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BEATRIZ VALDES E. SUKiO MiSHÍMA: SEDA S ACERO

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BEATRIZ VALDES E.

SUKiO MiSHÍMA: SEDA S ACERO

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Rector de laUniversidad de Panamá: Dr. Abdiel Adames

Director de laEditorial Universitaria: Profesor Anel Adames

Libro aprobado por el Consejo Editorial Universitario

Obra publicada con el apoyo de la FUNDACION JAPON.

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A mi padre,Eduardo Valdés Guardia,quien compartió conmigo el maravi­lloso mundo de las ideas sin marcar me jamás un límite.

A mi hija, Mar i el a Cecilia,porque su entusiasmo efervescente me animó hasta el Japón, donde jun­tas recorrimos los pasos de Mishima; y por su aliento filial que todavía siento en cada una de las páginas que pasó en limpio.

Agradezco al Embajador del Japón en Panamá, S. E. Ryozo Mogi, la invita­ción que se extendió para visitar su país; y al gobierno japonés, las mag­níficas atenciones y facilidades que me brindaron durante mi estadía en

"Tokio.

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Beatriz Valdés E.

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CONCURSO LITERARIO RICARDO MIRO

YUKIO MISHIMA: SEDA Y ACERO

PREMIO ENSAYO

1985

COLECOORICARDA

MIR«

Prólogo de Alfredo Figueroa Navarro

SEGUNDA EDICION

E U P A N

EDITORIAL UNIVERSITARIA PANAMA

1987

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YUKIO MISHIMA: SEDA Y ACERO

Del vértigo de su vida nos queda su deslumbrante obra.

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YUKIO MISHIMA: SEDA Y ACERO

“El carácter del hombre es su destino".

Heráclito

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INDICE

PROLOGO 1 ........................................................... . . XIII

uLIBRO 1 Recojo el Guante............................... . . . 21

LIBRO 1» Entre la Espada y el Guante........... . . . 31

LIBRO III La Vida es un Escenario................. . . . 65

LIBRO IV Quitando la Máscara a Mishima . . . . . . 99

CONCLUSIONES Mishima, es Mishima........................ . .. 143

ICONOGRAFIA . .. 149

BIBLIOGRAFIA ... 163

Nota de la Editorial:Todas las fotografías que aparecen en la sección de ICONOGRAFIA, fueron suministradas por la autora, por corte­sía de la Editorial Shinchosa, Japón.

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PROLOGO

A "YUKIO MISHIMA—SEDA Y ACERO", DE BEATRIZ VALDES, EL PRIMER LIBRO SOBRE

LITERATURA JAPONESA DEBIDO A UNA PANAMEÑA

Por: Dr. Alfredo Figueroa Navarro

Con indisimulada alegría, celebramos esta noche el adveni­miento del libro Yukio Mishima: Seda y Acero, de Beatriz Cecilia Valdés Escoffery, Premio Ensayo Ricardo Miró de 1985. Con­mueve hondamente su lectura, no sólo por la originalidad del título, en cuanto resulta ser la primera obra dedicada a la litera­tura japonesa que debemos al tesón de una panameña, sino por el atrevimiento de su estructura, ambiciosa y sencilla, profunda y asequible, general y psicológica, mitad historia literaria de un pueblo milenario, mitad asedio a la cosecha estética de un ce­rebro tortuoso. Para rematar su faena, la autora viajó al Oriente y entrevistó a los testigos presenciales de los hechos que narra, frecuentó universidades, extrajo una bibliografía riquísima de un sinfín de bibliotecas, y arquitecturó un trabajo admirable cuyas páginas invitan a proseguir el examen tanto de las letras niponas como del atormentado novelista que cuadricula con tanta sed de ciencia y empatia.

Extrañísima en nuestro medio es la curiosidad por abrevar en literaturas que desborden el ámbito de la hispánica y la ibe­roamericana. Quizás hoy, la recepción de lo estadounidense cierre el compás de nuestras antenas. Zambullirse en el solfeo de lo japonés conlleva, aquí, riesgos y dificultades insalvables. Sin embargo, nuestro cosmopolitismo desaforado no dice con­tradicción con el Oriente, cuyos influjos se perciben en la inde­leble presencia china que marca a la zona de tránsito desde 1850, cuando arranca la construcción del Ferrocarril Transístmico y se avencindan, en las ciudades de nuestra estrecha garganta, multi­tud de súbditos del Celeste Imperio. Por consiguiente, Panamá ha asimilado algunas dosis del espíritu asiático, el cual late y subyace en la entraña de nuestra cultura sincrética de Meiting- pot.

XIII

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No obstante, el acercamiento a lo oriental requiere de serios esfuerzos. Si nuestro perfil sociológico delata extraversión, inte­gración, confusión de todas las civilizaciones, si como Atenas y Roma somos, en efecto, un pueblo marino y receptivo a todas las corrientes que nos traspasan, los patrones culturales japoneses no se rigen por los mismos cánones. Allá, el prurito de la jerarquía, ei axioma de ocupar el lugar correspondiente, la veneración del pasado como prólogo, un sistema de urbanidad al cuadrado, un fardo de obligaciones recíprocas, el dogma de la autodisciplina y la imposición de una dilatada serie de virtudes personales y cívicas, a más de una secreta violencia, obligan a que observemos con extrañeza aquel mundo de simetría y de orden, tan alejado del caos tropical y de los grandes pecados capitales españoles que nos distinguen como, por ejemplo, el individualismo, el per­sonalismo, el orgullo, la maledicencia, la falta de sentido comu­nitario, la envidia y la anarquía.

Sociológicamente, en el caso de Mishima, escritor tan opues­to a lo panameño, por infinidad de factores, riela el conflicto de un ser que se debate aún entre el rígido código de conducta, lastre del feudalismo, y el capitalismo post-industrial de su época. Su aparatoso suicidio, al que Emile Durkheim llamaría altruista y heroico (a diferencia del egoísta y del anómico) proviene de una herencia cultural samurai totalmente divorciada de nuestra manera de ver las cosas. Ya Durkheim sustentaba que los pueblos católicos no adhieren al suicidio de buen grado. Si estudiamos nuestras estadísticas actuales, veremos que la autoinmolación poco ejerce su llamado de sirena entre nosotros quienes aún con­sideramos esa práctica como extravagante, temeraria y feral. En el Japón, es corriente que cualquier funcionario se liquide por la vergüenza que le provoque haber fracasado en el desempeño de algún deber importante. Si sabemos que el hara kiri y decapita­ción de Mishima, a fines de 1970, obedecieron a su deseo de res­taurar el respeto a la figura del Emperador, quien, según el letra­do, tenía que ostentar el rango de divinidad (al que Hirohito había renunciado en 1945), entenderemos cómo perduró la mentalidad del feudalismo japonés, basada en el culto imperial, hasta bien entrado el siglo veinte. Este ejemplo biográfico, definitorio, arroja luces sobre valores que se oponen a los nues­tros, como el sentido del pundonor calderoniano, y que privan

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en otros lares. Su cabal explicación sólo se alcanza recurriendo al estudio de textos sociológicos y antropológicos que expliquen los móviles secretos de las pautas culturales. Mishima planifica, desde la pubertad, su suicidio como el acto más sublime, elegante de su vida y lo eleva a una de las bellas artes, hecho insólito si nos situamos desde la orilla de nuestra comarca axiológica.

Distanciándonos de esta digresión cuasi etnológica, objeto de plurales tratados, querríamos volver al libro en sí con objeto de concentrarnos en su andamiaje. Muy felizmente, Beatriz Cecilia Valdés resume las etapas o períodos de la literatura japo­nesa revelando las particularidades de su historia milenaria. Con­fesamos, al respecto, que admirábamos la concisión oriental contraponiéndola a la ampulosidad, el énfasis y la verborragia latinas. Habituados, desde la adolescencia panameña, a la prác­tica de los inacabables poemas épicos del Renacimiento y del Barroco hispanoamericanos —miles de páginas de octavas reales- nos sobrecogía la inclinación sintética de los tankas y hai-kai japoneses y de la lírica china. Habíamos, en la Biblioteca de la Universidad Libre de Bruselas, descuadernado la impresionante Anthologie de la poésie chinoise, de Margouliés, en el otoño de 1969, y también la Anthologie de la poésie japonaise, regalos faraónicos que conducían a la prospección de un territorio virgen como la porcelana y amplísimo como la Muralla Chinesca. A estas primeras incursiones se sumaron, pronto, las calas a los poe­mas de Li-Po, primero, Mao-Tse-Tung y Ho-Chi-Min, ambos epónimos estadistas-guerreros y, como lo impone la buena tra­dición del Oriente, soberbios poetas y calígrafos. A mediados de 1970, escuchamos varias charlas magistrales pronunciadas por Agustín Del Rosario, en la Casa de la Escultura, situada en la Avenida Justo Arosemena, entre las calles 40 y 41, sobre el Teatro No y Kabuki y la evolución de la literatura japonesa. Egresado del Colegio de México, Del Rosario disertaba, en Bellavista, con galas de erudición, ante un reducido público de quince personas, acerca del acervo cultural de Tokio deslumbran­do a los oyentes en medio de la tibia noche istmeña. Estas recor­daciones de tres lustros , unidas al recuerdo del Premio Nobel conferido a Kawabata, constituyen la prehistoria de nuestra estima al genio japonés que revivimos al templar, en 1985, los trabajos presentados al Certamen Ricardo Miró. Por unanimi­

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dad, el jurado compuesto por los profesores Roberto de la Guar­dia, Francisco Herrero y quien habla, otorgó el máximo galardón al volumen que exaltamos.

Merced a su antiguo adiestramiento británico, Beatriz Cecilia Valdés alberga el virus de la investigación personal y de cierta excentricidad en punto a la presentación de sus hallazgos. No le satisface describir la parábola de una literatura ni bosquejar los estuarios de una vida trágica consagrada a las batallas de la pluma. Opta en grado eminente por asir los mecanismos psico­lógicos, el origen de las neurosis, psicosis, esquizofrenias y de­presiones de Mishima y sus personajes. Se distancia del género ensayístico cuando comete la suprema coquetería de sostener un diálogo imaginario con Mishima adolescente basándose en datos biográficos que le permiten intentar ese divertimiento fra­guado con galanura. Comienza su aproximación valiéndose del estilo epistolar. Fecunda el género ensayístico novelándolo en misivas (procedimiento que trae a la memoria el relato por cartas, vivaz desde Les Liaisons Dangereuses, de Lacios, al Color Púr­pura).

De resto, el periodismo incide en las técnicas que adopta la autora para descuartizar el universo de las novelas de Mishima. Muele, hasta la saciedad, cada una de sus interrogaciones que transforma en preguntas de un cuestionario provisto de las más didácticas respuestas. Así, destaja el masterpiece Confesiones de una Máscara en dieciocho apartados que auxilian a comprender, del modo más cristalino, su trama y laberintos.

De la misma guisa, procede a elaborar quintaesencias, muy apretadas, de las novelas restantes, Sed de Amor, Colores Prohi­bidos, Ei Rumor de las O/as, Ei Templo del Pabellón de Oro, Después del Banquete, Nieves de Primavera, Caballos Desboca­dos, El Templo del Alba y La Caída del Angel.

Como advirtiéramos más atrás, la complejidad de tantas creaciones impele a Beatriz Cecilia a convertirse en psicoanalista de Mishima. Hoy, el crítico no puede basarse sólo en el análisis de contenido de los materiales a su disposición. Cada vez más, la época la emplaza a que se apropie de los instrumentos concep­tuales que brindan las ciencias humanas, además de la Semántica, la Semiótica y la Informática.

Vivimos en una era de INTERDISCIPLINA PIEDAD. Y,

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por tanto, la crítica de buena ley aspira a ser interdisciplinaria. La polémica relativa a la Nueva Crítica sacudió a Europa hace veinte años. Ya es hora que, en Panamá, circulen vientos de reno­vación. En la obra de Beatriz Valdés se logra captar un cambio de voz respecto de la orientación tradicional que sacralizaba en demasía el mensaje de los párrafos y los glosaba hasta el paroxis­mo. Mishima la ha impulsado a refinarse usando una técnica psicoanalítica que, a su vez, se bifurca en histórica y sociológica. Sin la ayuda de la Antropología y de la Psiquiatría, hubiese que­dado trunca su empresa. Urge que superemos los compartimien­tos estancos de las diversas disciplinas y nos acerquemos a la in­conquistable totalidad.

He aquí el ejemplo más actual de los desafíos que va impo­niendo la vida contemporánea a la mujer y al hombre de letras. Atisbamos en las cuartillas, ya éditas, de Beatriz Valdés la lucha contra un reto que le lanza la modernidad. Esa modernidad que, hoy, fuerza al intelectual a conversar con la computadora.

Además, otra lección que se desprende estriba en la hazaña de leer que este ensayo registra. En un país huérfano de infor­mación actualizada, estar al día encarna una proeza. Ninguna de las librerías de la capital ofrece las novelas de Mishima. Tampoco las bibliotecas dispensan adecuada ilustración. Toca al estudioso valerse de otras lenguas (al aire de la autora) para llegar a puerto seguro.

En conclusión, aplaudimos el surgimiento del libro, que co­mentamos, no sólo como un triunfo de la inteligencia panameña, enfrentada a las típicas adversidades del atraso y del subdesarro­llo, sino como esfuerzo por ingresar al sendero de un menester crítico más exigente que sabrá perfeccionarse, remozarse y enri­quecerse. En definitiva, desenmascarar a Mishima, quien, a seme­janza de Pascal, creía en el adagio latino que reza "Camino en­mascarado" (Larvatus prodeo), supone, aparte de una paciencia inenarrable, recias dotes de hermenéutica y, por añadidura, el dominio de un mínimo de cientificidad.

Larga vida auguramos a este Premio Miró 1985 el cual será traducido al japonés en breve y cuya reedición, destinada a la audiencia hispanoamericana, está por salir. Dos honores inaudi­tos que acompañan su brillante entrada a la república de las letras.

Panamá, 11 de noviembre de 1986.

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BIBLIOGRAFIA SUMARISIMA

1. BENEDICT, (Ruth), El crisantemo y la espada, Alianza Edi­torial, Madrid, 1974.

2. MARGOULIES — Anthologie de ¡a poésie chinoise (París 1950).

_______________ Anthologie de la poésie japonaise.

3- VALLEJO NAGERA (Juan Antonio), Mishima o el placer de morir, 5a. edición, Colección Documento, Planeta, Bar­celona, diciembre de 1985.

4. YOURCENAR (Marguerite), Mishima ou la visión du vide (París, Gallimard, 1981). Existe traducción castellana: Mishima o ¡a visión de! vacío, Seix Barral, Biblioteca Breve, Barcelona, octubre de 1985.

XVIII

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LIBRO I

RECOJO EL GUANTE

"Siempre en la voluntad de morir se busca una resurrección. Y el mismo acto en que se renuncia a la propia vida significa la suprema afirmación de la personalidad: es un volver de la periferia a nuestro centro espi­ritual".

José Ortega y Gasset

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RECOJO EL GUANTE

A manera de exordio. . .

Querido hermano:

¿Recuerdas aquella memorable cena un tiempo atrás, cuya sobremesa se prolongó más allá de la media noche, en la que hubo un sólo tema: Yukio Mishima? Hemos disfrutado de muchas otras cenas, todas placenteras, pero aquella, la de Mishima, ,a de ese extraño escritor de “ Confesiones de una Máscara" que nos sor­prendió percatarnos que leíamos simultáneamente, ésa, fue una cena inolvidable. Dejó latente una incógnita que exigía aclaración.

Te agradará saber que aquella estimulante discusión ha tenido consecuencias positivas y concretas. Las agudas observaciones que me hiciste, las especulaciones en que nos enfrascamos tratando de comprender el terrible suicidio de Mishima, me impulsaron a incur- sionar por el camino de los enigmáticos yamato.

Hoy tengo nuevos criterios sobre el tema, y los he puesto en blanco y negro.

Mishima fue un escritor prolífico. En su corta vida escribió más de cien libros, aunque sólo un reducido número de sus novelas, y algunas de sus obras de teatro, han llegado traducidas hasta nosotros.

Al penetrar en el mundo de sus obras, comprobé lo que dice Sainte Beuve: "Un libro debe ser conocido a través de su autor".

Investigué su vida. Fue un hombre más extraordinario de lo que sospechábamos. Y pronto me di cuenta que sería necesario estudiar la historia de su país para poder comprenderlo, ya que nuestras culturas son tan distintas. Sólo así lograría cabalmente mi objetivo.

Convertirme en exégeta de la obra literaria de Mishima, no ha sido ejercicio fácil. E, compromiso adquirido con el autor es nada

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menos que el de identificarme con la compleja subjetividad que expresan sus palabras, tratar de revivir, hasta donde sea posible, su paradójica vida. Así comencé a levantar este andamiaje para al menos vislumbrar lo que fue Mishima. ¡Y bien lo ha valido!.

Me he ratificado una vez más en mi creencia de que la literatura es el mejor acceso que el hombre tiene al conocimiento del hombre. Que “leer bien" es una de las experiencias más profundas, satisfac­torias y enriquecedoras que nos son dadas. Virginia Woolf ilustra esto con una sencilla pero apropiada anécdota:

"He soñado algunas veces que cuando amanezca el día delJuicio Final, y se acerquen a recibir sus premios, sus coronas de laureles sus nombres impresos en mármol los grandes conquistadores, los estadistas, los abogados, el Todopoderoso se dará vuelta hacia Pedro cuando nos vea llegar con nuestros libros bajo el brazo y le dirá, no sin cierta envidia; "Mira Pedro, estos no necesitan premios.Ellos han amado la literatura".

Debo explicar lo que entiendo por leer bien. Creo que es, ni más ni menos, hacerle justicia al incalculable esfuerzo del escritor por comunicarse con el mundo a través de la forma más elevada de comunicación humana que existe: la literatura. El grado de since­ridad que e! escritor imponga a su obra; su intento por destilar la esencia de la vida y obsequiárnosla en sus palabras, exigen y merecen una actitud recíproca de, lector. A veces he pensado que esta comu­nión espiritual entre lector y autor, este dar belleza en forma de ideas y recibirla con la mente abierta, es un acto sacramental. Bien dice Tolstoy: "El arte es una comunicación intencional de sentimiento de un ser humano a otro; y e, valor estético se debe medir por ,a efec­tividad con que éste se transmite".

Yukio Mishima era el "nom de plume" de nuestro genial escri­tor. Su verdadero nombre fue Kimitaké Hiraoka. Un pseudónimo sirve para ocultar la identidad, pero en el caso de Mishima ocurrió lo contrario. Kimitaké Hiraoka vivía reprimido por la rigurosa sociedad tradicional en que se desenvolvía. Fue como Mishima que se sintió a sus anchas y que el verdadero hombre atrevió a revelarse. Su novela autobiográfica, "CONFESIONES DE UNA MASCARA" admite precisamente eso.

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La vida y ía personalidad de Mishima están retratadas en su obra. Al sumergirme en sus libros, me encontré siempre con el eco indeleble que el hombre dejó entre sus páginas. Se ha discutido mucho sobre la constante vena autobiográfica en sus libros. Algunos han puesto en duda su capacidad creadora; otros han aludido a su innegable y flagrante narcisismo. Un periodista japonés llegó a decir con feroz mordacidad: "Un escritor generalmente tiene una ventana al mundo. A Mishima le bastó un espejo". Quizá fue cierto, ya que Mishima mismo calificó su vida como la más interesante que conocía. Pero también Montaigne manifestaba: "Yo sólo miro dentro de mí; no tengo asuntos con más nadie que conmigo mismo; constantemente me estoy considerando y saboreando", y Flaubert, aludiendo a su obra maestra dijo: "Madame Bovary, c'est moi".

La literatura de Mishima, sin duda, es del tipo psicológico; y como decía Thomas Mann, uno de los escritores europeos que más admiraba Mishima, "toda psicología es desenmascaramiento". A Mishima, la literatura le sirvió para comprenderse; desgraciadamente, no es lo mismo que aceptarse.

Sobre la obra de Thomas Mann, Mishima decía a su vez que le había cautivado por la calidad dramática de sus escritos, por su naturaleza trágica, y su combinación de la más elevada calidad artística con una discriminación cercana al esnobismo. Palabras éstas que bien podrían describir la obra de Mishima.

Mishima estuvo a punto de recibir el Premio Nobel de Litera­tura. Durante tres años consecutivos fue nominado. En el año 1968 se daba por sentado su triunfo. Sin embargo, el Nobel le fue adju­dicado ese año a otro japonés, Yasunari Kawabata quien, aunque muchos años mayor que Mishima, era su amigo y mentor. Kawabata tuvo la nobleza de decir al recibir el codiciado premio: "No com­prendo cómo me lo han dado a mí, existiendo Mishima. Un genio literario como el suyo solamente lo produce la humanidad cada dos o tres siglos".

Kawabata y Mishima habían cultivado una entrañable amistad que se inició en el año 1946, cuando, siendo Mishima un estudiante de Derecho casi desconocido, le llevó al escritor algunos de sus manuscritos. A éste le impresionó un cuento que se desarrolla en el "Gakushuin" (Colegio de Nobles) y lo recomendó para su publicación

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en la revista literaria “ Ningen". Kawabata tenía entonces 46 años de edad, era un escritor reconocido y su apoyo fue decisivo para la carrera del joven Mishima. En el mundo exclusivo y cerrado del BLINDAN (círculo de intelectuales del Japón) un escritor joven necesita del respaldo de uno mayor. Nadie hubiera podido llenar este papel mejor que Kawabata. Instintivamente comprendió ,a perso­nalidad formal pero sensitiva de Mishima.

El Premio Nobel de Literatura otorgado a un japonés significó dos cosas importantes para Mishima. Primero, el mundo reconocía que la literatura japonesa había alcanzado su madurez. Segundo, que pasarían muchos años antes que la Academia Sueca volviera a pensar en otro japonés. Para Mishima, quien siempre sostuvo que moriría joven, fue una gran desilusión, y quizá. . . su sentencia de muerte.

Es de notar que Mishima dio fin a su vida sólo dos años después del Nobel a Kawabata, a los 45 años de edad, con el Seppuku, suicidio ritual de los Samurai, que nosotros en el Occidente cono­cemos por el plebeyo nombre de Harakiri. Kawabata, quien en numerosas ocasiones había denunciado el suicidio, sufrió una depresión nerviosa tan profunda con la muerte de Mishima que dieciocho meses después también se suicidó.

Rastrear a un hombre. . . ¡Qué pretensión! El alma, hasta la de uno mismo, parece insondable: ¡Sus dimensiones son tan extensas y misteriosas! Conocer a Mishima conlleva una dificultad adicional, ya que además de ser un genio excéntrico, es producto de un pueblo singular, que se aisló del resto del mundo durante siglos, xenofobia que condujo a esa nación a crear una cultura única y extraordinariamente homogénea, así como un carácter nacional complejo en extremo.

He aquí cómo describe el historiador Will Durant el carácter japonés: "El japonés es sentimental en extremo pero muy realista. Es expresivo, pero recatado. De temperamento excitable pero capaz de controlarse. Es alegre, con gran sentido de, humor y amante del placer, pero inclinado al suicidio pintoresco. Es siempre amorosa­mente delicado con los animales, a veces con sus mujeres. Ocasio­nalmente puede ser cruel con ambos. E, japonés típico de nuestra época tiene todavía las cualidades del guerrero Samurai: agresividad y

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coraje, y una inigualada disposición a morir. Y sin embargo, con una frecuencia inusitada, tiene alma de artista. Es sensual, impresionable, y casi instintivamente posee buen gusto. Tiene, en resumen, el espíritu y la vanidad de un francés, e, coraje y la estrechez mental de un británico, el carácter ardiente y artístico del italiano, la energía y el comercialismo del americano, la sensibilidad y la perspicacia de los judíos"/1 >

De la cultura japonesa se ha dicho, por otro lado, que revela una preferencia por la gracia interior, en oposición a, esplendor exterior.

El Japón se nutrió de los instrumentos civilizadores de China y Corea, y de las doctrinas humanizantes de Buda y Confucio. Noso­tros, en cambio, somos hijos de la civilización greco-romana y cris­tiana. Esta gran divergencia cultural necesariamente nos llevará a conclusiones muy "sui generis" sobre ,a obra de un exponente de las letras japonesas. Seguramente a Mishima, un enamorado de lo exótico, a quien atraía tanto lo tropical, le hubiese encantado cono­cerlas. Será una apreciación más, dentro de la sinfonía de enfoques bajo los cuales ha sido estudiado.

La extraordinaria homogeneidad del pueblo japonés es digna de consideración, porque ese fenómeno implica consecuencias cuya comprensión quizás nos permita esclarecer algunos aspectos aparen­temente infranqueables de su carácter que se reflejan también en su literatura.

Nuestra condición es diametralmente opuesta. Panamá por su estratégica posición geográfica, desde el descubrimiento de América, ha estado abierta a todas las corrientes migratorias, y a través de éstas, a todas las ideas: la mentalidad de, panameño, como resultado de su misma composición étnica se caracteriza por su heterogeneidad. Como pueblo, tenemos pocas tradiciones arraigadas que nos unan; pero a cambio, poseemos una extraordinaria receptividad y flexibi­lidad. Como señala Hernán Porras,1 (2) somos capaces de efectuar cambios en un año que a otros pueblos tomaría una generación asimilar. En potencia, somos un pueblo creativo, pues una mente creativa es aquella donde bullen la mayor cantidad de ideas, y las

(1) Will Durant. Our Oriental Heritage. The Story of Civilization. Volume I (Escrito en 1935).

(2) Hernán Porras. “El Papel Histórico de los Grupos Humanos.” Revista Lotería No. 161 - Abril 1969.

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¡deas nuevas nacen de la combinación, adaptación y modificación de otras.(3) Pero debemos reconocer que el pueblo panameño, que aún lucha por alcanzar un nivel socioeconómico aceptable, no es rico en conocimientos abstractos, sino en pragmáticas experiencias. Por eso, la manifestación de su creatividad todavía mantiene ese nivel elemental.

En el Jaoón ocurrió precisamente lo contrario. Hasta la Res­tauración del Emperador Meiji en 1868, cuando el país abrió sus puertas al mundo, la mente japonesa sólo manejaba los conoci­miento^ asimilados de China y Corea, y esto, hasta el Siglo X, cuando interrumpió también por un largo período los contactos con esos países. En el campo de la literatura, el aislamiento fue impedimento para la expansión del pensamiento y una de las causas de que este arte no floreciera plenamente en el Japón hasta el Siglo XX. Puede afirmarse que los efectos traumáticos de la Segunda Guerra Mundial sobre el Japón fueron en parte compensados por e’ estímulo fertili­zante que representó el contacto con las ideas de Occidente.

El aislamiento del Japón tuvo una repercusión negativa en ambas direcciones. La, libre osmosis que finalmente produjo el intercambio de ideas entre Oriente y Occidente, ha resultado de mutuo beneficio. El Este se enriqueció con los avanzados conoci­mientos técnicos y científicos: el Oeste, con las doctrinas filosóficas conducentes a una mayor paz interior, a la gracia interna, y al refi­namiento del gusto. Ya Emerson, Thoureau y Whitman habían encontrado inspiración en la filosofía japonesa que conocieron durante el acercamiento cultural que comenzó en la Era Meiji.

Aunque Mishima murió convencido de que era imposible para una mente occidental comprender la de un japonés, creo que no estaba totalmente en lo cierto. No he encontrado un hermetismo insuperable en su obra. En última instancia, una obra literaria existe en la dimensión metafísica que es el ámbito del espíritu humano, sin distingos de raza, lengua, cultura, ni siquiera de tiempo ni espacio. Es la esfera universal donde se comunican fluidamente los sentimientos y las pasiones; el amor, el odio, el orgullo, el dolor, el valor, la lealtad, el anhelo de saber, el ansia de identidad.

