tesis doctoral escola (2000)
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Tecnología Lítica y Sociedades Agropastoriles Tempranas
Patricia S. Escola
Director: Dr. Daniel E. Olivera
Tesis para Optar al Grado de Doctor en Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires
2000
ii
INDICE GENERAL
Página
INDICE DE FIGURAS1 iii INDICE DE TABLAS v AGRADECIMIENTOS vii
INTRODUCCIÓN 1 CAPITULO I. ORGANIZACIÓN TECNOLÓGICA Y VARIABILIDAD 5
Estrategias Tecnológicas 8 Elementos de Diseño 13 Algo Más sobre Expeditividad 17 Movilidad, Materias Primas y Riesgo 22
CAPITULO II. MODELOS Y PROBLEMAS A CONSIDERAR 25
Microregión y Microambientes: Situación Geográfica y Ambiental 25 Fondo de Cuenca 30 Sectores Intermedios 31 Quebradas de Altura 31
El Modelo del Sedentarismo Dinámico 32 La Dialéctica Agro-Pastoril: Problemas y Riesgos a Considerar 40
CAPITULO III. METODOLOGIA: EN EL CAMPO Y EN EL LABORATORIO 52
En el Campo 52 En el Laboratorio 59
CAPITULO IV. RECURSOS LITICOS 64 Aspectos geológicos y Litológicos Relevantes de la Región 65 Materias Primas y Fuentes de Aprovisionamiento 72
Fondo de Cuenca de Antofagasta de la Sierra 73 Quebradas de Altura 84
Microregión del Salar de Antofalla 91
CAPITULO V. REGISTRO ARTEFACTUAL: LOS INSTRUMENTOS 117 Casa Chavez Montículos: Montículo 1 117
Aprovechamiento de Materias Primas 119 Extracción de la Forma Base 121 Artefactos Formatizados 126 Artefactos No Formatizados 149
Real Grande 1 154 Aprovechamiento de Materias Primas 155 Extracción de la Forma Base 156
1 El tratamiento y procesamiento de todas las imágenes y gráficos incorporados a este trabajo ha sido realizado por Jorge M. Reales.
iii
Artefactos Formatizados y No Formatizados 161 CAPITULO VI. REGISTRO ARTEFACTUAL : LOS DESECHOS DE TALLA 175
Casa Chavez Montículos : Montículo 1 175 Materias Primas Utilizadas 176 Estados de Fragmentación 180
Tamaños y Módulos Dimensionales 184 Origen de las Extracciones 192 Talones y Atributos Asociados al Mismo 197
Real Grande 1 202 Materias Primas Utilizadas 202 Estados de Fragmentación 206 Tamaños y Módulos Dimensionales 210 Origen de las Extracciones 218 Talones y Atributos Asociados al Mismo 224
CAPITULO VII. DISCUSION Y EVALUACION FINAL 230
Explotación de Recursos Locales y No Locales 230 Trayectorias de Producción Lítica 236 Estrategias Tecnológicas 255 A Manera de Conclusión 263
APENDICE 266 BIBLIOGRAFIA 289
iv
INDICE DE FIGURAS
Figura Página
1. Micreoregiones en Estudio y Sectores Microambientales de la Cuenca de Antofagasta de la Sierra 27
2. Distribución de Estructuras Monticulares. Casa Chavez Montículos 53 3. Relevamiento Planimétrico. Real Grande 1 57 4. Mapa Geológico. Sector de Puna Austral 66 5. Localización de Fuentes de Aprovisionamiento.
Cuarcita, Basalto Var. X, A y C, Opalo, Onix 74 6. Localización de Concentraciones, Puntos de Dispersión y Unidades de Muestreo. 75
Fuente de Aprovisionamiento de Cuarcita 7. Núcleos y Lascas. Concentración 11. 76
Fuente de Aprovisionamiento de Cuarcita 8. Depósito Primario. Vista General.
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Var. X 80 9. Concentración 1. Vista General.
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Var. A 82 10a. Concentración 1. Localización de Cuadrantes y Sectores.
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Var. A 85 10b. Concentración 1. Distribución de Artefactos Líticos (Sector 2)
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Var. A 85 11. Afloramientos, Vista General.
Fuente de Aprovisionamiento de Onix 86 12. Nódulos. Vista General
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Var. C. 87 13. Localización de Fuentes de Aprovisionamiento.
Basalto Var. 1, Vidrio Volcánico 1 y 2 89 14. Localización de Fuentes de Obsidiana. Ona - Las Cuevas 92 15. Sector 1 y Estructura 1 al Pie. Vista General. 94
Fuente de Aprovisionamiento de Obsidiana (Ona) 16. Sectores y Estructuras Relevadas. Afloramiento Ona 95 17. Diagrama Bivariado de Concentraciones Elementales - Hf y Cs 104 18. Diagrama Bivariado de Concentraciones Elementales - Th y Rb 104 19. Dendrograma de los Artefactos de Obsidiana. Montículo 1 108 20. Diagrama Bivariado de Concentraciones Elementales - Zr y Sr 108 21. Componentes Principales para Muestras de Fuente y Artefactos 110 22. Diagrama Bivariado de Concentraciones Elementales - Fe y Ba 114 23. Diagrama Bivariado de Concentraciones Elementales - La y Hf 114 24. Distribución de Materias Primas. Montículo 1 120 25. Distribución de Formas Base. Montículo 1 124 26. Formas Base por Materia Prima. Montículo 1 125 27. Distribución de Módulos Longitud-Anchura. Montículo 1 126 28. Artefactos Formatizados. Distribución de Tamaños. Montículo 1 128 29. Artefactos Formatizados. Tamaños por Materia Prima. Montículo 1 129 30. Artefactos Formatizados. Distribución de Series Técnicas.Montículo 1 130 31. Artefactos Formatizados. Formas Base por Materia Prima. Montículo 1 132 32. Grandes Lascas con Retoque (Cara A) 135 33. Grandes Lascas con Retoque (Cara B) 135
v
34. Palas y/o Azadas 139 35. Palas y/o Azadas 140 36. Formas de Fracturas 142 37. Puntas de Proyectil Pedunculadas 145 38. Puntas de Proyectil Apedunculadas 146 39. Preformas 148 40. Artefactos No Formatizados. Distribución de Tamaños. Montículo 1 150 41. Artefactos No Formatizados. Tamaños por Materia Prima. Montículo 1 151 42. Artefactos No Formatizados. Formas Base por Materia Prima. Montículo 1 151 43. Distribución de Materias Primas. Real Grande 1 155 44. Distribución de Formas Base. Real Grande 1 158 45. Formas Base por Materia Prima. Real Grande 1 159 46. Distribución de Módulos Longitud-Anchura. Real Grande 1 161 47. Distribución de Tamaños. Real Grande 1 163 48. Tamaños por Materia Prima. Real Grande 1 164 49. Distribución de Series Técnicas. Real Grande 1 165 50. Puntas de Proyectil Pedunculadas 170 51. Puntas de Proyectil Apedunculadas. Base Escotada. 171 52. Puntas de Proyectil. Apedunculadas y con Pedúnculo Esbozado 173 53. Distribución de Materias Primas. Montículo 1 177 54. Estado de Fragmentación. Montículo 1 180 55. Estado por Materia Prima. Montículo 1 181 56. Distribución de Tamaños. Montículo 1 185 57. Tamaños por Materia Prima. Montículo 1 185 58. Distribución de Módulos Longitud-Anchura. Montículo 1 187 59. Origen de las Extracciones. Montículo 1 192 60. Tipos de Desecho por Materia Prima. Montículo 1 193 61. Tipos de Desecho por Tamaño. Montículo 1 195 62. Distribución de Formas de Talones. Montículo 1 197 63. Formas de Talón por Materia Prima. Montículo 1 199 64. Regularización del Frente de Extracción. Montículo 1 201 65. Distribución de Materias Primas. Real Grande 1 203 66. Estado de Fragmentación. Real Grande 1 207 67. Estado por Materia Prima. Real Grande 1 208 68. Distribución de Tamaños. Real Grande 1 210 69. Tamaños por Materia Prima. Real Grande 1 211 70. Distribución de Módulos Longitud-Anchura. Real Grande 1 213 71. Origen de las Extracciones. Real Grande 1 219 72. Tipos de Desecho por Materia Prima. Real Grande 1 220 73. Tipos de Desecho por Tamaño. Real Grande 1 221 74. Distribución de Formas de Talones. Real Grande 1 225 75. Formas de Talón por Materia Prima. Real Grande 1 226 76. Regularización del Frente de Extracción. Real Grande 1 228 77. Trayectorias de Producción. Basalto Var. A y Obsidiana 237 78. Trayectorias de Producción. Cuarcita y Basalto Var. 1 246
vi
INDICE DE TABLAS
Tabla Página 1. Fechados Radiocarbónicos. Casa Chavez Montículos 55 2. Fechados Radiocarbónicos. Real Grande 1 58 3. Tipos de Núcleo por Estrato y Concentración
Fuente de Aprovisionamiento de Cuarcita 77 4. Tipos de Lascas y Tamaños por Estrato y Concetración
Fuente de Aprovisionamiento de Cuarcita 78 5. Abundancias Elementales en Partes por Millón - XRF
Fuente de Obsidiana - Ona 101 6. Concentraciones Elementales en Partes por Millón - NAA
Fuentes de Obsidiana - Ona y Las Cuevas 102 7. Estadística Descriptiva de Datos Elementales - NAA 103 8. Abundancias Elementales en Partes por Millón - XRF
Artefactos Arqueológicos - Montículo 1 106 9. Concentraciones Elementales en Partes por Millón y Porcentajes - NAA
Artefactos Arqueológicos - Casa Chavez Montículos y Real Grande 1 112 10. Instrumentos y Núcleos. Grupos Tipológicos. Montículo 1 118 11. Núcleos Enteros y Fracturados. Montículo 1
Designación Morfológica por Materia Prima 122 12. Núcleos Enteros. Montículo 1
Tamaños por Materia Prima 122 13. Instrumentos Formatizados. Montículo 1
Grupos Tipológicos por Materia Prima 127 14. Atributos Dimensionales y Técnicos. Montículo 1
Grandes Lascas con Retoque 136 15. Atributos Dimensionales y Técnicos. Piezas Colección Muñiz Barreto
Grandes Lascas con Retoque 138 16. Puntas de Proyectil. Casa Chavez Montículos
Subgrupos Tipológicos por Materia Prima 144 17. Instrumentos No Formatizados. Montículo 1
Grupos Tipológicos por Materia Prima 149 18. Instrumentos y Núcleos. Grupos Tipológicos. Real Grande 1 154 19. Núcleos, Nucleiformes Enteros y Fracturados. Real Grande 1
Designación Morfológica por Materia Prima 157 20. Núcleos y Nucleiformes Enteros. Real Grande 1
Tamaños por Materia Prima 157 21. Instrumentos. Real Grande 1
Grupos Tipológicos por Materia Prima 162 22. Puntas de Proyectil. Real Grande 1
Subgrupos Tipológicos por Materia Prima 169 23. Instrumentos y Desechos. Montículo 1
Distribución de Materias Primas 178 24. Desechos de Talla. Montículo 1
Distribución de Espesores Máximos 188 25. Instrumentos y Desechos. Montículo 1
Distribución de Tamaños 188 26. Instrumentos y Desechos. Montículo 1
vii
Tamaños por Materia Prima 189 27. Instrumentos y Desechos. Montículo 1
Distribución de Módulos Longitud-Anchura 190 28. Instrumentos y Desechos. Montículo 1
Distribución de Espesores Máximos 191 29. Instrumentos y Desechos. Real Grande 1
Distribución de Materias Primas 205 30. Desechos de Talla. Real Grande 1
Distribución de Espesores Máximos 214 31. Instrumentos y Desechos. Real Grande 1
Distribución de Tamaños 214 32. Instrumentos y Desechos. Real Grande 1
Tamaños por Materia Prima 215 33. Instrumentos y Desechos. Real Grande 1
Distribución de Módulos Longitud-Anchura 217 34. Instrumentos y Desechos. Real Grande 1
Distribución de Espesores Máximos 217
viii
AGRADECIMIENTOS
No se puede dar por terminado un trabajo de estas características sin advertir el
largo tiempo transcurrido, desde aquellos primeros pasos en la Puna catamarqueña, y sin
pensar en todas aquellas personas que, de una u otra manera, hicieron algo más que
acompañarme en esta empresa.
Pienso, fundamentalmente, en mis padres y en el apoyo incondicional que siempre
supieron brindarme en cada uno de los pasos de mi vida profesional y personal.
Pienso en mi compañero de ruta, que aún en la distancia, sabe darme las fuerzas que
a veces me abandonan y sabe darme la risa y el amor que tanto necesito.
Pienso en los pequeños y grandes momentos compartidos con mis pares y amigos,
pienso en mis maestros, en los largos días de laboratorio, en la paciencia brindada, en todas
las consultas tipológicas atendidas, en las duras campañas antofagasteñas, en los consejos
recibidos, en los mates bien cebados y el café cortado, .... en fin , pienso en todas estas
cosas y no puedo más que agradecerles a los aquí mencionados y a todos los que dejo de
mencionar la posibilidad de estar hoy en esta instancia.
A Teresa Civalero, Gabriela Guráeib y Cristina Bayón. A Daniel Olivera, Carlos
Aschero y Hugo Yacobaccio. A Cristina Bellelli, Rafael Goñi y Nora Flegenheimer. A
Silvana Espinosa, Liliana Manzi, Lizzie Pintar y Dolores Elkin. A Susana Pérez, Virginia
Dellino, y a aquellos que han participado, a través de los años, de las tareas de campo. A
todos los que me soportan en el tercer piso del Instituto, colegas y estudiantes.
A Catalino Soriano (“el baqueano del viento”), a Lucas Soriano, a la familia
Chavez, a Alfonso Cruz. y a toda la comunidad de Antofagasta de la Sierra que siempre nos
ix
brinda su apoyo desinteresado. Al Conicet y al Instituto Nacional de Antropología y
Pensamiento Latinoamericano sin cuyos recursos este trabajo, difícilmente, podría haberse
llevado a cabo.
A todos ustedes, mi afecto y más sincero agradecimiento.
1
INTRODUCCION
La investigación arqueológica en el ámbito de la Puna Meridional, no posee una
larga data, particularmente en lo que respecta a las ocupaciones agro-pastoriles más
tempranas. En el departamento de Antofagasta de la Sierra (Catamarca), las primeras
incursiones se llevaron a cabo a principios de este siglo (Ambrosetti 1904 ; Kuhn 1912 ;
Weiser 1923-1924) registrando la existencia de importantes vestigios vinculados a
ocupaciones tardías (La Alumbrera y Bajo del Coypar) como también de un gran número
de manifestaciones de arte rupestre. La región vuelve a ser visitada, con posterioridad a la
década del 50, por arqueólogos y aficionados que aportan nueva información acerca de
algunas ocupaciones agro-alfareras tempranas así como de las ya conocidas
correspondientes al período de los Desarrollos Regionales (Barrionuevo 1969, 1970 ;
Krapovickas 1955 ; Menecier y Barrionuevo 1978 ; Raffino y Cigliano 1973). En este
sentido, se destaca especialmente el trabajo de Krapovickas, en el sitio Tebenquiche, y el de
Raffino y Cigliano acerca del rol del sitio La Alumbrera en el marco de un modelo de
control vertical entre las tierras puneñas y el valle de Hualfín.
A partir del año 1983 se encararon trabajos sistemáticos de investigación
arqueológica en el departamento de Antofagasta de la Sierra dirigidos a establecer y
explicar las características de las ocupaciones agro-pastoriles tempranas en un ambiente de
desierto de altura (2400 AP a 900 AP) (Olivera 1992). Mi participación dentro de este
equipo de investigación se formaliza a partir del año 1988. De este modo, se puede
considerar que el contenido de esta tesis doctoral constituye la síntesis de casi diez años de
labor arqueológica orientada al estudio de ciertos aspectos de estas sociedades altoandinas.
En efecto, mi interés científico, y contribución al proyecto general, estuvo centrado en
explorar el rol dinámico que juegan la tecnología y los artefactos líticos en estas sociedades
prehispánicas.
Debo aclarar que, desde un principio, fui totalmente consciente que me estaba
introduciendo en una problemática agro-alfarera. Es decir, en una problemática que
históricamente ha concentrado sus mayores esfuerzos analíticos en otras líneas de
evidencia. Era un hecho que la variable tecnológica lítica había quedado totalmente
2
postergada. Sólo recientemente se ha tomado conciencia que, a pesar de la existencia de
tecnologías culturalmente relevantes como la cerámica o la metalurgia, la producción de
implementos líticos, en el marco de las llamadas “sociedades complejas”, ha seguido
manteniendo un papel activo. El registro arqueológico lítico, ya fuera abundante o escaso,
siempre ha estado allí, con todo su potencial informativo, a la espera de las preguntas del
investigador. Desde mi punto de vista, era necesario comenzar a revertir esa situación con
el objeto de obtener una visión más comprehensiva de estos sistemas culturales.
En esta tarea, decidí tomar en consideración una perspectiva teórica estrechamente
vinculada a la investigación de grupos cazadores-recolectores, pero aplicada también a
situaciones de sedentarismo o contextos con economías productivas (Parry y Kelly 1987 ;
Koldehoff 1987 ; Torrence 1989c) : la organización de la tecnología.
A partir de este acercamiento teórico se puede asumir que las materias primas líticas
forman parte de la estructura general de recursos, entendiendo que el manejo de las mismas
-en tiempo y energía- comprende decisiones acerca de la tecnología que inciden en la
organización de la subsistencia de cualquier grupo humano (Jochim 1989). A su vez, se
considera que los artefactos líticos constituyen una valiosa fuente de información acerca de
variedad de eventos, procesos y condiciones del pasado que incluyen la movilidad, la
subsistencia, el asentamiento, las estrategias sociales, y algunos otros aspectos del
comportamiento humano (Bamforth 1991 ; Camilli 1989 ; Carr 1994a ; Gero 1989 ;
Hiscock 1994 ; Johnson 1989 ; Kelly 1988 ; Kuhn 1991 ; McAnany 1989 ; McDonald
1991 ; Sassaman 1992 ; Shott 1986 ; Torrence 1989a).
En síntesis, se entiende a la tecnología como un medio para resolver problemas en el
marco de un ambiente físico y social determinado. Las decisiones que ello implica deben
ajustarse a particulares condicionamientos y evaluarse en la medida de su efectividad y de
su importancia relativa respecto a otras actividades y necesidades del grupo humano. En
este sentido, la tecnología aparece, entonces, como una más entre las numerosas estrategias
alternativas de comportamiento (Binford 1979, 1982 ; Carr 1994b ; Torrence 1989b).
3
Ahora bien, las investigaciones desarrolladas en Antofagasta de la Sierra desde un
principio apuntaron a la contrastación de un modelo particular denominado “Sedentarismo
Dinámico” que explicaba el funcionamiento de los grupos humanos en relación a la
explotación y/o circulación de recursos regionales (Olivera 1988, 1991, 1992). Dentro de
este marco, la variable tecnológica lítica se constituyó en una línea de evidencia tendiente a
poner a prueba algunos aspectos funcionales y organizativos del modelo. La necesidad de
explotación de recursos localizados en microambientes diferenciales, la exigencia de una
logística con grado variable de movilidad y su reflejo en la existencia de sitios de diferente
y complementaria funcionalidad, son algunas de las cuestiones sobre las que la tecnología
lítica podía aportar información.
De este modo, en primera instancia, este trabajo tiene como objetivo evaluar la
variabilidad de los conjuntos líticos disponibles, estudiando sus características estructurales
y su composición. Al respecto, cabe destacar que esta variabilidad puede ser relacionada
tanto con los requerimientos funcionales de los artefactos como con la organización del
sistema cultural en general (Carr 1994b). Para cumplimentar este objetivo, se llevaron
adelante estudios tecnológicos, sistemáticos e integrados, sobre distintos conjuntos
artefactuales procedentes tanto de sitios estratificados (Casa Chavez Montículos y Real
Grande 1) como de fuentes de aprovisionamiento de materias primas. A partir de ello, la
delineación de trayectorias de producción por materia prima se constituyó en una vía clave
para abordar la variabilidad, arrojando nueva luz sobre la relación entre la disponibilidad de
recursos líticos, las estrategias de producción involucradas y el sistema de asentamiento-
subsistencia.
Por otro lado, a partir del estudio de esta variabilidad comenzaron a surgir preguntas
orientadas a tratar de comprender los factores determinantes de las características
particulares de estos conjuntos líticos. Se puede sostener que la incorporación de estrategias
productivas en la economía de estos grupos humanos trae aparejada cambios organizativos
internos en el sistema cultural, por ende es posible asumir que estos cambios afectan
también las estrategias tecnológicas implementadas por los mismos. Cuál es la naturaleza
de estos cambios y cómo se reflejan en las decisiones tecnológicas constituyen elementos
de discusión en la propuesta de esta tesis. El incremento del sedentarismo, la opción agro-
4
pastoril y el grado de movilidad que brinda al sistema, la incidencia de la caza en la
economía, la programación del tiempo y la distribución y accesibilidad de los recursos son
tomados en cuenta al abordar esta problemática. Sin embargo, el eje fundamental de la
discusión se ubica en la evaluación del riesgo como factor preponderante.
En este sentido, parto de la propuesta de Torrence (1989c :58) que sostiene que las
diferencias en la forma y severidad del riesgo asociado a cada tipo de subsistencia son
determinantes claves de la variabilidad de los conjuntos líticos. En el caso de las economías
agro-pastoriles, se discute un modelo de “degeneración” tecnológica que sustenta la
consolidación de estrategias expeditivas en función de la reducción de la severidad del
riesgo y de una alteración profunda en la naturaleza del mismo. Las nuevas prácticas de
subsistencia tienden a eliminar los riesgos de corto plazo asociados a la caza y la
recolección. En consecuencia, desaparece la necesidad de mantener un equipo confiable de
instrumentos de subsistencia para dar paso a conjuntos amorfos adecuados para las nuevas
y viejas tareas.
Hasta aquí, los objetivos e interrogantes planteados para esta investigación
arqueológica. Los capítulos que se desarrollan a continuación dan cuenta de una propuesta
teórica aplicada a un registro arqueológico lítico recuperado y analizado con años de
trabajo compartido. Las interpretaciones finales, acertadas o no, sólo expresan mis ganas de
hacer arqueología.
5
CAPITULO I
ORGANIZACION TECNOLOGICA Y VARIABILIDAD
Durante años los estudios líticos tradicionales o morfológico-funcionales
consideraron a los conjuntos artefactuales no solo como indicadores étnicos sino también
como meros indicadores estáticos del tipo de actividades realizadas y de la frecuencia con
que las mismas se llevaban a cabo en los sistemas culturales pasados. Se podría decir que
una concepción de tecnología restringida y objetivada y una escasa vinculación con
lineamientos teóricos comprehensivos imponían limitaciones a los artefactos líticos en su
relación con toda una variedad de parámetros ambientales, económicos y sociales.
En las últimas décadas, sin embargo, el tratamiento de la tecnología desde una
perspectiva organizativa constituyó el punto de inflexión necesario para salvar estas
limitaciones e integrar los estudios líticos a la investigación de una variedad de aspectos del
comportamiento humano. Esta perspectiva organizativa asienta sus raíces en la década del
’70 (Binford 1977,1978,1979) adquiriendo, más tarde, un importante desarrollo a partir de
la injerencia de teorías ecológicas y económicas (Jochim 1989). En términos generales, si
bien no es la única orientación teórica que guía estos estudios (ver Sassaman 1994), es
posible señalar a la ecología evolutiva como el marco explicativo más frecuentemente
utilizado (Bettinger 1991, citado en Carr 1994b). No es casual entonces que el uso del
método hipotético-deductivo en la generación de modelos, la concepción amplia del medio
ambiente y el empleo de ciertos conceptos como los de optimización y riesgo jueguen un
importante rol en los estudios de organización tecnológica (Johnson y Morrow 1987 ;
Torrence 1989a).
En principio, cuando se habla de tecnología, se hace referencia a todas las
actividades involucradas en la adquisición de materias primas, manufactura, distribución,
uso, mantenimiento, reciclado y descarte de artefactos líticos. Sin embargo, la concepción
organizativa de la tecnología le otorga a la tecnología misma y a sus productos -los
artefactos- un rol dinámico dentro de los sistemas culturales.
6
Ahora bien, este dinamismo implica tomar en consideración las estrategias o
decisiones que guían el componente tecnológico del comportamiento humano. A su vez,
también implica tener presente que estas estrategias, sensibles a condiciones generadas en
la interacción del hombre y su ambiente físico y social, deben ajustarse o ser la variable de
ajuste de otros aspectos del comportamiento ante necesidades y prioridades particulares. En
este contexto, entonces, la tecnología es entendida como un medio para resolver problemas
(Binford 1977 ; Nelson 1991 ; Torrence 1989b, 1989c). Toda sociedad enfrenta problemas
ya sea que respondan a factores ambientales (pe. abundancia o escasez de recursos,
condiciones de accesibilidad o predictibilidad de los mismos) o a variables internas de tipo
social (pe. cuestiones de prestigio, necesidad de información o mano de obra, imposición de
restricciones al acceso de recursos). Sin embargo, la identificación de los problemas y
necesidades de un grupo humano se revela como una instancia necesaria para evaluar el
nivel de participación de la tecnología en la solución de estos problemas así como también
el grado de efectividad de distintas decisiones tecnológicas. Este es el camino que lleva a
explorar y comprender la variabilidad tecnológica, su naturaleza y su activa relación con
otros aspectos del comportamiento humano (subsistencia, movilidad, estrategias sociales,
etc.).
Tomando en consideración las potencialidades de este acercamiento organizativo
resultan comprensibles, entonces, los esfuerzos de los investigadores en desarrollar
modelos y técnicas analíticas orientados tanto al estudio de los conjuntos líticos como a la
discusión de la variabilidad artefactual y sus factores determinantes. La investigación
incluye así, entre otros, estudios de diseño (Bleed 1986 ; Bousman 1993 ; Keeley 1982 ;
Shott 1989b), de variabilidad instrumental y de la relación entre la organización de la
subsistencia y la secuencia de producción (Bamforth 1986, 1991 ; Hayden 1978, 1981 ;
Kelly 1988 ; Koldehoff 1987; Kuhn 1989, 1991, 1993), análisis de procesos de formación
de conjuntos artefactuales (Stevenson 1985), análisis de desechos y estrategias de reducción
(Fish 1981 ; Rozen y Sullivan 1989 ; Sullivan y Rozen 1985 ), acercamientos etnográficos
y/o etnoarqueológicos al problema de la diversidad y variabilidad (Ebert 1979 ; Pokotylo y
Hanks 1989 ; Shott 1986, 1989a). También, en esta línea de investigación, no es posible
dejar de señalar los aportes de diversos estudios orientados a mejorar la calidad de los datos
7
líticos y el nivel inferencial consecuente (Jochim 1989). Me refiero con ello a los trabajos
vinculados al análisis de microdesgaste, a los experimentos replicativos/simulativos y a la
utilización integrada de diversas líneas de evidencia (Amick y Mauldin 1989 ; Carr 1994c ;
Henry y Odell 1989 ; Knecht 1997 ; Myers 1989 ; Odell 1994, etc.).
Todo este crecimiento teórico y metodológico le ha abierto a la tecnología lítica “la
puerta para ir a jugar” más allá del entorno funcional del artefacto y participar, así, de
aquellas cuestiones comprehensivas vinculadas al comportamiento humano y al cambio
cultural. De acuerdo con Torrence (1994 :130), “la línea más productiva para la
investigación futura (...) está en las áreas descriptas por Nelson (1991 :59) como diseño y
forma de los instrumentos ya que a través de estos atributos uno se ve forzado a considerar
las opciones implementadas por los productores prehistóricos y sus usos”2. Sin embargo, no
hay que perder de vista el hecho de que no todos los problemas en análisis lítico pueden o
deben ser abordados desde el campo de la organización tecnológica. Tal es el caso de
algunas áreas de la investigación ligadas a los conceptos de estilo y función (pe. Dunnell
1978 ; Sackett 1982, 1985) como también al reciente interés por los aspectos cognitivos o
simbólicos de la tecnología (pe. Renfrew y Zubrow 1994 ; Sinclair 1995 ; Taçon 1991).
Estrategias Tecnológicas
El concepto de organización tecnológica ha sido definido por distintos autores
(Binford 1979 ; Kelly 1988 ; Koldehoff 1987). En este trabajo, se sigue la propuesta de
Nelson (1991 :57) que entiende a la organización tecnológica como “el estudio de la
selección e integración de estrategias para confeccionar, usar, transportar y descartar los
instrumentos y los materiales necesarios para su mantenimiento”. Cabe aclarar que la
autora involucra en este campo de estudio la consideración de condiciones ambientales y
variables tanto económicas como sociales que influencian dichas estrategias.
2 Dejo constancia que todas las traducciones de citas textuales correspondientes a bibliografía extranjera son de mi autoría.
8
Conservación y expeditividad constituyen dos estrategias tecnológicas introducidas
por Binford (1973, 1977, 1979) y categorizadas en términos de una planificación
diferenciada. Nelson (1991), más tarde, incorpora al conjunto un comportamiento llamado
oportunístico que opone al de expeditividad. En este sentido, el carácter situacional,
muchas veces conferido a la estrategia expeditiva, pasa ahora a caracterizar la estrategia
oportunista.
En términos generales, se entiende a la conservación como una estrategia orientada
a cuidar de los instrumentos y equipos. Esto significa que pueden ponerse en juego, según
las circunstancias, medidas tales como la manufactura anticipada, el transporte, la
reformatización y el almacenaje. Sin embargo, se debe advertir que la preparación
anticipada de materiales, ya sean nódulos, núcleos o instrumentos, constituye la variable
clave de esta estrategia (Nelson op. cit.). De este modo, la elección de una estrategia de
conservación contribuye tanto a enfrentar posibles limitaciones de tiempo para la
realización de determinadas tareas (time stress) como a facilitar la disponibilidad de
materiales o instrumentos en la localidad misma de uso. Lo interesante de este
comportamiento pasa por advertir, casi como una constante, la existencia de una elevada
inversión de tiempo o energía dedicada ya a la manufactura, ya al transporte, ya al
almacenaje, etc. (Binford 1979 ; Bamforth 1986 ; Kelly 1988 ; Torrence 1983).
La expeditividad, por su parte, es una estrategia dirigida a minimizar el esfuerzo
tecnológico bajo condiciones de alta predictibilidad en lo que hace al momento y lugar de
uso. Al respecto, se debe asumir que la factibilidad de este comportamiento queda
supeditada, por lo menos, a la existencia de tres condiciones (Nelson 1991 : 64) :
“1.Acopio planificado de material o formación de escondrijos, o ubicación anticipada de las
actividades en las cercanías de las materias primas (Bamforth 1986 ; Parry y Kelly 1987)
2.Disponibilidad de tiempo para la manufactura de instrumentos como parte de las
actividades de su uso - sin time stress (Torrence 1983)
3.Ocupación de largo plazo o reutilización regular del lugar en función de aprovechar el
acopio o el escondrijo (Parry y Kelly 1987)”
9
En síntesis, es un plan basado en un adecuado suministro de materia prima, ya sea
de buena o mala calidad, de manera tal de minimizar el costo de manufactura de los
instrumentos en condiciones en que los materiales, el tiempo y la movilidad no constituyen
serias preocupaciones. En este contexto, si bien se discuten los costos ligados al
abastecimiento de materia prima, se asume una baja inversión de tiempo en la confección
de los instrumentos (Binford 1979). Por otra parte, al no ser el transporte de equipo una
medida necesaria en este comportamiento, es frecuente la existencia de correlación entre las
localidades de manufactura, uso y descarte (Binford. 1977, 1979 ; Ebert y Kohler 1988).
La planificación forma parte de la naturaleza de las estrategias de conservación y
expeditividad. Sin embargo, el comportamiento tecnológico oportunístico adolece de esta
característica y, en virtud de ello, responde a condiciones imprevistas dando lugar a
respuestas no anticipadas. Tanto la estrategia expeditiva como la oportunista comprenden la
manufactura y uso de instrumentos en el momento y el lugar necesarios. No obstante, el
comportamiento oportunístico se distingue del expeditivo ya que la ausencia de
planificación señalada en el primero trae como resultado, según Nelson (1991 :65-66),
diferencias importantes en el diseño y la distribución de actividades, y por ende en la forma
y distribución de los artefactos. Este hecho, que resulta tan claro para esta autora, es puesto
en duda por Bousman (1993) que alega serias dificultades para distinguir ambas estrategias,
en un contexto arqueológico, sobre la base de la condición morfológica de los artefactos o
el contexto de uso.
Ahora bien, estos conceptos, desde su formulación original y su posterior desarrollo,
han estado estrechamente ligados a la arqueología de cazadores-recolectores, especialmente
al continuum forager-collector. Es cierto que, tradicionalmente, el interés de los analistas
líticos ha estado centrado en el dominio de las economías no productivas. Sin embargo,
creo no equivocarme al sostener que estos mismos conceptos son lo suficientemente
amplios para ser aplicados a situaciones de sedentarismo o grupos con economías
productivas en el marco de las llamadas “sociedades complejas”. En este sentido, han
resultado sumamente interesantes los aportes de Koldehoff (1987), Jeske (1992), Johnson
10
(1987, 1996), McAnany (1988, 1989), McDonald (1991), Morrow (1987) y Parry y Kelly
(1987).
Otro punto importante sobre el que deseo hacer hincapié se relaciona con la utilidad
y operatividad de los conceptos definidos anteriormente. Siguiendo las reflexiones de
Nelson (1991 :62) considero que las estrategias tecnológicas no refieren a una clase de
artefacto o a un tipo de conjunto artefactual. Por el contrario, estas estrategias
“identify kinds of plans for facilitating human uses of the enviroment that can be carried out
in a variety of ways and are responsive to a variety of conditions. Artifact forms and
assemblage composition are the consequences of different ways of implementing curation
and expediency.”
Sin embargo, no puede dejar de advertirse que la utilización de estos conceptos, en
especial el de conservación, en la bibliografía especializada está oscurecida por una
marcada ambigüedad (Nash 1996). En un encuentro reciente en Argentina (Bayón et al.
1995) hubo consenso generalizado en que los términos de conservación y de expeditividad,
más allá de aludir a comportamientos planificados, se emplean frecuentemente para
caracterizar la manufactura o el uso de materias primas e instrumentos. El mismo Bamforth
(1986 :38) al definir la conservación incluye distintos aspectos que pueden vincularse tanto
a la estrategia tecnológica misma (manufactura anticipada, transporte, mantenimiento)
como a elementos de diseño (efectivo para variedad de tareas, reciclado) no necesariamente
ligados al concepto tratado (ver Nelson 1991 :63-64 para ampliar este tema).
De este modo, en función de limitar la ambigüedad existente, se impone la
necesidad de emplear otros términos. En relación a los instrumentos propiamente dichos
puede resultar adecuada la utilización de conceptos de diseño : confiable, mantenible
(flexible o versátil), transportable (Bleed 1986 ; Nelson 1991 ; Shott 1986) (ver pp. 8-12
para el tratamiento de diseño). También pueden ser útiles los conceptos de especificidad,
grado de generalización, estandarización y complejidad (Lurie 1989 ; Oswalt 1973 ; Shott
1986 ; Torrence 1989c). Otra propuesta interesante es valerse de los conceptos de “larga
vida útil” o de “larga trayectoria” en lugar de aplicar el término conservado para los
11
instrumentos (Bayón et al. 1995). En este sentido, cabe destacar que los conceptos
señalados se vinculan con los de reactivación y reciclaje (Bamforth 1986 ; McAnany 1988 ;
Odell 1996; Shott 1989 ; Kuhn 1989).
Por su parte, un tratamiento adecuado acerca de la conservación de materias primas
puede desarrollarse a través del empleo de términos menos ambiguos tales como
preservación, maximización o cuidado del recurso. Más aún, la utilización del concepto de
comportamiento o uso económico (Jeske 1989 ; Kuhn 1991 ; Odell 1996) puede aportar
claridad a la hora de las interpretaciones tecnológicas del registro.
Un problema adicional que surge de la utilización de conservación y de
expeditividad es que estas entidades frecuentemente aparecen tratadas como
comportamientos dicotómicos. Incluso según Nash (1996 :82), a pesar de que la mayoría de
los investigadores asume el modelo de un continuum del que estas entidades forman parte,
sus discusiones terminan por implementarse en términos de conservación y expeditividad
como entidades mutuamente excluyentes. Lo cierto en esta cuestión es que dichas
estrategias tecnológicas no constituyen tipos fijos de comportamiento que respondan
siempre a circunstancias específicas. Por el contrario, se debe asumir que estos
comportamientos son planes que comprenden tanto variables del ambiente físico y social
como un amplio rango de opciones culturales (sociales, políticas, ideológicas,
tecnológicas).
“The need to acquire resources in different locations, to move around the landscape, to
remain settled at a place, to transport different kinds of resources and material needs, and
many other variables condition the technological strategies employed at a particular time
and place” (Nelson 1991 :88) (el resaltado es mío).
Esto significa que las estrategias de conservación y expeditividad, inclusive la
oportunista, mantienen una interacción y un interjuego sumamente estrecho contribuyendo
así a la complejidad de los productos en el registro arqueológico. Tal vez, en función de un
análisis simplificado, se llega a caracterizar una tecnología como básicamente conservada o
expeditiva debido a la marcada incidencia de ciertos aspectos. Sin embargo, un
12
acercamiento más profundo puede revelar un apretado entretejido, un ida y vuelta
sorprendente de estrategias que se ajustan a las necesidades y prioridades de cada grupo
humano en circunstancias particulares
En este sentido, se debe advertir que los productos de una estrategia expeditiva que
son objeto de transporte hacia otra localidad participan, así, de un comportamiento de
conservación anticipando necesidades futuras. La misma alternativa de expeditividad se
basa en la conservación ya que el aprovisionamiento y transporte de materias primas o
núcleos hacia la localidad de uso es una de sus condiciones necesarias. En síntesis, éstos y
otros ejemplos que expone Nelson en el trabajo citado supra constituyen, desde mi punto
de vista, un verdadero llamado de atención acerca de la evaluación de la variabilidad de los
conjuntos artefactuales.
Elementos de Diseño
La implementación de las distintas estrategias tecnológicas conlleva consecuencias
materiales que pueden ser abordadas a través del estudio del diseño y de la distribución
espacial de instrumentos y equipos instrumentales. En esta sección se hará referencia a los
elementos del diseño para cuya definición se tomarán en consideración los conceptos
vertidos por Nelson (1991).
La noción de diseño alude a variables conceptuales de utilidad que condicionan la
morfología de los instrumentos y la composición de los equipos. El mayor o menor énfasis
que estas variables reciban dependerá entonces de las condiciones y estrategias apropiadas
al contexto. En líneas generales, puede considerarse la existencia de cuatro variantes de
diseño : confiabilidad, flexibilidad, versatilidad y transportabilidad. Creo conveniente
destacar que, a partir de las reflexiones de Nelson, cabe asumir que flexibilidad y
versatilidad constituyen opciones de una variable de diseño conocida como mantenibilidad
(Bleed 1986).
13
La confiabilidad en un diseño tiene por objeto minimizar toda interferencia con el
tiempo de trabajo y asegurar una relación eficiente entre tarea e instrumento. En este
sentido, se caracteriza por la presencia de componentes sobrediseñados, paralelos o
substitutos, de confección fuerte y especializada, y sujetos a un cuidadoso encastre. Los
materiales utilizados suelen ser de calidad superior al mínimo necesario requerido para la
tarea a cumplir. La manufactura, el mantenimiento y la reparación se cumplen usualmente
fuera del contexto de uso y en forma anticipada, antes o después del mismo. Así, las
inversiones forzosas de materiales, tiempo de manufactura y mantenimiento implicadas en
este diseño tienden a beneficiar el tiempo de uso del instrumento.
En consecuencia, se puede decir que los diseños confiables pueden ajustarse a
condiciones apremiantes de captura y procesamiento de recursos móviles y a situaciones en
donde el costo del fracaso puede ser muy elevado. Considero asimismo que no debe
perderse de vista la singular conexión existente entre el diseño confiable y el enmangue.
Esta relación puede hacerse extensiva también al diseño mantenible. En definitiva, cabe
aclarar que si bien un diseño confiable no está representado por un artefacto o equipo
específico, algunas variaciones de forma y técnicas de reducción pueden responder más
estrechamente a las demandas de confiabilidad que otras.
El diseño mantenible es aquél que está confeccionado para trabajar fácilmente en
variedad de circunstancias ya sea que presente una organización modular o serial (Bleed
1986). Una estructura modular facilita la realización de tareas futuras a través del empleo
de distintos módulos reemplazables mientras que la serial anticipa el orden de las funciones
a cumplir modificando la morfología del instrumento en secuencia de reducción. Dentro de
lo mantenible se pueden distinguir dos variables de diseño que permiten una mejor
evaluación del rango de usos correspondiente : flexibilidad y versatilidad.
La flexibilidad en un instrumento enfatiza la capacidad de alterar su morfología para
desarrollar demandas funcionales variadas. Esto puede cumplimentarse tanto a través de
unidades de reemplazo de diferente forma como ejecutando una reducción seriada en el
mismo artefacto. Es interesante advertir, en este tipo de diseño, que existe un tiempo de
14
reformatización y reemplazo de módulos que entra en competencia con el tiempo de uso del
instrumento. Por su parte, la versatilidad permite enfrentar diversas necesidades
manteniendo una misma morfología. En efecto, la utilización de formas de filo
generalizadas o la presencia de distintos filos funcionales en un mismo instrumento
constituyen opciones apropiadas para un diseño versátil (Nelson 1986, citado en Nelson
1991 ; Shott 1986). Lo que sí hay que considerar es que el empleo de instrumentos
generalizados, según la tarea, consume más tiempo que el uso de filos especialmente
delineados para tareas específicas. Ahora bien, qué ventajas traen estos diseños ? Se puede
señalar que la mantenibilidad, a través de sus variables flexible y versátil, permite tener al
alcance de la mano un amplio rango de opciones de uso para el instrumental. Este hecho
adquiere significación en situaciones que carecen de time stress (sensu Torrence 1983) y de
elevado costo de fracaso, en donde la explotación de recursos es continua y anticipada pero
impredecible en lo que hace al momento y lugar de uso. En este contexto, se destaca
también que el mantenimiento y la reparación suele producirse en la localidad de uso
(Bleed 1986). Por otra parte, no se puede dejar de advertir que tanto la flexibilidad como la
versatilidad contribuyen a la simplificación de los conjuntos instrumentales. Así, un
número limitado de instrumentos multifuncionales o generalizados cubre necesidades en
una amplia variedad de actividades.
La transportabilidad alude a un diseño que se aboca a los requerimientos de traslado
de un instrumento o equipo instrumental a la localidad de uso. En este sentido, se hace
referencia a equipos reducidos en el número de ítems e integrados por instrumentos
livianos, de pequeño tamaño y resistentes a las fracturas. Por otra parte, en virtud de estas
características, es frecuente que la transportabilidad se asocie estrechamente a la idea de la
preservación del equipo instrumental a través de una maximización de la vida útil de los
instrumentos y núcleos. En esencia, este tipo de diseño favorece la anticipación de
necesidades futuras adecuándose, a su vez, a los condicionamientos impuestos por la
movilidad. Y así “el costo de proveerse de materiales apropiados (criptocristalinos y
livianos, por ejemplo), el tiempo de manufactura (...), el tiempo de mantenimiento, y tal vez
el tiempo de uso se balancean ante la necesidad de tener un instrumento usable en el
momento y el lugar apropiados” (Nelson 1991 :76).
15
Ahora bien, qué se puede decir acerca de la aplicabilidad de estos conceptos ? En
principio, no se puede dejar de reconocer la importancia del trabajo de Bleed (1986) al
aportar, a través de los elementos de diseño, una nueva vía de acercamiento a la tecnología.
Sin embargo, a partir de su trabajo, la utilidad de las categorías de confiabilidad y
mantenibilidad estuvo restringida y ligada al modelo forager-collector (Binford 1980). En
principio, la relación planteada entre collectors y conservación conllevó una tácita ligazón
entre foragers y expeditividad. Lo cual trajo como consecuencia que, en forma explícita o
implícita, diseños confiables y mantenibles fueran asociados a las estrategias tecnológicas
de conservación y expeditividad respectivamente.
Lo cierto es que este esquema dicotómico, algo simplista, comienza a resultar
insuficiente para explicar el amplio rango de respuestas observadas en el registro
etnoarqueológico y arqueológico. Por ende, empieza a ser discutido. Algunos autores
(Bousman 1993 ; Carr 1994 ; Myers 1989 ; Torrence 1989c) se inclinan a considerar a la
confiabilidad y a la mantenibilidad, en virtud de los rasgos que las definen, como opciones
de diseño generadas a partir de una estrategia de conservación sin relación alguna con la
expeditividad. En otras palabras, ambos diseños pasan a ser entendidos como alternativas
viables para optimizar el tiempo en términos de la disponibilidad del sistema, alcanzando
así ambos extremos del continuum forager-collector. De este modo, lejos de ser vistas
como categorías opuestas, resultan variables aptas a la hora de diseñar un equipo
instrumental en el marco de un comportamiento centrado en el cuidado de los instrumentos
y bajo condiciones variables de recursos, movilidad y programación.
Un aspecto distinto de la discusión, llevado adelante por otros autores (Ellis y
Lothop 1993, citado en Hayden et al. 1996 ; Hayden et al. 1996), pone el acento en algunas
dificultades inherentes a la operatividad de las variables de diseño y a sus mismos criterios
de definición. En líneas generales, se sostiene que los conceptos de diseño planteados
(confiable, mantenible -flexible y versátil-, transportable) son sumamente abstractos,
carentes de referentes no ambiguos y, por ende, susceptibles de cargar con una alta cuota de
subjetividad y/o confusión al intentar aplicarlos en un contexto arqueológico. Al respecto,
16
en la literatura especializada, proyectiles, bifaces, núcleos bifaciales, y tecnología de hojas
son, prácticamente, los únicos y repetidos ejemplos utilizados para el tratamiento de uno u
otro diseño. Las hojas mismas, según el autor que se considere, resultan en sí mismas
ajustarse ya a los requerimientos de un diseño confiable (Nelson 1991), ya a las demandas
de un diseño flexible (Clark 1987). Más allá de esto, se puede advertir que fuera de este
conjunto de artefactos, la aplicabilidad de lo confiable, lo flexible o lo versátil se torna aún
menos precisa y más confusa. En muchos sentidos, frente a este problema, el manejo de
conceptos más abarcativos y establecidos como especificidad, complejidad,
multifuncionalidad, y grado de generalización parece ser una alternativa habitual.
Una cuestión esencial a tener en cuenta en esta evaluación de problemas es que las
variables de diseño han sido propuestas para ser aplicadas a un grupo muy reducido de
instrumentos. Me refiero con ello al instrumental extractivo (Binford 1977, 1979 ; Oswalt
1973, 1976 ; Torrence 1983, 1989) o a las armas (Bleed 1986). De este modo, una
extensión a la gran mayoría del instrumental lítico arqueológico conocido como
instrumental de mantenimiento (sensu Binford y Binford 1966) resulta algo confusa y
dificultosa. Por otra parte, no puede obviarse el hecho de que los criterios de definición
utilizados, las ventajas y desventajas advertidas, así como muchos de los
condicionamientos y situaciones involucrados en la instrumentación de los diseños están
teñidos del espectro cazador recolector forager-collector. Así, en este contexto, la
aplicabilidad de los conceptos de diseño a conjuntos instrumentales vinculados a
sociedades y economías productoras constituye una fuente adicional de problemas a los ya
planteados, tal como se verá en la discusión final.
Se han señalado algunas dificultades operativas y conceptuales. No obstante, ésto
sólo pone en evidencia que la perspectiva del diseño constituye una vía importante de
exploración que amerita mayores esfuerzos de investigación arqueológica y actualística.
Según Hayden et al. (1996 :42), la consideración de algunos otros elementos y
constreñimientos básicos al diseño, como por ejemplo la mecánica de la tarea a realizar, el
volumen de materiales procesados, aún el prestigio, puede aportar fructíferos resultados.
17
Algo Más sobre Expeditividad
Antes de pasar a la última sección de este capítulo me interesa volcar en unas pocas
páginas ciertas reflexiones acerca de la expeditividad. En general, se puede advertir a través
de la bibliografía que la estrategia expeditiva y sus implicaciones materiales no han sido
objeto de un análisis profundo. Escasos acercamientos a las circunstancias que favorecen la
implementación de esta estrategia han señalado la importancia de la ausencia del time stress
(Torrence 1983), la influencia de ciertos cambios en la organización de la subsistencia
(Torrence 1989), y la injerencia del sedentarismo o reducción de la movilidad (Parry y
Kelly 1987 ; Morrow 1987). Sin embargo, son muy pocos los estudios tecnológicos que
intentan abordar la dinámica de este comportamiento y sus instancias de aprovisionamiento,
producción, uso y descarte de materiales y artefactos (Cobb y Webb 1994 ; Johnson 1986 ;
Koldehoff 1987). De este modo, en una forma algo simplificada, se ha tendido a vincular a
la expeditividad con una declinación en la diversidad y complejidad de los conjuntos líticos
o, en otros términos, con la pérdida de la estructura morfológica de los mismos (Jeske
1992 ; Shott 1986). En este sentido, es frecuente y repetitiva la alusión a una tecnología que
genera productos amorfos, no estandarizados, y producidos con una mínima inversión de
energía. Más aún, se enfatiza el hecho de que “la mayoría de estos instrumentos no parecen
instrumentos en absoluto y son, en consecuencia, apartados del análisis por muchos
arqueólogos como “no diagnósticos” o incluidos en la categoría de desechos” (Ebert y
Kohler 1988 :118).
Este énfasis en conjuntos irregulares, producidos en virtud de necesidades
inmediatas y descartados una vez que la tarea ha sido cumplida, ha limitado, prácticamente,
el desarrollo de la estrategia expeditiva a la obtención de lascas con filos potencialmente
utilizables. Esto me lleva a discutir los alcances de esta estrategia y la utilización de cierta
terminología ligada a sus productos materiales.
En líneas generales, se reconoce en la bibliografía la utilización del concepto de
informal, en contraposición al de formal, para instrumentos de tecnología expeditiva. En
efecto, se define a los instrumentos informales como artefactos simples, de manufactura
18
poco esforzada, sin un patrón formal en lo que respecta a cuerpo o diseño, y
confeccionados, usados y descartados en un lapso de tiempo relativamente corto
(Andrefsky 1994 :22). Así, en esta definición, el autor incluye a las lascas no retocadas
(filos naturales con rastros complementarios sensu Aschero 1975, 1983) y a ciertos
fragmentos bipolares. Cabe destacar por otra parte que, en virtud de una mayor inversión de
trabajo en su producción, los bifaces, núcleos preparados e instrumentos retocados sobre
lascas (u hojas) son considerados instrumentos formales (Andrefsky op. cit.).
Ahora bien, se asume que gran parte de los instrumentos retocados sobre lascas
hacen referencia a artefactos de retoque marginal del tipo de los raspadores, cuchillos,
raederas, muescas, denticulados, etc. Mi experiencia en talla lítica no avala para este tipo de
instrumentos la existencia de un extremado esfuerzo de manufactura en su obtención, ni
siquiera una gran destreza técnica, razón por la cual no comparto su carácter de
instrumentos formales. En este sentido, considero que la inversión de trabajo debe ser
atendida en términos de : a) las técnicas de reducción involucradas en la producción de
determinadas formas base, b) la evidencia de cierta estandarización en los soportes, ya sea
en lo atinente al tipo de lascas u hojas, tamaño o módulo, y c) las técnicas de retoque
implementadas en la formatización y regularización final de los instrumentos. Desde mi
punto de vista, éstos deben ser algunos de los criterios claves para la definición de
formalidad e informalidad en instrumentos de retoque marginal o parcialmente extendido.
Raspadores, cuchillos, muescas o denticulados de retoque marginal confeccionados sobre
lascas o soportes varios, sin más requerimientos que la presencia de ángulos o biseles aptos
para un leve trabajo de percusión o presión, no pueden ser evaluados de la misma manera
que raspadores perimetrales o raederas fronto-laterales cuidadosamente retocadas sobre
lascas con marcada estandarización de tamaño y módulo.
Esto significa, entonces, que el espectro artefactual generado como resultado de una
estrategia expeditiva debe ampliarse y, por ende, ser objeto de estudios tecnológicos más
profundos que atiendan a sus necesidades particulares de aprovisionamiento, manufactura,
uso y descarte. De hecho, solo muy pocos de los autores que hacen referencia o abordan
aspectos de la estrategia expeditiva aluden, junto con las lascas no retocadas, a la
19
confección complementaria de instrumentos sobre lascas levemente modificados o
retocados (cuchillos, raederas, muescas, denticulados, perforadores, etc) (Civalero 1995 ;
Hayden et al. 1996 ; Koldehoff 1987). De este modo, conjuntamente con estos
instrumentos, el espectro artefactual mencionado debe incluir una evaluación del rol de los
núcleos amorfos en la extracción de formas base y el de la talla bipolar como técnica
alternativa de reducción (Cobb y Webb 1994 ; Johnson 1986, 1987, 1989 ; Koldehoff op.
cit. ; Parry y Kelly 1987).
Otro aspecto interesante para reflexionar es el de la relación entre la expeditividad y
las variables de diseño. En qué medida la implementación de una estrategia expeditiva
influencia o condiciona la forma de los instrumentos ? Al respecto, las definiciones y
conceptos vertidos en las páginas anteriores no arrojan demasiada luz sobre esta cuestión.
Si mi interpretación no ha sido errónea se puede decir que la confiabilidad, la flexibilidad,
la versatilidad y la transportabilidad constituyen alternativas de diseño vinculadas
estrechamente a una planificación centrada en la anticipación y extensión de la vida útil de
los instrumentos. Esto significa, entonces, que ninguna de estas opciones podría surgir
como resultado de un comportamiento expeditivo. Sin embargo, según se ha señalado ya en
relación al entramado de estrategias que guía el componente tecnológico, productos
artefactuales de una estrategia expeditiva pueden ser transportados -anticipando
necesidades- hacia otra localización y seguir funcionando en un marco de expeditividad. En
estas circunstancias, ¿alcanzan las exigencias del transporte a condicionar la morfología de
los instrumentos o son los requerimientos de la función a cumplir en la localidad de uso los
que tienen mayor influencia ? Asimismo, dejando de lado el transporte, ¿cuáles son las
variables de utilidad que se enfatizan en una planificación orientada a minimizar el esfuerzo
tecnológico y a responder a necesidades predecibles ?
No tengo las respuestas a estos interrogantes, sin embargo, considero que éste puede
ser el espacio adecuado para explicitar algunas ideas al respecto. En principio, se podría
decir que las características del diseño instrumental bajo condiciones de expeditividad
tenderían a facilitar tareas inmediatas, conocidas y, muchas veces, específicas,
respondiendo así a consideraciones de corto plazo (Binford 1979). El mismo Bousman
20
(1993), atendiendo a estos requerimientos, hace referencia a un diseño expeditivo que,
desafortunadamente, no termina por desligarse de la estrategia misma. Sin embargo, su
propuesta en términos de diseño no ha dejado de llamarme la atención al punto tal que me
he planteado, para estos casos, hablar de diseños utilitarios.
Al respecto, habría que considerar a la demanda funcional, es decir a los
requerimientos de la función a ejecutarse, como uno de los elementos condicionantes de
este tipo de diseño. En este sentido, la utilización y/o formatización de determinados
biseles, ángulos de filo y contornos de borde permitirían enfrentar necesidades variadas con
una mínima inversión de trabajo en su producción. Esto incluiría no solo formas de filo
simples que pudieran ajustarse a un espectro funcional relativamente amplio sino también
configuraciones discretas de borde (pe. concavidades, puntas destacadas, aserrados)
orientadas a funciones específicas. Cabría destacar, en general, que esta variable de diseño
adquiriría significado en situaciones desprovistas de time stress (sensu Torrence 1983) y de
elevado costo de fracaso. Por lo tanto, sería dable esperar que las actividades de
manufactura, uso y descarte tuvieran lugar en el contexto de uso, siendo muy poco
frecuentes las tareas de mantenimiento y reparación.
Ahora bien, si se asume que el diseño utilitario responde a necesidades predecibles
y de corto plazo, con un escaso esfuerzo tecnológico, se podría decir entonces que el
concepto de beneficio tolerado debería jugar un papel importante. Todo beneficio “is
defined by the producer as output which is in some way seen to be desirable (Boydston
1989 :70), de manera tal que puede ser considerado en términos de la vida útil del
implemento y su efectividad en la realización de una tarea. Así, hablar de beneficio tolerado
alude a una efectividad limitada o mínimamente aceptable y a implementos poco durables o
de corta vida útil. Dentro de este planteo, se podría discutir la existencia de cierta relación
entre el concepto señalado, el aprovechamiento de las materias primas y, en última
instancia, los diseños utilitarios. Según la estructura regional de recursos líticos existente, la
tolerancia de un bajo beneficio, en circunstancias que privilegian la minimización de los
costos de producción, podría llegar a influir en las estrategias de aprovisionamiento y,
fundamentalmente, en el uso de las materias primas. En un aspecto, pienso en la posibilidad
21
de advertir un rol creciente para las estrategias inclusivas (embedded). En el otro aspecto de
la cuestión, me inclino a proponer una utilización poco selectiva de las materias primas en
relación a la tarea a cumplir. Ello significa que se afectaría para la manufactura a toda roca
que posea las propiedades físico-mecánicas mínimas necesarias para llevar adelante la
función requerida en el tiempo disponible.
A lo largo de las páginas de esta sección se han planteado problemas e
interrogantes. Lejos de dilucidar estas cuestiones, el conjunto de ideas y reflexiones
aportadas sólo han tenido por objeto llamar la atención sobre una problemática que amerita
análisis más profundos. De todos modos, voy a intentar trasladar las observaciones
realizadas a la esfera de mi investigación. Espero con todo ello generar la discusión y la
investigación necesarias para que en el futuro viejas y nuevas preguntas tengan respuesta.
Movilidad, Materias Primas y Riesgo
Diversos estudios y polémicos debates han estado orientados, recientemente, al
establecimiento de las causas de variación en la organización de la tecnología. Al respecto,
se han destacado como variables claves o factores relevantes a tener en cuenta los
siguientes ítems : a) tipos y estados de materias primas utilizables, b) disponibilidad y
accesibilidad a dichas materias primas, c) predictibilidad y accesibilidad de recursos
bióticos, d) estrategias generales de subsistencia, e) programación de actividades, f) manejo
de situaciones de riesgo e incertidumbre, g) grado de movilidad del grupo y h) relaciones
sociales con otros grupos. En general, la importancia de cada una de estas variables en su
interacción con la tecnología y sus efectos en la organización de la misma ha sido
largamente reconocida. Sin embargo, el foco primario de atención se ha volcado con
distinto énfasis en sólo algunas de estas variables, especialmente en la movilidad.
Desde la década del ’70, la movilidad ha sido identificada como uno de los atributos
fundamentales del comportamiento humano que impone constreñimientos significativos a
la tecnología (Binford 1977, 1979, 1980). En este sentido, la evaluación de la fuerte
relación existente entre las estrategias de movilidad y las estrategias tecnológicas se ha
22
constituido en el eje de un sinnúmero de trabajos arqueológicos y etnoarqueológicos (pe.
Binford 1982 ; Kelly 1983, 1988, 1992 ; Kuhn 1989 ; Lurie 1989 ; Odell 1994 ; Parry y
Kelly 1987 ; Shott 1986). Sin embargo, desde un principio no ha dejado de advertirse que
la que parecía ser una relación directa entre ambos aspectos del comportamiento tiende a
complejizarse en virtud de la injerencia de otros elementos igualmente importantes como
las necesidades funcionales de los instrumentos, la distribución de las materias primas, la
programación del tiempo, la evaluación del riesgo, etc. (Bamforth 1986 ; Kelly 1988,
1992 ; Torrence 1983, 1989b y c). De este modo, la investigación se abre a la consideración
de otros factores y a la determinación de su relación con la movilidad y/o con la
organización de la tecnología.
Un aspecto del ambiente, la disponibilidad y accesibilidad de materias primas,
empieza a ser destacado como uno de los componentes importantes de la dinámica del
comportamiento tecnológico (Andrefsky 1994, 1995; Bamforth 1986, 1990 ; Gould y
Saggers 1985 ; Ingbar 1994 ; Kuhn 1991 ; Montet-White y Holen 1991). Esto conlleva, sin
lugar a dudas, un mayor interés por las litologías regionales y las características de la
estructura de recursos líticos, en lo que respecta a abundancia, calidad y frecuencia. Dentro
de esta línea de investigación, no creo equivocarme al destacar a Bamforth como uno de los
responsables en resaltar los efectos de la distribución de materias primas en la selección e
integración de estrategias tecnológicas. Más aún, en función de esta propuesta, varios de
sus puntos de vista se vieron criticados y debatidos lo cual ha enriquecido aún más el
tratamiento de la organización de la tecnología y sus factores determinantes (ver Nelson
1991 :63 y 77 ; McAnany 1988 :9 ; Odell 1996).
Por su parte, el concepto de riesgo también comienza a ser tenido en cuenta por
algunos autores que intentan comprender la variabilidad tecnológica observada en los
registros arqueológicos (Bousman 1993 ; Hiscock 1994 ; Sassaman 1994 ; Torrence 1989c,
1994). Y en ello voy a detenerme brevemente. En general, se define al riesgo como la
probabilidad de pérdida o fracaso económico ; también puede ser concebido en términos de
variaciones impredecibles en las condiciones ecológicas y económicas que afectan el
sustento de una determinada población (Bousman op. cit. ; Cashdan 1990). La idea de
23
incertidumbre, que acompaña en general al concepto de riesgo, alude a la falta de
información acerca de las fluctuaciones mencionadas. Sin embargo, dado que en un
contexto arqueológico resulta sumamente dificultoso discernir entre riesgo e incertidumbre,
la utilización del término riesgo tiende a involucrar ambas situaciones.
Ahora bien, el riesgo en sí mismo no es una variable simple ya que se encuentra
estrechamente ligada a variaciones en la predictibilidad y accesibilidad de recursos bióticos
y en las estrategias básicas de obtención de alimento. En este sentido, el grado en que
distintos patrones de subsistencia puedan controlar satisfactoriamente la variabilidad de los
recursos disponibles define los niveles de riesgo involucrados en lo que a cantidad y calidad
se refiere. De este modo, se puede decir que son las diferencias en la forma y la severidad
del riesgo, asociadas a las estrategias de subsistencia, las que determinan la selección de
estrategias tecnológicas y la variabilidad artefactual consecuente (Torrence 1989c :58).
Escasa atención han generado, hasta el momento, los estudios que a través de la
organización de la tecnología intentan abordar diversas cuestiones relativas a las estrategias
sociales (Arnold 1987 ; Clark 1987 ; Gero 1989 ; McAnany 1989 ; Morrow 1987 ;
Sassaman 1994). Esta situación necesita revertirse. Sin lugar a dudas, el tratamiento de las
relaciones sociales desde una perspectiva organizativa constituye uno de los focos de
investigación que amerita un desarrollo mayor si se pretende mirar al pasado de una manera
verdaderamente comprehensiva.
En síntesis, movilidad, disponibilidad de materias primas, riesgo, y relaciones
sociales son algunas de las variables de mayor impacto en la organización tecnológica. Sin
embargo, según reflexiona Torrence (1994 :129) :
“ninguno de los factores generalmente considerados importantes (...) son adecuados para
explicar todas las soluciones tecnológicas que observamos en el registro arqueológico. Por el
contrario, cada conjunto fue único y demandó una especial combinación de estrategias para
resolver los problemas particulares planteados por el grupo social. También apoyo la
predicción de Sassaman en el sentido que a causa de los innumerables factores trabajando,
podemos esperar bastante equifinalidad, es decir similares organizaciones tecnológicas
24
suscitadas por diferentes causas. Sin embargo, todavía tengo confianza en que la arqueología
será capaz de desenredar los complejos patrones de causalidad puesto que la comprensión de
la tecnología humana implica tan importante esfuerzo”.
25
CAPITULO II
MODELOS Y PROBLEMAS A CONSIDERAR
Considero pertinente en este capítulo, previo a la consideración de los modelos,
hacer referencia al área de investigación y a sus condiciones geográficas y ecológicas. Esta
caracterización apunta a dejar definidas las escalas espaciales de análisis que encuadraron
los estudios arqueológicos, y a examinar la particularidad del ambiente altoandino y su
oferta de recursos.
