norcross psychotherapy relationships that work. cap. 5 empatia
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Traducido por María Brandán Escalante. Psicóloga (Tel. 09-1008332)
Norcross, J. (2002). Psychotherapy Relationships That Work. Cap. 5 – Empatía (Arthur C. Bohart, Robert
Elliott, Leslie S. Greenberg, Jeanne C. Watson).
CAPÍTULO 5
Empatía
La empatía terapéutica ha tenido una larga y a veces tormentosa historia en psicoterapia.
Propuesta y codificada por Rogers y sus seguidores en 1940 y 1950, fue presentada como la base del
entrenamiento en habilidades de ayuda popularizado en 1960 y al comienzo de los 70. Los reclamos
sobre su efectividad universal fueron tratados con escepticismo y pasó por un intenso escrutinio hecho
por investigadores de la psicoterapia en los 70 y al final de los 80. Por ejemplo, uno de nosotros encontró
que su investigación sobre la empatía terapéutica (Elliott et al., 1982) fue recibida con un intenso
escepticismo cuando la envió para su publicación al comienzo de los 80. Después de eso, los
psicoterapeutas y los investigadores de psicoterapia prestaron menos atención al concepto. J.C. Watson
(2002), Duan y Hill (1996), y otros han notado la escasez de investigación acerca de la empatía en los
últimos veinte años.
En contraste, la empatía es hoy un tema de vigoroso interés científico en el campo de la psicología
del desarrollo y social (ej., Eisenberg & Fabes, 1990; Feshbach, 1997; Ickes, 1997), particularmente
porque la empatía es vista como una parte importante de la “inteligencia emocional” (Bar-On & Parker,
2000). Como hemos discutido en otras partes (Bohart & Creenberg, 1997), es el momento indicado para
la reexaminación y la rehabilitación de la empatía terapéutica como una clave del proceso de cambio en
psicoterapia. De hecho, los datos que presentaremos claramente apoyan dicha conclusión.
DEFINICIONES CONCEPTUALES Y TIPOS
El primer problema para investigar la empatía en psicoterapia es que no hay una definición
consensuada (Bohart & Greenberg, 1997; Duan & Hill, 1996). Los psicólogos evolutivos o del desarrollo
han enfatizado típicamente el componente afectivo de la empatía, definiéndolo como el sentimiento de los
sentimientos de las otras personas, o como responder de manera cariñosa y cuidadosa a los sentimientos
de otros. La empatía, la simpatía y el contagio emocional no son finamente diferenciados. Por contraste,
los dos enfoques terapéuticos que han enfatizado más en la empatía –terapia centrada en el cliente y
terapia psicoanalítica- han focalizado en sus aspectos cognitivos. La empatía es entender el marco de
referencia del cliente y la manera de experimentar el mundo. La empatía está más cerca de la toma de
perspectiva (Selman, 1980), o de lo que Belenky, Clinchy, Goldberger, y Tarule (1986) han llamado
conexión de complicidad. Por algunas cuentas se sabe que el 70% o más de las respuestas de Carl
Rogers eran a los significados más que a los sentimientos, a pesar del hecho de que su modo de
responder haya sido llamado “reflejo del sentimiento” (Brodley & Brody, 1990; Hayes & Goldfried, 1996;
Tausch, 1988). Sin embargo, comprender el marco de referencia del cliente no incluye entender la
experiencia afectiva. Además, terapeutas como Rogers (Shlien, 1997) han repudiado generalmente la
simpatía (compasión, lástima) mientras que valoran mucho la empatía.
Siguiendo a Carl Rogers (1980), deberíamos definir empatía como
La habilidad sensible del terapeuta y su voluntad de entender los pensamientos,
sentimientos, y luchas del punto de vista del cliente. [Es] la habilidad de ver
completamente a través de los ojos del cliente, adoptar su marco de referencia (p. 85).
Significa entrar en el mundo perceptual privado del otro… siendo sensible, momento a
momento, a los significados perceptivos cambiantes que fluyen en esta otra persona…
Eso significa sentir los significados de lo que él o ella están dándose cuenta apenas. (p.
142).
Definida de esta manera, la empatía es una categoría de orden superior bajo la cual pueden
existir diferentes sub-categorías. Hay diferentes formas en las que un individuo puede ponerse en los
zapatos del otro: emocionalmente, cognitivamente, sobre la base del momento a momento, o intentando
captar el sentido general de cómo sería ser esa persona. En estas sub-categorías, diferentes aspectos de
la experiencia del cliente pueden tornarse el foco de la empatía. De manera similar, hay muchas formas
diferentes de expresar la empatía, incluyendo los reflejos empáticos, las preguntas empáticas, las
interpretaciones de cercana experiencia, y las conjeturas empáticas, así como también el uso responsivo
de otros procedimientos terapéuticos. De acuerdo a esto, la empatía es mejor entendida como un
constructo complejo (Gladstein & Associados, 1987; J.C. Watson, 2002) y consiste en una variedad de
actos usados en diferentes formas por terapeutas de diferentes orientaciones y para diferentes
propósitos.
En particular, distinguimos entre tres modos principales de empatía terapéutica: rapport
empático, sintonía o armonía comunicativa, y empatía personal. Para algunos terapeutas, la empatía
es principalmente el establecimiento de un rapport empático y de apoyo. El terapeuta exhibe una actitud
compasiva y afectuosa hacia el cliente e intenta demostrar que comprende su experiencia, a menudo
para establecer un contexto para una intervención efectiva. Un segundo modo de empatía consiste en un
esfuerzo activo y en curso para estar en sintonía, momento a momento con las comunicaciones del
cliente y el proceso de despliegue, desenvolvimiento o desarrollo de la historia. Este tipo de “proceso
empático” ha sido llamado sintonía o armonía comunicativa (Bohart & Greenberg, 1997; Orlinsky, Grawe,
& Parks, 1994). Es más probable que los terapeutas centrados en el cliente y experienciales enfaticen en
esta forma de empatía. La sintonía del terapeuta puede ser expresada de diferentes maneras, pero lo
más probable es que sea en uno de varios tipos de respuestas empáticas. Pero las respuestas empáticas
hacen más que meramente comunicar el entendimiento del terapeuta sobre los sentimientos del cliente o
su mensaje; también son usados para profundizar o promover la exploración del cliente (Gendlin, 1968;
Greenberg & Elliot, 1997; J.C. Watson, 2002).
Finalmente, la empatía personal (Elliott, Watson, Greenberg, Goldman, & Davis, 2001) –también
llamarod “experiencia de comprensión cercana del mundo del cliente” (Bohart & Greenberg, 1997) y
“empatía contextual” (Lerner, 1972)- consiste en un esfuerzo sostenido por entender la experiencia del
cliente, tanto históricamente como en su presente, lo que constituye el contexto de su experiencia actual.
La pregunta es, ¿Cómo han llevado las experiencias del cliente a ver/sentir/pensar y actuar como él o ella
lo hace? Este tipo de entendimiento empático es enfatizado por los terapeutas psicodinámicos. Sin
embargo, el rapport empático, la sintonía comunicativa, y la empatía personal no son mutuamente
excluyentes, y las diferencias son un asunto de énfasis.
La empatía también ha sido vista como un rasgo o una habilidad de respuesta (Egan, 1982; Truax
& Carkhuff, 1967), como un proceso de identificación, de “transformarse” en la experiencia del cliente
(Mahrer, 1997), como un proceso hermenéutico interpretativo que ayuda a los clientes a deconstruir su
experiencia, y como un medio para facilitar la regulación afectiva de los clientes (J.C. Watson, 2002).
