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~ grupo editorial

~ siglo veintiuno

siglo xxi editores, s. a. de c. v.~ DEL AQJA 248, FO.IB'O [lO~,

04310, t.é«X>, DF

salto de página, s. l.lON>Of'O 38, 20010,MAOAO, ESFW'IA

siglo xxi editores, s. a~"TBAAlA 4824, e 1425 !IR,

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biblioteca nueva, s. 1.NJJN:H) 38,20010,MAOAO,~

portada de patricia reyes baca

primera edición en español, 1999octava reimpresión, 2011© siglo xxi editores, s.a. de c.v.isbn 978-968-23-2167-2 (obra completa)isbn 978-968-23-2168-9 (volumen 1)

primera edición en inglés, 1996el manuel castellsO blackwell publishers inc., cambridge, massachusettstitulo original: the information age: economy . society and culture

volume 1: the rise of the network society

derechos reservados conforme a la leyimpreso y hecho en méxico/printed and made in méxico

impreso en impresora gráfica hernándezcapuchinas n˙m. 378col. evolución, cp. 57700 edo. de méxico

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LA REVOLUCIÓN DE LA TECNOLOGÍA DE LAINFORMACIÓN

¿QUÉ REVOLUCIÓN?

El gradualismo, escribió el paleontólogo Stephen J. Gould, «la idea deque todo cambio debe ser suave, lento y constante, nunca se leyó de lasrocas. Representó un sesgo cultural com˙n, en parte una respuesta del li-beralismo del siglo XIX a un mundo en revolución. Pero contin˙a empa-ñando nuestra lectura, supuestamente objetiva, de la historia de la vida.[...] La historia de la vida, tal como yo la interpreto, es una serie de esta-dos estables, salpicados a intervalos raros por acontecimientos importan-tes que suceden con gran rapidez y ayudan a establecer la siguiente etapaestables'. Mi punto de partida, y no soy el ˙nico que lo asume 2, es que, alfinal del siglo xx, vivimos uno de esos raros intervalos de la historia. Un

1 Gould, 1980, pág. 226.2 Melvin Kranzberg, uno de los principales historiadores de la tecnología, escribió: «La

era de la Información ha revolucionado los elementos técnicos de la sociedad industrial»(1985, pág. 42). En cuanto a sus efectos sociales: «Aunque deberla tener un carácter evolu-tivo en el sentido de que todos los cambios y beneficios no aparecerán de la noche a la ma-ñana, sus efectos serán revolucionarios sobre nuestra sociedad» (ibid., pág. 52). En la mismalínea de argumentación, véanse también, por ejemplo, Pérez, 1983; Forester, 1985; Dizard,1982; Nora y Minc, 1978; Stourdze, 1987; Negroponte, 1995; ministerio de Correos y Teleco-municaciones (Japón), 1995; Bishop y Wa1dholz, 1990; Darbon y Robin, 1987; Salomón,1992; Dosi et al., 1988b; Petrella, 1993.

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intervalo caracterizado por la transformación de nuestra «cultura mate-rial» 3 por obra de un nuevo paradigma tecnológico organizado en tomo alas tecnologías de la información.

Por tecnología entiendo, en continuidad con Harvey Brooks y DanielBell, «el uso del conocimiento científico para especificar modos de hacercosas de una manera reproducible» 4, Entre las tecnologías de la informa-ción incluyo, como todo el mundo, el conjunto convergente de tecnologíasde la microelectrónica, la informática (máquinas y software), las teleco-municaciones/televisión/radio y la optoelectrónica 5, Además, a diferenciade algunos analistas, también incluyo en el ámbito de las tecnologías de lainformación la ingeniería genética y su conjunto de desarrollos y aplica-ciones en expansión 6. Ello es debido, en primer lugar, a que la ingenieríagenética se centra en la decodificación, manipulación y reprogramaciónfinal de los códigos de información de la materia viva. Pero, también, por-que en la década de 1990 la biología, la electrónica y la informática pare-cen estar convergiendo e interactuando en sus aplicaciones, en sus mate-riales y, lo que es más fundamental, en su planteamiento conceptual,tema que merece otra mención más adelante en este mismo capítulo 7. Entomo a este n˙cleo de tecnologías de la información, en el sentido ampliodefinido, está constituyéndose durante las dos ˙ltimas décadas del si-glo xx una constelación de importantes descubrimientos en materialesavanzados, en fuentes de energía, en aplicaciones médicas, en técnicas defabricación (en curso o potenciales, como la nanotecnología) y en la tec-nología del transporte, entre otras 8. Además, el proceso actual de trans-formación tecnológica se expande de forma exponencial por su capacidadpara crear una interfaz entre lós campos tecnológicos mediante un len-guaje digital com˙n en el que la información se genera, se almacena, serecobra, se procesa y se transmite. Vivimos en un mundo que, en expre-sión de Nicholas Negroponte, se ha vuelto digital 9.

La exageración profética y la manipulación ideológica que caracteri-zan a la mayoría de los discursos sobre la revolución de la tecnología de lainformación no deben llevarnos a menospreciar su verdadero significado

3 Sobre la defmición de tecnología como «cultura material», que considero la perspec-tiva sociológica apropiada, véase su exposición en Fischer, 1992, págs. 1-32: «La tecnologíaes similar a la idea de cultura material»,

4 Brooks, 1971, pág. 13, de un texto sin publicar, citado por Bell que añade las cursivas

(1976, pág. 29).5 Saxby, 1990; Mulgan, 1991.6 Marx, 1989;Hall, 1987.7 Para un relato estimulante, informado, aunque deliberadamente polémico, sobre la

convergencia entre la revolución biológica y la tecnología de la revolución más amplia, véa-se Kelly, 1995.

8 Forester, 1988; Herman, 1990; Lyon y Gomer, 1995; Lincoln y Essin, 1993; Edquist yJacobsson, 1989; Drexler y Peterson, 1991;Lovins YLovins, 1995; Dondero, 1995.

9 Negroponte, 1995.

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para las revoluciones tecnológicas precedentes, como han expuesto sobre-salientes historiadores de la tecnología como Melvin Kranzberg y JoelMokyr 12. La primera revolución industrial, si bien no se basó en la cien-cia, contó con un amplio uso de la información, aplicando y desarrollandoel conocimiento ya existente. Y la segunda revolución industrial, a partirde 1850, se caracterizó por el papel decisivo de la ciencia para fomentar lainnovación. En efecto, los laboratorios de I+D aparecieron por vez primeraen la industria química alemana en las ˙ltimas décadas del siglo XIX 13.

Lo que caracteriza a la revolución tecnológica actual no es el caráctercentral del conocimiento y la información, sino la aplicación de ese cono-cimiento e información a aparatos de generación de conocimiento y pro-cesamiento de la información/comunicación, en un círculo de retroali-mentación acumulativo entre la innovación y sus usos 14. Un ejemplopuede clarificar este análisis. Los empleos de las nuevas tecnologías de lastelecomunicaciones en las dos l̇timas décadas han pasado por tres etapasdiferenciadas: automatización de las tareas, experimentación de los usos yreconfiguración de las aplicaciones 15. En las dos primeras etapas, la inno-vación tecnológica progresó mediante el aprendizaje por el uso, seg˙n laterminología de Rosenberg 16. En la tercera etapa, los usuarios aprendie-ron tecnología creándola y acabaron reconfigurando las redes y encon-trando nuevas aplicaciones. El CÍrculode retroalimentación entre la intro-ducción de nueva tecnología, su utilización y su desarrollo en nuevoscampos se hizo mucho más rápido en el nuevo paradigma tecnológico.Como resultado, la difusión de la tecnología amplifica infinitamente supoder al apropiársela y redefinirla sus usuarios. Las nuevas tecnologías dela información no son sólo herramientas que aplicar, sino procesos quedesarrollar. Los usuarios y los creadores pueden convertirse en los mis-mos. De este modo, los usuarios pueden tomar el control de la tecnología,como en el caso de Internet (véase el capítulo 5). De esto se deduce unaestrecha relación entre los procesos sociales de creación y manipulaciónde símbolos (la cultura de la sociedad) y la capacidad de producir y distri-buir bienes y servicios (las fuerzas productivas). Por primera vez en la his-toria, la mente humana es una fuerza productiva directa, no sólo un ele-mento decisivo del sistema de producción.

Así, los ordenadores, los sistemas de comunicación y la decodificacióny programación genética son todos amplificadores y prolongaciones de la

mente humana. Lo que pensamos y cómo pensamos queda expresado en

12 M. Kranzberg, «Prerequisites for industrialization», en Kranzberg y Pursell, 1967, vol.1, cap. 13; Mokyr, 1990.

13 Ashton, 1948; Landes, 1969; Mokyr, 1990, pág. 112; C10w y C1ow, 1952.14 Hall Y Preston, 1988; Saxby, 1990; Dizard, 1982; Forester, 1985.15 Bar, 1990.16 Rosenberg, 1982; Bar, 1992.

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bienes, servicios, producción material e intelectual, ya sea alimento, refugio,sistemas de transporte y comunicación, ordenadores, misiles, salud, edu-cación o imágenes. La integración creciente entre mentes y máquinas, in-cluida la máquina del ADN, está borrando lo que Bruce Mazlish deno-

mina «la cuarta discontinuidad» 17 (la existente entre humanos ymáquinas), alterando de forma fundamental el modo en que nacemos, vi-vimos, aprendemos, trabajamos, producimos, consumimos, soñamos, lu-chamos o morimos. Por supuesto, los contextos culturales/institucionalesy la acción social intencionada interact˙an decisivamente con el nuevosistema tecnológico, pero este sistema lleva incorporada su propia lógica,caracterizada por la capacidad de traducir todos los aportes a un sistemade información com˙n y procesar esa información a una velocidad cre-ciente, con una potencia en aumento, a un coste decreciente, en una redde recuperación y distribución potencialmente ubicua.

Existe un rasgo adicional que caracteriza a la revolución de la tecnolo-

gía de la información comparada con sus predecesoras históricas. Mo-kyr 18 ha expuesto que las revoluciones tecnológicas se dieron sólo enunas cuantas sociedades y se difundieron en un área geográfica relativa-mente limitada, viviendo a menudo en un espacio y tiempo aislados conrespecto a otras regiones del planeta. Así, mientras los europeos tomaron al-gunos de los descubrimientos ocurridos en China, durante muchos siglos,China y Japón sólo adoptaron la tecnología europea de forma muy limi-tada, restringiéndose fundamentalmente a las aplicaciones militares.El contacto entre civilizaciones de diferentes niveles tecnológicos con fre-cuencia tomó la forma de la destrucción de la menos desarrollada o deaquellas que no habían aplicado su conocimiento sobre todo a la tecnolo-gía militar, como fue el caso de las civilizaciones americanas aniquiladaspor los conquistadores españoles, a veces mediante la guerra biológica ac-cidental ". La revolución industrial se extendió a la mayor parte del globodesde sus tierras originales de Europa Occidental durante los dos siglosposteriores. Pero su expansión fue muy selectiva y su ritmo, muy lentopara los parámetros actuales de difusión tecnológica. En efecto, incluso'en la Gran Bretaña de mediados del siglo XIX, las nuevas tecnologías in-dustriales no habían afectado a sectores que representaban la mayoría dela mano de obra y al menos la mitad del producto nacional bruto 20. Ade-más, su alcance planetario en las décadas siguientes las más de las vecestomó la forma de dominación colonial, ya fuera en India bajo el ImperioBritánico; en América Latina bajo la dependencia comercial/industrial deGran Bretaña y Estados Unidos; en el desmembramiento de África bajo

11 Mazlish, 1993.18 Mokyr, 1990,págs. 293, 209 ss.19 Véase, por ejemplo, Thomas, 1993.20 Mokyr, 1990, pág. 83.

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el Tratado de Berlín; o en la apertura al comercio exterior de Japón yChina por los cañones de los barcos occidentales. En contraste, las nuevastecnologías de la información se han extendido por el globo con veloci-dad relampagueante en menos de dos décadas, de mediados de la décadade 1970 a mediados de la de 1990, exhibiendo una lógica que propongocomo característica de esta revolución tecnológica: la aplicación inme-diata para su propio desarrollo de las tecnologías que genera, enlazandoel mundo mediante la tecnología de la información 21. Sin duda alguna,existen grandes áreas del mundo y considerables segmentos de poblacióndesconectados del nuevo sistema tecnológico: éste es precisamente uno delos argumentos centrales de este libro. Además, la velocidad de la difu-sión tecnológica es selectiva, tanto social como funcionalmente. La opor-tunidad diferencial en el acceso al poder de la tecnología para las gentes,los países y las regiones es una fuente crítica de desigualdad en nuestrasociedad. Las zonas desconectadas son discontinuas cultural y espacial-mente: se encuentran en los centros deprimidos de las ciudades estado-unidenses o en las banlieues francesas, así como en los poblados de chozasde África o en las regiones rurales desposeídas de China o India. No obs-tante, a mediados de la década de 1990, las funciones dominantes, los gru-pos sociales y los territorios de todo el globo están conectados en unnuevo sistema tecnológico, que no comenzó a tomar forma como tal hastalos años setenta.

