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1 LLINO S UNIVERSITY OF ILLINOIS AT URBANA-CHAMPAIGN PRODUCTION NOTE University of Illinois at Urbana-Champaign Library Brittle Books Project, 2011.

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1 LLINO SUNIVERSITY OF ILLINOIS AT URBANA-CHAMPAIGN

PRODUCTION NOTE

University of Illinois atUrbana-Champaign LibraryBrittle Books Project, 2011.

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It was made in compliance.with copyright law.

Prepared for the Brittle Books Project,Preservation Department, Main Library,

University of Illinois at Urbana-Champaignby

Northern MicrographicsBrookhaven Bindery

La Crosse, Wisconsin

2011

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HENRI LACROIX

vI3SZ4

QUE ES LAUNII)AD SINDICAL

20 céntimos

LIGA COMUNISTA DE AMiERICA(Oposicion de -zquierda)

84 East l0th St., New York, N,Y.

EDICIONES COMUNISMO.

Apartado 918Madrid

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Los pedidos a «Ediciones Comunismo» !I2s Apartado 918 MADRID ffiliFi

Irnprenta de Juan Pueyo. Luna, 29.-Madrid

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El problema de la Unidad Sindical es, sin duda alguna,:el más fundaimental y el que más apasiona y se discuteentre el proletariado internacional. Sin embargo, y a pesarde la mucha demagogia oral y escrita 'que en torno a lacuestión se ha hecho, el problema no ha sido aún bien com-prendido por grandes contingentes del proletariado sin-dicado, por la inmensa mayoría de la clase obrera direc-tamente interesada. La clase obrera siente la necesidadde su unión sindical y quiere la unidad siempre que lacuestión le es planteada de una manera directa; pero noposee una clara noción de lo que debe ser esa Unidad Sin-dical, los fines que la determinan y las posibilidades derealización. Los trabajadores se preguntan en su inmensamayoría: c, Qué es la Unidad Sindical? ¿Por qué la Uni-dad Sindical? ¿.Cómo realizar la Unidad Sindical? Y esque el problema ha sido planteado casi siempre desde unplano crítico. Los que le han tratado, tanto en sentido fa-vorable como adverso, han tocado solamente la parte po-lémica para rebatir los argumentos del contrario, dando ala cuestión un aspecto de pugilato partidista, sin preocu-parse por descifrar la parte objetiva del problema, sunecesidad y conveniencia, que es lo que, en realidad, inte-resa. La clase trabajadora ha oído decir que el problemade la Unidad Sindical es explotado por este o aquel grupoo partido político en beneficio propio; ha visto que muypocos de los que discutían decían por qué y cómo la Uni-dad Sindical había de hacerse, y la conclusión que ha sa-cado es la de que la unión de los trabajadores sindicadoses muy necesaria, pero que nadie hace nada por que la.unión se realice.

Nuestro propósito al tratar la cuestión de la Unidad Sin-dical no es otro que el de contribuir a simplificar la cues-tión abordándola en su aspecto más elemental y, natural-mente, prescindiendo, en lo posible, de aquello que pu-diéramos llamar lado morboso del problema. Nada máslógico que tomar la cuestión en su origen, ver las etapasrecorridas desde que la lucha por la Unidad Sindical seinició, sus aciertos y evoluciones y, finalmente, sacar lasconclusiones prácticas que la experiencia del pasado nos-haya legado para con arregio a ellas ajustar nuestraactuación futura con el fin de alcanzar fructíferos resul-tados en el fin que nos proponemos.

