nippur de lagash tomo 1

Post on 03-Jul-2015

4.993 Views

Category:

Entertainment & Humor

1.653 Downloads

Preview:

Click to see full reader

DESCRIPTION

Historieta "Nippur de Lagash Tomo 1" escrita por Robin Wood y dibujado por Lucho Olivera. Editorial Columbia. 1981

TRANSCRIPT

-

NIPPUR DBLAGASH

textos 2>e

~CltJN VVCO"l)

y 2>ibl4jos 2>e

LU<!HC OLJ~RA

D EDITORIAL COLUMBA

NIPPUR DELABASH

AL B U M D E NOV ELA S G RAfiCAS COM P LBTAS

-------- DIRECTO lES --------RAMON COLUMBA (h), CLAUDJO COLUMBA (h)

m ,.· EOITOA AESPONSAIU

gco~~~~.~A~A SAINIENTO l llt · IUIHOS AIIU • T. 1. 4\-114\

Publ lcac l6n Inscr ipta en la Dirección Nac ional de l Derecho de Autor bajo 11 N• ~9 . 188 " iempro de la A.A. E. R., A~oc i ac lón Argent ina de Ed i tores de Revistas y del C.I . P., Cent ro de Informaciones de Public idad . Editada por COLU"IA S.A. C. E. I. I.F .A. , S.r•lento 181' (Cod . JOI¡I¡) Teléf . : I¡S·JI I¡S/4297, fs.Ai res , Argent ina . Venu Interi or y uterlor : Dls tr l · bu idora Be rtrín S.A. C. , Senta Magda lena S4t , Buenos Ai res . Venta cap i tal : Dist r ibui dora TRI-81-FER: San Nlcolís )169, Buenos Ai res . Impreso por A.G. r. . S. Industr l•• Grl f lces S .A. , RTo de Jenelro, Bras il . Prlnted In Brull.

COII(O

"'""' litO UllfiA4 1

~ ... ,. &

~~ z • .. ; .... . wo "'. • ; l • ' "" r ~'

. _, • • ••. • • 10. "'"" ..

" . o ~

• - ,~~. o • • L.· ~' ......

• • r ...

"Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que las soñadas en tu filosofía" dice Shakespeare, tal vez porque el misterio del hombre tiene su solución en la vida misma, en el cielo y en la tierra que escudriña y pisa, respectivamente, en ese devorar distancias desde que nace hasta que muere.

Nippur, el caminante, deja y vuelve a su Lagash, a su Sumaria, una y otra vez, porque todos los caminos lo conducen a sí mismo .. Entra y sale de la vida de reyes, esclavos, vasallos y emperadores con la sabia melancolla de los que buscan sin buscar, y hacen la justicia allí a donde vayan. Hombre hasta los últimos limites, hombre de todo tiempo, remoto y tan próximo a la vez, Nippur llega a parecer nuestro hermano.

Y en esa verdad simple de hombre-de-todo-tiempo enfrentado a la aventura de la vida y los misterios de la eternidad, reside el éxito que Nlppur de Lagash lleva consigo desde su primera aparición, en 1967. Junto a él comenzaba a crecer el más brillante escritor de aventuras de la última década.

Con Nippur se abre una nueva perspectiva en las novelas ilustradas sin que el tiempo, constante devorador de famas y leyendas, haya podido envejecer en estos 14 años su sueño de gastar caminos, donde se encuentra con el lector y trama con él una confesión o una historia donde otros hombres y mujeres aman y son amados, nacen y mueren con la inagotable magia de Robín Wood.

Nippur es la voz del hombre y su errar es el vagabundeo sabio que busca lo que muchas veces tenemos en nuestras manos y al perderlo añoramos: la ati'iiMad, el calor de la lumbre, el ríspido trago de vino compartido, una ilusión, y lo que para nosotros, hombres de esta latitud y de este tiempo, los iluminados por la Cruz del Sur: el gotear nostálgico de una guitarra.

Nlppur es la voz y la esencia de Robín Wood, el recordado autor de " Dennis Martln", " Dax" , "Mark", Jackaroe", "Savarese", entre dos docenas largas de titules que. por espacio de una década brillante consolidaron definitivamente el mundo del relato ilustrado.

Esta edición representa un homenaje al lector, al consecuente amigo- del hombre de Sllmeria, que tendrá, nuevamente, acceso a los mejores episodios, de la mano de los brillantes ilustradores qlfe dieron vida gráfica a los· senderos recorridos por Nippur.

Y es también la demostración del esfuerzo y el hechizo de uno de los más grandes ilustradores del mundo de la aventura, llamado Lucho Olivera. El ha sido la raíz y génesis de muchos sueños, Gilgamesh el Inmortal, entre ellos, donde el vivir mismo es, en definitiva, la mayor aventura del hombre, en este su incognoscible universo.

RAY COLLINS

Pag.

Historia para Lagash. . . . . . . • . • . . . . • • • • • . . . • . • 7 Nofretamon . • . . . . • • . . . • . . . . . . • • • . . . • . . • . . . . . . 31 Las lanzas y l a arena .•. .. .. . ... . .. .. .. .• . .. . 51

Minotauro ... . .•. .. . ... . . •.• . . •.. . .. . •.• . .. . .. 65

El mirlo vol6 pr imero . .. . . ... .. . . ... .. . .. . .. . 79 La fugitiva de los hititas .. ... . . .. .. .. .. . . .. 90 La f l echa sobre las hogueras . .. .. . . . .. .. . . . . . 104 El Viejo ..... . ... . .•. . ............. .• ... . . •.. 116 El hombre que vino de Akad . ..... • .• .. .. .. . .. . 128 En r..arth,al atardecer .....•. . .....• . ...... . •. 140 La doncella de la tierra de Merem .. . .. . .. .. . . 151

Mi nombre entre los bárbaros .. . ........... .. . 161

Un r ío llamado L6nemer . . . ... . ... ........ . . .• . 171 Bajo un cielo de estrellas y pastores . .. . . . . . 183 Hacia el mar ....... . ..... ........ . .. . ..... . . . 194 La furia de los dioses ..... . . ....... . ..... . .. 205 Leyenda del rey que muere ..... . .. .. .. . .•... .. 216 El Cuervo ........ . .. . ...... . .. . .. .. . .... . .... 227 Un día en que yo era feliz .. ........ ......... 239

La justicia de Janipo ............. . ..... ..... 250 El carro de estrellas ............ .. .. . .... ... 261 El enviado ...... . ..... . .. . . .. . ............. . . 272 Ram,el arquero . .. ..... .. .. .. .... . ...........•. 283 Un misterio llamado muerte ..... . .. .. . ... .. . . . 293

1

Me sentía enfermo de sol y desierto, enfermo de los lllrqu ina:ros de mi carro de mtalla, del olor de grasa ardiente que subía de los ejes ydel ~oi­YO acre y asfixiante que nos enYOMa sin cesar. Oesealll tan sólo. YO !ver a l.agash, sentarme en un fresco pórtico y beber a la salud de Nlnkarsag, la diosa-madre. para que diera frescura a mis días y trigo a mis graneros.

iOh,madre-Ninkarsag, líbrame del calor y del sudor 1 1 Oh Sa!Ms, aparta tus ra)OS de mr!

Las planicies de Elam, las tierras eran mala tierra, pedrego·

El sol se derramata ~s-obre nos-otros, pesado y ca

te y hasta mr llegalll el olor a su­dor, a cuero h6 medo y a metal recalentaoo que emana m de mis

· soldados. Avanzallln, to.,es y ~ pesados, gru nendo maldiciones,

con la arena entre los dientes y los ojos rojos e hinchados, ba· jo los cascos de cuero.

Quince dras y quince noches halia­mos peregrlnalb por las mesetas y las escabrosldades de E la m, a la ca­za de un hombre. lo haliamos ws­cado en las Tierras del Umite, en los montes esca,ados oonde viven los deformes comedores de h lerbls y pájaros, que se llenan el cabello con cenizas. Y ahora w scálllmos a los hombres brutales de E la m qlfe viven en cavernas y guardan su fue-

en odres de lllrro que no se

La culpa la tuvo aquel pastor, estúpido de soledad y desierto que trajo la noticia a nuestro Uru1ca91na de Lagash.

Era 1 nú ti 1 y nuestro a bu rrldo. rey Uru kaglna, querra a lglgante pa­ra entretener su pereza y yo tenía

que hallarlo.

Varias veces consegui100s echar mano a alguno de los estúpidos comedores de car­ne cruda de las cavernas de E la m. Pero no consegu illl>s sacarles ningún Informe. A veces chillaban bajo el hierro, pero lue­go enclavijaban los dientes y morían sin

decir una sola labra.

Efectiva mente. El hombre debió pa­sar en la madrugada, mientras la tie rra estaba aún húmeda por el rocro y sus huellas quedaron mar­cadas claramente. Huellas enor­mes pero fjen formadas. Mientras las estudiaba me sorprendió la YOZ

a mis espaldas.

1 Habla, comedor de gusanos 1 ¿Has visto al hombre gigante? il'iabla . .. 1

Estaba sentado sobre u nas enormes rocas y me contemplaba con la bu rlona insolen­

cia del b1

.. • • :'f .

~.&.

caverna, mn las espa­das y las hachas empu das. Me hu mlllabl en frentarme mn esos mi rabies brutos que torpe­mente e~u i'labln

y piedras, tropezan­nos con otros. Al

las mu ¡eres se rraclmabm au liando

mmo·lollls y su jetando s suelos crfos. - ¡AI-1 No qu le ro lucha,

hombres de Eln-Ru r . 1 No IJJ sm esclaws ni

1

no IJJ seas lu e ha, ni esclaYOs, ni mu je­lres. . . ¿ Qu' IJJ seas, . hombre de lJgash? 1 ¿A qué has venido?

, la wz era clara y tranqu 1-la. pero dal:lil la Impresión de salir de un foso profun-

do~---

Tú eres el gigante de E la m. Mucho hemos oroo de U. Hasta el rey llegó el ru mor de tu fama y él me orden6 que te llelera a su presencia.

Hablaba con brillantez y parecra sabio. No se parecía a kls bestiales hombres de Elam.

o o

o

\<=' n=:::·::-E __ _ ·-

\ 1

Todo El gigante }'~lee,

. por fin,derri oodo. • ; · Mis soldados, mal­n trechos y heridos

~ lo encadenan. Al­~ gu nos yacen muer-

tos .•.

No. TG no perteneces a las cavernas. Eres ru lllo y de ojos claros como los hombres que llegan a veces en los blrcos por el ·

Urukaglna establ rnfs vie­jo y mlfs gordo y qu 1 2l1 rrás tonto. Ahora prepara­bl leyes para protejer los sembradfos de los jinetes. A su lado esta bl su conse­jero y gran sacerdote,

Mar sin Peces .•• :'

Su mur, esquelético y ma- €~1" ligno como u na vilnra.

¿De manera que éste es el gigante de Elam? Adelántate,b.frblro.

se llama tu prisione

1 Te oarán la paz las espadas

1 que aplasten a tus enemigos, no lasta bletas de arcílta de Su rnu r. Luggai-Zagízi dará largas a 1 tratado y cuando lle-gue el momento de actuar usará las tabletas firmadas para adornar sus cab3J

Ou i z<i, pero todo rey necesita un hombre asr. Pero, !liSta ')0, vete Ni­ppu r y ~vate, ·pues apestas, y lue­go dale mis sa ludos a tu Gerien.

puerta en sus goznes y pude ver al gigante sentadO en el piso de piedra. El repelente olor a moho y a comida podrida me re­'101vi6 el estómago.

Vendrá a visitarme con su corte dentro de dos meses. Traerá presentes, u na de sus hijas para desposarse conmigo y un grupo de lu chadores para animar las

festividades.

¿IJichar con el los? Es algo toniD pelear sin molho. ·-

I.Dalzó como un punado de paja, mientras mis soldali>s kl rodeabln entre risas y silbos. Su mur era muy po-

co querido.

Uru kaglna, hermano y padre y Su mur, portador de la paz! ..