¿Cómo ocurrió esta transformación fundamental en lo que viene a serun instante histórico? ¿Por qué se está difundiendo por todo el globo a unpaso tan acelerado aunque desigual? ¿Por qué es una «revolución»?Puesto que a nuestra experiencia de lo nuevo le da forma nuestro pasadoreciente, creo que para responder a estas preguntas básicas sería ˙til ha-cer un breve recordatorio del curso histórico de la Revolución industrial,a˙n presente en nuestras instituciones y, por tanto, en nuestro marcomental.

LECCIONES DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Los historiadores han mostrado que hubo al menos dos revolucionesindustriales: la primera comenzó en el ˙ltimo tercio del siglo XVIII, se ca-racterizó por nuevas tecnologías como la máquina de vapor, la hiladora

de varios husos, el proceso Cort en metalurgia y, en un sentido más gene-ral, por la sustitución de las herramientas por las máquinas; la segunda,unos cien años después, ofreció el desarrollo de la electricidad, el motorde combustión interna, la química basada en la ciencia, la fundición deacero eficiente y el comienzo de las tecnologías de la comunicación, con

21 Pool, 1990; Mulgan, 1991.

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la difusión del telégrafo y la invención del teléfono. Entre las dos existencontinuidades fundamentales, así como algunas diferencias críticas, laprincipal de las cuales es la importancia decisiva del conocimiento cientí-fico para producir y dirigir el desarrollo tecnológico desde 185022• Preci-samente debido a sus diferencias, los rasgos comunes a ambas puedenofrecer una percepción preciosa para comprender la lógica de las revolu-ciones tecnológicas.

Ante todo, en ambos casos, somos testigos de lo que Mokyr describecomo un periodo de «cambio tecnológico acelerado y sin precedentes» se-g˙n los parámetros históricos 23. Un conjunto de macroinvenciones prepa-raron el terreno para el florecimiento de las microinvenciones en elcampo de la agricultura, la industria y las comunicaciones. En la base ma-terial de la especie humana se introdujo de manera irreversible una dis-continuidad histórica fundamental, en un proceso de trayectoria depen-diente, cuya lógica secuencial interna ha sido investigada por Paul Davidy teorizada por Brian Arthur ", En efecto, hubo «revoluciones» en el sen-tido de que la aparición repentina e inesperada de unas aplicaciones tec-nológicas transformó los procesos de producción y distribución, creó unaluvión de nuevos productos y cambió decisivamente la ubicación de la ri-queza y el poder en un planeta que de repente quedó al alcance de aque-llos países y elites capaces de dominar el nuevo sistema tecnológico. Ellado oscuro de esta aventura tecnológica es que estuvo inextricablementeunida a las ambiciones imperialistas y a los conflictos interimperialistas.

No obstante, ésta es precisamente una confirmación del carácter revo-lucionario de las nuevas tecnologías industriales. El ascenso histórico deldenominado Occidente, limitado de hecho a Gran Bretaña y un puñado denaciones de Europa Occidental, así como a su prole norteamericana, estáligado sobre todo a la superioridad tecnológica lograda durante las dosrevoluciones industriales 25. Nada (le la historia cultural, científica, políticao militar del mundo previo a la revolución industrial explicaría la indispu-table supremacía «occidental» (anglosajona/alemana, con un toque fran-

22 Singer et al., 1958; Mokyr, 1985. Sin embargo, como el mismo Mokyr señala, una inter-faz entre ciencia y tecnología también estaba presente en la primera revolución industrial enGran Bretaña. Así, la mejora decisiva de Watt del motor de vapor diseñado por Newcomentuvo lugar en interacción con su amigo y protector Joseph Black, profesor de química de laUniversidad de Glasgow, donde Watts fue nombrado en 1957 «Diseñador del InstrumentoMatemático de la Universidad» y donde dirigió sus propios experimentos sobre un modelodel motor de Newcomen (véase Dickinson, 1958). En efecto, Ubbelohde (1958, pág. 673) in-forma que «el desarrollo de Watt de un condensador para el vapor, separado del cilindro enel que se movía el pistón, estaba estrechamente ligado e inspirado por las investigacionescientíficas de Joseph Black (1728-1799), profesor de química de la Universidad de Glas-gow».

23 Mokyr, 1990, pág. 82.24 David, 1975; David y Bunn, 1988;Arthur, 1989.25 Rosenberg y Birdzell, 1986.

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cés) entre 1750y 1950.China fue una cultura muy superior durante la ma-yor parte de la historia anterior al Renacimiento; la civilización musul-mana (tomándome la libertad de utilizar este término) dominó buenaparte del Mediterráneo y ejerció una influencia significativa en África du-rante toda la Edad Moderna; Asia y África permanecieron en generalorganizadas en tomo a centros culturales y políticos autónomos; Rusiagobernó en un aislamiento espléndido sobre una vasta extensión a lolargo de Europa Oriental y Asia; y el Imperio Español, la cultura europearezagada de la Revolución industrial, fue la principal potencia mundialdurante más de dos siglos desde 1492.La tecnología, como expresión decondiciones sociales específicas, introdujo una nueva trayectoria históricaen la segunda mitad del sigloXVIII.

Esta trayectoria se originó en Gran Bretaña, aunque se pueden se-guir los rastros de sus raíces intelectuales por toda Europa, hasta el es-píritu de descubrimiento del Renacimiento 26. En efecto, algunos histo-riadores sostienen que el conocimiento científico necesario subyacenteen la primera revolución industrial se hallaba disponible cien años an-tes, listo para su uso en condiciones sociales maduras; o, como sostienenotros, esperando el ingenio técnico de inventores autodidactas, como New-comen, Watts, Crompton o Arkwright, capaces de traducir el conoci-miento disponible, combinado con la experiencia artesanal, en nuevas ydecisivas tecnologías industriales 27. Sin embargo, la segunda revoluciónindustrial, más dependiente del nuevo conocimiento científico, cambiósus centros de gravedad hacia Alemania y Estados Unidos, donde sedieron los principales avances en química, electricidad y telefonía 25. Loshistoriadores han analizado minuciosamente las condiciones sociales dela geografía cambiante de la innovación tecnológica, centrándose confrecuencia en las características de los sistemas de educación y ciencia oen la institucionalización de los derechos de propiedad. Sin embargo, laexplicación contextual para la trayectoria desigual de la innovación tec-nológica parece ser excesivamente amplia y abierta a interpretacionesalternativas. Hall y Preston, en su análisis de la geografía cambiante dela innovación tecnológica entre 1846 y 2003, muestran la importancia delos medios locales de innovación, entre los cuales Berlín, Nueva York yBoston se constituyeron como los «centros industriales de alta tecnolo-gía del mundo» entre 1880 y 1914, mientras que «Londres en ese pe-riodo era una pálida sombra de Berlín» 29. La razón estriba en la base

territorial para la interacción de los sistemas de descubrimiento tecnoló-

26 Singer et al., 1957.27 Rostow, 1975; véase Jewkes et al., 1969 para el argumento y Singer el al., 1958 para las

pruebas históricas.28 Mokyr, 1990.29 Hall y Preston, 1988, pág. 123.

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gico y su aplicación, es decir, en las propiedades sinergéticas de lo quese conoce en la literatura como «medios de innovación» JO.

En efecto, los avances tecnológicos llegaron en racimos, interac-tuando unos con otros en un proceso de rendimientos crecientes. Sean

cuales fueren las condiciones que determinaron ese agrupamiento, la lec-ción clave que debe retenerse es que la innovación tecnológica no es unacontecimiento aislado 31. Refleja un estado determinado de conoci-miento, un entorno institucional e industrial particular, una cierta dis-ponibilidad de aptitudes para definir un problema técnico y resolverlo,una mentalidad económica para hacer que esa aplicación sea rentable,y una red de productores y usuarios que puedan comunicar sus experien-cias de forma acumulativa, aprendiendo al utilizar y crear: las elitesaprenden creando, con lo que modifican las aplicaciones de la tecnología,mientras que la mayoría de la gente aprende utilizando, con lo que per-manece dentro de las limitaciones de los formatos de la tecnología. La

interactividad de los sistemas de innovación tecnológica, y su dependen-cia de ciertos «medios» de intercambio de ideas, problemas y soluciones,es un rasgo crítico que cabe generalizar de la experiencia de pasadas re-voluciones a la actual 32.

Los efectos positivos de las nuevas tecnologías industriales sobre elcrecimiento económico, los niveles de vida y el dominio humano de unanaturaleza hostil (reflejado en el alargamiento espectacular de la espe-ranza de vida, que no había mejorado de forma constante antes de 1750)a largo plazo son indiscutibles en la relación histórica. Sin embargo, nollegaron pronto, a pesar de la difusión de la máquina de vapor y la nuevamaquinaria. Mokyr nos recuerda que

el consumo per cápita y los niveles de vida aumentaron poco al principio [al finaldel siglo XVIII], pero las tecnologías de producción cambiaron de forma espectacu-lar en muchas industrias y sectores, preparando el camino para el crecimientoschumpeteriano sostenido en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el progresotecnológico se extendió a las industrias que no se habían visto afectadas previa-mente.".

30 El origen del concepto de «medio de innovación» puede atribuirse a Aydalot, 1985.También estaba presente de forma implícita en la obra de Anderson, 1985; yen el análisisde Arthur, 1985. En torno a las mismas fechas, Peter Hall y yo en Berkeley, Roberto Ca-magni en Milán y Denis Maillat en Lausanne, junto con Philippe Aydalot, ya fallecido, co-menzamos a desarrollar análisis empíricos de los medios de innovación, un tema que, contoda razón, se ha convertido en un campo de investigación en la década de los noventa.

31 Dentro de los límites de este capítulo no puede realizarse la exposición específica delas condiciones históricas precisas para un agrupamiento de innovaciones tecnológicas. Pue-den encontrarse interesantes reflexiones sobre el tema en Mokyr, 1990 y en Gille, 1978.Véase también Mokyr, 1990, pág. 298.

32 Rosenberg, 1976,1992; Dosi, 1988.33 Mokyr, 1990, pág. 83.

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Se trata de una afirmación crucial que obliga a evaluar los efectos rea-les de los principales cambios tecnológicos, considerando un lapso detiempo muy dependiente de las condiciones específicas de cada sociedad.Sin embargo, la relación histórica parece indicar que, en términos genera-les, cuanto más estrecha sea la relación entre los emplazamientos de la in-novación, la producción y el uso de las nuevas tecnologías, más rápidaserá la transformación de las sociedades y mayor la retroalimentación po-sitiva de las condiciones sociales sobre las condiciones generales necesa-rias para que haya más innovaciones. Así, en España, la revolución indus-trial se difundió rápidamente en Cataluña desde finales del siglo XVIII,pero siguió un ritmo mucho más lento en el resto del país, sobre todo enMadrid y en el sur; sólo el País Vasco y Asturias se habían unido al pro-ceso de industrialización a finales del siglo XlX 34• Las fronteras de la inno-vación industrial coincidieron en buena medida con las zonas prohibidasal comercio con las colonias hispanoamericanas durante casi dos siglos:mientras que las elites andaluza y castellana, así como la Corona, podíanvivir de sus rentas americanas, los catalanes tenían que mantenerse con sucomercio e ingenio, sometidos como estaban a la presión de un estadocentralista. Como resultado en parte de esta trayectoria histórica, Cata-luña y el País Vasco fueron las ˙nicas regiones realmente industrializadashasta la década de 1950 y los principales semilleros de actividades empre-sariales e innovación, en pronunciado contraste con las tendencias delresto de España. De este modo, las condiciones sociales específicas fomen-tan la innovación tecnológica, que se introduce en el camino del desarrolloeconómico y produce más innovación. No obstante, la reproducción de es-tas condiciones es cultural e institucional, pero también económica y tec-

nológica. La transformación de los entornos sociales e institucionalespuede alterar el ritmo y la geografía del desarrollo tecnológico (por ejem-plo, Japón tras la Restauración Meiji o Rusia durante un breve periodobajo Stolypin), si bien la historia presenta una inercia considerable.

