anitua - medios de comunicacion y criminologia (1).pdf

36
REVISTA DE DERECHO PENAL Y CRIMINOLOGIA DELITOS ECONOMICOS CONTRAVENCIONAL GARANTIAS CONSTITUCIONALES PROCESAL PENAL EJECUCION DE LA PENA DIRECTOR EUGENIO RAÚL ZAFFARONI AREA PROCESAL MIGUEL A. ALMEYRA COMITÉ ACADEMICO EDUARDO AGUIRRE OBARRIO (ARGENTINA 1923-2011) LOLA ANIYAR DE CASTRO (VENEZUELA) LUIS ARROYO ZAPATERO (ESPAÑA) DAVID BAIGÚN (ARGENTINA) NILO BATISTA (BRASIL) JORGE DE LA RUA (ARGENTINA) LUIGI FERRAJOLI (ITALIA) JOSÉ LUIS GUZMÁN DALBORA (CHILE) JULIO B. J. MAIER (ARGENTINA) SERGIO MOCCIA (ITALIA) FRANCISCO MUÑOZ CONDE (ESPAÑA) ESTEBAN RIGHI (ARGENTINA) GLADYS ROMERO (ARGENTINA) NORBERTO SPOLANSKY (ARGENTINA) JUAREZ TAVARES (BRASIL) JOHN VERVAELE (HOLANDA) COORDINADORES MATIAS BAILONE RODRIGO CODINO

Upload: mariaelena44

Post on 29-Dec-2015

344 views

Category:

Documents


8 download

TRANSCRIPT

revista DeDERECHO PENAL Y CRIMINOLOGIADeLitOs eCONOMiCOs • CONtraveNCiONaL • GaraNtias CONstitUCiONaLes • PrOCesaL PeNaL • eJeCUCiON De La PeNa

DIRECtOR

eUGeNiO raúL ZaFFarONi

AREA PROCESAL

MiGUeL a. aLMeYra

COMItÉ ACADEMICO

eDUarDO aGUirre OBarriO (arGeNtiNa 1923-2011)

LOLa aNiYar De CastrO (veNeZUeLa)

LUis arrOYO ZaPaterO (esPaña)

DaviD BaiGúN (arGeNtiNa)

NiLO Batista (BrasiL)

JOrGe De La rUa (arGeNtiNa)

LUiGi FerraJOLi (itaLia)

JOsé LUis GUZMÁN DaLBOra (ChiLe)

JULiO B. J. Maier (arGeNtiNa)

serGiO MOCCia (itaLia)

FraNCisCO MUñOZ CONDe (esPaña)

esteBaN riGhi (arGeNtiNa)

GLaDYs rOMerO (arGeNtiNa)

NOrBertO sPOLaNsKY (arGeNtiNa)

JUareZ tavares (BrasiL)

JOhN vervaeLe (hOLaNDa)

COORDINADORES

Matias BaiLONerODriGO CODiNO

GaBrieL iGNaCiO aNitUaFerNaNDO arNeDOaLeJaNDrO aLaGia

Javier iGNaCiO BañOsrOBertO MaNUeL CarLés

CarLOs CaraMUtiCarLOs Chiara DÍaZ

DaNieL erBettaaDriÁN FerNÁNDeZ

rUBéN e. FiGariGaBrieLa GUsisJavier De LUCaJULiaNa OLiva

GraCieLa OtaNONeLsON PessOa

GaBrieL PéreZ BarBerÁMarCeLO riQUert

GUiDO rissOJOsé saeZ CaPeL

aLeJaNDrO sLOKarserGiO tOrresreNatO vaNeLLi

PaBLO veGaFeLiPe viLLaviCeNCiO

JULiO virGOLiNirOMiNa Zarate

issN: 0034-7914

reGistrO NaCiONaL De La PrOPieDaD iNteLeCtUaL: eN traMite

IMPRESO EN LA ARGENtINA - Propiedad de La Ley Sociedad Anónima - tucumán 1471 - CP1050AAC - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - tel.: (005411) 4378-4841

Nota de la Dirección: las opiniones vertidas en los comentarios firmados son privativas de quienes las emiten.

Criterios uniformes para el envío de colaboraciones

Los trabajos de doctrina y/o comentarios jurisprudenciales deben ser remitidos vía e-mail a [email protected] Los mismos deben ir acompañados del curriculum vitae del autor y sus datos de contacto.

COMItÉ DE REDACCIÓN

CON EL AuSPICIO DE LAASOCIACIÓN LAtINOAMERICANA DE DERECHO PENAL Y CRIMINOLOGÍA (ALPEC)

Eduardo aguirrE obarrio

Gladys Romero

La noticia, aunque inesperada, nos cayó como un rayo. es que, nos hemos ido re-sistiendo a la idea de que a pesar de que con sus 88 años y un delicado corazón, terminaría una vida tan vital, tan recia, tan digna, tan generosa.

hace bastantes años que comenzamos a cultivar el trato y la amistad con eduardo, como lo llamaban sus condiscípulos y amigos. sus charlas, sus tertulias, sus clases, su conversación amena y divertida nos fueron comprando. sus ideas, su pensamiento, su continuidad en la lucha, nos fueron fascinando.

toda su trayectoria, todo el ejemplo de su vida, nos llegó a conquistar plenamente.

No nombraré ni una obra suya ni ningún cargo que hubiese desempeñado; porque creo que eduardo era uno de esos juristas que aparecen una vez cada siglo. Con lo que damos por descontado que sabía muchísimo de derecho, de criminología, de literatura, de arte, de la libertad, de la vida, de la virtud y por que no decirlo era particularmente inteligente y memorioso.

eduardo fue un hombre que no podía vivir sin tener discípulos y amigos. tal vez allí reside una de las facetas más importantes de su vida y de su obra.

eduardo ha terminado su vida, pero aquí están sus seguidores; todos fieles y dignos. Muchos de ellos han hecho un culto fiel de su obra y son los que trabajan serios y eficazmente por el derecho penal argentino.

Después de 88 años, eduardo, seguía siendo el inquieto joven dispuesto a discutir en clase, hacer proyectos y cuanto pudiese luchar para enriquecer nuestra cultura.Con él ha desaparecido un modelo vital de honestidad y puede decirse que en el lugar que ocupó su vida no ha quedado un vacío, sino un resplandor de luz.

Buenos aires, Octubre de 2011

Eduardo aguirrE obarrio

Matías Bailone - Rodrigo Codino

el profesor aguirre Obarrio fue hasta último momento un entusiasta promotor de esta publicación, y de la difusión de la historia mayúscula del saber penal. Con su generosa predisposición a brindar material y sabiduría, sendas adquisiciones de más de medio centenar de años en la academia y el ejercicio de la profesión penal, casi semanalmente nos honraba con sus visitas, y estábamos planeando una larga y minu-ciosa entrevista para dejar registrada la historia viva del derecho penal argentino.

Lamentamos mucho su inesperada partida, pero quedamos obligados por su legado a continuar esta tarea emprendida a su lado. el artículo sobre la historia de la pena de multa, que se publica en este número, fue traído por él mismo, en sus célebres fotocopias que distribuía entre amigos y discípulos. así también nos trajo uno de los textos menos conocidos de la codificación penal argentina, el proyecto de Código Penal de 1952 de Molinario y Conte Grand, que pronto también compartiremos con los lectores.

el emotivo recuerdo de la profesora Gladys romero, en nombre del Comité académi-co de esta publicación, despide al que fuera el inspirador y motorizador de muchos proyectos importantes, entre ellos el que el lector tiene entre sus manos.

Buenos aires, Octubre de 2011

AÑO I • Nº 2 • Octubre 2011 - Derecho Penal y Criminología • I

DERECHO PENAL

DoCtrina

Criminalidad organizada común y delitos de terrorismoPor Manuel Cancio Meliá 3

aproximación al concepto de “arma de utilería”Por Rubén E. Figari 20

reflexiones mínimas y tempestivas sobre el Derecho Penal de hoyPor José de Faria Costa 32

nota a fallo

La ley de profilaxis antivenérea y la afectación a la salud públicaPor Alejandro O. tazza 39

secretos políticos que hacen a la seguridad nacionalPor Carlos Enrique Llera 49

JurisPruDenCia

PROStItuCIÓN/ administración y regenteo de casa de tolerancia. Clandestinidad de la actividad que impide constatar las condiciones de salubridad en las cuales se lleva a cabo. improcedencia

sUMariO

II • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • Octubre 2011

del planteo de inconstitucionalidad del art. 17 de la ley 12.331 (CNCrim. y Correc.). Con nota de alejandro o. tazza 39

VIOLACIÓN DE SECREtOS/ exhibición en un programa televisivo de la imagen de un funcionario de la secretaría de inteligencia del estado. Notoriedad de la imagen. absolución del imputado. inexistencia de delito (tOral Crim. Fed.). Con nota de Carlos enrique llera 49

anÁlisis norMatiVo

Prescripción de la acción penal. Nueva causal de suspensión en ciertos delitos contra la inte-gridad sexualPor Adolfo Calvete 52

CRIMINOLOGÍA

DoCtrina

Medios de comunicación y criminologíaPor Gabriel Ignacio Anitua 59

O alemão é muito mais complexo Por Vera Malaguti Batista 72

PROCESAL PENAL

DoCtrina

Legitimación para articular los medios de impugnación en el sistema acusatorioPor Carlos A. Chiara Díaz 89

nota a fallo

apelación en disconformidad del imputado y facultades del secretario del tribunal para firmar su rechazoPor Héctor Granillo Fernández 93

La prisión preventiva como excepción. sobre la excarcelación de un “fugitivo”.Por tobías J. Schleider 99

JurisPruDenCia

NuLIDAD PROCESAL/ sentencia de condena. recurso de apelación interpuesto en forma pauperis por el imputado. Despacho con firma del secretario del tribunal. efectos (Cs). Con nota de Héctor Granillo fernández 93

LIBERtAD BAJO CAuCIÓN/ imputado calificado como “fugitivo” por un país extranjero. Pro-cedencia de su excarcelación. existencia de arraigo en el país y ausencia de prueba instructoria pendiente (CNFed. Crim. y Correc.). Con nota de tobías J. schleider 99

AÑO I • Nº 2 • Octubre 2011 - Derecho Penal y Criminología • III

JurisPruDenCia aGruPaDa

Probation. aspectos del instituto. el precedente “acosta” de la CsJN. su influencia en las instancias inferiores Por Daniel L. Gómez Casanouve 105

EJECUCIÓN DE LA PENA

nota a fallo

Libertad y condiciones carcelarias. Una sentencia atípicaPor Enzo Finocchiaro 113

La inconstitucionalidad del artículo 121 inciso “c” de la ley 24.660Por Leonardo Fillia 119

Prisión domiciliaria a madres con hijos menores de cinco añosPor Ernesto José Cano 132

JurisPruDenCia

PRISIÓN/ superpoblación carcelaria. violaciones constitucionales. Prestación médica deficiente de los internos con problemas físicos y mentales. Orden de liberar a 46.000 detenidos. Disidencia (sC estados Unidos). Con nota de enzo finocchiaro 113

PRISIÓN/ Desarrollo de tareas laborales dentro de la cárcel por parte de los internos. inconsti-tucionalidad del art. 121, inc. c), de la ley 24.660. violación de los arts. 16 y 18 de la Constitución Nacional (ts Córdoba, en pleno). Con nota de leonardo fillia 119

PRISIÓN DOMICILIARIA/ Condena de cumplimiento efectivo. Madre de dos hijos menores. Concesión del beneficio (tOral Crim.). Con nota de ernesto José Cano 132

anÁlisis norMatiVo

La nueva ley 26.695 y el derecho a la educación de los internosPor Ricardo Alberto Grisetti y Luis E. Kamada 143

GARANTÍAS CONSTITUCIONALES

DoCtrina

La conexión de antijuridicidad en la prueba prohibidaPor José L. González Cussac 157

nota a fallo

Poder punitivo, datos sensibles y hábeas data colectivoPor Andrés Gil Domínguez 183

IV • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • Octubre 2011

JurisPruDenCia

HÁBEAS DAtA COLECtIVO/ Destrucción de los archivos fotográficos de menores que existan en comisarías. Detención ilegal de menores. inconstitucionalidad del art. 15, inc. c de la ley 13.482 de la Provincia de Buenos aires (JGarantías del Joven, Mar del Plata). Con nota de andrés Gil Domínguez 183

DELITOS ECONÓMICOS

DoCtrina

Diferencias entre el aprovechamiento indebido de subsidios y la obtención fraudulenta de beneficios fiscalesPor Daniel Rubén Darío Vázquez 189

nota a fallo

el derecho de propiedad intelectual y los fenómenos socialesPor Jorge Armando Roldán 199

JurisPruDenCia

DELItO MARCARIO/ venta de copias ilegales de películas y videojuegos. infracción al art. 72 de la ley 11.723. Derecho a su protección ante la conducta generalizada. irrelevancia de la forma en que se presenta el producto y de su precio irrisorio (CNCrim. y Correc.). Con nota de Jorge armando roldán 199

DERECHO PENAL JUvENIL

DoCtrina

La facultad reformadora en el derecho de menoresPor Juan Bustos Ramírez 207

Fotografía y prontuario policial de niños-adolescentes “peligrosos” en la Provincia de Buenos airesPor Julián Axat 221

nota a fallo

La privación de la libertad de los adolescentes no puniblesPor Diego Freedman y Martiniano terragni 233

JurisPruDenCia

MENORES/ tratamiento tutelar. internación en centro cerrado. Menor no punible. Peligrosidad para sí y para terceros. Protección del menor (CNCrim. y Correc.). Con nota de Diego freedman y Martiniano terragni 233

AÑO I • Nº 2 • Octubre 2011 - Derecho Penal y Criminología • V

CONTRAvENCIONAL Y DE FALTAS

DoCtrina

Mediación penal: la acción penal por parte del Fiscal y el derecho a la tutela judicial efectiva de la víctimaPor Andrea Paola Costa 247

POLÍTICA CRIMINAL

DoCtrina

incompatibilidad del derecho penal del enemigo como derecho propio de un estado cons-titucionalPor José Sáez Capel 261

HISTORIA DEL DERECHO PENAL

DoCtrina

Multa y fantasía Por Eduardo Aguirre Obarrio 273

PÁGINAS CLÁSICAS

DoCtrina

La pequeña historia del dolo y el tipoPor Carlos S. Nino 283

BIBLIOGRAFÍA

La delación premiada en el derecho penalPor Marcelo A. Riquert. Comentario Javier Baños 299

Delitos de índole sexualPor Rubén E. Figari. Comentario Daniel G. Gorra 301

il giudizio del tempo. Uno studio sulla prescrizione del reatoPor Simona Silvani. Comentario Carlos Cabezas Cabezas 302

ACTUALIDAD PENAL 307

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 59

DOCTRINADPyC cRIMINOlOGíA

I. La comunicación como necesidad social

La aprobación de la ley de Servicios de Comuni-cación Audiovisual y la discusión, tanto legislativa como mediática, de sus contenidos, es buena oca-sión para volver a plantear una vieja controversia de tipo “criminológica”, y que tiene que ver con los posibles efectos o consecuencias negativas que tendría la difusión de contenidos penales o criminales en esos formatos.

Es destacable que la mencionada ley cuestiona un aspecto central de nuestras sociedades cual es el del manejo monopólico de ciertos intereses eco-nómicos de la agenda que imponen los reducidos medios de comunicación realmente masiva.

Ese hecho, así como la posición política y hasta moral de quienes se oponen a transformar la actual ley que permite ese ejercicio monopólico, bastarían para creer que esta reforma, o cualquier reforma, debe de tener aspectos positivos.

En todo caso, es fundamental intentar reducir la influencia que el sistema económico sobre el desarrollo de la democracia y la comunicación conceptos que están inequívocamente entrelaza-dos. (1) Aunque es difícil de realizarlos solamente con una ley.

Ello implica una reforma cultural y política, pues en última instancia, de lo que se trata es de democratizar el proceso comunicativo, algo que vendrá de la mano de la democratización en todos los terrenos.

A pesar de los intentos de confundir a los que buscamos informarnos, hemos podido concluir

(1) DEWEY, John, The public and its problems, Denver, Alan Swallow, 1927.

que la sanción de la ley debe ser felicitada, tanto por los dichos de Frank La Rue, relator de Libertad de Expresión de la ONU quien dijo de la ley que es “un ejemplo para todos los demás países” (2), como por otros intervinientes en el mismo, como la propia Universidad Pública. Así, la carrera de Comunicación de la UBA señaló que “la deroga-ción de la ley de la dictadura y su sustitución por una ley congruente con un estado de derecho es un acontecimiento que requiere un apoyo explí-cito e inequívoco”. (3)

Quisiera destacar que conjuntamente con la regulación antimonopólica (que, de hecho, ya estaba prevista en la originaria ley dictatorial, y que se derogó con decretos de la administración Menem y que luego fueron convalidados por la administración Kirchner con una prórroga) el otro punto muy ventajoso de la nueva ley lo constituye la posibilidad de otorgar licencias a instituciones que de otra forma no podrían tenerlas, como sindicatos, iglesias, y no gubernamentales en general. Esta posibilidad de oír más voces, de que haya más partícipes en el proceso comunicativo, me parece que puede contribuir a aquella efectiva democratización.

