revolutionär gazette
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Contenido
Un fantasma recorre al ITAM, el fantasma del comunismo……………. 1 A. Sebastián H. Solorza
La teoría de la plusvalía. Explicando la explotación sin verborrea………. 4 Mono Economista
La teoría económica……………………………………………………… 7 Alan Deytha
“Desolado y vacío”……………………………………………………….13
Hache
La vigencia del Marxismo……………………………………………….. .15 Alberto Iturria
El derecho a la alimentación en un contexto de pobreza institucional…18 Franz Erwin Oberarzbacher Dávila
Qué NO es el comunismo …………………………………………………20 Commie Club
~ 1 ~
Un fantasma recorre al ITAM, el fantasma del comunismo A. Sebastián H. Solorza
¿Comunistas en el ITAM? Fue la pregunta que les surgió a muchos integrantes de la
comunidad ITAM al ver Commie Club en la feria de organizaciones estudiantiles
(FOE). Seguramente la segunda pregunta que le surgió a esas personas fue: ¿Para qué
Marx, Engels sus mitos y compañía? Este breve artículo pretende ser una respuesta
clara: Sí, Marx, Engels su teoría y compañía.
Es un prejuicio generalizado entre estudiantes del ITAM que si bien Marx fue un
importante pensador del siglo XIX con un gran impacto en la historia mundial, su
teoría es errónea y se ha demostrado falsa. Más aún, que su “propuesta” para el futuro
de las civilizaciones fue tan solo una ilusión y se ha demostrado utópica. Es por esta
razón que a muchos les parece una terquedad tratar de “revivir” o tratar de nuevo esos
temas ya “superados”.
Para muchos la teoría marxista y el comunismo no son más que una maraña de
fantasías y buenas intenciones que terminaron mostrando su verdad en los múltiples
intentos fallidos del socialismo real. Para ellos la teoría marxista y su resultado
intelectual (“el sistema comunista”) terminaron mostrando lo que realmente se
escondía detrás de su ingenuidad y sus disparates: el autoritarismo y la miseria. Sobra
decir que estas dos características son exactamente lo opuesto a las dos características
esenciales del modelo ideal contemporáneo: democracia y abundancia. Ante esto
habría que preguntarse ¿por qué se tiene esta visión antagónica? ¿De dónde proviene
y cómo se formó? ¿Es nuestra imagen sobre la teoría marxista y el comunismo una
imagen obtenida con conocimiento o en gran medida está formada desde fuera por el
pensamiento de las masas? ¿Qué sabemos sobre la teoría marxista y del comunismo
como para tener una opinión de ese tipo?
Otra opinión detrás de la teoría marxista es que si bien trataba temas importantes y
explicaba (o lo intentaba fallidamente) algunos fenómenos sociales, económicos o
políticos, esto solo era valido para el siglo XIX; pero como el mundo contemporáneo
es muy diferente al de esa época, solo merece ser tratada como un fósil teórico, como
un recuerdo más del baúl de las teorías inservibles. Ante esto cabe preguntarse ¿son
acaso muy diferentes los problemas del siglo XIX a los de ahora? ¿Acaso son la
miseria, la pobreza, la desnutrición, la guerra, las crisis, la inseguridad, el futuro
incierto de niños, jóvenes y ancianos problemas que ya no se viven en la actualidad?
~ 2 ~
¿Acaso es absurdo tratar temas como jornadas laborales largas y extenuantes,
desempleo, salarios bajos y muy bajos, ínfimos niveles de vida hoy en día? Y también
¿por qué es falsa e inservible la teoría marxista? ¿Quién la ha refutado y bajo qué
argumentos? ¿Dónde se encuentra la teoría marxista hoy en día y qué perspectivas
ofrece?
La respuesta inmediata que muchas de esas personas presentan es: todos esos
problemas del siglo XIX ya solo los viven los países llamados “en vías de desarrollo”
y que los países “desarrollados” nos muestran el camino para resolverlos. Sin ahondar
en la superficialidad de esta perspectiva (como si no existiera una relación entre el
“primer mundo” y el “tercer mundo” que los mantiene siendo lo que son), la imagen
que tenemos es: el capitalismo o el “sistema de libre mercados” nos ha brindado los
mayores avances que hemos tenido y que jamás podremos tener (¡!), que debemos
defenderlo a toda costa y por cualquier medio de cualquier amenaza (siendo quizá el
“marxismo” la más importante). No nos percatamos que la contemporánea sensación
de liberalismo, democracia y pluralidad que nos invaden no son más que la otra cara
de la moneda. Pareciera esto una defensa mental-militar donde cualquier crítica es
considerada terrorismo ideológico y donde los críticos son tildados de locos. Se critica
el tono religioso del marxismo y su despótico hermetismo y sin embargo se cometen
los mismos actos. Esto estaría parcialmente justificado si la situación de vida global
fuera buena o al menos las teorías predominantes tuvieran la capacidad de explicar las
causas de los mayores retos que enfrenta la humanidad actualmente. Sin embargo,
tales explicaciones no existen, y por consiguiente tampoco se tienen ideas para
afrontar tales retos. Un ejemplo de ello es la explicación somera de la pobreza, el
desempleo, las crisis, etc. como ineficiencias o “fallas de mercado”. ¿Qué se pensaría
del capitalismo si en lugar de enaltecerlo o condenarlo se lo analizara y se descubriera
que la fuente de todos sus desarrollos es a la vez la fuente de toda su destrucción y
ruindad?
Si bien el Commie Club no busca defender obstinadamente y sin sentido a la teoría
marxista, es necesario hacer algunas aclaraciones para quitarle un velo a la teoría
marxista y el comunismo y así comprender el fundamento del club. En primer lugar la
teoría marxista no parte de la idea cerrada de que el capitalismo y sus avances sean
“malos” y deban enfrentarse por medio de una revolución sanguinaria. Por el
contrario, la teoría marxista parte de un cuestionamiento ¿por qué a pesar de todos los
avances históricos que ha traído el modo de producción capitalista, los problemas
~ 3 ~
antes mencionados siguen subsistiendo? Y, antes de actuar, prosigue con su respuesta
es: el capitalismo lleva a cabo todos los progresos tecnológicos no por la búsqueda
de satisfacer necesidades humanas, sino para ampliar cada vez más la riqueza
abstracta expresada en dinero, razón por la cual genera las más amplias brechas
entre miseria y opulencia. Ante esto, los comunistas no buscan ser los salvadores de
nadie, para ellos no existe un presente apocalíptico del cual ser la salvación. Los
comunistas no pretenden ser alquimistas intentando convertir cualquier momento en
una época dorada, sino ser químicos, que conociendo la composición social, sus
características y dinámica puedan incidir en un cambio positivo para el género
humano. Los comunistas indagan con espíritu crítico la manera en que se nos
presenta la realidad y busca explicarla por detrás de las apariencias. El comunismo
no es un paraíso al que se aspira, sino una actividad teórica y práctica que busca
transformar la vida social conociendo las causas de sus mayores problemas.