Una ˙ltima y esencial lección de las revoluciones industriales, queconsidero importante para este análisis, es polémica: aunque ambas brin-daron todo un despliegue de nuevas tecnologías que formaron y transfor-maron un sistema industrial en etapas sucesivas, su n˙cleo lo constituyó lainnovación fundamental en la generación y distribución de la energía.R. J. Forbes, un historiador clásico de la tecnología, sostiene que «la in-vención de la máquina de vapor es el hecho central de la revolución in-

dustrial», que sería seguido por la introducción de los nuevos generadoresde fuerza motriz y del generador móvil, con el que «podía crearse la ener-gía de la máquina de vapor donde se necesitaba y en el grado deseado» 35.

y aunque Mokyr insiste en el carácter polifacético de la revolución indus-

)4 Fontana, 1988; Nadal y Carreras, 1990.35 Forbes, 1958, pág. 150.

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trial, también cree que «a pesar de las protestas de algunos historiadoreseconómicos, se sigue considerando a la máquina de vapor como la inven-ción más esencial de la revolución industrial» 36. La electricidad fue laenergía central de la segunda revolución, pese a otros avances extraordi-

narios en la química, el acero, el motor de combustión interna, el telégrafoy la telefonía. Ello se debe a que sólo mediante la generación y la distribu-ción de la electricidad todos los otros campos fueron capaces de desarro-llar sus aplicaciones y conectarse entre sí. Un caso a propósito es el deltelégrafo eléctrico que, utilizado por primera vez de forma experimentalen la década de 1790 y ampliamente extendido en 1837, sólo pudo conver-tirse en una red de comunicación que conectara 'al mundo a gran escalacuando pudo depender de la difusión de la electricidad. Su uso extendidoa partir de la década de 1870 cambió el transporte, el telégrafo, la ilumina-ción y, no menos importante, el trabajo de las fábricas, al difundir energíabajo la forma del motor eléctrico. En efecto, aunque se ha asociado a las fá-

bricas con la primera revolución industrial, de hecho durante casi un siglono fueron concomitantes al uso de la máquina de vapor, que se utilizabamucho en los talleres artesanales, mientras que bastantes grandes fábricascontinuaban empleando fuentes de energía hidráulica mejoradas (por loque fueron conocidas durante largo tiempo como milis, molinos). Fue elmotor eléctrico el que hizo posible e indujo una organización del trabajo agran escala en la fábrica industrial ". Como escribió R. J. Forbes (en 1958):

Durante los ˙ltimos doscientos cincuenta años, cinco grandes generadores nuevosde fuerza motriz han producido lo que suele llamarse la Era de la Máquina. El si-glo XVIII trajo la máquina de vapor; el siglo XIX, la turbina de agua, el motor decombustión interna y la turbina de vapor; y el siglo xx, la turbina de gas. Los his-toriadores han acuñado con frecuencia expresiones pegadizas para denotar movi-mientos o corrientes de la historia. Una de ellas es «la Revolución industrial», tí-tulo de un desarrollo del que suele decirse que se inició a comienzos del siglo XVIUy se extendió a-lo largo de gran parte del XIX. Fue un movimiento lento, pero trajoaparejados cambios tan profundos en su combinación de progreso material y dis-locación social que muy bien pudiera describirse colectivamente como revolucio-nario si consideramos esas fechas extremas 38.

36 Mokyr,1990,pág.84.37 Hall YPreston, 1988; Canby,1962; Jarvis,1958. Una de las primeras especificaciones

detalladas de un telégrafoeléctricose encuentra en una carta firmadaC. M. y publicada enScots Magazine en 1753. Uno de los primeros experimentosprácticoscon un sistemaeléc-trico fuepropuesto por el catalánFranciscode Salvaen 1795. Hay informessinconfirmardeque un telégrafode un solo alambre que utilizabael esquema de Salvase llegó a construirentre Madrid y Aranjuez (42 km) en 1798. Sinembargo,el telégrafoeléctricono se estable-ció hasta la década de 1830 (William Cooke lo hizo en Inglaterra y SamuelMorse,en Esta-dos Unidos); en 1851 se tendió el primer cable submarino entre Dover y Calais (Garratt,1958); véasetambiénMokyr, 1990;Sharlin,1967.

38 Forbes, 1958, pág.148.

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De este modo, actuando sobre el proceso en el n˙cleo de todos losprocesos, esto es, la energía necesaria para producir, distribuir y comuni-car, las dos revoluciones industriales se difundieron por todo el sistemaeconómico y calaron todo el tejido social. Las fuentes de energía baratas,

accesibles y móviles extendieron y aumentaron el poder del cuerpo hu-mano, creando la base material para la continuación histórica de un movi-miento similar encaminado a la expansión de la mente humana.

LA SECUENCIA HISTÓRICA DE LA REVOLUCIÓN DE LA TECNOLOGÍADE LA INFORMACIÓN

La breve aunque intensa historia de la Revolución de la tecnologíade la información ha sido contada tantas veces en los años recientes queno resulta necesario proporcionar al lector otro relato completo sobre

ella 39. Además, dada la aceleración de su ritmo, cualquier relato de esetipo se quedaría obsoleto de inmediato, ya que entre esta escritura y sulectura (digamos dieciocho meses) los microchips habrán duplicado susrendimientos para un precio determinado, seg˙n la «ley de Moore», ge-neralmente aceptada 40. Sin embargo, considero ˙til desde el punto devista analítico recordar los principales ejes de la transformación tecnoló-gica en 'la generación/procesamiento/transmisión de la información ysituarla en la secuencia que condujo a la formación de un nuevo para-digma socio-técnico 41. Este breve resumen me permitirá, más tarde, sosla-yar referencias a los rasgos tecnológicos cuando se exponga su interacciónespecífica con la economía, cultura y sociedad a través del itinerario in-telectual de este libro, excepto cuando se requieran nuevos elementosde información.

39 Una buena historia sobre los orígenes de la Revolución de la tecnología de la informa-ción, superada como es natural por las evoluciones ocurridas desde los años ochenta, es lade Braun y Macdonald, 1982. El esfuerzo más sistemático para sintetizar el desarrollo dela Revolución de la tecnología de la información ha sido dirigido por Tom Forester en unaserie de libros, 1980, 1985, 1987, 1989, 1993. Para un buen relato sobre los orígenes de la in-geniería genética, véase Russell, 1988 y Elkington, 1985.

40 Una «ley» aceptada en la industria electrónica, cuyo origen corresponde a GordonMoore, presidente de Intel, la legendaria compañía que empezó en Silicon Val1ey y hoyes la

mayor del mundo y una de las más rentables de la microelectrónica.~1 La información presentada en este capítulo es habitual en periódicos y revistas. Ex-traje gran parte de ella de Business Week, TIIe Economist, Wired, Scientific American, NewYork Times, El Pa{s y San Francisco Chronicle, que constituyen mis fuentes de informaciónbásica diaria o semanal. También proviene de charlas ocasionales sobre temas tecnológicoscon colegas y amigos del entorno de Berkeley y Stanford, expertos en electrónica y biología,y al corriente de las tendencias en el mundo empresarial. No considero necesario proporcio-nar referencias detalladas sobre datos tan generales, excepto cuando una estadística o citadeterminadas sean difíciles de encontrar.

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La micro ingeniería de los macrocambios: electrónica e información

Aunque pueden encontrarse precedentes científicos e industriales delas tecnologías de la información basadas en la electrónica unas décadasantes de 194042 (no siendo la menos importante la invención del teléfonopor Bell en 1876, de la radio por Marconi en 1898 y del tubo de vacío porDe Forest en 1906), fue durante la Segunda Guerra Mundial y el periodosubsiguiente cuando tuvieron lugar los principales avances tecnológicosen la electrónica: el primer ordenador programable; y el transistor, fuen-te de la microelectrónica, el verdadero n˙cleo de la Revolución de la tecno-logía de la información en el siglo XX 43• No obstante, hasta la década delos setenta no se difundieron ampliamente las tecnologías de la informa-ción, acelerando su desarrollo sinergético y convergiendo en un nuevoparadigma. Sigamos las etapas de la innovación en los tres principalescampos tecnológicos que, aunque estrechamente interrelacionados, cons-tituyen la historia de las tecnologías basadas en la electrónica: la micro-electrónica, los ordenadores y las telecomunicaciones.

El transistor, inventado en 1947 en los Laboratorios Bell de MurrayHill (Nueva Jersey) por tres físicos, Bardeen, Brattain y Shockley (gana-dores del Premio Nobel por este descubrimiento), hizo posible procesarlos impulsos eléctricos a un ritmo más rápido en un modo binario de inte-rrupción y paso, con lo que se posibilitó la codificación de la lógica y lacomunicación con máquinas y entre ellas: denominamos a estos dispositi-vos de procesamiento semiconductores y la gente com˙nmente los llamachips (en realidad formados por millones de transistores). El primer pasopara la difusión del transistor se dio con la invención efectuada por Shoc-kley del transistor de contacto en 1951. No obstante, su fabricación y usoextendido requerían nuevas tecnologías de fabricación y la utilización deun material apropiado. El paso al silicio, construyendo la n'4eva revolu-ción literalmente sobre la arena, fue efectuado por primera vez por TexasInstruments (en DalIas) en 1945 (cambio facilitado por la contratación en1953 de Gordon Teal, otro sobresaliente científico de los LaboratoriosBell). La invención del proceso planar en 1959 por Fairchild Semiconduc-tors (en Silicon Valley) abrió la posibilidad de integrar componentes mi-niaturizados con una fabricación de precisión.

No obstante, el paso decisivo en la microelectrónica se había dado en

1957: el circuito integrado fue coinventado por Jack Kilby, ingeniero deTexas Instruments (que lo patentó) y Bob Noyce, uno de los creadores

42 Véase Hall y Preston, 1988; Mazlish, 1993.43 Creo que, como en el caso de la Revolución industrial. habrá varias revoluciones de

la tecnología de la información, de las cuales la que se constituyó en los años setenta es sólo laprimera. Es probable que la segunda, a comienzos del siglo XXI, otorgue un papel más impor-tante a la revolución biológica, en estrecha interacción con las nuevas tecnologías informáticas.

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de Fairchild. Pero fue Noyce quien los fabricó primero, utilizando el procesoplanar. Desató una explosión tecnológica: en sólo tres años, entre 1959 y1962, los precios de los semiconductores cayeron un 85% yen los diezaños siguientes la producción se multiplicó por veinte, el 50% de la cualfue para usos militares ". Como comparación histórica, el precio de la telade algodón tardó setenta años (1780-1850) en caer un 85% en Gran Bre-taña durante la revolución industrial 45. Luego, el movimiento se aceleródurante la década de los sesenta: cuando mejoró la tecnología de fabrica-ción y se ayudó al perfeccionamiento del diseño de los chips con podero-sos ordenadores que utilizaban dispositivos microelectrónicos más rápi-dos y potentes, el precio medio de un circuito integrado cayó de 50dólares en 1962 a 1 dólar en 1971.

El' salto gigante hacia adelante en la difusión de la microelectrónica entodas las máquinas llegó en 1971 con la invención efectuada por un inge-niero de Intel, Ted Hoff (también en Silicon Valley), del microprocesa-dor, esto es, el ordenador en un chip. De este modo, el poder de procesarinformación podía instalarse en todas partes. Estaba en marcha la carreraen pos de una capacidad de integración cada vez mayor de circuitos en un˙nico chip, con la tecnología del diseño y la fabricación en superaciónconstante de los límites de integración que con anterioridad se considera-ban físicamente imposibles a menos que se abandonara el material de sili-cio. A mediados de la década de 1990, las valoraciones técnicas todavíaotorgan diez o veinte años de buena vida a los circuitos basados en el sili-cio, si bien se ha acometido la investigación sobre materiales alternativos.El grado de integración ha progresado a pasos agigantados en las dos ˙lti-mas décadas. Aunque los detalles técnicos no tienen cabida en este libro,resulta importante desde el punto de vista analítico indicar la velocidad yextensión del cambio tecnológico.

Como es sabido, la potencia de los chips puede evaluarse medianteuna combinación de tres características: su capacidad de integración, indi-cada por la mínima anchura de las líneas del chip, medida en micras(1 micra = 1 millonésima parte de una pulgada); su capacidad de memoria,medida en bits: miles (k) y millones (megabits); y la velocidad del micro-procesador, medida en megahercios. Así, el primer procesador de 1971 sepresentó en líneas de unas 6,5 micras; en 1980 alcanzó 4 micras; en 1987,1 micra; en 1995,el chip del Pentium de Intel presentaba un tamaño de 0,35de micra; y cuando se estaba escribiendo esto, los proyectos eran alcanzar0,25 de micra en 1999. De este modo, donde en 1971 se empaquetaban2.300 transistores en un chip del tamaño de una chincheta, en 1993 había35 millones de transistores. La capacidad de memoria, indicada por la ca-pacidad DRAM (Dynamic Ramdom Access Memory), era en 1971 de

... Braun y Macdona1d, 1982.4S Mokyr, 1990, pág. 111.

