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    2222

    AAggrraaddeecciimmiieennttooss

    AAllSSttaaffffEExxccoommuullggaaddoo::NNeellllyyVVaanneessssaappoorrllaa

    TTrraadduucccciinn;;MMddff3300yyppoorrllaaCCoorrrreecccciinnddeellaa

    TTrraadduucccciinn;;BBiibblliiootteeccaarriiaa7700yyMMookkoonnaappoorrllaa

    CCoorrrreecccciinnyyLLaaaavviiccppoorrllaaDDiiaaggrraammaacciinnyyllaa

    LLeeccttuurraaFFiinnaallddeeeesstteeLLiibbrrooppaarraaEEllCClluubbDDeeLLaass

    EExxccoommuullggaaddaass

    AAllaassCChhiiccaassddeellCClluubbddeeLLaassEExxccoommuullggaaddaass,,qquuee

    nnoossaaccoommppaaaarroonneennccaaddaaccaappttuulloo,,yy aaNNuueessttrraass

    LLeeccttoorraassqquueennoossaaccoommppaaaarroonnyynnoossaaccoommppaaaann

    ssiieemmpprree..AATTooddaass..

    GGrraacciiaass!!!!!!

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    Argumento

    Carissa de Soranzo no descansar hasta que su hermano ms joven

    secuestrado haya sido liberado del noble Baloch Fioro, un hombre lobo malvado,

    que quiere convertir al nio en la prxima luna llena. Contra los deseos de su

    padre, Carissa secretamente busca la ayuda del hombre lobo y misterioso cazador

    Tiberius. Desesperada, se compromete a hacer cualquier cosa si l salva a su

    hermano y ella puede ver en sus ojos lo que eso significa.

    Oscuro, fuerte y viril, Tiberius no puede resistir a la encantadora mujer ms

    hermosa que ha visto en siglos. Pero en realidad, nunca podr relacionarse con ella,

    ya que es un vampiro. En un intento de atrapar al hombre lobo en su guarida,

    Tiberius se da cuenta de que la nica manera de rescatar al hermano de Carissa es

    revelar lo que realmente es. Pero se arriesga a perder para siempre a Carissa, sobre

    todo cuando descubre que ella le ha entregado su corazn a un vampiro.

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    Captulo Uno

    Hazlo, entonces. Se burl el hombre lobo. Piensas que me puedes

    matar? Crees que tus poderes son mayores? Qu me has derrotado de verdad?

    El vampiro sostuvo a la bestia contra la pared, con su brazo tan fuerte y

    seguro como una piedra apretada contra el cuello del hijo de puta wolven1. Tendra

    que haberlo roto ya. Debi haber partido al weren2en dos.

    Dnde? Gru, con su cara tan cerca de su presa que el asqueroso olor

    del weren llen el espacio entre ellos, revolvindole su estmago. Dnde est el

    hijo del conte3?

    Lo ves? No me puedes matar. La voz de Baloch era petulante, su

    expresin ms an, y Tiberius lo presion ms fuerte, cortando el aire del weren,

    haciendo que abriera la boca y sus ojos se llenaran de agua cuando se qued sin

    aliento. Pero la bestia estaba en lo cierto. La nica cosa que no poda hacer era

    matarlo. Necesitaba al lobo vivo, al menos hasta que encontrara al chico.

    Con un movimiento violento, se oblig a retroceder, liberando la presin de

    su brazo contra la garganta del hombre lobo, sustituyndolo por la punta del

    cuchillo que sac de la vaina en su muslo. No haba luna llena esta noche, y Baloch

    no haba realizado su cambio. Estaba ante Tiberius ahora como hombre. Pero todo

    lo que l vea era al monstruo.

    Crees que la punta de un cuchillo me asustar ms que la muerte de tu

    mano? No lo hace dijo Baloch, y el hijo de puta tuvo la osada de sonrer. Tal

    vez sea cierto continu, dando un paso ms cerca para que la punta del cuchillo

    le cortara la correosa carne. Tal vez no te puedo ganar como a un igual. Tal vez

    tu fuerza es mayor que la ma. Tal vez si furamos slo los dos en esta sala, sin una

    pesada carga u obligacin entre nosotros, entonces estara muerto.

    1

    Otra manera de referirse a los cambiaformas lobos.2Trmino usado para referirse a cualquier cambiaformas.

    3Conde en Italiano.

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    Malditamente bien que lo estaras dijo Tiberius, incapaz de resistir la

    tentacin de hablar.

    Que irnico es que el muchacho sea el que me proteja.

    Irona? replic Tiberius. Te escondes detrs de la vida de un chico.

    No es una irona lo que gua tu mano hoy, es la cobarda.

    La ira brill en sus ojos grises y profundos.

    No soy cobarde, vampiro. El chico es mo. Una legtima deuda pagada, y

    no ceder ante ti ni ante ningn hombre que me diga lo contrario levant las

    manos, luego las coloc a ambos lados de la navaja de Tiberius.

    Tiberius poda sentir la presin del contacto del weren, y saba que poda

    luchar contra eso. El hecho era que poda igualar el poder del lobo. El hecho era

    que podra someterlo. Un movimiento rpido y el cuchillo se deslizara a travs de

    sus manos y cortara su cuello abrindolo. El olor cobrizo de la sangre caliente

    podra llenar esa pequea y hmeda sala, y Tiberius vera la cada del cobarde, consu sangre manchando el suelo de piedra tanto como su depravacin sangrienta

    ahora manchaba su corazn.

    Mtame ahora. Se burl Baloch. Veo el deseo en tus ojos. Hazlo.

    Hazlo, y luego alimntate. Derrbame y bebe de m hasta dejarme seco. Haz lo que

    quieras, vampiro. Pero para que lo sepas, una vez lo hayas hecho, nunca

    encontrars al nio.

    Los msculos del brazo de Tiberius se estremecieron con el deseo de

    matarlo. Y no slo porque ese hijo de puta arrogante hubiera tomado a un humano

    inocente, sino por lo que era: un hombre lobo. Un sucio y apestoso hombre lobo

    comn. Dentro de Tiberius, su demonio gru, una rabia familiar aliment su

    hambre, deseando rasgar, desgarrar y matar. Vengarse.De este hombre lobo, y de

    otros como l que haban mutilado y torturado una vez a un muchacho que no

    haba sido mucho mayor que el mismsimo hijo del conde.

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    No.

    El recuerdo se cerr a su alrededor, una pared roja, pulsante, pero se

    defendi, defendi al demonio y al deseo, y se centr slo en el weren y en lo que

    estaba haciendo. l haba conquistado su pasado. Y ahora preservara el futuro del

    nio.

    Con un movimiento de su mueca tir del cuchillo hacia arriba, dejando un

    corte limpio y fino en la mandbula de Baloch. El weren aull mientras la sangre

    flua. Sangre dulce y tentadora. Pero no plante ningn deseo en el vampiro.

    Tiberius jams se rebajara a alimentarse de la sangre del weren. Preferira morir dehambre a caer tan bajo.

    El labio del weren se riz, pero se qued quieto con visible esfuerzo.

    Lamentars eso.

    Sinceramente lo dudo dijo Tiberius, mientras un grito de guerra se

    escapaba de la boca de Baloch. De repente, la agobiante habitacin se llen con eleco de golpes de pies. Una docena de weren irrumpi por los oscuros pasillos que

    conducan a la cmara de piedra, con sus cuchillos preparados, y sus rostros duros.

    Pasaran tres das hasta que la luna estuviera llena, y el lobo estuviera en lo ms

    alto de los hombres de Baloch. Ninguno haba llamado totalmente a su bestia, pero

    Tiberius poda ver la locura en sus ojos y poda oler el animal en su piel.

    Tiberius se apart, con el cuchillo ya preparado, mientras Baloch agarraba

    un pual lanzado por uno de sus subordinados y sonrea con una sonrisa de negros

    dientes.

    Parece que yo gano dijo Baloch.

    Tiberius no dijo nada, maldiciendo su propio error de clculo. Haba estado

    vigilando al hombre lobo, pero obviamente no lo suficiente. La bestia era astuta.

    Era evidente ahora que haba sabido todo el tiempo que Tiberius lo haba

    descubierto en los callejones romanos densamente poblados y la bestia lo haba

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    llevado a una trampa. Tiberius haba visto al hombre lobo slo como el ms vil y

    bsico de las criaturas, se haba olvidado de lo inteligentes que podan ser los

    condenados. Haba subestimado a Baloch, y ahora pagara el precio. Slo esperaba

    que no se pagara con la carne del muchacho.

    Mir a su alrededor en la sala en ruinas, tan hmeda y oscura, y supo que

    por cada hombre lobo que vena gruendo hacia l, al menos dos ms estaran

    escondidos en las sombras.

    No ganaste nada dijo, con sus ojos ardiendo hacia Baloch. Se movi

    hacia el alfa, y eso fue todo lo que hizo. Baloch dio un movimiento firme decabeza, y el cuarto volvi a la vida, como bichos dispersndose de una llama.

    Estuvieron sobre l en un segundo, y mientras Tiberius se empujaba,

    bloqueando la espada de una bestia con la cara picada de viruela, sinti la euforia

    de la subida de la lucha dentro de l. Pero haba peligro, y necesitaba mantener al

    nio en la vanguardia de sus pensamientos. Tena que huir y reagruparse.

    Se ira, s. Pero antes, no pudo resistir la tentacin de derribar a algunas delas viles criaturas.

    La espada se retir antes de ser empujada de nuevo, con su dueo

    sosteniendo una estaca en su mano junto al escudo. Tiberius se movi con la

    velocidad de un nacido de casi dos mil aos sobre la tierra, y en un abrir y cerrar de

    ojos, estuvo de pie con el cuchillo ensangrentado y el brazo del hombre lobo que

    sostena la espada qued intil en el suelo de tierra. El aullido de dolor de la

    criatura se hizo eco en la cmara, pero no fue nada comparado con el grito agudo

    de Baloch.

    Basta.

    Los combates cesaron. Incluso Tiberius, quien retena a otro weren en su

    pecho, con su espada apretndose contra el cuello de la mala criatura, detuvo el

    movimiento de decapitar a la criatura.

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    Baloch se acerc a l, con la furia creciente saliendo de l como vapor al

    pasar junto al hombre herido, que ahora estaba gimiendo y sangrando al lado de su

    extremidad cortada.

    Si hieres a otro de mis hombres, e incluso encuentras al nio, no lo

    encontrars completo.

