda su historia a travs del conflicto entre politizacin y especializacin acadmica de los filsofos chilenos. En efec-to, el desarrollo de la filosofa chilena puede ser entendido en trminos de la tensin entre aquellos filsofos que han consi-derado que la disciplina es un instrumento para al anlisis y el

    cambio de la sociedad, y aquellos que conciben que la filosofa es, ante todo, una disciplina acadmica que, aunque se encuen-tra afectada por grandes cambios sociales y polticos, depende de su propia evolucin histrica para nutrirse y desarrollarse (2013:26-27).

    Sin desmentir directamente la interpretacin de Jaksic, se ve claramente que es durante el perodo de Reforma Uni-versitaria que este tipo de intelectual crtico se encarna fuerte y expresamente al interior de la universidad, se manifiesta en acadmicos que son profesionales de la filosofa, producindo-se efectivamente una escisin entre dos modos contradictorios y alternativos de entender el quehacer filosfico profesional8. Frente a un modelo ya instalado desde el tiempo de la norma-lizacin y profesionalizacin de la filosofa, aparece un acad-mico que, en palabras de Cecilia Snchez, intent revertir esta concepcin autorreferente del quehacer filosfico por la va de su incorporacin a la poltica, asumiendo a esta como su fin (1992:190). El quiebre se hace tan evidente que esta autora lle-ga a vincularlo con la apertura, en la Universidad de Chile, de dos nuevos centros para el cultivo de la filosofa: el Centro de Estudios Humansticos y el Departamento de Filosofa de la Sede Santiago Norte. En ambos lugares se intentan dos forman completamente antagnicas de trabajo filosfico profesional.

    8 Jaksic acepta que durante la Reforma esta diferencia se radicaliza en tanto que los profesionales de la filosofa van tomando posturas alternativas e irreconciliables. La poltica abri un brecha entre los filsofos que tenan ahora muy poco en comn () El abismo entre las dos grandes corrientes, aparentemente insalvable, era de carcter poltico y filosfico, ya que cada grupo se senta completamente distante respecto del otro (2013:279).

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    4. Mutilacin

    El Golpe Militar de 1973 es para la conformacin de lo que hoy se entiende por ejercicio profesional de la filosofa un acon-tecimiento fundamental. La relacin de la Dictadura con la actividad profesional de la filosofa en Chile es mltiple y com-pleja. En un sentido muy evidente, se puede hablar de que lo que ocurre durante el Rgimen Militar es una refundacin del ejercicio profesional de la filosofa. En la prctica, el Gobierno Militar borra lo que haba ocurrido con la actividad filosfica durante los aos 60 y en algn sentido, vuelve todo al estado en que se encontraba un decenio antes. Esta refundacin se lleva a cabo a travs una serie de mecanismos represivos, destruc-tivos, implementados expresamente por la propia Dictadura, por un lado, y un grupo de consecuencias, de resultados de la represin, pero que no fueron ni buscados ni planificados por la Dictadura, por otro.

    En este marco se inscribe, antes que todo, lo que se ha llamado la Depuracin de las universidades (Cf.: Scherz, 1981): eliminacin de unidades acadmicas consideradas ideo-lgicamente contaminadas, cancelacin inmediata del contrato de profesores que apoyaron directa o indirectamente el gobier-no de la Unidad Popular, una campaa de despolitizacin de la universidad con una serie de estrategias que se basaban en un rgimen de premios y castigos, con un sistema de informaciones y controles. Lo primero, entonces, fue la purga de las univer-sidades, con la expulsin de una infinidad, an no registrada del todo, de acadmicos y su reemplazo por sujetos ms afi-nes al rgimen. A esto sigui un cambio de orden institucional,

    reemplazo de todas la autoridades, incluso el cierre de algunas instituciones.

    Luis Scherz alude a las consecuencias de este proceso sealando que con el despido y restriccin de quienes perma-necieron en la universidad se ha perdido prcticamente su conciencia crtica quedando sta a lo sumo reducida al zumbi-do indeseado de unos escasos tbanos intelectuales con alas y aguijones ya maltrechos por intiles esfuerzos contra impene-trables caparazones epidrmicas (1982:8). Cecilia Snchez, al analizar concretamente el caso de la filosofa llega a una conclu-sin cercana cuando alude a una despotenciacin de su pro-piedad crtica (1992:210). La autora constata que la filosofa subsiste en las universidades, aunque desaparece aquel pensa-miento en el cual se alberga la crtica y la bsqueda de nuevos procedimientos y objetivos de reflexin (1992:213-14). Esta desaparicin de una actitud crtica fue impuesta, por lo dems, con medidas concretas. Devs y Salas hablan de que expresa-mente se prohibieron temas y textos (1999:202), lo que Snchez repite casi textualmente cuando habla de que se prohben expl-cita e implcitamente autores y temas (1992:196). Dichas restric-ciones van acompaadas, tambin, con sistemas de control. La filosofa es tolerada al interior de la universidad, para usar la expresin de Snchez, pero es sometida a evidentes restriccio-nes y controles: es vigilada, como dice Jorge Millas.

    Devs y Salas escriben que habran existido ciertas for-mas soterradas en que algunos logran acomodarse al nuevo sta-tu quo con lo que consiguen mantenerse en la institucionalidad universitaria. El costo habra sido restringir su labor a cierta prctica acadmica asptica lo que se concreta en que muchos de los cultores de la disciplina, sea por temor sea por facilidad, prefirieron limitarse a comentar a Platn o Kant o Husserl

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    (1999:202). Cecilia Snchez en un sentido cercano habla de una dependencia de los profesores con la autoridad, lo que gene-rara en aquellos que logran permanecer en la universidad un comportamiento adaptativo. La autora describe este compor-tamiento en los siguiente trminos: al ver amenazada la libre determinacin de su ejercicio, muchos acadmicos salvo algu-nas excepciones optan por jugar sobre seguro (1992:198). Brunner y Flisflisch, hacen ver que una de las consecuencias ms evidentes de este proceso es que el acadmico se adaptar a esa situacin volvindose ritualista, esto es aferrndose todo lo ms estrechamente posible a las rutinas seguras y a las normas institucionales (1983:386-387). Estos autores llegan a hablar de que los acadmicos se vuelven conformistas y compulsivos.

