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Curso de Reflexió n Teológica

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Curso de Reflexión

Teológica

Universidad CentroamericanaFacultad de Humanidades y

Comunicación2011

Universidad CentroamericanaFacultad de Humanidades y Comunicación

CURSO DE REFLEXIÓN TEOLÓGICAEquipo Coordinador y Colectivo de Docentes

(Departamento de Ciencias Sociales, Ética y Ciencias Religiosas)

Managua, Nicaragua 2011

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ÍndiceÍndice

Presentación...............................................................................................................1

Objetivos generales....................................................................................................3

Primer núcleo. Objetivos específicos.......................................................................4

Mapa conceptual..........................................................................................................5

¿Quién soy?.................................................................................................................6

Retrato del ser humano plenamente vivo.....................................................................9

La autoestima.............................................................................................................16

El vacío existencial y el modo óptimo de superarlo....................................................24

La comunicación.........................................................................................................36

El difícil arte de hacer familia......................................................................................39

El poder de un amigo..................................................................................................49

Los tres pilares del amor............................................................................................51

La perspectiva de género y la Universidad.................................................................55

Segundo núcleo. Objetivos específicos.................................................................61

Mapa conceptual........................................................................................................62

La aventura de creer...................................................................................................63

El perdón....................................................................................................................69

La fe es un itinerario...................................................................................................74

¿Quién es Dios?.........................................................................................................80

Del fetiche al Dios de Jesús.......................................................................................86

La sociedad en tiempos de Jesús..............................................................................88

Algunas notas para conocer a Jesús..........................................................................94

Aspectos observables de la situación religiosa..........................................................99

Breve esquema de las diferentes religiones.............................................................102

No hay tarea más urgente hoy en Nicaragua, que la de transformar

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la idea de Dios..........................................................................................................108

Tercer núcleo. Objetivos específicos...................................................................112

Mapa conceptual......................................................................................................113

Nuestra juventud es heredera de un fracaso nacional.............................................114

Desmitificando la pobreza........................................................................................126

¿Es posible construir una economía con rostro humano?........................................133

De cómo se corrompen las actividades sociales......................................................139

La crisis del individualismo.......................................................................................143

Crisis sociológica. Más allá de los camaleones y dinosaurios..................................150

Cultura de paz..........................................................................................................153

Ética del nuevo milenio.............................................................................................155

Dossier de trabajo..................................................................................................159

Mi autobiografía........................................................................................................160

Proceso de crecimiento............................................................................................161

Cuentas bancarias emocionales...............................................................................162

Asamblea en la carpintería.......................................................................................167

Guía para análisis y cine foro...................................................................................168

Guía para elaborar el proyecto de vida.....................................................................175

Diagnóstico de la fe humana....................................................................................179

Del fetiche al Dios de Jesús de Nazareth.................................................................181

¿Quién es Dios en mi vida?......................................................................................182

Guía para el estudio de las religiones.......................................................................183

No hay tarea más urgente (guía ).............................................................................184

Impulsemos un cambio de valores para una nueva sociedad..................................185

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Presentación Presentación

7ª Edición 7ª Edición

El curso de Reflexión Teológica es parte de la formación integral que la UCA quiere ofrecer a sus estudiantes. No puede ser una asignatura más. Busca ofrecer no sólo información sobre determinados contenidos, sino que quiere contribuir a la formación humana. Su objetivo principal es ayudar al crecimiento personal para ser personas más saludables espiritual y psíquicamente, y así colaborar en la construcción de una Nicaragua más sana espiritual y socialmente.

En las aulas de clase cada una y cada uno de nosotros se hace presente con sus propias historias, que son diversas y complementarias. Por eso, el curso de Reflexión Teológica quiere ser un momento de encuentro, en el sentido que lo expresa Martín Velasco:

…un encuentro es un acontecimiento tan raro como feliz que sucede en la relación entre las personas. Nos cruzamos los unos con los otros, nos tropezamos con frecuencia, pero sólo en muy contadas ocasiones nos encontramos.

En el curso de Reflexión Teológica queremos, ante todo, encontrarnos.

El primer encuentro es con nosotras y nosotros mismos. Para ello, el primer eje pone atención al tema del conocimiento personal atendiendo la frase socrática que dice: “conócete a ti mismo”. Encontrarse y conocerse así mismo conduce a encontrar la propia verdad. El mismo lema de la UCA nos recuerda que “la verdad nos hace libres” (Jn. 8, 32). Ese es el primer paso de este curso, pues creemos que encontrar la propia verdad e identidad personal es la base para una vida con sentido. En esta unidad, el estudiante ha de encontrase con las bases de su personalidad (identidad) y detectar la importancia de las relaciones (alteridad) que le han ido moldeando a lo largo de la vida y que son elementos importantes para formular un proyecto de vida personal.

El segundo encuentro que el curso de Reflexión Teológica quiere propiciar es el encuentro con Dios. Por ello es importante examinar la fe como componente que da sentido a la vida. Algo esencial en este segundo eje es acercarnos, de forma madura, a Jesús de Nazaret, cuya vida es un camino que nos permite encontrar a Dios como Padre y Madre. En Dios se puede creer únicamente si hay un encuentro personal con él.

El tercer encuentro es con nuestra sociedad nicaragüense y con nuestro mundo actual. Por ello, el tercer eje se titula el sentido de la vida en un mundo en crisis, y

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trata de identificar los grandes problemas ecológicos y sociales surgidos en este momento de la historia. Nuestro mundo es nuestra casa y en ella acontece cualquier tipo de encuentro. Por eso, este eje quiere promover una postura ética ante todos los problemas y conflictos sociales y naturales, y así, transformar la injusticia y la desigualdad por un mundo más justo y fraterno. Es decir, no un mundo de desencuentro sino un mundo donde todos y todas podamos encontrarnos.

El equipo de docentes que hemos revisado esta 7ª edición del libro que tienes en tus manos queremos animarte a que nuestras clases sean verdaderos encuentros, es decir, que haya interacción en el aula entre estudiantes y docentes, y que tomemos en serio que también la persona, el mundo y Dios necesitan ser pensados, sentidos y reflexionados teológicamente. Esa es la razón de este curso, que ha de ser acompañado con la formulación de tu Proyecto de Vida Personal (PVP), que en definitiva, es un proyecto de encuentro contigo mismo, con los demás, nuestro mundo, y con Dios. El curso de Reflexión Teológica quiere hacer de sus clases una oportunidad de encuentro con todos esos valores:

La vida humana necesita de los valores como las plantas necesitan la luz solar. Las plantas se abren de par en par y se vuelven hacia el sol, y, cuando éste se oculta, se encierran en sí mismas. Si nos apartamos de los valores, quedamos recluidos a nuestro yo y nos empobrecemos, porque por naturaleza somos “seres de encuentro” (…) Para encontrarnos, no nos basta estar cerca. Necesitamos abrirnos unos a otros con generosidad, de forma sincera y veraz, de modo que suscitemos confianza; debemos ser fieles y pacientes, cordiales y sencillos; hemos de estar dispuestos a compartir actividades llenas de sentido (López Quintás).

Managua, Enero 2011

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Objetivos Generales Objetivos Generales

Al finalizar el curso los estudiantes podrán establecer una relación entre los términos persona, mundo Dios y mostrar el camino del ser humano como persona y creyente en el mundo.

1. Contribuir a que los alumnos se ubiquen en el contexto de su vida con relación al mundo, a Dios y a los demás como punto de partida para encontrar sentido a su vida.

2. Proporcionar elementos para asumir de forma consciente la aceptación propia y la de los demás y poder elaborar un proyecto de vida.

3. Comprender la importancia de la fe en su dimensión antropológica y teológica como un componente que da sentido a su vida y fortalecer la imagen de Dios.

4. Fortalecer la dimensión ética de la persona desde una perspectiva social, ecológica, planetaria que conduzca al compromiso de construirnos como sujetos sociales para hacer una sociedad fraterna y justa.

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PRIMER NÚCLEO

IDENTIDAD PERSONAL BASE PARAUNA VIDA CON SENTIDO

Objetivos Específicos:

1. Afianzar la identidad a partir de un proceso de autoconocimiento, aceptación de sí mismo y de los demás, el desarrollo de potencialidades como punto de partida para dar sentido a la vida.

2. Reflexionar sobre la importancia de los encuentros con los demás como elemento esencial de nuestras relaciones y crecimiento personal.

3. Proporcionar elementos que guíen el proceso de construcción personal al elaborar un proyecto de vida.

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Primer núcleoPrimer núcleo

Mapa conceptualMapa conceptual

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Quien Soy

Qué Quiero hacer

ha

Cómo lo hago

Identidad Alteridad

Familia Amigos Pareja

Búsqueda personal para una vida con sentido

A través de

Elegir Conciencia Valores

Facilitado por los Encuentros

Nos lleva a

Proyecto de Vida

Quien Soy Quien Soy

Tony Mifsud sjTony Mifsud sj

La pregunta por la identidad personal es global y totalizante porque connota el sentirse alguien coherente y, de esa manera, poder presentarse frente al otro desde la propia individualidad. La relación con otra persona implica un encuentro entre dos identidades.

Sin embargo, la pregunta por la propia identidad, siendo personal, no es individualista, porque todo intento de repuesta tiene que hacer referencia a tres variables fuera de uno: (a) los demás; (b) el tiempo; y (c) el espacio.

Es del todo imposible definirse sin hacer referencia a otras personas la instancia interpersonal marcada por aquellas personas que son significativas en la vida de uno y, a la vez, el curso de la propia vida no se comprende sin ellas. En este sentido, los otros significativos forman parte de la propia vida, sea de manera positiva, porque constituyen ideales o fuentes de cariño, sea de manera negativa, ya que son causa de dolor o rechazo.

El reconocimiento y aceptación profunda de aquellas personas que han dejado sus huellas en la propia vida es esencial para construir la propia identidad y comprenderse a cabalidad. A mejor aceptación de la presencia de los otros en la propia vida mayor libertad para construir lo propio en una sociedad que se convive al lado de otros.

La propia vida se vive dentro de un tiempo histórico determinado. Las relaciones interpersonales se viven en un contexto histórico determinado. No es lo mismo haber nacido en el siglo veinte que en el Medioevo. Sin ir más lejos, no es lo mismo haber vivido la década de los sesenta que haber nacido en los noventa. Cada época tiene su cultura, su problemática, sus expresiones, hasta su manera de hablar y de vestir, y esto no deja indiferentes a las personas.

Hay mucha verdad en el dicho de que somos hijos de nuestro tiempo. Pero esta afirmación sería incompleta si no se incluye también la instancia espacial. Cada uno nace dentro de un lugar específico y este lugar también deja huellas muy profundas en la manera de ser, de comprender, de vivir. No es lo mismo nacer en una isla que en un país grande, ni en un clima tropical que en la Antártida.

Los otros, el tiempo y el espacio configuran la propia identidad porque van tejiendo el propio yo y constituyen la materia prima sobre la cual cada uno va construyendo su propia vida. Por tanto, cualquier repuesta frente al interrogante sobre la propia identidad no puede formularse delante de un espejo (el yo frente al yo), sino

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asomándose desde la ventana y recorriendo el camino de la propia historia (relaciones interpersonales dentro de un contexto histórico y ubicadas en un espacio delimitado).

Por tanto, la pregunta por la identidad personal es un interrogante sobre la identidad de alteridad (interpersonal) social y espacial. En este sentido constituye una pregunta personal -sin ser individualista- y, a la vez, toda repuesta es provisional, porque la vida es un proceso de constante evolución, cambio, novedad y sorpresas.

¿Qué debo hacer?La vida está llena de alternativas y de opciones. En cada decisión uno se define frente a sí mismo y frente a los demás. Después de cada decisión se consolida o se cambia el rumbo de la propia vida.

No hablamos aquí de decisiones sobre gustos o simples opiniones, sino de aquellas situaciones que exigen una auto-definición, porque la decisión tomada tiene consecuencias en la vida y en la de los demás.

Es un interrogante prescriptivo porque entra en el campo del deber ser: un ¿qué debo hacer? Que supera el simple puedo hacer o me gusta hacer, porque no da igual optar por una alternativa que otra.

Entre la pregunta por la identidad y el interrogante por el imperativo existe una estrecha relación, porque a mayor claridad sobre la propia identidad, mejor conocimiento sobre la actuación debida así, el que se sabe médico actúa como médico y no como comerciante frente al enfermo, pero también en la medida en que uno se comporta como es debido, aprenderá más sobre su propia identidad así, aquel que actúa como médico frente a todo paciente sin ninguna discriminación monetaria ni racial va aclarándose a sí mismo el significado de ser médico.

¿Qué sentido tiene la vida?

Es el universo de los por qué y los para qué frente a la vida donde se intenta comprender lo particular a partir de lo universal, el detalle a partir de una totalidad, una situación dentro de un contexto más amplio capaz de relacionar lo puntual con lo global.

Es la pregunta que se plantea por el sentido de las cosas, de los acontecimientos, de la propia vida y de la de los demás. Es la experiencia de la infinitud de nuestros deseos pero la finitud de su realización; de la necesidad de soñar en medio del descubrimiento de la experiencia del límite. Es la experiencia de tener más preguntas que respuestas; es el asombro frente a la muerte, el sufrimiento, la tristeza.

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El no poder explicarlo todo a partir de uno mismo introduce a la búsqueda por aquello capaz de otorgar sentido al todo, a un todo que supera a uno pero del que uno forma parte.

El descubrimiento del sentido de la vida facilita la construcción de la propia identidad e ilumina el quehacer más apropiado, porque constituye un punto de referencia que establece el contexto dentro del cual se plantean las dos interrogantes sobre la identidad y el quehacer prescriptivo. A la vez, el crecimiento personal y las decisiones correctas orientan la búsqueda por el sentido de la vida.

Estas tres preguntas forman una totalidad pero cada una tiene su tiempo privilegiado: el interrogante sobre la identidad aparece con más fuerza en la adolescencia cuando el joven precisa diferenciarse de los demás: el qué debo hacer es el gran desafío que plantea al adulto cuando asume la responsabilidad de su vida; la pregunta por el sentido se hace más apremiante con la vejez porque se acerca el interrogante final dentro de un contexto de dependencia y uno vale por lo que es.

Ahora bien, la pregunta por la identidad dice relación a la dimensión psicológica básica de toda persona humana. El interrogante por el sentido denota la dimensión religiosa en su sentido más amplio en cuanto se refiere al modo de estar-en -el-mundo, el situarse en y desde la totalidad, para encontrar sentido a la propia vida, a los acontecimientos y a la historia. La pregunta por el qué debo hacer pertenece a la dimensión ética como búsqueda de realizar lo correcto y lo debido frente a las distintas alternativas que se presentan. La pregunta religiosa se plantea a nivel del creer (cosmovisión), mientras la de la ética a nivel del quehacer, un quehacer normativo y prescriptivo porque dice relación a lo que uno debe hacer.

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Retrato del Ser Humano, Retrato del Ser Humano, Plenamente vivo Plenamente vivo

John Powell sjJohn Powell sj Hace algún tiempo, me contaba un amigo que, hallándose de vacaciones en las Bahamas, vio cómo se congregaba en el muelle del puerto gran cantidad de gente. Tras inquirir el motivo de aquello, se enteró de que el objeto de tal interés lo constituía un joven que estaba ultimando los preparativos para un viaje en solitario alrededor del mundo en una embarcación que él mismo se había construido. Todas las personas que se hallaban en el muelle, sin excepción, expresaban abiertamente su pesimismo, y todas se esforzaban activamente en hacerle ver al arriesgado marino la infinidad de dificultades que habría de afrontar: "El sol te achicharrará.... ¡Te quedarás sin víveres!.... Tu barco no resistirá los envites de una tormenta..... ¡Nunca lo conseguirás!..."

Cuando mi amigo oyó todas aquellas desalentadoras advertencias, sintió un irresistible deseo de infundir ánimos y optimismo al emprendedor joven. Y cuando la pequeña embarcación empezó a alejarse del muelle, rumbo al horizonte, mi amigo corrió hasta el extremo del muelle y se puso a agitar enérgicamente los brazos como si fueran semáforos que deletrearan la palabra "confianza". Y gritaba: “Bon Voyage” ¡Eres valiente! ¡Estamos contigo! ¡Estamos orgullosos de ti! ¡Buena suerte, hermano!

A veces tengo la sensación de que existen dos clases de personas: las que se sienten obligadas a decirnos todo lo que puede salirnos mal cuando nos disponemos a adentrarnos en las desconocidas aguas de nuestra irrepetible existencia (Espera y verás, amigo, lo que te espera en este frío y despiadado mundo... Haz caso de lo que te digo...) y las que, de pie en el extremo del muelle, no dejan de animarnos y de tratar de contagiarnos su confianza: "Bon Voyage".

La historia de la psicología esta llena de verdaderos sabios que, en su trabajo con los enfermos, han tratado de descubrir las causas de su enfermedad y de prevenirnos a los demás acerca de lo que puede fallar en nosotros. Todos ellos han estado animados de buena intención, y sus esfuerzos nos han beneficiado a todos, indudablemente. Sin embargo, en esta historia de la psicología hay que reservar un lugar de honor al "padre de la psicología humanística", el desaparecido Abraham Maslow, cuyo principal interés no lo constituyeron los enfermos ni las causas de su enfermedad, sino que consagró la mayor parte de su vida y de sus energías al estudio de los sanos (self-actualizing people, personas capaces de autorrealizarse), preguntándose por las causas de la salud. "Abe" Maslow pertenecía sin duda al tipo de los que te desean un buen viaje. Le interesaba más lo que puede ir bien que lo que puede ir mal, y estaba más

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preocupado por llevarnos a las fuentes de una vida humana plena que por advertirnos de los golpes que podemos recibir mientras tratamos de avanzar por el camino de la vida.

Siguiendo la tradición de la psicología humanista de Maslow, quisiera empezar por ofrecer una descripción de las personas que viven plenamente, además de una serie de observaciones acerca de lo que les permite estar sanas.

A modo de descripción general, digamos que las personas plenamente vivas son aquellas que utilizan todas sus facultades, capacidades y dotes humanas, y que las utilizan al máximo. Estos individuos hacen un uso exhaustivo de sus sentidos externos e internos. Se sienten a gusto y están absolutamente abiertos a la plena experiencia y expresión de todas las emociones humanas y son personas vibrantemente vivas de mente, de corazón y de voluntad. En mi opinión, la mayoría de nosotros sentimos un miedo instintivo a viajar con nuestras máquinas a todo gas. Por razones de seguridad, preferimos tomarnos la vida a pequeñas e inofensivas dosis. La persona plenamente viva, en cambio, "viaja" con la certeza de que, uno está vivo y explota plenamente todas sus dotes y facultades, el resultado será la armonía, y nunca el caos.

Las personas plenamente vivas lo están en todos sus sentidos, tanto externos como internos. Ven un mundo maravilloso; escuchan su música y su poesía; aspiran la fragancia de cada nuevo día y saborean el gusto de cada momento. Por supuesto que sus sentidos también se sienten ofendidos por lo feo y lo fétido. Estar plenamente vivo significa estar abierto a toda la experiencia humana. Subir una montaña requiere un gran esfuerzo, pero la vista que se divisa desde la cima es verdaderamente espléndida. Las personas plenamente vivas poseen una imaginación sumamente activa y un depurado sentido del humor. Y están igualmente vivas por lo que se refiere a sus emociones. Son personas capaces de experimentar toda la gama de sensaciones y sentimientos: admiración, reverencia, ternura, compasión, agonía y éxtasis.

Las personas plenamente vivas son además vivas de mente. Son perfectamente conscientes de la sabiduría que encierra la sentencia de Sócrates de que "la vida no-refleja no es digan de ser vivida". Por eso son personas que cultivan constantemente el pensamiento y la reflexión. Son capaces de hacerle a la vida las preguntas apropiadas, y son lo bastante flexibles como para permitir que la propia vida les haga preguntas a ellos y ellas. No están dispuestos/as a vivir una vida no-refleja en un mundo inexplorado.

Pero sobre todo, estas personas están vivas de voluntad y de corazón. Aman mucho. Aman de veras y se respetan sinceramente a sí mismas. Todo amor empieza por ahí y se construye desde ahí. Las personas plenamente vivas sienten la alegría de estar vivas y de ser quienes son. Y aman a los demás de una manera delicada y sensible. Su actitud fundamental hacia todos es de solicitud y de amor, y

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hay en sus vidas personas que les son tan queridas que la felicidad, el éxito y la seguridad de dichas personas son tan reales para ellas como la felicidad, el éxito y la seguridad propias. Además, son fieles y se entregan totalmente a aquellos a quienes aman de un modo tan especial.

Para estas personas, la vida tiene el color de la alegría y la música de la celebración. Sus vidas no son un perenne cortejo fúnebre. Cada mañana es una oportunidad que se espera con ilusión. Tienen una razón para vivir y una razón para morir. Y, cuando mueran, sus corazones están arda rebosantes de gratitud por todo cuanto les ha sucedido, por su propia manera de ser y por haber podido vivir una hermosa y satisfactoria experiencia. Una amplia sonrisa iluminará todo su ser cuando pasen revista a lo que ha sido su vida. Y el mundo será siempre un lugar mejor, más feliz y más humano por haber ellos vivido, reído y amado en él.

La plenitud de la vida no debe confundirse con el proverbial "lecho de rosas". Las personas que viven plenamente, precisamente por estar plenamente vivas, experimentan, evidentemente, tanto el fracaso como el éxito. Están abiertas tanto al dolor como al placer. Tienen muchas preguntas y algunas respuestas. Lloran y ríen. Sueñan y esperan. Lo único que es ajeno a su experiencia de la vida es la apatía y la pasividad. Pronuncian un enérgico "sí" a la vida y un decidido "amén" al amor. Sienten en su carne las fuertes punzadas del crecimiento -del pasar de lo viejo a lo nuevo-, pero están siempre dispuestas a poner manos a la obra, con su mente en ebullición y su corazón en llamas. Están siempre moviéndose, creciendo, en proceso, en constante evolución.

¿Cómo se consigue ser así? ¿Cómo podemos aprender a unirnos a la danza y a cantar la canción de la vida en toda su plenitud? En mi opinión, lo que hoy sabemos a este respecto puede resumirse y formularse en cinco pasos fundamentales que, por lo general, se dan en el orden que aquí vamos a indicar, y cada uno de los cuales presupone los anteriores. Como se desprenderá de la descripción que hagamos de dichos pasos, aunque cada uno de ellos presuponga los anteriores, como ya hemos dicho, ninguno de ellos se da nunca completamente, sino que cada uno de los pasos seguirá siendo siempre un ideal a alcanzar. En términos de "visión" o de marco básico de referencia, cada uno de los cinco pasos constituye esencialmente una nueva percepción. Cuanto más profundamente hagamos dichas percepciones, tanto más capaces seremos de descubrir la plenitud de la vida.Antes de describir cada uno de ellos, enumeremos brevemente esos cinco pasos esenciales que conducen a la plenitud de la vida:

Aceptarse a sí mismo/aSer uno/a mismo/a.

Olvidarse de sí mismo/a en el amor.Creer.

Pertenecer.

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Evidentemente, todo crecimiento comienza por la aceptación gozosa de sí mismo/a, de lo contrario, vivirá uno perpetuamente enzarzado en una interna, dolorosa e interminable "guerra civil" consigo mismo. En cambio, cuanto más nos aprobemos y nos aceptemos a nosotros/as mismos/as, tanto más nos libraremos de la duda de si los demás nos aprueban y nos aceptan. Somos libres para ser nosotros/as mismos/as con absoluta confianza. Pero, seamos o no auténticos/as al hacerlo, al amarnos y el vivir exclusivamente para nosotros/as nos encierra en un mundo pequeño y mezquino. Hemos de aprender a salir de nosotros/as mismos/as y acceder a unas sinceras relaciones de amor. Pero, naturalmente, la sinceridad de dichas relaciones dependerá directamente de la persona para ser auténtica, para ser ella misma. Una vez liberados de nuestro propio "yo” por el amor, necesitamos tener una fe. Todos hemos de aprender a creer tan profundamente en algo o alguien que llene nuestra vida de significado y de sentido de misión. Y cuanto más se entregue uno a ese significado y a esa misión, tanto más desarrollará su sentido profundo y personal de pertenencia y descubrirá la realidad de la comunidad. Pero fijémonos más en detalle en cada uno de los mencionados pasos.

1. Aceptarse a sí mismo/a

Las personas que viven plenamente se aceptan y se aman a sí mismas tal como son. No viven de la promesa de un mañana incierto ni aspiran a que un día se revele en ellos/as la presencia de unas hipotéticas y desconocidas posibilidades. Por lo general, su propia realidad les hace sentir acerca de sí mismas emociones de afecto y de satisfacción que todos experimentamos cuando nos encontramos con alguien a quien apreciamos y admiramos. Las personas que viven plenamente son muy conscientes de todo lo bueno que hay en ellas, desde cosas tan insignificantes como su manera de sonreír o de andar hasta aquellas virtudes que se han esforzado por cultivar, pasando por los "talentos" con que la naturaleza haya querido dotarlas. Cuando estas personas descubren en sí mismas imperfecciones o limitaciones, saben aceptarlo compasivamente y tratan de comprenderse a sí mismas, en lugar de censurarse. "Además de someterse a una sana disciplina", dice el autor de Desiderata, "sé benévolo/a contigo mismo". La fuente de la plenitud de la vida brota del interior de la persona. Y, desde el punto de vista psicológico, una auto-aceptación gozosa, una buena imagen de sí mismo/a y un adecuado sentido de la auto-celebración constituyen el hontanar de esa fuente que salta incontenible hacia la plenitud de la vida.

2. Ser uno/a mismo/a

Las personas que viven plenamente se ven liberadas, gracias a su auto-aceptación, para ser auténticas y reales. Sólo quienes se han aceptado gozosamente a sí mismos son capaces de asumir los riesgos y responsabilidades inherentes al hecho de ser quienes son. "¡Tengo que ser yo mismo!", repite la letra de una conocida canción; pero a la mayoría de nosotros/as nos seduce

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irresistiblemente el ponernos máscaras e interpretar papeles. Los viejos mecanismos de defensa del yo tienen la función de protegernos de la vulnerabilidad, pero lo que hacen es amortiguar el impacto de la realidad en nosotros, reducir nuestra visibilidad y disminuir nuestra capacidad de vivir. Ser nosotros mismos tiene muchas consecuencias; significa que somos libres para tener y comunicar nuestras propias emociones, ideas y preferencias. Los individuos auténticos pueden pensar sus propios pensamientos y tomar sus propias opciones. Ya no sienten la continua necesidad de contar con la aprobación de los demás ni se "venden" a nadie. Sus sentimientos, pensamientos y decisiones no se "alquilan", sencillamente. Su estilo de vida podría reducirse en el lema "Sé fiel a tu propio yo".

3. Olvidarse de si en el amor

Una vez que han aprendido a aceptarse y a ser ellos mismos/as, los que viven plenamente proceden entonces a ejercitarse en el arte de olvidarse de sí mismos/as, en el arte de amar. Para ello aprenden a salir de sí mismos/as interesándose y preocupándose auténticamente de los demás. Las dimensiones del universo de una persona son las de su corazón. Sólo podremos sentirnos a gusto en el mundo de la realidad en la medida en que hayamos aprendido a amarlo. Los hombres y mujeres que viven plenamente huyen del oscuro y reducido mundo del egocentrismo, que siempre está poblado de un único habitante, y rebosan de una empatía que les permite consentir profunda y espontáneamente con los demás. Debido a su capacidad de acceder al mundo de los sentimientos y emociones de los demás -casi como si se hallaran dentro de los demás, o los demás dentro de ellos-, su propio mundo se agranda considerablemente, a la vez que aumenta enormemente su potencial de experiencia humana. Se han convertido en "personas para los demás" y entre "los demás" hay seres que les son tan queridos que han experimentado personalmente ese sentido del compromiso y la fidelidad propio del "mayor amor" imaginable (Jn. 15,13). Y es que están dispuestos a proteger a sus seres queridos con su propia vida.

No hay que confundir a la persona que ama con la persona caritativa, la cual sólo ve en los demás oportunidades de practicar sus obras de caridad, que contabiliza cuidadosamente. Para las personas que aman, el centro de su preocupación y de su interés no son ellas mismas, sino los demás, por quienes se preocupan profundamente. La diferencia entre las personas caritativas y las personas que aman es la misma diferencia que hay entre una vida que no es más que representación escénica y una que es un acto constante de amor. El verdadero amor no puede ser imitado. Nuestra preocupación e interés por los demás tienen que ser auténticos; de lo contrario, nuestro amor no significa nada. Al menos una cosa es segura: no es posible aprender a vivir sin aprender a amar.

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4. Creer

Después de haber aprendido a superar el interés puramente egocéntrico, las personas que viven plenamente descubren un "sentido" en sus vidas. Un sentido que reside en lo que Viktor Frankl denomina "vocación o misión específica en la vida". Consiste en el compromiso con una persona o causa en las que uno puede creer y a las que puede consagrarse. Este compromiso de fe configura la vida de las personas que viven plenamente, haciendo que todos sus esfuerzos resulten significativos y valiosos.

La dedicación a semejante proyecto de vida les hace elevarse por encima de la pequeñez y la mezquindad que inevitablemente corroen y devoran las existencias carentes de sentido. Cuando la vida humana no tiene dicho sentido, uno se ve casi necesariamente abocado a buscar desesperadamente sensaciones, y lo único que puede hacerse es "experimentar", buscando continuamente nuevos "placeres", nuevas formas de romper la monotonía y el aburrimiento de una vida estancada. Una persona carente de sentido en su vida suele perderse, por lo general, en la selva del autoengaño químicamente inducido (drogas, alucinógenos, etc.), en la neblina del alcohol, en la constante urgencia de rascarse aún cuando no exista picazón. Debemos encontrar una causa en la que creer; de lo contrario, nos pasaremos el resto de la vida tratando de resarcirnos de su falta.

5. Pertenecer

El quinto y último componente de la vida en plenitud sería, indudablemente, "un lugar llamado hogar", el sentido de la comunidad. Una comunidad es una unión de personas que tienen algo en común, que comparten mutuamente lo más valioso que poseen: ellas mismas. Son personas que se conocen y están abiertas unas a otras, que están al servicio de las otras, que comparten con amor su ser y su vivir. Las personas que viven plenamente poseen este sentido de pertenencia (a sus familias, a su Iglesia, a la familia humana...). Para ellas hay otras personas con las que se sienten absolutamente cómodas y a gusto y con las que experimentan un sentido de pertenencia mutua; existe un lugar en el que se notaría la ausencia de dichas personas y se lloraría su muerte. Cuando están con estas personas, las personas que viven plenamente encuentran la misma satisfacción en dar que en recibir. Naturalmente, el sentimiento contrario, el aislamiento, es siempre reductor y destructivo y nos conduce irremediablemente a los abismos de la soledad y la alienación, donde no hay más alternativa que perecer. La irreductible ley impresa en la naturaleza humana es ésa: siempre seremos individuos, pero nunca seremos meros individuos. Ningún hombre o mujer es una isla. Las mariposas son libres, pero nosotros necesitamos el corazón como hogar de nuestro propio corazón. Las personas que viven plenamente poseen esa profunda paz y contento que sólo puede experimentarse en un hogar como ése.

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Hasta aquí el perfil o retrato de las personas que viven plenamente, cuya pregunta fundamental a la hora de encarar la vida, después de haber dado con éxito los cinco pasos reseñados, es la siguiente: ¿Cómo puedo experimentar, disfrutar y sacarle el jugo más plenamente a este día, a esta persona, a este acontecimiento....? Las personas de estas características viven siempre en una ilusionada situación de crecimiento. Sus palabras y sus obras son, por lo general, más constructivas que destructivas, y sus actitudes son más flexibles que rígidas. Son capaces de mantener unas relaciones constantes y satisfactorias y se sienten relativamente libres de los síntomas físicos y psicológicos producidos por el stress.Se comportan y funcionan adecuadamente, en proporción a sus talentos, y demuestran su capacidad de adaptación y su seguridad cuando se impone el cambio o cuando tienen que tomar una decisión que vaya a modificar el curso de su vida.Todos querríamos ser como esas personas y, de hecho, todos podemos parecernos a ellas. En último término, es un asunto de visión. Son nuestras percepciones las que nos hacen ser personas fragmentadas o personas de "una pieza". La salud es, básicamente, una actitud interior, una visión de la vida.

¡BON VOYAGE!

(Tomado del libro “Plenamente humano, Plenamente vivo”, de John Powell, Santander, Sal Terrae, 1995).

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La AutoestimaLa Autoestima

La definición correcta del término autoestima es materia de debate en las diferentes escuelas psicológicas y en áreas fuera del enfoque científico para el bienestar mental humano. Particularmente, en la corriente de la Nueva Era, las definiciones suelen ir en el sentido de halagar al creyente.

Proponemos, a continuación, algunas definiciones que nos pueden orientar en este campo:

Es un sentimiento valorativo interno del ser de una persona, de su manera de ser, de quién es, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran la personalidad.

Es la manera como se siente, se piensa y se valora una persona con respecto a sí misma, que se refleja en la forma en que actúa. Se basa, pues, en los pensamientos, sentimientos y experiencias que se tienen a lo largo de la vida.

No es innata, sino que se aprende. No es un estado rígido, sino que puede cambiar y mejorar. Puede ser consciente o inconsciente.

Es una causa importante de los éxitos y los fracasos, ya que una autoestima adecuada, potenciará la capacidad de la persona para desarrollar sus habilidades y aumentará el nivel de seguridad personal, mientras que una autoestima baja enfocará a la persona hacia la derrota y el fracaso.

Baja autoestima (negativa) y sus causas

Existen muchas personas que pasan la mayor parte de su vida con una autoestima baja, pensando que no sirven para nada o que valen muy poco. Estas personas esperan siempre ser engañadas, pisoteadas, menospreciadas por los demás, y como anticipan lo peor, lo atraen y por lo general, les llega. Como defensa se ocultan detrás de un muro de desconfianza y se hunden en la soledad y el aislamiento. Así, aisladas de los demás, se vuelven apáticas, indiferentes hacia sí mismas y hacia las personas que las rodean.

Los traumas emocionales

Una de las causas de una baja autoestima podría ser el conjunto de experiencias traumáticas que una persona ha sufrido durante su vida, especialmente en su infancia. La persona ha sufrido golpes (traumas) o heridas que no han sido resueltos y de los que en muchos casos, ni siquiera se es consciente de ellos. Estos sentimientos se manifiestan de muchas formas: odio contra uno mismo,

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ansiedad, agresividad, repentinos cambios de humor, culpas, reacciones exageradas o desproporcionadas, hipersensibilidad, encontrar el lado negativo en situaciones positivas o sentirse impotentes y autodestructivos (alcohol, droga, alimentación dañina, descuido de la salud integral), timidez, vergüenza, miedos exagerados, trastornos psicosomáticos, etc.

Muchas de las heridas emocionales que ha sufrido una persona, especialmente en su niñez, pueden causarle trastornos psicológicos, emocionales y físicos, como cáncer, úlceras estomacales, hipertensión, trastornos cardíacos y alimentarios, problemas en la piel, depresiones, etc., produciendo dificultades en la vida, como conflictos serios en el trabajo, disminución de la energía y de la capacidad creativa, relaciones matrimoniales desastrosas, dificultad para hacer o conservar amigos, poco entendimiento con las hijas e hijos, etc.

Violencia familiar

Otra causa podría ser la violencia familiar, en la que tanto las víctimas como los victimarios poseen muy baja autoestima Por un lado, la víctima es alguien al que maltratan sin que ésta pueda poner límites y no se da cuenta de que está siendo abusada; por otro lado, los victimarios compensan lo inferior que se sienten, maltratando y abusando, en este caso, a un familiar.

Existen padres, madres, docentes o cuidadoras de niños (chinas) que humillan, desprecian, no prestan atención, se burlan o se ríen del niño (o de la niña) cuando pide ayuda, siente dolor, tiene un pequeño accidente, necesita que lo defiendan, expresan miedo, piden compañía, buscan protección, tienen vergüenza, etc. Esta clase de trato a los niños se completa con otro totalmente opuesto, con el que se le demuestra al niño que es "querido y bonito" creándole una gran confusión. Peor aún si estas muestras de “cariño” son aparentes o fingidas, lo que trae como consecuencia un peso negativo en la formación y en el desarrollo de sus capacidades.

Cuando la persona afectada es adulta, transmitirá la humillación o el maltrato a personas más pequeñas o vulnerables. Es una cadena hereditaria de abuso, ya que el desprecio y la vergüenza vivida en la infancia son la fuente de los problemas que afectan en la vida adulta y los causantes de la baja autoestima.

Maltrato emocional

La principal y más generalizada forma de violencia contra un niño es el maltrato emocional. Hay muchas maneras pasa asustarlo y hacer que se sienta culpable e intimidado, sin recurrir a la violencia física. El niño acaba siendo atormentado con sentimientos y pensamientos de miedo o terror, inseguridad, desprotección, etc., que no pueden comunicar ni compartir con nadie, solamente aprendiendo a

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soportar el dolor, el miedo y el silencio. El resultado final será un adulto con una baja autoestima.

Ninguna forma de maltrato es educativa y ningún mensaje que culpabiliza, critica, acusa, insulta o reprocha es un buen estímulo para nadie. Y menos en la infancia, cuando no hay posibilidades de defenderse, protegerse o entender que es la impotencia y el desconocimiento de otras formas de trato, lo que lleva a los padres y madres a actuar de esta manera.

Entendamos que los padres y madres que dañan la autoestima de sus hijos o hijas no siempre lo hacen intencionalmente, ya que ellos fueron educados del mismo modo. Sin embargo, también debemos entender que no podemos hacernos cargo toda la vida de los problemas que amargaron o hicieron de nuestros padres y madres personas mártires o dictadoras. Conviene averiguar de qué manera nos afectaron esas actitudes, para comenzar a liberarnos de sus efectos y no repetir nada de esto con los propios hijos e hijas, con nuestros estudiantes, con cualquiera de los niños o niñas que puedan estar a nuestro cuidado.

Comparaciones

Otra de las causas por las que las personas llegan a desvalorizarse, es la comparación con los demás, destacando en éstos las virtudes en las que son superiores. Por ejemplo, sienten que no llegan a los rendimientos que otros alcanzan; creen que su existencia no tiene una finalidad, un sentido y se sienten incapaces de otorgárselo; sus seres significativos los descalifican y la existencia se reduce a la de un ser casi sin ser. No llegan a comprender que todas las personas son diferentes, únicas e irrepetibles, por lo que se consideran menos que los demás.

La Sociedad

La sociedad cumple una función muy importante para la persona, ya que a partir de la cultura social, la familia adopta diferentes pautas o formas de vida que son transmitidas a sus miembros y determinan o ayudan a formar la personalidad de cada uno, teniendo a ésta como modelo social.

La persona que tiene poca confianza de su capacidad dentro de la sociedad, tiende a buscar roles sometidos y evita las situaciones que requieren asumir responsabilidades.

En nuestra sociedad el nivel de autoestima de una persona está en cierta medida, ligado a lo que hace para ganarse la vida. Por ejemplo, una persona puede alcanzar una posición social elevada y sin embargo, tener una baja autoestima. Puede tener conciencia de la importancia que tiene, pero aun así considerarse a sí misma, un ser humano despreciable, indigno de respeto y del afecto de los demás.

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Puede experimentar sentimientos crónicos de inferioridad porque no es bien parecida, puede sentir que es físicamente débil o cobarde, o puede considerarse condenada a causa de su identidad étnica.

Los criterios por los que la persona se evalúa a sí misma son culturales. Algunos de estos criterios son si sos gordo, flaco, lindo, feo, blanco, negro o moreno; rubio, pelo liso, crespo o murruco, o si tenés la capacidad para luchar, honestidad, capacidad para soportar el dolor, la astucia para ganar dinero, los modales, la capacidad para manipular a las demás personas, etc.

Toda persona se ve a sí misma desde el punto de vista de los grupos en que participa y todo aquello que piensen de ella influirá positiva o negativamente en la personalidad o forma de pensar.

Actitudes o posturas habituales que indican autoestima baja

Autocrítica dura y excesiva que mantiene a la persona en un estado de insatisfacción consigo misma.

Hipersensibilidad a la crítica, por la que se siente exageradamente atacada, herida; echa la culpa de los fracasos a los demás o a la situación; cultiva resentimientos tercos contra sus críticos.

Deseo innecesario por complacer, por el que no se atreve a decir NO, por miedo a desagradar y a perder la buena opinión del peticionario.

Perfeccionismo, autoexigencia esclavizadora de hacer "perfectamente" todo lo que intenta, que conduce a un desmoronamiento interior cuando las cosas no salen con la perfección exigida.

Culpabilidad neurótica, por la que se acusa y se condena por conductas que no siempre son objetivamente malas, exagera la magnitud de sus errores y delitos y/o los lamenta indefinidamente, sin llegar nunca a perdonarse por completo.

Hostilidad flotante, irritabilidad a flor de piel, siempre a punto de estallar aún por cosas de poca importancia, propia del supercrítico a quién todo le sienta mal, todo le disgusta, todo le decepciona, nada le satisface.

Tendencias defensivas, un negativo generalizado (todo lo ve negro: su vida, su futuro y, sobre todo, su sí mismo) y una inapetencia generalizada del gozo de vivir y de la vida misma.

La persona con baja autoestima es indecisa, se le dificulta tomar decisiones, tiene miedo exagerado a equivocarse. Sólo toma una decisión cuando tiene seguridad, en un cien por ciento, que obtendrá los resultados.

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Piensa que no puede, que no sabe nada. No valora sus talentos. Mira sus talentos pequeños, y los de los otros los ven grandes. Le tiene miedo a lo nuevo y evita los riesgos. Es muy ansiosa y nerviosa, lo que la lleva a evadir situaciones que le dan angustia y temor.

Es muy pasiva, evita tomar la iniciativa. Es aislada y casi no tiene amigos. No le gusta compartir con otras personas. Evita participar en las actividades que se realizan en su centro de estudio o en su trabajo. Teme hablar con otras personas. Depende mucho de otras personas para hacer sus tareas o realizar cualquier actividad. Se da por vencida antes de realizar cualquier actividad. No está satisfecha consigo misma, piensa que no hace nada bien.

No conoce sus emociones, por lo que no puede expresarlas. Debido a que no tiene valor, le cuesta aceptar que la critiquen. Le cuesta reconocer cuando se equivoca. Maneja mucho sentimiento de culpa cuando algo sale mal. En resultados negativos busca la culpa en otros. Cree que es fea, ignorante. Se alegra ante los errores de otros.

No se preocupa por su estado de salud. Es pesimista, cree que todo le saldrá mal. Busca lideres para hacer las cosas. Cree que es una persona poco interesante. Cree que causa mala impresión en los demás. Le cuesta obtener sus metas. No le gusta esforzarse. Siente que no controla su vida.

¿Cómo sanar la autoestima herida en la infancia?

Para comenzar a ejercitarse en desaprender lo negativo que le inculcaron y sanar a ese niño que quedó escondido y herido en la persona, ésta puede y debe ir reemplazando las viejas ideas que construyó por otras.

Repetir estas afirmaciones con frecuencia es una manera de comunicarse consigo misma, de ayudarse a adquirir seguridad y tener presentes sus derechos:

Realizo mis elecciones y acciones con responsabilidad y sin temor. Solo yo decido el modo como utilizo mi tiempo, pongo límites a quienes no

respetan esto, hago acuerdos para combinar mi tiempo con el de otros sin someterme.

Me aplico a mi trabajo con responsabilidad, pero si algo no va bien, no es porque yo sea un fracaso sino que todavía tengo que aprender más.

Me hago responsable del modo como trato a los demás y evito repetir lo que a mí me hizo sufrir.

Tengo confianza en poder resolver lo mejor posible cualquier situación. Aprendo a comunicar mis sentimientos y respeto los de otros. Cambio mis opiniones sin temor si me doy cuenta que no eran correctas. Soy una persona valiosa, capaz, creativa y estoy abierta para cambiar

todos los aspectos de mi vida.

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Si una persona tiende a valorarse de esta manera se trasforma la guía de su propia vida y está protegida de sentir culpas irracionales, de creerse incapaz, mala o inútil, de tener que complacer para ser aceptada.

El primer paso para que una persona pueda salir de su autoestima baja es tomar conciencia de su situación. Posteriormente, podría ser necesaria e importante la ayuda de un especialista (psicólogo, psiquiatra), además del apoyo de quienes la rodean, durante el tratamiento o el proceso de recuperación.

Autoestima positiva

La persona con una autoestima positiva tiene las siguientes características:

Cree firmemente en ciertos valores y principios, está dispuesta a defenderlos aún cuando encuentre fuerte oposiciones colectivas, y se siente lo suficientemente segura como para modificar esos valores y principios si nuevas experiencias indican que estaba equivocada.

Es capaz de actuar según crea más acertado, confiando en su propio juicio, y sin sentirse culpable cuando a otros le parece mal lo que haya hecho.

No emplea demasiado tiempo preocupándose por lo que haya ocurrido en el pasado, ni por lo que pueda ocurrir en el futuro.

Tiene confianza en su capacidad para resolver sus propios problemas, sin dejarse acobardar por los fracasos y dificultades que experimente.

Se considera y realmente se siente igual, como persona, a cualquier otra persona, aunque reconoce diferencias en talentos específicos, prestigio profesional o posición económica.

Da por supuesto que es una persona interesante y valiosa para otros, por lo menos para aquellos con quienes se asocia y convive.

No se deja manipular por los demás, aunque está dispuesta a colaborar si le parece apropiado y conveniente.

Reconoce y acepta en sí misma una variedad de sentimientos e inclinaciones tanto positivas como negativas, y está dispuesta a revelarlas a otra persona, si le parece que vale la pena.

Es capaz de disfrutar diversas actividades como trabajar, jugar, descansar, caminar, estar con amigos, divertirse, bailar, cantar, etc.

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Es sensible a las necesidades de los otros, respeta las normas de convivencia generalmente aceptadas, reconoce sinceramente que no tiene derecho a mejorar o divertirse a costa de los demás.

Autoestima elevada o aureolada (negativa)

Con este concepto nos referimos al narcisismo o una autoestima elevada. El narcisismo es el amor excesivo hacia uno mismo o de algo hecho por uno mismo, por eso se dice que una persona es narcisista cuando está enamorada de sí misma, de lo que piensa, de lo que hace, de cómo es, de cómo se viste, etc., pero no del propio ser, sino de la imagen del yo.

En relación al narcisismo hay que tener en cuenta dos elementos, uno es la imagen, que es como la persona se ve exteriormente y la otra es la excesiva autoestima de la persona. La representación del narcisismo en el niño son simplemente las palabras e imágenes que les transmitieron sus padres, cuando estos padres tendieron excesivamente a brindarle al niño todos las afecciones y negaron o se olvidaron de señalarle sus límites o defectos.

Alguien con una autoestima elevada o aureolada no necesita competir, no se compara, no envidia, no se justifica por todo lo que hace, no actúa como si "pidiera perdón por existir", no cree que está molestando o haciendo perder el tiempo a otros, se da cuenta de que los demás tienen sus propios problemas en lugar de echarse la culpa "por ocasionar molestias", se siente por encima de todo el mundo y acaba despreciando a los demás.

La persona con autoestima elevada piensa que puede hacerlo todo, no hay nadie mejor que ella. Cree tener siempre la razón y que no se equivoca. Es segura de sí misma en extremo, pero la hace no ver los riesgos de sus acciones. Cree que todas las personas la aman. Habla en extremo y es escandalosa. No toma en cuenta a nadie para hacer sus tareas o realizar cualquier actividad. Por lo general la gente la rechaza, por sabelotodo.

Se ama en forma enfermiza a sí misma. Es vanidosa, pero en caso extremo llega al narcisismo. (Narciso era un hermoso joven que todos los días iba a contemplar su propia belleza en un lago. Estaba tan fascinado consigo mismo que un día se cayó dentro del lago y se murió ahogado).

Se siente atractiva (no necesariamente en el aspecto físico). Cree que es la persona más interesante del planeta. Tiene mucha seguridad en sí misma. Cree que le gana a cualquiera en todo. Cree que es el cuerpo más bello. Cree que impacta a cualquiera que la conoce. Le gusta que la alaben. Cree que todas las personas están obligadas a amarla. Siente que realmente es “su mejor amig@”. Cree que nunca se equivoca, pero ataca a los demás cuando se equivocan. Siente

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que nadie es más que ella como persona. Casi siempre tiene una actitud amigable con los demás; los acepta sin juzgarlos.

Se siente feliz y plenamente a gusto consigo misma. Cuida en forma enfermiza de su salud. Optimista en extremo. Siente que merece tener más que los demás. Quiere tener lo mejor en ropa, perfume, y objetos materiales. Ególatra, megalómana.

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El vacío existencial y el modo El vacío existencial y el modo óptimo de superarlo óptimo de superarlo

Alfonso López QuintásAlfonso López Quintás En el Canto del Pájaro, Anthony de Mello transcribe un diálogo con un mono:

¿Qué demonios estás haciendo?- le pregunté al mono cuando le vi sacar un pez del agua y colocarlo en la rama de un árbol.

-Estoy salvándole de perecer ahogado- me respondió.

Veamos de cerca lo que ha pasado aquí. El mono estima que todos los seres vivos se ahogan en el agua porque ésta les impide respirar, recibir el oxígeno que necesitan para su metabolismo. Pero se da la circunstancia de que el pez es justamente en el agua donde puede respirar. Su elemento natural es, por tanto, el agua. Al salir de ese elemento, no puede vincularse con la realidad externa que le permite existir: el oxígeno. Se queda vacío. Y se ahoga. No se ahoga por anegamiento, como cree el mono, sino por asfixia, es decir por falta de algo que necesita, de algo que necesita vitalmente.