    Toca un pelo de la cabeza de ese muchacho, y te descubrirs sufriendo la

    misma lesin multiplicada por diez. T... dijo, moviendo el cuchillo lentamente

    por el cuello de su cautivo, de modo que dej slo la ms fina lnea de sangre...y

    a los que aprecias.

    No esper su reaccin, habra sido imprudente permanecer despus de que

    los soldados weren hubieran llegado, y sera un tonto si se quedaba, ahora que

    estaban enfadados y heridos. Empuj a su cautivo hacia adelante, envindolo a

    derribar a Baloch, despus, Tiberius se fue, como un cuervo negro volando encima

    de los weren, para posarse encima de las paredes de piedra donde el techo se haba

    derrumbado al descomponerse aos antes. Transformndose de nuevo, se qued

    ahora como hombre, mirando hacia abajo a los weren que lo miraban, con el odio

    brillando en sus ojos.

    Esto est muy lejos de haber terminado, Baloch dijo Tiberius,

    hablndole slo al lder. Deberas haber soltado simplemente al nio, y as podra

    haberte dejado vivir tus das en paz. Ahora slo habr miedo llenndolos, y la

    certeza de que volver, y cuando lo haga, tendrs un final sangriento y doloroso.

    Eres un tonto, Tiberius dijo Baloch. Y ests contando un ingenioso

    cuento. Pero no hay miedo en mi corazn. Soy el vencedor aqu, y t eres el nico

    que se est retirando.

    Y as era, pens Tiberius. Sin embargo, mientras levantaba sus brazos y se

    transformaba en niebla consciente de que lo llevara al palacio cercano del conte, vio

    el miedo incondicional creciendo en los rasgos de Baloch, y en ese mismo

    momento, eso era suficiente.

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    Captulo Dos

    Carissa de Soranzo apret las rodillas y le dio un ligero puntapi a Valiant,

    instando al caballo a ir ms y ms rpido. Quera volar a travs del campo. Huir de

    la casa de su padre, correr de Velletri, de Roma, de su propia vida. Quera volar tan

    lejos como el caballo la llevara. Por la Virgen, quera correr todo el camino hasta el

    mar y no parar hasta que se perdiera en alguna tierra lejana donde pudiera

    sacudirse el manto de su vida y esconderse de su familia y de sus miedos.

    Antonio.

    Tir de las riendas, haciendo que el caballo se detuviera, luego se inclin y

    apret su cara contra el cuello de la bestia, ya hmeda con el esfuerzo y ahora por

    partida doble con sus lgrimas. Estaba viviendo en un mundo enloquecido, y su

    padre le haba prohibido hablar incluso de ello. Su hermano, el beb de la familia,

    haba sido secuestrado. Su padre haba reunido a sus hombres, no para rescatar a su

    propia carne y sangre, sino para unirse a las fuerzas papales que luchaban contra la

    invasin espaola. Su famosa ira se alz caliente dentro de ella, y oy el eco de lavoz de su nana dicindole que se calmara. Que tales ataques de mal genio no eran

    para una dama de su condicin. Los libros que lea, los estoques que haca en

    secreto, incluso los caballos que entrenaba y montaba a horcajadas, eran la forma

    en que sus dos hermanos mayores le haban enseado. No reflejaba a la mujer que

    se supona que era, y la mayora de las veces inclinaba la cabeza en modesto

    acuerdo y se retiraba a su labor de costura. No esta vez. Esta vez quera que su ira

    hirviera. Su ira y su miedo.

    El temor era su combustible. Eso la haca impulsar a su caballo y darle la

    vuelta. Era el miedo lo que la haca correr, no lejos de su casa, sino hacia ella.

    Hacia el hogar y hacia su padre. Y hacia la esperanza delgada y dbil de que no

    abandonara a Antonio a su suerte. O, peor an, al capricho de Baloch de Fioro, un

    noble tan aterrador que nadie hablaba de l abiertamente, pero del que todo el

    mundo susurraba. Palabras oscuras, que se hablaban en las sombras. Sobre cmo

    Baloch haba llamado a los demonios. Sobre cmo derramaba la sangre no slo en

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    la batalla, sino por placer y para su nutricin. Sobre cmo colocaba las cabezas de

    sus enemigos en picas, la forma en que se comunicaba con los demonios, y cmo

    llamaba al poder de las fuerzas oscuras para mantener las paredes que rodeaban su

    palacio siendo impenetrables. No saba qu susurros eran rumores y cules eran

    ciertos, pero no le importaba. l se haba llevado a su hermano, y eso era suficiente

    para alimentar su odio y su miedo.

    Le prest poca atencin a su semental mientras la llevaba a casa. Haba

    estado tan sumida en sus preocupaciones que no se haba dado cuenta de lo lejos

    que haba viajado, y eso era suficiente para provocar la ira de su padre. Caa la

    noche cuando se acerc a la puerta occidental de Velletri, y se enderez, echando

    sus preocupaciones a un lado mientras haca un balance de su entorno, con una

    mano apoyada en la empuadura de la daga que haba escondido entre los pliegues

    de su falda. Haba cosido ella misma la prenda de vestir, con los pliegues

    cuidadosamente diseados dejando espacio suficiente para permitir sentarse a

    horcajadas sobre su bestia, y con bolsillos y bolsas suficientes para ocultar cualquier

    nmero de armas. Poda ser que se hubiera aventurado ms lejos de lo que era

    sabio, pero en general no era tonta. Y a pesar de la desaprobacin de su padre,saba cmo protegerse a s misma.

    Nia! exclam Agnes mientras Carissa desmontaba, y luego le tiraba

    las riendas a un mozo de cuadra.

    No soy una nia replic automticamente.

    En cuanto a eso, ests muy equivocada. Le dijo la nana, con unaexpresin formidable.

    Tengo veintitrs aos, he estado dos veces prometida, dos veces viuda

    antes de mi boda, y no ser tratada como si fuera todava una nia en la guardera

    olvid mencionar que estaba otra vez comprometida, esa vez con un noble

    anciano romano que caminaba con un bastn y ola a pescado muerto. Ese era un

    hecho en el que trataba de pensar lo menos posible. Pero con dos novios muertos,

    los jvenes ya no competan por ella, y su padre haba arreglado el matrimonio a

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    pesar de sus objeciones. Giancarlo, le haba dicho, era el nico hombre en un

    centenar de kilmetros que no crea que el compromiso con ella fuera una

    maldicin atroz.

    Montar fuera de las puertas de la ciudad y no decirle a nadie dnde has

    ido! He estado desesperada, temiendo que te tomaran de la misma forma que a tu

    hermano.

    Carissa cerr los ojos.

    Perdname dijo con verdadero pesar. Nunca quise que te

    preocuparas.

    Nunca quieres hacerlo, nia. Y sin embargo, me preocupo de todos

    modos.

    El peso de la culpa se apoder de ella, cruz al lado de Agnes, y luego apret

    la cabeza contra el hombro de la mujer mayor.

    Lo siento de verdad dijo. Ahora entiendo el temor que te debe llenar

    cada vez que hago algo temerario. Las lgrimas la amenazaron de nuevo, y cerr

    los ojos.

    Ten coraje. Vers a tu hermano.

    Se apart lo suficiente como para mirar la cara de Agnes.

    De verdad crees eso?

    Por supuesto que s dijo, pero Carissa vio la mentira en los ojos de su

    nana.

    Trag, y luego esboz una sonrisa forzada.

    Tengo que hablar con Padre.

    Algo parecido al miedo cruz el rostro de Agnes.

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    No debes molestar a tu padre. No tiene suficiente con que el Papa este

    pidiendo ms hombres, y hayan secuestrado a su hijo menor?

    Carissa levant la barbilla, con la expresin ms inocente pintada en su

    rostro.

    Crees que su nica hija no le puede llevar consuelo? No lo molestar.

    Slo le desear las buenas noches.

    Crees que soy tonta, nia dijo Agnes, con su expresin severa arruinada

    un poco por la pequea contraccin en la esquina de su boca. Vete si es

    necesario, pero ten cuidado. Un invitado acaba de llegar y habla con tu padre en el

    saln. Te ruego que no interrumpas su reunin.

    Un invitado? Carissa inclin la cabeza en reconocimiento, despus sali

    corriendo de la habitacin, con su curiosidad acelerando su paso. Habra tomado

    en serio sus splicas? Habra contratado a un mercenario para encontrar a Antonio

    y traerlo de vuelta?

    Cruz el patio, con su mente dando vueltas, y mientras suba las escaleras a

    los aposentos de su padre, su corazn lata tan fuerte que ahogaba el sonido de sus

    propios pensamientos. Todo lo que poda sentir era esperanza. Todo lo que quera

    era que su padre la tomara en sus brazos y le dijera que no todo estaba perdido.

    Que su hermano de catorce aos, la luz de la familia, pronto regresara. Un

    mercenario. Tena que ser eso. Sus tropas haban sido comprometidas a luchar en

    favor del papado, pero l haba tomado el asunto en sus propias manos. No

    sacrificara a Antonio a su suerte, y se sinti avergonzada de haber temido eso

    alguna vez.

    No hars tal cosa! La voz de su padre reson detrs de la puerta de

    roble macizo. Carissa se congel, y luego subi cerca de la pared hasta quedar justo

    al lado. La puerta estaba un poco abierta, y se movi ms cerca, con miedo de ser

    pillada mientras su padre estaba de mal humor, y sin embargo, tambin terminaba

    con sus propias esperanzas de retroceder y esperar al da siguiente.

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    Slo le pido su ayuda en esta tarea. Las paredes de Baloch estn bien

    fortificadas, en particular contra los de mi especie. Djeme salir de aqu con diez

    hombres capaces, y su hijo pronto le ser devuelto.

    El corazn de Carissa se hinch, era un mercenario. E iba a rescatar a

    Antonio!

    Pero su alegra se sec con la respuesta de su padre

    Nunca.

    Eres un tonto, Albertus. La voz era baja, estable y llena de segura

    autoridad. La mandbula de Carissa cay de asombro. En todos sus aos nunca

    haba odo a nadie hablarle a su padre as.

    Cmo te atreves gru su padre. Te atreves a entrar en mi casa y a

    insultarme?

    Me atrevo mucho, seor, pero hoy slo hablo con la verdad. He venido

    por mi cuenta, sin segundas intenciones, trayendo una oferta para traerle a su hijo a

    casa.

    Sin segundas intenciones? Uno de tu tipo?

    Ir en pago de una deuda, seor, no por ningn afecto que sienta hacia

    usted.

    No me debes ninguna deuda gru Albertus. Carissa frunci el ceo,

    confundida. Ese hombre se estaba ofreciendo a ayudar por qu diablos su padre lo

    insultaba?

