barrientos 1997 - tesis doctoral

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA FACULTAD DE CIENCIAS NATURALES Y MUSEO "NUTRICION Y DIETA DE LAS POBLACIONES ABORIGENES PREHISPANICAS DEL SUDESTE DE LA REGION PAMPEANA" POR GUSTAVO BARRIENTOS DIRECTOR: DR. GUSTAVO G. POLITIS CODIRECTORA: DRA. EVELIA E. OYHENART TRABAJO DE TESIS PARA OPTAR POR EL TITULO DE DOCTOR EN CIENCIAS NATURALES -1997-

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Page 1: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA FACULTAD DE CIENCIAS NATURALES Y MUSEO

"NUTRICION Y DIETA DE LAS POBLACIONES ABORIGENES PREHISPANICAS DEL SUDESTE DE LA REGION PAMPEANA"

POR

GUSTAVO BARRIENTOS

DIRECTOR: DR. GUSTAVO G. POLITIS

CODIRECTORA: DRA. EVELIA E. OYHENART

TRABAJO DE TESIS PARA OPTAR POR EL TITULO DE DOCTOR EN CIENCIAS NATURALES

-1997-

Page 2: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

ÍNDICE AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCION

PARTE 1. MARCO TEORICO Y CONCEPTUAL

I. EL ESTUDIO DE LA EVOLUCION Y ADAPTACION DE POBLACIONES

HUMANAS PREHISTORICAS DESDE UNA PERSPECTIVA

BIOARQUEOLOGICA

I.1. Perspectivas evolutivas en arqueología

I.2. Adaptación

I.3. El rol de los estudios de restos humanos arqueológicos dentro de un

marco evolutivo

I.4. El registro arqueológico y el registro bioarqueológico: marco

conceptual

II. SALUD, STRESS Y NUTRICION

II.1. Los conceptos de salud y stress en antropología

II.2. La influencia de la nutrición sobre el crecimiento y el desarrollo

II.3. Malnutrición e infección

II.4. El estudio bioarqueológico de la salud y nutrición de poblaciones

prehistóricas

II.5. La naturaleza de las muestras esqueletarias de poblaciones

cazadoras-recolectoras y el alcance de la interpretación bioarqueológica

de los patrones de salud y nutrición.

III. NUTRICION, MORBILIDAD Y MORTALIDAD EN POBLACIONES

CAZADORAS-RECOLECTORAS

III.1. Estudios de poblaciones actuales

III.2. Estudios bioarqueológicos

PARTE 2. EL REGISTRO BIOARQUEOLOGICO DEL SUDESTE DE LA

REGION PAMPEANA

IV. EL AREA DE ESTUDIO

IV.1. Descripción ambiental y paleoambiental

IV.2. Antecedentes

Page 3: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

V. ANALISIS DE LA COMPOSICION, DISTRIBUCION ESPACIAL Y

TEMPORAL DE LAS MUESTRAS DE ENTIERROS HUMANOS DEL AREA

V.1. Introducción

V.2. Materiales y métodos

V.3. Resultados

V.4. Discusión

VI. LOCALIDADES Y SITIOS ARQUEOLOGICOS MUESTREADOS

VI.1. Arroyo Seco 2

VI.1.1. Introducción

VI.1.2. Antecedentes

VI.1.3. Temporadas 1992, 1995 y 1996. Estrategia de excavación y

resultados

VI.1.4. Estructura sexual y etárea de la muestra

VI.1.5. Procesos de modificación post-depositacional de los restos óseos

humanos de Arroyo Seco 2

VI.1.6. Cronología de los entierros humanos del sitio Arroyo Seco 2

VI.2. Laguna Los Chilenos

VI.2.1. Introducción

VI.2.2. Antecedentes

VI.2.3. Prospecciones

VI.2.4. Sitio LCH1

VI.2.5. Los entierros humanos del sitio LCH1

VI.2.6. Procesos postdepositacionales de formación del registro

bioarqueológico

VI.3. Laguna Tres Reyes 1

VI.3.1. Introducción

VI.3.2. Antecedentes

VI.3.3. Temporada de excavación 1994-1995

VI.3.4. Estructura etárea y sexual de la muestra de esqueletos humanos

VI.3.5. Procesos de modificación post-depositacional de los entierros

humanos

VI.4. Laguna La Larga

VI.5. Túmulo de Malacara

Page 4: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

VI.6. Estancia Santa Clara

VI.7. Península Testón

VI.8. Laguna de Puán

VI.9. La Segovia

VI.10. Los Huecos

VI.11. Napostá

VII. INTEGRACION DE LA INFORMACION BIOARQUEOLOGICA Y

FORMULACION DE UN MODELO REGIONAL ACERCA DE LA EVOLUCION

DE LAS POBLACIONES HUMANAS EN EL SUDESTE DE LA REGION

PAMPEANA

VII.1. Introducción

VII.2. Marco cronológico

VII.3. Variabilidad morfológica inter e intramuestral

VII.4. Deformación craneana artificial

VII.5. Prácticas mortuorias

VII.6. El modelo

VII.7. Expectativas biológicas

PARTE 3. EL ESTUDIO BIOARQUEOLOGICO DE LA SALUD, NUTRICION Y

DIETA DE LAS POBLACIONES ABORIGENES DEL SUDESTE DE LA REGION

PAMPEANA

VIII. HIPOPLASIAS DEL ESMALTE DENTAL

VIII.1. Introducción

VIII.2. Materiales y Métodos

VIII.3. Resultados y Discusión

IX. LINEAS DE HARRIS

IX.1. Introducción

IX.2. Materiales y Métodos

IX.3. Resultados y Discusión

X. HIPEROSTOSIS POROTICA

X. 1. Introducción

X.2. Materiales y Métodos

X.3. Resultados y Discusión

XI. PROCESOS INFECCIOSOS

Page 5: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

XI.1. Introducción

XI.2. Materiales y Métodos

XI.3. Resultados y Discusión

XII. COMPOSICION ISOTOPICA ( δ13C) DE MUESTRAS HUMANAS,

FAUNISTICAS Y VEGETALES: INFERENCIAS PALEODIETARIAS

XII.1. Introducción

XII.2. Materiales y métodos

XII.3. Resultados y Discusión

XIII. DISCUSION

PARTE 4. CONSIDERACIONES FINALES

XIV. EL ESTUDIO ARQUEOLOGICO Y BIOARQUEOLOGICO DEL

SUDESTE DE LA REGION PAMPEANA EN PERSPECTIVA

BIBLIOGRAFIA CITADA

Page 6: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

AGRADECIMIENTOS

Muchas fueron las personas que, a través de los años, hicieron posible

que el trabajo que dió origen a esta tesis pudiera ser realizado.

En particular, los Dres. Gustavo Politis y Evelia Oyhenart invirtieron

tiempo y esfuerzo en mi formación científica. Su constante estímulo,

asesoramiento, apoyo, confianza y dedicacion para corregir mis errores, han

sido la base del desarrollo de este trabajo.

Con el Lic. Fernando Oliva compartimos, desde el inicio de mi carrera,

muchísimas horas de enriquecedora discusión arqueológica, tanto en el

campo como en el laboratorio. Sin embargo fueron su amistad y su

permanente apoyo quienes más contribuyeron a la realización de esta tesis y

a quitar el tedio al trabajo de todos los días.

Los Lic. Marcela Leipus, Patricia Madrid, Gustavo Martínez, Cecilia

Landini, Marta Roa, María Gutiérrez y Jorge Moirano me brindaron su

amistad y discutieron muchos aspectos de este trabajo, efectuando valiosas

observaciones. En especial, Marcela sufrió los desvelos de mis primeros años

de investigación, por lo cual le estaré siempre agradecido.

Sugerencias y observaciones de singular importancia fueron efectuadas

por los Dres. Aníbal Figini, Clive Gamble y James Steele durante distintas

etapas de la investigación.

Esta tesis no podría haber sido terminada sin la inestimable colaboración

en los trabajos de campo y gabinete de Ana Carlotto, Florencia Pan, Mariano

del Papa, Paola Ponce, Catalina Peña, Iván Pérez, Fabricio Suárez, Marcela

Pinto, Andrés Izeta y Martín Vázquez, alumnos de la carrera de Antropología

de esta Facultad.

Los alumnos del curso 1995 del Taller de Osteología de la Facultad de

Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de

Buenos Aires participaron activamente en las tareas de limpieza y

catalogación de la muestra del sitio Laguna Tres Reyes 1.

Numerosos alumnos de las carreras de Antropología de las Universidades

Nacionales de La Plata, Buenos Aires y Rosario participaron en los trabajos

Page 7: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

de campo realizados en los sitios Arroyo Seco 2, Campo Brochetto, Laguna

Tres Reyes 1 y Laguna Los Chilenos 1 y 2.

Miembros de diferentes museos y particulares de los partidos

correspondientes al área de estudio desempeñaron una función destacada

durante las excavaciones, prospecciones y trabajo de laboratorio. Por su

activa participacion deben mencionarse la Sra. Marisa Martín, la Srta.

Imelda Andrieu y el Sr. Hugo Coronel.

La Sra. Patricia Sarmiento, del Servicio de Microscopía Electrónica de

esta Facultad, invirtió, con entusiasmo, tiempo y dedicación en la puesta a

punto de las técnicas de pretratamiento de las muestras óseas analizadas

histológicamente.

Las Dras. Adriana Casamayouret y Alejandra Baglivo, del Servicio de

Radiología del Hospital Interzonal de Agudos Gral. San Martín de la ciudad

de La Plata prestaron inestimable colaboración en la obtención de las

muestras radiográficas.

El Dr. Gustavo Politis y los Lic. Fernando Oliva, Cristina Bayón y Patricia

Madrid me facilitaron gentilmente el acceso a sus datos isotópicos (δ13C)

inéditos.

Las investigaciones estuvieron financiadas por el Consejo Nacional de

Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), a través de becas y

subsidios, y por subsidios de la Universidad Nacional de La Plata, de la

Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, de la

Fundación Antorchas y The British Council. Las municipalidades de los

partidos de Saavedra, Tornquist, Puán, Gonzales Chaves y Tres Arroyos

prestaron también apoyo económico y logístico durante los trabajos de

campo.

La Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata me facilitó sus

instalaciones para poder llevar a cabo este trabajo. En particular, deseo

agradecer al Dr. Héctor M. Pucciarelli, Jefe del Departamento Científico de

Antropología por acojerme en el departamento a su cargo y brindarme todo

su apoyo.

Page 8: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Los técnicos del Departamento Científico de Antropología del Museo de La

Plata, Sres. Roque Díaz y Héctor Díaz colaboraron gentilmente en diversos

aspectos de mi trabajo.

A todas estas personas e instituciones deseo expresar mi más profundo

agradecimiento; sin su ayuda y aliento no hubiera sido posible la

presentación de esta tesis. Al mismo tiempo deseo remarcar que los errores

que pudiera contener este trabajo son de mi exclusiva y absoluta

responsabilidad.

Page 9: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

INTRODUCCION

El objetivo del presente trabajo es abordar, desde una perspectiva

bioarqueológica, el estudio de la salud y la nutrición de las poblaciones

cazadoras-recolectoras del Sudeste de la Región Pampeana. Tal

investigación se fundamenta en la necesidad de aproximarse, mediante vías

alternativas a las tradicionales, al estudio de la organización de las

poblaciones aborígenes pampeanas, principalmente a nivel de la

subsistencia y uso del espacio. En este sentido, resulta importante resaltar

que en esta región, los restos humanos han contribuído escasamente a la

comprensión de la adaptación y evolución de las poblaciones prehispánicas,

a pesar de constituir una parte importante del registro arqueológico. La idea

sustentada en este trabajo es que la información derivada de su estudio,

integrada a aquella obtenida del estudio de otros componentes del registro

arqueológico (i.e. artefactos, ecofactos, estructuras, etc.), permite la

generación de modelos más complejos acerca de la trayectoria evolutiva de

las poblaciones humanas bajo diferentes condiciones selectivas.

El presente trabajo se organiza del siguiente modo: En la primera parte

(capítulos I a III), se proporciona el marco teórico y conceptual dentro del

cual se llevó a cabo el estudio de la salud y la nutrición de las poblaciones

aborígenes pampeanas. En la segunda parte (capítulos IV a VII), se analiza

la estructura regional del registro bioarqueológico del SE de la Región

Pampeana, detallando las características de las muestras de restos óseos

humanos recuperadas en distintos sitios del área, y se propone un modelo

acerca de la evolución de las poblaciones prehistóricas pampeanas a partir

del cual pueden derivarse expectativas acerca de las pautas de salud y

nutrición de las mismas durante el Holoceno. En la tercera parte (capítulos

VIII a XIII) se presentan y se discuten los resultados alcanzados a partir del

análisis de diferentes indicadores esqueletarios del estado de salud,

nutrición y dieta de las poblaciones prehistóricas del área de estudio.

Finalmente, en la cuarta parte (capítulo XIV) se discuten las implicancias de

este trabajo para el estudio de la evolución y adaptación de las poblaciones

Page 10: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

aborígenes pampeanas, y se detallan las líneas de investigación que

resultaría necesario profundizar en el futuro.

Page 11: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

PARTE 1. MARCO TEORICO Y CONCEPTUAL

I. EL ESTUDIO DE LA EVOLUCION Y ADAPTACION DE POBLACIONES

HUMANAS PREHISTORICAS DESDE UNA PERSPECTIVA BIOARQUEOLOGICA

I.1. Perspectivas evolutivas en arqueología

Si el debate surgido en el seno de la arqueología durante la pasada década

y que, en mayor o menor medida, se prolonga hasta el presente (i.e. Binford,

1989; 1994; Hodder, 1982; 1986; Shanks y Tilley, 1987; entre otros) nos ha

de dejar alguna enseñanza, ésta reside en la necesidad de reconocer que, no

importa cuánto compartamos de las múltiples posturas defendidas en la

literatura, no existe una única forma correcta - y por lo tanto verdadera - de

hacer arqueología. Esto no implica adoptar una postura relativista extrema

que reclama la validez de todo discurso, pues reconocemos la existencia de

criterios éticos y científicos - por lo demás en permanente negociación y

reformulación - que ponen límites a la variación de ideas, argumentos,

teorías y paradigmas aceptables en un momento dado del desarrollo

histórico de una disciplina científica. Sin embargo, podemos pensar que

existen distintos órdenes de realidad a los cuales, desde nuestra perspectiva

particular, valoramos diferencialmente, considerando a algunos más

interesantes o más relevantes de ser explorados que otros. El fenómeno

humano - de carácter claramente multidimensional - puede, y nos

atreveríamos a decir que debe, ser abordado desde múltiples perspectivas.

La perspectiva que adoptamos en la presente investigación es evolutiva.

En un sentido muy amplio, una perspectiva evolutiva en arqueología implica

un intento de vincular la indagación arqueológica acerca de la evolución

cultural con el estudio de la evolución orgánica en general, con la finalidad

de generar una teoría inclusiva acerca de la historia de todos los organismos

vivientes (Jones et al., 1995).

Page 12: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

En los últimos veinte años, una gran cantidad de arqueólogos han

abogado por la aplicación de la teoría evolutiva darwiniana para explicar la

variación en el registro arqueológico. En forma creciente, se han publicado

manifiestos programáticos, críticas a los modelos evolutivos tradicionales en

antropología, y consideraciones acerca de las diversas implicaciones de la

teoría evolutiva (i.e. Boyd y Richerson, 1982; 1985; Dunnell, 1978; 1980;

1982; 1989; Leonard y Jones, 1987; O'Brien y Holland, 1992; Rindos, 1984;

1989; Teltser, 1995a; entre otros).

En la literatura arqueológica existen por lo menos tres manifestaciones

programáticas que sostienen la pertinencia de la teoría evolutiva darwiniana

como marco general para el abordaje de los fenómenos arqueológicos. De

acuerdo a uno de estos programas, el desarrollado por Robert Dunnell y

otros autores (Dunnell, 1980; 1982; 1989; Leonard y Jones, 1987; O'Brien y

Holland, 1992; 1995; Ramenofsky, 1990; 1995; Teltser, 1995a), el cambio

cultural inferido a partir del registro arqueológico puede ser explicado a

través del principio darwiniano de "descendencia con modificación" (Mayr,

1988a). Más específicamente, este programa hace referencia a la acción de la

selección natural y de otros procesos evolutivos, sobre la variabilidad

fenotípica existente (principalmente a nivel artefactual), de modo que puede

dar cuenta en última instancia, de la persistencia diferencial de la

variabilidad en el registro (Boone, 1994). Otro programa, desarrollado por R.

Boyd y P. Richerson (1982; 1985) y denominado de "herencia dual", parte del

reconocimiento de que la mayor parte del comportamiento humano, y por lo

tanto la cultura, es el producto del aprendizaje. Sostiene que la cultura debe

ser entendida como un sistema de herencia al cual se aplican los requisitos

fundamentales de la evolución por selección natural (i.e. poblaciones

conformadas por individuos variables, un sistema de transmisión de la

información, etc.), pero en el cual los principios que gobiernan la

transmisión de la información difieren marcadamente de aquellos que

gobiernan la transmisión de los genes (Bettinger, 1991). Finalmente, el

tercer programa se basa en la aplicación del cuerpo teórico conocido como

ecología del comportamiento o, más comunmente, ecología evolutiva (Boone,

1992; Metcalf y Barlow, 1992; Mithen, 1989; 1990; Smith y Winterhalder,

Page 13: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

1992; Winterhalder y Smith, 1981). La ecología evolutiva está interesada en

explicar la variabilidad fenotípica entre los humanos debida a la variabilidad

en las condiciones ecológicas, partiendo de la base de que los seres

humanos, como cualquier otra forma de vida, han evolucionado como

resultado de la selección actuando sobre la variabilidad. Utilizando como

punto de partida la asunción de una historia selectiva para las diversas

poblaciones humanas, los ecólogos evolutivos formulan y ponen a prueba

modelos formales basados en el individualismo metodológico y en el principo

de optimización (Boone, 1994; Foley, 1987; Smith, 1988; Smith y

Winterhalder, 1992).

De los tres enfoques mencionados, el que ha tenido una difusión y una

aplicación arqueológica más restringida, ha sido el segundo (i.e. Aldenderfer,

1993). Los otros dos programas han tenido desarrollos más bien

independientes entre sí, lo que se hace evidente al analizar la literatura y

comprobar la virtual inexistencia de inter-citas entre los diversos trabajos

(O'Connell, 1995; para una excepción, ver Borrero, 1993; Lanata, 1993;

Lanata y Borrero, 1994). Según Boone (1994: 2), esto se debería a una

tendencia a considerar a un desarrollo como irrelevante desde la perspectiva

del otro o, en el peor de los casos, a ambas perspectivas como mutuamente

excluyentes y antagónicas. Para este autor, desde un nivel general de

análisis y, de algún modo parafraseando a Hutchinson (1965), puede decirse

que los "dunnellianos" o "seleccionistas" ponen el énfasis sobre el juego o

proceso evolutivo, mientras que los ecólogos evolutivos lo hacen sobre el

teatro ecológico (Smith y Winterhalder, 1992: 5- 7). Debido a que ambos

focos de interés resultan, en el campo de la biología evolutiva, esenciales

para la comprensión de la diversidad de la vida, Boone (1994: 2) concluye

que lo mismo debería ser verdad respecto a las explicaciones evolutivas

acerca de la diversidad humana.

Sin embargo, a nuestro modo de ver, la principal diferencia entre estas

aproximaciones reside en la forma en que ambas conciben la relación entre

la teoría evolutiva y el registro arqueológico. Para Dunnell y otros

adherentes al enfoque seleccionista (i.e. Leonard y Jones, 1987), una

consecuencia directa de la adopción de la teoría evolutiva darwiniana en

Page 14: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

arqueología es la necesidad de adecuar el lenguaje observacional y

descriptivo, de forma tal que los términos empleados en la descripción del

registro arqueológico sean los mismos empleados en la teoría, si se pretende

que la misma "... be able to explain a description" (Dunnell, 1995: 34). Para

Dunnell y otros seleccionistas, el objeto de estudio de la arqueología no es en

modo alguno el pasado, sino el registro arqueológico mismo. La explicación

de la variabilidad del registro arqueológico es el principal objetivo de

investigación, siendo el comportamiento humano pasado importante sólo en

tanto y en cuanto introduce variabilidad en ese registro. Patrice Teltser

claramente expresa:

"When the content of explanatory theory and the role of research are stipulated in this way, the subject matter of archaeological explanation is the archaeological record rather than human behavior or motives. This does not necessarily deny a role for human behavior but places it in an explanatory role rather than the role of subject matter" (Teltser, 1995b: 3).

La lógica dunnelliana establece que, como el registro arqueológico no

provee ningun acceso observacional directo al pasado, éste último no califica

como objeto del análisis arqueológico. Dentro de esta perspectiva,

prácticamente todo intento de construcción inferencial del pasado resulta,

virtualmente, objeto de anatema (Dunnell, 1971; 1978; 1982; 1989).

Las aproximaciones que se basan en el uso de la teoría ecológico-evolutiva

como marco teórico general, en cambio, no requieren que el registro

arqueológico sea descripto y explicado en los mismos términos de esa teoría

y, por lo tanto, no reniegan de un pasado inferencialmente construído como

objeto del análisis evolutivo. Esto implica que reconocen como necesario el

desarrollo de teoría en otro nivel, que trate acerca del registro arqueológico,

de su formación y de sus fuentes de variación. En una palabra, aceptan la

necesidad de una teoría "de alcance medio" (en el sentido de Binford, 1977;

1981) que vincule de algún modo las observaciones contemporáneas acerca

del registro arqueológico con argumentos acerca de la dinámica del pasado y

que sea, al menos en principio, intelectualmente distinta de la teoría general

Page 15: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

utilizada para explicar ese pasado inferencialmente construído (i.e. Boone,

1994; O'Connell, 1995).

Para los seleccionistas, las cuestiones organizacionales - consideradas

como meros problemas funcionales - no interesan. Lo único que interesa son

las frecuencias empíricas continuamente variables en el tiempo y en el

espacio (i.e. artefactuales o "fenotípicas"; Dunnell, 1989; O'Brien y Holland,

1995). Estas frecuencias son consideradas medidas del "fitness", tal y como

se manifiestan por su "éxito replicativo" (Dunnell, 1989; Leonard y Jones,

1987; O'Brien y Holland, 1992; 1995). La persistencia diferencial de la

variación, que es en definitiva el proceso evolutivo, es considerada como el

resultado de la acción de la selección (Dunnel, 1980; 1989; Leonard y Jones,

1987; O'Brien y Holland, 1992).

Siguiendo a Binford (1992) podemos decir que, a pesar de las

proposiciones de numerosos autores, hasta el presente no existe una teoría

evolutiva que explique en forma anticipada y no simplemente de una manera

acomodaticia post hoc, los cambios en los productos organizados de la

experiencia humana. En términos de la evolución cultural, sabemos que el

cambio ocurrió y ocurre, pero no conocemos aun cuál o cuales son los

mecanismos de cambio que afectan a los sistemas culturales (cf. Dunnell,

1980; 1989). Así, nuestro desafío reside no meramente en documentar la

realidad del cambio o su plausibilidad, sino en explicarlo, como así también

en explicar las situaciones en las cuales el cambio no tuvo lugar,

produciendo situaciones de estabilidad. En este sentido, Binford sostiene

que:

"Without a germane theory, one that relates causes and consequences in a predictable fashion, we cannot have explanations. Causes, to my way of thinking, are the relationships between impacted phenomena and impacting forces. This means that one must give consideration in theory building to the character of what is said to be acted upon. A constant set of impacting forces ("selective forces") operating on a population of mice and a population of elephants will have different consequences, depending on the organizational properties (e.g., the "anatomy") of the units said to be acted upon.

Page 16: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Organization is important. Evolutionay changes occur with respect to different organizational properties at different tempos and at different rates. Different species are organized differently and hence are subject to selection in different ways" (Binford, 1992: 54; énfasis agregado).

El punto central del desarrollo de una verdadera teoría evolutiva está

pues, en comprender el mecanismo de selección, y el modo en que impacta

diferencialmente sobre estructuras orgánicas de distinto nivel (i.e. unidades

organísmicas, en el sentido de Pianka, 1974), que se hallan diferencialmente

organizadas. A este respecto, resulta interesante notar que mientras

muchos arqueólogos interesados en aplicar la teoría evolutiva neodarwiniana

prestan poca atención a las propiedades organizacionales de las poblaciones

humanas cuya actividad generó el registro arqueológico, numerosos biólogos

evolutivos comienzan a interesarse cada vez más en los procesos de

complejización y auto-organización de los sistemas biológicos, y su relación

con la selección y el proceso evolutivo (i.e. Kauffman, 1993; Lewin, 1992;

Prigogine y Stengers, 1984; Ulanowicz, 1986; Waldrop, 1992; Wicken, 1990).

Dentro de la tradición darwiniana, la selección natural fue y es

mayoritariamente considerada como la única fuente de orden en la

naturaleza (Kauffman, 1993; Lewin, 1992). Sin embargo, la proposición de

que la selección es responsable de cada cambio adaptativo, falla en su

intento de explicar los problemas impuestos por los sistemas altamente

estructurados que poseen sus propias leyes de ensamblaje e interacción.

Según Kauffman (1993), la teoría darwiniana debe expandirse para

reconocer la existencia de otras fuentes de orden aparte de la selección,

basadas en los constreñimientos genéticos y de desarrollo de los organismos,

en los límites estructurales y en las posibilidades de las leyes físicas

generales. Kauffman retoma uno de los problemas que los evolucionistas

han estado evitando por mucho tiempo, es decir, el problema de la evolución

de los sistemas complejos y altamente organizados:

"The task of enlarging evolutionary theory would be far for complete even if we could show that fundamental

Page 17: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

aspects of evolution and ontogeny had origins in some measure reflecting self-organizing properties of the underlying systems. The present paradigm is correct in its emphasis on the richness of historical accident, the fact of drift, the many roles of selection, and the uses of design principles in attempts to characterize the possible goals of selection. Rather, the task must be to include self-organizing properties in a broadened framework, asking what the effects of selection and drift will be when operating on systems which have their own rich and robust self-ordered properties. For in such cases, it seems preeminently likely that what we observe reflects the interactions of selection processes and the underlying properties of systems acted upon" (Kauffman, 1993: 22-23; énfasis en el original).

En nuestro campo de estudio, las organizaciones son comunmente

sistemas extrasomáticamente integrados, no reductibles a simples

organismos individuales. En biología, se asume un isomorfismo entre la

unidad de reproducción biológica y la unidad a través de la cual la

información es transmitida y expresada en el fenotipo mediante la

interacción genético-ambiental. Por el contrario, la transmisión de los tipos

de información que afectan a los fenotipos "culturales" puede ocurrir

independientemente de la reproducción biológica, magnificando

enormemente la variedad de las unidades que pueden estar sujetas a

selección (Richerson y Boyd, 1995). Al mismo tiempo, el potencial para la

reestructuración organizacional dentro y entre unidades, excede a aquella de

su contraparte biológica (Binford, 1992). Por otra parte, los principios de

indeterminación (Wicken, 1979; 1985; 1990) sugieren que existirían

procesos sistémicos internos que podrían producir rápidos eventos de

reorganización, de un modo tal que incluso un completo conocimiento de

todas las condiciones iniciales del sistema termodinámico que creó los

fenómenos arqueológicos observados (i.e. un sistema social), no permitiría

una predicción exacta de la forma que ese sistema podría adoptar en un

momento posterior (Binford, 1994). Estas ideas son a su vez compatibles con

un cuerpo de teoría que puntualiza sobre la importancia del orden social

emergente (i.e. Hayek, 1967; 1983; Touraine, 1977). Por ejemplo, Touraine

ha argumentado que la sociedad, antes que nada, es un agente de su propia

Page 18: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

producción (autopoiesis) y que, inmersas en este proceso, encontramos

formaciones sociales espontáneas y no planificadas. En este sentido,

debemos considerar las propiedades emergentes latentes en toda

organización social como un principio fundamentalmente de auto-

organización, dentro de un proceso de causalidad no lineal que implica la

capacidad de generar comportamientos emergentes no predecibles (McGlade,

1995: 114). Si tomamos en cuenta que un objetivo fundamental de muchos

modelos ecológico-evolutivos es, precisamente, la predicción de

comportamientos asumiendo ciertas estabilidades, resulta claro que la

existencia de caos determinístico (Prigogine, 1980; Prigogine y Stengers,

1984) interactuando con sistemas no lineales (McGlade, 1995; Walker y

Ford, 1969), presenta serios problemas que aún necesitan ser resueltos.

Llegados a este punto, y a modo de resumen, podemos decir que el

crecimiento de un enfoque evolutivo en arqueología depende

fundamentalmente de:

• Reconocer que la teoría evolutiva neodarwiniana, en su estado actual de

desarrollo, no es directamente aplicable al estudio del registro

arqueológico (Dunnell, 1989).

• Reconocer que la teoría evolutiva neodarwiniana debe ser expandida, no

sólo para incluir nuevos mecanismos de transmisión de la información

(Boyd y Richerson, 1985; 1992; Dunnell, 1989; O'Brien y Holland, 1995;

Teltser, 1995b), sino para considerar mecanismos generadores de orden

en la naturaleza diferentes de la selección natural (Kauffman, 1993).

• Comprender el modo en que diversas condiciones selectivas actúan

diferencialmente sobre entidades diferencialmente organizadas (Binford,

1992; 1994).

• Reconocer que los principios que rigen la organización de las entidades

biológicas y sociales responden a un sistema de causalidad no lineal, que

implica la capacidad de generar organizaciones y comportamientos

emergentes no predecibles (McGlade, 1995).

A pesar de las falencias que aún existen en el desarrollo de una teoría

evolutiva satisfactoria que tenga como principal referente empírico al registro

arqueológico, los recientes y crecientes intentos de explorar la potencialidad

Page 19: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

de una aproximación evolutiva en arqueología constituyen un importante

avance respecto al marco conceptual sustentado por la Nueva Arqueología de

los años `60 y `70 y por gran parte de la arqueología procesual de los `80. Al

adoptar la idea de Leslie White (1959) de que la cultura es un medio

extrasomático de adaptación (Binford, 1962; 1968), la arqueología logró un

mayor acercamiento al campo más amplio de la antropología, donde al

menos tres importantes escuelas de pensamiento - la ecología cultural

(Steward, 1938), el neofuncionalismo (Rappaport, 1968) y el materialismo

cultural (Harris, 1968) - propugnaban por la adopción de un modelo

funcional y sistémico de la cultura concebido en términos adaptativos (i.e.

Kirch, 1980a). Sin embargo, al mismo tiempo, se encerró a sí misma dentro

de un marco conceptual no darwiniano en el cual el estudio de la

consecuencia del proceso bio-cultural (la adaptación), tomó precedencia

sobre el estudio del proceso evolutivo mismo. Y es en este sentido,

precisamente, que resulta paradójico que la arqueología procesual nunca

haya formalizado una teoría acerca de procesos, sino que más bien haya

explorado una, o varias, acerca de sus resultados.

I.2. Adaptación

El término adaptación, tanto en biología como en ecología evolutiva, se

halla asociado a una amplia gama de significados (ver Alland, 1975;

Dobzhansky, 1974; Dunbar, 1982; Little, 1982; Mazess, 1978; Medawar,

1951; Stern, 1970; entre otros). De los diferentes significados atribuídos al

término adaptación hay tres que consideramos significativos respecto de los

objetivos de este trabajo. En primer lugar, la adaptación puede ser entendida

como un proceso por el cual un organismo cambia, se ajusta o conforma a

las limitaciones o restricciones de su ambiente. En este sentido, la

adaptación puede ser el producto de la selección natural operando sobre

muchas generaciones de individuos, o puede ser una respuesta conductual,

fisiológica o morfológica, adquirida o aprendida durante el transcurso de la

vida de un organismo, constituyendo así una parte fundamental de los

procesos de intra e intervariación.

Page 20: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

En segundo lugar, la adaptación puede ser conceptualizada como una

medida del grado de conformidad entre un organismo y su ambiente. Esta

concepción parte de la premisa que establece la inexistencia de la

adaptación perfecta o de absolutos adaptativos, lo que implica que el

carácter adaptativo de un rasgo puede ser establecido sólo en un sentido

relativo (Lewontin, 1978).

Finalmente, la adaptación puede ser considerada como un proceso de

resolución de problemas (Maynard Smith, 1978; Dunbar, 1982; Foley, 1987;

Foley y Dunbar, 1989; O'Brien y Holland, 1995). Todo ambiente plantea

problemas de supervivencia, de valor selectivo, que los organismos deben

solucionar. La selección natural opera sobre los caracteres morfológicos,

conductuales, fisiológicos y bioquímicos de un organismo, siendo su

resultado el éxito reproductivo diferencial. Las potenciales soluciones se

encuentran afectadas por factores limitantes (en el sentido de Dawkins,

1982) tales como la variabilidad genética, la impredictibilidad, los

constreñimientos históricos, etc, siendo el producto final la adaptación

(Foley, 1987).

Como puntualizamos en el apartado anterior, en años recientes se ha

cuestionado el rol del estudio de la adaptación dentro de un marco evolutivo

en antropología y en arqueología. Algunas de las objeciones elevadas contra

el uso del concepto de adaptación en estas disciplinas se apoyan en la crítica

de Gould y Lewontin (1979) acerca de lo que estos autores denominan

"adaptacionismo" o "programa adaptacionista" (i.e. Dunnell, 1989; O'Brien y

Holland, 1995). Este consiste, entre otras cosas, en la construcción de

explicaciones aparentemente plausibles acerca de las funciones de diferentes

rasgos (i.e. conductuales, morfológicos, tecnológicos, etc.), pero de un modo

que, en última instancia, no resulta posible de ser probado. La amplia

difusión de este tipo de construcciones en antropología y arqueología,

básicamente dentro de enfoques neofuncionalistas, condujo a algunos

autores a considerar como secundario el rol de la adaptación dentro de la

explicación arqueológica (i.e. Borrero, 1993; Dunnell, 1989; Rindos, 1984).

Siguiendo a Mayr (1988b: 149), podemos decir que no hay nada

inherentemente incorrecto dentro del programa adaptacionista, siempre y

Page 21: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

cuando éste sea ejecutado de un modo apropiado. Según O'Brien y Holland

(1992: 44; 1995: 189), el único modo de escapar a la crítica de Gould y

Lewontin es tratar de discriminar entre adaptaciones y no-adaptaciones o

maladaptaciones de un modo correcto, y sólo entonces tratar de identificar la

función probable de cada adaptación. A diferencia de Gould y Lewontin,

Mayr (1988b: 151) y O'Brien y Holland (1995: 189) no pretenden que esto

último se logre al primer intento, ya que no existe nada malo en la estrategia

de prueba y error consistente en proponer diferentes hipótesis en forma

sucesiva cuando la primera, o las subsecuentes, fallan. El único "pecado"

consiste, en este contexto, en sentirse cómodo con una conclusión

simplemente porque los datos parecen ajustarse bien al argumento

propuesto. Sin embargo, hay que tener en cuenta que esta última objeción

es válida para cualquier construcción científica, ya sea ésta resultante o no

de la operación de un programa adaptacionista.

La posición sustentada en este trabajo es que el estudio de la adaptación,

entendida como un proceso de resolución de problemas, es importante y

debe ocupar un lugar acorde entre los objetivos de nuestra disciplina. La

reacción ante los enfoques neofuncionalistas no debe implicar

necesariamente el relegamiento del estudio de la adaptación a un segundo

plano, tal como ha sido recientemente sugerido por algunos autores (i.e.

Borrero, 1993: 15). El desarrollo de marcos conceptuales y metodológicos

que permitan el estudio conjunto de la adaptación y del proceso evolutivo

que conduce a ella, constituye uno de los desafíos más importantes que la

arqueología deberá enfrentar en los próximos años.

I.3. El rol de los estudios de restos humanos arqueológicos dentro de un

marco evolutivo

Las aproximaciones evolutivas mencionadas en el primer apartado, en

particular las denominadas seleccionistas, enfatizan en el componente

artefactual del registro arqueológico, no especificando el rol que debería

cumplir el análisis de restos humanos y de otros restos materiales

asociados, en la documentación y explicación de las situaciones de cambio y

estabilidad organizacional de las poblaciones del pasado.

Page 22: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Borrero (1993) propone que los restos humanos son útiles para evaluar el

resultado del proceso evolutivo, es decir, la adaptación. Según él, se puede

afirmar que "... la adaptación se mide en huesos humanos, y se discute con

estudios de la frecuencia de artefactos y ecofactos, y el efecto que confieren a

las poblaciones que los usan" (Borrero, 1993: 21). De este modo artefactos y

restos humanos constituirían, al menos en principio, conjuntos de

información independientes para evaluar proposiciones acerca del pasado

(cf. Borrero, 1994: 60).

El valor de los restos humanos como fuente generadora de información

acerca del proceso adaptativo de las poblaciones humanas fue comprendido

muy tempranamente en el desarrollo de la Nueva Antropología Física

(Washburn, 1951) o Antropología Biológica (Pucciarelli, 1989), es decir,

cuando la disciplina adoptó como teoría general los enunciados de la síntesis

neodarwiniana a comienzos de la década del `50 (Washburn, 1951; 1953).

Sin embargo, la exploración más profunda de la potencialidad informativa de

este importante componente del registro arqueológico fue bastante más

tardía. Sólo en los últimos treinta años se ha desarrollado, como resultado

de una significativa convergencia de objetivos programáticos (en el sentido

de Lakatos, 1983) entre la antropología biológica y la arqueología de raíz

principalmente neofuncionalista, lo que se ha dado en llamar el "enfoque

biocultural" (Boyd, 1996; Bush y Zbelevil, 1991; Dressler, 1995). Este

enfoque es concebido como una instancia superadora de las aproximaciones

tradicionales al estudio de los restos humanos de origen arqueológico, tales

como los análisis morfométricos y paleopatológicos, de naturaleza

marcadamente descriptiva y con frecuencia abordados sin una perspectiva

poblacional. El enfoque biocultural puede ser caracterizado como la

elaboración de los conceptos y relaciones desarrolladas en la ecología

cultural, aplicados dentro del contexto de la teoría evolutiva. Su principal

objetivo es tratar de comprender las relaciones dinámicas existentes entre

las poblaciones humanas, la cultura y el ambiente, enfatizando en la

necesidad de establecer la condición biológica de las poblaciones humanas y

sus consecuencias para la reproducción biológica y cultural de la sociedad, a

la vez que considerar los efectos selectivos de la cultura sobre la

Page 23: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

supervivencia de estas poblaciones (Bush y Zvelebil, 1992; Relethford, 1994).

A la luz de este enfoque, se ha ido delimitando con el transcurso del tiempo

un nuevo campo de estudio, de carácter inter y, con frecuencia,

transdisciplinario, denominado bioarqueología (Buikstra, 1981; Larsen,

1987). Este comprende el estudio de los procesos de formación de las

muestras de restos humanos, de la demografía, de las relaciones biológicas,

de las pautas de salud, enfermedad, actividad, nutrición, crecimiento y

desarrollo, como un medio de lograr una mayor comprensión acerca de la

adaptación y de la evolución de las poblaciones humanas del pasado.

En el siguiente apartado propondremos una conceptualización del

registro bioarqueológico, y proporcionaremos una síntesis del estado actual

de los conocimientos acerca de sus principales fuentes de variabilidad y de

sus procesos de formación, principalmente en el contexto de sociedades

cazadoras- recolectoras.

I.4. El registro arqueológico y el registro bioarqueológico: marco conceptual

El término registro arqueológico es un término ambiguo, debido a que es

usado por diferentes arqueológos de diferentes maneras. Esto ha llevado a

algunos autores a afirmar que, hasta el presente, el concepto de registro

carece de rigor como concepto teórico dentro de la disciplina (i.e. Patrik,

1985). En general, el concepto de registro arqueológico es utilizado por los

arqueólogos como un modelo de su evidencia, reconociendo que éste implica

algo acerca de esa evidencia que no es directamente observable (Sullivan,

1978). El registro arqueológico pues, se construye inferencialmente a partir

de la evidencia o conjunto de datos generados a través de distintos

procedimientos metodológicos. En el modelo de registro sustentado por la

arqueología procesual, la fuente primaria de datos y evidencia está

constituída por cosas físicas y estáticas (Patrik, 1985), que son los efectos

causales de lo que ellos registran (Binford, 1981). En este sentido, es

importante señalar que evidencia arqueológica y registro arqueológico no son

términos intercambiables (Yacobaccio, 1988). La evidencia arqueológica es el

conjunto de datos obtenidos a partir del análisis de ítems materiales, sean

Page 24: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

estos artefactos, estructuras, ecofactos, huesos humanos, etc., que el

arqueólogo dispone luego de su recuperación en el trabajo de campo o de

cualquier otro modo posible. El registro arqueológico, en cambio, es el

modelo teórico de la evidencia, inferencialmente construído (cf. Yacobaccio,

1988). El registro arqueológico, como conjunto de enunciados de distinto

nivel, posee pues un referente empírico que es actual, es decir, que existe en

el presente.

Llegados a este punto, podemos conceptualizar al registro bioarqueológico

como la parte del registro arqueológico que modela las relaciones entre

referentes empíricos tales como: a) restos humanos, b) otros restos

materiales o rasgos (i.e. marcadores de tumba, mobiliario y ajuar funerario,

etc.), y c) diversos elementos del paisaje (en el sentido de Forman y Godron,

1986).

A través del tiempo, el registro bioarqueológico ha sido utilizado para

discutir una amplia variedad de tópicos. Estos incluyen, entre otros:

• taxonomía o clasificación de poblaciones humanas (Biasutti, 1912;

Imbelloni, 1938; Sergi, 1911; von Eickstedt, 1934);

• variación biológica y proceso microevolutivo (Konigsberg y Buikstra,

1995; Neves y Pucciarelli, 1991; Pardoe, 1994; Steele y Powell, 1992);

• rango y diferenciación social (Binford, 1971; O'Shea, 1984; Pearson et al.,

1989; Tainter, 1977; 1978);

• salud y nutrición (Buikstra y Williams, 1991; Goodman et al., 1984;

Huss-Ashmore et al., 1982; Martin et al., 1985);

• anatomía funcional y stress ocupacional (Merbs, 1983; Stirland, 1991);

• paleodemografía (Buikstra y Konigsberg, 1985; Cook, 1981; Horowitz et

al., 1988; Van Gerven y Armelagos, 1983);

• guerra, tensión social y canibalismo (Milner, 1995; Turner, 1983; Turner

y Turner, 1992; White, 1992).

El registro bioarqueológico ha sido utilizado para explicar diversas

características de las poblaciones humanas y de los sistemas

socioculturales, el modo en que éstos varían a través del tiempo y del

espacio, y el mecanismo por el cual se modifican o pasan de un estado a

otro. En una palabra, se lo ha utilizado para abordar cuestiones referidas a

Page 25: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

las propiedades dinámicas de las poblaciones y sistemas socioculturales del

pasado. Sin embargo, una de sus principales propiedades - compartida con

los demás componentes del registro arqueológico - es su carácter estático y

actual (Binford, 1981; O'Shea, 1984).

Como arqueólogos o bioantropólogos, lo que analizamos no son

poblaciones, ni aún muestras de poblaciones - que en sí representan un

concepto dinámico - sino muestras de conjuntos óseos y otros restos

materiales asociados, preservados y recuperados en sitios particulares. Sin

embargo, hasta el presente no se posee una clara comprensión acerca de la

naturaleza de los vínculos existentes entre las propiedades del registro y las

propiedades dinámicas de las poblaciones humanas de las cuales deriva. A

este respecto, es importante destacar que en la actualidad permanecen aún

controvertidos algunos aspectos que resultan cruciales para la comprensión

de los mecanismos de formación del registro bioarqueológico, tales como:

• la contribución de la variabilidad biológica a la supervivencia y/o

mortalidad diferencial de los individuos dentro de las poblaciones

humanas (Wood et al., 1992; cf. Goodman, 1993; Jackes, 1993);

• el modo en que las muestras esqueletarias, que frecuentemente cubren

lapsos más o menos largos de tiempo, se ven afectadas por factores tales

como los cambios, a corto y largo plazo, en los parámetros demográficos

(Cadient et al., 1976; Wood et al., 1992; cf. Buikstra y Mielke, 1985);

• las implicancias sociales y conductuales de los perfiles de mortalidad de

muestras arqueológicas (Buikstra y Mielke, 1985; Lovejoy et al., 1977; cf.

Howell, 1982);

• los sesgos tafonómicos y conductuales que contribuyen a la

estructuración por sexo y edad de las muestras esqueletarias (Charles y

Buikstra, 1983; Walker et al., 1988);

• el grado en el cual las prácticas mortuorias están determinadas de un

modo diferencial por factores sociales, filosófico- religiosos,

circunstanciales y ecológicos (Binford, 1971; Brown, 1971; Carr, 1995;

Hodder, 1982; Kirch, 1980b; Pearson et al., 1989, Saxe y Gall, 1977;

Tainter; 1977; 1978).

Page 26: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

En particular, el modo en que se forma y se estructura el registro

bioarqueológico de cazadores-recolectores ha permanecido en gran medida

inexplorado, a pesar de constituir una parte importante del registro

arqueológico de este tipo de sociedades. Es por ello que la interpretación y

explicación de los patrones observados - en términos de comportamiento y/o

biología -, resulta actualmente difícil de realizar en ausencia de una teoría

coherente y de una sólida metodología para evaluar la relevancia de, y dar

sentido a, nuestras observaciones acerca del registro. El registro

bioarqueológico, al igual que otros componentes del registro arqueológico,

durante su proceso de formación atraviesa por una serie de estadíos

análogos a los descriptos por diversos autores para el registro

arqueofaunístico (i.e. Clark y Kietze, 1967; Klein y Cruz-Uribe, 1984;

Meadow, 1980; Stiner, 1994) (Figura I.1). En tanto modelo teórico de nuestra

evidencia, el registro bioarqueológico se constituye a partir de la interacción

de distintos factores relacionados con: a) la dinámica demográfica de las

poblaciones humanas (i.e. fertilidad, mortalidad y supervivencia diferencial,

heterogeneidad en el riesgo de morbilidad y mortalidad, etc.), b) organización

social, económica y tecnológica, patrones de racionalidad, ideología y

creencias (i.e. movilidad, sistema de asentamiento, prácticas mortuorias,

construcción social y uso del espacio), c) procesos tafonómicos y

postdepositacionales (i.e. química de los suelos, agentes biológicos), d)

diseño de investigación arqueológica (i.e. muestreo, excavación y análisis), y

e) marco teórico, concepción paradigmática y factores de naturaleza

extracientífica que influyen sobre la generación y uso del conocimiento.

En los últimos años se han producido notables avances en la comprensión

de varios de los aspectos involucrados en la formación del registro, tales

como los procesos tafonómicos y postdepositacionales, técnicas de muestreo,

excavación y análisis, vías y perspectivas alternativas de conocer, construir y

dar significado al pasado. Sin embargo, entre los aspectos más desconocidos

se hallan aquellos que condicionan en forma determinante la formación del

registro y cuya comprensión es de fundamental importancia para su

interpretación. Ellos son: a) los procesos que intervienen en la formación - a

corto y largo plazo - del conjunto muerto o "población muerta" (ver Waldron,

Page 27: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

1994), en especial la incidencia de la mortalidad y supervivencia selectiva y

de los cambios demográficos a través del tiempo (Cadient et al., 1976; Wood

et al., 1992); y b) los procesos que intervienen en la distribución espacial de

los muertos de una población, en particular, la influencia de las distintas

estrategias y tácticas de uso del espacio (i.e. grado y tipo de movilidad,

ocupación redundante, etc.).

A pesar de la virtual ausencia de investigaciones etnoarqueológicas

centradas en el estudio de las prácticas mortuorias, y al hecho de que las

fuentes etnográficas tradicionales contienen información insuficiente acerca

de la localización de las areas de entierro y de los factores que gobiernan la

elección de su emplazamiento (ver Chapman y Randsborg, 1981), numerosa

evidencia etnográfica sugiere que el principal factor influyente en la

distribución espacial de los cadáveres a nivel regional en poblaciones

cazadoras-recolectoras es la movilidad. Un reciente estudio transcultural

llevado a cabo por Carr (1995), dirigido a establecer los principales

determinantes de las practicas mortuorias, muestra que los denominados

determinantes circunstanciales y físicos - entre los cuales puede ser incluída

la movilidad -, tienden a ser más importantes para las sociedades de nivel

jerárquico y de bandas, y sistemáticamente menos importantes para las

sociedades de nivel sociopolítico intermedio, tales como los cazadores-

recolectores "complejos" y los horticultores (Carr, 1995: 171). Sin embargo,

ningún estudio fue dirigido a establecer las relaciones entre las distintas

formas de movilidad - un fenómeno multidimensional (Kelly, 1992) - y los

diferentes tipos de distribuciones de entierros resultantes.

Podría hipotetizarse que: a) el número de sitios que son utilizados para

enterrar a los muertos de una población tiende a variar en forma directa con

el número de movimientos residenciales anuales; y b) el número de

individuos enterrados en un lugar particular tiende a estar correlacionado en

forma negativa con el número de movimientos residenciales anuales. Dicho

en otras palabras, estas dos hipótesis predicen que, a medida que aumenta

el número de movimientos residenciales por año, tiende a haber un mayor

número de sitios destinados al entierro de individuos a nivel regional, cada

uno de ellos con un número progresivamente menor de entierros. Sin

Page 28: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

embargo, diversos factores pueden influir en el hecho de que estos dos

enunciados no se cumplan en todas las situaciones. Entre los mismos

pueden mencionarse el tamaño de la región o "territorio" (en el sentido de

Binford, 1981) que es explotada por una población, y el grado y tipo de

redundancia en la ocupación de determinados puntos del espacio. Puede

esperarse que estas hipótesis tiendan a verificarse en forma positiva en

situaciones en las cuales el tamaño de los rangos anuales y el tamaño total

de la región o territorio explotados sea grande, y el grado de redundancia

entre las sucesivas ocupaciones de un mismo espacio sea bajo. Por otro

lado, estas hipótesis presuponen una congruencia relativamente alta entre el

lugar de muerte y el lugar de entierro, una situación que puede no darse, y

de hecho no se dá en todos los casos. Los individuos tenderían a ser

enterrados en lugares cercanos al lugar de muerte, cuando los costos de

transportar los restos a otro lugar - medidos en términos del tiempo y los

recursos invertidos - fueran mayores que los beneficios. La disposición de

los cadáveres es una actividad social que utiliza recursos y que, al igual que

actividades tales como la búsqueda de parejas, la adquisición de alimentos,

etc., sustrae tiempo al individuo para la realización de otras tareas de valor

adaptativo. La toma de decisiones que involucra, resulta susceptible

entonces de ser abordada en términos analíticos por estudios basados en la

teoría ecológico evolutiva, tales como los denominados de "asignación de

tiempo" ("time allocation studies", sensu Hames, 1992). Esta es una línea de

investigacion que aún no ha sido explorada, pero que resulta relevante para

analizar algunos problemas vinculados a las prácticas funerarias.

No obstante las objeciones expresadas precedentemente, una gran

cantidad de evidencia etnográfica indica que grupos móviles tales como los

Hadza, los Mbuti, los Baka, los !Kung (Woodburn, 1982); los Pintupi (Myers,

1991), los Gununa Kena (Bórmida y Casamiquela, 1958/1959), y los Nukak

(Politis, 1996a), con frecuencia entierran a los muertos en áreas cercanas a

los lugares utilizados para la realización de otras actividades (i.e.

campamentos), invierten poco tiempo y recursos en las actividades

funerarias, y tienden a no señalizar el lugar del entierro mediante la

construcción de estructuras conspicuas y/o permanentes. Por otro lado,

Page 29: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

evidencia etnográfica igualmente numerosa, sugiere la existencia de una

correlación entre el decrecimiento en la movilidad y el surgimiento de áreas

formales de entierro o "cementerios". Siguiendo la definición operativa

proporcionada por Pardoe (1988), un área formal de entierro o cementerio,

en el contexto de sociedades cazadoras-recolectoras, se caracterizaría por ser

un área funcionalmente específica y exclusiva destinada al entierro de un

número significativo de individuos (del orden de decenas o centenas),

distribuídos dentro de límites acotados y con un alto grado de contigüidad

espacial.

Un estudio comparativo transcultural realizado por Goldstein (1976)

sobre una muestra de treinta sociedades, apoya la hipótesis adelantada por

Saxe (1970; 1971) acerca de la asociación existente entre la aparición de

áreas formales de entierro o cementerios, y el surgimiento de grupos

corporativos de descendencia lineal (i.e. linajes), que ejercen el control sobre

el acceso y uso de determinados recursos críticos.

El ejercicio del control sobre el acceso y uso de determinados recursos

define una conducta territorial. Dyson-Hudson y Smith (1978; cf. Cashdan,

1983; Layton, 1986), discutiendo el fenómeno de la territorialidad humana

en términos ecológicos y funcionales (Chapman, 1995), han propuesto que,

cuando la distribución espacio-temporal de los recursos es densa y

predecible y consecuentemente su defendibilidad económica es alta (sensu

Brown, 1964), existen mayores probabilidades de que se establezca un

sistema territorial de uso del espacio. Este sistema, según Ambrose (1984;

citado en Brandt, 1988), estaría caracterizado por un incremento en la

densidad de población y el tamaño de los grupos (Yellen y Harpending,

1972), una estrategia de asentamiento más sedentaria, con un patrón de

movilidad logístico (Binford, 1980; Kelly, 1983), un decrecimiento en el

intercambio regional de información (Hayden, 1982) y hábitats delineados y

controlados a través de la defensa y/o de la advertencia (Brandt, 1988). Los

correlatos arqueológicos del modelo propuesto por Ambrose incluirían

cambios a través del tiempo en la organización del sistema de asentamiento

a nivel regional e intra-sitio, cambios en las fuentes de materias primas,

función y/o estilo de los artefactos, dieta y prácticas mortuorias (ver Brandt,

Page 30: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

1988). La disposición de los cadáveres en áreas formales de entierro, y/o la

construcción de monumentos funerarios, tendrían la función de actuar como

demarcadores territoriales. En este sentido, el reclamo permanente de uso y

control de los recursos críticos estaría establecido y justificado por la

presencia de los ancestros (Brandt, 1988; Chapman, 1981; Charles y

Buikstra, 1983; Hall, 1976; Pardoe, 1988; Renfrew, 1976; cf. Carr, 1995:

183). Si bien las hipótesis derivadas de este modelo aún no han sido puestas

a prueba en forma extensiva, datos etnográficos referidos a los Elmolo del

Lago Turkana (Scherrer, 1976, citado en Brandt, 1988), los Temuan de

Malasia (Saxe y Gall, 1977), los Mundas de la India (Chattopadhyaya, 1996),

y aborígenes australianos del norte de la Tierra de Arnhem (Berndt y

Johnston, 1942; Hamilton, 1982), parecen sustentarlo. Sin embargo, más

allá de su contrastación empírica, su principal valor es heurístico, al llamar

la atención acerca de la posible vinculación entre determinadas prácticas

culturales, tales como la disposición de los cadáveres, con variables

paleoecológicas relevantes tales como la territorialidad, la estructura regional

de los recursos, etc.