Pero, hecha esta primera aclaración, todo ello no implicará un cambio en la percepción mediática de la cuestión criminal.

(2) En carta a la presidenta Fernández, fechada en Gua-temala el 26 de agosto de 2009 y reproducida por muchos medios periodísticos y direcciones web.

(3) Dirección y Junta Carrera de Ciencias de la Comu-nicación, Documento de trabajo sobre la propuesta del proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual elaborada por el Poder Ejecutivo Nacional en página web de la Carrera de Ciencias de la Comunicación - Facultad de Ciencias Sociales - UBA.

Medios de comunicación y criminología

POR gAbRIel IgNACIO ANITuA

Sumario: I. La comunicación como necesidad social. — II. El efecto “contagio” y otros factores “criminógenos”. — III. El temor a una segunda victimización. — IV. Las dificultades resocializadoras que comportaría. — V. La creación de alarma social y de estereotipos criminales.

60 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

No es casual que no haya habido penalistas o criminólogos inmersos en el reciente debate. La excepción la constituye el profesor Julio Maier quien, en una nota en el periódico “Página 12”, elo-gió el debate y, sin entrar de lleno en el análisis de la ley, la apoyó criticando a sus detractores, pues entiende “que la libertad de prensa y la libertad de información son derechos de todos, del ciudada-no, y, por lo contrario, no son reaseguros para em-presas periodísticas o de entretenimiento”. (4)

En esa nota Maier da cuenta de un seminario por él organizado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en el año 1996 (y en el que, siendo yo un muy joven graduado, se me hizo pensar sobre estos asuntos de tal forma que luego dediqué la investigación de mi tesis doctoral a uno de los asuntos allí debatidos).

En el prólogo al libro en que se publicaron los trabajos debatidos en el dicho seminario, el propio Julio Maier adelantaba su posición crítica hacia una comunicación en la cual los poderosos tenían posiciones de privilegio. La solución que propiciaba era cercana posiciones de monopo-lio estatales, lo que está bien lejos de facilitar la pluralidad de voces que sí puede ser beneficiada con la nueva ley. Pero, lo cierto, es que el profesor Maier entendía que el interés económico de la empresa de comunicación “no permite calificar a esa actividad como neutral u objetiva, al menos en una medida razonable como la que espera el mundo jurídico y la actividad judicial”. (5)

No me atrevo a afirmar lo que espera la actividad judicial de la actividad periodística, pero yo mismo no puedo esperar nada bueno de esa expectativa, porque lo cierto es que esa neutralidad u objetivi-dad no puede predicarse seriamente de actividad humana alguna.

Quizás en esa falsa visión de la propia activi-dad -y de las otras- radiquen los temores que las disciplinas penales y criminológicas han descar-gado sobre los medios de comunicación masiva. Temores que seguirán existiendo ante cualquier tipo de regulación que se le dé a la función in-formativa que, aunque les pese a los penalistas y

(4) MAIER, Julio “Medios, libertades y ciudadanía” en Página 12 del 21 de septiembre de 2009.

(5) MAIER, Julio “Prólogo” en AA.VV., Libertad de prensa y derecho penal, Buenos Aires, del Puerto, 1997, p. 13.

criminólogos, seguirá ocupándose de la cuestión criminal.

Lo que propongo de aquí en adelante es des-granar la naturaleza de las críticas que desde la criminología se le han proporcionado a los medios de comunicación en general, y a la televisión en particular.

II. El efecto “contagio” y otros factores “cri-minógenos”

En primer lugar mencionaré críticas criminoló-gicas a los medios, en donde lo que busca evitarse es un supuesto efecto criminógeno de la infor-mación. (6) Se engloban estas con las opiniones brindadas sobre la televisión (7), y sus supuestos “efectos”, en el seno de la criminología.

En especial, ha sido la criminología positivista la que, con mayor ahínco, ha insistido en la res-ponsabilidad de la prensa y de la literatura en la difusión de conductas delictivas. En primer lugar han de mencionarse las ideas de Lombroso, Ferri, Le Bon, Tarde y, sobre todo, Sighele, orientadas a prohibir toda difusión de hechos judiciales, en base a este argumento “criminogénico”.

Los mayores argumentos en ese sentido están en la obra del positivista italiano Scipio Sighele. Este discípulo de Ferri, y trabajando sobre intuiciones de aquél en su Sociología criminal, descubre la importancia de los crímenes de asociación, sobre-manera cuando ésta pasa a la “secta” o a las mul-titudes y en la que lo fundamental para explicarlo es el poder de sugestión. Una forma primordial de sugestión sería la de la prensa. Sighele, en su última obra, que es de 1908, intentará demostrar la impronta de la sugestión literaria sobre la cuestión criminal. Sin embargo, y a diferencia de Le Bon, este autor celebra la valentía de la literatura de de-nuncia y comulga con sus razones. “El objetivo del sociólogo italiano se encuentra por tanto en otro sitio: en la ‘literatura de los procesos’, estos dramas que tienen su epílogo en la sala de lo criminal y de

(6) NOVOA MONREAL, Eduardo, Derecho a la Vida Privada y Libertad de Información, México, Siglo XXI, 1979, p. 212.

(7) Y antes que ella apareciese a otros medios de repro-ducción. Ver JIMENEZ DE ASUA, Luis, “Cinematógrafo y delincuencia” en Crónica del crimen, Madrid, Secretaría General Técnica del Ministerio de Justicia, 1989 (edición fac-símil de la 4ª edición, La Habana, Jesús Montero, 1950).

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 61

Gabriel Ignacio AnituaDPyC

los que dan cuenta los periódicos y los libros que ‘hurgan en los más secretos abismos de la vida de los criminales con la fría y lúcida impasibilidad del bisturí, estos dramas que apasionan más al lector que los dramas imaginarios y en los que encuentra ‘no sólo la satisfacción de su curiosidad, sino una extraña emoción egoísta y felina’. Conductista por antonomasia, Sighele estigmatiza los ‘efectos’ que esta ‘apoteosis del crimen’ tiene sobre los lectores de periódicos: ‘La literatura de los procesos… alcanza excesos a los que la empuja la curiosidad jamás saciada de la multitud… Está fuera de duda que la prensa aumenta esta orgía al describirla y difundir sus detalles por todas partes: Pero la aumenta inconscientemente. Ella es el artífice ig-norado de otros crímenes que se llevan a cabo por sugestión… yo diría que periodística. El ejemplo es contagioso: la idea se apodera del alma débil y se convierte en una especie de fatalidad contra la que toda lucha es imposible”. (8)

La búsqueda de causas (y por lo tanto de efec-tos) era consustancial a la escuela del positivismo criminológico que integraba este autor. Como señala Peset, “la escuela positiva será -como doc-trina, como institución y como grupo- un método adecuado al fascismo para conocer y manejar la realidad”. (9) Muchos de los supuestos teóricos que sostendría el pensamiento totalitario, provendrían del arsenal “científico” de los autores que con el positivismo reimpulsarían el método inquisitivo de la observación desde el punto privilegiado del “experto”, y la consideración del ser humano o los grupos de ellos como si fueran objetos. Por otro lado, ya estaba en los antecedentes a esa escuela criminológica (la ciencia positiva de Comte o las estadísticas de Quetelet) el método y la necesidad de encontrar un individuo-medio que funcionara con características de predecibilidad sobre su conducta. El positivismo verá en la prensa libre un peligro para la organización científica de la socie-dad que llevarían adelante los peritos y expertos.

Creo que la serie de prejuicios que determina a los penalistas a estar contra la televisión y los me-dios, tienen base en estudios herederos de aquella

(8) MATTELART, Armand, La invención de la comu-nicación, México, Siglo XXI, 1995 (trad. del original de 1994, Gilles Multigner), p. 303, citando a SIGHELE, Scipio, Litterature et criminalité.

(9) PESET, José Luis, Ciencia y marginación. Sobre ne-gros, locos y criminales, Barcelona, Crítica, 1983, p. 182.

antigua tradición etiológica, ocupada en medir causas y efectos sobre las conductas humanas.

Pero incluso la investigación sociológica y cri-minológica estadounidense fue receptiva a estas ideas de sugestión e imitación, como posibles efectos ocasionados por la difusión de información sobre delitos y juicios. Pero los planteamientos de Park y de aquellos que le daban mucha importan-cia a la prensa como los sociólogos de la “Escuela de Chicago”, eran de tipo optimistas. (10)

Quienes, como los positivistas, veían como peligrosa esa difusión, no trepidaban en recurrir a la censura. El giro de signo anti ilustrado de la criminología, en tanto ciencia al servicio de es-tructuras de poder conservadoras o reaccionarias, está suficientemente demostrado.

Cualquier excusa era válida para reforzar los presupuestos inquisitivos en el proceso, a la par que la dominación de los expertos sobre las cuestiones políticas como la penal. La prensa como factor criminógeno se presentaba como un argumento ideal para reforzar esos controles. Los positivistas de izquierdas caerían en las mismas apreciaciones, movidos por los principios científi-cos del momento. También un jurista de la talla de Jiménez de Asúa temió los efectos criminógenos de difundir hechos penales, aunque su espíritu democrático prevaleciera sobre el “hombre de ciencia” influido por el positivismo, y finalmente se opusiera a la censura, a pesar del contenido criminógeno que atribuía a la prensa y al cine-matógrafo. (11)

Las investigaciones criminológicas en los Es-tados Unidos son seguidoras de las teorías de las “malas influencias” (en las que todo lo que hacen los jóvenes es visto como nocivo, y particularmen-te lo que ellos ven), llenas de prejuicios hacia la televisión desde que ésta se inventa. (12)

(10) PARK, Robert E. “La masa y el público” en Revista Reis nro. 74, Madrid, CIS, 1996 (trad. del original de 1904, Ignacio Sánchez de la Yncera).

(11) JIMENEZ DE ASUA, Luis, Crónica del crimen, p. 270. Sólo insistía en la prohibición del cinematógrafo para los menores, pero por no verlos en lugares que no sean al aire libre. Como indicara él mismo, no hacía la propuesta “el penalista deseoso de impedir delitos, sino el apasionado de la higiene”.

(12) KIDD-HEWITT, David, “Crime and the Media: A Criminological Perspective” en KIDD-HEWITT, David y

62 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

Finalmente, entonces, en el ámbito de la crimi-nalidad “se trató de demostrar que el efecto-delito se debía a una causa, en este caso al mensaje de los mass media; continuando con el pensamiento positivista clásico, ello significaba que se podían predecir efectos-delitos futuros y tratar de evitarlos mediante la supresión de las causas, esto es, el mensaje de los mass media. Y tan antigua es esta dirección que ya en 1851 en Gran Bretaña se plan-teaba que el aumento de la tasa de criminalidad entre los jóvenes se debía a la difusión del teatro popular”. (13)

Incluso en 1970, y aun cuando no se pudie-ra demostrar el “rol específico de la violencia presentada en los medios de comunicación de masas como factor etiológico general de la cri-minalidad, permanece abierto el problema de su valor criminodinámico específico sobre sujetos particularmente predispuestos, o como medio de aprendizaje de modalidades particulares de conducta criminal”, por lo que finalmente se reco-mendaban actitudes de autocensura en los medios de comunicación. (14) Aniyar de Castro, empero, realiza un repaso exhaustivo de investigaciones supuestamente probatorias de los efectos sobre la agresividad de los receptores, y llega a la con-clusión que “tantas y tan variables investigaciones demostrarían una cosa: que ninguna de ellas es válida y que el problema es más complejo que la simple exposición a espectáculos violentos”. (15)

El objetivo de aquellas opiniones críticas era la llamada “crónica roja”, que incluye pero va más allá que la de tribunales. “Se denomina crónica roja a aquella información que da a conocer con muchos detalles y relieve los delitos, suicidios y hechos de sangre. La prensa resiste denodadamente todo in-tento de restricción en este aspecto, pues el rubro proporciona un público abundante que se solaza

OSBORNE, Richard (ed.), Crime and the Media. The Post-modern Spectacle, London, Pluto Press, 1995, pp. 13 a 16.

(13) BUSTOS RAMIREZ, Juan, “Los medios de comu-nicación de masas”, en BERGALLI, Roberto y BUSTOS RAMIREZ, Juan (dirs.), El pensamiento criminológico, tomo II, Barcelona, Península, 1983.p. 56.

(14) FERRACUTTI, Franco y LAZZARI, Renato, La violen-cia en los medios de comunicación de masas, Maracaibo, Universidad del Zulia, 1976 (trad. del original de 1971, Audelina Tineo de Suárez).

(15) ANIYAR DE CASTRO, Lola, “Publicidad del delito e inseguridad ciudadana” en Capítulo Criminológico nro. 14, Maracaibo, Universidad de Zulía, 1986, p. 57.

con él. Entre los científicos no existe un criterio uniforme para juzgar los efectos que esta clase de información pueda tener en el medio social. La mayor parte de los criminólogos, psicólogos y educadores piensan que ella ejerce una influencia nociva, como factor preparante o desencadenan-te de una conducta delictiva, sobre individuos ya predispuestos, sobre jóvenes y sobre ciertos adultos con tendencias psicopáticas, fácilmente sugestionables”. (16)

No solo la criminología tradicional encontró fácil echar las culpas de la violencia social a la tele-visión y a los medios de comunicación en general. Asimismo la criminología crítica, influida por los prejuicios “progresistas” hacia los medios de co-municación y la cultura popular de, por ejemplo, la filosofía de la Escuela de Frankfurt, dio con un buen “chivo expiatorio” en la televisión. Entre ellos, es ejemplificativo el alerta de Zaffaroni que señala que en la etapa de la socialización primaria, los niños pasan más horas frente al televisor que frente a la maestra. Además, “Las series se ocupan de glorificar al violento... y al que aniquila al ‘malo’. La solución del conflicto mediante la supresión del ‘malo’ es el modelo que se hace introyectar en planos psíquicos muy profundos, pues son receptados en etapas muy tempranas de la vida psíquica de las personas”. (17)

Se refleja en ésta, y en muchas otras opiniones, la valorización acrítica de las numerosas inves-tigaciones sobre los efectos de los medios de comunicación, que ya han sido desacreditadas en otros ámbitos específicos. García Silberman y Ramos Lira resumen gran cantidad de estas investigaciones, cuyas conclusiones los criminó-logos toman como presupuestos. (18) La mayoría de ellas son de la psicología conductista, y reci-bieron fuerte apoyo del gobierno de los Estados Unidos. No estimo necesario reseñarlas pues sus conclusiones son contradictorias entre sí. Citaré,

(16) NOVOA MONREAL, Eduardo, Derecho a la Vida Pri-vada y Libertad de Información. Un conflicto de derechos, p. 212, donde cita entre los estudiosos que sostienen que la difusión de hechos delictuosos tiene efectos criminógenos a Lombroso, Ferri, y con restricciones Exner, Seelig, Hurwitz, Di Tullio y Pinatel-Bouzat.

(17) ZAFFARONI, Eugenio Raúl, En busca de las penas perdidas, Bogotá, Temis, 1990, p. 101.

(18) GARCIA SILBERMAN, Sarah y RAMOS LIRA, Lucia-na, Medios de comunicación y violencia, México, Fondo de Cultura Económica, 1998, pp. 218 a 306.

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 63

Gabriel Ignacio AnituaDPyC

no obstante, a una de ellas que se destaca por el número de niños entrevistados en Estados Unidos y Canadá (6.000 niños, y 2.000 padres y maestros): las conclusiones no son en particular concretas aunque insisten en que existe algún efecto: “para algunos niños, bajo ciertas condiciones, cierta televisión es peligrosa. Para otros niños, bajo las mismas condiciones, o para los mismos niños bajo otras condiciones, puede ser benéfica. Para la mayoría, la mayor parte de la televisión, bajo ciertas circunstancias, probablemente no es ni dañina ni particularmente beneficiosa”. Las pro-puestas finales instan a los padres a brindar a sus hijos un entorno cálido, amoroso y seguro. (19) En efecto, ante la inseguridad de la “ciencia”, más vale regresar al control hogareño.

A pesar de la inutilidad ya demostrada de este tipo de estudios, los mismos siguen siendo moneda corriente dentro de la psicología esta-dounidense. Instituciones públicas y privadas continúan invirtiendo ingentes sumas de dinero para indicar con precisión el efecto de la transmi-sión televisiva sobre los receptores “pasivos”. De esta forma evitan cuestionarse otros asuntos de fondo. O no tan de fondo, si tenemos en cuenta que pocas veces la tenencia de armas en todas las casas (hecho diferencial de Estados Unidos) es considerada como un riesgo y, en su lugar se “culpa” de la violencia a la televisión a través de las noticias o las ficciones (que son vistas en todas partes del mundo).

III. El temor a una segunda victimización

Hay más argumentos en contra de los medios de comunicación, expuestos por criminólogos deve-nidos “victimólogos”. Se sostiene que los medios pueden agravar lo que actualmente se conoce como “victimización secundaria”. Ello ya ha sido advertido por diferentes autores en el caso de la publicidad directa del proceso. (20) Y también se señala que podría ser más grave con una publici-dad ampliada por los medios de comunicación.

