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 ristianismo  y  aculturación  en tiempos del Imperio Romano Antig. crist. Murcia) VII, 1990 L A  VETUS LATINA  Y LA CONFRONTACIÓN CULTURAL ENTRE PAGANISMO Y CRISTIANISMO ANTONIO MORENO HERNÁNDEZ Universidad Complutense, Madrid SUMMARY The Old Latin Versions of the Bible, called  Vetus Latino were one of the main points in the Pagan critique of the Christian doctrines. This Article analyses the arguments of the Pagan authors against  Vetus Latina  and the answers of the Christians from the second to the fith century A.D. It is possible to discern three arguments, all of them concerning linguistic problems: the short literary quality of  Vetus Latina because of the literalism in the translation technique; the social and cultural background of the Christians, which are considered illiterate persons with a vulgar language; and the textual pluralism, owing to the existence of different versions. 0. La penetración del cristianismo en el imperio romano es un fenómeno complejo que adquiere una nueva dimensión con su progresivo asentamiento en el occidente mediterráneo. Dentro de la multiplicidad de factores que jalonan este proceso, vamos a ocupamos de analizar el significado, límites y repercusiones que en él tuvo la  Vetus Latina o Veteres Latinae  VL), las primeras versiones latinas de la Biblia, a través de los argumentos que en tomo a ellas fueron barajados en la polémica pagano-cristiana durante los cinco primeros siglos de nuestra era, con el fin de precisar qué supuso en este proceso de aculturación la adopción del latín como lengua de expresión cristiana y su choque con la tradición propiamente romana, tradición que también se nutre de elementos griegos. 1. Son pocos los datos con que contamos para la reconstracción de los orígenes y expan sión de la VL, hechos éstos que sólo con mucha cautela pueden reducirse a un fenómeno uniforme y lineal, dada la variedad de su desarrollo según los lugares y las épocas. Su aparición, prácticamente contemporánea en Roma y en las urbes del norte de África, se produce, como es 9 1

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  ristianismo

 y

 aculturación

  en tiempos del Imperio Romano Antig. crist. Murcia) VII, 1990

LA   VETUS LATINA  Y L A C O N F R O N T A C I Ó N C U L T U R A L

E N T R E P A G A N I S M O Y C R I S T I A N I S M O

ANTONIO MORENO HERNÁNDEZ

Univers idad Complu tense , Madr id

S U M M A R Y

Th e Old Latin V ersions of the Bible , cal led

  Vetus Latino

were one of the main points in

the Pagan crit ique of the Christ ian doctrines . This Article analyses the arguments of the

Pagan authors agains t  Vetus Latina  and the answ ers of the Christ ians from the secon d to

the f i th century A.D. I t i s poss ible to discern three arguments , al l of them concerning

l inguist ic problems: the short l i terary qual i ty of  Vetus Latina because of the l i teral ism in

the translation technique; the social and cultural background of the Christ ians , which are

considered i l l i terate persons with a vulgar language; and the textual plural ism, owing to

the existence of different versions.

0. La penetración del cr is t ian ismo en el imperio romano es un fenómeno complejo que

adquiere una nueva d imensión con su progres ivo asentamiento en el occidente medi terráneo.

Dentro de la mul t ip l ic idad de factores que ja lonan es te proceso , vamos a ocupamos de anal izar

el significado, l ímites y repercusiones que en él tuvo la  Vetus Latina o Veteres Latinae  VL ), las

primeras versiones latinas de la Biblia, a través de los argumentos que en tomo a ellas fueron

barajados en la polémica pagano-cristiana durante los cinco primeros siglos de nuestra era, con

el fin de precisar qué supuso en este proceso de aculturación la adopción del latín como lengua

de expres ión cr is t iana y su choque con la t radición propiamente romana, t radición que también

se nutre de elementos griegos.