Todo ser vivo, para actuar como tal, para desarrollar sus funciones vitales, necesita vincularse con realidades distintas de él pero destinadas a ensamblarse fecundamente en su vida. Estas realidades que son distintas de un ser pero no extrañas ni ajenas, constituyen su entorno vital, el elemento en el que están llamadas a vivir y desarrollarse. Cuando se hallan en su elemento, se encuentran llenas, satisfechas, exuberantes. Si se alejan de tal elemento, sienten un vacío asfixiante, demoledor.

¿Cuál es el «elemento» propio del hombre en cuanto ser espiritual? ¿Qué entorno le facilita cuanto necesita para vivir plenamente su vida personal? Mucho nos va en saberlo, porque aquí nos jugamos la posibilidad de vivir una existencia auténtica y llegar a la plenitud.Para contestar debidamente a esas preguntas, hemos de tratar varios puntos concatenados:1. Qué se entiende por «vacío existencial».2. Causas que provocan el vaciamiento de sí mismo.3. Consecuencia de este proceso degenerativo.

Una vez aclarados estos puntos, estaremos en disposición de descubrir el modo óptimo de colmar el vacío interior y alcanzar la plenitud personal.

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¿Qué es el «vacío existencial»?

Metámonos en una situación de vacío espiritual, para sentir su efecto escalofriante. Oigan este breve poema escrito por unos estudiantes de la universidad de la bellísima Heidelberg:

«Gritamos hasta que el mundo se precipite sobre nosotros.Hasta que sepa por qué tenemos que gritarSomos la generación sin moral porque ya nopodemos creer en nada,Somos la generación sin sentido,Un puro ser perdido en el vacío,Una carcajada de angustia ante lo inefable».

Una carcajada de angustia ante lo inefable... ¡Pobre chicos! ¡Qué bien describen el vacío de su existencia! Son conscientes de que están bordeando la catástrofe: el mundo se les viene encima porque carecen de moral, y su vida está privada de sentido porque no pueden creer en nada. Esta falta de auténtico ideal los deja suspendidos ridículamente sobre el vacío. Ridículamente, porque la risa cómica brota cuando el hombre desciende bruscamente de un nivel superior a otro inferior. Cuando tal descenso no es pasajero sino estable, la comicidad se trueca en tragedia. Por eso se ven convertidos en una «carcajada angustiosa».

Se trata de una carcajada vacía, hueca. La Estética nos enseña que pueden darse formas muy distintas de risa. Esta es una risa hueca porque responde a una caída hacia el vacío espiritual, hacia un estado en el cual se carece de cuanto uno juzga indispensablemente para vivir cabalmente. La forma de vacío es tanto más radical cuanto más indispensable es aquello de que está uno privado. Estos jóvenes se ven privados de un ideal convincente y persuasivo que pueden adoptar entusiásticamente como meta de la vida. Al no tener el impulso interior que otorga el ideal, su vida se reduce a mera agitación, a dar vuelta sobre el propio eje sin avanzar. No tiene por tanto, sentido.

Una vida sin ideal y sin sentido es una vida vacía. ¿Vacía de qué? Para contestar a esa pregunta inquietante debemos aclarar cuál es el ideal auténtico del hombre en cuanto ser personal.

El verdadero ideal del ser humano

El ideal no se reduce a una mera idea. Es una ideamotriz, una idea que encarna un valor tan alto que polariza en sí —como una clave de bóveda— los demás valores y es asumido por nosotros como valor supremo a realizar en la propia vida. Esta realización se proyecta como una meta altísima a conseguir en el futuro, pero desde el futuro revierte sobre nuestro presente y nos impulsa a actuar. Si tal impulso está orientado hacia la realización cabal de nuestra personalidad, nos lleva a la edificación de nuestro ser y colma de sentido nuestra existencia, con todos sus actos. Por el

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contrario, si nos conduce a una vía que no responde a nuestra auténtica vocación y misión de hombres y mujeres, quita sentido a nuestra existencia, la torna literalmente insensata, absurda.

La investigación actual de las diferentes vertientes del hombre —ética, política, biología, estética, antropológica...— confluyen en una idea decisiva: el ideal auténtico del hombre, el que muestra capaz de integrar todas sus energías y llevar su personalidad al máximo desarrollo, consiste en la fundación de los modos más elevados de unidad con las realidades del entorno, sobre todo con las más valiosas. El ideal verdadero del hombre consiste en la realización de modos auténticos de encuentro.

El hombre, «ser de encuentro»

El hombre nace muy menesteroso aunque lo haga a los nueve meses. Sus sistemas inmunológicos, enzimáticos y neurológicos están a medio gestar, muy inmaduros. ¿Por qué dispuso el Creador ese anticipo y esa menesterosidad del hombre al nacer? Sin duda para aliviar a las madres. Pero también por otra razón todavía más valiosa, tan valiosa que, si la meditamos bien, es capaz de cambiar radicalmente nuestra mentalidad. El hombre nace con un año de antelación para acabar de troquelar su ser fisiológico y psicológico en relación a su entorno. El entorno propio del hombre es en primer lugar su madre luego el padre y los posibles hermanos, es decir, el hogar. Por eso hoy los biólogos recomiendan vivamente a las madres que, a ser posible, amamanten de por sí a sus hijos y los cuiden. Cuidar a un bebé, no se reduce a asearlo. Significa sobre todo, acogerlo, hacerle sentir el calor de la ternura.

La ternura —como hemos visto— no la descubre el niño por introspección, analizando lo que acontece cuando se siente tierno; la descubre en las manos que lo atienden con cariño. De forma semejante, amamantar a un bebé no es sólo alimentarlo. Es brindarle un ámbito de acogimiento. El bebé lleva inscrito en las espiras del ADN, en los genes, el instinto de succión y la tendencia a asirse a los senos maternos. Necesita ineludiblemente fundar con la madre una «urdimbre afectiva» —en bella expresión de Rof Carballo—, una trama de afecto, una relación de encuentro. Está demostrado que este proto-encuentro, el primero y primario, es decisivo para garantizar un desarrollo normal del niño. Ciertos brotes patológicos de violencia que a veces surgen en la juventud proceden de la falta de tal relación acogedora en los primeros momentos de la vida.

El hombre es «un ser de encuentro»: se constituye, desarrolla y perfecciona creando encuentros. El que no se encuentra con nada ni con nadie no vive como persona. El encuentro es el ámbito natural de constitución y desarrollo de la persona. En su «elemento vital».

Nada nos interesa tanto como precisar con todo cuidado en qué consiste el encuentro. El encuentro no se reduce a mera vecindad, a yuxtaposición

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tangencial, a mero choque. Este es un encontronazo, no un encuentro. Por encuentro ha de entenderse en sentido riguroso, el entreveramiento activo de dos o más realidades que son centros de iniciativa, que ofrecen ciertas posibilidades y pueden recibir las que son ofrecidas. Tú tienes posibilidades en orden a clarificar un asunto y me las ofreces. Yo las recibo activamente en cuanto las acepto y te ofrezco a mi vez las que yo poseo. Si tú las recibes de la misma forma, potenciamos nuestros seres al unir nuestros campos de posibilidades. Ese modo de unión es un encuentro, en este caso un encuentro dialógico, un diálogo.

Así entendido, el encuentro no es fácil de realizar. No tiene lugar automáticamente cuando se eliminan las distancias entre dos seres. Exige, en primer lugar, una actitud de generosidad. El que es generoso es respetuoso. Sabe que constituye un centro de iniciativa, pero reconoce de buen grado que también los demás presentan esa característica y está dispuesto a respetarlos en lo que son y en lo que están llamados a ser. Este respeto al provenir de la generosidad es activo; no sólo deja a las demás personas que se desarrollen libremente, sino que colabora con ellas para lograr su plenitud. Esa colaboración se concreta primordialmente en el encuentro, ya que encontrarse es la vía por excelencia para realizarse.

Esta actitud de respeto se extiende a todas las realidades del entorno, incluso las no personales. El hombre generoso tiende a considerar las realidades que se relacionan con él no sólo como objetos, sino como «ámbitos de realidad». En el mundo existen objetos: realidades que pueden ser medidas, delimitadas, tocadas, manejadas... Muchas de ellas le ofrecen al hombre ciertas posibilidades, y, en cuanto lo hacen, adquieren un modo de ser distinto; ganan cierto poder de iniciativa, de diálogo, de intercambio de posibilidades. Dejan de ser meros objetos para convertirse en campos de realidad, algo más flexible, más activo, menos delimitable que los objetos. Un barco, por una parte, presenta las condiciones propias de todo objeto: es mensurable, asible, delimitable... Pero, por otra parte, ofrece al hombre una serie de posibilidades: comer, dormir, hablar, pescar, navegar... En la relación con el hombre, un mismo barco puede ofrecer distintas posibilidades y adquirir un sentido diferente. El ser del barco gana una especial movilidad cuando se lo ve como ámbito y no sólo como objeto.

Un piano, como mueble, es un mero objeto. En cuanto instrumento, debe ser visto como un ámbito, una fuente de posibilidades. Un pianista, al interpretar una obra en un piano, se entrevera con él en cuanto ámbito, porque intercambia sus posibilidades de tocar con las posibilidades de sonar que le ofrece el piano.

Esta distinción de objetos y ámbitos es decisiva porque el encuentro —notémoslo bien— no es posible entre objetos, sino sólo entre ámbitos. Al advertir esto, descubrimos otras exigencias del encuentro. Si éste implica un entreveramiento de ámbitos, no mera posesión de objetos, para encontrarnos con una realidad necesitamos:

apertura de espíritu, voluntad de acogimiento;

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sencillez, reconocimiento de la necesidad que uno tiene de otras realidades para ser creativo y desarrollarse personalmente;

fidelidad creadora, tenacidad en el propósito de cumplir las promesas realizadas.

paciencia, atenencia a los ritmos naturales; imaginación creadora, capacidad de trascender lo sensible inmediato para

penetrar en aspectos superiores de la realidad.

Las virtudes y el logro del ideal

Estas exigencias y otras afines, se denominan en castellano «virtudes». Para los latinos las virtudes eran «virtutes», fuerzas, capacidades. Vistas con hondura, las virtudes son capacidades para lograr el ideal. Las virtudes no son un lujo que se permiten adquirir ciertas personas especialmente preocupadas por el cultivo del espíritu. Son siempre y radicalmente, las condiciones de toda actividad creadora del hombre, creadora sobre todo de modos relevantes de unidad. Por eso las virtudes no se tienen. El hombre se torna virtuoso cuando configura su ser personal de tal forma que se adapta a la creación de encuentros. Por el contrario, se vuelve vicioso cuando va conformando su ser de tal modo que le resulta muy difícil crear modos elevados de unidad y se entrega a modos fusionales de unión que empastan y alienan, o bien renuncia a toda unidad para alejarse y dominar.

Cuando se ejercitan las virtudes y se instauran modos de encuentro, éstos deparan los mejores frutos: alegría, entusiasmo, felicidad paz, amparo, júbilo festivo, libertad interior. El hombre no es libre cuando elige arbitrariamente lo que responde a sus apetencias inmediatas. Empieza a ser libre cuando elige en cada momento no lo que sacia sus apetitos sino lo que debe elegir para lograr el ideal. Esta forma de elegir supone la capacidad de tomar distancia frente a los propios intereses inmediatos y egoístas. El poder de sobrevolar la vida entera y optar en virtud del ideal que lo corona todo constituye la quintaesencia de la libertad interior.

Ahora estamos en disposición de responder a la pregunta que hicimos antes: ¿De qué se vacía el hombre que no tiene un ideal adecuado? Se vacía de gozo, entusiasmo, felicidad, amparo, paz, júbilo festivo, libertad interior. Nietzche, mirando al futuro que se avecinaba en Europa, lamentó la suerte de los que viven sin un hogar espiritual. El ser humano se queda sin hogar, al descampado, cuando deja de crear vínculos auténticos. Tener hogar es «habitar», en sentido transitivo. Habitar la casa tiene un valor creativo que no presenta el mero habitar en una casa. Habitar una casa es instaurar en ella un hogar, convertirla activamente en hogar, lugar donde arde el fuego del amor que crea auténtica unidad. El vacío espiritual deja al hombre desvalido, sin hogar, porque tal vacío supone justamente la falta de encuentro, la soledad.

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Esta soledad desamparada provoca mil desajustes psíquicos en el hombre, que es un ser llamado a encontrarse. Un grupo de antiguos alumnos de la Universidad de Harvard, todos ellos profesionalmente brillantes y triunfadores, manifestaron en una encuesta que se sienten amargamente insatisfechos porque su vida está vacía. ¿Vacía de qué y vacía por qué? Debemos estudiarlo muy a fondo, pues las consecuencias de esa vaciedad e insatisfacción son excesivamente graves.

Intentos ilusos de superar el vacío existencial

Según hemos visto, el vacío espiritual procede de la falta de encuentro, de la soledad de desarraigo. Esta forma de soledad antinatural es provocada por el proceso de vértigo. Con ello llegamos al punto culminante de nuestro análisis.

Hoy día se está fomentando masivamente en la sociedad, a través de los medios de comunicación, la entrega a las diversas formas de vértigo. Se conceden amplias libertades para el vértigo y se proclama que se conceden a las gentes dosis nunca alcanzadas de libertad. Es una trampa estratégica que los manipuladores tienden al pueblo para privarlo de la auténtica libertad —que es «libertad para la creatividad»— y someterlo fácilmente a servidumbre espiritual.

Este fomento del vértigo supone una subversión de valores: se concede la primacía a los valores más bajos de la llamada «escala de valores» y se deprecian los más altos. En la actualidad, la sociedad está sufriendo los efectos de una revolución solapada: la revolución del Nihilismo. Se provocan toda suerte de vértigos, con el fin artero de que el hombre entregado a los mismos pierda el sentido de su vida y se quede en vacío. Con ello le parecerá que nada tiene razón de ser, nada vale la pena, y todo debiera ser destruido. El vértigo aboca siempre a la destrucción. Este frenesí destructivo deja al hombre suspendido sobre el vacío.

¿Es posible colmar ese vacío?

El vacío existencial produce una sensación de profundo desamparo e invalidez. El hombre egoísta que toma como meta o ideal de su vida el satisfacer sus propias apetencias desconoce la eficacia de la creación generosa de vínculos con otros seres y cae en la ilusión de pensar que para superar el vacío interior basta dominar cosas y personas, o bien dejarse dominar por ellas. Parecen dos actitudes antagónicas, pero son de la misma especie porque se dan en la línea del dominio, no de la creatividad.

El que adopta una actitud básica de egoísmo individualista puede hacerse la ilusión de que, aislándose en sí, cobra poderío, autarquía, independencia. Esta suposición gratuita le lleva a aislarse en una forma de subjetividad desarraigada, que es polarmente opuesta a de la auténtica interioridad porque no está abierta al diálogo con los seres más profundos y valiosos. Tal aislamiento en los límites cerrados del yo anula de raíz la creatividad, que es siempre dual, implica la

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apertura a realidades que ofrecen posibilidades para actuar con sentido. Eso falta de creatividad acrecienta el desvalimiento del hombre.

Esta mayor inseguridad insta a colmar el vacío por una vía distinta: la salida de sí. Pero el hombre encapsulado en sí por el individualismo egoísta no entiende tal salida como una apertura al encuentro, sino como una evasión, una pérdida de sí. Tal pérdida se lleva a cabo mediante:

la evasión hacia el pasado o hacia el futuro; la abstracción intelectual sin compromiso; el desmadre imaginativo; la adición a los juegos de azar; la entrega a la «diversión» o «disipación».

Disiparse es relacionarse con seres que no permiten el encuentro porque son distintos, externos y extraños a uno, y no pueden llegar a hacerse íntimos. Sólo pueden convertirse en íntimos los «ámbitos», no los objetos, porque con ámbitos cabe encontrarse. Los objetos podemos dominarlos, ponerlos a nuestro servicio, pero no podemos encontrarnos con ellos. Si yo consagro mi atención y mi dedicación a realidades que nunca pueden entrar en juego creador conmigo, y no pueden hacerse en ese sentido íntimo, me entrego a algo distinto y externo, me enajeno o alieno. Esa enajenación está en la base de la «diversión», en el sentido fuerte que subrayó Pascal.

Tal enajenación no hace sino ahondar la inseguridad del hombre desvalido. ¿Qué hará éste en tal situación? Si no cambia de actitud —de la egoísta a la generosa—, hará un tercer intento de buscar seguridad. Lo hará por vía de fusión embriagadora con ciertas realidades del entorno, para no sólo desbordar los propios límites —como acontecía en la experiencia anterior—, sino diluirlos. Es un grado más avanzado de pérdida de sí, de la propia identidad personal. Esta disolución embriagadora de límites puede realizarse concediendo autonomía absoluta a los instintos y sometiéndose a su poder arrollador. Esa sumisión se da en:

la embriaguez alcohólica; la gula; la droga; el erotismo banal; la entrega incontrolada a la velocidad; la inmersión en la marca de un ritmo obsesivo electrizante; el anegamiento en una riada de impresiones psicodélicas.

Estas formas de sumisión dan una primera impresión de poderío, porque uno se deja arrastrar por fuerzas poderosas que en alguna medida le pertenecen a uno por ser pulsiones elementales de la propia naturaleza. Pero estamos ante un mero

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espejismo, ya que no se trata de un poder libre, sino de una forma de arrastrarse violento. Al verse arrastrado hacia un estado de mayor menesterosidad, el hombre da un giro de 180 grados: intenta conseguir amparo mediante la afirmación de sí. Esta afirmación no la busca en la entrega confiada del encuentro, porque tal actitud de apertura implica generosidad, y el hombre egoísta no sospecha siquiera que pueda incrementar el amparo y la seguridad a través del riesgo de la entrega desinteresada. La busca en el alejamiento respecto a los demás seres y en el dominio implacable de los mismos.

Esta táctica de alejarse para dominar inspira diversos procesos de vértigo.

el vértigo de la ambición de poder; el vértigo de la pura competición, que tiende a vencer a cualquier precio; el vértigo del resentimiento y la envidia; el vértigo de los celos, que tienden a retener a las personas como si fueran

un objeto de posesión, una pertenencia; el vértigo de la lucha; el vértigo de la revancha y la destrucción.

Al final de la película de Orson Welles Ciudadano Kane, tal vez la obra más perfecta del Séptimo Arte, el protagonista despechado por el abandono de su esposa, destruye cuanto encuentra a su paso. Disminuye con ello sus propios bienes materiales, pero sin duda cree dar a su yo una peculiar afirmación y evitar el vacío de la soledad y el resentimiento. Se equivoca. No hace sino aumentar su desolación.

Podemos estar bien seguros de esto: El que se entrega a cualquier tipo de vértigo es un iluso si cree estar en camino de plenitud. Se despeña por un plano inclinado hacia su propia destrucción. «¡Infelices almas que viven huyéndose! —exclama Unamuno, tras describir el vértigo de la salida de sí en falso—. ¿Dónde encontrarán su reposo?».

El vacío existencial sólo puede superarse mediante un cambio radical de actitud, ascendiendo a un nivel más alto en la manera de concebir la vida y realizarla. Ese nivel es el de la creatividad, que da lugar a procesos de éxtasis.

Las experiencias de éxtasis y la superación del vacío existencial

Decíamos al principio que el vacío existencial significa la carencia de cuanto el hombre necesita para desarrollarse cabalmente como persona. Lo que necesita es, en definitiva, vínculos auténticos, modos elevados de unidad, es decir, encuentros. Los encuentros no se dan por la vía del vértigo, sino de su polo opuesto: el éxtasis.

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Si queremos fundamentar de manera sólida nuestra vida personal debemos saber muy bien qué es el éxtasis, qué implica, cómo se realiza, qué frutos reporta, cuál es su vehículo expresivo. Veámoslo esquemáticamente.

Si no soy egoísta sino generoso, acepto gustosamente que las demás personas no son meros objetos de los que pueda disponer, antes constituyen centros de iniciativa igual que yo. Con estos centros de iniciativa o «ámbitos» puedo encontrarme. Al hacerlo, tengo conciencia de estar desarrollando mi personalidad y siento alegría, no tristeza como en el vértigo, sino alegría, gozo. Este gozo se transforma en entusiasmo cuando me encuentro con realidades muy valiosas que me ofrecen posibilidades suficientes para elevarme a lo mejor de mí mismo. Esta elevación me saca de un estado inferior de realización para auparme a otro superior. Podemos decir que me saca de mí. Por eso la llamamos «éxtasis», con una noble palabra griega ya utilizada en este sentido y propuesta por el gran Plotino. Pero no me saca de mí para perderme, como sucede con el vértigo. Me saca para llevarme a la plenitud. Al darme cuenta de que estoy acercándome al cumplimiento perfecto de mi vocación y mi misión, siento una gran felicidad interior. El vértigo produce una inmensa amargura. El éxtasis nos inunda de felicidad, que es el fenómeno opuesto. Este sentimiento de satisfacción desbordante se traduce en honda paz, amparo, júbilo festivo, libertad interior.

Sobrevolemos lo dicho. El éxtasis es un proceso espiritual que al principio te exige todo, te lo promete todo y te lo da todo al final. ¿Qué exige el éxtasis para darse? Generosidad. Ni una sola acción auténticamente creativa podrán ustedes mostrar que no lleve en su base cierta dosis de generosidad. El deporte, bien realizado, es una actividad extática: crea formas de interacción fecundas. Si carece de generosidad, la práctica del deporte degenera rápidamente en mera competición, que toma al adversario como mero medio para los propios fines: ganar prestigio, honores, dinero... El amor personal es una actividad extática: crea modos muy altos de unidad. Quítale generosidad a esa relación, y verás cómo se reduce súbitamente a mero erotismo, que es un intercambio de intereses y no crea forma alguna de unidad verdadera.

Si somos generosos, orientamos nuestra actividad por la vía del éxtasis y llegamos a plenitud como seres personales. En consecuencia, alcanzamos pleno desarrollo no sólo nosotros individualmente, sino también todas aquellas realidades —personales o infrapersonales— con las que nos hemos encontrado. El éxtasis funda vida de comunidad.

Ello nos explica por qué hoy día apenas se cultivan socialmente las experiencias de éxtasis. Toda forma de comunidad auténtica es inexpugnable, y en la actualidad hay un afán obsesivo de dominar a las gentes de forma rápida, contundente, masiva y fácil. Nada ilógico que estemos sometidos a la revolución solapada del nihilismo y la subversión de valores, que, bajo pretexto de ensalzar al individuo, acaba

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exaltando el sin sentido o absurdo. «Yoísmo y nihilismo son cosas que acaban por identificarse».Si queremos sobrevivir como seres personales, debemos oponernos frontalmente a esta tendencia nihilista, reduccionista, y descubrir las posibilidades de auténtica realización personal que nos ofrece la creación de modos de encuentro, es decir, la vía del éxtasis, que es la vía del amor personal oblativo.

Si realizamos ambas, tareas, tendremos luz para toda la vida. A esa luz se alumbrarán en nuestro interior una serie de claves de interpretación de nuestra existencia y pautas certeras de conducta. Reseñemos algunas seguidamente.

Claves de interpretación y pautas de conducta

1ª El amor verdadero colma la vida, no la desmandra, como hace el erotismo —que es vértigo—; la lleva a la plenitud serenamente, aunque sea sencilla a primera vista, anodina. Eso nos permite valorar la vida cotidiana y poner de relieve la elevada dosis de creatividad que puede albergar.

2ª El «elemento» propio de la vida humana, aquel en que puede desplegarse plenamente, es el encuentro, la interrelación vivida con amor. El oxígeno del espíritu humano es el amor. Es lo que permite a la persona vivir como tal. El que se sale del circuito del amor se queda en vacío y se asfixia espiritualmente.

3ª El amor lleva al hombre a considerar todos los seres como ámbitos, como campos de posibilidades, y a fundar con ellos otros ámbitos de gran valor. De esa forma la vida humana se convierte en un gran tejido de ámbitos en el cual todo se interpenetra, se comunica, se comparte. Es un ámbito comunitario. Vista con el debido rigor y penetración, la comunidad es el «elemento» propio del ser humano, su lugar nato de realización. Una vida de comunidad auténtica es una vida llena de ilusión, que es lo contrario de una vida ilusa.

4ª Si queremos llenar el vacío espiritual con el mero consumismo, siguiendo el lema de poseer y tener para consumir y disfrutar, no haremos sino agitarnos en vano. Querer poseer verdades, en lugar de dejarse poseer por la verdad; afanarse por acumular posesiones en vez de considerar todo lo posible como un medio para crear modos de unidad cada vez más valiosos; afinar la inteligencia para mejor dominar a personas y grupos, haciendo imposible el encontrarse de verdad con ellos... es alejarse de la auténtica unidad y agrandar el vacío angustioso que se abre en nuestro interior y, por tanto, la desazón y la tristeza. En su Diario íntimo, Unamuno hace esta confesión impresionante: «Es poco pura esta constante preocupación mía por mi propio fin y destino. Es tal vez una forma aguda de egoísmo». «Ya no volveré a gozar de la alegría, lo preveo. Me queda la tristeza por lote mientras viva».

Tiene razón. Puede preverse, porque el vértigo de la ambición lleva fatalmente a la tristeza, no a la alegría. En una línea distinta, un sencillo trabajador me contó recientemente que apenas viaja en vacaciones. Las pasa con su mujer y sus hijos en un lugar sencillo, conforme sus posibilidades económicas. «Mis compañeros me recriminan —agregó— el que no viaje con ellos y deje a los niños con algún familiar.

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Yo, sin embargo, soy feliz de esta manera». «Tiene usted toda la razón, agregué por mi parte. Lo importante en la vida es el encuentro, no el mucho correr y el incansable ver». No olvidemos que el ver es una forma de poseer. La vista es el sentido más posesivo después del tacto. El desmesurado afán de contemplar puede ser también un vértigo de la ambición de poseer, poseer con la vista.

5ª El que se queda a solas en una interioridad aislada y, por tanto, inauténtica, o se pierde en realidades con las que no puede encontrarse, o se aleja para mejor dominarlo todo y ponerlo a su servicio, se vacía de cuanto necesita para cumplir su vocación más alta de ser humano, y queda sumido en el tedio o aburrimiento, la apatía o indiferencia, la insensibilidad para los valores relevantes. El que se abre generosamente a otras realidades y se encuentra con ellas experimenta el gozo de vivir, ama entusiásticamente el deber de tender al ideal de la unidad, tiene la vida colmada hasta los bordes de actividad creadora. Se halla en el polo opuesto del tedio en su doble acepción: el aburrimiento y el tedium vitae.

Un amigo me preguntaba hace poco: « ¿Qué pasa hoy con los jóvenes que están de ordinario alicaídos y apáticos? Corren en la moto y parece que viven con ánimo; dejan la moto y vuelven a la indolencia. Se agitan en la discoteca, y dan la impresión de vivir a tope; abandonan el local y caen de nuevo en el letargo. Tienen más cosas que nunca y parecen estar insatisfechos». No debemos olvidar —le indiqué— que el mero poseer no da ánimo ni entusiasmo, porque esta actitud conduce al vértigo.

6ª Hoy se quiere vivir intensamente, realizarse, tener identidad personal, independencia... Si se entiende la realización como renuncia al deber de vivir entregados a la vida comunitaria, no se logra la independencia verdadera; se cae en la masificación y en el gregarismo que producen una ilusión de fuerza, pero es una fuerza de arrastre, no de promoción a niveles elevados de existencia personal.

7ª La entrega al ruido, a la potencia de los motores no otorga plenitud espiritual, la disminuye.

Una persona se plenifica en el encuentro, y éste se realiza a través del lenguaje y el silencio que van inspirados por una actitud de amor. El lenguaje verdadero, el que crea vínculos, no se opone al silencio auténtico, aquel que es campo de resonancia de la palabra. Se opone al silencio de mudez, propio de quien no habla porque no quiere fundar unidad y crear lazos.

8ª El recogimiento es una forma de silencio que va vinculada a la palabra creadora de vínculos personales. No se opone a la palabra auténtica, la nutre; constituye su «elemento». La persona elocuente se mueve en un espacio de recogimiento que permite ver sinópticamente las realidades complejas y dispone así el ánimo para dejarse sobrecoger por lo altamente valioso. El que se recoge evita perderse en lo superficial para entrar en relación con lo profundo. No se aleja, por tanto, de la realidad; se entraña en ella. No se queda en vacío; se vacía de lo banal que no entra en relación de encuentro, y se llena de lo profundo, que promueve dicha relación.

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9ª El que no se deja encandilar por multitud de realidades circundantes —vistas de modo superficial como disponibles y poseíbles, como meras fuentes de gratificaciones— y reserva su inteligencia, su voluntad y su sentimiento para las realidades más valiosas que le permiten fundar los modos de encuentro más fecundos, cultiva la vida interior. El hombre interior es hombre de diálogo y silencio a la par, de entrega oblativa, de participación en los grandes valores. Ese vivir en comunicación amorosa, silenciosa y elocuente, constituye la verdad de un «ser de encuentro» como es el hombre.

«No vayas afuera», decía profundamente san Agustín. «Entra en tu alma, porque en el hombre interior habita la verdad». Fijémonos bien —dice— «en el hombre interior», no «en el interior del hombre», como traducía equivocadamente Unamuno. No se trata de contraponer un espacio interior a otro exterior. El «hombre interior» no se opone a lo exterior, sino a lo superficial, lo que no puede crear encuentro, y reserva su atención para el encuentro con lo más valioso.

10ª El encuentro con la realidad más valiosa es el más exigente y el más fecundo. Ese modo de encuentro se da en la oración. Exige renuncias —renuncia al afán de poseer, de perderse en lo sensible, de dominar, de vivir incomprometidamente...—, pide una consagración desinteresada a crear formas nobles de amistad, insta a ser responsable, es decir, a responder activamente a la llamada de los valores más altos.

11ª El que crea los modos más altos de unidad cierra el círculo de amor del universo, se pone en verdad, adquiere su máxima dignidad. Dios creó el mundo por amor y dotó al hombre de conciencia y libertad para que vuelva lúcida y voluntariamente a su origen mediante la creación de vínculos amorosos. Todo ser que se mantiene en unidad con los demás es fiel al designio de Dios sobre el universo. El astro da gloria a Dios al recorrer su órbita; la flor al ofrecer sus bellas formas y su perfume; el animal al propagarse... Dan gloria a Dios pero no lo saben. Quienes lo sabemos somos los hombres: tú y yo; sabemos que, al crear unidad, coronamos la obra de la creación. Es una tarea entusiasmante que nos colma de sentido hasta rebosar y nos da una sobrecogedora plenitud. Nos aleja años luz del vacío existencial, que se da cuando el hombre desciende al grado cero de creatividad.

El hombre que crea unidad se une con todo el universo en el camino de retorno al origen común: el Ser Supremo. Da voz a todos los seres, se convierte en portavoz espléndido del universo. ¿Puede darse una cota más alta de dignidad y plenitud de vida?

(Tomado del libro “La cultura y el sentido de la vida” de Alfonso López Quintás, MADRID, PPC, 1993).

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La Comunicación La Comunicación

a. Comunicación e identidad personal

Una verdadera comunicación con transparencia y sinceridad produce un crecimiento constante y evidente en el propio sentido de la identidad y en el más profundo y auténtico conocimiento del otro/a. Podemos decir que habrá convertido, entonces, en un verdadero tópico psicológico el hecho de que sólo comprendemos algo de nosotros mismos si hemos sido capaces de comunicarlo a los otros. A pesar de todo lo dicho sobre las emociones no hemos de creer que éstas son puramente biológicas e inevitables, es decir, podemos cambiar nuestras pautas emocionales si las consideramos inmaduras e inadecuadas.

b. Niveles de comunicación

La comunicación es el único camino hacia la comunión. Esta comunicación entre las personas puede darse a distinto nivel. Distinguimos cinco niveles de comunicación que representan otros tantos grados de disponibilidad a salir fuera de sí mismola y comunicarse con los demás. Estos niveles desde el más superficial hasta el más profundo son los siguientes:

Quinto nivel: Conversación tópica

Este representa el más bajo nivel de comunicación; puede decirse que no hay comunicación alguna. En este nivel hablamos con frases hechas, tales como: ¿cómo estás? ¿y la familia? "me encanta el vestido que llevas"..."espero que volvamos a vemos pronto”.

Esta es la conversación entre personas que no comparten nada en absoluto. Cada cual refugiado en su aislamiento, es la no comunicación.

Cuarto nivel: hablar de otros

En este nivel no nos aventuramos demasiado lejos de la prisión de nuestro aislamiento para adentramos en la verdadera comunicación, porque no revelamos casi nada de nosotros mismos/as. Nos contentamos con referir a otros lo que ha dicho fulano ha hecho mengano. Pero no hacemos ningún comentario personal auto-revelador sobre tales hechos sino que nos limitamos a referirlos. Nos movemos en terreno del cuecho. Ni damos nada de nosotros ni pedimos nada de los otros a cambio.

Tercer nivel: mis ideas y opiniones

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En este nivel ya comunico algo de mi persona. Estoy dispuesto/a salir de mi solitaria reclusión y asumir riesgos de referirte algunas de mis ideas y de revelarte algunas de mis opiniones y decisiones. Sin embargo, lo habitual es que mi comunicación siga estando sometida a censura. Mientras comunico mis ideas, te observo atentamente. Es como comprobar la temperatura del agua antes de zambullirte al mar. Quiero estar seguro de que vas aceptarme con mis ideas, mis opiniones y decisiones, si frunces el ceño, si bostezas o no dejas de mirar al reloj, probablemente me apresuraré a retirarme en silencio.

Segundo nivel: Mis sentimientos (emociones) "gut level": trasparencia, sinceridad emocional, comunicación visceral

Puede que muchos de nosotros creamos que después de haber revelado nuestras ideas, opiniones y decisiones, no nos queda realmente mucho más que compartir. Pero lo cierto es que las cosas que más claramente me diferencian y me individualizan respecto a los demás son mis sentimientos o emociones.

Si deseo que sepas realmente quien soy, debo tener contigo una comunicación "visceral”: comunicación gut-level. Mis ideas, opiniones, decisiones pueden ser las de otras gentes, muchos habrá que piensan lo mismo. Pero los sentimientos que subyacen a mis ideas, opiniones y convicciones son exclusivamente míos. Nadie experimenta mi sentimiento de alegría, de: frustración, padece mis miedos, siente mis pasiones. Nadie se opone a la guerra con la misma indignación que yo lo hago, y nadie defiende el patriotismo con el mismo sentido de lealtad con que yo lo defiendo.

En este nivel de comunicación son estos sentimientos los que debo compartir si es que deseo decirte quien soy realmente. La amistad más profunda y auténtica entre dos personas se da en este nivel de absoluta y sincera revelación mutua en esta comunicación gut level o comunicación visceral.

Primer Nivel: Comunicación cumbre

Entre amigos íntimos, o en el matrimonio, ha de darse de vez en cuando una comunión emocional y personal total y absoluta. Dada nuestra condición humana ésta no puede ser experiencia permanente. Sin embargo, puede y debe haber momentos en los que en el encuentro se alcance una comunicación perfecta. En esas ocasiones ambas personas experimentan una empatía mutua casi perfecta: yo sé que esas reacciones son totalmente compartidas por la otra persona, y en ella se reduplica perfectamente mi felicidad o mi aflicción. Somos como dos instrumentos musicales que dan exactamente la misma nota, que emiten el mismo sonido y con idéntica intensidad. Esto es lo que queremos indicar cuando hablamos de comunicación cumbre, que incluye, por supuesto, la comunicación gut level.

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c. Reglas para una verdadera comunicación (comunicación gut level)

1. La comunicación gut level no debe implicar jamás un juicio sobre la otra persona. Debo ser lo suficientemente humilde para respetar el misterio de todo ser humano. La franqueza emocional no implica un juicio acerca del otro/a.

2. Las emociones no entran en el terreno de lo moral, no son ni buenas, ni malas. En la práctica solemos calificarlas de buenas o malas, cuando nos invade el miedo, la vergüenza, la cólera o cuando experimentamos una excitación sexual.

3. Los sentimientos o emociones debe ser integrados en el intelecto y la voluntad. Esto significa que debemos experimentar, reconocer y aceptar plenamente nuestras emociones lo cual no significa que debemos actuar siempre de acuerdo con ellas.

4. En la comunicación gut level las emociones deben ser explicitadas, verbalizadas.

5. Salvo en raras excepciones las emociones deben ser manifestadas en el momento en que se experimentan. Dado que las personas que tienen que trabajar o vivir juntas tienen que relacionarse profundamente, esta explicitación emocional en el momento mismo de la emoción es de vital importancia.

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El difícil arte de hacer familia El difícil arte de hacer familia

Mary Patxi AyerraMary Patxi Ayerra ¡Bien dicho!, porque es difícil, porque es un arte y porque hay que hacerla poquito a poco, y nunca termina uno de saber si lo que ha creado es una familia o una mala imitación.

Yo llevo más de la mitad de mi vida intentando crear familia con la que soñé durante años, y en la que he gastado mis mejores esfuerzos, ilusiones, luchas y lágrimas. Aun así, ha habido cantidad de momentos en que he pensado que había equivocado mi estado civil. Y es que una familia es algo así como una planta exótica a la que con gran ilusión se cuida, se mima, se riega, se fumiga, se cambia de lugar, se abona...; al principio crece, pero de muchísima guerra; otras veces se vuelve laica y parece que se va a morir; otras padece de plagas, heridas y pulgones; otras, se asemeja a una planta carnívora que todo lo devora; otras, se pone bien lozana y hermosa... Quien la cuida, una veces piensa que se le ha ido la mano en el agua; otras, que se pasó de abono, que debería haberla expuesto más al sol, o menos a las corrientes, o más a la sombra, o quizás al calorcillo...y nunca acierta con la temperatura ni con los cuidados adecuados. A veces sucede, sobre todo pasados los años, que esa planta frágil da de pronto unas flores fantásticas, exóticas... y te compensa de todos los desvelos, cuidados y preocupaciones que te ha ocasionado.

Yo estoy disfrutando en estos momentos de esa floración; lo que no sé es cuánto tiempo duran estas flores ni qué cuidados necesitan; y, además, sé muy bien que hay que cortarlas, para que crezcan en otro tiesto...

Para no resultar tan “metafórica”, voy a contar mi vivencia de familia, ya que no puedo hablar de otra cosa que no sea la vida. Y que sean los expertos quienes digan cómo debe o no debe ser la vida familiar.

A mí me gusta pensar que la familia es el lugar donde se nutren los afectos, del mismo modo que nutren los estómagos, se cuida la ropa y se mantiene limpia la casa; y el hecho de haber conocido a familias en las que escaseaban las muestras de cariño y las manifestaciones de afecto me ha servido de lección permanente para cuidar con esmero lo que a mi me parecía el valor preferente. Y es que es verdaderamente importante saber que somos esperados en casa, y que al llegar se nos pregunte cómo nos ha ido el día, y poder contar a los nuestros lo que nos ha ocurrido...Todo ello proporciona la sensación de ser importante para alguien, de que hay una complicidad, de que existe interés de unos por otros.

Yo estoy cada día más convencida de que la familia la hacemos todos; y de que tan necesaria es la solicitud y la protección del padre como la pregunta interesada del

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hijo, o la sencillez con que cualquier miembro de la familia prepara un aperitivo para los demás, o el reparto de las tareas domésticas, o la ternura del nieto para con el abuelo, o la naturalidad con que uno le sirve agua a otro sin esperar a que éste lo pida, o la facilidad para adivinar lo que los demás necesitan... Realmente, la familia puede ser la gran escuela de solidaridad, donde se contagie el interés por los de fuera, donde se compartan los amigos, donde cada miembro de la familia vibre con el compromiso de los demás, y así vivan todos comprometidos; donde se practique la tolerancia de los distintos ritmos, el respeto por las diferencias de edad y de intereses; donde se oiga todo tipo de músicas.

La familia es también una maravillosa escuela de vida, pues en ella todos tienen la oportunidad de hacerse expertos en el conocimiento humano. En la familia se dan todos los conflictos habidos y por haber y toda clase de sentimientos enfrentados: los hijos, tan deseados, son los que te hacen sentir los primeros rechazos y quejas; su llegada te produce tanta emoción como insomnio; les quieres tanto como te incomodan; estás deseando verlos y, a la vez, necesitas alejarte de ellos para descansar...Y a los hijos les ocurre lo mismo con su padres; les quieren muchísimo, pero son también las personas que más les agobian, que les hacen ver sus incoherencias y les recuerdan los límites y normas que ellos piden y rechazan al mismo tiempo. Por eso a veces prefieren tenerlos lo más lejos posible: de ese modo se les idealiza y se les echa de menos, pero no hay enfrentamientos.

¡Qué difícil es todo...! Por un lado, sabemos que detrás de una persona desestructurada hay una familia desestructurada o, lo que es parecido, la ausencia de familia. Por otro lado, sabemos que la familia aporta al individuo tanto cariño como control, tanto respaldo como falta de libertad, tanta complicidad como agobio... Me pregunto si alguien habrá conseguido la “familia ideal”: aquella en la que imperen siempre el amor y el humor, en la que no hay crisis ni broncas ni ganas de marcharse de casa ni de que se vaya nadie... Y me respondo yo misma que ese modelo de familia sólo se debe de dar en las películas y en las novelas, y que nos ha hecho mucho daño el soñar con esa perfección, que lo único que hace es que nos alejemos de la realidad, que no la aceptamos y que nos asuste todo cuanto pueda sonar a confrontación.

Todos hemos soñado con crear una familia mejor que la que tuvimos, y casi todos nos hemos sorprendido repitiendo antiguos errores, tan inoculados en nuestra forma de ser que no hay quien los extirpe. Y nos regañamos, nos controlamos, nos súper protegemos y practicamos los mismo juegos de relaciones que se practicaron en nuestra familia anterior. Indudablemente, la escuela del individuo es la familia: en los primeros años se graba todo en el inconsciente y nos pasamos el resto de la vida tratando de desaprenderlo o de mejorarlo, para ser lo que hemos soñado, en lugar de lo que hemos aprendido.

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Y es que la familia la lleva uno a la espalda toda la vida, tenga la edad que tenga y estén a la distancia que estén los suyos. Uno se relaciona con los otros, se enfrenta al poder y al amor, al hacer y al vivir, como aprendió al hacerlo en casa.

Por eso me parece tan importante que se nos facilite el poner a la familia en el lugar que le corresponde; que alguien nos enseñe a comunicarnos, a unirnos y a separarnos, a poner límites y a defenderse de ellos.

Jugando con la palabraY ya que se habla poco de la familia, vamos a echarle una mirada, descomponiéndola en sílabas, y así analizar juntos la familia “descompuesta”:FA (nota musical). Cada cual pone su música, hace sus ruidos, “va a su bola”..., “audífonos” para oír música a todo trapo y aislarse, televisor individual, transistor hasta en el baño... “¡Jo, qué rollo!”; “¡A esto chicos les metía yo en vereda!”; “Yo paso”...

MI (pronombre posesivo). Cada uno tiene sus cosas, nada se comparte. “¡No toques mis libros!”; “¿Quién se ha puesto mi polo?”; “¡No entres en mi cuarto!”; “¡Que nadie se tome mi coca-cola!”; “¡Me has puesto la cocina hecha un asco!”; “¿Por cuánto me lavas mi coche?”

LA (del verlo “estar hecho un lío”). No se está a gusto en casa; todo el mundo tiene ganas de huir; la queja y el reproche a todas horas; no hay intereses comunes; no se comparte el ocio; no se ríen juntos; se soportan las comidas familiares, pero “suavizadas” por la televisión, que es la única que habla. Se grita, se amenaza, se utiliza el chantaje...

A mi me gusta componer lo descompuesto y ponerlo en positivo. A ver si está mejor así: FA (nota musical). La familia como riqueza de la variedad (variedad de temperamentos, de edades, de aficiones, de gustos...) Cada cual aporta lo mejor de sí mismo, y todos apoyan la individualidad de los demás. Su potencia el autoestima de cada miembro, y es frecuente el estímulo mutuo. Se vive la diferencia como algo positivo. Hay ternura y comprensión hacia cada una de las distintas etapas personales de cada uno.

MI (pronombre posesivo). Cada cual sabe cuidar lo suyo, como responsabilidad, y lo aporta al común. Se protege la intimidad personal. Se descubren y admiran los “tus” que forman la comunidad familiar. Se comparte la ocupación y la preocupación. Se crea un clima de comunicación profunda, compartiendo ideas e ilusiones. Se tienen pequeños detalles de unos para con otros, sin esperar grandes cosas.

LIA (del verbo liar, envolver, atar). Todos se saben atados por un tiempo, un espacio y un afecto común. Conocen las dificultades de vivir juntos y las diferentes

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etapas personales. Aceptan el conflicto como parte del ser humano. Buscan más lo que les une que lo que les separa. Tienen una complicidad como grupo. Procuran aceptarse incondicionalmente, viviendo las crisis propias de cada etapa de la vida familiar. Tienen capacidad de perdonar aprendiendo de los fallos y desaciertos propios y ajenos y disculpándoselos unos a otros. La comunicación es el alimento de la familia, que van inventando entre todos, a la vez que intentan hacer una casa habitable, llenándola de afecto y comprensión.Una familia así -cálida y acogedora, en la que todo el mundo se encuentra a gusto y de la que salen ciudadanos críticos, libres y felices- es algo parecido a un ideal que no tengo ni idea de cómo se puede lograr. Pasemos de la ciencia-ficción al cada día de una familia corriente. Ahí va un cotidiano “culebrón”.

Historia de una familia. Los comienzos

Todo comienza con los sueños de un hombre y una mujer que se quieren, que estrenen vida, que se sienten tan atraídos que descubren que el otro es “la mejor persona con la que uno podría pasar el resto de su vida”. Tras un tiempo más o menos prolongado de noviazgo, en el que celebran sus coincidencias y sueñan con tenerse del todo y no separarse jamás, un día deciden casarse.

Llegan entonces los primeros desacuerdos. La pareja, que hasta entonces era de dos personas, descubre que cada uno tiene familia que opina, interfiere y controla los preliminares de la boda, haciendo que entre los dos se levante un sutil muro de distancia y diferencia. Luego, los gastos, las prisas, lo doméstico, lo cotidiano, los agobios...envuelven a la pareja en un prosaico trajín de relaciones y ajetreos que parece enturbiar el amor; ese amor que se va a proclamar a bombo y platillo a celebrar por lo alto.

Tras la boda -con la consiguiente dureza que supone la separación (tan deseada como costosa) del hogar familiar-, la pareja recobra su intimidad y se reencuentra. Comienza a inventar su nueva familia: aquella con la que cada uno de ellos ha soñado y que, seguramente, será diferente, ya que cada miembro de la pareja aporta su propia experiencia y su propio aprendizaje de lo que es una familia. En cada casa hay unos modos propios de comunicación y una costumbres igualmente propias (forma de poner la mesa, de usar el baño, de cuidar la ropa...), por lo que en la nueva familia surgen diferencias domésticas que cuestan y que hacen que chirríe la relación, aunque es posible enmascararlas con la ilusión de estar juntos, de no tener que separarse más y de tener toda la vida por delante.

Ahora tendrán ellos dos que ir haciendo esa familia nueva defendiéndose de las interferencias de sus respectivas familias, que -por deseo de protección, por cariño o por inoportunidad- sugerirán, opinarán o aconsejarán otra manera diferente de vivir y de actuar. Esta fase de acople resulta ardua y suele ir acompañada del estrés producido por el trabajo, la casa (algo de lo que ninguno de los dos tenía que ocuparse de solteros) y la atención a los padres, a los que hay que ir a visitar

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a menudo, pues su reclamo de presencia se une a la sensación de los recién casados de nostalgia familiar. Y entonces resulta casi imposible sacar tiempo para la intimidad, para el amor, para estar juntos los dos, solicitados por el trabajo, por las tareas domésticas y por la familia. Y si los hijos vienen pronto, aumentan las dificultades para el encuentro y comienzan los agobios; se duerme mal; el hijo absorbe a la madre, con lo que el padre queda momentáneamente desplazado; se modifica el reparto de tareas; se interrumpe la comunicación; falta tiempo para dedicárselo al otro...; y toda la familia se resiente.

A pesar de todo, se sigue disfrutando del amor. A veces se notan más las discrepancias que la coincidencia; puede que se cuele la desilusión, pero puede también que se sienta una mayor atracción por el otro... Y así, cambiando de humor y de amor, se vive esta ensalada de la vida familiar, donde existe la presencia tanto del aceite como del vinagre, de lo positivo como de lo negativo, del amor como del cansancio.

No sé si resulta demasiado prosaica la comparación de la vida familiar con la ensalada, pero me sirve muy bien para seguir comentándola. Algunas parejas tardan tiempo en conocer el vinagre de la relación y creen que el aceite todo lo engrasa; por eso se asustan cuando la primera bronca les hace ver sus diferencias. A pesar de lo cual, muchas veces piensan que no puede ser, que ellos son como dos gotas de agua y que nunca van estar en desacuerdo. Pero no es verdad; si dos personas son autónomas, independientes y adultas, cada uno tendrá que conservar su individualidad, por encima de la pareja. E incluso, con el transcurso de los años, más diferente del otro; por lo que tendrán que surgir forzosamente las confrontaciones, las diferentes ideas, necesidades y planteamientos. No hay que tener miedo a ese vinagre que nos humaniza y que vitaliza la relación; de otra manera sería como una ensalada aderezada únicamente con aceite, que resulta bastante sosa.