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LA I. C. COMO INICIADORA DE LA LUCHA EN PRODE LA UNIDAD SINDICAL

Puede consi'derarse errónea, en algunos de sus aspectos,la labor realizada por los comunistas en favor de la Uni-dad Sindical; puede incluso criticarse esa labor con todaseveridad, sobre todo en lo que se refiere a los últimoscinco o seis últimos años; pero lo que no puede negarsees que ha sido la Internacional Comunista la iniciadorade la campaña en favor de la Unidad Sindical, el campeónen la lucha en pro -de la misma. La, lucha se inicia en elaño 1920. Los elementos reformistas que hoy combaten la.Unidad Sindical, divididos aún en aquella época a causade las disidencias y rivalidades que la guerra europea en-gendró en el seno de la socialdeimocracia internacional,tomaron parte en las deliberaciones encaminadas a uni-ficar las fuierzas obreras sindicadas -mundialmente. Y separtía de la necesidad de hacer esa reagrupación de fuer-zas sobre la base del principio de lucha de clases. Se con-sideraba entonces que había necesidad de crear una ver-dadera Internacional Sindical Revolucionaria, y quienes.más abundaban en este propósito eran los elementos quehoy se oponen de una manera resuelta a la Unidad Sin-dical. Claro que lo que a eso les impulsaba era la situa-ción de disgregación en que entonces se encontraba elmovimiento obrero sindical mundial y el espíritu revo-lucionario de las masas, engendrado por la guerra y es-timulado por el rotundo triunfo de la revolución rusa. Perode esto ya hablaremos después. Ahora lo que nos interesaes señalar cómo fué la Internacional Comunista la inicia-dora de la lucha en favor de la Unidad Sindical y los.elementos que entonces creyeron honradas y justas lasconsignas unitarias de los comunistas.

A iniciativa de la Internacional Comunista, el 16 de ju-nio de 1920, en la Casa de los Sindicatos de Moscú y pre-sidida por Zinoviev, se celebró una reunión «con objetode examinar las formas y métodos apropiados para per-mitir la creación de una Internacional Sindical Revolu-cionaria). A la reunión asistieron: Zinoviev, por la Inter-nacional Comunista; Purcell y Williams, por Gran Breta-ña; D'Aragona y Bianchi, por la C. G. T. italiana; Du--goni, de la Federaci6n de Obreros Agrícolas de Italia;Colombino, por la Federación de Obreros MetalúrgicosItalianos; Tziperovitch, Shmidt, Tomsky, Melnichanskyy Losovsky, por el Consejo Central de los Sindicatos ru-

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sos. Todos, unánimemente, reconocieron la necesidad im-periosa de realizar la Unidad Sindical, y solamente en lamanera de realizarla habia algunas dudas. Elementos delmás puro reformismo, como D'Aragona, reconocieron lainexistencia real de la Sindical de Amsterdam como orga-nización internacional, su carencia de espíritu clasista yla necesidad de constitutir una verdadera y única Central,Sindical Internacional Revolucionaria. ¿CSmo lograrlo?Los delegados rusos y Zinoviev estimaban que el movi-miento sindical internacional carecía de un centro realinternacional y que, puesto que la iniciativa partía de laInternacional Comunista y ésta era una organización po-lítica del proletariado revolucionario mundial, podíanagruparse todos los elementos del sindicalismo revolucio-nario mundial en torno de una Sección, al lado de la In-ternacional -Comunista. El imismo Williams compartió ín-tegramente ese criterio, aunque después, con D'Aragona,propuso que de la reunión saliese designada una Comi-sión «cencargada de preparar urgentemente la convocato-ria de una Conferencia Internacional de todos los Sindi-catos que aceptasen el punto de vista de la InternacionalComunista». Téngase bien presente que no eran comu-nistas, ni mucho menos, 'que eran D'Aragona y RobertWilliams, delegados de los Sindicatos reformistas de Ita-lia y de las Trade-Unions de Inglaterra, quienes hicieronesa proposición. Queda bien demostrado que se creó unaComisión encargada de hacer la Unidad Sindical, que nofué una maniobra comunista, sino una idea de los jefesreformistas a 'quienes las masas presionaban fuertemente.Y lo que es más signilficativo aún es el párrafo que da-mos a continuación de la resolución allí adoptada, y quefué propuesto por el propio Williams, en su nombre y enel de Purcell. Dice así: «<La presente Conferencia ofi-ciosa de militantes revolucionarios del movimi.ento sin-dical de lucha de Gran Bretaña, de Rusia e Italia, reco-nociendo la incapacidad de la Internacional de Amster-dam para guiar la lucha de clases y derrumbar a la bur-guesía internacional por medio de la dictadura del pro-letariado, decide convocar una reunión más completa yautorizada de militantes sindicales revolucionarios a finde crear una verdadera Internacional Sindical, libre detoda clase de vínculos con la Sociedad capitalista de Na-ciones y con los jefes, del movimiento obrero convertidosen socialpatriotas durante la guerra mundial y que si-guen practicando la misma política en estos momentos.

