asesinato en mesopotamia de agatha christie r1.0

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Ciencia Ficcion

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  • 7/18/2019 Asesinato en Mesopotamia de Agatha Christie r1.0

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    uise Leidner aseguraba que su vida corra peligro y todos pensaban que quera llamar la atencin. Pero una tarde apar

    esinada. Hablando con unos y con otros, Hrcules Poirot descubre que la adorable Louise era ms odiada que ama

    odos en Tell Yarimjah son sospechosos. Para dar con el asesino, Poirot tendr que afinar ms que nunca su agu

    teligencia.

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    Agatha Christie

    Asesinato en MesopotamiaHrcules Poir ot # 1 5

    ePUB r 1 . 0

    R o n s t a d 28.09.2013

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    Ttulo original:Murder In MesopotamiaAgatha Christie, 1936Traduccin: ngel Soler Crespo

    Editor digital: RonstadePub base r1.0

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    Gua del Lector

    n un orden alfabtico convencional relacionamos a continuacin los principales personajes q

    tervienen en esta obra:

    OSNER(Frederick): Alemn, primer esposo de mistress Leidner.OSNER

    (William): Joven hermano del anterior.AREY (Richard): Simptico y apuesto joven, arquitecto y componente de una expedicqueolgica.OLEMAN(Bill): Joven arquelogo, miembro tambin de esa expedicin cientfica.MMOTT(David): Joven americano, auxiliar de la repetida expedicin.OHNSON(Anne): Seorita solterona, agregada a las citadas tareas arqueolgicas.KELSEY(John): Comandante del ejrcito ingls.KELSEY(Mary): Distinguida esposa del anterior.AVIGNY(Padre): Fraile francs, de la Orden de los Padres Blancos.EATHERAN (Amy): Eficiente enfermera de mistress Leidner, narradora y protagonista de eovela.EIDNER(Eric): Eminente arquelogo, director de la expedicin arqueolgica a Mesopotamia.EIDNER(Louise): Hermossima esposa del anterior.MAITLAND: Capitn de la Polica iraqu.MERCADO(Joseph): Otro componente de la expedicin citada.MERCADO(Marie): Esposa del anterior.OIROT(Hrcules): Famoso detective, alma de esta obra.

    EITER(Carl): Valioso componente de la repetida expedicin cientfica.EILLY: Mdico cirujano, residente en un lugar cercano a Bagdad.EILLY(Sheila): Muchacha educada a la moderna, hija del anterior.

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    Prlogo

    POR EL DOCTOR GILES REILLY

    Los hechos cuya crnica se incluye en esta narracin ocurrieron hace unos cuatro aeterminadas circunstancias han hecho necesario, en mi opinin, que se hiciera pblico un rel

    tegro de los mismos. Han corrido por ah rumores absurdos y ridculos diciendo que se habuprimido pruebas importantes para el caso y otras sandeces de este orden. Tales falterpretaciones han aparecido, principalmente, en la Prensa norteamericana.

    Por razones obvias no era aconsejable que dicho relato saliera de la pluma de uno de los qomponan aquella expedicin arqueolgica, ya que era natural suponerle ciertos prejuicios sobreuestin.

    En consecuencia, suger a miss Amy Leatheran que se encargara de aquel trabajo, pues, a icio, era la persona ms indicada para ello. Su categora profesional es inmejorable; no se sieevada por ningn contacto previo con la expedicin al Irak que organiz la Universidad

    itt stown y , adems, es una testigo observadora e inteligente.No fue tarea fcil convencer a miss Leatheran. He de confesar que convencerla fue una de

    ficultades ms arduas con que he tropezado a lo largo de mi carrera. Y hasta cuando tuvo terminatrabajo demostr una curiosa resistencia a dejarme leer el manuscrito. Descubr luego que ello

    ebido, en parte, a ciertas observaciones crticas que haba hecho relacionadas con mi hija Sheila. Mpresur a desechar sus temores al asegurarle que ya que los hijos se atrevan en la actualidaditicar abiertamente a sus padres, en letra de molde, los padres no podan por menos que es

    ncantados cuando vean a sus retoos compartir el vapuleo de la crtica ajena. Puso otra objeci

    asada en una modestia extremada de su estilo literario. Expres el deseo de que yo me cuidaraulirle un poco la sintaxis. Despus no me atrev a enmendarle ni una sola expresin. El estiloiss Leatheran es vigoroso, personal y enteramente adaptado a lo que relata. Si en algn caso llamoirot Poirot a secas y en el siguiente prrafo lo trata de monsieur Poirot, la variacin resuteresante y sugestiva. Hay momentos en que, por decirlo as, recuerda sus manerofesionales, y ya se sabe que las enfermeras son defensoras acrrimas de la etiqueta. Sin embarn otros pasajes, su inters por lo que est contando es el de un simple ser humano; se olvntonces por completo de la cofia y de los puos almidonados.

    La nica libertad que me he tomado ha sido escribir el primer captulo con la ayuda de una caue me facilit amablemente una amiga de miss Leatheran. Lo hice como a manera de portada; comosquejo algo tosco de la personalidad de la narradora.

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    Captulo I

    PRTICO

    En el vestbulo del Hotel Tigris Palace, de Bagdad, una enfermera estaba escribiendo una carta. luma corra velozmente sobre el papel.

    Bueno; creo que esto es, en resumen, todo lo que tengo que contarte. Confieso que no

    est mal viajar y ver un poco de mundo, aunque para m no hay nada como Inglaterra. No

    puedes imaginarte la suciedad y la confusin que reinan aqu en Bagdad. No tiene nada

    de romntico, como podas suponer, al leer Las mil y una noches. Las orillas del ro son

    bonitas, desde luego; pero la ciudad toda es horrorosa. No hay ni una tienda que pueda

    considerarse como tal. El mayor Kelsey me llev a dar una vuelta por los bazares, y no niego

    que son curiosos. Pero en ellos no hay ms que cachivaches y un estruendo terrible,

    producido por los repujadores de cobre, que ocasiona a cualquiera un dolor de cabeza

    insoportable. Ya sabes que no me gusta usar utensilios de cobre, a no ser que me asegure de

    que estn completamente limpios. Debe tenerse cuidado con el cardenillo.

    Ya te escribir y te dir si resulta algo definitivo del trabajo de que me habl el doctor

    Reilly. Me han dicho que ese caballero norteamericano se encuentra ahora en Bagdad y tal

    vez venga a verme esta tarde. Se trata de su mujer. El doctor Reilly dice que tiene

    fantasas. No aadi ms, pero ya sabes lo que por regla general, significa eso. Espero

    que no sea algo ms grave. Como te iba contando, el doctor Reilly no aadi nada ms, pero

    me mir de una forma; bueno, ya sabes a qu me refiero. El doctor Leidner es arquelogo

    y est haciendo unas excavaciones en el desierto por encargo de un museo norteamericano.Bueno, querida, termino aqu. Creo que lo que me has contado de la pequea Stubbins es

    corrosivo. Qu dice la directora?

    Nada ms por ahora.

    Tuya siempre,

    AMYLEATHERAN

    Meti la carta en un sobre y lo dirigi a la Hermana Curshaw, Hospital de San Cristb

    ondres.Estaba enroscando la estilogrfica cuando se le acerc un botones.

    Un caballero, el doctor Leidner, desea verla.La enfermera Leatheran volvise, y vio ante ella a un hombre de mediana estatura, carga

    geramente de hombros; usaba barba de color castao y ojos de expresin dulce y cansada.El doctor Leidner, por su parte, contempl a una mujer de unos treinta y cinco aos, de aspe

    guido y confiado. Su cara reflejaba un carcter agradable; sus ojos eran dulces y saltones, y posna lustrosa cabellera de color castao. Tena el aspecto, segn pens l, que justamente ha

    resentar una enfermera que debe encargarse de un caso nervioso. Alegre, robusta, perspicazrctica.

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    La enfermera Leatheran serva para el caso.

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    Captulo II

    AMY LEATHERAN SE PRESENTA

    No p retendo ser escritora ni conocer los secretos de la literatura. Hago esto simplemente porqdoctor Reilly me lo rog, y es cosa sabida que cuando el doctor Reilly te pide que hagas algu

    osa, no hay manera de negarse.Pero, doctor le dije; no soy escritora ni entiendo nada de eso.Tonteras replic l. Hgase la cuenta de que est redactando las notas de un caso clnicNo cabe duda de que tena razn.El doctor Reilly prosigui dicindome que era necesario que se publicara un relato llano y simp

    el caso ocurrido en Tell Yarimjah.Si tratara de escribirlo uno de los que intervinieron en l, no convencera a nadie. Diran q

    na prejuicios por unos o por otros.Y aquello, por cierto, tambin era verdad. Aunque yo estuve all, poda considerarme como u

    xtraa a la cuestin planteada.Y por qu no lo escribe usted mismo, doctor? pregunt.No estaba p resente cuando sucedi y usted s. Adems aadi dando un susp iro, mi h

    o me dejara.La forma en que se dejaba dominar por aquella chiquilla era algo verdaderamente vergonzo

    staba a punto de decrselo as, cuando vi una expresin maliciosa en sus ojos. Eso es lo malo octor Reilly. Nunca se sabe si est bromeando o qu. Siempre dice las cosas con el mismo tonto y melanclico; pero la mitad de las veces se nota en sus palabras cierta irona.

    Bueno dije sin mucha conviccin. Supongo que podr llevarlo a cabo.Claro que podr.Lo que no s es cmo empezar.Para eso existen buenos precedentes. Empiece por el principio y siga adelante hasta el final.Ni siquiera s con seguridad dnde y cmo empez repliqu.Crame, seorita; la dificultad de empezar no va a ser nada comparada con la de saber cun

    rminar. Al menos eso es lo que me sucede cuando tengo que pronunciar una conferencia. Alguiene que tirarme del faldn del frac para hacerme descender a la fuerza de la tribuna.

    Est usted bromeando, doctor?No puedo hablarle ms en serio. Y bien, qu me dice?Otra cosa me preocupaba. Despus de vacilar unos momentos, dije:

    Ver usted, doctor. Temo que algunas veces mis comentarios sean demasiado personalesPero por Dios, mujer! Cuanto ms personales sean, mucho mejor! Es una historia so

    eres humanos, no sobre maniques. Personalice, muestre sus preferencias, sea chismosa, lo qsted guste! Escrbalo a su manera. Siempre estaremos a tiempo de eliminar los pasajes difamatorntes de publicarlo. Adelante. Es usted una mujer sensata y estoy seguro de que nos proporcionan relato fiel del asunto.

    As qued la cosa, y le promet que me esmerara en hacerlo.Supongo que deber decir algo de m. Tengo treinta y dos aos y me llamo Amy Leathera

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    ealic mi aprendizaje en el Hospital de San Cristbal y luego hice dos aos de prcticas comomadrona. Trabaj tambin particularmente y estuve cuatro aos en la Casa de Maternidad de mendix, en Devonshire Place. Fui a Irak acompaando a una tal mistress Kelsey. Cuid de ella cuanaci su hija. Deba trasladarse a Bagdad con su marido y ya tena contratada a una niera que servesde haca dos aos a unos amigos que residan en aquella ciudad. Los hijos de dichos amiggresaban a Inglaterra para estudiar y la niera haba convenido con mistress Kelsey que entrar

    u servicio cuando los chicos se marcharan. Mistress Kelsey estaba algo delicada y le preocupa

    acer el viaje con una nia de tan corta edad. As es que su marido arregl el asunto para que yocompaara y cuidara de ella y de la nia. Me pagaran el viaje de vuelta, caso de que no encontraradie que necesitara los servicios de una enfermera para hacer el viaje de retorno a Inglaterra.