(19) SCHRAMM y otros, Television in the Lives of Our Children, citado por GARCIA SILBERMAN, Sarah y RAMOS LIRA, Luciana, Medios de comunicación y violencia, pp. 260 y 261.

(20) ARAGONESES MARTINEZ, Sara, “Introducción al régimen procesal de la víctima del delito. Deberes y medidas de protección”, en Revista de Derecho Procesal, Madrid, EDERSA, nro. 2 de 1995, pp. 409 y ss.

Este tema es objeto de una gran sensibilidad, ac-tualmente. El creciente interés de la criminología por la víctima ha dado nacimiento a otra “ciencia” que se pretende autónoma, la victimología. Esta, siguiendo los presupuestos criminológicos del labelling approach, ha atendido las razones por las que se producen los procesos de victimización. Dentro de ellos se apunta a la misma actuación de la administración de justicia penal, que impone a las víctimas nuevos daños o molestias como consecuencia de su accionar.

Asimismo, se ha culpado al accionar de los medios de comunicación por supuestas vulne-raciones que, en realidad, en pocos casos fueron denunciadas por las mismas víctimas (que a veces recurren a los medios para realizar la denuncia o para obtener beneficios económicos o morales).

Sin embargo, se señala que “Bajo condiciones de resultados comerciales, las víctimas son utilizadas, manipuladas, en algún caso maltratadas, con la con-secuencia de una doble victimización, la del agresor y la del medio que trata la agresión”. (21) En realidad, la “segunda victimización” es la realizada por las instancias estatales de persecución, y ello debe ser tenido en cuenta para producir necesarias transfor-maciones en el accionar judicial. La de los medios sería, en todo caso -y esto no implica negar el daño que puede provocar- una “tercera” victimización. Esta “tercera” victimización quedaría neutralizada si se evitara la que realiza previamente el Estado. Si la caja de resonancia de los medios es útil para pensar en alternativas a las respuestas instituciona-les actuales (causantes de los graves problemas de las víctimas, hasta ahora no resueltos por el sistema penal), no podemos sino recibir con optimismo, tal vez ingenuo, la irrupción de la cuestión en el debate público generada por la prensa y la televisión.

Especial atención ha merecido la cuestión en el caso de las víctimas de delitos contra la libertad sexual. Esta atención se plasmó en leyes siguien-do los lineamientos de determinados colectivos de víctimas, realizada en la Recomendación nro. R (85) del Comité de Ministros del Consejo de Europa. (22) Se recomienda que “las políticas de

(21) LATORRE LATORRE, Virgilio, “Función jurisdiccio-nal y libertad de expresión”, p. 120.

(22) Ver la actuación del Consejo de Europa en LANDRO-VE DIAZ, Gerardo, Victimología, Valencia, tirant lo blanch, 1990, pp. 45 y siguientes.

64 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

información y de relación con el público en el mar-co de la instrucción y del juicio de las infracciones debidamente en cuenta la necesidad de proteger a la víctima de toda publicidad que atente contra su vida privada o contra su dignidad. Si el tipo de infracción, el estatuto particular, la situación o la seguridad personal de la víctima requieren una protección especial, el proceso penal anterior al fallo deberá tener lugar a puerta cerrada, y la divul-gación de datos personales de la víctima deberán ser objeto de restricciones adecuadas”.

En idéntico sentido, el artículo 906 LECr impone que las sentencias omitan (al igual que en el caso de los menores) el nombre de las víctimas de de-litos sexuales. Esto ha sido recibido también por la jurisprudencia española en materia de publicidad del juicio. El Tribunal Supremo impidió la difusión pública de un caso en que “los derechos de la víctima, el respeto debido a su honor u honra, a su dignidad, a la privacidad de la vida, cuando se trata de ciertos delitos, como el de violación que se juzgaba, pueden hacer aconsejable, como en este caso, que el proceso en su fase de plenario se realizase a puerta cerrada. La exteriorización de la forma de vida de una persona en zonas tan íntimas como es la sexualidad, puede comprome-ter gravemente a la víctima y, de no actuar así los Tribunales, sus decisiones pueden tener un efecto criminógeno”. (23)

Dejaremos a salvo esta última parte, cuyos fun-damentos han sido criticados más arriba. Se debe indicar que, a través de su difusión televisiva es más fácil lograr los objetivos de estas decisiones. Los medios de que dispone la televisión (borro-near la imagen, alterar la voz) respetan en mayor medida la identidad de la persona que las oculta-ciones realizadas por los tribunales para proteger a las víctimas, tanto de la victimización secundaria cuanto de nuevas agresiones. (24)

En relación a estos delitos, no obstante, es necesario indicar que la atención de los medios de comunicación no es considerada negativa por

(23) La STS 1646/1994 de 16 de septiembre.

(24) Colocar a la víctima de modo que pueda ser oído pero no visto es la protección más usual y solicitada por la doctrina. Ver VARELA CASTRO, Luciano, “Hacia nuevas presencias de la víctima en el proceso” y MONTEVERDE FE-RRER, “Victimología. Proyecciones asistenciales prácticas” ambos en AA. VV., La victimología, Madrid, Consejo General del Poder Judicial, 1993, p. 158 y p. 282 respectivamente.

los grupos de víctimas y de mujeres, sino todo lo contrario. Esta atención ha logrado sensibilizar a la ciudadanía sobre este grave problema, y también a jueces y fiscales. Finalmente, presiona y sensibiliza a las instituciones, que deben por ello pensar en respuestas más razonables y en formas de evitar la realización de tales delitos y otros abusos en razón del género. Las denuncias de las víctimas, hechas públicas por su propia voluntad, ha ayuda-do a presentar en público las agresiones sexuales mantenidas ocultas por vergüenza, miedo y por aquella misma “obligación” de ocultarse, asumida por la legislación y algunos jueces.

IV. Las dificultades resocializadoras que comportaría

De acuerdo a la mayoría de los textos consti-tucionales, el fin primordial del castigo debe de ser la resocialización del condenado (prevención especial). Se sostiene que la difusión pública no solo del nombre sino también de la imagen del acusado en un juicio, imposibilitará o dificultará, si es condenado en el mismo, su reingreso a la sociedad. El castigo social suele ser, se arguye, más severo que el estatal.

Ello no solo se le reprocha a la emisión del caso en directo, sino que también las representaciones posteriores del mismo hecho pueden provocar esta lesión. “Las series documentales de televisión basadas en hechos reales pueden dificultar la reinserción de los delincuentes”. (25)

Es ampliamente compartida, entonces, la opi-nión de que una publicidad excesiva aumenta de manera importante la reprobación social por el delito: de esa forma el condenado sufre mayor escarnio, y se dificulta su reinserción al medio social. (26) Esto parece una verdad irrefutable, pero merece un llamado de atención sobre los fines de la pena.

(25) GARCIA, Luis M., Juicio oral y medios de prensa, Buenos Aires, Ad Hoc, 1995, p. 43.

(26) Por todos los antes citados, LOPEZ ORTEGA, Juan José, “La dimensión constitucional del principio de la pu-blicidad de la justicia”, en Revista del Poder Judicial, nro. especial XVII, Justicia, información y opinión pública. I encuentro jueces-periodistas, Madrid, C.G.P.J., 1999, p 61, GIMENO, Miguel Ángel, “Consideracions jurídiques sobre els judicis paral-lels”, en La celebració dels judicis I el seu tractament per televisió, Barcelona, CAC y Generalitat de Catalunya, 1997, p. 31.

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 65

Gabriel Ignacio AnituaDPyC

La rehabilitación -y también la inocuización- como herramienta privilegiada del control reali-zado por expertos -y por el modelo del secreto-, tiene dificultades intrínsecas a su “factibilidad”. Es por ello por lo que Stanley Cohen fundamenta su escepticismo en los modos de control que implican la resocialización en todas sus formas (integración, asimilación, normalización, incor-poración, etc.), puesto que la misma “No acierta a hacer frente a cuestiones morales de culpa, de obrar mal, de castigo y de responsabilidad, ni a las cuestiones empíricas de daño, peligro y miedo, que surgen con el problema del delito. Al favorecer un individualismo naïve no deja mucho espacio a intereses colectivos legítimos”. (27)

Los mayores inconvenientes, hay que aclararlo, son producidos por la intervención estatal, y mu-chas veces por la misma pretensión resocializado-ra, que se constituye en estigmatizante.

Indudablemente, será más difícil volver a la sociedad dando cuenta del paso durante una gran cantidad de años por una prisión, que por haber sido visto en un canal de televisión o en la prensa gráfica con el reproche social que allí se efectúe. De todas formas, no es poco importante esta crítica que señala las graves lesiones que puede provocar al condenado el “espectáculo” del caso penal. Y deberá tenerse en cuenta en el sentido de extremar las precauciones de la formalización de las actuaciones judiciales, y en el de que las mismas lleguen al público con todas sus conno-taciones garantistas.

V. La creación de alarma social y de estereo-tipos criminales

Existen otros problemas señalados por la lite-ratura criminológica. Alerta Schneider (28) sobre la utilización social de la persona señalada por la comisión de un delito y que ello se potencia con la prensa. Pero no solo se afecta así al condenado en concreto. Son muchos los autores que destacan, con desconfianza y temor, que la difusión de este tipo de situaciones conflictivas por los medios

(27) COHEN, Stanley, Visiones del control social. Delitos, castigos y clasificaciones, Barcelona, PPU, 1988 (trad. del original de 1985, Elena Larrauri), p. 385.

(28) Ver SCHNEIDER, Hans Joachim, “La criminalidad en los medios de comunicación de masas”, en Doctrina Penal nro. 45, año 12, Buenos Aires, Depalma, 1989, pp. 75 y siguientes.

masivos de comunicación constituiría “un meca-nismo de proyección similar al que se verifica en la mentalidad primitiva, y que lleva a la represen-tación de las fuerzas demoníacas hostiles en las cuales quedan transferidas las propias agresiones, explica cómo la sociedad punitiva, separándose, como el bien del mal, del sujeto delincuente, transfiere a él las propias agresiones. La pena no basta, observa Helmut Ostermeyer, para descargar todas las agresiones reprimidas. Una parte de ellas es transferida al exterior, a otros individuos por medio del mecanismo de proyección. Reiwald también pone en relación con este mecanismo de proyección la función de la literatura y de los filmes sobre crímenes. Es el mismo mecanismo de la alarma social suscitado por la representación de los crímenes a través de los mass media, que por intermedio de la fantasía lleva a los miembros de la sociedad a proyectar las propias tendencias aso-ciales en figuras de delincuentes particularmente temibles o en tipos de sujetos desviados”. (29)

Estas opiniones remiten a las teorías del “chivo expiatorio”. Algunos individuos son utilizados por la sociedad para alcanzar el rechazo del auto-reproche, transferido al objeto de hostilidad del exterior. De esta función social nos ocuparemos en la próxima parte.

Se debe señalar que estas críticas psicológicas no se refieren solo a la difusión del proceso y del hecho criminal por los medios de comunicación, sino al mismo accionar de la justicia penal. Las críticas como la de Baratta son aplicables a la fun-ción de los juicios penales (cuando son públicos) en tanto rituales sociales. La creación del “caso criminal” por parte del sistema penal serviría, además de reforzar los valores dominantes, para derivar la carga de agresión social orientada a los detentadores del poder hacia los grupos estereo-tipados. (30) Esta misión doble de hacer sentir al público “respeto por la ley” y “odio al criminal” ya era señalada en los estudios de George H. Mead, de Harold Garfinkel, de Clifford Geertz y, sobre

(29) BARATTA, Alessandro, Criminología crítica y Crítica del Derecho Penal, México, Siglo XXI, 1986 (trad. del original de 1982, Alvaro Bunster), p. 51.

(30) ANIYAR DE CASTRO, Lola, Criminología de la Reac-ción Social, Maracaibo, Instituto de Criminología, 1976, pp. 52 y 53. Y también, haciendo alusión a los medios de comu-nicación, ANIYAR DE CASTRO, Lola, “Publicidad del delito e inseguridad ciudadana”, en Capítulo Criminológico nro. 14, Maracaibo, Universidad de Zulía, 1986, pp. 42 y 43.

66 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

todo, de Alexander y Staub, que comparan al proceso ante el tribunal con el circo de la antigua Roma o las corridas de toros. (31)

Pero hay autores de estudios que señalan tal función solo cuando el caso es difundido por la televisión, y piensan, por lo tanto, que tal resulta-do es una distorsión del sistema vigente y no una característica consustancial al mismo. Otra vez, y para algunos, los medios son los responsables por “pervertir” la actuación de la justicia, que no recibiría crítica de esta forma. Sostiene Elbert que “los medios, concentrándose en lo espectacular del delito, dejan casi siempre de lado los contex-tos sociales y las biografías de los participantes. Transmiten un esquema unilateral de la realidad que remite todas las responsabilidades a un des-conocido que pertenece al bando réprobo que desafía a la ley, justificando que la reacción en su contra sea fuertemente vengativa”. (32) Manipular los sentimientos lleva a “diabolizar al otro”. (33) Al-gunos estudios llegan incluso a confundir el men-saje que transmite la institución estatal con el que transmite el medio. García Silberman y Ramos Lira denostan la espectacularización del juicio seguido al responsable de la explosión del edificio federal de Oklahoma: “En este caso se destacó, por un lado, el sufrimiento de las víctimas y, por el otro, las características positivas del joven terrorista (vete-rano de la Guerra del Golfo) que al final de cuentas parece ser una víctima más del sistema de valores que, apoyado por los medios masivos (a través de cientos de películas), ensalza la violencia extrema como medio óptimo para la defensa de la patria. La respuesta del sistema es la violencia legal: pena de muerte al criminal. El mensaje de los medios parece ser que solo los violentos triunfan, y que la forma óptima de enfrentar la violencia es más

(31) GARLAND, David, Castigo y sociedad moderna, México, siglo XXI, 1999 (trad. del original de 1990, Berta Ruiz de la Concha), pp. 89 a 91.

(32) ELBERT, Carlos, Criminología latinoamericana. Teoría y propuestas sobre el control social del tercer mi-lenio, Parte segunda, Buenos Aires, Universidad, 1999, pp. 198 y 199. También en ELBERT, Carlos, “Medios de comunicación, seguridad y delito” en Revista Foro, nro. 1, Buenos Aires, Foro para la Reconstrucción Institucional, 2000, p. 22.

(33) GARAPON, Antoine, Juez y democracia. Una re-flexión muy actual, Barcelona, Flor de Viento, 1997 (trad. del original de 1996, M. Escrivá de Romaní, prólogo de J. J. Toharía), p. 103.

violencia”. (34) Es ciertamente discutible que tal haya sido el mensaje de los medios. Ciertamente no son los medios los que impusieron la pena de muerte, con el cruel mensaje que la misma conlle-va y que los medios -algunos pocos- contribuyen a deslegitimar. Las confusiones en esta materia son terribles. Si las autoras “creyeran” un poco más en lo que ven, si pensaran que el sufrimiento de las víctimas, el del acusado y también la violencia estatal son reales y no inventadas por la televisión (como, por otro lado, hace la mayoría de la gente) podrían apuntar sus buenas intenciones a criticar la pena de muerte y no la transmisión de la impo-sición de la misma.

De cualquier manera, también los que critican la violencia del sistema punitivo apuntan contra los medios pues, a través de ellos, se potenciaría la violencia de aquél. Así lo indican otras críticas criminológicas en las cuales se advierte la herencia de los textos adornianos: Bustos Ramírez sostiene que “la utilización de la violencia como nudo expresivo… sirve pues, para la reafirmación del consenso, para determinar quiénes están dentro y quiénes están fuera, en definitiva para reafirmar el statuo quo”. (35)

De esta forma, desde la criminología crítica, afir-maba que los medios de comunicación de masas al ampliar el alcance del caso criminal afianzaban la declarada funcionalidad del delito en el sistema capitalista, aunque asumiendo las tesis criminó-genas indicaba que también generaban nuevos delitos por la imitación que llevarían a cabo suje-tos de otra forma intrascendentes. (36)

Sin la afirmación de estas teorías de tinte posi-tivista, Aniyar sostenía de todas maneras que los medios “están asociados al poder, que producen un sistema cultural y un sistema moral y que ello tiene efectos claros en la gestión de la vida colec-tiva. Sabemos que orientan, limitan, uniforman. Que son de sentido único porque impiden la res-puesta. Son, por lo tanto, y esto es tal vez lo más im-

(34) GARCIA SILBERMAN, Sarah y RAMOS LIRA, Lucia-na, Medios de comunicación y violencia, pp. 332 y 333.

(35) BUSTOS RAMIREZ, Juan, “Los medios de comuni-cación de masas”, p. 60.

(36) Esta contradicción es señalada por GARCIA MENDEZ, Emilio A., “Política criminal y medios de co-municación de masas” en Capítulo Criminológico, nro. 4, Maracaibo, Universidad de Zulía, 1976, p. 360.