Sí es preocupante, en cambio, el que en una familia haya demasiado vinagre, demasiada tensión, queja y reproche. De esa familia es de la que a toda costa quieren huir los individuos, que no quieren estar en casa o se las apañan para “estar no estando”: cada uno en su cuarto, o viendo la tele, o con los “audífonos” puestos... Es como cuando uno se come una ensalada a la que le sobra vinagre...y se le saltan las lágrimas por la acidez. A mí se me saltan las lágrimas de tanto dolor como observo en muchas parejas que siguen viviendo juntas, pero distanciadas; cuando salen varios matrimonios, ellos van por un lado, y ellas por otro; no tienen en común apenas más que la mesa y la cama... y “a secas” muchas veces, sin comunicación alguna. Los hijos, por su lado, se quejan de sus “viejos” y los utilizan para obtener de ellos cosas, pero no cariño ni comprensión ni acompañamiento de la vida. La casa parece una pensión, donde cada uno tiene todas sus cosas, se le cubren todas sus necesidades físicas básicas, pero no las de amar y ser amado, ser válido, vivir en pertenencia y ser autónomo. Allí suenan las quejas, los reproches y órdenes, pero faltan las confidencias, uno, lo que va

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creciendo como valores personales, se busca fuera; y los de dentro, lo que viven juntos, se quedan sin saber cómo son los miembros de su familia.Cuando llegan las crisis

Estaba hablando de la pareja que inicia su familia y, sin darme cuenta, me he ido a todas las crisis que vienen después. Es verdad que la llegada de los hijos rompe el ritmo de la pareja, pero también es verdad que es precioso engendrar una vida, acompañar el cambio del cuerpo de la mujer, volcar la ternura en esa fragilidad de vida que se nos ofrece, crecer juntos a la vez que crecen los hijos, soportar todas las contrariedades en común y salir de la batalla más cómplices, más unidos, más familia... Porque es bonito acurrucar a un niño, pasearlo en un cochecito, jugar a las canicas, ir al zoológico, ver un teatro infantil, que se te rompa el alma cuando el niño llora al quedarse en la guardería, estrenar colegio, esperarle a la salida, contestar a sus porqué, leer sus primeras letras de “te quiero”, hacer juntos unas rosquillas, verle hacerse mayor, descubrir cuánto sabe, adivinarle enamorado, soportar las rarezas de su adolescencia, admirarle tan guapo.

Hay muy distintas etapas en la vida de la persona, y todas ellas repercuten en la vida de la familia, que, a fin de cuentas, es un grupo que tiene que estar en continua adaptación y evolución. Primero aprender a vivir “de a dos”, después “de a tres”, “de a cuatro”... Luego los hijos se hacen adolescentes, y toda la familia se pone “patas arriba”: hasta el más experto de los padres se siente desconcertado, porque el hijo, que le amaba incondicionalmente, empieza a cuestionárselo todo, siempre dispuesto a oponerse a lo que sea; los frecuentes cambios de humor, que parecen tan comprensibles “en el prospecto”, resultan insoportables en la convivencia, y padres e hijos se encuentran con que todas sus teorías se les han quedado pequeñas, y la familia que estaban construyendo se la pueden cargar en cualquier contienda bélica, de esas que se montan por nada. Más tarde hay que aprender a vivir solos, porque los hijos empiezan a desfilar.

Los hijos aportan la dificultad de la niñez y la adolescencia, pero no hay que dejar aparte las crisis de los mayores: labores, ginecológicas, de identidad, de realización personal, climatéricas, del “nido vacío”, de acoplamiento con ancianos, y otras mil que surgen en la complicada vida humana, si es que se pretende que ésta sea cada vez más vida y cada vez más humana.

Y hablando de batallas: la pareja ha de intentar salir unida de todas ellas, para que con el correr de los años -cuando ya no tengan ningún niño en casa; cuando haga “mil años” que no van al zoológico; cuando ya no asistan nunca a una representación infantil, que tanto les gustaban; cuando falte en la casa el ruido de su presencia; cuando se mueran de ganas de volver a empezar, para tener la casa llena de música y de sus vidas... pueda cada uno tener su propia vida, personal y de pareja, y sepan “dejar partir”, sin culpabilidad y sin control, sabiendo que en toda familia hay tantos errores como aciertos y que, en el fondo, lo han hecho todo lo mejor que han podido o han sabido.

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Ahora que están de moda las ensaladas muy variadas, vuelvo a comparar a la familia con la variedad de los ingredientes de la misma: lo hermoso y enriquecedor que es el vivir gente tan diferente, con distintos puntos de vista, ritmos y humores; el tener la casa abierta a los demás; el vivir un compromiso y compartirlo; el tener contacto con los vecinos; el pertenecer a grupos; el conocer a los amigos de los padres y de los hijos...Todo ello constituye una riqueza que llena de valores a la familia y la vuelve tolerante, informada y unida. De todas formas, el aceite de la familia es la comunicación, el hablar la vida, el contarse cómo y dónde está cada uno, qué nos ocupa y nos preocupa, a dónde vamos, de dónde venimos y qué pensamos. Interesarse por los afanes y preocupaciones del otro, respetando siempre, claro está, la propia intimidad personal, terreno sagrado en el que los demás no debemos entrar si no nos dan permiso para ello. Es poner amor en lo pequeño, en los detalles que facilitan la vida en común; es esforzarse en la compenetración, evitando discusiones innecesarias e intentando entender al otro.

Y si el aceite es lo suave de la familia, y el vinagre lo que chirría en la relación, las diferencias que incomodan, las dificultades dolorosas. La sal sería el humor; esa cualidad del amor que facilita las relaciones, suaviza las tensiones, desdramatiza las situaciones y ayuda a tomarse a broma el propio ego, que es, en definitiva, lo que nos pone en pie de guerra y nos produce las mayores confrontaciones. Y con humor se cuidaría la fiesta, los momentos importantes de la familia, buscando y creando situaciones especiales de encuentro, para celebrar junto la vida y los acontecimientos de la historia de cada uno de los suyos.

Como en las recetas de la prensa, me gustaría hacer una lista detalladas de los ingredientes y las medidas.

Aceite (úsese generosamente). Mínimo, un rato diario de comunicación con cada uno de los tuyos, de forma que sepáis unos y otros cómo estáis. (Puede uno decir un hola o un adiós lleno de afecto, o un beso “de plástico”, dado a toda prisa y vacío de contenido... En la vida familiar, uno nota muy bien la diferencia). Hacer juntos una de las comidas del día es algo que puede mantener vida la comunicación; pero si no es posible, por incompatibilidad de horarios, conviene respetar la comida o cena común del fin de semana. La vida está hecha de pequeños detalles, como un regalo, un telefonazo, un refuerzo, un estímulo, interesarse por un examen o una actividad concreta de alguno, ofrecerse para compartir una tarea, cuidar las cosas de otro, preparar un plato especial, hacer un postre entre todos, jugar una partida a las cartas, rezar juntos, hacer una marcha, preparar entre todos una fiesta, salir solos en pareja, atender a los amigos de los otros, hacerle a uno la cama cuando se le ha olvidado, hablar de lo que te ha molestado, en vez de guardártelo, compartir las tareas domésticas, vivir todos para uno y uno para todos, contarles lo que te ha pasado fuera, compartir los amigos, esforzarse por conseguir la compenetración, evitar discusiones innecesarias... ¡Ah!. no olvidar el contacto físico, como una de las

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mejores formas de comunicación. Abrazarse, besarse, ... un beso a tiempo sirve para pedir perdón, decir “te quiero” o “me tienes a tu lado”.Vinagre (úsese con moderación). Discusiones, confrontaciones, broncas, disgustos, malos momentos, duelos, cambios de humor, aclaración de diferencias y de situaciones, crisis personales y de relación, etapas de acoplamiento. Úsese en cantidades moderadas, pues, si hay demasiada acidez, puede sentar mal. Sin vinagre, la ensalada no sabe a nada...; y una familia en la que no hay momentos malos, no es un grupo humano... Toda familia ha de pasar por situaciones tensas, difíciles, inesperadas y conflictivas, pruebas inevitables que ayudan a alejarse o a madurar.

Sal (sin medida). Son convenientes pequeños toques, de humor, carcajadas, reírse de las propias estupideces, permitir a los demás que las cometan, recordar que una sonrisa abre más puertas que un mal gesto. Cuando en una familia se está a gusto, sus miembros se ríen a menudo. Hacer una “locura” juntos -como apuntarse a un maratón o una marcha, asistir a un baile popular, disfrazarse en carnaval, ir juntos al cine una vez al mes...- crea complicidad. Las tradiciones familiares unen y fomentan la comunicación, además de divertir. Es positivo crear las propias tradiciones, organizando actividades comunes, y repetirlas. Cuidar en los cumpleaños de centrar toda la atención en agradar al homenajeado; regalar mejor detalles que cosas materiales (como el evitarle ese día responsabilidades o hacerles cosas que le agradan); festejar con solemnidad...; y así mil detalles vividos con humor que facilitan la relación y que, al contrario que la sal, nunca salan demasiado la relación con la familia.

Dice el refrán: “La ensalada, salada, poco vinagre y bien aceitada”. Lo mismo digo con respecto a la familia. Y que cada cual componga su relación como Dios le dé a entender.

Cuando Dios está en el centro

No quisiera olvidar la parte religiosa, que me parece fundamental en la familia de los creyentes.

Recordar que la historia se comienza con un sacramento, en el que Dios aporta su gracia para facilitar esa conexión, ese acople, esa comunión; y que hay que hacerle cómplice compartiendo los dos esa intimidad religiosa, esa experiencia de Dios que nos invita a la plenitud personal y familiar, que nos predispone al perdón, que nos facilita la comunicación profunda en oración compartida, en celebración continuada de los acontecimientos personales y familiares.

Para ello es importante cuidar los hábitos de comunicación con Dios en la vida familiar: orar juntos, bendecir la mesa, pertenecer a una comunidad cristiana, asistir a celebraciones y comentarlas posteriormente, de forma que sean parte de la vida misma y no algo ajeno y lejano a lo cotidiano. Compartir la propia

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experiencia de oración, con el fin de ofrecérsela como valor al que tiene la fe más debilitada, con el respeto y cuidado de no imponer no avasallar, no provocar “alegrías religiosas” o rechazos a determinados cultos, donde alguien de nuestra familia puede no sentirse a gusto. También hay que recordar que los hijos, pueden vivir la fe como valor durante un tiempo, pero que llegará un momento en que cuestionarán la fe de sus padres para tener ellos su propia fe -religiosa o humana-, por lo que habría que saber vivir junto a ellos esa etapa, frecuentemente de tibieza y alejamiento, en la que están buscando su propia verdad y su propia identidad, y que muchas veces termina en un acercamiento auténtico y una vivencia profunda y comprometida del cristianismo.

Para los que vivimos la fe como algo primordial en la vida, como nuestra experiencia más gozosa, resulta difícil que pase inadvertida para los nuestros. Es algo que se ve y se nota. Yo siempre he creído positivo el que un hijo vea a sus padres haciendo oración juntos; o que entre en un cuarto y sorprenda a alguien, con su velita y su taburete, recogido en un rato de reflexión o leyendo un libro religioso. Si realmente se lo queremos ofrecer como valor fundamental, recordemos que los hijos no aprenden, sino que imitan; así que compartamos con ellos nuestra experiencia del amor de Dios, y así ellos también se sabrán queridos por El y cómplices de la construcción del Reino. A veces somos un poco pudorosos en manifestar lo que nos interpela, consuela o impulsa nuestra relación con Dios, y no tenemos ningún pudor, sin embargo, en hacerles herederos de las normas que conlleva nuestra fe. Yo preferiría que se quedaran con la invitación de Dios a la felicidad y a hacer felices a los demás, más que con las normas que hay que cumplir para tener aquello.

A veces ponemos mucho énfasis en conseguir que nuestros hijos no falten a misa, y poco en contagiar el gozo de la oración o la despreocupación de la vida, porque vamos a Él cuando estamos cansados y agobiados. ¡Me da tanta lástima que muchos hijos creyentes se borren de la religión porque sólo han recibido un conjunto de normas sin más contenido...! En cambio, si nuestros hijos perciben que somos capaces de pedir perdón porque una Eucaristía nos ha cambiado el corazón, o que tomamos una postura coherente por un planteamiento evangélico o un compromiso solidario que avala nuestra creencia, o nos notan más animados después de un rato de oración, entonces sí seremos para ellos un interrogante y un estímulo continuo para abrazar aquello que nosotros les ofrecemos como un secreto de felicidad.

Una tarea de todos

Todas estas cosas son las que van haciendo familia; pero que quede claro que la hacemos todos, con detalles, con confidencias, con “cariñadas”, con tiempo de los unos para los otros, con vida personal, con estímulos, con la aportación del mundo de fuera para enriquecer lo de dentro, con la batalla constante a la televisión, que siempre parece que tiene algo más interesante que decir que nosotros.

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Es frecuente encontrarse con personas de cualquier edad preocupadas por su familia. Parece que la queja y el chiste fácil sobre la propia familia es algo demasiado habitual. Pues si es así -que a todos nos preocupa y ocupa la familia, y que la marcha de la propia repercute muchísimo en nuestra estabilidad emocional y en nuestra felicidad-, merece la pena que todos nos volquemos, tengamos, en cuidar la familia anterior, en inventar la familia propia, cada día y en cada ocasión, y en hablar fuera de la familia construyendo, haciendo partícipes a los otros más de las coincidencias que de las discrepancias. Que luego pasa que, cuando falta un miembro de la familia, todos celebran lo que les gustaba de él, y mientras vivía sólo se recordaba lo que les separaba.

Así que lancémonos todos a hacer familia, a cuidar de los nuestros, a ser cálidos, comunicativos, positivos, a tener un poco de amnesia de corazón para perdonar y olvidar la paja del ojo ajeno. Recordemos que todos crecemos hacia el estímulo, como las plantas hacia el sol, y que vale más un aplauso que un reproche, una caricia que una coz, una sonrisa que un mal gesto, un recordar lo que me gustas que nuestras diferencias... Y luego, en lo que no sepamos, en aquello en que se mezclan las propias mezquindades de unos y de otros, pidamos a Dios que nos eche una mano y que nos sugiera el gesto y la palabra oportunos para saber vivir juntos a nosotros mismos y junto a los otros. Al fin y al cabo, El está mucho más interesado que nosotros en que seamos felices del todo.

Y así, entre todos iremos haciendo del mundo una gran familia, donde nada de lo que le ocurra al otro nos deje indiferentes; donde las diferencias nos sorprendan y complementen; donde todos podamos vivir a gusto, tratándonos como hermanos.

P.D. Mientras escribo estas líneas, un hijo me toma el pelo diciéndome que últimamente me encuentra demasiado “ortopédica” en la vida familiar como para escribir sobre la familia perfecta; y otro hijo, entendiendo muy bien mis agobios literarios, me anima diciendo que no me preocupe por no saber escribir bien, que a la gente le gustan las cosas de la vida corriente. Digo yo que esto debe ser la familia... ¡Qué bandidos!... No consigo que ninguno lea una cosa tan larga; lo más que logro es que uno de ellos eche una ojeada al primer folio y diga: “tiene buena pinta”. Menos mal que mi marido lo supervisa, por si se me ha escapado alguna falta de ortografía, y me dice que está de acuerdo con lo que he escrito.

Por lo menos ha valido este montón de páginas para hacer que en casa todos reflexionemos sobre nuestra familia.

Tomado de «Boletín de Espiritualidad», México, Nº 44 (marzo 1996), pp. 32-40.

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El poder de un amigo El poder de un amigo

Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Juan Antonio. “Iba cargando todos sus libros y pensé”: ¿Por qué se estará llevando a su casa todos los libros el viernes?

Debe ser un "traga libros". Yo ya tenía planes para todo el fin de semana: fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino. Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él.

Cuando lo alcanzaron le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo. Vi que sus gafas volaron y cayeron al suelo como a tres metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus gafas. Vi lágrimas en sus ojos. Le acerqué a sus manos sus gafas y le dije, "esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto". Me miró y me dijo: "¡gracias!". Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud. Lo ayudé con sus libros. Vivía cerca de mi casa. Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada.

Caminamos hasta casa. Lo ayudé con sus libros; parecía un buen chico. Le pregunté si quería jugar fútbol el sábado conmigo y mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras más conocía a Juan Antonio, mejor nos caía, tanto a mí, como a mis amigos. Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Juan Antonio con aquella enorme pila de libros de nuevo. Me paré y le dije: "Hola, vas a sacar buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días". Se rió y me dio la mitad para que le ayudara. Durante los siguientes cuatros años nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estábamos por terminar la secundaria, Juan Antonio decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. El estudiaría medicina y yo administración con una beca de fútbol.

Llegó el gran día de la Graduación. El preparó el discurso. Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Juan Antonio se veía realmente bien. Era una de esas personas que se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos, se veía bien con sus gafas. Tenía más citas con chicas que yo y todas lo adoraban.

¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía celoso...

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Hoy era uno de esos días. Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le di una palmadita en la espalda y le dije: "Vas a estar genial, amigo". Me miró con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió. "Gracias". Me dijo.

Limpió su garganta y comenzó su discurso:

"La Graduación es un buen momento para dar gracias a todos aquellos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador... pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir y, a este propósito, les voy a contar una historia".

Yo miraba a mi amigo incrédulo cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos. Aquel fin de semana él tenía planeado suicidarse. Habló de cómo limpió su armario y por qué llevaba todos sus libros con él: para que su madre no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela. Me Miraba fijamente y me sonreía. “Afortunadamente fui salvado”.

“Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable”. Yo escuchaba con asombro como este apuesto y popular chico contaba a todos, ese momento de debilidad. Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud.

En ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras:"Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otras personas, para bien o para mal. Es como que alguien nos pone a cada uno frente a la vida de otros para impactarlos de alguna manera". Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para recordar como volar".

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Los tres pilares del amorLos tres pilares del amor

Carlos Cuauhtémoc SánchezCarlos Cuauhtémoc Sánchez11

Imagina que sobre una mesa triangular sostenida por tres patas vas a intentar construir un enorme castillo. Si algunas de ellas se rompe todo lo que hayas edificado se vendrá abajo.

No te atreverías a pararte encima de una mesa sabiendo que una de sus patas está rota ¿o sí? Y mucho menos te atreverías a subir en ella a tu cónyuge y a tus hijos. Pues entonces revísalas hoy; la carencia o debilidad de un pilar hará que tu vida amorosa se desmorone tarde o temprano, provocando un doloroso desenlace que puede afectarte no sólo a ti sino a todos los que te aman. El amor trascendente tiene tres características fundamentales, o tres pilares. Sólo tres…

Primer pilar: intimidad emocional

Esta se da únicamente mediante la comunicación profunda, al compartir son arreglos ni selecciones todos los sentimientos; al hablar con el corazón; al exteriorizar las dudas, temores, ambiciones, sueños, preocupaciones, alegrías, penas; al confesar los yerros del presente y del pasado; al descubrir ante la persona amada el lado oculto (y desconocido por otros) de nuestro ser. La intimidad emocional es confianza absoluta, complicidad, integración, alianza. Cuando esta existe, se interpreta rápida y correctamente el lenguaje corporal, se detecta el verdadero estado de ánimo del compañero (desapercibido para los demás) aunque no haya vocablos de por medio. Y cuando se usan las palabras se hace de forma única y especial, en un nivel de fraternidad, distinto al que se da en la comunicación con el resto de la gente. Las riñas se disuelven cuando aún son pequeñas porque, al discutir se procura no causar daño, no herir. La “verdad” es el común denominador entre ellos. En su trato la autoestima de ambos se ve grandemente favorecida, pues saben darse su lugar el uno al otro, saben demostrarse aprecio y confianza sin límites. La comunicación profunda les permite no volver a sentirse solos, le da sentido a su mundo interior, propicia la formación de un universo exclusivo y, finalmente, cuando se alejan, ambos piensan y hablan de su pareja.

Este último punto es un barómetro interesante, pues aunque puedan fingirle cariño a alguien, en la soledad tú sabes muy bien qué es cierto y qué no lo es. De modo que si al alejarte físicamente de tu pareja priva en ti la sensación de lejanía emocional, si al no estar a su lado juzgas a tu pareja como una tonta, inmadura o torpe; si estando a solas te ríes un poco de su recuerdo y, en ocasiones, hasta

1 Tomado de: Juventud en éxtasis. Editorial Diamante. México. 1994. Pp. 102-106.51

compartes esa burla con tus amistades o familiares, no existe en absoluto intimidad emocional. Millones de matrimonios pasan la vida sin verdadera intimidad, platicando únicamente sobre asuntos superficiales y vanos: los niños, el trabajo, los problemas de la casa, la economía… Por preocuparse de lo evidente olvidan lo fundamental. Su relación de pareja se desvanece, se pierde.

Dicen que los hijos unen el matrimonio, pero esto, en muchos casos, es una gran mentira. Los hijos producen distracción y funcionan para los cónyuges como una excelente excusa para evadirse mutuamente. Ahora tienen problemas nuevos en que entretenerse; al nacer los niños surge una aparente integración conyugal pero es forzada, y cuando los hijos crecen y se van, se dan cuenta de que lo que les mantuvo unidos durante todos esos años eran los circunstanciales vástagos. Entonces (¡qué ridículo e incoherente!), después de sacar adelante un hogar con sacrificios, después de toda una vida compartida, al hallarse a solas, prefieren divorciarse física o mentalmente; jamás hubo intimidad emocional. Su unión fue vacía, falsa, fingida. Un hermoso teatro que tenía como finalidad hacer creer a los demás que se amaban.

Segundo pilar: afinidad intelectual (y espiritual)

Las personas no están hechas sólo de emociones, están hechas también de Ideas. Para nutrirse con los pensamientos de otro se requiere de una correspondencia intelectual, capaz de permitir pintos de vista complementarios. Las personas pueden tener la capacidad de comunicarse íntimamente, pero si no poseen una forma similar de raciocinio respecto a los conceptos fundamentales de trabajo, los valores, la religión, el sexo, la educación de los hijos, el tiempo libre, la organización familiar, etc.; si no se enriquecen mentalmente durante su convivencia, terminan excluyéndose el uno al otro de gran parte de sus actividades. Pocas cosas alimentan más la llama del cariño que aportar ideas valiosas, desapercibidas para el otro.

En la medida que alguien se ame a sí mismo podrá amar a su pareja, y la autoaceptación es un concepto que se da en la mente. Sólo siendo maduro intelectualmente es posible aceptar la individualidad e independencia del compañero, evitar los celos, el egoísmo, la posesión. Sólo con el juicio sereno y claro se es capaz de perdonar, ceder, dar otra oportunidad, aceptar los errores y estar dispuesto a permitir imperfecciones.

En el cerebro adulto nace el sentido del compañerismo y la fidelidad. La moral verdadera no es producto de prejuicios sino de razonamiento inteligente. El grado de desarrollo espiritual se relaciona con la madurez. Todos estos puntos deben tener correspondencia entre los miembros de la pareja.

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La pareja con afinidad intelectual tiene muchas cosas que compartir; lleva un ritmo de lectura similar, de estudio parecido, de trabajo creativo coincidente, se supera en armonía, crece y se ayuda recíprocamente. Los novios que son capaces de estudiar y hacer sus trabajos de verdad (no como la excusa para terminar en lo sexual) son mucho más fuertes en su relación que los demás.

Tercer pilar: atracción química

Si tienes con tu pareja intimidad emocional, puedes decir que es tu amiga (o), si además se complementan en ideas, puedes considerarla tu compañera (o), pero falta un último punto indispensable para anudar el lazo de amor: también debe ser tu amante. Esto se consigue con la atracción química. Y no nos referimos al gusto corporal, pues es frecuente considerar hermosas a una persona sin sentir ningún interés por ella. La apariencia es algo superficial y vano. Lo que enciende el magnetismo entre dos individuos no es un fenómeno físico sino químico. Sólo se da entre algunos. Tal vez no se trate de gente bonita, pero la química les permite ver más allá de los visible y arder con la belleza que sólo ellos detectan. Cuando hay este tipo de hechizo, a las personas no les importa lo que los demás piensen respecto al físico de su pareja. Se besan y se tocan con gran espontaneidad, con verdadera pasión. Hay esa magia que los impulsa a estar cerca, agrado mutuo por el estilo, la voz, las acciones, el andar, la legitimidad, la forma única y especial de ser del otro. Finalmente no pueden evitar esa gran identificación sexual que se da, simplemente, sin que ellos lo planeen.

Si descubres una afinidad química natural con tu pareja lucha por conservarla. No basta con que aparezca al principio. Hay que evitar que se pierda con el paso del tiempo. Muchos casados se descuidan, comienzan a convivir mal vestidos y malolientes, permitiendo que se apague entre ellos la llama de la pasión.

En conclusión:

El hombre está formado de emociones-inteligencia-cuerpo: los tres pilares del amor. La pareja debe tener conexión adecuada en cada uno. Antes de casarte, haz un examen minucioso de ellos. Si ya eres casado revisa grietas que pudieran tener.

Al hallar algún problema, detente y revísalo con tu compañero. Luchen juntos por fortalecerlo, no lo minimicen porque tarde o temprano la plataforma en que están parados de caerá por ese lado.

Ahora, recuerda que la relación es entre dos. Nadie puede rendir consideraciones a una persona que no las devuelve de la misma forma. Entre hombre y mujer se necesita la cooperación mutua. Una entrega que no es correspondida se convierte en un suplicio. Los tres pilares no son para que los analicen a solas, sino en conjunto. Si tú crees que sientes pasión por alguien, si crees que te identificas

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emocional o intelectualmente y la otra persona no cree lo mismo de ti, no hay nada. Se trata de una idealización, de una relación falsa. La intimidad emocional sólo existe al completar el círculo de una comunicación profunda, el desarrollo intelectual es un intercambio de valores mentales de los dos. La atracción química verdadera sólo se da cuando se combinan las vibraciones de AMBOS. Si crees estar enamorado pero mal correspondido despreocúpate y olvídalo. No se trata de amor. Sólo es una pseudo-pasión, un capricho, un invento tuyo que terminará destruyéndote si te aferras a él. Pero si estás casado y amas a tu pareja, lucha por reparar y fortalecer estos tres pilares. Si ambos tratan, es fácil hacerlo.

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La perspectiva de género y la Universidad.La perspectiva de género y la Universidad.Un primer acercamiento a la discusión Un primer acercamiento a la discusión

Carlos R. Cabarrús, s. j. Carlos R. Cabarrús, s. j.

Al hacer un planteamiento desde el género no se puede entrar a polemizar sino que hay que dar relevancia a tres puntos clave que es necesario tener en cuenta a la hora de pensar desde esta perspectiva: los datos biológicos y neuropsicológicos que fundamentan la diferencia real, la construcción social que se ha hecho en torno a ella y ha generado sociedades injustas y relaciones humanas viciadas, y la manera como esto ha influido en el modo de concebir a Dios.

Por género entendemos esa construcción ideológica sobre el papel de los sexos que ha existido siempre en todas las sociedades. Hasta ahora, desconocer esto que se llama “el género” nos ha llevado a crear y fomentar aún más las injusticias con las mujeres y con el ser mismo de varones: la falta de una conciencia explícita de género contribuye a reforzar los esquemas mentales asimétricos y las prácticas que se derivan de ellos.

Hablamos entonces de la “conciencia de género” como el reconocimiento de que la situación de inferioridad, sujeción y sometimiento en la que la sociedad quiere mantener a las mujeres es producto de la ideología patriarcal que ha estereotipado el papel que juegan el hombre y la mujer en la sociedad a partir de una determinación biológica pero que ha sido asimilado tanto por hombres como por las mujeres. Esto es algo que hay que desenmascarar, como primer paso.

La perspectiva de género, un paradigma liberador y consciente que despierta

La perspectiva de género nos coloca en una versión crítica ante esos supuestos con los que hemos ido construyendo la historia. Nos hace consiente del constitutivo papel de lo biológico en la definición de género y nos invita por ello a continuar en la investigación interdisciplinar sobre los aspectos biológicos diferenciales en lo que toca al sexo, sin olvidar por otra parte, que el género es una constitución ideológica. Esta construcción hasta ahora ha sido asimétrica y debe de ser sustituida por una nueva visión, una nueva perspectiva. En este sentido, esta perspectiva también un fenómeno ideológico pero que apremia por el cambio. Es construcción social evidentemente, y ahí reside la posibilidad de la influencia de los valores profundos en su futuro perfil.

Esta perspectiva de género, amplia, por otra parte, el universo de la justicia, destacando la ancestral asimetría de relaciones entre hombres y mujeres. Es un

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importante factor de democratización, justicia y desarrollo que incide en el éxito o el fracaso de los proyectos y los procesos de desarrollo.

Este cambio de perspectiva se ha debido indudablemente al papel emancipador de las mujeres, y a los movimientos feministas. De manera especial, al acceso de la mujer al mundo laboral, ala estructura de producción. La perspectiva de género se ha formulado en reflexiones conceptuales pero ha sido fundamentalmente fruto de un nuevo modo de producción: el rol económico de la mujer es lo que realmente las ha liberado y lo que está generando el cambio –un cambio que trae consigo muchas complejidades, entre ellas, la dialéctica entre el ejercicio profesional y el ejercicio de la maternidad-.

Las tareas universitarias consiguientes

Esta perspectiva de género nos coloca en una nueva encrucijada ideológica donde tenemos que situarnos con nuestras instituciones, en donde se pongan en cuestión los paradigmas con los que leemos la realidad y actuamos frente a ella. Es una encrucijada que nos ubica en las trincheras ideológicas. Retomar esta nueva perspectiva nos coloca en situación crítica frente a dichas instancias.

Se entiende por “patriarcado” a la histórica toma de poder por parte de los hombres sobre las mujeres, cuyo agente causal fue de orden biológico, elevado después a la categoría económica, política y aun teológica. Dicha forma de poder pasa forzosamente por el sometimiento de las mujeres a la maternidad, a la represión sexual femenina y a la apropiación de la fuerza de trabajo total del grupo dominado, del cual su primer-pero no único- producto son los hijos.

Es verdad que la lucha feminista tiene posturas más radicalizadas y posturas más abiertas que si permiten aunar esfuerzos. En esta lucha hay grupos más radicalizados que se han identificado como “feministas de género” y que se hicieron muy presentes en la cumbre de Beijing, y que no podemos minusvalorar en la falacia de sus tendencias y en la peligrosas consecuencias de todo orden que dimanan de sus posturas—llegando incluso a ideologizar sobre un mundo que no requiere la participación el varón, como proponen algunos movimientos feministas extremos. La solución no es entablar polémica, sino enrumbar la investigación sobre el quicio de la fundamentación biológica y neuropsicológica, y el quicio de lo ideológico cultural.

Esta encrucijada ideológica de ruptura de paradigmas es por tanto, una función claramente universitaria: hay que reformular esta construcción social que ha servido para apuntalar la ideología machista, es necesario desentrañar las ideologías que sustentan el orden de la realidad en la que vivimos, postulando una nueva sospecha –lo patriarcal-, ante toda la realidad proponiendo concreciones históricas nuevas, emanadas de valores evangélicos; la no-discriminación, la solidaridad y la dignidad humana.

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Esta lucha “rebasara los límites entre el segundo y tercer milenios como una de las concepciones filosóficas y como una de las practicas ético-políticas más enriquecedoras y cretinas de las eras trascurridas desde el año mil. Es este el sentido más profundo de nuestro anhelo de querer hacer del tercer milenio, el milenio feminista”. El reto del debate ideológico y universitario está ahí.

Esto nos convoca, como personas individuales y como Universidad, a una participación política concreta: erradicar un patriarcalismo en el que estamos sometidos todos y todas, y que tiene múltiples rostros. La tarea universitaria es denunciarlos y proponer alternativas.

Esto nos apremia a la investigación constante que nos permita establecer de una forma científica las bases de las diferencias biológicas y neuropsicológicas que existen entre el varón y la mujer, y que precisamente por la justicia entre ambos géneros es necesario atender, respetar, y permitir que desarrollen todo su potencial.

Esto nos invita a promover valores que giren en torno al concepto de perspectiva de género: el rechazo del cuerpo femenino como mercancía y de la violencia físico-psíquica entre los géneros; la igualdad en que toma decisiones en la sociedad; la libertad de elección en los diversos campos de la existencia humana; la igualdad en las posibilidades de desarrollo como género; la abolición de la división del trabajo social basada en el sexo, igualdad de condiciones de realización de las diversas tareas.

Hay que dejar claro en esta pugna “el enemigo” contra quien se lucha no son los hombres sino una ideología permisiva del patriarcalismo. El movimiento pretende algo que va más allá de ser simplemente mujeres a favor de las mujeres. Es una lucha por la transformación radial de la sociedad para que cada persona, hombre y mujer, se le permita realizarse plenamente según sus capacidades, habilidades e intereses, y no se limite con papeles estereotipados. Es una lucha de inclusión y no de exclusión. Es una lucha por incorporar y abrir caminos a posibilidades y por no cambiar únicamente el manejo del poder, en síntesis, es una lucha que va más allá de lo ideológico: ¡es cultural!

Para superar esta ideología permisiva, este patriarcalismo, la tarea universitaria debe apuntar a generar una nueva ideología de construcciones racionales que influyan en los valores y tenga su propia autonomía, pero sobre todo, que promueve un viraje significativo que modifique todo lo cultural –de mayor raigambre que la ideología-: toca los arquetipos, lo simbólico, lo religioso, colorea lo moral… la superación del machismo, no es por tanto solo ideología sino el surgimiento de un nuevo paradigma que modifique hasta el lenguaje mismo. Es decir, no basta con decir que somos iguales –desde lo conceptualizado ideológicamente- sino que se hace necesario el buscar que realmente estemos iguales –en las prácticas sociales que configuran la cultura-.

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La lectura teológica sobre las perspectivas de género

Desde esta óptica existe una postura y un “lugar teológico” nuevo para hacer teología: la práctica liberadora de las mujeres pasa a ser el horizonte hermenéutico para leer e interpretar la actividad liberadora de Dios en la existencia de las mujeres en el presente de su realidad. Una histología patriarcal y androcéntrica tradicional, no ha dejado captar la “novedad” de la práctica liberadora de Jesús en relación con la mujer. Una cristología tal sigue operando con una imagen de Jesús enmarcada en los tabúes patriarcales del judaísmo de su tiempo, cuando lo que hay que destacar, como rasgo distintivo de la praxis jesuánica, es la ruptura radical con los usos y costumbres discriminadores de la mujer en aquella sociedad.

Las mujeres son para Jesús verdaderas destinatarias del Reino, no como componentes accidentales, sino como participantes activas. La liberación de la mujer es una de las señales más expresivas del Reino. Jesús defiende la dignidad de la mujer contra las leyes y las costumbres opresoras de su tiempo. En la cuestión del divorcio; el episodio de la mujer adultera y otros pasajes, la concepción del seguimiento… Jesús confiere a la mujer identidad cristiana y apostólica. Aquí se ubica todo lo referente al discipulado de las mujeres, que les otorga, con la autoridad de Jesús, el derecho de ser instruidas en los misterios del Reino de Dios, de seguir al Maestro y de anunciar el Reino a sus hermanos.

Quizás, con todo, lo que esta mas en juego a nivel tecnológico, es la misma imagen de Dios. En esta perspectiva se hace necesariamente una crítica a lo andrógenico de la presentación de Dios, y nos abre a una consideración que nos lanza siempre a una especie de teología negativa sobre Dios. Afirmación de lo que se le atribuye en positivo, como suyo, negación de lo que puede quedarse en antropomorfismo y androgenismo como nuestro; sublimación que va mas allá de lo que siempre podemos entender de lo divino: deus semper maior.

Riesgos teológicos y éticos

La lucha ideológica, en torno a la teología feminista y a la perspectiva de género, están entre dos vectores del mismo movimiento. Por un lado, las feministas radicales, que se declaran a sí mismas post- cristianas, ven la biblia como un instrumento de opresión para las mujeres, y por tanto la rechazan de plano. Por otro, las feministas reformistas, que, aunque reconocen que la biblia es un libro patriarcal, creen que tiene una veta liberadora. Siguen considerando la biblia como escrito básico del cristianismo (y el judaísmo), y no están dispuestas a permitir que solo sea usada por quienes la convierten en un instrumento de la opresión.

El quehacer teológico, entonces, es un desafío arriesgado, que fomenta el estudio, la investigación, la difusión, y la interdiciplinariedad académica.

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A nivel ético, las problemáticas que se replantean y deben ser analizadas, son considerables. Está, por ejemplo, la concepción del aborto como liberación, las formas de considerar el matrimonio como forma de atar a alguien, el tema de las parejas homosexuales –condenadas de ordinario a priori el derecho de alguna de estas parejas a poder adoptar niños sin concienzudas investigaciones sobre las consecuencias que ello trae, la aparente renuncias de las mujeres a la multiplicación de la especie por la concepción de la maternidad como un obstáculo para la realización personal y profesional, etc. La bioética, por tanto, debe ser un lugar estratégico en la universidad. Todos esos tipos de temas deben también ser iluminados por la ciencia y la visión cristiana pero tal y como se presentan en la actualidad. ¡He ahí el reto!

Lectura ignaciana sobre la perspectiva de género

La perspectiva de género nos invita como personas ignacianas, a tomar conciencia de muestras ideologías, sospechar de ellas –que se concretizan por medio de paradigmas- en las que insoslayablemente introducirnos también la imagen de Dios pero de forma fetichista. Es decir, la mayor gloria de Dios es más que nada, hacer justicia a su Nombre: de allí la labor de despojar a las personas de sus ídolos. El tener una perspectiva de género, nos invita a una deconstrucción de las imágenes andrógenas suyas y a explorar sus rasgos femeninos y la fuerza de su Espíritu, para que irrumpan en la historia. Esto es hacer una aplicación del discernimiento típicamente ignaciano.

La deuda con las mujeres nos hace por tanto, tomar con ahínco la perspectiva de género sabiendo que en todo lo humano –sin eximir a la vivencia cristiana- tiene que aceptarse de antemano, el riesgo y la ambigüedad que, con todo, son espuelas para la reflexión, la investigación y la iluminación teológica.

Nota

“Género no es sinónimo de mujer. Tampoco es lo mismo que sexo. Ni es un pensamiento occidental, ni idea sólo de las feministas. Género es lo que creemos que es ser hombre y ser mujer en una determinada sociedad. Género es una construcción social y cultural que define los roles de los hombres y mujeres en cada sociedad, las formas de relación entre ambos sexos, qué se espera de cada uno de ellos y con qué criterios se valora su desempeño. Estas creencias y prácticas se transmiten de generación en generación y tanto hombres como mujeres nos apropiamos de ellas y los naturalizamos. Estas costumbres varían de cultura a cultura, según la región geográfica y cambian a lo largo del tiempo. Es decir, que el concepto de género es creado por cada sociedad. Por lo tanto es cambiante y se reproduce dentro de la sociedad. Las relaciones de género predominantes en nuestra sociedad son desiguales. Las mujeres se encuentran en una relación de opresión con respecto a los hombres, la sociedad y el estado. Es decir, que tienen numerosas desventajas en cuanto a la dignidad,

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oportunidades de superación, trabajo, prestaciones sociales, educación, aplicación de las leyes, entre otros”. Fundación para la democracia Manuel Colom Argueta, Asociación Mujer Tejedora del desarrollo –AMUTED- Curso permanente de género e Interculturalidad. Tema: Etnia y Género: Similitudes y diferencias 28 de julio del año 2000.

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SEGUNDO NÚCLEO

LA FE COMO FUNDAMENTALEXPERIENCIA HUMANA

Objetivos Específicos:

1. Comprender la fe en su dimensión antropológica y teológica como componente que da sentido a la vida.

2. Analizar las diferentes imágenes de Dios como elemento importante en la experiencia de fe.

3. Analizar los elementos observables de la situación religiosa actual.

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LA FE EXPERIENCIA FUNDAMENTAL

Compartir Vida y Proyecto

PROCESO

Conocimiento Confianza

Dimensión Antropológica

Dimensión Teológica

Encuentros

Conmigo Los demás

Encuentros

AmistadAmor

PerdónReconciliación

Hecho Religioso

Experiencia personal

- Imágenes Dios

- Grandes Religiones

- El Dios de Jesús

- Situación Religiosa

- Actual

Al Dios en el que creo

MI CREDO PERSONAL

en enconduce lleva

La aventura de creer La aventura de creer

Antonio Jiménez Ortíz Antonio Jiménez Ortíz

La fe interpersonal como fundamental experiencia humana

Cuando decimos a una persona que creemos en ella, lo que hacemos es aceptarla como alguien importante en nuestra vida. Creer en alguien es fiarse totalmente de él, reconocerlo, aceptarlo, participar de su vida, de su saber, de sus convicciones, de su visión del mundo y de las personas. Por eso sólo es posible concebir la fe como un encuentro personal.

La fe, no es por tanto, un saber aproximado o un conocimiento de carácter secundario. Es el único medio que posibilita la relación personal entre los individuos. Y así no puede ser sustituida por nada, ni puede ser superada ni eliminada por la ciencia o por la técnica, que no son realizables sin fe humana. Sin ésta no puede existir la vida, porque no serían ya posibles ni el encuentro, ni la amistad, ni la reconciliación, ni el amor... nada de lo más importante de nuestra existencia.

Y, porque me fío de una persona, acepto sus verdades, su palabra. Creer es, ante todo, tener una relación personal con alguien y, además, como consecuencia, aceptar un conjunto de verdades que me propone esa persona. El núcleo de la fe consiste en la afirmación y en el reconocimiento del Tú como persona, en cuanto a persona, que se nos abre y se nos revela en su intimidad. Con esto se acepta cada una de las afirmaciones provenientes de esta persona: se acepta lo que ella dice y promete. Las afirmaciones no pueden desligarse de la persona, sino que están esencialmente vinculadas a ella. Se aceptan las palabras porque se acepta y se reconoce a la persona. La fe es la decisión por alguien, decisión que se toma en libertad y, en último término, por amor. Esta decisión no es ciega, ni caprichosa, ni irracional, sino que se funda en el conocimiento personal. Tal decisión es un acto que compromete todo nuestro ser, nuestra inteligencia y nuestra voluntad.

La búsqueda de sentido y la fe religiosa

Somos conscientes de que la fe no nos evita problemas, ciertas preguntas decisivas sobre nosotros mismos, sobre los demás, sobre la historia, sobre la realidad que nos rodea: ¿Por qué existe el sufrimiento? ¿Por qué tenemos que enfrentarnos a la oscuridad de la muerte? ¿Por qué el amor, la ternura, la belleza, no duran siempre? ¿Por qué existe lo que existe? ¿Para qué?

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Todas estas preguntas apuntan hacia lo que llamamos la cuestión del sentido, que surge, de manera especialmente aguda, en las experiencias de dolor, frustración o fracaso. Así sentimos la ausencia de sentido al no comprender lo que acontece, al vernos sumergidos en el desconcierto. Una experiencia extrema del absurdo es la experiencia de la muerte, sobre todo de la muerte como truncamiento de una vida llena de esperanza, de la muerte cruel, injusta, violenta.

Y a pesar de estas experiencias negativas, se da en el hombre una nostalgia vital y voluntad apasionada que se niegan a aceptar que el sin sentido, el mal, el odio o la injusticia tengan la última palabra. Se vive de la esperanza de que la duda torturante tenga una solución, de que a las grandes preguntas del ser humano haya una respuesta definitiva. La realidad es siempre mayor que nosotros mismos: a pesar de nuestros saberes y nuestros poderes, no dominamos ni la totalidad del mundo, ni la totalidad de la historia, ni siquiera la totalidad de nuestra vida. ¿Dónde encontrar la clave que nos haga, al menos, inteligible lo que nos rodea?. ¿Dónde podemos descubrir el sentido último que, supuestamente, lo sostiene todo? Preguntas siempre planteadas por el hombre.

La cuestión del sentido puede ser rechazada como improcedente en el plano intelectual, pero en la vida concreta es totalmente inevitable. Todo hombre vive, consciente o inconscientemente, de un proyecto de existencia. Y cuando está en juego la orientación fundamental de nuestra vida todo individuo cree, aunque no acepte la fe religiosa. También la increencia es una decisión ante la realidad total. A este nivel no se trata de saber o de creer, sino sólo de distintas maneras de creer. Y una manera posible de darle sentido a la realidad es la aceptación creyente de que alguien que lo sostiene todo y a quien, en la historia de las religiones, se le ha llamado, de una u otra forma, Dios. Con introducir a Dios en la cuestión de sentido no desaparecen, sin embargo, todas las sombras que lo ocultan. Pero se descubre que es posible vivir de una confianza básica en aquel que, siendo la fuente del ser y de la vida, permite tener la esperanza de encontrar en lo fragmentario y provisional el sentido último, que todo lo abarca.

La fe cristiana confianza en Dios y aceptación de su Palabra

Los cristianos somos creyentes que afirmamos que Dios se ha revelado definitivamente en la persona de Jesucristo, en su vida, en su muerte y en su resurrección. En el marco de la tradición judía en la que transcurre la existencia de Jesús de Nazaret nosotros reconocemos al Dios de Israel como el Dios en el que él cree y anuncia como creador del universo, como señor de la historia, como padre de infinita ternura. En Jesús de Nazaret se ha realizado, como en ninguna otra figura de la historia de las religiones, lo que significa la fe y lo que implica como fundamento de la existencia en Dios, como confianza, como entrega total, como luz que ilumina todos los caminos de la vida, incluso aquellos que, desde el punto de vista humano, conducen a la oscuridad, a la soledad, a la ausencia y al silencio de Dios.

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Pero Jesús no es para nosotros solamente el creyente radical o, simplemente, el enviado de Dios. El es la revelación definitiva e insuperable del misterio de Dios, porque decimos que pertenece de forma única y esencial a ese misterio: él es el Hijo de Dios. Por eso lo específico de la fe cristiana no consiste en creer con Jesús y como Jesús, sino en creer en Jesús, el Cristo, y fundamentar la propia existencia en su persona y en su seguimiento. El centro del cristianismo es Dios Padre, revelado en Jesucristo, su Hijo, por el amor del Espíritu Santo.

Por tanto, la fe tiene ciertamente un contenido que no puede ni ser olvidado ni mutilado. En la experiencia cristiana el acto personal de fe y la aceptación vital de su contenido deben ser unidos de forma indisoluble. Ningún elemento puede prescindir del otro. Si se pregunta dónde radica lo decisivo de la experiencia cristiana, habrá que responder: en la fe, en cuanto que fundamenta la existencia en la persona de Jesucristo. Quien vive eso con coherencia, tiene la fuerza necesaria para prestar también el asentimiento al contenido de la fe y a su expresión concreta. El cristiano no cree en una trascendencia anónima, sino en el Dios que anuncia Jesús como salvación y misericordia infinita. La expresión “seguimiento de Jesús” manifiesta el sentido último de la fe cristiana. La fe como contenido es, en esencia, la historia de Jesús. El Cristo, como punto culminante de la Historia de la Salvación, transmitida, reflexionada, e interpretada por la Iglesia a lo largo de los siglos.

La fe cristiana: acto de la persona y don de Dios

En las relaciones humanas hacemos no pocas veces la experiencia de que el amor que sentimos o expresamos es respuesta a un amor, a una confianza que se nos ha otorgado primero. No siempre es así, pero esta experiencia es real. En el Antiguo y Nuevo Testamento comprobamos cómo la fe del hombre, es siempre respuesta al amor, a la misericordia, a la gracia de Dios, revelada de forma definitiva en Jesucristo. Desde la experiencia de la presencia de Dios en la vida del creyente, éste abre los ojos a la realidad de un amor, que lo amó primero y desde siempre.

El cristiano se siente inmerso en un plan eterno de salvación, que, sin bloquear su libertad y responsabilidad, le precede desde siempre. La gracia de Dios, su amor infinito, lo ilumina y acompaña en el camino hacia la opción de la fe, como decisión humana libre y razonable. Ésta ha sido siempre la conciencia de la Iglesia, a partir de la reflexión sobre la Palabra de Dios, y lo expresa solemnemente en los Concilios Vaticano I y Vaticano II en su constitución sobre la revelación de Dios. Los cristianos pensamos que el hombre encuentra a Dios, si Dios se deja encontrar por el hombre: el misterio de Dios es inaccesible a nuestras posibilidades humanas, si la gracia de Dios no nos abre el camino hacia el encuentro con él. Sin embargo, esto no significa que nuestra libertad sea pisoteada.

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El sí o el no depende de nuestra voluntad, pero serán siempre la respuesta a un amor que desde siempre nos amó. Expresándolo con una imagen aproximativa para aclararlo un poco: mi existencia es posible porque ya antes existía el sol. Sin él, no tendría vida, ni podría ser libre. Y sin embargo, ese sol no bloquea ni determina ahora mi libertad.

¿Es razonable creer en Dios, revelado en Jesucristo?

¿Por qué creo en Dios? ¿Por qué quiero a un amigo o amiga? ¿Por qué me he casado con esta mujer o este varón?. Estas y otras preguntas de nuestra vida no tienen ninguna respuesta simple. Ni el amor, ni la amistad, ni la fe en Dios se pueden demostrar. O dicho de otra forma, ninguna de esas realidades es el final de un silogismo, la conclusión de una demostración. No tenemos “pruebas”, en el sentido estricto de la palabra, sino que en esas experiencias manejamos signos e intuiciones que han de ser interpretados responsablemente. En la amistad, en el amor o en la fe, nos decidimos por alguien porque tenemos razones. Pero esas razones no desembocan en una conclusión racional, sino en una decisión razonable.