    Es una obligacin para con su familia continu el extrao, an con esa

    voz tranquila y contundente. Y cumplir con mi obligacin. Si no por usted,

    entonces por el chico.

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    Y al hacerlo, incurrirs en la ira de Baloch. Nunca estar a salvo. Mi

    familia nunca estar a salvo.

    Cree que lo dejar vivir?

    Creo que eres tan diablo como l. No necesitamos tu ayuda. Y all la

    voz de su padre tembl, no con vergenza por abandonar a su hijo, sino con

    miedo. No tendr nada que ver con los de tu clase.

    Sabe lo que tiene intencin de hacer Baloch cuando la luna est llena.

    Podr quedarse aqu ahora y condenar a su hijo a semejante horror?

    Y t me ofreces algo mejor?

    Yo ofrezco su vida. Ofrezco que volver a usted.

    Crees que confiara en ti, t que eres tan vil como la criatura que rob a

    mi hijo?

    Hubo un forcejeo, y luego un ruido sordo acompaado del grito ahogado desu padre, tan lleno de terror que Carissa no pudo evitarlo. Se apret contra la puerta

    y se asom por el borde, slo para llevar con fuerza la mano sobre su boca para

    ahogar su propio grito sorprendido. Su padre estaba aplastado contra la pared, con

    los ojos agrandados por el terror, los pies colgando a centmetros sobre el piso de

    madera. Era sostenido all por la mano del desconocido en su garganta, y pudo ver

    la cara de su padre a la luz de las velas, que brillaba an ms roja mientras trataba

    de recobrar el aliento.

    Debera matarlo ahora por compararme con una bestia como esa. El

    extrao susurr las palabras, con su amplio manto cubrindolo de Carissa. Ella no

    tena problemas de audicin, sin embargo. Las palabras cayeron calientes y

    pesadas, transportadas por la fuerza de la ira del orador y de su disgusto.

    No quise faltarte el respeto dijo su padre con voz ronca, sin embargo,

    incluso desde el otro lado de la habitacin, pudo ver por su cara que era una

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    mentira. Tema al extranjero, pero lo odiaba ms, y Carissa no entenda por qu.

    El hombre se haba ofrecido a rescatar a Antonio! Sera un ocultista? Tan oscuro

    como Baloch mismo? Haba sido eso lo que su padre haba querido decir cuando

    haba llamado al hombre demonio? E incluso si lo era, ese hecho de hereja

    cambiaba en algo cuando se pona en la balanza la vida de su hermano?

    Debera matarlo ahora mismo repiti el desconocido, con voz grave,

    spera y llena de honesta indignacin. Pero estamos unidos, usted y yo, y respeto

    eso, incluso si usted no lo hace. Lo solt, y su padre cay como un saco de grano

    al suelo. Carissa jade, pero su cada amortigu el sonido. Aun as, el extrao lade

    la cabeza. Slo un poco. No pudo evitar la sensacin de que l saba que ella estaba

    all.

    Yo te libero de tu obligacin. La voz de su padre se oy ronca, y sin

    aliento absorbiendo bocanadas profundas de aire para hablar. Sus palabras eran

    audaces, ahora que saba que no morira en la mano del desconocido, y cuando

    lade la cabeza para mirar al hombre, Carissa vio el familiar fuego de autoridad

    quemando en sus ojos. Vete de aqu Demonio.

    Nada me dara ms placer que escapar de su servicio. Hay quienes respeto

    en su lnea, y espero que el destino traiga ms en el futuro. Con usted, sin embargo,

    no tengo ni simpata ni paciencia, y nada me dara ms placer que romper su cuello

    y dejar que se pudra en este suelo, no vale nada ms que como alimento para las

    ratas. Algrese de que mi obligacin no sea suya para retirarla o mi cara sera lo

    ltimo que contemplara.

    Albertus se encogi contra la pared, y Carissa se dio cuenta de que lo que

    estaba viendo era miedo. A pesar de que ese extrao haba jurado no hacerle dao,

    an as su padre se encoga.

    Vete dijo con voz temblorosa.

    El desconocido mir al anciano en el suelo, e incluso desde su posicin

    detrs de l, Carissa saba que su expresin estaba coloreada por el disgusto.

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    No es digno de la unin una vez hecha en su nombre.

    Entonces se volvi, y Carissa vio su rostro audaz y ferozmente bello bajo la

    luz del fuego. Era el rostro de un guerrero. La cara de un poltico. Este era un

    hombre que no slo poda mover montaas, sino construirlas.

    Este era un hombre que poda rescatar a su hermano, y sin embargo su padre

    lo haba desechado.

    Ella se fundi en las sombras a su paso, con sus grandes zancadas alejndolo

    por el pasillo. Lo vio alejarse con asombro. Su padre se habra vuelto loco? No

    tena ningn sentido, y aunque saba que se pondra furioso al saber que haba

    estado escuchando, tena que entender.

    Antes de poder hablar, irrumpi en la habitacin, y se detuvo en seco

    cuando vio el flash de furia en el rostro de su padre. La ocult rpidamente, sin

    embargo, cambiando sus facciones a la familiar sonrisa, a la fachada alegre que

    siempre tena en su presencia. Sin importar que ella fuera dos veces ms capaz de

    entender la poltica y la estrategia que su hermano Malvolio. No importaba queotras mujeres de origen noble hubieran estado en el consejo de sus padres o

    maridos. Para Albertus esa no era vida para una mujer, y una hija suya no tendra

    la cabeza llena de las trampas de un mundo de hombres, no ms que su mano

    sostendra el arma de un hombre.

    Quera a su padre mucho, pero pensaba que era un tonto raro.

    Ya es tarde dijo l, con su voz llena de ms cansancio del que recordaba

    haber odo. No deberas estar aqu.

    He odo, Padre. No dijo nada ms por temor a que si hablaba ms sus

    palabras estaran llenas slo de acusaciones y fuertes pas hirientes.

    Su silencio no le import, sin embargo. Su padre la mir, y lo entendi.

    Crees que he hecho mal, pero no entiendes la clase de hombre que es l.

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    No me importa dijo, con las palabras saliendo antes de que pudiera

    pensarlas mejor. Se ofreci a traer a Antonio de regreso a nosotros. Padre, cmo

    pudiste rechazarlo?

    No tendr la ayuda de los de su especie

    Pero Se detuvo, dndose cuenta de que no saba qu o cmo

    preguntar. Incluso un grupo de diez soldados podra marcar la diferencia entre el

    rescate y Se detuvo, negndose a permitirse a s misma pensar lo que le

    sucedera a Antonio si no volva a casa. Haba odo tantas historias de la crueldad

    de Baloch. De cmo incluso el Papa lo evitaba, no enviando demandas para que loshombres de Baloch lucharan a su lado. No saba si las historias eran verdad o no,

    pero no poda soportar la idea de que ese destino pudiera sucederle a su hermano.

    Mis hombres estn comprometidos dijo Albertus. Pero incluso si no

    lo estuvieran, no condenara incluso a uno de mis soldados a seguir a ese... ese

    hombre.

    Pero es Antonio. Sus ojos se llenaron de lgrimas, y las sostuvocompletamente, decidida a no llorar. Tal debilidad femenina no hara nada para

    influir en su padre.

    Por un momento, slo la mir, y le pareci ver compasin en sus ojos.

    Despus, la vela parpade y no hubo nada, excepto la cruda realidad all.

    Me gustara que el chico no recibiera ningn dao dijo. Pero la luna

    llena subir en tres das, y cuando lo haga, dejar de ser un hijo mo.

    Sus palabras no tenan sentido para ella, pero no pudo hacerle preguntas. Su

    esperanza haba muerto dolorosamente, como si un puo hubiera extendido la

    mano y le hubiera sacado todo el aliento del cuerpo. Ella levant la mano,

    agarrando una saliente en la pared antes de que sus rodillas cedieran.

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    Vete a dormir ahora dijo l suavemente. No esperara que una mujer

    entendiera la profundidad de estos asuntos. Pero mis palabras se vern menos duras

    a la luz del da.

    Le acarici su mejilla mientras pasaba, de la forma en que sola hacerlo

    cuando era nia, como si el toque de su padre pudiera calmarla. No lo hizo. La

    enfureci.

    Se qued de pie, congelada en el lugar, mientras sus pasos retrocedan por el

    pasillo. Slo cuando ya no pudo or a su padre se gir y sali de la habitacin.

    Camin lentamente, abrindose paso entre la niebla de sus pensamientos yremordimientos.

    Antonio.

    Cerr los ojos, respir hondo, y luego camin ms rpido.

    De alguna manera traera a su hermano de vuelta.

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    Captulo Tres

    Tiberius haba llegado a caballo, con la intencin de dirigir a un pequeo

    grupo de soldados de ese lugar hacia el bastin de Baloch. Haba esperado que

    Albertus se lo agradeciera, infiernos, haba esperado que el viejo tonto y pastoso

    cayera de rodillas y lo adorara como a un dios, le enfureca que Albertus no slo se

    hubiera negado a su ayuda, sino que hubiera impugnado el compromiso que haba

    existido entre Tiberius y la familia De Soranzo desde hace ms de un milenio. Al

    final, sin embargo, no importaba. Tiberius se haba comprometido a proteger a la

    familia, y por los dioses, hara honor a esa promesa, sin importar cmo de duro

    fuera el pueril pinchazo de un padre luchando contra l.

    A su lado, Nightshade alz la cabeza y resopl. Le acarici suavemente la

    nariz, luego sac una manzana de su alforja y se la dio.

    Es un tonto y viejo amigo. Le susurr Tiberius.

    Lo es.

    La tmida voz sali de detrs de l, y fue una muestra de la distraccin de

    Tiberius, que no haba escuchado el acercamiento humano. Respir profundamente

    ahora, oliendo el miedo que se mezclaba con el perfume. Una mujer.

    Se dio la vuelta, con su irritacin por haber sido interrumpido

    desvanecindose cuando la vio. Ella era excepcional: pelo oscuro que le caa en

    rizos sueltos alrededor de la cara, labios tan rojos como la sangre que parecan

    suplicarle que se alimentara, y piel tan plida que podra haber sido tallada en el

    mrmol ms fino. Era, con mucho, la mujer ms hermosa que haba visto en siglos,

    y sin embargo no era slo su belleza lo que haba llamado su atencin, sino la

    forma en que se comportaba, altiva, orgullosa y decidida.