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 67

Gabriel Ignacio AnituaDPyC

portante, un eficaz instrumento de manipulación, de engaño, de privación de realidades múltiples y de opciones posibles”. (37) Un ejemplo claro de estas teorías críticas lo constituye un trabajo reali-zado en Venezuela sobre diversos medios escritos: en el mismo se “demuestra” que si el implicado es de bajo nivel socio-económico saldrá con mayor frecuencia en las páginas policiales que si no lo es, ya que “hay un tratamiento diferencial hacia los delitos convencionales y específicamente un tratamiento sensacionalista hacia los delitos vio-lentos en especial… Pues a través de los titulares, las fotos, los epítetos utilizados para describir a los implicados en ése tipo de delitos se confirma la formación de estereotipos negativos que carac-terizan al delincuente de clase marginal”. (38)

Se ha alertado, otra vez, sobre el peligro de mani-pulación de estas imágenes a través de la “mirada” televisiva, y sobre la creación de los estereotipos. Ello no es en sí mismo grave, ya que también el “espectáculo” judicial “manipula” al presentar los hechos de una determinada forma. Y, como ya se ha dicho, ninguna mirada puede estar libre de las influencias que la han conformado, ni puede evi-tar, a su vez, contribuir a conformar -modificando o reproduciendo- otras miradas. Las actuaciones humanas, cualquiera que éstas sean, no responden tanto a la “realidad” como a una determinada forma de estar interpretándola. Estas interpretaciones, que deberán ser analizadas con variables socioculturales y socioestructurales, se traducen en opiniones.

Las opiniones del público aparecen en forma de estereotipos. Los estereotipos son imágenes preestablecidas sobre alguien o algo que resisten cualquier modificación. (39) El discurso del pú-

(37) ANIYAR DE CASTRO, Lola, “Publicidad del delito e inseguridad ciudadana”, p. 59.

(38) ARREAZA CAMERO DE MARQUEZ, Emperatriz, “El caso de la página roja” en Capítulo Criminológico, nro. 6, Maracaibo, Órgano del Instituto de Criminología, Facultad de Derecho, Universidad del Zulía, 1978, pp. 23 a 79.

(39) Es interesante recordar que la voz “estereotipo” era de uso técnico en el siglo XVIII y designaba un carácter de imprenta. Fue un periodista norteamericano, Walter Lipp-man, quien le confirió a la palabra el actual significado en su libro La opinión pública editado en 1922. Como se observa tanto la voz como el concepto sociológico están relaciona-dos, desde sus orígenes, con la comunicación masiva, Ver voz “estereotipo” por Salvador Giner en GINER, Salvador, LAMO DE ESPINOSA, Emilio y TORRES, Cristóbal (eds.) Diccionario de Sociología, Madrid, Alianza, 1998, p. 269.

blico, ciertamente, reproduce estas concepciones predominantes sobre la criminalidad y sobre ciertos individuos. Se suele construir un sujeto “delincuente”, al que se define desde las perspec-tivas sociologistas y psicologistas resabios de la criminología positivista. Pero ello no es “culpa” de los medios masivos de comunicación. Ello es buscado por la estructura estatal de poder dentro de la que está la justicia penal.

Por el contrario, hacer públicas las escenifica-ciones y, con ellas, los prejuicios con los que actúa la justicia, sumándoles las propias visiones que aporte el medio televisivo, puede tener un impacto sobre estas visiones populares de imprevisibles consecuencias.

Es posible que solo sirva para reproducir las con-cepciones predominantes, que ya son conformadas también por diversos productos televisivos como films, series, etc. Estudios sobre estos productos llevan a afirmar que “los estereotipos sociales que crean los medios sobre el hecho delictivo nos remite a la identificación del culpable, el antisocial res-ponsable de todos nuestros males”. (40) Al menos esto es lo que creen, como se ha dicho, algunos teóricos que se inscriben en la criminología crítica. Al menos los que ven a los medios como los grandes creadores de estereotipos de delincuentes, y que su específica señalización de determinado tipo de delincuentes reforzará el poder de las agencias penales y de la estructura clasista.

Pero, como señaló en su momento Abregú, Lombroso y sus compañeros no necesitaron de los medios de comunicación ni de la difusión de casos criminales y de los juicios que enfocaran los rostros de los condenados, para construir sus teorías del uomo delinquente. “Para la elección del modelo de delincuente que pueble las cárceles en cada momento histórico solo fue necesaria la decisión política correspondiente. El asumir la an-terioridad a la explosión comunicativa de ciertas prácticas del aparato de justicia penal es un buen punto de partida para no descargar sobre los me-dia muchas culpas que le son ajenas”. (41)

(40) BARATA VILLAR, Francesc, “El drama del delito en los mass media”. en Delito y sociedad. Revista de Ciencias Sociales, nro 11/12, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1998, p. 66.

(41) ABREGU, Martín, “Tras la aldea penal”, en Revista No hay Derecho, nro. 5, Buenos Aires, 1991, pp. 31 y 32.

68 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

Otra crítica criminológica, de mayor actualidad pero relacionada con la anterior, es la que indica que, mediante la identificación de estereotipos que impliquen a amplias capas sociales, se au-menta el miedo al delito o la alarma social. (42) La difusión de juicios criminales reales, pero que justamente son los más truculentos o dramáti-cos, generaría un aumento en el sentimiento de inseguridad. (43)

La inseguridad y la sensación de alarma, de-bidamente aprovechadas, han sido identificadas como la fuente de la inflación penal verificada en los últimos años. Pavarini señala que la inflación punitiva es un signo de la crisis de la democracia representativa y del advenimiento de una demo-cracia plebiscitaria o de opinión, basada funda-mentalmente en el miedo. (44) De esa forma, el lenguaje expresivo de los medios, y de la comuni-dad, podría tener consecuencias más lesivas que la profesionalización y ocultación de las violencias. En el sentido contrario, Mathiesen señala que los temores sociales son alentados por las élites profesionalizadas que de ese modo se aseguran el poder. No obstante, también este autor analiza críticamente al lenguaje televisivo, que sería uno de los medios utilizados -no el único- para facilitar esa inflación de castigos, tanto por la transmisión de miedo como por la corrosión de los principios jurídicos de legalidad o de humanidad. El espa-cio de discusión pública capaz de contrarrestar el poder punitivo surgirá, según el noruego, en contra de la televisión. Los principios morales de movimientos sociales e intelectuales, deberían imponerse sobre la superficialidad del lenguaje televisivo. (45)

(42) ANIYAR DE CASTRO, Lola, “Publicidad del delito e inseguridad ciudadana”, citado.

(43) IGLESIAS, Meritxell, “El papel de los medios en la construcción de la alarma social” en Revista Voces y Cul-turas, nro. 13, Barcelona, 1998, pp. 73 y ss.

(44) Citando a GARAPON, A. y SALAS, D., La République penalisée, París, Hachette, 1996, PAVARINI, Massimo, “La negociabilidad de la pena. Entre la parsimonia y el despil-farro represivo” en Cuadernos de Jurisprudencia y Doctrina Penal, nro. especial “Criminología”, Buenos Aires, Ad Hoc, 2002 (trad. Luis Niño y Adriana García), p. 47.

(45) MATHIESSEN, Thomas, “Television, public space and prison population. A commentary on Mauer and Si-mon” en Punishment and Society. The International Journal of Penology, nro. especial “Mass Imprisonment in the USA”, vol. 3, nro. 1, London, Sage, 2001.

Además de facilitar el aumento de la represión penal, se señala, asimismo, que los medios de co-municación amplifican el efecto de los delitos y, al hacerlos pasar por las reglas de la dramatización, provocan el alarmismo social. (46)

De cualquier manera se sospecha que la relación no es tan directa. “¿No será también la crónica de sucesos, el relato dramatizado del delito, una especie de antídoto contra los miedos e insegu-ridades instalados en el inconsciente colectivo? En cualquiera de los casos, se puede afirmar que el alarmismo de que hace gala la prensa inflama los miedos y las inseguridades presentes en el imaginario colectivo”. (47) Al menos esto es lo que afirman estudios sobre la sensación subjetiva de victimización, como el de Varela y Álvarez Uría, que entienden que estamos frente a una “extraña mescolanza de formas de violencia, persistente bombardeo informativo de víctimas que refuerza en los ciudadanos sentimientos de indefensión y peligro”. (48) Estos autores solo hablan de un “re-forzamiento” de algo previamente existente, y que es utilizado políticamente para mantener actitudes conservadoras en medio de una crisis social y polí-tica que reconoce múltiples ingredientes. Pero en otros trabajos observamos la asunción del paradig-ma etiológico a través del complejo causa-efecto, y la causa está en el objeto de estudio: el miedo es causado por la prensa. Pero, como ya señaláramos más arriba, actualmente se considera que “es difícil que se pueda vincular la alarma social a los progra-mas de ficción o a la publicidad”. (49)

(46) BARATA VILLAR, Francesc, “De Ripper a pederasta: un recorregut per les notícies, les seves rutines i els pànics morals” en Revista Catalana de Seguretat Pública, nro. 4, Barcelona, Escola de Policía, 1999, p. 52. En el mismo sentido SILVA SANCHEZ, Jesús-María, La expansión del Derecho penal. Aspectos de la política criminal en las so-ciedades postindustriales, Madrid, Civitas, 1999, pp. 24 a 30 y HERNANDEZ GARCIA, Javier, “Justicia penal y medios de comunicación: los juicios paralelos”, en PICO I JUNOY, Joan, Problemas actuales de la justicia penal, Barcelona, Bosch, 2001, p. 70.

(47) BARATA VILLAR, Francesc, “El drama del delito en los mass media”, p. 65.

(48) VARELA, Julia y ALVAREZ-URIA, Fernando, Sujetos frágiles. Ensayos de sociología de la desviación, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1989, también indican que “la fascinación de los medios por la violencia parece ser más un efecto -una caja de resonancia- que una causa de la sensación de miedo”, cit., pp. 139 y 140.

(49) RODRIGO ALSINA, Miquel, “El conocimiento del sistema penal: alarma social y medios de comunicación” en

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 69

Gabriel Ignacio AnituaDPyC

Además de esta dificultad para probar la rela-ción, es posible relativizar estas críticas, incluso entrando en el paradigma etiológico. (50) En el caso de la difusión de juicios reales, no obstante, es posible afirmar lo contrario con el mismo ar-gumento ya que si la percepción de inseguridad que sufren los ciudadanos (51) puede estar ligada a la difusión de casos irresueltos, es consecuente con ello que la difusión de juicios y sus sentencias, puede tener también consecuencias contrarias a las señaladas, como sostenían las antiguas teorías liberales.

Lo que hacen los medios es “mostrar” la vio-lencia que aplican otros, en general el Estado. Preferiríamos no ver esa violencia, pero, como decía Kant, lo que debe colegirse de ello es que no se deben realizar tales violencias.

No debería caerse en los temores de gran parte de la intelectualidad a la utilización de los proce-sos criminales por la prensa sensacionalista y sus efectos. En muchos teóricos críticos y en varias investigaciones de la criminología interaccionista, aparece la pretensión de demostrar la manipula-ción a la que someten los medios de comunica-ción a las masas. Como se ha visto más arriba, los efectos eran preponderantemente estudiados por la psicología conductista que, como vemos, tiene amplia recepción dentro de los estudios crimino-lógicos de mayor cuño positivista, pero también en su crítica. Ello ya se advertía en la distinción que hacía Bustos Ramírez, indicando que en el marco de las investigaciones sobre los medios ha habido dos corrientes diferentes “Una, la tradicional, que

Política Criminal. Cuadernos de Derecho judicial, Madrid, Consejo General del Poder Judicial, 1999, p. 74.

(50) De acuerdo al objeto de estudio se ha señalado que los que tienen más miedo miran más televisión pues se quedan en sus casas, o que los que tienen ciertas ideas “consumen” ciertos programas que los refuerzan, etc. GAR-CIA SILBERMAN, Sarah y RAMOS LIRA, Luciana, Medios de comunicación y violencia, pp. 383 y ss., señalan las enormes dificultades en la investigación sobre ver televisión y miedo al crimen, con cita de HEALTH y GILBERT indican que “la relación entre ver televisión y miedo al crimen es compleja y puede estar influida por el tipo de programa (noticias vs. ficción), la credulidad del espectador, el grado en que la justicia se representa al final del programa y el nivel de aprehensión que se tiene sobre el crimen antes de la exposición”.

(51) Medida por las modernas “encuestas de victimi-zación”, arma fundamental de las teorías de inseguridad ciudadana: a través de ellas es aceptada como un hecho.

fundamentalmente se ha preocupado del medio de comunicación de masas como causa o factor del desarrollo de un determinado efecto en los destinatarios y que, preponderantemente, tiene su raíz en la tendencia empiricista norteamericana. La segunda ha tendido ha concebir a los mass media como un medio de control social en el sentido amplio, se inicia con los funcionalistas y se profundiza por los interaccionistas simbólicos e investigadores críticos”. (52) Evidentemente, estos últimos tampoco logran escapar de aquel paradig-ma de las investigaciones causal explicativas, en tanto no reconocen las posibilidades de los indi-viduos y la no-unidireccionalidad de los procesos sociales. Concebir a los medios como instrumento de control social informal es razonable y útil para efectuar investigaciones, pero de allí a prescribir la imposibilidad de eludir el control que con ellos se ejerce hay un largo trecho.

Con los antecedentes de su propia área de cono-cimiento, más las críticas culturales y estéticas de los ambientes de los sesenta ya señaladas, “tam-bién [los criminólogos críticos] entienden que los media son encubridores de la violencia policial y provocadores de la callejera, son los creadores de los estereotipos y los formadores de opinión, provocan un sentimiento de falta de seguridad y tienen a la violencia como el único modo posible de solución de conflictos”. (53) Como máxima diferencia, el “efecto” que se produce según la perspectiva crítica será en la masa indiferenciada y ya no en el sujeto. Como señalara uno de los criminólogos críticos más lúcidos, los críticos se diferencian de alguna manera de las otras teorías sobre los efectos de los medios: “Si la teoría de la manipulación de masas se focaliza sobre el poder de quienes controlan la transmisión de las noticias y la teoría del mercado sobre el centralismo de la audiencia, para la teoría del paradigma es el men-saje en sí mismo el que adquiere la máxima impor-tancia”. Para estos teóricos la realidad es conflictual y “la imagen del consenso es una mixtificación impuesta al público… Hombres y mujeres… son engañados por las mixtificaciones absolutas de los medios de comunicación”. Pero este “engaño” no se trata “(como en la teoría de la manipulación de masas), de una distorsión del mundo, ni (como en

(52) BUSTOS RAMIREZ, Juan, “Los medios de comuni-cación de masas”, pp. 50 y 51.

(53) ABREGU, Martín, “Tras la aldea penal”, p. 31.

70 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

la teoría del mercado) de un reflejo más o menos preciso de la sociedad, sino de una interpretación de la realidad a través de la mediación ideológica del consenso”. (54) Pero, más allá de todo ello, no se abandona la pretensión de encontrar un efecto del proceso comunicativo: “El efecto de los medios de comunicación es, por lo tanto, concebido como proveedor de una visión global, de un paradigma para comprender el mundo”. (55)

Esto nos permite sospechar que muchos de los criminólogos que sostienen alguna de estas afirmaciones sobre el efecto (violencia-consenso-apatía) producido por los medios de comuni-cación, estarían influenciados por el ambiente cultural de los sesenta, transmitido en el temor a los medios por otorgarles una indemostrable capacidad para determinar las conductas del público-masa.

Con la ayuda de los teóricos de la comunica-ción y de la semiótica, podemos comprobar que aquellas ideas descansan sobre la de la completa pasividad del receptor, y sobre la convicción en que el único que otorga sentido es el emisor. Por el contrario, en las visiones modernas del proceso comunicativo “se rompió con las concepciones pasivas e indiferenciadas de la audiencia”. (56)

No todos los criminólogos críticos mantienen, con respecto a los medios, el paradigma etiológico: está el caso de Pavarini, Grandi y Simondi (57) que, siguiendo las indicaciones de Young, reconocen la complejidad de éste y de cualquier proceso comunicativo, criticando el predominio de la prospectiva criminológica clásica -en la que reina el paradigma etiológico de derivación positivis-ta- de las investigaciones sobre la comunicación. Insisten todos estos autores en la necesidad de

(54) YOUNG, Jock, “Más allá del paradigma consensual: una crítica al funcionalismo de izquierda en la teoría de las comunicaciones de masas”, en Poder y Control nro. 1 Planteamientos sobre el control informal, Barcelona, PPU, 1987 (trad. del original de 1981, Héctor Silveira y Roberto Bergalli), pp. 59, 60 y 62.

(55) Idem., p. 67.

(56) ABREGU, Martín, “Tras la aldea penal”, p. 31.