O´Hara (1984, 1997) discute que la empatía está metiéndose “dentro de la piel de la relación” así como
también dentro de la piel del cliente. Quizás la concepción más práctica, y que abordaremos en nuestro
meta-análisis, es la definición operacional de Barrett-Lennard de empatía, en términos de tres
perspectivas diferentes –la del terapeuta (“resonancia empática”), del observador (“empatía expresada”),
y del cliente (“empatía recibida”)- que están organizadas en un modelo de proceso secuencial.
DEFINICIONES OPERACIONALES Y LA MEDIDA
Reflejando la naturaleza compleja, y multidimensional de la empatía, se ha desarrollado una
mezcla confusa de medidas. No revisaremos todas las diferentes medidas de empatía que han sido
usadas fuera del mundo de la psicoterapia. (Ver Eisenberg & Fabes, 1990, para una revisión).
Dentro de la psicoterapia, las medidas más comúnmente usadas de empatía terapéutica caen en
cuatro categorías: empatía valorada por evaluadores objetivos; empatía medida por cliente; medidas de
los propios terapeutas evaluando su empatía; y empatía predictiva (congruencia entre las percepciones
del terapeuta y del cliente sobre el cliente). Existen medidas de rasgos de empatía (por ejemplo, Davis,
1994; Mehrabian & Epstein, 1972), pero han sido raramente usadas en la investigación sobre el resultado
psicoterapéutico.
Tipos de Medidas
Empatía medida por un Observador
Tanto Truax y Carkhuff (1967) y Carkhuff y Berenson (1967) desarrollaron escalas para evaluar la
empatía. Estas escalas piden al evaluador que decida si el contenido de la respuesta del terapeuta
deviene de la respuesta del cliente, es intercambiable con la misma, o agrega o continúa respondiendo a
los sentimientos. Típicamente, los evaluadores entrenados escuchan ejemplos de dos a cinco minutos de
grabaciones de terapia. Los ejemplos son generalmente traídos de terapias que están en el comienzo, en
el medio o el final de su curso. Escalas como estas no reflejan adecuadamente la concepción centrada en
el cliente de la empatía como una actitud, ya que focalizan estrechamente en una forma particular de
respuesta, a menudo los reflejos empáticos. Además, la equiparación de un tipo de respuesta particular
con la empatía general, ha hecho a estas escalas menos apropiadas para medir la empatía en enfoques
que no son centrados en el cliente (Lambert, DeJulio, & Stein, 1978).
Medidas más recientes de empatía están basadas en entendimientos más amplios de las formas
de responder empáticas. La medida de Elliot y colegas (1982) divide la empatía en elementos
componentes y ha mostrado buenas propiedades psicométricas; sin embargo, no ha sido usada en
investigaciones sobre el resultado en psicoterapia. J.C. Watson (1999) ha desarrollado una medida para
un observador de la empatía que evalúa los comportamientos verbales y no verbales del terapeuta. Esta
nueva medida es prometedora porque correlaciona con las valoraciones de los clientes del Inventario de
Relaciones de Barrett-Lennard (J.C. Watson & Prosser, en prensa).
Además, la empatía general del terapeuta puede ser evaluada por otros que conocen o han
supervisado al terapeuta. Por ejemplo, en un estudio de Miller, Taylor, y West (1980), las capacidades
empáticas del terapeuta fueron valoradas por sus supervisores. Para los propósitos de nuestro meta-
análisis, tomamos a todas las medidas de empatía juntas, desde la perspectiva del observador.
Evaluaciones del Cliente (medidas por el cliente)
La más ampliamente usada medida de empatía hecha por el cliente es el Inventario de Relación
de Barrett-Lennard (BLRI). Otras medidas de evaluaciones del cliente han sido desarrolladas por Lorr
(1965), Persons y Burns (1985), Hamilton (2000), y Truax y Carkhuff (1967). Rogers (1957) hipotetizó que
las condiciones facilitadoras de los terapeutas sobre las percepciones de los clientes sobre los terapeutas
(consideración positiva, empatía, y congruencia) predecían el resultado terapéutico. De acuerdo a esto, el
BLRI, que mide las percepciones de los clientes, es la definición operacional más cercana a la hipótesis
de Rogers. En revisiones previas, Barrett-Lennard (1981) y Gurman (1977) ambos concluyeron que la
empatía percibida por el cliente predecía el resultado mejor que la empatía medida por un observador o
por el mismo terapeuta.
Mediciones Hechas por los Terapeutas
Hay escalas de auto-medición para los terapeutas en el BLRI. Anteriores revisiones (Barrett-
Lennard, 1981; Gurman, 1977) encontraron que la empatía evaluada por el terapeuta no predecía el
resultado ni correlacionaba con la empatía medida por clientes u observadores.
Empatía Predictiva
Varios estudios que hemos revisado han hecho uso de medidas de la congruencia terapeuta-
cliente. Esto típicamente consiste en que los terapeutas evalúan a sus clientes como ellos piensan que
sus propios clientes se evaluarían a ellos mismos en varias medias, como escalas de personalidad o
listas de síntomas, y después comparan estos puntajes con los reales de los clientes. Por ejemplo,
Landfield (1971) comparó como los terapeutas evaluaban a sus clientes en la grilla de Kelly REP con
cómo se evaluaron sus clientes a ellos mismos. La medida de empatía es el grado de congruencia entre
los puntajes del terapeuta y del cliente. Esto es llamado empatía predictiva porque el terapeuta está
tratando de predecir cómo sus clientes se evaluarían a sí mismos. Es más cercano a una medida de la
habilidad del terapeuta para formarse una comprensión general y global de lo que es ser el cliente
(empatía personal) que una medida del proceso de sintonía comunicativa en curso.
El trabajo reciente de Icke (1997) sobre la “certeza o precisión empática”, sin embargo, es una
variación de este enfoque que provee una medida predictiva de la sintonía comunicativa. El usa un
procedimiento de recuerdo asistido por grabaciones, en el que la empatía momento a momento de los
terapeutas y los observadores es medida al comparar sus percepciones de las experiencias del cliente
con los reportes de los clientes de dichas experiencias. Desafortunadamente, ningún estudio en cuanto al
proceso de resultado, se ha llevado a cabo con este método prometedor.
Correlaciones de Diferentes Medidas de Empatía
Las inter-correlaciones de diferentes tipos de medidas de empatía han sido generalmente débiles.
Bajas correlaciones han sido reportadas entre medidas cognitivas y afectivas (Gladstein et al., 1987) y
entre medidas predictivas y el BLRI (Kurtz & Grummon, 1972). Otra investigación ha encontrado que
medidas evaluadas a través de grabaciones correlaciona sólo moderadamente con la empatía percibida
por el cliente. Gurman (1977) reporta 17 correlaciones de 10 estudios. El rango de correlaciones es de .00
a .88, con una media de .28. Sin embargo, la reciente escala de evaluación hecha para observadores
desarrollada por J.C. Watson y Prosser (en prensa) ha demostrado correlacionar más altamente con la
BLRI.
Estas correlaciones débiles no son sorprendentes cuando uno considera lo que los diferentes
instrumentos se supone que están midiendo. Intentar predecir cómo un cliente llenará una lista de
síntomas es muy distinto de responder sensiblemente en una manera que demuestra un sutil
entendimiento de lo que el cliente está tratando de comunicar. Similarmente, las evaluaciones de los
clientes sobre la comprensión de sus terapeutas pueden estar basadas en muchas cosas más aparte de
la habilidad particular del terapeuta para el reflejo empático. De acuerdo a esto, Gladstein y Associados
(1987) han sugerido que no debemos esperar que diferentes medidas de este complejo constructo
correlacionen.