Es en todo esto que se encuentra la razón por la que se promueve el Commie Club en
el ITAM. El Commie Club pretende enriquecer la vida cultural del ITAM
desencadenando al fantasma que arrastra sus cadenas por nuestros pasillos intentando
mostrar una perspectiva diferente para comprender y mejorar nuestra realidad
contemporánea.
Darmon Richter of the Bohemian Blog
~ 4 ~
La teoría de la plusvalía. Explicando la explotación sin verborrea Mono Economista
Una crítica importante y justificada que se le hace a muchos marxistas es que dan un
sinnúmero de rodeos para explicar su teoría económica, y entre tantos desvaríos no se
termina de entender una sola idea. A esos marxistas es oponible la frase que se le
atribuye a Engels “lo que no se sabe expresar es que no se sabe”. Por esta razón
intentaré explicar breve y claramente la teoría de la plusvalía de Marx.
Para entender la teoría de la plusvalía es necesario explicar brevemente la teoría del
valor de Marx. Para este, el valor de una mercancía es el trabajo social ejecutado
privadamente y su magnitud es la cantidad de trabajo promedialmente (en una
industria) requerido para producirla. Ese valor incluye tanto el tiempo de trabajo que
desempeñan los obreros durante el proceso productivo como el trabajo contenido en
las materias primas y máquinas utilizadas (producidas previamente y cuya magnitud
de valor también es el tiempo de trabajo promedialmente necesario para producirse en
su respectivo sector). Como la magnitud del valor es una cantidad de tiempo de
trabajo promedio, se mide en unidades de tiempo: minutos, horas, meses, etc. por lo
que uno diría una playera vale 20 minutos, una televisión vale 5 horas, una casa vale
18 meses, etc. Es importante aclarar dos confusiones frecuentes: (1) el hecho de que el
valor de una mercancía sea el tiempo de trabajo social empleado es una característica
cualitativa, mientras que la magnitud del valor es una cuestión cuantitativa (x
unidades de tiempo), y (2) una cosa es decir que una mercancía vale x unidades de
tiempo y otra cosa es lo que determina que se haya empleado esa cantidad x de
unidades de tiempo en la producción. Lo que determina la cantidad de trabajo
utilizada para producir una cantidad q de mercancías es la fuerza productiva del
trabajo (no es lo mismo que la productividad total de los factores, ni la productividad
marginal de cada factor, es eso y más), la cual incluye el nivel de destreza del obrero,
el nivel de progreso de la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas, la organización
social del proceso de producción, la eficacia de los medios de producción, las
condiciones naturales, etc. y no incluye cuestiones mentales o institucionales.
Para seguir adelante es necesario hacer una aclaración importante. El precio de las
mercancías no es lo mismo que el valor. El precio mercantil es la expresión monetaria
del valor. Una cantidad de billetes o monedas expresa una cantidad de horas de
trabajo. Este precio es tan sólo la base del precio que se observa en el mercado, es
decir hay muchos otros factores que alteran el precio sin que cambie el valor. Por esta
~ 5 ~
razón el precio puede ser diferente del valor y sin embargo ser este último la base
explicativa de los precios.
Ahora bien, en principio las mercancías se intercambian a su precio mercantil, es
decir, por la cantidad de dinero que expresa monetariamente su valor (recordemos que
este precio es la base del precio de mercado). Entonces si las cosas se intercambian a
su valor o precio mercantil, es decir, como equivalentes ¿de dónde y cómo puede
surgir más valor (horas) expresada en una mayor cantidad de dinero? O visto de otra
manera, si intercambiamos cosas de igual valor ¿qué cosa puede hacer surgir una
mayor cantidad de valor de la que antes existía y cómo lo hace dicha cosa? Si el
vendedor incrementara el precio, entonces su ganancia sería la pérdida del comprador,
si el vendedor defraudara al comprador aun así no haría que las horas desempeñadas
por los trabajadores aumentaran, únicamente alteraría nominalmente el precio de las
mercancías. Esto es, el intercambio de mercancías por una cantidad de dinero que no
equivale a su precio explica ganancias ocasionales y fortuitas pero no la fuente de la
plusvalía en sí misma, esto es, la fuente de toda ganancia posible.
Siguiendo este razonamiento llegamos a la conclusión de que debe existir una
mercancía cuya acción genere en sí mismo el valor y más valor. Esta mercancía es la
fuerza de trabajo. La fuerza de trabajo es la capacidad física e intelectual (contenidas
en el cuerpo de un ser humano) de realizar un trabajo específico. ¿Cuál es el valor de
la fuerza de trabajo? El tiempo de trabajo promedialmente necesario para producir las
mercancías que consumen los trabajadores, así como la cantidad de trabajo social
utilizado para su preparación educativa y laboral. Pero entonces ¿cómo es que la
fuerza de trabajo puede generar más valor? Trabajando más horas que las que ella
misma consume. Digamos que el tiempo de trabajo social requerido para que un
trabajador satisfaga diariamente sus necesidades promedio fuera de 4 horas, entonces,
si la jornada laboral fuera de 8 horas, estaría trabajando 4 horas que no le serán
recompensadas. Esas 4 horas, es un sobretrabajo por encima del necesario y su
expresión monetaria se llama plusvalía y se encuentra contenida en las mercancías
producidas, por lo que es propiedad del capitalista.
Mientras más horas labore el trabajador por encima de las requeridas (jornada laboral
más larga o intensa) para satisfacer sus necesidades promedio, mayor será la plusvalía
que produzca e igualmente mientras menor sea el salario que reciba por su trabajo
mayor será la plusvalía que se apropie el capitalista. Esto es lo que en la vida diaria la
~ 6 ~
gente llama ¡explotación! Si alguien trabaja una jornada laboral muy amplia (o
intensa) y/o recibe un sueldo muy bajo ¿qué se le dice? ¡QUE LO ESTÁN
EXPLOTANDO! Quizá todos llevemos un Marx por dentro.