    Dadas estas condiciones laborales y la necesidad de so-brevivencia, el ejercicio mismo de la labor filosfica adquie-re, en trminos de Snchez, la forma de un monumento (1992:200). El comentario riguroso de autores de algunos autores de la tradicin filosfica europea-occidental se vuel-ve el modo principal de trabajo filosfico profesional. Devs y Salas constatan que los profesores de filosofa se han especia-lizado en estudiar y difundir los temas tradicionales: metafsica, gnoseologa, antropologa, estudio del lenguaje, teora poltica (1999:204). Hacen hincapi en que esto se hace con gran rigor y utilizando tcnicas filolgicas sofisticadas, lo que no les impide calificar a este tipo de trabajo como una reduccin a un simple academicismo, como un mero trabajo filolgico de comenta-rio que no genera disputa, recensin ni comentario alguno por parte de los colegas.

    La refundacin de la actividad filosfica por parte de los militares tuvo lugar, adems, mediante una serie de acon-tecimientos que podran ser considerados como no buscados

    ni deseados por la Dictadura, pero que se dieron como conse-cuencia directa de ella. Se pueden mencionar aqu algunos efec-tos de orden institucional como son, en primer lugar, los viajes y la consecuente internacionalizacin de los filsofos chilenos. El exilio permiti a algunos estudiar postgrados fuera el pas, especializarse, contactarse y en algunos casos, retornar a Chile con ese saber e instalarlo en las universidades chilenas. La exo-neracin cre un foco de disidentes extra-universitario. Scherz constataba en 1982 que dicho xodo ha repercutido favorable-mente en la generacin de entidades disidentes ajenas, en gran medida, a la institucionalidad impuesta en el pas por los mili-tares y sus aliados civiles; colocadas por ende al exterior de los recintos universitarios (1982:1)

    Trascendiendo el plano institucional hay tambin otros cambios que tienen lugar en la actividad filosfica chilena y que ocurren a raz de la Dictadura. Se trata de cuestiones que tienen que ver con que se dan ciertas ampliaciones y aperturas. Se altera sustancialmente el grupo de autores estudiados: algu-nos abandonan las aulas y los proyectos de investigacin, pero otros, que hasta entonces no haban sido considerados, apare-cen. No solo los referentes cambian, sino tambin la relacin con las otras ciencias. Devs y Salas destacan que durante la Dictadura Militar se produce una apertura de la filosofa hacia las ciencias humanas en general (1999:203). En una entrevista que le hiciera Jaksic, Humberto Giannini se refiere a la Dicta-dura Militar en Chile sealando que ella, junto con el tremendo dao causado a la filosofa, tuvo, sin embargo, el efecto positi-vo de vincularla con su mundo (Jaksic, 1996:139-140).

    Finalmente, retomando un proceso iniciado a mediados de los aos 50, la Dictadura habra tenido como consecuencia la instalacin definitiva y sin contrapeso de un perfil de filsofo

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    profesional, serio, erudito, etc. Una vez ms se trata de aquel filsofo de despacho, el profesionalista de Jaksic, el fil-sofo-Ariel que ya exista desde antes y que ahora se impone. Lechner seala que en este perodo se produce una creciente profesionalizacin acadmica de los intelectuales (1988:31). De lo que se trata, segn este autor, es de que se aceleran los procesos de especializacin, borrndose la imagen tradicional del intelectual como creador y trasmisor del sentido de la vida social. Vuelve a primar el crtico por sobre el profeta y la voca-cin poltica ya no se apoya en un compromiso de militancia partidista (30-31).

    5. Mercantilizacin

    A partir de los aos 80 del siglo pasado se instalan en Chile radicales reformas econmico-culturales que cambiarn defini-tivamente el modo de ejercer profesionalmente la filosofa. Bien sabido es que Chile fue literalmente el laboratorio donde se prob el funcionamiento del sistema neoliberal. Que as fuera tiene sentido, pues Hayek mismo haba hecho ver la necesidad de poderes absolutos para la aplicacin inicial del modelo (1981). El contexto de Dictadura Militar provea de las condi-ciones necesarias. En lo que al trabajo filosfico profesional se refiere son especialmente significativos dos acontecimientos: la promulgacin de la Nueva Ley de Universidades y la creacin tanto de Fondecyt (Fondo Nacional de Desarrollo Cientfico y Tecnolgico) como del programa de Formacin de capital hu-mano avanzado, ambos al interior de Conicyt (Consejo Nacio-nal de Investigacin Cientfica y Tecnolgica).

    La Nueva Ley de Universidades es el nombre con el que se conoce una serie de Decretos con Fuerza de Ley que dict el Gobierno Militar entre 1980-1981 en donde se concretan cam-bios que ya se venan gestando hace algunos aos y que cristali-zan adquiriendo una institucionalizacin que est vigente en su mayor parte hasta hoy. Las autoridades de aquel entonces sos-tenan que el nuevo sistema habra de solucionar todos los pro-blemas del sistema universitario. El sistema dice el Ministro de Educacin Sergio Fernndez se ha convertido en cerrado y virtualmente monoplico, con un consecuente desmejora-miento de la calidad de su docencia, con un grave dao para la juventud universitaria, y para toda la comunidad nacional que financia la educacin superior con sus impuestos que cada chi-leno paga, y a la cual no se le retribuye con un fruto universita-rio de suficiente nivel (1981: D.1). La manera en que el nuevo sistema pretenda subsanar estos defectos es, como dice Fernn-dez nuevamente, introduciendo el factor competitivo entre las universidades (D.2) y ello, segn sus propias palabras se lo-gra a travs de dos caminos principalmente, que son la facilidad para crear nuevas universidades, y la modificacin del sistema de financiamiento de nuestra educacin superior (D.2).

    Dentro de las consecuencias positivas que habra tenido la Dictadura sobre el desarrollo de la filosofa en Chile, Devs y Salas mencionan su salida de las universidades tradicionales y su cultivo en las nuevas universidades. En efecto, a partir de la Nueva Ley de Universidades, se autonomizan las sedes re-gionales de las universidades tradicionales y se fundan nuevas universidades. Antes de esa fecha solo se cultiva la filosofa en la Universidad de Chile, en la Pontificia Universidad Catlica de Chile, en la Universidad Catlica de Valparaso y en la Uni-versidad de Concepcin. Para efectos del cultivo de la filosofa

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    es relevante que de la Universidad de Chile se desprendan la Universidad de Playa Ancha, la Universidad de Valparaso y la Universidad de la Serena; de la Pontificia Universidad Catlica de Chile, se autonomizan la Universidad Catlica del Maule, la Universidad Catlica del Norte y la Universidad Catlica de la Santsima Concepcin.