Las distintas formas de disponer los cuerpos - a través del entierro

primario, del entierro secundario, de la cremación, etc. - tampoco parecen

variar independientemente de la organización de cada sociedad. Numerosa

evidencia etnográfica (i.e. Bushnell, 1920; Hamilton, 1982; Peterson, 1972)

indica que la práctica del entierro secundario - que implica un tratamiento

complejo de los cadáveres, una cantidad variable de tiempo entre la muerte

del individuo y la depositación final de los restos y, usualmente, el

transporte de los mismos -, tiende a covariar positivamente con la creciente

complejización de la sociedad (en el sentido de Burch y Ellanna, 1994), con

un reforzamiento de la territorialidad y con una mayor competencia entre y

dentro de los grupos. De acuerdo con Goldstein (1989; 1995), el entierro

secundario de los restos puede deberse ya sea a factores circunstanciales

(i.e. cuando la muerte ocurre en un lugar alejado del campamento o de las

áreas de entierro habituales, o cuando se produce la reutilización de un

área de entierro), o a la afiliación social particular del individuo. En el

segundo caso, la aparición en una región de entierros secundarios puede

Page 31: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

implicar un cambio en la actitud hacia los muertos, involucrando un gran

despliegue de labor creativa destinada a conmemorar al difunto, junto con la

realización de ceremonias funerarias más elaboradas (i.e. Hamilton, 1982).

Al mismo tiempo, la doble disposición de los restos tiende a estar

correlacionada con una mayor fijación de los asentamientos a determinados

puntos del paisaje (Goldstein, 1995), y al surgimiento de áreas formales de

entierro o cementerios (ver ejemplos en Goldstein, 1980; Hamilton, 1972;

O'Shea, 1984). Dentro de este contexto, los costos de la actividad funeraria

(i.e. descarne de los cuerpos, transporte, construcción de estructuras, etc.)

podrían ser menores que los beneficios, al proporcionar los medios de ejercer

un control territorial de relativamente bajo costo mediante el recurso de la

advertencia (ver Cashdan, 1992).

De lo expuesto, se sigue que la variación temporal y espacial en las

prácticas funerarias puede ser considerada una función de las variaciones

en el grado de diferenciación y especialización interna de los componentes de

un sistema sociocultural. Como tal, pueden constituirse en indicadores

sensibles para evaluar el estado y propiedades organizacionales de un

sistema en un momento determinado de su trayectoria a través del tiempo

(Binford, 1994). Sin embargo, las correlaciones empíricas observadas entre

la formación de cementerios, la práctica del entierro secundario, niveles

relativamente altos de complejidad organizacional, territorialidad, reducción

de la movilidad y aumento demográfico en sociedades cazadoras-recolectoras

contemporáneas o etnográficamente documentadas, no deben ser utilizadas

como convenciones a priori para la interpretación de casos arqueológicos

específicos. No debe perderse de vista el hecho de que las correlaciones no

son necesariamente informativas acerca de las causas de un determinado

proceso, sino sólo pruebas acerca de la operación de fenómenos sistémicos.

Lejos de ser explicaciones en sí mismas, constituyen aquello que necesita ser

explicado (Binford, 1990). Ello no obstante, deben ser tenidas en cuenta,

pues fuerzan a la realización de preguntas relevantes, a estudiar la

variabilidad del registro bioarqueológico desde una perspectiva ecológica y a

orientar, o reorientar, la investigación.

Page 32: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

II. SALUD, STRESS Y NUTRICION

II.1. Los conceptos de salud y stress en antropología

El enfoque biocultural en bioarqueología considera a los restos humanos

esqueletales como remanentes de un sistema, el individuo, que estuvo en

interacción con el ambiente natural y social (Bush, 1991). El análisis de la

salud de las poblaciones del pasado permite evaluar dicha interacción,

debido a que el estado de salud influye significativamente sobre

características tales como la esperanza de vida, el potencial reproductivo y la

capacidad de trabajo y de aprendizaje.

La definición ecológica de salud, que concibe a los estados de salud y

enfermedad como intentos respectivamente exitosos y no exitosos de

adaptarse al stress producido por factores tanto del medio interno como del

externo, subyace al análisis de restos óseos humanos desde una perspectiva

biocultural. Esta definición enfatiza la naturaleza dinámica de esta

condición, específicamente la noción de ajuste a, o recuperación de,

influencias ambientales desfavorables (Audy, 1971; Dubos, 1965; Goodman,

1991; Wylie, 1970). Desde esta perspectiva, la salud es considerada como

parte de un continuum o de un espectro que incluye también a la

enfermedad. Según Dubos,

"States of health or disease are the expression of the succsess or failure experienced by the organism in its efforts to respond adaptively to environmental challenges" (1965: xvii).

El vínculo que conecta el concepto ecológico de salud con su

reconocimiento y evaluación en restos esqueletales de poblaciones

extinguidas es la evidencia física de la respuesta adaptativa del organismo.

Esta evidencia está integrada por los denominados, en términos genéricos,

indicadores de stress (i.e. Huss-Ashmore et al., 1982; Martin et al., 1985).

El término stress presenta, tanto desde un punto de vista clínico como

antropológico, dificultades para ser definido (Bush, 1991; Hinkle, 1961;

Mason, 1975). Según Selye (1950; 1956; 1957; 1973), una situación de

Page 33: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

stress es aquella capaz de provocar cualquier tipo de disrrupción en el

funcionamiento normal y en la homeostasis de un organismo. Ante una

situación de stress, se ponen en funcionamiento un conjunto de respuestas

conductuales y fisiológicas orientadas a restaurar las funciones biológicas

esenciales, en un intento de recuperar los niveles previos al estímulo

(Síndrome General de Adaptación, en el sentido de Selye, 1950). Los efectos

inmediatos y mediatos del fracaso en rectificar esta disrrupción abarcan un

amplio rango, que va desde el mínimo deterioro de una función, hasta el

costo más alto de la maladaptación al stress, es decir, la muerte del

organismo (Goodman y Armelagos, 1989; Powell, 1988). Entre las

principales fuentes de stress fisiológico figuran la malnutrición y las

condiciones patológicas, siendo los factores psicológicos y mecánicos, según

Dubos (1965) y Selye (1956), sólo fuentes secundarias (ver sin embargo

Bush, 1991 y Widowson, 1951).

El stress puede ser clasificado en agudo o crónico, de acuerdo con su

duración. El primero es experimentado por el organismo durante un período

relativamente corto y bien definido, como en el caso de un síndrome febril

breve (Dobyns, 1983). El stress crónico, en cambio, se manifiesta durante

períodos más largos de tiempo, sin una clara demarcación de su comienzo o

finalización, como en el caso de una nutrición subóptima resultante de un

déficit proteico (Garn 1972; Scrimshaw et al., 1968).

II.2. La influencia de la nutrición sobre el crecimiento y el desarrollo

Uno de los resultados biológicos más significativos de una situación de

stress es la alteración del crecimiento normal, que puede ir desde una

detención momentánea del mismo, hasta una modificación del ritmo de

crecimiento. Niños con inanición aguda pueden tener crecimiento

compensatorio, en virtud de su capacidad reguladora (Waddington, 1957).

Esto depende, entre otros factores, de la intensidad y duración del stress y

de la etapa de crecimiento en que éste actúa (Beck et al., 1983; Widowson y

McCance, 1960). Si el stress se transforma en crónico, el crecimiento tiende

a retardarse para mantener niveles funcionales aceptables. La mayoría de

los miembros de algunas poblaciones, y algunos de todas las poblaciones,

Page 34: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

alcanzan de adultos una estatura inferior a la que debieran haber logrado a

causa de desnutrición crónica durante su niñez (Tanner, 1986).

Es necesario distinguir los efectos de la nutrición sobre el ritmo de

crecimiento, la estatura final, la configuración corporal y la composición de

los tejidos. El ritmo parece ser la primera variable afectada. El niño

subnutrido puede crecer con lentitud, en espera de mejores condiciones.

Este rasgo es una característica común a todos los mamíferos, lo que

indicaría el valor altamente selectivo de la oferta ambiental de recursos sobre

la capacidad de autorregulación del proceso de crecimiento. La estatura del

adulto parece ser afectada por un nivel de subnutrición menos severo que la

forma corporal adulta (Tanner, 1986). Sin embargo, se ha demostrado que

existe una relacion exponencial - alométrica - entre el crecimiento de los

distintos segmentos corporales, que provoca una dinámica de cambios

característicos en las proporciones corporales durante la infancia. Esta

dinámica puede ser alterada por desnutrición, por lo que las proporciones

corporales han sido frecuentemente utilizadas en estudios de crecimiento y

en la evaluacion del estado nutricional (Guimarey et al., 1993). En muchas

poblaciones, el período en que el niño se encuentra en mayor riesgo de

subnutrición, frecuentemente combinada con algún proceso infeccioso o de

parasitación, es el que va desde el nacimiento hasta los 5 años de edad. El

mantenimiento de un nivel nutricional adecuado resulta crítico para el

desarrollo fetal, no sólo durante el embarazo, sino también durante el

crecimiento y desarrollo de la futura madre (Newman, 1975). A este respecto,

se ha demostrado que existe una correlación entre el retardo del crecimiento

de las mujeres y el bajo peso de sus hijos al nacer (Mello et al., 1987). Por

ejemplo, la talla materna inferior a 145 cm aumenta el riesgo de

complicaciones obstétricas y de nacimientos de individuos de bajo peso

(Gopalan, 1987). Estudios de seguimiento han demostrado que los niños

nacidos a término pero pequeños para su edad gestacional (PEG), nunca

llegan a recuperarse de esta desventaja inicial (Gopalan, 1987). Sin embargo,

diversos estudios sugieren que la desnutrición durante el período gestacional

posee efectos más débiles que aquella actuante durante el período

lactacional (i.e. Barnes et al., 1973; Smart et al., 1973). Srebnick y Budd

Page 35: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

(1981) encontraron, después de aplicar una desnutrición materna durante la

gestación, una restitución del peso corporal durante la lactancia y

postlactancia (cf. Widowson y McCance, 1960; Williams et al., 1974; Toews y

Lee, 1975).

El mantenimiento nutricional normal necesita de una ingesta y

metabolización adecuadas, en cuanto a cantidad, calidad y proporción, de

los nutrientes esenciales (i.e. calorías, proteínas, lípidos, vitaminas y

minerales). Las cantidades y proporciones de nutrientes requeridas

dependen de numerosos factores de naturaleza hereditaria, ambiental y

fisiológica (Wing y Brown, 1979). Debido a ello, en el estudio de poblaciones

extinguidas la adopción de estándares nutricionales elaborados para

poblaciones actuales resulta altamente especulativo, ya que existen pocas

bases para evaluar la existencia o no de adaptaciones nutricionales

específicas, o la posibilidad de cambio a través del tiempo de las necesidades

dietarias de las poblaciones humanas (Leone y Palkovich, 1985; Stinson,

1992).

II.3. Malnutrición e infección

La influencia de las enfermedades infecciosas sobre las poblaciones

humanas depende de la interacción dinámica de tres conjuntos de variables:

a) suceptibilidad y resistencia del huésped; b) presencia de organismos

patógenos; y c) el ambiente en el cual éstos interactúan (Alland, 1970:

Lilienfield y Lilienfield; 1980; Powell, 1988). La mera asociación física de los

húespedes y de los agentes patógenos crea las condiciones mínimas

necesarias pero no resulta inevitablemente en el desarrollo de síntomas de

enfermedad (Dubos, 1965; Scrimshaw, 1975). La resistencia a la enfermedad

del organismo se encuentra determinada por factores específicos e

inespecíficos (Youmans et al., 1980). Los factores específicos incluyen

aquellas respuestas proporcionadas por el huésped ante patógenos

particulares, con posterioridad a la infección (Hoeprich, 1977). Ejemplo de

ello es la formación de anticuerpos y el desarrollo de inmunidad celular. Los

factores inespecíficos, por el contrario, son aquellos que se hallan presentes

y en estado operativo en el momento del nacimiento, o inmediatamente

Page 36: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

después. El tipo de resistencia proporcionado por los factores inespecíficos

es efectivo contra muchos tipos de patógenos, y es compartida por todos los

individuos de una especie (Hoeprich, 1977). Entre los factores inespecíficos

más importantes pueden mencionarse factores genéticos, niveles

hormonales, sindromes febriles, fagocitosis, inflamación y nutrición

(Hoeprich, 1977; Powell, 1988).

Numerosa evidencia indica que el proceso de crecimiento resulta

particularmente susceptible a la interacción sinérgica entre estados de

malnutrición e infección. Deo (1978) desarrolló un modelo acerca de los

efectos de la malnutrición proteico-calórica sobre la resistencia a la

infección. Los individuos con este tipo de malnutrición, cuya manifestación

extrema es el marasmo, son especialmente susceptibles a contraer

infecciones accidentales de variadas etiologías. Esto se debe a un amplio

rango de respuestas físicas de carácter inespecífico y específico: reducción

en la producción de macrófagos, lo que disminuye la capacidad de

fagocitosis, alteración de la respuesta inflamatoria, y compromiso de la

competencia inmunológica a nivel celular, lo que deriva en una respuesta

inmune deficiente. Al mismo tiempo, un desarrollo prolongado de este tipo

de malnutrición provoca alteraciones en las defensas mecánicas del huésped

(i.e. alteraciones cutáneas), lo que favorece la invasión de organismos

patógenos, como así también disfunciones a nivel del tracto gastrointestinal

(i.e. reducción de la motilidad intestinal), que disminuyen la tasa de

evacuación de micoorganismos. El rol de la nutrición en el

desencadenamiento de toda la serie de alteraciones descriptas, se pone de

manifiesto en el hecho de que la competencia inmune tiende a retornar a

niveles normales cuando se produce la rehabilitación nutricional.

Del mismo modo en que la malnutrición puede reducir la resistencia

efectiva contra las enfermedades infecciosas, estas últimas pueden afectar el

estado nutricional del huésped. Con frecuencia, el efecto combinado

resultante es más severo que el producido por una sóla de ambas

condiciones (Powell, 1988). Esto se debe a la clara interacción sinérgica de

estos dos factores de stress.

Page 37: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Los requerimientos de distintos nutrientes se elevan durante la

enfermedad debido al incremento de la tasa metabólica, la concentración de

nutrientes bajo formas no disponibles por el organismo (i.e. el hierro en el

hígado), y su derivación respecto a sus vías metabólicas normales, como en

el caso de una mayor necesidad de producción de fagocitos. La mayoría de

las enfermedades acompañadas por síndromes febriles, se caracterizan por

incrementar la excreción de nitrógeno, al igual que ciertas infecciones

subclínicas. En individuos subnutridos, estados de anemia pueden ser

inducidos por enfermedades infecciosas a través del mecanismo de secuestro

o captura de hierro. La invasión bacteriana y protozoaria estimula este

mecanismo, que constituye una respuesta protectora que inhibe la

proliferación de los organismos invasores, que necesitan del hierro para su

reproducción (Scrimshaw, 1992). Esta reducción en el hierro disponible

conduce, a su vez, a un decrecimiento en la efectividad fagocítica debido a

niveles inferiores en la secreción de peroxidasa, disminuyendo así la

capacidad inmunitaria.

II.4. El estudio bioarqueológico de la salud y nutrición de poblaciones

prehistóricas

Como expresáramos al comienzo de este capítulo, el vínculo que conecta

el concepto ecológico de salud con su reconocimiento y evaluación en restos

esqueletales de poblaciones prehistóricas, son los rastros físicos de la

respuesta adaptativa del organismo denominados, en términos genéricos,

indicadores de stress. La comprensión del modo en que responde el sistema

esqueletario a diversos estímulos ambientales resulta crucial para el análisis

de la salud y nutrición de poblaciones extinguidas a partir de restos óseos.

El esqueleto puede ser conceptualizado como un sistema orgánico en

constante comunicación y cooperación con otros sistemas. Las principales

funciones del esqueleto son brindar sostén a los demás sistemas del

organismo, posibilitar la locomoción, participar en el almacenamiento y

regulación de minerales, proteger al sistema nervioso central y producir

glóbulos rojos. El hueso cambia constantemente a través del ciclo vital,

siendo más susceptible a la influencia ambiental durante los períodos

Page 38: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

críticos del proceso de crecimiento y desarrollo. El crecimiento óseo se halla

determinado principalmente por la interacción de dos procesos: la

depositación de hueso por la acción de los osteoblastos, y la remoción

selectiva de hueso por parte de los osteoclastos. Estos procesos pueden ser

alterados por desbalances fisiológicos y por la carencia o el exceso de

nutrientes. Debido a la mayor resistencia al stress que posee el sistema

óseo, enfermedades leves o deficiencias nutricionales leves o moderadas

pueden no manifestarse a nivel del esqueleto. Por el contrario, cuando son

observadas alteraciones de diversa magnitud en la morfología y estructura

del hueso, éstas pueden indicar que la situación de stress fue lo

suficientemente severa o prolongada como para agotar las respuestas

potenciales de otros sistemas orgánicos. Del mismo modo en que la

determinación de la intensidad de un factor estresante no siempre es

inferible a partir de la evaluación de los diversos indicadores óseos, su origen

puede resultar difícil e incluso imposible de dilucidar. Esto se explica por el

hecho de que varios factores, actuando sobre un mismo proceso, pueden

producir resultados similares (Huss-Ashmore et al., 1982), y porque el tejido

óseo posee una capacidad limitada de respuestas potenciales ante distintos

estímulos ambientales (Cohen, 1989; Goodman y Armelagos, 1989). Esta

propiedad del hueso permite clasificar a las lesiones óseas en: a) específicas;

y b) inespecíficas. Las lesiones específicas son aquellas que pueden ser

atribuídas a un sólo factor o entidad patológica (i.e. mieloma múltiple),

mientras que las lesiones inespecíficas pueden ser inducidas por una amplia

variedad de estados de enfermedad, es decir, que poseen un origen

multicausal (i.e. líneas de Harris, hipoplasias del esmalte dental,

osteoporosis juvenil, hiperostosis porótica) (Mensforth, 1991). La etiología de

una lesión específica puede ser establecida usualmente con un alto grado de

confianza, y puede brindarnos importante información acerca del estado de

salud de un individuo particular. Debido a esto, las lesiones específicas nos

proporcionan un escaso conocimiento acerca de los principales factores de

morbilidad y mortalidad de poblaciones prehistóricas, por lo que su utilidad

paleoepidemiológica se halla marcadamente restringida. Por el contrario, las

lesiones esqueletarias inespecíficas, si bien de naturaleza multicausal, son lo

Page 39: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

suficientemente frecuentes como para proporcionar información

paleoepidemiológica sobre una base poblacional (Mensforth, 1991).

En bioarqueología, un importante avance en el estudio de la salud y

nutrición de poblaciones prehistóricas residió en el abandono de enfoques

basados en el uso de indicadores de stress únicos y aislados, tanto de

naturaleza específica como inespecífica, y en la adopción de aproximaciones

que utilizan múltiples indicadores analizados de un modo sistemático

(Buikstra y Cook, 1980; Huss-Ashmore et al., 1982; Martin et al., 1985;

Larsen, 1987; Saunders y Katzemberg, 1992). Este tipo de estrategia ha

demostrado ser muy útil para proveer conocimiento acerca del patrón

general de morbilidad y nutrición a nivel poblacional (Cohen, 1989;

Goodman y Armelagos, 1989).

II.5. La naturaleza de las muestras esqueletarias de poblaciones

cazadoras-recolectoras y el alcance de la interpretación bioarqueológica

de los patrones de salud y nutrición. Históricamente, los estudios acerca de las pautas de salud y nutrición de

poblaciones prehistóricas se han centrado principalmente en el análisis de

muestras numéricamente importantes, derivadas de poblaciones agrícolas o

cazadoras- recolectoras tardías, éstas últimas frecuentemente en transición

hacia economías productoras de alimentos. El principal obstáculo que ha

impedido la construcción de una base de datos más amplia correspondiente

a cazadores-recolectores móviles ha residido en la naturaleza del registro

bioarqueológico generado por este tipo de poblaciones. Este se halla

caracterizado, en la mayoría de los casos, por hallazgos aislados y a menudo

fragmentarios. En particular, este registro presentó dificultades para ser

abordado desde la perspectiva reconstruccionista adoptada por la mayor

parte de los estudios paleodemográficos y paleonutricionales hasta los

primeros años de la década de 1990 (i.e. Buikstra y Mielke, 1985: 410).

Como expresamos en el apartado I.3., es posible diferenciar tres grandes

fuentes de variabilidad en la conformación del registro bioarqueológico: a) el

tamaño, estructura y dinámica de las poblaciones humanas, b) los procesos

Page 40: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

postdepositacionales operantes a nivel local y regional, y c) las técnicas de

prospección, excavación y análisis de muestras esqueletarias.

Las poblaciones de cazadores-recolectores móviles son, en la gran mayoría

de los casos, de pequeño tamaño. La estructura etárea y sexual y los

patrones de morbi-mortalidad de poblaciones pequeñas se hallan sujetos a

procesos de variación de naturaleza estocástica, cuyo impacto resulta

inversamente proporcional al tamaño de la población (Paine y Harpending,

1996). Debido a la dispersión espacial y temporal de los restos de cazadores

recolectores con un grado moderado o alto de movilidad residencial y a

sesgos tafonómicos y de muestreo, las muestras disponibles para análisis

son con frecuencia pequeñas. A menudo también, éstas se hallan

compuestas por restos provenientes de un conjunto de sitios cuya

interrelación posee, en la mayoría de los casos, un alto grado de

incertidumbre. Puede decirse que todas las muestras esqueletarias, pero

especialmente las de cazadores-recolectores, manifiestan el llamado efecto de

"linaje" (Cadient et al., 1976). Esto es consecuencia de la acumulación, en

sitios o regiones particulares, de individuos a través de varias generaciones

bajo regímenes demográficos variables y con tasas de depositación

igualmente variables pero, por lo general, bajas (Steele y Olive, 1989). Se ha

argumentado que, en períodos suficientemente largos de tiempo, tales

muestras pueden promediarse para producir el efecto de poblaciones

estables, especialmente en ausencia de evidencia independiente acerca de la

posible expansión o declinación poblacional (Settenspiel y Harpending, 1983;

Trinkaus, 1995). Sin embargo, resulta aún incierto el efecto producido por

esta promediación sobre los perfiles de mortalidad resultantes, durante los

períodos de expansión, declinación u ocasional catástrofe poblacional (Paine,

1996; Paine y Harpending, 1996). Todos estos factores hacen que resulte

extremadamente difícil establecer el grado en que una muestra es

representativa de la o las poblaciones de las cuales deriva y establecer, de un

modo confiable, medidas de impacto poblacional de distintos estados

patológicos, y parámetros demográficos tales como esperanza de vida,

fertilidad, mortalidad y tamaño de la población (Paine, 1996; Paine y

Harpending, 1996).

Page 41: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

En el estado actual de nuestros conocimientos, los resultados del análisis

de la distribución en muestras de restos óseos humanos de los distintos

indicadores asociados al estado de salud y nutrición deben ser considerados

como tendencias muy generales, influídas por la interacción compleja de

múltiples procesos, cuya contribución diferencial resulta muy difícil de

aislar. En este sentido, creemos que el abordaje conjunto de las principales

fuentes potenciales de variabilidad en el registro (i.e. estrategias de

muestreo, historia tafonómica de los conjuntos óseos, etc.) puede contribuir

a mejorar las posibilidades de interpretación y comparación de nuestros

datos.

Page 42: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

III. NUTRICION, MORBILIDAD Y MORTALIDAD EN POBLACIONES CAZADORAS-RECOLECTORAS

III.1. Estudios de poblaciones actuales

El avance durante la postguerra del proceso de industrialización y de

incorporación y desarrollo de nuevas tecnologías, con su consecuente

impacto ambiental, provocó durante la década de 1960 un marcado malestar

en algunos sectores sociales de los países desarrollados. La creciente

desilusión con la tecnología, las políticas industriales y el efecto negativo de

la industria y de la tecnología sobre el ambiente, provocaron el rechazo

social del concepto de progreso, lo que terminó por influir, entre otras cosas,

en la interpretación antropológica de los cazadores- recolectores (Friedman,

1979; Hawkes, citada por Lewin, 1988). Esto se hace evidente en los

frecuentes y crecientes intentos, a partir de mediados de los `60, de

comparar de un modo favorable a los cazadores-recolectores con la sociedad

industrial occidental (i.e. Sahlins, 1968; Lee, 1969) (ver Bettinger, 1991).

A partir de esa fecha, el resurgimiento de los estudios etnográficos generó

nueva información que condujo a desafiar la visión tradicional acerca de los

cazadores-recolectores. Esta concebía a su modo modo de vida como un

estadío primitivo dentro de la escala ascendente de la cultura, tal como era

sustentado por las concepciones evolutivo-progresistas forjadas a fines del

siglo pasado (i.e. McGee, 1899; Morgan, 1877; Powell, 1888; entre otros).

Las nuevas investigaciones pusieron en evidencia las enormes fallas en el

modelo de "cazadores-recolectores primitivos" (Bettinger, 1991). Este

describía a los cazadores-recolectores como existiendo, o subsistiendo, al

borde del hambre en una lucha constante por encontrar recursos

alimentarios adecuados. Dentro de esta perspectiva, las ventajas de una

economía agrícola sobre una basada en la caza y recolección eran

sumamente obvias, ya que la primera mejoraba la calidad, cantidad y

fiabilidad de la dieta, reducía los costos de obtención de alimentos, y

permitía disponer de mayor tiempo libre para la realización de otras

actividades (ver Cohen, 1977). Claramente, casi ninguna de las

consecuencias de este modelo fue confirmada empíricamente por los trabajos

Page 43: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

producidos a partir de comienzos de la década de 1960. Según estos

estudios, que en muchos casos se basaban en la cuantificación de ítems

tales como la cantidad de trabajo, medido en términos de tiempo y energía,

el consumo de calorías y de proteínas, etc. (i.e. Barnicott, 1969; Dunn,

1968; Lee, 1968; 1969; McCarthy y McArthur, 1960; Woodburn, 1968), los

cazadores-recolectores parecían no morir jóvenes, ni estar en una constante

lucha contra el hambre y la naturaleza. Muy por el contrario, Lee (1969)

afirmaba que ellos se alimentaban bien, alcanzaban edades avanzadas y

poseían gran cantidad de tiempo libre fuera de sus actividades de

subsistencia. Eran, en una palabra, la verdadera imágen la "sociedad

opulenta original" (“original affluent society”, en el sentido de Sahlins, 1968;

1972), en la cual el esfuerzo del trabajo era bajo porque las necesidades eran

pocas y resultaban fácilmente satisfechas.

La principal contribución de estos primeros trabajos, y de otros

inmediatamente posteriores - en su mayoría llevados a cabo dentro de

perspectivas neofuncionalistas (Vayda y Rappaport, 1968) y materialistas

culturales (Harris, 1968) -, fue minar las bases del modelo tradicional de

cazadores-recolectores, y situar el estudio de estas sociedades dentro de un

marco ecológico. Sin embargo, al hacerlo generaron un estereotipo de los

cazadores- recolectores que dominó la disciplina durante buena parte de la

década siguiente. En tanto que los !Kung del NO del Kalahari, estudiados

originalmente por Lee y DeVore y luego por otros autores, se convertían en el

modelo quintaesencial de la sociedad cazadora-recolectora (Lewin, 1988),

siendo utilizados como pararámetro para casi cualquier tipo de comparación,

surgió una tendencia a realizar generalizaciones amplias acerca de las

características e implicaciones del modo de vida cazador-recolector. Se

defendió la visión de las sociedades cazadoras- recolectoras como

formaciones sociales con un acceso igualitario a la tierra y a los recursos

(Woodburn, 1982), con un alto grado de cooperativismo, donde la comida se

compartía ampliamente entre los miembros de la banda (Service, 1971).

Desde el punto de vista de la salud y de la nutrición, se sugirió que las

dietas de los cazadores-recolectores eran generalmente saludables, bien

balanceadas, ofreciendo proteínas cuantitativa y cualitativamente superiores

Page 44: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

a las dietas de los agricultores, y que tales grupos presentaban menores

probabilidades de sufrir hambrunas (Barnicot, 1969; Yudkin, 1969; Yesner,

1980). Los epidemiólogos, asimismo, sostuvieron que el tamaño pequeño de

los grupos y la movilidad característica de los cazadores-recolectores

debieron haberlos protegido de las enfermedades infecciosas agudas

dependientes de la densidad, y disminuído el riesgo y las probabilidades de

contraer determinados tipos de parasitosis (Armelagos y Dewey, 1970; Black,

1975; Fenner, 1970).

Un conjunto de investigaciones desarrolladas bajo distintas perspectivas

teóricas a partir de la década de 1970 y, en especial, durante la de 1980,

condujo a desafiar nuevamente el modelo establecido, reconociendo la

enorme variabilidad existente entre las poblaciones cazadoras-recolectoras,

tanto presentes como pasadas, para casi cualquiera de las variables

consideradas.

Ya a mediados de los años `70, Cowgill (1975) había advertido que la vida

cazadora-recolectora quizá no estuviera tan exenta de tensiones como

postulaba el modelo imperante, y que quizá pudiera haber variabilidad a ese

respecto (ver también Hayden, 1975). A partir de esa década, se

desarrollaron una gran cantidad de proyectos de investigación

ecológicamente orientados sobre cazadores-recolectores contemporáneos,

entre los cuales pueden mencionarse el Harvard Kalahari Project y otros

estudios sobre los !Kung San (i.e. Lee y DeVore, 1976; Tanaka, 1980);

estudios en Australia e Indonesia (Meehan, 1977; Jones, 1980; Griffin y

Stokio-Griffin, 1985); en el Artico y Sub Artico (i.e. Binford, 1978; Smith,

1985); el Harvard Pygmy Project y otros estudios de pigmeos (i.e. Hart,

1978; Harako, 1981; Bailey y Peacock, 1988); el Utah-UCLA Hadza Project

(i.e. O'Connell et al., 1988; Hawkes, 1989); y diversos estudios en bosques y

selvas tropicales y subecuatoriales sudamericanas (i.e. Hill y Hawkes, 1983;

Hurtado y Hill, 1990; Politis, 1996b).

La lección más importante derivada de estos y numerosos otros estudios

es que, más allá de ciertas características generales, emergen muy pocos

patrones que puedan ser considerados como típicos de cazadores-

recolectores. Muy por el contrario, los diversos grupos varían en casi todos

Page 45: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

los parámetros medidos: composición de la dieta, distribución de la comida,

división sexual del trabajo, estrategias de subsistencia, cuidado de los niños,

sistemas de asentamiento, sistemas de matrimonio, patrones de fertilidad,

morbilidad y mortalidad, etc. (Hill y Hurtado, 1989; Kelly, 1995; Larsen y

Kelly, 1995).

Desde el punto de vista de la composición de la dieta y de la nutrición, las

principales variaciones observadas entre cazadores- recolectores están en

relación a la estructura y accesibilidad (sensu Kelly, 1983) de los recursos de

la región explotada. Estos pueden variar de un modo bastante predecible en

función de la latitud y de otros factores relacionados, tales como la

tempertura efectiva (ET) (Bailey, 1960). Se ha observado empíricamente una

correlación positiva entre la ET y el porcentaje de alimentos recolectados en

la dieta de las poblaciones cazadoras-recolectoras (Binford, 1991). Dentro de

cada ecosistema, se han observado variaciones en la toma de decisiones

relativas a la elección de los alimentos que componen la dieta, en función de

factores tales como la estación, la tecnología disponible (que puede variar

individualmente, ver ejemplo en Hill y Hurtado, 1989), el tamaño del grupo,

etc. Se ha observado que, en general, los modelos desarrollados en estudios

ecológico-evolutivos (i.e. modelos de Prey Choice, Patch Choice, Linnear

Programming; Kaplan y Hill, 1992), basados en la asunción de que los

individuos intentarán maximizar su tasa de adquisición de alimentos

mientras realizan actividades de caza y recolección, resultan útiles para

predecir los patrones de subsistencia. Sin embargo, se han identificado

numerosos casos en los cuales la conducta de los cazadores- recolectores no

se ajusta a las predicciones de los modelos (Hill, et al., 1987; Hill, 1988). Por

ejemplo, se ha visto que ciertos factores ambientales (i.e. riesgo de hambre

inminente o reducción en la varianza de la adquisición diaria de alimentos),

pueden conducir a comportamientos no predichos por esos modelos.

Es probable que el logro de un balance de nutrientes sea una meta

importante en el proceso de toma de decisiones respecto a la composición de

la dieta. Por ejemplo, a apartir de observaciones entre los Ache del Paraguay,

Hill et al. (1987) concluyen que la división sexual del trabajo y la estrategia

de explotación de los recursos alimenticios por parte de los hombres pueden

Page 46: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

ser predichas por los modelos de depredación óptima, sólo si se toma en

cuenta el valor más alto de los alimentos ricos en proteínas y lípidos sobre

aquellos más ricos en carbohidratos.

El hecho de compartir los alimentos, en particular la carne, ha sido

ampliamente considerado como uno de los principales sellos distintivos de

las llamadas sociedades igualitarias o de bandas (i.e. Lee y DeVore, 1968;

Service, 1971; Woodburn, 1982). El recíproco dar y tomar alimentos

provenientes de la caza, como así también de otros recursos, se halla en la

mayoría de las sociedades cazadoras-recolectoras asegurado por poderosas

sanciones sociales. Se piensa que juega un rol central en el mantenimiento

de relaciones amistosas y cooperativas entre los miembros del grupo. El

compartir la comida puede, asimismo, proveer a los cazadores-recolectores

de una red de seguridad o de un medio de evitar el riesgo durante períodos

interanuales o estacionales de escasez local de recursos (Cashdan, 1985;

Gould, 1981; 1982; Wiessner, 1982; Winterhalder, 1986; ver discusión en

Hawkes, 1993 y Hill y Kaplan, 1993).

Distintos estudios etnográficos muestran que las principales diferencias

observadas entre los cazadores-recolectores actuales en los patrones de

distribución intergrupal de los alimentos, pueden deberse a diferencias en la

varianza diaria de los principales tipos de alimentos adquiridos (Hill y

Hurtado, 1989). Compartir la comida tendería a ser una estrategia más

beneficiosa cuando, por su propia actividad, los individuos adquieren

algunos días más de lo que pueden consumir y, en otros, menos de lo

necesario (Hill y Hawkes, 1983; Kaplan et al., 1989). Entre los cazadores-

recolectores que poseen estrategias para almacenar alimentos (ver Binford,

1980), podría esperarse muy poca distribución intergrupal, debido a que el

almacenaje reduce la varianza en la disponibilidad diaria de alimentos (Hill y

Hurtado, 1989), lo que podría tener importantes implicancias para la

organización interna de estos grupos.

Speth (1990), señala que la concepción tradicional acerca del hecho de

compartir los alimentos entre cazadores-recolectores resulta en gran medida

normativa e idealista al asumir que, dado que todos los miembros adultos

participan en la red distributiva, todos deben por esto recibir porciones de

Page 47: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

más o menos equivalentes en cuanto a su valor nutricional. Centrando su

análisis principalmente en los alimentos de orígen animal, Speth argumenta

que son las mujeres los blancos más obvios de la inequidad en la

distribución de alimentos. Numerosos estudios etnográficos muestran que

con frecuencia ellas reciben porciones de las presas de menor valor

nutricional relativo, al tiempo que la existencia de tabúes alimenticios

referentes al consumo de carne o grasa animal, puede afectarlas en

momentos de su ciclo reproductivo caracterizados por mayores

requerimientos nutricionales (Spielman, 1988; 1989). Estas inequidades en

las prácticas distributivas y la existencia de tabúes alimenticios, sumados a

las pesadas cargas de trabajo típicas de las mujeres en estas sociedades

(Bentley, 1985), pueden tener consecuencias reproductivas

significativamente negativas, particularmente durante períodos de stress de

recursos. Sin embargo, estas prácticas pueden tener efectos positivos sobre

las mujeres embarazadas, al mantener sus ingestas proteicas por debajo del

20% de las calorías, y reducir su exposición a las substancias

potencialmente teratogénicas (con toxicidad para el feto) presentes en los

tejidos animales (Luckey y Venugopal, 1977). Los efectos resultantes del

balance entre los aspectos positivos y negativos de los tabúes alimenticios y

de las prácticas distributivas entre las mujeres cazadoras-recolectoras

necesita aún ser explorado con mayor profundidad (Speth, 1990: 171).

Las inequidades en la distribución intergrupal de carne no afectan sólo a

las mujeres. Los cazadores más activos o más exitosos pueden tener un

mayor acceso a la grasa en los sitios de matanza y despostamiento primario

(i.e. Bunn et al., 1988; O'Conell et al., 1988). Asímismo, patrones altamente

estandarizados de despostamiento y distribución pueden asegurar que

ciertos cazadores y sus familias obtengan, de un modo consistente,

proporciones de carne de mayor valor nutricional (i.e. con mayor contenido

en grasas; Speth, 1990).

Otro aspecto importante a tener en cuenta al analizar la nutrición en

cazadores-recolectores es verificar la existencia o no de relaciones

mutualistas, principalmente con poblaciones agrícolas. La importancia de

este factor es tal, que se ha propuesto como una condición limitante para el

Page 48: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

poblamiento inicial de ciertas áreas (i.e. las selvas tropicales o ecuatoriales;

Bailey et al., 1989; Headland y Bailey, 1991; cf. Politis y Gamble, 1996).

Speth y Spielman (1983) señalan que las poblaciones cazadoras-recolectoras

son particularmente susceptibles al stress nutricional durante las estaciones

en las cuales los animales de presa poseen sus reservas de grasa agotadas.

Más aún, si la escasez de alimentos vegetales ricos en carbohidratos ocurre

regularmente al mismo tiempo, la población puede desarrollar estrategias

basadas ya sea en el almacenamiento, o en el intercambio de carbohidratos y

grasas. Igualmente, las poblaciones que subsisten principalmente a partir

carbohidratos y grasas, pueden sufrir deficiencias proteicas en la dieta. Las

poblaciones con insuficiente consumo de proteínas deben obtener ya sea

proteína animal, o alimentos vegetales ricos en proteínas con combinaciones

de aminoácidos complementarias a la de los alimentos vegetales que

consumen (Gregg, 1988). La interacción mutualista más común, dentro del

rango de respuestas esperadas, es el intercambio de recursos proteicos por

grasas y/o carbohidratos (Spielman, 1982; 1986). Sin embargo, tales

relaciones mutualistas se producirán sólo cuando exista probabilidad de

repetición de la interacción, cuando los beneficios derivados superen los

costos, y cuando no se disponga de otras alternativas más satisfactorias

(Gregg, 1988: 50).

Respecto a la exposición y desarrollo de enfermedades infecciosas,

tradicionalmente los epidemiólogos sostuvieron que el tamaño pequeño de

los grupos y la movilidad característica de los cazadores-recolectores

debieron haberlos protegido de las enfermedades infecciosas agudas

dependientes de la densidad. Al mismo tiempo, este factor habría

contribuído a disminuir el riesgo y las probabilidades de sufrir determinados

tipos de parasitosis (Armelagos y Dewey, 1970; Black, 1975; Fenner, 1970).

Sin embargo, debe notarse que los conceptos de densidad y tamaño de los

grupos son conceptos relativos. En el caso de la densidad, particularmente,

debe especificarse si se trata de densidad regional, microrregional o

intracampamento. La densidad regional o microrregional puede ser baja,

pero la alta densidad intracampamento, sumada a otros factores tales como

el tiempo de permanencia en el sitio, la acumulación de basura, la estación

Page 49: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

del año, etc., puede favorecer el contagio y la dispersión de ciertas

enfermedades infecciosas, principalmente gastrointestinales y respiratorias.

En su estudio de los G/wi del Kalahari central, G. Silberbauer (1983) señala:

"A los g/wi les gusta sentarse muy juntos y el contacto interpersonal es frecuente y extenso. Como factor infeccioso, este contacto queda reforzado todavía por el gran número de artículos que circulan en la banda, manteniendo así una red efectiva de vectores interpersonales. Esta red se extiende hacia otros lugares de acampada a causa de los movimientos de las personas ya contagiadas y de los artículos que llevan consigo, pero queda atenuada por la ausencia de polución, que también reduce la propensión a nuevos contagios" (Silberbauer, 1983: 324).

Una alta movilidad residencial, ya sea anual o estacional, reduce el tiempo

de permanencia en cada campamento, disminuyendo las posibilidades de

que se acumulen desechos en cantidad suficiente como para convertirse en

focos infecciosos. Entre los G/wi, al cabo de diez días de ocupación, los

campamentos se hallan notablemente polucionados, y luego de treinta días

resultan prácticamente inhabitables (Silberbauer, 1983: 324). Entre los

Nukak de la Amazonía Colombiana, la acumulación de basura se produciría

a una tasa aún mayor, influyendo sobre la toma de decisiones respecto a la

necesidad de mover el campamento (Politis, 1996b: 158).

La baja densidad regional, producto de la distribución de la población en

bandas separadas pero con un grado variable - pero siempre presente - de

intercontacto, en general tiende a reducir la propagación de ciertas

enfermedades. Entre los G/wi, este tipo de distribución regional de la

población tiende a localizar los brotes de enfermedades de curso

relativamente corto (i.e. influenza, catarro común, antrax), pero no actúa

como barrera efectiva para otras enfermedades, ..."como se pone en

evidencia por las proporciones de la epidemia de viruela de 1950"

(Silberbauer, 1983: 324).

Uno de los trabajos más comprehensivos acerca de la asociación entre

determinadas parasitosis y la diversidad ambiental entre cazadores-

Page 50: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

recolectores es el de Dunn (1968). Este investigador utilizó medidas de

diversidad y complejidad biológica para comparar el número de helmintos y

protozoarios en diferentes grupos y en diferentes ambientes. Los resultados

del estudio indican que los Semang de Malasia y los pigmeos del Africa

ecuatorial son portadores de mayor número de especies de parásitos

intestinales que los aborígenes de los desiertos del Kalahari y de Australia

occidental. Dunn (1972) realizó también comparaciones generales entre la

densidad y la complejidad de las enfermedades infecciosas en ecosistemas

simples y complejos. Sus hallazgos sugieren que un mayor número de

infecciones se hallan asociadas a ecosistemas complejos (i.e. selva ecuatorial)

respecto a otros ecosistemas más "simples" (i.e. tundra, desierto, bosque

perenne) (ver discusión en Dillehay, 1991).

Hasta el estudio de Howell sobre la demografía de los !Kung, se conocía

muy poco acerca de la mortalidad y fertilidad entre sociedades cazadoras-

recolectoras. Howell (1979) sugiere que las tasas de mortalidad entre los

!Kung no son significativamente diferentes de aquellas observadas

frecuentemente en los países subdesarrollados. Estas se caracterizarían por

presentar una alta mortalidad en la infancia y en la niñez temprana, y una

baja mortalidad en la adultez temprana, con aproximadamente un tercio de

la población total sobreviviendo hasta edades mayores (i.e. más de sesenta

años). Sin embargo, comparados con otras poblaciones que no practican la

anticoncepción, las tasa de fertilidad de los !Kung son bajas, con una media

de 4,7 nacidos vivos por cada mujer, debido principalmente a un intervalo

entre partos cercano a los 4 años (Hill y Hurtado, 1989). Las tasas de

mortalidad de los Ache del Paraguay son muy similares a las de los !Kung,

excepto para las categorías etáreas superiores. En ambas poblaciones, cerca

del 20% de los infantes mueren antes de cumplir el año, y cerca del 60% de

los chicos sobrevive hasta los 15 años. Por el contrario, sólo el 40% de los

chicos Hiwi de la sabana venezolana alcanza esa edad (Hill y Hurtado, 1989).

Los Hadza de las sabanas del Africa oriental exhiben un perfil de mortalidad

intermedio entre el de los !Kung y el de los Ache (Blurton Jones et al., 1992).

Las principales causas de muerte para subadultos difieren en estas tres

poblaciones. Mientras que el 90% de las muertes reportadas entre los chicos

Page 51: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

!Kung fueron debidas a enfermedades, el 62% de los niños Hiwi y sólo el

32% de los Ache murieron de alguna enfermedad. La principal causa de

muerte entre los chicos Ache es el homicidio, que da cuenta del 31% de la

mortalidad entre los Ache y 14% entre los Hiwi, pero sólo del 4% entre los

!Kung (Hill y Hurtado, 1989). Las diferencias en las causas de muerte entre

los individuos adultos de estas poblaciones muestran tendencias similares.

Entre los adultos Ache, la violencia interpersonal y los accidentes

(mordeduras de serpientes, caídas de árboles, ataques de jaguares, etc.) dan

cuenta del 73% de las muertes. Entre los Hiwi, la violencia interpersonal (i.e.

guerra) y accidentes, constituyen el 39% de las causas de muerte entre los

adultos, y entre los !Kung constituyen sólo el 11%. Para los !Kung, las

enfermedades causan el 88% de las muertes de adultos, mientras que entre

los Hiwi la proporción es del 56% y para los Ache es de sólo el 17%. Los

datos muestran claramente que, aunque las tasas de mortalidad totales son

similares para los tres grupos, los Ache y los Hiwi son más propensos a

morir violenta o accidentalmente, mientras que los !Kung de todas las

edades, tienen mayores probabilidades de morir por causa de enfermedades

de diversa etiología (Hill y Hurtado, 1989).

Las tasas de fertilidad también difieren de un modo significativo entre

estas y otras poblaciones (ver discusión en Campbell y Leslie, 1995). La

fertilidad media total (el número de nacidos vivos) para mujeres que han

cumplido su ciclo de crianza de niños es 4,7 entre los !Kung, 5,1 entre los

Hiwi y 7,2 entre los Ache. El intervalo promedio entre nacimientos es de 48

meses para los !Kung y de 38 meses para los Ache. Tres factores deben ser

tenidos en cuenta para explicar la variación en los intervalos entre

nacimientos entre distintas poblaciones. En primer lugar, los patrones de

lactancia entre poblaciones pueden diferir de un modo tal, que resulten en

ciclos no reproductivos o infértiles de mayor duración en algunas de ellas

(Cassidy, 1980). En segundo lugar, mayores niveles de actividad pueden

disminuir la fertilidad de algunas poblaciones, en las cuales las mujeres

trabajan más intensamente. Por último, el consumo nutricional puede

variar, dándose el caso de que las mujeres pertenecientes a aquellas

poblaciones que se alimentan mejor tengan una mayor probabilidad

Page 52: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

promedio de quedar embarazadas, aún cuando la duración del período

lactacional y los patrones de actividad sean similares. En el caso de los Ache

y de los !Kung, las diferencias nutricionales, más que la duración del período

lactacional, pueden dar cuenta de la mayor parte de las diferencias

observadas entre los intervalos de nacimientos. Las mujeres Hiwi se hallan

en una posición intermedia entre los !Kung y los Ache respecto tanto de su

intervalo entre partos, como en su consumo calórico y peso corporal (Hill y

Hurtado, 1989; Hurtado y Hill, 1990).

III.2. Estudios bioarqueológicos

Como puntualizamos en el apartado II.5., la mayoría de los estudios

acerca de los patrones de salud y nutrición de poblaciones cazadoras-

recolectoras extinguidas se han llevado a cabo sobre grupos arcaicos o

preagrícolas tardíos, que pudieron haber adoptado rasgos que usualmente

son considerados característicos de grupos agricultores tales como: a)

sedentarismo o semisedentarismo; b) estratificación social; y c) organización

en relativamente grandes agregados poblacionales (i.e. Cohen y Armelagos,

1984; Charles y Buikstra, 1983; Goodman y Armelagos, 1989; Mensforth,

1991).

Muy pocos de estos estudios han sido llevados a cabo con el propósito

primario de obtener información acerca de los patrones de cambio y

estabilidad entre poblaciones cazadoras-recolectoras (i.e. Larsen y Kelly,

1995). La mayoría fueron realizados con el objeto de establecer

comparaciones con poblaciones agrícolas tempranas en diferentes áreas (i.e.

Angel; 1984; Cook, 1984; Goodman et al., 1984; Larsen, 1984). Estos

estudios sugieren en forma bastante consistente que la adopción de la

agricultura fue acompañada por un declinamiento generalizado en la calidad

de la nutrición. Evidencias tales como la reducción en el tamaño corporal,

en la estatura, y en la robustez esqueletaria (Angel, 1984; Kennedy, 1984;

Larsen, 1984), fueron mayoritariamente interpretadas en este sentido,

aunque existen interpretaciones alternativas, tales como cambios en los

patrones de actividad (i.e. Meikljohn et al., 1984). De los 16 estudios

comparativos publicados en Cohen y Armelagos (1984) que analizan la

Page 53: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

prevalencia de hiperostosis porótica en poblaciones cazadoras-recolectoras y

agricultoras, 12 (75%) concluyen que hay un aumento significativo en las

tasas de prevalencia entre agricultores, sugiriendo que la anemia es

básicamente una enfermedad de grupos con economías agrícolas. Tres

estudios muestran tasas bajas de hiperostosis porótica en ambos tipos de

poblaciones, sin un patrón claro de distribución. El tipo de anemia

involucrado en el desarrollo de hiperostosis porótica es atribuído

comunmente a una nutrición deficinte, aunque puede también ser de orígen

genético o estar vinculada a parasitosis (ver apartado VI.5.). La distribución

de los marcadores óseos inespecíficos de stress generalizado, principalmente

líneas de Harris e hipoplasias del esmalte dental, muestran patrones

distintos. De 7 estudios comparativos de la distribución de líneas de Harris

publicados en Cohen y Armelagos (1984), 4 (57%) concluyen que la

frecuencia de líneas es mayor entre los cazadores-recolectores que entre los

agricultores que ocuparon las mismas áreas en momentos posteriores. Por el

contrario, la amplia mayoría de los estudios de hipoplasias del esmalte

dental muestran que la frecuencia y la severidad en la manifestación de este

indicador de detención del crecimiento se incrementa en las poblaciones

agrícolas tempranas y en las posteriores, en comparación con los cazadores-

recolectores, sugiriendo umás frecuentes y más severos episodios de stress

en los grupos más tardíos (Cohen y Armelagos, 1984: 589).

Un interesante contraste entre muestras de poblaciones preagrícolas del

Nuevo y Viejo Mundo es que, en general, las muestras del Viejo Mundo se

caracterizan por altas tasas de prevalencia de hipoplasias del esmalte dental

(Meiklejohn y Zvelevil, 1991; y'Edynak, 1992). Lukaks y Pal (1993: 760)

señalan que estas observaciones sugieren que disrrupciones en el

crecimiento y desarrollo ocurrieron en forma repetitiva y rutinaria en

poblaciones europeas y asiáticas, cuyas dietas eclécticas y diversificadas

pueden haber experimentado períodos de escasez, o cuya salud general

estuvo comprometida de una manera regular a través del tiempo. Estudios

comparativos de poblaciones mesolíticas de Europa y del norte de la India

(Lukaks y Pal, 1993) indican una gran similitud entre todas ellas en los tipos

y prevalencias de patologías orales (i.e. hipoplasias de esmalte, caries,

Page 54: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

retracción alveolar, abscesos, etc.). En un estudio de 10 individuos

provenientes de 8 localidades arqueológicas del Holoceno temprano de

Norteamérica (ca. 8,400 a 10,400 años AP), Powell y Steele (1994)

encuentran una baja tasa de hipoplasia (0.06 hipoplasias por diente)

respecto a muestras de poblaciones correspondientes al Arcaico temprano,

medio y tardío (de 0.87 a 1.00 hipoplasias por diente). Del mismo modo, la

frecuencia de caries por persona y por diente en la muestra paleoindia es

menor a la de otras poblaciones cazadoras- recolectoras, siendo las tasas de

abscesos y reabsorción alveolar comparables a las de poblaciones cazadoras-

recolectoras más tardías.

En relación al impacto de enfermedades infecciosas sobre poblaciones del

Nuevo Mundo, existe evidencia indirecta proveniente del análisis de tejidos

blandos de momias y coprolitos de Chile y Brasil, que muestra la prevalencia

de ciertas enfermedades infecciosas y parasitosis sobre poblaciones

americanas tempranas. En el desierto del norte de Chile, Allison (1982,

1985) descubrió que la tripanosomiasis fue una enfermedad prevalente que

afectó a aproximadamente un tercio de la población, entre 8,000 y 7,000

años AP. Ferreira et al. (1980; 1987), trabajando sobre una muestra de

momias y coprolitos en Brasil, reportan la evidencia de helmintiasis en

individuos fechados en por lo menos 7,000 años AP, aunque la prevalencia a

nivel poblacional no fue determinada.