Confusiones entre la Empatía y Otras Variables de Relación
Una preocupación relacionada está en la distinción de la empatía con otros constructos de
relación. Gurman (1977) revisó más de 20 estudios principalmente usando el BLRI y encontró que en
promedio, la empatía correlacionaba con la congruencia .62, con la consideración positiva .53, y con la
incondicionalidad .28. El análisis factorial revisado por Gurman (1977) en el que se usaron los puntajes de
las escalas, encontró un factor global que emergía típicamente, con la empatía cargando en él con la
congruencia y la consideración positiva. Blatt, Zuroff, Quinlan, y Pilkonis (1996) encontraron que la escala
de empatía cargaba .93 en un factor global del BLRI, con la consideración positiva cargando en .87 y la
congruencia con .92. Similarmente, Salvio, Beutler, Wood, y Engle (1992) encontraron que la empatía, la
consideración y la congruencia estaban altamente correlacionadas con una medida de fortaleza de la
alianza terapéutica. Estos resultados sugieren que las percepciones de los clientes de la empatía no son
claramente diferenciadas de sus percepciones de otros factores de la relación.
Por otra parte, Gurman (1977) también revisó varios estudios de análisis factorial en donde, en
lugar de usar puntajes de escalas, se usaron ítems específicos. Estos estudios encontraron que la
empatía emergía como un factor separado. Horvath y Greenberg (1986) encontraron que la empatía
correlacionaba más fuertemente con el componente de vínculo de la alianza terapéutica que con los
componentes de tareas y metas.
La situación es similar con respecto a la empatía medida por el observador. Truax y Carkhuff
(1967) reportaron estudios en los que la empatía, la calidez, y la genuidad estaban relacionadas entre
ellas, y otraos estudios en los que un factor correlacionaba negativamente con los otros dos. Así, de este
modo hay evidencia tanto a favor como en contra de la hipótesis de que la empatía, la consideración
positiva, y la congruencia son variables separadas y distintas. Vemos a la empatía como un componente
de la relación que se distingue conceptualmente y a la vez es parte de un constructo de mayor orden
evaluativo.
EJEMPLO CLÍNICO
Mark se presentó a psicoterapia quejándose de una ansiedad dominante. Tenía 30 años y no
estaba casado, y había estado luchando desde que tenía veinte años para ser un músico exitoso. Cuando
el entró a terapia, estaba trabajando como mozo. Venía de una familia tradicional que vivía en el Sur.
Todos sus hermanos y hermanas tenían carreras exitosas, estaban casados, y tenían hijos. Sus padres lo
molestaban todo el tiempo por no estar casado y no tener una carrera estable. Sus ataques de ansiedad
habían empezado unas semanas después de una vista a su casa para Navidad. Cuando Mark vino a la
primera cita estaba claramente agitado. Había llamado antes y había sonado desesperado en el teléfono.
El terapeuta inicialmente estaba preocupado de que Mark estuviera en un estado de crisis.
La orientación terapéutica era de un enfoque integrativo experiencial/humanista, basado en los
principios de la terapia centrada en el cliente. El terapeuta trató de entender activa y empáticamente el
punto de vista del cliente y de compartir este entendimiento, usando su sintonía con la experiencia del
cliente para identificar las intervenciones efectivas y para permanecer responsivamente sintonizado y en
armonía, para así poder ajustar los procedimientos terapéuticos y maximizar el aprendizaje. Finalmente,
el terapeuta y el cliente trabajaron para desarrollar el marco de referencia en curso desde el cual trabajar
colaborativamente.
Los siguientes son dos ejemplos de la utilización terapéutica de una forma de responder empática
durante la primera sesión:
C1: Estoy realmente aterrado [ansioso, agitado, mirando lastimosamente al terapeuta]. Me siento
ansioso todo el tiempo. Algunas veces pareciera tan malo que realmente me preocupo y creo que estoy al
borde de un brote psicótico. Estoy realmente atemorizado de desarmarme completamente. Nada como
esto me había pasado antes. Siempre me sentí a cargo de mí mismo antes, pero ahora pareciera que no
tengo ningún control sobre mí mismo.
T1: Entonces es como una sensación real de vulnerabilidad –como si no te conocieras a ti mismo
más.
C2: ¡Sí! Eso es. Ya no me reconozco. Me siento totalmente perdido. La ansiedad se siente como
una gran nube que me está persiguiendo, y no puedo ni siquiera encontrarme a mí mismo en esta nube.
No sé qué es lo que quiero, en qué confío… Estoy perdido.
T2: Totalmente perdido, como, “¿Dónde se ha ido Mark? No puedo encontrarme a mí mismo más”.
C3: No, no puedo [tristemente y pensativamente].
El diálogo continuó así y pronto el reconocimiento empático del terapeuta proveyó al cliente con
una sensación de ser comprendido. Esto fomentó una sensación de seguridad, y gradualmente el cliente
se fue moviendo desde un modo de agitación a un modo de tristeza reflexiva. El cliente después empezó
a reflejarse en su experiencia en un modo más productivo, y de una manera más exploratoria. Habló
sobre el conflicto básico en su vida: si continuar en la búsqueda de una carrera artística o encontrar un
“verdadero trabajo” y una compañera de vida, dado el hecho de que ahora tenía 30 años y no había
señales de hacer un lanzamiento a la carrera artística.
Más tarde, el cliente hizo un role playing de un diálogo entre dos partes de sí mismo. Una parte, su
lado crítico o del “deber”, decía que debería obtener un trabajo estable y casarse y se criticaba por no
estar casado. El otro lado era el lado del “querer” –o, en este caso, el lado del “no quiero”- que decía, “no
quiero vivir una vida común; quiero vivir una vida creativa”. Este lado salió en la forma de una rebelión
defensiva. La sensibilidad empática se usó para ayudar al terapeuta a sintonizar con el punto de vista del
cliente y sugerir que focalice en las actividades exploratorias del cliente durante las actividades de role
playing. Lo que emergió de este role playing fue que había un anhelo de un estilo de vida “normal” que
subyacía a la rebelión defensiva de Mark, en conflicto con un deseo de hacer algo creativo.
Durante las primeras sesiones, el cliente había expresado repetitivamente la sospecha de que algo
sobre sus relaciones tempranas con sus padres había sido un componente importante en sus problemas
actuales. Inicialmente, el terapeuta no había tomado esto demasiado en serio, dado que se estaba dando
un progreso aparentemente por medio del uso de otros procedimientos colaborativos. Como el terapeuta
no era psicoanalítico, ni orientado hacia el pasado, no sintonizó sensiblemente lo suficiente con esto. La
falta de empatía personal del terapeuta (esto es, no captar cuán importante esto era para el cliente en su
marco de referencia) para un significado más amplio del interés del cliente en este tema había
efectivamente cerrado este camino de exploración.
Finalmente el terapeuta escuchó y respondió en una manera tentadora al cliente, y el cliente
empezó a explorar en su infancia. Esto ilustra como la empatía no sólo da permiso, sino que también
provee un apoyo activo para la exploración. Ilustra también como el ser sensible y empáticamente
comprensivo de la manera de ver el problema del cliente es algunas veces crucial para el progreso
terapéutico (Hubble, Duncan, & Miller, 1999). Esto llevó a un momento clave de quiebre. Al revisar su
infancia, el cliente se tornó emocionalmente consciente de cuan abandonado se había sentido cuando era
niño por sus padres tan demandantes, quienes no querían ser malvados ni crueles, pero no eran
altamente empáticos. Cuando era un niño, el cliente había siempre estado inusualmente interesado en
actividades fantasiosas y era una persona metida para adentro, en contraste con sus hermanos, quienes
eran más convencionales y de altos logros en la escuela. Los padres no sabían que hacer de este hijo
especial y fueron incapaces de responder de manera empática y de apoyo a su emergente unicidad.