(3) James Webb Young. “A Technique for Producing Ideas”.

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A pesar de su pesimismo, sostengo que Mishima escribió para'el mundo. Siempre supo que tendría lectores en todas las latitudes. Esa preocupación se hace palpable desde las primeras líneas de " Con­fesiones de una Máscara," una de sus primeras novelas. En sus pági­nas, Mishima explica al lector lo que son objetos netamente orien­tales, como cuando habla de un "koto" o un "samisen", ambos instrumentos musicales de cuerdas, harto conocidos para lectores de su país.

La obra de Mishima impacta, sobre todo, por su sinceridad. Por eso corre el riesgo de incomodar, ya que el escritor se nos muestra sin concesiones. Debemos aceptar que el artista grande puede decir toda la verdad sobre su vida. La obra de Mishima es el hombre sin máscara que se desnuda, sin rubor, en sus libros.

Ni su obra ni su vida se ajustan a patrones convencionales. Pero Mishima no aspiraba a sublimizar lo cotidiano. El se propuso sacu­dirnos, develar con su prosa luminosa lugares oscuros y recónditos del alma humana. Decirnos que hay seres que viven y sufren aislados porque no pueden ajustarse a los moldes que ha prefabricado la sociedad. En su obra, y en su misma vida, Mishima trató siempre de derribar la barrera que levanta la convención al paso de lo diferente. Luchó porque reconociéramos que la belleza puede, como Dios, estar en todas partes. Con Flaubert, Mishima creía que "La bonne et la mauvaise societé doivent étre étudiées. La vérité est dans tout".(4)

Investigar a Mishima ha sido traspasar las fronteras de lo fami­liar. Fui a su encuentro casi sin referencias, pero sin prejuicios, ya que es bien sabido que en todos los asuntos que han de ser consi­derados por el entendimiento, el prejuicio es un obstáculo para el buen juicio.

Creo que he llegado a conocerlo un poco.

Hermano, he aquí estas cuartillas. Acéptalas como punta de lanza para adentrarnos en el mundo misterioso de los yamato.

(4) “La buena y la mala sociedad deben ser estudiadas. La verdad está en todo”.

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A pesar de su pesimismo, sostengo que Mishima escribió para el mundo. Siempre supo que tendría lectores en todas las latitudes. Esa preocupación se hace palpable desde las primeras líneas de " Con­fesiones de una Máscara," una de sus primeras novelas. En sus pági­nas, Mishima explica al lector lo que son objetos netamente orien­tales, como cuando habla de un "koto" o un "samisen", ambos instrumentos musicales de cuerdas, harto conocidos para lectores de su país.

La obra de Mishima impacta, sobre todo, por su sinceridad. Por eso corre el riesgo de incomodar, ya que el escritor se nos muestra sin concesiones. Debemos aceptar que el artista grande puede decir toda ,a verdad sobre su vida. La obra de Mishima es el hombre sin máscara que se desnuda, sin rubor, en sus libros.

Ni su obra ni su vida se ajustan a patrones convencionales. Pero Mishima no aspiraba a sublimizar lo cotidiano. El se propuso sacu­dirnos, develar con su prosa luminosa lugares oscuros y recónditos del alma humana. Decirnos que hay seres que viven y sufren aislados porque no pueden ajustarse a los moldes que ha prefabricado la sociedad. En su obra, y en su misma vida, Mishima trató siempre de derribar la barrera que levanta la convención al paso de lo diferente. Luchó porque reconociéramos que la belleza puede, como Dios, estar en todas partes. Con Flaubert, Mishima creía que "La bonne et la mauvaise societé doivent étre étudiées. La vérité est dans tout".(4)

Investigar a Mishima ha sido traspasar las fronteras de lo fami­liar. Fui a su encuentro casi sin referencias, pero sin prejuicios, ya que es bien sabido que en todos los asuntos que han de ser consi­derados por el entendimiento, el prejuicio es un obstáculo para el buen juicio.

Creo que he llegado a conocerlo un poco.

Hermano, he aquí estas cuartillas. Acéptalas como punta de lanza para adentrarnos en e, mundo misterioso de los yamato.

(4) “La buena y la mala sociedad deben ser estudiadas. La verdad está en todo”.

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LIBRO II

ENTRE LA ESPADA Y LA PLUMA

"I have discovered that the way of the Samurai is death"

"Hagakure"

Jocho Yamamoto 1659-1719

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ENTRE LA ESPADA Y LA PLUMA

Para obtener una panorámica de la historia del Japón y del desarrollo de su literatura, es conveniente dividir aquella en siete períodos:

I. PERIODO ARCAICO, (hasta el siglo Vil de la Era Cristiana)

II. PERIODO NARA. (siglo Vil)

III. PERIODO HEIAN, o Clásico (800-1186)

IV. PERIODO KAMAKURA (1186-1332)

V. PERIODO NAMBUKO-CHO Y MUROMACHI (1332-1603)

V!. PERIODO EDO (Shogunado Tokugawa, 1603-1867)

Vil. PERIODO TOKIO (Restauración Meiji, (1867-1912)

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Toda la historia del Japón, gran parte de su literatura y muchos rasgos de, carácter nacional han sido determinados o influenciados, de una u otra forma, por ,a Familia Imperial.

El primer Mikado, o Emperador*11 como se le denomina a partir de la época moderna, fue Jimmu Tenno, quien reinó en el año 660 antes de Cristo. Desde Jimmu Tenno hasta Hiroito, a lo largo de 2,572 años, una sola familia ha sido depositaría de la Corona Imperial y cabeza de ,a religión nacional, Shinto. La calidad y ,a fuerza de esta relación entre súbditos y Mikados, reafirmada a través de práctica­mente todas las generaciones de japoneses que han existido, es única en la historia universa,. Por ,a mera antigüedad de, nexo, e, Empe­rador ocupa en la imaginación de su pueblo, es decir, en la conciencia nacional, un sitia, mitológico. De hecho, hasta e, año 1946, e, Em­perador se designaba oficialmente “Hijo del Cielo". Sólo Hiroito, en un discurso exigido por el Genera, MacArthur durante la ocupación del Japón destruye por primera vez el mito.*1 2)

(1) Títulos que en el pasado se le han conferido al Emperador:“Tenshi”: Hijo del Cielo“Tenno”: Rey Celestial “Mikado”: Portal Augusto

(2) Este discurso es conocido históricamente como el “ Ningen Sengen” o declaración humana. Fue dicho por Hiroito el 1° de enero de 1946. En él declaró: “Los lazos entre Nos y Nuestro Pueblo siempre se han fundamentado en la mutua confianza y el afecto. No están predicados en el falso concepto de que el Emperador es divino y de que el pueblo japonés es superior a otras razas y destinado a regir el mundo”. Una de las reclamaciones de Mishima al suicidarse, fue que se le devolviera al Emperador su antiguo lugar.

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I.PERIODO ARCAICO

Hasta el Siglo Vil de la Era Cristiana

Es comúnmente aceptado que los antecesores de los actuales japoneses fueron inmigrantes del grupo Yamato, étnicamente distinto a sus vecinos de Corea y China. Procedentes de, Sudeste Asiático y de las Islas del Pacífico, hacia los Siglos V y IV antes de la Era Cristiana, los Yamato lograron dominar a los demás clanes y tribus que también habían arribado a, Archipiélago japonés. Sus dirigentes fueron los fundadores de la Familia Imperial Japonesa.

En el Siglo IV D.C. el Japón estableció contacto con Corea, de donde llegaron al país los rudimentos de las pequeñas industrias, así como los instrumentos civilizadores procedentes de China, previa­mente asimilados en la península.

Aunque este Período dejó muy pocos legados literarios, aportó a la incipiente cultura japonesa dos herramientas importantes: en e, año 405, e, arte de ,a escritura china; y en el Siglo VI, la llegada a, Japón de la religión Budista. Esta doctrina se extendió paulatina­mente hasta e, año 601 cuando fue fervientemente impulsada pore, Príncipe Imperial Shotoku Daishi.

De esa época datan las creaciones más antiguas que se conocen de una literatura nacional. Consistían en una serie de cantos cono­cidos como e, "Kojiki" y el "Nihongi", así como el "Norito"; eran

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relatos de los mitos y la liturgia de la religión Shinto.(3) Varios de estos cantos son atribuidos a Jimmu Tenno, el primer Mikado. Así de antigua es en el Japón la dualidad de la espada y la pluma.

La lengua no alcanzaba aún la categoría de idioma, razón por la cual la poesía de esa época es muy rudimentaria ofreciendo sólo un interés filológico o arqueológico.

La llegada del Confucianismo procedente de China en el Siglo VI, conjuntamente con e, Budismo de la India por la ruta de Corea y China, constituyeron influencias filosóficas profusamente asimiladas. El Confucianismo, con sus normas de cortesía y reglamentación de ,a vida personal, familiar y pública, dio desde sus inicios al pueblo japonés gran integridad y cohesión. Y e, Budismo, que alienta los ideales de santidad, humanidad y desprendimiento de lo mundano, un elevado nivel espiritual.

(3) La religión Shinto enseña los principios de la Creación, así como la reverencia por la fuerza Divina que creó y gobierna al Universo y al Hombre. Según sus leyendas, Jimmu Tenno el primer Mikado, es hijo de dioses celestiales, y todos sus descen­dientes son de origen divino.

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II. PERIODO IMARA

SIGLO VIII

En el Siglo VIII, en Nara, los Mikados establecen por primera vez una capital permanente, terminando con el semi-nomadismo que impelía a cada Mikado a construir su castillo en un lugar nuevo. Este asentamiento permitió, finalmente, el desarrollo de algunas artes, y el comienzo en firme del proceso civilizador.

Bajo el reinado del Mikado Tenshi, 662-671, se habían esta­blecido las primeras escuelas y hasta se tienen noticias de una uni­versidad para las clases oficiales.

En las artes, la arquitectura y la escultura llevaban la ventaja, ya que estaban íntimamente vinculadas al Budismo, que requería de templos y pagodas para sus ritos. La colosal estatua en bronce del Buda, del Siglo Vil, que todavía hoy es centro de atracción y admi­ración en Nara, da testimonio de la maestría que muy temprano alcanzaron los japoneses en la escultura.(4)

(4) El Budismo penetró más en el Japón que en China, país que nunca ha tenido una aristocracia hereditaria, ni una casta sacerdotal omnipotente, ni un Gobierno Central avasallador.

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Es en el Período Nara cuando se escribe el primer libro en idioma japonés, el " Kojiki" o "Registro de Asuntos Antiguos", un compendio de las primeras tradiciones de la raza yamato, obra que se presume fue terminada en el año 712. Algunos académicos la cali­fican de muy pobre, tanto filológicamente como en su aporte his­tórico/5’

(5) Durante los últimos días de la II Guerra Mundial, Mishima permanecía en su cuarto, en la casa donde sus padres habían evacuado a la familia en las afueras de Tokio, esperando la hecatombe final “en su pozo oscuro”, imbuido en la lectura. Uno de los libros que tanto lo absorbía era el “ Kojiki”. Es interesante especular sobre el efecto que tuvo esta lectura, en aquellos momentos dramáticos, en el joven impresionable. Imaginemos su estupor al escuchar el discurso de rendición del Emperador Hiroito aquel 15 de agosto de 1945, mientras resonaban en su mente las heroicidades y glorias cantadas en el “ Kojiki”.

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III. PERIODO HEIAN O CLASICO

800-1186

En el año 794, la capital fue trasladada al sitio de la actual ciudad de Kioto, donde recibió el simbólico nombre de " Heian-Jo", Ciudad de Paz. Allí permanecieron los Mikados hasta la restauración de 1868. Es el Período durante el cual llega al Japón la rica cultura China del período clásico de la Dinastía Tang, que tuvo su apogeo en el Siglo VIII cuando China era el país más civilizado, progresista y esclarecido sobre la faz de la tierra.

Durante setenta u ochenta años después del establecimiento de la capital en Heian-Jo, ,a sabiduría China monopolizó la imaginación japonesa.

Ocurre entonces en Japón un adelanto trascendental para sus letras: la invención de su propia escritura fonética en dos silaba­rios conocidos como "Katakana" e "Hiragana". El japonés antiguo no tenía escritura. Cuando intentaron escribir fonéticamente su propio lenguaje, no encontraron otra alternativa que utilizar los signos chinos. Pero ese sistema tenía dos dificultades. Un signo chino es sumamente elaborado dado que consta de numerosos trazos. Como se requería de un signo completo para cada sílaba de las polisilábicas palabras japonesas, resultaba insoportablemente complicado. La segunda objeción era que una sílaba japonesa podía ser indistintamente representada por múltiples signos chinos. No resultaba fácil recordar todos los caracteres chinos disponibles para

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las 47 sílabas que forman el lenguaje japonés. Para solucionar estas dificultades, los japoneses hicieron dos cosas: restringieron el número de signos que serían usados fonéticamente y los abreviaron en forma cursiva. Hicieron así sus dos silabarios, simplificando inmensamente la labor de los letrados.

En el año 905, e, Mikado Daigo ordenó una compilación de los mejores poemas de los 150 años precedentes. Esta segunda Antología de poesía japonesa, es conocida como el " Kokinshiu", que significa "Poemas, Antiguos y Modernos". Reúne cerca de 1100 poemas bajo los temas de Primavera, Verano, Otoño, Invierno, Felicitaciones, Despedidas, Viajes, Nombres de Cosas, Amor, Dolor y Misceláneos. Todos estos versos, menos cinco, son del género japonés conocido como el "Tanka". Y estos cinco, son los denominados Naga-uta, sólo dos líneas más largas que los reducidos Tanka. Eran los cantos del Hombre, el concepto de la belleza en el Japón antiguo:

"La Poesía comenzó cuando el cielo y la tierra fueron creados", y- • ■"Escuchar al jilguero cantar entre las flores, o e, canto de la rana que habita en el agua, es reconocer la verdad de que de todas las cosas vivientes no existe ninguna que no emita canción"-(6 ’

El Tanka (también llamado Waka) se popularizó entre las damas de la Corte, los nobles y los sacerdotes. El Tanka consiste en 31 sílabas distribuidas en forma de 5, 7, 5, 7 y 7. Adquirió tal popularidad que se convirtió en el metro clásico de la versificación japonesa. Hoy día se continúa utilizando profusamente, hasta el grado que los diarios locales dedican secciones a contribuciones en Tanka. Y, desde el año 951, Siglo X, e, Mikado continúa celebrando un Concurso Nacional de Tanka en Año Nuevo, día en que las mejores producciones de todo el país son leídas ante el Emperador por sus propios autores.

La brevedad del metro Tanka obliga a los poetas japoneses a recurrir a la sugerencia como medio de expandir el contenido lite­rario de sus breves líneas. Es un recurso que exige la participación

(6) Traducción libre

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intelectual y espiritual del lector. Para algunos, como para el autor de este ensayo, el Tanka es de una delicadeza exquisita, un refinado alimento espiritual; aunque se reconoce las limitaciones que impuso a la poética japonesa, e indirectamente, a toda su literatura.

Tan popular llegó a ser esta actividad en la Corte, que no era inusitado recibir una orden del Mikado, cuando amanecía un pre­cioso día de Primavera, invitando a todos sus cortesanos a expresar en Tanka sus sentimientos ante el espléndido obsequio de la Natura­leza, para después ser leídos ante la Corte reunida, calificándolos el Mikado de buenos, excelentes, o malos.

Es sorprendente la inclinación estética que siempre han tenido los aguerridos japoneses.

He aquí el Tanka que escribió una aristócrata cuando enviudó:

“Todas las cosas que parecen existir sólo son el sueño de un soñador.Duermo.. . me despierto.. .¡Cuán ancha,a cama sin nadie al lado!".

Restringidos por su reducido metro, los poetas japoneses nunca crearon poemas largos como una Iliada, o una Divina Comedia; y tampoco poemas de contenido filosófico, o didáctico, ni político. "No sólo se ha abstenido la musa japonesa de intervenir en estos temas, sino que el Pegaso nativo parece no tener la fuerza suficiente para manejarlos adecuadamente"/7’

El Tanka, que dedica un lugar especial a la belleza percibida por los sentidos, tiene, sin embargo, curiosas omisiones: los atardeceres, las noches estrelladas, nunca llamaron la atención de los poetas japoneses. Ni tampoco la guerra, o la sangre, que no eran conside­rados temas poéticos. La pluma y la espada, que en Japón coexistían tan íntimamente, no se mezclaban/8’

(7) A. W. Aston. “A History of Japanese Literatura”.

(8) La sangre, la muerte, fueron ¡deas recurrentes en la obra de Mishima.

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La literatura que floreció copiosamente en el Período Heian es considerada la manifestación clásica de las letras japonesas, y por su naturaleza excesivamente refinada, casi afeminada, puede catalogarse como "belles letres"; reflejaba e, carácter epicúreo de la clase de japoneses que la produjeron. Consistió predominantemente de poesía, ficción, diarios, y ensayos de un género espontáneo y anár­quico que los japoneses llaman "siguiendo la pluma". Los trabajos de cierta erudición de este período, sobre temas históricos, teología, ciencias o derecho, fueron escritos en el idioma chino, y no tenían la jerarquía de literatura.

Notable el fenómeno de que casi toda la literatura era producida por las mujeres. Esto, en parte, se debió a la dedicación del intelecto masculino a, estudio de otros conocimientos chinos, pero más que todo al lugar preponderante y autónomo que ocupaban las mujeres en la sociedad japonesa de la época. El japonés no compartía entonces el pensamiento conservador de casi todos los pueblos orientales quienes mantenían a la mujer sometida. En las antiguas historias japonesas se habla con frecuencia de "mujeres líderes", de "señoras del castillo", y hubieron además, varios Mikados feme­ninos. Los chinos, que en toda su historia sólo han tenido una Emperatriz titular (la emperatriz Wu; otras sólo han sido consortes viudas o regentes) se referían al Japón despectivamente como "ese país de reinas". Indirectamente, a través de su infiltración cultu­ral, los chinos cambiaron esta situación y la mujer japonesa perdió en igualdad y en libertad.

El hecho más notable para las letras japonesas que acaeció en el Período Heian fue ,a manifestación, por primera vez en el mundo, del género literario conocido como " novela", que apenas se había insinuado en la literatura clásica del Occidente.

Esta fue "Taketori Monogatari" (850-920).

En el 1001, Lady Murasaki, una aristócrata Fujiwara de naci­miento que enviudó joven, también de un Fujiwara, escribió el "Genji Monogatari", obra que puede clasificarse como "a novel of manners". El "Cuento de Genji" consta de más de cuatro mil páginas y es uno de los libros más bienamados de las letras japonesas; ha sido considerada la más perfecta novela de su literatura, por su ingenio, sutileza, y conocimiento del alma humana. E, estilo literario de Lady

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Murasaki es clásico; evitó en su narración todo lo sensacionalista, improbable, antinatural o monstruoso, rasgos que lamentablemente, predominaron en ,a novela japonesa del Siglo XIX, representados preponderantemente en Bakin.

Dado que la novela brota espontáneamente en el Japón, somos dados a pensar que es un género especialmente afín al romántico talante japonés; lo que también se puede inferir de su inmensa popularidad.

La literatura del Período Heian, creada por mujeres, delata su origen por su naturaleza delicada y doméstica. Abunda en descrip­ciones de escenas hogareñas, de la vida de la corte, de los amores o incidentes románticos de los nobles. Aún cuando el tono mora, que nos revela e, Genji, por ejemplo, no es precisamente Victoriano, su lenguaje refinado y decente lo asemeja a ,a mejor literatura china, que sirvió de patrón al gusto japonés.(9)

Durante e, Período Heian, e, Japón se desvincula de ,a influen­cia china y comienza a consolidar sus propios rasgos. Pero la Corte Imperial, dedicada a cultivar su sensibilidad estética y a perseguir los placeres mundanos, descuidó el arte de gobernar. El resultado fue inevitable. Se debilitó su autoridad sobre los clanes, y ,a organización política dió un violento giro, iniciando, a partir del año 1192, una larga época feudal.

En ,a historia de las naciones existe una tendencia visible a oscilar entre gobiernos fuertes y gobiernos débiles. En e, caso de Japón, esta oscilación ha sido más notoria dada su posición insular y sólo refleja su propio devenir histórico, sin que éste se vea distor­sionado por factores foráneos.

El establecimiento de, gobierno militar por el Shogun Yoritomo a finales del Siglo XII marcó el principio de uno de esos períodos de centralización vigorosa. No obstante, a los Mikados se les permitió conservar la apariencia de autoridad y su origen divino, aunque e, verdadero poder civil y militar había pasado a manos de los Sho- gunes.

(9) La literatura clásica japonesa tiene un marcado contraste con la escuela pornográfica de ficción popular que deslució las letras japonesas en los Siglos XVIII Y XIX.

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Es interesante destacar la forma en que el pueblo japonés ama a sus Mikados. A pesar de que el ejercicio real del poder pasa a otras manos durante siglos, nunca destruye su Familia Imperial,más bien la protege y la continúa venerando. En marcado contraste con una Europa donde la civilizada Inglaterra, en manos de Cromwell, guillotina a Carlos I; la Revolución Francesa acaba con los Borbones; y la Revolución Bolchevique eleva al poder a los comunistas después de ejecutar hasta e, último de los Romanov.

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PERIODO KAMAKURA

1186-1332

Como resultado del impulso vitalizador que le da el Shogunado Kamakura a las artes marciales, se establecen en esta época las reglas de la vida del Samurai, o "Etica Bushido".

Los guerreros japoneses se ganaron la estimación popular cuando, con gran valentía, defendieron eficazmente al país de varias invasiones mongoles, a pesar de su marcada inferioridad en armamentos. Esto es lo que el país esperaba de ellos: su heroica disposición a morir por defender su suelo, a cambio de lo cual se les permitió matar impunemente cuando lo consideraran conveniente.

Del robustecimiento de la caballería japonesa, nació la filosofía del "Bunburyodo"/10) sistema que simboliza el equilibrio ideal que debía caracterizar al Samurai. El Bun representaba la literatura: El Bu, la espada. Se esperaba de un buen Samurai que cultivara ambos aspectos de su vida en aproximadamente ¡guales proporciones. Un experimento de perfección humana que también se intentó en Atenas.

(10) El “Bunburyodo” fue vital para Mishima, pues creyó encontrar en esta filosofía su respuesta. En esos principios, que predican la obligación de cultivar tanto la pluma y la sensibilidad como la espada y el coraje, estaba la solución a su compleja persona­lidad. Sólo así podría sobrevivir tanto su naturaleza hipersensible como su au­to-estima.

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De 1333 a 1338, se restauró brevemente el gobierno imperial. Breve retorno del péndulo. Las energías vertidas en las disciplinas espartanas de, período anterior se transformaron en actividades estéticas y religiosas tan intensas que, a pesar de su fugacidad, lo­graron calar en e, alma japonesa dejando para siempre su huella en e, carácter nacional.

De esos pocos años data la evolución definitiva del sentido estético japonés que se caracteriza por la admiración a ,o clásico, la moderación y la simplicidad.

Al interrumpirse los contactos con China, la cultura y los conocimientos procedentes de ese país languidecieron. El Budismo sin embargo persistió. Casi todos los Mikados adquirieron la cos­tumbre, tras un período de gobierno, de retirarse acompañados de gran parte de sus nobles a los monasterios para convertirse en monjes budistas. Los tres mi, monasterios que existieron en ese período dan fe de la influencia de esa doctrina en el Japón. Los monjes budistas fueron, al igual que los sacerdotes cristianos en ,a Europa del Me­dioevo, los depositarios de la sabiduría y conocimientos japoneses.

La contribución de las mujeres a ,a literatura de, Período Kamakura es casi nula; se percibe en las tetras un espíritu masculino, menos refinado. Las principales obras, de carácter histórico, y con e, recurrente tema de los orígenes divinos de la familia imperial, fueron el “ Gempei Seisuki", y el "Heike Monogatari".

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PERIODO NAMBUKO-CHO Y MU ROM ACHI

1332-1603

(Epoca Obscurantista)

Ya hacia los finales del Período Kamakura existía gran des­contento en e, Japón. La mala administración de los regentes Hojo, que representaban para el gobierno de los Shogunes lo que ellos a su vez fueron una vez para los Mikados, creó la oportunidad para que un Mikado de carácter fuerte tomara e, dominio del gobierno y de­rrumbara la casta militar. Este fue el Mikado Go-Daigo. Tras muchas vicisitudes, obtuvo un éxito parcial con el establecimiento de dos cortes que reinaron simultáneamente. Una de ellas, dominada por los Shogunes, ocupaba la antigua capital de Kioto; la otra, que disfrutaba de una precaria independencia, residía en Yoshino. Esta anomalía política conocida en la historia del Japón como "las cortes de, Norte y del Sur", terminó cuando se reunieron las dos líneas en la persona de, Mikado Go-Komatsu en el año 1392. Ya para entonces se forta­lecía una nueva dinastía de Shogunes; la casa de los Ashikaga, que se estableció en Muromachi, ciudad que le dio nombre a, período siguiente.

Los 270 años que comprenden estos dos períodos, el Nam- buko-Cho y e, Muromachi, fueron estériles en ,a producción de

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literatura. Salvo algunos cientos de dramas breves llamados "Noh", su creación literaria amerita poco estudio.

Los dramas “Noh" evocaban, con la persistente nostalgia japonesa, a los héroes antiguos?11’ Son notables por su fuerza dramática y por su simbolismo, como también por una exquisita poesía narrativa. Originalmente, este género de teatro fue inter­pretado exclusivamente para las clases más altas. Perdura en el Japón moderno como una forma de su teatro clásico.

El Período Namboku-Cho legó, sin embargo, la colección de Ensayos en dos tomos llamada "Tsurezu regusa", Ensayos en la Ociosidad, escrita en 1335 por un monje budista ermitaño. Es una obra de espíritu contemplativo y tono meditativo, que enseña al lector de una manera sutil las alegrías sencillas de ,a vida temporal, así como el punto de vista Budista de la fugacidad de todas las cosas. El " Tsurezu regusa" ha tenido influencia en la literatura posterior, sobre todo en los ideales estéticos y vitales del pueblo japonés.

(11) Mishima se interesó en ei Teatro Noh; escribió varias obras dramáticas de este género, adaptándolo con éxito a situaciones modernas, pero conservando las características tradicionales. Los críticos japoneses consideran que Mishima, entre todos los escri­tores modernos, fue el único que logró hacerlo con éxito. Mishima decía que el Noh “es la expresión teatral más simbólica, refinada, severa y digna, más abstracta, del arte japonés”.

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PERIODO EDO

1603-1867

Estas fechas, que abarcan la duración del Período Edo, señalan el principio y el fin de una organización política extraordinaria cono­cida como el Shogunado Tokugawa. La primera fecha (1603) co­rresponde al establecimiento de su capital en Edo, (actual Tokio) por Tokugawa lyeyasu. La segunda, 1867, a la restauración del Mikado Meiji.

Durante el Período Edo, una gran ola cultural procedente de China vuelve a cubrir el Japón. Esta vez es la filosofía de la Di­nastía Sung del Siglo XI, (cuya influencia, 400 años después, aparece en el Japón), interpretada y difundida por los sabios "Kangakusha" que deja su marca no sólo en su organización política, sino también en sus leyes, en las artes, ciencias, civilización y, sobre todo, en el pensamiento de la nación, lo que solemos llamar su “ idiosincrasia".

En China, la Dinastía Sung se caracterizó por estimular el renacimiento de las enseñanzas de Confucio. También fue una época de adelantos técnicos durante la cual se introdujo al país el ábaco, y la industria de la porcelana alcanzó el nivel de arte.

