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INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA 13.3. LOS DEUTEROCANÓNICOS /// 08/11/2016 268 - 13.3. - LOS DEUTEROCANÓNICOS La llamada versión de los Lxx1 Detrás de los términos de los Setenta (o Lxx) y de Biblia griega se oculta una realidad fluida y pluriforme. En esto se distingue del texto hebreo recibido o texto masorético (TM), que desde el siglo II d. C. ofrece una lista muy concreta de obras con un orden igualmente bien definido, así como un texto estable. ¿Por qué? La traducción de los Setenta se realizó en una época en que el texto hebreo presentaba todavía cierta fluidez redaccional. No solamente porque el canon de las Escrituras hebreas no estaba cerrado todavía, sino también porque el fenómeno de clausurano había separado aún por completo la transmisión del texto de la glosa o comentario del mismo. La versión llamada de los Setenta«Propiamente hablando, este término sólo designa la versión griega de la Torá, de la que se habla en la Carta de Aristeo, que habría que distinguir siempre de los libros traducidos posteriormente por manos privadasy de las composiciones originales que acabarían formando la colección que llamamos de los Setenta». 2 Carta de Aristeo Por una ficción literaria, la Carta de Aristeoa su hermano Filócrates se presenta como compuesta por un pagano. De hecho, su autor es un judío de Alejandría de ahí el título de Pseudo-Aristeo que se le da a veces a esta obra. Se publicó en el siglo II a. C. Verdadera apología de la ley mosaica y del judaísmo, el relato gira en torno a la traducción de la Torá al griego. He aquí su desarrollo, de forma resumida. Después de la introducción (1-8), viene el relato. Demetrio Falereo, fundador y responsable de la biblioteca de Alejandría, animó al rey Tolomeo Filadelfo a escribir al sumo sacerdote de Jerusalén para que enviase hombres de los más venerables, ancianos competentes en la ciencia de su ley, seis de cada tribu, para que sometiendo a examen lo que obtuviera el acuerdo de la mayoría y obteniendo así una interpretación exacta, el bibliotecario y sus ayudantes establecieran un texto digno del Estado y de las intenciones del rey. La respuesta afirmativa del sumo sacerdote contiene la lista de los setenta y dos traductores que habría de enviar con un ejemplar de la Torá (9-82). En una segunda parte se describe el templo de Jerusalén y su culto, la ciudad y toda Palestina. El sumo sacerdote se despide de los traductores, que no solamente eran considerados como maestros en las letras judías, sino que además se habían entregado seriamente a la cultura helenista. Pronuncia entonces él una larga apología de la ley (83- 171). La tercera parte, la más desarrollada, menciona la acogida que brindó el rey a los traductores y narra luego el banquete en siete sesiones de una noche, al que los invitó. Según la tradición filosófica griega, este banquete da ocasión a una larga discusión: los setenta y dos traductores responden cada uno a una cuestión que les plantea el rey (172- 300). 1 H. COUSIN, La Biblia Griega. Los Setenta, Navarra (Verbo Divino 1992). 2 R. LE DÉAUT (citado por H. COUSIN, La Biblia Griega. Los Setenta, 7).

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INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA

13.3. LOS DEUTEROCANÓNICOS /// 08/11/2016

268

- 13.3. -

LOS DEUTEROCANÓNICOS

La llamada

versión de los “Lxx”1

Detrás de los términos de los Setenta (o Lxx) y de Biblia griega se oculta una realidad fluida y

pluriforme. En esto se distingue del texto hebreo recibido o texto masorético (TM), que desde

el siglo II d. C. ofrece una lista muy concreta de obras con un orden igualmente bien definido,

así como un texto estable. ¿Por qué? La traducción de los Setenta se realizó en una época en

que el texto hebreo presentaba todavía cierta “fluidez redaccional”. No solamente porque el

canon de las Escrituras hebreas no estaba cerrado todavía, sino también porque el fenómeno de

“clausura” no había separado aún por completo la transmisión del texto de la glosa o

comentario del mismo.

La versión llamada “de los Setenta”

«Propiamente hablando, este término sólo designa la versión griega de la Torá, de la que se

habla en la Carta de Aristeo, que habría que distinguir siempre de los libros traducidos

posteriormente “por manos privadas” y de las composiciones originales que acabarían

formando la colección que llamamos de los Setenta».2

Carta de Aristeo

Por una ficción literaria, la “Carta de Aristeo” a su hermano Filócrates se presenta como

compuesta por un pagano. De hecho, su autor es un judío de Alejandría –de ahí el título de

Pseudo-Aristeo que se le da a veces a esta obra–. Se publicó en el siglo II a. C.

Verdadera apología de la ley mosaica y del judaísmo, el relato gira en torno a la traducción de

la Torá al griego.

He aquí su desarrollo, de forma resumida.

Después de la introducción (1-8), viene el relato. Demetrio Falereo, fundador y

responsable de la biblioteca de Alejandría, animó al rey Tolomeo Filadelfo a escribir al

sumo sacerdote de Jerusalén para que enviase hombres de los más venerables, ancianos

competentes en la ciencia de su ley, seis de cada tribu, para que sometiendo a examen lo

que obtuviera el acuerdo de la mayoría y obteniendo así una interpretación exacta, el

bibliotecario y sus ayudantes establecieran un texto digno del Estado y de las intenciones

del rey. La respuesta afirmativa del sumo sacerdote contiene la lista de los setenta y dos

traductores que habría de enviar con un ejemplar de la Torá (9-82).

En una segunda parte se describe el templo de Jerusalén y su culto, la ciudad y toda

Palestina. El sumo sacerdote se despide de los traductores, que no solamente eran

considerados como maestros en las letras judías, sino que además se habían entregado

seriamente a la cultura helenista. Pronuncia entonces él una larga apología de la ley (83-

171).

La tercera parte, la más desarrollada, menciona la acogida que brindó el rey a los

traductores y narra luego el banquete en siete sesiones de una noche, al que los invitó.

Según la tradición filosófica griega, este banquete da ocasión a una larga discusión: los

setenta y dos traductores responden cada uno a una cuestión que les plantea el rey (172-

300).

1 H. COUSIN, La Biblia Griega. Los Setenta, Navarra (Verbo Divino 1992).

2 R. LE DÉAUT (citado por H. COUSIN, La Biblia Griega. Los Setenta, 7).

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La última parte habla de la traducción y de su proclamación. Luego los traductores

vuelven a Judea (301 -322).

En definitiva, la obra pone el acento en dos puntos: (1) Las autoridades paganas se interesan

por la ley de los judíos y la admiran; (2) Habiendo sido reconocida por todos la calidad de la

traducción griega del Pentateuco, fue recibida por la comunidad judía de Alejandría como

equivalente a la Torá en hebreo, como versión oficial.

Carta de Aristeo, 30l-3113

“30l Saliendo a recibir (a los setenta y dos traductores), Demetrio les hizo andar los siete

estadios que conducen a la isla,4 pasó el puente, avanzó hacia el norte, los reunió en un local

preparado junto a la playa, una magnífica morada rodeada de silencio, y les invitó a ejecutar

el trabajo de la traducción, con todo lo necesario. 302 Se aplicaron a la tarea, poniéndose de

acuerdo entre ellos sobre cada uno de los puntos por confrontación. Del texto que resultaba

de su acuerdo, Demetrio ordenaba entonces hacer una copia en la forma debida. 303 Su

sesión duraba hasta la hora nona, y después quedaban libres para atender a las necesidades

del cuerpo, ampliamente provistos de todo cuanto podían desear. 304 Cada día, a primera

hora, se presentaban en la Corte, y después de haber cumplimentado al rey, se retiraban a su

residencia particular. 305 Después de lavarse las manos en el mar según el uso de los judíos,

y una vez terminada su oración a Dios, se ponían al trabajo de lectura y de traducción de

cada pasaje (...).

307 Pues bien, sucedió que el trabajo de la traducción se acabó en setenta y dos días, como

si aquello se debiera a una especie de plan premeditado. 308 Acabada la tarea, Demetrio

reunió a la comunidad judía en el sitio en donde se había realizado la obra de la traducción,

y se la leyó a toda la asamblea, en presencia de los traductores, que fueron por otra parte

acogidos con entusiasmo por la gente por su aportación a un bien considerable. 309 Hicieron

una ovación semejante a Demetrio y le pidieron que entregase a sus jefes una copia de toda

la ley. 310 Tras la lectura de los rollos, los sacerdotes, en pie, los ancianos del grupo a de

traductores y los delegados del politeuma,5 así como los jefes del pueblo, hicieron esta de

declaración: «Ahora que se ha hecho la traducción correctamente, con piedad y con una

exactitud rigurosa, conviene que esta obra quede como está, sin el más mínimo retoque».

311 Una aclamación general acogió estas palabras; entonces les invitaron a pronunciar una

maldición, según su costumbre, contra cualquiera que retocara la letra del texto, bien

alargándola, bien alterándola en lo más mínimo, bien recortándola; excelente medida para

guardarla inmutable para siempre”.

La denominación “Setenta” le cabe ante todo y sobre todo a la traducción al griego del

Pentateuco realizada en Alejandría de Egipto. Pero en el lenguaje tradicional se da este nombre

a una colección más amplia que, además del Pentateuco, comprende:

La traducción griega de las obras compuestas en hebreo o en arameo

La mayor parte de ellas pertenecen al TM, pero otras han desaparecido por completo,

como el Primer libro de los Macabeos, o han sido descubiertas posteriormente, como el

Sirácida.