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1.024 bits; en 1980, de 64.000; en 1987, de 1.024.000; en 1993, de16.384.000; y la proyectada para 1999 es de 256.000.000. En lo que res-pecta a la velocidad, los microprocesadores actuales de 64 bits son 550 ve-ces más rápidos que el primer chip Intel de 1972; y las MPU se duplican

cada dieciocho meses. Las proyecciones para 2002 prevén una aceleraciónde la tecnología de la microelectrónica en integración (chips de 0,18 mi-cras), capacidad DRAM (1.024 megabits) y velocidad del microprocesa-dor (500 megahercios más en comparación con los 150 de 1993). Combi-nado con los avances espectaculares en el procesamiento paralelo demicroprocesadores m˙ltiples (incluida, en el futuro, la unión de micropro-cesadores m˙ltiples en un solo chip), parece que el poder de la microelec-trónica a˙n está liberándose, con lo que la capacidad informática va au-mentando de forma inexorable. Además, la mayor miniaturización, lamayor especialización y el descenso de los precios de los chips cada vezmás potentes hicieron posible colocarlos en todas las máquinas de nuestra

vida cotidiana, desde los lavavajillas y los hornos microondas hasta los au-tomóviles, cuya electrónica, en los modelos estándar de la década de1990, era más valiosa que su acero.

Desde la Segunda Guerra Mundial, madre de todas las tecnologías,también se concibieron los ordenadores, pero no nacieron hasta 1946 enFiladelfia, si se except˙an los aparatos de uso bélico, como el Colossus bri-tánico de 1943, aplicado a descifrar los códigos enemigos, y el Z-3 alemán,al parecer producido en 1941 para ayudar a los cálculos de la aviación 46.

No obstante, la mayor parte del esfuerzo aliado en electrónica se concen-tró en los programas de investigación del MIT, y la experimentación realdel poder de cálculo, bajo el patrocinio del ejército estadounidense, serealizó en la Universidad de Pensilvania, donde Mauchly y Eckert produ- jeron en 1946 el primer ordenador con fines generales, el ENIAC (Elec-tronic Numerical Integrator and Calculator). Los historiadores recorda-rán que el primer ordenador electrónico pesaba 30 toneladas, fueconstruido en módulos de metal de dos metros y medio de altura, tenía70.000 resistores y 18.000 tubos de vacío, y ocupaba la superficie de ungimnasio. Cuando se prendía, su consumo eléctrico era tan alto que la redeléctrica de Filadelfia titilaba 47.

No obstante, la primera versión comercial de esta máquina primitiva,UNIVAC-l, producida en 1951 por el mismo equipo, entonces bajo lamarca Remington Rand, tuvo un gran éxito en el procesamiento delcenso estadounidense de 1950. IBM, también respaldada por contratosmilitares y basándose en parte en la investigación del MIT, superó sus pri-meras reservas hacia la era del ordenador y entró en la carrera en 1953con su máquina de tubo de vacío 701. En 1958, cuando Sperry Rand pre-

46 Hall YPreston, 1988.47 Véase la descripción de Forester, 1987.

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sentó un ordenador mainframe (nombre que hacía referencia a las enor-mes cajas metálicas donde se alojaban las unidades centrales de proceso)de segunda generación, IBM le siguió de inmediato con su modelo 7090.Pero hasta 1964, con su ordenador mainframe 360/370, no llegó a dominar

la industria de los ordenadores, poblada por nuevas empresas de calcula-doras (Control Data, Digital) y antiguas (Sperry, Honeywell, Burroughs,NCR), la mayoría de las cuales en la década de 1990 se habían fundido ohabían desaparecido: así de rápido ha actuado la «destrucción creativa»schumpeteriana en la industria electrónica. En esa época antigua, es de-cir, treinta años antes de que se escribiera este texto, la industria se orga-nizó en una jerarquía bien definida de mainframes, miniordenadores (enrealidad, máquinas bastante voluminosas) y terminales, dejando algunaespecialidad informática al esotérico mundo de los superordenadores(una fertilización cruzada de predicción meteorológica y juegos bélicos),donde el extraordinario genio de Seyrnour Cray, pese a su falta de visióntecnológica, reinó durante alg˙n tiempo.La microelectrónica cambió todo esto al introducir una «revolucióndentro de la revolución». El advenimiento del microprocesador en 1971,con la capacidad de colocar un ordenador en un chip, cambió de arribaabajo el mundo de la electrónica y, en realidad, el mundo. En 1975, EdRoberts, un ingeniero que había creado una pequeña compañía de calcu-ladoras, la MITS, en Albuquerque (Nuevo México), construyó una cajade cálculo con el increíble nombre de Altaír, por un personaje de la serie detelevisión Star Trek que era objeto de la admiración de su niña. La má-quina era primitiva, pero estaba construida como un ordenador de pe-queña escala en tomo a un microprocesador. Fue la base para el diseñodel Apple 1 y luego del Apple 11, el primer microordenador comerciali-zado con éxito, realizado en el garaje de las casas paternas por dos jóve-nes que habían abandonado los estudios, Steve Wozniak y Steve Jobs, enMenlo Park (Silicon Valley), en una saga verdaderamente extraordinariaque ahora ya se ha convertido en la leyenda fundadora de la Era de la In-formación. Lanzada en 1976 con tres socios y 91.000 dólares como capital,Apple Computers ya había alcanzado en 1992 583 millones en ventas,anunciando la era de la difusión del poder del ordenador. IBM reaccionórápido y en 1981 presentó su versión propia de microordenador con unnombre brillante: el Ordenador Personal (PC), que se convirtió de hechoen el acrónimo de los miniordenadores. Pero debido a que no se basó entecnología propia, sino en la desarrollada para mM por otras fuentes, sevolvió vulnerable al clonaje, de inmediato practicado a escala masiva, so-bre todo en Asia. No obstante, aunque este hecho acabó sentenciando sudominio del negocio en ordenadores personales, también extendió portodo el mundo el uso de los clónicos de IBM, difundiendo un estándar co-m˙n, pese a la superioridad de las máquinas de Apple. El Macintosh deApple, lanzado en 1984, fue el primer paso hacia una informática fácil

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para el usuario, con la introducción de la tecnología de la interfaz deusuario basada en el icono, desarrollada originalmente en e] Centrode Investigación de Palo Alto de la Xerox.

Con el desarrollo de un nuevo software adaptado a su funciona-

miento, se cumplió una condición fundamental para la difusión de los mi-croordenadores 48. El software para los ordenadores personales.tambiénsurgió a mediados de los años setenta por el entusiasmo generado por Al-tair: dos jóvenes que habían abandonado sus estudios en Harvard, BillGates y Paul Allen, adaptaron el BASIC para que funcionara en la má-quina Altair en 1976. Cuando comprendieron todas sus posibilidades,fundaron Microsoft (primero en Albuquerque, para trasladarse dos añosdespués a Seattle, donde vivían los padres de Gates), gigante del softwareactual que transformó el dominio del software del sistema operativo endominio del software del mercado del microordenador en su conjunto, unmercado que crece de forma exponencial.

En los ˙ltimos quince años, la potencia creciente del chip ha dadocomo resultado un llamativo aumento de la potencia de la microinformá-tica, con lo que se ha reducido la función de los ordenadores mayores.A comienzos de la década de 1990, los microordenadores de un ˙nico chipya tenían la capacidad de procesamiento de IBM sólo cinco años antes.Los sistemas basados en microprocesadores interconectados, compuestospor ordenadores de escritorio, máquinas menores (clientes), atendidaspor máquinas más potentes y dedicadas (servidores), puede que acabensuplantando a los ordenadores de procesamiento de información más es-pecializados, como los mainframes y superordenadores tradicionales. Enefecto, a los avances en microelectrónica y software, hay que añadir los

importantes progresos efectuados en cuanto a las capacidades de interco-nexión. Desde mediados de la década de 1980, los microordenadores nopueden concebirse en aislamiento: act˙an en redes, con una movilidadcreciente, mediante ordenadores portátiles. Esta extraordinaria versatili-dad, y la posibilidad de añadir memoria y capacidad de procesamientocompartiendo la potencia informática en una red electrónica, cambió deforma decisiva la era del ordenador en la década de 1990 de un almacena-miento y procesamiento de datos centralizado a la utilización compartidade la potencia del ordenador interactivo en red. No sólo cambió todo elsistema tecnológico, sino también sus interacciones sociales y organízati-vas. De este modo, el coste medio del procesamiento de la información

descendió de unos 75 dólares por millón de operaciones en 1960 a menosde un céntimo de centavo en 1990.Esta capacidad de interconexión sólo se hizo posible, como es natural,

debido a los importantes avances ocurridos tanto en las telecomunicacio-

48 Egan, 1995.

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nes como en las tecnologías de las redes informáticas durante la décadade 1970. Pero, al mismo tiempo, tales cambios sólo fueron posibles por losnuevos dispositivos microelectrónicos y la intensificación de la capacidadinformática, en un ejemplo de relación sinergética en la revolución de la

tecnología de la información.Las telecomunicaciones también han sufrido la revolución producidapor la combinación de las tecnologías de «nodo» (conmutadores y selec-tores de rutas electrónicos) y los nuevos enlaces (tecnologías de la trans-misión). El primer conmutador electrónico que se produjo industrial-mente, el ESS-1, fue presentado por los Laboratorios Bell en 1969. Paramediados de los años setenta, el avance en las tecnologías del circuito in-tegrado ya había hecho posible el conmutador digital, que aumentaba lavelocidad, la potencia y la flexibilidad, a la vez que se ahorraba espacio,energía y trabajo, frente a los dispositivos analógicos. Pese a ATI, los pa-dres del descubrimiento, los Laboratorios Bell, al principio se mostraronreacios a su presentación debido a la necesidad de amortizar la inversiónya realizada en equipamiento analógico, pero cuando en 1977 NorthemTelecom de Canadá se hizo con una parte del mercado estadounidense alllevar la delantera en conmutadores digitales, las empresas Bell se unie-ron a la carrera y desataron un movimiento similar en todo el mundo.

Los importantes avances en optoelectrónica (fibras ópticas y transmi-sión por láser) yen la tecnología de la transmisión de paquetes digitalesampliaron de forma espectacular la capacidad de las líneas de transmi-sión. Las Redes Digitales de Servicios Integrados de Banda Ancha(RDSI-BA) imaginadas en la década de 1990 podían sobrepasar con cre-ces las revolucionarias propuestas de los años setenta de una Red Digitalde Servicios Integrados (RDSI): mientras que la capacidad de transportede la RDSI sobre alambre de cobre se estimaba en 144.000 bits, la RDSI-BA de los años noventa sobre fibra óptica, siempre y cuando se hicierarealidad a un alto precio, podría transportar mil billones de bits. Para me-dir el ritmo de cambio, recordemos que en 1956 el primer cable telefónicotransatlántico conducía 50 circuitos de voz comprimidos; en 1995, las fi-bras ópticas podían conducir 85.000 circuitos semejantes. Esta capacidadde transmisión basada en la optoelectrónica, junto con avanzadas arqui-tecturas de conmutación y selección de rutas, como el Modo de Transfe-rencia Asíncrono (Asynchronous Transfer Mode, ATM) y el Protocolo

de Control de Transmisión/Protocolo de Interconexión (TransmissionControl Protocolllnterconnection Protocol [TCP/IP]), son la base de ladenominada autopista de la información, cuyas características se exponenen el capítulo 5.

Las diferentes formas de utilización del espectro de la radio (transmi-sión tradicional, transmisión directa por satélite, microondas, telefonía ce-lular digital), así como el cable coaxial y la fibra óptica, ofrecen una diver-sidad y versatilidad de tecnologías de transmisión que se están adaptando

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a toda una gama de empleos y posibilitando una comunicación ubicua en-tre usuarios móviles. De este modo, la telefonía celular se difundió confuerza por todo el mundo en la década de los noventa, salpicando literal-mente toda Asia con buscapersonas sencillos y a América Latina con te-léfonos celulares, símbolos de posición social, con la promesa (por ejem-plo, de Motorola) de contar con un próximo aparato de comunicaciónpersonal con cobertura universal antes del año 2000. Cada paso de gi-gante en un campo tecnológico específico amplifica los efectos de las tec-nologías de la información relacionadas. Así, el teléfono móvil, basado enel poder del ordenador para canalizar mensajes, proporciona al mismotiempo la base para el procesamiento informático ubicuo y, en tiemporeal, una comunicación electrónica interactiva.

