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Ofrenda, ritual y terapia: Las mesas aymaras * Gerardo FVRNÁNIÚEII. JUÁREZ ABSTRACT The aí’ticle shows sorne aspects of the aymara therapeutical system, (heir conecpt el health and illness. its origins and the prediction methods of diagnosis. Thc paper dcals also with Ihe use uf coca leaves in the prediction of deseases and rnainly. thc ah- mcntai’x recíprocity as the base of a therapeutical system. Key words: Ayunara. traditional medicine, medicine man, ritual feod. Palabras clave: Avmara, medicina tradicional, curandero. comida ritual. 1. INTRODUCCIÓN El sistema terapéutico aymara incluye en la actualidad una importante variedad de concepciones etiológicas respecto al origen y las causas que pro- ducen las aflicciones y patologías humanas. La selección del modelo terapéu- tico peitinente en cada caso depende de la forma en que la enfermedad re- sulta culturalmente definida y contextualizada: dc esta manera los curanderos aymaras distinguen tajantemente las enfermedades propias de la <gente», cuya resolución les compete en exclusiva, de aquellas otras propias de «trans- fusión». “inyeccion» o «vacuna», que junto con los términos 1 uktura (doctor) Agradezco las ~ reciacienes de los doctores Rafael Diaz Maderuelo (¡A.C.M.) y Javier Gar- cía Bresó (U.C.L.M) etectoados con motivo del Seminario de Antropologia de la Salud cele- brado en la Escuela Universitaria de En fermeria de Cuenca (1 8/IV/ 1994). Revi st a túvpc,ñcta e A ntropolegfa A‘nericana, 25. 153—1 80. Servic idi de Publicaciones. tJ niversidad Complutense. Madrid. 1995

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  • Ofrenda, ritual y terapia:Las mesas aymaras *

    Gerardo FVRNNIEII. JUREZ

    ABSTRACT

    The aticle shows sorne aspects of the aymara therapeutical system, (heir conecptel health and illness. its origins and the prediction methods of diagnosis. Thc paperdcals also with Ihe use uf coca leaves in the prediction of deseases and rnainly. thc ah-mcntaix recprocity as the base of a therapeutical system.

    Key words: Ayunara. traditional medicine, medicine man, ritual feod.Palabras clave: Avmara, medicina tradicional, curandero. comida ritual.

    1. INTRODUCCINEl sistema teraputico aymara incluye en la actualidad una importante

    variedad de concepciones etiolgicas respecto al origen y las causas que pro-ducen las aflicciones y patologas humanas. La seleccin del modelo terapu-tico peitinente en cada caso depende de la forma en que la enfermedad re-sulta culturalmente definida y contextualizada: dc esta manera los curanderosaymaras distinguen tajantemente las enfermedades propias de la

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    o mitiku (mdico) designan los usos tecnolgicos ms caractersticos y temi-dos de los especialistas en medicina convencional.

    Las personas enferman por diversas circunstancias y motivos. Unas do-lencias tienen que ver fundamentalmente con el cuerpo del paciente, otrasimplican el alma. Es precisamente el alma del paciente el factor privilegia-do por la medicina aymara en el tratamiento de enfermedades y dolenciasque afectan no slamente al cuerpo del doliente, sino a su entorno familiar ysocial. La medicina aymara considera prioritario, como veremos, el trata-miento del alma como acceso a los desarreglos corpreos y afectivos del pa-ciente. Estas enfermedades que tienen que ver con el alma son las mas carac-tersticas de la gente, por su frecuencia casustica y variedad; resultanparticularmente temibles por sus consecuencias letales en caso de abandonoy de no mediar un tratamiento correcto inmediato. Los campesinos aymarasy sus curanderos insisten en que los doctores no entienden de estas enfer-medades, de aqu el carcter esquive que muestran para los representantesde la medicina convencional.

    Las enfermedades del alma, precisan de un tratamiento teraputico espe-calizado que los diversos curanderos aymaras efectan mediante la prepara-cin de ofrendas complejas denominadas mesas. Las mesas canalizan un pro-ceso culinario de reciprocidad, fundamental en la terapia aymara, queejemplifica por s mismo la base de un armazn cultural caracterstico.

    El anlisis integrado de la prediccin de la enfermedad y su tratamientoteraputico en los trmind)s culinarios que las mesas proponen, constituye elobjeto principal del presente artculo. Para ello me referir a los materialesetnogrficos recopilados en diferentes campaas de campo entre los aos1988 y 1991 en diversas comunidades aymaras prximas a las riveras boli-vanas del lago Fiticaca (Cantn de Ajlata Grande; provincia Omasuyos deldepartamento de La Paz), as como entre varias familias de residentes(emigrantes aymaras afectados por el xodo rural) de las barriadas alteas deAlto Ilma y Villa Dolores en la ciudad de El Alto de La Paz.