    Junto a l, Nightshade relinch, en demanda de otra manzana, pero el

    sonido pareci romper un hechizo, y Tiberius avanz incluso mientras la chica

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    agarraba el borde de la puerta del establo y se negaba a retirarse, con los pies

    plantados con evidente esfuerzo.

    Tiberius simplemente la mir, dejando que el silencio entre ellos se hiciera

    pesado.

    Ella cambi su peso de un pie al otro, pero sus ojos no se apartaron de l.

    Esta mujer tena temple. Permaneci en silencio, ms interesado en mirarla

    que en escuchar lo que tena que decir. Pero a medida que los segundos pasaban, su

    percepcin cambi. No muchas mujeres podan permanecer en silencio y fuertes

    frente a l. La mayora balbuceaban o bajaban los ojos, intimidadas por su

    presencia. Que ella pudiera soportar el peso del silencio, incluso mientras mantena

    su mirada lo intrigaba, y se encontr a regaadientes fascinado por una mujer por

    primera vez en un tiempo muy largo.

    Habla, entonces dijo l finalmente, sacrificando una victoria en manos

    de la curiosidad. Quin eres t que vienes a despedirme?

    Alguien que confa en que pasars por alto las palabras de mi padre y te

    aferrars a tu bsqueda.

    Tu padre ha abandonado al nio a la mano del destino.

    Pens que ya habas determinado que mi padre es un tonto.

    Hablaba con tanta seriedad que l tuvo que obligarse a no rer.

    Dices la verdad.

    No puedo ofrecerte a ningn hombre para ayudarte en esta bsqueda,

    pero soy tan capaz como cualquier hombre. Se inclin, baja y seria. Me

    ofrezco como tu ayudante.

    Lo haces, ahora? Con toda la razn, debera estar tanto irritado como

    divertido. No senta nada de eso, sus pensamientos viajaban en una direccin

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    mucho ms bsica. Poco a poco la mir de arriba abajo, teniendo en cuenta las

    curvas suaves, donde sus pechos suban detrs de la seda, la cintura delgada que

    fcilmente podra rodear con sus dos manos. Ella, sin duda, se rompera en la

    batalla tan fcilmente como lo hara en la cama.

    Sus mejillas se ruborizaron, y aunque ningn humano podra haber visto el

    color en aumento debajo de la oscuridad de la noche, l vio el rubor con claridad.

    Soy ms fuerte de lo que parezco dijo ella.

    Tendras que serlo dijo l, y esta vez ri cuando su mirada lo golpe tan

    slida como un puetazo. Perdname dijo. Tu padre me irrit como un

    erizo debajo de una silla de montar. No puedo evitar no sentirme aliviado de

    encontrar a su hija como una compaa mucho ms atractiva.

    No estoy interesada en ser atractiva. Estoy interesada en rescatar a mi

    hermano.

    Ya lo veo. Pero esa no es una misin para una mujer.

    La vio levantar la cabeza para argumentar, entonces sutilmente la dej caer

    de nuevo. Esta chica tena orgullo, pero tambin saba que l deca la verdad.

    Tal vez no. Pero podras hacerlo. Podras traer a Antonio a casa para m.

    Me siento halagado por tan buena opinin de mis habilidades dijo l.

    Por favor. Es tan joven, y tiene que estar tan asustado.

    La angustia se reflej en su cara, y l fue vencido por la tentacin de tomarla

    en sus brazos y consolarla. Fue un impulso que tanto lo perturb como le encant,

    ella no era una mujer a la que deba tener, y sin embargo haba pasado mucho

    tiempo desde que una mujer lo haba conmovido.

    Cul es tu nombre?

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    Carissa dijo impacientemente. Frunciendo el ceo con el

    pensamiento. Le dijiste a mi padre que necesitabas tropas. No puedo asignarte a

    sus hombres, pero s dnde guarda mi padre su bolsa. Te puedo dar dinero para

    contratar mercenarios. Las tabernas estn llenas de ellos, de hombres que harn

    cualquier trabajo por un precio.

    Lo harn, ahora? Y cmo sabes esas cosas?

    Puede que sea una mujer, pero no soy tonta. La gente habla. Yo escucho.

    Hay hombres quienes felizmente tomaran tus monedas, y despus de

    aceptar los beneficios correran al primer indicio de peligro.

    Ya veo apret los labios mientras pensaba. Y tienes algn hombre

    propio al cul recurrir? No tienes el aspecto de un hombre sin medios.

    No? Dime, entonces. Qu aspecto tengo?

    Oy su respiracin atorarse.

    Te ves te ves como un hombre que puede hacer las cosas. Te ves como

    un lder de los hombres.

    No de hombres, pero era un lder. Y tena recursos que poda usar. Aliados

    que ella no entendera ni creera. Seguidores que la aterraran.

    Pero no poda llamar a sus amigos para esta tarea. La obligacin de proteger

    a esta familia humana era suya y slo suya, y esta misin en particular era ms

    peligrosa de lo que Carissa saba. El palacio de Baloch estaba reforzado con

    hematita4, la nica sustancia que molestaba a un vampiro, que mermaba su fuerza y

    destrua su capacidad de transformarse. Y puesto que probablemente Baloch habra

    escondido al nio en lo profundo de los stanos del palacio, Tiberius estara

    poniendo sus propias vidas en peligro al entrar a la fortaleza. No poda pedirles a

    sus amigos que se unieran en esta misin con la conciencia tranquila.

    4Mineral que como se explica ms adelante es nocivo para los vampiros.

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    Tena la intencin de utilizar las tropas de Albertus para ayudarle en el

    rescate. Ahora ira solo, con el sigilo como su aliado ms preciado. Se haba

    alimentado antes, con la esperanza de tener tanta fuerza como pudiera a pesar de la

    proximidad de la hematita. Pero si era atacado como lo haba sido en la cripta

    romana, sera incapaz de escapar de la forma en que lo haba hecho cuando los

    hombres de Baloch haban surgido sobre l.

    Por otra parte, tema que al ir al palacio estuviera caminando hacia los

    brazos de Baloch. Haba vigilado al astuto hombre lobo en Roma con la esperanza

    de descubrir con certeza donde tena al muchacho. El palacio tena ms sentido,

    pero tambin era una trampa perfecta.

    Sin embargo, no tena ms opcin ahora. No habiendo podido sacar la

    verdad de Baloch, no tena ms remedio que empezar a buscar al nio en el vientre

    de la bestia. Si el nio no estaba all, no tendra reparos en torturar a uno o varios

    de los guardias de Baloch para encontrar la verdadera ubicacin del nio.

    Ella lo miraba, con sus ojos verdes intensos, y l vio en su rostro el momento

    en que tom su decisin.

    Por favor dijo, avanzando hacia l por primera vez, con el rostro

    resplandeciente y decidido. Te ofrecer toda la ayuda que necesites. Har lo que

    me pidas. Pero, por favor, por favor, ayuda a mi hermano.

    Algo peligroso se despert dentro de l, y no fue su demonio. No, esta bestia

    era el deseo, y estaba vivo y hambriento.

    No hay ayuda que me puedas ofrecer dijo l.

    Ella se acerc ms, hasta que slo el ms delgado velo de aire los separ, y

    pudo aspirar el olor de ella, de lavanda y ans entrelazados con el olor almizclado

    del deseo. Se sinti endurecer mientras su tenue control sobre su caballerosidad se

    debilitaba, dejndolo con slo con el conocimiento ms vil, en estado ms puro: la

    deseaba. Y la tendra.

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    Ella trag, con el movimiento de su garganta como la nica indicacin de

    sus nervios.

    Nada de ayuda, entonces. Pero, tal vez alguna motivacin? Su

    respiracin se volvi superficial y rpida, y el ritmo de los latidos de su corazn

    llen sus orejas, con su sangre circulando como una ofrenda. Por favor susurr

    ella de nuevo, y mientras lo haca, se levant de puntillas y desliz sus brazos

    alrededor de su cuello. Har cualquier cosa.

    Su piel roz la suya, y l pens por un momento que explotara por la

    intensidad del placer corriendo a travs de l. Ms rico que el vino, mssatisfactorio que la sangre. Su toque nico poda llenarlo, pero aun as, no era

    suficiente. Dnde Carissa estaba preocupada l era codicioso y descarado. La

    deseaba, y en ese momento, nada ms importaba.

    Bien o mal, l la tendra.

    Cualquier cosa? Su voz sali spera, con pasin, la atraves,

    despertando los sentidos que ni siquiera saba que existan dentro de ella. No eraextraa al toque de un hombre, haba estado prometida en dos ocasiones, y aunque

    ninguno de los dos se haba acostado con ella, ellos le haban pedido y haban

    recibido besos que se haban sentido tan castos y superficiales como los que

    otorgaba a sus hermanos.

    Ahora, sin embargo...

    Ahora su cuerpo senta un cosquilleo. Su ropa se senta pesada. Y un calor

    no familiar lata entre sus piernas. Se movi, apretando los muslos debajo de los

    pliegues de su falda, pero eso slo hizo que el fuego creciera y supo, slo supo, que

    no estara satisfecha hasta que sintiera su mano sobre ella ah. Su mano, s, pero

    tambin la totalidad de l.

    Carissa susurr l.

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    Ella se dijo que slo pensaba en Antonio. En hacer lo que pudiera para

    ayudar a su hermano. Pero era una mentira. Quera esto, este sentimiento, esta

    sensacin. Ella, que estaba comprometida con un irritable hombre viejo, con su

    futuro extendindose ante ella como un desierto. Este hombre era un oasis, oscuro,

    fuerte y viril. Un hombre que poda hacerla sentir todo lo que haba soado sentir.

    Un hombre que podra darle dulces recuerdos a los que se aferrara a travs de los

    largos y duros das que estaban por llegar.

    l era un hombre que poda ayudarla, en ms de un sentido.

    S dijo ella, inclinando la cabeza para mirarlo. Lo que sea. Yentonces, antes de que l pudiera hablar, ella apret los labios contra los suyos.

    l abri la boca contra la suya, con su aliento caliente sobre ella. La agarr

    con fuerza, con una mano yendo alrededor de su cintura atrayndola hacia s, y la

    otra sosteniendo la parte trasera de su cabeza con sus dedos curvados en su pelo.

    Sus cuerpos se fundieron juntos, sus lenguas se encontraron, probndose,

    devorndose. Su cabeza gir con nuevas sensaciones, y se sinti como si estuviera

    cayendo y subiendo todo al mismo tiempo. Quera consumirlo y ser consumida por

    l, levant sus propias manos a su cabeza, con sus dedos pasando por la seda de sus

    cabellos, tratando de tirar de l an ms.