21

nkarsag, toda la ciudad enloque­ia. Ur-EI contempló al pueblo que bailaba pOr las calles

y rezongó.

Los hollilres de las caravanas. ¿No pueden tomar oarte en los festejos? Pues Clesde aquí los veo muy graves y tranqu i-

El sol era ardiente en el centro de la plaza y nuestras sontras se alargaban en la arena.

--------------------~

los lu entrido en la con paso lento y fell no, hombres altos con los rostro~ pln&l· dos con rayas de colores vivos. Empo liaban redes, lanzas dt tres pu ntas muAs de piedra.

A mi alrededor hay muerte. Los viajero~ han arroj<ldo las tú­nicas al su el o y ahora exhiben sus armaduras. Los guardias

heridos

paleo rea 1 veo a Urukaginaquese ese u rre hacia el sue­lo bailado en sangre. A su lado Su mur em­Pil i'ld el pu i'lal de pie­dra enrojecado. el ar­ma con la Que acaba de dar muerte a aquél que le sento a su dere­

cha, en el trono.

Corro mmo un hombre enloquecido hacia el palm. En la mano tengo el tridente de u no de los comedores de pescado. Su mur .••

No sé cómo nos abri­mos paso hasta las murallas. Se me ro m

pe la espada, pero con sigo tomar un hacha. Sangramos por cien

heridas.

Salimos al sol. Pero',<! s1ento en mí la oscu y et frío. Del otro lado de las murallas se oye el a u llar de los heridos r de los incendios.

Galopamos durante todo el día y durante toda la noche y durante todo el día.llegarros a las cavernas de Elm-Rur. IJ:ls hombres brutales reciben a Ur-EI con jO bilo y no me molestan a mr y tal1lJOCO a Shelho; .

2 Hu de l estruendo.Econtramos un carro de los enemigos custodiado' por dos soldados. Vigías seguramente. IJ:ls matamos y nos apodera de él.

~~-

'~---

l ¿Que haré? No tengo rey, ni ciu­, dad, ni techo, ni fu ego. Soy nadie , de ningún lugar. Me iré a recorrer

el país de los grandes ríos y qu 1-zá. las tierras del papl ro, hasta sanarme el dolo r. Después vo lveré.

.. ' · o ~ ..

-<~ - ~ •

Por ROIIN WOOD 7

DIBUJOS DI LUCH O OLIVERA

~ sabio río que corta las tierras

las y millas. bajo e 1 sol, nos

/'\I.UIU~UU en 11e dejo do111lnar por el arorna del al re, y el saoor a;¡ridut:e del rfo de los papiros. El navfo avanza dando oordadas en di recci6n a Tebas, lento y e ru­jiente. En un rfnc6n sornbrfo de la cubier­ta U r-EI reposa de 1 monótono viaje.

¡Una palabra 'll~s y te ha re aoa­learpor mis caballerizos! Una vez me sacaste de entre las ga­rras del le6n cojo y otra de en­tre las lanzas de madera de los salvajl!s de la rnontal\a. ¿Y rne hablas CO'llO si fue ras un men­

dicante?

La semana trascu­rre entre paseos y cacerías por los alrededores de Te­DaS. Al volver una mañana en el carro de caza de K rista­ton. embanderado con la sangrienta pie 1 de un le6n ce­badÓ, nos topamos con la corte del Fa­raón que e ruza

las calles.

33

"' . ' .. '

Muchos dioses tenernos en f9ipto, pues son bue­nos para focllitar la vi­da y las cosechas, pero Jo m~s sagrado en noso­tros es la sangre del fa­raón. Nunca ni en el Ba· jo ni en el Alto paí~. el faraón ha sido objeto de

un

ra inteligencia. pues bien sa~s que todas esas historias de san

sagradas son sólo balbuceos de viejas. Muchos faraones habrán e ruzado el um­bral CJitlmo por el puñal o el veneno.

. como e rayo y em~Jesaba como las flores; co­mo el vino embriagaba y podra destrozar el corazón como el mas afilado metal de guerra. Era alta y nrvea, con o)ls sombrros y enigmáticos. Sobre su hombro derecho se posaba un gran ha l-

. ..... ~$.- salvajes.

con galante Llgash, pues mi ha lc:6n

mira con fastidio.

pronto se aparta , como aver-gonzada y corre hacia las puertas. Ho­rus,el hat:ón, con las garras a(ln grtentas, la sigue.

45 ro pooeroso de Baknath se congela de est~rr de pronto un grito ronco y sale violentamente del reciniD.

Lo arrojo contra __ muro de la r--j -

y siento su cráneo

Me apodero de su espada y me lanzo tras Baknath, arriba, muy arriba, h~ia el cielo azul que gira ante mis ojos.

Le h 1 neo mi espada e 1 vientre y lo siento retorcerse como un jaba Ir herido, mien­tras eleva hacia el su rostro

visto a m 1 h 1 ja Nof reta­mon contemplarte con ojos de mujer. Y t(J le respon­días con ojos ardientes. To­do te de lXI, pero mi hija es lnatanzable para 11. Por sus venas corre sangre de dioses y se debe a su

a su me ron a No-tretarron. La volvr a ver recién en el muelle cuando embilrdbilrros. Kristabn yUsertes nos habían trardo presentes y oro dtl faraón. U r-EI habfa quedado estupe-

facto ante las arcas sus contenidos.

Asr es, princesa, no del» permanecer más tiempo en tu pafs.

LAS LANZAS Y LA AR

reo, como un ave o como una flecha, atravesando el ~r sin Peces. rumbo a las tierras que fueron po­bladas por los prl meros gigantes que a Iza­ron torta lezas y desvía ron mares y rros.

1 Allr estaban 1

la bahía los barcos cazadores se br1n detenido en semlcrrcu lo a·rrlando las. Nosotros atravesábamos la orilla da­

.---.u trás de nuestro l ínfellzgur\~ue miraba espantado a Ka lilas.

expuf· sados de nuestras tierras por crrme­nes contra Jos te m­pfoS!Fue¡Unnll y falsa acu sacl6n, pe· ro nadie creyó en

QuIN s puedes hacerlo; perderás derraslados hombres. f Mr· ranos 1 lNos crees u na presa fácil?

Por un momento la situación fue grave. Una multitud es fácil de enardecer. Ur-

'El desafío en el aira como puede no-lar la bruma o el polvo de las caballerías. El pirata se sintió contemplado ¡x)r mi l ojos. Algu len le dijo algo y varios rieron.

gran reinó en la playa. A~na ~ ~¡ se oía el batir del mar y el chillido de los pájaros. Skyron seacercóal muer ··----:-t~•~ to y lo hurgó con

pie. Sonrió co­mo ~lo sonríen los lobos. los lo­

o los hombres son lobos ...

...

mi mensaje al pr(nclpe y volvr luego al centro de la hecatombe, donde Skyron ahilo de carne, bailado en vino, ebrio, con el rostro congestionado, ron· caba contra la mesa.

prrnclpe Teseo ... ¡Si el enviado de Ka· li las cumple bien, no tendrás muchas más orglís. Skyron! 1

aparté con la princesa co11}3da de mi mano y sintiendo un acre sabor en la bo­r.a alpensarque en alguna parte de los bosques avanzaban los ltombres de Teseo.

l

a Thamar, con los cabellos de oro escapan­do bajo el an:o de bronce del casco. Luchaba. efectiva­mente, como un guerrero. Como el mejor de ellos.

Mása kyron. ganiz:ar su horda,pero inútil. El alaque feroz y de . los helenos. todo rabia y 11-lo~,hacía hu Ir espantados a los bandidos en di rección al mar donde esperaban los carros de guerra. ·! Malditos cobardes! 1 Tomad vuestras armas! 1 A pe·

de pronto ante y se enfrentaron. El pirata leo y pesado corro un buey y el heleno bello y feroz como un leopardo.

IP~tal 1Heven2 a bu sea rtea ti ! ~

Cruzó el ai re como un relámpago y lo fue como u na arista de luz en el

PIN

MINOTAURO

;.;;:?_. sol del mar era roJo como la sangre. en e ata~

llegamos a Crela, la isla del toro, con sus rocas y grises emel'!liendo de las aguas, revueltas por los

tilanes de las profundidades marinas, según declan los vle· jos de la costa. El puerto erJ grande, bullicioso y sur k>, co-

mo todos los que conocl en mis viajes.

El Minos, viejo y sabio, yac fa hund 1 do en su gran trono de piedra, coronado por una enor-~(11~1....,!111 lllít cabeza labrada en !)ro y granito. Recibi6 a su hija con gran sen ti miento y voces, ln­dighas de un rey que debe cuidar su com­postura. Luego .. .

con el livor real, no nos multó r la Isla, desdt el puerto hasta Jos 100nles Nuestro gula fue un sacenkte,devoto y lad llamado Flrlatos.

-¡Nippur! ¡Hombre de Lagash!¡ presa verte aqu 1!

__:--~--:----:--...-

No creo en ese dios que vive en er fondo de esa gruta y devora lacar· ne de mi pueblo. Quien mata a los m ros . me mata a mi tarmién.

De pronto •••

cuernos y sus manos se apoya­ron sobre el lo· mo nec,¡ro y cer-

doso.

Tembló la tierra cuaroo cargó con los cuernos ensangrentados y rasaroo el suelo. Pero Teseo no se movió ni un palmo.

estaba en su apogeo y ca bebido en exce~o. Sólo un hontre se veli! sobrio y apar1ado. ln­

qu irf a Arlildna. ~------

Nos internamos por unos gigantescos es­calones tallados en la roca vlw, mientras un sofocante olor a mu59o y humedad brotaba, envolviéndonos. También sentl un extra no olor, dulzón y l'l!lltHin•'n"'

reconocr n un

y yo también lo ayullaré. Teseo quie­re verte esta noche en el mismo lugar

de la vez anterior.

,Nuevamente esca los muros sagrados y .me hallé junto al ventanuco.

empapados, envueltos en sus negros mantos,aguarllaban mis órdenes y Ur· EI, con el rostro cubierto por la visera de su caso de guerra, se apo­yaba en su hacha de dos ca· bezas, sin cuidarse del agua que chorreaba sus

Muy bien. Escúchame en­tonces. Entrega u na espa da a Ariadna. Ella acompa· liará al Minotauro hasta la entrada del laberinto. pues es sacerdotisa y una vez llegado el momento, me la entregara. AsT pe· netraré armado. ___ ,.

En ese nmmen_, un grl_, horrible hizo estrlmecer la cmma. Teseo habra arro­jado su caP',. y empunando su espada que llevaba ocultJ, de un certero golpe habra tlndldo a sus pies al guardia mis

cercano.

4 :::::--

Chocamos con furia en el centro de la enorme caver­na. escudo contra escudo, hachas y espadas chispean-''' ~"""' "'~':::·~~ m:~~· ~

Fue como una rama seca al quebrarse. El co­gote de toro de Tekapls quedó 9 rotes ca mente torcido entre las manos

Los espantados la escena. Al mismo tiempo un trueno fragoroso pa­reció brotar de las entrallas de la tierra, y enorrres trozos de roca cayeron de la bó- ,

veda.

Me abrl paso a QQipes de hacha hasta lle­gar junto a Teseo, y lo cubrl con mi es­cudo. En ese momento un telltllor de tie­rra, más fuerte, sacudió la caverna.

Evitó el golpe con facilidad de guerre­ro experto y sujetó los largos cuernos de la máscara de la misma manera co· molos matarifes de la Hélade sujeta­ban los de sus toros para derribarlos.

mos el ovillo nuevamente, hasta sa­ir al aire libre. Ariadna se arrojó en bra­

zos de Teseo, llorando emocionada. Detrás nuestro, el túnel del laberinto se hundla

medio de Infernales •nruenm"

Ur·EI exlendra su gran cuet"DO de l.uchador al dedo amJrlllo del sol haciéndome reex~rdar a los perezosos leones de mi pals de Elam.

de nuestro barCXI corrla la orl· Ita e5carpada y gris de la tierra de tos helenos, agreste y vital, CXIO viejos al· tares abandonados que en la época de los titanes se alzaron a los dioses.