Pocos aceptan que esto sea cierto, primero porque argumentan que la teoría del valor
trabajo ha sido demostrada falsa y/o porque no consideran que el precio pueda ser
distinto del valor y además porque presuntamente a cada quien se le remunera con su
contribución a la producción. Quizá sea necesaria una introspección histórica para
cuestionar esta cabal fidelidad hacia la igualdad y bondad de los sistemas de clase. El
capitalista puede apropiarse del sobretrabajo por su posición social, por ser dueño de
los medios de producción (materias primas, máquinas, edificios, etc.) y ser quien
controle toda la producción. De igual manera en el modo de producción esclavista el
Amo se apropiaba del sobretrabajo del esclavo (del que era dueño) por ser dueño de
los medios de producción. Se acepta fácilmente que el ocio y “buena vida” de los
amos se debía al sobretrabajo de los esclavos, pero aceptar que el ocio y buena vida de
los capitalistas (y sus secuaces) se debe al sobretrabajo de los proletarios ¡vaya
sacrilegio! Ante esta explicación se habla de igualdad social en condiciones y
oportunidades y por esa razón el mercado es justo y da a cada quién lo que se merece
(su productividad marginal), por lo que no hay explotación.
Marx, sin desvincular la posición política y social del campo económico logra
explicar por qué y cómo es que algunos pueden vivir en un nivel por encima del
promedio (capitalistas) y otros (proletarios) sólo vivir al nivel promedio o por debajo
de él.
La teoría marxista logra explicar, sin sucumbir ante las apariencias de lo que se
“intuiría”, que la plusvalía no es el fruto del engaño, ni de la imagen caricaturesca que
se tiene sobre la explotación, sino de una posición social (ser poseedor de los medios
de producción) y su ejecución. La clase capitalista puede explotar consciente o
inconscientemente a la clase trabajadora, de igual manera puede explotarla
premeditadamente o no, con conocimientos técnicos o no. Marx no recurre a ninguna
explicación “mental”, o de “naturaleza humana” como muchos creen, los capitalistas
explotan a los trabajadores aun cuando no lo busquen o no lo sepan. Los capitalistas
no son unos malvados codiciosos cuya “racionalidad” sea explotar, es el “sistema
económico capitalista” el que opera bajo una racionalidad explotadora. Esto es el
fundamento materialista: en principio no es la conciencia del hombre la que determina
~ 7 ~
el ser social e individual, al revés, la estructura social y el lugar que otorga a cada tipo
de individuos es lo que determina su conciencia. Claro está que la dialéctica es más
compleja, consciencia y formación social se retroalimentan, es decir forman parte de
una dinámica endógena. No obstante, el principio determinante de la historia humana
hasta ahora ha sido la estructura social en clases.
Por esta razón Marx pretende ofrecernos una vía teórica-científica para entender
primero que nuestra simple visión nos engaña. Busca detrás de las apariencias y
encuentra que nuestras creaciones sociales, condicionadas por a la propiedad de los
medios de producción y sus derivadas relaciones sociales de producción, nos terminan
controlando y engañan nuestra comprensión de las mismas. Y ante esto, la conclusión
resumida de Marx fue: es necesario comprender teóricamente el lugar histórico de
cada sociedad, así como su funcionamiento de manera interdisciplinaria, para con ello
poner en práctica medidas revolucionarias que transformen por primera vez la historia
basados en el conocimiento científico social. En la medida en que el individuo solo es
individuo como parte de una sociedad, su desarrollo pleno solo puede ser dentro de
esa sociedad. Pero ¿podrán los individuos desarrollarse en plenitud cuando una parte
de la sociedad se apropia del trabajo de otra parte de la sociedad? No. Por esta razón
Marx habla de revolucionar la organización del trabajo social por medio de la práctica
y la teoría, de tal manera que nadie pueda apropiarse del trabajo ajeno y trabajar
conjuntamente con objetivos comunes.
Aceptar esta teoría como verdadera sin demostrar que corresponde a la realidad sería
inadmisible, pero seguir creyendo dogmáticamente en otras explicaciones cuando no
tienen correspondencia alguna con la realidad es aceptar ser ciego y soberbio.
~ 8 ~
La teoría económica Alan A. Deytha Mon
Para cualquier economista educado en la teoría convencional la sola mención de Karl
Marx le evoca un sinnúmero de prejuicios y una cerrazón basada en la ignorancia.
Inmediatamente se recuerda la lucha de clases, la explotación de los asalariados, el
comunismo y por ello se evita analizar críticamente lo que el análisis marxista concluye
del modo de producción capitalista, a pesar de que ni siquiera se tienen claros estos
conceptos.
Se cree que son temas del pasado, de un pasado que no concuerda con nuestro estilo de
vida actual donde gozamos de maravillas tecnológicas, pero donde también existe la
pobreza, donde el capitalismo ha alcanzado una evolución de tales proporciones que
efectivamente, a mayor crecimiento aumentan nuestras posibilidades de consumo y sin
embargo las crisis nos develan la verdad, nos permiten ver más claro que nunca la
similitud de éstas fallas internas que hace ya dos siglos o más preocupaban a los
economistas. No debe malinterpretarse esto como que la teoría marxista tiene todas las
respuestas, pero sin duda ha llegado a concluir científicamente sobre muchas cosas por
las que la teoría convencional
aún se devana los sesos por entender o cree entender, éste conocimiento acientífico no se
refleja en la realidad, el mayor criterio de verdad para cualquier teoría.
Retomemos un momento la maravillosa economía neoclásica en la cual el salario de
cualquier trabajador se determina por su productividad, lo cual significa que si produce
más consumirá más, pero así mismo aquel que lo contrate obtendrá también una mayor
cantidad de producto proporcional a la distribución inicial entre ganancias y salario
(omitamos el irrisorio caso de que las ganancias son cero, completamente alejado de la
realidad). Pues bien, aquí se encuentra implícita la explotación, que debemos dejar claro
no significa trabajar más allá de un tiempo concertado, todo lo contrario, al concertar una
jornada laboral una parte de ella se otorga gratuitamente al capitalista y la otra parte,
producida así mismo por el trabajador, es su salario. Es decir que el trabajador produce lo
suficiente para ser retribuido por ese trabajo de una manera "justa" (en lo cual
ahondaremos un poco más adelante) y además produce suficiente para mantener al
capitalista. Se explotará aún más al obrero si se le hace trabajar horas extras, pero aún en
ausencia de ése tiempo extra existe la apropiación capitalista de éste plusproducto. Sin
embargo, el capitalista se encuentra en todo su derecho de apropiarse de éste excedente
pues, dadas las condiciones capitalistas de producción sería contranatura evitar que lo
hiciera, sería ir en contra del mismo sistema que le ha provisto de las condiciones para la
explotación (la propiedad de los medios de producción) y por ésta misma razón se plantea
la modificación de las relaciones de producción sobre las cuales se erigen las relaciones
distributivas de la riqueza dado que la participación de un asalariado en la riqueza social
está determinada por la retribución de su trabajo.
~ 9 ~
En relación a éste último punto no se puede aclarar con suficiente ahínco que esto no es
un sinónimo de lo que actualmente se llama socialismo ya que ésta ideología (como
vulgarmente se denomina a cualquier postura política) no es más que la tergiversación
capitalista de un verdadero cambio en las relaciones de producción, una tergiversación
que traslada el problema a la esfera de la distribución en lugar de encontrar su verdadero
origen en los centros de trabajo, una tergiversación que se encuentra en concordancia con
concepciones subjetivas de justicia e igualdad.