En esas opciones, tan transcendentales para nuestra existencia, conseguimos una seguridad vital a través de lo que se suele llamar “una convergencia de razones”. Posiblemente ninguna de ellas, en sí misma, tendría la fuerza para llevarnos a una decisión definitiva. Observando esas experiencias humanas privilegiadas del amor, de la amistad o de la fe en Dios, reconocemos un proceso interior, no siempre consciente, en el que diversas razones van convergiendo hasta ofrecer una base sólida, como fundamento para una decisión libre. Esta decisión no es, por tanto, algo caprichoso o irracional. Es una decisión razonable, en la que ciertamente corremos un riesgo. Pero ese riesgo no invalida la seguridad vital y el gozo que experimentamos cuando afirmamos: “yo te amo con toda mi alma” o “Yo me fío de ti porque eres mi amigo o amiga”.

Sin embargo, subsiste una inquietante cuestión: a mi amigo lo veo y lo toco, ¿y a Dios? ¿Es razonable creer en alguien a quien no puede ni ver no tocar? En la fe nos hallamos ante un misterio que se nos escapa de las manos. ¿Y en el amor? También nos encontramos con el misterio del otro... que se nos escapa de las manos. ¿O es que la presencia física o el signo visible (como un beso) son garantías definitivas de la verdad y profundidad de ese amor? ¿No hay ausencias más vivas que muchas presencias físicas? También en la amistad o en el amor, en las experiencias humanas interpersonales, nos topamos con la necesidad de la fe humana. La última y decisiva razón de un amor es que “me fío de la persona, que no me va a traicionar”. Lo tangible consuela los sentidos...; sin embargo, “lo esencial es invisible a los ojos”, como dice el zorro en el Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. En el fondo, todo lo decisivo en la vida es cuestión de fe.

En el caso de la fe cristiana en Dios, el creyente comprueba desde la experiencia concreta que en un largo proceso interior, condicionado por las diversas fases de la

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vida y por las circunstancias de su contexto, se han ido generando una “convergencia de razones” que ha creado la base firme para la solidez de su decisión de creer. Las razones que van convergiendo no son las mismas en todo cristiano. Pero sí hay razones que aparecen siempre, de una u otra forma: el entorno, Jesús y el Dios del que da testimonio, el significado de la fe para mi vida. En estas biografías se dan realidades históricas, familiares y sociales que facilitan el acceso a la fe. Lo podríamos llamar el “entorno creyente”: la familia, la tradición cultural, social y religiosa en la que voy madurando, las personas que me van abriendo los ojos a la realidad de la vida y de la fe (mis padres, mi abuelo, abuela, un profesor, aquel cura, aquella amiga de la adolescencia...) Este entorno, creyente con sus más y sus menos, con sus aciertos y desaciertos, es un condicionamiento, en su conjunto, favorable para ir abriéndome a la experiencia de la fe. Nuestra libertad humana no es una libertad absoluta.

Es una libertad condicionada por la herencia genética, familiar, social cultural. No siempre esta herencia es positiva para la opción creyente. Pero es un factor importante a tener en cuenta. La razón principal para la fe cristiana es Jesús. En él descubrimos la pasión por Dios y la pasión por las personas. En su existencia comprometida con los marginados de la sociedad judía, en su relación original y única con Dios, en su libertad, en su compasión, en su mensaje y en sus obras, en su actitud ante el fracaso y la muerte, Jesús nos muestra el rostro de Dios, que en su ternura y misericordia acoge y perdona sin condiciones y ofrece la salvación a todo aquel que la busca sinceramente.

El Dios que anuncia Jesús es un Dios que nos acompaña y sostiene, que respeta tanto la libertad humana, que nos desconcierta y confunde cuando mantiene silencio ante el sufrimiento de los inocentes, ante el sufrimiento de Jesús. En su resurrección se nos desvela, por la fe, el sentido último de su vida y de su muerte, de la vida humana y de la historia. Jesús ocupa un lugar exclusivo en este proceso de “convergencia de razones” hacia la decisión responsable de la fe en Dios. En esta fe descubro las claves para descifrar el enigma de la existencia, para darle un sentido a la complejidad que nos rodea. Pero no conviene olvidar que la fe es consuelo, pero no huida de la realidad, que la fe es respuesta que no agota en nuestra historia todas las preguntas, que la fe es luz que no disipa las oscuridades... La fe como el amor, no es la receta mágica para mis problemas de cada día, pero nos ofrece la fuerza, el sentido, la perspectiva global desde la que puedo vivir en que la última palabra que se pronuncie sobre mí y sobre todo ser humano, será una palabra de vida y de salvación.

La “convergencia” de estas razones y de otras más personales y puntuales me brinda una base sólida que sostiene una decisión libre. La razonabilidad de la fe es la garantía de mi libertad y responsabilidad. Al mismo tiempo, soy consciente de que, en el fondo, siempre he sido misteriosamente guiado, sostenido, iluminado por la gracia, por el amor de Dios. Como decíamos antes, encontramos a Dios, si El se deja encontrar. O mejor expresado: si, desde mi libertad, me dejo conducir por el espíritu a ese encuentro. El centro, el fundamento y la meta del acto de fe es Dios, revelado en Jesucristo como misericordia infinita. También en la

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experiencia del amor humano comprobamos que hay razones (simpatía, bondad, belleza, inteligencia.....) que nos atraen e impulsan hacia el encuentro personal con alguien. Pero, desde el amor ya hecho realidad, descubrimos con gozo que el único y definitivo motivo de mi entrega es la persona en sí, y no simplemente sus cualidades, que sí pueden mostrar a los demás lo razonable de mi opción.

(Tomado de la Revista “Proyección”, España: Nº. 46, 1999).

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El Perdón:El Perdón:“Camino de Sabiduría y Felicidad” “Camino de Sabiduría y Felicidad”

Carlos Cabarrús, s. j.Carlos Cabarrús, s. j.El perdón no es un simple mecanismo para liberar de culpa a quien nos ha ofendido, el perdón es un mecanismo para que yo sea libre de la amargura que dejó esa acción en mi corazón. Yo puedo decidir perdonar a alguien, que no está arrepentido de verdad de haberme dañado, porque mi intención al perdonar, no es que esa persona quede libre de culpa, si no que yo quede libre en mi interior, que yo tenga paz, que yo pueda vivir bien, que haya desatado la amarra que me tenía detenido en el puerto. Es muy importante saber, que el perdón no exime de culpa al ofensor, sino que libera al ofendido. Usted y yo necesitamos decidir perdonar, para ser libres de las heridas del alma.

He escuchado muchas veces la frase: "yo perdono, pero no olvido", y pensamos seriamente que si no olvidamos, es debido principalmente a que realmente no hemos olvidado, pero esto también es un error, el perdón no implica nunca que olvidemos todo, el perdón no produce amnesia, no es indispensable que olvidemos para perdonar, puedo perdonar y estar consciente del daño que se me hizo, pero he decidido que ya no me va a afectar nunca más en mi vida. Hay un punto muy importante es que podemos decidir perdonar, tomamos la decisión de ya no traer al presente las cosas pasadas, incluso nos mantenemos firmes en la decisión de no criticar, ni agredir a la persona que nos ofendió. Sin embargo, no podemos decidir dejar de sentir. Si usted quiere de verdad, que se vaya lejos lo que siente, no depende exclusivamente de usted, pero no es imposible dejar de sentir.

Cuando usted decida perdonar de una vez a alguien, es indispensable que lo confiese con su boca, no piense en el perdón, hable el perdón, no importa que usted esté sólo, quizás va en su cómodo automóvil escuchando música y piense: "si yo necesito perdonar, yo debo perdonar, yo quiero ser libre de la culpa que otra persona me hizo a mí en su momento", pero no es suficiente que usted lo piense, hay que confesarlo con su boca, aunque usted esté sólo en un lugar, que salga de su boca libremente, hay una marcada diferencia inmensa entre pensarlo y hablarlo; con nuestra boca tenemos el poder para la vida y poder para la muerte, poder para atar y poder para desatar. ¡Confiéselo!, cuando lo hablan, sienta esa libertad, ese peso extra que se va, tal vez acompañado de lágrimas, tal vez acompañado de tristeza y de llanto, pero finalmente un ser libre.

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Los pasos principales para perdonar a alguien son:

A. Identifique plenamente la herida específica que le hicieron, y la persona que se lo hizo.

B. Decida perdonarla a pesar de lo que siente en su corazón. C. Confiese con su boca ese perdón aunque usted esté sólo, no tiene que ir

a decírselo a aquella persona; lo puede hacer usted en la privacidad donde se encuentre en ese momento.

D. Yo podría ir y decirle a alguien: "te perdono por esto y aquello", y aquella persona decir: "pues mira si te lo puedo volver a hacer lo repito otra vez".

E. Recuerde que el perdón no es para liberar de culpa al otro, sino para que yo sea libre de las heridas del alma.

F. Acérquese a Dios y dígale desde el fondo de su alma: "Señor, yo decido perdonar, quítame lo que siento, borra de mi corazón estas heridas, dame un corazón nuevo, te entrego el mío, ven a mi vida Jesucristo a ti te lastimaron profundamente, a ti te dañaron y te atreviste a decir a tu padre: "perdónalos porque no saben lo que hacen", ¡Señor, yo te digo hoy perdona a tal persona, porque me lastimó profundamente, y llévate de mi corazón este amargo sentimiento!, "yo hago mi parte, tu haz la tuya".

También nosotros hemos lastimado a mucha gente, con intención ó sin ella, hemos herido profundamente el alma de nuestros seres queridos; hay que pedirles perdón. Las situaciones que recordamos en las que estamos conscientes que los hemos ofendido, necesitamos anotarlas, y debemos decirles: "perdóname". Si usted no puede ir haga uso de una llamada telefónica, de una carta, de un correo electrónico ó de una tarjeta de disculpa, y dígale desde dentro de su corazón: "yo te lastimé en aquella ocasión, con esto y con está otra situación, te pido de corazón que me perdones", si la persona lo perdona ó no ese no es problema suyo, usted ya es libre de ese nudo, que lo tenía amarrado en su corazón.

Usted y yo no podemos decidir que los demás desaten sus propios nudos.

El perdón es un mecanismo para que nuestro corazón sane de las heridas, para que nuestra alma brille, para que nuestra vida vaya en aumento, para que usted y yo podamos desarrollar este potencial que poseemos y que nadie nos puede quitar nunca.

Sobre el perdón

La capacidad de perdonar es uno de los indicadores de madurez humana. Con frecuencia tenemos algunas ideas falsas sobre el perdón: y con frecuencia pensamos que no perdono porque recuerdo, porque quiero que se haga justicia, porque no perdono de manera automática, sino que necesito tiempo, o porque no vuelvo a la primera situación.

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Analicemos estas “ideas falsas” sobre el perdón: 1) Pensamos que “perdonar es olvidar”. Somos personas con memoria, es

imposible olvidar, más bien sólo si recuerdo puedo perdonar bien. (Mons. Gerardi, asesinado en Guatemala después de presentar la “Memoria histórica de la guerra”. Mons. Gerardi es mártir del perdón y del recuerdo).

2) “Si persono renuncio al deseo de que se haga justicia”. Perdonar implica que el ofensor pague en justicia su condena. (El papa Juan Pablo II visitó y perdonó en la cárcel a quien quiso quitarle la vida y no renunció a que se haga justicia).

3) “Perdonar es un acto de la voluntad”. Sí, es verdad, pero aclaremos porque implica un proceso que requiere tiempo. No puedo decir: “perdono de una vez por todas”, como si fuera un acto que con sólo decirlo se realiza lo dicho. No, el perdón necesita un proceso. La persona herida tiene que hacer su duelo en el tiempo y expresar la cólera o enojo. Tenemos que tener en cuenta el dinamismo humano y aplicarlo en nosotros mismos y en la educación. No podemos decir a un niño da un beso a tu amiguito y ya estás perdonado.

4) Creer que perdonar es “volver a la situación que vivíamos al comienzo” hay casos en que es imposible volver a la situación primera. (En la amistad, en la pareja,…) perdono a esta persona pero no puedo volver a la situación que había antes. Si se rompió la confianza no la puedo improvisar. La confianza es un regalo. Puede ser que la persona con la que rompí vuelva a ser amiga, o no.

El signo de no perdonar es el resentimiento y el rencor que lleva a la venganza.

Dinamismo humano (psicológico) del perdón

Pasos en la metodología del perdón:1) Que haya cesado la ofensa. Que estén apaciguadas las aguas; deponer las

armas, que haya espacio psicológico para poder respirar, poder dialogar.

2) Poder haber expresado la cólera y el dolor. No hay mal que no genere incomodidad, rabia. Tratar a las personas de forma agresiva, hiriente, cortante pueden ser expresiones de ese dolor y rabia. Es conveniente expresar la cólera visceralmente, descargarla con: ejercicios bioenergéticos: gritar, saltar, hacer el león, el tigre. Coger un papel y escribir expresando toda la rabia que tengo, tolo lo que

me salga. Retorcer la toalla. Poder llorar

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Si no se da este paso de expresarla se puede llegar a la depresión que es la combinación de la cólera y el dolor reprimido.

3) Poder delimitar bien la pérdida, el daño. Poner la pérdida en la justa medida sin exagerar el daño que me hizo. Ser objetivos y delimitar la parte que quedó herida. Las pérdidas tienen que ver con “la herida” más fuertes de mi infancia que ocasionaron mi parte vulnerada. Debemos deslindar la pérdida de la herida.

4) Sacar un mensaje positivo.Nos preguntamos ¿qué aprendí en esta situación, de este hecho negativo? Puedo aprender de mi error, de mi pecado, del pecado y errores de los otros. Puedo salir de esa experiencia con un corazón más comprensivo y misericordioso con las debilidades humanas. Puedo tener mejor comprensión de las personas que pasan situaciones semejantes a las que yo viví.

Dando estos cuatro pasos las aguas se van serenando y automáticamente va a bajar el rencor.

Un ejercicio que ayuda es el establecer una conversación ficticia con la persona que tuve el problema y contestarme. Escuchar lo que me dice ella, escuchar en esta conversación mis culpabilidades, pues mientras no reparto culpabilidades, el pedacito de culpa que yo tengo, no avanzo.

La capacidad de perdonar tiene relación con la capacidad de enfrentar los problemas de la vida. Si una persona se siente en imposibilidad de perdonar es porque está enferma, herida. En este caso no debemos moralizar sino ayudar a la persona a que repare su enfermedad. Tratemos de ser abejas trabajadoras que destilan el mejor sabor, más que moscas que contaminan el ambiente, difundiendo la suciedad causante de enfermedades. Primero de todo tratemos de ser personas HUMANAS. Lo humano acaba en un buen nivel de autoestima, y nos hace ser “personas pro-vida”. Perdonar es un proceso y un acto libre y que nos libera

Contar con la gracia, la misericordia de Dios

Es importante contar con la misericordia de Dios. Dios perdona siempre. Nos perdonó cuando éramos pecadores. Nosotros somos finitud que se pone a los pies del Señor. En el Dios que nos revela Jesús en las parábolas de la misericordia (Lc. 15: Hijo pródigo) gana la misericordia sobre la justicia. Lo mismo en la parábola de los obreros invitados a trabajar a la viña a diferentes horas del día. Jesús nos dice que el Padre es un Padre-Madre bueno, misericordioso.

Mateo 6:12 – 14:Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque si

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perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros.

Mateo 18:21 - 22 Entonces Pedro se acercó y le dijo: -Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: -No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.

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La fe es un itinerario:La fe es un itinerario:Testimonio sobre el itinerario de mi fe Testimonio sobre el itinerario de mi fe

P. Julio César Sosa, s.j.P. Julio César Sosa, s.j.1. Introducción.Se me ha pedido compartir con los alumnos de Reflexión Teológica de la UCA un tema bastante complejo de exponer. Se trata del tema de la fe, particularmente, de mi fe.

El tema de la fe es un tema muy amplio y va muy unido a la vida, por esa razón he organizado mi escrito como si fuese una trenza a dos hilos. Por un lado, buscaré responder a la pregunta sobre quién soy yo y por otro, haré una reflexión acerca de por qué creo o por qué sigo creyendo.Comenzaré por los datos externos, para luego acercarme a mi mundo interior.

2. Datos externos.Mi nombre es Julio César, apodado Kaiser, que significa “César” en alemán. Mis apellidos son: Sosa, por parte de mi padre, quien fue conductor de autobuses, y González por parte de madre, quien es maestra de primaria. Nací en la noche más larga de cada año: un 21 de diciembre, fecha del solsticio de invierno.

Soy el cuarto de cinco hermanos, y entre ellos sólo tengo una hermana. Nací en el país más pequeño de Centroamérica, en una ciudad llama Santa Tecla. Toda mi primaria y mi secundaria la estudié en escuelas públicas, pues cuando mis padres se separaron, nuestra economía familiar se desplomó. El bachillerato lo estudié en un colegio católico de los Padres Salesianos, gracias a una beca que ellos me otorgaron por mi buen rendimiento académico.

3. Las dos marcas de mi vida.Mi infancia estuvo marcada por dos acontecimientos: la separación de mis padres cuando yo tenía diez años y mi participación activa en la Iglesia católica desde que yo era muy pequeño.

3.1 La separación.Como he dicho, lo primero que marcó mi vida fue la separación de mis papás. Desde muy pronto comencé a observar el esfuerzo de mi madre por sacar adelante a sus cuatro hijos e hija sin la ayuda económica de mi padre alcoholizado, quien luego dejó el vicio, formó una nueva familia y se convirtió en pastor evangélico de una muy bonita y floreciente Iglesia evangélica en la ciudad de San Salvador. Mi mamá trabajaba como maestra de primaria en las mañanas,

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mientras que por las tardes y por las noches enseñaba mecanografía en un colegio privado.En el año 2001, hubo un terremoto en El Salvador. Ese terremoto, botó mi casa materna y me permitió descubrir el más bello tesoro que yo he encontrado en mi vida. Mi mamá me pidió que lo único que rescatase de los escombros fuera una bolsa blanca. No sabía su contenido, pero para mi sorpresa, la bolsa blanca contenía una colección de pequeños tuquitos de lápices grafitos, que a lo largo de 30 años mi mamá había ido guardando, como recuerdo de las primeras letras que sus alumnos/as habían escrito.

Observar el esfuerzo titánico de mi madre para que mis hermanos y yo llegásemos a concluir nuestros estudios, me hizo creer en la perseverancia, me hizo creer que el esfuerzo tiene su mérito y me hizo creer que hay que sacar adelante lo comenzado, siendo responsable con aquello que se nos encomienda. Además, me hizo descubrir que una profesión puede transformarse en vocación: ella había hecho de su profesión docente una vocación.

Observar a mi padre levantarse del fango del vicio me hizo creer que es posible redimirse y que hay un Dios que te ayuda y te extiende la mano por medio de otras personas para salir adelante. Mucha gente de fe nos ayudó a sacar adelante a mi papá. Quizá por ello me glorío, con toda humildad, de haber ayudado hace unos años a salir del alcoholismo a un alcohólico que mendigaba en los atrios de la primera parroquia que me encomendaron como sacerdote jesuita. Se llama Reynaldo y, hasta la fecha, no ha vuelto a beber alcohol.

Esto resume algo esencial en mi vida de fe: si la fe se define como confiar en alguien, definitivamente yo aprendí a confiar en las personas y en Dios, gracias a mi madre y a mi padre.

De mis hermanos he de decir que me enseñaron a creer en la fraternidad, pues a pesar de nuestros conflictos normales, hemos sabido querernos y ayudarnos cuando todos nos han dejado solos. Por ejemplo: cuando el terremoto botó nuestra casa, no recibimos ningún tipo de ayuda, ni del gobierno ni de la alcaldía municipal, tal como lo habían prometido cuando las ayudas llegaban de España. Sólo nuestra fraternidad de hermanos hizo posible reunir el dinero necesario para reedificar no sólo nuestra casa, sino nuestras vidas.

Al hablar de mis padres y hermanos he querido decir lo siguiente: mi madre me ha revelado la dimensión del espíritu fiel y perseverante de Dios. Mi padre me ha revelado la dimensión paterna de Dios. Y mis hermanos la dimensión fraterna que nace de la fe en Dios.

3.2 La Iglesia católica.Además de mi familia, hay un segundo aspecto que ha configurado mi vida y éste ha sido mi participación activa en una comunidad creyente, específicamente en la

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Iglesia católica. Tres son las experiencias de iglesia que cicatrizan mi vida de creyente católico.La fe en medio de la violencia y la inocencia.Me crecí en tiempos que arreciaba la Guerra Civil en El Salvador. A la edad de 12 años, en 1980, se vivieron los momentos más crudos de la guerra.

Sin mucha conciencia de lo que estaba pasando, pues era un niño, comencé a notar que en la parroquia estaban sucediendo cosas muy serias: los catequistas desaparecían, otros eran perseguidos por llevar su Biblia bajo el brazo y una vez presencié que el ejército se lleva prisioneras a cuatro muchachas de mi grupo juvenil. Tres días después regresaron, pero emigraron inmediatamente a Australia. Más tarde, una de ellas me contó cómo las violaron durante horas interminables.

Como no había catequistas, el párroco me pidió que me hiciese cargo de la catequesis de niños. Esta experiencia empezó a modificar mi vida. Eran niños de mi misma edad, pero eran niños mucho más pobres y desnutridos que yo. En ellos descubrí la pobreza extrema, pero al mismo tiempo descubrí la creatividad que poseían, pues hacían de un cartón el mejor juguete, transformaban un chiste en una fuente prolongada de alegría, convertían un mango en el más exquisito de los banquetes y hacían del templo de la iglesia un sitio donde todos cabían: grandes o pequeños, pobres o ricos, adultos o niños.

La fe en medio de un funeral inolvidable.Con esos doce años de edad que me marcaron tanto, asistí al entierro del obispo de mi diócesis, Monseñor Oscar Romero, quien fue asesinado un 24 de Marzo de 1980 en la capilla del Hospital La Divina Providencia.

Las exequias iban a tener lugar en las afueras de la Catedral Metropolitana de San Salvador, pues era seguro que el pueblo desbordaría el templo con su presencia.

Ese día la ciudad lucía distinta. Las calles estaban asfaltadas de gente descalza. La plaza donde había que congregarse estaba adornada con festones de esperanza y un incienso de ilusiones aromaba todo el ambiente. También había miedo, pues la guerra civil había expropiado la paz de todo el territorio nacional.

La procesión de entrada arrancó desde una Iglesia cercana llama El Rosario y así comenzó la más bella eucaristía que yo he presenciado en mi vida, pues en ella acontecieron los Misterios gozosos y dolorosos. Los cantos de entrada eran festivos, pero el sentimiento de orfandad se cernía sobre aquel mar de gente.

Cuando el coro entonaba el Señor ten piedad, se escuchó la detonación de una bomba en una de las cuatro esquinas que custodiaban a la multitud. El silencio se esparció como pólvora en medio de la asamblea. Y sólo la expresión popular “¡Ay Dios mío!” rompió aquél enmudecimiento cuando una segunda bomba hizo estallar el consabido temor de una masacre en los atrios de catedral.

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La gente comenzó a correr sin orientación. La estampida humana no se apiadó de los más débiles, ni tan siquiera de aquella anciana que mis ojos vieron pisoteada. Hubo un forcejeo en torno al ataúd de Monseñor Romero, pero el clero logró arrebatarlo y entrar con él y con miles de gentes por el pórtico de la catedral. Todo un símbolo: así vivió Monseñor Romero, ligado a su pueblo pobre y vinculado a la cátedra de San Pedro.

El cuerpo de Monseñor Romero recibió una rápida sepultura, pero en el mismo momento en que se pronunciaba el “descanse en paz”, estalló la guerra de su testimonio: el espíritu con el que había vivido, había resucitado en nuestros corazones.

En medio de aquel tumulto, algunas personas gritaban que había que refugiarse en el interior de la iglesia, otros decían que en la oración, y nosotros, el grupo de jóvenes con el que yo había asistido, decidimos escabullirnos en medio de las laberínticas calles de la ciudad de San Salvador para atrincherarnos en nuestras ilusiones y en nuestros sueños de construir un mejor país. Recuerdo que era domingo: Domingo de Ramos. La Pasión apenas había comenzado.

La misa quedó inconclusa y las vidas ofrendadas quedaron esparcidas en el suelo, mezcladas con el pan y el vino del Señor.

Mi fe en medio de otras historias de fe.Cuando el tiempo fue pasando, al final de la secundaria, me presenté al sacerdote de mi parroquia y me ofrecí a colaborar en la repartición de víveres para los desplazados de la guerra, que eran campesinos y campesinas que habían tenido que emigrar forzosamente del campo a la ciudad debido a los enfrentamientos armados en sus pueblos. Este sacerdote, el Padre Aguilar, fue un gran hombre. Siempre me respetó y fomentaba mis propias iniciativas.

Una de mis tareas en la parroquia consistió en entrevistar a los desplazados de guerra para determinar si realmente procedían de las zonas de guerra y asignarles la ayuda que iban a necesitar. En la entrevista ellos/as tenían que relatar la historia de su desplazamiento. Esas historias terminaron por transformar mi vida y mi fe, pues era la fe las que les había impulsado a caminar con esperanza en medio de la violencia.

Hoy se habla mucho de transformar el mundo o de transformar la Historia. Yo puedo decir que aquéllas historias me transformaron a mí.

Hasta el día de hoy me cuesta creer las cosas que me contaban. Lo que si puedo decir, es que a través de los ojos de aquellas gentes, vi lo más triste de la violencia de una guerra: emigrar forzosamente, huir con lo puesto, ver desde lejos

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quemarse la propia casa, dejar a los muertos sin enterrar y tener que dejar a la vaquita abandonada en el patio.4. Mi fe hoy.Mi familia y la Iglesia han configurado quién soy yo. Lo que acabo de relatar puede “explicar” mi fe, pues lo que he contado quiere mostrar que la fe tiene historia. La fe no surge de la nada. Tiene antecedentes. Más aún, la fe es una historia. Una historia de amor.

La fe para mí surgió de la experiencia y de la realidad cotidiana.La vida de muchas personas, y la vida en general, lo hacen a uno ser crédulo o incrédulo. Esto muestra que a la fe, le antecede la vida.

Por ello, lo más importante reside en el cómo se viven los acontecimientos de la vida, sean trágicos o gozosos. Para mí ahí radica la fe. La fe enseña a digerir la tragedia o el goce, la tristeza o la alegría, la desesperanza o la esperanza.

La fe es como el estómago: por ahí pasan todos los acontecimientos. Los mal digeridos o los descompuestos te enferman, pero una buena digestión de algo malo puede generarte nuevas energías. Por eso considero que la fe es como el estómago, es decir, es cuestión de entrañas.

La fe me ha enseñado a permanecer en pie cuando todo se derrumbaba. Quizá por ello, tanto el terremoto de 2001 en El Salvador como el entierro de Monseñor Romero, han sido los instantes más profundos de mi vida, pues maduraron mi fe. Yo entré con los jesuitas cuando tenía 18 años, y entré con el ánimo de servir a Dios. Por ello no temí renunciar a esposa e hijos e hijas (hablo del voto de castidad), no me eché para atrás cuando se me pedía renunciar a tener cosas bajo mi nombre (hablo del voto de pobreza) ni me eché para atrás cuando se me pidió renunciar incluso a mi propia voluntad y a hacer lo que mandasen mis superiores (hablo del voto de obediencia).

En el 2001 yo estaba en Madrid haciendo mi doctorado en Filosofía. El terremoto de El Salvador me hizo abandonar España con carácter de urgencia. Cuando llegué a El Salvador y vi el desastre, mi fe también se tambaleó y comenzó a jamaquearse. No dudé de Dios ni de la humanidad, pero la fe no me respondía ante el dolor que estaba contemplando. Ahí me pregunté por primera vez por qué seguía creyendo y en qué creía exactamente.

Yo había sido ordenado sacerdote en el año 2000, y ahora me acercaba a la gente que incluso había estado en mi ordenación sacerdotal y me era muy difícil transmitirles una palabra de aliento cuando ellos/as o mi familia vivían en casas de otros familiares o a la intemperie, en pequeños toldos, teniendo por paredes el miedo y la inseguridad.Empecé a orar más. Empecé a meditar desde mis entrañas.

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Y en esa oración descubrí que la fe surge del cultivo de la vida interior, es decir, del diálogo interno que uno puede mantener con Dios. La fe es como una semilla que ha de sembrarse y cultivarse en el suelo interior para que germine, de lo contrario, muere. Mi fe no amenazaba con morir, pero he de reconocer que estaba plagada de imágenes erróneas de Dios y por ello no me ayudaba en ese momento y mucho menos me servía para ayudar a los demás. Pero fue precisamente la fe de los demás, la fe de los afectados, la que me ayudó a purificar mi fe de las imágenes falsas que yo tenía de Dios.

El terremoto de 2001 me hizo ver que yo pretendía que el diálogo con Dios fuera unilateral. Sólo yo hablaba. Me di cuenta que yo no escuchaba a Dios y que Dios tenía una palabra que decirme. Qué él también habla en medio de la vida.

Y él habla por medio de su Palabra en las Sagradas Escrituras, por medio de las enseñanzas y la práctica de la Iglesia y también por medio de la palabra de los hermanos y de la realidad que me rodeaba.

En ese momento comencé a buscarle por otros caminos, específicamente por medio del Budismo. El sendero de Buda fue como un pequeño rodeo, pues me llevó nuevamente a mis fuentes cristianas y a valorar lo que el cristianismo siempre me ha ofrecido y yo no he sido consciente de ello. A Buda llegué por medio de una de mis fuertes aficiones, la literatura, específicamente a través de un libro que me ayudó a releer mi fe: Siddharta, de Hermann Hesse. En esta experiencia literaria descubrí que la fe no sólo es un credo sino que la fe es un camino. Un itinerario.

Todo esto ha configurado mi credo, con el cual quiero concluir:

Yo creo que en mí hay una dimensión espiritual fraguada desde mi infancia, la cual ha posibilitado que yo busque un sentido más profundo de los hechos que acontecen en la vida. Y al bucear en el interior de los acontecimientos cotidianos me encuentro que hay algo insondable, profundo y hondo. Ese algo es un Alguien, Jesucristo lo llama Padre. Yo creo que Dios es Padre. Yo creo que Dios madre. Yo creo que Dios es hermano y hermana. Pero ante todo, yo creo que Dios es un camino, un camino para ser recorrido. Por eso, la fe es un itinerario.

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¿Quién es Dios? ¿Quién es Dios?

Nuno Tovar, s j. Nuno Tovar, s j.Introducción: En la narración, “LA TERRAZA”2, el autor se acerca a la problemática de las diversas imágenes, creencias e ideas sobre Dios a través del diálogo de varios personajes en un imaginario encuentro. Para el diálogo en grupos utilizaremos una misma guía de Javier Garrido, titulada ¿Qué historia tengo con Dios3?

¿Un Dios a medida?

La sacudida debió ser tal que cuando volví en mí estaba solo, sentado en el suelo enmoquetado de la pequeña capilla donde rezo todas las mañanas. ¡Pero, Dios mío, ya eran las nueve y media de la mañana! ¿Dónde estaba? ¿En la sala de espera del cielo? ¡Una terraza! ¡Qué disparate!

Pensé que hoy día hay tantas ideas diferentes de Dios que casi tenemos la sensación de que cada persona tiene su imagen, como si se tratase de un imaginario prét-a-porter, donde cada uno va a buscar su fe: «Yo ya tengo la mía».

Hay quienes tienen miedo de Dios, como el hombre del maletín, y viven aterrorizados con la idea de no pasar al final la prueba del juicio. Dios les parece, ante todo, una fuente de principios rectos que deberían haber obedecido. El hombre del maletín negro tenía en su portafolio ciertamente una colección de buenos criterios. Pero su corazón estaba lleno de miedo.

Ésta no es, sin embargo, la imagen más popular en nuestros días. Entre los jóvenes, sobre todo entre los urbanos, a Dios se le representa a menudo como el mejor amigo, una especie de amigo secreto e invisible que está siempre ahí en los momentos de apuro y a quien a veces se siente muy cerca. Sentir es lo importante. Ésta era la idea que tenía de Dios la muchacha de la guitarra. Una fe a flor de piel.

A muchas otras personas, sin embargo, la realidad que ciertamente las impresiona no es tanto Dios -ni sabrían qué contenido dar a esa palabra- como el Universo, el Cosmos. Desde siempre la fe ha tenido que confrontarse con la tendencia panteísta. Hoy, sin embargo, esta tendencia viene fácilmente revestida de connotaciones científicas. Se habla de Dios en términos casi científicos, como «energía universal», por ejemplo.

2 Seguimos con el libro “EL PRINCIPE Y LA LAVANDERA: Historias de Dios y Nosotros”, del jesuita Nuno Tovar de Lemos.

3 Del libro Experiencias Humanas y Caminos de Fe, de Javier Garrido.80

Con frecuencia esta tendencia viene hoy asociada a preocupaciones ecológicas. La naturaleza se transforma en el «santuario» por excelencia, un templo que fácilmente se vuelve divinidad. El muchacho del pañuelo es una ilustración de esto.

La señora del cabello plateado no podía faltar, pero representa a una especie hoy bastante rara, casi en vías de extinción: a aquéllos que llegan a Dios como conclusión de sus investigaciones meramente intelectuales y de sus búsquedas racionales. Es una variedad rara, tal vez porque nuestra confianza en el poder de la razón humana está hoy bastante en cuestión.

El hombre de las manos encallecidas, el hombre que cree sencillamente, sin especulaciones filosóficas o grandes cuestiones críticas, no desaparece tan fácilmente como haría suponer el mito del progreso. Incluso después de dejar la azada o la pala, se puede rezar con las manos encallecidas y la «fe del carbonero».

Muchos otros personajes podrían haber habitado mi sueño, pero con estos cinco basta para plantear el problema. ¿Es cierto que cada uno tiene su imagen de Dios? ¿No hay una que sea la correcta, la verdadera? ¿Qué pensar de tanta diversidad? ¿Y qué hacer cuando alguien en una terraza nos habla de un Dios diferente del nuestro?

Cuatro principios para hablar de Dios

Me parece que hay cuatro criterios que no debemos olvidar cuando conversamos con alguien acerca de Dios o pensamos, para nosotros mismos, cómo será el rostro de Dios. El primero es el siguiente:

1) Dios es “misterio”Cuando digo esta palabra no estoy diciendo que Dios no pueda ser conocido, sino que puede ser siempre mejor conocido. «Misterio» -en sentido teológico- es aquella realidad de la que siempre descubrimos aspectos nuevos, sin que se agote. Dios es misterio porque Dios es inacabable. Dios es siempre mayor. Mayor que la mente de cualquier persona, sea la que sea, e incluso mayor que todas las mentes del mundo. Mayor ciertamente que cualquier retrato de Él que podamos pintar con nuestras palabras.

Dios no tiene muchos rostros. Tiene uno solo. Pero así como un cristal puede ser visto desde muchos lados y desde cada lado es visto de un modo diverso, así también cada hombre, cada comunidad, cada época de la historia, cada cultura retiene algunos rasgos e imágenes del rostro único de Dios, siempre necesariamente parciales y limitados. Hay por ello, al lado de algunas imágenes falsas, muchas posibles imágenes de Dios, todas ellas verdaderas, imágenes que, no siendo incompatibles, son sin embargo realmente diversas. Semejante multiplicidad es buena.

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Esto significa que nadie tiene en este mundo la palabra última y definitiva sobre Él. Nadie guarda la verdad de Dios en su bolsillo. Nadie puede decir tampoco: «Después de lo que yo te he dicho sobre Dios ya no necesitas seguir tu búsqueda». Somos capaces de hacer hasta afirmaciones verdaderas -como, por ejemplo, que Dios es amor- pero aun en ese caso nuestra comprensión no nos permite entender sino una pálida traza de lo que conlleva llamarle Amor.

Nadie tiene la verdad absoluta sobre Dios. Pero ¿y la Iglesia? ¿Está también ella en busca de Dios como el resto de la humanidad? No, la Iglesia guarda consigo a Jesucristo, o sea el camino hacia Dios. Cuando Tomás pide a Jesús que le muestre el camino para llegar a Dios, la respuesta es bien clara: «Yo soy el camino» (Juan 14, 6). Éste es el camino –Jesucristo- que le fue mostrado y confiado a la Iglesia. Gracias a esta misión que Dios le confía, está en una situación única.

Pero, atención, también la Iglesia, ella misma, ha de recorrer este camino, que va conociendo sólo en la medida en que lo recorre. Y aun dentro de la Iglesia Dios sigue siendo un misterio, misterio que se va dando a conocer progresivamente a lo largo de los siglos. Seremos siempre apóstoles y discípulos, maestros y aprendices.

La primera verdad es ésta, que Dios es misterio. Y la primera consecuencia que debemos sacar es bien simple: cualquier persona que se cruce en nuestro camino, aunque sea un muchacho con los cabellos revueltos y un pañuelo al cuello, puede revelarnos algún aspecto importante del rostro de Dios. De ahí que nuestra actitud no puede ser la de quien lo sabe todo, sino la de quien quiere aprender. De Dios siempre somos aprendices y peregrinos. Y nuestros compañeros de viaje no son sólo nuestros hermanos en la fe sino la humanidad entera.

El segundo principio es superar la dicotomía exageradamente simplista entre ser creyente o ateo, tener fe o no tenerla.

2) Todo creyente es un ateoMe ha sucedido frecuentemente -hablando con alguien que se declara ateo- sentirme de inmediato en total y sincera sintonía de puntos de vista con esa persona. Ese Dios que ella rechaza y afirma que no puede existir, también yo lo rechazo y creo sinceramente que no existe.

Por eso, no nos dejemos impresionar por quienes dicen que no creen en Dios. ¿En qué imagen de Dios no creen? Tal vez esa persona nos responda: «En un Dios que va permanentemente detrás de nosotros para agarrarnos en falta y llevarnos al infierno». O quizá: «En un Dios que nos creó y después nos dejó a solas con nuestra libertad». Tiene toda la razón, aunque sea ateo. En ese Dios tampoco yo creo. Ese Dios ni existe ni nunca ha existido.

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O sea, ateos somos todos nosotros, los creyentes, ateos de los falsos dioses. La verdadera cuestión no es tanto si alguien cree o no en Dios como en qué Dios cree o a qué Dios rechaza. Dicho en lenguaje bíblico: tener fe implica destruir «falsos dioses», ídolos en forma de «becerros de oro», que son mero fruto de nuestras proyecciones y miedos, como el que erigió el pueblo de Israel en el desierto (Éxodo 32).

Pero entonces, ¿cómo distinguir una verdadera imagen de Dios de una falsa? Esto nos lleva a un tercer principio.

3) Sólo Dios se da a conocer a sí mismoO sea que, por simple reflexión racional, en lo más recóndito de nuestro aposento, podemos llegar a la conclusión de que existe un ser supremo, pero nunca a saber quién es. Es como si parásemos delante de una casa que sabemos que está habitada y hasta viésemos la sombra de alguien que pasa por detrás de las cortinas de una ventana cerrada. Pero hasta que el dueño de la casa no franquea la puerta y se deja ver somos incapaces de conocer su identidad. Abrir la puerta, remover el velo que esconde el rostro de Dios a nuestra vista, es lo que llamamos “revelación”.

Este principio de la revelación es importante. Dios no es un «tema» más de este mundo sobre el que podemos sacar conclusiones y dar nuestra opinión. Dios es Dios. Está infinitamente por encima de nosotros y más allá de nuestra capacidad lógica. ¿Quién de nosotros puede decir basándose en su propio raciocinio “Dios es de esta manera, yo siento que Dios es así y así”?

Nadie puede afirmar algo de Dios basándose en que lo «siente» de una forma determinada. Pero, para nuestra salvación, Dios salió de su intimidad y se reveló. Primero, indirectamente, en el Antiguo Testamento por medio de hechos y de los profetas. Finalmente, en los últimos tiempos, se reveló por medio de su propio Hijo.

Un día el apóstol Felipe, ciertamente entusiasmado al ver que Cristo estaba siempre hablando del Padre, le pidió: -Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta.

Jesús le contestó:-¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? Quien me ve a mí, ve al Padre (Juan 14, 8-9).Y San Juan lo expone de un modo mucho más claro: «Nadie ha visto jamás a Dios. Su Hijo es el que nos lo ha dado a conocer» (Juan 1, 18).

La fe en la revelación es también el principio de nuestra libertad en el anuncio de Dios. Como lo expresó San Pablo tan profundamente, «no nos predicamos a nosotros, sino al Señor» (2 Corintios 4,5). Porque el Dios que anunciamos no es

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invención nuestra. Cuando lo proclamamos y nos rechazan no nos culpabilizamos: al Señor es a quien rechazan. Y cuando lo exponemos y lo aceptan no es mérito nuestro: al Señor aceptan. A nosotros nos compete tan sólo ser, al anunciarlo, fieles a la revelación.

De esta tercera verdad, que Dios se revela a sí mismo, se sigue naturalmente una cuarta verdad o principio.

4) Una imagen de Dios es verdadera (o falsa) si se corresponde (o no) con la revelación.Este principio tendrá, estoy convencido, una importancia cada vez mayor en las discusiones sobre Dios. Con mucha frecuencia aparecen en nuestros círculos personas que nos asaltan con ideas raras sobre Dios, traídas de alguna extraña y pequeña secta o ideología religiosa de Occidente o de Oriente. Lo insólito atrae. Pero ¿cómo responder a esas ideas? por ejemplo, no hace mucho alguien me preguntó (siguiendo la sugerencia de una película que había visto) si Dios no sería un ser sádico que nos creó para divertirse con nosotros y acallar así su soledad. ¿Cómo responder? De nada sirve demostrarle con argumentos que Dios es bueno. Esa persona encontrará varios ejemplos que corroboran que Dios es sádico.

Un diálogo inteligente sobre la hipótesis de un Dios sádico debería, en mi opinión, pasar por responder: «No sé de dónde has sacado esa idea, pero cuando Dios se nos reveló, se mostró como alguien que quiere el bien del hombre y no divertirse a su costa. Jesucristo habló de El como de un Padre amoroso».

Nos preguntará, entonces, esa persona por qué razón tomamos la revelación cristiana como criterio de verdad sobre Dios. Y aquí la respuesta sólo es una y tiene que ser personal: «Uso la revelación cristiana como criterio último de verdad sobre quién es Dios porque creo en la persona de Jesucristo. Por El sé quién es Dios, de la misma manera que sé por Él lo que significa ser humano. Jesucristo es para mí la fuente absoluta de la verdad. Creo en Él. Es un acto de fe».

¿Y cómo sé yo que Cristo no nos engaña cuando habla de Dios? «Porque también he constatado que no me engaña cuando habla de la vida. Cuanto más sigo lo que dice, tanto más cobra sentido mi vida y me convierto en una persona mejor y más libre».

Pero, evidentemente, esta confianza así depositada en la Persona de Jesucristo es una decisión personal, una opción ya no demostrable, aunque apoyada en cimientos fuertes y creíbles una opción de fe que supone que la propia persona haga la experiencia de una vida con Cristo y así constate la fiabilidad de este camino. La fe -como el amor y como la vida, en general- sólo puede ser analizada correctamente después de haber sido experimentada de algún modo.

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En conclusión: Jesucristo -así lo entendemos nosotros, los cristianos- es el punto de discernimiento último acerca de la validez de las diversas ideas sobre Dios. Es Él quien nos permite criticar y superar falsas ideas de Dios producidas sea en el interior de la Iglesia, por la propia piedad cristiana, sea en el interior de otras tradiciones religiosas. Y es también Él quien nos permite reconocer el valor y la fecundidad de discursos sobre Dios nacidos sea en el interior de la piedad y la teología cristianas, sea en el interior de otras tradiciones religiosas.

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DEL FETICHE AL DIOS DE JESÚS DE NAZARETDIOS FETICHE DIOS ANUNCIADO POR JESÚS

El dios perfeccionista, un dios que quiere provocar el perfeccionismo y por tanto se vuelve implacable con quienes no llegan a la perfección.

El Dios de la alegre misericordia, como lo encontramos relatado en el Hijo Pródigo (Lc 15, 11 – 22) el Dios que celebra el perdón con la fiesta, le interesa nuestro corazón y no nuestras acciones

El dios sádico, su presencia nos aplasta, un dios que no exige cosas que cuesten, cosas que sangren, que duelan, nos hace sentir, creer y decir, por principio “mientras más difícil sea, ¡más signo es de dios!

El Dios del amor incondicional, nos quiere por lo que somos, no por lo que hacemos. El Dios que nos busca precisamente cuando más nos alejamos, que nos ha querido cuando más éramos pecadores. (Rm. 5,8) (Mc. 2, 16 – 17)

El dios negociante, exitoso, un fetiche que exige obras, que exige cultivar la imagen, que es alguien que puede comerciarse, la relación se torna mercantilista: te doy para que me des”…

El Dios de la gratuidad, todo en El es gratuito. No se le compra con nada, no se nos vende por nada. Todo en El, todo El, es regalo (Mc 10, 45).

El dios intimista, hecho a nuestra pobre medida. Es el dios de mi propiedad, a quien manejo: lo hago a “mi imagen y semejanza”; es un dios exclusivo porque es de mi propiedad.

El Dios del Reino, es decir, de un proyecto histórico suyo para con la humanidad, proyecto que implica la paz, la justicia, la concordia, la solidaridad, la igualdad, el respeto entre todas las personas y el equilibrio con el universo. Es un proyecto que comienza ahora y termina en Dios también. Es el Dios que se encarna en cada uno, pero sigue siendo radicalmente otro ( Mt. 25, 31-46)

El dios manipulable, abarcable, es un dios muy pequeño, pues se le puede manipular, es influenciable con ciertos ritos, oraciones o conocimientos esotéricos, se le conoce en libros, en el saber, en el entender lógico.

Es el Dios que se experimenta, se le conoce, se le comprende desde la experiencia y el encuentro con Jesús y no desde el discurso (Jn. 14, 8-9). No hay pasos ni gradaciones en su comprensión, la clave es nuestro propio reconocimiento de nuestra condición de limitados y

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DIOS FETICHE DIOS ANUNCIADO POR JESÚS

pecadores (Mt. 11, 25)

El dios juez implacable, en su mezquindad está listo para castigarnos, sobre todo, en lo que respecta a nuestro cuerpo y nuestra sexualidad.

Es el Dios de la libertad, (Gl. 5,5) y de la confianza, que apuesta por nuestra libertad y nos insta a ser libres (Jn 8, 31-36) El amor es su criterio normativo. Es un Dios que supera la ley, la misericordia sobre la justicia (Mt. 6, 24-34)

El dios hedonista, un dios del puro placer, un dios facilito. El dios del niño, que es imagen de sus proyecciones y de sus miedos. El dios de la resurrección que no pasa por la muerte, que se niega a ver el sufrimiento.

Es el Dios de la Pascua, nos enseña algo nuevo: que sin el sacrificio y la muerte no hay resurrección. (Jn 12, 23-24). Aquí la entrega adquiere un sentido sin igual ( Jn 12, 25-26). La muerte genera vida.

El dios todo poderoso, un dios que se confunde con el poder, se coloca en la prepotencia, en consecuencia le lo hacemos responsable de toda la maldad que ocurre en le mundo y de las consecuencias de la libre acción del ser humano, es imposible entender el mal y el dolor frente a este fetiche.

Es el Dios enamorado, “en-tierrado”, que escoge lo débil, lo pobre, lo pequeño, para darse a conocer: se encarna, asume los rasgos de una cultura y forma de ser, lleva en lo profundo de su ser los anhelos y esperanzas, las tristezas y dolores de su raza. (Jn 1, 14)

El dios de la falsa conciliación y de la falsa paz, es un dios cobarde, ofrece una paz sin justicia, no exige la radicalidad (“el magis”…)

Es el Dios de la esperanza, provoca en nosotros la capacidad de creer y de esperar, que hace posible que colaboremos en la dinámica de la historia, de la transformación del mundo.

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La Sociedad en tiempos de Jesús La Sociedad en tiempos de Jesús

Como ya hemos visto, de hecho Israel era un país colonizado por Roma. Su má-xima autoridad era el Emperador (Tiberio, en tiempos del ministerio de Jesús) que tenía un legado para la región de Siria y sus Gobernadores en Palestina (Poncio Pilato del año 26-37).

Esta estructura de poder, que era la dominante, se conjugaba de manera muy singular, con el gobierno de los Israelitas: La TEOCRACIA. Para el pueblo Judío su gobernante era directamente Yahvé, a través de sus representantes, es decir los sacerdotes. El principal órgano de gobierno era el SANEDRIN. El gran Consejo, compuesto por 72 miembros bajo la presidencia del Sumo Sacerdote (Anás, saduceo, hasta el año 16 y Caifás, su yerno, del 16 al 40) residía en Jeru-salén. Sesionaba dos veces por semana.

El Sanedrín estaba compuesto por tres grupos: La Aristocracia Sacerdotal: Ex-sumos sacerdotes, Jefe del Templo,

Encargado del culto, clérigos policías y el tesorero del Templo. Los Senadores de la Nobleza Laica: Casi todos saduceos, con gran

capacidad de adaptarse al dominio romano. Eran oportunistas.88

Los Letrados: Eran una minoría de peritos en teología y derecho: Especialistas en la Ley. Casi todos fariseos.

Es obvio que para un pueblo Teocrático no existía frontera alguna entre lo político y lo religioso. Al menos Jesús, como judío auténtico, nunca vivió esa dicotomía.