    II. PREDICCIN Y DIAGNOSIS

    Localizar con acierto el origen de una enfermedad, la causa que la produ-ce y su naturaleza especfica, constituye un paso decisivo en la eficacia dclmodelo teraputico aymara. El especialista ritual aymara, mezcla de sacerdo-te y curandero, es el yatir4 el que sabeo. Este personaje, que recibe el trata-miento cordial de maestro por parte de sus clientes, necesita ver la enfer-medad, identificar sus caracteres peculiares antes de establecer un

  • Ofienda, ritual y terapia: 1.-as mesas avtriaras 155

    diagnstico sobre el mal que aqueja a su paciente o aventurar el m~idelu tera-puticd) que habr que emplear en la cura. Para ver con exactitud la etiolo-ga del mal el va/ir! dispone de diversos procedimientos predictivos, sin cm-bargo. es la heja de coca (Ervthroxy/um coca LAM) el recurso predilecto queconcita principalmente su atencin y reconocimiento en favor de una efica-ca reveladora contrastada: la coca mejor hab/a Y

    Antes de proceder a la consulta de la coca el maestro selecciona lashojas ce mejer calidad, jugosas, frescas y brillantes, para que indiquen conmayor claridad y certeza . Las hojas secas y descoloridas no sirven paraver. Durante la fase de seleccin de las hojas de coca, cuyo nmero deliniti-ve depende del criterio del especialista, el maestro entabla una detalladaconversacion con el paciente y sus familiares sobre todos aquellos aspectos

    ue consideren de elevancia para el esclarecimiento de lo ocurricd). Los dcrroterd)s (le la conversacin apenas sealan cuestiones que pttdiramos cal ificar de carcer mdico, sino preferentemente factores murales, religiosos yce mportan te sign ifi cae ir.) n social. La vivencia cotidiana, la 51acstrri es capaz tic hacer resaltar, construye n el marce conceptual apro-piad ti (d) nd e la sit uaei n nidica del pac ie ile alcanza el sentido q tic le ceresponde. Duraile la conversacion los fain u iares presentes y el maestropiaban (mascan) abundianle cd)ca con su correspondiente 1/uit ~. Es recenien dal le timar igual ni eile algo de tabaco y con suni ir i]e forina m )tieradaalcohol: depende dcl cario> tic la familia que efectua la consulta as comode sus pusi b i thid es ea> nmicas y de d s ni tc- de ti cm pu pa va clemuiar elrctornd, a ss casas. algo infrecuente en la primera consulta. Pese a ten o seguardau eseru p ul.~ ue, en cual ct ie r e: uso. la con versaeion ci che p rol rngarse cl ti cmpu que seanecesario hasta completar el cuadro atectivri tiel paciente. U itt vez censide

    lssieo oir

  • 156 Gerardo Fernndez Jurez

    rados losjfactores probables que inciden en la situacin padecida por el do- liente, tras la conversacin sealada entre los familiares del paciente y el maestro, ya que el enfermo no acude a la consulta inicial sino alguien en su representacin, es preciso consultar a la hoja de coca sin ms prembulo.

    FIGURA 1 .-Bendicin y solicitud de permiso, previo a la lectura de coca.

    Las hojas seleccionadas se incluyen en un tejido ceremonial cuadrangular de reducidas dimensiones denominado m-i junto a la nuyrucha 4. Cada maestro posee su propio turi cuyo cuidado y tratamiento ritual pertinente supone un mayor perfeccionamiento en la capacidad predictiva de la lectura de coca por parte del maestro (Huanca 1990: 67). Tras incluir las hojas con la nuyruchu el maestro dobla el tari en cruz, lo presenta formulando una plegaria en solicitud de licencia)) o permiso 5 para leer la coca y lo bendice

    4 Nayracha: Es su ojo de la cocas. Es la moneda que sirve de precio por la consulta. Si la nayracha es de reducido valor se cree que la hoja de coca no indica bien. Esta circunstancia es utilizada por el maestro para convencer a los clientes de la necesidad de un pago correctq.ctr sus servicios. ** -2 ..,

    5 Antes de inicar cualquier consulta o lectura de la hoja de coca, el maestro tiene que pe- dir licencia o permiso de los santos, los achachilas (cerros sagrados), la pachamama (madre tie-

  • Ofrenda, ritual y terapia: Las mesas aymaras 157

    con su mano trazando tres cruces sobre el tejido (Eig. 1). Desdobla el tariyantes de abrirlo por completo presiona sobre La superficie del tejido recla-mando a la hoja de coca que indique la suerte que corresponde a su cliente.Una vez abierto el tan el yatiri evala la disposicin de las hojas, sus amonto-namientos, los diversos caminos o recorridos trazados sobre la superficiedel tejido, la situacin de las hojas respecto a la nayracha (cuenta igualmentela colocacin de la misma) y los crucifijos, si los hubiese . Tras este primeranlisis generalizado, el maestro trata de afinar con mayor profundidad ensu prediccin. Para ello elige algunas de las hojas del tan en representacinde conceptos, personas y acontecimientos relacionados con el caso dc sucliente (Carter & Nlamani 1986: 409-426). Escenifica sobre cl tapete del tanun cuadro compositivo con todos los posibles factores causantes de la dolen-ca. Sobre este cojunte figurado y representativo en el que aparecen asd)cia-des tanto las personas implicadas y los posibles sospechosos como diversosseres tutelares y posibles sucesos causantes de la enfermedad, el yatini arrojasuavemente, entre el ndice y el pulgar de su mano derecha, hojas de coca re-cogidas a puados del conjunte contenido en el tejido ceremonial. A medidaque las hojas van cayendo sobre el cuadro de referencia constituido por lashojas dotadias de significacin particular, el maestro consolida su propiodiagnstico, Inquiere a las hojas de coca sobre las diversas opciones; increpae interroga a las hojas de referencia en funcin de la disposicin adoptadapor el resto (Eig, 2).

