cara a cara con dios, una historia real, por jim maxim

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Lo que dice la gente de Jim Maxim yCara a Cara con Dios

Jim Maxim es un testimonio vivo del poder de Dios para redimir. Su viaje le inspirará a confiaren el Creador para la liberación de su cautividad.

—Dr. Jack HayfordJack Hayford Ministries

Pastor fundador, The Church On The WayVan Nuys, California

Este libro es lectura obligada. La vida de Jim es una reivindicación de esperanza y fe en elimplacable amor de Dios. Este libro contiene un cofre de verdades teológicas y bíblicas que norequieren un profesor de teología para ser reveladas.

—Dr. Herbert H. Lusk IIPastor, Greater Exodus Baptist Church

Philadelphia, PennsylvaniaAnterior running back [corredor],

Philadelphia Eagles equipo de fútbol americano

¿Cree en los milagros y en el poder de la oración? Lo hará después de leer la historia delencuentro de Jim Maxim con Dios.

—Reverendo Randy CarrollAnterior pastor por cincuenta años

Findlay, Ohio

La historia de la increíble gracia de Dios en la vida de Jim Maxim es un testimonio del amorsoberano, milagroso y salvador de Dios. Lea este libro y reciba bendición. Comparta sumensaje de esperanza con otros que hayan perdido el rumbo. Vuelva a ver cómo el evangeliode Jesucristo hace que vidas rotas rebosen de fortaleza y de gozo.

—Dr. Peter A. LillbackPresidente, Westminster Theological Seminary

Philadelphia, Pennsylvania

Una cosa es leer sobre la obra de Dios en un hombre; otra distinta es verla en la práctica. Pordiez años yo he tenido ese privilegio. La historia de Jim Maxim de una vida transformada esuna historia de gran apologética por la creencia en el Dios cristiano. Léala y vuelva a descubrirlo que significa la gracia.

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—Pastor Bob GuaglioneCalvary Chapel of Delaware County

Chadds Ford, Pennsylvania

Desde el primer encuentro que Jim tuvo con Cristo, él ha sido fiel a la sagrada confianza depermanecer “cara a cara” con Dios en el lugar secreto de la oración. Él y su esposa, Cathy,han proporcionado un oasis para los quebrantados, desde los barrios pobres del centro deFiladelfia hasta los pobres en Nepal.

La increíble historia personal de gracia de Jim lleva esperanza a los desesperanzadossituándoles “cara a cara” con Aquel que más les ama.

—Tom LoftonFundador, 12.12, The Annual Global Day of Prayer for the Poor and Suffering

Springfield, Missouri

La vida está llena de dificultades y pruebas, pero Jim Maxim ha aprendido a vivir triunfantedebido a su caminar con Dios. He conocido a Jim por más de treinta años y he comprobadoque él es un amigo genuino, un hombre de integridad que causa impacto para Dios en el mundode los negocios, en su vida familiar y en todo el mundo con su pasión por las almas. Le admiropor su valentía y coherencia en su testimonio para Cristo.

—Pastor James LeakeActs 20:24 Ministry

Pastor Emérito, Monroeville Assembly of GodMonroeville, Pennsylvania

Jim Maxim es un pilar de fortaleza para el reino de Dios, y vive su fe de manera práctica.Recomiendo esta poderosa historia de desesperación transformada en redención.

—Dr. Keith PhillipsPresidente, World Impact, Inc.

Los Angeles, California

Jesús mostró su pasión, compasión y resolución una y otra vez durante su viaje terrenal. JimMaxim, con un respeto por el Señor inspirador y lleno de oración, ha descubierto el poder deesas mismas emociones al seguir la guía del Espíritu como un testigo cristiano en su propioviaje. Los lectores de este libro serán inspirados a seguir de modo similar.

—David R. Black, Ph.D.Presidente, Eastern University

St. Davids, Pennsylvania

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A menos que se indique lo contrario, todas las citas de la Escritura han sido tomadas de laSanta Biblia, Nueva Versión Internacional®, nvi®, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.Usadas con permiso. Todos los derechos reservados. Las citas de la Escritura marcadas (rvr)son tomadas de la versión Santa Biblia, Reina-Valera 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas enAmérica Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Usadas con permiso. Las citasde la Escritura marcadas (ntv) son tomadas de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, ©2008, 2009 por Tyndale House Foundation. Usadas con permiso de Tyndale House Publishers,Inc., Wheaton, Illinois 60189. Todos los derechos reservados.La letra negrita en las citas bíblicas indica el énfasis del autor.

Traducción al español realizada por:Belmonte Traductores

Manuel de Falla, 228300 Aranjuez

Madrid, ESPAÑAwww.belmontetraductores.com

Cara a Cara con Dios:

Una historia real de rebelión y restauraciónPublicado originalmente en inglés bajo el título:

Face-to-Face with God: A True Story of Rebellion and Restoration

Jim MaximActs413

P.O. Box 628Southeastern, PA 19399

www.acts413.net

ISBN: 978-1-60374-519-2© 2012 por Jim Maxim

Whitaker House

1030 Hunt Valley CircleNew Kensington, PA 15068www.whitakerhouse.com

Por favor, envíe comentarios o sugerencias para hacer mejoras a este libro a:[email protected] parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de ninguna manera o porningún medio, electrónico o mecánico—fotocopiado, grabado, o por ningún sistema dealmacenamiento y recuperación (o reproducción) de información—sin permiso por escrito de lacasa editorial. Por favor para cualquier pregunta dirigirse a:

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Reconocimientos

A Cathy, mi esposa durante treinta y cinco años: me gustaría darte las gracias por todos losaños de haber sido mi seguidora número uno. Solamente tú conoces el canto de mi corazón y,muchas veces me lo repetiste cuando yo me olvidé de las palabras. No sería el hombre quesoy sin ti. Tú tienes un caminar personal con Dios que yo he visto de cerca, y me ha inspiradoprofundamente. Te quiero con todo mi corazón.

A mis hijos, Jim John y Jordan; mis nueras, Alison, Lauri y Jesica; y a mis nietos, Lucy,James y Dylan. Mi deseo más profundo para ustedes es que caminen humildemente con Dios yle pongan a Él en primer lugar en sus vidas, siempre. Les quiero.

A Vicki Mlinar, mi amiga, mi cuñada y mi hermana en Cristo, y también mi editora: graciaspor mantenerme en curso con esta historia y asegurarte de que mantuviéramos a Jesús y suamor por los partidos como su principal enfoque. Vicki, eres verdaderamente una mujer deDios, y verte confiar en Dios y caminar con Él del modo en que lo haces es increíble. Siemprehas buscado honrar a Dios, y sé que haces que Él esté orgulloso de ti.

A Bob Whitaker Jr., de Whitaker House: tu deseo de alcanzar a los perdidos y mantener laaguja de tu brújula señalando hacia Cristo continuarán avanzando el reino de Dios. Sé que sedirá de ti: “Bien hecho, siervo bueno y fiel. Entra en el gozo de tu Señor”. Bob, siempre fuisteejemplar. Gracias.

A Lois Puglisi, mi hermana en Cristo y editora final: sin tu paciencia y tu amable insistenciapara que yo meditase bien todo, esta historia no se habría completado. Tu deseo por laexcelencia para darle a Dios lo mejor me ha inspirado profundamente y ha hecho que estahistoria de redención sea más eficaz para que Dios la utilice para alcanzar a los perdidos yalentar a su pueblo. Lois, siempre le has dado lo mejor a Dios, y eso se ve en todo lo quehaces. Gracias.

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Prólogo

Cuando conocí a Jim Maxim, ¡sentí que teníamos un espíritu afín! Sin embargo, tuve laimpresión de que ya le había conocido anteriormente al revisar su manuscrito. Es unapoderosa y absorbente historia. La recomiendo encarecidamente.

En varios aspectos, el testimonio de Jim es como otros de los que he sido testigo en másde cincuenta años de ministerio a la población adicta por medio de Teen Challenge, fundadopor mi hermano David Wilkerson, donde he ministrado durante toda mi vida adulta.Comenzando con la conversión de Nicky Cruz, he visto literalmente miles de milagros de vidascambiadas de modo dramático.

Jim tuvo un encuentro con Dios similar. El alcohol casi le destruyó; sin embargo, por lagracia soberana de Dios, Jesús se le reveló cuando era joven. Jim fue levantado de una camadel hospital con puntos que cubrían toda su cara después de haber sido lanzado contra unparabrisas durante un accidente de tráfico, y tuvo lugar en él una sanidad física, emocional yespiritual. En la actualidad, es un exitoso hombre de negocios que relata su historia deredención en los Estados Unidos y en el extranjero.

Estoy agradecido de que Jim haya relatado ahora su historia en las páginas siguientes.Recomiendo regalar este libro a los que yo denomino “acomodados” al igual que a los“arruinados” que son tocados por algún problema grave que controla sus vidas. Y si es ustedpadre o cónyuge de alguien que está viviendo un estilo de vida destructivo, lea el relato de Jimde pasar de estar a un metro del infierno a una nueva vida increíble; le dará esperanza.

—Don WilkersonPresidente, Teen Challenge, Inc.

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Prefacio

Aunque mi mamá, Isobel Maxim, tenía una estatura de sólo 1,57 metros, era sin lugar adudas uno de los gigantes de Dios en la esfera espiritual. Ella conocía a Dios íntimamente y,debido a eso, batallaba en oración contra los “espíritus de maldad en las regiones celestes”por sus ocho hijos. Ella sabía lo que era pelear por las vidas de sus hijos en la esfera espiritualporque su Señor le había enseñado que todas las cosas son posibles mediante el poder delDios Todopoderoso. Amigos míos que habían escuchado de su ministerio de oración y lavisitaban decían con frecuencia: “Desde el momento que entramos, la presencia de Dios eratan poderosa que parecía que estábamos en un lugar santo”.

Hay una escena en el libro de Apocalipsis, capítulo 5, que describe la actitud de su corazón,lo cual es lo que causaba que las potestades de las tinieblas liberasen la atadura que teníansobre mí. Dice lo siguiente:

Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de losancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fueinmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloriay la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, yen el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y alCordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatroseres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros yadoraron al que vive por los siglos de los siglos.(Apocalipsis 5:11–14, rvr)

Si usted o un ser querido está en una situación difícil y, en lo natural, parece casi imposibleque pueda salir ningún bien de ella, mi mamá le diría: “Este libro es para usted”. Es mi oraciónque usted entre en el lugar secreto de la oración y en la presencia misma de Dios, porque esallí donde todas las victorias se ganan, sin importar las probabilidades que haya contra usted.Yo soy prueba viva de esta realidad.

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Primera parte

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A un metro del infierno

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En la oscuridad

Estaba yo sentado detrás del volante de mi Oldsmobile Dynamic 88 de 1962. Era el día 27de diciembre de 1971, así que el vehículo ya había pasado por algunos años de arañazos yprofundos cortes. Y yo también. A los dieciocho años de edad, con la secundaria solamente aseis meses de antigüedad, yo era un alborotador muy conocido, siempre listo para una fiesta ouna pelea. Aquella noche había bebido más de unos cuantos tragos con mis amigotes en unafiesta, y pensaba que me sentía perfectamente.

Detenido en un semáforo en rojo, saqué la cinta de mi reproductor de ocho pistas. Estabalisto para una canción nueva, y extendí mi brazo a la guantera para sacar una cinta distinta.The Chicago Transit Authority sería perfecta para el zumbido que yo sentía. La cinta se meescurrió entre los dedos y cayó al piso del auto. Yo estaba tan bebido que cuando me inclinépara recogerla me desmayé, y mi cabeza comenzó a caer hacia el asiento del auto. Alrecuperarme durante un breve segundo, levanté la vista y vi un auto que se dirigía en direccióna mí.

¡Va a chocar conmigo!, grité en silencio, y después me desmayé otra vez.

El auto que se acercaba no chocó conmigo; de algún modo yo había movido el volante haciala izquierda y me había apartado de su camino. Fuera de control, mi Olds cayó por unterraplén y fue hacia abajo a toda velocidad. La parte frontal de mi auto se empotró con unhorrible crujido contra un oscuro poste telefónico.

Atravesar el parabrisas

Mi cara golpeó el salpicadero y mi mandíbula se rompió. Me choqué contra el parabrisascomo si fuese una bala y atravesé el cristal. Yo era un tipo bastante corpulento, incluso a esaedad medía más de 1,80 de altura, así que cuando mis hombros golpearon el parabrisas, erandemasiado anchos para atravesar la rotura, y evitaron que mi cuerpo saliera despedido desdeel auto. Pero lo que sucedió después fue la peor parte de la pesadilla.

El auto se detuvo en seco, y el peso de mi cuerpo me impulsó hacia atrás dentro delvehículo con venganza. Cuando mi cabeza se movió hacia atrás atravesando el parabrisas, losbordes afilados del cristal roto hicieron grandes cortes en toda mi cara. Fui lanzado el piso delauto en el lado del pasajero, con sangre fluyendo libremente desde docenas de profundoscortes en mi cabeza.

El primer policía que llegó a la escena arrancó la puerta del pasajero para poder llegarhasta donde yo estaba. La sangre de mi cara comenzó a caer sobre su zapato. “Creo que yaestá muerto”, gritó el policía a su compañero.

“Es demasiado tarde. ¡Está muerto!”

Una de las últimas cosas que recuerdo aquella noche era sangre y cristales volandoalrededor de mí. Levanté la vista, y al otro lado de la calle vi la funeraria local. ¿Es esa misiguiente parada?, me pregunté… después no recordaba nada más.

Fueron necesarios relatos combinados de la policía, los médicos, las enfermeras y mi

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madre y mis hermanas para reunir todas las piezas del rompecabezas para mí con respecto alo que sucedió durante las siguientes horas y días.

La ambulancia llegó a urgencias del hospital Columbia a altas horas aquella noche. Unpolicía abrió la puerta trasera de la ambulancia, me echó una mirada y exclamó a sucompañero: “Olvídalo; es demasiado tarde. ¡Está muerto!”.

“Sigo estando aquí”

“No, sigo estando aquí”, musité yo a la vez que miraba desde mi camilla. ¡Ellos sesorprendieron al oírme hablar!

Me llevaron enseguida a urgencias. Era la época navideña, y no había cirujanos de servicio.El joven interno que llegó a mi habitación del hospital se detuvo casi horrorizado. Cuando vio elsangriento desastre que había en mi cabeza y mi cara, apenas supo por dónde comenzar.Frenéticamente, intentó detener la hemorragia mientras evaluaba el daño causado a mi cráneo.

El corte en la parte de arriba de mi cabeza era profundo, y por eso su primera preocupaciónera el grado del daño cerebral causado. Entonces, me miró a los ojos y se dio cuenta de quelos bordes del cristal habían hecho cortes en mis dos ojos cuando mi cuerpo fue impulsadohacia atrás dentro del vehículo. A medida que la hemorragia se fue deteniendo, elconmocionado interno comenzó el proceso de quitar pedazos de cristales de mis ojos tanrápidamente como fuese posible, a la vez que esperaba ansiosamente a que llegase elcirujano. Cuando se hizo obvio que nadie con más experiencia llegaría para ayudar pronto, elinterno comenzó a coser los peores cortes en mi cara. Al no ser un cirujano plástico,sencillamente me cosió, haciendo todo lo posible para salvar mi frágil vida.

Yo entraba y salía del estado de conciencia. Cuando llegué al hospital, había seguidosusurrando a la policía: “¿Están bien todos los demás?”. Aquello les hizo sentir un pánicomomentáneo. ¿Habían pasado por alto a alguna otra persona que hubiera sido lanzada desdeel auto? Les oí hablar mientras seguían preguntándome si había alguna otra persona conmigo.Y después me desvanecí… hacia la oscuridad.

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Perdido sin esperanza

La noche de diciembre del accidente era fría y nevada en Pittsburgh, Pennsylvania. Yoestaba en la fiesta de Navidad para empleados del club de campo. Yo había sido caddie enese club desde quinto grado, y ahora tenía el “prestigioso” trabajo de dar lustre a los zapatosen el vestuario de los hombres. La fiesta era estupenda porque yo podía beber todas susbebidas exclusivas gratis, y me sentía bien. Me encantaba la ginebra Gilbey’s y Beefeater. Eramuy suave, y no se podía oler con mucha facilidad, lo cual hacía que estuviese bien beber casien cualquier momento.

La fiesta navideña era maravillosa, pero cuando terminó yo estaba demasiado borrachopara conducir hasta mi casa. Mi amigo Barry me llevó en mi auto, y su novia nos siguió en supropio auto. Yo era lo bastante necio para pensar que no había tenido suficiente diversión.Mientras pudiera seguir caminando, podría seguir de fiesta. Ellos cometieron el gran error dedarme las llaves de mi auto cuando me dejaron. En lugar de entrar por la puerta, me escondí aun lado de la casa de mis padres hasta que Barry y su novia se alejaron. Entonces,rápidamente me metí otra vez en mi auto y conduje en la dirección opuesta. Quería pasar unoscuantos minutos más con el Sr. Gilbey. ¿Qué daño podía hacer?, pensaba yo.

Atrapado por la adicción

Yo era muy joven cuando comencé a beber. Todo comenzó un día después de la escuela enoctavo grado cuando estaba en la casa mi amigo. Su padre y su madre trabajaban, así queteníamos el lugar para nosotros solos durante algunas horas. Ellos tenían botellas de bebidasalcohólicas en su casa, así que nos preguntamos por qué no podríamos beber algunos tragos.Ellos nunca se darían cuenta. Y, después de todo, no estábamos haciendo daño a nadie más;¿qué podría haber de malo en unos cuantos tragos?

Bien, después de haber probado lo bien que me sentía, me preguntaba qué otras cosashabría. Mientras nadie más resultase herido, parecía bien seguir probando cosas nuevas.

Durante los cinco años siguientes yo exploré todas las maneras que pude para estarcolocado. Mis amigos como caddie y algunos otros amigos me presentaron unos nuevos“amigos”: mariguana, hachís, metanfetaminas, y la que era verdaderamente “buena”:mescalina. Entre las pastillas y las bebidas, yo había comenzado un viaje que llegaría alamentar. Pero cuando era adolescente, creía que sencillamente “me estaba divirtiendo” alcolocarme. Aquello también hacía que cualquier problema que yo tuviera desapareciera, almenos durante un rato.

El impacto de Big Jack en mí

Mi papá, Jack Maxim, era dueño de un bar llamado Big Jack’s Bar… ¡famoso por nada! Supersonalidad encajaba: 1,92 metros de estatura, 129 kilos de músculo, con manos tan grandescomo las de un gigante. ¡Nadie quería molestarle! Su bar estaba cerca de la esquina donde yosalía con mis compañeros de copas.

Una noche, uno de los amigos de Big Jack pasó caminando por nuestra esquina. Recuerdoclaramente que todos saludamos al hombre; él iba tan borracho que no le molestamos. Pero

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eso no fue lo que le dijo a mi papá. Aproximadamente quince minutos después, oímos ciertaconmoción que provenía del Big Jack’s Bar. La farola de la calle no brillaba mucho, pero yosupe enseguida quién se dirigía rápidamente hacia nosotros. Era el hombre borracho, con BigJack a su lado. Sinceramente, no le habíamos dicho ninguna otra cosa excepto hola, pero él ledijo a Big Jack que unos punks en la esquina le habían dado algunos golpes.

Éramos unos diez, y estaba bastante oscuro en el estacionamiento trasero dondeestábamos. Cualquier otra persona podría haber sido intimidada, pero Big Jack se puso enmedio del grupo y gritó a su amigo: “¡Pon tu espalda contra la mía!”. Él miró alrededor conintención y después gritó: “Muy bien, punks. Creyeron que fueron duros con un tipo; ¡ahora essu oportunidad de ver lo duros que son realmente!”.

Yo bajé mi cabeza, esperando que mi papá no me reconociese en la oscuridad. Perocuando me di cuenta de lo que estaba a punto de suceder, y que uno de mis amigos podríaresultar herido, tuve que hablar. Sólo había pronunciado unas pocas palabras: “Papá, no lehicimos nada a ese tipo”, y antes de darme cuenta, aquella mano gigante me dio una bofetadaen la cara y me impulsó hacia atrás. No era el momento adecuado para tener una charla entrepadre e hijo, así que él simplemente me dijo que me fuese a mi casa y que hablaría conmigodespués. En aquel momento, él quería demostrar otra cosa a los muchachos que había en laesquina. Lentamente, yo fui caminando a mi casa, y prevalecieron las cabezas más frías, peroeso le dará una vislumbre de Big Jack. La vida era difícil a veces, y beber era una manera dehacer que sus dificultades se desvanecieran.

Olvidar el dolor

Al principio, yo me colocaba solamente para divertirme un poco, pero no pasó mucho tiempoantes de que colocarme se convirtiera en el principal enfoque de mi vida. Nunca me di cuentade que las drogas y el alcohol se estaban convirtiendo rápidamente en un estilo de vida paramí. Cuando uno es un muchacho, nunca piensa en poder llegar a ser totalmente dependientedel alcohol. La idea de ser alcohólico era ridícula. Yo no sabía que cinco de los ocho hijos enmi familia sufrían alcoholismo, tendrían que ir a rehabilitación y experimentar continuosfracasos en la vida, o que la disfunción gobernaría nuestras vidas durante un largo período detiempo.

El alcohol es muy astuto; te dice que no tienes ningún problema, que tan sólo te estásdivirtiendo un poco. La idea de que te estás destruyendo lentamente, por no mencionar elcausar dolor continuamente a las personas que te rodean, no se te ocurre pensarla.

La idea de que yo tuviera un “problema” con el alcohol sencillamente no parecía ser real. Yosabía que me encantaba beber, ¿y por qué no? Repito: yo no hacía daño a nadie, ¿verdad?Bueno, eso comenzó a cambiar cuanto más tiempo seguía bebiendo. A esas alturas, muchosde mis amigos habían comenzado a pincharse agujas en sus brazos, y yo creía que el alcoholera diferente. Pensaba: Yo no soy un yonqui. Yo no voy a ser así. Puede que no me estuvieraagujereado las venas con agujas, pero sin duda las estaba llenando, sólo que era una drogadiferente. Era la droga que yo había escogido. No sabía que ya era un adicto. La mayoría dealcohólicos no lo sabe hasta que llega un día para todos ellos: el día en que tocan fondo. Essolamente cuestión de tiempo, porque sin duda va a suceder. La única pregunta es: ¿cuántodaño va a infligir, y seguirás estando con vida cuando eso suceda?

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Una noche, iba yo conduciendo por el estacionamiento hacia el centro de Pittsburgh con miamigo Dave. Estábamos pasando un rato como siempre. Teníamos un enfriador de bebidas enel asiento trasero lleno de cerveza y vino, acabábamos de fumarnos algunos porros e íbamosvolando.

Yo comencé a acelerar para adelantar a la persona que estaba delante, y me golpeé con elcostado de su auto. La peor parte de todo aquello fue que ni siquiera me di cuenta. Dave memiró y me dijo: “Oye, amigo, acabas de golpear el auto de ese tipo”. Mi respuesta en aquelmomento le demostrará mi estado mental cuando yo estaba borracho o drogado. Le miré y ledije: “¿Y qué? Nunca me agarrará”, y seguí avanzando por el estacionamiento. Yo no teníaconsideración alguna por las personas que iban en el auto que golpeé, y sin duda ni siquierapensaba en lo borracho que yo estaba y en cómo lo que estaba a punto de suceder podríamatar a algunas personas, sin mencionar a Dave o a mí mismo.

Después de irnos, yo pensé que aquello pondría fin al asunto. No sabía que el tipo al quehabía golpeado era un oficial de policía de Pittsburgh que estaba fuera de servicio. No sóloeso, sino que también su esposa iba con él en el auto, y estaba embarazada de siete meses.Cuando pisé el pedal del acelerador, sencillamente supuse que unos minutos después todoaquello habría terminado, y que sencillamente podríamos continuar donde lo habíamos dejadoy seguir con nuestra fiesta. Pero el policía tenía ideas diferentes.

Miré por el retrovisor y no podía creer lo que veía. Aquel tipo en realidad tuvo las agallas deperseguirme, así que pensé que le haría recorrer el viaje de su vida, y que sólo pasarían unosminutos antes de que él fuese historia. Repito: lo único que yo no sabía era que él era policía,un policía muy enojado, un policía motivado que llevaba a su esposa embarazada en el autocon él.

Al final del estacionamiento hay que elegir si seguir recto hacia el centro de la ciudad ocruzar uno de los muchos puentes que hay en Pittsburgh. Nos dirigíamos al otro lado de laciudad, así que teníamos que cruzar un puente en particular. Hay una fila de semáforosjustamente antes de ese puente, pero yo me los salté todos y pensé, una vez más, que esasería la última vez que le vería. A medida que me acercaba al puente, Dave comenzó agritarme para que me situara en el carril derecho porque iba conduciendo por el carril delsentido contrario y me dirigía al lado equivocado del túnel al final del puente.

Pasé al carril correcto, pero cuando entramos en el túnel, el tráfico era más lento, y Davedijo: “Él está ahí”. El policía se había situado a distancia de dos autos de nosotros, y llevabasu placa en la mano, sacándola por la ventanilla y gritando: “¡Deténgase! ¡Policía!”. Yo le miréy vi la expresión de enojo en su cara. Entonces, el tráfico comenzó a avanzar, y yo decidísencillamente acelerar de nuevo. Le perdí de vista tras unos minutos, o eso creía yo. Comome enteraría más adelante, él era mucho más inteligente que yo. Había apuntado el número demi matrícula mientras estábamos en la retención de tráfico en el túnel, así que aquella no seríala última vez que yo vería de nuevo aquella enojada cara.

Un breve aplazamiento

El auto que yo conducía aquella noche estaba registrado a nombre de mi papá. No recuerdopor qué, pero yo no estaba viviendo en casa durante algunos días después de ese incidente, ycuando regresé y entré en mi casa, mi mamá me dijo: “Jim, ¡han arrestado a tu papá!”. Yo le

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miré y dije: “Bueno, ¿qué ha hecho ahora?”. Ella tenía esa expresión en su rostro que decía:¿Es que alguna vez te vas a enmendar?

Entonces dijo: “Jim, no creo que él hiciera nada, porque la policía de Pittsburgh vino aquí yse lo llevó arrestado por haber golpeado un auto de un oficial de policía de Pittsburgh y haberhuido, ¡y su esposa embarazada iba en el auto!”. Yo sabía que me habían agarrado, ysolamente podía imaginar lo que iba a ser cuando viese a Big Jack cara a cara. Mi mentecomenzó a ir en un millón de direcciones, intentando pensar cómo podría salir de aquellasituación, pero no podía imaginarme ninguna vía de escape.

Big Jack y yo solucionamos aquello, y él no estaba seguro de qué hacer conmigo porque,después de todo, le encantaba beber y también él tenía sus retos con el alcohol. Con otroscinco o seis muchachos que aún vivían en casa y los policías que llegaron para arrestarle, lasituación era un desastre, pero de algún modo salimos de aquello, como todas las demásveces. Él fue al tribunal conmigo y se reunió con el juez y los oficiales de policía en privado, yde alguna manera consiguió que me dejasen libre. Él fue allí y presentó mi caso por mí y luchópor su hijo, a pesar de lo desastre que yo era. Cuando regresamos al auto para ir a casa,tuvimos unos de esos momentos entre padre e hijo. Él amaba a su familia y sólo quería lomejor para nosotros, pero cuando el alcohol domina la existencia misma es imposible ser lapersona que uno quiere ser verdaderamente. El alcohol no toma prisioneros; destruirá todo loque se encuentre en el camino. Es implacable.

Estoy seguro de que ambos nos sentíamos mal por lo que sucedió, y sabíamos que algotenía que cambiar, ¿pero qué? La respuesta obvia era “madurar, dejar de beber y cambiar elestilo de vida”, ¿no? Estoy seguro de que yo dije todas las cosas que dice un alcohólico:“Hasta aquí; no voy a volver a hacerlo. Realmente voy a vigilar lo que bebo. Voy a beber sólouna o dos copas y dejarlo ahí. Quizá fumaré uno o dos porros, pero ninguna locura más”, etc.,etc. Me hice a mí mismo todas las promesas, pero el hecho es que mientras estuvieradispuesto a beber una copa más, no podía ser nunca libre de ese capataz: el viejo alcohol. Amenos que diese los pasos adecuados para poner fin a mi relación con el alcohol, era sólocuestión de tiempo antes de que otra persona, o yo mismo, resultase herido otra vez.

Fuera de control

Quería compartir el anterior incidente para darle un destello del estado mental que yo habíadesarrollado. Cuando bebía, era solamente algo social para mí, incluso a los dieciocho añosde edad. El alcohol ciertamente me controlaba siempre que yo me entregaba a él. Recuerdoveces en que conducía por ahí yo solo y me emborrachaba. Nunca me sentía solo porque,después de todo, le hablaba a la botella.

Hay un poema sobre el alcohol escrito por un autor anónimo que realmente resume lo astutoque es cuando juega en las mentes de las personas:

Soy más poderoso que todos los ejércitos combinados del mundo.He destruido más hombres que todas las guerras de todas las naciones.He causado millones de accidentes y he destruido más hogares que todas lasinundaciones, tornados y huracanes juntos.Soy el ladrón más ingenioso del mundo; robo miles de millones de dólares al año.

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Encuentro a mis víctimas entre los ricos y los pobres igualmente.Soy implacable, insidioso, impredecible.Llevo conmigo enfermedad, pobreza y muerte.No doy nada y lo tomo todo.Yo soy tu peor enemigo.Soy el alcohol.

Al mirar atrás ahora, no puedo recordar una vez en que fuese a ningún lugar con mis amigosy que no nos emborrachásemos o nos drogásemos. Mire, cuando uno es alcohólico, no bebesólo por beber. Bebe hasta el punto en que ya no puede reconocerse a usted mismo. En loprofundo del corazón, sabe que esa es la razón por la que bebe en un principio. Para olvidarquién es usted y el fracaso en que se ha convertido. Antes de darse cuenta, hay demonios dealcoholismo y adicción que controlan su misma alma.

Está atrapado; no puede lograrlo en la vida estando sereno o siendo quien realmente esusted. Estar drogado podría no ser tan estupendo, pero es mejor que enfrentarse a la realidadde la vida. Las drogas, el alcohol: es su manera de manejar todo eso. Puede enterrar el dolorde la persona que le mira desde el espejo.

Sin embargo, en lo profundo de mi mente siempre hubo un sentimiento de inquietud de quemi vida estaba fuera de control. A veces, tenía el sentimiento de estar en una vía de ferrocarrilsiendo empujado, y no podía detenerme ni escapar. Solamente esperaba que no llegase untren en dirección contraria.

Aquella noche de diciembre, en la angustia del accidente, me choqué de frente con mi tren,tal como yo había temido.

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Esas temibles palabras

Eran las dos en punto de la madrugada, y la tranquilidad de la casa fue interrumpida por elpenetrante sonido del teléfono. Mi hermana Jane respondió al teléfono con cautela, pensandoya: Oh, no, ¿de qué se va a tratar? ¿Cuál de mis hermanos tiene problemas ahora? La voz alotro lado de la línea dijo: “Llamo desde el hospital Columbia. ¿Es la Sra. Maxim?”. A la vez quesu corazón desmayaba, Jane dijo: “No, es su hija”. Entonces la mujer, que era una enfermera,preguntó: “¿Cuántos años tienes?”. Jane le dijo que tenía veintiún años, y preguntó de qué setrataba. La enfermera le dijo que era sobre su hermano Jim, que había sufrido un accidente.Sólo puedo imaginarme los pensamientos que pasaron por la mente de Jane. Ella conocía miestilo de vida.

La enfermera entonces preguntó si su madre estaba en casa, y Jane le pidió que esperaseun momento porque su madre estaba durmiendo, pero la despertaría. El temor se aferró a ellamientras se apresuraba al cuarto de mamá para hablarle de la llamada telefónica y que desdeel hospital estaban esperando para hablar con ella sobre su hijo.

Mi madre respondió al teléfono con su corazón lleno de temor. Ella susurró en la noche:“¡Que no sea demasiado malo, Señor! Que todo salga bien”.

“¿Es la Sra. Maxim?”, le preguntaba una tranquila voz de mujer desde el otro lado de lalínea.

Al instante, el corazón de mamá también desfalleció. Ella había oído otras veces tonossimilares en las voces de personas. Cuando la voz de un extraño es amable y educada,consoladora, uno inmediatamente se pone en alerta. Las noticias que está a punto de escucharno son en absoluto las que quiere oír. El tono de voz pone los nervios de punta, y se siente enel estómago una familiar sensación de náusea. Como un jarro de agua fría, un temor a lodesconocido ensordece todo a tu alrededor. Mamá se preparó para lo peor, orando en silenciopara que pudiera oír lo mejor. Por favor, Señor, ¡que no escuche la palabra “muerto”!

“Sra. Maxim, su hijo Jim ha tenido un accidente de auto. Necesitamos que acuda al hospitalcuanto antes”. Para mi madre, era una pesadilla que de repente se hizo realidad. Ella queríadesesperadamente creer que se despertaría, que en realidad no estaba escuchando aquellastemidas palabras.

Mamá sabía que tenía que ir de inmediato, pero su mente estaba abrumada porpensamientos de temor y frenéticas emociones. Aún no quería saber hasta qué punto eramalo. A medida que batallaba contra el temor, tan sólo podía menear su cabeza enincredulidad. Pensaba: Otra vez no. Llamadas de teléfono en la noche se habían producidomuchas veces antes.

¿Hasta qué punto era malo esa vez? ¿Estará vivo? ¿Estará paralizado, o algo peor? ¿Hirióo mató a alguien más en el accidente? Los temores saqueaban su conciencia.

¿Qué iba a hacer ella ahora? “¿Puedo esperar e ir por la mañana?”, preguntó a laenfermera esperanzada.

“Me temo que sería mejor que viniera enseguida”, fue la única respuesta de la mujer.

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El mundo de mamá se derrumbaba. Ella sabía que había sido un grave accidente, perotambién sabía que la enfermera no le decía algunos detalles a propósito. Ella quería hacermás preguntas, y a la vez no quería. De algún modo, no era momento para palabras. Eramomento de salir, ir a ver a su hijo, ir a ver si él seguía con vida. Era momento de enfrentarsea su mayor temor. Despertó a Big Jack y le dio la noticia.

Mis padres llegaron al hospital cuando el interno me estaba dando puntos en la cara.Amablemente, las enfermeras les apartaron a un lado y les explicaron que no tenían idea de siyo perdería mi ojo izquierdo o no, pues era el que estaba más dañado por los pedazos decristal que aún estaban clavados. Les explicaron que tenía lesiones en mi cabeza y que habíala posibilidad de daño cerebral. Pasaría algún tiempo antes de que supieran nada conseguridad. Lo único que podían hacer en ese momento era esperar a que llegase el cirujano yme llevase al quirófano para buscar respuestas.

Enfrentarse al temor

¿Por qué temía mamá especialmente recibir llamadas durante la noche? Porque tenía ochohijos de los que ocuparse, y sus hijos mayores parecían estar inclinados hacia una sola cosa:meterse en problemas. Mi papá no estaba mucho tiempo a su lado para ayudarle con nuestraeducación, así que mi madre hacía todo lo que podía para guiarnos en la dirección correcta.Mi hermano mayor tenía unos veinticuatro años cuando se produjo mi accidente, y el máspequeño tenía sólo ocho. Yo era el cuarto, después de mis dos hermanas mayores.

Cada día, mi mamá se pasaba horas en la cocina preparando las comidas y limpiandocuando nosotros terminábamos. Fielmente, estaba de pie en el fregadero y oraba pornosotros. Ella puso ocho cuentas en un hilo blanco y lo colgó de uno al otro lado de la ventanade la cocina; cada cuenta representaba a uno de sus hijos. Cuando ella oraba por nosotros pornombre, movía “nuestra” cuenta al otro lado de la ventana. Ella quería a sus hijos con un amormuy ferviente y quería una vida pacífica y feliz para ellos. Día tras día, era fiel en la oraciónporque creía en un Dios que era fiel para responder.

Cuando era una muchacha, mi mamá había recorrido el pasillo de su iglesia con suhermana, Nancy, y había entregado su vida a Jesús. Solía hablarnos acerca de su Dios y elamor que Él tiene por nosotros, y que Él quería ser nuestro amigo y cuidarnos y amarnos. Sinembargo, cuando yo era adolescente, lleno de mis propias ideas sobre la vida, ninguna deaquellas charlas sobre Dios calaba en mí. Yo pensaba que mi mamá sencillamente estabafuera de contacto con la realidad.