1. Son pocos los datos con que contam os para la recon stracció n de los orígenes y expan

s ión de la VL, hechos és tos que só lo con mucha cautela pueden reducirse a un fenómeno

uniforme y l ineal, dada la variedad de su desarrollo según los lugares y las épocas. Su aparición,

práct icamente contemporánea en Roma y en las urbes del norte de África , se produce, como es

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bien sabido ' , a lo largo de la segunda mi tad del s iglo I I y , por encima del hecho est r ic tamente

lingüíst ico, nos si túa en uno de los primeros estadios de la configuración de un acerbo cultural

específicamente crist iano en el área occiden tal , anterior o en todo cas o sim ultáneo a la elaboració n

de una conceptualización teórica y al acceso al poder de la iglesia. A la vez es una de las

pr imeras tenta t ivas de una formulación menos condic ionada por e l t rasfondo judeo-heleníst ico

en que se f ragua e l c r i s t ianismo pr imi t ivo. El desarrol lo que exper imenta en Roma se cent ra en

los medios grecopar lantes y , de hecho, e l gr iego configura mayori tar iamente los medios cr is t ia

nos de la urbe hasta la mitad del siglo III y aún en buena medida a comienzos del IV. En este

contexto la VL nace confinada en comunidades inic ia lmente bi l ingües que terminar ían por ser

exclusivamente de habla la t ina . La preeminencia , en cambio, de los ambientes grecopar lantes

fue menos acusada en el norte de África. Y si bien se ha planteado la hipótesis de vincular su

or igen a inf luencias jud ías, com o ha sostenido B londh eim para e l caso de Ro ma y Braun para e l

norte de África^, no se conoce con certeza la existencia en esta época de una biblia lat ina obra

de las comunidades judías a l l í establec idas.

2.

  Por ot ra par te , convien e hace r la sa lvedad de que la apl icación del té rmino 'Bi bl ia ' para

aludir a las antiguas versiones no implica la existencia de un corpus perfectamente definido,

sino enormemente var iable , dado su desarrol lo más bien incontrolado y sólo parc ia lmente

somet ido, a l menos durante los pr imeros dos s iglos de su existencia , a las sucesivas canoniza

ciones' . Así por ejemplo, es muy significativa la ausencia en Cipriano de toda ci ta de la Epístola

a los Heb reos y de las Epísto las Ca tólicas (sa lvo la 1.- de Juan y la 1.- de Ped ro), o, inve rsam ente,

la inc lusión en dist intas versiones de apócr i fos del Ant iguo y del Nuevo Testamento.

3.

  An tes de la aparición de la V L, los tres test im onio s más significativos de au tores

roma nos de f ina les des s iglo I y com ienzo s del II (Táci to , P l inio e l jov en y Suetonio) coinciden

en hablar de l cr i s tianismo c om o una

 superstitio,

  al igual qu e otros cultos orientale s, per o en este

caso caracterizado por su carácter reciente  {nova,  Suetonio) , ext ranjero  peregrina,  Pl inio;  ex

terna.

  Tácito), y, sobre todo, los tres coinciden en atribuirle una condición perniciosa y funesta

{exitiabilis,  Táci to;  malefica,  Suetonio, y  prava et inmodica,  Pl inio) . Es precisamente este

punto, la atribución al crist ianismo de un conjunto de prácticas que rebasaban la esfera de lo

privado y entraban en serio confl icto con la rel igión tradicional , lo que plantea la antinomia con

la   religio  que, en medio de la prol i ferac ión de creencias mistér icas de diversa índole , seguía

respaldando a l orden establec ido, ant inomia que desde los pr incipios de la apologét ica la t ina se

trata de invert ir: Tertuliano se esfuerza en mostrar que el crist ianismo es la   vera religio^  frente

a las

 superstitiones

  de la t radic ión paga na.

 Religio

  se ve así cargad a de una nue va signi f icación,

y, aunque se mant iene la ambigüedad de ésta como sis tema de creencias o como sis tema de

1 Para una perspectiva general de los oríge nes y desarrollo de la VL , cf. GR IB OM ON T, J.: «Le s plus anc iennes

traductions latines», en FO NT AIN E, J. y PIETRI, Ch. ed.):  Le monde latin antique et la Bible,  París 1985, pp. 43 -65,

y GARCIA DE LA FUENTE, O.: «El latín bíblico y el latín cristiano en el marco del latín tardío»,  Analecta Malacitana

10 ,

  1, 1987, pp. 3-64 26- 34) .

2 BLON DHEIM , D. S .:  Les parlers judéo-rom ans et la Vetus Latina,  Paris 1925, y BR AU N, R.:  Deus Chris-

tianorum . Rech erches sur le vocabulaire doctrinal de Tertullien,  Paris 1962 .