S 1 no hub lera estado fastidiado por el monótono canto de los remeros, qui· zá no los hubiera visto.

Entonces el gue­rrero se dio vuel­ta y nos contem­pló. Su rostro es -<' lilba liln plilooco­m la espuma de las olas y su son ri

1 sa, fria y clisliln- -....._ L7 te.careda de ale- -~ gr1a y de vida. Só­lo entonces vi la sangre que le ma-naba de la clntu ra. ··:

El Insulto fue brutal como un golpe y cla­ro como una copa de vino arrojada en el

rastró. Me llamo Milemónides, extranjero y mis familiares, ésos que ves detrás pedirán una olla de sangre por cada

El tespio retrocedió asustado mientras contemplaba con· ojos amarillos por el miedo las manos de gigante de mi

amigo.

~---1

¡Dile a tus fa m ilares que vengan, bra­vo tespio de rodillas flojas!

. . ---- .

-S(' Lo malo es que de por rr-'b el amor prop lo de la e ludid y su antlpatlí hiela los helenos. Deben c:.onsi­derar esto c:.omo un en tretenimlento agrada­

mejor que ca-

¿ C6mo c:.onslguts que yo crea que g~no las discusiones y lermlne haciendo lo

que tCI quieres?

rras corta dt~custón. · ,

............ , .... ., ... .. . r guarnición y cumencé a vocear mi mer· canela, no sin anles haberme metido varios granos de malz en la bciu para dis imular mi ilcenlo extranjero. ~horil

debla esperar. ~ J )

J

soldaclo entre unos arbustos y por las duelas le di otro porrazo. Luego tomé el asno por el ronzal y con p1so len· ID y unslno nw dlr~r 1 la salba del oueblo.

1.1 joven era .1gll y sus pies volaban sobre la arena m­mo los de un ciervo, ~ro de pronll6 oltl estruendo de los cascos de cabillos tremecltndo 11 tierra.

Vi el enorme garallón negro abatanzane sobre mly lo esquivé .. •

. . . .

¡No te la podtis llevir' ¡No mientras Yo viva!

L S

Atenas hervla de gente, pues la ~certada dirección de Te­seo la habla convertido en una gr~n urbe comercial. Por

apretadas alles se empu¡allan hombro con hombro cien rilas diferentes. Negros, sirios, hilítz, tesplos, to­cios. fenicios, egipciOS ...

l<l alle¡a, vrctlma de las mirad<ls espan­ntes. Nuestros o ¡os se encontraron.

Sonrió orgullosamente y me mostr6 sus enormes manos nudosas.

¿Con estos dedos? No. las ha hecho mi hija.

Me desagracia la boca de cler· tos honilres y carezco ele di·

plorMCia.

Me llamo Nwur. NipPur,el hombre de Lagash, cp· mo me llaman. :

Su idioma no es florido como el cretense o grato al oijo heleno. Se asemeja más bl,n a un ladr ido áspero y gutural el de los chacales del desierto. Me desagradaron.

Vengo en persecusi6n de una esclava que se lug6 de los do­minios de mi sei'lor. Tengo órdenes de llevarla de vuelta,jun· to con el villano que la aco¡npai'la.

Abandonamos los caballos y nos lanza­mos a buscar por los· senderos de ca­bras. los hoplítas, guerreros pedes­tres, no daban sel'lales de fatic,¡a;pero Ur-EI p&recra vo'lu sobre las piedras.

A la vista de las alturas escarpadas los ojos de mi amigo se volvl'an dulces y mf·

lancóllcos. Yo sabra que estiba miw \00 por dentro otras montanas muy lejanas. Aquellas donde vagara semi salvaje en su mocedad. Las blancas montanas Elam; las rotas de los dioses.

un pequeño anfiteatro natural se enfrenta­los dos colosos. Ur·EI, gigantesco y hermo·

so como un dios y Borak, contrahecho y espan­toso como un titán del Averno, pero feroz y mor-

tiTero.

El aviso estaba de más. El joven heleno ya estaba trepando con la espada cruzada a

la espalda.

-Cuando lleg~mos,el especUculo

nos de¡6 mudos.

e

lOO En ese momento ocurrió~~ m11agro.

l¡¡¡;;-U hallf cuando era niña entre los res· los de una caravana destru Kla por los bando· leros. La crié conmigo. Cuando rue mayor gustaba de traba¡ar con artistas, dibujando en la tierra. Entonces le tra¡e cobre

para labrar .

. T,;~~~~Ia joven tomó una ma de Dos io y se la besó. E 1 pobre joven en ro· jeci\ como una remolacha.

Una yran terquedad s• despertó en Thaler. Envió a sus me ¡ores hombres tras de mí. Y asr es perseguHlo,.he llegado hasta

aqui.

VI a Borak derribar a un ji netr, asiéndolo de las piernas.

~os atacaron rápida y feroz· mente, pues eran guerreros expertos que s61o sabian de

lucha.

Pero los hoplitas de Teseo no eran carhe de ganado sino hi¡os de mil batalla;.

,--_ .: -·

El y )O avanzamos tnZí1n!all molinetes con nuestras chas de combate.

El resto de los hititas ní si¡uíera pudo huir. Hombres del d~IP.rto, eran torpes entre las rocas, y los hoplitas los caza­ron a punta de lanza y de pu l'lal.

Borak me miró confundido. De pronto entendió y ~onrió. lu~ comenzó a reir estruendosamente y t!ldos te h1 ·

Cll'lOS coro. Fin

FLECHA las

HOGUERAS

Durante largas semanas veníamos atrave­sand~ los senderos de rocas y arena de la tierra de Khule· lhiet, buscand~ el Mar con Cnllas del que t.anto oyére~mos.hablar_

M a la de Ur· EI y la bes· tia quedó illllóvll entre un remolino de polvo.

paree la muy servicial y era gallar­do pero habla un no sé qué de reptilesco en el fondo de sus OJOS que me desagradó.

cuando llegamos al Dedo de Piedra y nos encontramos coo los Belek Rímik. H'lm· bres de pequet'\a estatura pero.vigorosos.

¡Alto' ¿Quién soís y qu6tieseáis?

a nosotros se sentó Kafllas. nuestro ayudante ne<¡ro. uno de tos me¡ores hombres que recuerdo. Y comímos y bebimos

Una queridas turbó mis sueños, hasta que ...

Perdóname, Malek. Abandonar~ un momento tu 1 íesta.

He sido muy afortunado al encontra rte. A'<ltek y yo nos reparti remos esa recom· centellear las puntas de las

l'.os amontonaron en un rincón nel camoamento.

J

Escúchame y no seas tonto. El rey me río ofrece ...

Walek se aproximó a m Vestía todo de blanco y se ve~ mcreíblemente v~ejo y at.ahdo, pero en sus ojos ardía el luego del odio.

Y un sequndo después. el salvaJe qrito de querra de Ur-EI haciendo pedazos el canto de los Ir ibeflos.

¡ Aquf est.i Ur

--~~ Etam'

1¡ Los esclavos• ¡ Ur-EI los debe ha­ber soltado aprovechando ta distrac­ciÓn ele m1 e¡ecuci6n• 1

La f lecha aulló en el a1re. sobre las ch1s pa~ y el roJO de los hoque ras.

16

--GASH EL VIEJO

y yo nos lanzamos por la lloresta con listos. Habíamos rechazado los caballos

sa!!famos por experiencia que entre el lolla­trJn más un esto rtlo que una ayooa.

Celta m de Teseo, un jove11 •rattmúo y v•o¡.en­so a los ataques de furia. ~ero un uce­lente cazador y mejor Jinete.

El ciervo cayó de costado con la flecha e lavada en el cuello.

Deber[ as pensar un poc, más en tu rey. Trata al me­nos de disfraza r tu regocijo. ________ ....j

en la bruma del t1empo pero pUIÓO asegurarte que su sa· bidurla es real y valiosa como el oro puro. No sé si podrás convercerlo de que te ayUde pues rehuye el trato humano.

sol. arri ba, gi rando amarillo y cruel. •• y abajo los duros guijarros. roca polvonenta ••.

Maimón era un hombre honesto y no le moleslalla reconocer la mayor sabiduría de otros.

Oesu la muerte de Teseo, una muerte que lo deje a élli· bre, sin culpa ni mancha para poder izarse hasta el tro

no, de ser posible.

Fui guerrero y vi hundirse más reinos. l~ mien· tras los al\os segofan corrien do, los reyes continuaban lundiérdose con el polvo y las murallas de las grandes ciudades se votvran escombro

y maleza.

Nada para m el bri­llo de su corona o ei llntinear

su oro, pues soy hombre y con conciencia de

Pero sr significa y mu­la riq ueza de su justicia

pureza de corazón.

que los re· yes sólo polvlr son. Es cierto, pero el polvo de reyes como Teseo será la argamasa que alzará un monumenro prodigioso para los hombres y sus

Con un mazo hizo resonar un gran tseudo de o ronce. No tan16 de aparecer el gi·

~Jinte de la entrada.

1 estaba acuclillado junto a la m~~~r~r;-1'1<'•"-l!l~ ... r~Aft,:. a dos asaltantes que lo apuntaban con sus arcos

ttec.has centradas en él.

Sonrió. Se sentía triunfante y podfa tole- ; rármelo.

i Bah! lnsúllame si quieres. pero cuan· do muera Teseo seré rey. Rey de Aten1s.

. . . ""

Se fue durante la no· che. La lUna lluminr ba la enor mt s lluetil torpe delgíglnte y la pequei\a IN nchl ne· gra del Viejo en su hombrl). Los perros callaron sClbi¡,I'Jien· te . Cuando vl)lvieron a ladrar, comprendr que El Víeio )Q se hl·

bil ito.

El HOMBRE QUE "\NO DE ~KAD

n se enrollado el manto en el brazo lzqu ierdo y lo utili- ' uba para detener los golpes. En el put'lo derecho, blandia su cuchillo

para herir.

El sendero desconocielo tiene una ex tralla .nagia ~ra quien lo ~isa _ El patvo y In piedras le hablan y el viento es lodo un gor ¡e o de rumores. Pero estas piedras eran duras y negras-y su vtento era cruel, tal vez negro también como

las piedras. ·

Se disolvieron en el horizonte polvoriento como un grano de sombra en el gran arenal

del desierto.

No. El honorable la taos. hijo de los dioses, murió hace una semana en un accidente

de

¿Y para capturar a dos mujeres indefensas 1 ocho hombres de armas? - --------

.. - ·-· ·-· --·- - :.:----- -- =

El pelotón se alejó con gran estrépito de armad u ras y espadas. VI que la dirección que se­gura no dlferra mu­cho de la tomada por las fugitivas. -u r­El.!prepara un grupo de hombres y caba-

llos •

men-

Uno de los jinetes, obedeciendo a una se­lla de Serek me alac6 con su lar-za.

. TodO el pueblo de Carth se había volcado ~n efecto en las calles. pero no se veiln alegres. Pelotones de mercenarios sirios ·mar­challil' de iqU r par¡ allá ipartindolos a puntlp~s y a lanzazos.

~ llablá mos d ls­trazado como bu­honeros y cómi­cos trashumantes y en un pequet'lo cmo descubierto lltvlba m os un cesto de mimbre.

¡Pueblo de Garth! 1 AQu r eslá tu reina! ¡ Aqu res~ tu rey! ¡ Defiéndelosl ·

A m liado, U r-EI se golpeaba las • piernas para ha­cer correr la sangre con mAs rapídez. Su ros­tro eslaba oscu-ro y atezado y su cabello rublo, ca­si blanco por el sol del des lerlo, hacfil resaltar sus ojos celestes como piedras chis­peantes_

No creo haber vfsto en m 1 vida lugar mAs hermoso que éste_

En el centro del pal10 pendia un gonq de co· bre y una maza. Aferrándolculi tres golpes que retumbaron ~onoramente en el gran jardrn desierto. S61o nos respondió el so· plo de la entre tas flores.