    Existe eierta netodologa predictiva empleada por el maestro en la in-terp relacin del conjunto de hojas, aparentemente catico y sin sentido paralos no iniciados, que se va configurando a medida que transcurre la consulta.La presencia de y denias sert-s tutelares tic] altiplano. Ltiio tic ls requisitos principales para tne un candi-dato a naesrro pueda iniciar su camin

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    posicin de.las hojas sobre el haz verdoso o el envs blancuzco 8; la composi- cin figurativa que se produce entre el conjunto de referencia y las hojas que se han superpuesto en el desarrollo de la consulta; la respuesta de la hoja a los interrogantes expresamente formulados por el especialista... etc. Todos estos aspectos constituyen una extensa ((batera de datos que el yutiti extrae de la consulta. Estos datos, refrendados por nuevas consultas que se realizan seguidamente para corroborar o desmentir las apreciaciones de la primera, constituyen la base del argumento empleado por el y&iri en.la formulacin de su diagnstico. El maestro)) encuentra un razonamiento coherente capaz de explicar la situacin mdicz de su paciente.

    FIGURA 2.-Lectura de coca.

    Una vez identificada la naturaleza del mal y su origen causante el yutiri puede discernir si la enfermedad es para l, es decir si es competente en su

    * El haz verdoso de la hoja de coca (su rostro) es interpretado como signo positiuo, n&n- tras que el envs blanquecino (la espalda) es considerado negativo. Sin embargo, algun& nmaestros invierten los trminos y los ms capos!+ 0 expertos inquieren y consultan a ~~aml;s lados de la hoia.

  • para queiio afecten en demasa a la familia y se retiren pronto

    Algtias enfernedades tienen como fund-amento las tensiones sociales,caso caracterstico del reniego. La disputa spera con alg familiar se acostumbra colocar tui pequezs eei>tru den .

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    completa incrementada por el infortunio que persigue a todas sus iniciativas.El ambiente familiar termina por degradarse. El afectado debe devolvercJcutira~ la maldicin a su causante originario. Para ello consultar con sumaestro> quien, una vez confirmado el diagnstico, proceder a la devolu-cin del dao (Rsng 1990: 191-294). La maldicin> parece ms caracte-rstica de los ncleos urbanos donde las diferencias econmicas y sociales sedisparan, atribuyndose su proliferacin a la envidia y las alteraciones con-yugales. El control econmico y social resulta mucho ms frreo en cl domi-nio rural que en la miscelnea urbana. La trangresin fsica o moral efectuadaen la ciudad como causa de la maldicin presenta, en el dominio rural unacontraparte mtica mediante la cual se atribuye a los seres malignos del alti-plano actitudes sucialmente reprobables puesto que agreden, roban y enga-an a las personas hacindoles enfermar.

    Otras veces, como resenamos en la introduccin, las personas enfermanal perder su alma. Los infantes sufren con cierta frecuencia el s que sc local izan en el al-ma de los seres humanos.

    Los achachilas son los tutores sagrados que viven en tos cerros y que sun ideiificaduscon el propio macizo montaoso. Duchos del ganado y protectores de la comunidad. Cada co-munidad posee su propio achachila local cuyo carcter intluye en la personalidad atribuida asus protegidos (Bernand 1986: [62). Los achachilasde mayor prestigi< y ptdcr son los grandesnevados tic la Cordillera Orien tal andina: lllimani. Mururata. Wayna Pottsi. lilampu.

  • 161Ofrenda, ritual y terapia: Las mesas aymarcis

    la seguridad familiar, la vida comunitaria y la salud, dependen en gran me-dida de su participacin activa al lado de los esfuerzos que hombres y mu-jeres efectan conjuntamente (Kessel & Cunden 1992; Kessel 1993: 187-2 19).