3 Sobre las imp licacion es filológicas de esta situación, cf. FO RN BE RG , T.: «Textual Criticism and Canon. So me

Problems»,  Scandinavian Journal of Theology  40, 1986, pp. 45 -53 .

4 H E R R MA N N , L . : Chrestos. Témoign ages païens et juifs sur le christianisme du premier siècle, Latomu s  109,

1970;  BENKO, S.: «Pagan Criticism of Christianity during the First Two Centuries A. D.»,  ANRW  II 23, 2, Beriin-N.

York 1980, pp. 1 .055-1 .118.

5 SAC HO T, M.: «Comm ent le christ ianisme est- i l devenu   religio», RSR  5 9, 1985, pp. 95-1 18.

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prácticas, lo cierto es que t iene su punto de referencia en la Biblia, sobre la que se construye

todo su horizonte hermenéut ico.

4 .

  Es en el s iglo III c u ^ d o el cr is t ianismo y la t radición la t ina l legaron a coincidi r , tanto

por la relativa apertura que supuso el acceso de los Severos al imperio como por el propio

proceso de la t inización de la igles ia occidental . La VL se encuentra en plena expansión. A la

vez va surgiendo toda la l i tera tura generada por la polémica pagano-cr is t iana. Aunque son

escasos los mater ia les que conservamos en tomo a la recepción de la VL en los ambientes

cul turales de occiden te , bás icamen te reconst ruidos a par t i r de las apolog ías cr is t ianas , el ras t reo

de los tes t imonios c onserva dos nos perm ite dis t inguir t res aspectos en la crí t ica paga na a la V L:

el rechazo de su escasa calidad formal, la precariedad sociocultural de sus seguidores y el

plural ismo textual .

4 .1 .  En prime r lugar se cri t ica la falta de calida d formal de las antigu as versio nes , en

consonancia con la importancia concedida a la re tór ica en la educación t radicional y con el

desarrol lo de un forma l ismo que configura , a grand es rasgo s , la l itera tura pagana desd e e l s iglo

I . En el ámbi to gr iego, e l a t ic ismo ya había expresado su rechazo por la

  koiné

  popular de la

Septuaginta, que en alguna de sus versiones sufrió una revisión esti l ís t ica para adecuarse a estas

exigencias . La cr í t ica de las vers iones la t inas , heredera de las gr iegas , adquiere un tono más

virulento, porque el choque con los modelos clásicos es frontal: de una parte, la mayoría de las

vers iones la t inas t ienen como base un texto gr iego extraño al gus to c lás ico desde e l punto de

vista l i terario; de otra parte, la VL practica una técnica de traducción inusitada en la l i teratura

anter ior , consis tente en una l i tera l idad pretendidamente extrema de forma y contenido, que

ahorma una lengua repleta de hebraísmos y grecismos ajena a la normat iva re tór ica de la época;

y, por úl t imo, la presencia de vulgarismos hace que se vuelva un

  sermo trivialis et sórdidas,

sobre el que recae la sospecha de falsedad y al que los escri tores paganos no estiman un

enemigo intelectual digno de ser considerado. Pero la respuesta por parte crist iana ante el

problema del  sermo humilis  no es monol í t ica . Vamos a centramos en t res pos turas bien di fe

renciadas .

4.1 .1 .

  De una par te , hay una corr iente de defensa práct icamen te a ul t ranza de la VL,

manifestada en algunos padres del siglo III, que intentan constrair toda su cosmovisión a partir

del texto bíblico sin cuestionarlo y tratan de eludir cualquier recurso a la cultura pagana. Se

busca, as í , un mecanismo de di ferenciación a t ravés de un código cuya inte l igibi l idad es muy

reducida para los cult ivados en la tradición clásica^. Es el caso del método de Cipriano con sus

excerpta

  de

  testimonia {Ad Quirinum y Ad Fortunatum .