En ese momento se abrió la gran puerta central y un an(lano ricamenle vestido, seguido de media docena de corpulentos gua rd li!S se e nca m in6 nosotros.

Su rostro dulce y qrave, risuello un momento artes, se nubl6 abruptamen· te.Crefpor un m?· mento que Ur·EI ., •• , .......... bil cometido u na qrave indiscreción.,

Río hasta que se le salta ron las !4gri· mas m ~entras apuntaba con un dedo

a u r·(l,

n ruerte empel IC> apartó y un enorme guerrero de armadura efe cuero con dos cu· chlllos sobre el pecho penetró en la sala. looas las p1ezas de su drnlJdura. sus ar mas V su cascl) estaban lt>flldos rte neqro. Su barbd estaba entrete¡lcla con hílos de 'lro y su rostro cosido de ciC<ltr~ees.

No puedo decir lo mism'l, Bakhr. ¿Es ésta la manera de entrar en mi pala· clo? ¿Crees aún que eslás en la

uerlza que te sirve di! morada?

IJn enorme gandul que escolla!» a aquel jabatf humano rlo groseramente mientras apoyaba t'ldo el peso de su cuerpo en una qran es~Jidi.

[llllmldo Bakhr pared1 mis que nunca un jabllf lurioso y los hilos de oro de su bu1lól temblaban il irados.

alqunos de los pretendien­tes os envran sus respetos y se retl-

~~-.~- ------A

lenes raz6n. Es uno de los guerreros mis tremendos que han cabalgado en estas tie­rras. No tar<Yrln en Irse 11 mayor(l de mis pretendientes al con(lttr su presen-

Já! El jabalfde Asur ha bramidO luerte todos han corrido espantados al ofrlo.

De pronto lo vi inclinarse sobre el parapeto observan· do algo entre la rronda.

De un tremen· do salto abandonó la terraza. VI su siluelil enormuvan· zar entre los macizos de llo­res y los .í rboles rruta les.

U! joven sintí6 1~ braz~ cmch~ de Ur -EI ro dearla con suavidad y reclín6 su cabeza en el pecho de mi a mlqo sollozando m.fs suavemen-

te.

p ~ensa un poco. Desde que sah de nuestra ciudad de laqash, ¿cuAntos al'l~ hemos vivido juntos?¿ Cuántas tie· rras hemos cruzado?¿ Cuántas luchas hem"s tenoo que afrontar?¿ Cómo pue­des lmi!ginar que nn te conozco bien? A tr. que eres como un he rmano pa ra

mr.

detengo, Nlppur V~OiiiOr;;:;;:¡;;;-h:=~ V(/oj a luchar por Me­rielem y si tr iunfo me casaré con ella. Es reina de todo el temtorioque n~ rodea, cinco CIUda­des y m lles de hom­bres y mujeres. Po­dré ayudar a su gen­te con 1~ conoclmien-1~ que adqu lrf en mis viajes, y yo podré ha­llar la paz.

s1ento como un Ira idor herman1, pero he estado • en el ¡ardfn y he ten ido en mIS brazos a la JOVen y la he consolado y he enjuga­do sus" lágrimas. He conse· gUido que volv~era a son· reír y me he sentido bue· no y suave.

Ew noche tos anc ianos metieron los dedos en u111 e~llbua hueca y extrajeron uno de los hueseclllos que conlen l'a para saber quéa lzar l'an.

~------

uno hacia el otro. En la mano derecha la maza de piedra. en fa Izquierda el escudo.y en el cirturón el cuchillo de e~za. Ak¡u111s gotas comenzaron a c.aer y los truenos nos ensordecieron.

he enterado que luchar.fs conmigo, hom· bre de Elam. Es u111 butlll not icia. Todos mis Jnemigos duran poco y me aburro. Tal yez tú

dures un poco mis.

El dl'a siguiente amaneció nublado y II!IT1j)8Stuo· so. Violentas r.fragas de viento alzaban remoli· nos de polvo y los rellmpagos acuchillaban el horizonte. El mustio.

'J'I /1 . Pero Ur·EI sin lnmutlrse. le n••r .noo

un tremendo mazuOJ¡ut el asirio con· S1CJu•6 detener a duras penas: AIH se de·

tuvo su ataque y sus alaridos.

Volvf los ojos al campo deba· talla y vial jabalfde Asurque retroc:ed ra ta rnlla lea nte entre 1a lluvia torrenclallropeun· do en el barrO-t>e<JclJOSO tras Ur·Et avanzaba sObre él, i~nplacable como la voz de los

dioses. ¡~;-

AN

la a nc ia na se encog 16 de hombros y con el pan a· prelado cont11 el pecho se sumó a la cohrn na .de IU]itivos. Por un rato quedi obst rva ndO esa StiJlllnte de dolor y mi­seria humana.

En ese momento se acercó Ka lilas, mi lugarteniente. un negro de gran estatu· ra y pesados hombros. Su rostro tahe· dO se ve~ preoc1411do.

topan dra y noche y atacan con la rapl · dez del viento. Que· man. roban y matan. Llevan esclavos, ga· nado y alimentos. En las puntas de las tan· zas hincan las manos debs cardos.

Amo. eso será mtty culto pero en las ba tallas l)e v1sto a Jos gnegos correr como gak}os sm detenerse a pensar s.1 su estaría ese nta o no. De manera que de· t>en ser papa rrucl'lauas.

Desde lejos poora oír el ulular jlbiloso de los bárbaros que se reunían prepa· rándose para atacar. H1ce que los por· teadores cava r'in pozos aquí y al U al· redeOor nuestro. de no más de medio metro de prolundidatl.

Y entonces ataca ron. Llegaron a galope dido con los vientres de los caballos rozan· do el suelo. los o ;os chispeantes y las bo­cas abiertas en un alarido inacabable. Llega ron er> multitud.

'

Pero lle<}lban más y Trepaban er>clma de los carros con una lanza entre los dientes y dos en cada ma· no y desde amba nos herían. En-tonc;.;;e.;.:.s• ...;;.;.;;.;.; li' .;..-----\'- l

Resecas por el sol a role· ron como paja y los bá r­baros encaramados en­cima de ellas saltaron con sus ropas de p le les salpicadas de llamas. Muchos corrían ardlen·

ro ahora los rtlaros estaban enloquecidos por nuestra obstinada resls· tenc ia y daban saltos in· e reibles y atravesaban el cerco de llamas y caián sobre n utstras lanzas y lodo se volvíá una carnl·

Y llegaban más.Y más y más y ¡N¡ Por todos lados entraban y ya no les impor1aba monr. A! frente vi a dos guerreros cubiertos de joyas que debían ser sus

lhachaaullóen el a1 y uno de los dos jefes saltó de costadO como

E 1 otro vac 116 un momento y entonces lo herf debiljo de la mandlbula.

en querer poner los dedos ene lr111 de NI p­pur de ~gash?

Miré a mi alrededor y vi a los bártlaros llenar mi campamento. N.is hom· bres eran atacados de to· das partes.

No vi al lancero bárbaro, pero sf lo vio Kahlas.

¿Tú te has at revklo a pelear m\s hombres 7

~~----,.,.........- --, ,. .. ,103 Pete6 contl'1 tilos y JOS maté por

nas. En venlad. son malos gue

Por un momento cref que 1ba a matarme allf mismo. Su !hermoso rostro estaba rojo como un pimiento.

1 Y 1hora. corre si qulern vivir. perro!

Naturalmente esto mecos· taba una nueva piltza y las costras y las he rulas se s~e11>0nían unas a otras.

Luego lle!Jilrnos al pueblll !le Niver una enorme aldea oe chOzas <le pa¡a , p1e1 y allí un pus1eron a tra11a1ar en los sembrados.

Y ahora. seflora,perdona­rás lo que tengo que hacer. N1pp ur de Lagash nunca será un e:_:s.::,cl:::a:,:vo:;:. ~-.. :.:;;:...,::o-..1

Luego tomé una docena de. flechas y envolví sus puntas en trapos que e m· bebí en aceite.

De un cu::hitlazo hice un bo· quete en la tienda. luego me· tí la punta de la flecha en la hoguera hasta que tomó

ca•slno me diJo que el rro se llam~ba LóQe­mer y yo aceptl su palabra. Habla me separado de una ca mana con la que cruzara el desierto

con monedas y un CJballo paludo y feo

la caza era a bu n­dante y a veces tropeubl con ciervos. Erton­ces derribaba uno y comfa en alg6n bosquecillo untrro y salpl: cado de flores.

rte.

••

Cuando la noche era oscura y la luna dormla como un pullado de polvo de plata sobre la su­perficie del agua, me sentaba terca de la orllla. Era hermoso estar solo sin otra persooa y sin otros suel\os y oler la hu~ medad del r ro y de la savia de los árboles.

equivoqué. El verraco desesperado sobre sus cuartos \raseros y embistió

~lvaielnen,te al calliillo de su persegu klor.

la vieja espada de mi monbJ acerqu' al jabalf q111 pateaba y Una vez junto a él. .•

1 •

• ••

Vl ~n efecto, cómo el tOAste ro te salv6 la vida. Y lintlén cómo te el'sel\6 a ser mis cortés. A!Tbls cosas las hizo bien.

~ueno ... y;J

Eran horrores ínqu íetantes. ci! gnll'l estatura y tuerpos dt luchadores. El que pareda el jefe te, ra un brazo ampu­tado a la altura del codo. Vestían armaduras de cuero y llevabil11 hachas a la tspll· da al estilo aqueo.

)erek como un rayo por la ancha pradera verde y gris y el retumbar de sus cascos arreciaba cada más.

,.,!Jno de ellos para la retirada de sus compal\eros. lo supe cuando un par de aves volaron espantadas

desde un matorral.

jugué el todo por To~el pe·

pulla! por la y •••

Un campesino m8' diJo que el rfo se.. llamaba Lónemer y all( en el centro'

. de la corrlente;vl los.dos caballos que avanzaban.

' un n li'lo apenas, envuelto en pieles de ovejas y apoyado en su cayado. En la clr1tura llevaba un zurrón de cuero y una calabaza y me miraba con 'ls ojos lentos y meditativos de los pastores.

No hay mucho para hablar coo un pastor. Su mundo e~ limitado por un prado o por una manada. Son sencillos y supersticiosos.

No s por ella, pastorcillo. El correr por todos esos cami­nos sólo te en sella Ul'a cosa. El bronce de una espada o el tintineo del oro da la n ta d ig n Ida<! como

la honradez.

He recorrido mu­eh os caminos. He visto los toros pin­tados de amarillo de Creta y los JI­netes que tienen el caballo tejIdo con hierbas en las orillas del mar.

¿Ves los callos de mis menos 1 Nacieron del uso de la espada, de la lanza, del hacha. IIAis ordos aprend le ron a ser sordos a los

._,-.:o::-de_p, iedad da los h,..er"'ldO"lo~s.=-----'

Hilera mucho que va­gaba solo, a lomos de mi reo caballo Wrba­ro y casi habl'a oerdl- ' do ya el gusto oor la comoan fa hu mana. El oastorclllo me re­cord6 la lumbre de las hogueras y las rami­llas a su

He sido recibido por so­beranos de muchos par­ses pero aquella InvitaciÓn rue la más val losa de mi vida pues se me olrecl'a ni más ni menos que to­do lo que tenían.

Perdr cuar>to [lOsera en un desdichado via­je a la tierra de los bárbaros, hasta mi 1 iler~d. GOI'I segur hu Ir y desde en tOI'Ices vagabundeo oor los países sin nombre.

Nippur, Nip¡¡ur al errante. ~ lppur, el hombre de 1.1-gash. Me llaman de muchas mane-

Nuestro vecino Garuth t*'e cuatro hijos fuer­tes y más de ocho pas­\lres que trabajan con sus ganados. Qu le re tener más ovejas. Quiere tener más tie-

I.Js mujeres deben te­ner hombres que las cuiden y las dtflen­dal'l. De lo contrario deberán ser tomadas

MI padre tiene muchas ovejas y ademls qran sacerdote de llr le concedl6 estas rras. 'v11 padre no tiene más hIJo var6n que yo, en cambio llene seis hijas.

de los pastores me mó la aterociÓ!l. A

ifererocia de los de­más se ma11tero ra ero hosco s llene io. Era el más alto de todos

parecra muy fuerte.

