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CRíTICA DE LIBROS CIENCIA Y RETÓRICA: UNA BillLIOGRAFíA RECIENTE H.B. BAUER: Sckntific Literary and the Myth of Scientific Method, Urbana, U. Illinois Press, 1992. V. DE COOREBYTER (ed.): Rhetoriques de la Science, París, 'PUF, 1994. S. FuLLER: Philosophy, Rhetoric and the End af Knowledge, Madison, U. Wisconsin Press, 1993. A.G. GROSS: The Rhetoric of Science, Cambridge, MA, Harvard U.P., 1990. D. LOCKE: Sciencer as Writing, New Haven, Yale U.P., 1992. M. PERA: TIte Discourses af Science, Chícago, U. Chicago Press, 1994. Ciencia y retórica han sido tradicional- mente compañeros de viaje mal aveni- dos. Mientras la ciencia se presenta como el arquetipo de intersubjetividad y racionalidad objetiva, la retórica lo es de la persuasión y, por tanto, de la subjetividad. No es extraño, pues, que ambas sean consideradas polos opues- tos radicalmente diferentes. Y ello aun asumiendo el hecho evidente de que la ciencia, o el discurso científico, incor- pora como todo discurso elementos re- tóricos y está envuelto en ellos. Incluso en tales circunstancias es corriente se- guir considerando a la ciencia el caso paradigmático de la argumentación ra- cional y a la retórica de la persuasiva. En cierto modo, es como si la ciencia consistiera en un diálogo entre un su- jeto objetivo y la naturaleza siguiendo las normas estrictas del método cien- tífico. Ese sujeto objetivo. además. se- 212 ría perfectamente intercambiable -con cualquier otro, de ahí que, por ejem- plo, Popper pueda hablar de epistemo- logía sin sujeto cognoscente. Como se- ñala De Coorebyter' en el prólogo a su libro, la imagen tradicional de la cien- cia es que ésta sólo sostiene hechos, ci- fras, leyes, etc., lo que equivale a la erradicación de la retórica e incluso podría sugerir que el progreso científi- co está estrechamente conectado con la eliminación de residuos retóricos y el distanciamiento de los sujetos con- cretos que hacen la ciencia y sus sítua- l:lUIlI::S t:Spt:I.:IUI.:;:lS.- Sin embargo, en los últimos años se ha desarrollado un interés creciente en aproximar retórica y ciencia a través de una serie de estudios que se identi- fican bajo el rótulo genérico de «retóri- ca de la ciencia» y entre los que se en- cuentran, entre otros, los seis a los que dedicarnos esta nota. Aunque, como veremos más adelante, estos estudios pueden partir de supuestos totalmente diferentes, presentar enfoques distintos e incluso plantearse objetivos muy dis- pares, todos ellos tienen en común su insistencia en señalar los abundantes elementos retóricos presentes en la ciencia, su importancia e inevitabili- dad, de manera que la retórica no se- ría meramente una envoltura del con- tenido y del discurso científico, sino una parte constitutiva esencial. En los casos más extremos esta aproximación se convierte en identificación: la cien- I$EGORiA/12 (1995)

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  • CRTICA DE LIBROS

    CIENCIA Y RETRICA: UNA BillLIOGRAFA RECIENTE

    H.B. BAUER: Sckntific Literaryand the Myth of Scientific Method,Urbana, U. Illinois Press, 1992.V. DE COOREBYTER (ed.): Rhetoriquesde la Science, Pars, 'PUF, 1994.S. FuLLER: Philosophy, Rhetoric andthe End af Knowledge, Madison,U. Wisconsin Press, 1993.A.G. GROSS: The Rhetoric ofScience,Cambridge, MA, Harvard U.P., 1990.D. LOCKE: Sciencer as Writing,New Haven, Yale U.P., 1992.M. PERA: TIte Discourses afScience,Chcago, U. Chicago Press, 1994.

    Ciencia y retrica han sido tradicional-mente compaeros de viaje mal aveni-dos. Mientras la ciencia se presentacomo el arquetipo de intersubjetividady racionalidad objetiva, la retrica loes de la persuasin y, por tanto, de lasubjetividad. No es extrao, pues, queambas sean consideradas polos opues-tos radicalmente diferentes. Y ello aunasumiendo el hecho evidente de que laciencia, o el discurso cientfico, incor-pora como todo discurso elementos re-tricos y est envuelto en ellos. Inclusoen tales circunstancias es corriente se-guir considerando a la ciencia el casoparadigmtico de la argumentacin ra-cional y a la retrica de la persuasiva.En cierto modo, es como si la cienciaconsistiera en un dilogo entre un su-jeto objetivo y la naturaleza siguiendolas normas estrictas del mtodo cien-tfico. Ese sujeto objetivo. adems. se-

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    ra perfectamente intercambiable -concualquier otro, de ah que, por ejem-plo, Popper pueda hablar de epistemo-loga sin sujeto cognoscente. Como se-ala De Coorebyter' en el prlogo a sulibro, la imagen tradicional de la cien-cia es que sta slo sostiene hechos, ci-fras, leyes, etc., lo que equivale a laerradicacin de la retrica e inclusopodra sugerir que el progreso cientfi-co est estrechamente conectado conla eliminacin de residuos retricos yel distanciamiento de los sujetos con-cretos que hacen la ciencia y sus stua-l:lUIlI::S t:Spt:I.:IUI.:;:lS.-

    Sin embargo, en los ltimos aos seha desarrollado un inters creciente enaproximar retrica y ciencia a travsde una serie de estudios que se identi-fican bajo el rtulo genrico de retri-ca de la ciencia y entre los que se en-cuentran, entre otros, los seis a los quededicarnos esta nota. Aunque, comoveremos ms adelante, estos estudiospueden partir de supuestos totalmentediferentes, presentar enfoques distintose incluso plantearse objetivos muy dis-pares, todos ellos tienen en comn suinsistencia en sealar los abundanteselementos retricos presentes en laciencia, su importancia e inevitabili-dad, de manera que la retrica no se-ra meramente una envoltura del con-tenido y del discurso cientfico, sinouna parte constitutiva esencial. En loscasos ms extremos esta aproximacinse convierte en identificacin: la cien-

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    ca es retrica, aunque pueda mante-ner ciertas caractersticas distintivas.Para estos ltimos, ni el conocimientocientfico es un conocimiento sin su-jeto cognoscente, ni la realidad y laevidencia de que habla la ciencia sonalgo dado, ni los sujetos que la hacenson objetivos e intercambiables. Por elcontrario, la ciencia sera fundamen-talmente discurso, debate entre indivi-duos que buscan la persuasin y en elcual tanto los sujetos como la realidad -se convierten en textos susceptibles deinterpretaci6n. En cierto modo, los he-chos seran palabras y la negociacin,el consenso, los recursos argumentati-vos, etc., constituiran el ncleo de laciencia.' Por tanto, los mtodos inter-pretativos, los anlisis retricos, her-menuticos y semiticos seran funda-mentales para el estudio de la ciencia.

    Aun sin llegar a tales extremos, losseguidores de otras posiciones msmoderadas insisten en la necesidad detransferir la ciencia del reino de lademostracin al dominio de la argu-mentacin" o proponen explcitamen-te ampliar tanto el dominio del estudiode la ciencia, como la caracterizacinde la ciencia misma, sealando la im-portancia de tomar en serio la idea deque la teorizacin es una prctica po-lticamente significante, donde ver lateorizacin como poltica es reconocerque tiene consecuencias que van msall de las audiencias a que se dirige,para 10 cual es esencial la retrica en-tendida al modo socrtico como unatradicin de cuestionarniento y rev-sin de la estructura del conocimientoy la sociedad que permita extenderla esfera de justficabilidad [account-ability] de la ciencia, presumiblementehacia una mayor democratizacin delproceso de toma de decisiones ccnt-fcas,s e incluso ms modestamentepretenden comprender los roles quela ciencia y la tecnologa juegan en la

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    sociedad contempornea... comprenderc6mo la ciencia, la tecnologa y otrascaractersticas sealadas de la culturahumana influyen unas en otras."

    En todos los casos se asume que elmtodo cientfico, al igual que la ima-gen misma de la ciencia a que nos he-mos referido ms arriba, no seranms que construcciones retricas, esos. extremadamente eficaces y. enorme-mente persuasivas, como demuestraque hayan sido identificadas tan fre-cuentemente con la objetividad y la ra-cionalidad, pero que tienen poca rela-ci6n con lo que las investigaciones hs-tricas, sociolgicas y filosficas sobrela ciencia y el trabajo de los cientfi-cos han ido mostrando en los ltimosaos." Incluso se puede llegar a afir-mar que el intento por parte de la ima-gen tradicional de la ciencia de distan-ciarse de la ret6rica no s610 est con-denado al fracaso, sino que es la prue-ba definitiva de la naturaleza retri-ca de la ciencia y del mtodo cient-fico, como hace De Coorebyter cuan-do afirma que el ideal contemporneode ciencia es pese a todo un modelo-avergonzado o paradjico- de ret-rica transmitido y respetado como tal:es un conjunto de figuras obligadas dela escritura acadmica que, por su sis-tematcidad, componen un cdigo for-mal con valor persuasivo, una estruc-tura endgena de discurso, no el refle-jo de unas conexiones impuestas por elobjeto de conocimiento. Esta es la ra-z6n por la que ese modelo es plagiado,imitado o explotado por las paracien-das y los maestrillos de la cientificidadaparente. En fin, la anulacin de lapersuasin y la estilstica en provechode una lengua integralmente normati-vizada mplcara,' no que el texto des-aparezca bajo las articulaciones pro-

    . pas de lo real, sino que lo real mismodeviene texto, se organiza por s mis-mo en proposiciones discretas y unvo-

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    cas imponiendo su jerarqua y su arti-culacin -un significado autosgnfi-cante, saturacin de la naturaleza porel lenguaje: un sueo de novelista o delgico."

