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8/3/2019 Escritos Desconocidos-Ambrose Bierce
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ESCRITOS DESCONOCIDOSAMBROSE BIERCE
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PRÓLOGO
UNAS PALABRAS DE ACOMPAÑAMIENTO
Con este nuevo libro sobre Am brose G. Bier ce, la doctor a Sonia Santos Vila continúaun camino emprendido hace años y cuyos hitos son su tesis doctor al (El relato fantástico en laliter atur a occidental dur ante el siglo XIX: E.T.A. Hoffmann y Am brose G. Bier ce, 1997) y su monogr afía La narr ativa fantástica de Am brose G. Bier ce, 2000, además de una serie de artículos que, tomando como centro al narr ador norteamericano, ex pande su investigación hacia otros campos teórico-liter arios.
En esta ocasión, el lector tiene en sus manos una muestr a de la escritur a de Bier ce, tr aducida por primer a vez al español: una selección de sus cartas -la zona más íntima y menosconocida-, de sus artículos periodísticos y de sus ensayos. Además, "last, but not least", incluye algunas interesantísimas narr aciones breves. Del conjunto resulta un atr activo volumen que nos of rece tanto el lado más humano de Bier ce como muestr as de su dimensión
pública y de su quehacer liter ario. En unos y otros campos el lector apreciará el humor -aveces f eroz- de Bier ce, su inteligencia, la originalidad de sus planteamientos, y su imaginación f ecunda, díscola y siempre sor prendente.
La doctor a Sonia Santos Vila, poseedor a de tres licenciatur as (en Filología Inglesa, en Filología Alemana y en Teor ía de la Liter atur a), es actualmente prof esor a de Teor ía de laLiter atur a en la Facultad de Tr aducción e Inter pretación de Soria. Su pre- partición f ilológica ysu amor a los idiomas le per miten realizar en este libro un muy benemérito tr a ba jo de tr aducción. Viene éste realzado por una her mosa Introducción que muestr a la familiaridad de la prof esor a Santos con la obr a del escritor de Ohio.
Por ello es par a mí un motivo de alegr ía y satisfacción acompañar su libro con estas breves pala br as, prolongación de las clases que en su día acompañaron su brillante juventud.
ISABEL PARAÍSOCatedrática de Teor ía de la Liter atur a
Univer sidad de Valladolid
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INTRODUCCIÓN
Sin lugar a dudas todos convenimos en que la investigación es una tarea ardua que exige un sacrif icio constante de momentos de la vida del investigador que nunca volverán are petir se. Esta aparente aspereza se reduce a la nada cuando el objeto de la investigación se
convierte en un compañero vital más que, a pesar de ocasionar no pocas hor as de angustia e incertidum bre, otorga generosamente satisfacciones y triunf os que son tam bién nuestr as vidas.Estas pala br as resumen a la per f ección mi per sonal ex periencia investigador a al lado de Am brose Bier ce.
Ya he contado en otr as ocasiones1 cómo llegué a este per sona je de las letr asnorteamericanas del siglo XIX, y por lo tanto no me voy a extender en este ti po de
precedentes, aunque siempre estar é en deuda con los sa bios consejos y enseñanzas de los prof esores Doctores D.a M.a Isa bel Par aíso Almansa y D. José Manuel Barrio Mar co. Son yaunos cuantos años los que llevo estudiando a esta f igur a liter aria tan olvidada, tan marginaday tan odiada, y no miento al decir que cada vez que me enf rento a (o me alío con) ellaencuentro nuevos motivos par a consider ar la interesante y digna de análisis. Es inevita ble
dibujar su rostro a tr avés de las facciones de Gregor y Peck , quien tan excelentemente inter pretó al anciano, amargo e ir acundo Bier ce en la película "Gringo Viejo", una adaptación de la novela homónima de Car los Fuentes. Es imposible olvidar esa famosa f r ase, tan bien
pronunciada por Peck , y que nos da, quizás, la solución a su desconocido f in -"Ser un gringo en Mé jico -¡ah, eso es eutanasia!"2
-. Bier ce, cansado de vivir, f ue a encontr ar la muerte al
1 Véase la introducción a mi libro, La narr ativa fantástica de Am brose G. Bier ce, Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Inter cam bio Editorial de la Univer sidad de Valladolid, 2000.2 Fr ase que pertenece a una carta que Bier ce dirige a su sobrina Lor a desde Washington, D.C., el 1 de octubre de 1913.
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Mé jico de la revolución de Pancho Villa, y par a el nostálgico militar de los días de la Guerr aCivil er a ésta una muerte dulce. El cómo y cuándo llegó a ella es un misterio todavía por desvelar .
¿Qué hay, sin em bargo, antes de este f in? Hasta donde conocemos, una vidaintensamente vivida de setenta y dos años. Am brose Bier ce nace en Meigs County (Ohio) el
24 de junio de 1842. Su infancia se desarrolla en el seno de una familia de gr anjeroscalvinistas, quienes inculcan en sus numerosos hijos la or ación diaria y la lectur a, tam bién diaria, de la Biblia. Esta f or mación gr a bó en el escritor una mácula de la que nunca se pudo desprender, a pesar de su posterior odio conf eso a las religiones institucionalizadas, odio similar al que sentía por sus padres a quienes se ref er ía con el apelativo de unwashed savages.
R ecibe instrucción militar en el K entucky Militar y Institute siendo adolescente, y alestallar la Guerr a de Secesión partici pa activamente en numerosas batallas (Phili ppi, LaurellHill, R ich Mountain, Carrick's Ford, Shiloh, Stones R iver, Chickamauga, entre otr as). Ostentó diver sos cargos militares -sargento mayor, lugarteniente segundo, lugarteniente primero, of icial to pográf ico-, y es preciso subr ayar que el espíritu militar def inió siempre su
per sonalidad, de tal modo que sus relatos -concisos, claros, breves- responden, incluso, a ladisci plina castrense.
El gener al Hazen le invita a tomar parte, en 1866, en una ex pedición de Omaha a San Fr ancisco, como to pógr af o, pero Bier ce la a bandona en San Fr ancisco. Es a partir de este momento cuando comienza su carrer a como liter ato que comparte con la de afamado
periodista. Envía sus obr as, sus artículos y sus ensayos al Calif ornian, a The Golden Er a y al News Letter . Pronto se convertir ía en redactor del News Letter donde inicia su po pular páginaThe Town Cr íer .
En 1871 se casa, el día de Navidad, con Mollie Day, una joven que procede de unafamilia acomodada, y el joven matrimonio Bier ce se instala en San Rafael. Am brose Bier ce no tuvo una ex periencia matrimonial af ortunada, a pesar de que una vez conf esó a su hijaHelen que Mollie er a la mujer que más ha bía amado. El escritor tenía una f uerte y envolvente
per sonalidad, y er a muy atr activo físicamente. Le gusta ba rodear se de mujeres, y lasadmir a ba, siempre y cuando éstas su pier an def ender su "puesto" dentro del mar co social. No le servían las inci pientes "mujeres de letr as", ni aquellas que lleva ban sus reivindicaciones al
púlpito. Arremetía contr a ellas sin piedad. Estas sacudidas f uribundas le hicieron ganar se a pulso su fama de misógino3.
En 1872 los Bier ce van a Londres y allí Am brose escribe par a Fun y Figaro. Publica, por aquel entonces, dos libros de sk etches y e pigr amas, The Fiend's Delight y Nuggets and Dust, y el libro de f ábulas, Cobwebs f rom an Empty Sk ull. En suelo británico nacen sus doshijos mayores: Day -en Bristol- y Leigh -en Leamington-. En 1875 regresan a San Fr ancisco,
estando Mollie em bar azada de Helen. A partir de 1877 Bier ce es redactor del Argonaut, en elque inaugur a la página Pr attle.Tr as una ex periencia nefasta como administr ador de una compañía miner a, reanuda su
quehacer periodístico y es redactor de Wasp. Am brose Bier ce padecía asma, una enf er medad que le producía una intensa ansiedad y angustia: cuando el escritor castiga con la muerte en sus cuentos, lo hace de la maner a, par a él, más cruel -asf ixia, estr angulamiento, ahor camiento,
3 Es común el que en muchos de sus relatos aparecen mujeres asesinadas, víctimas de hom bres que, en ciertoscasos, son sus esposos e hijos. Algunos cr íticos consider an que en estas ocasiones Am brose Bier ce es bozaliter ariamente una autoconf esion de su pro pia culpa en la relación matrimonial con su mujer .
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degollación-. A causa del asma, entre 1881 y 1889, vive en numerosos lugares del territorio calif orniano, buscando aire puro y espacios a biertos.
A partir de 1886 comienza a escribir The Devil's Dictionar y, y, al mismo tiempo, elgr an William Randolph Hear st contr ata a Bier ce par a que f or me parte de la plantilla de sus
periódicos. En 1887 se incor por a al San Fr ancisco Examiner .Se se par a de Mollie en 1888, pero el divor cio no llega hasta 1905. Este acontecimiento
recrudeció su carácter, a lo cual se unieron las tristes muertes de sus dos hijos: Day, en un duelo amoroso, y Leigh, como consecuencia de una neumonía.
En 1891 se publica su primer gr an volumen de relatos breves, Tales of Soldier s and Civilians, al que le secundó en 1893, Can Such Things Be? En estos momentos se produce tam bién la publicación del poemario Black Beetles in Am ber, y de la reela bor ación, en cola bor ación con Gustav Adolph de Castro, The Monk and the Hangman's Daughter .
En 1900 Am brose Bier ce se instala def initivamente en Washington, en donde suele acudir a cír culos militares como el Ar my and Navy Club. A partir de 1908 pre par a sus obr ascompletas, que se publicaron en 1912 como The Collected Wor ks.
Tr as visitar los campos de batalla de la Guerr a Civil, con tanta signif icación ysentimiento par a el escritor, a f inales de 1913 cruza la f ronter a hacia Mé jico por El Paso yllega a Chihuahua. En su última carta manif iesta su deseo de ir a O jinaga y unir se a Pancho
Villa. Pudo morir en la batalla de O jinaga, el 11 de enero de 1914, pero sobre este hecho, como anunciamos, todo son conjetur as.
Estos apuntes biográf icos nos aproximan al escritor y a su peri pecia vital. Sin em bargo, la individualidad anhelada del autor no lo exime de los encasillamientos liter arios, de unalínea de tr adición estética y creador a. Am brose Bier ce es un natur alista y, al mismo tiempo, esmiem bro de la tr adición gótica de la segunda mitad del siglo XIX en Estados Unidos - por tanto, tam bién un romántico-, que cuenta con f igur as tan re presentativas como Washington Irving, Edgar Allan Poe -uno de los gr andes maestros de Bier ce, junto con E.T.A. Hoffmann4
-, Nathaniel Hawthorne y Her man Melville, por citar algunos ejemplos.
El natur alismo de Am brose Bier ce es antes teórico que práctico, y, por contr aste, se aprecia más en sus relatos fantásticos que en sus cuentos bélicos. La Guerr a Civilnoteamericana es, par a el escritor, un mito y la reconstruye en su narr ativa a tr avés de
per sona jes y actos que son sím bolos de la tr agedia humana. Bier ce es romántico en larecreación liter aria del hecho bélico, sin em bargo, el tr ansf ondo y am biente de lo fantástico lo con-vierten en un natur alista. La faceta periodística del autor influye decisivamente en su estilo f iccional: esas historias de apariciones fantasmagóricas y de acontecimientosinex plica bles son, en la mayor ía de los casos, narr adas como si f uer an noticias de la prensacomún. Por muy "fantásticos" que sean, no dejan de resultar per f ectamente creí bles par a ellector . En realidad podemos pensar en la ver acidad de lo que se nos cuenta.
Am brose Bier ce tiene un gusto especial por lo maca bro, y, en muchas de sus obr asliter arias, esta pref erencia aparece yuxtapuesta a su cínico, sar cástico y amargo humor . Hayque señalar que el componente satírico er a uno de los ingredientes esenciales de la prensa del
4 La influencia del escritor romántico alemán E.T.A. Hoffmann (1776-1822) sobre la liter atur a fantásticauniver sal de los siglos XIX y XX es un hecho evidente. Es clar a la huella de Hoffmann en la tr adición góticanorteamericana del XIX. El alemán es un maestro par a Poe, y Bier ce bebe en las f uentes de Poe, a quien conoce muy bien y se ref iere en numerosas ocasiones. Directamente, Am brose Bier ce pudo sa ber acer ca de los cuentosfantásticos de Hoffmann en la biblioteca de su padre, Mar cus Aurelius Bier ce, que atesor a ba compilaciones ymisceláneas de cuentos góticos alemanes, y tam bién a tr avés de las tr aducciones al inglés de los relatos de Hoffmann que realiza ba su amiga, Emma Fr ances Dawson, tam bién escritor a. Sobre este punto consúltese mi tesis doctor al (SANTOS VILA, S., El relato fantástico en la liter atur a occidental dur ante el siglo XIX: E.T.A.Hoffmann y Am brose G. Bier ce, tesis doctor al microf ilmada, Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Inter cam bio Científ ico de la Univer sidad de Valladolid, 1999).
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momento, y, especialmente, de la prensa amarilla de Hear st. En su f icción hereda la ironía de Luciano, Swif t y Voltaire. De Juvenal toma el ataque y la pintur a del hom bre como ser desprecia ble y de pr avado.
Nuestro escritor no es ni univer sal ni ampliamente conocido, pero su espíritu bélico yfantástico sí incide en la obr a de Ste phen Cr ane, Ernest Hemingway, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Ryunosuk e Ak utagawa y Dylan Thomas5. Por lo que se ref iere a la acogida de
Bier ce en España, hemos de decir que se centr a en las tr aducciones de una parte de susrelatos, antes que en cr ítica e investigación sobre su obr a. A partir de la publicación en 1973de R elatos insólitos por la editorial Miguel Castellote, existen ciertas editoriales -como Valdemar- que se han especializado, casi, en tr aducir a Bier ce y añadimos que magníf icamente. Sin em bargo, es preciso comenzar a dar a conocer a este atr activo autor en larigurosa totalidad de su obr a. Nuestro presente tr a ba jo pretende ser un primer y decisivo paso en ese comienzo.
Escritos desconocidos nace, pues, con el pro pósito de dif undir una pequeña por ción de la producción liter aria y tam bién del pensamiento del cínico escritor entre aquellos lectoresque sólo a tr avés del idioma español pueden acceder a esa producción y a ese pensamiento,
pues desconocen el inglés. Contando con esta premisa y en f unción de la esencia de lacolección a la que pertenece esta monogr afía, lo ignoto, nos hemos f ijado en par celas de laobr a bier ciana que no se han vertido al castellano -cartas, artículos, ensayos y algunos relatos breves-. Sa bemos que la mayor ía de sus cuentos se encuentr an exce pcionalmente tr aducidos, pero aún resta una por ción virgen que aquí, sólo par cialmente, va a ser mancillada.
Las cartas que hemos seleccionado son documentos per sonales que Am brose Bier ce dirige a familiares y amigos. Sus destinatarios son Blanche, Lor a (su sobrina), R uth, George Ster ling (poeta y gr an amigo suyo), y Joe (Mr s. Jose phine Cliff ord McCr ack in). En ellasBier ce, entre otros asuntos, da consejos sobre poesía a su amigo Ster ling, y tam bién acer ca delof icio de la escritur a a R uth, pero, sobre todo, a tr avés de ellas descubrimos el lado familiar yhumano del escritor que constantemente tr ata de esconder tr as su amargur a y ataque f eroz.
Por lo que respecta a los artículos en prensa, estos nos dan idea del pensamiento de Am brose Bier ce sobre temas que le af ectan prof undamente como es la mujer y su situación social, la prensa, la educación del ciudadano, o la política. Utiliza constantemente la ironía yel sar casmo más vil par a arremeter contr a todo aquello con lo que está en desacuerdo. Estaacritud par a los contr arios a bunda en un implaca ble talante, a nuestro juicio, conservador e incluso, hasta cierto punto, dictatorial. Los ensayos son el complemento ideal par a lo que aveces apunta breve-mente en los artículos: es el caso, por ejemplo, del ensayo que hemostr aducido sobre la emanci pación de la mujer . Pero tam bién hallamos pautas éticas en los que ha blan del suicidio y de la guerr a, y se erige en cr ítico liter ario al def ender el género que domina, el relato breve, f rente a la novela, así como al prescribir la f ór mula de la f or mación de escritores.
Los relatos escogidos pertenecen, en su mayor ía, a los genéricamente denominados tal/tales, aunque en la producción de Am brose Bier ce se enmar can dentro de los Negligible Tales, de los que "Corrompiendo a la Prensa" y "Un Cargamento de Gatos"6 corresponden a
los subgru pos respectivos de The Fourth State y The Ocean Wave. Los tal/ tales er an cuentosmuy po pulares en el viejo Oeste norteamericano en los que la sátir a salva je, molesta y amarga per manecía después de que la car ca-jada ha bía desaparecido. Sólo dos escapan a la anterior catalogación: "Haïta el pastor ", un relato de hadas, y "Una identidad reanudada", narr ación de am biente fantástico pero de ex plicación r acional, que se insertan en el volumen Can SuchThings Be?
5 Consúltense las pp. 24-26 de mi libro La narr ativa fantástica de Am brose G. Bier ce.6 Es difícil encontr ar una datación exacta par a los relatos de Am brose Bier ce. De los que hemos tr aducido es éste el único sobre el que podemos of recer una f echa de publicación. Apareció en The Wasp, el 3 de enero de 1885.
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A lo largo de esta tr aducción par cial de la obr a de Am brose Bier ce, he procur ado respetar al máximo el estilo liter ario del autor . He intentado, en la medida de lo posible, mantener su puntuación ortográf ica, a la que él otorga ba una importancia extrema. A mi entender, modif icar la o tr astocar la innecesaria-mente desvirtuar ía la esencia de la obr a y nosalejar ía, si ca be, de los patrones nor mativos liter arios de Bier ce.
Aunque no todo lo que hay tr aducido en este libro va a ser del agr ado del lector debido,
en ocasiones, a su irritante contenido, sí que encontr ará espacio par a la risa en los artículos, en los ensayos, y, especialmente, en los relatos jocosos. De cualquier modo, creo vehementemente que el espíritu del escritor queda manif iesto con creces.
Pero es hor a ya de olvidarnos de introducciones, y de escuchar lo que nos dice Am brose Bier ce. Antes de concluir, he de agr adecer a mi familia y a todas las per sonas buenas de lasque siempre me he rodeado, tales como prof esores y amigos, su aportación en mi educación
per sonal y académica. Sin ellos nunca hubier a podido def ender me en el difícil camino de lainvestigación, mi gr an pasión. Finalmente doy las gr acias a Dis ba belia. Colección Her meneusde Tr aducciones Ignotas, y a su director, D. Juan Miguel Zar andona, por la conf ianza que han de positado en mí al ace ptar esta obr a como un número más de la mencionada colección.
SONIA SANTOS VILA
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Ber k eley, 27 de diciem bre de 1893
Mi querida Blanche,
Te envío (vía pretexto par a escribirte) una revista que pedí a R ichard que te llevar a
anoche, pero la olvidó. Hay un artículo ilustr ado sobre gárgolas y otr as cosas por el estilo que te interesarán. Algunas de las criatur as son deliciosas -más así que lo que yo per cibí cuando las ví vivas en Notre Dame.
Quiero agr adecerte tam bién la bonita bufanda antes de que me acomode en mi silla de sauce, f eliz ante la per spectiva de la muerte. Pues a esta hor a, 10:35 p.m., "padezco" un caso de asma muy prometedor . Si salgo de él decentemente vivo, dentro de una semana ir é a tu casa y ver é el retr ato f inalizado si está "todavía allí", como la bander a en nuestro himno nacional.
Te saluda af ectuosamente, AMBROSE BIERCE
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Auror a, Virginia Occidental,
12 de se ptiem bre de 1903
Querido Ster ling,
Tengo la tuya del día 5. Antes de ahor a tú tienes mías de cierta f echa.(...)Estoy contento de que te gustar a London; he oído que es un buen ti po y he leído uno de
sus libros -"The Son of the Wolf", creo que es ese el título- y parecía una obr a inteligente. Laimpresión gener al que per manece en mí es que es siempre invierno y siempre noche en Alaska.
(...)(...) proba blemente estará f eliz por vender su ál bum de recortes después, par a conseguir
pan. No puede vivir de los sindicatos obreros él solo. O jalá no f uer a degagomo y, como el pobre Doyle decía, no putear a a su Musa. Cuando regrese a la verdad y a la poesía, lo recibir écon aprobación y, si quiere, puede dar me una patada.
No, no puedo decirte cómo conseguir "Pr attle"; si pudier a yo mismo no estar ía sin ella.Me preguntas cuándo la comencé en el "Examiner ". Poco después de que Hear st compr ar a el
periódico -no sé la f echa- te lo pueden decir en la of icina y te mostr arán los volúmenesencuadernados.
Tengo los volúmenes encuadernados del "Argonaut" y del "Wasp" correspondientes alos años en los que yo estuve vinculado a ellos, pero mi tr a ba jo en el "Examiner " (y
previamente en el "News Letter " y en el "Fun" de Londres y en el "Figaro" y otros periódicos)sólo lo conservé de maner a f ortuita e imper f ecta.
No recuerdo dar a Scheff ningún "e pigr ama" sobre la mujer o cualquier otr a cosa. Asíque no te lo puedo enviar . De vez en cuando me divierto con ese ti po de cosa en el "Journal"("American") y su pongo que los otros periódicos de Hear st los co pian, sin em bargo el"am biente" es desagr ada ble y mediocre.
¿Piensas que se vender ían extr actos de "Pr attle"? No creo que algo mío se venda. Podr íahacer una docena de libros del material que he "rescatado" -tengo unos pocos listos par a
publicación ahor a- pero todo es vanidad en lo que se ref iere a la publicación lucr ativa. Loseditores no quieren nada de mí exce pto novelas -y yo morir é primero.
¿Quién es (...) - y por qué? Honr a a London def ender me contr a él. Imagino que todosvosotros compañeros tenéis mucho par a def ender me, aunque en realidad no merece la pena.Toda mi vida he sido odiado y calumniado por todo ti po de gente exce pto por las per sonas buenas e inteligentes; y no me importa excesivamente. Sa bía al princi pio lo que tenía que esper ar, y ahor a sé que, como una zurr a, duele (a veces) pero no daña. Y la mismamalevolencia que ha rodeado mi vida rodeará mi memoria si soy recordado. Sólo re pasa en tu mente los nom bres de los hom bres que han dicho la verdad sobre sus colegas indignos y sobre
la natur aleza humana "como ellos la veían". Son los bogies de la historia. Ninguno de ellos haescapado al vili pendio. ¿Puedo, pobre de mi, esper ar algo mejor? Cuando golpeas eresgolpeado. El mundo es canalla, pero tiene derechos; entre ellos el de re presalias. Sí, te engañas si te "igualas" a los hom brecitos de letr as, mejor dicho, si piensas que a ellos lesgustarás cuando conozcan tu gr andeza. Per manecerán despiertos noches enter as par a inventar nuevas mentir as sobre ti y nuevos medios de diseminar las imper ce ptiblemente. Sin em bargo tienes tu venganza: en unos pocos años estarán todos muertos -igual que si tú los hubier asmatado. Mejor aún, tú mismo estarás muerto. Así que -tienes mi f ilosofía completa en dos
pala br as: "Nada importa".
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Volviendo a Scheff. Lo que tiene que temer (si le preocu pa) no es la cr íticaincompetente, sino la indif erencia pública. Eso no corroe, pero los poetas son gente am biciosay les gusta ser el centro de atención. Quizás Scheff sea dif erente, como sé que tú eres. Intentatr ansf or mar lo si no lo es. (...) Los poetas sa bios escriben par a los poetas sa bios. Si por casualidad el público se da cuenta, mejor que mejor . A veces es así -y el poeta sa bio es un herrero. Este escrito largo y pesado se está convirtiendo en un ensayo.
Por favor, da recuerdos míos a todos los buenos Ster lings -aquellos que lo son por nacimiento y aquellos que lo son por matrimonio. (...)
Mis amigos han regresado a Washington, y yo me lo estoy pasando muy bien escalando cum bres (son protuber ancias) y ex plor ando barr ancos y cañones - par a los que esta gente no tiene nom bres- pobres cosas. No he vuelto a visitar mi tierr a de ensueño. Encontr aron un soldado conf eder ado allí el otro día, con su rifle al lado. Ir é a pedir le perdón.
Siempre tuyo, AMBROSE BIERCE
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Washington, D. C.,
11 de mayo de 1904
Querido George,
Par a empezar por el princi pio por su puesto que estar é encantado de encontr ar me con Jose phare si viene por aquí; aun-que sólo sea par a resolver el problema que le sucede a un ti po que empezó tan mal y en un tiempo tan breve le ha ido bien, con la posibilidad de logr ar "un puesto". A Byron, tú lo sa bes, le ocurrió lo mismo y a Tennyson no le f ue tan dif erente.Incluso sus comienzos no f ueron tan malos como los de Jose phare. Conf ieso libremente que le creía un tonto. Me desconcierta.
Me pregunto si alguna casa de Londres publicar ía "Shapes of Clay". De vez en cuando una pequeña discusión sobre mí estalla en la prensa londinense, arde dur ante un tiempo y "se eleva en f or ma de humo". Adjunto algunos testimonios de lo más reciente -que puedesdevolver me si lo recuerdas. La carta de "un hom bre prof undamente dece pcionado" conteníaun humor divertido sugerido por algunos artículos de Barr acer ca de mí y de una insinuación
privada por su parte par a que yo publicar a más libros en Londres.Sí, he a bandonado "The Passing Show" de nuevo, por la misma r azón de siempre -no
so portar ía la censur a de mi editor . Estoy escribiendo par a los números diarios de The American, princi palmente, y, como nor ma, de maner a anónima. Es un tr a ba jo "muy f ácil".
Está bien -ese "cr y unto Betelgeuse"; el pasa je de la "sick enchantress" es lo bastante bueno sin eso. Me gustan los ver sos añadidos del poema. Aquí hay otr a cr ítica: los "without"y "within", comenzando los ver sos primero y ter cero, respectiva-mente, parecen ser antitéticos, cuando no lo son, teniendo el último el sentido de "into", que creo que podr ía, por claridad, sustituir lo sin una ru ptur a desagr ada ble del metro -un troqueo por un yam bo.
¿Por qué no deber ía yo ensayar "The Atlantic" con este poema? -si tú no lo has hecho ya. Podr ía escribir una nota breve sobre ello, diciendo lo que tú no podr ías decir, y
posiblemente ganando atención hacia la obr a. Si dices que sí lo har é. Es imposible imaginar aldirector de una revista rechazando ese asom broso poema. Lo he leído al menos veinte vecessiempre con creciente admir ación.
A pro pósito, tu libro es todavía mi constante compañero -lo llevo en el bolsillo y lo leo una y otr a vez, en los tr anvías y por todas partes. Todos los poemas son buenos, aunque el"Testimony" y "Memorial Day" son su premos -el uno en gr andiosidad, el otro en sentimiento.
Te envío una cr ítica en una carta manuscrita de un amigo que se queja de tu "oscuridad", como muchos tienen la f r anqueza de hacer . R equiere f r anqueza hacer eso, puesel def ecto está en la comprensión de la cr ítica. Sin em bargo, el que comprende a Shak espeare y a Milton ostenta la re putación de testigo quejoso de la corte liter aria.
(...)Mi tr aducción favorita de Homero es la de Po pe, del cual procede la moda actual de
ha blar en tér minos despreciativos, al igual que de Byron. Conozco todo lo que puede ser dicho en su contr a, y yo mismo dir ía algo, pero ojalá sus detr actores tuvier an un poquito de sus cerebros. Sé tam bién que las tr aducciones de Po pe de La Ilíada y La Odisea son más bien
paráf r asis que tr aducciones. Pero las adoro igualmente, mientr as que me pregunto (contigo, sin duda) qué af ectó tan prof undamente a K eats cuando "oyó a Chapman ha blar en voz alta yenérgicamente". Sea lo que f uere, nos dio lo que Coleridge declaró el mejor soneto de nuestro idioma; y la admir ación de Lang por Homero nos ha dado al menos el siguiente mejor . Por su puesto que debe ha ber algo en los poemas que producen poemas -en un poeta a quien lamayor ía de los poetas conf iesan su rey. Sostengo (con Poe) que no existe nada como un
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poema largo -un poema de la longitud de una Épica. Debe constar de pasa jes poéticos conec-tados por recitativo, por emplear una pala br a del mundo de la ó per a; pero es quizás mejor por eso. Si el escritor no puede escribir poesía "sostenida" el lector proba blemente no podr íaleer la. De cualquier modo, voto por Homero.