    Su boca se retir y jug con sus labios, y ella gimi cuando l le dio besos de

    la mejilla a la sien y en su odo.

    Ests segura? susurr, con las palabras tan bajas que casi se imagin

    que no las haba odo.

    S susurr, y luego, para demostrarle que lo deca en serio, tom su

    mano y la coloc sobre su pecho, esperando que su tacto acabara con algo del fuego

    que arda en ella. No lo hizo. Slo hizo que el fuego la quemara ms caliente.

    Por favor. Fueron las nicas palabras que pudo decir, pero fue

    suficiente. l tena las manos sobre ella, con su boca en su cuello, caliente y salvajemientras su pulso haca presin contra sus labios. Sus dedos fueron rpidos y giles,

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    y desabrocharon los cordones de su corpio en un instante. La empuj hasta que

    ella qued presionada contra la pared del establo. Luego baj su cabeza, cerrando

    la boca sobre su pecho y la lengua jug con su pezn. l se apart, y ella suspir

    por la dulce sensacin de la suave brisa acariciando su ahora hmeda piel.

    Levanta tus faldas dijo l, y cuando lo hizo, se arrodill ante ella, con

    su aliento caliente sobre sus muslos. Su sexo se apret y se estremeci, y ella movi

    sus caderas, anhelando algo que nunca haba tenido, pero que por instinto saba

    que deseaba.

    Pronto sus dedos tocaron su piel donde su respiracin le haca cosquillas, ytuvo que morderse el labio para no gritar. Agarr su falda con fuerza, y l desliz

    sus manos hacia abajo, tomndola por la cintura mientras su lengua trazaba besos

    por sus piernas hasta el pice de sus muslos. l la lami, con la punta de la lengua

    tocndola en el ms ntimo de los lugares. Fue una sensacin traviesa, ertica, y

    una que quera que no tuviera fin. Esa era la sensacin que haba anhelado, el

    placer que saba que nunca sera suyo, y Dios lo deseaba, todo eso ahora, todo lo

    que l estaba dispuesto a darle, y mucho ms.

    Ella movi sus manos, con una sola sosteniendo su falda y con la otra

    aferrndose a l, agarrndose con fuerza a su hombro mientras el poder de sus

    besos ntimos arrasaba con ella. Estaba volvindose loca de placer, por una dulzura

    casi insoportable, y tema que si no se detena explotara, y sin embargo si se

    detena ella llorara.

    Algo creci dentro de ella, mientras el cielo surga sobre ellos, girando msrpido, brillando ms caliente, hasta que no pudo hacer nada, nada, excepto gritar y

    temblar con su cuerpo destrozndose por dentro.

    l la atrap cuando sus rodillas cedieron, con los brazos apretados alrededor

    de su cintura, sostenindola en posicin vertical. Sus labios fueron sobre los de ella,

    dejndola saborear la dulzura de su sexo.

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    Ms susurr ella, con sus manos ya trabajando para empujar el manto

    que llevaba y desatar los cordones de su camisa de lino blanco. Quera hablar,

    decirle lo que su toque significaba para ella, cmo se hinchaba dentro de ella, pero

    no poda encontrar las palabras. As que en vez de eso, se lo dijo con sus dedos.

    Explorando y acariciando, tocando y descubriendo.

    Tentativamente, apret los labios contra su pecho, respirando el olor

    almizclado de l. Saba a tierra y a deseo, y cuando inclin la cabeza hacia atrs

    para mirarlo, la expresin de su cara de guerrero era ahora suave con la necesidad y

    el deseo, y eso casi la hizo deshacerse.

    Tengo que tenerte dijo l, con su voz como un gruido.

    Trat de responder, pero haba olvidado cmo hablar. En cambio, se limit

    a asentir, despus tom su mano en la suya y la puso entre sus piernas. l hizo un

    ruido spero con la garganta, la atrajo hacia s, y de repente sus pantalones

    estuvieron abajo y sinti la dura longitud de l apretndose contra ella.

    Mi capa susurr l, sealando hacia donde ahora yaca la capa en elsuelo. No es tan suave como una cama, pero

    No me importa. Slo te deseo.

    Se acost, tirando de l con ella, no queriendo perder el contacto entre ellos.

    No puedo esperar dijo l, y ella casi se ech a rer, su alivio fue muy

    grande. Lo deseaba en ese momento, en ese justo momento, en ese instante,llenndola y llevndola alto.

    Abri las piernas, atrayndolo hacia abajo. Con sus dedos ansiosos de

    conocer cada centmetro de l, extendi la mano, acariciando el acero de terciopelo

    que era la longitud de l. Lo vio temblar ante su contacto, y entendi su poder

    como mujer.

    Ahora susurr ella. Por favor, por favor, ahora.

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    l fue a la vez tierno y exigente, se empuj lentamente al principio, hasta

    que no pudo soportarlo ms y agarr sus caderas, lo que lo oblig a ir ms y ms

    profundo. Dola, Dios, dola, pero slo por un momento. Despus, el dolor pas,

    borrado por un placer como ningn otro que hubiera conocido. Se desgarr a travs

    de ella, tan dulce y sin embargo tan tumultuoso, y quera que nunca terminara, y

    cuando l se desplom agotado a su lado, ella suspir con el ms profundo placer y

    se acurruc junto a l, suave y satisfecha.

    Se quedaron as mientras el tiempo pasaba frente a ellos, con sus dedos

    haciendo diseos ociosos en su piel, con su cuerpo disfrutando del placer que l le

    haba dado.

    Luego l se movi para quedar frente a ella, y le dio un beso en los labios tan

    dulce que fue como un susurro.

    Buscar a tu hermano y lo traer de vuelta, Carissa murmur. En eso,

    te doy mi palabra.

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    Captulo Cuatro

    Alguien viene dijo l.

    Carissa se incorpor bruscamente, con la cabeza ladeada.

    No o a nadie.

    Su rostro era firme, la suavidad que haba visto despus de que la haba

    llevado al borde del cielo se haba esfumado.

    Confa en m. Sus ojos se encontraron con los suyos. Tengo que irme.

    Ella asinti, enderezndose la ropa mientras se pona de pie. Se estaba

    ajustando los cordones cuando l tom su mano, y tir de ella hacia l.

    Adis, Carissa. Su beso fue duro, necesitado y lleno de cosas no

    habladas.

    Espera dijo ella despus de que la soltara. Se haba apartado de ella con

    tal velocidad que ya estaba al otro lado del establo, desatando su caballo. Cmo se

    haba movido tan rpido?

    Se detuvo, y luego la mir en silencio.

    Ni siquiera s tu nombre dijo, de repente abrumada por una tristeza

    inexplicable. La haba satisfecho con un festn sensual, pero ahora comprendaplenamente lo que no volvera a tener con un hombre. Ella estara casada y sera

    bien cuidada, era cierto. Pero este momento, ese sentimiento, se habra ido para

    siempre.

    Tiberius dijo. Luego salt sobre el lomo del caballo, espole los flancos

    de la bestia y se fue.

    Carissa se qued de pie, mirando hacia la oscuridad repentinamente vaca.

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    Oy el crujido rpido de pies en el suelo.

    Carissa? La voz de Agnes reson por el patio. Ests aqu?

    Aqu respondi, mientras Agnes entraba en la estructura, jadeando por

    el esfuerzo de mover su ancha forma.

    Qu has estado haciendo, chica? He estado buscndote por todas partes,

    y Se cort rpidamente, con sus perspicaces ojos estrechndose a medida que

    miraba la cara dura de Carissa, y luego arrastraba sus ojos hacia su pecho.

    Carissa se oblig a mantener la barbilla erguida, pero tema que Agnes

    supiera exactamente lo que estaba viendo al notar las briznas de paja en su pelo y

    escote. Si poda ver o no alguna evidencia de los labios de Tiberius sobre su cuello y

    pechos, no lo saba. Ciertamente, todava tena el recuerdo de l all, y le tom toda

    su fuerza de voluntad no levantar la mano y acariciar el ltimo lugar donde la haba

    besado.

    Qu has estado haciendo, nia? repiti Agnes, slo que esta vez suspalabras tenan un tono mucho ms severo.

    Nada que te concierna dijo Carissa, ajustndose la falda mientras se

    preparaba para darse prisa en pasar a Agnes y volver a su propio y tranquilo

    aposento en el palacio.

    La mano firme de Agnes se lo impidi.

    Nana!

    No me digas Nana. Crees que eres demasiado vieja para mi cuidado?

    tom un pedazo de paja del escote de Carissa y la movi ante su cara. No lo

    eres!

    No he hecho nada de lo que tenga que estar avergonzada.

    Entonces hashecho algo?

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    No dijo nada. Con Agnes, a menudo era mejor callarse.

    No, nia. No consentir el tratamiento del silencio de alguien como t.

    Hblame ahora, o entraremos y podrs hablar con tu padre.

    Carissa frunci el ceo.

    Muy bien, entonces. He arreglado el asunto directamente.

    Qu asunto?

    El forastero vino aqu con la intencin de rescatar a Antonio, pero padrelo rechaz de plano.

    No!

    S dijo Carissa, espoleada por la vehemencia de la respuesta de Agnes.

    Pero por qu? pregunt Agnes.

    No lo s Carissa frunci el ceo al recordar las invectivas que su padre

    haba disparado contra Tiberius, llamndolo diablo y sugiriendo que no volvera a

    confiar en un hombre como l. No tiene ningn sentido.

    Bueno, vamos nia. Qu pas? Ella cruz los brazos sobre sus

    pechos. O tengo qu adivinarlo?

    Carissa levant la barbilla.

    Lo convenc de hacer caso omiso de las directivas de Padre. Rescatar a

    Antonio. Me dio su palabra.

    Hmmph Agnes la mir de arriba abajo, con su ceo ms pronunciado a

    cada momento. Lo persuadiste, verdad? Puedo decir con slo mirarte cmo lo

    hiciste.

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    Carissa quiso retroceder ante la reprobacin en la voz de la nana, pero se

    mantuvo firme.

    Piensa lo que quieras, pero no me disculpar por mis acciones. La vida de

    Antonio est en juego. No hay sacrificio demasiado grande.

    Agnes resopl.

    Sacrificio! Por la Santsima Virgen, vi al muchacho cuando entr en el

    palacio. No hiciste ningn sacrificio, nia!

    Agnes!

    Vamos, no seas tmida. Las dos somos mujeres. Su tono se

    ensombreci. Pero s cmo son las cosas mejor que t, creo.

    Carissa frunci el ceo con su diversin desvanecindose ligeramente a la

    luz del cambio en el tono de Agnes.