Microregión y Microambientes : Situación Geográfica y Ambiental
La Puna de Atacama, sector más austral del altiplano andino, constituye un desierto
de altura, con altitudes medias oscilando entre los 3600 y 3800 m.s.n.m. La porción
correspondiente a la Puna argentina se ubica entre los 22° y 27° de Lat. Sur y entre los 65°
10’ y los 68° 50’ de Long. Oeste, dividiéndose en un sector Septentrional y uno Meridional
a la altura del paralelo de 24 ° (Feruglio 1946).
En general, se adscriben a todo el espacio puneño una serie de características
ambientales que incluyen una intensa radiación solar debida a la altitud (2500-4100
m.s.n.m.), una gran amplitud térmica diaria, una marcada estacionalidad con
precipitaciones estivales pobres (0-700 mm anuales), una baja presión atmosférica, y una
distribución irregular de nutrientes. Sin embargo, esto no implica la existencia de un
elevado grado de homogeneidad ambiental. Por el contrario, es posible distinguir, en el
ámbito de la Puna, importantes variaciones en el clima, la topografía, la geología y la
biomasa. Las precipitaciones y la humedad ambiente, por ejemplo, disminuyen con el
incremento de la latitud y en dirección este-oeste (Olivera y Elkin 1994 ; Yacobaccio et al.
1994). En este sentido, se puede reconocer a la Puna Seca y la Puna Salada como dos
grandes sectores con características ambientales distintivas (Troll 1958, citado en Santoro y
Núñez 1987). Cabe destacar que la segunda presenta un mayor grado de aridez que la Puna
Seca ya que contiene grandes salares y marcadas irregularidades en la distribución de los
26
recursos, tanto móviles como fijos. El sector meridional argentino, en donde se incluye el
área de investigación, podría considerarse uno de los más representativos en este sentido.
Dentro de la Puna Meridional argentina, a los fines generales de la investigación, se
destacaron como marcos de referencia microregionales cuatro cuencas : a) Laguna Blanca,
b) Hombre Muerto, c) Antofalla y d) Antofagasta de la Sierra, siendo esta última donde se
focalizaron más intensamente los estudios.
En la definición de los marcos microregionales aludidos se adhirió a la propuesta de
Aschero (1988 :223) en la que se entiende por microregión “una serie de microambientes o
zonas con recursos topográficos y vegetales diferenciados que se presentan en una cierta
continuidad espacial y que representan una muestra adecuada del potencial de recursos que
ofrece la región geográfica en estudio”. Cabe aclarar que esta definición se hace extensiva a
todo tipo de recursos naturales (faunísticos, minerales, etc.) más allá de los topográficos y
vegetales mencionados.
Tres de las cuatro microregiones señaladas (Hombre Muerto, Antofalla y
Antofagasta de la Sierra) se localizan en el departamento de Antofagasta de la Sierra
ubicado en el ángulo noroeste de la provincia de Catamarca (Figura 1). Este departamento
limita, hacia el oeste, con la línea de frontera argentino-chilena, al norte y al este con la
provincia de Salta, al sur con la Cordillera de San Buenaventura y al sureste con la Sierra
de Laguna Blanca.
27
Figura 1 Microregiones en Estudio y Sectores Microambientales
de la Cuenca de Antofagasta de la Sierra
Una de las cuencas prospectadas, la de Antofalla, posee como elemento focalizador
al salar homónimo que ocupa una superficie cercana a los 1000 km². Se trata de una larga y
angosta depresión ubicada al oeste de la cuenca de Antofagasta de la Sierra y enmarcada
aproximadamente entre las coordenadas 25° 10’ y 26° 20’ de Lat. Sur y 67° 30’ y 68° 00’
28
de Long. Oeste (Figura 1). El depósito salino presenta una longitud de 150 km, un ancho
promedio que no llega a superar los 6 km y un rumbo general noreste-suroeste. A lo largo
de su margen occidental se encuentran una serie de quebradas subsidiarias entre las cuales
se destacan las de Las Quinoas, Botijuelas, Las Cuevas y Ona. Estas quebradas presentan
microclimas aptos para el desarrollo de tareas agrícolo-pastoriles ya que se encuentran
protegidas de la acción eólica y ofrecen una suave pendiente en dirección oeste-este.
Las condiciones ecológicas generales en esta cuenca son las habituales del desierto
de altura puneño. Sin embargo, pueden observarse ciertas particularidades respecto de la
microregión de Antofagasta de la Sierra. La proximidad a la cordillera, entre otros factores,
le otorga mejores condiciones de humedad ambiental a la cuenca de Antofalla mientras que
Antofagasta ofrece un panorama de mayor sequedad. Al respecto, se puede advertir que la
ubicación de Antofagasta en una verdadera “hoyada” circunscripta por la Sierra de Laguna
Blanca, la de Toconquis-Galán y la de Calalaste (al sureste, este y oeste respectivamente)
inhibe, en gran parte, la llegada de los vientos húmedos cuya precipitación sí se produciría
en la periferia de esta microregión.
La cuenca de Antofagasta de la Sierra, la más intensamente trabajada, comprende el
sistema hídrico de los ríos Calalaste-Toconquis-Punilla/Antofagasta y sus afluentes, dentro
de los cuales se destacan los ríos Las Pitas y Miriguaca (Figura 1). Cabe destacar que se
trata de una cuenca endorreica con drenaje a una laguna terminal, la laguna de Antofagasta,
que se localiza al pie de los volcanes Antofagasta y Alumbrera.
En términos estrictos, se advierte una extrema aridez (clima Arido Andino Puneño)
con precipitaciones de régimen estival (diciembre a marzo) aunque ausentes en algunas
temporadas. Los valores anuales medios son inferiores a los 100 mm (Nasti 1998). Por su
parte, la temperatura media anual es de 9.5° C, manifestándose una gran amplitud térmica
diaria y estacional, y una baja presión atmosférica. Se presentan heladas durante todo del
año, especialmente intensas entre los meses de mayo y agosto. La vegetación, que
pertenece al Dominio Andino - Provincia Puneña, evidencia el predominio de la estepa
arbustiva y la presencia de estepa halófila, estepa herbácea y vega (Cabrera 1976). El
29
elemento faunístico se compone, fundamentalmente, de vicuñas (Lama vicugna) y llamas
(Lama glama), especies a las que se agregan también los roedores (Ctenomys sp., Lagidium
sp., entre otros), algunos carnívoros (puma -Puma sp.-, zorro -Dusicyon sp.-) y diversas
especies de aves, especialmente el suri (Pterocnemia pennata) y algunos especímenes de
laguna. En general, se puede apreciar una baja diversidad en los mamíferos de porte
mediano. Por un lado, la llama es el único ungulado domesticado. Por otro lado, los
ungulados silvestres presentes son la vicuña y el guanaco (Lama guanicoe), aunque con
respecto a este último cabe hacer una aclaración. Si bien en la actualidad no se encuentra
más que aisladamente en áreas de cordillera es posible que, en el pasado, su distribución
fuera más extendida (Olivera y Elkin 1994).
Más allá de estas características puntuales, es importante tener en cuenta que la
Puna es un ambiente heterogéneo y de gran inestabilidad. El régimen de lluvias es
sumamente irregular pudiendo provocar sequías impredecibles que afectan drásticamente la
disponibilidad de los recursos. Asimismo, la aparición de heladas, nevadas y vientos fuertes
es poco predecible. Por su parte, la distribución de los recursos no es homogénea
distinguiéndose áreas de alta concentración de nutrientes (zonas de concentración de
nutrientes sensu Yacobaccio 1990, 1994) frente a otras de recursos muy dispersos o
directamente inexistentes. En efecto, son los microambientes de fondos de cuenca y
quebradas protegidas los sectores donde los recursos se concentran en virtud de una
disponibilidad de agua relativamente estable. Esto significa, entonces, que existe un alto
grado de predictibilidad en la localización espacial de los recursos, hecho que no puede
hacerse extensivo a su abundancia dado que el ambiente es extremadamente variable en el
corto plazo (Yacobaccio et al. 1994).
Ahora bien, dentro de la microregión de Antofagasta de la Sierra pueden
distinguirse tres sectores microambientales con alta concentración de recursos (Olivera
1992) : Fondo de Cuenca (3400-3550 m.s.n.m.), Sectores Intermedios (3550-3900
m.s.n.m.) y Quebradas de Altura (3900-4600 m.s.n.m.). Coincido con Olivera y Elkin
(1994) al considerar que las diferencias topográficas y de oferta de recursos inherentes a
estos microambientes estuvieron estrechamente vinculadas a la estructura y dinámica de los
30
grupos humanos prehispánicos en la microregión. Por lo tanto, me detendré a señalar
brevemente algunos rasgos básicos de cada uno de ellos. Asimismo, una síntesis ajustada
de las características ambientales y de la potencialidad productiva de estos sectores puede
verse en la Tabla A del Apéndice.
Fondo de Cuenca
Con una altitud que oscila entre 3400 y 3550 m.s.n.m., este microambiente es el que
presenta mejores potencialidades para la agricultura en virtud de su topografía abierta,
disponibilidad de agua y suelos fértiles. No obstante, debido al régimen de lluvias y a la
particular inestabilidad del ambiente, la realización de prácticas de regadío se vuelve una
acción indispensable para el desarrollo de la actividad agrícola.
Las unidades vegetacionales dominantes corresponden a las denominadas vega
(subunidad vega prepuneña), tolar y campo (Haber 1988, 1991). Las vegas constituyen aquí
la principal oferta forrajera y se extienden, principalmente, a lo largo del río
Punilla/Antofagasta, en los cursos inferiores de los ríos Las Pitas y Miriguaca, y en el
arroyo Laguna Colorada. Cabe destacar que el potencial forrajero de esta subunidad suele
incrementarse sustancialmente en función de la presencia de riego artificial (excavación de
acequias y/o inundación temporaria de terrenos). Por su parte, las unidades tolar y campo
constituyen una vegetación de tipo dispersa -arbustiva y herbácea- de limitada importancia
forrajera. En general, aparecen en las planicies y laderas cercanas a la vega.
Sectores Intermedios
Este sector microambiental, cuya altitud oscila entre 3550 y 3900 m.s.n.m., se ubica
entre el fondo de cuenca y las quebradas de altura. En este marco, la vega (subunidades
prepuneña, y en menor medida, puneña), el tolar y el campo vuelven a ser las unidades
vegetacionales características. Los cursos inferior y medio de los ríos Las Pitas y
Miriguaca, de régimen semipermanente a permanente, concentran en sus márgenes la
localización de las vegas. En el caso de la vega puneña se destaca una mayor cobertura
31
vegetal que la correspondiente a la subunidad prepuneña (89.49% y 67.70 %
respectivamente) (Haber 1988). Por otra parte, en las cercanías de estos ríos y con una
distribución relacionada a la topografía, se puede advertir el desarrollo de las unidades
tolar, campo, e incluso la transición al pajonal de altura.
Desde el punto de vista de la actividad agrícolo-pastoril, los sectores de fondo de
quebrada con desarrollo de vega constituyen los de mayor productividad. Una oferta
forrajera apreciable y una provisión continua de agua aparecen acompañadas por la
presencia de terrenos aptos para cultivos de escasa extensión (melgas).
Quebradas de Altura
Entre los 3900 y 4600 m.s.n.m. se localiza este microambiente que incluye a los
cursos medio y superior de los rías Las Pitas y Miriguaca. En general, se trata de un sector
de quebradas protegidas, relativamente estrechas, por donde corren cursos de agua
permanentes. Las unidades vegetacionales dominantes son las de vega (subunidad puneña)
y pajonal. La vega puneña, desarrollada en los fondos de quebrada y en asociación a los
cursos de agua, ofrece una alta calidad de forraje pero con una extensión limitada. El
pajonal, por su parte, distribuido en sectores de meseta aledaños a las quebradas, presenta
un tipo de vegetación abierta que comprende no solo distintas gramíneas sino también
especies arbustivas utilizables como leña. En esencia, este sector constituye un ámbito
sumamente apto para actividades pastoriles, permanentes o alternantes, que aprovechan la
pastura de las vegas en conjunción con el forraje disperso del pajonal del altura.
El Modelo del Sedentarismo Dinámico
La consideración de las características ambientales anteriores y de diversos modelos
pastoriles actuales altoandinos contribuyó a la propuesta de un modelo orientado a brindar
un marco explicativo para las más tempranas ocupaciones agro-pastoriles de la Puna
meridional. Se trata de un modelo de tipo sincrónico funcional planteado para la cuenca de
Antofagasta de la Sierra y para un lapso cronológico tentativo que va del 2400 AP al 900
32
AP. Cabe aclarar que si bien es éste un modelo particular podría hacérselo extensible
también a otras cuencas del ámbito puneño meridional.
La propuesta de Olivera (1986, 1987, 1988, 1991,1992) parte de la premisa de que
los grupos humanos de la Puna meridional habrían implementado una economía agro-
pastoril, con énfasis en el pastoreo de camélidos y el complemento de la caza y la
recolección. En base a este patrón de subsistencia se infiere, entonces, que el sistema de
asentamiento involucrado enfatizaría un alto grado de sedentarismo. No obstante, se
advierte que las características ambientales del área, con alta concentración de recursos en
sectores definidos, de potencialidad y accesibilidad diferencial, debieron exigir la existencia
de un sistema logístico con un grado variable de movilidad.
De este modo, los grupos humanos llevarían adelante la explotación de distintos
microambientes con oferta diferencial de recursos accediendo a ellos ya sea en forma
directa y periódica o indirecta mediante mecanismos de complementariedad y relaciones de
intercambio. Esto se traduciría, entonces, en un patrón denominado “Sedentarismo
Dinámico” que Olivera (1992 :62) define como :
“...aquella situación en que el grupo humano posee asentamientos base en los cuales, por lo
menos, parte de sus integrantes permanece un año completo y otros asentamientos a los
cuales una parte del grupo, a veces unas pocas personas, se traslada con periodicidad variable
para explotar ciertos recursos imprescindibles para la subsistencia. El lapso y la periodicidad
de ese traslado, así como la permanencia y/o recurrencia en los asentamientos temporarios
estará en directa relación con la clase de recursos que se desean obtener y con el tipo de
acceso, directo o indirecto, a los mismos.”
Esta propuesta implica, prácticamente, la existencia de asentamientos tipo base
Residencial, de ocupación anual, ubicados en los fondos de valle de las cuencas endorreicas
o en quebradas protegidas, es decir en sectores aptos para las prácticas agro-pastoriles.
Asimismo, el modelo contempla el traslado de integrantes del grupo humano a otros
sectores microambientales para una explotación directa relacionada con el pastoreo y/o la
caza. Esta movilidad se daría durante ciertas épocas del año, y con posible periodicidad
33
estacional, generando asentamientos temporarios o puestos de caza/pastoreo de altura de
ocupación recurrente.
Por otro lado, es posible que el radio de explotación de recursos fuera
sustancialmente ampliado con el objeto de obtener bienes/recursos inexistentes o escasos en
la microregión. De este modo, la realización de incursiones a larga distancia o la
implementación de mecanismos de circulación o intercambio deberían ser tenidas en
cuenta.
Ahora bien, a partir del enunciado de este modelo se plantearon una serie de
hipótesis orientadas a evaluar los alcances del mismo y las posibles variaciones implicadas
en el funcionamiento de una sociedad productora (Olivera 1992 :64-65). En este sentido, el
desarrollo de este trabajo doctoral apunta a contribuir a la contrastación de algunas de las
hipótesis y a la discusión de ciertos aspectos del modelo.
La propuesta del Sedentarismo Dinámico se basa en la realización de una
explotación diferenciada de recursos, según la oferta de los distintos microambientes y/o
microregiones, e implica la existencia de asentamientos en aquellos sectores que evidencien
una alta concentración de nutrientes. Desde un punto de vista tecnológico, en virtud del
planteamiento realizado, los conjuntos artefactuales procedentes de las distintas
ocupaciones, sean éstas permanentes o temporarias, deberían evidenciar la utilización
de una gama de recursos líticos cuyas fuentes de abastecimiento estuvieran localizadas
en diversos sectores microambientales y/ microregionales y, por ende, a distancias
variadas respecto de los asentamientos. Esta situación, a su vez, se traduciría en la
existencia de diferencias cuantitativas en la representatividad de las materias primas
utilizadas de manera tal de registrarse una mayor frecuencia de aparición de aquellas rocas
de mayor disponibilidad y/o accesibilidad en detrimento de las más distantes o de acceso
más limitado.
Por otro lado, si bien se sostiene que las materias primas encierran condiciones de
disponibilidad y/o accesibilidad diferenciadas, también hay que considerar que se presentan
34
en la naturaleza de maneras variadas y se caracterizan por poseer propiedades físico-
mecánicas particulares o distintivas. En este sentido, sería previsible que las materias
primas, en los contextos agro-pastoriles, evidencien una explotación diferenciada,
caracterizada por estrategias de aprovisionamiento y reducción acordes a cada
material. Asimismo, dadas las características del ambiente puneño y el grado de movilidad
planteado para estos grupos, es dable pensar que los costos de aprovisionamiento,
reducción y transporte de los distintos recursos líticos serán sensiblemente diferentes.
Estas diferencias en los costos se verán reflejadas, entonces, en el uso de las materias
primas que mostrarán variaciones en lo que respecta tanto a la manufactura y
extensión de la vida útil de los instrumentos como a la celeridad del descarte. Por lo
tanto, considero factible asumir que los materiales de bajo costo se utilizarán de manera no
económica para la confección de artefactos de manufactura simple, de uso poco prolongado
y de rápido descarte. En tanto que las materias primas supeditadas a incursiones de larga
distancia o costos adicionales de tipo social evidenciarán un aprovechamiento más
económico. Esto redundará en un uso selectivo de las mismas orientado a la manufactura de
ciertas categorías de instrumentos, en la aplicación de una inversión mayor de energía en la
confección y en la prolongación de la vida útil de los mismos a través de actividades de
reparación, mantenimiento y reciclaje.
En términos globales, se puede definir la producción lítica como un proceso de
modificación material centrado en la obtención de un objeto particular (Ericson 1984 :3).
Este proceso, al cubrir un cierto espectro de etapas, puede presentar variaciones espacio-
temporales que permiten a los analistas líticos hablar de producciones terminales,
secuenciales e irregulares (Ericson op. cit.). Ahora bien, volviendo a los contextos puneños,
si se toma en consideración el patrón “Sedentario Dinámico” planteado, la probable
localización de las fuentes de aprovisionamiento en sectores diversos y las estrategias
de reducción que puedan vincularse a las distintas materias primas, entonces es
posible sostener la existencia de una producción lítica de carácter secuencial. Esto
significa que “reduction is taken to a particular stage in one area and then completed in
other areas of the system where the final production is completed at o near the site of
consumption and use” (Ericson 1984 :4).
35
Esta propuesta de una producción de tipo secuencial se encontraría estrechamente
vinculada a la variabilidad funcional de los sitios que contempla el sistema logístico
enunciado en el modelo. En términos generales, bases residenciales y puestos temporarios
evidencian su variabilidad funcional en virtud de sus conjuntos artefactuales, de las etapas
de producción lítica representadas y de los materiales arqueofaunísticos (Binford 1980,
1982). En términos más estrictos, con el incremento del sedentarismo, los sitios
residenciales mostrarían una mayor variedad artefactual debido al amplio rango de
actividades realizadas anualmente en dicha localización (Rafferty 1985 ; Schiffer 1975 ;
Whalen 1981). A su vez, los campamentos temporarios, no residenciales, serían
funcionalmente específicos, pero dado que las actividades pastoriles poseen cierto grado de
predictibilidad en el manejo espacio-temporal de los rebaños, estos asentamientos serían
reocupados regularmente manteniendo -en buena medida- la misma funcionalidad (Binford
1982 ; Ebert y Kholer 1988).
De este modo, los conjuntos líticos de contextos agro-pastoriles deberían exhibir
diferencias tanto en lo que respecta a su composición (Torrence 1983, 1989c) como a
las etapas de reducción representadas. En el caso de la base residencial se destacaría, por
un lado, la presencia de una variedad instrumental asociada tanto a la instrumentación de
prácticas productoras (agrícolas y pastoriles) como al mantenimiento de las predadoras, con
algunos instrumentos de gran tamaño y larga vida útil (pe. palas, manos y molinos). No se
debería descartar tampoco, dentro de esta variedad, la relación de alguna parte del
instrumental lítico con la elaboración de otras tecnofacturas (cerámica, metalurgia, cestería,
etc.). Por otro lado, también se observaría a través del registro artefactual la realización de
la gran mayoría de las etapas de la secuencia de producción lítica. En el caso de los puestos
temporarios, a su vez, se acentuaría el registro de sólo algunas de las instancias de
manufactura, con énfasis en las actividades de formatización y/o regularización final y
mantenimiento. El rango de clases instrumentales presentes se limitaría aquí a las tareas
específicas de caza y/o pastoreo ; asimismo, sería dable esperar no solo el descarte sino
también el abandono de instrumentos aún viables para su uso previendo futuras situaciones
de retorno al sitio.
36
En otro orden de cosas, este trabajo intenta establecer qué rol cumple la tecnología
en las sociedades agro-pastoriles y bajo qué condiciones se toman las decisiones
tecnológicas pertinentes. La búsqueda de respuestas me ha llevado a tomar en
consideración un modelo que podría llamarse de “degeneración tecnológica” que sustenta
la implementación de estrategias expeditivas como una función del manejo del riesgo
(Torrence 1989c).
La presencia de conjuntos líticos caracterizados por una gran variedad de artefactos
amorfos, no estandarizados y confeccionados con un amplio rango de materias primas de
calidad diversa ha sido advertida en el Neolítico del Viejo Mundo, en el Woodland tardío
del medio oeste, en el período Pueblo del sudoeste de Estados Unidos y en el sudeste
australiano en los últimos mil años (Healy 1984 ; Jeske 1992 ; Schiffer 1976 ; White y
O’Connell 1982). Algunos de estos conjuntos, verdaderas pesadillas para los analistas
líticos, han llegado a ser considerados como casos de “degeneración” o reflejo material de
“edades oscuras”. Lejos de tales interpretaciones, Torrence (op.cit.) comienza por advertir
que la implementación de estrategias expeditivas, que da lugar a conjuntos como los
citados, viene acompañada de cambios fundamentales en la organización de la subsistencia,
por ejemplo la modificación de un entorno cazador-recolector y la adopción del
pastoralismo y/o la agricultura. Como resultado de ello :
“...la naturaleza del riesgo se altera fundamentalmente, creando así diferentes tipos de
problemas que requieren soluciones alternativas. Dejando de lado una simple adaptación a la
distribución natural de recursos del ambiente, estas nuevas prácticas de subsistencia
comprenden el manejo directo de la disponibilidad de los recursos y los riesgos de corto
plazo asociados a la caza y en menor medida a la recolección son eliminados. En
consecuencia, desaparece la necesidad de mantener un conjunto confiable de instrumentos de
subsistencia. Más allá de un simple cambio en la función de los instrumentos, los artefactos
amorfos, pobremente confeccionados, que caracterizan estos conjuntos poco populares y
tantas veces ignorados son adecuados para las tareas inmediatas ya que la incidencia del
riesgo de corto plazo ha sido eliminada por la domesticación y el manejo ; el fracaso en la
37
realización de las nuevas tareas de manera rápida y eficiente conlleva pocas consecuencias
negativas.” (Torrence 1989c :64-65).
Al respecto, considero que los contextos líticos agro-pastoriles tempranos de
Antofagasta de la Sierra constituyen una excelente oportunidad de poner a prueba los
enunciados de este modelo. Cabe destacar que la evidencia arqueológica disponible para el
área revela la presencia de grupos cazadores-recolectores entre ca 9000 AP y 3600 AP ;
luego un hiato de 1000 años separa estas ocupaciones de aquellas correspondientes a las
economías agro-pastoriles plenas, objeto de este trabajo (Olivera y Elkin 1994).
Las evidencias disponibles hasta el momento para el Arcáico señalan una
subsistencia basada en el consumo de camélidos silvestres, vicuña y guanaco (Elkin et al.
1991 ; Yacobaccio et al. 1994). Sin embargo, no se descarta dentro del proceso cultural
local la paulatina incorporación de algún tipo de manejo selectivo de rebaños de camélidos
ya desde épocas muy tempranas (4000-5000 AP). Es cierto que la información osteológica
brindada por el análisis de materiales arqueofaunísticos de los sitios Quebrada Seca 3 y
Peñas Chicas 1 no ha brindado datos concluyentes que sustenten la existencia de
actividades pastoriles para los distintos momentos del Holoceno. No obstante, la presencia
de fibras comparables a las del morfotipo llama (Lama glama), en registros de QS3, abre
una perspectiva favorable que habrá que profundizar (Aschero et al. 1993-1994 ; Olivera y
Elkin 1994).
Por su parte, la información tecnológica lítica (Pintar 1990, 1995, 1996) indica que
estos grupos cazadores-recolectores a lo largo del Holoceno implementaron,
predominantemente, estrategias de tipo conservativas. Durante el Holoceno temprano en
QS3 (ca. 8700-8300 AP), grupos con elevada movilidad residencial llevaron adelante sus
prácticas predadoras en base a equipos instrumentales eficientes, mantenibles y con una
elevada proporción de instrumentos formales, entre los que se destacaban los cuchillos. El
advenimiento de condiciones climáticas de mayor aridez, durante el Altitermal (7500-4000
AP), habría afectado el grado de movilidad de estos cazadores que, frente a una progresiva
incertidumbre ambiental, opusieron una dinámica de tipo logística. En este contexto, el
38
instrumental asume diseños confiables y transportables, observándose en particular una
elevada proporción de bifaces y puntas de proyectil. A partir del 4000 AP, esta baja
movilidad residencial se vería fortalecida por un incremento en la estacionalidad y en la
predictibilidad del ambiente, que comienza a adquirir sus características actuales. De este
modo, si bien el conjunto lítico no deja de asemejarse en su composición al del Holoceno
medio, presenta un notable incremento en la proporción de instrumentos informales como
en el uso de artefactos sin formalizar. Esta tendencia tecnológica que, de manera incipiente,
inclina la balanza hacia la expeditividad es interpretada por Pintar (1995, 1996) como el
resultado de una disminución de la severidad del riesgo en la apropiación de los recursos en
virtud del advenimiento de prácticas pastoriles. Todo parecería indicar que las sociedades
cazadoras pudieron emprender en el Holoceno tardío un camino hacia nuevas formas de
complementariedad económica entre las prácticas predadoras y las productoras de tipo
pastoril. En este proceso evolutivo se dejaría paso finalmente a nuevas situaciones
organizativas con alto grado de sedentarismo que enfatizarían el componente pastoril,
incluyendo el agrícola, y sumarían el aporte recurrente de la caza y la recolección.
Considero que estas nuevas situaciones organizativas son el marco adecuado para
evaluar el efecto que los cambios en la naturaleza y severidad del riesgo han tenido en las
decisiones tecnológicas implementadas por una comunidad. El control efectivo de la
disponibilidad de los recursos amortigua la incidencia de los riesgos de corto plazo y reduce
la necesidad de priorizar una estrategia como la conservativa. De este modo, los conjuntos
artefactuales vinculados a las sociedades que ocuparon la cuenca de Antofagasta de la
Sierra a partir del 2500 AP deberán evidenciar :
a) Disponibilidad de materias primas de calidad muy diversa. Cabe aclarar que el
aprovechamiento de un amplio espectro de materiales debería ser observado
tanto en la base residencial como en los asentamientos temporarios dado que las
estrategias de aprovisionamiento y reducción implementadas se reflejarían en
todos los componentes del sistema logístico.
b) Predominio de núcleos amorfos.
39
c) Bajo grado de modificación en la producción de instrumentos, comprendiendo en
ello una escasa utilización de la reducción bifacial y un marcado énfasis en la
obtención de diseños utilitarios.
d) Bajo grado de estandarización instrumental.
e) Bajo grado de complejidad instrumental (sensu Oswalt 1973).
f) Escasa presencia de instrumentos multifuncionales.
En vista de las propuestas realizadas y en función de una adecuada evaluación de
los alcances del modelo enunciado considero importante analizar a continuación los
problemas con los que se enfrenta una comunidad agro-pastoril actual en su toma de
decisiones. Esto significa tomar en consideración la existencia de otros riesgos diferentes a
los de corto plazo asociados a la caza. Me refiero a los riesgos de producción (derivados de
las fluctuaciones climáticas y ecológicas), los riesgos de trabajo (referidos a los problemas
de competencia en la dialéctica agro-pastoril) y a ciertos problemas generados por la
programación del tiempo. Asimismo, estimo conveniente examinar, en líneas generales, las
estrategias o respuestas culturales que puede desarrollar una sociedad para el manejo de las
situaciones de riesgo planteadas.
La Dialéctica Agro-Pastoril : Problemas y Riesgos a Considerar
El tratamiento de la toma de decisiones bajo condiciones de riesgo e incertidumbre
ha sido, en estos últimos años, una problemática de gran interés para los antropólogos en
general como así también para los arqueólogos (Bousman 1993 ; Browman 1987a ;
Cashdan 1990a, Halstead y O’Shea 1989a ; Torrence 1989c ; Wiessner 1982). En este
sentido, a partir de esta perspectiva teórica se ha centrado la atención tanto en la evaluación
de fuentes y situaciones específicas de riesgo como también en los mecanismos culturales
de amortiguación. Así, diversos grupos sociales y sistemas económicos han sido abordados
para su estudio, destacándose el tratamiento de algunas economías de subsistencia
representadas por simples cazadores-recolectores y comunidades campesinas (pe. Chibnik
1990 ; Hames 1990 ; Kaplan et al. 1990 ; Ortiz 1990 ).
40
En este caso, voy a tomar en consideración aquellas contribuciones orientadas a las
economías agro-pastoriles en general y a las de tipo altoandinas en particular (Browman
1987b, c y d ; Fernández 1992 ; Guillet 1992 ; McCorkle 1992a y b ; Perevolotsky 1992 ;
Van Dijk 1995). Entiendo que se deben extremar cuidados en la utilización de información
actual para interpretar el pasado. Sin embargo, considero que estos aportes etnográficos son
de mucha utilidad como información de base para discutir algunos aspectos del modelo de
“degeneración” y sus implicancias en la organización de la tecnología.
Ahora bien, el agro-pastoralismo puede ser ampliamente definido como un sistema
mixto de producción agrícola y pastoril con distinto grado de complementariedad entre
dichas actividades productivas. Al respecto, el mayor o menor énfasis de una actividad en
detrimento de la otra se ajusta de manera muy estrecha a las particulares características
ecológicas de las distintas áreas. En ambientes de marcada inestabilidad como los puneños,
por ejemplo, la altitud, la amplitud térmica y las escasas e irregulares precipitaciones
tienden a contribuir a un mayor desarrollo del pastoralismo y la caza en detrimento de las
actividades agrícolas (Browman 1987d ; Kent 1989).
Tradicionalmente, el cultivo y la ganadería han sido consideradas actividades de
subsistencia en verdadero conflicto. Sin embargo, en la medida en que la investigación de
campo aumentó los datos disponibles, se hicieron evidentes dos principios claves
(Perevolotsky 1992) :
a.- Los grupos humanos que se especializan o enfatizan una actividad productiva
también dependen de las utilidades de la otra actividad para su subsistencia.
b.- Muchos grupos pastores tienden a practicar algún tipo de cultivo como parte de
una economía de múltiples recursos, aún si dicha práctica es temporal o
básicamente estacional.
De este modo, entonces, considero pertinente hablar de una integración o relación
dialéctica entre ambas actividades. En efecto, si bien no pueden dejar de reconocerse las
mutuas ventajas y desventajas que los requerimientos de ambas actividades plantean, su
41
interrelación representa una respuesta adaptativa a condiciones inestables de tipo ecológico,
económico y político (Perevolotsky op.cit.).
Sin lugar a dudas, esta combinación productiva posee una serie de aspectos
positivos (McCorkle 1992a y b ; O’Shea 1989 ; Perevolotsky 1992 ; Van Dijk 1995). En
principio, se puede decir que las prácticas agrícolas y pastoriles mantienen una relación de
mutua estabilidad basada en la existencia de patrones complementarios de variabilidad
interanual. Más aún, en las más extremas situaciones, se señala que las causas de pérdidas
agrícolas resultan independientes de aquellas que afectan al rebaño y viceversa. En otros
sentidos, se advierte que la integración agro-pastoril permite mantener a la tierra en
constante producción rotando su uso de manera cíclica entre el cultivo y el ganado. Esto,
fundamentalmente, posibilita : a) el uso de residuos y subproductos agrícolas como
alimento del rebaño, b) la provisión de fertilizante, en forma de estiércol y orina, a los
campos de cultivo, c) la prevención de la erosión y el mejoramiento de los suelos en
barbecho al destinar dichas tierras al pastoreo y d) la utilización de los campos en barbecho
para el cultivo de forrajes de manera de proveer alimento para el ganado en épocas de
escasez de pasturas. Asimismo, en lo que respecta a la subsistencia misma, esta integración
favorece la diversificación de la base de sustentación, variando y enriqueciendo la dieta
alimenticia en proteínas y carbohidratos.
En otras palabras, combinando ambos tipos de producción “el campesino
agropastoril diversifica sus fuentes de alimentación, explota los recursos naturales más
eficientemente, mejora su habilidad para contrarrestar las crisis ambientales o económicas e
incrementa la producción en cada uno de los sistemas con ingresos derivados del
complementario” (Perevolotsky 1992 :45).
Me interesa, sin embargo, antes de pasar a la parte conflictiva de esta relación,
destacar algunas ventajas económicas parciales que el pastoralismo tiene sobre el cultivo.
El rebaño, en sí mismo, constituye un bien multifuncional económicamente hablando. Esto
significa, según las especies domesticadas, que puede concentrar no solo la provisión de
carne, leche y productos derivados, o fibra sino también estiércol para fertilizante,
42
combustible o construcción, sangre, cuero, hueso, cuerno, tendón y tripa. Su potencialidad
para tracción y transporte tampoco debe ser dejada de lado. Por otra parte, la dinámica
propia del pastoreo implica un uso del espacio que abarca numerosos ambientes, algunos
improductivos desde un punto de vista agrícola, pero ricos en otros recursos naturales a los
que se accede con facilidad.
Ahora bien, más allá de la relevancia casi “idílica” de este nexo agro-pastoril, se
presentan situaciones de conflicto o competencia que llegan a oscurecer la viabilidad
económica de la práctica conjunta de estas actividades.
En momentos de escasez de tierra y/o de nutrientes naturales, la agricultura y el
pastoralismo chocan indefectiblemente. Aún así, el principal nodo de conflicto se localiza
en la organización del trabajo para la explotación y en la demanda de mano de obra
especializada. Si se toma en consideración la dinámica propia de cada una de estas
prácticas productivas se advierte una seria disputa de espacio y tiempo. Mientras que el
pastoreo enfatiza la dispersión espacial del trabajo, las actividades agrícolas por el contrario
tienden a la agregación de la mano de obra. Vinculada a esta problemática resultan también
evidentes ciertas situaciones de competencia generadas por el limitado número de
miembros de la unidad doméstica y por la necesidad de llevar adelante trabajos específicos,
propios de cada producción, y que requieren experiencia y/o especialización técnica. En
general, los campesinos deben lidiar con distintos tipos de plantas, animales, ambientes,
estacionalidades más o menos marcadas y, además, con implementos y técnicas
diferenciadas. En el caso de las prácticas agrícolas, surcar, fertilizar, plantar, zapar,
cosechar, trillar y almacenar son algunas de las variadas tareas que los distintos cultivos
requieren. Por su parte, el pastoreo precisa de una supervisión casi diaria a la que se suman
también algunas labores no cotidianas. Me refiero, específicamente, entre otras a la esquila,
la señalada y la castración.
Hasta ahora han sido señaladas las ventajas y desventajas de aunar, dentro de una
economía de subsistencia, dos actividades que apuntan a un manejo controlado de los
recursos. Sin embargo, es un hecho que el desarrollo de una economía agro-pastoril pone a
43
las comunidades altoandinas en confrontación con dos problemas importantes : los riesgos
de producción y los riesgos de trabajo o mano de obra (Fernández 1992 ; Göbel 1994)
Los riesgos de producción, por un lado, derivan de las condiciones climáticas y
ecológicas. La altitud y la amplitud térmica, a las que se suma la inestabilidad característica
de las lluvias, las heladas, la nieve y el viento provocan, en conjunto, fluctuaciones que
atañen a ambos sectores productivos. De este modo, la disponibilidad de fuentes de agua, el
tamaño y composición de las pasturas, rebaños y tierras agrícolas así como también el
estado de los animales y cultivos se ven profundamente afectados. En este contexto,
cualquier planificación económica de largo plazo resulta prácticamente imposible. Por otro
lado, los riesgos de trabajo o mano de obra derivan, principalmente, de la seria disyunción
en tiempo y espacio que conlleva la organización del trabajo en una producción agrícola-
pastoril. Al respecto, Fernández (1992 :99) señala que “smallscale production systems tend
to be labor intensive. Workers must be on hand throughout the year, but specially at labor
peaks in the production cycle. In such systems this factor is critical...”.
Frente a estos problemas y a sus consecuencias adversas para la subsistencia, los
grupos humanos deben tomar decisiones. Esto implica tener que recurrir a un amplio rango
de prácticas o mecanismos culturales diseñados para reducir o minimizar la frecuencia y la
severidad del riesgo. Estos mecanismos de amortiguación comprenden, en definitiva,
distintos tipos de actividades que pueden agruparse en las siguientes categorías (Browman
1987b y c) :
a.- Mejoramiento de la capacidad de carga del terreno
b.- Diversificación de las actividades productivas
c.- Movilidad
d.- Almacenamiento
e.- Estrategias sociales de cooperación
Cabe destacar que la utilidad de cada una de estas prácticas se encuentra supeditada
a las características del contexto físico y social, incluyendo en ello tanto la estructura de la
44
sociedad en general como el tipo de costos o pérdidas económicas que dicha sociedad
probablemente sufra. Cualquier cambio en el medio sociocultural conlleva una redefinición
del conjunto de alternativas viables para amortiguar situaciones críticas. Mas aún,
“innovaciones organizativas o tecnológicas, por ejemplo, pueden llegar a incrementar la
habilidad de un grupo para hacer frente a ciertas perturbaciones en los recursos, alterándose
así la definición cultural de “severidad” ” (Minc y Smith 1989).
a.- Mejoramiento de la Capacidad de Carga del Terreno
Según Browman (1987b), este mecanismo apunta a reducir los riesgos productivos
favoreciendo o creando ciertas condiciones ambientales óptimas. En el caso de las
actividades agrícolas, la disponibilidad de agua constituye uno de los principales factores
limitantes. En este sentido, la irrigación ha resultado ser una excelente respuesta a dicho
problema. Ya sea que se utilicen melgas, canchones o andenes de cultivo la irrigación no
solo provee la humedad necesaria para el desarrollo del ciclo productivo sino que también
puede llegar a moderar los efectos de la altitud y las heladas. Por otro lado, estas mismas
prácticas de regadío logran contribuir de manera importante al proceso de enriquecimiento
de los suelos. Algas u otras plantas acuáticas crecen comúnmente en los canales o acequias
favoreciendo, así, la depositación de material orgánico en los surcos asociados.
Cabe aclarar que todo sistema de irrigación, por más simple que éste sea, requiere
no solo de una sustancial carga laboral sino también del aporte de los implementos
adecuados para la construcción y mantenimiento de los canales. Este apreciable costo
laboral y tecnológico brinda, sin embargo, notorios beneficios a la actividad pastoril. En
primer término, es dable advertir que a través de la creación artificial de bofedales se
provee a los camélidos de pasturas preferenciales. En segundo término, debe observarse
que la práctica del regadío temporal facilita la extensión de las vegas contribuyendo en ello
a un incremento en la disponibilidad de pasturas.
Otro de los mecanismos de importancia dentro de esta categoría es el barbecho
sectorial ya que permite la regeneración natural de nutrientes en los suelos manteniendo la
45
tierra en constante funcionamiento. Los múltiples beneficios que ofrece este sistema pueden
sintetizarse de la siguiente manera : “livestock could readily be pastured on the fallow
fields, fertilizing the fields with their droppings, and the same plot of land thus could be
utilized for both crops and pasture” (Browman 1987c :11).
b.- Diversificación de las Actividades Productivas
La diversificación incluye, según Halstead y O’Shea (1989b), un amplio rango de
prácticas que van desde lo pasivo hasta lo activo. En líneas generales, este mecanismo
tiende a ampliar la estructura básica de recursos ya sea a través del mantenimiento de
recursos de reaseguro (polo pasivo) como a través de la explotación de una mayor variedad
de áreas o microambientes (polo activo).
Antes de pasar a discutir estrategias puntuales de diversificación productiva,
considero pertinente enfatizar el rol mismo del agropastoralismo como respuesta a una
variable escasez de recursos. En este sentido, se puede sostener que el nexo agro-pastoril
constituye en sí mismo una estrategia de ampliación de la base de subsistencia, y por ende,
una opción que tiende a la flexibilización, a la reducción y redistribución del riesgo
productivo (O’Shea 1989 ;Van Dijk 1995).
Ahora bien, la explotación de la más amplia variedad de especies vegetales y/o
animales posible es considerada como una opción viable a la hora de enfrentar severos
riesgos de producción (Halstead 1989 ; Halstead y O’Shea 1989b ; Legge 1989). Al
respecto, esta diversificación apunta a la adopción de especies domesticadas con diferentes
susceptibilidades y ciclos de crecimientos temporalmente variados. En sí mismo, esto
contribuye a reducir notablemente los peligros de una pérdida masiva por enfermedades o
pestes específicas.
Aún hoy, como posiblemente debió haber sucedido en el pasado, algunos
campesinos andinos enfatizan esta práctica sobre la base de especies nativas de vital
importancia para su dieta. Por un lado, considero importante rescatar la utilización de
46
distintos tubérculos microtérmicos (papa, oca, ulluco) y también de algunos cereales y
pseudocereales (maíz, quínoa). En estos casos, resulta interesante advertir que la
diversificación puede llegar a expresarse a través de cierta cantidad de variedades de una
misma especie. Estas variedades son elegidas por su adaptabilidad de manera tal que
puedan responder a distintas condiciones microambientales o microtopográficas. Por otro
lado, en lo que hace a la actividad pastoril, debo rescatar las ventajas productivas de los
camélidos domesticados (llama y alpaca) frente a la presencia de algunas especies europeas
mal adaptadas. Al respecto, Browman (1987b) señala en estas especies nativas la capacidad
de : a) metabolizar con elevada eficiencia las pasturas con alto contenido de celulosa, b)
evidenciar una baja tasa de mortalidad bajo condiciones climáticas altoandinas y c) poseer
una alta tasa de fertilidad y una gran tolerancia a las enfermedades endémicas.
Mas allá de las características propias de las especies ganaderas, no se puede dejar
de resaltar que una estrategia de diversificación pasiva basada en el reaseguro significa
amortiguar en mucho las consecuencias adversas del riesgo productivo (Ingold 1983, citado
en Pintar 1996 ; Legge 1989 ; Van Dijk 1995). En efecto, el principio básico de este
mecanismo consiste en minimizar el consumo (o venta) de animales, especialmente el de
los más jóvenes. De este modo, el tamaño del rebaño se incrementa volviéndose un bien de
reaseguro tanto en las épocas de bonanza como en las más dificultosas. Esta práctica pasiva
suele estar acompañada por una conducta activa orientada a ampliar una vez más las
alternativas de subsistencia. En efecto, la explotación de recursos silvestres facilita con su
aporte un mejor manejo de los rebaños y asegura la existencia de un complemento
alimenticio secundario o de emergencia (Halstead 1989 ; O’Shea 1989). En épocas
prehispánicas, ante un manejo de rebaños que minimiza el consumo, las estrategias de caza
de camélidos silvestres debieron haber tenido una marcada incidencia en la subsistencia de
los grupos humanos. Al respecto, información arqueofaunística recuperada en algunos
sitios de Antofagasta de la Sierra y Chile dan idea de que las economías agro-pastoriles
formativas siguieron obteniendo una importante cuota de proteína animal a través de
prácticas predadoras (Olivera 1998 ; Olivera y Elkin 1994 ; Yacobaccio et al. 1994).
47
Todavía más cerca del polo activo de la diversificación, y en estrecha vinculación
con el mecanismo de movilidad, se encuentran tanto la utilización de parcelas de cultivo
dispersas como la realización de instancias de intercambio. Ya se ha señalado la selección
de variedades vegetales adaptadas a distintas condiciones microambientales o
microtopográficas. En efecto, la utilidad de dichas variedades se enmarca en el uso de
estrategias espaciales para la localización y el mantenimiento de pequeñas parcelas de
cultivo. De este modo, a expensas de perder cierta eficiencia productiva, se reduce
notablemente el impacto de condiciones ecológicas adversas y pestes como también la
incidencia del riesgo laboral (Halstead y O’Shea 1989b ; Browman 1987b).
Por su parte, ciertas instancias de intercambio como las caravanas aún hoy
constituyen un mecanismo para la obtención de un amplio espectro de recursos y bienes
(Browman 1987d ; Göbel 1994 ; Guillet 1992). Dichas caravanas posibilitan el acceso a
diferentes regiones así como también a una amplia variedad de localidades dentro de una
misma región. De este modo, una serie de recursos o productos altoandinos (fibra, hilados,
charqui, cueros, hierbas medicinales, coipa, sal, etc.) logran ser intercambiados por otros
(maíz, trigo, fruta, fruta seca, etc.). Los circuitos más recurrentes toman contacto con las
zonas más bajas (valles mesotermales) o con otros oasis altoandinos. En general, se puede
decir que este tipo de intercambio contribuye a mantener cierta cohesión con grupos
sociales relativamente cercanos facilitando, con ello, la cooperación en tiempos de
adversidad. En Antofagasta de la Sierra, el hallazgo de algunos macrovestigios vegetales
(algarrobo, calabaza) y cerámicas de tipo valliserranas en contextos agro-pastoriles
prehispánicos podrían sugerir una situación semejante (Olivera 1992).
c.- Movilidad
La movilidad como estrategia de amortiguación apunta a paliar las discrepancias
espaciales en la disponibilidad de los recursos mediante el acceso a áreas con abundancia
de recursos localizados. Desde un punto de vista agro-pastoril, se logra proveer al sistema
de la flexibilidad necesaria para minimizar los efectos del riesgo a través de la distribución
espacial de la producción y de un patrón de asentamiento acorde con la dinámica requerida.
48
Anteriormente, en cuanto a la actividad agrícola, se hizo referencia acerca de la utilización
dispersa de parcelas distribuidas en distintas localizaciones topográficas y altitudinales. Al
respecto, cabe destacar que en las microregiones de Antofalla y Antofagasta de la Sierra
algunas evidencias arqueológicas indican la realización de actividades agrícolas en
diferentes sectores microambientales (Escola 1996 ; Escola et al. 1992-1993 ; Olivera
1992 ; Olivera y Podestá 1995).
Por su parte, para la actividad pastoril, esta estrategia constituye un medio clave
para desarrollar un adecuado uso del agua y de las pasturas. En efecto, la movilidad se
vuelve crucial en el manejo del rebaño, ya para mejorar la disponibilidad y calidad de las
pasturas, ya para acceder a cursos de agua permanentes, ya para amortiguar los efectos
adversos de un ambiente de alta inestabilidad. Así, el pastor implementa un mecanismo
esencial para asegurar la viabilidad económica de sus animales. Es importante considerar a
este movimiento no como un derrotero aleatorio sino como una explotación flexible y
altamente informada del ambiente (Legge 1989).
Finalmente, se debe destacar que esta movilidad se apoya, generalmente, en la
existencia de una serie de “puestos” de pastoreo (vivienda y corral) localizados en sectores
de quebradas altas (3900-4500 m.s.n.m.) y cuya ocupación es periódica o estacional. En
Antofagasta de la Sierra se han podido registrar, hasta el momento, evidencias de posibles
unidades pastoriles de tipo “temporario” en quebradas aledañas al fondo de la cuenca
(quebradas de Real Grande y del Diablo).
d.- Almacenamiento
El llamado “almacenamiento físico” comprende una serie de prácticas orientadas
directamente a estabilizar la disponibilidad de alimentos a lo largo del tiempo.
Básicamente, constituye una estrategia implementada para enfrentar la estructura temporal
de la disponibilidad de alimentos (Halstead y O’Shea 1989b). Un elemento primordial en
este mecanismo es el desarrollo de tecnologías específicas involucradas en la efectivización
del excedente. Por un lado, se encuentra la tecnología de captura y/o producción diseñada
49
para maximizar la cosecha de un recurso que está disponible en un limitado período de
tiempo. Por otro lado, se presenta el desarrollo de una tecnología orientada tanto al
procesamiento y preservación de los bienes como a la construcción de las estructuras
adecuadas para extender el tiempo de consumo de dichos bienes (Rowley-Conwy y
Zvelebil 1989). Al respecto, en muchos casos, atendiendo a los altos costos que la práctica
del almacenamiento implica, la diversificación resulta ser la estrategia seleccionada por las
comunidades (Redding 1988).
Ahora bien, en una escala interanual o de largo plazo, el llamado almacenaje social
aparece como una alternativa viable del almacenamiento físico para el manejo de
situaciones de escasez. En sentido estricto, la noción “almacenaje social” alude a la
utilización de items de prestigio, usualmente bienes especiales, como prendas de valor que
pueden ser intercambiadas por alimentos en tiempos de necesidad (Rowley-Conwy y
Zvelebil 1989). En términos más generales, esta estrategia constituye una instancia de
intercambio formalizado basada en la circulación de alimentos o bienes en función del
mantenimiento de una red de relaciones sociales y de obligaciones latentes de reciprocidad
(O’Shea 1989). En todos los casos, es importante advertir que el rol de este mecanismo en
la reducción del riesgo se incrementa enormemente al ponérselo en práctica en conjunción
con el almacenamiento físico.
e.- Mecanismos Sociales de Cooperación
Entre las estrategias implementadas por el hombre para hacer frente a las
consecuencias del riesgo, tal vez, las más recurrentes sean las cadenas formales o
informales de cooperación. Normas de reciprocidad o mutua cooperación subyacen a un
conjunto muy variado de convenios sociales, en virtud de los cuales, el impacto del riesgo
productivo, y en especial el del riesgo laboral, se reparte o diluye. La instrumentación de
estos convenios o arreglos se basa generalmente en lazos parentales, relaciones de
compadrazgo o incluso vínculos no parentales que llegan a incluir a la comunidad toda. Por
otro lado, cabe destacar que todos los miembros dentro de una unidad doméstica, aún los
niños, participan de estos sistemas.
50
Una gran variedad de convenios han sido registrados en comunidades agro-
pastoriles y pastoriles (Browman 1987b y c ; Fernández 1992 ; Göbel 1994 ; Legge 1989 ;
McCorkle 1992b), presentándose las condiciones del arreglo y las ventajas inherentes a
cada uno de ellos. Se destacan, particularmente, los arreglos “al partir”, arreglos de trabajo
(conchabes), ayni, mit’a, aparcería, waki, etc. En general, se trata de convenios que
involucran préstamos cooperativos de rebaños e intercambios mutuos de trabajo. Por
ejemplo, un individuo provee el ganado, y posiblemente también el acceso a las pasturas,
mientras que el otro aporta el trabajo y sus habilidades técnicas recibiendo en
compensación parte de lo producido. Asimismo, se han documentado intercambios de
animales para producción agrícola. Esto implica, por un lado, el uso de los residuos de los
campos cosechados como alimento para el rebaño y, por otro lado, el aporte de fertilizantes
(estiércol y orina) para el mejoramiento de los campos de cultivo. Finalmente, no se puede
dejar de destacar que, a partir de los lazos sociales establecidos, se genera el intercambio de
información y el sustrato adecuado para la conformación de verdaderas cadenas
informativas. Parientes cercanos o personas vinculadas por lazos como el compadrazgo
tienen la obligación moral de ser generosos con la información. Esto resulta de vital
importancia a la hora de hacer frente a fluctuaciones ambientales, productivas o laborales.
52
CAPITULO III
METODOLOGIA : EN EL CAMPO Y EN EL LABORATORIO
Las investigaciones desarrolladas en la cuenca de Antofagasta de la Sierra desde el
año 1984 comprendieron numerosas jornadas de campo y largas horas de trabajo en
laboratorio. Las tareas de campo estuvieron orientadas, en gran medida, a la excavación de
los sitios Casa Chavez Montículos y Real Grande 1. Los instrumentos y desechos de talla
recuperados en el transcurso de dichas excavaciones constituyeron la evidencia artefactual
básica para abordar la problemática tecnológica. En este sentido, el trabajo de laboratorio
comprendió el tratamiento tecnológico y tipológico de los conjuntos líticos intentando
conjugar el potencial informativo que poseen tanto los instrumentos como los desechos.
En líneas generales, el contenido de este capítulo hace referencia a la metodología y
técnicas implementadas en las excavaciones mencionadas y en el análisis del material
arqueológico lítico. La exposición incluye una ajustada caracterización de los sitios Casa
Chavez Montículos y Real Grande 1. Cabe aclarar que, a los fines de una mejor lectura, los
procedimientos y técnicas de campo aplicados en algunos sitios superficiales -
específicamente en las fuentes de aprovisionamiento- se desarrollarán en el Capítulo IV.
En el Campo
Casa Chavez Montículos
El sitio Casa Chavez Montículos se encuentra localizado en el fondo de cuenca, a
1.7-2 km al sur de la localidad de Antofagasta de la Sierra, sobre la margen izquierda del
río Antofagasta/Punilla y adyacente a la zona de Tolar-Campo. Cabe destacar que este
asentamiento se encuentra situado en uno de los sectores microambientales más aptos para
el desarrollo de prácticas agrícolas. Asimismo, las vegas de las márgenes del río, fácilmente
53
extendibles mediante riego, constituyen una oferta forrajera de tipo estacional (primavera-
verano) para el pastoreo de camélidos.
Se trata de un conjunto de diez estructuras monticulares, de dimensiones variables,
dispuestas en dos grupos alrededor de un espacio deprimido central (Figura 2). Aparece
abundante material arqueológico en la superficie de las estructuras como también en los
espacios intermonticulares. Sin embargo, el registro estratigráfico sólo parece limitarse a
los montículos. En este sentido, estudios realizados sobre procesos de formación del sitio
han permitido asignar un origen fundamentalmente artificial para los montículos, con
aporte menor de sedimentación natural (Olivera y Nasti 1993).
Los registros de excavación provienen, fundamentalmente, de los Montículos 1 y 4.
En ambas estructuras monticulares se aplicó una técnica de decapage sectorial sobre la base
de un trazado en cuadrículas de 1 x 1 m, subdivididas en cuatro microsectores de 0.50 x
54
0.50 m. Estos microsectores constituyeron las unidades reales de excavación, mapeo y
embolsado. Asimismo, dentro de cada una de estas unidades, los vestigios arqueológicos de
planta, registrados de manera bidimensional o tridimensional según el caso, se mantuvieron
separados de aquellos recogidos en zaranda (malla de 1.5 mm). En general, se excavó por
capas artificiales de 0.10 m debido a la relativa homogeneidad de la matriz sedimentaria,
sin embargo, se respetó la configuración natural en la medida en que la presencia de
diferencias en la misma o la existencia de restos de estructuras así lo requirieron. Las tareas
de excavación cubrieron una superficie de 32 m2.
En ambos montículos se detectaron estratigráficamente restos de diferentes tipos de
estructuras (habitacionales, basurales, estructuras de cavado artificial, fogones), evidencias
de fabricación y utilización de cerámica, indicadores de actividades agrícolas y vestigios de
procesamiento y consumo de camélidos (Lama glama y Lama vicugna). Instrumentos y
desechos líticos en abundancia se suman también al registro estratigráfico. Con respecto al
material arqueofaunístico, se destaca la presencia dominante de neonatos y juveniles lo cual
indicaría una cierta selectividad en el manejo de los animales. Una exposición detallada de
la naturaleza y características de los distintos hallazgos puede verse en Olivera (1986, 1987,
1988, 1991, 1992), Olivera y Elkin (1994), Olivera y Nasti (1993).
Los fechados radiocarbónicos disponibles (Tabla 1) permiten situar las ocupaciones
del sitio entre 2120 y 1530 AP. Si se contemplan estas dataciones y dos sigmas es posible
hablar de un lapso probable de ocupación de más de 850 años dado que el fechado más
temprano se encuentra por encima de la base de ocupación (Nivel X). No se pretende
sostener, con esta afirmación, una ocupación continuada del sitio a lo largo de dicho lapso,
de hecho existen evidencias de una desocupación temporaria y no debe haber sido la única
(Nasti 1991a, 1991b, 1992). Al respecto, se pudo constatar en el Montículo 1 un importante
episodio de desocupación entre los niveles V y VI de la estratigrafía, estimado en más de
quince años por controles de tafonomía (Olivera y Nasti 1993).
55
Tabla 1
Fechados Radiocarbónicos Casa Chavez Montículos
Sitio Nivel Edad C14 Laboratorio y Muestra Casa Chavez Montículos Años AP
Montículo 1 III 1670 ± 60 Beta - 27199 Montículo 1 IV 1660 ± 60 Latyr - 251 Montículo 1 Vc 1530 ± 70 Beta - 27201 Montículo 4 V 1740 ± 100 Beta - 27198 Montículo 1 VI 1740 ± 60 Beta - 27202 Montículo 1 VII 1930 ± 70 Beta - 27200 Montículo 1 VIII 2120 ± 60 Latyr - 299
En líneas generales, la existencia de evidencias de agricultura, manejo selectivo de
camélidos y tecnología cerámica muy desarrollada, sumadas a una larga secuencia de
ocupación casi ininterrumpida durante casi mil años, advierten acerca de la existencia de
una comunidad agro-pastoril con alto grado de sedentarismo en este sitio. La presencia de
nonatos y neonatos de pocos meses de edad del grupo Camelidae indicaría una ocupación
de tipo estival. Sin embargo, las evidencias de contexto del sitio y las etnoarqueológicas de
los ciclos pastoriles puneños sugieren que se trataría de una ocupación de año completo
(Olivera 1992 ; Olivera y Elkin 1994).
Real Grande 1
El sitio aprovecha un alero pequeño y un terreno adyacente, utilizado actualmente
como corral, ubicados en las cercanías de la margen izquierda de la vega de altura de Real
Grande (4050 m.s.n.m.) (Figura 3). Este sector del curso medio/superior del río Las Pitas
posee abundantes recursos de agua y pastura durante todo el año. La etnoarqueología y la
etnografía andinas señalan que este tipo de ambientes de vegas altas con pastos perennes se
utilizan para pastoreo de invernada complementándolo con el pajonal de altura (Olivera y
Elkin 1994).
En la superficie del sitio se ha observado abundante material lítico y, en muy escasa
proporción, material cerámico. La excavación, efectuada por decapage, tuvo lugar en 12
56
cuadrículas de 1 x 1 m, subdivididas en cuatro microsectores de 0.50 x 0.50 m. Estos
microsectores constituyeron las unidades reales de excavación de manera tal que el registro
de planta, bidimensional o tridimensional según el hallazgo, y la recuperación del material
de zaranda se ajustaron a dichas unidades. La estratigrafía mostró tres capas naturales las
cuales fueron excavadas en varias extracciones de 0.05 m, dependiendo su número de la
potencia evidenciada por la capa natural. Cabe destacar también la realización de varios
sondeos diagnósticos efectuados con el objeto de evaluar tanto las características generales
de la estratigrafía como la naturaleza de la matriz sedimentaria.
Las excavaciones en el sitio pusieron en evidencia una serie de eventos de
ocupación superpuestos. En este sentido, se recuperó una interesante muestra de material
lítico y arqueofaunístico, unos pocos fragmentos de cerámica ordinaria, restos de cestería y
textilería, vellones, vestigios de camadas de gramíneas no muy extensas y restos de
estructuras de combustión de pequeño tamaño (Olivera 1992). Asimismo, a unos 3 m de la
pared del alero se ubicó una línea subcircular de piedras, de clara factura artificial, que
parecería formar parte de un recinto. Se asume que éste no debió ser el único construido a
lo largo de la ocupación del sitio. De hecho, en el primer relevamiento se identificaron dos
líneas artificiales de piedra, una de las cuales incluía un antiguo mortero, que fueron
destruidas posteriormente para elevar las paredes del corral actual.
57
Figura 3
Relevamiento Planimétrico Real Grande 1
58
En este contexto, es de sumo interés la información aportada por el análisis
arqueofaunístico. En principio, éste indica la presencia dominante del camélido
identificándose tanto Lama glama como Lama vicugna. Sin embargo, a partir de estudios
de osteometría, el 95% de los huesos medidos pudo asociarse a los estándares de Lama
vicugna. Esto sugiere que la mayor parte de los restos óseos recuperados en el sitio
provienen de actividades de caza. Por su parte, la existencia de partes esqueletarias de
pobre rendimiento indicaría un mayor énfasis en la matanza y procesamiento de camélidos
y un menor consumo (Olivera 1992 ; Olivera y Elkin 1994).
Las dataciones radiocarbónicas disponibles (Tabla 2) permiten situar las
ocupaciones del sitio entre 1110 y 680 AP, es decir un lapso cronológico que abarca desde
épocas Formativas hasta momentos tempranos del período Tardío. Cabe destacar que por
debajo del fechado más temprano existe aún sedimento fértil.
Tabla 2
Fechados Radiocarbónicos Real Grande 1
Sitio Nivel y Extracción Edad C14 Laboratorio y Muestra Real Grande 1 Años AP
RG1 II 2e 680 ± 70 Latyr - 291 RG1 II 2e 770 ± 60 Latyr - 238 RG1 II 3e 1110 ± 100 Latyr - 284 RG1 II 4e 980 ± 70 Latyr - 70
En términos generales, Real Grande 1 podría haber funcionado como un “puesto”
constituido por varios recintos de diferente funcionalidad. Es posible también que la
compleja estructura del sitio incluyera corrales tal como ocurre en los puestos actuales y
como parece haber observado H. Yacobaccio en Susques (Puna de Jujuy) en el sitio Puesto
Demetria. De hecho, algunos de los fechados de ambos sitios son altamente coincidentes
(RG1 : 680 ± 70 y 770 ± 60 AP ; PD : 760 ± 70 AP) (Olivera y Elkin 1994 ; Yacobaccio et
al. 1994).
59
En el Laboratorio
Las excavaciones realizadas en los sitios Casa Chavez Montículos y Real Grande 1
permitieron la recuperación de un registro arqueológico lítico integrado por instrumentos,
núcleos y desechos de talla.
Entiendo por instrumento a “toda pieza utilizada en la transformación de otros
objetos o materias diversas” (Aschero 1975 :53- nota 41). De este modo, artefactos
formatizados por lascado, picado, abrasión o pulido así como también aquellos que han
sido modificados por el uso quedan comprendidos en esta definición. Por su parte, se
denomina núcleo a “todo nódulo del que se han extraído lascas que por su tamaño, forma y
técnica de extracción permitan inferir que han sido aprovechadas” (Aschero op. cit. :6).
Esto significa que este artefacto participa como intermediario en el proceso de obtención de
formas base, sin embargo, cabe aclarar que también puede ser utilizado como forma base
para la confección de instrumentos. Desde un punto de vista analítico, si bien algunos
investigadores (Nami y Bellelli 1994 ; Orquera y Piana 1987) incluyen a los núcleos dentro
de una concepción amplia de desechos, dejo constancia que, en este trabajo, estos artefactos
han recibido un tratamiento tecnológico independiente más afín al de los instrumentos que
al de los desechos de talla (Aschero 1975, 1983).
En lo que respecta a los desechos de talla, adhiero a la definición de Fish
(1981 :374) que los considera como “a broad category that includes all flaked stone
materials not recognized as cores or retouched tools”. En este sentido, se incluyen como
desechos líticos “the waste products of core preparation, preliminary stages in tool
manufacture, and waste resulting from all further modification during the lifetime of a
tool”. Esta concepción es similar a la utilizada por Bellelli et al. (1985-87 :36) en su
propuesta para el análisis y procesamiento de desechos de talla.
Ahora bien, cada uno de estos elementos artefactuales posee un potencial
informativo que permite hacer inferencias, entre otras cosas, acerca del manejo de las
materias primas, composición y diversidad de los conjuntos instrumentales, aspectos del
60
diseño, secuencias de producción, técnicas de manufactura. Por lo tanto, instrumentos,
núcleos y desechos de talla merecen, por igual, ser objeto de la atención del analista. Más
aún, algunos autores enfatizan el rol de los desechos a la hora de evaluar ciertos aspectos
del comportamiento que pasarían inadvertidos si sólo se tomara en consideración el registro
instrumental (Collins 1975 ; Fish 1981 ; Shott 1994). Me refiero, específicamente, a la
posibilidad de detectar actividades de manufactura, mantenimiento o reciclado de
instrumentos que han sido removidos del contexto y descartados en otra localización. En
consecuencia, por todo lo expresado, considero que ninguna de estas categorías
artefactuales debe ser excluida del análisis si se tiene la intención de evaluar y discutir
algunos aspectos de la organización de la tecnología.