  Co m o señala Saxer*, Cipriano intentó ,

una vez convertido al crist ianismo, hacer tabla rasa de su formación l i teraria profana para

inspirarse , a l menos conscientemente , tan solo en la Bibl ia y en Tertul iano. La dependencia de

la Escri tura es e l fondo de su argumentación. En el s iglo IV, Amobio, cuyo conocimiento de la

Biblia era, al parecer, bastante precario, considera pueriles las crí t icas contra los barbarismos de

és ta , y arremete contra la supues ta perfección de la lengu a clás ica , que con sidera m ás aparente

que real . La VL, como buen exponente de la marginación de la normat iva escolar , propició s in

6 C ER ESA - G A STA LD O , A .: / /

  latino delle antiche versioni tiibliche,

  Rom a 1975, pp. 32-36 .

7 La comprensión sólo es posible tras la conversión previa, reconoc e Tertuliano, De Test. anim.  1 ,4:  Tanto abest,

ut nostris litteris annuant homines, ad quas nemo venit nisi iam Christianus.

8 S AX ER , v. : «Reflets de la culture des evêq ue s africains dans l oeu vre de saint Cyp rien» ,  RB  94 , 1984 ,

pp .

  2 5 9 - 2 6 1 .

9  Adversus Naílones  I 59 , 1-2.

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duda es ta escasa permeabi l idad,

  que

  también

  fue

  aprovechada

  por el

  pa ga n i s mo .

  De

  hecho,

Jul iano' sos t iene com o argum ento ant icr is t iano

 que los

  seguidores

  de la

  nue va

  fe

  debían ,

  de

acuerdo con sus prop ias creen cias, l imitar sus es tudios a las escrituras y abs tenerse d e con taminar

su religión con los frutos  de la fi losofía p aga na ,  con lo  cual  no hac ía  mas que  llevar hasta  sus

úl t imas consecuencias

 una

 cier ta act i tud ant i inte lectualis ta m antenid a

 por

 determ inado s sectores

crist ianos.

4.1.2.  Hay una  segunda pos tura  en la que,  frente  a las  res t r icciones  de los  tes t imonios

anter iores ,  se intenta crear un espac io de deba te con el  pagani smo cul to  a t ravés de la  renuncia

al empleo expreso de los textos  en la  a rgumentac ión . Así en el  Octavias  de  Minucio Fél ix  no

hay referencias expresas  a la  B i b l i a .  En  es te sent ido también es muy reve ladora  la  acti tud de

Lactancio

  al

  censurar

  Div.  Inst.  5, 4 el

  c ompor t a mi e n to

  de

  Cipr iano

  por

  haber c i tado

  en su

refutación

  Ad Demetrianum  la

 Escri tura ,

 que

 este úl t imo tenía

 por vanamfictam commenticiam.

Esta maniobra táct ica  de  abs tenerse  de  citar  el  texto bíbl ico para  no  provocar  el  desprecio  del

pagano t ambién se ha e mpl e a do por MacCracken '^ pa ra expl i ca r  la ausenc ia de citas en la  obra

de Amobio .

4.1 .3 .

  La tercera po s tura que sobre la pobreza formal  de la VL pod emo s de tec ta r recoge un

nuevo factor:

  se

  trata

  de una

  acti tud crí t ica

  que, si

  bien asume

  el

  arraigo

  de las

  primeras

vers iones , argumentando

  a su

  favor

  la

  necesar ia s impl ic idad

  de la

  verdad

  y la

  intención uni-

versalista  de  Dios , reconoce expl íc i tamente  sus carencias  y justifica  la res is tencia de los  pa ga -

nos a adm it i rla . El  mismo Lac tanc io

  {Div. Inst.

 5, 1, 15 expone como causa de la falta  de fe en

las Escrituras entre  los  sabios  y  cul t ivados  el  he c ho  de que los  profetas  han  hablado  en un

lenguaje común y e lementa l  al pueblo l l ano . N o hac e falta insist ir en la decepc ión de Agu s t ín al

leer  la  Biblia antes  de su  convers ión , por lo que l lega  a  proponer cambios  en el  léx ico , en el

orden

  de

 palabras

 y en el

  es t i lo para adecuarse

  al

  gusto c las ic is ta , l legando

  a

 af i rmar

  «mi or-

gul lo rechazaba

  su

 esti lo

 y mi

 me n t e

 no

 pene t raba

 en su

  interior»

  {Tumor enim meus refugiebat

modum eius et acies  mea non penetrabat interiora eius Conf.