Ahora, retomemos la "retribución justa al trabajador" que el capitalista le paga, es decir
su salario. Aquí justicia no se refiere a un criterio que puede ser tomado arbitrariamente
por el capitalista, en este caso se debe introducir el concepto de valor de la fuerza de
trabajo, esencial para comprender aún más la explotación así como comprender que no
existe contradicción entre la explotación y la posibilidad de un consumo mayor al de
supervivencia. El valor de la fuerza de trabajo lo determinan las mercancías necesarias
para que un obrero pueda sobrevivir en los mayores estándares de vida capitalistas, es
decir que efectivamente su trabajo puede y debe (si tomamos en cuenta la necesidad de
una educación universitaria o de cualquier preparación) volverse más productivo, por lo
que produce lo suficiente para mantener su estándar de vida y para obsequiar al
capitalista una parte de su trabajo.
No hay duda que el capitalismo ha logrado los mayores avances gracias a la mejora de las
fuerzas productivas que impulsan el trabajo, se han logrado satisfacer las necesidades
básicas y muchas otras que han sido creadas, sin embargo esto no evita las
contradicciones de éste modo de producción y a pesar de ello se ve como una evolución
el que países como los de Medio Oriente poco a poco impongan las condiciones
necesarias para un "saludable desarrollo económico" (entiéndase, desarrollo capitalista de
la producción). Para cualquier economista convencional es claro que al liberarse de las
dictaduras un mejor mundo vendrá en aquellos países, una panacea que les traerá
desempleo, una mayor cohesión con el mercado mundial y que les revelará su
imposibilidad de competir con países industrializados, pero definitivamente tendrán una
mayor cantidad de bienes a su disposición cuando sus mercados sean invadidos por
aquellos capitalistas que hoy más que nunca necesitan vías de escape para sus
mercancías, nuevos mercados por conquistar, un nuevo impulso para proseguir la
acumulación.
Pero ¿qué nos queda entonces a nosotros, un país en vías de desarrollo, cuando ya han
sido invadidos nuestros mercados por el mercado mundial? anhelar y esperar con ansias
las condiciones adecuadas que nos proveerá el gobierno para al fin comenzar a crecer.
¿Por qué no crecemos? es la perorata de todos los días.
~ 10 ~
Mediante las reformas estructurales, que no son más que los supuestos necesarios para
que el capitalismo tome bríos, alcanzaremos el mayor bienestar. El debate de si las
instituciones son las que provocan esa diferencia de crecimiento entre diferentes
territorios aquí no tiene razón de ser puesto que esas diferencias tienen su origen en el
mayor o menor desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, mismas que traen
como consecuencia mayor productividad y evidentemente, mayor crecimiento. Y si a
alguien le queda la mínima duda de que ésta es la razón verdadera para perseguir éstas
reformas solamente tiene que pensar como capitalista, o bien como un economista
neoclásico. Para ellos es esencial la reforma laboral pues ésta misma flexibilizará el
mercado, permitirá despedir a los obreros menos eficientes con lo cual es más que claro
quién lleva la batuta y la decisión en la distribución de la riqueza, un empleado que no es
"rentable" no tiene caso tenerlo contratado y creen salvar la situación al proponer que se
aumente el salario mínimo cuando esto último no es más que flexibilizar el límite en el
cual un asalariado puede negociar con su patrón, no significa acabar con la relación de
explotación.
¿Nadie logra ver que esto no es en beneficio de la población, sino que se trata de
reformas que faciliten los mecanismos de la competencia y de la explotación?
Por ello, salir de la crisis significa que el modo de producción capitalista retome su curso
y su posibilidad de seguir "creciendo", de seguir acumulando capital, de tener nuevos
sectores para invertir el capital ocioso y así desarrollarse, obtener aún más plusvalor, por
eso mismo es tan importante para los economistas, para los empresarios, para los
políticos retomar el crecimiento. No nos engañemos con tareas mesiánicas tales como
mejorar el bienestar social, buscar el crecimiento por razones de distribución del ingreso,
si no es posible "reactivar la economía" peligran los cimientos de las economías
capitalistas.
Es así como logramos ver claramente el porqué de la búsqueda del crecimiento, por qué
el entorno político se ve dominado por los problemas económicos más que por cualquier
otra problemática. Son simplemente las relaciones de producción pidiendo a gritos un
bocanada de aire, para poder perpetuar el sistema que las alimenta y las reproduce, sea
durante las crisis o en el apogeo de su expansión, momento éste en que se regodean los
economistas neoclásicos de las virtudes de un sistema que no logran ver claramente, que
no entienden más que si lo toman como relaciones de producción eternas e
imperecederas.
Creen haber encontrado el esqueleto de la producción donde el capital ha existido desde
los tiempos más remotos, donde los asalariados han sido disfrazados de diferentes formas
a lo largo de los siglos pero es ahora, cuando nadamos en las aguas turbulentas del
derecho burgués, que estas personas han encontrado su libertad. ¡Y qué libertad! pues de
acuerdo a nuestros brillantes economistas, hoy por hoy, los trabajadores eligen dividir su
~ 11 ~
tiempo entre ocio y tiempo de trabajo, qué gran aparato teórico que se impone a una
realidad completamente diferente donde la jornada laboral no es opcional sino que se
impone al trabajador para que pueda participar en la riqueza social. Para ponerlo en los
términos "económicos", el capitalista tiene todo el poder de negociación.
Profundicemos en el tema del capital, un concepto medular para cualquier análisis de las
riquezas en el modo de producción capitalista y sin embargo en la teoría neoclásica no
existe un concepto que sea más ambiguo. Es tan fácil escuchar a cualquier economista
que hable del capital en la producción, de la fuga de capitales ante la desconfianza de los
agentes económicos en una nación o bien del capital humano que cada quien se apropia
sea por la experiencia o por el estudio, le permite ser más productivo y como
consecuencia participar en una mayor proporción del producto social. Lo que logramos
discernir de éstas tres diferentes acepciones es que el capital es algo "fijo", algo que se
"acumula" y que permite aumentar la producción. Vaya, pues parece que hemos
descifrado ese misterio sin embargo vemos que son tres cosas diferentes a las cuales se
les atribuye éste concepto.
Primero, el capital dentro de la producción se refiere a las máquinas empleadas, las cuales
tienen una "productividad" propia y, por analogía a los determinantes del salario, es lo
que determina la ganancia a sus dueños. Algo bastante extraño es ésta productividad de
las máquinas pues si no son activadas por un trabajador, la producción no se lleva a cabo
así que en verdad la "productividad del capital" no es más que la manera en que las
máquinas afectan el desempeño de la fuerza de trabajo, su productividad.