En Argentina, los estudios bioarqueológicos de poblaciones cazadoras-

recolectoras prehistóricas son escasos, poseyendo un muy bajo grado de

cobertura espacial y temporal. Los datos disponibles para poblaciones del

Holoceno tardío del extremo sur de Patagonia y Tierra del Fuego, SE de

Mendoza y cuenca inferior del Paraná (Guichón; 1993; Kozameh, 1993;

Novellino y Guichón, 1995), indican niveles bajos o nulos de caries,

hiperostosis porótica e hipoplasias del esmalte dental. Kozameh y Barbosa

(1988/90) reportan frecuencias altas de caries, infecciones alveolares,

retracción alveolar y pérdidas de piezas dentales en vida, en individuos

pertenecientes a poblaciones cazadoras-recolectoras del Holoceno medio de

la Cueva de Haichol, Neuquén. Se ha propuesto que, en este caso, la alta

frecuencia de patologías orales se halla asociada a altas tasas de desgaste

Page 55: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

dentario y a una dieta rica en hidratos de carbono (Fernández y Panarello,

1991; Kozameh y Barbosa, 1988/90).

Page 56: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

PARTE 2. EL REGISTRO BIOARQUEOLOGICO DEL SUDESTE DE LA REGION PAMPEANA

IV. EL AREA DE ESTUDIO

IV.1. Descripción ambiental y paleoambiental

El Sector Sudeste de la Región Pampeana es definido aquí como la porción

de la Pampa Húmeda localizada al sur de la cuenca del Río Salado, entre los

34° y los 37° de Latitud Sur, y al sureste de la llamada Area Deprimida

Radial (sensu Frenguelli, 1950), que comprende la Depresión de Carhué y la

cuenca del arroyo Vallimanca.

La Región Pampeana es una extensa llanura ubicada en el este de la

República Argentina, entre los 31° y 39° de Latitud Sur. Las divisiones que

se han efectuado dentro de la subregión han tomado diferentes criterios

siendo posible, sin embargo, trazar una clara separación entre la

denominada "Pampa Húmeda" o "Pampa Oriental" y la "Pampa Seca" o

"Pampa Occidental" (Politis, 1984). Esta división estaría marcada por la

isohieta de los 600 mm, que corre en forma paralela al límite entre la estepa

o pseudoestepa (denominada fitogeográficamente como "Provincia

Pampeana"; Cabrera, 1976) y el monte del espinal (o "Provincia del Espinal";

Cabrera, 1976). De esta forma, la Subregión Pampa Húmeda se encuentra

limitada hacia el oeste por esta línea, mientras que los bordes orientales

están marcados por el Río Paraná, el Río de La Plata y el Océano Atlántico.

La subregión comprende más de 300,000 km2 de planicies y praderas

herbáceas con gradientes de pendiente extremadamente bajos, y dos

conjuntos de cordones serranos de baja altitud (hasta 1,200 msnm),

denominados sistemas de Tandilia y Ventania. Hay pocos ríos, de cauce

lento y ondulante, y numerosas lagunas de agua dulce o salobre. La mayor

parte de la Pampa Húmeda se halla cubierta de potentes depósitos de loess

de origen pleistocénico y holocénico, a expensas de los cuales se han

desarrollado suelos en distintos momentos del Cuaternario.

Page 57: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

El clima es templado cálido, con lluvias distribuídas durante todo el año,

más intensas en primavera y otoño, escasas en invierno, e insuficientes en

verano. Las precipitaciones disminuyen de norte a sur, y de este a oeste,

variando entre 1.000 mm y 600 mm anuales. Hay heladas durante el

invierno y comienzos de la primavera. Las nevadas son raras en el extremo

sur de la subregión y excepcionales en el norte. Debido a las influencias del

cambio estacional de los anticiclones del Atlántico y del Pacífico Sur y a

sistemas frontales, el área se halla cruzada por masas de aire que viajan en

una dirección SO-NE todo el año. Durante el Pleistoceno final y el Holoceno,

la dirección predominante de los vientos fue aproximadamente la misma,

siendo éstos los responsables del transporte y acumulación de partículas

sedimentarias de origen volcánico y desértico, provenientes del Oeste y de

Patagonia (Rabassa, 1987).

La litogénesis holocénica en las planicies está caracterizada por la

acumulación de loess suelto y friable sobre las divisorias, y sedimentos

aluviales de grano fino en los valles. Alrededor de las sierras, los depósitos

de piedemonte y loess están atravesados por limos arcillosos con arenas

subordinadas, masivos y de coloración marrón, depositados en capas de 2 a

3 m de espesor, usualmente delimitadas por paleosuelos (Rabassa et al.,

1985; Rabassa, 1985; Rabassa, 1987).

El tipo de vegetación dominante es la estepa o pseudoestepa de

gramíneas, aunque se hallan presentes otros tipos tales como las praderas

de gramíneas, estepas psammófilas, estepas halófilas, matorrales, pajonales,

etc. (Cabrera, 1968; 1976). Se ha propuesto que las comunidades herbáceas

actuales corresponden a estadíos diferentes de una antigua sucesión (León

et al., 1984).

Las reconstrucciones paleoambientales disponibles se basan

principalmente en estudios geomorfológicos, bioestratigráficos y, más

recientemente palinológicos y geoquímicos (i.e. Bonadonna et al., 1995;

Iriondo y García, 1993; Páez y Prieto, 1993; Prieto, 1996; Prieto y Páez; 1990;

Tonni, 1992; Tonni y Fidalgo, 1978; Zárate y Blassi, 1993). Cuando se trata

de combinar la información paleoambiental obtenida por diferentes estudios,

debe tenerse en cuenta que cada uno de los registros climáticos obtenidos

Page 58: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

representa la respuesta de uno o más parámetros distintos, y de un

ambiente específico, a un fenómeno general, por lo cual el riesgo de producir

una visión muy simplificada está siempre presente. Sin embargo, constituye

la única vía de proporcionar un marco ambiental adecuado al estudio del

desarrollo evolutivo de las poblaciones humanas del pasado. Diversos

estudios indican que durante el Pleistoceno final-Holoceno se produjeron

cambios climáticos de diferente magnitud. Estos estuvieron principalmente

vinculados a cambios en la localización e intensidad de los anticiclones del

Atlántico y del Pacífico y a cambios en el nivel del mar, que afectaron a la

distribución de las precipitaciones y al grado de continentalidad (Prieto,

1996). Estos cambios climáticos produjeron importantes variaciones en la

estructuración y funcionamiento del ecosistema pampeano a través del

tiempo.

Desde el punto de vista de la fauna, los limites dinámicos entre los

dominios Central, Patagónico, Pampeano y Subtropical (sensu Ringuelet,

1955) sufrieron modificaciones importantes durante el Pleistoceno tardío-

Holoceno (Tonni y Fidalgo, 1978). En base al análisis de conjuntos de restos

de vertebrados modernos característicos de los dominios Central y

Patagónico, asociados a mamíferos pleistocénicos extinguidos, se ha

sugerido que durante el Pleistoceno final las condiciones ambientales fueron

áridas o semiáridas, con temperaturas medias inferiores a las actuales, o al

menos con temperaturas medias invernales inferiores a los 10°C (Prado et

al., 1987; Prieto, 1996; Tonni y Fidalgo, 1978).

Información de diverso origen sugiere que alrededor de los 13,000 años

AP, se produjo un mejoramiento general del clima y un aumento en el

contenido de humedad atmosférico relacionado a un incremento en la

temperatura océanica (Clapperton, 1993; Markgraf, 1993; Lauer y

Frankenberg, 1984). En el Sudeste de la Región Pampeana, datos

geoquímicos y geocronológicos indican que entre 13,000 y 12,000 años AP,

se produjo la transformación de una "pampa seca" con fuertes vientos que

dispersaban cenizas volcánicas, a una "pampa húmeda" muy similar a la

actual (Bonadonna et al., 1995; Politis et al., 1995). El subsecuente cambio

hacia una vegetación característica de lagunas, pantanos y planicies de

Page 59: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

inundación, o hacia ambientes con una humedad efectiva localmente mayor,

es inferible a partir de los registros polínicos a partir de alrededor del 10,500

AP (Prieto, 1996). Esto sugiere un clima subhúmedo-húmedo a húmedo, y

una precipitación anual cercana a los niveles actuales o a una mayor

disponibilidad de agua debido a un exceso de la precipitación sobre la

evaporación (Prieto, 1996). Los cambios ecológicos más significativos

coincidentes con el paso de una vegetación de estepa psamofítica a pradera

húmeda, entre 11,000 y 10,000 años AP son, por un lado, el ingreso de las

primeras poblaciones humanas (Flegenheimer y Zárate, 1993) y, por otro, la

extinción - al menos parcial (ver Politis et al., 1995) - de los mamíferos

pleistocénicos.

En la parte central de la Subregión Pampa Húmeda, el tipo de vegetación

hidrofítica subsistió hasta aproximadamente 8,000 años AP, en que fue

reemplazada por una pradera húmeda con predominio de gramíneas hacia

7,000 AP (Empalme Querandíes; Prieto, 1996). En el sudoeste, esta

vegetación se desarrolló antes del 7,0000 AP y persistió hasta cerca de 5,000

años AP. Información isotópica proveniente del estudio de gasterópodos

terrestres y dulceacuícolas de la serie de Paso Otero (Río Quequén Grande),

muestra que hacia 9,000 AP podría haberse producido un pulso más seco

(Bonadonna et al., 1995).

Durante este período de condiciones climáticas predominantemente

subhúmedas-húmedas, el mar alcanzó su nivel actual ca. 8,000 años AP,

llegando hasta 2.2 a 2.5 m más alto que el presente entre 6,000 y 7,000

años AP (Isla, 1989). Aguirre y Whatley (1995) señalan que en el sector NE

de la provincia de Buenos Aires, las líneas de costa del llamado Platense

Marino o Fm. Las Escobas (sensu Fidalgo, 1979) habrían llegado a alturas

entre 2.5 y 4.5 m por encima del nivel actual del mar, entre 7,600 y 2,500

años AP. Al mismo tiempo, estos autores expresan que las temperaturas

superficiales del mar más altas que las actuales reflejarían el Optimo

Climático, que sitúan entre 8,000 y 4,500 años AP (Aguirre y Whatley, 1995:

250). Para Isla (1989), la fase transgresiva holocénica vinculada al pico del

Hypsitermal se habría producido entre 6,000 y 6,500 años AP, mientras que

para Aguirre y Whatley (1995), la antigüedad de este evento transgresivo

Page 60: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

estaría situada entre 8,000 y 6,000 años AP (ver discusión en Bayón y

Politis, 1996).

Un retorno a condiciones subhúmedas-áridas es inferible a partir de las

secuencias polínicas de las localidades de La Toma, Sauce Chico y Cerro La

China, situadas en los sistemas serranos de Ventania (LT, SCH) y Tandilia

(CLCH), a partir de por lo menos 5,000 años AP (Heusser, s/f; Madrid y

Politis, 1991; Nieto y Prieto, 1987; Prieto, 1996). En Empalme Querandíes y

Fortín Necochea, estas condiciones comienzan un poco antes del 3,000 AP y

alrededor del 4,000 AP, respectivamente (Nieto y Prieto, 1987; Prieto, 1996).

Las nuevas condiciones de aridez del Holoceno tardío no habrían sido tan

severas como las del Pleistoceno final (Zárate y Blassi, 1993). Estos autores

sugieren que el retrabajo y la redepositación de los sedimentos locales fue

sin embargo significativo, y que estos episodios erosivos fueron la causa de

la decapitación o truncamiento de los suelos que se formaron en muchas

áreas durante el período de estabilidad del Holoceno temprano (Zárate y

Blassi, 1993).

Alrededor de 5,000 a 4,500 años AP, comenzó un período de regresión

marina (Aguirre y Whatley, 1995; Isla, 1989; 1990), coincidente con el

deterioro climático posterior al Hypsitermal. Este evento puede ser

considerado como el principal factor de control del ecosistema, afectando a

la biota tanto marina como continental en esta área (Aguirre y Whatley,

1995).

De acuerdo a numerosa evidencia (i.e. Madrid y Politis, 1991; Tonni;

1992), las condiciones semiáridas permanecieron hasta aproximadamente

1,000 años AP. A partir de ese momento, las asociaciones faunísticas de

varios sitios arqueológicos indican un restablecimiento de condiciones

templadas y húmedas (i.e. Salemme, 1987; Tonni y Politis, 1980; Tonni et al.,

1988).

Durante la época de la conquista hispánica, la subregión se caracterizaba

por presentar el aspecto de una extensa planicie herbácea sólo interrumpida

por los cordones serranos de Tandilia y Ventania. Una cobertura continua

de gramíneas se extendía por toda su superficie. Si bien la ausencia de

árboles caracteriza actualmente al ambiente pampeano, en el siglo XVIII era

Page 61: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

aún posible encontrar, en el sur y oeste de la subregión, espesos bosques

relictuales de especies pertenecientes al Distrito del Caldén de la Provincia

Fitogeográfica del Espinal (sensu Cabrera, 1976): algarrobo blanco y negro

(Prosopis alba y Prosopis nigra), chañar (Geoffroea decorticans) y caldén

(Prosopis caldenia) (Parodi, 1940; Politis, 1984a). Asimismo, unos pocos

árboles de sauce criollo (Salix humboldtiana) crecían en las márgenes de

arroyos y ríos en el sur (Politis y Salemme, 1989).

Finalmente, un muy corto pero marcadamente árido episodio ocurrió

durante el siglo XVIII (Politis, 1984), apoyando la hipótesis del decrecimiento

en la humedad durante la "Pequeña Edad del Hielo" (Rabassa; 1987).

IV.2. Antecedentes

En los últimos años se han publicado un número considerable de síntesis

acerca del desarrollo histórico de las investigaciones arqueológicas en la

Región Pampeana, que abordan el problema desde distintas perspectivas

(Boschín, 1991/1992; Boschín y Llamazares, 1986; Politis, 1988; 1992;

1995). En el presente trabajo nos centraremos en el desarrollo de las

investigaciones vinculadas a los restos humanos recuperados en la región,

remitiendo al lector a las obras antes citadas para la obtención de un

panorama más amplio acerca de los antecedentes arqueológicos generales.

Las investigaciones antropológicas en la Pampa Bonaerense han sido

pioneras dentro del contexto de los estudios arqueológicos y

antropobiológicos en la República Argentina y en América del Sur. Los

desarrollos intelectuales y la emergencia de nuevas ideas en Europa hacia la

segunda mitad del siglo pasado contribuyeron en forma decisiva al

surgimiento y desarrollo de la antropología y de la arqueología en el

continente americano. Entre los más significativos se hallan, sin dudas, el

descubrimiento de la gran antigüedad del género humano en el Viejo Mundo,

la publicación de la obra de Darwin El Origen de las Especies (1859), y la

consolidación de la geología como ciencia (Willey y Sabloff, 1980).

En nuestro país, estos acontecimientos coincidieron con el proceso de

consolidación jurídica, institucional y territorial del Estado Argentino. Tras el

logro de la unidad nacional hacia la década de 1870, todos los esfuerzos

Page 62: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

fueron puestos en la resolución del problema indígena, debido a que la

existencia de una "frontera interior" atentaba contra el proyecto político,

económico y social impulsado por los miembros de la llamada "Generación

del '80" y compartido por la élite dirigente. Numerosos investigadores

contribuyeron directa e indirectamente, a través de la generación de

conocimiento acerca de distintos aspectos [i.e. Moreno, 1876; Zeballos,

1876; 1878a; 1881; Doering 1882; Ebelot, (1878) 1968], a la ocupación

definitiva de las regiones chaqueña, pampeana y patagónica, ya que sus

informes fueron tomados como base para el diseño de las operaciones

militares llevadas a cabo entre 1879 y 1885 (Podgorny y Politis, 1990/1992;

Walters, 1976). La formación de las primeras colecciones documentadas de

restos óseos pertenecientes a aborígenes pampeanos y nordpatagónicos de la

provincia de Buenos Aires data de esta época. Estanislao Zeballos, durante

la realización de su Estudio Geológico sobre la Provincia de Buenos Aires

(1876) y su Viaje al País de los Araucanos (1881), exhumó varios esqueletos

de indígenas presuntamente araucanos, que pasaron a integrar su colección

particular, parte de la cual fue luego donada al Museo de La Plata

(Lehmann-Nitsche, 1910). Al mismo tiempo, Moreno (1874), dió a conocer

los materiales arqueológicos y los restos humanos recuperados durante uno

de sus viajes por la zona de Carmen de Patagones y la cuenca del Río Negro,

algunos de ellos ya visitados por P. Strobel en 1867 (Fisher y Nacuzzi,

1992). La primera excavación intensiva y sistemática de una estructura

funeraria la realizó Zeballos, en colaboración con P. Pico, F. Moreno y H.

Burmeister, miembros de la Sociedad Científica Argentina, en el denominado

"Túmulo de Campana", situado en las proximidades de la localidad

homónima, en el NE de la provincia de Buenos Aires. En este sitio se

recuperaron veintisiete esqueletos humanos y abundante material

arqueológico (Zeballos, 1878b; Zeballos y Pico, 1878).

Estos primeros intentos sistemáticos de descripción y clasificación de

restos arqueológicos y antropológicos llevados a cabo durante la década de

1870, marcan los orígenes formales de la arqueología y de la antropología en

la región. En este sentido, constituyen la expresión local de un fenómeno

Page 63: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

más amplio de diferenciación y expansión de las Ciencias Naturales, tanto

en Europa como en América.

En el plano biológico, la mayoría de los investigadores (i.e. C. Berg, H.

Burmeister, R. Lista) adscribía, al menos inicialmente, a una concepción

creacionista - y por lo tanto fijista - de las especies, incluído el hombre. Esta

postura, fuertemente influenciada por el dogma teológico tuvo, en Cuvier y

Agassiz, a sus principales sostenedores en Europa y en Estados Unidos

durante la primera mitad del siglo XIX. Respecto al género Homo, dentro de

esta concepción pronto se diferenciaron dos posturas: el poligenismo y el

monogenismo. La primera de ellas consideraba que la diversidad humana

actual era el resultado de diversas creaciones independientes ocurridas en

distintos lugares, tanto en el Nuevo como en el Viejo Mundo. La segunda,

por el contrario, afirmaba que el género humano no comprendía más que

una sola y única especie originada en el continente asiático, a partir del cual

se habría diseminado por todo el mundo. Las características divergentes

observadas entre los distintos grupos humanos eran explicadas como las

consecuencias de la acción de distintos factores ambientales (i.e. clima,

alimentación, modo de vida, vestimenta, etc.) (Vilanova, 1872).

Hermann Burmeister, un prestigioso naturalista de origen alemán,

radicado en el país a instancias de Mitre y Sarmiento a partir de 1862

(Fernández, 1982; Babini, 1986), tenía una concepción poligenista del orígen

del hombre [Ameghino, (1880) 1947: 115]. Su participación en el plano

oficial, como director del Museo de Buenos Aires y como director de la

Academia de Ciencias de Córdoba, permitió que sus ideas se impusieran y

que pronto fuesen seguidas por jóvenes investigadores locales tales como

Francisco P. Moreno, Ramón Lista y Estanislao Zeballos. La fuerte posición

antievolucionista de Burmeister y sus seguidores condujo a los mismos a

sostener un escaso interés por la estratigrafía, a desconfiar de las pruebas

acerca de la existencia de un probable hombre fósil pampeano, y a centrar

su interés en la recolección de restos arqueológicos superficiales y en la

excavación de túmulos, cementerios y tumbas aisladas (i.e. Moreno, 1874;

1876; Zeballos, 1878b; Zeballos y Pico, 1878) (Fernández, 1982).

Page 64: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

No puede sorprender, entonces, la reacción de estos investigadores

ante las ideas expresadas por F. Ameghino a partir de 1875, referentes a la

gran antigüedad del poblamiento humano de la Región Pampeana.

Florentino Ameghino, de origen italiano pero radicado en Luján, en el

noreste de la provincia de Buenos Aires, desde muy joven tuvo acceso a las

obras fundamentales del geólogo inglés C. Lyell, considerado el padre de la

geología moderna (Márquez Miranda, 1951; Fernández, 1982). La lectura de

estos libros, y la de muchos otros pertenecientes a diversos naturalistas,

incentivaron su curiosidad acerca del origen y de la antigüedad del hombre.

Desde una perspectiva evolucionista o "transformista" enraizada, según sus

propias palabras, en la línea de Lammarck, Geoffroy Saint-Hilaire y Darwin

[Ameghino, (1880) 1947: 147-148], este investigador sostenía que el hombre

es el descendiente de un tipo único actualmente extinguido, y que su origen

se encontraba en una única región, a partir de la cual se había diseminado

por toda la superficie de la Tierra. Puesto que hasta ese momento no se

había podido determinar qué punto de la superficie del globo había sido la

cuna primitiva del género humano, no había razones, según Ameghino

[(1880) 1947: 149], para hacer emigrar a las poblaciones humanas del Viejo

al Nuevo Mundo, ya que tal emigración bien podía haberse verificado en

sentido contrario. La gran antigüedad del poblamiento de la Región

Pampeana, inferida a partir de la asociación recurrente de artefactos y restos

óseos humanos con huesos de animales extinguidos (i.e. gliptodóntidos y

megatéridos) en estratos atribuídos al Terciario era, según Ameghino,

equiparable a la antigüedad atribuída al hombre en el Viejo Mundo por

numerosos autores de la época (i.e. Bourgeois, Vogt, Ramorino, Gervais, De

Mortillet, de Quatrefages, Cartailhac, Worsaee, etc.). Esto no implicaba, tal

como fuera expuesto en La Antigüedad del Hombre en el Plata (1880), que el

género humano haya tenido a América por cuna. Sin embargo, en trabajos

posteriores (i.e. Ameghino, 1884; 1909; entre otros) desarrolló la tesis del

orígen autóctono del hombre, que defendió hasta el momento de su muerte

en 1911.

Muchas de las críticas realizadas a la obra de Ameghino, basadas

principalmente en los errores en la asignación de la edad a las unidades

Page 65: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

geológicas por él estudiadas, frecuentemente dejan de lado el hecho del

insuficiente conocimiento geológico y bioestratigráfico de la época, a nivel

tanto regional como continental, y el carácter notablemente común de las

proposiciones de la alta antigüedad del hombre en América en base a

evidencias que actualmente se considerarían insuficientes (Politis, 1988).

Diversos autores norteamericanos contemporáneos de Ameghino, se

mostraban igualmente interesados en demostrar la gran antigüedad del

hombre en el Nuevo Mundo, entre ellos F. Putnam, C. Abbott y J. Whitney,

(Willey y Sabloff, 1980).

Los diversos árboles filogenéticos construídos por Ameghino a través de

los años (Ameghino, 1884; 1909), tuvieron como referente empírico

numerosos hallazgos de restos óseos humanos recuperados en distintos

puntos de la provincia de Buenos Aires, principalmente en el norte y en el

litoral atlántico (i.e. Arroyo Frías, Arroyo Siasgo, La Tigra, Arrecifes,

Banderaló, Fontezuelas, Chocorí, El Moro, el Puerto de Buenos Aires, etc.).

A comienzos de este siglo, en Estados Unidos se produjo un notable

avance metodológico que derivó en una mayor rigurosidad en los estándares

de prueba solicitados en relación al problema del hombre temprano en

América. Los principales responsables de este cambio fueron William R.

Holmes y Ales Hrdlicka (Willey y Sabloff, 1980). Ambos investigadores, desde

el campo de la arqueología y de la antropología física respectivamente,

defendían la idea de que el hombre no había alcanzado el Nuevo Mundo sino

hasta después del fin del Pleistoceno. Hrdlicka, en especial, fue implacable

en su crítica a todos los supuestos hallazgos que atestiguaban una alta

antigüedad del poblamiento americano debido a que, con frecuencia, éstos

habían sido recuperados con técnicas de excavación deficientes, y habían

sido datados mediante correlaciones estratigráficas poco confiables.

En 1910, con motivo de la realización del XVII Congreso Internacional

de Americanistas en Buenos Aires, arribaron al país Ales Hrdlicka y el

geólogo Bailey Willis, ambos pertenecientes a la Smithsonian Institution de

Washington. Entre los meses de mayo y junio de 1910 recorrieron con F.

Ameghino diversos sitios de la costa y del interior, recogiendo materiales

superficiales que luego fueron estudiados por W. Holmes (Daino, 1979).

Page 66: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Analizaron cada una de las evidencias utilizadas por Ameghino para

sostener su tesis del origen sudamericano del hombre, basándose en los

criterios empleados para rechazar la antigüedad pre-holocénica de algunos

sitios de Norte América (Hrdlicka, 1907). Estos criterios incluían una buena

documentación de las condiciones de hallazgo, la existencia de asociaciones

claras, de carácter primario, una identificación estratigráfica incuestionable,

algún grado de fosilización en los huesos y marcadas diferencias anatómicas

de los restos respecto al hombre actual (Hrdlicka, 1912:19; Fagan, 1987).

Mediante la aplicación de estos criterios, Hrdlicka concluyó que no existía

ningún tipo de evidencia que sustentara los reclamos de gran antigüedad

geológica de los restos humanos y de los materiales arqueológicos descriptos

por Ameghino (Hrdlicka, 1912: 386). Por el contrario, atribuyó a estos

hallazgos una edad reciente, lo que era concordante con su modelo de

poblamiento post-glacial del continente americano (Hrdlicka, 1925; ver

Politis, 1988: 68).

La refutación de la tesis de la existencia del hombre terciario en la

Región Pampeana, y la consiguiente demostración de la relativa modernidad

del poblamiento humano del área condujo, junto con la pérdida de la fluidez

en la comunicación entre la Argentina y el resto del mundo a raíz de la

Primera Guerra Mundial (Politis, 1988), a que la evidencia recuperada en la

Región Pampena en las décadas subsiguientes no fuera incorporada, salvo

raras excepciones (i.e. Boule, 1915; Obermaier, 1925), a la discusión acerca

de los orígenes de la humanidad.

Sin embargo, el impacto local de los trabajos de Hrdlicka y de sus

colaboradores no fue de igual magnitud que aquel producido sobre la

comunidad científica internacional. En nuestro país, numerosos

investigadores (i.e. J. Blanco, A. Castellanos; S. Roth, L. M. Torres, C.

Ameghino, F. Outes, M.A. Vignati, E. Boman, J. Frenguelli, etc.)

continuaron interesados vivamente en el tema, adoptando diversas posturas

respecto a la antigüedad del poblamiento de la Región Pampeana. El carácter

doméstico de la discusión, centrada principalmente en los hallazgos

efectuados en el litoral atlántico bonaerense con posterioridad a la muerte de

Ameghino (ver Daino, 1979), llevó a que ésta, con el transcurso del tiempo,

Page 67: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

se agotara en sí misma, ya que los presupuestos teóricos y metodológicos

operantes conducían, muchas veces, a la obtención de resultados

francamente contradictorios (ver ejemplos en Politis, 1988: 70).

La excavación de sitios consistentes en estructuras monticulares o

"túmulos" ocupó también un lugar destacado en las investigaciones

arqueológicas y antropológicas durante las primeras décadas de este siglo.

Los trabajos de Salvador Debenedetti (1911) en Baradero y de Luis María

Torres (1907; 1911) y Samuel Lothrop (1932) en el Delta del Paraná,

permitieron la recuperación de aproximadamente ciento cincuenta

esqueletos humanos junto a abundante material arqueológico. Durante la

excavación del llamado "Túmulo de Malacara" (Torres y Ameghino, 1913),

una construcción monticular ubicada aproximadamente a doscientos metros

de la línea de costa, cercana a la desembocadura de los arroyos Nutria

Mansa y Pescado (Partido de Lobería), se recuperaron trece esqueletos

humanos, algunos de ellos con ajuar funerario, asociados a gran cantidad de

instrumental lítico y óseo (Vignati, 1960).

Los primeros estudios craneológicos efectuados sobre series

pertenecientes a aborígenes de la provincia de Buenos Aires fueron

realizados por F.C. ten Kate (1893), quien estudió la colección de cráneos

presuntamente araucanos perteneciente al Museo de La Plata. Los mismos

fueron continuados, en las primeras décadas de este siglo, por Carlos Marelli

(1909; 1914; 1919). Este autor fue el primero en utilizar técnicas

estadísticas y diseños experimentales sencillos para el análisis de datos

antropológicos (Carnese et al., 1992). Los estudios biométricos de Marelli

(1914; 1919), efectuados sobre series compuestas por aborígenes

patagónicos provenientes de Chubut y Río Negro, y por los cráneos

araucanos estudiados por ten Kate en 1893, se inscriben dentro de la línea

iniciada a fines del siglo pasado por A. Quetelet, F. Galton, E. Warren y A.

Fawcett, entre otros, cuyo objetivo era el estudio de la variabilidad y

correlación de caracteres mediante el uso de la bioestadística (ver Day, 1992;

Sober, 1992). A diferencia de lo planteado por los representantes de la

escuela morfológica, que por ese entonces comenzaba a desarrollarse en

Italia y Alemania (Sergi, 1900; 1911; Biasutti, 1912; von Eickstedt, 1934) y

Page 68: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

que tan grande impacto tendría posteriormente en el desarrollo de la

antropología física argentina, estos autores enfatizaban el carácter continuo,

no tipológico, de la variación biológica (cf. Marcellino, 1994).

Desafortunadamente, ningún otro antropólogo local continuó con la línea de

investigación planteada por Marelli, siendo ésta poco menos que ignorada

por las principales figuras que a partir de entonces, y por muchos años,

dominaron el escenario de la disciplina. La crisis mundial del paradigma

evolucionista, ocurrida a comienzos del presente siglo, afectó por igual al

amplio espectro de las Ciencias Naturales. Dentro del campo de la naciente

antropología profesional, la reacción contra las fuertes influencias

Darwinianas y Spencerianas en la explicación del cambio cultural, tuvo

como consecuencia el eventual abandono de este paradigma y el surgimiento

de nuevas alternativas teórico- metodológicas, tales como las escuelas

funcionalista y estructuralista, surgidas en Francia e Inglaterra durante el

primer tercio del siglo XX; el particularismo histórico, que hizo su aparición

en Estados Unidos bajo la dirección de F. Boas; el difusionismo extremo en

Gran Bretaña, liderado por G.E. Smith y W.H. Perry; y, finalmente, la

"Escuela de Viena", surgida en Alemania y Austria, como una aproximación

histórico-cultural de raíz difusionista (Harris, 1968; Palerm, 1977; Politis,

1988). Esto condujo, entre otras cosas, a que las investigaciones

antropológicas paulatinamente abandonaran el enfoque materialista,

naturalista y positivista que las había caracterizado desde sus comienzos,

adoptando uno de naturaleza más humanista (ver Fernández, 1982: 172-

173). Una de las consecuencias más importantes de este cambio fue la

orientación histórica que adoptaron los estudios arqueológicos y

antropológicos. Desde un punto de vista metodológico, la investigación

etnohistórica se constituyó, en muchos casos, en un medio de contrastación

de hipótesis arqueológicas (i.e. Vignati, 1931). El interés por la

diferenciación étnica y racial de los restos óseos humanos, en tanto elemento

útil para el trazado de la historia cultural de los distintos grupos humanos,

se acrecentó notablemente durante este período (i.e. Vignati, 1937; 1938;

Imbelloni, 1937a; 1937b). El principal teórico local del historicismo cultural

fue José Imbelloni, quien a partir de la década de 1920 hizo su aparición en

Page 69: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

el escenario científico del país (Carnese et al., 1991/1992; Arenas y Baffi,

1991/1992). De origen italiano, Imbelloni estaba fuertemente imbuído de las

ideas de la Escuela de Viena. A través de su cátedra de antropología de la

carrera de Historia de la Universidad de Buenos Aires y de la dirección del

Museo Etnográfico, pronto se transformó en el principal impulsor de esta

escuela en los medios científicos locales (Politis, 1992). A la luz del

paradigma difusionista, los miembros de la Escuela de Viena centraron su

interés en temas vinculados con el poblamiento americano, los fenómenos

migratorios y las razas (Carnese et al., 1991/1992). La construcción de

esquemas clasificatorios, cuadros taxonómicos y mapas distribucionales

constituyó uno de los principales intereses, pues se esperaba que éstos

revelaran las diferentes rutas de ingreso y la antigüedad relativa de las

diversas "olas migratorias" que, se suponía, habían poblado el continente

americano. El diagnóstico racial, imprescindible para llevar a cabo esta

tarea, era realizado a través del análisis de variables morfológicas con

técnicas escópicas y métricas. La concepción tipológica, eminentemente

esencialista de la variabilidad biológica (Hull, 1992, Mayr, 1959; Sober,

1992), condujo a considerar a las razas como entidades reales, discretas y

estables en el tiempo y en el espacio.

Las causas que motivaron que la Escuela de Viena a partir de la década

del '30 y hasta fines de los años '60, e incluso más allá (ver Politis, 1988;

Boschín, 1991/1992; Carnese et al., 1991/1992), alcanzara un desarrollo

tan notable dentro de la antropología argentina, son múltiples. Entre ellas

pueden mencionarse el espacio teórico vacante que se había producido por

la crisis del evolucionismo (Politis, 1992), y el espacio académico resultante

de la cesantía y eliminación mayoritaria de los antropólogos de la vieja

guardia - en su mayoría de tendencias liberales (i.e. Márquez Miranda,

Aparicio, Canals Frau, Salas, Frenguelli, Vega, etc.)-, tras el advenimiento

del peronismo al poder en 1946 (González, 1991/1992). La obra de Imbelloni

creó el clima intelectual propicio para la llegada de profesores e

investigadores que abandonaban la devastada Europa de postguerra. De este

modo, en 1946 arribó al país Marcelo Bórmida, profesor en Ciencias

Naturales y discípulo de S. Sergi y, en 1948, el famoso prehistoriador

Page 70: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

austríaco Osvaldo Menghin, dos figuras importantes en el desarrollo de la

arqueología y de la antropología de las regiones Pampeana y Patagónica.

Imbelloni y Bórmida realizaron escasos estudios de restos óseos humanos

recuperados en la provincia de Buenos Aires. Imbelloni (1937; 1938) asignó

algunos de los hallazgos realizados en la provincia a los distintos tipos

morfológicos o razas por él definidos, y Bórmida (1953/1954) analizó series

de cráneos provenientes de diversos sitios ubicados entre los ríos Negro y

Colorado (i.e. Bahía San Blas). Sin embargo, ambos investigadores ejercieron

una fuerte influencia sobre los diversos autores que, en su momento,

abordaron el estudio de las poblaciones aborígenes prehistóricas del

territorio bonaerense (i.e. Gerber, 1966; Patti de Martínez Soler, 1967;

Fortich Baca, 1976; Colantonio, 1981; Colantonio y Marcellino, 1982; 1983;

Casamiquela y Noseda, 1970; Casamiquela y Moldes, 1980; etc.). A partir de

la década del `70, y sobre todo durante la del `80, se produjo en el país una

renovación a nivel teórico y metodológico en el ámbito de la antropología

biológica, que afectó también al campo del estudio de la biología de los

grupos prehistóricos, principalmente aquellos de las regiones Patagónica,

Central y Noroeste (i.e. Cocilovo, 1975; 1981; 1984; Cocilovo y Baffi, 1985;

Cocilovo y Di Rienzo, 1985; Bordach et al., 1985, etc.). Este cambio,

derivado de la adopción de un enfoque evolutivo neodarwinista, significó el

abandono de la concepción tipológica de la variación biológica. El concepto

de raza (tal como éste era entendido por los adherentes a la Escuela de

Viena), se tornó poco operativo pues se hizo evidente que, al no estar

definido en términos genético-poblacionales, poseía un escaso valor

explicativo y un elevado nivel de incertidumbre (Carnese et al., 1991/1992;

cf. Marcellino, 1994). En su lugar, se propuso el estudio de poblaciones o

grupos poblacionales (materiales provenientes de uno o varios sitios

próximos; Carnese et al., 1991/1992), para lo cual resulta imprescindible el

análisis de los factores de variación intramuestral (i.e. edad, sexo,

deformación artificial, etc.), que condicionan en forma directa la

comparabilidad entre las distintas series. El foco de interés se desplazó

desde la taxonomía hacia el estudio del proceso microevolutivo de las

poblaciones, principalmente a nivel morfológico (i.e. Cocilovo, 1984; Cocilovo

Page 71: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

et al., 1982; 1987/1988). Sin embargo, esta renovación no tuvo impacto en

el estudio de las poblaciones aborígenes prehistóricas de la Región

Pampeana. En esta región, hasta fecha tan tardía como 1990 es posible

hallar en la literatura trabajos interesados en problemas clasificatorios,

abordados mediante el empleo de técnicas estadísticas multivariadas (i.e.

Méndez y Salceda, 1989; 1990).

El notable crecimiento que experimentó la arqueología pampeana a

partir de comienzos de la década de 1980, tanto en el número de

investigadores como en la diversidad de temas de investigación y modos de

abordaje (ver Politis, 1988; Barrientos et al., 1996), condujo a que se

prospectaran áreas extensas (en especial en las áreas Interserrana, Sur y

Serranas de Tandilia y Ventania) y se detectaran y excavaran numerosos

sitios arqueológicos, muchos de ellos con entierros humanos. El análisis

restrospectivo del desarrollo de la disciplina muestra que, en los últimos

ciento veinte años, han habido variaciones en el grado de cooperación entre

la arqueología y la antropología biológica en torno al estudio de las

poblaciones humanas prehistóricas. En general, ambos campos han

operado con objetivos de investigación paralelos (Guichón y Figuerero Torres,

1991). Sin embargo, es indudable que en el pasado han habido momentos

en los que éstos han trabajado sobre objetivos comunes. Los trabajos

producidos dentro del marco histórico-cultural de la Escuela de Viena, que

guardaron entre sí una notable coherencia teórico metodológica, partieron de

la premisa de la existencia de una estrecha asociación entre entidades

biológicas y culturales (i.e. Imbelloni, 1938; ver Carnese et al., 1991/1992).

Desde este punto de vista, tanto la arqueología como la antropología

biológica compartieron el objetivo común de trazar la historia, desde una

perspectiva mundial o "ecuménica" (ver Bórmida s/f; Imbelloni, 1937), de los

diferentes tipos biológicos o "razas" y de los diferentes tipos culturales de los

cuales, los primeros, eran "portadores". La reorientación de los estudios

antropobiológicos a partir de la década del '70 condujo a que, en el campo

del estudio de las poblaciones prehistóricas, se enfatizara en el análisis del

proceso microevolutivo de las mismas, principalmente desde un punto de

vista morfológico. Por otra parte, la renovación teórico-metodológica

Page 72: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

experimentada por la arqueología argentina en general y pampeana en

particular a partir de los `80, llevó a que ésta se centrara en el estudio del

proceso adaptativo de las poblaciones aborígenes prehistóricas. Como

resultado de ello, los objetivos de investigación de ambas disciplinas

comenzaron a divergir nuevamente. La información generada por los

estudios antropobiológicos, referida principalmente a las afinidades

biológicas entre poblaciones prehistóricas medidas a partir del cálculo de

distancias biológicas interpoblacionales, no fue incorporada casi nunca a los

trabajos arqueológicos debido, principalmente, a que este tipo de análisis

escapaba a los intereses de la arqueología contemporánea (ver sin embargo,

Borrero, 1993; 1994). Sólo a partir de 1987 (Guichón y Figuerero Torres,

1991), antropólogos biólogos locales iniciaron líneas de investigación

orientadas al estudio de diversos aspectos del proceso adaptativo de las

poblaciones humanas del pasado, mediante la aplicación sistemática de

nuevas vías analíticas surgidas principalmente en Estados Unidos desde

mediados de la década del '60 (ver Cohen yArmelagos, 1984; Gilbert y

Mielke, 1985; Huss Asmore et al., 1982; Martin et al., 1985; Larsen 1987;

Saunders y Katzenberg, 1992; Sobolik, 1994; entre otros). De este modo,

comenzaron a explorarse aspectos no tenidos en cuenta por las

investigaciones tradicionales, tales como la evolución y adaptación de las

poblaciones, la anatomía funcional, el crecimiento, el desarrollo, la salud y la

nutrición (i.e. Baffi y Torres, 1991; Barrientos, 1994; Guichón, 1993; Yesner

et al., 1991).

A modo de resúmen, puede decirse que en la Región Pampeana en

general, las investigaciones antropobiológicas se caracterizaron, hasta fecha

muy reciente, por un fuerte énfasis en los estudios clasificatorios y por la

falta de consideración de la variable cronológica, especialemente debido a la

escasez de dataciones absolutas de restos humanos. Hasta el presente,

ningún estudio ha abordado el problema de la influencia de factores

medioambientales tales como los vinculados a la nutrición, en los procesos

de diferenciación morfológica y adaptación de las poblaciones aborígenes

pampeanas, no existiendo en consecuencia, información previa disponible al

respecto.

Page 73: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

V. ANALISIS DE LA COMPOSICION, DISTRIBUCION ESPACIAL Y TEMPORAL DE LAS MUESTRAS DE ENTIERROS

HUMANOS DEL AREA

V.1. Introducción

En la sección I.3. señalamos que el análisis regional del registro

bioarqueológico, en términos de la composición y distribución espacial y

temporal de las muestras de entierros humanos, puede contribuir en gran

medida al estudio de la variación en las propiedades organizacionales de las

sociedades del pasado. Las prácticas mortuorias constituyen sensibles

indicadores del estado de un sistema sociocultural en un momento dado de

su trayectoria a través del tiempo, por lo que un análisis regional de las

mismas resulta útil para el diagnóstico de propiedades tales como la

diferenciación interna y externa de los sistemas sociales, la movilidad, la

construcción social del paisaje, etc. Tal diagnóstico permite derivar, a su vez,

expectativas acerca de diversos aspectos de significación adaptativa y

evolutiva, tales como la salud y la nutrición de las poblaciones del pasado.

En la Región Pampeana se han registrado y publicado hasta el presente más

de cuatrocientos sitios arqueológicos, muchos de ellos conteniendo entierros

humanos. A pesar de la evidente importancia de los restos humanos en la

conformación del registro arqueológico a nivel regional, muy pocos intentos

se han realizado con el objeto de sistematizar la información bioarqueológica

disponible. Los escasos trabajos existentes sobre este tipo de problemas,

sólo abordan aspectos parciales, tanto desde un punto de vista espacial

como temporal (i.e. Traversa, 1983; Platania, 1984; Fisher y Nacuzzi, 1992).

El objetivo de este capítulo es analizar la información bioarqueológica

disponible para el sector bonaerense de la Región Pampeana, poniendo

especial énfasis en aquella proveniente de las áreas fisiográficas que

conforman el Sudeste de la Región Pampeana (áreas serranas de Tandilia y

Ventania, Interserrana y Sur; sensu Politis, 1984). La estructura del registro

- en términos del tamaño, composición y distribución espacial y temporal de

las muestras de entierros humanos - será discutida a la luz de los modelos

Page 74: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

referentes a los procesos de formación del registro bioarqueológico,

resumidos en el apartado I.3. de esta tesis.

V.2. Materiales y métodos

Numerosos autores (i.e. Daus, 1946; Frenguelli, 1950; Rolleri, 1975) han

postulado la existencia de variaciones fisiográficas entre distintos sectores de

la Subregión Pampa Húmeda, utilizando diferentes criterios de

identificación. Más recientemente, Politis (1984) ha reconocido, sobre la base

de las caracterizaciones preexistentes, siete divisiones areales con

características físicas y ecológicas propias, denominadas Norte, Depresión

del Salado, Tandilia, Interserrana, Ventania, Oeste y Sur. Además de las

diferencias ambientales, se ha demostrado la existencia de una cierta

variabilidad en el registro arqueológico correspondiente a cada una de estas

áreas (Politis, 1988). Debido a que diferentes condiciones ecológicas pueden

plantear problemas adaptativos igualmente distintos, aún para un mismo

grupo humano, se ha sugerido que la diversidad observable en el registro

arqueológico podría ser consecuencia de la puesta en práctica de distintas

estrategias adaptativas por parte de las sociedades aborígenes que habitaron

la región, tanto a través del tiempo como del espacio (Politis, 1988). En este

trabajo adoptamos la subdivisión en áreas propuesta por Politis, con el fin de

establecer comparaciones entre las muestras disponibles de las poblaciones

aborígenes prehistóricas y examinar la distribución espacial de la totalidad

de los restos esqueletarios registrados. La única modificación realizada a tal

esquema es la subdivisión del área Norte en Norte propiamente dicha, y en el

área Delta del Paraná. Se agrega también un área no considerada por Politis,

la Costa Sur Pampeana (sensu Casal, 1964), que comprende el sector de

costa bonaerense situado entre los ríos Colorado y Negro (Figura V.1.). La

compilación de los datos necesarios para evaluar el tamaño, composición y

distribución temporal y espacial de la muestra de restos óseos humanos se

realizó a partir de la revisión de la literatura citada en la Bibliografía

Antropológica de la Provincia de Buenos Aires (Cigliano et al., 1964) y en la

Bibliografía Arqueológica de la Provincia de Buenos Aires (Barrientos et al.,

1996). Sin embargo, debido a que no todos los sitios con restos humanos

Page 75: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

han sido reportados en publicaciones, se consultaron además los catálogos

del Departamento Científico de Antropología del Museo de Ciencias

Naturales de la Plata y se mantuvieron comunicaciones personales con

diversos investigadores.

Para cada sitio con restos humanos, se registró la información referente a

su ubicación geográfica, el número mínimo estimado de individuos (NMIe) y,

cuando ello ha sido posible, el o los tipos de entierro presentes, la

presencia/ausencia y tipo de deformación craneana, y la antigüedad

probable, ya sea establecida por fechados radiocarbónicos, por ubicación

estratigráfica o por asociación contextual. La información referida a la edad

y sexo no ha podido ser compilada debido a que los datos referidos a estas

importantes variables han sido consignados de una manera notablemente

fragmentaria en la mayoría de los trabajos revisados.

Los entierros fueron clasificados en dos tipos o categorías: a) primarios y

b) secundarios. En la conceptualización de ambos se han seguido las

definiciones operativas de Ubelaker (1982) enfatizando, en el caso de los

entierros secundarios, en la necesidad de la existencia de un orden o patrón

discernible en la disposición de los huesos dentro del entierro (ver Goldstein,

1989; 1995). En cada informe analizado, se prestó especial atención a la

descripción de las condiciones y características del hallazgo, con el fin de

determinar la probable existencia de un entierro secundario

independientemente, en principio, de la categorización proporcionada por el

o los autores del informe.

Respecto a las deformaciones craneanas, se respetaron en la mayoría de

los casos las asignaciones proporcionadas por los autores de los respectivos

informes. En los casos en que fue posible examinar personalmente las

colecciones, las determinaciones se efectuaron a través de la examinación

morfoscópica de cada cráneo, debido a la virtual inexistencia de vías

analíticas confiables con mayor poder discriminante. Debido a ello, es

posible la subestimación del número de individuos deformados, pues la

identificación de la existencia de deformación craneana es altamente

dependiente del grado de expresión de la misma. El diagóstico resulta

relativamente fácil, y por lo tanto más preciso, en aquellos casos más

Page 76: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

extremos de alteración de la forma del cráneo, y más difícil y menos preciso

en los casos de menor alteración de ésta, como consecuencia de la

interacción de diversos factores (i.e. tipo de aparato deformador, duración de

la aplicación del mismo, edad de desarrollo, factores de variación individual,

etc.). Del mismo modo, la identificación de la existencia de deformación

craneana es altamente dependiente del estado de conservación de cada

espécimen, por lo que la presencia de alteraciones postdepositacionales

influye sobre la posibilidad de alcanzar un diagnóstico correcto. En los

casos en que la identificación fue positiva, se utilizaron las categorías

clasificatorias básicas de Imbelloni (1923; 1925; 1938), sin la discriminación

de subtipos. De este modo, se utilizaron sólamente tres términos

descriptivos: a) tabular erecta, b) tabular oblicua, y c) circular. Los subtipos

de cada una de estas variantes (i.e. tabular erecta planolámbdica, tabular

erecta planofrontal) no se utilizaron debido al carácter altamente subjetivo

de los criterios disponibles para su diferenciación. La información relativa a

la presencia/ausencia y tipo de deformación craneana sólo se registró para

las áreas que forman parte del Sudeste de la Región Pampeana.

La totalidad de las pruebas de significación fueron realizadas

considerando un nivel de probabilidad mayor a 0,05 (p>0,05).

Finalmente puede decirse que, debido a la estrategia de investigación

empleada, los números presentados a continuación deben ser considerados

sólo como aproximaciones tan precisas - y debiéramos agregar tan

imprecisas - como las fuentes consultadas. Sin embargo, consideramos que

tales valores proporcionan una idea aceptablemente aproximada de las

características del registro a una escala regional.

V.3. Resultados

En la Subregión Pampa Húmeda se han registrado hasta el presente un

total de aproximadamente cuatrocientos sitios y localidades arqueológicas.

De ellos, 87 presentan restos humanos pertenecientes a por lo menos 658

individuos. La Tabla V.1. muestra, para cada área, la información referida al

nombre de los sitios y localidades arqueológicas con restos humanos, el

Page 77: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

NMIe recuperado en cada uno de ellos, el o los tipos de entierro presentes en

cada sitio, y la antigüedad probable de los mismos (Figura V.2.).

El área para la cual la información es menos confiable es la Costa Sur

Pampeana. En ella, los datos disponibles deben ser considerados en la

mayoría de los casos a nivel de localidad, debido a que la distinción entre los

sitios que constituyen cada una de estas localidades no resulta clara en los

diferentes informes existentes (i.e. Isla Gama, San Blas). Otro tanto ocurre

con la información referente al NMIe, ya que en los reportes disponibles los

datos acerca del número de individuos recuperado en cada sitio o localidad,

raramente se consignan con exactitud. Esta última es una situación que, en

mayor o menor medida ocurre en otras áreas, pero que en el caso de la Costa

Sur Pampeana posee un impacto mayor, lo que compromete seriamente las

posibilidades de comparación entre ésta y otras áreas de la Subregión

Pampa Húmeda. Asimismo, la cantidad de sitios y/o localidades con

entierros humanos, y el NMIe consignado para las áreas Sur y Costa Sur

Pampeana, deben ser considerados como subestimaciones de los valores

reales registrados. Félix Outes identificó un número grande pero no

especificado de sitios con entierros humanos localizados en el valle del Río

Colorado, entre el meridiano V y la costa atlántica, y en el interior del área

limitada por los ríos Colorado y Negro (Outes, 1926: 387-88). Algunos de

estos sitios, principalmente aquellos del valle inferior del río Colorado y del

litoral atlántico, se hallaban constituídos por numerosos entierros

("cementerios"), mientras que otros, aquellos ubicados en el interior del área

comprendida entre los ríos Colorado y Negro, sólo presentaban entierros

aislados asociados a áreas de actividades múltiples. En la mayoría de los

sitios localizados por Outes se identificaron entierros primarios y

secundarios. Con excepción de un caso en el área Interserrana, la

información registrada para ésta y las demás áreas puede discutirse a nivel

de sitio, lo que posibilita la comparación de los datos.

Las áreas Interserrana, Ventania, Tandilia y Sur, que conforman el

Sudeste de la Región Pampeana, poseen el 54% (47/87) de las localidades y

sitios arqueológicos con entierros humanos registrados en la Subregión

Pampa Húmeda. Por el contratrio, sólo dan cuenta del 31% (205/658) del

Page 78: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

NMIe total registrado para la subregión. Las áreas que presentan NMIe más

altos son el Delta y la Costa Sur Pampeana (217 y 182 respectivamente). En

conjunto, ambas dan cuenta del 61% del NMIe total de la Subregión Pampa

Húmeda.

En cuanto a los tipos de entierros, en el Sudeste de la Región Pampeana

los sitios que presentan sólo entierros primarios constituyen el 68% (32/47)

del total de la muestra, los que presentan sólamente entierros secundarios el

4% (2/47), los que poseen ambos tipos de entierro el 9% (4/47), y los

indeterminados el 19% (9/47). Las áreas que presentan una mayor

proporción de sitios con entierros primarios y secundarios son las áreas

Delta (46%; 6/13) y Costa Sur Pampeana (71%; 5/7). En el total de la

muestra analizada, sólo el 2% (2/87) de los sitios o localidades arqueológicas

presenta sólo entierros secundarios, correspondiendo éstos a las áreas

Interserrana y Sur. La evidencia disponible hasta el presente indica que la

totalidad de los entierros secundarios registrados corresponderían al

Holoceno tardío. En relación a la distribución de los tipos de deformación

craneana, de los 47 sitios registrados en el Sudeste de la Región Pampeana,

en sólo 26 (55%) pudo obtenerse información pertinente. En el 92% (24/26)

de los casos se registró la presencia de algún tipo de deformación. En el 83%

(20/24) de los sitios se registró uno solo de los tres tipos de deformación

considerados, encontrándose en el 17% restante tanto la presencia de más

de un tipo, como la coexistencia de individuos deformados y no deformados.

Los tres tipos de deformación se hallan representados en distinta frecuencia,

no encontrándose sin embargo diferencias estadísticamente significativas

entre los respectivos porcentajes de representación. El tipo de deformación

más frecuente es la tabular erecta (52%; 13/25), seguida por la circular

(28%; 7/25) y la tabular oblicua (20%; 5/24).

Desde un punto de vista espacial, la deformación que presenta una

dispersión areal mayor es la tabular erecta (Sur, Ventania, Interserrana y

Tandilia). La circular y la tabular oblicua se hallan restringidas a las áreas

Ventania e Interserrana. Se observa una clara tendencia hacia el aumento

del porcentaje de representación de la deformación tabular erecta en

dirección NE-SO (Interserrana 25%; Ventania 40%; Sur 100%). Desde un

Page 79: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

punto de vista temporal, la deformación circular se encuentra en sitios

anteriores al 3,000 AP (i.e. Arroyo Seco 2 y Laguna de Puán1) (Marcellino

s/f; Méndez y Salceda, 1990; Baffi y Berón, 1992), mientras que la tabular

oblicua y tabular erecta se hallan presentes sólo en sitios asignables al

Holoceno tardío. Dos de los 5 sitios con deformación tabular oblicua poseen

fechados radiocarbónicos cercanos a los 2,000 años AP (La Toma y Laguna

Tres Reyes 1) (Barrientos y Madrid, 1997; Madrid y Politis, 1991; Méndez y

Salceda, s/f), mientras que el único sitio con deformación tabular erecta

fechado hasta el presente (Laguna Los Chilenos 1) posee una edad

radiocarbónica de 476 ± 80 años AP (Barrientos et al., 1995).