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La Conferencia condena, por otra parte, todo intento desalir de los Sindicatos que se colocan en el.terreno de lalucha de clases. Invita a todos los camaradas que acep-tan el punto de vista de la lucha revolucionaria de clasela trabajar tenaz y sistemáticamente en el seno de lasorganizaciones existentes para servir a la causa de la In-ternacional Comunista y a utilizar, para este fin, todoslos medios de que dispone la clase obrera.,

El párrafo copiado, si se tiene en cuenta quiénes sonsus autores, es enormemente instructivo. Primeramente,pone de relieve el espíritu de rivalidad existente entre losjefes reformistas y socialdemócratas; en segundo lugar,expresa la presión que las masas revolucionarias eijercíansobre los jefes, y que les conducía a manifestarse casirevolucionarios; en tercer término, demuestra que la lu-cha en pro de la unidad sindical comienza no por unamaniobra de la Internacional Comunista, sino que es deter-minada por la necesidad de unificar las fuerzas sindicalesdel proletariado mundial en una verdadera InternacionalSindical, inexistente entonces, y que ese ambiente unitarioempezaba a ser encauzado por la. vanguardia de la revolu-ción mundial: la Internacional Comunista. Téngase bienen cuenta que en esa primera reunión no fueron los comu-nistas, sino los propios reformistas de «izquierda» quie-nes hablaban en el sentido que hemos transcrito.

LAS DIVERSA:S FRACCIONES SINDICALES OBRERASEN 1920

No existía en 1920, como hemos indicado, una Interna-.cional Sindical propiamente dicha. Luego la creación dela Internacional Sindical Roja no fué, ni podía serlo, unaobra escisionista del movimiento sindical. Hemos vistocómo los reformistas consideraban necesaria la constitu-ción de esa Internacional. La reunión que antes hemosmencionado se prolongó hasta el 15 de julio, y a ella acu-dieron otros delegados de Francia y España (Pestafiaasistió por España). El mis.mo día 15 de julio de 1920 setomó el acuerdo de constituir un Consejo Internacionalde Sindicatos Rojos, del que más tarde salió la Interna-cional Sindical Roja.

Con eso no se constituyó, pues, una nueva organiza-ción, sino que se daba un paso decisivo hacia la creaciónde una: verdadera Internacional Sindical que operase en

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el terreno de la lucha de clases. La Sindical de Amster-dam no era entonces otra cosa que una oficina de infor-mación de diferentes organizaciones sindicales de Europa.El propio Purcell, el que después fué presidente de la Sin-dical de Amsterdam, lo proclamaba y abogaba y contri-buyó a la creación de la Internacional Sindical Roja. Poreso no puede decirse, sin faltar intencionadamente a laverdad, que los comunistas han producido la división delas fuerzas sindicales del proletariado mundial.

La guerra dejó completamente desvinculado el movi-miento sindical mundial. Los jefes de las Secciones na-cionales del proletariado sindicado habian puesto las or-ganizaciones respectivas al servicio del capitalismo decada país. Habia cundido la desorganización y el desqui-ciamiento total. El Secretariado Sindical Internacional deLegien, Jouhaux y Compañia se había convertido en un«Bureau Internacional para el cambio de datos estadis-ticos,, según la expresión de Losovsky; su actividad des-de el año 1902, en que se habia constituido, había sidototalmente nula; se habia limitado al papel de apéndicede la socialdemocracia, y sus escasas conferencias coinci-dían siempre con los Congresos socialistas internaciona-les. El movimiento sindical internacional, partidario dela lucha de clases, que antes de la guerra agrupaba dediez a doce millones de adherentes y que durante la gue-rra vió disminuir sensiblemente sus efectivos, no habiíalogrado rehacer sus organizaciones y consolidarlas. Habíaaumentado el número de grupos y organizaciones, a lavez que habían disminuido los efectivos sindicales. Cadatendencia política obrerista se había rodeado de sus Sin-dicatos correspondientes, más o menos numerosos, que enmuchas ocasiones llegaron a plantear verdaderas batallasentre sí, mientras el capitalismo se rehacía del golpe ases-tado al régimen por el triunfo de la Revolución rusa yreía satisfecho de las luchas internas que se desarrolla.-ban en el seno de las organizaciones obreras. Y no se tra-taba simplemente de una disgregación de las fuerzas sin-dicales con arreglo a la existencia de tendencias dentrodel campo obrero. Era, por así decirlo, una división im-perialista dentro de la cual se producían las divisionesde tendencia. El internacionalismo había sido decapitadopor el socialpatriotismo. La socialdemocracia francesa,por ejemplo, había roto los lazos que la unían a los so-cialistas alemanes, y éstos habían procedido de igual for-ma con los de otros países. En el campo anarcosindica-