    En consecuencia, la ciencia no ha-bra de entenderse ya como un dilogoentre sujetos objetivos y la naturaleza,sino como un dilogo entre sujetos in-tencionales y comunidades, dilogo enel cual la evidencia misma es en mayoro menor medida construida y aceptadaretricamente," Sin embargo, la afir-macin ms provocativa, y en la quecoinciden los seis libros citados al co-mienzo de. esta nota, es que esto seaplica no slo a las ciencias sociales,sino tambin, y fundamentalmente, ala ciencia natural e incluso las mate-mticas.'? En realidad, Fuller, Gross,Pera y Locke no hacen distinciones yhablan de la ciencia en general, aun-que los casos que citan suelen ser deciencia natural. Por el contrario, losartculos contenidos en la segunda par-te del libro de De Coorebyter analizandistintas ramas de la ciencia de formadiferenciada bajo el supuesto de queen cada disciplina la retrica perma-nece irreductible en razn del objetode investigacin, como seala en laintroduccin, lo que parece indicarque los procedimientos y componentesretricos varan segn las especiali-dades cientficas. Por su parte, Bauer(1992: 128 ss.) se esfuerza en mostrarque ciencia natural y ciencia social di-fieren significativamente en su formade funcionar y en su grado de consen-so y acaba manteniendo que las cien-cias sociales no deben considerarseciencias. Aunque Bauer es el menosretrico de todos, la afirmacin essorprendente porque las ciencias socia-les fueron el caballo de Troya para laentrada de la retrica en la ciencia.

    En efecto, la crisis de la filosofa dela ciencia clsica y. sus dificultades

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    para dar cuenta de los problemas es-pecficos de las ciencias sociales (elcirculo hermenutico, la accin social,la racionalidad, etc.) e incluso de sustatus cientfico, combinadas con laaparicin de tendencias metodolgicas"dbiles" como la etnornetodologa y,sobre todo, la expansin de las pro-puestas postmodernas y el xito alcan-zado por los mtodos de anlisis utili-zados en la crtica Iterara, llevaron aplantearse la posibilidad de utilizar es-tos mismos mtodos en el estudio delos problemas caractersticos de lasciencias humanas." Aunque esto po-dra haber sido suficiente para alentara retricos. y criticos literarios a intro-ducirse en el anlisis retrico de laciencia y generalizarlo a la ciencia na-tural, hubo una segunda circunstancia,an ms fundamental que la anterior,que contribuy decisivamente a esa ex-pansin:las convulsiones y cambiosacontecidos en las disciplinas dedica-das tradicionalmente al estudio de laciencia, en especial los cambios en fi-losofa de la ciencia a partir de Kuhn,Feyerabend, etc., y sobre todo la irrup-cin de los estudios sociales de la cien-cia (SSS) y los estudios sobre ciencia ytecnologa (STS).n

    Entre las numerosas consecuenciasde esos procesos hubo al menos tresque favorecieron el despegue de la re-trica de la ciencia.

    1. La interdisciplinariedad y la refle-xividad. Desde el punto de vista de losSTS la ciencia no difiere sustancial-mente de otras actividades humanas(salvo, quiz, en el grado de consensoy eficacia) y, en este sentido. est co-nectada con ellas, por lo que su com-prensin exige tomar en cuenta la for-ma en que las influye y es influida porellas. En el mismo sentido, la cienciaes mucho ms compleja que el sim-ple conocimiento resultante, incluyen-

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    do otros dominios como su enseanzay divulgacin, su planificacin y latoma de decisiones en poltica cientfi-ca, su aplicacin tcnica o social, laconstruccin de valores, etc., y todosesos elementos son igualmente impor-tantes, de ah que su estudio deba lle-varse a cabo desde distintos puntos devista articulados y el anlisis retricojugara un papel importante en esa ar-ticulacin. Pero, adems, el anlisis re-trico tendra otra funcin en un se-gundo nivel. Como los STS formaranparte de la ciencia social, ellos mismosy sus anlisis de la ciencia quedarandentro del mbito de los estudios ret-ricos de las ciencias humanas a que h-timos referencia ms arriba, por 10que su importancia para la interdsc-plnaredad sera an mayor. Esta se-gunda funcin de la retrica permitirareducir el relativismo fuerte implcitoen los STS y el problema de la reflexi-vidad. Puesto que los STS forman par-te de la ciencia, todas sus afirmacionesacerca del conocimiento cientfico seaplicaran reflexivamente a ellos mis-

    .mos (en especial las de constructvs-mo y relativismo) invalidando o, almenos, debilitando sus resultados, sal-vo que puedan ser. analizados de. ma-nera independiente y esta sera una delas tareas de la retrica.'!

    2. El problema de la racionalidad.fSi los STS son correctos hay una enor-me diferencia entre la forma en quelos cientficos hacen la ciencia y la for-ma en que la presentan pblicamente.La elaboracin del conocimlcnto cien-tfico es ms un asunto de negocia-cin, disputas y consenso que de de-mostracin concluyente. En este senti-do la persuasin y, por tanto, la retri-ca son fundamentales en la ciencia. Elmismo mtodo cientfico sera msuna estrategia pautada para la presen-tacin pblica de resultados que parala investigacin. As, no podra hablar-

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    se de racionalidad fuerte, objetividad ointersubjetividad ms all de la inter-accin comunicativa, el contexto deldilogo y la argumentacin persuasiva.En esta situacin, o no existe la racio-nalidad cientfica o ha de reconstruirsecomo racionalidad mnima a travs delanlisis retrico.

    3. La recuperacin de los sujetos dela ciencia y la constatacin de que elconocimiento cientfico es el resultadode la interaccin de los cientficos enlaboratorios dentro de comunidadesorganizadas las cuales estn situadasen contextos sociales ms amplios. Eneste sentido, la interaccin social, lasredes de comunicacin, el dominio derecursos argumentativos y retricos,etc., ocuparan un lugar central en laprctica cientfica" desde la construc-cn de los hechos cientficos en el la-boratorio hasta Iaaceptacon O el re-chazo del conocimiento resultante. Losanlisis retricos tendran un papelfundamental en la dilucidacin de es-tos procesos. Esta importancia aumen-ta si se toman en consideracin los es-tudios sociolgicos acerca de la formaen que los cientficos cambian sus c-digos .lingsticos .ante diferentes au-ditorios, presentan lingsticamente laevidencia, caracterizan mediante mo-daldades..sus resultados, etc," En talcaso, la evidencia, y la realidad misma,se pueden considerar textos.

    Precisamente,estos tres aspectospermiten establecer tres grandes gru-pos, de ms dbil a ms radical, conlasque clasificar los distintos enfoquesy planteamientos que pueden encon-trarse dentro de los estudios de retri-ca de la ciencia.

    1. Los que defienden la necesidadde construir una nueva imagen de laciencia que asuma los resultados de lafilosofa de la ciencia reciente y de los

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    estudios sobre ciencia y tecnologa,aceptando la importancia de los ele-mentos retricos de la ciencia, peromanteniendo su carcter especfico ydiferenciado como la mejor forma deconocimiento de que disponemos. Aeste grupo. perteneceran los trabajosde Bauer y Fuller, aunque ambos dfe-ren entre s.

    Bauer parte de la disparidad entre laimagen de la ciencia presentada por laliteratura cientfica al uso y lo que sa-bemos acerca del trabajo de los cientf-ficos a la luz de los STS e insiste en lanecesidad de asumir los resultados deestos ltimos. En particular se muestra

    . especialmente crtico con el supuestoclsico de la existencia de un mtodocientfico tal como se presenta en loslibros de texto y en la divulgacin y 10considera responsable de la mayor par-te de las concepciones errneas y ma-lentendidos creados en torno a la cien-cia, aparte del dogmatismo, la ignoran-cia cientfica y la deshumanizacin dela imagen tradicional de la ciencia. Eneste sentido, lo considera una.arguciaretricaque ha pretendido prestigiar ala ciencia a costa de separarla de otrasactividades humanas. En su lugar de-fiende que el conocimiento cientficoes bsicamente conocimiento consen-suado y que precisamente en eso radioca su principal caracterstica, en quees universalmente consensuado a dife-rencia de cualquier otra forma de co-nocimiento humano. De ahi que laciencia sea valiosa, que podamos con-siderarla modestamente racional y quepodamos hablar del filtro de la eviden-cia, pues de otro modo ese consensono seria tan amplio. En otras palabras,aunque la naturaleza consensuada dela ciencia implique la existencia de ele-mentos retricos, esto no supone quesean gratuitos, ni mucho menos arbi-trarios. Slo de esta forma podremostener una imagen de la ciencia con

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    rostro humano y comprender el lugarque ocupan la ciencia y la tecnologaen la cultura y la sociedad.

    Fuller tambin propone elaborar unanueva imagen de la ciencia que combi-ne los resultados de los STS, de los es-tudios retricos, etc., pero sin caer enlos excesos que pueden encontrarse enellos. En particular, rechaza el relati-vismo extremo de los STS y los plan-teamientos radicales de retrica de laciencia segn los cuales todo se reducea retrica por considerarlos vacos. Ensu lugar propone incorporarlos a supropuesta de una epistemologa socialque consistira en un estudio multidis-cplnar de la ciencia y que permitirano s610 describir y comprender, sinotambin evaluar y dirigir la cienciasocialmente. Precisamente la retrica,entendida como retrica nterpenetra-tva, sera quien conectara las distin-tas disciplinas involucradas en la cons-truccin de esa epistemologa social.