Con estos conceptos en mente, se realizó un primer inventario general de los
materiales líticos de Casa Chavez Montículos (Montículos 1 y 4). La muestra total de
artefactos recuperados en el Montículo 1 registró 531 instrumentos y núcleos y 7575
desechos de talla. En el Montículo 4, por su parte, los hallazgos comprendieron un total de
141 instrumentos y núcleos y 2049 desechos de talla. El material de Real Grande 1 fue
inventariado en forma parcial, especialmente en lo que respecta al conjunto de desechos de
talla. Se contabilizó así un total de 99 instrumentos y núcleos que constituyen la totalidad
del registro instrumental recuperado en las sucesivas campañas. Sin embargo, para los
desechos de talla, al momento sólo es posible estimar la existencia de un conjunto de más
de 4000 artefactos.
Para llevar adelante el análisis técnico-morfológico de los conjuntos líticos se
utilizaron muestras parciales obtenidas tanto por medios probabilísticos como no
probabilísticos.
En el caso de Casa Chavez Montículos, en principio, se optó por trabajar con los
materiales del Montículo 1 que ofrecía el lapso de ocupación más prolongado. A tal efecto,
se utilizó, por un lado, una muestra no probabilística de 294 instrumentos y núcleos (55.4%
de la muestra total). Por otro lado, en cuanto a los desechos de talla, se consideró
conveniente realizar un muestreo estratificado proporcional aplicando una fracción del
61
10%. Los niveles artificiales definidos funcionaron en calidad de estratos. A su vez, se
tomó al microsector como unidad de muestreo debido a que dicha unidad, respondiendo a
la metodología de excavación implementada, facilitaba la obtención de una muestra
representativa de la variabilidad del conjunto artefactual. De este modo, se trabajó en
definitiva con un conjunto de 1230 desechos de talla (16.2% de la muestra total).
En el caso de Real Grande 1, se utilizó la totalidad de la muestra instrumental (99
elementos) dado que, en virtud de su escaso número, no se consideró conveniente
fraccionar este total. Por el contrario, la abundancia de desechos líticos requirió de la
aplicación de técnicas probabilísticas a fin de lograr una muestra artefactual representativa
y manejable. Al igual que en el caso anterior, se utilizó un muestreo estratificado
proporcional adoptando una fracción del 30%. Los estratos se correspondieron con los
niveles naturales de excavación y sus respectivas extracciones. Las unidades de muestreo
fueron los microsectores. En definitiva, se logró una muestra de 2398 desechos de talla.
Cabe aclarar que, de las tres campañas realizadas, el material correspondiente a las de 1990
y 1991 fue analizado y procesado por Virginia Dellino, bajo mi supervisión.
Es importante señalar que los materiales líticos de Casa Chavez Montículos
(Montículo 1) y Real Grande 1 han sido tratados analíticamente en bloque de manera tal
que las conclusiones tecnológicas que puedan alcanzarse responden a un lapso temporal
entre el 2200 AP y el 700 AP. Quiero destacar que ésta ha sido una decisión deliberada en
función de poder abordar la variabilidad tecnológica que ofrecen los conjuntos líticos
formativos. No se descarta, en un futuro próximo, evaluar la presencia de ajustes
tecnológicos de corto plazo dentro del continuum evolutivo de las mismas sociedades
agropastoriles. El análisis individual de los instrumentos y núcleos, con registro de
procedencia por nivel, y las técnicas de muestreo aplicadas en relación a los conjuntos de
desechos líticos posibilitan la realización de un estudio semejante a partir de la misma
muestra artefactual.
62
Considero adecuado, ahora, mencionar las bases metodológicas que sustentaron, por
un lado, el tratamiento de los instrumentos y núcleos, y por otro lado, el de los desechos de
talla.
En el primer caso -instrumentos y núcleos- se siguieron para el análisis los
lineamientos propuestos por Aschero (1975, 1983). Este marco clasificatorio, en el que se
interrelacionan atributos tecnológicos y morfológico-dimensionales, permite una utilización
selectiva de dichos atributos acorde con la problemática que se desee abordar. En mi caso
particular, he privilegiado la consignación de los siguientes atributos y variables : grupo y
subgrupo tipológico, materia prima, dimensiones absolutas y relativas, cantidad y tipo de
filos, designación morfológica (núcleos), serie técnica, situación de los lascados, forma
base, estado de la plataforma de percusión (núcleos), tipo de talón y/o plataforma de
percusión, atributos asociados al talón, estado (entero o fracturado). El registro de estos
atributos en fichas individuales y, posteriormente, la utilización de una base de datos
relacional (DBase III Plus) facilitó la cuantificación y el procesamiento de los datos
cualitativos (Tipología Lítica Computarizada (TILCO) - Guráieb y García 1985-87). Los
datos correspondientes al conjunto instrumental de Real Grande 1 fueron procesados con el
programa Excel 7.0.
En el caso de los desechos de talla, se adhirió a la metodología propuesta por Belleli
et al. (1985-87) y Belleli y Guráieb (1992), la cual se apoya fundamentalmente en los
trabajos de Aschero (1975, 1983) y Nami (1984, 1986, 1992a). Esta propuesta
clasificatoria, que parte de atributos morfológicos, tecnológicos y dimensionales, apunta a
ofrecer un método de análisis que permita discernir procesos y modos de producción a
posteriori del mismo. En este sentido, se entiende que el análisis de los desechos de talla
debe tender al establecimiento de las características técnico-morfológicas del conjunto y no
considerar que las categorías técnicas y/o morfológicas repetidas en piezas individuales
puedan definir una tecnología o un momento de la secuencia de producción (Bellelli 1991).
Dado que el sistema habilita a cada investigador a seleccionar las variables y
atributos que respondan más adecuadamente a los objetivos planteados, destaco en esta
63
oportunidad la utilización de los siguientes : materia prima, estado de desecho, dimensiones
absolutas y relativas, tipo de lasca, tipo de talón y atributos asociados al mismo. El registro
de estos datos cuali-cuantitativos se efectuó en fichas descriptivas. Luego, la utilización de
una base de datos relacional (DBase III Plus - DELCO) y del programa Excel 7.0. (en el
caso de los desechos de Real Grande 1) posibilitó un procesamiento rápido y la elaboración
de estadísticas descriptivas adecuadas.
64
CAPITULO IV
RECURSOS LITICOS
La determinación de la base regional de recursos líticos, el estudio de su estructura,
y la identificación y caracterización de las fuentes de aprovisionamiento constituyen un
buen punto de partida para tratar de entender la variabilidad de los conjuntos líticos.
En las últimas décadas, la importancia de la disponibilidad de las materias primas y
su influencia relativa en las estrategias tecnológicas ha sido objeto de variadas discusiones,
sin embargo, mas allá de los puntos de vista, su tratamiento como componente necesario de
los estudios de organización tecnológica resulta indiscutible (Andrefsky 1994 ; Binford
1979 ; Bamforth 1986 ; Carr 1994b ; Ingbar 1994 ; Kelly 1988, 1992 ; Kuhn 1995 ; Nelson
1991 ; Strauss 1980). En este tratamiento, las fuentes de aprovisionamiento reciben especial
atención en virtud de su singular posición dentro del proceso productivo y, por ende, de su
potencial interpretativo. En efecto, ya sea que se trate de fuentes primarias o secundarias
(Nami 1992b), “they are the only nodes which are ultimately connected to every other
component of the system (... and) the behavior which took place at the sources should have
been affected at least to some degree by the processes taking place at every other element
in the entire system” (Torrence 1986 :164).
Ahora bien, una adecuada evaluación de la base de recursos líticos de una región se
inicia con la revisión de la bibliografía geológica de manera tal de lograr un panorama
preliminar de la distribución espacial de potenciales recursos. Luego, a través de los
trabajos de campo, se apunta a la localización y caracterización de las fuentes de
abastecimiento involucrando en ello la consideración de aspectos tales como la forma en
que la roca se presenta en la naturaleza (mantos, filones, bloques, nódulos, rodados, etc.),
las condiciones de accesibilidad a las fuentes, y las características petrográficas y/o
65
geoquímicas de las materias primas. No se debe olvidar que los recursos líticos se
encuentran disponibles no solo en cantidades limitadas sino también en calidad, tamaño y
variedad diferenciadas, hechos que condicionan la magnitud, tiempo y técnicas de su uso o
explotación (Jochim 1979). Así, toda la información generada en estos aspectos permite,
posteriormente, discutir las condiciones y las estrategias de aprovisionamiento
implementadas, en este caso, por los grupos agro-pastoriles.
Aspectos Geológicos y Litológicos Relevantes de la Región
La provincia geológica Puna (sensu Turner 1972) es una amplia región que ocupa el
sector noroeste del territorio argentino, al tiempo que, a nivel continental, constituye el
extremo terminal del Altiplano sudamericano. Esta provincia, a su vez, comprende dos
subprovincias geológicas con características estratigráficas, estructurales y morfológicas
distintivas : una Puna Septentrional y una Puna Austral a ambos lados del lineamiento
continental Calama - Olacapato - Toro (Alonso et al. 1984). En estas páginas sólo se hará
referencia a la segunda de las subprovincias mencionadas ya que la región en estudio forma
parte de la misma. Asimismo, cabe aclarar que la información que se presenta a
continuación corresponde a los trabajos de Alonso, Viramonte y Gutiérrez (1984) y de
González (1992).
En términos generales, se pueden distinguir en la Puna Austral varios complejos
litológicos que ocupan posiciones estratigráficas definidas. En este sentido, se observan
rocas del denominado basamento metamórfico antiguo, rocas sedimentarias e ígneas del
Paleozoico inferior, y rocas sedimentarias, volcánicas y piroclásticas del Cenozoico (Figura
4).
La estratigrafía se inicia con terrenos de edad preordovícica que conforman una
importante unidad localizada en el borde oriental de la Puna , en el límite con la Cordillera
Oriental. Se trata de rocas que presentan un metamorfismo regional de bajo a alto grado con
sobreimposición, en algunas zonas, de un metamorfismo de contacto.
66
Figura 4 Mapa Geológico - Sector de Puna Austral
(Tomado de González 1992) Dichas rocas conforman cuerpos de regulares dimensiones, observándose los
principales afloramientos en la zona oriental del Salar del Hombre Muerto, en el cerro
Overo, al noroeste del cerro Galán, en la Sierra del Peñón y en parte de la Sierra de Laguna
Blanca. Este basamento está constituido por una variedad de rocas que se agrupan en
67
esquistos, filitas, micacitas y gneises, también en algunos sectores pueden reconocerse
pizarras, areniscas leptometamórficas, cuarcitas y calizas.
Otras unidades preordovícicas aparecen en la margen occidental del Salar de
Antofalla, en las localidades de Antofallita, Botijuelas y Lorohuasi al sur. En Antofallita
predominan rocas de mediano grado metamórfico, compuestas por esquistos muscovíticos-
biotíticos de color gris verdoso. En Botijuelas se observan micacitas y esquistos micáceos
de colores verdosos y grisáceos de bajo grado metamórfico. Finalmente, los afloramientos
de Lorohuasi se describen como cuarcitas y esquistos verdosos.
Para el Ordovícico se destacan afloramientos rocosos que conforman una amplia
faja en el sector centro-oriental de la Puna Austral (dorsal “Calalaste-Pocitos”). En este
sentido, integran una serie de cordones que se desarrollan a lo largo del meridiano de 67° y
que, inflexionando a los 25° 30’ de latitud , continúan en los relieves de Falda Ciénaga,
Calalaste, Paycuqui y en algunas otras elevaciones de los alrededores de Antofagasta de la
Sierra. Petrográficamente se distingue una secuencia integrada por pelitas, wackes,
areniscas y escasos niveles conglomerádicos finos. El color general es verde, presentándose
en algunos sectores decolorado por hidrotermalismo. Se destaca en todo el conjunto un bajo
grado de metamorfismo. Sin embargo, en las sedimentitas ordovícicas localizadas en el
límite con la llamada “Faja Eruptiva” de la Puna sudoriental se han detectado una serie de
fenómenos metamórficos, de carácter progresivo y en sentido oeste-este. Algunos de estos
afloramientos, localizados en el borde oriental de los salares Centenario, Ratones y Hombre
Muerto, se proyectan al menos hasta la latitud del Peñón, al sur de Antofagasta de la Sierra.
Otra particularidad del Ordovícico se presenta en la denominada “Faja Eruptiva
Oriental”. La misma fue descripta por Méndez et al. (1972, citado en González 1992) y
ocupa una extensa área en el borde oriental de la Puna Austral que alcanza un ancho
máximo de 75 km al sur del cerro Galán. Está constituida por granitos, grano-dioritas y
tonalitas biotíticas de color gris oscuro a verdoso, las cuales pueden poseer megacristales de
microclino pertítico de tamaño variables. También se describen monzonitas y otras rocas de
grano fino como pórfidos gábricos y dioríticos. Finalmente también se observan cuarzos
68
azules e inclusiones de xenolitos de metamorfitas micáceas. La interpretación de esta faja
eruptiva ofrece variaciones según los autores (ver Salfity et al. 1975 y Coira et al. 1982,
citados en Alonso et al. 1984), sin embargo, habría cierto consenso en considerarla como el
eje de migmatización del evento metamórfico de la Fase Guandacol (470 Ma.). Este evento
pareciera ser mucho más extendido de lo que fuera originalmente definido al punto tal que
quizás sea el evento metamórfico-magmático más importante del Paleozoico en el centro-
oeste sudamericano.
Por otro lado, hacia el noroeste de Antofalla se manifiestan algunos cuerpos
plutónicos que integrarían la “Faja Eruptiva Occidental” definida por Palma et al. (1986,
citado en González 1992). Estos granitoides, que afloran aisladamente, están constituidos
por un granito de color rosado, de textura granosa mediana, formado por feldespato rosado
y cuarzo translúcido, junto con biotita y algo de muscovita. En general, estos cuerpos
plutónicos han sufrido meteorización. De todos ellos, el más conocido es el Granito de
Archibarca o de Caballo Muerto.
La información del Ordovícico se completa con la presencia de pequeños cuerpos de
rocas básicas y ultrabásicas asociadas a las sedimentitas ordovícicas y localizadas en la
Sierra de Calalaste, al oeste de Antofagasta de la Sierra, y al sur de dicha sierra en la
Quebrada de Cueros. En este último caso el cuerpo de basalto presenta una estructura
almohadillada y una asociación con filones capa básicos y ultrabásicos, chert y radiolaritas.
En términos generales, todos estos afloramientos se habrían producido durante la
sedimentación ordovícica de pelitas y grauvacas en secuencias cíclicas (turbiditas),
asociada a un vulcanismo básico concomitante en esta parte de la cuenca.
Siguiendo la estratigrafía, se asigna una edad Devónica a un paquete de sedimentitas
localizadas al oeste del Salar de Antofalla, en las cercanías de la localidad de Botijuelas.
Dicho afloramiento está constituido por conglomerados gruesos, grises, caóticos y areniscas
blancas y grises de grano mediano, que alternan con limolitas de color rosado. Al parecer
esta unidad litológica, conocida como “Estratos de Botijuelas”, sería correlacionable con
afloramientos de la Puna salteña descriptos por Aceñolaza et al. (1972, citado en González
1992).
69
Por su parte, las rocas del Terciario reflejan uno de los principales eventos
desarrollados en la Puna Austral. En efecto, en este período ocurrieron fenómenos de tipo
tectónico, sedimentario, plutónico y volcánico. La sedimentación se inicia en una cuenca
única, sobre el basamento Paleozoico, para luego desmembrarse durante su evolución
posterior en cuencas arealmente reducidas pero de gran desarrollo vertical. El pilar de
leptometamorfitas ordovícicas que emerge en la parte central de esta subprovincia -al que
se denomina dorsal “Calalaste-Pocitos”- separa dos fajas de terrenos terciarios con
desarrollo litológico diferente. La faja oriental, con los depocentros de Pastos Grandes,
Hombre Muerto y Carachi Pampa, es mayormente clástica-evaporítica-piroclástica-
psefítica. En tanto que la faja occidental, con los depocentros de Tolar Grande y Antofalla,
es de tipo clástica-evaporítica-clástica, estando los términos piroclásticos prácticamente
ausentes. Las clastitas corresponden a capas rojas de areniscas, pelitas y conglomerados con
los que se inicia la sedimentación terciaria, sobreyaciendo directamente y en neta
discordancia a los niveles paleozoicos. A continuación se desarrolla un importante evento
salinífero que genera importantes megacuerpos de halita (Alonso, Gutiérrez y Viramonte
1984). Posteriormente, una intensa sedimentación piroclástica y piroclástica-psefítica tiene
lugar en la faja oriental mientras que en occidente culmina la depositación con lechos rojos,
areno-arcillosos y con escaso yeso.
Ahora bien, la actividad volcánica en la Puna Austral ha dejado un importante
registro litológico. En principio, se observan una serie de vulcanitas (Andesitas Viejas) al
este del cerro Ratones, al norte del Alto de Las Lagunas y en la parte elevada de la Sierra de
Laguna Blanca. Este evento está representado por andesitas grises claras y oscuras, de
textura porfírica, con fenocristales de feldespato y máficos, y en una pasta afanítica.
Posteriormente, aparecen las denominadas andecitas y dacitas Tebenquicho las cuales
conforman una serie de edificios estratovolcánicos cuyas coladas basales alcanzan entre 10
y 15 Ma. (volcán Antofalla, cerros Tebenquicho, Beltrán, Hombre Muerto, Miriguaca,
Colorado). La litología de estas rocas volcánicas comprende lavas de andesitas y dacitas de
colores castaños oscuros, rojizos a violáceos, de textura porfírica con fenocristales
translúcidos de cuarzo, feldespato y minerales máficos. Los fenocristales de mayor
70
desarrollo son los de feldespato y su proporción no sobrepasa el 40% respecto a la pasta
afanítica. También se han observado andesitas anfibólicas y piroxénicas, brechas volcánicas
y algunos niveles tobáceos en los cortes de las estructuras volcánicas.
Por su parte, las Ignimbritas Toconquis y Cerro Galán, identificadas al este y
noroeste de Antofagasta de la Sierra, revelan la importante actividad volcánica generada en
la gran estructura postmiocénica del cerro Galán. En líneas generales, estas ignimbritas
constituyen productos volcánicos de tipo dacítico a riodacítico conformando un plateau
disectado con espesores de 400 m en los flancos de la caldera. Las ignimbritas más antiguas
(Toconquis), con edades entre 14.2 a 4.8 Ma., han sido divididas en varios miembros (pe.
Miriguaca Inf., Medio y Sup. ; Real Grande) hallándose sus afloramientos a distancias de
hasta 22 km desde el borde de la caldera, en el flanco oeste. Asimismo en este mismo
flanco, coladas volcánicas y flujos piroclásticos contemporáneos de la Ignimbrita
Toconquis conforman un cordón elevado y continuo denominado Sierra de Toconquis. Esta
estructura está constituida por lavas dacíticas, aunque también se han identificado
riodacitas, andesitas y tobas dacíticas.
Luego de un período de inactividad volcánica de algo más de 2 Ma. se produce una
importante erupción de magma riodacítico que da lugar a la Ignimbrita Cerro Galán -la más
reciente- y que también configura la caldera actual del cerro. Esta erupción corresponde a la
máxima actividad del Plioceno establecida como fase Magmática principal (2 a 2.2 Ma.) en
Ramos y Ramos (1979, citado en González 1992).
Durante el Cuartario continúa la actividad volcánica en la Puna Austral
caracterizada por la presencia de derrames fisurales y centros monogénicos pequeños con
expulsión de lavas básicas. En este contexto, al noroeste del volcán Antofalla, al este del
cerro Tebenquicho, y en los alrededores de la Sierra de Zuriara se registran una serie de
grandes afloramientos de basaltos oscuros, basandesitas y andesitas. Los basaltos de los
afloramientos del cerro Lesle y alrededores son compactos y poseen fractura concoidea. Por
su parte, la unidad litológica Basaltos Incahuasi aparece en forma de derrames fisurales en
la Sierra homónima y en una serie de coladas ubicadas en la proximidad del volcán
Antofalla y al sur de Antofagasta de la Sierra. Estas efusivas básicas, de edad Pleistocena
71
media, comprenden basaltos olivínicos de colores negro, morado oscuro o pardo rojizo.
Poseen textura afanítica y estructura masiva, aunque en algunos casos presentan un buen
desarrollo de amígdalas y textura porfírica. Finalmente, hay registros de un vulcanismo
muy reciente (edades inferiores a 0.2 Ma.) en la zona de Antofagasta de la Sierra (volcanes
Antofagasta y La Alumbrera, Curuto, Jote, Negrigal, etc). La unidad denominada Basaltos
Chascha está constituida por coladas de basaltos negros que conforman edificios
monogénicos pequeños o simples derrames lávicos. Este vulcanismo es volumétricamente
poco importante aunque de amplia distribución.
Cabe destacar en la vecindad del complejo volcánico Antofalla (cerro Bola y Qda.
Las Cuevas) la presencia de coladas ácidas constituidas por lavas vítreas como obsidianas,
vitrófiros y perlitas de composición riolítica. En asociación con las anteriores, se han
determinado coladas conformadas por grandes bloques de obsidianas parcialmente
perlitizadas, posiblemente derivadas de la actividad eruptiva explosiva.
Dejando a un lado la actividad volcánica, durante el Pleistoceno también se instalan
nuevas cuencas de sedimentación que repiten las condiciones generales del período
anterior. Así tenemos en Pastos Grandes y Hombre Muerto sedimentación clástico-
piroclástica con un importante evento evaporítico intermedio que da lugar a cuerpos salinos
como los de Aguas Amargas y Los Negros. Durante el Holoceno se llega a las condiciones
generales de altura, aridez y depositación endorreica actual.
Materias Primas y Fuentes de Aprovisionamiento
Los recursos líticos empleados por los grupos agro-pastoriles que ocuparon la
cuenca de Antofagasta de la Sierra comprenden un variado conjunto de materias primas
líticas. Basalto (variedades A, B, C, X, 1 y 2), basalto vesicular, obsidiana, cuarcita, vidrio
volcánico (variedades 1 y 2), vidrio volcánico no diferenciado, calcedonia, ópalo, ónix,
sílice, cuarzo, arenisca cuarcítica, pórfiro volcánico, y brecha volcánica (variedades 1 y 2)
constituyen el amplio espectro de rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias utilizadas.
72
Es interesante advertir, a partir de esta enumeración, que se trata de un conjunto de
materias primas cuyas propiedades físico-mecánicas difieren en grados diversos (Callahan
1979 ; Nami 1986 ; Ratto 1991). Por un lado, se observa la presencia de rocas con
excelentes cualidades para la talla (obsidiana, basalto y vidrio volcánico), junto a otras que
ofrecen grados intermedios de calidad (calcedonia, ópalo, sílice y cuarcita grano fino). Por
otro lado, no están ausentes aquellas materias primas cuyas propiedades para la talla son
escasas (cuarcita grano medio y grueso, cuarzo, areniscas, basalto vesicular, pórfiro y
brechas). Asimismo, cabe aclarar que el basalto y el vidrio volcánico per se presentan una
gama de variedades con grados diferentes de calidad para la manufactura de instrumentos.
En principio, estas materias primas se identificaron macroscópicamente (Dr.
Killmurray - UNLP). Sin embargo, en algunos casos se consideró pertinente realizar
determinaciones microscópicas a través de cortes delgados petrográficos (Lic. Tassone -
LAQUIGE). Este paso se volvió especialmente necesario para los basaltos y vidrios
volcánicos dado que, a ojo desnudo, presentan diferencias de coloración, textura y brillo.
Estas variaciones podían revestir cierta importancia en cuanto a un uso selectivo de las
distintas variedades en el proceso productivo, por ello, la observación microscópica
resultaba decisiva para establecer los alcances de esta variabilidad.
Ahora bien, cuál es el grado de accesibilidad y disponibilidad de estos recursos
líticos ?. En principio, se puede sostener que estos materiales aparecen distribuidos en los
distintos sectores microambientales de la cuenca de Antofagasta de la Sierra como así
también en la microregión del Salar de Antofalla. En efecto, las prospecciones realizadas en
la zona permitieron localizar una serie de fuentes de aprovisionamiento de tipo primario y
secundario. Se denominan fuentes de aprovisionamiento primarias a aquellas en las que el
material aparece en forma de afloramientos, mantos, filones u otras formaciones geológicas
originarias. Por su parte, se entiende por fuentes secundarias a aquellas en las que la
materia prima ha sido transportada, desde su lugar de origen, como resultado de la acción
de agentes naturales (pe. ríos o glaciares) u otros procesos geológicos (Nami 1992b).
73
En líneas generales, las fuentes de materia prima se abordaron en función de algunas
de sus características (Nami op.cit.) : materia prima, forma de presentación (afloramiento,
bloque, nódulo, guijarro, etc.), forma de distribución (aislada, dispersa o concentrada), y
características petrográficas y/o geoquímicas. Cabe aclarar que, en algunos casos, se
llevaron a cabo tareas de relevamiento y/o muestreo tendientes a determinar las tareas de
producción lítica desarrolladas en las fuentes.
Fondo de Cuenca de Antofagasta de la Sierra
Fuente de Aprovisionamiento de Cuarcita
Se trata de una fuente secundaria ubicada en las adyacencias de la localidad de
Antofagasta de la Sierra, y a 1-1.5 km al norte del sitio Casa Chavez Montículos (Figura 5).
Rocas cuarcíticas de grano fino, medio y grueso se presentan en forma de guijarros de
diferentes coloraciones, agrupados en concentraciones definidas y también dispersos a lo
largo del terreno. El relevamiento planimétrico realizado permitió la localización de 43
concentraciones así como también la ubicación de 16 puntos que acotan la dispersión
superficial de los guijarros sobre el área (Figura 6).
74
Figura 5 Localización de Fuentes de Aprovisionamiento
Cuarcita-Basalto Var. X y A-Opalo-Onix-Basalto Var.C (Tomada de la Hoja 2766-1 (I.G.M.) Escala 1 :100.000)
75
Figura 6
Localización de Concentraciones, Puntos de Dispersión y Unidades de Muestreo Fuente de Aprovisionamiento de Cuarcita
76
Con el objeto de obtener información tecnológica acerca de las estrategias de
aprovisionamiento así como también de las actividades de producción que pudieran
registrarse se aplicó un muestreo estratificado proporcional con una fracción del 25%. La
definición de los estratos se realizó en base a la distribución espacial de las
concentraciones, las cuales funcionaron como unidades de muestreo. De este modo, se
establecieron cuatro estratos para cuyo muestreo se fijó un total de 12 concentraciones de
guijarros.
Dada la gran cantidad de material arqueológico expuesto en forma de núcleos y
lascas, en las unidades de muestreo elegidas, se descartó la realización de la recolección
superficial del mismo para un posterior estudio en laboratorio. Así, la información tuvo que
ser registrada in situ en fichas diseñadas ad hoc con los atributos considerados relevantes
(morfología del núcleo, tipo de lasca, tamaño y módulo longitud-anchura en lascas)
(Aschero 1975, 1983 ; Bellelli et al. 1985-87). Se sumó a este registro una documentación
fotográfica detallada del material arqueológico de las unidades de muestreo seleccionadas
(Figura 7).
Figura 7
Núcleos y Lascas. Concentración 11 Fuente de Aprovisionamiento de Cuarcita
77
En la Tablas 3 y 4 se presenta la información correspondiente a la frecuencia de
núcleos y lascas por estrato y concentración. En el caso de los núcleos se ha tomado en
consideración la designación morfológica de los mismos, mientras que la distribución de
las lascas ha sido registrada por tipo de soporte y tamaño. Cabe aclarar que todos los
núcleos presentan un tamaño mayor o igual a grande.
Tabla 3
Tipos de Núcleo por Estrato y Concentración Fuente de Aprovisionamiento de Cuarcita
Estrato Concentración Núcleos Nucleiformes Totales A D F G I Z por Estrato N %
1 6 - - - - - - - 1 5 1 1 1 9 9 1 1 1 1 11 4 3
2 12 3 1
Subtotal 21 6 1 1 1 2 32 46.4 26 - - - - - - -
3 28 1 29 - - - - - - -
Subtotal 1 1 1.4 33 8 4 1 3 1 1 39 8 1 2 2
4 41 1 4
Subtotal 17 9 1 3 1 3 2 36 52.2
Totales 39 15 1 4 2 4 4 69 % 56.5 21.8 1.4 5.8 2.9 5.8 5.8 100
Referencias : A : Con Lascados Aislados ; D : Discoidal Regular ; F : Poliédrico ; G : Globuloso ;
I : Piramidal Irregular o Parcial ; Z : No Diferenciado por Fractura
La muestra de desechos de la Tabla 4 presenta un total de 16 especímenes
fracturados (35.5%) cuyos tamaños han sido medidos e incluidos en el registro general. Al
respecto, deseo destacar que este criterio analítico se funda en el hecho de que la
consideración de estos tamaños mínimos no afecta la tendencia dimensional del conjunto
78
(las dos lascas mediano grandes así como cuatro de las cinco mediano pequeñas son
desechos fracturados).
Tabla 4
Tipos de Lasca y Tamaños por Estrato y Concentración Fuente de Aprovisionamiento de Cuarcita
Estrato Concentración Lascas Totales 2A 2B 2C 2D 2E 2H 2Z por
Estrato Grd Grd Grd MP Grd MP MG MG Grd N %
1 6 1
Subtotal 1 1 2.2 1 3 1 3 7 9 2 1 1 1 1 1 11 3 3 1 1 1
2 12 - - - - - - - - -
Subtotal 8 4 1 13 1 1 2 30 66.7 26 1
3 28 1 29 1
Subtotal 1 2 3 6.7 33 4 2 1 39 2
4 41 2
Subtotal 4 6 1 11 24.4
Totales 13 13 1 13 1 1 3 45 100 % 28.9 28.9 2.2 28.9 2.2 2.2 6.7
Referencias : 2A : Lasca Primaria ; 2B : Lasca Secundaria ; 2C : Lasca con Dorso Natural ; 2D : Lasca Angular ; 2E : Lasca de Arista ; 2H : Lasca de Flanco de Núcleo ; 2Z : Lasca No Diferenciada. MP : Mediano Pequeño ; MG : Mediano Grande ; Grd : Grande
Por su parte, para la determinación de la distribución del módulo longitud-anchura
sí he tomado en cuenta únicamente los desechos enteros (N: 29). En este sentido, la muestra
evidencia el predominio de módulos mediano normales (51.7%), a los que siguen en
abundancia, los cortos anchos (27.7%), los mediano alargados (13.8%). Los módulos cortos
muy anchos y laminares normales ostentan la mas baja representatividad (3.4%).
79
En líneas generales, de acuerdo a la información presentada, se observa en esta
fuente de aprovisionamiento la realización de actividades de extracción de formas base o
reducción primaria . Dichas actividades parecen estar más focalizadas en las
concentraciones de los estratos 2 y 4. En cuanto a los núcleos, se destaca la elevada
frecuencia de núcleos con lascados aislados (56.5%) y núcleos discoidales regulares
(21.8%). Los desechos de talla, por su parte, muestran el marcado predominio de las lascas
externas (60%) sobre las internas (40%). Específicamente, se puede señalar la presencia de
lascas primarias grandes, lascas secundarias grandes, y lascas angulares, en general también
grandes. Cabe destacar que las lascas angulares corresponden en su totalidad al estrato 2, y
mayoritariamente a la concentración 1. Finalmente, es interesante advertir, con respecto a
los módulos longitud-anchura más representados, que éstos no responden a los que
usualmente son descartados (los cortos y anchos) sino por el contrario a los más buscados
como formas base potenciales.
Se observaron muy escasos instrumentos de cuarcita en el área de muestreo. Sólo se
identificaron un chopper y un percutor en la concentración 1, otro chopper en la
concentración 9, y un artefacto de formatización sumaria en la concentración 26. La
presencia de algunos fragmentos cerámicos decorados adscribibles a los períodos Agro-
alfarero Temprano, Tardío e Inka (Olivera, com. per.), en varias de las unidades de
muestreo definidas, sugiere que esta fuente de abastecimiento fue repetidamente explotada
a lo largo del proceso cultural de la hoyada de Antofagasta de la Sierra.
Otros depósitos secundarios de guijarros de cuarcita han sido detectados en el sector
denominado Bajo del Coypar II (Olivera et al. 1994) y en las cercanías de las
concentraciones del sector sur del área de abastecimiento de basalto variedad A (ver infra).
Hasta el momento, éstos deben ser considerados como potenciales fuentes de
aprovisionamiento de esta materia prima.
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Variedad X
80
Se trata de una fuente primaria ubicada en la margen izquierda de las coladas
basálticas procedentes de los volcanes Antofagasta y La Alumbrera, distante entre 5-7 km
del sitio Casa Chavez Montículos (Figuras 5 y 8).
Esta variedad de basalto es una roca de color gris-castaño con una textura
microporfírica. Su pasta presenta una textura intersectal llegando en algunos sectores a ser
pilotáxica afieltrada, es decir que se observan materiales arcillosos y óxidos dentro de la
trama que forman las tablillas de plagioclasa. A su vez, inundando la pasta aparece un
material tipo ceolita. Por su parte, los materiales máficos están representados en su
totalidad por hipersteno en cristales euhedrales, observándose en la mayoría de ellos la
fractura diagonal característica. Se destaca la gran cantidad de óxidos dispersos en la roca.
Figura 8 Depósito Primario. Vista General
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Var. X
Este material se presenta en forma de lajas, de distintos tamaños y grosores, en un
depósito primario ubicado en la cima de una elevación en la localización ya mencionada.
La dispersión de las lajas es muy amplia cubriendo tanto la pendiente de esta estribación
81
como el terreno circundante. En las prospecciones realizadas no se observó evidencia
alguna que pudiera asociarse a actividades de reducción primaria y/o secundaria.
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Variedad A
En principio se puede decir que el basalto variedad A3 es una roca de color negro de
textura microporfírica. La pasta presenta una textura pilotáxica afieltrada de manera tal que
pueden observarse tablillas de plagioclasa distribuidas, sin orientación preferencial, sobre
una masa vítrea. En calidad de fenocristales se observan ortopioxenos (hiperstenos) en
cristales euhedrales. Las vesículas son escasas y rellenas con material silíceo ; en algunos
casos se observa un material totalmente alterado a clorita.
La fuente de aprovisionamiento detectada responde a depósitos primarios de edad
Pleistocena media (Basaltos Incahuasi) ubicados en algunos sectores de las márgenes de las
coladas basálticas de Los Negros (Basaltos Chascha) (Figura 5). En el sector norte, distante
entre 6-8 km de Casa Chavez Montículos, se observaron gran cantidad de bloques y
nódulos globulosos transportables distribuidos en forma dispersa. Cabe destacar la
presencia de lascas nodulares en superficie sugiriendo la posible realización de actividades
de extracción primaria.
Por su parte, el sector sur, ubicado a 15-20 km al sur del asentamiento del fondo de
cuenca (Figura 5), ofrece una serie de concentraciones de bloques y nódulos de las cuales
solo una de ellas -en adelante concentración 1- pudo ser relevada sistemáticamente. Sin
embargo, de acuerdo a las observaciones realizadas en las prospecciones, se puede sostener
que los artefactos y/o actividades de producción registrados en la concentración 1 se
evidencian también en la mayoría de las concentraciones.
La concentración 1 (Figura 9) comprende una densa agregación de bloques y
nódulos de basalto que se extiende sobre una superficie de aproximadamente 594 m². De
3 La variedad A de basalto se corresponde con la variedad 4 o dacita 4 en Aschero et al.1988, Aschero et al. 1993-1994 y Pintar 1996.
82
este modo, atendiendo a la amplitud del área y para un mejor relevamiento de los
materiales, se decidió dividir esta superficie en cuatro cuadrantes designados A, B, C y D.
(Figura 10a).
Figura 9 Concentración 1. Vista general
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Var. A
En cada uno de estos cuadrantes, con excepción del cuadrante B, se registró la
presencia de percutores o fragmentos de percutores posiblemente vinculados a eventos de
producción lítica. La Figura 10a muestra la localización de los mismos en base a una
sectorización efectuada en los mismos cuadrantes :
83
Cuadrante A : Sector 1 (S1) - Percutor de cuarcita entero
Cuadrante C : Sector 2 (S2) - Percutor de cuarcita fracturado en cinco fragmentos
que remontan (entero)
Sector 3 (S3) - Percutor de cuarcita entero
Sector 4 (S4) - Fragmento de percutor de cuarcita
Sector 5 (S5) - Percutor de cuarcita entero
Cuadrante D : Sector 6 (S6) - Percutor de cuarcita fracturado en tres fragmentos
que remontan (no entero)
Sector 7 (S7) - Percutor de cuarcita entero
Sector 8 (S8) - Una lasca secundaria y fragmentos no diferenciados
de guijarro de cuarcita
Estos percutores constituyen artefactos de cuarcita cuya forma base se adscribe a la
de guijarros de sección circular, oval o elíptica muy espesa (Aschero 1983 Apéndice B :6).
Ya se ha mencionado que estos guijarros, de simple recolección, aparecen en forma de
depósitos secundarios en las cercanías de las concentraciones de basalto, en el sector Bajo
del Coypar II y a escasos 1500 m del sitio Casa Chavez Montículos. En general, se trata de
un conjunto de percutores, grandes y pesados (entre 800 y 1500 gr), con predominio de
formas ovales. Asimismo, se han identificado en los extremos y bordes distales/proximales
intensos rastros de utilización, es decir, astillados, machacados y extracciones. Un estudio
más detallado de los mismos puede verse en Escola 1993.
Ahora bien, la presencia misma de estos artefactos en la fuente de
aprovisionamiento así como también el intenso grado de desgaste que ostentan algunos de
ellos evidencian la realización de actividades de producción lítica. Sin embargo, la
existencia de un contexto de bloques, nódulos y desechos de talla, estrechamente vinculado
a los percutores, permitió acotar el rango de actividades productivas efectuadas en la
concentración 1. En este sentido, se llevó a cabo en el Cuadrante C un mapeo a escala del
contexto correspondiente al Sector 2. Tal como se aprecia en la Figura 10b el percutor
fracturado S2 se encuentra asociado a un conjunto artefactual comprendido por :
84
1.- Dos bloques de basalto variedad A con evidencias de talla de extracción
2.- Cuatro lascas nodulares enteras, de tipo primario (2A), y dos lascas nodulares de tipo
secundario (2B) (una entera y una fracturada)
3.- Tres lascas primarias (2A) (dos enteras y una fracturada), de tamaño grande y muy
grande
4.- Una lasca con dorso natural entera (2C), de tamaño muy grande
5.- Una lasca angular entera (2D), de tamaño muy grande
6.- Una lasca no diferenciada fracturada (2Z), de tamaño grande.
Este conjunto artefactual indica que las actividades realizadas se limitaron a las
primeras etapas de la secuencia productiva. De este modo, se puede sostener que el Sector 2
responde a un evento de extracción primaria a partir de bloques, con posible selección y
aprovisionamiento de lascas nodulares y/o formas base (lascas).
Quebradas de Altura
Fuente de Aprovisionamiento de Opalo
Se ha detectado, en la quebrada de Ilanco (Figura 5), una probable fuente de
aprovisionamiento de ópalo (Yacobaccio, com. per.) ubicada a 12-16 km al este del fondo
de cuenca y a aproximadamente 10 km al sur de la quebrada de Real Grande. Se trata de un
depósito primario que presenta el material en forma de nódulos mediano pequeños con
tonalidades que van del blanco lechoso (opaco) al incoloro (translúcido).
85
Figura 10a Concentración 1 - Localización de Cuadrantes y Sectores
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Var. A
Figura 10b
Concentración 1 - Distribución de Artefactos líticos (Sector 2) Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Var. A
Fuente de Aprovisionamiento de Onix y Basalto Variedad C
86
Depósitos primarios de ónix, de coloración verde-amarillento y rojiza, se localizaron
al sureste de la localidad de Antofagasta de la Sierra, a una distancia de aproximadamente
20-22 km. Su ubicación, respecto de la quebrada de Real Grande, es de 15-18 km al sur
(Figura 5). Se trata de extensos afloramientos vinculados a procesos hidrotermales del
vulcanismo reciente (Figura 11). Cabe aclarar que estos depósitos han sido explotados con
fines económicos desde la década del treinta y hasta el año 1977 (González 1992).
En el año 1996 se realizó una breve visita a la denominada Cantera Inca con el
objeto de recoger muestras de mano del material de ónix para una adecuada caracterización
petrográfica. En esta recorrida se identificaron bloques y nódulos de basalto variedad C4, y
algunos materiales arqueológicos dispersos (Figura 12). El hallazgo amerita la realización
de prospecciones y relevamientos mas intensivos.
Figura 11
Afloramientos. Vista General Fuente de Aprovisionamiento de Onix
4 La variedad C de basalto se corresponde con la variedad 2 o dacita 2 en Aschero et al.1988, Aschero et al. 1993-1994 y Pintar 1996.
87
Figura 12 Nódulos. Vista General
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Var. C
Esta variedad de basalto, de color gris oscuro, presenta una textura afírica y una
pasta con textura hialoofítica, con pequeños cristales de hipersteno dispersos sobre una
masa vítrea. El hipersteno se presenta en cristales euhedrales, observándose en algunos
casos un fenómeno de desferretización que deja aureolas de óxido en algunos cristales. Este
recurso lítico estaría asociado al vulcanismo del Pleistoceno medio (Basaltos Incahuasi).
Fuente de Aprovisionamiento de Basalto Variedad 1
Esta variedad de basalto5 es una roca de color gris oscuro que presenta una textura
microporfírica. Su pasta muestra una textura intersectal, observándose tablillas de
plagioclasa encerrando vidrios y óxidos. En cuanto a los máficos se observa la presencia de
hipersteno en cristales prismáticos. Los depósitos primarios de esta materia prima aparecen
5 La variedad 1 de basalto se corresponde con la variedad 1 o dacita 1 en Aschero et al.1988, Aschero et al. 1993-1994 y Pintar 1996.
88
principalmente en la Pampa Oeste de Quebrada Seca (Zona de Aprovisionamiento y
Cantera) en forma de grandes bloques aptos para la talla. También se identificaron nódulos
y bloques aislados en la Pampa Este, en la Norte y en el sector de la vega de dicha quebrada
(Aschero et al. 1991, Aschero et al. 1993-1994). Cabe aclarar que esta fuente de
abastecimiento se encuentra ubicada a escasos 5 km del sitio Real Grande 1 y a
aproximadamente 18 km del fondo de cuenca (Figura 13).
De acuerdo a la información presentada por Pintar (1996) para la Pampa Oeste se
observan dos grandes canteras que ocupan un área de alrededor 0.5-1 km².
“Large chunks and blocks of dacite [variety 1] lie on the sandy surface, and the presence of
large flake scars on the chunks and of large cortical flakes that still are lying on the ground
today show evidence of past quarrying. Other evidence of quarrying is visible in the presence
of debitage and debris scattered around these large conglomerates of blocks” (Pintar
op.cit. :66-67)
Por otro lado, Pintar señala la existencia de una tercer cantera en el drenaje del río
Punilla alrededor de 15 km al norte en distancia geodésica.
Fuente de Aprovisionamiento de Vidrio Volcánico Variedades 1 y 2
El vidrio volcánico variedad 16 es una roca de composición basáltica, de color
castaño oscuro, compuesta casi en su totalidad por vidrio volcánico que presenta rasgos
marcados de fluidalidad con clastos de plagioclasa. También se observa un fragmento lítico
de origen plutónico arrastrado e incorporado por la colada. Este vidrio se presenta ,en
algunos sectores, junto a cristales euhedrales de hipersteno otorgando a dichos sectores una
textura hialoofítica. En síntesis, se trata de un vidrio básico con un índice de refracción
mayor que el del Bálsamo de Canadá.
6 El vidrio volcánico en su variedad 1 se corresponde con la variedad 6 de basalto o dacita 6 en Aschero et al.1988, Aschero et al. 1993-1994 y Pintar 1996.
89
Figura 13 Localización de Fuentes de Aprovisionamiento
Basalto Var. 1-Vidrio Volcánico Var. 1 y 2 (Tomado y Adaptado de Pintar 1996)
90
Por su parte, el vidrio volcánico variedad 27 también es una roca de composición
basáltica, y de color castaño claro a amarillento. En principio, muestra características
similares a la variedad anterior, sin embargo, este vidrio presenta tablillas de plagioclasa
inmersas en el mismo otorgándole una textura hialopilítica. Además de las diferencias de
coloración y textura ya mencionadas, se puede señalar que la variedad 1 posee un índice de
refracción mayor que la variedad 2. Este fenómeno observado, por el cual existen dos
vidrios volcánicos con identidad propia, puede atribuirse a una diferencia gaseosa en la
misma colada que otorga, así, distinta densidad a los vidrios.
Ambas materias primas aparecen en forma de nódulos aislados en la Pampa Este de
Quebrada Seca ; la variedad 2 también se presenta en la Pampa Oeste (Figura 13). Estos
depósitos, posiblemente secundarios, se encuentran a solo 5 km del sitio Real Grande 1 y a
aproximadamente 18 km del fondo de cuenca.
Antes de seguir adelante con la microregión del Salar de Antofalla deseo señalar
que las fuentes de aprovisionamiento de las variedades de basalto B y 28 aún no han sido
localizadas. Al respecto, solo puedo señalar la presencia de nódulos aislados de variedad B
en el fondo de cuenca, en las cercanías de las concentraciones de cuarcita relevadas.
La variedad B es una roca de color gris claro que presenta una textura afírica a
microporfírica. La pasta muestra una textura intersectal, observándose plagioclasas con
óxido y vidrio en el centro de las mismas. En algunos sectores la pasta presenta una textura
intergranular. Dentro de los máficos, se observan dos tipos de piroxenos : hiperstenos y, en
menor cantidad, augita. En algunos casos se encuentran alterados a clorita. Otros piroxenos
han sido alterados en el centro y transformados a anfíbol. Se advierten gran cantidad de
óxidos dispersos en la roca.
7 El vidrio volcánico en su variedad 2 se corresponde con la variedad 5 de basalto o dacita 5 en Aschero et al.1988, Aschero et al. 1993-1994 y Pintar 1996. 8 Las variedades de basalto B y 2 no se corresponden con ninguna de las dacitas o variedades detectadas por Aschero y Pintar.
91
En cuanto a la variedad 2 de basalto se trata de una roca de color castaño oscuro y
textura afírica. La textura hialopilítica a hialoofítica de la pasta indican la presencia de
cristales de plagioclasa y piroxenos repetidamente orientados sobre el material vítreo. Los
minerales máficos presentes comprenden, por un lado, una gran cantidad de hipersteno en
cristales elongados, bien euhedrales, observándose en algunos casos caras basales, y por
otro lado, escasa cantida de anfíbol tipo hornblenda, de color verde, en cristales elongados.
También se observan caras basales.
Microregión del Salar de Antofalla
Fuente de Aprovisionamiento de Obsidiana
Hacia fines del año 1989 se llevaron a cabo prospecciones arqueológicas en una
serie de quebradas tributarias de la margen occidental del Salar de Antofalla. Estas
quebradas, conocidas como Las Quinoas, Botijuelas y Las Cuevas, concentraron la atención
ya que ofrecían características ecoambientales particularmente aptas para el desarrollo de
economías agro-pastoriles (Escola et al. 1992-1993).
Uno de los objetivos claves que orientaron, en aquella oportunidad, las tareas de
campo fue la localización de una fuente de aprovisionamiento de obsidiana que podría estar
vinculada a procesos de producción lítica registrados en la cuenca de Antofagasta de la
Sierra. En este sentido, en las cercanías de la Vega Ona (Figura 14), en dirección oeste-
suroeste y a 3600-3790 m.s.n.m., pudo detectarse un conjunto de afloramientos de
obsidiana de composición riolítica. Asimismo, prospecciones posteriores (1991, 1995)
permitieron la ubicación de otro afloramiento en la quebrada de Las Cuevas, a 3900
m.s.n.m. (Figura 14). Estos depósitos primarios se encuentran a aproximadamente 80-90
km de la localidad de Antofagasta de la Sierra.
92
Figura 14
Localización de Fuentes de Obsidiana Ona - Las Cuevas
(Tomada de la Hoja 2569-IV (I.G.M.) Escala 1 :250.000)
La información geológica existente hace referencia a cuerpos, coladas dómicas y
depósitos piroclásticos vinculados tanto al vulcanismo del Terciario, que dió lugar al
complejo estratovolcánico de Antofalla (Viramonte et al. 1988), como a eventos del
93
Cuartario en el caso de las coladas ácidas de la quebrada de Las Cuevas (González 1992).
En efecto, se han identificado cuerpos y coladas dómicas de material perlítico de color gris
blanquecino, marcadamente fluidal y con gran cantidad de estructuras marekaníticas así
como también bandas obsidiánicas negras. Asociado a este conjunto, se han observado
también importantes coladas de bloques de material obsidiánico, parcialmente hidratado,
posiblemente derivadas de la actividad eruptiva explosiva de los cuerpos dómicos
mencionados. Petrográficamente se trata de vidrios marcadamente fluidales, sin fracturas
perlíticas visibles, con escasos individuos de 0.01 a 0.02 mm de plaglioclasa e individuos
de biotita de 0.02 mm de largo (Viramonte et al. 1988 : 555).
Resulta interesante advertir, en especial en lo que respecta a la cronología de las
coladas de la quebrada de Las Cuevas, que dataciones radimétricas K-Ar recientemente
realizadas en laboratorios del INGEIS asignan a los afloramientos de Ona y Las Cuevas una
edad terciaria. En el caso de la fuente de Ona las mediciones indican la existencia de dos
eventos efusivos, uno de 9.20 ± .30 Ma. (Muestra Sector 3 - AK-N° 4121) y otro de 3.90 ±
.10 Ma. (Muestra Sector 1 - AK-N° 4120). Por su parte, el afloramiento de Las Cuevas
ostenta una edad de 5.10 ± .20 Ma. (Muestra AK-N° 4122).
Los relevamientos realizados en la fuente de Ona (Figuras 15 y 16) indican la
existencia de varios afloramientos (Sector 1, 2, 3, y 4) así como también sectores con gran
densidad de nódulos (Sector A y B y pendientes de los Sectores 1 y 3), de tamaños variados
entre los cuales los de mayor diámetro no superan los 20 cm. En general, los nódulos no
presentan corteza observándose en su lugar una opaca superficie meteorizada. Según los
distintos sectores, el vidrio muestra variaciones de coloración que incluyen el negro, gris-
negro, gris, plateado y marrón rojizo. También se observan, macroscópicamente, ciertas
diferencias en la pasta. Así, la obsidiana del Sector 1 se caracteriza por la presencia de
abundantes miarolas no mayores de 6 mm de diámetro. Considero importante destacar estas
diferencias ya que la presencia o ausencia de impurezas (en este caso las miarolas) en la
materia prima influyen en su calidad para la talla, y por ende, en su selección o estrategias
de reducción a implementar. Finalmente, se debe señalar la existencia de depósitos
secundarios de obsidiana. En las adyacencias de esta fuente, se observa una gran dispersión
94
de rodados de obsidiana, de variado tamaño, producto de la gravedad y de otros procesos
geológicos que involucran el transporte de material primario.
Figura 15 Sector 1 y Estructura 1 al Pie. Vista General
Fuente de Aprovisionamiento de Obsidiana (Ona)
95
Figura 16 Sectores y Estructuras Relevadas en el Afloramiento Ona.
96
La concentración de artefactos vinculados a actividades de reducción primaria
abundan en distintos sectores de la fuente. En el área de acceso al Sector 1, prácticamente al
pie de la pendiente (Figura 16), se ubican tres estructuras de forma semicircular, de pared
simple, sin argamasa, con bloques no canteados colocados en forma superpuesta ,
aprovechando en algunos casos la presencia de grandes bloques in situ. Se han registrado,
en clara asociación con estas estructuras, episodios de talla lítica. Ascendiendo al Sector 1,
a una distancia de aproximadamente 20 m del afloramiento, se encuentra una explanada que
cubre una extensión de 20 m² (Figura 16), en cuya superficie se ha documentado la
presencia de percutores, núcleos y lascas externas. Eventos similares han sido observados
también en el Sector 3.
Si bien el material arqueológico se encuentra aún en proceso, las observaciones de
campo realizadas hacen referencia a evidencias de testeo de nódulos, descortezamiento
primario y preparación de núcleos así como también extracción de formas base grandes y
muy grandes.
Otras actividades vinculadas al procesamiento de esta materia prima han sido
detectadas en la misma Vega Ona. Esta vega presenta actualmente un puesto temporario de
pastoreo que ha sido construido sobre una densísima concentración de artefactos de
obsidiana. El área de dispersión del material alrededor del puesto cubre una superficie
aproximada de 2500 m² al frente y 5000 m² hacia atrás. En la parte posterior se observan
dos recintos pircados, de planta circular, y restos muy deteriorados de algunos otros. Con el
objeto de evaluar algunas tendencias generales inherentes a las actividades de producción
lítica realizadas se llevaron a cabo cinco transectas de recolección que cubrieron tanto el
sector anterior como posterior del puesto. El análisis de este material superficial indica que
en la Vega Ona se efectuaron tareas de reducción de núcleos y extracción de forma base así
como también algunas instancias de manufactura de artefactos líticos (Escola et al. 1992-
1993). Cabe aclarar que en una campaña posterior, en el sector anterior del puesto, se
realizó una recolección superficial sobre la base de un muestreo aleatorio simple con
unidades de muestreo de 1 m². A su vez, una de estas unidades fue elegida para efectuar un
97
sondeo estratigráfico diagnóstico. El procesamiento de este conjunto artefactual aún no ha
sido concluido.
Caracterización Geoquímica de Fuentes y Análisis de Procedencia
La composición química de la obsidiana comprende un 70-75% SiO2, 10-15%
Al2O3, 3-5% Na2O, 2-5% K2O y 1-5% Fe2O3 + FeO. A su vez, presenta una serie de
elementos minoritarios con concentraciones menores al 1% a los que se hace referencia
comúnmente como elementos traza. Lo interesante de estos elementos en esta materia
prima es que sus distintas concentraciones son específicas para cada formación geológica o
parte de una formación. Entonces, si bien es esperable hallar variaciones intra-fuente existe
mayor variación entre formaciones que dentro de ellas (Glascock et al. 1998 ; Weigand et
al. 1977). De este modo, esta “huella química” posibilita una caracterización geoquímica de
las fuentes de obsidiana a partir de la cual, dentro de ciertos límites estadísticos, se logra
identificar el/los afloramientos de origen para artefactos arqueológicos confeccionados con
esta materia prima.
Esta identificación geoquímica de fuentes y de materiales arqueológicos conforman
la base de los denominados “análisis de procedencia” los cuales, en definitiva, sólo dan
precisiones acerca de la existencia de relaciones entre dos o más localidades geográficas,
destacando el punto de inicio de un sistema de producción lítica (sensu Ericson 1982). Esto
solo ya es un aporte valioso y contribuye, sin lugar a dudas, a la discusión de algunos
factores vinculados a la organización tecnológica como la disponibilidad y/o accesibilidad
de las materias primas, el grado de movilidad del grupo, las estrategias de subsistencia y el
rango variable de relaciones de reciprocidad o complementariedad entabladas con otros
grupos sociales (Burger et al. 1994 ; Earle y Ericson 1977 ; Ericson y Earle 1982 ; Joyce et
al. 1995 ; Lazzari 1997, Luedtke 1989, Renfrew 1993 ; Renfrew et al. 1968 ; Scarre 1993 ;
Torrence 1986).
En Argentina, hacia comienzos de la década del 90, eran prácticamente inexistentes
los estudios de procedencia vinculados a la explotación de obsidiana. En este sentido, la
98
localización del afloramiento de Ona constituyó una excelente oportunidad para comenzar a
paliar este vacío de información. De este modo, en primera instancia, los esfuerzos se
focalizaron en obtener una adecuada caracterización geoquímica de esta fuente para lo cual
se utilizaron muestras de mano en un rango representativo de la posible variabilidad
química interna del afloramiento.
Ahora bien, existen numerosas técnicas de medición multi-elemental aplicadas al
análisis químico de muestras de obsidiana : espectroscopía de emisión óptica (OES) (Cann
y Renfrew 1964), espectroscopía de absorción atómica (AAS) (Wheeler y Clark 1977),
emisión de rayos X o gamma por inducción de partículas (PIXE y PIGE) (Duerden et al.
1979), fluorescencia de rayos X (XRF) (Shackley 1988), activación neutrónica (NAA)
(Cobean et al. 1991). La elección de una de ellas está sujeta, principalmente, a su
disponibilidad, costo, velocidad, precisión, existencia de datos comparativos y habilidad
para diferenciar entre fuentes. En este sentido, la fluorescencia de rayos X y la activación
neutrónica han sido las técnicas analíticas más efectivas y frecuentemente usadas en la
determinación de procedencias (Anderson et al. 1986 ; Fowler et al 1987 ; Rice et al.
1985 ; Newman y Nielsen 1985 -para XRF- ; Asaro et al. 1978 ; Glascock et al.
1990 ;Griffin et al. 1969 ; Stark et al. 1992 -para NAA-, y Asaro et al. 1994 ; Sheets et al.
1990 -para ambas técnicas).
En la primera de estas técnicas (XRF), un haz de rayos X irradia un espécimen
causando un desplazamiento de los electrones del átomo desde los niveles de energía mas
internos.
“As electrons from outer(higher) levels repopulate these vacant inner (lower) levels, energy
is emitted in the form of fluorescent X-rays. Because the energy levels are unique for each
element. By measuring the intensities of emitted X-rays, one can determine the quantities of
elements present in the specimen” (Glascock et al.1998 :19).
En la obsidiana, se determinan frecuentemente las concentraciones elementales de
Na, K, Ti, Mn, Fe, Rb, Sr, Y, Zr, Nb y Ba.
99
Los principios de la activación neutrónica, por su parte, difieren de la fluorescencia
en que las muestras son irradiadas por neutrones térmicos a partir de un reactor nuclear.
Durante la irradiación, en el espécimen unos pocos neutrones son capturados por los
núcleos de los átomos. Este proceso, llamado activación, vuelve inestables algunos de los
núcleos.
“During and after neutron irradiation, these unstable nuclei emit gamma rays with unique
energies at rates defined by the characteristic half-lives of the radioactive nuclei.
Identification of the radioactive nucleus is possible by measuring the gamma-ray energies.
Determination of their intensities permits quantitative analysis of the elements in the sample”
(Glascock et al. 1998 :19).
El uso de esta técnica en muestras de obsidiana, implementando una combinación
de dos o tres irradiaciones y estrategias de medición, permite la determinación de los
elementos Ba, Ce, Cl, Co, Cs, Dy, Eu, Fe, Hf, K, La, Lu, Mn, Na, Nd, Rb, Sb, Sc, Sm, Sr,
Ta, Tb, Th, U, Yb, Zn y Zr.
En general, la fluorescencia de rayos X es un análisis más accesible, más rápido y
menos oneroso que la activación neutrónica. Sin embargo, en contrapartida esta última
técnica posibilita la medición de una mayor cantidad de elementos con elevada sensibilidad
y precisión.
En el año 1992, en virtud de serias limitaciones de costo y de acceso a técnicas
instrumentales de alta complejidad, se iniciaron análisis de fluorescencia de rayos X (Dep.
Química Analítica, Comisión Nacional de Energía Atómica) de tipo destructivo. Luego de
algunas pruebas que incluyeron la medición de seis elementos (Rb, Sr, Zr, Ti, Mn y Fe)
(Vázquez y Escola 1995), se optó por el análisis cuantitativo de las intensidades de sólo tres
de aquellos elementos : rubidio (Rb), estroncio (Sr) y circonio (Zr). La elección de estas
trazas se efectuó en base a aspectos propiamente químicos, instrumentales y analíticos. En
primer lugar, existe el consenso de que la aplicación de XRF con destrucción de
100
especímenes sólo puede ofrecer mediciones de alta precisión para un limitado grupo de
elementos que incluye rubidio, estroncio, circonio y bario (Giauque et al. 1993). En
segundo lugar, se tomaron en consideración ciertas características de las trazas. Al respecto,
la tríada Rb-Sr-Zr se muestra particularmente estable en los vidrios restringiendo, así, su
variabilidad dentro de las fuentes (Shackley 1988). Finalmente, se atendió al criterio de
confiabilidad en la caracterización de obsidianas por medio de un escaso número de trazas
expuesto por algunos autores (Luedtke 1989 ; Rice et al. 1985, Sheets et al. 1990).
De este modo, se analizaron 15 muestras de obsidiana del afloramiento de Ona
(nueve correspondientes a la fuente primaria y seis a los depósitos secundarios adyacentes)
recogidas atendiendo a variaciones de atributos macroscópicamente observables (color,
bandeamiento, presencia/ausencia de miarolas, etc.). La selección realizada estuvo
orientada a controlar el rango de variabilidad interna de la fuente.
Se pueden observar en la Tabla 5 los datos correspondientes a la identificación
geoquímica de la fuente Ona. Para obtener precisiones acerca de las condiciones
instrumentales y procedimientos analíticos desarrollados en este estudio de XRF remito a
Vázquez y Escola (1995).
Esta identificación pudo ser completada recientemente a través de la medición de 27
elementos por activación neutrónica. En 1996, gracias a la colaboración del Dr. Michael
Glascock al frente del Laboratorio de Arqueometría (Missouri University Research
Reactor), se analizaron diez muestras de obsidiana de la fuente de Ona y una muestra piloto
correspondiente al afloramiento detectado en la quebrada de Las Cuevas. En esta
oportunidad, los especímenes recogidos procedían de los distintos afloramientos relevados
(Sectores 1, 2, 3 y 4) así como también de los sectores de nódulos en pendiente (Sectores A
y B).
101
Tabla 5
Abundancias Elementales en Partes por Millón - XRF Fuente de Obsidiana - Ona
Muestras Rb (ppm) Sr (ppm) Zr (ppm)
Fuente Primaria F1 270 ± 20 146 ± 28 63 ± 17 F2 252 ± 20 160 ± 28 79 ± 17 F3 255 ± 25 135 ± 20 75 ± 10 F4 255 ± 25 136 ± 20 70 ± 10 F5 250 ± 25 138 ± 20 75 ± 10 F6 255 ± 25 142 ± 20 73 ± 10 F7 260 ± 25 140 ± 20 74 ± 10 F8 259 ± 25 143 ± 20 70 ± 10 F9 255 ± 25 150 ± 20 70 ± 10
Depósitos Secundarios F10 283 ± 20 158 ± 28 77 ± 17 F11 252 ± 20 160 ± 28 79 ± 17 F12 260 ± 25 155 ± 20 76 ± 10 F13 258 ± 25 160 ± 20 71 ± 10 F14 260 ± 25 155 ± 20 76 ± 10 F15 260 ± 25 145 ± 20 78 ± 10
Media 258.9 148.2 73.7 Desvío Estándar 8.21 9.19 4.33
Error Promedio de Conteo 24 22 12
Las muestras analizadas por NAA fueron preparadas de acuerdo a los
procedimientos estándares desarrollados durante estudios previos de caracterización
(Cobean et al. 1991 ; Glascock et al. 1988) en MURR (Missouri University Research
Reactor). En la Tabla 6 se presentan las concentraciones elementales obtenidas en este
estudio. Por su parte, la Tabla 7 muestra la estadística descriptiva correspondiente
completando así la información inherente a esta “huella química”.
Distintos procedimientos estadísticos son empleados en el Laboratorio de
Arqueometría (Missouri University Research Reactor - MURR) para evaluar datos de
fuentes y de artefactos arqueológicos de obsidiana. En este caso, análisis bivariados
realizados con el objeto de visualizar posibles distinciones entre afloramientos de obsidiana
dieron lugar a diagramas de dispersión bidimensionales (Figuras 17 y 18).
102
Se destaca que, a los fines de una comparación, han sido incluidos en los diagramas
los datos de la fuente Sora-Sora (Bolivia) previamente analizados en MURR (Glascock y
Giesso 1994).