Algunas obras escritas originalmente en lengua griega

Por ejemplo, el Libro de la Sabiduría.

3 Traducción de H. COUSIN, La Biblia Griega. Los Setenta, 11-12.

4 La isla Faros, frente a Alejandría.

5 El estatuto político propio de la comunidad judía en Alejandría.

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En Yabné, hacia fines del s. I d. C., el judaísmo rabínico comenzó a fijar el canon de las

Escrituras con la inclusión en él del Cantar de los cantares y del Qohelet, pero excluyendo a los

“libros exteriores”, es decir, a los libros no recibidos como canónicos en Palestina.

Y el Talmud de Babilonia recogerá una lista, relativamente antigua, de veinticuatro libros

(Baba Batra 14b-15a). Con los Setenta no ocurrió nada parecido. No hubo ninguna autoridad

que cerrara la colección.6

Además, antes de los siglos III-IV, los rollos de los libros estaban separados unos de otros; fue

necesaria la aparición del codex –anticipo de algún modo de nuestros libros– para que

pudiésemos encontrarnos con verdaderas colecciones debidamente ordenadas. Vemos, pues,

que los contornos de lo que llamamos “los Setenta” son bastante fluidos. En primer lugar, no

hay tradición unitaria cristiana sobre las listas de obras canónicas que nos ofrecen los padres de

la Iglesia y los concilios por un lado, y los códices de los Setenta por otro.

Por ejemplo:

En el Codex Vaticanus (siglo IV d. C.) no hay ningún libro de los Macabeos.7

El Sinaiticus (siglo IV d. C.) no contiene más que el primero y el cuarto libro de los

Macabeos.8

El Alexandrinus (siglo V d. C.) contiene el primero, el segundo, el tercero y el cuarto

libro de los Macabeos.9

Sínodo de Laodicea (360 D.C): faltan –entre otras cosas– los Macabeos.

Los libros

llamados “Deuterocanónicos”

En la terminología católica, se denomina libros “deuterocanónicos” a aquellos libros del AT

que no son aceptados como canónicos por la comunidad judía, y que se recibieron de la versión

de los LXX.10

Forman un conjunto de siete libros, a los que hay que añadir las partes griegas del libro de Ester

y los suplementos griegos asociados al libro de Daniel (la oración de Azarías y el cántico de los

tres jóvenes, la historia de Susana y de Bel y el Dragón):

6 Tampoco conocemos ni la forma ni la extensión de la versión de los LXX utilizada por los judíos, pues

hasta nosotros sólo han llegado manuscritos de esa versión utilizados por los cristianos. 7 CÓDICE VATICANO

Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, 1-4 Reinados (= 1,2 Samuel y 1,2

Reyes), 1 y 2 Paralipómenos (= Crónicas), Esdras A, Esdras II (= Esdras-Nehemías), Salmos, Proverbios,

Eclesiastés, Cantar, Job, Sabiduría de Salomón, Sirácida, Ester, Judit, Tobías, Doce profetas, Isaías,

Jeremías, Baruc, Lamentaciones, Carta de Jeremías, Ezequiel y Daniel. 8 CÓDICE SINAÍTICO

Génesis, (laguna), Números, (laguna), 1 Paralipómenos, (laguna), Esdras II, Ester, Tobías, Judit, 1 y 4

Macabeos, Isaias, Jeremias, Lamentaciones, (laguna), (final de los) Doce profetas, Salmos, Proverbios,

Eclesiastés, Cantar, Sabiduría de Salomón, Sirácida, Job. 9 CÓDICE ALEJANDRINO

Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, 1-4 Reinados, 1-2 Paralipómenos,

Doce profetas, Isaías, Jeremías (incluyendo a Baruc, Lamentaciones y Carta), Ezequiel, Daniel, Ester,

Tobías, Judit, Esdras A, Esdras II, 1, 2 , 3 y 4 Macabeos, Salmos, Job, Proverbios, Eclesiastés, Cantar,

Sabiduría de Salomón, Sirácida, Salmos de Salomón. 10

Los primeros cristianos recibieron el Antiguo Testamento fundamentalmente de los ambientes griegos

de la diáspora judía.

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Judit Sabiduría

Tobías Eclesiástico o “Sirácida”

I y II Macabeos Baruc

El libro de Baruc11

Varios libros han sido atribuidos a Baruc, el secretario de Jeremías:

El Baruc de la Biblia.12

El apocalipsis griego de Baruc.

El apocalipsis sirio de Baruc.

Se suelen distinguir tres partes en el libro deuterocanónico de Baruc:

1,1-2 (nombre del autor y fecha de composición)+ 1,3-14 (preámbulo) + 1,15-3,8 (salmo

penitencial).

3,9-4,4 (exhortación a la sabiduría, identificada con la Ley).

4,5-5,9 (discurso de exhortación y de consolación).

Según el prólogo, las palabras del Libro de Baruc fueron leídas en Babilonia, en presencia del

pueblo exilado, en el día del aniversario de la destrucción del pueblo por los caldeos (1,2.3s).

Los judíos de Babilonia, lloraron, oraron y ayunaron, y decidieron enviar a Jerusalén una

colecta, destinada a la compra de las ofrendas para el altar, con la consigna que se rezara por

Nabucodonosor y su hijo, así como por los judíos cautivos (1,11.13). Este libro se debía leer

públicamente en la Casa del Señor (1,14); contenía una confesión pública de pecados (el salmo

penitencial de 1,15-3,8).

El fragmento de estilo sapiencial (3,9-4,4) se presenta como una invitación dirigida a Israel para

que busque la salvación en el culto a la sabiduría de Israel (=Ley), que ni los poderosos de la

tierra ni los pueblos más sabios de Oriente, ni los antiguos gigantes pudieron alcanzar. Es la

sabiduría que sólo Dios posee y que le comunicó a su siervo Jacob.

La obra termina con una “inyección de ánimo” (4,5-5,8; cf. 4,5.21.27.30), donde se exhorta a

confiar firmemente en el Dios de la salvación. El fragmento tiene claras reminiscencias del 2 y

3 Isaías.

La llamada “Carta de Jeremías”13

(Baruc 6)

Conservado en griego, en la mayor parte de los manuscritos de los LXX se encuentra ubicada

tras el Libro de las Lamentaciones. En algunos manuscritos griegos, en la Versión Siria y en la

Vetus Latina sigue inmediatamente a Baruc, como capítulo 6 de ese libro. El texto que

transmite la Vulgata es el de la Vetus Latina, pues San Jerónimo no estimó útil hacer una nueva

versión latina de Baruc y la Carta (Prol. in Jer., PL 24, col. 680).

11

Para un breve panorama cf. L. H. RIVAS, “Baruc”, en: W. FARMER et al. (edts.), Comentario Bíblico

Internacional, Navarra (Verbo Divino 1999), 953-956. 12

En los LXX se denomina “Baruc”; en la Vulgata, “Profecía de Baruc”. 13

Para un breve panorama cf. L. H. RIVAS, “Carta de Jeremías”, en: W. FARMER et al. (edts.),

Comentario Bíblico Internacional, 957-958.

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El escrito se presenta como una carta dirigida por Jeremías a los que serían enviados cautivos a

Babilonia. Se trata, en realidad, de una disertación satírica en contra de la idolatría. Su objetivo

consiste en incitar a los israelitas a seguir fieles a la religión del verdadero Dios.

El libro de Tobías14

El libro cuenta la historia de la familia de Tobit, un israelita de la tribu de Neftalí, deportada a

Nínive.

Tobit era un hombre piadoso, extremadamente observante de la Ley, caritativo. Estaba casado

con una mujer de su tribu llamada Ana, y ambos tenían un hijo, Tobías. Por su extremada

piedad, Dios lo bendijo, concediéndole el favor de Salmanasar, y Tobit llegó a ser procurador

suyo en Media, logrando una importante fortuna. Luego, bajo el reinado de Senaquerib, su

suerte cambió. Fue denunciado ante el rey por haber enterrado los cuerpos de algunos

compatriotas que fueron muertos por Senaquerib, y éste, en represalia, determinó matarlo. Tobit

tuvo que escapar con su familia, y todos sus bienes fueron confiscados.

Bajo el reinado de Asarjaddón, Tobit pudo regresar a Nínive, donde siguió practicando

fielmente la Ley de Dios y la caridad con sus hermanos. Pero un día, al caerle excremento de

gorriones en los ojos, queda ciego. Su mujer tuvo que salir a trabajar. Tras retarla injustamente

pensando que ella había robado un cabrito, ella se enoja y le reprocha su suerte: «¿Dónde están

tus limosnas y tus buenas obras? ¡Ahora se ve todo bien claro!» (Tobías 2,14). Tobit, agobiado

por los sufrimientos, suplica a Dios que lo haga morir (Tobías 3,1-6). Al mismo tiempo, el libro

narra la historia de Sarra, la hija de un pariente de Tobit llamado Ragüel, que vivía en

Ecbáctana.

La historia comienza cuando una de las esclavas de Ragüel insulta a Sarra, riéndose de su

infortunio: es que la joven se había casado ya siete veces, pero el demonio Asmodeo había

matado a los siete hombres antes de que llegasen a unirse a ella. Sarra, que había pensado en

ahorcarse, pero luego desiste de la idea por no ocasionarle tristeza a su padre, eleva a Dios una

súplica angustiada, pidiéndole que ponga fin a sus días o a su humillación (Tobías 3,11-15).