    En Santiago, por una parte, est el caso de la separacin desde la Universidad de Chile de la actual Universidad Me-tropolitana de Ciencias de la Educacin y, por otro, la apari-cin de la Universidad de Santiago de Chile como sucesora de la Universidad Tcnica del Estado. A estos lugares, en los que se contina trabajando filosficamente, se suman la creacin de nuevas universidades. Durante el perodo de la Dictadura se agregan para el cultivo de filosofa la Universidad Gabriela Mistral (fundada en 1981, Licenciatura en filosofa desde 1983) y la Universidad de Artes y Ciencias Sociales, ARCIS (fundada en 1981, Licenciatura en filosofa entre 1988 y 2008). Con pos-terioridad al trmino de la Dictadura, pero bajo el amparo de las mismas leyes, se sumarn ms universidades9.

    A partir de la Nueva Ley de Universidades comienza a existir en Chile la distincin entre universidades pblicas y privadas. Se ha discutido y se discute an en torno a esta diferenciacin, pero lo cierto es que las universidades creadas

    9 En los aos 90, acabado el perodo de la Dictadura Militar, se suman tres universidades: la Universidad de Los Andes fundada en 1989 que dicta Licenciatura en Filosofa desde 1991, la Universidad Catlica Silva Henrquez nace en 1990 con el nombre de Universidad Blas Caas, imparte Pedagoga en Filosofa desde 1993, la Universidad Andrs Bello fundada en 1988 tiene una carrera de Licenciatura en Castellano y Filosofa desde 1996. Por ltimo, en el primer decenio del actual milenio la Universidad Alberto Hurtado fundada en 1997 comienza a dictar Licenciatura en Filosofa desde el 2001.

    a partir de 1980 son totalmente privadas en cuanto a su siste-ma de financiamiento, esto es, no reciben del Estado ningn beneficio directo. El llamado Aporte Fiscal Directo se reserva solo para las instituciones que existan desde antes, aunque est lejos de ser suficiente para solventar los gastos de dichas insti-tuciones. La idea explica Sergio Fernndez es que ninguna universidad crea que tiene su financiamiento asegurado. La Ley introduce adems lo que se llama Aporte Fiscal Indirec-to que habra de distribuirse entre aquellas universidades que logren captar los puntajes ms altos en la prueba de seleccin universitaria10. Este sistema de distribucin ir variando pos-teriormente, pero siempre se mantendr el principio de que las universidades escogidas por los alumnos mejor calificados sern las favorecidas por el Estado con entrega de dineros.

    Las consecuencias de esta reforma para el sistema uni-versitario chileno habran de ser, segn sus gestores, del todo positivas: mejor trabajo acadmico, ms remuneraciones, alum-nos motivados y mejor formados, mayor libertad e igualdad de oportunidades, formacin de la ms alta calidad. En la prctica, mediante el argumento de que los beneficiados con la Educacin Superior son los alumnos, puesto que gracias a ella logran po-nerse en la situacin de obtener mayores ingresos futuros, el Es-tado se deshace de la responsabilidad de financiar la Educacin Superior trasladndola a las familias. Con dineros trabajados, ahorrados, prstamos o crditos las familias o los mismos alum-nos deben pagar por la educacin. Los aranceles y matrculas se vuelven la principal fuente de ingresos de las universidades, las

    10 Inicialmente se trat de la PAA (Prueba de Aptitud Acadmica) que estuvo vigente entre 1966 y 2002 y que luego fue reemplazada la PSU (Prueba de Seleccin Universitaria) desde 2003.

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    que, como contrapartida, comienzan a ser administradas como empresas de venta de servicios: ofrecen a las familias un futuro para sus hijos por el precio de un arancel. La definicin de uni-versidad que se desprende de la legislacin segn Scherz es la de () una empresa prioritariamente econmica que () vende servicios de ndole acadmica(2005[1981]:151).

    Quienes son los encargados de proveer de dichos servi-cios son justamente los acadmicos. De esta manera, la reforma introducir en el perfil del acadmico un nuevo escorzo: el de ser un agente econmico. El profesor ofrece a las universida-des servicios docentes, que luego estas instituciones venden a sus alumnos. Se altera con ello el sentido del trabajo acadmico vigente hasta entonces: se mercantiliza. La competencia por los cursos, por las plazas de trabajo e incluso por los financiamien-tos para la investigacin va a definir en adelante la labor de los profesionales de la filosofa. En la misma poca en que se pro-nunga la Nueva Ley de Universidades, se introduce una serie de cambios en el contexto de Conicyt que tendrn enorme re-percusiones sobre el ejercicio profesional de la filosofa, aunque afecta sin duda a todos los mbitos del saber. Conicyt fue creada por el gobierno de Eduardo Frei Montalva en 1967, sin embar-go, es en el ao 1981 que esta institucin inaugura la modalidad de fondos concursables como criterio de asignacin de re-cursos. Aparecen as dos instituciones. En primer lugar, se crea en su interior el Fondecyt11, as como tambin otros concursos de financiamiento para la investigacin12. En segundo lugar, ese

    11 DFL N 33 (http://www.conicyt.cl/Fondecyt/files/2012/08/dfl33.pdf)12 FONDEF (Fondo de Fomento al Desarrollo Cientfico y Tecnolgico),

    FONDAP (Fondo de Investigacin Avanzada en reas Prioritarias para Centros de Excelencia), Fondo Nacional de Investigacin y Desarrollo en Salud, Fondo Regional de Desarrollo Cientfico y Tecnolgico y Programa Explora.

    mismo ao de 1981 Conicyt inaugura el programa que hoy se conoce como Formacin de Capital Humano Avanzado que otorga becas para postgrado en el extranjero (desde 1981) y en Chile (desde 1988).