Al imprimirse y circular extensamente en China la primera edición de los clásicos en la que predominaban las enseñanzas de Confucio, éstas se difundieron ampliamente, formando la mentalidad

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y estructurando la vida del pueblo chino. Por segunda vez, y con mayores bríos, sus ideas fueron exportadas al vecino pueblo del Japón y ávidamente asimiladas durante el Período Edo.

El Confucianismo Sung ofrecía al Japón un sistema de pensa­miento esencialmente moderno. Estudiaba ontología, ética, filosofía natural y principios de gobierno, temas que en la mente china son inseparables.

Tal polinización continuó hasta el año 1867, cuando puede decirse que fue sustituida por la influencia Europea que, sin embargo, no llegó a abarcar la esfera moral en la que siempre se ha mantenido la influencia china. Estos preceptos provenían también de Confucio, quien a la vez que demandaba del pueblo un elevado grado de res­ponsabilidad moral, le ofrecía un sistema racional de filosofía acep­table a, carácter pragmático de los japoneses. Simultáneamente, el Budismo perdía parte de su influencia.

lyeyasu, el primer Shogun de la Casa Tokugawa, fue proba­blemente el más grande estadista que el Japón jamás haya tenido, ya que la obra monumental de Meiji, que vendría después, fue guiada por los sabios consejeros que esencialmente crearon sus lincamientos.

E, sistema feudal que lyeyasu creó garantizó al país paz y prosperidad durante dos siglos y medio, solucionando en su nación y en su época un problema que ocupará siempre a los políticos de todos los tiempos y todas las latitudes: la distribución efectiva del poder entre el gobierno central y las provincias. En ningún otro período de la historia del Japón estuvo el poder del gobierno central tan fortalecido en todos los asuntos esenciales mientras los Daimios, señores feudales, tenían una satisfactoria capacidad de acción inde­pendiente.

Bajo este régimen el Japón prosperó en riqueza material, aumentó su población y alcanzó notables progresos en todas las artes de la civilización.

Gracias a su preponderancia política y comercial, Edo se con­virtió también en e, centro de la actividad cultural del período, la más intensa que hasta entonces se diera en el país. Kioto continuó produciendo literatura; en Osaka se manifestó una nueva forma de

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drama; pero fue Edo quien atrajo a los principales talentos del país. Durante los últimos doscientos años del Período, Edo fue para el Japón, en las letras, lo que Londres a la Gran Bretaña, o París a Francia.

La antigua Kioto, cuna de ,a tradición y de la clase aristocrática, produce, a principios de este Período, el Teatro Kabuki?12) En sus inicios, el Kabuki era una especie de danza, en la cual aparecían mujeres vistiendo atuendos maravillosos. Se le llamaba Kabuki Odori. El espectáculo era de estilo libre, rico en innovaciones y revestido de gran sensualidad. Los bailes originales se transformaron gradualmente (por esa tendencia a la reglamentación que tiene el japonés) en obras de teatro con una estructura dramática, rígida y concreta.

Las mujeres fueron reemplazadas en el escenario del Kabuki por hombres que interpretaron sus papeles; hasta hoy esa es una de sus peculiaridades. Las obras tenían como temas sucesos de ,a vida contemporánea, las siempre populares leyendas históricas, así como situaciones cotidianas llenas de humanidad, lealtad y amor. En ese período, e, Kabuki tuvo manifestaciones de gran calidad, gracias a lo cual llegó a ser el drama tradicional del Japón, jerarquía que con­serva en el Japón moderno.

Los escritores del Período Edo dejaron de escribir sólo para las clases altas y se dirigieron al pueblo en general. El nivel de civili­zación alcanzado permitió un sistema de educación más democrático, que, a su vez, propició que las clases humildes alcanzaran mejores condiciones de vida. Además, la prosperidad que les permitía com­prar libros, también les obsequiaba ratos de ocio para leerlos.

La imprenta floreció. Los ejércitos japoneses, que en el Siglo XI regresaron triunfadores de sus incursiones en Corea, habían traído consigo un considerable número de libros impresos, así como los tipos movibles de metal en matrices, similares a los utilizados hoy, que sirvieron de modelo para los incipientes impresores japoneses.

Algunos sinólogos sostienen que es en la f^sofía Sung donde el mundo occidental debe buscar la brecha que lo separa del oriental. Los vicios y las virtudes son esencialmente los mismos. Pero es en su

(12) Yukio Mishima incursionó en el Kabuki, como dramaturgo y como actor.

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hipotética "tabla de precedencia moral" donde encontramos mar­cadas diferencias. Una de las más notables es la monumental impor­tancia que los japoneses asignan a la "lealtad". La lealtad, para ellos, es la entrega absoluta del súbdito y todos los suyos, a los intereses de su superior jerárquico: a partir del Período Edo se establece como dogma de fe para los japoneses.

Segunda en importancia fue la piedad filial, una virtud china tan asimilada en el Japón que todavía los niños son criados conforme a ella. En el Siglo VIII fue obligatorio tener en cada hogar japonés un Libro Clásico de la Devoción Filial.

La importancia que China y Japón atribuyen a la devoción filial tiene sus orígenes en intereses de índole político, ya que Confucio decía:

"El orden del Estado depende del orden de la familia. El orden de la familia a su vez, depende del orden en la vida personal del individuo; el orden en la vida personal de un individuo de la sinceridad de su pensamiento, y la since­ridad de su pensamiento depende de la máxima extensión del conocimiento, a través de la investigación de las cosas".

Curiosamente, este código moral no predicaba contra la ven­ganza ni contra el suicidio. Por el contrario, en innumerables oca­siones éste último llegaba a ser considerado obligatorio. Si un indi­viduo había sido insultado gravemente y no tenía posibilidad de vengarse, debía suicidarse; caer en errores de juicio, ineficacia, o simple falla en el cumplimiento de los deberes oficiales, llegaban a ser ineludibles causas de suicidio. La venganza también era una virtud, la única alternativa para lavar una mancha de honor. Un Samurai que tuviese necesidad de hacerle un reclamo a su señor feudal por algún acto indebido, con frecuencia daba énfasis a sus palabras y las subra­yaba cometiendo suicidio. La lealtad también cobraba su cuota de suicidios. Es muy popular en el Japón el caso de los 47 Ronins (Samurais independientes) que se suicidaron juntos tras vengar una muerte sangrientamente. Otro incidente muy admirado es el del Gobernador de Nagasaki, quien se suicidó en la forma ritual por haber sido incapaz de detener un acorazado británico que había desafiado su autoridad.

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Por supuesto, hay excepciones, y no todos han tenido el coraje de lavar su honor de esta maner?.. Al caer el último de losShogunes Tokugawa en 1867, su Consejero le sugiere que salve el honor de sus antepasados suicidándose; ante la rotunda negativa, el Consejero se retiró a un salón cercano, donde él cometió el Seppuku «en lugar de su indiferente amo.

Son infinitos los casos de auto-inmolación de hombres, muje­res y hasta niños, en la literatura antigua del Japón.

La explicación del inigualable desenfado con que el japonés pone fin a su existencia estriba, por un lado, en los principios bu­distas que enseñan que todo es efímero, que la vida es sufrimiento, y que la aspiración del hombre debe ser escapar del mal y la miseria; por el otro, en la espartana disciplina del Samurai, donde la voluntad prevalece sobre e, instinto. La justipreciación de los valores éticos de ambos continentes nos demuestra que los deberes familiares en ambos son esencialmente los mismos.

La posición de la mujer en el Período Edo cambió radicalmente con relación a los períodos precedentes; ahora ellas debían per­manecer recluidas en sus hogares, limitación que coincide con su desaparición del campo de las letras.

La cultura nacional quedó en manos de una clase de sabios llamados "Kangakusha". Estos eruditos se dedicaron a estudiar los libros chinos, y a transmitir sus conocimientos al pueblo japonés. Los "Kangakusha” dictaban sus conferencias no sólo ante la corte, sino también a las clases más humildes.

Se produjo un exceso de reglamentación, hasta para los disci­plinados japoneses. La mayor carga recayó sobre la casta Samurai, cuya vida llegó a ser una insoportable sarta de imposiciones, hasta para el más insignificante de sus actos diarios.

Lá exagerada admiración por todo lo chino que caracterizó la época de los " Kangakusha", dio pie a una reacción contraria. A finales del período Edo se produjo uno de los movimientos culturales más interesantes para la literatura nacional: el emprendido por los "Wagakusha", sabios que afincaron su erudición en los clásicos japoneses.

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En este período se escribió uno de los libros que más han influido en la transmisión de la ética Bushido. El "Hagakure"/13} obra de un Samurai que se convirtió en monje: Jocho Yamamoto. Jocho escribió este manual para los daimios y Samurais de la Casa Nabeshima, donde detallaba las enseñanzas morales y prácticas más beneficiosas para estas castas. Su lema era "Encontré el Camino del Samurai en la Muerte". Circuló extensamente por primera vez durante los años de la Era Meiji inmediatamente antes de la Guerra.

Uno de los frutos del movimiento "Wagakusha" fue un tratado en 20 tomos sobre el " Manyoshiu", elaborado por el sacerdote budista Meichiu (1640-1701). El más notable de los "Wagakusha" fue Moto-Ori Norigana.

Moto-Ori era oriundo de la Provincia de Ise, y descendía de una familia de Samurais. Estudió medicina pero era fanático del culto nacional Shinto. Dedicó 24 años de su vida a escribir en 44 tomos, su comentario sobre el "Kojiki", que data del Siglo V11(14 ’ y es el libro sagrado más antiguo de los japoneses.

El "Kojiki" contenía las más remotas leyendas, mitos y ritos de la religión Shinto. En sus comentarios, Moto-Ori ataca todo lo chino, y sostiene la superioridad del Shinto sobre el Budismo. Moto-Ori reforzó en sus tratados la leyenda Shinto del origen divino de los Mikados, y sus ¡deas influyeron en la eventual restauración del Emperador.

Al independizarse culturalmente Japón de China, la literatura japonesa siguió también un camino diferente. En China se creó una rica tradición narrativa oral, de tipo folklórico, transmitida a través de cuentos llenos de contenido didáctico y moral, que a la vez eran fuente de gran entretenimiento para las masas. En Japón, las letras se pusieron al servicio de su pasado más remoto, buscando la perenne renovación de sus mitos.

(13) Mishima escribió un comentario moderno sobre el “Hagakure” que revela su total identificación con la filosofía Samurai. Solía decir que el “Hagakure” era su libro de cabecera.

(14) Mishima también publicó un estudio del “Kojiki”, lo que prueba su profundo cono­cimiento de los clásicos antiguos japoneses.

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Dentro de este género de literatura, encontramos otra pluma que dedicó largos años a escribir sobre la legitimidad y divinidad de los Mikados: Hirata Atsutane (1776-1843). Hirata se formó en los clásicos chinos y también estudió medicina. Aún joven, decidió huir de su hogar para dirigirse a Edo, centro intelectual del país, y entrar a, servicio de un sabio de quien pudiera aprender. Fue seguidor de Moto-Ori, y su aporte consistió en el estudio de la antigüedad ja­ponesa. Su principal libro es el "Seibum". Sus escritos posteriores, reafirmando la legitimidad de los Mikados, ofendieron al Shogun lo que fue causa de su destierro a provincias. Hirata era fiel creyente del Shinto, a cuya enseñanza dedicó sus últimos años, así como a com­batir e, excesivo racionalismo de las enseñanzas chinas, demostrando que también ellos habían creído en la inmortalidad del alma. Hirata escribió el "Kojiki-den" un libro indispensable para el estudiante de Shinto. Logró darle a la religión Shinto más forma de la que jamás había tenido.

El escritor que los japoneses consideraban el más grande de sus novelistas es Kiokutei Bakin. Algunos críticos japoneses ,o comparan con Shakespeare. Bakin vivió en los años 1767-1848 y fue uno de los pocos escritores japoneses que en el siglo pasado penetraron hasta Europa. Nació en Edo, hijo menor de un sirviente de un oficial del gobierno del Shogun. A los ocho años de edad lo asignaron al servicio del hijo menor de, señor. Pero a los trece años, no pudiendo soportar más las tiranías de su joven amo, Bakin escapó y se anexó a un sabio "Kangakusha". Años después regresó, abatido y arruinado, a Edo; allí conoció a, escritor Kioden que ,o hospedó en su hogar y ,o ayudó económica y profesionalmente. Cuando Bakin publicó su primera novela, el mismo Kioden admitió que su pupilo ,o superaría. En su primera novela, Bakin le da mérito a Kioden por su ayuda y orientación, pero ya famoso, trataría de negar su deuda con éste. Una vez que sus hijos crecieron, Bakin dejó su oficio de comerciante y se dedicó por entero a escribir. Murió a los ochenta y un años, dejando tras sí una obra muy prolífica, pues escribía a una velocidad insólita. Una novela de 200 páginas fue terminada en quince días. Bakin era sensacionalista, escribía de lo maravilloso y ,o fantástico. Sus ma­yores méritos residen en su gran cultura, y su potente imaginación.

Kioden, e, escritor que apadrinó a Bakin era un bohemio simpático que escandalizó a sus vecinos y a sus parientes contrayendo matrimonio con una ex-cortesana, con la que, para asombro de

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todos, fue feliz. Kioden fue el primer escritor japonés que cobró dinero por sus escritos y vivió de su literatura. Su estilo era el de la novela maravillosa, pero escrito en un lenguaje sencillo y directo. Su mejor obra es una historia de venganza y horror. Algunos críticos consideran a Kioden superior a Bakin.

El escritor contemporáneo de Bakin más conocido fue Ta- nehiko. Este escritor se destacó por escribir en forma de diálogo en vez de narrativa, y por usar solamente e, lenguaje común. Su novela más conocida es el " Inaka-Genji", o Genji Rústico.

Durante todo el Período Edo, el idioma chino ocupó en el Japón el lugar que el latín ocupaba en la Europa Medieval. Sólo los trabajos eruditos o serios se hacían en chino. Hoy en día los escri­tores japoneses utilizan frases o palabras chinas para breves refe­rencias, exactamente como se continúa utilizando el latín en el Occidente.

Antes de finalizar el Período Edo, hay que destacar a Kaibara Ekken, médico, filósofo y hombre de letras, quien fue el más cele­brado maestro del Confucianismo de su época, así como a un último escritor, importante por su postura radical: Ohashi Junzo. Junzo se oponía a la apertura al Occidente. Su obra, el Heki-ja-sho-ron, es un ataque ignorante a las ¡deas morales y filosóficas de Europa.

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PERIODO TOKIO

1867-1912

RESTAURACION MEIJI

La Era Meiji representó uno de los períodos más notables en la historia del Japón. Bajo el imaginativo gobierno de, Emperador Meiji, el país entra de lleno en una fase de modernización. Las energías que se habían acumulado bajo e, antiguo sistema se desbordaron bus­cando un cauce creativo. El Japón, determinado a dar fin a su aisla­miento y a su existencia feudal, se dispuso a ingresar, lo más pronto posible, en e, mundo internacional como nación moderna.

La primera mitad de, Siglo XIX había sido un período de estabilidad aparente. E, sistema político establecido por lyeyasu Tokugawa en 1603 parecía aún florecer, pero realmente la nación se había cansado del exceso de gobierno a que ,a sometía la casta militar. Las condiciones de vida de los campesinos eran denigrantes: no sólo sufrían con los excesivos impuestos, sino además con la opresión de los Daimios. La apertura permitida por los Tokugawa en 1859 para establecer un comercio con el exterior, precipitó el en­frentamiento entre e, decrépito sistema y sus vasallos descontentos.

En 1867, tras una década de graves desórdenes sociales, se desintegró el sistema feudal y con éste desapareció e, Shogunado. Se

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restauró la legítima soberanía del Mikado, quién occidentalizó su título con el de "Emperador".

El Emperador Meiji trasladó la sede imperial de Kioto a Edo, y la rebautizó con el nombre de Tokio, que significa capital oriental.

Cón el apoyo de los antiguos asesores de los shogunes, una casta poco común de hombres que aunaban a su experiencia política un ardiente y desinteresado patriotismo, el Emperador Meiji inició la magna obra de construir sobre las ruinas del Shogunado un nuevo pa ís.

E, Gobierno de Meiji promulgó una nueva Constitución que establecía la monarquía constitucional. Abolió las cuatro clases profesionales en las que, al igual que en China, había estado dividida la sociedad: burócratas (tanto civiles como militares); agricultores; artesanos, y comerciantes. El país entero se entregó a la tarea de su modernización.

A este intervalo político se le conoce también con el nombre de "era de la cultura occidentalizada", dado que fue un tiempo durante el cual se introdujeron en la sociedad japonesa muchas costumbres europeas, en un proceso acelerado de asimilación superficial/15}

El enorme cambio político de la Era Meiji no tuvo un efecto inmediato en la literatura nacional. Indudablemente, primero tenían que ser atendidas otras prioridades de la nación.

La pasión por los avances científicos y tecnológicos de Europa se apoderó de los japoneses. Los jóvenes de familias pudientes viajaron a Europa o a los Estados Unidos para estudiar en sus uni­versidades y muchos no se avergonzaron de emplearse en casas de europeos que residían en el Japón para tener la oportunidad de aprender otras lenguas. Reconociendo ,a importancia de esto último, e, gobierno Meiji apoyó decididamente la Escuela Nacional de Lenguas, hoy día una de las mejores del mundo.

(15) Mishima, en el primer tomo de su “roman-fleuve” “ El Mar de la Fertilidad”, de­sarrolla la acción en el año siguiente al fallecimiento del Emperador Meiji, y describe genialmente el estilo de vida que adoptó la clase aristocrática y adinerada que trataba de imitar a Europa como una señal de elegancia.

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La creación del primer periódico en 1872 fue otro signo del ansia de aprender que se manifestó en este período. Tan rápido fue el proceso, que a finales del año 1894 ya se publicaban en el Japón 814 periódicos y revistas, con una circulación de 367,755 ejemplares.

Durante el Siglo XVIII y comienzos del XIX, la novela, el teatro, y la poesía habían hecho importantes adelantos, a pesar de que el país estaba virtualmente aislado del resto del mundo. Cuando, en el año 1879 comenzaron a circular las primeras traducciones al japonés de obras europeas, el mundo intelectual recibió un fuerte impacto. Desgraciadamente las dos guerras en que se vio envuelto el país, con China en 1895 y con Rusia en 1904, (resultando victo­rioso en ambas contiendas) diluyeron sus efectos benéficos.

Hasta en las sociedades más tradicionales, como era la del Japón en los años previos a la Restauración Meiji, han existido seres que no se ajustan a los patrones convencionales, los que declaran con sus actos a viva voz su individualidad: los escritores, los artistas, los estudiosos, los santos. Cuando el clima se hace propicio, con mayor razón alzan las voces estos heraldos de la individualidad humana. En ,a hermética era Tokugawa, los escritores se limitaban a describir a, hombre como un elemento más en e, gran mosaico de la naturaleza y la sociedad. En la Era Meiji, caracterizada por su liberalismo y su apertura al mundo, una nueva clase de escritores se manifestó.

Dos escritores importantes continuaron con el tipo de obra que prevalecía en la era anterior, en la que se le daba poca representación al individuo. Ellos fueron Masaoka Shiki (1867-1902) e Higucho Ichoyo (1872-1896). Shiki, que era descendiente de Samurais, se ganaba la vida como periodista. Llegó a ser catalogado como uno de los cuatro grandes maestros de la tradición clásica del "haiku". Los otros tres maestros fueron Basho, Buson e Issa.

Una escritora de gran talento surgió por esos años: Higuchi, quien vivió pocos años pero alcanzó a legar a la posteridad un libro magistral donde describía la vida de un distrito de vida alegre, cerca del cual tenía una pequeña tienda. Si hubiese vivido más tiempo, sin duda su obra hubiese culminado en un verdadero individualismo.

Hacia los últimos años de la Era Meiji, como resultado directo de la influencia Europea, el destino del individuo era lugar común en las obras literarias. De los años 1867 a 1916 vivió un maestro de la

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nueva forma literaria, Nasume Soseki; la novela moderna encontró en él un gran exponente. Fue profesor en la Universidad Imperial de Tokio, oficio que abandonó para dedicarse al periodismo. Por su talento y prestigio estuvo en la primera fila del movimiento literario renacentista japonés. Nasume Soseki escribió novelas cortas bien concebidas, de naturaleza meditativa. Su creciente preocupación era el papel del individuo en la sociedad y, aunque sus primeros libros tenían un tono ligero y satírico, se fue tornando cada vez más pesimista sobre la posibilidad de que el individuo alcanzase la feli­cidad. Soseki sólo tuvo un par en su época: Morí Agai, (1862-1922). Morí era cirujano en el ejército y tuvo, al igual que Natsuke Soseki, oportunidad de viajar y de estudiar en el extranjero. Fue un exce­lente traductor, sobre todo de, alemán al japonés. Sus propios escritos ganaron reconocimiento y elogio durante su vida. Eran obras de gran pulimento, de estilo realista y psicológico, que sirvieron de inspiración a futuras generaciones. Morí veía la modernización de su país como un mal necesario, y en eso se identificaba con el resto de la "¡nteligentsia" de su generación. La resultante alienación y shock, efectos de esta rápida asimilación, eran aún cosa de, futuro, quizás vislumbrados en las últimas obras de Soseki.

Natsume, a, igual que Morí, escribió e, tipo de novela "natu­ralista", género que dominó las letras japonesas modernas. E, "natu­ralismo" hacía énfasis en ,a realidad, y era totalmente concienzudo en su intención. Trataba toda ,a gama de emociones humanas, tanto las nobles como las de otra naturaleza. La nueva escuela naturalista fue apoyada por e, prestigioso e influyente crítico Tsu- boichi Shoyo, y por el novelista Futabatei Shimei (1862-1909). Estos últimos literatos aprovecharon su extenso conocimiento de ,a literatura europea para condenar las prevalecientes tendencias ja­ponesas.

El Siglo XIX produjo en Europa ,a maduración de la novela como exploración de la personalidad humana. Este enfoque la convirtió en la principa, forma literaria de, Occidente. La influencia que las letras europeas de ese momento tuvieron en las letras japo­nesas garantizaron que ,a novela alcanzara nuevamente en e, Japón la estatura que tuvo en la época clásica del Período Heian.

En e, Japón, como en otras latitudes, la novela realista se escri­bía con una prosa corriente, sin elegancia ni adornos, debido a ,o cual

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los novelistas japoneses naturalistas no pueden ser aclamados ni por su estilo, ni por su elegancia, aunque se distinguieron en el efectivo manejo del diálogo.

La característica más preponderante que diferenciaba al no­velista japonés de este período de su contraparte europea, era su poco interés en la sociedad. La realidad, para e, japonés, era lo que le ocurría a él personalmente, por trivial que fuese, ,o que propició que la escuela naturalista no perdurase en sus letras aunque sentó e, tono para la proliferación de la autobiografía, así como la novela del tipo llamado " confesión"; que se llamó la "yo novela". La ficción artística perdió importancia, al igual que el lenguaje refinado y lírico. Desde el año 1900, la nota general de la novelística japonesa fue de una subjetividad emotiva, poco estructurada. Se ha diagnos­ticado como causa de este fenómeno el veloz proceso modernizador que estremeció al Japón. El género "yo novela" puede también tener su precedente en los "diarios" de la aristocracia, tan populares en épocas pasadas.

En su manifestación menos afortunada, ,a "yo novela" es vacua y de poco valor artístico. Pero sólo las peores novelas adolecen de estas fallas. La escuela naturalista, y los grandes exponentes pos­teriores como Shimazaki Toson (1872-1927), Nagai Kafu, (1870- 1959), Shiga Naola (1883. . .) Junichiro Tanizaki (1886-1965), y Akutagwa Ryonosuke, (1892-1927), produjeron un gran volumen de literatura, indiscutiblemente moderna e indiscutiblemente japonesa. Estos escritores han logrado afianzar la integridad artística de la novela en el Japón, a la vez que dar fe de la modernización del país, una transformación que afectó todos los estratos de su sociedad.

En 1912 murió el emperador Meiji, el extraordinario gobernante que había logrado la transformación técnica y cultural de su país en sólo seis décadas.

Japón entró en la primera conflagración mundial por dispo­sición de la Alianza Anglo-Japonesa de 1902. Al final de la guerra, el país quedó reconocido como una de las grandes potencias de la tierra.

La literatura japonesa se enriquece con las principales corrientes de, pensamiento occidental, e, liberalismo, e, idealismo, e, roman­

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ticismo. Los escritores japoneses se dedican a experimentar con novelas al estilo occidental, y surge una serie de tendencias y co­rrientes derivadas del pensamiento europeo. Con todo, no es la mejor época de las letras niponas.

El reinado de Taisho, un débil mental que sucedió en el trono a Meiji, fue un “ interregnun" entre la gestión creativa y brillante de Meiji, y la depresión mundial de la década de los treinta que ya se anunciaba.

Aunque el reinado de Hiroito, en 1926, se inició lleno-de esperanzas porque el Japón ya estaba encaminado dentro de los conceptos de una nación moderna, la reciente apertura hacia el Occidente hizo al país recibir de lleno los efectos negativos de la depresión económica mundial.

La confianza en los Partidos políticos se desvaneció tras una serie de escándalos públicos. Los militares aprovecharon nuevamente la oportunidad que le ofrecían los tiempos confusos.

Se disolvieron todos los partidos políticos y en su lugar se constituyó uno solo de carácter nacional. Las funciones de la "Die­ta"*16 17 * fueron reducidas a poco más que un mero formalismo. No hubo pues, oposición parlamentaria a los acontecimientos que condujeron al Japón a la Guerra del Pacífico.*1 7}

En este Japón, agitado por una gran desmoralización nacional, donde la casta militar cada día cobraba más y más fuerza en los asuntos y el destino del país, nació y creció Yukio Mishima.

(16) Asamblea Legislativa Japonesa, compuesta por una Cámara de Diputados y una Cámara de Consejeros.

(17) Así llaman en Japón a la Segunda Guerra Mundial.

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LIBRO III

LA VIDA ES UN ESCENARIO

Quiero hacer de mi vida una obra de arte". Mishima

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LA VIDA ES UN ESCENARIO

Dos años después de, gran terremoto de 1923 que causó más de cien mi, muertes en Tokio solamente, nació en esa ciudad Yukio Mishima, en el seno de una familia de clase media alta. Aún reinaba e, emperador Taisho, bajo la regencia de Hiroito. A, año siguiente, en 1926, Hiroito ascendería a, trono en propiedad.

El verdadero nombre de Yukio Mishima era Kimitaké Hiraoka. La jerarquía social de los Kiraoka provenía de la boda de Jotaro,' el abuelo, con Natsuko, quien pertenecía a una antigua familia de Samurais. Jotaro era hijo de campesinos terratenientes, pero sus raíces modestas no fueron obstáculo para su boda con Natsuko, ya que a finales del Siglo XIX se produjo en Japón una gran movilidad social, resultado de los cambios radicales que introdujo e, Emperador Meiji en todos los aspectos de ,a vida nacional.

Aunque en Japón los matrimonios siempre eran arreglados entre las familias, Natsuko no estuvo conforme con la decisión de sus padres de casarla con Jotaro; empero, su condición de hermana mayor que pasaba de los veinte años, hacía obligante que contrajera matrimonio para que las menores, a su vez, pudieran hacerlo.

Natsuko creía tener un destino más brillante.

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En las palabras de Mishima:

"Mi abuela pertenecía a una muy antigua familia, por lo que despreciaba y odiaba a mi abuelo"/1 2’

La familia Hiraoka tuvo su época de esplendor. Jotaro se desempeñó como funcionario público, llegando a ser Gobernador de la Provincia de Karafuto (Sakhalin), cargo al cual renunció por un acto de deshonestidad de un subalterno. No es difícil suponer que en su drástica decisión influyera también Natsuko, la descendiente de aristócratas, para quienes el honor se mancillaba con increíble facili­dad.