Tabla 6 Concentraciones Elementales en Partes por Millón (ppm) - NAA
Fuentes de Obsidiana - Ona y Las Cuevas
Muestras Ba La Lu Nd Sm U Yb Ce Co F1 (S-1) 577.2 24.6 0.158 15.5 4.01 11.75 1.13 47.0 0.243 F2 (S-2) 592.7 25.0 0.161 19.3 4.02 12.19 1.13 47.9 0.300 F3 (S-2) 591.2 24.7 0.143 16.5 4.02 12.10 1.18 47.0 0.250 F4 (S-A) 598.1 25.0 0.290 16.3 4.07 11.90 1.12 47.3 0.255 F5 (S-A) 599.6 24.9 0.289 16.7 4.05 11.94 1.16 47.8 0.478 F6 (S-B) 588.8 24.8 0.292 19.3 4.06 11.74 1.22 46.7 0.262 F7 (S-B) 582.6 25.0 0.168 18.1 4.04 12.13 1.19 47.5 0.235 F8 (S-3) 583.4 24.7 0.167 18.1 4.05 12.13 1.20 47.3 0.236 F9 (S-3) 568.1 25.8 0.294 20.9 4.05 12.04 1.19 48.0 0.248
F10 (S-4) 578.3 24.8 0.149 17.6 4.08 12.10 1.19 46.5 0.245 F11 (LC) 580.0 23.6 0.167 16.7 3.92 11.10 1.17 45.5 0.234
Muestras Cs Eu Fe Hf Rb Sb Sc Sr Ta F1 (S-1) 11.3 0.556 5060.1 3.22 221.1 0.180 1.88 183.4 2.02 F2 (S-2) 11.1 0.555 5087.7 3.25 220.8 0.182 1.91 170.5 2.04 F3 (S-2) 11.2 0.558 5022.3 3.14 219.5 0.173 1.85 168.4 2.03 F4 (S-A) 11.3 0.563 4997.3 3.13 222.7 0.174 1.87 182.6 2.04 F5 (S-A) 11.3 0.561 5173.8 3.15 221.8 0.189 1.87 172.1 2.02 F6 (S-B) 11.2 0.555 4978.9 3.26 219.2 0.175 1.87 160.5 2.01 F7 (S-B) 11.3 0.566 4989.3 3.31 221.8 0.178 1.87 173.7 2.01 F8 (S-3) 11.3 0.564 5009.8 3.22 230.9 0.183 1.86 181.5 2.03 F9 (S-3) 11.0 0.555 4998.7 3.86 218.2 0.166 1.86 161.7 2.01
F10 (S-4) 11.3 0.558 4944.1 3.12 223.5 0.171 1.85 166.6 2.02 F11 (LC) 11.4 0.543 4802.4 3.10 243.0 0.171 1.85 172.8 2.06
Muestras Tb Th Zn Zr Cl Dy K Mn Na F1 (S-1) 0.332 22.0 30.3 163.5 886.3 2.18 38317.5 397.5 25690.9 F2 (S-2) 0.350 22.1 30.3 154.9 870.3 2.07 40166.0 399.9 25587.1 F3 (S-2) 0.337 21.9 29.1 166.8 908.0 2.39 39386.2 405.9 26549.4 F4 (S-A) 0.348 22.2 29.8 159.6 856.3 2.07 39410.9 397.8 26171.9 F5 (S-A) 0.348 22.2 29.8 161.1 890.9 2.19 39802.4 403.2 26425.3 F6 (S-B) 0.357 21.8 31.5 182.3 823.2 1.90 42065.1 398.3 24997.6 F7 (S-B) 0.375 22.1 29.4 171.7 1099.3 2.33 34715.4 437.1 25857.4 F8 (S-3) 0.350 22.1 30.7 169.4 756.3 2.02 38459.3 398.1 25863.8 F9 (S-3) 0.342 22.1 29.2 195.8 970.2 2.09 35538.2 428.9 26225.2
F10 (S-4) 0.359 22.0 28.1 176.0 901.9 2.00 42476.8 403.8 25693.8 F11 (LC) 0.358 21.6 28.5 174.9 0.0 2.58 40084.0 422.4 25132.7
Nota : Las muestras F1 a F10 corresponden al afloramiento de Ona en sus Sectores 1, 2, 3, 4, A y B. La muestra F11
corresponde al afloramiento de la quebrada de Las Cuevas.
103
Tabla 7
Estadística Descriptiva de Datos Elementales - NAA Fuentes de Obsidiana - Ona y Las Cuevas
Elemento Media Desvío
Estándar Coeficiente de
Variación N°
Observaciones Minimum Maximum
% BA 585.455 9.588 1.638 11 568.100 599.600 LA 24.818 0.516 2.081 11 23.633 25.829 LU 0.207 0.067 32.349 11 0.143 0.294 ND 17.741 1.621 9.139 11 15.491 20.933 SM 4.033 0.044 1.080 11 3.922 4.081 U 11.919 0.313 2.629 11 11.095 12.194
YB 1.169 0.032 2.741 11 1.119 1.219 CE 47.129 0.732 1.553 11 45.464 47.959 CO 0.272 0.071 26.155 11 0.234 0.478 CS 11.237 0.094 0.839 11 11.027 11.391 EU 0.557 0.006 1.138 11 0.542 0.566 FE 5005.855 91.905 1.836 11 4802.400 5173.800 HF 3.250 0.212 6.536 11 3.097 3.857 RB 223.863 7.183 3.209 11 218.240 243.010 SB 0.176 0.007 3.779 11 0.166 0.189 SC 1.868 0.015 0.828 11 1.852 1.905 SR 172.174 7.862 4.566 11 160.550 183.420 TA 2.027 0.015 0.764 11 2.011 2.062 TB 0.350 0.012 3.368 11 0.332 0.375 TH 22.006 0.185 0.839 11 21.606 22.203 ZN 29.704 0.985 3.315 11 28.090 31.500 ZR 170.549 11.599 6.801 11 154.850 195.780 CL 896.270 90.791 10.130 10 756.300 1099.300 DY 2.167 0.198 9.156 11 1.905 2.584 K 39129.255 2364.226 6.042 11 34715.400 42476.800
MN 408.433 14.159 3.467 11 397.510 437.060 NA 25835.918 492.191 1.905 11 24997.600 26549.400
104
Figura 17
Diagrama Bivariado de Concentraciones Elementales para Hf y Cs Fuentes de Obsidiana
Figura 18
Diagrama Bivariado de Concentraciones Elementales para Th y Rb Fuentes de Obsidiana
105
El examen de estos gráficos bivariados (Figuras 17 y 18) indica que las 11 muestras
representan a un único grupo composicional. Sólo la muestra F9 resulta ligeramente
diferente a las diez restantes, sin embargo la existencia de esta variación no parece ser
significativa para la unicidad del grupo. Cabe aclarar que las elipses de los gráficos o
“probability intervals surrounding source groups are frequently calculated and drawn at a
constant Mahalanobis distance from group centroids” (Glascock et al. 1998 :25).
Si bien es cierto que sólo se ha analizado una muestra de la formación de la
quebrada de las Cuevas, en calidad de piloto, los resultados parecerían indicar que los
afloramientos de Ona y Las Cuevas proceden de un misma magma. Esta situación de flujos
lávicos notoriamente discretos en el terreno pero con composiciones químicas similares ya
ha sido discutida por algunos autores (Hurtado de Mendoza 1977, 1986 ; Hurtado de
Mendoza y Jester 1978 ; Sidrys et al. 1976). De no mediar una caracterización geoquímica
más afinada se propone , en estos casos, un tratamiento más regional de la problemática de
fuentes haciendo referencia a “áreas de yacimiento” o “sistemas de yacimientos”. En lo que
respecta a Ona y Las Cuevas considero que aún no es conveniente asumir un criterio
semejante ya que el afloramiento de Las Cuevas no ha sido adecuadamente relevado ni
estudiado. El problema está planteado y la determinación del rango de variabilidad interna
de esta fuente resulta imprescindible.
Ahora bien, la asignación de procedencia de artefactos de obsidiana a nivel regional
requiere no solo de la localización y caracterización de distintas fuentes de obsidiana sino
también de la posibilidad de acceder a distintos registros arqueológicos. Para el ámbito de
la Puna meridional, en esta primera etapa, los estudios de procedencia debieron restringirse
a la identificación de los flujos de Ona y Las Cuevas y a la utilización de los registros
artefactuales de los sitios Casa Chavez Montículos (Montículos 1 y 4) y Real Grande 1.
En principio, se utilizó fluorescencia de rayos X para el análisis cuantitativo de las
abundancias elementales de rubidio (Rb), estroncio (Sr) y circonio (Zr) en dos series de 12
muestras artefactuales correspondientes a los distintos niveles estratigráficos del Montículo
1 (Casa Chavez Montículos). Las muestras fueron seleccionadas al azar entre los desechos
106
de talla. Dado el carácter destructivo del análisis se registró convenientemente la
información tecnológica de estos artefactos. Las especificaciones técnicas, instrumentales y
analíticas mencionadas anteriormente para XRF se hacen extensivas al estudio de estas
muestras.
En la Tabla 8 se presentan los resultados obtenidos del análisis de las 24 muestras
arqueológicas de obsidiana.
Tabla 8
Abundancias Elementales en Partes por Millón (ppm) - XRF Artefactos Arqueológicos del Montículo 1 (Casa Chavez Montículos)
Muestras Rb (ppm) Sr (ppm) Zr (ppm) Artef. CChMont.1
A1 (Nivel I) 276 ± 20 158 ± 28 78 ± 17 A2 250 ± 20 145 ± 28 68 ± 17 A3 (Nivel II) 275 ± 20 159 ± 28 77 ± 17 A4 262 ± 20 142 ± 28 68 ± 17 A5 (Nivel III) 274 ± 20 160 ± 28 79 ± 17 A6 260 ± 20 138 ± 28 95 ± 17 A7 (Nivel IV) 274 ± 20 154 ± 28 71 ± 17 A8 260 ± 20 151 ± 28 72 ± 17 A9 (Nivel Va) 270 ± 20 172 ± 28 93 ± 17 A10 260 ± 20 134 ± 28 80 ± 17 A11 (Nivel Vb) 280 ± 20 170 ± 28 91 ± 17 A12 268 ± 20 176 ± 28 82 ± 17 A13 (Nivel Vc) 288 ± 20 151 ± 28 58 ± 17 A14 268 ± 20 159 ± 28 70 ± 17 A15 (Nivel VI) 280 ± 20 144 ± 28 58 ± 17 A16 260 ± 20 144 ± 28 70 ± 17 A17 (Nivel VII) 286 ± 20 154 ± 28 63 ± 17 A18 260 ± 20 159 ± 28 75 ± 17 A19 (Nivel VIII) 286 ± 20 155 ± 28 59 ± 17 A20 268 ± 20 159 ± 28 72 ± 17 A21 (Nivel IX) 272 ± 20 153 ± 28 78 ± 17 A22 260 ± 20 150 ± 28 82 ± 17 A23 (Nivel X) 270 ± 20 140 ± 28 63 ± 17 A24 250 ± 20 145 ± 28 79 ± 17
Media 269.04 153.00 74.20 Desvío Estándar 10.60 10.60 10.31
Error Promedio de Conteo 20 28 17
Una vez obtenidas las concentraciones de los tres elementos para los dos grupos de
muestras se procedió a efectuar la validación estadística de la correlación entre fuente y
artefactos. Se implementaron, entonces, algunos procedimientos de clasificación (Luedtke
107
1979). Me refiero, específicamente, a la aplicación de análisis de clusters y diagramas de
dispersión así como también a la utilización de una técnica, vinculada al análisis factorial,
conocida como análisis de componentes principales. Todos los cálculos se efectuaron
mediante el programa M.V.S.P. (Kovach 1986).
De este modo, como primer paso exploratorio, se analizó internamente la
variabilidad potencial de las muestras arqueológicas. Para ello, se realizó un análisis de
clusters utilizando como medida de la diferencia a la distancia Euclideana en el espacio
definido por los tres elementos analizados (Rb, Sr y Zr). Los clusters o conglomerados se
construyeron mediante la técnica del ligamento promedio que no exagera diferencias ni
semejanzas. Los resultados, en forma de dendrograma, muestran el nivel y orden de los
conglomerados así como también las distancias entre las distintas muestras. Cabe aclarar
que el procedimiento estadístico de clusters refleja con mayor precisión las diferencias
entre los miembros de un mismo grupo que entre distintos clusters de muestras (Glascock et
al. 1998 ; Harbottle 1982)
El dendrograma resultante (Figura 19), entonces, muestra la presencia de tres
artefactos claramente diferenciados del resto. A9, A11 y A12 constituyen una agrupación
diferente. Observando la tabla de valores (Tabla 8) se evidencia que estos artefactos son
significativamente más ricos en circonio (Zr) y estroncio (Sr) aunque sus valores de rubidio
(Rb) se ajustan al promedio general.
Ahora bien, el objeto de esta larga serie de análisis se centra en verificar la posible
existencia de una relación de procedencia entre Ona y la cuenca de Antofagasta de la
Sierra, en este caso Casa Chavez Montículos. Entonces, esta variación intra-sitio podrá ser
explicada por la variación interna de la fuente ?. Para responder a este interrogante se
examinaron conjuntamente las muestras de la fuente y los artefactos arqueológicos.
108
Figura 19
Dendrograma de los Artefactos de Obsidiana Analizados Montículo 1 (Casa Chavez Montículos)
Figura 20
Diagrama Bivariado de Concentraciones Elementales para Zr y Sr Fuente y Artefactos Arqueológicos
109
Un análisis bivariado basado en la relación Zr-Sr (Figura 20) presenta nuevamente a
los artefactos A9, A11 y A12 conformando un conglomerado diferente mientras que el
resto de las muestras evidencian su correspondencia con la fuente Ona.
Dadas las diferencias observadas en el diagrama de dispersión se decidió cotejarlas
a través de otro estadístico. La técnica del análisis de componentes principales se utiliza, en
general, para describir la distribución de las concentraciones elementales sobre bases
diferentes. Según Glascock et al. (1998 :28) :
“The positions of samples in the original element concentrations space are converted into
principal scores calculated in terms of the linear combinations of the original data and are
projected onto the new principal component axes. For correlated data, a larger portion of
the data structure (...) can be inspected from two or three dimensional plots using the first
few PCs than is possible with most bivariate plots of the original elements. (...). If PCA
provides a satisfactory differentiation between source groups, it is often possible to assign
artifacts by projecting thier principal component scores against the principal axes.”
En este caso, el análisis de componentes principales permitió determinar el peso
relativo de los tres elementos en la variación, a la vez que posibilitó la realización de tests
de significación (Hines y Montgomery 1990). Los análisis se realizaron en base a datos
estandarizados (matriz de correlación) y sin transformar.
El gráfico que muestra la Figura 21 permite verificar, en primer lugar, que la
mayoría de los artefactos (87.5%) responden en cuanto a procedencia a la fuente localizada
en Ona. En segundo lugar, se refuerza la separación de los tres artefactos (A9, A11 y A12)
que aparecían anteriormente como claramente diferenciados del resto de las muestras. Al
respecto, este análisis está indicando que, si bien las concentraciones de rubidio explican,
en gran parte, el primer eje de variación de las muestras (46.4% de la varianza total), las
abundancias de circonio y estroncio combinadas constituyen el peso principal del segundo
componente. Y es este eje el que separa a los tres objetos mencionados del resto.
110
Figura 21 Componentes Principales para Muestras de Fuente y Artefactos
En síntesis, este análisis de elementos traza por fluorescencia de rayos X indica que
gran parte de la obsidiana procesada en el sitio Casa Chavez Montículos (Montículos 1)
proviene de la fuente de aprovisionamiento localizada en Ona.
Asimismo, se pone en evidencia la existencia de un grupo de artefactos (A9, A11 y
A12) cuya composición elemental no se ajusta ni a la fuente ni a las restantes muestras
arqueológicas. Una interpretación válida para este hecho es asumir que el abastecimiento de
obsidiana en la cuenca de Antofagasta de Sierra involucra más de una fuente, Ona y otra
fuente de localización desconocida. Sin embargo, no es la única interpretación posible
aunque sí la de mayor factibilidad. En efecto, estos tres artefactos corresponden a los
niveles estratigráficos Va y Vb del Montículo 1. Al respecto, Olivera y Nasti (1993) han
detectado en sus estudios que entre los niveles V (a, b y c) y VI tuvo lugar un evento de
desocupación del Montículo y, por ende, un momento de prolongada exposición del
material arqueológico al medio ambiente. Esta situación podría estar relacionada con lo que
algunos autores han dado en llamar “weathering” (Purdy y Clark 1987). Es decir, pueden
111
existir pequeñas diferencias en las abundancias elementales entre los artefactos y las
muestras de la fuente debido a la meteorización de la superficie del artefacto o a
intercambios químicos con el sedimento en el cual han estado depositados (Luedtke 1989).
Hasta aquí las alternativas hablaban de la existencia de una fuente desconocida o de
los efectos de ciertas alteraciones químicas post-depositacionales. Afortunadamente, la
posibilidad de extender estos estudios utilizando la activación neutrónica permitió no solo
otorgar mayor precisión a la correlación sino también discutir la factibilidad de las
interpretaciones sugeridas. En este contexto, se procedió a la medición de 27 elementos en
un conjunto de 22 muestras artefactuales de distintos niveles estratigráficos. Catorce
especímenes pertenecen al sitio Casa Chavez Montículos, ocho del Montículo 1 -
especialmente de los niveles Va, Vb y Vc- y seis del Montículos 4. A su vez, se incluyeron
en esta oportunidad ocho artefactos correspondientes al sitio Real Grande 1. Las muestras
de los Montículos 1 y 4 se eligieron aleatoriamente entre los desechos de talla. En el caso
de las muestras de Real Grande 1, la selección azarosa de los desechos de talla se vio
dificultada por el reducido tamaño de los mismos, de manera tal que debió restringirse a
aquellos de tamaño mayor o igual a pequeño. Dado el carácter destructivo del análisis se
registró convenientemente la información tecnológica de estos artefactos. Una vez más, se
hacen extensivas al estudio de estas muestras las especificaciones técnicas, instrumentales y
analíticas mencionadas anteriormente para NAA.
En la Tabla 9 aparecen los datos correspondientes a las concentraciones elementales
obtenidas en las 22 muestras artefactuales de obsidiana.
112
Tabla 9
Concentraciones Elementales en Partes por Millón (ppm) y Porcentajes - NAA Artefactos Arqueológicos de Casa Chavez Montículos (Montículos 1 y 4) y Real Grande 1
Muestras Ba La Lu Nd Sm U Yb Ce Co Artef. CChMont.1
A1 (Nivel III) 577 23.1 0.157 17.6 3.78 11.4 1.07 45.9 0.236 A2 (Nivel Va) 582 24.0 0.158 18.1 3.96 11.9 1.13 46.8 0.293 A3 (Nivel Vb) 566 24.0 0.289 18.3 3.91 11.7 1.16 46.9 0.240 A4 (Nivel Vc) 586 23.8 0.160 17.1 3.86 11.3 1.12 46.2 0.263 A5 (NivelVI) 573 24.2 0.277 18.4 3.89 11.4 1.19 47.0 0.254 A6 (Nivel VII) 590 23.5 0.183 16.7 3.85 11.6 1.07 46.2 0.237 A7 (Nivel VIII) 567 24.2 0.158 17.3 3.92 11.5 1.14 48.3 0.230 A8 (Nivel X) 596 24.5 0.153 17.9 4.05 11.7 1.16 47.7 0.260
Artef. CChMont.4 A9 (Nivel III) 594 24.9 0.165 17.3 3.88 11.1 1.04 48.4 0.272 A10 (Nivel IV) 598 25.7 0.156 17.6 3.93 11.0 1.10 50.2 0.283 A11 (Nivel V) 578 24.1 0.163 16.8 3.91 11.5 1.07 47.2 0.244 A12 (Nivel VIa) 602 25.2 0.163 19.4 4.01 11.6 1.13 48.5 0.273 A13 (Nivel VIb) 598 24.5 0.164 18.1 3.97 11.7 1.10 45.7 0.233 A14 (Nivel VIII) 594 24.4 0.160 18.4 3.93 11.4 1.09 46.2 0.307
Artef. RG 1 A15 (Nivel I 2e) 567 25.0 0.155 16.9 3.98 11.2 1.10 47.9 0.291 A16 (Nivel I 4e) 95 11.6 0.455 16.1 8.82 22.9 4.08 28.4 0.000 A17 (Nivel II 1e) 59 12.2 0.659 13.4 6.85 18.9 3.53 28.1 0.095 A18 (Nivel II 3e) 623 25.3 0.169 19.5 4.06 11.8 1.21 49.9 0.273 A19 (Nivel III 1e) 576 24.7 0.266 18.5 3.97 12.0 1.22 47.4 0.267 A20 (Nivel III 2e) 562 23.7 0.157 16.4 3.89 11.6 1.04 47.7 0.288 A21 (Nivel III 3e) 594 25.3 0.154 17.6 4.03 11.4 1.08 48.9 0.264 A22 (Nivel III 4e) 615 24.9 0.163 25.0 4.18 12.3 1.23 48.4 0.251
Muestras Cs Eu Fe (%) Hf Rb Sb Sc Sr Ta Artef. CChMont.1
A1 (Nivel III) 11.4 0.553 0.487 3.04 219 0.138 1.86 190 2.05 A2 (Nivel Va) 11.6 0.560 0.510 3.46 222 0.122 1.94 171 2.08 A3 (Nivel Vb) 11.7 0.568 0.501 3.09 221 0.137 1.89 169 2.09 A4 (Nivel Vc) 11.4 0.559 0.511 3.16 219 0.138 1.87 219 2.04 A5 (NivelVI) 11.7 0.567 0.509 3.15 223 0.142 1.91 204 2.10 A6 (Nivel VII) 11.5 0.554 0.486 3.11 220 0.150 1.86 196 2.06 A7 (Nivel VIII) 11.9 0.586 0.498 3.30 228 0.143 1.95 170 2.15 A8 (Nivel X) 11.7 0.567 0.505 3.19 225 0.143 1.91 172 2.10
Artef. CChMont.4 A9 (Nivel III) 11.4 0.580 0.513 3.38 221 0.131 1.91 200 2.06 A10 (Nivel IV) 11.2 0.580 0.522 3.29 223 0.134 1.90 225 2.01 A11 (Nivel V) 11.7 0.566 0.490 3.12 223 0.138 1.91 205 2.11 A12 (Nivel VIa) 11.4 0.572 0.514 3.24 225 0.134 1.92 201 2.06 A13 (Nivel VIb) 11.5 0.557 0.466 3.06 217 0.133 1.86 172 2.05 A14 (Nivel VIII) 11.3 0.544 0.518 3.15 218 0.142 1.88 189 2.02
Artef. RG 1 A15 (Nivel I 2e) 11.0 0.555 0.505 3.32 218 0.140 1.86 190 1.99 A16 (Nivel I 4e) 63.7 0.068 0.391 4.36 833 0.863 23.01 0 10.70 A17 (Nivel II 1e) 38.0 0.144 0.391 3.25 469 0.531 8.07 0 3.89 A18 (Nivel II 3e) 12.2 0.605 0.534 3.44 235 0.138 2.00 222 2.18 A19 (Nivel III 1e) 11.7 0.564 0.488 3.13 222 0.148 1.89 238 2.06 A20 (Nivel III 2e) 12.1 0.579 0.515 3.28 230 0.146 1.99 260 2.16 A21 (Nivel III 3e) 11.6 0.579 0.515 3.24 225 0.128 1.92 206 2.07 A22 (Nivel III 4e) 12.0 0.573 0.512 3.32 231 0.126 1.95 180 2.15
113
Tabla 9 (Cont.)
Concentraciones Elementales en Partes por Millón (ppm) y Porcentajes - NAA Artefactos Arqueológicos de Casa Chavez Montículos (Montículos 1 y 4) y Real Grande 1
Muestras Tb Th Zn Zr Cl Dy K (%) Mn Na (%)
Artef. CChMont.1 A1 (Nivel III) 0.339 21.7 30.0 150 877 2.20 4.25 401 2.50 A2 (Nivel Va) 0.358 22.1 32.4 161 893 2.37 3.92 396 2.56 A3 (Nivel Vb) 0.355 22.1 31.6 148 822 2.13 3.77 395 2.56 A4 (Nivel Vc) 0.364 21.7 30.5 170 838 2.00 3.79 396 2.53 A5 (NivelVI) 0.374 22.1 30.4 162 854 2.39 3.93 397 2.51 A6 (Nivel VII) 0.352 21.9 29.9 147 935 2.14 3.66 402 2.53 A7 (Nivel VIII) 0.382 22.7 30.5 161 870 2.15 3.78 394 2.54 A8 (Nivel X) 0.365 22.3 32.0 161 820 2.37 4.07 396 2.46
Artef. CChMont.4 A9 (Nivel III) 0.343 22.4 32.5 169 641 2.36 3.97 390 2.53 A10 (Nivel IV) 0.367 22.8 32.4 149 790 2.16 4.04 390 2.62 A11 (Nivel V) 0.358 22.2 30.1 160 800 2.07 3.77 398 2.55 A12 (Nivel VIa) 0.377 22.4 31.0 162 735 2.21 3.89 410 2.53 A13 (Nivel VIb) 0.344 21.7 29.2 153 848 1.95 3.82 3.94 2.54 A14 (Nivel VIII) 0.345 21.6 28.9 155 862 1.80 3.69 391 2.54
Artef. RG 1 A15 (Nivel I 2e) 0.344 22.1 31.1 151 613 2.40 3.71 411 2.67 A16 (Nivel I 4e) 1.672 18.0 67.7 172 329 10.24 3.50 1458 3.46 A17 (Nivel II 1e) 1.282 16.6 38.7 159 172 8.54 3.65 829 3.08 A18 (Nivel II 3e) 0.374 23.4 35.8 172 631 1.98 3.91 416 2.64 A19 (Nivel III 1e) 0.361 22.0 31.4 160 596 1.59 3.61 403 2.62 A20 (Nivel III 2e) 0.400 22.9 38.8 182 584 2.54 3.79 413 2.62 A21 (Nivel III 3e) 0.365 22.6 31.8 174 654 1.58 4.08 396 2.60 A22 (Nivel III 4e) 0.349 22.7 34.4 176 641 1.69 3.68 405 2.64
En esta oportunidad, la evaluación estadística de los datos se efectuó en MURR a
través de diagramas bivariados. Al respecto, los especialistas consideran que en regiones en
donde hay escasas fuentes potenciales este tipo de análisis bivariado constituye una vía
clave para lograr una asignación no ambigua de los artefactos con la fuente (Glascock et al.
1998 :25). De este modo, las Figuras 22 y 23 muestran las agrupaciones resultantes y las
respectivas elipses de confiabilidad (ver pag. 105). Cabe aclarar que en estos gráficos han
sido incluidos los datos correspondientes a los afloramientos de Ona y Las Cuevas.
Se puede observar en los gráficos que la mayoría de los artefactos (90.9%)
responden a la “huella química” de la fuente Ona/Las Cuevas. En este sentido, considero
114
importante resaltar que los artefactos de los niveles Va, Vb y Vc no evidencian alteraciones
composicionales que los separe de la fuente aludida. Por lo tanto, comienza a debilitarse
notoriamente la posibilidad de que los artefactos de estos niveles, por efecto de alteraciones
químicas post-depositacionales, distorsionen las asignaciones de procedencia.
Figura 22
Diagrama Bivariado de Concentraciones Elementales para Fe y Ba Fuente y Artefactos Arqueológicos
Figura 23
Diagrama Bivariado de Concentraciones Elementales para La y Hf Fuente y Artefactos Arqueológicos
115
A su vez, en los gráficos (Figuras 22 y 23) se advierte nuevamente la presencia de
un nuevo grupo composicional. Se observa claramente que las muestras A16 y A17 (Real
Grande 1) conforman un agrupamiento distinto ostentando una composición elemental bien
diferenciada de las anteriores. Por lo tanto, este agrupamiento es interpretado como un
indicador fehaciente de la existencia de una fuente de abastecimiento de obsidiana
desconocida.
Por el momento, entonces, artefactos del Montículo 1, analizados por XRF, y
artefactos de Real Grande 1, analizados por NAA, involucran fuentes distintas a Ona/Las
Cuevas. No es posible sostener que todos estos especímenes provienen de una misma
fuente ya que las técnicas utilizadas difieren y no son comparables sus resultados. Esto
significa que, por el momento, se debe asumir que la cuenca de Antofagasta de la Sierra
entre 2200 y 700 A.P. estuvo siendo abastecida por al menos tres fuentes de obsidiana
distintas. Creo no equivocarme al considerar al afloramiento de Ona/Las Cuevas como el
más importante de todos ellos dada su frecuencia de aparición entre los artefactos. Más aún,
se tienen datos de su utilización, desde el Arcaico Medio hasta los Desarrollos Regionales,
en circuitos de aprovisionamiento que abarcan la Puna meridional y los valles
mesotérmicos orientales adyacentes. Al respecto, para el Arcaico Medio, análisis
elementales realizados por la Dr. E. Pintar sobre dos artefactos de obsidiana y una muestra
de la fuente Ona (cedida por la autora) señalaron esta procedencia (Pintar 1996). Asimismo,
muestras artefactuales superficiales y estratigráficas correspondientes a ocupaciones
Formativas de Laguna Blanca, de la Falda occidental del Aconquija y del Valle del Cajón,
procesadas en MURR, establecen en Ona el punto inicial del proceso productivo (C.
Scattolin y M. Lazzari com. per.). Finalmente, este mismo resultado se aplica también a una
muestra procesada en MURR proveniente del sitio Rincón Chico (sitio 15) (Valle de Santa
María) adscribible al período de los Desarrollos Regionales (M. Tarrago com. per.).
Considero importante aportar un dato más a esta exposición. Los resultados
precedentes, logrados a fines de 1997, advierten de la existencia de dos fuentes de
obsidiana que se suman a la dinámica de explotación de esta materia prima. Pues bien,
116
prospecciones realizadas en abril de 1998 a 60-70 km al suroeste de la localidad de
Antofagasta de la Sierra permitieron localizar una nueva fuente de obsidiana. Las
observaciones realizadas en el volcán Cueros de Purulla señalan la existencia de cuerpos y
coladas dómicas de un material de composición riolítica de color gris oscuro a negro,
pasando por un atigrado negro-rojizo. Las muestras de mano recolectadas en dicha
oportunidad se encuentran en pleno procesamiento en el Laboratorio de Arqueometría en
MURR (Missouri University Reseach Reactor).
117
CAPITULO V
REGISTRO ARTEFACTUAL : LOS INSTRUMENTOS
En este capítulo se presentan los datos correspondientes a los instrumentos y
núcleos líticos recuperados de los distintos niveles estratigráficos de los sitios Casa Chavez
Montículos (Montículo 1) y Real Grande 1. En líneas generales, el tratamiento de la
información se ha llevado a cabo atendiendo al interés de esbozar trayectorias de
producción lítica por materia prima (Johnson 1989 ; Koldehoff 1987). De este modo, se han
analizado aquellos atributos y/o variables que permiten identificar aspectos de los procesos
de aprovisionamiento, extracción, manufactura, mantenimiento, reciclado, descarte y/o
abandono de los artefactos. Cabe aclarar que, a los fines de evaluar adecuadamente el
espectro de actividades involucradas en cada uno de los sistemas de producción lítica
(sensu Ericson 1982, 1984), muchos de los atributos consignados han sido examinados
también en relación a la materia prima. En otro orden de cosas, se deja constancia que los
porcentajes volcados en cada caso, salvo aclaración en contrario, representan frecuencias
relativas al total de la muestra definida. Esta observación se hace extensiva al Capítulo VI.
Casa Chavez Montículos : Montículo 1
A partir de un primer inventario general, se puede decir que la muestra total de
instrumentos y núcleos procedente del Montículo 1 se encuentra constituida por 531 piezas
tanto enteras como fracturadas. Los grupos tipológicos representados en ella incluyen palas
y/o azadas, raspadores, artefactos con filos en bisel asimétrico y microretoque ultramarginal
(R.U.M), raederas, “grandes lascas con retoque”, artefactos mediano pequeños/muy
pequeños con retoque en bisel oblicuo (R.B.O), cuchillos de filo retocado, cortantes,
muescas retocadas y de lascado simple, denticulados, puntas entre muescas, artefactos
burilantes, perforadores, puntas de proyectil y preformas, choppers, bifaces, filos naturales
118
con rastros complementarios, artefactos de formatización sumaria, núcleos, percutores,
manos y molinos, litos no diferenciados modificados por uso y fragmentos no diferenciados
de artefactos formatizados. La frecuencia de aparición de los mismos respecto del total
consignado se muestra en la Tabla B del Apéndice. A su vez, a manera de complemento, se
suman a esta información general los porcentajes correspondientes a la distribución de los
grupos tipológicos por materia prima presentada en la Tabla C (Apéndice).
Por su parte, una muestra no probabilística de 294 instrumentos y núcleos, enteros y
fracturados, constituye el conjunto artefactual que ha sido objeto de un análisis tecnológico
profundo. En este caso, los grupos tipológicos determinados presentan la siguiente
distribución de frecuencias:
Tabla 10 Instrumentos y Núcleos (N=294)
Grupos Tipológicos Montículo 1
Grupos Tipológicos N % Raspadores 10 3.4
Artef.Bisel Asim.Microretoque Ultramarginal 6 2.0 Raederas 18 6.1
Grandes Lascas con Retoque 8 2.7 Artef.Med.Peq./Muy Peq.Retoque Bisel Oblicuo 12 4.1
Cuchillos de Filo Retocado 2 0.7 Cortantes 5 1.7
Muescas Retocadas y Lascado Simple 16 5.5 Denticulados 8 2.7
Puntas entre Muescas 2 0.7 Artefactos Burilantes 5 1.7
Perforadores 2 0.7 Puntas de Proyectil 21 7.1
Choppers 2 0.7 Bifaces 1 0.4
Filos Naturales con Rastros Complementarios 37 12.6 Artefactos de Formatización Sumaria 18 6.1
Núcleos 18 6.1 Percutores 15 5.1
Manos y Molinos 6 2.0 Litos No Diferenciados Modificados por Uso 21 7.1
Fragmentos No Diferen. de Artef. Formatizados 61 20.8
Totales
294
100
En la Tabla D del Apéndice puede apreciarse la representatividad proporcional de
estos grupos tipológicos por materia prima. Posteriormente en el desarrollo del análisis, al
119
tratar los artefactos formatizados y los no formatizados en relación a los materiales
utilizados, se recurre nuevamente a la información volcada en esta tabla.
Cabe destacar que las palas y/o azadas no fueron consideradas en esta muestra de
artefactos líticos. Sin embargo, su estudio no será dejado de lado mereciendo especial
atención, conjuntamente con las puntas de proyectil y las “grandes lascas con retoque”,
entre los artefactos formatizados. Las palas y/o azadas poseen características técnico-
morfológicas particulares y, como se desprende de la Tabla B (Apéndice), sus piezas
enteras y fragmentadas comprenden el 28.4% del total artefactual (N= 531).
Aprovechamiento de Materias primas
Las materias primas identificadas entre los instrumentos y núcleos analizados
responden a las siguientes determinaciones petrográficas: variedades A, B y C de basalto,
vidrio volcánico variedad 1, obsidiana, ópalo y calcedonia. A su vez, también se reconoció
macroscópicamente la presencia de cuarcita, sílice, arenisca, basalto vesicular y pórfiro
volcánico. Un reducido número de materiales no identificado se adscribe a la denominación
de materias primas no determinadas.
La distribución de materias primas respecto del total de la muestra analizada se
observa en la Figura 24. Los valores consignados permiten desprender las siguientes
observaciones:
∗ predominio del basalto tomado en conjunto (53.1%), al que le sigue en abundancia la
obsidiana, con un porcentaje de 23.5%, y la cuarcita que presenta 7.1%.
∗ los porcentajes restantes corresponden a la utilización de materias primas tales como
arenisca, vidrio volcánico variedad 1, ópalo, calcedonia y sílice. Dentro de la categoría
“Otras”, con un porcentaje de 7.8%, se encuentran el basalto vesicular, los pórfiros
volcánicos y las materias primas no determinadas.
120
∗ las variedades de basalto discriminadas muestran el predominio de la variedad A
(37.1%), a la que le siguen en orden decreciente la variedad B (11.6%) y la variedad C
(4.4%).
Montículo 1Figura 24
Distribución de Materias Primas(N= 294)
Referencias: VrA, B, C : Variedades A, B y C de Basalto; Vv1 : Vidrio Volcánico Var. 1; Ob : Obsidiana; Cc : Cuarcita; Op : Opalo; Cd : Calcedonia; Sil : Sílice; Ar : Arenisca; Otr : Otras - incluyen Basalto Vesicular,
Pórfiros Volcánicos y Materias Primas No determinadas.
37.1
11.6
4.41.7
23.5
7.1
1.4 1 0.3
4.1
7.8
VrA VrB VrC Vv1 Ob Cc Op Cd Sil Ar Otr0
10
20
30
40
50
Se debe destacar aquí la ausencia de la variedad X de basalto. Esta materia prima no
presenta valor alguno ya que responde exclusivamente a la manufactura de palas y/o
azadas, instrumento no incluido en la muestra artefactual. Sin embargo, las frecuencias
presentadas en la Tabla C (Apéndice) indican que este recurso lítico sigue en abundancia al
grupo conformado por basaltos (A, B y C) y vidrio volcánico variedad 1, con un porcentaje
de 28.4% sobre un total de 531 artefactos.
121
Ahora bien, si se toma en consideración la disponibilidad de las materias primas en
la cuenca de Antofagasta de la Sierra como también en la microregión del Salar de
Antofalla, es posible advertir el aprovechamiento dominante de aquellos recursos
localizados en el fondo de cuenca (48.6%). Me refiero con ello, aún dejando de lado a la
variedad X de basalto, a la utilización de basalto Var. A, cuarcita y arenisca. A su vez,
resulta interesante observar que el 23.5% de los recursos en circulación coinciden en una
sola materia prima, la obsidiana, procedente de la microregión del Salar de Antofalla. Por
su parte, los recursos localizados en las quebradas de altura (vidrio volcánico Var. 1, ópalo
y basalto Var. C) también han sido utilizados aunque en menor medida (7.2%).
De las materias primas restantes (20.7%) que participan del proceso productivo -
calcedonia, sílice, basalto Var. B, basalto vesicular, pórfiros volcánicos y materias primas
no determinadas- no hay certeza aún acerca de sus localidades de aprovisionamiento. Sólo
puedo aportar algunas observaciones de campo que incluirían a la calcedonia dentro de los
recursos de las quebradas de altura y al basalto Var. B y vesicular como materiales
disponibles en el fondo de la cuenca.
Extracción de la Forma Base
En este punto es mi intención comenzar a precisar la existencia de evidencias
vinculadas a la realización de actividades relativas a los primeros pasos de la secuencia de
producción lítica, es decir, reducción de núcleos y extracción de formas base para la
manufactura de instrumentos. En este sentido, se han analizado 18 núcleos –12 enteros y
seis fracturados- que comprenden el 6.1% de la muestra artefactual (Tabla D, Apéndice).
En las Tablas 11 y 12 se consigna la distribución por materia prima tanto para la
designación morfológica de los núcleos como para los tamaños de los mismos.
122
Tabla 11 Núcleos Enteros y Fracturados (N=18)
Designación Morfológica por Materia Prima Montículo 1
Morfología Lascados Discoidal Piramidal Bipolar No Dif. por Totales
Mat. Prima Aislados Irregular Irregular Fractura N % Basalto Var. A 1 1 2 11.1 Basalto Var. B 1 1 5.6 Basalto Var. C 1 1 2 11.1 Vidrio Vol.Var. 1 1 1 5.6 Obsidiana 1 5 6 33.3 Cuarcita 2 1 1 4 22.1 Opalo 1 1 5.6 Calcedonia 1 1 5.6
Totales 6 2 2 6 2 18 % 33.3 11.1 11.1 33.3 11.1 100
Referencias : No. Dif. por Fractura : No Diferenciada por Fractura. Vidrio Vol. Var. 1 : Vidrio
Volcánico Var. 1.
Tabla 12
Núcleos Enteros (N=12) Tamaño por Materia Prima
Montículo 1
Tamaño Pequeño Mediano Grande Muy Totales Mat. Prima Pequeño Grande N % Basalto Var. A 1 1 8.3 Basalto Var. B 1 1 8.3 Basalto Var. C 1 1 8.3 Vidrio Vol.Var. 1 1 1 8.3 Obsidiana 2 1 3 25.1 Cuarcita 2 1 3 25.1 Opalo 1 1 8.3 Calcedonia 1 1 8.3
Totales 3 1 5 3 12 % 25.1 8.3 41.5 25.1 100
Estos datos revelan la presencia dominante tanto de núcleos con lascados aislados
(33.3%) como de núcleos bipolares (33.3%). Los primeros, confeccionados en distintas
variedades de basalto, cuarcita y calcedonia, pueden adscribirse a los denominados
“núcleos amorfos” (Koldehoff 1987 ; Johnson 1989 ; Patterson 1987 ; Parry y Kelly 1987).
123
En este sentido, estos artefactos, lejos de presentar una morfología estandarizada, poseen
formas irregulares producidas por la extracción aleatoria de lascas de diverso tamaño en
múltiples direcciones. Considero importante destacar también, en el caso de los núcleos
discoidales y piramidales parciales, el carácter irregular de su morfología y la presencia de
muy escasas extracciones. En líneas generales, todo este conjunto de núcleos exhibe
tamaños grandes y muy grandes de manera tal que pudieron haber servido para la
extracción de lascas de diverso tamaño. Sus plataformas de percusión aún permanecen
activas o a lo sumo parcialmente agotadas. Finalmente, se debe advertir que dos de los
núcleos de cuarcita resultan ser productos del reciclaje de percutores fuera de uso.
Por su parte, los núcleos bipolares (Barham 1987 ; Goodyear 1993 ; Hayden 1980)
parecen asociarse muy estrechamente con la reducción de la obsidiana, y en menor medida,
del ópalo. Se trata, en general de artefactos pequeños y mediano pequeños en un estado de
elevado agotamiento o con plataformas de percusión parcialmente agotadas. Se observan
con claridad sus extremos machacados así como también la presencia de negativos de
extracciones columnares.
Para completar la información obtenida de los núcleos, a los fines de evaluar
posibles actividades de reducción primaria para la obtención de soportes aptos para la
formatización del instrumental, he considerado pertinente analizar la distribución de las
formas base de los instrumentos respecto del total artefactual (a excepción de los núcleos)
(Figura 25) así como también la presencia mensurable de las mismas por materia prima
(Figura 26). Para la graficación mencionada algunas de las categorías de formas base como
también ciertas materias primas afines han sido agrupadas, no obstante, toda la información
ha sido consignada en forma discriminada en las Tablas E y F (Apéndice). De este modo,
los valores considerados indican :
∗ la preeminencia de las denominadas formas base no diferenciadas (42.0%), cuyos
porcentajes elevados responden al alto grado de fragmentación de las piezas (61.9%)
como a la presencia de instrumentos de retoque extendido. En efecto, ambos factores
124
dificultan la determinación del tipo de soporte sobre el que se ha formatizado un
artefacto.
∗ dejando de lado estas formas base no diferenciadas, predominan claramente las lascas
(39.5%) (lascas no diferenciadas, internas y externas), a las que siguen con porcentajes
decrecientes una serie de formas base no obtenidas por reducción primaria (17.3%)
(guijarros, nódulos, clastos y lajas) y algunos fragmentos de núcleos utilizados como
alternativa de soporte (1.2%). Cabe aclarar que los guijarros, nódulos, clastos y lajas
constituyen, principalmente, la forma base de una serie de artefactos no formatizados y
de formatización sumaria que se estudiará más adelante.
∗ entre las formas base lascas se acentúa la utilización del basalto en conjunto (23.1%),
seguido por la obsidiana- vidrio volcánico 1 (15.2%), el conjunto de materiales silíceos
(ópalo, calcedonia y sílice) (0.7%), y la cuarcita (0.4%). Según se desprende de la Tabla
F (Apéndice), la variedad A de basalto muestra clara preeminencia sobre las restantes
variedades. Por otra parte, es interesante advertir en el basalto, en función de la
reducción primaria, que las lascas externas juegan un rol preponderante, en especial las
lascas secundarias (Tablas E y F, Apéndice).
125
Montículo 1Figura 25
Distribución de Formas Base(N= 276)
Referencias: Guij.: Guijarros; Nod.: Nódulos; Cls.: Clastos; Lj.: Lajas; Ls.Ex.: Lascas Externas; Ls.In.: Lascas Internas; Ls.ND: Lascas No Diferenciadas; S/Ncl: Sobre Núcleo; FbND: Formas Base No Diferenciadas.
10.5
2.5 3.60.7
1112.6
15.9
1.2
42
Guij. Nod. Cls. Lj. Ls.Ex. Ls.In. Ls.ND S/Ncl FbND0
10
20
30
40
50
126
Montículo 1Figura 26
Formas Base por Materia Prima(N= 276)
Referencias : Vr.A-B-C: Variedades A, B y C de Basalto; Obs-Vv1: Obsidiana y Vidrio Volcánico Var.1; Cc.: Cuarcita; Op-Cd-Sl: Opalo, Calcedonia y Sílice; Otr.: Arenisca, Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y Materias Primas No Determinadas. Guij-Nod-Cls-Lj: Guijarros, Nódulos, Clastos y Lajas; S/Núcleo: Sobre Núcleo; FbND:
Forma Base No Diferenciada
Vr.A-B-C Obs-Vv1 Cc Op-Cd-Sl Otr0
5
10
15
20
25
30Formas Base
Guij-Nod-Cls-Lj Lascas S/Núcleo FbND
Una mirada a los módulos longitud-anchura de los instrumentos enteros contribuye
a profundizar este acercamiento a las formas base. Considero que estos datos cobrarán
importancia a la hora de evaluar los desechos de talla y la posible existencia de potenciales
formas base entre los mismos. La distribución de las frecuencias sobre un total de 117
piezas enteras o con fracturas irrelevantes se presentan en la Figura 27. Al respecto, se
puede observar el marcado predominio del módulo mediano normal (32.5%) por sobre los
módulos corto ancho (25.6%), mediano alargado (16.2%) y corto muy ancho (12.8%).
127
Montículo 1Figura 27
Distribución de Módulos Longitud-Anchura(N= 117)
Referencias: LmAn: Laminar Angosto; LmNr: Laminar Normal; MdAl: Mediano Alargado; MdNr: Mediano Normal; CrAn: Corto Ancho; CrMAn: Corto Muy Ancho; CrAnc: Corto Anchísimo.
0.9
7.7
16.2
32.5
25.6
12.8
4.3
LmAn LmNr MdAl MdNr CrAn CrMAn CrAnc0
5
10
15
20
25
30
35
40
Artefactos Formatizados
El 67% de los artefactos de la muestra de instrumentos y núcleos (N= 294) está
integrado por instrumentos formatizados y regularizados a partir de diversos tipos de lascas,
guijarros, nódulos, clastos, lajas e incluso núcleos. La fragmentación general de este
conjunto de 197 piezas alcanza un valor del 67%. Asimismo, los instrumentos presentan un
índice bifacialidad de 19.3%, porcentaje dentro del cual se encuentran comprendidas 21
puntas de proyectil, tres cortantes, dos cuchillos de filo retocado, un bifaz, dos esbozos de
piezas bifaciales y nueve fragmentos no diferenciados de artefactos formatizados.
Considero importante aclarar que la bifacialidad considerada alude a la presencia de
retoques bifaciales extendidos, parcialmente extendidos y marginales logrados en función
128
de la aplicación de técnicas de percusión y presión no vinculadas al procedimiento de
adelgazamiento bifacial. Incluso puedo decir que el bifaz recuperado no ha sido elaborado
por procedimientos de reducción bifacial observándose simplemente en las caras de la pieza
retoques parcialmente extendidos (se advierte el talón y otros sectores de la lasca original)
con negativos profundos terminados en charnelas. Se debe tener en cuenta, al hablar de
bifacialidad, que existe una importante diferencia técnica entre la manufactura de un
artefacto por adelgazamiento bifacial o simplemente por retoque bifacial (Flegenheimer
1991).
A continuación se presentan los datos obtenidos a partir del análisis de diversas
variables y atributos. En primera instancia, la distribución de grupos tipológicos por materia
prima muestra algunas recurrencias interesantes en lo que respecta al aprovechamiento de
los recursos líticos. Para su tabulación, consignada en la Tabla 13, no se tomaron en
consideración los fragmentos no diferenciados de artefactos formatizados, por otro lado,
algunas categorías han sido agrupadas. En la Tabla D del Apéndice se presentan los datos
en forma discriminada.
Tabla 13
Instrumentos Formatizados (N=136) Grupos Tipológicos por Materia Prima
Montículo 1
Gr.Tip. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 Totales Mat. Prima N % Basalto Var. A 3 3 11 8 2 3 16 1 1 9 57 41.9Basalto Var. B 2 1 5 3 11 8.1 Basalto Var. C 1 1 1 1 3 7 5.1 Vid. Vol. Var. 1 2 1 3 2.2 Obsidiana 4 13 1 2 7 19 1 47 34.6 Cuarcita 1 2 3 2.2 Opalo 1 1 2 1.5 Calcedonia 2 2 1.5 Sílice 1 1 0.7 Otras 1 2 3 2.2
Totales 10 18 18 8 2 5 33 21 2 1 18 136 100 % 7.4 13.2 13.2 5.9 1.5 3.7 24.3 15.4 1.5 0.7 13.2 100
Referencias : 1- Raspadores ; 2- Artef. Mediano Pequeño/Muy Pequeño (RBO) y Artef. con Microretoque Ultramarginal (RUM) ; 3- Raederas ; 4- Grandes Lascas con Retoque ; 5- Cuchillos de Filo Retocado ; 6- Cortantes ; 7- Muescas, Denticulados, Puntas entre Muescas, Artef. Burilantes y Perforadores ; 8- Puntas de Proyectil ; 9- Choppers ; 10- Bifaces ; 11- Artef. de Formatización Sumaria.
129
Antes de efectuar las observaciones pertinentes a la relación entre los grupos
tipológicos y las materias primas utilizadas en la formatización y regularización de los
mismos, creo necesario examinar, en segunda instancia, los tamaños de estos instrumentos
y su representatividad proporcional según las materias primas. En principio, el análisis de
los tamaños, sobre un total de 65 instrumentos enteros o con fracturas irrelevantes, revela el
predominio de artefactos mediano pequeños (30.8%) y pequeños (20.0%) por sobre
aquellos que muestran tamaños grandes (15.4%), mediano grandes (13.8%), grandísimos
(10.8%) y muy grandes (9.2%) (Figura 28).
Montículo 1Figura 28
Artefactos FormatizadosDistribución de Tamaños
(N= 65)
Referencias: Peq.: Pequeño; Md-Peq.: Mediano-Pequeño; Md-Grd.: Mediano-Grande; Muy Grd.: Muy Grande; Grdisimo: Grandísimo
20
30.8
13.815.4
9.210.8
Peq Md-Peq Md-Grd Grande Muy Grd Grdisimo0
5
10
15
20
25
30
35
Por su parte, en la Figura 29 se puede observar la distribución de los tamaños en el
conjunto de materias primas. Cabe aclarar que, a los efectos de una graficación clara, he
130
agrupado algunas materias primas afines no obstante lo cual la información detallada puede
consultarse en la Tabla H del Apéndice.
Montículo 1Figura 29
Artefactos FormatizadosTamaños por Materia Prima
(N= 65)
Referencias: Vr.A-B-C: Variedades A, B y C de Basalto; Obs-Vv1: Obsidiana y Vidrio Volcánico Var.1; Cc.: Cuarcita; Op-Cd: Opalo y Calcedonia. Peq: Pequeño; Md-Peq: Mediano-Pequeño; Md-Grd: Mediano Grande;
MGrd-Grdsm: Muy Grande y Grandísimo.
Vr.A-B-C Obs-Vv1 Cc Op-Cd0
5
10
15
20
25Tamaños
PeqMd-PeqMd-GrdGrandeMGrd-Grdsm
En última instancia, una mirada a la serie técnica, es decir, a los procedimientos de
formatización y regularización contribuye a evaluar aspectos de la producción en lo que
hace a la inversión de trabajo y energía. En general, en un total de 197 instrumentos, la
serie técnica varía entre lascados de retalla, retoque y microretoque marginales,
parcialmente extendidos y extendidos. En la Figura 30 puede observarse, a su vez, que han
sido empleados procedimientos de retoque marginal (36.6%) y lascados combinados de
retalla y retoque marginales (24.4%) para la elaboración de 120 de los instrumentos de esta
muestra. Se debe destacar también una utilización importante de retoques extendidos y
parcialmente extendidos con un valor de 12.7%.
131
Montículo 1Figura 30
Artefactos FormatizadosDistribución de Series Técnicas
(N= 197)
Referencias : 1- Con Lascado Simple de Formatización marginal; 2- Con Lascado Simple de Formatización marginal y Retoque marginal; 3- Retalla marginal; 4- Retalla marginal y Retoque marginal; 5- Retalla
parcialmente extendida; 6- Retalla parcialmente extendida y Retoque marginal / Retalla parcialmente extendida y Retoque parcialmente extendido; 7- Retalla extendida y Retoque marginal / Retalla extendida y Retoque
parcialmente extendido; 8- Retoque marginal; 9- Retoque marginal y Retoque parcialmente extendido / Retoque marginal y Microretoque marginal; 10- Retoque parcialmente extendido; 11- Retoque parcialmente extendido y
Microretoque marginal; 12- Retoque extendido; 13- Microretoque marginal
31
5.1
14.4
1
8.1
1
36.6
1
4.1
0.5
8.6
5.6
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 130
10
20
30
40
En virtud de los análisis efectuados, los resultados obtenidos indican que:
∗ el basalto variedad A (41.9%) y la obsidiana (34.6%) constituyen los recursos líticos
registrados en alrededor del 75% de los artefactos formatizados. Luego, una evaluación
del aprovechamiento de las distintas materias primas en circulación revela lo siguiente :
∗ el basalto, tomando en cuenta sus variedades en conjunto, presenta un predominio de
tamaños muy grande/grandísimos (16.9%) y grandes (13.0%) en detrimento de los
mediano grandes (10.8%) y mediano pequeños (7.7%). En general, es una materia prima
modificada para la formatización y regularización de una gran variedad de instrumentos
de manufactura simple, con retalla y retoque marginal o parcialmente extendido, de
132
carácter unifacial principalmente o bifacial (raederas, muescas retocadas, denticulados,
raspadores, puntas entre muescas, cortantes, artefactos burilantes, cuchillos, entre otros).
Asimismo, este recurso se ha utilizado también en la confección de numerosos artefactos
con escasa formatización. Me refiero con ello a la presencia de los denominados
artefactos de formatización sumaria.
Con referencia a la distribución de los tamaños, considero relevante señalar que la
marcada injerencia de tamaños grandísimos, muy grandes y grandes se asocia
particularmente a la existencia de ciertos instrumentos –grandes lascas con retoque y
artefactos de formatización sumaria- cuyos soportes se corresponden con lascas
nodulares y con una serie de guijarros, nódulos y clastos respectivamente.
∗ la obsidiana, por su parte, ofrece un marcada inclinación hacia los tamaños mediano
pequeños (21.5%) y pequeños (18.6%). En este sentido, la evidencia indica que esta
materia prima ha sido utilizada, principalmente, para la manufactura de una clase
instrumental en particular : las puntas de proyectil. En este contexto, se trata de un
artefacto, que presenta retoque bifacial extendido y parcialmente extendido, para cuya
confección se requiere una mayor inversión de trabajo que la aplicada en el caso de los
instrumentos de basalto. No se puede dejar de tener en cuenta, por un lado, que las
puntas de proyectil constituyen el 15.4% del total de instrumentos formatizados y, por
otro lado, que dentro del conjunto de 21 proyectiles el 90.5% está elaborado en
obsidiana.
En menor medida, este material aparece también vinculado tanto a la presencia de
artefactos mediano pequeño/muy pequeños RBO como de artefactos con filos en bisel
asimétrico RUM. Es decir, instrumentos de manufactura simple formatizados por
retoque marginal y microretoque ultramarginal. Otras clases instrumentales de este
mismo rango, elaboradas con esta materia prima, muestran una reducida presencia
mensurable (artefactos burilantes, muescas, cortantes, entre otros).
∗ la cuarcita evidencia una tendencia a la manufactura de artefactos muy
grandes/grandísimos (3.1%) formatizados, en general, por retalla o retoque tanto
marginal como extendida. Me refiero con ello a la identificación de choppers y
artefactos de formatización sumaria.
133
En relación a los tipos de soportes registrados en el conjunto de artefactos
formatizados, la Figura 31 permite examinar la distribución de los mismos según las
distintas materias primas empleadas. Nuevamente dejo constancia que, a los fines de evitar
una gráfica confusa, algunas categorías de formas base y ciertas materias primas afines han
sido agrupadas. No obstante, en la Tabla G del Apéndice pueden consultarse en forma
detallada los datos respectivos.
Montículo 1Figura 31
Artefactos FormatizadosFormas Base por Materia Prima
(N= 197)
Referencias: Vr. A-B-C: Variedades A, B y C de Basalto; Obs-Vv1: Obsidiana y Vidrio Volcánico Var. 1; Cc.:Cuarcita; Op-Cd-Sl: Opalo, Calcedonia y Sílice; Otr.: Arenisca, Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y
Materias Primas no Determinadas. Guij-Nod-Cls-Lj: Guijarros, Nódulos, Clastos y Lajas; Ls.Ext: Lascas Externas; Ls.Int-NDif: Lascas Internas y No Diferenciadas; S/Núcleo: Sobre Núcleo; FbND: Forma base No
Diferenciada
Vr.A-B-C Obs-Vv1 Cc Op-Cd-Sl Otr0
10
20
30
40Formas BaseGuij-Nod-Cls-LjLs.ExtLs.IntLs.NDifS/NúcleoFbND
Los datos registrados en el gráfico precedente permiten realizar las siguientes
observaciones :
∗ un elevado porcentaje de los instrumentos confeccionados en basalto (Var. A, B y C) y
en obsidiana, no han podido ser asociados con ningún tipo de forma base determinada,
134
ya por su alto índice de fragmentación como por la presencia de retoques extendidos en
sus caras. Esta situación puede hacerse también extensiva a las restantes materias
primas.
∗ en el caso del basalto, tomando sus variedades en conjunto, se destaca la utilización
predominante de lascas externas (9.6%) en detrimento de las lascas internas (5.1%). Si a
esto se suma la identificación de tamaños muy grandes, grandes, mediano grandes y
mediano pequeños (ver Figura 29 o Tabla H, Apéndice) entre estos soportes, es posible
considerar que de efectuarse una reducción de núcleos de basalto en el Montículo 1,
varias de las lascas externas e internas producidas puedan haber sido elegidas como
formas base del instrumental.
∗ en el caso de la obsidiana, se impone la ausencia de lascas externas y la utilización de
lascas internas (7.2%) para la manufactura de los instrumentos. Cabe aclarar que el
elevado número de puntas de proyectil, confeccionadas en esta materia prima y
regularizadas por retoques parcialmente extendido, ha contribuido con la presencia
mayoritaria de las lascas no diferenciadas (11.2%). Es factible asumir que esta
producción de formas base pueda estar ligada con actividades de reducción realizadas en
el mismo sitio a partir de núcleos tal vez ya descortezados. Sin embargo, el alto grado de
agotamiento de los núcleos registrados y su vinculación con la técnica bipolar no
permiten establecer observaciones más concluyentes al respecto.
∗ en el caso de la cuarcita, las lascas no constituyen los soportes seleccionados para el
instrumental confeccionado en este material. Por el contrario, nódulos y guijarros
parecen responder a las necesidades de artefactos con muy escasa inversión de trabajo.
Lo mismo puede decirse para el conjunto de materias primas agrupadas bajo la
denominación de “otras”.
∗ en el caso de las materias primas silíceas (ópalo, calcedonia y sílice), la elección de los
soportes ha recaído tanto en lascas (1.0%) como en un clasto (0.5%).
Antes de proseguir creo conveniente destacar ciertas particularidades observadas en
algunos instrumentos. En primera instancia, he registrado la presencia de artefactos con
135
filos activos o dorsos confeccionados sobre fracturas previas. Este procedimiento de
reciclaje, aplicado en seis artefactos de basalto Var. A, Var. C, vidrio volcánico Var. 1 y
obsidiana, dió lugar a variadas clases instrumentales (dos muescas, dos artefactos mediano
pequeño/muy pequeños RBO, un denticulado y un cortante). En segunda instancia, la
presencia de una raedera de filo lateral de obsidiana formatizada a partir de una preforma
de punta de proyectil de escasa viabilidad refleja otra alternativa de reciclaje.
Ahora bien, entre los artefactos formatizados, las “grandes lascas con retoque”, las
palas y/o azadas y las puntas de proyectil constituyen grupos tipológicos que sobresalen
tanto por una elevada frecuencia de aparición en el registro arqueológico como por ciertas
características técnico-morfológicas. En efecto, una marcada estandarización morfológica
asociada a interesantes aspectos tecnológicos inherentes a la manufactura, mantenimiento y
descarte de estos artefactos han sido focos de atención importantes en el análisis
desarrollado.
Grandes Lascas con Retoque
Se hace referencia, bajo esta denominación, a la existencia de un grupo de
instrumentos de tamaño grandísimo (sensu Aschero 1975 ; 1983), regularizados por medio
de lascados de retalla y retoque marginal, de tipo unifacial. Desde un punto de vista
tipológico-técnico pero dejando de lado sus dimensiones, estos artefactos podrían
adscribirse al grupo de las raederas.
136
Figura 32
Figura 33
Comprenden un total de ocho piezas, enteras y fracturadas, recuperadas de los
niveles estratigráficos II y III del Montículo 1 (ca. 1670 AP). Más aún, seis de los
artefactos -todos ellos piezas enteras- fueron extraídos de un mismo microsector en el nivel
137
III, sugiriendo esta localización la posibilidad de que hayan sido depositadas allí
intencionalmente.
El basalto variedad A ha sido la materia prima utilizada para la confección de estos
artefactos. En efecto, se trata de lascas nodulares (primarias) grandísimas, gruesas o muy
gruesas, con módulos de longitud-anchura que varían entre cortos muy anchos (67.0%) y
cortos anchísimos (33.0%). Estas formas base recurrentemente seleccionadas para la
manufactura de este instrumento coinciden con las observadas en los sectores norte y sur de
la fuente de aprovisionamiento de esta materia prima, ubicada en las márgenes de las
coladas basálticas de Los Negros (ver Capítulo IV :81-84). Dichas lascas nodulares son el
producto de actividades de extracción primaria a partir bloques de basalto y efectuadas con
percutores duros de cuarcita. Los bulbos pronunciados observados en este conjunto
instrumental dan cuenta tanto de la técnica como del tipo de percutor utilizados (Crabtree
1972).
Tabla 14
Atributos Dimensionales y Técnicos Grandes Lascas con Retoque
Pieza Long Anch Esp Filo Frontal Filos Laterales Lascados Talón Observ. Nro mm mm mm Ang Forma Ang.I Ang.
D Forma I. Forma D.
65 121 236 18 64° Convexo Atenuado
Escamoso Completo Liso-Nat.
17 129 (171) 12 50° Convexo Atenuado
Escamoso Parc-Fract.
Fascetado
13 109 (359) 21.4 64° Convexo Atenuado
Escamoso Completo Natural
16 105 267 15 58° Convexo Atenuado
Escamoso Completo Natural
14 110 230 19 51° Convexo Atenuado
41° 44° Convexo Atenuado
Convexo Atenuado
Escamoso Eliminado Blbo Reb.Pigmento
15 119 200 20 56° Convexo Atenuado
54° 53° Convexo Atenuado
Convexo Atenuado
Escamoso Completo Liso-Nat.
Pigmento
Referencias : Long : Longitud ; Anch : Anchura ; Esp : Espesor ; Ang : Angulo Medido ; Ang.I : Angulo Medido Filo
Izquierdo ; Ang.D : Angulo Medido Filo Derecho ; Forma I. : Forma Geométrica del Filo Izquierdo ; Forma D. : Forma Geométrica del Filo Derecho ; Liso-Nat. : Liso Natural ; Parc-Fract. : Parcialmente Fracturado ; Blbo Reb. : Bulbo Rebajado. Los valores indicados entre paréntesis aluden a la existencia de fracturas.
Para completar las características técnicas y morfológico-dimensionales de estos
artefactos se presenta, en la Tabla 14, la información correspondiente a los siguientes
138
atributos : longitud, anchura y espesor máximos ; ángulo medido y forma geométrica de los
filos ; forma de los lascados ; estado y forma del talón.
Dentro de este conjunto, según se desprende de la tabla precedente, se destacan
particularmente las piezas 14 y 15 tanto por la presencia de filos laterales como por la
existencia de vestigios de pigmento rojo adherido a la superficie de las caras ventrales.
Asimismo, la pieza 14 incluye, en la misma cara ventral, sectores intensamente pulidos y el
bulbo rebajado, posiblemente, para favorecer el enmangue del artefacto.