    Estos personajes excepcionales que ejercen diversos grados de tutelasobre los seres humanos exigen de los jaqi aymaras su contraparte alimen-tcia correspondiente. Si ellos colaboran en el sostn de la vida altiplnica,alimentando a los hombres y mujeres aymaras con el fruto de las cosechasy ganados, los humanos deben igualmente preocuparse de su comida ofre-cindoles sus platos rituales predilectos en los momentos precisos que elciclo productivo lo aconseje. De esta forma, a lo largo del ciclo agrcola selenueva ese acuerdo original de mutua preocupacin por la alimentacion ysubsistencia establecido entre los hombres y sus protectores sagrados u 2

    El equilibrio de la vida altiplnica, la regularidad disciplinada de los ci-ces agrcolas, la salud y la vida comunitaria dependen del xito estableci-do en el compromiso mutuo de invitarse a comer que seres humanos y tu-tures sagradid)s han pactado. Sin embargo el incumplimiento del pactosubscrito altera sustancialmente las condiciones iniciales de equilibrio dan-do paso a las aflicciones humanas, el hambre y la enfermedad. Porque nociarnos as mesas, las tierras no producen, considera Daniel Caillanti, cam-pesino de Ajlata (Prov, Omasuyes). Cuando los hombres

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    cin y pasa de una situacin privilegiada como anfitrin y contraparte a la dealimento de calidad 14

    Algunos personajes malficos que habitan las crcavas oscuras y cavernasrocosas del altiplano como es el caso de los saxras, han qhas, antawallag an-chachu o sirinus resultan tremendamente voraces y se entretienen raspandoel alma de las personas que encuentran en los caminos solitarios, especial-mente de noche, provocndoles una fuerte impresin, al tiempo que les arre-batan el alma. Estos personajes retienen el ajayu del paciente, lo agarranfkatjara) y lo devoran, poco a poco provocando una convalecencia forzadaque se va agravando con cl paso dcl tiempo.

    Los restos arqueolgicos y tumbas antiguas que se encuentran dispersospor cerros, quebradas y altozanos constituyen los lugares habitados por cha-ilpa. Aquellos que orinan en las ruinas, pasean por sus inmediaciones sin pe-dir permiso a la e/ml/pa o que, ambiciosos, buscan su plata (chal/pa qu//ci)enferman. Cm//pa les castiga pudriendo poco a poco su carne en forma deun espectacular sarpullido dc granos de cuyo interior van aflorando peque-os huesecillos (los huesos de -hu//pa). Tambin corren el peligro de enfer-mar aquellos que se asustan al ver los restos deformes de cha//pa, sus huesossecos y alterados: no son de gente como nosotros.

    En las cumbres de los cerros, en los collados as como en diversas zonasdel altiplano se observan los testimonios que acreditan la llegada poderosadel rayo 15 En aquellos lugares proxmos a ncleos de poblacin habitadosdonde se constata la llegada del rayo se levantan calvarios y altares que ates-tiguan el carcter sagrado del sitio. El rayo pertenece a gloria; procede delalax pacha, mundo de arriba vinculado segn el credo evangelizador cristia-no, con el cielo. Los irreverentes que pasan por el calvario sin consideradoconvenientemente o que orinan en las desgarraduras provocadas por el gol-pe, enferman. Particularmente peligrosos 50fl los rayos que han cado lejos delas poblaciones habitadas y que permanecen olvidados y hambrientos, alacecho de personas con las que alimentarse y paliar su apetito. Es por esta

    >~ El temor a ser devorado por alguno de los personajes tutelares dcl altiplano se refleja concierta asiduidad en las conversacones sobre sucesos trgicos ocurritios a mienibros de la ed~munidad o famitiares en contextos diferentes. Los grantes achachi/as infundc un liiiedlo consi-derable as como las minas donde vive el to. el dueflo dcl mineral. Los accidentes prolagbladores ayrnaris,

  • frenda, ritual y terapia: Las mesas avmaras 163

    circunstancia que habitualmente los maestros> acostumbran tener presen-tes a los lugares olvidados en la dedicatoria de las mesas para evitar losresabios y celos dainos de estos espacios marcados, pero sin reconoc-miento pblico aparente.

    Para evitar que hombres y mujeres sean objeto culinario de los diversospersonajes que pueblan el altiplano es preciso cumplir con la parte correspon-diente del pacto subscrito y alimentarlos con sus comidas preferidas por cuan-tu segn refleja el comentario de Rufino Paxi (1988: 12), ellos saben comerigual que nosotros. Este apetito caracterstico que comparten tanto los tuluressagradios ayrnaras, como los seres malficos, los cha//pus y los rayos de gloria,se puede saciar y manipular convenientemente de cara a los intereses de los se-res humanos a travs de la comida predlilccta de tan dispares comensales. Losplatt>s preferidos por estos comensales sagratitis 5d)i las mesaz cada uno dcellos prefiere una mesa especfica que el maestro debe conocer y preparar deacuerdo a los caprichos y preferencias culinarias de sus invitados. El maestrotiene que actuar como un avezado

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    La mesa es un plato de comida ceremonial preparado con ingredientes de diversa naturaleza que constituyen dones alimenticios capaces de seducir el apetito de los comensales sagrados a los que se destina (Berg 1985: 123; Girault 1988: 156-314). La mesa se prepara como si de un banquete se trata- se, convocado por el maestro y con la presencia de los comensales apropia- dos que son representados iconogrficamnte, junto a las solicitudes del pa- ciente, en las hojas de coca situadas en torno a !a ofrenda as como en los varios crculos trazados con los diferentes ingredientes (Fig. 3). El trato dedi- cado a cada invitado debe ser exquisito tal y como establece la cortesa ayma- ra, incrementando los vegas y deseos por la excelente calidad del convite, ocasin propicia para abordar el problema de1 doliente ante los comensales que tienen capacidad para solventarlo si estn lo suficentemente satisfechos.