Ahora, ¿no es el mismo capitalista quien posee los medios de producción y por lo tanto la
máquina que utiliza el obrero? ¿No es el capitalista quien contrata al obrero? entonces por
que aparece aquí como si fuera un rentista de máquinas, ajeno al proceso productivo,
estamos aquí ante una creación teórica de acuerdo a la cual el capitalista es ajeno a la
producción y simplemente "renta" al obrero su máquina con la única condición que le
retribuya una parte de su producto. Entonces, de acuerdo a esto el verdadero poseedor de
la producción es el mismo obrero, el cual voluntariamente aceptó éste "contrato" con el
capitalista. ¡Vaya falacia teórica!
En segundo lugar, una fuga de capitales no se refiere a que cada capitalista se lleve sus
máquinas a otra parte, si no que se lleve una cierta suma de dinero por medio de la cual
se pueden financiar nuevos proyectos. Por lo tanto, encontramos un segundo objeto al
cual se le atribuye el concepto de capital. Seguimos encontrando ésta construcción según
la cual el capitalista es simplemente alguien que "renta" su capital (sea dinero o
máquinas) esperando una retribución por su buena acción, por su sacrificio de no
consumir esas dotaciones que la naturaleza le proveyó. Pero para cualquier mortal, que
no sea un economista, es claro que un capitalista financiero no es lo mismo que un
capitalista industrial y sin embargo nuestra bella teoría, la más refinada matemáticamente
~ 12 ~
y que nos da la intuición de la realidad, los toma por igual, los encasilla en un mismo
papel en el cual no explotan, solamente se sacrifican con vistas en una ganancia que los
verdaderos productores (asalariados) les darán.
Finalmente, el capital humano, la mayor muestra apologética del sistema capitalista en
boca de los economistas neoclásicos, pues ahora se le llama capital a algo que le
pertenece al asalariado sus habilidades, su educación universitaria, la cual ha sido
resultado de una "inversión" y por esto último, para los economistas neoclásicos éstas
destrezas son dignas de llamar capital pues cualquier cosa que se invierta para ellos
genera una ganancia, ¡Voilà!, al fin dilucidamos lo que pasa en la mente de un
economista, las confusiones de conceptos, ideas e imaginación, las analogías tan
simplistas que dominan tanto sus formas de guiar a la sociedad hacia la tierra prometida
como su análisis pseudocientífico. Así, con éste capital humano es como, finalmente,
todos somos capitalistas, todos poseemos algo que impulsa la producción y por lo cual
recibimos una mayor o menor cantidad de producto por el simple hecho de poseerlo.
Que fácil es utilizar éste concepto, y que ambiguo además para la economía
convencional, pero es en esto precisamente que la ciencia económica debe revelar el
correcto sentido del concepto capital, no se trata de un objeto, sea máquina o dinero, no
se trata de cualquier cosa que se acumule, sino de una relación social, una relación de
explotación entre individuos, una relación que se ve reflejada en los objetos o así les
parece a los economistas. No logran ver que detrás de estos objetos, de ésas máquinas,
del dinero o incluso detrás de sus vagas definiciones están las relaciones sociales que
determinan la producción, la distribución y su mismo "conocimiento científico". No
entienden el fetiche de la mercancía.
Ha quedado más que claro que las construcciones teóricas neoclásicas han surgido de las
imaginaciones más grandes del último siglo y a pesar de ello son inculcadas y aceptadas
por hordas de economistas acríticos y complacidos con el mundo que creen aprehender
mediante una teoría calificable más como apologética que como científica.
Por ello, cabe preguntarse si no hay otro camino tanto teórico como práctico, si estamos
imposibilitados a cambiar las relaciones sociales de producción de la misma forma que
las relaciones burguesas lo hicieron en su momento para alumbrar un modo de
producción a su imagen y semejanza y también si estamos imposibilitados para descubrir
el movimiento verdadero de la sociedad. Quizá podamos dejar de tomar por cierto todo
cuanto nos enseñan y empezar a tener verdaderas críticas, y después de eso tal vez
preguntarse por un modo de producción donde las fuerzas productivas sean una
herramienta para el desarrollo íntegro de los seres humanos y no lo determinen y lo
limiten, un modo de producción donde ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual,
según sus necesidades!
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“Desolado y vacío”
Hache
Es una creencia esparcida el que la religión nació de la necesidad de encontrarle razones al
mundo; un primer intento de explicarnos el caos en el que sobrevivíamos. A pocos les será difícil
imaginar al primer teólogo, al primer sacerdote, escribiendo en la memoria de sus fieles una frase
que describe la anarquía del universo y cuatro letras que representan una voluntad que todo lo
ordena.
Siglos después, en una entrevista para la televisión, Milton Friedman predicaba al mundo la que
iba a ser su nueva ideología. A manera de introducción, daba algunas consideraciones básicas.
Mencionaba que era imposible vivir sin una ideología, pues estas son algo así como las
coordenadas básicas con las que interpretamos nuestra realidad.
Con tal definición, buscar diferencias entre ideología y religión parecería un asunto baladí: no las
hay. Lo que antes fue religión, hoy son ciencias. Y, entre todas las ciencias, brilla la economía,
por ser capaz de explicar, ya no al mundo, sino a nosotros mismos.
El papel de la economía como explicación a todo comportamiento humano es crucial para el
establecimiento de los economistas liberales como nuevos sacerdotes, guardianes de la ley y el
mundo. Ya algunos antropólogos se han aventurado a proponer otro origen a la religión. No es
una explicación al mundo, sino un origen y justificación a varias situaciones azarosas que surgen
de la convivencia humana.
Es decir, se crearon mitologías no para explicar por qué llueve, o cuál es el origen de los truenos,
sino para explicar y justificar comportamientos e instituciones que surgieron de vivir unos junto
a otros, y que luego se volverían requisitos para una vida en sociedad.
Así, el liberalismo es la nueva religión y sus sacerdotes son los economistas. En manos de ellos,
la economía parece ser capaz de explicar la naturaleza humana y cualquier comportamiento que
surja de ella, al tiempo que justifica el egoísmo, la explotación
Pero la ideología -la religión- no sólo trata de explicar o justificar la realidad. Expresa, también,
ideales que, en el mejor de los casos, han de ser puestos en práctica; que han de modificar la
forma de relacionarnos con nuestra realidad.
Los sacerdotes no sólo transmitían una explicación y una forma de ver al mundo. Su labor iba
más allá. Los mandamientos, las virtudes y los pecados eran parte de un intento por moldear –o,
más bien, crear- la naturaleza humana.