Me lo estoy pasando bien, pero pronto buscar é las montañas, aunque espero estar aquícuando Scheff dirija su proa por este camino. ¡O jalá navegar as con él!
Sé todo acer ca de todos vosotros, ya que Eva Cr awf ord ha estado entre vosotros"tomando notas", y los comentarios picantes de Eva sobre qué y a quién ve son de lectur adeliciosa. Su pongo que tú apreciar ías a Eva -la mayor ía de la gente no. Es la mejor escritor ade cartas de su sexo -quienes son todas buenas escritor as de cartas- y es incompar a ble. Puedo atrever me a cuchichear que descubrir ías que ella estima tu tr a ba jo y tu per sonalidad "no en conjunto desagr ada ble".
Ahor a que estoy en estos asuntos, te remito una nota par a mi amigo Dr . R obertson, elcual dirige un manicomio en Liver more y es un per sona je interesante con una familia ídem yuna biblioteca que te pondrá verde de envidia. Ve y visítale algún día y lleva a Scheff contigo, o a cualquier amigo -quiere conocerte. No te importe el que piense que la poesía es lasecreción de un cerebro enf er mo, y que la única r azón por la que no cree que todos loscerebros (exce pto el suyo pro pio) están enf er mos es debido a la cir cunstancia de que no todos
segregan poesía.(...)En serio, es un buen ti po y con un amplio conocimiento del que carecemos la mayor ía.
Te saluda af ectuosamente, AMBROSE BIERCE
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Of icina de The N.Y. American, Washington, D.C.,
12 de octubre de 1904
Mi querido Davis,
La "mala eminencia" de rechazar el gr an poema de Ster ling es algo que tendrás que compartir con algunos de tus estimados colegas de las revistas - por ejemplo, los directores delAtlantic, Har per 's, Scribner 's, The Centur y, y ahor a el Metro politan, todas de élite. Todosestos ca balleros, creo, conf iesan, al contr ario que tú, conocer la liter atur a cuando la ven, ytr atar con ella.
Bien, yo conf ieso tr atar con ella humildemente, y si Ster ling me lo per mite me pro pongo algún día pedir o pinión entre ellos y yo.
Incluso tú pides liter atur a -si mis relatos son liter atur a, ya que eres lo suf icientemente bueno como par a presu poner lo. (A pro pósito, todos los princi pales editores del paísrechazaron aquel libro hasta que lo vieron publicado f uer a de su alcance por un comer ciante de San Fr ancisco y otros editores de Londres, Lei pzig y Par ís.) Bueno, ¡tú no har ías eso a uno de mis cuentos!
No, gr acias; si tengo que escribir tonter ías, pref iero hacer lo par a los periódicos, que no muestr an falsas pretensiones y están f r ancamente corrompidos, y en los que la maldad de unacosa mala escapa a la per ce pción o se olvida tan pronto como se enf r ía.
Sé cómo escribir una narr ación (del ti po de "f inal f eliz") par a los lectores de las revistas par a quienes la liter atur a es demasiado buena, pero no lo har é siempre y cuando robar sea máshonor a ble e interesante.
Te he of recido el mejor material que podr ías tener -el poema de Ster ling- y el mejor que yo puedo hacer; y ahor a debes excusar me. No dudo de que realmente piensas que acoger ías"la clase de f icción que convirtió a "Soldier s and Civilians" en el libro más interesante de su género en este país", y es muy ama ble por tu parte cif r ar lo de esta maner a; pero tampoco dudo de que catalogar ías el relato enviado como de una clase dif erente de f icción y, al igual que lasátir a que me devuelves, "f uer a de cuestión". Un editor que tiene una o pinión pref or mada delmaterial que va a recibir siempre estará desilusionado con el material que recibe.
Sé esto por mi tempr ana ex periencia como redactor-jef e -antes de que yo aprendier a que lo que necesita ba no er a un ti po particular de material, sino sólo el material de un ti po par-ticular de escritor .
No te escribo con sentimiento, sino únicamente par a ex plicar por qué debo pedirte que me disculpes.
Te saluda af ectuosamente,
AMBROSE BIERCE
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Washington, 21 de f ebrero de 1907
Mi querido George,
Si a bandonas Car mel destruir é mi cuadro de Jorgensen, construir é un bungalow en losCatsk ills y me ir é de Calif ornia par a siempre. (Éstas son las huellas de mi maldito canario, el
cual ni escribe ni me deja escribir . Ahor a mismo se ha posado en el hom bro, esper ando laorden par a cantar -entonces me ensordecerá con una canción sin sentido. Oh, es un poeta de
pleno derecho.)Apruebo por completo tu lealtad a Mammon. Si tuvier a la capacidad cerebr al suf iciente
como par a tomar una decisión como esa, a los 65 años, podr ía actualmente disponer de bas-tante tiempo par a ela bor ar un libro o dos antes de ir al de pósito de desecho. (...) Hazte con unagruesa cuenta bancaria -no existe una amiga tal como una cuenta bancaria, y el libro másmar avilloso es un libro de cheques; como señala uno de los pir atas de Stevenson, "¡Puedesapostar por eso!".
(...) No, señor, tu jef e no te tr aerá al Este el próximo junio; o si lo hace no vendrás a
Washington. ¿Cómo lo sé? No sé cómo lo sé, pero acer ca de todos (y son muchos) los que debían de venir desde Calif ornia par a ver me nunca he fallado en mi pronóstico de su venida o no-venida. Incluso en el caso de (...), aunque te escribí a tí, y a ella, como si la esper ar a, le dije a uno de mis amigos: "Ella no vendrá". No creo que sea un don adivinatorio -sólo sucede, de alguna maner a. El tuyo no es un buen ejemplo, ya que no has dicho que venías "con seguridad".
Así que tu colonia de intelectuales se vuelve a esta blecer en el antiguo punto -Piedmont.(...) Pero Piedmont -debe estar en el cor azón de Oakland. Yo ya no podr ía cazar conejos en el barr anco situado detrás y dor mir ba jo un árbol par a cazar más por la mañana. Ni podr íaatr avesar esa larga sierr a con varias chicas. No me sor prender ía que hubier a un bulevar de su misma longitud con,
"Un palacio y una prisión a cada lado."Si pudiese impedir que leyer as ese volumen de los viejos "Argonautas" lo har ía, pero
su pongo que no "ser ía admisible" un entredicho. Sí, por aquel entonces yo er a un escritor descuidado, aunque bastante mejor que mis vecinos par a ha ber atr aído mi pro pia atención. Mi conocimiento del inglés er a "muy" imper f ecto. De hecho, mi nivel intelectual (cualquier a que f uer a, y Dios sa be que es suf iciente como par a hacer que me ruborice) er a de lento crecimiento -como lo er a mi mor al. Quiero decir que yo no tenía sinceridad liter aria.
Sí, escribí de Swinburne las pala br as nada gr atas que citas. Sin em bargo no er an deltodo falsas. Él me da ba denter a -no podía so portar lo ni siquier a un minuto, y te mantenía buscando el hilo que acciona ba sus piernas y br azos. Y tenía un rostro dé bil que da ba la ideade carecer de barbilla. Pero hace tiempo que renuncié a las o piniones que una vez sostuve sobre su poesía -sostuve, o creí que sostuve. No obstante no recuerdo si f ue sobre el 78cuando o pina ba así.
Escribes sobre la señorita Dawson. ¿Sobrevivió al tem blor? ¿Y sa bes de ella? Ni una pala br a me ha llegado acer ca de ella. A pesar de tu ruiseñor de importación (sobre el que pienso que te deber ían hacer pagar unos r ígidos derechos de aduana) tu poema de InaCool brith es tan bueno que quiero conservar lo si tienes otr a co pia. No encuentro faltasenmenda bles en él. (...)
El ti po que te dijo que yo er a un director de "The Cosmo politan" tiene un obstáculo en su ver acidad. Simplemente escribo par a esa publicación, (...), y cuanto menos de mi materialemplea el redactor-jef e, tanto más me agr ada.
(...)
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Oh, me preguntas sobre el tema de "Ur sus-A born-Gorgias-Agrestis-Políglota". Fue escrito por James F. ("Jimmie") Bowman -muerto desde hace tiempo. (Véase un soneto bastante malo en la página 94, "Shapes of Clay".) Mi única parte en el asunto f ue sugerir losartículos y discutir los con él delante de muchas jarr as de cerveza.
(...)A pro pósito, Neale dice que obtiene casi las suf icientes demandas de mis libros (de San
Fr ancisco) como par a poder justif icar su reedición.(...)Eso es todo -y, al igual que George Augustus Sala escribió de mascar ta baco como el
precio de los favores de cierta dama, "¡Dios sa be que es suf iciente!".
AMBROSE BIERCE
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Club del E jér cito y de la Marina, Washington, D.C.,
23 de a bril de 1907
Querido George,
Tengo tu carta del día 13. El papelito adjunto del Pacif ic Monthly (gr acias por ello) esdivertido. Sí, (...) es un pedante inaguanta ble, pero no me importa en a bsoluto su pedanter ía.Cualquier cr ítico es bienvenido a golpear me todo lo que le plazca si añade a sus comentarios(como (...) tuvo la consider ación de hacer ) mi def inición de "Cr ítico" del "Word Book".
Por favor no te molestes en escribir me cuando el espíritu no te mueva a hacer lo. Tú y yo no necesitamos escribirnos por ninguna otr a r azón que esa que nosotros quer amos. Sobre venir al Este, a bstente, oh, a bstente de promesas, par a que no te parezcas a todos mis otrosamigos de allí, quienes siempre prometen y nunca vienen. Ser ía delicioso verte aquí, pero sécómo esas cosas se organizan ellas solas sin ref erencia a nuestros deseos. O br amos como debemos, no como queremos.
Pienso que ese tío tuyo debe ser un muy buen ti po. Sé bueno con él y no protestes a su
servicio, aun cuando sientas la cadena. Ello su per a a la poesía sin sueldo un año.¿R ecibiste el artículo sobre "Shiloh"? Te lo envié. Lo mandé tam bién a Paul Elder &
Co. (la r ama de New Yor k) par a su libro de "Western Classics", y espero que satisfaga susnecesidades. Quer ían algo, y me parecía tan bueno, con una pequeña revisión, como cualquier a del material que controlo. ¿Crees que ser ía aconseja ble of recer les "In the Midst of Lif e" par a reedición? Ahor a está "agotado" y en mis manos.
(...)Estoy contento por tu elogio de mis cosas del "Cosmo politan". No me of recen mucha
"pompa" -al director no le agr ado per sonalmente en la f or ma que deber ía, y sólo me per mite realizar lo suf iciente par a apartar de sí mismo la atención del Sr . Hear st y el entrometimiento de ese ca ballero en el juego de admir ación mutua como es jugado en la of icina del"Cosmo politan". Puesto que yo soy af icionado más bien al tr a ba jo f ácil no grito.
(...) No ha blas de la rece pción del libro que te envié, "The Monk and the Hangman's
Daughter "- nueva edición. No es tan bueno como el antiguo. (...)Estoy em bar cado de nuevo. ¡Cómo me gustar ía asomar mi proa por la Bahía de
Monterrey!
Te saluda af ectuosamente, AMBROSE BIERCE
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Club del E jér cito y de la Marina, Washington, D.C.,
11 de noviem bre de 1910
Querida Lor a,
Es bueno tener noticias tuyas y sa ber que a pesar de mis modales rudos e intoler anteslogr as insinuar un poco de cariño hacia mí -tú y el resto de la gente. Y realmente pienso que dejé un trocito de mi cor azón allí -f undamentalmente en Ber k eley. Es curioso, entre
par éntesis, que al desenamor ar me de la mayor parte de mis antiguas novias y seminovias me enamor ar a de mi pro pia sobrina. ¡Es verdader amente escandaloso!
Devuelvo la carta de Sloot. Me disgustó un poquito ha ber le dicho que proba blemente nunca más me ver ía. Por su puesto que es verdad, pero yo no ha bía pensado en ello de esamaner a -su pongo que no me lo ha bía per mitido a mí mismo. Y, después de todo, si las cosasvan como espero que irán, Montesano me acogerá de nuevo algún día antes de que a él le
parezca apro piado dejar lo. Puede que todavía veamos el Gr an Cañón los cuatro juntos. Me gustar ía colocar mis restos mortales por allí.
No son mías las prendas sobre las que me convenciste de que lo er an. Son
proba blemente de Ster ling, y lo más seguro es que me haya maldicho por robar las. No me importa; no tiene derecho a vestir como un "sucio rico". ¿No tiene ninguna "conciencia de clase"? Sin em bargo, te las envío como urgente. Te mandar é por correo el acuse de recibo
pagado; así que no pagues el cobro que la compañía segur amente hará. Me cobr aron de nuevo por los dos paquetes que tú ha bías pagado, y se llevaron el dinero del Secretario de mi club, donde f ueron entregados. Tuve que recu per ar lo sometiendo al re partidor a punta de cañón calibre 34.
Con amor a Car lt y Sloots, Un a br azo cariñoso,
AMBROSE
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Club del E jér cito y de la Marina, Washington, D.C.
14 de noviem bre de 1910
Querida Lor a,
Me pregunta bas acer ca del inter és relativo de Yosemite y el Gr an Cañón. No es f ácilcompar ar los, son tan dif erentes. En Yosemite sólo las magnitudes son desconocidas; en elCañón no se conoce nada -al menos, nada te ser ía familiar a tí, aunque yo he visto algo así en el Yellowstone su perior . La "com binación de colores" es asom brosa -casi increí ble, como lo es la "ar quitectur a". En cuanto a las magnitudes, Yosemite no está en ninguna parte. Desde ciertos puntos en el borde del Cañón puedes ver cincuenta, quizás cien, millas de él. Y nuncaes dos veces igual. Nadie puede describir lo. Por su puesto que debes ver lo algún día. O jalá nuestro gru po de Yosemite pudier a reunir se allí, pero proba blemente nunca lo hará; está lejosde aquí, y no lo bastante cer ca de Ber k eley y Car mel.
Aca bo de instalar me en mi vieja vivienda de siempre, la Olympia, pero el club es lamejor dirección.
(...)
Con cariño,
AMBROSE
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Club del E jér cito y de la Marina, Washington, D.C.,
1 de marzo de 1911
Mi querida R uth,
Es agr ada ble sa ber que la familia R obertson "ve cosas" y las disf ruta. Odio via jar, pero lo encuentro delicioso cuando lo haces tú, en lugar de mí. Cr éeme, ha sido un placer par a míseguirte a tr avés de tu estela de pala br as, al igual que en el de porte conocido como "r allye paper ".
Y ahor a sobre el cuentecito. Tu negativa a per mitir que tu padre lo corrija es sin dudamuy rebelde, pero desafío su ir a mediante mi aprobación. Es tu tr a ba jo el que quiero ver, y no el de nadie más. Tengo un prof undo respeto por el talento de tu padre: como liter ato, es elmejor médico que conozco; sin em bargo no debe enseñar a mi alumna, o él y yo (como Mar k Twain decía de la Sr a. Astor ) "nos pelearemos".
El relato no es un relato. No es narr ativa, y nada sucede. Es una relación de mutacionesmentales -de vicisitudes espirituales- estados de la mente. Es la cosa más difícil que podr ías
ha ber intentado. Puede ser realizado ace pta blemente por el genio y la ha bilidad que proviene de la práctica, como cualquier cosa. No obstante tú no tienes suf icientes f uerzas par a ello. Lo has hecho mejor que yo lo hubier a hecho a tu edad, pero no del todo bien, como induda blemente no esper a bas hacer lo. Convendr ía que te limitar as actualmente a la narr ativasimple. Escribe sobre algo hecho, no sobre algo pensado o sentido, exce pto de modo f ortuito.Estoy seguro de que podrás hacer una magníf ica obr a, pero en este negocio de la escritur a, como en otros asuntos, la excelencia no debe conseguir se de otr a maner a que comenzando por el princi pio -lo simple primero, después lo complejo y difícil. No puedes escalar una montañade un salto hasta la cum bre.
Me quedo con tu pequeño sk etch hasta que vuelvas, puesto que no puedes hacer nadacon él -ni yo tampoco. Si hubier a sido escrito - pref eriblemente mecanogr af iado- con renglones amplios y márgenes le ha br ía hecho algo. Quizás cuando tenga tiempo lo haga; actualmente estoy agobiado de "pruebas" y dos volúmenes tr as los impresores. Si su pier a que te iba a ver y que iba a discutir sobre ello lo reescribir ía y (original en mano) señalar ía lasr azones par a cada alter ación -las ver ías bastante rá pido cuando te las mostr ar a. A lo mejor venís todos de este modo.
Eres muy def iciente en ortogr afía. Espero que no sea incur a ble, aunque algunas per sonas -inteligentes, tam bién- nunca aprenden a escribir correctamente. Tendrás que aprender lo de la lectur a -f ijándote cuidadosamente en todas las pala br as exce pto las másfamiliares.
Empleas voca blos "favoritos" -casi todos lo hacemos. Uno de los tuyos es "vibr ante".La adicción a ciertas pala br as es un "pecado preocu pante" muy difícil de vencer . Intenta
su per ar lo excluyéndolas cuando parezcan muy o portunas.A pro pósito, tu "héroe", como tú lo describes, no ha br ía sido accesible a todas estasimpresiones espirituales -es a ti a quien vienen. Y eso conf ir ma mi juicio acer ca de tu imaginación. La imaginación su pone nueve partes del negocio de la escritur a. Con bastante de eso todas las cosas son posibles; sin em bargo son las otr as cosas las que requieren el tr a ba jo duro, el estudio incesante, la búsqueda infatiga ble, el deseo indómito. Cr éeme, este asunto de la escritur a no es "ir de excur sión al campo". El éxito llega a tr avés del favor de los dioses, sí,
pero ¡ay de los días y noches que debes pasar ante sus altares, postr ado y su plicante! Losdioses son exigentes; años y años de servicio debes of recer en el templo. Si estás pre par ada
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par a hacer esto continúa hasta tu recompensa. Si no, no puedes arrojar tu pluma con r apidez y-bueno, casarte, por ejemplo.
"Bebe prof undamente o no pruebes la f uente de Pieria." Mi voto es que per sistas.Con recuerdos cordiales par a todos los buenos R obertsons -creo que no hay otros- soy
tu amigo más sincero,
AMBROSE BIERCE
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Los apartamentos Olympía, Washington, D.C.,
13 de enero de 1913
Mi querida R uth,
Es "una pena" que no me pudier a quedar en Oakland y Ber k eley otro mes par a darte la bienvenida, pero me temo que "tendrá que pasar sin más", ya que no guardo esper anzas de ver Calif ornia de nuevo. Me gusta el estado como siempre me agr adó, pero no me gusta laautoridad de los sindicatos obreros, los corru ptos y las suf r agistas. Por lo que a mí respecta
pueden cocer su pro pia salsa; yo no me of recer é como ingrediente.Es agr ada ble sa ber que todos os encontráis bien, incluyendo a Johnny, pobre pequeño.Haces bien en estudiar f ilología y retórica. Segur amente debe ha ber algún suministro
par a tu necesidad -una univer sidad en la que no se puede aprender el pro pio idioma ser ía unauniver sidad curiosa.
Pienso que tu "Sr . Wells", quien te dio un cur so de conf erencias sobre composición ensayística, puede que sea mi amigo Wells Drur y, de Ber k eley. Si es así, mencióname a él yte aconsejará qué hacer .
Otro buen amigo mío, a quien, sin em bargo, no logr é ver dur ante mis visitas aCalif ornia, es W.C. Morrow, el cual es de of icio prof esor de escritur a y espléndido escritor .Te podr ía ayudar . Vive en San Fr ancisco, pero creo que da clase en Oakland. No sé su dirección; la encontr arás en la guía telef ónica. Antes escribía relatos magníf icamente trágicos,
pero me han contado que ahor a enseña el "f inal f eliz", en el que es bueno -comer cialmente- pero re pugnante. Puedo recomendarte cordialmente a él.
Sigue con tu alemán y f r ancés, por su puesto. Si tu inglés (tu lengua madre) es tan def ectuoso, piensa lo que ellos deben ser .
Meditar é sobre algunos libros que te ayuden con tu inglés. Mientr as tanto envíame algo que quier as de eso que escribes. Me mostr ará al menos el progreso que haces.
Te devuelvo algunos (todos, creo) de tus sk etches. No los destruyas -todavía. Quizásalgún día los encuentres dignos de ser reescritos. Mi amor par a todos vosotros.
AMBROSE BIERCE
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Washington, D.C.,
10 de se ptiem bre de 1913
Querida Joe,
La r azón por la que no he respondido tu carta antes es que he estado f uer a (en New Yor k) y no la tenía conmigo. Su pongo que no ver é tu libro dur ante mucho tiempo, pues me mar cho y no tengo ni idea de cuándo regresar é. Espero ir a, quizás cruzar, América del Sur -
posiblemente por Mé jico, si puedo atr avesar lo sin ser colocado ante una pared y f usilado como un gringo. Pero eso es mejor que morir en la cama, ¿no? Si a Duc no le hicier as tantafalta te pedir ía que cogier as tu som brero y me acompañar as. Que Dios te bendiga y te proteja.
(...)
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Washington, D.C., 13 de se ptiem bre de 1913
Querida Joe,
Gr acias por el libro. Agr adezco tu amistad -y mucho además. Esto es decir adiós al f inalde una agr ada ble correspondencia en la que se te niega tu prerrogativa como mujer de añadir
la última pala br a. Antes de que la pudiese recibir me ha br é ido. Pero en algún momento, en algún lugar, espero sa ber de tí de nuevo. Sí, entr ar é en Mé jico con un pro pósito muy def inido, el cual, sin em bargo, no puede ser revelado actualmente. Debes intentar perdonar mi obstinación en no "perecer " donde estoy. Quiero estar donde suceda algo que merezca la
pena, o donde no suceda nada sea lo que sea. La mayor ía de lo que ocurre en tu pro pio paísme es sumamente ingr ato.
¿R ezar por mí? Bueno, sí, querida -no nos hará daño a ninguno de los dos. A borrezco las religiones, un cristiano me da náuseas y un católico me da denter a, pero reza por míigualmente, ya que con todas esas culpas sobre tu ca beza (es una ca beza culta, por otr a parte), te tengo muchísimo cariño, sin duda. Que vivas tanto como quier as, y que después pasessonriendo a la oscuridad -la buena, buena oscuridad.
Con devoción tu amigo,
AMBROSE BIERCE
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La Olympia, Euclid Street, Washington, D.C.,
1 de octubre de 1913
Querida Lor a,
Me voy mañana por mucho tiempo, así que esto es sólo par a despedir me. Creo que no hay nada más digno de decir; por esta r azón tú natur almente esper ar ías una carta larga. ¡Quéinaguanta ble ser ía este mundo si no dijér amos nada exce pto lo que merece la pena decir ! Ynada ridículo -como ir a Mé jico y América del Sur .
Espero que vayas a la mina pronto. Debes tener ham bre y sed de las montañas -lo mismo que Car lt. Yo tam bién. ¡La civilización está sucia! -reclamo las montañas y el desierto
par a mí.Adiós -si oyes que he sido colocado contr a un muro de piedr a mejicano y me han
f usilado hasta convertir me en har apos, por favor, entiende que yo pienso que esa es unamaner a muy buena de salir de esta vida. Su per a a la ancianidad, a la enf er medad, o a la caída
por las escaler as de la bodega. Ser un gringo en Mé jico -¡ah, eso es eutanasia!
Con amor a Car lt, un a br azo cariñoso,
AMBROSE
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ARTÍCULOS
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(News Letter, 5 de junio de 1869)
El género Bestia incluye una sana mayor ía de la r aza humana, y no sa bemos de ninguna buena r azón por la que cien mil per sonas en San Fr ancisco no deber ían ser catalogadas como pertenecientes a él. Pero la preciosa Bestia f emenina es nuestro tema. Ella es gener almente
una morena, con gr andes ojos negros y pelo a bundante -todo suyo. A veces es rica y siempre bien criada - pero una Bestia. Le conmueve la liter atur a, y devor a innumer a bles novelas - bestiales- de la Biblioteca Mer cantil. Ella entr a, sonr íe al bibliotecario, va a las estanter ías, f ija los ojos en su víctima de cubiertas dor adas, se preci pita suavemente sobre ella, la arr astr ahasta su guarida en la parte alta de la ciudad, y la incor por a a su sistema junto con reconocidos dulces y berzas clandestinas. Es a tr avés de este proceso por lo que ella hallegado a ser lo que es - por alimentar se de liter atur a bestial. No se evita; al contr ario, tiene muchos seguidores -cazadores- y se casar ían con todas ellas si se le per mitier a. No por que tenga pro pensiones antinatur ales, sino por que no tiene ninguna en a bsoluto. No es orgullosa, ni malhumor ada, ni cruel, ni desagr ada ble, sino simplemente una Bestia -una Bestia humanaf emenina sosa, pasiva y dócil.
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(News Letter, 17 de diciem bre de 1870)
El Town Crier 7 está enf er mo; necesita asistencia esmer ada y una multi plicidad de
medicinas. Sus días son tristes; pide que alguien vele por él. Sus noches son f ebriles; debe tener a alguien que se acueste -con él f uer a del News Letter . Los hom bres no lo harán; está
cansado de ellos, y desea que todos via jen a países extr anjeros -que visiten a los euro peos u otr as tribus distantes. Lo que quiere es ruibarbo8
, con una mujer al otro extremo de la cuchar a.Muy poco ruibarbo, una buena cantidad de mujer, y una cuchar a pequeña. El ruibarbo puede ser dé bil, pero la mujer deber ía ser lo bastante f uerte como par a evitar que él salga de la cama.
Antes de asumir esta obligación cristiana, la dama deber ía comprender que el Town Crier tiene veintiocho años, que está poderosamente construido, que es muy atr activo, y -
evidentemente- que está soltero. Esa es la natur aleza de su enf er medad. Está seguro de su ha bilidad par a animar y entretener a una enf er mer a inteligente en las silenciosas guardiasnocturnas, ref iriendo sus varios síntomas, su causa proba ble, y el modo de cur ación. No se dirá nada intencionado que provoque la alar ma en el pecho del más quisquilloso. Se darán lasmejores ref erencias, y no se exige que la aspir ante sea guapa.
Todas las mujeres son guapas. Algunas, sin em bargo, son más guapas que otr as, y esnatur al que el enf er mo pref ier a ese ti po. La mente debilitada por el suf rimiento se pega a la belleza como el marinero que se ahoga a una verga, y de modo similar al cuer po af ectado le gusta tam bién pegar se un poquito. El sueldo no es de primer a importancia, y la solicitud
puede ser hecha mediante f otogr afía. Las rubias serán agr adecidamente rechazadas; el paciente es rubio, y ese juego no lo impresiona. Lo parecido no se cur a con lo parecido9. LOÚLTIMO.- El Town Crier está convaleciente, e intentará cuidar-se sin ayuda, gr acias.
7 Er a éste el título que la página de Am brose Bier ce tenia dentro del News Letter Se tr aduce por pregonero público, pero respetamos la denominación original a lo largo de nuestr a tr aducción al tr atar se, en este caso, de un título editorial, como ocurre con los nom bres de los periódicos.8 Es ésta una planta herbácea, de la familia de las poligonáceas, de hojas anchas y rizoma grueso y de sa bor amargo que se usa como purgante y de pur ativo. Por r hubarb -ruibarbo- tam bién se entiende, en sentido inf or mal, el sonido que los actores emiten par a sugerir que mucha gente ha bla al mismo tiempo, y, además, en el inglésamericano, una riña ruidosa.9 Es la tr aducción de similia similibus non cur antur, variante del af orismo latino aplicado a la medicina que Bier ce inserta en su artículo a pro pósito del tema.
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(News Letter, 27 de enero de 1872)
Sam Williams, estamos avergonzados de ti. ¿Qué vieja mal-dad quisiste ex presar mediante ese discur so ininteligible del banquete japonés, como respuesta al brindis de "La
Prensa"? Bonita char la ésta -y modesta tam bién- de un periodista. "La prensa está orgullosade ser consider ada una de esas f uerzas vitales que impulsan a la humanidad hacia una metanoble y un destino elevado; uno de los princi pales motores del progreso humano, y ¡uno de los princi pales instrumentos de una civilización su perior !" ¿Hay que consider ar este brindiscomo una invitación par a que el asunto celebr ado se ala be a sí mismo? Sa bes muy bien que este antiquísimo cumplido a la prensa se saca a colación en todos los banquetes solamente
par a divertir a los re porteros con el sentido de su importancia e impedir les que ridiculicen elasunto global.