    No creo que sea necesario describir a los Kelsey. La pequea era una preciosidad de criaturaistress Kelsey tena un carcter muy agradable, aunque era de las que se inquietan por todisfrut mucho durante el viaje. Nunca haba hecho una travesa tan larga por mar.

    El doctor Reilly vena en el mismo barco. Era un hombre de cabellos negros y cara estirada, qeca las cosas ms divertidas con una voz baja y lgubre. Creo que le gustaba tomarme el pelona la costumbre de contarme cosas absurdas para ver si me las tragaba. Tena un destino rujano en un lugar llamado Hassanieh, a un da y medio de viaje desde Bagdad.

    Haca cerca de una semana que estaba yo en dicha ciudad, cuando lo encontr y me preguntejaba ya a los Kelsey. Le repliqu que era curioso que me dijera aquello, pues se daba el caso de qs hijos de Wright, los amigos de los Kelsey a que antes me refer, volvan a Inglaterra antes decha prevista y su niera quedaba libre.

    Me confes entonces que se haba enterado de la marcha de los Wright, y que tal era la causa u pregunta.

    En resumen, seorita, posiblemente le pueda ofrecer un empleo.

    Algn caso?Torci el gesto como si considerara la pregunta.

    No puedo calificarlo as. Slo se trata de una seora que tiene, digamos, fantasas.Oh! exclam.Por lo general, una sabe perfectamente qu significa tal cosa, bebida o drogas.El doctor Reilly no fue ms all en sus explicaciones. Era muy discreto.

    S dijo. Se trata de mistress Leidner. Es la esposa de un norteamericano, o mejor dicho,n sueco-americano que dirige unas grandes excavaciones por cuenta de una Universidad de su pas

    Y me explic que la expedicin estaba excavando en el lugar que ocup una gran ciudad asiria; als como Nnive. La casa en que vivan los que componan la expedicin no estaba en realidad mjos de Hassanieh, pero se hallaba en un descampado y haca tiempo que al doctor Leidnerreocupaba la salud de su esposa.

    No es muy explcito sobre ello, pero parece que la seora tiene repetidos accesos de terervioso.

    Se queda sola con los indgenas durante todo el da? pregunt.No. Los de la expedicin son muchos. Siete u ocho. No creo que se quede nunca sola en la ca

    ero, por lo visto, no hay duda de que ella se est agotando y de que ha llegado a un extrao esta

    e nimo. Leidner lleva sobre s toda la responsabilidad del trabajo, y, adems, como est m

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    El hombre prosigui, con una especie de anhelo juvenil.Estoy seguro de que usted se llevar muy bien con ella. Es una mujer verdaderame

    ncantadora sonri. Cree que usted la animar muchsimo y lo mismo he pensado yo al veriene usted el aspecto, si me permite decirlo as, de poseer una salud esplndida y un gran sentiomn. Estoy seguro de que es la persona apropiada para Louise.

    Bien; podemos probar, doctor Leidner repliqu yo alegremente. Espero poder ser til aeora. Tal vez los rabes y la gente de color la ponen nerviosa?

    No, nada de eso neg con la cabeza, como si la idea le divirtiera. A mi mujer le gustucho los rabes; sabe apreciar su sencillez y su sentido del humor. sta es la segunda vez que vieonmigo, pues hace menos de dos aos que nos casamos, y habla ya bastante bien el rabe.

    Guard silencio durante unos momentos y luego hice un nuevo intento.Y no puede usted decirme qu es lo que asusta a su esposa, doctor Leidner? pregunt.El hombre vacil y despus respondi lentamente:

    Espero, creo que se lo dir ella misma.Y eso fue todo lo que pude conseguir de l.

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    Captulo III

    HABLADURAS

    Se convino en que yo ira a Tell Yarimjah la semana siguiente.Mistress Kelsey estaba acomodndose en su nueva casa de Alwiyah, y me alegr de pod

    yudarla en algo. Durante aquellos das tuve ocasin de or algunas alusiones a la expedicin eidner. Un amigo de mistress Kelsey, un joven militar, frunci los labios sorprendido y exclam:La adorable Louise! As sa es la ltima de las suyas! se volvi hacia m. Es el apo

    ue le hemos puesto, seorita. Siempre se la ha conocido como la adorable Louise.Tan guapa es entonces? pregunt.Eso es valorarla segn su propia estimacin. Ella cree que lo es!No seas vengativo, John intervino mistress Kelsey. Ya sabes que no es ella sola la q

    iensa as. Mucha gente ha sucumbido a sus encantos.Tal vez tengas razn. Sus dientes son un poco largos, pero es atrayente a su manera.

    A ti tambin te hace ir de cabeza coment mistress Kelsey riendo.El militar se sonroj y admiti algo, avergonzado:

    Bueno; hay algo en ella que atrae. Leidner venera hasta el suelo que ella pisa y el resto dexpedicin tiene que venerarlo tambin. Es una cosa que se espera de ellos.

    Cuntos son en total? pregunt.Muchos y de todas clases y nacionalidades, seorita replic el joven alegremente.

    quitecto ingls, un padre francs, de Cartago, que es el que trabaja con las inscripciones, las tablilcosas parecidas, ya sabe. Luego est miss Johnson. Tambin es inglesa y una especie de remendo

    e todos los cachivaches que desentierran. Un hombrecillo regordete que hace las fotografasorteamericano. Y los Mercado. Slo Dios sabe de qu nacionalidad son; dagos[1] de alguspecie! Ella es muy joven y de aspecto solapado. Y de qu forma odia a la adorable Louiespus tenemos a un par de jvenes que completan el grupo. Forman una coleccin bastante raero agradable en su conjunto, no le parece, Pennyman?

    Se dirigi a un hombre de bastante edad, que estaba sentado, mientras haca dar vueltas con abstrado a unas gafas de pinza.

    El interpelado pareci sobresaltarse y levant la mirada.

    S, s, muy agradables. Es decir, considerndolos individualmente. Desde luego, Mercaarece un pjaro bastante raroQu barba tan extraa lleva! coment mistress Kelsey. Es una de esas barbas flccid

    n raras, tan singularesEl mayor Pennyman prosigui, sin darse cuenta, al parecer, de la interrupcin:

    Los dos jvenes son agradables. El norteamericano es ms bien reservado y el ingls hablaemasa. Es curioso, pues por lo general suele ser al contrario. El propio Leidner es un hombodesto y nada engredo. S; individualmente son gente agradable. Pero de cualquier forma, y tal van imaginaciones mas, la ltima vez que fui a verlos me dio la impresin de que algo no iba bi

    ntre ellos. No s qu fue exactamente, pero nadie pareca ser el mismo. Se notaba cierta tensin

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    atmsfera. Lo explicar mejor, diciendo que se pasaban la mantequilla de unos a otros cemasiada cortesa.

    Sonrojndome ligeramente, pues no me gusta sacar a relucir mis propias opiniones, dije:Cuando la gente se ve obligada a convivir por fuerza durante mucho tiempo, siempre

    sienten los nervios de todos. Lo s por mi experiencia en el hospital.Es verdad dijo el mayor Kelsey. Pero la temporada acaba justamente de empezar

    odava no ha habido tiempo para que se produzca una cosa as.

    El ambiente de una expedicin se parece, aunque en pequeo, al que reina entre nosotros aopin el mayor Pennyman. Se forman bandos y salen a relucir rivalidades y envidias.Parece como si este ao hubiera llegado gente nueva dijo el mayor Kelsey.Veamos el joven militar empez a contar con los dedos. Coleman y Reiter son nuev

    mmott vino el ao pasado y los Mercado tambin. El padre Lavigny, as mismo, es la primera vue viene. Sustituye al doctor Byrd, que este ao est enfermo. Carey, desde luego, es de leteranos. Ha venido desde que empez la excavacin, hace cinco aos. Miss Johnson es casi eterana como Carey.

    Siempre pens que se llevaban todos muy bien en Tell Yarimjah observ el mayor Kels. Pareca una familia bien avenida, lo cual es realmente sorprendente si se tiene en cuenta

    aqueza de la naturaleza humana. Estoy seguro de que la seorita Leatheran coincide conmigo.Pues es posible que tenga razn. En el hospital he presenciado peleas cuyo motivo no

    odido ser cosa ms nimia que una disputa sobre una tetera.Eso es. Uno tiende a ser mezquino en cualquier comunidad donde haya un contacto m

    recto entre sus componentes observ el mayor Pennyman. Pero, de todas formas, creo qebe haber algo ms en este caso. Leidner es hombre apacible y modesto, con un destacado sentiplomtico. Siempre se preocup de que los de la expedicin estuvieran contentos y se llevaran bi

    nos con otros. Y, sin embargo, el otro da not aquella sensacin de tirantez.Mistress Kelsey ri.

    Y no se da usted cuenta de la explicacin? Pero si salta a la vistaQu quiere decir?Mistress Leidner, desde luego!Vamos, Mary dijo su marido. Es una mujer encantadora, de las que no se pelean c

    adie.Yo no digo que se pelee. Ella es la causa de las peleas.

    De qu forma? Por qu tiene que serlo?Por qu? Pues porque est aburrida. Ella no es arquelogo, sino la mujer de uno de ellomo le est vedada toda emocin, se preocupa ella misma de procurarse su propio drama. vierte haciendo que los dems se enzarcen entre ellos.Mary, t no sabes nada. Te lo ests imaginando.Claro que me lo imagino! Pero ya vers cmo tengo razn. La adorable Louise no se par

    n nada a Monna Lisa. Tal vez no quiera causar perjuicios, pero desea ver lo que pasar.Le es fiel a Leidner.No digo lo contrario. Ni estoy sugiriendo que existan intrigas vulgares. Pero esa mujer es u

    llumeuse.

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    Hay que ver con qu dulzura se califican las mujeres entre s coment el mayor Kelsey.Ya s. Nos araamos como si furamos gatos. Eso es lo que decs vosotros los hombres. Pe

    osotras no solemos equivocarnos respecto a las de nuestro sexo.Al fin y al cabo dijo pensativamente el mayor Pennyman, aun suponiendo que se

    erdad todas las poco caritativas conjeturas de mistress Kelsey, no creo que puedan explicar pompleto aquella curiosa sensacin de tirantez, aquella tensin parecida a la que se experimentes de una tormenta. Tuve la impresin de que la tempestad iba a estallar de un momento a otro.

    No asuste a la enfermera dijo mistress Kelsey. Tiene que ir all dentro de tres das ysted capaz de hacerla desistir.No se alarme. No me asusta asever riendo.Pero, a pesar de ello, pens mucho tiempo en lo que se haba dicho en aquella ocasin. Me aco

    e la forma tan peculiar que el doctor Leidner haba empleado para pronunciar la palabra segurEra el temor secreto de su esposa, tal vez desconocido, lo que haca reaccionar al resto de sompaeros? O era la propia tensin o quiz la causa desconocida de ella la que reaccionaba sobs nervios de mistress Leidner?

    Busqu en un diccionario el significado de la palabra allumeuseque haba usado mistress Kelsero no logr entender su sentido.