V.4. Discusión

Consideramos que los datos bioarqueológicos de la Subregión Pampa

Húmeda deben ser discutidos tomando en cuenta los siguientes puntos: a)

las estrategias de muestreo aplicadas por los distintos investigadores a

través del tiempo, tanto a nivel regional como intrasitio, b) los procesos

tafonómicos operantes a nivel regional, y c) el rango de procesos

responsables de la distribución de los cadáveres a una escala igualmente

regional.

a) Técnicas de muestreo a nivel regional e intrasitio

La revisión de la literatura muestra que, a lo largo de la historia de las

investigaciones arqueológicas y antropológicas en el área de estudio, no se

han puesto en práctica en forma sistemática diseños de muestreo orientados

a la detección y recuperación de muestras representativas de sitios con

entierros humanos a nivel regional, ni de entierros a nivel de cada sitio en

particular. La mayoría de los entierros humanos registrados, en particular

los realizados a fines del siglo pasado o en las primeras décadas de este

siglo, han sido el producto de hallazgos casuales, realizados por aficionados

o propietarios de campos. La mayoría de los entierros registrados en los

últimos años fueron el resultado de la realización de excavaciones

arqueológicas sistemáticas desarrolladas en sitios particulares, pero sin el

objetivo primario de localizar y recuperar muestras de restos humanos.

Page 80: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Debido a que ninguno de los sitios ha sido excavado en forma completa, la

cantidad de individuos detectados y/o recuperados puede no ser, y

probablemente no lo es, representativa de la cantidad real de individuos

presentes en cada uno de ellos. Por otra parte, existe una clara correlación

entre la cantidad de sitios arqueológicos detectada en cada área y la

intensidad de las investigaciones arqueológicas a través del tiempo.

Históricamente, las áreas que han recibido una menor atención por parte de

los investigadores han sido la Depresión del Río Salado y el área Oeste. La

casi total ausencia de prospecciones y de investigaciones intensivas, en

especial en la segunda de las áreas mencionadas, ha influido en las

probabilidades de detección de sitios con entierros humanos. El inicio de

investigaciones sistemáticas en la Depresión del Río Salado a partir de

mediados de la década del '80 (i.e. Frere, 1988; González de Bonaveri, 1988;

1990; González de Bonaveri y Frere, 1993) permite suponer que, en el

futuro, se irá ampliando el conocimiento arqueológico del área y aumentarán

las probabilidades de detectar nuevos sitios con entierros humanos (i.e.

Aldazábal, 1993).

Otro aspecto a considerar es la posibilidad de que las tendencias

observadas sean dependientes del tamaño de la muestra analizada. En este

sentido, la comparación con los datos provenientes de otra región de

similares características, pero con una cantidad de casos registrados

significativamente mayor, resulta sumamente útil para generar hipótesis

acerca de la influencia de este factor. La región elegida para efectuar tal

comparación comprende la zona Sur, Central y parte inferior del valle del Río

Pecos en el estado de Texas (E.E.U.U.). Esta región comprende una

superficie de 238.000 Km2 (Steele y Olive, 1989). Ecológicamente, se

caracteriza por presentar una diversidad ambiental similar a la de la

provincia de Buenos Aires (ver Steele y Olive, 1989), en parte debido a que

está situada a una latitud comparable. Al igual que en la mayor parte de la

Subregión Pampa Húmeda, el modo de vida desde fines del Pleistoceno, y

durante el todo el Holoceno, estuvo basado fundamentalmente en la caza y

en la recolección, con una tendencia a la sedentarización y a la adopción de

una economía mixta en ciertas áreas durante el Holoceno tardío (Hester y

Page 81: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Steele, 1989). La principal diferencia entre ambas regiones reside en la

intensidad de las investigaciones arqueológicas. En este sector de Texas, se

han reportado más de 14,000 sitios arqueológicos, 300 de ellos con entierros

humanos (NMIe= 1,999) (Steele y Olive, 1989). La Tabla V.2 muestra la

distribución del porcentaje de sitios incluído en distintos intervalos de NMIe,

en cada una de las regiones. Si bien las diferencias en el tamaño de ambas

muestras son significativas, las diferencias porcentuales no lo son, revelando

la existencia de una tendencia común en el registro de ambas regiones. Si la

muestra de Texas no presenta sesgos de diferente origen a los de la muestra

de la Subregión Pampa Húmeda, esto podría implicar que el patrón

registrado en la esta última probablemente no sea total o parcialmente

dependiente del tamaño de la muestra analizada. Del mismo modo, cabe la

posibilidad de que las distribuciones porcentuales de NMIe observadas

constituyan un patrón frecuente en regiones habitadas predominantemente

por cazadores-recolectores a través del tiempo. La comparación entre los

datos del Sudeste de la Región Pampeana (180,000 Km2) - una submuestra

de la Subregión Pampa Húmeda - y los del sector occidental de la Gran

Cuenca en E.E.U.U. (200,000 Km2; Larsen, 1995), muestra la recurrencia de

este patrón, independientemente del tamaño de la muestra (Tabla V.3.). El

análisis de un mayor número de bases de datos comparables permitirá en el

futuro evaluar mejor el grado de probabilidad de esta hipótesis.

b) Procesos tafonómicos

En ausencia de estudios tafonómicos a nivel regional, resulta difícil

establecer una relación entre la composición diferencial de las muestras de

restos humanos recuperadas por área, y la posible distribución e impacto

diferencial de distintos agentes tafonómicos, tales como mamíferos

excavadores, erosión hídrica, composición química de los suelos, etc.

Debido al sesgo impuesto por la dispar intensidad de las investigaciones

arqueológicas en las diversas áreas, la contribución diferencial al patrón

observado de los problemas de muestreo y de los procesos tafonómicos

resulta difícil de evaluar. Una vía para tratar este problema se basa en la

comparación de la razón o tasa entre la cantidad de sitios arqueológicos

Page 82: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

reportados para cada área en los últimos treinta años (Barrientos et al.,

1995) con la cantidad de sitios con entierros humanos registrados en cada

área (Tabla V.4.). Los resultados sugieren que una de las áreas

potencialmente más afectadas por la acción de agentes postdepositacionales

podría ser Tandilia. El porcentaje de sitios con entierros registrados presenta

diferencias estadísticamente significativas respecto de los porcentajes

correspondientes a las otras áreas, con excepción del Oeste. La baja

representatividad de sitios con entierros humanos en Tandilia no puede

explicarse, pues, argumentando la ausencia o escasez de investigaciones

arqueológicas. La mala preservación de los restos óseos en varios de los

sitios arqueológicos de esta área, principalmente aquellos ubicados en el

sector centro-occidental del sistema serrano (Menguin y Bórmida, 1950;

Zárate y Flegenheimer, 1991) sugiere una acción intensa de procesos que

promueven el decaimiento óseo, probablemente vinculados a la composición

química de los suelos (i.e. pH). Claramente, este es un problema tafonómico

de escala regional que necesita ser investigado en forma detallada.

c) Factores determinantes de la distribución regional de cadáveres en

sociedades cazadoras-recolectoras

En la Subregión Pampa Húmeda, la cantidad promedio de entierros por

sitio es baja en todas las áreas (<6 individuos/sitio), con excepción del Delta

del Paraná y, probablemente, la Costa Sur Pampeana. Al mismo tiempo, se

observa una relación inversamente proporcional, a nivel regional, entre el

NMIe y la cantidad de sitios con entierros humanos. Los sitios con un sólo

entierro constituyen el 49% de la muestra total, los que presentan entre 2 y

9 individuos el 32% y los que presentan más de 10 individuos el 19%.

En el caso del Delta del Río Paraná, la alta densidad de entierros

humanos en los distintos sitios puede ser explicada por el hecho de que la

economía mixta de horticultura, caza, pesca y recolección implicó la

existencia de asentamientos estables, al menos durante una parte

importante del año (Politis, 1988). Esto seguramente permitió la

depositación de numerosos individuos en cada sitio, durante lapsos

relativamente cortos que probablemente involucraron pocas generaciones.

Page 83: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

La submuestra correspondiente al SE de la Región Pampeana reproduce el

patrón observado en la muestra total de la Pampa Húmeda. Utilizando como

modelo interpretativo las hipótesis enunciadas en el apartado I.3., la

distribución de NMIe observada en el Sudeste de la Región Pampeana es

concordante con la esperable para cazadores-recolectores con un grado

relativamente alto de movilidad. La mayoría de los sitios presenta sólo uno o

una cantidad pequeña de individuos, muchos de ellos depositados en áreas

utilizadas para la realización de diversas actividades. Sin embargo, resulta

necesario tener en cuenta que el registro bioarqueológico - al igual que el

registro arqueológico - representa un conglomerado de eventos, producto de

la acción de múltiples generaciones de individuos participantes

de, posiblemente, diversos sistemas de asentamiento-subsistencia. Esto nos

alerta acerca del riesgo de realizar lecturas simples y directas del registro, y

nos conduce a la búsqueda de indicadores confiables de cambio en las

pautas de uso del espacio y organización interna de los sistemas sociales.

Numerosos autores (ver Apartado I.3.) postulan que la aparición de áreas

formales de entierro en el registro de una región, constituye uno de esos

indicadores. En nuestra área de estudio, en la mayoría de los casos no se

han aplicado criterios de análisis que permitieran la identificación de áreas

formales de entierro, basados en el estudio de: a) tipos, función, frecuencia y

densidad de artefactos, b) presencia/ausencia, composición y densidad de

muestras de restos faunísticos, y c) estructura espacial y distribución etárea

y sexual de los entierros humanos (ver Pardoe, 1988; Barrientos y Leipus,

1995; Barrientos y Madrid, 1997). De los sitios de los cuales se dispone de

información relevante, 4 pueden ser identificados como áreas formales de

entierro: Malacara (Torres y Ameghino, 1913; Vignati, 1960), Campo

Brochetto (Barrientos y Leipus, 1995), Laguna Los Chilenos 1 (Barrientos et

al., 1995) y Rinconada (N. Cinquini y F. Oliva, 1996, com.pers.). Todos

ellos corresponderían al Holoceno tardío, aunque posiblemente a distintos

momentos. Los entierros humanos del denominado Túmulo de Malacara

presentan similitudes formales a nivel de un grupo de rasgos (i.e. posición,

tipo de entierro secundario, deformación craneana, ajuar funerario) con

entierros correspondientes a otros sitios del área Interserrana. Dos de estos

Page 84: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

sitios, La Toma y Laguna Tres Reyes 1, poseen fechados radiocarbónicos

situados alrededor de los 2,000 años AP (Barrientos y Madrid, 1997; Madrid

y Politis, 1991).

Por el momento, no se dispone de la información necesaria para poner

a prueba las hipótesis que relacionan la existencia de áreas formales de

entierro con una estrategia territorial en el uso del espacio (Pardoe, 1988).

Sin embargo, la asociación existente en algunos sitios entre áreas formales

de entierro y entierros secundarios constituídos por individuos

pertenecientes a distintas categorías de sexo y edad (i.e. Campo Brochetto,

Laguna Los Chilenos 1), podría ser interpretada como indicadora de la

existencia de grupos de descendencia lineal (i.e. patrilinajes; ver Saxe, 1970,

Goldstein, 1976; 1995).

La presencia de a) áreas formales de entierro, y b) sitios de actividades

múltiples con más de un entierro, indican asimismo una posible

redundancia en la ocupación de determinados sectores del paisaje (ver

discusión del caso de la Laguna Los Chilenos en Barrientos et al., 1995). Un

aspecto que resultaría apropiado investigar en el futuro mediante la

construcción de modelos de simulación, es el grado en el cual grupos con

una moderada o alta movilidad residencial y una tendencia a la reocupación

de ciertos lugares del espacio regional pueden producir, en una escala

grande de tiempo, diferentes "paisajes bioarqueológicos". Tales modelos, que

podrían también incluir simulaciones de los efectos de los procesos

postdepositacionales y de las estrategias de muestreo, constituirían

importantes herramientas para el análisis de datos regionales.

Page 85: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

VI. LOCALIDADES Y SITIOS ARQUEOLOGICOS MUESTREADOS

VI.1. Arroyo Seco 2

VI.1.1. Introducción

El sitio 2 de la Localidad Arqueológica Arroyo Seco se encuentra

localizado en el Area Interserrana Bonaerense, a los 38° 21' 38" de Latitud

Sur, y a los 60° 14' 39" de Longitud Oeste (Carta Topográfica "Estancia Tres

Lagunas", I.G.M. 3960-9-2, E= 1:50.000, 1966), en proximidades de la

ciudad de Tres Arroyos. Se halla ubicado sobre una pequeña lomada, que

tiene una suave pendiente hacia el este y sureste en dirección al cauce del

Primer Brazo de los Tres Arroyos, y otra algo más pronunciada hacia el

oeste, donde se encuentra una pequeña depresión que funciona

temporariamente como una laguna.

Fitogeográficamente, el área corresponde al Dominio Austral de la

Provincia Pampeana (Cabrera, 1976) y, desde el punto de vista zoogeográfico,

pertenece al Dominio Pampásico de la Región Guayano-Brasileña (Ringuelet,

1955). El clima actual es del tipo C2 B'2 r á (subhúmedo-húmedo,

mesotermal), según el método de Thornthwaite, con poco déficit y

concentración estival de la eficiencia térmica menor al 48 % (Fidalgo et al.,

1986).

En la actualidad, el sitio funciona como Escuela de Campo de la Facultad

de Ciencias Sociales (Olavarría) de la UNCPBA, en virtud de un convenio

firmado entre esta Universidad y la Municipalidad de Tres Arroyos (Politis et

al., 1992).

VI.1.2. Antecedentes

La existencia de material arqueológico en la Localidad Arroyo Seco es

conocida desde hace aproximadamente setenta años, cuando el Sr. José A.

Mulazzi realizó recolecciones superficiales en el lugar. A comienzos de la

década del '70, un grupo de aficionados de la ciudad de Tres Arroyos realizó

excavaciones en lo que hoy se conoce como Sitio 1 y Sitio 2, recuperando

gran cantidad de materiales, entre ellos un total de cinco esqueletos

humanos (tres en el Sitio 1 y dos en el Sitio 2), y restos óseos de fauna

Page 86: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

extinguida. Debido a las características excepcionales que presentaba el

Sitio 2, los Sres. A. Elgart, A. Morán y J. Móttola decidieron solicitar

asesoramiento al Museo de Ciencias Naturales de La Plata. El entonces jefe

de la División Arqueología de dicho museo, Dr. Alberto Rex González,

comenzó las investigaciones sistemáticas en el lugar en enero de 1977. Con

posterioridad, ante la necesidad de realizar un estudio integral del sitio, se

conformó un equipo multidisciplinario integrado por arqueólogos, geólogos y

paleontólogos, que llevaron a cabo excavaciones intensivas entre los años

1979 y 1981, abriéndose una superficie total de 183 m2 (incluyendo

cuadrículas, pozos de sondeo y una trinchera). Durante el trancurso de las

mismas se recuperó gran cantidad de material arqueológico, entre ellos

restos de megafauna extinguida y diecisiete esqueletos humanos con y sin

ajuar funerario (Fidalgo et al., 1986; Marcellino, ms).

Entre 1986 y 1988, se llevaron a cabo un nuevo conjunto de

excavaciones, abriéndose una superficie de 36 m2. En el transcurso de las

mismas, se exhumó el esqueleto de un niño con ajuar funerario compuesto

por un collar de colmillos de cánido (Politis et al., 1988a y 1988b). Entre los

meses de marzo y abril de 1992 se llevó a cabo una nueva campaña de

excavación, durante la cual se abrió una superficie de 24,5 m2. En las UE

"Z" y "S" se registró la presencia de catorce entierros humanos primarios e

individuales (Politis et al., 1992; cf. Barrientos, 1993). En abril de 1995 se

profundizaron las cuadrículas excavadas en 1992, recuperándose dos

nuevos individuos. Finalmente, en noviembre-diciembre de 1996 se

profundizaron las cuadrículas 42, 43, 44, 54, 55, 56, 63, 64, 65, 66 y 67,

iniciadas en diferentes temporadas entre 1980 y 1992, recuperándose restos

humanos correspondientes a por lo menos cuatro individuos.

VI.1.3. Temporadas 1992, 1995 y 1996. Estrategia de excavación y resultados

En 1992 y 1995 se excavaron cinco cuadrículas contiguas de 2x2 m cada

una y dos sondeos de 1,5x1,5 m, totalizando un área de 24,5 m2. En el

sector de cuadrículas (Nros. 63 a 67) se excavó en 1992 hasta una

profundidad media de 1,45 m respecto del nivel "0", ubicado entre 13 y 24

Page 87: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

cm sobre la superficie del terreno. En 1995, se profundizaron estas

cuadrículas, hasta alcanzar una profundidad media de 1,90 m y, en 1996,

de 2,20 m.

En las cuadrículas, los primeros 20 a 25 cm de sedimento

(correspondientes a la unidad estratigráfica "X", muy removida por la acción

del arado), fueron extraídos a pala. A partir de esa profundidad se excavó

con cucharín, siguiendo niveles artificiales de 5 cm de espesor respetando

las capas naturales. La totalidad del sedimento extraído se lavó con agua en

cernidores de malla fina (2 mm). Los pozos de sondeo fueron excavados más

expeditivamente, pero siguiendo también niveles de 5 cm de espesor. El

sedimento extraído se cribó a través de una zaranda de malla gruesa (5 mm).

Para obtener información acerca de los principales hallazgos efectuados

en las unidades estratigráficas "X" e "Y" (correspondientes a los componentes

Superior, Medio e Inferior)

remitimos a Politis et al. (1992).

Por debajo de la unidad "Y", en sedimentos asignados a las unidades "S"

y "Z", entre 1992 y 1996 se realizó el hallazgo de restos óseos humanos

correspondientes a por lo menos 20 nuevos individuos. Estos se hallaban

distribuídos en entierros individuales y múltiples que guardaban entre sí

una estrecha proximidad espacial (Figura VI.1.1.). Estas inhumaciones

estaban situadas a distintas profundidades, dentro de un rango de 70 cm

(desde 1,03 m hasta 2,20 m respecto del nivel "0"). A cada entierro y a cada

individuo se les asignó un número correlativo, comenzando la numeración a

partir del último entierro recuperado en la campaña de abril de 1988

(Entierro 11, Individuo 18; ver Politis et al., 1988a y 1988b).

A continuación, se describirá brevemente cada uno de los entierros

detectados siguiendo las recomendaciones generales de Bass (1971), y de

Ubelaker (1982).

- Entierro Nº 12

Entierro primario e individual. Individuo Nº 19 (AS19).

Cuadrículas: Nº 66 y 67.

Profundidad: Entre 1,20 m y 1,46 m.

Page 88: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Ubicación Estratigráfica: Techo de la Unidad "Z", en contacto con la Unidad

"S".

Depositación: Lateral izquierda.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando parietal izquierdo sobre antebrazo derecho, con

órbitas orientadas hacia el Este.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Dirigido hacia la cabeza.

-Izquierdo: Dirigido hacia la cabeza.

c) Miembro Posterior:

-Muslo Derecho: Semiflexionado.

-Muslo Izquierdo: Semiflexionado.

-Pierna Derecha: Muy flexionada.

-Pierna Izquierda: Muy flexionada.

Orientación: 105° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,91 m Dirección: NO-SE

b) Ancho Máx.: 0,54 m Dirección: NE-SO

c) Espesor: 0,26 m

Asociación: Ninguna.

Estado de Conservación: Bueno.

Sexo Probable: Masculino.

Edad Probable: 50-54 años.

- Entierro Nº 13

Entierro primario e individual. Individuo Nº 20 (AS20).

Cuadrículas: Nº 64 y 65.

Profundidad: Entre 1,11 m y 1,29 m.

Ubicación Estratigráfica: Techo de la Unidad "Z".

Depositación: Dorsal.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando parietal derecho.

b) Miembro Superior:

Page 89: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

-Derecho: Dirigido hacia la cabeza.

-Izquierdo: Cruzado sobre la pelvis.

c) Miembro Inferior:

-Muslo Derecho: Muy flexionado.

-Muslo Izquierdo: Muy flexionado.

-Pierna Derecha: Muy flexionada.

-Pierna Izquierda: Muy flexionada.

Orientación: 100° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,77 m Dirección: NO-SE

b) Ancho Máx.: 0,41 m Dirección: NE-SO

c) Espesor: 0,18 m

Asociación: Dos "toscas": una situada al lado del codo del brazo derecho, y

la otra al lado de la rodilla izquierda.

Estado de Conservación: Bueno.

Sexo Probable: Masculino.

Edad Probable: 40-44 años.

Observaciones: Se observó una clara articulación de los diferentes huesos ,

a excepción del cráneo, que presentaba una posición, orientación y estado

de conservación diferentes a los del resto del esqueleto. El macizo facial,

muy fragmentado, se hallaba separado de la calota, observándose la

presencia de piezas dentales dispersas alrededor del cráneo. Estos rasgos

constituyen claros indicios de pertubación postdepositacional debida a la

acción de algún agente no identificado.

- Entierro Nº 14

Entierro primario e individual. Individuo Nº 21 (AS21).

Cuadrícula Nº: 64.

Profundidad: Entre 1,17 m y 1,35 m.

Ubicación estratigráfica: Base de "S" y techo de "Z".

Depositación: Dorsal.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando parietal izquierdo sobre hombro izquierdo.

Page 90: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

b) Miembro Superior:

-Derecho: Cruzado sobre el pecho.

-Izquierdo: Cruzado sobre el pecho.

c) Miembro Inferior:

-Muslo Derecho: Flexionado.

-Muslo Izquierdo: Flexionado.

-Pierna Derecha: Muy flexionada.

-Pierna Izquierda: Muy flexionada.

Orientación: 10° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,30 m Dirección: N-S

b) Ancho Máx.: 0,27 m Dirección: E-O

c) Espesor: 0,40 m

Asociación: Una lasca de sílice.

Estado de conservación: Regular.

Sexo Probable: Indeterminado

Edad Probable: 8 ± 2 años.

Observaciones: Por arriba y por debajo del esqueleto se observó la

presencia de abundante ocre en el sedimento. La distribución del

pigmento, sumada a la disposición de los huesos del esqueleto (columna

vertebral muy flexionada, muslos y piernas en una posición entre

flexionada y muy flexionada), sugiere que el cadáver, probablemente, haya

sido envuelto en forma ajustada con un material perecible (¿cuero?)

pintado con ocre. Al descomponerse y desaparecer el envoltorio, el

pigmento se depositó en el sedimento formando una capa sobre y debajo

del esqueleto. Este entierro fue considerado en el terreno como de tipo

secundario (ver Politis et al., 1992), extrayéndose en bloque. Al efectuar la

limpieza en el laboratorio, se arribó a la conclusión de que se trataba de

un entierro de tipo primario.

- Entierro Nº 15

Cuadrícula: Nº 64

Entierro primario e individual. Individuo Nº 22 (AS22).

Page 91: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Cuadrícula: Nº 64.

Profundidad: Entre 1, 23 m y 1,45 m.

Ubicación Estratigráfica: Techo de la Unidad "Z".

Depositación: Dorsolateral izquierda.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando sobre el parietal izquierdo.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Por debajo del muslo y pierna derecha, tomando muslo

izquierdo.

-Izquierdo: Por debajo del muslo y pierna izquierda.

c) Miembro Inferior:

-Muslo Derecho: Flexionado.

-Muslo Izquierdo: Flexionado.

-Pierna Derecha: Muy flexionada.

-Pierna Izquierda: Muy flexionada.

Orientación: 110° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,81 m Dirección: NO-SE

b) Ancho Máx.: 0,73 m Dirección: NE-SO

c) Espesor: 0,22

Asociación: Cuentas de valva, subrectangulares, con doble perforación,

ubicadas alrededor del cuello.

Estado de conservación: Bueno.

Sexo Probable: Masculino.

Edad Probable: 50-54 años.

Observaciones: Se recuperó un cráneo de tuco-tuco (Ctenomys sp.) entre la

columna vertebral y el fémur derecho. El esternón se encontraba

desplazado respecto a su posición original, situándose a la izquierda del

húmero derecho.

- Entierro Nº 16

Entierro primario e individual. Individuo Nº 23 (AS23).

Cuadrículas: Nº63 y 64.

Page 92: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Profundidad: Entre 1,23 m y 1,48 m.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "S".

Depositación: Lateral izquierda.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando parietal izquierdo.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Dirigido hacia las rodillas.

-Izquierdo: Dirigido hacia las rodillas.

c) Miembro Inferior:

-Muslo Derecho: Flexionado.

-Muslo Izquierdo: Flexionado.

-Pierna Derecha: Muy flexionada.

-Pierna Izquierda: Flexionada.

Orientación: 90° respecto del Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo máx.: 0,96 m Dirección: NO-SE

b) Ancho Máx.: 0,68 m Dirección: NE-SO

c) Espesor: 0,25 m

Asociación: Ninguna.

Estado de Conservación: Bueno.

Sexo Probable: Masculino.

Edad Probable: 25-29 años.

- Entierro Nº 17

Entierro Primario e individual. Individuo Nº 24 (AS24).

Cuadrícula: Nº 63.

Profundidad: Entre 1,32 m y 1,73 m.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "Z".

Depositación: Ventrolateral derecha.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando parietal izquierdo sobre rodilla derecha.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Hacia la cabeza.

Page 93: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

-Izquierdo: Indeterminada.

c) Miembro Superior:

-Muslo Derecho: Muy flexionado.

-Muslo Izquierdo: Muy flexionado.

-Pierna Derecha: Muy flexionada.

-Pierna Izquierda: Muy flexionada.

Orientación: 55° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,55 m Dirección: E-O

b) Ancho Máx.: 0,36 m Dirección: N-S

c) Espesor: 0,41 m.

Asociación: Punta de cuarcita amarilla junto al fémur izquierdo.

Estado de Conservación: Bueno.

Sexo Probable: Masculino

Edad Probable: 30-34 años.

Observaciones: Alrededor del maxilar inferior se detectó la presencia de

ocre.

- Entierro Nº 18

Entierro primario. Individuo Nº 25 (AS25).

Cuadrícula: Aflora en la pared Sur de la cuadrícula Nº 63.

Profundidad: 1,10 m.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "S".

Estado de Conservación: Bueno.

Sexo Probable: Masculino

Edad Probable: 35-39 años.

Observaciones: A nivel de la Cuadrícula Nº 63 sólo afloraban la pelvis, los

huesos del tarso y

metatarso, y los extremos proximal y distal de ambas piernas. El resto de

esqueleto aún no fue

extraído.

- Entierro Nº 19

Page 94: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Entierro primario e individual. Individuo Nº 26 (AS26).

Cuadrícula: Nº 65.

Profundidad: Entre 1,03 m y 1,18 m.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "Z".

Depositación: Lateral izquierda.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando Parietal izquierdo.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Hacia las rodillas.

-Izquierdo: Hacia las rodillas.

c) Miembro Inferior:

-Muslo Derecho: Flexionado.

-Muslo Izquierdo: Flexionado.

-Pierna Derecha: Flexionada.

-Pierna Izquierda: Muy Flexionada.

Orientación: 45° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,89 m Dirección: NE-SO

b) Ancho Máx.: 0,50 m Dirección: NO-SE

c) Espesor: 0,15 m

Asociación: Ovalo de "toscas" rodeando y cubriendo al esqueleto. Cuentas

de valva, subrectangulares, con doble perforación, alrededor del cuello,

por debajo del cráneo.

Estado de Conservación: Regular.

Sexo Probable: Femenino.

Edad Probable: 30-34 años.

- Entierro Nº 20

Entierro primario e individual. Individuo Nº 27 (AS27).

Cuadrícula: Nº 65.

Profundidad: Entre 1,23 m y 1,41 m.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "Z".

Depositación: Lateral izquierda.

Page 95: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Posición:

a) Cabeza: Apoyando parietal izquierdo.

b) Miembro Superior:

c) Miembro Inferior:

Orientación: 80° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,56 m Dirección: NO-SE

b) Ancho Máx.: 0,18 m Dirección: NE-SO

c) Espesor: 0,15 m

Estado de Conservación: Regular.

Sexo Probable: Indeterminado.

Edad Probable: 8 ± 2 años.

Observaciones: Se detectaron manchas de ocre en el sedimento a la altura

de la tibia derecha y del maxilar.

- Entierro Nº 21

Entierro primario e individual. Individuo Nº 28 (AS28).

Cuadrícula: Nº 67

Profundidad: Entre 1,08 m y 1,19 m.

Ubicación Estratigráfica: Techo de Unidad "S".

Depositación: Lateral izquierda.

Posición:

a) Miembro Inferior:

-Muslo derecho: ?

-Muslo izquierdo:?

-Pierna derecha: Flexionada.

-Pierna izquierda: Flexionada.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,38 m

b) Ancho Máx.: 0,34 m

c) Espesor: 0,11 m

Page 96: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Asociación: Cúmulo de toscas sobre el entierro, que comienza a aparecer a

nivel del Componente Superior, extendiéndose en profundidad hasta el

techo de la base de la Unidad "Y".

Estado de conservación: Bueno.

Sexo Probable: Indeterminado.

Edad Probable: Indeterminado.

Observaciones: El fémur, la tibia, el peroné, los tarsianos y los

metatarsianos de ambas piernas aparecen articulados. Se hallan

ausentes las demás partes del esqueleto.

- Entierro Nº 22

Acumulación de huesos humanos, muchos de ellos fracturados, dispuestos

sin ningún orden aparente. Individuos Nº 29 (AS29) y Nº 37 (AS37).

Cuadrícula: Nº67.

Profundidad Media Aproximada: 1,00 m.

Ubicación Estratigráfica: A nivel de la base de la Unidad "Y", pero en un

sedimento diferente, de distribución muy localizada. La Unidad "S" se

encuentra ausente en este sector.

Sexo: Indeterminado

Edad: Indeterminada.

- Entierro Nº 23

Acumulación de huesos humanos desarticulados y fracturados,

probablemente pertenecientes a un mismo individuo.

Individuo Nº 30 (AS30).

Cuadrícula: Nº 65.

Profundidad Media Aproximada: 1,10 m.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "S" y techo de la Unidad "Z".

Sexo: Indeterminado.

Edad: Indeterminada.

- Entierro Nº 24

Entierro primario e individual. Individuo Nº 31 (AS31).

Page 97: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Cuadrícula: Nº 66.

Profundidad: Entre 1,36 m y 1,63 m.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "Z".

Depositación: Lateral izquierda.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando parietal derecho.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Hacia las rodillas.

-Izquierdo: Hacia la cabeza.

c) Miembro Inferior:

-Muslo Derecho: Flexionado.

-Muslo Izquierdo: Flexionado.

-Pierna Derecha: Flexionada.

-Pierna Izquierda: Flexionada.

Orientación: 69° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo máx.: 0,90 m Dirección: N-S

b) Ancho Máx.: 0,86 m Dirección: E-O

c) Espesor: 0,27 m

Asociación: Un óvalo incompleto de toscas alrededor del esqueleto; y cinco

puntas de proyectil, tres de ellas incrustadas en el hueso.

Estado de Conservación: Regular.

Sexo Probable: Masculino

Edad Probable: 55+ años.

Observaciones: El esqueleto fue extraído en bloque y luego limpiado en el

laboratorio.

- Entierro Nº 25

Entierro múltiple.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "Z".

Entierro primario. Individuo Nº 32 (AS32).

Cuadrícula: Nº 66.

Profundidad: Entre 1,53 m y 1,86 m.

Page 98: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Depositación: Ventrolateral derecha.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando maxilar inferior, con órbitas orientadas hacia el NO.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Dirigido hacia la cabeza.

-Izquierdo: Dirigido hacia la cabeza?

c) Miembro Posterior:

-Muslo Derecho: Flexionado.

-Muslo Izquierdo: Muy flexionado.

-Pierna Derecha: Muy flexionada.

-Pierna Izquierda: Muy flexionada.

Orientación: 39° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,65 m Dirección: NO-SE

b) Ancho Máx.: 0,43 m Dirección: NE-SO

c) Espesor: 0,33 m

Asociación: 1 lasca grande de cuarcita amarilla apoyando sobre fémur

izquierdo; 1 lasca grande de cuarcita amarilla apoyando sobre lado

derecho del maxilar inferior; 1 lasca pequeña de cuarcita próxima al

húmero izquierdo; 1 lasca pequeña de calcedonia próxima al húmero

izquierdo.

Estado de Conservación: Regular.

Sexo Probable: Femenino.

Edad Probable: 55+ años.

Entierro primario. Individuo Nº 34 (AS34).

Cuadrícula: Nº 66.

Profundidad: Entre 1,66 m y 1,86 m.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "Z".

Depositación: Lateral derecha.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando parietal derecho, con órbitas orientadas hacia el SO.

b) Miembro Superior:

Page 99: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

-Derecho: Dirigido hacia la cabeza.

-Izquierdo: ?

c) Miembro Posterior:

-Muslo Derecho: ?

-Muslo Izquierdo: ?

-Pierna Derecha: ?

-Pierna Izquierda: ?

Orientación: 40° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,48 m Dirección: NO-SE

b) Ancho Máx.: 0,23 m Dirección: NE-SO

c) Espesor: 0,20 m

Asociación: Ocre rojo alrededor del cráneo.

Estado de Conservación: Regular.

Sexo Probable: Indeterminado.

Edad Probable: 1,5 ± 0,5 años.

- Entierro Nº 26

Entierro primario.

Individuo Nº 35 (AS35)

Cuadrícula: 67

Año de excavación: 1995

Observaciones: En el perfil N de la Cuadrícula Nº 67 afloraban algunos

huesos correspondientes al lateral izquierdo del individuo. El esqueleto

aún no fue extraído.

- Entierro Nº 27

Entierro múltiple (Figura VI.1.2.).

Ubicación Estratigráfica: Unidad "Z".

Entierro primario. Individuo Nº 36 (AS36).

Cuadrícula: Nº 64.

Profundidad: Entre 1,82 m y 1,98 m.

Depositación: Ventrolateral derecha.

Page 100: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Posición:

a) Cabeza: Apoyando región facial; con órbitas hacia abajo.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Cruzado sobre el pecho.

-Izquierdo: Cruzado sobre el pecho.

c) Miembro Posterior:

-Muslo Derecho: Flexionado.

-Muslo Izquierdo: Flexionado.

-Pierna Derecha: Muy flexionada.

-Pierna Izquierda: Muy flexionada.

Orientación: 240° respecto al Norte.

Asociación: 1 punta de proyectil de cuarcita en la región dorsal de la

columna vertebral; 1 punta de cuarcita en la región lumbar; 1 punta de

cuarcita en la región intercostal derecha.

Estado de Conservación: Regular.

Sexo Probable: Masculino.

Edad Probable: 20-24 años.

Entierro primario. Individuo Nº 39 (AS39).

Cuadrículas: Nº 63 y 64.

Profundidad: Entre 1,66 m y 1,86 m.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "Z".

Depositación: Lateral derecha.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando temporal derecho, con órbitas orientadas hacia el SO.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Cruzado sobre el pecho.

-Izquierdo: Cruzado sobre el pecho.

c) Miembro Posterior:

-Muslo Derecho: Muy flexionado.

-Muslo Izquierdo: Muy flexionado.

-Pierna Derecha: Muy flexionada.

-Pierna Izquierda: Muy flexionada.

Page 101: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Orientación: 275° respecto al Norte.

Asociación: Ocre rojo próximo a extremo distal del fémur derecho; 1 punta

de proyectil de cuarcita entre diáfisis de fémur derecho y fémur izquierdo;

1 punta de cuarcita región intercostal izquierda.

Estado de Conservación: Regular.

Sexo Probable: Masculino.

Edad Probable: 15-19 años.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 1,05 m Dirección: NO-SE

b) Ancho Máx.: 0,95 m Dirección: NE-SO

c) Espesor: 0,32 m

- Entierro Nº 31

Entierro primario e individual. Individuo Nº 40 (AS40).

Cuadrículas: Nº 44 y 54.

Profundidad: Entre 1,26 m y 1,45 m.

Ubicación Estratigráfica: Techo de la Unidad "Z".

Depositación: Lateral derecha.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando parietal derecho. Orbitas orientadas hacia el N.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Dirigido hacia la cabeza.

-Izquierdo: Dirigido hacia la cabeza.

c) Miembro Inferior:

-Muslo Derecho: Muy flexionado.

-Muslo Izquierdo: Muy flexionado.

-Pierna Derecha: Muy flexionada.

-Pierna Izquierda: Muy flexionada.

Orientación: 60° respecto al Norte.

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máx.: 0,73 m Dirección: E-O

b) Ancho Máx.: 0,34 m Dirección: N-S

Page 102: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

c) Espesor: 0,19 m

Asociación: 2 cuentas circulares pequeñas de valva sobre parietal

izquierdo, 3 colmillos de cánidos perforados alrededor del cráneo.

Estado de Conservación: Bueno.

Sexo Probable: Femenino.

Edad Probable: 55+ años.

Observaciones: Se observó probable marca de pozo alrededor del esqueleto.

VI.1.4. Estructura sexual y etárea de la muestra

Siguiendo las recomendaciones generales de Ubelaker (1982), Steele y

Bramblett (1989) y Buikstra y Mielke (1985), el diagnóstico del sexo fue

realizado tomando en consideración la totalidad del esqueleto, pero

asignando a cada indicador un peso proporcional a su potencial

discriminante. De esta manera, se privilegió el análisis de las distintas

estructuras de la pelvis por sobre las demás regiones del cuerpo, debido a su

reconocida confiabilidad como indicador sexual (Phenice, 1969; Stewart,

1979; entre otros). Otras estructuras relevantes para la determinación del

sexo consideradas en este estudio fueron el cráneo, el sacro y los huesos

largos, en especial el fémur y el húmero (Ferembach et al., 1979; Buikstra y

Mielke, 1985; Steele y Bramblett, 1989). Los datos utilizados para la

determinación sexual del esqueleto provinieron de dos tipos de fuentes

distintas: a) observaciones morfológicas (i.e. presencia/ausencia de arco

ventral, de la concavidad subpúbica, forma del arco subpúbico, forma y

extensión de las crestas occipitales, de las líneas temporales, etc.); y b)

determinaciones métricas (i.e. ángulo goníaco, ángulo de la escotadura

ciática mayor, diámetro vertical de la cabeza del húmero, índice de la

amplitud de la escotadura ciática y del acetábulo, etc.).

La determinación de la edad probable al momento de la muerte de los

individuos adultos se realizó, también, a través de la consideración de

múltiples indicadores. Entre los principales se encuentran los cambios en la

superficie articular de la sínfisis del pubis (sensu McKern y Stewart, 1973;

Gilbert y McKern, 1973), y los cambios en la superficie auricular y

periauricular del ilion (sensu Lovejoy et al., 1985). Entre los indicadores

Page 103: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

secundarios utilizados para las determinaciones se encuentran el desgaste

dentario y la osteofitosis vertebral. Estos últimos considerados de manera

aislada, no son indicadores confiables de la edad, debido a su carácter

relativo y a su marcada especificidad intrapoblacional. Sin embargo, son de

gran utilidad para ser empleados como controles y medios de contrastación

independientes de determinaciones efectuadas por otras vías más confiables,

como las mencionadas en primer término (Brothwell, 1989; Mays et al.,

1995). En el caso de los individuos subadultos, los principales criterios

empleados fueron la madurez dental (en individuos infantiles), comparándola

con los estándares para amerindios propuestos por Ubelaker (1982) y el

desarrollo y cierre de las epífisis (en adolescentes) (Ubelaker, 1982). Debido a

problemas de preservación diferencial de las estructuras relevantes para

efectuar la determinación etárea, la edad infornada en cada caso debe ser

considerada como la mejor aproximación realizada a partir de la evaluación

de los diversos indicadores disponibles. Finalmente, cada individuo fue

asignado a una categoría etárea específica, tomando en consideración

intervalos de cinco años. Se utilizaron estos intervalos debido a que son lo

suficientemente largos como para contener la mayor parte del error probable

en la determinación de la edad, y lo suficientemente cortos como para

permitir que los patrones de mortalidad puedan ser discernidos con

precisión. La mayoría de los estudios paleodemográficos utilizan períodos de

igual duración, lo que permite la comparación de los resultados (i.e. Lovejoy

et al., 1977; Ubelaker, 1982).

Los resultados de las determinaciones de sexo y edad probables se hallan

expresados en la Tabla VI.1.1. La muestra del sitio Arroyo Seco 2 está

compuesta por un total de 19 individuos adultos (47.5%); 16 subadultos

(40%) y 5 indeterminados (12.5%). El sector adulto de la muestra se

compone de 12 individuos masculinos (63%) y 7 individuos femeninos (37%).

Con los datos de la Tabla VI.1.1. se construyeron dos curvas de mortalidad

para la muestra de Arroyo Seco 2. En la primera (Figura VI.1.3.), no se

discrimina el sexo en el sector adulto de la muestra. En la segunda (Figura

VI.1.4.), las curvas correspondientes a cada uno de los sexos se diferencian a

partir del quinto intervalo de edad (20-24 años). Cabe aclarar que estas

Page 104: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

curvas no son consideradas aquí como una representación del perfil

demográfico de la población, sino más bien como una descripción de la

estructura de la muestra. Como tal, indican principalmente los posibles

sesgos de la misma, debidos ya sea a preservación diferencial, o al carácter

parcial de la excavación del sitio. Sin embargo, la comparación con curvas

construídas con muestras representativas de otras poblaciones cazadoras

recolectoras (i.e. Ubelaker, 1974; 1982; Lovejoy et al., 1977) muestra que el

porcentaje de individuos pertenecientes al primer intervalo (00-04 años) es

similar, lo que indica una baja o nula segregación etárea en el área de

entierro y la virtual ausencia de sesgo postdepositacional en detrimento de

restos óseos de baja densidad tales como los pertenecientes a individuos

infantiles (ver Gordon y Buikstra, 1981). No se observan diferencias

significativas en las tendencias de mortalidad entre los sexos, debiéndose

atribuir las variaciones entre los perfiles de mortalidad masculinos y

femeninos sólo a problemas de muestreo. Las curvas de los individuos

adultos presentan una clara tendencia bimodal, con un primer pico de

mortalidad hacia los 25-34 años, y un segundo pico más allá de los 50 años.

El pico de mortalidad general situado hacia los 25-34 años de vida

concuerda con el patrón descripto para otras muestras de cazadores-

recolectores (i.e. Ubelaker, 1974; 1982) cuyas edades de muerte fueron

determinadas mediante el uso de indicadores pélvicos, principalmente

sínfisis púbica, analizada ya sea con los estándares desarrollados por Todd

(Todd, 1921); McKern y Stewart (1957) y/o Gilbert y McKern (1973).

Ubelaker (1982) demostró que el uso de técnicas microscópicas para la

determinación de la edad de muerte (i.e. Kerley y Ubelaker, 1978) produce

un aplanamiento general de la curva como resultado de una reducción del

porcentaje de individuos asignados al intervalo 30-34, y un aumento del

porcentaje de individuos asignados a intervalos de edad mayores (45-49 en

adelante), sugiriendo una mayor longevidad que la indicada por el uso de los

estándares basados en el análisis de la sínfisis púbica. En un estudio

reciente, que utiliza como referencia la muestra de esqueletos humanos de

Spitalfields Christ Church, Londres (siglos XVIII y XIX), para la cual se

dispone de datos precisos acerca de la edad de muerte de cada individuo,

Page 105: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Aiello y Molleson (1993) demostraron que los estándares de Todd y Brooks

(Brooks, 1955; Todd, 1921); McKern y Stewart (1973) y Gilbert y McKern

(1973) consistentemente subestiman la edad de muerte. Según estas

autoras, ésto se debe a que todas las técnicas de determinación de edad,

incluyendo las basadas en análisis histológicos, reflejan la estructura de

edad y/o las condiciones de las poblaciones utilizadas como referencia en la

construcción de los distintos estándares (Aiello y Molleson, 1993: 702, ver

también Bocquet-Appel, 1986; Masset y Parzysz, 1985). Puesto que los

estándares desarrollados por Todd y Brooks, McKern y Stewart, y Gilbert y

McKern utilizaron como referencia muestras con edades medias

relativamente jóvenes, es factible que tales estándares sean más precisos en

los sectores más jóvenes de cada muestra. En consecuencia, el patrón de

mortalidad detectado entre los individuos adultos de Arroyo Seco 2 y de

otras muestras analizadas con el uso de los estándares de sínfisis púbica

mencionados, podría ser un artefacto estadístico y no reflejar fielmente la

realidad biológica de la o las poblaciones representadas en cada muestra.

Este aspecto deberá ser desarrollado con mayor profundidad en el futuro.

En el único estudio bioantropológico de los restos óseos humanos del

sitio Arroyo Seco 2 realizado con anterioridad al presente trabajo, A.

Marcellino (s/f) analizó una muestra compuesta por seis individuos (AS4,

AS5, AS6, AS7, AS8 y AS14), recuperados durante las campañas de 1979 y

1980. Como resultado de su análisis, Marcellino concluyó que, muy

posiblemente, en el sitio estarían representadas dos poblaciones distintas.

La estatura (calculada según fórmulas de regresión de Trotter y Glesser,

Manouvrier y Olivier) y la constitución física general del individuo AS14,

notoriamente mayor a la de los otros cinco individuos estudiados (AS4, AS5,

AS6, AS7 y AS8), condujeron a este autor a considerar la probabilidad de

que AS14 no haya formado parte "...del grupo o núcleo biológico de los

restantes individuos de Arroyo Seco" (Marcellino, s/f: 18). Los valores

métricos de los huesos largos de los individuos masculinos recuperados

durante la campaña de 1992 (AS19, AS20, AS22, AS23, AS24 y AS31), son

cercanos a los valores de AS14, mientras que los valores obtenidos para el

único individuo femenino recuperado en 1992 (AS26) son cercanos a los del

Page 106: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

resto de los esqueletos analizados por Marcellino (AS5, AS6, AS7, AS8). Para

explicar esta aparente diversidad existente entre los individuos de Arroyo

Seco 2 pueden proponerse, pues, dos hipótesis alternativas:

H1: Las diferencias de tamaño entre los individuos que integran la serie

proveniente del sitio Arroyo Seco 2 son la expresión de diferencias biológicas

interpoblacionales.

H2: Las diferencias de tamaño entre los individuos que integran la serie

proveniente del sitio Arroyo Seco 2 son la expresión del dimorfismo sexual

intrapoblacional.

La evidencia actualmente disponible conduce a considerar a la segunda

hipótesis como la más probable. En particular, podemos señalar el hecho de

que dos de los individuos determinados por Marcellino como masculinos a

través del análisis de rasgos craneanos (AS5 y AS7), pueden ser asignados al

sexo femenino cuando son consideradas otras partes del esqueleto con

mayor o igual poder discriminante (i.e. pelvis, huesos largos). Asimismo,

tanto los individuos AS5, AS6, AS7 y AS8, como AS14 parecen corresponder

al mismo momento de inhumación (ca. 6,500-6,300 años AP; ver última

sección de este apartado), lo que hace altamente improbable su pertenencia

a poblaciones biológicamente distintas entre sí, al menos desde un punto de

vista morfológico.

VI.1.5. Procesos de modificación post-depositacional de los restos óseos humanos de Arroyo Seco 2

La adecuada interpretación de los patrones observados en la distribución

sexual, etárea y cronológica de los indicadores biológicos considerados en los

estudios paleonutricionales depende, en gran medida, del conocimiento de la

historia tafonómica de las muestras utilizadas. Sin embargo, con frecuencia

este es un aspecto poco tratado en este tipo de estudios (Mensforth, 1991).

Distintos procesos diagenéticos, tanto físicos como químicos, producen

importantes cambios a nivel macro y microestructural en los huesos que

pueden obstaculizar, o incluso impedir, el estudio de distintos marcadores

biológicos de interés, tales como líneas de Harris, composición isotópica de

los huesos, etc. (Katzemberg, 1992; Schoeninger y Moore, 1992; Stout,

Page 107: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

1978). Con el fin de evaluar el impacto de los diferentes factores que

contribuyeron a la estructuración actual del conjunto óseo recuperado en el

sitio Arroyo Seco 2, se inició el estudio cuali-cuantitativo de diversos

indicadores con el fin de comprender la posible historia tafonómica del

conjunto. Este estudio está siendo llevado a cabo en colaboración con la Lic.

María Gutiérrez, perteneciente a la Universidad Nacional del Centro de la

Provincia de Buenos Aires.

En este apartado se presentarán sólo los resultados de las observaciones

cualitativas referentes al comportamiento de distintas variables, a partir de

las cuales se generaron las principales hipótesis que están siendo evaluadas

mediante los estudios cuantitativos actualmente en curso (Barrientos y

Gutiérrez, 1996; Gutiérrez y Barrientos, 1996).

El conjunto de restos óseos humanos recuperado en las unidades

estratigráficas "Z" y "S" del sitio Arroyo Seco 2 se caracteriza por : a) un alto

grado de carbonatación de la superficie y de los canales medulares; b) la

frecuente presencia de manchas de óxido de manganeso (Figura VI.1.5.); c)

un alto grado de fracturación y fragmentación postdepositacional (presencia

de fracturas tafonómicas, sensu Villa y Mahieu, 1991; Miotti, 1990/92)

(Figura VI.1.6.); d) un bajo grado de desarticulación y dispersión de los

elementos, restringida en su mayor parte a huesos de pequeño tamaño y

bajo peso (i.e. huesos del carpo y del tarso, metacarpianos, metatarsianos y

falanges), aunque sin embargo se registran casos excepcionales en los cuales

se ven involucrados elementos de mayor tamaño y peso (i.e. huesos largos,

cráneo); e) un grado variable, aunque extensivo, de modificación de la

superficie de cada hueso; f) deformación plástica de determinados elementos,

en especial de los huesos craneales; g) un mejor estado de conservación

relativo al de los restos de mamíferos depositados en las unidades "X" e "Y".

Las características mencionadas sugieren que la estructura actual del

conjunto es el resultado de diferentes procesos, causados por la acción de

múltiples factores cuya influencia relativa pudo haber variado a través del

tiempo. La Figura VI.1.7. es un diagrama que modeliza la probable historia

postdepositacional de los entierros humanos de Arroyo seco 2. En él se

diferencian dos tipos de factores, denominados de acción secuencial y no

Page 108: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

secuencial. Los factores de acción secuencial son aquellos que, si bien

pudieron haber tenido influencia a lo largo de la totalidad de la historia

tafonómica del conjunto, su acción primaria tuvo un mayor impacto sobre

los huesos en determinados momentos de la misma (i.e. microambiente de

depositación influenciando sobre las primeras etapas de modificación

postdepositacional). Por factores no secuenciales entendemos a aquellos que

ejercieron una acción básicamente permanente sobre los huesos, aún

cuando ésta no haya tenido la misma intensidad a través del tiempo (i.e.

presión de los sedimentos).

Si bien no es posible observar en la actualidad las características del

microambiente en el cual fueron enterrados los cadáveres en Arroyo Seco 2,

éstas pueden ser inferidas a partir de ciertos indicadores presentes en los

huesos recuperados. La presencia de manchas de óxido de manganeso en los

huesos de la mayoría de los individuos analizados, permite suponer que el

ambiente que rodeó a los cuerpos cuando éstos fueron enterrados era lo

suficientemente rico en agua y oxígeno, como para permitir una intensa

actividad microbiana, principalmente de hongos y bacterias (Ecker, 1989;

Piepenbrink, 1986; Grupe y Piepenbrink, 1988). En ambientes aeróbicos y

con disponibilidad de agua aprovechable por microorganismos, puede

esperarse una mayor tasa de metorización de la fracción orgánica del hueso

- el colágeno -, respecto a la fracción inorgánica - la hidroxiapatita -, debido

a que esta última posee una menor solubilidad en sistemas ácueos alcalinos

o ligeramente ácidos (White y Hannus, 1983). En el suelo, el colágeno y

otros compuestos orgánicos presentes, son hidrolizados por la actividad

enzimática microbiana en péptidos más pequeños y grupos de aminoácidos.

Estos son más solubles que el colágeno, y tienden a abandonar al hueso por

medio de percolación (Ecker, 1989). Los ácidos, carbónicos y orgánicos,

producidos por el metabolismo microbiano durante el proceso de

descomposición del colágeno, inician el proceso de meteorización química de

la hidroxiapatita, al proporcionar protones (iones de H) que reemplazan a

algunos iones de Ca en la estructura de la hidroxiapatita, sin provocar su

destrucción (White y Hannus, 1983). Este es un proceso que ocurre dentro

del hueso, y es dependiente de la descomposición del colágeno e

Page 109: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

independiente, al menos en principio, del pH y de los iones disueltos en el

suelo (White y Hannus, 1983). Sólo a partir de este punto, la composición

química de los suelos influye de forma directa en el modo en que se

desarrollan, los procesos de decaimiento, diagénesis y meteorización del

hueso (Ecker, 1989; Behrensmeyer, 1990; Price et al., 1992; Sandford,

1992). Diagénesis es un término de orígen geológico, que hace referencia a

la alteración física y química de los sedimentos durante y después de su

depositación. En tafonomía se utiliza para aludir a los cambios físicos y

químicos que ocurren en un hueso en su ambiente de depositación. Su

evaluación resulta de significativa importancia debido a que tales cambios

pueden enmascarar, parcial o completamente, la información biológica

requerida en estudios paleodietarios (Katzenberg, 1992; Sandford, 1992).