Identidad e idiosincrasia judía

Israel era un pueblo con una profunda identidad cultural: sus tradiciones, creencias, literalmente sagradas, eran transmitidas en familia y guardadas celosamente por los ancianos. La raíz de esta identidad está en la convicción d un pueblo elegido por Dios. Las 5 invasiones que tuvo Palestina desde el 721 a.C. hasta el tiempo de Jesús, además de enriquecer la cultura local, nacieron sino afianzar la unidad de los israelitas.

La tempestad fortaleció al árbol. Ni siquiera Nabucodonosor y su deportación, pudieron borrarlos del mapa, gracias a la unión nacida de su Fe inquebrantable en la Palabra de Dios. En Palestina o en la diáspora, un judío amaba ante su raza y su religión (la Ley y el Templo).

Como un ejemplo de la peculiar idiosincrasia que tenían los judíos de entonces, analicemos algunos grupos de la sociedad Palestina de aquel tiempo, marginados no por motivos económicos, sino culturales (podríamos llamarlos: "Pobres" en sentido amplio): Los samaritanos: judíos híbridos mezclados con colonos mesopotámicos

traídos en 721 por los asirios (cfr 2 Re 17). Racial y doctrinalmente era una secta heterodoxa para los judíos; residían en la región de Samaria.

Los publícanos: Judíos dedicados a colectar impuestos para entregarlos romanos colonizadores. Ejemplo: Zaqueo.

Las mujeres: Ciudadanas disminuidas ante la ley, desprovistas totalmente de derechos. No participaban en la vida pública. Debían tolerar la poligamia. Sólo existía derecho de divorcio para el hombre. Vivían oprimidas y "cosificadas" en aquella sociedad, claramente sexista (antifeminista).

Los pecadores públicos: Aquéllos que descaradamente infringían la observancia de la ley. Por ejemplo: las adúlteras.

Los enfermos: La mentalidad judía no veía la enfermedad como un fenómeno natural, sino como un efecto cuya causa era el pecado. Por lo tanto, la enfermedad era un castigo por haber pecado, y el pecador era despreciado (sobre todo en enfermedades de la piel y de la mente).

Los gentiles: No-judíos (cananeos, griegos o romanos) que eran despreciados por ser paganos. Es importante notar que fuera de Jerusalén, en las ciudades medianas, era mayoría (sobre todo en Galilea).

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Principales corrientes religiosas

Es incuestionable, que Jesús fue un judío profundamente religioso. Pero, para entender lo que hay de "novedoso" y lo que hay de "prestado" entre su mensaje y el judaísmo de la época, es conveniente elaborar el mapa religioso de la Palestina del siglo I.

Así como en México todos somos "católicos" pero hay diferentes maneras de entender y vivir esa misma religión, en tiempos de Jesús el judaísmo estaba muy lejos de ser una religión monolítica y uniforme. Aunque no todos los israelitas militaban activamente en alguna de estas corrientes, podemos diferenciar 4 gru-pos que dominaban el panorama religioso de la época. Dos "partidos" pertenecían al judaísmo oficial (saduceos y fariseos). Dos "sectas" representaban al judaísmo marginal (esenios y zelotas). Por último, encontramos los llamados "movimientos Bautistas", también marginales, tan desconocidos e insignificantes para la sociedad de entonces, como importantes para nosotros en nuestra búsqueda de ubicar a Jesús de Nazaret.

Saduceos 1. Nombre: Su nombre viene de Sadoq (Ez 40,46), por lo tanto se reconocen

como herederos del verdadero sacerdocio de Jerusalén.2. Situación social: Era un partido aristocrático, formado por gente del alto

clero y la nobleza laica. Despreciaban al pueblo de quien se alejaba sistemáticamente. Era el grupo que dominaba el Sanedrín. Ser saduceo era el mejor trampolín para aspirar a los altos puestos.

3. Situación política: Políticamente oportunistas. Eran los "realistas" que preferían "acomodarse" al poder extranjero con tal de no comprometer su posición. Llevaban una conducta más libre y mundana que los fariseos, por lo tanto se ¨aculturaban¨ fácilmente a griegos y romanos. Gracias a ellos los invasores dominaban Israel pacíficamente, más por consenso que por represión.

4. Situación religiosa: Religiosamente eran conservadores: sólo aceptaban los libros del Pentateuco. Desconfiaban del mensaje de los profetas y de los escritos del A. T. Para ellos, Dios premia al que es bueno aquí en la tierra, con prosperidad material. Por eso no aceptan la resurrección (Ac 23, 6-10; Mt 22,23). Lógicamente, para los saduceos no había expectativa mesiánica. La religión funciona así como estaba.

5. Textos: 8 veces nos hablan los evangelios de los saduceos: Mt 3,7; Mt 16, 1; Mt 16, 6; Mt 16.11ss; Mt 22, 23; Mt 22, 34; Mc 12, 18 y Lc 20, 27.

Nota: Aunque en los Evangelios aparecen más los fariseos que los saduceos; éstos tenían mucha mayor presencia e influencia en la sociedad en que vivió Jesús. Lo que pasa es que los Evangelios se escribieron entre el año 70 y 100 y sus únicos interlocutores (rivales) eran los fariseos, pues los saduceos

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desaparecieron con la destrucción de Jerusalén el año 70. Los saduceos fueron los principales responsables de la muerte de Jesús (Jn 11, 49-50).

Fariseos1. Nombre: Su nombre viene de un vocablo arameo que significa “separado”

aunque no se sabe bien separado de qué (si de Judas Macabeo, del pecado o de una secta llamada "Ios piadosos").

2. Situación social: En tiempo de Jesús, se calcula que eran un mayoritario (unos 6,000 miembros repartidos en cofradías -dispersas por todo el país-). En general eran gente del pueblo, con un rigor extremo en la observancia de la ley. Algunos de ellos estaban dedicados al estudio de las escrituras. A diferencia de los saduceos, todos eran laicos. Su fuerza provenía de que se mezclaban con el pueblo y tenían una gran influencia entre la gente.

3. Situación política: Los fariseos mantienen el ideal de la teocracia y se conciben como un grupo puramente religioso. Teóricamente, ellos no se meten en política y rehúsan el compromiso activo. Sin embargo, prácticamente, tienen un gran poder político:— por su importante presencia en el Sanedrín, mediante los escribas (el poder

del saber).— y por su enorme autoridad ante el pueblo, con el cual estaban profundamente

mezclados (a pesar de la distancia que guardaban).En un pueblo religioso hasta el hueso, el tener el monopolio de la

interpretación de las Escrituras, les daba la llave del control ideológico, tanto en el Sanedrín como ante el pueblo. Por lo tanto, los fariseos sí hacían política, pero ingenuamente, sin saber a quién servían al llevar a las masas a un espiritualismo inactivo y desmovilizador.

4. Situación religiosa: A diferencia de los saduceos, los fariseos eran un partido más religioso que político. Preocupados por cumplir al pie de la letra la ley escrita y su interpretación conservada oralmente, elaboraron una complicada casuística que cuadriculaba la vida entera, petrificando la religión viva. Insisten principalmente en el cumplimiento del sábado, de la pureza ritual y en el pago de los diezmos. En su doctrina no aparece por ningún lado la esperanza mesiánica. El anhelo de liberación y de promoción social que tenia el pueblo, era espiritualizado, privatizado y sofocado por una religiosidad individualista y legalista.

5. Principales textos: De las 87 veces que se habla de los fariseos en los Evangelios, pueden consultar se las siguientes citas:

Lc 7,36; Lc 13,31; Lc 9,16; Mt 23,15; Mt 5,20; Mt 15,1-20; Lc 18,11; Mt 20, 1-15; Lc 15,25-30; Mt 23; Jn 8,13; Jn 9,9; Jn 9,13; Jn 9,40. En general en el Evangelio de Mt escrito para judíos, es donde más se refleja la polémica entre judaísmo y cristianismo.

El Evangelio de Jn nos habla de Nicodemo, notable judío, Fariseo "doctor de Israel" que muy probablemente era miembro del Sanedrín. Hombre recto, intrigado por la persona y el mensaje de Jesús (Jn 3, 1-9; Jn 7,50; Jn 19,39).

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El libro de los Hechos de los Apóstoles nos habla de Gamaliel (Ac 5,34-39 y Ac 22,3). El Rabí Gamaliel I, llamado el Anciano, era un ilustre fariseo y doctor de la ley. Fue muy comprensivo respecto al cristianismo naciente. Tuvo como alumno al fariseo más importante de quien nos habla el Nuevo Testamento: Pablo de Tarso, el primer gran teólogo cristiano (Ac 23, 6; Ac 26,5; Flp. 3,5).

Zelotas1. Nombre: Su nombre viene de una palabra griega que significa "sentirse

celoso de". Los "celosos" estaban furiosos de que los imperialistas romanos les hubieran arrebatado a los judíos la tierra que Dios les había dado.

2. situación social: Procedentes principalmente del proletariado rural de Pa-lestina, los zelotas constituían una pequeña secta marginal, pero violenta y fanática. Este movimiento germinó en la región de Galilea (Lc 13,1) la provincia lejana y llena de extranjeros, donde la gente que se convertía al judaísmo sentía que allá en Judea (en Jerusalén) se había traicionado al auténtico yavismo pactando con los extranje-ros.

3. Situación política: Básicamente, los zelotes eran un grupo de presión de corte político. Representaban la resistencia judía contra los romanos y los traidores que con ellos colaboraron (saduceos). Eran partidarios de la violencia, pues sabían que los invasores nunca se irían por las buenas. Hubo una revuelta el 6 a.C. protagonizada por Judas el Galileo (Ac 5.37). Hacia el año 44 se constituye un partido. En el año 66 provocan una gran insurrección que es sofocada hasta 4 años después con la destrucción de Jerusalén.

4. Situación religiosa: La inspiración y motivación de este grupo era religiosa. Ellos se sentían continuadores de la Guerra Santa que libraron los Macabeos cuando lograron la transitoria independencia de Israel. Básicamente coincidían con los fariseos en su celo religioso, pero con dos grandes diferencias:1º. Para ellos su religiosidad los llevaba a la militancia política e incluso a la violencia;2º. Esperan ansiosamente al Mesías, pero trabajando. Dios es el Señor, más El no actúa sólo, pues tiene necesidad de hombres celosos que apresuren la llegada del Reino con su trabajo efectivo.

5. Textos: El Nuevo Testamento nos señala que Simón, uno de los discípulos d Jesús, era zelota (Lc 6,15; Ac 1,13).

Esenios1. Nombre: Esenios es un término griego derivado probablemente de un

vocablo arameo que significa "piadoso".2. Situación social: Los esenios son una secta formada por laicos y sacerdo-

tes que, considerando impuro el culto y el sacerdocio del templo de Jerusalén, se retiró a la orilla del mar muerto (QUMRAM) a llevar una vida monacal, alejados del mundo.

3. Situación política: Ignoramos el impacto que tenía este grupo cerrado en la sociedad Palestina de tiempos de Cristo. Seguramente no era muy grande. Lo que si sabemos es que sus aspiraciones de poder eran ambiciosas: se sentían el ejército Sagrado de Dios, que algún día seria restituido al frente del culto y del

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Templo de Jerusalén. Pero lejos de luchar por esa causa, esperaban el día en que Yahvé los restituyera.

4. Situación religiosa: Los esenios eran esencialmente maniqueos: todos se habían desviado del verdadero judaísmo menos ellos: "el resto", "Ios puros", "Ios buenos". Su observancia de la ley era escrupulosa y rígida. Su vida ascética y monacal. Tal vez el rasgo más sobresaliente de su religiosidad sea su convicción de alejarse del mundo y de los pecadores para alcanzar la santidad.

5. En los Evangelios: Los Evangelios nunca hablan explícitamente de los esenios. Su importancia deriva de las conjeturas que se hacen acerca de la posibilidad de que Juan Bautista haya estado algún tiempo con los esenios.

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Algunas notas para conocer a Jesús Algunas notas para conocer a Jesús

José María Castillo, s. j.José María Castillo, s. j.La personalidad de Jesús está marcada por tres características: su originalidad, su radicalidad y su coherencia.

Originalidad

La originalidad de Jesús se advierte claramente si se tiene en cuenta que él no se adaptó ni se pareció a ninguno de los modelos existentes en aquella sociedad. Me refiero a los modelos establecidos de acercamiento a Dios. El, en efecto, no fue funcionario del templo (sacerdote), ni piadoso observante de la ley (fariseo), ni asceta del desierto (esenio), ni revolucionario violento en la lucha contra la dominación romana (zelota). Jesús rompe con todos los esquemas, salta por encima de todos los convencionalismos, no se dedica a imitar a nadie. De tal manera que su personalidad es irreductible a cualquier modelo humano.

Esta originalidad tiene su razón de ser en el profundo misterio de Jesús. Porque en él es Dios mismo el que se manifiesta y quien se da a conocer. “Quien me ve a mí está viendo al Padre” (Jn.14, 9). Ver a Jesús es ver a Dios. Por eso, en la medida en que Dios es irreductible a cualquier modelo humano, en esa misma medida Jesús rompe todos los esquemas y está por encima de todos los modelos preestablecidos. Y esa es la razón por la que Jesús nos sorprende constantemente y hasta nos desconcierta con demasiada frecuencia. Es más, si Jesús no nos desconcierta ni nos sorprende, seguramente es que hemos intentado adaptarlo a nuestros esquemas simplemente humanos, a nuestros sistemas de interpretación y a nuestros convencionalismos.

Todo encuentro auténtico con Jesús comporta la sorpresa y hasta el desconcierto. Porque su originalidad es absolutamente irreductible a todo lo que nosotros podemos saber y manejar.

Radicalidad

Esta originalidad se pone de manifiesto, sobre todo, en la asombrosa radicalidad de Jesús. El, en efecto, fue absolutamente original porque fue absolutamente radical.

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Pero radical, ¿en qué? Solamente en una cosa: su total dedicación y entrega para buscar el bien del ser humano, sobre todo el bien y la liberación de los pobres y oprimidos por el mundo, por el sistema establecido. Por eso Jesús quebrantó leyes, escandalizó a los piadosos observantes de la religión convencional, se enfrentó a los dirigentes, soportó la persecución y murió como un delincuente.

En este sentido y desde este punto de vista, la radicalidad de Jesús no tuvo límites. Porque no tuvo límites su amor y su fidelidad. Por eso Jesús no fue un fanático, sino un apasionado radical por el bien del ser humano. El fanatismo consiste en anteponer ideas o proyectos al bien del ser humano. Pero Jesús no tuvo más absoluto que la voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios es el bien del ser humano, sobre todo el bien y la liberación de los pobres y oprimidos.

Coherencia

Me refiero a la coherencia como el plan de Dios. Todo en Jesús fue coherente porque todo estuvo en él determinado por su profunda experiencia de Dios, hasta el punto de que Dios mismo se reveló en Jesús, en su persona, en su vida y en sus actos.

En las personas muchas veces falla esta coherencia. Porque se entregan a Dios de tal manera que eso entra en conflicto con el bien del ser humano (a veces se ha llegado a torturar y matar por fidelidad a Dios); o por el contrario se entregan a ciertas causas humanas olvidándose de Dios y marginando a Dios. En Jesús nada de esto ocurrió; el fue absolutamente fiel al Padre y absolutamente fiel al ser humano. Una fidelidad le llevó a la otra. Porque sabía muy bien que cuando una de estas dos fidelidades falla, se termina absolutizando lo relativo, lo cual es tanto como caer en el fanatismo y quizá en la barbarie.

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El Dios que se revela en Jesús

El prólogo del evangelio de Juan hace una afirmación fundamental: “A Dios nadie lo ha visto jamás; es el Hijo único, que es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha explicado” (Jn. 1,18).

Esto quiere decir dos cosas. En primer lugar quiere decir que Dios es inalcanzable e incomprensible para el entendimiento humano; Dios está muy por encima de lo que nuestra inteligencia puede alcanzar y comprender. En segundo lugar, quiere decir que ese Dios, inalcanzable e incomprensible se ha dado a conocer en la persona y la obra de Jesús de Nazaret. Por lo tanto viendo y comprendiendo a Jesús, se ve y se comprende a Dios. Que es lo que justamente l dijo Jesús a Felipe en la última cena: “quien me ve a mí está viendo al Padre” (Jn. 14,9). Por eso la carta a los Colosenses dice que Jesús el Mesías es “imagen del Dios invisible” (Col. 1,15), es decir el Dios escondido (Is. 45,15) y oculto, absolutamente inefable (Sal.139, 6; Job 36,26) y que

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habita en una luz inaccesible (1 Tim. 1,17), se ha hecho presente y patente entre los seres humanos por medio de Jesús; o más exactamente en la persona y la obra de Jesús.

Por lo tanto, no se trata de conocer a Dios para saber de esa manera quién es Jesús y cómo es Jesús, sino que se trata exactamente de todo lo contrario: de saber cómo fue Jesús, para saber de esa manera quién es Dios y cómo es Dios. Por consiguiente, la pregunta que aquí se plantea es muy clara: ¿Cómo es el Dios que se revela y se da a conocer en Jesús de Nazaret?

Para decirlo con una palabra, que es el término clave de este asunto, el Dios que se revela en Jesús es el Dios de la solidaridad con el ser humano. Porque, efectivamente, eso fue la vida de Jesús: un camino de incesante solidaridad.

En este sentido, lo primero que hay que recordar es la cercanía de Jesús a todos los marginados de aquella sociedad, es decir, la cercanía de Jesús a todos los excluidos de la solidaridad. La proclamación de las Bienaventuranzas resulta elocuente por sí sola. Jesús asegura que ya son dichosos los pobres, los que sufren, los que lloran, los desposeídos, los que tienen hambre y sed de justicia, los que se ven perseguidos, insultados y calumniados (Mt. 5,1-12; Lc. 6,20-23),

Indudablemente Jesús afirma de esa manera su cercanía profunda y fundamental a todos los desgraciados y marginados de la tierra a todos los que no podían hacer valer sus derechos en este mundo, ya que ese era justamente el sentido que tenían los pobres en aquel tiempo. En el mismo sentido hay que leer e interpretar la afirmación programática de Jesús en la sinagoga de Nazaret al aplicarse a sí mismo las palabras proféticas de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido, para que dé la buena noticia a los pobres; me ha enviado para anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor” (Lc. 4,18-19; Is. 61,1-2). Los presos los cautivos, los encadenados, los que no ven y han perdido toda luz y esperanza, encuentran en Jesús su solución. Que es justamente lo mismo que viene a decir Jesús en la respuesta que da a los que le preguntan, de parte de Juan Bautista, si era él el que tenía que venir o si había que esperar a otro. (Mt.11, 4; Lc. 7,21).

Pero hay más. Porque el radicalismo que muestra Jesús en su predicación encuentra su explicación en el proyecto de la solidaridad. Dicho de otra manera, Jesús fue tan radical en su predicación y en su vida porque a eso le llevó su solidaridad con el ser humano.

Como es sabido, ha habido quienes han intentado explicar ese radicalismo por la idea que Jesús tenía –según se dice- sobre la inminencia del reino de Dios

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e incluso la inminencia del fin del mundo. Sin embargo, no parece que sea necesario echar mano de tales especulaciones para explicar una cosa que en sí es más sencilla. Cuando Jesús dice a sus discípulos que no hagan frente al que los agravia, que pongan la otra mejilla al que los abofetea y que den incluso la capa al que les quiere robar la túnica (Mt. 5,38-42), les está indicando claramente que deben ir más allá del derecho y la justicia, hasta dejarse despojar, si es preciso. Pues bien, si Jesús dice eso, parece bastante claro que su idea es: no andéis pleiteando y recurriendo a abogados, sino poneos justamente en el polo opuesto. Porque solamente así es como se puede crear un dinamismo de solidaridad entre los seres humanos. En este mismo sentido habría que interpretar las severas palabras de Jesús sobre la actitud ante el dinero (Mt. 6,19-24) y, sobre todo, las exigencias que impone a sus seguidores: no deben llevar nada que exprese instalación o cualquier tipo de ostentación (Mt. 10,9-10), no deben jamás parecerse a los dirigentes de los pueblos y naciones (Mt. 20, 26-28), no deben apetecer un puesto importante o un vestido singular (Mc. 12, 38-40), no deben tolerar títulos o preeminencias (Mt. 23, 8-10) y ni siquiera deben sentirse atados por lazos familiares (Mt. 8,18-22; 12, 46-50), que con frecuencia impiden una solidaridad más universal y más profunda.

Por otra parte, hay que tener presente el tipo de personas que solían acompañar a Jesús. Está claro que los seguidores de Jesús eran predominantemente personas difamadas, personas que gozaban de baja reputación y estima: los incultos, los ignorantes, a quienes su ignorancia religiosa y su comportamiento moral les cerraba, según las convicciones de la época, la puerta de acceso a la salvación. Y es precisamente de ese tipo de personas de quienes dice Jesús que son su verdadera familia (Mt. 12,50); con ellos come y convive, con ellos aparece en público constantemente, lo que da pie a las murmuraciones y habladurías más groseras (Mt.11,9; Lc. 15,11-20).

En realidad, ¿qué quiere decir todo esto? Ya lo hemos visto: Dios se revela en Jesús, en la vida y en el comportamiento de Jesús. En consecuencia, todo esto quiere decir que el Dios que se nos da a conocer en Jesús es el Dios de la cercanía y la solidaridad. Un Dios que no resulta amenazante para el pecador y el ignorante, sino todo lo contrario. Porque es el Dios de la solidaridad con el ser humano, sobre todo el débil y el marginado. Y esto es cierto hasta el punto, que se trata, en definitiva, de un Dios que resulta escandaloso para los espíritus y las mentalidades de corte puritano y de estilo farisaico. Jesús lo dijo textualmente: “Dichoso el que no se escandaliza de mí” (Mt. 11,6; Lc. 7,23). Esto supone que había gente que se escandalizaba de Jesús, es decir, del Dios que se revelaba en Jesús. Hasta eso llega la solidaridad de Dios, del Dios que se nos revela en Jesús. Así es el Dios de

Jesucristo. 98

Tomado de José María Castillo: Teología para comunidades.

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Aspectos observables de la situaciónAspectos observables de la situación religiosareligiosa

Juan Martín VelascoJuan Martín VelascoLa secularización de la sociedad, la cultura y la vida de las personas

Secularización es la categoría socio-histórica más frecuentemente utilizada para describir el conjunto de la situación de la religión en las sociedades avanzadas y el proceso que ha llevado a ella. Pese a que ha sido entendida en sentidos diferentes, la secularización resulta una categoría muy apropiada para referirse a uno de los aspectos más importantes del cambio religioso: el que atañe a la vigencia y relevancia del factor religioso en la sociedad y en la cultura y que puede resumirse de la siguiente manera.

1. La pérdida de vigencia cultural del factor religioso. Se ha pasado de situaciones en que las creencias religiosas formaban parte de los supuestos culturales de la sociedad y los valores religiosos ocupaban la cima de la escala de valores comúnmente aceptados a una situación en la que la ciencia ha sustituido, como creencia de base, a la religión y la palabra «Dios» resulta, para muchos, como un resto fósil que perdura por inercia en el lenguaje, como las imágenes pre copernicanas en relación con el sol.2. El estrechamiento social del espacio religioso, que ha llevado a una situación en la que la religión queda reducida a la esfera del culto y a las agrupaciones religiosas específicas.3. El paso de una situación en la que el factor religioso ejercía el monopolio del sentido y el valor para la vida a otra en la que coexiste junto a otros valores y se reduce a opción personal y al ámbito de la conciencia.4. Y, como resultado más palpable, la pérdida de influjo de la religión en los terrenos político, social y, últimamente, en el de la vida cotidiana.Si no se extrapola viendo en ella un indicio de la desaparición progresiva de la religión, la secularización representa un rasgo innegable de nuestra situación religiosa.

Crisis de las prácticas y de las instituciones religiosas

En lo que tienen de institución gestora de lo sagrado, las religiones tradicionales están en crisis. El declive de las instituciones presenta muchos aspectos.

1. La crisis de las creencias. Como dato más significativo, hay que señalar la progresiva emancipación de los creyentes respecto a la ortodoxia vigente en la Iglesia a la que pertenecen.

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2. El abandono de las prácticas religiosas. Sin ser el más significativo, es el dato más llamativo de las crisis. Baste recordar que la práctica dominical no pasa de la tercera parte de la población en los países con una tasa más alta y está por debajo del 10 e incluso del 5% en las zonas con secularización más avanzada.3. Un gran distanciamiento entre la moral oficial de la Iglesia y, no sólo la práctica, sino también los mismos criterios morales de los fieles en materias como la moral familiar, sexual y social.4. Pero, para los sociólogos, la raíz de la crisis de la institución religiosa consiste en el believing without belonging (creer sin pertenecer institucionalmente). La institución se muestra cada vez más incapaz de prescribir a los individuos un código unificado de sentido o unas normas heterónomas deducidas de ese código. Y la razón de esta incapacidad está en la creciente vigencia de la autonomía de la conciencia.5. De ahí que sea conclusión prácticamente unánime de los sociólogos que está produciéndose un proceso creciente de «desregulación institucional del creer» y que, consiguientemente, la imposición del sistema de normas éticas está siendo sustituido por una regulación individual de dicho sistema con elementos tomados de distintas tradiciones religiosas, dando así lugar a una «religión a la carta».

La secularización y la crisis de la religión están generando un nuevo hecho: la crisis de la socialización religiosa y la quiebra de la tradición, con la consiguiente pérdida de la memoria cristiana.

Increencia e indiferencia religiosa

Aunque el fenómeno de la increencia no es exclusivo de la época actual, hoy reviste características muy peculiares.

1. El término. Antes se hablaba de «ateísmo», «materialismo», etc. El término increencia que empleamos hoy señala la actitud de ignorancia o de rechazo de Dios que la origina. Además, el hecho así designado aparece como cuantitativamente creciente y culturalmente relevante.2. Este fenómeno característico de los países de larga tradición cristiana, es calificado por muchos de increencia poscristiana. Con ello se expresa el hecho de que el Dios rechazado es el Dios de los cristianos. Pero, además, se indica que el cristianismo es considerado un fenómeno histórico ya superado.3. En la increencia actual predomina esa forma de vida que resume el término indiferencia. El predominio no es sólo cuantitativo, sino también cualitativo: expresa la consonancia de la indiferencia con las formas de la sociedad posmoderna y el grado de alejamiento de la fe que supone.

Nuevos movimientos religiosos

Hay un hecho nuevo que ha obligado a introducir correcciones y matizaciones en las previsiones sobre el futuro incierto de la religión. Se le ha designado como retorno de lo sagrado, «religiones de reemplazo», etc. Preferimos la expresión nuevos

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movimientos religiosos, con lo que subraya un hecho importante, tanto numéricamente como por lo que representan en cuanto signo de un cambio en la situación religiosa. Pues los nuevos movimientos religiosos parecen mostrar que la modernidad y la postmodernidad, más que la eliminación de la religión, están produciendo una notable transformación de sus manifestaciones.

Limitándonos a una tipología elemental, cabe distinguir en dichos movimientos estos cuatro grupos principales.1. Movimientos religiosos surgidos por separación de alguna de las Iglesias o de otras tradiciones religiosas. Casi todos ellos constituyen grupos organizados con los rasgos característicos de las sectas que pueden adoptar distintas formas de relación con la sociedad, aunque predominan las reacciones de tipo fundamentalista.2. Presentan notables semejanzas con el anterior algunos grupos religiosos surgidos en el interior de las religiones y que, sin romper con ellas, reproducen formas asectariadas de organización y captación de adeptos, y tienen reacciones semejantes a las de los grupos fundamentalistas.3. Movimientos religiosos sincretistas, que adoptan rasgos tomados de diferentes tradiciones religiosas y representan formas peculiares de respuesta a las condiciones de vida impuestas por la cultura científico-técnica dominante.4. Los grupos que componen la llamada constelación esotérico-ocultista y la nueva espiritualidad designada con el nombre de New Age (Nueva Era).

¿Tienen todos estos grupos algo en común? En algún grado, todos ellos constituyen una reacción a la situación socio-cultural y a determinadas carencias de las religiones tradicionales. Se trata de las carencias que provienen de la necesidad humana de un sentido para la vida, de las formas de vida que impone la civilización científico-técnica y del hecho de la incapacidad de respuesta de las religiones establecidas, fuertemente burocratizadas y oficializadas.

También ha podido provocar la proliferación de esos nuevos movimientos la inseguridad que provocan en las personas los cambios rápidos y profundos de nuestro tiempo, la ruptura de las formas tradicionales de convivencia que ha desembocado en la masificación, el anonimato y, consiguientemente, el temor de perder la propia identidad. De ahí la aparición de grupos asectariados, fuertemente identitarios, que promueven relaciones estrechas y cálidas entre sus miembros y buscan así remedio a la ruptura de las formas tradicionales de vida y a la marginación cultural.

Junto a esos grupos, están surgiendo también, a escala más reducida, formas de comunitarización religiosa en las que predomina la comunidad sobre la sociedad y el grupo reducido sobre la socialidad representada por las grandes Iglesias.

(Extracto tomado de Revista «DIAKONIA», Nº 91 pp. 20-23).

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Breve esquema de las Breve esquema de las diferentes religiones diferentes religiones

La palabra religión viene del latín religare que significa estar ligado o vinculado. Las diferentes religiones tienen esa función ligarnos o vincularnos con aquello o Aquel que da un sentido último o total a nuestra vida.

El Islam

Es el grupo religioso más numeroso en la actualidad. En el Islam no hay teología, ni sacramentos, no hay organización ni clero. Es una religión popular, es una inmensa comunidad de pueblos que aceptan la misma religión y la viven. A pesar de la ausencia de clero, hay una gran homogeneidad y solidaridad, que hace que todos los musulmanes del mundo entero se sientan solidarios y unidos.

Aunque existe unidad también surgen en su seno algunos grupos radicales integristas como el movimiento Al Qaeda y Bin Laden que a partir del 11 de Septiembre del 2001 están teniendo una cierta actualidad, pero son grupos minoritarios y no son muy representativos.

Su Fundador: Mahoma.Mahoma es la castellanización del árabe Muhammad (el alabado). Nació a finales del siglo VI d.C. en La Meca ciudad de Arabia.

Profundamente preocupado por la cuestión religiosa, en el año 610, Mahoma se retiró y se dedicó a la meditación. Una aparición del ángel Gabriel le reveló las verdades fundamentales de su doctrina: monoteísmo absoluto (no hay más Dios que Alá), juicio final y castigo riguroso para quien no observara los preceptos. Su familia acogió bien la predicación, pero la ciudad de la Meca se opuso a ella. Tras la muerte de su mujer, Mahoma y sus fieles emigraron a Medina. Era el año 622. A este acontecimiento se le denomina con el nombre de hégira (emigración) y marca el comienzo de la era musulmana.

En Medina Mahoma tomó contacto con las tribus árabes, siempre sumidas en las rencillas y luchas internas. La nueva religión fue el impulso grande hacia la unidad. Ella aglutinó las fuerzas y las lanzó a la expansión por la guerra. Tras la conquista de la Meca, el poderío árabe fue creciendo de forma portentosa y, como sabemos por la historia, en un siglo conquistó el Oriente Medio, el norte de África y la Península Ibérica.

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Su doctrina.Islam es una palabra árabe que significa: “sumisión, entrega a Dios”. Se reconoce a sí mismo dentro de la tradición monoteísta del judaísmo. Su insistencia en la unidad de Dios y en su trascendencia es grande. Pero la visión de la relación con dios (Alá) se aparta bastante de las ideas del Antiguo Testamento.

El Islam está construido sobre cinco fundamentos:

La profesión de fe, puede reducirse a estas dos frases: Yo doy fe de que no hay otro Dios que Alá; yo doy fe de que Mahoma es su profeta.

La oración ha de realizarse cinco veces al día (al mediodía, por la tarde, a la puesta del sol, por la noche, en la madrugada).Obliga a todo musulmán que sea mayor de edad, y debe hacerse postrado y mirando a la Meca.

La limosna. Todo musulmán debe manifestar su religiosidad mediante la limosna legal, especie de diezmo o impuesto sobre los bienes.

La peregrinación a la Meca. Se hace en el mes de Haddí, último del año musulmán.

El ayuno en el mes de ramadán, noveno mes lunar. Obliga a partir de los 10 años y se trata de un ayuno estricto desde la aurora hasta la puesta del sol.

El que practica estos cinco fundamentos es muslín (musulmán), es decir fiel. En el Islam la relación del hombre con Dios está impregnada de fatalismo. Todo depende de Alá. Esto hace que el musulmán entienda su relación con Dios como un asunto de obediencia y sumisión. Todo debe someterse a Alá. Este es el principio también de la guerra santa. El creyente debe llegar incluso a imponer la religión por la fuerza. Su libro sagrado es El Corán.

El Judaísmo

EL judaísmo nos es más familiar por el conocimiento que tenemos del Antiguo Testamento y por el estudio de la historia del pueblo de Israel. En el judaísmo, el Misterio Ultimo de todo lo que existe es Yahvé, Dios personal, creador y gobernador del universo. Yahvé no puede ser visto ni ser representado, es el totalmente trascendente, pero se manifiesta al hombre interviniendo en la historia, revelándose a través de los acontecimientos, y de las palabras de los profetas.

De esta manera, Yahvé se manifiesta como un dios de amor, que ha volcado su cariño sobre un pueblo con quien ha establecido una alianza de amistad a través de sus servidores Abraham y Moisés. Aparece así la Torah o ley, expresión de esta alianza. El que la cumple, vive como auténtico judío, fiel a Yahvé y solidario con el pueblo. El que no la cumple, es infiel, será castigado por Yahvé y es digno de ser proscrito por el pueblo. Yahvé es un Dios fiel. Su amor y su misericordia son eternos; no falla nunca a su alianza. Por eso sacó al pueblo de la situación de opresión y de la esclavitud de Egipto y lo seguirá sacando hasta el fin del mundo, triunfo definitivo, liberación definitiva. De ahí la esperanza firme del judío: al final

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de los tiempos, Yahvé suscitará un Mesías (Ungido) que libere definitivamente a su pueblo.

Como características fundamentales podemos señalar las dos siguientes: No es una religión del individuo, sino del pueblo. El destino de cada uno

está ligado intrínsecamente al destino del pueblo. La salvación es solidaria. Esto hace al judaísmo una religión no sólo nacional sino nacionalista. Esto explica también el sentido fuerte de comunidad que une a los judíos a pesar de la dispersión. A partir de aquí hay que comprender la importancia que tiene para ellos la constitución del nuevo estado de Israel, después de la 2ª guerra mundial, tras diecinueve siglos de diáspora por el mundo; este sentimiento está presente en los actuales conflictos con los palestinos.

Dios no se da a conocer por la vía del desprendimiento de las realidades terrenas, sino, todo lo contrario, a través de los acontecimientos de la historia, sobre todo a través de los acontecimientos liberadores. Dios libera y restablece la justicia. El “conocimiento de Yahvé” será, pues, practicar el amor y la justicia. Cuando falta es el caos en la sociedad y en el universo.

El Hinduismo

En su origen y en su expresión más primitiva, el hinduismo es politeísta; pero en su forma más evolucionada, “el brahmanismo”, se presenta como una especie de monoteísmo. Da el nombre de Brahman al absoluto, distinto y diferente de todo lo que el hombre puede conocer e imaginar. El Brahman está presente en todo: es la conciencia, el aliento de lo que existe. Pero su presencia está oculta y encarcelada en la materia, en lo que se ve, en lo corpóreo. Esta visión del mundo es la causa de dos de las características más sobresalientes del hinduismo:

Su enorme respeto por todo lo viviente, por toda la naturaleza, ya que en todo está Brahman

Su relativización de lo que es materia y cuerpo, considerados como prisión de lo absoluto.

El Brahman está presente también en el hombre: es su yo más profundo, el núcleo de su conciencia, lo que los hindúes llaman Atman. Para ello hay que desprenderse de todo lo que no es vida interior, conciencia de sí, de todo lo que es pura exterioridad y sensación. Aquí tienen su origen todas las técnicas de zen, yoga, meditación trascendental.

El Hinduismo considera que el mundo está gobernado por la trinidad. Se llama Brahman cuando es el dios soporte de todo; se llama Siva cuando destruye o castiga; se llama Visnú cuando actúa como conservador de la naturaleza.

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El Budismo

Fundador: Siddharta Gautama (Buda). Nació en el siglo VI a.C. en una aldea de Nepal. Hijo de un señor feudal, y, por tanto, de la casta de los guerreros, se casó pronto y tuvo un hijo. Vivió en medio de la riqueza y el lujo. Un día decidió romper con todo eso para buscar la auténtica felicidad y se dedicó al ascetismo riguroso bajo la dirección de un gurú.

En Benarés comienza a predicar su camino a cinco antiguos compañeros e ascetismo y funda una comunidad de monjes. Así aparecen los tres pilares del budismo: el iluminado (Buda), la doctrina (Dharma), la comunidad (Sangha).

En cierto modo podemos considerar a Buda como un reformador del hinduismo, del que toma su filosofía profunda y elimina todas las divinidades.

Su doctrina.EL budismo se presenta fundamentalmente como un camino de liberación de la persona. Se trata de conducir al hombre a la paz profunda y definitiva. Buda evitó toda especulación sobre el Misterio Ultimo y se centró en el proceso que debe de seguir quien quiere liberarse de una existencia que está marcada por el dolor.

Para Buda, la existencia humana está impregnada del “dunhka” (palabra sánscrita que puede ser traducida por dolor, sufrimiento, miseria), no porque existan dolores, sufrimientos y miserias pasajeras, sino porque la existencia es dolor, sufrimiento desde el mismo nacimiento. El dolor proviene de la experiencia de que todo pasa, nada permanece. El hombre desea algo, se esfuerza, lo consigue y al momento desaparece. La felicidad que el hombre alcanza al obtener lo que desea es efímera. Y eso produce sentimiento de dolor, sufrimiento y miseria. La causa está, por tanto, en el deseo. La liberación consistirá en eliminar el deseo. “¿Qué tiene que extinguirse para que el corazón sea feliz? Cuando el fuego de la pasión se ha extinguido, es feliz; cuando el fuego de la ilusión se ha extinguido, es feliz; cuando el orgullo, las falsas opiniones, los deseos y los dolores se han extinguido, es feliz” (de la vida de Buda). Así el hombre alcanzará el Nirvana.

La familia cristiana: Católicos-Ortodoxos- Protestantes

La fe en Cristo, en Jesús de Nazaret como Dios y Hombre verdadero, es el común denominador de las tres iglesias cristianas: católica, ortodoxa y protestante. Todos los católicos somos cristianos. Pero son tres iglesias distintas. Así como los cristianos se separan del judaísmo en el siglo I d.C., así de la iglesia católica se separaron los ortodoxos en el siglo X y los protestantes en el XVI.

Para las tres iglesias cristianas, la Biblia es su libro sagrado. También es así para el judaísmo, pero sólo los 24 libros del Antiguo Testamento.

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La Iglesia católica somos todos los cristianos que reconocemos al Papa como legítimo sucesor de Pedro y máximo representante de Cristo. Aceptamos los 7 sacramentos como fuente de la gracia. De los 1.100 millones de cristianos, un 62% somos católicos.

La Iglesia ortodoxa griega, rama disidente surgida en Constantinopla en 1054, cuando el Patriarca Miguel celulario rechazó la supremacía del Sumo Pontífice romano, se caracteriza por estar organizada en Iglesias nacionales autónomas, unida entre sí solamente por la doctrina y los sacramentos y presidida cada una de ellas por un patriarca metropolitano o por un arzobispo. Del total de cristianos un 13,5% son ortodoxos

En la actualidad se aplica el adjetivo protestante a las Iglesias que proceden directa o indirectamente de la Reforma iniciada por Lutero en el siglo XVI. Hablar de organización en este vasto mundo religioso encierra gran dificultad, dado el número de sectas o denominaciones existentes. El Consejo Ecuménico de las Iglesias, con sede en Ginebra, Suiza, reúne a más de 300 iglesias entre las que destacan los luteranos, calvinistas, anglicanos, baptistas y metodistas… Localizada principalmente en Europa y estados Unidos, abarca a más del 24% de los cristianos. A finales del siglo XX conoce una gran expansión en América Latina y reciben el nombre de Evangélicos.

Se llama Ecumenismo (palabra griega que significa “casa habitada por todos”) al esfuerzo que hacen las tres Iglesias por reconciliarse y unirse. El Concilio Vaticano II dio un gran impulso a este movimiento. En la actualidad una de las grandes tareas de las Iglesias es el diálogo Inter.-religioso.

Las sectas y nuevos movimientos religiosos

En mundo occidental la secularización de la sociedad y su tolerancia absoluta en materia religiosa formó un ambiente favorable a la expansión de los nuevos movimientos religiosos. No habiendo casi ninguna represión social o política, la puerta está abierta aún para las peores locuras religiosas.

Las sectas practican el proselitismo y siempre logran conquistar a su clientela. Entre las que conocen más expansión están Los testigos de Jehová, Los Mormones, La Iglesia de la Unificación o secta de Moon, la Nueva acrópolis, La asociación de la conciencia de krishna, La Iglesia de la Cinesiología, la Sofrología, la fe mundial de Ba´hai, los Espiritismos, la Teosofía, La Antroposofía, los Rosa-cruces, La Sociedad Internacional gnóstica. Son miles y miles. En general reactivan elementos del cristianismo o de las religiones orientales construyendo una combinación nueva.

Hay sectas milenaristas, sectas más bien gnósticas y sectas de tipo oriental que se dedican a la salvación por la interiorización y el control de sí mismo.

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El mundo occidental está también lleno de movimientos religiosos no articulados en forma de sectas, pero que enseñan formas de religión de tipo panteísta en los que la divinidad se identifica con las energías de la naturaleza. Son movimientos del tipo New Age con contornos poco definidos, pero con experiencias sensibles de identificación con el mundo exterior. El ser humano deja de ser el centro del mundo: es sólo una porción de ese universo que tiene que someterse al movimiento del conjunto.

Esta tendencia de religión individualista o panteísta combina muy bien con la indiferencia a la acción humana sobre la sociedad. Tiende más bien a hacer que los seres humanos se sometan a todo lo que sucede y no tengan motivaciones para actitudes conflictivas. La consecuencia es que fomentan un clima de abstención social. Para ellos la sociedad pierde su importancia: el ser humano vive en el universo.

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No hay tarea más urgente hoy enNo hay tarea más urgente hoy en Nicaragua que la de transformar Nicaragua que la de transformar

la idea de Diosla idea de Dios

Andrés Pérez BaltodanoAndrés Pérez Baltodano44

Andrés Pérez Baltodano es un nicaragüense que enseña Ciencias Políticas en Canadá y piensa en Nicaragua. En Julio del 2004 estuvo en nuestro país presentando su interesante libro: Del Estado Conquistador al Estado de Nación, donde analiza el desarrollo político nicaragüense desde la Conquista hasta hoy, de esta presentación entresacamos algunas de las ideas más relevantes5 . Durante el mes de Marzo del 2006 tuvo una interesante ponencia en la Cátedra de la facultad de Humanidades de nuestra universidad con el título: “El liderazgo de un cambio cultural”.

La pregunta que a mí me movió, explica Pérez Baltodano, a escribir este libro es la que a menudo nos hacemos los nicaragüenses: Cómo explicamos el profundo atraso de nuestro país, cómo explicamos el que hoy seamos el país más desnutrido del continente americano y uno de los más corruptos de América Latina. Por qué estamos como estamos y por qué somos como somos; esa es la pregunta que me impulsó a la exploración que concluyó en este libro. Otra manera de formular la pregunta puede ser: ¿Por qué estamos hoy, en al año 2004, más cerca de la condición que heredamos de la Colonia que del moderno Estado Nación que adoptaron los líderes de la independencia como patrón para organizar el desarrollo político de nuestro país? El bajísimo estado de penetración territorial que ha alcanzado nuestro estado; el aislamiento de la Costa Caribe y la falta de puertos en el Atlántico después de casi 200 años de vida independiente son realidades escandalosas. Igualmente escandalosos son los pobres niveles de legitimidad de nuestras instituciones públicas, y nuestros niveles de pobreza y desnutrición. Lo más grave es que nos hemos acostumbrado a convivir con estos escándalos.

La pregunta que angustia es cómo se explica este atraso brutal, que desnutre, que mata, que prostituye a tantos y a tantas nicaragüenses.4 Profesor universitario en Canadá, desde donde piensa a Nicaragua, retó a un grupo de jóvenes en la Universidad Centroamericana de Managua a reflexionar sobre la sociedad fracasada en la que viven y sobre el papel que podrían asumir para transformar su actual apatía política con una autenticidad personal y social que logre cambiar a Nicaragua.5 La revista Envío publica toda la conferencia en su número de Agosto del 2004.

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Para responder a esta pregunta hay que mencionar los obstáculos objetivos que han condicionado y retrasado el desarrollo de Nicaragua: Podríamos mencionar el brutal choque de civilizaciones que se dio en 1492; las divisiones étnicas y raciales heredadas de la Colonia; la pobreza de la región Centroamericana dentro del esquema colonial español en América y la especial pobreza de Nicaragua dentro de Centroamérica; las relaciones de dependencia dentro de las cuales se constituyó el Estado nacional nicaragüense una vez que alcanzamos la independencia de España. Y use podría hablar también de las intervenciones de los estados Unidos y del fenómeno del imperialismo.

La existencia de obstáculos objetivos no puede ser utilizada como explicación de nuestro atraso porque todas las sociedades del mundo, incluyendo las más exitosas actualmente, han enfrentado sus propios obstáculos objetivos. La respuesta a la pregunta de por qué somos como somos y por qué estamos como estamos tiene que incluir también un análisis sobre la manera en que nosotros los nicaragüenses hemos enfrentado los obstáculos que la historia nos ha planteado, sobre cómo hemos pensado el poder, la historia y nuestro papel en la historia. Es muy importante considerar en ese momento de re-pensar la historia, de re-pensar el poder y de buscar la forma de enfrentar las crisis que afectaban a las sociedades, un elemento básico es la reconceptualización de la idea de Dios.

Las ideas no son la única fuerza que crea, articula u organiza la realidad. Pero las ideas, el pensamiento, juegan un papel fundamental en la organización de la realidad.

¿Cómo hemos pensado los nicaragüenses a través de nuestra historia en el fenómeno del poder? ¿Cuál ha sido el pensamiento con el que hemos enfrentado los obstáculos objetivos que nos ha planteado la historia? En el libro se argumenta que: el pensamiento político nicaragüense a través de toda su historia, puede caracterizarse como un pensamiento “pragmático resignado”.

El “pragmatismo resignado” es un concepto que hace referencia a un pensamiento que nos lleva a aceptar la realidad como dada, que nos empuja a adaptarnos a la realidad. Es un pensamiento que no tiene voluntad transformadora, que no se escandaliza ante la realidad que ve para transformarla y hacer algo nuevo. Sencillamente, la ve y se acomoda.

En Nicaragua, la norma histórica, la tendencia histórica de larga duración, se puede sintetizar en ese concepto: el pragmatismo resignado.

Si revisamos los discursos de las élites de Nicaragua, vemos que ese pensamiento político nos empuja a aceptar la realidad como dada, y, más aún, a adaptarnos a esa realidad, a hacer lo que proponía Pedro Joaquín Chamorro Alfaro, uno de los gobernantes del período de los Treinta Años de gobiernos

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conservadores en la segunda mitad del siglo XIX, quien lo sintetizó mejor que nadie. El decía: “El buen político es aquel que sabe atemperarse a las circunstancias”. Nicaragua entera ha vivido atemperada a cualquier circunstancia que surge, sobre todo a las que surgen en su contexto internacional.¿Y por qué nuestro pensamiento es pragmático resignado? ¿De dónde surge esta manera de pensar el poder y la historia? La respuesta que ofrece el libro es que este pragmatismo resignado –que cubre no solamente a Nicaragua, sino a América Latina- tiene sus raíces en el providencialismo que ha dominado la cultura religiosa nicaragüense.

El providencialismo es una visión de la historia que nos empuja a creer que Dios es el que organiza cada movimiento de cada uno de nosotros, que Dios es el responsable de lo que le sucede a mi tío, a mi o a Nicaragua como sociedad y también de todo lo que sucede en Irak y en el resto del mundo. En esta visión de la historia Dios es el regulador, el administrador, el auditor de todo lo que pasa en el mundo.

Los ejemplos abundan a lo largo de nuestra historia. Después del terremoto de 1931, que destruyó Managua, el presidente José María Moncada, hablando ante el Congreso Nacional les dice a los congresistas:”Os pido la cooperación más sincera y patriótica. No es hora de pasiones, es de meditación y recogimiento. Nos ha herido la naturaleza, no hay críticas que hacer, porque equivaldría a hacérselas a Dios”. La realidad es que las élites están tan imbuidas de este providencialismo como las masas y simplemente tienen estilos diferentes de manifestarlo.

En el año 2.002 se publicó en Nicaragua una encuesta que mostró que un 97.1% de quienes la respondieron aceptaban la frase: Dios es el juez supremo, de él dependemos y nos juzgará. Y son muchos los que hoy achacan a una voluntad divina los 25 muertos en el reciente deslave del Musún, cuando aceptan, sin reflexionar, que quienes quedando vivos, lo están “por la voluntad de Dios”.

En el libro se afirma que los nicaragüenses hemos trasladado nuestra dependencia mental de un dios providencial al papel que juegan los Estados Unidos en nuestra historia y al papel que juega la cooperación externa. Nuestros gobernantes reclaman, le exigen, a la cooperación externa que resuelva nuestros problemas. Asumimos que la cooperación externa es quien debe combatir la pobreza. Esto refleja la profunda irresponsabilidad ante la historia que acompaña a las élites y también a las masas nicaragüenses, que se resigna a su miseria. No somos nosotros, siempre son otros los culpables o los benefactores.