    2. Un segundo grupo estara inte-grado por los que mantienen que la re-trica es un componente fundamentale inevitable, casi constitutivo, de laciencia y que es necesario estudiar yanalizar esas. caractersticas retricaspara reconstruir la racionalidad de laciencia. En otras palabras, asumir esascaractersticas de la ciencia no implicarelativismo, ni anarquismo metodol-gico, por el contrario es posible re-construir la racionalidad interna quesubyace a esos procesos retricos. Eneste grupo se sitan los trabajos reco-gidos en el libro de De Coorebyter ylos de Pera. El primero recoge 12 ar-tculos divididos en dos partes. En laprimera parte se analizan elementosretricos que aparecen en el discursocientfico en general centrndolos encasos histricos (Aristteles, Descartes)o en mostrar los elementos retricosque subyacen a problemas metodolgi-cos especficos (las hiptesis auxiliares

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    y las peticiones de principio, la ilusinestadstica en las ciencias sociales, lasrevoluciones centfcas en el caso delas ciencias cognitivas, etc.). En la se-gunda palie se estudian diversas es-pecialidades cientficas (historia de lafsica, economa, lingstica, biologa,matemticas y aspectos generales dellenguaje cientfico) para mostrar quelos elementos retricos son Inevitablesy permanecen irreductibles en raznde la naturaleza del objeto de estudio.

    Por su parte, el libro de Pera es laversin inglesa de su libro Scienza e Re-torica publicado en 1991. Aunque partedel principio de que la retrica es fun-damental en la ciencia hasta el punto deque es necesario asumir que la cienciapertenece al dominio de la argumenta-cin y no al reino de la demostracin,rechaza la interpretacin radical de quetodo sea reducible a retrica entendien-do por tal el intento de probar medianteanlisis sociolgicos, hermenuticos osemiticos de textos que los hechos sonslo palabras. Por el contrario, conside-ra que el discurso centfco consiste enla interaccin de tres elementos: dos in-dividuos (o un individuo y una comuni-dad) que debaten y la naturaleza queest de fondo. Acepta que el avance dela ciencia se basa en el acuerdo de losinterlocutores acerca de la respuesta dela naturaleza, pero mantiene que esteacuerdo no es convencional, ni gratuito.El consenso no es simplemente conver-sacional, sino que est constreido has-ta cierto punto por la naturaleza, sinque eso signifique que lo imponga.Como puede apreciarse es una posicinintermedia que permitira rescatar laidea de una racionalidad mnima parala ciencia y que en ciertos aspectos re-cuerda a la de Fuller (no en vano am-bos son filsofos de la ciencia). De este

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    modo, la ciencia tendra contenido cog-nitivo, aunque la nica fOlTI1a de com-prender ese valor cognitivo y recons-truir su racionalidad mnima sera com-prendiendo el discurso cientfico y re-construyendo su estructura. Esto lo lle-va a distinguir entre retrica como actode persuadir y dialctica como lgica dela argumentacin persuasiva, aunqueadmite que ambas son inseparables. Noobstante, esa distincin es lo que le per-mite llevar a cabo un anlisis detalladode la estructura de la argumentacin enla ciencia.

    3. Finalmente la interpretacin msradical es la que identifica ciencia conretrica considerando que el discursocientfico no presenta ninguna diferen-cia esencial con otros tipos de discursoy que todos tienen la misma estructuraretrica. La evidencia misma sera untexto, porque cuando menos tiene queser escrita y leda y, en ese sent-do, es estrictamente retrica, como loson los individuos que dialogan. Estaposicin extrema es la de Gross y Loe-ke. Aunque el primero proviene delcampo de la retrica y el segundo delanlisis literario, sus planteamientosgenerales son prcticamente idnti-cos. La diferencia fundamental es quemientras los planteamientos de Lockese mantienen a nivel general, el librode Gross lleva a cabo un excelente ydetallado anlisis en la lnea del estu-dio clsico de Perelman y Olbrechts-Tyteca (1958), extrapolando el modelode argumentacin judicial a la ciencia.El resultado es una visin de la cienciacompletamente retrica y en la que elconocimiento es materia de persuasiny consenso en sentido estricto. La cien-cia, pues, es una cadena coherente deexpresiones que ha alcanzado el con-senso entre sus practicantes.

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    :l\OTAS

    1. De Coorebyter (1994: 2).2. Esta era, en ltima instancia, Ia pretensin de

    distinciones clsicas tan influyentes como la separa.cn entre contexto de descubrimiento y contexto dejustlcackn o la distincin interno/externo.

    3. Esta es, literalmente, la posicin de Gross(1990) o Locke (1992), pero tambin [a compart-ran otros trabaios no incluidos en esta resea.como Bzennan (1 lJllll) o >relli {llJll\l). ~iri oUda,el caso ms extremo de esta posicin, aun sin serun retrico de la ciencia-o sera Rorty (1989),pam quien la objetividad sera solidaridad y laracionalidad rutinas de la conversacin.

    4. Pera (I994: vi).5. Fuller (1993: xi-xi). En la misma pgina Fu-

    Iler seala que el propsito de su libro es persua-dir a filsofos, humanistas tercos y cientficossociales. practicantes de STS (Scence and Tech-nology Studies) y retricos de la ciencia de que sevean unos a otros compromerldos en una empresacomn.

    6. Bauer (J 992: vil).7. Este es el ncleo del libro de Bauer (1992:

    caps. 2-4), pero tambin lo sealan Pera (1994: in-trod. y caps, 1-2) y Ladee (1992: cap, 6). Esta estambin la idea que subyace a los artculos incluidosen el libro de De Coorebyter, aunque se centran enaspectos y ramas especficas de la ciencia. En el l-bro de Schuster y Yeo (1986) se recogen varios estu-dios de casos histricos sobre esta cuestin.

    8. De Coorebyter (1994: 2).9. En Chandler, Davidson y Hamotunian

    (1994) se recoge una abundante. sugerente y. aratos, divertida coleccin de artculos y rplicassobre esta cuestin.

    10. Dos estudios recientes en este sentido sonlos de Myers (1991) sobre biologa, y Moss (1993)sobre la astronoma copemlcana. Tambin puedenverse Pera y Shea (1991) o Schuster y Yeo (1986),y los artculos de la segunda parte de D" Cooreby-ter (1994), especialmente el ltimo de J. y M. no-bucs sobre matemticas: Es cierto. sin embargo,que hay una especie de gradacin en los estudiosretricos sobre la ciencia: son bastante abundan.tes en ciencias sociales; menos, pero an numero-sos. en las ciencias biolgicas (con tina atraccin

    especial por Darwn y Watson y Crick); escasos enciencias fsicas (y generalmente dedicados a casoshistricos. Coulomb. Galvani-Volta, Galileo, etc.) yraros en matemticas. Aunque esto podra debersea una dificultad intrnseca de los anlisis retricosante las ciencias duras, lo que mostrara el errorde algunas de sus afirmaciones bsicas, en espe-cial Ias de los planteamientos ms radicales, esmas ptausrote pensar que esta unuracion se ocna ala corta historia de la retrica de la ciencia, inter-pretacin que estara apoyada por las investigacio-nes llevadas a cabo por los estudios sociales de laciencia sobre el discurso cientfico. las modalza-ciones, los talk shop, etc. (desde Gilbert y Mulkay,o Knorr-Cetna, hasta Latour y Woolgar, o Lynch)y que son numerosas en las ciencias duras

    11. Trabajos como los de McCloskey (1985),Nelson, Megill y McCloskey (1987), Smons (1989)o Simons (1990) son -una muestra de estos estu-dios de retrica de las ciencias humanas.

    12. Una exposicin de este proceso se encuen-traen el artculo de J. Snchez recogido en estemismo nmero. En cuanto a la distincin entreSSS y STS es meramente temporal: los estudiossociales de la ciencia se ampliaron hace algunosaos tambin a la tecnologa y desde entonces seles conoce como estudios de ciencia y tecnologa(STS) que incorporan tambin gran parte de lacorriente americana de Ciencia, Tecnologa y So-ciedad (cuyas siglas STS coinciden con ellos),

    13, Esta es precisamente la propuesta que haceFuUer (1993: cap. 2) bajo el nombre de retrica in-terpenetrativa y se asemeja tambin a la distncinde Pera (1984: caps, 2.3) entre retrica y dialctica.

    14. Esta cuestin la desarrolla A. Gmez eneste mismo nmero.

    15. Uno de los trabajos en que ms se ha insis-tido en la importancia del anlisis del discursocientfico desde el punto de vista sociolgico es elde Gilbert y Mulkay (1985), pero tambin han he-cho contribuciones importantes Latour y Wool-gar, Lynch, etc. Los artculos recogidos en Latoury De Noblet (1985) acerca de la visualizacin ylas representaciones cientficas seran importan-tes porque abriran el camino a anlisis retricosde lenguajes no verbales.

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    PERBLMAN. Ch., Y L.OLllRBCHTS-TYrECA (l958):Traite de l'Arguntentation: La Nouvelle Rhtori-que, Bruselas, ds. de l'Universit de Bruxelles,19925

    PRf.l.L1, L.J. (1989): A Rhetoric of Science: Inven-ting Scientific Discourse, Columbia, U. SouthCarolina P.

    RORTY, R. (1989): Contingency, Irony and Solida-rity, Cambridge, CUPo

    SCHUSTER, J.A., y R.R. YEO (eds.) (1986): The Poli.tics and Rhetorics of Se ientiiic Method: Histori-cal Studies, Dordrecht, Reidel,

    SlMO"S, H. (ed.) (l989): Rhetoric in the HumanSciences, Londres, Sage,

    - (ed.) (1990):. Tite Rhetorical Tum: Inventianand Persuassion ill the Conductor Inquiry, Chi-cago, U. Chicago P.