El espíritu romántico de Jotaro sufría una irresistible inclina­ción a la vida bohemia y disipada que, unido a la extravagancia incontrolable de Natsuko, culminó en la ruina de la familia.

"A partir de entonces, mi familia experimentó una veloz decadencia, y en su carrera cuesta abajo se comportó con tan feliz tranquilidad que casi puede decirse que tarareaba alegremente mientras más y más se hundía, mientras contraía formidables deudas, mientras cerraba sus casas, vendía las fincas. . . Y luego, cuando las dificultades financieras llegaron a su punto máximo mi familia se entregó a una morbosa vanidad que ardía en llamas más y más altas, como si un perverso impulso las alimentara".(2)

Jotaro y Natsuko tuvieron un solo hijo, Azusa. Al casarse Azusa con Shizué, la pareja fue a vivir con los padres de aquél como es habitual entre los japoneses. Azusa siguió los pasos de su progenitor: estudió derecho y se empleó en un Ministerio/3’ Su vida se desa­rrollaba mayormente fuera del hogar por razones de su trabajo. Hasta se radicó durante varios años en otra ciudad, regresando solo esporá­dicamente a la casa familiar.

(1) Yukio Mishima, “ Confesiones de una máscara”, (Ed. Planeta. Trad. A. Bosch. Pág. 10).

(2)

(3)

Mishima. op. cit. Pág 9

En Japón, como resultado de la influencia de Confucio, ser empleado público es la más honorable de las ocupaciones.

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Natsuko, la abuela, imperaba en el hogar. Tenía un carácter fuerte y sufría de quebrantos de salud que la hacían irritable, pero también era brillante y culta. Además de su lengua natal, hablaba el alemán y el francés.

"Mi abuela estaba dotada de un espíritu de estrechas miras, indomable y enloquecidamente poético. La neuralgia crónica minaba indirecta y constantemente su sistema nervioso y al mismo tiempo, aguzaba estérilmente su intelecto"/4’

Natsuko se aferró a su primer nieto con toda la pasión de que era capaz su corazón desilusionado. Bajo el pretexto de que Mishima era un niño enfermizo se lo quitó a la madre a las pocas semanas de nacido. Hizo colocar la camita del niño al lado de la suya. Así creció Mishima, como una exótica planta de invernadero, siendo testigo de los sufrimientos de su abuela, pero también objeto de sus cuidados y desvelos.

Shizué, la madre de Mishima, era hija de un Director de Escuela Secundaria/5’ También ella era una mujer inteligente y culta, que poseía además una delicada belleza. Al casarse, el brusco cambio de su hogar apacible al de los Hiraoka fue traumático y conllevó innumerables sufrimientos. La separación de su primogénito fue el mayor de sus dolores.

Shizué rogaba constantemente a su marido que recuperara la tutela de su hijo, pero Azusa, que era de carácter indeciso y apático, nunca se decidió a reclamarlo. La relación de Azusa con su hijo también tuvo rasgos patológicos. En las raras ocasiones en que jugaba con Mishima, pretendía desarrollar en el niño el valor y el estoicismo tan admirados en la cultura japonesa. Acostumbraba llevarlo a la cercana estación de, tren, donde sostenía al pequeño en el aire, peligrosa­mente cerca de los trenes que pasaban, para que superara el temor que el ruido y la velocidad ,e producían.

(4) Mishima, op. cit. Pág. 10.

(5) La Escuela Tokio Kaisei.

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La niñez de Mishima careció de los juegos felices y los estímulos necesarios para su desarrollo norma,.

"La preocupación por mi débil salud, y también e, deseo de evitar que adquiriera malas costumbres, habían indu­cido a mi abuela a prohibirme que jugara con los niños de, barrio, por ,o que mis únicos compañeros de juegos, exceptuando a las criadas y las institutrices, eran tres niñas que mi abuela había escogido entre las del vecindario. E, más leve ruido, como el de una trompeta de juguete, el de una lucha infantil, o cualquier género de vibración, pro­ducía neuralgia a mi abuela, por lo que nuestros juegos tenían que ser silenciosos, mucho más silenciosos incluso de lo que suelen ser los juegos de niñas. Antes de jugar de esa manera, yo prefería estar a solas con un libro, o jugar con los bloques de construcciones, o entregarme a mis fantasías, o dibujar"/7’

El pequeño Mishima enfermaba con frecuencia. Las crisis, que se repetían casi mensualmente, eran diagnosticadas por los médicos japoneses como " auto-intoxicación", y ,o debilitaban hasta la postración. En una ocasión estuvo tan próximo a morir que vio a su madre reunir sus juguetes y vestidos favoritos para colocarlos junto a él en su ataúd, como se acostumbra hacer en el Oriente.

Estas terribles vivencias tuvieron su secuela en el impresionable niño. La idea de la muerte lo acompañó siempre. Morir lo atemo­rizaba, pero también lo seducía. Ambivalencia que podemos rela­cionar con el drama familiar que se producía cada vez que él enfer­maba, cuando le acongojaba ver a su alrededor los atribulados rostros familiares, al mismo tiempo que sentía la profunda satisfacción de ser el protagonista.

Mishima se comportaba como un niño tranquilo y dócil, siem­pre deseoso de agradar a sus mayores. No dejaba entreveer lo que bullía en su cosmos interno aún en formación. AHÍ, en sus sor­prendentes lucubraciones, Mishima se desquitaba de, entorno que lo constreñía; daba rienda suelta a sus confusos sentimientos, a su

(7) Mishima, op. cit. Pág. 26.

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agresión reprimida, a su permanente frustración. En su novela "Confesiones de una Máscara", escrita cuando tenía 23 años de edad, hace el recuento, con valerosa sinceridad y dueño ya de una prosa genial, del proceso interno mediante el cual se fue deformando espiritualmente; de cómo se generaron en él sus extrañas inclina­ciones sado-masoquistas y homosexuales, y su escape del castrante mundo neurótico donde era sojuzgado por su abuela.

La abuela siempre ,o sobreprotegió a la vez que ,o reprimió: pero también le enseñó a ser orgulloso, sembrando en él ese espíritu Samurai que formaría e, carácter de Mishima. "Debes ser tan altivo como puedas"/8} fue una de sus constantes letanías.

Aunque Shizué, la madre,'aparentaba ser una nuera sumisa, nunca se resignó a perder a este hijo. Aprovechaba todas las ocasiones que surgían para estar a su lado, ya que con angustiada impotencia veía los efectos nocivos que el intransigente carácter de Natsuko producía en el niño:

"De entre los quimonos de mi madre elegí el más vistoso, el de más vivos colores. Escogí una faja con rosas escarlata pintadas al óleo, y me ,a enrosqué, dándole que sé yo de vueltas a la cintura, tal como hacen los bajaes de Turquía.Me cubrí la cabeza con crespón de China. Se me son­rojaron de placer las mejillas cuando me puse ante e, espejo y vi que el improvisado tocado que me había puesto en la cabeza se parecía al de los piratas de la Isla del Tesoro". . . "Adopté un aire solemne, y así vestido, fui corriendo a la sala de estar de mi abuela. Incapaz de reprimir mis frené­ticas risas y placer estuve dando vueltas a todo correr por la estancia, gritando: ¡Soy la Tenkatsu! ¡Soy la Ten- katsu!". . . "Y entonces vi la cara de mi madre. Se había puesto levemente pálida, y seguía sentada, impasible, como abstraída. Nuestras miradas se encontraron y mi madre bajó la vista. . . "Y comprendí lo que ocurría. Las lágrimas le velaban la vista".8 (9)

(8) H. Scott Stokes, “The Life and Death of Yukio Mishima”. (Peter Owen Ltd.), 1975.

(9) Mishima, op. cit. Págs. 20 y 21.

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No hay duda que haber sido centro de esta pugna desesperada entre abuela y madre, contribuyó a desarrollar en Mishima e, ego narcisista que habría de manifestársele toda la vida, como también debió dar origen a sentimientos afectivos ambiguos que degeneraron en sus interpretaciones sado-masoquistas del placer:

¡Cuán acertadas las palabras de Ortega y Gasset!.

"El medio ambiente es, en definitiva, el escenario donde caen los individuos y las especies como en un contorno hostil y frente al cual no queda otro papel que el de adaptarse con la mayor humildad posible. Si el medio no tolera un órgano o una función, ,a vida, sencillamente, habrá de amputar aquél o atrofiar ésta."^1 °)

Cuando Mishima tenía tres años, nació una hermanita, Mitsuko, seguida dos años después de su hermano, Chiyuke. La abuela no interfirió con la crianza de estos otros nietos. A ellos se les permitía jugar, salir, en fin, disfrutar de todas las actividades propias de una infancia saludable. Desde su oscuro mundo, Mishima no los envi­diaba. Ya se había adaptado a la insólita vida que compartía con su abuela.

A los cinco años de edad, por decisión de sus abuelos, Mishima ingresó al renombrado Colegio de Nobles, o " Gakushuin", una institución muy antigua, de tradición aristocrática, a la cual asistían los miembros de la Familia Imperial japonesa.

El "Gakushuin" era académicamente inferior al colegio que dirigía su abuelo materno, pero las aspiraciones sociales de Jotaro y Natsuko prevalecieron en la escogencia. Cuando Mishima ingresó a la escuela, a la madre le fue permitido llevarlo y traerlo todos los días, oportunidades que Shizué aprovechaba para llevar al niño al parque, comprarle helados, jugar con él, y alentarlo en su interés por el dibujo y las composiciones. Aunque Natsuko inmediatamente estableció el nuevo horario de Mishima: al regresar de la escuela de­bía tomar e, Osanji con ella10 (11) y después, hacer las tareas, sentado al lado de su cama.

(10) José Ortega y Gasset, “El Espectador” (Tomo III Pág. 95 Colección Austral).

(11) Té de las tres de la tarde.

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Dentro del hogar, el niño debía dirigirse siempre primero a su "Obasama", abuela; si se equivocaba y saludaba primero a su madre, "Okasama", Natsuko estallaba en cólera. Su amor era posesivo y celoso, y Mishima le temía profundamente.

El Gakushuin tenía una tradición liberal, a pesar de sus vincu­laciones con la Familia Imperial. Durante el verano, los estudiantes hacían giras a lugares de interés, oportunidades poco comunes en las escuelas antes de la Guerra. Natsuko, por supuesto, no le permitía al pequeño Mishima ir en estas excursiones. A los siete años de edad, el niño dejó constancia de su amarga desilusión en esta composición:

EXCURSION A ENDOSHINA"No fui en el paseo de la Escuela. Cuando me desperté ese día pensé: 'Ahora todos deben estar en la Estación Shinjuku, en el tren'. Con facilidad pienso cosas así. Fui donde mi abuela y donde mi madre. Tenía tantos deseos de ir. En ese justo momento todos debían haber llegado í Endoshina. Deseaba tanto ir porque nunca había estado allí. Pensé en eso desde la mañana hasta la noche. Cuando me fui a acostar tuve un sueño. Sí fui a Endoshina con todos los demás niños, y jugué allí muy feliz. Pero no po­día caminar. Había piedras. Entonces, me desperté"?12}

¡Qué cuadro tan patético nos transmiten sus palabras! Por las reiteradas frustraciones sufridas en su infancia, las aventuras, lo exótico, todo lo novedoso, tendrían siempre un magnetismo irresis­tible para Mishima.

Los primeros años escolares fueron un calvario; los compañeros se burlaban inmisericordemente del niño flaco, tímido y diferente, y le ponían apodos crueles como " vientre de culebra" y el " pálido", por la blancura de su piel que casi nunca recibía los beneficios del sol. En una fotografía tomada en esta época se le ve, pequeño para su edad, melancólico y falto de vitalidad?12 13 ’

(12) H. Scott Stokes, op. cit.

(13) H. Scott Stokes, op. cit.

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Años después, al efectuar su primer viaje a Grecia, Mishima desarrolló un obsesivo culto por el sol, al que identificaba con la vitalidad, la belleza y la salud que le faltaron en su infancia, y con su irreductible tosudez, herencia de su abuela, logró fabricarse un atlético y saludable cuerpo.

“Yo había estado insatisfecho por mucho tiempo por el hecho de que únicamente mi espíritu podía crear visiones tangibles de belleza. ¿Por qué no podía yo mismo ser algo visiblemente bello y digno de ser mirado? Para ese fin tenía que hacer mi cuerpo hermoso"/14}

Los maestros de Mishima tampoco acertaron, al principio, a comprender a ese niño diferente. El genio, sobre todo el precoz, desconcierta, hasta incomoda. Y Mishima era un niño brillante e introvertido, factores que en conjunción colaboraron para aislarlo tanto de maestros como de compañeros.

Sus notas en la escuela no eran buenas; uno de sus maestros se complacía en atormentarlo dándole baja calificación en literatura, "para que no se volviera vanidoso".

Con el transcurrir de los años se produjeron cambios impor­tantes en la casa de los Hiraoka. Los padres, siguiendo la costumbre japonesa del lnkyo14 (15) 16 se mudaron a hogar propio. Mishima per­maneció con sus abuelos. Algún tiempo después pudo seguir a sus padres porque, finalmente, la abuela había aceptado que su salud precaria no le permitía atenderlo; sin embargo exigió que el ado­lescente durmiese una noche a la semana con ella. La separación fue dolorosa para la anciana. Natsuko lloró día y noche con el retrato de Mishima pegado al pecho.

"A la edad de doce años, yo tuve una novia apasionada de sesenta"/16 *

(14) Yukio Mishima, Catálogo a una Exhibición de Mishimalia, 1970 Almacén Tobu de Tokio, H. Scott Stokes, op. cit.

(15) Tradición que señala que los padres después de un tiempo se muden a su propia casa.

(16) Mishima, op. cit. Pág. 36.

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Al integrarse Mishima definitivamente al hogar de sus padres y hermanos, se inició en su vida otra relación afectiva que también podríamos calificar de excepcional. Shizué, que al fin recobraba a su primogénito, y Mishima, que podía entonces solazarse en su amor sin sentirse culpable por la presencia de su celosa abuela, desarrollaron una relación casi de enamorados. El jovencito se enorgullecía de que ninguno de sus amigos tuviera una madre tan hermosa.

Por su parte, Shizué trató de compensar los amargos años pasados. Se interesaba en todo lo que él escribía, y hasta lo ayudaba a concertar citas, a escondidas del padre, con los poetas y escritores más destacados de la época. Azusa se oponía a la afición de su hijo. En una ocasión, arrancando en inusitada cólera a, verlo ante su escritorio escribiendo, le arrebató las cuartillas y las destruyó.

Durante toda su vida,(17) la relación de Mishima con su madre sería de una comprensión e intimidad excepcional. Mishima com­partió con ella sus angustias y sus triunfos; Shizué a su vez lo pro­tegió y lo alentó. Y cuando él llegó a ser famoso, la hizo partícipe de su bonanza: la invitaba a sus inauguraciones y estrenos; a los nuevos restaurantes; hasta le construyó una hermosa casa contigua a la suya. Si ella enfermaba, la rodeaba de todas las comodidades, mudándose a su recámara, donde, como era su costumbre, escribía a su lado hasta altas horas de la noche sin dejar de atenderla. El don de prodigar atenciones y cuidados que Mishima aprendió junto a su abuela enferma, lo dispensó después a manos llenas a su madre.

El traslado de Mishima al hogar de sus padres coincidió con su ingreso al Segundo Ciclo del "Gakushuin". Su salud mejoró. Ya no acusaba tantas ausencias, y sus excelentes notas lo colocaron entre los alumnos sobresalientes. Fue aceptado por sus compañeros, quienes comenzaban a admirar su talento que ya afloraba.

Por ese entonces, el joven Mishima entabló amistad con uno de sus profesores, Zenmei Hasuda, un brillante intelectual que se dis­tinguió por su interpretación de los clásicos japoneses en términos contemporáneos. Veía en Mishima una joya literaria y ejerció mucha

(17) La madre de Mishima aún vive.

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influencia en el joven. Hasuda era un fanático creyente en aquello de que “se debe morir joven, porque esa es la cultura de mi país"?185 y Hasuda cumplió: se suicidó en Malasia, el día de la rendición del Japón. Tenía 43 años de edad.

(18) H. Scott Stokes. op. cit.

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POR LOS ANDAMIOS DEL CEREBRO

Después de investigar ’y hurgar metódicamente el entorno de Yukio Mishima, incluso desde antes de su nacimiento, dejamos que pasen algunos años para que se consolide su irrevocable vocación. Ahora nos.disponemos a platicar con él en el maravilloso ámbito de la fantasía, traspasando, el tiempo, la muerte y la distancia. Le hacemos una entrevista/19’’

Es él otoño del año 1943. Estamos en la Ciudad de Tokio. El Japón está en guerra desde 1941. A partir de la batalla naval de Midway ocurrida en junio del año de nuestra entrevista, cuando la marina norteamericana hunde cuatro portaviones japoneses, el país percibe que la guerra está virtualmente perdida. Desde abril de 1942 se iniciaron los primeros bombardeos aéreos sobre Tokio. Lo peor está aún por venir.

oMishima tiene 18 años; lo vemos llegar esa tarde a ,a casa de sus

padres, de regreso del colegio del cual se graduará el próximo año.

Su apariencia ha cambiado bastante desde los años de su in­fancia, aunque sigue siendo muy delgado. Sólo mide 5'4", {un metro sesenta y tres centímetros) su tez es muy blanca; camina muy er­guido. Su quijada es firme y decidida. Viste su uniforme con me­ticulosidad. Bajo sus espesas cejas negras, su mirada es brillante y directa. Su rostro es expresivo y tiene gran movilidad facial, más de lo usual entre los japoneses. Con frecuencia se pasa la lengua sobre los labios para humedecerlos; sin embargo, no refleja nerviosismo en sus respuestas, que son bien meditadas. Nos da la impresión de tener mucho control de sí mismo. Observamos cierta estirada formalidad en sus modales. Ocasionalmente suelta una carcajada ronca y áspera, la misma que habría de acompañarlo toda su vida. Tiene unatosecilla crónica un poco petulante. Mishima tiene la cabeza grande para su cuerpo, y lleva el cabello muy corto, al estilo militar, señal visible de que estamos en un país en plena guerra.

(19) Aprovechamos la gran flexibilidad que permite el Ensayo para introducir la pro­sopopeya en esta “ entrevista”.

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Al entrar a la casa, Mishima se inclina reverentemente hacia el Tokonoma(20) familiar: acto seguido, nos saluda con la tradicional inclinación japonesa. Deposita sobre una mesita baja una gran can­tidad de libros que traía bajo el brazo. Vemos que algunos de ellos tienen títulos en inglés.

Concluidas las presentaciones protocolares, iniciamos nuestro diálogo con el joven. Es evidente que le agrada hablar sobre sí mis­mo: parece ser un tema sobre el que ha reflexionado mucho. A pesar de su apariencia endeble, al hablarnos proyecta una gran energía.

P. "¿COMO HA ALTERADO LA GUERRA SU VIDA?"

R. "Mi vida es prácticamente igual a la de cualquier estudiante de secundaria. La guerra no la ha cambiado tanto. Casi todo mi tiempo lo reparto entre la literatura que es mi vocación, y la escuela. Escribo hasta altas horas de ,a noche y leo vorazmente. Soy miembro del Comité Editorial del periódico del "Gakushuin" y escribo artículos en todas las ediciones. Recientemente he tenido el privilegio de conocer, gracias a la iniciativa de mi señora madre, al Sr. Ruyko Kawaji, e, poeta romántico de más renombre hoy día en el Japón, quien tiene a bien aconsejarme sobre mi poesía".

P. "¿YO CREIA QUE UD. ERA ESCRITOR DE NARRATIVA..?

R. "No pude escapar a la poesía; desde que terminé de escribir mi primera novela, " Hanazakari-no-mori", escribo mucha poesía. El escribir poesía me produce un estado de éxtasis inigualable: me ayuda a disfrutar de una soledad enriquecedora. Es una intoxicación pura. A través de la poesía puedo trascenderme e integrarme a la maravillosa fraternidad que existe entre el mundo interior y la realidad externa. También, actualmente, me reúno con el " Nippon-roman-ha", un grupo de poetas e intelectuales románticos, al cual pertenecía el

(20) Repisa o pequeño altar que existe en todo hogar japonés, donde se colocan objetos deveneración familiar, o de valor estético.

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profesor Hasuda, quien ahora sirve en el ejército en Malasia. El pensamiento romántico tiene gran afinidad con mi naturaleza"/21 22’

P. "¿CREE QUE LLEGARA A SER UN GRAN ESCRITOR?"

R. "Le ruego perdone mi falta de modestia al responder a su pregunta, pero creo que está escrito en mi destino".

P. "¿POR QUE HA TRATADO REITERADAMENTE EL TEMA DE LA HOMOSEXUALIDAD EN SUS CUENTOS?"

R. "Los adolescentes estamos en una encrucijada, en un momento de autodefinición, de búsqueda de identidad. Debemos descubrir qué papel jugamos en la vida, investigar las opciones que el mundo nos ofrece. La enervante sexualidad que nos atosiga, a unos en una forma, a otros en otra, es un tema que bulle en mi cerebro, y lo que me preocupa lo delata mi pluma".

P. "HABLENOS SOBRE LA NOVELA QUE MENCIONO, HA- NAZAKARI-NO-MORI"Í22)

R. "Hanazakari-no-mori es mi primera novela, y ,e tengo mucha fe. E, título significa " El Bosque Florecido". Fue publicada por la revista literaria "Bungei Bunka" por entregas hace varios meses. Uno de mis profesores, e, Sr. Shimizu, es editor de la revista; gracias a su intercesión, la novela fue aceptada. Los editores consideraron que era muy joven para lanzarme. Fue entonces cuando adopté mi pseudónimo".

P. "¿COMO ESCOGIO EL NOMBRE DE YUKIO MISHIMA?"

R. "El nombre "Mishima" fue ¡dea del Profesor Shimizu, por

(21) Madame Germaine de Staél en la Francia de Napoleón, (1810) hizo esta distinción entre el pensamiento clásico y el romántico: "En el primero, el yo se subordina a la realidad: mientras en el romanticismo, se subordina la realidad al yo”.

(22) Hanazakari-no-mori es realmente una obra importante y causó gran sorpresa, por la juventud de su autor. Mishima tenía sólo 16 años cuando la terminó. Contenía la semilla de toda su obra posterior, y muchas de sus mejores características, como el lenguaje refinado y elegante, más rico y distinguido que el de escritores mayores.

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el pueblo de ese nombre, desde el cual se tiene una vista muy her­mosa del Monte Fuji; Yukio lo derivamos de la palabra japonesa que significa nieve/23> El tener un pseudónimo ha sido un fenómeno curioso: siento como si me hubiera liberado de una careta. Ahora, cuando escribo, puedo ser yo mismo, sin estar supeditado a Kimitaké Hiraoka, el pequeño ser convencional del que tuve que revestirme para no ser rechazado. Ahora aspiro a que "Hanazakari-no-mori" sea publicada en forma de libro, aunque, por la guerra y la escasez de papel es muy difícil".

P. "¿CUALES SON LOS ESCRITORES QUE MAS HAN IN­FLUENCIADO SU FORMACION LITERARIA?"

R. "He encontrado inspiración en nuestros clásicos japoneses, en el Kokinshiu, el Kojiki; quizás debido a que siempre me he sentido distinto a mis contemporáneos, he querido encontrar rafees comunes con mi pueblo, con mi gran nación. Ahora estoy leyendo a los novelistas contemporáneos, aTanizaki ya Kawabata; admiro mucho al escritor alemán Thomas Mann; estudio a Nietzsche, a Oscar Wilde, a Radiguet."

P. "¿QUE LE GUSTARIA HACER EN EL FUTURO, ADEMAS DE SER ESCRITOR?"

R. "Deseo viajar. Sobre todo, sueño con ir a los trópicos, ver las palmeras, sentir la brisa y el sol. Descubrir el otro lado del mundo, encontrar la diferencia de los hombres y de los mares".

P. "HABLANDO DE LA GUERRA. . . ¿QUE PIENSA DE LA POLITICA DEL PRIMER MINISTRO TOJO? ¿CREE QUE EL JAPON PUEDE GANAR LA GUERRA?"

R. "Me acuso de ser un egoísta. Yo vivo en mi propio mundo. La realidad externa, si no me afecta directamente, para mí casi no existe. Políticamente, de lo único que estoy seguro es que el Emperadores Supremo. El es la fuente de toda inspiración. . . Sé que pronto habré

(23) Es obvio que el profesor consideraba que Mishima llegaría a la cúspide de las letrasjaponesas.

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de ingresar al ejército para defender a mi país, pero no siento miedo. Lo que me atemoriza es morir sin haber escrito algo importante. Por eso escribo compulsivamente. Por lo demás, ¿para qué preocuparnos? Los deseos humanos no pueden afectar la historia. Es preferible vivir orientado por las propias emociones, única verdad que nos es per­mitida, aunque esto implique una falta de objetividad deliberada".

P. "¿CUAL ES LA PERSONA MAS CERCANA A UD.?"

R. "Mi madre: ella me ha protegido desde que era un niño, cuando luchaba contra condiciones adversas. Me comprende, me escucha. Ama la literatura, y por eso alienta mi vocación. Ella es la persona más importante en mi vida".

P. "¿Y SU PADRE?"

R. "Mi Honorable padre y yo no tenemos buenas relaciones. El no me comprende, y yo no soy lo que él desearía que fuese su primogénito. Lo respeto y le debo obediencia. Pero é, es incapaz de comprender mi imperiosa necesidad de escribir. Su aspiración es que yo estudie Derecho, que siga sus pasos y los de mi abuelo".

P. "¿COMO LO VEN SUS COMPAÑEROS DE ESCUELA?"

R. "Creo que finalmente me aceptan. Mi pobre constitución física, mi dedicación a la literatura en perjuicio de otras actividades que ellos disfrutan, son aceptadas como las peculiaridades de un poeta".

—Al mencionar su constitución física, Mishima se mostró, por primera vez, incómodo, y palpamos que éste es un punto vulne­rable.—

P. "¿NO SE SIENTE A GUSTO CON SU CUERPO?"

R. "Siempre he sufrido por mi salud pobre, por mi físico endeble. Pero verá usted, dentro de un tiempo eso habrá cambiado. Me propongo superar esta deficiencia".

P. "¿QUE CLASE DE ESCRITOR QUIERE SER?"

R. "Quiero ser leído por todo e, mundo. Pero lo que desearía

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que me distinguiera es la elegancia y propiedad del lenguaje que utilizo, con el que me he atrevido a abordar temas que han sido evadidos por los intelectuales japoneses contemporáneos. Podría decirse que me he remontado al "Período Heian", la época clásica de la literatura de mi país. También mi temática puede decirse que es romántica y dramática, de la misma naturaleza que nuestra antigua cultura. Siempre he sido diferente: es lógico entonces pensar que también seré un escritor diferente".

En estos momentos llegan los hermanos de Mishima: Mitsuko, su hermana de 15 años, que nos saluda con desenfado. "Es un ser muy libre, ¡No parece una mujer!" murmura Mishima. Su hermanito Chiyuke tiene 13 años. Tras hacernos la reverencia, el niño recoge los libros que Mishima ha dejado sobre la mesita. Es evidente que Chi­yuke admira y quiere a su hermano mayor. Mishima se comporta gentil con ambos.

Nos ha impresionado la forma racional y adulta como se ex­presa. Algunas de sus ideas románticas sobre la guerra surgen seguramente de su asociación con el movimiento romántico japonés que caló profundamente en el Japón durante esos años. No hay duda que es un joven excepcional que promete mucho.

Se nos agota la fantasía y decimos hasta luego a Mishima. Su voz firme y juvenil ha quedado revoloteando por los andamios del cerebro.