Los cambios químicos ocurridos a nivel de los constituyentes orgánicos e

inorgánicos del hueso son contemporáneos, y probablemente una de las

múltiples causas concurrentes, a los cambios en las propiedades físicas

(Behrensmeyer, 1978; 1990). Hasta el presente, se sabe muy poco respecto

de los procesos de meteorización sub-superficiales, a excepción de que

actúan a una tasa menor respecto a los que ocurren sobre la superficie

(Lyman y Fox, 1989). Los cambios físicos a nivel macroscópico incluyen

fisuramiento, lascado, descamación y fragmentación, como correlato de los

cambios a nivel microscópico que afectan la microestructura, tales como

rotura de los componentes orgánicos (principalmente colágeno), disolución,

recristalización y/o alteración química de los componentes minerales

(Behrensmeyer, 1990). Estos procesos tienden a alterar la rigidez del hueso y

a disminuir su resistencia a fuerzas de tracción y compresión. La influencia

en este momento de factores tales como la presión de los sedimentos y de

otros factores vinculados a la dinámica de los suelos, puede provocar el

fisuramiento y fracturación de los huesos. En Arroyo Seco 2 se observa una

incidencia moderada de procesos de meteorización y una actividad intensa

de agentes o factores productores de fracturas. Las observaciones realizadas

durante el proceso de excavación, muestran que los huesos fueron

fracturados in situ. En efecto, se pudo observar que: a) los fragmentos de un

mismo hueso se encontraban, en casi todos los casos, en posición

Page 110: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

adyacente; b) la frecuencia de fracturas incompletas, prolongadas por líneas

de fisura, era alta y c) la mayor proporción de huesos fracturados

correspondía a aquellos apoyados sobre superficies cóncavas o convexas (i.e.

superpuestos a otros huesos que, al actuar como fulcros, produjeron un

efecto palanca que dirigió la fractura). Este fenómeno podría ser

considerado como el resultado de un lento proceso de compactación y relleno

de los espacios vacíos, acompañado por el decaimiento orgánico e

inorgánico, producido por la acción de distintos factores (ver Hare, 1980;

White y Hannus, 1983; Villa y Mahieu, 1991). El estado actual del conjunto

representa, con toda probabilidad, una etapa muy avanzada del proceso de

fracturación y fragmentación de los huesos, que debió comenzar poco

después de que la descomposición de los tejidos blandos creó espacios vacíos

que fueron lentamente colmatados con sedimento, determinando zonas de

presión diferencial. La presencia de líneas incompletas de fractura sugiere

que la ruptura de los huesos fue un proceso a largo plazo, actuante sobre un

conjunto diagenéticamente alterado y progresivamente debilitado. La acción

de fuerzas externas incidentes sobre el hueso desde muy poco después de la

depositación, tales como la presión de los sedimentos, puede eventualmente

provocar la deformación plástica del mismo. En Arroyo Seco 2, la presión de

los sedimentos sobre los huesos humanos parece haber sido intensa desde

momentos muy tempranos. Si se asume que la depositación de la mayor

parte de los entierros humanos es contemporánea con la depositación de al

menos una parte de los materiales que integran el Componente Inferior, es

posible inferir que los entierros estuvieron situados muy cerca de la

superficie, e inmediatamente por debajo de áreas destinadas en forma

recurrente a diversas actividades. La deformación plástica de ciertos

huesos, en especial de huesos del cráneo, se halla ampliamente

documentada en este sitio (Marcellino, s/f). Por ejemplo, el examen del

cráneo del esqueleto AS24 muestra que las curvaturas normales han sufrido

modificaciones, lo que sugiere la acción lenta pero continua de presiones

externas en un momento en el que el hueso aun retenía gran parte de su

contenido original de colágeno.

Page 111: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Los datos referidos a las variaciones en el pH a lo largo de la columna

sedimentaria (Barrientos y Gutiérrez, 1996), contribuyen a la explicación de

la preservación diferencial de los restos óseos de mamíferos localizados por

arriba y por debajo de la unidad estratigráfica "S". Los procesos

pedogenéticos que tuvieron lugar aproximadamente hacia el final del

principal período de depositación de cadáveres en el sitio (ca. 6,000 años

AP), provocaron la lixiviación de carbonatos, lo que condujo a una progresiva

alcalinización de los sedimentos y a la formación de una capa con alto

contenido de carbonato de calcio (U.E. "S"). La formación de esta unidad se

produjo hace por lo menos 5,700 años, con posterioridad al entierro de la

totalidad de los individuos fechados radiocarbónicamente [según las

siguientes dataciones de carbonatos: (LP-93)= 5740 ± 100 años AP; (LP-92)=

5,700 ± 120 años AP; Media Ponderada= 5,719 ± 95 años AP; Politis y

Beukens, 1991; Barrientos, 1993]. Este proceso de progresiva alcalinización

de los sedimentos pudo provocar un reemplazo de protones en la

hidroxiapatita por iones de Ca disueltos en el suelo, restituyendo de esta

forma el mineral original, estabilizando el hueso y favoreciendo la

conservación del conjunto de entierros humanos (ver White y Hannus,

1983). Por el contrario, los restos óseos de guanaco, venado y

megamamíferos pleistocénicos, localizados por arriba de la unidad "S",

presentan un estado de conservación general inferior al de los restos

humanos (Gutiérrez, 1995; Barrientos y Gutiérrez, 1996).

Las raíces, principalmente de gramíneas, pueden haber colaborado

activamente en los procesos de meteorización, fracturación y pérdida de

materia por parte de los huesos durante la mayor parte del tiempo de

formación del conjunto. Tal influencia pudo ejercerse a través del aporte de:

a) ácidos, que modificaron extensa e intensamente la superficie de los

huesos, y b) fuerza mecánica, ejercida al penetrar por fisuras al interior de

los huesos y provocar la profundización de las mismas y la destrucción del

tejido trabecular. Esta situación se observa principalmente a nivel de los

cuerpos vertebrales y de los huesos largos. Por otro lado, las raíces pudieron

colaborar con los procesos diagenéticos de intercambio de elementos, al

Page 112: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

exponer sectores de los huesos normalmente inaccesibles desde la superficie

cortical (i.e. capas inferiores del tejido compacto).

La actividad de roedores u otros animales cavadores parece haber sido

intensa en algunos sectores próximos a los entierros, a juzgar por la

distribución de cuevas, galerías y restos óseos, principalmente de tuco-tuco

(Ctenomys sp.) (Gómez, 1996). Sin embargo, su influencia sobre la

alteración de la superficie de los huesos (i.e. marcas) fue mínima. La

principal consecuencia de la actividad de estos animales parece haber sido la

dispersión de huesos y fragmentos de hueso de pequeño tamaño y bajo peso,

tales como los huesos del carpo, del tarso, metacarpianos, metatarsianos,

falanges y dientes. La desarticulación, desplazamiento e incluso la

desaparición de elementos mayores, tales como cráneos, huesos largos y

pelvis, que afectó principalmente a los esqueletos AS8, AS14, y AS28, puede

ser atribuída a la actividad humana. En el caso de AS8, la desarticulación

de parte del esqueleto parece haberse producido como consecuencia de la

excavación del pozo en el cual fue depositado el esqueleto AS7. En el caso de

los otros dos esqueletos, la desaparición de algunos huesos está

correlacionada con la presencia de alteraciones en los sedimentos (i.e.

interrupción local de la UE "S") y de estructuras de piedra a nivel de la parte

superior de la UE "Y" (Figura VI.1.2.). Es probable que excavaciones llevadas

a cabo mucho tiempo después de la depositación de los individuos

localizados en la UE "Z", cuya finalidad no puede establecerse, hayan

interceptado accidentalmente los entierros mencionados ocasionando la

destrucción o remosión de las partes ausentes. Las acumulaciones de

piedras ubicadas exactamente por arriba de los sectores alterados, podrían

cumplir la función de señalizar la localización de entierros humanos,

evitando así su total destrucción.

VI.1.6. Cronología de los entierros humanos del sitio Arroyo Seco 2

Para el sitio Arroyo Seco 2 se dispone en la actualidad de un total de 27

fechados radiocarbónicos (Tabla VI.1.2.), de los cuales quince corresponden

a esqueletos humanos, diez a restos de megamamíferos extinguidos, y dos a

carbonatos pedogenéticos provenientes de la Unidad Estratigráfica "S", que

Page 113: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

sella el nivel en donde se encuentra la mayoría de los entierros humanos

recuperados (para una discusión detallada acerca de la formación de esta

unidad, ver Fidalgo et al., 1986).

Los fechados radiocarbónicos de restos humanos corresponden a diez

individuos, y fueron obtenidos a partir de la fracción orgánica del hueso.

Con excepción de tres de ellos, tales fechados fueron obtenidos a través de la

técnica de AMS (Accelerator Mass Spectrometer). Esta técnica resulta

particularmente apropiada para fechar restos humanos, ya que se requieren

muestras de muy pocos gramos de peso (Gowlett, 1987; 1992), lo que

permite preservar la integridad del esqueleto.

La Tabla VI.1.2. nos muestra que el rango de edades radiocarbónicas de

los diez individuos fechados es amplio, situado entre 8,980 ± 100 años AP y

5,250 ± 110 años AP. Sin embargo, tanto las dos fechas más antiguas como

las dos más recientes, necesitan ser discutidas en profundidad. Tales

fechados, procesados en diferentes laboratorios y mediante el empleo de

diferentes técnicas, fueron obtenidos a partir de muestras provenientes de

los individuos AS5 y AS7.

En el caso del individuo AS7, el laboratorio informó la posible

contaminación y escaso contenido de colágeno de la muestra. Un fechado de

un hueso de Megatherium americanum, procesado junto con la muestra del

esqueleto AS7, proporcionó un resultado notoriamente anómalo (SI-5481=

1800 ± 110 años AP), lo que condujo a rechazar ambas dataciones (Politis,

1984a).

En el caso del individuo AS5, existe una marcada inconsistencia entre las

cuatro dataciones disponibles (Tabla VI.1.3.). La fecha más reciente (5,250 ±

110), obtenida en 1984 por el laboratorio Beta Analytic con el uso de técnica

convencional, no puede ser comparada directamente con las obtenidas por

otros laboratorios (LATYR e Isotrace), debido a diferencias en el

pretratamiento de la muestra. En la actualidad, la mayoría de los

laboratorios emplean un procedimiento en dos pasos para el aislamiento del

colágeno. El primer paso consiste en la separación de: a) la

carbonatoapatita, de b) un residuo compuesto por colágeno y ácidos

húmicos mediante un tratamiento con ácidos. El segundo paso consiste en

Page 114: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

tratar al residuo compuesto por proteína y ácidos húmicos mediante

hidrólisis ácida, de forma tal que pueda separarse la proteína (en forma de

solución proteica), de los ácidos húmicos insolubles en medio ácido, o bien

tratarlo con un compuesto alcalino como el NaOH. En Beta Analytic se usó

para datar el residuo proveniente del primer paso (carta del Dr. Murry

Tamers al Dr. Tom Dillehay, 26/12/84). Esto implica que se utilizó una

muestra compuesta por proteínas y ácidos húmicos. De este modo,

aumentaron las probabilidades de obtener un fechado que subestima la

antigüedad real, ya que los ácidos húmicos producen un efecto de

"rejuvenecimiento" en la muestra (carta del Dr. Aníbal Figini al Dr. Gustavo

Politis, 25/2/85). Sin embargo, las diferencias en el pretratamiento de las

muestras no explican la totalidad de la variación encontrada.

Las figuras VI.1.8. y VI.1.9. son imágenes de la microestructura de

muestras tomadas de la diáfisis femoral de AS5 y AS7, obtenidas mediante el

uso de microscopio electrónico de barrido (MEB). AS5 presenta, en relación a

AS7, una marcada alteración microestructural producto de diversos

procesos diagenéticos. Esta consiste en el desarrollo de numerosos focos de

destrucción ("destructive foci", sensu Hedges et al., 1995) alrededor de los

canales de Havers, que constituyen los únicos remanentes identificables de

la estructura original. Estas zonas de destrucción microestructural

localizadas contribuyen a aumentar la porosidad del hueso, lo que facilita la

depositación de contaminantes y dificulta su eliminación. Es por esta razón

que puede proponerse, a modo de hipótesis, que tal alteración diagenética

posiblemente esté relacionada con las variaciones en las edades

radiocarbónicas obtenidas. Desafortunadamente, en la actualidad existe

una escasa comprensión acerca del modo en que dos parámetros

diagenéticos tales como el grado de preservación histológica y el contenido

de proteína se relacionan entre sí. Del mismo modo, existe escasa

comprensión acerca de la medida en la cual la alteración microestructural -

que afecta principalmente a la fracción mineral del hueso - influye sobre la

probabilidad de contaminación de la fracción orgánica. Un estudio realizado

por Hedges et al. (1995), indica que el ataque microbiológico (i.e. fúngico o

bacteriano; Ecker, 1989; Withe y Hannus, 1983) al componente orgánico del

Page 115: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

hueso, no sería el principal determinante de la supervivencia del colágeno. El

proceso de pérdida de proteína parece ser más o menos independiente del

proceso de destrucción de la estructura histológica. Sin embargo, tales

resultados son aún preliminares y plantean interrogantes acerca de su

relevancia para contextos diferentes a los analizados por estos investigadores

(Hedges et al., 1995: 208). El mismo tipo de incertidumbre se plantea

respecto a la naturaleza del material que reemplaza a la estructura original

del hueso durante la alteración histológica, a su potencialidad contaminante,

y a su influencia sobre la exactitud de los fechados radiocarbónicos

obtenidos a partir del colágeno del hueso (Grupe y Dreses-Werringloer, 1993;

Grupe et al., 1989). Consideramos que en el caso de AS5, la obtención de

nuevos fechados realizados a un nivel molecular (i.e. aminoácidos del

colágeno), una técnica que permite un mayor nivel de purificación de las

muestras (Stafford et al., 1990; 1991; cf. Grupe, 1995; Grupe y Dreses-

Werringloer, 1993; Grupe et al., 1989), podría contribuir a la discusión de la

variabilidad en la determinación de la edad radiocarbónica de este individuo.

Los problemas arriba mencionados, algunos de ellos aún sin solución,

conducen a dejar de lado por el momento a los fechados del individuo AS5

en la discusión de la cronología de los entierros humanos de Arroyo Seco 2.

De este modo, el rango cronológico en el cual se distribuyen los demás

fechados de entierros humanos se reduce a aproximadamente 1,300 años

(ca. 7,800 a 6,300 años AP). Esto es coherente con la evidencia geológica

disponible, ya que para los carbonatos que integran la Unidad Estratigráfica

"S", que sella el nivel en donde se encuentran los entierros humanos, se

dispone de dos fechados que representan las edades mínimas esperables

para los esqueletos que se encuentran por debajo de ella (5,740 ± 100 años

AP y 5,700 ± 120 años AP; Media Ponderada= 5,720 ± 95 años AP; Politis y

Beukens, 1991).

Con el fin de efectuar comparaciones entre las distintas determinaciones

radiocarbónicas que integran la serie, se procedió a aplicar el procedimiento

estadístico propuesto por G. Ward y S. Wilson (1978). Este consiste en

determinar si las diferencias que se observan en la serie de fechados

provenientes de un mismo objeto o de objetos diferentes, son atribuíbles a la

Page 116: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

incertidumbre estadística y a los errores inherentes al método de datación

radiocarbónico o si, por el contrario, son el reflejo de edades reales

diferentes. En los casos en que las diferencias observadas no son

estadísticamente significativas (test de χ2, p> 0,05) es posible promediar los

fechados a través del cálculo de la media ponderada (MP) de los mismos

(Figini et al., 1983). El valor resultante puede ser considerado como la mejor

estimación de la edad real de el o los objetos fechados.

Como resultado de la aplicación de este procedimiento, se observa que las

fechas se distribuyen en cuatro grupos (Tabla VI.1.4.): Grupo 1, MP= 7,625 ±

40 años AP; Grupo 2, MP= 6,940 ± 30 años AP; Grupo 3, MP= 6,530 ± 45

años AP; y Grupo 4, integrado por el fechado de AS3, 6,300 ± 70 años AP.

Cada uno de estos grupos podría estar representando períodos, de duración

variable, durante los cuales el sitio funcionó como un área para la

disposición de cadáveres.

Asumiendo como un hecho altamente probable que otros individuos para

los cuales no se dispone de fechados radiocarbónicos hayan sido inhumados

en alguno de los cuatro períodos identificados, se decidió analizar la

evidencia contextual disponible con el fin de establecer vinculaciones de

carácter hipotético entre la serie de esqueletos datados y algunos esqueletos

del conjunto no datado. Las variables consideradas fueron: a) tipo de

entierro (individual o múltiple); b) profundidad relativa de cada entierro; c)

presencia/ausencia de ajuar funerario; d) tipo de ajuar funerario; e)

presencia/ausencia de puntas de proyectil; f) presencia/ausencia de

estructuras de piedra asociadas a los entierros.

En relación al tipo de entierro, en el sitio se ha determinado la presencia

de cinco entierros múltiples (Nos. 1, 2, 10, 25 y 27). En cuatro casos se

dispone de fechados radiocarbónicos para al menos uno de los individuos

que integran el entierro. Esto permite, con un alto grado de probabilidad,

hacer extensiva la datación a la totalidad de los individuos de cada entierro

múltiple. De este modo, los dos individuos del Entierro 25 (AS32 y AS34)

pueden ser asignados al primer período de inhumación (7,625 ± 40 años AP);

los tres individuos del Entierro 10 (AS15, AS16 y AS17) al segundo período

Page 117: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

(6,940 ± 40 años AP); y los tres individuos del Entierro 1 (AS1, AS2 y AS3) al

cuarto período (6,300 ± 70 años AP).

En relación al tipo de ajuar funerario, observamos que las cuentas

encontradas en distintos entierros están confeccionadas en dos clases de

materias primas: a) colmillos de cánidos (género y especie indeterminados); y

b) valvas de moluscos (Tablas VI.1.5. y VI.1.6.). A su vez, existen dos formas

básicas de cuentas de valvas: 1) circulares, y 2) rectangulares. La evidencia

disponible indica la contemporaneidad del uso de las cuentas circulares de

valvas y los colmillos de cánido (Figura VI.1.10). Ambos tipos co-ocurren en

dos individuos de entierros diferentes (AS9 y AS40). Su presencia se ha

detectado también en un mismo entierro múltiple (Entierro 1), pero en este

caso cada tipo de cuenta se halla asociado a individuos distintos (AS1,

colmillos de cánido, y AS2, cuentas circulares de valvas). Debido a la

demostrada contemporaneidad en el uso de ambos tipos de cuentas cuentas,

y a que dos de los individuos asociados a ellos han sido datados

radiocarbónicamente entre 6,495 ± 65 años AP (AS18) y 6,300 ± 70 años AP

(AS1), resulta posible considerar a los demás individuos asociados tanto a

cuentas de colmillos de cánidos como a cuentas circulares de valvas (AS2;

AS9, AS10, AS33 y AS40), como pertenecientes a un mismo período de

inhumación. Esto nos permite incluir a los grupos 3 y 4 de fechados

radiocarbónicos en el tercer período de inhumación, situado

cronológicamente entre los 6,495 ± 65 años AP y los 6,300 ± 70 años AP.

La presencia de estructuras de piedra asociadas en forma primaria a los

entierros constituye un rasgo de distribución muy restringida en el sitio

Arroyo Seco 2. De los tres esqueletos asociados a algún tipo de estructura

funeraria (AS20, AS26 y AS31), dos han sido datados radiocarbónicamente

(AS26 y AS31; Mp= 7,625 ± 40 años AP), haciendo posible la proyección de

esta fecha al otro individuo. De esta manera, los esqueletos AS20, AS26 y

AS31 pueden ser considerados contemporáneos e incluídos en el primer

período de inhumación.

La presencia de puntas de proyectil asociadas a distintos individuos

constituye también un rasgo relativamente poco frecuente (4/40; 10%), por

lo que constituye un indicador útil para establecer vinculaciones

Page 118: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

cronológicas (Tabla VI.1.7.). Hasta el presente, se han obtenido fechados

radiocarbónicos de dos individuos asociados a puntas de proyectil (AS24 y

AS31). Estos fechados resultan indistinguibles desde un punto de vista

estadístico (Mp= 7,625 ± 40 años AP). La presencia de puntas asociadas a los

individuos AS36 y AS39, integrantes de un mismo entierro múltiple (Figura

VI.1.2), ermite considerarlos también como pertenecientes al primer período

de inhumación, conjuntamente con AS24 y AS31.

El análisis de la profundidad de cada entierro respecto al nivel 0 del sitio

puede proveer información útil para la diacronización de la serie

esqueletaria. La Figura VI.1.11 muestra que las profundidades medias de los

conjuntos de individuos asignados al primero, segundo y tercer período

inhumatorio (en negro, marrón y rojo respectivamente), se distribuyen en

una secuencia ordenada desde abajo hacia arriba (primer período: 155 cm;

segundo período: 135 cm; tercer período: 118 cm). Los individuos

representados en color verde, cuyo rango de profundidad se ubica por

encima de la media de los entierros asignados al tercer y cuarto período,

pueden ser ubicados provisionalmente en el tercer período. Para los

individuos representados en amarillo, cuyo rango de profundidad comprende

el sector abarcado por los entierros asignados a los cuatro diferentes

períodos (área delimitada por las líneas de puntos), no es posible formular

una hipótesis cronológica por este medio.

Finalmente, a partir de la comparación con otros sitios del área (La Toma,

Laguna Tres Reyes 1, Túmulo de Malacara), puede establecerse una

asociación entre los siguientes rasgos: a) entierros secundarios conformados

básicamente por cráneos y huesos largos; b) deformación craneana de tipo

tabular oblicua; y c) ajuar funerario compuesto por cuentas de valvas

rectangulares espesas. esta asociación de rasgos se ubicaría

cronológicamente hacia el 2,000 AP, en base a fechados de los sitios La

Toma y Laguna Tres reyes 1 (Barrientos y Madrid, 1997). En Arroyo Seco 2,

los individuos AS11, AS12, AS13 y AS38 poseen uno o más de esos rasgos

combinados, lo que permitiría considerarlos como pertenecientes a un

cuarto período inhumatorio situado hacia comienzos del Holoceno tardío.

Los cuatro períodos de inhumación identificados dan cuenta del 87.5%

Page 119: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

(N=35) del total de los individuos registrados (N=40) (Tabla VI.1.8.). Cabe

destacar que los agrupamientos realizados son de carácter tentativo y

sujetos a verificación, a través de la obtención de nuevos fechados

radiocarbónicos. Sin embargo, resultan útiles al permitir el aislamiento de

subconjuntos muestrales compuestos por individuos probablemente

pertenecientes a una misma población, o a poblaciones estrechamente

vinculadas entre sí.

VI.2. Laguna Los Chilenos

VI.2.1. Introducción

La laguna Los Chilenos, que recibe también el nombre de Las

Encadenadas, es un cuerpo de agua permanente que en la actualidad posee

una superficie de aproximadamente 2000 has (Figura VI.2.1.). Se halla

ubicada en el límite de los partidos de Saavedra y Tornquist, a 38° 3' de

Latitud Sur, y 62° 30' de Longitud Oeste (Cartas topográficas "Felipe Solá",

I.G.M. 3963-4, 1966, E: 1:100.000 y "Tornquist", I.G.M. 3963-5, 1977, E:

1:100.000).

Esta laguna, situada a 230 msnm, integra la porción sudoccidental de la

parte superior de la cuenca del Arroyo Chasicó. Recibe el aporte del drenaje

de la ladera sur del cordón serrano de Curamalal a través de una red de

arroyos integrada por dos colectores principales (Concheleufú Grande y

Concheleufú Chico) y dos arroyos tributarios (Alfalfa y Agua Blanca)

(Bonorino et al., 1989). Se localiza a corta distancia (menos de 10 Km) de dos

pequeñas sierras pertenecientes al Sistema de Ventania, pero aisladas de los

cordones principales, denominadas Cortapié y Los Chilenos, y de un

afloramiento de granitos de edad precámbrica denominado Cerro Colorado

(Harrington, 1972).

VI.2.2. Antecedentes

Hasta el presente, no existen antecedentes éditos de investigaciones

arqueológicas realizadas en esta localidad. Austral (1968: 10), menciona los

sitios Meunier y Pagliaccio, que sitúa en la Laguna de los Chilenos. Sin

embargo, esta cita hace referencia a sitios ubicados en la laguna Las

Page 120: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Encadenadas (Carta Topográfica "Colonia La Himalaya", I.G.M. 3763-34-4,

1953, E: 1:50.000), localizada en el actual partido de Saavedra,

aproximadamente a quince kilómetros al NNO de la verdadera Laguna Los

Chilenos.

J. Zetti (Madrazo, 1973), R. Gilardoni y J. San Cristóbal (Oliva, 1994

com. pers.), recolectaron gran cantidad de material lítico en posición

superficial en distintos sectores de la laguna.

Las investigaciones arqueológicas sistemáticas en esta localidad se

iniciaron en febrero de 1993, con la excavación del sitio Laguna Los Chilenos

1 (Barrientos et al., 1995). Estas investigaciones se realizan en colaboración

con el Lic. Fernando Oliva (UNLP, CONICET).

VI.2.3. Prospecciones

Las investigaciones sistemáticas en la Laguna Los Chilenos comenzaron

en febrero de 1993, a raíz de un hallazgo realizado por grupo de aficionados

locales, en el campo perteneciente a la firma Mazzieri Hnos. El mismo

consistía en un conjunto de huesos humanos, algunos de ellos dispersos

sobre la superficie de la playa y en el interior de la laguna, y otros aflorando

en el perfil expuesto de la barranca. Este sitio fue denominado LCH1.

A partir de entonces, se han realizado prospecciones en diferentes épocas

del año en un sector de aproximadamente siete kilómetros de largo, situado

entre los puntos A y B de la Figura VI.2.1. Estas prospecciones se llevaron a

cabo bajo diferentes condiciones de visibilidad arqueológica. Las dos

primeras, realizadas en mayo y noviembre de 1993, se realizaron bajo

condiciones de baja visibilidad, debido al elevado nivel del agua de la laguna.

La última prospección, llevada a cabo en marzo de 1994, se realizó bajo

condiciones de alta visibilidad, en un momento en que el descenso del nivel

del agua expuso un sector de playa relativamente extenso, con un ancho

promedio de aproximadamente 9 mts.

Como resultado de estos trabajos, se localizó otro sitio arqueológico, de

mayores dimensiones que el ya registrado, denominado LCH2, y dos

hallazgos aislados (sensu, Schlanger, 1992) (Barrientos et al., 1995). (Figura

VI.2.1.).

Page 121: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

VI.2.4. Sitio LCH1

Hasta el presente, se ha excavado un área de 21 m2. Desde el punto de

vista geológico, se reconocieron diez unidades estratigráficas:

A) Capa de arena fina no consolidada ("médano vivo"), de 0,90 m de espesor.

B) Capa de arcillas muy estratificadas de 0,03 m.

C) Capa de arena fina consolidada, de color marrón claro, de 0,20 m de

espesor.

D) Capa de arena fina no consolidada, muy semejante a la capa A, de

aproximadamente 0,10 m de espesor.

E) Capa de arena fina con alto contenido de materia orgánica, posible

horizonte A de un suelo enterrado. Su límite inferior es difuso, siendo su

espesor aproximado de 0,20 m a 0,50 m.

F) Capa de arena fina medianamente consolidada, de color marrón claro,

interrumpida en numerosos sectores por la presencia de cuevas de

roedores y hormigueros, que afectan también parte de la capa siguiente.

Su potencia aproximada es de 0,20 m a 0,40 m.

G) Capa de arena fina con arcillas subordinadas, de color castaño oscuro, de

aproximadamente 0,40 m de espesor.

H) Capa de sedimento con alto contenido de arcillas, de color castaño claro.

Elevada presencia de nódulos de carbonato de calcio.

I) Capa de carbonato de calcio muy consolidado ("tosca"). Forma la base de

la secuencia estratigráfica.

N) Capa de sedimento areno-arcilloso de color castaño oscuro, discontinua y

lenticular, con numerosos nódulos de carbonato de calcio en su base.

Posiblemente se trate de sedimentos redepositados como consecuencia

de fluctuaciones en el nivel de la laguna (Figura VI.2.2.).

La descripción de estas unidades, aunque con pequeñas variaciones,

resulta extensible a la mayor parte de la costa sur prospectada. Las mismas,

a excepción de las unidades "I" y "N", corresponderían a lo que De Francesco

(1992) definió como Fm. La Milagrosa.

La totalidad del material arqueológico se localizó en las unidades F, G y

N. Los hallazgos recuperados en las dos primeras unidades consistieron en

Page 122: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

cuatro tiestos de cerámica pintada, de color rojo, de un diámetro promedio

inferior a 2 cm y con los bordes rodados; nueve cuentas circulares de valva,

de aproximadamente 4 a 5 mm de diámetro; un fragmento de valva de

molusco marino (Adelomelon sp.); y diez lascas de cuarcita y calcedonia.

Entre los 1,55 mts y los 1,95 mts de profundidad, en la denominada UE "N",

constituída por sedimentos posiblemente redepositados, se recuperaron

treinta huesos humanos - en su mayoría falanges, metacarpianos y

metatarsianos -, cuatro dientes humanos, tres desechos de talla, un tiesto

de cerámica y una punta de proyectil triangular mediano-pequeña de

calcedonia.

En las unidades G y H se localizaron dos entierros y numerosos restos

óseos humanos dispersos (Figura VI.2.3.).

Los taxa de mamíferos recuperados incluyen Ovis aries (un metapodio en

la unidad "E"), Ctenomys sp, Myocastor coipus y Dasipodidae indet.

(unidades "F", "G", "H" y "N"). No se registró la presencia de huesos de

guanaco y venado de las pampas. Esta situación contrasta claramente con la

que se verifica en el sitio LCH2, donde la primera de las especies

mencionadas se halla representada con una alta frecuencia (Barrientos et

al., 1995).

VI.2.5. Los entierros humanos del sitio LCH1

El sitio LCH1 se caracteriza por la presencia de entierros primarios y

secundarios perturbados por la acción de distintos agentes

postdepositacionales. Esto ha provocado, en el caso de los entierros

primarios, la desarticulación total o parcial de los individuos y la formación

de asociaciones superficiales secundarias entre los distintos elementos

óseos. Debido a que los estudios llevados a cabo en el marco de la presente

investigación tienen al individuo como unidad primaria de análisis, se puso

especial énfasis en la identificación a nivel individual de los restos óseos

humanos recuperados. El trabajo de identificación y re-ensamblaje de los

individuos representados en los entierros recuperados in situ y en el

conjunto de restos óseos registrado en superficie sobre la playa y en el

Page 123: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

interior de la laguna, se efectuó en varias etapas, que se detallan a

continuación.

1) Entierros recuperados en las cuadrículas Nº 2 y Nº 3.

La descripción de los entierros humanos identificados en el terreno es la

siguiente:

- Entierro 1 (Figura VI.2.4.): Conjunto de aproximadamente 2000

elementos óseos desarticulados Cuadrículas: Nº 2 y Nº 3.

Profundidad: Entre los 1,80 m y los 2,05 m Ubicación Estratigráfica:

Unidad "G".

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máximo: 1,08 m Dirección: NE-SE

b) Ancho Máximo: 0,63 m Dirección: NO-SO

c) Espesor: 0,41 m.

Asociación: Dos toscas situadas en el borde NO del entierro.

Estado de Conservación: Bueno.

Datación radiocarbónica: (LP-501) 470 ± 40 años A.P. Muestra procesada:

fragmentos de costillas pertenecientes a un mismo individuo.

Observaciones: Los huesos pertenecientes a por lo menos tres individuos

(dos adultos y un infantil) se encontraban pintados de rojo, probablemente

con hematita. Numerosos huesos correspondientes a distintos individuos

se hallaban pintados de amarillo, probablemente con limonita..

- Entierro 2 (Figura VI.2.5.):

Entierro Primario e individual.

Cuadrícula: Nº 2.

Profundidad: Entre 2,00 m y 2,20 m.

Ubicación Estratigráfica: Unidad "H", en contacto con Unidad "I".

Depositación: Lateral izquierda.

Posición:

a) Cabeza: Apoyando parietal izquierdo.

b) Miembro Superior:

-Derecho: Dirigido hacia la cabeza.

Page 124: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

-Izquierdo: Dirigido hacia la cabeza.

c) Miembro Inferior:

-Muslo Derecho: Flexionado?

-Muslo Izquierdo: Flexionado?

-Pierna Derecha: Flexionada?

-Pierna Izquierda: Flexionada?

Dimensiones del Entierro:

a) Largo Máximo: 0,57 m Dirección: N-S

b) Ancho Máximo: 0,42 m Dirección: E-O

c) Espesor: 0,20 m.

Asociación: Ninguna

Estado de Conservación: Muy bueno.

Sexo Probable: Femenino.

Edad Probable: 41,1 ± 10,0 años.

Observaciones: Sólo se recuperaron in situ el cráneo, los huesos del tronco

y de las extremidades superiores. Los huesos faltantes, que en el momento

de la localización del sitio afloraban en la barranca, habían sido extraídos

por los aficionados. A pesar de faltar la cintura pélvica y los miembros

inferiores, por los datos proporcionados por los mismos, pudo inferirse

que éstos se hallaban flexionados.

El estudio del entierro Nº 1, de tipo secundario, fue realizado siguiendo las

siguientes etapas analíticas: a) determinación del tamaño mínimo de la

muestra; b) Determinación de la composición de la muestra; c) Identificación

y re-ensamblaje de los individuos representados; d) Determinación de la

estructura etárea y sexual de la muestra; e) Determinación de los procesos

de formación del entierro.

a) Determinación del tamaño mínimo de la muestra. Para el logro de este

objetivo, se utilizaron las denominadas "medidas de abundancia taxonómica"

(Mengoni, 1988), desarrolladas por la zoología cuantitativa: NISP y NMI. El

NISP puede ser definido como el número de especímenes óseos, ya sea

enteros o fragmentados, pertenecientes a un mismo taxón (Payne, 1975). El

Page 125: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

NMI, por su parte, es el número mínimo de individuos, cálculo introducido

en la literatura arqueológica por White (1953). Se han propuesto diferentes

formas de cálculo del MNI sobre la base del grado de dependencia

establecido entre el material (Mengoni Goñalons, 1988). Para la

determinación del MNI correspondiente al Entierro 1, se emplearon los

criterios de lateralidad (White, 1953), edad (Bökönyi, 1970) y tamaño

(Chaplin, 1971). En el Entierro 1 de Laguna Los Chilenos 1 estarían

representados un mínimo de 14 individuos (NISP = 2.033), determinados

mediante el análisis de huesos largos, elementos de las cinturas pélvica y

escapular, cráneos y maxilares.

b) Determinación de la composición de la muestra. Debido a que, en la

mayoría de los casos, no todos los individuos que forman parte de un

entierro secundario se hallan uniformemente representados en términos de

partes esqueletarias presentes, resulta necesario medir la abundancia

relativa de partes. Para ello se realizó el cálculo de los valores de MNE

(número mínimo de elementos) y MAU (unidades anatómicas mínimas),

desarrollados por L. Binford (1984). El MNE indica las veces que cada

unidad anatómica está representada en la muestra, independientemente del

lado del esqueleto de donde provengan. El MAU se calcula para cada unidad

anatómica dividiendo el MNE de cada una de ellas por las veces que esa

parte anatómica está presente en un esqueleto completo (i.e. dos para los

huesos pares). Finalmente, como el interés es medir la abundancia relativa

entre las diferentes unidades anatómicas y no sus frecuencias absolutas, se

estandarizan los valores, expresados como porcentajes de la unidad con el

valor de MAU más alto (100%). La Figura VI.2.6. muestra gráficamente la

distribución de los valores de MAU% correspondiente al Entierro 1. Puede

observarse que en este entierro se hallan representadas casi la totalidad de

los elementos esqueletarios, aunque en distinta frecuencia. Las unidades

anatómicas con mayor representación son el cráneo, las diáfisis de húmero,

radio, fémur, tibia y peroné, las clavículas, el íleon y el isquion. Entre las

menos representadas se hallan los carpianos, las falanges, tanto de la mano

como del pie, las epífisis distales del húmero, radio y peroné. Los únicos

Page 126: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

elementos ausentes lo constituyen las epífisis distales del cúbito, y las

proximales del peroné.

c) Identificación y re-ensamblaje de los individuos representados en cada

entierro. La metodología más apropiada para la resolución de este problema

ha sido desarrollada en el contexto de la investigación zooarqueológica, y

consiste en la realización del denominado "ensamblaje anatómico" (Todd y

Frison, 1992). Dos tipos básicos de ensamblaje anatómico son posibles: a)

ensamblaje bilateral, consistente en la comparación visual y/o métrica de

elementos pareados provenientes del lado izquierdo y derecho del individuo

(i.e. ambas tibias); y b) ensamblaje intermembral, basado en la comparación

visual y/o métrica de elementos esqueletarios adyacentes (i.e. húmero y

radio) y no adyacentes (i.e. húmero y fémur). El procedimiento básico para

la realización del ensamblaje bilateral consiste en: 1) registro de los atributos

no-métricos y mediciones; 2) separación de los elementos por categorias de

sexo y edad; 3) comparación de las medidas de los posibles pares y selección

de aquellos cuyas medidas caen dentro de los rangos documentados de

variación individual y error de medición; 4) evaluación visual de los pares

potenciales. En el caso del ensamblaje intermembral de elementos

adyacentes, el procedimiento consiste en: 1) registro de las medidas

longitudinales y transversales de cada elemento (i.e. longitud diafisaria,

ancho de las epífisis); 2) comparación de las mediciones; 3) evaluación visual

de las potenciales asociaciones. Por el contrario, la técnica para el

ensamblaje intermembral de elementos no adyacentes no se halla bien

desarrollada. Aunque con frecuencia es posible determinar con suficiente

certeza la no pertenencia de un elemento a un determinado individuo, en

muchos casos varios elementos caen dentro de los rangos esperados de

variación individual y error de medición no pudiendo, por tanto, ser

diferenciados de un modo no ambiguo. Para el cumplimiento de este

objetivo, se procedió a registrar distintos atributos no métricos (i.e.

coloración y textura de la superficie cortical) y métricos, para lo cual se

diseñó un set de mediciones transversales y longitudinales para cada

elemento, compuesto por longitud diafisaria, ancho de las epífisis, ancho

Page 127: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

máximo de la diáfisis. Posteriormente, se discriminó a los elementos por

categorías de sexo y edad, principalmente teniendo en cuenta la longitud

diafisaria (Hoppa y Gruspier, 1996; Merchant y Ubelaker, 1977) y el estado

de fusión de las epífisis (Brothwell, 1987). El siguiente paso consistió en la

comparación de las medidas de los posibles pares y la selección de aquellos

cuyas medidas caían dentro de los rangos documentados de variación

individual y error de medición. Finalmente se procedió a la evaluación visual

de los pares potenciales, teniendo en cuenta los atributos no-métricos

previamente registrados. En el caso del ensamblaje intermembral de

elementos adyacentes y no adyacentes, el procedimiento consistió en el

registro de las medidas longitudinales y transversales de cada elemento, la

comparación de las mediciones, y la posterior evaluación visual de las

potenciales asociaciones. Al mismo tiempo, se realizó una seriación de los

cráneos y maxilares en base al cálculo de la edad según el grado de

desarrollo dentario (Ubelaker, 1982). Posteriormente se establecieron

asociaciones hipotéticas entre cráneos y maxilares, y los diversos elementos

del esqueleto post- craneal identificados como pertenecientes a un individuo.

Para chequear la confiabilidad de las asociaciones establecidas, se procedió

a confrontar el rango de edades inferidos a partir del estado de desarrollo

dentario, con las edades inferidas a partir de la longitud diafisaria de tres de

los huesos largos más representados en la muestra (fémur, tibia y húmero).

Tales edades fueron derivadas mediante el uso de las curvas de crecimiento

desarrolladas por Merchant y Ubelaker (1977) para poblaciones Arikara

protohistóricas. Estas constituyen las únicas curvas construídas con datos

de poblaciones amerindias actualmente disponibles para ser utilizadas como

estándares de crecimiento. Los resultados obtenidos (Figura VI.2.7. a

VI.2.10.), muestran que las asociaciones establecidas entre cráneos y

maxilares y huesos largos, poseen un alto grado de probabilidad en todos los

individuos analizados, con excepción del individuo denominado D. En este

caso, se observa una marcada discrepancia entre los rangos de edad

inferidos a partir de la longitud diafisaria de los huesos largos y el inferido

mediante la evaluación del grado de desarrollo dentario. Este caso fue

considerado como una asociación probablemente incorrecta entre cráneo y

Page 128: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

esqueleto post- craneal. Debido a que no se pudo localizar ningún elemento

del esqueleto post-craneal que por sus dimensiones y/o estado de fusión

epifisario cayera dentro del rango de edad inferido para el cráneo, se

concluyó que el individuo D sólo estaría representado por ese elemento, lo

cual hizo aumentar en uno el NMI previamente calculado (13), quedando

establecido en 14.

d) Determinación de la estructura etárea y sexual de la muestra. Para el

cumplimiento de este objetivo, se recurrió al empleo de las técnicas para la

determinación de sexo y edad mencionadas en el apartado VI.1.4. En el caso

de huesos no identificables a nivel de individuo, las determinaciones de sexo

y edad fueron realizadas en forma independiente para cada unidad

anatómica, siguiendo los criterios de Brothwell (1987), Merchant y Ubelaker

(1977) y Ubelaker (1982). Los resultados obtenidos se hallan representados

en la Tabla VI.2.1.

e) Determinación de los procesos predepositacionales de formación del

entierro.

Un aspecto fundamental del estudio de entierros secundarios es determinar

el conjunto de procesos pre y post-depositacionales que contribuyeron a la

conformación de las muestras recuperadas y analizadas. El análisis de tales

procesos puede proporcionar importante información referente a aspectos

del procedimiento funerario, tales como la manera y secuencia de

depositación de las unidades anatómicas que forman parte de cada entierro,

como así también de la posterior historia tafonómica del conjunto. La

comparabilidad de las muestras depende en gran medida del conocimiento

de estos aspectos. Además de las variables tenidas en cuenta para el estudio

de la historia tafonómica de los conjuntos de restos óseos humanos del área

(Barrientos y Gutiérrez, 1996), en el caso específico del Entierro 1 se puso

especial énfasis en el análisis de las siguientes variables:

1) articulación de partes esqueletarias: al excavar entierros secundarios, es

importante observar y registrar cualquier evidencia de articulación,

debido a que la disposición de los huesos en correcta posición anatómica

Page 129: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

indica que tejido muscular, ligamentos, tendones u otros tejidos blandos

estaban presentes al momento del entierro (Ubelaker, 1982). La

articulación puede ser de dos tipos: 1) completa, cuando todos los

huesos del esqueleto están en correcta posición anatómica (i.e. en el caso

de entierros primarios); o 2) parcial, cuando sólo algunos huesos están

en correcta posición. Los restos parcialmente articulados no sólo indican

el probable lapso entre la muerte y el entierro, sino que pueden proveer

una base para estimar su duración (Bass, 1962; Ubelaker, 1982). En el

sitio Laguna Los Chilenos 1 se han identificado dos casos de

articulación:

- miembro inferior (fémur-tibia) de un individuo infantil (Figura

VI.2.11.).

- vértebras lumbares y costillas de un individuo adulto (45-50) de sexo

masculino (Figura VI.2.11.).

2) presencia y frecuencia de epífisis no fusionadas: al igual que la presencia

de partes anatómicas articuladas, una alta frecuencia de representación

de epífisis no fusionadas posibles de ser asociadas a las diáfisis

presentes en el conjunto, provee las bases para inferir la presencia de

tejidos blandos al momento del entierro final. En el Entierro 1 de LCH1

se ha recuperadado un gran número de epífisis no fusionadas, posibles

de ser asociadas a diáfisis presentes en el entierro. Esto podría indicar

que gran parte de los individuos subadultos identificados habrían

ingresado al sitio con partes de los tejidos blandos adheridos, en especial

ligamentos y tendones. No disponiéndose de datos observacionales o

experimentales referidos a la tasa de descomposición de estos tejidos

bajo las condiciones ambientales del área, y no conociéndose las

prácticas culturales involucradas en el tratamiento de los cadáveres (i.e.

exposición del cuerpo a los agentes aéreos o subaéreos, entierro

primario, etc), no puede realizarse por el momento una estimación del

tiempo probable transcurrido entre la muerte de los individuos y su

disposición final en este entierro.

3) presencia, frecuencia y distribución de marcas de corte:

Page 130: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

la presencia, frecuencia y distribución de marcas de corte producidas

mediante el uso de filos cortantes (i.e. de artefactos líticos), proporcionan

evidencia para inferir el procedimiento de descarne y o desarticulación de

los huesos, característico de los entierros de tipo secundario. Shipman

(1981), Bunn (1981) y Shipman y Rose (1983) examinaron

microscópicamente la morfología de las huellas de corte, concluyendo

que en sección transversal las mismas tienen forma en "v", presentan en

la pared estrías múltiples, paralelas y finas. Este exámen debe

complementarse con la ubicación topográfica de las huellas en el hueso.

Binford (1981) sostiene que las marcas de corte resultan básicamente de

tres activividades: cuereo, desarticulación y fileteado o descarne, las

cuales son posibles de distinguir en base a su ubicación, ditribución y

orientación. Según este autor, las marcas de desarticulación y cuereo

tienden a concentrarse en las superficies articulares o en zonas próximas

a ellas y, en general, son relativamente profundas, cortas, subparalelas y

transversales al eje longitudinal de la diáfisis de los huesos largos. Las

marcas de fileteado o descarne se ubican en los extremos y partes

medias de las diáfisis, son poco profundas o se orientan generalmente en

forma oblicua o paralelas al eje del hueso. Para la identificación de las

marcas de corte es necesario tener en cuenta varios criterios

diagnósticos, como por ejemplo, el contexto del cual proviene el elemento

óseo, las características morfológicas macro y microscópicas y la posición

y frecuencia de las mismas en la topografía del hueso. La Figura VI.2.12.

muestra que las marcas de corte se hallan preferencialmente

distribuídas en la parte media de las diáfisis de los huesos largos y en los

extremos distales y proximales de los mismos. La posición y el tipo de

marca, principalmente marcas poco profundas, oblicuas o paralelas al

eje de la diáfisis, sugieren que una de las principales actividades

representadas sería el descarne, o eliminación de la masa muscular

adherida al hueso (Binford, 1981). Sin embargo, la distribución

observada se halla muy influenciada por un caso particular,

representado por el individuo A. En efecto, este es el individuo que

presenta el mayor porcentaje de marcas para la mayoría de las unidades

Page 131: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

anatómicas (Figura VI.2.13.). Este hecho, sumado a evidentes

diferencias en cuanto a coloración y textura de la superficie cortical de la

mayoría de los huesos a él asignados, sugiere que éste individuo tuvo un

tratamiento diferencial respecto a los demás individuos presentes en el

entierro. La elevada frecuencia de marcas atribuíbles a la acción de

descarne indicaría que, al momento de ser procesado para su

inhumación, el individuo A presentaba aun la totalidad o gran parte de la

masa muscular. Esto podría implicar un lapso relativamente corto entre

la muerte de este individuo y el procesamiento y entierro de sus restos,

siendo probable que fuera el último individuo en morir antes de la

inhumación colectiva de los restos esqueletarios que conforman el

Entierro 1.

2) Elementos desarticulados depositados superficialmente sobre la playa y en

el interior de la laguna.

Las etapas analíticas aplicadas al estudio de los restos óseos recuperados

en superficie fueron: a) determinación del tamaño mínimo de la muestra; b)

identificación y re-ensamblaje de los individuos representados; c)

determinación de la estructura etárea y sexual de la muestra.

Los resultados obtenidos indican que la muestra proveniente de

superficie presenta un NISP de 173 y un MNI de 7. De los siete individuos

identificados, cinco son adultos (tres masculinos y dos femeninos) y dos

subadultos. Dos hemipelvis, dos fémures, dos tibias y un peroné pudieron

ser identificados como correspondientes al Entierro 2. Mediante la

aplicación de las técnicas de ensamblaje intermembral y bilateral descriptas,

pudieron reensamblarse tres individuos adultos masculinos, denominados

LCH1-X (30-50 años); LCH1-Y y LCH1-Z (30-50 años).

VI.2.6. Procesos postdepositacionales de formación del registro

bioarqueológico

El conjunto de restos óseos humanos recuperado en las unidades

estratigráficas "G" y "H" del sitio Laguna Los Chilenos 1 se caracteriza por :

a) un muy bajo grado de carbonatación de la superficie y de los canales

Page 132: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

medulares; b) la baja frecuencia de manchas de óxido de manganeso; c) un

bajo grado de fracturación y fragmentación postdepositacional, sobre todo en

el caso de los entierros primarios; d) un grado moderado de desarticulación y

dispersión de los elementos óseos, algunos de ellos gran tamaño y peso (i.e.

fémur, cúbito, mandíbula; e) un bajo grado de modificación de la superficie

de cada hueso. El conjunto óseo recuperado en superficie sobre la playa y en

el interior de la laguna se caracteriza por : a) un alto grado de fracturación y

fragmentación postdepositacional; b) un grado 1 de meteorización en la

escala de Behrensmeyer (1978); e) adherencia de algas sobre la superficie de

algunos huesos.

Los estudios llevados a cabo hasta el presente en el sitio LCH1 estuvieron

centrados, en una primera etapa, en la identificación de los potenciales

agentes postdepositacionales influyentes sobre la estructura del registro.