Dios escucha la oración de Sarra y de Tobit, y envía al ángel Rafael a curar a ambos (Tobías

3,16-17). El joven Tobías será el actor principal en las escenas siguientes:

Su padre le da prolijos avisos, que hacen del cap. 4 una pequeña colección de proverbios sobre

las buenas obras. Luego lo envía a recuperar una suma importante dejada en depósito a un

cierto Gabael en las lejanías de Media (Tobías 5,1-3).

Entonces Rafael, bajo el nombre de Azarías, se ofrece a servir de guía al joven (Tobías 5,4-22),

y ambos parten, en medio de las angustias y los temores de la madre de Tobías (Tobías 5,18-

20). El ángel, yendo de camino, enseña a Tobías los remedios contra la ceguera de su padre

(Tobías 6,3-9) y le pondera los encantos de su prima Sarra, en cuya casa van a hacer un alto, y

lo invita a que la pida por esposa, recordándole que a él le corresponde desposarla según la Ley

de Moisés (Tobías 6,10-14). Tobías, que conocía que sucedía con los hombres que intentaban

unirse a Sarra, no quiere pedirla por esposa. Rafael, entonces, le indica como contrarrestar los

maleficios del demonio Asmodeo (Tobías 6,14-19).

Tobías, llegado a Ecbátana, se apresura a pedir la mano de su prima (Tobías 7) y, con gran

estupefacción de los padres, que ya habían hecho cavar una tumba por las dudas (Tobías 8,9b-

12), la primera noche se desliza sin accidentes. Dos semanas de regocijos no parecen

demasiado para festejar a los felices esposos (Tobías 8,20). En el intervalo, el mismo Azarías

va a recuperar el dinero y vuelve con Gabael (Tobías 9).

Durante este tiempo, en Nínive, Ana y Tobit se preocupan viendo que no regresa su hijo; así

pues, Tobías acelera la partida y emprende el camino de vuelta con su esposa, todavía guiado

14

Cf. D. DORÉ, El libro de Tobit o El secreto del rey, Navarra (Verbo Divino, Cb 101 2000).

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por el ángel. La alegría del regreso llega a su colmo cuando Tobías devuelve la vista a su padre

gracias al remedio que le había indicado Rafael. Nuevos regocijos se prolongan para festejar a

los jóvenes esposos (Tobías 10-11).

Rafael revela su identidad antes de desaparecer,15

no sin antes dar en forma de proverbios

nuevas enseñanzas sobre las buenas obras; finalmente invita a sus oyentes a dar gracias a Dios

(Tobías 12). Tobit se apresura a cumplir este deber con un himno que se extiende en visiones

proféticas sobre la gloria futura de Jerusalén (Tobías 13). El final del anciano es como el de los

patriarcas. En su lecho de muerte revela a su hijo el porvenir, le recomienda la piedad filial, la

práctica de las buenas obras y el temor de Dios (Tobías 14,1-11).

Tobías, después de haber prestado a su padre y luego a su madre los últimos deberes, se

traslada a Ecbátana para rodear allí de las mismas solicitudes los últimos días de sus suegros. Él

mismo muere colmado de días, después de haber tenido el consuelo de ver realizadas las

profecías de su moribundo padre (Tobías 14,12-15).

El libro de Judit16

Suele admitirse que el texto griego de Judit es la versión de un original semítico, arameo según

unos, hebreo según la mayoría de exégetas. Las versiones recientes (latina, siríaca) derivan

todas ellas del griego. La Vulgata es fruto de una revisión de San Jerónimo, realizada a partir de

un texto arameo. El texto es notablemente más breve, pero como San Jerónimo realizó su

traducción con bastante rapidez y sin preocuparse mucho por la precisión (PL 29,37-40), no

podemos fiarnos de la Vulgata para hallar el texto arameo que está irremediablemente

perdido.17

Fecha de composición y género literario del libro

El problema de la datación de Judit es sumamente difícil.

1. Resulta, en efecto, aventurado partir de sus alusiones históricas, por cuanto este libro

contiene al respecto errores palmarios: el reinado de Nabucodonosor, denominado rey de

Nínive, la gran ciudad, es situado poco después del retorno de la cautividad, una vez ya

reconstruido el templo.

Ahora bien, sabemos que Nínive fue destruida en 612, que el imperio asirio sucumbió en

610, que Nabucodonosor reinó en Babilonia de 604 a 562 y que destruyó a Jerusalén y el

templo. Sabemos también que Ciro, después de abatir la potencia de los sucesores de

Nabucodonosor puso término a la cautividad en 538, pero que el templo no fue

reconstruido sino en tiempos de Darío, en 515.

Por consiguiente es preferible, para situar a Judit en el tiempo, procurar fechar las

instituciones en el sentido lato del término, y situar en la historia la política religiosa que

refleja la actitud de Nabucodonosor frente a los judíos. Sea lo que fuere, sólo se datará la

traducción griega, pues un traductor puede calificar instituciones políticas o religiosas

utilizando un vocabulario técnico que únicamente refleja las instituciones de su tiempo, y

no las del tiempo del autor primitivo.

15

Es uno de los siete ángeles que están en la presencia de Dios (12,15) y el que le presenta las oraciones

y las buenas obras de los hombres (12,12). 16

Para un breve panorama cf. R. J. RAJA, “Judit”, en: W. FARMER et al. (edts.), Comentario Bíblico

Internacional, 638-647. 17

Existen igualmente varios textos hebreos, que A.M. DUBARLE ha editado y estudiado recientemente.

Están en paralelo estrecho entre sí y con la Vulgata. Se ha defendido la originalidad de tales textos, pero,

en realidad, parecen una traducción de la Vulgata destinada a dar a conocer a los judíos de la edad media

una tradición antigua de su pueblo, como demuestran las transcripciones hebreas de nombres propios

latinos.

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2. La obra presenta rasgos típicamente persas:

El «dios del cielo» (5,8) /// La a)kina/khj que es una espada persa (13,6) /// La mención

de los persas como invasores (16,10) /// Los nombres de Holofernes y Bagoas.

Por ello se ha querido situar la composición de Judit en la época persa.

3. Junto a los rasgos persas, se observan en Judit elementos griegos:

Así la mención de la “gerusia” de Jerusalén (11,14; 15,8)

El empleo de las coronas (3,7; 15,13)

En particular la política religiosa del invasor reflejada por nuestro libro

(destrucción de los cultos locales, 3,8; 4,1; tentativa de destrucción del santuario

de Jerusalén y su altar, 9,8) no supone ni la época aqueménida ni la época

seléucida en general.

Las alusiones a un rey Nabucodonosor divinizado (3,8; 6,2) convienen de

maravilla a lo que dicen los libros santos de Antíoco Epífanes, sobre todo si

Nabucodonosor no pasa de ser un nombre prestado.

Finalmente puede observarse una dependencia literaria de Judit (3,8) con relación

a los Setenta de Daniel, 3,2.4.7.96.98. Por consiguiente hay que fechar a Judit con

posterioridad a los Setenta de Daniel (145 a.C.).

Es evidente que el libro de Judit no tiene más que las apariencias de un libro de historia en el

sentido moderno del término. Poco preocupado por los anacronismos, los deja esparcidos en su

obra, como órganos que dan fe de una de estas manipulaciones de las que el texto del libro de

Judit parece haber sido objeto a lo largo de los siglos. Hay que procurar comprender el punto de

vista del autor, que nada tiene que ver con el de un historiador de hoy. En un marco concreto

(por hipótesis, el marco seléucida) mueve unos personajes de época seléucida, y hasta de época

aqueménida, para poner de manifiesto de forma bien concreta una tesis: la presencia del Dios

de Israel en su pueblo que sufre y combate por él, y el triunfo de los judíos sobre sus enemigos.

Difícil resulta calificar a este género literario: emparentado tanto con el midra$ como con el

apocalipsis. En efecto, de este último género dependen ciertos procedimientos literarios, como

la criptografía que es una forma de pseudonimia. Nabucodonosor, el arquetipo de los enemigos

de Jerusalén, sería Antíoco IV Epífanes; Nínive sería Antioquía; Betulia designaría un lugar

desconocido, pero lo bastante evocador por su significado de «casa de Dios»; Judit, «la judía»,

sería el pueblo judío personificado en una mujer.

Contenido general

Ante un colosal Nabucodonosor (Judit 1), un rival de su talla, Arfaxad, se construye frente a él

una capital con muros de un espesor fabuloso. Contra tal adversario convoca Nabucodonosor

las fuerzas del mundo entero, desde Elam y Persia hasta los confines de Egipto y de Etiopía.

Todo el occidente desprecia esta llamada. Nabucodonosor, sólo con sus tropas orientales,

destruye a Ecbátana como a un castillo de naipes. La victoria se celebra en los sitios mismos

con una comilona de 120 días; pero los pueblos de occidente, entre ellos Jerusalén y Samaría,

ocupan un puesto bien modesto; no pueden menos de temblar.

Desde ahora permanecerá Nabucodonosor en la lejanía hierática que conviene a un dios (Judit

3,8). Holofernes recibe la misión de tomar venganza de los rebeldes (Judit 2,1-3). El inmenso

ejército se reúne y se equipa alrededor de Nínive y luego avanza irresistible hacia el oeste. De

un golpe alcanza el mar occidental y las fronteras de Jafet, las riberas de Jonia. Súbitamente

tuerce su marcha hacia el sur. Siria y Damasco son asoladas; toda la costa, desde Tiro hasta

Gaza, se somete. El ejército emprende el camino de Egipto. Ya está en la llanura de Esdrelón,

pero para alcanzar la vía costera hay que franquear las colinas que enlazan los montes de

Samaría con la punta del Carmelo. La reunión en la llanura ocupa un mes entero (Judit ,9-10).