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lista, en el que casi nunca ha existido un contacto inter-rnacional propiamente dicho, la carencia de relaciones in-ternacionales era aún más absoluta que entre los social-dem6cratas. No hay que olvidar que Kropotkin fué alia-d6filo y ((defensor de la civilización que representaban losaliados»,. La guerra produjo esas conmociones en el cam-po del proletariado. Y en cada país supervivían y seagrandaban sin cesar las divergencias en el seno de lasorganizaciones sindicales. Tomemos Francia, por ejem-plo. La Confederación General del Trabajo no existía enrealidad. Sus seiscientos mil adherentes de antes de laguerra habían quedado reducidos a menos de trescientosmil, y se hallaban divididos en lo que pudieran llamarsecuatro centrales sindicales: Reformistas (Jouhaux), mar-xistas, sindicalistas (Besnard), anarquistas (Faure). Y asíeAi todos los paíises. Mientras tanto el capitalismo se re-organizaba y reponía del duro golpe que le había ases-tado la guerra y el triunfo de la revolución rusa. La ra-cionalización capitalista de la producción se aplicaba conrapidez pasmosa; el nivel de vida del proletariado, queen los afños primeros que siguieron a la terminación dela: guerra había aumentado, comenzaba una etapa des-cendente; la miseria en los hogares proletarios volvía amanifestarse furiosa; amenazaba, producida por la ra-cionalización capitalista y las escasas posibilidades adqui-sitivas de grandes masas del proletariado, las crisis econó-micas y el paro forzoso con sus consecuencias lamenta-bles. El proletariado internacional, carente de su van-guardia organizada (el Partido Comunista) y desorgani-zado sindicalmente, había dejado pasar una magníficaocasión para aplastar al capitalismo, debilitado por laguerra y asustado por el triunfo de la revolución bolche-vique. El capitalismo se reponía y preparaba no ya ladefensiva, sino el ataque. El proletariado debía ver lasobligaciones que esa circunstancia le imponía, entre ellasla, de su Unidad Sindical.

La Unidad Sindical se imponía como condición indis-pensable para defenderse del ataque del capitalismo. Sunecesidad indiscutible estaba bien demostrada y era acep-tada por todos.

QUE ES Y COMO HACER LA UNIDAD SINDICAL

Si la necesidad de la Unidad Sindical es innegable,interesa mucho puntualizar lo que es y c6mo puede y

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debe efectuarse. Hemos hablado del problema en abstracto.Los trabajadores tienen necesidad de unirse sindical-

mente para defender sus intereses inmediatos y para lu-char por su total emancipación. No se trata de una uni-dad en la lucha por el mejoramiento ien las condicionesde trabajo, el aumento de salarios y otras cuestiones deíndole puramente económico, pues esto seria tanto comopretender incurrir ,en los más groseros errores de la limi-tada doctrina del tradeunionismo profesional. La UnidadSindical del proletariado debe establecerse sin reservassobre la base de la lucha de clases revolucionaria, la cualno excluye en manera alguna la lucha por el logro dereivindicaciones inmediatas y económicas de la clase obre-ra, pero relega ,esto a segundo término, considerándolopuramente secundario y como un medio para el logro delfin ulterior que ha de perseguir el proletariado: la eman-cipación de la clase obrera.