Entre los mismos pueden destacarse la erosión hídrica, la acción de raíces,

el pisoteo por ganado vacuno y la acción de roedores, de pequeño y mediano

tamaño. A continuación, se procederá a describir las observaciones referidas

a cada uno de estos agentes, realizadas durante los trabajos de campo y

laboratorio efectuados entre 1993 y 1994.

a) Erosión hídrica:

La erosión hídrica es un proceso de tipo anatáxico o de

reciclaje (en el sentido de Hesse y Wapnish, 1985), por el cual materiales

previamente enterrados quedan expuestos nuevamente a los agentes de

atrición (i.e. meteorización, pisoteo, transporte, redepositación, etc). Puede

ser responsable de la creación de asociaciones secundarias entre artefactos y

ecofactos, en especial en sitios multicomponentes. En el caso de los huesos,

puede acelerar su proceso de destrucción al exponerlos nuevamente a la

acción de los agentes subaéreos. Al actuar sobre conjuntos estructurados

de huesos (i.e. entierros primarios y secundarios), provoca la desarticulación

de los mismos dificultando, y a veces impidiendo, su reconocimiento. En el

sitio LCH1 se observó, antes de iniciar los trabajos de campo, una dispersión

de artefactos y ecofactos, incluyendo huesos humanos, sobre el lecho de la

laguna (la playa, de dimensiones variables a lo largo del año, es considerada

una parte del mismo). Las hipótesis de trabajo planteadas a partir de esas

Page 133: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

observaciones fueron: a) la localización primaria de tales materiales

arqueológicos se hallaba en una de la unidades estratigráficas visibles en la

barranca adyacente; b) su distribución superficial era el resultado,

básicamente, de la acción erosiva del agua de la laguna que, al provocar la

erosión retrocedente de la barranca, produjo la subsecuente redepositación

de los materiales sobre el lecho de la laguna. Las excavaciones llevadas a

cabo demostraron la existencia de un único, aunque poco definido,

componente cultural localizado en la UE "F" (cf. Barrientos, 1993). El mapeo

de la línea de barranca realizado antes de comenzar las excavaciones de

1993 y 1994 permitió cuantificar la magnitud del proceso erosivo en este

sitio particular durante el lapso de un año. El total de la superficie excavada

en las temporadas de 1993 y 1994 fue de 17 m2. Entre marzo de 1993 y

marzo de 1994, el área de superficie excavable comprendida entre los puntos

A, B, C y D de la Figura VI.2.14. perdida debido a los procesos erosivos de

orígen hídrico, fue de 8 m2 (32%). Sin embargo, es posible que estos valores

estén influídos por la presencia en este sector de la costa de las unidades de

excavación planteadas en 1993. En efecto, las excavaciones dieron como

resultado la formación de dos promontorios a ambos costados de las

cuadrículas excavadas. La erosión hídrica, que tiende a uniformar la línea

de costa eliminando los accidentes que ofrecen más de un frente de ataque a

la acción de las olas (Thornbury, 1960), provocó la erosión de los mismos, lo

que aceleró el proceso de destrucción del sitio. Como medio de control, en

próximas campañas se realizará el mapeo periódico de la línea de barranca

en sectores no excavados. Esto permitirá evaluar el impacto diferencial

producido por las actividades de excavación arqueológica en sitios con

características similares a éste, conocimiento necesario para la elección de

adecuadas estrategias de excavación que tiendan a la protección y

conservación del sitio.

b) Depositación hídrica:

Los efectos de las inundaciones sobre el registro

arqueológico pueden ser tanto erosivos como depositacionales (Thurnbaugh,

1978). En el sitio LCH1 se ha detectado una unidad estratigráfica en la C1,

C2, C5 y C6 (UE "N"), que por su estructura, sus características

Page 134: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

sedimentológicas y por presentarse en discordancia erosiva respecto a la UE

"G", ha sido interpretada como el relleno de una cubeta excavada en la UE

"G" por algún agente erosivo indeterminado (erosión hídrica?). La

distribución y el tamaño de los materiales arqueológicos recuperados en esta

unidad, en especial de los restos óseos humanos, estaría en concordancia

con el origen inferido (ver entre otros, Behrensmeyer, 1975; 1984; 1990a ;

1990b; Hanson, 1980). En marzo de 1994, durante las tareas de limpieza

del interior de las cuadrículas excavadas el año anterior, se observó la

presencia de una capa de fango de aproximadamente 10 cm de potencia,

depositada durante la creciente experimentada por la laguna en los meses de

otoño e invierno. Fenómenos similares al descripto podrían causar el

redepósito de materiales arqueológicos previamente expuestos sobre la

playa, creando de este modo asociaciones secundarias. Posteriores estudios

sedimentológicos y análisis de laboratorio efectuados sobre el conjunto de

artefactos y ecofactos recuperados deberán confirmar o rechazar la

interpretación propuesta para la formación de esta unidad.

c) Pisoteo:

El pisoteo de animales domésticos, un factor de alteración

postdepositacional frecuente en sitios pampeanos localizados en ambientes

lagunares (i.e. González de Bonaveri y Senatore, 1991) puede actuar como: a)

agente erosivo, provocando el derrumbe de las barrancas donde se hallan

depositados los materiales arqueológicos; b) agente atricional, provocando la

segmentación, movilización y/o destrucción de elementos óseos y c) agente

tafonómico en sentido estricto, produciendo la incorporación de huesos y de

otro tipo de materiales arqueológicos (i.e. artefactos líticos) al substrato. En

1993 se observó en el sitio LCH1 la presencia recurrente de ganado vacuno

sobre la barranca y sobre la playa de la laguna. A lo largo del sector de la

costa sur prospectado en 1993 y 1994, se registró la presencia de

numerosas "bajadas" o pasos a través de los médanos y de la barranca, que

son utilizados por el ganado para acceder a la playa y abrevar en el agua de

la laguna. El sector de las cuadrículas excavadas en 1993 fue utilizado por

los animales, con posterioridad a la finalización de las tareas de

investigación arqueológica, como uno de estos pasos o "bajadas". Esto

Page 135: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

ocasionó el derrumbe de las paredes de las cuadrículas, en especial de la

arena friable que conforma el médano actual (Unidades estratigráficas A, B,

C y D), que se depositó en el fondo de las mismas (Figura VI.2.15.). Como

resultado de ello, el paisaje se modificó sustancialmente. En la Figura

VI.2.2., correspondiente a los perfiles de la cuadrículas excavadas en 1993 y

1994, se observan notables diferencias con respecto a la potencia del

médano situado en el techo de la secuencia estratigráfica, como

consecuencia de este proceso. El volumen total de arena extraído del

interior de las cuadrículas durante las tareas de limpieza efectuadas antes

de comenzar las excavaciones de 1994 fue de aproximadamente 8 m3. Esto

proporciona una idea de la magnitud del proceso erosivo sufrido por este

sector de la costa de la laguna en el lapso de un año como consecuencia,

principalmente, de la acción del ganado vacuno. Sin embargo, no se descarta

la acción conjunta de otro tipo de agente, tal como la erosión eólica, cuyos

efectos resultan difíciles de cuantificar por el momento.

d) Raíces:

Son agentes pertotáxicos (Hesse y Wapnish, 1985), que

contribuyen a la segmentación, movilización y/o destrucción de elementos

animales muertos (Mengoni Goñalons, 1988). El ácido de las raíces produce

marcas de variada morfología sobre la superficie del hueso (Binford, 1981)

que, eventualmente, pueden llegar a enmascarar , entre otras cosas, los

patrones de localización topográfica de ciertas huellas (i.e. marcas de corte)

(Borrero, 1988). Al penetrar al interior de los huesos a través de fisuras,

provocan la destrucción mecánica del tejido trabecular, llegando en algunos

casos a la fragmentación y destrucción total del elemento óseo. Sus efectos

destructivos pueden amplificarse al actuar sobre huesos diagenéticamente

alterados y progresivamente debilitados a medida que avanza el proceso de

decaimiento del tejido óseo (Hare, 1980; White y Hannus, 1983). En el sitio

LCH1 se observaron numerosas raíces en el interior de distintos huesos

humanos, en especial de aquellos que formaban parte del Entierro Nº 1. En

muchos casos, las raíces habían provocado la destrucción del tejido

trabecular y el consecuente colapso del tejido compacto externo. Los huesos

más afectados por este proceso fueron los cuerpos vertebrales y los huesos

Page 136: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

del tarso, en particular el calcáneo y el astrágalo. Para el control y

cuantificación del impacto de este agente atricional sobre el conjunto óseo

recuperado en el sitio LCH1, se realizó la inspección escópica de la superficie

de cada hueso, asignándole un dígito correspondiente a su lugar en una

escala de alteración de la superficie basada en el porcentaje de la superficie

del hueso con marcas de raíces. La escala de modificación empleada fue la

siguiente: Nula, 0% (0); Escasa, 1%- 10% (1); Regular, 11%-70% (2);

Intensa, 71%-100% (3). Sobre un total de 124 especímenes analizados con

un tamaño superior a los 5 cm (Entierro Nº 1), el 87 % presentó improntas

de raíces, con el 79,8 % oscilando entre el 1 % y el 70 % de la superficie

cubierta.

e) Roedores:

Los roedores pueden cumplir tanto el rol de agentes

atricionales, segmentando, movilizando y/o destruyendo materiales

arqueológicos, como de agentes recicladores, reexponiendo materiales

previamente enterrados a los agentes de atrición subaéreos. Representan

uno de los agentes de perturbación del registro arqueológico más activos de

la Región Pampeana (Politis, 1988; Politis y Madrid, 1988; Salemme, 1987).

En el sitio LCH1, el método empleado para la evaluación de la magnitud de

las modificaciones producidas por roedores se desarrolló siguiendo los pasos

propuestos por Politis y Madrid (1988). Durante la excavación se

identificaron y mapearon cuevas, galerías, "nidos", y todo otro rasgo

potencialmente producido por la actividad de mamíferos cavadores. Se puso

especial cuidado en la recuperación de restos de roedores a través del uso de

cernidores de malla fina (2 mm), y en la determinación de la relación

espacial de los restos con respecto a las cuevas o galerías. En el laboratorio

se procedió al análisis macroscópico de los restos óseos recuperados, con el

fin de detectar la presencia de marcas atribuíbles a la acción de roedores. A

los fines descriptivos y comparativos, se utilizó la propuesta clasificatoria de

Politis y Madrid (1988), quienes analizaron el conjunto arqueofaunístico

proveniente del sitio Laguna Tres Reyes 1 (Pdo. de Adolfo Gonzáles Cháves),

localizado en el centro del Area Interserrana bonaerense. Se analizó una

muestra de 339 especímenes óseos provenientes del Entierro Nº 1 (17% del

Page 137: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

NISP). De los huesos analizados, sólo 3 (0,88%) presentaron marcas

asignables a roedores. Como fuera puntualizado por Politis y Madrid (1988),

los criterios para la identificación específica de cada marca aún no han sido

establecidos debido a que, con frecuencia, las modificaciones producidas por

diferentes especies de roedores presentan similares características

(Behrensmeyer, 1990b). Múltiples observaciones actuales indican que la

morfología de cada marca no obedece sólamente a la morfología de los

incisivos de una especie o género de roedor particular - dentro de los cuales

existe gran variabilidad -, sino que depende también de la intensidad de la

acción, del angulo de ataque y de las características de la superficie roída

(Politis y Madrid, 1988). Los roedores identificados hasta el momento a

través del análisis del registro arqueofaunístico son el coipo o falsa nutria

(Myocastor coipus) y el tucu-tuco (Ctenomys sp.). El MNI de cada taxón aún

no ha sido calculado, aunque las observaciones realizadas en el terreno

indican que el correspondiente a tucu-tuco es muy superior al de coipo. La

morfología de las cuevas y galerías detectadas durante la excavación

corresponde a aquella descripta para estos dos géneros de roedores

(Contreras, 1968; 1984; Contreras y Maceiras, 1970; Sierra de S., 1960;

Politis y Madrid, 1988). En el caso del coipo, la determinación de una de las

cuevas localizada en el Testigo Sur de la Cuadrícula 1 (TS1) y con posibles

ramificaciones en la C1, C5 y C6, fue contrastada positivamente por el

hallazgo del esqueleto articulado de un ejemplar subadulto perteneciente a

este taxón. El hallazgo de huesos pertenecientes a tucu-tuco se realizó en

muy pocos casos en asociación a cuevas. Si bien estos animales tienden a

morir en el interior de sus madrigueras, haciendo esperable una mayor

asociación entre restos óseos y cuevas, la falta de correlación observada

puede ser atribuída al efecto combinado de las características particulares

de los sedimentos y de la baja resolución de las técnicas de excavación, que

conducirían a que en algunos casos los vestigios de cuevas no puedan ser

identificados. Las evidencias de cuevas atribuíbles a estos dos roedores se

hallan presentes en todas las unidades estratigráficas, con excepción de las

cuatro superiores correspondientes al médano de formación reciente (A, B, C

y D). Sin embargo, se observó que las asignadas a tucu-tuco son más

Page 138: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

frecuentes en los niveles inferiores, en especial en la UE "H". En base a los

requerimientos ambientales del tucu-tuco (Contreras, 1984; Contreras y

Maceiras, 1970), se postula que cuando estos roedores ocuparon el sitio, las

condiciones locales eran más áridas que las actuales, permitiendo el

desarrollo de esta población en un lugar en el que actualmente, debido a la

elevación de la napa freática, no se observa su presencia. El coipo, en

cambio, aún habita algunos sectores de la laguna. En la C4, a una

profundidad de 1,60-1,80 mts respecto del nivel 0, se detectó la presencia de

un "nido" de origen reciente, con el piso aún tapizado con hojas secas de

gramíneas. La morfología del nido y de las galerías asociadas permiten inferir

su pertenencia a coipo. La baja frecuencia de marcas en los huesos, sugiere

que el principal efecto de la actividad de estos roedores no habría sido la

fragmentación o daño de los restos óseos, sino el desplazamiento horizontal

y/o vertical de artefactos y ecofactos. La presencia de artefactos en el interior

de cuevas y la distribución espacial de ciertos huesos, algunos de ellos

remontables, podría ser explicada por la acción de roedores de mediano

tamaño, tales como los coipos.

A modo de resumen puede decirse que, a diferencia de lo observado en

Arroyo seco 2, los huesos que permanecieron in situ sufrieron un bajo grado

de alteración a nivel macroestructural. Sin embargo, la proporción de

elementos desplazados por diversos agentes es mayor en LCH1 respecto a

Arroyo Seco 2, por lo que la integridad de cada entierro es menor en el

primer sitio. Los principales agentes atricionales y modificadores de la

estructura ósea - la erosión hídrica, el pisoteo y la meteorización -, tuvieron

una acción muy tardía, en momentos inmediatamente previos a la

recolección del material. Debido a ello, su impacto sobre la integridad del

conjunto fue relativamente baja, lo que se demuestra por la posibilidad de

reensamblaje en un 40% a 50% de por lo menos tres individuos adultos,

cuyos restos se hallaban dispersos en posición superficial. Los individuos

más afectados por estos procesos probablemente fueron los subadultos

(MNI=2), representados por muy pocos elementos. En el caso del entierro

secundario (Entierro 1) la historia predepositacional, en gran medida

desconocida, pude dar cuenta de algunas de las diferencias registradas

Page 139: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

respecto a los entierros primarios, tales como la mayor frecuencia de

fracturación (Figura VI.2.16.).

VI.3. Laguna Tres Reyes 1

VI.3.1. Introducción

La Laguna Tres Reyes es un cuerpo de agua permanente de

aproximadamente 450 ha., ubicado a 4 Km al E del río Quequén Salado, a

los 37° 56' de Latitud Sur y a 60° 34' de Longitud Oeste (Carta Topográfica

"Pedro P. Lassalle", I.G.M. 3760-32-4, 1953, E: 1:50.000), en jurisdicción

del partido de Adolfo Gonzales Chaves).

Desde el punto de vista fitogeográfico, el área se incluye en el Dominio

Austral de la Provincia Pampeana (Cabrera, 1976) y zoogeográficamente

pertenece al Dominio Pampásico de la Región Guayano-Brasileña (Ringuelet,

1961). El clima es del tipo C2 B'2 r á (subhúmedo-húmedo, mesotermal),

según el método de Thornthwaite.

VI.3.2. Antecedentes

En la Laguna Tres Reyes, las investigaciones arqueológicas desarrolladas

durante la década del 80 condujeron a la detección, sondeo y excavación de

dos sitios localizados sobre las márgenes norte y este, denominados Tres

Reyes 1 y 2, respectivamente. Hasta el presente, en el sitio 2 sólo se han

realizado recolecciones superficiales y sondeos. El sitio 1 se encuentra en

una etapa más avanzada de investigación. Este sitio fue estudiado

inicialmente por el Lic. Luis Meo Guzmán, quien en 1981 excavó una

superficie de 16 m2 en un sector próximo al borde de la barranca.

Posteriormente, en 1986, un equipo integrado por los Dres. Gustavo Politis y

Mónica Salemme y la Lic. Patricia Madrid, con la colaboración de los Dres.

Francisco Fidalgo y Eduardo Tonni, reanudaron las investigaciones en el

lugar, ampliando el área de excavación en dos campañas realizadas en abril

de 1986 y octubre de1987.

Los distintos informes publicados e inéditos sobre este sitio,

puntualizaron aspectos particulares de la investigación, tales como la

tafonomía (Politis y Madrid, 1988); los análisis arqueofaunísticos (Salemme,

Page 140: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

1987); la caracterización de lo que se denominó Componente Superior

(Madrid y Salemme, 1991), y el análisis tecnomorfológico y el estudio de los

procesos de formación del sitio (Madrid et al., 1991).

En el mes de noviembre de 1994 el Sr. Hugo Coronel, vecino de De La

Garma, población cercana al lugar, realizó el hallazgo de un cráneo y de

otros huesos humanos al pie de la barranca de la laguna, a

aproximadamente 3 m de uno de los sectores excavados en 1986 y 1987. La

presencia de posibles entierros humanos, un rasgo hasta ese momento aún

no registrado en el sitio, motivó la continuación de los trabajos de campo en

esta localidad arqueológica. Los mismos se realizaron en diciembre de 1994

y marzo-abril de 1995.

VI.3.3. Temporada de excavación 1994-1995

En diciembre de 1994 se excavó una cuadrícula de 4 m2 de superficie

sobre la línea de barranca (Cuadrícula Nº 12) (Figura VI.3.1.). La totalidad

del sedimento extraído se crivó en cernidores de malla fina (2x2 mm).

En el depósito, de aproximadamente 1m de potencia, se diferenciaron las

tres unidades estratigráficas ya identificadas en anteriores trabajos de

campo realizados en diferentes sectores de la costa de la laguna (Madrid et

al., 1991; Madrid y Salemme, 1991):

- Unidad A-A/B: De 0,25 a 0,40 m de espesor. Sedimento arenoso, gris

oscuro en seco, correspondiente al suelo actual. Se observan hacia la base

pequeñas motas de carbonato de calcio, pasando gradualmente a la unidad

siguiente a través de una zona de transición denominada A/B.

- Unidad B: De 0,15 a 0,35 m de espesor. Sedimento eólico marrón oscuro

con alto contenido de carbonato de calcio, que presenta una concentración

de nódulos de tosca hacia la base. Representa la parte más jóven de la

Formación La Postrera.

- Unidad C: Sedimento limo-arenoso, gris blanquecino con nódulos de tosca,

que forma la base de la secuencia estratigráfica. Representa al Miembro

Guerrero de la Formación Luján. En esta cuadrícula se recuperaron

artefactos y ecofactos en las unidades A-A/B y B.

Page 141: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Entre 0,60 m y 1,20 m de profundidad, en un sedimento de relleno de

color marrón oscuro, claramente diferenciable de las unidades estratigráficas

arriba descriptas, se realizó el hallazgo de restos humanos correspondientes

a un mínimo de 10 individuos de distinto sexo y edad (Figura VI.3.2.).

Si bien los huesos se hallaban en distinto grado de articulación, pudo

determinarse que se trataba de entierros primarios. En algunos casos, se

observaron superposiciones entre elementos esqueletales pertenecientes a

distintos individuos. Los restos pertenecientes a los tres individuos

enterrados a mayor profundidad (Nº 6, 9 y 10), se encontraban apoyados

sobre la tosca que forma la base de la secuencia estratigráfica (UE "C"). Las

dimensiones aproximadas del pozo que contenía los restos son:

a) Largo máximo: 2,10 m; Dirección: E-O

b) Ancho máximo: 1,65 m; Dirección: N-S

c) Espesor: 0,60 m.

No se recuperó ningún elemento asociado a los restos óseos. El estado de

conservación de los mismos era muy bueno.

En marzo de 1995, se excavaron dos nuevas cuadrículas, adyacentes a la

C12, denominadas C13 y C14. Se registró la presencia de artefactos líticos y

cerámicos, restos óseos de animales de importancia económica tales como

guanaco (Lama guanicoe), venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus) y

armadillos, en sedimentos correspondientes a las unidades estratigráficas A,

A/B y B. La mayor densidad de hallazgos se registró, como en anteriores

excavaciones, en la unidad A/B y en la parte superior de la unidad B.

Horizontalmente, se observó una mayor concentración de materiales en la

cuadrícula 14, la más próxima a uno de los sectores excavados en 1986 y

1987 (Figura VI.3.1.).

VI.3.4. Estructura etárea y sexual de la muestra de esqueletos humanos

Las determinaciones de sexo y edad probable fueron llevadas a cabo

siguiendo las pautas generales descriptas en el apartado V.1.4. La muestra

del sitio Laguna Tres Reyes 1 está compuesta por un total de siete individuos

adultos, dos subadultos y un indeterminado (Tabla VI.3.1.). El sector adulto

de la muestra se compone de cuatro individuos masculinos y dos individuos

Page 142: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

femeninos. Cada individuo fue asignado a una categoría etárea específica,

tomando en consideración intervalos de cinco años. Por arriba de los 40

años, no fue posible utilizar intervalos inferiores a diez años.

Asumiendo que dentro de una misma población, el desgaste dentario

ocurre a una tasa aproximadamente igual en todos los individuos, éste

puede ser utilizado como un medio de contrastar las determinaciones

etáreas efectuadas mediante el uso de otros indicadores. Para obtener una

medida del desgaste dentario en la muestra de Tres Reyes 1, se procedió a

medir la altura de la corona de cada uno de los dientes presentes en los

cinco cráneos disponibles. Las mediciones fueron realizadas con un calibre

digital desde el punto medio de la unión entre el esmalte y la dentina en la

cara labial, hasta el punto más alto de la parte media de la corona, en la

cara labial de cada pieza dentaria. Se consideró esta medida de desgaste

dental debido a su rapidez de relevamiento y a su alta replicabilidad. Los

resultados obtenidos se hallan representados en las Figuras VI.3.3. y VI.3.4.

Las mismas muestran que el grado de desgaste relativo entre los individuos

coincide con el ordenamiento de edades producido mediante el empleo de

indicadores tales como las modificaciones en la sínfisis del pubis o en la

superficie auricular del ilion.

VI.3.5. Procesos de modificación post-depositacional de los entierros

humanos

El conjunto de entierros humanos del sitio Laguna Tres Reyes 1 se

caracteriza por : a) un bajo grado de carbonatación de la superficie y de los

canales medulares; b) la baja frecuencia de manchas de óxido de

manganeso; c) un bajo grado de fracturación y fragmentación

postdepositacional; d) un alto grado de desarticulación y dispersión de los

elementos, tanto de pequeño tamaño y bajo peso como de gran tamaño y

peso; e) un bajo grado de modificación de la superficie de cada hueso en

relación al registrado en huesos de mamíferos depositados en las unidades

A, A/B y B (Politis y Madrid, 1988).

La Figura VI.3.5. modeliza la probable historia postdepositacional del

conjunto de entierros humanos de Laguna Tres Reyes 1. La misma muestra

Page 143: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

que los principales agentes postdepositacionales que influyeron sobre la

estructura del conjunto fueron las raíces, la actividad de mamíferos

excavadores - probablemente roedores -, la actividad humana prehistórica y

la erosión hídrica.

El principal factor formador del registro a nivel del sitio, y probablemente

de la localidad, es la actividad de animales excavadores, principalmente

roedores de pequeño y mediano tamaño tales como el coipo o falsa nutria

(Myocastor coipus) y el tucu- tuco (Ctenomys sp.) (Politis y Madrid, 1988). En

una muestra compuesta por 1014 huesos de mamíferos de la unidades A,

A/B y B, Politis y Madrid (1988: 33) identificaron marcas asignables a

roedores en el 25% de los casos. La morfología de las cuevas y galerías

registradas durante la excavación, la observación de cuevas actuales de

coipo en las proximidades del sitio, y la presencia de restos óseos de coipo y

tuco-tuco en los distintos niveles, apoyan también la inferencia de que

roedores pertenecientes a estos dos taxa fueron los principales responsables

de las modificaciones observadas en un elevado porcentaje de los huesos

analizados, y de los probables desplazamientos horizontales y verticales de

los materiales arqueológicos (Madrid et al., 1991; Politis y Madrid, 1988: 39).

En el caso de los restos humanos, menos del 1% presenta marcas

atribuíbles a roedores. Sin embargo, se observa un alto grado de

desarticulación entre las diversas partes esqueletarias de la mayor parte de

los individuos registrados, lo que sugiere la actividad de animales

excavadores capaces de desplazar elementos de gran tamaño y peso (i.e.

huesos largos). Hasta el presente, no hay datos que permitan estimar el

rango dimensional de los objetos potencialmente desplazables por la

actividad de los roedores de nuestra área de estudio. Según Bocek (1986), el

"pocket gopher" (Geomys bursarius), un roedor de América del Norte de

tamaño y hábitos similares a los del tuco-tuco, tiende a esquivar durante la

excavación de su sistema de cuevas y galerías obstáculos de más de 5 cm.

Esto indicaría la mayor probabilidad de que los coipos hayan sido los

principales responsables del dezplazamiento, y consecuente desarticulación,

de los restos óseos humanos de mayores dimensiones. La redundancia

específica en la utilización de un mismo espacio para actividades

Page 144: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

inhumatorias probablemente haya constituído un importante factor en la

estructuración del registro. TR10, que es el individuo depositado a mayor

profundidad, presenta un alto grado de carbonatación, fracturación y

ausencia de partes del esqueleto apendicular correspondientes al lado

derecho. Su posición respecto al resto de los individuos sugiere que

probablemente haya sido depositado con anterioridad a éstos, y que el pozo

excavado para el entierro de la mayor parte de los individuos recuperados

haya intersectado su tumba, provocando la destrucción parcial del esqueleto

(Figura VI.3.2).

Finalmente, la erosión hídrica en momentos previos al momento de la

excavación, produjo la desarticulación y pérdida de elementos pertenecientes

a algunos individuos.

VI.4. Laguna La Larga

La laguna La Larga se halla ubicada en el Area Interserrana Bonaerense,

a los 38º 6' 21" de Latitud Sur, y a los 60º 31' 29" de Longitud Oeste (Carta

topográfica "La Sortija", I.G.M. 3960-2- 2, 1966, E 1:50.000). Su superficie

estimada es de aproximadamente 400 has. Sus orillas están limitadas por

sectores de playa que alternan con zonas anegadas y barrancas, las cuales

alcanzan alturas de hasta 2 m por sobre el nivel del agua en la margen Este.

El paisaje de la zona responde a las características típicas del área,

encontrándose la laguna en el centro de una depresión de mayores

dimensiones cubierta predominantemente por pastizales de gramíneas. Sólo

se divisan escasos sectores arbolados en las inmediaciones de los cascos de

los establecimientos agrícolas vecinos, ubicados en la cima de las pequeñas

lomadas que circundan la depresión mencionada. Entre los años 1949 y

1954, diversas excavaciones llevadas a cabo en esta localidad por parte del

Instituto del Museo de La Plata y del Museo Regional de Tres Arroyos

condujeron al descubrimiento de varios entierros humanos asociados a

material arqueológico (Sorgentini y Medina Zambelli, 1955). La deformación

craneana artificial de tipo circular de algunos de los esqueletos recuperados

fue considerada por estos autores como una característica morfológica

normal de la población a la cual pertenecían. Esto les permitió atribuírles

Page 145: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

una gran antigüedad y, a la vez, asignar los restos a la especie Homo

caputinclinatus, definida por Florentino Ameghino en base a los hallazgos de

Arroyo Siasgo y Banderaló (Sorgentini y Medina Zambelli, 1955; Ameghino,

1910). Posteriormente, en el año 1981, un equipo de investigación integrado

por graduados y alumnos de la carrera de Antropología de la Facultad de

Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, realizó

prospecciones y sondeos con el objetivo de ubicar el lugar de los hallazgos

descriptos por Sorgentini y Medina Zambelli y verificar la presencia de

evidencias de actividad humana en posición superficial y estratigráfica.

Estos objetivos fueron cumplidos sólo parcialmente, abandonándose con

posterioridad las investigaciones (Madrid, 1992 com.pers.) En 1984 se

publicó el estudio de un cráneo humano con deformación artificial de tipo

circular proveniente de esta localidad, perteneciente a las colecciones del

Museo de La Plata, del cual no pudo precisarse ni su contexto ni su

ubicación estratigráfica (Colantonio, 1984). En el año 1987, el Sr. Ferretti,

vecino de la localidad de De La Garma, Partido de González Chaves, notificó

el hallazgo de restos humanos (Tabla VI.4.1.) y de materiales arqueológicos

en la margen Este de la laguna. En compañía del Sr. Ferretti, el Dr. G. Politis

ubicó el lugar exacto de los hallazgos, obteniendo información adicional

sobre otros sectores de la barranca y de la playa de la laguna en donde

afloraban restos óseos, artefactos líticos, cerámicos, y varios objetos

históricos. Se identificaron entonces un total de tres sectores con vestigios

arqueológicos, que fueron denominados sitios 1, 2 y 3 (Politis et al., 1987).

Finalmente, en diciembre de 1991, el autor del presente informe, en

colaboración con la Lic. Patricia Madrid (CONICET), realizó tareas de

prospección arqueológica en la laguna, localizando el lugar del hallazgo del

Sr. Ferretti (Barrientos, 1993).

VI.5. Túmulo de Malacara

El sitio Túmulo de Malacara se halla ubicado a aproximadamente 200 m

de la confluencia de los arroyos Nutria Mansa y del Pescado, y a 100 m del

antiguo cauce del arroyo Malacara, en el partido de Lobería (Carta

topográfica "Mar del Plata", I.G.M 3957, 1972, E 1:500.000). El sitio fue

Page 146: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

detectado por Carlos Ameghino y Luis María Torres en enero de 1913. El

mismo se hallaba constituído por una construcción tumular de

aproximadamente 2 m de altura y 22 m y 18 m de largo y ancho máximos,

respectivamente (Torres y Ameghino, 1913). En el interior del túmulo, fueron

recuperados un mínimo de trece individuos, que formaban parte de entierros

primarios y secundarios. Algunos de los individuos presentaban un ajuar

funerario compuesto de cuentas rectangulares de valvas de moluscos. Una

descripción parcial de los hallazgos fue realizada por M. Vignati (1960). Del

total del material recuperado en los trabajos de campo efectuados por Torres

y Ameghino, depositados en el Departamento Científico de Antropología del

Museo de La Plata, fue posible identificar cuatro individuos para este estudio

(Tabla VI.5.1.).

VI.6. Estancia Santa Clara

El sito Ea. Santa Clara se halla ubicado en las proximidades del arroyo

homónimo, en el partido de Benito Júarez. En él, el Dr. Guillermo Udaondo

recuperó en la década de 1880, un número indeterminado de restos

humanos, de los cuales se conservan tres cráneos en la colección del

Departamento Científico de Arqueología del Museo de Ciencias Naturales de

La Plata. Dos de ellos (SC404 y SC405) presentan vestigios de pigmento

rojo, probablemente hematita, lo que podría indicar que provienen de

entierros secundarios (Lehmann-Nitsche, 1910).

VI.7. Península Testón

La Península Testón se halla ubicada en la margen NE de la Laguna del

Monte, en el partido de Guaminí. En ella, el Sr. Ignacio Tazedjian, estudiante

de la carrera de Antropología de la UNLP, recuperó a comienzos de la década

de 1980 restos humanos (Tabla VI.9.1.). Estos se hallaban aparentemente

asociados a restos óseos de Equus caballus, aunque las técnicas de

extracción empleadas no permitieron establecer si tal asociación era de

carácter primario o secundario.

VI.8. Laguna de Puán

Page 147: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

La Localidad Arqueológica Laguna de Puán comprende sitios ubicados en

la isla y en la costa norte de la laguna homónima, localizada a los 37º 34' de

Latitud Sur y a los 62º 48' de Longitud Oeste, en proximidades de la ciudad

de Puán (Carta topográfica "Puán", I.G.M 3768-28, 1966, E 1:100.000). La

isla de la laguna, compuesta básicamente por dos pequeños cerros en cuyas

cimas afloran cuarcitas pertenecientes a la Formación Mascota (Oliva et al.,

1991), posee un largo de aproximadamente 1000 mts en dirección E-O, y un

ancho de alrededor de 600 mts en dirección N-S.

Las investigaciones arqueológicas en esta localidad comenzaron en 1988.

Hasta el momento se han detectado seis sitios arqueológicos, cinco de ellos

ubicados en la isla (1, 2, 3, 4 y 6) y el restante en la costa norte de la laguna

(5) (Oliva y Barrientos, 1988; Oliva et al., 1991). El sitio que ha

proporcionado mayor información hasta el presente es el Sitio 1, ubicado en

la costa sur de la isla (Figura VI.10.1.). Los estudios en este sitio se iniciaron

en 1988, excavándose durante la primera campaña dos pozos de sondeo de

1 x 1 m sobre la barranca (Oliva y Barrientos, 1988). En febrero de 1989 se

realizó una nueva campaña en la que se excavó un total de 18 m2. En

setiembre de 1989 y febrero de 1990 se amplió el área excavada hasta los 43

m2. Las excavaciones se llevaron a cabo en tres sectores. Los sectores A y B

se ubican próximos al emplazamiento de los sondeos 1 y 2 excavados en

1988, y el sector C se ubica en el sector de la playa, donde se detectó una

concentración de huesos humanos (Entierro 1; Tabla VI.10.1.). Estos restos

fueron analizados desde un punto de vista morfométrico y comparativo por

G. Méndez y S. Salceda (1990). Una muestra de huesos humanos

procesada por el Laboratorio de Tritio y Radiocarbono (LATYR-UNLP) dió una

edad de 3,300 ± 100 años AP (LP - 253) (Oliva et al., 1991).

En el mes de diciembre de 1995, el Lic. Fernando Oliva realizó tareas de

prospección sobre la costa sur de la isla, recuperando restos humanos en

posición superficial sobre la playa, a aproximadamente doscientos metros

del Sitio 1 (Tabla VI.10.2.). Junto a los restos humanos, se recuperaron

artefactos líticos, también en posición superficial. Esta concentración se

denominó Sitio 6.

Page 148: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

VI.9. La Segovia

El sitio la Segovia se halla ubicado al N del partido de Puán, a los 37 28'

de Lat. Sur, y a los 62 46' de Long. Oeste. En él, durante el desarrollo de

tareas de tendido de una red eléctrica, se recuperaron restos óseos humanos

(Tabla VI.11.1.), que fueron estudiados desde un punto de vista

morfométrico y comparativo por las Dras. Méndez y Salceda, del Museo de

Ciencias Naturales de La Plata (Méndez y Salceda, 1990). En mayo de 1988,

el Lic. Fernando Oliva realizó sondeos en el sitio, que permitieron la

detección de artefactos líticos y restos óseos de guanaco en posición

estratigráfica (Oliva, 1991) (Figura VI.11.1.).

VI.10. Los Huecos

El sitio Los Huecos se halla ubicado sobre la márgen izquierda del arroyo

Curamalal Grande, a los 37 41' de Lat. Sur y a los 62 12' de Long. Oeste, en

el partido de Saavedra. En él, durante el desarrollo de tareas de prospección

geológica, el Dr. M. Zárate (UNMdP) realizó el hallazgo de restos óseos

humanos (Oliva, 1991) (Tabla VI.12.1.; Figura VI.12.1.). Estos restos fueron

analizados desde un punto de vista morfométrico por Méndez y Salceda (ms).

VI.11. Napostá

El sitio Napostá se halla ubicado en las proximidades del arroyo Napostá

Grande, en el partido de Bahía Blanca. El mismo fue localizado por la Prof.

Nora Cinquini, quien recuperó en el lugar un conjunto de entierros humanos

de tipo secundario (Tabla VI.13.1.). Desafortunadamente, no se dispone de

datos acerca del contexto del hallazgo. Las Dras. Méndez y Salceda del

Museo de Ciencias Naturales de La Plata realizaron un estudio preliminar de

carácter morfométrico (Méndez y Salceda, ms).

Page 149: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

VII. INTEGRACION DE LA INFORMACION BIOARQUEOLOGICA Y FORMULACION DE UN MODELO REGIONAL ACERCA DE LA EVOLUCION

DE LAS POBLACIONES HUMANAS EN EL SUDESTE DE LA REGION

PAMPEANA

VII.1. Introducción

El objetivo del presente capítulo es formular un modelo de la evolución de

las poblaciones prehispánicas del Sudeste de la Región Pampeana, con el fin

de derivar hipótesis y expectativas acerca de su proceso adaptativo,

principalmente a nivel de la salud, nutrición y dieta. En la construcción del

mismo, se prestará especial atención a la información bioarqueológica del

área, como así también a la información arqueológica y paleoambiental

relevante.

En este contexto, se considera que un modelo es una construcción que

especifica, de una manera ideal y simplificada, el modo en que operan o se

relacionan ciertos componentes del mundo real. Los modelos integran

enunciados de distinto nivel teórico, y su finalidad es hacer explícita la

información acerca de un determinado problema, las interpretaciones que en

un momento dado pueden hacerse de ella, y permitir la derivación de

hipótesis contrastables. No deben ser vistos como explicaciones finales

acerca de la relación entre las variables consideradas, sino más bien como

organizaciones parciales de la información disponible, de las que a priori se

sabe que deberán ser substituídas en el desarrollo ulterior de la

investigación (Borrero, 1985; Bunge, 1972; Kaplan, 1974; Lakatos, 1983;

Politis, 1988).

Como paso previo a la formulación del modelo se revisará el marco

cronológico actualmente disponible para el área, y se discutirá la

variabilidad temporal de aspectos claves de la organización del registro

bioarqueológico regional.

VII.2. Marco cronológico

En el Sudeste de la Región Pampeana, se disponen en la actualidad de

alrededor de medio centenar de fechados radiocarbónicos provenientes de

Page 150: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

diversos sitios del área. Estos últimos representan, en conjunto, menos del

20% del total de sitios registrados en los últimos 30 años (Barrientos et al.,

1996). La Figura VII.2.1. muestra la distribución de 45 fechados

radiocarbónicos pertenecientes a 23 sitios: Cerro La China (sitios 1, 2 y 3;

Cerro El Sombrero (Cima y Abrigo 1); Los Pinos; Arroyo Seco 2; Fortín

Necochea; Gruta del Oro; La Moderna; Caverna El Abra; La Olla (sitios 1 y 2);

Monte Hermoso 1; Cueva Tixi; Los Flamencos I; SA-17 Avestruz; La Toma 1;

Laguna Tres Reyes 1; Zanjón Seco 3; Laguna Los Chilenos 1; Lobería 1;

Laguna de Puán 1 (Austral, 1994; Barrientos y Madrid, 1997; Barrientos et

al., 1995; 1996; Bayón y Politis, 1993; 1994; 1996; Flegenheimer, 1994;

Mazzanti, 1993; 1997; Politis, 1996; Politis y Bayón, 1995; Politis y

Gutiérrez, 1996; Politis et al., 1994; 1995 y Capítulo VI de este trabajo). El

grado en que esta muestra se halla afectada por sesgos de diferente

naturaleza resulta desconocido, pero puede sospecharse que es alto. Las

posibles fuentes de error se relacionan con problemas de muestreo regional,

problemas de muestreo a nivel intrasitio, diferencias en el marco teórico de

los diversos investigadores, diseño e intensidad de la investigación,

financiamiento de los equipos de investigación, entre otros. Sin embargo,

analizados en conjunto con el resto de la información arqueológica,

bioarqueológica y paleoambiental disponible, permiten identificar algunas

tendencias significativas en el registro arqueológico a nivel macro y

microrregional.

La observación más obvia que puede hacerse a partir del análisis de la

Figura VII.2.1. es que el registro de fechados radiocarbónicos presenta

discontinuidades. Si tomamos como criterio de agrupamiento de fechas

distancias temporales menores o iguales a 500 años, lapso que en la mayoría

de los casos comprende dos desviaciones estándard respecto a la media de

cada fechado, pueden identificarse al menos siete segmentos temporales, con

una separación promedio entre cada uno de ellos de 923 ± 391 años (Figura

VII.2.2.). Gran parte de las soluciones de continuidad encontradas pueden

obedecer a los sesgos de muestreo arriba considerados, pero existe la

posibilidad de que una parte se relacione con discontinuidades reales en la

ocupación humana del área. En este contexto, discontinuidad no implica

Page 151: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

necesariamente ausencia de ocupación, sino variaciones en la visibilidad

arqueológica de los sistemas socioculturales a nivel regional, debido a

numerosas causas, entre ellas diferencias en la movilidad, localización de los

asentamientos, densidad poblacional, etc. Un medio de establecer cuál o

cuales de tales discontinuidades tienen una mayor probabilidad de

corresponder a eventos vinculados con la ocupación humana prehistórica es

comparar la distribución de fechados radiocarbónicos de regiones vecinas

situadas a igual latitud. La Figura VII.2.3. muestra la comparación con la

distribución de fechados radiocarbónicos anteriores al 2,000 AP de sitios de

Pampa Seca y Norte de Patagonia, situados entre 37° y 42° de Lat. Sur

(Berón, 1997; Orquera 1987; Sanguinetti de Bórmida y Curzio, 1996). En

ella se observa que el registro del Norte de Patagonia presenta un número

menor de discontinuidades que las observadas en las otras dos áreas. El

mayor tamaño de la muestra de Nordpatagonia puede explicar en parte esta

diferencia, sugiriendo también que, al aumentar el número de fechados

radiocarbónicos en el Sudeste de la Región Pampeana, el número de

segmentos temporales identificables en ésta área muy probablemente se

reduzca. Sin embargo, existe un período para el cual la escasez o ausencia

de dataciones resulta evidente en los tres casos. En el lapso comprendido

entre 6,000 y 5,000 años AP, en la mayoría de las secuencias locales y

regionales no se registran fechados. La única datación disponible para ese

período proviene de una muestra de carbón de la cuadrícula 13B de la cueva

Haichol, en el Centro-Oeste de la provincia de Neuquén (Fernández,

1988/90). En otras secuencias microrregionales del Norte de Patagonia, el

hiato ocupacional durante este período resulta muy marcado (i.e. Piedra del

Aguila; Sanguinetti de Bórmida y Curzio, 1996a y 1996b). En base a esta

comparación, puede decirse que este es el único lapso durante el Holoceno

en el cual la ausencia de evidencias de ocupación humana excede los límites

regionales. De un modo hipotético podría postularse que la falta de

visibilidad arqueológica de las poblaciones humanas durante ese período

probablemente esté relacionada con cambios en las condiciones climáticas,

ambientales y ecológicas a escala global o, al menos, a escala continental. En

este sentido, cabe señalar que el lapso considerado es inmediatamente

Page 152: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

posterior al momento del aumento máximo del nivel del mar ocurrido

durante el Hypsitermal (Isla, 1989; cf. Aguirre y Whatley, 1995). La escala

espacial apropiada para discutir los otros casos de discontinuidad parece ser

una de carácter mucho más local, en la cual los problemas de muestreo

seguramente deben jugar un papel muy importante en la estructuración del

registro. Sin embargo, puede demostrarse que por lo menos cuatro de los

siete segmentos temporales identificados (Nº 3, 5, 6 y 7) se asocian a

variaciones en distintas dimensiones del registro bioarqueológico. Estas son:

a) variabilidad morfológica inter e intramuestral; b) deformación craneana

artificial; y c) prácticas mortuorias. A continuación discutiremos la

evidencia vinculada a cada uno de estos aspectos.

VII.3. Variabilidad morfológica inter e intramuestral En la Región Pampeana, hasta el presente no se han realizado estudios

de alcance regional destinados a analizar la variabilidad morfológica

intermuestral teniendo en cuenta los factores de variación intramuestral,

tales como la edad, el sexo, la deformación craneana artificial y

postdepositacional, entre otros. La consideración de estos factores resulta de

suma importancia, ya que condicionan en forma directa la comparabilidad

entre las distintas series de esqueletos humanos. El estudio más reciente y

de mayor cobertura espacial orientado a analizar la variabilidad morfológica

entre muestras de cráneos de la provincia de Buenos Aires, es el de Méndez

y Salceda (1989). Estas autoras estudiaron 104 cráneos provenientes de

distintos sectores de la provincia, la mayoría de ellos pertenecientes a

colecciones depositadas en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata.

Méndez y Salceda analizaron 38 variables métricas mediante la aplicación de

técnicas estadísticas multivariadas (Cluster Analysis, Minimum Spanning

Tree y Principal Component Analysis). Como resultado del estudio,

concluyeron que el 96% de los individuos podrían ser considerados como

miembros de una única entidad biológica, ya que no encontraron diferencias

estadísticamente significativas entre ellos. Sin embargo, consideramos que

los resultados de este análisis deben relativizarse, debido a que Méndez y

Salceda no estratificaron la muestra por sexo ni edad. De igual modo, si bien

Page 153: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

consideraron la posible influencia de la presencia de deformaciones

craneanas artificiales y de diferencias cronológicas entre las series sobre los

resultados obtenidos (Méndez y Salceda, 1989: 103), no efectuaron ningún

tipo de control sobre tales factores de variación.

De todos los factores de variación intra e intermuestral mencionados, el

que consideramos crítico para dotar de un significado evolutivo al estudio de

las diferencias y similitudes entre muestras esqueletarias es la cronología.

La falta de un control cronológico adecuado de las muestras es un problema

del que adolecen muchos de los trabajos orientados a analizar distancias

biológicas interpoblacionales llevados a cabo hasta el presente. La principal

razón de ello es la notable escasez, en nuestra área de estudio y en otras

áreas del país, de fechados radiocarbónicos obtenidos directamente de restos

óseos humanos. Esta es una situación que sólo ha comenzado a revertirse

en los últimos quince años, en gran medida relacionada con el desarrollo de

la técnica de datación radiocarbónica de AMS y con la expansión de los

estudios arqueológicos y bioarqueológicos (i.e. Barrientos et al., 1995;

Berón, 1997; Novellino y Guichón, 1996; Oliva et al., 1991; Politis, 1984;

1995; 1996; entre otros).

En nuestra área de estudio disponemos de cuatro series esqueletarias

con un control cronológico adecuado (ver Capítulo VI). En tres de ellas se

han obtenido fechados radiocarbónicos a partir del colágeno de huesos

humanos (Arroyo Seco 2, Laguna de Puán 1-6 y Laguna Los Chilenos 1). La

serie restante ha sido cronologizada mediante la extensión de los fechados

radiocarbónicos de los componentes arqueológicos suprayacentes (Laguna

Tres Reyes 1). La muestra de Arroyo Seco 2 correspondería a fines del

Holoceno temprano y comienzos del Holoceno medio (ca. 8,000 a 6,000 años

AP); la muestra de Laguna de Puán 1-6 a fines del Holoceno medio (ca. 3,300

años AP); la muestra de Laguna Tres Reyes 1 a comienzos del Holoceno

tardío (ca. 2,000 años AP); y, finalmente, la muestra de Laguna Los Chilenos

1 a momentos inmediatamente previos a la llegada de los europeos a la

región (ca. 500 a 400 años AP). No se han desarrollado hasta el presente

estudios específicos dirigidos a establecer cuantitativamente el grado de

similitud o diferencia morfológica entre estas cuatro series esqueletarias.

Page 154: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Sin embargo, de un modo cualitativo puede establecerse un conjunto de

similitudes y diferencias entre ellas, tanto a nivel del esqueleto craneal como

del esqueleto postcraneal. Los únicos datos cuantitativos disponibles se

hallan referidos a las dimensiones lineales de los huesos largos. Las tablas

VII.1. y VII.2. muestran la comparación entre las estaturas probables

calculadas a partir del fémur de individuos adultos masculinos y femeninos

de las cuatro muestras (fórmula de regresión para mongoloides; Trotter,

1970). En el caso de los individuos masculinos de LCH1 y femeninos de TR1

y LCH1, sólo pudieron tomarse mediciones en un sólo individuo, lo que

afecta la validez de la comparación. Sin embargo, si se asumen esos valores

como representativos, no se observan, dentro de cada sexo, diferencias

significativas entre las estaturas medias correspondientes a cada serie. Si

bien las dimensiones lineales de los huesos largos parecen no diferir

significativamente, los individuos de Arroyo Seco 2 presentan huesos más

gráciles que los de Tres Reyes 1 y Laguna Los Chilenos 1. En particular, los

individuos masculinos de Laguna Los Chilenos 1 manifiestan una mayor

tendencia hacia la robustez ósea, muy similar a la encontrada en las series

esqueletarias del Norte de Patagonia.

La morfología craneana resulta difícil de comparar debido a la presencia

de individuos con deformaciones artificiales y postdepositacionales. Este

último tipo de alteración afecta particularmente a la muestra de Arroyo Seco

2 (ver Capítulo VI). En los casos en los que se verifica algún tipo de

deformación craneana, los componentes faciales resultan, en general, menos

afectados que los componentes funcionales del neurocráneo . La

comparación visual de los primeros sugiere la existencia de diferencias tanto

a nivel intra como intermuestral, que necesitan ser analizadas con mayor

profundidad en el futuro (Figuras VII.3.1. a VII.3.4.).

VII.4. Deformación craneana artificial

Como señalaramos en el Capítulo V, en nuestra área de estudio se hallan

presentes los tres tipos principales de deformación craneana artificial

definidos por Imbelloni (1923). Si bien en algunas localidades arqueológicas

se ha registrado la presencia de más de un tipo de deformación (i.e. Laguna

Page 155: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

La Larga), en ningún sitio particular se ha verificado la existencia de más de

un tipo en entierros que puedan ser considerados como contemporáneos.

Por el contrario, la distribución temporal de los diferentes tipos de

deformación craneana presenta una clara tendencia (Figura VII.4.1.). La

deformación circular representa el tipo más antiguo y el de mayor

persistencia a través del tiempo. Su más temprana presencia se ha

registrado en algunos de los individuos correspondientes al segundo y tercer

momento de inhumación de Arroyo Seco 2 (ca. 7,000-6,300 años AP) (Figura

VII.4.2.). Su aparición más tardía se halla representada en Laguna de Puán

1-6 (ca. 3,300 años AP) (Oliva, et al., 1991) (Figura VII.4.3.). En Pampa Seca,

dos individuos con este tipo de deformación provenientes de la localidad

Tapera Moreira han sido fechados en 2,630 ± 60 y 2,960 ± 50 años AP

(Berón, 1997). La deformación tabular oblicua se halla representada en sólo

5 sitios (Figuras VII.4.4. a VII.4.6.). Dos de ellos, La Toma y Laguna Tres

Reyes 1, presentan dataciones radiocarbónicas situadas alrededor de los

2,000 años AP (Barrientos y Madrid, 1997). Por último la deformación

tabular erecta, la de mayor frecuencia y dispersión areal, ha sido fechada en

Laguna Los Chilenos 1 en 470 ± 80 años AP (Barrientos et al., 1995) (Figura

VII.4.7.).

En la actualidad, resulta difícil otorgar un significado preciso a las

distribuciones temporales, espaciales, intragrupales (sexuales o de algún

otro tipo) de las distintas clases de patrones deformatorios en poblaciones

cazadoras-recolectoras prehistóricas. Sin embargo, puede hipotetizarse que

estas prácticas jugaron un rol importante en los procesos de diferenciación

cultural o étnica entre y dentro de distintas poblaciones, posiblemente

vinculados a cambios en ciertos parámetros demográficos y

organizacionales.

VII.5. Prácticas mortuorias

Respecto de las prácticas mortuorias, se observan en el registro dos

rasgos particularmente significativos. Uno de ellos es el uso recurrente, a

través de milenios, de una misma área para el desarrollo de actividades

funerarias en conjunto con otras actividades no rituales. Esta situación se

Page 156: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

halla representada en el sitio Arroyo Seco 2 (ca. 8,000 a 6,000 años AP). El

otro rasgo es la existencia de áreas formales de entierro, aparentemente a

partir de comienzos del Holoceno tardío (ca. 2,000 años AP). Arroyo Seco 2

no puede ser considerado como un área específica o formalizada de entierro,

debido a que no reúne dos de los principales criterios de definición

proporcionados por Pardoe (1988). En primer lugar, la distribución de las

tumbas no presenta un patrón discernible - al menos por el momento - ni en

cuanto a orientación ni en cuanto a distancia u otro tipo de relación

espacial. En segundo lugar, el componente arqueológico probablemente

asociado con los eventos de depositación de la mayoría de los entierros

registrados, el Componente Inferior, parece ser el resultado de múltiples

actividades, no todas ellas relacionadas con la disposición de cadáveres

(Politis, 1984; 1988). Si bien parece haber sido utilizado en forma

discontinua pero recurrente a través del tiempo para la inhumación de

numerosos individuos (ver Capítulo VI), después de los 6,000 años AP

aproximadamente deja de ser utilizado con ese fin. Sólo durante el Holoceno

tardío vuelven a producirse en el lugar eventos de inhumación.

Es durante este último período que aparecen en el registro regional

verdaderas áreas formales o específicas de entierro, caracterizadas por la

ausencia de evidencias de uso de esos espacios para la realización de

actividades no vinculadas con el ritual (i.e. Túmulo de Malacara, Laguna Los

Chilenos 1). En el Sudeste de la Región Pampeana, parece haber una

asociación estrecha entre la formalización de áreas de entierro y la práctica

del entierro secundario. Se han podido identificar dos tipos de entierros

secundarios a nivel regional. Uno de ellos (Tipo 1), asociado a la práctica de

la deformación tabular oblicua, se caracteriza por estar constituído

básicamente por el cráneo y los huesos largos, con una muy baja frecuencia

de otras partes esqueletarias (Arroyo Seco 2 y Túmulo de Malacara). En el

otro tipo (Tipo 2), asociado a la presencia de deformación tabular erecta, se

hallan representadas casi la totalidad de las partes esqueletarias, aunque

con distinta frecuencia. En la mayoría de los casos registrados (Campo

Brochetto, Laguna Los Chilenos 1, Napostá, La Petrona), se verifica la

presencia de pigmento rojo, y con menor frecuencia amarillo, sobre algunos

Page 157: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

de los huesos que integran el entierro. En el primer caso el NMI calculado

varía entre 1 y 5, mientras que en el segundo caso, el NMI varía entre 1 y 14.

Las diferencias de MAU% entre los dos tipos de entierro secundario se

observan en la Figura VII.5.1.

A través de una correlación de diversos rasgos presentes en cinco sitios

del área (posición de los entierros, tipo de ajuar, tipo de deformación

craneana), se ha propuesto que el primer tipo de entierro secundario

descripto correspondería cronológicamente a comienzos del Holoceno tardío

(Barrientos y Madrid, 1997). En base a la gran similitud formal entre los

diversos casos, parece razonable considerar al fechado de Laguna Los

Chilenos 1 (470 ± 80 años AP) como indicador de la posición cronológica del

segundo tipo de entierro secundario (Barrientos et al., 1996) (Figura VII.5.2.).

La importancia de la recurrente asociación entre áreas formales de

entierro y entierros secundarios radica en que, empíricamente, ambos rasgos

se correlacionan con cambios en las relaciones ecológicas, tanto a nivel del

entorno natural como social (ver Apartado I.3.). Entre los cambios más

importantes implicados, pueden mencionarse un manejo más territorial de

los recursos críticos, mayor densidad demográfica, restricción de la

movilidad residencial y surgimiento de grupos de descendencia lineal, en

oposición a la banda bilateral característica de los cazadores-recolectores

más móviles. En el caso del Sudeste de la Región Pampeana, no se dispone

aún de un gran cuerpo de evidencia que apoye la hipótesis de que el

surgimiento de áreas formales de entierro y de los entierros secundarios se

halla vinculado a cambios sustanciales en la ecología de las poblaciones

humanas durante el Holoceno tardío. Sin embargo, en otras secciones del

presente capítulo se expondrán líneas complementarias de evidencia que

sugieren el alto grado de probabilidad de la misma.

VII.6. El modelo

En los apartados anteriores hemos mostrado que el comienzo o

desaparición de rasgos asociados a la variación biológica y/o étnica de las

poblaciones prehistóricas de nuestra área de estudio coinciden,

aproximadamente, con algunas de las soluciones de continuidad en la

Page 158: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

distribución de los fechados radiocarbónicos. Esto indicaría la posibilidad de

que algunas de las discontinuidades observadas en el registro no sean

solamente el resultado de sesgos de muestreo. En este sentido, la que

presenta mayores probabilidades de responder a otras causas (i.e.

paleoambientales), es la correspondiente al Holoceno medio, entre

aproximadamente 6,000 y 5,000 años AP. La ausencia de dataciones

correspondientes a ese lapso en ésta y otras áreas vecinas indicaría, o bien

la ausencia de ocupación humana (i.e. por migración o extinción local de

poblaciones), o bien la disminución de la visibilidad arqueológica de los

grupos debida a una significativa reducción de la densidad poblacional,

asociada a cambios en la organización de los sistemas de asentamiento y

subsistencia (i.e. mayor movilidad, menor redundancia en la ocupación,

diferente localización de las áreas de actividad, etc.). En cualquiera de los

dos casos, su efecto sobre el proceso evolutivo de las poblaciones pampeanas

prehistóricas pudo haber sido de gran magnitud.