El pragmatismo resignado constituye una manera de pensar la realidad que nos empuja a asumir que lo políticamente deseable debe subordinarse siempre a lo circunstancialmente posible. En los grupos dominantes el pragmatismo resignado se expresa en una actitud de indiferencia ante el fenómeno de la pobreza y la

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marginalidad social de las masas. En los grupos marginales, el pragmatismo resignado se manifiesta en las actitudes fatalistas que nuestros pobres adoptan en relación a su propia miseria.

Es muy importante señalar que el pensamiento político moderno no necesariamente niega la existencia de Dios. Sencillamente elevó a la humanidad al papel de copartícipe en el eterno acto de la creación. Y esto debe haber alegrado a Dios. Porque es mejor ser creador de gente pensante que actúa en la historia que ser creador de una manada de borregos que está esperando lo que Dios decida. Ser moderno no significa abandonar la idea de Dios pero sí significa reconceptualizar la relación entre Dios, la historia y la humanidad. Y los europeos lo hicieron. Pensaron. . Y los europeos lo hicieron. Pensaron. Reconceptualizaron esa relación enfrentando el poder de la Iglesia, que se negaba a aceptar esa nueva manera de ver el mundo. Y pensaron y siguieron pensando y pensando encontraron a Dios en la dignidad de cada ciudadano.

A Nicaragua le urge dejar el providencialismo raíz del pragmatismo resignado y entrar en la modernidad, en el pensamiento crítico. La modernidad fue el espíritu creativo y rebelde ante la realidad. Y la realidad de la Nicaragua de hoy invita a hacer algo creativo y rebelde y hacerlo rápido, porque la gente se está muriendo. Ser moderno no es andar celular sino entrar en la racionalidad, en un pensamiento crítico, creativo, constructivo.

En Nicaragua tenemos un gran problema: no somos responsables de nuestra historia. Las élites no asumen la responsabilidad por la condición de los pobres y los pobres sienten que su pobreza es un designio divino. ¿Hacia donde nos puede llevar esta manera de pensar a dios, la historia y la relación entre Dios y la historia y la humanidad? ¿En qué puede desembocar el providencialismo y el pragmatismo resignado que ha dominado la cultura política de los nicaragüenses? Sería un error pensar que podemos seguir así por los siglos de los siglos, que ya tocamos el fondo del barril y que somos como somos y ya sabemos cómo vamos a vivir. Eso sería un error fatal, porque el mundo cambia aceleradamente.

Es fundamental rearticular una nueva visión de Dios. También existe la posibilidad de dejar de pensar en él. Es una opción válida. Yo, como creyente, no la planteo, no la veo necesaria. No veo ninguna contradicción entre Dios y la democracia, entre Dios y la modernidad. Hay congruencias muy grandes entre ciertas ideas de Dios y la justicia social y la solidaridad, que tanta falta hace al mundo. De lo que sí estoy convencido es de que cómo pensemos a Dio y cómo pensemos el papel de dios en la historia pueden depender nuevas oportunidades de vida para países como Nicaragua. Y por eso considero que no hay en Nicaragua hoy una tarea más urgente que ésta: transformar la idea de Dios.

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Tercer núcleo

El sentido de la vidaen un mundo en crisis

Objetivos Específicos:

1. Identificar los grandes conflictos sociales y ecológicos que ha creado la globalización y propiciar una postura ética que nos ayude a hacernos cargo de la realidad de nuestros pueblos que sufren frente a la desigualdad provocada por dichos conflictos.

2. Asumir el compromiso ético de transformar una situación de injusticia, desigualdad y exclusión, lo que significa constituirnos como sujetos sociales para hacer una sociedad más fraterna y justa.

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Tercer núcleo Tercer núcleo

Mapa conceptual Mapa conceptual

VER JUZGAR

ACTUAR

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Comprensión de la realidad Juicio de Valor

Proyecto Ético Social

Compromiso con la realidad

EL SENTIDO DE LA VIDA EN UN MUNDO EN CRISIS

“Nuestra juventud es heredera de un“Nuestra juventud es heredera de un fracaso nacional”fracaso nacional”

Andrés Pérez BaltodanoAndrés Pérez BaltodanoPertenezco a una generación que, al igual que las otras generaciones que preceden a la mía, fracasó en la construcción de una Nicaragua justa y digna para todos. Me han invitado a hablar sobre el liderazgo en un cambio cultural, y debo reconocer, de entrada, que no tengo respuestas a la pregunta de cómo transformar Nicaragua o de cómo lograr el necesario cambio cultural que obviamente necesita nuestro país. Hablo desde la perspectiva del fracaso y desde la duda. Tengo preguntas, tengo dudas y algunas ideas que quiero compartirles.

Tengo dudas y tengo preguntas. Pero también tengo la convicción de que es necesario reconocer que, políticamente hablando, los nicaragüenses hemos fracasado. Después de casi doscientos años de vida independiente, Nicaragua es -y hay que decirlo- una caricatura de Estado. Y la Nación nicaragüense es sólo una ficción para los sociólogos e historiadores que escribimos sobre el país. Nicaragua no es una Nación y no es un verdadero Estado. Somos una jurisdicción geográfica habitada por personas que no comparten un horizonte de aspiraciones comunes y, por lo tanto, que no comparten una identidad política nacional. Nos gusta la misma comida y cantamos las mismas canciones, pero no somos una comunidad de derechos y obligaciones compartidas, no somos una comunidad con aspiraciones y memorias colectivas compartidas.

Hemos fracasado en la construcción de una nación y de un Estado. Somos un enorme campamento en donde habitan millones de permanentes damnificados que viven con menos de un dólar al día. Somos un remedo de Estado en donde las instituciones públicas son tan auténticas como los edificios que las albergan. Como ese nuevo edificio del Consejo Supremo Electoral, que es una inmensa pared que intenta dignificar y elevar la estatura simbólica de lo que todos sabemos -o algunos recordamos- es el viejo edificio de Sears. O como la Catedral, un edificio que no tiene nada que ver con el sentido estético nicaragüense o con la tradicional arquitectura cristiana, pero ¿qué le íbamos a reclamar al empresario dueño de la pizzería estadounidense que la pagó y que estableció como condición para donar el dinero que él decidiría su diseño? O como la Casa Presidencial, donada por Taiwán y pintada con colores del mediterráneo para satisfacer el capricho de una ex-primera dama que acababa de regresar de su costoso viaje por Italia. En ese edificio despacha nuestro Presidente, un hombre extraño, con una mirada y una sonrisa extraña, que se define públicamente como medio alemán cuando trata de explicar el origen de lo que él considera son sus virtudes, lo que significa que todos sus defectos son nicas. Ese Presidente le habla a su

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pueblo, el segundo más desnutrido del continente americano, desde un podio que es una mala imitación del que usa el Presidente Bush en Washington, y le habla desde la comodidad de su megasalario y de su adorada pensión vitalicia.

Ésta es Nicaragua, un país que una prestigiosa revista británica describió hace algunos años como “un país inverosímil”. Ése es el país nuestro, el país de ustedes y el país mío. Este país fue descrito en 1891 por Jeffrey Roche, un viajero europeo, como un pueblo “ingobernable, revolucionario, sin energías para grandes vicios o para grandes virtudes”. Yo leo y releo esta odiosa caracterización y me pregunto cuándo vamos a ser capaces de desmentirla. Señalo y remarco nuestro fracaso con dolor porque soy nicaragüense. Lo remarco, porque al igual que lo que sucede con los alcohólicos, el reconocimiento de nuestra condición real es el necesario punto de partida para iniciar nuestra recuperación cultural, material y moral. Reconocer nuestro fracaso o vivir como los alcohólicos que se niegan a reconocer su condición: ésa es nuestra disyuntiva.

Somos el segundo país más desnutrido del continente americano, a pesar de que somos un país dotado de abundantes tierras fértiles y de que nuestra población es pequeña para el tamaño de nuestro territorio. Uno de cada tres niños en Nicaragua sufre de desnutrición crónica. Somos uno de los países más corruptos del mundo, de acuerdo a las estimaciones de la organización Transparencia Internacional. Somos de los primeros en las estadísticas mundiales en cuanto a embarazo juvenil. En un estudio reciente se documenta que más del 45% de nuestras adolescentes ya son madres, están embarazadas o lo han estado alguna vez. ¿Y qué decir de la educación primaria y secundaria? De acuerdo a algunas estimaciones, 800 mil niños quedaron este año sin recibir educación en nuestras pobres escuelas. Algunos piensan que fueron aún más. Y ésta es una estadística optimista, porque se asume que los que lograron registrarse en las escuelas van a recibir una educación apropiada de nuestros maestros y maestras, que ganan mensualmente el equivalente de una de las botellas de whisky que compran los que pueden consumir whisky en Nicaragua.

Hemos fracasado a pesar de que hemos experimentado con modelos socialistas, con dictaduras militares, con neoliberalismos de tonos variados, con gobiernos conservadores, con gobiernos liberales. Hemos experimentado de todo y no pasa nada. Después de casi doscientos años de vida nacional independiente nuestra Costa Caribe sigue casi tan aislada como en el momento en que arrancó nuestra aventura nacional. Y ni siquiera hemos sido capaces de reconstruir la Managua que destruyó el terremoto de 1972. Repito: ustedes, los jóvenes y las jóvenes de este país, son los herederos de un fracaso nacional construido a lo largo de los casi doscientos años de vida independiente. Ser joven en Nicaragua significa ser el heredero o la heredera de una sociedad en donde las instituciones nacionales funcionan como guaridas de delincuentes encorbatados, y en donde los principales partidos políticos funcionan como pandillas. Y que me perdonen Los Nanciteros, Los Comemuertos, Los

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Power Rangers y Los Mataperros. Que me perdonen, porque esas pandillas son más consistentes, tienen valores, principios y objetivos más claros y conocen mejor lo que quieren hacer que la mayoría de nuestros llamados partidos políticos.

Ser joven en Nicaragua significa ser el heredero de un país que para mantener la economía nacional tiene que exportar nicaragüenses. Expulsamos a los nicaragüenses de su patria placenta y después contabilizamos el valor en dólares de las remesas que mandan, pero no contabilizamos el dolor de las madres que se separan de sus hijos para sobrevivir ni contabilizamos la indignidad en la que viven los miles y miles que sostienen esa ficción que es nuestra economía.

Ser joven en Nicaragua significa ser el heredero o la heredera de todas estas tragedias nacionales, de esta sociedad fracasada. Pero hay algo más: ser joven en Nicaragua significa haber sido habituado al fracaso, haber sido socializado en el fracaso. La socialización es el proceso mediante el cual los individuos que pertenecen a una sociedad internalizan, interiorizan, un conjunto de valores, principios y formas de percibir y vivir la realidad.

Nos socializamos a través de nuestra participación en la vida institucional de nuestro país. Nos socializamos dentro de nuestras familias, en nuestras escuelas, en nuestros partidos, en nuestras iglesias. Esas instituciones son maquinarias socializantes y, al mismo tiempo, son sistemas de hábitos y rutinas socializadas. Nosotros, gente como yo, las generaciones que creamos las instituciones nicaragüenses, quienes creamos el modelo o los modelos de familia que imperan en nuestro país, los que forjamos el desastroso sistema educacional de Nicaragua, los que construimos el andamiaje político y legal de Nicaragua, les heredamos a ustedes, los jóvenes, nuestros hábitos, nuestros valores y nuestra cultura política. A ustedes los socializamos dentro de las instituciones que construimos a lo largo de nuestra historia haciéndoles cantar, rezar y declamar mentiras.

Les hemos hecho cantar un himno nacional que dice “ya no ruge la voz del cañón” en un país marcado por la constante de la guerra. En la última guerra, la de los años 80, perdieron la vida decenas de miles de jóvenes como ustedes. Esto significa que a muchos de ustedes los hicimos nacer en un cementerio. Y hasta la fecha, nadie ha pedido perdón o ha asumido la responsabilidad por esa desgracia. Les hicimos cantar un himno nacional que dice que “el trabajo es nuestro digno laurel” en un país que es el reino del desempleo. Les hacemos cantar un himno que dice que el “honor es nuestra enseña triunfal” en un país en donde el robo ha llegado a convertirse en un hábito nacional.

La generación que yo represento y las generaciones de las que yo fui heredero les hicimos creer a ustedes que somos un país mariano, a pesar de la violencia y los abusos permanentes que sufren las mujeres nicaragüenses todos los días. Y les enseñamos a llamarse darianos en un país que ha vivido una guerra intensa y

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prolongada contra la educación y la cultura. Darianos en un país en el que rehuimos la abstracción y la reflexión. A ustedes les hicimos declamar aquello de que “si la patria es pequeña uno grande la sueña”, en un país en donde los gobiernos negocian tratados internacionales bajo el lema de que si la patria es pequeña… uno en grande la empeña. Les hemos hecho repetir mentiras, hasta habituarlos a ellas.

Si aceptamos que somos entes socializados, y si es cierto que ustedes han sido criados en la mentira, tendríamos que aceptar que en cada uno de ustedes está presente el germen del fracaso, la costumbre del fracaso, la capacidad de vivir dentro del fracaso, y hasta la habilidad para ni siquiera ser capaces de reconocer que hemos fracasado. Por eso, me van a perdonar lo que voy a decirles: yo no comparto la esperanza que muchos tienen en la juventud.

Se oye mucho decir: La juventud nos va a sacar de esto. Es posible. Pero eso no es una certidumbre, no es una certeza. Porque en ustedes habita el germen del fracaso y ya fueron socializados en la cultura del fracaso.

Los años no dicen nada. La edad no significa nada. Arnoldo Alemán fue joven alguna vez. Y Daniel Ortega fue un muchacho con ambiciones nobles en algún momento de su vida. Y Byron Jerez fue compañero mío, y lo recuerdo de niño, sentado en un pupitre del Colegio Calasanz, un gordito bueno y simpático que terminó siendo lo que es ahora. Todos ellos -yo también- terminamos encarnando y reproduciendo la cultura del fracaso que nos ha llevado al punto en donde nos encontramos hoy.

Hablar de la existencia de una cultura del fracaso en nuestro país es sugerir que los valores que orientan nuestra conducta y nuestras acciones son, en gran medida, responsables del desastre nacional en que nos encontramos.

Hablar de una cultura del fracaso es sugerir que el hambre, la desnutrición, el desempleo y todas las otras manifestaciones objetivas de nuestra desgracia nacional, tienen una causa subjetiva. Nuestra cultura, nuestros valores, son también fuerzas causales de nuestras miserias objetivas. Y no digo que nuestros valores sean la única causa de nuestra miseria. No defiendo una explicación subjetivista de la historia. Simplemente trato de señalar que la cultura es una fuerza causal en el desarrollo de los pueblos. Trato de señalar que si queremos salir del empantanamiento material y moral en que vivimos, tenemos que ponernos frente al espejo para analizar críticamente por qué somos como somos.

Desdichadamente, las principales explicaciones de nuestra historia nacional han privilegiado la dimensión objetiva de nuestros problemas. Como estudiosos de nuestra realidad histórica nacional, hemos visto hacia afuera, buscando en la realidad exterior las causas y las razones de nuestro fracaso. No nos hemos visto en el espejo. Y por eso hemos identificado como causas de nuestros desastres el

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choque de civilizaciones que se dio a partir de 1492, las divisiones étnicas y raciales heredadas de la Colonia, la especial pobreza de la región centroamericana dentro del esquema colonial español en América y la más especial pobreza de Nicaragua dentro de Centroamérica, el papel jugado por Nicaragua como exportadora de esclavos durante la consolidación del poder colonial en América, las relaciones de dependencia dentro de las cuales se constituyó el Estado nacional nicaragüense cuando alcanzamos la independencia de España, el capitalismo, el imperialismo y otras. Ciertamente, todas esas causas son válidas, todas tienen que ver con nuestro desarrollo. No hay duda de que todos estos factores objetivos tienen que tomarse en consideración para explicar por qué estamos como estamos y por qué somos como somos.

Sin embargo, el atraso brutal que padecemos, y al que nos hemos acostumbrado, el fracaso que les hemos heredado a ustedes, los jóvenes, no puede explicarse simplemente, solamente, a partir de estos obstáculos objetivos. La historia está llena de ejemplos que demuestran cómo otros países han enfrentado obstáculos similares o aún mayores. Europa enfrentó obstáculos objetivos de gran envergadura y la modernidad, las instituciones modernas del Estado y de la democracia, surgieron precisamente como respuesta a esos obstáculos históricos enormes, especialmente a los que se les presentaron a los europeos a partir de mediados del siglo XVI. Obstáculos tan gigantescos como el enorme poder y la orientación profundamente antidemocrática de la Iglesia Católica durante la Edad Media europea.

O como la cultura de la resignación que dominó a la Europa medieval. Obstáculos enormes como las pestes o la desarticulación y fragmentación territorial de Europa. Y fue precisamente a partir de esas enormes crisis que enfrentó Europa, especialmente a partir del siglo XVI, que surgió lo que conocemos como la modernidad y el pensamiento político moderno.

La modernidad no fue un regalo del cielo ni llegó fácilmente. El Estado de derecho, la democracia, los derechos ciudadanos que se consolidaron en Europa surgieron como respuesta a problemas objetivos enormes. El ordenamiento de la modernidad europea no nació en un momento de paz, sino en una gran crisis. Y es en esa crisis cuando surgió un pensamiento político, una visión del poder y de la historia, que logró desarrollar la capacidad para condicionar, para domesticar y para superar los efectos negativos generados por todos esos obstáculos objetivos. Así pues, la existencia de obstáculos objetivos en Nicaragua, como son nuestra condición de sociedad conquistada y colonizada o la plaga del imperialismo que hemos sufrido, no puede ser utilizada como explicación de nuestro atraso, porque todas las sociedades del mundo, incluyendo las más exitosas actualmente, han enfrentado también enormes obstáculos objetivos para desarrollarse.

No quiero decir que Europa sea un modelo a seguir. Digo, simplemente, que no es correcto afirmar que los problemas objetivos que hemos enfrentado explican toda

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la miseria en que vivimos. Nuestro fracaso nacional tiene como una de sus principales causas nuestra incapacidad para enfrentar y superar nuestros problemas. Cualquier explicación que se haga del fracaso político nacional que vivimos tiene que incluir un análisis de la manera en la que nosotros los nicaragüenses hemos enfrentado nuestra historia, un análisis de cómo hemos pensado el poder, la historia y nuestro papel en la historia.

¿Y cómo lo hemos pensado? ¿Cómo hemos enfrentado los nicaragüenses los obstáculos de nuestra historia? En mi trabajo he tratado de responder estas preguntas señalando que lo hemos hecho con una visión “pragmática resignada” del mundo y de la historia. El “pragmatismo resignado” es un concepto que empleo para explicar nuestra visión de la historia y de nuestro papel en la historia. El “pragmatismo resignado” es un pensamiento, una cultura, que nos empuja a adaptarnos a la realidad y a aceptarla tal cual es. Así, el pensamiento pragmático resignado no tiene voluntad transformadora. Con ese pensamiento no somos capaces de escandalizarnos ante la realidad que vivimos para transformarla. Pedro Joaquín Chamorro Alfaro, uno de los gobernantes del período de los Treinta Años de gobiernos conservadores en la segunda mitad del siglo XIX, sintetizó mejor que nadie, la esencia del pragmatismo resignado nicaragüense cuando decía: “El buen político es aquel que sabe atemperarse a las circunstancias”. Nicaragua entera ha vivido atemperada a sus circunstancias, atemperada a su miseria. Nos hemos atemperado, habituado, a los brutales niveles de pobreza que sufren nuestros conciudadanos.

Y nos hemos habituado y atemperado a la impunidad y a la corrupción de nuestros llamados líderes. ¿Y de dónde surge el pragmatismo resignado? ¿De dónde surge esa cultura nicaragüense, esa manera de pensar el poder y la historia? Yo pienso que el pragmatismo resignado tiene una de sus principales raíces en el providencialismo que ha dominado la cultura religiosa nicaragüense. El providencialismo es una visión de la historia que nos lleva a creer que Dios es el que organiza cada movimiento de cada uno de nosotros. Es una manera de ver la vida, en la que Dios es el responsable de lo que le sucede a mi tío, a mí, a Nicaragua como sociedad, a Irak y al resto del mundo. En esa visión de la historia marcada por el providencialismo, Dios, no nosotros, es el regulador, el administrador, el auditor de todo lo que sucede en la historia.

Algunos teólogos diferencian entre lo que es el providencialismo meticuloso y el providencialismo general. Y afirman que en algunas sociedades prevalece el meticuloso y que en otras transformaron el meticuloso en general. Providencialismo meticuloso es pensar que Dios está a cargo de todo: de la lluvia y de la sequía, del cáncer que aparece y del que se cura y del rumbo de cada huracán. Dentro del providencialismo general, hay quienes afirman que Dios creó el mundo y que después nos dejó solos, mientras que otros dicen que actúa de vez en cuando. En el providencialismo general hay siempre espacios para la libertad.

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Yo, personalmente, pienso que lo que necesitamos en Nicaragua no es la muerte de Dios sino la transformación de la idea de Dios. Es decir, de lo que se trata en Nicaragua no es de sacar a Dios del juego, sino de movernos del providencialismo meticuloso en el que vivimos para buscar y encontrar el lugar de Dios y el de nuestra libertad. Y en ese camino, si alguien decide ser ateo, que lo sea, pero un ateo serio.

Ser cristianos auténticos nos obliga a reflexionar en la idea de Dios que tenemos personalmente y como sociedad; nos obliga a admitir que hay muchas ideas de Dios, que hay muchas posibilidades para vivir con la idea de lo que llamamos Dios y que algunas ideas son mejores que otras.

Los nicaragüenses hemos trasladado de alguna manera nuestra dependencia mental de un Dios omnipotente que gobierna nuestras vidas a nuestra percepción de las fuerzas que dominan el orden político y económico mundial. Y en especial, al poder transnacional de los Estados Unidos. Y últimamente, y por qué no decirlo, al poder de la cooperación internacional. A la cooperación internacional le hemos trasladado la responsabilidad de medir y resolver nuestra pobreza. Son ellos los responsables de encargarse de la suerte de los más necesitados de nuestro país. Ha sido y es tal el impacto material y cultural que ha tenido en nuestra vida nacional la cooperación internacional que deberíamos promover una discusión a fondo sobre las consecuencias de ese impacto, porque el papel de la cooperación internacional en nuestro país nunca ha sido debatido y analizado críticamente.

Resumamos: el pragmatismo resignado constituye una forma de pensar la realidad que empuja a los miembros de una sociedad como Nicaragua a asumir que lo políticamente deseable debe subordinarse siempre a lo circunstancialmente posible. Las expresiones políticas del pragmatismo resignado varían en función de los diferentes sectores de nuestra sociedad. En las clases altas se traducen en una actitud de indiferencia ante el fenómeno de la pobreza generalizada que padece la mayoría. Y en las mayorías empobrecidas se traduce en las actitudes de resignación y fatalismo que tienen ante la vida y ante su propia miseria.

¿Y cómo se manifiesta el pragmatismo resignado en la juventud? Aquí tengo más dudas que certezas. Con frecuencia se escucha hablar de la apatía de la juventud nicaragüense actual. Y más específicamente de su apatía política. Una encuesta realizada por la UCA y Ética y Transparencia durante las elecciones municipales de 2004 encontró que el 44% de jóvenes de 16-25 años no ejerció el derecho al voto y sólo un 49% manifestó tener interés en la política. En esa misma encuesta, el 80% de los jóvenes entrevistados expresaron que si tuvieran la oportunidad se irían del país.

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Otros estudios han explorado el peso que tiene el providencialismo en la juventud. Una encuesta realizada por el grupo CINCO en octubre de 2002 reveló que el 96.8% de los jóvenes entrevistados estaba de acuerdo con la frase:

“Dios es algo superior que creó todo y de quien depende todo”. El 98.3% aceptó la frase: “Dios es nuestro padre bondadoso, que nos cuida y nos ama”. El 97.1% coincidió con esta frase: “Dios es el juez supremo, de él dependemos y nos juzgará”. Un 77.6% concordó con esta frase: “Hay fuerzas o energías que no controlamos en el universo, que influyen en la vida de los hombres y mujeres”. Muchos de los resultados de la encuesta de CINCO confirman los resultados de otro estudio realizado por Puntos de Encuentro y publicado en 1997, que mostró que los jóvenes percibían la historia como un proceso dominado por fuerzas que ellos no controlaban. Puntos de Encuentro concluía:

“Desde nuestro punto de vista, lo planteado por los resultados de la encuesta indicaría que la juventud ha pasado de ser una fuerza transformadora y revolucionaria -imagen que prevaleció durante varias generaciones- a ser un grupo poblacional con limitado poder de transformación en los procesos sociales que consideran relevantes”.

Más aún: los jóvenes y las jóvenes identificaban “el cambio social principalmente con cambios económicos y políticos nacionales. En estos tipos de cambio, e incluso en los culturales y relacionales, tienden a colocarse al margen o como ‘receptores’ de la influencia de esas transformaciones. Y excepcionalmente se identifican como actores o protagonistas de las mismas”.

Confieso que no estoy seguro que eso que llaman la apatía de nuestra juventud sea, necesariamente, un defecto o una deficiencia de los jóvenes y las jóvenes nicaragüenses. El rechazo a la política por parte de la juventud puede ser interpretado como apatía, pero también puede ser interpretado como el inicio de lo que podría llegar a ser un quiebre cultural positivo en nuestro país. La llamada apatía de la juventud puede ser un rechazo a modelos de vida que deben ser rechazados, una muestra de insatisfacción con una sociedad que debe hacernos sentir profundamente insatisfechos. Sería trágico que en vez de esa apatía viéramos a nuestra juventud ansiosa por inscribirse en los partidos políticos que hoy tenemos, siguiendo a los líderes políticos que hoy tenemos. Eso sería peor.

Lo que llamamos la apatía de nuestra juventud puede ser una calamidad para la sociedad nicaragüense o el inicio de una renovación cultural en nuestro país. Colapsaría Nicaragua si el 80% de sus jóvenes abandonaran el país. También colapsaría si sus jóvenes terminaran reproduciendo la cultura del fracaso que heredaron. O si decidieran no hacer nada frente a esa cultura del fracaso. Pero Nicaragua podría renacer si eso que llamamos la apatía de la juventud se convirtiera en el inicio de una búsqueda individual y social de algo que desesperadamente necesitamos en nuestro país: autenticidad. Nicaragua podría

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renacer si eso que llamamos la apatía de la juventud fuera la manifestación de una necesidad vital, la manifestación de la necesidad de una vida individual y social más auténtica.

De forma clásica se define la autenticidad como la capacidad de vivir en congruencia con nuestros propios principios y convicciones, a pesar de las presiones, fuerzas e influencias externas que nos afectan y que operan en nuestro entorno. Ser auténtico o auténtica es ser honestos y fieles a las propias convicciones. Nicaragua es una sociedad que machaca a diario las convicciones religiosas y políticas que decimos tener, pero no se escandaliza ante la miseria. No puede ser cristiana una sociedad que deja morir de hambre y desnutrición a su prójimo. No es cristiana una sociedad que llora viendo “La Pasión” de Mel Gibson y a la salida del cine no llora ante los chavalitos que estuvieron cuidándole el carro durante horas.

La llamada apatía de la juventud podría ser un rechazo a la mentira social que hemos vivido los nicaragüenses. Y por eso podemos verla como un posible punto de partida para la construcción de una vida social más auténtica. La autenticidad, algún grado de autenticidad, un poquito de autenticidad, es el punto de partida para dejar de ser veletas de la historia. Es el punto de arranque para desarrollar un pensamiento verdaderamente moderno. La modernidad no es andar un celular. Es un intento y un esfuerzo por asumir el control de nuestra historia.

La búsqueda de una mayor autenticidad no significa que todos y todas tenemos que convertirnos en gente de tal o cuál orientación política. Buscar la autenticidad no significa que todos debemos hacernos más o menos de izquierda o más o menos cristianos o más o menos de derecha o más o menos feministas.

La búsqueda de la autenticidad significa que todos debemos ser más auténticamente de derecha, más auténticamente de izquierda, más auténticamente feministas o anti-feministas o más auténticamente conservadores o liberales. La búsqueda de la autenticidad significa abandonar esa insoportable levedad del ser social y político de los nicaragüenses. Dejar de ser nicaragüenses “light” para asumir nuestras responsabilidades individuales y sociales con seriedad. Ése es el reto.

Buscar la autenticidad es un proceso que implica la transformación individual y la transformación social. No se trata solamente de transformarnos como individuos. La verdadera autenticidad nos lleva obligatoriamente a lo social. Las identidades se construyen a través del diálogo, nos dice el filósofo Charles Taylor. Somos lo que somos dependiendo de cómo nos relacionamos con los demás. No somos lo que somos en un monólogo, sino a través de un diálogo. La búsqueda de la autenticidad tiene una dimensión personal, individual, que nos conduce a la reflexión, al análisis crítico de lo que decimos, de lo que hacemos. Pero si somos

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auténticos y queremos serlo, esa reflexión individual nos tiene que llevar al análisis y al tratamiento de lo social.

Imaginemos lo que sería Nicaragua si nuestros jóvenes aprendieran a ser auténticos, a ser liberales de verdad, cristianas de verdad, socialistas de verdad. Imaginemos el choque cultural que eso significaría en un país en donde los políticos liberales o conservadores o socialistas no tienen la menor idea y el menor interés en conocer qué es el liberalismo, el conservatismo o el socialismo. Imaginemos lo que significaría el poder de una juventud dotada del poder de la razón en un país sin razón.

¿Podremos convertir eso que algunos llaman la apatía de la juventud en una fuerza cultural renovadora? ¿Puede el pensamiento y la voluntad política organizada de los jóvenes y las jóvenes nicaragüenses superar nuestra cultura del fracaso y enfrentar y sobrevivir los retos de este incierto siglo XXI? Las perspectivas deterministas y fatalistas de la historia asumen que el peso de nuestra cultura y de nuestras estructuras determinarán inevitablemente el futuro de Nicaragua. En este sentido, el determinismo es congruente con las visiones pragmáticas resignadas de la historia, ésas que asumen que el papel social de los individuos se limita a actuar y a decidir dentro de los límites impuestos por una lógica trascendente a la voluntad y a la acción política organizada. En el otro extremo están las perspectivas históricas voluntaristas, las que no reconocen los límites estructurales que condicionan y limitan la libertad. Esta posición es tan peligrosa como la fatalista determinista, porque para cambiar la realidad hay que reconocerla primero. Reconocer la realidad y sus límites no para rendirse en homenaje ante ellos, sino para trascenderlos.

Existe una tercera posición: la que aprendí de mi viejo y querido maestro Alberto Guerreiro Ramos, la que acepta la existencia de límites objetivos a la acción humana, admitiendo también la existencia de oportunidades para transformar y ampliar los límites de lo posible. Esta tercera posición nos permite recurrir a una visión de la historia como un proceso que es el resultado de una tensión permanente entre posibilidades objetivas y decisiones humanas. Aunque el rumbo de la historia nicaragüense estaría condicionado por el peso de la cultura que hemos creado y acumulado a través de casi doscientos años de historia, esta tercera perspectiva nos permite reconocer que son actores sociales con capacidad de reflexión y acción, actores como ustedes y como yo, los que constituyen y reproducen las mismas estructuras que nos condicionan.

Desde esta perspectiva es posible asumir que, a partir de la comprensión de los marcos de limitaciones y posibilidades culturales y objetivas dentro de los que opera Nicaragua, los nicaragüenses podemos ampliar los límites de la realidad social y las fronteras de lo políticamente posible. Esta visión de la relación entre el individuo y su realidad estructural rescata el papel que las ideas y el pensamiento político tienen en la constitución de la sociedad y de la historia.

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El futuro se construye primero con el pensamiento. La construcción de una Nicaragua auténticamente justa, democrática y moderna comienza con la articulación de ideas, valores y visiones justas, democráticas y modernas. Es lo que nos ha enseñado Luis Enrique Mejía Godoy cuando canta que “para construir el futuro hay que soñarlo primero”.

El objetivo de una Nicaragua diferente, justa, democrática y moderna no puede construirse dentro de una perspectiva utópica que no tome en cuenta las limitaciones históricas dentro de las que se desarrolla la realidad de nuestro país

Pero tampoco puede construirse el futuro de Nicaragua dentro de una orientación fatalista, pragmática resignada, que acepta la historia como un proceso ajeno a nuestra voluntad. Entre la utopía y el pragmatismo resignado existe el mundo de la realidad, el que se construye socialmente mediante la modificación mental y práctica del marco de limitaciones históricas que definen los límites temporales de lo posible. Éste es el mundo de la acción reflexiva o de la acción orientada por un pensamiento político, que se nutre de la realidad para trascenderla. Desarrollar nuestra capacidad de acción reflexiva es nuestro reto. Éste es el reto de nuestra juventud y el de la Universidad. El desarrollo de nuestra capacidad de acción reflexiva es lo único que puede permitirnos transformar eso que llaman la apatía de la juventud nicaragüense en el inicio de un proceso de renovación cultural.

Si no lo logramos, posiblemente terminaremos haciendo realidad lo que narra Gioconda Belli en “Waslala”, una novela sociológica que pinta la posible Nicaragua del siglo XXI, cuando ya hemos desaparecido como país y el nombre de Nicaragua no tiene ya ninguna connotación ni política ni moral, y somos sólo un territorio utilizado por los países más desarrollados como un depósito de desperdicios radioactivos y un centro de operaciones del narcotráfico. Porque sería un error pensar que podemos seguir viviendo en nuestra cultura del fracaso por toda la eternidad. Sería un error suponer que ya tocamos el fondo del barril y que somos como somos y ya sabemos cómo vamos a ser y cómo vamos a vivir.

Sería un error fatal porque el mundo cambia aceleradamente abriendo nuevos abismos en los que un país sin brújula como Nicaragua puede siempre caer. ¿Cómo evitar terminar convertidos en la Nicaragua que con espanto pinta Gioconda Belli en su Waslala? ¿Cómo iniciar un proceso que nos saque del pantano cultural en que nos encontramos? ¿Cómo desarrollar nuestra capacidad de asombro? ¿Nuestra capacidad de rechazar lo inaceptable? ¿Cómo trascender nuestra cultura del fracaso, nuestro pragmatismo resignado, siendo todas y todos nosotros productos de la misma cultura que necesitamos romper y trascender? Somos enfermos y tenemos al mismo tiempo que actuar como médicos curanderos de nuestra propia enfermedad. Y no hay cosa peor que una enfermedad cultural. Porque las enfermedades culturales ni siquiera nos permiten saber que estamos enfermos. El enfermo mental que dice ser Napoleón piensa que realmente es Napoleón. Y los nicaragüenses -afectados por la cultura del

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fracaso- somos capaces de pasearnos en nuestras camionetonas por las calles de nuestra derruida Managua creyendo que somos modernos, que avanzamos, sintiéndonos Napoleones en medio de un campo de batalla donde hemos fracasado una y otra vez.

Hoy por hoy, Nicaragua es, de cualquier manera que la analicemos, una de las sociedades más vulnerables e inestables del mundo, con una cultura que nos empuja a reproducir el fracaso que hemos vivido. Con esta cultura, con estos indicadores, con la enorme pobreza que tenemos, hemos entrado a una nueva etapa histórica. El concepto más popular y hasta abusado que se utiliza para hacer referencia a esta nueva etapa, a la nueva tendencia de la que somos parte hoy, es el de “globalización”. La globalización hace referencia a las tendencias que muestran las estructuras políticas, económicas, y hasta culturales, a organizarse transnacionalmente, alrededor de poderes que no son nacionales y ni siquiera son territorializados. Países como Nicaragua son de los más vulnerables, de los primeros candidatos a sufrir las peores consecuencias de esta nueva etapa histórica. Al terminar cada siglo hemos visto desaparecer y aparecer sociedades políticas. Tenemos que preguntarnos: ¿Será capaz Nicaragua de sobrevivir a este siglo? Yo pienso que es importante desarrollar algo que alguien llamaba “la imaginación del desastre”.

Es necesario reconocer que estamos mal, que hemos fracasado. Y que esto puede terminar muy muy mal.

Esto no es derrotismo, es sencillamente reconocer una condición real para hacer algo y para prevenir el posible desastre al que nos vamos a enfrentar en este siglo. La imaginación del desastre es la que tiene un buen piloto. Rehusaríamos subirnos a un avión con un piloto que dice no creer en la posibilidad de un accidente aéreo.

Sólo volaríamos con alguien que sabe que los accidentes aéreos forman parte de la realidad diaria y por lo tanto hay que hacer algo para prevenirlos.

¿Cómo salir de la locura en que vivimos? ¿Cómo superar la cultura del fracaso? ¿Como alcanzar la autenticidad que necesitamos? Tal vez reflexionando sobre lo que decimos. Tal vez reflexionando sobre las palabras que usamos para definirnos. Tal vez reflexionando sobre el himno nacional que cantamos y sobre las oraciones que rezamos. Tal vez aceptando una cuota de silencio, algo de soledad diaria. Tal vez sea ése un primer paso.

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Desmitificando la pobrezaDesmitificando la pobreza

Bernardo KliksbergBernardo Kliksberg1,400 millones de personas viven en la pobreza extrema y casi 3,000 millones son pobres. Es el mayor dilema moral del planeta y el más grave delito contra los derechos humanos del siglo XXI. La globalización no acabó con ella y la crisis económica no ha hecho más que agudizarla.

“El crecimiento económico reduce la miseria”

Ojalá. La realidad ha demostrado ser mucho más compleja. El crecimiento económico es condición imprescindible, pero no suficiente. Hay muchos obstáculos en el camino a la hora de transformarlo en mejoras importantes en la existencia humana. El crecimiento viaja de forma macro y la vida de la gente transcurre en lo micro.

“Las grandes desigualdades bloquean el desarrollo económico, pero además impiden que se propague entre los más desfavorecidos”

En primer lugar, hay distintos tipos de crecimiento. Puede ser polarizado, focalizado en algunos sectores económicos, circunscrito geográficamente, producir “islas de crecimiento” o no llegar a la gran mayoría. A ello se suma que, si la sociedad es muy desigual, se reduce la posibilidad de que penetre en los estratos más bajos. Eso es lo que ocurre en el mundo actual, cuyos grados de desigualdad han sido calificados de “groseros” en los informes de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y tildados de “disparidades hirientes” en la última encíclica de la Iglesia católica.

El 20% más rico de la población mundial tiene más del 80% del producto bruto, el comercio, las exportaciones, las inversiones, y más del 90% del crédito. El 20% más pobre, menos del 1%. La desigualdad en la distribución de los ingresos pasó de 30 a 1 en 1960 a 74 a 1 en 1997, y ha seguido aumentando. La del capital acumulado que midió la Universidad de la ONU en 2006 es aún mayor. El 10% más rico tiene el 85% del capital mundial, el 50% inferior sólo el 1%.

Las grandes desigualdades bloquean el desarrollo económico, pero además impiden que se propague entre los más desfavorecidos. Hay sociedades con el mismo grado de riqueza, pero en unas a la gente le va mucho mejor que en otras, porque hay mayor igualdad entre las clases.

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La cuestión central es cómo alcanzar un crecimiento inclusivo, en el que quepan todos. Porque ése es, además, el único camino para obtener un desarrollo sostenible. La movilidad social no es una consecuencia del crecimiento, sino el motor fundamental del mismo. Las economías más exitosas de años recientes como las nórdicas, y algunas del sureste asiático, han apostado muy fuerte por sus ciudadanos. Han invertido en educación y en salud. Encabezan las mediciones de rendimiento educativo del informe PISA y las tablas de esperanza de vida.

“Los pobres son responsables de su situación”

Un mito. Yo lo llamo “la gran coartada”. Para justificar la pobreza, nada mejor que echarle la culpa a las víctimas. El argumento es que los pobres carecen de ambiciones, no se esfuerzan, no estudian, actúan de forma irracional. La pobreza sería un tema de responsabilidad individual. Sería entonces una decisión personal integrarse en el bando de los exitosos o quedarse estancando. La tesis viene acompañada de una formulación semántica: hay “perdedores” y “ganadores”. Los últimos presentan cualidades opuestas. Si la responsabilidad es individual, deja de ser colectiva.

“Resulta inconcebible no ver que no son malas decisiones individuales, sino graves insuficiencias estructurales las que llevan a esos resultados”.

La realidad derrumba a diario ese mito. Hay 1.400 millones de personas en el mundo que viven en la pobreza extrema (menos de 1,25 dólar diario). Casi la mitad del género humano (3.000 millones) son pobres (menos de dos dólares diarios). Resulta inconcebible no ver que no son malas decisiones individuales, sino graves insuficiencias estructurales las que llevan a esos resultados.

En un mundo con una ola de revoluciones tecnológicas que han multiplicado la capacidad de producción de bienes y servicios, 1.200 millones de personas no tienen agua potable y 2.000 millones carecen de electricidad. ¿Acaso es su responsabilidad personal?

La FAO informó de que en 2008 se produjo la segunda mayor cosecha de la historia. Ese mismo año y según Acción Internacional, cinco millones de niños murieron de hambre. Está demostrado que el planeta puede producir alimentos para una población mayor que la actual. Sin embargo, 1.020 millones sufren hambruna (1 de cada 6,5) y el año pasado se incorporaron cien millones más.

Los pobres no son los responsables de vidas con hambre, sin agua y sin electricidad. Hay desigualdades abismales y deficiencias fundamentales de organización social. El problema del hambre no es sólo una cuestión de producción de alimentos (cuanto mayor, mejor), también de acceso a los mismos y de equidad. En realidad, no hay ganadores y perdedores. Con estos grados de

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exclusión somos todos perdedores. Se debilita la cohesión social y se crean situaciones conflictivas, que generan violencia, y sociedades enfermas.“La ayuda humanitaria no soluciona nada”

Otro mito. Se opone “asistencialismo” a “ayudar” y a “dar trabajo”. Se descalifican y se debilitan las políticas sociales. En realidad, se trata de un falso dilema. La extensión y la profundidad de la pobreza requieren respuestas inmediatas.

La miseria mata a diario a mujeres y a niños. Unas 500.000 madres mueren durante el embarazo o el parto, el 99% de ellas en países en desarrollo. La cifra es escalofriante: una por minuto. A pesar de los avances médicos, la tasa de mortalidad materna no ha mejorado desde 1990. Entre las causas, las hemorragias y las anemias, dos problemas que pueden evitarse consumiendo a diario cápsulas de hierro que apenas cuestan unos centavos que las madres pobres no tienen. Las cesáreas, que son necesarias en uno de cada 10 partos y que cuestan menos de 100 euros, tampoco están a su alcance.

“La pobreza no puede esperar. Es urgente incrementar las inversiones en salud y educación, y montar mayores redes de protección”.

Más de nueve millones de niños mueren al año antes de cumplir los cinco. Entre un 33% y un 50% por culpa de la desnutrición. La causa de la muerte suele ser la diarrea, pero tras ella se esconden déficits agudos de micronutrientes básicos. Unos 2 millones de niños fallecen por neumonía. Los antibióticos para tratarla cuestan 27 centavos de dólar. Sus familias carecen de ellos. En total, 18 millones de personas mueren al año por causas vinculadas a la pobreza. Son muertes evitables que la crisis está agravando. Jugar al casino financiero no sale gratis. El Banco Mundial estimó que 22 niños más morirían por hora en 2009 (uno cada tres segundos) por motivos prevenibles.

Se necesitan respuestas inmediatas. La mayor característica de la pobreza es que genera con frecuencia daños irreversibles. Según Unicef, si un niño no se alimenta bien en los primeros años tendrá las conexiones interneuronales de su cerebro incompletas y un retraso severo para toda la vida. La pobreza no puede esperar. Es urgente incrementar las inversiones en salud y educación, y montar mayores redes de protección. No hay contradicción en proteger a los vulnerables y hacerlo a través de programas que, al mismo tiempo, favorezcan la articulación y la organización de la comunidad, inviertan en el desarrollo de sus líderes y potencien su capital social. Los programas más efectivos de reducción de mortalidad materna en poblaciones indígenas han sido los que se han apoyaron en el fortalecimiento de la misma comunidad y la conminaron a cogestionar el proyecto.

“La pobreza no es sólo cuestión de dinero”

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Es mucho más. Cuando a los pobres se les pregunta en las encuestas qué es lo que más les duele de su situación, la respuesta suele sorprender a los investigadores. Se quejan de las carencias, de la falta de ingresos y de que sus hijos no pueden terminar la escuela primaria, pero lo que en verdad les genera más dolor es “la mirada de desprecio”. Sienten que amplios sectores de la población les observan como a una especie inferior, seres de baja categoría, sub hombres y sub mujeres o que, en el mejor de los casos, les tratan con compasión.

“La pobreza es un complejo de ataques a la dignidad humana”La devaluación del pobre como persona prepara el terreno para su discriminación y, en última instancia, para su demonización. Es un sospechoso en potencia. Uno de los grupos más discriminados es el de los jóvenes en situación precaria. Un estudio de la prestigiosa ONG Periodismo Social, en el que se analizan 120.000 noticias sobre niños y adolescentes en 22 diarios argentinos, extrae conclusiones que pueden aplicarse a otras latitudes: “Pocas fuentes, pocas estadísticas, muchos términos peyorativos… las palabras para referirse a los chicos y chicas que supuestamente cometen delitos son estigmatizantes y discriminatorias… son títulos que condenan antes que lo haga la justicia”. Los pobres son seres humanos iguales a todos. Perciben la mirada degradante. Por algo, cuando se les interroga sobre las organizaciones que más valoran, sitúan en primer lugar a las que crean ellos mismos como las organizaciones indígenas, de campesinos pobres o de habitantes de zonas marginales urbanas. En esas agrupaciones el trato es horizontal y ellos son los actores, recuperan su imagen humana. Es lo que sucedió por ejemplo con Villa El Salvador en Perú, municipio autogestionado de pobres que obtuvo por sus logros algunos de los mayores reconocimientos internacionales, entre ellos el Príncipe de Asturias.

La pobreza es un complejo de ataques a la dignidad humana. Los economistas convencionales se equivocan por completo cuando abordan temas como el paro o el desempleo como una mera pérdida o merma de ingresos. La falta de trabajo vulnera las aspiraciones más básicas del ser humano. Un reciente estudio de la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos, centrado en ciudadanos desempleados, mostró que el 68% estaban deprimidos, el 61% se sentían inútiles y el 55% estaban muy enojados. En el 58% de ellos, el paro estaba afectando a sus relaciones familiares y un 52% evitaban encontrarse con amigos o conocidos. La causa principal: sentían vergüenza por su situación.

“América latina nunca saldrá de la miseria”

Es un caso paradigmático. Como experto en el tema y a pesar de que la primera palabra que viene a la mente cuando uno piensa en pobreza es África, puedo argumentar esta afirmación: el continente latinoamericano tiene un tercio de las aguas limpias del planeta, algunas de las mayores reservas de materias primas estratégicas en su subsuelo, fuentes de energía barata, excepcionales posibilidades de producción agropecuaria y una inserción agroeconómica

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privilegiada. Sin embargo, más de un tercio de su población está por debajo de la línea de la pobreza (189 millones), mueren 30 niños de cada 1.000 antes de los 5 años frente a 3 en Suecia o en Noruega, perecen 90 madres por cada 100.000 nacimientos frente a 6 en Canadá. La pregunta es: ¿por qué tanta pobreza en un lugar potencialmente tan rico?

“De las ‘trampas de pobreza’ se sale con políticas públicas activas”La razón principal es que es la más desigual de todas las regiones. El 10% más rico tiene más de 40 veces lo que el 10% más pobre, frente a 10 en España, y 6 en Noruega. Hay fuertes desigualdades en ingresos, acceso a la tierra, a la salud, a la educación y al crédito, y ahora, a las nuevas tecnologías. La región produce alimentos para tres veces su población. Sin embargo, el 16% de los niños padecen desnutrición crónica. En el 20% más pobre sólo uno de cada 3 jóvenes termina la secundaria y sólo uno de cada 100 accede a la Universidad.La desigualdad genera “las trampas de pobreza”. Si un joven nace en una villa miseria, un caserío indígena, una zona rural pobre, tendrá problemas nutricionales, trabajará desde pequeño (el 11% de los niños menores de 14 años lo hacen), no podrá finalizar la escuela primaria o la secundaria, y, sin ella, no conseguirá trabajo en la economía formal. Un 25% de los jóvenes están fuera del mercado de trabajo y del sistema educativo.

De las “trampas de pobreza” se sale con políticas públicas activas que intenten universalizar los derechos reales a la alimentación, a la salud y a la educación, que democraticen el crédito, fortalezcan las posibilidades de generar microemprendimientos y pymes y que abran oportunidades para todos. En los últimos años, la participación creciente de la sociedad civil, y su presión para que se adoptaran políticas incluyentes, generaron cambios importantes que muestran que sí es posible combatir la pobreza y que lograrlo pasa por mejorar la equidad.

Entre ellas, el gigantesco programa social Bolsa Familia, montado por Lula da Silva en Brasil y que cubrió las necesidades básicas de 45 millones de pobres entre los pobres; los programas del Gobierno uruguayo que reformaron la salud y permitieron que todos los niños de las escuelas públicas tengan un ordenador; los programas de protección a toda la población adulta en Chile y Argentina; el subsidio universal a los niños pobres en este último país; la reducción a tasas mínimas de la mortalidad materna y la infantil aumentando la inversión en salud en medio de la crisis en Costa Rica, y otras similares en otros países.