    Fondecyt se crea con la misin expresa de estimular y promover el desarrollo de la investigacin cientfica y tecnol-gica bsica en el pas13. Para llevar a cabo dicha tarea se asigna un determinado monto de dinero para cada disciplina organi-zadas por Grupos de Estudio. Los investigadores que aspiran a obtener financiamiento del Estado, es decir, una porcin de di-cho fondo, presentan proyectos que pueden ser de uno a cuatro aos de duracin. Todos los proyectos presentados compiten por la obtencin de financiamiento, por adjudicarse una parte del fondo. Se financian los proyectos que han obtenido el ms alto puntaje en la evaluacin hasta que se complete la asigna-cin de los recursos disponibles. De esta forma, siguiendo la misma lgica que se anotaba respecto de las universidades, se introduce en el mbito de la investigacin el mecanismo de la competencia: nadie tiene asegurado el financiamiento para su investigacin, sino que se debe competir con los pares para ob-tenerlo. As se asegurara, segn sus creadores, que los mejores proyectos y, por lo tanto, los investigadores ms hbiles y dota-dos puedan contar con el financiamiento necesario y suficiente para desarrollar sus trabajos14.

    El sistema fondos concursables instalado a travs de Fondecyt ha cambiado definitivamente el perfil de la investiga-cin en Chile. Erick Goles, quien fuera presidente de la institu-cin haca ver, en el ao 2004, que Fondecyt haba provocado

    13 http://www.conicyt.cl/Fondecyt/sobre-Fondecyt/que-es-Fondecyt/14 La idea, por supuesto, es del mismo Hayek (1975, 493).

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    un cambio cultural en el pas15, pues, segn dice, ha cambiado la cultura de investigadores y universidades en el pas en cuanto a hacer ciencia de calidad (2004). En efecto, el sistema de los fondos concursables al modo de Fondecyt ha alterado definiti-vamente la forma en que se entiende el trabajar profesionalmente en ciencia y lo ha hecho en mltiples sentidos. Uno de ellos sin duda es el haber introducido la competencia como una varia-ble central de dicha labor. Su consecuencia, sin embargo, ha sido la instalacin de una manera de trabajar profesionalmente en la academia muy cercana al modo en que se gestiona un emprendi-miento econmico. Esto se ha traducido, como se ha mostrado mucha veces, en un aumento de las cifras ms publicaciones, ms doctores, ms citas, etc. pero tambin ha acarreado, por ejemplo, un desincentivo del trabajo colectivo, la priorizacin de los productos publicaciones por sobre los procesos, etc.

    En un sentido anlogo se puede entender la influencia de la aparicin del programa de Formacin de Capital Humano Avanzado que, al igual de Fondecyt, tambin es parte de Co-nicyt. Importante en este punto es constatar que la utilizacin misma de la categora de capital humano es indicativa de una determinada perspectiva. La expresin fue acuada por Fried-man para referirse a la enseanza profesional y tcnica y su funcin sera, segn sus palabras, elevar la productividad eco-nmica del ser humano. De lo que se trata es de una inversin en seres humanos (Fiedman, 1966:134 y 138). Es el Estado de Chile que decide invertir, a travs de las becas, en la formacin de capital humano avanzado con el objeto de elevar la produc-tividad de sus ciudadanos.

    15 http://www.conicyt.cl/573/w3-article-3828.html

    De acuerdo con lo declarado, el programa de Formacin de Capital Humano Avanzado tiene como misin expresa el contribuir al incremento del nmero de investigadores y pro-fesionales postgraduados de excelencia, para el desarrollo del pas16. El sistema otorga becas de estudio que permiten finan-ciar los postgrados magster y doctorado tanto en Chile como en el extranjero, as como la dedicacin exclusiva a los estudios, la asistencia a eventos, la compra de material, etc. La modalidad con la que opoera el sistema de estas becas es, una vez ms, la de la asignacin de un fondo anual y la del concur-so al cual los interesados deben postular compitiendo con los otros para la obtencin del beneficio. Mediante este mecanismo se pretende optimizar la asignacin de recursos, en tanto que se beneficiara a los candidatos ms capaces e idneos.

    La Nueva Ley de Universidades, la creacin de Fonde-cyt y del programa de Formacin de Capital Humano Avan-zado son reformas que cambian profunda y definitivamente el quehacer acadmico en Chile y con ello, el quehacer filosfico profesional en nuestro pas. Estas tres modificaciones tienen en comn la instalacin de la competencia como corazn del siste-ma de adquisicin de recursos para el trabajo acadmico. Con ello se determina la aparicin de un nuevo tipo de acadmico, un nuevo perfil del filsofo profesional, uno que sabe gestio-nar eficientemente su carrera en tanto que productiviza rpida e inmediatamente los resultados de su investigacin, uno que conoce bien de estrategias para obtener recursos, uno que vende bien su perfil docente.

    16 http://www.conicyt.cl/573/propertyvalue-80703.html

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    I . E N S E A N Z A

    Quien quiera estudiar filosofa hoy en Chile tiene mltiples

    alternativas para cursar un pregrado: hay trece lugares donde

    se puede hacer una Pedagoga en Filosofa, mientras que Li-

    cenciatura en Filosofa se ofrece en nueve lugares. Puesto que

    en algunas instituciones existen ambas posibilidades, en total

    se trata de 17 instituciones que imparten estudios de pregrado

    en filosofa: Universidad de Chile, Universidad de Santiago de

    Chile, Pontificia Universidad Catlica de Chile, Pontificia Uni-

    versidad Catlica de Valparaso, Universidad de Concepcin,

    Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educacin, Uni-

    versidad Catlica del Maule, Universidad Catlica del Norte,

    Universidad de la Serena, Universidad de Playa Ancha, Uni-

    versidad de Valparaso, Universidad de los Andes, Universi-

    dad Alberto Hurtado, Universidad Catlica Silva Henrquez,

    Universidad Catlica de la Santsima Concepcin, Universidad

    Gabriela Mistral, Universidad Andrs Bello.

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    I. EnseanzaCARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    Para el postgrado, por su parte, existen al menos once programas de magster1 y seis de doctorado2. Este relativamente abultado panorama, unido al hecho de que en Chile se ha en-seado filosofa a nivel universitario ininterrumpidamente hace casi un siglo, da cuenta de que en nuestro pas parece estar me-ridianamente claro aunque sea de manera tcita que tiene sentido el hacerlo. Es tanto as que la pregunta por la necesidad de dicha formacin filosfica, de hecho, apenas se ha planteado expresamente. Solo en lo referente a la enseanza secundaria se ha llevado a cabo una discusin contundente3, lo que no se replica respecto de la formacin universitaria.