(57) GRANDI, Roberto; PAVARINI, Massimo; y SISMON-DI, Mario, “Introduzione” a GRANDI, Roberto; PAVARINI, Massimo; y SISMONDI, Mario (comps.), I segni di Caino. L’immagine della devianza nella comunicazione di massa, Napoli, Edizioni Scientifiche Italiane, 1985, especialmente pp. 16 a 24.

contextualizar el análisis, partiendo de la ambi-güedad del mensaje si lo aislamos del contexto y focalizamos en él el análisis (y por ello, también, las críticas). De acuerdo a los descubrimientos de la criminología crítica, la criminalidad es realidad normativa en tanto producto de la definición que hace en primer término la ley, y por ello es que resulta inconsistente entenderla como producto de un rasgo físico, o del analfabetismo, la des-ocupación o por la frecuencia de informaciones sobre delitos en los medios de comunicación de masas. Del mismo modo parece poco convincente sostener que los medios generan alarma social, si no se tienen en cuenta a los públicos. Señalan finalmente estos autores que los estudios dentro de la perspectiva del etiquetamiento sobre ampli-ficación de los mensajes, tienden a reproducir una interpretación mecanicista de la realidad donde el poder de la imagen transmitida se torna aún más determinante para la producción de la desviación, incluso más determinante de lo que sostenían los positivistas. (58)

Del mismo modo, Young insiste en que no existe necesariamente un resultado funcional entre el mensaje y la interpretación realizada por un sujeto activo que se esfuerza por dar sentido al mundo. (59)

Los estudios sobre los medios y sobre la justicia (y sobre sus relaciones) no están, ni por mucho, acabados. Lo que no parece válido es caer en un determinismo del “medio”. No resultan razonables las suposiciones de los criminólogos deudores del paradigma etiológico, aseverando que necesa-riamente la transmisión de los casos criminales causará tales efectos. Es posible que nada cambie y que “los mass media actúen como cajas de re-sonancia que alertan, señalan y estigmatizan a los elementos conflictivos de la sociedad sin aportar los más mínimos elementos para el surgimiento de un debate abierto en la sociedad civil” (60), y así reafirmen el orden social fomentando las

(58) Idem, pp. 17 y 18.

(59) YOUNG, Jock, “Más allá del paradigma consensual: una crítica al funcionalismo de izquierda en la teoría de las comunicaciones de masas”, p. 85.

(60) BARATA VILLAR, Francesc, “Las nuevas fábricas del miedo. Los mass media y la inseguridad ciudadana” en MUÑAGORRI LAGUIA, Ignacio (ed.) La protección de la seguridad ciudadana, San Sebastián, Oñati I.I.S.L., 1995, p. 91.

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 71

Gabriel Ignacio AnituaDPyC

campañas de “ley y orden”. (61) Pero también podría suceder que una mayor difusión a la que pretende el Poder Judicial acercase unas visiones más “reales” de determinados conflictos resueltos en los tribunales y, por lo tanto, la consecuencia de ellas sería que alteren o modifiquen los men-cionados estereotipos dominantes.

El Estado, mediante el proceso penal hecho público, busca crear algún tipo de sensaciones. Sin embargo, como señala Garland siguiendo a Durkheim “el éxito del proceso penal al desper-tar las emociones y respuestas adecuadas en las personas dependerá no sólo de la justicia del caso particular sino también, y de manera crucial, de la coherencia (o grado de desintegración) del or-den social que lo rodea. Cuando una comunidad no es completamente homogénea -es decir, casi ninguna- habrá distintos tipos de auditorios para tales tipos de ceremonias públicas y distintas respuestas. Algunos participantes o espectadores experimentarán reconocimiento, identificación y fortalecimiento de su fe, mientras que para otros la ceremonia significará coerción más que autoridad, un poder ajeno más que una creencia compartida y, desde luego, siempre es posible que un ritual público no logre el efecto esperado y produzca resultados no buscados, ya sea porque sus ritos no se observen adecuadamente o a causa de conflictos mayores en el orden social”.

Desde diversas posturas ideológicas (tanto justificacionistas como abolicionistas del Estado, la pena, la estructura de la sociedad, etc.) será trascendental la presencia de espectadores en el ritual penal, pues las reflexiones de los públicos no tendrán porqué centrarse en la figura de los posibles infractores sino que caerán también, y quizá sobremanera, sobre el juicio, sobre los jue-ces y sobre la ley. Es posible que esta afirmación sea algo aventurada. No menos aventurado que suponer una única lectura por parte de todos los

(61) BARATTA, Alessandro, Criminología Crítica y Crítica del Derecho Penal, cit. p. 218.

sujetos que integran el público. Es común esta re-ferencia al espectador promedio, pero como dice Hulsman “este hombre de la calle no existe”. (62) Este autor es optimista respecto a la utilización que las diversas personas de la comunidad hagan de la información sobre los procesos penales: “es-tas personas concretas que, en su gran mayoría, intuyen que hay algo de locura e insoportable en nuestra justicia criminal, ignoran, sin embargo, a menos de haberse visto ellas mismas en el la-berinto penal, como funciona verdaderamente el sistema. Es conveniente darles información. Pues, cuando estos hombres y mujeres hayan comprendido hasta que punto abruma a nuestras sociedades el peso de una maquinaria de castigo y exclusión, heredada de los siglos pasados, no se encontrará ya nadie dispuesto a ser garante de tal sistema. Ese día una verdadera conciencia popular reclamará su abolición”. (63)

También Baratta sostiene la necesidad de am-plias discusiones públicas sobre las cuestiones penales, y es optimista con respecto a ello a pesar de las objeciones sobre las tendencias represivas que pueden exaltarse en la opinión pública. Ello en tanto critica la unidad de tal opinión, que en tal caso no es pública sino privada, e instrumento de la tecnología de poder. En un modelo de sociedad democrática a lo Habermas, el “público”, con sus múltiples opiniones, ejerce las funciones de con-trol y de orientación de las instancias comunitarias e institucionales. (64) u

(62) HULSMAN, Louk y BERNAT DE CELIS, Jaqueline, Sistema penal y seguridad ciudadana: hacia una alternativa, Barcelona, Ariel, 1984 (trad. del original en francés de 1982, Sergio Politoff), p. 43.

(63) HULSMAN, Louk y BERNAT DE CELIS, Jaqueline, Sistema penal y seguridad ciudadana: hacia una alterna-tiva, p. 44.

(64) BARATTA, Alessandro, “Principios del derecho penal mínimo (para una teoría de los derechos humanos como objeto y límite de la ley penal) en Doctrina Penal, Buenos Aires, Depalma, 1987, (trad. del original de 1985, Beatriz Lenzi) p. 630, nota 7.

72 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

As UPPs viraram um macabro consenso, atra-vés de um intenso bombardeio midiático. Aliás, como peça publicitária é muito bem feito. Como sempre, nasci gauche na vida, vou me dedicar a desconstruí-la a partir de uma reflexão mais lenta, diferente de tantas que as apoiaram tão rápido. Começo então a pensar sobre o conceito de território, usado à esquerda e à direita para a justificação das velozes adesões. Afinal é em nome da “reconquista do território” que formou-se o uníssono. No Rio de Janeiro existe hoje uma secretaria com o curioso nome de Secretaria Estadual de Direitos Humanos e Territórios.

Para Milton Santos o território seria “um conjunto de lugares e o espaço nacional como um conjunto de localizações; temos que estar sempre mudando, não obstante o lugar fique o mesmo, em vista do constante rearranjo de valores atribuídos a cada lugar e às atividades presentes” (1)

“Falar de lugar é trabalhar a noção do inesque-cível Milton Santos de localização, ‘momento do imenso movimento do mundo, apreendido em um ponto geográfico, um lugar. Por isso mesmo, cada lugar está sempre mudando de significação, graças ao movimento social: a cada instante as frações da sociedade que lhe cabem não são as mesmas. Não confundir localização e lugar. O lugar pode ser o mesmo, as localizações mudam. E lugar é o objeto ou conjunto de objetos. A loca-lização é um feixe de forças sociais se exercendo em um lugar’ (2). Estamos então querendo falar a partir de um local e de uma localização: a cidade do Rio de Janeiro. Apreender esse feixe de forças sociais, essa constante alteração nas significações

(*) Texto apresentado no 17º Seminário Internacional de Ciências Criminais em São Paulo – 23/07/2011.

(**) Profesora de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, Brasil.

(1) SANTOS, Milton. O Espaço do Cidadão. São Paulo: Nobel, 1996, p. 121.

(2) SANTOS, Milton. Espaço e método. São Paulo: Nobel, 1992, p. 21-23.

implica a compreensão da discussão temporal na concepção de espaço. Compreender a cidade ‘como um espaço privilegiado de construção da memória coletiva’, monumentum, sinal do passado” (3) (4).

Nesta potente vereda Maria Adélia Aparecida de Souza nos ensina que o espaço geográfico é um “sistema indissociável de objeto e ações”, a geografia seria uma filosofia das técnicas e que o território usado precisa ser adotado como uma categoria de análise social (5). Na geografia das desigualdades de Milton Santos a definição de território é política, trata-se de território usado, espaço banal aonde se podem propor dois tipos de espaços: “os espaços que mandam e os espaços que obedecem, gerados pelo permanente embate entre o par dialético abundância-escassez”. Isso seria o fundamento maior das “geografias da desigualdade” (6).

Maria Adélia nos fala de outros dois pares dialéticos para caracterizar o território usado: densidade-rarefação e fluidez-viscosidade. “O espaço, por sua vez, também apresenta duas ca-racterísticas que se apresentam dialeticamente: rapidez e lentidão, luminosidade e opacidade. Tais características é que geram as novas lógicas na relação centro-periferia, conceitos caros à ge-ografia e revisitados pela obra miltoniana” (7). A idéia de densidade nos demonstra, por exemplo, maiores ou menores concentrações de serviços, informações e também “a maior ou menor den-sidade de leis, normas, regras reguladoras da vida

(3) NEDER, Gizlene. Cidade, identidade e exclusão social. In: Revista Tempo, v. 2, n. 3. Rio de Janeiro: UFF-Relume Dumará, 1997, p. 103.

(4) BATISTA, Vera Malaguti. Políticas públicas de segu-rança e convivência: o caso do Rio de Janeiro.

(5) SOUZA, Maria Adélia Aparecida de (Org.). Terri-tório brasileiro: usos e abusos. Campinas: Ed. Territorial, 2003, p. 17.

(6) SOUZA, Op. cit., p. 18.

(7) SOUZA, Op. cit., p. 19.

O Alemão é muito mais complexo (*)

POR VeRA MAlAguTI bATIsTA (**)

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 73

Vera Malaguti BatistaDPyC

coletiva”, tudo isso “a serviço das forças hegemô-nicas e do Estado” definindo realidades espaciais, aprofundando desigualdades. O fato das UPPs estarem restritas ao espaço de favelas, e de algu-mas favelas, já seria um indício luminoso para desvendar o que o projeto esconde: a ocupação militar e verticalizada das áreas de pobreza que se localizam em regiões estratégicas aos eventos desportivos do capitalismo vídeo-financeiro. É o caso do que Souza exemplifica no Estado que “governa mais para o interesse hegemônico do que para a sociedade brasileira” (8). Com isso queremos frisar que as UPPs aprofundam as desigualdades e as segregações socioespaciais no Rio de Janeiro.

Cleonice Dias, líder comunitária da “pacifica-da” Cidade de Deus atesta: “Nós que somos da comunidade, sabemos que a UPP está ligada a uma satisfação pública para o Rio de Janeiro e o Brasil de que o Estado tem o controle das co-munidades. Querem dizer que haverá segurança porque nós, pobres, estaremos controlados e que podem vir todos os investimentos para os megaeventos” (9).

É importante esclarecer que o projeto não é nenhuma novidade, faz parte de um arsenal de intervenções urbanas previstas para regiões ocupadas militarmente no mundo a partir de tec-nologias, programas e políticas norte-americanas que vão do Iraque à Palestina. No caso, o projeto de Medellín, foi este o paradigma. Governador e Prefeito para lá marcharam, sempre com os sociólogos de plantão, trazendo para o Rio de Janeiro um pacote embrulhado na “luta contra o crime”, sem que se percebesse que era um projeto de ocupação territorial apoiado pelo governo norteamericano contra a histórica guerrilha colombiana que chegou a ter 40% do território colombiano sob seu controle. Em 2010 lá estive, no seminário El Laberinto de las Violências, organizado pela Prefeitura e outros parceiros. A avaliação do projeto hoje, em indicadores de ocorrências violentas, já é um rumoroso fracasso. Mas o teleférico está lá, igualzinho ao do Comple-xo do Alemão. Naquele momento eu apresentei basicamente dois pontos: primeiro, as violências cotidianas de uma cidade são atravessadas pelos grandes movimentos do capital mundial que inci-

(8) SOUZA, Op. cit., p. 20.

(9) Democracia Viva, abril 2011, p. 37.

dem sobre uma determinada história e memória que são “do lugar”. Não podem ser transferidas automaticamente em conjunturas absoluta-mente singulares. Segundo, a segurança pública só existe quando ela decorre de um conjunto de projetos públicos e coletivos que foram capazes de gerar serviços, ações e atividades no sentido de romper com a geografia das desigualdades no território usado. Sem isso não há segurança, mas controle truculento dos pobres e resistentes na cidade.

Foucault, esse filósofo tão difamado pela tropa de elite, trabalhou muito a categoria de território, relacionando-a a segurança e a população (10). Ele revela como, com a idéia de nação, vai apare-cer na Europa, a partir do século XVII, uma idéia de polícia que vai se aplicar ao governo das po-pulações como tecnologia de governo. A arte de governar apareceria como um campo relacional de forças. Ele vai citar Turquet de Mayerne: “Tudo o que pode proporcionar ornamento, forma e esplendor à cidade” – é disso que a polícia deve se ocupar, diz Foucault (11).

Para ele esplendor seria a beleza visível da ordem e o brilho de uma força que se manifesta e que se irradia. Manter a ordem num campo de forças naquele território usado, desigual, múlti-plo, controlando as populações. Curiosamente ele nos mostra como as dificuldades políticas de unificação da Alemanha a transformaram em paradigma e em local de experimentações. É por isso que nesse período na Alemanha há um sentido equivalente entre ciência da política e ciência da policia, polizeiwissenschaft. O que está em jogo é a unidade territorial. É obvio que trata-se de impor uma ordem imperial ao território banal ou usado. Em nossa história, vimos como na década após a Independência o Brasil explode em rebeliões republicanas e abolicionistas (12). Do Oiapoque ao Chuí o povo brasileiro sonhava com as promessas liberais radicais: liberdade, igualdade, fraternidade. O estabelecimento da centralização do território para o Império bra-sileiro também foi chamado de pacificação. Só

(10) FOUCAULT, Michel. Segurança, Território, Papu-lação. São Paulo: Martins Fontes, 2008.

(11) FOUCAULT, Op. cit., p. 422.

(12) BATISTA, Vera Malaguti. O medo na cidade do Rio de Janeiro: dois tempos de uma história. Rio de Janeiro: Revan, 2003.

74 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

no estado do Grão-Pará foi massacrada quase a metade da população na luta pelo domínio do território dos cabanos.

“Ao analisar o movimento revolucionário da Cabanagem no Pará, Renato Guimarães produz o que ele chama de ‘artesanato de restauração’ contra uma visão ‘catastrófico-bestial’ com que as classes dominantes se referem às ‘coisas de ralé’, para tratar de marcar na história as insurrei-ções populares como explosão de banditismo e anarquia (13). Para ele, a Cabanagem constitui-se num caso único de chegada ao poder de movi-mento popular e também ‘marco singular de ferocidade’; a derrota do movimento deu-se atra-vés do extermínio de um quinto da população da Amazônia, incluindo aí o massacre dos indígenas que participaram do movimento (14).

Guimarães aponta a conjuntura dos 30 como especial por apresentar uma cisão no interior das classes dominantes, a partir da crise re-gencial e pelas expectativas das classes traba-lhadoras na revolução da independência que pedia passagem. ‘Os de cima não conseguiam mais governar como antes e os de baixo não conseguiam mais viver como antes’ (15). O que Guimarães aponta é que a estrutura de poder militar e policial, herdada pelo Estado indepen-dente da colônia, se baseava na unidade política das elites que se esgarçava na deposição de D. Pedro I” (16).

A pacificação tem, então, esse sentido histórico da crueldade na História do Brasil. Como nos ensina Rubens Casara, ao analisar a mitologia processual penal brasileira:

“Vale lembrar que Carl Schmitt, um dos teó-ricos do Estado Total (Totale Staat), acreditava poder afirmar que a realização de um Estado normal reside, acima de tudo, em levar a cabo no interior do Estado e do território uma pacificação

(13) GUIMARÃES, Renato. Dois estudos para a mão esquerda. Rio de Janeiro: Revan, 2000.

(14) Cf. GUIMARÃES, Renato. Op. cit. p. 68, ao citar Darcy Ribeiro que relata o massacre indígena na região do Tapajós: em 1820 havia entre 30 e 40 mil índios, em 1864 apenas 3.000.

(15) GUIMARÃES, Renato. Op. cit., p. 23.

(16) BATISTA, Op. cit., p. 133.

completa, em produzir tranquilidade, segurança e ordem” (17) (18).

Foucault vai afirmar que aquela noção mistu-rada de ciência política com ciência de polícia dará lugar na Alemanha à noção de Polizeistaat, estado de polícia, fundamental para compreen-dermos o que se passa hoje no Rio de Janeiro. Tutelar as crianças e os jovens seria uma espécie de primeira missão para os primeiros teóricos de policía (19). As primeiras casas de correção também eram destinadas a salvar a infância e a juventude, metáforas para a captura de sua po-tência e força para o trabalho compulsório.