La divisoria tecnológica de los años setenta

Este sistema tecnológico en el que estamos plenamente sumergidos enla década de 1990 cuajó en los años setenta. Debido a la trascendencia decontextos históricos específicos para las trayectorias tecnológicas y a laforma particular de interacción de la tecnología y la sociedad, es impor-tante recordar unas cuantas fechas asociadas con descubrimientos esen-ciales en las tecnologías de la información. Todos ellos tienen algo sustan-cial en com˙n: aunque basados en buena medida en el conocimientoprevio existente y desarrollados en prolongación de tecnologías clave, re-presentaron un salto cualitativo en la difusión masiva de la tecnología enaplicaciones comerciales y civiles, debido a su asequibilidad y su costedescendente para una calidad en aumento. Así pues, el microprocesador,el artefacto clave en la expansión de la microelectrónica, se inventó en1971 y comenzó a difundirse a mediados de los años setenta. El microor-denador se inventó en 1975 y el primer producto que gozó de éxito co-mercial, el Apple II, se presentó en abril de 1977, en tomo a la misma fe-cha en que Microsoft comenzó a producir sistemas operativos paramicroordenadores. El Xerox Alto, matriz de muchas tecnologías de soft-ware para los ordenadores personales de la década de 1990, fue desarro-llado en los laboratorios PARe de Palo Alto en 1973. El primer conmu-tador electrónico industrial apareció en 1969 y el digital se desarrolló amediados de la década de 1970 y se difundió comercialmente en 1977. Lafibra óptica fue producida por primera vez de forma industrial por Cor-ning Glass a comienzos de la década de 1970. También a mediados de esadécada, Sony empezó a producir comercialmente máquinas de vídeo, ba-sándose en descubrimientos estadounidenses e ingleses de los años se-senta que nunca alcanzaron una producción masiva. Y por ˙ltimo, perono menos importante, fue en 1969 cuando el Departamento de Defensaestadounidense, por medio de la Advanced Research Project Agency

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(ARPA), estableció una red de comunicación electrónica revolucionaria,que crecería durante la década siguiente para convertirse en la actual In-ternet. Le fue de gran ayuda el invento efectuado por Cerf y Kahn en1974 del TCIfIP, el protocolo de red de interconexión que introdujo latecnología de «entrada», permitiendo que diferentes tipos de redes se en-lazaran 49. Creo que se puede decir sin exagerar que la Revolución de latecnología de la información, como tal revolución, nació en la década de1970, sobre todo si se incluye en ella el surgimiento y difusión paralelosde la ingeniería genética en tomo a las mismas fechas y lugares, un descu-brimiento que merece, cuando menos, unas cuantas líneas de atención.

Las tecnologías de la vida

Si bien los orígenes de la biotecnología pueden remontarse hasta unatablilla babilonia sobre la preparación de cerveza del 6000 a.C. y los de larevolución en la microbiología, hasta el descubrimiento científico de la es-tructura básica de la vida, la doble hélice del ADN, efectuado por FrancisCrick y James Watson en la Universidad de Cambridge en 1953, no fuehasta comienzos de la década de 1970 cuando la unión de los genes y larecombinación del ADN, la base tecnológica de la ingeniería genética,cuajó en la forma de conocimiento acumulativo. Se suele atribuir a Stan-ley Cohen, de Stanford, y Herbert Boyer, de la Universidad de Californiaen San Francisco, el descubrimiento de los procedimientos de clonacióndel gen, si bien su trabajo se basó en la investigación realizada por el Pre-mio Nobel Paul Berg, de Stanford. En 1975, los investigadores de Har-vard aislaron el primer gen de mamífero de la hemoglobina de un conejo;yen 1977 se clonó el primer gen humano.

Lo que siguió fue una carrera para poner en marcha firmas comercia-les, la mayoría de ellas derivaciones de las principales universidades ycentros de investigación hospitalaria, y agrupadas en California del Norte,Nueva Inglaterra y Maryland. Periodistas, inversores y activistas socialessintieron por igual el impacto de las pasmosas posibilidades abiertas porla capacidad potencial de manipular la vida, incluida la humana. Genen-tech, en South San Francisco, Cetus, en Berkeley, y Biogen, en Cam-bridge (Massachusetts), fueron de las primeras compañías, organizadasen tomo a los premios Nobel, en utilizar nuevas tecnologías genéticaspara aplicaciones médicas. Pronto siguieron las empresas agrícolas; y seotorgó a los microorganismos, algunos alterados genéticamente, un n˙-mero creciente de asignaciones, no la menos importante limpiar la conta-minación, creada con frecuencia por las mismas empresas y organismos

019 Hart et al., 1992.

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que vendían los supermicrobios. No obstante, dificultades científicas, pro-blemas técnicos e importantes obstáculos legales derivados de justificadaspreocupaciones éticas y de seguridad, retrasaron la revolución biotecno-lógica durante la década de los ochenta. Se perdió una considerable sumade inversión de capital de riesgo y algunas de las compañías más innova-doras, incluida Genentech, se vieron absorbidas por las gigantes farma-céuticas (Hoffman-La Roche, Merck), que mejor que ning˙n otro com-prendieron que no podían imitar la costosa arrogancia que habíanexhibido las firmas informáticas de reconocido prestigio con respecto alas innovadoras que se ponían en marcha: comprar empresas pequeñas einnovadoras, junto con sus servicios científicos, se convirtió en una impor-tante póliza de seguro para las multinacionales farmacéuticas y químicas,tanto para asimilar los beneficios comerciales de la revolución biológica,como para controlar su ritmo. Después se aflojó el paso, al menos en ladifusión de sus aplicaciones.

Sin embargo, a finales de la década de los ochenta y comienzos de lasiguiente, un importante impulso científico y una nueva generación dearriesgados empresarios científicos revitalizaron la biotecnología, que secentró de forma decisiva en la ingeniería genética, la verdadera tecnolo-gía revolucionaria dentro del campo. La clonación genética entró en unanueva etapa cuando, en 1988, Harvard patentó legalmente un ratón mani-pulado genéticamente, arrebatando a Dios y a la Naturaleza los derechoslegales de la vida. En los siete años siguientes, otros siete ratones fuerontambién patentados como formas de vida de nueva creación, identificadascomo propiedad de sus ingenieros. En agosto de 1989, los investigadoresde la Universidad de Michigan y Toronto descubrieron el gen responsa-

ble de la fibrosis cística, abriendo el camino para la terapia genética.A la estela de las expectativas generadas por este descubrimiento, elgobierno estadounidense decidió, en 1990, patrocinar y financiar con3.000 millones de dólares un programa de quince años, coordinado porJames Watson, que reunió a algunos de los equipos de investigación so-bre microbiología más avanzados para trazar el mapa del genoma hu-mano, esto es, para identificar y localizar los 60.000 a 80.000 genes quecomponen el alfabeto de la especie humana 50. Mediante este esfuerzo yotros más, se ha identificado una corriente continua de genes humanos,relacionados con diversas enfermedades, de modo que para mediados dela década de 1990 ya se han localizado en torno a un 7% de los genes hu-

manos y se posee un conocimiento adecuado de su función. Por supuesto,ello crea la posibilidad de actuar sobre esos genes y los que se identifi-quen en el futuro, con lo que la humanidad es capaz no sólo de controlar

50 Sobre el desarrollo de la biotecnología y la ingeniería genética, véase, por ejemplo,Teitelman, 1989; Hall, 1987; Congreso de los Estados Unidos, Evaluación de la Oficina deTecnología, 1991; Bishop y Waldholz, 1990.

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algunas enfermedades, sino de identificar predisposiciones biológicas eintervenir sobre ellas, alterando potencialmente el destino genético. Lyony Gomer concluyen su equilibrada investigación de 1995sobre los avancesde la ingeniería genética humana con una predicción y una admonición:

En unas cuantas generacionespodríamos acabar quizá con ciertas enfermedadementales, o con la diabetes, o con la alta presión sanguínea, o casi con cualquiedolenciaque seleccionemos.Lo más importante que debe tenerse en cuenta esqula calidadde la toma de decisionesdicta si las eleccionesque se efect˙en serán sabias yjustas. [...] El modo bastante ignominiosoen que la elite científicay adminis-trativa está manejando los primeros frutos de la terapia genética no augura nadbueno, [...] Los humanos hemos evolucionadointelectualmentehasta el punto dque, relativamente pronto, seremos capaces de comprender la composición,función y dinámicasdel genoma en buena parte de su complejidadintimidante. Siembargo,desde el punto de vistaemocional,seguimossiendomonos, con todo ebagaje de comportamientoque ello supone. Quizá la forma suprema de la terapigenéticapara nuestra especiesea superar nuestra herencia más abyectay aprendea aplicarnuestro nuevoconocimientoprudente y benévolamente51.

No obstante, mientras científicos, legisladores y moralistas debatensobre las implicaciones humanísticas de la ingeniería genética, investiga-dores convertidos en empresarios están tomando el camino más corto yestableciendo mecanismos para obtener el control legal y financiero delgenoma humano. El intento más atrevido en este sentido fue el proyectoiniciado en 1990 en Rockville (Maryland) por dos científicos, J. CraigVenter, entonces con el Instituto Nacional de Salud, y William Haseltine,entonces en Harvard. Utilizando el poder de un superordenador, ordena-ron en serie en sólo cinco años partes de cerca del 85% de todos los geneshumanos, creando una gigantesca base de datos genética 52. El problemaes que no saben, y no lo sabrán en mucho tiempo, qué es cada trozo degen o dónde se localiza: su base de datos comprende cientos de milesde fragmentos genéticos con funciones desconocidas. Entonces, ¿cuál essu interés? Por una parte, la investigación centrada en genes específicospuede aprovecharse (y de hecho lo hace) de los datos contenidos en esassecuencias. Pero, lo que es más importante y la principal razón de todo elproyecto, Craig y Haseltine se han dado prisa en patentar todos sus datos,de tal manera que, literalmente, puede que un día posean los derechos le-gales sobre una gran porción del conocimiento para manipular el genomahumano. La amenaza que ello suponía era tan seria que, si bien por unaparte atrajeron decenas de millones de dólares de los inversores, por laotra, una importante compañía farmacéutica, Merck, otorgó fondos cuan-tiosos a la Universidad Washington para que prosiguiera con las mismas

SI LyonyGomer,1995, pág. 567.S2 Véase Business Week, 1995e.

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secuencias ciegas e hiciera p˙blicos los datos para que no existiera uncontrol privado de fragmentos de conocimiento que pudieran bloquear eldesarrollo de productos basados en la compresión sistemática futura delgenoma humano.

La lección de tales batallas empresariales para el sociólogo va más alláde otro ejemplo de la codicia humana. Señala una aceleración de la velo-cidad y la profundidad en la revolución genética. Debido a su especifici-dad tanto científica como social, la difusión de la ingeniería genética sedesarrolló a un ritmo más lento durante el periodo 1970-1990 que el ob-servado en la electrónica. Pero en la década de 1990, la apertura de másmercados y el aumento de la capacidad educativa e investigadora portodo el mundo han acelerado la revolución biotecnológica. Todos los in-dicios apuntan hacia la explosión de sus aplicaciones con el cambio de mi-lenio, desatando así un debate fundamental en la frontera ahora borrosaentre naturaleza y sociedad.