    Amparo Gmez; Inmaculada Perdomo,Jes.s Sdnchez; Margarita Santona

    y Obdulia TorresDepto. Historia y Filosofa de la Ciencia

    Universidad de La Laguna

    RACIONALIDAD NORMATIVA Y REGLAS METODOLGICAS

    LARRY LAUDAN: Science and Volues,Berkeley, California U.P., 1984.

    La controversia en torno a la naturalezade la racionalidad cientfica, y por tan-to, en torno al papel de las reconstruc-ciones racionales, se ha acentuado enlas ltimas dcadas dada la preponde-rancia que han adquirido las tesis socio-legistas reductoras de la empresa cient-fica a factores puramente externos.

    L. Laudan es uno de los filsofos de laciencia que han dedicado sus esfuerzosa mostrar la viabilidad de las reconstruc-ciones racionales de la ciencia, conside-rndolas imprescindibles para su inteli-gibilidad. Esto lo ha llevado a cabo' endiscusin, por un lado, con los normati-vistas fuertes, por otro, con los externa-listas descriptivstas, .

    El libro que reseamos, Science andValues, publicado en 1984, profundiza

    ISEGORA/12 (1995)

    en esta direccin, aunque modifica elcomponente fuertemente normativo desu El progreso y su desarrollo, sigueofreciendo una reconstruccin raco-nalista meta-metodolgica del conoci-miento cientfico que se sita un pocopor encima del debate entre normati-vos y descriptivos aunque incorporaelementos de ambas partes.

    Laudan comienza Science and Valuescon una breve descripcin de los ante-cedentes tericos que sitan el tema.Afirma que si se entiende la cienciacomo sinnimo de resolucin de pro-blemas (y l 10 hace) es necesario lautilizacin de un mtodo. La filosofade la ciencia del positivismo lgicopostulaba un mtodo nico y persis-tente a 10 largo de las reconstruccionesde la historia de la ciencia. Esta ideadel mtodo nico e inmutable se en-frenta en los aos sesenta a las teoras

    219

  • CRTiCA DE LIBROS

    G1LBERT, G.N., Y M. MULKAY (1984): Opening Pan-dora's Box: A Sociological Analysis al' ScientiiicDiscourse, Cambridge, CUPo

    GROSS, A.G. (1990): The Rhetoric ofScience, Cam-bddge,,MA, Harvard U.P.

    LATouR, R; y J. DE NOBI.ET (eds.) (1985): Les'Vues' de l'Esprrt, nmero especial de CutureTechnique, 14 (junio).

    LOCKE, D. (1992): Science as Wrifillg, New Haven,Yale U.P.

    MCCLOSKF.V, D. (1985): 71m Rhetoric al' Science,Madson,U. Wisconsin P.

    Moss, J.D. (l993): Noveltles ill the Heavcns: Rhe-toric mtd Science il! the Copemieal! Call1yoversy,Chicago, U, Chicago P. .

    MVERS, G. (1990): Wrilillg Biology: Texts in the So-cial Construction al' SciefUific Knowledge, Madl-son, U. Wisconsin P.

    NELSON, J., A. MEGll.L, Y D. MCCLOSKEY (eds.)(987): The Rhetoric 01' the HllmallSciences,Madison, U. Wsconsin P.

    PERA, M. (1994): The Discourses ofScience, Chica-go, U. Chlcago P.

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    PERBLMAN. Ch., Y L.OLllRBCHTS-TYrECA (l958):Traite de l'Arguntentation: La Nouvelle Rhtori-que, Bruselas, ds. de l'Universit de Bruxelles,19925

    PRf.l.L1, L.J. (1989): A Rhetoric of Science: Inven-ting Scientific Discourse, Columbia, U. SouthCarolina P.

    RORTY, R. (1989): Contingency, Irony and Solida-rity, Cambridge, CUPo

    SCHUSTER, J.A., y R.R. YEO (eds.) (1986): The Poli.tics and Rhetorics of Se ientiiic Method: Histori-cal Studies, Dordrecht, Reidel,

    SlMO"S, H. (ed.) (l989): Rhetoric in the HumanSciences, Londres, Sage,

    - (ed.) (1990):. Tite Rhetorical Tum: Inventianand Persuassion ill the Conductor Inquiry, Chi-cago, U. Chicago P.

    Amparo Gmez; Inmaculada Perdomo,Jes.s Sdnchez; Margarita Santona

    y Obdulia TorresDepto. Historia y Filosofa de la Ciencia

    Universidad de La Laguna

    RACIONALIDAD NORMATIVA Y REGLAS METODOLGICAS

    LARRY LAUDAN: Science and Volues,Berkeley, California U.P., 1984.

    La controversia en torno a la naturalezade la racionalidad cientfica, y por tan-to, en torno al papel de las reconstruc-ciones racionales, se ha acentuado enlas ltimas dcadas dada la preponde-rancia que han adquirido las tesis socio-legistas reductoras de la empresa cient-fica a factores puramente externos.

    L. Laudan es uno de los filsofos de laciencia que han dedicado sus esfuerzosa mostrar la viabilidad de las reconstruc-ciones racionales de la ciencia, conside-rndolas imprescindibles para su inteli-gibilidad. Esto lo ha llevado a cabo' endiscusin, por un lado, con los normati-vistas fuertes, por otro, con los externa-listas descriptivstas, .

    El libro que reseamos, Science andValues, publicado en 1984, profundiza

    ISEGORA/12 (1995)

    en esta direccin, aunque modifica elcomponente fuertemente normativo desu El progreso y su desarrollo, sigueofreciendo una reconstruccin raco-nalista meta-metodolgica del conoci-miento cientfico que se sita un pocopor encima del debate entre normati-vos y descriptivos aunque incorporaelementos de ambas partes.

    Laudan comienza Science and Valuescon una breve descripcin de los ante-cedentes tericos que sitan el tema.Afirma que si se entiende la cienciacomo sinnimo de resolucin de pro-blemas (y l 10 hace) es necesario lautilizacin de un mtodo. La filosofade la ciencia del positivismo lgicopostulaba un mtodo nico y persis-tente a 10 largo de las reconstruccionesde la historia de la ciencia. Esta ideadel mtodo nico e inmutable se en-frenta en los aos sesenta a las teoras

    219

  • CR[TICA DE LIBROS

    de Kuhn, Feyerabend o Lakatos. As,por ejemplo, para Feyerabend, no haymtodo sino contranduccones: enel caso de Kuhn, es la comunidad cien-tfica la que decide qu mtodo sedebe utilizar para resolver las anoma-las que surgen en cada momento his-trico, por 10 que niega la existenciade un mtodo nico. Lakatos habla demtodo en un sentido fuerte, hacin-dolo depender del programa de investi-gacin. En resumen, los filsofos de laciencia postpositivista afirman que nose sostiene la idea de un mtodo nicoa travs de la historia de la ciencia, loque ocurre, ms bien, es que el mtodocambia. Consecuentemente se planteael problema del relativismo y se pro-blematiza la racionalidad.

    La pregunta que interesa a Laudanes la siguiente: si el mtodo cambiasegn la poca o el momento, cmopodremos juzgar entonces lo que handicho y hecho otros cientficos que uti-lizan otro mtodo y encuentran otrosresultados? Lo cierto es que los investi-gadores de cada momento histrico te-nan otros problemas, otros objetivos.etc., por tanto: cmo se pueden juz-gar unos resultados como vlidos o noa pesar de que cada comunidad clent-fca en su momento histrico los hayaestablecido como vlidos?

    Es en este punto donde nuestro au-tor entra en liza, mostrando su acuer-do con la idea de que el mtodo puedeser relativo y que puede cambiar hist-ricamente. Sin embargo, difiere de losautores citados al defender la existen-cia de un elemento invariable: el meta-mtodo.* Supongamos la existencia de

    En este sentido Laudan se conecta con IrnreLakatos, aunque no admita tal similaridad. Loque es indudable es que Lakatos es el primero enacuar el trmino de metametodologia paranombrar aquel mtodo que trata de investigar lasuperioridad relativa de cualquier teora propues-ta sobre el mtodo cientfico.

    220

    un mtodo determinado (mtl) parauna poca determinada y con unas cir-cunstancias determinadas; en un Pe-rodo posterior, donde han cambiadotodas las circunstancias. nos encontra-mos con otro mtodo diferente (mt2)ms acorde con este momento; y. assucesivamente (mt3), ..., (mtn): a suvez, hemos de tener en cuenta que toodos estos mtodos tienen sus propiasteoras (t l ), (t2), ..., (tn), pero todo esteconjunto de constructos empricos ytericos tienen un elemento en comn:el meta-mtodo. Cmo hemos de en-tender esto?

    La estrategia meta-metodolgica deLaudan consiste en encontrar unconjunto de intuiciones pre-analtcaspreferidas acerca de la racionalidadcientfica. Estas intuiciones pre-anal-tcas son afirmaciones sobre la acepta-cin o rechazo racional de determina-das teoras en circunstancias concre-tas, que pueden adoptar la forma deafirmaciones con las que la mayora delas personas instruidas en los conoci-mientos cientficos de su poca esta-ran de acuerdo. En el paso siguienteLaudan aplica su meta-metodologa aestas "intuiciones pre-analtcas paradeterminar la efectividad relativa en laresolucin de problemas. De esta com-paracin en la efectividad de resolu-cin de problemas, surgirn los crite-rios que nos permitan evaluar qu tra-dicin es ms progresiva y debe seraceptada.