Mamá solía decirme que Dios podía hacer cualquier cosa, que nada era imposible para Él.Lo que ella decía no me importaba, a excepción de una vez en que yo necesitaba ayuda extra.Estaba de pie delante de un juez algunos meses antes del accidente, enfrentándome a unaposible sentencia corta en la cárcel, ¡y entonces sí que oré! “¡Dios, si me sacas de este lío, meenmendaré!”. Ahora bien, ¡esa es una oración que hacen millones de personas desesperadas!

Bien, Él me respondió, y la sentencia quedó suspendida. Por tanto, yo hice lo que lamayoría de personas hacen… regresé de nuevo a mi estilo de vida. Mamá me recordó mioración y después siguió orando por mí. Ella tenía mucha confianza en cuanto a su relación conDios y la capacidad de Él para hacer lo imposible.

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“¿Dónde está ese gran Dios ahora?”

Ahora bien, la noche del accidente la fe de mamá fue severamente probada. Ella escuchabaaturdida mientras las enfermeras le explicaban que yo había entrado en coma y que seríamejor si ella y mi padre se iban a casa y regresaban a la mañana siguiente. De camino a casadesde el hospital, ella lloró amargamente por las vidas de sus hijos mayores. ¡Parecía quetodo lo que ellos hacían era malo! ¿Por qué sucedía eso? Las drogas, el alcohol, losproblemas; ¿cuándo se detendría? ¿Tenía ella la culpa? ¿Había hecho ella algo mal? ¿Dóndeestaba Dios ahora?

El enemigo de su alma, Satanás, también llamado el diablo, que lucha contra Dios y contrasu obra en este mundo, era implacable, y proclamaba el poder que él tenía sobre su esposo ysus hijos. Era como si ella pudiera oírle decir: ¿Dónde está ese gran Dios ahora? ¿Dónde estáese poder que Él afirma tener? ¿Por qué las cosas sólo parecen empeorar para ti y para tushijos? La fea voz continuaba: Ahora, tu hijo Jim está tan mal que no sabes si volverá a tenervista en su ojo izquierdo. ¡No sabes si tiene daño cerebral permanente! Su cara estátotalmente cortada, y nunca tendrá el mismo aspecto. ¿Dónde está ese Dios amoroso al quetú afirmas servir? ¿Por qué te sucede esto una y otra vez?

Cuando mis padres llegaron de nuevo a la casa, mamá se fue a su cuarto y se arrodilló allado de su cama. Quería que la voz del enemigo se detuviera; quería oír la voz de su Dios. Enel mismo lugar donde había pasado tantas horas orando por su familia, ella clamó al Señor:“Dios, por favor no dejes que Jim se quede ciego. Por favor, Jesús, tócale”.

Al principio, su temor y su sentimiento de desesperación amenazaban con detener susoraciones. Ella sabía en lo profundo de su corazón que Dios podía hacer cualquier cosa, peroel peso que había sobre sus hombros sencillamente parecía demasiado para poder soportarlo.Estaba esa voz del enemigo que le decía que incluso la oración era inútil en ese momento. Ellasabía que Dios no podía fallar en nada, pero se preguntaba cuánto más podría soportar.Clamó: “Ayúdame, Señor”.

Imagino que ella estaba sintiendo lo que el rey David expresó en uno de los salmos en laBiblia; Jesús mismo citó esa primera estrofa cuando estaba en la cruz:

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de misalvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes; y denoche, y no hay para mí reposo.(Salmos 22:1–2, rvr)

Pero, lentamente, mamá sintió que la presencia de Dios llenaba el cuarto. Mientras ellaoraba, sintió que el peso de su dolor y su temor era quitado de sus hombros. De repente, seencontró en un maravilloso estado de alabanza y adoración. Su fe estaba siendo renovada porla presencia y el poder del Espíritu Santo. Él es quien está con nosotros para ser nuestroConsolador y nuestro Guía. Él estaba renovando la fortaleza y la fe de mamá mientras ellaclamaba en oración.

¿Qué había sucedido? ¿Qué marcó la diferencia para ella, y qué puede marcar la diferenciapara todos nosotros? Es la verdad que se encuentra en los siguientes versículos del Salmos22:

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Sin embargo, tú eres santo, estás entronizado en las alabanzas de Israel. Nuestrosantepasados confiaron en ti, y los rescataste. Clamaron a ti, y los salvaste; confiaron en ti ynunca fueron avergonzados. (versículos 3–5, ntv)

En otras palabras, Dios estaba esperando su alabanza, y casi puedo verle derramar suEspíritu Santo sobre ella para equiparle para adorarle, porque Él está entronizado en lasalabanzas de su pueblo, o Él las “habita”, como dice la versión de la Santa Biblia Reina-Valera1960. La palabra “entronizado” en el hebreo original significa “sentarse y observar” o “estarabsorto con”. Es como si Dios estuviese esperando la situación imposible en la cual su pueblole necesite realmente, y que solamente Dios pueda enderezar. Él tan sólo quiere nuestraalabanza y confianza, y entonces Él interviene con todo su poder, y nada puede competir consu presencia.

Esta es una verdad que nos permite trascender a toda preocupación; nos lleva más allá dela incredulidad y el temor. La alabanza es un arma que puede derribar maldad espiritual enlugares celestiales. La alabanza es un componente clave de nuestras victorias en la vida.Cuando decimos las palabras “pero tú eres santo”, ¡introducimos a quien puede cambiar eljuego! Esas palabras no necesariamente significan que aquello que necesitamos aparecerá deinmediato. Lo que sí muestran es que sabemos que Dios es santo y que, debido eseconocimiento, descansamos seguros de que Él está peleando nuestras batallas por nosotros yque podemos confiar en Él. Cuando alabamos a Dios, Él está absorto con nosotros y muyorgulloso de nosotros; Él puede ver todo el temor, la duda y la incredulidad que Satanás nosha lanzado, y sin embargo Él ve que nosotros ofrecemos sacrificios de alabanza a su nombre,incluso antes de ver la manifestación de nuestras oraciones respondidas. Dios siempre buscapersonas que le alaben de esa manera, porque confían en Él.

Y eso es lo que Él hizo por mi mamá aquella terrible noche. De repente, la chispa deesperanza que Dios puso en su corazón comenzó a avivarse y convertirse en un fuego mayorde fe. Fue como si el Espíritu Santo estuviera proclamándole a ella las promesas de Dios. Ellapodía ver versículos de la Biblia que había leído muchas veces, como si estuvieran en unapantalla de cine:

He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí? (Jeremías 32:27, rvr)

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto másvuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mateo 7:11, rvr)

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide,recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. (Mateo 7:7–8, rvr)

E invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás. (Salmos 50:15, rvr)

Una vez más, Dios se había mostrado poderosamente para alentar a mi mamá. Ella no iba adarle la espalda a Él, a las fieles promesas de la Biblia, ni a mí. ¡Comenzó a alabar al Señorpor quién es Él y lo que había hecho por ella! No le insultó con ninguna queja; comenzó a

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adorarle y a proclamar su santidad y su poder. A medida que cantaba sus alabanzas, ella supoque el Espíritu Santo estaba renovando su fe. Cuanto más le alababa, más fuerte se hacía. Apesar de lo que ella veía en lo natural, su Dios, el Dios Todopoderoso, como ella le llamaba,¡tenía el control total de su vida y de la mía!

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Aterrado por la oscuridad

La oscuridad me rodeaba, y yo estaba cayendo. Intenté agarrar algo para interrumpir lacaída pero no había nada allí. Repito: yo medía más de 1,80 de altura, era un tipo bastantegrande. Estaba acostumbrado a arreglármelas para salir de la mayoría de situaciones, peroesta vez había ido demasiado lejos. La situación estaba fuera de mi control.

Yo estaba en algún lugar extraño. Dondequiera que estuviese, yo sabía que no debía estarallí. Sabía que el Dios del que mi madre hablaba tampoco quería que yo estuviese allí. ¿Dóndeestaba? Ese lugar no estaba en mi liga… ¡y yo estaba asustado!

Dos semanas antes de aquello, salía yo del estacionamiento de la tienda Mister Donut en miciudad natal, y había sentido la mano de Dios sobre mi hombro izquierdo, diciéndome queredujese la velocidad porque me iba a matar. Yo sencillamente no había querido oírlo, así quele dije que se apartase y me dejase en paz; yo quería vivir la vida a mi manera. Tenía un parde dosis en mi visera, un litro de cerveza entre mis piernas, y quién sabe qué en la guantera, yno quería escuchar nada de nadie. En este momento, ¡me gustaría haber hecho caso!

El sentimiento de caer se detuvo, pero seguía estando en oscuridad. Giré mi cabeza y miréa mi izquierda. Pude ver algo semejante a una sombra de pie a mi lado en la casi oscuridadtotal. Lentamente, me di cuenta de que había dos cosas parecidas a criaturas que memiraban, fijas en mí amenazadoramente. Fuesen lo que fuesen, parecían estar riéndose de mícon una presencia muy malvada alrededor de ellas. En ese momento me di cuenta de quequerían tenerme; querían abrumarme con su poder. Y ahí estaba yo, incapaz de detenerlas.

Todo mi cuerpo se puso en tensión por el miedo. Yo nunca antes había visto demonios,pero había oído a mi mamá hablar de ellos muchas veces. Ellos estaban alineados conSatanás. Supongo que me habría reído sencillamente de pensar en ellos, incluso en laactualidad, si no los hubiera visto por mí mismo. En aquel momento estaban a mi lado, y tuveque tomar una decisión con rapidez. ¿Qué iba a hacer yo?

Desde la oscuridad era como si pudiera oír a mi mamá recordándome el poder de laoración. “Jimmy, Dios es el Dios de lo imposible”, parecía decirme. Ya no me sonaba anecedad. Pero ¿era demasiado tarde para mí? Hasta ese punto, yo siempre había creído quepodía seguir de fiesta hasta que fuese viejo, quizá hasta los ochenta años. Entonces, admitiríamis pecados a Dios, enmendaría todo y me iría directamente al cielo. Nunca quería escucharninguna de las cosas que mi mamá decía sobre Dios. Yo quería vivir la vida según mis normashasta el final… pero a dónde me había conducido. Yo sabía en mi alma que estaba a punto deobtener todo lo que me merecía en aquel momento. No conocía este versículo de la Bibliaentonces, pero me describía perfectamente:

Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. Meenredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. En mi angustiainvoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a susoídos!… Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertesque yo. En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. Mesacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí. (Salmos 18:4–6, 17–19)

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Ahora bien, ese es el milagro del amor, la misericordia y la gracia de Dios: ¡Él nos libraporque se agrada de nosotros! ¡Él nos ama cuando menos lo merecemos! Esa es la definiciónde su gracia. Él no nos da lo que nos merecemos; nos da su gracia, su amor, lo mejor: su Hijo,Jesucristo. En mi caso, Él también me dio una madre ferviente que oraba. Ella estaba en casaorando por mí de rodillas mientras yo estaba experimentando el momento más aterrador de mivida.

Seguros de que me había llegado elmomento de morir

Para el personal del hospital, yo estaba inconsciente, tumbado en aquella cama en elhospital mientras enfermeras y doctores supervisaban cada latido de mi corazón. Pero en elinterior de mi mente, estaba plenamente despierto y enfrentándome a dos de las criaturas másfeas que se pueda imaginar. Repito, yo sabía que las criaturas negras que tenía delante erandos demonios. Años después, Dios me explicó que esos demonios estaban viviendo en mí enaquel momento. Eran los demonios de alcohol y las drogas. Estaban allí porque habían llegadoa reclamar su propiedad. Estaban seguros de que me había llegado el momento de morir.

En aquel preciso momento, cuando parecía que todo estaba perdido, Jesús vino hasta mí.Él apareció, ¡y yo le vi! Yo sabía que era Jesús pero, en cierto modo, no puedo describirle (yasabe lo diferentes que pueden ser las cosas en nuestra mente subconsciente de las cosas enel mundo físico). Cuando Jesús me miró en mi penoso y herido estado, me dijo: “Jim, hasestado viviendo tu vida a tu manera el tiempo suficiente. ¿Quieres continuar de esa manera?”.

Yo le miré y respondí: “Jesús, ¿qué quieres que haga? He intentado muchas vecesenderezar las cosas pero he fracasado muchas veces. Parece no haber esperanza. ¿Quétengo que hacer? ¿Hacerme sacerdote o monje? ¿Encerrarme en una habitación y solamenteleer la Biblia durante el resto de mi vida?”.

Yo sabía que era culpa mía que mi vida fuese tal desastre. No era culpa de Jesús; yo era elculpable. Pero no entendía que no se trataba de lo que yo tenía que hacer para arreglar misituación y hacer las paces con Dios. Se trataba de lo que Él ya había hecho en la cruz delCalvario.

Cuando miré a Jesús en ese momento, lo único que vi fue su perdón y el abrumadorconocimiento de que Él se interesaba realmente por mí, con compasión y una bondad que nopodían negarse. Aunque Él no habló en ese momento, yo podía sentir su amor por míderramándose desde su corazón. Él no iba a dejarme; estaba allí para ayudarme en lasprofundidades de la cárcel que yo había creado para mí mismo.

Nunca antes había sentido una presencia así. Cuando Él habló otra vez, una lluvia de paz yde gozo cayó sobre mí. Supe en un instante que Jesucristo era real y que cualquier cosa queÉl me dijese sería verdad. Incluso antes de que Él hablase, era como si yo pudiera oír suspalabras en lo profundo de mi corazón, mi alma y mi mente.

Cuando Jesús me miró, sencillamente dijo: “Jim, si me pides que te limpie y te perdone, loharé. Nunca te dejaré ni te abandonaré. Te daré el poder para vencer las drogas y el alcohol.Caminaré contigo y seré tu Amigo”.

Yo estaba sorprendido. Sabía cuál era mi peso en la balanza de pecado y bondad. Sin

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embargo, Jesús había llegado para ayudarme. Él gustosamente se acercó a mí en mi estadotan indigno. En su amor, Él miró por encima de todas las cosas feas e indignas que yo habíasentido sobre mí mismo durante todos aquellos años, y me amó. Su interés genuino por mí erahermoso, tan real y verdadero que yo sabía que Él decía de verdad cada palabra quepronunciaba. Apenas sabía qué decir como respuesta.

Mirando los amorosos ojos de Jesús, dije: “Jesús, por favor perdóname; por favorperdóname. Sé que soy pecador. Sé que lo he estropeado otra vez, y sé que necesito tuayuda”. En el momento en que dije esas palabras y pedí a Jesús que me ayudase, ¡aquellosdos demonios que estaban a mi lado se desvanecieron! Una gran paz me inundó. Yo no sabíalo que significaba todo aquello, pero sí sabía una cosa: ¡había sido liberado!

Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en amor yverdad. Vuélvete hacia mí, y tenme compasión; concédele tu fuerza a este siervo tuyo.(Salmos 86:15–16)

Y le diste la espalda a mis pecados. (Isaías 38:17)

Nunca más ciego

Mientras mi madre estaba en casa, de rodillas, clamando a Dios por su ayuda durante losmomentos más cruciales de mi vida, vio algo que le produjo una gran paz. Más adelante, en elhospital, me habló al respecto: “Jim, cuando estaba orando por ti, le pedía a Dios que tocasetus ojos para que no te quedarás ciego. En mis oraciones, vi la mano de Dios que se acercabaa ti y con su dedo índice tocaba tu ojo izquierdo. Cuando vi eso, supe que Dios te habíasanado y que no perderías la vista. En ese momento, supe que todo saldría bien”.

Lo que ella no sabía era que en aquel preciso momento, Jesús había arreglado las cosas encada parte de mi vida. Yo no sería ciego nunca más. Mis ojos espirituales iban a ser finalmenteabiertos.

Como escribí anteriormente, mientras estaba teniendo la visión de Jesús estaba tumbado enel quirófano. El equipo que me operaba sacaba más pedazos de cristal de mis ojos y de micara; y durante más de seis horas, el cirujano plástico estuvo trabajando conmigo. Necesitémás de trescientos puntos en mi cara y mi cabeza solamente para comenzar el proceso decoserme para volver a situar todas las partes en su sitio. Al mismo tiempo, estaban operandomi mandíbula. El hueso de mi mandíbula estaba roto, así que tuvieron que repararlo y dejar miboca cerrada con alambres. Esos alambres mantendrían junta mi mandíbula durante las seissemanas siguientes.

Después de la operación, estuve en coma por varios días. Mi hermana Jane trabajaba connuestra vecina, Pat, como voluntaria en el hospital. Cuando llegó al hospital el día después delaccidente y vio a Pat, le preguntó: “¿Has visto a Jim?”. Pat dijo que no y se quedó pensandode qué hablaba Jane. Ella dijo: “El único hombre que hay aquí está en la habitación másadelante en el pasillo”. Cuando Jane dijo: “Tiene que ser él”, Pat la miró con una expresión quedecía: Espero que no sea Jim. Jane entró en la habitación y me vio tumbado completamentequieto y envuelto como si fuese una momia. Se sintió totalmente paralizada cuando me miró.Los vendajes de gasa que cubrían mi cabeza tenían sangre seca en ellos. El personal médicohabía dejado solamente una diminuta apertura en los vendajes para mi boca, para así poder

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poner un tubo, y dos diminutas aperturas para mi nariz, con tubos en ellas también. “Fuehorrendo. Quedé completamente abrumada”, me dijo Jane más adelante.

Cuando finalmente recuperé la conciencia en la unidad de cuidados intensivos, agarré lassábanas de mi cama porque no sabía dónde estaba. Mi cabeza seguía estando vendada, conlos vendajes que protegían los puntos que había en mi cara y mi cabeza. Una enfermeraestaba de pie cerca de mí mirándome con preocupación. Me dijo que se llamaba Toni, peroentonces yo me desvanecí otra vez. Me desperté el tiempo suficiente para ver que me habíantrasladado a otra habitación. Supongo que como ya no estaba en coma, no tenía que estarmás tiempo en cuidados intensivos.

La siguiente vez que me desperté, mi mamá y mi papá estaban de pie al lado de mi cama.Yo no podía ver ni realmente hablar con nadie porque los vendajes cubrían toda mi cabeza,incluyendo mi cara, y mi mandíbula estaba cerrada con alambre. De cualquier manera, teníaque contarle a mi madre lo que me había sucedido mientras me estaban operando. Lasprimeras palabras que intenté musitar con mi mandíbula rota sorprendieron a mis padres:“Mamá, ¡Jesús está aquí! ¡Jesús está aquí!”.

Mi dulce madre me dijo más adelante que me miró con sorpresa, con sus ojos llenos delágrimas. Dios no sólo me había salvado la vida, ¡sino que también se estaba produciendo unmilagro! Fue verdaderamente la respuesta a sus oraciones. Ella había sabido desde la nochedel accidente cuando clamó al Señor que Él la había escuchado.

Allí estaba yo, con sangre seca por toda mi cara y mi cabeza. Cinco tubos en mi cuerpo mealimentaban y me drenaban. Y tenía por delante un largo camino de mucha cirugía plástica. Sinembargo, en cierto modo, en todo aquello mi mamá tenía paz. Ella había vencido aquellanoche y había entrado en la presencia de Dios en oración. Aprendió una vez más que nada eraimposible para el Dios al que ella servía. Este era el Dios sobre quien, pronto, yo iba aaprender mucho.

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Más de trescientos puntos

Durante las dos semanas siguientes, permanecí en mi cama del hospital preguntándomequé me había sucedido durante aquella cirugía. Debería haber estado asustado, pero teníauna increíble paz en lo profundo de mi ser. Una mañana, los doctores entraron en mi habitacióny me dijeron que me quitarían los vendajes en los próximos días. Uno de los doctores advirtió:“Jim, me temo que deberías esperar lo peor. Recuerda que tuvimos que darte más detrescientos puntos en la cara y la cabeza”.

Extrañamente, todo el tiempo en que le estaba escuchando, seguía estando lleno de pazcon respecto a todo. Los daños en mi cara, la cuestión de mi vista: nada de eso parecíaimportar. Los doctores estaban esperando una reacción emocional, de temor o enojo, pero nopodían explicar la paz que había en mi alma. ¡Yo no podía realmente decir mucho teniendo lamandíbula cerrada con alambres! Por tanto, simplemente les aseguré que estaba bien.

Cuando mi hermano pequeño, Bill, entró para verme, fue muy similar. Primero, él asomó sucabeza en la habitación, pero cuando me miró con todos aquellos vendajes, envuelto como sifuese una momia, se fue porque pensó que se había equivocado de habitación. Cuando fue ala zona de enfermeras y se enteró de que era la habitación correcta, quedó bastanteconmocionado. Bill y yo estábamos cerca en edad y también estábamos cerca comohermanos, a pesar de que teníamos las peleas típicas entre hermanos. Cuando miré la carade Bill, finalmente me di cuenta de lo grave que era el accidente para todos: mis dañosfaciales, los cristales en mis ojos, el posible daño en mi cerebro. Sin embargo, la paz seguíasin dejarme. Lo único que pude decirle a Bill era que realmente iba a ponerme bien.

Una mañana temprano entraron los doctores en mi habitación, listos para quitarme losvendajes. Habían pedido a mis padres que estuviesen presentes como apoyo cuando yo viesepor primera vez mi cara dañada. Recuerdo mirar sus expresiones de ansiedad; ellos estabanseguros de que yo iba a tener una reacción terrible a mis heridas. Lo que ellos no entendíanera lo agradecido que yo estaba simplemente por estar vivo. El hecho de que Dios me hubieradado una segunda oportunidad se había vuelto tan real para mí que sabía que podía manejartodo lo que llegase a continuación.

“¡Vaya, sí que eres feo!”

El doctor comenzó a quitarme suavemente la fina gasa blanca de mi cara y mi cabeza. Lagasa estaba pegada a los puntos y la sangre seca, y por eso era un proceso muy lento.Cuando él quitó la última venda, se quedó sentado en silencio sobre la cama cerca de mí yexaminó lentamente mis cortes uno por uno, limpiándolos con alcohol para limpiar mi cara lomejor que podía.

Mirándome a los ojos, el doctor me recordó el aspecto que tendría mi cara con los hilos delos trescientos puntos, y entonces me dio un pequeño espejo.

Yo me quedé sentado durante un momento mirando fijamente al espejo con muchospensamientos corriendo por mi mente. ¿Cómo debía reaccionar a aquello? ¿Debía estarangustiado?

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Mi cara tenía el aspecto de una estación de trenes porque había muchos puntos por todaspartes. Los puntos que rodeaban mis ojos y mi frente parecían ir en la misma dirección. Micara estaba hinchada debido a los cortes. Se podía ver dónde había penetrado el parabrisasen mi mejilla derecha cuando fui impulsado de nuevo dentro del auto. Había un largo corte queatravesaba mi nariz y bajaba hasta mi labio inferior, y hacía que mi boca parecieradistorsionada. Se podía decir que el interno había hecho todo lo posible, pero que no era uncirujano plástico. La parte derecha de mi barbilla era probablemente la peor, debido a lafractura compuesta. Todo el lado derecho de mi cara estaba hacia abajo debido al número depuntos en esa zona que llegaban hasta mi barbilla.

Mi papá intentó suavizar la atmósfera diciendo: “Vaya, ¡sí que eres feo!”. A él siempre legustaba tener el control del momento diciendo algo divertido, y sólo quería ayudarme a asimilaraquello. Todos esperaban a que yo hablase, observando cuál sería mi reacción a todos loshilos que había en mi cara.

Yo miré con atención cada parte de mi cara; ¿qué podía decir? Sencillamente estaba tanagradecido por tener vida que no podía estar angustiado. Aunque no podía explicarle a nadielo importante que había sido para mí la visita de Jesús cuando estaba inconsciente, noimportaba. Sabía que yo era el único que había causado ese desastre y, al mismo tiempo,sabía que era perdonado. En cierto modo, todo iba a salir bien.

Mientras estaba en aquella cama en el hospital, lo único en que podía pensar era el modoen que Jesús había acudido a mí y cómo habían huido los demonios. ¡Estaba muy agradecidoal Dios del universo por haberme dado otra oportunidad en la vida!

“Te has golpeado la cabeza condemasiada dureza, amigo”

Si me hubieran hecho alguna pregunta religiosa como: “¿Eres nacido de nuevo?”, o “¿Hassido salvo?”, sinceramente no habría sabido de lo que me hablaban. Yo nunca había leído laBiblia; nunca había asistido a ningún tipo de reunión de oración o a ninguna reunión en la queJesús hubiera sido el tema principal de conversación. Recuerde que, hasta ahora, mi conceptodel cristianismo era ir de fiesta todo lo que pudiera y más adelante arreglar las cosas con Dios.Lo más cerca que había estado nunca de una Biblia era al ver una en un estante en algúnlugar. Cuando estaba allí con tubos que me alimentaban y me drenaban, no podía evitarpreguntarme cómo iba a cambiar mi vida.

No pensé en qué decirles a mis amigos hasta que llegaron a visitarme unos días después.Ellos llevaron vino y me dijeron que me llevarían algunas drogas si yo quería algo de “alivio”.Recuerdo decirles que ya no necesitaba esas cosas, que había tenido un encuentro con Dios yque estaría bien.

Primero, se miraron los unos a los otros, y después volvieron a mirarme. “Te has golpeadoen la cabeza con demasiada dureza, amigo”, dijo uno de ellos. “¡Estarás bien dentro de poco!”.Yo no sabía de qué otro modo explicar lo que me había sucedido. Ellos menearon suscabezas, y seguimos hablando de otras cosas.

Esa profunda paz que yo tenía por primera vez en mi vida parecía sobrepasar a todaemoción que comenzaba a surgir en mi interior. La paz permanecía siempre que yo pensaba

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en mi cara, en lo que iba a hacer después, en cómo iba a seguir saliendo con mis amigos, y enlo que iba a hacer con respecto a los Marines.

¿Qué de los Marines?

Repito, era el año 1971. Estados Unidos había estado participando en la guerra en Vietnamdesde principios de los años sesenta. Yo me había alistado en los Cuerpos de Marines pocassemanas antes del accidente. Esa era otra razón por la que había estado tanto de fiesta.Quería divertirme todo lo que pudiera porque pensaba que me iría a Vietnam. Mi hermanomayor, Jack, acababa de regresar de Vietnam, y por todo lo que él describía yo sabía que allíno había ninguna fiesta, ¡así que era mejor que me divirtiese antes de irme!

Me educaron para creer que tenía la obligación de servir a mi país. Desde que tenía diezaños de edad, yo sabía que llegaría a ser un marine. Cualquier cosa que tuviera que hacerpara llegar a ser un buen marine, yo estaba dispuesto a pagar el precio porque había sidoeducado para amar Estados Unidos. A la edad de dieciocho años yo era totalmente ignorantede la grave situación que había en el sudeste de Asia. Solamente quería defender a EstadosUnidos y hacer mi parte. Sabía que podía hacer eso, ¿y qué mejor lugar que en los Marines deEstados Unidos?

El reclutador de los Marines llegó al hospital para verme en cuanto recuperé la conciencia.Él estaba muy preocupado y nos dijo que podían librarme debido a los daños físicos que yohabía sufrido. Yo pensé en eso durante medio segundo, pero sabía que llegar a ser un marineno era solamente algo que yo quería hacer; era algo que tenía que hacer. Además de todoeso, entendía que necesitaba alejarme de mis amigos y del escenario de drogas que se habíavuelto tan importante para mí. Necesitaba un respiro de todo eso, y los Marines de EstadosUnidos y Vietnam parecían ser el lugar donde yo me dirigía.

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Salida del hospital

Después de haber estado en el hospital por más de dos semanas, me dijeron que medarían el alta al día siguiente, pero mi papá llegó alrededor de las 10:00 la noche antes y medijo que recogiese mis cosas. “Nos vamos ahora”, me dijo ásperamente. Yo le dije que teníaque irme en la mañana, pero él repitió de nuevo que nos íbamos en aquel momento. Recuerde:Big Jack medía 1,92 metros y pesaba 129 kilos. Había bebido unas copas, y unosencillamente no discutía con él. Por tanto, reuní todas mis cosas y nos fuimos.

Mi papá era un tipo estupendo, y yo realmente le quería, ¡pero odiaba verle borracho!Cuando no había bebida involucrada, él era increíble. Era un hombre hecho y derecho, y yohabía estado muy orgulloso de él cuando era pequeño. Pero a medida que había crecido yhabía visto el modo en que el alcohol le destruía a él y a mi familia, el modo en que hacía dañoa mi mamá, había jurado que yo nunca sería como él. Lo cierto era que terminé amando labebida tanto como él, y estar colgado se convirtió en mi pasatiempo favorito.

Por tanto, cuando íbamos a casa de regreso del hospital aquella noche, yo tenía muchospensamientos contradictorios. Sabía que por mí mismo no podía mantenerme sereno;necesitaba que Jesús quitase todo ese conflicto y me ayudase a comenzar mi vida de nuevo.Yo no entendía que había comenzado mi vida de nuevo en el momento en que pedí a Jesúsque me perdonase mientras estaba tumbado en el quirófano. En aquel preciso momento, yohabía nacido de nuevo.

De camino a casa, pasamos por el club de campo donde había sido la fiesta la noche delaccidente. Nuestra casa estaba cerca, así que normalmente hacíamos un giro a la derecha allíy seguíamos por Long Road hasta nuestra casa. Aquella vez, le dije a mi papá que siguieraconduciendo recto por la carretera hasta nuestra iglesia familiar.

“¿Por qué quieres ir allí? Es tarde, y estará cerrada. No habrá nadie ahora”, me dijo él. Conmi mandíbula rota y con alambres, musité otra vez: “Por favor, Papá, llévame allí ahora”.

Él entendió que yo lo decía en serio, y condujo hasta la iglesia. Cuando entramos en elestacionamiento, le dije que se quedase allí y que yo regresaría enseguida. En aquel entonces,dejaban las iglesias abiertas toda la noche. Empujé la pesada puerta de madera y entré en eloscuro santuario. Me hice camino lentamente hasta el altar y me arrodillé. Levanté mi vista a lacruz con una suave luz que resplandecía desde la ventana, y le dije a Jesucristo lo agradecidoque estaba de que Él se hubiera acercado a mí, y le di las gracias por darme una segundaoportunidad. Le dije que sabía lo que Él había hecho por mí cuando yo estaba inconsciente, yque Él me había defendido contra aquellas dos criaturas. Yo sabía que Él me había dado suamor y su perdón. Sabía que me había prometido que Él nunca me abandonaría ni me dejaría.Pero le dije que no tenía idea alguna de qué hacer a continuación. Yo no sabía en qué seconvertiría mi vida o cómo manejar la vida cotidiana porque todo era diferente en mi interior.Realmente necesitaba su ayuda para solucionar todo aquello.

No podía culpar a mis amigos por drogarse y meterse en problemas porque, unas semanasantes, yo había estado con ellos. Sabía que no iba a volver a hacer esas cosas, pero ¿dóndeiba a ir yo? ¿Quién estaría a mi lado? ¿Cómo emplearía mi tiempo? ¿Qué esperaba Dios demí ahora?

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Repito: yo nunca había leído la Biblia, así que no tenía idea alguna de cómo Dios interveníaen una vida. ¿Y qué tenía que hacer con la noticia del modo en que Jesús había acudido a mí?¿Cómo podría explicar a nadie, aparte de mi mamá, lo que había visto mientras estabainconsciente? ¿Cómo podría encontrar las palabras para decirles a mis amigos que Jesús mehabía liberado, y que Él me amaba a mí y a ellos? ¿Entenderían ellos que Él realmente queríaque yo fuese su amigo y que Él quería ser mi Amigo?

Aquella noche en la oscurecida iglesia, sencillamente oré y le pedí a Dios que me ayudasecon todas aquellas abrumadoras preguntas. Era demasiado para que yo pudiera manejarlo, ysabía que no podía hacerlo por mí mismo; pero supuse que ya que Él me había liberado deaquel lugar oscuro con aquellos terribles demonios, no había nada que Él no pudiese manejar.Sintiendo su paz de nuevo, me levanté el altar y me fui caminando para reunirme con mi papá.

Encuentro con familiares y amigos

Después de la parada en la iglesia, condujimos hasta nuestra casa. Cuando llegamos a laentrada, yo sabía que mi mamá estaba esperando para verme; ella sólo quería que yoestuviese en casa. La mayoría de mis familiares estaban allí, y vi la expresión en sus ojoscuando vieron mi cara. El equipo de cirujanos había tenido que afeitar gran parte de mi cabello,las heridas estaban aún muy enrojecidas, el corte en mi cabeza era muy grande, y no podíaafeitarme la cara. Mi cara seguía estando hinchada a causa del accidente, la cirugía y elhaberme quitado muchos de los puntos. El doctor no había podido quitarme todos los puntosde una vez porque había muchos, ¡así que yo seguía llevando algunos puntos en la cara!

Sin duda, lo obvio que decirme era: “¡Realmente lo has estropeado está vez, Jim! ¿Ahoraqué vas a hacer?”. En lugar de decir eso, mi familia sencillamente me mostró amor. Teníamosmucha disfunción, como la mayoría de familias. Nuestra vida familiar era muy difícil debido almodo en que el alcohol dominaba nuestra existencia. Pero si hacíamos algo correctamente,era recuperarnos los unos en torno a los otros durante los momentos difíciles. Intentábamosestar al lado de los demás a pesar de las dificultades. Cuando las cosas iban mal, yo siempresabía que mis siete hermanos y hermanas estarían a mi lado. Todos ellos se derrumbaron ylloraron, y tuvieron que salir de la habitación después de verme porque pensaban que nuncavolvería a tener el mismo aspecto de antes. Pero debido a su apoyo, no tengo ni una solafotografía de mi cara después del accidente. Ellos no querían que yo recordase lo mal que seme veía.

De regreso al Red Flame

Ya que yo no sabía qué hacer a continuación, fueron necesarias algunas semanas parasanar. Entonces, con las cicatrices en mi cara como recordatorio constante de lo que me habíasucedido, me dirigí de nuevo a mi bar favorito, el Red Flame, para reunirme con mis amigos.Después de todo, no podía quedarme en casa para siempre, ¿y a qué otro lugar iba a ir?

Todos me saludaron con gritos y golpecitos en la espalda, y entonces entramos en el autode un amigo y comenzamos a conducir por ahí. Sucedió lo usual: alguien encendió un porro, yotra persona abrió la botella. Todos eran muy amables conmigo y se sentían mal por lo quehabía sucedido; todos querían que yo me colocase y pasase un buen tiempo para olvidarmede todo el dolor.

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Ellos no tenían intención de causar daño, y si no hubiera sido por mi experiencia con Jesús,yo habría sido el que estaba listo para comenzar la fiesta. Cuando me pasaron la droga, lesdije que no quería, y sencillamente la pasé al siguiente muchacho.

“Vaya, ¿qué te pasa?”, preguntó mi amigo. Yo respondí sencillamente: “Realmente ya no lanecesito”. Eso comenzó muchas preguntas. Yo estaba muy nervioso e inseguro sobre quédecir. Quería contarles cómo Dios me había tocado y me había ayudado, cómo su presencia ymi oración habían hecho huir a los demonios. Quería describir la paz que tenía en el hospital ycuando oré a Jesús en la iglesia de camino a casa. Pero verdaderamente, no quería que ellospensaran que yo era extraño.

Yo sabía lo que pensábamos de aquellos tipos fanáticos religiosos. “Bichos raros nacidosde nuevo”, “recitadores de Hare Krishna”; todos ellos serán iguales para nosotros: perdedores,fanáticos, ¡vendiendo flores en los aeropuertos! ¿Qué iba a decir yo? Aún no conocía ningúnversículo. Mientras estaba allí sentado preguntándome qué hacer, el humo llenó el auto, ytodos comenzaban a sentirse bastante colocados. Yo tenía que decir algo; no iba a beber, ni afumar la droga, ni a fumar en la pipa. Todos querían oír algo de mí en ese momento. Y, conlos alambres aún en mi mandíbula, yo ni siquiera podía hablar con claridad.

Lo único que recuerdo que les dije aquella noche era que Dios me había dado otraoportunidad, y que no iba a regresar. Les dije que ya lo había estropeado lo suficiente, y quele había pedido a Dios que me ayudase. Ellos conocían sobre mi vida durante los últimos seismeses: casi fui a la cárcel, fui perseguido por policías, me metí en peleas, tuve el accidente,mi cara.