La acción de políticas públicas enfocadas hacia las prioridades reales de la población, y el apoyo a las mismas por parte de empresas socialmente responsables y una sociedad civil movilizada por la solidaridad, pueden mejorar la difícil vida de gran parte de la población de América Latina. Pero todavía queda un largo camino por recorrer.

“Siempre ha habido y habrá pobres”131

Coartadas. Muchas élites adjudican a la pobreza una suerte de maldición ancestral. Por ejemplo, cuando los periodistas acosaban al ex presidente argentino Carlos Menem por el aumento de la pobreza en la Argentina de los 90, consecuencia directa del modelo ortodoxo liberal que él aplicó, solía argumentar:

“Pobres hubo siempre”.Las cifras difieren y son tozudas. En ese país, la pobreza era inferior al 10% a principios de los 60 y después de Menem alcanzó el 58% a finales de 2002. En Noruega, líder mundial en Desarrollo Humano, hay cero pobreza. En España, los indicadores actuales no tienen nada que ver con los de la época de Franco.

“La lucha contra la pobreza pasa, en primer lugar, por romper la falta de sensibilidad actual”Los profetas, creadores de la idea de justicia social, dicen en la Biblia: “No habrá pobres entre vosotros”. Se refieren a que los recursos potenciales están en todas las sociedades, y dependiendo del modelo de organización, la pobreza puede erradicarse.

Con la manida visión de la “maldición ancestral” se borra la relación entre pobreza y desigualdad y se evita hacer los cambios imprescindibles. Asimismo, se aprovecha al máximo la falta de capacidad de lobby de los pobres, los pobres no cuentan. Como señaló el premio Pulizter, Nicholas Kristoff, en The New York Times, refiriéndose a las elevadas tasas de mortalidad femenina en el Tercer Mundo en una era de avances médicos espectaculares, estas cifras no despiertan interés porque “sus víctimas son pobres, rurales, no educadas, y mujeres”. La lucha contra la pobreza pasa, en primer lugar, por romper la falta de sensibilidad actual. Ante tantas víctimas de las políticas neoliberales de las últimas décadas, la opinión pública comenzó a percibir a los niños de la calle, a los ancianos mendigos, a las madres que piden con sus bebes, a los sin techo como si fueran parte de la naturaleza de las ciudades, como “si lloviera”.

No se conmueven ante el sufrimiento. Es necesario recuperar la capacidad del ser humano para rebelarse contra las injusticias. Y eso es la pobreza: una injusticia éticamente inadmisible.

“Los pobres son culpables del cambio climático”

Al contrario. El cambio climático avanza con mucha más rapidez de lo que se creía. El dióxido de carbono retenido en la atmósfera es de 385 partes por millón frente a 339 en 1980. El aumento de las temperaturas está fundiendo los glaciares y produciendo un aumento de 3 milímetros por año en el nivel del mar, el doble que en el siglo XX.

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El aumento de las temperaturas y de las lluvias genera un ambiente propicio para la transmisión de enfermedades infecciosas. Aumentan las inundaciones y se expanden enfermedades como el dengue, la malaria, el cólera y la fiebre amarilla. Los más afectados son los más vulnerables: los que viven al borde de zonas inundables, en viviendas precarias; los pequeños agricultores afectados por las sequías; los relegados del planeta a sus sitios más hostiles.

“Está claro que ellos no son los generadores del envenenamiento del ambiente, en el que tienen una participación marginal”

Se estima que el cambio climático está produciendo 300.000 muertes por año. Crecen los refugiados climáticos, que se acercan a los 50 millones. Han debido irse de sus lugares de origen y ni siquiera el Derecho Internacional tiene ninguna figura para amparar a este tipo de exiliados.

Los informes estiman que los habitantes de los países pobres tienen 78 veces más posibilidades de resultar afectados por el cambio climático que los de las naciones ricas. Se trata de una de las mayores desigualdades, la vulnerabilidad totalmente disímil.

Además, está claro que ellos no son los generadores del envenenamiento del ambiente, en el que tienen una participación marginal. Los datos no mienten, pero también en este apartado la élites del planeta culpan a los más desfavorecidos, mostrando la capacidad infinita del género humano para fabricar pretextos y no enfrentarse los desafíos morales que tienen por delante. Resulta imprescindible superar ésta y todas las otras coartadas, pretextos e insensibilidades frente a la pobreza, la gran violación de los derechos humanos del siglo XXI, para avanzar en la construcción del mundo mejor que reclaman los ciudadanos. Gandhi, como buen visionario, lanzó una advertencia que sigue en plena vigencia: “La diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer bastaría para solucionar la mayoría de los problemas del mundo”.

Este artículo ha sido publicado en la revista Foreign Policy Edición Española, número de febrero-marzo de 2010.

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¿Es posible construir una economía con¿Es posible construir una economía con rostro humano?rostro humano?

Bernardo KliksbergBernardo KliksbergI. La salida

Es posible pensar en un modelo de desarrollo integrado en América Latina. Es un modelo que trata de conciliar crecimiento económico y progreso social. Es imprescindible que haya crecimiento económico, estabilidad, competitividad, eficiencia económica junto con desarrollo social. No son antitéticos, al contrario. Las experiencias de los países exitosos indican que el desarrollo social es un motor del crecimiento económico. Para ello se necesitan políticas públicas, activas. El Estado debe ser el responsable por necesidades básicas como la salud, la educación y la nutrición. Eso es irrenunciable, forma parte de las constituciones y del credo ético de nuestras sociedades. Las políticas públicas deben ser activas, descentralizadas, transparentes, con buena gerencia social, con un servicio público profesionalizado, erradicando el clientelismo y la corrupción. Deben estar articuladas con una sociedad civil activa.

En el modelo de desarrollo integrado las políticas públicas se apoyan en una sociedad civil activa. En los países que funcionan mejor en el mundo, la sociedad civil está movilizada, no está esperando, se articula y participa. La sociedad civil movilizada constituye capital social en acción. Tiene entre otras tres expresiones que son claves y que explican los resultados alcanzados en distintas sociedades. Una primera expresión de una sociedad civil movilizada es el voluntariado. Su papel en diversos países desarrollados es muy relevante. Los voluntarios, son los que hacen cosas por los demás a través de diferentes formas de organización: las ONGs, las comunidades religiosas, etc. Están haciendo una significativa contribución al Producto Bruto en varios países desarrollados en bienes y servicios sociales. Están concentrados en las áreas donde se requiere solidaridad. El voluntariado puede ser un instrumento muy potente trabajando junto con la política pública.

Otra expresión del capital social movilizado es la responsabilidad social de la empresa privada. En los países desarrollados hoy es una cuestión relevante, hay una presión de la opinión pública muy intensa. El tema no es simplemente de filantropía empresarial. Se está a un nivel mucho más avanzado, se habla del concepto de “Ciudadanía Corporativa”. La empresa privada es un actor central en la sociedad, tiene la capacidad de producir bienes y empleos que pueden ayudar al conjunto de la economía, hay que facilitarle su acción. Pero tiene obligaciones,

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responsabilidades, porque tiene un rol muy decisivo en la sociedad. Entonces se le exige “Ciudadanía Corporativa”, que sea un buen ciudadano.

Un tercer gran componente del capital social es lo que hoy se llama el “empoderamiento de las comunidades pobres”. Ellos tienen un inmenso capital social y cultural. El autor compartió recientemente en Bolivia un panel con un líder de Villa El Salvador del Perú, la experiencia social más premiada de América Latina. Como se ha referido anteriormente, son trescientos cincuenta mil pobres en su mayoría provenientes de los Andes peruanos que lograron salir de la pobreza extrema, por sus propios medios y llegar a una pobreza digna. Redujeron dramáticamente las tasas de mortalidad infantil, alcanzaron buenas tasas de escolaridad, etc. Construyeron autogestionariamente un municipio entero: Levantaron las escuelas, las calles, las viviendas, los hospitales, las bibliotecas. Ganaron el Premio Príncipe de Asturias del Rey de España, el premio mundial de la UNESCO por sus avances en educación, el premio de las Naciones Unidas como Ciudad Mensajera de la Paz.

El joven líder de ascendencia indígena, explicó al multitudinario auditorio de directivos públicos, privados y académicos de toda América Latina, que la cultura indígena es la causa de porqué pudieron hacer todo lo que hicieron. Una cultura que valoriza las pautas de solidaridad y de acción colectiva, heredera de las tradiciones de los Andes peruanos. El líder decía: “Nos dicen pobres. Yo les pido por favor que no nos llamen más pobres - ¿porque cómo miden ustedes la pobreza? ¿Nosotros somos pobres en valores? ¡Qué vamos a ser pobres en valores! ¿Somos pobres en cultura? ¿Somos pobres en tradiciones de solidaridad? ¿Somos pobres en el concepto de familia? ¿Somos pobres en el respeto a los ancianos? ¡Somos bien ricos! –afirmó- No corresponde que nos llamen pobres”.

El empoderamiento de las comunidades humildes de América Latina, el darles oportunidades y favorecer su articulación, su organización, la educación de sus líderes, puede producir efectos virtuosos de gran peso. Hay ejemplos muy prácticos, desde Villa del Salvador a, lo que esta sucediendo en el Ecuador, donde los más humildes, los indígenas del Ecuador dieron saltos adelantes sucesivos, en el tiempo se articularon, se organizaron y hoy tienen voz por primera vez en el escenario político del Ecuador.

Estos tres factores combinados: el voluntariado, la responsabilidad social de la empresa privada y la articulación y empoderamiento de los pobres son capital social en acción. El capital social articulado con las políticas públicas activas que deben ser las responsables en primer lugar de la lucha contra la pobreza, conforman una combinación poderosa. Opera en los países muy avanzados. Pero no solo en ellos. En América Latina hay un pequeño país, muy modesto, Costa Rica, con tres millones y medio de habitantes, pobre en recursos naturales, que no tiene ni petróleo, ni gas, ni recursos de energía baratos, que ha logrado

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construir una sociedad que tiene actualmente una muy elevada esperanza de vida, un sistema de salud pública que protege al 98 por ciento de la población y un sistema de educación que permite que casi toda la población llegue a niveles de escolaridad significativos. ¿Cómo lo logra? Costa Rica tiene un coeficiente Gini que es uno de los mejores de América Latina, o sea, la desigualdad es muy pequeña. Asimismo, combina un Estado que se ha hecho responsable y una sociedad civil movilizada. El estado costarricense ha garantizado a la población el derecho a educación y a la salud. Ello forma parte de un pacto nacional. Su última evolución fue que modificaron la Constitución. Pero no modificaron la Constitución para ver quien sacaba mayores ventajas políticas, sino para incluir un artículo por el que ningún gobierno podrá gastar en educación menos del seis por ciento del Producto Bruto Nacional. América Latina gasta menos del cuatro y medio por ciento del Producto Bruto Nacional, los países europeos del siete al ocho por ciento, Corea, Israel y otros cerca del 10%. Costa Rica tiene un proyecto nacional donde la educación y la salud son prioridades reales, un Estado que a pesar de las limitaciones de recursos se hace responsable por asegurar los derechos básicos y una sociedad civil movilizada, articulada, fuertemente presente, muy participativa.

Esa combinación entre políticas públicas que se hacen responsables, que tratan de obtener crecimiento económico y eficiencia económica pero al mismo tiempo miran hacia la gente que es en definitiva la clave de un crecimiento económico sostenido, que buscan preservar la igualdad, el acceso a oportunidades y una sociedad civil profundamente movilizada esa es la combinación que pude desencadenar círculos virtuosos, la combinación base de una economía con rostro humano.

II. ¿Por qué es viable construir una economía con rostro humano?

¿Es viable una economía con rostro humano? ¿Es viable en América Latina? ¿O es simplemente un ejercicio de buenos deseos? Creemos que es viable. Por lo pronto a los costarricenses no les fue mal dándole prioridad absoluta a gastar en educación y salud. Hoy tienen una suerte de Silicon Valley. Algunas de las principales empresas mundiales de tecnología de punta eligieron Costa Rica para establecerse porque tiene una población altamente escolarizada, paz social y estabilidad política. En el Latínbarómetro, cuando se le pregunta a la gente su grado de satisfacción con el funcionamiento del sistema democrático en Argentina, el ocho por ciento contesta que esta satisfecho, en Costa Rica el sesenta y cinco por ciento. No es gratuito, unas políticas públicas responsables, una sociedad civil movilizada, altos niveles de equidad, generan esta respuesta.

Es viable construir una economía con rostro humano por varias razones aunque ello desde ya es complejo y en cada realidad será diferente. Primera razón, la gran esperanza es el proceso de democratización de América Latina. Este proceso de democratización con idas y vueltas, pero que va avanzando

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significativamente. En la medida en que se descentralice el estado, que haya más transparencia, que haya control social de la acción pública, que haya participación ciudadana en escala cada vez mayor, que haya mejor genuinidad en los representantes de la ciudadanía en todos los niveles, que la democracia sea no solamente votar una vez cada tantos años sino incluya diferentes formas de participación activa permanente, las políticas públicas se van a acercar más a las reales necesidades de la población. Se van a generar políticas públicas de mejor calidad.

El proceso de democratización en América Latina avanza a través de expresiones como la satisfacción en Costa Rica y el descontento profundo en Argentina (que llevó a un Gobierno cuya vinculación estrecha con la prioridades de la población le está valiendo cifras récord de aprobación). Desarrollos semejantes hay en otras realidades. Ellos son una condición de viabilidad muy importante que da bases políticas a la construcción de una economía con rostro humano.

Segundo, se puede construir porque lo más básico el contrato ético entre los ciudadanos está a salvo. El contrato social, el contrato entre los representantes y la ciudadanía está resquebrajado. Una de las razones centrales del resquebrajamiento son los altos niveles de desigualdad. La desigualdad es ilegitima, la gente tiene derecho a sentirse resentida con el hecho de que se han cerrado las oportunidades, que existe mucha movilidad social pero solo descendente, en lugar de la movilidad social deseable. Sin embargo, esta a salvo el contrato ético, el contrato entre las personas en las bases de la sociedad. En la Argentina por ejemplo en medio de los picos de pobreza la solidaridad aumentó fuertemente. Entre muchísimas historias ilustradas la de los cartoneros que revisan a diario los tachos de basura para sobrevivir buscando cartón para vender, que ante un pedido de una escuela pobre del interior recolectaron y entregaron 900 kgs de comida para esos niños que eran aún más pobres que ellos (Página 12, 2003).

Podría ser diferente, se podría suponer que siguiendo el argumento de la economía ortodoxa en medio de una recesión tan profunda no habría estas reacciones sino las contrarias. Dice que las personas son “homus economicus” que sólo actúan en función de maximizar su provecho personal. Si ello fuera cierto, en esos momentos la Argentina hubiera sido una selva completa. En cambio, la solidaridad brotó con enorme fuerza. No es válida la argumentación de la economía ortodoxa y afortunadamente lo que se verifica es la sabiduría divina expuesta en la Biblia que plantea que en la naturaleza del ser humano están estas posibilidades, esta reacción en términos de solidaridad. Este contrato ético interpersonal está intacto en la Argentina y en América Latina.

Hay esta posibilidad hermosa de que se sienta la necesidad de ayudar y que se salga a ayudar. Una encuesta sobre la actitud frente a los cartoneros en la ciudad de Buenos Aires es muy elocuente. Su situación es difícil. Ganan menos de

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cincuenta dólares por mes. Eso de acuerdo a las cifras de pobreza significa que con la tarea de revisar los tachos de basura y reciclar están debajo de la pobreza extrema. Se le preguntó a la población de la Ciudad de Buenos Aires qué piensan que se debería hacer con los cartoneros. Sólo el diez por ciento contestó de acuerdo al neoliberalismo ortodoxo, desde la perspectiva más individualista, más cruel, que es que habría que prohibir su actividad para que no molesten. El noventa por ciento dijo que habría que ayudarlos bajo diferentes formas de expresión de ese sentimiento. El hecho que el contrato ético está a salvo crea las bases fundamentales para una economía con rostro humano. La combinación entre democratización, políticas públicas responsables y solidaridad, crea una gran capacidad de construcción nacional.

Una última acotación: Hay esperanza en la región pero para que la esperanza tenga una vía abierta es necesario volver a reunir a la ética con la economía. La relación entre ambas existió en los orígenes de la ciencia económica. El razonamiento dogmático ortodoxo la desarticuló totalmente. En el aparecen como dos dominios totalmente diferentes. En la realidad la única economía que tiene sentido es como lo plantea repetidamente el Papa Juan Pablo II, la regida por valores éticos, porque la economía es un instrumento, debe ser eficiente pero al servicio de determinados parámetros. Se debe medir por lo que genera en términos de oportunidades para los jóvenes, en la erradicación de la desnutrición, en el aumento de la esperanza de vida, en el acceso a salud y educación, esos son los indicadores últimos para saber si la economía realmente está funcionando.

Es imprescindible al realizar análisis económicos tener en cuenta las implicancias en términos humanos y éticos. Así, el vital tema del empleo no puede ser examinado sólo desde un economicismo reduccionista. El caso latinoamericano con altas desocupaciones prolongadas lo ilustra. Los efectos sobre las personas desempleadas no son sólo reducciones de ingresos. La investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires conducida por Juan Tausk (2002), encontró que el 75% de los desocupados indagados acusan daños psicológicos. Entre ellos “viven con una sensación de aislamiento, sienten imposibilidad de dialogar con sus pares, se ven desvalorizados en su grupo familiar, ven debilitada su propia imagen y función paternal, producen una reinterpretación negativa de su historia personal y una valoración negativa de su capacidad de obtener trabajo”. El problema es humano y ético y cuando se ve desde esa perspectiva pueden surgir respuestas que implican contención organizada por parte de la sociedad, eliminación del efecto de estigmatización, transmisión del mensaje de que la persona no está sola ante esta situación de la que no ha sido responsable. La política pública debería buscarlas activamente apoyándolas y respaldando salidas, no tradicionales.

Volver a vincular ética con economía significa que valores éticos profundos como entre otros, el hacerse responsables los unos por los otros, la solidaridad, activa, la justicia social, las posibilidades de participación, la libertad de desarrollar las

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propias potencialidades que enfatiza Amartya Sen (Sen, 2001), se conviertan en valores rectores orientadores de la economía.

Se podrá decir: “Pero esto una economía orientada por la ética es un poco utópico”. No lo es. Cuando se les pregunta sobre la causa de sus éxitos, los países nórdicos suelen hacer referencia a la presencia en la economía de los valores éticos y culturales. Noruega tiene esta distancia de tres a uno entre los ingresos de empresarios y obreros. Cuando se preguntó a líderes empresariales noruegos si no se sienten mal pagados cuando la distancia es tan corta entre ellos que son los líderes de la empresa, sus fundadores y los operarios de la empresa. Contestaron: “Es un tema cultural. Los noruegos creemos en la equidad. No hay una ley que diga que la distancia tiene que ser tal, nuestros valores lo exigen y agregaron, ser muy rico esta muy mal visto en Noruega. Creemos en una sociedad donde haya acceso a la igualdad de oportunidades”.

Esta es la fuerza que tiene la ética, no la tiene sólo en estos países, las bases de nuestras culturas latinoamericanas, nuestras creencias religiosas, espirituales, nuestras creencias filosóficas, el ejemplo de nuestros libertadores, nuestras culturas indígenas, tienen un fondo cultural presidido por esos valores. Ha llegado el momento de rescatarlos.

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De cómo se corrompen las actividadesDe cómo se corrompen las actividades socialessociales

Adela CortinaAdela CortinaEL discurso de la corrupción es hoy habitual en cualquier ámbito: medios de comunicación, pláticas entre amigos y vida cotidiana en general. Sin embargo ¿qué es la corrupción?

Corrupción, en el más amplio sentido de la palabra, significa “cambiar la naturaleza de una cosa volviéndola mala”, privarla de la naturaleza que le es propia, pervirtiéndola. Es decir, Cuando una sustancia o una actividad humana se corrompen, pierden su naturaleza, se convierten en una cosa distinta y acaban oliendo mal.

Actualmente menudean el los medios de comunicación las acusaciones de corrupción, dirigidas sobre todo contra políticos o contra personas implicadas de algún modo en el mundo político. Se habla de malversación de fondos, trafico de influencias, robo puro y duro. Se trata de acusaciones puntuales con respecto a casos concretos, pero está creciendo de tal modo el número de casos que todo el cuerpo político parece estar corrompido; da la sensación de que la naturaleza de la política ha venido desvirtuándose desde hace tiempo y ahora empieza ya a oler mal porque es una actividad que se encuentra en estado de putrefacción. ¿Cuáles son las causas por las que la política puede corromperse?

Podemos decir que si el fin de la política, la meta que le presta legitimidad, es la búsqueda del bien común o el interés común, utilizando para ello los bienes públicos, la corrupción de esta actividad consiste en emplear bienes públicos con fines privados. Y no cabe duda de que el número de políticos que emplean bienes públicos con fines privados es escandaloso. En el caso de la Administración son tres los tipos fundamentales de corrupción: la práctica del cohecho: el uso de una recompensa para cambiar a su propio favor el juicio de un funcionario público; el nepotismo, la concesión de empleos o contratos públicos sobre la base de relaciones de parentesco y no de mérito; y la asignación de fondos públicos para uso privado6.

Sin embargo, convienen recordar que no hay sólo corrupción política, también hay corrupción en la actividad económica, empresarial, docente, sanitaria y en el conjunto de actividades profesionales. Lo que distingue a la corrupción política de

6 Ver N. Bobbio, N. Matteucci, Diccionario de política, Siglo XXI, Madrid 1983, vol. I, pp. 438 y ss.

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los restantes tipos de corrupción es que sólo en ella se gestionan bienes públicos y, por lo tanto, que el emplearlos en beneficio privado es la forma específica de la corrupción política.Pero, ¿en qué consiste la perversión de las distintas actividades?, ¿cuál es la causa por las que una actividad humana en general puede corromperse?

Según MacIntrye, una actividad social es una actividad cooperativa que se caracteriza por tender a alcanzar unos bienes que son internos a ella misma y ninguna otra puede proporcionar. Estos bienes son precisamente los que le dan sentido y, a la vez, le prestan legitimidad social, porque cualquier actividad humana cobra su sentido de perseguir un fin que le es propio, y además cualquier actividad social necesita ser aceptada en la sociedad en la que se desarrolla, necesita estar socialmente legitimada.

Por otra parte, con las distintas actividades se consiguen también otro tipo de bienes, a los que llamamos externos, porque no son los que le dan sentido, pero también se obtienen al llevarlas a cabo. Estos bienes son comunes a la mayor parte de las actividades y no sirven, por tanto, para especificarlas, para distinguir unas de otras. De este orden son bienes como el dinero, el prestigio, o el poder, que se consiguen con la política, la sanidad, con el deporte o la investigación, pero no son el tipo de bienes internos por el que cada una de ellas se distingue de las demás, dándole sentido.

Por ejemplo el bien interno de la actividad deportiva, por el que se distingue de las otras, es el placer de jugar o de contemplar un buen juego. Si embargo, es también un medio para ganar dinero, para obtener un prestigio a través de los medios de comunicación y, a fin de cuentas, para conseguir cierto poder social, si es que uno sabe manejarse en la vida. Estas tres cosas, como es evidente, pueden lograrse igualmente en otras actividades, como ser banquero hábil o político astuto.

Lo mismo ocurre con la actividad sanitaria o docente que puede proporcionar dinero, prestigio y poder y, sin embargo, su bien interno es respectivamente lograr la salud del paciente y transmitir enseñanzas formando personas autónomas y críticas. Por su parte el bien interno de la política es conseguir el bien común, y de la actividad empresarial generar riqueza para satisfacer las necesidades humanas.

¿En qué consiste la corrupción de cada una de estas actividades?La corrupción de las distintas actividades e instituciones se produce cuando aquellos que participan en ellas no las aprecian en sí mismas, porque no valoran el bien interno que con ellas se persigue, bien que les da sentido, especificidad y legitimidad social. Las realizan entonces exclusivamente por los bienes externos que por medio de ellas pueden conseguirse: las ventajas económicas, las ventajas sociales, el poder. Con lo cual esa actividad y quienes en ella cooperan acaban perdiendo su legitimidad social y, con ella, toda credibilidad, porque cuando una

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actividad y las instituciones a través de las cuales se realiza dejan de perseguir el fin por el que están socialmente legitimadas se desnaturalizan, se corrompen y, obviamente deslegitiman. Y en este sentido conviene recordar que la corrupción no es sólo ilegal sino inmoral. Una sociedad desmoralizada es entonces aquella en que las distintas actividades han ido perdiendo la sustancia que les es propia, porque quienes las realizan prefieren los bienes externos a los internos, de modo que todas las actividades se estandarizan y no tienen más meta, a fin de cuentas, que el dinero, el prestigio y el poder.

Ciertamente, conseguir de forma moderada estos bienes es necesario para vivir, porque todas las personas necesitamos de medios económicos para llevar una existencia digna, un reconocimiento social que nos permita tener una cierta autoestima, sin la que nada puede emprenderse, y el poder de hacer aquellas cosas que deseamos.

Pero la corrupción consiste en cambiar los bienes internos por los externos, hasta el punto de considere “baboso” al que realiza la actividad por su bien interno, lo cual es muy mal síntoma, porque el hecho de que una sociedad considera babosos” a quienes se comprometen con el bien interno de una beneficiosa actividad social, es clara muestra de que el nivel de descomposición es alto. O, lo que es idéntico: el nivel de desmoralización, de desánimo es alto.

Obviamente, en una sociedad desmoralizada quedan muchas personas en los márgenes. Si la política no busca el bien común, la empresa no persigue la satisfacción de las personas humanas, la actividad informativa no desea elevar el nivel de información y opinión de los ciudadanos, la enfermería y la medicina no se desviven por el bien del paciente, y si lo mismo podemos decir de las restantes actividades, quedan en los márgenes en cada ámbito un número de personas muy alto. Y a eso no hay derecho: no tenemos derecho.

El problema no reside, pues, tanto en los casos concretos, que siempre se pueden denunciar, como en la situación general de desnaturalización de las actividades en su conjunto, en la medida en que una sociedad no busca mayoritariamente sino los bienes externos. Y éste no es un discurso sólo para los cristianos, sino para cualquier persona, porque la riqueza personal viene de las riquezas de las actividades que desarrollamos.

Por otra parte, recuerda también MacIntyre que para llevar a buen término cada una de las actividades sociales y conseguir los bienes que les son propios, es necesario desarrollar una serie de hábitos, que reciben el nombre de “virtudes”. La virtud sería, entonces, esa predisposición que tiene o adquiere la persona para lograr el fin específico de una actividad. Los periodistas tienen que adquirir unas virtudes que no son las mismas que las de los docentes, los trabajadores de una empresa o los políticos, y este desarrollo de diferentes virtudes, habilidades y capacidades redunda en la riqueza de la sociedad en su conjunto.

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Sin embargo, si trocamos los bienes internos por los externos, quienes tienen habilidad para lograr el dinero, el prestigio, el poder, acaban pareciendo eminencias en cada una de las actividades, aunque no lo sean en modo alguno.

El habilidoso en relaciones sociales -cuyo dominio constituye en definitiva el auténtico poder- termina consiguiendo doctorados “honoris causa”, premios artísticos, puestos de responsabilidad. No digamos si su virtud llega a apoderarse de los medios de comunicación: ésa es la piedra filosofal que buscaban los alquimistas, porque creían que convertía todo en oro. Lo cual es más que suficiente para el público de esta cultura de la imagen. En este sentido advierte José I. González Faus de forma muy gráfica del peligro de que la democracia acabe siendo sustituida por la “telecracia” (que ya no es el poder del pueblo sino la dictadura a distancia”) o por la pseudocracia (o el imperio de lo falsificado).

Ahora bien el signo más alarmante de descomposición se produce cuando el ciudadano corriente y moliente empieza a envidiar a quienes practican la corrupción y quisiera estar en su lugar: cuando el llamado “hombre de la calle” se dice en su fuero interno, o comenta con sus amigos: ¡Ojalá pudiera hacer yo lo mismo!. En ese momento estamos tocando fondo y, como se dice, no queda sino escarbar, porque hemos perdido la sensibilidad ante el mal, hemos perdido la capacidad de indignación, sin la que ya no hay motivo para exigir justicia.

(Tomado del libro de: Adela Cortina: Ética civil y religiónPPC, Madrid pág.22-29).

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La crisis del individualismoLa crisis del individualismo

Albert NolanAlbert Nolan77

El ideal cultural del mundo industrializado occidental es el individuo autodidacta, autosuficiente y autónomo que se basta a sí mismo, no necesita a nadie (excepto para el sexo) y no debe nada a nadie. Puede acudir a un médico, a un terapeuta o a un abogado; pero, dado que estos servicios se compran, uno puede seguir considerándose autónomo. Tener dinero propio es, claro está, crucial para mantener esta clase de independencia. De ahí la ambición profesional y el ajetreo febril que caracterizan el estilo de vida autónomo.

Éste es el ideal por el que las personas viven y trabajan. Es su meta en la vida, y están dispuestas a sacrificarlo todo por conseguirla. Así es como tiene uno que “labrarse la vida”. De este modo descubre uno su identidad. Ésta es la descripción propuesta por un autor: “El mundo occidental mantiene que un individuo únicamente consigue la identidad auténtica si se separa claramente de los demás y del resto del mundo que lo rodea”8 Libertad y felicidad se identifican con independencia y autosuficiencia.

Desde el punto de vista de todas las demás culturas del mundo, del pasado y del presente, esto es, sencillamente, ininteligible. En otras culturas, la persona que se separa y se aísla del resto de la comunidad es considerada muy desafortunada. La interdependencia, la coherencia social y la confianza mutua son valores culturales muy apreciados. En África decimos: “Una persona llega a ser persona a través de otras personas”. En otras palabras, tu identidad depende de la familia, los amigos y la comunidad que se relacionan contigo y con los que tú te relacionas.

En el pasado ha habido muchas personas con un ego sumamente hinchado –reyes, conquistadores y otros dictadores-, pero en el mundo occidental actual el cultivo del ego es visto como el ideal para todos. El individualismo impregna casi todo lo que hacemos. Es un postulado básico. Es como un culto. Damos culto al ego.

El individualismo no es un fenómeno nuevo. Lo nuevo –y éste es uno de los signos importantes de nuestro tiempo- es la conciencia creciente de que el

7 Tomado del libro de: Albert Notan. Jesús hoy. Una espiritualidad de libertad radical. Ed. Sal Térrea, Santander, 2007.

8 Stephen B. SCHARPER, Redeeming the Time: A Political Theology of the Environment, Continuum, New York 1998, p.96, donde se resume el pensamiento de Catherine Keller.

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individualismo narcisista es psicológica, social, política, económica, espiritual y ecológicamente destructivo.

La capacidad destructora del individualismo

De 1979 a 1984, un equipo de sociólogos dirigido por Robert N. Bellah llevó a cabo una extensa investigación sobre los efectos psicológicos del individualismo en los Estados Unidos. Sus resultados fueron impactantes. Los efectos incluían alienación, soledad, falta de amor, infelicidad e incapacidad de mantener relaciones.9

En esta cultura individualista, los terapeutas y consejeros han pensado que su tarea es ayudar al individuo a desarrollar su ego con el fin de lograr el gran ideal occidental de la autorrealización. Hoy los psicólogos están empezando a comprender que esto sólo lleva al egocentrismo y al narcisismo, que son la causa de enfermedades mentales tanto neuróticas como psicópatas10. El individualista egocéntrico pierde el contacto con la realidad.

Actualmente se reconoce que la “generación del ego” está completamente enferma. Es la generación de los occidentales que nacieron en los años en que se produjo el aumento en las tasas de natalidad después de la Segunda Guerra Mundial y crecieron en el clima de las protestas del movimiento “hippy” durante la década de 1960. Su objetivo en la vida era, y muchas veces sigue siendo, la “autorrealización”. Algunos autores actuales, como Ken Wilber, ven en esa autorrealización una forma debilitadora de egocentrismo. Él lo denomina “boomeritis”11

Muchos de los jóvenes contemporáneos sienten que, a pesar de todo este individualismo, su ego ha sido reprimido. Siguen reivindicando la libertad para hacer lo que quieran, para ser ellos mismos, para expresarse, para afirmarse, para “mantener una actitud”.

Con demasiada frecuencia, la búsqueda de espiritualidad, especialmente entre los jóvenes occidentales, se emprende de un modo que es igualmente egocéntrico. Se ha demostrado que una espiritualidad totalmente individualista es contraproducente. Un número cada vez mayor de personas que han reflexionado sobre su propia experiencia de espiritualidad están descubriendo lo que los místicos han dicho siempre: que tenemos que emprender la penosa y difícil tarea

9 Robert N. BELLAH et al., Habits of the Heart: Individualismo and Commitment in American Life. University of California Press, Berkeley (CA) 1985, pp. 142-163 (trab. Cast.: Hábitos del corazón, Alianza, Madrid, 1989).

10 Neville SYMINGTON. A Pattern of Madness, Karnac. London 200211 Ken Wilber, Boomeritis: A Novel That Will Set Yoy Free. Shambhala, Boston 2005 (trab cast.; Boomeritis: un camino hacia la liberación. Kairós, Barcelona 2004)

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de ir más allá de nuestro egocentrismo, nuestro individualismo y nuestro ego. Los programas que ignoran esta verdad y ofrecen una espiritualidad de autorrealización o del tipo “sigue-el-camino-de-tu-corazón” están totalmente equivocados. Además, muchas de las personas que se establecen como “gurús” tienen ellas mismas un ego enormemente hinchado. Tales programas y “gurús” no pueden satisfacer una búsqueda auténtica de espiritualidad.

En Europa, Norteamérica y Australia las iglesias están vacías. Por otro lado, en el resto del mundo, y especialmente en África, las iglesias están llenas a rebosar, y tanto el cristianismo como el islam están creciendo rápidamente. Esto no es simplemente un retorno al pasado, al fundamentalismo. Yo pienso que es una búsqueda de espiritualidad y sanación en la solidaridad de una comunidad.

En las iglesias de tipo occidental, cada uno se sienta lo más lejos posible de los otros, la gente no se apiña.

Hay un problema parecido en muchas de las luchas por la justicia. Lo que están descubriendo cada vez más personas es que sin liberación personal o libertad interior nuestras libertades sociales, conseguidas con mucho esfuerzo, quedan socavadas y pervertidas por el individualismo egoísta. Si las personas que han sido socialmente liberadas no se liberan también de su propio ego, de su egoísmo personal, corren el riesgo de repetir –de otra forma- la opresión y crueldad contra las que han luchado.

Aún cuando el concepto de “derechos humanos” ha contribuido enormemente al desarrollo de un mundo más justo, también es un concepto un tanto individualista. Los derechos humanos son los derechos del individuo. Hay un reconocimiento creciente de que necesitamos trabajar por algo más, como el bien común.12

Nuestra cultura de individualismo, incluso en las luchas por la justicia, ve a menudo el bien común como una realidad contraria a los intereses del individuo. Esto no es cierto. El bien común siempre favorece también los mejores intereses del individuo.

Peor aún es el abuso del derecho a la propiedad privada. El derecho a la propiedad privada hace que sea ilegal que un indigente robe un pan, pero perfectamente legal que un rico acumule mucha más comida y otros recursos que los que puede usar en toda su vida. El individualismo desenfrenado conduce a una acumulación ilimitada de riqueza por parte de algunos, mientras miles de millones de personas viven en la miseria y mueren de hambre. Los ricos justifican esta flagrante injusticia apelando a su derecho a poseer todo cuanto deseen, sin que les importe que sean tantas las personas que se ven privadas de lo imprescindible para vivir. “Lo he ganado todo sin transgredir las leyes”, dicen. “Es mío, y no soy

12 Ian LINDEN. A New Map of the World. Darton. Longman and Todd. London 2003. Pp.16-34. 148

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responsable de las vidas de otras personas”. Ésta es una de las consecuencias más destructivas del individualismo: que destruye a millones de personas todos los días.

La trágica ironía del individualismo occidental consiste en que ahora constituye una amenaza para la misma libertad que esperaba alcanzar.13 El individualismo y la separación nos han llevado, como dice Bellah, “al borde del desastre”. En ningún lugar se manifiesta la capacidad destructiva del individualismo egoísta de un modo más claro, peligroso y dramático que en nuestra destrucción del medio ambiente. Desde una perspectiva ecológica, el individualismo occidental nos ha llevado al borde del caos.

La destrucción de la Tierra

En 1995, Richard Leakey y Roger Lewin escribieron un libro titulado “La sexta extinción: el futuro de la vida y de la humanidad”, que no es sino un estudio de las extinciones masivas que han tenido lugar en el planeta tierra a lo largo de millones de años, incluida la más famosa de ellas, la quinta extinción, en la que quedaron aniquilados los dinosaurios. Esto sucedió hace unos sesenta y cinco millones de años. Ahora nos estamos encaminando hacia la sexta extinción, pero esta vez no es probable que sea causada por un asteroide que choque contra la Tierra, sino que será el resultado del egoísmo humano.

Todos conocemos la historia de la destrucción del medio ambiente: la contaminación de ríos y océanos, la destrucción de bosques, la erosión del suelo fértil, la rápida desertización de algunas partes de la tierra, el “efecto invernadero” creado por la combustión de carburantes fósiles, la extinción de especies, el exceso de pesca a lo largo y ancho de nuestros mares, los peligros de la destrucción nuclear y los efectos desconocidos y quizá irreversibles de la ingeniería genética. Una verdadera letanía de ayes.

Se viene hablando de estas amenazas desde hace décadas. Desde que Rachel Carson escribiera en 1962 su libro “Primavera silenciosa”, hemos ido descubriendo las nuevas formas en que están muriendo nuestra Tierra y nuestras especies. Ha habido algunas respuestas a las advertencias, pero en ninguna parte han sido suficientes para detener el proceso.

No obstante, el descubrimiento científico más reciente no se refiere a una catástrofe futura, sino que trata sobre el desastre que ya se está produciendo: el calentamiento global. Quiero centrarme en este fenómeno porque creo que es uno de los signos más destacados de nuestro tiempo.

13 Robert N. BELLAH et al., Habits of the Heart, p.vii147

Calentamiento global.Los científicos afirman que la combustión de carburantes fósiles (petróleo, carbón y gas) emite dióxido de carbono a la atmósfera. Hemos venido haciéndolo desde la revolución industrial, y en una proporción cada vez mayor. Actualmente, esas emisiones arrojan siete mil millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera cada año.

Tales emisiones están formando alrededor del globo una especie de capa gigante que tiene como efecto el calentamiento de la Tierra por encima de las temperaturas habituales en el pasado. Este fenómeno es conocido como “efecto invernadero”. Siempre ha habido una delgada y delicadamente equilibrada capa de dióxido de carbono en la atmósfera, pero desde la revolución industrial hemos incrementado el espesor de esta capa en un treinta por ciento.

A algunos les parecerá que el calentamiento global es inofensivo. Pero los científicos, y en especial los meteorólogos, nos dicen que causará –y ya está causando- unas condiciones climáticas extremas: sequías devastadoras en algunos lugares, inundaciones mortíferas en otros, fracaso generalizado de la agricultura y, por lo tanto, escasez de alimentos; y, como el elemento más destructivo de todos para la raza humana, el aumento del nivel del mar en todas partes.

El nivel del mar ascenderá debido, sobre todo, a que el calentamiento de los océanos hará que aumente el volumen del agua. No obstante, es más preocupante aún el hecho de que el deshielo de los icebergs y casquetes polares del Ártico y el Antártico habrán de dar lugar a niveles del mar varios metros más altos que los actuales. Esto significará el fin de todas nuestras ciudades costeras, desde Nueva Cork y Londres hasta Lagos, de todas las islas poco elevadas del planeta y de prácticamente países enteros como Bangladesh.

Al principio se pensaba que tales consecuencias eran para un futuro muy lejano en el tiempo. Pero en una conferencia de científicos (no activistas ambientales) reunidos por el Gobierno británico (no por Geen Party) en 2005, se anunció que el calentamiento global se está produciendo mucho más rápidamente de lo que se había previsto, y que el hielo continental de la Antártica occidental podría empezar a abrirse mucho antes de lo que se pensaba hasta ahora. Este fenómeno causaría por sí sólo un ascenso de unos cinco metros en el nivel de todos los océanos –un tsunami permanente y global-.

Otra de las revelaciones científicas hechas en esta conferencia de 2005 celebrada en Inglaterra fue que el exceso de dióxido de carbono no sólo va a parar a la atmósfera, sino que se está infiltrando en los océanos y acabando con el plancton que constituye la base de la cadena alimenticia marina. Como resultado, todos los peces y otras formas de vida marina se verán afectados. Nadie había advertido previamente que éste sería uno de los efectos del calentamiento global.

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Si ésta es la forma en que la raza humana va a desaparecer, entonces, a diferencia de los dinosaurios durante la quinta extinción, tendremos una agonía larga y penosa, con millones y millones de refugiados ambientales enfrentados en la más terrible de las luchas por los alimentos y por el agua. Morirán miles de millones de personas. Horroriza el mero hecho de pensar cuál será el grado de sufrimiento humano.

¿Y qué se está haciendo? ¿Qué están haciendo los líderes de nuestro mundo?A los líderes mundiales les ha resultado muy difícil llegar a acuerdos sobre protocolos que detengan eficazmente este desastre. Y aun cuando haya habido acuerdos, no siempre se han cumplido. El resultado evidente es que las emisiones están aumentando, en lugar de disminuir. La Agencia Internacional de la Energía estima actualmente que, con la explosión demográfica en los países en vías de desarrollo y la rápida industrialización de países enormes como China y la India, hacia el año 2040 las emisiones habrán aumentado en un 62 por ciento.

Todas las naciones de la tierra tienen que cooperar en esta causa. Si algunas naciones están de acuerdo en hacer lo que es preciso, pero otras, como los Estados Unidos y naciones “emergentes” muy pobladas como China y la India, no lo están, todos pereceremos.

Muchos comentaristas han dicho: “Sabemos lo que tenemos que hacer, pero nos falta voluntad para hacerlo”. ¿Por qué? Porque parece que no somos capaces de dejar a un lado nuestros intereses egoístas y cortos de miras, nuestro individualismo.

Quienes tienen más de lo que necesitan han de apretarse el cinturón y reducir su nivel de vida. Todos necesitamos renunciar a la idea del crecimiento económico ilimitado. Pero el individualismo y el egoísmo grupal no nos permiten hacerlo. Cualquier político que proponga algo que se asemeje remotamente a esto, sencillamente no obtendrá los votos de la mayoría de los electores. Nos falta voluntad política para hacer lo que es necesario, porque la mayoría de las personas no son capaces de ir más allá de sus egos en una medida suficiente para considerar las necesidades de los otros, y en especial las necesidades de las generaciones futuras. El ego no quiere saber. Así, se niega el problema y se impide que se conozca. Es evidente que esto constituye el suicidio de la raza humana.

No es cuestión de culpar de nuestros problemas a todas las personas egoístas del mundo. No es apropiado lanzar acusaciones o condenas, ni desencadenar una caza de brujas o ponerse a buscar un chivo expiatorio. Es cuestión de reconocer que no podemos seguir adelante sin afrontar el problema del ego desenfrenado; lo cual nos exige examinar detenidamente también nuestro ego.

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Hay muchos activistas valientes que no ahorran ningún esfuerzo para que la gente tome conciencia y para movilizar a las personas con el fin de salvar la Tierra. También es cada vez mayor el número de los maestros espirituales que trabajan intensamente para liberar a las personas de la tiranía del ego. Ciertamente, tiene razón Joanna Macy cuando dice: “En nuestro mundo está sucediendo algo importante que no se va a publicar en los periódicos. Pienso que es el fenómeno más fascinante y esperanzador de nuestro tiempo, y es una de las razones por las que soy tan feliz de vivir actualmente. Me refiero a lo que está sucediendo con la noción del yo”. Psicólogos, filósofos, sociólogos, escritores espirituales y místicos de diferentes tradiciones religiones están estudiando las consecuencias destructivas del egoísmo y las prácticas –nuevas y antiguas- que podrían permitirnos superar nuestro narcisismo. Muchos de esos estudios están centrados en el ego.

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Crisis sociológica. Más allá de losCrisis sociológica. Más allá de los camaleones y los dinosaurioscamaleones y los dinosaurios

Adela CortinaAdela CortinaQue las sociedades cambian es un hecho evidente, como también los valores han de modularse para poder seguir orientando las acciones en sociedades inevitablemente cambiantes. Y, en este sentido, para nadie es un misterio que las grandes ideologías, las grandes utopías no están precisamente de moda tras el fracaso de los países del Este. Si no hemos llegado al fin de la historia, porque habrá historia mientras haya capacidad de elección, sí que han caído en descrédito las ideologías utópicas, hasta el punto de que muchas personas han hecho suya aquella frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios y, si no le gustan, tengo otros”.

La moral del pragmatismo triunfa en la calle, la moral del camaleón, que se adapta hábilmente a las situaciones cambiantes para sobrevivir con éxito. Y esto a un creyente, a un marxista y a cuantos fuimos educados en la moral del deber suele parecernos francamente inaceptable; entre otras razones porque se nos enseñó que el contenido de los deberes es eterno: que manda por todas las culturas y razas en tiempo y lugar. De igual modo que las virtudes parecían ser siempre las mismas, sea cual fuere la circunstancia histórica.

Sin embargo, es preciso reconocer abiertamente que si el pragmatismo sin más no es aceptable, tampoco lo es aferrarse a unos valores o al modo concreto de realizarlos.

En efecto, cuando publiqué: “La moral del Camaleón”, para referirme, entre otras cosas, al fenómeno del pragmatismo, del cambio de chaqueta, me objetó un amigo que es preciso tener la flexibilidad del camaleón para poder sobrevivir, porque los dinosaurios, incapaces de adaptarse a las nuevas situaciones, perecen sin remedio en cuanto se produce algún cambio de clima. Habida cuenta que los cambios climatológicos son inevitables, quien no tiene defensas sino para sobrevivir en una determinada época es incapaz de sobrevivir en la siguiente. Cosa que puede aplicarse perfectamente a las sociedades, que cambian constantemente, lo cual no significa que siempre progresen, pero tampoco que siempre empeoren. Quien permanece anclado en el pasado es incapaz de entender lo que puede haber de valioso en la nueva situación.

Aunque en la película de Spielberg parecía demostrar que los dinosaurios son más ágiles de lo que creíamos, lo bien cierto es que se imponía reflexionar sobre la objeción del amigo, porque las objeciones están para ayudar a pensar. Y llegué a la conclusión

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por mi parte de que no se puede ser dinosaurio, porque no es de personas cabales aferrarse a una teoría y decir aquello de que “si los hechos no responden a la teoría, peor para los hechos”. Pero llegué así mismo a la conclusión de que tampoco hace falta pasarse al extremo contrario y convertirse en camaleón, tirando por la borda los valores y principios que siguen siendo válidos.

Entre los camaleones y dinosaurios están las personas maduras, que tratan de discernir en cada momento qué valores y qué convicciones siguen valiendo la pena, e intentan encarnarlos de la manera más adecuada a una realidad social que está en constante cambio.

Esto hace las cosas mucho más difíciles, claro está, porque es preciso revisar convicciones y valores, y atender a la realidad; es preciso también estudiar para tomar decisiones morales acertadas. Pero ese es uno de los retos de ser persona humana, con capacidad de entender el presente e intentar extraer de él lo mejor para encarnar en el mundo valores irrenunciables.

Siguiendo, pues, con nuestras indicaciones, diría con Ignacio Ellacuría que es imposible ser libre de espaldas a la realidad, porque estamos implantados en ella; por eso es preciso intentar leerla correctamente, detectar sus posibilidades positivas y no aferrarse a construcciones obsoletas. Pero sin olvidar que ser realista no significa simple y llanamente ser pragmática, ser egoísta, que es lo que suele entenderse: es realista quien se plantea las preguntas éticas sobre que podemos hacer desde la realidad tal como es, y hoy en día no es realista preguntarse ¨¿qué hacer?¨ sólo desde el Primer o Segundo mundo, prescindiendo del Tercero, porque no existe ya ningún mundo que sea independiente de los restantes. Como muestra la globalización de los problemas económicos y ecológicos, la interdependencia entre todos los lugares de la tierra es un hecho, y para ser realista, para actuar con sentido de la realidad, es preciso preguntarse qué hacer desde el contexto de la humanidad en su conjunto.

De ahí que como dice Ellacuría, quien quiera formular correctamente sus juicios morales haya de asumir un imperativo ético que se articula en tres momentos: hacerse cargo de la realidad, cargar con ella, y encargarse de ella para que sea como debe ser.

“Hágase usted cargo” —decimos cuando pretendemos que alguien comprenda bien una situación antes de decidir—, no sea cosa que tome una decisión de la que después podría arrepentirse.

“Cargue usted con las consecuencias” —decimos cuando queremos mostrar a alguien que es él a quien van a pedirle responsabilidades de lo que sucede—, porque él es quien toma la decisión, por mucho que quiera escurrir el bulto.

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“En definitiva, es usted el encargado” —decimos cuando el responsable se esfuerza por pasar la pelota superior al inferior, o al sistema en conjunto—.

Asumir estas tres obligaciones con la realidad social en la que ya estamos implantados nos llevará a darnos cuenta de que existen “pueblos enteros crucificados”, al menos dos tercios de la humanidad, lo cual significa que partimos ya de una situación de “deshumanidad”. Un proyecto ético no puede eludir este punto de partida, sino intentar que el proceso evolutivo de hominización, por el que fue surgiendo paulatinamente el ser humano, se prolongue en un proceso de humanización.