¡llv1irad estol ¡El viejo Branae ha trafdo un hom­bre para proteger a sus hijas!

na carcajada atronadora estalló. Era el pastor que yo advirtiera silencioso. El viejo B ranae, las jóvenes y el pastorclllo lé hicieron eco.

~o s4 quién salt6 primero. No estaban acostumbrados. a eS\jrlma que los lés y cabezazos,y eran lnh,blles

lucha

189

190

Los hicimos retroce­der confusamente. los perrazos ex e ltados co­rrl'an de aqur para allá morof6ndolés las pier­nas y las manos. Joar ·arrojaba ~ledras que resonaban contra sus

cabezas.

Por li11 se fueron. En la oscuridad or sus maldiciones y sus In-

sultos.

acercó lo pude estud lar de aspecto recio y posi­

lhl•"""'"tA tendrra mi edad. Su ar­era vieja y reparada &ll va- ¡.¡;.¡¡.r,:::.:.:~

tios. Usaba una espada muy arma tonta de muchos ejér-

sumerios. Me oarecló bona- •JN~r.~ y con pocas ganas de •••••¿,r,..li~!!!l!:::;;l

Esta vez ataQu' yo.

Sd lo que te ocurre, Torres. Sientes que es lis envejec len do y tus huesos te due­len al despertar en la manana erwuelto tu manto de roe ro. Y temes Que tu vejez te Ira lglla miseria y la

soledad.

Deja el camino, amkjo. Deja tu fama de guerrero. El ant iaM arana e necesita pastores y qua dlanes fuertes. llene tierras y owjas y vll'ledos ... y seis

hijas casaderas.

-¿Seis hijas? -sr. ,\l calor del fuego, tus huesos volver~n a endu­recerse y el vino caliente en las noches de invierno te hará refr feliz. Y puedes hallar lo demás en los ojos de alquna de las mozas.

t.as pieles de C!Yeja eran y el no picante. El viejo Branae, el joven Joar y las muchachas corrieron detrás da los dos hombres cara observar todo. Qued4 solo junto a la hoguera.

¡Recordar' tu manera da hablar, extran­Jero, y te podrcls considerar feliz de que no te arranque la lengua 1

ron a una argona de hie­rro em¡.otracta en la ¡:e red cas ¡ aliado •nro.

W ró a su al rededor y ¡.or un segundo v1 ullol luz de desas¡¡era­cl6n en sus pu¡Aias.

sin quitarme los

junto al mar y mira dónde trafdo. út! tierra de y arena me hace más

que los grilletes y los láti-

Hace corto tiempo que yo t!m­bli!n tul un prisionero y un esclavo. MI suerte fue buena pero no me ha lavado la me-

moria.

Y ahora a rt!­te de MI lado, viajero. Se acer­ca la hora del descenso del sol. Y entonces me vendrán a buscar.

¿Nost!tgta? iOjl" pudiera dar un nom­bre 1a n sencillo a lo que slen\o! A la no­che pego mi oreja a la U erra tratando de oír el rugir de las rompientes. pero na-

da oigo.

A las mai\anas aspl ro a ~leno pulmón el al!'! tratando de sentir sabor de sal. Pe­ro sólo sien \o la uemazón de la arena.

Me a tongo ¡o orno. Sus palabras rne traran JI recuerdo latl!nte de mt t.agash

blancas mur.~llas, Lagash más allá las dis tanelas.

¡Mocoso de tobillos suelos! ¡No debes pegar a un guerrero veterano!

¡Tal vez esto ta sirva ¡.ara estudiar otra resvuesta que me agrade más!

No t.enra tiempo de llegar has1a mi caballo donde es1aban mis armas. de.lmanera que desenrollé el láti ­go que llevaba a la cintura.

Sí. Desde ~~ tron­co proteclor de una palmera lo vi. Tenra el ros­tro como una bolsa de carne cruda ¡..e ro reía y bebía ¡unto con varios que­rreros y muchas pvencltas.

Lo coloqué como pude sobre rnl caba­llo y me dirigí al

l ~so lento, con la cólera burbujean­!~ como una lava negra, hacia el viejo palacio de Ur.

Salr del jardín con rapidez y troté hasta ml caballo. Límides 111e miró. ..

su}elílrlo. eay6 lll!sada1Tl8n-18. vez ya habfa' m~:~erlo antes de tocar la arena, con sus ojos llenos da mar y su piel ebria de sal.

Por ROBIII wooo

dlbuJu de LUCHO OLIVI:RA

206 Era bueno para mí pisar otra vez las tierras hele· nas. Marchaba a lo largo del camino, vestido co­mo cualquier caminante, disfrutando de mi sole­dad y de la paz del ñiimento. Un viento caluroso mecra los olivares y acunaba mi satisfacción.

¿A que' otro lugar puede ir un gue­rrero?

Y así como el cenlo queda ah llo de so· bras y lodo, asr es­taba yo ah lto de grey de sol.

Una nube de espuma y agua sala­da caía contínuamente sobre mí. Debí envolverme en mi manto y continuar mi marcha trastabillan­do sobre la arena a la luz de los

relámeagos.

de sombrías siluetas que hurgaban aquí y allá, como buitres que picotearan un animal muerto.

Vete extranjero. En nuestra debilidad somos fuertes y nuestros dientes de perro pueden ma­

n león. Vete.

Estaba. tendido sobre la arena con los ops niuy abiertos. Las olas que llf9a­ban hasta él mojaban su cabeza y sus hombros. l-b estaba ensangr~ntado •

./ ./~ -V'

Se volvieron como hienas en mi direc­ción. A la luz de los relámpagos pa­recfan demonios de la noche. Jo­

cojls, tu-11 idos, tuertos ... Sus ops amari­llentos me mira­ban desde su masa de harapos y muletas.

209

210 Me despojé de m 1 manto y lo arrollé en el brazo Izquier­do para defener los

· pui'lales. Luego.:di un paso hacia ellos.

Hubo un movi­miento rapidrsl­

mo ...

Empui'lé mi esp..,a con dos manos y avanc~ descargando terribles golpes, pero mis ata­cantes saltaban de un lado a otro como pe­rros de caza, esquivándolos.

Sentr su Insoportable olor a aps, sudor y v1no pútri­do. Su jet~ su mano arma-

da .•.

Eran dos solamente pero no querían huir. El botín era grande y la codicia vencía en ellos a la prudencia.

212 . El último fue muy rápido y casi lo consiguió. Ca­

si ...

Más allá los dioses darán cuenta de vosotros. Malo es el que roba a un vivo. Sin salvación es el que roba a un muerto.

Y de pronto. con una seca toma de lucha hltita le rom· píla ·mul'leca.

Me incliné sobre é). Era muy joven en efecto y su piel estaba helada.

mene el cuello roto ... La cafda del carro, sin duda. 1

Aspiré hondament~y en meneé a caminar.IAI PISO lenlo avancé pt¡r.la playa, dejanoo atrás el carro de guerra. los caballos muer1os y lo$ cuerpos negros con sus garras de mule-

tJs y CUChillOS.

( 1Atenas.:i)

o O

El palacio también estab'!.a oscuras. En alguna parte oí sol lozar a alguien. 1 n­trigado me I'Oivr al guardia.

El camino era dilícíl. La arena me tor­turaba absorbiendo mis pies como si quisiera detenerme y el peso del cuer­po doblaba mis espaldas. -------

f'b preguntaron más. Atenas estaba a oscuras. Apenas si algunas ant>rchas titilaban débilmente.

Hoy es un dra nelasto. ¿ No ves la luria de los dioses? la mujer del r11f ha muer­to. Se dice que murió de reoordimlen­los por ai!J> muy grave . •.

¿La mujer? ¿Te relieres a la princesa FedraZ ('"?

. -

Sí. Pidió a los dioses que lo cas· ligaran. ¿ Comprendes,'forastero? Pidió a los dioses que~o r:a(tln•,r.nl

Y los dioses desataron su lüria contra todos los Eréctidas. Con· tra el rey tambl~n.

--=---~

Sabes que Hl~lito era hi )J de mi mujer an· terlor, muerta hace muchos años. luego me desposé con Fedra que era casi una ni· ~a. Ella se enamoró de Hlp61ito y un día se lo confesó. El, espantado, huyó de ella. Era

un hlp e,emp1ar. -----""

215

Y ahora, hace pocas horas, antes de la tormenta, Fe dra muriÓ ... pero antes me di p 1 a verdad ... Me había mentido ... MI h 1· ):¡ me fue siempre leal. . Mi hip . .. MI hlp que aho· ra está mu

2 l6 .::: ::::::::::::::::::::::::u:uu1n:m::::::::::::m:::::::::::::::::::

NIPPUA DE LAGA&H !! ·: ::u::::::::::::.::: ::::::::s::z::: :::::::::::n::1 u:uns:::::::::: :::::::: :::!!!

L YE DA DEL EY E UE

! ~¡~¡¡¡ :~ ¡¡:~

Cuanclo yo era pven, los caminos hablaban para mr y su polvo y sus I'?CIS murmura· ban al pasar las extra· !las leyendu que se forjaron en ellos des· de los tiempos lnmt· morlales. Cutndo yo en j:lvtn .. .

()a ~

.!hora es l!lleren es Id "e )el del

Id qu~ me ha ""·""·'"" smo la del

Me si~nlo so· y ~ ,x>lvo del ca-

.,,no es tan solo poi· .o para mí y el es· tamp1do d~ las rue­!l.IS de n11 carro de 9uerra ya no me sue­n~ a mús1ca Aptmas si es ru1do.

1/,alabil du r~nte el tll~ y 11u rante la noche descansaba y todo era IMl r1tertnle a años ante no res . Cuando recostab-3 mi ca1le7a so­bre el petate a la noche mi rab;¡ las estre­llas inmóviles en el c1elo. Vo, inmóvil en la llerra. V también frío sin vida.

Nadie me res¡nnd1Ó. Rodearon mi carro y se apoderaron d~ las bridas de mis ca· baltos. Vaqamente alarmado coloqué mi mano sobre el hacha de guerra que llevaba engan · chada en el porta·

lanzas.

Atrás queda Atenas. atrás que-Ja Teseo Viaíé por mares pa ra visitar a mi am1go pero sólo hallé a un hombre desesperado ante la catástrofe que cayera sobre éi.Et tu · 10 llameaba en lds lo · rres de su c1uaad y los tantasmas gr1ta· llan junto a las rocds

del 111dr.

217

Por eso v~ap en un carro de guerra ha c•a atgund pJrte que no conozco. llusco algún rmtón donde ¡x~der descamar nu esp(rltu M~ s1ento v1ep Me s1erto so-

to

[n ese mstante vi a la multitud que cerraba ~~

Así II4!9Ué 3 ldS rcg1ones oe Pa· nalos. donde en o\! a época dos ro busllS hombre Iones de ma fá Cll y paso fuer te va~aron s 1n preocupaciones: Ur·EI y yo. t Ha ce tanto ... Cas1

camino

0Ptuve m1 carro al ver que naoie se apartaba y los contemplé intrigado Eran gente de pueblo de aspec to común pero con un a1re sombrro v dPCidldo en sus facciones:-(. Oué ocurre? ¿Por que no me de-

Pero nadie alzó una mano contra mí A d~c" veroad,1n~ Ira· taro n co11 casi thr ía aooración. Como al op qut m se atrtv~ rían ~ tocar

PIS pasar?

.tv.•urnn' Cll lln \tlfOCIO SOfa­rOlJ fYI' el retumbar d~ las rue­ll't tarro SJbre las pti<\tdS de e y por el tl.rnor rronocorde de

Pd~s o~ la multttuo.