Ellos estuvieron bastante conformes con todo aquello. Alguien dijo entre risas: “Estarás bien,Jim; sencillamente será necesario un poco de tiempo para que regreses a la normalidad”.Entonces, uno de mis mejores amigos dijo: “Vamos, hombre, déjale en paz; ya ha pasado losuficiente”. Aquello puso fin a la conversación con respecto a mí por esa noche; pero yo sabíaque realmente sólo era el comienzo. Puede que yo necesitas un poco de tiempo, pero teníamucho que decir, y tendría que encontrar alguna manera de decirlo.

Cuando regresamos al bar, me dirigí a casa y comencé a pensar en lo que acababa deocurrir. Realmente yo había rechazado las drogas, y no había bebido nada. Yo, Jim Maxim,acababa de decirle a un grupo de muchachos cómo Dios me había tocado. Vaya, yo eradiferente. Creo que me sorprendí a mí mismo.

Sabía que no podía mantener el paso de aquella escena; en cambio, era momento decentrarme en los Marines. Era bueno para mí irme de la ciudad. Estaba programado que mefuese aproximadamente en sesenta días, y necesitaba estar tan preparado como pudiera. Portanto, comencé a hacer más ejercicio, a correr mucho y a prepararme para Parris Island, enCarolina del Sur, y para el campamento de entrenamiento de los Cuerpos de Marines.

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Los pocos… los orgullosos…

Mi papá me dejó en la estación de autobuses en el centro de Pittsburgh para hacer el viajeal aeropuerto. Él estaba contento de que yo me fuese porque sabía que tenía que alejarme delviejo ambiente. El que yo quisiera servir a mi país hacía que Big Jack estuviese muy orgulloso.Él no entendía los asuntos espirituales, pero sabía que de algún modo las cosas iban mejorconmigo.

Uno no pensaría que su vida pudiera cambiar solamente esperando un autobús, pero la míacambió aquel día. Encontré un pequeño Nuevo Testamento con los Salmos en una pequeñamesa que había al lado de mi asiento. Los Gedeones, un grupo de hombres de negocioscristianos, habían puesto varios por la terminal. ¡Supongo que la estación de autobús eraconocida como un lugar para personas con necesidad!

Yo no había leído la Biblia aún y no tenía ni idea de lo que había realmente en su interior.Agarré aquel ejemplar, la abrí en las primeras páginas introductorias, y leí algo parecido a losiguiente: “Cuando tenga problemas, vaya a la página 100”, o “Cuando necesite dirección, vayaa la página 200”. La que recuerdo con mayor claridad decía: “Cuando se haya ido de casa ose sienta solo, vaya a la página ____”.

Cuando comencé a leer la Biblia, era como si estuvieran echando agua de una manguera enlo profundo de mi corazón. ¡Las palabras saltaban de las páginas de este pequeño libro! Yo nopodía leer lo suficientemente rápido, y quería de algún modo comerme las páginas y hacer quese quedaran en mi interior donde nunca las perderían o las olvidaría. Con cada página, recibíafortaleza y consuelo. Aunque las palabras eran nuevas para mí, todas ellas parecían tenermucho sentido. Palabras como: “Nunca te dejaré; jamás te abandonaré” (Hebreos 13:5), “Élme invocará, y yo le responderé” (Salmos 91:15), y “Cristo Jesús vino al mundo a salvar a lospecadores” (1 Timoteo 1:15).

El versículo de la Biblia que sacudió mi alma fue: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Sialguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).Era una invitación personal de Jesús.

Era el mismo Jesús que había acudido a mí cuando yo estaba inconsciente, y ahora yo leobservaba acudir a las personas en el Nuevo Testamento, tocarlas, sanarlas, amarlas. Él seacercaba a los “marginados”, los pobres, los oprimidos y los necesitados. Él estaba conpecadores, sencillamente siendo su Amigo. Él se identificaba con las personas que másnecesitaban su ayuda, al igual que había hecho conmigo.

Fui hasta el autobús y me senté, leyendo página tras página. Encontré un versículo quedecía: “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas19:10). Otro versículo decía que Jesús no vino para las personas sanas, ¡sino para lasenfermas y necesitadas! (Véase Marcos 2:17). ¡Ese libro tenía un poder verdadero! Lo agarrécon fuerza y lo acerqué a mi pecho, sencillamente queriendo que las palabras penetrasen enmi interior. Por primera vez en mi vida, entendí que tenía un mapa de ruta al que acudir enbusca de dirección. ¡Las respuestas a mis preguntas estaban en ese libro!

No podía creerlo. Estaba siendo vigorizado con la misma presencia que había estado

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conmigo cuando yo estaba inconsciente. Era como si estuviera sucediendo otra vez. ¿Por quéno había leído yo nunca ese libro?

Incluso en la actualidad, cuando comparto de Jesús con otros y ellos quieren discutirconmigo o decirme que soy un ingenuo, les pregunto si han leído alguna vez la Biblia. Lamayoría de personas dice que no, pero creen que saben lo que contiene. Qué necio esrechazar algo si nunca se ha leído. Ellos no entienden que la Biblia contiene palabras que estánvivas y tienen el poder de producir cambios drásticos en las personas que la leen con fe.

Parris Island

Llegamos a Carolina del Sur y nos recibió una pareja de sargentos del Cuerpo de Marinesque esperaba a reclutas que llegaban de todas las partes del país. Les dimos nuestrosnombres y subimos a un autobús que nos llevaría a Parris Island. Era más de la medianoche, yel viaje desde el aeropuerto atravesaba profundos bosques y después los pantanos deCarolina del Sur. ¿Cómo iba a ser aquel lugar?

Atravesamos las puertas y nos detuvimos. Un instructor militar subió al autobús y dijo algo alconductor. Yo vi al conductor solamente agachar su cabeza, y entonces… comenzó. Elinstructor comenzó a gritar todo lo que uno pueda imaginar para hacer que bajásemosrápidamente de ese autobús. Lo primero que él gritó fue: “¡Mejor que hayan entregado su almaa Dios porque su ____ es mío!”. ¡No fue la referencia a Dios que yo había esperado!

De repente, había cinco instructores militares gritando e intentando hacer todo lo posible porintimidarnos y hacernos saber que, durante las siguientes catorce semanas, les pertenecíamosa ellos. Cuando entramos en el primer edificio para comenzar nuestra transformación de vivircomo civiles a vivir en los Marines, pasamos por debajo de una señal que decía: “Por esteportal pasan candidatos para la fuerza de lucha mejor del mundo: los Marines de EstadosUnidos”. Yo me preguntaba por qué había escrita la palabra candidatos; ¿acaso no seconvertía en marine cada uno de los que pasaban por debajo de esa señal? A la mañanasiguiente comenzaría a descubrir por qué.

Eran las 5:00 de la mañana. A mí me parecía que acababa de cerrar los ojos, pero losinstructores militares nos gritaban para que nos levantásemos de la cama y bajásemos al pisoinferior. Nunca había visto a tantos muchachos moverse tan rápidamente en toda mi vida; nadiequería ser el último en bajar las escaleras.

Nos situaron en fila a ambos lados de una mesa con pequeñas separaciones sobre ella. Nosordenaron vaciar nuestros bolsillos y poner todo lo que tuviéramos en el espacio que teníamosdelante. Nudillos de acero, cuchillos y cualquier otro objeto imaginable salieron de aquellosbolsillos. Obviamente, ¡aquellos instructores militares sabían lo que buscaban!

A medida que siguieron gritando órdenes, un muchacho corpulento se hacía el duro. Elinstructor militar le dijo que se acercase, y el muchacho avanzó hacia él con cierto aire de tipoduro. Ese instructor agarró al recluta por la nuez y le levantó contra una de las columnas hastaque sus piernas no tocaban el piso. Él pateaba y buscaba el aire, mientras el sargento legritaba sin descanso, diciéndole que era un “gusano inútil” y un “desperdicio de carne humana”.Finalmente, empujó al gran muchacho hacia el otro lado de la sala y le dijo que regresara a lafila.

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Se podía oír caer una pluma en aquella sala. Nadie se atrevía a pronunciar palabra ni amover un músculo. Aquellos instructores militares eran endurecidos veteranos de combate, yno iban a permitir que ningún candidato punk llegase a ser un marine o llevase el uniforme delos Marines de Estados Unidos, un uniforme por el que muchos hombres habían pagado elprecio definitivo mientras defendían a su país, si no era el tipo correcto de hombre.

Yo solía pensar que mi hermano Jack había exagerado sobre Parris Island y cómo eran losinstructores militares, pero después de aquel discurso de bienvenida a “nuestra Isla”, decidíque seguiría el programa durante las siguientes catorce semanas y haría lo que me dijesen ycuando me lo dijesen, ¡sin hacer preguntas!

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Jim sirviendo en los Marines de E.U., Carolina del Norte, 1972

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En el desierto Mojave para entrenamiento con los Marines, 1972

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Jim y Cathy,día de la boda,junio de 1975

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Educando a sus hijos cerca de Pittsburgh, Pennsylvania

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Jim y Cathy en una recaudación de fondos para el orfanato en Nepal donde Cathy ayuda comoamiga misionera.

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Jim y Cathy con (de izquierda a derecha) sus nietos Lucy, James, y Dylan

La familia Maxim

Fila superior desde la izquierda: hijo Jim, agarrando a Dylan; hijo Jordan; Jim, agarrando a James; hijo John

Fila inferior desde la izquierda: nuera Alison; Cathy;nuera Lauri, agarrando a Lucy; nuera Jesica

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“El soldado cree en Dios, señor”

En cada oportunidad que tenía, abría aquella pequeña Biblia de la estación de autobús. Ibaal libro de Salmos y leía algo como esto:

Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú mantienes en alto mi cabeza.Clamo al Señor a voz en cuello, y desde su monte santo él me responde. Yo me acuesto, meduermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene. No me asustan los numerososescuadrones que me acosan por doquier.(Salmos 3:3–6)

Siempre que necesitaba fortaleza para vivir el día, tan sólo abría ese librito y las palabrasparecían saltar de las páginas y llegar a mi corazón. Un instructor militar me preguntó por quéllevaba esa pequeña Biblia en mi bolsillo.

Me preguntó: “¿Es usted predicador, Maxim?”. Yo respondí: “No, señor, el soldado cree enDios, señor”. El sargento miraba mi cara con cicatrices y comenzó su diatriba: “Maxim, pareceque fue usted a una pelea con hacha ¡y se dejó el hacha en su casa!”; “Parece que intentóbesar a un mercancías”, etc., etc.

Nada de aquello ni siquiera me molestaba; era solamente un recordatorio de lo que mehabía sucedido cuando vi a Jesús. Mi cara marcada también me daba muchas oportunidadesde hablar sobre mi fe recién hallada. Naturalmente, la mayoría de los muchachos mepreguntaban que me había sucedido, y sus preguntas me abrían la puerta para hablarlesacerca del accidente y de cómo había sido mi estilo de vida en ese momento. La mayoría deellos se identificaban conmigo enseguida; podríamos haber sido amigos en la fiesta de Navidadaquella noche. Cuando escuchaban que me había desmayado al volante, me hacían miles depreguntas, como: “¿Golpeaste al otro?”, “¿Ibas colocado en aquel momento?”, y “¿Cómopudieron llegar a arreglarte con toda aquella sangre?”.

Todas sus preguntas hacían que mi fe en Jesucristo fuese mucho más real cuando leshablaba del modo en que había estado en grandes problemas y Dios me habían sacado dellío. Entonces, relataba todos los detalles de cuando Jesús se me apareció mientras estaba enel quirófano. Todo tenía perfecto sentido para ellos. Cuando me veían leyendo la Biblia, ydespués miraban mi cara, recordaban lo que había sucedido cuando yo estaba inconsciente.Ellos aceptaban mi historia; les parecía muy real. Habíamos hecho amistad, y ellos confiabanen lo que yo decía; sabían que yo era sincero en mi historia.

Incluso en la actualidad, cuando hablo de mi amor por Jesucristo, busco solamente ser elamigo de alguien, ser genuino con esa persona. No puedo hacer que nadie se trague la Biblia,así que, ¿por qué intentarlo? Jesús vino a mí porque me amaba y quería ayudarme. Él queríaque supiera que Él me amaba lo suficiente para aparecer en mi vida cuando yo más lenecesitaba. Jesús siempre busca ayudar a alguien. Cuando la persona ve y siente que unoestá siendo genuino con ella, y que en realidad quiere entender en qué momento de su vidaestá, entonces Jesús también se hace real para esa persona.

Las catorce semanas de campamento fueron algunos de los días más difíciles de mi vida.Ningún marine podría olvidarlos jamás, y aún así, la experiencia del campamento es algo queatesorará durante toda la vida. Ese rito de pasaje, el privilegio de ponerse ese uniforme,

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conlleva cierta dignidad y orgullo que esta nación ha admirado por más de doscientosveinticinco años, y que sus enemigos han temido. Y yo tuve el privilegio de experimentaraquellos difíciles días con la ayuda de mi recién hallada fe. Había llegado el momento deavanzar.

Fe salvadora… ¡literalmente!

Mientras estaba en los Marines, Dios quiso mostrarme lo mucho que se interesaba por losdetalles de mi vida. Incluso en la actualidad, cuando pienso en aquellos tiempos en los Cuerposde Marines, su amor me sigue sorprendiendo.

Después de Parris Island, me destinaron a Camp Lejeune en Carolina del Norte. Mi caraestaba extrañamente desproporcionada debido a la inexperiencia del interno que me habíacosido. Tenía bultos de piel en mi rostro y barbilla. Donde mi mandíbula había estado rota, mequedó una cicatriz muy grande, y el lugar donde mi nariz había recibido el primer golpe contrael parabrisas apenas era otra cosa que piel. Y repito: el cristal roto había dejado una cicatrizque comenzaba debajo de mi ojo derecho y recorría toda mi cara. Aun así, yo nunca pensabamucho en ello hasta que alguien se quedaba mirándome fijamente o me preguntaba qué habíasucedido.

Un día, mi capitán se acercó a mí y ordenó: “Maxim, ¡vaya al hospital y haga que le arreglenla cara!”. Yo dije: “Sí, señor”, fui al hospital, me acerqué al mostrador y pregunté: “¿A quiéndebería ver para qué me arreglen la cara?”.

El personal del hospital me dijo que un cirujano plástico viajaba hasta allí desde el hospitalnaval en Portsmouth, Virginia, una vez al mes, y que debería preguntar entonces. Aquello sedebía a que muchos de los muchachos que regresaban de Vietnam habían sido heridos ynecesitaban cirugía plástica, y por eso diferentes cirujanos acudían mensualmente paraocuparse de ellos.

Regresé más adelante ese mismo mes y le dije al cirujano que mi capitán quería que mearreglasen la cara. Su respuesta fue: “Lo siento, hijo, no realizamos cirugía cosmética amarines”. Yo dije: “Bien”, y entonces me fui. Pero mi capitán no quedó contento con esarespuesta. Me dijo que tenía que regresar al mes siguiente para hablar otra vez con el cirujano.El siguiente cirujano me dio la misma respuesta al mes siguiente, y una vez más yo dije: “Bien”,y entonces me fui.

Cuando regresé a mi capitán y le expliqué la respuesta una vez más, él respondiódecididamente de la misma manera: “Regrese el próximo mes”. Aquello ya me resultabadivertido. También estaba aprendiendo una valiosa lección que me beneficiaría durante el restode mi vida. La persistencia siempre da sus resultados en todo lo que uno hace.

Llegó el mes número tres, y yo regresé. Aquella vez, el cirujano de Portsmouth era uncoronel “pleno” (coronel en lugar de un teniente coronel, como habían sido los otros), y él mepreguntó por qué estaba yo allí. A esas alturas yo estaba comenzando a divertirme conaquello, ¡porque sabía lo que saldría de su boca a continuación! Por tanto, repetí lo que habíadicho en las dos últimas veces que había estado allí: “Mi capitán me dijo que viviese para quéme arreglasen la cara, señor”. Le miré fijamente a los ojos, esperando la respuesta que yopensaba que llegaría. Efectivamente, él me miró con una expresión de perplejidad y después

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me dijo que ellos no realizaban cirugía cosmética a marines. Casi comencé a reírme mientrasrespondía: “Bien, señor”, y entonces comencé a dirigirme hacia la puerta.

Me había alejado algunos pasos cuando, de repente, él dijo: “Un momento. Siéntese por unmomento, hijo”. Empezó a examinar mi cara con detalle a la vez que me preguntaba qué habíasucedido. Yo le expliqué que había atravesado el parabrisas y después fui impulsado haciaatrás atravesando otra vez el cristal roto. “Está bastante mal”, respondió él mientras seguíaexaminando mi piel. Tenía una extraña expresión en su rostro, y yo me di cuenta de que queríaayudarme.

Las siguientes palabras que salieron de su boca me asombraron. “Voy a enviarle aPortsmouth, hijo. Creo que puedo arreglar su cara”. Yo me quedé mirando sorprendido. ¡LosMarines realmente iban a arreglar mi cara! Yo estaba muy agradecido.

¡La fidelidad de Dios puede ser abrumadora! Él había intervenido una vez más paraayudarme. Aquello fue un recordatorio de que Él tenía el control de mi vida, y no el ejército deEstados Unidos, no la Marina de Guerra, y ni siquiera los Marines. Hasta el día de hoy, no heolvidado lo que Él me enseñó aquel día hace tanto tiempo. Cuando algo es su voluntad para lavida de usted, y usted permanece abierto y humilde, no hay ninguna puerta que puedapermanecer cerrada para usted. Usted es su hijo, y Él quiere cuidar de usted.

Cuando regresé a mi unidad, mi capitán me preguntó qué había dicho el cirujano. “Van aarreglarme la cara, señor”, respondí con una gran sonrisa. Él se levantó con una sonrisa comorespuesta y me dio la mano enérgicamente. No sé si mi capitán era cristiano o no, pero, repito:él me enseñó una lección sobre persistencia que siempre he recordado.

En cuestión de días fui transferido a Portsmouth, Virginia, concretamente para la cirugía.Debido a la extensión de los daños, tuvieron que hacerme múltiples operaciones durante seismeses. Cuando terminaron, volví a recuperar mi viejo rostro. Los equipos médicos cortaron denuevo las cicatrices y eliminaron el tejido dañado, y después cerraron los cortes con hilo másfino. Realizaron dermoabrasión, lijando mi frente y el costado de mi ojo para eliminar los bultosy suavizar la piel. Cortaron y después suavizaron un bulto de piel a un lado de mi boca.Realizaron cirugía Z-plastia en la herida más profunda, que estaba debajo de mi ojo derecho.En esta operación, básicamente cortan de nuevo las cicatrices, eliminan el tejido cicatrizado ydespués elevan la piel hacia arriba en forma de una Z, de modo que quedó estirada y casi almismo nivel de la superficie. También pasaron gran cantidad de tiempo intentando estrechar lacicatriz más grande, que era donde mi mandíbula había atravesado la piel con la fracturacompuesta. Al final, quedaron aún algunas cicatrices más ligeras, pero estaba bien. Aquellascicatrices servían para recordarme el gran cambio que Jesús había realizado en mi vidacuando Él me liberó de la cautividad del pecado. ¡Dios había utilizado a mi capitán y a losequipos médicos para darme una de las mayores bendiciones de mi vida!

Aprender a confiar en Dios

Ya era el año 1973. Los Acuerdos de Paz de París fueron firmados entre Estados Unidos,Vietnam del Norte, Vietnam del Sur y el Viet Cong. Las tropas estadounidenses comenzaron suretirada de Vietnam del Sur, y muchos prisioneros de guerra fueron finalmente enviados a suscasas. Como resultado, yo nunca tuve que ir a Vietnam. Durante el tiempo que me quedabaserví en Portsmouth como seguridad con la policía militar. Un año después, en marzo de 1974,

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quedó completado mi servicio con los Cuerpos de Marines de Estados Unidos. Recibí unlicenciamiento honroso y regresé a casa.

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Comenzar todo nuevo

Todo había cambiado. Mi tiempo lejos de casa y del antiguo ambiente, y los períodos quehabía pasado a solas leyendo la Palabra de Dios, habían alterado mi vida para siempre. Mirostro había sido reconstruido; mi alma había sido reparada, mi mente había comenzado a serrenovada. Los dos años anteriores de mi vida me había dado el fundamento de un estupendonuevo comienzo. Ya estaba de camino a casa para comenzar todo nuevo.

El tiempo que había pasado en los Marines fue importante porque fue allí donde aprendí aconfiar en Dios siendo un joven cristiano. Conocer y estudiar la Palabra de Dios y pasar tiempocon Él fueron vitalmente importantes para mí entonces, al igual que lo son ahora. Dios meenseñó muchas lecciones personales, aunque yo nunca había tenido a nadie que me enseñasela Biblia mientras era un marine. Aun así, Él se aseguró de que yo caminase cerca de Él.

Hubo momentos durante aquellos años en que yo no viví como cristiano, pero Jesúsrápidamente me atrajo de nuevo a Él mismo. Yo pedí perdón, y Él me perdonó. Encontréalgunos pasajes de la Escritura nuevos, como: “Vengan, pongamos las cosas en claro—dice elSeñor—. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve!” (Isaías 1:18).Dios me mostró que Él es un Padre amoroso, y nunca permitió que me alejase de su manoprotectora, incluso cuando mi corazón pudo haber querido otra cosa.

Si usted nunca le ha pedido a Jesús que entre en su vida, o si es usted cristiano que hahecho algunas cosas que lamentar, Dios está esperando en este mismo momento con brazosabiertos, y simplemente le pide que regrese a casa. Si usted clama a Él y le pide que leperdone, Él le estrechará en sus brazos, le lavará con la sangre de Cristo y hará que todo (¡sí,todo!) sea completamente nuevo una vez más.

Ese es el tipo de Padre celestial amoroso que usted tiene. A Dios mismo le encanta amarle.Dele esa oportunidad.

Comenzar de nuevo, como civil

Cuando fui licenciado de los Cuerpos de Marines, el país estaba debatiendo el caso de laguerra en Vietnam, incluso mientras terminaba. La desaprobación pública de la guerra, o“conflicto”, como era conocido entonces, era muy elevada. El hecho de que alguien fuese unveterano, hubiera luchado realmente en Vietnam o no, no producía el respeto que losveteranos de nuestras anteriores guerras habían recibido. En ese momento, nuestra nación nosabía distinguir entre los políticos y los hombres y las mujeres que estaban entregando susvidas por nuestro país, tal como lo hacemos ahora. Fueron necesarios muchos años para quenuestra nación se sobrepusiera a la guerra de Vietnam y diera a nuestros veteranos lasgracias que se merecían. Por tanto, cuando muchas de las personas que estaban en contra dela guerra veían a un hombre con uniforme, con mucha frecuencia le decían cosas negativas, encontraste con el agradecimiento que vemos expresado por muchas personas en la actualidadsiempre que ven a nuestros hombres y mujeres con uniforme militar en un aeropuerto o en otrolugar público. Era casi como si todos quisieran olvidarse de lo que había sucedido en el surestede Asia, aparte de protestar al respecto. Siempre que surgía el tema de Vietnam, laspersonas normalmente utilizaban frases como “asesinos de niños” o mencionaban las protestasanti guerra que se habían producido en la Universidad Estatal Kent unos años antes, en 1970,

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durante las cuales cuatro estudiantes habían sido muertos por guardias nacionales de Ohio.Fue una época difícil en nuestro país, porque intentábamos dar respuesta a las preguntas decuál era nuestro papel como la nación más poderosa de la tierra y cuál debería ser nuestrarespuesta cuando otras naciones nos pidiesen ayuda, como había hecho Vietnam del Sur.

Regresé a casa en medio de aquella atmósfera, y aunque me afectó en cierto modo, yotenía suficientes desafíos solamente con pensar lo que iba a hacer con mi vida y cómo iba avivirla. Seguía pensando en cómo una persona que afirmaba creer en Jesucristo debería vivirsu vida, y realmente no sabía qué esperar ni dónde comenzar. Yo sabía que era distintoespiritualmente, no sólo más mayor o más maduro, y que estaba fuera de las drogas y elalcohol. Yo era verdaderamente una nueva creación en Cristo Jesús, pero ¿qué significabarealmente eso para mí?

Este dilema fue especialmente difícil para mí, ya que no había ninguna estructura en mi vida,tal como había habido en los Cuerpos de Marines. En los Marines, muchas de las decisionesdiarias que yo tenía que tomar estaban basadas en cierto conjunto de normas, y ahoraaquellas normas ya no estaban. Los hábitos que yo había tenido antes de irme de casa y lospatrones de mi vieja vida habían estado tan centrados en torno al alcohol que era natural paramí recordar el modo en que yo solía vivir.

Reflexionar en el pasado y enla novedad de vida

Recuerdo ir al lugar donde había tenido el accidente y sencillamente caminar por la zona yreflexionar en lo que había sucedido, lo que todo ello significaba y cómo me había cambiadopara siempre. Pasaba conduciendo al lado de los bares donde yo solía beber, lugares dondehabíamos conseguido las drogas y los lugares donde habíamos hecho fiestas. Realmente eraalgo único para mí y, durante ese período, con frecuencia me preguntaba qué haría con mivida ahora que estaba en casa entre los mismos lugares que me habían mantenido atado ental oscuridad, y sin embargo tenía esa nueva vida en mi interior. Me preguntaba: ¿Dóndetrabajaré? ¿Cómo emplearé mi vida? ¿Quién seguirá siendo mi amigo, y dónde encontrarénuevos amigos?

A veces, era también bastante surrealista cuando me encontraba un antiguo amigo con elque solía colocarme. Las conversaciones comenzaban con alguna frase como: “Hola, Max,¿recuerdas cuando ______________?”, y entonces regresaba el recuerdo, y el viejosentimiento de estar tan impulsado por el alcohol recaía otra vez sobre mí. Entonces, alinstante, pensaba en el accidente, en caer en aquella oscuridad, o en todo el dolor, las heridasy los puntos que me había producido mi viejo estilo de vida. O quizá pensaba en cuando pedí ami papá que esperase en el auto de camino de regreso del hospital, cuando entré en la iglesiay me puse de rodillas en el altar. O podría recordar algo que había leído en mi Biblia, parapoder compartirlo con la persona con la que estaba hablando. Había veces en que mequedaba sentado en mi auto después de haberme encontrado con alguien así y meneaba micabeza, pensando en lo diferente que yo era ahora y en la verdad que el Señor me habíamostrado.

Sí, mi vida era totalmente nueva para mí, y sin embargo, al menos en lo que respectaba alos recuerdos, parte de ella era muy vieja y familiar, y yo sabía que no había manera de quefuese a regresar al viejo estilo de vida. Sencillamente no sabía cómo era el estilo de vida para

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un joven hombre cristiano. En aquel momento, yo aún no había visto lo que era el cristianismotal como se practicaba en el mundo real.

Sin embargo, debido a lo que había experimentado durante los dos años anteriores, viendoa Dios obrar en mi vida de maneras muy reales, pensé que Él lo tendría todo solucionado. Yosólo necesitaba poner un pie delante del otro y seguir confiando en que Él abriese las puertasque tuviera para mí. Al pensar en aquella época ahora, veo que Dios tenía su mano sobre mí,y en toda situación difícil, el hecho de que hubiera estado leyendo la Biblia mientras estaba enlos Marines me dio la fortaleza que necesitaba para permanecer enfocado en Cristo.

Y la aventura estaba a punto de ponerse emocionante.

Una intersección crucial

Comencé las clases en la Universidad de Pittsburgh, o Pitt, y comencé a regresar a la vidacomo civil. Ya que había estado en casa sólo un breve periodo de tiempo y no sabía en quéotro lugar conocer a personas, había comenzado a regresar a los clubes a los que solía ir.También comencé a tener citas de nuevo, y las muchachas a las que conocía en los clubes yalgunas de las viejas conocidas con las que pasaba tiempo no eran las mejores para mí. Yosabía que necesitaba una dirección definida, pero no sabía dónde encontrarla.

Un día, en un gimnasio, me encontré con un hombre llamado Rick al que solía conocer perocon quien nunca me había llevado bien. Cuando le vi, recordé mi opinión negativa de él, y seprodujo un gran conflicto en mi interior en cuanto al modo en que debía tratarle. Habían pasadounos tres años desde que le había visto, y se habían producido muchos cambios en mi interiordurante aquel periodo. Comenzamos a hablar y, afortunadamente, nada del pasado parecíaimportar. Congeniamos y comenzamos a hablar sobre lo que sucedía en nuestras vidas en esemomento.

No pasó mucho tiempo antes de que Rick comenzase a hablarme de su fe en Dios. Yoquedé un poco sorprendido porque, en aquel momento, yo no había conocido a demasiadoscristianos extrovertidos que parecieran genuinos, que tuvieran sus vidas en orden y queparecieran ser personas a las que yo quisiera escuchar. Él me invitó a asistir a un estudiobíblico con muchas otras personas de edades universitarias, y parecía una buena idea.

Dios fue muy fiel al sacarme de la escena del club dirigiéndome hacia aquel muchacho queme alentó a ir al estudio bíblico y conocer a algunas personas de ideas similares. Yo habíallegado a una intersección crítica en aquel punto en mi vida. Tenía que aprender lo querealmente significaba vivir como cristiano, y estaba a punto de comenzar el proceso de poneren práctica mi fe en Dios de la manera correcta.

Cuando fui por primera vez al estudio bíblico, vi a muchas personas de mi edad quecantaban y aplaudían; algunas incluso tenían levantadas sus manos. Aunque algunas deaquellas cosas me parecieron un poco extrañas y yo me sentía incómodo, también había algogenuino en todos ellos. Vi que ellos realmente amaban a Jesús, y aquello era algosorprendente que yo veía, aunque nunca hubiera visto a personas expresar su amor a Él deaquella manera. Había conocido a un pequeño grupo de personas cuando estaba en el hospitalnaval de Portsmouth que habían tocado algunos cantos cristianos con una guitarra y eran muyamables. Sin embargo, la mayor diferencia entre aquellos nuevos amigos y quienes estaban en

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el hospital era que ellos estudiaban mucho la Biblia. Parecía como si cada palabra que salierade sus bocas fuese cierto tipo de referencia a la Biblia. A mí en realidad no me importabaescucharlo; sencillamente me preguntaba cómo alguien podría ser capaz de citar todosaquellos versículos. Me refiero a que yo afirmaba amar a Jesús y creer en Dios, pero noconocía la Biblia como ellos, y ni siquiera estaba seguro en aquel momento de si quería sercomo ellos.

Claro que yo expresaba mi fe, y amaba a Dios y le daba gracias diariamente e incluso cadahora por lo que Él había hecho por mí, pero ¿hasta qué punto debía yo seguir adelante coneso?

No tenía idea alguna en aquel momento del gran orgullo que yo tenía, de cómo meconsideraba a mí mismo y de cómo quería mantener cierta imagen para mí mismo. No sabíanada sobre convertirme en un discípulo de Cristo. ¿Quería yo llegar a ser como aquellaspersonas? ¿Era aquello parecido a una secta, o qué? Yo quería estar rodeado de personascomo las que solía conocer, incluso aunque yo no quisiera hacer lo que solía hacer, y lo quemuchas de ellas seguían haciendo. Dios me había estado preparando para comenzar apracticar la vida de un seguidor de Jesús, y no sólo hablar la vida de un seguidor. Él quería queyo me convirtiese en un discípulo de la cruz y no sólo un creyente en ella.

¿Qué quería yo en aquel momento? Yo quería una mujer realmente hermosa, pero laescena del club no era el lugar donde Él quería que yo encontrase una. Dios tenía diferentesideas para mí, y ese conocimiento comenzó a calar en mí lentamente.

El regalo de Cathy

Conocí a algunos buenos muchachos en ese estudio bíblico, y comenzamos a salir juntos enPitt y a asistir a algunos eventos cristianos. Yo comencé a crecer en mi fe y aprender másacerca de vivir en una “comunidad cristiana”. No quiero decir ocultarme tras una pared ni nadaparecido, sino sólo llegar a ser parte de las vidas de otros creyentes que querían marcar unadiferencia en el mundo para Cristo y querían ayudar a otras personas.

Pero mi enfoque seguía estando en encontrar a una mujer bonita, y no estaba seguro dehasta dónde Dios realmente quería ayudarme en aquella meta. Quizá Él me conociese un pocomejor de lo que yo mismo estaba dispuesto a admitir (¡y me quedo corto!), y quizá todas mismotivaciones no eran tan puras como tenían que ser, pero yo estaba aprendiendo que Él esverdaderamente Dios. Él realmente sabe lo que es mejor para mí y lo que me situará en laposición correcta para servirle a Él y ser tan productivo para el reino de los cielos como puedaser. Sin embargo, en aquella etapa de mi vida yo realmente no veía ni podía ver el cuadrocompleto de cómo todo eso encaja.

Uno de mis amigos me hablaba sobre una muchacha a la que él conocía llamada Cathy, aquien yo debería conocer, y me decía que era realmente agradable y que amaba al Señor. Yoesperaba conocerla y, un día, yo estaba en la iglesia a la que ella asistía, y ella misma sepresentó. Cathy me preguntó si me acordaba de su hermano Mike, y así era. Me dijo que élestaba en la Marina de Guerra y que tenía algunos problemas con las drogas y el alcohol. Ellahabía oído por nuestro amigo común el modo en que Dios había tocado mi vida, y sepreguntaba si yo querría hablar con su hermano, que iba a llegar a casa de permiso unassemanas después. Yo le dije que me gustaría hablar con él; obviamente, ¡también observé lo

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guapa que ella era!

Cuando Mike regresó, yo fui hasta su casa para recogerle. Cathy tenía una cita, perotambién salió para verme. Yo sabía que estaba allí aquel día para ver a su hermano e intentarayudarle, pero después de verla a ella, supe que regresaría, ¡y no sólo para ver a su hermano!

Pase mucho tiempo con Mike. Él sabía cómo yo solía ser, y vio el verdadero cambio en mivida. Mike estaba a punto de ser licenciado de la Marina de Guerra y, tal como Dios lo hizo,Mike entregó su vida a Cristo. Dios se había hecho real para él, y todo su mundo cambio, aligual que había cambiado el mío. Fue hermoso ver cómo Jesús realmente ama a todos y cómoÉl quiere darse a conocer a todas las personas y llegar a ser su Amigo, su Señor, su Salvadory su Rey. Mike sigue sirviendo al Señor hasta la fecha, y es un franco instrumento para elSeñor dondequiera que va. Puedo recordar el cambio en él como si fuera ayer, y al verle en elpresente amando a su familia y sirviendo a Dios con todo su corazón, es hermoso ser parte deello.

Bien, mientras yo estaba en el proceso de llegar a conocer a Mike, sucedió que Cathynecesitaba un día que alguien la llevase a la iglesia, ¡y yo me alegré mucho de estar a suservicio! Vi en ella las virtudes que yo buscaba en la mujer con la que quería pasar el resto demi vida. Cathy no sólo era hermosa por fuera, sino que también tenía una pasión por Dios queera genuina y un hambre por su Palabra que era increíble, y a ella le encantaba estar con elpueblo de Dios.

Rick y su esposa, Mary Jo, nos vieron juntos en la iglesia aquel día y nos pidieron que lesvisitásemos para cenar (actuando de casamenteros). Como yo simplemente me había ofrecidoa llevar a Cathy a la iglesia, ellos pensaron que intentaría seguir desde ahí. Dijimos que sí, ydesde aquel momento comenzamos a salir juntos. Yo me enamoré locamente de ellaenseguida, y sé que esto va a sonar realmente a locura, pero le pedí que se casara conmigodos semanas después de conocerla. Sencillamente no podía imaginarme no pasar el resto demi vida con ella. ¡Ella había trastornado por completo mi mundo! Yo pensaba que ella era lamuchacha más hermosa de la tierra, y no había manera alguna en que yo fuese a aceptar unaprobabilidad de que ella llegase a ser la esposa de algún otro.