“O que caracteriza um Estado de polícia é aqui-lo que lhe interessa, é o que os homens fazem, é sua ocupação” (20). Entre os objetivos desse Estado estaria, para o autor, a circulação de mer-cadorias, mas o fulcro central seria a regulação das formas de coexistência: “um imenso domínio que vai do viver ao mais que viver” (21). É claro que tudo isso nos evoca a idéia de ocupação de um território em que o capitalismo estabeleceu um espaço criminalizado, dominado pela lógica brutalizante das commodities ilícitas, mas muito rentáveis. Regular coexistências nos territórios da desigualdades não é também uma tarefa fácil, num mundo que já nem deseja transformar-se, já deixou para trás uma utopia de escola aonde os jovens possam desfrutar de suas potências, ou de uma sociabilidade prazerosa entre diferentes na construção de redes coletivas de apoio e cuida-do. É porque antes da ocupação territorial já se tinham ocupado as almas. Passamos muito rapi-damente da naturalização da truculência contra os pobres ao seu aplauso. Trataremos dessa ade-são subjetiva à barbárie mais adiante. Fechemos pois a reflexão sobre o Estado de polícia com a definição de Zaffaroni e Batista: “O Estado de direito é concebido como o que submete todos

(17) FERREIRA, Bernardo. Sob o véu de fórmulas in-alteradas: o conceito de Estado Total em Carl Schmitt. In PARADA, Maurício. Fascismos: conceitos e experiências. Rio de Janeiro: Mauad X, p. 103.

(18) CASARA, Rubens. Mitologia Processual Penal: do imaginário autoritário brasileiro à atuação dos atores jurídicos. Tese de Doutorado, Universidade Estácio de Sá, Rio de Janeiro, 2011.

(19) FOUCAULT, Op. cit., p. 429.

(20) FOUCAULT, Op. cit., p. 433.

(21) FOUCAULT, Op. cit., p. 439.

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 75

Vera Malaguti BatistaDPyC

os habitantes à lei e opõe-se ao Estado de polícia, onde todos os habitantes estão subordinados ao poder daqueles que mandam” (22).

É por isso que me causa indignação ler soció-logos chamarem as UPPs de policiamento comu-nitário ou de proximidade. Peço que respeitem a memória do Coronel Carlos Magno Nazareth Cerqueira. O Alemão é muito mais complexo. A pacificação e a ocupação de algumas favelas do Rio deu-se em forma de guerra, com o apoio das Forças Armadas nacionais instituindo uma gestão policial e policialesca da vida cotidiana dos pobres que lá habitam.

Em seu último livro de criminologia Zaffa-roni esclarece o conceito de genocídio, já que para os europeus genocídio é só “de branco”; para eles nem a colonização e nem a escra-vidão poderiam ser considerados genocídios, apesar dos milhões de mortos. Vamos então falar de massacres: “por nossa parte, creio que aproximando-nos da definição de Sémelin, entenderíamos massacre no sentido crimino-lógico que estamos postulando - toda prática de homicídios de um número considerável de pessoas, por parte de agentes de Estado ou de um grupo organizado com controle territorial, em forma direta ou com clara complacência, le-vada a cabo em forma conjunta ou continuada, fora de situações reais de guerra que impliquem forças mais ou menos simétricas” (23).Para Zaffaroni, os massacres praticados no próprio território sobre parte da população são obra do Estado de polícia.

Ele nos fala do autocolonialismo que atualiza a incorporação periférica aos grandes movimentos do capital. No neocolonialismo vai se realizar um deslocamento territorial do massacre. É neste momento que “o controle territorial policial al-cançou o máximo de seu esplendor e potência massacradora nas colonias” (24). A verdade é que em todos os genocídios estiveram presentes as agências executivas do sistema penal.

(22) Cf. ZAFFARONI, Eugenio Raúl et al. Direito Penal Brasileiro I. Rio de Janeiro: Revan, 2003, p. 41.

(23) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. La palabra de los muertos: conferencias de criminologia cautelar. Buenos Aires: Ediar, 2011, p. 431.

(24) ZAFFARONI, Op. cit., p. 451.

Zaffaroni mostra como, apesar de copiarmos tanto dos Estados Unidos, não incorporamos o seu modelo de polícia comunitária mas o paradigma borbônico de ocupação territorial militarizada do engenho colonialista. O mais grave é que os Estados Unidos não utilizam suas Forças Armadas como polícia em seu próprio território (só nos dos seus inimigos...), mas faz grande pressão para que nós, latinoamericanos o façamos. O caso do México está aí para nos ensinar, bem como a presença brasileira no Haiti, o Haiti é aqui. “Se queres a paz, prepara-te para a imposição” (25).

Zaffaroni vai criticar essa nossa permanência histórica no século XIX e seu controle urbano so-bre a concentração e movimentação dos escravos e libertos. Ele fala da “permanente confusão com operações militares de pacificação e massacre de povos originários, as freqüentes intervenções dos exércitos em função policial, da longa tradição de militares a cargo das cúpulas policiais etc.” (26). Para ele, são ações suicidas, esgotadas na globa-lização, feitas para sociedades estratificadas e oligopólicas. É por isso que a saída do ciclo das ditaduras militares produziu o deslocamento do paradigma da segurança nacional para o da segurança urbana que tanta letalidade causou em nossas democracias. São o que ele chama de massacres a conta-gotas que produzem também a brutalização das nossas polícias, que com níveis baixíssimos de qualidade de vida são atiradas à tarefa de massacrar seus próprios irmãos. O resultado são as prisões cheias de policiais como é o caso emblemático do Trovão, policial civil incensado pela mídia no primeiro massacre do Alemão, em que aprecia fumando um charuto sobre corpos negros e ensangüentados num beco daquela favela, trajando roupas de guerra. Hoje, é ele que se adapta ao conceito de vida nua de Agamben. A licença para matar produz um embotamento na capacidade de negociar me-lhorias trabalhistas, além de adoecer os agentes e suas famílias, jogados depois à própria sorte. O território é a base conceitual da ocupação. “Cariocas passam a agir onde moram. Se antes a

(25) Coronel André Novaes, ex-comandante do Centro de Instrução de Operações de Paz do Exército Brasileiro, no livro Dopaz – como a tropa de elite do Exército Brasi-leiro pacificou a favela mais violenta do Haiti, de Tahiane Stochero. Rio de Janeiro: Objetiva, 2010.

(26) ZAFFARONI, Op. cit., p. 508.

76 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

sigla era URV (unidade real de valor), usada na estabilização do real, agora a sigla da vez é UPP (unidade de policia pacificadora), aplicada na segurança e no social. São programas de base territorial, mas como os planos macroeconô-micos de outrora, com vocação para exportação made in Rio” (27).

Passemos então a analisar essa colonização das almas que fez com que passássemos da crítica da truculência e da militarização da segurança pública à sua naturalização e agora ao aplauso, adesão subjetiva à barbárie. A exe-cutivização da mídia como agência do sistema penal brilhou mais uma vez no noticiário antes, durante e depois da simbólica ocupação do Ale-mão. Comecemos pelo tom épico da operação. No dia 26 de novembro de 2010 o jornal O Globo anunciava, além de um caderno especial, o dia D do combate ao tráfico em letras garrafais na primeira página: “população aplaude polícia e acompanha operação pela TV em clima de Tropa de Elite 3”. Essa combinação de peças publicitárias entre as UPPs e a perversa série de filmes de patrocínio comum já daria material para algumas teses. O cartunista e editor Chi-co Caruso não pestanejou: fantasiou o Cristo Redentor com o macabro uniforme preto do BOPE. Não ouvi um cristão reclamar, nenhuma bancada moralista protestar. Merval Pereira, nesse mesmo dia na página 4, dizia: “ontem foi dia de a realidade imitar a arte, foi dia de torcer pelo Capitão Nascimento de Tropa de Elite, que todos nós vimos em ação, ao vivo e a cores, nas reportagens das emissoras de televisão”. No dia 27 O Globo assinalava que a “ação do tráfico une população em apoio a polícia”; Eike Batista, espécie de proprietário-geral do Estado, “via na ação vontade de consertar o Rio”; no twitter, o novelista Aguinaldo Silva conclamava os moradores “a resistir”. Enquanto isso um novo blindado, superando o Caveirão, torna-se a estrela da Operação (28): “a reportagem do Globo embarca no veículo que caiu nas graças da PM”. A reportagem escamoteou ao máximo o mal estar produzido entre as Forças Armadas ao serem atiradas a essa aventura. Essa é uma discussão profunda e consistente que circula na

(27) NERI, Marcelo. Folha de São Paulo, São Paulo, 05 jun. 2011, p.b 13.

(28) O Globo, Rio de Janeiro, 27 nov. 2010, p. 31.

inteligência militar brasileira. Eles conhecem mais que ninguém os riscos advindos dessa passagem ao ato. A Folha de São Paulo noticiou o mal estar (29). Neste mesmo jornal, no mesmo dia Fernando Barros e Silva falava do triunfalis-mo exorbitante da Tropa da Mídia.

O paradigma bélico para a Segurança Publica é um artefato, uma construção política através da qual o capitalismo contemporâneo controla os excessos reais e imaginários dos contingentes humanos que não estão no fulcro do poder do capital vídeo-finanaceiro. São esses pobres do mundo que inventam novos países para aportar, sobrevivem nas frestas do mercado com seus difíceis ganhos fáceis, enfim, à sua maneira são os mais verdadeiros empreendedores de um mundo em ruínas, como diz Marildo Menegat. No jornal O Globo (30): “Se a topografia das fa-velas cariocas remete às aldeias xiitas no Sul do Líbano, a superpopulação e a desordem urbana podem ser comparadas à Faixa de Gaza”. Peço atenção para a expressão “desordem urbana” e seus efeitos na paisagem de hoje do Rio. A cobertura do jornal já ostentava um logotipo para a cobertura, a Guerra do Rio, com um mini blindado, aquele mesmo que superou o Cavei-rão, lembrando-nos de Nils Christie e de sua dramática análise da indústria do controle do crime. A manchete é: O Rio é nosso, e a matéria é cheia de epítetos: liberdade, apoio, esperança. Nas entrelinhas o grande mistério, o número de mortos. Qual é oficialmente o número de mortos da pacificação do Alemão, do primeiro massacre até o dia D, combinando chacinas e massacres a conta-gotas? Na Folha apareceram matérias sobre os relatos dos moradores do Alemão, de-nunciando a existência de corpos na mata com a polícia impedindo o acesso ao local (31). No dia 1º de dezembro (32), a Folha também noticiou as queixas de abuso dos moradores, mas nada poderia empanar o sucesso do plano. É incrível como meses depois vem à tona o conjunto de atrocidades, roubos, extorsões cometidas contra os pacificados; escutas mostravam policiais di-vidindo o botim, uma verdadeira Serra Pelada,

(29) Folha de São Paulo, São Paulo, 27 nov. 2010. Co-tidiano 2, p. 3.

(30) O Globo, Rio de Janeiro, 30 nov. 2010, p. 19.

(31) Folha de São Paulo, São Paulo, 30 nov. 2010, p.c 3.

(32) Folha de São Paulo, São Paulo, 01 dez. 2010.

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 77

Vera Malaguti BatistaDPyC

diriam eles. Como essa constatação não levou nenhum articulista a questionar o caráter em si da operação, e nem os leitores disciplinados? Como conseguimos construir uma blindagem tão forte ao bom senso? Técnicas de neutraliza-ção de que fala Zaffaroni d´après Sykes e Matza. A guerra estava tão naturalizada que os excessos eram recebidos como o que Bush chamou de dano colateral, a morte de civis iraquianos.

Essa cobertura espetaculosa foi sintetizada por José Simão: “E sabe o que a Globo falou pro Bope: PODE INVADIR QUE A GENTE DÁ COBERTURA” e “Policial do BOPE que mata 3 traficantes pode pedir música no Fantástico. E a Globo fez o Ibope do Bope: 88% apóiam ações no Rio...E os corpos dos outros 12% não foram encontrados para opinar. Rarara! Eu já falei que o Bope fechou contrato com a Globo!” A verdade é que a ocupação publicitária juntou os dois eventos: o lançamento de Tropa de Elite e a pacificação são negócios conexos, não é à toa que o inspirador do Capitão Nascimento, o ma-tador limpo e puro, virou âncora, agora alçado à rede nacional, concordando sempre com tudo o que acontece no Rio. A glorificação da polícia de preto e suas caveiras e canções foi sendo construída ao longo do tempo. Em novembro, mesmo mês da Operação, O Globo faz uma série de matérias sobre o lançamento do filme: “Operação de guerra para proteger tropa 2” (33). No Gente Boa (34): “Wagner Moura falou sobre a cena em que espanca um político corrupto, que vem sendo aplaudida nos cinemas: também tive prazer quando bati”.

Na Revista de Domingo do mesmo jornal (35): “Fé no Bope é o nome da matéria sobre o show da banda gospel Tropa de Louvor, formada por policiais evangélicos do Bope”. Na entrevista a Mauro Ventura na revista de domingo do Globo de 10 de outubro de 2010 um ex-capitão do Bope ressalta a importância do filme: “Por causa do filme Tropa de Elite o Bope ficou em evidência. As pessoas queriam ajudar e não sabiam como. Por isso inauguramos um escritório de projetos”.

(33) O Globo, Rio de Janeiro, 07 nov. 2010. Revista de Domingo, p. 38.

(34) O Globo, Rio de Janeiro, 20 nov. 2010. Segundo Caderno, Coluna Gente Boa, p. 5.

(35) O Globo, Rio de Janeiro, 24 out. 2010. Revista de Domingo, p. 22.

Ao falar do personagem que inspirou no filme, o Matias: “Quando me apresentaram o Ramiro, pensei: é parecido comigo. E do nada dei um tapão na cara dele. Era um teste”. O estrategis-ta que organizou o lançamento afirmou que “soubemos criar expectativa” (36). No mesmo Gente Boa (37): “Capitão Nascimento ajuda a ciência”. A farda do filme foi leiloada para cons-truir laboratório em leilão com participação de atores globais. Mauro Ventura (38) entrevista o comandante-geral da PM: “Esse troço de UPP é sensacional. Apontou uns garotos: Era tudo do tráfico, mas nenhum fichado. Usavam cordão de ouro, cabelo amarelinho. Agora, pararam de pintar, tiraram cordão e até o andar mudou. Estão empurrando carrinho de mercado, todos trabalham”. Enfim, a pacificação e a ocupação abriram o caminho para as UPPs que se consti-tuem em ocupações permanentes dessas áreas faveladas, instituindo uma cultura do Estado de polícia que foi arquitetada numa operação militar e publicitária que alavancou o projeto e também o filme que é distribuído pela Globo filmes. Como vimos, no Rio há uma vasta he-gemonia de um grande grupo econômico na gestão do Estado. Na Segurança Pública isto é posto em evidência de uma forma explícita. Fe-chemos com Merval Pereira (39): “Ainda Tropa de Elite:... A política de ocupação das comunida-des carentes foi um marco no atual governo, diz ele (Mauricio Renault, leitor). E, seguindo uma tendência generalizada, compara o secretário de Segurança Pública José Mariano Beltrame ao Capitão Nascimento, que “não retrocederá frente aos inimigos e coloca uma máquina de guerra contra os traficantes”.

A adesão subjetiva ao Estado de polícia contou com adeptos à direita e à esquerda: uma chance única, disse o Senador ex-cara pintada. O minis-tro da Educação emocionou-se ao “ver a polícia do Rio de Janeiro colocar sua própria vida para preservar a ordem publica”. Do Haiti, onde sua lucrativa ONG prospera, Rubem Cesar aprovou a criação da Força de Paz, o uso das Forças Ar-

(36) Folha de São Paulo, São Paulo, 17 out. 20.10, p. E1.

(37) O Globo, Rio de Janeiro, 15 dez. 2010. Segundo Caderno, Coluna Gente Boa, p. 5.

(38) O Globo, Rio de Janeiro, 09 jan. 2011. Revista de Domingo, p. 6.

(39) O Globo, Rio de Janeiro, 27 nov. 2010, p. 4.

78 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

madas em conflitos urbanos desde -claro!- que monitorada por “controle externo”. Enquanto isso os moradores do Alemão contavam ou tentavam contar seus mortos. A OAB-RJ, que já havia se associado à Chacina do Pan (aquela saudada pela Revista Época como inovação no combate ao crime), lançou nota oficial em 24 de novembro de 2010 na qual apresenta “solidariedade e o voto de confiança da OAB-RJ neste momento difícil”. A solidariedade não era com os moradores mas com “os dirigentes da área de Segurança Pública do Estado do Rio de Janeiro”. Não se manifestou sobre a prisão de advogados, nem estava a postos para ajudar a conter excessos, nem contra o conjunto de ilegalidades das operações de busca e apreen-são coletivas postas em prática por essa guerra contra as favelas do Rio de Janeiro. Enquanto o dublê de âncora e capitão Nascimento, Rodrigo Pimentel, saudava no Globo (40) a “mão forte do Estado”, os moradores tentavam se organizar para resistir. Quando Lula vai ao Alemão, no dia 21 de novembro, Jussara Raimunda, moradora e ativista comunitária, afirma: “É como se fosse um toque de recolher. Com isso fica a dúvida: é realmente paz ou apenas saímos de um sistema para cair em outro?” (41). No Globo online, re-produzindo o WikiLeaks (42), o Cônsul dos EUA, em telegramas sigilosos, declara que as UPPs se inspiram nas táticas de contrainsurgência apli-cadas pelos americanos nas guerras do Iraque e do Afeganistão. Para Hearne, “a abordagem do programa de pacificação é uma reminiscência do limpar, manter e construir, a doutrina ame-ricana de contrainsurgência”. Na Folha de São Paulo (43), em entrevista, morador que não quis se identificar: “só o tempo vai dizer se foi bom ou não. Para nós mudou do civil para a farda, mas o fuzil é o mesmo”.