    Laudan en la segunda parte deScience and Value va ms all propo-niendo un modelo reticular del conoci-miento cientfico y su desarrollo que sepretende en buena medida descriptivo.Mantiene que se puede distinguir encada momento de la historia lo quees ciencia de lo que no lo es. Para ha-cer esta distincin no utiliza criteriosfuertes, como ocurre en la teora dePopper con su principio de demarca-

    ISEGORAf12 (1995)

  • CRTICA DE LIBROS

    cin, sino constricciones dbiles. yaque la distincin se consigue medianteel anlisis de los elementos que se inte-gran en lo que l denomina la red. Encada momento de la historia lo que lla-mamos ciencia est formado, segnLaudan, por tres elementos que a suvez son los componentes que confor-man dicha red. Tales elementos son:[A] una evidencia y un conocimiento;[B] unos valores y unos objetivos; yen tercer lugar, [e] un mtodo quese utiliza para nevar a cabo la investi-gacin.

    El primero de estos elementos es 10que l denomina la evidencia disponi-ble, junto a la posesin de un conoci-miento diferente en cada perodo his-trico. Esto ocurre en cualquier mo-mento o poca histrica; por ejemplo,los griegos tienen en su momento unaevidencia dada de la observacin dela experiencia y disponen, a su vez,de un conocimiento acerca del mun-do. El segundo elemento 10 constituyeun conjunto de valores (desde los msgenerales como puedan ser la belleza,la verdad, etc., hasta los ms estric-tos) que estaran unidos a unos obje-tivos cognoscitivos. Diversos objetivospueden coexistir en relacin con lasteoras y principios metodolgicos.Por ltimo, todos estos elementos seponen en juego con la utilizacin deun mtodo. Ser este mtodo el queconecte el conocimiento disponiblecon los objetivos que se pretendenconseguir.

    El elemento normativo de su modeloaparece en trminos de la exigencia deque la relacin entre los tres elementosque conforman la red debe ser de per-fecta coherencia. Segn el momento dela historia los objetivos y el conoci-miento disponible pueden cambiar, yde hecho cambian. En cada poca his-trica la evidencia es diferente y losobjetivos se amoldan a esa diferencia,

    13EGOAA/12 (1995)

    por tanto, el mtodo debe cambiaradaptndose a la situacin. Esto signi-fica que en cada momento de la histo-ria se buscar el mejor mtodo posiblepara que con el conocimiento disponiblese alcancen los objetivos deseados.

    Segn Laudan, probablemente estasituacin no se d nunca en la cien-cia, es una situacin de tipo ideal. Poreste motivo, es probable que la redno est perfectamente articulada y. eneste caso, se produzcan desajustes. Portanto, ser la racionalidad de la cienciala que consiga encuadrarlos. Por ejem-plo, si el mtodo (y las teoras) no es elmejor para conseguir los objetivos de-seados dada la evidencia disponible.entonces ese mtodo estar equivoca-do, es decir, no es vlido y habr quebuscar un mtodo que cumpla las exi-gencias marcadas. Ser en este puntodonde se pueda juzgar la racionalidadcientfica. Es decir, la racionalidad de-pende de la perfecta coherencia con laque se articulen estos tres elementos. Deesta forma, los factores externos, aSO-ciados a los valores u objetivos, o in-clusive a la evidencia o al conocimien-to, no importan para la racionalidadde la misma.

    Es decir, los factores externos afee-tan a los elementos de la red por sepa-rado. pero ello no implica que afectendirectamente a la red puesto que notienen incidencia en el punto de uninentre los valores y la evidencia, es de-cir, en el elemento intrnsecamente in-terno a la ciencia: el mtodo. El crite-rio de racionalidad (coherencia) siguesiendo interno.

    En definitiva, Laudan pretende de-mostrar que la filosofa de la cienciapuede evaluar, y utiliza para ello con-ceptos como meta-mtodo o meta-ra-cionalidad o meta-evaluacin. Mantie-ne que los objetivos o metas cogniti-vas pueden ser objeto de discusin ra-cional, al contrario de 10 que crean

    221

  • CRTiCA DE LIBROS

    Kuhn, Popper o Reichenbach; l creeque es posible una crtica uxiolgca dela ciencia. Frente a Kuhn" o Feyera-bend, Laudan llega a la siguiente con-clusin: en la historia de la ciencia elcambio que se produce es gradual, sepuede cambiar un elemento u otro dela red pero no los tres al mismo tiem-po; no concibe el cambio como revolu-cionario. Este es el motivo de su mo-delo reticular de la ciencia y su desa-rrollo gradual. Si la ciencia ha de ser

    LARRY LAUDAN: La cienciayel relativismo, Madrid,Alianza, 1993, 205 pp.

    Igual que las obras exotricas de los fi-lsofos de la antigedad, La ciencia yel relativismo de Larry Laudan estdestinada a aquellos que sin ser filso-fos de la ciencia comparten con stosel inters por todo lo que tenga quever con el conocimiento cientfico. Enella, el autor lleva a cabo un anlisisexhaustivo de la epistemologa de laciencia reciente con un objetivo claro:reducir el espacio escnico ganado porel relativismo en los ltimos treintaaos.

    El positivismo, como postura domi-nante de la filosofa de la ciencia hastala dcada de los sesenta, no ha encon-trado un sustituto que haya sido am-pliamente aceptado por epstcmlogosy filsofos de la ciencia. El relativismoha irrumpido de tal forma que ha co-lapsado las posibles salidas a cuestio-nes centrales de la epistemologa de laciencia. As, la racionalidad, la objetivi-dad y la neutralidad de la ciencia (pila-res Fundamentales para el positivismo),igual que la nocin de progreso cient-

    222

    entendida como una red de coheren-cia, ello supone que es posible evaluarla racionalidad en cada momento yjuzgar si los cientficos son perfecta-mente coherentes. No se requiere, por"tanto, entrar en contenidos sino que, ala manera del criterio formal kantia-no, el cientfico ser racional siemprey cuando sea perfectamente coherentecon los objetivos y con la evidencia.

    Cristbal Abrante Gonzdlez

    fco, han sido ampliamente cuestiona-das por la filosofa post-positivista dela ciencia, sobre todo, tras la publica-cin de las obras de Kuhn, Feyerabendy Lakatos. Pero supone esta situacincrtica el fin de la epistemologa?

    A esta pregunta responde Laudannegativamente. El autor desea no slodesacreditar la epistemologa relativis-ta ante simpatizantes y posibles adep-tos, sino que adems pretende alejar-nos del escepticismo que emana de lasversiones ms pesimistas del relatvs-mo, rechazando sus pronsticos sobreel final de la epistemologa. Para ellolleva a cabo un atento examen de lascuestiones que han venido siendo pro-blemticas en este mbito, ofreciendouna visin general del debate entre lasdiversas perspectivas en juego.

    Esto lo hace en clave de dilogo en-tre representantes de las tendenciasepistemolgicas Fundamentales: positi-vismo, realismo, pragmatismo y rela-tivismo, presentando as algunos de losargumentos y contraargumentos msimportantes formulados en las tres l-timas dcadas. El debate se centra enla discusin de cuestiones claves talescomo la contrastacin y justificacin

    ISEGORN12 (1995)

  • CRITICA DE LIBROS

    de teoras, las tesis relativistas sobre elholismo y la inconmensurabilidad o lacarga terica de la evidencia emprica,entre otras. Los diferentes personajes(positivista, realista. relativista, prag-matista) nos van revelando los aspec-tos positivos y negativos que cada pro-yecto posee. Eso s, el nico de estospersonajes ficticios que puede ser iden-tificado con uno ms o menos real esel pragmatista, interpretado por el pro-pio autor, mientras que sera difcil en-contrar a un episternlogo o filsofode la ciencia que haya mantenido todolo que se defiende desde las restantesposturas y en los trminos en que sehace.

    Uno de los puntos de friccin impor-tantes en el debate, al que Laudanpresta especial atencin, y que enfren-ta al realismo, pragmatismo y relativis-mo en un frente comn contra el posi-tivismo, es el tema de la carga tericade la evidencia emprica. La teoriza-cin positivista del progreso cientfico,tema central para Laudan, descansa enla tesis de la no continuidad entre da-tos tericos y observaconales. AquLaudan estara con el realista y el rela-tivista en la medida en que mantienen,aunque no de igual modo, que la evi-dencia emprica est cargada terica-mente, que no se puede trazar unantida lnea divisoria entre 10 obser-vaconal y 10 terico. Sin embargo,el realista tiene problemas especialesdado su compromiso con la teora dela verdad como correspondencia. Paranuestro autor, hay contradiccin e in-coherencia cuando el realista mantienela contaminacin terica de la obser-vacin y, a la vez, pretende cierta con-frontacin entre las teoras y el mundopara decidir la verdad o falsedad de unenunciado.

    Por otro lado, el realista y positivistaestn comprometidos con cierta forma

    lSEGORfAl12 (1995)

    de fundacionalsmo en la descripcindel progreso en la ciencia. La cienciaviene a ser, segn esta visin, acumu-lacin de teoras, y progresa porquecontarnos con teoras cada vez msprximas a la verdad; teoras que evo-lucionan porque evitan los errores delas precedentes y porque son capacesde explicar 10 que stas no explica-ban. Ahora Laudan entabla una efme-ra alianza con el relativista: ambos(con Kuhn y Feyerabend) sostienenque durante el proceso de cambio te-rico son posibles las prdidas de capa-cidad explicativa, descartando as laacumulacin de teoras. Esto, sin ern-bargo, no evita puntos de conflicto en-tre nuestro autor y el relativista; el fun-damental es que mientras para steninguna nocin de progreso es posiblesin acumulacin, para Laudan s lo es.Ambos entienden el cambio terico deforma diferente: para el relativista loscambios en la ciencia son globales, deparadigma a paradigma, y, por ello, re-volucionarios; para Laudan son gra-duales y progresivos.