    Bueno pens. Esperaremos a ver qu pasa.

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    Captulo IV

    LLEGO A HASSANIEH

    Tres das despus sal de Bagdad.Sent dejar a mistress Kelsey y a la pequea, que era un encanto y creca esplndidamen

    anando cada semana el nmero requerido de gramos. El mayor Kelsey me acompa a la estaciara despedirme. Llegara a Kirkuk a la maana siguiente, y all saldra alguien a esperarme.Dorm muy mal. Nunca duermo bien cuando viajo en tren, y aquella noche so mucho.

    bstante, a la maana siguiente, cuando mir por la ventanilla, vi que haba amanecido un splndido. Me sent interesada y curiosa de la gente que iba a conocer.

    Cuando baj al andn me detuve indecisa, mirando a mi alrededor. Entonces vi a un joven queriga hacia m. Tena una cara redonda y sonrosada. He de confesar que en mi vida haba vistoguien que se pareciera ms a uno de esos jvenes que crea P. G. Wodehouse en sus libros.

    Hola, hola, hola! dijo. Es usted la seorita Leatheran? Bueno, quiero decir que debe

    sted Ya me doy cuenta. Ja, ja, ja! Me llamo Coleman. El doctor Leidner me envi a esperarQu tal se siente? Vaya viajecito! Eh? Si conocer yo estos trenes! Bien, ya est aqu Hesayunado? Es ste su equipaje? Muy modesto, no le parece? Mistress Leidner tiene cuaaletas y un bal, sin contar una sombrerera, un almohadn de piel y otras muchas cosas. Est

    ablando demasiado? Venga.A la salida de la estacin nos esperaba lo que, segn me enter despus, se llamaba una rubi

    us caractersticas participaban un poco de las de una furgoneta, un camin y un coche de turismMster Coleman me ayud a subir, explicndome que ira mejor en el asiento delantero, junto

    onductor, donde acusara menos el traqueteo.Traqueteo! Qued maravillada de que aquel armatoste no se deshiciera en mil pedazos! All aba nada que se pareciera a una carretera; slo una especie de vereda llena de surcos y bachVaya con el Glorioso Este! Cuando me acord de las esplndidas pistas de Inglaterra, sent qe invada la nostalgia.

    Mster Coleman se inclin hacia m desde el asiento que ocupaba, detrs del mo, y me grit junla oreja:

    El camino est en muy buenas condiciones! aull justamente despus de haber snzados de nuestros asientos hasta tocar el techo con la cabeza.

    Y pareca estar hablando en serio.Esto es muy bueno, estimula el hgado dijo. Usted debe saberlo, seorita.Un hgado estimulado va a servirme de poco si me abro la cabeza observ acerbadamente.Tena que haber venido aqu despus de una buena lluvia! Los patinazos son soberbios.

    ayor parte del tiempo, el coche va de travs.A esto no respond.Al cabo de un rato tuvimos que cruzar un ro, lo que hicimos en el transbordador m

    strambtico que darse pueda. El que logrramos pasar me pareci un milagro, pero los dems, por

    sto, consideraron aquello como la cosa ms natural del mundo.Nos cost casi cuatro horas llegar a Hassanieh. Con gran sorpresa por mi parte, vi que era u

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    udad de amplias proporciones. Desde el otro lado del ro, antes de llegar a ella, presentaba onito aspecto; blanca y como arrancada de las pginas de un libro de cuentos, con sus alinaretes destacndose contra el cielo. No obstante, cuando se cruzaba el puente y se entraba en ecosa variaba, el olor era desagradable; todo estaba desvencijado, ruinoso y el lodo y la porque

    inaban por doquier.Mster Coleman me llev a casa del doctor Reilly, donde, segn me dijo, me esperaban p

    omer.

    El doctor Reilly estuvo tan amable como de costumbre. Su casa tena un aspecto atractispona de un cuarto de aseo y todo estaba limpio y reluciente. Tom un bao delicioso, y cuane puse de nuevo el uniforme y baj a comer me sent mucho mejor.

    El almuerzo estaba servido. Entramos en el comedor, mientras el mdico excusaba la ausenciau hija, que, segn dijo, siempre llegaba tarde. Acabbamos de tomar un plato muy bueno de huevn salsa, cuando entr la joven y el doctor Reilly me la present:

    Seorita, sta es mi hija Sheila.Me estrech la mano y me dijo que esperaba hubiera tenido un feliz viaje. Luego se quit

    ombrero, hizo una fra inclinacin de cabeza a mster Coleman y tom asiento.Bueno, Bill, cmo van las cosas? pregunt.El joven empez a hablarle de una reunin que deba celebrarse en el club, y yo, entre tanto, m

    ediqu a estudiarla.No puedo decir que me gustara mucho. Su forma de pensar, tan fra, no me complaca. U

    uchacha impulsiva y de buena presencia. Tena el cabello negro y los ojos azules, una cara plidaconsabida boca pintada. Su sarcstica forma de hablar casi lleg a molestarme. En cierta ocasi

    ve a mi cargo una gran aprendiza como ella; una chica que trabajaba bien, lo admito, pero cuyaneras tenan la virtud de encolerizarme.

    Me pareci que mster Coleman estaba algo chalado por ella. Tartamudeaba al hablar y onversacin se volvi un poco ms necia que de costumbre, si es que ello era posible. Me diompresin de ser un perrazo atontado que mova la cola y trataba de hacerse el gracioso.

    Despus del almuerzo el doctor Reilly se fue al hospital. Mster Coleman tena que hacer algunosas en la ciudad y miss Reilly me pregunt si me gustara dar una vuelta o prefera quedarme asa. Mster Coleman, me dijo, volvera a buscarme dentro de una hora.

    Hay algo que ver por aqu? inquir.Algunos rincones p intorescos contest miss Reilly. Pero no s si le gustarn. Estn llen

    e suciedad.Por fin me llev al club, que no estaba del todo mal. Daba vista al ro, y all encontr vareridicos y revistas.

    Cuando regresamos a casa no haba llegado todava mster Coleman. Nos sentamos y charlamn rato. No fue cosa agradable.

    La joven me pregunt si conoca ya a mistress Leidner.No. Slo conozco a su marido contest.Oh! Me agradara saber qu opinar de ella.No repliqu a este comentario. Y ella prosigui:

    Me gusta mucho el doctor Leidner. Todos le quieren.

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    Eso es lo mismo que decir, pens para mi capote, que no te gusta su mujer.Segu sin replicar, y al poco rato me pregunt sbitamente:

    Qu le pasa a mistress Leidner? Se lo ha dicho su marido?No estaba dispuesta a cotillear sobre una paciente antes de haberla conocido; as es que conte

    vasivamente:Tengo entendido que est un poco deprimida y necesita de alguien que la cuide.La joven ri. Fue una risa desagradable y dura.

    Por Dios! dijo. Es que no tiene bastante con nueve personas para cuidarla?Supongo que todos tendrn algo que hacer repliqu.Algo que hacer? Claro que lo tienen. Cuidar a Louise antes que nada, y ya se encarga ella

    ue sea as si se lo ha propuesto.No te gusta en absoluto dije para m.

    De todas formas sigui la muchacha no comprendo para qu necesita una enfermrofesional. Yo hubiera credo que una aficionada cuadrara mejor con sus mtodos; pero no alguue le meta un termmetro en la boca, le tome el pulso y reduzca todas las fantasas a hechoncretos.

    He de reconocer que en aquel momento sent curiosidad.Cree usted que, en realidad, no le pasa nada? pregunt.Claro que no le pasa nada! Esa mujer es ms fuerte que un toro. La pobrecita Louise no

    ormido. Tiene ojeras. Naturalmente, se las ha pintado con un lpiz! Cualquier cosa que llaatencin, que traiga a todos a su alrededor para que la mimen.

    Algo haba de verdad en todo aquello, desde luego. Yo haba visto casos, y como yo cualqunfermera, de hipocondracos cuya delicia era tener en constante movimiento a toda la familia. Y si dico o una enfermera les dice: A usted no le pasa nada, en primer lugar no le creen, y lue

    emuestran una indignacin tan genuina como la verdadera.Era muy posible que mistress Leidner fuera uno de estos casos. El marido, como es natural, se

    primer engaado. Los maridos, segn he comprobado, son unos crdulos cuando se trata nfermedades. Pero de todas formas aquello no cuadraba con lo que yo haba visto antes. Noincida, por ejemplo, con la palabra segura.

    Era curiosa la impresin que aquella palabra me haba producido.Reflexionando sobre ello, pregunt:

    Es nerviosa mistress Leidner? Le ataca los nervios, por ejemplo, vivir tan alejada de todo?

    Y de qu tiene que ponerse nerviosa all? Cielo santo, si son diez!Y adems tienen guardias por las antigedades que van acumulando. No, no est nerviosa;enos

    Pareci que le asaltaba una idea y se detuvo. Al cabo de un momento prosigui lentamente:Es extrao que diga usted eso.Por qu?El teniente de aviacin Jervis y yo fuimos hasta all el otro da. Era por la maana y muchos

    los estaban en las excavaciones. Mistress Leidner escriba una carta y no nos oy llegar. El criaue de costumbre nos acompaaba hasta el interior de la casa no se vea por all y mi acompaante

    o nos dirigimos hacia el porche. Al parecer, ella vio la sombra del teniente Jervis reflejada en

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    ared y lanz un grito. Despus se excus. Pens que se t rataba de un desconocido. Fue algo raues aunque hubiera sido un desconocido, qu necesidad haba de asustarse?

    Yo asent pensativamente.Miss Reilly call y luego rompi a hablar de pronto.

    Yo no s qu les pasa este ao. Estn todos fuera de s. Miss Johnson anda por ah talhumorada, que ni siquiera abre la boca para hablar. David tampoco habla si puede evitarlo. B

    esde luego, no para ni un momento, pero su incesante parloteo parece agravar la situacin de

    ros. Carey tiene el aspecto del que espera algo que estalle de repente.Y todos se vigilan unos a otros como si, como Oh!, no lo s, pero es extrao.Es curioso, pens, que dos personas tan diferentes como miss Reilly y el mayor Pennym

    ayan coincidido en la misma idea.En aquel momento entr con gran apresuramiento mster Coleman. Apresuramiento es slo u

    orma de expresin. Si hubiera llevado la lengua colgando y de pronto le hubiera salido una cola yubiera movido, no me hubiera sorprendido.

    Hola, hola! dijo. El mejor comprador del mundo, se soy yo. Le has mostrado aeorita todas las bellezas de la ciudad?

    No se impresion en absoluto contest con sequedad miss Reilly.No se le puede censurar por ello opin mster Coleman con entusiasmo. No he visto si

    s t riste y ruinoso!No te gustan mucho las cosas pintorescas ni antiguas, verdad, Bill? No comprendo cmo h

    egado a ser arquelogo.No me eches a m la culpa. chasela a mi tutor. Es un erudito p rofesor; un ratn de bibliote

    on zapatillas. Le resulta algo pesado tener un pupilo como yo.Creo que has sido un estpido al permitir que te metieran a la fuerza una profesin que no

    usta.A la fuerza no, Sheila. A la fuerza no. El viejo me pregunt si tena preferencia por algu

    rofesin. Yo le dije que no, y entonces l me agreg a esta expedicin.Y no tienes idea de qu te gustara hacer? Debes tener alguna!Claro que la tengo. Mi ideal sera no hacer nada. Lo que me gustara hacer es tener muc

    nero y dedicarme a las carreras de caballos y de automviles.Eres absurdo! exclam miss Reilly.Pareca estar enfadada.