Território pacificado, pobres controlados, campo aberto para o projeto de gestão policial da vida. No domingo (44), O Globo já tem novo logotipo: favela livre. Na página 16, o marketing continua a todo vapor. A manchete é: “UM

(40) O Globo, Rio de Janeiro, 07 dez. 2010, p. 7.

(41) O Globo, Rio de Janeiro, 22 dez. 2010, p. 21.

(42) <http://www.oglobo.com.br>. Acesso em: 07 dez. 2010.

(43) Folha de São Paulo, São Paulo, 29 dez. 2010, p. c5.

(44) O Globo, Rio de Janeiro, 12 dez. 2010.

CLARO OBJETO DE DESEJO: pesquisa mostra alta aprovação das UPPs em favelas, sejam pacificadas ou não”. A pesquisa encomendada pelo jornal lança seus leitores disciplinados às perguntas dirigidas que remetem ao medo, à fé na participação das Forças Armadas, a uma renovada confiança na polícia, enfim tudo aquilo que apenas ratifica a opinião do jornal. O sociólogo que lidera o Instituto afirma sem pejo: “A pesquisa derruba de vez o mito de que as comunidades são contra as forças de segurança. Há claramente um apoio maciço da presença do Estado”. Resultados velozes como a necessidade de consenso pede. A própria Folha (45) afirmou que o “modelo que inspira UPPs do Rio falha em Medellín, na Colômbia”, algo já sabido pelos que não pensam tão rápido como os sociólogos de plantão. No Rio de Janeiro não há espaço para nenhum questionamento. No dia 18 de dezem-bro nosso governador já aparece nas páginas do Globo vendendo seu peixe para empresários de Nova York, “em evento com overbooking de mais de 100 pessoas”. Emocionado por falar num recinto onde já tinham falado Churchill e De Gaulle, as loas prosseguem (p. 20): “nosso maior avanço tem sido a implementação das UPPs, que nos tem permitido retomar territó-rios antes dominados por organizações crimi-nosas”, afirmou Cabral para a platéia em que se destacavam Ivana Trump e Steven Rockefeller. Bom para os negócios é a mensagem que se passa o tempo todo. O empresário Eike Batista participa de doações com carros: “os padrinhos que apostam no sucesso das UPPs” (46). Na mesma matéria duas empresas se dispõem a doar 1.3 milhão. No mesmo jornal (47) cálculos já demonstram ser possível atuar em todas as favelas do Rio. Os políticos fluminenses surfam na onda. Deputados de esquerda propõem au-mento de gastos e o orçamento do Estado que passa a ter a Segurança Pública como segundo lugar em investimentos. O deputado ambien-tal logo propõe as UPPs sócioambientais e em artigo no Globo (48) acentua a identificação da UPP com o filme Tropa de Elite com elogios ao âncora global que inspirou o famigerado Capitão Nascimento. Se a princípio o Secretá-

(45) Folha de São Paulo, São Paulo, 02 jan. 2011, p. c3.

(46) O Globo, Rio de Janeiro, 30 jan. 2010, p. 31.

(47) O Globo, Rio de Janeiro, 13 dez. 2010, p. 10.

(48) O Globo, Rio de Janeiro, 30 out. 2010, p. 7.

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 79

Vera Malaguti BatistaDPyC

rio de Segurança afirmara que a UPP não era apropriada para as comunidades dominadas pelas chamadas milícias (49) o mal estar foi logo desfeito pela inclusão de uma comunidade dominada pela milícia. Parece que a cobertura impede de se questionar a seletividade da esco-lha de centrar as ocupações contra apenas uma das empresas informais do varejo de drogas no Rio. Dessa vez o habitual cálculo econômico não veio à tona, já que é obvio que as outras firmas se favoreceriam. Se pensarmos que a firma-alvo, o CV, tinha como princípio não ne-gociar com a polícia, algumas questões ficam no ar. A principal é: se as UPPs não vão acabar com o tráfico de drogas, a pergunta que fica é quem vai dominar a venda de drogas no Rio de Janeiro? São perguntas que só o tempo, esse implacável detonador de falsos consensos, vai responder. A “fuga de traficantes” para outras regiões também é uma pergunta que não deve ser feita e muito menos respondida a não ser com promessas de um Estado todo ocupado pela polícia, o Estado de polícia.

Sobre o caráter econômico que abordamos aci-ma, é importante frisar que existe hoje no Rio de Janeiro uma tal mistura entre interesses públicos e privados que vão muito além do projeto de pri-vataria do neoliberalismo. É como se se houvesse perdido mesmo o sentido de políticas públicas ou interesses coletivos. Não há aquele sentido republicano de Estado, mas uma submissão e dependência direta dos interesses privados que se entrelaçam com o Executivo, o Legislativo e o Judiciário de forma simbiótica: as resistências são isoladas e heróicas dentro da máquina pública. Alguns exemplos aparecem após as ocupações: “ALEMÃO EM 3D: o primeiro cinema 3d numa favela será inaugurado na Semana do Natal no Complexo do Alemão. O filme programado é Tron, o legado, dos estúdios Disney. O Cine Ca-rioca terá poltronas de couro e som digital. O in-gresso vai custar R$4” (50). “PMs fecham central clandestina de tv a cabo no Alemão” (51). Nessa mesma matéria, além da fiscalização a serviço das empresas de tv a cabo, bancos instalam agências e são anunciados curso de barman, camareira e

(49) Folha de São Paulo, São Paulo, 12 dez. 2010, p. c4.

(50) O Globo, Rio de Janeiro, 12 dez. 2010. Revista de Domingo, p. 5.

(51) O Globo, Rio de Janeiro, 09 dez. 2010, p. 14.

garçom, exatamente as ocupações que empre-gam as populações residentes, nenhum grande salto para a frente. “Choque no Alemão-A Ordem Pública dará choque de legalidade no Alemão. O Complexo tem 7000 pontos comerciais: todos irregulares” (52). “Light prevê lucrar com favelas sem gatos” (53). Quando a Light era pública e não lançava bueiros pelos ares, havia uma Diretoria de favelas que administrava um custo social com as Associações de Moradores de favelas. Dentro da série do Globo Favela Livre (54) temos: “Livres do tráfico de drogas, comunidades passam a re-ceber iniciativas que racionalizam o consumo de energia”. Ou seja, as estratégias de sobrevivência dos pobres nesse capitalismo enlouquecido são invadidas por uma gestão policial a serviço de grandes conglomerados privados. Houve um tempo da minha vida em que trabalhei, nos anos 80, no serviço público desenvolvendo estratégias de fortalecimento do chamado setor informal, na perspectiva de fortalecê-lo e integrá-lo à economia formal. Agora essa economia local é ocupada a serviço das grandes empresas “só-cias” do governo. Na pacificação da Mangueira foram derrubados todos os quiosques das tias que abasteciam os frequentadores da quadra da escola de samba com seus quitutes populares. Agora, o que virá?

Tudo isso nos leva ao ponto final do que eu chamo de gestão policial da vida, imposta aos pobres em seu cotidiano, comprovando aquelas teses, como a de Loic Wacquant, que apontam o deslocamento da atenção social do Estado para uma gestão penal da pobreza. Nunca a expressão de Edson Passetti se adequou tanto à realidade dos bairros pobres e favelas: o controle a céu aberto, naquela perspectiva do estado de exceção de Agamben. A idéia de “campo”, área de controle penal total sobre o cotidiano de seus moradores, agora tutelados em todos os aspectos diretamente pela polícia. Tendo a pacificação do Alemão como ato simbólico de um projeto de cidade, a mídia carioca investiu ardilosamente na policização da vida em seus mínimos detalhes, tendo o BOPE como o grande

(52) O Globo, Rio de Janeiro, 30 nov. 2010. Segundo Caderno, p. 5.

(53) Folha de São Paulo, São Paulo, 27 dez. 2010, p.b 12.

(54) O Globo, Rio de Janeiro, 19 dez. 2010, p. 19.

80 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

timoneiro. “No tatame dos Caveiras” trata da aula de ginástica para senhoras de comunidade “pacificada” (essa na gestão do Luis Eduardo Soares) de Tavares Bastos:

“Ao primeiro grito de ATENÇÃO, TROPA!, o burburinho termina. Em seguida uma turma de mulheres deixa a fofoca para tomar conta do tatame, encostado em uma parede com a caveira símbolo do Bope. Com idades entre 46 e 76 anos… mostram no muque que fazem parte da tropa de elite” (55).

Para demonstrar como a polícia faz bem, a ma-téria mostra a mudança na vida dessas mulheres: emagreceram, abandonaram remédios e agora exibem auto-confiança e saúde...

No treinamento na praia da Urca… elas repe-tem palavras ditas pelos PMs: Caveira, caveira, pedaço de osso seco, desejo de muitos e privilégio de poucos. No Gente Boa (56): “Um caveirão e policiais do Bope participaram do estande de suplementos na feira de esportes que acabou ontem no Pier. A marca se apresentava como patrocinadora oficial da tropa de elite. O Bope diz que participou em troca de suplementos. O blindado russo ainda não opera no Rio”. Sempre no Globo temos numa primeira página uma foto com a chamada Novos tempos na Favela: “par-ticipantes do Desafio da Paz percorrem a trilha que foi usada, há seis meses, pelos bandidos em fuga na ocupação policial da Vila Cruzeiro” (57). De novo no indefectível Gente Boa: “POLÍCIA INSPIRADORA. O ex-capitão Paulo Storani do BOPE vai dar palestras motivacionais aos lojistas do BarraShopping. Vai mostrar como a realidade daquele batalhão pode ser aplicada às vendas, trazendo mais foco, compromisso e necessidade de entrosamento entre as equipes. Storani é um dos militares inspiradores do Capitão Nasci-mento, do filme Tropa de Elite”. Ser ou ter sido do Bope é tudo de bom. Estar perto dos caveiras é uma espécie de febre, religião ou auto-ajuda: cura, ajuda nos negócios, só não traz o amor em três dias... (58) A pertinência do Estado de polícia invade o mundo acadêmico. A Casa do Saber

(55) O Globo, Rio de Janeiro, 18 jul. 2011, p. 14.

(56) O Globo, Rio de Janeiro, 17 jul. 2011. Segundo Caderno, Coluna Gente Boa, p. 5.

(57) O Globo, Rio de Janeiro, 16 mai. 2011.

(58) O Globo, Rio de Janeiro, 20 mar. 2011, p. 5.

oferece entre seus cursos, que vão da filosofia de Benjamin ao poder do rock dos anos 70, “A ética do combate ao crime organizado no Rio”, ditado pelo coronel ex-Bope, atual comandante. No Carnaval também só deu Bope. A primeira página do Globo (59) mostrou a ala dos 270 ritmistas fantasiados de soldados do Bope do Salgueiro fazendo referência ao filme Tropa de Elite. Por uma ironia do destino, “o Salgueiro vinha bem até que o King Kong gigantesco empacou na Sapucaí”, um colossal mico. Curiosamente, os ritmistas fardados não podiam voltar para casa fardados. No Natal os caveiras também bomba-ram. Na Revista de Domingo (60) a matéria foi: Caveirão tipo exportação “alvo de controvérsia, a réplica em miniatura do blindado do Bope é sucesso de vendas por aqui”. Gente Boa (61), O Globo: “PAPAI NOEL CAVEIRA: por baixo da roupa vermelha e branca, o Papai Noel do Sho-pping Tijuca usará este ano o uniforme do Bope. Um dos caveiras foi contratado para se vestir de bom velhinho e descer de rapel no shopping”. Já na coluna do Anselmo (62): “TROPINHA DE ELITE: A grife carioca Lé Cré criou uma linha de roupinhas inspiradas no… Bope”. O mais macabro entretanto foi o Natal em si. A primeira página do Globo (63) tem como chamada PAPAI NOEL BLINDADO, com uma foto do Secretário de Segurança e do chefe de polícia (este caído em desgraça depois de Serra Pelada) distribuindo brinquedos para as crianças de Vila Cruzeiro de dentro do Caveirão. Foi a “operação Papai Noel”, talvez para introjetar nas almas infantis a asso-ciação entre punir dolorosamente e premiar, uma espécie de educação afetiva. Na série natalina, na coluna do Anselmo (64) aparece um retrato do Secretário de Segurança com o gorro do bom velhinho. A chamada é: “Papai Beltrame Noel”. O reveillón também foi simbólico, passado numa favela pacificada, o Morro da Babilônia. Vejam

(59) O Globo, Rio de Janeiro, 08 mar. 2011.

(60) O Globo, Rio de Janeiro, 19 dez. 2010. Revista de Domingo, pp. 24-25.

(61) O Globo, Rio de Janeiro, 08 nov. 2010. Segundo Caderno, Coluna Gente Boa, p. 5.

(62) O Globo, Rio de Janeiro, 19 dez. 2010. Coluna Ancelmo Gois, p. 26.

(63) O Globo, Rio de Janeiro O Globo, 30 dez. 2011.

(64) O Globo, Rio de Janeiro, 25 dez. 2010. Coluna Ancelmo Gois, p. 14.

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 81

Vera Malaguti BatistaDPyC

o que diz o Gente Boa (65): “UPP de Reveillón – Comandantes das UPPs do Cantagalo, do Chapéu Mangueira e do Tabajaras foram convidados por Bruno Chateaubriand para sua festa de Reveillón, no Leme, frequentada por famosos. ‘Este ano não há ninguém mais celebridade do que eles’, diz Bruno”. Nada mais preciso do que o comentário do socialite, utilizando a categoria de celebridade e associando-a à UPP. Num Gente Boa ante-rior (66): “Alçado à condição de celebridade, o Secretário de Segurança mal podia circular entre os convidados da área vip (show do Rei Roberto em Copa), uma fila de fãs se formou perto de José Beltrame e de sua mulher que ouviu de uma das moças ‘parabéns pelo seu marido, isso é que é homem!’ O secretário também foi chamado de o ‘único cara valente da cidade’, o maior herói que o Rio já teve, o homem que botou os bandidos para correr e é o nosso Batman, só que o Batmóvel dele é o Caveirão (...). Diz achar o assédio um bálsamo, um alento”. No mesmo Gente Boa (67): “O MUSO BELTRAME-o secretário José Beltrame, depois de ganhar todos os prêmios de 2010, vira 2011 com mais um. Foi eleito muso gay pela revista S!, de cultura e direitos humanos, da comunidade LGBT por seu trabalho de solidificação da paz”. Tanto sucesso fez com que a antropóloga Mirian Goldenberg produzisse uma explicação científi-ca: “A atração das mulheres por fortões do Bope, as Maria coturno, está ligada não só ao físico dos policiais, tem a ver com a credibilidade que eles voltaram a ter… homens com masculinidade viril e evidente sempre as atraíram, mas o fato de serem corruptos causava repulsa”, pontificou a especialista (68).

A tessitura do esplendor a que se referia Fou-cault, com o passar do tempo soa ridícula mas produziu um consenso violento e neutralizador de qualquer possibilidade de crítica: “FESTA DAS LUZES – o rabino Yeosshua B. Goldman, da congregação Beit Lubavitch, compara o início do Chanuká, hoje, com a tomada do Alemão: ‘celebramos a libertação de Jerusalém pela ação

(65) O Globo, Rio de Janeiro, 31 dez. 2010. Segundo Caderno, Coluna Gente Boa, p. 3.

(66) O Globo, Rio de Janeiro, 27 dez. 2010. Segundo Caderno, Coluna Gente Boa, p. 5.

(67) O Globo, Rio de Janeiro, 20 jan. 2010. Segundo Caderno, Coluna Gente Boa, p. 5.

(68) O Globo, Rio de Janeiro, 10 dez. 2010. Segundo Caderno, Coluna Gente Boa, p. 5.

heróica dos macabeus e vemos no Rio como um grupo determinado pode prevalecer contra as forças do mal’ (69)”. Para coroar o esplendor do Estado de polícia o articulista da Folha Luiz Fe-lipe Pondé fala sobre a “democracia da caveira” (ver-se representado no Capitão Nascimento não é pecado de gente reacionária, diz ele): “o Bope representa aqui os direitos humanos da gente comum. Só intelectual gosta de bandido. Sim, considero o Capitão Nascimento o primeiro he-rói produzido pelo cinema brasileiro, para além das tentativas infantis e entediantes de nos fazer engolir goela abaixo bandidos, guerrilheiros de esquerda, drogados, prostitutas e cangaceiros como heróis” (70); “basta de papo furado, deve-mos ter escola, saúde, justiça e faca na caveira”, completa o articulista, revelando mais uma vez as relações íntrínsecas entre o filme e a operação pacificadora.