Además, tu apoteosis de tu pro pia prof esión es princi pal-mente una tonter ía, y una muy pobre tonter ía sin más. La prensa no tiene nada que ver con lo que describes; y nadie lo sa be mejor que tú mismo. Por "la prensa" quieres decir el Bulletin, y tus comentarios son nota blemente más falsos sobre ese periódico que sobre el periodismo. Sa bes muy bien que el
Bulletin se publica, no par a impulsar a la humanidad hacia una meta noble, sino par a hacer dinero de la humanidad. (Par a eso se publica el News Letter tam bién; pero nosotros tenemosla honestidad de conf esar lo.) Sa bes que si Ben. Aver y, o Bunk er, o Par son Bartlett, o cualquier a de tus compañeros te dijer a en una conver sación privada sobre la misión de la
prensa lo que tú dijiste en ese banquete, te reir ías a car ca jadas en su car a.Sam, tus observaciones no f ueron sólo falsas y de mal gusto, sino que tam bién f ueron
a bsurdas. Su pón que Deacon Fitch se acer car a a ti con el fascinante progr ama del Timo de laGr anja de la Gr an Estafa y te dijer a -"Sr . Williams, estos sinvergüenzas me han pagado bien
par a dar bom bo a su plan inf ernal, y deseo que inserte esto como noticia, añadiendo tal elogio editorial como usted juzgue prudente." ¿Estar ía esto impulsando a la humanidad a un destino elevado? Al llevar a ca bo las instrucciones del Sr . Fitch, ¿ser ías un primer motor de progreso humano, y un instrumento princi pal de una civilización su perior? Sam, lo dudamos.
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(News Letter, 9 de marzo de 1872)
Con este número del News Letter la conexión de este escritor con él cesa dur ante almenos una breve tempor ada, ya sea la misma más larga o más corta. Desde diciem bre de 1868, con una interru pción de dos semanas, él se las ha ingeniado par a hilvanar el suf iciente
pensamiento de un ti po u otro como par a llenar esta página del periódico. No pretende ha ber sido siempre entretenido; que haya sido unif or memente afa ble no es más verdadero que el que se haya a bstenido realmente de matar a alguien; que haya sido "genial" no es verdad en a bsoluto. Debe ser bastante evidente que al escribir unos seis u ocho mil párr af os con el
pro pósito declar ado de ser ingenioso, debe ha ber contado un gr an número de mentir asinof ensivas, y per petr ado diver sas crueles calumnias. De lo primero es responsa ble ante su Hacedor, y no se disculpará; por lo último no le valdr ía ninguna excusa, aún cuando tuvier ahumor par a presentar las -que no tiene. Puede sólo prometer que Calif ornia será su mor adadur ante algunos años, y que siempre estará "en casa" par a todo ti po de gente, exce ptuando alos acreedores.
Actualmente existen ciertas per sonas quienes por envidia, venganza, malicia, estu pidez
honesta, o qué se yo qué más, se han acostum br ado a atribuir al Town Crier un móvilinteresado. Hay per sonas que no pueden ver en la sátir a nada exce pto el destello del revólver del salteador de caminos, y en el ingenio aplicado sólo oyen el "¡detente y entrega!" del bandido. Estos dignos zo pencos -descendientes en línea recta del respeta ble inglés que apodó al Sr . Polichinela como " buf ón grosero", y elevó contr a él el grito de "chanta je"- no han dudado en diseminar sus ridículas falsedades, algo en perjuicio del Town Crier -y mucho en su diver sión. Nunca ha pensado que merezca la pena negar sus f r ases hasta ahor a, pero par aque no se le diga que no se atreve, lo hará así en este momento; y añadirá que cada uno ytodos los hom bres que alguna vez directa o indirectamente han toler ado esta estú pidacalumnia es un canalla y un mentiroso, los cuales se complacerán al consider ar se a sí mismostr atados per sonalmente de este modo.
A sus amigos, buenos y verdaderos -Dios les bendiga; ¡su nom bre es legión!- el escritor les envía un sincero adiós. Que sus vidas sean tan luminosas ante sus pies como la memoriade su bondad que arde en el cor azón del que se ha aprovechado de su amistad y ha hecho sino
pobre ganancia. A sus enemigos sólo tiene que decir que continuará, como hasta ahor a, dignif icándolos y coronándolos con su desprecio -reservando la guirnalda espinosa de su odio actual par a los mejores, los enemigos de la humanidad.
Un último apunte ex plicativo y hemos aca bado, ¡ pala br a! El Town Crier no " busca un campo más amplio par a sus talentos." Los únicos talentos que tiene son un don par a odiar lahi pocresía, la gazmoñer ía y todo engaño, y un truco par a ex presar su odio. ¿Qué campo másamplio que San Fr ancisco of rece la tierr a verde de Dios?
Ca balleros -¡ah! y ustedes tam bién, queridas, por poco nos olvidábamos de ustedes- un adiós gr ande, global y sincero. Sean tan decentes como puedan. No crean sin evidencia.
Tr aten los asuntos divinos con f uerte respeto -no tengan nada que ver con ellos. No confíen en la humanidad sin seguridad colater al; les hará una faena canallesca. R ecuerden que no hace daño a nadie ser tr atado como un enemigo merecedor de respeto hasta que se conf ir me que esun amigo digno de af ecto. Cultiven el gusto por las verdades desagr ada bles. Y, f inalmente, lo más importan-te de todo, procuren ver las cosas como ellas son, no como deber ían ser .Entonces el Town Crier no ha brá pregonado10 en vano; y si de nuevo él reanuda su azote satírico, caerá sobre los hom bros de ustedes al igual que el co po de nieve se de posita en la
10 Tr aducimos el voca blo cried por pregonado ya que Bier ce juega con su apelativo de Town Crier -que, como hemos anunciado, no tr aducimos- o pregonero público.
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lader a rocosa del Monte Shasta. Actualmente se conf or ma con manos más hábiles y esper aque más suaves.
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(Wasp, 17 de f ebrero de 1882)
Primero f ue el ¡"pobre Best"! y ahor a es el ¡"pobre Broadhead"! ¿En dónde son estosladrones "pobres"? ¿En qué consisten sus peticiones de compasión? ¿Por qué a los hom breshonestos se les deber ía pedir que humedecier an sus ojos cuando un tor pe delincuente, que
tro pieza con sus pro pios pies, descarga su espalda quebr ada de las cosas de su vecino? Ni yo mismo me deshago de esta clase de ha bla ininteligible; y deseo decir a los muchos ca ballerosque en una conver sación reciente conmigo han insinuado su creencia en que Best yBroadhead no er an peor que ellos, que no les creo a ellos mejores que a Best y Broadhead.
Después de todo, su pongo que estos ca balleros hasta cierto punto-tienen r azón; no esuna cuestión de ética, es un asunto de ca beza. Un criminal es simplemente un im bécil que hatenido una o portunidad. Todo delito pro por ciona un nuevo ejemplo. Tomad el de Broadhead.¡Este genio er a tan escru pulosamente honesto que falsif icó par a pagar una deuda! Lo hizo aumentan-do un cheque - ¡a la décima parte de la suma que f ácil y segur amente podr ía ha ber obtenido! Y después, con la detección a bsolutamente asegur ada, ¡ per maneció en la ciudad antes que anublar su nom bre por huir ! Estos son simplemente los actos de un tonto -un
hom bre que no tiene la capacidad ni el hábito del pensamiento claro y ef ectivo. Haydelincuentes que no son tontos (exce pto por la locur a de ser delincuentes) pero son incluso más r aros que los zo pencos que no son pillos, y su distinción es tanto mayor . De hecho, es tan gr ande que por lo común se les vener a.
Un amigo ha dirigido mi atención a otro ejemplo reciente ilustr ativo de la gr an verdad de que un pillo no es sino un zo penco pr acticante -el de Baldwin, el banquero moroso de New Jer sey. Este desaf ortunado patán sa bía que una investigación en trámite revelar ía su robo millonario. No pudo pensar en mejor recur so que ir y conf esar lo él mismo. Después, como elcorderito de Mar y, "se quedó cer ca" hasta que f ue arrestado. Fue luego completa ydesesper adamente desacreditado -no tenía nada que perder exce pto su libertad y dinero. Con lo primero podía ha ber luchado por lo segundo, con toda esper anza de éxito. Eligió ser "valiente" ±hacer se pasar por un penitente; se conf esó culpa ble y consiguió una condena máslarga que la que hubier a obtenido tr as agotar todos los recur sos legales. ¿Qué le importa ba aeste im bécil deshonr ado que el público consider ar a su "ex piación" como "valiente" o no? Dur ante años ha bía estado dejando las huellas de su vileza por todas partes, y f inalmente cuando los perros de la ley siguieron su pista no pudo pensar en nada mejor que tum bar se ydejar que masticar an su garganta. Sin duda, si el demonio asegur ar a el buen talento deber íasubir su tasa salarial.
Todo esto tiene su "lección par a los padres": detened este cultur a sin sentido ni pro pósito de los "carácteres mor ales" de vuestros hijos, desarrollando en su lugar susintelectos. R e primid sus tendencias emocionales y enseñadles a pensar . Sólo la per sona que ha sido educada par a pensar se puede creer que sienta. Cerr ad vuestr as escuelas dominicales,
a bolid vuestr as clases de la Biblia y f undad más "facultades impías". No me quejo de la reli-gión; los que viven de enseñar la me han dicho que es una buena pre par ación par a el otro mundo. En este mundo sus catedráticos son demasiado dados al robo ±y por tanto los lógicoscualif ica-dos del ti po seglar los aplauden dentro de la cár cel.
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(Wasp, 5 de julio de 1884)
Algunos de nuestros lectores parecen sentir, y a otros les conmueve, una gr an preocu pación por la "política" de este periódico. No tiene "política", pero es r azona blemente rico en convicciones políticas, algunas de las cuales creemos ha ber con-signado con suf iciente
per spicuidad y criterio; reservamos otr as par a posterior comentario.
Si par a cuando los Demócr atas hayan hecho su "progr ama elector al" y sus pro puestas, yel sondeo esté tan avanzado que revele por deba jo de las gener alidades, los tó picos y lafar amalla del entusiasmo partidista el pro pósito real de am bos partidos, tenemos la buenasuerte de discernir un balance de honestidad y sa bidur ía en un lado o el otro, favoreceremosese lado.
Pero al obr ar así modestamente renunciaremos al honor de "pertenecer " a uno; ladistinción de "pertenecer " a algo o a alguien no es lo que codiciamos.
Par a consuelo de los varios lectores más am biciosos "pertenecientes" al partido
R e publicano y aparentemente orgullosos de su pro pietario, podemos ex plicar que no noshemos "pasa-do" a los Demócr atas. En las últimas semanas los R e publicanos, ha biendo
proclamado en primer lugar su o posición y dispuesto a sus jef es en la vanguardia, han sido conmovidos con el mayor entusiasmo, han castigado a sus gongs con la f or malidad másenérgica ± han emitido en conjunto más escándalo, dispar ates y perver sidad que suso ponentes.
Como este periódico existe en parte, por su puesto, par a salvar al país, pero princi palmente par a convertir lo en una residencia incómoda par a los canallas e im béciles, instintivamente hemos of recido más espacio a la consider ación del primitivo R e publicano, cómo crece, que a la observación del recién sem br ado Demócr ata, el cual todavía no haflorecido. Empujará hacia arriba y florecerá a la semana que viene, y nos prometemos anosotros mismos un placer poco común al re primir su lozanía cortando sus renuevos yhumedeciendo su bul bo con un chorro tr anquilizante de ácido nítrico.
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(Wasp, 7 de marzo de 1885)
Dos gobiernos euro peos han encargado recientemente a una compañía americanasuf icientes cartuchos como par a matar a ciento cincuenta millones de hom bres. Es a tr avés de
pequeños incidentes de ese ti po la maner a en la que vislum br amos de vez en cuando el
progreso de la civilización cristiana, y obtenemos una noción justa de lo que el evangelio de paz en la tierr a y de buena voluntad hacia los hom bres ha hecho en sólo dieciocho siglos.Almacenadas hoy en los ar senales de las naciones cristianas más ilustr adas hay suf icientes balas par a matar a todos los hom bres, mujeres y niños sobre la tierr a. Ha blemos de paz, her-manos míos ± elevemos nuestr as colas, nivelemos nuestr as orejas, ba jemos nuestr asmandí bulas y cantemos tonter ías piadosas de calidad su perior sobre la influencia humanizante de nuestr a bendita religión. ¡Toma!, hay más cristianos asesinados por cristianos en unadécada que paganos por paganos en diez. Y cada vez va a peor . El siglo pasado f ue el mássangriento, pero f ue su per ado por la primer a mitad del presente, a la que los primerosveinticinco años de la mitad restante excedieron en terror . Puedes evangelizar el mundo con la
prof undidad de un pie y agitar los tir antes de los pulmones "saludando el amanecer de unanueva er a". Puedes desenca jar los br azos componiendo falsos remedios par a la guerr a. Puedes
mimar cualquier engaño que pref ier as, y publicar tu pro pia receta de dulce11 sagr ado. En cuanto a mí, continuar é saludando a todos los varones cristianos recién nacidos y les dar é eltr atamiento de coronel.
11 En el original inglés nos encontr amos con el tér mino f udge. Se tr ata de una voz americana que designa un dulce suave hecho de azúcar, mantequilla y leche, al que se añaden con f recuencia otros sa bores: es el caso delchocolate walnut f udge, o dulce de chocolate y nueces.
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ENSAYOS
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EL RELATO BREVE(1897)
"El relato breve clar amente es siempre un es bozo. No puede ex presar lo que es lo másnotorio en toda la liter atur a -la inter comunión de per sona jes humanos, sus yuxtaposiciones, sus contr astes... No es una f or ma artística su perior, y su reciente y extrema po pularidad indicadecadencia mucho más que progreso."
Esto f ue dicho por Edgar Fawcett, un autor de no poca eminencia e importancia en su tiempo. Las cosas más destacadas en toda la liter atur a son tan a bundantes y obvias, aparentemente, como las causas únicas del ocaso del poder romano, sin em bargo siendo que se descubren nuevas continuamente, es justo presu poner que el suministro es inagota ble; yFawcett, un hom bre ingenioso, pudo encontr ar una y catalogar la. La que descubrió segur amente ser ía tan buena como otr a y a bundar ía en su pro pia obr a -y Fawcett no escribió relatos breves, sino sumamente largos. Así que "la inter comunión de per sona jes humanos", etcéter a, se mantiene en vigor . Sin em bargo, una cosa bastante importante en toda la liter atur aes el poder par a interesar al lector . Quizás el autor que tenga lo otro bien puede renunciar aesto, pero su presencia es observa ble, de alguna maner a, en gr an parte de la obr a que está desprovista de ese elemento poliónimo
12 advertido por los Sres. Fawcett, Thomas, R ichard yHenr y. Teniendo en mente este asunto, y el hecho añadido de que en sus admir a bles sonetos(por ejemplo) la inter comunión es un factor ausente, estoy dispuesto a creer que Edgar esta ba bromeando.
El relato breve, cito, "no es una f or ma artística su perior "; y por deducción el relato largo -la novela- lo es. Atendamos a esto. Ya que todas las artes son esencialmente una, se dirigen alos mismos sentimientos, avivan las mismas emociones y están sujetas a la misma ley y a lasmismas limitaciones de la atención humana, puede ser útil consider ar algunas de las artesdif erentes de la liter aria y ver lo que podemos sacar de la compar ación. Espero que se admitaque incluso en su aspecto exterior la Iglesia de San Pedro es una obr a de arte su perior . ¿Pero
es R oma una obr a de arte su perior? ¿Se hizo alguna vez, o pudo mediante reconstrucción hacer se así? Ciertamente no, y la r azón es que todo no puede atr aer la atención de una vez.Puede que se pamos que las varias partes están coordinadas e interrelacionadas, pero no
per cibimos ni sentimos la coordinación ni la interrelación. Una ó per a, o un or atorio, que se oyen de un tirón pueden ser artísticos, pero si a la maner a de una obr a de teatro china se extendier a a tr avés de las tardes de una semana o de un mes, ¿qué ser ía? La única f or ma de conseguir la unidad de ef ecto de una novela es cerr ar la y mir ar las tapas.
No sólo es la novela, por la r azón dada, y por otr as, una f or ma artística imper f ecta, sino que a causa de su imper f ección no tiene un lugar per manente en la liter atur a. En Inglaterr afloreció hace menos de siglo y medio, empezando con R ichardson y f inalizando con Thack er ay, desde cuya muerte proba blemente no se ha escrito ninguna novela que merezcaatención; aunque por lo que se ref iere a esto, no se puede af ir mar categóricamente, ya que de
la incalcula ble multitud escritas sólo unas pocas han sido leídas por jueces competentes, y de estos jueces pocos de hecho han pronunciado un juicio que sea par a ar chivo. Las novelas se
producen todavía en a bundancia sospechosa y se leen con una aclamación pésima, pero lanovela de hoy no tiene ningún arte más claro y mejor que el de sus f r ases individuales -el arte del estilo. Eso servir ía si tuvier a estilo.
Entre las otr as r azones por las que la novela carece tanto de arte como de per manenciaestá ésta -es un mero re porta je. Es verdad, el re portero crea su argumento, incidentes y
12 Es nuestr a tr aducción de polyonymous.
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per sona jes, pero eso mismo es un def ecto, al situar la obr a en un plano clar amente inf erior alde la historia. La atención no se prolonga con lo que podr ía suceder, pero no sucedió, a losindividuos; y es un canon de este negocio que nada debe f or mar parte de la novela que
pudier a no ha ber ocurrido. La "proba bilidad" -que no es sino otro nom bre par a el tó pico- es laidea f undamental. Cuando se inf ringe, como en la f icción de Scott y en la princi pal de Hugo, la obr a es una novela sentimental13
, otr a materia su perior, dirigida a facultades su periores con
una insistencia más apremiante. La incapacidad singular par a distinguir entre la novela y lanovela sentimental es una de las ine ptitudes capitales de la cr ítica. Es como el natur alista que hace una especie única de las ardillas y las alondr as. Al igual que la novela, el relato breve
puede arr astr ar en cada movimiento una cadena creciente de proba bilidad, pero existen menosmovimientos. El relato breve, por lo menos, no empalaga la atención, no conf unde con impresiones sobre puestas y no borr a su pro pio ef ecto.
Se ha hecho gr an tr a ba jo en las novelas. Eso es sólo decir que los gr andes escritores lashan escrito. Pero los gr andes escritores pueden err ar en su elección de medios liter arios,
pueden elegir los intencionadamente por algo más que sus posibilidades artísticas. Puede suceder que un genio esté más preocu pado por el benef icio que por la excelencia - por la
po pularidad liger a que surge del seguimiento de una moda liter aria que por la sagr ada f e a un lento renom bre. Los aplausos de la multitud pueden ser dulces al oído, el sonido del dinero
que se oye a intervalos se agr adece en la carter a. A su don de genio los dioses no añaden seguridad contr a su mala dirección. O jalá lo hicier an. O jalá prohibier an su dif usión en lanovela, al igual que hicieron con la existencia del género dur ante muchos siglos. ¿Qué más de lo que dieron podr íamos ha ber recibido de Virgilio, Dante, Tasso, Camoens y Milton si no hubier an encontr ado el poema épico pre par ado par a sus equivocadas manos? Que no hayan en el Elíseo lechos de asf ódelo14 y molibdeno15 par a su robusto inventor, si él f ue Homero u "otro hom bre del mismo nom bre".
El arte de escribir relatos breves par a las revistas de la época no se adquiere. El éxito de pende de un ti po de incapacidad que debe "nacer dentro" de uno -no viene al reclamo. Laantor cha debe pasar la línea a tr avés de las manos inútiles de un ilustre lina je de ante pasados
prognatos ignor antes del f uego. Y es que la antor cha no tiene ni luz ni calor -es, en verdad, incom bustible. Irr adia oscuridad y todas las som br as caen sobre ella. El relato par a revistas no debe contar nada: al igual que los "agujeros" del Dr . Hern en el éter luminiscente, es algo en lo que nada puede suceder . Es verdad, si la cosa se escribe en un "dialecto" tan a bomina ble que nadie con sentido lo lee, o tan ininteligible que nadie que lo lee lo comprende, puede contar algo que sólo el espíritu afín del escritor quiere sa ber; pero si se narr a en cualquier lengua humana la acción y el incidente le son fatales. No debe provocar ni pensamiento ni emoción; únicamente ha de excitar de los ba jos de la inteligencia de sus lectores el sedimento que a ellos les satisface denominar sentimiento, enturbiando todo su estanque mental y borr ando las imágenes reflejadas de su entorno natur al.
El director de esta escuela liter aria es el Sr . Howells16. Desprovisto de esa su prema ycasi suf iciente cualidad liter aria, imaginación, hace no lo que quisier a, sino lo que puede -
13 Es nuestr a tr aducción de romance.14 Se tr ata de una planta liliácea de flores blancas y hojas en f igur a de espada.15 El molibdeno es un metal de color y brillo plomizos, malea ble y dif icilmente f usible, que se emplea en lafa bricación de aceros especiales.16 Bier ce se ref iere aquí al escritor estadounidense William Dean Howells (18371920), uno de los iniciadores de la escuela realista en su país. Nació en Martins Ferr y y murió en New Yor k. Creció en un am biente f ronterizo yse autoeducó en la pequeña imprenta de su padre. Fue cónsul de Estados Unidos en Venecia, donde estuvo cuatro años, escribiendo libros de via jes. A su regreso f ue director de varios diarios, entre ellos el AtlanticMonthly. Entre sus obr as destacamos Their Wedding Journey, A Modero Instance, The R ise of Silas Lapham, Indian Summer, The Landlord at Lion's Head, Venetian Lif e, /tallan Journeys, y Tuscan Cities.
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toma notas con los ojos y los oídos y las "escribe" como cualquier otro re portero. No puede contar nada exce pto algo semejante a lo que ha visto u oído, y en su mar cha per sonal a tr avésde las calles rectangulares y entre los setos recortados de Filistia, con sus conocidas solteronascultas haciendo reverencias desde las puertas, no ha visto ni oído nada que merezca narr ar se.A pesar de todo cuenta lo que debe y, ha biéndolo contado, lo def iende. Dur ante años dirigió un de partamento de cr ítica con un único pro pósito de ex poner las teor ías adicionales y
princi pios que son la descendencia de sus pro pias limitaciones.Las aclar aciones de estas teor ías y princi pios él las ex plica ba con insistencia infatiga ble
como pruebas de que el arte de la f icción es hoy un arte más ref inado que aquel conocido por nuestros ignor antes padres. ¿Qué sa bía Scott, incluso Thack er ay, de la sutil psicología de lasqueridas solteronas de Nueva Inglaterr a?
Quiero ser justo: el Sr . Howells tiene capacidades consider a bles. Sólo es inaguanta ble en la f icción y cuando, en la cr ítica, crea leyes de la f icción con un ojo sobre su ensayo y elotro sobre un catálogo de sus pro pias novelas. Cuando no acarrea esa pesada carga, posee un ritmo mental bastante masculino. No tiene relaciones muy prof undas con el idioma inglés,
pero en muchos temas, y cuando menos lo esper as de él, piensa con tal precisión como par adominar momentáneamente un voca bulario desobediente y excluir la pala br a equivocada. De vez en cuando vislum br a f ortuitamente su tema en un detalle incidental y cuenta con
magníf ica vivacidad lo que no es. Lo único que nunca ve es la cuestión que él ha planteado por equivocación, deter minándola en consecuencia contr a sus convicciones. Si el Sr . Howellsno hubier a escrito nunca f icción su cr ítica novelística divertir ía, pero la imaginación, que
puede concebir lo escribiendo un buen relato, ba jo cualquier cir cunstancia ser ía una posesión liter aria preciosa, capacitando a su pro pietario a escribir uno mejor .
Por lo que se ref iere a la f icción, todas las revistas son tan parecidas como un vacío aotro, y todos los meses son lo mismo que f ueron el mes anterior, con la exce pción de que en sus números de vacaciones al f inal del año su vacuidad es un poquito intensif icada por esaesencia de total insi pidez, el "relato de Navidad". ¡La f icción po pular ha descendido hasta unaestu pidez infame -se dirige a un gusto tan ba jo, que creo de verdad que es leída por aquellosque la escribieron!
Como ciertos directores de periódicos parecen pensar que un incidente trivial posee unainvestidur a digna e importante por ser telegr af iado a tr avés del continente, estos cuentistas de la Escuela del R e portero sostienen que lo que no es interesante en la vida llega a ser interesante en las letr as -las actuaciones, pensamientos, sentimientos de la gente corriente, lasvidas y los amores de los tontos, don nadies, ignor antes y millonarios; de la gente del pueblo, la doncella rur al cuya gr acia espiritual no es incompatible con la costum bre de tro pezar con sus pies, el negro soñoliento, el "Buscapiés"17 comebarro18 de las colinas de Carolina del
Norte, la per sona de sociedad y el ha bitante del suroeste de Missouri. Incluso cuando losescritores cometen inf r acciones en su pro pio Decálogo liter ario al hacer que sus creaciones ycreacionasl19 of rezcan algo pintoresco, o digamos algo digno, anublan el' milagro con tal
multitud de inso porta bles detalles descri ptivos que el lector, como turista que visita unacascada artif icial en un lugar de ver aneo de Nueva Inglaterr a como último recur so, paga un tributo a cada paso de su camino hacia la Octava Mar avilla. ¿Se nos da diálogo? No essuf iciente narr ar lo que se dijo, sino que el documento ha de ser autentif icado mediante la
17 Nuestr a tr aducción de cr ack er . Se tr ata de un cohete sin varilla que, encendido, corre por el suelo.18 Nuestr a tr aducción de clayeating.19 Bier ce introduce el tér mino creationesses de fa bricación pro pia, otorgando así, tam bién, un carácter f emenino al proceso creativo del escritor . Se entiende dicha introducción desde una constatada ironía, dada su misoginia. Nosotros lo hemos tr aducido como creacionas.
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enumer ación de los objetos inanimados - por lo común muebles- que tuvieron el privilegio de estar presentes en la conver sación. Y cada inter locutor debe ejecutar ciertos o inciertosmovimientos de sus miem bros o de sus ojos antes y después de emitir su discur so. Todo esto, en medio de tal pródigo exceso de escasas alusiones, exigía, cuando se exigía, que laverosimilitud conf ir mar a su a bundante inser ción en inter és pro pio. No obstante el entorno inanimado es precisamente como aquel cuya presencia per f or a nuestr as vidas, y los
movimientos son los que todos los seres humanos hacen en todos los momentos en que tienen la desgr acia de estar despiertos. Uno podr ía su poner que par a esta burguesía y chiquiller íatodo en el mundo, a exce pción de lo que es realmente nota ble, es "rico y extr año". Se creen sólo ellos capaces de hacer lo así a tr avés del cam bio mar ítimo que suf rirá al ser arrojado alestanque de los patos de una imaginación artif icial y ser desechado de nuevo.
Entre las leyes que Catón Howells ha dado a su senadito, las cuales sus senador citos nosimpondr ían al resto de nosotros, se halla un estatuto inhibitorio contr a una violación de esta"proba bilidad" -y par a ellos nada es proba ble f uer a del estrecho dominio de la ex perienciamás corriente del hom bre corriente. Sa ben que todos los hom bres y las mujeres a veces, muchos hom bres y mujeres f recuentemente, y algunos hom bres y mujeres ha bitualmente, obr an según motivos enigmáticos y de una maner a que no se conf or ma a sus vidas, natur alezas y condiciones. Sa ben que la "verdad es más extr aña que la f icción", pero no que esto tenga algún signif icado o valor práctico en las letr as. Es al que goza del conocimiento más amplio, del sentimiento más prof undo, de la observación y penetr ación psicológica másintensas, al que la vida le parece más llena de espíritus oníricos, de demonios inf ernales, de tum bas que bostezan en las sendas que conducen a la luz, de existencias no terrenales, malignas y benignas -ministros de la gr acia divina y ministros del juicio f inal. El ojo más f ieles aquel que per cibe la som br a y el presagio, las manos muertas que se extienden, la luz que es cor azón de la oscuridad, el cielo "lleno de rostros terribles y br azos ardientes." El oído másf iel es el que oye
Voces celestiales en el aire de medianoche, Solas, o sensibles cada una a la nota de las otr as,
Cantando
no a "su gr an Creador ", tampoco una melodía negr a; no, ni a la última favorita delsalón. En resumen, aquel par a quien la vida no es pintoresca, encantador a, asom brosa, terrible, le es negado el don y la facultad divinos, y al no ser poeta no puede escribir prosa. No
puede narr ar nada por que no sa be nada. No tiene un conocimiento per f ecto de la Natur aleza(con la cual él quiere decir, de una maner a vagamente gener al, el reino vegetal) y puede encontr ar igualmente
Su signif icado secreto en sus actosque discernir y comentar la ley inmuta ble
que sirve de base a la coincidencia.