Y desemoocamo~ ~n la pl.ua.l na ~rdn pla1a ctrcu· lar, en uno u~ cuyJ~ t •t r~mo~ vt unpalactú y nut'l~rosas mup:re\ y sol:ldU;Js ...

IPor las npas que usan d~ben wr Id corlt de a ctudad. t

Es la tr ddtclón. El rey vive durante un al\o lu~ debe luchar por su tro­no y por su vtda con el prtmer loras tero que \tn,¡a por et Cdmtno, sea quten

fuere St vence vtvtrá un ano más. \t no. M .

Avancé a su ~ncuen tro. Va h~ía de¡aOO d~ pensar Todo estaba d1cho y prepJrado y to ­do había esca­pado al cont rol de m1s manos.

... .....

~omehó un er ror estil ve¡ di atacar. Con segur engancharlo en una to ma de lucha helena y lo derr~bé al suelo

Ya era m10.lo S t.. .teté d~l cuello y doblé 'ldCid diréis su espalda tmpuj.tndo con la rodilla. En es~ momento odiaba a la gente qu t nos rodeo­ba. Esa gente que nos había sacrificado a

amt>os.

tra~ nv .t"'>dlld1110S

lkl m•r•rnos Teníamos m1tdo :,lll-Jun ... d~ lvs oos queríd rnor1r y sola nenl• po~ría sobre., .. r v'IO lla bía Hl hu111brt conde-

i•faré •t centro de la pliJ za . oonde el cuerpo s1n v1da de un hombre a qu 1en nunca con~ í y que ~In ~mbargo du· rant~ un segundo fue mi amigo, yacfa olvi· dado por tooos.

Advertí su ex Ir a ~~za y me pregunté si serra yo el pri· mer rey que expresaba una •Oiuntad pero lO OlVIdé. rui hasta el cadá~er y lo alcé en mis

Reuní tOdas m1s fuerzas l y tiré viOlentamente.

Pocos m~tantf~ des­pués toda la plald era una tormenta de gritos y flores. la reina llegó tunto

a mí.

Has luchado bien y has ganado tu corona. Mallana serás ungi ­do y te convertirás en nuestro representante ante los dioses.

Además de ·,lna era sacer· dollsa. Lo comprendí cuando la vi hacer los gestos de con tura conlra los maleficios.

l'i> lardé en comprender que en el país de Panalós el rey era sencillamente el depositario de la suerte y la desgracia de! pueblo. Si no llovía era culpa del rey, si los corderos no se reproducían, si las vi­des no madurabiln, era culpa del rey. Y entonces se esperaba con ansia la llegada de la fecha en que un forastero eliminaría a aquel que no era grato a

los dioses.

nombre es Nip-pur y una vez vi­

ví en mi ciudad de lagash. Maté hom­bres cuya memoria no conservo y des­de"é coronas y mujeres. Y ahora no iba a dejar que h lcleran conmigo lo que quisieran.

De esa manéra vivían los re­yes y de esa manera morían. Eran simplemente piezas óe sacrilicio para calmar a los dioses y a la cobardía del pueblo que no era. capaz de responder personalmente por sus culpas.

~..=· .... .

. .. su hermano Arta­masos era amo y seMi' del ejército.tm hom­bre rorpulento. de andar bamboleante y trK>s o .Ps ae carni-

cero.

.•

~lo~ que ~e ro~l>lcn y horer1)> pfiSIUn~­ros d los :I€~1J>. Nv~o Iros temnos solda­dos. fl lus no los tie-

!JI 1t!, p.:ro 'lJ l~s >~l•t>li­

li t'~, )tlci'P

ll nvfii~'"QU~ luCioa por su 11 · berta:! ~s un

No sé por qué me enfurecí de pronto. Tal vez por el recuerdo de aquella sónri· ~a postrera, comprensiva, valerosa, aquella sonrisa que compartía conmigo su desprecio ha~ia la que ofrecía

un viento diferente, Selene. húmedo, muy húmeoo y es sala­pero no mucho. Y tiene ctllor.

ren cu1dauo. l'il olvi· des que tu ciudad debe una sangre que aún no ha P<J9ado.

Nippu r y dé jale de a lo~ demonios.

Encerrado en mi prmci­pesca cárcel, oí el estruen do del ejército que se po­nía en marcha.l'«l dejé de a~~ertir que los si r~ ientes que me rodeaban eran de hercúlea complexión

que •ban a

t-i.lle gu~ló que lo desaf ior a pero tampoco 1 e 1m por· tó. Sabía que lo hul>iera podido matar mcl uso con las manos desnu · dds. Pero ldmb•én sabía que el t iem • po se encargaría

tle mí

Pero decidr aue había llegado el mo­mento de acluar. Ellos habían olvid~ do que yo er4 un ser c.ap.u de obrar por mi propta ~ecislón. Yo no. A la noc:he.qued~b;! un solo gua'rdia en mí cJmara y una veintena a las

las ...

~ \(

reconocer a los rugitivos y a la distdncia distinguí a la

bamboleante que entraba la carrera ef1 la torre.

lii las antorchas que corrían como locas estrellas de ruego por fa ciudad. El viento me trap gritos alarma­dos y espantados.

No hubo crueldad tit. Eran hombres que querían terminar rápido para volver a sus chozas y a sus redc~.

Dibujos de LUCHO OliYW

un guerrero debe El temblor de un matorral.-el

.vuelo de un pájaro, todas son palabras que hablan de nuestro Instinto. Dedos que señalan a alguna parte diciendo: cul- Silencio. Pero yo sabfa que alguien

estaba all(.

::uervo se \'OI~IÓ peor de que era en carácter. Sus

hn,nlm•~ comenzaron a moles eran rápidos para

todo con sus cu-con sus hachas. muertos.

muertos. El Cuer\'0 reclamó tierras y t6 a los que las ocupaban. En este wlle éramos gente de paz y no sabíamos qué hacer. Por fin decidimos que el Cuer110 debía morir.

PEi':i~~~¡¡rai'f¡~~~~ guerre-ros negros y por ello preparamos una em­ooscada. Enviamos un falso delator para que lo atrajera junto a unas grandes rocas, le)>s de sus viviendas. Habramos preparado

sr se loor gritar mientras su horda ¡¡pul\ alaba a los hombres y obligaba a las mu­jfres a entrar en las chozas Incendiadas. Huoo gritos es­pantosos. Y et .;uerw corrra de aqur para allá con su espa da chorreando sangre. Hilbra sangre por todas partes. A ve­ces resbalaba en ella y cara y se 1 ~antaba ro)> y gotean­te. Humeante como un carni-

cero. 1

L-------------~ ~--~------------~ ~~~~~~~ r.-~--~~~~--~-,--~ lo juro por los dioses malditos que viven en los campos estériles y en los mares enve• nenados: lo juro por los hips de la noche que r(en 1tJ nto a los sepulcros. Por todos ellos: lo uro.

~ me agrada dejar a una mujer abandonada de esa ma­nera pero no tuve opción. Fue inútil preguntarle na­da pues cerró su boCa y no

a hablar de manera · amanecer subí a mi la saludé y me tul,

l<leiámlola de pie junto a sus ruinas humeantes y al ba­rro rojizo y los buitres que bajaban en círculos.

nos de nadie! ¡Que se vaya de in mediato o lp arrojaré con mi$ propias manos! .

plena oscuridad llegamos junto a una mrsera choza de pastores, Hacfa frb y el pasb estaba empa­pado de rocb helado.

IAh!¿Eres t , mt amor? Adrcate. Aqu tengo otro de eslos h6roes que quieren

~_;_:_n..echarme cltl mundo de los vlws.

"

El j:lVen apl astam ¡m las rocas 'Cuervo frunció el ceño y asintió

con la cabeza.

í al exterior y estupefacto vi a la horda que yo adiestraba la montaí'\a.escalando m u ros, luchando en los patios

los techos ...

'

(

1 1

otro pecado de es­llera, porque era bondado y triste y lue su padre el

lo empujó al sendero en acabó. Hace apenas una

#Z~horaque murió, como si h

en mi y me envolví en una manta pues la noche iba a ser muy fña. En el momento de

tomar las rieri ­d as me pareció oír un

adivinado lo que sobre-

1..4Y<~m••· que, fu erte relincho, saltaron en la noche, tortu rando la tie rra con sus cascos. Su po­deroso galope me llevó lejos del luego y del grito. Me llevaron hacia l•distancia, hacia la noche, hacia la nada. Fin

hambre y me los caballos ¡¡ara que pastaran a gusto y abrr mi morral y saqué carne, pan, ace1tunas y queso. Me senté apoyado en mi carro, deJando que el sol ~quemara. -ven. perro tonto. Tengo un

ra ti tambi~n .

Ptr ROBIN WOOD

$171

hermano, y come. tendrás carne en vez de un palo en el lomo y yo tendré un ladrido en vez del muqir ele algún campesi· no rabioso que me ve demasiado cerca de

sus hijas.

ervo surgío casi nte a mí. Era un he

a ni mal con los o· minosos de miedo.

hermano ciervo. En tus patas está tu vi ·

da.

Llegaron casi enseguida. Grandes perrazos amenazantes, aullando con las narices pe· gadas al su:lo. Me escupí! as manos, díver·

!ido.

""' .. .

Ten cuidado, an­ciano simpático. Puede ser que el cuchillo te quede corto.

El anciano del ca-ballo pareció ~u­mamentc apesa­dumbrado de ver a sus dos criados despatarrados en

241

el pasto. .,.,..,,,,,.,..""'

Puso una cara tan cómica de estupor que me hizo rerr hasta dolerme las costillas ,

¡Por los diosesi¿Te sien· tes feliz? ¿Qu6 es lo que h.ac:es entonces en tus

La )oven un sollozo antes· de He observado que cuando laS' mujeres comprenden que los gritos no serví rán de nada, de inmedianto recurren alllanl lo. Arrak se volvió hacia mrbufando fu-

rioso.

Creo que a las muje­res siempre les agra­da el poder elegir a sus maridos.

Ahora tal vez podre­mos ·hablar con al90 de tranquilidad, sin cuchillos ni gritos. ¿Por qué intentaste matarme, joven de mente de mono?

. .. i'1: • .,· ........ ·¡ ·~\M~··.·

~·· No quise decirle al pobre quillo que dudaba de que el buen viejo Arrak fuera capaz ni de aplastar una mosca, a pesar de sus terrillles gritos, porque el respeto es u na co­sa muy saludable entre 1 os siervos. Po:tr lo tanto ...

Piénsalo.joven Imprudente. Matar no es algo fácil. Una muerte tiene ecos como un grito en una caverna. Pién­

salo.

Sin embargo no me apar­té de allf. Eran tan con­movedoramente jóvenes,

:Ut:~e!spe raban tanto de la vi­Y de su amor que has-

ta de una piedra hubie­ran hecho brotar teroura.

No sé qué deciros aho­ra. Hoy dormiré y ma­ñana hablaremos.

~

La codicia lo como una rata. Yo sabra que su cere4ro estaba sopesando las monedas de plata con que cualquier reye­zuelo pagarla por un carro como el mío. U na pequena fortuna ..

Me sonrera con la rara cordla-. 1ídad con la que un avezado hom­bre de mundo sonríe a un Imbé­cil campesino y estuve tentado de borrarle su excelente sonri­sa de una bofetada.

Los como por una catapulta y la tierra voló en nubes a nuestro paso. El carro se bamboleaba bajo mis pies. Trata rdo de conservar el equi­librio aullé e Insulté a mis caballos.

0. '11nmlnn•o mujer mi hls­

¿Sabes?En momento )'O feliz .. En a­

uel dra, )'O era feliz ...

FIN

2:;0

:::~re!Y~~JJJ LA JUSTICIA DE JANIPO

r .. ... · ~ -• ~ . -" ~· . - ~ " .. l.

~;;::~~~3

Dibujos de LUCHO OLIVERA Sl44

"Tendré que hablarle de Jani¡x¡, el rey de toda la región, el jefe de armas. Un hombre luerte y valeroso, un ¡x¡co tonto como mu­chos val lentes. y ho-

nesto."