Olhando a cobertura e a associação da grande mídia podemos compreender melhor a expres-são esplendor, já que produziu-se verdadei-ramente um esplendor, uma aura mágica em torno da polícia e mais especialmente com os camisas–pretas, os caveiras. Para a configuração do Estado de polícia esse esplendor é necessário. Nesses anos todos de reflexão sobre a questão criminal eu já tinha me dado conta da necessi-dade de manter um inimigo à mão na passagem da ditadura para essa democracia formal em que vivemos. Constatei também a importância do medo para o disciplinamento dos pobres no capitalismo de barbárie. Falei anteriormente do deslocamento de uma naturalização da trucu-lência policial para o seu elogio; isso é o mais assustador dos tempos em que vivemos. Frisei também que os homens policiais são, junto com seus irmãos pobres, as principais vítimas desse processo de brutalização, sempre atirados à pró-pria sorte, com salários indignos, desprotegidos dos efeitos que suas funções acarretam. Mas podemos ter uma pequena mostra dos efeitos dessa inculcação no imaginário coletivo, nesse grande dispositivo de subjetivações. O estado de polícia espraia-se para todas as áreas além da criminal. “A PACIFICAÇÃO A SERVIÇO DA EDUCAÇÃO: crianças se divertem no Urutu, o

(69) O Globo, Rio de Janeiro, 01 dez. 2010. Segundo Caderno, Coluna Gente Boa, p. 5.

(70) Folha de São Paulo, São Paulo, 6 dez. 2010, p. 9.

82 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

blindado do Exército, empregado na colônia de férias da Força de Pacificação do Morro do Alemão. Idealizada pelas Forças Armadas, a colônia de férias que termina hoje reuniu 320 crianças selecionadas por suas boas notas na escola. Elas participaram de atividades espor-tivas e culturais” (71); temos aqui a pedagogia da ocupação, para onde terão ido os que não tiraram boas notas? Outro sinal dos tempos: PROMOTORIA PEDE SUSPENSÃO DE GUARDA MIRIM COM ESTILO MILITAR: “O Ministério Público Federal de Santa Catarina pediu a sus-pensão das atividades de uma guarda mirim onde adolescentes formam esquadrões, dão ordens de acordo com uma hierarquia, pintam o rosto como militares e usam uniformes com símbolos semelhantes aos do Bope” (72).

Numa outra vertente da expansão da polici-zação da vida: “UNIDADES DE POLÍCIA CON-CILIADORA: treinados na Justiça, PMs de UPPs substituem tribunais do tráfico e fazem mediação de conflitos… Atividade ajuda a desafogar o Judiciário” afirma a matéria (73). A ocupação também vai executar as funções do Judiciário diretamente pela polícia, sem intermediários. O meio ambiente também avança pela polici-zação: “ONDA VERDE CHEGA ÀS UNIDADES PACIFICADORAS: projeto do Estado prevê in-vestimento de 6 milhões em projetos ambientais nas comunidades livres do tráfico…promessas vão do Guandu limpo ao fim dos lixões” (74). Essa onda verde logo chegou aos agentes que trabalham na proteção de parques nacionais no Brasil, que “ganharam um esforço inusitado: kits com gás lacrimogêneo, spray de pimenta e balas de borracha” (75).

Ocupação é cultura! “PONTOS DE CULTURA E DE PAZ; EM SEU PRIMEIRO ATO PÚBLICO A MINISTRA ANA DE HOLLANDA VISITA O COMPLEXO DO ALEMÃO NA COMPANHIA DE ANTONIO GRASSI” (76). No Rio Show, caderno

(71) O Globo, Rio de Janeiro, 22 jul. 2011, p. 2.

(72) Folha de São Paulo, São Paulo, 19 jul. 2011, p.c 5.

(73) O Globo, Rio de Janeiro, 13 fev. 2011, p. 17.

(74) O Globo, Rio de Janeiro, 02 jan. 2011, p. 31.

(75) Folha de São Paulo, São Paulo, 07 ago. 2011, p.c 9.

(76) O Globo, Rio de Janeiro,11 jan. 2011. Segundo Caderno, p. 10.

de programação cultural do Globo (77): “UPP COM SABOR: um garimpo mostra o que há de mais gostoso nos cardápios dos morros cariocas”. Resumindo, a ocupação é uma espécie de sopa de pedra, como a de Pedro Malasartes, aguen-tem as mortes, as balas perdidas, as invasões de domicílio, as revistas para entrar e sair de casa, a demolição de lares pelos blindados…o melhor está por vir! A prefeitura do Rio já estava comple-tamente aderida ao pacote. O Rio de Janeiro hoje é um permanente choque de ordem. Não há po-bres desordenando as ruas. Temos a ocupação de todos os tipos de empresas transnacionais na rua, mas nada de pequenos negócios informais, co-midinhas populares, artesanatos, música e teatro de rua. O carnaval de rua, que havia voltado com toda a força, hoje é tutelado: “ORGANIZAÇÃO DA FOLIA TERÁ ATÉ MOCHILA ESPIÔ (78). As ruas têm também o “carro espião” (79). As metáforas dos equipamentos bélicos agora fazem parte da nova paisagem urbana. Recolher é acolher. São esses os efeitos do esplendor: “O MANTO DO CAPITÃO: a farda do Capitão Nascimento, ar-rematada em leilão no Palácio da Cidade por 14 mil, ficará exposta a partir dos próximos dias nas Casas Casadas, em Laranjeiras. É ali que funciona a Rio Filme” (80).

Mas aqui e ali vazam as coisas. A ministra da Cultura subiu o Alemão cercada de agentes e os ritmistas do Salgueiro que tiveram que vestir a farda do Bope temiam por suas vidas nas áreas não pacificadas (81). Na Revista de Domin-go (82): “Ocupada pelo Bope há sete semanas, na primeira etapa do que será a 18ª UPP, a Man-gueira ainda tenta se entender na nova ordem. A quadra, onde aos sábados acontecem as primei-ras eliminatórias de samba-enredo para 2012, anda mais vazia do que de costume. Enquanto espera a chegada de turistas e investimentos, o povo do morro olha cabreiro para os policiais que fizeram desaparecer a ditadura armada dos traficantes. O cenário na Rua Visconde de

(77) O Globo, Rio de Janeiro, 14 jan. 2011. Revista Rio Show.

(78) O Globo, Rio de Janeiro, 12 fev. 2011, p. 32.

(79) O Globo, Rio de Janeiro, 01 jan. 2011, p. 21.

(80) O Globo, Rio de Janeiro, 22 jan. 2011. Segundo Caderno, Coluna Gente Boa, p. 5.

(81) O Globo, Rio de Janeiro, 05 fev. 2011, p. 23.

(82) O Globo, Rio de Janeiro, 07 ago. 2011, p. 29.

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 83

Vera Malaguti BatistaDPyC

Niterói, nas franjas da favela é melancólico, com os escombros dos antigos quiosques que jazem sob o viaduto”.

Retomando a idéia de que a segurança reside fora de seu próprio paradigma, reside na gestão coletiva de projetos de vida, incluindo transpor-tes, saúde, educação, saneamento, cultura, lazer, esporte. Não é a segurança pública, no sentido policialesco, que nos fará seguros. Voltemos a pensar nossas cidades, suas memórias, o palco onde forças se encontram, se enfrentam e se juntam para produzir novas formas de convi-vência, harmonia, apoio e alegria. Para mostrar minha imparcialidade científica vou citar um debate introduzido no Caderno Prosa e Verso do Globo (83), aonde Ana Luiza Nobre descreve “GUERRA E PAZ NO ELEVADOR: a distância que a ligação entre o Cantagalo e Ipanema não diminuiu”. Ela analisa arquitetonicamente o Mirante da Paz, associado à pacificação e à UPP do Cantagalo:

“O mirante é um espaço circular…através dos vidros blindados pode-se quase tocar a favela, agora pacificada e significativamente rebatizada como comunidade. Mas ao invés de se sentir no centro da ação, envolvido por ela, como no sistema pictórico disseminado nos séculos XIII e XIX, o visitante se vê estranhamente encerrado numa bolha suspensa que o mantém à distância de tudo ao redor, e meio anestesiado... Enfim, o Cantagalo está em paz e a guerra agora é noutro lugar: na Linha Vermelha, na Penha, na Tijuca, mas não em Ipanema. Aqui o elevador, com seu impulso ascendente e o luxo das suas instalações, venceu a estratificação social implícita na ocupa-ção territorial da cidade. Junto com o mirante, o elevador opera sobre o imaginário, alardeando e simbolizando, em escala monumental, o êxito da atual política de segurança pública no Rio, em que -pelo menos até poucos dias atrás- a visão de conflito foi substituída pela visão de harmonia e pacificação.

No entanto, o conjunto elevador+mirante (ironicamente batizado de Complexo Rubem Braga, em homenagem ao cronista mais sensí-vel aos espaços da cidade) demonstra também a fragilidade das intervenções arquitetônicas

(83) O Globo, Rio de Janeiro, 04 dez. 2011. Caderno Prosa e Verso, p. 6.

destinadas a promover a integração entre extre-mos da cidade. O caráter ostensivo da estrutura mostra uma correspondência muito maior com as operações identificadas com uma política de segurança violenta e ineficaz que com a renova-ção que se quer sustentar. Com a agressividade de quem desconhece -ou despreza- o ambiente da favela, com as suas miudezas de escala, sua riqueza de espaços e suas práticas culturais e sociais, a estrutura lança-se brutalmente sobre o meio físico e social que encontra pela fren- te, sem buscar qualquer permutação com ele. Ele-vador panorâmico com piso de granito, estrutura metálica de cores vistosas e dimensões colossais, grades por todos os lados: tudo é indelicado, grosseiro, desproposital.

É claro que a comunidade do Cantagalo -esti-mada em cerca de 10 mil pessoas- se beneficia do dispositivo ali instalado: é infinitamente mais cômodo e rápido subir e descer o morro com o auxílio de uma máquina que a pé, sobretudo nos dias de chuva. E além disso, o elevador oferece acesso direto ao metrô, o que por si só já facilita bastante o deslocamento pela cidade. Mas ao criar uma bolha suspensa e isolada, de estru-tura truculenta e hostil à realidade em que se insere, a arquitetura mais alimenta que reduz a desigualdade, e faz com que a espetacularização da miséria se sobreponha ao enfrentamento efetivo dos problemas fundamentais da cidade. Materializada na bolha mirante-panóptico, a incomunicabilidade permanece. E o paradoxo da paz armada, enfim, encontra na arquitetura sua mais perfeita tradução” (84).

Em outra edição de Prosa e Verso (85) há um longo e substancial debate sobre a cidade e os mega eventos esportivos. Carlos Vainer critica o modelo de marketing urbano que silencia a diversidade local e as consequências da lógica-empresa criando o que ele chama de cidade de exceção. Paulo Thiago de Mello afirma que a cidade está sendo transformada em commodity com um processo de aburguesamento que tem como consequência dramática “a transformação

(84) NOBRE, Ana Luiza, professora de arquitetura e urbanismo da PUC-Rio, co-organizadora de “Um modo de ser moderno – Lucio Costa e a crítica contemporânea”, O Globo, Rio de Janeiro, 04 dez. 2010. Caderno Prosa e Verso, p. 6.

(85) O Globo, Rio de Janeiro, 06 ago. 2011.

84 • Derecho Penal y Criminología - AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011

DOctRINADPyC CRIMINOlOgíA

da vida nos bairros, sobretudo por meio de um processo de substituição de populações, em que os moradores mais antigos vão deixando áreas residenciais tradicionais, expulsos pelo custo de vida…” Sérgio Bruno Martins fala da favela trazida à vista para que não a enxerguemos, que ele chama de um panorama da visualidade dócil, uma paisagem que se sobrepõe aos conflitos urbanos: “a redução da favela a uma questão meramente paisagística exclui a dimensão de suas relações sociais e, o que é mais importante, o pertencimento destas à geografia social do Rio de Janeiro”. Raquel Rolnik, relatora especial da ONU para o Direito à Moradia Adequada de-nuncia o processo violento e ilegal de remoções e as acusações que tem recebido por atrapalhar a organização dos eventos.

Temos que entender essa transformação da cidade em commodity, cidade-empresa a ser vendida na bolsa de imagens urbanas na disputa desse capital fugaz. O projeto das UPPs faz parte desse projeto de cidade que precisa aparecer como único, necessário, imprescindível, um uníssono que precisa muito do esplendor do Estado de polícia com seus símbolos: quem pacifica são os caveiras de camisa preta. As fa-lhas ou inconsequências, as mortes e violências só aparecem nas entrelinhas; na Folha de São Paulo (86), “Corregedoria apura denúncia de que PMs que atuam nas unidades pacificadoras estão adotando práticas de milícia”. Creio que o próprio sentido de ocupação e gestão policial da vida nos remete à semelhança do que se fala das mílicias, exatamente no controle hierarquizado e militarizado da vida dos pobres, só sai o gatonet para entrar a própria net… No Globo (87), dados do Índice de Desenvolvimento da Educação do Rio, divulgado pela Secretaria de Educação do município, revelam: “Nesse universo, entre os colégios em áreas onde há UPPs consolidadas, 7 (53%) atingiram a meta. Nas áreas sem UPP, de 138 escolas, 84 (60%) atingiram”. Não é um dado a ser trazido ao debate.

Para concluirmos essa reflexão, podemos ob-servar que essas técnicas de ocupação presentes no paradigma da guerra têm limitações crônicas. O maior exemplo disso é o fracasso retumbante

(86) Folha de São Paulo, São Paulo, 03 mai. 2011, p.c 3.

(87) O Globo, Rio de Janeiro, 14 mai. 2011, p. 19.

da cruzada contra as drogas. A escalada no Rio de Janeiro apresenta um novo fracasso ao elenco original: a chegada do crack, que era proibida pela principal empresa varejista do setor, a que está derrotada pelas UPPs. E o pior, essa tragédia não faz com que se questione a política criminal com derramamento de sangue, mas serve para legitimar vergonhosamente o recolhimento compulsório da população de rua que mancha a nossa paisagem e desfaz a mística Zé Carioca tão necessária ao capital desportivo (88). A gestão cotidiana dos pequenos gestos, do ir e vir, do lazer, enfim da vida dos pobres no Rio de Janeiro é parte desse grande movimento econômico, político e estratégico da nossa cidade. O funk é proibido de ser escutado e seus bailes, paixão da juventude, não podem acontecer nas áreas pacificadas. Essa ocupação do capital sobre as políticas públicas fez com que o atual secretário de Segurança, em avaliação recente, exclusiva para O Globo, reconhecesse a limitação efe-tiva das UPPs sem os famosos investimentos sociais, aqueles que estão por vir. Perguntado sobre a questão ele responde que pede “a eles”, nomeadamente o governador, a Firjan e o Eike Batista.

Encerrando os exemplos:

“Áreas pacificadas têm morte e ataques a PMs.

Policiais sofrem agressões no Turano e no São Carlos; motorista de táxi é assassinado após roubo no Alemão.

O presidente da Associação de Moradores do Morro do Turano, Gilson Rodrigues, disse que a população está revoltada porque os bailes têm hora para acabar.

- Desde a implantação da UPP, em setembro do ano passado, a população está vivendo oprimida. O lazer não está liberado. Se a comunidade está pacificada porque o baile não pode ocorrer? – perguntou Gilson.

O comandante das UPPs, coronel Robson Ro-drigues, não relaciona os três ataques:

(88) Cf. Tecnologias do Governo das Ruas. Hypomne-mata 135, Boletim Eletrônico mensal do NU-SOL – Núcleo de Sociabilidade Libertária do Programa de Estudos Pós-Graduados em Ciências Sociais da PUC-SP, nº 135, julho de 2011.

AÑO I • Nº 2 • OctuBRE 2011 - Derecho Penal y Criminología • 85

Vera Malaguti BatistaDPyC

- No Turano, o conflito faz parte de um processo de reeducação dos moradores para uma nova ordem. Já no São Carlos, onde a última UPP foi implantada, ainda há resistência” (89).

É esse o esplendor do Estado de polícia, esse conjunto de projetos que dominam a cidade: ree-ducar para a nova ordem. O que é a nova ordem? Talvez aquilo que Gizlene Neder denomina de obediência cadavérica, uma concepção de cidade e de polícia que se ancora nas nossas fantasias e

(89) O Globo, Rio de Janeiro, 16 ago. 2011, p. 13.

alegorias de controle total das nossas matrizes inquisitoriais ibéricas. (90)

Se as UPPs fossem um projeto de vanguarda, com certeza a governamentalidade carioca, a nível municipal e estadual, trataria de implantá-las no Leblon ou na Barra da Tijuca, aonde refulge e se concentra o esplendor do capitalismo de barbárie na cidade de São Sebastião do Rio de Janeiro. u

(90) NEDER, Gizlene. Iluminismo jurídico-penal luso-brasileiro: obediência e submissão. Rio de Janeiro: Revan, 2007.