Su pongamos que he escrito una novela -que Dios no per mita que la haga. En el último capítulo mi héroe auxiliar se enter a de que el héroe princi pal le ha su plantado en los af ectos
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de la heroína20. Vaga sin rum bo por las calles de la ciudad dur miente y entr a en una silenciosa plaza pública tr as los dedos de sus pies. Allí después de las o portunas angustias mentales o ptacon nobleza de alma por mar char se par a siempre de un mundo en donde su presencia no
puede dejar de ser desagr ada ble par a la consciencia de la dama. Muestr a señales de locainquietud y se dirige a toda prisa hacia la bahía, donde hay la suf iciente agua como par aahogar se. ¿Se tir a? No, no lo creo. Encuentr a un remolcador de vapor allí y, em bar cándose,
ba ja a las calder as. Al a brir una de las puertas de hierro del horno, que muestr a una rendija lo bastante amplia par a dejar le entr ar, se introduce en los carbones encendidos y allí, sin un grito, tiene una muerte incuestiona blemente ingenua de color rojo cereza. Con eso el relato aca ba y la cr ítica empieza.
Es f ácil imaginar lo que dicen: "Esto es demasiado"; "insulta la inteligencia del lector "; "es apenas más impactante por su atrocidad que re pugnante por su desafío insensible yantinatur al a la proba bilidad"; "el arte deber ía tener alguna relación f ácil de encontr ar con loshechos de la ex periencia humana."
Bien, eso es lo que exactamente sucedió una vez en el cuarto de calder as de un remolcador situado en un muelle de San Fr ancisco. Lo único es que al hom bre no le ha bíadece pcionado el amor, ni ninguna otr a cosa. Er a un ti po de per sona alegre, induda blemente sensato, ceremoniosamente cortés y lo bastante consider ado (evidencia de un buen cor azón)
como par a evitar, a quien le pudier a interesar una ex plicación escrita, def inir su hazaña como "un acto temer ario."
¿Proba bilidad? Nada es tan improba ble como lo que es verdadero. Es lo inesper ado lo que sucede; pero no todo aca ba ahí; es tam bién lo improba ble -se podr ía casi decir lo imposible. Por ejemplo, John conoce a y se casa con Jane. John nació en Bom bay de unos
padres pobres y detesta bles; Jane, hija de un brillante hidalgo, en un bar co que navega ba de Vladivostok a Buenos Aires. ¿Algún ca ballero que haya escrito una novela realista en la que algo tan casi f uer a de lo común como que se per mitier a que tuvier a lugar una boda, tendr ía la bondad de calcular, por sus nacimientos, cuáles ser ían las posibilidades de que John conocier aa y se casar a con Jane? Ni una en mil -ni una en un millón -¡ni una en un millón de millones!Consider ado desde una per spectiva un poquito anterior en el tiempo, er a casi inf initamente imposible que cualquier acontecimiento que hubier a ocurrido ocurrier a -cualquier acontecimiento digno de contar se en un relato. Siendo todo tan misteriosamente improba ble, me asom br a que los novelistas de la escuela de Howells tengan la audacia de relatar lo. Y con toda sinceridad ojalá no la tuvier an.
La f icción no tiene nada que ver con la proba bilidad; el escritor competente no le prestani un momento de atención, exce pto par a hacer que lo que se cuenta parezca proba ble en lalectur a - parezca verdadero. Su pongamos que él cuenta lo imposible; ¿qué pasa entonces? ¡Toma! él no ha sino cruzado la línea par a entr ar en el reino de la aventur a sentimental, elreino de Scott, Def oe, Hawthorne, Beckf ord y los autores de las Mil y una noches -la tierr a de los poetas, el hogar de todo lo que es bueno y dur adero en la liter atur a de la imaginación.¿Estos ti pillos, los denominados realistas, piensan alguna vez en la excelente compañía que se niegan a sí mismos al limitar se a sus tor pes pies y per seguir sus narices estú pidas a tr avés de
la estéril tierr a de acá, mientr as que justo más allá de las Montañas Deliciosas se extiende luminoso el Valle de los Sueños, con sus gr andes inmortales, coronados de amapolas? En f in, ¡la sociedad de los historiadores sola ser ía una distinción y una gloria!
20 Bier ce utiliza el voca blo shero, de fa bricación pro pia, par a designar a la herona. Se tr ata de un truco lingüístico irónico par a deter minar el género f emenino, shero, f rente al masculino, hero.
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FORMAR A UN ESCRITOR (1899)
Existe mucha ignor ancia po pular sobre la escritur a; se piensa comunmente que la buenaescritur a proviene de un don natur al y que sin el don no se puede dirigir el modo de ejecutar la. Esto es verdadero par a la gr an escritur a, pero no par a la buena. A aquel con una buena inteligencia natur al y mediana educación se le puede enseñar a escribir bien, al igualque se le puede enseñar a dibujar bien, o a jugar al billar bien, o a dispar ar con un rifle bien, etcéter a; pero hacer cualquier a de estas cosas magníf icamente es otro asunto. Si no se puede hacer una obr a genial, vale la pena hacer una buena obr a y consider ar la gr ande.
He tenido alguna pequeña ex periencia en enseñar composición en inglés, y algunos de mis alumnos son lo suf icientemente buenos como par a per mitir me estar bastante orgulloso de ellos. A otros sólo los he podido animar, y unos pocos recordarán mis esf uerzos por disuadir los. Ahor a no creo que merezca la pena enseñar a un alumno a escribir mer amente bien, pero si me dan a uno capaz de escribir excelentemente, y cinco años par a f or mar lo, no le dejar ía que unier a pluma y papel dur ante al menos dos años -exce pto par a tomar notas. Se deber ían dedicar esos dos años a ensanchar y f ortalecer su mente, a enseñar le cómo pensar y adar le algo en qué pensar -a agudizar sus facultades de observación, disi pando sus ilusiones ydestruyendo sus ideales. Eso doler ía: se rebelar ía algunas veces, sin duda, y tendr ía que ser aplacado con una dieta de pan y agua y un poema sobre el regreso de nuestros héroes de Santiago.
Si le cogier a leyendo un libro recién publicado, salvo a modo de penitencia, ser ía duro con él. De nuestr a cultur a moderna tendr ía suf iciente con leer a los antiguos: Platón, Aristóteles, Mar co Aurelio, Séneca y ese gru po -custodios de la mayor parte de lo que esdigno de sa ber . Podr ía retener lo que su pier a de matemáticas su periores si él hubier a sido tan
pródigo en su tiempo como par a adquirir algo, y podr ía aprender suf iciente ciencia par a hacer que la pref irier a a la poesía; pero sa ber por Euclides21 que los tres ángulos de un triángulo son
iguales a dos ángulos rectos, par a no sa ber aún por Epicteto22
cómo ser un digno invitado en la mesa de los dioses, ser ía consider ado una inf r acción de contr ato.Sin em bargo este joven af ortunado de brillante f uturo deber ía aprender a ado ptar
per spectivas de conjunto, a sostener gr andes convicciones y a hacer amplias gener alizaciones.Por ejemplo, deber ía olvidar que es americano y recordar que es un Hom bre. No deber ía ser ni cristiano, ni judío, ni budista, ni mahometano, ni ador ador de ser pientes. Con respecto a loscriterios locales de lo correcto y lo incorrecto deber ía ser civilmente indif erente. En lasvirtudes, su puestas, deber ía sólo discernir las notas preliminares de una conveniencia gener al; en los princi pios mor ales f ijos sólo predecisiones, que ahorr ar an tiempo, de casos no
presentados todavía ante el tribunal de la consciencia. La f elicidad deber ía revelar se a su creciente inteligencia como el f in y pro pósito de la vida; el arte y el amor como los únicosmedios de f elicidad. Deber ía liber ar se de todas las doctrinas, teor ías, etiquetas, políticas,
simplif icando su vida y su mente, logr ando claridad con anchur a y unidad con altur a. Un
21 Euclides f ue un geómetr a griego que vivió en los siglos IV y III a. de J.C., f undador de una escuela en Alejandr ía. Sus princi pios han servido de base a la geometr ía dur ante dos mil años. Algunas de sus obr as se han perdido. Entre las conservadas f igur an Elementos, Datos, Óptica y Fenómenos.22 Epicteto f ue un f ilósof o griego estoico, del siglo 1, nacido en Frigia. Vivió en R oma primero como esclavo yluego como liberto, y en Nicó polis (Epiro). Su doctrina es esencialmente mor al y tiene muchos puntos de contacto con el cristianismo, en cuanto ace pta la voluntad divina, recomienda el dominio de las pasiones y pro pugna la per f ección interior . Sus enseñanzas -condensadas en Manual de Epicteto y Discur sos- f ueron recogidas por su discípulo Flavio Arriano.
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continente no le deber ía parecer amplio, ni un siglo largo. Y ser ía necesario que su pier a ytuvier a siempre presente en su consciencia que éste es un mundo de tontos y canallas, cegado
por la su per stición, ator mentado por la envidia, consumido por la vanidad, egoísta, falso, cruel, maldito de ilusiones -¡una locur a su per f icial!
Aprendemos en el suf rimiento lo que enseñamos en el canto -y en la prosa. R ogar ía que mi alumno se equivocar a de vez en cuando, ex perimentando las venta jas educativas del
remordimiento; que se entretuvier a con algunos de los vicios más mordaces. Me complacer íamucho si la Fortuna de positar a sobre él, ocasionalmente, una triste desgr acia. Por ejemplo, ser ían bienvenidas una o dos pérdidas familiares, aunque no me preocu par ía por tomar parte en ello. Debe tener alegr ía, tam bién -Oh, una inconmensur a ble cantidad de alegr ía; y odio, ytemor, esper anza, desesper ación y amor -amor inagota ble, una provisión per manente. Debe ser pecador y sucesivamente santo, héroe, inf eliz. Ex periencias y emociones -son necesarias
par a la vida liter aria. Par a el gr an escritor son tan indispensa bles como el sol y el aire par a larosa, o las útiles y gr asientas exhalaciones comestibles par a los sapos. Cuando mi alumno haya tenido dos años de todo esto se le per mitirá probar su mano de aprendiz en un relato
por cino de pala br as de una síla ba. Y consider ar ía muy ama ble y cordial que el Sr . George Sylvester Vierick consintier a en ser el cerdo.
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LA MUJER EMANCIPADA
Lo que a mí me gustar ía sa ber es de qué maner a "la ampliación de la esf er a de la mujer "
debido a su entr ada en varias actividades de la vida comer cial, prof esional e industrial benef icia al sexo. Puede que agr ade a Helen Gougar y satisfaga su sentido de exactitud lógicadecir, como ella dice: "Nosotr as las mujeres debemos tr a ba jar par a ocu par los puestos que se han quedado vacantes por hom bres alcohólicos." Pero ¿quiénes ocu paron estos puestos antes? ¿Esta ban vacantes, o ha bía entonces aspir antes dece pcionados como ahor a? Si mi memoria no me falla, no ha ha bido ningún momento en el per íodo que a bar ca en que el suministro de tr a ba jadores -a bstemios- no f uer a su perior a la demanda. Que ha sido siempre así está de sobr as conf ir mado por la univer salmente inadecuada tasa salarial.
Los patronos r ar a vez, y nunca dur ante mucho tiempo, no consiguen todos lostr a ba jadores que necesitan. El campo en el que las mujeres han colocado sus hoces esta ba yalleno de segadores. Cualquier empleo que las mujeres han obtenido ha sido quitando el puesto a los hom bres -quienes por otr a parte apoyar ían a las mujeres. ¿Dónde está la venta ja gener al?
Podemos gritar "ar ancel elevado", "com binación de capital", "desmonetización de la plata", yqué se yo qué más, pero si indagamos en la causa del aumento de la pobreza y del crimen, del"descontento industrial" y del mal de los vagos, en lugar de ex plicar la dogmáticamente, deber íamos tener presente esta enor me y re pentina adición al número de tr a ba jadores que buscan tr a ba jo. Si alguien piensa que dentro del breve per íodo de una gener ación elsuministro visible de tr a ba jo puede aumentar se enor memente sin af ectar en prof undidad a laesta bilidad de las cosas y hacer un ef ecto desastroso en los intereses de los asalariados, que ninguna voz of ensiva disi pe su sueño de tales agencias maléf icas como su entendimiento soñoliento pueda gozosamente af ir mar . Y dejemos que nuestr as Viudas de Ashur arremetan en def ensa de falsos remedios par a los males de los cuales ellas mismas son causa; es verdad que cuando la contienda de dos leones por un hueso es exacerbada por la accesión de unaleona, la disputa no se sosiega azuzando algunos osos en la jaula contigua.
Induda blemente la mujer no está obligada a sacrif icar se por el bien de su sexo privándose de un empleo necesitado con la esper anza de que pueda recaer en un hom bre obsequiado con mujeres de pendientes. Sin em bargo nuestr as f elicitaciones son másinteligentes cuando se otorgan a su ca beza individual que cuando son tamizadas a tr avés del
pelo de todas las hijas de Eva. Éste es un mundo de complejidades, en el que las líneas de inter és están tan enmar añadas que tr ansgreden con f recuencia la del sexo; y tan am bicioso como par a facilitar no más que a la mitad de la r aza a que se pa con provecho que todo esf uerzo encaminado a ese f in provoca un daño de contr apeso. La "ampliación de laso portunidades de la mujer " ha benef iciado a mujeres individuales. No ha benef iciado al sexo como un todo, y ha perjudicado clar amente al género. La mente que no puede discernir unaveintena de gr andes e irre par a bles males gener ales nítidamente def inibles como "emanci pación de la mujer " es tan inex pugna ble a la luz como un sapo en una roca.
Un nota ble demérito del nuevo orden de cosas -el r égimen del servicio comer cialf emenino- es que su venta ja princi pal corresponde, no a la r aza, no al sexo, no a la clase, no ala mujer individual, sino a la per sona de menos necesidad y valor -el patrón. (No existen
patronas en una pro por ción consider a ble, pero las que tenemos podr ían of recer a los patronosuna instrucción útil en la pulverización de los rostros de sus empleados.)
Este incremento constante del ejér cito la bor al -siempre y por todas partes demasiado gr ande par a el tr a ba jo a la vista- por la accesión de un nuevo contingente de o primibles
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natur ales hace que los dientes del anciano Munniglut se estremezcan con un intenso placer .Esto introduce esa situación conocida en la que dos tr a ba jadores buscan tr a ba jo -y uno de ellos es una per sona cuyos huesos puede f ácilmente moler par a hacer su pan; y Munniglut esun molinero con ha bilidad y ex periencia, salpicado de la evidencia de su provechoso of icio.Cuando el Cielo ha ayudado a las Hijas de la Esper anza a a brir a las mujeres una nueva"avenida de o portunidades" el primero en entr ar y pasear por allí, como Dios en el Jardín de
Edén, es el buen Sr . Munniglut, quien alisa con satisfacción los pliegues de la pendiente su perior de su panza, destilando el peculiar aroma de su per sonalidad oleaginosa y adornando la nueva calzada con el líquido derr amado de una honr adez estimulada a la acción a tr avés delsa bor a su pro pia identidad. Y después siempre la sutil insinuación de un gr asiento f ilisteísmo
per manece a lo largo de esa senda de progreso como una declar ación de un derecho de posesión.
Es la pro pia verdad cristalina de Dios el que al relacionar se con mujeres lo bastante desaf ortunadas como par a ser obligadas a ganar se la vida y lo suf icientemente af ortunadascomo par a ha ber arr ancado al Destino una o portunidad de obr ar así, los hom bres de negocioslas tr aten con casi la misma delicada consider ación que muestr an con perros y ca ballos de r azas inf eriores. No suele ocurrir que el acaudalado hom bre de carrer a liber al, o elcomer ciante destacado se avergüencen de añadir a sus miles anuales una parte del salario justamente debida a su tenedor a de libros o a su mecanógr afa, la cual se sienta delante de éltodo el día con la barriga vacía par a poder vestir su espalda. Él tiene una noción vaga yconf usa de que la ley de la of erta y la demanda es obligatoria, y que al someter se a esa ley
pagándole la mitad de lo que tendr ía que pagar a un hom bre de ef iciencia inf erior, está suministr ando al mundo un noble ejemplo de obediencia. Debo tomar me la libertad de recordar le que la ley de la of erta y la demanda no es imper ativa; no es un estatuto sino un f enómeno. El puede contestar : "Es imper ativa; el castigo par a la desobediencia es el f r acaso.Si yo pago más en salarios y jornales de lo que necesito, mi competidor no lo hará; y con esaventa ja me sacará del campo." Si su margen de benef icio es tan pequeño que debe su plir lasdef iciencias acuñando el sudor de sus tr a ba jador as en níqueles23
, no tengo nada que decir le.Hagamos que ado pte el motto en paz: "Estaf o par a comer ." No sé por qué él deber ía comer,
pero la Natur aleza, que ha pro por cionado el sustento par a el gorrión con gusanos, par a el búho con gorriones y par a el águila con búhos, aprueba al hom bre necesitado de víctimas yhace un sitio par a él en la mesa.
La natur aleza humana está bastante bien equilibr ada; par a cada virtud ausente hay un tosco sustituto que servirá en caso de necesidad -al igual que la astucia es la sa bidur ía delimprudente, y la f erocidad el valor del cobarde. Nadie es totalmente malo; el sinvergüenzaque se ha enriquecido pagando mal a los tr a ba jadores de su f ábrica, alguna vez f undará un asilo par a marineros indigentes. Oprimir a los pro pios tr a ba jadores de uno, y mantener a lostr a ba jadores del vecino -despellejar aquellos al cargo de los pro pios intereses de uno mientr asque se coloca entre algodones y se engr asa el producto residual de la peleter ía del otro- no esmuy buena benevolencia, pero sirve en lugar de am bos. El hom bre que come páté de f oisgr as
ante el sudor del rostro de su ca jer a, o lleva lino f ino y púr pur a par a que su mecanógr afa pueda tener un vestido eoceno y un som brero plioceno, parece un especimen toler a blemente satisfactorio del género ladrón; pero no olvidemos que en su pro pio hogar -uno bastante bueno- puede que disf rute y sea digno de ese título tan importante y honor íf ico en la lista delfavor f emenino, "un buen proveedor ". El que reclama esa brillante distinción deber ía disf rutar
23 Es la tr aducción de nick el, moneda estadounidense y canadiense de cinco centavos.
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de inmunidad ante la cuestión groser a y molesta, "¿De las espaldas y las barrigas de quién suministr a usted?"
Se aca baron los resultados materiales ante el sexo. ¿Cuáles son los resultados mor ales? A uno no le gusta ha blar de ellos, particular mente a aquellos que no sa ben y no pueden sa ber -a las buenas mujeres en cuyas mentes inocentes la inmor alidad f emenina es inse par a ble de
vestidos ostentosos y la car a pintada; a los hom bres necios y eruditos que creen honestamente en alguna santidad protector a que rodea a las mujeres. Si los hom bres del mundo con añossuf icientes como par a ha ber vivido entre el antiguo r égimen y el nuevo testif icar an en este asunto, sobrevendr ía un gr an crujido de huesos secos en los cor piños de las damasref or mistas. Más aún, si el joven de la ciudad, que no sa be nada de cómo f ueron las cosas en el "oscuro pasado a bismal", pero sí algo de la distancia mor al entre una criatur a tan lanzadacomo la chica de sociedad y la corriente tr a ba jador a de la f ábrica, la tienda y la of icina, se atrevier a a contar su testimonio ( ba jo gar antía de inmunidad al procesamiento), ser ía unasor presa par a las vírgenes cartilaginosas, las matronas desaliñadas, las viudas desapacibles ylos hom bres peludos de la Emanci pación. Doler ía, tam bién, a algunas per sonas muy dignas
pero distr aídas que no simpatizan con "la causa".
Ciertos hechos signif icativos caen dentro del alcance de todos exce pto los muy jóvenesy los cómodamente ciegos. Par a la mujer de hoy el hom bre de hoy es imper f ectamente cortés.En lugar de la reverencia él of rece su "def erencia"; al lengua je del cumplido ha sucedido ellengua je de las bur las. Los hom bres han olvidado casi cómo hacer una reverencia. No hayduda de que la mujer avanzada pref iere los nuevos modales, como puede que ocurr a con algunas de sus her manas menos avanzadas, juzgándolosmás sinceros. No es así; nuestro atolondr ado
a buelo no decía más que tonter ías exager adas por que el cor azón enreda ba la lengua. Le presta ba a su mujer más atención que nosotros a la nuestr a por que él la quer ía mejor . Nunca laha bía visto en la "tribuna" y en el gru po de presión, nunca la ha bía oído def endiéndose, nuncale ha bía leído las conf esiones de sus pecados, nunca ha bía sentido la presión de su compe-tencia, ni se ha bía sentido ayudado por un contacto per sonal diario al quitar le la flor . No sa bíaque sus virtudes se debían a su vida retir ada, sino que pensa ba, este querido anciano, que er an un don de Dios.
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QUITARSE DE EN MEDIO
Una per sona que pierde el cor azón y la esper anza por la aflicción per sonal ante la
pérdida de un pariente es como un gr ano de arena en la orilla del mar que se queja de que lamarea ha arr astr ado un gr ano vecino f uer a de la vista. El está peor, ya que el gr ano afligido no puede ayudar se a sí mismo; tiene que ser un gr ano de arena y jugar al juego de la marea, ganar o perder; mientr as que él puede mar char se aguardando su o portunidad puede "a bandonar a un ganador ". Pues a veces golpeamos "al que nos sirve la comida" nunca a lalarga, sino r ar a vez y con estacas pequeñas. Pero éste no es el momento par a "cobr ar " ymar char se, ya que no puedes llevar todas tus escasas ganancias contigo. La hor a de a bandonar es cuando has perdido una gr an estaca, tu tonta esper anza de éxito def initivo, tu f ortaleza y tu amor por el juego. Si per maneces jugando, a lo cual no se te obliga, toma tus pérdidas con buen humor y no te quejes. Es difícil de so portar, pero esa no es una r azón por la que deber íasde ser difícil.
Sin em bargo se nos dice con una agotador a insistencia que somos "puestos aquí" con
algún pro pósito (no revelado) y que no tenemos derecho a retir arnos hasta "que seamosllamados" puede que sea por viruela, puede que sea por la cachi porr a de un canalla, puede que sea por la coz de una vaca; el Poder "convocante" (que, según dicen, es tam bién el Poder "poniente") no tiene buen gusto en la elección de mensa jeros. Ese argumento no es digno de atención, ya que es insostenible por la evidencia o por cualquier apariencia de evidencia."Puestos aquí." ¡Claro que sí! ¡Y por el que sirve la comida! Nuestros padres nos ponen aquíeso es lo que todo el mundo sa be; y ellos no tenían autoridad y proba blemente tampoco intención.
La noción de que no tenemos derecho a tomar nuestr as pro pias vidas proviene de nuestr a consciencia de que no tenemos valor . Es la disculpa del cobarde su excusa par acontinuar viviendo cuando no tiene nada por lo que vivir o su provisión ante el f uturo. Si no f uer a egoísta, así como cobarde, no necesitar ía excusas. Al que no se consider a el centro de la
creación y sus penas la angustia univer sal, la vida, si no digna de ser vivida, tampoco es dignade ser a bandonada. El viejo f ilósof o a quien le f ue preguntado por qué no mor ía si, como enseña ba, la vida no er a mejor que la muerte, contestó: "Por que la muerte no es mejor que lavida." No sa bemos cuál es la pro posición verdader a, pero el asunto no merece la pena de ser tr atado, pues am bos estados son so porta bles -la vida a pesar de sus placeres y la muerte a
pesar de su re poso.Er a la o pinión de R obert G. Inger soll que en el mundo hay más bien pocos que
demasiados suicidios -que la gente es tan cobarde que siguen viviendo mucho tiempo despuésde que la resistencia ha dejado de ser una virtud. Esta visión no es sino una vuelta a lasa bidur ía de los antiguos, en cuya espléndida civilización el suicidio ocu pa ba un puesto tan honor a ble como cualquier otro acto valiente, r azona ble y desinteresado. Antonio, Bruto, Catón, Séneca -estos no er an del ti po de hom bres que realizan hazañas cobardes y locas. Laautosuf iciente y santurrona maner a moderna de mir ar la acción como pro pia de un cobarde o de un lunático es creación de sacerdotes, f ilisteos y mujeres. Si el valor se manif iesta en so portar el malestar inútil, es cobardía calentar se cuando se tiene f r ío, cur ar se cuando se está enf er mo, ahuyentar mosquitos, entr ar cuando llueve. La " búsqueda de la f elicidad", entonces, no es un "derecho inaliena ble", pues implica evitar el dolor .
Ningún princi pio se compromete en este tema; el suicidio es justif ica ble o no, de acuerdo con las cir cunstancias; cada caso debe ser consider ado en su contexto, y el que tengainf or mes sobre el acto es el único juez. Ante su decisión, tomada ba jo cualquier luz que por casualidad pueda tener, todas las mentes honestas se inclinarán. El apelante no cuenta con
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tribunal al que apelar . En ninguna parte existe una jurisdicción tan extensa como par a a br azar el derecho de condenar al desdichado a la vida.
El suicidio es siempre valiente. Lo llamamos valor únicamente en el caso de un soldado que se enf renta a la muerte -digamos que conduce una esper anza sin amparo- aunque dis-
ponga de una o portunidad par a vivir y de una certeza de "gloria". Sin em bargo el suicida hace más que dar la car a a la muerte; él incurre en ella, y con una certeza, no de gloria, sino de
re proche. Si eso no es valor, debemos ref or mar nuestro voca bulario.Es verdad, puede que haya un valor su perior en vivir que en morir . El valor del suicida,
como el del pir ata, no es incompatible con una indif erencia egoísta a los derechos de los otros-una cruel deslealtad al deber y a la decencia. Me han preguntado: "¿No consider a cobarde que un hom bre aca be con su vida, dejando por esa r azón a su familia en la miseria?" No, no lo considero; creo que es egoísta y cruel. ¿No es eso suf iciente? ¿Hemos de vaciar las pala br asde su verdadero signif icado par a condenar más ef icazmente el acto y revestir a su autor con una infamia mayor? Una pala br a signif ica algo; a pesar de las quejas de los lexicógr af os, no signif ica lo que tú quieres que signif ique. "Cobardía" es retir ar se ante el peligro, y no faltar aldeber . El escritor que se per mite tanta libertad en el uso de las pala br as como le autoriza ellexicógr af o y el consentimiento po pular es un mal escritor . No es capaz de causar impresión sobre su lector, y servir ía mejor en el mostr ador de una mer cer ía.
La ética del suicidio no es un asunto simple; no se pueden esta blecer leyes de aplicación univer sal, sin em bargo cada caso ha de ser juzgado, en caso de ser juzgado, con un conocimiento completo de todas las cir cunstancias, incluyendo el carácter mental y mor al de la per sona que toma su pro pia vida -una calif icación imposible par a juicio. La época, la r aza yla religión de uno tienen mucho que ver en este tema. Algunos pueblos, como los antiguosromanos y los modernos japoneses, han consider ado el suicidio honor a ble y obligatorio en ciertas cir cunstancias; entre nosotros se desaprueba. Un hom bre sensato no dedicará demasiada atención a consider aciones de esta clase, exce pto en tanto que af ecten a otros, puesal juzgar delincuentes dé biles han de ser tenidas en cuenta. Ha blando de modo gener al, yo dir ía que en nuestr a época y país las per sonas aquí apuntadas (y algunas otr as) están justif icadas al quitar se de en medio, y que en algunas es un deber :
El que suf re de una enf er medad dolorosa o re pugnante e incur a ble.
El que es una pesada carga par a sus amigos, sin esper anza de alivio.
El amenazado por demencia per manente.
El adicto a la em briaguez o a otro hábito asimismo destructivo u of ensivo, del que no se puede reha bilitar .
Aquel sin amigos, pro piedad, empleo o esper anza.
El que se ha deshonr ado.