    FIGURA 3.-El banquete convocado.

    Una vez aventurado el diagnstico por el maestro, tras la consulta de la hoja de coca, se conciertan las fechas propicias para efectuar la cura del en- fermo. El c(maestro), indica a los familiares del paciente todos quell& pro- ductos que deben procurarse en el mercado de remedios, jumpi qh&, ms prximo para la elaboracin de la mesa que mejor se ajuste a las caractersti-

  • frenda, ritual y terapia: Las mesas aymaras 1 65

    cas del caso. Los diferentes ingredientes son escogidos en funcin del tipo demesa que se va a preparar y, por tanto, dependen de las preferencias culina-rias del personaje o tutor sagrado al que se pretende implicar en la resolucindel problema. La fecha de la sesin teraputica se establece de acuerdo conla etiologa de la enfermedad y los caracteres propios de los comensales conlos que haya que tratar. Los lunes resultan especialmente aptos para resolverasuntos con las almas, da de oracin; los martes y viernes son das de mal-dicin. aunque algunos maestros consideran que son igualmente propiciospara pachamarna; por su p~irte, pachamama y sus afines reciben cualquier dade la semana, segn criterio del maestro; glorianlos jueves y sbados espe-cialmente. Los domingos consideran los maestros alteos que no hay quepagar mesa a ningn lado porque no aprovecha. El domingo es el da dclsenor y de la misa, no del-a mesa (Rsing 1992: lOO). Las ofrendas se pre-paran y ofrecen cuando el maestro lo considere oportuno. Cada comensalposee un

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    altiplnica, esperando su apoyo decidido en la resolucin del problema. Elmedio ecolgico

  • 09-enda, ritual y terapia: Las mesas avrnaras 167

    y configurar el concepto integrado que implica la salud, por lo que a la rela-cin existente entre cuerpo y alma se refiere, en trminos aymaras.

    Una vez que la ofrenda ha sido confeccionada se pasa por todo el cuerpodel doliente, incluyendo diversas oraciones con imposicin de la ofrenda so-bre la cabeza del paciente y se le insta a que retenga la mesa junto a su pechohasta el momento propicio en que la ofrenda sea sacrificada. El maestro re-anuda las consultas a la hoja de coca para verificar la situacin en que los co-mensales reclaman su plato. En ese instante es preciso dirigirse hacia el lugarseleccionado por la propia hoja para efectuar el sacrificio 2 El maestro re-tira la olrenda del cuerpo del convaleciente entre plegarias y oraciones queofrece a los diferentes lugares. Impone h mesa sobre la cabeza del pacientey se la ofrece para que exhale tres veces su aliento sobre el preparado. Mien-tras el paciente permanece en la sala, el maestro, acompaado por su avudante, algn joven aprendiz con frecuencia de su propia familia, y por algu-no dIc ItiS familiares presentes. se dirige al lugar indicado por la cocafortaleciendo su cd>raje dIc los sobresaltos de la noche mediante cii /lasvio-lentas de alcohol.

    Los seres (le la noche acuden no tanto por la sed uccin que pueda prodticirles una comida dic la que no gustan sino por su ferviente deseo dc- estor-bar. El valor proiilctico de la Cd)C~ y cl alcohol protege a los humanos de lasamenazas ce la noche y fortalece su voluntad ante la proximidad de lo sagrado.

    Una vez en el lugar indicado, el maestro realiza una ch /Ittcompleta recorriendo el horizonte en sentido contrario a las agujas del reloj al tiempoque invita a los diferentes lugares, segn corresponda, a participar (le han-d~uete. l)ispone cierta cantidad de svckc phuru (bosta seca dic vaea) sobre elsuelo. lt. enciende y sobie la bosta humeante sita la ofrenda previamente decucada \ presenlada a todos los achachifas y lugares considerados. Se renue-va i las cli a//cts de ~tlco hel sd)bre la d)frenda para que pase conven cnt emente y resulte ehcazst saerhcio.

    La toesa pasa correctamente cuandio prende bien y se quema por com-pIdo. Sc comenta con alborozo, siempre que as sucede, que la mcsc pasabien y que est siendo recibida con agrado por los comensales. Hay que

    L< a bora o el diagnstico elee duado en la 1 ecl tira tic cocgil lua ntio a l>s oc os tIc los perst>najes inip i cados ~als principales tu teres saerad s en unases on (le