La Unidad Sindical es, debe serlo, la unión de los tra-bajadores que consideran la lucha de clases como armade lucha indispensable contra el capitalismo, que recha-zan con la misma decisión los procedimientos colaboracio-nistas que la teoría del tradeunionismo. El proletariadono puede contentarse con mejorar un poco su situación-- imposible por otro lado-dentro del marco del régimencapitalista, de la misma manera que no puede admitirque su emancipación pueda efectuarse por medio de re-formas paulatinas arrancadas al capital. Si la UnidadSindical hubiera de tener como fin la lucha por la con-quista de reivindicaciones que dice el tradeunionismo-hay que advertir que la teoría del tradeunionisimo, quetiene su origen en la constitución de las Trade Unions deGran Bretaña, ha sido abandonada prácticamente por laorganización que la dió vida. Pocas organizaciones man-tienen hoy esa teoría, si exceptuamos las de carácter eideología burguesa y la Federación Americana del Traba-jo, que dirigen los discípulos de Gompers-, o si se hicie-ra para «luchar» por la emancipación de la clase obrerapor ¡medido de reformas, no valdría la pena el más levesacrificio por tan ruin causa. Pero no; la Unidad Sin-dical del proletariado revolucionario internacional no esni puede ser eso: ¡es la encarnación viva de la lucha declases en toda su integridad y con todas sus consecuen-cias, que ha de conducir a la clase obrera a su emanci-pación. Se preguntará entonces si la Unidad Sindical noha de agrupar a los elementos reformistas, si para for-

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mar parte de esa Unidad Sindical es condición previa yprecisa hacer declaración de fe revolucionaria y mani-festarse partidario de la dictadura del proletariado y dela táctica sindical preconizada por los comunistas. La res-puesta no puede ser más sencilla: Para formar parte deesa Unidad Sindical solamente es necesario ser partidariode la lucha de clases y luchar por la emancipación de laclase obrera. La táctica a emplear en cada caso particu-lar, el procedimiento adecuado para triunfar, el papelque los Sindicatos han de jugar en la sociedad obrera,etcétera, son cosas que han de estudiar los Sindicatosunificados. La idea esencial sobre la que no puede haberdivergencias queda expuesta. Comunistas, socialdemócra-tas, sindicalistas, anarquistas y muchos obreros sin filia-ción política aceptan ese programa, esa doctrina. Esa es,pues, la base sobre la que debe establecerse la UnidadSindical, y, dentro de ella, cada tendencia será libre dedefender sus concepciones particulares, de defenderlaslibre, pero honradamente, sometiéndose siempre al crite-rio de las mayorías. Los comunistas, persuadidos de po-seer la razón y de defender la orientación más adecuaday eficaz, sólo pedimos la misma libertad de opinión quelos demás grupos o tendencias y nos someteremos incon-dicionalmente a las decisiones de la mayoría. Nuestrocriterio, pues, es contundente, categórico y sin tapujos.Si los demás grupos se colocan en un plano idéntico deigualdad y democracia, no cabe la menor duda que laUnidad Sindical podrá realizarse y se realizará.

LAS DIVERSAS TENDENCIAS EN LOS SINDICATOS

Los anarquistas, los sindicalistas y los socialistas, acoro, nos reprochan a nosotros, comunistas, lo que ellosllaman <,qu!erer mangonear y dominar en las organiza-ciones sindicales. E inventan infinidad de trucos sobrelos derechos sagrados que ellos tienen en sus respectivasorganizaciones, de las que se proclaman creadores y de-fensores. En realidad, esos pobres <<defensores» de lasorganizaciones sindicales tienen un concepto absurda-mente erróneo de lo que son a deben ser las organizacio-nes sindicales; ellos, alardeando ser enemigos declaradosde la propiedad privada, pretenden hacer de los Sindica-tos una cosa propia e intangible. Pero vamos a admitirque han sido los creadores únicos y absolutos de las or-ganizaciones existentes e incluso vamos a considerar que

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siempre las han dirigido y orientado de una forma irre-prochable. Eso no puede ser un argumento para impedirque en el seno de las organizaciones sindicales ingresentodos aquellos elementos que de antemano acepten los,estatutos por los cuales se rigen las mismas, y sin apar-tarse de ellos puedan defender su criterio sobre todos losproblemas que a la organización se plantean. Calificaresto de maniobra es tanto como manifestar un pánico pro-fundo a las discusiones que mejor pueden orientar laacción de la organización. Y se coloca en un lugar pocohonroso a las organizaciones que, según esa absurda teo-ría, se dejan influenciar por esas llamadas «maniobras».Porque nada mejor, si de maniobra se tratase, que des-jugar los planes de quienes tal hicieran en las discusionesante las masas sindicadas.