¿Por qué honr amos al soldado valiente, al marinero valiente, o al bom bero valiente? ¿Por obediencia al deber? En a bsoluto; eso solo -sin el riesgo- r ar a vez logr a notoriedad, nunca inspir a entusiasmo. Es por que se enf rentó sin retroceder ante el peligro de ese desastre su premo, o lo que sentimos que es tal -la muerte. Pero fí jate: el soldado desafía el peligro de muerte; ¡el suicida desafía la muerte misma! El jef e de la empresa desesper ada puede que no resulte herido. El marinero que voluntariamente se hunde con su bar co puede ser rescatado o
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arrojado a la orilla. No es seguro que la pared se venga a ba jo hasta que el bom bero hayadescendido con su preciosa carga. Sin em bargo el suicida -suyo es el enemigo que nunca le haentendido, suyo el mar que no devuelve nada; la pared por la que asciende no so porta el peso de un hom bre. Y suya, al f inal de todo, es la tum ba deshonr ada donde el asno salva je de lao pinión pública
pisotea su ca beza aunque no pueda romper su sueño.
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UN VIVAQUE DE MUERTOS24 (1903)
Allá en el cor azón de las montañas Allegheny, en el condado de Pocahontas, Virginiaoccidental, existe un precioso vallecito a tr avés del cual fluye el hor ca jo oriental del r ío Greenbrier . En un punto en el que el camino del valle cruza la vieja barrer a de portazgo Staunton y Par k es burg, una famosa vía pública en su día, existe una of icina de correos en unagr anja. El nom bre del lugar es el Descanso del Via jero, pues una vez f ue una ta berna.Coronando algunas pequeñas colinas a dos pasos de la casa hay largas hiler as de antiguasf ortif icaciones conf eder adas, hábilmente diseñadas y tan bien "conservadas" que el tr a ba jo de una hor a de una brigada las har ía servibles par a la próxima guerr a civil. Este lugar tuvo su batalla -lo que se llama ba una batalla en la " juventud" de la gr an rebelión. Una brigada de lastro pas f eder ales, el regimiento del escritor entre ellas, llegó a la montaña Cheat, quince millasal oeste, y, extendiendo sus líneas a tr avés del vallecito, sintió al enemigo todo el día; y elenemigo se dejó sentir tam bién un poquito. Hubo un gr an cañoneo, que mató aproximadamente a una docena de cada lado; después, consider ando que el lugar inspir a bademasiado respeto par a el ataque, los f eder ales catalogaron el asunto como de reconocimiento ef ectivo, y enterr ando a sus muertos se retir aron al lugar más cómodo de donde ha bían venido. Aquellos muertos ahor a re posan en un bonito cementerio nacional en Gr af ton, debidamente registr ados, e identif icados, y acompañados por otros muertos f eder alesrecogidos en los varios campamentos y campos de batalla de Virginia occidental. El soldado caído (la pala br a "héroe" parece ser una invención posterior ) recibe honores tan humildescomo es posible dar .
Su parte en toda la pompa que llena
El cir cuito de las colinas del Ver ano Es que su tum ba es verde.
Es verdad, más de la mitad de las verdes se pultur as en el cementerio Gr af ton están rotuladas con la pala br a "Desconocido", y a veces ocurre que uno piensa en la contr adicción que su pone "honr ar la memoria" de aquel que carece de memoria par a honr ar; sin em bargo elesf uerzo parece que no daña excesivamente a los vivos, ni siquier a a los lógicos.
A unos pocos cientos de yardas detrás de los antiguos terr aplenes conf eder ados existe una colina arbolada. Hace años no tenía árboles. Aquí, entre los árboles y en la maleza, hayhiler as de hoyos poco prof undos, que se pueden descubrir si se retir an las hojas acumuladas.
De alguno de ellos se pueden coger (y devolver reverentemente a su sitio) pequeños bloquesdelgados de la piedr a partida del campo, con inscri pciones toscas y reticentes realizadas por camar adas. Encontr é sólo una con f echa, sólo una con los nom bres completos del hom bre ydel regimiento. El número total descubierto f ue el de ocho.
24 Vivaque es la tr aducción del tér mino bivouac, tér mino militar que designa la guardia princi pal en las plazas de ar mas, a la cual acuden todas las demás a tomar el santo, y, tam bién, es el campamento de un cuer po militar de noche al r aso. Es el segundo signif icado el que ado pta el voca blo vivaque en este contexto.
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En estas tum bas olvidadas descansan los muertos conf eder ados -entre ochenta y cien pueden ser distinguidos aproximadamente. Algunos cayeron en la " batalla"; la mayor íamurieron de enf er medad. Dos, sólo dos, han sido aparentemente desenterr ados par a volver losa enterr ar en sus hogares. Es un camposanto tan descuidado y oscuro que únicamente elanciano administr ador de correos del Descanso del Via jero, sobre cuya gr anja está situado,
parece conocer su existencia. Los hom bres que viven a una milla de distancia nunca han oído
ha blar de él. No obstante deben vivir todavía otros hom bres que ayudaron a colocar a estossoldados sureños donde ellos están, y podr ían identif icar algunas de las tum bas. ¿Hay algún hom bre, del Norte o del Sur, que tomar ía de mala gana el gasto de dar a estos her manoscaídos el homena je de las tum bas verdes? Uno pref iere pensar que no. Pero es cierto, existen varios cientos de lugares así todavía por descubrir en la estela de la gr an guerr a. Lo más f uerte es la petición muda -la sú plica silenciosa de estos her manos caídos a lo que es "lo más
parecido a Dios dentro del alma".Fueron enemigos honestos y valientes, que tenían poco en común con los políticos
lunáticos que los condujeron a la muerte y con los portadores liter arios de falso testimonio tiempo después. No vivieron el per íodo de la lucha honor a ble par a pasar al per íodo de vili pendio -no pasaron de la edad de hierro al cinismo- de la er a de la espada a la de la lenguay la pluma. Entre ellos no hay ningún miem bro de la Sociedad Histórica Sureña. Suvalor no er a la f uria del no com batiente; no tienen ninguna voz en el trueno de los civiles y el griter ío.Ellos no perjudican la dignidad e inf inito patetismo de la Causa Perdida. Dadles, a estosca balleros inocentes, su justa parte en toda la pompa que llena el cir cuito de las colinas delver ano.
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RELATOSBREVES
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HAÏTA EL PASTOR
En el cor azón de Haïta las ilusiones de la juventud no ha bían sido sustituidas por las de la edad y la ex periencia. Sus pensamientos er an puros y placenteros, pues su vida er a sencilla
y su alma no conocía la am bición. Se levanta ba con el sol e iba a rezar al santuario de Hastur, el dios de los pastores, el cual lo escucha ba y queda ba satisf echo. Tr as la realización de su piado-so ritual desatr anca ba la puerta de su redil y con una alegre disposición lleva ba su rebaño al campo. Mientr as iba, toma ba su desayuno de cua jada y pastel de avena, deteniéndose de vez en cuando a añadir algunas bayas, f r ías por el rocío, o a beber de lasaguas que ba ja ban de las colinas par a unir se al arroyo que cruza ba el valle y ser llevadas en su seno, sin que él su pier a dónde.
Dur ante el largo día de ver ano, al mismo tiempo que sus ovejas toma ban el buen pasto que los dioses ha bían per mitido crecer par a ellas, o yacían con sus patas delanter as dobladas ba jo sus pechos y rumia ban, Haïta, reclinado ba jo la som br a de un árbol, o sentado sobre unaroca, toca ba una música tan dulce con su car amillo que a veces de reojo vislum br a baf ortuitamente a las deidades silvestres menores, que, saliendo de su escondite boscoso, se
inclina ban par a oír; pero si las mir a ba directamente se desvanecían. Por esto -ya que debía de estar pensando si no se convertir ía en una de sus pro pias ovejas-deducía de modo solemne que la f elicidad puede venir si no se busca, sin em bargo si se busca nunca se verá; pues junto al favor de Hastur, el cual nunca se revela ba, lo que más valor a ba Haïta er a el inter és amistoso de sus vecinos, los tímidos inmortales del bosque y el arroyo. Al caer la noche conducía su rebaño de regreso al aprisco, comproba ba que la puerta esta ba cerr ada y se retir a ba a su cueva
par a cenar y dor mir .Así pasa ba su vida, un día tr as otro, exce pto cuando las tor mentas ex presa ban la ir a de
un dios of endido. Entonces Haïta se ref ugia ba medroso en su cueva, con el rostro escondido entre las manos, y reza ba par a que solo él pudier a ser castigado por sus pecados y que elmundo se salvar a de la destrucción. A veces cuando llovía mucho, y el arroyo se des borda ba, f orzándolo a llevar su aterrorizado rebaño a las tierr as altas, inter cedía por las
gentes de las ciudades que, según le ha bían contado, se encontr a ban en la llanur a másallá de las dos colinas azules que f or ma ban la puerta de su valle.
"Sois bueno, oh Hastur," así reza ba, "por dar me montañas tan próximas a mi mor ada ymi redil par a que yo y mis ovejas podamos huir de los torrentes tor mentosos; pero debéisentregaros al resto del mundo de una f or ma que desconozco, o ya no os ador ar é más."
Y Hastur, que sa bía que Haïta er a un joven que mantenía su pala br a, perdonó a lasciudades y devolvió las aguas al mar .
Así ha bía vivido desde que podía recordar . No concebía debidamente ningún otro modo de existencia. El santo er mitaño que mor a ba en la punta del valle, a una hor a exacta de dis-tancia, por quien ha bía sa bido el cuento de las gr andes ciudades donde vivían per sonas -¡ pobres almas!- que no tenían ovejas, no le of recía conocimiento sobre aquella épocatempr ana, en la que, así r azona ba, debía ha ber sido pequeño e indef enso como un cordero.
Fue pensando en estos misterios y mar avillas, y en ese horrible cam bio hacia el silencio y la decadencia sobre lo que esta ba seguro de que en algún momento ha bía de llegar le a él, como lo ha bía visto llegar a tantos de su rebaño - pues llega ba a todas las cosas vivas exce pto a las aves- cuando Haïta por primer a vez f ue consciente de que su suerte er a desgr aciada y sin esper anza.
"Es necesario," decía, "que yo se pa de dónde y cómo vine; ya que ¿cómo puede uno llevar a ca bo sus obligaciones a menos que pueda juzgar lo que son por la maner a en la que le f ueron conf iadas? Y ¿qué contento puedo tener cuando no sé cuánto tiempo va a dur ar?
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Quizás antes de otro sol puede que me cam bien, y entonces ¿qué será de las ovejas? ¿Quéha brá sido de mí?"
Meditando estas cosas Haïta se volvió melancólico y taciturno. Ya no ha bla baalegremente con su rebaño, ni corr ía con la mayor prontitud al santuario de Hastur . En cada brisa oía los susurros de deidades malignas cuya existencia aprecia ba ahor a por primer a vez.Cada nube er a un presagio que signif ica ba desastre, y la oscuridad esta ba llena de espantos.
Cuando acer ca ba su car amillo a los la bios no producía melodía, sino un lamento lúgubre; lasinteligencias silvestres y ribereñas ya no ocu pa ban la espesur a par a escuchar, más bien huían del sonido,como él sa bía por las hojas revueltas y las flores dobladas. Aflojó la vigilancia ymuchas de sus ovejas se extr aviaron en las colinas y se perdieron. Las que conserva baenflaquecieron y enf er maron por escasez de buen pasto, ya que no se lo busca ba, sino que lasconducía día tr as día al mismo sitio, por mero distr aimiento, a la vez que se esf orza ba por resolver el enigma de la vida y la muerte -de la inmortalidad no sa bía.
Un día, mientr as se a bandona ba a la reflexiones más pesimistas, re pentinamente saltó de la roca sobre la que esta ba sentado, y con un ademán enérgico de la mano derecha exclamó:"Nunca más su plicar é el conocimiento que los dioses me niegan. Que tengan cuidado de hacer me algún mal. Cumplir é con mi deber lo mejor que sé y si me equivoco ¡que sea sobre sus pro pias ca bezas!".
De pronto, mientr as ha bla ba, una gr an luminosidad cayó en torno, que hacia que élmir ar a hacia arriba, pensando que el sol ha bía aparecido entre el claro de las nubes; pero no ha bía nubes. A no más de la distancia de un br azo per manecía una her mosa doncella. Er a tan bella que las flores a sus pies dobla ban sus pétalos desesper adas e inclina ban sus ca bezuelasen señal de sumisión; tan dulce er a su mir ada que los colibr ís llena ban sus ojos, introduciendo sus picos sedientos casi en ellos, y las a bejas salva jes esta ban alrededor de sus la bios. Y taler a su luminosidad que las som br as de todos los objetos divergían de sus pies, gir ando a lavez que ella se movía.
Haïta esta ba cautivado. Levantándose, se arrodilló ante ella en señal de ador ación, y ella puso su mano sobre la ca beza del pastor .
"Venid," dijo ella con una voz que poseía la música de todas las campanas de su rebaño -"venid, no debéis ador ar me a mí, que no soy una diosa, pero si sois ver az y obediente me quedar é con vos."
Haïta cogió su mano, y bal buciendo su gozo y gr atitud se incor poró, y per manecieron agarr ados de la mano sonriéndose a los ojos. El la mir a ba con reverencia y éxtasis. Dijo: "Osruego, her mosa doncella, que me digáis vuestro nom bre y de dónde y por qué ha béis venido".
Ante esto ella hizo una señal de advertencia con el dedo sobre el la bio y empezó aretir ar se. Su belleza ex perimentó una alter ación visible que hizo que Haïta se estremecier a, no sa bía
por qué, pues todavía er a bella. El paisa je se oscureció por una som br a gigante que barrió el valle a la velocidad de un buitre. En la oscuridad la f igur a de la doncella se volvió conf usa e indistinta y su voz parecía venir de la distancia, mientr as decía, en un tono de re proche pesaroso: "¡Joven presuntuoso e ingr ato! ¿He de dejaros entonces tan pronto? ¿Sólo
convenía el que vos rompier ais enseguida el pacto eterno?".Inex presivamente afligido, Haïta cayó de rodillas y le imploró que se quedar a -se levantó y la buscó en la prof unda oscuridad-corrió en cír culos, llamándola en voz alta, pero todo f ue en vano. Ella ya no er a visible, pero podía per cibir su voz emergente de la oscuridad diciendo: "No, vos no me tendr éis si me buscáis. R egresad a vuestro deber, f iel pastor, o no me ver éis de nuevo".
Cayó la noche; los lobos aulla ban en las colinas y las ovejas atemorizadas se apiña ban alos pies de Haïta. Las exigencias de la hor a le hicieron olvidar su desilusión, llevó sus ovejas
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al redil y dirigiéndose al lugar de ador ación ex presó su gr atitud cordial a Hastur por per mitir le salvar su rebaño, después se retiró a su cueva y se dur mió.
Cuando Haïta despertó el sol esta ba alto y brilla ba dentro de la cueva, iluminándola con un magníf ico resplandor . Y allí, tr as él, esta ba sentada la doncella. Le sonreía con una sonrisaque parecía la música visible de su car amillo. Él no se atrevía a ha blar, temiendo of ender lacomo la otr a vez, pues no sa bía qué podía osar decir .
"Puesto que," dijo ella, "vos hicisteis vuestr a obligación con el rebaño, y no olvidasteisagr adecer a Hastur el que detuvier a los lobos nocturnos, vengo a vos de nuevo. ¿Me ace ptar éis como compañer a?"
"¿Quién no os ace ptar ía par a siempre?" contestó Haïta. "¡Oh! no me dejéis otr a vez hasta -hasta que yo- cam bie y me vuelva silencioso e inmóvil".
Haïta no tenía pala br as par a la muerte."Ciertamente, ojalá," continuó, "que f uer ais de mi pro pio sexo, que pudiésemos luchar y
hacer carrer as y así nunca nos cansar íamos de estar juntos".Al oír estas pala br as la doncella se puso de pie y salió de la cueva, y Haïta, dando un
salto desde su canapé de r amas olorosas par a alcanzar la y detener la, observó asom br ado que llovía yque el arroyo que cruza ba el valle se ha bía des bordado. Las ovejas bala ban aterrorizadas, ya que la crecida ha bía invadido el aprisco. Y las desconocidas ciudades de la
llanur a distante esta ban en peligro.Pasaron muchos días antes de que Haïta volviese a ver a la doncella. Un día regresa ba
de la punta del valle, a donde ha bía ido con leche de oveja y pastel de avena y bayas par a elsanto er mitaño, el cual er a demasiado anciano y dé bil par a pro por cionar se comida.
"¡Pobre anciano!" dijo en voz alta, mientr as camina ba con dif icultad en dirección a su hogar . "Volver é mañana y lo tr aer é sobre mi espalda a mi casa, donde puedo atender lo. Sin duda es par a esto par a lo que Hastur me ha criado dur ante todos estos años, y me da salud yf uerza".
Al mismo tiempo que ha bla ba, la doncella, vestida con prendas relucientes, salió a su encuentro en el sendero con una sonrisa que le quita ba la respir ación.
"He venido de nuevo," dijo ella, "par a vivir con vos si ahor a me ace ptáis, ya que nadie me ace pta. Puede que vos hayáis aprendido sa bidur ía, y que queráis tomar me como soy, sin
preocu paron de sa ber más".Haïta se arrojó a sus pies. "Her moso ser ", clamó, "si vos os dignáis ace ptar toda la
devoción de mi cor azón y alma -después de servir a Hastur- es vuestr a par a siempre. Pero, ¡ay!, sois caprichosa y varia ble. Puede que antes del sol de mañana os pierda otr a vez.Prometedme, os lo su plico, que aunque en mi ignor ancia pueda of enderos, me perdonar éis y
per manecer éis siempre conmigo".Apenas ha bía aca bado de ha blar cuando una manada de osos salió de las colinas,
corriendo hacia él con las fauces de color car mesí y los ojos ardientes. La doncella se desvaneció otr a vez, y él se giró y huyó par a salvar su vida. No paró hasta que llegó al ref ugio del santo er mitaño, de donde él ha bía partido. Atr ancando de prisa la puerta contr a los osos se arrojó al suelo y lloró.
"Hijo mío," dijo el er mitaño desde su canapé de pa ja, recién recogida aquella mañana por las manos de Haïta, "no es pro pio de vos llor ar por los osos - contadme qué pena osa bruma, que la vejez puede em balsamar las heridas de la juventud con su sa bidur ía".
Haïta le contó todo: cómo se ha bía encontr ado con la r adiante joven tres veces, y cómo ella lo ha bía a bandonado otr as tres. R elató minuciosamente todo lo que ha bía sucedido entre ellos, no omitiendo una sola pala br a de lo que se ha bía dicho.
Cuando f inalizó, el santo er mitaño per maneció silencioso dur ante un momento, despuésdijo: "Hijo mío, he prestado atención a vuestr a historia, y conozco a la doncella. Yo mismo lahe visto, como tantos otros. Aprende, pues, que su nom bre, el cual ella no per mitir ía que vos
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preguntaseis, es Felicidad. Vos le dijisteis la verdad, puesto que ella es caprichosa al imponer condiciones que el hom bre no puede llevar a ca bo, y la culpa se castiga con la deser ción.Viene sólo cuando no se busca, y no ha de ser interrogada. Una manif estación de curiosidad, un signo de duda, una ex presión de recelo, y ¡se mar cha! ¿Cuánto tiempo estuvisteis con ellacada vez antes de que huyer a?".
"Sólo un simple instante," respondió Haïta, ruborizándose de vergüenza ante la
conf esión. "Cada vez la ahuyenta ba al momento"."¡Desgr aciado!" dijo el santo er mitaño, "si no f uer a por tu indiscreción podr ías ha ber
estado con ella dos momentos".
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EL CUENTO DEL COMANDANTE
Pienso que en los días de la Guerr a Civil las bromas pesadas no esta ban tan desacreditadas como ahor a. Sin duda se debía a nuestr a extremada juventud -los hom bres er an
mucho más jóvenes que los de ahor a, y el hom bre muy joven ha gozado eterna-mente de un espíritu muy alegre, que desem boca gener almente en las payasadas. ¡ No os podéis imaginar qué jóvenes er an los hom bres de los primeros años de la década de los sesenta! Sí, la edad media del E jer cito Feder al en su totalidad no er a más de veinticinco años; dudo de si ser íamás de veintitr és, pero al no tener las estadísticas sobre ese particular (si hay algunas) pref iero ser prudente: diremos veinticinco. Es cierto que un hom bre de veinticinco er a en aquellaépoca heroica mucho más hom bre que uno de la misma edad ahor a; podr íais comprobar lo mirándolo. Su rostro carecía de esa inmadurez tan destacada en su sucesor . Nunca veo a un joven ahor a sin observar qué desagr ada blemente joven es en realidad; sin em bargo dur ante laguerr a no pensábamos en a bsoluto en la edad de un hom bre a menos que casualmente se encontr ar a bastante bien a lo largo de su vida. En ese caso no se podía evitar, pues la f ealdad de la edad ataca ba el rostro humano entonces mucho antes que ahor a; su pongo que er a el
resultado del duro servicio -quizás, hasta cierto punto, del alcohol, ya que, ¡car am ba!, derr amamos a bundantemente la sangre de la uva y el cereal dur ante la guerr a. R ecuerdo pensar en el gener al Gr ant, quien no podía tener más de cuarenta, como en un anciano bastante bien conservado, consider ando sus costum bres. En cuanto a los hom bres de medianaedad -digamos de cincuenta a sesenta- sí, todos pare-cían adecuados par a hacer el papel delÚltimo de los Hititas, o del Matusalén de Madagascar, en un museo. Con seguridad, amigosmíos, los hom bres de aquella época er an mucho más jóvenes que los hom bres de hoy, pero
parecían mucho más viejos. El cam bio es bastante nota ble.Decía que las bromas pesadas entonces no esta ban anticuadas. Al menos no en el
ejér cito; aunque posiblemente en la vida más seria del civil no encontr ar an lugar exce pto em breando y emplumando a una "ví bor a" cir cunstancial. Su pongo que todos sa béis lo que er auna "ví bor a", así que ir é directamente a mi relato sin comentario introductorio, como es mi
estilo.Er a unos pocos días antes de la batalla de Nashville. El ene-migo nos ha bía sacado del
norte de Georgia y Ala bama. En Nashville f uimos acorr alados y f ortif icamos, mientr as que elviejo Pap Thomas, nuestro comandante, se apresur a ba a tr aer ref uerzos y pertrechos de Louisville. Al mismo tiempo Hood, el comandante conf eder ado, nos ha bía sitiado
par cialmente y esta ba lo suf icientemente cer ca como par a ha ber arrojado proyectiles en elcor azón de la ciudad. Por nor ma se a bstenía -su pongo que temía matar a las familias de sus
pro pios soldados, muchísimos de los cuales ha bían vivido allí. Algunas veces me pregunta bacuáles er an los sentimientos de aquellos ti pos, mir ando por encima de nuestr as ca bezas a sus
pro pios hogares, donde sus esposas y niños o sus ancianos padres quizás carecían de lo necesario par a vivir, y ciertamente (así discurrir ía su r azonamiento) encogiéndose de miedo ba jo la tir anía y poder de los bárbaros yanquis.
Par a comenzar, entonces, por el princi pio. En aquella época yo esta ba sirviendo en elestado mayor de un comandante de división cuyo nom bre no desvelar é, pues estoy contando hechos, y la per sona a la que se ref ieren los más f uertes puede que tenga parientes vivos aquienes no les importar ía tener la localizada. Nuestro cuartel gener al se encontr a ba en unagr an vivienda situada justo detrás de nuestr a línea de f ortif icación. Ha bía sido a bandonadaapresur adamente por los ocu pantes civiles, quienes ha bían dejado todo bastante parecido acomo esta ba - proba blemente no tenían espacio par a guardar lo, y conf ia ban en que el Cielo lo
proteger ía de la codicia f eder al y de la artiller ía conf eder ada. Por lo que respecta a lo último estábamos tan preocu pados como ellos.
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R evolviendo una tarde en algunos de los aposentos y ar marios, algunos de nosotrosencontr amos un a bundante surtido de ro pa f emenina -vestidos, chales, gorr as, som breros, enaguas y Dios sa be qué; no podr ía ha ber dado nom bre en aquel momento a la mitad. Lacontemplación de todo este precioso botín inspiró en uno de nosotros lo que a él le agr adó llamar "idea", la cual, cuando f ue sometida a los otros dia blillos y bribones del gru po, f ue alinstante aprobada con entusiasmo. Procedimos de inmediato a obr ar de acuerdo con la idea en
pos de la perdición de uno de nuestros camar adas.La víctima elegida f ue un edecán25
, el lugarteniente Ha berton, por llamar le de algún modo. Er a un buen soldado -un ti po tan gallardo que siempre lleva ba espuelas; pero tenía un def ecto intoler a ble: er a un donjuán, y como la mayor parte de su clase, incluso en aquellaépoca, impaciente por que todos lo su pier an. Nunca se cansa ba de relatar sus hazañasamatorias, y no es necesario que diga lo fastidioso que resulta ese ti po de narr ación a todo elmundo exce pto al narr ador . Ser ía fastidioso aun cuando f uer a animada y alegre, pues todoslos hom bres son rivales en el favor f emenino, y contar tus éxitos a otro hom bre es despertar en él un resentimiento mudo, mitigado por la incredulidad. No lo convencerás de que se lo cuentas par a que se entretenga; él no entenderá nada en el cuento sino una ex presión de tu
pro pia vanidad. Además, como la mayor ía de los hom bres, libertinos o no, quieren ser consider ados libertinos, es muy proba ble que él se of enda por una estú pida e injusta
conclusión que sospecha que tu has extr aído de su reserva en materia de sus pro pias aventur as-a sa ber, que él no ha tenido ninguna. Si, por otro lado, no tiene escrú pulos acer ca del asunto y su reserva se debe a la falta de o portunidad par a ha blar, o de ha bilidad en sacar partido, ¡toma!, entonces estará malhumor ado por que tú "tienes la pala br a" y la quiere él. En resumen, no existen cir cunstancias ba jo las que un hom bre, incluso por el mejor de los motivos, o por ningún motivo en a bsoluto, pueda contar sus proezas en el amor sin reducir clar amente laestima de su censor masculino; y aquí yace un justo castigo par a tales cosas como besar ycontar . En mi época de juventud yo mismo goza ba del favor de las damas, y conservo en lamemoria muchas cosas sobre ellas que sin duda podr ía convertir en narr ativa ace pta ble si no hubier a emprendido otro cuento, y si no f uer a mi costum bre relatar una cosa secuencialmente, dirigiéndome inmediatamente al f inal, sin digresión.
El lugarteniente Ha berton er a, hay que conf esar lo, un hom bre singular mente atr activo ycon modales simpáticos. Su pongo que er a, juzgándolo desde el criterio imper f ecto de mi sexo, lo que las mujeres denominan "fascinante". Ahor a bien, las cualidades que hacen que un hom bre resulte atr activo a las damas acarrean un doble inconveniente. En primer lugar, son de un ti po que otros hom bres per ciben pronto, y aquellos que no las tienen son los que las
per ciben antes. Su poseedor, temido por todos estos, es ha bitualmente calumniado por elloscomo auto-def ensa. A todas las damas en cuyo bienestar ellos se creen con derecho a voz e inter és, les insinúan los vicios y la gener al indignidad del "hom bre de las damas" en tér minoscarentes de duda, y a sus esposas les cuentan sin pudor las falsedades más monstruosas acer cade él. No les ref rena la consider ación de que él es su amigo; las cualidades que han atr aído su admir ación hacen necesario avisar a aquellos par a quienes el atr activo resultar ía peligroso.Así que el hom bre de per sonalidad encantador a, a la vez que es amado por todas las damas
que lo conocen bien, aun-que no demasiado bien, debe so portar con toda la f ortaleza posible la consciencia de que aquellos otros que lo conocen sólo "por su re putación" le consider an un r éprobo desvergonzado, un hom bre vicioso e indigno -un ti po y ejemplo de de pr avación mor al. Por nom br ar el segundo inconveniente vinculado a sus encantos: gener almente lo es.
Par a seguir adelante con nuestro animado relato (y según mi o pinión un relato una vez comenzado no deber ía suf rir obstrucción) es necesario ex plicar que un joven agregado a
25 Es la tr aducción de aide, f or ma a breviada del tér mino f r ancés aide-de-camp. Es posible tam bién la tr aducción ayudante de campo.
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nuestro cuartel como ordenanza er a nota blemente af eminado en el rostro y la f igur a. No teníamás de diecisiete años y poseía una car a per f ectamente suave y unos ojos gr andes y brillantes, que debían ha ber sido la envidia de muchas mujeres bonitas en aquella época. ¡Y qué bonitaser an las mujeres de entonces! ¡y qué gr aciosas! Las del Sur mostr a ban en su conducta hacianosotros los yanquis cierta arrogancia, pero, por lo que a mí respecta, la encontr a ba menosinso porta ble que la asidua indif erencia con la que las damas de esta nueva gener ación, a quien
de ver as juzgo desprovista de sentimiento y sensibilidad, reciben las atenciones de uno.A este joven ordenanza, cuyo nom bre er a Ar man, le per suadimos - por medio de
argumentos que no tengo el deber de decir- par a que se vistier a con ro pa f emenina y se hicier a pasar por una dama. Cuando lo ha bíamos ataviado a nuestro gusto -y parecía realmente unamuchacha encantador a- f ue conducido a un sof á situado en la of icina del ayudante-gener al.Ese of icial esta ba en el secreto, como de hecho esta ban todos exce pto Ha berton y el gener al; dentro de la imponente dignidad que rodea ba al último existían posibilidades de desaprobación que estábamos poco dispuestos a hacer f rente.