  • 168 Gerardo Fernndez Jurez

    abandonar el lugar inmediatamente y dejar que l ofrenda se consumasola; no se debe importunar a los que comen y es una gran descortesa mi-rar con fijeza a quien se est sirviendo it La comitiva vuelve junto al paciente por otro camino distinto al empleado en la ida, ya que la enferme-dad puede seguir los oferentes hasta la casa del enfermo y daar ~totrapersona o agravar la situacin del afectado. Mientras el enfermo reposa ylos presentes renuevan el akulli de coca el maestro consulta nuevamentea Li hoja para comprobar si la mesa es recibida con agrado. Si es as, la se-sin se prolonga hasta bien entrada la madrugada entre pije/tu de coca, tra-go de alcohol y cigarrillo, renovando peridicamente las ch a//as en favordel paciente y su familia. El maestro acostumbra acudir a la maana si-guiente al lugar del sacrificio para analizar los restos y evaluar, en funcindel color que presentan las cenizas sobrantes de la combustin, el resulta-do del proceso. Si las cenizas presentan un color blanquecino-grisceo,particularmente en cl centro y en los bordes del conjunto, el ofrecimientoha resultado exitoso. Las cenizas de color negro constituyen un mal augu-rio y cabe pensar que el ofrecimiento no ha sido bien recibido. En estecaso el maestro achaca el fracaso a lii escasa fe de los oferentes. Si el pla-to ha sido bien recibido, el maestro espera, en funcin del pacto de reci-procidad subscrito, que el paciente se recupere. La cura puede repetirsetres veces consecutivas antes de considerar el caso cerrado. Si el pacienteno sana, los familiares acostumbran imputarlo a faltas o errores cometidosen el procedimiento ritual por parte del maestro y por lo tanto buscan aotro ms capo de superior experiencia y capacidad; no dudan de la efica-cia del proceso sino de la competencia dcl especialista contratado.

    Y. MESAS Y COMENSALES

    Las mesas pertinentes en el tratamiento de las enfermedades cambianen relacin con el carcter de los comensales y sus preferencias culinarias;es decir son diferentes en razn de la etiologa de la dolencia y de las ape-tencias culinarias predilectas de los tutores sagrados que se encuentran im-plicados en su tratamiento.

    < En la regin kallawaya, al norte dci Departamento de La Paz, los curanderos kaltawa-yaz consideran que aquellas personas que observan con detenimiento el fuego de las ofren-das pueden padecer un tipo panicular de dt,lencia conocida como jaramata (ma Rsing1992:21 8).

  • Ofrenda, ritual y terapia: Las mesas aymaras 1 69

    y. . Pachamama

    Pachamama es la

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    con los.procesos econmicos y productivos en que se encuentran inmersos los aymaras. La pachamama propicia la produccin agrcola en el dominio rural, si se la tiene ritualmente en cuenta en los perodos en que hambrea)). De igual forma, los residentes paceos de origen campesino acostumbran pedir a la pachamamu, cada primero de agosto, por el xito econmico de sus iniciativas urbanas. Puchamama no dej por tanto de asociarse a los lo- gros productivos de los aymaras, no slo en el campo, sino tambin en los ncleos urbanos ms representativos (Alb, Greaves, Sandoval 1983:7 1).

    FIGURA 4-Mesa depachamama

    La mesa posibilita ademas ciertas expresiones plsticas de carcter ico- nogrfico (Fernndez 1994~: 85-106). En las inmediaciones del Lago Titica- ca, concretamente en el Cantn de Ajllata Grande, el ccmaestro Carmelo Condori disea con los ingredientes de la ofrenda de pachamama el motivo que implica su ofrecimiento. Cuando prepara la ofrenda para curar algn en- fermo construye, con los ingredientes del plato, un cuerpo cerrado, El wer- po humano debe responder como una piedra, hermticamente clar.fsu@do a las amenazas externas de las enfermedades que buscan penetrarlo e intro- ducir el desorden: Como una piedra grande siempre. No plano, sobresalida tie-

  • 171Ofrenda, ritual y terapia: Las mesas aytnaras

    nc que estar siempre por que nos defiende de ese lado, de este lado! tiene qaeatajar siempre (.) Como nuestro cuerpo, todo nuestro caerpo tiene que e-staras ya es eso. Nuestro cuerpo est junto pues. Todas las cositas-. Nuestro cuerpo,todo tiene que sacar, jalonear pises! Como cuerpo nuestro es pues eso (la me-sa). A nuestros cuerpos nos ataca cualquier enfermedad enloces e-sci enferme-dad tiene que salir, a la mesa tiene que salir As/esa mesa tiene que ira par-tes, el cet-i-o, los os a dnde ser? para desamparara (liberar al enfermo).(?omo un cambio es pues ya para los enfermos. Asse prepara.

    El cuerpo cerrado, hermtico y protegido que Carmelo Condori elaboracon los ingredientes de la mesa, como si de una piedra se tratara. supone la sc--leccin de un modelo iconogrfico que atribuye al cuerpo las mejores propie-dades dic ~ Estos spectos. particularmente losque se refieren a la resistencia y dureza del cuerpo participan dic las especula-clones de los campesinos aymaras respecto a la incidencia de la alimentacionen su alud. LI xito en la conservacin de productos alimenticios riel altipland)mediante las tcnica.s de deseencion dc tubrculos, cereales y carnes para laelabd>ntcin de prd)dluctos bsicos indispensables (ch u, laura, ka ya, -makcva. ckt, (-lIuliuia, clurki, ma.., etc.) que configuran la dieta alimenticia habitualen el ro mnit rural, constituye parte del bagaje etltural propio de los aymarasy la mej ti r ex pi cacio o en la que basan su presentan una configuracin diferente a los platosde pachcnnama y responden a principios etiolgicos igualmente distintivos sbien dentro del concepto general que resalta lo apropiado de la comidrt ritualcomo vnculo de reciprocidad pertinente en la resolucin de los conflictosestablecides entre los aymaras y sus seres tutelares.