Y en este sentido es en el que Jon Sobrino propone ir más allá del “principio de esperanza” de Ernesto Bloch, y también más allá, creo yo, del “principio de responsabilidad”, de Hans Jonas, y asumir ese “principio de misericordia”, que es una necesidad imperiosa cuando se convive la injusticia de los pueblos crucificados. No se trata de andar a vueltas con las generaciones pasadas, sino de asumir el sufrimiento de las presentes.

Es momento de sumar y no de restar: es momento de asumir aquella perspectiva que ya compartimos con otros en las sociedades democráticas, aquellos valores en los que ya coincidimos, porque la democracia no es sólo una forma de organización política, sino que obtiene su legitimidad de defender unos valores morales, concretados en los derechos humanos de la primera, segunda y tercera generación, y en valores tales como la libertad, la igualdad y la solidaridad. Estos valores componen lo que se ha dado en llamar la Ética de mínimos, que ya están incorporados en nuestras instituciones y es necesario sacar a la luz.

La ética de mínimos constituye una ética cívica, una ética de todos los ciudadanos, que nos permite tomar decisiones morales compartidas, sea en los comités éticos hospitalarios, o en la ética empresarial, como también criticar a los políticos y transmitir unos valores a las generaciones futuras.

(Tomado del libro: «Ética civil y Religión», de Adela Cortina, Madrid, PPC, 1995).

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Cultura de pazCultura de paz

¿Qué es cultura?

Cultura es el conjunto de rasgos distintivos, espirituales, materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o grupo social. Ella engloba además de las artes y las letras, el modo de vida, los derechos humanos fundamentales, los sistemas de valores, normas, tradiciones y creencias.

¿Qué es la paz?

La paz es un estado activo de toda sociedad para vivir en un ambiente justo. En éste, los mecanismos para resolver los conflictos deben ser los propios de las capacidades de la inteligencia humana como: la comunicación, el diálogo y la cooperación.

“La paz es una forma de interpretar las relaciones sociales y una forma de resolver los conflictos que la misma diversidad que se presenta en la sociedad hacen inevitable y cuando hablamos de conflictos, no solo se refiere al conflicto bélico, sino también a la contraposición de intereses entre personas o grupos o las diferentes formas de entender el mundo. Nos referimos al conflicto como un hecho natural de las relaciones sociales por lo que la solución de estos conflictos no puede ser mediante la violencia, pues estaríamos asegurando de forma permanente una sociedad violenta. Tampoco los mecanismos de solución establecidos pueden dilatarlos tanto como para que estos conflictos deriven en violencia o conflicto armado.

Por tanto la paz sería evidentemente una ausencia de guerra, pero ante todo y como estructura preventiva, la paz sería un estado activo de toda sociedad en la búsqueda de una sociedad más justa. En esta sociedad los mecanismos para resolver los conflictos deberían ser los propios de las capacidades que la inteligencia humana nos permite como: la comunicación, el diálogo y la cooperación. Estas capacidades consideradas las básicas de una Cultura de la Paz, deberían ser aplicadas en todos los ámbitos y escalas de la sociedad, en la familia, en la empresa, en la política y también a nivel local e internacional” (José Palos Rodríguez).

La UNESCO, concibe la cultura de paz como un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en:

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El respeto a al vida, el fin de la violencia, la promoción y práctica de la no violencia por medio de la educación el diálogo y la cooperación

El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los estados

El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales

El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictosLos esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del

medio ambiente de las generaciones presentes y futurasEl respeto y promoción del derecho al desarrolloEl respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de

mujeres y hombresEl respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de

expresión, opinión e informaciónLa adhesión a todos los principios de libertad, justicia, democracia,

tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones.

¿Qué es cultura de paz?

La cultura de paz supone un esfuerzo generalizado por modificar las mentalidades y actitudes en función de promover la paz. Significa transformar los conflictos y prevenir la violencia. Su propósito trasciende los límites de los conflictos armados, para hacerse extensivo a otros ámbitos como el educativo, laboral, los parlamentos, los medios de comunicación, las familias y los recreativos.

Una cultura de paz significa que los diferentes actores de la sociedad comprendan y respeten la libertad, la justicia. La democracia, los derechos humanos, la tolerancia, la igualdad y la solidaridad. Ello implica disponer de los medios y la voluntad de participar en el desarrollo de la sociedad. Construir la cultura de paz requiere de la intervención conjunta de mujeres y hombres de todos los sectores de la sociedad y la cooperación entre todos los países.

Actualmente hay un reconocimiento mundial de que la paz es algo más que la ausencia de guerra y violencia. La paz reside en nuestros valores y en las actitudes de nuestras comunidades, familias y centros educativos. La paz se debe de aprender, y sobre todo se ha de poner en práctica, para ello, se requiere de un proceso positivo, dinámico y participativo que promueva el diálogo y busque soluciones a los conflictos con un espíritu de entendimiento y cooperación mutua, en donde participe el gobierno, los organismos internacionales y la sociedad civil.

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Ética del Nuevo MilenioÉtica del Nuevo Milenio

Leonardo BoffLeonardo Boff

¿Por quién doblan las campanas?Doblan por el sistema mundial,

hoy arrogantemente victorioso,pero enfermo de muerte.

Estamos ya en el fin de un tipo de mundo.La humanidad que sobreviva tendrá una nueva ética.

La ética de la justa medida

Esta óptica funda una nueva ética erigida sobre dos valores fundamentales sin los cuales no se preservará ni la vida ni nuestro esplendoroso planeta azul-blanco: la justa medida y el cuidado esencial. La justa medida garantizó que el cosmos y la vida llegaran hasta nosotros y hasta hoy. Las culturas sobreviven en la medida en que se rigen por ese principio llamado de norma áurea. Al abandonarlo, se desectructuran y mueren. Nuestra cultura es absolutamente sin medida en todos los campos. De ahí la proximidad de su disolución.

¿Qué es la justa medida? Es el equilibrio entre lo más y lo menos. Es lo óptimo relativo. Es la sabiduría de lidiar con los recursos limitados, naturales y culturales, de tal manera que puedan durar lo más posible o puedan regenerarse y reproducirse. La sustentabilidad de cada ser o de cualquier ecosistema depende de la justa medida. Es ella la que hace frente a la Iey inexorable de la entropía, del desgaste irrefrenable de todas las cosas. Sin la justa medida todo acaba antes y muere más pronto. Con la justa medida todo se prolonga y vive más largamente.

El primer párrafo de la Constitución mundial comenzará con la proclamación solemne del principio sagrado de la justa medida. ¿No hicieron la misma cosa los griegos con su méden ágan (nada de exceso), o los romanos con su ne quid nimis (nada en demasía), o los chinos con su wwu-wei y ying-yang (la armonía perfecta)? Sin la justa medida los recursos limitados del planeta no serán suficientes para todos, humanos y demás seres vivos de la naturaleza. No se dirá: no consumirás, sino que se dirá: consume con responsabilidad, consume con sentido de reparto, consume con solidaridad. No se dirá: no muestres la violencia o la dimensión de sombras del ser humano, sino que se dirá: muestra eso en la justa medida, muéstralo de forma constructiva, muestra lo patológico como patológico de forma que pueda ser equilibrado y curado por lo sano. Sin la justa medida el planeta no aguantará el consumismo. Sin la justa medida los pueblos de la Tierra no coexistirán en paz ni convergerán en la diversidad. Sin la justa medida

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no se encontrará la síntesis creativa entre lo simbólico y lo diabólico presente en la historia de la humanidad y en el corazón de cada persona. Sin la justa medida no encontraremos el equilibrio entre el vuelo hacia la cima en la dirección del Padre-Madre divinos y la inmersión hacia abajo en la dirección de la construcción social del pan cotidiano. Solamente uniendo el Padre nuestro con el pan nuestro podremos decir amén verdadero.

La ética del cuidado esencial

El segundo valor ético fundador de un futuro común para la Tierra y para la humanidad será el cuidado esencial. Cuidar significa entretejer una relación amorosa con la realidad y con cada ser de la creación. Es investir corazón, afecto y subjetividad de esta sensibilidad. Las cosas son más que cosas que podemos usar. Son valores que podemos apreciar, son símbolos que podemos descifrar. Cuidar significa implicarse con las personas y las cosas, darles atención, colocarse junto a ellas, sentirlas dentro del corazón, entrar en comunión con ellas, valorizarlas y comprenderlas en su interioridad. Todo lo que cuidamos es lo que amamos. Y todo lo que amamos lo cuidamos. Por el hecho de ligarnos afectivamente con las personas y las cosas nos preocupamos de ellas sentimos responsabilidad por ellas. Bien enseñaban los antiguos lo que fue repetido por uno de los mayores filósofos modernos, Martin Heidegger: la esencia del ser humano reside en el cuidado. Si el ser humano no demuestra cuidado desde su nacimiento hasta la muerte, se desestructurará, se debilitará y acabará muriendo. Más que pensar, amar y criar, el ser humano precisa saber cuidar, condición para todas sus demás expresiones. El cuidado funda el ethos mínimo de la humanidad. El cuidado es la actitud ética adecuada para con la naturaleza y para con la morada común, la Tierra. El cuidado salvará el amor, la vida, la convivencia social y la Tierra. El nuevo milenio solamente será inaugurado cuando triunfe la ética del cuidado esencial.

Alrededor de los valores de la justa medida y del cuidado esencial se construirán los pactos sociales y ecológicos que asentarán en bases firmes la nueva sociedad mundial emergente. Ahora, esta nueva sociedad está en dolores de parto, forcejeando por nacer en todas las zonas del mundo. Un poco más, no más un poco, nacerá llena de vida y de esperanza. Como el poeta Camoens, podemos decir: Después de la procelosa tempestad/sombría noche y sibilante viento/trae la mañana serena claridad/esperanza de puerto y salvación.

La Ética de la Responsabilidad14

El ser humanos es el único ser conocido que tiene responsabilidad. Sólo los seres humanos pueden escoger consciente y deliberadamente entre alternativas de acción y ser conscientes de que esa elección tiene consecuencias. La responsabilidad emana de la libertad: la responsabilidad es la carga de la libertad.

En la ética la responsabilidad hay un elemento de cumplimiento del deber que se plantea como un imperativo provocado por la amenaza tecnológica. La responsabilidad

14 Por Han Jonás.157

moral arranca de una constatación fáctica (la vulnerabilidad de la naturaleza en la era de la técnica) y la exigencia del respeto a todas las formas de vida.

Parte del hecho de que la ciencia y la técnica han modificado profundamente las relaciones entre hombre y mundo. Para los antiguos, la potencia humana era limitada y el mundo, en cambio, era infinito. Por ejemplo la ciudad griega, que era un enclave civilizado rodeada un entorno amenazador, de bosques y selvas. Pero hoy la situación se ha invertido y la naturaleza se conserva en parques naturales, rodeados de civilización y tecnología. Hoy la naturaleza es débil y está amenazada. El hombre tiene, pues, el deber moral de protegerla y ese deber aumenta en la medida que sabemos lo fácil que es destruir la vida. La ética hoy debe tener en cuenta las condiciones globales de la vida humana y de la misma supervivencia de la especie.  

La idea fundamental sobre la que se sustenta la Ética de la Responsabilidad es la experiencia de la vulnerabilidad. Las generaciones actuales tienen la obligación moral de hacer posible la continuidad de la vida y la supervivencia de las generaciones futuras. Ese deber es explicitado como imperativo categórico que formula de la siguiente forma:

Obra de tal manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica sobre la tierra.

  Este imperativo puede expresarse también negativamente: Obra de tal manera que los efectos de tu acción no sean destructivos para la futura posibilidad de esta vida. O, más sencillamente, todavía:

No pongas en peligro las condiciones de la continuidad indefinida de la humanidad en la tierra. También se puede formular positivamente:

Incluye en tu elección presente, como objeto también de tu querer, la futura integridad del hombre. Son, en definitiva, formulas diversas para un mismo imperativo de responsabilidad, en el sentido incluso más etimológico: se trata de "responder" a la agresión del poder tecnológico.  

El deber de la responsabilidad comprende tres aspectos:1.  La existencia de un mundo habitable, pues no cualquier mundo puede ser un espacio de "habitación" humana.2. La existencia de la humanidad, porque un mundo sin seres humanos equivale a la nada: sin humanidad desaparece el ser. 3. El "ser tal" de la humanidad: la humanidad auténtica no es cualquiera, sino una humanidad creadora. El ser del hombre crea valor y una humanidad no creadora no sería estrictamente humana.  

En resumen, el imperativo de la responsabilidad puede esquematizarse en tres puntos:1.      Una constatación: el planeta está en peligro y la causa de este peligro es el poder del hombre, poseedor de una técnica anónima y destructiva.  

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2.      Un imperativo: debemos actuar a partir del deber que es para todos los humanos la supervivencia a largo plazo de la humanidad.3.      Una teoría y una práctica ética: basada en la heurística del temor. La amenaza que planea sobre el futuro de la humanidad y que nos invita a obrar con responsabilidad.

Obviamente, este imperativo categórico colectivo arranca de una opción por el ser humano y por la continuidad de la evolución.

(Tomado de: Revista Envío. Managua 216 (marzo 2000), pp. 38-41).

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Dossier de TrabajoDossier de Trabajo

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Mi AutobiografíaMi Autobiografía

Mi vida es tierra sagrada porque es el lugar donde me encuentro con lo que soy. Debo por tanto acercarme con todo respeto a ella.

Voy a traer a la memoria mi historia. ¿Qué tipo de cosas anotar? A continuación hay algunas pistas:

Lugar y fecha de nacimiento.

Divido mi vida en épocas: infancia, adolescencia, juventud, o algún otro criterio

que te ayude. A continuación analizo…

Relaciones: papá, mamá, hermanos (as), otras personas, Dios.

Vida afectiva: relaciones de amor y de odio.

Salud: enfermedades que padecí, que padezco ¿era débil? ¿soy débil?

Mi cuerpo: ¿Cómo era yo? ¿qué conciencia tenía de él? Aquí ayudará anexar

algunas fotos de mi infancia y la más actual.

Sexualidad: ¿Cómo he manejado mi sexualidad: con precocidad, ingenuidad,

temor, libertad, libertinaje?

Heridas: ¿Qué sucesos o personas me han hecho daño en lo profundo?

Imágenes: ¿Qué imágenes he tenido de mí mismo(a), de mi familia, de las otras y

otros, del mundo, del pecado, de Dios, etc.?

Deseos: ¿Cuáles han sido mis deseos más hondos, los anhelos que me han

movido?

Experiencia evidente de Dios: ¿En qué momentos he sentido claramente la

presencia de Dios?

Compromiso: ¿Con qué me he ido comprometiendo libremente?

Llamado: ¿A qué me he ido sentido invitado(a)? ¿Cómo he respondido a esa

invitación?

Momentos emocionales fuertes: alegría, tristeza, entusiasmo, desánimo, etc.

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Proceso de CrecimientoProceso de Crecimiento

AREAS DEL DESARROLLO PERSONAL

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Auto - nomía (Uno mismo) (Ley)

Auto-confianzaFortaleza interna

Valoración equilibrada de sí

mismo/a

Capacidad de administrarse a sí mismo/a, en los

estudios, lo económico, social...

Resistencia, constancia,

autocontrol de las emociones.

Seguridad en sí mismo/a, firmeza en las decisiones,

precaución ante los riesgos

Autoestima sana

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Cuentas Bancarias EmocionalesCuentas Bancarias Emocionales

Stephen CoveyStephen CoveyTodos sabemos lo que es una cuenta bancaria. En ella efectuamos depósitos y constituimos una reserva de la que podemos exigir reintegros cuando los necesitamos. La «cuenta bancaria emocional» es una metáfora de la confianza incorporada de una relación. Es el sentimiento de seguridad que tenemos respecto de otro ser humano.

Si aumento mis depósitos en una cuenta bancaria emocional de la que hago a usted depositario, mediante la cortesía, la bondad, la honestidad, y mantengo mi compromiso con usted, yo constituyo una reserva. La confianza que usted tiene en mí crece, y yo puedo apelar a esa confianza muchas veces, en el caso de que la necesite. Incluso puedo equivocarme, y ese nivel de confianza, esa reserva emocional, compensará la diferencia. Puede que mi comunicación no sea clara, pero usted me entenderá de todos modos. Cuando la cuenta de confianza es alta, la comunicación es fácil, instantánea y efectiva.

Pero si tengo la costumbre de mostrarme descortés e irrespetuoso, de interrumpirlo, de exteriorizar reacciones desmesuradas, de ignorarlo, de comportarme con arbitrariedad, de traicionar su confianza, de amenazarlo, si en su vida no valgo dos céntimos, finalmente mi cuenta bancada emocional quedará al descubierto. El nivel de confianza será muy bajo. ¿Qué flexibilidad puedo esperar? Ninguna.

Estoy paseando por un campo minado. Debo tener mucho cuidado con todo lo que digo. Sopeso cada palabra. Protejo mi retaguardia, politiqueo. Y muchas organizaciones funcionan así. Muchas familias funcionan así. Muchos matrimonios funcionan así.

Si una gran reserva de confianza no se sostiene mediante depósitos constantes, las relaciones interpersonales se deterioran. Pero las cuentas con las personas con las que interactuamos cotidianamente requieren de depósitos más constantes. Las interacciones diarias o las impresiones que dejamos determinan a veces retiros automáticos.

Seis depósitos principales

1. Comprender al individuo

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Uno de los depósitos más importantes que pueden hacerse consiste en procurar realmente comprender a la otra persona; ésta es la clave de todos los otros depósitos. Simplemente no sabemos en qué consiste «depositar» en otra persona hasta que se comprende al individuo.

Lo que para alguien es una misión, para otro es una minucia. Cuando hacemos un depósito, lo que es importante para la otra persona debe ser tan importante para nosotros como lo es para esa persona.

2. Prestar atención a las cosas pequeñasLas pequeñas bondades y atenciones son muy importantes. Las pequeñas asperezas, las pequeñas faltas de respeto, suponen retiros importantes. En una relación, las cosas grandes son las cosas pequeñas.

3. Mantener compromisosMantener un compromiso o una promesa es un depósito de suma importancia; romperlos representa un importante reintegro. De hecho, probablemente no haya reintegro de más peso que hacer una promesa importante y después no cumplirla. La próxima vez que volvamos a hacer una promesa, no nos creerán. La gente tiende a construir sus esperanzas en torno a promesas, en particular en promesas concernientes a su subsistencia básica.

4. Aclarar las expectativasLas expectativas poco claras en una relación socavan la comunicación y la confianza. La causa de muchas dificultades que aparecen en las relaciones surge de expectativas conflictivas o ambiguas en torno a los roles y metas, esto provocará incomprensiones, decepciones y retiros de confianza.

Por ello es tan importante, siempre que se ingresa en una situación nueva, poner todas las expectativas sobre la mesa. Las personas las utilizarán para empezar a juzgarse recíprocamente, y si sienten que se han violado sus expectativas básicas, la reserva de confianza disminuirá. Creamos muchas situaciones negativas al dar por sentado que nuestras expectativas son evidentes por sí mismas, y que los otros las comprenden y comparten claramente.

El depósito consiste en comenzar con expectativas claras y explícitas. Esto supone una inversión real de tiempo y esfuerzo al principio, pero el ahorro de grandes cantidades de tiempo y esfuerzo para más adelante. Cuando las expectativas no son claras y compartidas, la gente empieza a verse envuelta emocionalmente, y las incomprensiones se multiplican, originando colisiones y fracturas de la comunicación.

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La clarificación de las expectativas requiere a veces mucho coraje. Actuar como si no existieran diferencias y confiar en que las cosas marcharán parece más fácil que afrontar esas diferencias y trabajar juntos para llegar a un conjunto de expectativas mutuamente acordadas.

5. Demostrar integridad personalLa integridad personal genera confianza y constituye la base de muchos tipos diferentes de depósitos. La falta de integridad puede socavar casi cualquier otro esfuerzo tendente a crear grandes cuentas de confianza. Es posible tratar de comprender, recordar las pequeñas cosas, mantener las promesas, aclarar y satisfacer las expectativas, sin que por ello se constituyan reservas de confianza si las personas actúan con duplicidad interior.

La integridad incluye la veracidad, pero va más allá de ella. La veracidad consiste en decir la verdad: en otros términos, en adecuar nuestras palabras a la realidad. La integridad consiste en adecuarla realidad a nuestras palabras; en otros términos, mantener las promesas y satisfacer las expectativas. Esto requiere un carácter integrado, una unicidad, primordialmente con uno mismo, pero también con la vida.

Uno de los modos más importantes de poner de manifiesto la integridad consiste en ser leales con quienes no están presentes. De esa manera construimos la confianza de los que sí lo están. Cuando uno defiende a quienes están ausentes, retiene la confianza de los presente.

Un ejemplo. Supongamos que en mi esfuerzo por construir una relación con usted, le digo algo que otra persona me ha confiado en secreto. «Realmente no debería decírselo, pero como usted es mi amigo...» Esa deslealtad mía respecto de otra persona, ¿acrecentaría mi cuenta de confianza en usted? ¿O lo llevaría a preguntarse, por su parte, si las cosas que usted mismo me ha confiado no las estoy compartiendo con otros?

Podría parecer que esa duplicidad efectúa un depósito en la persona con la que se está, pero en realidad es un reintegro, porque lo que uno comunica es la propia falta de integridad.

Integridad significa también evitar toda comunicación engañosa, desleal o que no respete la dignidad de las personas. Según la definición de la palabra, «mentira es toda comunicación que intenta engañar». Ya nos comuniquemos con palabras o conductas, si somos íntegros, nunca podremos intentar el engaño.

6. Disculparse sinceramente cuando realiza un retiro

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Cuando realizamos retiros de una cuenta bancaria emocional, debemos disculparnos y hacerlo sinceramente. Las siguientes palabras sinceras representan depósitos considerables:

«Me equivoqué».«No fue amable por mi parte.»«Fui irrespetuoso»«No respeté su dignidad, lo lamento profundamente.»«Te avergoncé frente a tus amigos, sin ningún derecho. No debí hacerlo, ni siquiera para demostrar que yo tenía razón. Discúlpame.»

Se necesita mucha fuerza de carácter para disculparse con rapidez, de todo corazón y no de mala gana. Para disculparse auténticamente es necesario ser dueño de uno mismo y tener una seguridad profunda respecto de los principios y valores fundamentales.

Las personas con poca seguridad interior no pueden disculparse, porque ello las lleva a sentirse demasiado vulnerables. Les parece que se muestran blandas y débiles, y temen que los otros se aprovechen de su debilidad. Su seguridad se basa en las opiniones de los otros, y les preocupa lo que ellos puedan pensar. Además, por lo general, se sienten justificadas en lo que han hecho. Justifican su propio error con el error de algún otro. Y si llegan a disculparse, lo hacen superficialmente.

«Si vas a hacer una reverencia, que tu inclinación sea pronunciada», dice la sabiduría oriental. «Paga hasta la última moneda», dice la ética cristiana. Para constituirse como depósito, la disculpa tiene que ser sincera. Y tiene que percibirse como sincera.

Leo Roskin enseñó que «El débil es el cruel. La amabilidad sólo puede esperarse del fuerte». Las disculpas sinceras representan depósitos; las disculpas reiteradas e interpretadas como insinceras representan retiros. Y la calidad de la relación lo refleja.

Una cosa es cometer un error y otra muy distinta no admitirlo. La gente perdona los errores, porque los errores suelen ser cosas de la mente, del juicio. Pero no se perdonan fácilmente los errores del corazón, la mala intención, los malos motivos, la justificación que por orgullo pretende encubrir el error.

Las leyes del amor y las leyes de la vidaCuando efectuamos depósitos de amor incondicional, cuando vivimos las leyes primordiales del amor, también estamos animando a otros para que lo hagan. En otras palabras, cuando verdaderamente amamos a los demás sin poner

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condiciones, sin ataduras, los ayudamos a sentirse seguros, a salvo, validados y afirmados en su mérito esencial, en su identidad e integridad.

Se anima su proceso natural de desarrollo. Les facilitamos la vivencia de las leyes de la vida —cooperación, contribución, autodisciplina, integridad— y a descubrir y ser fieles a lo mejor y más importante de su propio interior. Les otorgamos la libertad de actuar sobre la base de sus propios imperativos internos, en lugar de reaccionar a nuestras condiciones y limitaciones.

(Tomado del Libro “Los 7 hábitos de la gente altamente eficiente” Stephen Covey).

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Asamblea en la CarpinteríaAsamblea en la Carpintería

Cuentan que en una carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y además se pasaba el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo a condición de que fuera expulsado el metro, que siempre se la pasaba midiendo a los demás con su medida, como si fuera el único perfecto.

En eso entró el carpintero y se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble. Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la Asamblea reanudó la deliberación.

Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho y dijo: “Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concretémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos”.

La Asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar las asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos. Ocurre lo mismo con los seres humanos. Observen y lo comprobarán.

(Tomado del Suplemento dominical de la Prensa, 2001).

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Guía para Análisis y Cine ForoGuía para Análisis y Cine Foro

“EN BUSCA DE LA FELICIDAD”

Datos GeneralesTítulo original: “The pursuit of happiness”. Año: 2006.Duración 116 minutos. Director: Gabriele Mucchino.Reparto: Will Smith, Thandie Newton, Jaden Christopher SmithProductora Columbia Pictures. ActividadesProyección de la película “En busca de la felicidad”Análisis (individual) de la película relacionando la historia de Chris con los temas de la 1º.Unidad: Plenamente Vivo (características, pasos), Identidad Personal (Autoestima, Imagen), Vacío Existencial: Ideales, Encuentros, Virtudes, Evasión, Vértigos), Relaciones Interpersonales: familia, pareja, amigos Proyecto de Vida: carácter, personalidad, ideales, encuentro consigo mismo (pasado, presente, futuro).Foro a partir del análisis individual. Explorando la película

1.Comenta qué escenas te llaman la atención, cuál te impresiona ¿Por qué?2.Además del tema de la felicidad ¿qué temas relacionados con la asignatura

encuentras en la película?

Analizando la película3.Según el tema planteado por el mismo título de la película y partiendo de la

experiencia concreta de Chris Gadner ¿qué es la felicidad? Argumenta tu respuesta.

4.¿Qué situaciones, personas, acontecimientos amenazan a Chris Gadner en su lucha incansable por la búsqueda de la felicidad?

5.La historia que el pequeño Chris cuenta a su padre, sobre el hombre a quien Dios ayuda a través de las personas mientras el esperaba algo sobrenatural ¿qué tiene que ver con el tema de la película? ¿cuál es la moraleja de esa historia?

Aplicándolo a la vida6.¿Qué implicaciones concretas encuentras de esta película a la vida real?7.¿Cuáles son los principales aspectos de la personalidad de Chris Gadner

que le hicieron triunfar? ¿Cómo se alcanzan estas fortalezas?8.¿Qué le dirías a Chris si tuvieras la oportunidad de estar cerca de él (al final

de la historia)?

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“MI ENCUENTRO CONMIGO”

Datos Generales

Título original: “The Kid”. Año: 2006. Director: Jon Turteltaub. Duración: 109 minutos.Actores: Bruce Willis, Spencer Breslin. Género: Comedia.País: Estados Unidos.

Explorando la película

1.Comenta brevemente de que trata la película2.Comenta la escena que más te llamó la atención ¿qué te impresionó?

Analizando la película y su relación con los temas estudiados

Temas: Identidad personal, vacío existencial, sentido de la vida.3.Russ es un profesional de éxito, tiene fama, poder, bienestar material ¿tiene

una identidad personal bien definida? Justifica tu respuesta.4.En su personalidad, vida familiar, profesional, Russ presenta las

características de una persona plenamente viva? ¿Tiene una vida llena de sentido?

Temas: Los encuentros, el éxtasis como forma de superar el vacío existencial y encontrar sentido a la vida.

5.En relación al tema de los encuentros ¿Cuáles son las causas que originan su dificultad para lograr encuentros con las personas con las que se relaciona. ¿Cómo y porque crees que evade tener encuentros interpersonales?

6.¿En qué momentos de la película se va dando el encuentro de Russ consigo mismo? ¿qué importancia tienen estos encuentros en su vida?

7.¿Qué cambios de actitud se reflejan en el comportamiento de Russ después del encuentro consigo mismo?

Aplicándolo a la vida

8.¿Qué aprendes de esta película que te resulte útil para aplicarlo en tu vida?9.Identificas en algún aspecto situaciones semejantes o parecidas que

podemos vivir en determinadas circunstancias de nuestra vida.

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“EL GUERRERO PACÍFICO”

Datos Generales

Título original: “Peaceful Warrior”. Año: 2006.Director: Victor Salva. Duración: 120 min.Guion: Kevin Bernhardt (basado en la novela de Dan Millman: “El camino del guerrero pacífico.)Fotografía: Sharone Meir.Reparto: Nick Nolte, Scott Mechlowicz, Amy Smart, Agnes Bruckner.Montaje: Ed Marx.

Explorando

1.Explique el mensaje y argumento de la película.2.Escena que más te llamó la atención o te impactó. ¿Por qué?

Analizando y aplicándolo a la vida

3.¿Quién es Sócrates? ¿Cuáles son sus enseñanzas? ¿A quién está representando?

4. ¿Cuál es la visión de vida e intereses que tiene Dan Millman al inicio y al final de la película?

5. Explica la frase: “Las verdaderas batallas se libran en el interior”.6. En relación al tema de la fe antropológica qué significa la frase: “Las

personas más difíciles de amar son las que más lo necesitan”.7. ¿Qué puedes decir sobre la siguiente enseñanza?: “Morir no es triste; lo

triste es que la gente no sepa vivir”.8.Según Sócrates, ¿en qué consiste vivir el presente?9.¿Qué mensaje y reflexión te ha dejado esta película? Explica.10.Redacta una frase original, fruto de tu reflexión personal.

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“EL CUERPO”

Datos GeneralesTítulo original: “The body”. Año: 2001.Dirigida por: Rudy Cohe. Duración: 90 minutos.Escrita por: Jonas McCord. Género: Suspenso.Estelarizado: Antonio Banderas, Olivia Williams, John Shrapnel, Derek Jacobi, Jason Fleming.

ArgumentoSharon, una arqueóloga judía, descubre una tumba con un cuerpo que tiene demasiadas semejanzas con el de Cristo: época, edad, lugar, heridas, forma de muerte, etc. Un alto funcionario israelí, Moshe Cohen, pone el hecho en conocimiento del Vaticano con fines de chantaje político. Roma toma la decisión de enviar a un sacerdote, antiguo teólogo de la liberación (Antonio Banderas), para que investigue los sucesos. Una vez allí, éste se encuentra con un arqueólogo dominico (interpretado por Derek Jacobi) quien piensa que el cuerpo encontrado es el de Cristo, y se suicida.

Por otra parte los judíos ortodoxos, los integristas islámicos y maniobras políticas se entrecruzan en la investigación encomendada por el Vaticano para el padre Gutiérrez.

El conflicto central está claro: ¿Qué pasaría si Cristo no hubiese resucitado? Ya lo dijo san Pablo: "vana sería nuestra fe". Gutiérrez, que investiga el cuerpo hallado, que podría ser el de Jesús, sabe que todo se juega en ese Hecho, centro de la fe. Sin embargo, el guionista le da un tratamiento humanista: si Jesús no resucitó, no pasa nada. Lo que importa es que Jesús habló del amor, de la generosidad y de esas cosas tan hermosas que nos hermanan a todos. La religión no se basa en la razón, sino en una necesidad primaria, y se afirma que el cristianismo seguirá existiendo aunque Cristo no hubiese resucitado, afirma Moshé Cohen.

Otro aspecto que trata la película es el viejo debate entre fe y ciencia. De ahí la película pasa a hablar de la doble verdad, la razón científica, por la que Cristo pudo no resucitar, y la verdad de la fe, que es la del corazón.

Guía para el análisis: 1. ¿En qué contexto político se desarrolla la película?2. ¿Cuáles son las religiones presentes en la trama de la película?3. ¿Cuál es la postura del Dr. Golban sobre el hallazgo?4. ¿Por qué llegan a un acuerdo el rabino y el padre Matt?5. ¿Por qué cree usted que el padre Lavalle se suicida?6. ¿Qué opina usted sobre la conclusión del P. Matt Gutiérrez, sobre su fe al

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final de la película?7. Si fuera verdad la trama de la película. ¿Cambiaría su fe? Explique.

“AHORA O NUNCA”

Datos Generales

Título original: “The bucket list”. Año: 2007.Género: Comedia dramática. Duración: 97 minutosActores: Jack Nicholson y Morgan FreemanDirector: Rob Reiner.

Sinopsis “Son las cosas que no haces en la vida, las que más lamentas, no las que haces” Podríamos decir que esta es la frase que encierra el sentido más profundo que se le puede dar a esta película que trata de dos hombres con cáncer terminal que deciden emprender un viaje antes de que les llegue la muerte para poder realizar todas las cosas que desean antes de morir.

Objetivo del Foro: Relacionar los contenidos de esta película con el tema de la fe en sus dos dimensiones antropológica y teológica.

Definición fe es creer en alguien, reconocerlo, aceptarlo, participar de su vida, de sus convicciones. Sin la fe no puede existir la vida, porque no serían posibles ni el encuentro, ni la amistad, ni la reconciliación, ni el amor… nada de lo más importante de nuestra existencia.

Explorando

1.¿Qué escenas, diálogos o momentos de la película te llaman la atención? ¿por qué?

Analizando

2.¿Cómo es la fe Carter en sí mismo, en su trabajo, familia, en Dios?3.¿Consideras que tenía una vida con sentido ¿por qué?4.¿Que le aporta a Carter la fe en el transcurso de su vida, en su enfermedad

y ante la muerte?5.¿En qué, en quienes creía Edward Cole? Consideras que tenía una vida con

sentido ¿por qué?6.¿En el viaje que realizan juntos que dimensiones de la fe se van expresando

y cambiando la vida de ambos personajes? En esta etapa final de su existencia.

Aplicándolo a la vida

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7.¿Qué mensaje en relación a la fe como fundamental experiencia humana encuentras en esta película?

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“CADENA DE FAVORES”

Datos Generales

Título original: “Pay it forward”. Año: 2000.Dirección: Mimi Leder. Duración: 122 minutos.País: USA.Interpretación: Kevin Spacey (Eugene Simonet), Helen Hunt (Arlene McKinney), Jaley Joel Osment (Trevor McKinney), Jay Mohr (Chris Chandler), James Caviezel (Jerry), Jon Bon Jovi (Ricky), Angie Dickinson (Grace).

Sinopsis: Un niño de doce años comienza, sin saberlo, un movimiento tan poderoso que impactará a toda una sociedad. La fórmula: Alguien hace un "favor" importante y necesario a tres personas, sin tratar de obtener un beneficio personal. La condición es que cada uno que recibe un favor no lo devuelva a quien se lo hizo sino que haga tres favores desinteresados a otras tres personas y así sucesivamente.

Explorando

1.¿De que trata la película?2.Escenas que te más te impactaron ¿por qué?3.¿Cuál es el mensaje de esta película?

Analizando y aplicando

4.¿Alguna vez sentiste que podrías haber hecho algo para cambiar una situación difícil? ¿Alguna vez pensaste que una pequeña actitud tuya podría provocar un poderoso alud de cambios en tu vida o en la de tu familia? ¿Lo hiciste?

5.¿Crees que una buena acción, una actitud desinteresada, una caricia oportuna o una palabra amable, harían un impacto tremendo en corazones duros y vidas deshechas por falta de amor? ¿Qué nos impulsa a realizar o no realizar esta acción, a cambiar de actitud, a dar o negar una caricia?

6.Las grandes transformaciones siempre empiezan por pequeñas decisiones. Nuestra realidad requiere de grandes transformaciones. Piensa en pequeñas decisiones que puedes incluir en tu proyecto ético social, para que puedas aportar al cambio de tu entorno social?

7.¿Te resultaría posible iniciar una cadena de favores? ¿Cómo, con quienes empezarías?

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“UN SUEÑO POSIBLE”

Datos Generales

Título Original: “The Blind Side”. Duración: 128 minutos.Director: John Lee Hancock. Año: 2009.Género: Drama. País: Estados Unidos.Actores: Sandra Bullock, Tim McGraw, Quinton Aaron.Productores: Gil Netter, Andrew A. Kosove y Broderick Johnson.

Explorando

1.Explica el mensaje y argumento de la película.2.¿Qué temas relacionados con la asignatura encuentras en la película? ¿En

qué temas y por qué?

Aplicándolo a la vida

3.¿Qué opinión tienes del compromiso social de Sean y Leigh Anne Fuohy? ¿Es posible comprometerse de esta manera hoy en Nicaragua?

4.¿Cuál crees es el principal desafío de Michael? ¿Cómo podemos superar estos obstáculos?

5. Describe o explica las actitudes, frases o gestos que menosprecian a otras personas, que se muestran en la película, que encuentras en la UCA, en la casa, en el barrio o colonia, etc.

6. Explica los principales valores familiares y humanos que encuentras en la película.

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Guía para elaborar el Proyecto de VidaGuía para elaborar el Proyecto de Vida

Introducción

Trata de explicar cuál es la importancia de contar con un proyecto de vida y de justificar tu decisión de elaborar tu propio proyecto.

Mis ideales

Para definir tus ideales piensa en la persona que deseas llegar a ser en cinco años. Debes atreverte a soñar “con los pies en la tierra” lo que deseas lograr en varios aspectos: personalidad, familia, pareja, estudios, trabajo, aporte a Nicaragua. Considera los valores y virtudes necesarias que debes elegir y cultivar para lograr estos ideales.

Plan de Vida

Esta parte requiere tiempo, reflexión, interiorización, facilita el encuentro con uno mismo. El plan de vida comprende seis ámbitos vitales: crecimiento personal, relaciones interpersonales, estudios, descanso y diversión, vida espiritual, aporte a la sociedad.

Debes analizar en cada ámbito la situación actual y reflexionar sobre lo que quisieras cambiar en un corto plazo, unos seis meses, esa será la situación deseada.

Pasar de la situación actual a la situación deseada requiere de pasos precisos, concretos, evaluables.

A continuación algunas cuestiones que puedes tener en cuenta al abordar cada uno de los ámbitos.

1. Crecimiento Personal

Situación ActualPara saber cómo es la situación actual de mi autoestima respondo a las siguientes cuestiones: ¿Cuáles son mis cualidades físicas, sicológicas, intelectuales, espirituales? ¿Cómo es mi salud? ¿Cuáles han sido mis principales logros, que aprendí de estos logros? ¿Cuáles son los valores que más destacan en mi personalidad? ¿Cuáles son mis principales defectos, mis debilidades, cómo superarlos? ¿Qué fracasos y errores he cometido, que aprendí de ellos?

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Sentimientos no resueltos. Todos tenemos en nuestro interior sentimientos no resueltos, aunque no siempre seamos conscientes de estos, es importante conocerlos para aceptar que existen y trabajar en la autosuperación de estos sentimientos negativos que provocan una baja autoestima.

Para conocer cuáles son mis sentimientos no resueltos trato de responder a las siguientes cuestiones ¿qué tipo de reacciones, estados de ánimo y humor son frecuentes en mí? ¿Qué situaciones me provocan inseguridad, ansiedad, miedo, vergüenza, insatisfacción, timidez, agresividad? ¿Tengo tendencias autodestructivas, cómo se manifiestan, con qué frecuencia? ¿Qué hago cuando todo esto me sucede?

Situación Deseada¿Qué quiero cambiar para mejorar mi autoestima, potenciar cualidades, superar debilidades y sentimientos no resueltos?

PasosSe definen teniendo en cuenta la situación actual y la situación deseada, son pasos cortos, que debo dar cada día para lograr los cambios deseados. Por ejemplo, si encuentro que uno de mis grandes temores es hablar es “el temor a hablar en público” me propongo como paso participar en clases una vez a la semana.Las frases negativas que me digo cambiarlas por frases positivas. Actitudes que debo fomentar para no abandonar lo emprendido

2. Relaciones Interpersonales

Situación ActualPara iniciar el análisis de la situación actual de las mismas ¿me siento querido, valorado por las personas con quienes tengo relaciones interpersonales? ¿Cómo es mi comunicación con estas personas? ¿Qué depósitos y que retiros realizo en las cuentas bancarias emocionales que tengo con cada uno de estas personas? ¿Cuál es el balance que hago de estas cuentas? ¿Hay alguna cuenta que debo restaurar? ¿Existen cuentas que quiero cerrar?

Situación Deseada, definir cuentas que quiero enriquecer, cuentas que quiero restaurar. Cuentas que debo cerrar.

Pasos a dar para enriquecer, cerrar o restaurar cuentas.

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3. Estudios

Situación Actual¿Cómo valoro la situación actual de mis estudios, cómo va mi rendimiento académico? A que se debe esta situación ¿Dónde soy fuerte ¿cuáles son mis debilidades? ¿Cómo es mi vida universitaria?

Situación DeseadaQue deseo mantener, superar, mejorar en relación a mis estudios y vida universitaria en general, promedio que quisieras obtener.

Pasos que te permitan alcanzar la situación deseada, ejemplo metodología de estudio, organización de tu tiempo, priorizar actividades, hábitos que debes practicar. Vicios que debes erradicar.

4. Descanso y Diversión

Situación Actual¿Cómo me alimento y cuido mi descanso físico, psicológico, espiritual? ¿Cómo ando de estrés, cómo se manifiesta en mi cuerpo y estado de ánimo? ¿Cómo y con quienes me divierto, me agrada, me conviene?Situación Deseada Reflexiono sobre lo que me agrada de mi situación actual y lo que deseo cambiar.Pasos que debo dar para pasar de la situación actual a la situación deseada.

5. Ético Social

Ver página siguiente.

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5. PROYECTO ÉTICO SOCIAL: “OTRA NICARAGUA ES POSIBLE"

BASADO EN VALORES DE JUSTICIA, SOLIDARIDAD, CUIDADO DE LA NATURALEZA, DERECHOS HUMANOS

VER JUZGAR ACTUAR

Comprensión de la realidad

1. Datos de nuestra realidad nicaragüense.

2. Bernardo Kliksberg. “Desmitificando la pobreza” y “Economía con rostro humano”.

3. Adela Cortina: ¿Cómo se corrompen las actividades sociales?

4. Andrés Pérez Baltodano: “Nuestra juventud es heredera de un fracaso nacional”.

5. El problema ecológico.

6. La violencia contra la mujer.

Juicio de valor

1. Albert Nolan: Crisis del individualismo.

2. Adela Cortina: Crisis sociológica.

3. Cultura de Paz.

4. Ética del nuevo milenio: L. Boff y H. Jonás.

-Ética de la justa medida. -Ética del cuidado esencial. -Ética de la responsabilidad.

Compromiso con la realidad

1.A nivel personal, familiar e Institucional.

2. A nivel personal, familiar e institucional.

3. A nivel personal, familiar e institucional.

4. A nivel personal, familiar e institucional.

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Diagnóstico de la Fe HumanaDiagnóstico de la Fe Humana

INSTRUCCIONES:

Haga una lista de personas que son significativas en su vida. Pueden estar vivas o muertas, usted las conoce personalmente o tiene referencia de ellas, reales o de ficción. Lo importante es que para usted “esa persona es significativa”.

Junto al nombre de la persona escriba por qué, en qué aspecto es significativa. Por ejemplo, por su modo de resolver los problemas, por la serenidad que trasmite, por el físico que tiene, por cómo ha sabido salir adelante en la vida, por el modo de tratar a los amigos…

Puntúe, ahora (del 1 al 10) cuánto es de significativa esa persona. Puede repetir puntuaciones, pero es importante que pondere el aspecto que ha resaltado cuánto es de significativo para usted, como 7,8 5….

Sume ahora la puntuación y el total lo divide por el número de personas que ha seleccionado.

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PROCEDIMIENTO PARA REALIZAR EL DIAGNOSTICO DE MI FE HUMANANombre de personas que

son significativas en mi vida.Qué aspectos de estas personas me resultan

significativos (actitudes, cualidades, valores, comportamientos, sentimientos, etc.).

BAJO MEDIO ALTO

1 2 3 4 5 6 7 8 9 11

2

3

4

5

….

TOTAL

GRAN TOTAL Total / no. de personas = Resultado final.

El resultado de la división me dará el grado de fe, con respecto a 10 que tengo en este momento.

ANALISIS DE LA EXPERIENCIA.* Fijándome en el número de personas que he elegido, me dará datos para ver cómo es mi fe: es selectiva (pocas personas, menos de 5 personas), o es una fe abierta, me fijo si hay más personas conocidas personalmente o admiradas, ¿qué me dice de mi fe este dato?; veo si hay más hombres o mujeres ¿qué me aporta este dato?; * Me fijo ahora en la columna central, en la que he puesto el aspecto en que me son significativas, el dato que me aporta es en qué tengo yo fe, qué es importante para mí y para mi vida, ¿qué sucede cuando alguna de estas cosas que he puesto me falla? Fijándome en esta columna y teniendo en cuenta las puntuaciones que ha dado escribo MI CREDO ANTROPOLOGICO.

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Del fetiche al Dios de Jesús de NazarethDel fetiche al Dios de Jesús de Nazareth Guía de TrabajoGuía de Trabajo

1. Trabajo autónomo:

a. Lectura pausada del material

b. Anota en los márgenes del material tus inquietudes o dudas.

c. Realiza tu propio cuadro de fetiches construidos a lo largo de tu

vida.

d. Vincula o relaciona este temas con algunas actitudes tuyas o

aprendidas en tu medio de vida.

2. Trabajo colaborativo:

a. Comparte tu experiencia al realizar este ejercicio.

b. Anota las similitudes encontradas.

c. Indaga los fetiches más comunes.

d. Reconstruye o redefine un concepto más humano de ti mismo y

compártelo.

e. Asóciate con tres compañeros/as y redescubran una imagen más

genuina de Dios, según el Dios anunciado por Jesús.

3.Conclusión:

a. C/Grupo de trabajo presenta sus impresiones sobre la actividad.

b. Comparten dos nuevas concepciones personales y de Dios.

c. Exponen los puntos no consensuados.

d. En una palabra valoran (evalúan) la actividad.

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¿Quién es Dios en mi vida?¿Quién es Dios en mi vida?

Temor Compulsión Deseo(ideal)

Imagen de Dios Jesucristo

Ser condenado(a)

Perfeccionismo Ser recto/a Perfeccionista Alegre misericordia. Lc. 15.

No ser querido/a

Servicialidad exagerada

Ser amado/a Exigente, sádico Amor, incondicional. Mc. 2,16-17

Al fracaso Tener éxito Ser aceptado/a Negociante Gratuidad. Mc.10,45Ser

comparado/aSer diferente Ser entendido/a Intimista Del Reino.

Mt.25, 31,46.Al vacío Acumulador

intelectualEntender el

entornoManipulable Que se experimenta.

Jn. 14, 8-9.Ser

abandonado/aDisciplina, la norma.

Poder confiar Juez De libertad.Gal. 5,1

Al sufrimiento

El placer Estar satisfecho Hedonista Pascual.Jn.12, 23-26.

Ser débil El poder Ser autónomo/a Todopoderoso Encarnado.Jn.1,14

Al conflicto Pacifista Tener unión con otros.

De lo establecido.

De la esperanza.Rom. 5,2

185

Guía para el estudio de las ReligionesGuía para el estudio de las Religiones

RELIGIONESCoordenadas históricas: Lugar y tiempo

Comprensión de Dios (Trascendente)

Creencias Moral Revelación Profeta(s)

Libros sagrados

Proyecto de salvación

HINDUISMO

BUDISMO

JUDAÍSMO

CRISTIANISMO

ISLAM

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No hay tarea más urgenteNo hay tarea más urgente

PARA LA REFLEXIÓN.

1. ¿Cuáles son las causas, los obstáculos objetivos, que han retrasado el desarrollo de Nicaragua según el autor?

2. ¿En qué consiste el pragmatismo resignado y cuál es su raíz?3. Explique que visión de la Historia tiene el providencialismo

Lea el siguiente párrafo: “La modernidad fue un espíritu creativo y rebelde ante la realidad… hasta ser moderno no es andar celular” Analice el párrafo y conteste ¿Ha entrado Nicaragua en la modernidad que prioriza la razón o seguimos en el providencialismo?

4. Comente si está de acuerdo o no con la siguiente afirmación del autor: “Un estado laico no puede existir en una cultura religiosa providencialista y premoderna, sacar a Dios del juego no es el camino. Estado laico es aquel que encuentra “el lugar de Dios” en la sociedad plural, democrática, moderna”

5. Escriba qué le aportó esta lectura (dos o tres aportes).

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Impulsemos un cambio de valores Impulsemos un cambio de valores para una nueva sociedadpara una nueva sociedad

1. De la competitividad, eje transversal de la economía de mercado, a la solidaridad, trabajando todos en objetivos comunes.

2. En nuestras débiles democracias es ético apoyar la institucionalidad frente a la arbitrariedad y corrupción que vivimos

3. Un principio válido de nuestro quehacer social será propiciar la articulación Sociedad-Estado y mantener organismos de comunicación y de control de la sociedad sobre el Estado.

4. Caminemos hacia movimientos y organizaciones abiertas, ecuménicas, más allá de partidos políticos.

5. Superando lo local, potenciemos la integración, caminemos hacia una sociedad universal, plural, tolerante.

6. Fomentemos una educación, orientada por nuevos valores: la convivencia, la comunicación, lo gratuito, el saber convivir.

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