Cuando todo esta ba listo f ui hacia Ha berton y le dije: "Lugarteniente, hay una joven en la of icina del ayudante-gener al. Es la hija del insurrecto pro pietario de esta casa, y creo que havenido a comprobar su tenencia actual. Nadie de nosotros sa be cómo ha blar con ella, sin em bargo pensamos que usted le dir ía lo correcto -al menos le dir ía las cosas de modo
correcto. ¿Le importar ía venir?"Al lugarteniente no le importó; se aseó rá pidamente y me acompañó. Mientr as
recorr íamos un largo pasillo hacía la Presencia encontr amos un obstáculo f or mida ble -elgener al.
"Oiga, Broadwood," dijo, dirigiéndose a mí en ese modo familiar que da ba a entender que esta ba de excelente humor, "hay una dama en la of icina de Lawson. Es sumamente bella -vino en una misión de salvamento o de justicia, no hay duda. Tenga la bondad de conducir la ami alojamiento. No les cargar é a ustedes, los jovencitos, con todos los asuntos de estadivisión," añadió a modo de guasa.
Esto resulta ba ino portuno y ha bía que hacer algo."Gener al," dije, "no juzgué que el asunto de la dama tuvier a la suf iciente importancia
como par a molestar lo. Ella es una de las enf er mer as de la Comisión Sanitaria, y únicamente quiere comprobar algunas provisiones par a el hospital de viruela donde está de servicio. Se laenviar é enseguida."
"No se preocu pe," dijo el gener al, reanudando su camino, "quizá Lawson puedaencargar se de esto."
¡Ah, el intr épido gener al! Mientr as yo observa ba cómo se aleja ba y me reía del éxito de mi treta, pensa ba que en esa semana ¡él estar ía "muerto en el campo del honor "! No er a él elúnico de nuestr a pequeña casa militar a quien acecha ba la som br a del ángel de la muerte, yquien podr ía casi ha ber oído "el batir de sus alas". En aquella cruda mañana de diciem bre, unos pocos días después, cuando desde una hor a antes del amanecer hasta las diez en punto
per manecíamos sentados a ca ballo en aquellas colinas heladas, esper ando a que el gener alSmith comenzar a la batalla a varias millas de distancia a la derecha, er amos ocho. Cuando
f inalizó el com bate er amos tres. Ahor a sólo hay uno. A pesar de todo sed un poquito indulgentes con él, oh, gener ación ahorr ativa; él no es sino uno de los horrores de la guerr aapartado de su época e introducido en la vuestr a. Sólo es el esqueleto inof ensivo en vuestr af iesta y danza pacíf ica, que responde a vuestr a car ca jada y baile heroico, con el crujir de losdedos de la mano y el movimiento brusco del cráneo -aunque en una ocasión apro piada, con una pareja de su elección, podr ía bailar un poquito con el mejor de vosotros.
Al entr ar en la of icina del ayudante-gener al observamos que todos los of iciales esta ban allí. El pro pio ayudante-gener al esta ba muy ocu pado en su mesa de despacho. El comisario de subsistencia juga ba a las cartas con el of icial médico en el saledizo de una ventana. El resto se
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halla ba en varios lugares de la ha bitación, leyendo o conver sando en un tono ba jo. En el sof á situado en un rincón poco iluminado del cuarto, a cierta distancia de cualquier a de los gru pos, esta ba sentada la "dama", muy envuelta en velos, con los ojos modestamente f ijos en losdedos de sus pies.
"Señor a," dije, avanzando con Ha berton, "este of icial estará encantado de servir la si está
en sus manos. Confío en que esté".
Con una reverencia me retir é al rincón más alejado de la ha bitación y tomé parte en laconver sación que tenía lugar allí, aunque no tenía la más liger a noción de lo que tr ata ba, y misobservaciones carecían de relevancia a cualquier asunto ba jo los cielos. Un agudo observador se ha br ía dado cuenta de que todos nosotros estábamos mir ando a Ha berton atentamente ysólo "haciendo creer " que realizábamos otr a cosa.
Merecía la pena observar lo, tam bién; el hom bre er a simple-mente una edición de lujo de un "Manual de Conducta". Mientr as que la "dama" ex ponía lentamente su relato de quejascontr a nuestr a soldadesca ilegal y menciona ba ciertos ejemplos de caprichosa indif erencia por los derechos de pro piedad -entre ellos, sobre el inminente peligro de destruir nuestros flancos
que nosotros acertamos a oír par cialmente, el saqueo de su pro pio ro pero-, la mir ada de agonía compasiva en el atr activo rostro de Ha berton er a la flor y el f ruto del histrionismo. Susasentimientos respetuosos y aprobatorios ante las varias declar aciones de la dama se lleva ban a ca bo de modo tan exquisito que uno no podía evitar lamentar su natur aleza insustancial y laimposibilidad de guardar los en cristal par a la instrucción y el deleite de la posteridad. Y acada momento el inf eliz acer ca ba cada vez más su silla. Una o dos veces miró en torno par acomprobar si estábamos observando, pero nosotros en apariencia ér amos total-mente inconscientes de todo exce pto de los demás y de nuestr as varias diver siones. El mur mullo ba jo de nuestr a conver sación, el golpecito suave de las cartas cuando caían en el juego y lamar ca enérgica de la pluma del ayudante-gener al mientr as cerr a ba inconta bles páginas de
pala br as sin sentido er an los únicos sonidos per cibidos. No -ha bía otro: a largos intervalos elestampido distante de un ar ma pesada, seguido del ataque próximo del disparo. El enemigo se divertía.
En estas ocasiones la dama no er a quizás el único miem bro de esa compañía que esta baasustada, pero esta ba más asustada que los demás, levantándose de vez en cuando del sof á y
per maneciendo con las manos apretadas, el auténtico retr ato de terror e indecisión. Natur almente Ha berton en estos momentos la devolvía a su asiento con inf inita ternur a, asegurándole que esta ba a salvo y lamentando su peligro al mismo tiempo. Quizás er acorrecto que él tomar a posesión de la mano enguantada de la dama y de un sitio al lado de ellaen el sof á; pero ciertamente er a muy poco decoroso que tomar a posesión de am bas manoscuando -estampido, sil bido, ¡ZAS!
Nos levantamos de un salto. Un proyectil se ha bía estrella-do contr a la casa y ha bíaex plotado en la ha bitación situada encima de nosotros. Una gr an cantidad de yeso nos cayó
encima. Aquella joven dama modesta y quejosa se quedó erguida."¡Jerusalén da saltos!", gritó ella.Ha berton, que tam bién se ha bía levantado, esta ba como petrif icado -como una estatua
de sí mismo erigida en el lugar de su asesinato. Ni ha bla ba, ni se movía, ni apartó una sola vez los ojos de la car a del ordenanza Ar man, que esta ba ahor a tir ando su indumentaria f emenina aderecha e izquierda, ex poniendo sus encantos de la maner a más desvergonzada; mientr astanto f uer a en la noche y lejos en los campamentos iluminados insertos en los espacios negrosentre las líneas de hostilidad ¡sona ba el mar de nuestr a inagota ble risa! ¡Ah, qué vida tan f eliz er a la de aquellos días heroicos en los que los hom bres no ha bían olvidado cómo reír !
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Ha berton volvió despacio en sí. Miró alrededor comprendiendo algo más; despuésgr adualmente tr ansf or mó su sem blante en la sonrisa más f orzada que jamás calumniar acualquier sonrisa. Movió la ca beza y lanzó una mir ada maliciosa.
"¡A mí no me engaña nadie!" dijo.
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UNA IDENTIDAD REANUDADA
1LA REVISTA COMO FORMA DE BIENVENIDA
Una noche de ver ano un hom bre divisa ba una amplia extensión de bosque y campo desde una pequeña colina. La luna llena situada ya cer ca de la tierr a en el oeste, le per mitíasa ber lo que no hubier a podido sa ber de otro modo: que er a casi la hor a del amanecer . Unaliger a neblina se extendía a lo largo del suelo, velando par cialmente los r asgos inf eriores del
paisa je, pero por encima de ella los árboles más altos destaca ban en montones bien def inidoscontr a la claridad celeste. Dos o tres gr anjas er an visibles a tr avés de la niebla, pero en ninguna de ellas, natur almente, ha bía luz. De hecho, en ninguna parte ha bía señal o sugerencia de vida exce ptuando el ladrido de un perro lejano, que, re petido mecánicamente, servía más bien par a acentuar que par a disi par la soledad de la escena.
El hom bre mir a ba alrededor con curiosidad en todas las direcciones, como aquel que en un entorno familiar es incapaz de deter minar su lugar exacto y su parte exacta en ladisposición de las cosas. Quizás actuemos de este modo cuando, resucitados de entre losmuertos, esperemos ser llamados a juicio.
A un ciento de yardas de distancia ha bía un camino recto, que se mostr a ba blanco ba jo la luz de la luna. Procur ando orientar se, como dir ía un to pógr af o o un navegante, el hom bre movió sus ojos lentamente a lo largo de la longitud visible del camino, y a un cuarto de millahacia el sur desde donde él se encontr a ba vio, indistinto y gris en medio de la niebla, un gru po de jinetes que ca balga ban hacia el norte. Tr as ellos iban hom bres a pie, mar chando en columna, con rifles dé bilmente relucientes colocados oblicuamente por encima de loshom bros. Se movían despacio y en silencio. Otro gru po de jinetes, otro regimiento de
infanter ía, otro y otro -todos en un incesante movimiento hacia el punto de vista del hom bre, por delante de él, y más allá. Er an seguidos por una bater ía de artiller ía, en la que losencargados de los cañones ca balga ban con los br azos doblados sobre el ar món y el ca jón. Ysin em bargo la inter mina ble procesión salía de la oscuridad del sur y se adentr a ba en laoscuridad del norte, sin que se oyer a el sonido de voces, de cascos, de ruedas.
El hom bre no comprendía bien: pensa ba que esta ba sordo; ha bla ba, y oía su pro pia voz, aunque poseía una cualidad des-conocida que casi lo inquieta ba; def r auda ba la ex pectativa de su oído en materia de tim bre y resonancia. Pero él no esta ba sordo, y eso por el momento er asuf iciente.
Entonces recordó que hay f enómenos natur ales a los que alguien ha dado el nom bre de "som br as acústicas". Si tú per maneces en una som br a acústica hay una dirección en la que no oirás nada. En la batalla de Gaines's Mili, uno de los conflictos más f eroces de la Guerr a
Civil, con cien ar mas en juego, el público que se halla ba a una milla y media de distancia en el lado o puesto del valle Chickahominy no oía nada de lo que clar a-mente veía. El bom bardeo de Port R oyal, oído y sentido en St. Augustine, ciento cincuenta millas al sur, er a inaudible dos millas al norte en una atmósf er a tr anquila. Unos pocos días antes de la rendición en Appomattox un ensordecedor com bate entre las comandancias de Sheridan y Pick ett no f ue conocido por el segundo comandante, que esta ba a una milla en la retaguardia de su pro pialínea.
Estos ejemplos er an ignor ados por el hom bre de quien escribimos, pero no se ha bían escapado a su observación otros menos sor prendentes del mismo carácter . Esta ba
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prof undamente inquieto, pero por otr a r azón que el silencio misterioso de esa mar chailuminada por la luna.
"¡Dios mío!" se dijo a sí mismo -y de nuevo er a como si otro hubier a ex presado su pensamiento- "si esa gente es quien creo que es ¡hemos perdido la batalla y se dirigen a Nashville!"
Entonces le vino un pensamiento de sí mismo -un recelo-un f uerte sentido de peligro
per sonal, lo que en otro llamamos miedo. Se introdujo rá pidamente en la som br a de un árbol.Y a pesar de todo los batallones silenciosos avanza ban lentamente hacia la niebla.
El f r ío de una brisa re pentina sobre la parte tr aser a de su cuello atr a jo su atención haciala dirección de la que provenía, y girándose hacia el este contempló una luz dé bilmente gris alo largo del horizonte -el primer signo de la llegada del día. Esto incrementa ba su recelo.
"Debo mar char me de aquí," pensó "o me descubrirán y me cojerán".Salió de la som br a, caminando rá pidamente hacia el grisáceo este. Desde el ref ugio más
seguro que of recía un gru po de cedros miró hacia atrás. La columna enter a ha bía desaparecido de su vista: ¡el blanco camino recto se extendía desnudo y desolado ba jo la luz de la luna!
Si antes esta ba per plejo, ahor a esta ba inefa blemente asom br ado. ¡El paso tan veloz de un ejér cito tan lento! -no podía entender lo. Los minutos tr anscurr ían imper ce ptiblemente; ha bía perdido el sentido del tiempo. Busca ba con una terrible seriedad la solución al misterio,
pero busca ba en vano. Cuando por f in se despertó de su a bstr acción el borde del sol podíaver se por encima de las colinas, pero en las nuevas condiciones él no encontr a ba otr a luz que la del día; su entendimiento esta ba envuelto en dudas tan oscur as como antes.
A cada lado se extendían campos cultivados que no mostr a ban señales de guerr a o de estr agos bélicos. De las chimeneas de las gr anjas las sutiles ascensiones de humo azulindica ban los pre par ativos par a el pacíf ico tr a ba jo diario. Ha biendo acallado su inmemor a ble alocución a la luna, el perro guardián ayuda ba a un negro que, pref ijando un tiro de mulas alar ado, desaf ina ba con satisfacción en su la bor . El héroe de este cuento observa baestú pidamente este cuadro pastoril como si no hubier a visto nunca tal cosa en toda su vida; después se llevó la mano a la ca beza, la pasó por el pelo y, retirándola, examinó la palma con atención -algo singular . Tr anquilizado aparentemente por esta acción, caminó con conf ianzahacia el camino.
IICUANDO HAS PERDIDO LA VIDA CONSULTA A UN MÉDICO
Tr as visitar a un paciente a seis o siete millas de distancia, en el camino de Nashville, elDr . Stilling Malson, de Mur f rees boro, ha bía per manecido con él toda la noche. Al amanecer salió par a su casa a ca ballo, como er a la costum bre de los doctores de la época y del lugar .Ha bía entr ado en los alrededores del campo de batalla de Stone's R iver cuando un hom bre se
le acer có desde el borde del camino y lo saludó a la maner a militar, con un movimiento de lamano derecha hacia el ala del som brero. Pero el som brero no er a militar, el hom bre no lleva baunif or me y no poseía porte mar cial. El doctor inclinó la ca beza atentamente, medio pensando que el extr año saludo del f or astero er a quizás por respeto al entorno histórico. Ya que evidentemente el extr anjero desea ba ha blar con él, ref renó su ca ballo con cortesía y esperó.
"Señor," dijo el f or astero, "aunque sea usted un civil, puede que sea un enemigo".
"Soy médico," respondió en tono evasivo.
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"Gr acias," dijo el otro. "Soy lugarteniente, de la compañía del gener al Hazen." Se detuvo un momento y miró con intensidad a la per sona a quien se dirigía, después añadió, "Del ejér cito f eder al".
El médico asintió únicamente.
"Tenga la bondad de decir me," continuó el otro, "lo que ha sucedido aquí. ¿Dónde están los ejér citos? ¿Quién ha ganado la batalla?".
El médico observó curiosamente a su interrogador con los ojos a medio cerr ar . Tr as un examen prof esional, prolongado hasta el límite de la cortesía, dijo, "Perdone, el que pide inf or mación deber ía estar dispuesto a comunicar la. ¿Está usted heri-do?" añadió sonriente.
"No seriamente - parece."
El hom bre se quitó el som brero no-militar, puso la mano en la ca beza, la pasó por el pelo y, retirándola, examinó con atención su palma.
"Fui alcanzado por una bala y he estado inconsciente. Debe ha ber sido un golpe ligero yoblicuo: no encuentro sangre y no siento dolor . No lo molestar é con mi cur a, pero ¿será tan ama ble de indicar me dónde está mi comandancia -cualquier parte del ejér cito f eder al- si lo sa be?"
Nuevamente el doctor no contestó de inmediato: esta ba tr ayendo a la memoria lo que se consigna en los libros de su prof esión -algo sobre la pérdida de la identidad y el ef ecto de lasescenas familiares en su recu per ación. Finalmente miró al hom bre a la car a, sonrió, y dijo:
"Lugarteniente, usted no lleva el unif or me de su r ango y servicio."Al oír esto el hom bre ba jó la vista hacia su indumentaria civil, levantó los ojos, y dijo
dubitativamente:"Es verdad. Yo -yo no comprendo nada."Todavía observándolo con intensidad pero compasivamente el hom bre de ciencia
preguntó de maner a directa:"¿Cuántos años tiene?""Veintitr és -si eso tiene algo que ver .""No lo parece; no hubier a adivinado que usted tenía esa edad."El hom bre se impacienta ba. "No es necesario ha blar de eso," dijo; "quiero sa ber sobre el
ejér cito. No hace dos hor as que vi una columna de tro pas que se dirigían hacia el norte por este camino. Usted debe ha ber se encontr ado con ellos. Sea bueno y dígame el color de su ro pa, el cual f ui incapaz de distinguir, y no lo molestar é más".
"¿Está bastante seguro de que los vio?""¿Seguro? Dios mío, señor, ¡ podr ía ha ber los contado!""Vaya, realmente," dijo el médico, gr aciosamente consciente de su pro pio parecido con
el locuaz barbero de las Mil y Una Noches, "esto es muy interesante. No encontr é ninguna
tro pa."El hom bre lo miró con f rialdad, como si hubier a observado la semejanza con el barbero."Es evidente," dijo, "que no tiene ganas de ayudar me. Señor, ¡váyase al dia blo!".
Se giró y se alejó a gr andes zancadas, sin pensar, a tr avés de los campos húmedos por elrocío, mientr as que su ator mentador medio arre pentido lo observa ba desde su punto de venta ja en la silla de montar hasta que desapareció tr as una arboleda.
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IIIEL PELIGRO DE MIRAR EN UN CHARCO
Después de dejar el camino el hom bre aflojó el paso, y ahor a avanza ba, más bien dif icultosamente, con una visible sensación de fatiga. No podía justif icar esto, aunque
verdader a-mente la inter mina ble locuacidad de aquel médico rur al se presenta ba como ex plicación. Al sentar se sobre una roca, puso una mano en la rodilla, con el dor so haciaarriba, y casualmente la miró. Esta ba arrugada y llena de sur cos; podía tr azar las líneas con las
puntas de sus dedos. ¡Qué extr año! -un simple balazo y una breve inconsciencia no deber ían estro pear a alguien físicamente.
"Debo ha ber estado mucho tiempo en el hospital," dijo en voz alta. "Car am ba ¡qué tonto soy! ¡La batalla f ue en diciem bre, y ahor a es ver ano!" Se rió. "Con r azón aquel ti po pensó que yo er a un lunático f ugado. Esta ba equivocado: sólo soy un paciente f ugado".
A corta distancia una par celita de terreno cer cada por una pared de piedr a llamó su atención. Con un pro pósito no muy def inido se levantó y f ue hacia ella. En el centro ha bía un monumento macizo y cuadr ado de piedr a la br ada. Esta ba oscurecido por el paso del tiempo, erosionado en los ángulos, manchado de musgo y liquen. Entre los bloques macizos ha bía
f r anjas de hierba cuyas r aíces los ha bían se par ado al actuar como palanca. Como respuesta alreto de esta am biciosa estructur a el Tiempo ha bía puesto su mano destructor a sobre ella, y
pronto ser ía "una con Nínive y Tiro."26 En una inscri pción later al su ojo atr apó un nom bre familiar . Vibr ando de emoción, estiró el cuer po por encima del muro y leyó:
LA BRIGADA DE HAZEN
a
La Memoria de Sus Soldados
que cayeron en
Stone R iver, 31 de diciem bre de 1862.
El hom bre se cayó de la pared hacia atrás, pálido y enf er mo. Aproximadamente a ladistancia de un br azo se halla ba un hoyito en la tierr a; la lluvia reciente lo ha bía llenado -er aun char co de agua clar a. Se arr astró hacia él par a re poner se, levantó la parte su perior de su cuer po sobre sus br azos tem blorosos, empujó la ca beza hacia adelante y vio el reflejo de su rostro, como en un espejo. Lanzó un grito terrible. Sus br azos se deja-ron vencer; cayó, con la
car a hacia a ba jo, dentro del char co y entregó la vida que ha bía a bar cado otr a vida.
26 Nínive, ciudad asiria, y Tiro, ciudad f enicia, son dos famosos enclaves bí blicos. Es conocido el gusto de Bier ce por la aplicación de citas y ref erencias de la Biblia a sus relatos, herencia trágica, par a él, de su educación calvinista.
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UNA VACA ALMOHAZADA27
Mi tía Patience, que cultiva ba una pequeña gr anja en el estado de Michigan, tenía unavaca favorita. Esta criatur a no er a una vaca buena ni provechosa, pues en lugar de dedicar una
parte de su tiempo libre a la secreción de leche y a la producción de terner as, concentr a batodas sus facultades en el arte de dar coces. Cocea ba todo el día y se levanta ba en medio de lanoche par a cocear . Da ba coces a cualquier cosa -a las gallinas, a los cerdos, a las estacas, a las
piedr as sueltas, a los pájaros en el aire y a los peces que salta ban f uer a del agua; par a estavaca impar cial y de mentalidad católica todo er a igual -todo de igual modo indigno. La vacade mi tía Patience er a como el anciano Timotheus, el cual "elevó un mortal a los cielos"; aunque, en pala br as de un poeta posterior a Dr yden28
, ella lo hacía "con mucha más rudeza yf recuencia". Er a agr ada ble ver la a brir se paso a tr avés de un poblado corr al. Lanza ba a derechae izquierda, primero con una pata tr aser a y después con la otr a, y a veces, si las condicioneser an favor a bles, tenía a la vez un número consider a ble de animales domésticos en el aire.
Sus coces, asimismo, er an tan admir a bles cualitativamente como inagota blescuantitativamente. Er an su periores sin compar ación a aquellas de las vacas poco instruidas
que no ha bían hecho de este arte una dedicación vital -er an mer as af icionadas que cocea ban "de oído", como se dice en música. Una vez la vi situada en el camino, su puestamente inmer sa en un prof undo sueño, y rumiando con una especie de lasitud pro pia de una mañanade domingo, lo mismo que se rumia en un sueño. Olfateando a su lado, f elizmente inconsciente del peligro cer ca-no y a bsorto en los pensamientos de su amor, se halla ba un gigantesco cerdo negro -un cerdo del tamaño aproximado y del aspecto corriente de un rinoceronte primal. De pronto, mientr as yo mir a ba -sin un movimiento visible por parte de lavaca, sin ningún estremecimiento per ce ptible en su cuer po, ni un lapso en la plácidaregularidad de su rumia- aquel cerdo se ha bía mar chado de allí -se ha bía despedido del todo.Sin em bargo a lo lejos hacia el claro horizonte una diminuta manchita negr a cruza ba elempíreo a la velocidad de un meteoro, y en un momento ha bía desaparecido, sin ex plosión audible, más allá de las lejanas colinas. Puede que f uer a aquel cerdo.
Almohazar a las vacas no es, creo, una práctica ha bitual, incluso en Michigan; pero como ésta nunca ha bía necesitado que la ordeñar an, por su puesto tenía que someter se a algunaf or ma equivalente de per secución; e irritar su piel con una almo-haza se consider a ba unaatención tan desagr ada ble como un af ecto serio podía idear . Al menos ella lo creía así; aunque sospecho que su dueña realmente lo pretendía par a el provecho tempor al de la buena criatur a.De cualquier modo mi tía siempre ponía como condición cuando emplea ba a un criado par a lagr anja que él tendr ía que almohazar a la vaca todas las mañanas; pero después de las pruebassuf icientes que le per mitían autoconvencer se de que no er a un espasmo re pentino, ni un mero tr astorno local, el criado siempre anuncia ba su intención de a bandono, azotando a la bestiacon algún cuer po extr año y luego cojeando hacia su casa en dirección a su canapé. No sé acuántos hom bres la criatur a dejó sin tr a ba jar par a mi tía de este modo, pero a juzgar por elnúmero de cojos en esa parte de la región, dir ía que muchos; aunque algunas cojer as puede
27 Almohazar (i. curr y) signif ica estregar a las ca baller ías con la almohaza par a limpiar las. La almohaza (i.curr ycom b) es una chapa de hierro con cuatro o cinco serrezuelos de dientes menudos y romos, y un mango.28 John Dr yden (1631-1700) f ue un poeta, dr amaturgo y prosista ingles, nacido en Aldwinkle-All-Saints ymuerto en Londres. En 1654 recibió el cargo de secretario con Milton y Marvel. Cam bió a menudo de ideas políticas y religiosas, militando, sucesiva-mente, con los puritanos, anglicanos y católicos; en 1688 f ue nom br ado poeta laurea-do y en 1670, historiógr af o regio. Escribió Annus Mir a bilis, Original Poems and Tr anslations, A bsalom, Achito phel, Mac Fleck noe. Entre sus comedias destaca Marriage-á-la mode. Es autor de tr agicomedias y tr agedias heroicas.
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que f uer an indirectamente adquiridas, a partir de los suf ridores originales, por susdescendientes, y algunas puede que se produjer an por contagio.
Pienso que el de mi tía er a un sistema agr ícola def ectuoso. Es verdad que el tr a ba jo en la gr anja no le costa ba nada, pues todos los tr a ba jadores deja ban su servicio antes de recibir elsalario; pero como la fama de la vaca se extendió al extr anjero a tr avés de los varios estados y
territorios, se hizo cada vez más difícil conseguir obreros; y, después de todo, la favoritaesta ba imper f ectamente almohazada. Se comenta ba ha bitualmente que la vaca ha bíadestrozado la gr anja "a coces" -una metáf or a groser a, que da ba a entender que la tierr a no se cultiva ba debidamente, ni las de pendencias ni las cer cas se re par a ban adecuadamente.
Er a inútil reconvenir a mi tía: reconocía todo, sin corregir nada. Su dif unto esposo ha bíaintentado ref or mar el a buso de este modo, y ha bía discutido todo lo que le dio la gana hastaque reconvino con una muerte prematur a; y el f uner al se retr asó todo el día, hasta que se consiguió un nuevo director de pompas f únebres, pues el que esta ba dispuesto en un princi pio se ha bía comprometido en tono de conf ianza a almohazar a la vaca a petición de la viuda.
Desde ese momento mi tía Patience no esta ba en el mer ca-do matrimonial; el amor a esavaca ha bía usur pado en su cor azón el lugar de un af ecto más natur al y venta joso. Pero cuando vio sus semillas sin sem br ar, sus cosechas sin recoger, sus cer cas cubiertas de zarzas y sus
pr ados re pletos de los altísimos cardos de Canadá, pensó que lo mejor er a tomar esposo.Cuando se su po que mi tía Patience pretendía matrimonio hubo un intenso al boroto
po pular . Todos los varones adultos se convirtieron enseguida en hom bres casaderos. Lasestadísticas criminales del condado de Badger muestr an que sólo en aquel año tuvieron lugar más matrimonios que en cualquier década antes o después. Pero ninguno de ellos er a el de mi tía. Los hom bres se casa ban con sus cociner as, con sus lavander as, con las madres de susesposas muertas, con las her manas de sus enemigos -se casa ban con quienquier a que se quisier a casar; y cualquier hom bre que, por medios rectos o noviazgo, no pudier a conseguir esposa acudía a un juez de paz y hacía una declar ación jur ada af ir mando que tenía algunasesposas en Indiana. Tal er a el temor de casar se en vida con mi tía Patience.
Ahor a bien, por lo que respecta al af ecto de mi tía ella er a, como el lector ya ha brá su puesto, una mujer bastante resuelta; y dado que la extr aordinaria e pidemia casamenter a no ha bía dejado sino un varón elegible en todo aquel condado, ella ha bía puesto su cor azón en aquel varón elegible; después f ue y lo tr a jo con alguna dif icultad a su hogar . R esultó ser un alto párroco metodista de nom bre Huggins.