Los rituales, las ceremonias, la exaltación de algunas pasiones hasta llegar a la cursilería, la
búsqueda de la virtud y la expiación, muchas veces dolorosa, la teatralidad que se esperaba en los
actos de cada uno… Nada de eso era en vano.
Los ritos más ridículos, irracionales y onerosos estaban enfocados a mantener la frágil alianza
que los unía como sociedad. Servía como recuerdo de la existencia los otros; de la existencia de
su humanidad. Me atrevería a decir que esta cohesión, a veces forzada y otras tantas veces
~ 14 ~
espontanea, fue lo único que dio sentido a varios conceptos que hoy son pilares de nuestras
ruinas opulentas.
Los economistas, en su forma de pensar y con las explicaciones que otorgan, están definiendo los
ideales y las formas de una nueva sociedad. Los supuestos de racionalidad, individualidad y
egoísmo se vuelven más que una descripción, o un método para estudiar al mundo: son
prescripciones para que llegue a funcionar el modelo.
Por sí misma, la labor de la nueva casta sacerdotal no es menos perversa o arbitraría que las
anteriores, pero es tremendamente distinta, pues amenaza con demoler edificios esenciales.
Construcciones históricas que siguen definiendo y dando sentido a la vida de muchos de
nosotros.
El Tohu va bohu que se usó para describir el mundo antes de Dios, adquiere otro significado. Se
torna una premonición. Dios no nos dio las tablas de la ley, sino una excusa para atenernos a
ellas; una excusa para tener puntos en común; una excusa para aceptar que no estamos solos.
Tal vez, de ser más sensatos, podríamos continuar con los rituales que han dado sentido a
nuestras vidas, a nuestros sueños y a nuestras ideas prescindiendo de la excusa. Al parecer no lo
somos. De cualquier forma, da curiosidad saber en qué tipo de mundo habrá cuando se nos
termine de despojar de la cultura, incómodo remanente histórico.
Algunas etnografías dan pistas de ese futuro. La gente de la montaña, de Turnbull, quizás. Y es
que, cuando escribió de los Ik, más bien escribía sobre nosotros: Una sociedad donde el interés
individual era el único ideal, pues contra eso lo demás parece irrelevante. Donde cada quien es
libre de hacer lo que deseé a expensas de quien quiera, pues, francamente, a nadie le importa
cumplir leyes o hacerlas cumplir.
En una sociedad así, donde las relaciones son contingentes, donde no hay tradiciones que nos
vinculen y den permanencia a absurdos como la confianza o el afecto; donde la noción de
compartir mundos -visiones- es ridícula, ¿qué sentido tiene la existencia? ¿Es suficiente la mera
acumulación de bienes y de años para dar sentido a la vida?
Tengo entendido que los Ik eventualmente se recuperaron. Nuevas tradiciones, nuevos lazos,
algunos retazos que fueron suficientes para reconstruir su identidad. Turnbull les dejó en su libro
una dedicatoria: “A los Ik, a quienes aprendí a no odiar”.
No es una dedicatoria que me guste, por eso creo necesario que abramos los ojos al problema.
No hay conceptos o ideas trascendentales -absolutos. Nuestras construcciones culturales,
nuestras valoraciones, nuestras ideas, son muy frágiles: dependen de que conservemos la cultura
que las engendró.
La Economía como nuevo catecismo vino a destruir la vida como la hemos conocido, por no ser
la virtud, la justicia o la humanidad, sino la eficiencia el objetivo del mercado. Me pregunto si la
libertad tendrá algún sentido al desaparecer las constricciones que nos hemos impuesto durante
siglos.
Una duda más: cuando la libertad deje de ser un rentable, ¿cómo se llamará el liberalismo?
~ 15 ~
La Vigencia del Marxismo
Alberto Iturria
“Pero toda lucha de clases es una lucha política”
-Karl Marx, Manifiesto Comunista
Hoy en día, el marxismo –y al parecer toda visión alternativa del mundo- parecen estar
olvidadas y bien sepultadas para un amplio número de la población en el que incluso nos
encontramos muchos de nosotros, estudiantes universitarios. El famoso triunfo del “mundo libre”
sobre el comunismo logró imponer una hegemonía no sólo económica, sino también política. El
entendimiento de la política como una democracia liberal minimalista en la que todo se reduce a
la búsqueda de un consenso que nos permita agregar de la mejor manera las preferencias de los
miembros de la sociedad, es el resultado de ésta. En esta sociedad “post-política”, como la ha
llamado Chantal Mouffe, los conflictos entre partes ya no existen y el consenso es posible a
través del diálogo. En pocas palabras, es un mundo en el que las diferencias entre derecha e
izquierda han quedado atrás y donde todo antagonismo resulta, pues, en un inconveniente que
pone en peligro la democracia liberal.1
Esto a primera vista parecería un mundo ideal, como las luchas entre facciones han quedado
atrás, los consensos son posibles y por lo tanto todo el mundo puede dedicarse a desarrollar el
estilo de vida que más le convenga. Sin embargo, yo no estoy de acuerdo con este modo de
organización política, y al igual que Mouffe creo que representa una total falta de entendimiento
de lo que significa lo “político”. Lo político, dice la autora, es la dimensión de los
antagonismos.2 De esta manera, la negación del antagonismo, producido por la democracia
liberal, tiene severas consecuencias ya que interviene con la función básica de lo político, que se
trata de encauzar deseos y pasiones mediante la confrontación, diluyéndola. Así pues, lo que se
trata de decir es que para poder llevar a cabo la verdadera función de la política es necesario
revaluar el conflicto.
Basados en la concepción de lo político, y tomando en cuenta que para poder movilizar pasiones
hacia diseños democráticos, la democracia debe tener un carácter partisano, se podría decir
entonces que la distinción izquierda/derecha tiene un función muy importante. De esta manera lo
que se pretende en este texto es llevar a cabo una revalorización del marxismo y del papel que
éste debe jugar en el ámbito de la vida política.
Como ya se ha dicho, la democracia liberal elimina la confrontación. Dicha confrontación es
vital porque ayuda a crear formas de identificación que canalizan las pasiones de las personas.
Sin embargo, sin esta configuración adversarial, las pasiones no se les puede dar salida de una
forma democrática y entonces esta confrontación será reemplazada por confrontaciones
esencialistas o morales, lo cual puede ocasionar a su vez un verdadero peligro para la
democracia, puesto que ahora se trata de valores no negociables.
1 Chantal Mouffe, On the Political, Routledge, New York, 2005, p. 2-3
2 Ibíd., p. 9
~ 16 ~
De esta manera los teóricos liberales al resultar incapaces de reconocer no sólo la realidad básica
de la lucha en la vida social, la imposibilidad de encontrar soluciones racionales a las cuestiones
políticas y sobre todo el papel integrador que el conflicto desempeña en la democracia moderna,
han tratado de borrar del mapa teórico cualquier otra alternativa.