El resultado fue que había tenido que adoptar una actitud defensiva “tengo el derecho a ser
diferente”. Nunca fue capaz de considerar genuinamente si quería ser convencional o no. Subyaciendo a
esto estaba su anhelo de convencionalidad. El acceder a esto en el contexto de su vida familiar, le ayudó
a aceptar sus diferencias y llorar por el hecho de no era convencional (y, en efecto, lloraba porque el
quizá nunca sería lo que su familia quería que fuera). A lo largo del curso de este trabajo, la ansiedad
disminuyó. Eventualmente tomó la decisión de continuar en la búsqueda de una carrera musical, al
menos por un tiempo. La crisis se calmó.
LA RELACIÓN DE LA EMPATÍA CON EL RESULTADO DE LA PSICOTERAPIA: UN META-ANÁLISIS
En esta sección reportamos los resultados de un meta-análisis conducido en la investigación
disponible relacionada con la empatía y el resultado en psicoterapia. Debido a que revisiones anteriores
(Ej., Orlinsky, Grawe, & Parks, 1994) han usado métodos de resultados totales para investigar esta
relación, creemos que es importante conducir un análisis más sensible.
Estrategia de Investigación
Este meta-análisis aborda las siguientes preguntas: ¿Cuál es la asociación general entre la
empatía del terapeuta y el resultado del cliente? ¿Los diferentes tipos de terapia arrojan diferentes niveles
de asociación entre la empatía y el resultado? ¿El tipo de medida de empatía predice el nivel de
asociación entre la empatía y el resultado? ¿Qué características del estudio y de la muestra (tamaño
muestral, setting del tratamiento, modalidad y duración del tratamiento, nivel de severidad del cliente,
experiencia del terapeuta, tipo de medida del resultado, unidad de proceso) predicen una asociación entre
la empatía y el resultado?
Revisión de la Literatura
Los artículos fueron seleccionados de anteriores revisiones (Beutler, Crago, & Arizmendi, 1986;
Gurman, 1977; Lambert, DeJulio, & Stein, 1978; Mitchell, Bozarth, & Krauft, 1977; Orlinsky, Grawe, &
Parks, 1994; Orlinsky & Howard, 1986; Parloff, Waskow, & Wolfe, 1978; Truax & Mitchell, 1971; N.
Watson, 1984). También buscamos en las bases de datos PsychInfo y en PsychLit desde 1992 (dos años
antes de la publicación de la última revisión importante sobre la empatía en Orlinsky et al., 1994).
Adicionalmente, consultamos los índices de revistas relevantes como Psychotherapy, Person-Centerde
Journal, Psychotherapy Research, y Journal of Humanistic Psychology.
Nuestro criterio de inclusión fue que: (1) el estudio tenía que incluir una medida específica de
empatía; (2) la empatía tenía que estar relacionada con alguna medida de resultado en la terapia; (3) la
muestra de clientes tenía que involucrar problemas clínicos “reales”; (4) el promedio de sesiones tenía
que ser mayor a dos; (5) el estudio necesitaba estar disponible en inglés; (6) el estudio tenía que haber
incluido al menos cinco clientes; (7) el estudio tenía que estar disponible en alguna publicación; o (8) si el
estudio estaba reportado en una forma breve (ej. En un artículo de revisión o en un abstract de
disertación), tenía que haber la suficiente información para calcular la magnitud del efecto.
Características de los Estudios Evaluados
Para examinar las variables que pueden moderar la asociación entre empatía-resultado,
evaluamos los estudios de una amplia variedad de muestras y tipos de métodos. Para las medidas de
resultados, incluíamos el estudio si contenía alguna indagación sobre los efectos de la terapia, aunque
sea al nivel de la sesión (resultado inmediato). Por ejemplo, incluíamos la abstinencia de tomar alcohol
(Miller et al., 1980), nivel de depresión (Burns & Nolen-Hoeksema, 1992), puntajes del MMPI (Kiesler,
Klein, Mathieu, & Schoeninger, 1967), satisfacción del cliente (Lorr, 1965), evaluaciones de supervisores
sobe la mejoría del cliente (Bergin & Jasper, 1969), evaluaciones del cliente y del terapeuta sobre la
magnitud del cambio (Hamilton, 2000), y progreso en la sesión (Orlinsky & Howard, 1967). No hicimos
ningún intento por evaluar la adecuación de las medidas de resultado usadas. Hay alguna superposición
entre el sentimiento de comprensión y la satisfacción del cliente, pero esta es la única medida de
resultado representada en sólo 11 casos de 190 efectos específicos medidos.
La muestra resultante consistió en 47 estudios, abarcando 190 tests de asociación empatía-
resultado y un total de 3026 clientes. Las fechas de los estudios variaban desde 1961 a 2000, con 68%
llevados a cabo antes de 1980. El promedio de los estudios involucró 64 clientes (rango=8 a 320) vistos
por un poco menos de 30 sesiones (rango=3 a 228). Típicamente, los estudios comprendían tipos de
terapias mixtos, eclécticos o desconocidos (70%); tratamiento individual (78%); muestras de “neuróticos
mixtos” (lo que hoy incluiría principalmente desórdenes afectivos y de ansiedad) (47%); terapeutas
recientemente doctorados o M.D. (38%); y evaluaciones de resultado post-tratamiento (60%). Los
estudios contribuyeron a entre 1 y 42 efectos separados (media:4.0). De los 190 efectos separados
examinados, el mayor número de medidas usado fue de las medidas de los clientes (38%; como la mitad
de estos del BLRI) o medidas de un observador (33%; la vasta mayoría variaciones de las escalas de
Truax-Carkhuff). Las medidas de los terapeutas fueron usadas para el 14% de los efectos (como la mitad
de estos del BLRI), mientras varias medidas predictivas fueron usadas en 16% del tiempo (en su mayoría
del estudio de Kurtz & Grummon [1972]). “Terapia hasta la fecha” fue la unidad más común para medir la
empatía, dando cuenta del 64% de los efectos.
La Estimación de la Magnitud del Efecto
Para la magnitud del efecto (ES), usamos correlaciones paramétricas o no paramétricas si estaban
disponibles. De otro modo, usamos las siguientes convenciones para estimar r. Primero, si teníamos un
nivel de significancia, usábamos el equivalente valor T y lo convertíamos en r. Si el resultado no era
significativo, pero teníamos suficiente información para calcular un puntaje T y después convertirlo, lo
hacíamos. Si no teníamos más información, y el efecto no era significativo, poníamos r en .0. Si los
autores indicaban una tendencia “no significativa”, pero no reportaban la correlación (por ejemplo, Kiesler
y colegas [1967] indicaron varias tendencias en las escalas MMPI), estimábamos las tendencia al asignar
una ES de la mitad del tamaño de una r significativa.
Procedimiento de Codificación
Se codificaron las siguientes variables: Modalidad de terapia (individual/grupo); orientación
terapéutica (centrada en el cliente, experiencial, psicodinámica, cognitivo-conductual, mixta); nivel de
experiencia de los terapeutas; setting del tratamiento (internos o clientes ambulatorios); número de
sesiones (típicamente la media); tipo de problemas (neuróticos mixtos, depresión, ansiedad, problemas
severos como la psicosis); fuente de la medida de resultado (puntuación objetiva, puntuación del
terapeuta, del cliente, congruencia entre cliente/terapeuta, y medida de rasgo); y unidad de medida
(muestra de 2-5 minutos, sesión, terapia hasta la fecha).