Para sorpresa mía, ella dijo sí, y entonces me preguntó cuándo quería que nos casáramos.Yo dije que pronto, y ella preguntó qué significaba “pronto” para mí. Como yo le habíapropuesto matrimonio sólo después de dos semanas de noviazgo, ella no sabía lo que yopensaba. Por tanto, cuando le dije que en dos años, ella me miró como si estuviera loco. Ellaquedó totalmente sorprendida de que yo le pidiese que se casara conmigo después de sólodos semanas de haberlo conocido, ¡y después sugiriera que nos casásemos después de dosaños! Cuando yo vi su reacción, le pregunté qué significaba “pronto” para ella, y ellalegítimamente dijo que aproximadamente seis meses. Nos casamos en menos de seis meses,y eso sucedió hace treinta y cinco años. No recomiendo a otros que hagan eso a menos queestén tan seguros como nosotros estábamos. Lo único que puedo decir es que Cathy es lomejor que me ha sucedido nunca en la vida, después de haber conocido a Cristo.

Actualmente tenemos tres hijos, tres nueras y tres nietos. Cathy ha sido la aguja de mibrújula para ayudarme en mi caminar con Dios todos estos años. Su pasión por Dios y sudeseo de servirle han sido los mayores ejemplos para mí de lo que es ser un cristiano. Y suamor por Dios, por su Palabra y por su pueblo han sido una inspiración para muchos otros.

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Tener a Cathy como esposa, con su constante e inflexible apoyo para mí y para nuestrafamilia, me ha capacitado para ser el hombre que soy en la actualidad.

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Con regalos se abren todas las puertas

Yo había comenzado las clases en Pitt, pero poco después me desanimé y decidí conseguirun trabajo a jornada completa en ventas. Aunque dejar los estudios fue un error que lamentohasta la fecha, Dios realmente bendijo mi carrera en las ventas, y las cosas despegaron paramí. La Biblia dice: “Con regalos se abren todas las puertas y se llega a la presencia de genteimportante” (Proverbios 18:16). Yo tenía un deseo natural de estar con personas, y los donesque Dios me había dado para tratar con las personas eran ideales para la carrera en ventas ymarketing. Por tanto, las cosas me iban muy bien, y decidí que ese era el camino que Diostenía para mi vida.

Eso no es lo mismo que decir que todo fue fácil. Aunque me había ido bien en las escuelasa las que había asistido para mi formación militar, comenzar en el mundo de los negocios conmis empleos en ventas fue una verdadera lucha al principio. Recuerde que, durante la mayorparte del tiempo en los últimos tres años de mi experiencia en secundaria, mis amigos y yoestábamos bebiendo o drogándonos, y la idea de la educación no era una prioridad. Hubomuchas ocasiones en que esa falta de educación creó desafíos para mí más adelante.

Muchas de las cosas que otras personas dan por sentadas eran cosas con las que yo teníadificultad. A veces, era como si yo estuviese en medio de la niebla y sencillamente no pudieraparecer avanzar. Por ejemplo, al comienzo de mi primer empleo en ventas, tenía problemascon algunos de los cálculos más sencillos. Sin embargo, mediante mi asistencia a las clases enPitt, mi participación en el grupo de discipulado y mi tiempo de estudio personal de la Biblia,Dios me estaba edificando lentamente en las áreas en que yo tenía carencias, tanto entérminos de educación como de los efectos del alcohol. El tiempo que pasaba en la Palabra deDios estaba renovando y fortaleciendo mi mente.

Dios proveerá para todas sus necesidades

Menciono la situación anterior porque me doy cuenta de que no sólo habrá personas muyexitosas leyendo mi historia, personas que tuvieron la oportunidad de una estupenda educacióny quizá que no hayan sufrido nunca con adicciones, pero también habrá muchas otras personasque estén luchando en ciertos aspectos actualmente, y sencillamente no puedan creer que susituación en la vida pudiera cambiar nunca. Puedo prometerle esto, porque viene de la Palabrade Dios: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo elque pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre” (Mateo 7:7–8).

Mateo 6:6 dice lo siguiente:

Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, queestá en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.

Usted necesita leer una y otra vez el versículo anterior. Dios es su Creador y su Padre, yquiere que usted hable con Él. El Creador del universo quiere que usted cierre la puerta yacuda y hable con Él en privado y le pida las cosas de las que tienen necesidad. Aunque Élobviamente sabe lo que usted necesita (véase Mateo 6:32), quiere hablar con usted decualquier cosa que le concierna. ¿No es eso increíble? Esta verdad cautiva mi mente conpensamientos que no pueden describirse.

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Dios dice que podemos pedirle las cosas que necesitemos, y Él ha prometido ocuparsepersonalmente de que nuestras necesidades serán satisfechas. Si usted tiene una necesidadfísica, Él puede satisfacerla. Si tiene una necesidad emocional, Él puede satisfacerla. Si tieneuna necesidad económica, Él puede satisfacerla. Si tiene un ser querido que esté sufriendo oesté en algún tipo de problema, Él puede satisfacer la necesidad de esa persona.

Dios le ama y quiere caminar con usted. Él proveerá para cualquiera que sea su necesidadporque Él le ama. ¿Cuán bueno es eso?

Hablar y actuar en el nombre de Jesús

Hablaremos más sobre el tema de la fe y la vocación en un capítulo posterior, pero quierohablar brevemente de ello también aquí, con respecto a donde Dios me dirigió en la vidadespués de los Marines, porque muchas personas sienten que tener empleo a jornadacompleta en lugar de estar en el ministerio a tiempo completo es “un caminar de segunda clasecon Dios”.

Bien, no lo es, y usted debe entender que si Dios le ha llamado a ser una persona denegocios, plomero, doctor, obrero de la construcción, vendedor de vehículos, abogado, amade casa o cualquiera que sea su llamamiento, eso significa que usted ha de hacerlo con todassus fuerzas como para el Señor, con el corazón, y no para el hombre sólo para “ser visto”(véase Efesios 6:6, rvr). “Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre delSeñor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él” (Colosenses 3:17).

¡Lo que usted hace cada día significa tanto para Dios como lo que Billy Graham hacíadelante de 100.000 personas en un estadio en algún lugar!

¿Qué significa eso? Dicho con sencillez, significa que al ir a trabajar cada día y ser fiel aDios e intentar ser el mejor testigo para Él que usted pueda ser, alcanzará a personas quepuede que nunca hayan asistido a una iglesia o a una reunión evangelística en algún lugar. Diosquiere obrar por medio de usted dondequiera que usted esté. Él bendecirá el trabajo de susmanos y le dará su favor con personas dondequiera que usted vaya.

Cualquier pastor o maestro de la Palabra de Dios que tenga una perspectiva bíblicamenteequilibrada le enseñará esta verdad, y si usted está oyendo algo diferente, no es sano parausted. La iglesia necesita dinero para predicar el evangelio, y Dios tiene a su pueblo en todoslos ámbitos de la vida. Al tener esta actitud, yo evité tener una mentalidad sólo de domingo conmi fe. Entendí que Dios quería usarme en el mundo de los negocios, y que tenía que ser elmejor que pudiera ser en mi carrera. Al así hacerlo, le honraba a Él.

Claro que otros puede que se burlen de usted. Normalmente dirán cosas a sus espaldas,como: “Oh, es uno de esos nacidos de nuevo”, o “Es un demagogo de la Biblia”. Y sí, lesituarán bajo un microscopio y, a veces, todo lo que usted haga será considerado con unconjunto diferente de normas. Y cuando usted fracase en su fe de algún modo, oirá: “Te lo dije;es un farsante”. Lo que quiero que entienda es lo siguiente: usted nunca será perfecto, ycuando falle en su fe o fracase por completo en algo, tiene que ser genuino con las personasque le rodean. Puede que ellos hayan hecho bromas pero, a fin de cuentas, ellos saben en sucorazón que tienen pecado en sus vidas, y usted es la persona a quien Dios está utilizandopara recordarles eso, y ese es uno de los motivos de que ellos disparen contra usted.

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Sencillamente ámelos y deje los resultados a Dios.

Recuerde que Jesús dijo que los creyentes son como una ciudad asentada sobre un monte;Él dijo que debemos ser luz entre la oscuridad (véase Mateo 5:14–16). ¿Qué sucede cuandousted es la persona que mueve el interruptor de la luz en una habitación oscura? Las personassiempre querrán probar su fe para ver cuánto cree usted realmente en ese Dios al que afirmaservir.

Si usted se compromete a ser el mejor en lo que hace y le pide a Dios que bendiga la obrade sus manos, de modo que pueda darle honra a Él, siempre saldrá bien. Pero recuerde: yaque usted afirma tener una relación con Dios, tiene que honrarle a Él con su ética de trabajo ysu integridad. Trabaje más duro, trabaje con más inteligencia, intente lo mejor que pueda yponga su mejor esfuerzo cada día. Repito: sencillamente sea genuino con las personas que lerodean y ámeles en el punto en que ellos estén en este momento. Suelte las riendas y permitaque Dios lo haga por usted. Él hará un trabajo mucho mejor de lo que usted pudiera hacerjamás.

El libro de Romanos, que está en el Nuevo Testamento, incluye este versículo: “En lo querequiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Romanos 12:11,rvr). Estoy seguro de que una de las razones por las que el apóstol Pablo escribió estaspalabras fue que algunos de los cristianos en Roma eran justamente así: “perezosos”. Lapalabra perezoso en griego significa “indolente”. Conlleva la idea de una persona que tiene unaactitud hacia la vida de no hacer nada, letárgica, apática, indiferente y tibia.

Yo he contratado a cristianos que yo sabía que tenían el potencial para ser realmentebuenos y productivos, pero tenían una actitud perezosa. Creo que una perspectiva de perezaentre los cristianos es una de las principales razones por las que el mundo considera la iglesiauna entidad patética formada por personas que son sencillamente perdedores perezosos. ¡Quéacusación contra Cristo y contra las cosas que Él defendió! No permita que jamás se diga esode usted. Su actitud y ética de trabajo son cosas sobre las que usted tiene todo el control, ynadie ni nada pueden cambiarlas sino usted mismo.

He conocido a muchas personas con buena educación y buena formación que no erandiligentes en sus hábitos cotidianos y siempre se preguntaban por qué parecía que no teníanéxito como otras personas. La Biblia nos dice que si somos fieles en las cosas pequeñas, Diosnos bendecirá en las cosas más grandes (véase Lucas 19:17). Tenemos que demostrarnuestra fidelidad en lo que se nos ha dado hacer en este momento, y entonces lo que Diostenga para nosotros saldrá a la luz, y Él nos dará los deseos de nuestro corazón.

Mateo 6:33 nos dice: “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, ytodas estas cosas les serán añadidas”.

¿Qué significa eso? Significa que si intentamos verdaderamente servir a Dios lo mejor quepodamos y aplicamos los principios que se enseñan en su Palabra, trabajando diligentementecada día como para el Señor con todo nuestro corazón, podemos descansar en Él, sabiendoque todas nuestras necesidades van a ser satisfechas.

Una provisión continua de lapresencia y el amor de Dios

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La segunda mitad de este libro entrará en mayor detalle en cuanto a la pregunta: “¿Qué haydespués?”, ahora que usted se ha convertido en cristiano. Son cosas que yo he aprendidodurante los cuarenta años que he estado caminando con Dios, y mi oración es que le bendigany le ayuden en su propio caminar con Él, le haya conocido por tanto tiempo como yo o sea uncreyente recién nacido.

Dios tiene un viaje preparado para usted que es abundante en su presencia y su continuaprovisión de amor para usted en cada paso del camino. Dios pidió a Moisés que hiciesemuchas cosas por Él, y la respuesta que Moisés le dio debería ser el clamor de su corazón.Esa respuesta es, en efecto: “Dios, no quiero ir a ninguna parte donde tu presencia no vayaconmigo” (véase Éxodo 33:15). Dios quiere caminar con usted cada día de manera muy real ypersonal; usted simplemente tiene que querer que Él lo haga. ¿Entrará usted en la presencia yla voluntad de Él para su vida? Comience en este momento sencillamente pidiendo a Jesús queentre en su vida, y Él le recogerá, le abrazará y le limpiará donde usted esté, ¡en estemomento!

Por favor, haga esta sencilla oración conmigo:

Padre Dios, por favor perdóname por mi pecado y límpiame mediante la muerte de Jesúsen la cruz por mí. Por favor, Jesús, ven y vive en mi corazón y ayúdame a servirte. Tenecesito, Jesús, y quiero que tú tomes el control de mi vida y seas mi Salvador y mi Señor.Entrego mi alma a ti. Que tu presencia y tu amor siempre vayan conmigo. En el nombre deJesús, amén.

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Segunda parte

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Sólo entre usted y yo

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¿Qué hay después?

Casi en cada curva en la vida nos hacemos la pregunta: “¿Qué hay después?”. Eso nuncaes más cierto que en la vida aventurera de un cristiano que quiera ser usado por Dios. Si ustedquiere marcar una diferencia en esta vida, las aventuras que su Padre celestial tiene parausted nunca cesarán. Por tanto, ¿qué hay después?

No sé dónde estará usted en su vida en este momento. Puede que tenga millones, o puedeque esté batallando por seguir adelante. Puede que viva en una cárcel o en un palacio. Perohay una cosa que sí sé: Jesús está a la puerta de su corazón, esperando a que usted la abra.¿Recuerda el versículo de la Escritura que yo encontré aquel primer día en la estación deautobús cuando abrí aquella pequeña Biblia?

Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenarécon él, y él conmigo.(Apocalipsis 3:20)

En la primera parte de este libro, leyó usted sobre lo que Jesús hizo por mí. Él vino a mí yllamó a la puerta de mi corazón cuando yo no quería escuchar de Él ni de cualquier otrapersona acerca de lo que Dios deseaba para mí. Leyó cómo Él vino a mí en la hora másoscura de mi vida y me perdonó. Pero quizá usted piense que ha ido demasiado lejos y queJesús no podría o no querría amarle y perdonarle por lo que usted ha hecho o por lo que hallegado a ser. O quizá le vaya tan bien económicamente que no sienta la necesidad de Dios.Quizá esté pensando que todo esto sobre el cristianismo y la necesidad de un Salvador espara personas que están por debajo de usted de alguna manera. Bien, permítame unosminutos más de su tiempo y lea la historia de un hombre que era un rey y tenía seguridadeconómica y también oscuridad en su vida.

Un guerrero caído

La Biblia nos da el relato de uno de los hombres más destacados de la historia registrada.Su nombre era David, y su historia se encuentra en el Antiguo Testamento, en el libro de 1Samuel, capítulo 11. Según la Biblia, desde sus primeros años David era un hombre conformeal corazón de Dios (véase Hechos 13:22). Sabiendo eso, puede que usted piense que él erarealmente un hombre santo que nunca cometió un error. Bien, siga leyendo.

David fue rey de Israel, y su ejército estaba peleando en una guerra con los hijos de Amónpara defender a Israel (¡algunas cosas no han cambiado a lo largo de los siglos!). Eracostumbre que los reyes saliesen con el ejército para asegurar la victoria, pero esa vez Daviddecidió quedarse en casa, aunque sabía que debería estar con sus hombres que peleaban.Mientras David estaba caminando por el terrado mirando a la ciudad capital de Jerusalén,observó a una mujer muy hermosa que se bañaba en un terrado cercano. Cuando preguntó asus sirvientes quién era ella, descubrió que era Betsabé, la esposa de Urías, uno de susguerreros más leales.

Obviamente, un hombre según el corazón de Dios debería haber apartado sus ojos y sucorazón de aquella escena tentadora. En cambio, David ordenó que ella fuese llevada alpalacio. Los sirvientes llevaron a Betsabé, ella se acostó con el rey y se quedó embarazada.Ahora bien, podría usted pensar que David confesó sus actos e hizo algo para ocuparse de

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ella, ¿verdad? No fue así.

El rey David intentó arreglar la situación con encubrimientos y engaño, al igual que muchosde nosotros actualmente somos culpables de haber hecho. Envió a buscar a Urías al campo debatalla y le dijo que se había ganado un descanso de la pelea y una noche para pasarla con suesposa. David intentaba cubrir sus huellas. Si Urías pasaba la noche con Betsabé, entoncespensaría que el bebé era de él, y nadie se enteraría del pecado de David.

Urías regresó, pero en lugar de pasar la noche con su esposa se quedó durmiendo fuera. Élera demasiado honorable para permitirse el placer matrimonial mientras sus compañerosseguían estando en peligro. Urías era un hombre hecho y derecho, y muy leal a su rey. Ahorabien, en mi mente, ¡Urías es el hombre conforme al corazón de Dios!

Cuando David se enteró de la decisión de Urías, lo intentó con otra táctica. Hizo que Uríasse emborrachase para debilitar su decisión de modo que se fuese a dormir con su esposa.¡Pero no funcionó! Urías escogió quedarse durmiendo fuera del castillo de David con lossirvientes del rey.

En ese punto, David tomó la peor decisión de su vida. Escribió una carta a Joab, elcomandante de su ejército, y se la entregó a Urías para que la llevase al campo de batalla. Lacarta ordenaba a Joab situar a Urías en la primera línea de la batalla más feroz y entoncesretirar al ejército. Urías se quedaría solo y moriría en la batalla. Eso era mucho peor que el“fuego amigo”; ¡era el asesinato planeado de uno de sus propios hombres! David completó suengaño con ese acto traidor.

Joab era un comandante leal, y obedeció las órdenes de David sin cuestionar. Urías murióen la batalla, y Joab envió palabra al rey de que la obra había sido lograda. Pero ¿cuál era elguerrero caído, Urías o David? En mi opinión, fue David.

Ahora David pensaba que todo había quedado arreglado, ¿no es cierto? Pensaba que nadiedescubriría jamás sus acciones inmorales con Betsabé. Pero David se olvidó del Dios a quienservía y del modo en que Dios le amaba demasiado para dejar que se saliera con la suya encuanto a ese pecado. Dios sabe que no tratar el pecado en nuestras vidas finalmente nosarruinará.

Sinceramente, a pesar de lo mucho que intentemos negarlo, no hay nada oculto de los ojosde nuestro Creador. En el caso de David, Dios envió a un profeta llamado Natán para darconvicción a David de la gravedad de lo que había hecho. Natán relató una triste historia de unhombre rico que tenía muchas ovejas y un hombre pobre que tenía solamente un cordero. Elhombre rico recibió una visita para la cena, y en lugar de alimentar a su invitado con uno de susmuchos corderos, tomó el único cordero del hombre pobre y lo mató para darle de cenar.

Natán miró a David y le preguntó: “¿Qué te parece eso?”. David se enfureció y quiso que elhombre avaricioso fuese ejecutado debido a sus actos. Natán miró a David a los ojos y le dijopalabras parecidas a las siguientes: “David, ¡tú eres ese hombre! Hiciste que Urías muriesepara poder tomar a su esposa. Debido a tu pecado, el bebé que ella dio a luz morirá”. ¡Davidrecibió convicción de todo el peso de su pecado! (Véase 2 Samuel 12:1–14).

Se llama gracia, ¡y es asombrosa!

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Sé que la pregunta es: “¿Cómo era ese tipo un hombre conforme al corazón de Dios?”.

En mi libro, David debería haber recibido un disparo por lo que hizo. No tiene sentido paramí que Dios le llamase un hombre conforme a su corazón. Bien, la buena noticia es que laBiblia nos dice que nuestros caminos no son los mismos que los caminos del Señor. “Miscaminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes” (Isaías 55:9). Dios mira elcorazón del hombre y entonces le otorga la gracia para arrepentirse de sus pecados.

David reconoció su pecado tal como era; se arrepintió, o le dio la espalda, a ese pecado ydespués pidió perdón a Dios; y Dios le perdonó. David escribió su oración por perdón enSalmos 51. A continuación hay una parte de esa oración:

Ten compasión de mí, oh Dios… Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado. Yoreconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. Contra ti he pecado, sólocontra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos… Aparta tu rostro de mis pecados y borratoda mi maldad. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. (versículos 1–4, 9–10)

Por favor, lea este salmo completo y verá el sincero deseo de David de recibir limpieza yperdón.

Sé que este tipo de perdón puede ser difícil de creer, y a veces suena demasiado fácil ydemasiado barato. David debería haber pagado un alto precio por lo que le hizo a Urías, ydebido a su pecado, su bebé murió. Pero Dios, en su misericordia y perdón, nos da a lospecadores otra oportunidad. Esa oportunidad se hizo posible por medio de la muerte deJesucristo como el sacrificio para nuestros pecados. Él pagó el alto precio para que nosotrospudiéramos ser perdonados. Se llama gracia, ¡y es asombrosa!

¡Buenas noticias!

La Biblia dice que todos somos pecadores, que estamos destituidos de la santidad de Dios(véase Romanos 3:23). Sin embargo, Él promete que no estamos por encima de su mano deperdón. Somos salvos por la gracia que Dios nos da gratuitamente; no somos salvos por lomucho que nos esforcemos por ser mejores. “Porque por gracia ustedes han sido salvadosmediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, paraque nadie se jacte” (Efesios 2:8–9). Dios dio a su único Hijo, Jesucristo, para que cualquieraque invoque su nombre pueda recibir perdón de todos sus pecados.

En el Nuevo Testamento, Pablo nos dio la gran noticia de nuestra salvación: “Que siconfiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó deentre los muertos, serás salvo… porque ‘todo el que invoque el nombre del Señor será salvo’”(Romanos 10:9, 13).

Sea usted la persona que está en la cárcel en este momento y que siente que está fuera delalcance del amor de Dios, o sea usted el hombre rico que cree que no necesita ser salvo,David experimentó ambas situaciones. Sin embargo, Dios le perdonó y les dio a él y a Betsabéotro hijo, a quien pusieron por nombre Salomón. Salomón llegó a ser rey de Israel y el hombremás sabio y más rico que haya vivido jamás.

Recuerdo a un caballero con el que yo realicé algunos negocios y que era el presidente de

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una asociación bastante grande de ciertos profesionales prominentes. Yo tenía un producto enaquel momento que era bastante popular, y realizamos juntos un esfuerzo colectivo demarketing para todos los miembros de su asociación. Los miembros de su grupo no sóloutilizarían el producto ellos mismos, sino que también lo anunciarían a sus clientes.

Ese caballero era un individuo muy refinado que tenía una estupenda educación y proveníade una familia bastante acomodada. Él era siempre una persona reservada; de hecho, teníauna personalidad totalmente “cerrada”. Habíamos desarrollado una amistad a lo largo dealgunos años y, de vez en cuando, comíamos o jugábamos al golf juntos. Yo había intentadocompartir mi fe con él varias veces, pero lo único que había recibido de él como respuesta fueasentir con la cabeza y silencio. Un día comimos juntos. Para ese entonces yo había conocidoal Señor ya por muchos años, y si alguna vez aprendí algo sobre compartir mi fe, fue que deboesperar a que el Espíritu Santo abra puertas, y entonces Él me guiará a atravesarlas.

Acabábamos de comer, y yo conducía para llevarle de regreso a su oficina cuando algocomenzó a suceder en mi interior. Yo había sido cristiano por muchos años, y sabía que esoera la guía del Espíritu de Dios. Entré en el estacionamiento, pero aunque sabía que habíamosterminado nuestra reunión de negocios, podía decir que había algo en su mente. Recuerde: yohabía compartido mi fe con él muchas veces de manera suave, esperando a que élrespondiera, pero él nunca se acercó a “esa conversación”.

Otro amigo mío que jugaba al golf con nosotros me dijo después de haber conocido a estehombre que era una de las personas más cerradas que había conocido jamás, y de hecho loera. Mi amigo decía que este hombre era como un pedazo de granito y no quería que hubieranadie en su “espacio”; y lo hacía saber.

Pero yo sabía que ese día era distinto porque, normalmente, cuando el Espíritu de Dios meestá dirigiendo, comienzo a sentir una gran compasión por la persona con la que estoyhablando, y mi único deseo es que esa persona experimente el amor que Dios tiene por ella.No tengo ninguna “agenda” sino la de que la persona reciba el amor de Dios.

Mientras estábamos en el estacionamiento, le miré y le dije: “Tom, Dios te ama”, y al decireso, él comenzó a llorar, allí mismo en el asiento delantero de mi auto. Me refiero a que llorabaincontrolablemente. La presencia de Dios era tan real como si los dos tuviéramos un manto deamor descansando sobre nosotros. Dios comenzó a derramar su amor sobre Tom, y Tom lepedía a Dios que le limpiase y le perdonase.

Eso duró unos veinte minutos aproximadamente, y entonces compartí con él algunasescrituras para mostrarle por escrito lo mucho que Dios le amaba. Me resulta muy significativomostrar a las personas la Palabra de Dios y no sólo decirles lo mucho que Dios les amaporque, después de todo, es el amor y el poder de Dios, y no los míos, lo que les lleva a lasalvación, y también Tom recibió a Cristo aquel día.

Pasé tiempo con Tom, leyendo la Biblia y orando con él, ¡y él comenzó a sentir a Diosllamándole al ministerio a tiempo completo! Quería dejar su trabajo para estudiar en unaescuela bíblica o seminario y pasar el resto de su vida hablando a otros de su fe y de lo muchoque Dios ama a las personas. Cuando describí la conversión de Tom a mi amigo que le habíacomparado con un pedazo de granito, los dos nos maravillamos por la gracia de Dios.

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Presenté a Tom a algunos pastores que yo conocía, reconociendo que ellos podíanayudarle con algunas de las decisiones con las que él batallaba. Tom terminó estudiando en laescuela bíblica, y en la actualidad dirige un ministerio compartiendo el amor de Dios con laspersonas dondequiera que va. ¡Qué bonito es eso!

Yo nunca he experimentado nada en el mundo que pueda compararse remotamente acompartir el amor de Dios con alguien y ver a esa persona ser transformada delante de mispropios ojos. Nunca me canso de ver a Dios atraer a personas a Él mismo, y si eso significaque tengo que ser ridiculizado, recibir burlas o ser considerado sólo otro de esos “nacidos denuevo”, entonces que así sea. No puedo evitar compartir el amor de Dios con las personas,porque Él me amó primero y me perdonó todos mis pecados.

Como escribí anteriormente, he cometido errores al compartir mi fe, especialmente en misprimeros años de caminar con Dios. A veces, no tenía que haber abierto mi boca para hablarde Jesús sin ser dirigido por el Espíritu Santo, y a veces yo estaba “forzando mi propiaagenda”, y por eso lo lamento verdaderamente. Como con cualquier otra cosa, se aprende delos errores, se pide perdón y se sigue adelante. A lo largo de los años que he caminado conDios, he tenido muchos encuentros con personas como Tom, con quienes Dios me dio citas afin de compartir su amor. Es el mayor gozo que he conocido jamás y algo que anheloexperimentar incluso ahora.

He dicho esto en el curso de este libro, pero si está sintiendo que Dios toca las cuerdas desu corazón, por favor deténgase en este instante y pídale que le limpie y le perdone por mediodel sacrificio de Jesús en la cruz por usted. Pida a Jesucristo que entre en su vida, y Él leamará, le rodeará con sus brazos y le llenará con su amor. Por favor, no deje que nada eviteque usted rinda su corazón a Dios. Él sólo quiere una cosa de usted, y es su corazón. Él leama tanto que envió a su único Hijo a morir por sus pecados y por los míos. Solamente diga:“Padre, perdóname por todo lo que he hecho y límpiame de mi pecado. Jesús, ven y vive en micorazón”.

Si es usted creyente, y su caminar con Cristo se ha vuelto un poco estancado o frío, o quizásu vida espiritual es una rutina, Dios quiere ministrarle en este momento. Él puede restaurarle ydevolverle la chispa que usted tenía antes para compartir el amor de Él con las personas quele rodean. Dios quiere renovar su “lugar secreto” de oración y hacerle entrar de nuevo en supresencia. Sólo pídale que le perdone por lo que se interponga entre usted y Él, y permita queÉl derrame su Espíritu Santo sobre usted para renovarle y revitalizarle. Él anhela tener esacercanía con usted otra vez.

Hay un viejo himno escrito por un hombre que sabía lo mucho que Dios le había perdonado,y a continuación está parte de la letra:

Hay una fuente llena con sangreSacada de las venas de Emmanuel;Y los pecadores inmersos en esa fuentePierden todas sus culpables manchas.1

La Biblia dice: “Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante elcual podamos ser salvos” (Hechos 4:12), y ese nombre es Jesucristo.

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Por tanto, este es el punto: no es lo que nosotros hagamos para hacer que Dios nos ame ynos perdone; es el sacrificio que Jesús pagó en la cruz y la sangre que Él derramó por todosnosotros lo que Dios ve cuando nosotros le entregamos nuestra vida. Siempre que clamemos aJesús y le pidamos que nos perdone y nos limpie, Él llegará corriendo a nuestro lado y nosperdonará. Entonces, Él entrará en nuestro corazón y vivirá con nosotros para siempre.Cuando muramos, podemos estar seguros de que pasaremos la eternidad con Él. ¡La gracia yel perdón de Dios tienen que sonarle a buenas noticias! Sé que fueron estupendas noticiaspara mí, y estoy seguro de que fueron estupendas noticias para David.

Si usted es alguien que se siente muy cómodo con la posición económica en que está, o consu negocio o su estatus en la comunidad, recuerde que, como rey, David también lo tenía todo.No espere hasta que alguna calamidad le haga despertar de golpe antes de entender lo frágilque en realidad es usted. Un pequeño coágulo de sangre en su cuerpo podría poner fin a suvida en un segundo. Usted sabe en lo profundo de su ser que Dios le ama y ha estadollamando a la puerta de su corazón. Hoy puede ser el momento en que usted abra esa puerta ypida a Jesús que le limpie y le perdone. Ahora puede ser el comienzo de un día totalmentenuevo en su vida. Permita que Dios le ame y sea el Padre celestial que Él anhela ser parausted.

Jesús murió en la cruz por sus pecados y por los míos. Si usted tan sólo se humilla y le pidea Él que entre en su vida, Él hará todo nuevo. De eso se trata nacer de nuevo: Jesús tomandoel trono de su vida y limpiándole y perdonándole… para siempre.

1 William Cowper, “There Is a Fountain Filled with Blood”, 1772.

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No hay límite para el alcance de Jesús

Abordé en un vuelo temprano en la mañana, como había hecho cientos de veces antes,solamente que esa vez sería testigo de uno de los mayores milagros que haya visto jamás. Elavión era un jet 727, y cuando pasé por la puerta de entrada, una asistente de vuelo dijobuenos días, como hacen siempre. Eché un vistazo a la cabina como siempre y después medirigí a mi asiento.

Normalmente, intento sentarme en una fila cercana a una salida de emergencia, debido alespacio adicional para las piernas. Cuando miré por el pasillo, ¡vi solamente a otro pasajero entodo el avión! Era otro hombre, y estaba sentado en la última fila. Me quedé boquiabierto… ¡unjet completamente vacío! Perplejo, fui a mi asiento y me acordé de mi tiempo de oraciónmatutino, como es mi costumbre. Aquella misma mañana, antes de haberme subido al avión,había hecho una sencilla oración como esta: Padre Dios, en el nombre de Jesús, por favor,úsame hoy para que la fe cobre vida en el corazón de alguien, en algún lugar. Señor, por favorayúdame a compartir tu amor con alguien hoy.

Inmediatamente, pensé que Dios había vaciado un avión entero para que el hombre queestaba en la parte trasera pudiera oír del amor de Dios por él. Yo estaba tan emocionado queapenas podía esperar a acercarme a él, presentarme y entablar conversación con él.Esperaba ver cómo el Espíritu Santo conduciría ese encuentro y cuál sería el resultado. Habíacaminado con el Señor por muchos años para entonces, y Él me había situado en algunassituaciones increíbles sólo para alcanzar a personas con el amor y la salvación de Él. Yo sabíaque aquel era uno de esos momentos, y yo estaba completamente emocionado.

Señor, dame sabiduría para hablar con él, oré yo. Comencé a pensar en personas quehabían tenido a otras orando por ellas, y entonces Dios, como respuesta a sus oraciones,había reacomodado todo en las vidas de esas personas a fin de que pudieran escuchar elevangelio. ¡Cuánto debía de amar Dios a ese hombre en el avión para organizar un encuentrocomo aquel!

¡Él debe de ser el hombre que ha recibido más oración que yo haya conocido jamás!,pensaba yo. ¿Quién era su madre? ¿O fue su esposa, hermana o hermano quien estabaorando? ¿Quién podría estar de rodillas rogando por su alma? ¡Para vaciar un avión completo!¡Qué declaración de la fidelidad de Dios y su amor interminable el alcanzar a un alma de estamanera! Yo estaba inquieto y quería que el avión despegase, para así poder ir a la partetrasera y ver ese milagro suceder delante de mí.

El avión alcanzo velocidad de crucero, y yo comencé a desabrocharme el cinturón. En esemomento, la asistente de vuelo se acercó y me preguntó muy educadamente si había algo quepudiera llevarme. Yo dije: “No, gracias”. Entonces ella me preguntó si me gustaría desayunar,y yo dije de nuevo: “No, gracias”. Para no desalentarse, me preguntó una tercera vez si yoquería café o jugo de naranja.

Yo comencé a molestarme un poco. Después de todo, tenía una cita ordenada por Dios conel hombre que estaba atrás, y ella me estaba distrayendo. De repente, fue como si el EspírituSanto me golpease en la parte trasera de mi cabeza y dijera: No es él, necio; ¡es ella!

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¡Estoy seguro de que mis ojos se abrieron como platos y me quedé boquiabierto! Eraincreíble lo que estaba sucediendo. Con una expresión totalmente distinta, le respondí: “Creoque tomaré café, y mientras lo prepara, ¡tomaré también jugo de naranja!”. Cuando ella se girópara alejarse, sentí la abrumadora presencia de Dios y enseguida comencé a orar. A veces,compartir el evangelio con mujeres cuando estoy solo puede ser difícil, con las dinámicas dehablar a una mujer a la que no se ha conocido antes. Pero cuando estoy seguro de que Diosha ordenado el momento, tengo todas las luces verdes y avanzo en fe.

Cuando ella me llevó las bebidas, comenzamos a reír con respecto a que el avión estabavacío y que ella tenía su propio jet. Mientras hablábamos, yo supe en mi espíritu que aquellamujer había sido marcada por Dios para oír su mensaje de amor y de perdón ese día, en esemomento, en ese avión, ¡a 30.000 pies de altura!

Aunque yo había tenido varios encuentros como ese en mi vida, “momentos de Dios”, raravez había sentido con más fuerza la presencia de Dios para compartir su amor con alguien.Como siempre, mi mente regresó al momento en mi vida en que estaba tumbado en un charcode mi propia sangre, enfrentándome a las potestades de las tinieblas, con mi vida en labalanza. En el momento en que Dios intervino y me rescató cuando yo menos lo merecía. En elmomento en que todo el infierno me había tomado cautivo y no había ningún camino de escapeexcepto Jesús. ¿Estaba ella enfrentándose a ese momento?

Ella me preguntó cómo había comenzado yo mi negocio; le respondí con brevedad, yentonces dije: “Estoy muy agradecido por cómo han resultado las cosas y cómo Dios me habendecido con una hermosa esposa y tres hijos”. Vi la expresión que se produjo en ella, comola había visto en muchas otras personas muchas veces antes. La expresión me dice que lapersona está reflexionando en algo muy profundo en su propio corazón. Por tanto, hablé otravez: “Apuesto a que usted tiene muchas cosas por las que estar agradecida”, y justamenteentonces ella se detuvo. Fue como si se hubiera congelado en el tiempo. Sus ojos se cerraron,y las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas como si fueran las cataratas del Niágara.Poco después, tenía maquillaje cayendo por su rostro mientras intentaba mirarme.

“Usted tiene una madre en casa que ora por usted, ¿verdad?”, le pregunté tranquilamente.“Es momento de regresar a casa hoy. Dios ha vaciado todo el avión y ha reacomodado elcalendario de US Air solamente para usted”. Los dos estábamos totalmente asombrados porel poder del amor de Dios. Sentimos su presencia; supimos que Él estaba allí con nosotros.

Yo continué: “Usted ha estado corriendo el tiempo suficiente; es momento de rendirse alamor de Él por usted”. Ella seguía llorando, y yo observaba el mayor milagro en el reino de loscielos. Yo sabía que los ángeles se estaban regocijando, y sabía que las oraciones de sumamá estaban siendo respondidas delante de mis propios ojos.

Fue uno de los momentos más santos de mi vida. Ninguno de nosotros podía moverse. Diosmismo había descendido desde el cielo y le había abrazado, y estaba derramando su amor, supaz y su perdón sobre ella, y yo tuve el privilegio de tener un asiento en primera fila para verlotodo. Fui alentado una vez más por el amor de Dios por mí y por todos sus hijos. Estaba allísentado en total reverencia, reflexionando en su amor sin fin. Nadie, absolutamente nadie, estápor encima de su alcance.