    Yo s que en eso no hay ni que pensar aadi mster Coleman con tono alegre. Por tantengo que hacer algo, no me importa lo que sea con tal de no estar todo el da encerrado en espacho. Resulta agradable ver un poco de mundo. As es que aqu me vine.

    Y habr que ver lo til que sers a la expedicin!En eso te equivocas. Puedo estarme en las excavaciones y gritar YAllah como pod

    acerlo otro. Y tampoco soy tan malo dibujando. Imitar la escritura de los dems era una de mspecialidades en el colegio. Hubiera sido un falsificador de primer orden. Todava puedo dedicarmlo. Si algn da mi Rolls-Royce te salpica de barro mientras esperas el autobs, sabrs que me edicado a la delincuencia.

    No crees que sera hora de que te fueras, en lugar de hablar tanto? pregunt framente m

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    eilly.Somos muy hosp italarios, verdad, seorita?Estoy segura de que la seorita Leatheran tendr ganas de llegar ya a su destino.T siempre ests segura de todo replic mster Coleman haciendo una mueca.Aquello, segn pens, era bastante cierto.

    Tal vez sera preferible que nos furamos, mster Coleman.Tiene usted razn, seorita.

    Le estrech la mano a miss Reilly, al tiempo que le daba las gracias por todo, y nos marchamosSheila es una chica muy atractiva coment mster Coleman. Aunque nunca le permitno confianzas.

    Salimos de la ciudad y emprendimos el camino por una especie de vereda bordeada de verdampos llenos de mies. Como era costumbre en aquel pas, no faltaban los baches.

    Despus de media hora de viaje, mster Coleman me indic un montculo bastante elevatuado a la orilla del ro, frente a nosotros.

    Tell Yarimjah anunci.Distingu unos puntillos negros que se movan como si fueran hormigas.Mientras los contemplaba vi cmo empezaron a correr todos juntos, descendiendo una de

    deras del montculo.Es la hora de dejar el trabajo coment mster Coleman. Se da por terminada la tarea dia

    na hora antes de ponerse el sol.La casa que ocupaba la expedicin estaba un poco alejada del ro.El conductor dio vuelta a una esquina, hizo pasar el coche por un portaln y luego se detuvo

    itad de un patio.El edificio estaba construido a su alrededor. En principio consisti solamente en la parte q

    ormaba el lado sur del patio, adems de unas edificaciones sin importancia hacia el Este. xpedicin construy luego los otros dos lados. Como el plano de la casa reviste especial interegn se ver ms tarde, incluyo un croquis del mismo.

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    Todas las habitaciones daban al patio interior, as como la mayor parte de las ventanas. xcepcin estaba constituida por el primitivo edificio de la parte sur, cuyas ventanas daban al camstas ventanas, sin embargo, estaban protegidas por rejas. Del rincn sudoeste del patio arrancana escalera que conduca a la azotea, situada sobre todo el cuerpo del edificio sur, el cual era un pos alto que las otras tres alas.

    Mster Coleman me condujo, dando la vuelta, hasta un gran porche que ocupaba el centro de

    arte sur. Empuj una puerta situada en el lado derecho y entramos en una habitacin, donde varersonas estaban sentadas alrededor de una mesa, tomando t.

    Hola, hola! exclam mster Coleman. Aqu est el caballero andante.La seora que ocupaba la cabecera de la mesa se levant y vino hacia m para saludarme.Entonces vi por primera vez a Louise Leidner.

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    Captulo V

    TELL YARIMJAH

    No tengo inconveniente en admitir que mi primera impresin al ver a mistress Leidner fueanca sorpresa. Cuando se oye hablar mucho de una persona, cada cual forma en su mente la imag

    ue le sugieren los comentarios. Yo estaba firmemente convencida de que mistress Leidner era uujer ttrica y malhumorada. De las que siempre tienen los nervios de punta. Y adems esperaba quera, hablando con franqueza, un poco vulgar.

    Pero no era, ni por asomo, lo que yo me haba figurado. En primer lugar, era rubia. No era sueomo su marido, pero por su aspecto poda muy bien haber pasado por tal. Sus cabellos tenan eolor rubio escandinavo que tan raras veces se encuentra. No era joven. Calcul que tendra eneinta y cuarenta aos. El aspecto de su cara era algo macilento, y unas canas se distinguan entre

    ubios cabellos. Sus ojos, por otra parte, eran muy hermosos. Hasta entonces no me haba topaon ningunos ojos como aqullos, cuyo color pudiera describirse como violeta. Mistress Leidner

    elgada y de aspecto delicado. Si dijera que tena un aire de intenso cansancio y, al mismo tiempo,ran viveza, parecer que digo una tontera, pero tal fue la impresin que me caus. Me di cuembin de que era toda una seora. Y esto significa algo, aun en estos tiempos.

    Me tendi la mano y me sonri. Su voz tena un tono bajo y suave, y hablaba con un ligecento americano.

    Me alegro mucho de que haya venido, seorita. Quiere tomar el t o prefiere ver su habitacrimero?

    Le dije que tomara el t, y ella me present a los dems.

    sta es miss Johnson y mster Reiter. Mistress Mercado. Mster Emmott. El paavigny. M i marido vendr dentro de poco. Sintese entre el padre Lavigny y miss Johnson.Hice lo que me indic y miss Johnson empez a hablar, preguntndome sobre mi viaje.Le faltaba poco para cumplir los cincuenta, segn juzgu, y tena un aspecto algo varonil, a lo q

    ontribua su cabello grisceo, peinado muy corto. La cara, fea y arrugada, con una cmica naspingona que tena la costumbre de restregarse furiosamente cuando algo le preocupaba o extraalevaba falda y chaqueta de tweed, de hechura ms bien masculina. Al poco rato me cont que eriunda de Yorkshire.

    Al padre Lavigny lo encontr un tanto sorprendente. Era hombre de alta estatura, con una grarba negra. Usaba gafas de pinza. Le o decir a mistress Kelsey que haba all un fraile francsntonces me di cuenta de que el padre Lavigny usaba un hbito monacal de color blanco. Qued aldmirada, pues siempre haba credo que los frailes se enclaustraban en los conventos y no volvanalir de ellos.

    Mistress Leidner le hablaba casi siempre en francs, pero l se dirigi a m en un ingls morrecto. Advert que tena ojos penetrantes y observadores, que se iban fijando detenidamente enara de cada uno de los congregados.

    Frente a m estaban los otros tres. Mster Reiter era un joven rubio y rollizo y usaba gafas. Te

    pelo largo y ondulado. Sus ojos azules eran redondos como platos. Pens que debi ser un lineb en otros tiempos, pero que entonces no le quedaba nada que valiera la pena de verse.

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    alidad, tena cierto aspecto de lechoncillo. El otro joven llevaba el pelo cortado al rape. Tena la cstirada, ms bien cmica, y al rer mostraba unos dientes perfectos, lo que le haca muy atrayenablaba muy poco; se limitaba a mover la cabeza cuando le dirigan la palabra o contestaba conoslabos. Era norteamericano, como mster Reiter. La tercera persona era mistress Mercado

    uien no pude observar a mi gusto, pues cuando diriga la vista hacia ella siempre la encontrairndome con una especie de atencin que me resultaba un tanto desconcertante, por no decir o

    osa. Dada la manera como me observaba, poda asegurarse que una enfermera era un bicho ra

    Qu falta de educacin!Era muy joven, pues no pasara de los veinticinco; morena y de aspecto escurridizo, si se mermite decirlo as. En cierto modo tena buena p resencia, aunque, como dira mi madre, no pocultar su vulgaridad. Llevaba un jubn de color vivo que haca juego con el tono de sus uas. Eelgada de cara y en ella se vea una expresin anhelante, que haca recordar la de un pjaro. Tena os grandes y los labios apretados en un rictus malicioso.

    El t estaba muy bien hecho. Una mezcla fuerte y agradable, nada parecida a la infusin suave qmaba siempre mistress Kelsey y que haba sido mi tortura durante los ltimos tiempos.

    Sobre la mesa haba tostadas, mermelada, un plato de bollos y una tarta. Mster Emmott, morts, me ayud a servirme. A pesar de su retraimiento, observ que siempre estaba atento a que lato no quedara vaco.

    Al cabo de un rato entr Coleman y tom asiento al otro lado de miss Johnson. Sus nervios,arecer, estaban en perfectas condiciones, pues habl por los codos.

    Mistress Leidner suspir y le dirigi una cansada mirada que no pareci afectar al joven bsoluto. Ni tampoco el hecho de que mistress Mercado, a quien diriga la mayor parte de su charstuviera tan ocupada mirndome, que a duras penas le contestara.

    Estbamos terminando el t cuando entraron el doctor Leidner y mster Mercado.

    El primero me salud con su habitual cortesa. Vi cmo sus ojos se dirigan rpidamente haciasposa y despus pareci aliviado por lo que en ella distingui. Tom asiento al otro lado de la meientras mster Mercado lo haca junto a mistress Leidner. Era ste un hombre alto, delgado y

    specto melanclico. Mucho ms viejo que su esposa. De tez cetrina, llevaba una barba extraa, lasin forma alguna. Me alegr de que hubiera llegado, pues su mujer dej de mirarme y su atencin

    entr en l. Lo vigilaba con una especie de anhelo impaciente que encontr bastante raro. El hombvolvi con la cucharilla su taza de t. Pareca abstrado. Tena en el plato un trozo de tarta, que rob.

    Todava quedaba vacante uno de los sitios alrededor de la mesa. Al poco rato se abri la puertantr otro hombre.Desde el momento en que vi a Richard Carey opin que era uno de los hombres ms apuestos c

    ue haba tropezado desde haca mucho tiempo, y aun me atrevo a decir que jams vi otro como ecir que un hombre es guapo y al propio tiempo que su cabeza parece una calavera parecer u

    ontradiccin, y, sin embargo, en aquel caso era verdad. Su cara produca el efecto de tener la pencillamente aplicada sobre los huesos, aunque stos tenan un modelado perfecto. Las vigoroneas de la mandbula, sienes y frente estaban tan fuertemente trazadas que me recordaban las de ustatua de bronce. Y en aquella cara flaca y morena refulgan los ojos ms brillantes y azules q

    unca vi. Meda un metro ochenta aproximadamente de estatura y, segn calcul, tendra poco men

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    e cuarenta aos.Seorita, ste es mster Carey, nuestro arquitecto dijo el doctor Leidner.El recin llegado murmur algo con voz agradable, apenas audible, y tom asiento al lado

    istress Mercado.Me parece que el t est un poco fro dijo mistress Leidner.No se moleste, mistress Leidner contest l. La culpa es ma por haber llegado tar

    uera acabar el plano de esas paredes.

    Mermelada, mster Carey? pregunt mistress M ercado.Mster Reiter le acerc las tostadas.Y entonces me acord de lo que dijo el mayor Pennyman:Lo explicar mejor diciendo que se pasaban la mantequilla de unos a otros con demasia

    ortesa.S; haba algo extrao en todo aquelloDemasiada ceremoniaHubirase dicho que era una reunin de personas que no se conocan, pero no de gentes que

    gunos casos se trataban desde haca muchos aos.