Aparte de su longitud desmedida, el pastor Berosus Huggins no er a tan mal ti po, y no se deja ba engañar por nadie. Sin em bargo, su pongo que er a el mortal más f eo en toda la mitad norte de América -con su sem blante delgado, anguloso, cadavérico e irr acionalmente solemne. Por lo gener al lleva ba un som brero negro de co pa ba ja, tan prof undamente encasqueta-do en la ca beza que le ecli psa ba par cialmente los ojos y le oscurecía totalmente laamplia gloria de los oídos. El otro único artículo visible de su indumentaria (exce ptuando un
par de botas de piel de vaca arrugada, por las cuales la pala br a "limpiar " podr ía ser consider ada el f r agmento insignif icante de un idioma perdido) er a una levita negr a muy
ceñida, preternatur almente larga en el talle, cuyos faldones le caían sobre los talones, a bsorbiendo el rocío. Siempre la lleva ba per f ectamente a botonada desde el cuello hacia a ba jo.De esta maner a vestido se parecía bastan-te a un espectro. Su aspecto er a tan clar amente antinatur al e inhumano que siempre que entr a ba a un maizal, los gr a jos a bandona ban tempor almente su tarea par a posar se sobre él en bandadas, luchando por los mejores puestos alo largo de su per sona, declar ando así su desprecio por los dé biles inventos del gr anjero.
El día después de la boda mi tía Patience llamó al pastor Berosus a la sala de consejo, ya brió su mente con el siguiente pro pósito:
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"Pues bien, Huggy, querido, te dir é lo que hay que hacer con respecto a la casa. En primer lugar, debes arreglar todas las cer cas, quitando las malas hierbas y re primiendo laszarzas con mano dur a. Después tienes que exter minar los cardos de Canadá, arreglar el carro, re par ar un ar ado o dos, y en gener al poner todas las cosas en orden. Esto te impedirá hacer tr avesur as dur ante casi dos años; por su puesto tendrás que dejar de predicar, de momento. Tan
pronto como tú -¡Oh! olvida ba a la pobre Phoebe. Ella"-.
"Sr a. Huggins," interrumpió su solemne esposo, "espero ser el medio, según la DivinaProvidencia, que lleve a ca bo todas las ref or mas necesarias en el gobierno de esta gr anja. Pero la her mana que tú mencionas (confío en que no sea de la gente mundana) -.tengo el placer de conocer la? De hecho, el nom bre suena familiar, pero-".
"¡ No conoces a Phoebe!" gritó mi tía, con verdadero asom bro; "creía que todo el mundo en Badger conocía a Phoebe. ¡Pues tendrás que r ascar sus patas todas las benditas mañanas de tu vida!".
"Te aseguro, señor a," contestó dignamente el pastor Berosus, "que me producir ía un santo placer satisfacer las necesidades espirituales de la her mana Phoebe, hasta lo que alcanzami capacidad dé bil e indigna; pero, realmente, me temo que el servicio mer amente secular delque tú ha blas debe ser conf iado a manos más ha bilidosas y, sugerir ía con todo respeto, f eme-
ninas".
"¡Cómo, vieeeejo tooooonto!" contestó mi tía, a briendo sus ojos con inf inita sor presa, "¡Phoebe es una vaca!".
"En ese caso," dijo el marido, con serenidad imperturba ble, "desde luego que me tocará a mí comprobar que su bienestar carnal está debidamente atendido; y estar é f eliz de dedicar asus patas tanto tiempo como pueda arrebatar, sin pecar, a mi lucha contr a Satán y los cardosde Canadá".
Dicho esto el pastor Sr . Huggins apretó el som brero contr a los hom bros, pronunció una breve bendición sobre su novia, y se dirigió al corr al.
Ahor a bien, es necesario ex plicar que él sa bía desde el princi pio quién er a Phoebe, yesta ba familiarizado, de oídas, con todas sus cualidades pecaminosas. Además, se ha bía hecho a sí mismo el honor de hacer le una visita, per maneciendo cer ca de su per sona, pero f uer a de su alcance, dur ante más de una hor a y dejando que ella lo examinar a con calma desde todaslas cuartas de la brújula. En resumen, él y Phoebe se ha bían ex plor ado mutuamente y se ha bían pre par ado par a la acción.
Entre los artículos de conf ort y lujo que f ueron a componer la dote del buen pastor, yque su esposa ha bía hecho que f uese tr ansportada a su nuevo hogar, esta ba una bom ba
patentada hecha de hierro f undido de unos siete pies de altur a. Ésta ha bía sido de positadacer ca del corr al, con mir as a ser bien colocada sobre el ta bla je que ha bía encima del corr al. ElSr . Huggins busca ba ahor a este invento y tr ansportándolo a su destino lo colocó en posición, atornillándolo con f ir meza a las ta blas. Después se despojó de su larga ga bardina y delsom brero, a botonando la primer a holgadamente sobre la bom ba, a la que casi oculta ba, ycolgando el último de la cima de la estructur a. La palanca de la bom ba, cuando er a
presionada, se tor cía por f uer a entre los faldones de la levita, extr añamente como una cola,
pero contando con esta exce pción apenas visible, cualquier observador impar cial hubier adeclar ado que aquello er a el Sr . Huggins, con una apariencia extr aordinariamente buena.Ter minados los pre par ativos, el buen hom bre cerró con cuidado la puerta del corr al,
sa biendo que tan pronto como Phoebe, que esta ba luchando en el huerto, notar a la precaución vendr ía y entr ar ía brincando par a f rustr ar la, lo cual al f inalhizo. Su dueño, mientr as tanto, se ha bía tum bado, sin levita y sin som brero, a lo largo del exterior de la cer cana valla de ta blas, donde pasó el tiempo de maner a muy agr ada ble, cogiendo un catarro de muerte y mir ando atr avés de un agujero en la mader a.
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Al princi pio, y dur ante un r ato, el animal f ingía que no veía a la f igur a sobre la plataf or ma. De hecho le volvió el lomo en cuanto llegó, simulando un sueño ligero. Aldescubrir que esta estr atagema no alcanza ba el éxito que ella esper a ba, la a bandonó y
per maneció varios minutos indecisa, rumiando de una maner a poco entusiasta, pero obviamente dándole muchas vueltas a la ca beza. Después empezó a olfatear por el suelo como si estuvier a totalmente a bsorta en la búsqueda de algo que ha bía perdido, vir ando aquí y allí,
pero cada vez acer cándose más al objeto de su perver so pro pósito. Al llegar a la distancia delha bla, se quedó quieta dur ante un momentito haciendo f rente a la f igur a f r audulenta, despuésalargó el hocico hacia ella, como par a que la acariciar a, intentando dar la impresión de que lascaricias y la diver sión er an más par a ella que la riqueza, el poder y los aplausos del po pulacho -a lo que la ha bían acostum br ado toda su dulce juventud y sin lo cual no podía seguir .Entonces se aproximó un poco más, como par a estrechar la pata, manteniendo todo el tiempo la ex presión más ama ble en el rostro y realizando todo ti po de seductores saludos, guiños ysonrisas. De pronto dio una vuelta en torno y con la r apidez del relámpago descargó unaterrible coz -una coz de f uerza y f uria inconcebibles, incompar a ble a nada en la natur alezaexce pto a ¡un relámpago procedente de un cielo claro!
¡El ef ecto f ue mágico! Las vacas cocean no hacia atrás sino de lado. El impacto que esta ba destinado a golpear terrible-mente al falso teólogo, reaccionó sobre el pro pio animal, yeso y el dolor juntos hicieron que ella gir ar a como una peonza. Tal er a la velocidad de su rotación que parecía una conf usa vaca cir cular, rodeada por un anillo continuo como el del
planeta Saturno -¡el mechón blanco del extremo de aquel r a bo que arr astr a ba todo! Luego, ala vez que la ininterrumpida f uerza centr íf uga disminuía y se debilita ba, empezó atam balear se y a perder el equilibrio, y f inalmente, cayendo de lado, rodó sobre su lomo y se quedó inmóvil con todas sus patas en el aire, creyendo f r ancamente que de alguna maner a elmundo se ha bía colocado encima de ella y que lo sostenía a costa de su comodidad per sonal.Después perdió el conocimiento.
Cuánto tiempo per maneció inconsciente nunca lo su po, pero por f in vino en sí, y viendo la puerta a bierta de su esta blo, "más dulce que todo el cer cano paisa je que le sonreía", avanzó como pudo, vacilando sobre las tres patas, se restregó los ojos, y se sintió clar amente desconcertada sobre las cuartas de la brújula. Al observar que el clérigo de hierro se af err a baf ir memente a su f e, ella le lanzó una mir ada de doloroso re proche y la vaca subyugada se f ue cojeando acongojada a su humilde ha bitáculo.
Dur ante varias semanas la pata tr aser a derecha de Phoebe estuvo hinchada hastaaumentar monstruosamente, pero tr as un per íodo de acertados cuidados ella "volvió en sí
per f ecta-mente", como su compadecida y conf undida dueña ex presa ba, o "se recu peró totalmente", como el reservado hom bre de Dios pref er ía decir . Ahor a er a tan dócil e inof ensiva "en su paseo y conver sación diarios" (Huggins) como un niño pequeño. Su nuevo amo solía poner la pata enf er ma en sus rodillas, y si vamos a eso, podía ha ber séla llevado a la boca si lo hubier a deseado. Todo su carácter parecía ha ber cam biado r adicalmente -cam bió tanto que un día mi tía Patience, quien, aunque la que-r ía tanto, nunca antes se ha bía atrevido a tocar el dobladillo de su vestido, como si dijer amos, se acer có a ella con toda conf ianza par a
aliviar la con una cazuela de na bos. ¡Car am ba! ¡de qué modo tan f ino espar ció a aquella buenaanciana sobre la su per f icie de un muro de piedr a contiguo! No se podr ía ha ber conseguido que quedar a tan unif or me con una llana.
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EL VIUDO TURMORE
Las cir cunstancias en las que Jor am Tur more llegó a convertir se en viudo no se han comprendido nunca de modo gener al. Yo las conozco, natur almente, por que soy Jor am
Tur more; y mi esposa, la dif unta Eliza beth Mar y Tur more, no las ignor a en a bsoluto; pero aunque ella induda blemente las cuente, todavía son un secreto, puesto que ni una sola alma lacree.
Cuando me casé con Eliza beth Mar y Johnin ella er a muy rica; de otro modo yo difícilmente hubier a podido per mitir me el lujo de casar me, ya que no tenía un centavo, y elCielo no ha bía de positado en mi cor azón ninguna intención de ganar uno. Yo ocu pa ba laCátedr a de Gatos en la Univer sidad de Gr aymaulk in, y las actividades escolares me ha bían inha bilitado par a la pasión y el peso de los negocios o del tr a ba jo. Además, no podía olvidar que er a un Tur more -miem bro de una familia cuyo lema desde la época de Guiller mo de
Nor mandía es La bor are est err are29. La única inf r acción conocida de la sagr ada tr adición familiar sucedió cuando Sir Aldebar an Tur more de Peter s-Tur more, un ilustre y ex perto ladrón del siglo diecisiete, asistió per sonal-mente a una difícil o per ación emprendida por
algunos de sus tr a ba jadores. Esa mancha en nuestro honor no se puede con-templar sin la más prof unda mortif icación.Mi posesión de la Cátedr a de Gatos en la Univer sidad de Gr aymaulk in no se ha bía
distinguido, desde luego, por ningún ejemplo de acción mezquina. Nunca ha bía ha bido, almismo tiempo, más de dos estudiantes de la Noble Ciencia, y solamente re pitiendo lasconf erencias manuscritas de mi predecesor, las cuales ha bía encontr ado entre sus ef ectos(murió en el mar de camino a Malta), podía saciar suf icientemente su ham bre de conocimiento sin incluso merecer realmente la distinción que servía en lugar de un sueldo.
Natur almente, en la necesidad, consider a ba a Eliza beth Mar y como una clase de Providencia especial. Ella imprudente-mente no quer ía compartir su f ortuna conmigo, pero eso no me preocu pa ba; pues, aunque según las leyes de ese país (como es bien conocido) laesposa disf ruta de se par ación de bienes en vida, pasan al marido cuando ella muere; y ella no
puede decidir a voluntad sobre ellos de otro modo. La mortalidad de las esposas esconsider a ble, pero no excesiva.
Al ha ber me casado con Eliza beth Mar y y, por así decir lo, ha ber la ennoblecido convirtiéndola en una Tur more, sentía que la f or ma de su muerte deber ía, hasta cierto punto, estar a tono con su distinción social. Si yo aca ba ba con ella a tr avés de los métodosmatrimoniales ordinarios, incurrir ía en una justa tacha, como al que despojan del pro pio orgullo familiar . Pero no podía dar con un plan adecuado.
Ante la necesidad decidí consultar los ar chivos Tur more, una colección de documentosque no tiene precio, la cual comprende los ar chivos de la familia desde la época de su f undador en el siglo diecisiete de nuestr a er a. Yo sa bía que entre estos sagr ados documentosencontr ar ía inf or mes detallados de todos los princi pales asesinatos cometidos por misancestros, que en santa gloria estén, dur ante cuarenta gener aciones. A partir de aquel montón de papeles no f r acasar ía en la obtención de las sugerencias más valiosas.
La colección contenía tam bién reliquias muy interesantes. Ha bía patentes de noblezaconcedidas a mis ante pasados por las atrevidas y hábiles eliminaciones de pretendientes atronos, u ocu pantes de ellos; estrellas, cruces y otr as condecor aciones da ban f e de servicios
29 Af orismo latino cuya tr aducción al español es tr a ba jar es err ar .
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del carácter más secreto e indescri ptible; diver sos regalos de los gr andes conspir adores delmundo re presenta ban un valor f inanciero intr ínseco que sobre pasa ba todo cálculo. Ha bíatr a jes, joyas, espadas de honor, y toda clase de "testimonios de estima"; la calaver a de un reyla br ada en una co pa de vino; las escritur as titulares de inmensas pro piedades, hace tiempo ena jenadas por conf iscación, venta, o a bandono; un luminoso breviario que ha bía pertenecido a Sir Aldebar an Tur more de Peter s-Tur more de infausto recuerdo; las orejas em balsamadas de
los enemigos más célebres de la familia; el intestino delgado de cierto indigno estadistaitaliano contr ario a los Tur mores, el cual, trenzado en una cuerda de saltar, ha bía sido útil alos jóvenes de seis gener aciones de parientes -recuerdos y recuerdos preciosos más allá de lo que la imaginación puede estimar, pero según los mandatos de la tr adición y el sentimiento jamás tr ansf eribles mediante venta o donación.
Como ca beza de familia, yo er a el custodio de todas estas reliquias sin precio, y par amayor seguridad ha bía construido en el sótano de mi vivienda una cámar a acor azada de mamposter ía maciza, cuyos sólidos muros de piedr a y única puerta de hierro podían desaf iar igualmente un tem blor de tierr a, los ataques incansa bles del Tiempo, y la mano atroz de laCodicia.
Ahor a yo acudía a este tesoro del alma, per f umado de sentimiento y ternur a, y rico en sugerencias criminales, en busca de instrucciones par a el asesinato. Par a mi sor presa y
horrible pesar ¡la encontr é vacía! Todas las estanter ías, todas las ar cas, todos los cof res ha bían sido desvalijados. ¡ No queda ba ni un solo resto de aquella única e incompar a ble colección!Sin em bargo comprobé que hasta que yo ha bía a bierto la sólida puerta de metal, ningún cerrojo ni ninguna tr anca ha bían sido mani pulados; los sellos de la puerta esta ban intactos.
Pasé la noche alternativamente lamentándome e investigando, sin obtener ningún resultado; el misterio er a impenetr a ble hasta la conjetur a, el bálsamo no mitiga ba el dolor .Pero ni una vez a lo largo de aquella espantosa noche mi ánimo f ir me a bandonó el importante
plan contr a Eliza beth Mar y, y el al ba me encontró más resoluto que antes a recoger los f rutosde mi matrimonio. Mi gr an pérdida parecía que me relaciona ba más espiritualmente con misante pasados muertos, y que de posita ba sobre mí una nueva y más inevita ble obediencia a la
per suasión que ha bla ba en cada glóbulo de mi sangre.Pronto se f or mó mi plan de acción, y tr as conseguir una cuerda gruesa, entr é en el
dor mitorio de mi esposa, hallándola, como esper a ba, sumida en un prof undo sueño. Antes de que se despertar a, la ha bía atado con f ir meza por las manos y los pies. Ella esta ba muysor prendida y afligida, pero sin hacer caso a sus protestas, pronunciadas en un tono alto, lallevé a la cámar a acor azada ahor a desvalijada, a la cual nunca le ha bía per mitido entr ar, y de cuyos tesoros nunca la ha bía inf or mado. Sentándola, todavía atada, en un ángulo de la pared,
pasé los dos siguientes días y noches tr ayendo ladrillos y mortero al lugar, y en la mañana delter cer día la ha bía emparedado completamente desde el suelo hasta el techo. Dur ante todo este tiempo no presté más atención a sus peticiones de clemencia que ( ba jo promesa de no resistencia, que tengo que decir que honr adamente cumplió) a la concesión de libertad de miem bros. El espacio per mitido par a ella er a de aproximadamente cuatro por seis pies. A lavez que yo inserta ba los últimos ladrillos del remate, en contacto con el techo de la cámar a,
ella se despidió de mí con lo que juzgué la serenidad de la desesper ación, y descansé de mi tr a ba jo, sin-tiendo que 'ha bía cumplido f ielmente con las tr adiciones de una antigua e ilustre familia. Mi única amarga reflexión, por lo que se ref er ía a mi pro pia conducta, procedía de laconsciencia de que en la ejecución de mi plan ha bía tr a ba jado; pero esto ningún alma viva jamás lo sa br ía.
Después de una noche de descanso acudí al Juez del Tribunal de Sucesiones yHerencias e hice una relación ver ídica y jur ada de todo lo que ha bía llevado a ca bo -exce pto que atribuí a un criado el tr a ba jo manual de la construcción del muro. El señor juez designó un comisario del tribunal, quien realizó un cuidadoso examen de la obr a, y tr as su inf or me
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Eliza beth Mar y Tur more, al ca bo de una semana, f ue declar ada muerta. Según el debido proceso legal pasé a poseer sus bienes, y aunque estos no er an ni por cientos de miles de dólares tan valiosos como mis tesoros perdidos, me alzaron de la pobreza a la riqueza y me tr a jeron el respeto de los gr andes y los buenos.
Unos seis meses después de estos acontecimientos me llegaron extr años rumores de que el fantasma de mi esposa muerta ha bía sido visto en varios lugares del país, pero siempre a
una distancia consider a ble de Gr aymaulk in. Estos rumores, sobre los que no pude averiguar dónde se originaron con autenticidad, se dif erencia ban ampliamente en muchos detalles, pero er an semejantes en atribuir a la aparición un cierto alto gr ado de evidente prosperidad mundana com binada con un descaro muy inf recuente entre fantasmas. No sólo se vestía elespíritu con prendas suntuosas, sino que anda ba a mediodía, e ¡incluso conducía! Yo esta bainefa blemente molesto por estas noticias, y pensando que podr ía ha ber algo más que su per stición en la creencia po pular de que sólo los espíritus de los muertos inse pultos todavíavagan por la tierr a, llevé a algunos tr a ba jadores equi pados con picos y palancas a la cámar aacor azada desde hacía tiempo inviolada, y les ordené que derribar an la pared de ladrillo que yo ha bía construido en torno a la socia de mis alegr ías. Yo esta ba resuelto a of recer al cuer po de Eliza beth Mar y tal entierro como juzgué que su parte inmortal estar ía dispuesta a ace ptar como equivalente al privilegio de vagar a voluntad entre las guaridas de los vivos.
En unos pocos minutos ha bíamos derribado el muro e, introduciendo una lámpar a atr avés de la a bertur a, mir é en el interior . ¡ Nada! Ni un hueso, ni un mechón de pelo, ni un jirónde su ro pa -¡el reducido espacio que, en mi af idávit30
, ha bía sido legalmente declar ado como el continente de todo lo que er a mortal de la dif unta Sr a. Tur more esta ba a bsolutamente vacío! Esta asom brosa revelación, que sobrevenía a una mente ya nerviosísima por demasiados misterios y emociones, er a más de lo que yo podía so portar . Grité en voz alta yme dio un ataque. Dur ante meses después estuve entre la vida y la muerte, f ebril y delir ante; no me recu per é hasta que mi médico ha bía tenido la previsión de coger una maleta de valiosas joyas de mi ca ja de caudales y a bandonar el país.
Al ver ano siguiente tuve que visitar mi bodega, en un ángulo de la cual ha bía construido la cámar a acor azada ahor a a bandonada desde hacía tiempo. Al mover un tonel de Madeir a lo golpeé con consider a ble f uerza contr a la pared que actua ba como ta bique, y me asom br é alobservar que desplaza ba dos gr andes piedr as cuadr adas que f or ma ban parte de la pared.
Aplicando las manos a éstas, las empujé completamente hacia af uer a con facilidad, ymir ando a tr avés ví que ha bían caído en el nicho en el que yo ha bía emparedado a mi lamenta-da esposa; f rente a la brecha que su caída dejó, y a una distancia de cuatro pies, se halla ba elenladrillado que mis pro pias manos ha bían hecho par a el control de aquella desgr aciada dama.Ante esta signif icativa revelación emprendí un registro de la bodega. Detrás de una f ila de toneles encontr é cuatro objetos históricamente interesantes pero sin valor intr ínseco:
En primer lugar, los restos mohosos de un manto ducal de ceremonia (florentino) delsiglo once; en segundo lugar, un breviario de vitela31 luminoso con el nom bre de Sir Aldebar an Tur more de Peter s-Tur more inscrito en colores sobre la página donde se halla eltítulo; en ter cer lugar, una calaver a humana la br ada en una co pa par a beber y completamente
manchada de vino; en cuarto lugar, la cruz de hierro de un Ca ballero Comandante de la Orden de Envenenadores del Imperio Austr íaco.Eso er a todo -ningún objeto tenía valor comer cial, no ha bía papeles- nada. Pero esto er a
suf iciente par a aclar ar el misterio de la cámar a acor azada. Mi mujer pronto ha bía adivinado laexistencia y pro pósito de ese aposento, y con una ha bilidad equivalente al genio ha bíaef ectuado una entr ada aflojando las dos piedr as del muro.
30 Af idávit es un tér mino legal que designa la declar ación jur ada hecha ante una autoridad; en especial la que hacen los súbditos extr anjeros de los títulos que poseen de la deuda de un país.31 Vitela es la piel de vaca o terner a, adobada y muy pulida, sobre todo la que sirve par a pintar o escribir .
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A tr avés de esa brecha ha bía robado en deter minados momentos la colección enter a, lacual induda blemente ha bía conseguido convertir en moneda del reino. Cuando con justiciainconsciente, que me priva de cualquier satisfacción en mi recuerdo, decidí emparedar la, seleccioné, por alguna fatalidad maligna, aquella parte en la que esta ban estas piedr asmovibles, y sin duda antes de que yo hubier a aca bado por completo mi obr a de al bañiler ía ellalas ha bía quitado y, deslizándose hasta la bodega, las colocó nuevamente como esta ban en su
origen. Desde la bodega ha bía escapado f ácilmente sin ser vista, par a disf rutar de sus infamesganancias ilícitas en lugares distantes. He procur ado conseguir una orden judicial, pero elIlustr ísimo Barón del Tribunal de Acusación y Condena me recuerda que ella está legalmente muerta, y dice que mi único camino es ir ante el Maestro de Cadáveres y gestionar un mandato legal de desenterr amiento y resurrección constructiva. Así que parece que he de suf rir sin remedio este gr an agr avio a manos de una mujer desprovista tanto de princi pioscomo de vergüenza.
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EL SALTO MORTAL DEL SR. SWIDDLER
Jerome Bowles (decía el ca ballero llamado Swiddler ) ha bía de ser ahor cado el viernes, nueve de noviem bre, a las cinco de la tarde. Esto iba a tener lugar en la ciudad de Flatbrok e,
donde por aquel entonces él esta ba encar celado. Jerome er a amigo mío, y natur almente yo no esta ba de acuerdo con el jur ado que lo ha bía condenado en cuanto al gr ado de culpa presu puesto por el hecho conf esado de que ha bía dispar ado a un indio sin provocación directa. Tr as su juicio yo ha bía estado procur ando influir en el Gobernador del Estado par aque le concedier a el perdón; pero el sentimiento público esta ba en mi contr a, hecho que yo atribuía en parte a la innata ter quedad del pueblo, y en parte a la reciente f undación de iglesiasy escuelas que ha bían corrompido las nociones primitivas de una comunidad f ronteriza. Pero tr a ba jé duro e incansa blemente por cualquier ti po de medios directos e indirectos dur ante todo el per íodo en el que Jerome estuvo condenado a muerte; y en la mañana del día señalado par ala ejecución, el Gobernador me llamó, y diciendo que "él no tenía intención de preocu par se
por mis importunidades todo el invierno", me entregó el documento que tan a menudo ha bíarechazado.
Ar mado con este precioso papel, f ui volando hasta la of icina de telégr af os par a enviar un mensa je al Sheriff de Flatbrok e. Me encontr é con que el o per ador esta ba poniendo la llave a la puerta de la of icina y cerr ando del todo. Le su pliqué en vano; dijo que iba a ver elahor camiento, y que realmente no tenía tiempo par a enviar el mensa je. He de ex plicar que Flatbrok e esta ba a quince millas de distancia; yo esta ba entonces en Swan Creek , la capitaldel estado.
Como el o per ador er a inexor a ble, salí corriendo hacia la estación de f errocarril par acomprobar a qué hor a partía el primer tren par a Flatbrok e. El encargado de la estación, tr anquila y cortésmente malévolo, me inf or mó de que a todos los empleados del f errocarril se les ha bía dado un día de vacaciones par a ver el ahor camiento de Jerome Bowles, que se ha bían ido ya en un tren de madrugada, y que no ha br ía otro tren hasta el día siguiente.
Yo esta ba ahor a f urioso, pero el encargado de la estación me echó discretamente,
cerr ando las puertas. Fui de prisa hacia la ca balleriza de alquiler más cer cana. ¿Por qué prolongar mi carrer a de contr atiempos? No pude obtener un sólo ca ballo en aquella ciudad; ninguno esta ba libre desde hacía semanas con el f in de llevar a la gente al ahor camiento. Eso es lo que todos decían, al menos, aunque ahor a sé que ha bía una perver sa conspir ación par af rustr ar los límites de la misericordia, ya que el asunto del perdón se ha bía divulgado.
Er an ahor a las diez en punto. Sólo tenía siete hor as par a recorrer las quince millas a pie; pero yo er a un excelente andar ín y esta ba completamente enojado; no ha bía duda de mi ha bi-lidad par a cubrir la distancia con una hor a de sobr a. La vía férrea of recía la mejor o portunidad; se extendía en línea recta como una cuerda a tr avés de una llanur a unif or me ysin árboles, mientr as que el camino hacía un amplio rodeo al pasar por otr a ciudad.
Emprendí la mar cha como un Modoc en la senda de la guerr a. Antes de que hubier acaminado media milla me alcanzó "Ese Jim Peasley", como lo llama ban en Swan Creek , un bromista incur a ble, amado y evitado por todos los que lo conocían. Me preguntó mientr as se acer ca ba si "iba al espectáculo". Pensando que lo mejor er a disimular, le dije que así er a, pero no le ha blé par a nada de mi intención de detener la ejecución; pensé que ser ía una lección
par a Ese Jim per mitir le caminar quince millas par a nada, ya que er a evidente que iba tam bién.Sin em bargo, yo desea ba que él f uer a delante o que se quedar a atrás. Pero él no podía hacer lo
primero muy bien, y no har ía lo último; así que continuamos caminando juntos.Er a un día nuboso y muy bochornoso par a esa época del año. La vía férrea se extendía
ante nosotros, entre su doble f ila de postes telegráf icos, con una sever a unif or midad,
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ter minando en un punto del horizonte. Por cualquier lado la desalentador a monotonía de lallanur a er a continua.
No obstante, yo pensa ba poco en estas cosas, pues mi exaltación mental er a insensible ala influencia de primente del paisa je. Esta ba a punto de salvar la vida de mi amigo -de devolver un ex perto tir ador a la sociedad. De hecho apenas pensa ba en Ese Jim, cuyos tacones
pulveriza ban la dur a gr ava muy cer ca de mí, exce pto cuando él estima ba conveniente ex poner
de vez en cuando la pregunta sentenciosa, y yo juzga ba irónica,"¿Cansado?" Por su puesto que lo esta ba, pero hubier a pref erido morir antes que conf esar lo.
Ha bíamos caminado así, aproximadamente la mitad del tr ayecto, proba blemente en mucho menos de la mitad de las siete hor as, y esta ba yo tomando aliento, cuando Ese Jimrompió el silencio de nuevo.