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Así llegamos al lugar de la acción. Frente a este ejército victorioso, Israel es un pobre pueblo

insignificante apenas escapado de las prisiones de la cautividad (Judit 4,3). El sumo sacerdote

envía a las fronteras la orden de obstruir los desfiladeros, especialmente en Betulia; durante

este tiempo, con ayunos y rogativas solemnes se suplica al Señor que no entregue a los impíos

la casa de Israel (Judit 4,4-15).

Esta resistencia pone furioso a Holofernes, quien ha convocado a los jefes de los países vecinos

para informarse sobre la situación local.

Un ammonita, Aquior, expone ampliamente lo que hace que Israel sea un pueblo distinto de

todos los demás: su historia prueba que son invencibles mientras permanecen fieles a su Dios.

Todo el consejo se mofa. «No hay más Dios que Nabucodonosor, replica Holofernes» (Judit

6,2). Se expulsa a Aquior de los puestos avanzados: que vaya a compartir la suerte de este

pueblo invencible. En la ciudad, Aquior da a conocer los designios y la soberbia de Holofernes.

Dios y Nabucodonosor están en presencia.18

Por fin Holofernes pasa al ataque (Judit 7,1-3). Las gentes de Betulia se atrincheran en sus

murallas (Judit 7,4-5). El general, por consejo de sus aliados ammonitas y moabitas que

conocen el país, difiere el ataque definitivo; ocupa la fuente al pie de la ciudad, de modo que

los sitiados no tienen más remedio que rendirse o morir de sed.

En la ciudad, los jefes están prontos a resistir. Pero la población prefiere vivir como esclavos a

morir de hambre y de sed, ellos y sus hijos. El jefe de la ciudad obtiene con gran dificultad una

moratoria de cinco días. ¿Quién sabe si entre tanto no se manifestará el Señor con su poder en

favor de su pueblo?

Entonces entra en escena la heroína. Judit es viuda hace varios años; a pesar de sus riquezas,

lleva vida de oración y de ayuno. Este rigor en las observancias religiosas sirve para dar mayor

realce a su belleza (Judit 8, 1-8). Judit convoca a los ancianos de la ciudad y les echa en cara el

tratar a Dios como a un hombre imponiéndole un ultimátum. Dios merece una confianza sin

límites, sea que quiera castigar o salvar. Pero el deber consiste en sacrificarse por la defensa del

interior del país y de la ciudad santa. Ozías responde que en cinco días tiene Dios tiempo para

enviar la lluvia y llenar las cisternas. Inútil esperar un milagro, replica Judit. Y pide que la

dejen salir de la ciudad con su sirvienta: antes de los cinco días fijados verán lo que Dios puede

hacer por la mano de una mujer (Judit 8,9-36).

Antes de pasar a la acción, la heroína dirige una ardiente plegaria al Dios de su padre Simeón

(Judit 9). Sobre estas montañas en que el patriarca castigó a los seductores de su hermana, un

seductor de los hijos de Israel pone su mano sacrílega; ayude Dios a su sierva a seducir a su

seductor y a darle el golpe de gracia. Así, observa tan minuciosamente los ritos de la seducción

femenina como los de la ley (Judit 10,1-5). Armada de esta manera sale y se dirige al enemigo.

Su belleza le abre el paso desde las avanzadas hasta la tienda del jefe (Judit 10,6-23).

Una vez en presencia del seductor de sus hermanos, Judit lo desorienta tanto con el encanto de

sus palabras como con su belleza (Judit 11). Pero, en medio de los paganos, se mantiene fiel a

Dios. Cada noche se dirige a la fuente fuera del campamento; después de las abluciones rituales

eleva a Dios una oración pura. Durante el día no toca los alimentos de los paganos,

alimentándose con las provisiones que ha llevado consigo y que prepara su sirvienta.

Tres días pasan así en la espera (Judit 12,1-9). Por fin, el cuarto día, el general se avergüenza

del respeto que le impone la judía (Judit 12,10-12). La invita a un banquete. Judit acude con la

mayor tranquilidad. La dejan sola con él. Una última oración al Dios de Israel para pedirle

fuerzas y con la espada que cuelga de las columnas de la cama corta la cabeza a Holofornes.

18

Algunos ven aquí un rasgo apocalíptico como en Ez 38-39, o como en la Guerra de los hijos de la luz

con los hijos de las tinieblas descubierta en Qumrán.

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Como todas las noches, se la deja salir del campamento. Judit se va derecha a Betulia, con la

cabeza de Holofornes en el saco de provisiones de su sirvienta (Judit 13,1-l0).

La noche se termina en acciones de gracias. Ozías bendice a la mujer prudente y fuerte y a

Dios, que ha guiado su acción. Aquior, impresionado a la vista de la cabeza de Holofernes,

confiesa su fe en el Dios de Israel y se hace circuncidar al momento. El enemigo huye a la

desbandada; Israel acude de todas partes para saquear los despojos. El sumo sacerdote en

persona acude de Jerusalén para felicitar a la heroína: Tu, gloria de Jerusalén.

La “nueva Débora” entona el canto de victoria, que es al mismo tiempo un no de acción de

gracias; y se dirige la procesión a Jerusalén ofrecer en el templo los despojos del enemigo

(Judit 16,18-20). Judit vivirá todavía largo tiempo, rica y colmada de honores, pero rehusando

todos los partidos que se le ofrecen para casarse. Israel goza de paz hasta su muerte y todavía

mucho después (Judit 16,21-25).

El libro de la Sabiduría

El lugar de composición es, aparentemente, Egipto, y con probabilidad, Alejandría, el gran

centro intelectual y científico del mundo Mediterráneo, y uno de los centros más grandes del

judaísmo de la diáspora. El pensamiento de esta obra se asemeja a otras obras del judaísmo

alejandrino de la época de orientación propagandística y apologética, por ejemplo, la Carta de

Aristeas o III Macabeos. La obra se refiere con énfasis a Egipto y sus relaciones con Israel en

Sabiduría 11-19, y, en particular, polemiza duramente contra la “zoolatría” (Sabiduría 13-15),

práctica frecuente y habitual en el Egipto contemporáneo.

El autor busca afirmar la fe de sus hermanos en Alejandría, asediados por mil peligros externos.

Recuerda los tiempos antiguos, en que sus antepasados fueron liberados de males mayores que

los suyos por el mismo Señor que ahora los protege. También puede querer atraer de nuevo a

los que han sido débiles y se han apartado de la fe de sus mayores.

Viviendo en una ciudad tan importante, foco de cultura helenista, la comunidad judía tenía

contacto permanente con todos los elementos de esta nueva cultura. Una variedad de religiones

y sistemas filosóficos ofrecían sabiduría o salvación o una comprensión particular acerca del

sentido real de la vida. Había aparecido una mentalidad cosmopolita e individualista, escéptica

e insatisfecha con las ideas tradicionales. Muchos judíos abandonaron su fe, se burlaban de los

piadosos (cf. 1 Macabeos 1,11-15; 2 Macabeos 4,7-20; 6,1-11):

Sabiduría 2,12 “Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar,

nos echa en cara faltas contra la Ley y nos culpa de faltas contra nuestra educación”.

Reemplazaban su fe por religiones paganas, filosofías seculares, o sus propias versiones

populares de las mismas:

Cf. Sabiduría 2,1-20

Otros judíos estaban en peligro de seguir este ejemplo.

Para intentar dar respuestas a estos interrogantes, el autor se dedicará a escrutar las Escrituras:

en sus 19 capítulos, la obra apenas cuenta con algún pasaje que no provenga en gran parte de

una fecunda meditación de los libros inspirados anteriores.

Éste, tal vez, sea el rasgo unitario de la obra: decir que es un libro que trata de la inmortalidad o

de la sabiduría o de la providencia no lo define. Más bien es expresión de la plenitud de todo lo

que un hombre, en Egipto, tras lo que fueron sin duda muchos años de piadoso estudio, puede

extraer de toda la Sagrada Escritura de su pueblo para ofrecer esperanza y consuelo a sus

contemporáneos.

El autor se expresa en un vocabulario fuertemente influenciado por la religión, la filosofía y la

ciencia helenista contemporánea. Alrededor de un 20% de su terminología no aparece en otro

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lugar de los LXX. Esto hace que el lector que se sienta atraído por el espíritu “culto” de la

época, se sienta impresionado por el esfuerzo creativo del autor de esta obra para comunicar su

mensaje en el lenguaje de su cultura. El libro parece haber sido dirigido a los estudiantes judíos

e intelectuales que participan del amplio trasfondo cultural del autor de esta obra. Solamente

ellos eran aptos para captar y entender las diversas alusiones y los conceptos, y sólo ellos

estarían dispuestos a seguir la presentación del tema.

Se ha llegado a decir incluso que Sabiduría es un libro de escuela, concebido exclusivamente

para la formación de futuros líderes del pueblo judío en medio del ambiente hostil cultural,

religiosa y moralmente, como el de la sociedad helenística de Alejandría. «El sabio escribe con

un fin específico: capacitar a los futuros líderes intelectuales de su pueblo para que desarrollen

una actitud positiva con relación a su actual situación».19

Unidad de la obra /// Estructura

Los autores hoy día consideran que el libro de la Sabiduría tiene una estructura muy sólida y

bastante coherente. En general, prevalece la postura de quienes afirman que la obra se compone

de tres partes.20

Por ejemplo, GILBERT21

propone:

I. 1,1-6,21: La sabiduría como norma de vida ante el juicio escatológico.

II. 6,22-9,18: La sabiduría en sí misma: “elogio de la sabiduría”.

III. 10,1-19,22: La sabiduría en la historia de la salvación.

Sugerencia de lectura

Primera parte: Sabiduría 1,1-6,2122

La vida después de la muerte:

El camino de los sabios (justos: 3,1-10) opuesto al de los impíos (2,1-20).