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    Captulo VI

    LA PRIMERA VELADA

    Despus del t mistress Leidner me acompa a mi habitacin.Tal vez ser preferible que describa ahora brevemente la situacin de las habitaciones q

    onstituan la casa. Era muy sencilla su distribucin, como puede verse observando el plano.A ambos lados del porche se abran dos puertas, que conducan a las dos piezas principales. e la derecha corresponda al comedor, donde habamos tomado el t. La otra daba acceso a una piexactamente igual que la primera. En el plano la denomino sala de estar y se utilizaba como centrounin y para hacer ciertos trabajos caseros, tales como dibujos, siempre que no fueran quitectura. All se llevaban los ms delicados ejemplares de cermica para ser reconstruidos pieor p ieza. Desde la sala de estar se pasaba al almacn, donde se guardaban todos los objetos quean desenterrando en las excavaciones. Estaban dispuestos en estanteras y casilleros, as como hagunos esparcidos sobre mesas y bancos. Del almacn no se poda salir ms que a travs de la sala

    star.Ms hacia el Este se hallaba el dormitorio de mistress Leidner, al que se entraba por una pue

    ue daba al patio. sta, como las dems piezas de aquel lado de la casa, tena un par de ventannrejadas que daban al campo. En un rincn sudeste del patio, junto a la habitacin de mistreidner, pero sin que tuviera puerta de comunicacin con ella, estaba la de su marido. Era la primel lado este de la casa. A continuacin vena mi habitacin y despus la de miss Johnson, y ms as dormitorios ocupados por mster Mercado y su esposa. Luego encontrbanse lo que a

    enominaban cuartos de bao.

    La primera vez que emple este trmino ante el doctor Reilly se ech a rer y me dijo que uarto de bao tiene que serlo con todas sus consecuencias, o no puede tenrsele como tal. De todormas, cuando uno est acostumbrado a los grifos y desages, resulta extrao llamar cuartos de baun par de habitaciones con el suelo de tierra, en cada una de las cuales haba una tina de cinc paaos de asiento, que se llenaba con agua trada en latas de petrleo.

    Todo aquel lado de la casa haba sido aadido por el doctor Leidner al primitivo edificio rabas habitaciones eran todas iguales; cada una tena una ventana y una puerta, que daban al paterior. En la parte norte estaba el estudio fotogrfico, el laboratorio y la sala de dibujo.

    Partiendo del porche, la disposicin de los cuartos en el lado oeste era muy parecida. Domedor se pasaba a la oficina, donde se llevaban los registros, se catalogaban las piezas y se hacaabajo de mecanografa. Correspondiendo a la posicin que ocupaba el dormitorio de mistreidner en este lado se hallaba el del padre Lavigny, a quien tambin se le haba destinado una de os estancias ms espaciosas con que contaba la casa. El padre Lavigny la utilizaba as mismo comstudio y realizaba all la tarea de descifrar las inscripciones de las tablillas.

    En el rincn sudoeste del patio estaba la escalera que conduca a la azotea. A continuacin allaba la cocina y despus cuatro dormitorios ocupados por los solteros: Carey, Emmott, Reiteroleman.

    Luego, formando ngulo, se encontraba el estudio fotogrfico, desde el que se pasaba a la cmscura, donde se revelaban los cliss. Junto al estudio estaba el laboratorio y a continuacin vena

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    ran portaln cubierto con un arco, por el que habamos entrado aquella tarde. En la parte exteriente a la casa, estaban los dormitorios de los criados nativos; el cuerpo de guardia para los soldadlos establos para las caballeras con que se suministraba el agua a la expedicin. La sala de dibu

    staba a la derecha del portaln y ocupaba el resto del ala norte.He detallado por completo la distribucin de la casa, porque no quiero tener que volver sobre e

    s adelante.Como he dicho antes, mistress Leidner me acompa para que viera el edificio y finalmente

    stal en mi habitacin, deseando que me encontrara cmoda y tuviera todo lo que me hiciera faltaEl dormitorio estaba muy bien, aunque amueblado con sencillez: una cama, una cmoda, vabo y una silla.

    Los criados le traern agua caliente antes de cada comida, y por la maana desde luego. Sesea en cualquier otra ocasin, salga al patio y d dos palmadas. Cuando acuda uno de los sirvientgale: Jib maijar. Lo recordar?

    Le dije que as lo crea y repet la frase como Dios me dio a entender.Est bien. No se azore y grite. Los rabes no entienden nada si se les habla bajo.Esto de los idiomas es cosa divertida coment. Parece mentira que haya tantos y

    ferentes.Mistress Leidner sonri.

    Hay una iglesia en Palestina en cuyas paredes est escrito el padrenuestro en noventa idiomferentes.Bien le dije. Cuando escriba a mi ta se lo contar. Le va a interesar.Mistress Leidner manose abstrada la jarra del agua y la palangana; despus cambi de sitio

    astilla de jabn.Espero que ser feliz aqu dijo y que no se aburrir demasiado.

    No suelo aburrirme casi nunca le asegur. La vida no es lo bastante larga como permitirlo.

    Ella no replic. Continu jugueteando con los objetos del lavabo, como si su pensamienstuviera puesto en otra cosa.

    De pronto fij en m sus ojos de color violeta.Qu le dijo exactamente mi marido, seorita?Por regla general, siempre se contesta de la misma forma a una pregunta as.

    Pues, por lo que cont, coleg que estaba usted un poco deprimida, mistress Leidner dije

    que necesita a alguien que la cuide y la ayude en lo que sea para quitarle toda clase reocupaciones.La mujer inclin la cabeza lentamente, con aspecto pensativo.

    S dijo. S, eso ir muy bien.Aquello era un poco enigmtico, pero yo no estaba dispuesta a preguntar ms. En lugar de e

    je:Espero que me dejar ayudarla en cuantas tareas tenga que hacer en la casa. No debe perm

    ue est inactiva.Gracias, seorita.

    Luego tom asiento en la cama, y con gran sorpresa ma empez a hacerme una gran porcin

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    reguntas. Y digo con gran sorpresa ma porque desde que la vi estaba segura de que era toda uran seora. Y las seoras raramente demuestran curiosidad sobre los asuntos privados de los dem

    Pero mistress Leidner pareca interesada en conocer todo lo referente a m. Dnde haba hecis prcticas y si haca mucho tiempo de ello. Qu fue lo que me trajo a Irak. Por qu el doceilly me haba recomendado para el empleo. Hasta me pregunt si haba estado en Norteamricatena all parientes. Tambin se interes por una o dos cuestiones que entonces me parecieron fu

    e lugar, pero cuyo significado comprend ms tarde.

    Luego, de pronto, cambiaron sus maneras. Sonri, clida y afectuosamente, y me dijo qresenta que yo iba a servirla de mucho.Se levant y dijo:

    Le gustara subir a la azotea para ver la puesta de sol? Es un espectculo muy bonito a esoras.

    Acced de buen grado.Cuando salamos de la habitacin me pregunt:

    Vino mucha gente en el tren de Bagdad? Muchos hombres?Le contest que no me haba fijado en nadie. En el coche-restaurante haba visto a dos franceses

    oche anterior. Y a otros tres hombres que, por lo que hablaban, supuse pertenecan a la compael oleoducto.

    Ella asinti emitiendo un ligero sonido. Dirase como si hubiera sido un suspiro de alivio.Subimos juntas a la azotea.Mistress Mercado estaba all, sentada en el parapeto, y el doctor Leidner miraba, inclinado, u

    orcin de piedras y trozos de cermica que haba esparcidos en montones. Vi unas cosas granue llaman piedras de molino de mano, piedras en forma de mano de almirez y hachas de slice.

    Y la ms grande coleccin de cacharros de barro rotos que jams vi. Sobre aquellos fragmentos

    ean raros dibujos y pinturas.Venga ac invit mistress Mercado. Verdad que es muy hermoso?Ciertamente, era una esplndida puesta de sol. Hassanieh, en la distancia, ofreca un espectcu

    e ensueo con el sol ponindose tras la ciudad. El ro Tigris, discurriendo entre sus anchas ribers pareca una cosa etrea que un ro real.No es maravilloso, Eric? pregunt mistress Leidner.Su marido levant la mirada con aire abstrado.

    S, es maravilloso murmur sin ningn inters, y sigui escogiendo trozos de cermica.

    Mistress Leidner sonri y dijo:Los arquelogos slo miran lo que tienen bajo los pies, el firmamento no existe para ellos.Mistress Mercado lanz una risita apagada.

    Son gente muy rara. Pronto se dar cuenta, seorita dijo.Hizo una pausa y luego aadi:

    Todos nos hemos alegrado mucho de que viniera. Nos tena muy preocupados mistreidner, verdad, Louise?

    De veras?La voz de mistress Leidner tena un tono poco alentador.

    S. En realidad, ha estado muy mala, seorita. Nos ha dado ms de un susto. Cuando me di

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    e alguien que est enfermo de los nervios, siempre pregunto: Es que hay algo peor? Los nervonstituyen el centro y la mdula de todo ser viviente, verdad?

    Tate, tate pens para mi capote.Mistress Leidner replic secamente:

    Bueno; no tienes necesidad de preocuparte ms por m, Marie. La enfermera me cuidar.Claro que s dije yo con tono alegre.Estoy segura de que esto te vendr muy bien coment mistress Mercado. Tod

    stbamos de acuerdo en que deba ver a un mdico o hacer algo. Tena los nervios deshechos, noerdad, Louise?Tanto que, por lo visto, he conseguido poner los vuestros de punta replic mistress Leid

    . No podramos hablar de algo ms interesante que mis dolencias?Comprend entonces que mistress Leidner era una de esas mujeres que se ganan enemistades c

    ran facilidad. Haba en su voz un tono rudo y fro, del cual no la culp en aquella ocasin, y que hubir un intenso rubor a las plidas mejillas de mistress Mercado. Esta ltima murmur algo, pero ntonces mistress Leidner se haba levantado y haba ido a reunirse con su marido al otro extremo

    azotea. Dudo que l la oyera llegar, pues no levant la mirada hasta que ella le puso la mano enombro. A pesar del gesto de sobresalto que hizo, en el rostro del doctor Leidner se reflejaba rofundo afecto y una especie de anhelante interrogacin.

    Ella asinti con la cabeza suavemente. Al poco rato, cogidos del brazo, se dirigieron al extremoazotea y despus bajaron juntos al patio.Est muy enamorado de ella, verdad? dijo mistress Mercado.S contest. Da gusto ver una cosa as.La mujer me estaba mirando con expresin extraa.

    Cul es su opinin sobre lo que tiene mistress Leidner, seorita? pregunt, bajando

    oco la voz.No creo que sea nada de particular repliqu jovialmente. Slo un poco de depres

    erviosa.Su mirada pareca taladrarme, como haba hecho mientras tombamos el t.De pronto pregunt:

    Est usted especializada en casos de trastornos mentales?Oh, no! respond. Qu le hace pensar eso?Call durante un momento y luego prosigui:

    Est usted enterada de las rarezas que tiene? Se lo ha contado el doctor Leidner?No me gusta chismorrear sobre mis pacientes. Pero, por otra parte, s por experiencia quenudo resulta difcil conseguir que los parientes te digan la verdad; y hasta que te enteras de eenes que trabajar a oscuras, sin conseguir grandes adelantos. Claro es que cuando hay un mdico qe ocupa del caso, la cuestin es diferente. Te dice lo que es necesario que conozcas. Pero en aqsunto no haba ningn doctor que se encargara de ello. No haban sido requeridos los servicrofesionales del doctor Reilly. Y tena para m que el doctor Leidner no me haba dicho todo lo qebiera. El instinto de los maridos, con frecuencia, los hace ser reservados.