"Antes da bas saltos en un cir co, ¿verdad?"¡Er a verdad! en una época de de presión pecuniaria una vez tuve que colocar las piernas
en el estómago -convertí mis dotes atléticas en venta ja económica. No er a un tema agr ada ble, y no dije nada. Ese Jim continuó:
"¿No te gustar ía hacer ahor a a un socio un salto mortal, eh?"El tono bur lón de esta mofa er a intoler a ble; ese ti po me consider a ba evidentemente
"rendido", así que tomando una corta carrerilla puse las manos sobre los muslos y ¡realicé un
salto mortal tan bonito como jamás f ue hecho sin tr ampolín! Al momento me puse derecho con la ca beza todavía dando vueltas. Sentí que Ese Jim pasa ba atro pelladamente por delante de mí, dándome una vuelta que casi me envía f uer a del camino. Un momento después él ha bíaavanzado a un paso tremendo, riéndose bur lonamente por encima del hom bro como si hubier ahecho algo extr aordinariamente ingenioso par a tomar la delanter a.
Yo le pisé los talones en menos de diez minutos, aunque he de conf esar que el hom bre sa bía caminar asom brosamente. En media hor a lo ha bía adelantado, y al ca bo de una hor alleva ba un paso tan f ulminante que él er a un mero punto negro a mis espaldas, y parecía estar sentado en uno de los carriles, total-mente agotado.
Liber ado del Sr . Peasley, comencé natur almente a pensar en mi pobre amigo en lacár cel de Flatbrok e, y se me ocurrió que algo podr ía suceder par a apresur ar la ejecución. Yo conocía el sentimiento del país en su contr a, y que muchos acudir ían allí desde lejos quienesdesear ían lógicamente llegar a casa antes del anochecer . No podía evitar reconocer que lascinco en punto er a irr azona blemente tarde par a un ahor camiento. Tortur ado por estos temores, incrementé inconscientemente mi mar cha a cada paso, hasta que casi er a una carrer a. Me desprendí del a brigo y lo tir é, a br í el cuello, y desa botoné el chaleco. Y por f in, reso plando y echando vapor como una locomotor a, irrumpí violentamente en medio de unaescasa multitud de gandules a las af uer as de la ciudad, y floreció el perdón locamente encimade mi ca beza, al gritar, "¡Ba jadlo! -¡ba jadlo!"
Después, como todo el mundo observa ba con prof undo asom bro y nadie decía nada, tuve tiempo de mir ar en torno, mar avillándome de la apariencia extr añamente familiar de laciudad. A la vez que mir a ba, las casas, calles, y todo parecía ex perimentar una re pentina ymisteriosa tr ansposición respecto a las cuartas de la brújula, como gir ando sobre un eje; y al
igual que el que se despierta de un sueño me encontr é entre escenarios ha bituales. Par a ha blar sin rodeos, ha bía regresado de nuevo a Swan Creek , ¡tan claro como el agua!Fue todo obr a de Ese Jim Peasley. El intrigante pícaro me ha bía provocado par a dar un
salto mortal desconcertante, después chocó contr a mí, dándome un medio giro, y emprendió el tr ayecto de regreso, incitándome de este modo a enganchar lo en la misma dirección. El díanuboso, las dos líneas de postes tele-gráf icos, una a cada lado del camino, la total monotoníadel paisa je a derecha e izquierda -todos estos ha bían conspir ado par a impedir que yo observar a que ha bía cam biado de dirección.
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Cuando el tren de recreo regresó de Flatbrok e aquella tarde a los pasa jeros se les narró un cuentecito a mi costa. Er a justo lo que necesita ban par a animar se un poquito después de lo que ha bían visto; pues mi salto mortal ¡ha bía roto el cuello de Jerome Bowles a siete millas de distancia!
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EL CUENTECITO
DRAMATIS PERSONE - Un director su pernumer ario. Un cola bor ador en per íodo de prueba.
ESCENA - La of icina de "The Ex pounder "32.
COLABORADOR EN PERÍODO DE PRUEBA-¿Está el director?
DIRECTOR SUPERNUMERARIO-Estoy muerto.
C.P.P.-Los dioses me favorecen. (Saca un rollo manuscrito.) Aquí hay un cuentecito, que voy a leer le.
D.S.-¡Oh, oh!
C.P.P.-(Lee.) "Er a la última noche del año -una noche revoltosa, nociva y of ensiva. En la calle princi pal de San Fr ancisco"-.
D.S.-¡Maldito San Fr ancisco!
C.P.P.-Tenía que suceder en algún lugar . (Lee.)
"En la calle princi pal de San Fr ancisco ha bía una pequeña huér fana, observando eltiempo como un voluntario. Sus piececitos descalzos estampa ban besos helados sobre laslosas cuando ella los ponía en tierr a y los levanta ba alternativamente. La lluvia congelante se divertía con su cuero ca belludo, y juga ba tontamente con su pelo -su pro pio pelo. El viento
nocturno ex plor a ba con sagacidad sus har apos, como si sospechar a que hacía contr a bando.Ella veía a multitud de gente de aspecto resuelto que se arruina ba horriblemente con juguetesy dulces par a los seres queridos de sus hogares, y desea ba estar en su lugar par a arruinar se un
poco -sólo un poco. Después, cuando el f eliz tro pel ha bía pasado a su lado a toda velocidad con montones de cosas par a que los niños enf er mar an, se inclina ba contr a una farola de hierro delante de una panader ía y encendía la mala envidia. Pensa ba, pobre criatur a, que le gustar íaser un pastel - pues esta niñita tenía de ver as mucho ham bre. Luego lo intenta ba otr a vez, y se imagina ba que le gustar ía ser una tarta con f ruta troceada por dentro; entonces estar ía caliente todos los días y nadie la comer ía. Pues la niña tenía f r ío además de ham bre. Finalmente, ellase esf orzó bastante, y pensó que podr ía estar muy contenta como horno; pues entonces se lamantendr ía siempre caliente, y los panaderos le introducir ían todo ti po de cosas buenas con una pala larga."
D.S.-He leído eso en alguna parte.
C.P.P.-Es muy proba ble. Este cuentecito no ha sido jamás rechazado por ningún periódico al que se lo he of recido. Es más per f ecto, tam bién, cada vez que lo escribo. Cuando
32 En este relato los nom bres de los periódicos o revistas tienen que ver, en su mayor parte, con el contenido de la narr ación, y, por eso, tr aduciremos esos nom bres en las notas a pie de página. En el caso que nos ocu paex pounder es aquel que cuenta y ex plica algo muy detalladamente.
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apareció por primer a vez en Ver acityo33 el director dijo que le costó cien suscri ptores. ¡Preste pues atención a la mejor a! (Lee.)
"Las hor as se deslizaron -exce pto unas pocas que se congelaron en el pavimento- hastala medianoche. Las calles esta ban ahor a desiertas, y como el almanaque ha bía pronosticado luna nueva en torno a esta época, las farolas ha bían sido apagadas a conciencia. De re pente un
gr an globo sonoro cayó desde la torre de una iglesia adyacente, y ex plotó en la noche con un estruendo metálico. Entonces todos los relojes y campanas comenzaron a tocar el Año Nuevo -bom bardeando y causando estr épito y gritando y rematando a todos los nerviosos pospuestosdesde el domingo precedente. La huer fanita se despertó de su sueño, dejando un pedacito de
piel sobre la deslustr ada farola, apretó sus delgadas manos azules y miró hacia arriba, 'con unaloca inquietud,"'-
D.S.-En The Monitor 34 decía "con ojos codiciosos".
C.P.P.-Lo sé; no ha bía leído a Byron entonces. Un perro listo, Byron. (Lee.)"En ese momento una tarta de arándanos agrios cayó a sus pies, aparentemente desde las
nubes."
D.S.-¿Y qué pasa con los ángeles?
C.P.P.-El director de Good Will35 los su primió. Dijo que San Fr ancisco no er a lugar par a ellos; y no creo-.
D.S.-¡Vamos, vamos! No importa. Continúe con el cuentecito.
C.P.P.-(Lee.) "Mientr as ella se inclinó par a recoger la tarta un bocadillo de terner a ba ja ba a gr an velocidad, y a bof eteó una de sus orejas. Después esquivó con agilidad un pan de trigo, y luego un gr an jamón cayó tor pemente sobre los dedos de sus pies. Un saco de harinase reventó en medio de la calle; una loncha de tocino quedó atr avesada en una señal de hierro.Poco después una ristr a de salchichas se posó en cír culo alrededor de ella, aplastándose como si una apisonador a hubier a pasado por encima. Tr as esto llegó la calma -nada ba jó exce pto
pescado seco, f r íos puddings y ro pa interior de f r anela; pero en ese momento sus deseosempezaron a hacer ef ecto otr a vez, y un cuarto de carne de vaca descendió con tremendo ímpetu sobre la ca beza de la huer fanita."
D.S.-¿Y que le pareció ese cuarto de carne de vaca al director de The R easona ble Virtues36
?
C.P.P.-Oh, se lo tr agó como un hom brecito, y lo introdujo en unos pocos cerdos
adobados suyos. Los he omitido, por que no quiero intrusos que alteren el Cuentecito. (Lee.)"Se podr ía pensar que er a suf iciente; pero no. R o pa de cama, zapatos, mantequilla, enor mes quesos, ristr as de cebollas, cantidades de mer melada a gr anel, barriletes de ostr as,
pollos titánicos, ca jones re pletos de va jillas y artículos de vidrio, cosas variadas par a elgobierno de la casa, f ogones par a cocinar, y montones de carbón llovían en amplias catar atas
33 Ver acidad.34 Monitor es el rece ptor .35 Buena voluntad.36 Las virtudes r azona bles.
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desde un cielo generoso, apilándose por encima de aquella niña hasta una prof undidad de veinte pies. El tiempo tardó más de dos hor as en despejar; y a las tres y media una pesadamole37 de azúcar golpeó la esquina de las calles Clay y K earney, con un impacto que estremeció la península como un terremoto y paró todos los relojes de la ciudad.
"Al amanecer los buenos comer ciantes llegaron a la escena con palas y carretillas, yantes de que el sol del año nuevo cumplier a una hor a de edad, se ha bían a bastecido con todas
estas provisiones -las ha bían escondido en sus bodegas, y las ha bían colocado muy bien en sus estantes, listas par a ser vendidas a los dignos pobres."
D.S.-Y la niña pequeña -¿qué f ue de ella?
C.P.P.-Usted no debe adelantar se al Cuentecito. (Lee.)
"Cuando ellos llegaron a donde se halla ba la malvada huer fanita que no se ha bíacontentado con su lote alguien tr a jo una escoba, y f ue con cuidado barrida y retir ada. Despuésla levantaron tiernamente, y la llevaron ante el juez de primer a instancia. Aquel f uncionario esta ba de pie en la puerta de su of icina, y con un movimiento de la mano que indica badesaprobación, dijo al hom bre que la tr aía:
"Vamos, már chese, buen hom bre; vino un ti po aquí tres veces ayer que intentó vender me justamente este mapa."
37 Hemos empleado mole par a la tr aducción del tér mino hogshead, que designa una medida de capacidad equivalente a 52,5 galones o, aproximadamente, 225 litros.
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CORROMPIENDO A LA PRENSA
Cuando a Joel Bird se le of reció ser gobernador de Missouri, Sam Henly dirigía elBugle de Berr ywood; y apenas se ha bía f or malizado la pro puesta por la Convención Estatal
cuando él se declaró acalor adamente en contr a del partido. Sam er a un escritor hábil y lasmentir as que inventó sobre el candidato ¡er an vergonzosas! Nosotros, sin em bargo, so portamos eso muy bien, pero luego Sam cam bió rotundamente de política y empezó a decir la verdad. Esto ya er a demasiado; el Comité del Condado celebró preci pitadamente unareunión, y decidió que ha bía que detener lo; así que yo, Henr y Barber, f ui enviado par a tomar medidas a ese f in. Sa bía algo de Sam: lo ha bía compr ado varias veces, y estima ba su valor actual en unos mil dólares. Esta le pareció al comité una cif r a r azona ble, y cuando se lo mencioné a Sam dijo que "él lo consider a ba justo; nunca deber ían decir que el Bugle er a un
periódico de tr ato difícil." No obstante, hubo algún retr aso en la reunión del dinero; loscandidatos par a las of icinas locales no ha bían dispuesto todavía de sus cerdos otoñales, y se halla ban en apuros f inancieros. Algunos prestaron un cerdo, uno dio varios k ilos de maíz38
, otro una bandada de pollos; y el hom bre que aspir a ba a la distinción de Juez del Condado
pagó su gr avamen con un carro. Estas cosas ha bían de ser convertidas en dinero con pérdidasruinosas, y mientr as tanto Sam seguía lanzando un incesante torrente de dardos envenenados anuestr a facción política. Nada que yo dijer a le har ía detener se; contesta ba invaria blemente que no ha br ía tr ato hasta que él tuvier a el dinero. Los hom bres del comité esta ban f uriosos; elasunto requer ía toda mi elocuencia par a impedir que ellos declar asen el contr ato nulo y sin ef ecto; pero f inalmente me pasaron un billete de mil dólares nuevo y limpio, que con la mayor urgencia tr ansf er í a Sam en su residencia.
Aquella tarde hubo una reunión del comité: todos parecían de nuevo muy alegres, exce pto Hook er of Jayhawk. Este viejo desgr aciado se sentó cómodamente y movió la ca bezanegativamente dur ante toda la sesión, y justo antes de la clausur a dijo, mientr as cogía elsom brero par a mar char se, que quizás todo er a correcto-y honesto; que puede que no hubier aem bustes, pero que él tenía sus dudas -sí, él tenía sus dudas39. El viejo ref unf uñón re pitió esto
hasta que me sacó de quicio más allá del límite."Sr . Hook er," dije, "conozco a Sam Henr y desde que él esta ba en la cima, y no hay
hom bre más honesto en el viejo Missouri. ¡La pala br a de Sam Henly es tan buena como su billete! Es más, si algún ca ballero cree que él disf rutar ía con un f uner al de primer a clase, y pro por ciona los accesorios de luto, yo facilitar é el cadáver . Y se lo puede llevar a casaconsigo de esta reunión".
Llegado a este punto el Sr . Hook er esta ba intr anquilo por mar char se.Al ha ber me quitado este asunto de mi consciencia dor mí hasta tarde al día siguiente.
Cuando iba por la calle ví enseguida que pasa ba algo "malo". Ha bía corrillos de gente reunidos en las esquinas, algunos leían con ansia el número de aquella mañana del Bugle, otros gesticula ban, y otros camina ban malhumor ada-mente echando pestes entre dientes, no en voz alta sino gr ave. De pronto oí un griter ío emocionado -un rugido conf uso de muchos
pulmones, y los pisoteos de innumer a bles pies. En esta ba bel de ruidos pude distinguir las pala br as "¡Matadle!" "¡Calentadle el pellejo!" y así sucesivamente; y, mir ando calle arriba, vílo que parecía ser toda la población masculina corriendo calle a ba jo. Yo soy muy exaltado, y,
38 Hemos o ptado por esta tr aducción de la f r ase one gave twenty bushels of corn, pues bushel es una medidaanglosa jona de áridos sin tr aducción al español. En Gr an Bretaña equivale a 36,36 litros, y en Estados Unidos a35,24 litros.39 Bier ce re produce coloquial y dialectalmente el ha bla de Hook er of Jayhawk , lo cual sor prende en un escritor que a borrece los dialectalismos y el slang. En la tr aducción al español se pierde ese uso original del inglés.
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aunque no sa bía el pelle-jo de quién tenía que ser calentado, ni por qué ha bía que matar aalguien, salí dispar ado delante de las masas clamorosas gritan-do "¡Matadle!" y "¡Calentadle el pellejo!" tan alto como el que más, buscando todo el tiempo a la víctima. Ba jamos la calle volando como una tor menta; después doblé una esquina, creyendo que el canalla debía ha ber subido por aquella calle; luego pasé como un r ayo por una plaza pública; por un puente; deba- jo de un ar co; f inalmente regresé a la calle princi pal gritando como una panter a, y resuelto a
matar al primer ser humano que alcanzar a. La muchedum bre seguía mi iniciativa, gir ando cuando yo gir a ba, chillando cuando yo chilla ba, y -de re pente se me ocurrió que ¡er a yo elhom bre cuyo pellejo ha bía de calentar se!
No hay necesidad de ex playar se en la sensación que produjo en mí este descubrimiento; af ortunadamente me encontr a ba a pocas yardas de las ha bitaciones del comité, y entr é de maner a preci pitada en éstas, cerr ando y echando el cerrojo a las puertas tr as de mí, y subiendo las escaler as como un relámpago. El comité se halla ba en una sesión solemne, sentado en unahiler a atr activa y unif or me en los bancos delanteros, todos con los codos sobre las rodillas, yla barbilla descansando en las palmas de las manos - pensando. A los pies de cada uno se halla ba una co pia descuidada del Bugle. Todos los miem bros me mir aron f ijamente, pero nadie se movió, nadie prof irió un sonido. Ha bía algo terrible en este silencio preternatur al, y
se hacía más impresionante por el ronco mur mullo de la multitud en el exterior, que echa baa ba jo la puerta. No lo podía so portar más, pero me adelanté dando pasos largos y cogí el
periódico que yacía a los pies del presidente. En la ca becer a de las columnas editoriales, en letr as del tamaño de media pulgada, se encontr a ban los siguientes asom brosos titulares:
"¡Escándalo miser a ble! ¡Agresiva corru pción entre nosotros! ¡Los vampiros se f rustr aron! ¡Henr y Barber vuelve a su viejo juego! ¡La r ata roe una lima! ¡Las hordasdemocráticas intentan no hacer caso alguno a la gente libre! ¡Vil tentativa de sobornar aldirector de este periódico con un billete de veinte dólares! El dinero se ha entregado al asilo de huér fanos."
No seguí leyendo, pero me quedé completamente inmóvil en el centro de la sala, y caíen un ensueño. ¡Veinte dólares! En cierto modo parecía una simple tonter ía. ¡ Novecientosochenta dólares! Yo no sa bía que ha bía tanto dinero en el mundo. Veinte - no, ¡ochenta y un mil dólares! Ha bía cif r as gr andes y negr as flotando por toda la sala. Catar atas incesantes de ellas descendían por las paredes, se par a ban, y huían espantadas cuando yo las mir a ba, ycomenza ban a ir de nuevo a toda velocidad cuan-do ba ja ba la mir ada. De vez en cuando lacif r a 20 adquir ía f or ma en algún lugar de la ha bitación, y después la cif r a 980 se desliza ba por encima y la cubr ía. Luego, como las vacas flacas del sueño de Far aón, todas se mar cha ban ydevor a ban los gruesos ceros del número 1.000. Y bailando como mosquitos en el aire ha bíamir íadas de fantasmitas con f or ma de caduceo40
, así $$$$$. Yo no entendía nada en a bsoluto, pero empecé a comprender mi posición. Directamente el viejo Hook er, sin mover se de su asiento, comenzó a apagar el ruido de innumer a bles pies en las escaler as elevando su delgado
falsetto41
:"Quizás, Sr . Presidente, sea todo honesto. Sa bemos que el Sr . Henly no sa be decir mentir as; pero yo dudo prof undamente de que haya una remanente debida a este su comité
por parte del ca ballero que hay en la sala -si él no os hubier a enviado a por acces... de luto - a por f uner ales de primer a clase.42
40 El caduceo es un atributo de Mer curio, usado hoy como sím bolo del comer cio; consiste en una var a lisa, con dos alas a un extremo, rodeada de dos culebr as.41 El falsetto es la voz más aguda que la natur al, ya sea al ha blar o al cantar .42 De nuevo nos encontr amos con un párr af o pronunciado por Hook er de Jayhawk , y que en el original aparece
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Me sentí en ese momento como si yo mismo disf rutar a inter pretando el per sona je princi pal de un f uner al de primer a clase. Sentía que todos en mi lugar deber ían de tener un ataúd bello y cómodo, con una placa de plata, un calentador de pies, y ventanas saledizas par alas orejas. ¿Cómo cree usted que se ha br ía sentido?
El salto que di desde la ventana de la sala del comité, la velocidad en mi carrer a hacia el bosque contiguo, y mi a bnegación por resistir me al impulso de regresar algún día a
Berr ywood y cuidar de mis intereses políticos y materiales allí han sido cosas por las que he consider ado siempre que ha bía de sentir me orgulloso en justicia, y espero estar orgulloso de ellas.
cargado de coloquialismos y dialectalismos, imposibles de emular en la ver sión española.
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UN CARGAMENTO DE GATOS
El día 16 de junio de 1874 el bar co Mar y Jane navega ba desde Malta excesivamente cargado de gatos. Este cargamento nos dio bastantes problemas. No esta ba dispuesto en pacas,
sino que ha bía sido descargado en la bodega a gr anel. El capitán Doble, que una vez ha bíacomandado un bar co que tr ansporta ba carbón, decía que creía que este plan er a el mejor .Cuando la bodega esta ba llena de gatos se aseguró la escotilla con listones y nosotros nossentimos bien. Desgr aciadamente el segundo de a bordo, pensando que los gatos tendr ían sed, introdujo una manguer a en una de las escotillas y bom beó una cantidad consider a ble de agua, y los gatos de los niveles inf eriores se ahoga-ron todos.
Usted ha visto un gato muerto en un estanque: recuerde su cir cunf erencia a la altur a de la cintur a. El agua multi plica la magnitud de un gato muerto por diez. El primer día f uer a se observó que el bar co esta ba muy def or mado. Medía tres pies en anchur a más de lo nor mal ytanto como diez pies menos en longitud. La convexidad de su cubierta ha bía aumentado visiblemente de po pa a proa, pero apunta ba hacia arriba en am bos extremos. El timón no teníaagua y el bar co sólo respondía al timón cuando navega ba contr a una f uerte brisa: cuando se
f orza ba el timón hacia un lado roza ba el viento y tor cía el bar co; y después ya no se goberna ba más. Debido a la curvatur a de la quilla, los mástiles se unían en lo alto, y un marinero que ha bía ascendido por el trinquete se quedó per plejo, ba jó por el palo de mesana, miró por la po pa a las costas ya distantes de Malta y gritó: "¡Tierr a a la vista!" Todos loscerrojos del bar co se esta ban rompiendo; el agua a cada lado er a azotada hasta convertir se en espuma por la tempestad de cerrojos volantes que el bar co arroja ba en cada latido delcargamento. El bar co se esta ba hundiendo tr anquilamente sin ayuda del viento o de las olas,
por la energía pur amente interna de la ex pansión f elina.Fui a ha blar con el capitán sobre esto. Esta ba en su posición favorita, sentado en
cubierta, apoyando la espalda contr a la brújula, haciendo una V con sus piernas, y f umando."Capitán Doble," le dije, tocando respetuosamente mi som brero, el cual en realidad no
er a digno de respeto, "este palacio flotante suf re de curvatur a de la columna vertebr al y
además está muy hinchado".Sin levantar los ojos reconoció cortesmente mi presencia dando golpecitos a las cenizas
de su pi pa."Per mítame, capitán," le dije, digna y sencillamente, "re petir que este bar co está muy
hinchado"."Si eso es verdad," dijo el intr épido marino, alargando la mano par a coger su petaca,
"creo que convendr ía f rotar el bar co con linimento. Hay una botella en mi camarote.Sugiér aselo mejor al primer of icial".
"Pero, capitán, no hay tiempo par a tr atamiento empírico; algunas ta blas en la línea delagua se han tor cido."
El capitán se levantó y miró por la po pa, hacia la tierr a; f ijó los ojos en la estelaespumeante; observó el agua a estribor y a ba bor . Después dijo:
"Amigo mío, se ha tor cido toda esta cosa maldita."Triste y silenciosamente me aparté de aquel ter co y caminé. De pronto "¡hubo una
ex plosión atronador a!" La escotilla que ha bía sujetado el cargamento salió despedida dando vueltas en el espacio y navegando en el aire como una hoja que arr astr a el viento. Unacolumna unif or me y cuadr ada de gatos ascendía por el hueco de la escotilla. Aumenta ba de maner a imponente e impresionante -se alza ba lenta, serena y ma jestuosamente hacia el cielo, a la vez que la enervante quilla se par a ba los to pes par a dar le una o portunidad justa. He estado en Ná poles y he visto el Vesubio pintando la ciudad de rojo -desde Catania se ha mar ca-do alo lejos, en las faldas del Etna, la terrible per secución de la lava tr as el gallo asom br ado y el
8/3/2019 Escritos Desconocidos-Ambrose Bierce
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cerdo desesper ado. La corriente roja del cráter del K ilauea43, introduciéndose en los bosques y
lamiendo toda la tierr a hasta quedar limpia, es par a mí tan familiar como mi lengua madre. He visto glaciares, con mil años y bastante desnudos, dirigiéndose hacia un valle lleno de turistasa la velocidad de una pulgada al mes. He visto una solución satur ada de un campo minero ba jando por un r ío de montaña, par a hacer una visita amistosa a los gr anjeros del valle. He per manecido detrás de un árbol en el campo de batalla y he visto una sólida milla cuadr ada de
hom bres ar mados moviéndose con irresistible ímpetu hacia la retaguardia. Cuando algo gr andioso en magnitud o movimiento f igur a en el progr ama gener almente me las arreglo par aa brir me camino en el espectáculo, y al relatar lo soy hom bre de ver acidad poco escru pulosa;
pero r ar a vez he observado algo semejante a ¡aquella sólida columna gris de gatos malteses! No es necesario ex plicar, su pongo, que cada miem bro individual del gru po, con esa
disponibilidad de recur sos que distingue a la especie, ha bía agarr ado con uñas y dientes tantosotros como ha bía podido enganchar . Esto protegía la f or mación. Hacía la columna tan r ígidaque cuando el bar co se balancea ba (y el Mar y Jane er a un demonio de balanceo) oscila ba de lado a lado como un mástil, y el primer of icial dijo que si seguía creciendo tendr ía que ordenar que la cortar an o de lo contr ario nos har ía zozobr ar .
Algunos marineros f ueron a tr a ba jar a las bom bas, pero éstas no descarga ban nada sino piel. El capitán Doble levantó los ojos desde los dedos de los pies y gritó: "¡Echemos el
ancla!" pero al asegur ar se de que nadie lo toca ba, se disculpó y continuó con su ensueño. Elcapellán dijo que si no ha bía inconvenientes a él le gustar ía of recer una or ación, y un jugador de Chicago, mostr ando una bar a ja de nai pes, pro puso jugar a la primer a sota. Se ado ptó el
plan del párroco, y cuando él prof irió el "amén" f inal, los gatos iniciaron un himno.Todos los vivos esta ban ahor a sobre la cubierta, y todo hijo de madre canta ba. Tenían
una voz bastante buena, pero no oído. Casi todas sus notas en el registro más alto er an más o menos cascadas y desobedientes. Lo singular de las voces er a su compás. En aquella multitud ha bía gatos de diecisiete octavas, y la media no er a inf erior a doce.
Número de gatos, según factur a 127.000
Número estimado de gatos hinchados muertos 6.000
Cantores en total 121.000
Número medio de octavas por gato 12
Octavas en total 1.452.000
Fue un gr an concierto. Duró tres días y tres noches, o, contando cada noche como siete días, veinticuatro días en total, y nosotros no pudimos ir a ba jo a buscar provisiones. Al f inal
de ese per íodo el cocinero se presentó removiendo algunas judías en un som brero, ysosteniendo un gr an cuchillo."Camar adas de a bordo," dijo, "hemos hecho todo lo que los mortales pueden hacer .
Echémoslo ahor a a suertes". Nos vendaron los ojos por turnos, y lo echamos a suertes, pero justo cuando el cocinero
esta ba f orzando al hom bre más gordo a ace ptar la fatal judía negr a, el concierto se paró de
43 El K ilauea es un volcán de la isla de Hawai, de unos 1.246 metros de altur a.
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maner a tan re pentina que despertó al vigía. Un momento después todos los gatos se desasieron de sus vecinos, la columna perdió su cohesión y, con 121.000 golpes sordos yre pugnantes que sonaron como uno, todo el asunto cayó sobre la cubierta. Luego con un f eroz maullido de despedida aquella multitud f elina saltó al agua bufando y ¡empezó a nadar en dirección sur hacia las costas af ricanas!
La prolongación meridional de Italia, como todo escolar sa be, se asemeja en la f or ma a
una enor me bota. Nosotros ha bíamos ido arr astr ados por la corriente cer ca de Italia. Los gatosde la estructur a lo ha bían divisado, y en sus imaginaciones despiertas influyó al instante un gr an sentido del tamaño, peso y proba ble ímpetu de su arrojado saca botas.
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