El contexto social y las dinámicas del cambio tecnológico

¿Por qué los descubrimientos sobre las nuevas tecnologías de la infor-mación se agruparon en la década de los años setenta y en su mayor parteen los Estados Unidos? ¿Y cuáles son las consecuencias de esta concen-tración de tiempo/lugar para el desarrollo futuro y para su interacción conlas sociedades? Resultaría tentador relacionar de forma directa la forma-ción de este paradigma tecnológico con las características de su contextosocial. En particular, si recordamos que a mediados de la década de losaños setenta los Estados Unidos y el mundo occidental se vieron sacudi-dos por una importante crisis económica, estimulada (pero no causada)por los choques petroleros de 1973-1974. Una crisis que impulsó la espec-tacular reestructuración del sistema capitalista a escala global, induciendoen realidad un nuevo modelo de acumulación en discontinuidad históricacon el capitalismo posterior a la Segunda Guerra Mundial, como he pro-puesto en el prólogo de este libro. ¿Fue el nuevo paradigma tecnológicouna respuesta del sistema capitalista para superar sus contradicciones in-ternas? ¿O fue además un modo de asegurar la superioridad militar sobreel enemigo soviético, respondiendo a su reto tecnológico en la carrera es-pacial y el armamento nuclear? Ninguna de estas dos explicaciones pa-rece convincente. Si bien existe una coincidencia histórica entre el agrupa-miento de nuevas tecnologías y la crisis económica de los años setenta, susincronización es demasiado exacta, el «ajuste tecnológico» habría sido de-masiado rápido, demasiado mecánico, cuando sabemos de las leccionesde la Revolución industrial y otros procesos históricos de cambio tecnoló-gico que las sendas económica, industrial y tecnológica, aunque se rela-cionan, se mueven con lentitud y adecuan su interacción de forma imper-

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fecta. En cuanto al argumento militar, al impacto del Sputnik de 1957-1960 se respondió con el programa espacial estadounidense mediante lainversión tecnológica masiva de los años sesenta, no de los setenta; y elnuevo impulso importante a la tecnología militar estadounidense se aco-metió en 1983 en torno al programa «Guerra de las Galaxias», que enrealidad utilizó las tecnologías desarrolladas en la década prodigiosa pre-cedente. De hecho, parece que ha de seguirse la pista del surgimiento deun nuevo sistema tecnológico en la década de 1970 hasta la dinámica au-tónoma del descubrimiento tecnológico y su difusión, incluidos los efectossinergéticos entre varias tecnologías clave. Así, el microprocesador hizoposible el microordenador; los avances en las telecomunicaciones, comoya se ha mencionado, permitieron a los microordenadores funcionar enred, con lo que se aumentó su potencia y flexibilidad. Las aplicacionesde estas tecnologías a la fabricación electrónica acrecentó el potencial denuevas tecnologías de diseño y fabricación en la producción de semicon-ductores. El nuevo software se vio estimulado por el rápido crecimientodel mercado de microordenadores, que a su vez se expandió por las nue-vas aplicaciones, y de las mentes de los escritores de software surgieron enprofusión tecnologías fáciles para el usuario. Y así sucesivamente.

El fuerte impulso tecnológico inducido por el ejército en la década de1960 preparó a la tecnología estadounidense para el salto hacia adelante.Pero la invención realizada por Ted Hoff del microprocesador, cuandotrataba de cumplir un pedido para una empresa japonesa de calculadorasmanuales en 1971, se produjo por el conocimiento e ingenio acumuladosen Intel, en estrecha interacción con el medio de innovación creado desdela década de 1950 en Silicon Valley. En otras palabras, la primera revolu-ción de la tecnología de la información se concentró en los Estados Uni-dos, y en buena medida en California, en la década de 1970, atendiendo alos avances de las dos décadas previas y bajo la influencia de diversos factores institucionales, económicos y culturales. Pero no surgió de ningunanecesidad preestablecida: su inducción fue tecnológica, en lugar de serdeterminada por la sociedad. Sin embargo, una vez que cobró existenciacomo sistema, en virtud del agrupamiento que he descrito, sus desarrollosy aplicaciones, y, en definitiva, su contenido, resultaron moldeados deforma decisiva por el contexto histórico en el que se expandió. En efecto,en la década de 1980, el capitalismo (en concreto, las principales empre-sas y los gobiernos del club de los países del G-7) ya habían emprendidoun proceso sustancial de reestructuración económica y organizativa, en elque la nueva tecnología de la información desempeñaba un papel funda-mental que la conformó decisivamente. Por ejemplo, el movimiento im-pulsado por las empresas hacia la desregulación y liberalización en la dé-cada de 1980 fue concluyente para la reorganización y el crecimiento delas telecomunicaciones, de modo más notable tras el desposeimiento deATI. A su vez, la disponibilidad de nuevas redes de telecomunicaciones

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y sistemas de información puso los cimientos para la integración global delos mercados financieros y la articulación segmentada de la producción y elcomercio de todo el mundo, como examinaremos en el capítulo siguiente.

De este modo y hasta cierta medida, la disponibilidad de nuevas tec-

nologías constituidas como un sistema en la década de los setenta fue unabase fundamental para el proceso de reestructuración socioeconómica dela década de los ochenta. Y los usos de esas tecnologías en esa décadacondicionaron en buena parte sus usos y trayectorias en la de 1990. Elsurgimiento de la sociedad red, que trataré de analizar en los capítulos si-guientes de este volumen, no puede entenderse sin la interacción de estasdos tendencias relativamente autónomas: el desarrollo de las nuevas tec-nologías de la información y el intento de la antigua sociedad de reequi-parse mediante el uso del poder de la tecnología para servir a la tecnolo-gía del poder. Sin embargo, el resultado histórico de esa estrategiaconsciente a medias es en buena medida indeterminado, ya que la inte-

racción de tecnología y sociedad depende de la relación estocástica exis-tente entre un n˙mero excesivo de variables casi independientes. Sin ren-dirnos necesariamente al relativismo histórico, cabe decir que laRevolución de la tecnología de la información se suscitó cultural, histó-rica y espacialmente, en un conjunto muy específico de circunstancias cu-yas características marcaron su evoiución futura.

MODELOS, ACTORES Y LOCALIDADES DE LA REVOLUCIÓNDE LA TECNOLOGíA DE LA INFORMACIÓN

Si la primera Revolución industrial fue británica, la primera Revolu-ción de la tecnología de la información fue estadounidense, con una incli-nación californiana. En ambos casos, científicos e industriales de otrospaíses desempeñaron un papel importante, tanto en el descubrimientocomo en la difusión de las nuevas tecnologías. Francia y Alemania fueronfuentes clave de talento y aplicaciones en la revolución industrial. Losdescubrimientos científicos originados en Inglaterra, Francia, Alemania eItalia fueron las bases de las nuevas tecnologías de la electrónica y la bio-logía. El ingenio de las compañías japonesas ha sido crítico para la mejorade los procesos de fabricación en la electrónica y en la penetración de lastecnologías de la información en la vida cotidiana de todo el mundo, me-

diante un aluvión de productos innovadores, de los vídeos y faxes a los vi-deojuegos y buscapersonas 53. En efecto, en la década de 1980, las compa-ñías japonesas lograron dominar la producción de semiconductores en elmercado mundial, si bien a mediados de la de 1990 las compañías estado-

53 Forester, 1993.

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unidenses retomaron en conjunto la cabeza de la competición. La indus-tria entera evolucionó hacia la interpenetración, las alianzas estratégicas el establecimiento de redes entre firmas de diferentes países, como analizaré en el capítulo 3. Esto hizo que la diferenciación por origen nacionalfuera menos importante. No obstante, no sólo hubo innovadores, firmas einstituciones estadounidenses en los orígenes de la revolución durante ldécada de 1970, sino que han continuado desempeñando un papel diri-gente en su expansión, que probablemente se mantendrá en el siglo XXI;aunque sin duda seremos testigos de una presencia creciente de firmas japonesas, chinas y coreanas, así como de una contribución europea repre-sentativa en biotecnología y telecomunicaciones.

Para comprender las raíces sociales de la Revolución de la tecnologíade la información en los Estados Unidos, más allá de los mitos que la rodean, recordaré brevemente el proceso de formación de su medio de innovación más famoso: Silicon Valley. Como ya he mencionado, fue allí

donde se desarrollaron el circuito integrado, el microprocesador, el mi-croordenador, entre otras tecnologías clave, y donde ha latido el corazónde la innovación electrónica cuatro décadas ya, mantenido por cerca deun cuarto de millón de trabajadores de la tecnología de la información 54.

Además, la zona de la Bahía de San Francisco en su conjunto (que in-cluye otros centros de innovación como Berkeley, Emeryville, MarinCounty y el mismo San Francisco) también se halló en los orígenes de laingeniería genética y, en la década de 1990, es uno de los principales centros del mundo en software avanzado, ingeniería genética y diseño infor-mático multimedia.

Silicon Valle y (Condado de Santa Clara, a 48 km al sur de San Fran-

cisco, entre Stanford y San José) se convirtió en un medio de innovaciónpor la convergencia en ese sitio del nuevo conocimiento tecnológico; deun gran mercado de expertos ingenieros y científicos de las principalesuniversidades de la zona; de financiamiento generoso y un mercado ase-gurado por parte del Departamento de Defensa; y, en la primera etapa,del liderazgo institucional de la Universidad de Stanford. En efecto, loorígenes de la ubicación poco probable de la industria electrónica en unaagradable zona semirrural de California del Norte pueden remontarsehasta el establecimiento en 1951 del Parque Industrial de Stanford, realizado por el visionario decano de Ingeniería y vicerrector de la universi-dad, Frederick Terman. Había apoyado personalmente a dos de sus estu-

diantes doctorales, William Hewlett y David Packard, para crear unaempresa electrónica en 1938. La Segunda Guerra Mundial fue una bo-nanza para Hewlett-Packard y otras empresas electrónicas que acababan

54 Sobre la historia de la formación de Silicon Valley, dos libros provechosos y fáciles deleer son los de Rogers y Larsen, 1984y Malone, 1985.

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comparó el desarrollo de los complejos electrónicos de las dos zonas(la carretera 128de Boston y Silicon ValIey) y llegó a la conclusión de que laorganización social e industrial de las empresas desempeñó un papel deci-sivo en el fomento u obstrucción de la innovación 55. Así pues, mientrasque las grandes empresas de prestigio reconocido del Este eran dema-siado rígidas (y demasiado arrogantes) para reequiparse constantementeen pos de nuevas fronteras tecnológicas, Silicon Valley siguió produ-ciendo una profusión de nuevas firmas y practicando la fertilización cru-zada y la difusión del conocimiento mediante los cambios de trabajo y lasescisiones. Las conversaciones nocturnas en el Walker's Wagon WheelBar and Grill de Mountain View hicieron más por la difusión de la inno-vación tecnológica que la mayoría de los seminarios de Stanford.

Un proceso similar se dio en el desarrollo del microordenador, que in-trodujo una divisoria histórica en los usos de la tecnología de la informa-ción". A mediados de la década de 1970, Silicon Valley ya había atraído acientos de miles de mentes jóvenes y brillantes provenientes de todo elmundo, que llegaban a la agitación de la nueva Meca tecnológica enbusca del talismán de la invención y el dinero. Se reunían en clubes abier-tos para intercambiar ideas e información sobre los ˙ltimos avances. Unade ellos era el Home Brew Computer Club (Club de Ordenadores de Fa-bricación Casera), cuyos jóvenes visionarios (que incluían a Bill Gates,Stevc Jobs y Steve Wozniak) crearían en los siguientes años hasta 22 fir-mas, incluidas Microsoft, Apple, Comeco y North Star. Fue la lectura enel club de un artículo aparecido en Popular Electronics que informaba so-bre la máquina Altair de Ed Roberts la que inspiró a Wozniak para dise-ñar un microordenador, Apple 1, en su garaje de Menlo Park durante elverano de 1976. Steve Jobs vio el potencial y juntos fundaron Apple, conun préstamo de 91.000 dólares de un ejecutivo de Intel, Mike Markkula,que entró como socio. Casi al mismo tiempo, Bill Gates fundó Microsoftpara proporcionar el sistema operativo a los microordenadores, aunqueen 1978 ubicó su compañía en Seattle para aprovechar los contactos so-ciales de su acomodada familia.

Podría contarse un relato bastante similar sobre el desarrollo de la in-geniería genética: científicos sobresalientes de Stanford, la Universidadde California en San Francisco y Berkeley crearon en paralelo empresas,ubicadas al principio en la zona de la Bahía, que también atravesaríanprocesos frecuentes de escisión, aunque seguirían manteniendo estrechosvínculos con sus «alma materx 57. Procesos muy similares ocurrieron enBostonJCambridge en torno a Harvard-MIT, en el Research Triangle querodeaba a la Universidad Duke y la Universidad de Carolina del Norte y

55 Saxenian, 1994.56 Levy, 1984; Egan, 1995.57 Blakely et al., 1988; Hall et al., 1988.

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en Maryland, en torno a los grandes hospitales de los institutos nacionalesde investigación sobre la salud y la Universidad Johns Hopkins.