Temas principales: sabiduría, justicia, inmortalidad. Sabiduría 1,15 “porque la justicia es

inmortal”. Ya en los primeros capítulos, el autor sitúa el problema de la “retribución” en el

contexto de la existencia de vida después de la muerte.

No es verdad:

Que la muerte sea igualadora de todos los destinos, que todos terminemos igual, en

una existencia pálida, disminuida en el $eol,23 separados de Dios.

19

J. M. REESE, Hellenistic Influence on the Book of Wisdom and its Consequences, Roma (AnBib 41

1970), 146-151 (la cita es de la página 148). 20

Aunque tampoco hay consenso a la hora de determinarlas con precisión.

Por ejemplo: La primera parte termina para algunos en 5,23; para otros en 6,8 o en 6,21 o en 6,25. La

segunda parte, en 9,17, en 9,18, en 10,21 o en 11,1. 21

M. GILBERT, Sagesse de Salomon, DBS XI (1986) col. 58-119, esp. 83s. Sigue esta propuesta: José

BUSTO SAIZ, La justicio es inmortal. Una lectura del libro de la Sabiduría de Salomón, Santander (Sal

Terrae 1992). Cf. D. DORÉ, El libro de la Sabiduría de Salomón, 11-13. 22

Cf. J. VILCHEZ, “El destino inmortal del hombre”, en: Id., Sabiduría, Navarra (Verbo Divino 1990),

97-105. D. DORÉ, “Primera parte. El justo y los impíos (Sab 1-6)”, en: Id., El libro de la Sabiduría de

Salomón, Navarra (Verbo Divino Cb 113 2003), 14-26. Cf. A. MARCHADOUR, Muerte y vida en la

Biblia, Navarra (Verbo Divino Cb 29 1982). 23

Salmo 6,6 “Porque, en la muerte, nadie de ti se acuerda; en el sheol, ¿quién te puede alabar?”

Salmo 30,10 “¿Qué ganancia en mi sangre, en que baje a la fosa? ¿Puede alabarte el polvo, anunciar tu

verdad?”

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Ni que la recompensa y el castigo se den exclusivamente en esta vida (tema ya

considerado y cuestionado, a nivel nacional, por el DtIs, y a nivel personal, por Job

y el Qohélet).

Ya algunos salmos expresan la esperanza en una vida con Dios más allá de la tumba para los

individuos:

Salmo 16,9-11 “Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi carne en

seguro descansa; v10 pues no has de abandonar mi alma al sheol, ni dejarás a tu amigo ver la

fosa. v11 Me enseñarás el caminó de la vida, hartura de goces, delante de tu rostro, a tu

derecha, delicias para siempre”.

Salmo 49,15-16 “Como ovejas son llevados al sheol, los pastorea la Muerte, y los rectos

dominarán sobre ellos. Por la mañana se desgasta su imagen, ¡el sheol será su residencia! v16

Pero Dios rescatará mi alma, de las garras del sheol me cobrará”.

Salmo 73,23-28 “Pero a mí, que estoy siempre contigo, de la mano derecha me has tomado;

v24 me guiarás con tu consejo, y tras la gloria me llevarás. v25 ¿Quién hay para mí en el

cielo? Estando contigo no hallo gusto ya en la tierra. v26 Mi carne y mi corazón se consumen:

¡Roca de mi corazón, mi porción, Dios por siempre! v27 Sí, los que se alejan de ti perecerán,

tú aniquilas a todos los que te son adúlteros. v28 Mas para mí, mi bien es estar junto a Dios”;

Isaías 26; Dan 12 y 2 Mac 7 atestiguan, además, una forma de creencia en la resurrección.

Isaías 26, 19 “Revivirán tus muertos, tus cadáveres resurgirán, despertarán y darán gritos de

júbilo los moradores del polvo; porque rocío luminoso es tu rocío, y la tierra echará de su seno

las sombras”.

Daniel 12,2 “En aquel tiempo se salvará tu pueblo: todos los que se encuentren inscritos en el

Libro. v2 Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida

eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno”.

2 Macabeos 7,14 “Cerca ya del fin decía así: « Es preferible morir a manos de hombres con la

esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por él; para ti, en cambio, no habrá

resurrección a la vida»“. Cf. 2 Mac 7, 20-23.27-29.

Sabiduría asegura enfáticamente la recompensa de una vida con Dios:

Sabiduría 2,23 “Dios creó al hombre para la incorrupción (aftharsía24

), para la inmortalidad

(athanasía25

).

Salmo 88,4-8.11-13 “Porque mi alma de males está ahíta, y mi vida está al borde del sheol; v5 contado

entre los que bajan a la fosa, soy como un hombre acabado: v6 relegado entre los muertos, como los

cadáveres que yacen en la tumba, aquellos de los que no te acuerdas más, que están arrancados de tu

mano. v7 Me has echado en lo profundo de la fosa, en las tinieblas, en los abismos; v8 sobre mí pesa tu

furor, con todas tus olas me hundes. Pausa”. v11 “¿Acaso para los muertos haces maravillas, o las

sombras se alzan a alabarte? v12 ¿Se habla en la tumba de tu amor, de tu lealtad en el lugar de

perdición? v13 ¿Se conocen en las tinieblas tus maravillas, o tu justicia en la tierra del olvido ?»

Cf. Salmo 115,17 /// Isaías 38,18 /// Isaías 14,9-15 24

“Según la mentalidad griega, todo ser corporal es corruptible y mortal; los dioses, sin embargo, son

inmortales. ¿Cómo explicar esta no mortalidad de los dioses? Nos interesa recordar la explicación de

Epicuro, ya que Sabiduría 2,1-5 refuta sus enseñanzas sobre el hombre. Curiosamente para los epicúreos

los dioses son también corporales, sin embargo, son inmortales «porque, frente al hombre, poseen la

cualidad de la ‘incorrupción’, que consiste en la habilidad de recibir una existencia sin fin» (J. REESE,

Hellenistic, 65). [...] El hombre es corruptible y mortal por naturaleza, pero Dios le hace partícipe de su

vida interminable, haciéndolo «imagen de su propio ser» (Sab 2,23b). Para esto, el hombre debe cooperar

como ser libre y responsable, guardando sus leyes (cf. Sab 6,18s)” [J. VILCHEZ, “El destino inmortal del

hombre”, en: Id., Sabiduría, 102]. 25

Según el libro de la Sabiduría, no sólo se puede ser inmortal por el recuerdo que dejamos:

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Se refiere a un estado de plenitud y de felicidad de los justos junto a Dios, como regalo suyo, y

ciertamente relacionado con el modo de vivir la vida temporal. Dios es justo, y la vida temporal

hay que tomarla en serio. La muerte de los justos es sólo apariencia (Sabiduría 3,1-4).

Aquí, la inmortalidad no depende de la naturaleza metafísica del componente “más noble” del

ser humano sino de la relación del hombre con Dios: el hombre libremente, mediante un

raciocinio equivocado (cf. Sabiduría 2,1) elige la ruptura de la relación original con Dios (cf.

2,23). Quien opta por el camino de sabiduría y justicia, no caerá en las garras del $:ôl.

¿Y los impíos?

Sobre el destino de los malvados no es muy explícito el libro de la Sabiduría: más bien utiliza

para describirlo ideas e imágenes que aparecen en los salmos:

Sabiduría 4,19 “Después serán cadáveres despreciables, objeto de ultraje entre los muertos

para siempre. Porque el Señor los quebrará lanzándolos de cabeza, sin habla, los sacudirá de

sus cimientos; quedarán totalmente asolados, sumidos en el dolor, y su recuerdo se perderá”.

Sabiduría 5,14 “En efecto, la esperanza del impío es como brizna arrebatada por el viento,

como espuma ligera acosada por el huracán, se desvanece como el humo con el viento; pasa

como el recuerdo del huésped de un día”.

Como han hecho un “pacto con la muerte” (Sabiduría 1,16), sólo le espera la muerte.

Segunda parte: Sabiduría 6,22-926

La Sabiduría real (6) /// La sabiduría en sí misma (7) /// La oración de Salomón (9)

1. ¿Quién es “Salomón” en Sabiduría 6,22-9,18?

2. El elogio de la Sabiduría (6,22-8,21)

3. Sabiduría 8,19-20 ¿enseña la doctrina griega de la preexistencia de las almas?

Por empezar, estos versículos buscan hacer resaltar la categoría excelsa de la Sabiduría,

que nadie puede merecer, por perfecto que sea, ya que es don de Dios. “Salomón”, de

cualidades perfectas en cuerpo y alma desde su nacimiento, no merece el don divino de la

Sabiduría. Esto es lo que el autor quiere decir. Pero, para proponer esta verdad, no ha

hallado una fórmula muy feliz.

Debemos reconocer que, tomados en sí mismos, aislados de todo contexto, estos

versículos en cuestión parecen reflejar tal idea, y, de hecho, los comentaristas están

divididos en dos bandos: los que defienden la hipótesis de que Sabiduría enseña la

preexistencia de las almas, y los que niegan tal hipótesis.