Condujimos dos sets de análisis: por los efectos y por los estudios. Primero, analizamos los 190
efectos por separado para examinar el impacto de los tipos de empatía y medida de resultados. Segundo,
el análisis de nivel del estudio usó un promedio individual de los efectos (con una corrección Fisher r-a-z)
entre los estudios antes del cálculo, así evitando problemas de no independencia y eliminando los sesgos
debido al número de variables de los efectos reportados en los diferentes estudios (por ejemplo, un
estudio, Kurtz & Grummon, 1972, contribuyó al 22% de los efectos). Finalmente, para corregir los sesgos
por tamaños muestrales pequeños y distribuciones muestrales, aplicamos tres correcciones por separado:
La corrección de Fisher para los sesgos de muestras pequeñas (Rosenthal, 1991), valorando por tamaño
de la muestra, y transformación de la r de Fisher a z.
Relación General Entre la Empatía del Terapeuta y el Resultado
En la tabla 5.1 reportamos la magnitud de los efectos corregidos y no corregidos para efectos
separados y efectos agregados a los estudios. Los valores corregidos y no corregidos estuvieron
alrededor de .20 para el análisis del nivel del efecto. A lo largo de 190 análisis representados aquí, la
empatía daba cuenta por el 4% de la varianza del resultado, entre un efecto pequeño y medio. Los
análisis del estudio de nivel fueron ligeramente superiores (media=.26; mediana=.23). La rs era aún más
alta, porque estudios más amplios tenían efectos ligeramente más grandes. (La magnitud de los efectos
para los análisis del estudio de nivel es más grande porque los estudios con números mayores de tests
de resultados de empatía-resultado tenían efectos ligeramente más pequeños; ver Kurtz & Grummon,
1972). El mejor valor de resumen es la magnitud del efecto del estudio de nivel, la carga, no sesgada r de
.32, una magnitud de de efecto medio.
Nos sorprendimos con el tamaño de esta asociación. La varianza en el resultado debido a la
empatía en el estudio de nivel, por consiguiente, varía entre 7% y 10%, dependiendo de si se usa la
magnitud ES más baja de .26 o la estimada más alta de .32. Esta magnitud del efecto está en el mismo
orden de magnitudes que en (o ligeramente más amplio) que análisis previos sobre la relación entre la
alianza terapéutica y el resultado (por ejemplo, Horvath & Symonds, 1991, con .26; o Martin, Garske &
Davis, 2000, con .22). En general, la empatía da cuenta de tanto y probablemente más varianza del
resultado que lo que lo hacen intervenciones específicas (compare con el estimado de Wapold [2001] del
1% al 8% para las intervenciones).
Orientación Teórica como una Variable Moderadora
Luego, examinamos la posibilidad de que diferentes correlaciones entre empatía-resultado
pudieran ser obtenidas de diferentes orientaciones teóricas. Por ejemplo, uno podría esperar que la
asociación sea mayor en aquellas terapias para las cuales la empatía es considerada como un proceso
clave del cambio (como en terapias experienciales). Sin embargo, nuestro análisis mostró poca evidencia
de dicha tendencia (ver tabla 5.2). Por el contrario, hay una insinuación de que la empatía pudiera ser
más importante para el resultado en terapias cognitivo-conductuales más que en otro tipo de terapias. Si
estos hallazgos son confiables, surgen preguntas intrigantes sobre cómo funciona la empatía en la
terapia. Quizá la empatía es hasta más importante en una terapia basada en la intervención que en una
relacional, para proveer de una “base” para las intervenciones efectivas. O quizá terapeutas más activos y
directivos, si también son sensibles, son percibidos como más empáticos. Nuestra muestra de estudios es
demasiado pequeña para conclusiones definitivas, entonces evaluar este hallazgo y lo que pudiera
significar queda a la espera de mayor investigación.
Tipo de Medida de Empatía como una Variable Moderadora
En la tabla 5.3, mostramos relaciones entre tipos específicos de medidas de empatía y resultado,
usando análisis de nivel del efecto. Como esperábamos, y como ha sido notado por previas revisiones
(Barrett-Lennard, 1981; Parloff et al., 1978), la perspectiva de la medida de la empatía hacía una
diferencia para las correlaciones empatía-resultado. Las medidas del cliente predijeron mejor el resultado
(media no corregida r=.25), seguida cercanamente por las medidas hechas por un observador (.23) y
medidas del terapeuta (.18); cada uno de estos efectos promedio fue significativamente mayor que cero
(p<.001). En contraste, las medidas predictivas no se relacionaron con el resultado (-.03). Los tests de
Scheffe indicaron que las medidas predictivas predecían el resultado más pobremente cuando eran
comparadas con los otros dos tipos de medidas (p<.05). La clarificación de estos asuntos también espera
mayor investigación; sin embargo, por ahora pareciera justo decir que los sentimientos de los clientes
sobre ser entendido y las evaluaciones de los observadores (y, en menor medida, las impresiones de los
terapeutas) parecen acarrear un peso significativo en lo que se refiere al resultado, pero las medidas
predictivas no lo hacen, a pesar de su apariencia intuitiva.
Otras Posibles Variables Moderadoras
Finalmente, en la tabla 5.4, consideramos relaciones más específicas entre la empatía y otras
variables. El hallazgo más interesante e inesperado aquí, es la correlación negativa entre la experiencia
del terapeuta y la asociación entre empatía-resultado. Esto es, efectos mayores son obtenidos para
terapeutas más junior o inexpertos. La empatía puede tener una relativamente pequeña asociación con el
resultado para los terapeutas experimentados. Hay al menos dos razones posibles para este hallazgo.
Primero, los terapeutas inexpertos pueden variar más en la empatía, mientras menores correlaciones
para los terapeutas experimentados pueden reflejar una restricción del rango o el efecto del techo.
Alternativamente, los terapeutas experimentados pueden haber desarrollado habilidades adicionales
como una efectiva resolución de problemas, así es más probable que los clientes perdonen una pobre
sintonía empática.
Hubo otros hallazgos para notar. Primero, la empatía pareciera predecir la mejoría en medidas de
resultado no específicas (mejoría global, satisfacción del cliente) mejor que lo que lo hacen medidas de
resultado más específicas focalizadas en el problema. Esto es probablemente debido a la confusión
conceptual entre empatía y medidas de resultado ligadas a la alianza (medidas de cambio retrospectivo,
satisfacción del cliente). Segundo, la terapia de grupo y las terapias más largas produjeron asociaciones
mejores de empatía-resultado, pero sólo para los análisis del nivel del efecto. Sin embargo, ambos
efectos fueron bastante pequeños (r<.2).
La Pregunta por la Causalidad
La pregunta por la causalidad- si la empatía causa el resultado terapéutico o si es una correlación
con el mismo- no puede ser respondida definitivamente desde nuestros datos. Sin embargo los datos de
varios estudios dieron luces a esta pregunta. Primero, Burns y Nolen-Hoeksema (1992) usaron un modelo
de ecuación estructural para demostrar que la empatía sostenía una relación causal con el resultado.
Segundo, en el estudio de Miller y colegas (1980), los puntajes de empatía de los terapeutas fueron
hechos por supervisores antes e independientemente de saber sobre los datos de resultados. Aún así, la
empatía mostró una fuerte relación (r=.82) con el resultado en programas cognitivo-conductuales para
problemas de alcoholismo. Tercero, Anderson (1999) midió las habilidades interpersonales facilitadoras
de los terapeutas, incluyendo la empatía precisa, antes de la terapia al hacerlos responder ante videos de
clientes que presentaban difíciles relaciones interpersonales. Anderson encontró relaciones
estadísticamente significativas entre esta medida previa de las habilidades interpersonales del terapeuta y
el resultado subsecuente en psicoterapia. Basado en varios estudios, Truax y Carkhuff (1967) sostuvieron
que los niveles de empatía del terapeuta estaban principalmente determinados por el terapeuta
(sugiriendo una relación causal).