 3, 5,9 . Este úl t im o es, a  nues t ro

ju ic io , el  punto  de  inflexión definit ivo:  se po día jus t i ficar  la  imperfección formal , pero  si  ésta

impedía adentrarse  en los  contenidos ,  se  hacía precisa  una  profunda revis ión ( invir t iendo  la

postura aquí expues ta  en  4.1.1. ) , como  el  prop io Ag ust ín sol ici ta  a  J e rón i mo ,  que a su vez

caracteriza  al  idioma scripturarum  por su  rusticitas simplicitas vilitas verborum   y por la in-

cultura sermonis {Ep. 22, 30, 2 y

 5 3 , 1 0 , 1 ) . I g ua l

 que

 Agu st ín, Jerónim o, t ras leer

 a los

 clás ico s ,

reconoce

  que  sermo h orrebat incultus  {Ep. 23, 30 .

 Precisam ente es ta act i tud cr í t ica coincide

con  el  per íodo comprendido ent re el 360 y el 430, en que la  polémica ant icr is t iana adopta  un

planteamiento   más  intelectualista,  y el  cr is t ianismo occidental crea cas i todas  las  estructuras

consti tutivas de la  Christianitas Latina.  Esta metamorfos is  de l  planteamiento cr is t iano, que ha

objet ivado  su  propia doctr ina  y que ha  as imilado algunos  de los  presupues tos  de la  retórica

clás ica , supone,  a  principios  del  siglo  V, la  coexis tencia  de  expres iones cr is t ianas  de muy

variado s igno

  en

  amplios sectores cul turales

  del

  imperio.

10 C A N D A U M O R Ó N ,   J. M.: «Retórica  y  filosofía  en Luciano» ,

  Emerita

  55 1987 p. 320.

11 Salvo  una referencia  en 33 4 a los  veteres  anónimos ,  así c o m o  22  a lusiones  o  e c o s  del  Ant iguo  y del  N u e v o

Testamento, reconocibles para

  los

  iniciados,

  cf.

  Octav ias ,

 ed. de J.

  Beaujeau, Paris

  1964

  1974), Introd.

  p.

  X X X V I I .

1 2 M A C C R A C K E N , G. E.:

 Arnobius.  The Case against  the Pagans

Londres 1949, p. 26; cf. la ed ic ión de H. Le

Bonniec ,  I Paris 1982, p . 70.

13   En De  Docl. Christ.  IV 20 21; cf.  también  Conf.  3 5 9 Sermones  51 56 y De  Catechizand is rudibus   9 13.

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4.1.4. Sobre la ca l idad formal de la VL los estudios de la l ingüíst ica mo dern a — au nq ue n o

nos corresponde ent rar en e l problema del la t ín cr is t iano— permiten apuntar dos notas s igni f i

ca t ivas: de un lado , los rasgos vulgares ent roncan con e l la t ín vivo de las c lases pop ulares, cuyas

pautas estaban a l margen de los pat rones cul tos, que en buena medida eran una rememoración

más que un producto vigente ' ; de otro, la apreciación de la calidad l i teraria de estas traduccio

nes es hoy menos negativa que en la crí t ica antigua. Para el Génesis, Boscherini '^ detecta en la

técnica de traducción un nivel cultural bastante elevado en sus autores, pero esto varia de un

libro a otro.

4 .2 . El segund o aspecto polém ico que subyace en la VL es e l de la ext racción sociocul tura l

de los cr is t ianos, aspecto evidentemente l igado a l anter ior . La condic ión de 'e jérc i to de deshe-

der ado s ' va asociada habi tualm ente en los test imonios a la cr ít ica del carác ter vulgar tanto de las

versiones gr iegas como de las la t inas. En los ambientes paganos se considera que la progresión

del Cris t ianismo se acaba con las c lases humildes y poco formadas inte lec tualmente . La uni

versa l idad de la doct r ina se respalda con argumentos f i losóf icos, como hace Octavio, que

basa su argumentación, de cuño pla tónico, f rente a Ceci l io en la condic ión innata de la razón y

el sentido (sin dist inción de edad, sexo, o rango,   sine dilectu aetatis, sexus, dignitatis),  p e r m i

t iendo e l acceso de todos los hombres, o bien, como sucede con la mayoría de los apologistas ,

recurr iendo a la autor idad de los evang el ios  {Mat.  11 , 25 y Lue.  10, 21) como hacen Ter tul iano