Desde 1930, las fuerzas armadas habían dominado el gobierno de Japón. Antes del golpe del 26 de febrero de 1936, conocido como el " Incidente Ni-Ni-Roku", existían dos facciones dentro de las fuerzas armadas, ambas de filosofía expansionista. Una se inclinaba por dar un golpe a la Unión Soviética; la otra recomendaba tomar la iniciativa contra Gran Bretaña, o, como le decían, "dar e, golpe al Sur". En el mencionado Incidente, uno de los dos grupos trató de impedir que el otro tomara el control. Se ordenó el traslado de algunos oficiales a Manchuria para neutralizarlos. Estos militares, enterados de la jugada, se anticiparon y se tomaron el centro de Tokio, asesinando a tres importantes miembros del gobierno. El mismo Emperador Hiroito hubo de intervenir para suprimir este conato de revolución. A partir de entonces, dominó la política exterior el grupo de militares que favorecían el ataque al Sur.

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Cuando en 1941 se nombró al General Tojo Primer Ministro, Ministro del Interior y Ministro de la Defensa, ya nada ni nadie podía impedir la guerra.

Durante los primeros años del conflicto, la vida en Tokio, y en particular la de la familia Hiraoka, protegida por su condición hol­gada, continuó esencialmente igual. Mishima seguía sus estudios en el "Gakushuin", donde los únicos cambios introducidos fueron que los muchachos tenían que llevar el cabello cortado al rape, y prestar servicios durante las vacaciones en alguna de las fábricas vinculadas al esfuerzo bélico.

En septiembre de 1944, Mishima se graduó con honores: recibió como premio un reloj de plata de manos del Emperador Hiroito en una ceremonia solemne que lo conmovió hasta en sus más secretas fibras.

Al mes siguiente, respetando los deseos de su padre, Mishima se matriculó en la Universidad Imperial de Tokio (llamada Todai), la más prestigiosa del país. El que Mishima pudiera ingresar en la Todai inmediatamente al graduarse del "Gakushuin", cuyos niveles académicos era inadecuados para las exigencias del Comité de Admi­sión de la Universidad, se debía a su propia iniciativa, a las lecturas que por muchos años le habían absorbido y apasionado, a su gran capacidad intelectual, y a su brillante intelecto.

Desafortunadamente, no pasó mucho tiempo antes que Mishima fuese enviado a ,a planta de Nakajima, situada a cincuenta millas al Norte de Tokio, donde se fabricaban los mortales aviones Kamikaze, suspendiendo indefinidamente sus estudios universitarios.

Al recrudecer la guerra en el suelo patrio, Mishima se imper­meabilizó deliberadamente al caos circundante. La posibilidad, más aún, la alta probabilidad de morir en cualquier momento le hizo concebir una imagen romántica de sí mismo. La ¡dea que lo hostigaba era "publicar un libro antes de morir". Sus incansables diligencias fructificaron: " Hanazakari-no-mori" logró ser publicada. Fue el único libro que vio la luz en Japón durante el último año de la guerra. Mishima es festejado por el Tokio intelectual como el genio de su generación. Saboreaba un triunfo personal en medio de la agonía de muerte de su amada patria.

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Los ataques aéreos, cada vez más devastadores, le producían pánico, pero la aparente inminencia de la muerte parecía exaltarlo.

"Me sentía libre. La vida cotidiana me parecía indeciblemente feliz. Corrían rumores en el sentido de que el enemigo probable­mente desembarcaría pronto en la bahía de S y que la zona en que se encontraba el arsenal sería arrasada. Una vez más, y quizás con más intensidad que antes, me sumí en mis deseos de muerte. En la muerte había descubierto el verdadero "destino de la vida".(24)

En febrero de 1945, Mishima finalmente recibe el aviso oficial de presentarse al cuartel militar de Shikata para ser reclutado. En el trayecto, aún frágil, enfermó de una fuerte gripe, con la que engañó a, médico haciéndole pensar que sufría de tuberculosis, diagnóstico que se reforzaba ante la excesiva delgadez del joven, quien además mintió, diciéndole al facultativo que sufría de fiebres constantes y que había escupido sangre. Así logró Mishima evadir el servicio militar: posiblemente salvó la vida. Pero en su conciencia quedó latente un sentimiento de culpabilidad, la convicción de estar en deuda con su país, deuda que voluntariamente habría de pagar un día.

Estados Unidos lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima el seis de agosto de 1945, y sobre Nagasaki el nueve. Oigamos al propio Mishima. ¿Quién mejor que él podría describir el ambiente cargado de temor y tensión que reinaba en Tokio después de la destrucción de Hiroshima?

"Había llegado el final. La gente decía que la próxima bomba atómica la arrojarían en Tokio. Anduve por las calles con camisa blanca y pantalones cortos. La gente había llegado ya a los últimos límites de la desesperación, e iba a sus asuntos con gesto alegre. Pero nada ocurría. En todas partes imperaba un ambiente de excitada alegría.Era como si uno siguiera hinchando a soplidos un globo de juguete, ya muy hinchado, y se preguntara: ¿Estallará ahora? ¿Y ahora? Sin embargo, a pesar de que esperá­bamos que algo ocurriera de un momento a otro, nada

(24) Mishima, op. cit. Pág. 160. Esta frase es el leimotiv del “Hagakure”, libro sobre lasreglas del buen Samurai, que Mishima toma prestada.

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ocurría. Esa situación duró casi diez días. Si hubiese durado más, el único camino hubiera sido la locura"."Un día unos aviones ligeros se abrieron paso por entre el estúpido fuego antiaéreo, y, desde el cielo de verano, arrojaron octavillas de propaganda. Esas octavillas daban noticias de nuevas propuestas de rendición. Aquella tarde, mi padre regresó a casa directamente de su oficina. Entró por el huerto, se sentó en la terraza e inmedia­tamente comenzó a hablar: "Oíd, la propaganda de las octavillas es verdad"/25’

El catorce de agosto, aviones norteamericanos lanzaron sobre Tokio la propuesta aliada para la rendición del Japón, y el quince, al medio día, el Emperador Hiroito se dirigió a su nación anunciando la rendición incondicional de su país.

Paradójicamente, fue el final de la Guerra lo que resultó into­lerable para Mishima, causándole un profundo "surmenage". De pronto ya no era el celebrado prodigio que pronto moriría por su patria. Las prioridades del país colocaban en segundo plano toda actividad artística. La reconstrucción, las reformas del General MacArthur, ocupaban las energías de todo el pueblo japonés.

A pesar de que Mishima era un estudiante de Derecho, no siguió de cerca el proceso de las cinco reformas impuestas por el gobierno de MacArthur al sector industrial, agrario, electoral, sindical y educacional. Se limitaba a ir y venir como un autómata entre la Universidad y su casa, en un lento proceso de adaptación al nuevo Japón. Es difícil para nosotros medir la magnitud e intensidad del trauma que estos cambios produjeron en el país. Toda la idiosincrasia japonesa, tan cuidadosamente preservada y tan furiosamente arrai­gada, era cuestionada. Hasta la naturaleza de la relación con su amado Emperador era objeto de revisión, una relación que, recor­demos, se remontaba a un pasado tan lejano que se confundía con sus mitos y leyendas.

En octubre de 1945, su hermana Mitsuko murió de fiebre tifoidea, sólo tenía 17 años. Mishima permaneció largas horas a su

(25) Mishima, op. cit. Pág. 188.

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lado, atendiéndola en el hospital, mientras leía a ratos sus libros de Derecho. Esta muerte agudizó su depresión.

“Mi hermana murió. Y el descubrimiento de que yo era capaz de llorar me produjo una superficial paz intelectiva."*26 ’

Comenzó nuevamente a escribir, y a visitar a los editores. En una de sus visitas a Utaro Noda, editor del "Burige¡"26 (27) consiguió que éste le diera una carta de presentación al famoso novelista Yasunari Kawabata. En las festividades del Año Nuevo de 1946, Mishima visitó a Kawabata, llevándole algunos de sus manuscritos. Al connotado escritor le simpatizó aquel joven formal y sensitivo, vio en él un extraordinario talento, y le ofreció su respaldo. Desde esa fecha, hasta la muerte de Mishima, la amistad entre estos dos dis­tinguidos escritores se mantuvo siempre floreciente y en continuo crecimiento.

Mishima se preparaba para los exámenes finales en la Todai y estudiaba con la concentración que le caracterizaba. A pesar de que aún lo embargaba un gran desaliento, se graduó con honores.

En el año 1947 ingresó al Ministerio de Finanzas, para orgullo de su padre Azusa, ya que ese Ministerio era el centro del poder en el Tokio de la postguerra.

Trabajaba todo el día y escribía hasta altas horas de la noche para satisfacer los numerosos pedidos que ,e hacían las revistas japonesas.

Su carrera en el Ministerio marchaba bien. Mishima resultó ser un gran organizador, y mantenía buenas relaciones con sus colegas. En una ocasión ofreció en el Ministerio una charla sobre literatura que fue muy bien recibida.

Durante el año de 1948 escribió- incontables artículos. Ya

(26) Mishima, op. cit. Pág. 190.

(27) “Bungei”, importante revista literaria japonesa.

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para ese entonces le era imposible satisfacer los pedidos que recibía. En septiembre de ese año tomó la decisión de renunciar a su puesto en el Ministerio y dedicarse por completo a la literatura. Azusa se opuso tenazmente, pero Mishima, que estaba devengando suficiente dinero de su literatura para vivir holgadamente, y que contaba con el respaldo de su madre, mantuvo su decisión. “Si estás decidido a ser un escritor, mira bien que seas el mejor del Japón". Fueron las palabras de Azusa al verse vencido.

En noviembre de 1948, ya libre del horario de trabajo del Ministerio, Mishima inicia la novela "Confesiones de una Máscara", buscando una catarsis de los conflictos emocionales que, sobre su latente homosexualidad, lo agobiaban.

En 1949 esta novela autobiográfica fue publicada y Mishima consagrado entre los grandes.

Mishima es la revelación literaria del momento. Es aclamado y admirado; pero en la soledad de su vida íntimo-afectiva, todavía sufre los estragos de su propio rechazo.

"We have said that neurotic symptoms are substitutes for sexual satisfactions", asegura Sigmund Freud.(28) 29

Mishima se desgasta luchando contra lo inadmisible: su latente homosexualidad. ¿Cómo puede el orgulloso hijo de una familia Samurai carecer de virilidad? No en vano sembró su abuela Natsuko la altivez, el coraje y el estoicismo en su nieto.

Una vez Mishima declaró:

"Formando parte de mi sistema de autodisciplina adoptado desde la infancia, me decía constantemente que más valía morir que llegar a ser una persona tibia, poco viril, que no sabe con claridad lo que le agrada y lo que le desagrada, persona que sólo desea ser amada y que no sabe amar"?2 9’ Ideas firmes, que fueron la causa de su permanente desasosiego.

(28) “Hemos dicho que los síntomas neuróticos sustituyen la satisfacción sexual”Sigmund Freud., “The Major Works of Sigmund Freud” G. B. W. Encyclopedia Britannica, Vol. 54.

(29) Mishima, op. cit. Pág. 176.

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Por otra parte, confiesa:

"Aquello que evidentemente era mi carácter, me provocaba asco, me inducía a creer que toda mi existencia carecía de valor y destrozaba la confianza en mí mismo".(30)

Estos sentimientos perduraron en Mishima hasta el fin de sus días. El profesor Takeshi Muramatsu, un amigo íntimo, compañero de Mishima desde sus años escolares, actualmente profesor de lite­ratura y crítico literario, relata que, cuando acompañó a Mishima en una de sus esporádicas escapadas a los "Gay Bars" de Tokio, éste no pudo ocultar la aversión visceral que sintió al verse reflejado en un espejo de, local, impotente ante su flaqueza.

Mishima se debate con su dilema. Es un combate mortal entre Kimitaké y Mishima: entre ,a seda y e, acero. Escribe incansable­mente, pues la pluma le ayuda a mantener ,a cordura: en esos años no ,e satisface ,o que produce. Sin embargo, de esa época es "Sed de Amor", una de sus mejores novelas.

Agotado física y mentalmente a los 26 años de edad, Mishima decide hacer un viaje alrededor del mundo. Con ,a ayuda de su padre, subsana las restricciones que aún rigen en e, Japón para la salida de divisas, y el 24 de diciembre de 1951, zarpa de Yokohama a bordo del " Presidente Wilson".

E, viaje dura cinco meses. Cuando Mishima regresa, es un hombre nuevo. Ha tenido una transformación espiritual que se inició durante la travesía en barco. E, viaje representó un gran cambio en su rutina cotidiana, que consistía en permanecer día tras día recluido en su cuarto escribiendo, y que ahora ,e permitió sentarse durante mañanas enteras en la cubierta, recibiendo los regeneradores rayos del sol y respirando e, vivificante aire puro de, mar. Esto no sólo ,o ayudó a recuperar su salud, sino que le dio la suficiente serenidad para enfocar su problema bajo una perspectiva diferente.

Es entonces cuando, en sus cavilaciones, Mishima relaciona e, "Bunburyodo" a su propia vida. Es en la vida del artista, controlada

(30) Mishima, op. cit. Pág. 176.

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por las disciplinas del Samurai, donde encontrará un balance. Se percata que le había dado rienda suelta, hasta desbocarse, a las inquietudes del espíritu, olvidándose de las necesidades de su cuerpo, y propone remediar esa desproporción. Había utilizado la literatura como evasión. Mishima decide que hará lo que sea necesario para ser un hombre fuerte y sano; vivirá realmente.

El viaje fue una experiencia vitalizante y dichosa. En Grecia se tonifica con el espíritu helénico y regresa al Japón fortalecido y optimista, lleno de nuevas resoluciones. Es mayo de 1952. Primavera en su país. Todos se aprestan para reverenciar la naturaleza renovada, que se manifiesta simbólicamente en sus “cerezos en flor"; Mishima con regocijo se une al grupo familiar que hace esta excursión anual.

Otra vez le sirven su tenacidad y su disciplina. Mishima a los treinta años se aplica con fervor a las artes marciales. Cada día que pasa la metamorfosis es más evidente. Kimitaké se desvanece; Mi­shima cobra fuerza. Su cuerpo se reviste de una nueva piel bronceada y se robustece; su salud mejora a grandes trancos, en poco tiempo ha recuperado plenamente la alegría de vivir. Ha logrado sublimar, por ahora, sus impulsos sexuales, y esas energías, antes desgastadas en inútiles conflictos, son utilizadas en vivir plenamente. Nuevos inte­reses le proporcionan bienestar y confianza. Mishima se considera finalmente un hombre completo, digno de su propia estimación.

Sobre la sublimación de los instintos sexuales, Freud afirma:

". . .se incorporan como refuerzo, energías instintivas ori­ginariamente sexuales*31 32’ llegando a representar así posteriormente una parte de la vida sexual. Un individuo en el que se den estas circunstancias investigará, por ejemplo, con el mismo apasionado ardor que otros ponen en amar, y podrá sustituir así el amor por el estudio".*3 2 *

En 1957 emprende su segundo viaje alrededor del mundo. Visita a sus editores en Nueva York, hace los contactos iniciales para

(31) Subrayado del autor del ensayo.

(32) Sigmund Freud. “ Psicoanálisis del arte”, Alianza Editorial, 1979 (Pág. 20).

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montar sus obras de teatro Noh en esa ciudad. A su regreso al Japón, se entera que su madre está gravemente enferma. Decide cumplir con otro deber filia,: contraer matrimonio y brindarle ,a alegría de ver sus nietos antes de morir.

Conoce a Yoko Sugiyama a través de los intermediarios que en e, Japón arreglan los casamientos. Ella es hija de un pintor famoso, es bonita, y reúne las cualidades que Mishima desea en una esposa. La boda se celebra casi enseguida.

Fue una buena elección: Yoko y Mishima forman un hogar apacible. Tienen dos hijos, un niño y una niña, nietos que Shizué disfruta por muchos años, pues su enfermedad resultó ser menos seria de lo que se había diagnosticado originalmente.

Mishima se construye una regia mansión —estilo europeo— en las afueras de Tokio. A, lado construye una casa a sus padres. Por un tiempo su vida se torna metódica y disciplinada. Escribe en las altas horas de ,a noche. Varios días a ,a semana los dedica a la prác­tica de las artes marciales: el karate, e, kendo, y a gozar del so,. Así, trabajando física y mentalmente, conserva y aumenta su vigor corporal y ,a paz del espíritu.

Los doce años que a Mishima le quedan por vivir después de su boda con Yoko, son fértiles e intensos.

Basta recordar las frustraciones de su infancia y adolescencia para comprender por qué ahora que Mishima es dueño de su vida, satisface todos los gustos del ávido " niño" que siempre llevará dentro. Si sus juegos nos parecen a veces excesivos, recordemos que nunca será un hombre corriente. Mishima es un superdotado, inne­gablemente, un excéntrico.

Escribe teatro, actúa en sus obras; hace guiones para cine y es e, actor principal en sus películas. Diseña los afiches que anuncian sus obras; las portadas de sus libros; posa para reveladores álbumes de fotos que abanican su narcisismo; canta, incursiona en el mundo de la bohemia que irremediablemente le atrae; viaja incansablemente, casi siempre acompañado de Yoko. La literatura es siempre ,o más importante en su vida y escribe crónicas de viaje, ensayo, novela, cuento, poesía, Teatro Noh, teatro de marionetas, "Kabuki". Vive en

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toda su amplitud el Bun y el Bu de su vida.. . su espíritu se expande, sin olvidar el otro platillo de la balanza: la espada. Además de cul­tivar las artes marciales Mishima aprende a pilotear avión, se lanza en paracaídas, boxea, patrocina equipos deportivos, caballos de carrera. Le encanta la publicidad que rodea cada una de sus excen­tricidades. Su vitalidad es ahora exuberante, su salud a toda prueba.

Durante varios años su vida es feliz. Mantiene su familia al margen de la publicidad de su vida profesional. Es un padre amoroso y esposo atento. Sus hijos son extrovertidos, simpáticos, alegres. Yoko, además de ser una esposa dócil y comprensiva, le sirve muchas veces de secretaria y es excelente ama de casa.

A partir del año 1962, Mishima comienza a interesarse por la política de su país. Quizás no puede soslayar por más tiempo aquel remanente de culpabilidad que dejó en él su evasión de, servicio militar durante la Guerra. Ha agotado, además, la larga lista de frustraciones que tenía por compensar. Con pasión característica, Mishima se entrega a su patria. Se relaciona con importantes per­sonalidades del gobierno y del Jietai(33) que militan en la extrema derecha; con los que, en el Japón próspero de los años sesenta y setenta, abogan por la revisión de la Constitución de 1947 que proscribe al ejército y donde se emasculan las facultades del Empe­rador. Son ellos los herederos de la larga tradición imperialista del Japón, a la cual Mishima pertenece por derecho propio.

Mishima alberga la esperanza de que e, Jietai aseste un golpe al gobierno que propicie la revisión de la Constitución.

Dentro de ese marco de referencia, crea su Sociedad del Escudo, o "Tatenokai", un ejército privado formado por 80 jóvenes uni­versitarios. No es, como se ha insinuado, la aberración de un homo­sexual. Es la forma como cree servir a su patria, convirtiéndose en porta-estandarte simbólico del grupo imperialista del país.

El romanticismo que también subyace en la creación de, "Ta­tenokai" está patente en este pensamiento: "teme que en las con­diciones de normalidad del Japón de postguerra su vida sea aburrida,

(33) Jietai: las reducidas fuerzas sólo para auto-defensa que, con el tácito consentimiento de los Estados Unidos, se ha ido integrando en el japón.

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y no le ofrezca la posibilidad de mantener su pureza por lo que se une a un grupo de la derecha política, para hacerle oposición al futuro, y así estar cerca a la muerte aún en esa era de normali­dad".(34)

E, "Tatenokai", con su reducido número de miembros, di­fícilmente puede ser más que un símbolo. Sin embargo se comentaba que Mishima recibía apoyo oficial. El Jietai le dio entrenamiento en sus campamentos tanto a él como a los miembros del "Tatenokai".

Mishima desespera. La función de su "Tatenokai" le parece insuficiente. El efecto publicitario no ha bastado para sacudir la abulia del pueblo japonés. Decide dar un golpe espectacular, un mensaje tan auténtico que no pueda ser cuestionado. Mishima, e, idealista romántico, se convertirá en el Quijote japonés. El desilu­sionado y decaído Samurai está dispuesto a inmolarse por su patria.

Su desgaste psicológico lo predispone a cometer este acto. El conflicto de su homosexualidad hace nuevamente crisis. Su estado depresivo se une al desaliento que sus actividades políticas le causan y concibe un funesto plan de suicidio.

La idea de suicidarse no es improvisada. Todos los elementos que culminaron en su muerte estaban palpitantes en la personalidad de Mishima. Su obsesión con la sangre y la muerte violenta; su negativa a morir por decrepitud; su esteticismo morboso que re­clamaba, no sólo una vida bella, sino una muerte artística; su cul­tivado estoicismo; su increíble autodisciplina. . . y sobre todo, su persistente romanticismo.

Para que un occidental comprenda el significado profundamente espiritual que la muerte por Seppuku tiene para los orientales, es imprescindible que conozca algunas de las asociaciones simbólicas que el acto encierra. Para el japonés, las emociones y los senti­mientos radican en el vientre. Tienen expresiones que así lo indican, como cuando dicen: "el estómago está en huelga" para decir que la persona esta disgustada. "Hombre con un estómago negro" es alguien en quien no se puede confiar. "Convencer al estómago" es

(34) Yukio Mishima. “Los Colores Prohibidos”.

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sencillamente decidirse. Sobre todo, es en e, vientre donde reside, para el japonés, la sinceridad. Por eso, desde los primeros Samurais, aquellos labriegos que dejaron el campo por ,a espada, la manera de demostrar la sinceridad, la virilidad y el pundonor consitía en abrirse el abdomen y literalmente mostrar las entrañas.

Corre el año de 1970. Con varios meses de anticipación, Mi­shima planea su suicidio. Escoge el 25 de noviembre.

Incorpora al plan a cuatro jóvenes del "Tatenokai" que son incondicionalmente fieles. Uno de ellos, su segundo en mando, decide morir con él. El plan consiste en concertar una cita con el oficial del Cuartel de, Jietai en Tokio. Una vez en su oficina, Mishima ,e solicitará que congregue a todos los reclutas en la plaza principa, para arengarlos. Usará la fuerza si es necesario para conseguir su objetivo. Una vez reunidos los soldados, les dirigirá su último men­saje. Alienta la leve esperanza que sus palabras movilicen e, anhelado golpe de Estado. De fallar, Mishima regresará a la oficina del General, donde ejecutará e, "Seppuku" para demostrar definitiva e irrevo­cablemente ,a seriedad de la situación nacional.

La ética Samurai ,o orienta: la deshonra de, fracaso se borra con ,a muerte. Monta recibe instrucciones de decapitarlo para no pro­longar la agonía, una vez Mishima se haya abierto el vientre. Muerto Mishima, Morita ,o seguirá, haciendo a su vez el Seppuku. Los otros tres jóvenes reciben ,a consigna de no morir. Ellos deberán portar su patriótico mensaje en e, juicio que habrá de seguir.

Ta, como Mishima ,o había planeado, a, medio día de un frío 25 de noviembre, tras haber sido vilipendiado y abucheado por los soldados/355 Mishima arrodillado se abre las entrañas y muere decapitado sobre la alfombra del despacho de, General Mashita. Con él, muere Morita/365

(35) Las reformas educativas del General MacArthur en 1947 introdujeron un nuevo enfoque en los salones de clases. Se alentó la actitud crítica del orden social, y sobre todo, la necesidad de la paz como pre-requisito de la nueva, mejor sociedad nipona. A estos soldados de la nueva generación, el mensaje de Mishima no pudo llegarles.

(36) Se ha especulado que Mishima y Morita fueronamantes.Creemos que su relación era idealizada, del tipo que Mishima describe en su “Comentario al Hagakure”: “Cuando el amor por una mujer o un hombre es puro y casto, no se diferencia de la lealtad y la devoción hacia su Soberano. A este concepto del amor, que no distingue entre eros y ágape, se le llama “amar a la Familia Imperial”, y se basa en el firme convencimiento de que el sentimiento que emana de una sinceridad instintiva y pura conduce di­rectamente a un ideal por el cual se debe morir si es necesario”.

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Esa mañana, antes de salir de su hogar, sin despedirse de esposa, hijos, ni padres, Mishima dejó una nota junto a su último manuscrito.

La nota decía: "La vida humana es limitada, y yo quiero vivir para siempre".

La primera parte de este mensaje está en e, Libro Segundo del "Hagakure", citada por Mishima en el epígrafe a su Comentario de ese libro. Nos da la Cave: sus postreros pensamientos se nutrían de esa fuente.

El suicidio de Mishima no fue un impulso nacido en un mo­mento de confusión mental. No fue tampoco, la última burla del excéntrico. Mishima le dio a su vida el valor más elevado posible, un abono al honor de su patria. Así saldaba una antigua deuda, a la vez que aspiraba a la inmortalidad del héroe.

Mishima hace mutis de la vida cumpliendo con las normas que se había trazado: con honor, como un Samurai, concienzu­damente, como un escritor. El drama entre la pluma y la espada ha terminado. Se cierra el telón.

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BOCETO CRONOLOGICO

1925 Nace en Tokio Kimitaké Hiraoka, el 14 de enero, en casa de sus abuelos.

1928 Nace su hermana Mitsuko.

1930 Nace su hermano Chiyuke.Ingresa a la famosa escuela "Gakushuin” (Colegio de Nobles).

1936 Sus padres se mudan. Mishima queda con su abuela.

1937 Dado que la salud de su abuela se deteriora, Mishima es de­vuelto a sus padres.Ingresa al Segundo Ciclo del "Gakushuin".

1939 Se asocia al Nippon-Roman-Ha (intelectuales de tendencia romántica).Muere Natsuko, su abuela.

1941 Japón entra en la Guerra.

1942 Azusa, su padre, se jubila y abre su bufete de abogado.Muere el abuelo de Mishima, Jotaro, a los 80 años. Escribe su primera novela juvenil " Hanazakari-no-Mori".

1944 Se gradúa con honores del " Gakushuin". Recibe un reloj de plata de manos del Emperador.Ingresa a la Universidad Imperial de Tokio.

1945 Es enviado a trabajar en la fábrica de aviones Kamikazes. Japón se rinde el 15 de agosto.Su hermana Mitsuko muere de tifoidea.

1946 Mishima conoce a Yasunari Kawabata

1947 Se gradúa con honores de la Facultad de Derecho.Ingresa al prestigioso Ministerio de Finanzas.

1948 Renuncia a su puesto para dedicarse a la literatura.El 25 de noviembre comienza a escribir " Confesiones de una Máscara".

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1949 Se publica "Confesiones de una Máscara", que lo consagra como escritor. Sufre crisis emociona,.

1950 Publica "Sed de Amor", su siguiente éxito.

1951 Emprende su primer viaje alrededor del mundo.Regresa siete meses después, renovado mora, y físicamente.

1954 Publica "Los Colores Prohibidos", novela que había comen­zado en 1950.Publica el "Rumor de las Olas" concebida durante su viaje a Grecia en 1951, ,a cual gana un Premio de ,a Editora Shin- chosa. E, Ministerio de Educación la recomienda como texto

de estudio.

1956 Escribe "E, Templo del Pabellón de Oro".

1957 Hace su segundo viaje a, extranjero: visita Europa, Estados Unidos y Brasil.

1958 Contrae matrimonio con Yoko Sugiyama, hija de un famoso pintor japonés.

1959 Construye su casa en Magome.

1960 Hace otro viaje alrededor de, mundo, esta vez con Yoko. Nace su hija Noriko.Publica "Después de, Banquete".

1961 Nace su hijo Ichiro.

1962 Comienza su asociación con políticos radicales.

1963 Publica "El Marino que Perdió ,a Gracia de, Mar".

1964 Cubre los Juegos Olímpicos de Tokio para ,a prensa.

1965 Visita Inglaterra, huésped del Gobiernobritánico.Escribe "Madame de Sade", teatro.

1966 Escribre su ensayo " Patriotismo", que presagia su ardor

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pol ítico.Comienza su tetralogía "El mar de la fertilidad".