    De qu ests hablando?

    As que dijo que te ayudara? Dijo que saldra al mundo y te traera a tu

    hermano de vuelta?

    S.

    Y todo lo que necesitaba era una buena y slida despedida. El calor de

    una mujer antes de marcharse a arriesgar su vida por nosotros.

    Carissa mene la cabeza lentamente.

    No fue as. Yo

    Crees que fue tu idea? Qu tus armas de mujer lo convencieron?

    l lo jur dijo ella, aunque sus palabras sonaron huecas.

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    No me cabe duda que lo hiciera. Un hombre que usa a una mujer as, no

    tiene ningn cdigo moral que le impida romper su palabra.

    Carissa se qued rgida, con la mente en estado de agitacin. Lo haba

    jurado, era cierto, pero Agnes estaba en lo cierto, no tena manera de saber si su

    palabra era buena. Su padre no se fiaba de l, y sin embargo ella le haba entregado

    su cuerpo a cambio de una promesa.

    Las llamas de la ira se levantaron dentro de ella, pero la ira estaba dirigida

    tanto contra el como contra s misma. Deseaba tanto lo que l podra ofrecerle, que

    haba aceptado su palabra sin vacilar, y despus se regode en su propiasatisfaccin. Pero no se trataba de ella, se trataba de Antonio, y la caliente

    vergenza quem sus mejillas mientras se daba cuenta de lo poco que crea haber

    pagado por su hermano bajo el pretexto de haber actuado slo por l.

    Lo nico que quera eran tus faldas, nia.

    Carissa cerr los ojos. Tal vez Agnes deca la verdad. Tal vez no. Pero la

    verdad era que no tena manera de saber si Tiberius haba sido verdaderamentesincero. Se haba acostado con l por su propio placer, y sin embargo, Antonio

    podra muy bien todava estar en peligro.

    Agnes se acerc a ella, tomndola en sus brazos de la forma que haca

    cuando era nia.

    De verdad crees que un extrao en nuestra casa correra el riesgo de su

    propia vida, contra los deseos de tu padre, y sin hombres de batalla a su lado?

    Agnes habl con amabilidad, pero sus palabras eran firmes y llenas de certeza.

    No, querida nia. El hombre con el que te acostaste fue muchas cosas, pero no

    sincero.

    Quera creer en Tiberius, todos los instintos en su interior le decan que

    Agnes estaba equivocada. Haba sentido la verdad de sus palabras y visto la

    integridad de su corazn. Pero no poda negar que podra estar equivocada, y siesperaba a averiguar la verdad de eso, su hermano podra estar muerto.

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    Soy una tonta dijo Carissa.

    No eres la primera mujer que ha sucumbido a la traicin de un hombre.

    Carissa frunci el ceo, empujando las palabras de Agnes a un lado. Nada

    de eso importaba ahora. Lo nico que importaba era encontrar a Antonio.

    Si Tiberius no va tras Antonio, tengo que encontrar a alguien ms. Estoy

    segura de que alguien realizar la tarea.

    No oste lo que dije? Los hombres de tu padre estn comprometidos, tus

    hermanos estn a varias semanas de este lugar. Incluso si pudieras conseguir las

    monedas para contratar a un mercenario

    Slo correra a la primera seal de problemas suspir. Lo s

    presion sus dedos en el puente de su nariz. Tena que haber una manera, alguna

    forma en la que pudiera traer a su hermano a casa. No era como si pudiera razonar

    con Baloch. Por lo dems, incluso acercarse a l sera un reto. Cualquier hombre

    que se presentara a su puerta con seguridad se dara la vuelta y

    Ella dej de caminar.

    Qu? dijo Agnes. Has pensado en algo?

    En alguien dijo. Alguien que puede infiltrarse en el palacio de

    Baloch. Se reuni con los ojos confundidos de Agnes. La misin es ms que

    simplemente liberar a Antonio, ves. Si hacemos eso, sin duda Baloch buscar

    venganza.

    Por supuesto.

    As que Baloch debe morir.

    Agnes no dijo nada. Se limit a mirarla con la misma intencin que Carissa

    recordaba de cuando era nia.

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    Esperaba que Agnes estuviera rezando mucho, ya que sus nervios estaban en

    carne viva. Mientras iba a caballo, su atencin se haba ocupado en el terreno

    irregular, permaneciendo fuera de la carretera principal, y sus posaderas cada vez

    estaban ms doloridas. Ahora que haba desmontado y estaba caminando para

    aflojar sus maltratados msculos, su mente tuvo tiempo de pasear, y de imaginar.

    Podra tener xito? O se estara condenando simplemente junto con su

    hermano?

    Dado que no poda soportar la idea por ms tiempo, volvi a montar a

    Valiant en el momento en que la bestia termin de beber.

    Lo siento viejo amigo. Pero todava nos queda un largo camino por

    recorrer.

    Esta vez, por desgracia, su cuerpo se haba acostumbrado al movimiento del

    caballo, y su mente vagaba a pesar de sus mejores esfuerzos por controlar sus

    pensamientos, y fue ese mismo movimiento el que gui la direccin de sus

    pensamientos. Poda recordar la forma en que sus manos la haban acariciado. Laforma en que haba trazado sus labios. La forma en que haba murmurado en su

    odo, con su voz tan suave que no fue ms que un susurro en el viento.

    Quera creer que lo encontrara en el camino a Lariano, pero no haba visto

    ninguna evidencia de otro viajero, y tema que Agnes hubiera estado en lo cierto,

    que l hubiera tomado lo que ella haba tenido que ofrecer y hubiera seguido su

    propio camino. Un estallido de clera la rasg por su traicin, seguido a corta

    distancia por la familiar frustracin debido a su propia estupidez.

    Pero aun as, no poda negar que si le dieran la oportunidad lo volvera a

    hacer de nuevo. Haba querido estar en sus brazos, y ni siquiera su traicin la

    frustraba tanto como el hecho de que nunca volvera a verlo.

    Por la Virgen, sus pensamientos estaban ponindola nerviosa, y su

    abrumador cansancio no estaba ayudando a las cosas. En el momento en que llega la pequea posada en la colina con vistas al palacio de Baloch, su furia haba

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    madurado. Estaba agotada. El sol se elevara en slo unas pocas horas. Necesitaba

    dormir, un bao y comida, dej a Valiant en el establo de la posada y luego corri

    hacia la puerta, esperando tener que despertar al propietario a fin de ser admitida.

    No fue necesario.

    El lugar no era la posada pequea y tranquila que haba imaginado, con

    mesas oscuras en la taberna y huspedes cmodamente en sus mantas escaleras

    arriba. No, este lugar era ruidoso, estridente y caliente por las llamas del fuego. El

    aire estaba cargado con el olor a sudor, a cerveza y a cuerpos, y cuando cruz el

    umbral, todas las caras se volvieron hacia ella. Duras, con cicatrices de batalla, los

    rostros estaban hinchados y plidos por la cerveza en exceso.

    Sin pensarlo, dio un paso hacia atrs, e inmediatamente se dio cuenta de su

    error. No era una mujer en esa sala, era un hombre joven. Un joven que haba

    mostrado slo miedo. Y frente a estos hombres, eso lo converta en un objetivo.

    Dio un paso adelante, forzando su espalda a permanecer recta y a su cabeza

    a mantenerse alta. No quera, pero mir a cada uno de los hombres en las mesas

    mientras volva su mirada por la habitacin buscando al posadero. No pareca

    haber nadie, sin embargo, que encajara en ese papel.

    Se ve muy joven para tener una espada dijo uno de los hombres,

    mirando directamente su entrepierna. No est duro, de todos modos.

    Se ri, casi cayndose de la silla por la risa mientras sus compaeros se

    unan a la risa, aunque de forma ms moderada.

    Qu haces aqu, muchacho?

    Soy un viajero dijo, tratando de forzar su voz baja, pero no haciendo un

    buen trabajo. Vine buscando comida y alojamiento.

    Es un viajero dijo un hombre especialmente asqueroso a su

    compaero. A ti te parece a un viajero?

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    Su compaero la mir de arriba abajo, entornando los ojos de una manera

    que hizo de la cicatriz en su ojo un bulto.

    No parece ser un viajero. A m me parece un ladrn. El de la cicatriz se

    levant, su mano fue a su daga. Vaca tu bolsa, muchacho. Veamos lo que le has

    robado a tus superiores.

    No tengo dinero. Era cierto, coger las monedas de su padre le habra

    tomado demasiado tiempo y habra sido demasiado arriesgado. Slo tena las joyas

    que haba cosido a toda prisa en su ropa.

    Miente dijo el primer hombre.

    No nos gustan los mentirosos dijo el de la cicatriz. Se movi alrededor

    de la mesa de la izquierda mientras el primer hombre se mova desde la derecha.

    Detrs de ellos, otro se puso de pie. Carissa trag, cerrando los dedos alrededor de

    la empuadura de la espada de Antonio. Tena su daga tambin, todava

    enfundada en su cintura, y el peso de ella la consol.

    El pequeo quiere pelear dijo el de la cicatriz.

    Yo no retrocedi un paso, rezando para poder llegar a la puerta, pero

    el de la cicatriz no le permitira hacer nada de eso. Corri hacia adelante y

    consigui llegar directo a su cara, con su aliento tan malo que ella casi se desmay.

    Te dije que nos mostraras tu dinero. l sac su daga, pero ella fue ms

    rpida, y su propia espada estaba fuera y volando en un instante, con la punta de lamisma cortndole una nueva cicatriz a la marcada cara del bruto.

    Aull de dolor y dio un paso atrs mientras sus amigos se acercaban, todos

    con los ojos puestos en ella.

    Lo lamentars dijo el hombre que le haba hablado en primer lugar. En

    verdad, ella no lo dudaba. Tena verdadera habilidad con una espada, incluso sus

    hermanos lo decan. Pero era una mujer, y stos eran cuatro hombres armados.

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    El de la cicatriz la atac con su espada, y ella lo esquiv hbilmente, con su

    atencin ya no en los hombres, sino en la batalla. Se defendi, con su gracia

    femenina como una ayuda ms que un obstculo mientras saltaba sobre la mesa,

    colocndose mejor a s misma para el ataque. Y el ataque que hizo, no se trataba de

    un juego defensivo, y supo muy bien que estaba luchando por su vida. Cuando uno

    de los hombres se acerc a su izquierda, cambi de mano su espada y sac su daga

    con la derecha. Doblemente armada, luch como un gato salvaje, con toda la

    pasin y la habilidad que sus hermanos le haban enseado.