En la Región Pampeana no parecen haber existido en el pasado

condiciones para el aislamiento de poblaciones (i.e. barreras geográficas),

como las que se infieren para ciertas áreas de Patagonia (ver Borrero,

1994/1995). Por ello, resulta poco probable que la variabilidad morfológica

que se observa a través del tiempo sea el resultado de la acción de

mecanismos evolutivos actuantes sobre poblaciones pequeñas y aisladas

desde un punto de vista reproductivo, tales como la deriva génica. Antes

bien, parece mucho más probable que tales diferencias sean el resultado de:

a) recambios poblacionales debidos a procesos de emigración y/o extinción

local de poblaciones, y/o b) flujo génico entre distintas poblaciones debido a

procesos de inmigración. El principal, pero de ningún modo único, factor

regulador de la acción de estos mecanismos pudo haber sido la alteración de

la estructura de los recursos como consecuencia de los cambios ambientales

ocurridos en la región en distintos momentos del Holoceno. Politis (1984)

propuso un modelo para el área Interserrana en el que postuló que la

densidad humana habría sido mayor durante aquellos momentos con

condiciones climáticas áridas o semiáridas, en la medida en que tales

condiciones habrían aumentado la capacidad sustentadora del área. Por el

Page 159: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

contrario, la densidad poblacional habría sido menor durante los ciclos

climáticos húmedos-subhúmedos debido a la retracción de los principales

recursos hacia áreas vecinas (i.e. guanacos, vegetales de la Provincia del

Espinal). En base a la evidencia arqueológica y paleoambiental disponible

(Figura VII.6.1.), proponemos a modo de hipótesis de trabajo que los cambios

ecológicos asociados con el Hypsitermal habrían involucrado una notable

reducción de la densidad demográfica como resultado de reajustes

poblacionales debidos principalmente a procesos de emigración y/o

extinción local de poblaciones humanas. El paulatino incremento en la

densidad demográfica del área habría sido posible a partir de la instauración

de condiciones áridas-semiáridas (ca. 5,000 a 4,500 años AP; cf. Heusser,

s/f; Madrid y Politis, 1991; Nieto y Prieto, 1987; Prieto, 1996; Zárate y

Blassi, 1993). Sólo desde fines del Holoceno medio (ca. 4,000-3,000 años AP)

se habrían creado las condiciones para producir una ocupación efectiva del

espacio (en el sentido de Borrero, 1994/1995). Los mecanismos de

diferenciación biológica y étnica entre poblaciones humanas a partir de este

momento debieron involucrar, principalmente, procesos de inmigración y

flujo génico.

Desde un punto de vista arqueológico, no hay evidencias suficientes para

discutir la naturaleza ni los mecanismos de los procesos de diferenciación

temporal y microrregional entre las poblaciones de fines del Holoceno medio

y comienzos del Holoceno tardío. Por el contrario, sí disponemos de evidencia

para discutir estos procesos durante la última fase del Holoceno tardío,

previo a la llegada de los europeos a la región (ca. 1,000-400 años AP). Para

este período, hay evidencia arqueológica creciente acerca de la expansión de

poblaciones humanas desde el área Nordpatagónica (sector inferior de la

cuenca de los ríos Colorado y Negro, y Costa Sur Pampeana) hacia las

llanuras situadas a ambos lados del sistema serrano de Ventania. La

existencia y probable cronología de este proceso, definido como

"genenización" 1 de la Pampa Bonaerense, ya había sido sugerida con

anterioridad por R. Casamiquela, en base a evidencias lingüísticas,

1 De Gününa Kenna o Tehuelches Septentrionales, en el sentido de Casamiquela (1969).

Page 160: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

genealógicas y etnohistóricas (Casamiquela y Moldes, 1980: 31; cf.

Casamiquela, 1969; 1990; 1991).

Si bien nuestro conocimiento de la arqueología del extremo sur de la

Región Pampeana y del área Nordpatagónica adyacente es aún escaso, hay

evidencia que indica que ésta fue probablemente un área en la cual el efecto

de saturación local del espacio se produjo con particular intensidad durante

el Holoceno tardío (Borrero, 1994/1995; Nacuzzi y Fisher, 1988). El registro

arqueológico y bioarqueológico de esta zona muestra que la densidad de la

ocupación humana fue, durante este período, probablemente superior a la

de las áreas adyacentes. En particular, esta situación está sugerida por la

gran cantidad de sitios con entierros humanos situados a distancias

relativamente cortas entre sí, una situación generalmente atípica entre

cazadores-recolectores (ver Fisher y Nacuzzi, 1992). La saturación local del

espacio pudo haber creado las bases para el surgimiento de diversos

mecanismos dependientes de la densidad, tales como reajustes territoriales,

conflictos a nivel intra e intergrupal, competencia por territorios de alta

productividad, etc. El registro arqueológico de esta área muestra que las

poblaciones cazadoras-recolectoras que la habitaron durante el Holoceno

tardío pusieron un mayor énfasis en la producción de cultura material no

directamente relacionada a las actividades de subsistencia, respecto a

grupos contemporáneos de otras áreas de la Región Pampeana (i.e. adornos

auriculares, botones labiales o tembetá, placas grabadas, hachas pulidas y

grabadas, etc.; ver Outes, 1926; Torres, 1922; Willey, 1946). Esto puede ser

interpretado como el resultado de un incremento en la diferenciación

cultural o étnica entre grupos sociales, el cual tiende a ocurrir cuando se

produce un aumento en los niveles de competencia intra e intergrupal

(Hodder, 1979; 1982; 1985), asociados a la existencia de hábitats más

controlados y mejor delimitados, a un incremento en la densidad poblacional

y a una reducción del tamaño de los territorios o rangos de acción (en el

sentido de Binford, 1982). El registro muestra, asimismo, un uso intenso de

productos vegetales, inferible a partir de la gran cantidad de artefactos de

molienda recuperados en estos sitios (Orquera, 1987; Outes, 1926). Un

conjunto de rasgos característicos de esta área se manifiesta, aunque con

Page 161: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

una frecuencia menor, en lugares localizados más al norte, en la llanura

situada al oeste del sistema serrano de Ventania y en la llanura

Interserrana. En ellos se han identificado áreas específicas para la

disposición de entierros humanos, en las cuales se hallan presentes tanto

entierros primarios como secundarios (Laguna Los Chilenos 1, Campo

Brochetto; Barrientos y Leipus, 1995; Barrientos et al., 1995; 1996), y sitios

con gran cantidad de entierros humanos, situados a muy corta distancia

unos de otros (i.e. Cuenca del Sauce Chico y Napostá; N. Cinquini, com.

pers. a F. Oliva, 1988). Los entierros secundarios de estos sitios guardan

entre sí una marcada similitud formal y estructural (i.e. representatividad

de partes esqueletarias), con los entierros secundarios de las cuencas de los

ríos Colorado y Negro y con la Costa Sur Pampeana (entierros secundarios

de Tipo 2) (Barrientos et al., 1996). En sitios localizados en la llanura

situada al O. de Ventania, y en el área Interserrana, se han recuperado

placas grabadas y hachas pulidas similares a las del Norte de Patagonia

(Barrientos et al., 1995; Crivelli Montero, 1991; Kiehr y Medina Zambelli,

1973; Oliva, 1996 com.pers.). En los partidos de Guaminí y Adolfo Alsina se

han recuperado en superficie por lo menos cuatro tembetá igualmente

similares a los del Norte de Patagonia (Hiriart, 1997, com.pers.). La

distribución de la deformación craneana tabular erecta muestra también

una conexión entre el extremo sur de la Región Pampeana y Nordpatagonia

(Bórmida, 1953/1954), con las llanuras situadas a ambos lados del sistema

serrano de Ventania. Una explicación plausible de esta situación podría ser

la existencia de una expansión de los grupos localizados en el extremo sur

de la Región Pampeana y en Nordpatagonia hacia territorios ubicados al

norte de esta área, en algún momento durante los últimos 1,000 años

radiocarbónicos AP. En tal caso, cabe preguntarse cuáles son las bases

ecológicas que podrían permitir tal expansión. Bettinger y Baumhoff (1982),

basados en conceptos y modelos derivados de la ecología evolutiva (i.e.

Patch Models y Diet Models), dedujeron un continuum teórico de las

estrategias de adaptación y supervivencia de cazadores-recolectores, que

especifica relaciones precisas entre población, recursos, movilidad,

asentamiento y subsistencia. Este modelo es conocido como el continuum

Page 162: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

travelers-processors (viajeros-procesadores). Al igual que el modelo foragers-

collectors (Binford, 1980), la distinción entre travelers y processors no debe

ser interpretada en términos tipológicos, sino como un conjunto ideal de

estrategias interrelacionadas, pero que pueden ser puestas en práctica con

una intensidad diferencial por distintos grupos, o aún por un mismo grupo

bajo condiciones ecológicas distintas. Una situación “traveler” típica implica

un conjunto de estrategias tales como: a) una duración breve de cada

asentamiento residencial; b) una larga distancia entre asentamientos; c) baja

densidad poblacional; d) una alta sensibilidad al cambio demográfico; e) un

espectro relativamente estrecho de recursos; f) una relación

mujeres/hombres (tasa sexual) baja; g) una concentración de los costos de

subsistencia en las actividades de viaje, búsqueda y exploración; y h) un

bajo fitness competitivo (Bettinger, 1991). El otro extremo de este continuum

de estrategias de movilidad, subsistencia, asentamiento y demografía está

constituído por el conjunto ideal de estrategias características de los

“processors”. Los “processors” se caracterizan por a) una permanencia

prolongada en los asentamientos; c) una distancia corta entre cada

asentamiento; c) alta densidad demográfica; d) una baja sensibilidad al

cambio demográfico; e) un espectro amplio de recursos explotados; f) una

tasa sexual enriquecida en mujeres; g) una concentración mayor de los

costos de subsistencia en las actividades de obtención y procesamiento de

alimentos; y h) un alto fitness competitivo (Bettinger, 1991; Bettinger y

Baumhoff, 1982; 1983). En el modelo traveler-processor, a medida que la

población aumenta su densidad, la amplitud de la dieta se incrementa y,

junto con ella, se incrementa el procesamiento, esto es, los costos del manejo

(tanto en términos absolutos como proporcionales) y el costo total de la

dieta. Al mismo tiempo, debido a que las tasas de retorno totales y las tasas

de retorno derivadas del tiempo invertido en actividades de caza y

recolección dentro de áreas de mayor concentración de recursos ("resource

patches") caen, los beneficios del desplazamiento entre áreas de mayor

concentración de recursos también decrecen. Consecuentemente, el tiempo

invertido en cualquier "patch" determinado aumenta y, por esta misma razón

y debido a que la selectividad de áreas de alta concentración de recursos

Page 163: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

también declina, la proporción total de tiempo invertido viajando entre

"patches" altamente productivos decrece en forma concomitante. Debido a

que un incremento en la densidad de población necesariamente implica una

mayor utilidad (y por lo tanto demanda) para el tiempo invertido en el

procesamiento, se desprende que el incremento total en la población debería

ser seguido por un incremento en el tamaño y elaboración de los conjuntos

de artefactos vinculados al procesamiento (i.e. artefactos de molienda). Dado

que el procesamiento de alimentos es una tarea casi universalmente

femenina (i.e. cocción de los alimentos, molienda de semillas), el incremento

de la población podría producir una mayor demanda económica de mujeres.

Una expectativa clara derivada de esta situación sería un decrecimiento en

la tasa de infanticidio femenino. Este modelo ha sido desarrollado para dar

cuenta de la expansión de poblaciones de habla Numic del SE de California,

al área de la Gran Cuenca en el centro-oeste norteamericano (Bettinger y

Baumhoff, 1982; 1983; Young y Bettinger, 1992). Se ha argumentado que

este movimiento de población fue precipitado por una creciente presión

demográfica (sensu Keeley, 1988) en el SE de California, que eventualmente

condujo a los grupos de esta área a adoptar una estrategia processor que

implicaba una baja movilidad residencial en combinación con el uso

intensivo de recursos de baja calidad, que requieren de un procesamiento

intensivo (i.e. semillas de gramíneas). Con esta estrategia firmemente

establecida alrededor del año 1,000 AD, los grupos aborígenes del SE de

California estuvieron preadaptados para su expansión a las partes

adyacentes de la Gran Cuenca. Estas eran ocupadas hasta ese momento por

grupos con una alta movilidad residencial y un uso selectivo de recursos, en

particular mamíferos de gran tamaño (i.e. cabra montesa) (Larsen y Kelly,

1995). Bettinger y Baumhoff (1982; 1983) mostraron que, en general, grupos

con estrategias processor gozaban de una mayor ventaja competitiva sobre

grupos con estrategias traveler. Los grupos Numic competían por todos los

recursos que constituían la base de subsistencia de los grupos de la Gran

Cuenca, mientras que éstos competían sólo por algunos de los recursos

utilizados por los Numic, e ignoraban la mayor parte de los recursos con un

alto costo de procesamiento, que constituían sólo una parte del espectro

Page 164: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

total de recursos explotados por los grupos de habla Numic. Debido a ello,

los grupos de la Gran Cuenca no pudieron detener la expansión territorial de

la adaptación Numic (Young y Bettinger, 1992).

El escenario planteado por Bettinger y Baumhoff podría presentar

importantes analogías con el caso pampeano, que merecen ser investigadas.

Hasta el momento, sólo hemos planteado la plausibilidad, sobre bases

ecológicas bien establecidas, de la expansión de grupos de Nordpatagonia y

del extremo sur de la Región Pampeana hacia las llanuras del norte en algún

momento durante los últimos 1,000 años radiocarbónicos. Esta debe ser

demostrada mediante la realización extensiva de investigaciones

arqueológicas y bioarqueológicas en la parte inferior de la cuenca de los ríos

Colorado y Negro, en la Costa Sur Pampeana y en las cuencas de los ríos y

arroyos nacidos a ambos lados del sistema serrano de Ventania (i.e.

Chasicó, Sauce Chico, Napostá; Sauce Grande).

VII.7. Expectativas biológicas Para analizar y evaluar la composición de la dieta y el estado de salud y

nutrición de una población a partir del estudio de restos óseos, resulta

necesario disponer de una serie de expectativas iniciales acerca de la

probable distribución intra e intergrupal de los diferentes indicadores

analizados. La comparación entre los hechos esperados y los hechos

observados es uno de los principales medios con los que contamos para dar

significado a nuestras observaciones acerca del registro.

Las expectativas a partir de las cuales se puede interrogar al registro

bioarqueológico de nuestra área de estudio acerca de la salud, estado

nutricional y dieta de las poblaciones humanas durante el Holoceno,

provienen de dos fuentes principales: a) generales, y b) específicas. La

expectativas generales derivan de la información actualística (i.e. etnográfica,

demográfica, epidemiológica) y bioarqueológica acerca de cazadores-

recolectores contemporáneos y prehistóricos, en tanto que las específicas

derivan de la información arqueológica y bioarqueológica del área.

En el capítulo III señalamos que en la actualidad se disponen de muy

pocos estudios bioarqueológicos acerca de cazadores- recolectores con un

Page 165: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

grado significativo de movilidad. La información etnográfica existente acerca

de este tipo de poblaciones indica que los diversos grupos analizados varían

en casi todos los parámetros medidos (i.e. composición de la dieta, patrones

de fertilidad, morbilidad y mortalidad, etc.), lo que implica que, más allá de

ciertas características generales, no es posible identificar un patrón

"típicamente" cazador-recolector. Todo esto hace que resulte difícil derivar

expectativas biológicas precisas para este tipo de poblaciones y evaluar el

grado en que cada caso particular se ajusta o aparta respecto a algún patrón

específico previamente identificado.

Desde un punto de vista muy general es esperable que las muestras

derivadas de poblaciones cazadoras-recolectoras pampeanas de diferentes

momentos del Holoceno muestren frecuencias bajas de hiperostosis porótica,

lesiones óseas debidas a procesos infecciosos, caries y enfermedades

periodontales, y frecuencias relativamente más altas de hipoplasias del

esmalte dental y líneas de Harris (Cohen y Armelagos, 1984; Huss-Ashmore

et al., 1982; Larsen, 1987; Luckacs, 1989). Al mismo tiempo son esperables

altos grados de desgaste dental (Hinton, 1981; Luckacs, 1989; Molnar,

1971). Los datos de prevalencia de hipoplasias del esmalte dental calculados

a partir del análisis de diversas muestras de poblaciones cazadoras-

recolectoras prehistóricas (Goodman et al., 1984; Guichón, 1993;

Hutchinson y Larsen, 1995 y bibliografía allí citada), muestran una gran

dispersión (16% a 99%) alrededor de una media del 55%. Respecto de las

líneas de Harris, los datos disponibles indican prevalencias medias

superiores al 50% entre cazadores-recolectores (Cohen y Armelagos, 1984).

La prevalencia media de hiperostosis porótica y de lesiones óseas debidas a

procesos infecciosos es de aproximadamente 20% en ambos casos (Cassidy,

1984; Cook, 1984; Huss-Ashmore et al., 1982; Guichón, 1993; Lallo et al.,

1978; Hutchinson y Larsen, 1995; Mensforth, 1991). En un nivel más

específico, resulta esperable identificar variaciones temporales pero no

espaciales en las frecuencias relativas de los distintos indicadores

mencionados. Más allá de las obvias diferencias fisiográficas en la

distribución y estructura de los recursos, los principales recursos utilizados

por las poblaciones aborígenes pampeanas parecen haber estado

Page 166: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

distribuídos de un modo similar en áreas ecológicamente equivalentes (i.e.

llanura Interserrana y llanura al SO de Ventania). De igual modo, la

evidencia proveniente de los sitios arqueológicos situados en distintos

lugares del área muestran que las poblaciones humanas hicieron uso de los

recursos de los tres principales ambientes disponibles: llanuras, sierras y

costa (Oliva, 1997; Politis, 1984). Los diversos mecanismos posibles

empleados para la explotación o adquisisión de tales recursos (movilidad

residencial y logística, intercambio, etc.), seguramente tendieron a disminuir

los efectos de las incongruencias espaciales en su distribución y,

consecuentemente, su efecto sobre la salud y la nutrición de estas

poblaciones.

La probable reducción en la movilidad residencial y el probable aumento

en la proporción de alimentos vegetales en la dieta inferidos para el Holoceno

tardío, podría implicar un aumento en la prevalencia de los distintos

indicadores de stress ambiental (nutricional e infeccioso) respecto al

Holoceno temprano y medio. La magnitud de ese aumento, sin embargo, no

debería ser grande debido a que los probables procesos de cambio en los

sistemas de asentamiento y subsistencia de las poblaciones más tardías

respecto de las más tempranas pueden ser considerados sólo como procesos

de intensificación de ciertos componentes ya presentes en esos sistemas, y

no como procesos conducentes a organizaciones cualitativamente distintas.

En relación a la composición de la dieta, pueden generarse expectativas

en función de dos ejes principales: a) alimentos vegetales-alimentos animales

y b) alimentos terrestres-alimentos marinos. Respecto al primero de ellos, la

información específica disponible acerca de la importancia relativa de los

alimentos de origen vegetal y animal en la dieta de estas poblaciones se halla

profundamente sesgada. En el área de estudio, los diversos agentes y

procesos postdepositacionales actuantes sobre los restos orgánicos tienden,

en términos generales, a posibilitar la supervivencia de los restos óseos y a

promover la destrucción de los restos macrovegetales (i.e. hojas, semillas).

Esto ha conducido a sobreenfatizar en la literatura el rol de la caza y,

consecuentemente, del consumo de alimentos de origen animal en la

economía y subsistencia de las poblaciones prehispánicas (Politis y

Page 167: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Salemme, 1989: 354) (Tabla VII.3.). La principal evidencia a favor del

consumo de alimentos vegetales es de carácter indirecto, y proviene de la

presencia, en frecuencia variable, de artefactos de molienda en distintos

sitios del área (i.e. molinos planos, morteros, manos, etc.). Sin embargo,

debido a la posibilidad de usos alternativos de estos artefactos (i.e.

procesamiento de pigmentos minerales) y a la ausencia de análisis

específicos dirigidos a resolver este problema, los datos referidos a la

presencia/ausencia y frecuencia relativa intersitio de estos items materiales

no pueden ser usados de un modo simple para realizar inferencias acerca de

la proporción de alimentos de orígen vegetal en la dieta de las poblaciones

pampeanas durante el Holoceno. Una de las vías disponibles para alcanzar

este objetivo se basa en el uso del modelo de "dependencia de cazadores-

recolectores sobre alimentos recolectados" 2 desarrollado por Binford (1991).

Este modelo combina información etnográfica correspondiente a 143

sociedades (Binford, 1990; Murdock, 1967) e información geoclimática

correspondiente a la distribución latitudinal de los valores de "temperatura

efectiva" (ET) (Bailey, 1960). La ET mide la relacion entre la duración de la

estación de crecimiento de los vegetales y la intensidad de la radiación solar

al comienzo y al final de la estación de crecimiento. Sus valores oscilan entre

8°C (el valor mínimo posible), verificado en la Antártida, y 26°C en áreas

ecuatoriales con una duración de la estación de crecimiento de 365 días. El

rasgo más notable del modelo empírico presentado por Binford, que se halla

representado en la Tabla VII.4., es que los casos considerados se ordenan en

un claro patrón: para cada incremento en ET, existe un desplazamiento de

los valores hacia abajo en sentido diagonal, mostrando una mayor

dependencia de los cazadores-recolectores sobre alimentos vegetales, a

medida que nos aproximamos a los trópicos.

Bajo las condiciones climáticas actuales, para latitudes comprendidas

entre 37° y 39° (latitudes medias) en ambientes continentales y litorales de

llanura, como los representados en nuestra área de estudio, los valores de

2 Los alimentos recolectados incluyen también items no vegetales tales como moluscos (Binford, 1991).

Page 168: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

ET se aproximan a 14°C. Como un medio de controlar las variaciones en las

condiciones climáticas ocurridas en el área durante los últimos 12,000 años,

estimamos que los valores de ET pueden haber variado durante el

Pleistoceno final y el Holoceno entre 13°C y 14.5°C (clima templado

moderado a fresco, en el sentido de Bailey, 1960: 8). Empíricamente, el

modelo muestra que para 14°C de ET, el 58,8% (frecuencia modal) de las

sociedades cazadoras recolectoras consideradas (N=17) poseen una

dependencia cercana al 40% sobre alimentos recolectados. Para 13°C de ET,

el 35,7% (frecuencia modal) de las sociedades analizadas (N=28) posee dietas

basadas en un 50% de alimentos recolectados. Combinando ambas ET, el

rango de dependencia sobre alimentos recolectados varía entre 10% y 60%,

con una frecuencia modal situada en 40% (Figura VII.7.1.). De este modo, se

puede derivar una expectativa acerca de la proporción de alimentos vegetales

en la dieta de las poblaciones pampeanas tomando en consideración

variables climáticas. Sin embargo, resulta necesario tomar en consideración

las probables variaciones en las propiedades organizacionales de estas

poblaciones a través del tiempo. De acuerdo con el modelo propuesto, es

esperable que bajo condiciones de alta movilidad y baja densidad poblacional

como las inferibles para el Pleistoceno final y comienzos del Holoceno

temprano, el porcentaje de alimentos recolectados se haya acercado al límite

inferior del rango correspondiente a 13°C-14°C de ET. Por el contrario, es

probable que bajo las condiciones inferidas para los últimos 1,000 años

radiocarbónicos, sobre todo en el sector de llanura situado al SO del sistema

de Ventania (i.e. mayor densidad poblacional, uso de estrategias de

intensificación en el manejo de recursos), el porcentaje de alimentos

recolectados haya sido tan alto como el 60% o más del total de la dieta.

Respecto a la relación alimentos terrestres-alimentos marinos, los datos

tecnológicos y zooarqueológicos indican que la dieta de las poblaciones

pampeanas durante el Holoceno estuvo compuesta principalmente por

alimentos de orígen continental. Esta dieta estuvo complementada, en una

proporción desconocida, con algunos recursos de orígen marino,

principalmente mamíferos marinos tales como los lobos de uno y dos pelos

(Arctocephalus australis y Otaria flavescens) (Bayón y Politis, 1996; Politis et

Page 169: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

al., 1994; Lorenzini, 1994). El consumo de moluscos marinos no parece

haber sido representativo en ningún momento durante el Holoceno, como

sugiere la escasez o ausencia de acumulaciones de valvas de origen

antrópico a lo largo del litoral marítimo situado entre Mar del Plata y Bahía

Blanca (i.e. Politis, 1984; Zabala et al., 1994). Por el contrario, hay

evidencias acerca de su explotación como materia prima para la confección

de artefactos ornamentales, tales como cuentas de collar (Oliva, 1987;

Politis, 1984). Los peces marinos aparentemente no fueron explotados

intensivamente con fines alimenticios. La única evidencia artefactual

posiblemente vinculada a la pesca, consiste en el hallazgo de dos anzuelos

de hueso recuperados en las barrancas de Necochea, actualmente

depositados en el Museo Nacional de Ciencias Naturales Bernardino

Rivadavia (Daino, 1970). Todo esto sugiere que, si los valores isotópicos de

restos óseos humanos (i.e. δ13C) indican consumo de alimentos marinos (ver

Tauber, 1981; Schwacz y Schoeninger, 1991; Katzemberg, 1992;

Schoenniger y Moore, 1992; Ambrose y Norr, 1993; Pate, 1994, entre otros),

la vía más probable de enriquecimiento en 13C de los tejidos humanos sería

a través de la ingesta de lobos marinos, un recurso explotable con tecnología

terrestre y posiblemente disponible, aunque en distinta densidad y

proporción etárea y sexual, en diferentes épocas del año (Politis, 1984).

Page 170: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

PARTE 3. EL ESTUDIO BIOARQUEOLOGICO DE LA SALUD, NUTRICION Y DIETA DE LAS POBLACIONES ABORIGENES

DEL SUDESTE DE LA REGION PAMPEANA

VIII. HIPOPLASIAS DEL ESMALTE DENTAL

VIII.1. Introducción

El término "hipoplasia del esmalte dental" debe ser considerado como el

nombre genérico aplicado a diversos disturbios en el desarrollo del esmalte

debidos a actividad ameloblástica anormal (Huss-Ashmore et al., 1982). En

general, una hipoplasia es el resultado de perturbaciones en la producción

de matriz del esmalte por parte de los ameloblastos. Estas pueden variar

desde una breve interferencia en el ritmo de crecimiento (o una breve

detención del mismo), hasta la muerte celular y el consecuente cese de la

producción de matriz (Hillson, 1990). Dos amplias categorías de stress

parecen dar cuenta de los distintos tipos de defectos en el esmalte: a)

insuficiencia de materiales necesarios para la formación o mineralización de

la matriz; y b) alteración del funcionamiento celular (Skinner y Goodman,

1992). El rango de posibles causas de defectos en la formación del esmalte

dental es muy amplio, incluyendo desórdenes cerebrales, raquitismo, tétano,

neumonia, sarampión, enfermedad gastrointestinal severa, nacimiento

prematuro, malnutrición, escorbuto, sífilis, desbalance hormonal,

hipovitaminosis A, exantema, alergia, trauma de parto, hiperparatiroidismo

materno primario, diabetes mellitus materna, asfixia neonatal, enfermedad

hemolítica del recién nacido, y escasa exposición a la luz solar (Pindborg,

1982; Skinner y Goodman, 1992 y bibliografia allí citada). Hasta el

momento, no resulta totalmente claro el modo en el cual diversos factores

(i.e. malnutrición, infección, etc.) afectan las actividades secretorias

normales de los ameloblastos. En consecuencia, resulta virtualmente

imposible establecer en cada caso cuál factor estresante particular es el

responsable específico de la formación de una hipoplasia. Sin embargo, como

bien plantean Skinner y Goodman (1992: 160), reconocer que las categorías

Page 171: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

de stress conducentes a la formación de hipoplasias son amplias y no

mutuamente excluyentes, no implica necesariamente afirmar que las

hipoplasias son pobres indicadores de stress nutricional (Neiburger, 1990).

La clave reside en la proposición y evaluación de modelos que relacionen de

un modo preciso las distintas variables potencialmente influyentes en la

generación de hipoplasias, para lo cual resulta muy necesario ampliar la

base de datos experimentales y observacionales disponibles, a partir del

estudio de poblaciones actuales. Los trabajos experimentales existentes,

muchos de ellos desarrollados en las décadas de 1930 y 1950, han sido

realizados sobre ovejas (Suckling et al., 1983; 1986) y sobre roedores, cuya

fisiología de formación del esmalte es significativamente diferente de la de

otros mamíferos (Fejerskov, 1979). Los estudios epidemiológicos de

poblaciones actuales son relativamente más recientes. Estos estudios

muestran que las hipoplasias del esmalte tienden a ser más frecuentes bajo

condiciones de bajo status socioeconómico, una creciente exposición a las

enfermedades, y un decreciente acceso a los alimentos y a otros recursos

básicos (Dobney y Goodman, 1991; Goodman, 1993; 1994; Goodman et al.,

1991; 1992; Infante, 1974; Sweeney et al., 1971). El modelo de formación de

las hipoplasias del esmalte dental más reciente es el propuesto por Alan

Goodman (Dobney y Goodman, 1991; Goodman, 1994), basado en el

concepto de "punto crítico" o "umbral" de sensibilidad. De acuerdo con este

modelo, la fisiología de los ameloblastos se ve afectada por el estado

nutricional subyacente; sin embargo, una pobre nutrición raramente es

causa suficiente para ocasionar la detención de la producción de matriz del

esmalte y la formación de una hipoplasia. Es mucho más probable que se

produzca la formación de una hipoplasia cuando un evento fisiológico

severo, tal como un trauma o una enfermedad aguda (i.e. infección

respiratoria, diarrea) afecta a un individuo sin reservas nutricionales

adecuadas (i.e. calorías, proteínas, retinol, hierro, etc). El estado de

malnutrición, en este sentido, actuaría disminuyendo el umbral de

sensibilidad de un individuo y su capacidad de amortiguar el stress (Dobney

y Goodman, 1991; Goodman, 1994).

Page 172: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Mas allá de nuestra actual ignorancia acerca de distintos aspectos

vinculados a los mecanismos específicos de formación de las hipoplasias del

esmalte, el estudio de éstas resulta particularmente importante en la

interpretación bioarqueológica de la dinámica de las poblaciones del pasado.

La principal razón radica en el hecho de que las hipoplasias son indicadores

generales de stress metabólico durante la infancia, un período crucial en la

vida de todo individuo. Debido a que los restos esqueletales de subadultos

están frecuentemente sub-representados en el registro, las hipoplasias nos

proveen de una opottunidad única de observar la experiencia de stress

ambiental infantil a través del estudio de los individuos adultos de una

población (Wright, 1996).

VIII.2. Materiales y Métodos

Se analizó una muestra de 946 dientes correspondientes a 47 individuos

de distinto sexo y edad (Tabla VIII.1). La muestra total se dividió por

período, según su cronología: a) Holoceno Temprano: Arroyo Seco 2 (N= 18);

b) Holoceno Medio-Tardío: Laguna Tres Reyes 1, Túmulo de Malacara, y

Laguna de Puán 1 y 6 (N= 11); c) Holoceno Tardío: Laguna Los Chilenos 1,

Napostá, Los Huecos 1 y Laguna La Larga (N= 18).

Para el análisis de las hipoplasias del esmalte se han desarrollado tres

técnicas distintas, diferenciadas según la clase de dientes utilizada:

- a) La técnica "del diente único", que utiliza un sólo tipo de diente para el

análisis. El diente más frecuentemente elegido es el canino mandibular

(Schulz y Mc Henry, 1975), debido a su período de crecimiento relativamente

extenso (entre los 0,5 y los 6,5 años según Massler et al., 1941 y Goodman et

al., 1980; o entre los 0,7 y los 4,5 años según Fanning y Brown, 1971) y a su

alta sensibilidad al stress ambiental. Aunque esta técnica es muy exacta y

replicable, no puede distinguir entre hipoplasias debidas a stress ambiental

no sistémico (i.e. debido a trauma local), o a malformaciones congénitas

(Huss-Asmore et al., 1982).

- b) La técnica "de dientes múltiples", que se basa en el exámen de la

totalidad de los dientes presentes. Esta técnica ofrece un registro del

desarrollo más extenso, es capaz de identificar los defectos no sistémicos y

Page 173: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

permite ampliar el número de la muestra. Su principal desventaja es su

mayor complejidad, lo cual disminuye su grado de replicabilidad (Goodman

et al., 1980).

- c) La técnica denominada "del mejor diente", que combina el uso de los

caninos e incisivos, en razón que estos dos dientes registran hasta el 95% de

las disrupciones cronológicas del crecimiento. Su principal ventaja es la

reducción del tiempo insumido en el análisis, con una pérdida mínima de

información (Huss-Ashmore et al., 1982; Danforth et al., 1994),

compartiendo las desventajas de la técnica "del diente único".

Considerando que las tres técnicas descriptas presentan tanto ventajas

como desventajas en su aplicación, se decidió poner a prueba aquella que

mejor se adaptara a las características de la muestra en estudio. Se procedió

a determinar cuál era el diente, dentro de las diferentes muestras

analizadas, que registraba la mayor cantidad relativa de eventos de

inhibición del crecimiento. Para ello se calculó un índice de sensibilidad

(Isen), empleando la siguiente fórmula:

(1) Isen = Nl/Nd x 100,

donde Nl es igual al total de líneas contabilizadas para cada clase de diente,

y Nd es el total de unidades examinadas pertenecientes a cada una de esas

clases. A partir de los resultados obtenidos, se ordenaron en un ranking las

distintas clases de dientes según su grado decreciente de sensibilidad para

registrar eventos de detención del crecimiento y desarrollo del esmalte,

denominado Ranking de Sensibilidad. Posteriormente, se calculó un índice

de supervivencia (ISup):

(2) ISup = Nt/Nd x 100,

donde Nt es el total esperado, en función del tamaño de la muestra, de

dientes pertenecientes a cada una de las clases. Con los resultados

obtenidos, se construyó un Ranking de Supervivencia, que proporciona una

idea del estado de conservación general de la muestra. Por último, se

cotejaron ambos rankings con el objeto de verificar el grado de

representatividad en la muestra de aquellos dientes con un mayor grado de

sensibilidad respecto a la formación de bandas de hipoplasia. Los resultados

obtenidos (Tablas VIII.2 a VIII.7) indicaron que, en concordancia con los

Page 174: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

estudios llevados a cabo por diversos investigadores (i.e. Goodman et al.,

1980; Lanphear, 1990; Smith y Pérez, 1986), el diente que presentaba una

mayor sensibilidad para el registro de líneas de hipoplasia fue el canino

inferior o mandibular, seguido en orden decreciente por el canino superior y

los incisivos superiores e inferiores. Sin embargo, estos dientes presentaron

un índice de supervivencia reducido, en especial el canino inferior. Los

resultados del análisis indican que, en general, los dientes anteriores

presentan una mayor probabilidad de pérdida postmortem debida a procesos

postdepositacionales, en relación a la dentición postcanina (premolares y

molares con excepción de los terceros molares inferiores y superiores, cuya

baja representatividad está influenciada por factores tales como la edad de

muerte del individuo, la retención dentro del maxilar, la ausencia

genéticamente determinada y, en menor grado, la pérdida

postdepositacional). Estos datos indicarían que las técnicas denominadas

del "diente único" y del "mejor diente" no resultan apropiadas en este caso,

ya que la baja representatividad de los dientes requeridos por ambas,

reduciría drásticamente el número de la muestra. Se concluyó, pues, que la

técnica de "dientes múltiples" se adaptaba mejor a las características

particulares de la muestra en estudio. En consecuencia, se analizaron la

totalidad de las piezas dentales disponibles para cada individuo para

establecer la prevalencia en las distintas muestras.

En este análisis, las hipoplasias fueron definidas como depresiones

lineares y transversales del esmalte, tanto continuas como discontinuas

(Goodman et al., 1980; Sarnat y Schour, 1941) (Figura VIII.1). Para su

detección, se examinó macroscópicamente la superficie de la corona de cada

diente con la ayuda de un explorador dental. También se realizó un

relevamiento microscópico con lupa binocular hasta 20X. Se utilizó

iluminación oblicua, con el objeto de acentuar cualquier irregularidad en la

superficie de la corona. Para cada hipoplasia, se determinó la posición

respecto a la unión del esmalte con la dentina en el cuello de cada diente

(UED). Esta distancia fue registrada en centésimas de milímetro, utilizando

un calibre digital Lutron modelo Digilog DC-515, con una resolución de 0,01

mm y una precisión de 0,03 mm (Tablas VIII.8 a VIII.10).

Page 175: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Con el fin de minimizar la probabilidad de computar como hipoplasias

distintos defectos en el esmalte debidos a diversas etiologías, entre ellas el

trauma local, se excluyeron del análisis aquellos casos en los cuales sólo se

registró la presencia de sólo una banda de hipoplasia en una sola pieza

dentaria. Un criterio importante en el diagnóstico diferencial de hipoplasias

de origen sistémico y no sistémico es la existencia de simetría en la

localización de las bandas de hipoplasias en la corona de las diferentes

clases de dientes pertenecientes a ambas mitades de cada maxilar. En este

estudio, se fijó como límite de tolerancia en la variación métrica entre

bandas de hipoplasia de dientes opuestos de cada maxilar (i.e. caninos

superiores izquierdo y derecho), una diferencia menor o igual a 50

centécimas de mm. En consecuencia, dos bandas de hipoplasia situadas

respectivamente en cada diente opuesto de un mismo maxilar fueron

consideradas como resultado de un mismo evento de stress cuando la

diferencia métrica entre ambas no fue mayor de 50 centécimas de mm.

Basados en este criterio, las comparaciones entre individuos se realizaron

mediante el cálculo del Número Mínimo de Eventos de Detención del

Crecimiento Dental (NMEDCD), definido a partir del número máximo de

eventos diferentes identificados en la clase de diente (i.e. canino inferior) con

mayor número de líneas de hipoplasias contabilizadas. Como un medio de

evaluar la confiabilidad de las determinaciones y la probabilidad de haber

computado principalmente hipoplasias debidas a procesos sistémicos, se

procedió a la comparación entre el número de pares de líneas de hipoplasias

simétricas (NPHS) y el número total de pares posibles identificados (NPHT),

expresada en el cálculo del Indice de Simetría (IS):

(3) IS= NPHS/NPHT x 100

Valores del índice cercanos a 100, indicarían una alta confiabilidad en la

determinación de las hipoplasias, una alta probabilidad de registro de

hipoplasias debidas a la acción sinérgica de diversos procesos sistémicos (i.e.

malnutrición, infección, etc.) y una baja probabilidad de cómputo de

hipoplasias debidas a causas no sistémicas (i.e. trauma local). Un factor

importante a tener en cuenta al analizar las hipoplasias del esmalte dental

es la edad etiológica o de formación de cada línea. Recientes avances en el

Page 176: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

conocimiento del proceso de formación de la corona a nivel microestructural

han demostrado que los esquemas cronológicos utilizados para estimar la

edad de desarrollo de las hipoplasias (i.e. Goodman et al., 1980) poseen

errores significativos (Skinner y Goodman, 1992). Estos esquemas

generalmente asumen que el nivel más oclusal de cada diente coincide

temporalmente con la mineralización inicial visible radiográficamente

(Massler et al., 1941), y que la velocidad de formación de la corona de cada

diente es constante (Goodman, 1988; Goodman y Rose, 1990; Goodman et

al., 1987). Los estudios microestructurales muestran que aproximadamente

el primer cuarto o primer tercio del tiempo de formación de la corona no se

halla expresado a nivel de la superficie externa de cada diente, y que la

velocidad de crecimiento del esmalte no es constante (Dean et al., 1993;

Liversidge, 1993; Skinner y Anderson, 1991), lo que indica que la asunción

básica de los diferentes métodos disponibles para la determinación de la

edad etiológica de cada línea son incorrectos. En este estudio, para analizar

las diferencias intermuestrales en la edad media de formación de las

hipoplasias del esmalte, los valores métricos correspondientes a la distancia

entre cada línea y la UED en C1, el diente con mayor sensibilidad, fueron

transformados en edad etiológica mediante el uso de la curva de crecimiento

de la corona dental publicada por Dean et al. (1993: 257). Con la excepción

de los datos presentados por Carlson (1944), el estudio de C. Dean y sus

colegas constituye la primera base de datos longitudinales acerca de la

altura de la corona y de la raíz que cubre una parte extensiva del período de

crecimiento y desarrollo dental. Sin embargo, debido a que se trata de un

estudio realizado sobre un solo individuo, no puede ser considerado un

standard de crecimiento dental en sentido estricto, por lo que su uso en este

trabajo es sólo de carácter exploratorio.

VIII.3. Resultados y Discusión

De los 47 individuos analizados, 25 (53,1%) presentaron al menos una

línea de hipoplasia en algún diente (Tabla VIII.1). De ese total, se

descontaron aquellos casos en los que se registró una sola línea de

hipoplasia en un solo diente, por lo cual el número de individuos utilizados

Page 177: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

para el cálculo de prevalencia total se redujo a 18 (38,2 %). El IS calculado

fue igual a 95,65, lo que indica una alta confiabilidad en la determinación y

una alta probabilidad de registro de hipoplasias debidas a procesos

sistémicos.

No se observaron diferencias significativas en la edad media de muerte

de los individuos con y sin hipoplasias (25,9 ± 11,7 años y 28,4 ± 9,3 años,

respectivamente; t= 0,6704, P> 0,05). Para este cálculo, sólo se consideraron

aquellos individuos con edades comprendidas entre los 6 y los 45 años, es

decir entre la edad media de erupción del M1 y la edad aproximada del inicio

de la aceleración en la destrucción de la corona debido a los procesos de

atrición y desgaste (ver discusión).

En todos los períodos del Holoceno considerados se registraron

individuos con hipoplasias. La Tabla VIII.11 muestra que, considerando el

total de los casos, la frecuencia modal de NMEDCD por individuo es igual a

2 (N= 10; 55,5 %). Valores de NMEDCD mayores a 2 presentaron una

frecuencia muy baja, tanto en la muestra total, como en las submuestras

discriminadas por período.

No se registraron diferencias estadísticamente significativas en la

distribución etárea y sexual de hipoplasias tanto a nivel de la muestra total

como a nivel de las submuestras discriminadas por período (Test de χ2, P>

0,05) (Tabla VIII.12). Del mismo modo, la Tabla VIII.12 muestra que no es

posible identificar una tendencia temporal significativa en la variación de los

valores de prevalencia. La muestra de dentición decidua analizada,

compuesta por 43 dientes correspondientes a diez individuos, mostró

ausencia de hipoplasias, indicando la probable existencia de bajos niveles de

stress sistémico durante la vida prenatal y postnatal temprana.

Los eventos de disrrupción del crecimiento dental registrados en el C1 cubren el rango comprendido entre 1,20 y 3,65 años, con una edad

etiológica media de 2,64 ± 0,59 años. No se observaron diferencias

significativas en la edad etiológica media entre las muestras

correspondientes a los diferentes períodos (prueba t de Student, P> 0,05)

(Tabla VIII.13).

Page 178: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

La conclusión más obvia, pero tal vez la más importante, que puede

obtenerse de este estudio es que, independientemente del período temporal

del que provengan las muestras, resulta evidente la existencia de niveles

moderados a altos de trastornos metabólicos, al menos de naturaleza aguda,

durante los primeros años del período de crecimiento y desarrollo posnatal.

En la mayoría de los casos, los eventos de disrruptivos en la formación del

esmalte producto de tales trastornos fueron recurrentes a través del tiempo.

El alto grado de simetría en la expresión de las hipoplasias del esmalte

podría implicar una alta probabilidad de que tales procesos disrruptivos

hayan obedecido a causas sistémicas, tales como la acción sinérgica de

estados de malnutrición y enfermedad (i.e. procesos infecciosos de distinta

etiología).

Las prevalencias calculadas para cada período no resultaron

significativamente distintas entre sí, posiblemente indicando la ausencia de

tendencias temporales a largo plazo, tanto en la experiencia como en la

capacidad de respuesta a situaciones de stress metabólico entre los

individuos pertenecientes a las distintas poblaciones consideradas.

En la actualidad, el aspecto más controvertido en el estudio de las

hipoplasias del esmalte dental reside en la determinación de la edad

etiológica de cada línea y del período dentro del proceso de crecimiento y

deasarrollo con mayor frecuencia de eventos disrruptivos en la formación del

esmalte. A pesar de reconocerse la falsedad de los presupuestos bajo los que

operan las diferentes técnicas para la determinación de la edad etiológica (i.e.

Goodman et al., 1980; cf. Skinner y Goodman, 1992), éstas continúan siendo

aplicadas en numerosos estudios (i.e. Hutchinson y Larsen, 1995; Stodder,

1997; Wright, 1997). Debido a que la técnica desarrollada por Goodman y

sus colegas, basada en los datos de Massler et al. (1941), ha llegado a

constituir una técnica estándar ampliamente representada en la literatura,

su uso sólo puede justificarse desde el punto de vista de la

intercomparabilidad de los resultados. Sin embargo, con frecuencia los

datos acerca de la cronología de las hipoplasias se emplean para discutir

eventos específicos del período de crecimiento y desarrollo, tales como la

edad del destete y del stress metabólico asociado al cambio de dieta durante

Page 179: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

el período post-lactacional temprano (i.e. Corruccini et al., 1985; Lanphear,

1990; Powell, 1988; Stodder, 1990; Wright, 1997; ver discusión en Blakey et

al., 1994 y Katzemberg et al., 1996). Basados en Massler et al. (1941) y

Goodman et al. (1980), numerosos estudios bioarqueológicos muestran

frecuencias modales de hipoplasias entre los 2 y los 4 años y, más

frecuentemente, entre los 3 y los 4 años de edad (Skinner y Goodman, 1992;

Hutchinson y Larsen, 1995). Aún reconociendo que el destete puede ocurrir

a edades muy tardías, en la mayoría de las sociedades contemporáneas no

industrializadas éste ocurre, en promedio, a los 24 meses (Cassidy, 1980) o

36 meses (Dettwyler, 1995) de vida posnatal. El evidente desfasaje existente

entre la cronología inferida para las frecuencias modales de hipoplasias y la

documentada etnográficamente para el inicio del cambio de dieta asociado al

destete, indica que la evidencia bioarqueológica acerca de la edad de

formación de las hipoplasias difícilmente puede ser utilizada en la actualidad

para discutir el stress metabólico asociado a la finalización del período

lactacional. La principal razón para esto está relacionada, entre otras cosas,

con los presupuestos demostradamente erróneos sobre los que se fundan las

técnicas de determinación de la edad etiológica de las hipoplasias

actualmente en uso. En este estudio hemos utilizado, para derivar edades

etiológicas, la curva de crecimiento del C1 publicada por Dean et al. (1993).

La Tabla VIII.14 muestra la comparación entre las edades etiológicas medias

de las hipoplasias del C1 calculadas mediante el uso de Massler et al.

(1941)/Goodman et al. (1980), y Dean et al. (1993). Se encontraron

diferencias significativas entre ellas (prueba t de Student, P< 0,05),

resultando las edades medias determinadas mediante Dean et al. (1993) en

promedio 1,16 años más jóvenes que las determinadas mediante Massler et

al. (1941)/Goodman et al. (1980). Consideramos que los datos longitudinales

de Dean et al. (1993), si bien no representativos desde un punto de vista

poblacional, se acercan más a la realidad biológica del proceso de

crecimiento y desarrollo dental que el estándar de Massler et al. (1941), pues

reflejan un patrón de crecimiento empíricamente establecido obtenido a

partir de un estudio a nivel microestructural. Si bien resulta necesario

profundizar estos estudios, los datos obtenidos hasta el presente indican

Page 180: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

que, al menos en parte, el desfasaje cronológico entre la edad media del

destete documentada etnográficamente y la edad media correspondiente a la

frecuencia modal de hipoplasias documentada bioarqueológicamente, sea

resultado de la sobreestimación de la edad etiológica de cada línea producto

de la aplicación de la técnica de Goodman et al. (1980), basada en el

estándar de Massler et al. (1941).

En relación a las diferencias que se observan entre las edades

correspondientes al primer registro de hipoplasias en las muestras de cada

período (Tabla VIII.13), consideramos que éstas se deben a las diferencias en

la estructura etárea de cada muestra. Debido a que las líneas de formación

más temprana se sitúan hacia el extremo distal de cada diente, éstas tienen

mayores probabilidades de desaparecer como consecuencia del desgaste

dental. La muestra que presenta la edad de formación más temprana es la

correspondiente al Holoceno tardío (1,2 años). Esta muestra se halla

integrada por un gran número de individuos subadultos, con relativamente

bajos niveles de desgaste dental. Por el contrario, las muestras del Holoceno

temprano y del Holoceno medio-tardío se hallan integradas

mayoritariamente por individuos adultos, con una edad media al momento

de la muerte situada entre los 35 y los 39 años. Para individuos con edades

comprendidas en ese intervalo temporal, el porcentaje promedio de corona

dental remanente en el C1 es del 56% (Tablas VIII.15 y VIII.16). Esto implica

que alrededor del 44% de la corona ha desaparecido como consecuencia de

los procesos de atrición y desgaste. En los dientes anteriores, la fase de

crecimiento aposicional del esmalte dental abarca el primer cuarto del

tiempo de desarrollo de la corona (Skinner y Anderson, 1991). Durante esta

fase no resulta esperable la formación de hipoplasias, debido a que las

estructuras incrementales del esmalte (i.e. estrías de Retzius), sustrato sobre

el cual las primeras se desarrollan, no alcanzan la superficie del diente

(Aiello y Dean, 1990; Ramírez-Rozzi, 1996: Rose et al., 1985). En el caso del

C1, y basados en los datos proporcionados por Dean et al., 1993, la longitud

de este segmento es de aproximadamente 5,5 a 6 mm, lo que corresponde a

aproximadamente 45% o 50% de la longitud total de la corona. Estos datos

indican que, en nuestra muestra, es esperable que en individuos de hasta 40

Page 181: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

años el desgaste de la corona influya relativamente poco sobre el registro de

las hipoplasias. En los casos en que se produce pérdida de información por

desgaste de la corona, el principal efecto a nivel intramuestral posiblemente

consiste en un ligero sesgo en el límite inferior del rango de edades

calculado. En nuestra muestra, la destrucción de la corona se acelera

notablemente en la mayoría de las clases de dientes en ambos maxilares

después de los de 40 años. Este último aspecto afecta seriamente a la

calidad de la información obtenida, al tiempo que limita severamente la

posibilidad de análisis de los individuos pertenecientes a las categorías

etáreas superiores.

Page 182: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

IX. LINEAS DE HARRIS

IX.1. Introducción

Las líneas de Harris, también llamadas "líneas transversas", "trabéculas

transversas", "líneas transversas radioopacas", "cicatrices óseas", "líneas de

detención del crecimiento" (ver discusión en Martin et al., 1985), son líneas o

bandas que pueden encontrarse en los extremos diafisarios de todos los

huesos de origen cartilaginoso. Son observables a través del uso de

radiografías debido a su gran radiopacidad. Esta última característica está

relacionada con su particular microestructura, conformada esencialmente

por trabéculas de mayor mineralización y densidad, orientadas

perpendicularmente con respecto a la superficie del cartílago de crecimiento.

Las líneas de Harris se forman durante cortos períodos de detención del

crecimiento óseo seguidos de una rápida recuperación, caracterizada por

una intensa actividad osteoblástica (Park, 1964). Las líneas de Harris han

sido producidas experimentalmente en ratas, conejos, cerdos y perros en

edad de desarrollo, mediante infección y malnutrición (Harris, 1931; Park y

Richter, 1953). En el hombre, su ocurrencia se halla vinculada a diversos

disturbios metabólicos, principalmente malnutrición proteico- calórica,

deficiencia de vitaminas A, C y D, y Kwashiorkor (Martin et al., 1985). Entre

otras posibles causas se encuentran numerosas enfermedades infantiles

tales como sarampión, bronconeumonia, influenza, laringitis, diabetes, y

stress psicológico (McHenry, 1968; Sontag y Comstock, 1938). Sin embargo,

no puede establecerse una correspondencia uno-a-uno entre episodios de

enfermedad o malnutrición y formación de líneas (Mays, 1995).

Park (1964) ha demostrado que la detención del crecimiento debe ser

completa o casi completa para que pueda formarse una línea, no resultando

suficiente para ello una mera disminución en la velocidad de crecimiento.

Asimismo, la reanudación del crecimiento longitudinal del hueso es

indispensable para la formación de una línea de Harris. Esto no significa que

tal crecimiento compensatorio o "catch-up" deba ser completo: un período de

detención del crecimiento seguido por una lenta recuperación puede ser

suficiente para producir una línea (Park, 1964). Esto implica que una

Page 183: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

enfermedad o un stress metabólico o psicológico de carácter tanto crónico

como agudo tiene el potencial de producir la formación de una linea de

Harris. La asociación recurrente, pero no invariable, entre la formación de

líneas de Harris y estados de enfermedad o malnutrición ha conducido a

diversos investigadores a utilizar sus frecuencias como indicadores

bioarqueológicos inespecíficos de stress metabólico (i.e. Wells, 1961; Hatch

et al., 1983; Huss- Ashmore et al., 1982; Webb, 1989). Diversos problemas

interpretativos condujeron a un fuerte criticismo por parte de numerosos

investigadores a partir de la segunda mitad de los '80, quienes pusieron en

duda su validez como indicadores confiables de stress nutricional o

metabólico (i.e. Cohen y Armelagos, 1984; Larsen, 1987). En los últimos tres

años se han publicado una serie de trabajos (Hughes et al., 1996; Mays,

1995) orientados a determinar la relevancia del estudio de las líneas de

Harris como indicadores del estado de salud y nutrición de poblaciones

prehistóricas, analizando diversos aspectos acerca de su distribución dentro

del esqueleto (i.e. simetría) y su relación con otros indicadores (i.e. índice

cortical, longitud de los huesos largos, hipoplasias del esmalte. Estos

estudios concluyen que, siempre que sean analizadas en conjunto con otros

indicadores, las líneas de Harris representan útiles y relativamente

confiables indicadores bioarqueológicos del estado de salud de los individuos

de una población.