    Pero, de todas formas, cuanto ms enterada estuviera, mejor sabra qu lnea de conducta adopt

    Mistress Mercado, a quien mentalmente haba calificado de rencorosa y vengativa, tena unas gan

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    cas de hablar. Y si he de decir la verdad, tanto en el aspecto humano como en el profesionmbin quera yo enterarme de lo que tuviera que contar. Pueden llamarme curiosa si lo desean, pea as.

    He de suponer por ello que mistress Leidner no se ha p ortado de forma normal ltimamenpregunt.

    Normal? Yo dira que no. Nos ha dado unos sustos terribles. Una noche se trat de unedos que daban golpecitos en su ventana. Y luego fue una mano sin brazo alguno que la sostuvie

    espus una cara amarilla pegada al cristal de la ventana. Y cuando mistress Leidner corri hacia ao haba nadie Bueno, no le parece que haba para ponernos a todos los nervios de punta?Tal vez alguien le estaba gastando una jugarreta suger.No. Todo fueron imaginaciones suyas. Y hace t res das, mientras comamos, dispararon un

    ros en el pueblo, que est a unos dos kilmetros de aqu. Mistress Leidner dio un salto y empezritar, asustndonos a todos. Su marido corri hacia ella y se port de forma ridcula. No es naario; no es nada, repiti una y otra vez. Yo creo, seorita, que hay veces en que los hombrniman a las mujeres a que se pongan ms histricas. Es una lstima, porque resulta perjudicial. Nebieran hacerlo.

    Desde luego, si se trata en realidad de fantasas repliqu yo secamente.Y qu otra cosa podra ser?No contest, porque no saba qu decir. Era un asunto curioso. Los disparos y los consiguien

    ritos podan considerarse como cosa bastante natural tratndose de una persona de condicierviosa. Pero aquella extraa historia de una cara y una mano espectrales era diferente. En pinin, poda tratarse de dos cosas: o bien mistress Leidner se haba inventado todo aquelxactamente como hace un nio que cuenta mentiras acerca de cosas que nunca ocurrieron, con el e atraer sobre l la atencin de los dems, o bien se trataba, como dije, de una broma de mal gus

    ra una de esas cosas que un joven alegre y sin pizca de imaginacin, como mster Coleman, podncontrar enormemente divertidas. Decid vigilarlo de cerca. Los pacientes nerviosos puedfectarse seriamente con una broma estpida.

    Mistress Mercado sigui hablando mientras me miraba de soslayo.Es una mujer de aspecto romntico, no lo cree as; seorita? La clase de mujer a la que siemp

    uceden cosas raras.Cuntas le han ocurrido? pregunt.Su primer marido muri en la guerra cuando ella tena solamente veinte aos. Creo que eso

    na cosa sentimental y romntica, verdad?Es una forma de llamar cisnes a unas ocas repliqu speramente.Oh, seorita! Qu observacin tan singular!Y en realidad lo era. A cuntas mujeres se les oy decir: Si viviera mi pobrecito Donald

    rthur, o como se llamara. Y entonces digo para m: No hay duda de que si viviera, sera a esoras un hombre gordo y nada romntico, de genio violento y entrado en aos.

    Estaba oscureciendo y suger que bajramos. Mistress Mercado accedi y pregunt si me gustaer el laboratorio.

    Mi marido debe de estar trabajando an.

    Contest que me encantara, y ambas nos dirigimos hacia all. Aunque iluminada por una lmpa

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    habitacin estaba desierta. Mistress Mercado me ense varios aparatos, unos adornos de cobue estaban siendo tratados qumicamente y tambin unos huesos revestidos de cera.

    Dnde estar Joseph? pregunt mi acompaante.Dio una ojeada a la sala de dibujo en la que estaba trabajando mster Carey. El arquitecto apen

    vant la mirada cuando entramos. Qued sorprendida al ver la extraordinaria expresin de tirantue reflejaba su cara. De pronto se me ocurri que aquel hombre haba llegado al lmite de sistencia y que muy pronto estallara. Record igualmente que alguien haba notado en l aque

    nsin.Cuando salamos volv la cabeza para mirarle. Estaba inclinado sobre un papel y tena los labuertemente apretados. El aspecto de su cara recordaba ms que nunca el de una calavera. Quiz desbordar mi fantasa, pero en aquel instante me pareci un caballero de otros tiempos dispuestntrar en batalla y sabiendo de antemano que iba a morir.

    Me di cuenta nuevamente de la extraordinaria e inconsciente fuerza magntica que posea aqombre.

    Encontramos a mster Mercado en la sala de estar. Cuando entramos estaba explicando a mistreeidner los fundamentos de un nuevo procedimiento qumico. Ella le escuchaba mientras bordanas flores de seda en un lienzo. Me volvi a admirar su extraa apariencia, frgil y espiritual. Mareca una criatura legendaria que una persona de carne y hueso.

    Mistress Mercado exclam con voz estridente:Por fin te encontramos! Pens que estaras en el laboratorio.Su marido se sobresalt y pareci desconcertarse, como si la entrada de ella hubiera roto

    ncanto.Debo, debo irme tartamude. Estoy a mitad, a mitadSin completar la frase, se dirigi hacia la puerta.

    Mistress Leidner, con su voz suave de acento americano, observ:Tiene que acabar de explicrmelo en otra ocasin. Es muy interesante.Levant la vista para mirarnos; sonri dulcemente, pero de manera distrada, y volvi a inclina

    obre su labor.Al cabo de un rato indic:

    All hay unos cuantos libros, seorita. Tenemos una buena seleccin de ellos. Escoja unontese.

    Me dirig a la librera. Mistress Mercado se qued durante unos minutos, y luego, sin decir na

    ali de la habitacin. Le vi la cara al pasar junto a m y no me gust su expresin. Pareca esominada por una furia sorda.A pesar mo, record algunas de las cosas que dijo o insinu mistress Kelsey de mistress Leidn

    o me agradaba pensar que tales cosas fueran verdad, pues desde el primer momento sent cieprecio por mistress Leidner. Pero, a pesar de ello, no pude menos que preguntarme si en el fondo do aquello no habra algo ms de lo que se vea a simple vista.

    No poda creer que mistress Leidner fuera ella sola responsable de lo que ocurra. Pero deontar con el hecho de que la poco agraciada miss Johnson y la irascible mistress Mercado no podompetir con ella ni en presencia ni en atractivos. Y los hombres siempre son los mismos, es

    onde estn. De esas cosas se entera una en seguida en mi profesin.

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    Mercado era un pobre diablo y su admiracin por mistress Leidner no creo que a ella le importoco ni mucho. Pero a mistress Mercado s le importaba. Y de no estar yo equivocada, esta ltimaonsider terriblemente ofendida por ello y, al parecer, estaba dispuesta a vengarse de su rival si seresentaba la ocasin.

    Mistress Leidner segua bordando sus flores de seda. Pareca hallarse muy distante. Pens que osa de prevenirla. Tal vez no saba cun estp idos, irracionales y violentos pueden ser los celos ydio. Cun poco se necesita para hacerlos arder.

    Pero entonces me dije:No seas tonta, Amy Leatheran. Mistress Leidner no es ninguna chiquilla. Si no ha llegado a luarenta, pocos le faltan. Debe de estar enterada de todo cuanto hay que saber en la vida.

    Mas en el fondo de m abrigaba el presentimiento de que tal vez no lo supiera.Tena un aspecto tan inocente!Me pregunt cmo habra sido su vida. No ignoraba que se cas con el doctor Leidner haca d

    os. Su primer marido, segn dijo mistress Mercado, muri cuando ella tena veinte.Cog un libro y tom asiento a su lado. Al cabo de un rato sal de la sala de estar y fui a lavarm

    s manos para cenar. Fue una cena excelente, en la que se sirvi un curry[2]

    verdaderamente bueodos se fueron a la cama muy temprano, de lo que me alegr, pues estaba cansada.El doctor Leidner me acompa hasta mi dormitorio para ver si me faltaba algo.Me estrech la mano efusivamente y dijo con entusiasmo:

    Ha tenido xito, seorita. Se ha prendado de usted en seguida. Estoy muy contento. Presienue ahora todo ir bien.

    Era casi infantil en su efusin.Yo tambin me haba dado cuenta de que a mistress Leidner no le haba disgustado mi presenc

    or lo cual me sent satisfecha.

    Pero no comparta la confianza de su marido. Tuve el presentimiento de que bajo todo aquellocultaba algo que l posiblemente, no conoca.

    Haba algo, algo que no llegaba yo a comprender, que se palpaba en el ambiente.Mi cama era cmoda, pero no pude dormir bien a causa de aquel presentimiento. So demasiadLas palabras de un poema de Keats, que hube de aprender cuando era nia, me venan una y o

    ez al pensamiento. No pude llegar a comprender hasta entonces su significado, a pesar de msfuerzos para ello. Era un poema que siempre odi: tal vez porque tuve que aprenderlo de memornto si me gustaba como si no. Pero cuando despert en mitad de la noche, vi en l, por primera v

    erta belleza.Oh!, di qu te aqueja, amado paladn, que solo y (Cmo era?) plido vagas.Vislumbr en mi mente la cara del caballero. Era la de mster Carey. Una cara ceuda, ten

    ronceada; como la de aquellos pobres jvenes que se iban a la guerra cuando yo era una chiquient profunda compasin hacia l. Luego volv a dormirme y so que la altiva e ingrata seora propia mistress Leidner. Cabalgaba en un caballo blanco y llevaba en la mano un lienzo borda

    on flores de seda. El caballo tropez e inmediatamente todo qued convertido en un montn uesos recubiertos de cera. Me despert sobresaltada y temblando. Me dije que el curry nunca ent bien por las noches.

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    Captulo VII

    EL HOMBRE DE LA VENTANA

    Creo que ser preferible aclarar, antes de pasar adelante, que en esta narracin no encontrarn ctores ningn comentario de color local que sirva de fondo al relato. No entiendo nada

    queologa y no creo que llegue a interesarme nunca tal materia. Me parece una solemne sandeznredando con gente y cosas enterradas y olvidadas. Mster Carey sola decirme que yo no temperamento de arquelogo, y estoy segura de que le sobraba la razn.