    El relativismo trata de dar consisten-cia a la tesis del cambio global y revo-lucionario en la ciencia afirmando quehiptesis y teoras forman parte de re-des ms amplias de creencias que nopueden ser sometidas a contrastacinindividualmente; mientras que Laudanintenta mantener que en la ciencia seproduce un avance progresivo, sin porello limitarse a reformular tericamen-te las viejas nociones de progreso posi-tivista y realista. Laudan simplifica lascosas pragmticamente afirmando queprogresar en lacencia significa estarcada vez ms cerca de lo que se persi-gue con ella, de su objetivo. Con estonos conduce de lleno a la cuestin, nomenos conflictiva, de la naturaleza delos fines y objetivos cientficos.

    Para el relativista, los fines y objeti-vos de la ciencia varan segn la po-

    223

  • CRrTICA DE LIBROS

    ca, el cientfico y el paradigma de quese trate. Para Laudan la finalidad dela ciencia sigue siendo su capacidadde resolver problemas entendida sta,igual que en obras anteriores, en tr-minos puramente ntemalistas, dese-chando cualquier factor externo (so-cial, poltico o cultural) que puedaintervenir de forma relevante en laciencia.

    Nada nuevo encontramos en el pen-samiento de Laudan en esta obra. Elhilo central sigue siendo el progresocientfico y la relacin externo-interno(caballo de batalla en su discusin conlos socilogos del conocimiento). Loque s es novedoso es la manera enque presenta sus tesis: a modo dedilogo con las posiciones alternati-vas; frmula literaria filosficamentemuy querida y peridicamente utiliza-

    da, desde los Dilogos de Platn, porfilsofos de tradiciones diversas.

    Por otro lado, si bien es cierto que eldilogo entre las partes no es cerradopor Laudan con conclusiones inapela-bles (el que se da entre externalsmo einternalismo queda inconcluso), tam-bin lo es que, como sealamos alprincipio, la diferencia en el tratamien-to de los distintos personajes otorga unpeso distinto a las posiciones y los ar-gumentos esgrimidos desde cada una.

    La ciencia y el relativismo ofrecepues una forma amena de acercarnos~. al pensamiento de Laudan y de intro-ducirnos en sus principales tesis y po-sicionamientos respecto a las cuest-nes claves de la filosofa de la cienciaactual.

    Rita M. Viera Herrera

    SEDUCCIN DEL SABER Y DEL PODERSOBRE LA CIENCIA MODERNA

    ross MANUEL SNCHEZ RON:El poder de la ciencia,Madrid, Alianza, 1992.

    En la lntroduccin a sus Ensayos sobresociologa de la religin Weber senten-cia que slo en Occidente hay cienciaen aquella fase de su evolucin que re-conocemos actualmente como vlida.Astrnomos, gemetras, qumicos hahabido en muchas partes pero slo enEuropa se ha sabido fundamentar ma-temticamente la geometra o someterlas ciencias naturales a la experimenta-cin racional. Otro tanto ha ocurridoen el campo de la poltica o del dere-cho: muchos son los pueblos que sehan ocupado de ello pero slo en Occ- .dente es constatable una sistematiza-cin y racionalizacin de los concep-

    224

    tos. La misma diferencia llega hasta elarte. Muchos pueblos conocieron, porejemplo, el arco de ojiva como decora-cn pero slo en Europa se le trans-forma en bveda gtica capaz de am-pliar el espacio construido y de distri-buirle a voluntad. Inters por el estu-dio y el conocimiento de la realidad hahabido en muchos sitios pero el culti-vo sistematizado y racional de las es-pecialidades cientficas, la formacinacadmica del especialista como ele-mento dominante de la cultura es algode lo que no hubo ni atisbos fuera deOccidente. De ah la pregunta conque Weber abre su estudio: qu en-cadenamiento de crcunstancas haconducido a que aparecieran en Occi-dente, y slo en Occidente, fenmenosculturales que (al menos tal y corno

    ISEGORrN12 (1995)

  • CRfTtCA DE LIBROS

    tendemos a representrnoslos) se in-sertan en una direccin evolutiva dealcance y validez universales?".

    El poder de la ciencia ronda esasmismas cuestiones aunque a la alturadel fin de siglo. Snchez Ron muestracon la precisin de un relojero no slola habilidad de Occidente en hacerciencia sino algo que Max Weber nopoda ver: que el Occidente actual estconformado por la ciencia. Baste re-cordar que hoy viven el 90 % de loscientficos que hayan existido jams(p. 316). El inters y la originalidad deeste libro es que no es un mero ma-nual de historia de la ciencia sino unahistoria social de la ciencia o una lec-tura de nuestro tiempo (de sus menta-lidades. prioridades. logros y proble-mas) a partir del hecho cientfico.

    El desarrollo de la ciencia no hasido fcil. En el primer tercio del siglopasado el Estado prusiano se gastabaen investigacin sobre la fsica el equi-valente al salario de Hegel (p. 35). Siahora celebramos el siglo XIX como si-glo del desarrollo de la qumica es porel empeo pionero de personas aisla-das, de laboratorios particulares quelograron convencer a empresas e insti-tuciones pblicas de la importancia so-cial de sus inventos.

    A la pregunta de Weber de por quen Europa y no en Asia el hecho dela ciencia, se responda a s mismoque slo en Occidente se observa unaconducta racional-metdica orientadaa la transformacin del mundo. Esuna respuesta compleja. llena de reco-vecos, pero que quiz se refiera a esavoluntad cientfica de los pioneros, an-tes de que el dinero y el poder ocupa-ran la escena. Hay un hilo conductoren toda esta trama: no dar lo dado pordefinitivo. Lo dado es ms bien unnudo dc problemas de cuya solucindepende que las cosas' entren en sujusto orden. Se juega tanto en la solu-

    ISEGOAN12 (1995)

    cin del nudo (la verdad, la felicidad ytambin el poder) que el cientfico noahorra criterios ni controles para la ve-rificacin de su propuesta de solucin.Como botn de muestra esta generosaconfesin de Robert Millgan cuyasconvicciones sobre la estructura de laradiacin quedaron quebrantadas conla hiptesis de los cuantos de luz ein-stenanos, Me pas diez aos de mivida -,dice- comprobando la ecua-cin de Einstein de 1905 y contraria-mente a todas mis expectativas me viobligado en 1915 a proclamar su indu-dable verificacin experimental, a pe-sar de lo irrazonable, que era, ya quepareca violar todo lo que sabamosacerca de la interferencia de la luz)(p. 102). ,

    Sera un error pensar, sin embargo,que el desarrollo de la ciencia es la his-toria rnica de una comunidad beatfi-ca de investigadores dedicados a resol-ver los problemas que la realidad pre-senta, conforme a un orden de priori-dades racionalmente establecido. Estelibro se llama El poder de la ciencia yen el ttulo se recoge con acierto la ca-racterstica fundamental del desarrollode la ciencia en el siglo xx, El desarro-llo de la ciencia en el siglo XX ha sidouna guerra sin cuartel.

    El siglo XX es el del desarrollo dela. fsica. Los pases protagonistas sonAlemania, Estados Unidos. Inglaterra,Francia y la ex URSS. La historia de laciencia es la historia de la lucha por lahegemona poltica y militar de un Es-tado sobre los dems. Se cumple ah elprincipio hegeliano de su filosofa dela historia en virtud del cual el Espri-tu Universal se encarna en cada po-ca en un pueblo diferente. teniendo elcitado pueblo el privilegio de traducirsu voluntad de poderlo en ley univer-sal. En esa lucha por la hegemona laciencia ha jugado un papel determ-nante. De los anlisis de Snchez Ron

    225

  • CRlTICA DE LlBROS

    se deduce que ha sido la guerra la queha permitido el desarrollo espectacularde la ciencia en el mbito de las comu-nicaciones, de la electrnica o de labiotecnologa. Nada ms acabada lasegunda guerra mundial, H.H. Amold,Comandante General de las Army AirForces encarga al fsico Van Karmanun proyecto de futuro contando conlos mejores cientficos en snica, elec-trnica; radar, aerodinmica y cual-quier otra rama de la ciencia (p. 350).Se trataba de eternizar en los EstadosUnidos el papel de sujeto (poltico ymilitar) de la Historia Universal me-diante el poder de la ciencia. Einsteinse opuso a tamaa locura, en nombredel Comit de Emergencia de los Cien-tficos Atmicos, invocando la com-prensin de los pueblos del mundo yun uso de la energa nuclear "para lavida y no para la muerte (p. 356).

    Ya se ve cmo una historia de laciencia moderna que tenga en cuentasu peso social (que tenga en cuenta loque ella da a la sociedad y 10 que lasociedad espera de ella) acaba topn-dose con una pregunta moral que Sn-chez Ron destapa oportunamente.

    "Lo que una historia como sta reve-la -seala el autor- es la ductibilidadde los criterios deontolgicos de loscientficos (308). Los cientficos nohicieron ascos a la guerra, ms bien labuscaron (215, 371), no ocurrindose-les otra cosa, cuando las crticas arre-ciaron, que distinguir entre la pura in-vestigacin en energa nuclear (ahtodo estara permitido) y su aplicacintecnolgica (que sera el lugar del pro-blema moral), tal y como planteabaHeisenberg a propsito de la bombaatmica (p. 304).

    Esta historia social de la ciencia de-muestra que la relacin entre tica yciencia o,dicho ms modestamente,entre la responsabilidad del cientficorespecto al significado social de su in-

    226

    vestigacin, no ha sido el lado fuertedel desarrollo cientfico. Y este libro lo

    . que hace ver es que es un problemaineludible y que no cabe refugiarse enla distincin entre investigacin pura yaplicacin tecnolgica porque la inves-tigacin pura al menos hasta ahora hadependido del inters blico. El centfi-

    .'co se ha sometido con excesiva doci-lidad a militares y polticos (p. 371),lo que difcilmente permite trasladar aestos ltimos la responsabilidad exclu-siva de, por ejemplo, la bomba lanzadasobre Hroshma, .