    Lo que es posible encontrar en la literatura es la historia de la enseanza universitaria de la filosofa en Chile. Los textos de ms largo aliento en esta lnea son los trabajos de Cecilia Snchez respecto de lo sucedido en la Universidad de Chile (1992), de Luis Celis y su equipo que da cuenta de lo ocurri-do en la Pontificia Universidad Catlica de Chile (1982) y el indito de Miguel Da Costa y la filosofa en la Universidad de Concepcin (1992). A estos escritos habra que agregar un par

    1 Magister en filosofa de las ciencias y en filosofa poltica de la Universidad de Santiago de Chile, Magister en filosofa de la Pontificia Universidad Catlica de Chile y de Valparaso, Magister en filosofa de la Universidad de Chile, de la Universidad de Concepcin, de la Universidad de Valparaso de la Universidad Catlica de la Santsima Concepcin, de la Universidad Alberto Hurtado, de la Universidad Bolivariana y Magister en filosofa aplicada de la Universidad los Andes.

    2 Entre las universidades tradicionales est el Doctorado en filosofa de la Universidad de Chile, el Doctorado en filosofa de la Pontificia Universidad Catlica de Chile, y el Doctorado en filosofa de la Pontificia Universidad Catlica de Valparaso. Por su parte, la Universidad de los Andes, la Universidad Diego Portales, y la Universidad Alberto Hurtado en el marco de las universidades nuevas, presentan tambin programas de Doctorado en Filosofa.

    3 El problema aparece con mucha fuerza en 1999 a raz de la unilateral eliminacin por parte del Estado chileno de horas de filosofa.

    de artculos de Osvaldo Fernndez (1980 y 2011), un trabajo de Fernanda Gutirrez (2009), un artculo de Matas Silva (2009), un texto de Jos Jara (2009), as como la investigacin financiada por Fondecyt que llevaron a cabo este ltimo autor junto con Fernando Longs y que ya ha tenido alguna difusin (2011).

    La existencia de estos pocos trabajos no permite hablar de una preocupacin instalada por el tema, pero s sostener que existe un naciente inters de los cultores de la disciplina por el asunto de la enseanza universitaria de la filosofa en nuestro pas: justamente aqu se sita el nudo problemtico que interesa explorar. Qu enseanza filosfica se ofrece y efectivamente se implementa en las universidades chilenas? Qu es lo que es-tamos enseando cuando enseamos filosofa? La mallas de las carreras, esto es, los planes de estudio, as como tambin los perfiles de egreso y las descripciones que las diferentes univer-sidades publican en internet con la intencin de promocionar su oferta docente, los programas de cursos de las diferentes asig-naturas que se ofrecen en las distintas universidades del pas, proveen del material necesario para ensayar una respuesta.

    1. Uniforme

    Lo primero que salta a la vista al mirar los planes y programas de estudios de pregrado en filosofa vigentes en Chile, ya sea de pedagoga o de licenciatura, es que desde el punto de vista de la formacin filosfica todos estn articulados de manera similar. Aunque se observan diferencias, estas no son en ningn caso radicales, en el sentido de que sea posible hablar de modelos

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    I. EnseanzaCARTOGRAFA CRTICA EL QUEHACER PROFESIONAL DE LA FILOSOFA EN CHILE

    alternativos de enseanza de la filosofa. Todas las mallas, casi sin excepciones, responden a una misma idea de lo que deben ser los contenidos y la organizacin de la formacin filosfica. Lo fundamental de esta concepcin puede rastrearse desde la instalacin de los primeros cursos universitarios de filosofa a comienzos del siglo XX hasta hoy. Las mallas curriculares de formacin filosfica en Chile estn articuladas sobre la base de tres ejes que funcionan como una especie de matriz que se replica en todas las universidades: un entramado de cursos de carcter histrico, la existencia de un pequeo grupo de autores considerados imprescindibles y la presencia de ciertas temticas que son tenidas por infaltables.

    A. Columna

    Los cursos de carcter histrico en la formacin filosfica en Chile estn presentes desde los primeros momentos: se encuen-tran ya en 1907, cuando Wilhelm Mann introduce en el Insti-tuto Pedaggico su ramo de Historia de la filosofa destinado a la formacin general de los futuros profesores de Estado y tambin pueden encontrarse en el Curso Superior de Filosofa fundado en 1922 en la Pontificia Universidad Catlica de Chile. Este programa de tres aos que conduca por primera vez en Chile a la obtencin de un grado acadmico de bachiller o licen-ciado contemplaba, en su tercer ao, un curso de Historia de la filosofa4. Unos aos ms tarde, en 1935, aparecen nuevamente

    4 Interesante resulta que, segn informan Celis y su equipo, a partir de 1931 para ser bachiller se exiga aprobar los dos primeros aos del Curso, pero este ramo de Historia de la Filosofa estaba en tercer ao, por lo tanto, deban aprobarlo solo quienes aspiraran a ser Licenciados (Celis y equipo, 1982:79).

    cuando Pedro Len Loyola funda el Curso Especial para la For-macin de Profesores de Filosofa en el Instituto Pedaggico. Basta echar una mirada al programa de estudios para percatarse de que pese a ser dos las lneas sobre las cuales est estructurado una temtica o disciplinar y otra histrica la segunda, de origen enciclopdico, es la dominante5.

    La modificacin propuesta por Len Loyola es funda-mental, pues all se marca un quiebre respecto de los cursos histricos anteriores: ya no se tratar de dar una simple descrip-cin instrumental de lo que ha sido el pensamiento filosfico, sino que, como explica Cecilia Snchez, aparece la idea del pa-norama que se expone de acuerdo con la sucesin de etapas histricas del pensamiento (Cf.: 1992:63). Cuando se habla de etapas en el contexto del plan de estudios fundado por Len Loyola, a lo que se hace referencia es a la distincin entre filo-sofa antigua, medieval, moderna y contempornea sanciona-da por los manuales y que pretende dar cuenta de la linealidad completa de la evolucin del pensamiento filosfico: en pocas pginas busca agotar todo el saber filosfico, rpida, eficiente y sintticamente. Como ha puesto de manifiesto Cecilia Snchez, esta idea instalada ya en ese momento fundacional, ha estado presente desde entonces hasta hoy en la formacin filosfica universitaria en Chile (1992:54).

    Unos aos ms tarde, en el Plan Especial de Pedagoga en Filosofa de la Pontificia Universidad Catlica de Chile (1943) se ofrecen nuevamente estos cursos histricos pero ms

    5 En el segundo ao se dicta un curso llamado Historia de la filosofa occidental (Edad Media y Renacimiento) y en el tercero otro titulado Historia de la filosofa occidental (poca moderna), junto a un Seminario de historia de la filosofa (Cf.: Loyola, 1966:29-30).