Más evidencia viene de estudios que muestran que la terapia centrada en el cliente es efectiva
(Elliott, 2002). La media de ES de las diferencias de pre-post terapia en la terapia centrada en el cliente
es .97 (n=44 estudios). Para los efectos controlados (versus la lista de espera y los controles de no-
tratamiento) la media de ES es .80 (n=13). Usualmente uno no puede atribuir eficacia causal a un
componente de la terapia (por ejemplo, interpretación en psicoanálisis) porque la terapia completa es
efectiva. Aunque otros elementos relacionales están presentes en la terapia centrada en el cliente, la
vasta mayoría del tiempo es ocupada con trabajo terapéutico en la forma de exploración empática en
oposición a la valoración de ayuda o el diálogo relacional, ambos siendo relativamente raros. Por ejemplo,
estudios han encontrado que más del 90% de las respuestas de Carl Rogers fueron respuestas de
seguimiento empático (ver Brodley & Brody, 1990). Dado tal peso a la empatía como la variable
independiente principal en la terapia centrada en el cliente, su efectividad se transforma en otra pieza de
evidencia de apoyo (aunque no definitiva) para el rol causal de la empatía.
Ninguna de las evidencias de arriba establece conclusivamente un rol causal. Burns y Nolen-
Hoeksema (1992) notan que el modelo de ecuación estructural no puede definitivamente mostrar
causalidad sino sólo testearla. Miller y colegas (1980) pusieron a supervisores a evaluar los niveles de
empatía de sus supervisados, y es posible que estos puntajes fueran influenciados por los reportes de los
supervisados de cuán bien la terapia estaba yendo con sus clientes. En el estudio de Anderson (1999) en
el que la empatía era medida previamente a la terapia, la empatía se confundía con otras habilidades
interpersonales facilitadoras. Aún cuando la empatía es el proceso predominante en la terapia centrada
en el cliente, no es el único proceso. Finalmente, en contraste con la opinión de Truax y Carkhuff (1967)
de que la empatía es principalmente determinada por el terapeuta, otros estudios han indicado que los
niveles de empatía del terapeuta varían en función del cliente (Beutler, Johnson, Neville, & Workman,
1972; Kiesler et al., 1967; Ham, 1987; Henry, Schacht, & Strupp, 1986; Mitchell, Bozart, & Krauft, 1977).
Se necesita más investigación para clarificar esta relación. Sin embargo, la empatía es probablemente
mejor concebida como una variable del clima mutuamente creado más que una variable unilateralmente
“provista” por el terapeuta.
LIMITACIONES DE LA INVESTIGACIÓN REVISADA
J.C. Watson (2002) y otros (por ejemplo, Patterson, 1984) han discutido problemas con la
investigación sobre la empatía. Éstos implican (1) la validez cuestionable de algunas de las medidas de
resultado (como la satisfacción del cliente); (2) la falta de medidas apropiadas y sensibles de resultado,
(3) el rango restringido de variables predictoras, (4) la confusión entre variaciones en el tiempo de la
investigación, la experiencia de los evaluadores, y los métodos muestrales; (5) el basarse en categorías
diagnósticas obsoletas; y (6) reportes incompletos de métodos y resultados.
El rango restrictivo de variables predictoras es un problema particular. En el estudio de Mitchell,
Truax, Bozarth, y Krauft (1973), por ejemplo, la mayoría de los terapeutas puntuaron bajo el mínimo
considerado para ser lo suficientemente efectivo, y el resultado fue sólo modesto a moderado en el
estudio. No es sorprendente que las correlaciones significativas no fueran encontradas.
Además, en unos pocos casos, los resultados fueron meramente reportados como tanto
significativos en la dirección positiva o no significativos. Es posible que algunos de los resultados no
significativos fueran realmente en la dirección negativa. Por consiguiente, es imposible decir sólo cómo
esto podría haber afectado a nuestros resultados. Esto es un problema particular para calcular la
magnitud del efecto, mientras que las asunciones tienen que ser hechas para ser capaces simplemente
de calcularlas.
MEDIADORES Y MODERADORES
La sección de mediadores y moderadores de la empatía está dividida en tres partes: (1) factores
del terapeuta, (2) factores del cliente, y (3) cómo la empatía lleva al resultado.
Factores del Terapeuta
Feshbach (1997) ha propuesto que dos de las habilidades involucradas en la empatía son aquellos
de la toma de perspectiva cognitiva y la consciencia de los propios sentimientos. La investigación ha
encontrado de hecho una relación entre varias medidas de complejidad cognitiva, como aquellas de toma
de perspectiva o habilidad de abstracción, y la empatía en tanto la psicología del desarrollo o evolutiva y
en psicoterapia (Eisenberg & Fabes, 1990); Henschel & Bohart, 1981; J.C. Watson, 2002). Con respecto a
la toma de consciencia de los sentimientos, Peabody y Gelso (1982) encontraron que los terapeutas que
estaban abiertos a los sentimientos conflictivos y contra-transferenciales eran percibidos como más
empáticos por los clientes.
El grado de similitud entre los terapeutas y los clientes (Duan & Hill, 1996; Gladstein & Asociados,
1987; J.C. Watson, 2002) también influye en el nivel de empatía. Otro factor importante es el
comportamiento no verbal del terapeuta. Esto incluye la postura del terapeuta, la calidad de la voz, la
habilidad para alentar la exploración usando palabras emotivas, y la relativa infrecuencia de
involucramiento en tales discursos como hablar demasiado, dar consejos, e interrumpir (Duan & Hill,
1996; J.C. Watson, 2002).Otra investigación ha mostrado que las respuestas que están justo delante de
lo que dice el cliente parecen ser más efectivas que las respuestas que están en el mismo nivel que el
cliente, o en un nivel más global (Tallman, Robinson, Kay, Harvey, & Bohart, 1994; Sachse, 1990a,
1990b; Truax & Carkhuff, 1967). Myers (2000), en un estudio cualitativo sobre las experiencias del cliente
sobre la empatía, encontraron que la interrupción, la falta de contacto visual, y el desestimar la posición
del cliente a la vez que imponer la propia posición del terapeuta eran percibidas como no empáticas.
Contrariamente, prestar atención a detalles y no ser prejuicioso, ser atento, y estar abierto a discutir
cualquier tema eran percibidos como empáticos.
Finalmente, la empatía es más que una simple respuesta a los sentimientos de los clientes. J.C.
Watson (2002) ha notado, “Hasta el punto que la comprensión empática de otros significa no sólo tener
acceso a sus mundos emocionales sino también a sus metas, intenciones, y valores, entonces parece
importante ser capaz de incorporar esto para capturar adecuadamente la naturaleza multi-facética y
compleja del constructo” (p.8). De acuerdo a esto, Horvath y Greenberg (1986) encontraron que las
percepciones de los clientes sobre la empatía del terapeuta correlacionaban con el grado en el que los
clientes y los terapeutas estaban de acuerdo con las metas y las tareas de la terapia.
Factores de los Clientes
Varios autores (por ejemplo, Beutler et al., 1972; Beutler et al., 1973; Ham,, 1987; Henry et al.,
1986) han sugerido que el nivel de empatía provisto varía en función del cliente. Kiesler y colegas (1967)
encontraron que los niveles de empatía eran más altos con clientes que tenían menos patología y que
eran más inteligentes, aún cuando tuvieran una baja auto-estima. Un posible moderador del grado de
empatía que un terapeuta experimenta puede tener que ver con el cliente mismo.