Oré con ella, y ella dedicó de nuevo su vida a Jesús. Entonces yo le alenté a que llamase a

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su mamá enseguida. Ella prometió regresar a la comunión cristiana y el estudio de la Biblia,rodearse de otros creyentes que pudieran alentarla en su caminar con Cristo.

Fue difícil que ese tiempo en la presencia de Dios llegase a su fin. Pero para entonces elencuentro había terminado, y su nuevo caminar en Cristo acababa de comenzar. Le dije que siDios podía vaciar un avión entero para llegar a ella, ¡Él era más que capaz de dirigir su vidadiaria! ¡Ella no debía preocuparse por nada!

Me bajé de ese avión totalmente sorprendido. La terminal del aeropuerto realmente seconvirtió en un santuario para mí mientras me senté solo durante un rato, reflexionando en loque acababa de suceder. No quería hablar con nadie ni ir a ninguna parte, sino sólo beber dela misericordia y el amor de Dios, el Dios Todopoderoso que había vaciado un avión enterocomo respuesta a las oraciones de una madre.

Este puede ser el momento de su encuentro con el mismo Dios que todo lo puede,amoroso, bueno y compasivo. No es coincidencia que usted esté leyendo este capítulo en estemomento. Dios ha reorganizado su horario para que usted lea este libro, del mismo modo enque Él reorganizó el calendario de la aerolínea para atraer de nuevo a Él a aquella mujer.

Hoy, este momento, es su momento ordenado por Dios para regresar a casa a Él. Diosestá llamando a la puerta de su corazón en este momento; por favor, ¿quiere dejarle entrar?¿Quiere inclinar su corazón a Él ahora mismo y pedirle que le perdone y le limpie de supecado, y le atraiga a Él mismo? Él anhela caminar cerca de usted y amarle y ser su mejorAmigo. Jesús murió en una cruz y sufrió por usted y por mí para que pudiéramos tener unaíntima comunión con Él.

Si usted ha hecho esa oración, puede estar seguro de que Dios reorganizará el resto de suvida para ocuparse de usted. Sé que alguien está orando por usted, así que acuda a esapersona que venga a su mente hoy y dígale que usted ha pedido a Cristo que entre en su vidapara perdonarle y limpiarle. Permita que Dios brille en su vida, y el resto encajará en su lugar.Recuerde: Él tiene su dirección.

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¡No está usted solo!

Cómo puede ser más fuerte? ¿Cómo puede permanecer libre de la vida de la cual Diosacaba de rescatarle? ¿Cómo puede comenzar a crecer como nuevo cristiano y empezar adecir a otros que Jesús le perdonó y le limpió? ¿Cómo puede aprender la Biblia y convertirseen un “soldado de la cruz” eficaz, espiritualmente hablando? (Véase 2 Timoteo 2:3–4).

Bien, en primer lugar, hay más buenas noticias: ¡No está usted solo! Dios nunca quiso quetuviéramos que hacer todo eso por nosotros mismos. De hecho, no podemos hacerlo pornosotros mismos; es necesario el poder sobrenatural de Dios para capacitarnos para servirlediariamente. Él ha iniciado su amor por usted atrayéndole a sí mismo. Jesús dijo: “No meescogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan yden fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre” (Juan15:16).

Ya que Dios, su Padre, ha estado llamando a la puerta de su corazón, si usted harespondido a su llamado en su vida, Él no le dirá: “Ahora te corresponde a ti; ¡ve y soluciona tútodo!”. Dios nos ha dado su plan para nuestras vidas, y lo encontramos en su Palabra.

¿Recuerda cuando describí haber agarrado por primera vez la Biblia en la estación deautobús de camino a Parris Island y que fue como si estuviera bebiendo de una manguera?Ahora le corresponde a usted dejar que Dios le enseñe sobre Él mismo. Pase tiempo con elDios Todopoderoso, ¡el Dios que creó el universo! Sí, eso es lo que he dicho: el Dios que creóel universo. Él anhela pasar tiempo con usted. Puede usted tener una cita diaria con el Diosmás increíble, más poderoso, más creativo, más compasivo, más sabio y más amoroso, quientambién resulta que es su Padre celestial. Él quiere que usted tenga el privilegio de acudir a Élcada día. Y aún más, ¡Él provee un Ayudador y Maestro radical para guiarle en esta relacióncon Él!

¿Quién es este Ayudador yMaestro radical?

Cerca del final de su vida en la tierra, Jesús hizo saber a sus discípulos que era momentode que Él les dejase y se reuniese con su Padre en los cielos, pero también les dio unapromesa vital:

Ahora vuelvo al que me envió, pero ninguno de ustedes me pregunta: “¿A dónde vas?”. Alcontrario, como les he dicho estas cosas, se han entristecido mucho. Pero les digo la verdad:Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador [traducido como “Ayudador” envarias versiones en inglés] no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes.(Juan 16:5–7)

Cuando le hablo de que Dios entre en su corazón, es porque Jesús prometió enviar aAlguien que viviría dentro de nosotros como Ayudador y Maestro, al igual que como unConsolador y Libertador. Ese Alguien es el Espíritu Santo. La palabra “Ayudador” en el pasajede Juan 16 realmente significa “alguien que se sitúa al lado para ayudar”.

La Biblia dice, en efecto: “¿No se dan cuenta de que ahora que han entregado su vida a

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Dios, su cuerpo es un templo vivo del Espíritu Santo?”. (Véase 1 Corintios 6:19). Dios vive enel interior de usted mediante su Espíritu Santo.

¿Quién es exactamente este Ayudador, este Espíritu Santo? Él es la tercera Persona de laTrinidad: un miembro de la Trinidad de Dios Padre, Dios Hijo (Jesús) y Dios Espíritu Santo. Enesa Trinidad, el Espíritu Santo es igual a Dios Padre y a Jesús. Su papel es vivir con nosotrosen la tierra como un Ayudador, al igual que el Padre y Jesús tienen sus papeles en los cielos.Algunos de los actos del Espíritu Santo en esta tierra se enumeran a continuación:

El Espíritu Santo nos “sella” en el cuerpo de Cristo (véase Efesios 1:13–14), haciéndonosuna preciosa e importante parte de la iglesia de Dios. “Porque por un solo Espíritu fuimostodos bautizados en un cuerpo… Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembroscada uno en particular” (1 Corintios 12:13, 27, rvr).

El Espíritu Santo “hace intercesión” por nosotros cuando no sabemos cómo orar. Cuandono sabemos cómo expresar nuestras necesidades más profundas a Dios, el EspírituSanto puede clamar a Él por nosotros. “Pues qué hemos de pedir como conviene, no losabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles…porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Romanos 8:26–27, rvr).

El Espíritu Santo nos capacita para ir al mundo como testigos eficaces de Jesucristo.“Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigostanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”(Hechos 1:8).

El Espíritu Santo examina las cosas de Dios y nos las revela a nosotros como sus hijos.El pasaje de 1 Corintios 2:9–12 nos dice que el Espíritu examina las verdades del Padrey entonces nos las enseña, “para que entendamos lo que por su gracia él nos haconcedido” (versículo 12).

El Espíritu Santo nos habla con voz suave y apacible (véase 1 Reyes 19:12). ¿Cómosucede eso? El Espíritu Santo nos guiará hablando suavemente a nuestro corazón. Estono es algo extraño; es sencillamente saber en su corazón que sus pensamientos soninspirados por Él. La guía del Espíritu Santo nunca irá en contra de las enseñanzas de laBiblia. Cuanto más tiempo pase usted en la Palabra, más reconocerá la guía del EspírituSanto.

Ahora que ha entregado usted su vida a Cristo, es vital que entienda verdaderamente losiguiente: Dios nos dio su Espíritu Santo para vivir en nosotros, para guiarnos, para caminarcon nosotros diariamente, y para comunicarnos el amor de Dios. ¡Dios nunca quiso quecaminásemos por esta vida solos!

Permita que el Espíritu Santo leguíe diariamente

Jesús nos dijo que el Espíritu Santo era enviado para hacer incluso más:

Muchas cosas me quedan aún por decirles, que por ahora no podrían soportar. Perocuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por supropia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir. Él me

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glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo cuanto tiene elPadre es mío. Por eso les dije que el Espíritu tomará de lo mío y se lo dará a conocer austedes.(Juan 16:12–15)

Estas fueron algunas de las últimas palabras de Jesús mientras estaba aquí en la tierra. Siusted estuviera en la posición de Jesús y fuera a abandonar la tierra físicamente, con unanueva era a punto de comenzar, ¿no les hablaría a sus discípulos sobre las cosas que eranmás importantes?

Hacer saber a sus discípulos que Alguien llegaba para ayudarles era el mensaje másimportante que había en el corazón de Jesús. Él les aseguró: “No los voy a dejar huérfanos;volveré a ustedes” (Juan 14:18). Él dijo esas palabras para consolarlos y para alentarlos; ¡ellostendrían la capacidad de vivir en victoria!

Cuando usted entregó su vida a Jesús, el Espíritu Santo entró en su corazón y, en esemomento, usted nació de nuevo. Ahora que es usted cristiano, querrá que el Espíritu Santo leenseñe las cosas de Dios. Repito: el Espíritu Santo será su Guía, su Consolador y su Maestrocada día.

Responder a la direccióndel Espíritu Santo

A veces, yo siento al Espíritu Santo que me impulsa a hablar con alguien, para compartir mife o para dar una palabra de aliento. ¿A qué me refiero cuando digo: “Siento al Espíritu Santoque me impulsa a hablar con alguien”? Si usted no conoce aún a Cristo, o si es un nuevocreyente, puede que se pregunte a que me estoy refiriendo. Bien, sobre todo, escribí que elEspíritu Santo nos fue dado por Dios para ser nuestro Guía, nuestro Consolador y nuestroMaestro, y que Él nos habla con “voz suave y apacible”. Mencioné que si pasamos tiempo conDios en oración y en estudio de su Palabra, entonces nuestro espíritu, nuestro cerebro,nuestras emociones y nuestro corazón estarán más “sintonizados” con Dios, y podemosdesarrollar una sensibilidad a la presencia de su Espíritu Santo en nuestra vida y a lo que Élnos está comunicando. Podemos aprender a escuchar su dirección acerca de lo que Él quiereque hagamos en cierto momento.

Yo rara vez he oído una voz audible de parte de Dios en los cuarenta años que he estadocaminando con Él. No necesito oír una voz de parte de Dios porque Él nos ha dado su Palabrapara estudiarla y meditarla. Como dije anteriormente, toda la guía del Espíritu Santo sealineará de manera perfecta con la Palabra de Dios; Él nunca nos pediría que hiciéramos algocontrario a las verdades y principios de la Biblia. Llegue a conocer profundamente la Palabrade Dios; medite en ella día y noche (véase Josué 1:8). Conviértase en un estudiante,aprendiendo toda la vida, de su Palabra. Es nuestra guía y barómetro para cada decisión.

Creo que cuando los cristianos decimos algo a nuestros amigos como, “Dios me habló”, o“Escuché a Dios decir tal y tal cosa”, podemos dañar nuestro testimonio ante ellos porquesuena como si le oyésemos a Él audiblemente todo el tiempo. Ahora bien, Dios puede hacercualquier cosa que quiera, en cualquier momento que quiera, porque Él es Dios. Por tanto, Élpodría hablarnos audiblemente a veces; sin embargo, la mayor parte del tiempo, cuando sientoque Dios me está dirigiendo a que haga algo es una profunda impresión en mi corazón y mi

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mente. Y he aprendido que necesito confiar en la fortaleza y el poder de Dios para lo que estéa punto de suceder, en lugar de intentar hacerlo yo mismo sin seguir escuchándole a Él yesperando su dirección. Es muy importante para mí saber que no lo estoy haciendo con mipropio poder, y que no son en cierto modo “mis grandes talentos y capacidades” los quepueden lograr la tarea. Rendirme a Dios y pedirle que me haga sensible a Él con respecto a loque Él pudiera querer que yo diga o haga es lo más importante.

Quizá esté usted pensando: Mire, Maxim, Dios me dio un cerebro, así que si ha de ser, ¡mecorresponde a mí! No necesito pedir a Dios en cada momento del día su dirección, ¡y ponermeespeluznante y espiritual! O quizá esté pensando: Maxim, hay tres tipos de personas en elmundo: quienes hacen que sucedan cosas, quienes ven suceder las cosas, y quienes no sabenlo que está sucediendo. ¡Y yo voy a ser el primer tipo de persona!

Si está pensando algo parecido a lo anterior, siga conmigo por un momento. No estoydiciendo que yo pase mi vida cotidiana paralizado para lograr cosas si “no siento la direcciónde Él”. Lo que estoy diciendo es lo siguiente: yo quiero ser usado por Dios para ayudar ybendecir a otras personas de cualquier modo en que pueda, y Él sabe cómo debo hacer eso.

En el pasado, con frecuencia he actuado por mi propio deseo de ayudar a alguien o me heapresurado a intervenir en una situación porque parecía lo más natural, ya que tengo tendenciaa ser un hombre de acción. Pero conozco la tendencia humana a desarrollar un ego que dice:“Todo se trata de mí”. Es fácil pensar: No necesito a Dios para hacer nada. Yo sé qué haceraquí. Puedo solucionarlo. Puedo conseguir que esto se haga. O podemos decir a alguien, osolamente pensar: “Muévete; yo me ocuparé de esto”.

En contraste, esperar en Dios para recibir su dirección le honra a Él porque indica: “Padre,quiero hacer tu voluntad. Quiero ser usado por ti para bendecir a personas a fin de darte a ti elhonor y la gloria debidos a tu nombre”.

Es cierto que Dios nos ha equipado con ciertos talentos y dones. Sin embargo, si quiereusted ser usado por Dios a largo plazo debe estar dispuesto a tener una actitud de corazónque reconozca que es Dios quien obra en usted, y no es usted quien hace las cosas según suspropios talentos y fortalezas.

Muchos predicadores, maestros o pastores que han caído en pecado (y todos hemos vistoo escuchado de ellos), cayeron porque se convirtieron en el centro de atracción en lugar dedarle la prominencia a Dios. Dios no compartirá su gloria con nadie (véase, por ejemplo, Isaías42:8). Sólo Él es Dios, y sólo Él es digno. Honrarle a Él pidiéndole que le haga sensible a suEspíritu Santo mantendrá su corazón enseñable en cuanto a sus caminos.

Palabras oportunas

Permita que le cuente una ocasión en que el Espíritu Santo me impulsó a ministrar a alguien,y yo tuve que apoyarme en Él totalmente. Yo era el de los “comandantes” de los Royal Rangeren mi iglesia. Royal Rangers es como los Boy Scouts, sólo que con un énfasis espiritual,además de todas las actividades al aire libre y las cosas normales que se enseñan a losmuchachos. Estábamos en un campamento de fin de semana, y los muchachos estabanrealizando una actividad, y era mi turno de tomar un breve descanso. Tenía ganas de dar unpaseo por el bosque ¡para descansar un poco de tener a veinte muchachos a mi alrededor

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todo el tiempo!

Después de haber estado un rato caminando, observé a un joven que parecía tener unosveinte años bajo una caseta, y parecía estar orando. No le reconocí como uno de los líderesde Royal Ranger, y como estaba orando, yo iba a dejarle a solas y seguir caminando. Peroentonces sentí al Espíritu Santo que me impulsaba a acercarme y hablar con ese hombre. Yono sabía lo que Dios quería que le dijera; solamente sabía que debía ir a hablar con él.

Era obvio que aquella era una de esas “citas divinas”, y las cosas comenzaron a ponerseserias en mi espíritu. Lo que sucedió poco después cambiaría el futuro para muchas personas.Cuando me acerqué a él, vi que realmente estaba buscando a Dios con respecto a algunascosas. Él pareció escucharme llegar, pero siguió orando. Yo me acerque más a él y puse mimano sobre su hombro; inmediatamente sentí la presencia de Dios de manera muy fuerte, ycomencé a orar. Él debió de haber sentido también la presencia de Dios, porque comenzó allorar, y después a sollozar. Su corazón estaba tan cargado que yo sabía que lo único quetenía que hacer era estar callado y orar en silencio. En ese punto realmente sentí que erademasiado para mí, y sabía que Dios tenía que intervenir de manera grande y decirme quéhacer, porque ese joven necesitaba algo que estaba muy por encima de lo natural. Yo nosabía quién era él ni lo que Dios tenía para él, pero sí sabía lo bastante sobre los métodos deDios en aquel entonces para darme cuenta de que aquel joven tenía un destino que cumplir yque Dios lo había diseñado de tal manera que yo fuese parte de ese destino de algún pequeñomodo.

Mientras estábamos orando fue como si Dios, mediante su Espíritu Santo, nos rodease consu poder y fortaleza, de modo que nos quedamos sin habla y en total reverencia porque Él nosestaba visitando de esa manera. El nombre de aquel joven era Tom, y le pedí que relatase consus propias palabras lo que sucedió aquel día:

“Antes de salir para el campamento, había orado: Señor, ¿por qué me comprometí a hablara un grupo de Boy Scouts cristianos de clase media en medio del bosque, cuando mi corazóndesea quedarse aquí hoy y alcanzar a los muchachos perdidos a los que tanto amo en el oestede Filadelfia?

“Mis pensamientos ante Dios reflejaban mis frustraciones por intentar con tanta fuerzaayudar a muchachos en los barrios bajos del centro a conocer el amor de Jesús y salir delciclo de pobreza, adicciones y delito, obteniendo poco cambio notable. Como recién casados,mi esposa Lois y yo habíamos empleado mucho esfuerzo para marcar una diferencia, y aúnasí sentíamos que no habíamos visto la transformación en la comunidad que tanapasionadamente deseábamos. Yo me había sentido como un completo fracaso.

“En ese momento sentía que estaba abandonando esos niños poco privilegiados, que nuncahabían tenido la oportunidad de disfrutar de una experiencia en un campamento de tres días,por una ‘escapada’ con personas a las que no conocía y que sólo querían estar entretenidascon algunas historias de aventuras de algún joven predicador de un ‘gueto’. Yo sabía que miactitud necesitaba un ajuste divino. Lo que no sabía era que Dios había concertado una citadivina que cambiaría mi vida para siempre.

“Cuando llegué al campamento, el líder del evento me saludó amablemente y me mostró latienda donde yo iba a dormir. Me proporcionó un saco de dormir y lo que necesitaba para el fin

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de semana. Lo que no me dio fue un traje isotérmico, ¡que enseguida deseé haberlo llevadoconmigo!

“Después de sólo dos días de asamblea de los Royal Ranger, Dios no desperdició tiempopreparándome para la cita divina. Lo primero es lo primero: el ajuste de actitud llegórápidamente. La primera noche del fin de semana llovió a cántaros. Era precisamente lo que yonecesitaba para suavizar mi corazón endurecido por la ciudad. Resulta que fui lo bastante‘afortunado’ para conseguir la esquina de la tienda donde toda el agua se iba reuniendo. Enlugar de un saco de dormir, debería haber tenido una canoa. Estaba empapado hasta loshuesos. Me cambié de ropa e hice todo lo que pude para mantenerme caliente durante el restode la noche.

“‘Señor, tienes mi atención. ¿Qué estoy haciendo aquí?’, pregunté. El Señor susurró a micorazón: ¿Crees que yo ordeno tus pasos? ‘¡Sí, Señor!’, respondí yo. Bien, confía en mí.Tengo una razón para que estés aquí; mañana sabrás lo que es.

“Después del desayuno la mañana siguiente, me sentí guiado por el Espíritu Santo aencontrar un lugar tranquilo para orar, alejado de las actividades y las competiciones de lamañana para el campamento de muchachos. Di un paseo por el bosque, me sitúe bajo elrefugio de una caseta de madera y comencé a clamar a Dios. Le pedí que me hablase.Aunque yo sólo tenía veinticinco años, sabía que estaba en una encrucijada y que necesitabadesesperadamente la ayuda de Dios.

“No recuerdo cuánto tiempo había estado orando cuando, de repente, oí unos pasos y medi cuenta de que alguien acababa de acercarse a mí. Momentos después, hubo un increíblesentimiento de la santa presencia de Dios. Lloré a medida que el Espíritu Santo comenzaba asacar a la luz los pecados en mi vida, como orgullo, amargura, falta de perdón y ambiciónegoísta. Me sentí muy indigno, muy avergonzado.

“Fue en ese momento cuando un hombre al que yo nunca había conocido a comenzó adecirme exactamente lo que yo estaba pensando y las heridas que había experimentado.Comenzó a compartir conmigo con detalle lo mucho que Dios me amaba y que Él tenía unestupendo destino para mi vida.

“Cuando oí las palabras sobre el amor de Dios por mí, comencé a sollozarincontrolablemente. Creo que esa reunión con Jim Maxim en la presencia del DiosTodopoderoso fue el motivo de que yo estuviera en los bosques de Pennsylvania para un fin desemana de tres días. Dios me presentó a su mensajero, quien llegaría a ser mi amigo de porvida. Sorprendentemente, Dios ha seguido utilizando a Jim para hablar a mi vida en cadaencrucijada importante de nuestro ministerio. Sí, la reunión de dos hombres en el bosque fuesin duda alguna la cita diseñada por Dios.

“Esa cita divina tuvo un efecto inmediato y duradero en mi vida. Cuando regresé a casa, mipreciosa esposa me recibió en la puerta de nuestro apartamento de una sola habitación. Encuanto me vio, me preguntó con asombro: ‘¿Qué sucedió el fin de semana?’. Yo dije: ‘¿A quéte refieres?’, y ella dijo: ‘Te ves muy diferente, con mucha paz, muy relajado’.

“Dios utilizó a Jim Maxim para darle su palabra oportuna a un joven que estaba frustrado porpromesas rotas y sueños rotos. Jim llevó el amor de Dios a un joven predicador de ‘gueto’ con

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un corazón roto, y el amor de Dios produjo su paz, una paz que sobrepasa todo entendimiento.

“Desde entonces, Lois y yo hemos tenido el privilegio de servir en las misiones durante másde veinticinco años en todo el mundo. Desde los barrios bajos de Filadelfia hasta Praga,República Checa, nuestra experiencia ha incluido evangelismo en la calle, Teen Challenge,Turning Point, plantar iglesias, evangelismo por radio y ministerios para niños. En la providenciade Dios, hemos podido colaborar con nuestros amigos Jim y Cathy Maxim en variasoportunidades especiales de ministerio. Nuestra tarea actual es dirigir la iniciativa global deoración Convoy of Hope para los pobres y los que sufren.

“Santiago 1:17 dice: ‘Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto’. El donde la paz de Dios que me fue otorgada en el bosque hace muchos años aún guarda mi corazóny mi mente en Cristo Jesús. Y el don de la amistad de Jim continúa honrando el ministerio alque Dios me ha llamado. Todo ello comenzó con una cita divina de dos hombres reuniéndoseen los bosques de Pennsylvania. ¡A Dios sea toda la gloria!”.

¡Dios quiere todo de usted!

Dios quiere tener todo de usted. Cuanto más se rinde usted a Él, más semejante a Él sevuelve. Cuando las personas que le rodean vean a Dios en su vida, querrán saber cómo poderconocer al Dios que le salvó y le cambió. La cuestión no es cómo podemos obtener más deDios, sino más bien cómo podemos dar más de nosotros mismos a Él. Ríndase a Éldiariamente, cada hora, momento a momento, y pídale que viva a lo grande en usted. Pídaleque nunca permita que usted le limite en su vida. Pídale que le utilice dondequiera que ustedvaya para llevar a personas a la cruz y hacer que la fe cobre vida en ellas. Pídale que le hagasensible a su Espíritu Santo que habita en usted y que le limpie y le perdone cuando ustedcaiga. Corra a Él cuando tropiece, en lugar de alejarse como ha hecho anteriormente.

Este es otro relato del modo en que el Espíritu Santo me dirigió a compartir el amor de Dioscon alguien. En una ocasión iba yo conduciendo a casa desde el trabajo y vi a un hombrehaciendo autostop. Ahora bien, no aliento a demasiadas personas a recoger a extraños, y yono lo hago con tanta frecuencia como solía, pero en aquella ocasión sentí que debía llevar aaquel hombre.

Él se metió en el auto, y le pregunté donde se dirigía. Me pillaba de camino a casa.Observé que él tenía muchos tatuajes en sus brazos, y obviamente era culturista y tenía unaspecto duro. Comenzamos a conversar, y me dijo que su auto estaba siendo reparado. Yorespondí: “Bueno, gracias a Dios por su salud, de todos modos”, solamente para introducircambios en la conversación lo más rápidamente que pudiera y ver cuál sería su reacción. Élpareció hacer una pausa cuando yo dije aquello y musitó algo como: “No sé mucho acerca deDios”.

Bien, para alguien que había orado aquella mañana y le había pedido a Dios que le utilizarapara hacer que la fe cobrase vida en el corazón de alguien aquel día, la puerta estabatotalmente abierta. ¡Comencé a relatarle la historia de Jesús! Le dije que Jesús vino a la tierraa morir por nosotros para que pudiéramos ser perdonados. Le dije lo mucho que Dios leamaba y que quería caminar con él y ser su mejor Amigo. Le dije que no importaba lo que élhubiera hecho en su vida porque la muerte de Jesús en la cruz significaba que todos suspecados podían ser perdonados.

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Como dije anteriormente, aquel hombre tenía un aspecto duro y numerosos tatuajes, al igualque inmensos brazos y hombros debido a levantar pesas, pero comenzó a llorar en mi asientodelantero. Yo llevé el auto a un lado de la carretera, y me dijo que acababa de salir de lacárcel y que había estado allí por algunos años. ¿Cómo podría Dios perdonarle?

Me preguntó si Dios iba a entrometerse en su vida (no con esas palabras exactamente) eiba a jugar con su mente. Entonces, a la vez que lloraba con fuerza, me pregunto cómo y porqué Dios iba a amarle.

Yo estaba totalmente sorprendido una vez más de que Dios hubiera escogido aquel díaprecisamente para que ese hombre recibiese su amor y su perdón. La presencia de Dios habíallenado el auto, y los dos estábamos abrumados. Sí, fue extraño, pero en cierto modoparecíamos saber que todo iba a salir bien. Dios se estaba moviendo sobre los dos, y yo pusemi mano sobre su hombro y comencé a orar porque, en ese momento, era lo único que podíahacer. Recuerde que aquel hombre acababa de salir de la cárcel, donde uno mantiene quietaslas manos si quiere seguir bien. Pero yo seguía orando, y era innegable que Dios estaballenando a ese hombre de su amor y su perdón.

He aprendido a estar todo lo callado posible cuando Dios interrumpe una vida y a permitirque Dios haga la obra por medio de su Espíritu Santo. La Biblia nos dice que necesitamos serguiados por el Espíritu Santo y confiar en su poder para lograr cosas para Dios. “No será porla fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu —dice el Señor Todopoderoso—” (Zacarías4:6). La parte difícil es saber cuál es nuestro papel, y eso solamente se puede aprendermediante “el entrenamiento sobre la marcha”. Si usted le pide a Dios que le utilice, entoncesprepárese, ¡porque Él seguirá enviando oportunidades a su camino! Él es quien obra ennosotros, y es su deseo utilizarnos para llevar a otros a Él mismo. Por tanto, Él le ungirá y leenviará y le utilizará cada día, si usted solamente se lo pide y se entrega a Él.

Preparación y deseo son las claves. Repito: si usted comienza a estudiar la Palabra de Diosy aprende lo que Él dice sobre su amor por los perdidos, y entonces les da a las personas laPalabra de Él y no la suya, entonces verá suceder milagros con frecuencia, justamente delantede sus ojos. Sí, ¡dije “con frecuencia”!

El mayor de todos los milagros es cuando un pecador se arrepiente. Después de haberorado por el hombre que hacía autostop, pidiendo a Dios que le guardara y le protegiera, lealenté y le llevé hasta donde él tenía que ir. Oré y creí que Dios le enviaría a una iglesia dondepudiera integrarse enseguida, al igual que Dios me había guiado a mí después de haber tenidoun encuentro con Jesús dirigiéndome a un Nuevo Testamento de los Gedeones en la estaciónde autobús cuando iba de camino al campamento de entrenamiento de los Marines, y habíacomenzado a enseñarme su Palabra.

Conozco la parábola del sembrador y de los cuatro tipos de terreno en los cuales cae lasemilla (véase, por ejemplo, Mateo 13:3–9). Soy muy consciente de que Satanás intentarárobar la semilla de la Palabra de Dios en las personas que no la entienden. He oído delporcentaje de personas que normalmente pasan adelante para recibir a Cristo en cruzadasevangelísticas y las bajas cifras de quienes realmente continúan en una relación con Dios.

Pero 1 Juan 5:14–15 nos dice lo siguiente:

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Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a suvoluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estarseguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.

Sé con seguridad que la perfecta voluntad de Dios para aquel hombre al que recogí seríaque él continuase con Dios y se convirtiera en discípulo de Jesús, y por eso estoy confiando enque Dios hará justamente eso en su vida.

Uno de los mayores problemas en la iglesia es que nos quedamos tan paralizados por lostemores y las dudas, y por la clara pereza, que ni siquiera intentamos ganar almas para Cristou orar y pedir a Dios que nos use para su gloria. Y sé que algunas personas llevan el conceptode “predestinación” (Dios escoge a aquellos que serán salvos) hasta el punto en que ni siquierahablan a nadie sobre la fe en Cristo. De hecho, una vez oí a alguien comentar: “Yo no sabía sital persona era una de las escogidas de Dios, así que no supe si debía haber dicho algo”.Repito: permitimos que todas esas excusas nos convenzan para justificar nuestra apatía porlos perdidos, y casi nunca compartimos a Jesús con las personas. Sin embargo, recuerde:“Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo” (Romanos 10:13). Nuestra tarea es deinteresarnos por las personas que nos rodean, y Dios hará el resto.

Si tan sólo nos humillamos y le pedimos que nos perdone, y después simplemente pedimosque Él nos use, Él alegremente nos pondrá en situaciones hoy en las que podamos demostrarsu amor a alguien. Repito, Jesús dijo: “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogía ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre lesdará todo lo que le pidan en mi nombre” (Juan 15:16).

Por eso Cristo vino a este mundo: a salvar a pecadores como nosotros y a utilizarnos atodos nosotros para atraer a otros a Él mismo. Incluso si solamente podemos alentar a otroscon el amor de Él, eso honra a Dios, y Él se deleita en ello.

Sé que no todos son evangelistas, y no todos conocerán a personas como yo conocí alhombre que hacía autostop; pero sí sé que usted puede invitar a su vecino a tomar café,puede jugar al golf con sus compañeros de trabajo, o sencillamente puede hacer amistad conalguien que tenga necesidad. Antes de que se dé cuenta, las personas notarán algo diferenteen usted y le preguntarán sobre la esperanza que tiene usted en su interior (véase 1 Pedro3:15). Entonces, podrá hablarles de manera natural de su amor por su Salvador y cómo Jesúsllena su corazón diariamente con su amor y su paz. Le prometo que si da usted un paso haciaDios, Él dará los pasos hacia usted y le usará para su gloria.

Dios no hizo que seguirle a Él fuese un gran misterio. Puede que no sea fácil, pero no es unmisterio. Su Palabra es pura, y Él hizo que fuese clara para nosotros mediante su EspírituSanto. Repito: entréguese al Espíritu Santo diariamente, y Él le enseñará y le guiará en sucamino.

¿Puede imaginar cómo serían nuestras iglesias y estudios bíblicos si comenzásemos aescuchar cómo personas compartieron a Cristo con sus vecinos y amigos, y cómo esosvecinos y amigos aceptaron a Jesús justamente en la mesa de la cocina o en el campo degolf? ¿Por qué no nosotros, y por qué no ahora? Pida a Dios que le utilice hoy para hacer quela fe cobre vida en el corazón de alguien. ¡Bien podría usted ver el mayor de todos los milagrosproducirse delante de sus propios ojos!

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Poder secreto en lugares celestiales

“Un hombre es lo que es de rodillas delante de Dios, y nada más”.2

Estoy contento de que mi madre conociera realmente esta verdad: todo poder y autoridaden este mundo y en el universo están en Dios Todopoderoso. Alguien dijo una vez: “Lo que másnecesita usted para practicar esta vida victoriosamente para Dios es lo que sería tentado ahacer menos… orar”. La oración es la práctica más importante de la vida del cristiano. Porfavor, tome treinta segundos en este momento y haga una sencilla oración como esta: “DiosPadre, en el nombre de Jesús, por favor llévame a una relación profunda contigo. Ayúdame aestar diariamente a solas contigo y hablar contigo. Haz arder en mi interior el deseo de pasartiempo contigo”.

Esto es la oración: pasar tiempo con nuestro Padre celestial. Él anhela usarnos para sugloria y honra, y la oración es nuestra preparación para ello. Es nuestra preparación paraentregar más de nosotros mismos a Él y para recibir más de Él. Damos a Dios nuestraalabanza y adoración, y recibimos su fortaleza y sabiduría para llevar a cabo sus propósitospara nuestras vidas.

El potencial pasado por alto se debe generalmente a una falta de preparación. Prepararsesin incluir la oración es un acto de ignorancia de a quién pertenece el poder en el que ustedopera. Si les pregunta a cristianos experimentados lo que habrían hecho de modo diferente ensus vidas, ellos siempre responderán: “Me gustaría haber orado más. Me gustaría que mitiempo personal con Dios hubiera sido una prioridad en mi vida”.

Dios quiere maximizar el potencial de su vida, tenga usted ochenta y cinco años, veinticincoo quince. Dios quiere compartir cosas con usted que le harán acercarse más a Él. La oraciónes el acto de abrir su mente y su corazón a la voz suave y apacible de Él; a su susurro, sudirección, su impulso.

¡Acceso personal a Dios!

No hay suficientes palabras en ningún idioma para describir el sorprendente milagro que estener acceso personal a Dios; sí, a Dios mismo. Hacemos un terrible trabajo cuando lesdecimos a las personas que “necesitan” orar y pasar tiempo con Dios. ¡Lo hacemos sonarcomo si fuera una obligación! Es como si tuviéramos que dar homenaje, o como si fuese ciertotipo de obligación que tenemos que realizar porque Dios nos ha salvado.

La oración no es una obligación; es un gozo y un privilegio. Las siguientes son sólo algunascosas que la Palabra dice acerca de tener comunión con Dios en oración y experimentar supresencia:

El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.(Salmos 91:1)

Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedoa la espera de tu respuesta.(Salmos 5:3)

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Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha.(Salmos 55:17)

Yo amo al Señor porque él escucha mi voz suplicante. Por cuanto él inclina a mí su oído, loinvocaré toda mi vida.(Salmos 116:1–2)

Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se elevenmis manos como un sacrificio vespertino.(Salmos 141:2)

Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que haatravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumosacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado entodo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonosconfiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayudeen el momento que más la necesitemos.(Hebreos 4:14–16)

[Jesús dijo:] Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo quequieran, y se les concederá.(Juan 15:7)

Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a suvoluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estarseguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.(1 Juan 5:14–15)

Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da atodos generosamente sin menospreciar a nadie. Pero que pida con fe, sin dudar, porque quienduda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien esasí no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; es indeciso e inconstante en todo lo quehace.(Santiago 1:5–8)

[Jesús dijo:] Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificadoel Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.(Juan 14:13–14)

[Jesús dijo:] Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo enoración, y lo obtendrán.(Marcos 11:24)

Cuando usted lee estas escrituras, puede ver con claridad que Dios quiere que nosacerquemos a Él y pasemos tiempo con Él. También quiere que le pidamos las cosas queestén en nuestro corazón, y Él quiere darnos lo que le pedimos. Él ya sabe lo que hay ennuestro corazón y lo que estamos pensando, por eso quiere tener una conversación connosotros acerca de esas cosas. Dios quiere que deseemos encontrarnos con Él, que nosemocionamos por estar con Él. Él anhela que lleguemos a su presencia y hablemos con Él. Éles nuestro Padre celestial. Él nos creó; nos formó del polvo de la tierra (véase Génesis 2:7).Él nos conocía cuando estábamos en el vientre de nuestra madre (véase, por ejemplo,Jeremías 1:4–5; Salmos 139:13–16). Él dice que somos “una creación admirable” (Salmos139:14). Él conoce cada parte de nuestro ser; conoce nuestras fortalezas, nuestrasdebilidades, nuestros temores, nuestras esperanzas y nuestros sueños. Él sabe lo queverdaderamente anhelamos ser, y Él quiere ayudarnos con todas esas cosas, ¡si solamente selo permitimos!