1967 Escribe su "Introducción al Hagakure".

1968 Se rumora que es candidato al premio Nobel. En vez de él, lo recibe Yasunari Kawabata.

1968 Funda el "Tatenokai", o Sociedad del Escudo, un ejército privado.Publica los dos primeros tomos de la tetralogía, " Spring Snow", y "Runaway Horses".

1970 Publica "The Temple of Dawn" y con "Decay of the Angel", cierra su tetralogía.Octubre de 1970, posa para un álbum de fotografías titulado: "La Muerte de un Hombre" (sin publicar).Noviembre 12 al 19 colabora en una exhibición dedicada a su vida en el Almacén Tobu de Tokio.

25 de noviembre de 1970: Se suicida públicamente siguiendo el ritual Samurai del Seppuku.

Le sobreviven sus padres, esposa e hijos y su hermano..

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LIBRO IV

QUITANDO LA MASCARA A MISHIMA

"El progreso de un artista es un continuo auto-sacrificio, una extinción continua de la perso­nalidad".

T. S. Eliot

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QUITANDO LA MASCARA A MISHIMA

"Confesiones de una Máscara", novela corta, es la obra auto­biográfica por antonomasia de Yukio Mishima. Fundamental para descifrar la enigmática personalidad de este eximio escritor, debe ser la puerta de entrada a su rica y extraordinaria obra posterior.

Algunos críticos consideran que ésta es su mejor novela. Otros asignan ese cimero lugar a diferentes novelas suyas. Pero, aunque Mishima es un escritor de quien se dice que todas sus obras son magistrales, es indudables que "Confesiones" es la clave de su extra­vagante filosofía, que plasma indeleblemente en toda su literatura.

"Confesiones" es la historia de un adolescente que rememora su sombría niñez. En ella describe cómo concibió su distorsionada visión de la vida, del sexo, de, placer, su extraña idea de ,a belleza. Finalmente, cómo se convirtió en homosexual.

Al sentir que sólo es estimulado por otros muchachos, e, joven coloca una máscara ante e, rostro para esconder su penosa realidad a los demás.

El fenómeno de la inversión sexual ha sido bien analizado por Freud:

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“The sexual ideal may enter into an ¡nteresting relation to the ego ideal. In such cases, a person may "love" someone who posseses excellencies which he never had at all."(1)

Tal es el desplazamiento afectivo que le ocurre al protagonista. Se "enamora" de compañeros fuertes, saludables, a quienes no interesan las actividades de la mente. En otras palabras, de sus antítesis. Mishima lo reconoce:

"Al levantar la vista y mirar a aquel muchacho, me sentí ahogado por el deseo, pensando " quiero cambiarme por él"; pensando "quiero ser él".(2)

La novela culmina con una escena de gran valor literario: tras hacer un esfuerzo monumental por enamorarse de una muchacha, el protagonista reconoce su fracaso al sentirse irremediable, nefas­tamente atraído por un joven que ha visto sentado a la mesa contigua en el lugar de diversiones al que ha llevado a su novia. A, finalizar la historia queda planteado el terrible dilema: ¿Cuál es el destino de este joven que además de ser homosexual, es brillante y orgulloso, creyente sincero en las viriles cualidades del Samurai?

(1) "El ideal sexual puede iniciar una relación interesante con el ideal del ego. En esos casos, una persona puede “amar” a alguien que posea las excelencias que él nunca poseyó”. S. Freud.

(2) Yukio Mishima, “ Confesiones de una Máscara”. Editorial Planeta, 1979. Pág. 13. Subrayado de Mishima.

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— LAS ENTRE LINEAS DE " CONFESIONES"—

1. ¿QUE PRESAGIA EL TITULO DE LA NOVELA"?

Como ocurre con casi toda la novelística de Yukio Mishima, el título señala claramente qué clase de novela es.

"Confesiones de una Máscara" anuncia, primero, que es una novela psicológica. Que el tema es escabroso, ya que es propio de una confesión. Sugiere, también, que es una autobiografía. El símbolo de la máscara nos anticipa que el confesante tiene dos caras. La falsa máscara que presenta al mundo, la faz verdadera que aquí revela.

Por último, se confiesa para alcanzar una catársis, lo que da pie a pencar que esa es otra finalidad de la novela.

Muchos otros títulos de Mishima son igualmente transparentes: "Sed de Amor", " Cólóres Prohibidos": "Después del Banquete": " E, Templo del Pabellón de Oro": "El Rumor de las Olas": "Ma­dame de Sade".

En la novela "El Marino que perdió la gracia del Mar", el título es más retórico. Mucho más complejo aún es el de su última obra, la tetralogía "El Mar de la Fertilidad". Este, según Mishima, se refiere a la fútil ilusión de fertilidad que, a la distancia, proyecta el mar de arena en la faz de la luna que lleva ese nombre. Dado que la tetralogía fue su testamento literario, parece aludir inequívocamente a su propia vida.

2. ¿CUMPLIO "CONFESIONES" SUS PROMESAS?

En gran parte dio en el blanco. La novela es un drama psico­lógico, se intuye que es autobiográfico, que es una confesión. Aún' más, plasmó una crítica indirecta a los patrones arcaicos de sl sociedad. Pero, en lo personal, no le brindó a Mishima el respiro emocional que tanto ansiaba.

Es bien conocido en psicoanálisis que remover recuerdos trau­máticos es un proceso doloroso que tiende a recrudecer los síntomas. Sólo cuando el paciente comprende y acepta un pasado que ya no puede cambiar: cuando decide cambiar lo que áun esté a su alcance;

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y cuando acepte la responsabilidad de su futura felicidad, podrá encontrar la paz. Como en efecto le ocurrió a Mishima más tarde. La crítica que Mishima inconscientemente hace al sistema —a la orga­nización familiar, las tradiciones culturales—ameritan una evaluación disciplinada y objetiva al margen de éste trabajo. Baste señalar que en “Confesiones" se percibe diáfanamente la interrelación del sistema familiar y el problema sexual de, protagonista.

"La conducta humana, indudablemente, se modifica por obra de, complejo de instituciones sociales en e, cual se desarrolla".*3’

3. PERO, ¿ES "CONFESIONES" REALMENTE UNA NOVELAAUTOBIOGRAFICA?

Sí, ,o es. Mishima apenas si añadió los suficientes artificios novelescos para enmascarar su propia identidad, tales como cambiar los nombres y enriquecer artísticamerite ,a realidad. El mismo hecho de que e, protagonista casi no tenga nombre*4’ y que el estilo na­rrativo sea en primera persona, apuntan hacia él.

La naturaleza autobiográfica de ,a novela se corrobora de muchas otras maneras. El entorno y los principales acontecimientos, coinciden exactamente con e, entorno y ,a cronología de la infancia y adolescencia de Mishima harto conocidos. Se ha dicho que e, último Capítulo se aparta de la realidad, ya que no se le conoció ninguna novia. Pero aún cuando el autor se tomase más libertades, é, mismo admitió que, en esencia, e, incidente es fidedigno.*5 ’

Mishima utilizó e, mismo escenario. La casa familiar donde transcurre ,a infancia del protagonista, su escuela — e, "Gakushuin"— sus aficiones, los miembros de la familia con todas sus idiosincrasias, concuerdan. La abuela enferma y neurótica es indudablemente la Natsuko que lo crió. E, personaje tuvo dos hermanos, y la hermana

(3) Ernest Nagel, “Problemas Metodológicos de las Ciencias Sociales” Editorial Educa, 1971, Pág. 181

(4) Sólo en dos ocasiones, en toda la novela, se dice el nombre de Kochan, cuya inicial, significativamente, es la misma del verdadero nombre de Mishima, Kimitakd.

(5) Se lo manifestó a su amigo y biógrafo Henry Scott Stakes contestando a su pregunta.

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(como en la vida real) muere a los diecisiete años. Durante la Guerra, ocurrió cuanto describe respecto a su servicio militar. Y así suce­sivamente.

4. AUNQUE PUEDA CORROBORARSE EL ENTORNO, ¿SEPUEDE PRESUMIR LA AUTENTICIDAD DE LA EXPERIENCIA PSICOLOGICA, TAN INTANGIBLE?

Lo que convence es el tono de veracidad. La emoción auténtica que comunica el protagonista. La coherencia del proceso psicológico, clínicamente reconocido: la manera como coinciden las circuns­tancias del medio ambiente y la respuesta psíquica, serían imposibles de inventar con tal exactitud.

Añadido a lo anterior, las repercusiones en la vida subsiguiente de Mishima, sus excentricidades y su suicidio, corresponden exac­tamente al cuadro. Y, como tan bien conocen los psiquiatras y los psicólogos: "De tal infancia es lícito sospechar esa alteración de la personalidad"/6}

Al tratar de establecer la autenticidad subjetiva, no debe ser menos importante indagar cuál fue la intención del autor.

Mishima, desde e, primer párrafo, quiere vencer la suspicacia del lector.

Todo autor necesita crear su realidad ficticia y convencer de ella al lector. Pero Mishima se sobrepasa. Es evidente que quiere esta­blecer que se trata de una "realidad ficticia real".

Comienza el libro con una aseveración difícil de aceptar:

"Durante muchos años, afirmé que podía recordar cosas que había visto en el instante de mi nacimiento".

(6) Joseph Campbell, “The Portable Jung”.

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Pero hábilmente se anticipa a la incredulidad que producen sus palabras introduciéndola él mismo:

"Cuando decía eso, los mayores, al principio se reían:"*7 J

Mishima insiste: refuerza su caso con una pluralidad de re­cuerdos precoces, lujosamente descritos, hasta convencer al lector de que, aunque se salen de la experiencia común, realmente sucedieron. Se trata de un niño especial.

Véase cómo lo va logrando:

"Hay otro recuerdo primerizo, referente a un libro con ilustraciones. Aprendí a leer a los cinco años de edad, y todavía no pude leer el texto de aquel libro, por ,o que seguramente se remonta también a mis cuatro años".*8)

Sus explicaciones lógicas y la categórica sinceridad' de sus emociones, convencen al lector.

Corroborando aún más la dinámica del drama psicológico, está el hecho de que toda la literatura de Mishima tiene un fondo auto­biográfico. Podría decirse que, como escritor, tenía esa falla, atri­bútale a su obsesiva necesidad de comprenderse a sí mismo. Lo destaca en "Confesiones":

"Porque haber descubierto que algo era íntegramente falso resultaba menos doloroso que torturarme con las dudas acerca de qué parte era falsa y qué parte verdadera. Me había acostumbrado poco a poco a esa deliberada manera de desenmascarar mis falsedades ante mí".(9)

Esa necesidad motivó que toda su literatura fuese una eterna reflexión. Tenía un alma tan rica en contradicciones, que le sumi­nistró material para todos sus personajes.

(7)

(8)

(9)

Mishima, op. cit. Pág.7

Mishima, op. cit. Pág.15

Mishima, op cit. Pág. 135.

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"Confesiones de una Máscara" es una novela que no pudo haber sido escrita sino por la víctima. Alguien que además, tuviera una sensibilidad excepcional y un gran talento.

El que se conjugaran en Mishima todos los elementos es una coincidencia afortunada para la literatura, ya que produjo esta obra maestra.

5. ¿POR QUE ESCRIBIO MISHIMA ESTE "LIBRO RARO",COMO EL MISMO LO TILDA?

Mishima le daba una explicación de tipo determinista. Creía que estaba escrito en su destino:

"Me habían preparado, por así decirlo, un menú completo de todos los problemas que tendría en la vida, cuando, por mi corta edad, todavía no podía leerlo. .. Incluso el hecho consistente en que llegaría a escribir un libro tan raro como el que ahora escribo, constaba con exactitud en aquel menú, y este hecho forzosamente tuvo que estar ante mi vista desde el principio"/10)

Realmente, la escribió por una urgencia psicológica. La obra brota de, subconsciente de Mishima inexorablemente. Sin lagunas: no se nota esfuerzo.

El hombre está en crisis y necesita examinar, a la luz de, día, los conflictos que subrepticia, infructuosamente, ha manoseado tras su máscara.

Recreando verba,mente su infancia y su adolescencia, e, joven Mishima intentaba comprender el proceso que había culminado en su homosexualismo.

Véase el Prólogo de " Confesiones". Allí se encuentra otra prueba de la angustia existencia, que ,e exigía respuesta. E, párrafo que Mishima escoge de Dostoievsky es terrible y revelador:

(10) Mishima, op. cit. Pág. 18

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. . . "Forjamos las hipótesis que podemos, sin llegar jamás a certeza alguna. No puedo siquiera soportar el pensamiento del hombre de corazón noble y mente pura, que comienza con el ideal de la Santa Virgen y termina con e, ideal de Sodoma. Es más espantoso todavía que el hombre con el ideal de Sodoma en su alma no renuncie al ideal de la Santa Virgen, y que, en el fondo de su corazón todavía arda, arda sinceramente, en deseos de alcanzar el bello ideal, ,o mismo que en sus días de juvenil inocencia".

Dolor que Mishima reitera en la novela:

"En realidad, de entre todas las clases de degradaciones que se dan en el mundo, la decadencia de la pureza es la más maligna"/1 X)

Este fue el dilema que Mishima nunca llegó a resolver com­pletamente, a pesar de desgranarlo minuciosamente en su literatura. Como escritor quería, además, revelar ese extraño universo del inadaptado. No le interesaba describir lo consabido:

"Creo que lo más pertinente es omitir esos aburridos detalles, ya que, caso de no hacerlo, no haría más que repetir lo que todos sabemos"/11 12> refiriéndose a un período de su adolescencia cuando su vida era rutinaria y normal.

Vale señalar que al obviar los detalles que no incidían en el drama espiritual, Mishima hace gala en "Confesiones" de una sabia economía literaria que no siempre caracterizó su obra, (algunas de sus novelas, como " Colores Prohibidos", son casi barrocas) reflejo sin duda, de la beneficiosa influencia de sus recientes estudios del Código Civil, tradicional monumento de concisión y claridad.

Por último, considérese que Mishima acababa de renunciara su trabajo para dedicarse a la literatura. Eso lo comprometía a escribir una obra importante. Intuyó, certeramente, que en su propio drama estaba el germen de una obra maestra.

(11) Mishima, op. cit. Pág. 66.

(12) Mishima, op. cit. Pág. 109

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"On n'est pas du tout libre d'ecrire telle ou telle chose. On ne choisit pas son sujet. Le secret des chefs-d' ouvre est lá, dans la concordance du sujet et du tempérament de l'auteur".(13)

6 ¿DE QUE FUENTES E INFLUENCIAS SE NUTRE " CON­FESIONES"?

La infancia y la adolescencia de Mishima fueron las fuentes más ricas. Su familia y el drama de su homosexualidad. Es de ahí de donde emerge el tema, el protagonista, los personajes secundarios, hasta el escenario.

El espíritu romántico de “ Confesiones" que esencialmente coincide con la naturaleza de Mishima, tiene origen en sus lazos con el Movimiento Romántico Japonés. Mishima leyó a los máximos exponentes del grupo romántico, entre ellos a Shizuo Ito, el mejor de los poetas románticos japoneses: además al profesor Hasuda, que tanta influencia ejerció en su pensamiento.

El lenguaje elegante y cuidadosamente matizado, (Mishima es un novelista-artista) rememora a Junichiro Tanizaki, el brillante escritor japonés de la generación anterior a Mishima (autor del clásico "Las Hermanas Makioka") a quien leía y admiraba, y a quien menciona en la novela. Tanizaki tiene en común con Mishima además su preocupación por la desaparición de la antigua cultura nipona, que en Mishima se manifestaría en obras posteriores.

La marcada autocrítica que prevalece en "Confesiones" puede atribuirse al ejemplo del escritor japonés de principio de Siglo XX, Ogai Morí, a quien Mishima manifiestamente trataba de imitar como escritor y como hombre. Ogai Morí se distinguía por su dicción intelectual y masculina: por su rigurosa insistencia en la pureza del lenguaje, y en lo personal, por su moral estoica.

Una fuente no menos trascendental es la historia de su pueblo. La tradición cultural japonesa había sido tan asimilada por Mishima a

(13) “Uno no es del todo libre de escribir tal o cual cosa. Uno no escoge sus temas. Elsecreto de las obras maestras está en eso, en la concordancia del tema y el tempe­ramento del autor”. Flaubert.

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través de la lectura de los clásicos, que la llevaba en los huesos. Ese sentido histórico, que es un sentido de lo presente del pasado, es lo que hace a un escritor tradicional. "Confesiones" tiene una deuda importante con las letras europeas. Hay un contagio de Dostoievsky, a quien Mishima cita en el Prólogo, y de quien adoptó ese buceo del alma humana. Este modo le resultó tan afín a su temperamento introspectivo que lo mantuvo durante toda su carrera literaria.

Gracias a ,a densidad espiritual que les otorga la introspección los personajes de Mishima "cristalizan"/14 15’

Thomas Mann, a quien Mishima admiraba por encima de todos los otros escritores europeos, se entromete en ese aire exótico, misterioso de " Confesiones".

"Desde entonces, me he preguntado qué fuerza los impelió a actuar de aquel modo. Ni siquiera ahora lo sé. ¿cómo pudieron aquellas docenas de jóvenes Itegar repentinamente a la decisión instantánea y unánime de entrar en torrente en nuestro jardín? .Con complacida pasión, destruyeron las plantas del jardín.Fue una invasión devastadora. El jardín delantero, que había perdido todo su interés para mí desde hacía mucho tiempo, se transformó en un mundo diferente. El altar fue paseado por todo el jardín, palmo a palmo, y los arbustos, arrancados con el sonido de las ramas al quebrarse, fueron pisoteados. Para mí, resultaba difícil incluso decir qué era lo que ocurría. . . ""En aquello sólo hubo una cosa vivi­damente clara, una cosa que me horrorizó y me hirió, dejando mi corazón rebosante de indecible angustia.Era la expresión de la cara de los jóvenes que llevaban el altar, una expresión de la más obscena y flagrante embriaguez. .. "{15)

También se respiran aires Kafkianos en la siguiente escena surrealista y espeluznante:

(14) Entendiendo el término como lo utiliza Stendhal en sus “Estudios sobre el Amor”.

(15) Mishima, op. cit. Pág. 33.

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"Ocurría en un sótano. Se celebraba un banquete clan­destino. Elegantes candelabros arrojaban su luz sobre impolutos manteles blancos. Cubiertos de plata flan­queaban los platos. Incluso había los habituales búcaros con claveles. Pero lo más curioso era que el espacio vacío, en el centro de la mesa tenía insólita extensión. Extremadamente grande tenía que ser la fuente que trajeran y allí depositaran.Uno de los invitados me preguntaba: ¿Todavía no?El rostro de ese invitado estaba sumido en la sombra, por lo que no podía verlo. Por su solemne voz parecía hombre de avanzada edad.... Yo contestaba:—No puede faltar mucho.... Y así levantaron al muchacho inconsciente y lo de­jaban boca arriba en la fuente.Luego, silbando alegremente, pasaban una cuerda por los orificios en los lados de la fuente, dejando el cuerpo firmemente atado. Sus ágiles manos trabajaban en expertos movimientos. Colocaban artísticamente alrededor del cuerpo desnudo unas grandes hojas de ensalada, así como un cuchillo y un tenedor insólitamente grandes"/16}

La filosofía decadente de Oscar Wilde está en evidencia en toda esta novela. Es el hálito decadente que culmina su análisis "de profundis" del subconsciente.

Los rasgos románticos que perduraron en su literatura, a pesar del desbrozo al que su proceso de maduración la sometió, —el sen- sacionalismo, el melodrama, ,o grotesco, lo artificioso— contri­buyeron al éxito que Mishima alcanzó también como dramaturgo. Escribir teatro era su actividad literaria preferida. En el Japón, algunos críticos ,o consideraban potencialmente mejor dramaturgo que novelista.

Mishima mismo alude a numerosas fuentes, como son el clínico alemán Hirschfeld sobre el tema de, homosexualismo, o Huysmans, al hablar de Juana de Arco.

(16) Mishima,op. cit Págs. 86 y 87.

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Esta era la época en que leía traducciones de obras europeas, de las cuales aprendió mucho.

Mishima detectó las deficiencias de las letras japonesas que limitaba sus lectores allende el mar.

Aspiraba a un auditorio internacional. A eso obedece que en "Confesiones", audazmente adoptara las mejores técnicas de las letras occidentales, con las cuales ya estaba íntimamente familia­rizado. Ese eclecticismo estilístico enriqueció la novela, le dio un paso más dinámico del que acostumbra tener ,a novelística japonesa, y contribuyó a su éxito mundial.

7. ¿CUALES SON LAS CARACTERISTICAS MAS SOBRE­SALIENTES DE LA NOVELA?

Comencemos por reconocer que es una novela técnicamente muy eficaz. El tema de índole psicológico es apto para el género novela. Mishima jerarquiza acertadamente la acción externa y ,a vida interna que es la médula.

La secuencia cronológica es ordenada: Mishima no introduce cambios bruscos de paso y el tiempo se sucede de manera uniforme, compuesto de minuciosidades, pero sin detenerse. Hay un antes y se llega a un ahora; una de las características de Mishima es que nunca comienza una obra "in medias res". Su mente lógica lo libera?, de tales artificios. No hay contradicciones. El tema es único y, sobre todo, hay un sólo personaje, sólido y convincente, que domina la escena novelística. Todo lo cual ,e da su unidad formal.

Hay varias perspectivas en "Confesiones". El punto de vista del protagonista: del inadaptado que vive en un limbo paralelo a la sociedad, en un mundo que tiene su propio concepto de la belleza, pero que lo aísla obligándolo a crearse otra realidad para nutrir los vertiginosos vacíos que la soledad le impone. Una segunda pers­pectiva es la de la Sociedad, que Mishima introduce sutil, subrep­ticiamente, a través de la autocrítica. La Sociedad está presente en la voz de la conciencia y lo enjuicia, porque al no ajustarse a los patrones convenidos, la pone en peligro. Otra perspectiva es la que representa el mundo fantástico del protagonista ante la realidad.

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Mishima recurrió a la interpolación y a la autocita al margen del tema en varias instancias. La divagación es un recurso habitual en la literatura oriental, cuyo peligro evidente es debilitar la unidad temática. En " Confesiones" pudieron desecharse y beneficiar la novela, cuya homogeneidad temática subsiste gracias a la fuerza de los otros elementos.

Mishima estimó que el insertar esos escritos contribuiría a convencer aún más a sus lectores.

Véase cómo lo explica:

"A fin de defenderme de la acusación de estar atribuyendo al ser que yo era en aquellos tiempos, una capacidad de análisis que no he poseído hasta hace poco, séame per­mitido insertar aquí unos párrafos de algo que escribí a los quince años de edad. .. "(17) 18

Como novela psicológica, “ Confesiones" logra tan perfec­tamente su propósito, que ha sido calificada de " historia clínica perfecta."118 ’ Su método para lograrlo es convencional. Mishima ilumina los laberintos del alma, describe el proceso interno de la mente, la naturaleza de las emociones y los sentimientos. Lo logra magistralmente.

A pesar de que el tema es controversial y lacerante, a pesar de su naturaleza esotérica y del enfoque subjetivo, Mishima conserva una impasibilidad elegante que redime las manifestaciones decadentes de la novela. No pide concesiones, no cae en el sentimentalismo. Es literatu ra:

"Teniendo en consideración la edad que a la sazón tenía, parece que fui un muchacho con singular carencia de interés por lo que se denomina "limpieza moral", o, dicho en otras palabras, que carecía del arte del " dominio de mí mismo". Incluso en el caso de que pudiera explicar lo

(17) Mishima, op. cit.

(18) Por el español Dr. Juan Antonio Vallejo-Nágera.

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anterior por el medio de decir que mi curiosidad excesi­vamente intensa no me predisponía de una forma espon­tánea a sentir interés por la moral, quedaría en pie e, hecho de que esa curiosidad no sólo guardaba parecido con las desesperanzadas ansias de vivir en el mundo exterior que siente el inválido confinado en cama, sino que también estaba indisolublemente unida a la creencia en la posi­bilidad de que lo imposible se transformare en realidad.Esa combinación era lo que daba a mis sentimientos tal intensidad que parecían ambiciones desesperadas"’19}

A pesar de su juventud, sus pensamientos en " Confesiones" están saturados de una melancólica madurez:

"Conservaba la esperanza, y esperaba con ansia los des­conocidos cielos azules del día siguiente. Fantásticos sueños del viaje venidero, visiones de las aventuras añejas, la imagen mental de la persona que algún día yo llegaría a ser en el mundo, y de la bella novia que aún no había vislumbrado, mis ansias de alcanzar la fama. . . todas esas cosas se encontraban en aquellos tiempos ordena­damente guardadas en un baúl, igual que si se tratara de la toalla, el cepillo, la pasta para los dientes y la guía de viajes".12 0)

Al obliterar al narrador, dejando al protagonista discurrir en primera persona a todo lo largo de la novela, Mishima encontró ciertas limitaciones, algunas insalvables, como la imposibilidad de crear personajes secundarios vitales. Por ejemplo, Omi, el mu­chacho a quien describe como su primer amor, y Sonoko, ,a jovencita que lo entusiasma momentáneamente, son seres planos, sin vida, debido a que sólo los conocemos a través de los ojos del protagonista, o sea, objetivamente, y no mediante la omnisciencia del autor.

"Omi tenía unos cuantos años más que nosotros debido a que había perdido el curso dos o tres veces. Físicamente nos superaba a todos, y en los contornos de su cara se 19 20

(19) Mishima, op. cit. Pág. 103.

(20) Mishima, op. cit. Pág. 106.

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veían los signos de una juventud privilegiada que nos dejaba a todos en pañales. .. Recordé su elegante apostura de jefe de escuadra, de aquel Omi que era el favorito del instructor militar. . . "(21)

Al restringirse a describir sus rasgos exteriores, sólo su realidad física, los convierte en seres quietos y mudos, objetos, más que individuos.

La voz del protagonista es clara, analítica:

"Y así llegó el momento, en que de una forma o de otra, me veía obligado a dar- los primeros pasos en la vida. . .Para comenzar el periplo debí adoptar una determinada actitud desde el primer momento, y esa actitud consistió en pensar que bastaba con ser una "máquina de fabricación de falsedades"/21 22’

A pesar de leer a Mishima traducido, y alguien dijo que "a los traductores, como a las mujeres hermosas, les es muy difícil guardar la debida fidelidad"/23 24 ’ se distinguen esas cualidades que los críticos japoneses tanto ponderan. Su énfasis en el aspecto forma,; el lenguaje elegantemente manejado, su rico vocabulario, su estilo puntilloso. Sus figuras literarias:

"Las rocas se hundían en la sensación de profunda abun­dancia del mar, y parecían soñar en boyas liberadas de sus amarres"/2 4)

. . . aunque en " Confesiones", sus metáforas no son tan fre­cuentes ni tan elaboradas como lo serán en sus obras posteriores.

Mishima es un mago de las descripciones de objetos y lugares. Su actitud ante las cosas que describe es tan prolija, tan atenta, que

(21) Mishima op. cit. Pág. 46.

(22) Mishima,op. cit. Pág. 97.

(23) Los actuales traductores del japonés al inglés son excepcionales, dado que son una generación de intelectuales con méritos literarios propios, como son Edward Sei- densticker, Donald Keene, John Nathan, y otros.

(24) Mishima, op. cit. Pág. 78.