No todos los clientes responden favorablemente a expresiones explícitamente empáticas. Beutler,
Crago, y Arizmendi (1986, p. 279) citan evidencia que sugiere que los “pacientes que son altamente
sensibles, suspicaces, están pobremente motivados, y están reactivos en contra de la autoridad se
desempeñan relativamente pobremente con los terapeutas que son particularmente empáticos,
involucrados, y receptivos”. Otro estudio (mohr & Woodhouse, 2000) encontró que algunos clientes
prefieren terapeutas negociadores más que cálidos y empáticos.
Más ampliamente, Duan y Hill (1996) especulan que diferentes tipos de empatía pueden ser
entorpecedores o de ayuda para clientes en distintos momentos. Hill y colegas (hill, Thompson, & Corbett,
1992; Thompson & Hill, 1991) encontraron que cuando los clientes tenían reacciones negativas en sesión
con sus terapeutas, la consciencia del terapeuta de dicha reacción “llevaba a intervenciones que eran
percibidas como menos de ayuda que cuando la consciencia de esto estaba ausente” (Thompson & Hill,
1991, p. 269).
Teniendo en cuenta el concepto de empatía de O´Hara (1984) como no sólo meterse en la piel del
cliente, sino meterse dentro de de la piel de la relación, puede ser que en algunos casos el terapeuta es
más empático al no expresar empatía. Martin (2000) nota: “Piensen en la ironía insensible de un
terapeuta que dice, ´Siento la tristeza que intenta ocultar. Pareciera que no quisiera estar solo en este
momento pero tampoco quiere que alguien le hable sobre su tristeza´” (pp. 184-185). Martín agrega que
esto puede técnicamente parecer empático, pero de hecho no lo es, es controlador e intrusivo porque
viola el espacio personal del cliente.
¿Cómo Lleva la Empatía a un Buen Resultado?
Cuatro factores han sido identificados como potenciales mediadores entre la empatía y el
resultado. Tres de estos proceso de empatía (1) como una condición de la relación, (2) como una
experiencia emocional correctiva, y (3) como una condición de procesamiento cognitivo-afectiva. Estos
procesos incluyen los mecanismos propuestos por varias teorías. El cuarto factor tiene que ver con el rol
del cliente como un activo auto-curador.
Empatía como una Condición Relacional
La empatía sirve como una función positiva de la relación. Un sentimiento comprendido aumenta la
satisfacción del cliente con la terapia y por consiguiente aumenta la conformidad (por ejemplo, en terapia
cognitivo-conductual). Varios estudios cualitativos (Bachelor, 1988; Myers, 2000; Van Kaam, 1959) han
encontrado que los sentimientos entendidos aumentan los sentimientos de seguridad en la relación y
hacen más fácil la auto-revelación. Los clientes también se sienten más seguros para aproximarse a
áreas personales difíciles. Además, hay evidencia de que la empatía se correlaciona con el mantenerse
en terapia en contraposición con una terminación prematura (Altmann, 1973; Landfield, 1971). Chafetz y
colegas (1962, 1964) encontraron que después de una sola sesión de consejería empática, los pacientes
alcohólicos estuvieron más de 10 veces más proclives a buscar tratamiento, y 40 a 50 veces más
proclives a mantenerse en tratamiento.
Empatía como una Experiencia Correctiva Emocional
La empatía provee una forma de aprendizaje directo o “experiencia correctiva relacional”.
Teóricamente, una relación empática puede ayudar a fortalecer el yo y romper el aislamiento (Rowe &
MacIsaac, 1989, Jordan, 1997; Bohart & Greenberg, 1997; Zimring, 2000). Empíricamente, puede ayudar
a los clientes a aprender que ellos son valiosos y dignos de respeto y de ser escuchados y que sus
sentimientos y comportamientos tienen sentido, así ellos pueden expresar sus sentimientos y
necesidades en la relación (Bachelor, 1988; Myers, 2000; Van Kaam, 1959). Además, la sintonía o
armonía empática puede afectar biológicamente tanto al terapeuta como al cliente (Levenson & Ruef,
1997).
Empatía y Procesamiento Cognitivo-Afectivo
Se ha encontrado que la empatía promueve la exploración y la creación de significado. Esto
incluye la ayuda a clientes a pensar más productivamente (Sachse, 1990a, 1990b), aumentando los
niveles de experimentación productiva (Klein & Mathieu-Coughlan, 1986; Rice & Saperia, 1984), y
facilitando el reprocesamiento emocional (Greenberg & Pivio, 1997).
Empatía y el Cliente como un Activo Auto-Sanador
Varios revisores han cuestionado el modelo médico y su énfasis en el poder principal de curación
estando localizado en intervenciones específicas para problemas específicos. En cambio, el poder
sanador puede principalmente residir en las capacidades activas de auto-curación (Bergin & Garfield,
1994; Bohart & Tallman, 1999, Hubble, Duncan, & Miller, 1999; Wampold, 2001). De acuerdo a esto, el
involucramiento activo del cliente se transforma en el factor más importante al realizar el trabajo de
terapia (Orlinsky et al., 1994). Si así ocurre, ¿Cómo se relacionaría la empatía con esto? Primero, la
empatía promueve involucramiento. Segundo, la empatía provee apoyo para los esfuerzos de los clientes
en el procesamiento de la información; puede proveer un “espacio de trabajo empático” en el que el
cliente moviliza sus capacidades para el auto-cambio (Bohart & Tallman, 1999). Tercero, la empatía
ayuda al terapeuta a elegir intervenciones compatibles con el marco de referencia del cliente (Hubble et
al., 1999).
PRÁCTICAS TERAPÉUTICAS
Empezamos esta sección con un resumen de las implicancias del meta-análisis para la práctica
terapéutica. La evidencia más consistente es que las percepciones de los clientes de que son
comprendidos por sus terapeutas se relaciones con el resultado. Esto sugiere que es importante que el
terapeuta haga los esfuerzos para entender a sus clientes, y que esta comprensión sea demostrada a lo
largo de las respuestas que abordan las necesidades del cliente a medida que el cliente percibe esto en
base a lo que va aconteciendo o está en curso. Esto puede ser contrastado con terapeutas que
responden principalmente desde sus propias agendas. Sin embargo, esto no implica que los terapeutas
deban estar de acuerdo con sus clientes o que ellos sólo usen el reflejo para sus respuestas. En cambio,
sugiere que las respuestas del terapeuta deben continuar coordinándose con el “punto de movimiento”
del foco de las preocupaciones del cliente a medida que la terapia progresa.
Además, nuestros hallazgos de que lo puntajes del observador sobre la empatía precisa
(generalmente usando las escalas Truax y Carkhuff) predicen el resultado sugiere que las respuestas del
terapeuta que agregan o contienen el significado en la comunicación del cliente son útiles. Mientras
típicamente esto ha ocurrido a lo largo del uso de las respuestas empáticas, es probable que otras
respuestas también sigan adelante con la comunicación del cliente. Hemos identificado varios tipos
específicos diferentes de respuestas empáticas (Greenberg et al., 1993; Greenberg & Elliot, 1997; J.C.
Watson, 2002), algunos de los cuales ilustramos aquí con un ejemplo.
Las respuestas de comprensión empática son simples respuestas que otorgan comprensión de las
experiencias del cliente. Por ejemplo:
Cliente: He estado tratando de sacar las cosas adelante, pero cada vez que me siento a hacer
algo es como que se me olvida lo que estoy haciendo.
Terapeuta: De alguna manera usted no está en un espacio para trabajar, es difícil concentrarse
así.
Las afirmaciones empáticas son intentos del terapeuta por validar la perspectiva del cliente.
C: Y mi gato todavía sigue perdido, entonces hemos estado quedándonos despiertos en la noche
por si el regresara, entonces anoche fue otra noche sin dormir… y el trabajo ha sido tan
atareado que he estado tan cansado y P necesita mi atención. He estado moviéndome en
círculos y, oh, todo es un gran lío ¿sabe usted?