Se habla de maniobras porque los comunistas, que con-sideramos que tenemos razón, que tenemos perfectisimoderecho a creerlo y que luchamos unidos y disciplinada-mente en defensa de nuestros puntos de vista, organiza-mos nuestra acción para la defensa de los mismos y crea-mos nuestras fracciones dentro de las organizaciones sin-dicales, fracciones cuya finalidad consiste en defendernuestros puntos de vista y nuestra táctica sindical antetodos los miembros de la organización, pero que se so-meterán siempre al acuerdo de las mayorías, nos sea éstefavorable o adverso. Y este derecho legítimo que paranosotros reclamamos deben tenerlo todos los grupos, todaslas tendencias y todos los militantes de la organización.Lo que hay que exigir, eso sí, es honradez y alteza demiras en la defensa de cada criterio y que se acepte siem-pre la voluntad de las mayorías de las organizaciorles,que son las únicas soberanas. El contraste de ideas y opi-niones, si no se hace fuera del marco de la honradezproletaria y se tiene en cuenta, ante todo, el interés dela organización, no solamente no perjudica a ésta, sinoque la beneficia considerablemente.

Pero lo estupendo del caso es que tanto anarquistas ysindicalistas como socialistas, que son quienes impugnannuestro criterio de manera tan simplista y peregrina, son.quienes en realidad quieren hiacer organizaciones dondeellos puedan maniobrar y mandar-valga la frase-a suantojo. Por eso se oponen resueltamente a la Unidad Sin-dical. No tienen confianza en sus ideas ni en sí mismos,dudan que en la discusión las masas obreras puedan se-guirles. Y eso les induce a crear organizaciones refrac-

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tarias, sectarias, en las que moralmente se obliga a suscomponentes a aceptar al dictado-la maniobra verdade-ra-de sus dirigentes. Se crean intereses partidistas y seanteponen sistemáticamente al interés general de la orga-nización. Ellos son el obstáculo esencial que se )pone a laUnidad Sindical del proletariado. Esta puede y debe rea-lizarse agrupando en su seno todas las tendencias sindistinción y éstas pueden y deben defender su. criterioante la organización, incluso organizándose como faccio-sos. Ya sabemos que anarquistas y socialdemócratas seescandalizan cuando oyen hablar de la organización delas fracciones comunistas y los grupos sindicales revolu-cionarios dentro de los Sindicatos. Olvidan que ellos hancreado organizaciones provocando escisiones; que estasorganizaciones son insensible instrumento en manos delos grupos anarquistas y socialistas. En Francia los so-cialistas dividen la Confederación General del Trabajocuando ésta se manifiesta partidaria de la táctica de lu-cha revolucionaria y crean otra organización a su anto-jo. Los anarquistas y anarcosindicalistas, que al principiotenían la mayoría en la Confederación General del Tra-bajo Unitaria Francesa, ven poco a poco perder su in-fluencia, porque la clase obrera acepta como más justa latáctica preconizada por los comunistas. Y crean una ter-cera Central Sindical, la Confederación General del Tra-bajo Sindicalista Revolucionaria. Los socialistas, comolos anarquistas y anarcosindicalistas franceses, son losamos de sus respectivas centrales sindicales, son sus <<le-gítimos fundadores, y no permiten que nadie en ellas-«maniobre» en nombre de la Unidad Sindical.

Hay que ser justos. Socialistas, anarquistas y sindica-listas son lógicos con ellos mismos. Como son enemigosde las cmaniobras en el interior de las organizacionessindical-es, crean nuevas organizaciones donde maniobrar.En España, la U. G. T. y la C. N. T. no pueden permitirlas «maniobras» de los comunistas que luchan en pro dela Unidad :Sindical; es un crimen permitir la actuaci6nde las facciones comunistas y los grupos sindicales revo-lucionarios. En la U. G. T. solamente pueden <«mani-obrar» los grupos socialistas, y en la C. N. T. es la Fe-deración Anarquista Ibérica la dueña y señora de lamaniobra.