    Ellos se sentiran orgullosos, s, pero incluso las horas de prctica que haba

    tenido que soportar bajo sus rdenes no eran suficientes contra la fuerza de esos

    hombres adultos. Uno de ellos logr conectar la punta de su espada en el pomo de

    la de ella y la envi a volar por la habitacin. Levant la daga en defensa, pero las

    probabilidades estaban en su contra. Otro hombre se le acerc desde la parte

    delantera, mientras que el de la cicatriz la agarraba por detrs, tirndola al suelo

    con un movimiento rpido y duro. El pual vol de su mano, deslizndose por el

    suelo hasta descansar debajo de una mesa.

    Cado y desarmado dijo el de la cicatriz. Le apret la mano contra su

    pecho para sujetarla, abriendo mucho los ojos mientras lo haca. Eh! Mira lo

    que tenemos aqu! El de la cicatriz le arranc la capa de su hermano, y luego tir

    de su jubn y camisa, hasta que se desgarr y ella luch en sus brazos, vestida slo

    con los pantalones de montar de Antonio y el pedazo de lino que haba envuelto

    alrededor de su pecho para contener sus pechos. El de la cicatriz desliz un dedo

    entre el lino y su carne. Suave cosita. Vamos a ver lo que tenemos aqu, de

    acuerdo?

    A su alrededor, los hombres rean y carcajeaban, y le pidieron al de la

    cicatriz que se diera prisa para poder tener su turno.

    l escupi en su mano, y luego le frot la cara.

    Piel suave debajo de toda esa ceniza. Tendr un buen polvo, creo. Y tiene

    el fuego suficiente para durar toda la noche para todos nosotros.

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    Mantn tus sucias manos lejos de m.

    Le dio una bofetada sin previo aviso, y ella se encogi ante la cruda lujuria,

    ante lo animal que vea en sus ojos. El miedo la inund y con una claridad poco

    comn vio el futuro delante de ella. Sera violada esta noche, destrozada por todos

    esos hombres. Maltratada, rota, y muy posiblemente asesinada.

    No.

    Tal vez no poda ganar contra todos ellos, pero poda muy bien acabar con

    algunos de ellos. Por lo menos, morira en el intento.

    Danos un beso, chica dijo el de la cicatriz.

    Me dejars ir si lo hago? trat de sonar aterrorizada. No fue difcil.

    S, por supuesto. Soy un caballero. No, chicos?

    Un murmullo de risas se mezcl en un vago acuerdo.

    Muy bien, entonces dijo ella, tratando de no vomitar mientras sus labios

    se acercaban ms y ms a los suyos. Y entonces, en el momento en que sus labios

    rozaron los de ella, se inclin y sac el pual de su cadera. Lo empuj hacia arriba,

    apuntando a la parte carnosa debajo de su cuello, pero de repente ya no estaba

    encima de ella. En su lugar, estaba volando por la habitacin, aterrizando sobre una

    mesa que se derrumb bajo el peso de l.

    Ella se qued sobre su espalda, respirando con dificultad, agarrado la daga y

    mirando hacia el hombre alto y moreno delante de ella, con la cara pintada con una

    furia ms intensa que cualquier otro que jams hubiera visto. Tiberius.

    Una mezcla de alivio y esperanza la atraves. Uno de los otros hombres se

    apresur hacia l, pero Tiberius le dio un manotazo tan fcilmente como si fuera

    una mosca. El hombre se desplom por los aires, estrellndose contra el lateral de

    la taberna, y se derrumb como un mueco de trapo.

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    A su alrededor, los otros hombres se movieron nerviosamente.

    Dejad este lugar dijo Tiberius. Ahora.

    Dudaron slo un momento, luego se escabulleron desvanecindose en la

    noche.

    Tiberius le tendi la mano. Ella se qued dnde estaba.

    Ven dijo. Necesitas una bebida y un bao.

    Por qu ests aqu?

    Su frente se alz ligeramente.

    Dnde ms iba a estar, con el palacio de Baloch tan cerca y tu hermano

    escondido en lo profundo de sus entraas?

    Ella sonri, con todas sus preocupaciones evaporndose.

    Ven dijo de nuevo, y esta vez cuando le tendi la mano, ella la tom, y

    dej que la levantara y la llevara a sus brazos. Se aferr a l, dejando que l le

    quitara el miedo, por ella, por Antonio. Dejando que la abrazara y la consolara.

    Y cuando la bes, su corazn se dispar.

    Tiberius estaba con ella ahora, y todo estara bien.

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    Captulo Cinco

    Creas que iba a fracasar? O que mi palabra no era de fiar? Estaban en

    la habitacin que l haba tomado, un lugar para descansar durante las horas

    diurnas. Un lugar para planear, conspirar y pensar.

    Haba estado pensando en ella.

    Carissa.El calor de su cuerpo. La suave caricia de su toque. La forma en que

    su aroma lo haba llevado casi a la locura.

    Haba pensado, y luego ella haba aparecido.

    Ahora, ella frunca el ceo, con sus ojos negndose a encontrarse con los

    suyos mientras utilizaba un pao humedecido para limpiar la ceniza de su rostro.

    Dud de ti. Lo siento.

    Pensaste que slo quera acostarme contigo dijo, acercndose a su ladoy tomando la tela de su mano. Pensaste que dejara a tu hermano para que se

    quedara en el calabozo de ese hijo de puta.

    Ella lo mir entonces, con ojos implorantes.

    Me dije que no poda ser cierto, pero dej que mi conviccin se dejara

    llevar por las creencias de otros levant la mano, ahuecndole su rostro. Al

    final, saba que la nica manera de estar segura de que Antonio fuera liberado era

    rescatarlo yo misma.

    El consejo de quin seguiste?

    De mi nana. Me dijo que slo queras mis faldas. Dijo que no haba nadie

    lo suficientemente imprudente como para desafiar no slo a mi padre, sino para

    cruzarse con Baloch.

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    l apart su mano y se levant, a pesar de que la ruptura del contacto con

    ella rayaba en el dolor. Una nica manta delgada estaba en la cama, y la tom y la

    coloc sobre sus hombros, ocultando su piel suave y tentadora, as como el tesoro

    que saba que estaba escondido debajo de esas ridculas vendas.

    Quieres que me vaya?

    l la respondi con un beso, la intensidad de su necesidad por ella lo

    sorprenda. Debera estar enfadado. No porque no hubiera podido confiar en l,

    dadas las circunstancias, tal vez hubiera sido imprudente no hacindolo, sino

    porque se haba puesto en un peligro tan amargo.

    Pero no tena ira. Haba slo alivio, porque ella estaba a salvo, porque estaba

    con l, y porque incluso ahora estaba abriendo la boca a la suya, apretando su

    cuerpo contra el suyo, tocndole con la misma intensidad desesperada que llenaba

    su corazn.

    l no dud ni pens. Se limit a la atraerla hacia s, a or la sangre ardiendo

    en sus venas. Deseo, oh s. Pero no por su sangre. Sino por ella.Por su sabor, por sutoque y la bes con una pasin por mucho tiempo inactiva. La bes como si no

    hubiera un maana para l en lugar de miles de ellos. La bes como si fuera la

    nica mujer que haba tenido o tendra nunca. La nica mujer que haba necesitado

    alguna vez o que necesitara siempre.

    Nunca se haba sentido as antes, y la intensidad de las emociones lo

    fastidiaba, pero saba que eran ciertas. Haba reconocido a su mitad en ella, y la

    deseaba ms de lo que recordaba haber deseado a nada ni a nadie.

    La bes, pero no se hart de ella. Cmo podra, an siendo inmortal, nunca

    pasar el suficiente tiempo con esta mujer para satisfacer sus antojos?

    En sus brazos, gimi mientras ella misma se abra. Sus labios, su lengua. l

    la prob, la consumi, ansi el tacto de su piel contra la suya.

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    Carissa murmur, deslizando sus manos debajo de la manta para

    acariciar la tela que cubra sus pechos, deleitndose cuando sinti el aliento de ella

    salir ms rpido, el olor de su deseo envolvindolos a los dos.

    Por favor susurr ella.

    No necesit ms estmulos. Desliz sus manos sobre su suave piel, tirando la

    manta en el suelo y dejndola con slo los ridculos pantalones y en su tira de lino.

    l tom el borde y este comenz a soltarlo, encantndole cuando ella se ech a rer

    y se gir, ayudndolo a que el proceso avanzara. Y luego, all estaba ella, con sus

    pechos desnudos frente a l, con sus pezones duros y alerta y por tanto muytentadores.

    Ah, Carissa susurr mientras su mano sopesaba su pecho, temo por

    el peligro en el que te colocas, pero debo admitir que me alegro de que ests en mis

    brazos.

    Nunca dudar de ti de nuevo dijo ella.

    Nunca ms susurr, y sus labios se cerraron sobre los de ella. Saba

    dulce, como a baya madura, y quiso que se entregara hasta que l se llenara.

    Desliz las manos sobre su suave piel, luego hacia abajo entre sus piernas, con su

    cuerpo endurecindose an ms cuando sinti lo hmeda y lista que estaba para

    l. Ven susurr, y luego la llev a la cama. No quera esperar, no estaba seguro

    de poder esperar, se inclin sobre ella, afianzando su peso sobre sus brazos, y luego

    la penetr.

    Era estrecha y clida, y su cuerpo se cerr alrededor de l, tirando,

    ordendole, llevndole al borde y hacia atrs de nuevo. Sus suaves gemidos lo

    impulsaron, y cuando sus manos apretaron su espalda y le exigieron que sus

    empujes fueran ms duros, ms profundos, supo que no le negara nada. Ella era

    suya, para entonces y por siempre, y la tena por completo.

    Una y otra vez la reclam, tomndola ms y ms profundo, observando surostro con cada embestida, viendo sus labios abrirse y sus prpados temblar

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    mientras su pasin creca y, despus cuando l estaba en el borde, ella se arque

    hacia arriba, encontrndolos a los dos ms de una vez hasta que finalmente,

    saciado, se desplom encima de ella y no pudo hacer nada ms que inhalar su

    aroma y agradecer a los dioses que el destino la hubiera trado a sus brazos.

    Me siento viva susurr ella despus de que hubieran permanecido en

    silencio por una eternidad.

    Como yo dijo l.

    Ella se dio la vuelta para mirarlo de frente, con expresin muy seria.

    Debo decrtelo dijo, acariciando su mejilla con la palma de su mano.

    Estoy comprometida.

    Sus palabras fueron como un cuchillo en su corazn.

    Con quin?