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logra darles vida, cosa que no consigue en "Confesiones" con los personajes secundarios. Tal ocurre con la casa familiar, a la que insufla vida propia y peculiares estados anímicos:

"Se trataba de un edificio de ostentosas pretensiones, en una esquina, con aspecto destartalado y que causaba impresión de sordidez y decadencia. Tenía una imponente verja de hierro, un jardín delante y un vestíbulo estilo occidental de la amplitud de una iglesia de suburbio.Su forma era escalonada y en el nivel superior tenía dos niveles, en tanto que en el inferior tenía tres. Sus numerosas estancias se hallaban siempre en triste pe- nunbra, y la servidumbre estaba constituida por seis criadas. En aquella casa, que gemía igual que una vieja cómoda, diez personas se levantaban por ,a mañana y se acostaban por la noche"/25-’

Es una casa como su familia: con pretensiones, venida a menos, pero orgullosa. Y tenía un estado de ánimo: la tristeza. Mishima le atribuye sentimientos, estatus social, una senilidad gimiente.

Sus descripciones abundan en adjetivos que le transmiten pasión al mundo que describe: " gimiente armadura", "hermosas y coloradas mejillas", "ciudad esplendente" "ojos esplendentes" "rebosando esplendor y misterio", "gritos maravillosamente altos" "rebosante de indecible angustia" "obscena y flagrante embriaquez", etc.

He aquí cómo nos describe el paisaje que contempla camino a la escuela:

"Mientras contemplaba la ciudad que se extendía ante mis ojos, desde la ventanilla del ferrocarril elevado, el nevado panorama sobre el que aún no incidían los rayos del sol naciente, antes era sórdido que bello. La nieve parecía un sucio vendaje que ocultara las heridas abiertas de la ciudad, que ocultara aquellos irregulares surcos formados por las

(25) Mishima, op. cit. Pág. 9.

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calles de irregular trazado y por las tortuosas callejuelas, aquellos patios y aquellos escasos solares, que constituyen la única belleza que cabe hallar en el panorama de nuestras ciudades"/26’

Hay otro mérito en esta novela. Es el equilibrio con que Mi­shima conjuga la sombría subjetividad del drama psicológico y la subyugante vitalidad que prevalece en la obra. ¿Cómo lo logra?

A través de metáforas y una eficaz adjetivación. Nótese el uso repetitivo de sus adjetivos favoritos (esplendente, luminoso, res­plandeciente,. deslumbrante) que transmiten esa visión sensual y brillante del mundo:

"No pude evitar la fantástica imagen de que aquel sonido era e, del esplendor al caer sobre todas las cosas. Blancas y relucientes porciones de aquel esplendor se arrojaban en suicida gesto desde los tejados a la triste capa que cubría la calle, ensuciada por los zapatos de los transeúntes"/27’

8. ¿COMO ES EL CARACTER DEL PROTAGONISTA?

Mishima lo describe:

"respetuoso de los mayores", " inestable","de frágil constitución", "con mi petulante tosecilla", mis ideas tocante a la existencia humana jamás se han apartado de la agustiniana teoría de la predeterminación", " el placer inicial quedaba aderezado con los goces de lo furtivo", "mi invertido sentido del deber social", " todos mis conceptos eran fijos e invariables", "sentía remordimientos", "me había acostumbrado a desenmascarar mis falsedades", "si fuera una persona normal", " con el trágico papel que me había atribuido a mí mismo", "el futuro me atemorizaba",

(26) Mishima, op. cit. Pág. 50.

(27) Mishima, op. cit. Pág. 51.

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"mis ansias de alcanzar la fama", "me estremecía de placer al pensar en mi propia muerte".

Es el retrato de un muchacho introvertido, imaginativo, inte­ligente, egocéntrico, supersticioso, masoquista, ambicioso, inseguro, sensitivo y romántico.

También, el de un homosexual latente:

"El olor a sudor de los soldados —aquel olor como de la brisa marina, como el del aire de la playa, quemado por el sol hasta dejarlo de oro— me intoxicaba al penetrar mi olfato"/28’

y,"Me quedé de una pieza. La persona que yo creía que era él, resultó ser ella. Si aquel hermoso caballero era una mujer, ¿no quedaba todo reducido a nada?"(29)

y- • •"Y tampoco comprendía por qué, entre los numerosos cuentos de Oscar Wilde, sólo el cadáver del joven pescador de "El Pescador y su alma," arrojado por las olas a la playa, me había cautivado"/30’ y, " Aquel día, en el instante en que mi vista se posó en el cuadró (de San Sebastián), todo mi ser se estremeció de pagano goce. Se me levantó la sangre, y se me hincharon las ingles como a, impulso de la ira".

10. ¿QUE PAPEL JUEGA EL DIALOGO EN "CONFESIONES"?

Hay poco diálogo en esta novela, cuyo relato descansa pri­mordialmente en el monólogo interno. Cuando Mishima lo introduce, es breve y preciso:

(28) Mishima, op. cit. Pág. 1 7.

(29) Mishima, op. cit. Pág. 23.

(30) Mishima, op. cit. Pág. 23.

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"Cuando habló, lo hizo con voz extrañamente serena, formando cada palabra, cual si ,a tallara en madera:

¿Ha muerto?—-No.Luego se quitó los zapatos y avanzó por el corredor, a pasos seguros, pasos de sacerdotisa"/31 32 ’

O, en un diálogo en el que introduce el uso de la fonética real

"Había hecho hincapié (el viejo almirante director) en que, por mis características físicas, no podría jamás soportar los rigores de ,a vida de soldado raso. Le dije:

—Es que ya lo he decidido.—Dices eso porque no te das cuenta de lo que significa esa decisión. De todas maneras, el plazo para presentarte voluntario ya ha expirado. Por lo tanto, nada puedes hacer.Ha sido tu destino.

Utilizó la palabra inglesa destiny, pronunciándola mal, como se solía decir en otros tiempos. Le pregunté:—¿Qué ha dicho?—Destiny. Que es tu destiny.Era hombre que, a, hablar, se repetía constantemente, en tono monótono, hablando con aquella voz indiferente y retraída propia de los viejos que temen se les tome por angustiadas abuelitas:"/3 2 ’

Mishima utilizó el diálogo para permitirle a su protagonista emergir ocasionalmente al mundo exterior.

Aunque la voz emisora que domina la novela es el monólogo interno, el autor está sutilmente presente, al "acercarse tanto el

(31) Mishima, op. cit. Pág. 11.

(32) Mishima, op. cit. Pág. 116.

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narrador omnisciente al personaje, que las fronteras entre ambos se evaporan"*33 L

También se da el caso en "Confesiones" de que se celebra un diálogo en ausencia del protagonista y sin embargo éste lo des­cribe. Ese rejuego es visible en el diálogo citado primero:

. . . "Cuando habló, lo hizo con voz extrañamente. . .Ha muerto?"

11. ¿A QUE ESCUELA O MOVIMIENTO LITERARIO PERTE­NECE "CONFESIONES"?

A más de una. Congenia con la escuela romántica. Baste revisar su simbología. La sangre, el suicidio, el ansia insaciable de belleza, la violencia, el coraje, el arte por el arte mismo. Véase la importancia que al concepto de "tragedia" le atribuye el autor en el mundo del protagonista:

"Las vidas y los hechos que discurrían sin guardar relación alguna conmigo, en lugares que no sólo ejercían atracción sobre mis sentidos sino que, además, me estaban vedados, juntamente con todas las personas que rodeaban a unas y otras, eran lo que yo estimaba "cosas trágicas". Parecía que mi pena por estar eternamente excluido de aquellos siempre, se transformaba en mis sueños, en pena hacia aquellas personas y su manera de vivir, y que intentaba compartir su existencia solamente como méritos de mi pena".33 (34)

A pesar de que la filosofía romántica es fundamentalmente incompatible con el realismo, estos dos enfoques forzosamente van a coincidir en la novela psicológica.

La novela psicológica, para lograrse a sí mismo, tiene que guardarle una gran fidelidad a la verdad. Al describir el proceso

(33) Mario Vargas Llosa, “La Orgía Perpetua”, Seix Barral, 1975. Pag. 238.

(34) Mishima, op. cit. Pag. 14.

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interno de la mente, al analizar el pensamiento y las emociones, al describir la personalidad y el carácter, utilizará todos los recursos naturalistas para aproximarse a la realidad, pues la novela psicológica le exige a su personaje que se comporte según su carácter.

Mishima tuvo el talento de reconocer que estas exigencias no exoneran al verdadero escritor de su oficio: la cuidadosa recreación artística.

Con esa salvedad, " Confesiones” también puede llamarse una novela realista, dado que Mishima recurre principalmente a la técnica del "stream of consciousness” originaria de Henry James, que con­siste en dejar fluir la experiencia interna para exteriorizar y describir 'os pensamientos y sensaciones del protagonista.

A medida que ahondaba más y más, con mayor y mayor deleite en el caos escatológico y erótico del subconsciente, Mishima se adentró en lo que en última instancia, es la principal filiación de la obra: la de la novela "decadente". Este movimiento literario, que en tiempos modernos resurgió a finales del Siglo XIX en Francia, hace énfasis en la autonomía del arte, la necesidad del sensacionalismo, el melodrama, el egocentrismo, lo grotesco, lo artificioso, el arte por el arte mismo, y la superioridad del artista vis-á-vis la sociedad. Todos esos elementos están presentes en "Confesiones".

Decía Verlaine del término decadente:"Ce mot suppose...des pensées raffinées d'extreme civi- lisation, une haute culture litéraire, une ame capable d'intensives voluptés. . . "(35)lo que bien puede decirse de Mishima.

Las novelas de Mishima pueden clasificarse según tengan una perspectiva decadente o se adhieran al clasicismo.

Mishima mismo describe en forma figurada su estilo:

"En mi estilo, como casi no necesita ser señalado, pro­gresivamente di la espalda a las preferencias de la época,

(35) “Esta palabra supone. . . pensamientos refinados de una extrema civilización, una elevada cultura literaria, un alma capaz de intensas voluptuosidades. . .” Verlaine.

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abundando en antítesis, vestido de una solemnidad anti­cuada, no carecía de cierta clase de nobleza; pero mantenía el mismo paso ceremonia, grave, a donde fuese, caminando a través de las recámaras de otra gente con precisamente el mismo paso que en otros lados. Como un caballero militar, andaba con el pecho fuera y hombros atrás, despreciando los estilos de otros hombres por la manera como se jo­robaban, aflojaban las rodillas, y Dios me libre, meneaban las cad,eras".(36 ’

Hace gala de las virtudes en que más empeño ponía. El vir­tuosismo formal, manifestado en el lenguaje consistentemente escrupuloso y ricamente adornado; su impasible objetividad, y un aristocrático desdén por la realidad proletaria, aún cuando no hay ausencia de crítica social en sus novelas.

Vale destacar que en “ Confesiones" el lector pasa de un ca­pítulo a otro sin títulos: Mishima busca la fluidez de una cinta ci­nematográfica.

Por último, "Confesiones" puede también describirse como un "Bildungsroman", término que describe la novela en la cual se relata e, desarrollo juvenil del héroe.

12. ¿CUALES SON LAS IDEAS FILOSOFICAS QUE MISHIMAPLASMA EN "CONFESIONES"?

Mishima exterioriza aquí, por primera vez, los leitmotivs de su filosofía.

La futilidad de la vida (la inevitabilidad de la muerte)La soledad del individuo (su egocentrismo)El miedo (la obligación de vencerlo)El ansia de belleza del espíritu humano (su creencia en el arte por el arte mismo)El predeterminismo (su rebeldía contra el destino)La nobleza que existe en el coraje y la voluntad (únicos valores que Mishima considera permanentes) *

(36) Mishima, “Sol y Acero”. 1968.

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La búsqueda de la identidad (como fin último de la vida)El pensamiento romántico (representado en todo lo anterior)

Detrás de su simbología (la sangre, la violencia, el erotismo, la obsesión con el suicidio ritual, el narcisismo, y su misma homo­sexualidad), Mishima se debatía, en lucha agotadora, interminable, con esos dilemas.

Una infancia difícil y cierta predisposición genética moldearon su extraño sentido de la belleza. Un excesivo esteticismo encontró expresión en sus enfermizas inclinaciones. Pero sus ideas funda­mentales no se diferencian, intrínsecamente, de las que anida el corazón humano. Es la razón por la que cualquier lector encuentra respuestas en esta extraña novela.

14. ¿QUE TIEMPO LE TOMO A MISHIMA ESCRIBIR "CON­FESIONES"?

Mishima comenzó a escribir "Confesiones de una Máscara" la novela que lo hizo famoso, cuando "nació" como escritor, el 25 de noviembre de 1948.(37) 38 (La misma fecha que, veintidós años des­pués, escogió para su suicidio. Con su usual meticulosidad, cerraba el ciclo de su literatura al mismo tiempo que el de su vida humana). La terminó siete meses después.

15. ¿COMO TRABAJABA MISHIMA?

"Yo no soy la clase de escritor que puede adentrarse inmediatamente en una obra, sólo por una inspiración. Soy un escritor que más parece un banquero, soy metódico y disciplinado.."13 8 ’

(37) Los japoneses atribuyen importancia a las fechas y números. Hay fechas “ propicias” y “nefastas”. En Mishima se hace más que evidente esta costumbre, ya que esperó para su boda la fecha que los “ augures” le señalaron. Nació en 1925. Escogió el 25 de noviembre para comenzar a escribir “ Confesiones”, y el 25 de noviembre para su suicidio.

(38) Scott Stokes. op. cit. (sin página).

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¿Por qué habría de ser "Confesiones" una excepción? Se embarcó en esta obra tan pronto dejó su empleo en el Ministerio de Finanzas para dedicarse por entero a la literatura. Este hecho co­rrobora, una vez más, la naturaleza autobiográfica de la novela, su imperiosa necesidad de escribirla.

Mishima estableció desde muy joven y para toda su vida su patrón de trabajo. Las noches que de niño pasaba en vela junto a su abuela enferma, y después su necesidad de esconder de Azusa su literatura, contribuyeron. Escribía siempre cuando todos se habían retirado a dormir, comenzando aproximadamente a las diez. Tra­bajaba sin interrupciones, concentrado, hasta las tres o cuatro de la madrugada. Se acostumbró a trabajar cotidianamente, aún cuando se encontraba de vacaciones.

Sus amigos llegaron a conocer sus costumbres. Sabían que cuando compartían una velada social, a partir de las nueve de ,a noche disminuía su consumo de bebidas alcohólicas, preparándose para retirarse a su estudio a las diez.

Cuando despertaba, lo primero que hacía era anotar en una tarjeta su programa del día. Hacía una lista de los libros y la infor­mación que necesitaría para el trabajo de la noche siguiente. Se aseguraba de conseguirlas durante ese día.

Su estudio, donde generalmente también dormía, era japonés tradicional; para el occidental, pintoresco. Escribía sentado en el suelo sobre el "tatam¡"(39), frente a una gran mesa rectangular que apenas se alzaba del suelo. En las paredes, detrás de él y a todo su alrededor, habían repisas desbordándose de libros. A su alcance, en el suelo, tenía ceniceros, té verde caliente, que primero su madre y después Yoko, le dejaban para su consumo durante la noche.

16. ¿COMO ERA LA SALUD DE MISHIMA CUANDO ESCRIBIO"CONFESIONES"?

Como se sabe, éste fue el período más crítico en la vida de Mishima. La tensión nerviosa que sufría había terminado por pro­

(39) La estera de paja que cubre el piso en las habitaciones japonesas cuya textura es muy agradable a los pies. Jamás se entra calzado a una habitación japonesa tradicional.

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ducirle síntomas somáticos que se agravaron con la inactividad física a que la creación literaria lo obligaba. Padecía dolores de estómago continuos, insomnio, hasta se llegó a quejar de ocasionales alucinaciones. Todo ello, señales de depresión.

Escribir esta novela magistral en esas condiciones es un monu­mento perdurable a su estoicismo y autocontrol. Prueba también de que la literatura era para él una herramienta eficaz para mantener su cordura.

En 1970, un mes antes de su premeditado suicidio, Mishima escribe en el catálogo de una exposición hecha en honor suyo las siguientes palabras que corroboran esta afirmación:

"Todo lo que he escrito me abandona, sin jamás alimentar mi abismal vacío, y se convierte en nada, sólo en un látigo inmisericorde, que me apura más y más. ¡Cuántas noches de esfuerzo, cuántas horas desesperadas hube de gastar en esos escritos! Si fuera a sumar y registrar mis recuerdos de esas noches de seguro me volvería loco. Y aún así, yo no tengo otra manera de sobrevivir más que seguir escribiendo una línea, otra línea, otra línea más. . ."

También Arthur Koestler, eminente escritor alemán, que como Mishima puso fin a su propia vida, decía: "a través de un largo proceso de pruebas y errores, comencé a aprender que la dedicación total a una causa era para mí una necesidad física, el único puerto que podía protegerme del sentimiento de culpa que tenía arraigado en mí desde la infancia, lo único • que podía salvarme de convertirme en ese fenómeno típico y fastidioso de nuestra era, el intelectual neurótico que se agita dentro de su propio limbo privado"/40’

El demonio del genio inventa su propio escape. O, como decía Marañón, en el trabajo creador está la mejor fuente de redención para el hombre.

17. ¿AFECTO LA HOMOSEXUALIDAD DE MISHIMA SU OBRALITERARIA?

Sería injusto decir que afectó su calidad artística, puesto que,

(40) Arthur Koestler, “El Destierro”, Pág. 140 Alianza Emece.

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evidentemente, no es el caso. Por el contrario, es el yunque donde forjó sus más bellas figuras, sus más perfectas descripciones:

■ \ \

"Su blanca e incomparable desnudez resplandece sobre el fondo crepuscular. Sus brazos musculosos, brazos de guardia pretoriano acostumbrados a tensar el arco y blandir la espada, están alzados en grácil ángulo, y sus muñecas atadas se cruzan inmediatamente encima de la cabeza. Tiene la cabeza levemente alzada y los ojos a- biertos de par en par, contemplando con profunda tran­quilidad la gloria de los cielos. No es dolor lo que emana de su terso pecho, de su tenso abdomen, de sus caderas, levemente inclinadas, sino una llama de melancólico placer, como el que la música produce. Si no fuera por las flechas con la punta profundamente hundida en el sobaco izquierdo y en el costado derecho parecería un atleta romano descansando de su fatiga, apoyado en un oscuro árbol de un jardín ”(41}

Su homosexualidad lo impulsó a escribir "Confesiones" una obra maestra de la literatura universal, que es además un valioso aporte al estudio clínico de esta condición. Por otro lado, dio pie a cierta misoginia en su literatura, muy visible en "El Templo del pabellón de Oro". Una de sus obras más aclamadas, la que ha sido traducida a mayor número de idiomas, y en la que todos los per­sonajes femeninos sufren vejaciones.

Fue factor importante en su temática. Una marcada excepción es "El Rumor de las Olas", (comenzada cuando regresó en 1951 de su primer viaje a Grecia) la cual constituía una renovada admiración por lo clásico en la literatura, y un intento de sublimación sexual en ,o personal. Muchas de sus otras obras, en alguna forma, tocan ese problema.

Pero es irónico que después de su muerte los homosexuales pretendan convertir a Mishima en un ídolo. Porque Mishima no se perdonó esa flaqueza a sí mismo. Aún más, nunca abandonó el ideal

(41) Mishima, op. cit. Pág. 38.

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de la pureza. Si hubiese podido aceptar su homosexualidad —impo­sible con su temperamento estoico, idealista y esencialmente viril— su conflicto hubiese desaparecido. Quizás, no se hubiese suicidado.

18. ¿SE INTUYE ALGUNA IDEOLOGIA EN "CONFESIONES"?

Es importante aclararlo, puesto que Mishima murió como un fanático veintidós años más tarde.

En ésta, su primera novela, no hay ningún mensaje político explícito. Era muy joven y estaba aún lejos su futuro radicalismo. Pero arañando bajo esa superficie aparentemente aséptica, incubaban todos los componentes de su futura definición política.

El respeto a la tradición, la veneración al Emperador, el culto a la familia, el exagerado sentido de honor, la apasionada admiración por el estoico guerrero Samurai. Por la circunstancia de su naci­miento en el seno de una familia aristocrática; por su formación académica en escuelas elitistas: por la profunda influencia de su orgullosa abuela, Mishima difícilmente pudo responderal marxismo, mientras que todo presagiaba su futura vocación por la extrema derecha.

Apoya esta tesis el que en ninguna de sus obras Mishima se ocupó de los problemas de la masa proletaria. Aunque, incons­cientemente, hace una crítica contundente a la despótica jerarquía de la familia y al efecto represivo del sistema tradicional japonés here­dados de China.

"Confesiones de una Máscara" fue el punto de despegue de la carrera literaria de Yukio Mishima. Al convertirse en un éxito con­tundente, impuso a Mishima la insospechada presión de la fama. La notoriedad alcanzada retardó su madurez política y ,o guió hacia el trillo fácil del aplauso y del halago.

ESBOZOS

"SED DE AM0R"(42)

"Sed de Amor" es otra de sus novelas de tipo psicológico. Estas

(42) Yukio Mishima, “Thirstfor Love” A. Hnopff. 1969-200 Págs.

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habrían de constituirse en el "forte" de Mishima. Es un melodrama de celos y muerte, que se desarrolla en Japón en los años inmediatos de la post-guerra. Es la historia de Etsuko, una mujer apasionada que logra su plenitud a través del martirologio de los celos; y el alivio con la muerte del ser amado.

Mishima abandona en esta obra su estilo abiertamente auto­biográfico, y se adentra en el campo de la ficción. Aunque uno de los personajes secundarios, Yakichi, suegro de Etsuko, comparte algunos rasgos con el abuelo Jotaro de Mishima.

Compruébese:

"La sangre campesina renació en él; su amor por la tierra se convirtió en una fiebre. Ahora que ni su esposa ni la sociedad ,o estaban mirando, llegaba hasta el punto de soplarse la nariz con los dedos. De ,o más profundo de su cuerpo envejecido, doblegado por los tirantes del pantalón y las chaquetas, y adornado con cadenas de oro, emergían presagios de, tosco cuerpo de un labriego. Bajo sus faccio­nes, en un tiempo excesivamente cuidadas, resurgía e, rostro de, campesino. Si sus subordinados pudieran verlo ahora, reconocerían que las cejas furiosas y la mirada penetrante que una vez los había aterrorizado, eran rasgos generalmente asociados con los viejos campesinos"/43’

Es aquí un escritor más sazonado. Mishima demuestra una extraordinaria capacidad para crear vividamente una pluralidad de personajes (a diferencia de "Confesiones de una Máscara"). Y Etsuko, ,a heroína, es una mujer que persistirá largamente en la memoria de aquel que ,a conozca en estas páginas.

Los personajes secundarios surgen paulatinamente en "Sed de Amor"; su aparición es gradual, en distintas "escenas" ,o que re­cuerda las técnicas dramáticas.

Mishima domina e, artificio de, tiempo. El presente y el pasado alternan en perfecta cohesión. Experimenta con diversos puntos de

(43) Yukio Mishima, op. cit. Pág. 11.

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vista a través del uso de varias voces: el narrador que describe la acción; el monólogo interno del personaje centra, que le da pro­fundidad psicológica a la obra, y los personajes secundarios que se manifiestan en los diálogos.

E, plan de trabajo de "Sed de Amor" es mucho más elaborado que "Confesiones". Pertenece a su serie psicológico-romántico-de- cadente. Persiste su simbología: la sangre, la violencia, el maso­quismo, pero subordinada disciplinadamente a, tema.

Es una de las mejores novelas de Mishima, aún considerada dentro de toda su creación literaria.

"COLORES PROHIBID0S"(44)

Esta novela representa un cambio de paso y de estilo en Mi­shima. Presupone la novela anterior, "Confesiones de una Máscara", respecto a la cual puede decirse que ésta es la continuación; aunque no está escrita en e, modo confesional.

"Colores Prohibidos" es la novela de Mishima favorita en e, Japón por su tema elaborado y multifacético, y porque al gusto japonés complace ,a prolijidad en literatura.

Traza e, panorama de la vida en Tokio cinco años después de ,a Guerra. Describe la vida de Yuichi, un joven apuesto con tendencias homosexuales. El protagonista, que en "Confesiones" luchaba contra sus inclinaciones homosexuales, en "Colores Prohibidos" participa plenamente en ese submundo.

Yuichi decide contraer matrimonio para cumplir con las con­venciones sociales. Pero su matrimonio sin amor es frágil dique para contener su homosexualidad, que se impone.

La novela es un kaleidoscopio interesante donde se interre­lacionan personajes de todos los estratos de ,a sociedad: bohemios, escritores, ex-aristócratas, nuevos ricos, chantajistas. . . Mishima descorre el velo que cubre el ámbito secreto donde se encuentran, se

(44) Yukio Mishima, “Forbidden Colors”, C. Tuttle Co. 1981, (403 Págs).

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comunican, se aman y sufren los invertidos, y revela sus señas secre tas, su argot, sus frustraciones y las tragedias que los acosan.

Mishima demuestra conocer muy bien a sus personajes, fe meninos y masculinos:

"La Sra. Kaburagi se reiría, y sería vencida, se mantendría callada y sería vencida, conversaría y sería vencida, rega­laría cosas y sería vencida, de cuando en cuando miraría su perfil como si robase, y sería vencida, actuaría alegre, y sería vencida, pretendería desaliento y sería vencida. Antes de que pasara mucho tiempo, esta mujer que nunca lloraba sería vencida hasta el llanto, de eso no había duda".(45) y- ■ •"Era el cuadro de un viejo feo. Esa era la única forma de ponerlo. Sin embargo, no era difícil ver en él algunas difusas y delicadas señales de esa belleza espiritual tan aclamada por el mundo. La frente ancha; los pómulos recortados, los labios gruesos, hambrientos; la barbilla voluntariosa; en cada rasgo, las marcas de ese trabajo largo y duro del espíritu descansaban expuestos a la luz. Su cara, sin embargo, no estaba tanto modelada por el espíritu, como surcada por éste. Era un rostro en el que el exceso de alma quedaba al desnudo, obligando al espectador a recogerse antes de mirarlo directamente, como si le hablara demasiado francamente, sobre cosas privadas. Dentro de su fealdad, su cara era una calavera vaciada del espíritu, sin capacidad ya de retener su privacía".

(Si el lector busca en la iconografía la foto de Kawabata coin­cidirá en que Mishima estaba describiendo, sin lugar a dudas, e, rostro de su mentor y amigo).

"Colores Prohibidos" es una novela de índole psicológica, compleja y substanciosa, con un tono cargado de ironía. Encaja en la misma serie de " Confesiones" y "Sed de Amor", aunque estilís­ticamente no es tan depurada como aquellas.

(45) Yukio Mishima, op. cit. Pág. 120.

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Sus defectos son: exuberancia innecesaria y una pecaminosa divagación en las ideas. Mishima expresaría después que lamentaba la confusión innecesaria de " Colores Prohibidos".

Con todo, no es óbice para que sea una novela muy amena para el lector, reveladora de un mundo inmensamente rico e interesante.

"EL RUMOR DE LAS 0LAS"(46)

Al regresar de su viaje a Grecia en 1951, Mishima se sintió renovado, moral y físicamente. Había renacido su admiración por el ideal clásico; Ese estado anímico se plasma en "El Rumor de las Olas".

Es la historia de amor de una joven pareja de humildes pes­cadores en una remota y primitiva isla japonesa. Dafne y Cloe de ojos rasgados.

Shinji, un muchacho gentil y bondadoso, se enamora de Hatsue, la bella jovencita que regresa a su isla después de vivir algún tiempo alejada, recibiendo instrucción como buceadora de perlas.