    Pero ms all de ese cabo suelto ca-bra preguntarse si la dificultad de laciencia para hacerse. cargo de la res-ponsabilidad social de sus inventos notiene que ver can la conciencia que tie-ne la ciencia de ser ella la vara demedir de la racionalidad. Si ~acionalidad es igual ciencia, entonces ennombre de qu racionalidad debera laciencia moderar sus impulsos inven-tivos? Ms bien deberan los restan-tes mbitos de racionalidad posible (laeconmica, la poltica, la moral, etc.)ponerse al paso que marca la raciona-lidad cientfica. Volviendo a Max We-ber, l hablaba del destino de la ra-cionalidad occidental dando a enten-der con ello que existen no una sinodiferentes racionalidades (la del dine-ro, la del poder, la del saber), todasellas incomunicadas y luchando cadauna por imponerse a las dems. El po-der del dinero es la historia de una en-tente entre la razn de la ciencia y larazn del poder sin que dejen muchoespacio (racional) a otros campos ra-cionales, por ejemplo a la razn (aut-noma) del deber...

    El libro da cumplida informacinsobre el desarrollo de la fsica y, den-tro de ella, a las teoras de la relativi-dad. El impacto no slo cientfico sino

    .social y popular de aquellas teoras lle-va a Snchez Ron a hablar de un Zeit-

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  • CRrTICA DE LIBROS

    geist, de un sentido del tiempo relat-.vista (una nueva manera de utilizar eltiempo y el espacio). Ese Zeitgeist noseda un derivado de la teora de la re-latividad sino, al contrario, sta unamanifestacin ms de aqul. Es unaidea fecunda pues ese Zeitgeist se de-tecta, como bien recuerda el libro,en mltiples manifestaciones cultura-les tales como la pintura, la arquitectu-ra o la literatura.

    En la medida en que la teora de larelatividad afecta a una concepcinhomognea y fija del tiempo cabrapreguntarse -dicho sea al amparo delpoder evocador de un libro tan suge-rente- si ese nuevo Zeitgeist no tieneque ver con la concepcin juda deltiempo. Snchez Ron observa atenta-mente en determinados momentos dellibro la importancia del componentejudo en el desarrollo de la ciencia.Llama la atencin que paralelamente alas investigaciones de Einstein sobre larelatividad otros filsofos, igualmentejudos, llevaban a cabo una crtica gi-gantesca al pensamiento occidental ennombre precisamente de una nuevaconcepcin del tiempo: frente a la ideaabsolutista del tiempo de Newton ocontra la idea kantiana del tiempocomo una forma de intuicin a prioriestos pensadores entienden el tiem-po como interrupcin (Benjamn) osealan el carcter subjetivo deltiempo (Rosenzweg), Es la luchadel tiempo contra la historia o, dicho

    ISEGORAf12 (1995)

    en otros trminos, la revndicacn fl-. losfica de poder juzgar a la historia.Aunque nada Invita a pensar que hayauna relacin directa entre esta culturafilosfica y las frmulas matemticasenstenanas, 10 que s cabe imaginares que Einstein vena de una tradicinque haba sobrevivido gracias a su em-peo en negar la lgica de la historia,en no someterse a ella y en pretenderjuzgarla. Einstein no tuvo que esfor-zarse para reconciliarse con la idea deque el tiempo es una forma de relaciny no un flujo objetivo, parte de laCreacin como los ros y las montaas.

    El poder de la ciencia es un libro fas-cinante porque la ciencia sirve de llavemaestra para contemplar con ojos nue-vos un espectculo (el de la sociedadmoderna) al que pensbamos conocerbien. Es un libro desmtfcador demuchas ideas simples sobre el queha-cer cientfico. Pero sobre todo es un li-bro que reconstruye con. informacinprecisa y ritmo apasionante el mundoque conocemos desde un punto de vis-ta inusual, el del desarrollo de la cien-cia. Y, como no poda ser menos, alsacar a la ciencia de la urna del labo-ratoro y meterla en el trajn de la vida,la historia de la ciencia siembra lamente del lector de graves preguntassobre la naturaleza de la racionalidadcientfica y la de su relacin con otrasracionalidades.

    Reyes Mate

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  • CRTICA DE LIBROS

    LA SOCIOLOGA DEL CONOCIMIENTO:UNA CARTOGRAFA BSICA

    EMILIO LAMO DE ESPINOSA,JOS MARA GONZLEZ GARCAy CRISTBAL TORRES ALBERO:La. sociologa del conocimientoy de la ciencia, Madrid, Alianza,1994, 632 pp., Alianza UT. 147.'

    Ciertamente es ste un voluminoso li-bro y podra pensarse que rico en ma-teria discutible o en enfoques dignosde aprobacin o censura, sin embargo,es tambin un manual y en cuanto tal,de acuerdo con la finalidad para la queha sido escrito, buena parte de su con-tenido evita tratar los asuntos de quese ocupa de un modo demasiado pro-fundo o problemtico, lo que podragenerar en la mente de su destinatarionatural, el estudiante. ms confusinque enseanza. Un manual no defien-de tesis innovadoras, ni mete brusca-mente al lector de sus pginas en unmaelstrom de dudas y complejidades.Su finalidad es ms modesta, pero espor su adecuacin a ella por lo que ha-bremos de juzgarle y no por su brillan-tez ti osada. La sociologa del conoc-miento es una disciplina sociolgica deperfiles an borrosos, pero de evidentecentralidad en el campo de la sociolo-ga y de las ciencias sociales en su con-junto e incluso de la teora del conoci-miento sin ms. Otra cosa es su domi-nio especfico: la sociologa del conoc-miento, en la forma en que es historiaintelectual o historia de las ideas. Entodo caso, difcilmente puede prescin-dir de un estudio histrico a fondode los medios sociales en los que seproducen doctrinas y prcticas. yendodesde la consideracin de la estratifi-cacin en una sociedad dada a fen-menos del tipo de los estudiados porhistoriadores de las mentalidades.

    228

    Hay una indeterminacin, una vacila-cin respecto del objeto de la socolo-ga del conocimiento que se ve acen-tuada por la imprecisin del uso quehace del trmino 'conocimiento'. En lasociologa del conocimiento este voca-blo equivale. sin ms. a produccin deideas socialmente aceptadas o formade representacin vlida dentro de ungrupo (utilizando la terminologa deDurkheim podramos decir que repre-sentacin colectva), La sociologa delconocimiento se ocupa tanto del cono-cimiento en sentido estricto, como delerror. As, para Marx la economa pol-tica de Ricardo no es una ciencia, es lateodicea del capital. No es preciso quese d relacin a objeto, pero qu es elconocimiento si hacemos abstraccinde la relacin a objeto? Son 'conoci-mientos' -en el sentido de la socio-logra del conocimiento-s- lo mismo laideologa nazi que los sistemas de cla-sificacin australianos (las fratras Vclases estudiadas por Durkhem), tantola pera seria en el siglo XVIII como lanovela realista del siglo pasado. Estu-diar estos fenmenos sociales desde elpunto de vista de la sociologa del co-nocimiento equivale a ponerlos en re-lacin con la organizacin social de laspocas en que han sido producidos,por ejemplo, en los dos ltimos casoscitados, poner en relacin la produc-cin musical con el mundo de las cor-tes alemanas y austracas y con el pre-dominio de los ideales aristocrticosen el gusto -herosmo, idealizacin-o ver en la novela burguesa del XIX laexpresin del triunfo de una clase so-cial para la que la preocupacin por lapropiedad y la lucha por el ascenso so-cial eran moneda comn (es difcil su-poner que la pera seria iba a tener

    ISEGORN12 (199S)

  • CRTICA DE LIBROS

    como asunto de una obra el ascensosocial del hijo de un maderero, que es10 que es Julian Sorel: el mundo de laburguesa es un mundo cmico, mni-mo, como en La selva padrona). Si seentiende conocimiento en un sentidorestringido, ms conforme, eso s, aluso habitual del trmino, como haceEmilio Lamo en el primer captulo dellibro que nos ocupa, resulta ms difciljustificar el carcter plural de los te-mas estudiados por los socilogos delconocimiento y la unidad misma de ladisciplina. Las consecuencias de estainterpretacin son potencialmente ca-tastrficas para la sociologa del cono-cimiento, y no es extrao que acabe deidentificarse casi enteramente con lasociologa de la ciencia (y desde luegono slo porque sea sta, como lo es,una de las disciplinas ms desarrolla-das en los ltimos tiempos).

    Menos discutibles me parecen loscaptulos redactados por Jos ManaGonzlez, autor de una de las primerasobras de conjunto sobre esta materiaescritas en castellano y que se ha dis-tinguido por sus investigaciones enmbitos fundamentales para las cien-cias sociales en su conjunto, como sonlas imgenes compartidas de formamuchas veces inconsciente por los in-vestigadores sociales: el mundo comoteatro, la sociedad humana como cuer-po, la fortuna y su rueda incesante. Al-gunos de los captulos por l redacta-dos me parece que podran ser consi-derados como modlicos del gnerocomo, por ejemplo, el dedicado a Sim-mel. Jos Mara Gonzlez se centra allen dos o tres de las principales obrasdel socilogo alemn: la filosofa del

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    dinero y los breves pero densfsimos es-tudios sobre la moda y sobre la granciudad, verdaderos clsicos del ensayosociolgico, cuya lectura se facilita alestudiante por referencias a la biblio-grafa bsica sobre Smmel, pero tam-bin en el dilogo con Benjamin oRiesrnan. Particularmente rico en refe-rencias mltiples es el aspecto dedica-do a la sociologa de la literatura enNorbert Elas.