Deseo una esposa digna de un rey y aquí no la hay. Por ello te envío a ti co­mo emisario mío pa­ra que me traiqas

una.

Míra, para ayudarte te permitíré que te lleves a He res, mi tesorero. Es astuto, mundano y te acon­sejará con mucha

los dioses, e~tcepto cuando sotlcllé que el techo de la casa de mi vecino Aclo se derrumbara sobre su esiCtplda cabeza después que mató por error a uno de mis cerdos, pero íuro por mi honestidad que hubiera pagado cualquier precio por ver a XI romantes buscando mujer .. .... ...

rey va, rey viene, el caso es que Xiro­mantes. que era un moz~ muy corpulen­to, la empren ­dió a espadazos contra "

iry tfsa fue la manera. ISí. Un poco más de vi· no. J La manera como Xi romantes repuso a Arsinoe en el trono de su abuelo. Arslnoe era la joven. Luego cuando ésta, ruborosa y fellz, le preguntó qué recom­pensa solicitaba, el in­signe y leal Imbécil re-

puso."

"XI romantes perdió el apetito y se puso tan insOj)Ortable como un asno sordo. Comenzó a deshojar flores en los ja n!i nes y hasta se ol ­vidó de afilar su espada. Vagaba de aqui para allá, suspl randO y tropezan­do con todos los guija­rros del su e lo y empeo­tando a medida que el dia de la boda se acerta-

ba."

.... · .' .

- ~it

Y Janipo sentado en su trono te­nra la cara exac­ta que se puede esperar ~~ un · hombre que en­contró a su pro­metida besándo­se con otro. habrra eleglc*l?

hacha'/ ¿La

En el silencio total que sígul6 to· dos volvimos la cabeza en dlrec· cl6n al ruido repentino. Janípo se habra puesto de pie.

y yo mi~mo rne en contré rienoa hasta salírseme las lágri­mas mi~ntras el do­londo Xiromantes caminaba con dificul­tad hacia su flaman­·tc 1nctida y su rey.

Se acercó al inclinado Xíro mantes poco a poco. Sus sandalias resonaban sobre

las piedras ...

Por fin se detuvo. En el Sil encio total que reinaba sólo se oían los sollozos de Arsi­noe. Un perro aull6 tristemente.

Fin

.. sr. dad que me dio el nombre, Mis padres nacieron aur aun­que cuando yo vi la 1 uz hacía ya mu­chos ai'los que vl­vran en Lagash, la de las blancas murallas. En su nostalgia y recuer­do por la vieja ciu­dad me dieron su'

Desde lejos 1

pudo distinguir ' su cabeza afel- ' tada y relucien­te de ungDentos

(El cielo esti limpio. Una nube. Una maravillosa suelta y sola en el cielo. Tan

como yo. 1

y. su túnica de ••-tt.llltru• na tejida, suela de barro en el bo rde·l nferior

Me hallaba a orillas de uno de los dos grandes rros que abra­zan las reglones donde el cultivo es lácll. Habra llegado a las

· cercanías de la ciudad de Nippur. '1

Mi nombre. Nlppur, el hombre de Lagash. Ese soy yo, Nlppur el errante, el que nada ti ene, el que a ninguna parte va y que de ninguna par• te viene. Nlppur, el na~le, el nada.

Tenemos orden de gente muy al ­ta de castigarlo por sus críme­nes. Es un here­je y un falsario.

Al instante se echa­ron atrás. Nombre conocido es el mío en Su merla y el Elam, aunque soy casi pros­criplo y casi lugitivo en tod~s partes. Una espada es más e loe u en

que muchas le119

No hay· rey en Nippu r, co­mo sabrás. El sacerdote es el jefe militar y religioso de 1 a el udad. El es quien en tiempos de guerra diri· ge el pueblo y en tiempos de paz le da la ley.i---'

en Querella tesorero del

:t!!"~t¡umJplu pues desco­Que robaba parte

los regalos que fieles hacfan al

mplo. Tú sabes que es eso. Una

de oro 11$~ de plata

Enrojeció hasta el cuello y me sentí conmovido. Era tan joven, tan terri · ble y magníficamente joven y crera de tal modO en la justicia y en la honradez que daban deseos de pro­tegerlo o de golpearlo con un palo.

Y ahora espera. Voy a uncir cabaUos al carro y te llevará ta la cl u::da::d:.. ----~

Nlppur no habfa cambiado mucho desde la última vez que yo la viera hacra de ello casi diez allos. Sus calles arenosas, sus cuadradJs ca sas blancas, ~u gente pausada y morena, todo ello me pareció \in

que por un momento ,... ~ mi v~/,tfy

~

1"

267 Caminé hacia el anciano, apenas una pequena momia viviente con ojos ln­creiblemente vivaces. Al llegar junto

a 61 me detuve.

Un rumor sorpren-du!o corrió entre la muchedumbre y un coro de excitados comentarios estalló en todas partes. He- ~ ..... muldu, pálido y sor- t prendido, dio un pa "'.1 so adelante. /

un argo no despegó sus ojos de los ojos Hemiddu, buceando en ellos. Por

fin SUSpl ró.

269 Balaim recorrió con los ojos los rostros que lo rodeaban. Una expresión de a ni· mal acorralado florecia en su semblan-

270

1 \ 1

\

El patesi qu~d6 lnm6Yil en su sitio, hela· do como si su carne se hubiera vuelto pie"' dra. LulgO bajó los ojos con gesto atónito y los detuvo en el mango clet cuchillo que sobresa1r1 de su pecho.

272 NIPPUR DE LAGASH

Silencio es lo que siento en mis ordos. Sr. Sllenclo. Esa extraña clase de sllencio hecha de rumo­res que nada signltican al instin­to, ya sea el susurro del viento en­tre el ramaje de un árbol, o el can­to de un pájaro fingiendo ser cris­tal contra el oro del sol. A veces, desde li!S altas montanas ora el re­tumbar de una roca cayendo.

Yo sr¡y Nlppur de Lagash, hombre que ha visto mucho, mucho y que por ello mismo no Igno­ra su pcxo valor y su gran valor. ¿Suena esto como contrasentido? No

lo es.

En un arroyo me de· tuve y revisé mis he­ridas, la mayoña de las cuales ya habran cicatrizado. Las que· maduras en mis h bros tardarfan a(Jn un cierto tiempo.

Poco valemos, ¡oh. hombres!,que tanto nos envanecemos de nuestras pequeí'l eces. Poco valemos por nuestros actos que tampoco significan na­da cuando el tiempo arroja sus puilados Jle arena contra ellos haclllndolos deshacer­se en volutas.

válemos. eso sr, por el soplo ~ivino que llevamos ade tro. Por alguna fuerza inSuflada desde el más allá, desde la región sin llanuras ni fronteras donde los dioses moran. Valemos como hom~ bres por algo de Dios que tenemos.

Marchaba con sumo cuidado, pues marchaba en territorio bajo la Influencia de mi lerri­ble enemigo, Luggai-Zaggizi, el usurpador que ocupaba el trono de mi ciudad natal, La­gash, la de las blancas mura-

Desde el dra en qlle'por la traición y la sangre se hicieron con el tro­no, el miserable había agotado los medios para acabar ton mi vida pe­ro todos habfan fracasa­do. De todas maneras siempre intenté mante­nerme alejado de él y en esta ocasión, al ver­me obligado a pasar te r­ca de sus territorios extremaba las

Por ello vi volar al buitre.

El patesl, o sea el rey-sacerdote de Tatas, era un hombre comido de arru­gas y años, encorvado y desganado a quien ya no seducra el palpar la reali­dad de la vida que lo rodeaba. Unan­ciano cuyo espíritu ya se negaba al contacto humano.

Me sonrió otra vez, con simpatra y buen humor, pero su ma­no acariciaba con suavidad el litigo.

encerraron en una bitación y me hicieron 1 gar carne, vino, frutas, miel y quesos. No pcxlrra haber sido mejor tratado el más grande de los hu4s pedes, pero toda esa cor­tesra tenra un sabor dul­zón y enfermizo. Sabor

Olisqueó el vino y con un gesto astuto la entrada y al no ver a nadie.

un ojo con ges·

Contemplé un momento la hoja que se tel'lra de rojo con el retle jo de las hogue;

ras.

se u llegó sin que yo 1ne diera cuenta y una silue­ta se recortó frente a mr.

'

Entonces se ade· lantaron los sol· dados. Tenían un aire lormida· ble y sombrío cuando me rodea· ron. Un veterano canoso habló.

Tardé casi dos meses en po· nerme de pie otra vez y su· bir a mi carro. Malik y su hermosa mujer me cuidaron durante todo ese tiempo y fueron ellos los que me des-

pidieron.

Por fin detuve el rro y solté el látigo. No mi r• aquel despo• jo sangriento. Sólo dejé caer el látigo y tomé nuevamente la

riendas,

lEs extra no 1pero todo. fue verdad. La san­gre de su crimen ca­yó sobre su cabeza .. • El me llamó enYiado de los dioses para cas­tigar el crimen ... y yo lo matl! •.• 1

Alcé los ojos hacia el cielo azul. El arroyuelo murmuraba cerca m ro. El cielo azul, infinito ...

FIN .,_ _____ _

Vi la sangre porque era inevitable, porque por los dioses que yo la vería estrellada contra la roc.a. como una roja flor espinosa .•. La vi en un recodo del camino que va hacia Sarmes. la que está a las orillas de uno de los gran

des rros.

Si. He oído hablar de Ram y su des · \reza invero~ímil. Ha recibido mucho oro por sus flechas, como un campe·

sino lo recibe por sus cerdos. Es un vendedor de muerte.

sombra se extendió en la tierra ante oí la voz ulma y lenta.

El hombre gor­do calló. Eviden· te mente 1l3!Jilba a Ram por algo, pero le temra. Y Ram lo despre· ciaba con el he· lado desprecio que sienten los mercenarios por el hombre inútil que nece· sita de ellos.

Vi a media doce­na de hombres de armas agrupa­dos a la sombra de un bosquecillo. No muy lejos se veían dos cuerpos cubiertos con sus mantas. Ram es·

____ .....;2:::.,:85

Cállate, Infeliz tripu· do, si quieres algún día poner las manos sobre la doncella. Cá­llate. Oírte hablar me

1\io es un simple pas­tor, Ram. Socó espa­ca y cuchillo y luchó con sabrdurra, dando tiempo a la joven 1 rez para que huyera. Es hombre de armas.

cuida:lo s1 te topas con el joven. ~stando yo en busca de hu ellas tropezó con estos ordefla­dores de vacas e hloió a uno y mató a otro. El herido es ese Ozor. del

orste.

incorrup· tibie Nippur, pues si no eres escla'IO d~l oro lo serás de alg(Jn suello, de al­gun hombre o de alguna mujer. Todos somos esclavos de

Me alejé del campamento de los per­seguidores y retomé el sendero de ca­bra que llevaba al sitio donde dejara mi carro. Sentrzumbldo de abejas alrede-

dor mro.

¿ Por qui! hablas asi'? No creo que Sonqu Intente nada contra voso­tros ... S61o de·

sea que la joven

ID sé. Me tope con una partida de cinco guerreros encabezados por un tal Sonqar. a

, Los dos jóvenes se miraron y pude ver terror en los de el la y una llama rabiosa de coraje

en los de él.

1 nsultó y voci • !eró y hasta me

golpeó. Me orde· nó que me casa· ra con éi..Yo ha- ~ bía oroo rumores de que codiciaba mi fortuna y com-

Fue providencial. Songar envtó un asesino a mi

~rto esa noche. Thi·

s lo sorprendió y lo t6. Comprendimos e sólo quedaba la tu.g~:

Ven. Subiremos a Thlnos al carro. Los caballos son fuertes y nos podrán ale· jar un buen trecho antes

292

El sol perezoso y ardiente segura lamiendo las ro­cas y el sendero de polvo. Con un cuchillo, Ram cortó mis ligadu-

ras.