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Acudir a Él y mantener una conversación con Él es oración. No permita que otras ideassobre la oración, por ejemplo que es “fatigosa” o “aburrida”, eviten que comience hoy a pasartiempo con Dios su Padre. Él es el Dios Todopoderoso, y quiere hablar con usted cada día. AÉl no le importa si usted tiene que pedir una y otra vez su ayuda con algo; y no importa lo quehaya en su mente. Repito: Él ya lo sabe, Él tiene el poder para arreglar cualquier cosa, y Élanhela darle los deseos de su corazón.

No, Él no va a ser un “muchacho de los recados” para usted y a responder peticiones queno sean buenas para usted. Recuerde que Jesús dijo: “Si permanecen en mí y mis palabraspermanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá” (Juan 15:7). La clave aquíes “si permanecen en mí”. La razón de que Jesús pusiera un prefacio a su declaración de esamanera es sencilla: si usted permanece en Él, y sus palabras permanecen en usted, no pedirácosas que no sean beneficiosas para usted y para quienes le rodean. Al igual que cualquierpadre o madre buenos no les darán a sus hijos cosas que saben que les harían daño, Dios nonos dará cosas que nos harían daño de alguna manera.

¿Podemos conocer la voluntad de Dios antes de pedirle algo en oración? La respuestasencilla es sí, pero a veces se mezclan nuestros propios deseos con los deseos de Él paranosotros. Debe usted recordar que Dios es su Padre amoroso, y quiere bendecirle y verleconvertirse en el hombre o la mujer que Él anhela que usted llegue a ser. Por tanto, puedeconfiar en que Él le guíe incluso en sus oraciones.

Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, peroel Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espírituintercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. (Romanos 8:26–27)

Cuando no sabemos cómo orar en cierta situación, el Espíritu Santo nos enseñará sisolamente nos rendimos a Él.

Puede usted ver que es un increíble privilegio que tengamos acceso a Dios mismo,comenzar nuestros períodos con Él expresando gratitud, poder adorarle, y ser conscientes deque Él es Dios y que nosotros somos sus hijos y Él se ocupará de nosotros. Podemos confiaren Él; podemos bendecirle; podemos admirarle; podemos honrarle.

Con una actitud de corazón correcta y un buen entendimiento de la oración, podemos entraren la presencia de nuestro Padre, quien puede hacer cualquier cosa. Sí, ¡Él puede hacercualquier cosa! Cuando comprendemos verdaderamente esa realidad, cambia nuestraconciencia; nuestros ojos espirituales y nuestro entendimiento son abiertos al verdaderoprivilegio que tenemos. Cuando reconocemos nuestro derecho en oración, nuestra oportunidadde acudir a Dios se convierte en un gozo, y no podemos esperar a estar con Él. Y lo realmenteincreíble es esto: ¡Él no puede esperar a que lleguemos allí! Podemos tener una relación muycercana con Dios Todopoderoso. Entonces, la cita “Un hombre es lo que es de rodillas delantede Dios, y nada más” se vuelve muy clara.

¡La oración es un arma para la guerra!

La oración es también un arma de poder en el mundo espiritual. Correcto: un arma de

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poder. ¿Le sorprende? En el Nuevo Testamento, al final del pasaje en el que el apóstol Pablohabló sobre guerra espiritual y la armadura de Dios, incluyó la oración como un elemento deguerra espiritual, alentándonos: “perseveren en oración por todos los santos” (Efesios 6:18).

¿Recuerda cómo relaté que la noche de mi accidente la voz del diablo perseguía a mimadre, preguntándole dónde estaba su Dios poderoso en aquel momento? Cuando ella llegó acasa y comenzó a clamar al Señor, el Espíritu Santo le recordó que tuviera fe, ¡porque Dios nopuede fallar! Cuando mi madre oraba por mí, en realidad estaba batallando por mi alma y misanidad. Desde luego, yo era totalmente inconsciente de lo que estaba sucediendo; pero mimadre me estaba llevando delante del trono de Dios en oración y clamando por su gracia y sumisericordia.

Segunda de Timoteo 2:26 dice: “De modo que se despierten y escapen de la trampa en queel diablo los tiene cautivos, sumisos a su voluntad”. Piense en esto por un momento: ¡el diabloha llevado cautivas a algunas personas para hacer su voluntad! Si él tiene poder para llevarcautivas a personas para hacer su voluntad, ¿quién las rescatara? ¿Cómo serán liberadas?

¿Conoce a alguien que encaje en esta descripción? ¿Tiene algún ser querido en estasituación? ¿Hay alguien que trabaje con usted y que esté atado por Satanás? A Dios no leimporta lo ignorante, adicta o atada que esté una persona; Él nos ha dado el poder de laoración para liberar a esa persona de la cárcel de Satanás. Suceda o no visualmente, comofue para mí, la realidad es que Jesucristo llegará al medio de la miseria en que esa personaviva, le mirará a los ojos y le dirá que le ama. Él extenderá su mano y le sacará del pozo dondeesté. Jesús oirá el clamor de su corazón en oración y también le responderá a usted. ¡Ustedactuará como el puente para trasladar a esa persona a la presencia de Dios!

Jesús no tiene temor a llegar a las profundidades del infierno y mirar a la cara a Satanás ydecir: “Aparta tus manos de él ahora mismo. ¡Esta persona me pertenece!”. Absolutamentenada es imposible para Dios. Él anhela reconciliar a los pecadores consigo mismo. Él anhelaentrar en las cárceles más imposibles de pecado y liberar a los prisioneros de su cautividad. ¡YÉl nos permite que formemos parte de su salvación mediante la oración!

Yo creo que Dios es glorificado más cuando un pecador levanta sus ojos a Él y clama paraser liberado. No hablo solamente de alguien que sea adicto a las drogas o al alcohol. Podríaser la persona más amable y bondadosa que haya usted conocido jamás; sin embargo, cuandoesa persona pide a Jesús que le limpie y le perdone sus pecados (pues todos hemos pecado),también le sucede lo mismo. Es perdonada y limpiada por la sangre de Cristo; nace de nuevo yse convierte en hijo de Dios. La Biblia dice que los ángeles en el cielo se regocijan cuando unpecador se arrepiente (véase Lucas 15:10). Sí, tienen fiesta en el cielo; ¿no es eso bueno?Podemos desempeñar un inmenso papel en llevar a las personas a la fiesta mediante laoración.

“¿Quién está orando por usted?”

Recibí una llamada telefónica de un hombre de negocios que recientemente se habíamudado a Filadelfia y uno de sus amigos le había dado mi nombre. Me llamó para hablar dealgunas oportunidades de negocio, y yo estuve de acuerdo en reunirme con él en mi oficina,pero con renuencia, porque había oído sobre “los últimos y mejores artilugios” tantas vecesantes que no esperaba mucho. No tenía idea de que ese hombre había jugado al fútbol

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profesional en la liga profesional, y cuando entró en mi oficina, ¡créame que tenía aspecto dehaberlo hecho! Él era inmenso; la parte superior de su cuerpo parecía el Increíble Hulk. Y sellamaba Louis.

Nos dimos un apretón de manos y comenzamos a hablar, y yo le pregunté cómo habíaconseguido mi nombre y mi número. Él me había dado esa información por teléfono cuando mellamó, pero yo no lo recordaba. Después de sentarme, me di cuenta de quién le había enviadoa mí; era un hombre de negocios cristiano a quien yo conocía.

Comenzamos a hablar de negocios durante un par de minutos, y entonces, de repente, lapresencia de Dios comenzó a llenar la habitación de modo poderoso. (Recuerde que casi cadadía le pido al Señor que me guíe y me use para hacer que la fe cobre vida en el corazón dealguien. Hacer eso me ayuda a ser sensible al Espíritu de Dios). No recuerdo haberle dichonada sobre Dios o nada parecido. Quizá él viese la pequeña Biblia que había en mi escritorio,o quizá alguna otra cosa lo desencadenase, pero aquel ex-jugador de fútbol profesional deaspecto tan atlético que estaba sentado enfrente de mi comenzó a entrecerrar sus ojos en suasiento. ¡Y entonces comenzó a llorar!

Bien, no había que ser ningún genio para darse cuenta de que Dios quería a ese hombre,así que comencé a intentar descubrir quién estaba orando por él. Le pasé una caja depañuelos de papel, y él se sentía muy incómodo y me decía que no sabía lo que estabasucediendo. Yo no sabía exactamente lo que Dios estaba haciendo y, al mismo tiempo, nopodía esperar a oír quién estaba orando por él y a escuchar el testimonio que estaba a puntode revelarse delante de mí. Yo pensaba en todas las otras veces en que algo parecido habíasucedido y, repito, es siempre emocionante verlo suceder, pero aquel hombre era bastantegrande, y estaba visiblemente conmovido y abatido, como si se preguntara si yo llevabaadelante cierto tipo de “vudú”.

Le miré y pregunté: “¿Quién está orando por usted?”. Entonces, en un segundo él se diocuenta de lo que yo quería decir, y comenzó a llorar profusamente. Yo seguía dándolepañuelos de papel y viendo el poder de Dios que le ministraba.

Me dijo que aquello no le había sucedido nunca, y preguntó: “¿Qué está pasando?”.

La presencia de Dios era tan innegable a esas alturas, ¡que yo le dije que él era un hombremarcado! Dije que quien estuviera orando por él estaba en intercesión delante de Dios por sualma, y que Dios estaba respondiendo sus oraciones.

Entonces él reveló que su esposa y su madre le habían estado diciendo que necesitabaponerse a cuentas con Dios y entregar su vida a Jesús.

Yo me maravillé ante la misericordia de Dios al llevar a ese hombre a mi oficina, y ante elhecho de que la primera vez que le encontré, Dios había intervenido y le había abrumadototalmente con su presencia porque le amaba mucho y le estaba alcanzando.

Quizás fuese que yo mismo era un hombre de negocios, a quien él escucharía, el motivo porel que Dios decidió utilizarme para compartir el evangelio con él. Quizá Dios sabía que algodestructivo estaba a punto de tener lugar en su vida, y quiso evitar que sucediera. Yo no lo sé,pero lo que sí sé es que Dios había ordenado ese momento en el tiempo para que él acudiesea Cristo y que, si él escuchaba, ¡el Dios que creó todo el universo saldría del cielo para entrar

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en su vida!

Compartir con él el evangelio (que Jesús vino a la tierra, murió por los pecados de lahumanidad, resucitó de la muerte y volverá otra vez). Él estaba allí sentado llorando, ydespués comenzó a pedir a Jesús que le limpiase y le perdonase. Él ya sabía que la presenciaque había en el lugar era Dios, y que Él estaba allí por él aquel día tan especial.

Yo seguí compartiendo las Escrituras con él, y en lo profundo de su corazón él supo queDios le llamaba a regresar a casa. Sabía que había estado apartándose de Dios; sabía que suesposa y su madre habían estado orando por él, de modo que lo que le estaba sucediendocomenzó a tener todo el sentido.

Los dos observábamos con reverencia lo que estaba sucediendo, y yo me sentí muyagradecido y profundamente tocado una vez más por ver a Dios a traer a alguien a Él mismo.Cuando eso sucede es como una película en 3-D para mí. Aunque yo soy parte de todo lo queestá sucediendo, sigue siendo como si lo estuviera viendo desarrollarse desde un asiento en uncine, viendo el amor de Dios tocar a alguien tan dramáticamente y llevarle al Señor de maneratan real, y casi siempre me hace regresar al día en que Jesús llegó a mí.

Nunca lo olvidaré. Puedo verlo como si fuese ayer. Y recuerdo cuando mi papá me llevó a laiglesia de camino a casa desde el hospital aquella noche. Recuerdo caminar por el pasillocentral con todas las luces apagadas, levantar mi vista a la cruz y decirle a Jesús que noentendía todo lo que había sucedido y que iba a necesitar su ayuda para lograrlo. Mi oración aDios es que el sentimiento reverente que parece arder en mi interior cada vez que Él pone aalguien delante de mí con el propósito de la salvación nunca se detenga. Quiero que esté ahícada día.

Louis y yo fuimos a almorzar justamente después de nuestra reunión en mi oficina. Él sintióque Dios había interrumpido su vida, y sabía que nunca volvería a ser el mismo. Después delalmuerzo, yo oré por él, pidiendo que Dios les guiase a su esposa y a él a una buena iglesiadonde pudieran participar enseguida.

Permanecí en contacto con Louis, y Cathy y yo más adelante les visitamos a su esposa y aél, y ellos nos invitaron a la iglesia a la que asistían. Dios ciertamente les había situado en unabuena iglesia.

La idea de que Dios activamente busca a personas para llevarlas a la salvación es casiincomprensible a menos que se mire bajo la luz del evangelio. La Biblia dice: “El Señor… noquiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:9).

¡Qué privilegio es ser utilizado por Dios en esta aventura increíblemente asombrosa!

Ya que usted está leyendo este libro en este momento, puedo prometerle que Dios le estáhablando de alguna manera. Si es usted como Louis y ha estado alejándose de Dios y de suvoluntad para usted, ¿querría considerar hacer una pausa en este momento y pedirle a Diosque se muestre real para usted?

Pregúntele si lo que Jim está diciendo aquí tiene algo de verdad en todo ello; pídale que serevele a usted y abra los ojos a la mayor verdad de la humanidad: que Jesucristo es elSalvador del mundo. Dios le ama con amor eterno y desea caminar con usted. ¿Inclinará su

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corazón a Él y se lo permitirá?

Encontrar un camino a Jesús

Si usted ya es creyente, no pase por alto el poder que tiene para llevar a sus seresqueridos delante del Señor en oración. Cuando amamos a personas y queremos lo mejor paraellas, recorreremos grandes distancias para ayudarlas. El siguiente es mi relato favorito de laBiblia que ilustra la ayuda que podemos aportar para llevar a otros a Jesús.

Un día, mientras enseñaba [Jesús], estaban sentados allí algunos fariseos y maestros de laley que habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y también de Jerusalén. Y elpoder del Señor estaba con él para sanar a los enfermos. Entonces llegaron unos hombresque llevaban en una camilla a un paralítico. Procuraron entrar para ponerlo delante de Jesús,pero no pudieron a causa de la multitud. Así que subieron a la azotea y, separando las tejas, lobajaron en la camilla hasta ponerlo en medio de la gente, frente a Jesús. [En otras palabras,por causa de su amigo, ¡rompieron el tejado para llegar a Jesús!]. Al ver la fe de ellos, Jesúsdijo: —Amigo, tus pecados quedan perdonados. Los fariseos y los maestros de la leycomenzaron a pensar: “¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecadossino sólo Dios?”. Pero Jesús supo lo que estaban pensando y les dijo: — ¿Por qué razonanasí? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o “Levántate y anda”? Puespara que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —sedirigió entonces al paralítico—: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Alinstante se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que había estado acostado, y se fuea su casa alabando a Dios. Todos quedaron asombrados y ellos también alababan a Dios.Estaban llenos de temor y decían: “Hoy hemos visto maravillas”.(Lucas 5:17–26)

“Maravillas”, cosas inusuales, ¡cosas de Dios! ¡Los hombres en la historia anterior eranbastante valientes! Hicieron un agujero en el techo de la casa de alguien para llegar a Jesús.Quizá el dueño de esa casa fuera un extraño, ¡pero ellos sabían que tenían que llegar hastaJesús!

Mi madre hizo algo muy parecido la noche de mi accidente hace tanto tiempo. En oración,ella hizo un agujero en el tejado, ¡y me hizo descender a mí hasta Jesús! Ella sabía que Élpodía sanar, y que Él sanaba, así que con valentía me llevó delante de Él.

Ella no se rindió. Satanás me mantenía cautivo, atado en su cárcel, y ella no iba a dejarmeallí independientemente de lo que yo hiciera. El amor de una madre es algo muy motivador eintenso; es un pequeño cuadro del amor que Dios tiene por toda la humanidad. Dios envió a suHijo a la tierra para liberarnos a todos de la cárcel del pecado.

Quiero volver a preguntarle: ¿Tiene un ser querido que esté en una cárcel infernal en estemomento? ¿O le tiene a usted Satanás encerrado en una celda de pecado? ¿Le ha estadoSatanás mintiendo, diciéndole que no hay modo alguno de salir: “Estarás aquí para siempre;otros puede que sean libres, pero tú no”?

¡Rechace las mentiras en este momento! Orar, clamar a Dios, le liberará a usted o a su serquerido. Podemos hacer un agujero en el techo de esa cárcel mediante la oración. Orar con fe,basándonos en la Palabra de Dios, es la manera de hacer descender a un ser querido a la

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presencia de Jesucristo. Jesús está justamente fuera de la celda de la cárcel; Él anhela tocarlea usted o a su ser querido y liberarle.

El plan perfecto de Dios es reconciliar al mundo consigo mismo. Cuando oramos para quepersonas sean salvas, estamos en el centro de la perfecta voluntad de Dios, y Él moverácielos y tierra para alcanzarlas. A pesar de cuál sea la situación en que esté una persona, elpoder de Él es ilimitado. Nada puede detener que la mano de Dios alcance a alguien. ¡Nada ninadie puede detener a Dios!

Siga orando y creyendo; no se detenga, a pesar de lo que pase. No escuche las mentirasde Satanás. Dios responde la oración. Lea de nuevo esa frase: Dios responde la oración. Él sedeleita en perdonar; se deleita en llevar a pecadores a Él mismo para amarlos y limpiarlos.

La oración es la respuesta para sus seres queridos que necesitan desesperadamentemilagros en sus vidas. Incluso cuando las personas por quienes usted ora no tienen idea algunade lo que usted está haciendo por ellas, pueden ser libres mediante su intercesión. Dios es elpoder que cambia las vidas de las personas, ¡al igual que Él cambió la de usted y la mía!

2 Esta declaración del evangelista del siglo XIX Robert Murray M’Cheyne era citada a menudopor Isobel Maxim, ¡mi madre que oraba!

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Escalar las alturas de compartir a Cristo

La parte más difícil del cristianismo es practicarlo. Una cosa es “hablar a lo grande” sobreDios, pero otra totalmente distinta “vivir a lo grande” para Dios. Es la meta definitiva de la vidacristiana; sin embargo, no podemos hacerlo nosotros solos. A pesar del mucho dinero queposeamos, a pesar de cuántas licenciaturas obtengamos, a pesar de la mucha fama quetengamos, debemos apoyarnos en el poder del Espíritu Santo que vive dentro de nosotros.Dios sabe cómo soy porque Él me creó, y Él conoce todas mis tendencias, especialmentecuando pienso: Muy bien, ahora lo tengo; puedo hacerlo. Vamos, Dios, ¡se lo mostraremos!Ese es mi orgullo, ¡y es una receta para el desastre!

En la práctica

Una cosa que todos los cristianos tenemos en común es nuestro “corazón errante”, quepuede apartarnos del Señor. Por eso necesita que el Espíritu Santo camine con usteddiariamente, le guíe, le proteja y hable a su corazón y a su mente. Él pondrá fuertesimpresiones en usted, como si vinieran de un pozo que hay en su interior. Como escribíanteriormente, usted aprenderá a ser sensible a esta “voz” en su interior cuanto más tiempopase estudiando la Palabra de Dios y cuanto más tiempo pase en oración con Él.

Dios anhela comunicarse con nosotros por muchas razones, pero principalmente quiereamarnos, alentarnos y enseñarnos más sobre Él mismo. Su principal deseo es queentendamos que Él nos amó tanto que envió a su Hijo a morir por nosotros. Ahora bien, Élquiere que compartamos ese amor con todas las personas a las que Él nos dirija a hablar porel Espíritu Santo. Permita que le relate otra experiencia que tuve con la dirección del EspírituSanto de esta manera.

Embarqué en un vuelo que iba de Kenia a Sudáfrica, ¡y me encontré sentado al lado de unamujer que acababa de escalar el Kilimanjaro! Con ojos brillantes de emoción, comenzó acontarme todo sobre su escalada. Tenía tal sentimiento de maravilla por su desafianteaventura que no podía quedarse callada; estaba deseosa de relatar sus experiencias y susentimiento de haber hecho un gran logro. Su entusiasmo era contagioso, y yo le presté todami atención para poder compartir su alegría y oír su increíble historia.

Lo que ella no sabía era que, aquella mañana, y también justamente antes del vuelo, yohabía orado y le había pedido al Señor que me ayudase a ser sensible a las personas que merodeaban, que me utilizase para hacer que la fe cobrase vida en el corazón de alguien ese día.Entonces yo estaba “encajado” al lado de aquella mujer durante las cuatro horas de vuelo. Ellaera muy amigable y quería hablar sobre su escalada, así que yo oré para que el Señor meayudase a compartir su amor con ella antes de que terminase el vuelo. Yo sabía lo importanteque era esperar a que el Espíritu Santo hable a mi corazón, para decirme qué decir y cómocompartir el amor de Dios con ella.

Escuché las increíbles historias de la escalada aproximadamente por una hora. Eraverdaderamente emocionante oírle describir los rigurosos desafíos que había tenido queafrontar durante la escalada, al igual que la magnífica belleza de la montaña. Mientras tanto,yo me preguntaba: ¿Cómo puedo compartir con ella la verdad más emocionante que haya sidocontada nunca a la humanidad? También le preguntaba en silencio el Espíritu Santo cómo

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podría hacer girar la conversación hacia Dios de manera que le ministrase concretamente aella. Justamente entonces, ¡lo vi más claro que el agua! Yo estaba realmente emocionadoporque sabía que era el enfoque perfecto para ella. Tenía que ser a gran escala, al igual quela historia que ella me estaba relatando.

Así es como comencé: mientras ella seguía contándome su historia, yo le hice muchaspreguntas entre medias. Cuando terminó, exclamé: “¡Eso fue increíble! ¡Solamente puedoimaginarme otra experiencia que sería incluso mayor que escalar el Kilimanjaro!”.

Ella se reclinó en su asiento y me preguntó con los ojos abiertos como platos: “¿Qué podríaser eso?”. Y respondí con alegría: “¡Puedo presentarle al Dios que creó esa gloriosa montaña!Quiero compartir con usted lo mucho que Él le ama y quiere tener una relación personal conusted”. Ella me escuchaba con atención a medida que yo le aseguraba que la alegría que ellahabía experimentado en esa escalada podía agrandarse un millón de veces si ella conocíapersonalmente al Dios que quería tener una íntima relación con ella.

Compartí que Dios había enviado a su propio Hijo, Jesús, a la tierra a morir por pecadorescomo ella y como yo, y que Él anhela que acudamos a Él y hablemos con Él. Cuando le dijeque Dios quiere pasar tiempo con nosotros y revelarse a medida que le buscamos, ellacomenzó a llorar. Comenzó a experimentar su presencia allí en aquel avión.

Quizá estuviera pensando en parte de la belleza natural que había visto en la creación de Élen aquella montaña, o quizá estuviera pensando en lo increíble que era que Aquel que habíacreado la montaña en un principio estuviera interesado en ella. Quizá hubiera tenido unaexperiencia con Dios años antes. Yo no estaba seguro, pero le aseguré que no era ningunacoincidencia que hubiéramos estado sentados juntos en ese vuelo.

Compartí con ella: “Esta misma mañana, antes de subirme al avión, hice una sencilla oraciónpara que Dios me guiase a alguien que necesitase conocerle. Tal como estoy aquí sentado,usted sabe que este Dios que creó el pico Kilimanjaro está llamando a la puerta de su corazón,anhelando tener una relación personal con usted”.

Aunque probablemente no vuelva a verla de nuevo, le dije que pidiese a Dios que serevelase a sí mismo a ella personalmente. Normalmente, le pediría a la persona con la quecomparto si desea orar y recibir a Cristo como Salvador en ese momento, pero aquella vez fueun poco diferente. Ella estaba llorando, y el avión estaba aterrizando, así que le dije que orasetranquilamente a solas para pedir al Señor que entrase en su vida. Le dije que yo estaríaorando por ella. Mientras lee usted esto, sigo orando por ella, aunque no sé dónde está ni loque hace.

Lo que quiero decir con esta historia es que Dios quiere que todos nosotros seamossensibles a su Espíritu Santo, que vive dentro de nosotros y desea utilizarnos para llevar aotros a Él mismo. Dios anhela que les hablemos a los demás de su amor por ellos. Cuandoconfiamos en el Espíritu Santo, Él nos pondrá en situaciones donde su poder en nosotrosllevará amor, esperanza y aliento a otros. Recuerde que el Espíritu Santo es nuestro Maestro,y lo único que tenemos que hacer es rendirnos a Él en el estudio de la Palabra de Dios, y Élnos enseñará todas las cosas sobre Dios Padre, Jesús y Él mismo.

Aprender a ser sensible al Espíritu de Dios

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Nuestra responsabilidad y privilegio es aprender cómo podemos ser más sensibles alEspíritu Santo de Dios. Entonces, podemos compartir el amor de Dios dondequiera quevayamos; por medio de Él, y no en nuestra propia capacidad o con nuestras propias palabras.

En mis primeros años de ser cristiano, yo no era muy bueno para esperar en Dios en nada,debido a la gratitud que tenía en mi corazón hacia Él por haberme salvado. En mi celo, confrecuencia compartía mi fe dondequiera que iba, independientemente de si las personasquerían escuchar o no. Al echar la vista atrás, entiendo que debí de haber ofendido a muchaspersonas debido a mi ignorancia sobre la dirección del Espíritu Santo. Mi deseo había sido queellos experimentasen el amor del Dios Todopoderoso en sus vidas y comenzasen el viaje depermitir que Él les amase y estuviese con ellos del mismo modo que había estado conmigo. Séque suena a un buen deseo, y lo es, pero pronto entendí que no todos compartían las mismascreencias que yo y, de hecho, muchas personas se molestaban realmente conmigo por intentar“forzar” mis creencias. No todos estaban interesados en saber sobre el amor de Dios porellos.

Vaya, ¡aquello fue revelador! Algunas personas en realidad se enfurecerían mucho conmigoy decían cosas como: “Oiga, Maxim, si usted necesita esto de Jesús como una muleta, estábien; ¡pero quédeselo para usted!”.

Jesús dijo: “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió” (Juan 6:44). Enotras palabras, necesitamos pedir a Dios que nos dirija diariamente a aquellas personas conquienes Él quiera que compartamos nuestra fe, y debemos ser guiados por el Espíritu Santosiempre que lo hagamos. Incluso cuando fue la guía del Espíritu de Dios para mí quecompartiese la historia de cómo Jesús murió por nuestros pecados, ha habido muchas vecesen que las personas han sido totalmente beligerantes conmigo por pensar que yo teníaderecho a decirles que Jesucristo es el camino que Dios nos ha proporcionado para pasar laeternidad con Él.

He tenido algunas discusiones realmente duras con personas, aunque eso era lo último queyo quería; sencillamente sucedió. ¿Cuál es la respuesta a este dilema?

¡Dios viviendo su vida por mediode nosotros!

El plan de Dios es que rindamos nuestras vidas a Él para que Él pueda vivir su vida pormedio de nosotros. Las personas necesitan saber sobre el Dios que vive en nuestro interior.Cuando nos rendimos al poder de Dios en nuestro interior, el Espíritu Santo, nos convertimosen agentes de cambio de Dios para quienes nos rodean. Él realmente obrará en nosotros y pormedio de nosotros para bendecir y alentar a otros. El poder del Espíritu de Dios mostrándosepor medio de nosotros es lo que hace que las personas tengan hambre de lo que nosotroshemos encontrado, y es Dios obrando por medio de nosotros lo que cambia vidas. Por tanto,no se trata de nosotros; se trata de Él. Él cambia las vidas de otros al igual que cambió lanuestra.

La siguiente es una de mis oraciones diarias, y puede que considere orar algo parecidousted mismo:

Padre Dios, en el nombre de Jesús, vengo delante de ti y te pido que me llenes de nuevo de

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tu Espíritu. Padre, te pido que una unción fresca caiga sobre mi hoy para servirte. Por favor,úsame hoy para hacer que la fe cobre vida en el corazón de alguien.

Cuando nos enfocamos en el poder de Dios que vive dentro de nosotros y pedimos que supoder sea utilizado para bendecir y ayudar a otras personas, dejamos de enfocarnos ennosotros mismos. Comenzamos a vivir a lo grande a los ojos de Dios al estar interesados enlas personas que nos rodean y no sólo en nuestras propias necesidades.

El Espíritu Santo quiere tener una cercana comunión con nosotros; quiere que crezcamos ennuestro entendimiento y conocimiento de Él; quiere que nos rindamos a Él y seamos sensiblesal modo en que Él desea utilizarnos en cada situación. ¡Y quiere que nuestro alcance de losdemás sea una verdadera aventura en Él!

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Ser un dador

En la vida, hay quienes dan y hay quienes toman. Hay quienes sostienen y hay quienesagotan. El modo en que usted puede llegar a ser un dador o sustentador (una bendición paraotros) ¡es conociendo y creyendo la Palabra de Dios!

Conocer a Dios íntimamente significa conocer su Palabra. Eso es lo que el apóstol Pablodijo poco antes de ser ejecutado por su fe: “Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado,como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra deverdad” (2 Timoteo 2:15).

Pablo era un hombre al que Dios tuvo literalmente que derribar para captar su atención. Suconversión se describe en la Biblia, en el libro de Hechos, capítulo 9. Él era un hombre queodiaba a los cristianos y hacía todo lo necesario para matar a todo aquel que afirmase amar aJesús, incluyendo mujeres y niños. Pero después de haber tenido un encuentro con el Cristovivo, se convirtió en un “vaso de honra” en las manos de Dios (véase Hechos 9:19–21), y Diosle utilizó para escribir casi la mitad del Nuevo Testamento. Nunca piense que usted no puedeser usado grandemente debido a su pasado, cualquiera que sea. La Biblia nos dice claramenteque cuando nacemos de nuevo, “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejaspasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17, rvr).

El Señor nos prepara de maneras diferentes para ser usados por Él. Un modo depreparación es ser enseñado por creyentes más maduros en el Señor. Pablo tenía un jovendiscípulo en el Señor con el nombre de Timoteo, y escribió dos cartas a Timoteo que seencuentran en el Nuevo Testamento. La segunda carta fue escrita desde una fría y oscuracelda de una cárcel en Roma, donde Pablo había sido encarcelado. Esta carta está llena detremendos consejos sobre cómo vivir una vida que honre a Dios como un “buen soldado deCristo Jesús” (2 Timoteo 2:3).

Pablo sabía que pronto sería ejecutado por su fe en Cristo, y lo que compartió con Timoteofueron algunas de sus últimas palabras en esta tierra. Desde el punto de vista de Pablo, esaseran las cosas más importantes que quería transmitir a su joven discípulo.

Pablo recordó a Timoteo: “Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder,de amor y de dominio propio. Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor”(2 Timoteo 1:7–8). Le alentó: “Fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús. Lo queme has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo a creyentes dignos deconfianza, que a su vez estén capacitados para enseñar a otros” (2 Timoteo 2:1–2).Conociendo las tentaciones del mundo, Pablo le recordó: “Huye de las malas pasiones de lajuventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan alSeñor con un corazón limpio. No tengas nada que ver con discusiones necias y sin sentido,pues ya sabes que terminan en pleitos” (2 Timoteo 2:22–23).

Lea todo 1 y 2 Timoteo cuando tenga oportunidad. Por favor, preste especial atención aestas palabras de Pablo, pues le ayudarán a crecer profundamente en su fe y su caminar conDios. Será capaz de enseñar estas verdades a otros creyentes dondequiera que usted vaya.Pablo constantemente alentó a Timoteo a estudiar las Escrituras para asegurarse de estarpreparado y cualificado para el ministerio y tener el conocimiento necesario de la Palabra de

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Dios para compartirlo con otros.

Estar dispuesto a aprender

Corresponde a cada uno de nosotros estar dispuestos a que Dios nos enseñe. No hay mejormanera de aprender para un nuevo creyente que comenzar a estudiar la Biblia en estemomento. He descubierto que la mejor manera para estudiar inicialmente la Biblia es portemas, de modo que pueda memorizar escrituras que pertenecen a ciertos temas. Si ustedacaba de comenzar su viaje de fe, saber lo que Dios dice sobre varios temas que surgen enlas conversaciones le capacitará para tener más confianza al compartir su recién encontrada feen Cristo. Afortunadamente, eso le alentará a seguir compartiendo cada vez más.

Después de haber pasado cierto tiempo estudiando esos temas y pidiendo al Espíritu Santoque le ayude a memorizar versículos relevantes, puede estar seguro de que Él presentaráoportunidades para que usted comparta y le “impulsará” a dar un paso de fe y comenzar ahablar a otros de lo que usted ha aprendido. Es realmente increíble cuando usted siente alEspíritu Santo guiarle a las personas que hay en su camino y que necesitan oír sobre el amorde Dios.

No se sorprenda cuando las personas más “improbables”, personas que ustedanteriormente pensó que se reirían o que no tendrían interés alguno en Dios, permanecentotalmente enfocadas en lo que usted está compartiendo. Puede que no quieran orar con ustedese día, pero puede usted seguir amándolas y dándoles lo que Dios dice en su Palabra, ¡no loque usted piensa! Permanezca enfocado en lo que ha aprendido de su Palabra.

Por ejemplo, echemos un vistazo al tema de la salvación. Al final de muchas de las Bibliashay una concordancia, o un directorio de palabras. Si usted busca una palabra clave particular,encontrará una lista de referencias donde puede encontrarse esa palabra en la Biblia. En lasección de la concordancia de mi Biblia, bajo la palabra salvación hay aproximadamente treintareferencias de la Escritura que yo podría buscar para ver lo que Dios dice sobre la salvación.Cuando estudio de ese modo, ciertas escrituras parecen destacar para mí un poco más queotras; escribo esos pasajes en particular en pequeñas tarjetas y las llevo conmigo a lo largodel día. De vez en cuando vuelvo a leer esos pasajes, memorizándolos. Entonces, pido alEspíritu Santo que me dé una oportunidad de compartir mi fe con alguien ese día. Élciertamente me guiará a alguien a fin de compartir el amor de Dios con esa persona de algunamanera, quizá incluso hablándole sobre uno de los pasajes que he estado estudiando.

Por tanto, pida al Espíritu Santo que le ayude a memorizar también algunos de esosversículos. Después, la próxima vez que se encuentre con un viejo amigo o se siente al lado dealguien en un autobús o en el aeropuerto, recordará esos pasajes para compartirlos con esapersona. El Espíritu Santo es fiel; Él le ayudará a memorizar los pasajes y recordarlos cuandosea momento de compartirlos con otros. Él quiere ver a personas heridas entrar en el reino deDios incluso más que usted, y Él le ayudará a convertirse en un ganador de almas si usted selo pide.

La mayor verdad teológica

Tuvimos una importante nevada un invierno que llegó a alcanzar aproximadamente sesentacentímetros, y yo tenía un vehículo con tracción a las cuatro ruedas, así que pensé que saldría

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temprano y daría un paseo por la nieve fresca. Había terminado de limpiar toda la nieve de miSUV, y estaba a punto de subirme y salir, cuando vi a un hombre caminando por la calle. Mepreguntaba quién era y por qué alguien estaría fuera caminando con ese frío. Mientras ibasaliendo, reconocí al hombre como uno de mis vecinos, así que bajé la ventanilla del asientodel pasajero y le pregunté si podía ayudarle de algún modo.

Me dijo que tenía que ir a trabajar, así que le dije que se subiera al auto y me alegraríamucho de llevarle. Yo sabía que él estaba empleado por un contratista del gobierno ytrabajaba en algunos proyectos sensibles o clasificados. Éramos los únicos que íbamos por lacarretera, y aunque él nunca me había dicho cuál era su trabajo precisamente, había dicho losuficiente para que yo entendiese que tenía que ser muy importante para él para que tuvieseque ir caminando con aquel tiempo tan terrible para llegar a su trabajo aquella mañana.

En cuanto subió a mi vehículo, incluso antes de estar totalmente sentado, me miró ypreguntó: “¿Por qué envía usted a sus hijos a una escuela cristiana cuando sabe que nuestromunicipio tiene algunas de las mejores escuelas del país?”. Yo sabía que John tenía doslicenciaturas, y era una de esas personas muy inteligentes, y también lo eran sus hijos. Un día,yo había estado arreglando un ventilador de techo en mi cocina, y uno de sus muchachoshabía estado en mi casa jugando con uno de mis hijos. Los dos muchachos pasaban por lacocina cuando el hijo de este hombre se detuvo, ¡y comenzó a iluminarme sobre la maneracorrecta de cablear ese ventilador en particular y sobre los circuitos eléctricos empleados enese tipo de aparato! Desde luego, yo me comporté como si supiera exactamente de quéhablaba conmigo. Asentí con la cabeza y después le dije que mi hijo le llamaba desde el otrolado de la habitación y que le necesitaba para algo. A ese muchacho la escuela le pedía confrecuencia que ayudase siempre que sus computadoras les daban algún tipo de problemas, asíque podrá imaginar el tipo de intelecto que su padre tenía como genio matemático con doslicenciaturas.