Los liberales han olvidado que una sociedad democrática necesita del debate entre posibles
alternativas. Esto, por dos razones muy claras, primero porque ayuda a la identificación colectiva
y segundo porque permite la elaboración de soluciones alternativas a problemas de la vida
común. Sí, el consenso es necesario, pero también se requiere del disenso en ellos, de lo
contrario nos encontraríamos en un escenario que difícilmente se podría llamar democrático, ya
que de antemano estaría legitimando un esquema totalitario y hegemónico. Esto, desde mi punto
de vista representa una contradicción muy grave a los principios que los teóricos del “mundo
libre” han proclamado desde la caída del bloque socialista.3
Ahora, ¿qué papel desempeña en esto el marxismo? Desde la caída del modelo soviético, la
humanidad fue testigo del surgimiento de la incuestionable hegemonía del neoliberalismo. De
esta manera, lo que una vez fue una alternativa al modelo de desarrollo, se colapsó y la esperanza
de una redefinición para la izquierda, ahora liberada del comunismo estalinista, se perdió debido
a la pasividad de los partidos socialdemócratas, sus discursos modernizadores fueron
moviéndose cada vez más hacia la derecha, redefiniéndose como partidos de centro-izquierda.
De esta manera, lejos de lograr un beneficio de la crisis del viejo sistema comunista, la social
democracia fue llevada a su ruina.4
Así, lo que se intenta proponer es que el marxismo y la izquierda en general claramente deben
darle la importancia necesaria al pluralismo y a las instituciones democráticas. Sin embargo esto
no significa que deban abandonar todo intento de transformar y desafiar al orden hegemónico
presente, al contrario, hoy cuando son los hombres que sufren a costa del progreso de la sociedad
capitalista, el marxismo nos llama a recuperar el control de los mecanismos que la sociedad
misma para que, en lugar de que los hombres estén dominados por ellos, sean los hombres los
que dominen a favor de la mayoría.5
Ya decía Marx en el Manifiesto del Partido Comunista que la propiedad estaba suprimida para
nueve décimos de la sociedad.6 Esto no ha cambiado mucho, ni parece cambiará en mucho
tiempo. Hoy en día hablamos del 99% contra el 1% y parece que hasta ahora nos habíamos dado
cuenta de esa aberrante relación, cuando ésta lleva existiendo desde el surgimiento de la sociedad
capitalista. En la sociedad burguesa, pues, domina el pasado sobre el presente; en la comunista,
dice Marx, el presente sobre el pasado.7
Hoy todos somos más proletarios que nunca, por que recordemos, proletario “significa estar
esclavizado por el trabajo asalariado, depender social y políticamente del empresario que da
3 Ibíd., pp. 18 - 19
4 Ibíd., p. 31
5 Ibíd.
6 Karl Marx, Manifiesto Comunista, Alianza, Madrid, 2008, p. 62
7 Ibíd., p. 61
~ 17 ~
trabajo, un trabajo que lejos de ser creativo, de posibilitar el ejercicio y expansión de la
creatividad humana es repetitivo, embrutecedor“.8 Es un trabajo que nos convierte en meros
accesorios de la máquina, el capataz y sobre todo el fabricante burgués individual. Un trabajo
que no le genera más propiedad al trabajador que lo mínimo indispensable para sostener su
escueta vida.9 Esto nada tiene que ver con los trabajos dignos prometidos por los teóricos
liberales.
¿Dónde están los liberales y capitalistas que tanto criticaban la colectivización que
supuestamente postulaba el marxismo y que el estalinismo se encargó de hacerla groseramente?
Su sociedad lo ha hecho por mucho más tiempo quitándole toda individualidad a la persona, que
desesperada la busca en el consumo y que sin lentitud la ha convertido en una masa amorfa de
explotados. En la sociedad burguesa el capital es independiente y personal, mientras que el
individuo que trabaja carece de personalidad e independencia. Acusaron a los marxistas de
atentar contra la libertad, ¿Cuál libertad? Me pregunto yo, si hoy los economistas creen que la
libertad reside únicamente en la libre compra y venta, en el mentado libre mercado.10
De esta manera, observando las grandes contradicciones del capitalismo, lo que yo deseo es que
hagamos la labor crítica que nos corresponde, que nos liberemos de los fantasmas y espejismos
que crea la “conciencia” y demos el paso hacia la acción. La sociedad actual se plantea como un
cuerpo que debe defenderse a toda costa de todo lo diferente, porque se cree y plantea que todo
es desarrollo y progreso, pero en realidad no es así. La izquierda, como hemos visto, ahora tiene
la misma opinión que la derecha porque parte de las mismas bases teóricas. Sin embargo, de esta
contradicción debemos extraer que es nuestro deber revitalizarla, es nuestro deber tener bases
teóricas correspondientes a sus objetivos, abrazar la teoría marxista y desarrollarla. De esta
manera, la relevancia y vigencia del marxismo descansan, no sólo en el hecho de que ayudaría a
desarrollar un verdadero debate político en el mundo liberal, ni tampoco en el gran trabajo que
hace en su labor crítica, sino en el hecho de que resulta pues en una gran oportunidad para la
sociedad de reflexionar y repensarse como algo distinto.
Albert Serra
8 Ibíd., p. 29
9 Ibíd., p. 61
10 Ibíd.
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El derecho a la alimentación en un contexto de pobreza institucional Franz Erwin Oberarzbacher Dávila
El derecho a la alimentación es un derecho fundamental. Su debida garantía es una condición
necesaria para el ejercicio de otros derechos también fundamentales. No obstante, es posible
constatar que en México casi 30 millones de personas carecían, en 2010, de acceso a este
derecho. En vez de reducirse el número de personas que se ven aquejadas por esta situación,
diversas razones han agudizado el problema.
En este contexto, el Derecho tiene mucho que aportar. Si lo que buscamos como sociedad es el
desarrollo, entonces tenemos que problematizar acerca de la pobreza, como opuesta al concepto
de desarrollo. La pobreza, cabe decir, no sólo es económica, social y psíquica; también es
institucional. El análisis de ambos extremos es, en este sentido, de gran importancia para lograr
mayor claridad en cuanto a lo que supone nuestra búsqueda de desarrollo.
Fijado este parámetro, podemos constatar que en México se han dedicado muchos esfuerzos
económicos y humanos para lograr mayor desarrollo. Sin embargo, muchos de ellos han sido
ineficientes. Es necesario aumentar, pues, la discusión sobre estos temas.