{Apol.  4 6 , 9 ) , Ju s ti n o 2 , 1 0 , 8 ( 1 , 6 0 , 1 1 ) , A t e n á g o r a s  {Legat.  11) y Lactancio  {Div. Inst.  5 1 9 , 1 4

y 6 4, 11). Incluso el mundo pagano intenta transformar las diferencias rel igiosas en étnicas,

poniendo a l romano en oposic ión a l c r i s t iano y a l judío, por la teor ía del   tertium genus.  L a

composic ión socia l de las comunidades cr is t ianas presenta modif icaciones según la región o la

época. Y si bien es cierto que su desarrollo se produce en los estratos urbanos inferiores,

Tertuliano al principio del siglo III reclama la presencia de los crist ianos de África en todas las

act ividades product ivas y socia les  {Apologeticum,  42) y en conv ivencia cot idiana con los pa

ganos. S in embargo su progreso ent re las c lases e levadas y las capas di r igentes es más lento y

difíci l de precisar '*, y no hay duda de que la VL seguía siendo difíci lmente asumible si no había

una conversión previa .

4 .3 .  El tercer punto polém ico susci tado por las pr im eras versiones la t inas t iene por o bje to

el plura l i smo textual que caracter iza su or igen y desarrol lo . La apar ic ión de dist intas versiones

de un mismo texto casi s imul táneam ente en Ro m a y e l nor te de África respon de a las n ecesidad es

propias de cada comunidad. Su ch-culac ión incontrolada ocasiona dos ser ios problemas:

4 .3 .1 .  De una par te , la cul tura cr is t iana no muest ra una comp leta uni formidad de cara a la

polémica con e l paganismo: ya Celso reprocha a los cr is t ianos su incapacidad para dar a sus

ment i ras la apar iencia de verosimi l i tud, puesto que se encuentra con que e l los mismos han

modificado tres o cuatro veces, y aún más, el texto primitivo del evangelio, a fin de refutar lo

que así obje taban (2, 20) . La prol i ferac ión de versiones la t inas es puesta de manif iesto por

Jerónimo y Agust ín , que comprenden la incongruencia que impl ica e l contar con un texto sacro

14 KL OP SC H, P.: «Latein als Literatursprache», en

  Propyläen Geschichte der Literatur 11, Die Mittelalter-

liche Welt,  Berl in 1982, p. 312. Véanse también las observaciones en este sentido de GARCÍA DE LA FUENTE, O.

op .

  cit.,

  pp. 19-20.

15 BOSC HER INL S.: «Sulla lingua del le primitive versioni latine del An tico Testam ento»,

  Atti e Mem oire

dell Accademia Toscana di Scienze e Lettere La Colombaria  26 , 1961-1962 , pp . 207 -22 9 (229) .

16 JONES, A. H. M.: «The Social Background of the Struggle between Paganism and Christianity*, en A.

MOMIGLIANO (ed . ) ,  The Conflict between Paganism and Christianity in the fourth Century,  Oxford 1963, pp. 13-37.

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que ha adquir ido una divers idad ingente y que e l propio l i tera l ismo l leva a corregir constante

mente. En este punto, Agustín vuelve a insist ir a Jerónimo para que traduzca al lat ín las

escrituras griegas, porque la versión latina es tan dist inta en los diversos códices que resulta

intolerable  Ep.  71 . 6) .

4.3.2.

  De otra par te , las pos ibi l idades de revis ión del texto propiciab an las diverge ncias de

interpretación del crist ianismo: Tertuliano señala que la l iberalidad en la traducción da pie a la

herejía  Adv. Marc.  2, 9) y Jerónimo constata discrepancias de la  antiqua translatio  con la  ve -

ritas Hebraica {In Ezech. Proph. Com ment.

  4 0, 16). Lie tzm an n lanzó la hipótesis del origen

marcionita de la VL, hipótesis que, en todo caso, sólo sería válida para el Nuevo Testamento,

com o indicó Blond heim, ya que los marcionitas rechazab an el An tiguo. Ha m ack señaló las di

ficultades de esta hipótesis incluso para el Nu evo , y Hi gg ins , comp aran do el texto de Lucas en

Marción y Tertuliano, reconoce que no hay ninguna razón para atribuir a Marción la iniciativa de

un Nuevo Testamento latino.