Bien, yo sabía que un sencillo saludo no lo lograría, pero también sabía que ese eradefinitivamente un momento de Dios. Por tanto, hice una de esas oraciones de un milisegundo,y al instante supe cómo responder. Le miré y dije: “John, no quiero que mis hijos seanapartados de ninguna forma de la verdad, y ese es el motivo”. Pude ver una expresión en élque mostraba que sencillamente no sabía cómo responder a eso, a pesar de lo inteligente queera. Sonrió y preguntó: “¿Pero de qué estás hablando?”.

La razón por la que le pido a Dios cada día que me haga sensible a quienes me rodean,para poder compartir su amor con ellos, es que quiero asegurarme de estar pensando en losplanes de Dios para esas personas y no en mis propios planes. Como mencionéanteriormente, he intentado golpear a personas en la cabeza con la Biblia, pero eso solamenteconduce a que yo intente comunicar mis planes y no los de Dios. Con esa actitud, yo sóloestaría testificando de testificar y no estaría verdaderamente interesado por la persona con laque hablo. Pero cuando sinceramente quiero hablar con las personas sobre lo mucho que Diosles ama, un gran porcentaje del tiempo, puedo al menos mantener un diálogo con alguien quees genuino. El resultado puede que no sea que esa persona termine pidiendo a Dios que lelimpie y le perdone, pero la semilla de la Palabra de Dios ha sido plantada, y Él regará lasemilla del modo en que quiera hacerlo.

Por tanto, cuando ese hombre terminó de preguntar: “¿Pero de qué estás hablando?”, yo le

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miré directamente a los ojos y dije: “¿Crees que mis hijos van a oír en la escuela pública queJesucristo murió por sus pecados y por los pecados de la humanidad, y que DiosTodopoderoso quiere caminar con ellos diariamente y ser su Dios, y que ellos pueden ser sushijos? La Biblia nos dice en Juan 3:16 que Dios amó al mundo de tal manera que entregó a supropio Hijo unigénito, para que cualquiera que crea en Él pueda pasar la eternidad con Dios ycaminar con Él en el cielo. La Biblia nos dice en 1 Timoteo 2:3–4 que Dios desea que todos loshombres lleguen al conocimiento de la verdad. ¿Quieres que la verdad esté oculta de ti?”.

Ese hombre estaba formado como científico y necesitaba pruebas de que algo existía, y nosólo la conversación de un cristiano con buenas intenciones que pensaba que sabía losuficiente sobre el Dios del universo para convencerle, mientras íbamos sentados en unvehículo durante una inmensa tormenta de nieve, de que Dios le amaba. Por tanto, comenzó adebatir conmigo con todas las típicas preguntas que la mayoría de intelectuales quierenplantear cuando son confrontados con cualquier filosofía que pueda ser ajena para ellos, nosólo el evangelio. Me desafió preguntando cómo un Dios amoroso podría permitir que hayaniños que pasen hambre. Después dijo que si mi Dios tenía todo ese poder, ¿por qué personasen todo el mundo tenían que sufrir diferentes tipos de enfermedades? Entonces, su preguntafue cómo podía yo estar sentado allí y decirle que la Biblia era un libro inspirado por Dios yque Dios les dio a los hombres que lo escribieron las palabras que tenían que escribir, y queesas palabras eran las respuestas absolutas a todas nuestras preguntas.

Bien, le di tantos pasajes de la Biblia como pude sobre esos temas e intenté permanecerenfocado, porque sabía que, dado lo inteligente que él era, yo necesitaba toda la ayuda quepudiera conseguir. Por ejemplo, le expliqué que es el enemigo de Dios, Satanás, y no Dios,quien causa el sufrimiento en el mundo, y que Jesús dijo en Juan 10:10: “El ladrón no vienemás que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan enabundancia”. Que Jesús describió su ministerio de la siguiente manera:

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevasa los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, aponer en libertad a los oprimidos. (Lucas 4:18)

Le dije que Dios promete eliminar toda tristeza, dolor y muerte cuando Cristo regrese(véase Apocalipsis 21:4), y que quienes acuden a Cristo se convierten en su “cuerpo” y han dehacer, por medio de Él, las mismas cosas que Él hizo cuando vivió en la tierra: llevar esperanzay sanidad a quienes sufren (véase Mateo 10:7–8; Mateo 25:31–46). Le expliqué que el Antiguoy el Nuevo Testamento afirman la sabiduría de vivir según la Palabra de Dios a fin deexperimentar verdadera vida y paz (véase, por ejemplo, Josué 1:7–8; Proverbios 1:1–7; Mateo4:4; 2 Timoteo 3:16–17), y que la fe en Dios no es ciega sino que refleja “sustancia” y“evidencia” en el ámbito espiritual, el cual es la realidad definitiva pero que no puede verse conlos ojos físicos (véase, por ejemplo, Salmos 33:6; Hebreos 11:1–3).

Después de hablar de esas cosas por un rato, entendí que, aunque ese hombre estabaoyendo la verdad, Dios tenía que abrir sus ojos, porque todo el debate del mundo no iba aganarle para el Cristo vivo al que yo conocía. La Biblia dice en Juan 6:44 que nadie viene aCristo a menos que el Padre atraiga a esa persona a Él. Obviamente, yo había estado orandoa la vez que hablábamos de todas esas cosas, y estaba llegando al final de lo que sabía paracompartirlo con él. Entonces, finalmente supe precisamente qué decir, y no tenía idea alguna

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de lo que estaba a punto de suceder.

Le miré y dije: “John, la mayor verdad teológica del mundo que haya sido enseñada jamás ala humanidad es esta…”. No me quitaba los ojos de encima, como si dijera: Por favor,entendamos esto. Espero que lo que Jim está a punto de decirme sea verdad. Yo continúe:“Esa verdad es esta: ‘¡Cristo me ama! Bien lo sé, la Biblia dice así’”. Entonces le pregunté, yaque él era un genio de las matemáticas: “¿Cuáles son las probabilidades de que yo estuvierasaliendo con mi vehículo en el preciso momento en que tú ibas caminando por la calle, y quenuestros caminos se encontrasen en ese punto de la tierra hoy?”.

Yo le seguía mirando a los ojos, y entonces, justamente delante de mí, ese genio intelectualcomenzó a llorar delante del Dios del universo. Había llegado al límite y descubrió que suPadre celestial estaba esperando allí pacientemente a que él llegara a casa. Me dijo quesolamente quería tener algo de descanso; solamente quería tener algo de paz. Me dijo que sí,tenía muy buena educación, pero que en muchos aspectos eso había sido una maldición paraél y no una bendición. Yo le dije que Dios utilizaría todo ello para su gloria en adelante, y quepodía ser una gran bendición para muchas personas. Le pregunté si quería recibir a Jesucristoen su vida en ese momento, y él dijo que sí. Por tanto, oramos, y pidió perdón por suspecados, incluyendo el orgullo, y dijo que quería que Dios tomase las riendas de su vida. Sehabía vuelto como un niño, tal como la Biblia dice que debemos volvernos (véase Mateo 18:3).

Dejé a John en el trabajo, y acordamos almorzar juntos aquel día. Estuvimos hablando de loque había sucedido en mi vehículo, y era obvio que la paz de Dios descansaba sobre él. Yosabía de una iglesia a la que asistían algunos de sus compañeros de trabajo, e intentebuscarlos, hablarles de la conversión de John y preguntarles si le invitarían a asistir a susestudios de la Biblia y a comenzar a tener compañerismo con él. Yo sabía que Dios abriría uncamino para que él creciera en su fe. Dios es fiel a su Palabra por encima de todas las cosas,y yo sabía que podía confiar en que Él cuidaría de John.

Me hizo sentir humillado estar con mi vecino el día en que Dios interrumpió su vida y le llevóde nuevo a casa. Yo estaba totalmente asombrado al comprender que Dios me había hechosalir de mi casa durante la tormenta de nieve en el preciso momento en que John ibacaminando por la calle. ¿Puede entender ahora por qué es tan importante pedir a Dios que leutilice hoy para hacer que la fe cobre vida en el corazón de alguna persona? ¿Puede entenderpor qué necesitamos prepararnos para compartir nuestra fe con otros? ¿Puede comenzar aentender el corazón de Dios un poco mejor? Dios amó tanto al mundo que dio a su propio Hijo,para que todo aquel que clame a su nombre sea salvo.

Sé que los testimonios que he estado compartiendo en este libro no son como los“normales” en los que usted comparte su fe con un compañero de trabajo, amigo o familiar, yesa persona quiere orar con usted para recibir a Cristo. Yo también he tenido ese tipo deexperiencias, y son tan hermosas y significativas para el Dios Todopoderoso como cuando elapóstol Pablo fue derribado de su caballo y se rindió a Jesús. Pero quería compartir estostestimonios en particular para mostrarle que nadie está por encima del alcance de Dios, y queDios anhela utilizarle a usted como su instrumento para llevar a otros de nuevo a casa. Si ustedle pide a Dios que le utilice hoy para hacer que la fe cobre vida en el corazón de alguien,¡prepárese para una gran aventura de fe!

¿Por qué no compartimos

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a Cristo con otros?

La mayoría de cristianos no comparten su fe y conducen a personas a Jesús sencillamenteporque nunca han memorizado ningún pasaje de la Escritura o han deseado ser usados por elEspíritu Santo. Otras veces, sencillamente tienen temor al posible rechazo. Muchas veces oigola excusa: “Yo no tengo el don de evangelismo como usted, y por eso nunca (o no muy amenudo) he compartido mi fe con las personas”. Bien, repito: puede que usted no tenga el donde evangelismo como Billy Graham, pero puede desarrollar una mayor conciencia ysensibilidad a la guía y la dirección del Espíritu Santo, impulsándole a dar un paso de fe.Entonces, puede simplemente hablar a alguien del modo en que Jesús le salvó y le limpió de supecado, y cómo Él vive en su corazón. ¿No sería estupendo permitir que el Señor fluyera pormedio de usted a la vida de otra persona y después ver a esa persona progresar en su propioviaje de fe con Dios?

Pablo escribió lo siguiente en su primera carta a los cristianos en la ciudad de Corinto:

¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene elpremio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. Todos los deportistas se entrenan conmucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, encambio, por uno que dura para siempre. Así que yo no corro como quien no tiene meta; nolucho como quien da golpes al aire. Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que,después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.(1 Corintios 9:24–27)

¡No más excusas!

Por favor, ¡no ponga excusas para no estudiar la Biblia! Quizá Dios le llame a ser pastor omaestro de su Palabra. Quizá Él le llame a estar en el trabajo como persona de negocios.Dondequiera que Él le llame, puede estar seguro de que Él le ha llamado a hablar a otrosacerca de Él, y usted no puede hacerlo con excelencia a menos que conozca la Palabra deDios.

Puede estudiar por usted mismo, y también puede encontrar excelentes guías de estudio dela Biblia con las que trabajar. Además, únase a un buen estudio bíblico con creyentescomprometidos. Y lo más importante, encuentre una buena iglesia que crea en la Biblia y laenseñe, e involúcrese. Preséntese al pastor y dígale que se comprometerá a orar por él y porsu familia.

Tengo una promesa para usted: si desarrolla una actitud en su corazón de pedir a Dios quele guíe y le utilice, Él le pondrá en situaciones en las que le utilizará. La Palabra de Dios queusted haya memorizado y atesorado en su corazón fluirá de sus labios hasta el corazón de otrapersona. Cuando usted vea una vida transformada, acabará de ser testigo del mayor milagroque puede tener lugar jamás en esta vida. Créame, ¡nunca podrá hartarse de eso!

Amigo mío, Jesús quiere que usted se convierta en un discípulo, lo cual significa undisciplinado alumno y seguidor de Él, y no sólo en un creyente que se queda sentado almargen. Él quiere que usted esté en el partido todo el tiempo, y lo mucho que usted llegue ajugar realmente depende de usted y de lo dispuesto que esté a prepararse. Estudiar la Palabrade Dios, pedirle a Él sabiduría, conocimiento y entendimiento para conocerla, y utilizarla parasu gloria, ¡son los privilegios de todo hijo de Dios!

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Nos necesitamos unos a otros

El Nuevo Testamento tiene una manera muy interesante de describir a las personas que hanentregado sus vidas a Jesús. Se nos llama el cuerpo de Cristo. Correcto: Jesús es la Cabeza,y todos nosotros somos distintos miembros de su cuerpo.

En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. Si todos ellosfueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? Lo cierto es que hay muchos miembros, peroel cuerpo es uno solo. El ojo no puede decirle a la mano: “No te necesito”. Ni puede la cabezadecirles a los pies: “No los necesito”. Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen másdébiles son indispensables… Así Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo… a fin deque no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos porotros… Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.(1 Corintios 12:18–22, 24–25, 27)

Claramente, como cristianos, debemos entender que a pesar de nuestras diferencias nosnecesitamos unos a otros para trabajar junto para Jesús. Jesús es la Cabeza, y nosotrossomos las partes del cuerpo que debemos movernos para Él en esta tierra. Como Cabeza, Élnos da instrucciones, y nosotros debemos funcionar de manera que a Él le agrade. Es igualque la cabeza de una persona que les dice a sus brazos que se muevas o a sus piernas quecaminen. Eso es un cuerpo sano, ¿verdad? Si no trabajamos juntos, o nos reconocemos unosa otros, ¡entonces el cuerpo funciona mal!

Intentando encajar

Cuando yo era un nuevo creyente, no veía mi necesidad de otros cristianos. Quizá ustedtampoco la vea. Como sabe, yo no crecí en una iglesia que predica la Biblia, ¡y tuve un inusualprimer encuentro con Jesucristo! Como resultado, no entendía realmente el cuerpo de Cristo:ser parte del pueblo de Dios. Pero después de que conocemos a Jesús somos parte de sucuerpo, ¡nos demos cuenta o no!

Me tomó algunos años estar solo en mi fe antes de comenzar a entender lo mucho quenecesitaba ser parte de una iglesia local. Y la iglesia necesitaba que yo estuviese con ellos,porque Dios me había hecho parte de su familia, mi nueva familia.

Debo admitir que, al principio, estar alrededor de “ese tipo de gente”, los cristianos, eraincómodo para un hombre con mi trasfondo, y fue muy difícil para mí. Puede que me hubieseconvertido en cristiano en mi corazón, pero lo que veía en la iglesia era todo ello muy nuevopara mí. Muchas de las personas habían sido creyentes durante años, y parecía como si yo noencajase muy bien. Ellos citaban escrituras como si fuese algo muy natural, y tenían esos“eslóganes” y cosas que yo nunca había oído. ¿Había un lugar para mí?

Creo que al principio tenía temor a dejarles saber de lo que había sido liberado, puespensaba que ellos no lo entenderían. La mayoría de cristianos parecen tener todo solucionado,y yo seguía siendo bastante frágil en cuanto a todos los cambios en mi vida. Por tanto, estabacomenzando a pensar que todo eso de la iglesia sencillamente no era para mí. No podíainvolucrarme; era demasiado. Cuando leía todos los pasajes de la Biblia sobre ser parte delcuerpo de Cristo, deseaba que de algún modo funcionara. Pero mientras tanto, decidí

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renunciar a la iglesia y seguir haciendo lo que hacía y compartir mi fe con cualquiera que meescuchase.

Compartir mi historia en todas partes

Aunque yo tropezaba en mi opinión sobre la iglesia, ¡seguía estando emocionado por habersido cambiado por Jesucristo! Quería compartir mi historia con todo aquel que me encontraba.Lo increíble era que dondequiera que yo iba, el Espíritu Santo ponía a personas delante de míque le necesitaban. Con emoción, yo les decía lo que Jesús había hecho por mí, y antes dedarme cuenta, estaba orando por ellos. ¡Ellos comenzaban a llorar y pedían a Jesús queentrase en sus corazones!

Una y otra vez, personas acudían a Cristo. Llegó hasta el punto en que yo compartía mi fecon alguien casi todos los días, y era maravilloso. Aquello era parte de ser un cristiano normal,¿no es cierto? Nunca se me ocurrió que el evangelismo pudiera ser uno de mis donesespirituales. Sencillamente no tenía idea alguna de que Dios nos ha dado a cada uno denosotros un don para beneficio de todo su pueblo.

Volver a situar las piezas

Habían pasado algunos años desde que salí de los Marines. Me había casado con Cathy, yestábamos criando a tres niños pequeños. Debido a que no me había sentido cómodo en laiglesia y debido a algunas experiencias no tan buenas en una de las iglesias a las quehabíamos asistido por poco tiempo, decidí que seguiría compartiendo a Jesús dondequieraque fuese y me mantendría alejado de algunos de esos “raros” ministros con los que nosencontramos. Sencillamente no quería abrirme yo mismo ni mi familia a algo que conduciría aque nos hicieran daño de nuevo. Obviamente, esa no era una buena actitud, pero sinceramentees donde estábamos. Y entonces, nuestras vidas dieron un giro dramático.

Usted sabe que sea cual sea nuestro clamor delante de Dios, Él nos oye. Nosotrosnecesitábamos una congregación, y Dios nos condujo a una. Cathy había oído de una iglesiaen una comunidad cercana, y me alentaba amablemente a visitarla. Yo era escéptico cuandoentramos; pero a medida que escuchaba con atención al pastor, me di cuenta de que algo eramuy diferente con respecto a él. No intentaba presentar un espectáculo o ser amable; nohablaba de él mismo, y nada parecía desencajar, así que seguí escuchando. Él terminó susermón pidiendo a cualquiera que quisiera oración que pasara al frente. Entonces, pidió quetodos los demás se fuesen en silencio y respetasen a las personas que habían pasado alfrente para orar. Yo podía identificarme con eso. Aquel hombre dedicado hablaba a laspersonas de Jesús y después oraba por ellas, centrándose de nuevo el Jesús en la oración.Sencillo. Claro. Sincero.

Esa iglesia se convirtió en un lugar maravilloso para que nosotros creciéramos en el Señor.El nombre del pastor es Jim Leake. (¡Sé que él no querría que yo dijera su nombre!). Él y suesposa, Becky, fueron ejemplos de amor genuino por el pueblo de Dios y nos demostraron loque es vivir una vida sincera y piadosa. Mediante su ministerio fue como Dios lentamente situólas piezas que los otros ministros habían confundido para mí.

Los dos habían comenzado aquella iglesia y habían ministrado allí por más de cuarentaaños antes de ser llamados a un nuevo ministerio, dejando un legado de más de cuatro

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décadas de vibrante ministerio sin escándalo alguno. De hecho, la ciudad donde ministrabanpuso a un día el nombre de Jim; se llama “día de Jim Leake”. Qué testimonio piadoso a lacomunidad, y que manera de ilustrar al mundo el amor y el poder de Dios al demostrarcoherentemente interés por la gente y demostrarles que Dios se interesa por ellos. Lospastores Jim y Becky están ahora más ocupados que nunca ministrando en Cuba y México conorfanatos y seminarios para matrimonios. ¡Qué testimonio para Jesús!

Descubrir su don

Como creyente en Cristo, usted tiene un don de Dios que es único para usted. Solamenteusted puede aportar ese don al cuerpo de Cristo para beneficiar a los demás y para hacer queel cuerpo funcione del modo en que debería. Si usted no asiste a una iglesia local, ¿cómo seráutilizado su don? ¿Cómo encontrará su lugar en el cuerpo de Él?

Sé que la mayoría de personas que estén leyendo este libro van a ser el tipo de personasacostumbradas a “ir solas”. Si esa es su situación, creo que por eso Dios ha hecho que leausted este capítulo. Dios quiere que llegue a ser parte de su cuerpo local de creyentes paraayudarle a crecer y para alentarle, al igual que para darle un lugar donde usar sus dones ytalentos para ayudar a la iglesia local.

Pastor es uno de los dones de Dios para el cuerpo de Cristo, y usted necesita un pastor y laiglesia local; todos lo necesitamos. Su pastor puede ayudarle a identificar su don para elcrecimiento general del cuerpo local de creyentes, o simplemente puede ayudarle a confirmarsu don. Usted puede llegar a ser parte de la obra de Dios precisamente en la iglesia. Quizápodría llegar a ser una de las personas que aliente al pastor y se ponga a su lado paraayudarle en su trabajo. O si tiene usted un don de enseñanza, con el tiempo puede que enseñauna clase para adultos o niños, dependiendo de su interés. Quizá tenga un don de alentar oanimar a otros que han pasado por las mismas pruebas que usted. Puede que tenga un don decompasión y el deseo de ayudar a adolescentes con problemas llegando a ser amigo de ellosy escuchándoles.

Involúcrese en un cuerpo localde creyentes

No haga lo que yo hice; no evite a los pastores y la iglesia solamente porque algunosministros sean un poco raros. Cathy y yo nos hemos mudado a otra ciudad desde aquellosprimeros tiempos, pero ser parte de una iglesia donde podamos compartir nuestros dones ynuestras vidas con otros creyentes ha seguido siendo una prioridad. No permita que nada eviteque se involucre en la iglesia local y tenga una estupenda relación con el pastor. Puede ustedconvertirse en una inmensa bendición para él y su familia.

Comience a desarrollar la actitud de querer ser un dador al cuerpo local y no sólo alguienque toma. Llegue a ser un sustentador y no un tomador. Esté preparado para servir, para dara otros y para involucrarse con las personas porque, a fin de cuentas, para eso vino Jesús: abendecir a otros.

Creo que una de las afirmaciones más universales que los cristianos hacen a fin de salir deun trabajo anticuado o para evitar responder a un problema con sentido común es: “¡No mesiento guiado!”. Me encanta lo que mi actual pastor hizo para demostrar esa tendencia. Hizo

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que todos los miembros de la congregación tomasen entre sus manos pequeñas guíasmetálicas; entonces, ¡nadie pudo decir “No me siento guiado” cuando se presentó unanecesidad! Todos nos reímos.

Permita que le hable de un amigo en mi iglesia que respondió a una necesidad y su vida fuecambiada como resultado. La iglesia estaba planeando un viaje misionero a la ciudad deNairobi, Kenia. Este amigo mío es contratista, y anteriormente alcohólico, al que Cristo hahecho libre. Él nunca había hecho un viaje misionero corto, y decidió ir, junto con un doctor, unaenfermera, varios albañiles y muchas otras personas “normales y corrientes”, yo mismoincluido. Fuimos organizados en tres equipos: un equipo médico, un equipo de construcción yun equipo ministerial.

Hicimos el viaje y comenzamos a ministrar en las chabolas de Nairobi. Tendría usted quevisitar la Internet para ver fotografías de lo malas que son las condiciones de vida allí, porquelas palabras no pueden describir adecuadamente la suciedad y la devastación que millones depersonas tienen que considerar su hogar diariamente. No había agua potable ni electricidad, nohabía baños, y la gente vivía en cabañas de tres por tres metros con sucios pisos. Tenían queutilizar una bolsa de plástico para ir al baño y después tirar la bolsa a uno de los cientos ycientos de montones de basura que allí había. Los que son afortunados viven en lo alto de lascolinas, porque cuando llueve, toda esa suciedad se va colina abajo. Cuando uno llega allí, elolor de todo aquello le abruma. Kiberia y Mathari son los dos poblados más grandes de loscinco principales barrios de chabolas, y me dijeron que más de un millón de personas viven encada uno de ellos. El saber eso hizo que solamente ver uno de los barrios me produjese unsentimiento de desesperanza.

Los misioneros con los que trabajábamos tenían que tratar esa devastación cada día, peroyo los veía comportarse de modo muy natural con las personas que vivían allí, tannaturalmente como si hubieran llegado a mi casa para ayudarme con algo o para jugar con mishijos. La primera vez que yo había ido a Kenia y fui testigo de su ministerio, había necesitadounos tres días para procesar lo que estaba viendo. No podía creerlo, y sin embargo, cuandouno ve que las personas de Kenia intentan vivir una vida normal tal como ellos la conocen, encierto modo uno interviene y comienza a caminar al lado de ellos, como si los hubiera conocidopor muchos años. El amor de Dios fluye en usted, y se encuentra queriendo dar cada vez másde usted mismo de lo que nunca pensó que fuese posible, y está muy agradecido por habertenido la oportunidad de dar a los demás de manera tan pequeña. Eso cambia su vida parasiempre.

En aquel viaje en particular, yo veía a mi amigo comenzar a construir el proyecto queteníamos entre manos. En Nairobi hay cientos de niños dondequiera que uno va, y se alegranmucho de verte. Ellos corrieron hacia mi amigo y agarraron sus brazos y sus manos, ysolamente querían hablar con él y divertirse. Muchos de esos niños nunca han visto unapersona blanca, o no la ven con mucha frecuencia, y se estaban divirtiendo al sentir el vello desus brazos, ya que las personas allí no tienen esa característica por algún motivo. Ellosentendían que no estábamos allí para tomar algo de ellos sino para intentar ayudarles, y labondad que recibimos de ellos fue suficiente para que se le derritiera el corazón.

Sí, teníamos un proyecto que terminar para ellos mientras estábamos allí, pero nuestraprimera meta era amarles y desarrollar algunas relaciones. Las personas querían devolvernos

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algo, y el modo en que nos trataron nos produjo un sentimiento de humillación. El corazón sellena de tal amor por ellos que comienza a cambiar, y yo estaba viendo a mi amigo cambiardelante de mis propios ojos. Estuvimos allí casi tres semanas, y cuando uno regresa a casa deun viaje como ese, es necesario algún tiempo para procesar todo lo que ha sucedido. Lossentimientos que uno ha desarrollado por las personas hacen que la vista se vuelva hacia elinterior y se haga preguntas sobre uno mismo que de otro modo ni siquiera habríaconsiderado.

En aquel viaje, Jesucristo mostró a mi amigo que él tenía dones en su alma que Dios habíapuesto allí incluso antes de que él naciera, y que ministraban a personas que sufrían ynecesitaban alguien con compasión que caminase a su lado y marcase una diferencia en susvidas. Mi amigo sigue siendo contratista, pero ahora también dirige un ministerio para personascon adicciones, ayudando a personas que sufren a vencer sus ataduras.

Si usted nunca ha estado en un viaje misionero, le alentaría a que salga de su zona decomodidad y participe. Puedo prometerle que no volverá a ser usted igual. Automáticamentese encontrara dando y cooperando con los demás, todo ello por causa de ayudar a alguienmenos afortunado que usted. Sé que usted puede ir a los barrios bajos de cualquier ciudad yencontrar personas a las que ayudar, y debería hacer eso cuando Dios le dirija a hacerlo. Perotambién recomiendo que haga un viaje con su congregación y sea parte de un equipo que vayaa cualquier lugar con el que usted no esté familiarizado en absoluto, de modo que esté ustedfuera de cualquier cosa que haya hecho jamás. Descubrirá cosas sobre usted mismo y losdemás que nunca descubriría de otro modo, porque lo que le rodea es muy distinto.

Dios le usará en maneras en que usted nunca había soñado

Cada uno de nosotros tiene dones que Dios mismo ha puesto en su interior. Dios quiereusarle en maneras en que usted nunca había soñado. Él sólo está esperando a llenarle con suamor y usar los dones que Él ha puesto dentro de usted antes de que naciese.

¿Le pedirá a Él que le use para mostrar su amor y para hacer que la fe cobre vida en elcorazón de alguien cada día; sí, cada día? ¡Se sorprenderá al ver lo que sucede hoy cuando leda usted una oportunidad a Dios!

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Lugar de trabajo y amigos

Es su lugar de trabajo un reto para su fe? A veces, ¡la palabra reto se queda corta!

Yo trabajo en el mundo de los negocios y tengo que producir, como todos los demás. Hetenido jefes a quienes no les importaba lo más mínimo mi fe, y otros que hacían lo que podíanpara hacer que fuese muy difícil para mí debido a mi fe. Ellos a propósito me “probaban” paraver si yo iba en serio en cuanto a Jesús y cómo reaccionaba en ciertas situaciones. Buscabancon empeño algún área de incoherencia en mi vida y después comentaban en tono de burla:“Sí, es uno de eso ‘hipócritas nacidos de nuevo’, ¡ya!”.

Mire, puede que ellos estuvieran recibiendo convicción por parte del Señor en cierta área desus vidas y quisieran emprenderla conmigo. O quizá yo hubiera pecado, ¡y me merecía que merestregasen mi cristianismo en mi cara! En cualquiera de los casos, lo mereciera yo o no, teníaque ser un hombre de actitud, vivir mi vida lo mejor que pudiera, y dejar los resultados a Dios.

El modo en que viva mi vida delante de los demás puede afectar a las decisiones que ellostomen en cuanto a Dios. Es un don increíble y una gran responsabilidad ser un embajador deCristo. Intento imaginar cómo se prepararía el embajador de un país extranjero para unareunión con el presidente de Estados Unidos de América, y entonces relaciono eso con mirepresentación del Dios Todopoderoso. Creo que si los cristianos aplicasen esta actitud a susvidas, podríamos tener testimonios mucho más eficaces delante de las personas que noconocen al Señor. Es de esperar que en nuestros lugares de trabajo mostremos mediantenuestro ejemplo la diferencia que Dios ha marcado nuestra vida.

Creo que si mis hábitos de trabajo son los mejores que puedan ser, si yo produzco más quelos demás la mayor parte del tiempo, si soy puntual, estoy más preparado y predispuesto atrabajar más duro que los demás, entonces recibiré respeto por parte de quienes me rodean,lo cual es un reflejo positivo de mi relación con Jesucristo. Desgraciadamente, muchas de misobservaciones de cristianos en el lugar de trabajo han sido desalentadoras. He sido testigo demás pereza, falta de preparación y excusas por parte de cristianos de lo que me gustaríaadmitir; sin embargo, cuando usted, como cristiano, entiende verdaderamente que debetrabajar “como para el Señor y no como para nadie en este mundo” (Colosenses 3:23),entonces querrá ser el mejor en su vocación, independientemente de cuál pueda ser.

Todo lo que haga

Un buen amigo mío tiene su licenciatura y es presidente de una prestigiosa institución deaprendizaje superior. Él me contó una historia que creo que usted apreciará. Él y su esposaenviaron a sus hijos a una escuela privada en la que los padres hacían el compromiso detrabajar cierto número de horas cada mes haciendo lo que fuese necesario para mantener eledificio en condiciones óptimas. Bien, había que limpiar los pasillos, y resultó que uno de lospasillos en la parte trasera era el que estaba en peores condiciones. Ninguna otra personaestaba disponible ese día, y le pidieron a mi amigo que llevase el cubo y el trapo a ese pasillotrasero para limpiarlo.

Él llegó al oscuro pasillo, y llevaba trabajando sólo unos minutos cuando una vocecitacomenzó a decir en su mente: Sí, tienes tu licenciatura, y ahora mírate. ¡Pelea la buena batalla

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limpiando pisos! Oye, te dejaste una parte allí…. Y así siguió, hasta que él estuvo tan hartoque estaba a punto de dejar de limpiar ese pasillo e irse, ¡porque él “valía para algo más queeso”! Para empeorar las cosas, ¡no había nadie por allí para verle realizar el fabuloso trabajode limpiar el pasillo!

Su orgullo hervía, y él estaba a punto de estallar. Entonces, se detuvo y oyó una vozdiferente, una voz suave y apacible en su interior que decía: “Hagan lo que hagan, trabajen debuena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo” (Colosenses 3:23).Sintió que una oleada de poder caía sobre él, y comenzó a cantar y a limpiar ese piso, ¡comosi fuese la entrada al trono de Dios!

Si usted lleva esa actitud a su lugar de trabajo, independientemente de lo que usted hagapara ganarse la vida, descubrirá que no sólo realizará un trabajo mucho mejor (y quizá obtengaun aumento de salario o un ascenso), sino que, más importante, también agradará a Dios. Y Élle ascenderá a su tiempo a cualquier cosa que tenga para usted. Recuerde: el Señor prometeque si es usted fiel en lo poco, se le pondrá a cargo de cosas mucho mayores (véase Lucas16:10).

¡Incluso si no hay nadie mirando!

Permita que explique un poco más este concepto compartiendo una historia que me bendicey me enseña una lección diferente cada vez que pienso en ella.

Había un constructor de casas que era muy exitoso, y su única hija era novia de un jovenque trabajaba para él. Han que ese joven trabajador era un hombre muy agradable, tenía unadebilidad: siempre quería tomar atajos o encontrar el camino fácil en el trabajo. El constructorvio eso en él, pero quería ayudarle a vencerlo; sabía que el padre del joven no le había dadoun buen ejemplo a seguir, y como a su hija le gustaba de verdad, el constructor quiso darle unaoportunidad.

Por tanto, puso al joven a cargo de la construcción de una casa particular y le dio riendasuelta para terminarla sin que él se implicase mucho. Estaría a su disposición si el joven teníaalguna pregunta pero, en general, le dejaba solo. El joven trabajador, sin embargo, siguiótomando atajos en la construcción de la casa. Sencillamente no seguía los mejoresprocedimientos de construcción porque nadie le estaba mirando. Pasaron unos seis meses, ylas casas en aquella construcción salieron a la venta. Mientras tanto, la hija del constructor y eljoven se habían vuelto muy serios en su relación, y el padre observaba cómo se desarrollabaeso. Poco después, los dos se comprometieron y fijaron una fecha de boda.

El constructor estaba contento por la joven pareja, y los llevó a cenar para celebrarlo;también tenía una pequeña lección para su futuro yerno. “Tengo un regalo que me gustaríadarles”, dijo a la joven pareja. Miró a su empleado a los ojos y dijo: “Hijo, ya que estoy segurode que diste pasos extra en la construcción de la primera casa de la que estabas a cargo, ¡voya darles esa casa a ustedes como regalo de boda!”.

Su hija saltó de emoción y lanzó sus brazos alrededor del cuello de su padre. Su prometido,que había tomado tantos atajos en la construcción de la casa, tuvo que fingir su emociónporque sabía el trabajo de tan poca calidad que había hecho. Obviamente, esta lección tendríaconsecuencias para el hombre en el futuro, ¡cuando intentase arreglar las zonas de la casa que

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debería haber construido correctamente desde un principio! ¿Puede imaginar el tipo de trabajoque habría hecho si hubiera sabido que la casa iba a ser para él y para su nueva esposa?

Recuerde: todo aquello que emprenda, hágalo con toda su energía como para el Señor, esdecir, desde su corazón, ¡y no sólo cuando alguien le esté mirando!

Rodéese de personas que leayudarán a crecer

Es fácil ver lo que es una persona por fuera; sin embargo, si quiere saber cómo es unapersona por dentro, tan sólo mire a sus mejores amigos y la pasión que impulsa su vida.

Jesús siempre estaba con pecadores y marginados sociales, pero Él tenía un propósitoespiritual para hacerlo. No creo que nadie pueda negar que Él estaba con ellos porquebuscaba a quienes necesitaban ser limpiados y perdonados. Para la mayoría de cristianos, laidea de acercarse realmente al pecado antes de decir no, no es muy seguro. Ahora que haentregado usted su vida a Cristo, necesita rodearse de personas que puedan ayudarle acrecer en su caminar con Dios. Necesita entender que estamos realmente en una batallaespiritual, y tener amigos cristianos es una manera de ser victoriosos en esa batalla.

Anteriormente hablamos de la necesidad de ser “buenos soldados de Jesucristo”. El apóstolPablo hablaba con frecuencia de la vida cristiana como una batalla entre las fuerzas del bien ydel mal. Lo siguiente es lo que dijo en el libro de Efesios:

Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Diospara que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contraseres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan estemundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lotanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistirhasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidospor la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz.Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechasencendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es lapalabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténgansealerta y perseveren en oración por todos los santos.(Efesios 6:10–18)

En otras palabras, prepárese, esté listo y vigilante, porque su enemigo el diablo andaalrededor como león rugiente buscando a quien devorar (véase 1 Pedro 5:8).