    A la maana siguiente de mi llegada, mster Carey pregunt si me gustara ir a ver un palacio qstaba planeando. No s cmo puede planearse una cosa que existi tanto tiempo. Pero le asegue me encantara ir y, en realidad, hasta me emocionaba un poco la perspectiva de ello. Al parecquel palacio tena cerca de tres mil aos de antigedad. Me pregunt qu clase de edificios tendraente en tales tiempos y si seran como los que yo viera en las fotografas de la tumba utankamen. Pero, crase o no, all no haba ms que barro seco. Polvorientas paredes de adobes

    nos sesenta centmetros de alto, y nada ms.Mster Carey me llev de aqu para all contndome cosas; aquello era un gran atrio, y

    stuvieron situados varios aposentos, un piso superior y otras habitaciones que daban al paentral. Y yo pensaba: Cmo lo sabr?; aunque fui lo bastante discreta para no preguntrseuedo asegurar que me llev una desilusin. Aquellas excavaciones no contenan ms que barro; nae mrmoles ni oro, o algo que fuera bonito por lo menos. La casa de mi ta, en Cricklewood, hubiarecido una ruina mucho ms imponente. Y aquellos asirios, o lo que fueran, se llamaban aismos reyes. Cuando mster Carey acab de ensearme su palacio, me dej con el pa

    avigny, que se encarg de mostrarme el resto del montculo. Me causaba cierto recelo el padavigny por ser extranjero; y, adems, por aquella voz profunda que tena. Sin embargo, se mostuy amable, aunque fue algo difuso en sus explicaciones. Algunas veces me dio la sensacin de qdo aquello le importaba tan poco como a m.

    Mistress Leidner me lo explic ms tarde. Me dijo que el padre Lavigny slo se interesaba pdocumentos escritos. Los asirios escriban sobre barro con unas marcas de raro aspecto, pero mercept ibles. Hasta se haban encontrado tablillas escolares. Sobre una de las caras estaban escris preguntas del maestro, y al dorso se vean las contestaciones del discpulo. He de confesar que teresaron dichas tablillas, p ues tenan un profundo sentido humano.

    El padre Lavigny me acompa a dar una vuelta por las excavaciones y me enseferencindolos, lo que eran templos o palacios y lo que eran casas particulares. Incluso me mos

    n sitio que, segn dijo, era un primitivo cementerio de los arcadios[3]. Hablaba en forma bastacoherente; se refera someramente a un asunto y luego pasaba sin interrupcin a tratar de otros.Me parece extrao que hayan contratado sus servicios, seorita dijo en una ocasin.

    ue mistress Leidner est realmente enferma?No en el sentido literal de la palabra contest cautamente.Es una mujer rara coment. Creo que es peligrosa.

    Qu quiere decir? pregunt. Peligrosa? De qu forma?

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    Movi la cabeza pensativo.Creo que es cruel replic. S; estoy seguro de que puede ser muy desp iadada.Era curioso que un fraile dijera aquello. Supuse, desde luego, que habra odo muchas cosas

    onfesin; pero este pensamiento aument mi desconcierto, pues no estaba segura de si los fraionfesaban o slo podan hacerlo los sacerdotes. Yo estaba convencida de que era fraile, pues llevaquel hbito blanco, que, por cierto, recoga fcilmente la suciedad. Y, adems, llevaba un rosaolgado del cinturn.

    Perdone aduje. Me parece que eso son bobadas.El padre Lavigny neg con la cabeza.Usted no conoce a las mujeres como yo aadi.S; puede ser despiadada continu. Estoy completamente convencido de ello. Y,

    bstante, a pesar de que es ms dura que el mrmol, est asustada. Qu le asusta?Eso es lo que todos quisiramos saber pens.Era posible que su propio marido lo sup iera, pero nadie ms.El padre Lavigny me mir de pronto con sus ojos negros y brillantes.

    Encuentra algo extrao aqu? O le parece todo normal?No lo encuentro normal del todo repliqu, despus de considerar la respuesta. No e

    al, por lo que se refiere a la forma en que lo tienen organizado, pero se nota una sensacin comodidad.

    Yo tambin me siento incmodo. Tengo el presentimiento de pronto pareci acentuarse enu aspecto extranjero de que algo se est preparando. El propio doctor Leidner no es el que elgo le inquieta.

    La salud de su esposa?Tal vez. Pero hay algo ms. Hay, cmo lo dira?, una especie de desasosiego.

    Eso era cierto. Reinaba el desasosiego entre los componentes de la expedicin.No hablamos ms porque entonces se nos acerc el doctor Leidner. Me mostr la tumba de

    o que justamente acababa de ser descubierta. Era una cosa pattica; aquellos huesos de reducmao, un par de pucheros y unas pequeas motitas que, segn dijo el doctor Leidner, eran

    uentas de un collar.Los peones que trabajaban en las excavaciones me hicieron rer de buena gana. Eran una colecci

    e espantajos, vestidos con andrajosas tnicas y con las cabezas envueltas en trapos, comovieran jaqueca. De cuando en cuando, mientras iban de un lado a otro llevando cestos de tier

    mpezaban a cantar. Por lo menos, yo creo que cantaban, pues era una especie de montona cantinue repetan infinidad de veces. Me di cuenta de que la mayora de ellos tenan los ojos ondiciones deplorables: todos cubiertos de legaas. Uno o dos de aquellos hombres parecan esedio ciegos. Meditaba sobre cun miserable era aquella gente, cuando el doctor Leidner dijo:Tenemos un excelente equipo de hombres, verdad?Qu mundo tan dispar es ste!, pens, y de qu forma tan diferente pueden ver dos personas

    isma cosa. Creo que no lo he expresado bien, pero supongo que sabrn lo que quiero decir.Al cabo de un rato, el doctor Leidner dijo que volva a la casa para tomar una taza de t.

    compa, y durante el camino me fue explicando algunas cosas de las que veamos. Ahora que

    xplicaba l, todo me pareca diferente. Poda verlo todo tal como haba sido, por decirlo as. L

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    alles y las casas. Me ense un horno en que los asirios cocan el pan y me dijo que en la actualids rabes utilizaban unos hornos muy parecidos.

    Cuando entramos en la casa encontramos a mistress Leidner que ya se haba levantado. Teucho mejor aspecto y no pareca tan delgada y agotada. Nos trajeron el t al cabo de un momento

    ntre tanto el doctor Leidner le cont a su esposa lo que haba ocurrido en las excavaciones duranteaana. Luego volvi al trabajo y mistress Leidner pregunt si me gustara ver algunos de los objet

    ue haban sido encontrados hasta entonces. Le dije que s, y me llev hasta el almacn. Haba en

    ran variedad de cosas esparcidas, la mayora de las cuales, segn me pareci, eran cacharros rotosmbin otros que haban sido reconstruidos pegando sus diferentes fragmentos. Pens que todquellos chismes hubieran estado mejor en el cubo de la basura.

    Vlgame Dios! exclam. Es una lstima que estn tan rotos, verdad? Vale la peuardarlos?

    Mistress Leidner sonri y dijo:Que no la oiga Eric. Los pucheros es lo que ms le interesa. Algunos de los que ve aqu son

    bjetos ms antiguos que tenemos. Tal vez de hace siete mil aos.Y me explic cmo algunos de ellos se podan encontrar excavando en las partes ms profund

    el montecillo, y cmo millares de aos antes haban sido rotos y reparados con betn, lo cual venemostrar que aun entonces la gente tena el mismo apego a sus cosas que en la actualidad.

    Y ahora continu le voy a ensear algo mucho ms interesante.Alcanz una caja de una estantera y me mostr una daga de oro, en cuya empuadura lleva

    crustadas unas gemas de color azul oscuro.Di un grito de entusiasmo.

    S; a todos les gusta el oro, excepto a mi marido.Y por qu no le gusta el oro al doctor Leidner?

    Ms que nada, porque resulta caro. El obrero que encuentra uno de esos objetos cobra su pen oro.

    Dios mo! exclam. Por qu?Es una costumbre. En primer lugar, evitar que roben. Si los peones roban, no es por el va

    queolgico de la pieza, sino por su valor intrnseco. La pueden fundir. Puede decirse, por tanto, qs damos facilidades para que sean honrados.

    Cogi otra caja de la estantera y me ense una hermossima copa de oro, sobre la que se vearias cabezas de ciervo esculpidas.

    Volv a lanzar otra exclamacin.S; es hermosa, verdad? La encontramos en la tumba de un prncipe. Hemos descubierto otepulturas reales, pero muchas de ellas haban sido saqueadas. Esta copa es nuestro ms preciaallazgo. Es una de las mejores que se han encontrado hasta ahora. Acadio primitivo. Una pienica.

    De pronto, mistress Leidner frunci el ceo y examin la copa ms de cerca. Con una ua rasn punto de ella.

    Qu extrao! Es una gota de cera. Alguien ha entrado aqu llevando una vela.Desprendi la cera y coloc la copa en su sitio.

    Despus me mostr unas raras figuritas de barro cocido; algunas de ellas eran bastante groser

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    quellos pueblos antiguos tenan una mentalidad muy vulgar.Al volver al porche encontramos a mistress Mercado, que se estaba pintando las uas. Para v

    ejor el efecto alargaba ante ella la mano con los dedos abiertos. Pens que no poda habemaginado nada ms horroroso que aquel color rojo anaranjado.

    Mistress Leidner haba cogido del almacn un platillo roto en varios pedazos y se dispuntonces a pegarlos. La observ durante unos momentos y luego le pregunt si poda ayudarla.

    Desde luego, hay muchos.

    Fue por ms material y nos pusimos a trabajar. Pronto di con el quidde la cuestin y mistreidner alab mi destreza. Supongo que la mayora de las enfermeras tienen cierta habilidad manuaQu ocupados estn todos! coment mistress Mercado. Van a decir que soy u

    olgazana. Y desde luego lo soy.Y por qu no tena que serlo, si le gusta? pregunt mistress Leidner.Su voz no demostraba inters alguno.Almorzamos a las doce. Despus de comer, el doctor Leidner y mster Mercado limpiaron var

    iezas de cermica, vertiendo sobre ellas una solucin de cido clorhdrico. Uno de los puchesult ser de un hermoso color ciruela y en otro se descubri un dibujo formado por cuernos de to

    ntrelazados. Era como cosa de magia. Todo el barro seco, que ningn lavado poda quitar, pareervir y evaporarse.

    Mster Carey y mster Coleman volvieron a las excavaciones y mster Reiter se dirigi al estuotogrfico.

    Qu vas a hacer, Louise? pregunt el doctor Leidner a su mujer. Supongo qescansars un rato.

    Coleg por ello que mistress Leidner dorma la siesta todas las tardes.Me acostar cosa de una hora. Despus tal vez salga a dar un corto paseo.

    Bien. La seorita te acompaar, verdad?Desde luego contest.No, no replic ella. Me gustara ir sola. La enfermera no debe tomarse tan en serio

    eber, como para no permitir que me aleje de su vista.Pero a m me gustara acompaarla insist.No; de veras. Prefiero que no venga su tono era firme, casi perentorio. Debo valerme p

    misma de cuando en cuando. Es conveniente.No repliqu, desde luego. Pero al dirigirme a mi cuarto para descansar un rato, me pregunt c

    istress Leidner, tan atemorizada y nerviosa, poda estar dispuesta a dar un paseo solitario, sin clguna de proteccin.Cuando sal de mi habitacin, a las tres y media de la tarde, no haba nadie en el patio, salvo

    hico que lavaba trozos de cermica y mster Emmott que se ocupaba en clasificarlos y arreglarlos.rigirme hacia ellos vi que mistress Leidner entraba por el portaln. Tena un aspecto mucho mvaz que de costumbre. Le brillaban los ojos y pareca sobreexcitada, casi alegre.

    El doctor Leidner sali entonces del laboratorio y se acerc a ella. Le mostr un gran plato sobque se vea el consabido dibujo de cuernos entrelazados.Los estratos prehistricos estn resultando extraordinariamente productivos dijo. Ha

    hora, la campaa va dando buenos resultados. Fue una verdadera suerte encontrar esa tumba a po

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    e empezar. El nico que puede quejarse es el padre Lavigny. Hemos encontrado muy pocblillas.