    Los a nd i o

  • 72 Gerardo Fernndez Jurez

    FIGURA K-Gloria mesa.

    Los agarrados por los calvarios de los cerros donde se sabe que ha caido el rayo o los que pierden el control de s mismos durante las tormentas tienen que ser tratados con este tipo de preparado, as como los casos que afectan al propio orden familiar. Gloria prefiere platos un tanto ms refina- dos que los de pachamama Renuncia a las especies fuertes como la wira quwa en favorde la fragancia del incienso. No gusta de la hoja de coca ni del alcohol. Sus preferencias se concretan en el azcar de los ingredientes de la musa misa, todos ellos de color blanco y con los misterios rectangulares alusivos a su campo de actuacin (misas, calvarios, santos ecuestres, clices y cruces, as como lunas, soles, estrellas, ngeles y santiagos), vino dulce, lana de color blanco, algodn y flores de clavel (Fig. 5). Los platos de gloria reci- ben tambin la denominacin de mesa de salud o janqu misa (mesa blanca), por la presencia mayoritaria de ingredientes de este color. El maestro Car- melo Condori emplea la mesa de salud como elemento protectord_e Ia fa- milia. El entorno familiar precisa de un tratamiento similar al efe+u& con el cuerpo humano del doliente o el que corresponde respecto a la comunidad amenazada por el granizo. Es preciso proteger el entorno familiar cerrndolo

  • Ofrenda, ritual y terapia: Las mesas aymaras 173

    a las amenazas externas para que nada perturbe su equilibrio interno de for-ma semejante a cmo los maestros acostumbraban tejer una red ceremonialen torno a los linderos comunitrtrios tratando de evitar que la nube de grani-zo penetrase en su interior (Fernndez 1992:88). El espacio familiar se pro-tege ordenandolo con los ingredientes de la mesa de salud para que nada ex-terno pueda perturbar su tranquilidad. Este preparado es considerado porCarmelo Condori pertinente en el caso de las parturientas, ante la inminen-ca del alumbramiento. Por una parte la mesa protege el mbito familiar; locierra ante cualquier tipo de amenaza. Por otro lado, prepara el parto paradlue la disposicion interna del feto sea correcta as como para facilitar el re-acomodo de los rganos internos de la madre una vez producido el alumbra-miento. De esta forma, los espacios cerrados, cuerpo, familia y comunidadfavorecen la vida y garantizan la salud. Las aperturas son dainas y vulne-ran el hermetismo y seguridad de los espacios cerrados provocando afliccio-nes, enfermedades, altercados y catstrofes ecolgicas.

    Una vez efectuada la mesa y ofrecido convenientemente el banquete la cu-ractn definitiva del paciente pasa por las atenciones y cuidados que su Iami-ha le depare. As lo refleja el jugoso comentario de Carmelo Condori: Ahoratotalmente no va a atacar nadies. Nadie tiene que atacar esta noche. Desde maa-na en adelante va a estar mejorando da por da. Ustedc~s da jhmilia) tienen quecuidar Depende de ustedes, rieneiz que cuidar este personal (orno un curanderohe carado, he defndido. [>ependede ustedes cuidar no ms a este senor van acuidar siempre? Entonces puro ftdcohol) te vas a pedir siempre y tienes que canzinar no mas (~on mano izquierda ch alIando pa que no te exija a usted Hablandohay que ir siempre. Cuando llegues a casa descansa~ te ch alas bien. Nadiev tieneque atar-arme a mi, nadies, ni a mis hijas ni a mis lujos, ni a mi esposa; Jadies se-or! Porque a vos tepuede atacas- persigue pues eso cara/ob.

    La enfermedad considerada como un ataque al paciente exige la defen-sa vigorosa del maestro, su intervencin decidida as como una permanenteproteccin mediante challas de itlcohol y pjcha de coca que como sabemosno slo canalizan el contacto con los seres tutelares sino que infunden el va-lor necesario para tratarlos convenientemente y atraer su atencin sobre losintereses del paciente

    Lino de los rccursd,s ceremoniales mejor documentados cnogrticamente en los Andesen relacin con la concepcin de la enfermedad y su terapia pertinente en los trminos dc en-frentamiento violento, lo atestiguan Las nesas-altares. o mesas de poder, empleadas por los eu-moderes dic las lagunas Huaringas en la regin peruana de Huancabaniba (Sharon 1980; Polia