5.

  No es de extrañar, por tanto , que el m ism o Dám aso , art ífice de la org aniz ació n un itaria

del papad o (36 6-384 ) , encargara a Jerónim o la revisión d e la vie ja bibl ia la t ina . Cu and o a par t i r

del siglo IV la iglesia empieza a cobrar un papel primordial en la polí t ica y la sociedad, se hace

patente e l problema al que ya desde ant iguo se enfrentaba e l pensamiento cr is t iano: la nueva

función exigía integrar una serie de elementos culturales e incorporar un lenguaje que sólo la

t radición pagana le podía br indar , aunque el mantenimiento del dogma le vedaba aceptar e l

contenido ideológico inscrito en ella. De ahí que la jerarquía eclesiástica se viera abocada a una

postura ambigua, en tanto que la re lación con la cul tura ant igua era a l mismo t iempo de

dependencia , pues precisaba los conceptos acuñados por e l la , y de rechazo, porque no podía

aceptar la visión del mundo propuesta por tales conceptos^ .

6. Es ta evolución dentro de los com pon entes cul turales cr is t ianos trae consigo el cues t io-

namiento y la relativización del valor de las antiguas versiones, convertidas en tradición arraiga

da en las prácticas del culto y de la l i turgia crist ianas. El proceso de cambio y de susti tución

progres iva por es ta nueva expres ión cul tural más uniforme y homogénea fue lento y gradual : la

revis ión de Jerónimo intentó combinar la normat iva c lás ica con la t radición de las ant iguas

vers iones y, de hech o, mantu vo la vers ión ant igua rev isada sob re e l gr iego en e l Sal ter io, y ot ros

l ibros , como Sabiduría , Ecles iás t ico, Baruc y Macabeos , reproducen el texto más o menos

corrompido de VL s in revisar ; pero tenemos constancia de la pervivencia de VL has ta e l s iglo

VII manifes tada en múl t iples anécdotas  {Agustín, Ep.  71, 5) y en la multiplicidad de las citas de

los padres , mientras la Vulgata se iba imponiendo gradualmente .

7. Es pos ible que una vers ión cul ta de VL jam ás se hubiera arra igado^ ' . A nues t ro juic io , e l

problema de es tas vers iones populares radica en que son el f ruto de la neces idad inmediata de

comprensión en comunidades la t inoparlantes , pero que a l ser t ransplantadas a una nueva fun

ción, cuand o el texto bíbl ico se convier te en objeto de teoría , resul tan m ostrarse p oco adecu adas

tanto para la polémica pagano-crist iana como para el desarrollo de un pensamiento crist iano

17

  Der  Römerbrief Handbu ch zum Neuen Testament,

  Tubinga 1919.

18  Das Evangelium vom Fremdem Gott,  Leipzig 1921.

19 HIG GIN S, A. J. B.: «The Latin Text of Luk e in Ma rcion and Tertullian»,  Vig. Chris.  5 1951; pp. 1-42.

2 0 C A N D A U M O R Ó N , J. M . :

  op. cit.,

  pp . 320 -321 .

21 A UER BAC H, E . :

  Lingua letteraria e pubblico nella antichità latina e nel Medioevo,

  Milán, 1974, p. 49 , y

FRE DOU ILLE, J . C : «Les lettrés chrétiens face a la Bible» , en FON TA INE , J. y PIETRI, Ch. ed.)  op. cit.,  p. 31 .

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necesariamente más intelectualizado donde actuaban ya otros presupuestos en este caso compar-

t idos por pagan os y cristianos cultos así com o resultaban inmanejables p ara los procesos d e

jerarquización creciente y de unificación política.

8. En úl t ima ins tancia la VL ins t rumen to fundam ental para la penetrac ión del cr is t ianis-

mo en Occidente has ta e l s iglo VI o incluso e l VII no sólo fue despreciada por la t radición

pagan a — de cuyos m árgen es los e leme ntos populare s me nos integrados en los mode los

cul turales dom inantes s in em barg o se nu tre— sino que tamb ién term ina resul tand o un cuerp o

fos il izado y en gran med ida extraño para la propia cul tura cr is t iana aunq ue s iguiera e jerciendo

sobre ella un poderoso influjo.

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