Durante el desarrollo de estos análisis, resultó sumamente interesante detectar, en
dependencias del Museo La Plata (Dr. A. R. González, com. per., 1989), un material lítico
conocido bajo la denominación de “Industria Basáltica de la Ciénaga” (Menghin 1956 ;
Sempé de Gómez Llanes 1980) y que poseía notables puntos de contacto con los
instrumentos anteriormente tratados. Según el mismo Menghin (1956 :291), estos artefactos
constituyen parte de la colección arqueológica de Benjamín Muñiz Barreto y fueron
obtenidos como resultado de las excavaciones practicadas en La Ciénaga (valle de Hualfín,
Departamente Belén) durante los años 1925-1929 por los Ingenieros Weiser y Wolters, con
el Dr. Salvador Debenedetti.
De este contexto se pudo analizar un total de nueve piezas enteras. Ocho de estos
instrumentos se encuentran formatizados mediante lascados de retalla y retoque marginal
unifacial sobre lascas nodulares (primarias y secundarias). Con respecto a la pieza restante
(Valle de Hualfín 5), se debe señalar que se trata de una lasca nodular secundaria cuyo filo
frontal presenta rastros complementarios (microastilladuras y astilladuras unifaciales, sensu
Aschero 1983). La materia prima utilizada es el basalto. Según determinaciones
petrográficas efectuadas a instancias de Menghin, se trataría de un basalto olivínico negro,
compacto, sonoro, de pasta fina y homogénea. A su vez, se asigna como probable fuente de
aprovisionamiento del mismo “una colada de basalto que, según el mapa geológico, se
encuentra en el Noroeste del Valle de Hualfín” (Menghin 1956 :292-293). Sin embargo,
este autor también menciona la posible utilización de grandes rodados sueltos. A
continuación se presenta un detalle de los atributos analizados en las piezas (Tabla 15).
139
Considerando ambos conjuntos de piezas -los del Montículo 1 y los de La Ciénaga-
se puede observar que predominan los filos convexos atenuados, con valores angulares que
oscilan entre 45° y 65°, y los talones no preparados. Por su parte, los artefactos del valle de
Hualfín presentan, en cierta modo, una mayor variabilidad en cuando a la utilización de
filos frontales y laterales. La marcada presencia de bulbos rebajados en esta muestra
indicaría probablemente la existencia de enmangue en estos artefactos.
Tabla 15
Atributos Dimensionales y Técnicos Piezas de la Colección Muñiz Barreto
Nro y Long Anch Esp Filo Frontal Filos Laterales Talón Observ.Procedencia mm mm mm Ang Forma AngI Ang
D Forma I. Forma D.
Va. de Hualfín 6
200 185 18.5 57° Convexo Atenuado
Completo Liso Nat.
Bulbo Rebajado
Va. De Hualfín ? 2
162 340 20.5 47° Convexo Atenuado
Completo Liso Nat.
Va. De Hualfín ? 7
78 166 30 57° Convexo Atenuado
Rebajado
La Puntilla S/Nro
80 170 13 60° Convexo Atenuado
45° 45° Convexo Atenuado
Convexo Atenuad
o
Completo Natural
La Ciénaga S. 18
60 123 16.8 57° 65° Cóncavo Convexo
Convexo Atenuad
o
Rebajado Bulbo Rebajado
Va. De Hualfín ? S/Nro
250 145 27 60° Convexo Atenuad
o
Completo Liso Nat.
Bulbo Rebajado
La Ciénaga S. 18
132 148 23.5 53° Recto 65° Convexo Muy
Atenuado
Rebajado Bulbo Rebajado
S/ Procedencia
50.087 78 58 11 60° 50° Convexo
AtenuadoConvexo
Muy Atenuad
o
Completo Liso Nat.
Va. De Hualfín 5
97 212 26 33° Cóncavo Convexo
33° Cóncavo Atenuad
o
Completo Liso
Referencias : Long : Longitud ; Anch : Anchura ; Esp : Espesor ; Ang : Angulo Medido ; AngI : Angulo Medido
Filo Izquierdo ; AngD : Angulo Medido Filo Derecho ; Forma I. : Forma Geométrica del Filo Izquierdo ; Forma D. : Forma Geométrica del Filo Derecho ; Liso-Nat. : Liso Natural.
Cabe aclarar que en su trabajo sobre la “Industria Basáltica de la Ciénaga” Menghin
describe un conjunto de piezas, similares a las analizadas anteriormente, recogidas en el
sitio La Ciénaga (Departamento Belén, Catamarca) durante la XXIIIa expedición del Museo
140
Etnográfico (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires), dirigida por el
Dr. Debenedetti en los años 1927-1928.
Palas y/o Azadas
Se ha analizado en forma preliminar un total de 150 fragmentos y una pieza entera
correspondientes al Montículo 1 así como también 50 fragmentos y dos piezas enteras del
Montículo 4. Cabe aclarar que un análisis tecnológico y funcional de estos instrumentos
está siendo desarrollado por la estudiante Susana Pérez en su trabajo de Tesis de
Licenciatura (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires). Por el
momento, las observaciones realizadas permiten adelantar algunas características generales
de interés.
Se trata de instrumentos formatizados por lascados de retalla y retoque bifacial
marginal cuya forma base consiste en una laja. En este sentido, algunas piezas muestran en
distintos sectores de sus filos la ausencia de trabajo de retalla y/o retoque y, en
consecuencia, la preservación de los bordes naturales de las lajas.
Figura 34
Palas y/o Azadas
141
Figura 35 Palas y/o Azadas
La materia prima utilizada en su manufactura es el basalto variedad X. que se
presenta en forma de lajas de color grisáceo, de diferentes tamaños y grosores. Dado su
estado natural se puede asumir que la adecuada selección de las formas base debió haber
sido un factor clave en el proceso de manufactura de estos artefactos. Al respecto, quiero
destacar algunas observaciones que surgieron del trabajo conjunto con Susana Pérez. Uno
de los objetivos de su investigación involucra la replicación de las palas y/o azadas para un
posterior uso experimental. De este modo, durante la campaña de 1993, se procedió a
realizar en la fuente misma de aprovisionamiento (ver Cap. IV :80-81) una selección y
recolección de formas base adecuadas para la replicación de estos instrumentos. Para la
selección de las lajas se tomaron en consideración las dimensiones absolutas y relativas del
material arqueológico. Una de las observaciones surgidas de la replicación apunta a la
importancia de la selección de los soportes en función de los costos de manufactura. En
efecto, debo señalar que, si bien la extensión de los lascados sobre las caras resulta siempre
marginal, la inversión de trabajo requerida en la reducción del tamaño de la laja como de
los bordes tabulares de la misma es grande y se ajusta según las dimensiones originales de
142
la forma base. A esto se suman los procedimientos de talla ligados a la formatización del
mango y el embotamiento de sus bordes.
En principio, el análisis de las piezas enteras dió como resultado las siguientes
características generales :
∗ Forma General del Cuerpo : semielíptica. En algunos casos, esta morfología aparece
modificada como resultado de eventos de reactivación del filo apical.
∗ Presencia de Mango : sí
∗ Longitud Máxima : entre 235 y 315 mm
∗ Anchura Máxima : entre 150 y 180 mm
∗ Espesor Máximo : entre 8 y 15 mm
∗ Peso : entre 550 y 1050 gr
∗ Angulos Medidos : Filo Apical (Cuerpo) : entre 83° y 90°
Filo Lateral Derecho (Cuerpo) : entre 71° y 79°
Filo Lateral Izquierdo (Cuerpo) : entre 72° y 78°
Borde Lateral Derecho (Mango) entre 84° y 92°
Borde Lateral Izquierdo (Mango) : entre 84° y 93°
Base (Mango) : entre 80° y 89°
∗ Tratamiento Técnico del Mango : formatización por medio de lascados de retalla y
retoque bifacial marginal. Bordes embotados, especialmente en la porción próxima al
ángulo de inflexión cuerpo-mango. Cabe destacar que se ha observado, en forma
recurrente, la presencia de espesores mayores en la porción del mango respecto del
cuerpo del instrumento. Esto podría obedecer a las condiciones del enmangue y a la
búsqueda de una mayor resistencia y vida útil del artefacto en función de la mecánica de
uso del mismo.
∗ Rastros Complementarios (Macroscópicos) : redondeado, brillo por desgaste y estrías
(Yacobaccio 1983). En general, estos rastros complementarios se localizan en los filos
apical y laterales del cuerpo así como también, de manera invasiva, en sectores centrales
143
del cuerpo mismo de las piezas. En particular, las estrías se extienden desde el filo apical
y en forma perpendicular al mismo.
No se puede dejar de advertir, en este conjunto de palas y/o azadas, el alto grado de
fragmentación (98.5% sobre un total de 203 piezas) que presentan siendo, posiblemente, el
propio uso de las mismas la causa principal de estas fracturas (Yacobaccio 1983).
Figura 36
Formas de Fracturas (Tomado de Yacobaccio 1983)
Esta fragmentación ha llevado al registro de : a) fragmentos diferenciados,
asignables a distintos sectores de las piezas, b) fragmentos no diferenciados con filos, sin
orientación posible ante la ausencia de indicadores que permitan asociarlos con algún sector
particular de la pieza, c) fragmentos no diferenciados sin filos, considerados probables
fragmentos internos del cuerpo de las piezas en función de la evidencia de brillo y/o estrías
en una o ambas caras, y d) fragmentos indiferenciados, carentes de bordes regularizados y
de algún tipo de rastro complementario. Esto últimos fragmentos, de dudosa identificación
como partes del instrumento ya formatizado, podrían corresponder, en calidad de
144
subproductos, al proceso de reducción de la laja o forma base original. Por otro lado, a
partir de los fragmentos diferenciados y no diferenciados con filos, se ha observado cierta
recurrencia en la localización de las fracturas. En principio, las fracturas registradas tienden
a coincidir con las presentadas por Yacobaccio (1983 :4 y17 (Fig.3)).
Puntas de Proyectil
El análisis tecno-tipológico de puntas de proyectil de contextos formativos ha sido
objeto en contribuciones anteriores de un tratamiento específico (Escola 1987 ; 1991). En
esta oportunidad, mi interés apunta a completar los estudios ya realizados con nueva
información obtenida de un conjunto de 38 puntas de proyectil, enteras y fracturadas, y
cinco preformas recuperadas de los Montículos 1 y 4. El material estratigráfico procedente
del Montículo 1 comprende un total de 21 proyectiles, incluidas dos preformas, mientras
que los hallazgos de limpieza de perfiles y superficiales incluyen otras 13 piezas, entre las
que se cuentan otras dos preformas. En el caso del Montículo 4, cinco proyectiles y una
preforma pertenecen al registro estratigráfico ; la punta de proyectil restante es un hallazgo
superficial.
Se trata, en términos generales, de puntas de proyectil bifaciales confeccionadas con
técnica de presión mediante retoques extendidos y parcialmente extendidos. La muestra
presenta un índice de fragmentación del 63.2%. De este modo, sobre un total de 14 piezas
enteras o con fracturas irrelevantes, se puede sostener :
∗ el predominio de tamaños pequeños (85.7%) sobre los mediano pequeños (14.3%).
∗ la marcada presencia de módulos (L-A)9 mediano alargados (64.3%) en detrimento de
los mediano normales (21.4%) y laminares normales (14.3%).
∗ la preeminencia de espesores relativos muy delgados (95.9%) sobre los delgados (7.1%).
∗ el predominio de módulos (A-E)8 espesos (85.7%) en detrimento de los muy espesos
(14.3%).
9 Se refiere a los módulos longitud-anchura y anchura espesor indicados por Aschero (1975, 1983).
145
Ahora bien, si se toman en cuenta los subgrupos tipológicos definidos con
anterioridad a este trabajo (Escola 1987, 1991) y las materias primas utilizadas en la
manufactura de las piezas, se obtienen los siguientes datos (Tabla 16) :
Tabla 16
Puntas de Proyectil (N=38) Subgrupos Tipológicos por Materias Primas
Casa Chavez Montículos
Subgr. Tip. A.1.I./ A.1.III. A.1.V. B.1. C.1. No Dif. Totales Mat. Prima A.1.II. N %
Obsidiana 23 2 3 7 35 92.2 Vidrio Vol. 1 1 1 2.6
Vidrio Vol. ND 1 1 2.6 Basalto Var. 1 1 1 2.6
Totales 23 2 1 3 1 8 38 % 60.5 5.3 2.6 7.9 2.6 21.1 100
Referencias : Subgr.Tip. : Subgrupos Tipológicos ; Vidrio Vol. 1 : Vidrio Volcánico Var. 1 ; Vidrio Vol. ND : Vidrio Volcánico No Diferenciado ; No Dif. : Piezas No Diferenciadas por Fractura y sin Asignación Tipológica. Los subgrupos tipológicos se describen en las páginas siguientes.
Se puede observar que la materia prima seleccionada, primordialmente, para la
manufactura de las puntas de proyectil ha sido la obsidiana (92.2%) ; asimismo también se
registra la utilización de basalto variedad 1, vidrio volcánico variedad 1 y vidrio volcánico
no diferenciado (2.6% respectivamente). Cabe advertir que ninguno de los materiales
empleados corresponde a recursos líticos localizados en el fondo de la cuenca. Por otra
parte, las materias primas con fuentes de aprovisionamiento ubicadas en las quebradas de
altura (basalto Var. 1 y vidrio volcánico Var. 1) corresponden a la confección de proyectiles
adscribibles a subgrupos tipológicos de escasa representatividad proporcional dentro de la
muestra.
Con respecto a los subgrupos tipológicos, se presenta la siguiente distribución :
∗ Subgrupos A.1.I. - A.1.II.
Puntas de proyectil con pedúnculo diferenciado y aletas entrantes, limbo triangular corto
de tipo isósceles. En principio, se había distinguido al subgrupo A.1.II por evidenciar un
146
limbo de dimensiones más reducidas que el anterior. Sin embargo, en estos momentos,
considero que este criterio dimensional no refleja diferencias técnico-morfológicas
importantes. Se adscriben a estos subgrupos 23 puntas de proyectil.
∗ Subgrupo A.1.III
Puntas de proyectil con pedúnculo diferenciado y aletas entrantes, limbo triangular
alargado de tipo isósceles. Se adscriben a este subgrupo dos puntas de proyectil.
∗ Subgrupo A.1.V.
Puntas de proyectil con pedúnculo diferenciado y aletas entrantes. Se destaca en el limbo
un módulo geométrico romboidal de tipo equilátero. Se adscribe a este subgrupo una
punta de proyectil.
Figura 37 Puntas de Proyectil Pedunculadas
Subgrupos A.1.I-A.1.II., A.1.III y A.1.V
∗ Subgrupo B.1.
147
Puntas de proyectil de limbo triangular apedunculadas, con base escotada. Se adscriben
a este subgrupo tres puntas de proyectil.
∗ Subgrupo C.1.
Puntas de proyectil de limbo lanceolado, apedunculadas, con base convexa. Se trata, en
este caso, de un fragmento basal que puede adscribirse tentativamente a este subgrupo.
Figura 38 Puntas de Proyectil Apedunculadas
Subgrupos B.1. y C.1.
Completan la muestra ocho fragmentos de puntas de proyectil no tipificables dentro
de los subgrupos definidos debido a su alto grado de fracturación.
Ahora bien, en coincidencia con los análisis realizados anteriormente (Escola 1987,
1991), los subgrupos A.1.I - A.1.II. mantienen su preeminencia frente a los restantes.
Considerando un total de 30 piezas diferenciadas, los subgrupos mencionados comprenden
el 76.7% de las puntas de proyectil y se distribuyen a lo largo de la columna estratigráfica
de ambos montículos (ca. 2120-1530 AP). No se puede dejar de mencionar que las puntas
148
apedunculadas con base escotada (subgrupo B.1.) aparecen en niveles estratigráficos
datados entre 1740 y 1530 AP. Por otra lado, resulta particularmente interesante la
aparición de la pieza del subgrupo A.1.V. (nivel VIII del Montículo 1, ca. 2120 AP) ya que,
hasta el momento, la presencia de este subgrupo tipológico en contextos formativos sólo
había sido registrada en el área de la quebrada del Toro (sitios Las Cuevas y Potrero
Grande) (Escola 1991 :14). Estas referencias estratigráficas pueden resultar llamativas dado
que el tratamiento de los conjuntos artefactuales ha sido siempre en bloque. Sin embargo,
atendiendo a las características de este instrumento y su frecuencia de aparición en los
contextos arqueológicos, considero que la información registrada puede ser de utilidad a
otros estudiosos.
Las formas base iniciales en este conjunto de proyectiles se reparten entre las
indiferenciadas y las lascas. En efecto, el 57.9% (N=38) de las piezas presenta un trabajo de
retoque extendido que no permite distinguir una forma base determinada. Por ello, me
refiero a estas formas base como indiferenciadas. Distinto es el caso del 42.1% (N=38)
restante cuyo soporte inicial puede asignarse a la categoría de lasca. Esta afirmación se
apoya en la observación de remanentes de las caras ventral y/o dorsal de la forma base que
subyacen a los retoques que dan forma final a estas puntas de proyectil. Se puede sostener,
entonces, que prácticamente la totalidad de las puntas de proyectil analizadas pertenecen a
la categoría B propuesta por Nami (1984 :85). Es decir, proyectiles de tamaños pequeños y
mediano pequeños que se elaboran por presión directamente sobre lascas. En este sentido,
se mantiene el modelo de manufactura propuesto (Escola 1991 :10-12) que consta de cuatro
etapas con dos líneas técnicas diferenciables.
La presencia de cinco preformas (cuatro enteras y una fracturada) confeccionadas a
partir de lascas y en distintas etapas de manufactura refuerza aún más la vigencia de este
modelo. Las piezas enteras presentan un tamaño mediano pequeño, y el predominio de
módulos (L-A)8 mediano alargados, módulos (A-E)8 espesos y espesores relativos
delgados.
149
Figura 39 Preformas
Un elemento más, de hecho sumamente interesante, para señalar respecto de las
puntas de proyectil es la evidencia de actividades tendientes a prolongar la vida útil de estos
artefactos. En efecto, sobre un total de 30 proyectiles, pueden advertirse 16 casos (53.5%)
de reactivación, visibles a través de la superposición de retoques (observándose secuencias
de lascados de formatización más recientes), de la presencia de un patrón de retoque
escamoso irregular y de la modificación apreciable de la morfología del limbo de las
piezas. Incluso, en algunos casos, me atrevo a sugerir que el mantenimiento de ciertos
artefactos se llevó a cabo mientras los proyectiles se encontraban aún enastilados. Un claro
ejemplo de ello y de una reactivación extrema, cercana al agotamiento funcional del
proyectil, se presenta en la pieza del subgrupo A.1.V. (Figura 37).
Artefactos No Formatizados
150
El 26.9% restante de la muestra de instrumentos y núcleos (N=294) está integrado
por una serie de artefactos no formatizados que comprenden 37 filos naturales con rastros
complementarios, 15 percutores, tres manos de molino, tres fragmentos de molino y 21 litos
no diferenciados modificados por uso. La distribución de estos grupos tipológicos por
materia prima se presenta en la Tabla 17. Por su parte, el índice de fragmentación de este
conjunto alcanza un valor de 34.2%.
Tabla 17
Instrumentos No Formatizados (N=79) Grupos Tipológicos por Materia Prima
Montículo 1
Gr. Tip. Filos Nat. R.C Percutores Manos-Molinos Litos Modif. Totales Mat. Prima N %
Basalto Var. A 20 1 21 26.6 Basalto Var. B 3 1 4 5.1 Basalto Var. C 3 3 3.8 Vidrio Vol. 1 1 1 1.3
Obsidiana 5 5 6.3 Cuarcita 2 8 2 2 14 17.7 Arenisca 2 10 12 15.2
Otras 3 5 2 9 19 24.0 Totales 37 15 6 21 79
% 46.8 19.1 7.5 26.6 100
Referencias : Gr. Tip. : Grupos Tipológicos ; Filos Nat. R.C : Filos Naturales con Rastros Complementarios ;
Litos Modif. : Litos No Diferenciados Modificados por Uso. Vidrio Vol. 1 : Vidrio Volcánico Var. 1 ; Otras : Incluye Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y Materias primas No Determinadas.
A estos datos se agrega, ahora, el análisis de los tamaños de estos artefactos sobre
un total de 52 piezas enteras o con fracturas irrelevantes (Figura 40). En este sentido, se
puede apreciar el predominio de tamaños muy grandes (51.9%) y grandes (21.2%) y, en
menor medida, la utilización de tamaños mediano grandes (13.5%), mediano pequeños
(9.6%) y grandísimos (3.8%). Asimismo, en la Figura 41, se puede observar la distribución
de estos tamaños en el conjunto de materias primas utilizadas.
151
Con respecto a las formas base que registran los artefactos no formatizados, la
Figura 42 permite evaluar la frecuencia de aparición de las mismas según los distintos
materiales empleados. Deseo aclarar que, a los efectos de una mayor claridad gráfica,
algunas materias primas han sido agrupadas no obstante lo cual, en la Tabla I del Apéndice,
se puede consultar toda la información en forma discriminada.
Montículo 1Figura 40
Artefactos No FormatizadosDistribución de Tamaños
(N= 52)
Referencias: Md-Peq.: Mediano- Pequeño; Md-Grd.: Mediano-Grande; MuyGrd.: Muy Grande; Grdisimo: Grandísimo.
9.613.5
21.2
51.9
3.8
Md-Peq Md-Grd Grande MuyGrd Grdisimo0
10
20
30
40
50
60
152
Montículo 1Figura 41
Artefactos No FormatizadosTamaños por Materia Prima
(N= 52)
Referencias : Vr. A: Basalto Var. A; Vr. B: Basalto Var. B; Vr. C: Basalto Var. C; Cc.: Cuarcita; Otr.: Arenisca, Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y Materias Primas No Determinadas. Md-Peq.: Mediano-Pequeño;
Md-Grd.: Mediano-Grande; MGrd-Grdsm: Muy Grande y Grandísimo.
Vr. A Vr. B Vr. C Cc Otr0
10
20
30
40Tamaños
Md-Peq. Md-Grd. Grande MGrd-Grdsm
Montículo 1Figura 42
Artefactos No FormatizadosFormas Base por Materia Prima
(N= 79)
Referencias : Vr. A-B-C: Variedades A, B y C de Basalto; Obs-Vv1: Obsidiana y Vidrio Volcánico Var. 1; Cc.: Cuarcita; Otr.: Arenisca, Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y Materias Primas No Determinadas.
Guij-Nd-Cls-Lj: Guijarros, Nódulos, Clastos y Lajas; Ls.Ext: Lascas Externas; Ls.Int-NDif: Lascas Internas y No Diferenciadas; FbND: Forma Base No Diferenciada.
Vr.A-B-C Obs-Vv1 Cc Otr0
5
10
15
20
25
30Formas Base
Guij-Nd-Cls-Lj Ls.Ext Ls.Int-NDif FbND
153
A partir de los datos precedentes, se pueden señalar algunas observaciones
interesantes :
∗ en términos generales, se observa que la variedad A de basalto (26.6%), las materias
primas designadas como “otras” (24.0%), la cuarcita (17.7%) y la arenisca (15.2%)
constituyen los materiales preferentemente utilizados para los artefactos no
formatizados. A su vez, cada una de las materias primas muestra los siguientes usos
particulares :
∗ el basalto, tomando sus variedades en conjunto, muestra el predominio de tamaños
mediano grandes (11.5%) y mediano pequeños (7.7%) en detrimento de los grandes y
muy grandes (2.8% respectivamente). En términos generales, estos tamaños responden a
la presencia dominante de lascas externas e internas que fueron utilizadas como formas
base de alrededor del 70% de los filos naturales con rastros complementarios. Por su
parte, guijarros y nódulos comprenden los soportes de dos percutores y algunos otros
filos naturales.
∗ la obsidiana así como el vidrio volcánico Var. 1, presentan el dominio de lascas no
diferenciadas e internas las cuales hicieron las veces de formas base de filos naturales
con rastros complementarios. No se consignan datos referidos a los tamaños debido al
estado de fracturación de los artefactos.
∗ la cuarcita, por su parte, evidencia una notoria inclinación hacia la utilización de
guijarros y nódulos -formas base de simple recolección- de tamaños muy grandes
(15.5%) y grandes (3.8%). Dichos soportes responden, principalmente, a la presencia de
percutores así como también , en menor medida, a la existencia de manos y litos no
diferenciados modificados por uso.
∗ bajo la denominación de “otras” se incluyen materias primas tales como arenisca,
basalto vesicular y pórfiros volcánicos así como también materiales no determinados. En
líneas generales, guijarros, clastos y lajas de tamaños predominantemente muy grandes
(32.8%) y grandes (13.5%) han servido de soporte, en gran medida, para los litos
modificados por uso, percutores, manos y molinos.
154
∗ de acuerdo a los tamaños evidenciados, se puede inferir que una gran mayoría de las
formas base de los filos naturales con rastros complementarios (lascas externas, internas
y no diferenciados) pudieron haber sido obtenidas de núcleos semejantes a los
observados en la muestra artefactual (ver pp. 121-123).
En otro orden de cosas, considero relevante señalar algunos datos vinculados a
ciertos aspectos de la vida útil de los artefactos no formatizados. En efecto, un análisis
orientado a evaluar aspectos tecnológicos y funcionales de 23 percutores procedentes del
registro estratigráfico del Montículo 1 ha permitido detectar elementos indicativos de
multifunción y/o reciclaje (Escola 1993).
Por un lado, se ha observado que un 39% de las piezas analizadas presentan
superficies pulidas y vestigios de sustancia adherida (pigmento rojo), ya sea en forma
simultánea o independiente. Dichas evidencias no parecen afectar la función primaria de los
percutores, por ende, se asume que la presencia de pigmento y/o pulidos podría dar cuenta
de la multifunción o utilización de estos instrumentos en tareas o funciones subsidiarias.
Por otro lado, se destaca la presencia de seis casos de reciclaje en el total de percutores
(N=23). Al respecto, los análisis indican que, ya sea por fractura o agotamiento funcional
de los mismos, estos instrumentos han sido utilizados, primordialmente, como núcleos de
lascas (cuatro casos). Asimismo, en menor proporción, indicios de pigmento y superficies
pulidas en dos piezas sugieren un posible reciclaje para otro tipo de tareas.
El conjunto de percutores analizados ofrece una apreciable variabilidad en tamaños
y pesos. Sin embargo, resulta interesante advertir que los artefactos de mayor tamaño y
peso (superiores a los 600 gr) se encuentran, en su totalidad, vinculados a la multifunción
y/o reciclaje.
Real Grande 1
155
El registro instrumental recuperado en Real Grande 1 comprende un total de 99
instrumentos y núcleos, enteros y fracturados. La distribución de frecuencias de los grupos
tipológicos representados en la muestra se observan en la Tabla 18.
Tabla 18
Instrumentos y Núcleos (N= 99) Grupos Tipológicos
Real Grande 1
Grupos Tipológicos N % Raspadores 5 5.1
Artef.Bisel Asim.Microretoque Ultramarginal 1 1.0 Raederas 2 2.0
Artef.Med.Peq./Muy Peq.Retoque Bisel Oblicuo 5 5.1 Cuchillos de Filo Retocado 3 3.0
Muescas Retocadas y Lascado Simple 3 3.0 Denticulados 1 1.0
Artefactos Burilantes 2 2.0 Perforadores 2 2.0
Puntas de Proyectil 32 32.4 Bifaces 1 1.0
Filos Naturales con Rastros Complementarios 1 1.0 Artefactos de Formatización Sumaria 8 8.1
Núcleos y Nucleiformes 10 10.1 Fragmentos No Diferen. de Artef. Formatizados 23 23.2
Totales
99 100
En principio, respecto del conjunto instrumental del Montículo 1, se puede advertir
la ausencia de ciertas clases instrumentales : palas y/o azadas, manos y molinos, litos no
diferenciados modificados por uso, percutores, choppers, grandes lascas con retoque,
cortantes y puntas entre muescas. Cabe apreciar en algunas de ellas su gran tamaño y su
vinculación tentativa con tareas agrícolas. Por otro lado, así como disminuye notablemente
la proporción de filos naturales con rastros complementarios aumenta la correspondiente a
las puntas de proyectil y núcleos.
Aprovechamiento de Materias Primas
156
Las materias primas identificadas entre los instrumentos y núcleos responden a las
siguientes determinaciones petrográficas : basalto variedades 1, 2, A, B y C, vidrio
volcánico variedades 1 y 2, obsidiana, calcedonia y brecha volcánica 1. A éstas se agregan
la cuarcita y el vidrio volcánico no diferenciado que se determinaron macroscópicamente.
Real Grande 1Figura 43
Distribución de Materias Primas(N= 99)
Referencias : Vr1, 2, A, B, C: Variedades 1, 2, A, B y C de Basalto; Vv1, 2: Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico; VND: Vidrio Volcánico No Diferenciado; Ob: Obsidiana; Cc: Cuarcita; Cd: Calcedonia; BrV1: Brecha
Volcánica 1.
43.5
4 4 3
10.1
1 25.1
24.3
1 1 1
Vr1 Vr2 VrA VrB VrC Vv1 Vv2 VND Ob Cc Cd BrV10
10
20
30
40
50
En la Figura 43 se puede observar la distribución de estas materias primas respecto
del total del conjunto instrumental. Los resultados obtenidos aportan datos de interés en
cuanto al aprovechamiento de los recursos disponibles :
∗ predominio del basalto variedad 1 (43.0%), al que le sigue en abundancia la obsidiana,
con un porcentaje de 24.3%, y la variedad C de basalto (10.1%). Asimismo, le siguen en
orden decreciente, el vidrio volcánico no diferenciado y las variedades de basalto 2, A y
157
B. Las materias primas restantes (vidrio volcánico variedades 1 y 2, cuarcita, calcedonia
y brecha volcánica 1) ofrecen porcentajes de escasa significación.
Sin lugar a dudas, la utilización de aquellos recursos líticos de mayor accesibilidad
se revela como dominante (56.6%). Me refiero con ello al marcado aprovechamiento del
basalto variedad 1 y al uso complementario de otras materias primas cuyas fuentes de
aprovisionamiento fueron localizadas en las quebradas de altura (basalto variedad C, vidrio
volcánico variedades 1 y 2). Una vez más -al igual que en el Montículo 1- el empleo de la
obsidiana sobresale con un porcentaje de 24.3%. Este hecho habla por sí solo en lo que
respecta a la utilización recurrente de un recurso geográficamente bastante distante. Por su
parte, las materias primas procedentes del fondo de cuenca (basalto variedad A y cuarcita)
solo llegan a comprender el 5.0% de los materiales usados en la producción de
instrumentos. Con respecto a los recursos restantes (14.1%), observaciones realizadas en
distintas prospecciones sugieren la inclusión de la variedad B de basalto entre los recursos
del fondo de cuenca, y del basalto variedad 2, la calcedonia y la brecha volcánica 1 entre
las materias primas provenientes de las quebradas de altura. La procedencia del vidrio
volcánico no diferenciado es aún totalmente incierta.
Extracción de la Forma Base
En este punto, el estudio de los núcleos y de las formas base de los instrumentos
recuperados tiene por finalidad obtener precisiones acerca de la realización de actividades
de reducción primaria en el sitio. De este modo, en primera instancia, se analizaron diez
núcleos y nucleiformes -siete enteros y tres fracturados- los cuales constituyen el 10.1% de
la muestra artefactual (Tabla 18). Al respecto, la distribución de los núcleos según su
designación morfológica y su tamaño por las materias primas representadas se observa en
las Tablas 19 y 20.
158
Tabla 19
Núcleos y Nucleiformes Enteros y Fracturados (N= 10) Designación Morfológica por Materia Prima
Real Grande 1
Morfología Bifacial Discoidal Prismático Bipolar Nucleiforme No Dif. por Totales Mat. Prima Irregular Parcial Bidirec. Fractura N %
Basalto Var. 1 1 1 1 3 2 1 9 90 Vid. Vol. No Dif. 1 1 10
Totales 1 1 1 4 2 1 10 % 10 10 10 40 20 10 100
Referencias : Prismático Parcial Bidirec. : Prismático Parcial, Bidireccional, con Extracciones Irregulares o Escasas ; No Dif. por Fractura : No Direnciada por Fractura. Vid. Vol. No Dif. : Vidrio Volcánico No Diferenciado.
Tabla 20
Núcleos y Nucleiformes Enteros (N= 7) Tamaño por Materia Prima
Real Grande 1
Tamaño Mediano Mediano Grande Totales Mat. Prima Pequeño Grande N % Basalto Var. 1 1 4 1 6 85.7 Vidrio Vol. No Dif. 1 1 14.3
Totales 2 4 1 7 % 28.6 57.1 14.3 100
Estos datos indican un importante predominio de los núcleos bipolares (40.0%) y,
en menor medida, de los nucleiformes (20.0%) sobre una cierta variedad morfológica de
núcleos (bifacial, discoidal irregular y prismático irregular), de carácter irregular. En líneas
generales, a excepción de un núcleo bipolar de vidrio volcánico no diferenciado, los
restantes especímenes pertenecen a la variedad 1 de basalto. Entre las piezas enteras
sobresalen los tamaños mediano grandes y mediano pequeños en detrimento de los grandes.
Sin embargo, a fin de evaluar el tamaño de las potenciales formas base de extracción, se
debe tener presente que la mayor parte de las plataformas de percusión se encuentran
159
agotadas o parcialmente agotadas. Sólo un núcleo discoidal mediano grande permanece aún
activo.
Una mirada a la distribución de las formas base de los instrumentos (Figura 44) al
igual que su relación con las materias primas representadas en la muestra (Figura 45)
complementa los datos precedentes y contribuye a evaluar la intensidad que pudieran
registrar las actividades de reducción primaria realizadas. Cabe aclarar que algunas de las
categorías de formas base como también ciertas materias primas afines se presentan
agrupadas en la gráfica mencionada. De todos modos, las Tablas K y L del Apéndice
ofrecen la información respectiva en forma discriminada.
Real Grande 1Figura 44
Distribución de Formas Base(N= 89)
Referencias: Ls.Ext.: Lascas Externas; Ls.Int.: Lascas Internas; LsND: Lascas No Diferenciadas; Ar.Ret.: Artefacto Formatizado Retomado, sobre Lasca, con Pátina Diferenciada; FbND: Forma Base No Diferenciada.
6.7
27
33.7
2.2
30.4
Ls.Ext. Ls.Int. LsND Ar.Ret. FbND0
5
10
15
20
25
30
35
40
160
Real Grande 1Figura 45
Formas Base Por Materia Prima(N= 89)
Referencias: Vr.1-2-A-B-C: Variedades 1, 2, A, B y C; Vv.1-2-ND: Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico y VVolcánico No Diferenciado; Obs: Obsidiana; Cc-Cd-Bv1: Cuarcita, Calcedonia y Brecha Volcánica 1. Ls.ELascas Externas; Ls.Int.: Lascas Internas; LsND: Lascas No Diferenciadas; Ar.Ret.: Artefacto Formatizado
Retomado, sobre Lasca, con Pátina Diferenciada; FbND: Forma Base No Diferenciada.
Vr.1-2 Vr.A-B-C Vv.1-2-ND Obs Cc-Cd-Bv10
2
4
6
8
10
12
14
16
18Formas Base
Ls.Ext. Ls.Int. LsND Ar.Ret. FbND
A partir de los valores precedentes se puede apreciar lo siguiente :
∗ predominio de la forma base lasca (lascas no diferenciadas, internas y externas) (67.4%)
en detrimento de las formas base no diferenciadas (30.4%) y de algunos artefactos
formatizados que han sido retomados y utilizados como soportes (2.2%). Se debe tener
presente la escasa representatividad proporcional de las lascas externas (6.7%).
Cabe destacar que los porcentajes elevados de las formas base no diferenciadas y lascas
no diferenciadas deben atribuirse a la marcada presencia de artefactos de retoque
extendido y parcialmente extendido (pe. puntas de proyectil), así como también al alto
grado de fragmentación de las piezas (71.9% sobre un total de 89 instrumentos). Ambos
factores dificultan la identificación del tipo de lasca, o incluso, la determinación del tipo
de forma base sobre la que se ha formatizado el instrumento.
161
∗ en el caso de las variedades 1 y 2 de basalto, se observa la utilización predominante de
las lascas internas (15.7%) y lascas no diferenciadas (11.2%) sobre las lascas externas
(4.5%). Las formas base no diferenciadas representan el 9.0% de los soportes
registrados. Por su parte, corresponden a la variedad 1 los instrumentos retomados que
han sido empleados como soporte de una raedera y un cuchillo de filo retocado. En
principio, si bien quedan por analizar aún algunas variables, se puede asumir que
algunas de las lascas usadas para la formatización de instrumentos provienen de
actividades de reducción de núcleos y nucleiformes efectuadas en el sitio.
∗ en el caso del basalto (Var. A, B, C), vidrio volcánico (Var. 1, 2 y no diferenciado) y
obsidiana se impone el predominio de las formas base no diferenciadas y/o lascas no
diferenciadas. Estos soportes, tal como se desprende de la Tabla J (Apéndice), responden
al elevado número de puntas de proyectil existente en este registro arqueológico.
Asimismo, en obsidiana y basalto (Var. A, B, C), las lascas internas aparecen
representadas en menor medida. Un solo instrumento de basalto Var. A (Tabla J,
Apéndice) aparece confeccionado sobre una lasca externa.
∗ en el caso de las materias primas restantes, lascas internas de calcedonia y brecha
volcánica 1 como también una lasca externa de cuarcita constituyen las formas base
registradas.
Es interesante advertir, con respecto a las formas base instrumentales, que la
ausencia de núcleos de la gran mayoría de las materias primas representadas podría estar
indicando el transporte e ingreso al sitio de instrumentos ya formatizados o en proceso de
formatización. Al respecto, el análisis de los desechos de talla, presentado en el capítulo
siguiente, podrá aportar datos concluyentes. En este sentido, en función de la identificación
de potenciales formas base entre los desechos de talla, considero pertinente examinar la
distribución de los módulos longitud-anchura de los instrumentos enteros (Figura 46)
Sobre un total de 25 piezas enteras o con fracturas irrelevantes, se impone la
presencia de módulos mediano alargados (36.0%) y mediano normales (32.0%) en
detrimento de módulos corto ancho (20.0%) y corto muy ancho (16.0%).
162
Real Grande 1Figura 46
Distribución de Módulos Longitud-Anchura(N= 25)
Referencias : LmNr: Laminar Normal; MdAl: Mediano Alargado; MdNr: Mediano Normal; CrAn: Corto Ancho; CrMAn: Corto Muy Ancho.
4
36
32
20
16
LmNr MdAl MdNr CrAn CrMAn0
10
20
30
40
Artefactos Formatizados y No Formatizados
El 89.9 % de los artefactos del conjunto de instrumentos y núcleos analizados (N=
99) se encuentra integrado por instrumentos formatizados y regularizados a los que se suma
una única pieza no formatizada. La fragmentación general de esta muestra es de 71.9%.
Asimismo, los instrumentos presentan un índice de bifacialidad de 51.7%, porcentaje que
involucra la presencia de 32 puntas de proyectil, tres cuchillos de filo retocado, un artefacto
burilante, un perforador, un bifaz, un instrumento bifacial retomado, dos esbozos de piezas
bifaciales y cinco fragmentos no diferenciados de artefactos formatizados. Hago extensivas
a este conjunto lítico las apreciaciones sobre bifacialidad realizadas previamente (ver pp.
126-127). En este caso, también se registra un fragmento de bifaz que difícilmente haya
sido confeccionado por adelgazamiento bifacial. Se trata de una pieza (podría tratarse de
163
una lasca) que presenta lascados abruptos, poco extendidos y con claras terminaciones en
charnela.
Ahora bien, el tratamiento de estos instrumentos se inicia con la consideración de
los grupos tipológicos y su relación con las distintas materias primas representadas. En esta
tabulación, presentada en la Tabla 21, no se tomaron en consideración los fragmentos no
diferenciados de artefactos formatizados. Por otro lado, si bien ha resultado conveniente
agrupar ciertas clases instrumentales, puede consultarse la información completa en la
Tabla J (Apéndice).
Tabla 21
Instrumentos (N= 66) Grupos Tipológicos por Materia Prima
Real Grande 1
Gr.Tip. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 Totales Mat. Prima N % Basalto Var. 1 2 3 2 2 4 4 4 21 31.9 Basalto Var. 2 1 1 1 3 4.5 Basalto Var. A 1 1 1 3 4.5 Basalto Var. B 1 1 1.5 Basalto Var. C 1 1 5 1 1 9 13.6 Vid. Vol. Var. 1 1 1 1.5 Vid. Vol. Var. 2 1 1 1.5 Vid. Vol. No Dif 3 1 4 6.1 Obsidiana 1 1 17 1 20 30.4 Cuarcita 1 1 1.5 Calcedonia 1 1 1.5 Brecha Vol. 1 1 1 1.5
Totales 5 6 2 3 8 32 1 1 8 66 % 7.6 9.1 3.0 4.5 12.1 48.6 1.5 1.5 12.1 100
Referencias : 1- Raspadores ; 2- Artef. Mediano Pequeño/Muy Pequeño (RBO) y Artef. Con Microretoque Ultramarginal (RUM) ; 3- Raederas ; 4- Cuchillos de Filo Retocado ; 5- Muescas, Denticulados,
Artef. Burilantes y Perforadores ; 6- Puntas de Proyectil ; 7- Bifaces ; 8- Filos Naturales con Rastros Complementarios ; 9- Artef. de Formatización Sumaria.
El paso siguiente consiste en examinar los tamaños de los instrumentos al igual que
su representatividad proporcional en el conjunto de materias primas. En este sentido, sobre
un total de 25 piezas enteras o con fracturas irrelevantes, el análisis de los tamaños indica la
presencia dominante de artefactos mediano pequeños (36.0%), a los que siguen con
164
frecuencias decrecientes aquellos que presentan tamaños pequeños y mediano grandes
(24.0% respectivamente), grandes (12.0%) y muy grandes (4.0%) (Figura 47).
Real Grande 1Figura 47
Distribución de Tamaños(N= 25)
Referencias: Peq.: Pequeño; Md-Peq.: Mediano-Pequeño; Md-Grd.: Mediano-Grande; MGrd.: Muy Grande.
24
36
24
12
4
Peq. Md-Peq. Md-Grd. Grande MGrd.0
10
20
30
40
A su vez, se puede observar en la Figura 48 la distribución de los tamaños
registrados según las materias primas. Cabe aclarar que, a los efectos de lograr mayor
claridad en la graficación, he agrupado algunas materias primas afines no obstante lo cual
los datos aparecen en forma diferenciada en la Tabla LL (Apéndice).
165
Real Grande 1Figura 48
Tamaños por Materia Prima(N= 25)
Referencias : Vr.1-2: Variedades 1 y 2 de Basalto; Vr.A-B: Variedades A y B de Basalto; Vr.C: Basalto Var. C; Vv.1-2-ND: Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico y Vidrio Volcánico No Diferenciado; Obs: Obsidiana; Cc-Cd: Cuarcita y Calcedonia. Peq.: Pequeño; Md-Peq.: Mediano-Pequeño; Md-Grd.: Mediano-Grande; Grd-MGrd:
Grande y Muy Grande.
Vr.1-2 Vr.A-B Vr.C Vv.1-2-ND Obs CC-Cd0
5
10
15
20
25Tamanos
Peq. Md-Peq. Md-Grd. Grd-MGrd
En última instancia, este acercamiento tecnológico al conjunto instrumental de Real
Grande 1 se completa con una mirada a las series técnicas. Al respecto, se puede decir que,
en un total de 89 instrumentos, la serie técnica registra, con distinta frecuencia, lascados de
retalla, retoque y microretoque marginales, parcialmente extendidos y extendidos. Más
precisamente, la Figura 49 revela la utilización de procedimientos de retoque marginal
(41.7%), retoque extendido (25.9%) y retoque parcialmente extendido (15.7%) en la
confección de alrededor del 83% de la muestra instrumental.
166
Real Grande 1Figura 49
Distribución de Series Técnicas(N= 89)
Referencias : 1- Talla de Extracción sin Formatización; 2- Retalla marginal; 3- Retalla marginal y Retoque marginal; 4- Retalla parcialmente extendida; 5- Retalla parcialmente extendida y Retoque marginal; 6- Retalla
extendida y Retoque parcialmente extendido; 7- Retoque marginal; 8- Retoque parcialmente extendido; 9- Retoque extendido; 10- Microretoque marginal.
1.1 2.24.5
1.1 1.14.5
41.7
15.7
25.9
2.2
1 2 3 4 5 6 7 8 9 100
10
20
30
40
50
El análisis de estos atributos y su relación con las materias primas disponibles tiene
la intención de evaluar aspectos de la producción lítica ligados a la circulación y
aprovechamiento de los recursos líticos como también al trabajo y energía invertidos en la
manufactura de los instrumentos. En este sentido, a partir de los resultados obtenidos, se
pueden hacer las siguientes observaciones :
∗ el basalto variedad 1 (31.9%) y la obsidiana (30.4%) constituyen los recursos líticos
registrados en alrededor del 62% de los instrumentos del conjunto lítico. Luego, si se
toman en consideración las distintas materias primas en circulación se puede apreciar
que :
167
∗ el basalto, tomando en cuenta las variedades 1 y 2, presenta un predominio de tamaños
mediano grandes (20.0%), a los que se suman, con un porcentaje del 8.0%, los tamaños
mediano pequeños y grandes. De este modo, se asocia esta materia a la presencia de
cierta variedad de instrumentos de manufactura simple, con retalla y retoque marginal o
parcialmente extendido, de carácter unifacial (raederas, raspadores, muescas, artefactos
mediano pequeños/muy pequeños RBO, entre otros). A su vez, es interesante advertir
que este recurso también aparece vinculado tanto a la existencia de artefactos con escasa
formatización (artefactos de formatización sumaria) como a la de instrumentos con
retoque bifacial marginal, parcialmente extendido y extendido. Entre estos últimos se
cuentan cuchillos de filo retocado, un perforador, esbozos de piezas bifaciales, y
fundamentalmente, el 12.5% de las puntas de proyectil (N= 32).
∗ el basalto, tomando en consideración las variedades A y B, registra tamaños pequeños,
mediano pequeños y grandes (4.0% respectivamente). Al respecto, se trata de una
materia prima ligada tanto a instrumentos unifaciales de manufactura simple o escasa
formatización (un artefacto mediano pequeño/muy pequeño RBO, un perforador, un
artefacto de formatización sumaria) como a piezas bifaciales con una inversión de
trabajo algo mayor (una punta de proyectil).
∗ el basalto variedad C, con una frecuencia de hallazgos mayor que las variedades A y B,
presenta el predominio de tamaños mediano pequeños (16.0%) en detrimento de los
pequeños y mediano grandes (4.0% respectivamente). Por un lado, no se puede dejar de
advertir que el 15.6 % de las puntas de proyectil (N= 32) de la muestra aparecen
confeccionadas en esta materia prima. Por otro lado, es un recurso lítico que también
aparece vinculado a la presencia de otras clases instrumentales de manufactura más
simple, de carácter unifacial y bifacial (un raspador, un artefacto mediano pequeño/muy
pequeño RBO, un esbozo de pieza bifacial y un bifaz).
∗ el vidrio volcánico, tomando sus variedades en conjunto, muestra el predominio de
tamaños pequeños (8.0%) sobre los mediano pequeños (4.0%). En términos generales, se
trata de una materia prima asociada casi exclusivamente a la presencia de puntas de
proyectil, es decir, de artefactos de retoque bifacial extendido y parcialmente extendido.
Un esbozo de piezas bifacial, de vidrio volcánico no diferenciado, se suma a este grupo.
168
∗ la obsidiana, por su parte, presenta una mayor injerencia de tamaños pequeños (8.0%) en
detrimento de los mediano pequeños (4.0%). Si bien se registra un elevado grado de
fragmentación que dificulta un más amplio registro de tamaños, debe destacarse que la
obsidiana constituye el recurso lítico utilizado en el 53.1% de las puntas de proyectil del
contexto. De este modo, se puede vincular a esta materia prima a la presencia de
instrumentos de retoque bifacial extendido y parcialmente extendido para cuya
confección se requiere una apreciable inversión de trabajo. En menor medida, escasos
instrumentos de manufactura simple y escasa formatización aparecen confeccionados en
este material (un artefacto mediano pequeño/muy pequeño RBO, un artefacto burilante y
un artefacto de formatización sumaria).
∗ las materias primas restantes (cuarcita, calcedonia y brecha volcánica 1) responden a la
presencia de instrumentos de manufactura simple mediano pequeños y muy grandes (4%
respectivamente).
Algunas observaciones tecnológicas efectuadas en ciertos instrumentos del conjunto
lítico (5.6% del total instrumental) aportan elementos importantes a tener en cuenta a la
hora de evaluar las estrategias tecnológicas implementadas. Por un lado, se ha registrado la
presencia de un artefacto con su filo activo formatizado sobre una fractura previa. Este
procedimiento de reciclaje se ha aplicado en una pieza grande confeccionada sobre basalto
variedad 1. Por otro lado, se han identificado evidencias de reactivación, muy intensas en
un caso, en dos artefactos mediano pequeños/muy pequeños RBO de obsidiana y basalto
variedad A.
En última instancia, resulta sumamente interesante la presencia de dos instrumentos
-una raedera y un cuchillo de filo retocado- cuyos filos activos han sido regularizados a
partir de artefactos previamente formatizados y retomados a tal efecto. Una notoria
diferenciación de pátinas contribuye a evidenciar la existencia de procedimientos de talla
aplicados en momentos distintos. En una de las piezas, incluso, se advierte el uso reciente
de la técnica bipolar o tal vez la técnica de apoyo con fines de adelgazamiento
(Flegenheimer et al. 1995). Con respecto a las características de estos soportes, de basalto
169
variedad 1, es de destacar que constituyen piezas bifaciales de retoque extendido. Más aún,
en uno de los casos, se trataría de una punta de proyectil apedunculada de limbo
lanceolado. Cabe advertir que estas artefactos retomados presentan marcadas similitudes
tecnológicas con materiales procedentes de los niveles del Arcaico Tardío de Quebrada
Seca 3 (Aschero et al. 1991, 1993-1994 ; Pintar 1990).
Otras observaciones tecnológicas de interés involucran a un grupo tipológico de
elevada frecuencia de aparición en este contexto lítico : las puntas de proyectil. Sus
particulares características técnico-morfológicas y la variedad de materias primas utilizadas
en su confección (ver supra) ameritan un tratamiento específico.
Puntas de Proyectil
Como se dijo anteriormente, entre los artefactos formatizados de la muestra,
sobresale un conjunto de 32 puntas de proyectil, enteras y fracturadas, recuperadas de
distintos niveles estratigráficos del sitio. En términos generales, se trata de instrumentos
bifaciales elaborados, con técnica de percusión y/o presión, mediante retalla y/o retoque
extendido o parcialmente extendido. La muestra presenta un índice de fragmentación del
75%. De este modo, sobre un total de ocho piezas enteras o con fracturas irrelevantes, se
puede observar :
∗ el predominio de tamaños pequeños (62.5%) sobre los mediano pequeños (25%) y
mediano grandes (12.5%).
∗ la preeminencia de módulos (L-A)8 mediano alargados (50%) en detrimento de los
mediano normales (37.5%) y laminares normales (12.5%).
∗ la marcada frecuencia de espesores relativos muy delgados (62.5%) respecto de los
delgados (37.5%).
∗ el predominio de módulos (A-E)8 espesos (87.5%) en detrimento de los poco espesos
(12.5%).
170
Por otra parte, una identificación de los subgrupos tipológicos presentes (Aschero
1983) y su relación con las materias primas representadas complementa la información
dimensional precedente. Los datos se presentan en la Tabla 22.
Tabla 22
Puntas de Proyectil (N= 32) Subgrupos Tipológicos por Materia Prima
Real Grande 1
Subgr. Tip. Ped. Dif. Aped. Aped. Ped. Esb. Ped. Esb. No Dif. Totales Aletas Base Sin Aletas en por Mat. Prima Entrantes Escotada Aletas Espolón Fracturas N % Basalto Var. 1 2 1 1 4 12.5 Basalto Var. A 1 1 3.1 Basalto Var. C 1 1 1 2 5 15.6 Vidrio Vol. 1 1 1 3.1 Vidrio Vol. 2 1 1 3.1
Vidrio Vol. ND 1 1 1 3 9.4 Obsidiana 6 4 7 17 53.2
Totales 10 5 3 1 2 11 32 % 31.3 15.6 9.4 3.1 6.2 34.4 100
Referencias : Subgr.Tip. : Subgrupos Tipológicos ; Vidrio Vol. 1 y 2 : Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico; Vidrio Vol. ND : Vidrio Volcánico No Diferenciado. Ped. Dif. Aletas Entrantes : Con Pedúnculo Diferenciado y Aletas Entrantes ; Aped. Base Escotada : Apedunculadas y Base Escotada ; Ped. Esb. Sin Aletas : Con Pedúnculo Esbozado Sin Aletas ; Ped. Esb. Aletas en Espolón : Con Pedúnculo Esbozado y Aletas en Espolón ; No Dif. por Fracturas : Piezas No Diferenciadas por Fracturas y sin Asignación Tipológica. Los subgrupos tipológicos se describen en las páginas siguientes.
Se puede apreciar que las puntas de proyectil han sido confeccionadas, en forma
predominante, en obsidiana (53.2%). Sin embargo, no puede dejar de advertirse en la
muestra la utilización de distintas variedades de basalto así como también de vidrio
volcánico. De todas ellas, sobresalen, por su representatividad proporcional, las variedades
C (15.6%) y 1 (12.5%) de basalto, y el vidrio volcánico no diferenciado (9.4%). La elección
de la obsidiana como materia prima preferencial para la manufactura de puntas de proyectil
coincide con el registro del Montículo 1. Sin embargo, en este contexto de quebradas de
altura, se hace notorio también el aprovechamiento de muchos de los recursos líticos
localizados en este microambiente (variedades C, 1 y 2 de basalto, variedades 1 y 2 de
vidrio volcánico). Inclusive, resulta llamativa la presencia de una pieza confeccionada en
basalto variedad A cuando en el mismo fondo de cuenca, es decir en el Montículo 1,
171
ninguno de los materiales disponibles en las cercanías fue utilizado para la manufactura de
proyectiles.
Con respecto a los subgrupos tipológicos, debo realizar algunas observaciones. Los
especímenes incluidos como puntas de proyectil con pedúnculo diferenciado y aletas
entrantes se ajustan, en su mayor parte, a los subgrupos A.1.I. y A.1.II. ya definidos (Escola
1987, 1991 ; ver pp. 145-146). De las diez piezas de limbo triangular registradas sólo cuatro
presentan dimensiones menores a las fijadas en las categorías mencionadas. No obstante, al
no apreciarse diferencias técnico-morfológicas, se consideró conveniente agruparlas con las
restantes. De este modo, dejando de lado los once fragmentos no tipificables y
considerando un total de 21 proyectiles diferenciados, se hace notorio el predominio de
estos subgrupos que comprenden, así, el 47.6% de las piezas recuperadas. Obsidiana,
basalto variedad C, vidrios volcánicos 1, 2 y no diferenciado son los materiales utilizados
en estos artefactos.
Figura 50
Puntas de Proyectil Pedunculadas Pedúnculo Diferenciado y Aletas Entrantes
Por su parte, las puntas de proyectil apedunculadas con base escotada se
corresponden con el subgrupo B.1. (Escola 1987, 1991). Se trata, en este caso, de cinco
piezas (15.6% - N=32) de limbo triangular confeccionadas en obsidiana (4 casos) y vidrio
volcánico no diferenciado (1 caso). Cabe aclarar que tanto estos proyectiles como los
172
correspondientes a los subgrupos anteriores se distribuyen de manera aleatoria en la
columna estratigráfica del sitio (ca. 1200-700 AP).
Figura 51 Puntas de Proyectil Apedunculadas
Base Escotada
Este primer conjunto de puntas de proyectil, pedunculadas y apedunculadas, de
tamaño pequeño registran, como formas base iniciales, la presencia dominante de lascas a
las que se agregan las formas base indiferenciadas. Por un lado, en el 60% (N= 15) de las
piezas es posible observar, subyaciendo a los retoques por presión que dan forma a las
mismas, remanentes de las caras dorsal y/o ventral de las lascas que han sido utilizadas
como soporte. Por otro lado, en el 40% restante el trabajo de retoque extendido anula la
posibilidad de identificar una forma base determinada aunque se asume como soporte
inicial la lasca. De este modo, en coincidencia con lo observado en los Montículos 1 y 4,
estos proyectiles adhieren al modelo de manufactura de cuatro etapas ya propuesto (Escola
1991 :10-12).
173
Asimismo, no se puede dejar de advertir que algunas de las puntas de proyectil,
confeccionadas en obsidiana y vidrio volcánico 1, han sido objeto de intenso
mantenimiento. La presencia de patrones de retoque escamoso irregular, la identificación
de procedimientos de regularización efectuados con posterioridad a la formatización final
de los proyectiles y una evidente reducción y/o modificación del tamaño y forma de los
limbos constituyen algunos de los indicadores de reactivación que, en forma aislada o
conjunta, han podido observarse en el 47% de las piezas de los subgrupos mencionados
(N= 15).
Ahora bien, sobre un total de 21 proyectiles diferenciados (Tabla 22), el 28.6% de
las piezas restantes se distribuye entre subgrupos poco frecuentes en los contextos
formativos (Figura 52). Dos piezas enteras -de tamaño mediano pequeño y mediano
grande- y un fragmento de limbo, confeccionados en las variedades 1 y C de basalto,
constituyen proyectiles apedunculados de limbo lanceolado (subgrupo C.1. sensu Escola
1991). Un fragmento basal y una pieza entera mediano pequeña, elaboradas en las mismas
variedades de basalto anteriores, presentan un pedúnculo esbozado de base convexilínea y
aletas en espolón. Finalmente, en un fragmento mesial, de basalto variedad 1, la inflexión
del limbo permite observar el esbozo de un pedúnculo sin aletas.
En general, se trata de instrumentos bifaciales cuyas formas base iniciales no han
podido ser diferenciadas en virtud de la extensión de negativos de lascados obtenidos por
presión y, en menor medida, percusión. Lo interesante del caso es que estos mismos
lascados presentan algunas de sus secuencias de remoción claramente diferenciadas por
pátinas y orientadas al mantenimiento y/o reactivación de los artefactos. Al respecto,
evidencias de este tipo se vuelven sumamente notorias en una de las piezas lanceoladas y
en la de pedúnculo esbozado con aletas en espolón (Figura 52).
174
Figura 52 Puntas de Proyectil
Apedunculadas y con Pedúnculo Esbozado
A su vez, se puede advertir en los procedimientos de regularización recientes la
presencia de lascados abruptos por encima de los retoques cuidados y planos de la
manufactura original. Por ejemplo, la base misma de la pieza con pedúnculo esbozado sin
aletas muestra toscos lascados de adelgazamiento realizados posiblemente por técnica de
reducción bipolar o de apoyo (Flegenheimer et al. 1995).
En definitiva, todos estos elementos, sumados al tamaño de los artefactos y a una
cierta preferencia por las variedades de basalto, sugieren la posibilidad de que estos
proyectiles hayan sido recogidos de un contexto ya arqueológico y retomados para su
empleo. En este sentido, considero importante señalar la existencia de similitudes
tecnológicas con proyectiles procedentes de los niveles del Arcaico Tardío y Medio de
Quebrada Seca 3 (Aschero et al. 1991, 1993-1994 ; Pintar 1990). Ahora bien, si pienso en
las puntas pequeñas de obsidiana y en las características de su enmangue, hay un
interrogante que surge de manera evidente. Estos instrumentos bifaciales retomados, de
175
mayor tamaño y peso, habrán sido utilizados como puntas de proyectil o habrán funcionado
como instrumentos cortantes enastilados en mangos diferentes a los astiles ? La pregunta
queda abierta. Se espera en un futuro cercano poder dilucidar esta cuestión a través de
estudios de microdesgaste.
176
CAPITULO VI
REGISTRO ARTEFACTUAL : LOS DESECHOS DE TALLA
Los desechos de talla constituyen la expresión material de una amplia gama de
actividades de producción lítica. Y como tales “pueden dar indicios acerca de la técnica de
manufactura, la dirección de la fuerza, el tipo de fuerza aplicada, la preparación de la
plataforma, la curvatura de la lasca, la terminación de la lasca, las etapas de manufactura, el
tipo de instrumentos utilizados para inducir la fractura, y el tipo de artefacto que está siendo
confeccionado” (Crabtree 1975 :106). De este modo, atendiendo a este potencial
informativo, se vuelcan en este capítulo los resultados obtenidos del análisis de los
conjuntos de desechos de talla procedentes de Casa Chavez Montículos (Montículo 1) y
Real Grande 1. Estos datos participan, entonces, en forma integrada con el registro
instrumental, de la delineación de trayectorias de producción lítica y, en definitiva, de la
evaluación de algunos aspectos de la organización de la tecnología. En esta línea de trabajo,
el tratamiento del atributo materia prima y su puesta en relación con algunos de los otros
atributos y/o variables considerados adquiere, nuevamente, una importancia considerable.
Casa Chavez Montículos : Montículo 1
Un total de 7575 desechos de talla se recuperaron de la excavación estratigráfica del
Montículo 1. La realización de un primer inventario general no solo brindó la posibilidad
de efectuar este conteo global del conjunto sino también de obtener una visión general de la
distribución de materas primas y tamaños de desechos. Cabe destacar que los datos
recabados en este inventario, que pueden consultarse en la Tabla M (Apéndice), fueron de
suma utilidad a la hora de optar por un trabajo sobre muestras probabilísticas como también
en la elección de la técnica de muestreo implementada.
177
En este sentido, sobre el total de artefactos (N= 7575), se consideró conveniente
efectuar un muestreo estratificado proporcional (fracción del 10%) en el cual los niveles
estratigráficos actuaron en calidad de estratos y los microsectores de excavación como
unidades de muestreo. De este modo, el análisis tecnológico se llevó a cabo sobre un
conjunto de 1230 desechos de talla.
Materias Primas Utilizadas
Las materias primas identificadas entre los desechos de talla corresponden a las
siguientes : basalto -en sus variedades A, B, C, X, 1 y 2-, vidrio volcánico Var. 1 y 2,
obsidiana, cuarcita, ópalo, calcedonia, sílice y cuarzo. A éstas se suma un conjunto de
materias primas aún no determinadas. Su distribución respecto del total de la muestra
analizada, presentada en la Figura 53, ofrece los siguientes resultados :
∗ predominio del basalto tomado en conjunto (70.2%), al que le siguen en abundancia la
obsidiana, con un porcentaje de 22.8%, la calcedonia (2%) y la cuarcita (1.9%). Se
puede observar que las diversas materias primas restantes (vidrio volcánico Var. 1 y 2,
ópalo, sílice, cuarzo y materias primas no determinadas) registran valores de muy escasa
representatividad proporcional.
∗ dentro de las variedades de basalto identificadas se destaca el predominio de las
variedades A (29.2%) y X (28.9%) mientras que, en menor medida, se distinguen las
variedades B (8.4%), C (3.4%), 1 (0.2%) y 2 (0.1%).
En principio, esta frecuencia de hallazgos revela una intensa utilización de los
recursos líticos de mayor disponibilidad y/o accesibilidad, es decir de aquellos localizados
en el fondo de cuenca. En efecto, el aprovechamiento de las variedades A y X de basalto y
de la cuarcita dan cuenta del 60.0% de la producción de desechos. Por su parte, la obsidiana
reúne el 22.8% del total artefactual y en ello hay que resaltar que se trata de la materia
prima localizada a mayor distancia, en la microregión del Salar de Antofalla. Asimismo, los
recursos localizados en las quebradas de altura (variedades C y 1 de basalto, variedades 1 y
178
2 de vidrio volcánico y ópalo) también participan, aunque en menor medida, de la
producción lítica (5.1%). Finalmente, un 12.1% restante se adscribe a la utilización de
materiales de dudosa procedencia (basalto variedades B y 2, calcedonia, sílice, cuarzo y
materias primas no determinadas). No obstante, algunas observaciones de campo sugieren
la inclusión de la variedad B entre los recursos del fondo de cuenca, y de la variedad 2
junto a la calcedonia entre los disponibles en las quebradas de altura.
Montículo 1Figura 53
Distribución de Materias Primas(N= 1230)
Referencias : A, B, C, X, 1, 2: Variedades A, B, C, X, 1 y 2 de Basalto; V1: Vidrio Volcánico Var. 1; V2: Vidrio Volcánico Var. 2; Ob: Obsidiana; Cc: Cuarcita; Op: Opalo; Cd: Calcedonia; Sl: Sílice; Cz: Cuarzo; Otr: Materias
Primas No Determinadas.