IX.2. Materiales y Métodos

Se analizó una muestra compuesta por once individuos de distinto sexo y

edad provenientes del sitio Arroyo Seco 2 (Holoceno temprano). Sólo fueron

incluídos aquellos esqueletos que presentaban al menos una tibia, un fémur

o un radio completos, con el fin de disminuir el sesgo introducido por la

destrucción post depositacional del tejido trabecular. Se seleccionaron tibias,

fémures y radios debido a que, según diversos autores (Garn et al., 1968;

Martin et al., 1985), son los huesos que presentan la mayor sensibilidad

respecto a la formación de las líneas de Harris. En tibias y fémures sólo se

consideraron los extremos distales, mientras que en los radios se examinó el

hueso completo.

Page 184: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Se utilizó film industrial 3M tipo XDA 100 NIF Doble Emulsión, en una

máquina Toshiba de ánodo rotatorio. En todos los casos el foco fue de 200.

La línea de voltaje se mantuvo a 40 KW, excepto en un caso (tibia izquierda y

derecha de AS2), en que se mantuvo a 44 KW. Para tibias y fémures se

utilizó un tiempo de exposición de 0,10 segundos. Para radios, el tiempo de

exposición utilizado fue de 0,08 segundos, excepto en el caso de AS33 en el

que, debido a su pequeño tamaño y consecuentemente baja densidad ósea,

fue necesario reducir el tiempo de exposición a 0,06 segundos.

Se contabilizaron sólo aquellas líneas de orientación transversal o

subtransversal que, partiendo del borde endosteal, se extendían hasta por lo

menos 1/4 del ancho de la diáfisis.

Puesto que el objetivo perseguido era constatar la presencia/ausencia

y el número de líneas presentes, no se realizó ningún intento de determinar

la edad de formación de cada línea.

IX.3. Resultados y Discusión

Los resultados obtenidos están representados en la Tabla IX.1. Se

observó la presencia de líneas de Harris en el 72% (8/11) del total de

individuos examinados. Las tibias (14) registraron el 49,4% del total de

líneas contadas, en tanto que fémures y radios combinados (17) registraron

el 50,5 %, lo que concuerda con lo observado por numerosos autores

referente a la mayor sensibilidad de las tibias respecto a otros huesos (Park,

1964; Garn et al., 1968; Martin et al., 1985; Hughes et al., 1996).

Teniendo en cuenta que los procesos de remodelación ósea vinculados

con la edad producen la reabsorción de las líneas, en especial de las más

delgadas y menos densas (Garn et al., 1968; Huss-Asmore et al., 1982;

Clark, 1982; Hughes et al., 1996), la cantidad de líneas contabilizadas debe

considerarse como una subestimación del número total de bandas formadas

durante el proceso de crecimiento de cada individuo. Factores

postdepositacionales tales como la introducción de sedimento en el canal

medular a partir fracturas o de pequeñas fisuras, pueden también contribuir

a la desaparición de determinadas líneas.

Page 185: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Algunos individuos adultos [AS6 (Figura IX.1.), AS20] presentan un

número elevado de líneas, a pesar de la reabsorción esperada de ciertas

bandas. Los individuos subadultos analizados (AS2, AS3, AS8 y AS33)

registran un número relativamente grande de líneas en relación a la edad.

Por ejemplo, AS33, un individuo infantil de 18 ± 6 meses de edad, registra en

la tibia derecha seis líneas, lo que representa una frecuencia de formación

aproximada de una línea cada tres meses. Los problemas de malnutrición y

posibles estados infecciosos vinculados a la formación de las líneas de

Harris, actúan reduciendo la resistencia del huésped y aumentando

notablemente el riesgo de muerte en aquellos individuos que se encuentran

en las etapas críticas del proceso de crecimiento y desarrollo (i.e. primera

infancia y adolescencia).

Debido a que las hipoplasias del esmalte y las líneas de Harris poseen

etiologías parcialmente comunes, numerosos investigadores han intentado

examinar el grado en el cual ambos indicadores pueden co-ocurrir, arrivando

generalmente a resultados contradictorios. McHenry y Schulz (1976) no

encontraron una relación estadísticamente significativa (χ2 simple) entre

hipoplasias y líneas de Harris en una muestra compuesta por individuos

adultos jóvenes y subadultos pertenecientes a poblaciones prehistóricas de

California. Utilizando una aproximación estadística diferente (χ2 sobre una

tabla de contingencia de concordancia/ discordancia), Clarke (1982)

encontró una relación significativa entre ambos indicadores en una muestra

de esqueletos de adultos jóvenes provenientes de Dickson Mounds y Mesa

Verde, en el E y SO de los Estados Unidos. Mays (1995), analizando una

muestra proveniente del poblado medieval de Wharram Percy, situado en el

condado de North Yorkshire en Gran Bretaña, encontró una relación

significativa (test exacto de Fisher) entre líneas de Harris e hipoplasias en

una submuestra de individuos juveniles. Por el contrario, no pudo establecer

una relación estadísticamente significativa en una submuestra de

individuos adultos.

En Arroyo Seco 2, (N= 10) la tendencia observada es la de una

relativamente baja asociación entre estas dos variables (test exacto de Fisher

Page 186: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

P= 0,33) (Figura IX.2.). Esta situación podría ser consecuencia de diversas

causas. Una de ellas podría ser la inclusión de individuos adultos y

subadultos en la muestra. En los individuos adultos, se incrementan las

probabilidades de que algunas o la totalidad de las líneas de Harris puedan

desaparecer como resultado del proceso de remodelación ósea. En general,

este factor ocasiona la reabsorción de las líneas menos densas y de

formación más temprana (i.e. aquellas formadas durante la primera década

de vida; Huss-Ashmore et al., 1982). Esta es, según Mays (1995), la principal

causa de la variación en los resultados de los estudios de McHenry y Schulz

(1976) y Clarke (1982). Otra posible causa es la mayor sensibilidad del tejido

óseo, en relación al esmalte dental, para registrar perturbaciones

metabólicas poco severas o de muy corta duración. Esto ocasiona que en la

mayoría de las muestras esqueletarias, la frecuencia de líneas de Harris sea

mayor que la de hipoplasias, hasta alcanzar proporciones tan altas como

10:1 (McHenry y Schulz, 1976). En el caso de Arroyo Seco 2, la evidencia

actualmente disponible resulta insuficiente para evaluar el impacto

diferencial y relativo de estas dos posibles causas.

Page 187: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

X. HIPEROSTOSIS POROTICA

X. 1. Introducción

Hiperostosis porótica es un término descriptivo aplicado a lesiones

craneales caracterizadas por presentar una porosidad cribiforme, similar a

un tamiz (Angel, 1966). Estas lesiones se disponen con frecuencia en forma

simétrica, exhibiendo grados variables de hipertrofia osea, con canales

hipervasculares periféricos (Hengen, 1971). Estos cambios esqueletales son

visibles macroscópicamente.

La hiperostosis porótica puede ser considerada como una respuesta

inespecífica a la proliferación de la médula ósea. Diversos estudios han

demostrado que los cambios hipertróficos a nivel de la médula tienen como

causa principal la anemia por deficiencia de hierro (Mensforth, 1991).

Estudios epidemiológicos contemporáneos de alcance mundial muestran

que la anemia por deficiencia de hierro es tan común, que su incidencia es

considerada como uno de los mejores índices del estado de salud y nutrición

de una población (Organización Mundial de la Salud, 1968; Baker, 1978).

Numerosos estudios llevados a cabo en muestras esqueletarias indican que,

cuando son consideradas las relaciones sinérgicas existentes entre los

factores constitucionales y la dieta, así como otras variables (i.e.

enfermedades infecciosas), el análisis de la hiperostosis porótica constituye

una importante vía para determinar la incidencia del stress nutricional en

poblaciones prehistóricas (Mensforth et al., 1978; Mensforth; 1991; Martin et

al., 1985).

X.2. Materiales y Métodos

Se analizó una muestra de 46 individuos provenientes de diversos sitios

del área de estudio (Tabla X.1.). Se incluyeron en el estudio sólo aquellos

individuos que presentaban restos craneales, intactos o fragmentarios, lo

suficientemente bien preservados como para ser examinados

macroscópicamente. Siguiendo los criterios de Mensforth (1991), la totalidad

de las posibles lesiones fueron clasificadas inicialmente como orbitales o

extraorbitales. Las lesiones orbitales son aquellas que se encuentran

Page 188: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

confinadas al techo de la órbita (i.e. criba orbitalia). Las lesiones

extraorbitales son aquellas que afectan a la superficie pericraneal de los

huesos frontal, temporal y occipital. Finalmente, todas las lesiones fueron

clasificadas como remodeladas o no remodeladas en base al análisis

cualitativo de la textura del hueso y a la actividad ósea formativa o

reabsortiva. Los criterios utilizados para distinguir entre ambos tipos de

lesiones pueden consultarse en Mensforth (1991) y Buikstra y Ubelaker

(1994).

Debido a que la hiperostosis porótica es una respuesta ósea inespecífica a

los estímulos de la hiperplasia de la médula eritropoyética, fue necesario

contar con un diagnóstico que permitiera diferenciar los roles de la anemia

por deficiencia de hierro y de las anemias hemolíticas en la patogénesis de

las eventuales lesiones. Con ese propósito, y siempre que ello fue posible

teniendo en cuenta el grado de integridad del esqueleto, tanto el material

craneal como el postcraneal fue examinado cuidadosamente con el fin de

registrar la presencia/ausencia de cambios esqueletarios considerados

patognomónicos de aquellas condiciones que constituyen los principales

factores en la etiología de la hiperostosis porótica en los grupos humanos

prehistóricos (Moseley, 1974; Steinbock, 1976).

X.3. Resultados y Discusión

No se observó en la muestra analizada ningún caso de hiperostosis

porótica, activa o remodelada, ni cambios esqueletales vinculados a anemias

hemolíticas genéticamente determinadas. A pesar de estar representados

tres de los cuatro principales grupos de riesgo respecto de esta condición

patológica (individuos infantiles entre los seis meses y los tres años de edad,

adolescentes de ambos sexos, e individuos femeninos adultos en

reproductiva; Finch, 1968; Scott et al., 1970. Ver tabla X.1.), ninguno de los

cráneos examinados presentó señales de lesión.

Los estudios comparativos efectuados en poblaciones prehistóricas

americanas con distinta base económica (i.e. cazadores-recolectores y

agricultores dependientes del maíz) predicen, en general, una baja incidencia

de hiperostosis porótica vinculada a anemia por deficiencia de hierro entre

Page 189: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

las poblaciones con economía basada en la caza y recolección (El-Najjar,

1976). Por otro lado, se ha demostrado en base a numerosos estudios

llevados a cabo en distintas poblaciones modernas y prehistóricas, la

estrecha vinculación existente entre la anemia por deficiencia de hierro y

distintos estados infecciosos y de stress nutricional (Moseley, 1966; Hengen,

1971; El-Najjar y Robertson, 1976; Lallo et al., 1977; Mensforth et al., 1978;

Stuart-Macadam, 1985; 1987a; 1987b; 1989; Mensforth, 1991).

La ausencia de hiperostosis porótica en la muestra esqueletaria analizada

indicaría, en principio, una dieta lo suficientemente rica en hierro como para

permitir que la biodisponibilidad de este nutriente esencial sea la adecuada y

cumpla con los requerimientos diarios según el sexo y la edad. Al mismo

tiempo, sería indicadora de niveles relativamente bajos de infección. La baja

frecuencia de reacción perióstica observada en el conjunto de los esqueletos

examinados apoyaría esta inferencia.

Page 190: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

XI. PROCESOS INFECCIOSOS

XI.1. Introducción

La gran mayoría de las enfermedades infecciosas no dejan marcas sobre el

sistema esqueletario. De aquellas pocas que afectan a los huesos, un gran

número son relativamente raras, poseen una distribución geográfica

extremadamente restringida, o afectan predominantemente a individuos de

una determinada categoría sexual o etárea (Powell, 1988). La mayor parte de

las pequeñas lesiones son de naturaleza inespecífica, y reflejan la

experiencia de un individuo a lo largo de su vida con situaciones

traumáticas, con infecciones transitorias, stress mecánico, o simples

variantes o deficiencias en el proceso de desarrollo. Los huesos normalmente

están protegidos por tejido muscular y se hallan localmente expuestos a

patógenos sólo en el caso de fracturas o penetración de objetos a través de

los tejidos blandos (i.e. proyectiles). Excepto en tales casos, los organismos

infecciosos pueden ser introducidos al hueso a través de los sistemas

linfático o circulatorio, lo que implica que puede verse afectado más de un

elemento óseo (Ubelaker, 1982). Los organismos patógenos más frecuentes

son bacterias (i.e. Stafilococus aureus, Salmonella), virus, y diversos hongos,

algunos de ellos endémicos en diversas regiones (i.e. Blastomyces,

Aspergillus, Histoplasma) (Ortner y Putschar, 1981; Poweel, 1988; Steinbock,

1976).

XI.2. Materiales y Métodos

Se analizaron restos de un mínimo de 74 individuos de distinto sexo, edad

y cronología. Se incluyeron en el análisis aquellos individuos representados

por al menos un hueso largo o clavícula, que en general son los elementos

con mayor sensibilidad para el registro de infecciones locales o sistémicas.

Todos los elementos fueron examinados macroscópicamente y con el empleo

de lupa binocular hasta 20X. En todos los casos, se discriminó la forma

básica de la lesión: destrucción osteolítica focal o producción osteoblástica

de hueso nuevo. En el caso de las lesiones osteoblásticas, el compromiso de

la superficie externa (i.e. poceado, estriaciones) fue distinguido de las

Page 191: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

alteraciones más profundas (aposición subperióstica, o las respuestas

osteolíticas y osteoblásticas características de la osteomielitis piogénica;

Powell, 1988). Se registró también la localización y extensión de cada lesión

en cada elemento óseo.

XI.3. Resultados y Discusión

Los resultados obtenidos se hallan expresados en la Tabla XI.1. Se

observa una baja frecuencia general de evidencias de procesos infecciosos en

la muestra analizada, en comparación con otras series esqueletarias

(prevalencia total= 12.16%). En relación a la distribución cronológica de los

valores de prevalencia, la Tabla XI.2. muestra que sólo existen diferencias

estadísticamente significativas (test exacto de Fisher; P>0.05) entre la

muestra del Holoceno temprano respecto de la del Holoceno tardío,

existiendo proporcionalmente más casos en este último período. La mayoría

de las lesiones registradas son de carácter proliferativo (osteoblástico),

localizadas en la diáfisis de los huesos largos. Los huesos más afectados son

el fémur y la tibia, principalmente del lado izquierdo (Tabla XI.3.). La

mayoría de los individuos afectados (5/9) presenta más de una lesión,

localizada en diferentes unidades anatómicas. De los nueve individuos

afectados, cinco son adultos y cuatro subadultos.

Las lesiones osteoblásticas difusas y focales comprenden la mayor parte

de las lesiones observadas, lo que constituye un patrón frecuentemente

informado en la literatura (i.e. Cassidy, 1972; Lallo, 1973; Larsen, 1982;

Milner, 1982; Powell, 1988). La formación de hueso nuevo, resultante de un

incremento en la actividad de las células especializadas del tejido óseo

denominadas osteoblastos, es uno de los rasgos principales de la respuesta

inflamatoria del hueso ante un trauma, una infección u otro stress

patológico. Según Steinbock (1976: 13), los fluidos exudativos y el pus

alcanzan el periosteo desde el hueso, provocándole una irritación, que

estimula la formación subperióstica de hueso. El incremento en la

vascularización también favorece la producción de hueso, como así también

la reabsorción osteoclástica de hueso necrótico. La simple presencia de una

respuesta osteoblástica es un indicador inespecífico de stress patológico,

Page 192: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

aunque su distribución a través del esqueleto y el perfil demográfico de los

individuos afectados permite con frecuencia el diagnóstico diferencial de

etiologías específicas.

Dos de los casos registrados muestran el desenvolvimiento extensivo

característico de la osteomielitis hematógena, combinando lesiones

reabsortivas y proliferativas. La presencia de canales supurativos

terminando en una cloaca a través de la región cortical del hueso indican

una infección piogénica (producida por el pus) de los tejidos más internos y

de la cavidad medular. Uno de los casos, un individuo adulto masculino de

40-50 años de edad al momento de morir (LCH1-1M), presentaba una

inflamación en el extremo proximal de la tibia que prácticamente duplicaba

la circunferencia normal de la misma, mostrando además indicios de

actividad osteoblástica. La destrucción postdepositacional parcial del área

afectada impidió la verificación de la presencia de una cloaca o de canales de

drenaje. El extremo distal anterior de la metáfisis del fémur izquierdo

mostraba una gran cloaca (23 mm), con márgenes bien remodelados. No se

detectó una respuesta osteoblástica aparente. La lesión probablemente

representa el último vestigio de osteomielitis de la metáfisis distal del fémur

sufrida en la adolescencia. La osteomielitis aguda resulta generalmente de

una contaminación directa (i.e. introducción traumática de patógenos) o

indirecta (i.e. dispersión hematógena de bacterias piogénicas desde algún

otro foco de infección en el organismo). Es más frecuente entre las edades de

3 a 15 años, cuando el crecimiento de los huesos es más rápido. La

localización típica es en las metáfisis de los huesos largos, debido a que el

flujo lento de sangre en los capilares metafisarios próximos al cartílago de

crecimiento favorece la proliferación bacteriana (Steinbock, 1976). La

infección se puede extender hacia la diáfisis, pero raramente consigue

atravesar la barrera cartilaginosa e invadir la epífisis. Los rastros de los

cambios destructivos en el hueso pueden persistir hasta mucho después de

terminada la infección, y lesiones bien curadas de osteomielitis en esqueletos

de adultos pueden reflejar a veces una experiencia temprana de enfermedad

(Powell, 1988). El otro caso (LCH1-Y), un individuo adulto masculino de más

de 30 años, muestra evidencias de lesiones activas al momento de morir.

Page 193: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Este individuo exhibe lesiones proliferativas osteoblásticas extendidas en la

región diafisaria de ambos fémures, tibias y peroné derecho (Figura XI.1.).

Las lesiones más severas se localizan en los elementos del lado derecho. Los

extremos distales de la tibia y peroné derechos, únicas porciones

recuperadas de esos huesos, presentan aposición de hueso nuevo en forma

espicular que cubre toda la superficie (Figura XI.2.). El extremo distal de la

tibia se halla profundamente modificado, presentando una cloaca también

en posición distal, con bordes irregulares. Claramente se trata de una

infección sistémica, que afecto numerosos elementos del esqueleto.

Desafortunadamente, no se recuperó el cráneo de este individuo, lo que

impidió verificar la posible extensión de la infección a esta estructura.

Page 194: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

XII. COMPOSICION ISOTOPICA ( δ13C) DE MUESTRAS HUMANAS,

FAUNISTICAS Y VEGETALES: INFERENCIAS PALEODIETARIAS

XII.1. Introducción

Los constituyentes orgánicos e inorgánicos del hueso proveen un registro

promediado a largo plazo de la dieta de un individuo. En los vertebrados, los

elementos y aminoácidos liberados por la digestión de los alimentos son

incorporados a la estructura de la hidroxiapatita y de las proteínas óseas,

entre ellas el colágeno, a través de la totalidad del período de vida. De este

modo, bajo condiciones favorables, la composición química del hueso puede

relacionarse cuantitativamente a la composición química de la dieta (Price,

1989; Schoeninger y Moore, 1992; Pate, 1994).

Las tasas de isótopos estables del carbono (13C/12C), expresadas como

δ13C3, han sido utilizadas ampliamente como un índice de la importancia

relativa de las plantas C3 y C4 en la dieta. Las plantas C3, que incluyen a

todos los árboles, a la mayoría de los arbustos y pastos de áreas templadas y

de estación fría, utilizan la vía fotosintética C3, o de Calvin-Benson. En este

patrón fotosintético, como primer producto del proceso se obtiene un

compuesto formado por tres átomos de carbono, denominado ácido

fosfoglicérico (Whittingham, 1974). Tales plantas poseen tasas bajas de 13C/12C (δ13C= -20 ‰ a -34 ‰, con un valor modal de -26 ‰), como

resultado de la discriminación, por parte de la enzima carboxilasa, en contra

de la incorporación del isótopo 13C, de mayor peso que el isótopo 12C (Park

y Epstein, 1960). Las plantas que emplean la vía fotosintética de Hatch-

Slack o C4, son básicamente hierbas tropicales, o de estación cálida, junto

con unos pocos arbustos de las familias Euphorbiaceae y Chenopodiaceae

(Downton, 1975). Estas plantas producen, como subproductos primarios del

3 Los valores de δ13C se calculan como: δ13C = [(13C/12C muestra/ 13C/12C estándard) - 1] X 1000 (%0) Los resultados se expresan en partes por mil (%0) relativas al estándard internacional PDB (Pee Dee Belemnite Carbonate).

Page 195: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

proceso de fotosíntesis, compuestos de cuatro átomos de carbono, el ácido

málico y el ácido aspártico (Whittingham, 1974). Estos vegetales presentan

tasas de 13C/12C más altas que los de tipo C3 (δ13C= -9‰ a -16‰, con

un valor modal de -12‰)4.

En los ecosistemas marinos, por otro lado, las tasas de isótopos estables

del carbono se hallan en conjunto enriquecidas en 13C, en comparación con

los ecosistemas terrestres C3, debido a que la formación de bicarbonato en el

agua de mar a partir de la disolución del CO2 atmosférico, involucra

procesos termodinámicos que conducen al enriquecimiento de los isótopos

del carbono más pesados (Tauber, 1981; Schoenniger y Moore, 1992; Pate,

1994).

La tasa de isótopos estables del carbono en tejidos humanos, puede ser

utilizada para establecer si los miembros de una población consumieron una

dieta basada principalmente en plantas C3 y/o herbívoros consumidores de

plantas C3, o una dieta basada en plantas C4 y/o herbívoros consumidores

de plantas C4. Al mismo tiempo, puede ser usada para distinguir a los

individuos que se alimentaron principalmente de recursos C3 (vegetales y

consumidores primarios), de aquellos que utilizaron recursos marinos

(Ambrose y Norr, 1993; Katzemberg, 1992; Schwacz y Schoeninger, 1991,

entre otros). En regiones del mundo donde las plantas C3 dominaron o

dominan el paisaje terrestre, la tasa de isótopos estables del carbono puede

proveer información referente a la importancia relativa de los alimentos de

origen marino o terrestre, en la dieta de poblaciones prehistóricas que

ocuparon hábitats costeros o ambientes continentales adyacentes al mar

(Chisholm et al., 1982; Hobson y Coller 1984; Tauber, 1981, Walker y De

Niro, 1986, DeNiro, 1987; Pate y Schoeninger, 1993; Pate, 1995; entre otros).

4 Existe una tercera vía fotosintética, seguida por los vegetales con el metabolismo ácido de las crasuláceas (CAM). Estas son plantas suculentas de ambientes áridos (cactus, ágave y ciertas euforbeáceas), que producen valores de δ13C que pueden asemejarse a aquellos de las plantas C3 si fijan el carbono durante el día, o C4 si lo hacen durante la noche en respuesta, generalmente, a condiciones xéricas. Es por ello que su δ13C depende de factores ambientales particulares, cubriendo el rango de valores de plantas C3 y C4, incluyendo también tasas intermedias (Bombin y Muehlenbachs, 1985).

Page 196: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

En el ámbito de la Región Pampeana, Politis (1984) propuso un modelo de

ocupación prehispánica del área Interserrana bonaerense que incluye la

explotación de los recursos provenientes de los tres principales ambientes

disponibles: la llanura, los sectores serrano y periserrano de Tandilia y

Ventania, y la costa. El análisis del registro arqueológico de los sitios

costeros, y de cierta evidencia recuperada en sitios del interior (i.e. presencia

de rodados costeros y conchas de moluscos marinos), condujo a este autor a

proponer como altamente probable la hipótesis sugerida por Holmes (1912) y

Hrdlicka (1912), y apoyada por Aparicio (1932) y Orquera (1981), de que los

sitios de la costa y de la llanura interserrana, a pesar de las diferencias

cuantitativas en la estructuración de los conjuntos líticos de ambos sectores,

fueron producidos por los mismos grupos humanos, por lo menos a partir

del Holoceno Medio (Politis, 1984). La virtual desaparición de los posibles

sitios costeros formados durante el Holoceno temprano debido al avance

hacia el interior de la línea de costa y la fijación de la línea de costa actual a

partir, probablemente, del Holoceno Medio (ca. 7,000 a 5,000 años AP;

Fidalgo y Tonni, 1983; cf. Aguirre y Whatley, 1995; Politis y Bayón, 1995;

Bayón y Politis, 1996), dificulta la extensión del modelo a las poblaciones

humanas del Holoceno temprano y del Pleistoceno final.

El análisis de los valores de δ13C obtenidos a partir del colágeno de una

muestra de esqueletos humanos del sitio Arroyo Seco 2, y de huesos de

herbívoros y carnívoros, y también de vegetales provenientes de diversos

sitios continentales y costeros del área Interserrana, tiene por objeto proveer

evidencia relevante e independiente para la discusión del modelo

mencionado, a la vez que aportar a informacion útil para el estudio de la

paleoecología de las poblaciones aborígenes pampeanas del Holoceno

temprano.

XII.2. Materiales y métodos

Los valores de δ13C fueron obtenidos entre los años 1991 y 1997, durante

el proceso de datación radiocarbónica de las muestras mediante el empleo de

acelerador de partículas (AMS), en los laboratorios de las universidades de

Page 197: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Oxford y Arizona (NSF- Arizona Accelerator Facility for Radioisotope

Analysis, University of Arizona, USA), y en el laboratorio Beta Analytic Inc.,

de Miami, USA. Las muestras consistieron en: a) Arroyo Seco 2: fragmentos

de costillas de siete esqueletos humanos (un individuo no identificado del

entierro múltiple Nº1, AS5, AS19, AS24, AS26, AS31 y AS32); fragmentos de

hueso del autopodio de Toxodon platensis y Equus neogeus; fragmentos de

húmero de Glossoterium robustum; y un canino de Canidae, que formaba

parte del ajuar funerario del esqueleto AS18; b) La Toma: 2 huesos del

autopodio de Lama guanicoe; c) Laguna Tres Reyes 1: 2 huesos del autopodio

de Lama guanicoe; d) La Olla 1: un hueso de Otariidae, e) La Olla 2: un hueso

de Otariidae; f) Monte Hermoso 1: semillas de Ruppia sp. y restos

macrovegetales no identificados; g) Laguna de Puán 1: una falange de Lama

guanicoe; h) La Montaña 1: un fragmento de hueso indeterminado,

probablemente guanaco. De cada especimen óseo, se obtuvo un fechado

radiocarbónico y una determinación del δ13C a partir del análisis de la

fracción orgánica o colágeno. Recientes experimentos en ratas (Ambrose y

Norr, 1993; Tieszen y Fagre, 1993), apoyan el modelo propuesto

originalmente por Krueger y Sullivan (1984), que establece que los valores de

δ13C del colágeno reflejan principalmente la composición isotópica del

componente proteico de la dieta, mientras que los valores de δ13C de la

hidroxiapatita están más relacionados a la composición isotópica del total de

la dieta. En el caso de Arroyo Seco 2, no se dispone de valores de δ13C para

la fracción mineral de los huesos. Sin embargo, teniendo en cuenta los

resultados de los estudios tafonómicos realizados en esta muestra

(Barrientos y Gutiérrez, 1996), consideramos que la confiabilidad de las

determinaciones de δ13C en la hidroxiapatita presentaría un alto grado de

incertidumbre debido a la alteración diagenética, en algunos individuos, de

la microestructura ósea como consecuencia de la alteración

postdepositacional de la fracción mineral del hueso.

XII.3. Resultados y Discusión

Page 198: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Los resultados obtenidos están resumidos en la Tabla XII.1. y en la Figura

XII.1. La totalidad de las muestras analizadas poseía el suficiente carbono en

el colágeno (más del 5%), como para permitir determinaciones confiables

tanto de la edad radiocarbónica, como de la tasa 13C/12C (informe de los

laboratorios).

Los valores obtenidos para caballo (Equus neogeus) y para guanaco (Lama

guanicoe), son compatibles con los esperados para animales herbívoros con

una dieta basada entre un 80% a un 100% en vegetales de tipo C3 en

ambientes básicamente abiertos (Schoeninger y Moore, 1992; Pate, 1994;

Fizet et al., 1995). Sin embargo, se observa una diferencia de 1.9 ‰ entre

los valores medios correspondientes a estos dos taxa (caballo X= -21.3 ‰;

guanaco X= -19.4 ‰). La misma puede estar reflejando las diferencias

existentes en la composición de la dieta de uno y de otro animal. En tanto

los caballos se alimentan básicamente de hierbas, los guanacos presentan

una dieta más amplia, que incluye hierbas, arbustos, frutos de leguminosas,

etc., (Oporto, 1983; Raedecke, 1978). Por lo tanto, es posible que las

diferencias en los valores de δ13C estén reflejando diferencias en la

composición isotópica de los vegetales consumidos por estas dos especies.

Los valores de δ13C de Glossotherium robustum (X= -20.45‰), indican

una dieta basada en el consumo de vegetales C3. El valor de δ13C obtenido

para Toxodon platensis, un herbívoro pastador, graviportal (i.e. semejante a

los actuales elefantes y rinocerontes), y de hábitos probablemente

semiacuáticos (Tonni, 1989), indica una dieta basada en el consumo de

vegetales tanto de tipo C3, como de tipo C4.

Los valores de δ13C de lobo marino (Otariidae) (X= -13‰) resultan

compatibles con los teóricamente esperados para animales con una dieta

predominantemente marina (entre -13 ‰ y -11 ‰; Pate, 1995). Por el

contrario, el valor de δ13C obtenido para cánido resulta mucho más alto que

el teóricamente esperado para carnívoros terrestres (Schoeninger y Moore,

1992; Pate, 1994) . Si bien no ha sido posible obtener una determinación a

nivel genérico del especímen de diente analizado, es posible que el mismo

corresponda a zorro (Canis sp.) (Politis, 1989). Los zorros, a diferencia de

Page 199: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

otros carnívoros tales como los lobos, tienen una dieta más omnívora que

puede incluir una alta proporción de frutos y hierbas, sobre todo en verano y

otoño. Esta amplitud de la dieta de los zorros podría dar cuenta del valor

obtenido, que cae dentro de los típicamente esperables para animales con

una dieta mixta basada en el consumo de alimentos derivados de C3 y C4 y/o alimentos marinos (Pate, 1995). Sin embargo, resulta necesario el

procesamiento de más muestras para evaluar si el valor obtenido es anómalo

o bien caracteriza la composición isotópica de la dieta de estos animales. En

el caso de las siete muestras humanas, los valores de δ13C obtenidos se

agrupan alrededor de una media de -18.2 ‰ ± 0.8 ‰, próxima al límite

inferior del rango de valores teóricamente esperado para vertebrados con

una dieta basada en forma predominante (80+%) en plantas terrestres C3 y/o animales consumidores de plantas C3 (-21.0 ‰ a -17.8 ‰; Pate, 1995).

Sin embargo, tres individuos [AS19, AS24 y AS31; (X= -17.4 ‰)], se hallan

ubicados próximos al límite superior del rango esperado para vertebrados

con una dieta mixta basada en el consumo de plantas C3 y C4, animales

consumidores de plantas C3 y C4 y/o alimentos de origen marino (-17.8 ‰

a -13.0 ‰; Pate, 1995).

No hay evidencias en lña región del consumo humano de vegetales de tipo

C4. Los valores obtenidos para los especímenes de guanaco y caballo

analizados, si bien no son contemporáneos a los entierros humanos de

Arroyo Seco 2, muestran que el ecosistema pampeano durante el Pleistoceno

final y al menos durante el Holoceno medio-tardío, estuvo dominado por

vegetales de tipo C3. Esto implicaría que la distribución de los valores de los

esqueletos humanos de Arroyo Seco 2 podría ser el resultado de una dieta

básicamente continental, fundamentalmente basada en el consumo de

plantas y/o animales consumidores de plantas C3, con algunos aportes de

alimentos de origen marino. Las proporciones relativas entre estos

componentes no pueden establecerse en términos porcentuales puesto que,

si bien existe evidencia de que el colágeno del hueso refleja principalmente el

contenido proteico de la dieta (Krueger y Sullivan, 1984; Ambrose y Norr,

1993), no existe actualmente forma alguna de saber en qué medida el

Page 200: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

carbono presente en los diferentes componentes de los alimentos (proteínas,

grasas y carbohidratos) es transferido a los diferentes tejidos corporales

(Sealy y van der Merwe, 1992).

El componente animal de la dieta de las poblaciones del área ha sido bien

caracterizado a partir de la evidencia recuperada en distintos sitios

arqueológicos (i.e. Arroyo Seco 2; Tres Reyes 1; La Toma; Zanjón Seco 2 y 3;

Paso Otero 1; Politis, 1984; Madrid y Salemme, 1991; Politis et al., 1991;

Politis y Salemme, 1990; Salemme, 1987). Las especies explotadas

económicamente con una mayor representación en el registro son: guanaco,

venado de las pampas, ñandú, diferentes especies de armadillos y, en el

Pleistoceno final - Holoceno temprano, mamíferos extinguidos. Si bien sólo

se dispone de valores de δ13C para guanaco, caballo americano, glosoterio y

toxodonte, los resultados obtenidos - en especial para las tres primeras

especies - indican que la dieta de estos animales estuvo basada

fundamentalmente en el consumo de vegetales de tipo C3, lo que indicaría la

predominancia de este tipo de vegetación durante el Pleistoceno final y el

Holoceno. De esta forma, es esperable que otros herbívoros, tales como el

venado de las pampas, presenten una composición isotópica similar.

La evidencia recuperada en los sitio La Olla 1 y 2 (Politis et al., 1994;

Bayón y Politis, 1996), localizados en la costa del actual partido de Monte

Hermoso, indica que por lo menos hacia el 7,000 AP el consumo de lobos

marinos (Otaria flavescens y Arctocephalus australis) ya estaba bien

establecido entre estas poblaciones. Por ejemplo, en el sector excavado del

sitio La Olla 1, que ha sido interpretado como un locus de procesamiento

primario de lobos marinos, el NMI correspondiente a esta familia es de 41

(Politis et al., 1994). Si los valores de δ13C obtenidos para los esqueletos

humanos AS19, AS24 y AS31 son el resultado del consumo de alimentos

terrestres derivados de C3 y de alimentos marinos, tales como los

pinnípedos, esto indicaría que el uso del ambiente costero habría formado

parte de la estrategia general de adaptación y supervivencia de las

poblaciones aborígenes pampeanas desde por lo menos la transición entre el

Holoceno temprano y medio. En efecto, el esqueleto AS19 ha sido datado en

Page 201: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

6,860 ± 60 AP, y los esqueletos AS24 y AS31 en 7,800 ± 115 AP y 7,615 ± 90

AP respectivamente. La evidencia paleonutricional sugiere que los episodios

de stress a nivel individual, probablemente asociados a una disminución

estacional o interanual en la oferta de recursos, habrían sido relativamente

frecuentes durante el Holoceno temprano-medio. El rol que cumplieron los

alimentos marinos en la compensación de probables deficiencias

nutricionales y en el balance general de la dieta de estas poblaciones, deberá

ser explorado con mayor profundidad en el futuro mediante el empleo de

múltiples líneas de evidencia (i.e. Lyman, 1989; 1991; Hildebrandt y Jones,

1992).

En resumen, puede decirse que los resultados obtenidos hasta el presente

tienden a apoyar el modelo arqueológico postulado para el área por Politis

(1984), referido a la explotación de los tres grandes ambientes disponibles -

llanura, sierra y costa - por parte de las sociedades cazadoras-recolectoras

prehispánicas del área Interserrana. En particular, proporcionan evidencia

para discutir el problema del uso temprano del ambiente costero. Hasta el

momento, éste había resultado un problema de difícil tratamiento mediante

el empleo de la evidencia arqueológica convencional, debido a la probable

destrucción de la mayoría de los sitios costeros formados durante el

Holoceno temprano, como resultado de los cambios en el nivel del mar

ocurridos después del Pleistoceno (Politis, 1984).

En el futuro será necesario analizar nuevas muestras de esqueletos

humanos del sitio Arroyo Seco 2 y de otros sitios del área, principalmente de

la costa (i.e. Túmulo de Malacara, La Tigra, Chocorí) y obtener

determinaciones de δ15N como un medio de evaluar por otra vía, la

influencia diferencial del consumo de alimentos de origen marino y derivados

de vegetales C4, en los valores de δ13C registrados.

Page 202: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

XIII. DISCUSION

El patrón de distribución de los diferentes indicadores de estado de salud

y nutrición considerados en este trabajo se ajusta, en términos generales, al

perfil bioarqueológico de cazadores-recolectores emergente de los diversos

estudios existentes. Las prevalencias de hipoplasias del esmalte dental,

líneas de Harris, hiperostosis porótica y lesiones óseas debidas a procesos

infecciosos registradas en las muestras correspondientes a cada período y en

la muestra total de nuestra área de estudio resultan, en la mayoría de los

casos, inferiores a los valores medios obtenidos en otros estudios

bioarqueológicos de cazadores- recolectores (Tabla XIII.1.). En sólo tres casos

se observan valores de prevalencia superiores a los valores medios

registrados en otras muestras.

No se registraron, para la mayoría de los indicadores considerados,

diferencias estadísticamente significativas entre los valores de prevalencia

correspondientes a cada período. En el caso de las lesiones óseas atribuíbles

a procesos infecciosos, la casi total ausencia de lesiones debidas a infección

en la muestra de Arroyo Seco 2 (Holoceno temprano) resulta

significativamente diferente a la situación observada en la muestra del

Holoceno tardío. Este constituye el único caso registrado de existencia de

una cierta tendencia temporal en la variación de los valores de un

bioindicador. Sin embargo, en este contexto resulta necesario tener en

cuenta que la ausencia de diferencias significativas en los valores de

prevalencia de los diferentes indicadores a través del tiempo no implica,

necesariamente, la ausencia de tendencias temporales "reales" en el impacto

de determinados factores ambientales sobre las poblaciones humanas.

Existe una clara relación entre el tamaño muestral, la magnitud de la

expresión de un factor, y la probabilidad de registrar una diferencia

significativa en la distribución de ese factor entre dos o más muestras.

Cuando se trabaja con muestras grandes, la probabilidad de registrar

diferencias de escasa magnitud en la incidencia de un factor determinado es

mayor que la existente en el caso de muestras pequeñas. En éstas, sólo las

diferencias de relativamente gran magnitud tienen mayores probabilidades

Page 203: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

de ser detectadas. Esto implica que, en nuestro caso de estudio, la ausencia

de diferencias significativas entre los valores de prevalencia de hipoplasias

del esmalte dental puede ser interpretada como debida o bien a la ausencia

real de tales diferencias, o bien, en el caso de haber existido estas últimas, a

su escasa magnitud. En ambos casos, los resultados obtenidos resultan

compatibles con las expectativas derivadas del modelo regional propuesto.

Este sugiere la probable existencia de variaciones en la prevalencia de

distintos indicadores de stress ambiental entre, principalmente, las

muestras del Holoceno tardío respecto a las de los otros períodos, debidas a

probables diferencias en la organización de las poblaciones de las cuales

derivan. Sin embargo, se ha propuesto también que tales variaciones no

deberían haber sido necesariamente de gran magnitud. Los probables

procesos de cambio en los sistemas de asentamiento y subsistencia de las

poblaciones más tardías respecto de las más tempranas podrían ser

considerados sólo como procesos de intensificación de ciertos componentes

ya presentes en esos sistemas (i.e. recolección, procesamiento y consumo de

vegetales), y no como procesos conducentes a organizaciones

cualitativamente distintas.

Independientemente del período temporal del que provengan las muestras,

resulta evidente la existencia de niveles moderados a altos de trastornos

metabólicos durante los primeros años del período de crecimiento y

desarrollo posnatal. En anteriores secciones de este trabajo puntualizamos

que las hipoplasias del esmalte son, básicamente, el resultado de la acción

combinada de diversos estados de enfermedad y malnutrición. Hemos

encontrado que la evidencia del impacto de infecciones inespecíficas resulta

muy bajo en todas las series analizadas. Sin embargo esto no implica

necesariamente una baja incidencia de enfermedades infecciosas en estas

poblaciones, sino sólo una baja incidencia de infecciones a nivel del tejido

óseo. Un gran número de procesos infecciosos que normalmente no se

manifiestan en los huesos pueden dar cuenta de la formación de líneas de

hipoplasia, siendo los más probables aquellos que comprometen las vías

respiratorias y el tracto gastrointestinal (i.e. diarrea) (Goodman, 1994;

Goodman et al., 1992). Debido a que las hipoplasias se forman sólo durante

Page 204: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

el período de crecimiento y desarrollo dental, no hay posibilidad de usar esta

evidencia para discutir la incidencia de infección y malnutrición en los

individuos adultos de estas poblaciones. Sin embargo, parece razonable

pensar que los déficits nutricionales y los procesos infecciosos tuvieron un

mayor impacto relativo sobre los individuos infantiles y juveniles. En efecto,

la edad media de formación de bandas de hipoplasia en el canino

mandibular, el diente que registra la mayor cantidad de eventos en nuestra

muestra, es de 2,6 años. Si bien no se calculó la edad etiológica de las

líneas de Harris en la muestra de Arroyo Seco 2, su distribución en las

diáfisis de los huesos analizados (cuartos distales en individuos adultos),

indica que una parte significativa de ellas probablemente se formó durante

la segunda década de vida. Tanto las hipoplasias del esmalte dental como

las líneas de Harris pueden ser considerados como indicadores de disturbios

metabólicos de carácter agudo. No se encontraron evidencias de

malnutrición crónica en ninguna de las muestras analizadas. El dimorfismo

sexual, medido en términos de la estatura media probable de los adultos de

ambos sexos y de la robustez ósea, alcanza una buena expresión en todas

las series, lo que apoya la idea de una baja o nula incidencia de factores

estresantes de larga duración (Huss-Ashmore et al., 1982). El registro de

hiperostosis porótica muestra una prevalencia nula en todas las series, lo

que indica una baja probabilidad de que la deficiencia nutricional de hierro y

la existencia de parasitosis hayan constituído factores de stress ambiental

importantes a través del tiempo.

Respecto de la composición de la dieta, los datos de 13C de la muestra

correspondiente al Holoceno temprano indican una dieta básicamente

continental, basada en el consumo de alimentos animales y vegetales C3,

probablemente complementada con alimentos de origen marino en una

proporción no mayor del 25%. La proporción relativa de alimentos vegetales

y animales en la dieta de las poblaciones de distintos períodos del Holoceno

no puede ser estimada por el momento.

Tomando en consideración el conjunto de las líneas de evidencia

exploradas, pensamos que el estado de salud y nutrición general de las

poblaciones aborígenes pampeanas fue relativamente bueno, en

Page 205: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

comparación, al menos, con el inferible a partir del análisis de otras

muestras esqueletarias de cazadores-recolectores americanos y de otros

lugares del mundo. Tal evidencia sugiere que, independientemente de las

posibles variaciones genéticas intra e interpoblacionales y de las variaciones

en las estrategias adaptativas puestas en práctica por los individuos

pertenecientes a las distintas poblaciones de nuestra área de estudio tanto a

través del tiempo como del espacio, todos ellos compartieron un rango de

adaptación fisiológica similar.

Si los indicadores de detención y/o recuperación del ritmo de crecimiento

analizados - hipoplasias del esmalte dental y líneas de Harris - se vinculan

estrechamente con la interacción sinérgica entre estados de malnutrición e

infección (Goodman et al., 1994; Hughes et al., 1996), puede proponerse que

uno de los principales factores de valor selectivo del ambiente pampeano a

través del tiempo fue la fluctuación temporal y/o espacial no predecible en la

disponibilidad de recursos.

Se ha propuesto que los principales recursos animales explotados por las

poblaciones humanas durante el Holoceno (guanaco y venado de las

pampas), y algunos de los complementarios (armadillos, lobo marino y

ñandú), se hallaban disponibles todo el año (Politis, 1984; Politis y Salemme,

1989). Sin embargo, variaciones regulares (i.e. estacionales o periódicas) y/o

estocásticas en su densidad local, estructura etárea y sexual de las

poblaciones, composición corporal (i.e. volúmen de tejido adiposo), etc.

pueden haber influído significativamente sobre el grado de disponibilidad de

un determinado recurso, tanto animal como vegetal. De particular

importancia para la organización y adaptación humana son las variaciones

aleatorias, y por lo tanto impredecibles, en la disponibilidad de un

determinado conjunto de recursos. No disponemos aún de evidencias

suficientes para caracterizar y evaluar el grado de predictibilidad de éstos ni

la variabilidad de las estrategias puestas en práctica por los individuos

pertenecientes a las distintas poblaciones pampeanas para su explotación

(i.e. de evitación o de toma de riesgo). Sin embargo, desde un punto de vista

muy general, puede decirse que en poblaciones cazadoras-recolectoras que

habitan áreas caracterizadas por a) una distribución temporal y espacial

Page 206: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

heterogénea de recursos, en especial aquellos de naturaleza crítica, y b) una

baja densidad poblacional relativa respecto de esa estructura de recursos, la

movilidad constituye una de las estrategias más seguras para el

mantenimiento individual y colectivo del grupo. En forma independiente de

las posibles variaciones organizacionales a través del tiempo, la movilidad

parece haber sido la principal estrategia puesta en práctica para reducir las

incongruencias espacio-temporales, tanto predecibles como, suponemos,

impredecibles en la disponibilidad de los principales recursos. Dentro de este

contexto, la costa puede haber funcionado como una alternativa importante

en situaciones de disminución en la oferta de recursos de los demás

ecosistemas del área, en cualquier época del año. La evidencia de 13C no

parece sustentar la idea de un uso de la costa, al menos durante el Holoceno

temprano, sobre una base estacional regular. Los valores de 13C parecen

indicar un uso ocasional de recursos marinos. La profundización en el

conocimiento de los procesos de formación y estructura sexual y etárea de

las muestras esqueletarias de lobos marinos de los sitios costeros

correspondientes a este período (i.e. La Olla 1 y 2; Monte Hermoso 1), y la

obtención de nuevas determinaciones de 13C y otros isótopos estables (i.e.

δ15N) permitirá en un futuro discutir esta hipótesis sobre una base más

sólida que la actualmente disponible.

Por último, resulta importante señalar que la información bioarqueológica

extraída de las muestras analizadas, que indica una ausencia de diferencias

significativas en la variación cronológica en casi la totalidad de los

indicadores analizados, no debe ser interpretada como indicadora de una

estabilidad adaptativa de las poblaciones humanas durante el lapso total

comprendido por el Holoceno. Las muestras esqueletarias estudiadas

corresponden a tres períodos durante los cuales la ocupación humana a

nivel regional podría ser caracterizada como "efectiva" y "estable", en el

sentido dado a estos términos por Borrero (1989/1990; 1994/1995). Una

etapa de ocupación efectiva de tipo estable se alcanza cuando la mayor parte

del espacio regional es explotada y/o ocupada. Implica, entre otras cosas, la

existencia de poblaciones cuya estructura demográfica no fluctúa mucho

Page 207: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

durante generaciones, lo que puede resultar en una estabilización real o

aparente (ver Capítulo III) en la distribución de los marcadores biológicos

considerados (Buikstra y Mielke, 1985; Guichón, 1993; Paine y Harpending,

1996; Sattenspiel y Harpending, 1983). El análisis de muestras

correspondientes a períodos en los cuales es esperable la existencia de

poblaciones con regímenes demográficos distintos y posiblemente más

sujetos a fluctuación (i.e. Pleistoceno final-Holoceno temprano; Holoceno

medio post-Hypsitermal), podría mostrar distribuciones significativamente

diferentes a las descriptas en este trabajo. Desafortunadamente, no se

dispone aún de series esqueletarias asignables a esos períodos, por lo que la

evaluación de esta hipótesis sólo podrá ser efectuada en el futuro.

Page 208: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

PARTE 4. CONSIDERACIONES FINALES

XIV. EL ESTUDIO ARQUEOLOGICO Y BIOARQUEOLOGICO DEL

SUDESTE DE LA REGION PAMPEANA EN PERSPECTIVA

Los resultados de la investigación que hemos desarrollado hasta el

presente deben ser considerados como una primera aproximación al estudio

de la evolución y adaptación de las poblaciones aborígenes pampeanas desde

una perspectiva bioarqueológica. Esto implica que, afortunadamente,

existen muchas cosas que aún nos restan conocer y comprender acerca de

este proceso.

El estudio de la variabilidad intra e interregional del registro

bioarqueológico ha demostrado ser una vía útil para aumentar nuestro

conocimiento acerca de los posibles cambios a través del tiempo en las

pautas de organización de las sociedades cazadoras-recolectoras

pampeanas, y para generar nuevas preguntas y nuevos temas de

investigación. Entre los más importantes se halla el estudio de los

mecanismos microevolutivos implicados en la diferenciación morfológica de

las poblaciones aborígenes, tanto a través del tiempo como del espacio.

Hemos sugerido que procesos de migración, flujo génico y eventual

reemplazo poblacional podrían dar cuenta de la mayor parte de la

variabilidad encontrada. Este es un problema que puede ser abordado tanto

a través del estudio del registro bioarqueológico mismo (i.e. estudios de

distancias poblacionales entre variables métricas y no-métricas, análisis

paleogenéticos), como del resto de la evidencia arqueológica disponible (i.e.

cambios en las frecuencias artefactuales, patrones de explotación de

recursos, variaciones estilísticas, etc.). El proceso de migración, posible

competencia y reemplazo poblacional del cual disponemos en la actualidad

de mayor evidencia para su estudio y discusión, es el que probablemente

tuvo lugar en algún momento durante el último milenio anterior a la

conquista hispánica en las áreas Sur, Serrana de Ventania e Interserrana.

Page 209: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

Este involucró poblaciones provenientes del área Nordpatagónica y,

posiblemente, poblaciones locales. La forma que adoptó la interacción entre

estas poblaciones, si es que la hubo, resulta actualmente desconocida. Sólo

un análisis comparativo detallado del registro arqueológico del Norte de

Patagonia y del SE de la Región Pampeana que focalice sobre el conjunto de

las estrategias de adaptación y supervivencia de las poblaciones de ambas

regiones durante el Holoceno tardío, podría contribuir al conocimiento de

este proceso. Desafortunadamente, el ritmo de crecimiento de la base de

datos en estas dos regiones no resulta actualmente equivalente. Mientras

que en el SE de la Región Pampeana las investigaciones arqueológicas han

experimentado un crecimiento sostenido durante los últimos veinte años, lo

que ha ocasionado un aumento significativo en el conocimiento de la

estructura del registro arqueológico regional, el conocimiento arqueológico

del extremo sur de la provincia de Buenos aires y NE de la provincia de Río

Negro prácticamente no ha experimentado variación desde los trabajos de

Bórmida en la década del '60. Esta situación hace que éste no sea un

problema fácil de abordar por el momento.

Otro problema que revela el estudio del registro bioarqueológico del NE de

la Región Pampeana es la probable variación temporal, y posiblemente

espacial, en la organización de las poblaciones aborígenes en distintos

momentos del Holoceno. La existencia de áreas formales de entierro y de

sitios que, aún sin reunir las características que definen un área de este tipo

han sido utilizados en forma recurrente para la disposición de cadáveres (i.e.

Arroyo Seco 2), necesita ser explicada. Una abundante literatura sugiere que

el surgimiento de este tipo de estructuración del espacio regional implica,

entre cazadores-recolectores, importantes cambios en la organización y en

las relaciones ecológicas entre y dentro de las sociedades. Debido a que,

como sostuvimos en la primera parte de este trabajo, toda aproximación

evolutiva debe tener en cuenta los aspectos organizacionales de las unidades

bajo estudio, resulta necesario profundizar el conocimiento de las

variaciones, a nivel multidimensional, en las pautas de organización de las

poblaciones prehistóricas del área.

Page 210: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

En vinculación al objetivo específico de este trabajo, los resultados

alcanzados agregan una nueva dimensión al estudio de la subsistencia de

estas poblaciones. En tanto que el estudio de la evidencia arqueológica y

paleoecológica convencional no permite, en general, la discusión de las

fluctuaciones a corto plazo en variables tan significativas como la

disponibilidad de recursos nutricionales, el estudio de la distribución

individual y grupal de indicadores esqueletarios que resultan sensibles,

dentro de ciertos límites, a ese tipo de procesos sí permite su tratamiento. La

evidencia obtenida, principalmente del análisis de las hipoplasias del

esmalte dental, sugiere una frecuencia relativamente alta de individuos

afectados por disturbios metabólicos durante las primeras etapas del

proceso de crecimiento y desarrollo, entre cuyas probables causas se

encuentra la escasez periódica en la disponibilidad de los principales

recursos alimenticios. Este factor resulta importante para comprender la

estructuración del registro arqueológico regional, y los patrones de movilidad

y de explotación de los recursos de las diferentes zonas ecológicas.

Los análisis de 13C de restos humanos, restringidos a la muestra del

Holoceno temprano, parecen confirmar el uso del ambiente costero como

fuente de nutrientes por parte de estas poblaciones, aunque sobre una base

probablemente no estacional o periódica, sino ocasional. Sin embargo,

resulta necesario ampliar la muestra, tanto correspondiente a este período

como a otros períodos del Holoceno, y realizar análisis de 15 , antes de

extraer conclusiones de mayores alcances respecto a este problema.

Entre los numerosos aspectos que permanecen sin resolver se halla el

desarrollo de medios confiables para la evaluación de la importancia relativa

de los alimentos vegetales en la dieta de las poblaciones prehistóricas del

área. Los criterios para su análisis resultan aún elusivos, representando un

área de investigación que necesita ser abordada con mayor profundidad.

A modo de conclusión podemos decir que, a pesar de los problemas

señalados, las perspectivas derivadas del estudio del registro bioarqueológico

regional resumido en este trabajo resultan alentadoras. Si los resultados

alcanzados estimulan la profundización de los mismos en ésta y en otras

Page 211: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

áreas de la Región Pampeana, el objetivo de esta tesis habrá sido logrado con

creces.

Page 212: Barrientos 1997 - Tesis Doctoral

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