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    V.3. Suxra

    Los c(malignos, ianqhas, saxras, anchanchus y sirinus comen otras cosas; no comen rico como demuestra su rechazo completo del azcar. Su comida semeja desperdicios y basura. La mesa predilecta de estos exigentes comen- sales es la chiyuru misa (mesa negra) cuyos ingredientes consisten en una va- riedad de productos herbceos secos y duros (sin vida); semillas y frutos secos procedentes de diferentes nichos ecolgicos, espinosde la puna, pas de puerco espn (chupi qumuqi), plumas de and (suri). Sus preferencias cromticas se decantan por el color negro que se presenta en el papel que sir- ve de base a la ofrenda, ascomo en diferentes especias y objetos ceremonia-

    , . L, _ --

    FIGURA .-Chiyara mesa.

    les como el incienso negro, identificado segn Kessel(l992: 33) con la mi- rra o la presencia de velas (ispirmu) del mismo color, siempre que el c

  • ()frenda, ritual y terapia: Las mesas aymaras 1 75

    nos. Cuando los saxras comen descuidan la vigilancia del ajayu que escapa yretorna a su dueo merced a las solicitudes y llamadas del maestro. De estaforma combinando el ofrecimiento de la chivarc tnisa con la llamada dcl a/a-va se completa el ti-atamiento tentputico de este tipo dc dolencias. Resultaimportantsimo que el maestro diagnostique con acierto y celeridad la cau-sa riel mal. El java prisionero est siendo devorado por los saxras peligrandIO la x irla del entermo. Cuando la enfermedad se debe al y objetos de antao. El mal dc al paciente, Hace. por eso purre su carne y le prcidticc tina deseana gene-ral izad a r tic se m a nifiesta en una ostensible prd ira dc apetito. h r si fuerapoco. la chal/pa est desnuda y siente un fro lacerado que slo puede paliar

    - Amo a/lo. 1 ersd 5>-ije os.> ctorris< que habito Cii las ocotes y cii rso5 dIC i~iiO dcspl>tziind (Bene 985: 26>, Se identifico con los esirellas fugaces vsa oponca su laespero da re> pr cl raspones que oeasinodO lo persono Il)iCuiLiiCli>

  • 176 Gerardo Fernndez Jurez

    comiendo. .Los problemas ocasionados por la chullpa se pueden solucionar aplicando a la zona daada emplastos de tierra virgen, jams pisada por los seres humanos. En este sentido la concepcin aymara del dao ocasionado por la chzdpa parece vincularse con la tierra antigua mientras que la ((tierra virgen)) presenta propiedades teraputicas apreciables en relacin con los ha- bituales procedimientos de equilibrio de contrarios.

    a) Aymara.

    b) Kalla waya.

    FIGURA 7.- Chullpa mesa.

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    VI. CONCLUSIONES

    La concepcin aymara de la enfermedad, sus preceptos etiolgicd)s y laspropuestas teraputicas subsiguientes encuentran en el tratamiento culinariouna frmula de canalizacin adecuada capaz de reforzar y renovar los pactossubsiguientes establecidos entre los jaqiaymaras y sus seres tutelares. Si cl pactoalimenticio se suspende, los seres tutelares hambrean y como resultado de susituacin hacen enfermar y padecer a los seres humanos. La mesa constituye elobjeto predilecto de seduccin culinaria de los tutores sagrados y dems perso-najes que pueblan el espacio vivo altiplnico. El

  • .178 Gerardotrnndez lucirez

    La consideracin de la ter-apia aymara en trminos de un banquete cere-monial cuyo fundamento consiste en la renovacin de los lazos y el intercam-bio de productos culinarianiente intercambiables (el paciente, por la mesa)entre los personajes directamente implicados en el problema, constituye pal-te del entramado curativo aymara cuya influencia se desplaza hacia los cam-pos social y religioso con los que se encuentra stdidmentc engarzado. La ca-pacidad de la terapia aymara de acceder a los cuerpos a travs de lasofrend~ts y de recuperar los principios vitales (alma, ajayu, anima... etc) per-didos o capturados por los tutores sagrados y personajes malignos del altipla-no, engatusados por las excelencias de una buena comida, muestran las pau-tas adecuadas empleadas por los hombres en la resolucin de sus problemascotidianos. Las ceremonias de perdt~n y Los habituales convites de coca y tra-go son necesarios tan slo para empezar a hablar convenicltemenle en labsqueda de acuerdos que beneficien a toda la colectividad. Los hombres ymujeres aymaras, as como sus seres tutelares saben que la vida depende dclos compromtsos mutuos adquiridlos y dic su respectiva responsabilidadl Mi-menticia. l.a salud est incluida en este tipo de requerimiento y sus deficien-cias pueden plantearse en torno a una buena mesa. La terapia se aju sta. deesta forma, a las obligaciones recprocas que se establecen en un banquetesuculento.

    Mientras el mdico convencional contine menospreciando ld)5 princi-pios y conceptos culturales que estn presentes en la definicin aymara de laenfermedad, es probable que arrecien la desconfianza y el temor que su figu-va provoca. Sus herramientas teenologie-as de aplicacin fsica y ortzniea.su desaforada preocupacin por el cuerpo y, fundamentalmente, una mani-fiesta incapacidad para resolver los habituales conflictos del alma, ponen enpermanente entredicho, su propia eficacia curativa.

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