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    diferenciados, en tanto que hay uno en primer ao de Historia de la filosofa griega y Cosmologa, otro de Historia de la fi-losofa en la Edad Media en segundo ao y finalmente uno de Historia de la filosofa moderna en tercero. En el programa de Pedagoga de 1950, en esta misma universidad, los nombres va-ran un poco, pero la idea sigue siendo la misma6. Un esquema similar puede encontrarse un decenio despus en el programa de la Universidad de Chile 1954 en donde se establece un curso para cada etapa de desarrollo de la filosofa7 y algo anlo-go se observa en el programa de la Pontificia Universidad Ca-tlica de Chile de 19668, en el bachillerato implementado en esa misma universidad en 1972 y en el programa de la Sede Norte de la Universidad de Chile de ese mismo ao9.

    Siguiendo con esta tradicin, prcticamente todas las ma-llas curriculares de filosofa actualmente vigentes en Chile con-templan una secuencia de cursos histricos. Ellas incorporan un entramado de ramos en los que se recorre la historia de la filoso-fa pasando siempre por sus cuatro momentos: filosofa antigua, medieval, moderna y contempornea. El objetivo de este tipo de cursos, como lo fuera ya en 1935, es de orden panormico. Los nombres y cantidad de estos ramos varan de un progra-ma a otro, de una universidad a otra, pero nunca faltan. En la

    6 Filosofa Griega (segundo ao), Filosofa Medieval (tercer ao), Filosofa Moderna (cuarto ao), Filosofa Contempornea (quinto ao).

    7 Este programa contempla cursos de Filosofa Antigua, Filosofa Medieval, Filosofa Moderna y Filosofa Contempornea (Cf.; Snchez, 1992:227).

    8 Este programa incluye un curso de Filosofa Antigua (segundo ao), uno de Filosofa Medieval (tercer ao), Filosofa Moderna (cuarto ao) y Filosofa Contempornea (quinto ao) (Cf.: Celis y equipo, 1982:147).

    9 Los cursos de este programas habran sido: Filosofa Antigua: Platn y Aristteles; Filosofa Medieval: Santo Toms de Aquino; Filosofa Moderna: Descartes, Kant, Hegel y Filosofa Contempornea: Marx, Nietzsche, Ortega y Gasset y Heidegger (Cf.: Snchez, 1992:128 y 228).

    mayora estos ramos tienen, adems, una presencia fundamental y funcionan como una especie de columna vertebral de la for-macin de los futuros licenciados o profesores. Hay tambin un par de programas en los que la presencia de este tipo de cursos es menor y por ello mismo no tienen tanto protagonismo, aun-que siempre aparecen como ramos obligatorios y son conside-rados indispensables para la formacin de los futuros filsofos.

    B. Canon

    Como informa Cecilia Snchez, Ernesto Grassi, un profesor talo-alemn contratado especialmente para hacerse cargo de la ctedra de Metafsica en el Instituto Pedaggico entre los aos 1951 y 195410, es a quien se debe la introduccin en Chile de un determinado modo de estudio de la filosofa, que por eso mismo se conoce como mtodo Grassi (Cf.: 1992:116). En una nota aclara Snchez que dicho mtodo adquiri prestigio en Chile aducindose adems que era empleado por Heidegger en sus lecciones (1992:227, nota 131), cosa que corrobora Osvaldo Fernndez cuando habla de su experiencia como estu-diante de filosofa en los aos 50. De acuerdo con este autor, en esa poca se incorpora el mtodo del seminario de Heidegger en Chile, lo que produce un giro radical en la manera en que se ensea y estudia filosofa (Cf.: 2011:111). Fernndez habla directamente de que hay un antes y un despus; se refiere a un

    10 Ernesto Grassi fue contratado por el rector de la Universidad de Chile, Juan Gmez Millas, con la tarea expresa de renovar los estudios de filosofa en el pas. Segn informa Barcel, nunca residi un ao de corrido en Chile, sino que vena un semestre al ao a dictar cursos y seminarios.

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    vuelco que tal vez fue, segn seala, demasiado brusco (115). A partir de entonces la enseanza y estudio de la filosofa se entendera como un trabajo de lectura sistemtico y riguroso de ciertas obras fundamentales de los autores ms importantes de la tradicin. Segn seala Fernndez, haba una lista de las grandes figuras que configuraban de ao en ao el programa y los cursos a seguir. En primer lugar, por supuesto, los grie-gos: Platn, Aristteles, Agustn, Toms de Aquino, Descartes, Kant, Hegel (116).

    A esta idea de la existencia de ciertos autores indispen-sables se habr de agregar, ms adelante, la del progreso y de-sarrollo histrico de la filosofa y se incorporar directamente en los programas de los cursos. Esto se encarna paradigmti-camente en el programa de 1972 del Departamento de Filo-sofa de la Sede Norte de la Universidad de Chile, en el cual a cada poca histrica corresponde el estudio de determinados autores y no otros: Filosofa Antigua: Platn y Aristteles, Fi-losofa Medieval: Santo Toms de Aquino, Filosofa Moder-na: Descartes, Kant, Hegel, Filosofa Contempornea: Marx, Nietzsche, Ortega y Gasset y Heidegger. Ms tarde, en el Insti-tuto de Filosofa de la Pontificia Universidad Catlica de Chile se adoptar una modalidad de cursos en la misma lnea. Esta vez, sin embargo, la influencia del mtodo Grassi-Heidegger se hace an ms expresa, pues en el programa, adems de los cur-sos histricos, hay ramos dedicados exclusiva y directamente a ciertos autores y a determinadas obras de dichos autores11.

    11 Los ramos de este tipo son Textos de San Agustn; Descartes, Meditaciones Metafsicas; Aristteles, Metafsica; Aristteles, tica a Nicmaco; Santo Toms, Summa Teolgica; Kant, Crtica de la razn pura; Hegel, Enciclopedia; Hegel, Lgica.