T: Suena bien difícil, es como estar siendo tirado de millones de direcciones diferentes y no ha
habido tiempo para usted, todo pareciera estar cayéndose a pedazos.
Las evocaciones empáticas son respuestas exploratorias que intentan mantener las experiencias
del cliente vivas al usar un lenguaje rico, evocativo, concreto y connotativo. A menudo tienen una cualidad
de prueba o tentativa.
C: No sé lo que haré. Tengo doscientos dólares este mes, todo está detrás, no hay trabajo
suficiente, y he estado haciendo otras cosas, y entonces mi Papá estuvo aquí. Las cosas están
girando alrededor mío. No sé cómo mantenerme con todo junto lo suficientemente como para
sobrevivir.
T: Usted se siente tan fuera de control y vulnerable en este momento que se siente, ¿qué? –como
si fuera difícil mantener su bote a salvo del naufragio.
Las conjeturas empáticas son intentos de los terapeutas de obtener lo que está implícito en las
narrativas de los clientes. Son similares a las interpretaciones pero no son intentos de proveer al cliente
con nueva información. Están basados en los datos, pero la información puede no estar en el primer
plano.
C: Si, sí, eso es exactamente, y P no está ayudando. Uno de sus amigos ha necesitado usar el
computador. Entonces ha estado todas las noches esta semana. No queríamos que viniera el
miércoles porque tenía amigos que venía a casa. Entonces acordó no venir, pero después P lo
trajo de todas maneras alrededor de la medianoche y fue difícil para mí quedarme dormida.
Nuestras vidas parecen tan caóticas en estos momentos. No estamos comiendo normalmente,
no estamos durmiendo. P y yo tuvimos un viernes solos pero entonces R estaba otra vez en
casa el sábado.
T: Pareciera como que hay una sensación continua de ser… ¿invadida?
Al ir más allá de las respuestas específicas, la primera tarea del terapeuta empático es entender
experiencia más que palabras. Los verdaderos terapeutas empáticos no repiten las palabras de los
clientes como loros o reflejan sólo el contenido de dichas palabras; en cambio, ellos entienden las metas
globales así como también las experiencias momento a momento, tanto explícitas como implícitas. La
empatía en parte conlleva el capturar los matices e implicaciones de lo que la gente dice, y reflejar esto a
ellos para su consideración.
La gente se expresa en múltiples niveles. Al ser empáticos, los terapeutas pueden focalizar en los
sentimientos, percepciones, interpretaciones de significado, valores, asunciones, y sus miradas sobre
otras personas y situaciones. Ciertos clientes frágiles pueden encontrar expresiones de empatía muy
intrusivas, mientras que los clientes altamente resistentes pueden encontrar la empatía demasiado
directiva; y otros clientes hasta pueden encontrar un foco empático en sus sentimientos demasiado
foráneo (Kennedy-Moore & Watson, 1999). Los terapeutas en consecuencia deben saber cuándo- y
cuando no- responder empáticamente. Los terapeutas entonces necesitan involucrarse continuamente en
el proceso de diagnóstico para determinar cuándo y cómo comunicar una comprensión empática y en qué
nivel focalizar sus respuestas empáticas de un momento a otro. Se han identificado empíricamente
algunos indicios de para responder empática y efectivamente (J.C. Watson, 2002).
Los terapeutas empáticos ayudan a los clientes a simbolizar su experiencia en palabras; ellos
llevan registro de sus respuestas emocionales así sus clientes pueden profundizar su experiencia y
reflexivamente examinar sus sentimientos, valores y metas. Los terapeutas necesitan ayudar a los
clientes a acceder a la mayor cantidad posible de información interna. Para este fin ellos deben estar
atentos a lo que no está siendo dicho, o cual es la periferia de la consciencia, así como de lo que está
siendo dicho y está en el foco de la consciencia (J.C. Watson, 2002).
Mientras que conceptualmente puede ser posible separar la empatía de las otras condiciones
terapéuticas de Rogers, (1) calidez o consideración positiva y (2) congruencia o genuidad, en la práctica
no es fácil. Es difícil imaginar un terapeuta alto en empatía y bajo en calidez y genuidad. Pareciera que la
calidad de la empatía fuera diferente bajo estas circunstancias. Estas tres cualidades pueden ser
análogas a los componentes del color: tono, brillo, y saturación. Mientras en principio cualquier color dado
puede ser diseccionado en cualquiera de estas tres cualidades, el impacto del color particular depende de
los tres. Con esto en mente, pareciera claro que la empatía tendrá un efecto positivo sólo en el contexto
de otras cualidades positivas de la relación.
Tabla 5.1. Correlaciones Empatía-Resultado: Resumen de Estadísticas Generales
Nivel del Efecto
(n=190)
Nivel del Estudio
(n=47)
n M Sd M Sd
Mediana r .18 - .23 -
Media r .20 .28 .26* .22
Media de r no sesgada .19 .27 .29† .27
Carga de r .23 - .33 -
Carga no sesgada de r .23 - .32 -
Tabla 5.2. Medias de las Correlaciones en las Orientaciones Terapéuticas.
Nivel del Efecto Nivel del Estudio
Orientación Teórica Media r sd n Media r sd N
Experiencial /Humanista 0.20 0.31 32 0.25 0.21 6
Cognitivo-Conductual 0.32 0.38 7 0.49 0.48 4
Psicodinámica 0.16 0.13 15 0.18 0.14 4
Otra / No especificada 0.19 0.27 136 0.30 0.27 33
F .64
(d.f.=3,186)
.99
(d.f.=3,37)
Nota: Calculado usando puntajes z de Fisher no sesgados. F representa ANOVA de una vía para el efecto de la orientación teórica en la magnitud del efecto (r).
Tabla 5.3. Media de las Correlaciones a través de las Perspectivas de las Medidas de Empatía
Perspectiva de la Medida Media r Sd N
Observador 0.23 0.3 62
Cliente 0.25 0.26 72
Terapeuta 0.18 0.21 26
Predictiva -0.03 0.19 30
F 8.94‡ (d.f.=3,186)
* Nota: La transformación de r de Fisher a z usada para calcular las medias y las desviaciones estándar. Las medias no sesgadas rs usan una corrección Fisher para sesgos de muestras pequeñas (Rosenthal, 1991). Rs cargada usa un tamaño muestral como su carga lo indica. † Estadísticamente significativo (mayor que p <.001) ‡ p<.01 Nota: El análisis del nivel del efecto, calculado usando puntajes z de Fisher no sesgados, que fueron convertidos a r.
Tabla 5.4. Correlaciones de Segundo Orden Entre la Magnitud del Efecto Empatía-Resultado y las
Variables Predictoras Seleccionadas.
Nivel del Efecto Nivel del Estudio
Predictor r n r n
Año de Publicación .01 190 .06 47
N° de clientes en el estudio .13 190 .10 47
Setting (1=ambulante; 2=interno) .05 189 -.07 46
Modalidad (1=individual; 2=grupal) .19 182 .07 43
Duración de la terapia (en sesiones) .16 153 .12 35
Severidad del Cliente (3 puntos de escala) .16 145 .19 37
Nivel de experiencia del terapeuta (6 puntos de
escala)
-.24 171 -.43 39
Especificidad del Resultado -.24 187 - -
Tamaño de la unidad de empatía (4 puntos de
escala)
-.10 190 - -
NOTAS DE TRADUCCIÓN: Sympathy: Esta palabra tiene tanto el significado de a) Tener lástima, sentir compasión por los sentimientos de pena de otro, y, b) Estar de acuerdo con, o simpatizar con alguna idea o persona. Supongo que en la mayoría de los casos en este texto se refiere a la primera acepción.
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