Anarquistas y socialistas hablan a los obreros paradecirles que ellos solos, respectivamente, poseen la razón.Así ,mantienen su dominación en sus organizaciones y no

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permiten que nadie más pueda ejercitar el derecho legí-timo de defender sus puntos de vista. Por eso los obrerossindicados deben luchar no solamente por la realizaciónde la Unidad Sindical, sino también por que dentro delas organizaciones unificadas se permita la libre exposi-ción de todos los puntos de vista que en el terreno de lalucha de clases pugnen por lograr antes y mejor el triun-fo de los objetivos para los que la organización ha sidocreada. Quien con fútiles pretextos rechace la discusión yel contraste de las ideas, o no tiene razón u obedece amandatos particulares, que no son precisamente los quedefienden los intereses de la organización. Hay que aca-tar obligatoriamente la voluntad de la mayoría, pero pre-viamente debe permitirse la libre exposición y defensade todos los puntos de vista. Aquel que esté en minoríadeberá someterse porque la organización no ha visto larazón de su parte, bien sea porque no la tenga o porqueno ha sabido defenderla con la suficiente claridad parahacer que la mayoría la comprendiese y la aceptase. Aeso se llama disciplina sindical, disciplina indispensable,que no excluye la libre crítica. Los comunistas hemos di-cho siempre, y lo repetimos, que aceptamos esa discipli-na sin ninguna clase de reservas. Lo que hace falta esque todos aquellos que tan gratuitamente hablan de «ma-niobra», maniobren menos y acepten esa minima condi-ción, indispensable para el buen funcionamiento demo-crático de toda organización proletaria.

LA INTERNACIONAL SINDICAL ROJA Y LA UNIDADSINDICAL

Ya hemos visto cómo se elevaron los cimientos para lacreación de la Internacional Sindical Roja. Las decisio-nes adoptadas en Moscú y las declaraciones hechas porlos.jefes reformistas que asistieron a aquellas reunionesfueron acogidas con furiosa violencia por la socialdemo-cracia internacional y el Consejo General de la Federa-ción Sindical Internacional de Amsterdam, que desde elprimer momento emprendieron una embestida brutal con-tra la Unidad Sindical y contra los Sindicatos rusos. Ams-terdam veía en todo ello una maniobra escisionista de losrusos; la única Unidad Sindical posible era el ingreso delos Sindicatos rusos y los Sindicatos revolucionarios deotros paises en su seno; pero cuando los rusos quisieroningresar, cuando se declararon dispuestos a ingresar en

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bloque-con los otros Sindicatos revolucionarios de o-trospaíses-y propusieron una Conferencia internacional paradiscutir las condiciones de ingreso, se vió que los amster-damianos no querían la unión, sus planes se vieron des-jugados cuando cada día sacaban a la palestra nuevascondiciones, nuevos subterfugios para obstaculizar e im-posilibitar la unificación de los Sindicatos en la escalainternacional.

No se había aún conseguido la Unidad Sindical. Apa-rentemente la clase obrera se encontraba más dividida enel año 1925 que al comenzar la lucha a favor de la Uni-dad. Nada más lejos de la realidad. La lucha por la Uni-dad Sindical habrá sufrido sus flujos y reflujos, y en ellase han cometido grandes e indiscutibles errores. Pero hatenido la gran virtud de despertar el espíritu de clase doenormes contingentes de la clase obrera y de hacerlesadherir a las diversas organizaciones sindicales existan-tes. Más de quince millones de obreros han dado su adhe-sión a la Internacional Sindical Roja; la Sindical deAmsterdam ha llegado a agrupar trece millones de traba-jadores; la Asociación Internacional de Trabajadores(anarcosindicalista) agrupa más de un millón de miem-bros. Treinta millones de proletarios, organizados en todoel mundo, son partidarios de la lucha de clases. El mé-rito indiscutible de este gran éxito corresponde a los co-munistas, que a la vanguardia del proletariado han sa-bido despertar su instinto de clase a la luz de la lucha enpro de la Unidad Sindical.