    La vigencia de esta concepcin se puede observar hoy

    en da en varios niveles. Por una parte, algunas mallas man-

    tienen an cursos con nombre y apellido. Este es el caso de

    la Pontificia Universidad Catlica de Chile12, de la Universi-

    dad Gabriela Mistral13, de la Universidad Catlica de la San-

    tsima Concepcin, pero la universidad que lleva esto hasta

    el extremo es, sin duda, la Universidad Andrs Bello14. La

    presencia del estudio de autores y de textos como mtodo de

    enseanza filosfico no se percibe, sin embargo, solamente en

    la existencia de cursos con nombre y apellido. Existen tam-

    bin, por ejemplo, los cursos de Textos15, as como tambin los

    seminarios ofrecidos en los ciclos terminales de Licenciatu-

    ra en Filosofa de algunas universidades como la Universidad

    Alberto Hurtado16, la Universidad de los Andes, la Universidad

    12 En esta universidad se contemplan ramos con los siguientes nombres: Platn, Aristteles, Santo Toms, Descartes, Kant, Husserl, Hegel y Wittgenstein.

    13 En su Licenciatura en Filosofa contempla cursos sobre Santo Toms de Aquino, San Agustn, Descartes, Kant, Hegel, Nieztsche y Heidegger.

    14 En esta malla pueden encontrarse los siguiente cursos: La Repblica de Platn, Metafsica de Aristteles, Las Confesiones de San Agustn, La Summa Teolgica de Santo Toms, Meditaciones Metafsicas de Descartes, Tratado de la Naturaleza Humana de Hume y Ensayo sobre el Entendimiento Humano de Locke, Crtica de la Razn Pura de Kant, Fenomenologa del Espritu de Hegel, Zaratustra de Nietzsche, Ideas de Husserl, Ser y Tiempo de Heidegger.

    15 Ejemplos de este tipo de curso son los que se dictan el primer ao en la Universidad Catlica de Valparaso titulados Anlisis de Textos filosficos, el de Comprensin de textos filosficos ofrecido por la Universidad Andrs Bello, los de Lectura de textos antiguos, medievales de la Universidad Catlica de la Santsima Concepcin, la Introduccin a la lectura de textos filosficos de la Universidad de Valparaso, el Seminario de texto filosficos de la Universidad Ral Silva Enrquez.

    16 En 2010 se dictaron seminarios sobre Kant, Zubiri, Heidegger, Ricoeur, Locke, Hegel, en 2011 sobre Kant, Newman, Merleau-Ponty, Spinoza y en 2012 se ofrecieron seminarios sobre Aristteles, Marx, etc.

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    de Chile17, que giran habitualmente en torno a un autor o la obra de algn autor, siguiendo exactamente el mtodo de tra-bajo antes descrito. Lo mismo puede verse, por ejemplo, en los seminarios monogrficos ofrecidos en la Universidad de Santia-go de Chile18 y, con alguna variacin, en los seminarios que se ofrecen en la pedagoga en filosofa de la Universidad Metropo-litana de Ciencias de la Educacin19.

    Como sea, en las mallas actualmente vigentes en Chile hay un grupo de autores que, ya sea porque tienen un curso expresamente con su nombre o porque se les integra como ca-ptulos indispensables en algn perodo histrico o se ofrez-ca permanentemente un seminario sobre su pensamiento, son considerados como los infaltables en la formacin de los fu-turos licenciados y profesores de filosofa. Dicho canon est compuesto por siete nombres que siempre estn presentes: Pla-tn, Aristteles, Santo Toms, Descartes, Kant, Hegel y Hei-degger.

    17 En 2010 los seminarios ofrecidos fueron sobre Heidegger, Hegel, Lvinas, Wittgenstein, Freud, Pablo de Tarso, Agustn de Hipona, Duns Scoto, Sartre, Ortega y Gasset, Arendt, Foucault. En 2011 se repiten seminarios sobre Hegel, Arendt, Foucault, Wittgenstein, Freud, Arendt y se agregan autores como Kierkegaard, de Meslier, Pollock, Tales, Anaxmenes, Anaximandro. En 2012 aparece nuevamente el nombre de Heidegger, Hegel, Foucault y se suman Descartes, Habermas y Schopenhauer.

    18 El 2008 se dictaron seminarios sobre Leibniz, Husserl, Kant, en 2009 se ofrecen sobre Sartre, Merleau-Ponty y en 2010 hay un seminario titulado Schopenhauer y Nietzsche. En 2011 se dan seminarios sobre Schopenhauer, Mailnder, Nietzsche, Hegel y en 2012 aparecen los nombres de Michael Dummett, Aristteles, K. Marx.

    19 Durante el primer semestre de 2012 se dictaron, entre otros, los siguientes seminarios: Una lectura de la Fenomenologa del Espritu, Walter Benjamin, Foucault, El animal poltico: Foucault, Ranciere, Derrida, Agamben.

    C. Temticas

    Ya en 1922, el Curso Superior de Filosofa de la Pontificia Universidad Catlica de Chile contemplaba ramos de Lgica, Ontologa y Cosmologa, Criteriologa y Psicologa, Teodi-cea, tica y Derecho Natural. En el mismo sentido, el Curso Especial para la Formacin de Profesores de Filosofa de 1935 inclua materias como Filosofa de las ciencias matemticas y filosficas, Filosofa de las ciencias biolgicas, Sociologa ge-neral, tica, Esttica, Teora del conocimiento y Metafsica. El programa de 1943 en la Pontificia Universidad Catlica de Chile, conducente a la pedagoga, contiene cursos de Lgica, Cosmologa, Psicologa, Metafsica, Teodicea, tica y Derecho Natural. Lo mismo se percibe en el programa de 1954: Lgica, tica, Esttica, Filosofa de las ciencias, Metafsica, Psicologa. Como se puede observar, existen ciertas constantes a lo largo de estos programas: hay temas que se repiten en todos ellos como son la Lgica, la tica, as como tambin la Esttica, la Psicolo-ga y la Metafsica.

    A partir del ao 1972 en la Universidad de Chile y de 1981 en la Pontificia Universidad Catlica de Chile, los cursos de carcter temtico prcticamente desaparecen y son reempla-zados por los histricos y de autor. Lo nico que se preserva siempre, sin embargo, es algn curso de tica y de Lgica. Con el surgimiento de nuevos centros de formacin superior es-pecialmente a partir de 1990, la independencia de las sedes regionales y las reformas llevadas a cabo en las universidades tradicionales, comenzaron a surgir programas en los que los cursos de carcter temtico tienden a tener mayor presencia. Hoy en da casi todas las mallas, tanto de licenciatura como de pedagoga contemplan, con mayor o menor incidencia, cursos

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    de este tipo. La Usach, sin duda es la que ms tiene, con 18 cursos temticos en su malla, y la Andrs Bello es la que menos tiene, aunque el promedio ronda los 9 cursos de este tipo.