29.2
8.4
3.4
28.9
0.2 0.1 0.2 0.6
22.8
1.90.7
20.3 0.3 1
A B C X 1 2 V1 V2 Ob Cc Op Cd Sl Cz Otr0
5
10
15
20
25
30
35
Si se toma en consideración la información de los desechos y se la pone en relación
con las materias primas registradas en la muestra instrumental, en términos generales, es
posible detectar una concordancia apreciable de valores que refuerza la idea de un
aprovechamiento diferencial de los recursos. La Tabla 23 muestra los datos pertinentes a las
distribuciones respectivas de materias primas. Cabe aclarar que, dado que el basalto
179
variedad X no registra valor alguno entre los instrumentos debido a la no inclusión de las
palas y/o azadas en la muestra analizada, se estimó conveniente -a los fines comparativos-
eliminar de los desechos los cómputos correspondientes a esta materia prima.
Tabla 23
Instrumentos (N= 294) y Desechos (N= 875) Distribución de Materias Primas
Montículo 1
Materias Primas Instrumentos y Núcleos Desechos de Talla N % N %
Basalto Var. A 109 37.1 359 41.0 Basalto Var. B 34 11.6 103 11.8 Basalto Var. C 13 4.4 42 4.8 Basalto Var. 1 3 0.3 Basalto Var. 2 1 0.1
Vidrio Volcánico 1 5 1.7 3 0.3 Vidrio Volcánico 2 7 0.8
Obsidiana 69 23.5 281 32.2 Cuarcita 21 7.1 23 2.6 Opalo 4 1.4 8 0.9
Calcedonia 3 1.0 24 2.7 Sílice 1 0.3 4 0.5
Cuarzo 4 0.5 Otras 35 11.9 13 1.5
Totales 294 875 % 100 100
Referencias : Otras (entre los Instrumentos) :incluye Arenisca, Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y Materias Primas No Determinadas. Otras (entre los Desechos) : incluye Materias Primas No Determinadas.
Otras observaciones de interés, más puntuales, surgen del examen de la tabla
precedente :
∗ las variedades de basalto 1 y 2, así como el vidrio volcánico 2, presentes entre los
desechos de talla con porcentajes de escasa significación, no poseen representación
alguna entre las materias primas registradas para los instrumentos. Esta evidencia
sugiere la posible realización de tareas de regularización y/o mantenimiento sobre
artefactos confeccionados en estas materias primas y cuya talla de extracción,
180
formatización y descarte no se efectuó en el Montículo 1. Puedo adelantar que el tamaño
pequeño y muy pequeño de estos desechos (Tabla Ñ) confirman esta sugerencia.
Al respecto, no puede dejar de señalarse que estos materiales, al localizarse en forma de
bloques y nódulos aislados en el sector de quebradas de altura, constituyen recursos de
menor disponibilidad que los del fondo de cuenca. Asimismo, resulta interesante advertir
su frecuente utilización en el registro instrumental de Real Grande 1, es decir, en las
distintas ocupaciones temporarias de un “puesto” de altura.
∗ en el caso del vidrio volcánico variedad 1, el ópalo, la calcedonia y el sílice, la existencia
de un reducido número de instrumentos y/o núcleos se corresponde con una baja y
dispar frecuencia de hallazgos entre los desechos de talla. Si a esto se suman las
características de las formas base instrumentales (Tabla G), se podría pensar
tentativamente tanto en el ingreso de instrumentos ya formatizados o en proceso de
formatización procedentes de otras localizaciones como en la simple modificación de
clastos para la obtención de instrumentos. En este sentido, cabe recordar que la mayoría
de estos recursos se encuentran disponibles, en forma de nódulos o clastos
transportables, en las quebradas altas. Por otro lado, en relación al registro de desechos
mencionado, llama la atención la presencia de núcleos de apreciable tamaño, y aún
activos, en vidrio volcánico variedad 1 y calcedonia (ver pag. 122). De acuerdo a lo ya
visto, se podría asumir que estos núcleos han sido transportados al asentamiento con la
intencionalidad de aprovisionarlo de materia prima anticipando así futuras necesidades.
∗ la escasa representatividad en el caso de los desechos de cuarcita así como también la
ausencia de desechos de talla correspondientes a materias primas tales como arenisca,
basalto vesicular y pórfiros volcánicos se corresponde con la existencia de instrumentos
sobre los que no se han aplicado procedimientos de retalla o retoque. Me refiero con ello
a la notoria presencia de percutores, filos naturales con rastros complementarios, manos,
molinos y litos no diferenciados modificados por uso (ver pp. 149-153). En síntesis, se
trata de materias primas cuya elección para la manufactura de artefactos formatizados
por lascados ha sido escasa o nula.
Una referencia más al margen de la tabla. Con respecto al basalto variedad X, a
partir de los datos del inventario general realizado, se puede obtener una idea aproximada
181
de la relación existente entre instrumentos (palas y/o azadas) y desechos de esta materia
prima. Mientras que las palas evidencian una representatividad proporcional de 28.4%
sobre el total instrumental (N= 531), los desechos de la variedad X de basalto, por su parte,
constituyen el 31.2% (N= 7575). Es importante tener en cuenta que la frecuencia
instrumental es bastante relativa ya que las palas y/o azadas tabuladas comprenden 150
fragmentos de muy diverso tamaño y sólo una pieza entera.
Estados de Fragmentación
Tomando en consideración el total de la muestra de desechos analizada (N= 1230),
la proporción de lascas enteras es de 33.1% mientras que la de fracturadas asciende a
52.7%. Respecto de estas últimas, como se puede apreciar en la Figura 54, han sido
discriminados los valores correspondientes a las lascas fracturadas con talón (21.7%) y sin
talón (31.0%). La muestra se completa con la presencia de productos bipolares10
fracturados (1.5%) y desechos indiferenciados (12.7%).
Montículo 1Figura 54
Estado de Fragmentación(N= 1230)
Lasca Entera33.1%
Lasca Fract. con Talón21.7%
Lasca Fract. sin Talón31.0%
Desecho Indiferenciado12.7%
Prod. Bipolar Fract.1.5%
Considero de suma utilidad recordar que los desechos indiferenciados comprenden
aquellos fragmentos en los que no se distingue ninguna de las características de las caras
ventral o dorsal como tampoco es posible orientarlos por eje de lascado debido a sus
10 Se identifican como “productos bipolares” a aquellas lascas y desechos indiferenciados obtenidos como resultado de la talla bipolar (Bayon et al. 1993).
182
múltiples fracturas (Bellelli 1991). En la bibliografía extranjera, las denominaciones de
“debris”, “shatter” o “chunks” (Crabtree 1972 ; Shott 1994 ; Sullivan y Rozen 1985) suelen
utilizarse para referirse a estos fragmentos.
Este panorama de fragmentación general de la muestra puede complementarse con
una mirada a la distribución del estado de los desechos por materia prima (Figura 55). En
función de la gráfica, las lascas fracturadas con y sin talón así como también algunas
materias primas han sido agrupadas. No obstante, la información puede consultarse, en
forma desglosada, en la Tabla N del Apéndice.
Montículo 1Figura 55
Estado por Materia Prima(N= 1230)
Referencias: Vr.A: Basalto Var. A; Vr.B: Basalto Var. B; Vr.C: Basalto Var. C; Vr.X: Basalto Var. X; Vr1-2: Variedades 1 y 2 de Basalto; Vv1-2: Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico; Obs: Obsidiana; Cc: Cuarcita; O-C-S:
Opalo, Calcedonia y Sílice; Cz-Ot: Cuarzo y Otras (Materias primas no determinadas). LENT: Lasca Entera; LFRC: Lasca Fracturada con y sin Talón; INDI: Desecho Indiferenciado; FRAC: Producto Bipolar Fracturado.
Vr.AVr.B
Vr.CVr.X
Vr1-2Vv1-2
ObsCc O-C-S
Cz-Ot
0
5
10
15
20Estado
LENT LFRC INDI FRAC
De acuerdo a los datos presentados en la figura anterior se pueden hacer, según los
estados, las siguientes apreciaciones :
183
∗ lascas enteras : predominio del basalto Var.. A (11.6%), al que le siguen en abundancia
con porcentajes decrecientes, la variedad X de basalto (7.5%), la obsidiana (7.4%), la
variedad B de basalto (3.8%), la variedad C y la cuarcita (0.6% respectivamente). Las
restantes materias primas muestran una muy escasa representatividad, con valores
inferiores a 0.6%.
∗ lascas fracturadas con y sin talón : predominio del basalto Var. X (17.9%) sobre la
variedad A (16.0%) y la obsidiana (10.0%). Luego, aparecen en orden decreciente de
abundancia, la variedad B de basalto (4.4%), la variedad C (1.9%), los materiales
silíceos -ópalo, calcedonia y sílice- (1.2%) y la cuarcita (0.8%). Las materias primas
restantes se presentan en muy baja proporción, con valores inferiores a 0.4%.
∗ desechos indiferenciados : supremacía de la obsidiana (4.2%) en detrimento de la
variedad X de basalto (3.5%), la variedad A (1.5%), la variedad C y el grupo ópalo-
calcedonia-sílice (1.0% respectivamente), y el cuarzo junto a las materias primas no
determinadas (0.7%). La cuarcita y la variedad B de basalto ofrecen una escasa
presencia mensurable. Es interesante advertir la ausencia de desechos indiferenciados en
las variedades 1 y 2 de basalto y vidrio volcánico.
∗ productos bipolares fracturados : si bien su proporción es reducida hay que destacar el
predominio de la obsidiana (1.3%) sobre la calcedonia (0.2%) (Tabla N, Apéndice).
Qué pueden estar indicando las tendencias detectadas en cuanto al estado general de
la muestra y su distribución por materia prima ? Según Sullivan y Rozen (1985 :762-763),
los subproductos resultantes de actividades de manufactura de instrumentos comprenden
una elevada proporción de lascas fracturadas con y sin talón así como también una reducida
frecuencia de hallazgos en núcleos y lascas enteras. La inversión de estas proporciones, a su
vez, más la presencia de desechos indiferenciados, serían indicativas de eventos de
reducción primaria o de núcleos, de variada intensidad. Por lo tanto, si a la información ya
suministrada acerca del estado de fragmentación de los desechos, se suma la existencia de
un porcentaje de 6.1% para los núcleos (Tabla 10) es posible sugerir que el conjunto
artefactual sea el resultado de eventos conjuntos de reducción primaria y manufactura de
instrumentos, con énfasis en esta última actividad, llevados a cabo en el mismo
184
asentamiento. Al respecto, considero que esta evidencia se hace por demás notoria en el
caso de las variedades A, B, C, y X de basalto y en la obsidiana. Más aún, en el caso de la
variedad X, se puede afirmar que sus desechos provienen de la manufactura de las palas y/o
azadas a partir directamente de lajas, sin previa etapa de reducción de núcleos o extracción
de formas base.
Es cierto también que uno de los factores que podría haber dado origen al elevado
número de desechos fracturados es el pisoteo humano o de animales. Sin embargo,
experiencias de pisoteo efectuadas sobre matriz arenosa (Pintar 1989 ; Westfall 1981,
tomado de Sullivan y Rozen 1985) no han registrado fracturas transversales o
longitudinales como consecuencia del mismo sino “microfracturas” afectando pequeñas
porciones de los bordes de las piezas. El efecto primario del pisoteo, en realidad, se
reduciría al hundimiento de las piezas en la matriz sin fracturación alguna, en especial de
desechos de tamaños pequeños (Aschero et al. 1993-1994.). De este modo, se puede
sostener con mayor certeza que los procedimientos de talla aplicados, coadyuvados por las
características estructurales de las rocas utilizadas, constituyen el factor primordial en la
fragmentación de los desechos de talla.
De acuerdo a algunos autores (Bernaldo de Quirós et al. 1981 ; Sullivan y Rozen
1985), una elevada proporción de desechos indiferenciados estaría vinculada a la escasez de
materia prima y a un aprovechamiento intensivo de los núcleos. Al respecto, resulta
sumamente interesante advertir el predominio de la obsidiana en esta categoría. Cabe
recordar que las condiciones de disponibilidad de este recurso, en virtud de la distancia,
sugieren una marcada preservación del mismo. Por otro lado, la presencia de núcleos
agotados, reducidos en su mayoría por talla bipolar (ver pag. 123), y de productos bipolares
fracturados entre los desechos contribuyen a reforzar esta idea (Flehengeimer et al. 1995 ;
Goodyear 1993 ; Hayden 1980). Estas mismas observaciones no serían aplicables, sin
embargo, a los desechos indiferenciados de basalto variedad X. En este caso, considero que
la producción de estas piezas responde más a las características tabulares de la laja y a los
procedimientos de talla necesarios para reducirla.
185
Finalmente, se destaca, junto a la obsidiana, la presencia de productos bipolares
fracturados de calcedonia. Observaciones de campo efectuadas en el sector de quebradas de
altura me permiten sostener que esta materia prima se presenta, de manera aislada, en forma
de clastos y/o nódulos pequeños. Al respecto, una forma exitosa, con baja inversión de
energía, de reducir nódulos pequeños y/o redondeados, de rocas duras, es aplicar la técnica
bipolar (Flegenheimer et al. 1995 ; Hayden op.cit.). Considero pertinente mencionar las
evidencias de talla bipolar sobre calcedonia ya registradas en un sector de recintos de la
vega Ona (Salar de Antofalla), y atribuidas a las mismas causas (Escola et al. 1992-
1993 :183). Esta misma situación se repetiría en el caso del ópalo. Si bien en la muestra de
desechos no se han podido identificar productos bipolares de esta materia prima, la
existencia de un núcleo bipolar pequeño, como ya se ha visto, y una notoria abundancia
relativa de desechos indiferenciados pueden ser indicativos de la aplicación de esta técnica.
Tamaños y Módulos Dimensionales
El análisis de los tamaños en este conjunto artefactual se llevó a cabo sobre un total
de 407 desechos enteros o con fracturas irrelevantes. La Figura 56, que muestra su
distribución, revela el predominio de desechos de talla pequeños (46.4%) y muy pequeños
(28.5%). Se consignan también frecuencias menores para los desechos mediano pequeños
(17.4%), mediano grandes (5.4%) y grandes (2.3%).
Por su parte, en la Figura 57 se puede observar la relación entre estos tamaños y las
diversas materias primas procesadas. Dado que en la graficación debieron agruparse
algunas de las rocas, se presenta en la Tabla Ñ (Apéndice) toda la información
discriminada.
186
Montículo 1Figura 56
Distribución de Tamaños(N= 407)
Referencias: MPeq.: Muy Pequeño; Peq.: Pequeño; Md-Peq.: Mediano-Pequeño; Md-Grd.: Mediano-Grande.
28.5
46.4
17.4
5.42.3
MPeq. Peq. Md-Peq. Md-Grd. Grande0
10
20
30
40
50
60
Montículo 1Figura 57
Tamaños por Materia Prima(N= 407)
Referencias: VrA: Basalto Var. A ; VrB: Basalto Var. B; VrC: Basalto Var. C; VrX: Basalto Var. X; V12/Vv2: Variedades de Basalto 1 y 2 y Vidrio Volcánico 2; Obs: Obsidiana; Cc: Cuarcita; Op-Cd: Opalo y Calcedonia; Cz-Otr: Cuarzo y Otras (Materias primas no determinadas). MPeq.: Muy Pequeño; Peq.: Pequeño; Md-Peq.:
Mediano-Pequeño; Md-Grd.: Mediano-Grande.
VrAVrB
VrCVrX
V12/Vv2
ObsCc Op-Cd
Cz-Otr
0
5
10
15
20Tamaños
MPeq. Peq. Md-Peq. Md-Grd. Grande
187
Planteada la relación, se puede observar entonces que :
∗ el basalto, tomando en cuenta las variedades A, B y C en conjunto, presenta un
predominio de tamaños pequeños (22.4%) y muy pequeños (12.1%), a los que siguen en
forma decreciente, los mediano pequeños (9.6%), los mediano grandes (3.2%) y los
grandes (1.0%).
∗ el basalto variedad X, por su parte, muestra una preponderancia de tamaños pequeños
(12.6%) y mediano pequeños (5.2%). Luego, le siguen con frecuencias menores los
tamaños muy pequeños (2.7%), mediano grandes (1.2%) y grandes (1.0%).
∗ la obsidiana, en cambio, muestra un mayor predominio de tamaños muy pequeños
(11.8%) y pequeños (8.7%) sobre los mediano pequeños (1.2%) y mediano grandes
(1.0%).
∗ la cuarcita se aleja un poco de la tendencia registrando un mayor dominio de tamaños
mediano pequeños (1.2%) respecto de los pequeños, mediano grandes y grandes (0.2%
respectivamente).
∗ las materias primas restantes, con porcentajes de escasa representatividad, mantienen la
supremacía de los tamaños pequeños y muy pequeños.
El análisis del módulo longitud-anchura en el conjunto de desechos enteros o con
fracturas irrelevantes revela, por un lado, un muy bajo índice de laminaridad (1.0%), y por
otro lado, una distribución en la que se destaca el predominio de módulos cortos muy
anchos (33.9%), cortos anchos (31.0%) y mediano normales (26.8%) (Figura 58). Es
necesario destacar, sin embargo, que la elevada frecuencia de módulos cortos muy anchos y
cortos anchos se debe fundamentalmente a los desechos de basalto variedad X. En este
sentido, se puede señalar que el 83% de los desechos analizados de esta materia prima
presentan módulos cortos muy anchos, cortos anchos y cortos anchísimos.
188
Montículo 1Figura 58
Distribución de Módulos Longitud-Anchura(N= 407)
Referencias: LmNr: Laminar Normal; MdAl: Mediano Alargado; MdNr: Mediano Normal; CrAn: Corto Ancho; CrMAn: Corto Muy Ancho; CrAnc: Corto Anchísimo
13.9
26.8
3133.9
3.4
LmNr MdAl MdNr CrAn CrMAn CrAnc0
5
10
15
20
25
30
35
40
A manera de complemento del panorama de tamaños y módulos, se considera
relevante abordar la distribución, por escala de intervalos, de los espesores máximos
registrados en los desechos de talla de la muestra. Los datos de la Tabla 24 indican el
predominio de desechos muy delgados (75.8% - intervalo 0-5 mm), y en menor medida,
una apreciable abundancia de desechos delgados (21.0% - intervalo 5.1-10 mm).
189
Tabla 24
Desechos de Talla (N= 1230) Distribución de Espesores Máximos
Montículo 1
Intervalo N % mm 0 - 5 932 75.8
5.1 - 10 258 21.0 10.1 - 15 28 2.3 15.1 - 20 9 0.7 20.1 - 25 3 0.2 Totales 1230 100
Ahora bien, para proveer a la información obtenida de una mayor significatividad
inferencial considero imprescindible comparar todos estos datos con los tamaños, módulos
y espesores de los instrumentos formatizados y de los filos naturales con rastros
complementarios analizados. En función de este interés relacional, se vuelcan en las Tablas
25, 26 27 y 28 los valores correspondientes a las piezas enteras o con fracturas irrelevantes
de estos dos conjuntos artefactuales. Una vez más, dado que las palas y/o azadas no han
sido incluidas en la muestra instrumental, se creyó conveniente descartar el “ruido” que
pudieran generar los desechos de basalto variedad X eliminando sus registros de la muestra.
Tabla 25
Instrumentos (N= 81) y Desechos (N= 315) Distribución de Tamaños
Montículo 1
Tamaño Instrumentos Desechos N % N %
Muy Pequeño 105 33.3 Pequeño 13 16.0 138 43.8
Mediano Pequeño 24 29.6 50 15.9 Mediano Grande 16 19.8 17 5.4
Grande 13 16.0 5 1.6 Muy Grande 8 9.9 Grandísimo 7 8.7
Totales 81 100 315 100
190
En el caso de la Tabla 26, se debe aclarar que se han tabulado sólo aquellas materias
primas significativas a los fines de evaluar la intensidad de las actividades de reducción
primaria y presencia de formas base potenciales en el registro arqueológico. Siguiendo esta
línea de análisis, se ha trabajado, dentro de cada materia prima, con valores porcentuales
obtenidos respecto del total de instrumentos o desechos producidos con cada una de ellas.
Tabla 26
Instrumentos (N= 79) y Desechos (N= 301) Tamaños por Materia Prima
Montículo 1
Tamaño Muy Peq. Pequeño Md-Peq. Md-Grd. Grande MGr./Grds Totales Mat. Prima Ins. Des. Ins. Des. Ins. Des. Ins. Des. Ins. Des. Ins. Des. N
(I) N
(D) Basalto Vr. A-B-C
% 49
25.0 91
46.4 9
20.0 39
19.9 14
31.2 13 6.6
11 24.4
4 2.1
11 24.4
45 100
196 100
Obsidiana %
48 52.7
11 40.7
35 38.5
14 51.9
5 5.5
2 7.4
3 3.3
27 100
91 100
Cuarcita %
1 12.5
5 62.5
1 12.5
1 12.5
4 100
4 100
8 100
Opalo-Calcedonia %
3 50.0
1 33.3
3 50.0
1 33.3
1 33.3
3 100
6 100
Totales %
100 33.2
12 15.2
130 43.2
24 30.4
49 16.3
16 20.2
17 5.6
12 15.2
5 1.7
15 19.0
79 100
301 100
Referencias : Muy Peq. : Muy Pequeño ; Md-Peq. : Mediano Pequeño ; Md-Grd. : Mediano Grande ; MGrd./Grds : Muy
Grande y Grandísimo. Ins. e (I) : Instrumentos ; Des. y (D) : Desechos.
Si se aborda la cuestión de los tamaños y las materias primas utilizadas, se puede
señalar, en principio, que los desechos de talla son predominantemente más pequeños que
los instrumentos analizados. En efecto, mientras que estos últimos registran mayor
abundancia relativa para los mediano pequeños (30.4%) y mediano grandes (20.2%), por su
parte, los desechos pequeños (43.8%) y muy pequeños (33.3%) muestran su
preponderancia. Esto se vuelve aún más notorio si se observan los datos correspondientes a
cada una de las materias primas. Desechos pequeños y muy pequeños de las variedades A,
B y C de basalto, desechos muy pequeños de obsidiana, desechos de cuarcita desde
pequeños a mediano grandes y desechos muy pequeños de ópalo y calcedonia constituyen
los remanentes de las tareas de formatización, regularización y/o mantenimiento efectuadas
en el Montículo 1.
191
Sin embargo, especialmente si se analiza el procesamiento que compete a las
distintas materias primas, también se debe advertir -aunque en menor proporción- la
presencia de potenciales formas base producto de una reducción primaria desarrollada en el
sitio. Lascas mediano pequeñas, mediano grandes y grandes recuperadas en basalto
(variedades A, B y C) así como también lascas pequeñas, mediano pequeñas y mediano
grandes en obsidiana pudieron haber sido seleccionadas en calidad de soportes. Al respecto,
un análisis del origen de las extracciones de estas lascas podrá reforzar esta posición.
Asimismo, se debe tener presente la existencia de núcleos de estas materias primas que
pudieron haber sido objeto de reducciones (ver pag. 122). Como última observación en
favor de la reducción primaria, debo acotar que, dentro del continuum de reducción lítica, el
trabajo sobre núcleos genera también gran cantidad de desechos de pequeño tamaño
(Magne 1989).
Se presentan ahora las distribuciones de los módulos longitud-anchura (Tabla 27) y
de los espesores (Tabla 28). Cabe destacar, en lo que hace a estos últimos, que los valores
consignados corresponden a desechos, instrumentos formatizados y filos naturales con
rastros complementarios enteros y fracturados.
Tabla 27
Instrumentos (N= 81) y Desechos (N= 315) Distribución de Módulos Longitud-Anchura
Montículo 1
Tamaño Instrumentos Desechos N % N %
Laminar Normal 3 3.7 4 1.3 Mediano Alargado 16 19.8 16 5.1 Mediano Normal 26 32.1 89 28.2
Corto Ancho 18 22.2 91 28.9 Corto Muy Ancho 14 17.3 105 33.3 Corto Anchísimo 4 4.9 10 3.2
Totales 81 100 315 100
192
Tabla 28
Instrumentos (N= 173) y Desechos (N= 875) Distribución de Espesores Máximos
Montículo 1
Intervalo Instrumentos Desechos mm N % N % 0 - 5 28 16.2 621 71.0
5.1 - 10 86 49.7 217 24.8 10.1 - 15 40 23.1 26 3.0 15.1 - 20 16 9.2 9 1.0 20.1 - 25 2 1.2 2 0.2 25.1 - 30 1 0.6 Totales 173 100 875 100
Los datos precedentes apoyan las inferencias surgidas del análisis de los tamaños.
Respecto del módulo longitud-anchura, los desechos de talla en general evidencian una
mayor tendencia hacia lascas cortas y anchas (62.2% tomando en conjunto los módulos
corto ancho y corto muy ancho) en detrimento de módulos medianos (33.3 % incluyendo el
mediano normal y el mediano alargado), más buscados entre los instrumentos (51.9%). Por
su parte, en lo que al espesor se refiere, se puede advertir que gran parte de los desechos
son significativamente más delgados que los instrumentos analizados. De manera tal que,
prácticamente, es posible sostener que una elevada proporción de los desechos de talla
constituyen subproductos de actividades de manufactura y mantenimiento de instrumentos.
Sin embargo, una correspondencia de módulos y espesores observada entre cierta
cantidad de desechos de talla y los instrumentos, validada por tamaños apropiados, no
descarta entonces que estos desechos hayan funcionado como formas base potenciales y,
por ende, sean factibles subproductos de una reducción de núcleos efectuada en el
Montículo 1.
Origen de las Extracciones
193
En esta instancia del análisis, se toma en consideración, principalmente, la
diferenciación existente entre las lascas externas e internas y su incidencia en la
identificación de actividades de producción lítica. Como primera medida, se examina la
distribución de tipos de desecho respecto del total de piezas de la muestra, exceptuando los
desechos indiferenciados (Figura 59). Debo aclarar que las categorías “lascas externas”,
“lascas internas”, “lascas de reactivación de núcleo y reactivación directa”, utilizadas para
la graficación, se encuentran debidamente discriminadas, según los tipos respectivos, en la
Tabla O (Apéndice).
Montículo 1Figura 59
Origen de las Extracciones(N= 1074)
Referencias: Ls.Ex.: Lascas Externas; Ls.In.: Lascas Internas; Ls.ND: Lascas No Diferenciadas; ReNu: Lascas de Reactivación de Núcleo; ReDi: Lascas de Reactivación Directa; Pr.Bip.: Productos Bipolares.
4.7
51.5
41.2
0.4 0.5 1.8
Ls.Ex. Ls.In. Ls.ND ReNu ReDi Pro.Bip.0
10
20
30
40
50
60
A través del gráfico precedente, se puede apreciar el predominio de las lascas
internas (51.5%), caracterizado por una elevada representatividad de las lascas angulares
194
(44.0% - Tabla O). Por el contrario, las lascas externas muestran una baja frecuencia de
hallazgos (4.7%), la cual se ve completada con la presencia de productos bipolares (1.8%),
algunas lascas de reactivación directa (0.5%) y de reactivación de núcleos (0.4%). Atribuyo
el elevado porcentaje de las lascas no diferenciadas (41.2%) al alto grado de fragmentación
de la muestra que impide una determinación más precisa del origen de las extracciones.
En segundo lugar, considero conveniente analizar la distribución de estos tipos de
desechos por materia prima (Figura 60) y efectuar las observaciones del caso. Dado que en
el gráfico aparecen agrupadas algunas materias primas y tipos de lascas, sugiero recurrir a
la Tabla P (Apéndice) para examinar la información en forma desglosada.
Montículo 1Figura 60
Tipos de Desecho por Materia Prima(N= 1074)
Referencias: VA-B-C: Variedades A, B y C de Basalto; Vr.X: Basalto Variedad X; V12-Vv: Variedades 1 y 2 de Basalto y Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico; Obs: Obsidiana; Cc: Cuarcita; Cd: Calcedonia; Op-Sl: Opalo y
Sílice; Cz-Ot: Cuarzo y Otras (Materias primas no determinadas). Ls.Ex.: Lascas Externas; Ls.In.: Lascas Internas; LsND: Lascas No Diferenciadas; ReNu-Di: Lascas de Reactivación de Núcleo y Directas; Pr.Bip.:
Productos Bipolares.
VA-B-C Vr.X V12-Vv Obs Cc Cd Op-Sl Cz-Ot0
5
10
15
20
25
30
35Tipos de Desecho
Ls.Ex. Ls.In. LsND ReNu-Di Pr.Bip.
Ls.Ex. 3.1 0.2 0.1 0.4 0.4 0.3 0.1 0.2Ls.In. 29.3 3.2 1 15.5 0.6 0.9 0.5 0.3LsND 10.8 25.6 0.2 3.4 0.6 0.1 0.1 0.3
ReNu-Di 0.5 0 0 0.5 0 0 0 0Pr.Bip. 0 0 0 1.5 0 0.3 0 0
De este modo, se puede observar lo siguiente :
195
∗ las lascas externas, más allá de su reducida proporción, presentan el predominio del
basalto en sus variedades A, B y C (3.1%). Los datos de la Tabla P revelan una mayor
abundancia de lascas secundarias, en especial en la variedad A. Por lo demás, las
restantes materias primas muestran una representatividad igual o menor a 0.4%.
∗ las lascas internas evidencian también el predominio de las variedades A, B y C de
basalto (29.3%), al que le sigue en abundancia la obsidiana (15.5%), la variedad X de
basalto (3.2%) y las otras materias primas con porcentajes iguales o menores a 1.0%.
∗ las lascas no diferenciadas, por su parte, ofrecen el predominio del basalto variedad X
(25.6%) sobre las otras variedades de basalto (10.8%), la obsidiana (3.4%) y las
restantes materias primas (porcentajes iguales o menores a 0.6%).
∗ las lascas de reactivación presentan proporciones semejantes para el basalto (Var. A, B y
C) y la obsidiana (0.5%). Sin embargo, resulta interesante distinguir entre las de
reactivación de núcleo y las de reactivación directa. En este sentido, la Tabla P indica el
predominio de la obsidiana para la reactivación de núcleos y la preeminencia del basalto
(Var. A y B) para la reactivación directa.
∗ los productos bipolares, finalmente, aparecen representados por la obsidiana (1.5%) y,
en menor medida, por la calcedonia (0.3%).
Asimismo, una mirada a la relación entre tipos de desechos y tamaños contribuye a
profundizar este análisis. En la Figura 61 se observa la distribución aludida. Por su parte, en
la Tabla Q se encuentra consignada toda la información en forma discriminada. En esta
oportunidad, el tratamiento de los tamaños involucra no sólo a las piezas enteras sino
también a las fracturadas. De este modo, se incluye la consideración de los tamaños
mínimos inherentes a las lascas y productos bipolares fracturados.
196
Montículo 1Figura 61
Tipos de Desecho por Tamaño(N= 1074)
Referencias: Ls.Ex.: Lascas Externas; Ls.In.: Lascas Internas; LsND: Lascas No Diferenciadas; ReNu-Di: Lascas de Reactivación de Núcleo y Directa; Pr.Bip.: Productos Bipolares. MPeq.: Muy Pequeño; Peq.: Pequeño; Md-Peq.: Mediano-Pequeño; Md-Grd.: Mediano-Grande; Gr/MGrd: Grande y Muy Grande.
Ls.Ex. Ls.In. LsND ReNu-Di Pr.Bip.0
5
10
15
20
25
30Tamanos
MPeq. Peq. Md-Peq. Md-Grd. Gr/MGrd
Se desprenden de este gráfico las siguientes precisiones :
∗ las lascas externas evidencian el predominio de tamaños mediano pequeños (1.7%) y
pequeños (1.5%), a los que siguen, los tamaños muy pequeños (0.7%), mediano grandes
(0.5%) y grandes (0.3%).
∗ la lascas internas presentan, a su vez, una mayor proporción de tamaños pequeños
(24.9%) y muy pequeños (14.6%). En tanto, los porcentajes restantes corresponden a
tamaños mediano pequeños (9.0%), mediano grandes (1.7%), grandes y muy grandes
(1.2%).
∗ las lascas no diferenciadas, con preeminencia de tamaños pequeños (22.4%), muestran
también presencia mensurable en la amplia gama de tamaños que van desde los muy
197
pequeños (9.4%), pasando por los mediano pequeños (8.7%) a los grandes y muy
grandes (0.5%).
∗ las lascas de reactivación, ya sean de núcleos como directas, así como los productos
bipolares ofrecen el dominio de tamaños pequeños (0.9% y 1.8% respectivamente).
Considerando entonces los orígenes de las extracciones y puestos en relación con las
materias primas y los tamaños, el énfasis advertido en la realización de tareas de
formatización, regularización y mantenimiento se ve reforzado.
En este sentido, considero que el marcado predominio de lascas internas en la
mayoría de las materias primas utilizadas, y la preeminencia de tamaños pequeños y muy
pequeños en este tipo de lascas son rasgos de indudable adscripción a las instancias de
manufactura y mantenimiento de instrumentos. Incluso, la presencia de lascas externas, de
tamaño pequeño y muy pequeño, se ajusta a las características del conjunto instrumental
formatizado. Cabe recordar que lascas externas, internas, nódulos, guijarros y clastos han
sido modificados con procedimientos de retalla y retoque dando lugar a instrumentos
diversos.
Por otro lado, la identificación de lascas de reactivación directa, en basalto
variedades A y B, y obsidiana agregan al contexto evidencias claras de intentos de
prolongación de la vida útil de artefactos. Puede llamar la atención, en función de la
reactivación de puntas de proyectil de obsidiana, la escasa proporción de este tipo de lascas.
Sin embargo, se debe tener presente que el proceso de mantenimiento, de llevarse a cabo en
el asentamiento, produce lascas de reactivación y otras muchas que no son de tan clara
filiación (Bellelli, Guráieb y García 1985-1987).
Los datos revelan, a su vez, que ciertos esfuerzos estuvieron también focalizados en
las primeras etapas de la secuencia de producción. Algunas lascas externas, principalmente
de las variedades de basalto A, B y C, y otras lascas internas de basalto y obsidiana poseen
los tamaños adecuados para haber funcionado como potenciales formas base de
instrumentos. Por otra parte, a la presencia ya registrada de núcleos de estas materias
198
primas se agrega la identificación de lascas de reactivación de núcleo, en especial en
obsidiana. La existencia de estas lascas de flanco y tableta de núcleo resultan interesantes si
observo que la mayoría de los núcleos agotados de obsidiana son bipolares. No dejo de lado
la presencia de productos bipolares en esta materia prima dentro del conjunto de desechos.
Sin embargo, toda esta evidencia hace factible pensar en una reducción de núcleos de
obsidiana que termina recurriendo a la talla bipolar como último recurso para obtener lascas
pequeñas.
Talones y Atributos Asociados al Mismo
Siendo el talón la parte de la plataforma de percusión que permanece en la lasca tras
su extracción (Bernaldo de Quirós et al. 1981) considero interesante, desde el punto de
vista tecnológico, analizar la distribución de las formas de su superficie respecto del total
de la muestra de desechos. Se hace constar que, en este caso, la muestra queda reducida a
las piezas enteras y las fracturadas con talón.
Montículo 1Figura 62
Distribución de Formas de Talones(N= 674)
Referencias : Cort.: Cortical; Die.: Diedro; Fil.: Filiforme; Ps-Fl.: Pseudo-Filiforme; Fasc.: Fascetado; Punt.: Puntiforme; Ind.: Indiferenciado.
3.9
41.8
3.3
18.7 18.5
1
7.94.9
Cort. Liso Die. Fil. Ps-Fl. Fasc. Punt. Ind.0
10
20
30
40
50
199
De acuerdo a lo observado en la Figura 62 se puede señalar lo siguiente :
∗ los talones no preparados o corticales se presentan con una representatividad
proporcional de 3.9%.
∗ los talones preparados, que incluyen a las restantes formas muestran el predominio de
talones lisos (41.8%), al que le siguen con porcentajes decrecientes, los filiformes
(18.7%), los pseudo-filiformes (18.5%), los puntiformes (7.9%), los indiferenciados
(4.9%), los diedros (3.3%) y los fascetados (1.0%).
Debo aclarar que se entiende por pseudo-filiformes a un grupo de talones de
características aún no muy bien definidas y vinculados, exclusivamente, a desechos de
talla de basalto variedad X. A diferencia de los talones filiformes que presentan una
plataforma delgada, en los pseudo filiformes la plataforma se reduce prácticamente a un
filo levemente cóncavo en su porción central. En un principio, atribuí las
particularidades observadas a las propiedades estructurales de la roca. No descarto la
influencia de este elemento, sin embargo, en base a la experiencia de replicación de las
palas y/o azadas, me atrevo a conferir la generación de talones pseudo-filiformes a
procedimientos particulares de talla. Si bien se trabaja por percusión directa, al tener que
sostener la pieza de canto, el golpe se aplica de manera perpendicular al borde,
obteniendo como resultado desechos cortos y anchos, casi sin bulbo y con talones de la
forma mencionada.
Paso ahora a analizar la distribución de estas formas de talones según las materias
primas utilizadas. En la Figura 63 se observa la relación entre estos dos atributos. Algunas
materias primas han sido agrupadas, sin embargo, la información desglosada puede
consultarse en la Tabla R (Apéndice). De este modo, se aprecian entonces los siguientes
resultados :
200
Montículo 1Figura 63
Formas de Talón por Materia Prima(N= 674)
Referencias: VA-B-C: Variedades A, B y C de Basalto; VrX: Basalto Variedad X; V12-Vv: Variedades 1 y 2 de Basalto y Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico; Obs: Obsidiana; Cc: Cuarcita; Cd-Op-Sl: Calcedonia, Opalo y Sílice; Cz-Ot: Cuarzo y Otras (Materias primas no determinadas). Cort.: Cortical; Die.: Diedro; Fil.: Filiforme;
Ps-Fl.: Pseudo-Filiforme; Fasc.: Fascetado; Punt.: Puntiforme; Ind.: Indiferenciado.
VA-B-C VrX V12-Vv Obs Cc Cd-Op-Sl Cz-Ot0
5
10
15
20
25
30Talones
Cort. Liso Die. Fil. Ps-Fl. Fasc. Punt. Ind.
Cort. 2.1 0 0 0.1 1.2 0.3 0.1Liso 26.7 5.5 0.3 7.9 0.4 0.6 0.6Die. 1.5 0.3 0.4 0.7 0.3 0 0Fil. 14.8 0.1 0.4 2.6 0.1 0.6 0.1
Ps-Fl. 0 18.6 0 0 0 0 0Fasc. 0.1 0 0 0.9 0 0 0Punt. 1.3 0 0.4 5.9 0.1 0.1 0
Ind. 1.5 1.8 0 1.6 0 0 0
∗ los talones corticales muestran el predominio del basalto, tomando sus variedades A, B y
C en conjunto (2.1%), al que le sigue en orden decreciente la cuarcita (1.2%), la
calcedonia -dentro de los materiales silíceos- (0.3%), la obsidiana y el cuarzo (0.1%
respectivamente).
∗ los talones lisos, mayoritarios en la muestra, evidencian una elevada presencia
mensurable entre las variedades A, B y C de basalto (26.7%), en detrimento de la
obsidiana (7.9%) y el basalto variedad X (5.5%). Las materias primas restantes, en
reducida proporción, ofrecen valores iguales o menores a 0.6%.
201
∗ los talones diedros, por su parte, aparecen representados por el basalto (Var. A, B y C)
(1.5%), la obsidiana (0.7%), el vidrio volcánico variedad 2 (0.4%), el basalto variedad X
y la cuarcita (0.3% respectivamente).
∗ los talones filiformes presentan el predominio de las variedades A, B y C de basalto
(14.8%), a las que siguen con porcentajes decrecientes, la obsidiana (2.6%), la
calcedonia (0.6%), las variedades 1 y 2 de basalto y vidrio volcánico (0.4%), el basalto
variedad X y alguna materia prima no determinada (0.1% respectivamente).
∗ los talones pseudo-filiformes se encuentran representados, exclusivamente, por la
variedad X de basalto con significativa proporción (18.6%).
∗ los talones fascetados, dentro de su reducida presencia mensurable, muestran el
predominio de la obsidiana (0.9%) sobre el basalto (Var. A, B y C) (0.1%).
∗ los talones puntiformes presentan a la obsidiana como la materia prima dominante
(5.9%). Le siguen, en orden decreciente, el basalto Var. A, B y C (1.3%), el basalto Var.
1 y la variedad 2 de vidrio volcánico (0.4%), la cuarcita y la calcedonia (0.1%).
∗ los talones indiferenciados, afectados por fracturas y/o rastros complementarios sobre el
talón, aparecen representados por el basalto variedad X (1.8%), la obsidiana (1.6%) y las
variedades A, B, y C de basalto (1.5%).
Uno de los atributos asociados al talón que me parece importante consignar en este
estudio se refiere a la presencia o ausencia de regularización en el frente de extracción. En
este sentido, las frecuencias tabuladas aparecen representadas en la Figura 64. En ella, se
observa claramente el predominio de frentes de extracción no regularizados (69.4%) en
detrimento de los regularizados (30.6%).
202
Montículo 1Figura 64
Regularización del Frente de Extracción(N= 674)
Regularizados30.6%
No Regularizados69.4%
A partir de lo observado en relación al talón y los frentes de extracción, considero
pertinente señalar, desde un punto de vista tecnológico, algunas consideraciones de interés.
En primera instancia, se debe destacar el predominio de talones preparados -en sus distintas
formas-, hecho que se ajustaría con el desarrollo de tareas vinculadas a la formatización,
regularización y/o mantenimiento de instrumentos. Al respecto, no se puede pasar por alto
que la elevada presencia mensurable de frentes de extracción no regularizados es indicativa
de una preparación poco cuidada de las plataformas, y por extensión, podría reflejar una
manufactura con escasa inversión de trabajo. Por su parte, la presencia de talones corticales,
aunque en reducida proporción, constituye un elemento más que contribuye a no descartar
del contexto la realización de actividades de reducción primaria.
En segunda instancia, se puede apreciar la existencia notoria de talones vinculados a
la talla por percusión (pe. corticales y lisos) como también, en menor medida, la
identificación de talones resultantes de la talla por presión (pe. filiformes y puntiformes)
(Espinosa 1995 ; Patterson y Sollberger 1978). Este hecho resulta sumamente interesante si
se observa la preeminencia del basalto (Var. A, B y C) en los talones corticales, lisos y
203
filiformes y el predominio de la obsidiana en los puntiformes. Se debe tener presente que
para la manufactura de los instrumentos formatizados se han empleado procedimientos de
retalla, retoque y microretoque pudiendo interactuar ambas técnicas de talla. Por su parte,
las puntas de proyectil, predominantemente de obsidiana, constituyen piezas bifaciales
elaboradas con técnica de presión.
Lo que sí es evidente al observar los patrones de distribución de las formas de talón
por materia prima es que cada material ha sido trabajado de diferente manera, y aplicando
con distinto énfasis ciertos procedimientos y técnicas de talla. Las variedades A, B y C de
basalto registrarían percusión y presión en distintas instancias de la secuencia productiva a
diferencia de la obsidiana que parecería tener un pico de percusión, involucrado tal vez en
la extracción de formas base, y un marcado énfasis en el uso de la presión para la
manufactura de las puntas de proyectil. A su turno, el basalto Var. X daría cuenta, con los
talones pseudo-filiformes, de las particularidades propias de la confección por percusión de
las palas y/o azadas.
Real Grande 1
Para el sitio Real Grande 1 se cuenta con un total de 2398 desechos de talla
analizados a partir de un muestreo estratificado proporcional (fracción del 30%). En dicho
procedimiento, los niveles y extracciones estratigráficas actuaron en carácter de estratos así
como los microsectores de las cuadrículas definidas hicieron lo propio como unidades de
muestreo.
Materias Primas Utilizadas
Las materias primas identificadas entre los desechos de talla comprenden : basalto -
en sus variedades 1, 2, A, B y C-, vidrio volcánico Var. 1 y 2 y vidrio volcánico no
diferenciado, obsidiana, cuarcita, calcedonia, ópalo, ónix y brecha volcánica Var. 1 y 2.
Ciertas materias primas aún no determinadas se agregan a este conjunto de recursos. En
204
principio, se puede apreciar la distribución de los mismos respecto del total de desechos
analizados en la Figura 65. Así, pueden señalarse las siguientes tendencias :
∗ predominio de la variedad 1 de basalto (51.7%), seguida en abundancia por la obsidiana
(16.6%). Luego, en menor medida y variada frecuencia de hallazgos, se destaca el
basalto Var. C (6.4%), el vidrio volcánico Var. 2 (5.2%), las variedades A (5.1%), B
(4.0%) y 2 (2.3%) de basalto. Las restantes materias primas (vidrio volcánico 1 y no
diferenciado, cuarcita, calcedonia, ópalo, ónix, brecha volcánica 1 y 2 y materias primas
no determinadas), como se advierte en el gráfico, registran una representatividad
proporcional baja con valores por debajo de 1.9%.
Real Grande 1Figura 65
Distribución de Materias Primas(N= 2398)
Referencias: 1, 2, A, B y C: Variedades 1, 2, A, B y C de Basalto; V1: Vidrio Volcánico Var. 1; V2: VidrioVolcánico Var. 2; Vn: Vidrio Volcánico No Diferenciado; Ob: Obsidiana; Cc: Cuarcita; Cd: Calcedonia; OOpalo; On: Onix; B1: Brecha Volcánica 1; B2: Brecha Volcánica 2; Ot: Materias Primas No Determinada
51.7
2.35.1 4
6.4
0.3
5.2
0.5
16.6
0.11.9 1.4 1.8 1.4 1.1 0.2
1 2 A B C V1 V2 Vn Ob Cc Cd Op On B1 B2 Ot0
10
20
30
40
50
60
205
Sin lugar a dudas, todo indica que el empleo de recursos líticos de mayor
disponibilidad desde Real Grande 1 ha sido intenso (66.8%). No sólo resulta recurrente el
aprovechamiento del basalto variedad 1 sino que también es posible observar la utilización
de una amplia gama de materias primas con procedencia cierta en el sector de quebradas de
altura (basalto Var. C, vidrio volcánico Var. 1 y 2, ópalo y ónix). A éstas podrían sumarse
también el basalto Var. 2, la calcedonia y las variedades 1 y 2 de brecha volcánica (6.7% en
conjunto) las cuales, de acuerdo a observaciones de campo, parecen localizarse en este
mismo microambiente.
Por su parte, la circulación de obsidiana, desde la microregión del Salar de
Antofalla, se ve reflejada en este registro de desechos con una frecuencia que alcanza el
16.6%. Muy por dejado de esta abundancia relativa se encuentran los recursos que
provienen del fondo de cuenca (5.2%). En este caso, me refiero a la utilización de basalto
variedad A y de cuarcita, a los cuales podría sumarse, de confirmarse esta supuesta
procedencia, el basalto variedad B (4.0%). Hasta el momento, nada puedo decir acerca del
vidrio volcánico no diferenciado así como tampoco de las materias primas no determinadas
(0.7% en conjunto).
Es posible profundizar ciertos aspectos del manejo de estas materias primas si se
compara la información precedente con los valores registrados en la muestra instrumental.
La Tabla 29 presenta los datos correspondientes a las distribuciones respectivas de materias
primas.
206
Tabla 29
Instrumentos (N= 99) y Desechos (N= 2398) Distribución de Materias Primas
Real Grande 1
Materias Primas Instrumentos y Núcleos Desechos de Talla N % N %
Basalto Var. 1 43 43.5 1240 51.7 Basalto Var. 2 4 4.0 56 2.3 Basalto Var. A 4 4.0 122 5.1 Basalto Var. B 3 3.0 96 4.0 Basalto Var. C 10 10.1 154 6.4
Vidrio Volcánico 1 1 1.0 8 0.3 Vidrio Volcánico 2 2 2.0 125 5.2 Vidrio Vol. No Dif. 5 5.1 11 0.5
Obsidiana 24 24.3 398 16.6 Cuarcita 1 1.0 2 0.1
Calcedonia 1 1.0 46 1.9 Opalo 33 1.4 Onix 42 1.8
Brecha Volcánica 1 1 1.0 34 1.4 Brecha Volcánica 2 26 1.1
Otras 5 0.2 Totales 99 2398
% 100 100
Referencias : Vidrio Vol. No Dif. : Vidrio Volcánico No Diferenciado ; Otras :
Materias Primas No Determinadas.
Se desprenden de las frecuencias de hallazgos consignadas una serie de
observaciones. Al respecto, debo aclarar que, si bien el análisis de los tamaños de los
desechos se efectúa más adelante, algunas referencias acerca de los mismos que consideré
relevantes acompañan estas observaciones.
∗ el ópalo, el ónix, la brecha volcánica 2 y alguna materia prima no determinada registran
valores porcentuales, de por sí reducidos, exclusivamente entre los desechos de talla. Su
presencia así como la ausencia de datos entre los instrumentos podría indicar la probable
realización de tareas de regularización y/o mantenimiento sobre artefactos que
estuvieron “de paso”, valga la expresión, en este contexto. Me refiero con ello a
instrumentos cuya talla de extracción, formatización y descarte se llevó a cabo en otras
localizaciones. Considero pertinente mencionar que estos desechos presentan tamaños
muy pequeños y pequeños (Tabla T, Apéndice), lo cual reforzaría la propuesta anterior.
207
∗ el basalto Var. 2, la variedad C, el vidrio volcánico Var. 1, el vidrio volcánico no
diferenciado, la obsidiana y la cuarcita evidencian desfasajes, de variada intensidad
según la materia prima, entre los valores tabulados para instrumentos y desechos. En
efecto, esta mayor representatividad proporcional de los instrumentos versus los
desechos, sumada a la preeminencia de tamaños muy pequeños entre estos últimos
(Tabla T, Apéndice), puede adscribirse tentativamente al ingreso de artefactos ya
formatizados procedentes de otras localizaciones. De este modo, eventos de
regularización de filos, mantenimiento, uso y descarte de instrumentos parecen haber
tenido lugar en Real Grande 1. Cabe destacar que, a excepción de la cuarcita y el basalto
Var. 2, en las materias primas restantes aparecen confeccionadas 26 puntas de proyectil,
es decir el 81.2% del total de proyectiles (N= 32). Por otro lado, en basalto Var. C se han
identificado proyectiles retomados y sometidos a modificaciones posteriores (ver pp.
172-173).
∗ las variedades A y B de basalto, el vidrio volcánico 2, la calcedonia y la brecha
volcánica 1 se distribuyen de manera homogénea, aunque en bajas proporciones, entre
los instrumentos y los desechos. Con estos valores, es más factible considerar un posible
ingreso de instrumentos ya formatizados o en vías de formatización que en eventos de
reducción primaria o en un proceso completo de manufactura. Una evaluación de los
tamaños de las formas base de los instrumentos así como de los desechos (como se verá
más adelante) apoyaría esta idea, más aún hasta podría sugerir la entrada de algunas
pocas formas base potenciales. Si bien abundan los desechos muy pequeños, algunas
lascas pequeñas y mediano pequeñas se corresponderían con algunos tamaños
instrumentales.
Estado de Fragmentación
El análisis de la fragmentación general de la muestra de desechos concede una
mayor representatividad a las lascas fracturadas (51.1%) en perjuicio de las enteras
(48.0%), los desechos indiferenciados (0.8%) y ciertos productos bipolares enteros (0.1%).
Con respecto a las piezas fragmentadas, tal como se aprecia en la Figura 66, se ha tomado
208
también en consideración la distribución correspondiente a las lascas fracturadas con talón
(25.6%) y a las fracturadas sin talón (25.5%).
Real Grande 1Figura 66
Estado de Fragmentación (N= 2398)
Desecho Indiferenciado0.8%
Lasca Entera48.0%
Lasca Fract. con Talón25.6% Prod. Bipolar Entero
0.1%
Lasca Fract. sin Talón25.5%
A su vez, se consideró relevante complementar esta primera aproximación al estado
de la muestra poniéndolo en relación con las materias primas procesadas. En la Figura 67 se
presentan las frecuencias registradas. Al respecto, debo señalar que las lascas fracturadas
con y sin talón al igual que algunas materias primas afines han sido agrupadas. La
información ha sido tabulada de manera discriminada en la Tabla S (Apéndice).
209
Real Grande 1Figura 67
Estado por Materia Prima(N= 2398)
Referencias : Vr1: Basalto Var. 1; VrA-B: Variedades A y B de Basalto; VrC: Basalto Var. C;V2-Vv : Basalto Var. 2, Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico y Vidrio Volcánico No Diferenciado; Obs: Obsidiana; Cd-Op: Calcedonia y Opalo; On: Onix; Bv1-2: Brecha Volcánica 1 y 2; Cc-Ot: Cuarcita y Otras (Materias primas no determinadas).
LENT: Lasca Entera; LF: Lasca Fracturada con y sin Talón; INDI: Desecho Indiferenciado; ENT: Producto Bipolar Entero.
Vr1 VrA-B VrC V2-Vv Obs Cd-Op On Bv1-2 Cc-Ot0
5
10
15
20
25
30Estado
LENT LF INDI ENT
LENT 23.6 4.7 3.5 3.9 8.6 1.8 0.5 1.2 0.2LF 27.7 4.4 3 4.2 7.9 1.4 1.3 1.2 0.1
INDI 0.36 0 0 0.2 0.08 0.08 0 0.1 0ENT 0.04 0 0 0.04 0 0 0 0 0
En función de lo observado es posible dar cuenta de los siguientes resultados :
∗ lascas enteras : predominio de la variedad 1 de basalto (23.6%), a la que siguen, en
orden decreciente de abundancia, la obsidiana (8.6%), las variedades A y B de basalto
(4.7%), los vidrios volcánicos (1, 2 y no diferenciados) conjuntamente con el basalto
Var. 2 (3.9%), y la variedad C (3.5%). Las materias primas restantes muestran una baja
frecuencia de hallazgos, con valores iguales o inferiores a 1.8%.
∗ lascas fracturadas con y sin talón : predominio de la variedad 1 de basalto (27.7%), a la
que siguen con porcentajes menores, la obsidiana (7.9%), las variedades A y B de
basalto (4.4%), los vidrios volcánicos (1, 2 y no diferenciados) conjuntamente con el
210
basalto Var. 2 (4.2%), y la variedad C (3.0%). Las materias primas restantes se presentan
en muy baja proporción, con valores iguales o inferiores a 1.4%.
∗ desechos indiferenciados : dentro de una representatividad reducida, predomina el
basalto Var. 1 (0.36%) sobre los vidrios volcánicos 2 y no diferenciado (0.2%), la brecha
volcánica 1 (0.1%), la obsidiana y la calcedonia (0.08% respectivamente).
∗ productos bipolares enteros : se destaca la presencia de una pieza de basalto Var. 1
(0.04%) y otra de la variedad 2 (0.04%).
En líneas generales, si se toma en consideración el estado general de la muestra de
desechos analizada, y se agrega a ello la existencia de núcleos y nucleiformes (Tabla 18),
sería dable pensar que el registro comprende una mezcla de subproductos resultantes de
eventos de manufactura y de reducción de núcleos (Sullivan y Rozen 1985 :763). Una vez
más, la fracturación de las piezas no sería atribuible primariamente a procesos
postdepositacionales como el pisoteo ya que la matriz sedimentaria continúa siendo arenosa
(ver pag. 183). Por lo tanto, los procedimientos de talla aplicados, sumados a las
características estructurales de las rocas, serían los responsables de esta fragmentación.
Sin embargo, una mirada a la distribución del estado de los desechos en las distintas
materias primas obliga a afinar el grado de las inferencias. En lo que respecta al basalto
Var. 1, las proporciones de lascas fracturadas y enteras, la presencia de desechos
indiferenciados y la existencia de nueve núcleos con distinto grado de agotamiento
funcionarían en concordancia con las actividades previamente sugeridas. Incluso, se podría
sostener tentativamente una preeminencia de las tareas de manufactura de filos en
detrimento de aquellas vinculadas a las primeras etapas del proceso técnico.
Si se analizan, ahora, las restantes materias primas se podrá advertir que la situación
deja de ser la misma volviéndose algo confusa. Las proporciones de lascas enteras, si bien
por escaso margen, superan a las de las fracturadas. Esto podría sugerirnos un mayor
énfasis en las actividades de reducción primaria. Sin embargo, los desechos indiferenciados
han disminuido y no se registran núcleos en estas materias primas, a excepción del vidrio
211
volcánico no diferenciado. Por lo tanto, me inclino a sugerir que estas proporciones podrían
estar vinculadas a la forma en que las materias primas ingresan al sitio (ya sea como
instrumentos formatizados, en proceso de formatización o como formas base), y en
consecuencia, en los procedimientos de talla (percusión y/o presión) aplicados en las tareas
de formatización, regularización y mantenimiento de filos.
Tamaños y Módulos Dimensionales
El análisis de los tamaños en este conjunto lítico se efectuó sobre un total de 1149
desechos enteros o con fracturas irrelevantes. En la Figura 68 se puede observar una
distribución que evidencia un marcado predominio de desechos muy pequeños (83.3%)
sobre los pequeños (13.8%), mediano pequeños (2.3%), mediano grandes (0.4%) y grandes
(0.2%).
Real Grande 1Figura 68
Distribución de Tamaños(N= 1149)
Referencias: MPeq.: Muy Pequeño; Peq.: Pequeño; Md-Peq.: Mediano-Pequeño; Md-Grd.: Mediano-Grande.
83.3
13.8
2.3 0.4 0.2
MPeq. Peq. Md-Peq. Md-Grd. Grande0
20
40
60
80
100
Por su parte, la Figura 69 presenta la información de estos tamaños pero puesta en
relación con las materias primas utilizadas. Cabe aclarar que la gráfica muestra algunas
212
materias primas agrupadas, no obstante, los datos desglosados pueden consultarse en la
Tabla T (Apéndice).
Real GrandeFigura 69
Tamaño por Materia Prima(N= 1149)
Referencias: Vr1: Basalto Var. 1; VrA-B: Variedades A y B de Basalto; VrC: Basalto Var. C; V2-Vv: Basalto Var. 2 ,Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico y Vidrio Volcánico No Diferenciado; Obs: Obsidiana; Cd-Op:
Calcedonia y Opalo; On: Onix; Bv1-2: Brecha Volcánica 1 y 2; Cc-Ot: Cuarcita y Otras (Materias primas no determinadas). MPeq.: Muy Pequeño; Peq.: Pequeño; Md-Peq.: Mediano-Pequeño; Md-Grd.: Mediano-Grande.
Vr1 VrA-B VrC V2-Vv Obs Cd-Op On Bv1-2 Cc-Ot0
10
20
30
40
50Tamaños
MPeq. Peq. Md-Peq. Md-Grd. Grande
MPeq. 39 7.9 6.5 6.9 17.1 2.9 0.9 1.7 0.3Peq. 8.6 1.3 0.7 1 0.6 0.6 0.2 0.7 0.1
Md-Peq. 1.1 0.6 0 0.3 0.2 0.2 0 0.1 0Md-Grd. 0.3Grande 0.2
En general, se puede apreciar que todas las materias primas, en distintas
proporciones, presentan el predominio de tamaños muy pequeños en perjuicio de los
desechos pequeños, mediano pequeños, mediano grandes y grandes. Sin embargo,
considero relevante hacer hincapié en lo siguiente :
∗ el basalto Var. 1 muestra una acentuada preeminencia de tamaños muy pequeños (39.%)
como también frecuencias de hallazgos en tamaños pequeños (8.6%), mediano pequeños
(1.1%), mediano grandes (0.3%) y grandes (0.2%).
213
∗ las variedades A y B de basalto, por su parte, evidencian el predominio de tamaños muy
pequeños (7.9%) sobre los pequeños (1.3%) y mediano pequeños (0.6%).
∗ el basalto Var. C sólo presenta frecuencias de hallazgos entre los tamaños muy pequeños
(6.5%) y pequeños (0.7%).
∗ los vidrios volcánicos - tomados en conjunto- a los que se suma la variedad 2 de basalto
muestran el predominio de tamaños muy pequeños (6.9%) en detrimento de los
pequeños (1.0%) y mediano pequeños (0.3%). Se debe advertir que el vidrio volcánico
no diferenciado y la variedad 1 ofrecen registros únicamente de desechos muy pequeños.
∗ la obsidiana muestra una acentuada preeminencia de tamaños muy pequeños (17.1%) en
relación a la escasa representatividad de desechos pequeños (0.6%) y mediano pequeños
(0.2%).
∗ la calcedonia y el ópalo, en general con valores reducidos, presentan el predominio de
tamaños muy pequeños (2.9%) sobre los pequeños (0.6%)y mediano pequeños (0.2%).
Hay que destacar que el ópalo sólo registra tamaños muy pequeños. A su vez, se puede
decir que la brecha volcánica 1 y 2 muestra la misma tendencia general : tamaños muy
pequeños (1.7%), pequeños (0.7%) y mediano pequeños (0.1%).
∗ el ónix así como la cuarcita y las materias primas no determinadas evidencian cierto
dominio de tamaños muy pequeños (0.9% y 0.3%) sobre los pequeños (0.2% y 0.1%).
Un paso más en este estudio me lleva a examinar la distribución de los módulos
longitud-anchura en el total de desechos enteros o con fracturas irrelevantes (N= 1149). Por
un lado, la muestra revela un muy bajo índice de laminaridad (1.8%). Por otro lado, las
proporciones consignadas en la Figura 70 indican el predominio de módulos cortos anchos
(40.5%), mediano normales (31.3%) y cortos muy anchos (19.4%).
214
Real Grande 1Figura 70
Distribución de Módulos Longitud-Anchura(N= 1149)
Referencias: LmAn: Laminar Angosto; LmNr: Laminar Normal; MdAl: Mediano Alargado; MdNr: Mediano Normal; CrAn: Corto Ancho; CrMAn: Corto Muy Ancho; CrAnc: Corto Anchísimo.
0.2 1.65.1
31.3
40.5
19.4
1.9
LmAn LmNr MdAl MdNr CrAn CrMAn CrAnc0
10
20
30
40
50
A su vez, para complementar la relación largo-ancho analizada, me pareció
pertinente dar cuenta de la distribución, por escala de intervalos, de los espesores de la
totalidad de los desechos de talla de la muestra (N= 2398). Los datos de la Tabla 30 indican
el abrumador predominio de desechos muy delgados (83.1% - intervalo 0-5 mm) en
relación a la escasa representatividad de los intervalos restantes.
215
Tabla 30
Desechos de Talla (N= 2398) Distribución de Espesores Máximos
Real Grande 1
Intervalo N % mm 0 - 5 1992 83.1
5.1 - 10 315 13.1 10.1 - 15 67 2.8 15.1 - 20 18 0.8 20.1 - 25 6 0.2 Totales 2398 100
Llegado el momento de señalar algunas conclusiones, considero necesario abordar
un análisis comparativo de los valores evidenciados por los desechos de talla con los
tamaños, módulos y espesores de los instrumentos formatizados y filos naturales con
rastros complementarios. Para ello, se presentan en las Tablas 31, 32, 33 y 34 los datos
correspondientes a las piezas enteras o con fracturas irrelevantes de estos dos conjuntos
artefactuales.
Tabla 31
Instrumentos (N= 25) y Desechos (N= 1149) Distribución de Tamaños
Real Grande 1
Tamaño Instrumentos Desechos N % N %
Muy Pequeño 957 83.3 Pequeño 6 24.0 159 13.8
Mediano Pequeño 9 36.0 27 2.3 Mediano Grande 6 24.0 4 0.4
Grande 3 12.0 2 0.2 Muy Grande 1 4.0
Totales 25 100 1149 100
216
Con respecto a la Tabla 32, se debe aclarar que sólo han sido tabuladas aquellas
materias primas significativas a los fines de evaluar la intensidad de las actividades de
producción lítica y el posible ingreso de artefactos ya formatizados al asentamiento. De este
modo, se ha optado por trabajar, dentro de cada materia prima, con valores porcentuales
obtenidos respecto del total de instrumentos o desechos registrados en cada una de ellas.