Esa enorme fuerza del proletariado mundial, que en losactuales momentos pudiera ser un arma eficacísima con-tra la plaga mortífera del paro forzoso y en pro de laemancipación de la clase obrera si estuviera unificada,produce la sensación de una gran debilidad e impotenciaa causa de su desunión. Las luchas entre el capital y eltrabajo han tomado en la época de la postguerra un ca-rácter agudo y violento, que sin cesar se hace más airado.El capitalismo ha entrado en la fase más crítica de su úl-tima etapa. La opresión y la explotación del proletariadose hace cada vez más intensa. La clase obrera necesitaforjar sus armas de lucha, adaptándolas a la modernaguerra social. El Capital se une en su lucha contra laclase obrera; el Trabaijo debe unirse también, si no quiereser aplastado una vez más por su enemigo de clase.

La Unidad Sindical es hoy más necesaria que nunca.El proletariado mundial posee una fuerza que adolece de

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muchos males, que lucha dividida y expuesta a sufrirgraves derrotas. Hay que unir esas fuerzas, hay que dis-ciplinarlas y capacitarlas para ulteriores y próximos com-bates.

Hemos ensalzado el papel de la Internacional SindicalRoja en la lucha por la Unidad Sindical y no hemos que-rido tocar, intencionadamente, el lado erróneo, la partenegra, que pudiéramos decir, del historial de dicha orga-nización. Sin embargo, somos comunistas sinceros y nopodemos silenciar, sin traicionar nuestras ideas, aquelloque solamente denunciándolo puede tener solución.

La Internacional Sindical Roja ha sido el campeón enla lucha por la Unidad Sindical, como lo hemos visto.Pero hace algunos años ha desviado su acción del rectocamino de la unidad, llegando incluso a actuar en sen-tido escisionista, aunque se haya escudado en frases uni-tarias. Nosotros, los comunistas de izquierda, hemos com-batido sin cesar esa desviación de la justa línea de laUnidad Sindical. Y no creemos que esa desviación seapor error inconsciente. Los actuales dirigentes del comu-nismo mundial han perdido la confianza en la lucha, sehan desbrujulado y ya no saben defender con razones yargumentos una causa tan justa como la Unidad Sindi-cal. Se visten con los hábitos de la unidad para realizarla división. Viendo que la realización de la unidad exigesacrificios enormes y una gran perseverancia en la lucha,van, decididamente, ni más ni menos que como los anar-quistas y los socialistas, a robustecer «su» organizaciónsindical. La Unidad no avanza de esa manera. Porel contrario, con actos «unitarios», como la creación delComité Nacional de Reconstrucción de la C. N. T. de Es-paña, las conferencias de «Unidad» de San Sebastián yMadrid, la Conferencia Sindical Pan-Pacífica y la de laAmérica Latina, la Unidad Sindical se desprestigia y seretrasa,

Hay que luchar por la Unidad Sindical, hoy más nece-saria que nunca, con la misma fe y honradez que los co-munistas en general lo hacíamos hasta el año 1927, comola Izquierda Comunista lo ha hecho siempre y lo haceahora. La Unidad ,Sindical es necesaria, indispensable, yes posible y fácil si todos la queremos y laboramos porconseguirla.

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Organo teórico de la Izquierda Comunista Española

REDACTORES

Andrés Nin.-Henri Lacroix.-JoséLoredo Aparicio,-Esteban Bilbao.Molins v Fabregas. - L. Fersen.-Luis Garcia Palacios.-L. Siem.-Juan Andrade.-Francisco de Cabo<Arlen». - Marino Vela. - Ignacio

Iglesias.

COLABORADORES

León Trotsky.-Markin.-M. Mill.-Senin.-A. González.-Camilo Ló-pez. - P. Frank.-P. Naville.- Fé-lix. - Max Shachtman.- Well.- Ja-mes P. Cannon.-Feroci.-Blasco,

etcétera

Número suelto: 75 céntimos

Suscripción al semestre: 4 pesetas

Toda la correspondencia de redacción y administracióndebe dirigirse a "COMUNISMO". Apartado 918.-Madrid

Los giros a F. GARCÍA, Cabeza, 30.-Madrid.

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