Sabiduría 4,1b “Mejor es carencia de hijos acompañada de virtud, pues hay inmortalidad en su recuerdo,

porque es conocida por Dios y por los hombres”

Sabiduría 8,13.17 “Gracias a ella tendré la inmortalidad y dejaré recuerdo eterno a los que después de

mí vengan” […] v17 “Pensando esto conmigo mismo y considerando en mi corazón que se encuentra la

inmortalidad en emparentar con la Sabiduría”.

...sino también se ha habla de una pervivencia individual y personal tras la muerte física, biológica:

Sabiduría 3,4b “Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de

inmortalidad”.

Sabiduría 15,3b “Pues el conocerte a ti es la perfecta justicia y conocer tu poder, la raíz de la

inmortalidad”. 26

Cf. D. DORÉ, “Segunda parte. El elogio de la Sabiduría (Sab 6,22-9,18)”, en: Id., El libro de la

Sabiduría de Salomón, 27-33. Cf. M. GILBERT, “El elogio de la Sabiduría”, en: M. GILBERT-J. -N.

ALETTI, La Sabiduría y Jesucristo, Navarra (Verbo Divino, Cb 32 1990), 33-43; Id., “El Espíritu y la

Sabiduría (Sabiduría 7,22-8,1), en: Id., El Espíritu Santo en la Biblia, Navarra (Verbo Divino, Cb 52

1990), 19-21.

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Pero, si atendemos a lo que se dice en otros lugares de la obra, nos daremos cuenta que el

autor, aunque use expresiones comprometedoras, está alejado de la doctrina griega de la

preexistencia de las almas.

De acuerdo con la doctrina griega, el alma preexistente es naturalmente inmortal, queda

contaminada por el contacto con el cuerpo, y busca liberarse de ese contacto a través de

la muerte.

Sabiduría, en cambio:

a) No presenta precisamente a la muerte como “liberadora”.27

b) Afirma la posibilidad de la existencia de un cuerpo no contaminado.28

c) Afirma la posibilidad de un alma que trame maldades.29

d) Nunca habla explícitamente de la inmortalidad del alma y menos en el pleno

sentido griego de inmortalidad natural del alma.

e) Más aún, varios textos nos permiten comprobar que no enseña la inmortalidad

natural.30

Es decir, no enseña la inmortalidad a partir de especulaciones acerca de

la naturaleza inmaterial del alma sino a partir de la relación personal con Dios: la

inmortalidad es un puro don, un regalo de Dios a los justos.

4. La oración de Salomón (Sabiduría 9,1-18)

27

Sabiduría 1,12-16

No os busquéis la muerte con los extravíos de vuestra, vida, no os atraigáis la ruina con las obras de

vuestras manos; v13 que no fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los vivientes;

v14 él todo lo creó para que subsistiera, las criaturas del mundo non saludables, no hay en ellas veneno

de muerte ni imperio del Hades sobre la tierra, v15 porque la justicia es inmortal. v16 Pero los impíos

con las manos y las palabras llaman a la muerte; teniéndola por amiga, se desviven por ella, y con ella

conciertan un pacto, pues bien merecen que les tenga por suyos… 28

Sabiduría 8,19-20

Era yo un muchacho de buen natural, me cupo en suerte un alma buena, v20 o más bien, siendo bueno,

vine a un cuerpo incontaminado… 29

Sabiduría 1,4

En efecto, en alma fraudulenta no entra la Sabiduría, no habita en cuerpo sometido al pecado… 30

Sabiduría 15,3

Pues el conocerte a ti es la perfecta justicia y conocer tu poder, la raíz de la inmortalidad…

Sabiduría 6,17-19

…preocupación por la instrucción es el amor, v18 el amor es la observancia de sus leyes, la atención a

las leyes es la garantía de la incorruptibilidad v19 y la incorruptibilidad hace estar cerca de Dios…

Sabiduría 9,17-18

Y ¿quién habría conocido tu voluntad, si tú no le hubieses dado la Sabiduría y no le hubieses enviado de

lo alto tu espíritu santo? v18 Sólo así se enderezaron los caminos de los moradores de la tierra, así

aprendieron los hombres lo que a ti te agrada y gracias a la Sabiduría se salvaron”.

Sabiduría 16,12-14

Ni los curó hierba ni emplasto alguno, sino tu palabra, Señor, que todo lo sana. v13 Pues tú tienes el

poder sobre la vida y sobre la muerte, haces bajar a las puertas del Hades y de allí subir. v14 El hombre,

en cambio, puede matar por su maldad, pero no hacer tornar al espíritu que se fue, ni liberar al alma ya

acogida en el Hades”.

Ver también, en relación a la “formación del hombre”:

Sabiduría 15,11 “porque desconoció al que le modeló a él, al que le inspiró un alma activa y le infundió

un espíritu vivificante”.

Sabiduría 7,1-2 “Yo también soy un hombre mortal como todos, un descendiente del primero que fue

formado de la tierra. En el seno de una madre fui hecho carne; v2 durante diez meses fui modelado en su

sangre, de una semilla de hombre y del placer que acompaña al sueño”.

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Tercera parte: Sabiduría 10-1931

El fundamento histórico de los que se viene diciendo:

la justicia de dios se revela en la historia.

+ Dos disgresiones:

11,15-12,27: moderación de Dios omnipotente con Egipto y Canaán.

13-15: fuerte crítica a la religión pagana

1. De la “creación” al “Éxodo” (Sabiduría 10,1-11,1)

La oración de Salomón en Sabiduría 9 concluía el elogio de Sabiduría 7-8. Sabiduría 10

comienza el recorrido por la historia, que continúa hasta el final del libro. Procura

mostrar la acción salvífica de la Sabiduría a lo largo de la historia de la salvación.

La sabiduría libró y preservó a los justos (Adán, Noé, Abraham, Lot, Jacob, José,

Moisés) y la sabiduría los sacó de Egipto:

Sabiduría 10,18

...les abrió paso por el mar Rojo y los condujo a través de las inmensas aguas…

A partir de 10,15, el libro se centra exclusivamente en el Éxodo, proponiendo una

especie de meditación homilética de las plagas. Los acontecimientos del Éxodo se hacen

imagen o tipo de la preocupación de Dios por los justos.

A la Sabiduría se le atribuyen la liberación de la opresión (materializada en la travesía

del mar, el hundimiento de los enemigos y el despojo de los impíos) y la liberación de la

palabra (materializada mediante la apertura de la boca y desatadura de la lengua para la

alabanza y la celebración del santo Nombre –Sabiduría 10,21–).

En el capítulo 10 la Sabiduría es aún el tema, mientras que a partir del capítulo 11 el

texto se refiere a Dios.

2. El “midra$” del “Éxodo” (Sabiduría 11,2-19,22)

Una serie de siete dípticos en contraste (“siete plagas”) opone la bondad de Dios, que

forma a sus hijos mediante pruebas saludables, mientras que los mismos medios inducen

a sus enemigos a su perdición:

Sabiduría 11,5 “con lo que sus enemigos eran castigados, ellos, en el apuro, eran

favorecidos”.

(1) Agua de la roca en lugar de la contaminación del agua: 11,4-14

+ “Digresión” sobre la “moderación divina” (Sabiduría 11,15-12,27)

+ “Digresión” sobre la idolatría (Sabiduría 13-15)

(2) Codornices en lugar de la plaga de los animales: 16,1-4

(3) Salvación de la mordedura de serpientes en lugar de la plaga de insectos: 16,5-14

(4) Maná del cielo en lugar de la lluvia, el granizo y el fuego: 16,15-29

(5) Columna luminosa en lugar de la plaga de tinieblas: 17,1-18,4

(6) Liberación de los hijos de Israel en lugar de la muerte de los primogénitos: 18,5-25

(7) El mar: liberación de los israelitas en lugar de la muerte de los egipcios: 19,1-12

+ Reflexiones finales (Sabiduría 19,10-22)

31

Cf. D. DORÉ, “Tercera parte. Las obras de la Sabiduría en la historia” (Sab 10-19)”, en: Id., El libro de

la Sabiduría de Salomón, 34-67.

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Esto no significa falta de bondad o de justicia:

Dios mostró su misericordia incluso para con los pueblos paganos: Sabiduría 11,

15 - 12, 27

Los idólatras son los responsables de su propia perdición: al convertir las criaturas

en dioses, armaron contra si mismos la creación: Sabiduría 11, 15-16 (cf. 13-15)

Eclesiástico o Sirácida

Se trata del ejemplo más completo de literatura sapiencial judía. Esta obra, la única de todo el

Antiguo Testamento que lleva la firma de su autor –Jesús ben Sirá– gozó de enorme respeto,

tanto en círculos judíos como cristianos, aunque finalmente no se aceptó en el canon judío.32

La obra da por supuesta una situación en la que el autor, sabio y maestro experimentado, se

presenta educando a un joven (“hijo mío”) que desea llegar a sabio. La perspectiva es

masculina, de alguien que tiene recursos económicos y que se convertirá con el tiempo en

cabeza de familia. El joven es educado como escriba, preparado al mismo tiempo para ejercer

liderazgo público (cf. Sirácida 38,24-39,11). Aparentemente Ben Sirá dirigía una escuela –en

los primeros años del s. II a.C.– en Jerusalén, quizá cerca del Templo, abierta a este tipo de

jóvenes (cf. Sirácida 51,23-30). Allí presuntamente enseñaría a sus estudiantes el modo de

relacionar las tradiciones sapienciales del Próximo Oriente Antiguo con sus tradiciones

religiosas judías.