Tú sabes cómo son las prome­sas de esta cla­se de gente, NiP-pur. Aire so­

bre polvo. Todo te ofrecen cuan­do le necesitan. Luego te mezq ui · narán hasta la última moneda de cobre. Preferí tomar solamen­te las joyas de Songar. Es tan­to como lo pro­metido.

f!EDiiM~~ 293

UN MIST O LLAMA 0 ' M RTE s::w.~

DIIUJOI DI LUCHO OUVIJIA

Qué bellos son los dras cuan· do el desfile del sol se va alar· gando y su barca de oro demo· rJ más y más sobre el cielo y hace crecer flores y pastos y agota los árboles bajo el pe· so de sus frutos. Los arroyos se ven limpios bajando a los llanos desde lejanas monta· nas que han sangrado su blanca sangre de nieve que luecjo correrá cristalina entre piedras pulidas y he· lechos rumbo a la mar lnmen·

sa.

Sobre mi cabeza cruzaban las blancas saetas de plumas y cantos ,ebrlos de sol y efluvios de aromas, volando locamente y cantandO y piando sin cesar ..

IMira esas flores ... Cada una de ellas es una obra de arte tal que no hay joyero ni artista hombre que sea capaz ni si­quiera de aproximar-se nu belleza ... l

y es· toy tan encallecido que debO hacer un esfuerzo para sen· tir algo ... ¿ Tan duro me he vuelto? ¿ Tantos allos me alejan ya de ml]u· ventud? ¿ Tanto tiempo ha transcu· rrldo desde mis

tan

11 .n momento .. . ¿ Oué ocurre aquí? ¿ Oué hay de extral'lo en el atre? 1

o o

Aguardé tenso como la e uerda de un arco. ~n el momentll de atacarme, quien tuera mi ene migo tendrra que hacer un ruido

o o

pá ja·ro s no can­ta ban. SÓlo el vien· to continuaba gol ­peando las hojas de Jos ~ttoles y do· bla ndo los tallos ~e las llores. Algo col· gaba de las ramas de un árbol. l!n fruto macabro. Sentr un regusto amargo en la txxa. "Mis hermanos, los hombres, han pa sacio por aquí. .. "

armas , jinetes y carros .. . Cincuenta al menos .• . 1

Y de pronto un crujido de pedregullo y un jadeo . ..

296 Lo aferré de los cabellos cuando pas6 junto a mí ...

\

•.. y le en las costillas con tal fu en a que las sentr retumbar como un

tambo!'-

¿Creíste que era uno de los que exterminaron a lu gen­te? -sr ... Ellos también llegaron

;,:;.:..;..;..;;.;...;.._.c_ ___ ..Jcon carros, escudos y lanzas. Pi-dieron ganado y forraje. El an-

,_ __ ....., ciano de la aldea comenzó a expli-carles que no podían darle nada sin correr el riesgo de pasar ha bre nosotros. Un hombre acaba­llo se adelantó. Ln hombre muy hermoso de cabellos amarillos muy la rgos. Llevaba un buitre sobre el hombro. Sonreía. Yo

que estaba oculto tras un ma­torra 1 creíque serra un ~-

uise matarte. ¿ Sabes? Mis tres hermanas fueron lleva­das con los invasores. Mis

Me sobre ese cuerpo flaco y oob lado por el dolor y lo ende red. Vi una carita gr isácea y los dientes desnu­dos en la boca

Yo me estaba arries­gando, pero. me arriesgaba sabien­do con la clase de hombre con la que tenía que tratar y cómo debía tratar la. Escupí despec­tivamente al sue-

lo ...

Cuando Turmo se hubo afirma· do con fuerza en el carro, sa­cudílas riendas salvajemente y g rilando en el estilo de los aurigas helenos la nd mis caballos en una loca carrera ¡x¡ r el camino de tierra.

r! ¡ Seflorl ¡ Vamos en dirección a los ase­

sinos!

29"

Mi carro volaba y rebota­ba en los ¡x¡zos y desni-Je­les de la tierre lanzando piedras y polvo en nubes a nuestro paso. El viento atronaba en mts ordos y ¡x¡día sentir el salva¡e vl­go r de mis caballos lle­gar a mis manos a tra -vés de las riendas como si ésta.s fueran venas que nos un íeran en un so lo

ser.

Rulmente pareci'a un dios, con su ,.,--- -.... hermosa cabellera /k_,_ .. . ¿ rubia, larga hasta '¡;¡; VD la cintura y su ros·'#~ tro perf ec1D, cas ¡ femenino en sus ICC lo nes. Sobre su hombro, el b ul re, repugnante e

Informe pa recra J¡ya r en mr sus

pilas roJizas.

El ~campamento era un ca os. No habra nada en él de orden militar ni cosa pa rec1da. Se oran gritos de ebrios y maldiciones.

pero recuerda que quien ingresa en mi tropa debe olvidar al mundo que deja a sus espaldas. SÓlo forman en mis filas aquellos que han si­do malditos por los dioses y ¡x¡r los hom­bres. Solo se llcen-

alos

Ahora encabezo esta horda con la cual me alquilo a los reyes durante las gue­rras y con la cual saqueo durante la paz. llevo fuego y lanzas en misma nos y mi sfmbolo es el buitre, el comedor de carne muerta.

:>.Fr•tnr..-.. < ve y desmantela tu rro. Puedes solicitar tu

comida en cualquiera de los fuegos, pero ten cuidado. En

''11;.,. ... ..,¡~ da campamento siempre de­

cadáveres por rli\as.

Había uno, ebrio y maldiciente a Quten mi cuchillo cort6 sus mald nes y cur6 su ebriedad por toda la eterntdad.

!Por all r actua­ré ... l

Haz lo que yo te digo y nada más. ¿ Ves aquellos barriles en aquel cerro?

lodo ese infier­ver la sombra

:h~o·mo~a y sombr(a de las alas ex­

de su repug­bultre, su srm­

de carroí'la y te.

Pude oír con lusos murmu­llos de IIOCes y luego s11en c1o. las ¡óve nes eran pas toras y monta sa s acostumbra­das a moverse en silencio.

Muy bien. Vayamos hacia el camino. He de­jado mi carro cerca de él. Debemos saurio junto con los caballo;:s·'-------.A

DesenvainE mi espada pensando que en efec­to ue hombre cuya negra silueta se recor­taba contra el luego no debía tocar bebidas. Sus ebriedades proven­drran de otras fuentes. De las rec6ndilas y pon zoñozas fuentes de su esp(ritu carbonizado por el mal.

Sonrió dlab611camente y el luego tenra de jo sangriento sus m<~­nos,su espada, sus

y sus ojos y el viento hacra llamear sus cabellos de oro. El fuego continuaba rugiendo y el buitre rewloteaba locamente sobre nosotros.

1 \ 1

303

\,L---------------------------------------------~

Cry6 de rodillas sobre el suelo y la espada se hundió hasta la em­punadura. Gemra ron· cemente y sus ojos le gi raban lncrfdula· mente en las 6rbitas.

Entonces m ir~ otra vez el cuerpo de La­rio y sentr un escalotrro al ver sus ma­nos ... Sus manos que instantes antes eran fuertes y jóvenes ... -Se están arrugando, sei'lor ... Como si enveíecie-

ran ...

Cuando ya leíos ormos el trueno y el aire se llen6 de olor a tormenta. El viento comenz6 a soplar con fuerza, helado. Me di vuelta hacia el valle. Todo estaba oscuro y sólo los re lámpagos iluminaban con su luz el escenario. -~

Y yo, hombre que me es­cuchas, yo, Nlppur de La­gash,comprend( que a pe­sar de no haberme asoma­do al terrible ralsterio igual mente habra perdido el sueno de muchas no-

ches.

Esta edición esta compuesta por las siguientes novelas

puhlicadas con anterior idad en la revista D'artagnan:

~

Historia para Lagash . ........... . .... . . . . .. ... . .... . ... . (D'art agnan 151)....... . .. 7

Nofretamon . .. .. . . ........... .................•......... (D' artagnan 1 58) .......... 31

Las lanzas y l a arena ................................... (D'artagnan 163) .......... 51

Minotauro . . . . . ....... ...............................•... (D'artagnan 169) ........•. 65

El mirlo voló p~imero .................... . .... . ......... (D'artagnan 171) .. . .... . .. 79

La fugitiva de los hititas ... .. ..... . •... . ... . . . ... . .... (D' artagnan 177) . . .. . .. . .. 90

La flecha sobre las hogueras . . . .... . . .. .. ..... . . .. . ..... (D' artagnan 182) . ... .. .... 104

El Viejo ... .. . ............................. . . . .. . ....... (D' artagnan 184) •. ........ 116

El hombre que vino de Akad ..................... •........ (D 'artagnan 189) . ... . ..... 128

En r..a.rth,al ataroecer ... . .. . ....... . .... . .... . ... . ... . .. (D' artagnan 190) .. . ...... . 140

La doncella de la tierra de 'Merem ...... . ......... .... .. . (D' artagnan 195') .......... 151

Mi nombre ent re los bárbaros .... ... ........ . ........ . . .. (D' artagnan 196) ......... . 161

Un río llamado L6nemer ......•........ .. . .. . . . ... . •.. . .... (D' artagnan 203) .... . .. . .. 171 1

Bajo un ciel o de estrellas y pastores . . ..............•. . (D' artagnan 204) . . .. ... .. • 183

Hacia el mar . . .. .. . . . .. .. . .... .. ... .. . . .... .. . .. .. . .... . (D' artagnan 205) .• .... .. .. 194

La furia de los dioses . ............ ... ...... ............ (D 'ar t agnan 210) .... .. . . • . 205

Leyenda del rey que muere .......... .. .... .. .. .. ......... (D 'artagnan 211) ... .. .. .. . 216

El Cuervo .... .. . ... . .... ...... . ..... . ... ...... .... .. .... (D 'artagnan 214) ....... . .. 227

Un día en que yo era feliz .. .... .. .. .. .... . .. .... .. .. ... (D' artagnan 216) .......... 239

La justicia de Janipo .. ............... .. ................ (D'artagnan 220) ......... . 250

El carro de estrellas ....... . ..... . ... .. .. ... . . ...•..... (D' artagnan 221) ... . ... ,. .. 261

El enviado . .. ... .. .. . ... . .. . . .... .•.• .. .. ... ... . .••.. . . . (D'artagnan 224) .. ... . .... 272

Ram ,el a~quero ..... ... . . . .. . .... . • . .. ...... • .. . . .. .. . ... (D 'ar t agnan 225) ... .. ..... 283 •

Un misterio llamado muerte .. . . .•.. . . .. .. . . .. • . ....... . .. (D'artagnan 229) . .. . .. ... . 293

\

. ..

t

ESTE LIBRO SE TERMINO DE TIMPRIMIR EN A.G.G.S. INDUSTRIAS GRAFICAS S.A. RIO DE JANEIRO BRASIL PRINTED IN BRAZIL ABRIL de 1981

l

; ---., {

l 1.

NJ;PPURoo~ ~~ ~Yl'DI"'i~ 'f MÍSi~Yiosb ~~YSO"'DIÍ~

~~ ~~ l01s ""¡f DIV~"'i~YDIS y ~~~~o ~~ io~DIS IDIS r~'/~"'~DIS'. P~vo ¿cÓMO

~M~~:tó io~o? ¿Lo SOib~s i&., r~ciov? ¿Lo Y~c~~Y~Dis? A~oYDI, ~DIYDI et~~ ~~~~DIS

s~"'iivi~ ~"' ~oco ~~~~o ~~ io~DI s~

fD~MDI) ~~ io~os s~s cDIMi"'os, ~DIYDI t::¡l4e

t~"~~s v~con~v ¡~"'io 01 1 ~~ s~s "'o~es y s~s ~ÍOts, i~ ofv~c~MOS · ~"' ~ste v~e~

ioiDIIM~"'i~ ~"' colov~s l s~s · ~Yi~ci~DII~s ~~iso~ios. <T~"'~YÓIS id """~os '"

vi~01 y ~1 sev ~e

top related