    Pues no parece que se haya preocupado mucho de las pocas que tenemos dijo mistreidner secamente. Ser un magnfico tcnico descifrando inscripciones, pero es un notaerezoso. Se pasa todas las tardes durmiendo.

    Echamos de menos a Byrd coment el doctor Leidner. Este hombre me parece queoco dado a la exactitud, aunque, como es lgico, no soy quin para juzgarlo. Pero una o dos de s

    timas traducciones han sido sorprendentes, por no decir otra cosa. No puedo creer, por ejempue tenga razn sobre la inscripcin de aquel ladrillo. Pero, en fin, l sabr lo que se pesca.Despus del t, mistress Leidner pregunt si me gustara dar un paseo hasta el ro. Pens que

    ez temiera que su negativa a que la acompaara antes pudiera haber herido mi susceptibilidad.Yo quera demostrarle que no era rencorosa y me apresur a aceptar.El atardecer era magnfico. Seguimos una senda que pasaba entre campos de cebada y atravesa

    ego una plantacin de rboles frutales en flor. Llegamos a la orilla del Tigris. A nuestra izquieruedaba el Tell, donde los trabajadores salmodiaban su montona cancin. Y un poco a la derechaea una noria que produca un ruido chirriante. De momento, aquel chirrido me dio dentera; masnal acab por gustarme, haciendo en m un efecto sedante. Ms all de la noria estaba el poblaonde vivan la mayor parte de los trabajadores.

    Es bonito, verdad? pregunt mistress Leidner.Resulta agradable este ambiente de paz coment. Parece mentira que se pueda estar

    jos de todo.Lejos de todo repiti ella. S; aqu, por lo menos, espera una estar segura.La mir fijamente, pero me hizo el efecto de que estaba hablando para s, y no se haba da

    uenta de que haba expresado con palabras sus pensamientos.

    Iniciamos el regreso.De pronto, mistress Leidner me cogi tan fuertemente del brazo, que casi me hizo dar un grito.

    Qu es eso, seorita? Qu est haciendo?A poca distancia de nosotras, justamente donde la senda pasaba al lado de la casa, haba

    ombre tratando de mirar por una de las ventanas.Mientras lo contemplbamos, el hombre volvi la cabeza, nos divis, e inmediatamente sigui

    amino por la senda, dirigindose hacia nosotras. Sent que la mano de mistress Leidner se apretadava ms contra mi brazo.

    Seorita murmur. SeoritaNo pasa nada. Clmese. No pasa nada trat de tranquilizarla.El hombre vino hacia donde estbamos y pas por nuestro lado. Era un iraqu, y tan pronto co

    istress Leidner lo vio de cerca pareci que sus nervios se relajaban y dio un suspiro.No era ms que un iraqu dijo.Proseguimos nuestro camino. Mir hacia las ventanas cuando pasamos ante ellas. No solame

    nan rejas, sino que estaban a tanta altura sobre el suelo, que no permitan ver el interior de la caues el nivel del pavimento era all ms bajo que en el patio interior.

    Tal vez estaba curioseando coment.

    Mistress Leidner asinti.

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    Eso debe ser. Por un momento creSe detuvo.En mi fuero interno me pregunt:Qu pensaste?.Pero ahora ya saba una cosa. Mistress Leidner tema a una determinada persona de carne

    ueso.

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    Captulo VIII

    ALARMA NOCTURNA

    Es difcil recordar exactamente lo que sucedi durante la semana que sigui a mi llegada a Tarimjah.

    Mirndolo ahora, que s cmo termin la cosa, me doy cuenta de una buena cantidad equeos indicios y seales que me pasaron entonces por alto.Si he de contarlo todo con propiedad, creo que debo tratar de reflejar el estado de nimo que te

    n aquellos das; es decir, embrollado, intranquilo y con un creciente presentimiento de que algo al.

    Porque una cosa era cierta. Aquella curiosa sensacin de tirantez y a la vez de apremio no emaginada. Era verdadera. Hasta el insensible Bill Coleman lo coment.

    Este sitio me est poniendo nervioso o que deca. Estn siempre todos alhumorados?

    Estaba hablando con David Emmott, el otro auxiliar. Me empezaba a gustar Emmott, pues specto taciturno no era signo de carencia de sentimientos. De eso estaba yo segura. Haba algo enue resultaba inmutable y tranquilizador en una atmsfera donde nadie estaba seguro de lo qentan los dems.

    No respondi Emmott. El ao pasado no ocurri esto.Y ya no habl ms.

    Lo que no puedo entender es la causa de todo ello dijo Coleman con acento disgustado.Emmott se encogi de hombros y no contest.

    Tuve una conversacin muy sustanciosa con miss Johnson. Me gustaba aquella mujer. Eompetente, prctica y culta. Sin duda consideraba al doctor Leidner como a un hroe.En aquella ocasin me cont toda su historia, desde su juventud. Conoca todos los sitios en q

    doctor Leidner haba dirigido excavaciones, as como el resultado de todas ellas. Yo hubiera estaspuesta a jurar que miss Johnson era capaz de recitar cualquier pasaje de las conferencias por

    adas. Lo consideraba, segn me dijo, como el mejor arquelogo que exista entonces.Y es tan sencillo, tan poco apegado a las vanidades. No conoce lo que es el engreimien

    lo un hombre tan importante puede ser tan sencillo.Eso es cierto asent. La gente ilustre no necesita ir por ah dndose importancia.Adems, tiene un carcter muy jovial. Cmo nos divertamos los primeros aos que vinim

    qu, l, Richard Carey y yo! ramos una pandilla feliz. Richard Carey trabaj con l en Palestina. mistad data de hace diez aos. Y yo le conozco desde hace siete.

    Mster Carey es un caballero muy distinguido afirm.S, supongo que s.Lo dijo con acento conciso.

    Pero es un poco reservado, no le parece?No sola ser as respondi prestamente miss Johnson. Slo desde

    Desde cundo? la apremi.Bueno miss Johnson hizo un caracterstico movimiento de hombros. Muchas cosas h

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    ambiado en la actualidad.No repliqu. Esperaba que ella prosiguiera, y as lo hizo, p revia una risita, como si quisiera qu

    mportancia a lo que iba a decir.Me parece que soy una vieja conservadora. Siempre cre que si la mujer de un arquelogo

    st realmente interesada en el trabajo de su marido, no debe acompaarle a ninguna expedicin. Eonduce a desavenencias en muchas ocasiones.

    Mistress Mercado suger.

    Oh, sa! miss Johnson pareci apartar a un lado tal insinuacin. Estaba pensandoistress Leidner. Es una mujer encantadora. Se comprende perfectamente que el doctor Leidner olviera loco por ella. Pero no puedo menos que opinar que aqu est descentrada. Lo desbarata tod

    Miss Johnson, por tanto, coincida con mistress Kelsey en que mistress Leidner era sponsable de aquella atmsfera tirante. Pero entonces, de dnde le venan a mistress Leidner smores?

    Con ello perturba a su marido sigui miss Johnson con gravedad. Desde luego, yo somo un perro fiel y celoso. No me gusta verlo tan agotado y preocupado. Deba centrar todaencin en el trabajo que est haciendo, en lugar de dedicarla a su mujer y a sus estpidos temori se pone nerviosa por venir a sitios tan apartados, hubiera hecho mejor quedndose en Amric

    Me consume la paciencia esa gente que va a un sitio y luego no hace ms que gruir y quejarse.Y luego, como temerosa de haber dicho ms de la cuenta, prosigui:

    Siento por ella gran admiracin, desde luego. Es una mujer encantadora y cuando quiere t inas maneras atractivas.

    Y all acab la confidencia.Pens que siempre ocurre lo mismo. Los celos surgen dondequiera que varias mujeres deb

    onvivir. A miss Johnson no le gustaba la esposa de su jefe. Eso estaba claro y hasta pareca natur

    a no ser que yo estuviera equivocada por completo, mistress Mercado le tena tambin manifieeriza.

    Otra persona que no senta gran simpata hacia mistress Leidner era Sheila Reilly. Vino unuantas veces a las excavaciones. La primera en automvil, y dos veces ms a caballo, acompaaor un joven. En el fondo de mi pensamiento estaba convencida de que Sheila senta cierta debilidor el joven norteamericano Emmott. Sola quedarse en las excavaciones para charlar un rato, cuanjoven estaba trabajando all. Creo tambin que el muchacho la admiraba.

    Un da, mientras almorzbamos, mistress Leidner lo coment algo indiscretamente, a mi modo

    er.Por lo visto, la joven Reilly sigue todava detrs de David dijo, lanzando una risita. Poavid, te persiguen hasta en las excavaciones. Cuntas tonteras hacen las chicas!

    Emmott no contest, pero bajo el bronceado tinte de su rostro se le vio enrojecer. Levant os y los fij en los de ella con una expresin extraa. Fue una mirada directa y penetrante parecun desafo.

    Ella sonri, desviando la mirada.O que el padre Lavigny murmuraba; pero cuando le rogu Perdn, deca algo?, se limit

    egar con la cabeza y no repiti su observacin.

    Aquella tarde, Coleman me dijo:

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    Si he de serle franco, al p rincipio no me gustaba ni pizca mistress Leidner. Sola saltarmeuello, o poco menos, cada vez que yo abra la boca. Pero ahora empiezo a comprenderla mejor. na de las mujeres ms amables que he conocido. Antes que uno se d cuenta, le est contando ayores tonteras que se le ocurren. Ahora la ha tomado con Sheila Reilly, ya lo s. Pero en una

    os ocasiones esa chica ha sido verdaderamente descorts con ella. Eso es lo malo de Sheila; no tieducacin. Y vaya genio que despliega a veces!

    Aquello estaba yo dispuesta a creerlo. El doctor Reilly la haba malcriado.

    Es natural que tienda a estar pagada de s misma, ya que es la nica mujer joven de por aqu.Pero eso no le da derecho para hablarle a mistress Leidner como si sta fuera su abuMistress Leidner no es ninguna chiquilla, pero es una mujer de muy buen ver. Como una de esamas fantasmagricas que salen de los pantanos con una luz en la mano y le atraen con su embele

    y aadi amargamente: Sheila no atrae a nadie. Lo que hace es ahuyentar a todo el que se acercAparte de stos, slo me acuerdo de otros dos incidentes que tuvieran algn significado.Uno de ellos ocurri cuando fui al laboratorio para coger un poco de acetona con la que quitar

    e los dedos el pegamento que se me haba adherido mientras estuve recomponiendo varias piezasermica. Mistress Mercado estaba sentada y tena la cabeza apoyada en los brazos cruzados somesa. Cre que estaba dormida. Cog la botella que necesitaba y me march.

    Aquella noche, con gran sorpresa por mi parte, mistress Mercado me abord.Cogi usted una botella de acetona del laboratorio?S dije. La cog.Usted sabe perfectamente que en el almacn siempre se guarda otra botella.De veras? No lo saba.Pues yo creo que s! Lo que quera usted era espiarme. Ya s cmo son las enfermeras.La mir fijamente.

    No s de qu me est usted hablando, mistress Mercado repliqu con dignidad. De lo qstoy segura es de que no tengo necesidad de espiar a nadie.

    Oh, no! Claro que no! Cree que no s a qu ha venido usted aqu?Durante un momento cre que aquel