Tabla 32
Instrumentos (N= 25) y Desechos (N=1085) Tamaños por Materia Prima
Real Grande 1
Tamaño Muy Peq. Pequeño Md-Peq. Md-Grd. Grande Muy Grd. Totales Mat. Prima Ins. Des. Ins. Des. Ins. Des. Ins. Des. Ins. Des. Ins. Des. N
(I) N
(D) Basalto Vr. 1
% 448
79.2 100
17.7 2
25.0 12 2.1
4 50.0
4 0.7
2 25.0
2 0.3
8 100
566 100
Basalto Vr. 2 %
29 87.9
3 9.1
1 3.0
1 100
1 100
33 100
Basalto Vr. A-B %
91 80.5
1 33.3
15 13.3
1 33.3
7 6.2
1 33.3
3 100
113 100
Basalto Vr. C %
75 90.4
1 20.0
8 9.6
3 60.0
1 20.0
5 100
83 100
Vidrio Vol. 1-2-ND %
50 83.4
2 66.7
8 13.3
1 33.3
2 3.33
3 100
60 100
Obsidiana %
197 95.6
2 66.7
7 3.4
1 33.3
2 1.0
3 100
206 100
Cuarcita %
1 50.0
1 50.0
1 100
1 100
2 100
Calcedonia %
13 59.1
7 31.8
1 100
2 9.1
1 100
22 100
Totales %
904 83.3
6 24.0
149 13.7
9 36.0
26 2.4
6 24.0
4 0.4
3 12.0
2 0.2
1 4.0
25 100
1085100
Referencias : Vidrio Vol. 1-2-ND : Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico y Vidrio Volcánico No Diferenciado. Muy
Peq. : Muy Pequeño ; Md-Peq. : Mediano Pequeño ; Md-Grd. : Mediano Grande ; Muy Grd. : Muy Grande. Ins. e (I) : Instrumentos ; Des. y (D) : Desechos.
De acuerdo al rango de tamaños analizados es evidente que los desechos de talla son
significativamente más pequeños que los instrumentos recuperados del registro
arqueológico. En efecto, mientras que estos últimos registran mayor abundancia relativa
para los mediano pequeños (36.0%), pequeños y mediano grandes (24.0%), por su parte, los
desechos muy pequeños (83.3%) son notoriamente preponderantes. De todo ello, se puede
deducir que, en general, los desechos de talla difícilmente han sido utilizados como forma
base de artefactos formatizados o con rastros complementarios. Por el contrario, parecen ser
217
el resultado de actividades de producción focalizadas ya en las instancias de regularización
de bordes, ya en tareas de mantenimiento o reactivación de filos.
Esta evaluación global puede enriquecerse aún más efectuando un análisis
exhaustivo de la distribución de materias primas según los tamaños de desechos e
instrumentos. Materias primas tales como basalto Var. 2, basalto Var. C, vidrios volcánicos
y obsidiana se destacan por un abrumador dominio de desechos muy pequeños, con
porcentajes que oscilan entre 83 y 95%. Más aún, la variedad 1 de vidrio volcánico y el no
diferenciado sólo registran desechos de este tamaño (Tabla T, Apéndice). La evidencia, en
función de los tamaños del conjunto instrumental, sólo puede ser indicativa de
procedimientos de regularización y/o reactivación de filos. Por lo tanto, se asume que estas
actividades se efectuaron sobre instrumentos cuya talla de extracción y formatización se
llevó a cabo en otras localizaciones.
Estas observaciones pueden hacerse extensivas a las variedades A y B de basalto,
vidrio volcánico 2 y calcedonia. Sin embargo, es posible que instancias algo más
abarcativas de formatización y regularización puedan asignarse a estas materias primas. En
efecto, si bien abundan los desechos muy pequeños con valores inferiores a 80%, se
advierten también apreciables frecuencias de desechos pequeños y mediano pequeños en
coincidencia, incluso, con algunos tamaños instrumentales. Podría haber incluido el basalto
Var. 1 a las materias primas mencionadas anteriormente, agregando simplemente desechos
mediano grandes y grandes al rango de tamaños presentes. No obstante, considero que esta
variedad de tamaños, sumada a la presencia de núcleos y nucleiformes, sugiere la
posibilidad de que algunas formas base hayan sido extraídas en el asentamiento para su
posterior formatización.
Se presentan ahora las distribuciones de los módulos longitud-anchura (Tabla 33) y
de los espesores (Tabla 34). En lo que respecta a estos últimos, hay que tener en cuenta que
se ha trabajado con artefactos enteros y fracturados.
218
Tabla 33
Instrumentos (N= 25) y Desechos (N= 1149) Distribución de Módulos Longitud-Anchura
Real Grande 1
Tamaño Instrumentos Desechos N % N %
Laminar Angosto 2 0.2 Laminar Normal 1 4.0 18 1.6
Mediano Alargado 9 36.0 59 5.1 Mediano Normal 8 32.0 360 31.3
Corto Ancho 5 20.0 465 40.5 Corto Muy Ancho 4 16.0 223 19.4 Corto Anchísimo 22 2.0
Totales 25 100 1149 100
Tabla 34
Instrumentos (N= 89) y Desechos (N= 2398) Distribución de Espesores Máximos
Real Grande 1
Intervalo Instrumentos Desechos mm N % N % 0 - 5 43 48.3 1992 83.1
5.1 - 10 32 36.0 315 13.1 10.1 - 15 10 11.3 67 2.8 15.1 - 20 2 2.2 18 0.8 20.1 - 25 2 2.2 6 0.2 Totales 89 100 2398 100
En principio, se puede sostener que los datos precedentes no contradicen las
observaciones realizadas al analizar los tamaños. En líneas generales, un examen
comparado de los módulos permite advertir que los desechos de talla muestran relación
longitud-anchura que no tiende a coincidir con los módulos más buscados en la producción
de instrumentos. Mientras que entre estos últimos predominan los módulos medianos (68%)
sobre los cortos anchos (36%), en los primeros esta recurrencia aparece invertida (69.9%
para módulos cortos anchos y 36.4% para módulos medianos). Por su parte, las
distribuciones de espesores analizadas muestran una muy elevada frecuencia de desechos
219
de talla muy delgados (83.1% -intervalo 0-5 mm). Esta situación, ligada a módulos poco
apropiados y tamaños muy pequeños, los convierte en desechos poco deseables como
formas base, y los caracteriza como subproductos de actividades de regularización y
mantenimiento.
Dentro de la variabilidad que evidencian los módulos y los espesores de estos
artefactos, ciertas correspondencias entre desechos e instrumentos podrían ser atribuidas a
la presencia de formas base potenciales, tal como ha sido sugerido para algunas materias
primas (basalto Var. 1, Var. A y B, vidrio volcánico 2 y calcedonia)
Origen de las Extracciones
Se evalúan, en esta instancia, aspectos inherentes a la presencia de distintos tipos de
desechos con el objeto de precisar aún más el grado de intensidad con que se efectúan no
sólo tareas de formatización, regularización o extracción de formas base sino también
eventos de reactivación y mantenimiento de artefactos. Voy a comenzar, entonces,
considerando la distribución de distintos tipos de desecho respecto del total de piezas de la
muestra, exceptuando los desechos indiferenciados (Figura 71). Al respecto, debo aclarar
que las categorías “lascas externas”, “lascas internas” y “lascas de reactivación de núcleo,
reactivación directa e inversa”, empleadas en la gráfica, aparecen debidamente
discriminadas según sus tipos respectivos en la Tabla U (Apéndice).
Las frecuencias de aparición volcadas en la Figura 71 permiten observar el amplio
dominio de las lascas carentes de corteza o lascas internas (91.5%), dentro de las cuales es
notoria la supremacía de las lascas angulares (72.09% - Tabla U). Al mismo tiempo, resalta
por contraste la escasa presencia mensurable de lascas externas (4.2%) y lascas no
diferenciadas (3.6%). Esta muestra se completa con algunas lascas de reactivación (0.6%
incluyendo las de reactivación de núcleo, reactivación directa e inversa) y productos
bipolares (0.1%).
220
Real Grande 1Figura 71
Origen de las Extracciones(N= 2379)
Referencias: Ls.Ex.: Lascas Externas; Ls.In.: Lascas Internas; Ls.ND: Lascas No Diferenciadas; ReNu-Di/In: Lascas de Reactivación de Núcleo, Directas e Inversas; Pro.Bip.: Productos Bipolares.
4.2
91.5
3.60.6 0.1
Ls.Ex. Ls.In. Ls.ND ReNu-Di/In Pro.Bip.0
20
40
60
80
100
En segundo término, considero relevante confrontar los tipos de desechos
registrados con dos atributos claves en este estudio : materias primas y tamaños. De este
modo, en la Figura 72, se ponen en relación los tipos de desechos y las materias primas. Tal
como puede apreciarse, algunas materias primas y tipos de lascas han sido agrupadas, no
obstante lo cual, en la Tabla V (Apéndice), se muestran todos los datos en forma
desglosada.
221
Real Grande 1Figura 72
Tipos de Desecho por Materia Prima(N= 2379)
Referencias: Vr1: Basalto Var. 1; VrA-B: Variedades A y B de Basalto; VrC: Basalto Var. C; V2-Vv: Basalto Var. 2, Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico y Vidrio Volcánico No Diferenciado; Obs: Obsidiana; Cd-Op: Calcedonia y Opalo; On: Onix; Bv1-2: Brecha Volcánica 1 y 2; Cc-Ot: Cuarcita y Otras (Materias primas no determinadas).
Ls.Ex.: Lascas Externas; Ls.In.: Lascas Internas; Ls.ND: Lascas No Diferenciadas; ReNu-Di/In: Lascas de Reactivación de Núcleo, Directas e Inversas; Pro.Bip.: Productos Bipolares.
Vr1 VrA-B VrC V2-Vv Obs Cd-Op On Bv1-2 Cc-Ot0
10
20
30
40
50Tipos de Desecho
Ls.Ex. Ls.In. Ls.ND ReNu-Di/In Pro.Bip.
Ls.Ex. 2.06 0.34 0.34 0.25 0.84 0.13 0.21 0.04 0.04Ls.In. 48 8.58 5.8 7.4 15.13 2.9 1.26 2.27 0.13
Ls.ND 1.6 0.25 0.29 0.42 0.34 0.21 0.29 0.08 0.13ReNu-Di/In 0.08 0 0.04 0.13 0.34 0 0 0 0
Pro.Bip. 0.04 0 0 0.04 0 0 0 0 0
De acuerdo al gráfico anterior, pueden desprenderse las siguientes observaciones :
∗ las lascas externas, dentro de su baja representatividad en el registro, evidencian el
predominio de la variedad 1 de basalto (2.07%) sobre frecuencias muy reducidas
(inferiores a 0.8%) pero que incluyen prácticamente a todas las materias primas
utilizadas, a excepción de las materias primas no determinadas.
∗ las lascas internas presentan también el predominio de la variedad 1 de basalto (48.0%),
seguida, en menor medida, por la obsidiana (15.13%), las variedades A y B de basalto
(8.58%), el basalto Var. 2 junto a los vidrios volcánicos (7.4%), y el basalto Var. C
(5.80%). Las materias primas restantes aparecen con valores menores a 3.0%.
∗ las lascas no diferenciadas, afectadas por la fracturación, muestran escasas proporciones
tanto en el basalto Var. 1 (1.60%) como en las demás materias primas (porcentajes
inferiores a 0.5%).
222
∗ las lascas de reactivación aparecen representadas por la obsidiana (0.34%), el basalto
Var. 2 junto al vidrio volcánico 2 (0.13%), el basalto Var. 1 (0.08%) y la variedad. C
(0.04%). Sin embargo, me parece conveniente distinguir entre las de reactivación de
núcleo y las de reactivación directa e inversa. La Tabla V, entonces, muestra el
predominio de la obsidiana para la reactivación directa/inversa sobre el vidrio volcánico
2, el basalto Var. 1, la variedad C y la variedad 2 de basalto. A su vez, la obsidiana
registra el único flanco de núcleo de la muestra.
∗ los productos bipolares, finalmente, se reparten entre la variedad 1 (0.04%) y la variedad
2 (0.04%) de basalto.
Por su parte, a manera de complemento, en la Figura 73 se presenta la distribución
de los tipos de desechos por tamaños. La muestra a considerar, en este caso, está constituida
tanto por las piezas enteras como por las fracturadas. De manera tal, que se han tomado en
cuenta los tamaños mínimos representados por las piezas fracturadas. Remito a la Tabla W
(Apéndice) para apreciar en forma discriminada los datos correspondientes a estos
atributos.
Real Grande 1Figura 73
Tipos de Desecho por Tamaño(N= 2379)
Referencias : Ls.Ex.: Lascas Externas; Ls.In.: Lascas Internas; Ls.ND: Lascas No Diferenciadas; ReNu-Di/In: Lascas de Reactivación de Núcleo, Directa e Inversa; Pro.Bip.: Productos Bipolares. MPeq.: Muy Pequeño;
Peq.: Pequeño; Md-Peq.: Mediano-Pequeño; Md-Grd.: Mediano-Grande.
Ls.Ex. Ls.In. Ls.ND ReNu-Di/In Pro.Bip.0
20
40
60
80Tamaños
MPeq.Peq.Md-Peq.Md-Grd.Grande
MPeq. 2.9 77.26 3.11 0.42 0Peq. 1.05 11.65 0.5 0.17 0.08
Md-Peq. 0.21 2.06 0 0 0Md-Grd. 0.04 0.38 0 0 0Grande 0.04 0.13 0 0 0
223
Los valores consignados en la gráfica indican los siguiente :
∗ las lascas externas son predominantemente muy pequeñas (2.90%) en detrimento de las
pequeñas (1.05%), mediano pequeñas (0.21%), mediano grandes y grandes (0.04%
respectivamente).
∗ las lascas internas evidencian una elevada proporción de tamaños muy pequeños
(77.26%) sobre los pequeños (11.65%), mediano pequeños (2.06%), mediano grandes
(0.38%) y grandes (0.13%).
∗ las lascas no diferenciadas y las de reactivación, si bien con distintas frecuencias,
también presentan el predominio de tamaños muy pequeños (3.11% y 0.42%
respectivamente) y pequeños (0.50% y 017% respectivamente).
∗ los productos bipolares sólo se hallan representados por dos piezas pequeñas (0.08%).
Ha llegado el momento de esbozar algunas conclusiones parciales. Considero que
una redundante realización de tareas de regularización de filos y mantenimiento de
instrumentos puede verse reflejada en la elevada proporción de lascas internas, de variadas
materias primas, y mayoritariamente de tamaños muy pequeños. A este registro se suma la
presencia de desechos directamente vinculados a la reactivación de filos. Lascas de
reactivación directa e inversa han podido ser identificadas en obsidiana, en las variedades 1,
2 y C de basalto como también en vidrio volcánico 2. En este sentido, es pertinente recordar
las evidencias de intenso mantenimiento registradas en puntas de proyectil confeccionadas
en obsidiana como también la observación de mantenimiento y/o reciclaje en instrumentos
retomados de basalto Var. 1 y C (ver capítulo V). Debo aclarar, con respecto a las lascas de
reactivación, que su reducida proporción debe atribuirse tanto a lo dificultoso de su
identificación en laboratorio como a las características productivas del proceso mismo de
mantenimiento (Bellelli, Guráieb y García 1985-1987).
Entre las lascas internas, se han identificado dos lascas de adelgazamiento bifacial
de tamaños pequeño y mediano grande (Tabla V y W - Apéndice). Hasta el momento, no
puede asignárseles mayor significación que la de su sola presencia ya que no se ha
224
detectado en el registro instrumental, más allá de algunos instrumentos “recogidos”,
evidencia alguna de procedimientos de adelgazamiento bifacial.
Las lascas externas, por su parte, muestran porcentajes de muy escasa
representatividad proporcional, a lo que se añade el predominio de tamaños muy pequeños
y pequeños. Este tipo de lascas, presentes en casi la totalidad de las materias primas,
registran mayor abundancia entre los desechos de basalto Var. 1. Todo esto apunta a
sostener que dichas lascas externas son el resultado de procedimientos de formatización y/o
regularización de instrumentos cuyas formas base tuvieran reserva de corteza o fueran
lascas externas en sí mismas. Se debe destacar que, entre los instrumentos formatizados de
la muestra, se cuentan algunas lascas externas de basalto Var. 1, Var. A y cuarcita.
A pesar de su exigua presencia, no se puede dejar de señalar que tanto entre las
lascas externas como entre las internas aparecen también algunas pocas piezas con tamaños
adecuados para considerarlas posibles formas base. Me refiero a lascas mediano pequeñas,
mediano grandes y grandes, principalmente de las variedades de basalto 1, A y B. Es
posible que ciertos soportes fueran transportados al asentamiento. Otros, más precisamente
los de basalto Var. 1, pudieron haber sido subproductos de aislados eventos de reducción
primaria. Seis núcleos bastante agotados, uno todavía activo, y dos nucleiformes dan cuenta
de la realización de estas actividades. Sin embargo, dado el carácter temporario y
redundante de las ocupaciones también es factible que estos núcleos constituyeran un
reservorio básico de materia prima dispuesto a ser utilizado en función de las necesidades
de la ocasión. Esto se complementaría con el transporte de otros núcleos, potencialmente
utilizables, pero ni abandonados ni descartados en el asentamiento. La presencia de una
lasca de flanco de núcleo de obsidiana pequeña, sumada a la evidencia de lascas externas y
desechos indiferenciados, sugiere esta posibilidad.
Finalmente, la existencia de productos bipolares puede atribuirse al empleo de esta
técnica tanto en la reducción de núcleos (ver pag. 157) como en procesos de
adelgazamiento en instrumentos retomados (ver pp. 167-168, 173). Es un hecho que la talla
225
bipolar permite reducir formas pequeñas de manera exitosa, ya sea que se la implemente
como una manera de agotar núcleos de lascas o como procedimiento viable para el reciclaje
o mantenimiento de instrumentos (Flegenheimer et al. 1995). Su utilización en basalto Var.
1, entonces, me induce a pensar que, a pesar de ser éste un recurso de fácil acceso, la
necesidad de preservar hasta el agotamiento el material disponible era de suma importancia.
Talones y Atributos Asociados al Mismo
Desde el punto de vista tecnológico, se espera que la consideración del talón y
alguno de sus atributos pueda arrojar datos interesantes acerca de los procesos de
producción y las técnicas implementadas, Por lo tanto, me dispongo a examinar las distintas
formas de talones registradas en los desechos enteros y fracturados con talón de la muestra.
Así, observando su distribución en la Figura 74, se puede apreciar lo siguiente :
∗ los talones no preparados o corticales presentan una muy baja frecuencia de aparición
(1.8%).
∗ los talones preparados, que incluyen a las formas restantes, evidencian el predominio de
talones lisos (64.9%), a los que siguen en orden decreciente de abundancia, los
filiformes (19.1%), los diedros (5.1%), los fascetados (4.2%), los puntiformes (2.6%) y
los indiferenciados (2.3%).
226
Real Grande 1Figura 74
Distribución de Formas de Talones(N= 1764)
Referencias : Cort.: Cortical; Die.: Diedro; Fil.: Filiforme; Fasc.: Fascetado; Punt.: Puntiforme; Ind.: Indiferenciado.
1.8
64.9
5.1
19.1
4.2 2.6 2.3
Cort. Liso Die. Fil. Fasc. Punt. Ind.0
10
20
30
40
50
60
70
80
En segundo término, me interesa analizar cómo se distribuyen estas variadas formas
de talones en las materias primas procesadas. De este modo, se muestra en la Figura 75 la
relación de estos dos atributos. Si bien algunas materias primas han sido agrupadas en
beneficio de la graficación, los datos relativos a cada una de ellas por separado aparecen
consignados en la Tabla X (Apéndice). A partir, entonces, de lo expuesto en la figura se
pueden advertir las siguientes tendencias :
227
Real Grande 1Figura 75
Formas de Talón por Materia Prima(N= 1764)
Referencias : Vr1: Basalto Var. 1; VrA-B: Variedades A y B de Basalto; VrC: Basalto Var. C; V2-Vv: Basalto Var. 2, Variedades 1 y 2 de Vidrio Volcánico y Vidrio Volcánico No Diferenciado; Obs: Obsidiana; Cd-Op: Calcedonia y Opalo; On: Onix; Bv1-2: Brecha Volcánica 1 y 2; Cc-Ot: Cuarcita y Otras (Materias primas no determinadas).
Cort.: Cortical; Die.: Diedro; Fil.: Filiforme; Fasc.: Fascetado; Punt.: Puntiforme; Ind.: Indiferenciado.
Vr1 VrA-B VrC V2-Vv Obs Cd-Op On Bv1-2 Cc-Ot0
5
10
15
20
25
30
35
40Talones
Cort. Liso Die. Fil. Fasc. Punt. Ind.
Cort. 0.96 0.17 0.06 0.06 0.28 0.17 0.06 0.06 0Liso 34.98 5.78 4.59 5.84 8.96 1.59 1.19 1.81 0.17Die. 2.61 1.02 0.28 0.28 0.45 0.28 0 0.17 0Fil. 8.23 1.81 1.25 1.64 4.59 1.08 0.17 0.28 0.06
Fasc. 1.42 0.28 0.57 0.11 1.47 0.23 0 0.11 0Punt. 1.08 0.06 0.34 0.17 0.96 0 0 0 0
Ind. 0.8 0.17 0.11 0.28 0.74 0 0.17 0 0
∗ los talones corticales, de escasa significatividad, presentan el predominio de la variedad
1 de basalto (0.96%) sobre la obsidiana (0.28%), la calcedonia -dentro del grupo
calcedonia-ópalo- y las variedades A y B de basalto (0.17% respectivamente). Otras
materias primas representadas (basalto Var. C y Var. 2, ónix y brecha volcánica 1)
muestran porcentajes de 0.06%.
∗ los talones lisos, mayoritarios en la muestra, evidencian la preeminencia del basalto Var.
1 (34.98%) sobre la obsidiana (8.96%), la variedad 2 de basalto junto a los vidrios
volcánicos (5.84%), las variedades A y B de basalto (5.78%) y la variedad C (4.59%).
Las materias primas restantes presentan frecuencias inferiores a 2.0%.
228
∗ los talones diedros aparecen representados por la variedad 1 de basalto (2.61%), las
variedades A y B (1.02%), la obsidiana (0.45%), la calcedonia y el ópalo (0.28%), el
basalto Var. 2 y los vidrios volcánicos (0.28%) y la brecha volcánica 1-2 (0.17%).
∗ los talones filiformes ofrecen notorias frecuencias de aparición tanto en el basalto Var. 1
(8.23%) como en la obsidiana (4.59%). Las otras materias primas, a su vez, registran
valores inferiores a 2.0%.
∗ los talones fascetados presentan a la obsidiana (1.47%) y al basalto Var. 1 (1.42%) como
las materias primas predominantes. Le siguen, en orden decreciente, el basalto Var. C
(0.57%), las variedades A y B (0.28%), la calcedonia y el ópalo (0.23%), el basalto Var.
2 y el vidrio volcánico 2 (0.11%), y la brecha volcánica 1 (0.11%).
∗ los talones puntiformes muestran el predominio del basalto Var. 1 (1.08%) sobre la
obsidiana (0.96%), el basalto Var. C (0.34%), el basalto Var. 2 y el vidrio volcánico 2
(0.17%), y las variedades A y B de basalto (0.06%).
∗ los talones indiferenciados, afectados por fracturas y rastros complementarios sobre el
talón, se encuentran representados en el basalto Var. 1 (0.80%), la obsidiana (0.74%), el
basalto Var. 2 y el vidrio volcánico 2 (0.28%), las variedades A y B de basalto (0.17%),
el ónix (0.17%) y la variedad C (0.11%).
En cuanto a los atributos asociados al talón considero de interés registrar la
presencia o ausencia de regularización en el frente de extracción. Al respecto, la Figura 76
muestra el predominio de frentes de extracción no regularizados (75.5%) sobre los
regularizados (24.5%).
229
Real Grande 1Figura 76
Regularización del Frente de Extracción(N= 1764)
Regularizados24.5%
No Regularizados75.5%
Una vez completado el análisis de los talones y de uno de sus atributos afines
considero adecuado explicitar algunas consideraciones de carácter tecnológico resultantes
del mismo. En primer término, hay que señalar el amplio dominio de los talones preparados
en perjuicio de los no preparados, con lo cual quedaría evidenciado el carácter ocasional
atribuido a las tareas de reducción de núcleo y extracción de formas base. Con respecto a
los talones preparados, un elemento importante a tener en cuenta para su evaluación es que
la gran mayoría de los talones analizados pertenecen a lascas muy pequeñas. Con esto
quiero significar que estos talones formarían parte de productos resultantes de actividades
de retoque, y por ende, estarían posiblemente relacionados con estadios avanzados de
formatización e instancias de mantenimiento.
Siempre dentro de los talones preparados, se debe destacar la proporción elevada de
aquellos ligados a la percusión (pe. lisos) sobre los talones más estrechamente vinculados a
la talla por presión (pe. filiformes y puntiformes). Lo interesante del caso es que el patrón
de distribución de las distintas formas de talón, y extensivamente de la aplicación de las
230
distintas técnicas de talla, es semejante para casi todas las materias primas. Esto no resulta
llamativo si se tiene en cuenta que muchos instrumentos, ya formatizados sobre distintas
materias primas o en vías de formatización, ingresaron al asentamiento efectuándose allí la
regularización final, el uso y/o las modificaciones posteriores necesarias. Cabe recordar
para el basalto Var. 1, de presencia dominante en casi todas las formas de talones, la
realización de instancias más abarcativas de manufactura. Por otra parte, la apreciable
proporción de talones fascetados, encabezados por la obsidiana, a los que pueden agregarse
algunos de los talones lisos vienen específicamente a resaltar la aplicación de
procedimientos de reactivación directa e inversa.
A todo esto, el predominio de frentes de extracción no regularizados parece indicar
que, tanto en el caso de la percusión como en el de la presión, los trabajos realizados
implicaron una escasa preparación de las plataformas, es decir, fueron trabajos de poca
inversión de tiempo.
Hasta aquí se ha llegado con el análisis del registro artefactual. Su desarrollo ha
quedado plasmado en las capítulos IV, V y VI. Resta ahora discutir, a la luz de los
resultados obtenidos, los alcances de los modelos enunciados y de las propuestas
desprendidas de los mismos.
231
CAPITULO VII
DISCUSION Y EVALUACION FINAL
El desarrollo de este trabajo de tesis apunta a explorar la variabilidad de los
conjuntos líticos de contextos agro-pastoriles altoandinos para un lapso temporal que va del
2200 al 700 AP. A partir de los modelos ya enunciados, abordar esta variabilidad al igual
que sus factores determinantes implica estudiar la selección e integración de decisiones
tecnológicas en el marco de una economía productora y de un ambiente heterogéneo e
inestable. El incremento del sedentarismo, la necesidad de explotar recursos en ambientes
diferenciados, las ventajas y desventajas del agro-pastoralismo, la naturaleza y la severidad
de los riesgos involucrados en la subsistencia son algunas de las variables que han influido
en las decisiones o estrategias implementadas.
Los registros artefactuales analizados, en estructura y composición, constituyen la
consecuencia material de ese particular entretejido de comportamientos tecnológicos que
afecta al aprovisionamiento, confección, uso y descarte de instrumentos y materiales. Es mi
intención, en esta oportunidad, integrar la información presentada en los capítulos
precedentes a los fines de intentar devanar dicho entretejido. Esto, en última instancia,
contribuirá tanto a la evaluación de algunos aspectos del modelo de sedentarismo dinámico
como a la discusión del llamado modelo de “degeneración tecnológica”.
Explotación de Recursos Locales y No Locales
De acuerdo a los registros arqueológicos analizados, los grupos agro-pastoriles
manejaron un variado conjunto de recursos líticos integrado por materiales diversos tanto
en lo que hace a su distribución como en calidad y forma de aparición en la naturaleza.
Diversas variedades de basalto (A, B, C, X, 1 y 2), vidrio volcánico (1, 2 y no diferenciado)
y brecha volcánica (1 y 2) pudieron identificarse junto a materias primas tales como
232
obsidiana, cuarcita, calcedonia, ópalo, sílice, ónix, cuarzo, basalto vesicular, arenisca
cuarcítica y pórfiro volcánico.
El estudio de la disponibilidad de estos recursos, a través de la localización y
caracterización de las fuentes de aprovisionamiento, permite sostener que la cuenca de
Antofagasta de la Sierra posee una apreciable cantidad de depósitos primarios y
secundarios distribuidos bastante homogéneamente en los diferentes microambientes de la
misma. En efecto, dentro de un radio máximo de 30 km y cubriendo tanto el fondo de
cuenca como las quebradas altas, los grupos humanos tenían acceso a materias primas de
variada calidad con costos diversos, aunque no elevados, de tiempo y energía (como se verá
mas adelante). De este modo, voy a considerar como recursos locales a todos aquellos que
se encuentren comprendidos dentro de este radio de explotación. Es interesante advertir
que, con excepción de la obsidiana, prácticamente la totalidad de las materias primas
utilizadas en la producción lítica son locales. Cabe aclarar que algunos materiales de
procedencia incierta, como el vidrio volcánico no diferenciado, el sílice, el cuarzo, los
pórfiros volcánicos y algunas materias primas no determinadas, quedan al margen de esta
distinción. De todos modos, su representatividad dentro de la muestra es muy reducida.
Asimismo, para materiales tales como las variedades B y 2 de basalto, la calcedonia, el
basalto vesicular y la brecha volcánica 1 y 2, asumo la procedencia tentativa registrada en
las observaciones de campo.
Por su parte, entiendo como recursos no locales a todos aquellos que se localicen
más allá de un radio de 30 km relativo tanto al fondo de cuenca como a las quebradas altas.
Esta es la situación de la obsidiana, materia prima de excelentes cualidades para la talla, y
localizada a aproximadamente 80-90 km de Antofagasta de la Sierra, en la microregión del
Salar de Antofalla. Dadas estas condiciones, se puede sugerir que la utilización recurrente
de esta materia prima en los contextos agro-pastoriles imponía al sistema cultural ciertos
costos adicionales de tiempo y energía.
Dadas las condiciones de accesibilidad planteadas y tomando en consideración
calidades y formas de presentación, se ha podido advertir entre las materias primas
233
utilizadas apreciables diferencias que involucran no sólo a las estrategias de
aprovisionamiento y reducción implementadas sino también a su aprovechamiento en
función de los productos artefactuales producidos.
En principio, todo parece indicar que las materias primas locales han sido
explotadas en forma directa (sensu Meltzer 1989) a partir de depósitos primarios o
secundarios según el caso. Sin embargo, dentro de esta estrategia de aprovisionamiento
directa, es posible advertir una interesante distinción. En el fondo de cuenca, el
abastecimiento de las variedades A y X de basalto parecería ser el resultado de incursiones
orientadas casi específicamente a la obtención del material. El basalto Var. A constituye la
materia prima predominante en el registro artefactual de Casa Chavez Montículos a partir
del ingreso de nódulos, lascas nodulares e incluso, tal vez, lascas externas. Es cierto que la
selección de nódulos transportables no requiere mayor costo, sin embargo, no puede decirse
lo mismo respecto de la obtención de lascas nodulares u otras formas base. Más aún, si
estas lascas nodulares, recurrentemente utilizadas en la manufactura de las “grandes lascas
con retoque”, evidencian una marcada estandarización de tamaño y módulo. En este
sentido, las actividades de reducción primaria registradas en la fuente de aprovisionamiento
de esta materia prima serían indicativas de la inversión de trabajo requerida en esta tarea de
aprovisionamiento.
En lo que respecta a la variedad X de basalto, no parece llevarse a cabo tarea de
reducción alguna en la fuente de abastecimiento. Por el contrario, lo particular de su
explotación estaría centrado en la cuidadosa selección de lajas como soportes necesarios
para la manufactura de palas y/o azadas. En función de las particulares características
morfológicas de este instrumento, debieron tomarse en consideración ciertos estándares de
calidad de la roca así como también de tamaño, espesor y peso de las lajas. A esta trabajosa
selección debería agregarse el costo involucrado en el transporte de las lajas ya que su peso
por unidad, si se toma en cuenta el del instrumento terminado, debió superar los 1000 gr.
con facilidad.
234
Los restantes recursos locales, por su parte, parecen adscribirse a una situación de
aprovisionamiento directo algo diferente. La adquisición de materias primas, en este caso,
respondería a la implementación de una estrategia inclusiva o “embedded” (Binford 1979).
Es decir, que la recolección de guijarros, nódulos, clastos, e inclusive instrumentos, se
llevaría a cabo junto a otras actividades de subsistencia reduciendo el costo efectivo del
aprovisionamiento. Al respecto, se debe tener presente que la actividad pastoril, en virtud
de su propia dinámica, implica un uso del espacio que facilita el acceso a los distintos
microambientes y, con ello, a las áreas con abundancia de recursos localizados.
De este modo, más de una decena de materias primas diversas participan de la
producción lítica en pequeñas proporciones contribuyendo así a mantener una
disponibilidad de materiales más o menos constante. Asimismo, sin apartarse demasiado de
la estrategia planteada, se destaca la existencia de un abastecimiento no tan aleatorio sino
orientado a la adquisición de determinadas primas que, por sus cualidades para la talla o su
eficiencia mecánica en la realización de tareas específicas, han sido seleccionadas y
utilizadas con más frecuencia en la producción. Las variedades de basalto 1, C y B al igual
que la cuarcita parecen responder a esta conducta.
El aprovisionamiento de la obsidiana, como recurso no local, plantea interesantes
perspectivas. Parto de la premisa que señala que, por sí sola, la presencia de una materia
prima exótica en cualquier conjunto lítico es insuficiente para dar cuenta de la forma de su
abastecimiento pudiendo atribuirse tanto a una explotación directa de larga distancia como
a una indirecta (sensu Meltzer 1989). Con esta idea en mente y más allá de su presencia,
cómo ha sido tratada la obsidiana en los contextos agro-pastoriles ?
En principio, en los conjuntos estratigráficos analizados, se puede advertir que la
obsidiana constituye un recurso que, si bien no es predominante, ofrece frecuencias
significativas de aparición. Estas proporciones no responden a la exclusiva presencia de
instrumentos terminados sino que pueden ser atribuidas al desarrollo de casi todas las
instancias de reducción. En efecto, núcleos ya preparados y, quizás, algunos soportes de
tamaños adecuados han sido modificados intensamente en función de la producción de un
235
instrumento particular : las puntas de proyectil. Al respecto, no cabe dudas que las
características estructurales de la roca, la agudeza de sus filos y la consecuente habilidad de
penetración han sido algunos de los elementos claves que han estimulado el acceso a este
recurso de baja disponibilidad. Por su parte, en la fuente de aprovisionamiento se han
detectado tareas de reducción de núcleo y extracción de formas base así como también
ciertas instancias de manufactura de instrumentos.
Como puede apreciarse, la información tecnológica recuperada es abundante y
refleja el procesamiento de un recurso valioso y de alto costo. Sin embargo, no permite aún
dilucidar, de una manera no ambigua, la problemática planteada : la materia prima ha
circulado en el marco de alguna red de intercambio o parte del grupo ha accedido en forma
directa a esta fuente distante ? Sólo puedo decir, tomando en consideración la relevancia
que llegan a tener las alianzas sociales, los mecanismos de cooperación y las redes de
información en las sociedades agro-pastoriles, que tal vez la balanza se incline más en favor
de una adquisición indirecta -junto a otros bienes de intercambio- que de una directa.
Ahora bien, una vez logrado el abastecimiento, es un hecho que materias primas
locales y no locales han sido utilizadas, en toda su diversidad, por los grupos formativos
que ocuparon la cuenca de Antofagasta de la Sierra. Asentamientos con diferente
funcionalidad y estabilidad ocupacional, como Casa Chavez Montículos y Real Grande 1,
registran en general el empleo predominante de recursos locales en detrimento de los no
locales, cubriendo casi la misma gama de materias primas. No obstante, dentro de la misma
cuenca y en función de los recursos concentrados en los microambientes definidos, la
utilización de los recursos más cercanos se impone con singular énfasis.
Tomando en cuenta la producción total (instrumentos, núcleos y desechos de talla)
por materia prima en el Montículo 111, sobresale el procesamiento de los recursos
localizados en el mismo fondo de cuenca (56.5% - basalto Var. A y B, cuarcita y arenisca)
11 Los valores que se vuelcan en estos párrafos corresponden a las Tablas 23 y 29 (Capítulo VI). En el caso del Montículo 1, se debe señalar la ausencia de la variedad X de basalto por razones ya especificadas en ocasión de la Tabla 23.
236
sobre aquellos ubicados en el sector de quebradas altas (9.7% - basalto Var. C, 1 y 2, vidrio
volcánico 1 y 2, ópalo y calcedonia). Luego, la distribución se completa con las
proporciones correspondientes a la obsidiana (30.0%) y a los recursos de procedencia
incierta (3.8%). Cabe destacar, entre los materiales de mayor disponibilidad, el marcado
aprovechamiento del basalto Var. A que comprende el 40.0% de los recursos del fondo de
cuenca. Por su parte, haciendo lo propio en Real Grande 19, se llega a advertir que el 73.2%
de los materiales registrados en contexto corresponden al mismo microambiente (basalto
Var. 1, 2 y C, vidrios volcánico 1 y 2, calcedonia, ópalo, ónix, brecha volcánica 1 y 2). De
todos ellos, el basalto Var. 1 asume el 51.4% de la representatividad aludida. Los recursos
del fondo de cuenca (basalto Var. A y B, y cuarcita) alcanzan el 9.1% mientras que la
obsidiana procesada comprende el 16.9% de la producción total. El 0.8% restante pertenece
a los materiales de procedencia incierta (vidrio volcánico no diferenciado y materias primas
no determinadas).
En síntesis, puedo sostener que, dentro de las materias primas locales, se privilegia
siempre el uso de aquellas más cercanas a la localización del asentamiento. Al respecto, la
producción parece concentrarse en un recurso dominante -tal el caso de las variedades A y
1 de basalto- y en el uso complementario de un amplio espectro de rocas disponibles.
Considero que esta última diversificación de recursos, obtenidos a bajo costo en forma
inclusiva o “embedded”, contribuyen a mantener una provisión segura de materiales
mínimamente eficientes. La importancia concedida a la utilización de la obsidiana, más allá
de los costos involucrados en su aprovisionamiento, queda evidenciada por una
significativa representatividad proporcional.
Trayectorias de Producción Lítica
A partir de una explotación diferenciada de los recursos líticos disponibles, es
lógico pensar que los costos involucrados en el aprovisionamiento, reducción inicial y
transporte de las distintas materias primas se vean reflejados en el aprovechamiento de las
mismas. En este sentido, es dable esperar que los conjuntos líticos evidencien variaciones
237
en lo que respecta al uso de técnicas alternativas de manufactura y mantenimiento de
artefactos como diferencias en la celeridad del descarte de los mismos.
Una manera de abordar estas particulares características estructurales y
organizativas en los conjuntos artefactuales es a través de la delineación de trayectorias de
producción. Dichas trayectorias, planteadas como modelos particulares, apuntan a clarificar
la relación entre la disponibilidad de los recursos líticos, las secuencias de producción y el
sistema de asentamiento-subsistencia. De este modo, contribuyen a desenredar ese apretado
entretejido de decisiones o estrategias que guían el componente tecnológico de los grupos
agro-pastoriles.
A partir de las investigaciones realizadas, sólo han podido desarrollarse las
trayectorias correspondientes a las principales materias primas utilizadas : basalto Var. A,
cuarcita, basalto Var. 1 y obsidiana.
Trayectoria de Producción : Basalto Variedad A
Este recurso (Figura 77), localizado en el fondo de cuenca, se presenta en los
sectores norte y sur de las coladas basálticas de Los Negros en forma de bloques y nódulos
globulosos transportables, de color gris oscuro a negro intenso. En dichas localizaciones, se
llevan a cabo las siguientes tareas de aprovisionamiento :
238
Figura 77 Trayectorias de Producción
Basalto Variedad A y Obsidiana
239
∗ selección, recolección y transporte de nódulos
∗ reducción primaria a partir de bloques y/o lascas nodulares
∗ selección, recolección y transporte de lascas nodulares y, tal vez, de formas base (lascas
externas) de tamaños grandes y muy grandes
Una vez alcanzada la base residencial, dentro de un radio de 5-20 km, los nódulos y
algunas de las lascas nodulares12 transportadas se convierten en núcleos y nucleiformes, es
decir, en productores de lascas o formas base de instrumentos. Los núcleos, en general,
lejos de presentar una morfología estandarizada, poseen formas irregulares o también
llamadas amorfas debido a la extracción aleatoria de lascas de diverso tamaño en múltiples
direcciones. Al respecto, podría sostener que la mayoría de estos núcleos no son objeto de
intensas reducciones y, en consecuencia, difícilmente registran estados elevados de
agotamiento. Cabe destacar que el carácter amorfo de estas piezas se hace también
extensivo a los núcleos de las variedades B y C de basalto, vidrio volcánico 1, cuarcita y
calcedonia.
Si bien una tecnología de núcleos amorfos puede ser el resultado de una variedad de
factores tecnológicos (Patterson 1987) considero que, en este caso, podría atribuirse a la
disponibilidad general de materia prima así como también a la escasa necesidad de
controlar el tamaño y módulo de las lascas obtenidas en función de un mínimo esfuerzo
tecnológico. Al respecto, Gould (1980 :125) ha podido observar en Australia que “where
raw material is abundant, knappers may casually strike off flakes as needed without
attempting to continually control core shape, or they may remove many flakes and select
the best ones for tool use”.
Cualquiera podría preguntar por qué me he referido anteriormente a la escasa
necesidad de controlar el tamaño y módulos de las formas base. Siguiendo la trayectoria
productiva, se puede advertir que todo un conjunto de lascas externas, internas y no
diferenciadas, carentes de estandarización alguna, se utilizan para la formatización y/o 12 Escasos indicios artefactuales sugieren la posibilidad de que algunas de las lascas nodulares hayan funcionado como nucleiformes.
240
regularización de una gran variedad de instrumentos de manufactura simple, en su mayoría
unifaciales, con retalla y retoque marginal o parcialmente extendido. Me refiero con ello a
la presencia de raederas, artefactos mediano pequeños/muy pequeños RBO, muescas
retocadas, denticulados, raspadores, puntas entre muescas, cortantes, artefactos burilantes,
choppers, etc.
Asimismo, formas base semejantes a las anteriores también han dado lugar a la
manufactura de artefactos con escasa formatización (artefactos de formatización sumaria) o
han sido utilizadas en forma directa (filos naturales con rastros complementarios). Un
párrafo aparte merecen las lascas nodulares que han sido transportadas desde la fuente de
aprovisionamiento. He mencionado su utilización en calidad de nucleiformes, sin embargo,
ésta no es más que una función meramente secundaria. En realidad, los esfuerzos invertidos
en la provisión de estas enormes lascas de módulos recurrentes están orientados a la
producción de las denominadas “grandes lascas con retoque”. En líneas generales, se trata
de un instrumento unifacial elaborado por procedimientos de retalla y retoque marginal en
regular secuencia.
Por su parte, no se puede dejar de señalar, en esta trayectoria, que las lascas no han
sido las únicas formas base utilizadas para la confección de instrumentos útiles. En efecto,
tanto nódulos como núcleos fuera de uso han sido levemente modificados para la obtención
de artefactos de formatización sumaria como también, en algún caso, han sido utilizados
como percutores.
En síntesis, se puede apreciar que el procesamiento del basalto variedad A está
orientado, principalmente, a cumplimentar un amplio rango de tareas básicas a través de
instrumentos no estandarizados, con bajo grado de modificación, y en consecuencia, con un
gasto mínimo de tiempo y energía en su producción. Debo señalar, además, que estos
instrumentos simples rara vez han sido reactivados o reciclados, por el contrario, parecen
haber sido descartados luego de un corto uso o en ocasión de su fractura. Sin embargo, no
puedo obviar la presencia de algunos casos interesantes en dirección opuesta que se suman
a algunos otros de basalto variedad C y vidrio volcánico 1 (ver pp. 134), es decir, todas
241
materias primas de buena calidad. Se trata del aprovechamiento de las fracturas de algunos
instrumentos para confeccionar nuevos filos activos o dorsos. Al respecto, considero que
tanto el reciclaje de algunos instrumentos fracturados como la utilización de un fragmento
de núcleo como forma base instrumental constituyen indicios de la necesidad de preservar
la vida útil de la materia prima. Qué significa esto ? En general, poca es la inversión de
trabajo registrada en el conjunto artefactual, aún en los mismos reciclajes, pero este mínimo
esfuerzo tecnológico sólo es posible en virtud de la existencia de un stock flexible de
materiales. En estas condiciones, no resulta extraño advertir algunos intentos orientados a
“estirar” la utilidad de algunas de las mejores materias primas.
Ahora bien, si se asume que los instrumentos funcionalmente específicos tienden a
presentar formas estandarizadas y alto grado de modificación (Johnson 1989 ; Lurie 1989 ;
Torrence 1989c), entonces, debería esperar entre los artefactos tratados una baja
especialización. En principio, esta expectativa se cumple a través de una serie de filos
simples que pueden ajustarse a diversas funciones primarias o modos de acción (sensu
Aschero 1975). Y en ello incluyo, entre otros, a los artefactos de formatización sumaria,
filos naturales con rastros complementarios, raederas, artefactos mediano pequeños/muy
pequeños RBO, artefactos con microretoque ultramarginal (RUM), raspadores y cuchillos
Sin embargo, no se puede descartar el hecho de que un instrumento especializado
también puede estar definido simplemente por la presencia de formas discretas de bordes
que lo inhiben de ser utilizado en otra tarea que la específica. Al respecto, Lurie (1989 :52)
señala que “specialized function is often implied by edge configurations such as
concavities, serrations or denticulations or tool projections such as burin, graver o drill
tips”. De este modo, en el conjunto de instrumentos simples analizados, se advierte la
presencia de piezas con configuraciones específicas de filos. Muescas, denticulados,
artefactos burilantes, perforadores y puntas entre muescas ofrecen, sin mayor costo de
manufactura, un grado de especialización acorde con la necesidad de cumplimentar
aceptablemente determinada tarea en corto tiempo.
242
Desde mi punto de vista, también evidencian cierto grado de especificidad las
denominadas “grandes lascas con retoque”. Sin embargo, en este caso, sí se trata de
instrumentos con alto grado de estandarización formal y tecnológica, y vinculados a
situaciones de enmangue. Los análisis realizados no solo sugieren la existencia de una
notoria inversión de tiempo y/o energía en la obtención de las formas bases sino que
también revelan conductas de manufactura anticipada y de almacenaje. Seis de las ocho
piezas recuperadas, dada la situación de su hallazgo, evidencian que fueron preparadas y
acopiadas con antelación a su uso. Se podría decir, incluso, que la mayor parte de ellas no
han entrado aún en funciones ya que carecen, en el sector del bulbo, del rebaje necesario
para su enmangue. Todas estas características tecnológicas son indicativas de la
complejidad de un artefacto (sensu Oswalt 1973) que, sin lugar a dudas, constituía una
respuesta eficiente para una necesidad nueva desprendida de las prácticas agro-pastoriles.
Una reflexión similar merecen las palas y/o azadas. Estos artefactos no forman parte
de la trayectoria productiva de la variedad A sino que están confeccionadas, en forma
excluyente, con la variedad X de basalto. Esta materia prima se presenta en forma de lajas
en el sector norte de las coladas basálticas de Los Negros y su aprovisionamiento insume
ciertos costos a tener en cuenta a la hora de evaluar la vida útil de este instrumento. Su
presencia en los conjuntos agro-pastoriles puede asociarse fundamentalmente a tareas de
índole agrícola. En este sentido, se puede sostener que las nuevas necesidades de
subsistencia llegan a exigir de la tecnología una nueva respuesta eficiente :la producción de
otro artefacto especializado y con alto grado de estandarización morfo-tecnológica. Al
respecto, se debe destacar que dicha estandarización así como los procedimientos de talla
ligados a la formatización del mango y embotamiento de sus bordes son claros reflejos de
los requerimientos de un enmangue (Keeley 1982). Tomando en consideración, entonces, la
complejidad misma de este instrumento y los costos involucrados en el abastecimiento y
manufactura no resulta extraño observar que se favorezca la prolongación de la vida activa
de este artefacto a través de extensivas reactivaciones.
Trayectoria de Producción : Obsidiana
243
Esta trayectoria productiva (Figura 77) corresponde a una materia prima no local o
exótica a la microregión de Antofagasta de la Sierra. En efecto, su fuente de
aprovisionamiento se localiza sobre una quebrada adyacente a la margen occidental del
Salar de Antofalla distante entre 80-90 km de la localidad actual de Antofagasta de la
Sierra. Depósitos primarios y secundarios detectados muestran a la obsidiana en forma de
nódulos, de variados tamaños y coloraciones, observándose en algunos de ellos la presencia
de abundantes miarolas o impurezas.
En términos generales, las observaciones y análisis efectuados en el área de
aprovisionamiento sugieren la realización de las siguientes actividades productivas :
∗ testeo y selección de nódulos viables para su procesamiento
∗ descortezamiento primario y preparación de núcleos para su transporte
∗ extracción de formas base o lascas de tamaños grandes y muy grandes factibles de ser
transportadas a otras localizaciones
Ya en la microregión de Antofagasta de la Sierra, el conjunto lítico de la base
residencial del fondo de cuenca registra el ingreso de la obsidiana bajo la forma de núcleos
preparados y formas base para instrumentos. Estos núcleos, orientados esencialmente a la
obtención de lascas pequeñas y mediano pequeñas, son objeto de intensas reducciones y
reactivaciones. Inclusive, se puede advertir que, como último recurso para extraer formas
base, se impone la utilización de la talla bipolar a fin de extremar la utilidad del recurso. En
esta misma dirección, algunos núcleos, llegados al punto de agotamiento parcial o total,
llegan a convertirse, en sí mismos, en formas base de instrumentos de manufactura simple,
con retoque marginal unifacial (muescas y artefactos mediano pequeños/muy pequeños
RBO).
Obsérvese, en este caso, que no se trata de núcleos amorfos. En efecto, la necesidad
de una reducción eficiente ante un recurso de escasa disponibilidad, más, el objeto de
orientar el procesamiento de esta materia prima hacia la confección de un instrumento en
244
particular -como las puntas de proyectil- inhibe la implementación de una tecnología de
núcleos amorfos (Custer 1987 ; Patterson 1987). La búsqueda de soportes adecuados para la
manufactura de los proyectiles parece ser el eje direccional del procesamiento de esta
materia prima. Sin embargo, una vez agotadas las posibilidades tecnológicas de mantener
esta orientación, se advierte la instrumentación de otras alternativas en función de la
maximización del recurso.
Continuando con la trayectoria, se puede apreciar que una gran mayoría de las
lascas producidas se utiliza fundamentalmente para la manufactura de un instrumento
formatizado y regularizado por medio de retoques bifaciales extendidos o parcialmente
extendidos. Me refiero específicamente a puntas de proyectil pedunculadas y
apedunculadas de base escotada. Por otro lado, en menor medida, lascas externas e internas
también han sido utilizadas para producir algunos instrumentos unifaciales confeccionados
con procedimientos de retoque marginal y/o ultramarginal (artefactos mediano
pequeños/muy pequeños RBO, artefactos con filos en bisel asimétrico RUM, raspadores,
artefactos burilantes, muescas).
Con ánimo de evaluar todo este procesamiento, deseo realizar en principio algunas
observaciones acerca de la explotación de esta materia prima. No se puede afirmar que la
microregión de Antofagasta de la Sierra carece de los recursos líticos necesarios para una
producción artefactual efectiva. Sin embargo, se han invertido esfuerzos adicionales en
tiempo y energía para obtener, por acceso directo o indirecto, una materia prima distante
pero de altas cualidades para la talla como la obsidiana. Más aún, podría decirse que sus
propiedades físico-mecánicas se orientaron, casi con exclusividad, a la confección de
instrumentos tan particulares como las puntas de proyectil. Al respecto, Lurie (1989 :48)
sostiene, al referirse a materiales costosos para el sistema, que “it will be used to make
special tools, perhaps smaller tools, to be knapped with less waste and to be used more
intensively (Joslin-Jeske 1982)”.
Teniendo esto en claro, se pueden remarcar dos aspectos importantes del
procesamiento de la obsidiana. En primer lugar, es evidente la utilización selectiva de esta
245
materia prima para la manufactura de un instrumento estandarizado, complejo,
funcionalmente específico y que requiere una apreciable inversión de trabajo. Sí, las puntas
de proyectil reúnen todas estas características tecnológicas y participan del particular rol
otorgado a las prácticas predadoras en las economías agro-pastoriles.
Uno de los aspectos sobre el que deseo hacer hincapié es la complejidad de este
artefacto. En términos generales, “la complejidad de un instrumento hace referencia al
“número de ítems configuracionalmente distintos” que da lugar a un instrumento o a otro
medio material de captura (facility)” (Oswalt 1973 :31). En el caso de las puntas de
proyectil, la complejidad está dada por su condición de instrumento enmangado (Keeley
1982). Astil, intermediario, pluma y tendón forman parte de un artefacto cuya porción lítica
-el proyectil- debe ser lo suficientemente estandarizada como para ser fácilmente
reemplazada sin alterar el todo artefactual. A su vez, esta misma complejidad, sumada al
recurrente patrón formal y a la bifacialidad intrínseca del instrumento, tiende a favorecer la
extensión de la vida útil del artefacto facilitando los procedimientos de mantenimiento
(Jeske 1989 ; Kelly 1988). En este sentido, debo destacar el registro de claras evidencias de
reactivación entre las puntas de proyectil analizadas, algunas de las cuales fueron objeto de
mantenimiento aún estando enastiladas. Sin lugar a dudas, condiciones de baja
disponibilidad como las planteadas para la obsidiana influyen en los potenciales costos de
reemplazo estimulando, así, la frecuente reparación de los proyectiles.
En segundo lugar, considero relevante mencionar que no todo aquello ligado al
procesamiento de la obsidiana responde a los requerimientos de una tecnología de
proyectiles. En efecto, el empleo de la obsidiana para la confección de algunos
instrumentos simples y no estandarizados parece introducir en esta trayectoria los efectos
de un uso no tan selectivo ni tan cuidado como el mencionado anteriormente. Sin embargo,
me atrevo a sugerir que esta situación, que otorga cierta flexibilidad al manejo de un
recurso costoso como la obsidiana, no debe asumirse como sinónimo de una utilización
poco económica de la misma.
246
Si tomo en consideración que la reducción intensa de núcleos y sus formas base
resultantes están orientadas a la producción de puntas de proyectil, no puedo dejar de
advertir la existencia de una cantidad de subproductos líticos que, por su tamaño, módulo o
espesor, no podrían constituirse en soportes adecuados para los proyectiles. De este modo,
lejos de descartar tales subproductos (fragmentos de núcleo, y lascas fracturadas o enteras)
y aprovechando las excelentes propiedades de esta roca, se utilizaron para la manufactura
de instrumentos simples en el marco de un comportamiento que apunta a la maximización
de la obsidiana como recurso lítico. La existencia de alternativas de reciclaje registradas en
instrumentos fracturados o abandonados en pleno proceso de manufactura adquieren pleno
significado en este contexto.
Trayectoria de Producción : Cuarcita
Esta materia prima (Figura 78) aparece en forma de concentraciones superficiales de
guijarros a sólo 1-1.5 km de Casa Chavez Montículos. En dichos depósitos secundarios se
efectúa, fundamentalmente, la selección, recolección y transporte de guijarros de diverso
tamaño. Posteriormente, en la base residencial, estos guijarros constituyen en su mayor
parte las formas base de artefactos no formatizados. Me refiero con ello a la presencia de
percutores, manos y litos no diferenciados modificados por uso. Con respecto a los
percutores, se ha podido advertir cierta tendencia a la multifunción y, en menor medida, al
reciclaje de los artefactos. En efecto, por un lado, se observa la utilización de este
instrumento en tareas complementarias que no afectan la función primaria del percutor. Por
otro lado, hay evidencias que indican que, ante la fractura o agotamiento funcional del
instrumento, estos artefactos tienden a ser reciclados como núcleos de lascas o tal vez como
manos.
247
Figura 78 Trayectorias de Producción
Cuarcita y Basalto Variedad 1
248
Secundariamente, los guijarros también constituyen soportes de instrumentos
manufacturados por retalla marginal o extendida, tal el caso de choppers y de artefactos de
formatización sumaria. Finalmente, en muy reducida medida, los guijarros, reducidos a
núcleos amorfos, permiten la extracción aislada y aleatoria de algunas lascas externas e
internas con la intención de utilizar sus filos naturales.
Se trata, en síntesis, de un conjunto de artefactos no estandarizados que ofrecen un
muy bajo grado de modificación y una reducida inversión de tiempo y energía en su
producción. Al respecto, considero relevante señalar que el uso de la cuarcita en estos
instrumentos, caracterizados por su gran tamaño y peso, puede atribuirse a la eficiencia
mecánica de esta materia prima para determinadas tareas (percutir, moler, desbastar) y al
estado en que se presenta la roca. No hay que olvidar que la cuarcita, si bien posee escasas
cualidad para la talla, es un recurso de gran tenacidad y dureza que aparece en forma de
guijarros de diverso tamaño.
Ahora bien, tanto las manos como los percutores registrados constituyen artefactos
no formatizados pero modificados como resultado de su mera utilización. De este modo,
para dar cuenta de la especificidad o generalización de los mismos en el desarrollo de
demandas funcionales, no habría más que correlacionar el número de tipos diferentes de
modificaciones sufridas con el grado de multifuncionalidad del implemento. Sin embargo,
en este contexto, éstos tal vez no sean los criterios más adecuados para tratar este tipo de
instrumentos. Según Lurie (1989 :55), “the longer a site is occupied, the greater the chance
that a tool will be used repeatedly for a variety of jobs”. En estos términos, el número de
modificaciones registradas en este tipo de artefactos puede evaluarse más como una medida
de la intensidad del uso que de su especificidad o generalización.
Aprovecho esta oportunidad para mencionar a un conjunto de materias primas de
similares características estructurales que la cuarcita. Estas son el basalto vesicular, las
areniscas cuarcíticas y los pórfiros volcánicos. También en este caso, la eficiencia mecánica
y el estado en que se presentan estos materiales parecen hacer sido los criterios selectivos
249
que primaron en su utilización como soportes de manos, molinos, litos no diferenciados
modificados por uso y percutores.
Trayectoria de Producción : Basalto Variedad 1
Esta variedad de basalto constituye la materia prima de mayor representatividad
dentro del registro arqueológico de Real Grande 1. De allí, mi interés en referirme a ella
intentando esbozar su trayectoria productiva (Figura 78).
En calidad de recurso lítico, aparece en forma de grandes bloques (ZAC), bloques
aislados y nódulos en las Pampas Oeste, Este y Norte de Quebrada Seca, distante entre 5-7
km de la quebrada de Real Grande. Hasta el momento, no he podido llevar a cabo la
identificación de las actividades de producción efectuadas en estos depósitos primarios y su
posible relación con los conjuntos artefactuales del puesto de altura. Por lo tanto, cabe
aclarar que la delineación de esta trayectoria se basa, únicamente, en las observaciones
surgidas del análisis del material estratigráfico.
En principio, se puede sostener que esta materia prima ingresa bajo la forma de
nódulos y/o núcleos a fin de extraer formas base potencialmente utilizables ya como
soportes de instrumentos, ya como nuevos productores de lascas o nucleiformes. Al
respecto, las evidencias sugieren la existencia de eventos aislados de reducción primaria
que se ajustarían a necesidades ocasionales. Asumiendo la regular reutilización del
asentamiento, es posible pensar que estos nódulos, núcleos y nucleiformes constituyeran un
reservorio básico de materia prima y fueran aprovechados en sucesivas ocupaciones. La
misma utilización de la talla bipolar en algunos núcleos daría cuenta de la intención de
aprovechar al extremo la materia prima acopiada.
Luego, lascas externas e internas de diverso tamaño y módulo se utilizan,
primordialmente, en la confección de instrumentos unifaciales, con retalla y retoque
marginal o parcialmente extendido. Se destaca, entre ellos, la presencia de raederas,
raspadores, muescas y artefactos mediano pequeños/muy pequeños RBO. En menor
250
medida, este recurso también aparece vinculado a la manufactura de artefactos de
formatización sumaria como a la de algunos instrumentos con retoque bifacial marginal o
parcialmente extendido (cuchillos, perforadores). Se trata, en definitiva, de un conjunto de
instrumentos no estandarizados, con bajo grado de modificación y cierta especificidad en
algunos filos particulares.
Abriendo un paréntesis en esta trayectoria, considero relevante señalar que esta
materia prima es la única que evidencia productos y subproductos resultantes de las
distintas instancias de la secuencia de producción. En general, se observa que en el
conjunto lítico de Real Grande 1 predomina el ingreso de artefactos ya formatizados o
sujetos a regularizaciones finales. Incluso, es evidente que ha tenido suma importancia la
realización de actividades de mantenimiento en instrumentos de variadas materias primas
procedentes de otras localizaciones. En este sentido, y volviendo al basalto variedad 1, es
interesante advertir la utilización de piezas recogidas de un paisaje ya arqueológico y
retomadas para su empleo. Por un lado, piezas bifaciales de retoque extendido han sido
recicladas dando lugar a una raedera y un cuchillo de filo retocado. Por otro lado, puntas de
proyectil de contextos arcáicos han sido reactivadas e incorporadas al conjunto lítico de los
pastores formativos. En ambos casos, se advierte el empleo ocasional de la técnica bipolar
como procedimiento viable para el reciclaje o mantenimiento de los instrumentos
mencionados.
Algo Más sobre Producción Lítica
Las actividades de producción o modificación de materias primas cubren un variado
espectro de etapas. En este sentido, Ericson (1982 :133) hace referencia :
“...al testeo de nódulos que produce una de las tantas lascas primarias de descortezamiento, a
la preparación de núcleos, por medio de la cual se remueven lascas primarias, secundarias, y
hasta terciarias, a la preparación de preformas, en la cual también se extraen lascas de
adelgazamiento, o a la producción de un instrumento terminado que deja un registro casi
completo de todo el proceso de reducción.”
251
Ahora bien, variaciones espacio-temporales dentro de este proceso productivo
avalan la distinción de producciones terminales, secuenciales e irregulares (Ericson 1984).
En efecto, en el caso particular que me ocupa y de acuerdo a la información procesada
hasta el momento, es posible sostener el desarrollo de una producción lítica general de
carácter secuencial.
En el marco de contextos agro-pastoriles puneños, la secuencia de pasos productivos
se inicia en las fuentes mismas de aprovisionamiento de materia prima o, en su defecto, en
aquellos sectores microambientales que concentren recursos líticos de utilización
predecible. De este modo, según las particularidades que impone cada uno de los
materiales, se llevan a cabo en las localidades de abastecimiento actividades de selección y
recolección directa (guijarros, nódulos, lajas, y clastos) así como también tareas de testeo,
selección y reducción primaria (extracción de lascas nodulares, preparación de núcleos,
reducción de núcleos y extracción de lascas).
Posteriormente, los productos y subproductos obtenidos -nódulos, guijarros, lajas,
clastos, núcleos o formas base- continúan su procesamiento ya en las bases residenciales
del fondo de cuenca, ya en las localidades de actividades limitadas ubicadas en otros
microambientes.
En el caso del sitio Casa Chavez Montículos los datos revelan que ciertos esfuerzos
estuvieron orientados a completar las primeras etapas de la secuencia. Tareas de reducción
primaria a partir de nódulos, clastos, guijarros, núcleos y tal vez nucleiformes se llevaron a
cabo con el objeto de extraer formas base adecuadas para la manufactura de instrumentos.
Al respecto, es interesante advertir que predomina un trabajo de percusión dura en función
de una tecnología de núcleos amorfos que favorece la extracción eventual y aleatoria de
lascas no estandarizadas. De este modo, dado que esta tecnología de extracción se ajusta a
las necesidades del momento no puede resultar llamativa la baja frecuencia de aparición de
aquellos subproductos ligados a esta tarea.
252
Un registro artefactual de mayores proporciones da cuenta, a su vez, del pleno
desarrollo de las instancias de manufactura. Diversas formas base (nódulos, guijarros,
clastos, lajas, lascas externas e internas) son objeto de formatización y regularización a
través de la implementación de procedimientos de retalla, retoque y microretoque. Las
técnicas de percusión y presión, aplicadas sin demasiada preparación de las plataformas de
trabajo, interactúan con variada intensidad de acuerdo a la materia prima procesada. Por
ejemplo, las variedades A, B y C de basalto registran ambas técnicas de talla en distintos
momentos de la manufactura a diferencia de la obsidiana que muestra un marcado énfasis
en el uso de la presión. Cabe aclarar que el empleo de esta última técnica se encuentra
avalado por la presencia de varios retocadores óseos en el registro arqueológico (Olivera
1992 :285-286).