    Con un anciano dijo. No lo amo, y s, s que nunca tendr esto otravez. Sus dientes rozaron su labio inferior. Por eso... en el establo... quera que

    salvaras a Antonio, por supuesto. Pero tambin quera saber cmo se senta. Cmo

    se senta ser amada por un hombre.

    Y ahora? pregunt l.

    Su sonrisa floreci.

    Ahora lo s. Y ahora slo te deseo a ti.

    Ella se acurruc contra l, y l le acarici el pelo, pensando en sus palabras,

    y preguntndose por la profundidad del placer que le traa. Lentamente, pas la

    mano por la curva de su pecho y su sinuosa cadera.

    Un muchacho se burl. Como si fuera posible que pudieras pasar por

    un chico.

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    Ella le sonri.

    Fue un buen plan, por lo menos hasta que se descubri.

    Y te atacaron. Y casi te violaron.

    Cierto estuvo de acuerdo. Esa parte no sali como la haba planeado.

    Ella presion su cabeza contra l, y se deleit con la alegra de tenerla cerca, l

    que haba pasado siglos como guerrero y lder ahora estaba de rodillas por el toque

    de una mujer, y de buena gana, tambin.

    Podra haberlo matado dijo ella, movindose en sus brazos para

    mirarlo. Sus ojos verdes ardan, y no haba duda de la sinceridad de sus palabras.

    Le habra cortado la garganta, sin dudarlo un instante. Era asqueroso. Se tom

    libertades que no deba, y no llorara su muerte ni tendra miedo por la seguridad de

    mi alma, cuando hubiera cado muerto a mis pies.

    Por los dioses, la amaba.

    La comprensin se dispar a travs de l, tan sencilla, tan verdadera y tan

    inconveniente por completo. No poda tenerla, por supuesto. No para siempre. Ella

    se mereca la vida y el sol, y esas eran dos cosas que no le poda ofrecer. Pero la

    verdad de la palabra pesaba sobre l, sin embargo y no poda ser evitada.Amor.

    Te llamar Caris dijo despus de un momento, y luego puso su mano

    sobre el corazn de ella. Sers Carissa para todos los dems, pero djame ver al

    guerrero interior, porque el tuyo es un corazn que entiende al mo.

    Caris.

    A ella le gustaba la forma en que sonaba. Y sobre todo, le gustaba el hecho

    de que fuera un nombre que l le hubiera dado. Tan ntimo como un beso, ms

    precioso que una rosa. Quera acurrucarse con l, sobre l, y no dejar esa cama.

    Aqu estaba la seguridad.

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    Aqu estaba la fantasa. La creencia de que todo estara bien. Que Tiberius

    nunca la abandonara. Que Antonio se salvara. Que su matrimonio con Giancarlo

    nunca llegara a pasar.

    Y que nunca escuchara de Baloch de nuevo.

    El mero pensamiento de su nombre hizo que el miedo recorriera su cuerpo y

    se movi en los brazos de Tiberius, cubrindose con la manta mientras se sentaba a

    mirarlo.

    Por qu viniste? Por qu ests dispuesto a enfrentar a Baloch?

    Algo oscuro brill en sus ojos, y vio por un momento al hombre al que su

    padre haba temido.

    Vine porque tena que hacerlo. Enfrentar a Baloch, eso, mi querida Caris,

    es una feliz bonificacin.

    La forma en que pronunci el nombre de Baloch envi un escalofro por

    ella. Tanto odio, tanto rencor. No haba all slo la reputacin horrible de Baloch, y

    hasta que ella lo entendiera, saba que nunca podra entender al hombre que yaca a

    su lado. Apret la mano contra su pecho, acariciando su piel tensa, que tan

    recientemente haba reclamado como suya.

    Qu es Baloch para ti?

    Pareci que una sombra cruz su rostro, y le preocup que no le contestara.

    Pero luego l se sent, haciendo una pausa brevemente antes de levantarse e ir a la

    pequea ventana. Haba insistido en que las cortinas estuvieran cerradas

    completamente, y ahora apret la mano contra la pared al lado de las cortinas, pero

    no las ech a un lado.

    La pregunta no es qu es Baloch para m, sino lo que es Baloch.

    Muy bien dijo. Qu es?

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    Se volvi hacia ella.

    Sabes por qu fue secuestrado tu hermano?

    Por supuesto. Por Baloch. Ella cerr la boca, frunciendo el ceo. Habra

    querido decir que Baloch buscaba herir a su familia, pero eso no haca nada para

    abordar la cuestin mayor. La pregunta del por qu. Mi padre dice que es un

    monstruo. El hecho es que dirige a las fuerzas oscuras. El hecho es que no es amigo

    del Papa. Ese no es aliado de ningn hombre.

    Todo lo que tu padre te dijo es cierto dijo Tiberius. Y sin embargo, no

    explica nada.

    Sabes por qu se llev a Antonio?

    Lo s.

    Trag, algo en su voz envi una ola de terror por ella. No quera hacer la

    pregunta, y sin embargo no poda sentarse all y permanecer en silencio.

    Dmelo.

    Tu padre mat a su hijo dijo Tiberius, con su voz demasiado normal.

    Y tom como reemplazo de Antonio. Como su heredero.

    No. Caris se dio cuenta de que estaba sacudiendo la cabeza. No, eso

    no puede ser correcto. Me habra enterado. Las autoridades. Seguramente habran

    venido. Habran hablado con mi padre. Se puso de pie, con la manta envuelta

    alrededor de ella, y comenz a pasearse por la habitacin. l no mat a nadie.

    l no mat a un hombre dijo Tiberius.

    Pero dijiste que el hijo de Baloch

    Cmo intentabas lograr la liberacin de tu hermano?

    Matando a Baloch.

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    Una meta digna. Cmo?

    Ella asinti hacia la alforja que haba llevado a la habitacin con ella.

    Hay prendas de vestir ah. De gala. Aceites. Perfumes. Tena la intencin

    de hablar con el hombre mismo. De decirle que haba ido para negociar la

    liberacin de m hermano.

    l nunca estara de acuerdo.

    Y yo no esperara que lo estuviera. Pero soy una mujer, y s que soy

    deseable. Y Baloch es un hombre. l me vera.

    Lo hara. Y luego?

    No pude contra cuatro hombres, pero puedo acabar con un hombre con

    mi daga. Ella lo mir duro, examinando su rostro por cualquier atisbo de duda.

    No hubo ninguna.

    Te vi pelear. No niego tu habilidad.

    Ella asinti.

    Lo matara. Y luego encontrara a mi hermano.

    l asinti, pensativo.

    Tu plan no carece de mrito dijo. Hay hombres con algunos puntos

    dbiles, los hombres de Baloch, por ejemplo. Sin embargo, la cautela y la astucia

    podran hacerte pasar con seguridad sobre ese obstculo.

    Ella sonri, satisfecha por su alabanza.

    Aun as, sera un fracaso.

    Su placer se desvaneci.

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    No puedes saberlo con certeza.

    Por el contrario, puedo. l se movi por la habitacin, y la seguridad en

    su modo de andar que la haba impresionado tanto y la haba atrado antes ahora

    era un poco irritante.

    Y, por favor, qu defecto le ves? Baloch yacer muerto en el suelo.

    Localizar y liberar a mi hermano. Te concedo que no es un escenario perfecto,

    pero el fracaso no es absolutamente cierto.

    No lo mataras dijo Tiberius cuando se inclin para recoger la daga.

    Lo hara. Crees que porque soy una mujer perdera mi coraje? Qu no

    tengo la fuerza para empujar una hoja por la carne? Ests equivocado, seor.

    No dudo de tu capacidad. Sin embargo, esta daga no matar a Baloch.

    Confundida, mir la curva de la daga de acero, el mango con joyas

    incrustadas. Su hermano mayor haba usado esa misma daga en batalla, y haba

    salvado su vida. Saba que matara, y hara bien el trabajo.

    Para matar a Baloch, necesitas una daga de plata.

    No entiendo.

    Baloch no es humano. Y no lo era su hijo.

    Ella inspir fuerte.

    No es humano?

    En la noche de la ltima luna llena, tu padre fue a pasear a caballo. Le

    dispar a un lobo. Ese lobo era el hijo de Baloch. Sus palabras fueron tranquilas.

    Medidas. Pero sus ojos, sus ojos eran calientes, apasionados. Y estaban llenos de

    conviccin.

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    Caris se persign, su corazn lata rpidamente. Saba de la naturaleza

    oscura de Baloch, por supuesto. No era ningn secreto que los demonios

    caminaban en lugares oscuros, y que la iglesia reuna sus fuerzas para luchar contra

    esa hereja. Pero nunca haba credo que vivira para ver esas cosas de cerca. La

    idea de que su hermano, el dulce, inocente Antonio estaba a merced de un ser

    engendrado en el corazn del infierno...

    No susurr. Fue la nica palabra que pudo empujar ms all de sus

    labios, pero no haba fuerza detrs de ella. Poda ver claramente que Tiberius deca

    la verdad. No obstante por imposible y horrible que fuera, lo que deca era la

    verdad.

    Baloch tom a Antonio, y lo convertir en un hombre lobo. Lo har su

    heredero.

    No se dio cuenta que se estaba cayendo hasta que Tiberius estuvo a su lado,

    agarrndola por la cintura y llevndola a la cama. Sus rodillas se haban convertido

    en gelatina, pero cmo haba llegado a ella tan rpidamente no lo saba. En ese

    momento, no poda llevar sus pensamientos alrededor de nada. Nada era real, y el

    mundo era una pesadilla cobrando vida.

    Y t. Le pregunt finalmente. T... Cazas a los hombres lobo?

    l vacil un instante antes de asentir.

    Por qu?

    Son criaturas viles dijo, con expresin abierta. Una abominacin. A

    pesar de que son hombres, no se puede confiar en ellos.

    No haba nada ms que decir, poda ver eso en sus ojos. Pero vio dolor all,

    tambin. Tal vez tena un hermano como el suyo. Tal vez tena una deuda de

    familia qu pagar.

    La idea despert algo en su memoria.

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    Qu quisiste decir? pregunt. Cuando hablaste con mi padre dijiste

    que estabas obligado hacia nuestra familia, y l dijo que no estaba honrado por tal

    obligacin.

    Es una larga historia dijo, dirigindose a su lado y atrayndola contra

    l. Ella apret la cabeza contra su pecho desnudo y suspir. Slo su tacto se senta

    como estar en casa. Basta decir que siempre te proteger.

    Y a mi hermano.

    Incluso a tu padre. Estuvo de acuerdo, aunque me duela un poco

    hacerlo. Le dio un beso en la frente.