    Entre estos cursos temticos incluidos en las diferentes mallas, la tica figura en prcticamente todas y lo mismo se puede decir de la Lgica. El caso de la Filosofa Poltica tam-bin es destacable, pues solo en cuatro de las mallas vigentes hoy en da no se dicta un curso sobre esta temtica20. Con al-guna menor incidencia, pero an con una muy alta presencia figuran la Metafsica21, la Antropologa22, la Filosofa del Len-guaje23 y la Epistemologa o Teora del Conocimiento. Se puede apreciar aqu la existencia de siete temticas consideradas por quienes han formulado las mallas vigentes en la actualidad en Chile como imprescindibles. Junto a ellas, se encuentran otras cuya aparicin es menor, pero contribuyen a dar cierto perfil diferenciador a las universidades que las contemplan en su plan de estudios.

    20 Se trata de la Universidad Chile, la Universidad Andrs Bello, la Los Andes y la Universidad de La Serena.

    21 Se ofrece en 12 de las mallas; las excepciones son la licenciatura de la Andrs Bello y las pedagogas de la Universidad Catlica del Norte, la Universidad Catlica Ral Silva Henrquez, la Universidad de la Serena, la Universidad de Valparaso y la UMCE.

    22 Figura en 11 de las mallas con la excepcin de la licenciatura de la U. de Chile y la Universidad Gabriela Mistral y las pedagogas de la Universidad Catlica Ral Silva Henrquez, de la Universidad de la Serena, de la Universidad Valparaso, de la Universidad Concepcin y de la UMCE.

    23 Figura en 11 de las mallas con la excepcin de la licenciatura de la Universidad de la Santsima Trinidad de Concepcin, de la Universidad Gabriela Mistral y de la Universidad de Chile, as como las pedagogas de la las de Universidad de los Andes y de la Universidad de Concepcin.

    D. Patrn

    Como se pude apreciar, existe una suerte de planilla que se veri-fica en prcticamente todas la universidades en las que se ensea filosofa hoy en Chile. A partir de la aceptacin a-crtica de esta planilla es que las distintas instituciones proponen novedades que en la mayor parte de los casos se traducen en insistencias o acentos. El ncleo fundamental que comparten casi todas las mallas se mantiene inalterado, con lo que la enseanza de la filosofa en Chile se vuelve en extremo uniforme. La malla bsica, la que contiene lo que al parecer para nuestros funda-dores de programas sera infaltable, tendra, en primer lugar, una columna invariable de carcter histrico en la que se veran panormicamente todas las etapas del pensamiento filosfico: filosofa antigua, filosofa medieval, filosofa moderna y filo-sofa contempornea. En segundo lugar, dicha matriz incluira necesariamente a todos los autores del canon filosfico, es de-cir, los considerados infaltables para la formacin de los alum-nos: Platn, Aristteles, Santo Toms, Descartes, Kant, Hegel y Heidegger. Finalmente, hay una serie de temticas filosficas que ocupan un lugar seguro en dicho patrn: la tica, la Lgica, la Filosofa Poltica, la Antropologa, la Metafsica, la Filosofa del Lenguaje y la Epistemologa.

    En el contexto de los diversos programas de estudios que duran entre cuatro y cinco aos, el lugar que ocupa este ncleo bsico vara en tanto que constituye un porcentaje di-verso del total de los cursos. En algunos programas se trata de una presencia muy importante que abarca casi toda la malla, en otros no es tan as. En casi todos los programas, por ejemplo, los cursos histricos se replican Filosofa Antigua I y II, por

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    ejemplo estando presentes en cada semestre24. Por otra parte, los siete autores infaltables aparecen en algunas mallas en ms de una oportunidad: como curso especial dedicado al estudio de su pensamiento, como parte de un curso histrico o uno te-mtico, y en algunos casos como tema de un seminario mono-grfico. En el mismo sentido, los cursos temticos se replican en algunos programas25.

    El espacio para la novedad, por lo tanto, tambin es va-riado, aunque dicha particularidad nunca llega a constituirse en una propuesta del todo alternativa que implique desestimar esta planilla bsica. Las diferencias que pueden apreciarse entre los estudios de filosofa en una u otra universidad se juegan en la mayor o menor insistencia en algunas temticas, en la existen-cia de una determinada lnea ideolgica de la universidad, y sin duda, en lo referente al cuerpo docente que habra de tener ma-yor o menor calificacin para llevar a cabo los cursos. Teniendo a la vista las mallas curriculares, la conclusin es que propuestas alternativas, mutuamente excluyentes, que impliquen abordar el estudio de la filosofa desde lugares y perspectivas completa-mente diversas, no existen hoy en nuestro pas.

    24 Es el caso de la USACH, la Pontificia Universidad Catlica de Valparaso, la Universidad de Chile, la Universidad de Concepcin, la Universidad de Playa Ancha, la Universidad de Valparaso, la Universidad de los Andes, la Universidad de la Santsima Concepcin y la Universidad Andrs Bello.

    25 Lgica, por ejemplo, tiene dos cursos en la Pontificia Universidad Catlica de Valparaso, en la Universidad de Chile, en la Universidad Catlica del Maule, en la UPLA, en la Universidad de Valparaso y en la USACH e incluso, tres cursos en la Universidad de Valparaso. tica, por su parte, tiene dos cursos en la Pontificia Universidad Catlica de Chile, la Pontificia Universidad Catlica de Valparaso, la Universidad Gabriela Mistral, la Universidad de los Andes. La Universidad Catlica del Norte, la Universidad Ral Silva Enrquez, en la Universidad de Valparaso, en la Universidad de Concepcin y en la USACH.

    2. Eurocntrica

    De lo observado hasta aqu ya se desprende que el sostener la tesis de que la enseanza de la filosofa en las universidades chi-lenas tiene un carcter fuertemente europeo, de hecho, euro-peizante e incluso eurocntrico, no parece desencaminado. Por eurocentrismo u occidentalocentrismo como se le ha llamado tambin se entender aqu aquella variante del etnocentrismo que se relaciona particularmente con Europa o ms bien con la cultura cristiano-occidental. Eurocentrismo sera, parafrasean-do a Todorov, elevar indebidamente a la categora de universal los valores de la cultura europe