Esto es particularmente cierto si partimos de que México se define a sí como un Estado
constitucional, es decir, como un Estado social y democrático de Derecho. Esta fórmula, empero,
implica diversas relaciones y tensiones entre los derechos de las personas entre ellas y respecto al
Estado. Igualmente, de esta noción derivan importantes supuestos teóricos (como la supremacía
constitucional y el control judicial de actos y omisiones del Estado), los cuales, por cierto, tienen
una importancia práctica innegable.
Entre estas consecuencias prácticas, destaca la justiciabilidad de los denominados derechos
sociales. El tema de la justiciabilidad de esta clase de derechos ha sido negada de forma
sistemática por la doctrina, la jurisprudencia y el gremio de los abogados en diversas partes del
mundo –incluido México. Las razones son diversas y, en principio, persuasivas. Un estudio más
profundo, sin embargo, demuestra que es posible o bien matizar o bien desvirtuar estas razones
que se alzan en contra de la exigibilidad de los derechos sociales en los tribunales. Uno por uno,
pueden ser contestados dichos argumentos.
Pero sería también inexacto sostener que estos argumentos no tienen razón alguna; deben ser
tomados en cuenta a fin de construir un modelo de justiciabilidad más específico respecto al
modelo tradicional de justiciabilidad de los derechos liberales, como la propiedad, por ejemplo:
en contra de un activismo monológico, proponemos un activismo dialógico, en términos de César
y Diana Rodríguez.
Ahora bien, si bien argumentamos que es impreciso marcar una diferencia tajante entre los
derechos civiles y políticos, por un lado, y los derechos económicos, sociales y culturales, por el
otro, reconocemos que sí existe una distinción, de grado, entre estas categorías: los unos tienen
~ 19 ~
núcleo obligacional más bien de abstención; los otros, más bien prestacional. En consecuencia,
hay que pensar criterios que permitan dar cuenta de este hecho.
El concepto de mínimo vital se presenta, en este punto, como la piedra de toque que permite
hacer o no justiciables determinadas demandas que alegan la vulneración de derechos sociales,
en general, y del derecho a la alimentación en particular por parte del Estado. Este concepto tiene
dos dimensiones: una sustantiva; otra procesal. Una atiende al núcleo obligacional específico de
cada derecho –en este caso, el derecho a la alimentación adecuada-; el otro refiere a estándares
judiciales que posibilitan discriminar casos jurídicamente relevantes y aquellos que no lo son
tanto. Existen distintos tipos de estándares. Unos son cuantitativos; los otros cualitativos. Dada la
realidad institucional de México, es posible sintetizar ambos. Todo esto queda aterrizado para
incidir en la pobreza institucional alimentaria.
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Qué NO es el comunismo Commie Club
El commie club se enfrentó en cada una de sus reuniones con la gran colección de prejuicios
sobre el comunismo. Lectura a lectura todo aquello que se creía habían dicho Marx, Engels o
algún otro comunista fue desapareciendo.
En el transcurso de las reuniones el club se fue haciendo consciente de que el problema más
grande que enfrenta el comunismo y la teoría marxista es la colección de prejuicios sobre estos
temas. De igual manera, el club se fue haciendo consciente de que el comunismo no es un
término claro y bien definido, por el contrario, tiene tantas acepciones que llegar a una definición
única requiere un análisis muy detallado. Por estas razones, el club llegó a la conclusión de que
es necesario mencionar que no es el comunismo, para deshacerse de algunos prejuicios, y
también retomar las pocas palabras de los primeros comunistas para tratar de encontrar que sí es
el comunismo. Para ello se enlistarán tesis sobre lo que no es el comunismo y se cerrará con una
cita de Marx que deja muy claro que sí es el comunismo.
Tesis
El comunismo no es la antítesis del capitalismo. Es una construcción teórico-práctica social que
por medio del análisis del capitalismo busca proponer una ruta no antagónica, sino alternativa.
El comunismo es una corriente intelectual respetable muy diferente a lo que se nos hace creer
sobre ella y está abierta a múltiples interpretaciones. Dentro del comunismo existe una variedad
de perspectivas y no hay una interpretación monolítica.
El comunismo no implica la existencia de un Estado que se declare dueño de los medios de
producción y distribuya la producción conforme a las decisiones de un comité central.
El comunismo no es la URSS, no es la China, no es Cuba, ni las interpretaciones que los
intelectuales liberales hacen de estos países.
El comunismo no es lo que un partido centralista o un grupo selecto dice que es.
El comunismo no es el planificador central que los economistas liberales siempre hacen
referencia.
El comunismo no es una meta o un estado histórico al que debamos llegar o llegaremos
inevitablemente. Por lo que tampoco existe un programa o una manera única de “hacer”
comunismo o “llegar” al comunismo.
Comunismo no es progreso ni retroceso. El comunismo no se encuadra en una concepción lineal
de la historia en que el futuro es progreso o retroceso, por el contrario, el comunismo cuestiona
¿qué es el progreso?
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El comunismo no es la pérdida de individualidad, no es colectivizar la personalidad, sino el
desarrollo íntegro de cada ser humano en la participación colectiva de la vida social. Solo con la
administración colectiva del tiempo de trabajo y recursos sociales los individuos tendrán la
capacidad de desarrollarse de acuerdo a sus capacidades y sus deseos.
El comunismo no es un mandato o una obligación para los ciudadanos.
Comunismo no es compartir la propiedad de los objetos. El comunismo no buscar eliminar la
propiedad privada, busca eliminar las formas de propiedad privada basadas en la existencia de
clases sociales (entre ellas la propiedad privada burguesa). El comunismo no es compartir o
colectivizar las mujeres, niños, etc. Dicha objeción deja ver claramente la limitada concepción de
la propiedad burguesa, en la que inclusive seres humanos son vistos como objetos que se pueden
intercambiar como mercancías.
El comunismo no implica ausencia de tecnología. El comunismo busca que el avance
tecnológico tenga un propósito diferente. Mientras que en el capitalismo los avances
tecnológicos son realizados para obtener las ganancias más altas posibles, el comunismo busca
que los avances tecnológicos sean empleados para la satisfacción de la mayor cantidad de
necesidades sociales.
El comunismo no es la caricatura liberal de “repartir” la miseria. Al contrario es satisfacer la
necesidad de acuerdo a la capacidad productiva social.
El comunismo es una oportunidad de repensar el mundo, como dice Marx en su carta a Ruge: “no
se trata de trazar una línea mental entre el pasado y el presente, sino de materializar los pensamientos
del pasado. Finalmente, será evidente que la humanidad no está comenzando una nueva tarea, sino
que está llevando a cabo de manera consciente su vieja tarea."
Burgos, Camino sin fin
"Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De
examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con
nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía."
Lenin
“La injusticia social necesita ser denunciada y combatida… el mundo no se
va a arreglar por sí solo”.
Eric Hobsbawm
“Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase,
sustituirá una asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el
libre desarrollo de todos.”
Karl Marx
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