¿Quiere que ese alguien sea usted? Desde luego que no. Tener amigos cristianos queentienden la batalla y tienen la mentalidad de un soldado en guerra le ayudará a llegar a ser elhombre o la mujer de Dios que Dios quiere que usted sea. Puede llegar a ser un vaso de honraeficaz para que Él le use para su gloria. Dios anhela usarnos a todos nosotros para edificar sureino. Si usted se rinde a Él y se prepara para eso, Él le usará de maneras increíbles ypoderosas.

Su círculo íntimo

Todos tenemos un papel que desempeñar en esta vida para difundir el amor de Dios a

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todas las personas en todo el mundo, y prepararnos nos capacita para cumplir los papeles queDios tiene para nosotros. Por tanto, tener el círculo de amigos adecuado, un “círculo íntimo”,para desafiarnos y alentarnos en Dios, es un componente clave de nuestro éxito espiritual.

Por ejemplo, mientras escribo este capítulo estoy en Las Vegas, Nevada, “la ciudad depecado”, como se anuncia. Pero estoy aquí como parte de mis responsabilidades, y es unpropósito espiritual. Veo que a medida que viajo por el mundo, debo ponerme toda la armadurade Dios cada día. Parte de esa armadura es tener dos o tres amigos íntimos que estánentregados a Dios y desean ser usados por Él para edificar su reino. Amigos con quienes soytotalmente sincero acerca de mi caminar con Cristo. Cuando peco, cuando no doy en el blanco,sé que puedo compartirlo con ellos, y ellos saben que pueden hacer lo mismo conmigo. Nosfortalecemos los unos a los otros mediante nuestro compromiso a ser sinceros unos con otros.Cada uno sabe que va a pecar a veces; no es que el pecado sea algo continuo, pero a veces,simplemente no damos en el blanco y necesitamos confesarlo a Dios y unos a otros a fin deavanzar en nuestro viaje de servirle a Él.

Desde luego, eso no significa que mi esposa y yo no compartamos nuestros corazones ynuestras vidas. ¡Cathy ha sido la mejor amiga y la mejor bendición que Dios me ha dado! Perolos hombres también necesitan tener a otros hombres en sus vidas para alentarles en Dios, ylas mujeres necesitan tener a otras mujeres en sus vidas para alentarlas en el Señor.

He conocido a muchos grandes hombres de fe en mis años como cristiano; sin embargo,nunca he conocido a un hombre que no haya fallado el blanco en su caminar con Dios de vezen cuando, y sucederá lo mismo con usted. Pero si está dispuesto a ser sincero con uno o dosamigos cristianos fuertes acerca de su vida espiritual, entonces descubrirá que esas relacionesson una fuente de fortaleza que es verdaderamente increíble.

Uno de mis amigos me dijo: “Jim, cuando estaba pensando en hacer lo que no agrada alSeñor, pensé en nuestro compromiso el uno con el otro y supe que tendría que ser sincero alrespecto. Eso me dio una fuente de fortaleza para decir no”. Sé que puede que usted diga:“Bueno, él debería haber sabido que Dios le estaba viendo de todos modos, y su compromisocon Dios debiera haber sido suficiente”. Quizá su compromiso con Dios debiera haber sidosuficiente, pero somos meros hombres creados del polvo de la tierra (véase Salmos 103:13–14). El hecho es que sencillamente necesitamos fortalecernos y alentarnos unos a otros. LaBiblia nos recuerda: “Exhortaos [“anímense”, nvi] los unos a los otros cada día, entre tanto quese dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (Hebreos3:13, rvr).

Recuerdo que había un predicador muy conocido que cayó en pecado. Cuando lepreguntaron cómo y por qué pudo haberle sucedido, él respondió: “¿A quién iba a acudir?”. Enotras palabras, él había llegado a un lugar en su caminar en el que creía que de algún modoestaba por encima de rendir cuentas a otros hombres porque estaba compartiendo elevangelio con millones de personas.

Recuerde el dicho: “¡Uno es quien es cuando hace lo que hace cuando nadie a quien conoceestá mirando!”. Créame, tener algunos amigos en su círculo íntimo con quienes pueda sertotalmente sincero le ayudará a progresar mucho en su viaje de fe.

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El viaje

Yo comencé este viaje de fe el 27 de diciembre de 1971, y nunca podría haber imaginado elmodo en que Dios lo había planeado todo para mí. Mis tres mejores amigos, Dios Padre,Jesucristo y el Espíritu Santo, han demostrado que es más emocionante seguirles a ellos quecualquier otra cosa que este mundo posiblemente pudiera ofrecer.

El propósito de que escriba este libro es compartir con usted el modo en que este Diosincreíble me ha levantado, me ha lavado en la sangre de Cristo, ha perdonado todos mispecados y me ha hecho saber lo mucho que a Él le gusta tener compañerismo conmigo. Yoconozco mejor que nadie mis errores, y aun así la fidelidad de Dios ha sido la única constanteen mi vida. Incluso cuando le he dado la espalda a Dios, Él ha seguido a mi lado y con amorme ha impulsado de regreso a Él mismo. Entonces, una vez más, soy abrumado por su perdóny rodeado por su amor, lo cual vuelve a situarme en el camino.

Aunque usted ya ha leído muchas de las cosas que yo quería compartir, sigo sin saber enqué punto está usted hoy en su entendimiento de Dios y de su amor por usted. Pero sí sécómo se siente Dios con respecto a usted, porque Él nunca cambia: “Jesucristo es el mismoayer y hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8).

Hay personas que con frecuencia citan Juan 3:16; incluso puede ver a personas levantandocarteles con esta referencia de la Biblia en acontecimientos deportivos. Pero la realidad es quesigue siendo verdad para todos nosotros: Dios amó tanto al mundo (eso le incluye a usted) queenvió a su único Hijo, Jesucristo, a morir por usted. Si usted fuese la única persona en todo elmundo, Jesús habría muerto solamente por usted. Usted no está nunca por encima del alcancede Dios y de su amor por usted, independientemente de lo que haya hecho. No importa siusted ha intentado caminar con Dios cien veces y ha seguido fallando una y otra vez.

No puedo subrayar lo suficiente que el amor de Él por nosotros no depende de lo quehacemos sino de lo que Jesús hizo en la cruz por nosotros. Si usted aún no ha pedido a Jesúsque entre en su vida, puede hacer esta oración conmigo en este momento:

Señor Jesús, por favor, perdóname y límpiame de todos mis pecados. Por favor, entra enmi corazón en este momento, perdóname y ayúdame a vivir para ti, porque no puedo lograrlosin ti. Por favor, Dios, pon tu Espíritu Santo dentro de mí y hazme tu hijo.

Mi sincera oración por usted es que sienta la presencia misma de Dios en este momento, yque comience cada día de rodillas delante de Él. Él le llevará a un viaje increíble, porque esaes su promesa para todos nosotros.

Finalmente… ¡esté firme!

¿Recuerda que hablamos de la armadura de Dios en el capítulo anterior? En Efesios 6,Pablo nos dio una poderosa descripción de la armadura que necesitamos a fin de luchar contralos ataques de nuestro enemigo, el diablo, en esta tierra.

En primer lugar, Pablo nos alentó: “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”(Efesios 6:10, rvr). Él nos recuerda la importancia de vestirnos “de toda la armadura de Dios,para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (versículo 11, rvr). Eso también

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fue una advertencia de que no deberíamos luchar contra las personas en este mundo, sinocontra Satanás y sus maquinaciones: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne [esdecir, no contra seres humanos], sino contra principados, contra potestades, contra losgobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en lasregiones celestes” (versículo 12, rvr). Puede que no entendamos todo lo que hay que conocersobre el diablo, ¡pero sabemos que él es el autor de toda la maldad que hay en esta tierra!“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, yhabiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios 6:13, rvr).

¿Qué hacemos después de habernos puesto toda la armadura de Dios y haber orado aDios pidiendo su ayuda? Creemos su Palabra, ¡y estamos firmes en nuestra fe!

Llegará un día en que usted tendrá que estar firme después de haberse puesto suarmadura, y tendrá que “pelear la buena batalla de la fe” sin la ayuda de otra persona,poniendo toda su confianza en el Dios Todopoderoso para que acuda a su rescate. Todo elinfierno con su furia parecerá estar atacándole, en su mente, en su cuerpo, en todo aspecto desu vida. Incluso sus seres queridos, sus mejores amigos, todo, puede que lleguen llamando asu puerta para reclamar su fe en Dios. ¿Cuál es su tarea en ese día? Estar firme en la fe yconfiar en que Dios le ayude a salir de ese período de prueba.

Recuerde que nunca se apoya usted en su propia fortaleza, sino siempre en la fortaleza deDios y su fe en Él. También recuerde que es la fe que Dios le dio, y no algo que usted mismocausó. Es fe en que Dios nunca le decepcionará. Cuando sea usted desafiado en algúnaspecto de su vida, Él le demostrará una vez más que solamente Él es Dios Todopoderoso, yÉl peleará sus batallas por usted. Él le llevará a las primeras líneas de la batalla y le mostrarásu poder, si usted le permite que obre en su vida.

Enfrentarse al gamberro

Cuando mis hijos eran pequeños, tuvieron la oportunidad de enfrentarse al gamberro delbarrio. Mi hijo mayor, que tenía aproximadamente diez años entonces, entró lentamente a lacasa un día, y yo supe que algo iba mal. Después de cierta persuasión por mi parte, élfinalmente habló.

“Papá, Bill está fuera; quiere pelearse conmigo, y tengo miedo”.

En aquel momento yo era un papá joven, y puede que no recomiende este curso de acciónpara usted y sus hijos, pero fue una buena lección para todos nosotros aquel día. Bill, elgamberro del barrio, había estado molestando a los niños del barrio durante algún tiempo, y yosabía que mi hijo tenía que sobreponerse a ese temor. Instintivamente, supe que Bill no era tanduro como parecía; lo que sucedía era que nadie se enfrentaba a él.

Me puse de rodillas, miré a los ojos a mi hijo y le pregunté: “¿Confías en mí?”. Con los ojosabiertos como platos, él respondió: “Sí, Papá, claro que sí”. Entonces yo le pregunté: “¿Creesque yo te mentiría?”. “No, Papá”, contestó él moviendo su cabeza solemnemente, “no loharías”. Entonces le dije que yo creía que Bill sencillamente era un bocazas, y que si seenfrentaba a él, Bill se derrumbaría y le dejaría en paz. Bill iba a seguir molestándole hastaque se enfrentase a él.

“Quiero que salgas, y si Bill comienza a molestarte otra vez, quiero que le des un empujón

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en el pecho. Dile que ya estás harto, y que si no te deja tranquilo, ¡tú te encargarás de que lohaga!”.

Bien, vi que sucedieron tres cosas con mi hijo. La primera, que el temor estaba intentandoapoderarse de él; la segunda, había un poco de emoción en lo profundo de sus ojos (énfasisen “lo profundo de”); la tercera, ¡él me miraba como si yo estuviera loco! Yo le aseguré queestaría mirando por la ventana y estaría ahí para ayudarle si él lo necesitaba. Él lo pensódurante un rato, y entonces puso una expresión de determinación en su cara y dijo: “Muy bien,Papá, ¡allá voy!”.

Bueno, ¡entonces yo me sentí como un gamberro! Vaya, ¡estaba contento de que mi esposano estuviese en casa! Ella nunca me habría apoyado en eso. (Cathy y yo seguimos hablando yriéndonos de aquello hasta la fecha). Pero también me sentí un poco emocionado. Todohombre sabe lo que es estar tan asustado delante de alguien que casi siente parálisis por eltemor. Como su padre, yo sabía que aquel era un punto en la vida de mi hijo en que élnecesitaba estar firme y no aguantar más. Yo siempre había enseñado a mis hijos que laspeleas eran una necedad y que no demostraban nada, así que ellos nunca deberían comenzaruna pelea. Pero también sabía que estar firme por uno mismo es algo totalmente diferente, yque aquel podía ser un momento decisivo para él, a los diez años de edad.

Mientras yo miraba atentamente por la ventana, mi hijo salió al patio trasero con su hermanopequeño y, en efecto, Bill se acercó comportándose como un chico duro. Comenzó amolestarles, haciendo amenazas como siempre hacía. Esta vez, sin embargo, mi hijo mayor semantuvo firme delante de Bill, le dio un empujón en el pecho y le gritó algo a la cara como: “¡Yaestoy harto de ti! Estoy enfermo de que intentes molestarme sin razón alguna. Si quierespelear, vamos, adelante; ¡te daré un puñetazo en la boca!”. ¡Bill se quedó inmóvil y se pusoblanco como la pared! (¡Yo sí sentí alivio!). Entonces sucedió algo en lo que yo nunca habíapensado. Mi hijo pequeño agarró un bate de béisbol de plástico, golpeó en las piernas a Bill ydijo: “Sí, déjanos en paz, ¡no te estamos haciendo nada!”.

Bill simplemente bajó su cabeza y se disculpó por haberse comportado así. En efecto, losmuchachos se dieron la mano y comenzaron a jugar como juegan los niños. Yo estaba muyaliviado y contento de que hubiese terminado de ese modo, pero sabía que aquel sería un díaque mis hijos nunca olvidarían. Un día en que tuvieron que estar firmes y creer lo que su padreles dijo que hicieran.

Los momentos difíciles llegan

Hay momentos difíciles que todos tenemos que manejar. Los momentos difíciles llegan.Ahora bien, no quiero comparar las pruebas que pasamos como adultos con lo que mismuchachos afrontaron hace más de veinte años con un gamberro del barrio; pero creo queincluso con más amor del que yo tuve al mirar por la ventana a mis hijos, nuestro Padrecelestial nos mira por la ventana del cielo todo el tiempo. Nunca hay un momento en que Él noesté cuidando de nosotros o mirándonos. Las dificultades de la vida llegan a todos nosotros, yen esos momentos es cuando realmente aprendemos del amor de nuestro Padre celestial.

Dios está más interesado en nuestro carácter que en nuestra comodidad. La Biblia nos diceque Jesús mismo, “aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer” (Hebreos5:8). ¿Por qué pensamos que nosotros estamos excluidos de eso? Dios nunca nos dejará ni

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nos abandonará (véase, por ejemplo, Deuteronomio 31:6, 8), y podemos obtener nuestrafuerza de esa verdad. Su promesa es la siguiente: “Y como tus días serán tus fuerzas”(Deuteronomio 33:25, rvr). En palabras sencillas, si Dios nos ha dado otro día, entonces Él haprometido guiarnos; no necesariamente detener el dolor inmediato, sino guiarnos.

A veces he oído a personas expresar esta idea: “A veces Dios calma la tormenta, y a vecesÉl deja que ruja y calma a su hijo”. En cualquiera de los casos, Dios ha prometido que estarácon nosotros en cada paso del camino.

Este no es el momento para desplomarse bajo el peso de las dificultades que hacen guerracontra usted; es el momento de verdaderamente estar firme y ver a su Padre celestial pelearsus batallas por usted. La Biblia dice que si desmayamos en el día de adversidad, nuestrafuerza es pequeña (véase Proverbios 24:10). No permita que eso se diga de usted. Nuestra fees la sustancia, o prueba, de las cosas que no podemos ver (véase Hebreos 11:1). Incluso siusted no puede ver aún la respuesta, ¡permanezca firme en Él!

El Señor nuestro Pastor

Como dije anteriormente, mi deseo al escribir este libro era darle personalmente el relatodel modo en que Dios Todopoderoso salió a mi rescate. Quería que usted supiera que el latidodel corazón de Dios es tener una relación íntima con usted; su deseo es que usted sepa lomucho que Él le ama, a pesar de lo que usted haya hecho o de quien haya llegado a ser.

Dios le creó a su imagen, y Él le está atrayendo a sí mismo. Salmos 23 dice:

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar.Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas.Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre.Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tuvara de pastor me reconforta.Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos.Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar.La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señorhabitaré para siempre.

Si lee con atención todos estos versículos, quien hace toda la obra es Dios. Él es quien lehace descansar; Él es quien le pone junto a aguas de reposo; Él es quien restaura su alma; Éles quien le conduce, le consuela y le defiende. Él es quien inicia todo, ¡de modo que no intenteesperar hasta tener todas las cosas arregladas! Él es quien le ama y le protege. Lo único queÉl requiere es que usted se rinda a Él y le pida que le perdone. ¿Puede usted humillarsedelante del Creador todopoderoso?

“Piedras preciosas relucientes”

Cuando mi mamá vivía, ella me preguntaba qué podía hacer por mí. Ella solamente queríaser una bendición para mí de alguna manera, y yo le repetía: “Mamá, no tienes que hacer nadapor mí”, pero ella seguía insistiendo, así que le pedí que hiciera lo siguiente: “Mamá, cuandotengas unos momentos, por favor, siéntate delante de una grabadora de audio y simplementegraba los momentos particulares en tu vida en que Dios hizo algo muy especial para ti. Por

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favor, dile a la grabadora las cosas que más han significado para ti durante toda tu vida; lascosas que querrías que todo el que te conociera oyera de ti cuando tú te hubieras ido. Esas‘piedras preciosas relucientes’ que te gustaría dejar para que toda tu familia las tuviera y laspudiera escuchar siempre”.

La razón de que le pidiera que hiciera eso fue porque, durante muchos, muchos años, mimamá había desarrollado una vida de oración en la cual pasaba horas cada día intercediendopor las preocupaciones y los problemas de otros, no sólo de sus familiares sino también decientos y cientos de personas. Ella tenía listas y listas de personas, aunque a muchas no lasconocía personalmente, y consideraba un privilegio acudir delante de Dios y orar por lasnecesidades de ellos.

Otra cosa que ella hacía durante esos periodos era sencillamente adorar a Dios. Era algomuy común entrar en su casa y encontrarla arrodillada o en su pequeña mesa de la sala,cantando y adorando al Dios Todopoderoso. Le encantaba adorar a Dios. Ella eraverdaderamente una persona desprendida; daba, daba y daba de ella misma por lasnecesidades de los demás. Uno nunca oía una mala palabra sobre nadie salir de su boca.Siempre que yo comentaba algo negativo de alguna persona, su respuesta automática era algoparecido a lo siguiente: “Oh Jimmy, no sabes lo que esa persona puede estar pasando”, o“Jim, pasemos unos minutos ahora para orar y pedir a Dios que toque a esa persona y leayude en esta situación”.

A veces, yo me frustraba con ella y pensaba que sencillamente ella no lo entendía. Este tipoestá siendo un estúpido, y tenía que madurar, pensaba yo, o sencillamente decía algodesagradable sobre alguien. (Estoy seguro de que usted no habrá dicho nada desagradablenunca, ¿verdad?).

Entonces, después de que mi mamá muriese, recibí un mensaje de voz en el teléfono de mihermana Lynn que decía que tenía algo muy importante que decirme. Bien, yo me habíaolvidado en absoluto de haber pedido a mi mamá que grabase y me hablase de las “piedraspreciosas relucientes” de su vida. Por tanto, llamé a Lynn, preguntándome de qué queríahablar conmigo.

Ella me dijo que había estado revisando las cosas de mamá cuando había visto unagrabadora de audio en el escritorio de mamá, la que ella utilizaba para escuchar música deadoración. Entonces, al lado de la grabadora Lynn vio una cinta con mi nombre en ella. La pusoen el reproductor, y cuando ella puse reproducir, se vio totalmente abrumada de emociónporque era la voz de mi mamá que me hablaba de todos los preciosos momentos de su vida.Ella relataba los tiempos felices, los tiempos tristes, y algunos momentos familiares especialesque tan sólo oírle describirlos hacía llorar. Pero las mejores historias trataban de cosas queDios había hecho por ella. Los momentos en que Él le había hecho reposar al lado de aguastranquilas; los momentos en que Él le había consolado. Se mostraba el cuadro del modo enque Él era su Buen Pastor.

Mamá decía esas cosas con su voz suave y baja, y ella me hablaba de los momentos enque Dios había hecho algo milagroso por mi hermano Jack, o Bill, o Mark, o Joe, para mihermana Jane, o Isobel, o Lynn. Entonces, me hablaba de alguna promesa que Dios nos dio ensu Palabra y el modo en que ella se había aferrado a esa promesa y cómo, cuando ella estabaen las profundidades de la desesperación, esa promesa le ministraba y le hacía salir de la

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desesperación. Relataba varias ocasiones que fueron muy conmovedoras y milagrosas paranuestra familia.

¿Puede imaginarse descubrir una grabación de su mamá, después de que ella hayafallecido recientemente, en la cual incluso en ese momento le hablaba directamente a usted?¿Puede imaginarse a su mamá sentada tranquilamente en el dormitorio, sin ninguna otrapersona al lado, hablándole de algunos de los momentos más especiales de su vida comomadre que había tenido ocho hijos? ¿Puede imaginarse a su mamá permitiéndole ver surelación con Dios cuando Él le hablaba, y la santidad de esos momentos? Yo lloré como unniño, me reí y meneé mi cabeza, y medité en todas estas cosas, y he escuchado esa cintamuchas, muchas veces.

Acababa de escuchar esa cinta otra vez, y el tema general de todo lo que mi mamá teníaque decirme era el siguiente: el Señor verdaderamente es nuestro Pastor y hará por nosotrostodas esas cosas enumeradas en Salmos 23. Nuestro Dios no es sólo un Dios poderoso, sinoque también es el Dios Todopoderoso, y Él quiere personalmente bendecirle y llevarle a supresencia. Él nunca permitirá nada en su vida que Él no le dé la fuerza para soportar. SuPalabra es lo más importante en este mundo, y usted necesita enamorarse de ella y hacer quesea personal para usted. Dios tiene una palabra para cada situación, y si usted le busca, Él serevelará a sí mismo a usted, porque esa es su promesa.

Mi mamá me dijo que ella recordaba las veces en que llegaba a nuestra casa y meescuchaba orar temprano en la mañana, y que lo más importante que yo podía hacer nunca enesta vida era estar delante de Dios, adorándole e intercediendo por las necesidades de otros.Ella me dijo que no dejase nunca de orar así porque ese es el secreto para vivir una vidavictoriosa para Cristo.

Ella me dijo muchas más cosas personales en aquella cinta, y quizá algún día tendré elprivilegio de escribir un libro sobre dejar un legado como ese, o quizá me encuentre con usteden algún lugar y podamos sentarnos y hablar de eso. Pero por ahora, por favor lea el últimocapítulo de este libro, porque realmente es la decisión más importante jamás tomada porusted.

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La gran decisión

Una de las mayores decisiones jamás tomada fue una que se tomó por usted y por mí.

La Biblia nos habla de la noche en que Jesús clamó a su Padre en el huerto de Getsemaní:“Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas desangre que caían a tierra” (Lucas 22:44). Esta escena en el huerto tuvo lugar justamente antesde que Jesús se entregase a los guardias romanos. Digo “se entregase” en lugar de “fuesecapturado”, porque Él les permitió llegar y llevarle cautivo.

Aquella noche, Jesús condujo a Pedro, Santiago y Juan a un lugar especial en el huerto y lespidió que orasen con Él. Ellos debían quedarse allí mientras Él se alejaba “a una buenadistancia” (versículo 41) para poder estar a solas con su Padre. Fue un tiempo intenso deoración justamente antes de su crucifixión. En sus oraciones, Jesús clamó a su Padre: “Padre,si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya”(versículo 42).

Una cosa que podemos ver por la agonía de Jesús en el huerto es que Él realmentenecesitaba estar a solas con su Padre. Él sabía que no había ningún otro lugar dondeencontrar verdadera paz y consuelo. Jesús tenía una relación íntima con su Padre, y sabía quesu Padre siempre le escuchaba y quería tener comunión con Él. (Si pudiéramos entender lomucho que Dios quiere tener comunión con nosotros, ¡eso marcaría una diferencia en nuestrasvidas!).

Pero cuando Jesús clamó a su Padre, pidió tres veces si podía pasar de Él la copa de susufrimiento (véase Mateo 26:36–44). No se nos dice exactamente lo que Dios le respondió,pero sabemos que Jesús siempre se sometía a la voluntad de su Padre. Por tanto, Jesúsaceptó con disposición lo que su Padre le dijo. Él dijo: “Pero no se cumpla mi voluntad, sino latuya”, y entonces se entregó de buena gana a los guardias romanos. Podemos suponer que elPadre recordó a Jesús que el plan era la cruz: para nuestra redención. Después de todo, esaes la razón por la que Jesús vino a la tierra en un principio.

La conversación

Siempre me sobrecoge pensar en la conversación que Jesús mantuvo con su Padre. Allíestaba Él en el huerto, a altas horas de la noche, de rodillas, a solas, orando bajo el granestrés del momento. Obviamente, Él sabía que estaba a punto de enfrentarse a una de lasformas de castigo más dolorosas que la sociedad de la época podía ofrecer. Él tenía uncuerpo humano, así que conocía el dolor atroz que estaba a punto de soportar. También sabíaque si Él quería, podía pedir a su Padre que enviase más de doce legiones de ángeles pararescatarle de sus captores (véase Mateo 26:53), pero también conocía el plan.

Jesús experimento más presión de la que cualquier persona pudiera soportar, y el estrésatroz causó que grandes gotas de sangre saliesen de sus glándulas sudoríparas. Sin embargo,en lugar de permitir que esa agonía le hiciera decir: “No, no voy a pasar por esto”, Él se rindióvoluntariamente al Padre y en silencio permitió que los guardias se lo llevaran.

El libro de Isaías afirma:

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Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero;como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca.(Isaías 53:7)

La conversación entre el Padre y el Hijo aquella noche fue la conversación más importanteque haya tenido lugar nunca en la historia del mundo. Durante esa conversación, Jesúsvoluntariamente tomó la decisión final de rendirse al plan del Padre de morir por los pecadosde todos nosotros. Aquella noche en particular, con toda la presión del infierno contra Él, Jesústomó la decisión de sufrir una vez para siempre por usted y por mí y por toda la humanidad.Fue esa decisión, aquella noche, la que cambió la eternidad, y provino de la conversación queJesús mantuvo con su Papá, su Padre celestial.

Repito: me pregunto lo que su Papá le dijo. ¿Cómo le llegó? ¿Qué tipo de voz utilizó DiosPadre para hablar a su Hijo? ¿Cómo se sintió Jesús cuando miró directamente a esta verdad yse rindió a ella? “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16, rvr).

Obviamente, antes de que ni siquiera Jesús viniera a la tierra, su Padre y Él habían habladode su venida al mundo y de morir por los pecados de la humanidad. Juntos, sabían cuál era elplan general para que los seres humanos fueran salmos y tuvieran derecho de entrada al cielo.Ellos conocían cada paso que sería dado por Jesús y por todos los demás en la historiaporque son divinos, son supremos, son soberanos, son todopoderosos, y son omnipotentes.

Pero Jesús tenía que ser plenamente humano también a fin de sufrir en la cruz por usted ypor mí. Y por eso estamos mirando detenidamente esa noche tan increíble.

Una noche increíble

Dios Padre y Jesús Hijo mantuvieron una conversación sobre usted y yo, y el sacrificio quehabía que realizarse para que fuésemos perdonados, para que pudiésemos pasar la eternidaden el cielo. Y a pesar de lo que ellos sabían que les costaría, estuvieron dispuestos a tomaresa decisión; quisieron rescatarnos del poder de Satanás y todas las potestades de lastinieblas y ser capaces de escribir nuestros nombres en el libro de la vida del Cordero (véaseApocalipsis 21:27). ¿Qué mayor demostración de amor podían hacer Padre e Hijo aquellanoche que el que Jesús entregase libremente su vida por usted y por mí?

Jesús no conoció pecado, pero se hizo pecado por nosotros. “Al que no cometió pecadoalguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia deDios” (2 Corintios 5:21). Jesús nunca pecó; Él nunca había estado separado de su Padredebido al pecado. Pero ahora, estaría colgando de una cruz, sería separado de su Padrecuando tomase nuestros pecados, derramó su sangre y entregó su vida debido a la decisiónque se tomó aquella noche.

Esa decisión final, esa conversación, ¡fue el momento decisivo para toda la historia! Fuedurante aquella noche de gran agonía cuando Él sufrió hasta sudar sangre. La comunidadmédica denomina esta condición de sudar sangre hematohidrosis. En raras ocasiones, cuandoalguien está bajo un tremendo estrés, los vasos sanguíneos se estrechan y entonces, cuandopasa la ansiedad, los vasos sanguíneos se dilatan hasta el punto de romperse y la sangre sefiltra a las glándulas sudoríparas. Ya que las glándulas sudoríparas están produciendo mucho

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sudor, la sangre es empujada a la superficie, y sale como gotas de sangre mezclada con aguay sudor.

El verdadero estrés del momento para Jesús no fue todo el dolor que estaba a punto desoportar, sino el trauma de tomar sobre Él mismo la culpabilidad de los pecados de toda lahumanidad. Sí, Él murió por los pecados de usted y los míos. Sus pecados y los míos fueronla razón de que Él sudase grandes gotas de sangre; sus pecados y los míos fueron el tema dela conversación entre el Hijo y el Padre aquella noche en el huerto de Getsemaní. Sí, usted yyo somos la razón de que Jesús entregase voluntariamente su vida y sufriera la muerte decruz.

Bajo esta luz, podemos ver claramente la anchura, la profundidad y la altura del amor deDios por la humanidad (véase Efesios 3:17–18), que Él desea que nadie perezca, no, ¡ni unosolo! (Véase 2 Pedro 3:9). Voy a repetir Juan 3:16 porque es la verdad: “Porque de tal maneraamó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no sepierda, mas tenga vida eterna” (rvr).

Dios fue justificado

Lo que estoy a punto de compartir con usted ahora es algo de lo que yo no podía hablarhasta que compartí por primera vez de la decisión amorosa de Jesús en el huerto deGetsemaní. Tampoco puedo compartirlo con usted sin lágrimas en mis ojos. ¿Entiende quedebido a mi pecado, Dios habría tenido justificación para enviarme al infierno por toda laeternidad, y que lo mismo es cierto para usted?

Cuando comparto mi fe con personas, muchas veces me dicen: “Jim, si tu Dios es tanamoroso y bueno, ¿cómo puede condenar a un alma al infierno y justificarse a sí mismo alhacerlo?”. O puede que me respondan: “Jim, no puedes hablar en serio. No puedes pensar deverdad que Dios vaya a enviar a alguien al infierno por la eternidad solamente porque no creadel modo en que tú crees”. O: “Jim, ¡no puedes ser tan ingenuo y estrecho de mente paradecir y creer de verdad que Jesucristo es el único camino de salvación y el único camino aDios!”.

Sí, puedo decir eso y creerlo. Pero eso no significa que Dios quiera mandar a nadie alinfierno; no significa que Él no se acerque a nosotros en amor, al igual que hizo conmigo hacemuchos años. Dios nos da muchas oportunidades de oír su plan de salvación y recibirlo ennuestro corazón. Él no escoge que un hombre o una mujer pasen la eternidad sin Él. Laspersonas lo escogen cuando rechazan el plan de Dios para su redención.

Y le digo esto con un corazón muy humilde, pero creo que la razón de que usted estéleyendo este libro se debe a la conversación que Jesús mantuvo con su Padre aquella nocheen el huerto. Él le está dando otra oportunidad de aceptar su salvación. Dios le ama mucho, ynunca quiso que usted estuviese separado de Él. Él se está acercando a usted de nuevo eneste momento; está llamando a la puerta de su corazón. No es ninguna coincidencia quedondequiera que usted va, sienta ese deseo en su corazón de algo más en la vida.

Lo que usted verdaderamente anhela es una relación con su Padre celestial, y Él anhelatener lo mismo con usted. Él es el iniciador de la relación, y puede producirse debido a ladecisión que Jesús tomó en el huerto aquella noche hace tanto tiempo. Dios no quiere que

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nadie perezca. Dios le creó, y le ama. Él le ama tanto que está intentando una vez máscomunicarle esto en este instante. ¿Qué le detiene para recibir su regalo de vida eterna?¿Podría ser que usted quiere las cosas según sus propios términos? ¿Podría ser que comousted es exitoso y tiene educación piense que está por encima de todo?

¿Puede el barro decirle al alfarero: “No, quiero hacerlo a mi manera”? (Véase Isaías 29:16;45:9). ¿Qué es el hombre para que Dios se acuerde de él? (Véase Salmos 8:4). ¿No entiendeque Dios nos creó del polvo de la tierra y que un día regresaremos a ese polvo? Repito: lediría con todo respeto que Dios no envía a nadie al infierno; las personas escogen eso ellasmismas. Dios no puede ser otra cosa sino perfectamente correcto en todas las cosas. Él essupremamente divino. No, Dios nunca quiere que ningún hombre o mujer vaya al infierno; tansólo sabe que eso sucederá porque algunas personas insisten en hacer las cosas a su propiamanera.

Yo sé que al tener este punto de vista estoy en minoría, especialmente entre las personasque tienen medios. Sé que algunas personas con dinero no piensan en el final de sus vidasporque están volando alto en este momento y disfrutando de las cosas buenas que esta vidatiene que ofrecer. Pero, amigo mío, le suplico que no se ría y descarte todo esto. Llegará undía en que usted terminará vacío. Llegará un día en que tendrá un encuentro con Jesucristocara a cara. Llegará un día en que Dios le hará una sola pregunta: “¿Qué has hecho con elsacrificio que mi Hijo hizo por ti después de la decisión que Él tomó aquella noche en elhuerto?”. ¿Cuál será su respuesta?

La Biblia afirma claramente: “Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de losque están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese queJesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:10–11, rvr). La única preguntaes: ¿doblará usted su rodilla a este lado de la tumba, o cuando sea demasiado tarde?

¿Entiende ahora por qué la decisión de Jesús en el huerto de Getsemaní fue una de lasdecisiones más importantes jamás tomadas? ¿Tomará usted su decisión hoy de rendirse aCristo, del modo en que Él se rindió a sus captores para morir por usted y por mí?

El clamor de mi corazón por usted y por todos sus seres queridos es que entienda lo muchoque Dios le ama y quiere tener una relación con usted. Él anhela caminar con usted y queusted camine con Él. Hoy puede ser su día de decisión.

Con un corazón sincero delante de Dios, haga esta sencilla oración:

Padre Dios, gracias por la decisión que Jesús tomó por mí aquella noche. Sé que soy unpecador, y te pido que me perdones y me limpies de todos mis pecados. Jesús, por favorentra en mi corazón y sé mi Señor y mi Salvador para siempre. Amén.

Unas palabras finales

Espero que este libro haya sido una bendición para usted. Mi deseo es que Dios lo utilicepara alentarle y acercarle más a Él. Como dije anteriormente, yo he caminado con Él durantecuarenta años en este punto de mi vida, y su amor y su bondad hacia mí son nuevos cadamañana. “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cadamañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!” (Lamentaciones 3:22–23).

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He compartido mi corazón con usted en estas páginas. Es mi oración que usted permanezcaentregado al Señor todos los días de su vida. No olvide nunca estas poderosas palabras;manténgalas cerca de su propio corazón, y compártalas con quienes le rodean:

Que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lolevantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado,pero con la boca se confiesa para ser salvo. Así dice la Escritura: “Todo el que confíe en él noserá jamás defraudado”. No hay diferencia entre judíos y gentiles, pues el mismo Señor esSeñor de todos y bendice abundantemente a cuantos lo invocan, porque “todo el que invoque elnombre del Señor será salvo”.(Romanos 10:9–13)

Por favor, invóquele a Él hoy, en este momento. Jesús le ama, yo también.

Gracias, y Dios le bendiga,Jim Maxim

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Acerca del autor

Jim Maxim y su esposa, Cathy, han participado en el ministerio en los barrios pobres de laciudad por más de veinticinco años. También han formado recientemente Acts413, unministerio especial para pastores y líderes cristianos de todo ámbito, alentándolos a renovar el“lugar secreto” vital de la oración en sus vidas. Jim sirve en las juntas de People for People yWorld Impact, y es el presidente de The Hope Center, un centro para embarazos de crisis enlos barrios pobres de la ciudad. Ha estado involucrado en la enseñanza a pastores y elministerio a niños en los barrios de chabolas de Kenia a la vez que trabaja con variasorganizaciones misioneras en África.

Jim es fundador y presidente de Maxim Automotive y MaximTrak Technologies. MaximTrakdiseña, desarrolla y distribuye tecnologías de vanguardia para ayudar a minoristas delautomóvil y fabricantes de equipos originales a manejar y mejorar la rentabilidad y elcumplimiento de las normas dentro de sus departamentos de ventas y de contabilidad.

Jim y Cathy viven en las afueras de Filadelfia y tienen tres hijos, tres nueras y tres nietos.

Acts413P.O. Box 628

Southeastern, PA 19399www.acts413.net