El traductor al griego del “Eclasiástico” llama a su autor “mi abuelo Jesús” en el «prólogo33

»

que el mismo compuso (cf. Sirácida Prólogo v. 7).

El autor se autopresenta en Sirácida 50,27 dando su nombre34

y afirmando que era de

Jerusalén:35

Sirácida 50,27 “Instrucción de inteligencia y ciencia ha grabado en este libro

Jesús, hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén, que vertió de su corazón sabiduría a raudales”.

Y en 51,30 firma:

Firma: Sabiduría de Jesús, hijo de Sirá.36

Una variante de un manuscrito griego dice que era sacerdote.

32

Curiosamente, aunque las autoridades rabínicas afirmaron explícitamente que Sirácida no era una obra

“inspirada” –pues fue escrita tras el período profético– de hecho es citada en el Talmud muchísimas

veces, e incluso, algunas veces, las citas son introducidas con la fórmula “Pues / como está escrito”,

reservada sólo para los textos “inspirados”. 33

Este prólogo del traductor es un caso único en toda la Biblia; no pertenece al texto, pero su valor es

enorme. Por él conocemos, además, las razones que movieron al nieto a traducir al griego la obra del

abuelo para los judíos residentes en Egipto, las mismas que tuvo el abuelo para “ v.12 ...escribir algo en

lo tocante a instrucción y sabiduría, v.13 con ánimo de que los amigos del saber, lo aceptaran v.14 y

progresaran más todavía en la vida según la Ley” (Sirácida prólogo vv. 12-14). 34

Aunque los manuscritos de los que disponemos dan el nombre del autor de diferentes formas: un

manuscrito hebreo lo llama “Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá”. Dado que el traductor

dice en el prólogo “mi abuelo Jesús” y que en el título griego que encabeza 51,1 puede leerse “Oración de

Jesús, hijo de Sirá”, la mayor parte de los investigadores se inclinan por pensar que el autor de la obra se

llamaba Jesús, y que Simón es una corrupción del texto. 35

El gran interés que se descubre en todo el libro por la vida de la ciudad y sus instituciones parece

confirmar el dato acerca de su origen. 36

También aquí encontramos una variante del nombre: “Hasta aquí las palabras de Simeón, hijo de Jesús,

llamado Ben Sirá. Sabiduría de Simeón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá. Bendito sea el nombre

de Yahveh ahora y por siempre”. En la versión siria de 51,30 se lo llama “Jesús, hijo de Simón, llamado

hijo de Asira (=cautivo)”.

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Jesús ben Sirá fue un sabio, y de ello tiene clara conciencia. El verdadero sabio es el que:

Sirácida 39,1-3 “...aplica su alma a meditar la ley del Altísimo. La sabiduría de todos los antiguos

rebusca, a los profecías consagra sus ocios, v.2 conserva los relatos de varones célebres, en los

repliegues de las parábolas penetra, v.3 busca los secretos de los proverbios y en los enigmas de las

parábolas insiste”.

Se consideraba el último eslabón de una cadena de sabios en la historia de su pueblo, que por su

esfuerzo personal en el estudio ininterrumpido se sentía lleno de las riquezas de la tradición:

Sirácida 33,16-18 “También yo, el último, me he desvelado, como quien racima tras de los viñadores.

v.17 Por la bendición del Señor me he adelantado, y como viñador he llenado el lagar. v.18 Mirad que

no para mí solo me he afanado, sino para todos los que buscan la instrucción”.

Sirácida 39,12 “Aún voy a hablar después de meditar, que estoy colmado como la luna llena”.

Su nieto afirma de él en el “prólogo”

Sirácida Pról. vv.7s “mi abuelo Jesús, después de haberse dado intensamente a la lectura v.8

de la Ley, v.9 los Profetas v.10 y los otros libros de los antepasados, v.11 y haber adquirido un

gran dominio en ellos, v.12 se propuso también él escribir algo en lo tocante a instrucción y

sabiduría”.

Fecha aproximada de composición

El prólogo de la versión griega dice explícitamente que el libro es traducción del hebreo

realizada por el nieto del autor de la obra, para uso de los judíos de Alejandría, entre los que se

había establecido, en el año 38 de Ptolomeo (VII)37

Euergetes (170-116 a.C.), es decir, hacia el

año 132 a.C. El libro pues, bien pudo haber sido compuesto a comienzos del siglo II a.C., poco

antes de la revolución macabea del 168 a.C.,38

en Jerusalén, en hebreo.39

Un argumento interno confirma esta fecha: Ben Sirá hace del Sumo Sacerdote Simón hijo de

Onías un elogio aparentemente basado en recuerdos personales (50,1-21). Se trataría de Simón

II, que murió hacia el 195 a.C.

Palestina acababa de entrar bajo la dominación de los seléucidas, en el 198. La adopción de las

costumbres extranjeras, la helenización, era favorecida por una parte de la clase dirigente, y

pronto pretendería imponerla por la fuerza Antíoco Epífanes (175-163 a.C.).40

Ben Sirá opone a

estas amenazadoras novedades toda la fuerza de la tradición.41

37

Hubo dos reyes Ptolomeos conocidos con el apelativo “Evergetes” ( = Bienhechor): Ptolomeo III (247-

221 a.C.) y Ptolomeo VII (170-117). Dado que el primero reinó poco más de 25 años y el traductor nos

habla del año 38 del reinado de Evergetes, se deduce que se trataba de Ptolomeo VII, llamado también

Fiscón, que desde 170/169 fue corregente con su hermano Ptolomeo VI Filométor (180-145 a.C.) y único

soberano de Egipto del 145 al 116 a.C. 38

El libro no menciona a Antíoco IV Epífanes ni a la imposición por parte de éste de un benjaminita –

Menelao– para el cargo de Sumo Sacerdote, tras destituir primero a Onías II, último Sumo Sacerdote

legítimo de la línea sadoquita, y luego a su hermano Jasón. Resulta impensable que Ben Sirá, de haber

conocido el episodio, lo haya pasado por alto, pues se trató de una flagrante violación de los derechos

sacerdotales. 39

Parece haber sido una obra estimada en Qumrán (¿acaso por la mención del sacerdocio sadoquita?).

En Yamnia fue excluido del canon hebreo. En consecuencia, quedaron muy pocos ejemplares hebreos en

circulación. 40

Cf. 1 Macabeos 1 y 2 Macabeos 4,7-20; 6,1-11; se percibe un durísimo enfrentamiento entre el

judaísmo y el helenismo. 41

Israel se caracteriza por vivir de una esperanza que tiene su apoyo en la historia de la salvación. Por

eso, la tradición es un elemento esencial de su experiencia religiosa.

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Él es un “escriba” que une el amor de la sabiduría al de la ley. Buscará poner de relieve los

grandes valores del pasado de Israel. Está lleno de fervor por el Templo y sus ceremonias, lleno

de respeto por el sacerdocio, y también conoce a fondo los libros sagrados, los profetas, y sobre

todo, los escritos sapienciales.

Estructura global y contenido general

La obra consta de dos grandes secciones:

= Una antología de sentencias: 1,1-42,14

Con un himno a la sabiduría en el centro (Sirácida 24)

= Un himno a la sabiduría de Dios manifestada (clímax de la obra):

En la naturaleza: 42,15-43,37

En la historia de Israel: 44,1-50,31

= El libro se cierra con un canto a la bondad de Dios (Sirácida 51), posiblemente añadido

ulteriormente por otra mano, ya que 50,27-29 es una auténtica conclusión.

Exceptuando la parte que celebra la gloria de Dios en la naturaleza (42,15-43,33) y en la

historia (44,1-50,29), se trata de una colección de sentencias sobre temas variados. No es

fácil encontrar en el libro un plan claro, especialmente hasta 42,15.

La doctrina es tan tradicional como la forma, “es un espejo fiel de la teología tradicional de

su tiempo”:

o La perspectiva básica del libro es clara: la verdadera sabiduría se encuentra en la Torá, en

la revelación de Dios, y se expresa en la actitud de “temor del Señor” (Sirácida 1,1-20).

De hecho, identifica a la Sabiduría con la Ley proclamada por Moisés (también lo hará el

poema sapiencial de Baruc 3, 9-4,4): Sirácida 24,23-24 “Todo esto es el libro de la

alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como herencia para las

asambleas de Jacob”.

o Unió la tradición sapiencial secular, basada en la perspicacia y en la experiencia, con la

revelación particular del Dios de Israel en la naturaleza, la Torá y la historia.

o Tiene las mismas incertidumbres que Job y el Eclesiastés sobre el destino humano y el

problema de las sanciones. Tiene fe en la retribución, siente la importancia trágica de la

hora de la muerte, pero no sabe aún como pagará Dios a cada uno según sus obras.42

o Alaba la práctica del culto (cf. Sirácida 35,4-10; 34,18-26), como una dimensión

ineludible de la virtud. Gran parte de las prescripciones que encontramos en la Torá son

leyes cultuales.

Para Ben Sirá la sabiduría llega a identificarse prácticamente con el culto:

42

Comparar Sirácida con Daniel 12, 2: “En aquel tiempo se salvará tu pueblo: todos los que se

encuentren inscritos en el Libro. v2 Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán,

unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno. v3 Los doctos brillarán como el

fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas, por toda la

eternidad” y 2 Mac 7, 9.14: “Al llegar a su último suspiro dijo: «Tú, criminal, nos privas de la vida

presente, pero el Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida

eterna.»....Cerca ya del fin decía así: «Es preferible morir a manos de hombres con la esperanza que

Dios otorga de ser resucitados de nuevo por él; para ti, en cambio, no habrá resurrección a la vida»“.