Los jóvenes comienzan por verse ocasionalmente y su ilusión crece. Una tormenta los obliga a resguardarse en una gruta de la playa. La maledicencia se encarga de desprestigiar sus amores en la isla. El padre de Hatsue prohíbe a su hija seguir viendo al joven Shinji. El resto de la historia se desarrolla con gran ternura y pro­fundidad de sentimientos.

El estilo de Mishima es diáfano y clásico. La estructura es sencilla. El tiempo fluye, la secuencia de la historia no sufre disrup- ciones. Es un clásico de la literatura japonesa. Cuando Mishima publicó "El Rumor de las Olas" en 1954, recibió un Premio de la Editorial Shincho, y el Ministerio de Educación la incluyó como texto obligatorio en la clase de literatura de los colegios.

(46) Yukio Mishima, “The Sound of Waves” — Unesco-Japanese Series — 1984. (183Págs).

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Esta obra rompe dramáticamente con la temática de las ante­riores. Se ubica dentro de su serie clásica.

"EL TEMPLO DEL PABELLON DE ORO"(47)

En esta novela dovstoievskiana, Mishima relata la historia de un joven acólito budista tartamudo, en pugna con el mundo y nu­triéndose de odio, que hace sus estudios en el histórico Templo Budista del Pabellón de Oro de Kioto.

Frustrado por no encontrar en sí mismo un ápice de belleza, vierte su rencor en el Pabellón de Oro, símbolo de perfección, lugar de peregrinación donde todos acuden a rendir admiración.

Mishima basa esta novela en un hecho rea,: en 1950 un joven budista, psicópata, incendió el Pabellón de Oro destruyendo este monumento histórico que data de la época de, Shogun Ashikaga Yoshimitsu en el Siglo XVI.

La novela es una síntesis de las dos tendencias estilísticas que Mishima ha manifestado. Mantiene su perspectiva decadente, un estilo depurado.

Los dos personajes principales (Mishima maneja aquí dos protagonistas: Mizoguchi, el incendiario; y Kashiwagi, el lisiado cíni­co y brillante que se convierte en su "alter-ego"), son descritos magistralmente.

Mishima no resiste la tentación de filosofar y pone en boca de Kasiwagi:

"Lo que transforma este mundo es e, "conocimiento":¿Ves lo que quiero decir? Más nada es capaz de cambiar algo en este mundo. Sólo el conocimiento es capaz de transformar el mundo, mientras al mismo tiempo ,o deja exactamente como estaba. Cuando miras al mundo con conocimiento, comprendes que las cosas son incam-

(47) “The Temple of the Golden Pavilion” - Charles E. Tuttle Co. 1959 (262 Páizs.) Págs 215 y 216.

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biables y que al mismo tiempo, están siendo transfor­madas constantemente. Puedes preguntar de qué nos sirve. Pongámoslo de esta manera: los seres humanos poseen el arma del conocimiento para que la vida les sea tolerable.Para los animales estas cosas no son necesarias. Los ani­males no necesitan conocimiento ni nada de tal suerte para hacerles la vida soportable. Pero los seres humanos sí necesitan algo, y con el conocimiento pueden hacer de este mundo insoportable, un arma, aunque al mismo tiempo, esa insoportabilidad no se reduzca en lo más mínimo. Eso es todo lo que hay en el asunto".

La novela adolece de una excesiva lentitud inicial, mientras Mishima entrelaza los datos históricos con su realidad literaria. El tiempo de la novela se mueve lenta, oleaginosamente, debido a la persistente introspección de Mizoguchi y del análisis que hace de los otros personajes, para insuflarles más vida. Prevalece el pensamiento Budista.

"DESPUES DEL BANQUETE"(48)

Tras el resonante éxito de "El Templo del Pabellón de Oro", Mishima sorprendió a Tokio con éste "Román á Clef". Fue publicado en serie en la Revista Literaria Shincho primero, y en 1960 en un tomo.

Causó revuelo porque Mishima tomó como tema los amores de un conocido político japonés, (ex-Ministro de Relaciones Exteriores) con la propietaria de un famoso Restaurante de Tokio.

Japón, por su intrincado sistema judicial, (tiene un Código Civil inspirado en el Napoleónico, un Código Penal inspirado en el alemán, y una Constitución inspirada en la americana) no da lugar a que se entablen muchos litigios, sino que se recurre por costumbre al arbitraje. Sin embargo, tal fue la indignación que causó esta novela, que el aludido demandó a Mishima por invasión de su privacía en un proceso que duró varios años y ganó, y que costó a Mishima mucho dinero.

(48) Yukio Mishima, “After The Banquet”, Charles E. Tuttle Co,. 1983 (271 Págs.)

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El personaje central es Kazu, la dueña del Restaurante Set- sugoan. Es una mujer con un pasado interesante, por lo escabroso y esforzado. A los cincuenta, tiene la saludable belleza de la mujer campesina.

Se casa con un político de renombre. Con infeliz y desacertada buena intención, pretende ayudar en la campaña electoral de su esposo; es tan mala su fortuna que termina destruyendo la campaña, su matrimonio y su propia riqueza.

Su principal mérito literario es el desdoblamiento del escritor, su capacidad de integrarse en materia tan opuesta a su propio estro como es el personaje Kazu. Demuestra conocer muy bien los me­canismos de la política nipona y reitera su capacidad de escribir sobre, sucesos coetáneos.

"Después del Banquete" es una novela esencialmente pura, donde los sentimientos son nobles aunque a veces inoportunos.

"SPRING SN0W"(49)

Esta novela inicia la tetralogía "El Mar de la Fertilidad", que será la obra final de Mishima. Mishima se vuelca en el pasado, un pasado reciente en el tiempo, pero inmensamente lejano en la conciencia del pueblo japonés que hubo de asimilar en ese breve lapso de tiempo el terrible trauma de la Guerra del Pacífico.

Comienza en Tokio en el año 1912, en el círculo social de los antiguos aristócratas del Imperio. Los Matsugaes son miembros de una nueva élite adinerada que aprovecha la dinámica social de la era Meiji para relacionarse con los miembros del cerrado círculo de la Corte. Su hijo Kiyoaki (cuyo personaje es un reflejo de Mishima visto con un prisma idealizado), se enamora deSatoko, hija de los Ayakura, una familia más antigua y rancia, aunque empobrecida.

Los trágicos amores de Kiyoaki y Satoko son el drama de la novela.

(49) Yukio Mishima, “Spring Snow’’; C. Tuttle Co. 1972. (389 Págs.).

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En los encuentros secretos de los amantes .Mishima maneja el "tiempo circular"; basta describir una cita para que, al solamente aludir a las subsiguientes, el lector sepa lo que está ocurriendo entre los enamorados, aunque el narrador ya no se encuentre presente en la escena.

Mishima crea el personaje que reaparecerá en los otros tres tomos: Honda, el joven ecuánime, el futuro superviviente, que será testigo de la sucesiva re-encarnación de Kiyoaki.

Mishima describe a la perfección el ambiente de Tokio en la Era Meiji, cuando el "plus-ultra" de la elegancia era imitar las costumbres europeas. Los Matsugae viven en una inmensa propiedad urbana donde además de los edificios familiares típicamente japoneses, tenían una mansión europea, además de una villa en la playa, para ocasionalmente ofrecer atenciones a sus amistades:

"El paseo por las montañas detrás de la casa fue seguido de un recorrido completo del jardín. Todo este ejercicio desgastó su energía, de modo que los cuatro finalmente se conformaron con reposar por un rato en la sala de la villa. Allí disfrutaron de la brisa del mar que entraba por la terraza, mientras saboreaban una limonada traída de Yokohama, refrescada en el pozo de la villa. Pronto estu­vieron listos para volver a salir. Esta vez, cedieron al impulso de un breve baño de mar antes del atardecer y se apresuraron hacia sus cuartos para vestirse para la ocasión, de acuerdo a sus respectivos gustos".(50)

Su pluma inmortaliza los rituales que formaban parte de la vida japonesa:

"Cada mañana, así lloviera o brillara el sol, la madre deKiyoaki terminaba de vestirse para ir inmediatamente, acompañada de dos sirvientes de turno, a presentarle sus respetos a la vieja dama. Y cada día, la vieja dama escru- tinizaría la apariencia de su nuera. "Ese peinado no es muy favorecedor. ¿Por qué no pruebas el estilo de cuello

(50) Mishima, op. cit. Pág. 221.

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alto mañana? Estoy segura que te luciría más; le decía ella, entrecerrando cariñosamente los ojos. Pero cuando su pelo estaba arreglado al estilo europeo, la vieja dama comentaría:"Verdaderamente, Tsukijo, ese peinado de cuello alto sencillamente no favorece a una belleza japonesa tradicio­nal como tú. Por favor, mañana hazteel estilo Marumage".Y así, desde que Kiyoaki podía recordar, el peinado de su madre cambiaba continuamente". 51)

Declara su ansia de belleza:

"Y lo que no tiene cabida en un poema, no tiene cabida en mi hogar".51 (52)

Introduce el tema de la reencarnación, que es el hilo místico con el que entreteje las cuatro novelas de la tetralogía. Mishima manifestó que en ellas había puesto todo cuanto pensaba y sentía sobre la vida. "Spring Snow" que pertenece a la serie clásica de su autor, es el impecable preludio.

"RUNAWAY HORSES"(53)

Con este libro, el segundo de su "roman-fleuve" Mishima comienza una serie nueva: sus novelas comprometidas.

La acción tiene lugar veinte años después de "Spring Snow"; reaparecen muchos personajes, evolucionados y maduros. Mishima tiene esa virtud, que E.M. Forster, en "Aspectos de la Novela", describe como la creación de seres "redondos", cuya personalidad no se mantiene estática a través de las peripecias que los afectan, sino que evolucionan.

(51) Mishima, op. cit. Pág. 7.

(52) Mishima, op. cit. Pág.13O

(53) Yukio Mishima, “Runaway Horses” Ch. E. Tuttle. Trad. Michael Gallagher. 1985. (421 Págs.).

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Sorprende, al lector occidental, la pasión que dominaba a las clases altas del Japón por las costumbres europeas, en los años que precedieron la Guerra.

"Dado que el hogar de los Shinkawa se manejaba según la costumbre inglesa, los huéspedes masculinos permane­cieron en el comedor después de la cena, para ofrecérsele cigarros, mientras las damas se retiraban al salón. Además, según la costumbre Victoriana, los caballeros no se reúnen con las damas hasta que hubiesen disfrutado al máximo de su bebida digestiva. Esto era fuente de aguda molestia para la Baronesa Shinkawa, pero, dado que era la costum­bre inglesa, lo aceptaba- corno algo que no había forma de modificar"*54’

A pesar de cierta ironía, se trasluce lafascinaciónde Mishima por las costumbres de las clases altas:

"El Visconde Matsudaira calentaba sus manos, delicadas y blancas, sobre el fuego. Se habían tornado un delicado color rosado, comenzando desde la punta de sus bien recortadas uñas. Mirando fijamente la ceniza del cigarro que sostenía en la punta de los dedos comenzó a relatar una historia, cuya finalidad, evidentemente, era asus­tar".*5 5 ’

El tono de la novela es fervorosamente nacionalista:

"Este hombre no comprende del todo la sangre que fluye por las venas japonesas, nuestra herencia moral, nuestra voluntad", pensó el joven".*56’

Mishima nos da una clave sobre el tipo de nacionalismo que lo motiva, con una alusión a su propio grupo, el "Tatenokai", entonces recién formado:

(54) Yukio Mishima, op. cit. Pág. 171.

(55) Yukio Mishima, op. cit. Pág. 174.

(56) Yukio Mishima, op. cit. Pág. 118.

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"Porque ellos creían firmemente que el ejército de los militares no era el ejército de los dioses. Ellos creían que su propia Liga del Viento Divino era el ejército del Emperador"/575

Mishima ha dejado atrás la novela corta; su tetralogía es un ambicioso estudio, no de un individuo, sino de la humanidad plas­mada en un momento de la historia japonesa.

"THE TEMPLE OF DAWN"57 (58) 59 60

Mishima convierte el tercer libro de su tetralogía en vehículo para un análisis filosófico de las creencias budistas, en profundo sondeo de sus propias creencias, y en un enfoque imparcia, de su país:

"Un Japón intransigente, tan orgulloso como un joven guerrero vestido de seda escarlata y sin embargo, tan sensitivo como un muchacho retando a pelear antes de ser provocado, y embistiendo hacia su muerte, antes que aceptar el insulto"/595

El escritor sopesa lo que hubiera sido el destino del Japón sin la polinización occidental, tan resentida a la vez que tan necesaria para su supervivencia:

"Notando cómo la joven mente japonesa de Isao luchaba en completo aislamiento, Honda tuvo que aceptar que lo que a él le había permitido vivir como lo había hecho, era la fuerza del pensamiento occidental, importado de fuera. El pensamiento sin fertilizar trae la muerte"/605

Ensalza, sin embargo, la esencia del alma nipona:

(57) Yukio Mishima, op. cit. Pág. 152.

(58) Yukio Mishima, “The Temple of Dawn”, (330 Págs.) Ch. E. Tuttle. Traducción de Dale Saunders y Cecilia Segawa Seigle. 1982.

(59) Mishima, op. cit. Pág. 25.

(60) Mishima, op. cit. Pág. 25.

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"Sea cual fuese la aterradora máscara que se colocase, el espíritu nacional, en su estado original, era de una blancura prístina. . . "" La sencillez y la pureza de las cosas japo­nesas son como agua de río transparente, a través de la cual puede vislumbrarse las piedras del fondo"/61 ’

La voz del narrador es invisible y omnisciente. Rompe el patrón del tiempo fluido con intermitentes "flashbacks". Siendo el tema de la tetralogía la reencarnación sucesiva de uno de los personajes, Mishima se ve obligado a utilizar más y más ese recurso técnico. Honda es el personaje consciente de las reencarnaciones, y a través de los ojos de su memoria, Mishima establece ,a secuencia.

El tono de la novela es esencialmente nikilista, a pesar de su consideración de asuntos metafísicos. Por último, adquiere un es­píritu decadente.

Mishima ha dejado de ocuparse del ego individual: como alma que comienza a alejarse del planeta, mira al hombre, pequeño, inmerso en la humanidad.

La novela tiene un fondo histórico que cubre los años antes, durante y después de la Guerra del Pacífico, Mishima se ciñe con precisión a los hechos históricos.

"THE DECAY OF THE ANGEL"61 (62)

El último libro de la tetralogía, la última obra de Mishima.

La novela comienza con paso lento y deliberado, un evidente regodeo del escritor en su dominio de la técnica.

Es el artista que ama su oficio, iniciando lo que ha de ser su última obra. Mishima escribe como nunca, con toda la meticulosidad de que es capaz.

(61) Mishima, op. cit. Pag. 26.

(62) Yukio Mishima, “The Decay of the Angel” Ch. E. Tuttle, 1985, Traducción de Edward G. Seidensticker. Tokio. 236 Págs.

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La acción de la novela ocurre a finales de la década del sesenta, justamente los años finales de Mishima. Honda, e, protagonista de la tetralogía, es ahora un anciano, cuyo carácter ha evolucionado con su larga vida. Ya no es el joven ecuánime y juicioso. Ahora es un viejo decadente, cuya única finalidad consiste en rastrear a su amigo de la juventud a través de sus reencarnaciones.

Adopta a un joven de dieciséis años, que por su espíritu refi­nado se le antoja otra reencarnación de Kiyoaki. Lo educa, le enseña a vivir en sociedad, y espera alguna seña,.

Mishima, e, hombre que ha determinado ya el día de su propio suicidio, intercala su drama en medio de las exigencias de la historia. Analiza, por ejemplo, la clase de gente que se suicida:

"No me gusta la clase de gente débil y enferma que co­meten suicidio. Pero hay una variedad que yo acepto. La gente que comete suicidio para establecer su identi­dad"/63’

Aseveración que es seguida de la curiosa parábola de un ratón, que si la trasladamos a Mishima, parece decir: "Esa es una manera de establecer mi virilidad. A pesar de que en ,a vida rea, yo sea otra cosa (un homosexual) mi determinación de verme a mí mismo como todo un hombre es tan intensa que estoy dispuesto a morir para demos­trarlo. Con mi muerte, ya nadie ,o podrá rebatir".

Por ser éste su testamento literario, escrito con plena conciencia de su próxima muerte, es imposible leerlo sin buscar entre líneas. Mishima deja traslucir sus intolerancias. La principal, es la vulgaridad:

" i Vuela! Vuela por encima de la vulgaridad/64’

La voz emisora a través de toda ,a novela es e, narrador om­nisciente. Introduce momentáneamente otras perspectivas a través de diálogos e insertando fragmentos del diario de, joven Toru.

(63) Mishima, op. cit. Pág. 118.

(64) Mishima, op. cit. Pág. 137.

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El tono de la obra es desapasionadamente irónico, objetiva­mente melancólico. La tristeza de Mishima no cae en lo sentimental.

El último capítulo, en el cual describe la visita de Honda al antiguo monasterio (donde, sesenta años antes, la novia de Kiyoaki se recluyera), evidentemente fue escrito meses antes, al visitar Mishima el área preparando material para el libro. Por eso sus descripciones, aunque ya acusan añoranza, no denotan el apremio que tuvo que haber sentido al finalizar el libro y emprender e, camino hacia su muerte.

El tema de ,a tetralogía, a final de cuentas, no es la reencar­nación, que sólo ha sido el vehículo para unir los cuatro libros, sino el profundo sentimiento de la amistad, una amistad que se confunde con el amor, cuyo aroma perduró a través de tantos años.

Sin duda, habla de sí mismo Mishima en este párrafo:

“Mientras mayor es la disciplina, mayor es la tendencia hacia la violencia, y me estoy cansando de apretar el botón de control. No debo creer en mi propia docilidad. Nadie puede saber qué sacrificio es para mí el ser delicado y dócil. Pero mi vida ha sido sólo deber. Sólo a través del mareo y la náusea he escapado del deber. La náusea corresponde a lo que el mundo llama amor"/65’

Fue la última confesión de Mishima, la respuesta a la incógnita que "Confesiones de una Máscara" dejó latente. He ahí lo que fue su vida.

(65) Mishima, op. cit. Pág. 143.

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MISHIMA, ES MISHIMA

CONCLUSIONES

"Y quizás aún después de tu muerte, tu voluntad serviría de guía invisible, desapercibida por todos, para propiciar lo que en tu vida deseaste lograr".

Yukio Mishima

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MISHIMA, ES MISHIMA

La verdad, por su complejidad infinita; sus extensas variaciones en el tiempo y el espacio; por su perceptibilidad subjetiva y objetiva multifacética, es un ideal inaccesible. Pretender reclamarla como propia, tratar de definirla con unos cuantos fonemas gracias a los ligeros efluvios que de ella ha capturado el entendimiento, sería caer en el "hubris" que denunciaban los helenos.

Este ensayo tiene plena conciencia de ello. Aspira sólo a mo­destas aproximaciones. ¿Quién fue Yukio Mishima, y qué dijo este Poeta?

Descendiente del bíblico Profeta, su destino fue acusar, va­ticinar, señalar, exorcizar. Insuflar y exhalar la conciencia colectiva de su pueblo.

En sus noches solitarias, alucinado, vio el pasado y el futuro; le crujirían los huesos con premoniciones. Gestaba loque habría de ser su legado.

En las sociedades ágrafas, Poetas y Profetas clamaban entre las multitudes. Hoy, la literatura es el vehículo de ese divino brebaje: la visión cósmica del individuo, su aliento, expuesto en la palabra escrita.

La Crítica Literaria, sutil instrumental quirúrgico, intenta desentrañarlo. Cabe señalar que uno de los más vivos deseos del crítico es comprobar que el admirado escritor sometido a su diag­nosis, ha sido tratado objetivamente y en ningún momento se cayó en la falacia afectiva.

En nuestro ensayo hemos hecho tres enfoques. El Libro I es únicamente una declaración de intención. En el Libro II hemos investigado la historia de la literatura japonesa con miras a ubicar el momento evolutivo que la obra de Mishima ocupa en su seno. En e, Libro III entregamos nuestra percepción personal, el contundente efecto que la novela "Confesiones de una Máscara" nos ha causado. El Libro IV, es una corroboración de todo lo anterior, a través de reglas universalmente aceptadas.

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Juzgar una vida está más allá del derecho de los hombres. Al invadir el alma de Mishima, justificable sólo por el fin que nos alienta, descubrimos que Mishima es Mishima; pero su obra, una voz lanzada al infinito.

EL CORAZON DIVIDIDO

En ese juego de azar que es el "accidente de la noche", a Mi­shima los genes le jugaron una partida ambigua; le asignaron un cuerpo endeble, una psiquis hipersensible, un cerebro genial.

Mishima conjuró su destino y salió triunfante. Superó las deficiencias físicas que trataron de marginarlo de la vida. De su vulnerabilidad, cosechó laureles. Su formidable voluntad, la misma que le permitió el lujo de decidir su propia muerte, le sirvió para dirigir su vida.

Sin la rígida disciplina que adoptó, hubiera caído en el caos, y su literatura, seguramente, no hubiera alcanzado la cima.

En las décadas de la post guerra, cuando la literatura japonesa alcanzó su cúspide, Yukio Mishima fue la voz más pura. Su pensa­miento el más incisivo; su cultura la más vasta. Superó, induda­blemente, a los otros dos grandes de las letras japonesas contem­poráneas, Kawabata y Tanizaki.

Su pluma ha revelado al mundo el oculto drama del Japón. El doloroso secreto del corazón dividido.

La milenaria historia del Japón es una trayectoria ondulante con una media fija: la Familia Imperial. Durante los últimos cuarenta años, desde el aciago día de su rendición, el pueblo japonés ha demostrado su fidelidad al trono, obedeciendo estoicamente la orden del Emperador Hiroito: "soportar lo insoportable, construir para el futuro".

En la música apacible de los bambúes que se entrechocan mecidos por la brisa, en el bullicio de los laboriosos días de Tokio, Mishima distinguió los signos: el latido perdurable de la historia, y el fluir de la sangre que busca con ímpetu su renovación evolutiva. Reconoció el inestable equilibrio de su pueblo, que, por un lado, no

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renuncia a la melancolía de su pasado altivo, y por el otro, se deja seducir por un dorado presente materialista.

Ya desde 1966 en una novela corta ("Eirei no Koe"), sin traducción, Mishima se duele de la naturaleza humana del Empe­rador. "¿Por qué no puede el Emperador seguir siendo un Dios, al menos para nosotros los japoneses?.. Después de esto, creó el "Tatenokai", y se dedicó a predicar en favor de una legislación japonesa; renegando de un Código Civil Napoleónico y de una impuesta Constitución MacArthuriana. Es de notar que en su última obra, la tetralogía, hay declaraciones pro-imperialistas (japonesas, naturalmente). Todo indica, y no es aventurado afirmarlo, que la brillante adolescencia de Mishima .tocaba a su fin tardíamente; que súbitamente aparecía en él una extrema madurez política.

Causa dolor la muerte de Mishima, su desaparición borra defini­tivamente las creaciones literarias con que hubiese continuado des­lumbrando al mundo. Sin duda su tetralogía final "El Mar de la Ferti­lidad" fue su obra máxima. Es la opinión del autor de este ensayo que de haber sobrevivido a ese rapto apasionado; a ese —para él— heroico "beau geste"; que de no haber decidido ese mutis trágico con el que quería confirmar que la vida "era un escenario", todas sus páginas siguientes hubiesen sido una bandera, un clamor polí­tico. Toda su tenaz disciplina, su refinada cultura y sus fiebres de Samurai no pudieron resistir el dolor de un corazón dividido.

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ENTREVISTAS PERSONALES

ISODA, Koichi, crítico literario japonés.

TAKAO, Tokuoka, periodista japonés, citado por Mishima al Cuartel el día de su suicidio.

KINJI, Kawamura, Presidente de la Asociación de Prensa Extranjera, Tokio, Japón.

MURAMATSU, Takeshi, Profesor de literatura, Universidad de Tsukuba Japón; compañero de escuela y amigo de Mishima. Autor de un ensayo en francés sobre Mishima.

REKIO, Yoshitake, Shinchosa, Editores de Mishima, Tokio, Japón.

SCOTT STOKES, Henry, Biógrafo de Mishima, periodista británico, y amigo personal de Mishima.

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ICONOGRAFIA

Fotos por cortesía de la Edit. Shinchosa, Tokio

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Arrebatado del seno materno, Mishima pasa una infancia sobreprotegida, bajo el ala amorosa pero implacable de su abuela Natsuko.

Natsuko, abuela de Mishima, mujer frustrada que deposita en el futuro escritor la última dosis de amor que le quedaba.

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Mishima decía refiriéndose a su abuela: “A los doce años tenía una novia apasionada de sesenta”.

Aunque débil y enfermizo, conocía el significado de “ altivez”.

Extraña simbiosis de una vaci­lante sexualidad con el inflexi­ble espíritu Samurai.

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De su primer viaje alrededor del mundo nació en él una positiva ambición universalista.

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Los músculos florecieron bajo la piel y al fin obtuvo el cuerpo que antes envidiaba en otros.

... y encontró a Yoko que le dio un hogar y dos hijos.

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Probó el néctar del aplauso delirante actuando en sus propias obras.

En sus conferencias, después de acaloradas discusiones, terminaba seduciendo al auditorio, incluso el universitario.

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La extraña sonrisa de Yukio Mishima. .. ¿sin máscara?

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La entrañable amistad que lo unió a Kawabata, no se vio empaña­da jamás, ni por el hecho de cjue le arrebatara el Nobel.

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Se multiplicaron los triunfos literarios.

Lo reconocieron en todas las esferas.

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Fotografía que le fue tomada para eí catálogo de una Exposición en su honor. Pero ya la terrible decisión estaba tomada. La Muerte había hecho nido en su cerebro.

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Calculador y vanidoso, quiso dejar esta foto parala his­toria. Son sus compañeros en la toma del cuartel y su suicidio.

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Mishima arenga desde el balcón a la estupefacta multitud. Minutos despue's cometería el “ Seppuku”.

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entregan.

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Por unanimidad, e! Jurado de la sección de Ensayos, correspondiente al Premio Ricardo Miró 1985, concede el galardón respectivo a la obra “Yukio Mishima: Seda y Acero”, suscrita per el seudóni­mo “Keiko”. Celebramos en sus páginas, el estilo profundo y sostenido, terso y sutil del escritor, su vasto conocimiento de la literatura japonesa, su familiaridad con la historia del pueblo milenario, su acercamiento inteligente al alma y a la cultura niponas, a más de la correcta y actualizada bibliografía y sugerente ico­nografía que presenta. Sin duda, se tra­ta de un asedio ejemplar a una de las ci­mas de las letras orientales del siglo. Un ensayo recomendable a los lectores de Panamá.

Dr. Roberto De La Guardia;Dr. Alfredo Figueroa Navarro; Lie. Francisco Herrero.

Panamá, 23 de octubre de 1985.

Diseño de la cubierta:

Juan Dal Vera, según ilustración japonesa de guerrero Samurai, proporcionada por la autora.

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BEATRIZ VALDES E.Nació en ia ciudad de Panamá, en 19¿’O. Hizo es­tudios primarios en su país; el bachillerato en Inglaterra; y varios años de Derecho en la Universidad Santa María La Antigua. Residió algún tiempo en Costa Rica, Colombia, Ingla­terra y Estados Unidos. Ha viajado extensa­mente por Europa, Estados Unidos, Centro y Sur América y Japón, país que visitó reciente­mente haciendo investigaciones para su libro.

Ha publicado ensayos en la Revista Lotería y en periódicos locales. YUKIO MISHIMA: SEDA Y ACERO es su primer libro, con el cual sale a las letras panameñas avalada por un Premio Miró. Ha ejercido las profesiones de Periodista y Relacionista Público desde la Dirección de Información y Relaciones Públicas de varias entidades.

Actualmente es directora de un suplemento,EL HERALDO SOCIAL.