    El ltimo de los paneles de este trp-tico es la sociologa de la ciencia deCristbal Torres, cuatro captulos decarcter infonnativo en los que son es-tudiados con detenimiento Mcrton yKuhn y se pasa revista a las publica-ciones sobre la materia aparecidas enlos ltimos aos. Del mismo autor esun capitulo sobre sociologa de la so-ciologa que incluye un pargrafo titu-lado Apuntes para una sociologa dela sociologa espaola en el que se re-sumen investigaciones del autor y quequizs sea lo ms valioso de la contri-bucin del mismo a este manual.

    Una ltima crtica, no a los autores,sino al libro y a la editorial que lo haencargado. Como en otros volmenesde esta coleccin faltan en ste dos ti-les de trabajo de la mayor importan-cia: un ndice de autores citados y otrode materias o de conceptos bsicos. Setrata de instrumentos ya de la mayorutilidad para cualquier estudioso, peroverdaderamente imprescindibles cuan-do se pretende hacer un manual dirigi-do a un pblico al que, por definicin,le falta una capacidad de orientacinen la materia.

    Santiago Gonzlez Noriega

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  • SOCILOGOS E HISTORIADORES DE LA CIENCIA: UN DEBATE

    CARLOS SOLs: Razones e intereses.La historia de la ciencia despusde Kuhn, Barcelona, Paids,1994,279 pp.

    A lo largo del siglo xx, algunos filsofosse han ocupado extensamente del cono-cimiento cientfico, generando toda unadisciplina. la filosofa de la ciencia, queen la actualidad se incluye en lo que ge-nricamente se llama estudios sobre laciencia (Scence Studies). Cuando Kuhnpublic su clebre obra, TIte. Structure ofScientiiic Revolutions (1962), tuvo lugarun giro historicista. La mayora de losfilsofos de la ciencia haban tratado defundamentar y justificar las teoras y elconocimiento cientfico sin prestar ladebida atencin a los estudios histri-cos, que muchas veces contradecan .losanlisis y las reconstrucciones raciona-les elaboradas por los filsofos. Una d-cada despus se produjo un nuevo cam-

    .bio radical, suscitado por los socilogosde la ciencia. El punto de partida deeste nuevo giro, esta vez sociologista, sesita en el Programa Fuerte de Sociolo-ga del Conocimiento Cientfico (StrongProgram) formulado en la Universidadde Edimburgo por Barry Barnes, DavidBloor y otros. Posteriormente han proli-ferado las tendencias. las escuelas y losgrupos que se ocupan de sociologa,antropologa o etnometodologa de laciencia. Un rasgo comn a la mayorade estos autores consiste en su reivindi-cacin del nombre de Kuhn. Aunque lasociologa de la ciencia tena su propiatradicin (Mannheim, Merton, etc.), laobra de Kuhn no slo ha influido pode-rosamente sobre los filsofos e historia-dores de la ciencia, sino tambin sobrelos socilogos de la ciencia.

    Esta obra de Carlos Sols contiene unprimer anlisis de algunas de las tesis

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    principales de la reciente sociologa de laciencia. Este anlisis es realizado desdela perspectiva de un historiador de laciencia, principalmente, pero las preocu-paciones y los temas flosfcosaparecenuna y otra vez. La obra consta de cuatrocaptulos. Los tres primeros incluyenuna introduccin crtica al debate intro-ducdo por los socilogos de la cienciaen el mbito general de los estudios so-bre la ciencia. En el cuarto se publicanlas traducciones al castellano. (a cargo deAmador Lpez Hueros y de Mara JosPascual Pueyo) de cuatro textos que po-dramos considerar como clscos parala reciente sociologa de la ciencia. Setrata de los artculos de H.M. Collins("Hijo de siete sexos: la destruccin so-cial de un fenmeno fsico, 1981), D.MacKenzie (

  • CRiTICA DE UBROS

    Sin embargo, lo ms destacable deeste libro son los tres primeros captu-los, en los cuales Carlos Sals se con-fronta con energa, inteligencia y agude-za a las tesis ms fuertes de los socilo-gos del conocimiento cientfico. Sontres captulos muy bien escritos, con unestilo acerado, irnico y brillante. El p-blico hispanoparlante tiene aqu una ex-celente introduccin crtica a la sociolo-ga de la ciencia, elaborada por un li-brepensador que est perfectamente in-formado sobre las tendencias principa-les de los estudios sobre la ciencia delas ltimas dcadas. El autor manifiestasu inters principal por la historia de laciencia, pero estos captulos tambin re-sultarn muy tiles para todos aquellosa quienes les interese la filosofa de laciencia, y en concreto las relaciones en-tre la sociologa, la historia y la sociolo-ga de la ciencia a finales de este siglo.

    Tomando como punto de partida aKuhn, Sals contrapone desde la Intro-duccin dos concepciones filosficasdiferentes: una filosofta racionalista dela ciencia, que estima que la ciencia esel mejor ejemplo de actividad racional,en la que las decisiones se toman envirtud de reglas y argumentos vlidosuniversalmente (p. 13), y una filosofasociologista que se propone ser neutralcon respecto a la racionalidad e irracio-nalidad, respecto a la verdad y falsedado, en general, respecto a cualesquieravaloraciones. a fin de concentrarse ex-clusivamente en el estudio de la cienciacomo si fuese un proceso "natural" enel que las decisiones se toman nopor razones, sino por causas sociales(p. 13). Los socilogos tratan de expli-car la ciencia en base a intereses, poroposicin a los filsofos de la ciencia,cuyo tema principal es la racionalidadde la ciencia. Para los primeros, lo quehay que estudiar son los compromisosde todo tipo que establecen los cientfi-cos entre s: a partir de ellos el conoc-

    ISEGORlAl12 (1995)

    miento cientfico presenta el carcterestable, cuando no atemporal, que mu-chos filsofos clsicos le han atribuido.Sals subraya que ya Kuhn afirmabaque la explicacin del conocimientocientfico en ltimo anlisis ha de serpsicolgica o sociolgica (p. 38). Apartir de l, la mayora de los socilo-gos de la ciencia, y buena parte de loshistoriadores, han solido afirmar que'

  • CRfTICA DE LIBROS

    Refirindose a Barnes, Sals comentaque tanto naturalismo y neutralidadvaloratva resulta algo afectado y enga-oso (p. 70). Y ulteriormente: un na-turalismo absoluto es impracticable,aunque sea una ideologa til para com-batir los excesos valorativos absolutis-tas (p. 71). Puesto que el naturalismoes la base del programa fuerte, las crti-cas de Sals al respecto resultan muy in-cisivas: aunque se predique la neutrali-dad valoratva del naturalismo, en reali-dad se utilizan valoraciones acerca decmo debe ser la ciencia a fin de des-marcarla de otras instancias y sistemasde creencias y de detectar dnde es msprobable hallar la influencia de intere-ses sociales sobre las decisiones (pp.72-73). Cabria decir que la sociologa dela ciencia tambin est cargada de teo-ra, y adems de axiologa.

    Por lo que se refiere al relativismo,Sols seala que las ciencias formalessiguen siendo la piedra de toque paraese tipo de tesis; y aunque algunos so-cilogos de las ciencias se han ocupadode la lgica y de las matemticas, susconclusiones no resultan convincentes,a juicio del autor (y de quien esto es-cribe). La postura personal de Salsse formula en los trminos siguientes:los socilogos deberan aceptar que laprctica de la ciencia, de Mileto a Stan-ford, es ella misma una cultura global yque. por encima de las diversas diferen-ciaciones subculturales, entraa unosobjetivos y unas normas derivadas dela lgica de esos objetivos, llmenseintereses de prediccin y control ointers por averiguar cmo funciona elmundo (p. 82). Con este tipo de afir-maciones, Sals reivindica un cierto ca-rcter unversalista para la ciencia, ypor tanto se desmarca de las posicionesrelativistas. Por nuestra parte, aun es-tando bsicamente de acuerdo, no re-sulta tan claro que los objetivos de laciencia determinen los valores que ri-

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    gen la actividad cientfica. Bien pudierasuceder que la axiologa de la cienciasea ms determinante que la teleologa,como en parte afirm Kuhn.

    Dada la confrontacin entre socilo-gos y filsofos de la ciencia, Sals con-cluye su texto retomando su condicinde historiador de la ciencia y afirmandoque el historiador tiene que atender aambos, razones e intereses, COmo facto-res propios del desarrollo cientfico (p.91). Los argumentos, las pruebas y lasdemostraciones propuestas por los cien-tficos siguen siendo un material muyimportante para los estudios de historiade la ciencia, y no deben ser dejados delado por un desmedido afn por buscarlos intereses subyacentes a la actividadcientfica. Las decisiones que toman loscientficos a la hora de aceptar o no unhecho, una hiptesis o una tema, noestn determinadas slo por las razo-nes, pero tampoco s610 por los Interesesarraconales (p. 93). La confrontacinde Carlos Sals con la sociologa de laciencia concluye as con una cierta re-afirmacin de la filosofa racionalista dela ciencia, sin perjuicio de que haya queatender y tener muy en cuenta los anli-sis propuestos por los socilogos de laciencia, que han puesto en claro la in-fluencia de diversos tipos de interesessobre la actividad cientfica.

    Razones e intereses constituye unacontribucin original, slida y rigurosaa un debate central en los actuales estu-dios sobre la ciencia. Adems de sucomponente pura y racional, la cienciaposee una indudable componente prc-tica y social. Los historiadores de laciencia debern estar atentos a estasdos grandes componentes de la activi-dad cientfica si quieren que sus investi-gaciones se refieran de verdad a la cien-cia, y no a una reconstruccin idealiza-da de la misma.

    Javier Echeverria

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    Isegoria12_14 CRITICA DE LIBROSa12_212-1a12_212-2a12_212-3a12_212-4a12_212-5a12_212-6a12_212-7a12_212-8a12_219-1a12_219-2a12_219-3a12_219-4

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