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Cf. Sirácida 35,1-10 (observar la Torá = culto):

“Observar la ley es hacer muchas ofrendas, atender a los mandamientos es hacer

sacrificios de comunión. v.2 Devolver favor es hacer oblación de flor de harina, hacer

limosna es ofrecer sacrificios de alabanza. v.3 Apartarse del mal es complacer al Señor,

sacrificio de expiación apartarse de la injusticia. v.4 No te presentes ante el Señor con

las manos vacías, pues todo esto es lo que prescribe el mandamiento. v.5 La ofrenda del

justo unge el altar, su buen olor sube ante el Altísimo. v.6 El sacrificio del justo es

aceptado, su memorial no se olvidará. v.7 Con ojo generoso glorifica al Señor, y no

escatimes las primicias de tus manos. v.8 En todos tus dones pon tu rostro alegre, con

contento consagra los diezmos. v.9 Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con ojo

generoso, con arreglo a tus medios. v.10 Porque el Señor sabe pagar, y te devolverá

siete veces más”.

Más aún: es la sabiduría quien ofrece el verdadero culto agradable a la divinidad y

capacita al hombre para ofrecerlo. Estas ideas aparecen claras en Sirácida 24.

o Siente hondamente el honor del sacerdocio.

Las imágenes de Aarón y Pinjás adquieren un especial relieve, y la meditación en su

conjunto acaba con un entusiasta elogio de un contemporáneo, el Sumo Sacerdote Simón.

o Es novedosa su meditación acerca de la Historia Sagrada (44,1-49,16).

Ben Sirá se siente orgulloso del pasado de su pueblo. Hace desfilar a las grandes figuras

del AT, desde Henoc hasta Nehemías, aunque hace severas críticas a algunos personajes,

especialmente a los reyes:

Sirácida 49, 4-6

Fuera de David, Ezequías y Josías, todos abundaron en sus culpas. Porque abandonaron

la ley del Altísimo, los reyes de Judá fueron abandonados. v5 Pues entregaron a otros su

cuerno, y su gloria a una nación extraña. |v6 Prendieron fuego a la elegida ciudad del

santuario, dejaron desiertas sus calles…

“Suplementos” a Ester

El libro de Ester, después de su aparición en hebreo disfrutó de gran popularidad y alcanzó una

gran difusión.43

De ahí que se siguiera abordando el tema inicial.

En arameo tenemos tres Tagumes. El último, muy literal, sólo está reproducido en la Biblia

políglota de París. Los demás, reproducidos en las Biblias rabínicas, conllevan una serie de

ampliaciones que con el tiempo va incrementándose. También conocemos toda una serie de

midrasim de época medieval. Finalmente tenemos lo que se ha dado en llamar los

«suplementos» griegos de los LXX, los únicos de los que tenemos que ocuparnos aquí.

Antes de San Jerónimo se utilizaba, tanto en latín como en griego, una narración más larga.

Cuando San Jerónimo hubo traducido el relato hebreo, añadió como apéndice los principales

elementos del relato admitido hasta entonces y que no figuraban en su versión. Estos

«suplementos» (10,4-16,24) han venido a ser difícilmente utilizables. Se hallan en su lugar en

las ediciones de los LXX; pero las ediciones no han adoptado un sistema uniforme de

referencia.

43

No parece haber sido leido en Qumrán, o por lo menos no quedan huellas del mismo. En todo caso se

sabe que la fiesta de purim no se celebraba en esta comunidad a orillas del mar Muerto.

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A continuación damos la serie de los suplementos, con los modos de referencia:

De la Vulgata /// De Swete, seguido por la gran edición de los LXX de Cambridge y la de

Hahnhart en la edición de Gotinga (1966) /// De Rahlfs, seguido por la Biblia de Jerusalén.

VULG. SWETE RAHLFS

1. Sueño de Mardoqueo ............................................. 11,2-12 ....... A, 1-11 ........ 1, 1a-b

2. Complot contra Asuero ......................................... 12,1-6 ......... A, 12-17 ...... 1, 1m-r

3. Edicto de exterminación de los judíos .................. 13,1-7 ......... B, l-7 ........... 3, 13a-g

4. Oración de Mardoqueo .......................................... 13,8-18 ....... C, l-l1.......... 4, 17a-i

5. Oración de Ester .................................................... 14,1-19 ....... C,12-30 ....... 4, 17k-z

6. Recurso de Mardoqueo a Ester ............................. 15,1-3 ......... 4,8 ............... 4, 8

7. Acogida de Ester por Asuero ................................ 15,4-19 ....... D, 1-16 ........ 5, 1a-2b

8. Edicto en favor de los judíos ................................. 16,1-24 ....... E, l-24 ......... 8, 12a-x

9. Significado del sueño inicial ................................. 10,4-13 ....... F, l-10 ......... 10, 3a-k

10. Acuse de recibo ..................................................... 11,1 ............ F, l1 ............ 10, 31

1. Fecha

Resulta difícil asignar una fecha única a los suplementos: están escritos en estilos

diferentes y pueden remontarse a autores distintos. Es probable que ACDF se

desarrollaran gradualmente y adoptaran la forma actual al cabo de algunos años de

existencia en la tradición oral. Los dos edictos (B y E) son de mano distinta a la de los

cuatro suplementos ya mencionados, que tienen fuertes afinidades hebraicas. Guardan

semejanzas con 2 Macabeos. Por lo general se admite que el conjunto de los suplementos

se compuso directamente en griego, más que ser traducción de un original semítico. El

texto hebreo en su forma actual es consistente y, en su conjunto, inteligible. Los

suplementos contradicen al texto masorético en varios puntos, de tal modo que puede

decirse que no están hechos para el texto hebreo. Así 12,1-6 está ya en 2,21-23 con

variantes inconciliables; los edictos son como una repetición de los resúmenes (3,13 y

8,11-12), y el tenor del segundo (16,1-24) no corresponde a su resumen (8,1-12). No se

trata, pues, propiamente de «suplementos», sino que en realidad tenemos dos ediciones

de Ester, una en hebreo y otra en griego.

2. Relación entre ambas ediciones

Los exegetas están divididos en dos campos en lo referente a la prioridad respectiva de

los textos griego y hebreo de Ester:

Algunos admiten que el texto hebreo representa una forma abreviada de un

original semítico, sobre el que se habría hecho la traducción griega. Esta opinión,

defendida antiguamente sobre todo por muchos católicos que admitían la

canonicidad del texto griego, ha sido apoyada recientemente por Torrey,44 quien

defiende asimismo la prioridad del griego: este texto sería una traducción de un

original arameo anterior al hebreo.

Pero la mayoría de autores estima que el texto hebreo representa la edición

original. Era ya la opinión de San Roberto Bellarmino. Otro autor habría puesto, a

partir del texto breve. un relato más extenso que forma la base del texto griego.

Esta hipótesis se ajusta mucho mejor al sentido de la evolución midrásica, bien

conocida por la literatura judía tardía.

44

Cf. C.C. TORREY “The Older Book of Esther”, HTR 37 (1944) 1-40.

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3. Género literario y finalidad

El género literario de los «suplementos», o más bien de la edición griega, es el mismo

que el del original hebreo, una historia tratada ampliamente con miras a una enseñanza.

Pero utiliza algunos procedimientos propios de la novela griega, por ejemplo, los sueños,

como en las Etiópicas de Heliodoro. Los nuevos desarrollos aportados por nuestro judío

helenista están bien caracterizados por san jerónimo: «Improvisó, como se hace en un

ejercicio escolar, para explicitar los sentimientos de quien sufre una injusticia o la inflige

a otro» (PL 28,1433).

¿A qué atribuir las ampliaciones? Sería insuficiente responder que el contacto con el

mundo griego predispuso los judíos a los embellecimientos retóricos. El autor tenía

motivos más profundos. En la redacción hebrea no se nombraba a Dios. Se sentía la

urgencia de introducir en el libro una nota más religiosa. De ahí la añadidura de

oraciones y reflexiones que tienen por objeto a Dios. El autor de los suplementos quiso,

de este modo, hacer que el libro fuese más humano, suprimiendo del mismo rasgos

demasiado hostiles a los paganos (9,5-19). En conjunto, empero, la aportación doctrinal

de los desarrollos deuterocanónicos no parece muy considerable.

“Suplementos” a Daniel

La Biblia griega, además de los doce capítulos del texto semítico de Daniel, incluye los

capítulos 13 y 14, que la Vulgata también reproduce, lo mismo que la oración de Azarías y el

cántico de los tres jóvenes (3,24-90). Se trata, por una parte, de adiciones exteriores al libro y,

por otra, de adiciones interiores.

Para los suplementos exteriores del libro, el orden de edición es, por lo demás, diferente en el

texto griego. La historia de Susana viene en cabeza, sigue luego el texto de Daniel propiamente

dicho: el conjunto termina con el relato sobre Bel y el dragón. Estas adiciones fueron unidas al

libro de Daniel propiamente dicho porque forman parte, a causa de su contenido, del ciclo de

Daniel. En efecto, en la historia de Susana, Daniel interviene para salvar a la joven mujer en

ocasión de un juicio inicuo, mientras que en Bel y el dragón el mismo personaje revela al rey la

superchería de los sacerdotes de Bel. El texto actual nos ha llegado en dos versiones diferentes:

la de los Setenta y la atribuida a Teodoción. Las diferencias existentes entre ambas son

notables.