La enseñanza fundamental que se desprende de estos relatos es doble:el desarrollo de la revolución de la tecnología de la información fue tribu-

tario de la formación de medios de innovación donde interactuarían des-cubrimientos y aplicaciones, en un proceso recurrente de prueba y error,de aprender creando; estos entornos requirieron (y siguen haciéndolo enla década de los noventa, a pesar de la interconexión telefónica) la con-centración espacial de los centros de investigación, las instituciones deeducación superior, las empresas de tecnología avanzada, una red auxiliarde proveedores de bienes y servicios, y redes empresariales de capitales deriesgo para financiar las primeras inversiones. Una vez consolidado elmedio, como lo estaba Silicon VaUey en la década de los setenta, tliende agenerar su dinámica propia y a atraer conocimiento, investigación y ta-lento de todo el mundo. En efecto, en la década de los noventa Silicon

Valley florece con compañías japonesas, taiwanesas, coreanas, indias yeuropeas, para las que una presencia activa en el valle es la vinculaciónmás productiva con las fuentes de la nueva tecnología y valiosa informa-ción comercial. Además, debido a su posicionamiento en las redes de in-novación tecnológica, la zona de la Bahía de San Francisco ha sido capaz deacoger todo nuevo avance tecnológico. Por ejemplo, la llegada del multi-media a mediados de la década de 1990 creó una red de vínculos tecnoló-gicos y empresariales entre la capacidad de diseño informático de lascompañías de Silicon Valley y los estudios productores de imágenes deHollywood, etiquetada de inmediato como la industria «Siliwood». Y enun rincón venido a menos de San Francisco, artistas, diseñadores gráficos

y escritores de software se unieron en la denominada «MultimediaGulch» (<<Barranca Multimedia»), que amenaza con inundar nuestroscuartos de estar con imágenes provenientes de sus mentes febriles.

¿Puede extrapolarse este modelo social, cultural y espacial al resto delmundo? Para responder a esta pregunta, en 1988 mi colega Peter Hall yyo emprendímos un viaje de varios años por el mundo, que nos llevó a vi-sitar y analizar algunos de los principales centros científicos/tecnológicosde este planeta, de California a Japón, de Nueva Inglaterra a la viejaInglaterra, de París-Sur a Hsinchu-Taiwan, de Sofía-Antípolis a Akadem-gorodok, de Zelenogrado a Daeduck, de Munich a Se˙l. Nuestras. conclu-siones, presentadas en forma de libro 58, confirman el papel crucial desem-

peñado por los medios de innovación en el desarrollo de la Revolución dela tecnología de la información: aglomeraciones de conocimiento cientí-ficoltécnico, instituciones, empresas y trabajo cualificado constituyen lascalderas de la innovación en la Era de la Información. No obstante, no

58 Castells y Hall, 1994.

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necesitan reproducir el modelo cultural, espacial, institucional e industrialde Silicon Valley O de otros centros estadounidenses de innovación tecno-lógica, como California del Sur, Boston, Seattle o Austin.

Nuestro descubrimiento más sorprendente es que las viejas grandesáreas metropolitanas del mundo industrializado son los principales cen-tros de innovación y producción en tecnología de la información fuera delos Estados Unidos. En Europa, París-Sur constituye la mayor concentra-ción de producción e investigación de alta tecnología; y el corredor M-4de Londres sigue siendo la ubicación preeminente para la electrónica bri-tánica, en continuidad histórica con las fábricas de armamento y materialque trabajaban para la Corona desde el siglo XIX. El desplazamiento deBerlín por Munich está obviamente relacionado con la derrota alemanaen la Segunda Guerra Mundial, que supuso el traslado deliberado de Sie-mens de Berlín a Baviera en previsión de la ocupación estadounidense deesa zona. Tokio- Yokohama contin˙a siendo el n˙cleo tecnológico de laindustria de la tecnología de la información japonesa, a pesar de la des-centralización de las plantas sucursales operada bajo el Programa Tecnó-polis. Mosc˙-Zelenogrado y San Petersburgo fueron y son los centros delconocimiento y la producción tecnológicos soviéticos y rusos, tras el fra-caso del sueño siberiano de Jruschov. Hsinchu es de hecho un satélite deTaipei; Daeduck nunca desempeñó un papel significativo frente a Se˙l-Inchon, a pesar de encontrarse en la provincia natal del dictador Park; yPekín y Shanghai son, como veremos, el n˙cleo del desarrollo tecnológicochino. Al igual que lo son la ciudad de México en ese país, Sao Paulo-Campinas en Brasil y Buenos Aires en Argentina. En este sentido, el re-lativo retraso tecnológico de las viejas metrópolis estadounidenses(Nueva York-Nueva Jersey, a pesar de su papel prominente hasta la dé-cada de 1960; Chicago; Detroit; Filadelfia) es la excepción a nivel interna-cional, ligada con el excepcionalismo estadounidense del espíritu de fron-tera y con su huida interminable de las contradicciones de las ciudadesconstruidas y las sociedades constituidas. Por otra parte, sería interesanteexplorar la relación que existe entre este excepcionalismo estadounidensey su indiscutible preeminencia en una revolución tecnológica caracterizadapor la necesidad de romper moldes mentales para espolear la creatividad.

No obstante, el carácter metropolitano de la mayoría de los emplaza-mientos de la Revolución de la tecnología de la información en todo elmundo parece indicar que el ingrediente crucial en este desarrollo no es

que sea nuevo el entorno cultural e institucional, sino su capacidad paragenerar sinergia basándose en el conocimiento y la información, directa-mente relacionados con la producción industrial y las aplicaciones comer-ciales. La fuerza cultural y empresarial de la metrópoli (viejas o nuevas;después de todo, la zona de la Bahía de San Francisco es una metrópoli demás de seis millones de habitantes) la convierte en el entorno privilegiadode esta nueva revolución tecnológica, que en realidad desmixtifica la no-

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ción de que la innovación carece de lugar geográfico en la era de la infor-mación.

De modo similar, el modelo empresarial de la Revolución de la tecno-logía de la información parece estar oscurecido por la ideología. No sóloson los modelos japonés, europeo o chino de innovación tecnológica bas-tante diferentes de la experiencia estadounidense, sino que incluso estaexperiencia capital con frecuencia se toma en sentido erróneo. El papeldel Estado suele reconocerse como decisivo en Japón, donde las grandescompañías fueron guiadas y respaldadas por el MITI durante largotiempo, hasta bien entrados los afios ochenta, mediante una serie dearriesgados programas tecnológicos, algunos de los cuales fracasaron (porejemplo, los ordenadores de quinta generación), pero la mayoría ayudó atransformar a Japón en una superpotencia tecnológica en sólo unosveinte años, como ha documentado Michael Borrus 59. En la experiencia

japonesa no puede hallarse la puesta en marcha de empresas innovadorasy las universidades tuvieron un papel pequeño. La planificación estraté-gica del MITI y la constante interfaz de keiretsu y gobierno son los ele-mentos clave para explicar la proeza japonesa que abrumó a Europa yatajó a los Estados Unidos en varios segmentos de las industrias de la tec-nología de la información. Un relato similar puede contarse sobre Coreadel Sur y Taiwan, si bien en el ˙ltimo caso las multinacionales desempe-ñaron un papel mayor. Las fuertes bases tecnológicas de India y China es-tán directamente relacionadas con su complejo industrial militar, finan-ciado y dirigido por el Estado.

Pero también fue el caso de gran parte de las industrias electrónicasbritánicas y francesas, centradas en las telecomunicaciones y la defensa,hasta la década de 198060 • En el ˙ltimo cuarto del siglo xx, la Unión Eu-ropea ha seguido con una serie de programas tecnológicos para mante-nerse a la altura de la competencia internacional, respaldando de formasistemática a los «campeones nacionales», incluso con pérdidas, sin mu-cho resultado. En efecto, el ˙nico medio de las compañías europeas detecnología de la información de sobrevivir fue utilizar sus considerablesrecursos (una parte sustancial de los cuales proviene de los fondos guber-namentales) para establecer alianzas con las compañías japonesas y esta-dounidenses, que cada vez más son su fuente principal de conocimientosprácticos en tecnología de la información avanzada 61.

Hasta en los Estados Unidos es un hecho bien conocido que loscontratos militares y las iniciativas tecnológicas del Departamento deDefensa desempeñaron un papel decisivo en la etapa formativa de laRevolución de la tecnología de la información, es decir, entre las déca-

59 Borrus, 1988.60 Hall et al., 1987.61 Freeman et al., 1991;CasteUs e t al; 1991.

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das de 1940 y 1960. Incluso la principal fuente de descubrimientos elec-trónicos, los Laboratorios Bell, desempeñó de hecho el papel de un la-boratorio nacional: su compañía matriz (ATI) disfrutó de un monopo-lio en las comunicaciones establecido por el gobierno; una partesignificativa de sus fondos de investigación provino del gobierno esta-dounidense; y ATI se vio de hecho obligada por el gobierno, desde1956, a cambio de su monopolio sobre las telecomunicaciones p˙blicas,a difundir los descubrimientos tecnológicos al dominio p˙blico 62. MIT,Harvard, Stanford, Berkeley, UCLA, Chicago, Johns Hopkins y los la-boratorios de armamento nacionales como Livermore, Los Alamos,Sandia y Lincoln trabajaron con los organismos del Departamento deDefensa y para ellos en programas que condujeron a avances funda-mentales, de los ordenadores de la década de 1940 a la optoelectrónicay las tecnologías de la inteligencia artificial de los programas de la«Guerra de las Galaxias» de la década de 1980. DARPA, el organismode investigación extraordinariamente innovador del Departamento deDefensa, desempeñó en los Estados Unidos un papel no demasiado di-ferent~ al del MITI en el desarrollo tecnológico japonés, incluido eldiseño ty la financiación inicial de Internet 63. En efecto, en la década de1980, cuando el ultraliberal gobierno de Reagan sintió el pellizco de lacompetencia japonesa, el Departamento de Defensa financió SEMA-TECH, un consorcio de empresas electrónicas estadounidenses, paraapoyar Costosos programas de I+D en la fabricación electrónica por ra-zones de seguridad nacional. Y el gobierno federal también ayudó alesfuerzo cooperativo de importantes empresas para colaborar en la mi-croelectrónica con la creación del MCC, ubicando SEMA TECH yMCC en Austin (Tejas) 64. También, durante las decisivas décadas de1950 y 1.960, los contratos militares y el programa espacial resultaronmercados esenciales para la industria electrónica, tanto para los gigan-tescos contratistas de defensa de California del Sur como para los inno-vadores que se acababan de poner en marcha en Silicon Valley yNueva Inglaterra 65. No podrían haber sobrevivido sin. la generosa fi-nanciación y los mercados protegidos de un gobierno estadounidenseansioso por recobrar la superioridad tecnológica sobre la Unión Sovié-tica, una estrategia que acabaría siendo rentable. La ingeniería genéticaque se derivó de la investigación de las principales universidades, hos-pitales e institutos de investigación sobre la salud, fue en buena medidafinanciada y patrocinada con dinero gubernamental 66. Así pues, el Es-

62 Bar, 1990.63 Tirman, 1984;Broad, 1985; Stowsky, 1992.... Borrus, 1988; Gibson y Rogers, 1994.65 Roberts, 1991.66 Kenney, 1986.

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La revolución de la tecnología de la información 87

tado, no el empresario innovador en su garaje, tanto en los EstadosUnidos como en el resto del mundo, fue el iniciador de la Revoluciónde la tecnología de la información 67.

Sin embargo, sin estos empresarios innovadores, como los del origende Silicon Valley o los ordenadores clónicos de Taiwan, la Revolución dela tecnología de la información habría tenido características muy diferen-tes y no es probable que hubiera evolucionado hacia el tipo de máquinastecnológicas descentralizadas y flexibles que se están difundiendo en to-dos los ámbitos de la actividad humana. En efecto, desde los comienzosde la década de 1970,la innovación tecnológica se ha dirigido esencialmenteal mercado 68; y los innovadores, aunque a˙n suelen ser empleados de lasprincipales compañías, sobre todo en Japón y Europa, contin˙an estable-ciendo sus propias empresas en los Estados Unidos y, cada vez más, a lolargo del mundo. Ello provoca la aceleración de la innovación tecnológicay la difusión más rápida de esa innovación, ya que las mentes creadoras,llevadas por la pasión y la codicia, escudriñan constantemente la industriaen busca de nichos de mercado en productos y procesos. En efecto, es poresta inteñaz de programas de macroinvestigación y extensos mercadosdesarrollados por el Estado, por una parte, y la innovación deseentrali-zada por una cultura de creatividad tecnológica y modelos de rápido éxitopersonal, por la otra, por lo que las nuevas tecnologías de la informaciónllegaron a florecer. Al hacerlo, agruparon a su alrededor redes de empre-sas, organizaciones e instituciones para formar un nuevo paradigma so-ciotécnico.