Dentro de las instancias de manufactura referidas también se incluyen las
actividades de reactivación y/o reciclaje de artefactos. Al respecto, los materiales
analizados indican que la realización de estas tareas no ha sido frecuente en términos
generales. No obstante, tiende a aparecer ligada al procesamiento económico de algunas
materias primas (obsidiana, basalto variedades A, B y C, vidrio volcánico 1) como también
a la prolongación de la vida útil de ciertos instrumentos (puntas de proyectil, palas y/o
azadas). Por otra parte, la presencia de algunos desechos (variedades 1 y 2 de basalto,
vidrio volcánico 2) adscribibles a eventos de regularización y/o mantenimiento dan cuenta
de una práctica similar pero vinculada a instrumentos “en tránsito”. Con esta última
expresión hago referencia a piezas cuya talla de extracción y formatización, incluyendo su
descarte, se ha efectuado en otras localizaciones.
Se podría decir que la observación anterior, más allá de la actividad misma
realizada, pone en evidencia la participación implícita de otras localizaciones en la
secuencia de pasos productivos. En este sentido, no se puede dejar de mencionar la
presencia de instrumentos, ya formatizados o en proceso de manufactura, que han sido
transportados desde otros asentamientos e introducidos en Casa Chavez Montículos, donde
ha tenido lugar la terminación, uso y descarte de los mismos. Se debe advertir que el
253
registro instrumental y de desechos que sugiere esta dinámica corresponde a materiales
locales pero distantes del fondo de cuenca (vidrio volcánico 1, ópalo, calcedonia y sílice).
En lo que hace a las últimas instancias de la secuencia productiva, se puede señalar
que gran parte del conjunto instrumental, más allá de los casos mencionados de
reactivación y/o reciclaje, parece evidenciar un rápido descarte luego de un corto uso o
como consecuencia de su rotura. Cabe recordar que la muestra analizada de artefactos
formatizados y no formatizados presenta un índice de fracturación de 57.6%. Esto podría
relacionarse con las numerosas áreas de basural y zonas vertedero detectadas por Nasti
(1998 :404-408) a lo largo de la ocupación del sitio. Asimismo, no se puede obviar el hecho
de que cierta porción del instrumental, lejos de estar descartado, se encuentra disponible
para un regular uso. Núcleos, percutores, manos, molinos, litos modificados por uso y
aquellos instrumentos que evidencian una manufactura anticipada constituirían un stock
funcional básico condicionado por la estabilidad de la ocupación.
Lo cierto es que el uso regular de ciertos artefactos y el descarte de otros involucra a
un variado grupo de clases instrumentales que se ajustaría a las diversas necesidades de una
economía agro-pastoril en el marco de una base residencial de ocupación anual.
Instrumentos simples y complejos, como los mencionados en las distintas trayectorias de
producción, pueden asociarse tanto al desarrollo de prácticas agrícolo-pastoriles como al
desenvolvimiento de la caza y el procesamiento consecuente de la presa. A esto se suma la
presencia de elementos de molienda posiblemente ligados al procesamiento de vegetales
domesticados y silvestres. El hallazgo en contexto de algunos macrovestigios vegetales
(maíz, algarrobo) refuerza esta sugerencia (Olivera 1992 :204-205). Finalmente, no debe
descartarse tampoco la utilidad que pudieron haber tenido algunos instrumentos con formas
discretas de filo y algunos litos abrasivos modificados por uso en la elaboración de otras
tecnofacturas presentes en el asentamiento : cerámica, cestería, cuentas, metalurgia (Olivera
op.cit.:283-284).
Por su parte, los materiales correspondientes a los eventos de ocupación periódica
de Real Grande 1 dan cuenta de actividades más específicas. En principio, los datos revelan
254
la existencia de eventos aislados de reducción primaria sobre nódulos y/o núcleos de la
materia prima de mayor disponibilidad (basalto Var. 1). Estas actividades, orientadas a la
extracción de ocasionales formas base no estandarizadas, aparecen reflejadas en núcleos de
diversa morfología y nucleiformes que habrían actuado como una especie de reserva de
materia prima, factible de ser aprovechada -hasta su agotamiento- en sucesivas visitas. Es
posible también que, a manera de complemento, algunos núcleos “en tránsito” fueran
objeto de reducciones. La presencia de una lasca de reactivación de núcleo, de algunas
lascas externas y desechos indiferenciados de obsidiana sugieren esta situación. Cabe
destacar que la evidencia artefactual relativa a las primeras etapas de la secuencia
productiva es aún menor que la registrada en la base residencial.
Lejos de ser ocasionales, la realización de tareas de formatización, regularización y
mantenimiento de filos se desarrolla en forma recurrente pero parece estar supeditada a la
forma en que los materiales se presentan en el asentamiento (ya sea como instrumentos
formatizados, en proceso de formatización o como formas base). En lo que respecta al
basalto Var. 1, algunas lascas internas y externas registran la aplicación de procedimientos
de retalla, retoque y microretoque al tiempo que instrumentos recogidos e ingresados al
sitio ostentan modificaciones orientadas a su reciclaje y/o reactivación. Por su parte, las
materias primas restantes (basalto Var. 2, A, B y C, vidrio volcánico 1, 2 y no diferenciado,
obsidiana, calcedonia, brecha volcánica 1 y cuarcita) evidencian un marcado énfasis en la
regularización y/o mantenimiento de filos correspondientes a instrumentos, ya formatizados
o en proceso avanzado de manufactura, transportados desde otras localizaciones. Inclusive,
se puede decir que algunos instrumentos “en tránsito” (ópalo, ónix y brecha volcánica 2),
que han sido descartados fuera de Real Grande 1, han sido objeto de modificaciones
similares a las anteriores. Se debe señalar que, en líneas generales, las técnicas de percusión
y presión, aplicadas sobre plataformas escasamente preparadas, interactuaron de manera
semejante en casi todas las materias primas registradas.
No puedo dejar de mencionar que las puntas de proyectil constituyen la clase
instrumental de mayor representatividad en este registro. Los datos indican que gran parte
de ellas, especialmente las de obsidiana, han sido transportadas al asentamiento. Sin
255
embargo, la presencia de proyectiles confeccionados en distintas materias primas (basalto
Var. C, vidrio volcánico 1, 2 y no diferenciado) -muchas de ellas procedentes de las
quebradas de altura- sugiere la posibilidad de que algunos de éstos hayan sido
confeccionados en el mismo puesto de altura.
Como se puede apreciar, una gran mayoría del conjunto instrumental está
conformada por artefactos simples y complejos que han sido transportados para cumplir
determinadas funciones en este puesto de altura. Muchos de ellos, agotados o
fragmentados, han sido descartados. Y en relación a ello, cabe recordar que el índice de
fracturación de los instrumentos analizados alcanza un valor de 71.9%. Respecto de los
restantes (28.1%), se podría decir que aún se encuentran en condiciones de seguir siendo
utilizados. En este sentido, dado el carácter temporario y redundante de las ocupaciones, me
atrevo a sugerir la posibilidad de que hayan sido abandonados previendo situaciones de
retorno al sitio. Es interesante advertir que, en los puestos temporarios de pastores actuales,
un equipo instrumental básico queda guardado en el puesto al final de cada ocupación.
Palas, picos, cuchillos, tijeras de esquilar, y unos pocos recipientes son algunos de los
implementos comúnmente abandonados previendo futuros usos (Nasti 1998 ; Tomka 1994,
citado en Pintar 1996).
Real Grande 1 ha sido identificado como un puesto de caza/pastoreo de altura. En
efecto, la información aportada por el análisis arqueofaunístico evidencia un predominio de
restos óseos (Lama vicugna) provenientes de actividades de caza, abundando aquellas
partes esqueletarias menos ricas en aporte de carne. Esto significa que la matanza y el
procesamiento de camélidos se privilegiaron en detrimento del consumo (Olivera y Elkin
1994 ; Olivera 1998). En consecuencia, el rango de clases instrumentales descartadas y/o
abandonadas debería limitarse a los requerimientos de las tareas específicas mencionadas.
Al respecto, comienzo por destacar que el 48.6% de los instrumentos formatizados y no
formatizados (N= 66) corresponde a puntas de proyectil, hecho que revela la importancia de
las prácticas predadoras en este contexto. Por otro lado, gran parte de los instrumentos
restantes presentan filos generalizados y específicos (raederas, cuchillos, RBO, RUM,
256
muescas, artefactos burilantes, entre otros) que sugieren su posible participación en tareas
de procesamiento primario de camélidos y mantenimiento del instrumental de caza.
Estrategias Tecnológicas
Las características estructurales y organizativas de los conjuntos analizados son el
resultado de una particular manera de implementar ciertas decisiones o estrategias
tecnológicas. Asumo que ningún sistema tecnológico es exclusivamente expeditivo o
conservado. Por lo tanto, considero que ha llegado el momento de abordar, y con ello
intentar desentrañar, el grado de integración que presentan estas estrategias en función de la
particularidad del ambiente puneño y de las necesidades y/o prioridades de los grupos agro-
pastoriles.
En primera instancia, me atrevo a sostener que el componente tecnológico de esta
sociedad se asienta, básicamente, en la expeditividad, es decir, en una planificación
orientada a minimizar el esfuerzo que pudiera invertirse en la producción de instrumentos.
Al respecto, debe quedar claro que ciertas condiciones básicas en este comportamiento
como la alta predictibilidad inherente al momento y lugar de uso de los instrumentos y la
disponibilidad de tiempo están dadas. En efecto, la existencia de un sistema logístico
sedentario dinámico así como el control relativamente directo sobre la apropiación de los
recursos han favorecido dichas circunstancias.
Otro de los requerimientos claves en la implementación de esta estrategia es el
adecuado suministro de material lítico. En este sentido, la identificación realizada de
materias primas, fuentes de aprovisionamiento y locus de procesamiento ha puesto en
evidencia la circulación y el manejo de una variada gama de recursos que implicó la
aplicación de distintas formas de aprovisionamiento. Núcleos en diverso estado de
reducción como los registrados en Casa Chavez Montículos y Real Grande 1 formaron
parte, sin lugar a dudas, de ese reservorio flexible de materiales que hizo factible la
expeditividad. En definitiva, lo que queda claro es que, ya se tratase de estrategias
inclusivas, directas a corta y larga distancia, como indirectas, los grupos humanos
257
instrumentaron las decisiones técnicas, económicas y sociales que consideraron necesarias
para lograr un fluido abastecimiento de materiales.
Ahora bien, en función de este comportamiento expeditivo, las demandas
funcionales se vieron cumplidas a través de una tecnología de núcleos amorfos acompañada
de instrumentos no estandarizados, con bajo grado de modificación, y corta vida útil. Por
otra parte, la utilización aleatoria de materias primas en la confección de distintas piezas de
una misma clase instrumental revela el uso poco selectivo de las mismas y, por ende, un
cierto desinterés en el beneficio funcional del instrumental. Quiero aclarar que, en el caso
de ciertos artefactos no formatizados como percutores, manos, molinos y diversos litos, sí
se han privilegiado ciertos recursos en función de su eficiencia mecánica y su estado natural
de presentación. En términos generales, entonces, se podría decir que gran parte del
conjunto instrumental analizado presenta las características de diseño utilitario. En efecto,
formas de filo simples y configuraciones discretas de borde se ajustan, con un mínimo
gasto de tiempo y energía, a necesidades predecibles y de corto plazo. Cabe aclarar que, si
bien la versatilidad alude también a filos generalizados, no se espera del diseño utilitario un
uso multifuncional extensivo ni el mantenimiento de su vida útil como tal.
Una observación relevante, vinculada a la escasa inversión de trabajo involucrada en
la producción, es la ausencia de la aplicación de procedimientos de adelgazamiento bifacial
en la manufactura. Esto no quiere decir que no se hayan registrado instrumentos bifaciales
(cortantes, cuchillos, perforadores, inclusive bifaces). Sin embargo, se puede sostener que
éstos siguen comprendidos dentro del comportamiento expeditivo ya que sólo presentan
retoques extendidos -muchas veces algo abruptos- de tipo bifacial.
Otro elemento que rescato de la información procesada tiene que ver nuevamente
con la disponibilidad de materia prima y su relación con la expeditividad. Más allá de la
escasa inversión de trabajo que es dominante en los conjuntos líticos, es interesante advertir
la adopción de ciertas alternativas técnicas que, lejos de estar orientadas a prolongar la
trayectoria funcional de un instrumento, deben ser entendidas como medio de preservar la
materia prima. Fragmentos de núcleo utilizados como soportes de instrumento, fracturas no
258
intencionales aprovechadas para la formatización de filos y algunos otros reciclajes
constituyen, desde mi punto vista, clara evidencia de la necesidad de “estirar” la utilidad de
materias primas costosas y de buena calidad.
En esta cuestión, considero importante tener en cuenta, por un lado, los costos
involucrados en el aprovisionamiento de ciertas materias primas y, por otro lado, la
injerencia de ciertas cuestiones relativas a la programación del tiempo disponible en
función de la diversidad de tareas generadas en una economía agro-pastoril. Entonces, la
inversión de trabajo concedida a la producción artefactual es reducida pero ello sólo es
factible en virtud de un stock de materiales. Dados los costos mencionados y las
dificultades que pudieran presentarse para acceder con frecuencia a ciertos depósitos
primarios, se incluyen, dentro de la reserva de materiales, a algunos artefactos
potencialmente aprovechables.
Dentro de esta misma línea tecnológica, se debe destacar el empleo de la talla
bipolar. Esta técnica rápida y de bajo costo energético permite reducir formas pequeñas de
manera exitosa, ya sea que se la implemente para trabajar nódulos o clastos de tamaño
reducido (pe. ópalo y calcedonia), como una manera de agotar núcleos de lascas (pe.
obsidiana y basalto Var. 1) o como procedimiento viable para el reciclaje o mantenimiento
de instrumentos (pe. basalto Var. 1). Se podría decir, en todos estos casos, que esta
tecnología tiende a economizar tiempo de manufactura compensando, así, el tiempo y la
energía invertida en el abastecimiento (Flegenheimer et al. 1995).
Tanto en Real Grande 1 como en Casa Chavez Montículos se ha detectado el
ingreso de instrumentos simples ya formatizados o en vías de formatización. Esto introduce
a la discusión la variable del transporte con lo cual comienza a ponerse en evidencia el
interjuego de decisiones tecnológicas. En efecto, instrumentos de diseño utilitario,
confeccionados en diversas materias primas, son objeto de transporte participando, así, de
una estrategia de conservación. La decisión en sí misma conlleva una anticipación de las
actividades a cumplirse en la localidad de destino (pe. Real Grande 1) a partir del traslado
de ítems terminados. No obstante, esta misma decisión no insume costos extra de
259
manufactura ya que estos instrumentos no son confeccionados ad hoc para esta ocasión.
Tanto es así que muchos de estos artefactos, una vez alcanzada la localidad de uso, siguen
funcionando en un marco de expeditividad. Dadas estas circunstancias, entonces, considero
poco probable que la transportabilidad como variable de diseño haya influído en la
morfología de los instrumentos y/o afectado las condiciones de su uso y descarte.
Más allá del transporte, la puesta en juego de una planificación orientada a
maximizar la efectividad y el tiempo de uso de los instrumentos queda evidencia a través de
la producción de un reducido grupo de artefactos estandarizados, específicos, complejos y
con mayor grado de modificación respecto de la mayoría. En efecto, se puede decir que las
puntas de proyectil, las palas y/o azadas y las “grandes lascas con retoque” son el resultado
material de un comportamiento conservativo.
Se destaca en cada uno de estos instrumentos el empleo selectivo de determinadas
materias primas (obsidiana, basalto Var. X y A) cuyos costos de aprovisionamiento no sólo
tienen que ver con las distancias o lo específico de las incursiones sino también con la
selección o preparación del material adecuado. A esta inversión energética se suma la
realización de una manufactura anticipada, desarrollada en la base residencial y orientada a
disponer con antelación de las partes líticas de artefactos complejos. Es decir, artefactos
compuestos por diversos ítems, entre los cuales, el mango o el astil representaban en sí
mismos, también, elementos costosos para el sistema. Al respecto, deseo señalar que, si
bien no se ha recuperado ningún fragmento de madera dadas las deficientes condiciones de
preservación en la matriz sedimentaria, se asume que el material necesario para astiles y
mangos no podía ser provisto por el ambiente puneño. Análisis realizados sobre un astil
(Colletia sp.) (Fernanda Rodríguez com. per.) asociado a ocupaciones Formativas de la
zona de Paicuqui (25 km al norte de la localidad de Antofagasta de la Sierra) avalan la no
localidad de este tipo de implementos.
Por otra parte, en lo que respecta a las puntas de proyectil y las palas y/o azadas, se
puede advertir que los costos involucrados en todo este proceso de manufactura obtienen
una compensación a través de la aplicación de procedimientos de mantenimiento o
260
reactivación. En el caso de las puntas de proyectil es interesante advertir que, si bien el
recambio de piezas parece llevarse a cabo mayormente en la base residencial, la reparación
y el mantenimiento de la vida activa de los proyectiles se registraría tanto en Casa Chavez
Montículos como en Real Grande 1.
Cómo se evalúan todos estos datos en función de las variables de diseño ? He aquí
un problema que no termino por dilucidar y para el cual cierta reflexión de Nelson
(1991 :66) hizo las veces de punto de partida. “Cómo estas variables [confiabilidad,
mantenibilidad, versatilidad, flexibilidad, transportabilidad] son enfatizadas o no en un
contexto prehistórico depende de las condiciones y estrategias apropiadas para el contexto”.
Lo cierto es que luego de una evaluación de las propiedades de los distintos diseños he
podido advertir que los instrumentos analizados no responden de manera estricta a las
demandas de ninguno de los diseños aludidos. En condiciones en que la disponibilidad de
tiempo no constituye una preocupación vital, no debería esperar la presencia de diseños
confiables. Por otro lado, atendiendo a la mantenibilidad, debo destacar que los diseños
flexibles y versátiles no resultaron apropiados para los instrumentos en cuestión.
Desde mi punto de vista, el estado de situación es el siguiente. Las palas y/o azadas,
las “grandes lascas con retoque” y las puntas de proyectil comparten ciertos aspectos de
confiabilidad al tomarse en consideración el empleo selectivo de materias primas, la
especificidad funcional, la estandarización y la preparación morfológica de las zonas de
encastre en función del enmangue. Asimismo, los costos involucrados en la manufactura y
mantenimiento de estos instrumentos tenderían a maximizar el tiempo de uso de los
mismos, respondiendo así a otra de las características del diseño confiable. Sin embargo, si
me atengo a las formas confiables de un entorno cazador recolector, no puedo más que
destacar que la confiabilidad que evidenciarían los instrumentos tratados se encuentra algo
alejada de aquella que beneficia situaciones de time stress y altos costos de fracaso.
Por su parte, se pueden observar en las puntas de proyectil ventajas que podrían
adscribirse tanto a la transportabilidad como a la mantenibilidad (sensu Bleed 1986). Se
puede apreciar que no he recurrido a los diseños flexibles o versátiles definidos por Nelson
261
(1991) y sí a la concepción más abarcativa de mantenibilidad, propuesta originariamente
por Bleed. Volviendo a los proyectiles del caso, en líneas generales, se destacan como
artefactos livianos, de pequeño tamaño -aún considerando el astil-, y con cierta diversidad
morfológica. En lo que hace a su manufactura, reparación y mantenimiento, la evidencia de
Real Grande 1 muestra que estas actividades, efectuadas con cierta facilidad utilizando la
técnica de presión, también han sido llevadas cabo en la misma localidad de uso. Más aún,
la utilización de materias primas distintas a la obsidiana para su confección responde más a
los requerimientos de un diseño mantenible que de uno confiable.
En definitiva, creo entender que toda esta confusa situación se relaciona con los
problemas de aplicabilidad de los conceptos mismos de diseño, a los que se agregan las
dificultades de hacerlos extensivos a conjuntos instrumentales vinculados a economías
productoras.
Ahora bien, una vez analizadas las estrategias tecnológicas implementadas,
considero que ha llegado el momento de evaluar los alcances de la propuesta de Torrence
ya enunciada en el Capítulo II.
Se puede decir que a partir del 2500 AP, en la cuenca de Antofagasta de la Sierra,
nuevas situaciones organizativas con alto grado de sedentarismo desarrollaron un control
efectivo de la disponibilidad de los recursos a través de la implementación de prácticas
agro-pastoriles. La consolidación de esta economía productora, diversificada además con el
aporte de la caza y la recolección, provocó alteraciones profundas en la severidad de los
riesgos de corto plazo y priorizó necesidades muy distintas de aquellas asociadas al entorno
cazador-recolector. Esto indudablemente afectó el rol de la tecnología y, en consecuencia,
aparece reflejado en las características estructurales y organizativas de los conjuntos líticos.
La evidencia muestra que, desapareciendo la necesidad de priorizar una estrategia
de conservación, la expeditividad y su planificación de mínimo esfuerzo tecnológico se
vuelve una respuesta adecuada para estos grupos. Se puede sostener que en momentos del
Arcaico, la tecnología, a través de un conjunto confiable de instrumentos de subsistencia,
262
cumplía un papel efectivo en la amortiguación de los riesgos de corto plazo inherentes a la
apropiación de recursos. Luego, una vez producidos los cambios aludidos en la
organización de la subsistencia y eliminados dichos riesgos, los artefactos pierden su
antiguo rol debiendo ajustarse a nuevos condicionamientos y necesidades. Bajo estas
circunstancias, como ya se ha señalado a lo largo de esta sección, los productos materiales
resultantes del comportamiento expeditivo responden, con un mínimo gasta de tiempo y
energía, a necesidades predecibles y de corto plazo. Materias primas de calidad diversa,
núcleos amorfos, instrumentos simples, con bajo grado de modificación y corta vida útil
integran una tecnología orientada a satisfacer demandas funcionales inmediatas dentro de
un marco de eficiencia tolerada.
Lo interesante de esta cuestión -y que me obliga a ir más allá de la propuesta de
Torrence- es que hasta el momento sólo ha sido evaluado el efecto del cambio de
subsistencia y la consecuente alteración de los costos del fracaso en la obtención de
recursos. El punto es que las sociedades agro-pastoriles se enfrentan a nuevas necesidades,
nuevos problemas y también a nuevos riesgos. Cómo influyen estos particulares
condicionamientos en las decisiones tecnológicas ?
La evaluación realizada en el Capítulo II acerca de la dialéctica agro-pastoril pone
en evidencia la importancia de atender a los riesgos de producción, derivados de la
inestabilidad del ambiente, y a los riesgos de trabajo o mano de obra, originados en la seria
disyunción laboral implicada en la producción agro-pastoril. Enfrentar esos riesgos en una
comunidad actual implica tener que recurrir a un amplio rango de prácticas o mecanismos
culturales diseñados para reducir o minimizar la frecuencia y severidad de dichos riesgos.
Gran parte de la evidencia arqueológica recuperada en Casa Chavez Montículos y Real
Grande 1 (Olivera 1992) revelan que la diversificación de las actividades productivas, la
movilidad, el intercambio y el almacenamiento (de manera indirecta a través de la
cerámica) formaron parte de la dinámica socio-económica de estos grupos. Asimismo, se
puede asumir en este contexto, frente a la variedad de actividades que debieron llevarse a
cabo, que la programación del tiempo no debió haber sido un problema menor. Por lo tanto,
considero que la decisión orientada a minimizar el esfuerzo tecnológico satisfaciendo, de
263
una manera mínimamente aceptable, las necesidades inmediatas del grupo constituye una
respuesta efectiva bajo las circunstancias planteadas. Podría decirse que la expeditividad no
aporta soluciones eficientes pero, en el marco de una economía de amplio espectro,
contribuye al desarrollo de otras actividades con la inversión de tiempo ganada.
Se ha visto en las páginas anteriores que las decisiones tecnológicas no sólo
involucran a la expeditividad sino también a cierta cuota de conservación, especialmente
orientada a la producción de tres instrumentos particulares : palas y/o azadas, “grandes
lascas con retoque” y puntas de proyectil. Al respecto, si bien no se trata de un conjunto
instrumental estrictamente confiable, su existencia, como resultado de un comportamiento
conservativo, llama la atención dentro de la estructura planteada. En primer lugar, es
evidente que los costos implicados en la obtención de los materiales, la manufactura y el
mantenimiento de estos artefactos sugieren la existencia de un interés mayor en la
efectividad de los mismos. En segundo lugar, resulta interesante advertir que la
especificidad funcional de estas tres clases instrumentales tiene relación tanto con las
nuevas necesidades agro-pastoriles como con la adaptación de las “viejas” prácticas
predadoras a las demandas del entorno económico vigente.
Y aquí es donde se encuentra la clave de esta situación, otorgando significado a la
adopción de este comportamiento conservativo. Tanto el nexo agro-pastoril como la caza
constituyen, según lo expresado en el Capítulo II, estrategias de diversificación orientadas a
la ampliación de la base de subsistencia. De manera tal, que deben ser entendidas como
opciones tendientes a la flexibilización, reducción y redistribución del riesgo productivo de
mediano y largo lazo. En este contexto, la tecnología, con una mayor inversión de tiempo y
energía focalizada en artefactos especializados, contribuye a la amortiguación de dicho
riesgo. Cabe destacar que, dentro de esta economía de amplio espectro, los costos de
fracaso no son elevados razón por la cual, si bien se busca mayor efectividad a través de
diseños no utilitarios, la confiabilidad no surge de manera estricta.
Dentro de esta estructura, hay un elemento más que liga ciertos aspectos de la
tecnología con los mecanismos culturales implementados para minimizar los riesgos. Sin
264
lugar a dudas, la elevada frecuencia de aparición de las puntas de proyectil revela que la
caza de camélidos silvestres, como estrategia de reaseguro del rebaño, tuvo una marcada
incidencia en la subsistencia de los grupos agro-pastoriles. Obsérvese que la producción de
estos instrumentos involucra el uso selectivo de una materia prima alóctona : la obsidiana.
Es cierto que la información tecnológica recuperada no aporta evidencia clara acerca de las
estrategias instrumentadas para el aprovisionamiento de este material. No obstante, si se
piensa en la importancia que debieron haber tenido las relaciones sociales en función de
necesidades reproductivas, de mano de obra y de información, es muy probable que la
obsidiana haya participado, junto a otros elementos de subsistencia, de esta red compleja de
complementariedad.
A Manera de Conclusión
A lo largo de esta discusión creo haber evaluado, en forma más o menos ordenada,
las distintas hipótesis o propuestas enunciadas en el Capítulo II. Por un lado, aquellas
derivadas del modelo de sedentarismo dinámico, y que más han dado cuenta de la
variabilidad de los conjuntos líticos, y por otro lado, aquellas involucradas en un modelo
que intenta explicar los factores determinantes de dicha variabilidad.
En términos generales, puedo decir que la evidencia se ajustó a los modelos
propuestos. Sin embargo, creo que pudieron desentrañarse algunos aspectos interesantes
que enriquecen aún más la dinámica que se trató de abordar.
Una de las expectativas planteadas consideraba factible asumir que los materiales de
bajo costo se utilizarían de manera no económica para la confección de artefactos de
manufactura simple mientras que la situación se invertiría en relación a los más costosos.
Al respecto, se ha podido advertir que ciertas materias primas (basalto Var. A, C y 1, vidrio
volcánico 1) no tan costosas como la obsidiana evidencian cierto grado de preservación
tendiente a prolongar no la utilidad funcional de un artefacto sino la vida útil de la roca
como recurso lítico. Alternativas de reciclaje sobre fracturas o la aplicación de técnicas
rápidas como la bipolar aparecen ligadas al uso intensivo de estos materiales posibilitando
265
así el bajo costo de manufactura dominante. Lo importante de este registro, en definitiva, es
que puso en evidencia la relevancia que tenía para el sistema productivo el mantenimiento
de un stock estable de materiales.
Otro aspecto digno de destacar es que no solo las materias primas de menor
disponibilidad como la obsidiana involucran inversiones de tiempo y energía tanto en su
aprovisionamiento como en el uso selectivo de las mismas para la confección de
instrumentos complejos. En efecto, materiales locales como las variedades A y X de basalto
han registrado un abastecimiento directo, basado en incursiones específicas a las fuentes, y
orientado a la obtención de formas base adecuadas para la manufactura de implementos de
ese tipo. Cabe recordar que estos instrumentos complejos (palas y/o azadas, “grandes lascas
con retoque” y puntas de proyectil) constituyen los productos materiales de una estrategia
de conservación poco esperada de acuerdo a la propuesta de Torrence.
En principio, la evaluación del modelo de “degeneración tecnológica” estuvo
centrada en establecer una situación de cambio en la organización de la subsistencia y
analizar los efectos de la alteración del riesgo de corto plazo en las decisiones tecnológicas.
En este sentido, la evidencia recuperada en favor de la expeditividad no hizo más que
ajustarse a las expectativas planteadas. Sin embargo, la existencia de conductas
conservativas en el componente tecnológico de estos grupos agro-pastoriles necesitaba una
explicación. En ello, una identificación de problemas y respuestas culturales bajo
condiciones semejantes resultó ser una vía adecuada para tratar la dinámica de una
tecnología que formó parte activa de una sociedad.
Se puede apreciar en el desarrollo de este trabajo que la variabilidad tecnológica
abordada responde a un lapso temporal de más de mil años. Tomar la decisión de analizar
los conjuntos líticos en bloque significó dejar de lado un registro estratigráfico que no era
totalmente homogéneo. Ciertos indicios en Casa Chavez Montículos, fundamentalmente
ligados a la cerámica, sugieren la existencia de dos componentes ergológicos cuya
separación coincidiría con el episodio de desocupación temporaria detectado entre los
niveles V y VI del Montículo 1 (Olivera 1992). En lo que respecta al material lítico, las
266
únicas evidencias que, por el momento, acompañan esta diferenciación aluden a la
asociación exclusiva de puntas de proyectil apedunculadas, de base escotada, y de las
“grandes lascas con retoque” con niveles adscribibles al componente superior.
A los fines de una primera aproximación a la tecnología lítica de grupos agro-
pastoriles tempranos, creo haber acertado en mi elección. Sin embargo, no descarto en un
futuro próximo evaluar la factibilidad de variaciones tecnológicas afines ya a las marcadas
relaciones con el Norte de Chile evidenciadas en el componente inferior, ya a la intensa
dinámica activada, a partir de 1750 AP, con los valles mesotermales del Noroeste
argentino.
267
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304
APENDICE
305
TABLA A Ambiente y Potencialidad de Recursos Actuales en la Cuenca de Antofagasta de la Sierra
(Tomado de Olivera y Podestá, 1993: 124-125)
SECTOR DE RECURSOS FONDO DE CUENCA SECTORES INTERMEDIOS QUEBRADAS ALTAS PRECIPITACIONES Lluvia estival escasa; nevadas invernales
casi inexistentes; heladas casi todo el año, en especial entre mayo y octubre.
Lluvia estival escasa; nevadas invernales muy raras; heladas casi todo el año, en
especial entre mayo y octubre.
Lluvia estival moderada; nevadas invernales; fuertes heladas anuales, en
especial de abril a noviembre. PRODUCTIVIDAD ALTA
(agricultura; pastura verano y otoño; caza -escasa-; recursos vegetales y líticos -muy
abundantes-; leña -escasa-)
MEDIA-ALTA (agricultura en escala moderada y
pastoreo estacional y anual en escala moderada a alta; caza; recursos vegetales
y líticos; leña)
MEDIA (pastoreo anual, concentrado y disperso;
caza de vicuña y menor; recursos vegetales, líticos y leña)
ESTACIONALIDAD ANUAL, con énfasis en primavera-verano (setiembre a abril)
ANUAL, con énfasis en primavera-verano (setiembre a mayo)
ESTACIONAL O ANUAL, con énfasis en la explotación invernal (mayo a
setiembre) DISTRIBUCION ESPACIAL DE LOS
RECURSOS Lineales, Agrupados o Dispersos Lineales o Dispersos Lineales, Dispersos y en pocos casos,
Agrupados UNIDADES VEGETACIONALES
(sensu Haber 1988) VEGA (Prepuneña), TOLAR y CAMPO VEGA (Prepuneña y puneña) TOLAR y
CAMPO VEGA (Puneña y AltoAndina) y
PAJONAL RECURSOS VEGETALES (1) FORRAJE: Hysella sp. (V), Nicotiana sp.
(V), Atriplex sp. (T), Heleocharis sp. (V), Scirpus sp. (V), Mordeum sp. (V),
Distichlis sp. (V), Ranunculus sp. (V), Juncus sp. (V), Medicago sp. (V); LEÑA:
Parastrephia sp. (V), Senecio sp. (C). ALIMENTO: Hypochoeris sp. (V), Triglochin sp. (V); EDIFICACION:
Cortaderia sp. (V), Neosparton sp.(C); TECNOLOGIA: Scirpus sp. (V), Cortaderia sp. (V) en cestería.
FORRAJE: Nicotiana sp. (C-V), Atriplex sp. (C), Scirpus sp. (V), Stipa sp. (C), Juncus sp. (V); LEÑA: Adesia sp. (T),
Senecio sp. (C); TECNOLOGIA: Cortaderia sp. (V); POTENCIALES: Chenopodium sp. y Amaranthus sp.
FORRAJE: Hysella sp. (V), Scirpus sp. (V), Nicotiana sp. (V), Deyeuxia sp. (V-
P), Gentiana sp. (V), Stipa sp. (P), Festuca sp. (P), Ranunculus sp. (V),
Juncus sp. (V); LEÑA: Senecio sp. (P), Adesmia sp. (P), Fabiana sp.(V), Junellia
sp. (P); ALIMENTO: Mimulus sp. (V), Hypochoeris sp. (V); EDIFICACION :
Festuca sp. (P) ;TECNOLOGIA: Cortaderia sp. (V); POTENCIALES:
Chenopodium sp. (V) RECURSOS ANIMALES (2) Llama (Lama glama), Suri (Pterocnemia
pennata), aves acuáticas (patos, flamencos), roedores pequeños (Ctenomys
sp.)
Llama (Lama glama), Suri (Pterocnemia pennata), Vizcacha (Lagidium sp.), aves,
roedores pequeños (Ctenomys sp.)
Llama (Lama glama), Vicuña (Lama Vicugna), roedores (Lagidium sp.,
Ctenomys sp.), aves.
RECURSOS MINERALES (3) Basalto (variedades Fondo de Cuenca), Cuarcita, Arcilla, Mica (a 10 km.)
Basalto (diferentes variedades), Cuarcita, Onix, otros
Basalto y vidrio volcánico (variedades diferentes al Fondo de Cuenca), Opalo.
(1) (V) Vega, (T) Tolar, (C) Campo, (P) Pajonal. (2) No se incluyeron otras especies que, si bien tienen importancia en el ecosistema (felinos, aves de presa, etc.), no son utilizadas, efectiva o potencialmente, por el hombre en la actualidad. No se
consideran los peces (truchas) ya que fueron sembradas en este siglo artificialmente, ni el ganado europeo introducido posteriormente a 1532 D.C. (3) Las diferentes fuentes de materia prima lítica fueron registradas por P.Escola (1992), quien distinguió las diferentes variedades de basalto. Las fuentes de arcilla fueron relevadas por D.Olivera
y M. López.
306
TABLA B Instrumentos y Núcleos ( N=531)
Distribución de Grupos Tipológicos Montículo 1
Grupos Tipológicos N % Palas y/o Azadas 151 28.4
Raspadores 10 1.9 Artef.Bisel Asim.Microretoque Ultramarginal 6 1.1
Raederas 27 5.1 Grandes Lascas con Retoque 9 1.7
Artef. Med.Peq./Muy Peq. Retoque Bisel Oblicuo 13 2.5 Cuchillos de Filo Retocado 2 0.4
Cortantes 6 1.1 Muescas Retocadas y Lascado Simple 24 4.5
Denticulados 10 1.9 Puntas entre Muescas 2 0.4 Artefactos Burilantes 7 1.3
Perforadores 3 0.6 Puntas de Proyectil y Preformas 52 9.8
Choppers 2 0.4 Bifaces 1 0.2
Filos Naturales con Rastros Complementarios 40 7.5 Artefactos de Formatización Sumaria 23 4.3
Núcleos 21 4.0 Percutores 18 3.4
Manos 3 0.6 Molinos 5 0.9
Litos no Diferenciados Modificados por Uso 22 4.1 Fragmentos No Diferenc. de Artef. Formatizados 74 13.9
Totales
531
100
307
TABLA C Instrumentos y Núcleos ( N=531)
Grupos Tipológicos por Materia Prima Montículo 1
Grupos Tipológicos Totales Materia Prima Pl Rp RUM Rd GLR RBO Cch Crt Msc Den PMs Bur Per Pta Chp Bif FNR FS Nu Pe Ma Mo Lit FND N %
Basalto Vr. X 151 151 28.4 Basalto Vr. A-B-C y Vidrio Volcánico
6 1 26 9 3 2 4 16 8 2 4 1 1 1 1 30 13 8 4 57 197 37.1
Obsidiana 4 5 1 9 2 6 2 3 50 5 3 6 15 111 20.9 Cuarcita 1 2 4 5 11 2 3 28 5.3 Opalo Calcedonia Sílice
1 1 2 1 2 1 8 1.5
Otras 1 3 3 3 1 5 19 1 36 6.8
Totales 151 10 6 27 9 13 2 6 24 10 2 7 3 52 2 1 40 23 21 18 3 5 22 74 531 % 28.4 1.9 1.1 5.1 1.7 2.5 0.4 1.1 4.5 1.9 0.4 1.3 0.6 9.8 0.4 0.2 7.5 4.3 4.0 3.4 0.6 0.9 4.1 13.9 100
Referencias: Pl: Palas y/o Azadas; Rp:Raspadores; RUM:Artefacto Bisel Asimétrico con Microretoque Ultramarginal; Rd: Raederas ;GLR: Grandes Lascas con Retoque ;RBO: Artefactos Mediano-Pequeños/Muy Pequeños Retoque Bisel Oblicuo; Cch: Cuchillos de Filo Retocados: Crt: Cortantes; Msc: Muescas Retocadas y Lascado Simple; Den: Denticulados; PMs: Puntas entre Muescas; Bur:Artefactos Burilantes; Per: Perforadores; Pta: Puntas de Proyectil; Chp: Choppers; Bif: Bifaces; FNR: Filos Naturales con Rastros Complementarios; FS: Artefactos de Formatización Sumaria; Nu: Núcleos; Pe: Percutores; Ma: Manos; Mo:Molinos; Lit: Litos No Diferenciados Modificados por Uso; FND: Fragmentos No Diferenciados de Artefactos Formatizados. Otras: incluyen Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y Materias Primas No Determinadas.
308
TABLA D Instrumentos y Núcleos ( N=294)
Grupos Tipológicos por Materia Prima Montículo 1
Grupos Tipológicos Totales Materia Prima Rp RUM Rd GLR RBO Cch Crt Msc Den PMs Bur Per Pta Chp Bif FNR FS Nu Pe Ma/Mo Lit FND N %
Basalto Vr. A 3 1 11 8 2 2 3 7 6 1 2 1 1 20 9 2 1 29 109 37.1 Basalto Vr. B 2 5 1 3 3 1 1 18 34 11.6 Basalto Vr. C 1 1 1 1 3 3 2 1 13 4.4 Vidrio Volcánico 1
1 1 1 1 1 5 1.7
Obsidiana 4 5 1 8 2 3 1 3 19 5 1 6 11 69 23.5 Cuarcita 1 2 2 4 8 2 2 21 7.1 Opalo 1 1 1 1 4 1.4 Calcedonia 1 1 1 3 1.0 Sílice 1 1 0.3 Arenisca 2 10 12 4.1 Otras 1 3 2 5 2 9 1 23 7.8
Totales 10 6 18 8 12 2 5 16 8 2 5 2 21 2 1 37 18 18 15 6 21 61 294 % 3.4 2.0 6.1 2.7 4.1 0.7 1.7 5.5 2.7 0.7 1.7 0.7 7.1 0.7 0.4 12.6 6.1 6.1 5.1 2.0 7.1 20.8 100
Referencias: Rp:Raspadores; RUM:Artefacto Bisel Asimétrico con Microretoque Ultramarginal; Rd: Raederas ;GLR: Grandes Lascas con Retoque ;RBO: Artefactos Mediano-Pequeños/Muy Pequeños Retoque Bisel Oblicuo; Cch: Cuchillos de Filo Retocados: Crt: Cortantes; Msc: Muescas Retocadas y Lascado Simple; Den: Denticulados; PMs: Puntas entre Muescas; Bur:Artefactos Burilantes; Per: Perforadores; Pta: Puntas de Proyectil; Chp: Choppers; Bif: Bifaces; FNR: Filos Naturales con Rastros Complementarios; FS: Artefactos de Formatización Sumaria; Nu: Núcleos; Pe: Percutores; Ma/Mo: Manos/Molinos; Lit: Litos No Diferenciados Modificados por Uso; FND: Fragmentos No Diferenciados de Artefactos Formatizados. Otras: incluyen Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y Materias Primas No Determinadas.
309
TABLA E Instrumentos (N=276)
Distribución de Formas Base Montículo 1
Forma Base N % Guijarro Sección Circular 10 3.6 Guijarro Sección Elíptica 13 4.7
Guijarro Sección Plano Convexa 4 1.5 Hemiguijarro Natural 2 0.7
Nódulo Tabular 5 1.8 Nódulo No Diferenciado 2 0.7
Clasto 10 3.6 Laja 2 0.7
Lasca Primaria 8 2.9 Lasca Secundaria 21 7.6
Lasca con Dorso Natural 1 0.5 Lasca Angular 28 10.1 Lasca de Arista 2 0.7
Lasca Plana 3 1.1 Lasca de Flanco de Núcleo 2 0.7
Lasca No Diferenciada 44 15.9 Sobre Núcleo con Pátina
Diferenciada 2 0.7
Sobre Núcleo sin Pátina Diferenciada
1 0.5
Forma Base No Diferenciada 116 42.0
Totales 276 100
310
TABLA F Instrumentos ( N=276)
Formas Base por Materia Prima Montículo 1
Formas Base Totales Materia Prima Guijarros Nódulos Clastos Lajas Lascas Externas Lascas Internas Lascas No Diferenciadas Sobre Núcleo Forma Base No Diferenciada N %
Basalto Vr. A 1 1 18 16 14 1 56 107 38.8Basalto Vr. B 1 10 2 20 33 12.0Basalto Vr. C 1 4 2 1 1 2 11 3.9 Vidrio Volcánico 1
2 2 4 1.4
Obsidiana 14 26 2 21 63 22.8Cuarcita 13 2 1 1 17 6.2 Opalo 1 2 3 1.1 Calcedonia 1 1 2 0.7 Sílice 1 1 0.4 Otras 14 8 2 11 35 12.7
Totales 29 7 10 2 30 35 44 3 116 276 % 10.5 2.6 3.6 0.7 10.9 12.7 15.9 1.1 42.0 100
Referencias: Otras: incluyen Areniscas, Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y Materias Primas No Determinadas.
311
TABLA G Artefactos Formatizados ( N=197) Formas Base por Materia Prima
Montículo 1
Formas Base Totales
Materia Prima Guijarros Nódulos Clastos Lajas Lascas Externas Lascas Internas Lascas No Diferenciadas Sobre Núcleo Forma Base No Diferenciada N % Basalto Vr. A 1 10 8 13 1 53 86 43.7Basalto Vr. B 8 1 20 29 14.7Basalto Vr. C 1 2 1 1 1 2 8 4.1 Vidrio Volcánico 1
1 2 3 1.5
Obsidiana 13 22 2 21 58 29.5Cuarcita 1 1 1 3 1.5 Opalo 1 2 3 1.5 Calcedonia 1 1 2 1.0 Sílice 1 1 0.5 Otras 1 1 2 4 2.0
Totales 3 3 2 1 19 24 38 3 104 197 % 1.5 1.5 1.0 0.5 9.7 12.2 19.3 1.5 52.8 100
Referencias: Otras: incluyen Areniscas, Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y Materias Primas No Determinadas.
312
TABLA H
Artefactos Formatizados (N=65) Tamaño porMateria Prima
Montículo 1
Tamaño Totales
Materia Prima Pequeño Mediano/Pequeño Mediano/Grande Grande Muy Grande Grandísimo N %
Basalto Var. A 4 2 7 5 6 24 36.9 Basalto Var. B 1 1 1 3 4.6 Basalto Var. C 4 1 5 7.7 Vidrio Volcánico 1 1 1 1.5 Obsidiana 11 14 2 27 41.6 Cuarcita 1 1 2 3.1 Calcedonia 1 1 1.5 Opalo 1 1 2 3.1
Totales 13 20 9 10 6 7 65 % 20.0 30.8 13.8 15.4 9.2 10.8 100
313
TABLA I
Artefactos No Formatizados ( N=79) Formas Base por Materia Prima
Montículo 1
Formas Base Totales Materia Prima Guijarros Nódulos Clastos Lajas Lascas Externas Lascas Internas Lascas No Diferenciadas Forma Base No Diferenciada N %
Basalto Vr. A 1 8 8 1 3 21 26.6Basalto Vr. B 1 2 1 4 5.1 Basalto Vr. C 2 1 3 3.8 Vidrio Volcánico 1
1 1 1.3
Obsidiana 1 4 5 6.3 Cuarcita 12 1 1 14 17.7Otras 13 8 1 9 31 39.2
Totales 26 4 8 1 11 11 6 12 79 % 32.9 5.1 10.1 1.3 13.9 13.9 7.6 15.2 100
Referencias: Otras: incluyen Areniscas, Basalto Vesicular, Pórfiros Volcánicos y Materias Primas No Determinadas.
314
TABLA J Instrumentos y Núcleos ( N=99)
Grupos Tipológicos por Materia Prima Real Grande 1
Grupos Tipológicos Totales Materia Prima Rp RUM Rd RBO Cch Msc Den Bur Per Pta Bif FNR FS Nu FND N %
Basalto Vr. 1 2 1 2 2 2 2 1 1 4 4 9 13 43 43.5 Basalto Vr. 2 1 1 1 1 4 4.0 Basalto Var. A 1 1 1 1 4 4.0 Basalto Var. B 1 2 3 3.0 Basalto Var. C 1 1 5 1 1 1 10 10.1 Vidrio Volcánico 1 1 1 1.0 Vidrio Volcánico 2 1 1 2 2.0 Vidrio Volcánico No Diferenciado 3 1 1 5 5.1 Obsidiana 1 1 17 1 4 24 24.3 Cuarcita 1 1 1.0 Calcedonia 1 1 1.0 Brecha Volcánica 1 1 1 1.0
Totales 5 1 2 5 3 3 1 2 2 32 1 1 8 10 23 99 1.0 % 5.1 1.0 2.0 5.1 3.0 3.0 1.0 2.0 2.0 32.4 1.0 1.0 8.1 10.1 23.2 100
Referencias: Rp:Raspadores; RUM:Artefacto Bisel Asimétrico con Microretoque Ultramarginal; Rd: Raederas ; RBO: Artefactos Mediano-Pequeños/Muy Pequeños Retoque Bisel Oblicuo; Cch: Cuchillos de Filo Retocados; Msc: Muescas Retocadas y Lascado Simple; Den: Denticulados; Bur:Artefactos Burilantes; Per: Perforadores; Pta: Puntas de Proyectil; Chp: Choppers; Bif: Bifaces; FNR: Filos Naturales con Rastros Complementarios; FS: Artefactos de Formatización Sumaria; Nu: Núcleos; Lit: Litos No Diferenciados Modificados por Uso; FND: Fragmentos No Diferenciados de Artefactos Formatizados.
315
TABLA K Instrumentos ( N=89)
Distribución de Formas Base Real Grande 1
Formas Base N %
Lasca Primaria 1 1.1 Lasca Secundaria 5 5.6 Lasca Angular 22 24.8 Lasca de Arista 1 1.1 Lasca Plana 1 1.1 Lasca No Diferenciada 29 32.7 Artefacto Formatizado y Retomado sobre Lasca 2 2.2 Forma Base No Diferenciada 28 31.4
Totales 89 100
TABLA L
Instrumentos (N=89) Formas Base por Materia Prima
Real Grande 1 Formas Base Totales
Materia Prima Lasca Externa Lasca Interna Lasca No Diferenciada Artef.Form. y Ret. FBND N % Basalto Vr. 1 4 12 8 2 8 34 38.2 Basalto Vr. 2 2 1 1 4 4.5 Basalto Var. A 1 2 1 4 4.5 Basalto Var. B 2 1 3 3.4 Basalto Var. C 2 3 5 10 11.3 Vidrio Volcánico 1 1 1 1.1 Vidrio Volcánico 2 2 2 2.2 Vidrio Volcánico No Diferenciado 3 1 4 4.5 Obsidiana 4 9 11 24 27.0 Cuarcita 1 1 1.1 Calcedonia 1 1 1.1 Brecha Volcánica 1 1 1 1.1
Totales 6 24 29 2 28 89 % 6.7 27.0 32.7 2.2 31.4 100
Referencias: Artef.Form. y Ret.: Artefacto Formatizado y Retomado sobre Lasca; FBND: Forma Base No Diferenciada.
316
TABLA LL Instrumentos (N=25)
Tamaño porMateria Prima Real Grande 1
Tamaño Totales Materia Prima Pequeño Mediano/Pequeño Mediano/Grande Grande Muy Grande N %
Basalto Var. 1 2 4 2 8 32.0 Basalto Var.2 1 1 4.0 Basalto Var. A 1 1 2 8.0 Basalto Var. B 1 1 4.0
Basalto Var. C 1 3 1 5 20.0 Vidrio Volcánico 2 1 1 4.0 Vidrio Volcánico No Diferenciado 1 1 2 8.0 Obsidiana 2 1 3 12.0 Cuarcita 1 1 4.0 Calcedonia 1 1 4.0
Totales 6 9 6 3 1 25 % 24.0 36.0 24.0 12.0 4.0 100
TABLA M Desechos de Talla (N=7575) Tamaños por Materia Prima
Montículo1 Tamaño Totales
Materia Prima Muy Pequeño Pequeño Mediano-Pequeño Mediano-Grande Grande Fragmento No Diferenciado N % Basalto Vr. X 187 486 221 53 19 1399 2365 31.2Basalto Vr. A-B-C , 1 y 2 y Vidrio Volcánico
421 649 172 27 10 1189 2468 32.6
Obsidiana 554 323 58 13 5 1215 2168 28.6Cuarcita 10 32 20 7 9 78 156 2.1 Opalo -Calcedonia-Sílice 51 38 8 114 211 2.8 Otras 12 11 8 176 207 2.7
Totales 1235 1539 487 100 43 4171 7575 % 16.3 20.3 6.4 1.3 0.6 55.1 100
Referencias : Otras: incluyen Cuarzo y Materias Primas No Determinadas.
317
TABLA N Desechos de Talla (N=1230) Estado por Materia Prima
Montículo 1
Estado Totales Materia Prima LENT LFCT LFST INDI FRAC N %
Basalto Var.A 143 84 113 19 359 29.2 Basalto Var. B 46 29 24 4 103 8.4 Basalto Var.C 7 13 10 12 42 3.4 Basalto Var. X 92 85 135 43 355 28.9 Basalto Var. 1 2 1 3 0.2 BasaltoVar. 2 1 1 0.1 Vidrio Volcánico 1 2 1 3 0.2 Vidrio Volcánico 2 6 1 7 0.6 Obsidiana 91 41 81 52 16 281 22.8 Cuarcita 8 7 3 5 23 1.9 Opalo 1 2 5 8 0.7 Calcedonia 5 2 7 7 3 24 2.0 Sílice 1 3 4 0.3 Cuarzo 1 3 4 0.3 Otras 4 1 2 6 13 1.0
Totales 407 267 381 156 19 1230 % 33.1 21.7 31.0 12.7 1.5 100
Referencias: LENT: Lasca Entera; LFCT: Lasca Fracturada con Talón; LFST: Lasca Fracturada sin Talón; INDI: Desecho Indiferenciado; FRAC: Producto Bipolar Fracturado. Otras : Materias Primas No Determinadas.
318
TABLA Ñ Desechos de Talla (N=407)
Tamaño por Materia Prima Montículo 1
Tamaño Totales Materia Prima Muy Pequeño Pequeño Mediano-Pequeño Mediano-Grande Grande N %
Basalto Var. A 30 68 30 11 4 143 35.2 Basalto Var. B 17 21 6 2 46 11.3 Basalto Var. C 2 2 3 7 1.7 Basalto Var. X 11 51 21 5 4 92 22.6 Basalto Var. 1 2 2 0.5 Basalto Var. 2 1 1 0.2 Vidrio Volcánico 2 3 3 6 1.5 Obsidiana 48 35 5 3 91 22.4 Cuarcita 1 5 1 1 8 2.0 Opalo 1 1 0.2 Calcedonia 2 3 5 1.2 Cuarzo 1 1 0.2 Otras 2 2 4 1.0
Totales 116 189 71 22 9 407 % 28.5 46.4 17.4 5.4 2.3 100
Referencias : Otras : Materias Primas No Determinadas.
319
TABLA O Desechos de Talla (N=1074)
Tipos de Desecho Montículo 1
Tipo N % Lasca Primaria 16 1.5 Lasca Secundaria 31 2.9 Lasca con Dorso Natural 3 0.3 Lasca Angular 473 44.0 Lasca de Arista 60 5.6 Lasca Plana 20 1.9 Lasca No Diferenciada 442 41.2 Lasca Tableta de Núcleo 2 0.1 Lasca de Flanco de Núcleo 3 0.3 Lasca de Reactivación Directa 5 0.5 Producto Bipolar 19 1.8
Totales 1074 100
TABLA P Desechos de Talla (N=1074)
Tipo de Desecho por Materia Prima Montículo 1
Tipo de Lasca Totales Materia Prima Prim. Sec. D. Nat. Ang. Ar. Pla No Dif. Tab. Nu.. Fl. Nu. Re. Dir. Pro. Bip. N %
Basalto Var. A 7 14 203 21 3 90 2 340 31.6 Basalto Var. B 1 9 65 3 18 1 2 99 9.2 Basalto Var. C 2 16 2 2 8 30 2.8 Basalto Var. X 1 1 28 2 5 275 312 29.1 Basalto Var. 1 1 1 1 3 0.3 Basalto Var. 2 1 1 0.1 Vidrio Volcánico 1 1 2 3 0.3 Vidrio Volcánico 2 6 1 7 0.6 Obsidiana 2 2 130 29 8 37 1 3 1 16 229 21.3 Cuarcita 1 2 1 5 2 7 18 1.7 Opalo 3 3 0.3 Calcedonia 3 9 1 1 3 17 1.6 Sílice 1 2 1 4 0.4 Cuarzo 1 1 0.1 Otras 1 3 3 7 0.6
Totales 16 31 3 473 60 20 442 2 3 5 19 1074 % 1.5 2.9 0.3 44.0 5.6 1.9 41.2 0.1 0.3 0.5 1.8 100
Referencias: Prim.: Lasca Primaria; Sec.:Lasca Secundaria; D. Nat.:Lasca con Dorso Natural; Ar: Lasca de Arista; No Dif.: Lasca No Diferenciada; Tab. Nu: Lasca Tableta de Núcleo; Fl. Nu.: Lasca de Flanco de Núcleo; Re. Dir.: Lasca de Reactivación Directa; Pro. Bip.: Producto Bipolar. Otras : Materias Primas No Determinadas.
320
TABLA Q Desechos de Talla (N=1074)
Tipo de Desecho por Tamaño Montículo 1
Tamaño Totales
Tipo Lasca Muy Pequeño Pequeño Mediano Pequeño Mediano Grande Grande Muy Grande N %
Lasca Primaria 3 5 6 2 16 1.5 Lasca Secundaria 4 11 12 2 2 31 2.9 Lasca con Dorso Natural 1 1 1 3 0.3 Lasca Angular 128 233 84 15 12 1 473 44.0 Lasca de Arista 25 24 10 1 60 5.6 Lasca Plana 4 11 3 2 20 1.9 Lasca No Dif.erenciada 101 222 93 21 5 442 41.2 Lasca Tableta de Núcleo 2 2 0.1 Lasca de Flanco de Núcleo 3 3 0.3 Lasca de Reactivación Directa
5 5 0.5
Producto Bipolar 19 19 1.8
Totales 266 535 208 44 20 1 1074 % 24.8 49.8 19.5 4.1 1.7 0.1 100
321
TABLA R Desechos de Talla (N=674)
Forma de Talón por Materia Prima Montículo 1
Tipo de Talón Totales
Materia Prima Cortical Liso Diedro Filiform e Pseudofiliforme Fascetado Puntiforme Indiferenciado N % Basalto Var. A 7 126 5 72 7 10 227 33.7 Basalto Var. B 4 41 1 26 1 2 75 11.1 Basalto Var. C 3 12 4 1 20 3.0 Basalto Var. X 37 2 1 125 12 177 26.4 Basalto Var. 1 2 2 0.3 Basalto Var. 2 1 1 0.1 Vidrio Volcánico 1 1 1 2 0.3 Vidrio Volcánico 2 1 3 1 1 6 0.9 Obsidiana 1 53 5 17 6 39 11 132 19.7 Cuarcita 8 3 2 1 1 15 2.2 Opalo 3 3 0.4 Calcedonia 2 4 1 7 1.0 Sílice 1 1 0.1 Cuarzo 1 1 0.1 Otras 4 1 5 0.7
Totales 26 282 22 126 125 7 53 33 674 % 3.9 41.8 3.3 18.7 18.5 1.0 7.9 4.9 100
Referencias : Otras : Materias Primas No Determinadas.
322
TABLA S Desechos de Talla (N=2398) Estado por Materia Prima
Real Grande 1
Estado Totales Materia Prima LENT LFCT LFST INDI ENT N %
Basalto Var.1 566 316 349 8 1 1240 51.7 Basalto Var. 2 33 11 11 1 56 2.3 Basalto Var.A 64 31 27 122 5.1 Basalto Var. B 49 20 27 96 4.0 Basalto Var. C 83 44 27 154 6.4 Vidrio Volcánico 1 3 3 2 8 0.3 Vidrio Volcánico 2 52 38 32 3 125 5.2 Vidrio Volcánico No Diferenciado 5 4 1 1 11 0.5 Obsidiana 206 102 88 2 398 16.6 Cuarcita 2 2 0.1 Calcedonia 22 10 12 2 46 1.9 Opalo 21 6 6 33 1.4 Onix 12 16 14 42 1.8 Brecha Volcánica 1 16 10 5 3 34 1.4 Brecha Volcánica 2 13 4 9 26 1.1 Otras 2 3 5 0.2
Totales 1149 615 613 19 2 2398 % 48.0 25.6 25.5 0.8 0.1 100
Referencias: LENT: Lasca Entera; LFCT: Lasca Fracturada con Talón; LFST: Lasca Fracturada sin Talón; INDI: Desecho Indiferenciado; ENT. Producto Bipolar Entero. Otras : Materias Primas No Determinadas.
323
TABLA T Desechos de Talla (N=1149) Tamaño por Materia Prima
Real Grande 1
Tamaño Totales Materia Prima Muy Pequeño Pequeño Mediano Pequeño Mediano Grande Grande N %
Basalto Var. 1 448 100 12 4 2 566 49.3 Basalto Var. 2 29 3 1 33 2.9 Basalto Var. A 49 10 5 64 5.6 Basalto Var. B 42 5 2 49 4.3 Basalto Var. C 75 8 83 7.2 Vidrio Volcánico 1 3 3 0.3 Vidrio Volcánico 2 42 8 2 52 4.5 Vidrio Volcánico No Diferenciado 5 5 0.4 Obsidiana 197 7 2 206 17.9 Cuarcita 1 1 2 0.2 Calcedonia 13 7 2 22 1.9 Opalo 21 21 1.8 Onix 10 2 12 1.0 Brecha Volcánica 1 12 4 16 1.4 Brecha Volcánica 2 8 4 1 13 1.1 Otras 2 2 0.2
Totales 957 159 27 4 2 1149 % 83.3 13.8 2.3 0.4 0.2 100
Referencias : Otras : Materias Primas No Determinadas.
324
TABLA U Desechos de Talla (N=2379)
Tipos de Desecho Real Grande 1
Tipo N % Lasca Primaria 35 1.47 Lasca Secundaria 63 2.65 Lasca con Dorso Natural 3 0.13 Lasca Angular 1715 72.09 Lasca de Arista 204 8.58 Lasca Plana 255 10.72 Lasca de Adelgazamiento Bifacial 2 0.08 Lasca No Diferenciada 86 3.61 Lasca de Reactivación Directa 9 0.38 Lasca de Reactivación Inversa 4 0.17 Lasca de Flanco de Núcleo 1 0.04 Producto Bipolar 2 0.08
Totales 2379 100
325
TABLA V Desechos de Talla (N=2379)
Tipo de Desecho por Materia Prima Real Grande 1
Tipo de Lasca Totales
Materia Prima Prim. Sec. D. Nat. Ang. Ar. Pla Adelg. Bif. No Dif. Re. Dir. Re. Inv. Fl. Nu Pro.Bip. N % Basalto Var. 1 18 29 2 887 108 146 1 38 2 1 1232 51.79 Basalto Var. 2 1 44 5 4 1 1 56 2.35 Basalto Var. A 2 2 1 94 8 15 122 5.13 Basalto Var. B 1 2 65 6 16 6 96 4.03 Basalto Var. C 2 6 116 11 11 7 1 154 6.47 Vidrio Volcánico 1 4 2 1 1 8 0.34 Vidrio Volcánico 2 2 2 79 11 21 1 4 2 122 5.13 Vidrio Volcánico No Diferenciado 1 8 1 10 0.42 Obsidiana 2 18 294 38 28 8 6 1 1 396 16.65 Cuarcita 1 1 2 0.08 Calcedonia 1 2 33 2 2 4 44 1.85 Opalo 25 5 2 1 33 1.39 Onix 3 2 22 4 4 7 42 1.77 Brecha Volcánica 1 1 23 3 3 1 31 1.30 Brecha Volcánica 2 19 1 5 1 26 1.09 Otras 2 3 5 0.21
Totales 35 63 3 1715 204 255 2 86 9 4 1 2 2379 % 1.47 2.65 0.13 72.09 8.58 10.72 0.08 3.61 0.38 0.17 0.04 0.08 100
Referencias: Prim.: Lasca Primaria; Sec.:Lasca Secundaria; D. Nat.:Lasca con Dorso Natural; Ar.: Lasca de Arista; Pla: Lasca Plana; No Dif.: Lasca No Diferenciada; Re. Dir.: Lasca de Reactivación Directa; Re. Inv.: Lasca de Reactivación Inversa; Fl. Nu: Lasca de Flanco de Núcleo; Pro. Bip.: Producto Bipolar. Otras : Materias Primas No Determinadas.
326
TABLA W Desechos de Talla (N=2379)
Tipo de Desecho por Tamaño Real Grande 1
Tamaño Totales Tipo Lasca Muy Pequeño Pequeño Mediano Pequeño Mediano Grande Grande
N %
Lasca Primaria 28 5 2 35 1.47 Lasca Secundaria 39 20 3 1 63 2.65 Lasca con Dorso Natural 2 1 3 0.13 Lasca Angular 1416 243 46 8 2 1715 72.09 Lasca de Arista 190 13 1 204 8.58 Lasca Plana 232 20 3 255 10.72 Lasca de Adelgazamiento Bifacial 1 1 2 0.08 Lasca No Diferenciada 74 12 86 3.61 Lasca de Reactivación Directa 8 1 9 0.38 Lasca de Reactivación Inversa 2 2 4 0.17 Lasca de Flanco de Núcleo 1 1 0.04 Producto Bipolar 2 2 0.08
Totales 1991 320 54 10 4 2379 % 83.69 13.45 2.27 0.42 0.17 100
327
TABLA X
Desechos de Talla (N=1764) Forma de Talón por Materia Prima
Real Grande 1
Tipo de Talón Totales Materia Prima Cortical Liso Diedro Filiform e Fascetado Puntiforme Indiferenciado N %
Basalto Var. 1 17 617 46 145 25 18 14 882 50.0 Basalto Var. 2 1 31 1 6 1 3 1 44 2.5 Basalto Var. A 1 60 12 19 1 1 1 95 5.4 Basalto Var. B 2 42 6 13 4 2 69 3.9 Basalto Var. C 1 81 5 22 10 6 2 127 7.2 Vidrio Volcánico 1 4 2 6 0.3 Vidrio Volcánico 2 63 3 18 1 1 4 90 5.1 Vidrio Volcánico No Diferenciado 5 1 3 9 0.5 Obsidiana 5 158 8 81 26 17 13 308 17.6 Cuarcita 2 2 0.1 Calcedonia 3 17 2 8 2 32 1.8 Opalo 11 3 11 2 27 1.5 Onix 1 21 3 3 28 1.6 Brecha Volcánica 1 1 17 2 4 2 26 1.4 Brecha Volcánica 2 15 1 1 17 1.0 Otras 1 1 2 0.1
Totales 32 1145 90 337 74 46 40 1764 % 1.8 64.9 5.1 19.1 4.2 2.6 2.3 100
Referencias: Otras: Materias Primas No Determinadas.
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