EL PARADIGMA DE LA TECNOLOGíA DE LA INFORMACIÓN

Como escribe Christopher Freeman:

Un paradigma tecnoeconómicoes un grupo de innovacionestécnicas,organizati-vas y gerenciales interrelacionadas, cuyasventajas se van a encontrar no sólo enuna nueva gama de productos y sistemas,sino en su mayoríaen la dinámicade laestructura del costerelativo de todos los posiblesinsumas(inputs) para la produc-ción. En cada nuevo paradigma, un insumo particular o conjunto de insumos

puede describirse como el «factor clave» de ese paradigma, caracterizado por la caida de los costes relativos y la disponibilidad universal. El cambio contemporá-neo de paradigma puede contemplarse como el paso de una tecnología basada

fundamentalmente en insumos baratos de energía a otra basada sobre todo en in-sumos baratos de información derivados de los avances en la microelectrónica y latecnologia de las comunicaciones 69.

67 Véanse los análisis reunidos en Castells, 1988b.68 Banegas, 1993.69 C. Freeman, prólogo a la parte 11,en Dosi et al., 1988b, pág. 10.

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88 La sociedad red

La noción de paradigma tecnológico, elaborada por Carlota Pérez,Christopher Preeman y Giovanni Dosi, adaptando el análisis clásico delas revoluciones científicas de Kuhn, ayuda a organizar la esencia de latransformación tecnológica actual en su interacción con la economía yla sociedad 70. Creo que sería ˙til, como una guía para nuestro próximoviaje por los senderos de la transformación social, precisar los rasgos queconstituyen el n˙cleo del paradigma de la Tecnología de la Información.Tomados en conjunto, constituyen la base material de la sociedad de lainformación.

La primera característica del nuevo paradigma es que la informaciónes su materia prima: son tecnologías para actuar sobre la información, nosólo información para actuar sobre la tecnología, como era el caso en lasrevoluciones tecnológicas previas.

El segundo rasgo hace referencia a la capacidad de penetración de losefectos de las nuevas tecnologías. Puesto que la información es una parteintegral de toda actividad humana, todos los procesos de nuestra existen-cia individual y colectiva están directamente moldeados (aunque sin dudano determinados) por el nuevo medio tecnológico.

La tercera característica alude a la lógica de interconexión de todo sis-tema o conjunto de relaciones que utilizan estas nuevas tecnologías de lainformación. La morfología de red parece estar bien adaptada para unacomplejidad de interacción creciente y para pautas de desarrollo imprede-cibles que surgen del poder creativo de esa interacción 71. Esta configura-ción topológica, la red, ahora puede materializarse en todo tipo de proce-sos y organizaciones mediante tecnologías de la información de reciente

disposición. Sin ellas, sería demasiado engorroso poner en práctica la ló-gica de interconexión. No obstante, ésta es necesaria para estructurar lono estructurado mientras se preserva su flexibilidad, ya que lo no estructu-rado es la fuerza impulsora de la innovación en la actividad humana.

70 Pérez, 1983; Dosi et al., 1988b; Kuhn, 1962.71 Kelly, 1995, págs. 25·27, amplía las propiedades de la lógica de la interconexión en

unos certeros párrafos:

El átomo es el pasado. El símbolo de la ciencia para el siglo próximo es la red dinámica [...] Mientrasque el átomo representa la simplicidad limpia, la red canaliza el poder desordenado de la complejidad [...]La ˙nica organización capaz de un crecimiento sin prejuicios o un aprendizaje sin guía es la red. Todas las

demás topologías limitan lo que pueda pasar. Un enjambre de redes es todo bordes y. por ello, abierta,sin que importe por dónde se entre. En efecto, la red es la organización menos estructurada de la quepueda decirse que tiene una estructura [...] De hecho, una pluralidad de componentes verdaderamentedivergentes s610 pueden guardar coherencia en una red. Ninguna otra disposición -cadena, pirámide, ár-bol, círculo, cubo-- puede contener a la diversidad auténtica funcionando como un todo.

Aunque es posible que los matemáticos y los físicos rechacen algunas de estas afirmacio-nes, el mensaje básico de Kelly es interesante: la convergencia entre la topología evolutivade la materia viva, la naturaleza abierta de una sociedad cada vez más compleja y la lógicainteractiva de las nuevas tecnologías de la información.

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La revolución de la tecnología de la información 89

En cuarto lugar y relacionado con la interacción, aunque es un rasgoclaramente diferente, el paradigma de la Tecnología de la Información sebasa en la flexibilidad. No sólo los procesos son reversibles, sino que pue-den modificarse las organizaciones y las instituciones e incluso alterarse

de forma fundamental mediante la reordenación de sus componentes. Lo

que es distintivo de la configuración del nuevo paradigma tecnológico essu capacidad para reconfigurarse, un rasgo decisivo en una sociedad ca-racterizada por el cambio constante y la fluidez organizativa. Cambiar dearriba abajo las reglas sin destruir la organización se ha convertido en unaposibilidad debido a que la base material de la organización puede repro-gramarse y reequiparse. Sin embargo, debemos evitar un juicio de valorunido a este rasgo tecnológico. Porque la flexibilidad puede ser unafuerza liberadora, pero también una tendencia represiva si quienes rees-criben las leyes son siempre los mismos poderes. Como Mulgan escribió,«las redes se han creado no sólo para comunicar, sino también para ganar

posición, para sobrecomunicar» 72. Así pues, es esencial mantener una dis-tancia entre afirmar el surgimiento de nuevas formas y procesos sociales,inducidos y permitidos por las nuevas tecnologías, y extrapolar las conse-cuencias potenciales de tales desarrollos para la sociedad y la gente: sólolos análisis específicos y la observación empírica serán capaces de deter-minar el resultado de la interacción de las nuevas tecnologías y las formassociales emergentes. No obstante, también es esencial identificar la lógicainsertada en el nuevo paradigma tecnológico.

Una quinta característica de esta revolución tecnológica es la conver-gencia creciente de tecnologías específicas en un sistema altamenteintegrado, dentro del cual las antiguas trayectorias tecnológicas separadasse vuelven prácticamente indistinguibles. Así, la microelectrónica, las tele-comunicaciones, la optoelectrónica y los ordenadores están ahora integra-dos en sistemas de información. A˙n existe, y existirá durante ciertotiempo, alguna distinción empresarial entre fabricantes de chips y redacto-res de software, por ejemplo. Pero hasta esta diferenciación está quedandoborrada por la creciente integración de las firmas empresariales en alian-zas estratégicas y proyectos de colaboración, así como por la inscripción delos programas de software en el hardware de los chips. Además, en lo refe-rente al sistema tecnológico, un elemento no puede imaginarse sin el otro:los microordenadores están en buena parte determinados por la potenciadel chip y tanto el diseño como el procesamiento paralelo de los micropro-cesadores depende de la arquitectura del ordenador. Las telecomunicacio-nes son ahora sólo una forma de procesar la información; las tecnologíasde transmisión y enlace están al mismo tiempo cada vez más diversificadase integradas en la misma red, operada por los ordenadores 73.

72 Mulgan, 1991, pág. 21.73 Williams, 1991.

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90 La sociedad red

La convergencia tecnológica se extiende cada vez más hacia una inter-dependencia creciente de las revoluciones de la biología y la microelec-trónica, tanto desde una perspectiva material como metodológica. Así, losdecisivos avances en la investigación biológica, como la identificación de

los genes humanos o de segmentos del ADN humano, sólo pueden seguiradelante debido al poder ingente de los ordenadores 74. Por otra parte, eluso de materiales biológicos en la microelectrónica, aunque a˙n muy lejosde una aplicación generalizada, ya estaba en un estadio de experimenta-ción en 1995. Leonard Adleman, científico informático de la Universidadde California del Sur, utilizó moléculas sintéticas de ADN, con la ayuda deuna reacción química, para hacerlas funcionar seg˙n la lógica combi-natoria del ADN, como base material de la informática 75. Aunque los in-vestigadores tienen a˙n un largo camino que recorrer hacia la integraciónmaterial de la biología y la electrónica, la lógica de la primera (la capaci-dad de autogenerar secuencias no programadas y coherentes) se está in-

troduciendo cada vez más en las máquinas electrónicas 76. La vanguardiade la robótica es el campo de los robots con capacidad de aprendizaje,que se basan en la teoría de la red neural. Así, en el laboratorio de redneural del Centro de Investigación Conjunta de la Unión Europea ubi-cado en Ispra (Italia), el científico informático español José Millán ha en-señado pacientemente durante años a una pareja de robots a aprenderpor sí mismos, con la esperanza de que, en el futuro próximo, encuentrenun buen puesto trabajando en aplicaciones tales como la vigilancia y elmanejo de material en las instalaciones nucleares 77. La convergencia encurso entre diferentes campos tecnológicos en el paradigma de la infor-mación es el resultado de su lógica compartida sobre la generación de la

información, una lógica que es más evidente en las funciones del ADN yen la evolución natural, y que cada vez se reproduce más en los sistemasde información más avanzados, a medida que los chips, los ordenadores yel software alcanzan nuevas fronteras de velocidad, capacidad de almace-namiento y tratamiento flexible de la información desde fuentes m˙lti-ples. Si bien la reproducción del cerebro humano, con sus miles de millo-nes de circuitos e insuperable capacidad de recombinación, es estrictaciencia ficción, los límites del poder de información de los ordenadoresactuales se traspasan cada mes 78.

De la observación de este cambio tan extraordinario en nuestras má-quinas y el conocimiento de la vida, y con la ayuda proporcionada por es-

74 Business Week, 1995e; Bishop y Waldholz, 1990.75 Allen, 1995.76 Para un análisis de las tendencias, véase Kelly, 1995; para una perspectiva histórica de

la convergencia entre mente y máquinas, véase Mazlish, 1994; para una reflexión teórica,véase Levy, 1994.

77 Millán, 1996; Kaiser et al., 1995.78 Véase el excelente análisis de futuro de Ge1ernter, 1991.

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la revolución de la tecnología de la información 91

las máquinas y este conocimiento, está teniendo lugar una profundatransformación tecnológica. El historiador de la tecnología Bruce Mazlishpropone la idea del necesario

reconocimiento de que la evolución biológica humana, ahora mejor comprendidaen términos culturales, obliga a la humanidad -nosotros- a aceptar la concien-cia de que herramientas y máquinas son inseparables de la naturaleza evolutivahumana. También requiere que nos demos cuenta de que el desarrollo de las má-quinas, culminando en el ordenador, hace ineludible la percepción de que las mis-mas teorías que resultan ˙tiles para explicar los funcionamientos de los artificiosmecánicos también lo son para comprender al animal humano, y viceversa, ya quela comprensión del cerebro humano arroja luz sobre la naturaleza de la inteligen-cia artificial79.

Desde una perspectiva diferente, basada en los discursos de moda dela década de los ochenta sobre la «teoría del caos», en la de los noventa

una red de científicos e investigadores convergió hacia un planteamientoepistemológico compartido, identificado por la palabra en código «com-plejidad». Organizados en tomo a seminarios celebrados en el InstitutoSanta Fe de Nuevo México (en su origen un club de físicos de alto niveldel Laboratorio Los Alamos, al que pronto se le unió una selecta red deganadores del Premio Nobel y sus amigos), este círculo intelectual se pro-pone integrar el pensamiento científico (incluidas las ciencias sociales)bajo un nuevo paradigma. Se centran en la comprensión del surgimientode estructuras autoorganizadoras que crean complejidad de la simplicidady un orden superior del caos por medio de diversos órdenes de interacti-vidad de los elementos básicos que se encuentran en el origen del proce-

so 80. Aunque este proyecto ha sido rechazado con frecuencia por las co-rrientes científicas establecidas como una propuesta no verificable, es unejemplo del esfuerzo que se está realizando desde diferentes ámbitos enaras de encontrar un terreno com˙n para la fertilización cruzada de cien-cia y tecnología en la Era de la Información. No obstante, este plantea-miento parece excluir todo marco integrador y sistémico. El pensamientosobre la complejidad debe considerarse un método para comprender ladiversidad, en lugar de una metateoría unificada. Su valor epistemológicopodría provenir del reconocimiento del don de la naturaleza y la sociedadpara descubrir cosas sin proponérselo. No que no existen reglas, sino quelas reglas son creadas, y cambiadas, en un proceso constante de accionesdeliberadas e interacciones ˙nicas.

79 Mazlish,1993,pág.233.11) La difusión de la teoría del caos a una audiencia amplia se debió en buena medida al

best-seller de Gleick, 1987; véase también Hall, 1991. Para una historia interesante y de es-critura clara sobre la escuela de la «complejidad», véase Waldrop, 1992.

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